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TEXTO ADACTADO PARA
LA UNIVERSIDA SALESIANA
DE BOLIVIA.
AUTOR: Francisco
TESSAROLO
TITULO: “El Sistema
Educativo de San Juan
Bosco, Ediciones Didascalia,
Rosario (Argentina), 1996.)
INTRODUCCIÓN
El llorado Papa Pablo VI al hablar de los religiosos para una evangelización eficaz,
subrayada su espíritu emprendedor y afirmaba que “su apostolado con frecuencia se
distingue por su originalidad e inventiva admirables”.
Su Santidad Juan Pablo II, en su carta “Juvenum Patris”, en ocasión del
centenario de la muerte de San Juan Bosco, nos dice: “En cuanto a San Juan Bosco,
Fundador de una Familia espiritual, puede decirse que el rasgo peculiar de su
creatividad se vincula a la praxis educadora que llamó Sistema Preventivo. Este
representa, en cierto modo, la síntesis de su sabiduría pedagógica y constituye el
mensaje profético que legó a los suyos y a toda la Iglesia, y que ha merecido la atención y
el reconocimiento de numerosos educadores y estudiosos de pedagogía”.
Para Don Bosco su “Sistema Preventivo” ha sido preocupación constante de toda
su vida –desde el sueño de los 9 años hasta su carta desde Roma del 10 de mayo de
1884- e instrumento de toda su vitalidad.
Práctico, vivió excelentemente, y es así el mejor libro abierto que nosotros
poseemos. No fue un teorizador, pero su breve “Tratado sobre el Sistema Preventivo”
(en oposición al represivo), de sólo una docena de páginas, es para nosotros una pauta
definitiva de la misión pedagógica salesiana: la necesidad de un ambiente de afecto sano
y auténticamente familiar, para llevar al joven a Cristo –no al educador- y ayudando a
liberarse del mal de la miseria, de la pobreza, del desprecio, del pecado... Porque habrá él
mismo comprendido y querido libremente su maduración humana y cristiana.
Una pedagogía difícil y delicada... pero evangélica, para decirlo todo... y la única
que es verdaderamente eficaz y definitiva.
Este sistema educativo pastoral, que encierra en sí mismo una espiritualidad y
una criteriología de acción, no pertenece sólo a la Familia Salesiana, sino que es
testimonio riquísimo de la Iglesia y de la Sociedad. Sus intuiciones pedagógicas son hoy
más actuales que nunca; diría más, la profundización de las ciencias de la educación no
hace otra cosa que corroborar la globalidad de sus experiencias.
Los que nos hallamos inmersos en una experiencia de acción educativa y pastoral
entre los jóvenes, no podemos sino alegrarnos de sentirnos animados a revitalizar el
proyecto educativo de Don Bosco.
Hoy, en situaciones tan diferentes a las del tiempo de nuestro Padre, su sistema
educativo no deja de ser fecundo, si se práctica en plenitud, actualizándolo de acuerdo a
estas mismas situaciones.
Juan Pablo II nos señala: “La situación juvenil del mundo actual es muy distinta
y, como saben educadores y pastores, presenta condiciones y aspectos multiformes. Sin
embargo, también hoy perduran las mismas interrogantes que el sacerdote Juan Bosco
meditaba desde el inicio de su ministerio, deseoso de entender y decidido a actuar:
¿quiénes son los jóvenes? ¿qué desean?, ¿hacia dónde van?, ¿qué es lo que necesitan?,
preguntas difíciles, pero ineludibles, que todo educador debe afrontar”.
Y Juan Pablo II añade en el n.13 de la misma carta: “Quiero hacer ver que tales
criterios, entonces como hoy son pedagógicos no se refieren sólo al pasado: la figura de
este santo, amigo de los jóvenes, sigue atrayendo con su hechizo a la juventud de las
culturas más diferentes en todas las partes de la Tierra. Es cierto que su mensaje
requiere aún ser profundizado, adaptado, renovado, con inteligencia y valentía,
precisamente porque han cambiado los contextos socioculturales, eclesiales y pastorales;
convendrá tener en cuenta las aperturas y los logros obtenidos en muchos campos, los
signos de los tiempos y las indicaciones del Concilio Vaticano II. No obstante la
sustancia de su enseñanza permanece, y la peculiaridad de su espíritu, sus intuiciones,
su estilo y su carisma no pierden valor, pues se inspiran en la pedagogía trascendente de
Dios.
San Juan Bosco es también actual por otro motivo: enseña a integrar los valores
permanentes de la tradición con las soluciones nuevas, para afrontar con creatividad las
demandas y los problemas emergentes: en estos nuestros difíciles tiempos continúa
siendo maestro, proponiendo una educación nueva, contemporáneamente creativa y
fiel”.
En estas páginas me permito ofrecer una recopilación de principios, normas y
reflexiones prácticas, revisando y reestructurando una edición anterior y aprovechando
también sugerencias de sendos talleres sobre el Sistema Preventivo, habidos en diversos
lugares. Confío puedan ayudar a ahondar y vivir también hoy este sistema. Sistema que
puede ser eficazmente llevado a la práctica en la escuela, en la familia, en el trabajo, en
las diversas formas de asociación y grupo y en toda relación con los jóvenes.
Pbro. Francisco Tessarolo, sdb.
UNIDAD I
QUÉ ES EL SISTEMA PREVENTIVO. SU
FUNDAMENTO Y SUS OBJETIVOS
No deja de sorprender la duración y firmeza del sistema de Don Bosco al
lado de otros célebres pedagogos como Montessori, Decroly, Winnetka, Dalton.
Es que D. Bosco no es un teórico de la pedagogía como Comenio, Rousseau.
Froebel, Pestalozzi, y sin embargo, su metodología ha conquistado la simpatía,
ha trascendido en el tiempo, ha quebrantado fronteras y ha sido aceptado en
ambientes aún no cristianos en todo el mundo, por esto es bueno conocer los
objetivos y el fundamento del sistema preventivo.
TEMA 1
DON BOSCO, EDUCADOR CRISTIANO
DE LOS JÓVENES MÁS NECESITADOS
“Guiado por María, que fue su maestra, Don Bosco vivió, en el trato con
los jóvenes del primer ORATORIO, una experiencia espiritual y educativa que llamó
SISTEMA PREVENTIVO”. (Constituciones SDB, n. 20).
“En las típicas situaciones sociales, culturales, morales y religiosas de los
jóvenes de su tiempo, no sólo de Turín, sino de varias ciudades y naciones en
las que él mismo desarrolló su obra, Don Bosco intenta con su estilo
característico, dar una respuesta adecuada y jerarquizada respecto al problema
fundamental: la regeneración humana y cristiana de la sociedad, mediante la
regeneración humana y cristiana de los jóvenes.” (Autores Varios. El S.P. de Don
Bosco entre pedagogía antigua y nueva. Actas del Encuentro Europeo Salesiano
sobre el Sistema Educativo de Don Bosco 1974. Conclusiones).
“De este empeño y de la confianza de que en todo joven existen las
condiciones para un constructivo diálogo humano y cristiano, surge un peculiar
tipo de acción educativo-pastoral en el trato con los jóvenes: un conjunto
orgánico de convicciones, de actitudes, de acciones, de intervenciones, de
métodos y estructuras, que han constituido progresivamente un característico
modo de ser y actuar, personal y comunitario, que se llamará sistema, método,
estilo: es el SISTEMA PREVENTIVO DE DON BOSCO”. (Autores Varios. El S.P.
de Don Bosco entre pedagogía antigua y nueva. Actas del Encuentro Europeo Salesiano
sobre el Sistema Educativo de Don Bosco 1974. Conclusiones).
También hoy, en la era informática y tecnológica, es válido el Sistema
Preventivo de Don Bosco, puesto que:
“La experiencia preventiva de Don Bosco es un proyecto que ha crecido y se ha
dilatado y especificado en las más variadas instituciones y obras realizadas por los
muchos colaboradores y discípulos. Es obvio que su vitalidad operativa puede ser
garantizada en el tiempo solamente por la fidelidad a la ley de todo auténtico
crecimiento como la renovación, queda confiada al compromiso teórico y práctico de
cada uno y de las comunidades. Es una tarea siempre abierta y la continuidad, que
puede ser asegurada solamente por la diligente confrontación con los orígenes...”
(Pedro Braido, Prevenire, non reprimere. Il sistema educativo di don Bosco. 1999.
pág. 5).
Para actualizar el Sistema Preventivo hay que tomar en cuenta “la
experiencia inicial que contiene intuiciones, potencialidades y también grandes
principios inspiradores que se deben repensar continuamente a la luz de tres
cosas sobre todo: la situación del destinatario, la cultura en que se vive y todos los
progresos que va haciendo la ciencia que se ocupa del hombre...” (Juan Vecchi, en
Guardianes de sueños. Educadores en la era informática. 2000. Pág. 158).
El mismo Don Bosco decía:
“Siempre he ido adelante según me inspiraba el Señor y exigían las
circunstancias” (Memorias Biográficas, XVIII, pág. 117).
“Es necesario que tratemos de conocer y adaptarnos a nuestros tiempos,
respetando a los hombres.” (P. Braido, o.c. pág. 5).
Hay rasgos de su personalidad que dan a su consagración y acción
caritativa aspectos y sellos típicos, que se transfieren también al Sistema
Preventivo que es adoptado. El subrayar algunos de esos rasgos llega a ser tarea
ineludible de quien quiere comprender y evocar las líneas de su experiencia
pedagógica, ya que ésta está indivisiblemente entrelazada y casi confundida
con su personalidad y su estilo de vida.
Las características de don Bosco:
• Tradicional sin ser fundamentalista y moderno sin alinearse con
ninguna forma de liberalismo católico. (Su modernidad es inseparable
en él de una firme adhesión al pasado en sus valores fundamentales y
en las tradiciones morales y religiosas asimiladas en su familia y en la
comunidad cristianas).
• Realismo y oportunidad... su sensibilidad humana y sacerdotal lo
provocan ante hechos tangibles y situaciones inmediatas y reales. Ej.
problema del tiempo libre de jóvenes no preparados para ocuparlo
convenientemente; condición de los jóvenes inmigrantes; flagelo del
cólera; flagelo de los jóvenes “en peligro y peligrosos”.
• Sabiduría y firmeza, moderación, idealismo y realismo, cálculo
humano y confianza en Dios, paciente espera y empuje hacia delante,
diplomacia y franqueza que acompañan siempre un equilibrio
dinámico.
• Grandeza de idealizaciones en los planes de actuación, junto con la
concreción de las realizaciones y de los medios.
• Consagrado totalmente a los jóvenes...
“La acción de Don Bosco no es, sin embargo, expresión de activismo
temperamental; es consagración consciente y voluntaria, es misión con
un objetivo específico, la salvación de los jóvenes. Lo movía, sin duda, un
verdadero amor por los jóvenes, en particular de los más necesitados,
para bien de la Iglesia y de la Sociedad.” (En Gianelli Roberto, DON
BOSCO. Attualità di un magistero pedagogico. LAS-Roma, 1987. Pág.
189).
Solía repetir Don Bosco: “Me basta que sean jóvenes, para que los
ame.”
• Hombre de corazón... con una afectividad muy intensa, fuertemente
interiorizada, siempre controlada y aún, según los cánones de su
misma pedagogía, expresada, comunicada, visible y perceptible.
• Todo de Dios. Es obvio que el inmenso obrar de don Bosco tiene raíces
y motivaciones cristianas y sacerdotales, raíces puestas en las grandes
virtudes teologales de fe, esperanza y caridad...
El Padre Pedro Gianola también exhibe un elenco de factores presentes y
actuantes en el talento natural de don Bosco y que influyeron en su estilo de
encuentro con los jóvenes.
- Su temperamento natural, carácter heredado y desarrollado; la
profunda, viva y amplia espiritualidad; una inteligencia práctica y observadora;
abundante potencial afectivo; su versatilidad y habilidad: todas bases de una
personalidad abierta, fuerte, decidida, autónoma y participativa.
- La experiencia directa... de sí, de la vida, de los jóvenes (marginados,
emigrantes, abandonados, etc.)
- La sensibilidad... viva y profunda... de las necesidades de los coetáneos
y de los jóvenes, del pueblo... con voluntad e iniciativa de intervención para
satisfacerlas...
- La responsabilidad... natural, profesional, vocacional y misionera...
- La competencia natural, adquirida, querida... para intervenir válida y
eficazmente... (Don Bosco, El Sistema Preventivo en la educación de la juventud.
Memorias Biográficas XIII, 918-923) (en San Juan Bosco. Obras Fundamentales.
BAC, Madrid, 1978. n. 1).
El don Bosco ideal, podemos sintetizarlo en que fue:
EDUCADOR CRISTIANO DE LOS JÓVENES MÁS NECESITADOS.
R = Razón de ser.
O = Objetivo.
M = Metodología.
• Por ser EDUCADOR
R = Sentía un amor fuerte y sincero por los educandos.
O = Sentía una viva preocupación por el crecimiento y maduración de los
mismos.
M = Sentía un respeto amoroso por su libertad y su personalidad.
• Por ser CRISTIANO
R = Se sentía movido por la caridad evangélica y pastoral.
O = Tenía preocupación porque los jóvenes alcanzaran la salvación.
M = Se guiaba por el método del Buen Pastor.
• Por ser de los JÓVENES
R = Sentía un amor dinámico, juvenil; sentía gran preocupación por la
situación juvenil.
O = Buscaba el compromiso activo de los jóvenes.
M = Se guiaba por una pedagogía juvenil: protagonismo; el joven por el
joven.
• Por ser de los MÁS NECESITADOS
R = Demostraba un amor, que quería ser signo del amor de Dios.
O = Tenía preocupación por su promoción integral.
M = Utilizaba una pedagogía familiar. (...paternidad...)
El Sistema Preventivo de don Bosco debemos verlo encarnado en su vida
y acción. Sólo podemos percibirlo, íntegramente si unimos sus escritos con los
hechos en una continua compenetración de ideas y actuaciones, de
orientaciones generales y realizaciones particulares; de reflexiones y
ejemplificaciones; de principios y situaciones. (Pedro Braido).
CUESTIONARIO
1. El Don Bosco ideal, lo podemos sintetizar en:
2. Explica las características de don Dosco?
3. ¿Cuáles son los principales talentos de don Bosco que influyeron en su
encuentro con los jóvenes?
4. Realiza una síntesis esquemática de este tema.
TEMA 2
¿QUÉ ES EL SISTEMA PREVENTIVO?
Así describe Don Bosco su Sistema Preventivo:
“El Sistema Preventivo (distinto del represivo) consiste en dar las
prescripciones y el Reglamento, y asistir, de manera que los alumnos tengan
siempre sobre sí el ojo asistente del Director y los educadores, los cuales, como
padres amorosos, hablen, sirvan de guía en toda circunstancia, den consejo, y
corrijan con amabilidad, que consiste en poner a los niños en la imposibilidad
de faltar. Este sistema descansa por entero en la razón, la religión y el amor;
excluye, por consiguiente, todo castigo violento y procura evitar aún los
suaves”. (Don Bosco, El Sistema Preventivo en la educación de la juventud. (MB
XIII, 918-923) (En San Juan Bosco. Obras Fundamentales. BAC, Madrid, 1978). n.
1).
El Padre Pedro Braido, profundo conocedor de la pedagogía de don
Bosco, da esta definición sintética del Sistema Preventivo:
“Los elementos fundamentales de este estilo, o experiencia vivida, se
polarizan teleológica y metodológicamente en torno al trinomio: razón, religión
y amor (éste no sólo amor humano, sino caridad cristiana). Se articulan,
después, en medios y métodos que se expresan estructural y psicológicamente
en el estilo de familia, centro e irradiación de paternidad educativa y de
respuestas filiales y fraternas; en un ambiente sereno y comprometido de deber,
estudio y trabajo, como actuación de una vocación personal; pero siempre
moderado por la espontaneidad, por la alegría, por la actividad individual o de
grupo, protegidas, garantizadas y promovidas por la presencia continua de los
educadores: como asistencia y no simple vigilancia”.(Pedro Braido, Significado e
limiti della presenza del Sistema Preventivo di Don Bosco nei suoi scritti.
Introduzione al volume di S. Giovanni Bosco, Scritti sua Sistema Preventivo
nell´educazione della gioventú. Brescia, 1965, p. XXX).
“El Sistema Preventivo, tal como ha sido vivido por Don Bosco y sus
seguidores, se presentó siempre como rica síntesis de contenido y métodos; de
procesos de promoción humana y, a la vez, de anuncio evangélico y
profundización de la vida cristiana; en sus objetivos, en sus contenidos, en sus
momentos de actuación concreta, el sistema sugiere indisolublemente las tres
palabras con que Don Bosco lo definía: razón, religión, amor”.(Cap. Gral. 21,
p.80).
El Sistema Preventivo es la síntesis de todo el pensamiento y la
actuación educativa y pastoral de Don Bosco. Es a la vez:
- Una espiritualidad que define nuestro camino hacia la plenitud de la
caridad.
- Una pedagogía, que orienta nuestras relaciones con los jóvenes.
- Una pastoral, que señala nuestro estilo peculiar de evangelización del
mundo de los jóvenes.
Más que un tratado concreto hay que verlo encarnado en la vida y en la
actuación del mismo Don Bosco. Para Don Bosco la expresión “Sistema
Preventivo” no solía indicar ningún libreto escrito, sino “aquel complejo de
medios y procedimientos, que suponen e implican todo un organismo de
convicciones, de ideas, de razón y de fe, que constituían su modo de tratar
educativamente a los jóvenes”.(Pedro Braido, II Sistema Preventivo di Don Bosco.
Torino, 1955, p.66).
CUESTIONARIO
1. ¿Cómo describe don Bosco, el Sistema Preventivo?
2. ¿Qué profundidad tiene la definición del Padre Pedro Braido acerca del
Sistema Preventivo?
3. El Sistema Preventivo tiene tres pilares:
4. Señala las características principales del Sistema Preventivo que es acción
educativa y pastoral:
a)………………………………………………………………………..
b)………………………………………………………………………..
c)………………………………………………………………………..
5. Profundiza y elabora un esquema de las diferentes metodologías que se dieron
en la historia de la Educación y señala en que momento se encuentra el Sistema
Preventivo.
TEMA 3
¿POR QUÉ PREVENTIVO?
“La palabra preventivo que emplea, hay que tomarla, más que en su
acepción lingüística estricta en la riqueza de las características peculiares del
arte de educar de Don Bosco. Ante todo, es preciso recordar la voluntad de
prevenir la aparición de experiencias negativas, que podrían comprometer las
energías del joven u obligarlo a largo y penoso esfuerzo de recuperación. No
obstante, en dicha palabra se significan también, vividas con intensidad
peculiar, intuiciones profundas, opciones precisas y criterios metodológicos,
como:
El arte de educar en positivo, proponiendo el bien en vivencias
adecuadas y envolventes, capaces de atraer por su nobleza y
hermosura.
El arte de hacer que los jóvenes crezcan desde adentro,
apoyándose en su libertad interior, venciendo condicionamientos y
formalismos exteriores.
El arte de ganar el corazón de los jóvenes, de modo que caminen
con alegría y satisfacción hacia el bien, corrigiendo desviaciones y
preparando para el mañana por medio de una sólida formación de
su carácter.
Como es obvio, tal mensaje pedagógico supone que el educador esté
convencido de que en todo joven, por marginado o perdido que se encuentre,
hay energía de bien que, si se cultivan de modo pertinente, puede llevarlo a
optar por la fe y la honradez”. (Juan Pablo II, o.c., n. 8).
“Don Bosco tuvo la clara visión de la profunda diferencia de metodología
que hay entre dedicarse a reprimir y a remediar los daños de las experiencias
negativas, y el esforzarse, en cambio, con inteligencia amorosa, a promover los
gérmenes del bien, de modo que se prevengan las experiencias deformadoras.
Don Bosco eligió, sin vacilar, el segundo camino. Su “sistema” apunta fijamente
a hacer madurar, con la gracia de Cristo, las energías constructivas, reforzando
a los jóvenes de tal modo que queden preservados, en lo posible, de todo
pecado que pueda sobreponerse a su natural fragilidad”. (Egidio Viganó, Actas
del Consejo Superior (A.C.S.) n. 290, p.43).
El mismo Don Bosco insistía: “¿Por qué al sistema de prevenir, de asistir,
de corregir amorosamente los desórdenes, se lo quiere reemplazar por aquel
otro más fácil y más cómodo para el que manda, de promulga ley y las hacer
cumplir, mediante castigos que encienden odio y generan disgustos?” (MB
XVII, 112).
“Tarea específica del así llamado Sistema Preventivo es neutralizar las
influencias negativas del ambiente de procedencia (la calle, las compañías, los
ambientes des-educantes, las familias mal formadas, etc.), reconstruir la
institución-familia (...), crear una vivaz y gozosa comunidad educativa,
orientada hacia una profunda espiritualidad religiosa, hacia una vida amistosa,
hacia un claro y vigorozo compromiso de estudio y trabajo”. (Pedro Braido, en
“Salesianum” de enero-marzo 1975).
Prevenir el mal, anticipándonos a su acción, es “educar al joven del
futuro”, prevenir y profundizar anticipadamente los tiempos, mediante un
ejercicio gradual y madurador de su libertad” (Capitulo General 21, 102). Esto
nos exige conocer, discernir, ir al encuentro de anhelos, ansiedades, deseos
superficiales y hasta mitos... de los jóvenes, que, como dice (Concilio Vaticano
II) de todas maneras buscan a Dios, aun tanteando para ver si lo encuentran,
aunque no se hallen lejos de él. Nos pide también una asistencia-protección
para que ningún agente patógeno pueda ahogar al joven antes que sea fuerte
para resistir. Necesita la adquisición de fuerzas para la lucha y la resistencia,
entrando gradualmente en el mundo.
CUESTIONARIO
1. La acción educativa de Don Bosco tiene la característica de
PREVENTIVIDAD, porque:
2. Según tu parecer ¿por qué el Sistema Preventivo es un arte?
3. Indica la tarea específica del Sistema Preventivo.
4. Realiza un esquema del tema.
TEMA 4
FUNDAMENTO O ELEMENTO BÁSICO DEL SISTEMA
PREVENTIVO
“Yo soy el Buen pastor: conozco mis ovejas y ellas me conocen
a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al
Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas.” (Jn 10, 14-15).
El Sistema Preventivo de Don Bosco procede de la caridad: es guiado,
sostenido y perfeccionado por ella. La caridad es su principio informador. De
esta caridad dinámica, transformada en amor operativo hacia el prójimo, se
originó en Don Bosco y en sus hijos la vocación de toda la vida: regenerar y
formar rectamente a muchos de sus jóvenes, por medio de la educación
cristiana, en el suave ambiente de la más pura caridad.
Para Don Bosco el sistema preventivo era un amor que se dona
gratuitamente, inspirándose en la caridad de Dios, que precede a cada criatura
con su providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando su propia
vida.
“Don Bosco vivió y nos transmitió, por inspiración de Dios, un estilo
original de vida y de acción: el espíritu salesiano. Su centro y síntesis es la
caridad pastoral, caracterizada por aquel dinamismo juvenil que tan fuerte
aparecía en don Bosco y en los orígenes de la Sociedad Salesiana. La caridad
pastoral es un impulso apostólico que nos mueve a buscar las almas y servir
únicamente a Dios.” (Juan Pablo II, o.c., n.9).
“Siguiendo el ejemplo de Don Bosco los salesianos (consagrados y
laicos) eligen para sí, y proponen a los demás, la caridad como medio y método
fundamental para su misión. En este trabajo cultivan valores importantes de la
espiritualidad salesiana: la generosidad, solidaridad, sencillez, gratitud,
fidelidad, alegría y el optimismo incluso en las horas de la cruz, manifestando
así la dimensión pascual de la vida cristiana.” (Don Bosco, o.c., n. 1, II).
Esta caridad se explicita en un amor de predilección por los jóvenes: las
Constituciones salesianas afirman:
Nuestra vocación tiene el sello de un don especial de Dios: la
predilección por los jóvenes. “Me basta que sean jóvenes para que los ame”(Don
Bosco). Este amor, expresión de la caridad pastoral, da sentido a toda nuestra
vida. Por el bien de ellos ofrecemos generosamente tiempo, cualidades y salud:
“Yo por ustedes estudio, trabajo,. vivo, estoy dispuesto, incluso, a dar mi vida” (Don
Bosco).
El P. Luis Ricceri señalaba:
“La predilección pastoral por los muchachos parecía, en Don Bosco, una
especie de pasión, mejor, su sobrevocación, a la que se dedicó superando todo
obstáculo y dejando cualquier cosa, por buena que fuere, si impedía, de algún
modo, su realización.” (Capítulo General 20, n. 364. En el Apéndice final 2 se
presenta una somera clasificación de índoles de muchachos, que Don Bosco hizo para
saber mejor cómo tratarlos).
CUESTIONARIO
1. El Sistema Preventivo procede de la………….…………………….,
por ella es ………………………………………………………..
2. ¿Cómo es el mundo juvenil en los tiempos de Don Bosco? ¿Cómo es
nuestro mundo juvenil en la actualidad?
3. ¿Crees que la CARIDAD de don Bosco es aplicable y estamos
necesitados de este aspecto en la actualidad? ¿Por qué?
4. ¿Cómo debería ser el Perfil del EDUCADOR en la actualidad según
el criterio de don Bosco y el Sistema Preventivo?
5. Realiza un esquema del tema.
TEMA 5
OBJETIVOS DEL PROYECTO EDUCATIVO DE DON BOSCO
El Sistema educativo de Don Bosco admite una acción claramente
finalizada, en sentido cristiano y humanístico.
La pedagogía del Sistema Preventivo es la pedagogía de la Gracia. Don
Bosco aspiraba a salvar a los jóvenes, no de cualquier modo, sino lanzándolos
por el camino de la virtud y la santidad. Su pedagogía es, la pedagogía de la
santidad.
Por eso, quien no está obsesionado, como Don Bosco, por la santidad, no
puede llegar a practicar su sistema preventivo. Sólo el que está dispuesto a
hacerse santo y a perder su vida por salvar a sus hermanos, tiene derecho a
hablar de Sistema Preventivo.
“Pero también, según la intuición de Don Bosco y de la Congregación,
confirmada por el Concilio Vaticano II y el reciente Magisterio Pontificio (cfr.
Pablo VI, Evangelii nuntiandi), la evangelización (propuesta gradual de la fe en el
interior del proceso de humanización) auténtica se actúa dentro de un proyecto que
mira a la promoción total del persona, al desarrollo integral del individuo y de
los grupos: si bien radicalmente abierto y orientado positivamente a la plena
madurez en Cristo.”(Cfr. Capítulo General 21, 81).
Toda pedagogía debe tender a desarrollar toda la persona del joven:
salud física, inserción social, sensibilidad, maduración afectivo-sexual,
conciencia moral, dimensión religiosa. Debe ser un servicio total y creativo que
abarca todas las verdaderas exigencias y reales necesidades del joven:
corporales, culturales y afectivas. Es una formación integral, que implica la
respuesta generosa a sus múltiples necesidades: de cultura, de vivienda, de
actividades y de convivencia en el tiempo libre, de ambientes educativos llenos
de vitalidad.
Don Bosco sintetizaba este proyecto en fórmulas muy sencillas,
comprensibles por los mismos jóvenes, pues el ideal educativo no debe ser
secreto del educador, sino que el mismo joven, aunque no poseyera el lenguaje
científico, debía comprenderlo, asimilarlo y proponérselo como meta.
Una de sus fórmulas era: Salud, sabiduría, santidad. En la palabra
SALUD incluía todas las exigencias físicas, dadas por un ambiente sano,
aunque modesto, por la necesidad de movimiento libre y por las actividades
lúdicas. La palabra SABIDURÍA comprendía todo el esfuerzo por adquirir
conocimientos, transformarlos en cultura y prepararse profesionalmente. Con la
palabra SANTIDAD, valor culminante en tal jerarquía, se significaba la
orientación de toda la vida física e intelectual hacia Dios mediante la rectitud de
conciencia, el amor al prójimo y la piedad religiosa. (En “Don Bosco en el
mundo”, Vol. 1, 1988, p. 220).
A veces presentaba su ideal con otra expresión. Formar buenos cristianos
y honestos ciudadanos. “Ciudadano honesto” indica la capacidad de insertarse
en la sociedad con un trabajo aprendido diligentemente y ejercido con
competencia, capaz de superar pacíficamente los conflictos y tensiones, dotado
de espíritu de colaboración y solidaridad y con sentido de disciplina social.
“Buen cristiano” señala la honda motivación religiosa de todo y la participación
en la vida y en la obra de la Iglesia.
El Padre Egidio Viganó nos señala: “Se quiso describir la praxis educativa
de Don Bosco con un slogan: Evangelizar educando y educar evangelizando.
Con ello se afirma que la pastoral juvenil salesiana se caracteriza por su
encamación cultural en el área de la educación y que la pedagogía salesiana se
distingue por su constante finalización pastoral. (P. Egidio Viganó, o.c. n. 4.1).
CUESTIONARIO
1. Explica y fundamenta la razón por la cual el Sistema Preventivo
admite una acción en sentido cristiano - humanístico.
2. ¿Por qué se dice que es una Pedagogía de la Santidad?
3. Desarrolla los conceptos: Salud, sabiduría, santidad, “formar buenos
cristianos y honrados ciudadanos”.
4. Explica lo que nos señala el Padre Egidio Viganó: Evangelizar
Educando y Educar Evangelizando.
5. Esquematiza los principales elementos de esta primera parte del texto.
UNIDAD II
ELEMENTOS METODOLÓGICOS
Para obtener los objetivos educacionales, Don Bosco se entregó a una
verdadera convivencia llena de generosidad, que aportaba, con palpable y
cotidiana percepción, el testimonio claro de una vida de gracia y que se
preocupaba por crear un ambiente que le hiciera respirar. En esta línea los
elementos centrales de la metodología de Don Bosco son:
La presencia viva del educador entre sus educandos.
Un ambiente de familia, que fomenta la espontánea alegría.
TEMA 1
LA PRESENCIA DEL EDUCADOR
El estilo educativo salesiano se fundamenta en el método del BUEN
PASTOR y se centra en la relación interpersonal y amorosa entre educadores
(padres) y educandos (hijos). D. Bosco quiere una pedagogía de la libertad:
pide el corazón, pero voluntaria y no forzadamente: él busca la adhesión. Pero
para él no hay educación a la libertad verdadera sin la presencia fraterna del
educador entre los jóvenes, en una vida integrada al mismo nivel que la de
ellos. Para D. Bosco el educador es causa eficiente dispositiva.
1. Presencia
El educador es el centro de la pedagogía de D. Bosco, no en el sentido
represivo, sino al servicio, totalmente consagrado al educando. No es pura
cuestión disciplinaria, es la necesidad de una presencia, la presencia de una
persona que ama, que ha abrazado con gozo como misión de su vida la
situación de estar siempre con los muchachos.
La presencia nos pide:
Saber perder tiempo por los intereses de los jóvenes.
Aceptar que el proceso del muchacho tiene SUS tiempos, diversos de
los nuestros.
Disponibilidad, interés. Sacrificio de los propios gustos, deseos...
Creatividad para ocupar a los muchachos.
1.1 Presencia/Asistencia
El Sistema Preventivo de D. Bosco es un estilo de vida extremadamente
personalizado y de ello es expresión e instrumento fundamental y específico la
realidad de la ASISTENCIA: constante presencia viva y constructiva del
educador animador.
La asistencia es el centro del Sistema Preventivo, no es un medio. Es una
atmósfera, una forma de vida que compenetra todos los medios y que llega a
ser su razón de ser. La asistencia es la fundamental expresión de fe y esperanza:
se está presente entre los jóvenes y convive plenamente su cotidiana vida, para
testimoniar a cada joven que es signo de aceptación incondicionada porque es
amado por Dios y porque Jesucristo está trabajando en él para hacerlo crecer
como hijo de Dios.
El educador asistente ayuda a madurar la libertad del joven en sus
diversas opciones. La asistencia sólo puede ser fruto del amor (aunque sea un
amor crucificado) y debe ser sentida por los muchachos no como un peso
asfixiante o fiscalizante sino como un caminar juntos. Ser compañeros de ruta,
ser romeros de solidaridad compartida.
1.2 Presencia animadora
La palabra “animador” tiene dos connotaciones fundamentales:
. Ser portador de un mensaje de valores.
. Ser un auténtico miembro del grupo.
Don Bosco entiende la animación como contacto interpersonal de
cercanía y entendimiento a nivel de intimidad, características de una familia. La
animación se presenta como traducción actual de la “asistencia salesiana”. El
educador asistente es animador:
. Procede guiado por una antropología de fondo.
. Se propone como objetivo devolver a cada uno la alegría de vivir.
. Elige una metodología de tipo liberador positivo.
. Desarrolla un estilo de caminar junto con los jóvenes.
. Construye una estrategia educativa unitaria.
1.3 Presencia auténtica.
La autoridad no se impone, se merece. Viene a ser ese prestigio moral
que rodea a una persona en virtud de la calidad de sus actuaciones, su vida
ejemplar, su trayectoria ascendente hacia la plenitud humana.
Es de importancia vital que haya una relación afectiva positiva entre el
que manda y el que obedece. Se puede obedecer aceptando a alguien y se puede
obedecer rechazándole interiormente. La autoridad moral no es un problema de
contenido sino de relación moral o educativa.
Nuestra presencia debe tener un lenguaje comportamental en tal forma
que:
Sea transparente para los jóvenes el mensaje que queremos
comunicarles.
Vean en nosotros disponibilidad, ayuda, aliento, estímulo…
Capten el respeto a su persona y a sus decisiones, aprecio sincero y
aceptación incondicional.
Para lograr la obediencia se necesita gran influencia sobre los niños y
jóvenes, y para tenerla es necesario:
Que el educador sea estimado como santo.
Que sea tenido por sabio, especialmente en aquellas cosas que interesan
a los muchachos.
Que los muchachos se den cuenta de que son amados.
Se le pide al educador:
Que sea una personalidad que capacite el crecimiento de fe en sí mismo y
en los demás.
Que tenga capacidad de dar respuestas persuasivas a los problemas de
los jóvenes.
Ofrecer apoyo moral, escucha y comprensión.
Que dé testimonio de su estado de vida.
Que sea hombre libre: sin conflictos interiores.
Que tenga actitud de servicio, unida a templanza, sacrificio, espíritu de
trabajo.
Que tenga una bondad y una humildad excepcionales: siempre sereno,
comprensivo y cortés.
Los rasgos característicos de una personalidad animadora y armónica, tras las
huellas de Don Bosco, se pueden especificar como:
Agudeza de percepción: captar cuanto acontece alrededor del ambiente.
Fuerte personalidad y sentido de competencia.
Empeño concreto y directo: Menos discusiones y más acción y cambio.
Capacidad de reconsideración, riesgo y ausencia de distancias.
Diálogo fecundo y actitud valorativa.
2. Presencia interpersonal
Uno de los aspectos a los cuales son más sensibles los jóvenes de hoy es
precisamente la autenticidad de la relación interpersonal. Es, en el fondo, la
exigencia de una relación dialógica, entendiendo por diálogo la actitud de
aceptación y de respeto incondicional de la persona. Los jóvenes sienten
fuertemente la necesidad de ser aceptados, sobre todo por los adultos, por lo
que son y como son y no por su conformidad a determinados esquemas
culturales o a modelos de comportamiento. Qué bien lo expresó Don Bosco con
esta frase: “Los jóvenes son nuestros dueños”...
Es que hoy los jóvenes quieren ser protagonistas de su propia historia, y
por eso el educador les estimula e incentiva para que robustezcan y ejerzan su
libertad y su responsabilidad con medios proporcionados y ambientales. Este
puesto central del joven no es condescendencia a sus caprichos ni subestima de
lo que implica ser auténtica y plenamente hombre, sino:
Que la persona humana es la manifestación más profunda de la realidad.
Que el núcleo de esta realidad es la libertad.
La libertad crece en el encuentro y se perfecciona en la asunción del
propio destino y de la propia vocación.
La vocación es el encuentro de la persona del hombre con Dios-persona.
La relación personal exige:
Atención a los jóvenes reales, a sus necesidades e intereses y a las tareas
y retos que les aguardan en la vida.
Estima y justa valoración de los valores aportados por los jóvenes y
atención a los dinamismos de su crecimiento.
Convicción humana y cristiana de que “en todo joven, aún el más
desdichado, hay algún punto accesible al bien; el deber primario del
educador es encontrar ese punto, esta cuerda sensible y sacarle provecho.
El esfuerzo por solicitar la adhesión a ciertos valores, no por forzada
imposición, sino mediante la persuasión y el amor.
Respetar y promover la participación y colaboración activa del joven en
su educación y en la educación de sus compañeros.
2.1 Diálogo constructivo
Teniendo en cuenta las necesidades de los jóvenes de hoy conviene tener
en cuenta que por encima de toda estructura educativa, o por mejor decir,
dentro de ella misma son imprescindibles los típicos momentos educativos del
diálogo y del trato personal. Esto lo tenía muy claro Don Bosco y lo tiene en
mente toda la tradición educativa salesiana.
El educador salesiano busca el encuentro personal en actitud humilde,
confiada y sacrificada. Se acerca a los jóvenes donde se encuentran, trata de
estar presente en su mundo. La base de estas relaciones dialógicas son: el
respeto a su persona, la acogida cordial, atenta y servicial, la capacidad de
escucha, el interés por sus problemas, deseos, diversiones etc... la oportuna co-
participación en su vida y en sus iniciativas preferidas.
Don Bosco fue muchos años el protagonista de una orientación educativa
y pastoral fuertemente unificada. Las modalidades con que conducía a sus
jóvenes hacia la santidad eran:
La conducción de la comunidad o ambiente.
La dirección de conciencia, porque la educación es cosa del corazón.
La dirección ocasional: Una palabra, un gesto, una mirada expresiva, un
consejo dado como de pasada, un papelito con pocas palabras.
El desarrollo personal sólo se efectúa en relación con el otro. El hombre
es un ser de comunicación y para la comunicación. Por eso para dialogar no
bastan las palabras. Es necesario encontrarse. La comunicación, el diálogo es la
relación de dos seres situados en un campo común de comprensión y
referencias. Aceptar al otro no es simple resignación, sino tomar conciencia de
la presencia y dignidad de la persona que está ante mí; implica, además, cuando
hay voluntad de diálogo, el movimiento de ir lealmente hacia ella.
2.2 Educación a la libertad responsable
El respeto a la persona del educando pide colaborar en la formación de
su personalidad, que es sentirse actor de sus propios actos. Es capacidad de
presencia personal, racional y libre, de responder y dar cuenta a sí mismo y a
otros. Es hacerse cargo de los compromisos asumidos y de las consecuencias de
lo que se hace. En este sentido constituye el grado más alto de la libertad
personal.
El educador debe acompañar con coraje a los jóvenes en sus esfuerzos,
sus tentativas y sus experiencias de búsqueda de ser libre, respetando sus
fuerzas personales y el momento evolutivo que cada uno vive interiormente y
en su vida social.
2.3 Disciplina liberadora
El aprendizaje de la libertad es correlativo al aprendizaje de la
responsabilidad.
La disciplina interior (moral): es la meta fundamental de toda
educación. Es la disposición interior del sujeto a asumir
progresivamente, con serena responsabilidad, convicción interior y
adhesión libre, los roles que debe desempeñar dentro de un trabajo
organizado y en su vida.
La disciplina exterior (normas): Es el ordenamiento externo que trata de
poner los instrumentos básicos necesarios para que una comunidad
educativa (o una familia) trabaje con seriedad, serena y armónicamente y
pueda desarrollar sus objetivos.
La disciplina, dentro del Sistema de Don Bosco no es algo mecánico del
tipo Estímulo-Respuesta sino un proceso de ir asumiendo la responsabilidad
personal y grupal de la comunidad. La norma debe ir perdiendo fuerza, en la
medida en que la “fuerza del amor” va adueñándose de la conciencia del
individuo.
Don Bosco nos enseña algunos medios para obtener la disciplina:
Respetar al joven. Quien quiere ser respetado debe respetar a los demás.
Respetar la fama y el honor de los jóvenes, aunque tengan sus fallas.
No excederse en las prescripciones disciplinarias y no multiplicarlas.
Educar en el respeto hacia los superiores y educadores.
Respeto recíproco entre los educadores (no se hable a los muchachos de
los defectos de los colegas).
Los reglamentos deben ser observados por todos.
2.4 Asociacionismo
La amplitud del fenómeno juvenil supera las posibilidades y las
competencias de la familia y de la escuela. Hoy, más que nunca, se promueven
actividades recreativas, deportivas, sociales, artísticas, religiosas. Y todo se
canaliza a través de lo que se llama asociacionismo juvenil que es fuente de
verdadera educación y formación.
Los jóvenes buscan encontrarse en grupos. En ellos desarrollan la
necesidad que sienten de expresión, de maduración y de sentido de vida. El
grupo les permite consolidar y madurar su identidad personal, les da la
posibilidad del diálogo y del contraste. Les ofrece la oportunidad de relaciones
interpersonales cálidas y comprometidas, les ofrece expresiones vitales de
corresponsabilidad, etc...
Don Bosco descubre la riqueza de estos grupos y asociaciones y las
adapta a las exigencias y necesidades de sus jóvenes. Fundó las llamadas
“compañías” que fueron concebidas como un factor de animación del activismo
y de la libertad, de colaboración amigable entre educadores y educandos.
El núcleo del método asociativo está en este activismo y libre iniciativa
confiados a los jóvenes. “Los jóvenes deben convertirse- dice el Vaticano II- en
los primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes, ejerciendo el apostolado
entre sí, teniendo en cuenta el medio social en que viven.
CUESTIONARIO
1. Cita los elementos centrales de la metodología de Don Bosco.
2. La metodología salesiana se inspira en una imagen bíblica. ¿Cuál es y
por qué?
3. ¿Por qué Don Bosco valoraba tanto la presencia del educador?
4. La presencia nos pide algunas cosas. ¿Cuáles son? Coméntalas desde
tu experiencia.
5. ¿Cómo debe de ser la asistencia del educador entre los jóvenes?
6. ¿Cómo se puede evitar que la presencia no sea sofocante para el
educando?
7. ¿Por qué la asistencia es el centro del Sistema Preventivo?
8. El educador animador debe estar siempre alegre sin importar los
problemas internos. ¿Es esto cierto? ¿Por qué?
9. ¿En un educador por qué debe ser importante la autenticidad?
10. Para tener gran influencia en los niños es necesario..........
11. Cita y desarrolla algunas características de Don Bosco que los
educadores deben de imitar.
12. ¿Tú crees que en el actual sistema educativo se ha rescatado el
Dialogo de Don Bosco? ¿Tú crees que puede ser importante? ¿Por
qué?
13. ¿Cómo entendió el concepto de libertad, Don Bosco?
14. ¿Cómo puede entenderse la libertad si el educando es un muchacho
inquieto? ¿Es necesaria la represión? Si fuera así. ¿Por qué?
15. ¿Qué es el asociacionismo? ¿Cómo es que puedes traducir este fenómeno
hoy?
TEMA 2
AMABILIDAD
“El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere
aparentar, ni se hace el importante. No actúa con bajeza,
ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por
la ira, sino que olvida las ofensas y las perdona. Nunca se
alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El
amor disculpa todo; el amor todo lo cree, el amor todo lo
espera, el amor lo soporta todo”. (1 Cor, 13, 4-7I).
Estas palabras de San Pablo son, según Don Bosco, la base de su Sistema
Preventivo. (Don Bosco, Memoria Biográficas, idem, n.2). “La primera
expresión del amor es la amabilidad. El término amabilidad que presenta
evidentes conexiones con la razón.
(buen sentido, inteligencia, amplitud, comprensión, naturalidad, razonamiento,
racionalidad) y conexiones esenciales con los fines humanos y cristianos
(religión), tiene otros términos equivalentes y complementarios: amistad, afecto,
eliminación de distancias, simplificación de la disciplina, exclusión del
sentimentalismo y del paternalismo, tono informal en los contactos, alto nivel
de convivencia, abolición de los obstáculos burocráticos, etc.” (AA.VV., o.c. l p.
304).
El amor adopta gestos, palabras y modos sencillos y amables; se reviste de
inalterable paciencia, confianza y cordialidad cuando exige; preside todos los
momentos de contacto entre educadores y educandos, hasta en las
circunstancias difíciles de la reprensión, el castigo y la expulsión.
Don Bosco no ama para educar, educa porque ama. Don Bosco elige,
quiere y actúa por la educación de los jóvenes porque ama a los mismos. Los
ama porque ve que los jóvenes merecen, tienen derecho y la necesidad, desean
y esperan ser amados por sus padres y por quienes pueden y dejen ayudarles
en su crecimiento...
“El amor. Se trata de una actitud cotidiana, que no es simple amor
humano ni sólo caridad sobrenatural. Denota una realidad compleja e implica
disponibilidad, criterios sanos y comportamientos adecuados. El amor se
traduce en dedicación del educador como persona entregada totalmente al bien
de sus educandos, estando con ellos, dispuesto a afrontar sacrificios y fatigas
para cumplir su misión. Esto requiere estar verdaderamente a disposición de
los jóvenes, profunda concordancia de sentimientos y capacidad de diálogo. Es
típica y sumamente iluminadora su expresión: “Aquí, con vosotros, me
encuentro a gusto: mi vida es precisamente estar con vosotros”. (Don Bosco,
Memorias Biográficas, IV, 654). Con acertada intuición dice de modo explícito:
lo importante es “no sólo querer a los jóvenes, sino que se den cuenta de que
son amados” (carta de Roma, 1884).
Características de la amabilidad.
1. Familiaridad
Estar con los jóvenes, ponerse a su nivel, apreciar lo que a ellos les gusta,
darles confianza. Responder con gestos concretos a los intereses de los jóvenes
(ej. Recordándoles que ganó su equipo, trayéndoles recortes, etc).
“Como el líquido adopta rápidamente la forma del recipiente que lo
contiene, así el amor, para transformarse en amabilidad, debe tomar
inmediatamente la forma de la persona amada. Si el amor que se da, aunque sea
con inmenso sacrificio, no conserva la forma de la persona que amo, seguirá
siendo amor, pero nunca se convertirá en amabilidad”. (Adolfo Lárco, El
Salesiano es así. P. 51).
“Debemos buscar que los jóvenes se nos acerquen, quitando toda causa
que los aleje de nosotros... Y los acerquemos a nosotros, acercándonos nosotros
a ellos, buscando adaptarnos a sus gustos, haciéndonos semejante a ellos...”
(Don Bosco al Card. Tosti en Roma... Memorias Biográficas, V, 917 ss).
La familiaridad elimina distancias, es participar con sencillez y entusiasmo
en las actividades de los muchachos y entablar con ellos un diálogo fácil sobre
las cuestiones que les preocupan y que ellos mismo presentan, procurando
comprender sus exuberancias, ayudando a madurar con equilibrio sin
condenar, y tolerando pacientemente cuanto pueda resultar molesto a los
adultos, pero que es manifestación espontánea de su edad.
La familiaridad suscita la respuesta del afecto y éste abre a la interioridad.
Cuando el educador llega al núcleo interior donde se elaboran las motivaciones
y las reacciones, puede construir al hombre desde dentro, desde el centro de su
libertad. Todos los medios tienden a esto; si en llegar de favorecerlo lo
bloquearan, sería contraproducente.
2. Cordialidad o profundidad de afecto
Para Don Bosco, las personas, los muchachos, no son nunca cosas, sino
siempre amigos aceptados incondicionalmente como son, con total respeto. Se
les ofrece no con una presencia de funcionario, sino con la sinceridad y
totalidad de todo su ser y de su amor, puesto que don Bosco decía:
“Queridos míos, os amo con todo el corazón, y basta que seáis jóvenes,
para que os ame mucho”. (Don Bosco, Instrucción a la Juventud instruida).
Se es sano, sabio y santo en la medida en que no hacemos amigos de los
demás. “Todo salesiano debe hacerse amigo de todos”. (Don Bosco, Carta a
Mons. Costamagna. Memorias Biográficas, XVII. 628).
Si el amor no florece en amistad, se pierde y se corrompe.
3. Afecto demostrado
“Nos falta lo mejor...que los jóvenes no sólo sean amados, sino que ellos
mismos se den cuenta que se los ama...Que al ser amados en las cosas que les
agradan, participando en sus inclinaciones juveniles, aprendan también a ver el
amor en aquellas cosas que les agradan poco, como son la disciplina, el estudio,
el sacrificio”. (Don Bosco, carta desde Roma).
Nuestra caridad, nuestra cordialidad, nuestra confianza y nuestra
aceptación deben ser percibidos realmente por los jóvenes, deben revisarse a
nivel de su vida y deben tener, por tanto, una correspondiente expresión apta
para comunicarlas.
La percepción del amor en el educador facilita la identificación con él,
como portador de valores. Estamos espontáneamente inclinados a juzgar como
hombres de valor a los que nos aman profundamente. Nótese que aquí es
importante la autenticidad del amor del educador como su expresión en
términos comprensibles por el educando: solamente el amor percibido por el
sujeto lleva a la identificación.
Son también características del proceso de identificación: la presencia del
modelo, que se da en la familiaridad, y su proximidad en cuanto al estilo de
vida, que se da “cuando se aman las cosas que gustan a los jóvenes. La
identificación no se produce tanto por las palabras o por las ideas expresadas
por el educador, sino con las actitudes que manifiesta en su vida cotidiana.
“La identificación, a su vez, dado que nace fundamentalmente del propio
sentimiento de insuficiencia (en el adolescente), debe normalmente disminuir
con el crecimientos de edad y el logro de niveles más maduros de
competencia”. (Albino Ronco, en AA.VV., o.c., p. 81).
4. Afecto operante y sobrenatural
Busca el bien de los jóvenes, su crecimiento, su “salvación”, que tiene a
Jesucristo como fuente y como término.
El estilo de comprensión y aceptación incondicional facilita el desarrollo
de personas creativas y felices. (Carlos Rogers).
“Llegaba un niño. Una sonrisa y una conversación. Nombre, años,
estudios, juegos favoritos, por todo se interesaba Don Bosco: pero era un abrirse
camino para lo que importaba: “¿Eres bueno? ¿Te confiesas? ¿Cuánto hace que
no te confiesas?” El niño por momentos sonreía, sonrojábase, miraba al
suelo...luego una ocurrencia jocosa, ambos reían y la conquista estaba hecha...
Era modalidad de Don Bosco abordar
a los jóvenes, inmediatamente, sobre temas que se referían a su vida espiritual y
a la eternidad”. (Pedro Braido).
5. Afecto incondicionado
Afecto que perdura a pesar de las faltas del educando, y se revela en la
suavidad de los castigos. “Portáos de manera que dejéis al culpable la
esperanza de ser perdonado”. (Don Bosco, Memorias Biográficas, XVI, 444).
“La pena mayor para un joven es no ser comprendido por sus superiores,
no tiene más opción y a veces el prolongado desánimo llega a la
desesperación”. (Felipe Rinaldi). Sin duda esto nos pide dominio de nosotros
mismos, serenidad, comprensión respeto, disimular defectos, no fallarles, etc.
6. Afecto equilibrado
El afecto no debe enturbiarse por egoísmo sensual, por apegos o
preferencias particulares.
Cuántos jovencitos supieron qué era el amor de padre cuando se
encontraron con Don Bosco. Y él se entretenía con ellos siempre gustoso de
dirigirles una buena palabra.
De este modo, mientras educaba su corazón, mejoraba su conducta. Los
trataba a todos sin sombra de parcialidad, con las mismas nuestras de
benevolencia, y para evitar entre ellos toda discusión y celos, “de vez en cuando
les aseguraba la igualdad de su afecto”. (Memorias Biográficas, V, 538).
En este sentido, se deben evitar ciertos riesgos o peligros:
Rebajarse mucho: “De una cosa debe cuidarse mucho el educador, y es el
de no rebajarse mucho con los jóvenes, sea en las conversaciones como
en los actos y especialmente en los juegos; debe tomar parte en todo”.
(Don Bosco en una conferencia a los superiores en 1872. Memorias
Biográficas, X, 316).
Familiaridad excesiva: “En el instante en que nuestro trato y nuestras
conversaciones bajan al grado de una familiaridad excesiva, los alumnos
han tomado posición ventajosa sobre nosotros. Y la autoridad perdida no
se conquista fácilmente”. (Pierro Torres, II, p. 265).
Sensiblería: Cuando el amor del educador no es netamente sobrenatural,
fácilmente puede degenerar en amor sensible y sensual; y entonces
vendrán las parcialidades y predilecciones tan dañosas para los jóvenes,
tanto para los que son objeto o víctimas de ellas, como para los que se
ven relegados o descuidados por el educador. Para evitar este gran
problema en la educación de la juventud, el educador debe vivir
plenamente la pureza.
7. Bondad
“Que no se diga de ninguno de nosotros: El tal es riguroso y severo” (Don
Bosco).
“Cuando hablamos de bondad, entendemos un conjunto de actitudes,
racionalidad, simpatía, estilo de convivencia, entrega de sí, humildad,
paciencia, de justos y vivos sentimientos de amabilidad, confianza, capacidad
de diálogo, perdón, alegría , contagio del bien que crean una atmósfera de
familia... La fuente primera de nuestra bondad es el amor de Dios hacia los
hombres y el amor de Cristo hacia los jóvenes y exige un continuo cuidado de la
dimensión contemplativa... (Egidio Viganó, Non basta amare. P. 12).
8. Dulzura, alegría
La dulzura conlleva una gran afabilidad y la serenidad del rostro, que
anima a todo el que se acerca, pues desde el primer instante parece que ofrece el
corazón.
En este sentido todo buen educador trata de comunicar a los jóvenes su
propio gozo de existir. Trata de gozar junto a sus educandos sin egoísmo ni
envidia...
El encuentro de Don Bosco con Bartolomé Garelli, el 8 de diciembre de
1841, y que da inicio a su actividad con los jóvenes, se produce “con la cara
alegre” y “con la mayor amabilidad que me era posible”. (Don Bosco, Memorias
del Oratorio).
Y de su madre, mamá Margarita, dice: “siempre estaba de buen humor”.
(Don Bosco, Memorias del Oratorio).
Y como Don Bosco procuraba vivir esta alegría... “Cuando eran más
grandes las dificultades y problemas, se lo veía más alegre de lo acostumbrado,
tanto que al verlo más humorista que de costumbre, decíamos: Don Bosco debe
tener grandes fastidios, ya que se muestra más sonriente”. (Memorias
Biográficas, IV, 251).
9. Paciencia
Es perder tiempo querer transmitir mensajes y valores por medio de
órdenes rápidas. Hace falta paciencia, que no es pasividad ni desinterés, sino
empeño constante e incómodo en un proceso de crecimiento que por sí mismo
es lento y debe ser constantemente animado. Paciencia quiere decir no elegir el
camino rápido de la imposición, sino el largo camino de la convicción. Este
camino largo, si bien se piensa, es el más breve.
“Quizá a alguno le parecerá echadas al viento sus fatigas y malgastados
sus sudores. Quizá por el momento sea así, pero no lo será siempre, ni siquiera
para aquellos que le parecen indóciles... Las actitudes de amabilidad que les
habrá usado, les quedarán impresas en sus mentes y corazón. Llegará el tiempo
en que la buena semilla germinará. Brotarán las flores y producirá sus frutos”.
(Don Bosco, Memorias Biográficas, XIV, 513).
La paciencia será también capacidad de perdón.
10. Confianza
Una personalidad crece en la libertad, en la apertura a toda la realidad, a
los valores, a la capacidad de elecciones coherentes y ponderadas, cuando hay
confianza en sí mismo, y en la persona que se desarrolla esta auto confianza se
hace posible con la confianza que los demás (personas significativas) le
demuestren.
“Es imposible educar bien a los jóvenes, si éstos no tienen confianza en
sus educadores”. (Don Bosco, Memorias Biográficas, V, 917).
“Deja todo temor. Sabes que Don Bosco te quiere: por tanto, si tienes
alguna falta pequeña, Don Bosco no la tiene en cuenta: y si las haces mayores, te
perdona”. (Don Bosco, Memorias Biográficas, V, 917-918).
11. Amistad entre educadores
Para educar en el amor debemos demostrar que nos respetamos,
apreciamos, ayudamos, complementamos entre educadores. Sabemos que
tenemos defectos, aun siendo educadores, pero siempre serán mayores nuestras
virtudes.
El afecto familiar, un gran medio educativo.
Darse cuenta de que uno es amado es el secreto de la felicidad. Esto es
válido especialmente en el seno familiar. Cuántas veces los mensajes que se
intercambian entre padres e hijos son puramente órdenes, reproches, amenazas,
pláticas, sarcasmos... Los hijos están Fatigados con simplezas tales como:
“Muévete, haz algo, apúrate, no toques eso, cómete todo, quédate callado, no
corras, no te ensucies, te he dicho que no hables, no te vayas a caer, te lo advertí,
hazme caso, nunca estás atento, anda a acostarte, levántate, vas a llegar
atrasado, estoy muy ocupado... Papás y Mamás, aun de buena fe, rondan en
torno a sus hijos como zancudos zumbantes. Y ese “zumbido” se convierte en
el rumor de fondo de la familia. Los hijos se defienden simplemente haciendo
oídos sordos. Y en esa gran confusión de órdenes y contraórdenes banales, las
palabras importantes que los padres dicen a sus hijos se pierden en el vacío. El
daño mayor lo sufre el ambiente familiar, que se ve envenenado por una
constante y mutua irritación.
Sin embargo, existen palabras sencillas que pueden cambiar el clima
familiar y sobre todo llegar a ser la base de una imagen positiva de sí mismo,
esto es esencial para un crecimiento normal de los hijos. Por ejemplo, aquí
tenemos diez frases claves que nos indica Bruno Ferrero (Boletín Salesiano,
enero 1994):
1. “Te amo”. Frase tan manoseada en las telenovelas y en las canciones,
pero que se olvida demasiado entre padres e hijos. Tiene un enorme potencial;
cada niño debería escuchar que su papá y su mamá le dicen: “Te amo mucho”.
2. “Eres hermoso”. Los hijos tienen necesidad de cumplidos. Hay
personas que apenas salen de casa, hacen cumplidos a todo el mundo. Al
portero, al lechero, al policía, al jefe. Pero en casa, jamás. ¿Cómo va a adquirir
confianza en sí mismo un hijo que no recibe nunca un cumplido?
3. “Me siento feliz de tenerte a ti”. Este es un mensaje que necesariamente
debe expresarse. Demasiados hijos tiene la idea de ser un bulto pesado, o peor
aún, un accidente inesperado en la vida de los padres.
4. “Puedes contar conmigo”. Un hijo tiene la necesidad de estar seguro de
que, pase lo que pase, aquel hombre y aquella mujer, que son su padre y su
madre, lo ayudarán. En nuestra sociedad no pueden fiarse de nadie más.
5. “¿Qué opinas tú?” El saber que las personas que más admira, su papá y
mamá, quieren realmente saber su parecer, llena de orgullo al hijo. Lo hace
sentirse verdaderamente inserto en la familia. Y los padres pueden así
comprobar que los hijos son capaces de demostrar una gran sabiduría.
6. “Puedes llorar, si quieres”. Todo ser humano necesita tener una
persona a la cual pueda acudir para desahogarse, con la seguridad de ser
escuchado y no juzgado, alguien al cual no necesite mentir, uno a quien pueda
expresar los propios sentimientos. Y que él le ofrezca dos brazos, un corazón y
mucha comprensión.
7. “Deseo escucharte”. Esto significa interesante en todo lo que sucede en
la vida de los hijos. Un “cuéntame”, dicho en el momento justo, muchas veces
rompe las barreras del silencio que amenaza siempre proyectar una sombra
siniestra en las relaciones entre padres e hijos.
8. “¿Por qué estás tan desganado?”. Los sentimientos de los pequeños son
tan importantes y dignos de respeto como los de los adultos. A menudo, por
distracción, son atropellados o descuidados como irrelevantes.
9. “Tengo confianza en ti”. Los niños y jóvenes tienen sus buenos
motivos para desconfiar de sí mismos. Una palabra de ánimo de sus padres es
un verdadero estímulo para que su voluntad tome iniciativas.
10. “Es hermoso estar juntos”. Ninguno puede crecer bien sin sentirse
un pieza insustituible en la felicidad de su familia. Una niña estaba de pésimo
humor: demasiadas tareas, demasiadas dificultades, demasiado todo...La madre
le repetía las palabras siempre: recomendaciones, explicaciones, palabras de
aliento. Pero la muchacha se puso más mal humorada. Finalmente, mirando a
su madre a los ojos, le dijo: “Mamá, ¿más bien, por qué no me abrazas, como
cuando era pequeña? Ningún consejo me hará tanto bien”. La mamá la abrazó
con fuerza a su hija y el mal humor se desvaneció. A menudo basta un fuerte
abrazo. (Boletín Salesiano uruguayo, julio de 1994. p. 22-23).
CUESTIONARIO
1. ¿Cuál es la primera expresión del amor y por qué?
2. ¿Explica la frase: Don Bosco no ama para educar, educa porque
ama.
3. Cita las características de la amabilidad salesiana.
4. La familiaridad es una característica que nos permite acercarnos
más fácilmente a los jóvenes. ¿Por qué?
5. La cordialidad se relaciona con la educación y la amistad. ¿Cómo?
6. ¿Cómo se puede demostrar el afecto al educando? ¿Por qué es
importante esto?
7. ¿Te parece correcta la actitud de “si haces esto eres mi amigo”?,
(suponiendo que la acción a la que se le quiere condicionar sea
buena).
8. El afecto equilibrado: ¿es aplicable hoy en día? ¿Por qué?
9. ¿Cuál será la fuente primera de la bondad y el afecto a los
educandos?
10. ¿Cómo es que cuanto más problemas tenía Don Bosco se veía más
sonriente?
11. ¿Te parece que existe confianza en el ambiente de estudio en que te
desenvuelves? ¿Cómo puedes mejorar esta realidad?
12. Comenta sobre las frases que recomienda Bruno Ferrero, para ser utilizadas
en familia. ¿Cuál es la que te parece más importante? ¿Por qué?
TEMA 3
RAZÓN
“Hijo mío, si das acogida a mis consejos y guardas
dentro de ti mis pensamientos, con tus oídos siempre
atentos a la voz de la sabiduría y abierto tu corazón a la
reflexión; si llamas a la inteligencia y levantas tu voz hacia
la prudencia, si la buscas como la plata y la rebuscas como
un tesoro, entonces comprenderás el temor de Yavé y
hallarás el conocimiento de Dios... La sabiduría entrará en
ti, la ciencia te vendrá a recrear y la prudencia te cuidará”.
(Prov. 2, 1-5.9).
En la tradición salesiana la razón es considerada como una dimensión del
amor y significa sustancialmente uso maduro de la racionalidad, buscando
persuadir y corregir, más que reprender y castigar.
El educador, mediante la claridad de las ideas y el culto de la verdad,
consigue dominar la impulsividad de los sentimientos y de las pasiones.
La razón, es también buen sentido, sencillez, es el amplio uso de la
persuasión, en función preventiva y motivadora.
Iluminada por la fe, la razón preside la labor educativa; controla la
afectividad para que no se desborde; impregna de sentido común el ambiente
educativo, busca lo esencial y lo simple (también en la religión y las prácticas
de piedad), y huye, por tanto, de lo engañoso y complicado, de lo extraño y
raro; favorece la capacidad de juicio y el formarse convicciones personales para
gobernar la vida.
“El término razón destaca, según la visión auténtica del humanismo
cristiano, el valor de la persona, de la conciencia, de la naturaleza humana, de la
cultura, del mundo del trabajo y del vivir social, o sea, el amplio cuadro de
valores que es como el equipo que necesita el hombre en su vida familiar, civil y
política. En la encíclica Redemptor hominis “Jesucristo es el camino principal
de la Iglesia; dicho camino lleva de Cristo al hombre”. Es significativo señalar
que Don Bosco, hace ya más de un siglo, daba mucha importancia a los aspectos
humanos y a la condición histórica del individuo: a su libertad, a su
preparación para la vida y para una profesión, a la asunción de las
responsabilidades cívicas en clima de alegría y de generoso servicio al prójimo.
Formulaba tales objetivos con palabras incisivas y sencillas, tales como “alegría,
“estudio”, “piedad”, “cordura”, “trabajo”, “humanidad”. Su ideal de educación
se caracteriza por la moderación y el realismo...” (Juan Pablo II. Juv. Patris, n.
10).
Uno de los puntos fundamentales de la pedagogía de Don Bosco es
llevar a los jóvenes a obrar por convicción personal y profunda, actuando por
elección libre y afirmando su propia personalidad. Y para esto todo debe ser
razonable.
La razón, según el método preventivo de Don Bosco pide:
La racionalidad de la presencia del educador.
Basada en la confianza, en el espíritu de familia, en la convivencia, y no en
la vigilancia fría, deseosa de hallar faltas. Debe ser una presencia no autoritaria
graduada y proporcional, de acuerdo a la maduración del muchacho.
Exige serenidad y dominio de sí. No se deja llevar por sentimientos e
impulsos. Le pide al educador que piense, antes de actuar. Racionalidad forjada
en un juicio recto, que enseña al educador a tratar a los muchachos con
indulgencia, reserva, respeto y prudencia. Racionalidad que mueve al educador
a no prometer lo que no podrá cumplir; a escuchar, más que a hablar, a aceptar
críticas sanas y constructivas.
Racionalidad que exige al educador una actitud de comprensión
profunda. Comprender quiere decir tomar conciencia del punto en que se
encuentra el educando en su desarrollo, teniendo en cuenta su contexto
familiar, hereditario, psicosomático, etc. Quiere decir permitirle hablar,
escuchándolo. Se atribuye a Don Bosco esta observación:“Dejen que hablen mucho
los jóvenes y hablen poco ustedes”.
Esta comprensión hace que el educador no pida más de lo necesario,
rompa prejuicios, prevenga dificultades...
Racionalidad de las normas y disposiciones.
Se establecen sólo las normas que se vean necesarias y se las explica y
sostiene con la razón. Se busca establecer el menor número de leyes y se utilizan
los medios más atractivos para sostener las voluntades débiles, utilizando la
creatividad y la flexibilidad de las propuestas.
El joven debe darse cuenta de que nuestras disposiciones son dictadas sólo
buscando su bien, y no nuestra comodidad o capricho. No se educa coartando
la libertad sino enseñando a usarla bien. Se busca la formación de cada persona
y no una nivelación por amor al orden.
El Centro Internacional de Pastoral Juvenil Salesiana destaca estos
elementos como traducción de la racionalidad educativa de Don Bosco:
- La razón como diálogo interpersonal.
- La razón como educación a la profundidad.
- La razón como iniciación a la valoración y a la crítica.
- La razón como conocimiento de la persona y respeto a su individualidad.
- La razón como estructuras funcionales, flexibles y descentralizadas.
- La razón como propuesta desde lo positivo.
- La razón como aprecio de las ciencias del hombre. (Pastoral Juvenil
Comunidad Educativa en Formación. o.c., p. 86-87).
Esta característica del Sistema Preventivo no quita que se busque la
necesaria disciplina. Las fuentes documentales de las que nos alimentamos nos
presentan a un Don Bosco más bien exigente desde el punto de vista
disciplinario y alguna que otra vez ineludible tratándose de salvaguardar el
principio de la autoridad, del orden, del respeto de la colectividad, deseoso de
que la disciplina externa se convierta en una escuela de entrenamiento de las
voluntades y de compromiso espiritual. (Pedro Braido, Don Bosco al alcance de la
mano, o.c., p. 81).
Pero también aquí la definitiva solución práctica se encuentra integrando
razón, religión, amabilidad. Y bajo estas características deben comprenderse la
corrección, las sanciones y los castigos.
Los avisos y las correcciones.
Todas las prescripciones no bastan para impedir las faltas; y cuando se
cometieron es necesario el aviso y la corrección.
La dirección del desarrollo educativo es, también, arte de podar y
enderezar. Es necesario prevenir, hasta donde sea posible, las desviaciones que
comprometen el desarrollo hacia la madurez. Cuando las desviaciones se
manifiestan hay que reconocerlas, ponerlas conscientes e intervenir al principio,
mediante la corrección.
La corrección es un deber para todos. Don Bosco abrigaba la certeza de
que ordinariamente con la reflexión, ayudada del aviso y el consejo, se induce a
todos los niños a reconocer las faltas y a corregirse. (Memorias Biográficas, 553-
554).
Son múltiples los cometidos de la corrección: poner en evidencia las
causas de las desviaciones, rastrear las ocasiones y eliminarlas, descubrirlas los
desconciertos, proporcionar los recursos para remediarlos, proporcionar el
apoyo necesario de afecto, amistad y confianza para superar la crisis.
Don Bosco aconseja:
- Corregir en privado, con prudencia y calma.
- “Nunca recelen los superiores por causas de nada. Sean calmos,
contemporicen, esperen, examinen antes de dar importancia a esta o
aquella cosa”. (Don Bosco, Memorias Biográficas, X, 1018).
- Serenidad, firmeza e imparcialidad.
- “Al dar avisos o consejos, procura que el que es avisado se aleje de ti
satisfecho o amigo”. (Don Bosco, Memorias Biográficas, XI, 17).
- Saber olvidar. “Olvidar y hacer olvidar al culpable los días tristes de
sus errores, es arte suprema de buen educador”. (Don Bosco, Memorias
Biográficas, XVI, 444).
- Evitar la humillación. Buscar el momento oportuno, acudir a la razón y
a la reflexión, intentar que el culpable reconozca su falta y se
comprometa a no reincidir.
- Considéralo como tu hermano. Amabilidad, comprensión,
respeto: éstas son las llaves del corazón.
Todo sistema educativo tiene un régimen de sanciones. Su finalidad es
estimular el bien, supliendo provisionalmente la inmadurez del joven. Esta
inmadurez da autoridad moral adulto para asumir actitudes impositivas hasta
tanto el desarrollo de la conciencia del educando le permita iniciar y
profundizar procesos reflexivos sobre la propia conducta, recibiendo el premio
o la sanción.
a) Premio: estímulo, recompensa, aliento ante una meta lograda, un
avance hacia la libertad. Debería ser el “clima” normal e ideal. Debe dosificarse
en relación a cada etapa del proceso y a cada educando.
El mejor premio es el resultado del bien logrado, esto es, la felicidad personal
del deber cumplido, el trabajo de los padres y superiores y de Dios, la alegría, el
afecto y la estima, la utilidad misma seguida de la buena acción. Es importante
premiar y exaltar la buena conducta, la intención más que el éxito material, el
esfuerzo y la mejora de quienes no logran resultados apreciables.
b) Sanción negativa: es imponer una pena o castigo por la violación de
una orden legítima y conocida, o evitar que se imponga esa pena mediante un
comportamiento correcto. Debe ser objetiva y muy directa. Su meta es provocar
un juicio crítico que inicie un proceso de rectificación desde el interior del
educando. Logrado el objetivo de la rectificación, la sanción debe suprimirse.
El clima de una sanción educativa no podrá ser nunca la ley de lo mismo,
sino la tensión hacia lo mejor: no se puede hablar de lo que no se puede hacer
debajo de tal nivel, sino de todo lo que queda por andar más allá de lo
simplemente mandado o prohibido.
Más que sancionar al educando, el ideal es llegar a que él se sancione,
acepte su error y se imponga una reparación que será a la vez estímulo.
Los castigos
“En general, el sistema que nosotros debemos emplear es el preventivo,
que, sin violencia alguna exterior, tenga que someterse la voluntad del
muchacho. Con estas palabras quiero deciros que nunca hay que emplear
medios coercitivos, sino siempre y sólo la persuasión y la caridad”. (Don Bosco,
Carta del 29-1-1883. Memorias Biográficas, XVI, 439).
“Quisiera hacer yo mismo un sermón o mejor una conferencia a todos
sobre el espíritu salesiano que debe animar y guiar nuestras acciones y todas
nuestras palabras. El sistema preventivo debe ser realmente nuestro. Nunca
castigos penales; nunca palabras humillantes, nunca reproches severos en
presencia de otros. Sino que en las clases resuenen las palabras dulzura, caridad
y paciencia. Nunca palabras mordaces, nunca una bofetada fuerte o suave.
Úsense los castigos y siempre de manera que los que son avisados, se vuelvan
nuestros amigos más que antes, y nunca se alejen de nosotros molestos...Todo
salesiano sea amigo de todos, nunca busque vengarse; sea fácil en perdonar, y
no vuelva a recordar las cosas perdonadas... La dulzura en el hablar, en el obrar,
en el avisar gana todo y a todos... Dése a todos mucha libertad y mucha
confianza...” (Don Bosco. Carta a Don S. Costamagna, Inspector en Argentina.
10 de agosto de 1885, Memorias Biográficas, XVII. 628).
“Pero si la naturaleza humana demasiado inclinada al mal, necesita a
veces ser apremiada por la severidad, me parece bien proponernos algunas
características que, así lo espero, nos darán, con la ayuda de Dios, resultado
satisfactorio”. (Don Bosco, carta de 1883, Memorias Biográficas, XVI, 439).
Don Bosco a exponer sus criterios sobre los castigos:
1. No castigues nunca sino después de haber agotado todos los otros
medios.
2. Procuren elegir el momento oportuno para las correcciones.
3. No den pie a la más mínima idea de que se actúa por pasión.
4. Obren de modo que dejen al culpable la esperanza de ser perdonado.
5. Qué castigos deben emplearse y por quién:
- No se castigue sin aquilatar bien los hechos.
- Al castigar hacerlo de modo que el joven reconozca su falta.
- Los castigos sean pocos y de poca duración y gravedad.
- Mostrarse caritativo al castigar.
- Castigar con justicia.
- No se den castigos al encargado de la disciplina, según las
directivas del Director. (Don Bosco. Idem. Memorias
Biográficas, XVI, 439 ss. Es útil leer toda la carta...)
Y en su trato sobre el Sistema Preventivo, señala:
“Donde sea posible, no se castigue nunca, donde la necesidad lo exigiera,
recuérdese lo siguiente: Procure el educador que sus alumnos lo amen, si quiere
de ellos ser temido. Así, el no darle una muestra de benevolencia, es castigo que
emula, anima y jamás envilece. Conseguirá hacerse amar, si con las palabras y
más aún con los hechos demuestra que todos sus afanes están encaminados al
bien espiritual y temporal de los alumnos...”
“Para los muchachos es castigo lo que se hace pasar como tal. Se ha
observado que una mirada no cariñosa en algunos produce mayor efecto que
un bofetón. El alabar a los muchachos cuando obran bien o el reprocharles
cuando se descuidan.”
“No se corrija ni castigue jamás en público, sino en privado, lejos de los
compañeros y usando la mayor paciencia para hacer comprender, valiéndose
de la razón y la religión, la falta al culpable...”
“El pegar de cualquier manera sea... y otros castigos semejantes, se deben
absolutamente evitar, porque están prohibidos por las leyes civiles, irritan
mucho a los alumnos y rebajan al educador...”
“Dé a conocer bien el Director las reglas, los premios y castigos,
establecidos por las leyes disciplinarias, a fin de que el alumno no pueda
excusarse con decir: No sabía que estuviera esto mandado o prohibido...” (Don
Bosco, El Sist. Preventivo, Una palabra sobre los castigos).
Por diversos educadores salesianos se consideran castigos eficaces: no
responder al saludo, decirle simplemente: “No lo hubiera esperado de ti, me
desagrada, te creía bueno, educado, estudioso... pero me equivoqué..., ¿Estás
realmente convencido que no obraste mal?”, la mirada descontenta, severa y
triste, etc.
En casos necesarios, gravísimos, después de agotar todas las instancias,
Don Bosco recurría a la expulsión. “Un poco de mal fermento puede corromper
todo el ambiente”. Lo hacía por amor a los jóvenes dañados, escandalizados,
heridos; hacia los mismos jóvenes que ya no admiten relación educativa.
CUESTIONARIO
1. ¿Qué es la razón en la tradición salesiana y qué significa?
2. El método preventivo en función de la razón tiene ciertas exigencias.
¿Cuáles son y qué significan?
3. ¿Deben existir los castigos? Si es así ¿Cuándo y bajo qué
circunstancias?
4. ¿Cómo debe proceder el educador en caso de una falta grave? ¿Tú que
opinas sobre esto?
5. Realiza un esquema del tema.
TEMA 4
RELIGIÓN
“El comienzo de la sabiduría es el temor de Dios” (Salmo
110,10). “Esta es la vida eterna: conocerte a ti único Dios
verdadero, y al que enviaste, Jesús, el Cristo”. (Juan 17,3).
Para Don Bosco la acción educativa en la formación de los jóvenes se
identifica prácticamente con la acción salvífica de la Iglesia.
Convencido de que “la religión por sí sola es capaz de comenzar y realizar
la gran obra de una auténtica educación” (Memorias Biográficas, III, 605), hace
que los jóvenes descubran el sentido de la vida y la alegría de vivir en gracia y
no duda en señalar la santidad como meta posible de alcanzar a través del
cumplimiento fiel de los propios deberes.
La religión es el fundamento y la coronación de una educación completa.
Ella establece una conducta filial hacia Dios y una conducta fraternal hacia los
demás, da una visión cristiana de la vida y del mundo, ofreciendo los principios
y los medios para una ejemplar conducta moral y de compromiso fraterno con
el ambiente social en el que debe actuar. También hoy, lo mismo que para Don
Bosco, la religión debe brotar de convicciones personales, sin imposiciones,
pero estimulada por continuas sugerencias, en un clima de serenidad y de
interés continuo, para que nuestros jóvenes encuentren en la fe verdadera
respuesta a los problemas que les interesan. Así llegarán a descubrir la unidad y
la integración de las dos dimensiones: religión y vida.
Don Bosco no se contenta con cualquier religiosidad, sino que la quiere
viva y sentida, basada en ideas claras y en sólidas convicciones: luminosa,
positiva, gozosa, libre (Carlos Fiore).
Hoy se plantea la necesidad de adecuar el mensaje cristiano a las
necesidades de la juventud, para quien la religión se plantea como una
conducta que hay que asumir críticamente en relación y en confrontación con
los otros “sistemas de valores”, que, en una sociedad pluralista y relativista,
pretenden, con las ideas y los hechos, reemplazar el carácter integrante de la
religión.
La religión sólo “resiste” como factor de educación de los jóvenes de hoy,
cuando se percibe su adecuación a las esperanzas culturales, políticas,
profesionales, familiares, sexuales y éticas de los jóvenes, es decir, cuando
puede ser percibida como elemento esencial de liberación y promoción de la
personalidad del individuo y de la sociedad.
La intervención educativa debe hacer aparecer la evangelización y la
promoción humana como dos elementos sólidamente integrados entre sí, como
fases complementarias de un único tema, que tiende a la promoción integral del
hombre.
Evangelizar a la persona significa ayudarle a ser mejor persona, y no para
que después acepte el mensaje de Cristo, sino porque el mensaje de Cristo nos
induce a amarlo, cualquiera sea su actitud para con Cristo y la Iglesia.
Educar religiosamente no es sólo enseñar “religión”, ni recomendar la
práctica de los sacramentos...; significa, sobre todo, motivar a fondo para hacer
aceptar la opción cristiana y para arraigarla en el proyecto de la propia vida.
Don Bosco asignaba una importancia primordial a la religión en la práctica
de su sistema... Y en un contexto en que “lo religioso” llamaba a la vida
pública, para Don Bosco la religión consistía en la vivencia de la fe católica, en
su doctrina, en sus sacramentos, en su sacrificio...
Y hoy, en un ambiente de mayor secularización hemos de ver en ella,
además la plenitud de sentido, el reconocimiento de Dios como padre, la
modelación de la existencia conforme a esta convicción.
Para Don Bosco, “no se trata de una religión especulativa y abstracta,
sino de una fe viva, insertada en la realidad, forjada de presencia y
comunicación, de escucha y docilidad a la gracia. Como solía decir, los “pilares
de la educación son la Eucaristía, la Confesión, la devoción a la Santísima
Virgen María, el amor a la Iglesia y sus pastores. Su educación es un itinerario
de oración, de liturgia, de vida sacramental, de dirección espiritual: para
algunos, respuesta a la vocación de consagración especial ¡Cuántos sacerdotes
y religiosos se formaron en las casas del Santo!, y para todos, la perspectiva y
el logro de la santidad”. (Juan Pablo II, Juvenum Patris, n. 11).
“Entre las manifestaciones y propuestas religiosas del sistema y de la
praxis educativa de Don Bosco, podemos señalar:
· El ambiente religioso.
· La concepción religiosa de la vida.
· La sólida instrucción catequética.
· La “práctica” religiosa de la oración y vida sacramental intensa, pero libre.
· El compromiso apostólico personal y grupal.
· La propuesta de un camino personal de santidad”. (Pastoral Juvenil,
Comunidad educativa... 3, p. 107. A través de la actuación de Don Bosco,
podemos señalar sus instancias religiosas: Salvación, santidad – Temor de
Dios – Sentido del Pecado – Los novísimos – Frecuencia de los
sacramentos de la Comunión y Confesión – Oración y Prácticas de piedad
– devoción Mariana – Amor a la Iglesia y al Papa).
El ideal de santidad presentado por Don Bosco se centra en las
bienaventuranzas es una propuesta de una espiritualidad sencilla y cotidiana, al
alcance de los jóvenes pobres y sencillos. (Cfr. Pastoral Juvenil, o.c., p. 107 –108;
Capítulo General 23, pp. 161 – 180).
Siguiendo a Don Bosco y en la línea del Capítulo General 23, podemos
centrar la espiritualidad juvenil salesiana hoy, en estos elementos básicos:
· La vida como lugar de encuentro con Dios. Lo cotidiano, inspirado en
Jesús de Nazaret, es el lugar donde el joven encuentra la presencia
activa de Dios y vive su realización, la síntesis entre fe y vida.
· La alegría y el optimismo. Don Bosco ofreció a los jóvenes
marginados de su tiempo la posibilidad de experimentar la vida como
fiesta y la fe como felicidad. Para él la fuente de la alegría es la vida de
gracia, que pide el esfuerzo, el sacrificio y la responsabilidad. Le
ayudará una liturgia juvenil renovada.
· Amistad con Cristo, el Señor. Ahondar el conocimiento y la adhesión
a la persona de la causa de Jesús resucitado, amigo, maestro, salvador;
encontrando así el corazón nuevo que da la plenitud del sentido a la
propia vida.
· Comunión eclesial. La relación personal con Cristo resucitado y la
experiencia de grupo, promotor de amistad desembocan en una
relación filial con la Iglesia, suscitando en los jóvenes el sentido de la
colaboración y la corresponsabilidad.
· Vida sacramental. Se crece en la fe por medio de la gracia que Dios da
por medio de los sacramentos, especialmente la Confesión y la
Eucaristía. “Lo que hace a estos jóvenes buenos y estudiosos no es el
temor a los castigos, sino el temor de Dios y la frecuencia de los Santos
Sacramentos. Esto es lo que hace hacer milagros a la juventud”. (Don
Bosco, Memorias Biográficas, XI, 221. Cfr, Memorias Biográficas, XIII,
921).
· María. Madre y auxilio. Primera creyente, que precede, acompaña e
inspira.
· Oración y Palabra de Dios. La oración sencilla y filial y la Palabra de
Dios contribuyen eficazmente a una relación filial con Dios “Padre” y
presente en la propia vida.
· Servicio responsable. Consolidación del compromiso humano y
cristiano, aprovechando el proceso de orientación vocacional
correspondiente.
El Padre Egidio Viganó, en su comentario al aguinaldo de 1995
(Llamados a la libertad, descubramos nuevamente el Sistema Preventivo
educando a los jóvenes en los valores) afirma, con razón, no hay Sistema
Preventivo sin la intervención de los medios de la energía de la gracia y de la
verdad del Evangelio. Es decir, el Sistema Preventivo no es simplemente
sonrisas y bondad, pero la sustancia del Sistema está aquí: no se libera la
libertad, no se promueve la libertad sin Cristo: “Gracia y Evangelio”...
La religión en la familia
El Sistema Preventivo es continua invitación a la búsqueda del Ser de
Dios, superando la lógica de los ídolos, mitos, que es la lógica del tener,
provecho, placer, una lógica de muerte y no de vida.
El lugar privilegiado de Dios es la familia.
Está claro: no se puede llegar a Dios con oraciones y gestos religiosos
hechos por costumbre y con aburrimiento; es inútil recomendar a los hijos ir a
misa o confesarse, si en la familia reina la frialdad y la falta de amor y de
amistad.
“Cuántos al contacto con Don Bosco conocieron lo que es el amor de un
padre” (Memorias Biográficas, III, 361).
Es aquí donde debemos decir que no debemos preocuparnos de cómo hay
que hacer para educar, sino solamente de cómo hay que ser. Lo que influye en
los niños y jóvenes, no son tanto las palabras, cuanto lo que los educadores y los
padres son y viven. Hay que abrir el camino de la fe con el ejemplo. Este
ejemplo deber ser el testimonio del amor. Los jóvenes tienen necesidad de
sentir, experimentar la amabilidad que los padres tienen entre sí, y la que ellos
tienen con sus hijos y con los demás, hacia cada hombre, aún el más infeliz,
para descubrir allí el reflejo de otro amor del cual el nuestro es revelación y
signo. “Donde hay caridad y amor, allí está Dios”. (Canto del Jueves Santo).
Además, es un momento eficaz de educación a la fe, la oración en común.
Cuando esposo y esposa habrán encontrado el ritmo de la oración en común,
podrán entonces guiar a sus hijos a unírseles, encontrando los tiempos y las
formas adecuadas. Será una página del Evangelio o una lectura espiritual, será
el rosario, un salmo, o una oración espontánea; será la oración antes de las
comidas, especialmente en las fiestas y en acontecimientos particulares...
Ayudará en el crecimiento de la fe de los hijos, la vida que ve a Dios en
todos los acontecimientos, la enseñanza catequista de los padres, la frecuencia
de los sacramentos, su amor y devoción a la Santísima Inmaculada María
Auxiliadora. (Nicola Palmisano, o.c. p. 76-89).
CUESTIONARIO
1. ¿Cuál la importancia de la religión en el sistema preventivo según
el pensamiento de Don Bosco?
2. Siguiendo a Don Bosco y en línea del Capítulo general 23, se deben
reflexionar los siguientes elementos básicos para una verdadera
Espiritualidad Juvenil Salesiana:
3. ¿Qué elementos identifica como necesarios Don Bosco en la vida familiar
para una sana práctica de la religión.
UNIDAD III
AMBIENTE EDUCATIVO
En la línea del Concilio Vaticano II (Gem,8), el documento sobre la
“Escuela Católica”, afirma: “Consciente de que no basta ser regenerados por el
bautismo para ser cristianos, sino que es necesario vivir y obrar conforme al
Evangelio, la Escuela Católica se esfuerza por crear en el ámbito de la
comunidad escolar un ambiente que ayude al alumno a vivir su fe de una
manera cada día más madura y a adquirir gradualmente una actitud orientada
para asumir las responsabilidades del bautismo”. (Sagrada Congregación para
la Educación. Católica., La Escuela Católica, Roma, 1977, p. 47).
Ya Don Bosco, en su Sistema Preventivo, tuvo en cuenta la influencia que
ejerce sobre los muchachos el ambiente.
“Razones psicológicas, históricas y religiosas llevan a Don Bosco a
concluir que la educación es también obra de ambiente y de ejemplaridad a más
de acción individual, y que la educación se realiza en un ambiente de familia, a
más de la relación personal”. (Pedro Braido, II Sistema Preventivo di Don Bosco,
1955, ps. 207 – 208).
Don Bosco consideraba la influencia muy positiva que ejerce sobre la
educación de los jóvenes el ambiente familiar, en el que se vive y fomenta
espontáneamente la alegría, característica particular de los jóvenes, y base para
su aceptación de caminar hacia un desarrollo maduro de su personalidad
humana y cristiana.
“Familia, ambiente de familia, y alegría, espontaneidad: son los dos
postulados de la amabilidad... No hay amabilidad en concreto, sino se crea un
ambiente de familia, de confianza cordial y afectuosa, en el cual la nota
dominante es la alegría, enemiga de toda forma de “profesionalismo” y de
“oficialidad”. (Pedro Braido, idem).
TEMA 1
ESPÍRITU DE FAMILIA
“Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo
cuanto tenían... Acudían diariamente al templo con
mucho entusiasmo y con un mismo espíritu y
“compartían el pan” en sus casas, comiendo con alegría y
sencillez” (Hechos 2,44-46).
En su casa de 1884, Don Bosco enuncia este principio: “Si se quiere hacer
un solo corazón y una sola alma, por amor a Jesús, hay que romper la barrera
fatal de la desconfianza y hacer entrar la confianza...” (Memorias Biográficas
XVII, 112).
“...Había como una tradición, un ambiente de familia, un clima, una
atmósfera, que complementaba lo que se enseñaba colectiva o
individualmente... Esta atmósfera, esta eficacia del ejemplo (los más antiguos...
Aquí se hace así...) era para Don Bosco uno de los instrumentos esenciales de su
trabajo educativo, tanto en el ambiente exterior, como en la formación.” (Pedro
Braido, idem. P. 209).
“Este espíritu de familia, vivido en forma renovada respecto a la vivida
por Don Bosco, en cuanto se ha trasformado radicalmente la familia, exige,
naturalmente, la superación de toda forma de autoritarismo y de paternalismo
que no educan, porque son incapaces de promover la autonomía personal de
los educandos y su seria inserción en la vida social, cada vez más compleja y
exigente”. (AA.VV., o.c., p. 307).
Desde el punto de vista metodológico, el espíritu de familia conduce
automáticamente a la superación de los reglamentos artificiales y superfluos, si
bien rehuye también cualquier forma de individualismo autoritario.
Viene a ser “un clima de afecto correspondido, cuyos elementos
esenciales son el aprecio y la confianza recíprocos, que lleva al trato fraternal y a
la participación de bienes entre los hermanos, apoyados en la razón, el amor, el
espíritu de fe, que crea la libertad de los hijos de Dios. Fruto de ello deben ser el
estilo fraterno de autoridad y obediencia, el diálogo, la correspondencia en las
iniciativas y en la acción”. (Capítulo General 20, 499).
En el estilo de Don Bosco, podemos señalar algunos elementos que
contribuyen a formar el espíritu de familia:
- La presencia del Educador, en relación personal y amorosa, constante y
total con los educandos, (cfr. antes).
- La presencia de Autoridad, que en cualquier institución de Don Bosco,
es el punto de referencia, de cohesión, y de potenciamiento de toda acción
educativa. Tiene función unificadora y conectiva.
NB. Tanto el director, como el educador, debe tener una actitud interior de
“amor paterno”, sobrenatural y natural, hacia todos y hacia cada uno,
preocupándose de cada uno como de un hijo, con la palabra, con la mirada, con
la eficaz preocupación, con el “ocasional” encuentro, con señales personales de
reconocimiento, afecto e interés, con encuentros planificados (Ej. dirección
espiritual), etc.
Las buenas noches (o los “buenos días, o “las buenas tardes”).
Vienen a ser momentos importantes, para Don Bosco, en la acción de conjunto,
constructores de un ambiente y de un clima general, sus elementos
constitutivos son: afectuosidad, agudeza y brevedad.
“Medio poderoso de persuasión para el bien era el dirigir a los jóvenes dos
palabras confidenciales cada noche después de las oraciones. Allí se cortaba la
raíz de ciertos desórdenes, antes aún que nacieran”. (Don Bosco, Memorias
Biográficas, XI, 222.).
“La buenas noches son la llave maestra de la buena marcha de las casas.
Pocas palabras, una sola idea de importancia, que hiciese impresión, de modo
que los jóvenes fuesen a dormir imbuidos de la verdad que se había expuesto”.
(Don Bosco, Memorias Biográficas, VI, 94).
- La palabra al oído. La mirada de Don Bosco.
“Don Bosco, con gran celo y prudencia, dirigiéndolo todo con su consejo,
informábase de todo, conociendo a cada niño y joven, sabía dar un aviso
siempre adaptado a las necesidades de cada uno...un consejo, una observación,
una incitación al bien, y también un reproche”. (Pedro Ricaldone, Don Bosco
Educador, I. Ps. 291-292).
“A menudo una ocurrencia, una sonrisa, acompañada de un mirada fija,
valía por una pregunta, una respuesta, una invitación, una entero discurso”.
(Idem, p. 297).
Además de aprovechar este espíritu de familia dentro de nuestras
estructuras educativas, podemos prestar con él “una relevante contribución de
animación en la vida y en la acción educativa de la familia de hoy,
problematizada y con dificultades en todos los niveles (cultural, económico,
social, jurídico, formativo, pedagógico), mediante la convicción que el carácter
familiar profundamente renovado, en conformidad con las transformaciones
radicales que la institución familiar está experimentado”. (AA.VV., o.c., p. 307 –
308).
Analizando algunos escritos de Don Bosco, extraemos los siguientes
puntos clave de la pedagogía familiar de Don Bosco:
· No se puede animar en profundidad sin “familiaridad” y confianza.
· La relación entre animadores y jóvenes es semejante a la del padre y los
hijos o entre hermanos; pero requiere presencia continua y
preveniente, en función de la colaboración, de la madurez interior.
· La relación no se construye sin la “razón”, que quiere decir sentido
común, concreción, adhesión a la situación de los jóvenes.
· El contexto de la relación está hecho de deber y de libertad gozosa.
· Sus objetivos: “Pan, Trabajo y Paraíso”.
Según la experiencia de diversos educadores el ambiente
de familia es favorecido por: Integración y diálogo – participación y
convivencia – estímulos afectivos – reuniones familiares – comidas
comunitarias – presencia en el tiempo libre – sencillez – esparcimiento común
(veladas, paseos, cumpleaños, etc.) – corrección fraterna – disimular defectos –
humildad – vibrar en las cosas que vibran los jóvenes o los otros educadores –
serenidad constante y activa – disponibilidad – servicio – evitar cargas pesadas,
unificación en momentos y ambientes – superar la comodidad – etc.
TEMA 2
ALEGRÍA
“Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito:
alégrense. Y sea tal la perfección en su vida que toda la
gente lo pueda notar”. (Filip.4, 4-5).
Una de las conclusiones del simposio salesiano sobre el sistema preventivo
de Don Bosco hoy, es la siguiente:
“Un factor específico que compenetra toda la experiencia
educativa y pastoral según el Sistema Preventivo es la alegría.
Ella compenetra fines, métodos, estructuras. La pedagogía de Don
Bosco es una pedagogía de la liberación, y es, por tanto, una
pedagogía de radical, expresa, explosiva y contagiosa alegría
humana y cristiana. Don Bosco usaba con predilección y
frecuencia la palabra alegría, juntándola con los compromisos de
estudio, trabajo, deber y piedad.
El estilo de vida sereno y gozoso de la comunidad de educadores
y alumnos es, por sí mismo, un factor de educación”. (AA.VV, o.c.
p. 305).
Don Bosco, en una época generalmente austera para la educación familiar,
comprende que el muchacho es muchacho y permite y quiere que lo sea, sabe
que su necesidad más profunda es la alegría, la libertad, el juego. Por otro lado,
está convencido que el cristianismo es la más segura y duradera fuente de
felicidad, porque es “alegre noticia” (Evangelio): la religión del amor, de la
salvación, de la Gracia, sólo puede originar alegría y optimismo. Entre juventud
y vida cristiana existe, por tanto, una singular afinidad, casi un reclamo
recíproco...Para Don Bosco la alegría es un insustituible factor educativo...
(Carlos Fiore).
“Alegría, canto, música y libertad grande en los recreos...Dése amplia
libertad a los alumnos de saltar, correr y gritar a su gusto. La gimnasia y el
deporte, los paseos, la música, la declamación, el teatro, son medios
eficacísimos para conseguir la disciplina y favorecer la moralidad y la salud...
“(Don Bosco, El Sist. Preventivo, n. II, 3).
Don Bosco es el pedagogo de la alegría, como preparación y fruto de la
gracia y como flor de la santidad.
El gran profundizador del espíritu de Don Bosco, el P. Alberto Caviglia,
señala: “El Sistema Preventivo, más que un método, es un espíritu y se
mantiene únicamente en una atmósfera de alegría; por esto, para el Salesiano, la
melancolía es el octavo vicio capital. “Servid al Señor con alegría”, era en la casa
de Don Bosco el undécimomandamiento”. (Alberto Caviglia, Michele Magone, p.
20).
Carlos Fiore afirma con razón: “Don Bosco siempre tuvo miedo a la
tristeza y a la monotonía, peligrosas polillas corrosivas, y quiso para sus jóvenes
la máxima riqueza y variedad de intereses culturales y recreativos, no dudando
en hacer propias ciertas formas recreativas, como el teatro y la música, que en
su tiempo eran vistas con desconfianza por parte de los educadores... Su
principio era el de “adaptarse a las exigencias de los tiempos en todo lo que no
se oponga a la religión y a las buenas costumbres”. (Don Bosco. M. B. III, 320).
Continúa el Padre Carlos Fiore: “Hoy han crecido desmesuradamente,
sobre todo para los jóvenes, los medios de cultura y diversión, y Don Bosco los
aceptará adaptándose a las exigencias de los tiempos nuevos, en la medida que
no fuesen peligrosos moralmente, para enriquecer así, de alegría, actividad y
vitalidad sus ambientes educativos.
“Este es el sentido de la alegría de Don Bosco. Se trata de aceptar lo que lo
que es sano y constructivo, lo que puede enriquecer, alegrar, del cine, de la TV,
de la radio, de los discos y cassettes, de los videos, de los juegos por
computación, del deporte, de las excursiones, de los campamentos, etc.,
favoreciendo la participación activa y directa de los jóvenes en estas formas de
cultura y diversión”. (Carlos Fiore).
Concordando con cuanto afirma el padre Alberto Caviglia: “La disciplina
del trabajo y estudio, la piedad, la vida del patio, tienen en el sistema salesiano
importancia cada una por sí misma, pero en relación a las otras dos, de modo
que ,faltando una, el trabajo no es más tal, o sea, fracasa en todo o en parte, en
cuanto a obtener su fin y resultado...”(Alberto Caviglia, Un documento
inexplorado... p. 655); creemos que Don Bosco se preocupaba de forjar en los tres
grandes sectores de la vida del muchacho: recreación, piedad, deber de estudio
y trabajo un ambiente de alegría exterior, en el cual se promoviera, como fuente
y como fruto, la alegría interior o la vida de gracia y realización personal.
Podríamos esquematizar este concepto así:
1. Vida de patio
· Ambiente exterior de juegos, deportes, excursiones, paseos,
campamentos, “tiempo libre”, conjuntos musicales, fogatas, etc.)
· Donde el joven se sienta más a gusto, y con facilidad espontánea se
relaciona con el educador que está presente y comparte con el joven.
· Acepta la corrección y la dirección espiritual, que contribuyen a su
construcción personal en positivo.
NB. Es en esas ocasiones en que el muchacho descarga sus energías
exuberantes, se muestra tal cual es y puede ser conocido por el educador...
2. Vida de Iglesia
· Es el ambiente exterior de piedad, atmósfera sacramental y mariana,
celebración juvenil de fiestas, funciones litúrgicas festivas, metodología
catequística renovada, retiros, liturgia juvenil, grupos formativos y
apostólicos, etc.
· Donde el joven espontáneamente busca el encuentro con Cristo y su
Gracia y lo acepta más fácilmente;
· Es llevado a una vida de oración y de testimonio y compromiso
cristiano.
3. Vida de estudio y trabajo
· En un ambiente de disciplina familiar y de promoción del activismo:
concursos, música, teatro, corresponsabilidad o co-participación,
medios audiovisuales, etc.
· Donde el joven se siente espontáneamente llevado al cumplimiento del
deber.
· Forja una responsabilidad personal y comunitaria y madurando su
compromiso vocacional.
· Estudiando los diálogos de Don Bosco con sus jóvenes y sus breves
pláticas en lo que llamamos “buenas noches”, se advierte su propósito
de relajar, de quitar dramatismo de enseñar haciendo reír. Cuando la
sonrisa florece en los labios del niño, estamos seguros de que ha
empezado a funcionar el mecanismo de confianza. (Don Bosco, en el
mundo. I).
Conclusión
Don Bosco, también desde el punto de vista pedagógico, quiere proponer
un método al alcance de todos. No habla difícil. Quiere hacerse entender. Va a
lo esencial. Propone una espiritualidad y una metodología que puede servir a
todos y en todas situaciones. No esconde las dificultades... “Alguien dirá que
este sistema es difícil en la práctica. Advierto que para los alumnos es bastante
más fácil, agradable y ventajoso. Para los educadores encierra, eso sí, algunas
dificultades, que disminuían ciertamente si se entregan por entero a su misión”.
(Don Bosco, El Sist. Preventivo. Cap. 3).
Pero también aclara: “Con este sistema los efectos que yo conseguí fueron
consoladores, diría más bien magníficos. Cualquiera, aún hoy en día, podría
tener los mismos resultados, si tiene la apertura y la dulzura de San Francisco
de Sales”.(Don Bosco, Memorias Biográficas, III, 52).
Es que la práctica del sistema preventivo se basa en la caridad que es
energía de amor de Cristo que viene a nosotros por medio del Espíritu.
Por otra parte, la propuesta educativa de Don Bosco no es sólo para
muchachos seleccionados. Nació para los “últimos”, o sea, se adapta a todos los
muchachos, de cualquier temperamento y situación humana y cristiana. Más
bien, la eficacia de este método aparece más evidente en los muchachos
“difíciles”.”...Es una pedagogía del proletariado”. (Alberto Caviglia, La vita de
Domenico Savio, p.76).
Es un mundo en el cual, a pesar de las declaraciones oficiales, se presentan
Modelos de violencia y de irracionalidad, se privilegia el provecho de la
persona, la competencia y el egoísmo a la entrega de sí y la colaboración, Don
Bosco, con su espíritu “no violento” y religioso es un reclamo y profecía contra
la tendencia del mundo y de las modas, es animación a trabajar contra la
corriente para redescubrir y forjar los valores genuinos y simples del Evangelio.
En un mundo que pide la satisfacción inmediata, debemos sentir el valor
del sacrificio personal, del trabajo y del estudio como don de sí, en una sociedad
masificada por los medios de comunicación, debemos educarnos y educar el
uso maduro de la razón y de la capacidad crítica; en una sociedad en que el
hombre es visto sólo como consumidor y propenso al confort, debemos
proponer el hombre sobrio y sano; en el dominio de la violencia, de la avidez y
de la injusticia, frecuentemente ocultas bajo apariencia de orden, eduquémonos
y eduquemos a nuestros niños y jóvenes a vivir no sólo de pan, sino de gracia
de Dios y de justicia, de contemplación y de compromiso en transformar la
tierra según el proyecto de Dios. Debemos proponer, en síntesis, la santidad.
Ojalá que lo podamos conseguir, utilizando con dedicación el sistema
educativo de nuestro Padre Don Bosco.
CUESTIONARIO
1. Señala y explica los principales elementos metodológicos del Sistema
Preventivo.
2. ¿En qué consiste la Carta de Roma, se la puede aplicar a nuestra
realidad actual en el ámbito educativo y en nuestra Institución?
33.. Realiza un esquema del tema.
TEMA 3
CARTA DE SAN JUAN BOSCO SOBRE EL ESTADO DEL
ORATORIO
Transcribimos esta carta, que junto con el “tratadito sobre el Sistema
Preventivo”, nos transmite correctamente cómo quería Don Bosco pusiéramos
en práctica su Sistema Educativo. Es del 10 de mayo de 1884, y su texto se halla
íntegro en las Memorias Biográficas, XVII, 107-114.
Mis queridos hijos en Jesucristo: Cerca o lejos, yo pienso siempre en
vosotros. Uno solo es mi deseo, que seáis felices en el tiempo y en la eternidad.
Este pensamiento, este deseo, me ha impulsado a escribirnos esta carta. Siento,
queridos míos, el peso de la distancia a que me encuentro de vosotros, y el no
veros y el no oíros me causa una pena, como no podéis imaginar. Por eso,
habría deseado escribir estas líneas hace ya una semana, pero las continuas
ocupaciones me lo impidieron. Con todo, aunque faltan pocos días para mi
regreso, quiero anticipar mi llegada entre vosotros, al menos, por medio de una
carta, ya que no puedo hacerlo en persona. Son las palabras de quien os ama
tiernamente en Jesucristo y tiene el deber de hablaros con la libertad de un
padre, vosotros me permitiréis que así lo haga, ¿no es cierto? Y prestaréis
atención y pondréis en práctica lo que os voy a decir.
Os he afirmado una y otra vez que sois el único y continuo pensamiento
de mi mente. Ahora bien, en una de las noches pasadas yo me había retirado a
mi habitación y, mientras me disponía a entregarme al descanso, comencé a
rezar las oraciones que me enseñó mi buena madre y, en aquel momento, no sé
bien si víctima del sueño o fuera de mí dos antiguos alumnos del Oratorio.
Uno de ellos se me acercó y, saludándome afectuosamente, me dijo:
Valfré - ¡Oh, Don Bosco! ¿Me conoce?
Don Bosco - Sí que te conozco –le respondí.
Valfré - ¿Y se acuerda aún de mí? –añadió.
Don Bosco - De ti y de los demás. Tú eres Valfré y estabas en el Oratorio
antes de 1870.
Valfré - Diga –continuó aquel hombre-; ¿quiere ver a los jóvenes que
estaban en el Oratorio en mis tiempos?
Don Bosco - Sí, házmelos ver –le contesté-; eso me proporcionará una gran
alegría. Entonces Valfré me mostró a todos jovencitos con el mismo semblante y
con la misma edad y estatura de aquel tiempo. Me parecía estar en el antiguo
Oratorio en tiempo de recreo. Era una escena llena de vida, de movimiento y de
alegría. Quién corría, quién saltaba, quién hacía saltar a los demás; quién jugaba
a la rana, quién a la bandera, quién a la pelota. En un sitio estaba reunido un
grupo de muchachos pendientes de los labios de un sacerdote que les contaba una historia. En otros lado había un clérigo con otro grupo jugando al “burro vuela” o los oficios. Se cantaba, se reía por todas partes y por doquier sacerdotes clérigos y, alrededor de ellos, jovencitos que alborotaban alegremente. Entre jóvenes y superiores reinaba la mayor cordialidad y confianza. Yo estaba encantado al contemplar este espectáculo, y Valfré me dijo:
José Buzzetti - Don Bosco, ¿quiere ver ahora a los jóvenes que están actualmente en el Oratorio?
Este era José Buzzetti.
Don Bosco - Si –respondí-; pues hace un mes que no los veo.
Y me los señaló: vi el Oratorio y a todos vosotros que estabais en recreo. Pero no oía ya gritos de alegría y canciones, no contemplaba aquel movimiento, aquella vida que había visto en la primera escena.
En los ademanes y en los rostros de algunos jóvenes se notaba una tristeza, un desgano, un disgusto, una desconfianza que causaba gran pena a mi corazón. Vi, es cierto, a muchos que corrían, que jugaban, que se movían co dichosa despreocupación; pero otros, y eran bastantes estaban solos, apoyados en las columnas, presas de pensamientos desalentadores; otros estaban en las escaleras y en los corredores o en los bancos que dan a la pared del jardín, para no tomar parte en el recreo común, otros paseaban lentamente, formando grupos y hablando en voz baja entre ellos, lanzando a una y otra parte miradas sospechosas y mal intencionadas; otros sonreían, pero con una sonrisa acompañada de gestos que hacían no solamente sospechar, sino creer que San Luis se habría sonrojado si se hubiese encontrado en compañía de los tales; incluso, entre los que jugaban, había algunos tan desganados, que daban a entender a las claras que no encontraban gusto alguno al recreo.
José Buzzetti -¿Ha visto a sus jóvenes? –me dijo aquel antiguo alumno.
Don Bosco - Si que los veo –le contesté suspirando.
José Buzzetti - ¡Qué diferentes son de lo que éramos nosotros –exclamó.
— ¡Mucho! ¡Qué desgano en este recreo!
José Buzzetti - Y de aquí proviene la frialdad de muchos para acercarse a los santos sacramentos, el descuido de las prácticas de piedad en la iglesia y en otros lugares; el estar de mala gana en este lugar, donde la Divina Providencia los colma de todo bien corporal, espiritual e intelectual. De aquí, el no corresponder de muchos a la vocación; de aquí, la ingratitud para con los superiores; de aquí, los secretitos y murmuraciones con todas las demás deplorables consecuencias.
Don Bosco - Comprendo - respondí yo—. Pero ¿cómo animar a estos jóvenes para que vivan la antigua alegría y expansión?
José Buzzetti - Con la caridad.
Don Bosco - ¿Con la caridad? Pero ¿es que mis jóvenes no son bastante amados? Tú sabes cuánto los amo. Tú sabes cuánto he sufrido por ellos y cuánto he
tolerado, en el transcurso de cuarenta años, y cuánto tolero y sufro en la actualidad. Cuántos trabajos, cuántas humillaciones, cuántos obstáculos, cuántas persecuciones para proporcionarles pan, albergue, maestros y especialmente para buscar la salvación de sus almas. He hecho cuanto he podido y sabido por ellos, que son el afecto de toda mi vida.
José Buzzetti - No me refiero a usted.
— ¿De quién hablas, pues? ¿De los que hacen mis veces? ¿De los directores, de los prefectos, de los maestros, de los asistentes? ¿No ves que son mártires del estudio y del trabajo? ¿Cómo consumen los años de su juventud en favor de ellos, que son como un legado de la Providencia?
José Buzzetti - Lo veo y lo sé; pero eso no basta; falta lo más importante.
Don Bosco - ¿Qué falta, pues?
José Buzzetti - Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se los ama.
Don Bosco - Pero ¿no tienen ojos en la cara? ¿No tienen luz en la inteligencia? ¿No ven que cuanto se hace en su favor, se hacer por amor?
José Buzzetti - No; le repito; eso no basta.
Don Bosco - ¿Qué se requiere, pues?
José Buzzetti - Que, al ser amados en las cosas que les agradan, al participar en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor también en aquellas cosas que les agradan poco, como son: la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a obrar con generosidad y amor.
Don Bosco - Explícate mejor.
José Buzzetti - Observe a los jóvenes en el recreo.
Hice lo que me decía y exclamé:
Don Bosco - ¿Qué hay de particular?
José Buzzetti - ¿Tantos años como hace que se dedica a la educación de la juventud y no comprende? Observe mejor. ¿Dónde están nuestros salesianos?
Me fijé y vi que eran muy pocos los sacerdotes y clérigos que estaban mezclados entre los jóvenes y eran muchos menos los que tomaban parte en sus juegos. Los superiores no eran ya el alma de los recreos. La mayor parte de ellos paseaban, hablando entre sí; sin preocuparse de lo que hacían los alumnos; otros jugaban, pero sin pensar para nada en los jóvenes; otros vigilaban a la buena, pero sin advertir las faltas que se cometían; alguno que otro corregía a los infractores, pero con amenazas y esto raramente. Había algún Salesiano que deseaba introducirse en algún grupo de jóvenes, pero vi que los muchachos buscaban la manera de alejarse de sus maestros y superiores.
Entonces mi amigo me dijo:
José Buzzetti - En los primitivos tiempos del Oratorio, ¿usted no estaba siempre en medio de los jóvenes, especialmente en tiempo de recreo? ¿Recuerda
aquellos hermosos años? Era una alegría de paraíso, una época que recordamos siempre con emoción, porque el amor lo regulaba todo y nosotros no teníamos secretos para Don Bosco.
Don Bosco - ¡Cierto! Entonces todo era para mí motivo de alegría y los jóvenes iban a porfía por acercarse a mí, por hablarme, y existía una verdadera ansiedad por escuchar mis consejos y ponerlos en práctica. Ahora, en cambio, las continuas audiencias, mis múltiples ocupaciones y la falta de salud me lo impiden.
José Buzzetti - Bien, bien; pero si usted no puede, ¿por qué sus salesianos no se convierten en sus imitadores? ¿Por qué no insiste, no les exige que traten a los jóvenes como usted los trataba?
Don Bosco - Yo les hablo e insisto hasta cansarme, pero muchos no están decididos a tomar el trabajo que la educación requiere.
José Buzzetti - Y así, descuidando lo menos, pierden lo más y este “más” es el fruto de sus fatigas. Que amen lo que les agrada a los jóvenes, y los jóvenes amarán lo que es del gusto de los superiores. De esta manera el trabajo les será muy llevadero. La causa del cambio presente del Oratorio es que un buen número de jóvenes no tienen confianza en los superiores. Antiguamente todos los corazones estaban abiertos a los superiores, por lo que los jóvenes amaban y obedecían prontamente. Pero ahora los superiores son considerados sólo como tales y no como padres, hermanos y amigos; por tanto, son más temidos que amados. Por eso, si se quiere formar un solo corazón y una sola alma, por amor a Jesús, se debe romper esa barrera fatal de la desconfianza, que ha de ser suplantada por la confianza más cordial. Es decir: que la obediencia ha de guiar al alumno como la madre a su hijito; entonces reinarán en el Oratorio la paz y la antigua alegría.
Don Bosco - ¿Cómo hacer, pues, para romper esa barrera?
José Buzzetti - Familiaridad con los jóvenes, especialmente en el recreo. Sin la familiaridad no se puede demostrar el afecto, y sin esta demostración no puede haber confianza. El que quiere ser amado, es menester que demuestre que ama.
Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el Maestro de la familiaridad!
El maestro al cual sólo se ve en la cátedra, es solamente maestro y nada más; pero si participa del recreo con los jóvenes, se convierte también en hermano.
Si a uno se le ve en el púlpito predicando, se dirá que cumple con su deber; pero si se le ve diciendo en el recreo una buena palabra, habrá que reconocer que esa palabra proviene de una persona que ama.
¡Cuántas conversiones no fueron el efecto de alguna de sus palabras, pronunciadas improvisamente al oído de un jovencito mientras se divertía! El que sabe que es amado, ama; y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes. Esta confianza establece como una corriente eléctrica entre jóvenes y superiores. Los corazones se abren, dan a conocer sus necesidades y manifiestan sus defectos. Este amor hace que los superiores puedan soportar las fatigas, los disgustos, las ingratitudes, las faltas de disciplina, las ligerezas, las negligencias de los jóvenes. Jesucristo no quebró la caña ya rota, ni apagó la mecha humeante. He aquí vuestro modelo. Entonces no habrá quien trabaje por vanagloria, ni quien
castigue por vengar su amor propio ofendido; ni quien se retire del campo de la asistencia por celo a una temida preponderancia de otros; ni quien murmure de los otros para ser amado y estimado de los jóvenes con exclusión de todos los demás superiores, cuando, en realidad, no cosecha más que desprecio e hipócritas zalamerías; ni quien se deje robar el corazón por una criatura y para agasajar a ésta, descuide a todos los demás jovencitos; ni quienes, por amor a la propia comodidad, menosprecien el deber de la asistencia; ni quienes, por falso respeto humano, se abstengan de amonestar a quien necesite ser amonestado. Si existe este amor efectivo, no se buscará otra cosa que la gloria de Dios y el bien de las almas. Cuando languidece este amor es cuando las cosas no marchan bien. ¿Por qué se quiere sustituir la caridad por la frialdad de un reglamento? ¿Por qué los superiores dejan a un lado la observancia de aquellas reglas de educación que Don Bosco les dictó? Porque al sistema de prevenir, de vigilar y corregir amorosamente los desórdenes, se le quiere reemplazar por aquel otro más fácil y más cómodo para el que manda, de promulgar la ley y hacerla cumplir, mediante los castigos que encienden odios y acarrean disgustos; si se descuida el hacerlas observar, son causa de desprecio para los superiores y de desórdenes gravísimos. Y esto sucede necesariamente si falta la familiaridad. Si, por tanto, se desea que en el Oratorio reine la antigua felicidad, hay que poner en vigor el antiguo sistema: El superior sea todo para todos, siempre dispuesto a escuchar toda duda o lamentación de los jóvenes, todo ojos para vigilar paternalmente su conducta, todo corazón para buscar el bien espiritual de sus subalternos y el bienestar temporal de aquellos a quienes la Providencia ha confiado a sus cuidados.
Entonces, los corazones no permanecerán cerrados y no se ocultarán ciertas cosas que causan la muerte de las almas. Sólo en el caso de inmoralidad, sean los superiores inflexibles. Es mejor correr el peligro de alejar de casa a un inocente que hacer que permanezca en ella un escandaloso. Los asistentes consideren, como un gravísimo deber de conciencia, el referir a los superiores todas aquellas cosas que crean puedan constituir ofensa de Dios.
Entonces yo le pregunté:
Don Bosco - ¿Y cuál es el medio principal para que triunfe semejante familiaridad y ese amor y esa confianza?
José Buzzetti - La observancia exacta del Reglamento de la Casa.
Don Bosco - ¿Y nada más?
José Buzzetti - El mejor plato en una comida es la buena cara.
Mientras mi antiguo alumno terminaba de hablar con estas palabras, yo continué contemplando con verdadero disgusto el recreo y, poco a poco, me sentí oprimido por un gran cansancio que iba en aumento. Esta opresión llegó a tal punto, que no pudiendo resistirla más, me estremecí, despertándome enseguida.
Me encontré de pie junto a mi lecho. Mis piernas estaban tan hinchadas
y me dolían tanto, que no podía estar de pie. Era ya muy tarde; por lo que me fui a la cama, decidido a escribir estos renglones a mis queridos hijos.
Yo deseo no tener estos sueños, porque me producen un cansancio enorme.
Al día siguiente, sentía aún el dolor en todos mis huesos y no veía la hora de poder descansar. Pero he aquí que, llegada la noche, apenas estuve en el lecho, comencé a soñar nuevamente.
Tenía ante mi vista el patio ocupado por los jóvenes que están actualmente en el Oratorio y junto a mí, el mismo antiguo alumno.
Yo entonces comencé a preguntarle:
Don Bosco - Lo que me has dicho se lo haré saber a mis salesianos, pero ¿qué debo decir a los jóvenes del Oratorio?
José Buzzetti Que reconozcan los trabajo que se imponen los superiores, los maestros y los asistentes por amor a ellos, pues si no fuese por labrar su bien, no se impondrían tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás, pues la perfección no se encuentra en este mundo, sino solamente en el Paraíso; que dejen de murmurar, pues murmuración enfría los corazones; y sobre todo, que procuren vivir en gracia de Dios. Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás.
Don Bosco - ¿Me has dicho, pues, que hay entre mis jóvenes quienes no están en paz con Dios?
José Buzzetti - Esta es, entre otras cosas, la primera causa del malestar reinante, a la que se debe poner remedio y que no es necesario que yo se la mencione. En efecto, sólo desconfía quien tiene secretos que ocultar, quien teme que estos secretos sean descubiertos, pues sabe que, de ponerse de manifiesto, derivarían de ellos una gran vergüenza y no pocas desgracias. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios, vive angustiado, inquieto, rebelde a toda obediencia, se irrita por nada, cree que todo marcha mal, y como él no ama, juzga que los superiores tampoco aman.
Don Bosco - Pues, con todo, ¿no ves, querido mío, la frecuencia de confesiones y comuniones existentes en el Oratorio?
José Buzzetti - Es cierto que la frecuencia de confesiones es grande, pero lo que falta en absoluto en muchísimos jóvenes que se confiesan, es la estabilidad o firmeza en los propósitos. Se confiesan, pero siempre de las mismas faltas, de las mismas ocasiones próximas, de las mismas malas costumbres, de las mismas desobediencias, de las mismas negligencias en el cumplimiento de los deberes. Así siguen adelante durante meses y años, y algunos llegan hasta el final de los estudios. Tales confesiones valen poco o nada; por lo tanto, no proporcionan la paz, y si un jovencito fuese llamado en tal estado ante el tribunal de Dios, se vería en un aprieto.
Don Bosco - ¿Y de éstos hay muchos en el Oratorio?
José Buzzetti - En relación con el gran número de jóvenes que hay en la casa, afortunadamente son pocos. Mire.
Y al decir esto me los señalaba.
Yo los observé uno por uno. Pero, en esos pocos, vi cosas que amargaron grandemente mi corazón. No quiero expresarlas por escrito, pero cuando esté de
regreso se las comunicaré a cada uno de los interesados. Ahora os diré solamente que es tiempo de rezar y de tomar firmes resoluciones; de cumplir no de palabra, sino de hecho y demostrar que los Comollo, los Domingo Savio, los Bessucco y los Saccardi, viven aún entre nosotros.
Por último pregunté a aquel amigo:
Don Bosco - ¿Tienes algo más que decirme?
José Buzzetti - Predica a todos, mayores y pequeños, que recuerden siempre que son hijos de María Santísima Auxiliadora. Que ella los ha reunido aquí para librarlos de los peligros del mundo, para que se amen como hermanos y para que den gloria a Dios y a Ella con su buena conducta; que es la Virgen quien los provee de pan y de cuanto necesitan para estudiar, obrando infinitos portentos y concediendo innumerables gracias. Que recuerden que están en vísperas de la fiesta de su Santísima Madre y que con su auxilio debe caer la barrera de la desconfianza que el demonio ha sabido levantar entre los jóvenes y superiores, y de la cual sabe servirse para ruina de las almas.
Don Bosco - ¿Y conseguiremos derribar esa barrera?
José Buzzetti - Sí, ciertamente, con tal de que mayores y pequeños estén dispuestos a sufrir alguna mortificación por amor a María y pongan en práctica cuanto he dicho.
Entretanto, yo continuaba observando a los jovencitos, y, ante el espectáculo de los que veía encaminarse a su perdición eterna, sentí tal angustia en el corazón que me desperté.
Querría contáros otras muchas cosas importantísimas, que vi en este sueño, pero el tiempo y las circunstancias no me lo permiten.
Concluyó: ¿Sabeís qué es lo que desea de vosotros este pobre anciano, que ha consumido toda su vida buscando el bien de sus queridos jóvenes?.
Nada más que, salvadas las debidas proporciones, florezcan los días felices del antiguo Oratorio. Las jornadas del afecto y de la confianza cristiana entre los jóvenes y los Superiores; los días del espíritu de condescendencia y de mutua tolerancia por amor a Jesucristo; los días de los corazones abiertos a la sencillez y al candor; los días de la caridad y de la verdadera alegría para todos. Necesito que me consoléis haciendo renacer en mí la esperanza y prometiéndome que hareís todo lo que deseo para el bien de vuestras almas. Vosotros no sabeís apreciar la suerte que habeís tenido al estar en el Oratorio. Os aseguro, delante de Dios, que basta que un joven entre en una Casa Salesiana, para que la Santísima Virgen lo tome bajo su celestial protección. Pongámonos, pues, todos de acuerdo. La caridad de los que mandan, la caridad de los que deben obedecer, haga reinar entre nosotros el espíritu de San Francisco de Sales. ¡Oh, mis queridos hijos! Se acerca el tiempo en que tendré que separarme de vosotros y partir para la eternidad.
(Nota del Secretario: Al llegar aquí, Don Bosco dejó de dictar, sus ojos estaban llenos de lágrimas, no a causa del disgusto, sino por la inefable ternura que se reflejaba en su rostro y en sus palabras; unos instantes después continuó). Por tanto, mi mayor deseo, queridos sacerdotes, clérigos y jóvenes, es dejaros encaminados por la senda que el Señor desea que sigáis.
Con este fin, el Padre Santo, al cual he visto el viernes 8 de mayo, os envía de todo corazón su bendición. El día de María Auxiliadora me encontraré en vuestra compañía ante la imagen de nuestra amantísima Madre. Deseo que su fiesta se celebre con toda solemnidad y don Lazzero y don Marchisio se preocuparán de que la alegría reine también en el comedor. La festividad de María Auxiliadora debe ser el preludio de la fiesta eterna que hemos de celebrar todos juntos un día en el paraíso.
Vuestro afectísimo en Jesucristo,
Sacerdote Juan Bosco
Roma, 10 de mayo de 1884.