Texto de Pensamiento Social de La Iglesia (1)

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  • Compilacin: Lic. Patricio Lpez Navarrete, Msc.

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    INDICE

    Objetivos y sitios en Internet........ 4 Introduccin general... 5 Siglas de textos 7

    CAPITULO 1

    APROXIMACIN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA.. 8

    1.1. Naturaleza del PSI..... 8 1.2. Principios fundamentales del PSI 10 1.3. Breve historia . 17 1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina... 24

    Autoevaluacin 30

    CAPITULO 2

    LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL . 33

    2.1. La familia cuna de la cultura 34 2.2. La migracin. 39 2.3. La educacin en la globalizacin. 45 2.4. Los Medios de Comunicacin. 50 Autoevaluacin 57

    CAPITULO 3

    EL COMPROMISO SOCIO-POLTICO . 59

    3.1. La Democracia y los sistemas polticos.

    3.2. Sindicatos. 66 3.3. Los Derechos Humanos. .. 70 3.4. Ecologa y la paz. . 77 Autoevaluacin. 88

    CAPITULO 4

    EL COMPROMISO SOCIO-ECONMICO DEL CRISTIANO . 90

    4.1. Modelos Econmicos: El Neoliberalismo, el socialismo marxista. 91 4.2. El trabajo humano... 100 4.3. Criterios y orientaciones para el compromiso social del laico 109

    CONCLUSIN: HACIA UNA CIVILIZACIN DEL AMOR.. 114 Autoevaluacin.. 117

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 118

  • 4

    OBJETIVOS GENERALES

    Impulsar un modelo de educacin salesiana centrada en el desarrollo de potencialidades de

    las personas, basado en los valores ticos y cristianos, que se expresa en el ejercicio

    permanente de la solidaridad, el respeto, la democracia y la participacin, segn el carisma

    salesiano.

    ACADMICOS:

    El estudiante al finalizar el mdulo podr conocer los fundamentos en que se desarrolla el

    pensamiento social cristiano para poder establecer un visin ms amplia sobre la forma de

    afrontar los problemas sociales desde la fe.

    LABORALES:

    El estudiante al finalizar el presente mdulo podr realizar un juicio fundamentado desde la

    fe cristiana sobre los problemas sociales a los que como profesionales deber dar respuesta en

    su contexto laboral.

    INVESTIGATIVOS:

    El estudiante al finalizar el presente mdulo estar en la capacidad de acercarse a las posturas

    de pensamiento social con herramientas gnoseolgica y teolgicas para iniciar procesos

    personales de bsqueda y respuestas a problemticas emergentes en su contexto social

    ACTITUDINALES:

    El estudiante al finalizar el mdulo de Pensamiento Social de la Iglesia afrontar las

    problemticas sociales que le toque asumir con disposicin abierta, pues posee los elementos

    bsicos que el pensamiento social cristiano propone como elementos bsicos para construir

    las sociedades desde la persona y para la persona en todas sus dimensiones

    SITIOS "INTERNET"

    ORGANIZACIONES EN ROMA

    Santa Sede: www.vatican.va Pontificio Consejo de Justicia y

    Paz www.vatican.va

    Caritas Internationalis: www.caritas.net

    CONF. EPISCOPAL ECUATORIANA

    www.conferenciaepiscopal.ec

    COMISIN JUSTICIA Y PAZ

    www.nodo50.or/juspax

    DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

    www.multimedios.org www.cercate.it www.zenit.org www.servidoras.org.ar. www.sjsocial.or

    AGENCIAS

    Misereor (Agencia para Latinoamrica de

    los Obispos Catlicos de Alemania)

    www.misereor.de/

    Cruz Roja (informacin sobre las

    implicaciones humanitarias)

    www.icrc.org

    Amnista Internacional: www.amnesty.org

  • 5

    INTRODUCCIN GENERAL

    Iniciar este nuevo mdulo en este camino de formacin humana, cristiana y salesiana es

    recordar el camino recorrido desde la antropologa, las enseanzas de Don Bosco y la

    tica de la persona. En este mdulo nos proponemos reflexionar el tema social a la luz

    de las enseanzas de la Iglesia; ensea que nos implica a todos, pues el objeto de

    estudio no son temas eminentemente religiosos, sino las situaciones del que hacer

    humano; por eso, el componente social es tambin parte integrante de la concepcin

    cristiana de la vida.1 Esta propuesta social no se queda en una simple teora sino pasa a

    ser la vida en Cristo, esto es una prctica, un estilo de vida y de construccin social. Por

    eso el compromiso social del cristiano no implica solo tener conocimiento del conjunto

    de principios, sino es tomar la decisin de identificarse con el proyecto de Jess y de su

    Iglesia.

    Adems, el hombre por naturaleza es un ser social, llamado a implicarse en la

    construccin de la comunidad humana, no puede quedarse indiferente ante lo que

    sucede a su alrededor, en esto la enseanza de Jess nos sirve de modelo, el nunca

    permaneci indiferente ante el sufrimiento humano, nos dice la liturgia. El

    mandamiento ms importante que proclama se resume en el amor al prjimo o sea entre

    los hombres. Y este amor que busca alcanzar la perfeccin, que no se lo puede asumir

    sin la relacin con el alter. El hombre est invitado por Dios a transformar el mundo,

    por el hecho de estar invitado a la perfeccin: el hombre, en efecto, dotado de naturaleza social segn la doctrina cristiana, es colocado en la tierra para que, viviendo

    en sociedad y bajo una autoridad ordenada por Dios, cultive y desarrolle plenamente

    todas sus facultades para alabanza y gloria del Creador y, desempeando fielmente los

    deberes de su profesin o de cualquier vocacin que sea la suya, logre para s

    juntamente la felicidad temporal y la eterna (QA: MSI 98).

    Por todo esto diremos que el verdadero significado de la tica social es el dirigir el

    actuar humano hacia el bien. Se puede llamar tica social o enseanza social, la ciencia

    que proporciona directrices para la accin, a travs de las cuales puede crecer el bien de

    las personas, en s misma y en dimensin social. La practica social cristiana debe tener

    cuidado de no separar la fe de la vida, la teora de la prctica. Una verdad que es vivida

    debe ser anunciada y viceversa.

    Un compromiso social eficaz comprende: tomar en serio la propia vocacin a la

    humanizacin, con el consiguiente empeo de espiritualidad, formacin integral y

    actuacin personal y asociada en el apostolado; la espiritualidad debe estar centrada en

    la liturgia, en la oracin y en la abnegacin, que informe toda la actividad humana.

    Asumir el seguimiento de Cristo, significa crecer personalmente en la virtud de la

    caridad, como un don de Dios. Para resolver los problemas humanos se debe fomentar

    la caridad el amor , y adems es necesaria para fomentar la dignidad de la persona. Por eso la caridad debe estar presente en toda relacin humana porque viene del amor

    de Dios; la misma que se convertir en el elemento unitivo en la sociedad. Lo contrario

    a la caridad es el egosmo, el que es contrario a una plena vida social. Debemos hacer de

    la caridad norma constante y suprema de toda actuacin, ya que la caridad es el vnculo

    de la perfeccin, fuente y culmen de toda la existencia cristiana (CEC 826. 1827)

    1 Cfr. J. L. GUTIRREZ GARCA, La concepcin cristiana del orden social, Obisa, Madrid 1978, p.230;

    cfr. H. DE LUBAC, Catolicismo. Aspectos sociales del dogma, Encuentro, Madrid 1988.

  • 6

    La enseanza social de la Iglesia convida a todos sus miembros a preocuparse por la

    vida social de las personas; todos estamos llamados por Dios a contribuir desde dentro,

    a modo de fermento, en el desarrollo del mundo. A continuacin sealaremos algunos

    mbitos que nos ayudarn a servir mejor a la persona y a la sociedad:

    - Promover la dignidad de todas las personas: es el bien ms precioso que el hombre posee, deriva la esencial igualdad de todas las personas y todos los dems principios

    del orden social.

    - Promover el inviolable derecho de la vida. - Evangelizar la cultura. - Defender el derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa. - Recordar que el matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el

    compromiso social de los fieles laicos.

    - Estimular la caridad y la solidaridad: la caridad con el prjimo, especialmente por los ms necesitados.

    - No abdicar de la participacin en la poltica; los criterios basilares de esta participacin son la consecucin del bien comn, la promocin de la justicia, el

    espritu de servicio, la autonoma de las realidades terrenas, la solidaridad, la voluntad

    de dilogo y de paz.

    - Poner al hombre en el centro de la vida econmica-social.

    Para llevar a la prctica esta enseanza requiere formar la conciencia. Para este estudio

    se debe evitar ante todo, los errores del individualismo (la conciencia moral es un puro

    subjetivismo que afecta exclusivamente a la persona singular) y del colectivismo

    (reduce el saber universal a cultura colectiva, la conciencia debera ser una conciencia

    de grupo).

    Las dificultades propias de una sociedad secularizada y permisiva, que debilita los

    recursos morales de las personas. Esto obliga a profundizar en la formacin de la

    persona y especialmente de la conciencia. En las actuales condiciones sociales, con un

    pluralismo muy prximo al relativismo y a la indiferencia tica, con la abundancia de

    informacin de todo tipo que el hombre recibe, con los conflictos que existen, mantener

    la lucidez de la conciencia requiere, junto con la fortaleza y una verdadera

    personalidad, la continua atencin a la catequesis y a la disciplina de la conciencia.2

    El camino del hombre necesita una luz que oriente, en modo firme y seguro, para vencer

    los obstculos que encuentra la tica social y la dificultad para formar la conciencia.

    Tal es la luz de Cristo, enseada autnticamente por la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1 Tm 3, 15). Esta enseanza de la Iglesia en el campo social es lo que se llama Doctrina social de la Iglesia.

    2 Cfr. CONC. VATICANO II, Decl. Dignitatis Humanae, n.14.

  • 7

    SIGLAS DE TEXTOS

    Siglas de los documentos del magisterio de la Iglesia que utilizaremos en este texto. Las

    siglas estn tomadas del original en latn.

    CA. Centesimus Annus.

    CL. Christifideles Laici.

    DH. Dignitatis Humanae.

    DIM. Dives in Misericordia.

    DR. Divini Redemptoris.

    DSI. Doctrina Social de la Iglesia.

    DV. Dei Verbum.

    EN. Evangelii Nuntiandi.

    GS. Gaudium et Spes.

    HV. Humanae Vitae.

    IM. Inter Mirfica.

    LC. Libertas Conscientiae.

    LE. Laborem Exercens.

    LG. Lumen Gentium.

    LN. Libertatis Nuntius.

    MM. Mater et Magistra.

    NAE. Nostra Aetatae

    OA. Octogesima Adveniens.

    Orientaciones. Orientaciones para el estudio y la enseanza de la Doctrina

    Social de la Iglesia en la formacin de sacerdotes.

    PP. Populorum Progressio.

    PT. Pacem in Terris.

    P.S.I. Pensamiento social de la Iglesia

    QA. Quadragsimo Anno.

    RH. Redemptor Hominis.

    RN. Rerum Novarum.

    RM. Redemptoris Missio.

    SCh. Sapientia Christiana.

    SRS. Sollicitudo Rei Socialis.

    SS.EE. Sagrada Escritura.

    SS.PP. Santos Padres.

    TdL. Teologa de la Liberacin.

    Vat. II. Concilio Vaticano II.

  • 8

    CAPITULO 1

    APROXIMACIN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

    Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante tendr una visin global del sentido de la

    Doctrina Social de la Iglesia y de su desarrollo en Amrica Latina.

    Introduccin

    Un primer acercamiento al Pensamiento Social de la Iglesia (PSI) nos invita a

    considerar de forma panormica la trayectoria de crecimiento y desarrollo del encuentro

    permanente de la Iglesia con las realidades sociales a lo largo de la historia y de forma

    ms explcita en estos ltimos tiempos. Partimos justamente con el concepto de PSI

    para precisar de qu estamos hablando, tomando en cuenta que la Iglesia pone al centro

    a la persona y hace una opcin preferencial por los pobres. En este asomarnos al PSI

    consideraremos algunos principios fundamentales para entender la dinmica interna del

    estudio social y sus dimensiones de aproximacin. La historia es la testigo de los

    acontecimientos de los avances dialcticos que se dan en las relaciones humanas a nivel

    social. Concluiremos el captulo presentando la tarea de la Iglesia de presentar las tomas

    de conciencia del camino social en criterios y orientaciones, pues, al ser la Iglesia una

    organizacin humana, necesita caminar todos juntos hacia objetivos comunes.

    Sumario

    1.1. Naturaleza del PSI.

    1.2. Principios fundamentales del PSI

    1.3. Breve historia

    1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina.

    DESARROLLO

    1.1. Naturaleza del PSI.

    La Iglesia catlica fue fundada como tal por Jesucristo para que, en el transcurso de los

    siglos, los hombres encontraran salvacin, en la bsqueda de una vida ms excelente;

    nada, pues, tiene de extrao que la Iglesia catlica, siguiendo el ejemplo y cumpliendo

    el mandato de Cristo, haya mantenido constantemente en alto la antorcha de la caridad

    durante dos milenios. La enseanza social de la Iglesia se origina del encuentro del

    mensaje evanglico y de sus exigencias ticas con los problemas que surgen en la vida

    de la sociedad. Las cuestiones que de este modo se ponen en evidencia llegan a ser

    materia para la reflexin moral que madura en la Iglesia a travs de la bsqueda

    cientfica e incluso a travs de las experiencias de la comunidad cristiana, que debe

    confrontarse todos los das con diversas situaciones de miseria y, sobre todo, con los

    problemas determinados por la aparicin y desarrollo del fenmeno de la

    industrializacin y de los sistemas socio-econmicos relativos.

    Nos dice la Gaudium et Spes que la Iglesia nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espritu Santo, tiene una finalidad

    escatolgica y de salvacin, que slo en el mundo futuro podr alcanzar plenamente.

    Est presente ya aqu en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la

  • 9

    ciudad terrena que tienen la vocacin de formar en la propia historia del gnero humano

    la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del

    Seor. Unida ciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta

    familia ha sido "constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" (cf.

    Efe 1, 3; 5, 6, 13-14, 23). De esta forma, la Iglesia avanza, juntamente con toda la

    humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razn de ser es actuar como

    fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en

    familia de Dios. (Gaudium et Spes, n. 40)

    Por tanto, la Doctrina Social aplica la luz de los principios evanglicos a la realidad en

    cambio de las comunidades humanas, interpreta con el auxilio del Espritu de Dios los

    signos de los tiempos e indica profticamente las mximas necesidades de los hombres

    hacia donde camina el mundo3. El Magisterio de la Iglesia ha convertido, por tanto, la

    Doctrina Social en un mtodo de evangelizacin.

    1.1.1. Definicin

    Al abordar los trminos hay quienes pretenden distinguir entre doctrina, enseanza y

    pensamiento. Pero en estos momentos los tres nombres se utilizan como equivalentes, el

    trmino ms utilizado para tratar de esta dimensin social de la Iglesia es Doctrina, que no ha gozado de buena prensa, al menos durante los ltimos veinte aos.

    Dos son las definiciones que se han dado sobre la Doctrina Social de la Iglesia: La ms

    clsica afirma que es el conjunto de enseanzas de la Iglesia sobre los problemas de

    orden social o el conjunto de conceptos que el Magisterio escoge de la ley natural y de

    la revelacin y que adapta a los problemas sociales de su tiempo con la finalidad de

    ayudar a los pueblos y a los gobiernos a organizar una sociedad humana y ms

    conforme con los designios de Dios sobre el mundo4.

    Acogiendo las propuestas podemos concluir que la Doctrina Social de la Iglesia es "el

    conjunto sistemtico de principios de reflexin, criterios de juicio y directrices de accin,

    que el Magisterio de la Iglesia Catlica establece, fundndose en el Evangelio y en la recta

    razn, a partir del anlisis de los problemas de cada poca, a fin de ayudar a las personas,

    comunidades y gobernantes a construir una sociedad ms conforme a la manifestacin del

    Reino de Dios, y, por tanto, ms autnticamente humana"5

    1.1.2. Fuentes

    Las fuentes de la Doctrina Social se encuentran en el derecho natural y en la revelacin.

    As lo recuerda los papas Po XII y Juan XXIII. Tambin los Santos Padres y los

    concilios. El derecho natural es el lugar de encuentro de todos los hombres. Todo

    hombre es persona, y de esa naturaleza personal nacen los derechos y deberes que son a

    su vez universales, inviolables e inalienables. El derecho natural podra entenderse

    3 GALINDO, A. Moral socioeconmica. B.A.C. Madrid 1996. Pg. 116

    4 GALINDO, A. Moral socioeconmica op. cit. Pg. 116

    5 BONNIN, Eduardo. Naturaleza de la Doctrina Social de la Iglesia. "Anlisis del aspecto terico,

    histrico y prctico". Ed. Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC). Mxico, 1990,

    pg. 15. En la pg. 20 dice que es "una sntesis orgnica estructurada en torno a una determinada

    concepcin de la persona"

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  • 10

    como el conjunto de instancias fundamentales de las personas que crean una

    plataforma de encuentro entre todos los hombres6

    La revelacin es la segunda fuente que impulsa y orienta la Doctrina Social hacia la

    comunin y la disponibilidad. Las disposiciones bblicas de alteridad, fraternidad,

    comunidad, sociabilidad, generosidad, as como las exigencias de justicia, de

    misericordia, de gratuidad y de sinceridad orientan un nuevo humanismo en el que el

    hombre se comprende a s mismo y a sus dems hermanos. Con estas dos fuentes revelacin y derecho natural la Doctrina Social evita, por una parte, convertirse en pura tica y, por otra, reducirse a ideologa y praxis relativa. El Catecismo de la Iglesia

    Catlica lo fundamenta de la siguiente manera: La Iglesia expresa un juicio moral, en materia econmica y social, cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvacin de las almas (GS 76). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misin distinta de la que ejercen las autoridades polticas: ella se ocupa de los aspectos

    temporales del bien comn a causa de su ordenacin al supremo Bien, nuestro ltimo

    fin. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las

    relaciones socioeconmicas (canon 2420).

    1.1.3. Sujetos7

    El primer sujeto activo de la Doctrina Social de la Iglesia es el Espritu Santo. Su accin

    se concreta en el momento del discernimiento de la fe, pues la Doctrina Social es una

    experiencia de fe que luego se proyecta en la accin social. En segundo lugar acta la

    jerarqua de la Iglesia en su papel de indagar las realidades de la vida y de pastorear al

    pueblo de Dios. En tercer lugar, el dilogo con los dems cristianos y con los hombres

    de buena voluntad se convierte en sujeto agente. En resumen, sujeto activo de la

    Doctrina Social es toda la Iglesia, iluminada por Dios. El papa con la autoridad

    universal que le viene de Cristo interviene en la fijacin de la Doctrina Social con sus

    proclamaciones en las encclicas sociales y en otros documentos de diverso rango.

    Todos los cristianos, guiados por sus pastores, estn implicados en la tarea de discernir

    y proclamar la enseanza social, pero son los papas los responsables directos de la

    Doctrina Social.

    1.1.4. Destinatarios8

    Los documentos oficiales por los que se exhibe de manera oficial la Doctrina Social van

    dirigidos a los Pastores de la Iglesia y a todos los fieles del orbe catlico. Sin embargo,

    desde la Pacem in terris es habitual dirigir estos documentos a todos los hombres de buena voluntad, porque se tiene el convencimiento de que el compendio de Doctrina Social es eminentemente razonable y pertenece al mundo de la verdad humana. As

    pues, la Doctrina Social de la Iglesia se ha hecho tambin ecumnica. La dimensin

    antropolgica que Juan Pablo II ha impregnado en la Doctrina Social se ha centrado en

    la bsqueda de la dignidad de la persona humana, imagen de Dios. Por esto, la

    Solicitudo rei socialis dir en su comienzo que la preocupacin social de la iglesia se

    orienta al desarrollo autntico del hombre y de la sociedad, que se respete y promueva

    en toda su dimensin la persona humana.

    6 GALINDO, A. Moral socioeconmica op. cit. Pg. 117

    7 GALINDO, A. Moral socioeconmica op. cit. Pg. 118

    8 GALINDO, A. Moral socioeconmica op. cit. Pg. 119-120

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    1.2.Principios fundamentales del PSI

    Los principios se refieren a las proposiciones o criterios doctrinales que orientan toda la

    moral social desde una visin cristiana del hombre y de la sociedad. Tienen carcter

    terico, prctico y validez universal. Son tericos porque recogen conceptos que desde

    un anlisis filosfico y teolgico tratan de explicar la realidad del hombre y de la

    sociedad. Son prcticos porque impulsan a la construccin de un orden social ms

    acorde con la visin humanizadora de la sociedad. Y tienen validez universal en la

    medida que expresan pilares del orden moral natural o verdades de fe, aunque su

    formulacin pueda variar segn las circunstancias9. Los principios de la doctrina social,

    en su conjunto, constituyen la primera articulacin de la verdad de la sociedad, que

    interpela toda conciencia y la invita a interactuar libremente con las dems, en plena

    correspondencia con todos. En efecto, el hombre no puede evadir la cuestin de la

    verdad y del sentido de la vida social, ya que la sociedad no es una realidad extraa a su

    misma existencia.

    Como una primera enumeracin se pueden indicar los siguientes principios: la dignidad de

    la persona humana, el principio del respeto a la vida humana, el principio de asociacin,

    el principio de participacin, el principio de la proteccin preferencial de los pobres y

    de las personas vulnerables, el Principio de Administracin, el principio de la igualdad

    humana, la solidaridad, la subsidiariedad, el bien comn o el destino universal de los

    bienes como raz moral de la economa (Orientaciones..., 36). Veamos de modo general

    algunos principios y tres de modo ms ampliado: El principio de solidaridad, el de

    subsidiaridad y el de bien comn.

    a) El principio de la dignidad de la persona humana

    Este principio lo hemos tratado largamente en tica de la persona. Todo ser humano por

    haber sido creado a imagen de Dios y rescatado por Jesucristo, no tiene precio y es

    digno de respeto, como miembro de la familia humana. Es el principio bsico de la

    doctrina social catlica. Las personas individuales tienen una dignidad; sin embargo, el

    individualismo no tiene lugar en el pensamiento social catlico. El principio de la

    dignidad humana da a cada persona un derecho de pertenencia a una comunidad, a la

    familia humana.

    Cada persona, cualesquiera que sean su raza, su sexo, edad, su nacionalidad de origen,

    su religin, su estatus con relacin al empleo, su nivel econmico, su salud, su

    inteligencia, sus logros o cualquier otra caracterstica que sea causa de diferencias, es

    digna de respeto. No es lo que ustedes hacen o tienen lo que les da derecho a ser

    respetados, sino el simple hecho de ser un ser humano es el que establece su dignidad.

    Debido a esta dignidad, la persona humana, en la ptica catlica, no es nunca un medio,

    sino siempre un fin.

    El hombre debe desarrollar esta dignidad sustancial durante su existencia individual y

    social a travs de su inteligencia, de la conciencia moral, de la sabidura que profundiza

    en la verdad de las cosas, de la libertad y de la responsabilidad.

    9 CUADRN, A. y OTROS. Manual abreviado de Doctrina Social de la Iglesia. B.A.C. Madrid, 1996.

    Pg. 35.

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  • 12

    La dignidad de la persona humana se expresa en los derechos fundamentales del hombre

    y en su reconocimiento social. Propiamente el hombre es el nico titular de los llamados

    derechos fundamentales. Los principales derechos humanos son: el derecho a la vida, el

    derecho de libertad religiosa, el de participacin en la vida social (libertad de dar y

    recibir educacin, libertad de expresin, de asociacin, etc.) y en la vida econmica

    (derecho a la iniciativa econmica, al sustento necesario, a la superacin de la pobreza

    individual y colectiva, etc.)10

    .

    b) El principio del respeto a la vida humana

    Toda persona, desde el momento de su concepcin hasta su muerte natural, tiene una

    dignidad inherente y un derecho a la vida en conformidad con esta dignidad.

    La vida humana, en cada etapa de su desarrollo y de su declinar, es valiosa y, por tanto,

    digna de proteccin y de respeto. Siempre es culpable atacar directamente una vida

    humana inocente. La tradicin catlica ve el carcter sagrado de la vida humana como

    algo que forma parte de toda la visin moral de una sociedad justa y buena.

    c) El principio de asociacin

    Nuestra tradicin proclama que la persona no solamente es sagrada sino social. La

    manera como organizamos la sociedad a nivel econmico y poltico, legal y jurdico-

    afecta directamente a la dignidad humana y a la capacidad de los individuos para crecer

    en comunidad.

    La familia es el punto central de la sociedad; se debe proteger siempre la estabilidad

    familiar y jams ha de ser devaluada. Al asociarse con otros en familia y en otras instituciones sociales que favorezcan el crecimiento, protejan la dignidad y promuevan

    el bien comn las personas humanas alcanzan su plenitud.

    d) El principio de participacin

    Creemos que las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad,

    buscando juntas el bien comn y el bienestar de todos, especialmente de los pobres y de

    las personas vulnerables.

    Sin participacin, no pueden obtenerse los bienes que cualquier institucin social pone a

    la disposicin de la persona. La persona humana tiene derecho a no ser privada de

    participar en esas instituciones que son necesarias para el desarrollo humano.

    Este principio se aplica, de manera especial, a las condiciones relativas al trabajo. EI

    trabajo es ms que una manera de ganarse la vida; es una forma de participacin

    continua en la creacin de Dios. Si debe protegerse la dignidad del trabajo, deben

    respetarse tambin los derechos fundamentales que son el privilegio de los trabajadores

    el derecho a un trabajo productivo, a un salario conveniente y justo, el derecho a organizar sindicatos y a adherirse a ellos, el derecho a la propiedad privada y a la

    iniciativa econmica.

    e) El principio de la proteccin preferencial de los pobres y de las personas vulnerables

    10

    CUADRN, A. y OTROS. Manual abreviado de op. cit. Pgs. 36-44.

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  • 13

    Creemos que encontramos a Cristo cuando lo encontramos en las personas necesitadas.

    La parbola del Juicio final juega un papel importante en la tradicin de la Fe catlica.

    Desde sus orgenes, la Iglesia ha enseado que seremos juzgados por lo que hayamos

    escogido hacer o no hacer ante los hambrientos, los sedientos, los enfermos, las

    personas sin techo, los presos... Hoy la Iglesia expresa esta enseanza mediante los

    trminos: opcin preferencial por los pobres.

    Por qu un amor preferencial por los pobres? Por qu poner en primer lugar las

    necesidades de los pobres? Porque el bien comn, el bien de la sociedad en su conjunto,

    lo exige. Lo contrario de rico y poderoso es pobre y sin poder. Si el bien de todos, el

    bien comn debe prevalecer, debe orientarse una opcin preferencial haca los que

    sufren por ausencia de poder y por los efectos de la privacin. De otro modo, el

    equilibrio necesario para mantener el tejido de la sociedad se romper en detrimento de

    todos.

    f) El Principio de Administracin.

    La tradicin catlica insiste en que demostremos nuestro respeto por el Creador mediante la administracin de la creacin. El administrador es un gerente, no un propietario. En una poca de creciente

    conciencia respecto a nuestro entorno fsico, nuestra tradicin nos est llamando a un

    sentido moral de responsabilidad en relacin con la proteccin del medio ambiente campos de cultivo, praderas, bosques, aire, agua, minerales y otras reservas naturales.

    Las responsabilidades de administracin se refieren tambin al uso personal de nuestros

    talentos, al cuidado de nuestra salud personal y al uso de nuestras pertenencias.

    g) El principio de la igualdad humana

    La igualdad de todas las personas viene de su dignidad esencial... Si las diferencias de

    talentos forman parte del plan de Dios, la discriminacin social y cultural frente a los

    derechos fundamentales no es compatible con el designio de Dios.

    Tratar a los iguales con igualdad es una manera de definir la justicia, que de manera

    clsica se ha comprendido, como el hecho de dar a cada uno lo que le corresponde.

    Subyacente a esta nocin de igualdad est el simple principio de justicia una de las ms

    precoces sensaciones ticas que siente el ser humano en crecimiento es el sentido de lo

    que es justo y de lo que no lo es. Ahora vemos con un poco ms amplio los principios

    de solidaridad, subsidiaridad y bien comn.

    h) Principio de solidaridad

    La solidaridad nos ayuda a ver al "otro"-persona, pueblo o nacin-no como un

    instrumento cualquiera para explotar a poco coste su capacidad de trabajo y resistencia

    fsica, abandonndolo cuando ya no sirve, sino como un "semejante" nuestro, una

    "ayuda" (cf. Gn 2, 18-20), para hacerlo partcipe como nosotros, del banquete de la vida

    al que todos los hombres son igualmente invitados por Dios. (Sollicitudo Rei Socialis,

    n. 39)

    - Aproximacin

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  • 14

    Para comprender de mejor manera lo que se quiere decir con solidaridad, nos detenemos

    un poco en este principio y comenzamos con algunas aproximaciones no muy precisas

    de su real concepcin.

    La solidaridad como un acto filantrpico, es una actitud noble, pero por el hecho de que

    se debiten de las tarjetas de crditos una suma de dinero, puede en algunos casos

    resultar ms una actitud puntual, y no ser un valor internalizado. La solidaridad implica

    mucho ms que actos aislados, involucra a toda la persona, es don y tarea, implica una

    disposicin, una bsqueda, dilogo, hbitos, estilo de vida. Importan dos maneras de concebir el mundo una, salvarse solo, arrojar ciegamente a los dems de la balsa y, la

    otra, un destino de salvarse con todos, buscando salvar la vida hasta el ltimo

    nufrago

    El mundo actual con la globalizacin nos presenta esta opcin: o sucumbimos al slvese quien pueda11 que es la desintegracin o nos amarramos todos de la misma tabla, globalizando la solidaridad como lo ha manifestado el Papa Juan Pablo II.

    La solidaridad no es una moda, el riesgo que hay es el que frente a una crisis, hablar de

    la solidaridad vende, es polticamente correcto. Es a lo que se recurre en campaas

    polticas. La solidaridad no es un tema coyuntural solamente.

    La solidaridad no es fruto de una ideologa, en este sentido es un mandato de cercana y

    de ayuda a los que pertenecen al grupo o categora social que se dice representar o

    defender, por ejemplo, dentro de un grupo tnico o clase social, en contra de la totalidad

    y hasta de forma antagnica. As resulta colaboracin para dentro, y para afuera

    confrontacin. Es clebre la pregunta (y su respuesta) que le hicieron a la Madre Teresa

    de Calcuta. Cuando le hablaron de la pobreza ella respondi: yo no conozco la pobreza, slo conozco a pobres. Los sujetos de la solidaridad, son las personas, no las entelequias ni las categoras sociales annimas.

    La solidaridad no es un sentimiento. Si bien es necesario trabajar con el corazn y un

    corazn de misericordia, la solidaridad implica mucho ms que el corazn, mucho ms

    que el agarrarse de la mano, participar de un evento solidario. Comentaba un

    especialista en medios, que muchos de nosotros nos quedamos con la conciencia

    tranquila luego de mirar imgenes dolorosas, compadecernos de ellas, y luego de cinco

    minutos seguir la vida. Parecera que con ese momento de congoja ya lavamos nuestras

    culpas y responsabilidades.

    - La solidaridad como Principio de interdependencia.

    La solidaridad no reemplaza a la justicia. No viene a ser el sucedneo de la inaccin y

    por ende de la irresponsabilidad de quienes tienen a su cargo de atender el Bien Comn

    de la sociedad, ni pretende olvidar ni justificar las omisiones del dar a cada uno lo suyo. Es ms bien un complemento y un perfeccionamiento de aquella virtud.

    La solidaridad es la interdependencia vista como un sistema que determina las

    relaciones sociales, en sus aspectos econmico, cultural, poltico y religioso, y asumida

    como categora moral. Por esto decimos que la solidaridad no es un sentimiento o algo

    11

    Expresin que la decimos cuando ya no hay otra alternativa.

  • 15

    parecido frente a los males de tantas personas, cercanas o lejanas. La solidaridad es la

    determinacin firme y perseverante de empearse por el bien comn; es decir, por el

    bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de

    todos. Esta solidaridad fuerte, consiste en vivir con todas sus consecuencias el que todos seamos responsables de todos. Si todos somos dependientes de todos (un hecho) es preciso que todos seamos responsables de todos (un imperativo tico que deriva del

    hecho anterior).

    Precisamente el camino que propone transitar la Iglesia a travs de su Doctrina Social y

    el remedio que propone contra la exclusin es la solidaridad. Y esto nos lleva a entender

    su fundamento: la dignidad humana.

    Los fundamentos expuestos por la DSI nos permiten tener un punto de partida para

    abordar el camino de la solidaridad. Ella tiene mltiples alternativas, cada uno sabr,

    individuo o asociacin, cual de ellos escoger. En este sentido un dato muy importante a

    tener en cuenta es la aparicin de innumerables iniciativas, sociedades intermedias,

    ONG, centros de estudios, fundaciones, etc., en los cuales uno puede participar. Quizs

    en este verbo est la clave, pues es lo contrario a la exclusin, participar significa ser parte de.

    Por eso, Pablo VI deca claramente hace 35 aos: No se trata tan slo de vencer el hambre, y ni siquiera de hacer que retroceda la pobreza. La lucha contra la miseria,

    aunque es urgente y necesaria, es insuficiente. Se trata de reconstruir un mundo en el

    que cada hombre, sin exclusin alguna por raza, religin o nacionalidad pueda vivir una

    vida plenamente humana liberada de las servidumbres debidas a los hombres o a una

    naturaleza insuficientemente dominada; un mundo en el que la libertad no sea palabra

    vana y en donde el pobre Lzaro pueda sentarse a la mesa misma del rico. Ello exige

    mucha generosidad, numerosos sufrimientos y un esfuerzo continuado. Cada uno

    examine su conciencia que tiene una nueva voz para nuestra poca (PP. 45)12

    En definitiva si ser solidario significa vivir en comunicacin y comunin con el otro, estar pendiente de l, percibirlo como miembro del propio proyecto histrico, tomar en

    cuenta sus necesidades y hacerse cargo de ellas, compartir sus situaciones

    - Solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo.

    La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jess de Nazareth, el

    Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la muerte de Cruz (Flp 2, 8): en l es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del

    Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con l,

    lo salva y lo constituye en la unidad. En l y gracias a l, tambin la vida social puede

    ser nuevamente descubierta, aun con todas sus contradicciones y ambigedades, como

    lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se

    ofrece a todos y que invita a las formas ms elevadas y comprometedoras de

    comunicacin de bienes.

    Jess de Nazareth hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre

    solidaridad y caridad, iluminando todo su significado: A la luz de la fe, la solidaridad

    tiende a superarse a s misma, al revestirse de las dimensiones especficamente

    12

    Populorum Progressio, n. 45.

  • 16

    cristianas de gratuidad total, perdn y reconciliacin. Entonces el prjimo no es

    solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino

    que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, recatada por la sangre de Jesucristo y

    puesta bajo la accin permanente del Espritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque

    sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Seor, y por l se debe estar

    dispuesto al sacrificio, incluso extremo: dar la vida por los hermanos (Jn 15, 13)13

    i) Principio de subsidiariedad

    Nos dice el Papa Juan XXIII, Pero mantngase siempre a salvo el principio de que la intervencin de las autoridades pblicas en el campo econmico, por dilatada y

    profunda que sea, no slo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino que,

    por el contrario, ha de garantizar la expansin de esa libre iniciativa, salvaguardando,

    sin embargo, inclumes los derechos esenciales de la persona humana. Entre stos hay

    que incluir el derecho y la obligacin que a cada persona corresponde de ser

    normalmente el primer responsable de su propia manutencin y de la de su familia, lo

    cual implica que los sistemas econmicos permitan y faciliten a cada ciudadano el libre

    y provechoso ejercicio de las actividades de produccin. (Mater et Magistra, n. 55)

    - Origen y significado

    El Compendio de la Doctrina Social aborda de esta manera el principio. La

    subsidiaridad est entre las directrices ms constantes y caractersticas de la doctrina

    social de la Iglesia, presente desde la primera gran encclica social. Es imposible

    promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las

    asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones

    agregativas de tipo econmico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional,

    poltico, a las que las personas dan vida espontneamente y que hacen posible su

    efectivo crecimiento social.14

    Es ste el mbito de la sociedad civil, entendida como el

    conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se

    realizan en forma originaria y gracias a la subjetividad creativa del ciudadano. La red de estas relaciones forma el tejido social y constituye la base de una verdadera

    comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas ms elevadas de

    sociabilidad.15

    La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la sociabilidad es

    subrayada por la Iglesia en la encclica Quadragesimo anno, en la que el principio de subsidiaridad se indica como principio importantsimo de la filosofa social: Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, as tampoco es justo, constituyendo un grave

    perjuicio y perturbacin del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores

    lo que ellas pueden hacer y proporcionar y drselo a una sociedad mayor y ms elevada,

    13

    Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ecuador 2.005. 14

    Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 1882. 15

    Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 49: AAS 83 (1991) 854-856 y tambin Id., Carta enc.

    Sollicitudo rei socialis, 15: AAS 80 (1988) 528-530.

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  • 17

    ya que toda accin de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda

    a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos .16

    Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en

    una actitud de ayuda ( subsidium ) por tanto de apoyo, promocin, desarrollo respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden

    desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas

    injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminaran por

    ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su

    espacio vital.

    A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda econmica, institucional,

    legislativa, ofrecida a las entidades sociales ms pequeas, corresponde una serie de

    implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringira, de

    hecho, el espacio vital de las clulas menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa,

    libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.

    - Indicaciones concretas

    El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias

    sociales superiores e insta a estas ltimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos

    intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona,

    familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad. La

    experiencia constata que la negacin de la subsidiaridad, o su limitacin en nombre de

    una pretendida democratizacin o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces

    tambin anula, el espritu de libertad y de iniciativa.

    Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralizacin, de

    burocratizacin, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y

    del aparato pblico: Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad,

    el Estado asistencial provoca la prdida de energas humanas y el aumento exagerado de

    los aparatos pblicos, dominados por las lgicas burocrticas ms que por la

    preocupacin de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos .17

    La

    ausencia o el inadecuado reconocimiento de la iniciativa privada, incluso econmica, y

    de su funcin pblica, as como tambin los monopolios, contribuyen a daar

    gravemente el principio de subsidiaridad.

    A la actuacin del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promocin

    efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoracin de las asociaciones y de

    las organizaciones intermedias, en sus opciones fundamentales y en todas aquellas que

    no pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso ofrecido a la iniciativa

    privada, a fin que cada organismo social permanezca, con las propias peculiaridades, al

    servicio del bien comn; la articulacin pluralista de la sociedad y la representacin de

    sus fuerzas vitales; la salvaguardia de los derechos de los hombres y de las minoras; la

    descentralizacin burocrtica y administrativa; el equilibrio entre la esfera pblica y

    privada, con el consecuente reconocimiento de la funcin social del sector privado; una

    16

    Po XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 203; cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus

    annus, 48: AAS 83 (1991) 852-854; Catecismo de la Iglesia Catlica, 1883. 17

    Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 854.

    usrResaltado

  • 18

    adecuada responsabilizacin del ciudadano para ser parte activa de la realidad

    poltica y social del pas.

    Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una funcin de

    suplencia. Pinsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado

    mismo promueva la economa, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil

    asuma autnomamente la iniciativa; pinsese tambin en las realidades de grave

    desequilibrio e injusticia social, en las que slo la intervencin pblica puede crear

    condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de

    subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y

    extenderse ms all de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificacin slo

    en lo excepcional de la situacin. En todo caso, el bien comn correctamente entendido,

    cuyas exigencias no debern en modo alguno estar en contraste con la tutela y la

    promocin del primado de la persona y de sus principales expresiones sociales, deber

    permanecer como el criterio de discernimiento acerca de la aplicacin del principio de

    subsidiaridad.

    j) Principio del bien comn

    Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a

    cada uno de sus miembros el logro ms pleno y ms fcil de la propia perfeccin

    (Gaudium et Spes, nm. 26). Es superior al inters privado, est unido inseparablemente

    al bien de la persona humana y compromete a los poderes pblicos. Tiene un doble

    sentido. En primer lugar indica la apertura de las personas y los grupos a los intereses

    generales. Y en segundo lugar, seala el conjunto de indicaciones generales para que las

    personas y los grupos sociales puedan desarrollarse integralmente.

    EI bien comn es comprendido como el conjunto de condiciones sociales que permiten

    a las personas alcanzar su plena potencialidad y realizar su dignidad humana. Las

    condiciones sociales en las que piensa la Iglesia, presuponen el respeto a las personas, el

    bienestar y el desarrollo social del grupo y el mantenimiento de la paz y de la seguridad

    por parte de la autoridad pblica. Hoy, en una poca de interdependencia global, el

    principio del bien comn conduce a la necesidad de estructuras internacionales que

    pueden promover el justo desarrollo de las personas y de las familias, por encima de las

    fronteras regionales y nacionales.

    Lo que constituye el bien comn ser siempre materia de discusin. La ausencia de

    sensibilidad para el bien comn es un signo cierto de decadencia de una sociedad.

    Cuando se erosiona el sentido de la comunidad, disminuye la inquietud por el bien

    comn. Una buena preocupacin comunitaria es el antdoto a un individualismo

    desenfrenado que, como el egosmo ilimitado de las relaciones personales, puede

    destruir el equilibrio, la armona y la paz en el seno de los grupos, de los vecindarios, de

    las regiones y de las naciones.

    Es conveniente mirar este esqueleto en el que se mueve el PSI; por supuesto hacer

    entrar estas enseanzas sociales catlicas en el centro de la Fe. Al realizarlo afirmamos

    que lo que creemos est a la fuente de los que hacemos. Para los cristianos, no hay

    solamente verdades que creer, sino tambin verdades que hay que poner en prctica. El

    usrResaltado

  • 19

    reto es ste, pasar de lo doctrinal a lo prctico a la luz de los principios y valores. "La

    misin de la Iglesia no es slo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo,

    aunque de suyo se refiere a la salvacin de los hombres, se propone tambin la

    restauracin del orden temporal" (AA., 5). Gua a los cristianos en el cumplimiento de sus

    obligaciones como ciudadanos de este mundo.

    Los cristianos y las comunidades necesitan formacin y competencia en materias de

    ciencia y de poltica que los capaciten para realizar una accin eficaz segn criterios morales rectos [GS. 43; AA. 13; LC. 79]. Los cristianos (pastores y pueblo), "cada uno segn sus propias capacidades, preparacin y funciones, en la diversidad de dones y

    ministerios, en la nica misin salvfica de la Iglesia". "Somos enviados como pueblo. El

    compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad

    propiamente 'eclesial', que exige la accin concertada y generosa de todos los miembros y

    de todas las estructuras de la comunidad cristiana. Sin embargo, la misin comunitaria no

    elimina ni disminuye la responsabilidad de cada persona, a la cual se dirige el mandato del

    Seor de 'hacerse prjimo' de cada hombre: 'Vete y haz t lo mismo' (Lc 10,37)". (EV, 79).

    1.3.Breve historia del Pensamiento Social de la Iglesia.

    El PSI es tan antiguo como el mismo mensaje evanglico. Pero ese pensamiento, como

    "corpus" doctrinal especfico, es reciente.

    1.3.1. Desarrollo del PSI en la historia.

    1.3.1.1. Dos etapas histricas diferenciadas.

    En los documentos oficiales del Pensamiento Social de la Iglesia hay una intuicin funda-

    mental y comn a todos ellos: que la misin religiosa de la Iglesia pasa necesariamente por

    su intervencin en la vida social, partiendo siempre de los principios religiosos y morales

    del cristianismo.

    Hasta ahora se pueden marcar dos etapas diferenciadas en el tiempo. Una se inicia con

    Len XIII y culmina en Juan XXIII. Otra, desde el final de este Pontificado, con el

    Vaticano II, hasta nuestros das.

    En la primera etapa el PSI forma un todo homogneo: lo social es ms cuestin moral que

    poltica, econmica o tcnica. La Iglesia ilumina la conciencia de los fieles y evita que se

    desven. La Revelacin para los creyentes y los principios de derecho natural para todos

    los hombres, proporcionan a la Iglesia la solucin. Casi no acude a las ciencias sociales.

    Propugna la conversin interior antes que las reformas de estructuras. Son los seglares

    quienes han de poner en prctica esta doctrina.

    Una segunda etapa, a partir de Mater et Magistra, introduce puntos que afectan al fondo y

    a la forma del pensamiento anterior. Evoluciona la eclesiologa contextual, el mtodo de

    abordar los problemas sociales y econmicos, la traduccin prctica de los principios, sus

    preocupaciones dominantes e incluso a su propia auto comprensin (MM., 231-232). Hay

    hasta un cambio de carcter antropolgico en el tratamiento: la dignidad de la persona y

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  • 20

    sus derechos fundamentales los convierte en el eje de sus enseanzas. Con dicho cambio,

    que vena preparndose, se acerca a la mentalidad moderna.

    Excluye intencionadamente el tono condenatorio, da mayor responsabilidad de iniciativa y

    de protagonismo a los cristianos laicos, se presenta como teologa moral, basada en el

    Evangelio.

    Finalmente, Juan Pablo II aade algunos aspectos nuevos: la cristificacin

    (Orientaciones..., 13. Cfr. RH., 7, 11, 13 y 18, en relacin con GS., 10). En los discursos de

    Puebla y en la encclica Redemptor Hominis intensifica la fundamentacin antropolgica y

    eclesiolgica que vena de atrs. Otro tanto hace con la fundamentacin bblica (LE., 3).

    El PSI se ha visto enriquecido por los aspectos de la justicia, como concepto donde se

    originan o encuentran los problema de distribucin de los bienes de la tierra: materiales,

    culturales, personales, sociales...; de la paz y seguridad porque el peligro armamentista ha

    sido permanente amenaza a la vida social y es necesario el cambio de la economa militar

    por inversiones a favor del desarrollo; la supervivencia del planeta ya que se puede agotar

    el pan de los pueblos pobres y del futuro de todos los pueblos; finalmente, la democracia

    puesto un desarrollo global slo puede darse con democracia, participacin y respeto

    institucional.

    1.3.1.2. Principales documentos. Contexto histrico

    La locucin doctrina social se remonta a Po XI y designa el corpus doctrinal relativo a temas de relevancia social que, a partir de la encclica Rerum novarum de Len XIII, se ha desarrollado en la Iglesia a travs del Magisterio de los Romanos Pontfices

    y de los Obispos en comunin con ellos. La solicitud social no ha tenido ciertamente

    inicio con ese documento, porque la Iglesia no se ha desinteresado jams de la sociedad;

    sin embargo, la encclica Rerum novarum da inicio a un nuevo camino: injertndose en una tradicin plurisecular, marca un nuevo inicio y un desarrollo sustancial de la

    enseanza en campo social.18

    En su continua atencin por el hombre en la sociedad, la Iglesia ha acumulado as un

    rico patrimonio doctrinal. ste tiene sus races en la Sagrada Escritura, especialmente

    en el Evangelio y en los escritos apostlicos, y ha tomado forma y cuerpo a partir de los

    Padres de la Iglesia y de los grandes Doctores del Medioevo, constituyendo una

    doctrina en la cual, aun sin intervenciones explcitas y directas a nivel magisterial, la

    Iglesia se ha ido reconociendo progresivamente.

    Los eventos de naturaleza econmica que se produjeron en el siglo XIX tuvieron

    consecuencias sociales, polticas y culturales devastadoras. Los acontecimientos

    vinculados a la revolucin industrial trastornaron estructuras sociales seculares,

    ocasionando graves problemas de justicia y dando lugar a la primera gran cuestin

    social, la cuestin obrera, causada por el conflicto entre capital y trabajo. Ante un

    cuadro semejante la Iglesia advirti la necesidad de intervenir en modo nuevo: las res novae, constituidas por aquellos eventos, representaban un desafo para su enseanza y motivaban una especial solicitud pastoral hacia ingentes masas de hombres y mujeres.

    18

    Cf. Catecismo de la Iglesia Catlica, 2421.

  • 21

    Era necesario un renovado discernimiento de la situacin, capaz de delinear soluciones

    apropiadas a problemas inusitados e inexplorados.

    De la Rerum novarum hasta nuestros das

    Como respuesta a la primera gran cuestin social, Len XIII promulga la primera

    encclica social, la Rerum novarum. Esta examina la condicin de los trabajadores

    asalariados, especialmente penosa para los obreros de la industria, afligidos por una

    indigna miseria. La cuestin obrera es tratada de acuerdo con su amplitud real: es

    estudiada en todas sus articulaciones sociales y polticas, para ser evaluada

    adecuadamente a la luz de los principios doctrinales fundados en la Revelacin, en la

    ley y en la moral natural.

    La Rerum novarum enumera los errores que provocan el mal social, excluye el

    socialismo como remedio y expone, precisndola y actualizndola, la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboracin

    contrapuesto a la lucha de clases como medio fundamental para el cambio social, sobre

    el derecho de los dbiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los

    ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener

    asociaciones profesionales.19 La Rerum novarum se ha convertido en el documento inspirador y de referencia de la

    actividad cristiana en el campo social. El tema central de la encclica es la instauracin

    de un orden social justo, en vista del cual se deben identificar los criterios de juicio que

    ayuden a valorar los ordenamientos socio-polticos existentes y a proyectar lneas de

    accin para su oportuna transformacin.

    La Rerum novarum afront la cuestin obrera con un mtodo que se convertir en un

    paradigma permanente20

    para el desarrollo sucesivo de la doctrina social. Los

    principios afirmados por Len XIII sern retomados y profundizados por las encclicas

    sociales sucesivas. Toda la doctrina social se podra entender como una actualizacin,

    una profundizacin y una expansin del ncleo originario de los principios expuestos en

    la Rerum novarum. Con este texto, valiente y clarividente, el Papa Len XIII confiri a

    la Iglesia una especie de carta de ciudadana respecto a las realidades cambiantes de la vida pblica y escribi unas palabras decisivas, que se convirtieron en un elemento

    permanente de la doctrina social de la Iglesia, afirmando que los graves problemas

    sociales podan ser resueltos solamente mediante la colaboracin entre todas las

    fuerzas21

    y aadiendo tambin que por lo que se refiere a la Iglesia, nunca ni bajo ningn aspecto ella regatear su esfuerzo.22

    A comienzos de los aos Treinta, a breve distancia de la grave crisis econmica de

    1929, Po XI publica la encclica Quadragesimo anno, para conmemorar los cuarenta

    aos de la Rerum novarum. El Papa relee el pasado a la luz de una situacin econmico-

    social en la que a la industrializacin se haba unido la expansin del poder de los

    grupos financieros, en mbito nacional e internacional. Era el perodo posblico, en el

    19

    Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el estudio y enseanza de la doctrina

    social de la Iglesia en la formacin de los sacerdotes, 20, Tipografa Polglota Vaticana, Roma 1988, p.

    24. 20

    Juan Pablo II, Carta enc. Centessimus annus, 5 21

    Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 60 22

    Len XIII, Carta enc. Rerum novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 143

  • 22

    que estaban afirmndose en Europa los regmenes totalitarios, mientras se exasperaba la

    lucha de clases. La Encclica advierte la falta de respeto a la libertad de asociacin y

    confirma los principios de solidaridad y de colaboracin para superar las antinomias

    sociales. Las relaciones entre capital y trabajo deben estar bajo el signo de la

    cooperacin.23

    La Quadragesimo anno confirma el principio que el salario debe ser proporcionado no

    slo a las necesidades del trabajador, sino tambin a las de su familia. El Estado, en las

    relaciones con el sector privado, debe aplicar el principio de subsidiaridad, principio

    que se convertir en un elemento permanente de la doctrina social. La Encclica rechaza

    el liberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas econmicas, a la

    vez que reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su funcin social. En

    una sociedad que deba reconstruirse desde su base econmica, convertida toda ella en

    la cuestin que se deba afrontar, Po XI sinti el deber y la responsabilidad de promover un mayor conocimiento, una ms exacta interpretacin y una urgente

    aplicacin de la ley moral reguladora de las relaciones humanas..., con el fin de superar

    el conflicto de clases y llegar a un nuevo orden social basado en la justicia y en la

    caridad.24

    Po XI no dej de hacer or su voz contra los regmenes totalitarios que se afianzaron

    en Europa durante su Pontificado. Ya el 29 de junio de 1931 haba protestado contra

    los atropellos del rgimen fascista en Italia.25

    En 1937 public la encclica Mit

    brennender Sorge, sobre la situacin de la Iglesia catlica en el Reich alemn. Este

    texto fue ledo desde el plpito de todas las iglesias catlicas en Alemania, tras haber

    sido difundido con la mxima reserva. La encclica llegaba despus de aos de abusos y

    violencias y haba sido expresamente solicitada a Po XI por los Obispos alemanes, a

    causa de las medidas cada vez ms coercitivas y represivas adoptadas por el Reich en

    1936, en particular con respecto a los jvenes, obligados a inscribirse en la Juventud hitleriana. El Papa se dirige a los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles laicos, para animarlos y llamarlos a la resistencia, mientras no se restablezca una verdadera paz

    entre la Iglesia y el Estado. En 1938, ante la difusin del antisemitismo, Po XI afirm:

    Somos espiritualmente semitas.

    Con la encclica Divini Redemptoris, sobre el comunismo ateo y sobre la doctrina social

    cristiana, Po XI critic de modo sistemtico el comunismo, definido intrnsecamente

    malo,26

    e indic como medios principales para poner remedio a los males producidos

    por ste, la renovacin de la vida cristiana, el ejercicio de la caridad evanglica, el

    cumplimiento de los deberes de justicia a nivel interpersonal y social en orden al bien

    comn, la institucionalizacin de cuerpos profesionales e interprofesionales.

    Los Radiomensajes navideos de Po XII, junto a otras de sus importantes

    intervenciones en materia social, profundizan la reflexin magisterial sobre un nuevo

    orden social, gobernado por la moral y el derecho, y centrado en la justicia y en la paz.

    Durante su Pontificado, Po XII atraves los aos terribles de la Segunda Guerra

    23

    Cf. Po XI, Carta enc. Quadragesimo anno: AAS 23 (1931) 186-189. 24

    Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el estudio y enseanza de la doctrina

    social de la Iglesia en la formacin de los sacerdotes, 21, Tipografa Polglota Vaticana, Roma 1988, p.

    24. 25

    Cf. Po XI, Carta encclica. Non abbiamo bisogno. 26

    Po XI, Carta enc. Divini Redemptoris: AAS 29 (1937) 130.

  • 23

    Mundial y los difciles de la reconstruccin. No public encclicas sociales, sin embargo

    manifest constantemente, en numerosos contextos, su preocupacin por el orden

    internacional trastornado: En los aos de la guerra y de la posguerra el Magisterio social de Po XII represent para muchos pueblos de todos los continentes y para

    millones de creyentes y no creyentes la voz de la conciencia universal, interpretada y

    proclamada en ntima conexin con la Palabra de Dios. Con su autoridad moral y su

    prestigio, Po XII llev la luz de la sabidura cristiana a un nmero incontable de

    hombres de toda categora y nivel social.27

    Una de las caractersticas de las intervenciones de Po XII es el relieve dado a la

    relacin entre moral y derecho. El Papa insiste en la nocin de derecho natural, como

    alma del ordenamiento que debe instaurarse en el plano nacional e internacional. Otro

    aspecto importante de la enseanza de Po XII es su atencin a las agrupaciones

    profesionales y empresariales, llamadas a participar de modo especial en la consecucin

    del bien comn: Por su sensibilidad e inteligencia para captar los signos de los tiempos, Po XII puede ser considerado como el precursor inmediato del Concilio Vaticano II y de la enseanza social de los Papas que le han sucedido.

    Los aos Sesenta abren horizontes prometedores: la recuperacin despus de las

    devastaciones de la guerra, el inicio de la descolonizacin, las primeras tmidas seales

    de un deshielo en las relaciones entre los dos bloques, americano y sovitico. En este

    clima, el beato Juan XXIII lee con profundidad los signos de los tiempos.163

    La cuestin

    social se est universalizando y afecta a todos los pases: junto a la cuestin obrera y la

    revolucin industrial, se delinean los problemas de la agricultura, de las reas en vas de

    desarrollo, del incremento demogrfico y los relacionados con la necesidad de una

    cooperacin econmica mundial. Las desigualdades, advertidas precedentemente al

    interno de las Naciones, aparecen ahora en el plano internacional y manifiestan cada vez

    con mayor claridad la situacin dramtica en que se encuentra el Tercer Mundo.

    Juan XXIII, en la encclica Mater et magistra, trata de actualizar los documentos ya conocidos y dar un nuevo paso adelante en el proceso de compromiso de toda la

    comunidad cristiana.28 Las palabras clave de la encclica son comunidad y socializacin: la Iglesia est llamada a colaborar con todos los hombres en la verdad, en

    la justicia y en el amor, para construir una autntica comunin. Por esta va, el

    crecimiento econmico no se limitar a satisfacer las necesidades de los hombres, sino

    que podr promover tambin su dignidad.

    Con la encclica Pacem in terris, Juan XXIII pone de relieve el tema de la paz, en una

    poca marcada por la proliferacin nuclear. La Pacem in terris contiene, adems, la

    primera reflexin a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos; es la encclica de la

    paz y de la dignidad de las personas. Contina y completa el discurso de la Mater et

    magistra y, en la direccin indicada por Len XIII, subraya la importancia de la

    colaboracin entre todos: es la primera vez que un documento de la Iglesia se dirige

    tambin a todos los hombres de buena voluntad, llamados a una tarea inmensa: la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la

    gida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad.29 La Pacem in terris se detiene

    27

    Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el estudio y enseanza de la doctrina

    social de la Iglesia en la formacin de los sacerdotes, 22, Tipografa Polglota Vaticana, Roma 1988, p.

    25. 28

    Ibid. P. 25 29

    Juan XXIII, Carta enc. Pacem in terris

  • 24

    sobre los poderes pblicos de la comunidad mundial, llamados a examinar y resolver los problemas relacionados con el bien comn universal en el orden econmico, social,

    poltico o cultural.30 En el dcimo aniversario de la Pacem in terris, el Cardenal Maurice Roy, Presidente de la Pontificia Comisin Iustitia et Pax, envi a Pablo VI una carta, acompaada de un documento con un serie de reflexiones sobre el valor de la

    enseanza de la encclica del Papa Juan para iluminar los nuevos problemas vinculados

    con la promocin de la paz.31

    La Constitucin pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, constituye una

    significativa respuesta de la Iglesia a las expectativas del mundo contemporneo. En

    esta Constitucin, en sintona con la renovacin eclesiolgica, se refleja una nueva concepcin de ser comunidad de creyentes y pueblo de Dios. Y suscit entonces nuevo

    inters por la doctrina contenida en los documentos anteriores respecto del testimonio y

    la vida de los cristianos, como medios autnticos para hacer visible la presencia de Dios

    en el mundo .32

    La Gaudium et spes delinea el rostro de una Iglesia ntima y realmente solidaria del gnero humano y de su historia,33 que camina con toda la humanidad y est sujeta, juntamente con el mundo, a la misma suerte terrena, pero que

    al mismo tiempo es como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.34

    La Gaudium et spes estudia orgnicamente los temas de la cultura, de la vida

    econmico-social, del matrimonio y de la familia, de la comunidad poltica, de la paz y

    de la comunidad de los pueblos, a la luz de la visin antropolgica cristiana y de la

    misin de la Iglesia. Todo ello lo hace a partir de la persona y en direccin a la persona,

    nica criatura terrestre a la que Dios ha amado por s mismo.35 La sociedad, sus estructuras y su desarrollo deben estar finalizados a consolidar y desarrollar las

    cualidades de la persona humana. Por primera vez el Magisterio de la Iglesia, al ms

    alto nivel, se expresa en modo tan amplio sobre los diversos aspectos temporales de la

    vida cristiana. Se debe reconocer que la atencin prestada en la Constitucin a los cambios sociales, psicolgicos, polticos, econmicos, morales y religiosos ha

    despertado cada vez ms... la preocupacin pastoral de la Iglesia por los problemas de

    los hombres y el dilogo con el mundo.36

    El desarrollo es el nuevo nombre de la paz,37 afirma Pablo VI en la encclica Populorum Progressio, que puede ser considerada una ampliacin del captulo sobre la

    vida econmico-social de la Gaudium et spes, no obstante introduzca algunas

    novedades significativas. En particular, el documento indica las coordenadas de un

    desarrollo integral del hombre y de un desarrollo solidario de la humanidad: dos temas estos que han de considerarse como los ejes en torno a los cuales se estructura todo el

    entramado de la encclica. Queriendo convencer a los destinatarios de la urgencia de una

    30

    Ibid.

    31 Cf. Roy, Card. Maurice, Carta a Pablo VI y Documento con ocasin del X Aniversario de la Pacem in

    terris : L'Osservatore Romano, edicin espaola, 22 de abril de 1973, pp. 3-10.

    32 Orientaciones, p. 27.

    33 Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, p. 1.

    34 Ibid, p. 40.

    35 Ibid, p. 24.

    36 Orientaciones, p. 28.

    37 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 76-80

    usrResaltado

  • 25

    accin solidaria, el Papa presenta el desarrollo como el paso de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida ms humanas, y seala sus caractersticas.38 Este paso no est circunscrito a las dimensiones meramente econmicas y tcnicas, sino

    que implica, para toda persona, la adquisicin de la cultura, el respeto de la dignidad de

    los dems, el reconocimiento de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la

    fuente y el fin. Procurar el desarrollo de todos los hombres responde a una exigencia de

    justicia a escala mundial, que pueda garantizar la paz planetaria y hacer posible la

    realizacin de un humanismo pleno,39

    gobernado por los valores espirituales.

    En esta lnea, Pablo VI instituye en 1967 la Pontificia Comisin Iustitia et Pax,

    cumpliendo un deseo de los Padres Conciliares, que consideraban muy oportuno que se cree un organismo universal de la Iglesia que tenga como funcin estimular a la

    comunidad catlica para promover el desarrollo de los pases pobres y la justicia social

    internacional.40 Por iniciativa de Pablo VI, a partir de 1968, la Iglesia celebra el primer da del ao la Jornada Mundial de la Paz. El mismo Pontfice dio inicio a la tradicin

    de los Mensajes que abordan el tema elegido para cada Jornada Mundial de la Paz,

    acrecentando as el corpus de la doctrina social.

    A comienzos de los aos Setenta, en un clima turbulento de contestacin fuertemente

    ideolgica, Pablo VI retoma la enseanza social de Len XIII y la actualiza, con ocasin

    del octogsimo aniversario de la Rerum novarum, en la Carta apostlica Octogesima

    adveniens. El Papa reflexiona sobre la sociedad post-industrial con todos sus complejos

    problemas, poniendo de relieve la insuficiencia de las ideologas para responder a estos

    desafos: la urbanizacin, la condicin juvenil, la situacin de la mujer, la desocupacin,

    las discriminaciones, la emigracin, el incremento demogrfico, el influjo de los medios

    de comunicacin social, el medio ambiente.

    Al cumplirse los noventa aos de la Rerum novarum, Juan Pablo II dedica la encclica

    Laborem exercens - al trabajo, como bien fundamental para la persona, factor primario

    de la actividad econmica y clave de toda la cuestin social. La Laborem exercens

    delinea una espiritualidad y una tica del trabajo, en el contexto de una profunda

    reflexin teolgica y filosfica. El trabajo debe ser entendido no slo en sentido

    objetivo y material; es necesario tambin tener en cuenta su dimensin subjetiva, en

    cuanto actividad que es siempre expresin de la persona. Adems de ser un paradigma

    decisivo de la vida social, el trabajo tiene la dignidad propia de un mbito en el que

    debe realizarse la vocacin natural y sobrenatural de la persona.

    Con la encclica Sollicitudo rei socialis, Juan Pablo II conmemora el vigsimo

    aniversario de la Populorum progressio y trata nuevamente el tema del desarrollo bajo

    un doble aspecto: el primero, la situacin dramtica del mundo contemporneo, bajo el perfil del desarrollo fallido del Tercer Mundo, y el segundo, el sentido, las condiciones

    y las exigencias de un desarrollo digno del hombre.41 La encclica introduce la distincin entre progreso y desarrollo, y afirma que el verdadero desarrollo no puede limitarse a la multiplicacin de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino

    que debe contribuir a la plenitud del ser del hombre. De este modo, pretende sealar

    38

    Orientaciones, p. 29. 39

    Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 42 40

    Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 90. 41

    Orientaciones, p. 31.

  • 26

    con claridad el carcter moral del verdadero desarrollo.42 Juan Pablo II, evocando el lema del pontificado de Po XII, Opus iustitiae pax, la paz como fruto de la justicia,

    comenta: Hoy se podra decir, con la misma exactitud y anloga fuerza de inspiracin bblica (cf. Is 32,17; St 3,18), Opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la

    solidaridad.43

    En el centenario de la Rerum novarum, Juan Pablo II promulga su tercera encclica

    social, la Centesimus annus, que muestra la continuidad doctrinal de cien aos de

    Magisterio social de la Iglesia. Retomando uno de los principios bsicos de la

    concepcin cristiana de la organizacin social y poltica, que haba sido el tema central

    de la encclica precedente, el Papa escribe: el principio que hoy llamamos de

    solidaridad ... Len XIII lo enuncia varias veces con el nombre de amistad...; por Po XI es designado con la expresin no menos significativa de caridad social, mientras que Pablo VI, ampliando el concepto, en conformidad con las actuales y mltiples

    dimensiones de la cuestin social, hablaba de civilizacin del amor .193 Juan Pablo II pone en evidencia cmo la enseanza social de la Iglesia avanza sobre el eje de la

    reciprocidad entre Dios y el hombre: reconocer a Dios en cada hombre y cada hombre

    en Dios es la condicin de un autntico desarrollo humano. El articulado y profundo

    anlisis de las res novae, y especialmente del gran cambio de 1989, con la cada del

    sistema sovitico, manifiesta un aprecio por la democracia y por la economa libre, en el

    marco de una indispensable solidaridad.

    Benedicto XVI, el papa actual, retoma el aspecto social desde la perspectiva del amor,

    visto como justicia, en la encclica Deus Caritas est, Dios es amor.

    Los documentos aqu evocados constituyen los hitos principales del camino de la

    doctrina social desde los tiempos de Len XIII hasta nuestros das. Esta sinttica resea

    se alargara considerablemente si tuviese cuenta de todas las intervenciones motivadas

    por un tema especfico, que tienen su origen en la preocupacin pastoral por proponer a la comunidad cristiana y a todos los hombres de buena voluntad los principios

    fundamentales, los criterios universales y las orientaciones capaces de sugerir las

    opciones de fondo y la praxis coherente para cada situacin concreta.44

    1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina.

    A partir del siglo XVI se fue superando la visin esttica del universo y de la vida y

    comenz a gestarse un cambio social45

    .

    La revisin histrica que se viene haciendo desde principios de siglo, ha despejado en

    parte el panorama. Es cierto que hubo sectores eclesiales cmplices de los dominadores,

    pero tambin es cierto que la iglesia templ la violencia de los conquistadores, previno

    la comisin de crmenes contra la humanidad y promovi la autodeterminacin y el

    derecho de autodefensa de los oprimidos. El ncleo de la cultura latinoamericana, a

    pesar de las mltiples dificultades por la que atraves la iglesia a lo largo de estos cuatro

    42

    Ibid., p. 31. 43

    Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 39 44

    Orientaciones, p. 34. 45

    Basta leer su violento ataque a Los principios sociales del Cristianismo en un artculo de 1847,

    titulado El comunismo de El observador Renano (Cf. Coste R., Analyse marxiste et foi chrtienne, les ditions ouvrieres , Pars, 1976, pp. 164-167)

  • 27

    siglos, hace que nuestro continente siga siendo cristiano, aunque dotado de una fe muy

    poco explcita y operante.

    En Amrica latina entr, juntamente con la conquista, la cristiandad colonial: una

    cultura donde el cristianismo era parte integral, como lo era en Espaa, donde el Reino de Dios coincida con el proyecto histrico espaol.

    Aqu tambin el cristianismo se identific con la totalidad de la estructura social, con

    todas las ventajas y todos los defectos que significa esa actitud.

    Desde principios del siglo pasado comienzan los movimientos de independencia: el

    clero, especialmente el bajo clero criollo en su totalidad tambin se juega a favor de la ruptura con Espaa, pesando en forma decisiva en el movimiento emancipador

    46.

    En casi todos nuestros pases, la iglesia, a travs de los sacerdotes y religiosos (no

    siempre de los obispos) patrocin y consagr el acto primero de la independencia. Pero

    haba mucha divisin. El patronato, que por inercia histrica heredaron los gobiernos

    independientes, dificulto el nombramiento de obispos, se clausuraron los seminarios y

    declin sensiblemente el nmero y la calidad de los sacerdotes. Cundi el

    anticlericalismo, entr en crisis la cristiandad y a finales de siglo la Iglesia oficial estaba

    debilitada y exhausta.

    La teologa vigente segua siendo conservadora, tradicional, despreocupada de las

    tareas temporales, aunque sustentada por gente fuertemente instalada en el ms ac; una teologa que reflejaba la mentalidad de los terratenientes y dueos de las minas, una

    teologa cuyo enemigo era el liberalismo burgus, el comunismo, el protestantismo y los

    tiempos modernos.

    La pastoral oficial, a su vez, haca causa comn con los partidos conservadores y se

    enfrentaba con los partidos liberales y con grupos de izquierda.

    De ese modo pensaba defender las convicciones y posiciones de la Iglesia sobre

    escuelas, unin Iglesia- Estado, matrimonio, etc. Era una accin poltica que la

    arrastrara hasta la violencia, como sucedi mas tarde en Mxico.

    A lo ms de Iglesia asuma un papel de mediadora, de conciliadora en los conflictos

    sociales y polticos. Obispos y sacerdotes mediaron en la colonia en beneficio de los

    esclavos y ms adelante ante los patrones para aliviar la suerte de los campesinos.

    En un sistema de cristiandad esa forma de intervencin fue ms o menos eficaz. Pero

    hoy eso ya no funciona; por eso, la Iglesia ha pasado de una pastoral de mediacin a una pastoral de compromiso.

    a- Defensa del derechos de los indios

    P. Francisco de Vitoria (Burgos 1483. Salamanca 1546). Es un profesor de la Universidad

    de Salamanca que no slo renueva los estudios teolgicos, sino que marca un hito en el

    derecho pblico, creando el derecho internacional. Su obra explica la de Sto. Toms de

    Aquino.

    46

    Dussel E.d., Hiptesis para una historia de la Iglesia en Amrica latina, Estela, IEPAL, Barcelona, 1967, p. 108.

    usrResaltado

    usrResaltado

  • 28

    En la reeleccin De Indis prior rechaza la usurpacin como ttulo justificativo de dominio

    y afirma que los indios eran los verdaderos dueos, antes de la llegada de los espaoles.

    Tambin considera ttulos ilegtimos para justificar la soberana castellana la autoridad

    universal del emperador, la temporal del papa, el descubrimiento, el no recibir los indios el

    Evangelio, los pecados de estos, la adquisicin por enajenacin contractual y la ordenacin

    divina.

    P. Bartolom de las Casas (Sevilla 1477. Madrid 1566). En 1515 regresa a Espaa de

    donde haba partido para Amrica. Aqu inicia su labor de defensa de los indios contra

    encomiendas y repartimientos, hasta ser nombrado protector de los indios por Cisneros

    (1516). Contra la conquista, preconiza la colonizacin pacfica, con instalaciones de

    labradores y misioneros. En 1540 redacta su Brevsima historia de la destruccin de las

    Indias. Esta obra supone un alegato, frente a las acusaciones que los colonizadores

    espaoles le hacen, por su apostolado en favor de los indios. Denuncia el sistema

    colonizacin introducido en las Indias, basado en la violencia y la rapia en vez de la

    humanidad y la justicia. La obra logra gran resonancia, influyendo en la legislacin de

    Indias.

    P. Francisco de Surez (Granada 1548. Lisboa 1617). Es profesor jesuita en Lisboa. En su

    obra de filosofa del derecho afirma que "la potestad civil, en cuanto se encuentra en un

    hombre o prncipe por derecho legtimo y ordinario, emana del pueblo y de la comunidad,

    prxima o remotamente, y no puede tenerse de otro modo para que sea justa (...) Estando

    esta potestad conforme a la naturaleza de las cosas inmediatamente en la comunidad, para

    que ella comience a estar en otra persona, como en el prncipe supremo, es necesario que

    se le atribuya por el consentimiento de la comunidad".

    Para Surez, el Estado es quien vigila el bien de la comunidad y el bien comn de todos los

    hombres. Su tesis limita el poder, establece barreras morales y atribuye soberana al

    pueblo, pero slo desde la teora, pues su obra se conforma con el orden establecido.

    b- Inquietud por el problema social

    Y as, llegamos hasta el SIGLO XX. En Amrica latina el despegue hacia la

    industrializacin comienza en la poca del 30. En esa poca va perdiendo poder la clase

    liberal anticatlica y el catolicismo cobra un nuevo aliento.

    La Iglesia se va retirando de la vida poltica y se va centrando siempre ms en los

    problemas de la tica social (la cuestin social) y de justicia econmico- social. Los telogos que ya se formaban en Roma introducen en el Continente la Accin Catlica, fundada por Po XI en 1922 y definida como la participacin de los laicos en el apostolado jerrquico de la Iglesia. Y con la Accin Catlica surgen otras instituciones semejantes, alimentadas por la nueva teologa de la nueva cristiandad; decimos nueva porque la antigua haba casi desaparecido bajo la persecucin laicista de los liberales

    47.

    47

    Maritain so siempre en esta Nueva Cristiandad. Cf. Humanismo Integral, C. Lohl, Buenos Aires, 1972, pp. 42 y 108.

    usrResaltado

    usrResaltado

  • 29

    Ciertos sectores cristianos comenzaron a abrirse a lo que se llam el problema social, pero con un anlisis socioeconmico muy deficiente: se contentaban con afirmaciones

    doctrinales, principistas y ahistricas, divorciadas en general del compromiso concreto.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial se tom conciencia de que los Catlicos de

    Amrica Latina representaban casi un tercio de los catlicos del mundo y comenz el

    envo de sacerdotes, religiosos y laicos europeos y la remesa de considerables sumas de

    dinero para apoyar las obras que se iban emprendiendo.

    La tarea era reconvertir a las naciones latinoamericanas en naciones catlicas,

    dominando, la enseanza, la poltica, en fin, todo lo que pudiera dominarse, que eso es

    la cristiandad. El Reino de Cristo pareca exigir que se reconociera la Religin Catlica como la oficial y mayoritaria.

    Los telogos se formaban ahora no solo en Italia, sino que los ms progresistas iban a Francia, pas de la pastoral, de las experiencias catequticas, de los sacerdotes obreros,

    etc. La doctrina social de la Iglesia permita a muchos realizar experiencias de compromisos obreros o en grupos marginados48. Es la poca en que surgen universidades catlicas y centros teolgicos, y comienza una tibia lucha social.

    Los militantes obreros de la JOC hicieron posible incluso cierta presencia de la Iglesia

    en el mundo del trabajo.

    Bajo el influjo de E. Mounier, J. Maritain, el dominico Lebret, etc., se fueron formando

    partidos de inspiracin cristiana: en la dcada del 30 en Chile y ms tarde en Argentina,

    Venezuela y otros pases. Tambin surgi la Confederacin Latinoamericana de

    Sindicatos Cristianos.

    En Ro de Janeiro, en 1955, se realiza la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, cuyo tema fue la formacin del clero.

    Pero ya se destaca all la situacin infrahumana en que viven muchos trabajadores, la transformacin que sufren las estructuras sociales a causa del proceso de

    industrializacin y la necesidad de una presencia activa de una Iglesia en el mundo

    econmico - social (no 45 )

    All mismo queda constituido el CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, organizacin que coordina los diversos centros donde se irn formando los telogos

    militantes de la poca siguiente. Tres aos despus los religiosos se confederan en la

    CLAR y poco a poco comienza la organizacin latinoamericana de todo tipo de

    movimientos, desde los bblicos hasta los sindicales. Pero en teologa se sigue imitando

    y aplicando lo europeo, sin conocimiento histrico ni real de estos pases.

    c- La Iglesia Latinoamericana con los signos de los tiempos

    Sin embargo, poco a poco entramos en una nueva poca. Desde 1962, comienzo del

    Concilio Vaticano II, hasta Medelln (1968) ir cambiando la actitud de la Iglesia; la

    48

    Dussel E.D., Desintegracin de la cristiandad colonial..., o.c.,p. 125.

    usrResaltado

  • 30

    Iglesia, declarada servidora de la humanidad por Pablo VI en 196549, comenzar ahora a intervenir en lo social no para salvaguardar sus convicciones o posiciones, sino

    para defender y liberar al hombre latinoamericano oprimido.

    Esta es la gran novedad de Medelln y el secreto de su xito: el hombre aceptar en la

    Iglesia una actitud poltica, si esta actitud no defiende sus intereses sino los del hombre oprimido.

    Era una poca en que, bajo la inspiracin de la Populorum Progressio, se pensaba desarrollar nuestras naciones segn el modelo de las