Upload
others
View
5
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Tododeti,tododemí
ElPreciodelPlacer
LibroII
AndreaValenzuelaAraya“Tododeti,tododemí”
ElPreciodelPlacer–LibroII
©2015,AndreaValenzuelaAraya
PublicadooriginalmenteporAndreaValenzuelaAraya.
Corrección:PaulinaTapiaAliaga
Todoslosderechosreservados.
Fechadepublicación:Junio4de2015
AmazonDigitalServices,INC.
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra sin previaautorizacióndelautor,yaquese
encuentradebidamenteinscritaenelRegistrodePropiedadIntelectualdelaciudaddeSantiagode
Chile.
Estelibrovadedicado
amisqueridasamigaslectoras
de“ElPreciodelPlacer”
aquienessólopuedoagradecerles
porserpartedeestaarduatravesía
ydecadaunodemissueños.
Yenespecial,amipadre
porqueesyserá,sinlugaradudas,
elhombremásimportantedemividaentera.
ElPreciodelPlacer
LibroII“Tododeti,tododemí”
Elquedijoqueamarerasencillo…
estabaequivocado.CapítuloI
Tresmesesdespués.
AlexDuvallconducíacomounlocoporlaavenidahacialasafuerasdelaciudadesquivando
cadavehículoysorteándolocomounsifueratodounexpertoalvolanteconlaangustiaaumentando
bajosupiel.Cadavezqueesasensaciónabrumadoraintentabaapoderarsedesucordurasusansias
semultiplicabanconsiderablementey,más lohacían,despuésde todo loquehabíatenidoque
asimilarsinquehubiesepedidooírlo.
A la velocidad con la cual se desplazaba no le tomó demasiado tiempollegaraeserecintoel
cualconocíacomolapalmadesumano.Habíaestadoallícientosdevecesconelcorazónenla
boca,extrañándola,añorándolay,porsobretodo,amándolasinqueellaloreconociera.Yhoy…
volvíaaserunadeesasveces.
Después de traspasar los límites de seguridad impuestos y verificar quetodoestuvieseen
orden—comolohacíarigurosamenteencadaunadesusvisitas—,siguiódecercalospasosdeuno
delosenfermerosdeturnoquienloguióhaciaeljardínendondeellase
encontrabacabizbaja,
perdida,ausente,fueradesí,conlaespaldauntantoencorvadaysentadacomosiempreensusillade
ruedasconunamantacubriéndolelaspiernas.
Suspiróalverlaentandeterioradoestadomientrasseacercabaasuladoconprontitudpara
quesusojossedepositaran,finalmente,sobrelossuyos.
—¿Algunamejoría?—dirigió lavistahaciael robustohombrequebienloconocía.
—NoseñorDuvall,lolamento.
—Suscrisis,¿quéocurreconlosmedicamentos?
—Estamoshaciendo todo lonecesario,peroel tiempo transcurreycadavezseagudizanmás.
Esoéllosabíadesobra,porquehabíasidopartedevariasdeellasdondeeldescontrolyla
histeria la inundaban a tal punto que comenzaba a infringirse daño a simisma.
—Ahoraseencuentraestable,señor,talycomopuedeconstatarlo.
Alexsearrodillóparaquedarasualturadejandocaerunadesusmanossobrelapalidezde
unade lassuyas. Intentósonreírlea lavezque laacariciabaconalgodetemoracualquierreacción
adversaquepudiesetenerdeunmomentoaotro.
—Hola,hermosa.Yaestoyaquí.
La mirada de la mujer entrada en años, con el semblante sumamenteacabadoporlaparálisis
que mostraba el lado izquierdo de su rostro, se volteó contemplándolocomosifueraunperfecto
desconocido.Peroaúnasíyentrecortadamentelogróbalbucearconescasafluidez:
—Mi…bebé…
Alextragósalivaanteaquellasdospalabrasquemuchoteníanqueverconsupersona.
—Devuélveme…ami…bebé…
Sumiradasombríarodóhaciaelenfermeroquiencomprendióalinstanteaquésereferíacon
ese singular enunciado. Y así, terminó dejándolos a solas para ir enbúsquedadeloqueellatanto
ansiabatener.
—Es… mi… bebé… —replicó mientras su mirada se iluminaba—.Tráemelo…
Alcabodeunmomento,elenfermeroregresóconunmuñecoenvueltoenunatelablancaque
simulabaserunbebéreciénnacido,elcualletendióaAlexparaqueseloentregara.
—Aquíestá,hermosa.Aquítienesatubebé.
Lamujerloabrazócomosiselefueralavidaenellomientrascomenzabaaacunarloentre
sollozosysuspiros.
—Mi niño —decía—, mi bebé —. Lo besó en la frente pretendiendoacallarloporqueensu
desvaríoleparecíaquenocesabadellorar—.SellamaAlex—pronuncióenunclarosusurro—.
Nohablesmuyfuerte…puedesdespertarlo.
—Deacuerdo—sintióquesupechoseoprimíaconinsistenciaalnotarlosrasgos
irreconociblesdeaquellamujeralacualamabayadorabaporsobretodaslascosas,hastaqueella
volvióaperderlavistaenotrositio,apartándola,talycomosiestuvierapendientedealgomás.
—Esmiúnicohijo…¿loconoces?
—Sí,séquienesytambiénsélomuchoqueteama.
Degolpe, la profundamiradade lamujer invadió la suya reaccionandoanteloqueélacababa
demanifestarle, entrecerrando sus ojos y fijándolos con cierto dejo deinterés.
—¿Quién…erestú?—lepreguntó.
Alex se quedó sin habla. De hecho, cada vez que se lo preguntaba sucorazónserompíaen
milpedazosaltenerasumadrefrenteaélsinpodertocarla,acariciarlaobesarlacomotanto
añorabahacerlo.
—Alguienquete…
—Esmibebé…—volvióaproferir, interrumpiéndolo,perdiéndoseotravezensuevidente
locura—.MiAlex…
Susojosdeinmediatosellenarondelágrimasalnopoderhacernadamásportraerlade
vueltadesdedondesumente la reteníasindescanso.Seodióasímismounaymilvecesporaquel
cruelepisodiode suvidaqueaúnmanteníahechodehielo sualmay sucorazón.Seaborreciópor
serquienera,porloquecorríaalinteriordesusvenas,porserelmalditobastardoquenopidió
naceryquesiempreestuvosumidoenlaoscuridadsiendoelmayorerrordequienlohabíatraídoa
estemundo.Perosonrióylohizogratamentecomplacido,porqueapesardetodosusufrimiento,las
continuashumillacionesyelhechodeverasumadreinsertaenlalocuratotal,supromesase
manteníaintactaylallevaríaacaboaunquefueseloúltimoquehicieraenestavidaarremetiendo
contra cualquier obstáculo que el cruel destino pusiera en su camino,porqueparaél,sencillamente,
nohabíavueltaatrás.
—Algúndíatesacarédeaquí,mamá,ytellevarétanlejoscomopueda.
—Shshshshs…—murmuró la mujer, acallándolo—… que no te oiga…quenoteescuche…
—Tranquila,estoyaquí,contigo.
—Vienepormí…vienepormiAlex…élquierequitarmeamibebé…
—Nadieteloquitará,hermosa,nadie—enfatizócuandosusmiradasporfinseconfundieron
enunasola.
—Entonces…llévatelo…llévatelolejos.Quenolovea,quenoloalcance,quenosepa
quienes…—leentregóelmuñecocomonegándoseasostenerlo—.Nuncadebesaberlo…¡nunca!
—vociferómuynerviosayyafueradesuscabalesllevándoselasmanosalcabelloparacomenzara
jalarloconfuerza—.¡Nunca!¡Nunca!
Seseparóobligatoriamentedeellaantelosmanotazosquelepropinabaylosarañazoshacia
surostroquenolograbacontrolar.
—¡Nodebe, no puede! ¡Nomequitará ami hijo! ¡Esmi hijo!—repetíaincansablemente
cuando los enfermeros empezaban a actuar intentando, ante todo,mantenersusmanosquietaspara
quenosehiriera—.¡Élnodebesaberlo!¡Esehombrenodebeencontrarlojamás!
Cerrólosojosante losgritosyalaridosquesumadreemitíaavivavozgraciasalacruel
demenciaquelaapartódesuvidadetanbrutalmanera,perosecontuvo,secontuvointentandono
explotardespuésdequeel rostrodequienmásodiabaemergíadesde lomásprofundodelamaraña
depensamientosqueasaltabasumente.
—Una a una me las pagarás, miserable hijo de puta. Una a una te lascobrarésinningúntipo
depiedad—abriólosojosyterminóclavándolosenunpuntoequidistante—.Nopudehacerlocon
elmaldito de tu padre, por lo tanto, prepárate…prepárate esta vez paraperderlotodo,desdeAnna
—sonrió—, hasta tu propia vida. Porqueme cansé de guardar silencio,Black,mecansédeserquien
soy.
***
Eltiempotranscurrióapasosagigantados.Tuvequeasimilartantascosasentanpoco
tiempo,comoelencarcelamientodeVictoria,lamuertedeDanielqueaúnnopodíaapartardemi
mente sintiéndome totalmente culpable de que así sucediera y la afrentaentreVincentyelbastardo
deSantiagoquehabíaterminadoen…
Suspirérecordandoesascruelesimágenes,porquecadavezquesehacíanpresentesjugaban
con mis emociones dejándome sumida en la más completa agonía,torturándomedíatrasdíay
haciéndomerecordarmipromesadeamoreternoque,hastahoy,cumplía
acabalidad.
Otrosuspiroescapódepechocuandomisojosnodejabandeadmirarladatademuertede
Danielqueyacíainscritaensulápidamientrasunatibiabrisasepercibíaenelambienteyuna
delicada mano femenina se posaba sobre mi hombro para darme aconocerqueaúnseencontrabaahí,
juntoamí.
—¿Estáslista?
Asentí en completo silencio sin nada que agregar arreglando las floresquehabíacomprado
paraél.
—Entonces, ya podemos irnos. Este lugar…—.Amelia intentó sonreír,gestoquenopudo
realizardeltodo—…sabesquenomeagrada.
Lo sabía, pero aún así ella dejaba de lado su incomodidad paraacompañarmeencadaunade
misvisitas.
Acariciéunavezmássunombretalladoenaquellainscripcióndemármolycomorepetíaen
silenciocadavezquesurecuerdoinvadíamimente,pronuncié:
—Perdóname.Perdónameportodoloquetehice.
De pronto, sentí el caluroso y contenedor abrazo de mi amiga que mereconfortó,talycomo
lohacíasupresenciacadavezquelosrecuerdosquemabanalgomásquemipiel.
—Estoy segura que ya lo hizo, Anna. Donde quiera que él esté estoyseguraqueyate
perdonó.
Yyo…tansólopedíaqueasífuera.
—Vamos,chicalista,aúntenemosmuchoquehacerentunuevohogar.
Ambasnoslevantamosmientrasnocesábamosdeadmirarporúltimavezlatumbadenuestro
queridoamigoquedecía:
“Enmemoriadenuestroamadohijo,nietoyamigo.
Vivirásporsiempreennuestroscorazones,porqueapesardeladistanciayeltiempotu
recuerdoennosotrosnoseborrarájamás.”
Regresamos en completo silencio y con un nudo alojado en la boca denuestrosestómagos.
Aúnteníamosmuchoporhacer,malquemal,másdedosmesesviviendoconAmeliayacomenzaban
apasarmefacturaentrelasbenditasterapiasalascualesasistía,elúltimoañodeuniversidadque
esperabapormí,mitrabajoenelrestauranteyunsinfíndecosasmásporlascualesteníaque
preocuparme si deseaba recuperar tanto mi estabilidad física comoemocionalparavivirmivida
comounapersonanormaljuntoalamordemivida.
—Aúnnocomprendo…¿cómo“Blueeyes” terminó cediendo ante cadaunodetus
requerimientos?
Sonreí,recordándolo.
—Fácil.Eraesoonada.
Ameliaentrecerrólavistatrasdibujarensusemblanteunapícarasonrisademalicia.
—Anda,dime,¿quéleofrecisteacambio?Malquemal,yatresmesessinsexodespuésde
surecuperaciónes…
—¿¡Porquétienesquesertanexplícita!?¿Yquiéntedijoatiquesontresmesessinsexo?
—Anna, por favor, ¡estás hablando conmigo!O qué, ¿creíste que no loadvertiría?Su
recuperaciónhasidomuy lentadespuésde todo loque leocurriócomoparaestarmontándotelo,¿o
no?
Rodélosojosmientrascomenzábamosasubirlasescalerasdeledificioenelcualahora
residía.Con laventademiantiguodepartamentopudeadquirirunomáspequeño,peroigualde
confortablequeelanterior.Además,coneldinerorestantepudecancelaralgunascuotasdelcrédito
demisestudiosporelcual teníaquevelarsideseabagraduarmecuandoconcluyeraeste
“maravilloso año”, cosa que veía poco probable, pero no imposible delograrsitrabajabahoras
extras en el restaurante italiano de lujo en el cualme habían contratadohacíayaalgomásdeunmes.
—Noesdetuincumbecia.
—Todo lo que tiene que ver contigo sí es demi incumbecia—asegurótrasotorgarmeun
guiñoconunodesusverdososojos—.Aesehombrelotienesdecabeza.Primero,aceptaque
vengas a vivir a este sitio alejado de todo. Segundo, tu trabajo en elrestaurantey…
Me detuve antes de llegar a la segunda planta alarmándola con esepequeño,pero
significativodetalle.
—AnnaMarks,nomedigasquenoselohasdichoporque…
Misilenciolebrindóladebidarespuestaqueellaansiabaescuchar.
—¡Losabía!—vociferótalycomosisehubieraganadolalotería—.¡Dealgunaformasabía
quetodoestonopodíasertanidílicoyperfecto!
—Blacknoloentendería.
—Esehombrenoentienderazones,Anna,menossisetratadeti.
—Necesitoeldinero,Ame.
—¿Ycómolevasahacer?¿Quéocurrirácuandoseentere?
—Tendráqueaceptarlo—subrayé—.Selodijedesdeunprincipio,“tengounavidaydebo
velarporellapormispropiosmedios.”
—Comoparaestaraceptandosudinero,¿verdad?
—Tú lo dijiste.Es su dinero, no tiene porqué ser elmío. Perfectamentepuedotrabajarpara
saliradelante.¿Quéhaydemaloenello?
Ameliaseencogiódehombros.
—¿Quieresqueteloespecifique?
Movímicabezahaciaambosladosreanudandomimarcha.
—Sóloestoyesperandoelmomentoadecuadoparadecírselo.
—Deacuerdo.Tedeseotodalasuertedelmundoporqueconélsíquelavasanecesitar.Y
ahora…¡vamos,vamos!¡Mueveesetraserotuyosinoquieresllegartardeaclases!Eltráficoal
mediodíaesasqueroso.
—¡Yavoy!¡Sólodejadegritarme!—meapresuréaabrirlapuertaparairpormiscosas.El
caosalinteriortendríaqueesperar.
—Notegrito—sonrióasusanchasquedándoseenelumbral—.Sólo teincitoaqueapures
elpaso,tortuga.Lafacultadnosquedabastantelejosahoraquetemudaste
aesteladodelaciudad.
Noquisistequedarteconmigoasíque…
De pronto, ya no oí su voz. Algo la había silenciado y para que Amedejaradehablarcomo
lacotorraparlanchinaqueeraese“algo”sídebíaserimportante.
—¡SantoDios!—fue tan solo lo que oí salir de sus labiosmientras susojossequedaban,
prácticamente, “pegados” en dirección hacia el departamento que sesituabafrentealmío—.¡Note
lapongas,notelapongas,notelapongas…!¡Maldición!
—¿Quédijiste?
—Cierralaboca,Anna.Estoesúnicoymuy,peromuyplacenterocomoparaestaroyéndote
oprestándoteatención.¡Díosmío!—prosiguiócurvandosuslabioshaciaarriba—.¡Quiénfueraesa
benditacamiseta!¡Quécuerpazotieneelcondenado!¡Yquéabdominales!
—¿De qué hablas? No te entiendo—insistí a punto de concluir lo queestabahaciendo—.
Yacasiterminoy…
—Demóratetodoloquequierasmientrasyo…—tragósalivaconalgodedificultad—…
dejoqueelcalentamientoglobalhagaestragosentodomicuerpo.
Ni siquiera supeaqué se refería,nohastaquedesvié lamiradahacia lapuertaentreabierta
quedabadellenohaciaelinteriordeunodelospisosenelcualunsujetosolamentevestidoconun
pantalóndeportivo,unacamisetablancaysudadocomosihubieracorridolamaratónsalíahastael
umbralytomabaelperiódicoqueseencontrabafueradesudepartamento.
—Mmm…unadeliciadevecino,amiga.¿Noteparece?
—Sinceramente,nuncalohabíavistohastaahora—aclarésininmutarmeporsupresencia.
—¿Estás ciega o eres completamente idiota? ¡Si el maldito está comoquiere!—gritó
hormonalmenteboquiabiertatrasmiacotación.
Sonreíaloírla,peromásbienfijándomeencomoélrecogíaelmatutino.
—¿Completamentefollable?—agreguésaliendodecasaconmislibrosybolsoacuestas.
—ExactomiqueridaSherlock.Definitivamentequierovivir aquí. ¡Anda,dimequesí!
—¿Ytudoctorcito,Amelia?¿DóndedejasaBruno?
Elprofundosuspiroqueexhalómehizocomprenderquemiinterrogantehabíasidoformulada
demás.
—Eldoctorcito…sólotienetiempoparasutrabajo.Nuestrarelaciónpasódelcandentey
húmedoCaribealafríaygélidaAntártica.¿Cómolaves?
—¡Ouch!—fuetodoloquepudeexclamartrasfijarlamiradaenelrostro
babeantedemi
querida amiga que aún no le quitaba los ojos de encima al tipo que seaprestabaamorderlamanzana
rojaquesosteníaenunadesusmanos.
—¡Ay de mí! Creo que si no me sujetas me lo como con todo y ropaincluida.
—¿Noestabastanapurada,AmeliaCosta?¿Eltráficodelmediodíanoesasqueroso?
—A la mierda con el tráfico, Anna. Déjame decirte que tu vecino “elasesino”estácomo
parauntarlecremabatidaentodosumalditoydeseablecuerpecito.Yparaunaclasedebuceo
también,peroconsnorkel.
Aquelcomentariomehizoreíracarcajadalimpia.HacíaalgodetiempoqueAmenose
volvía loca de la forma en que lo hacía con el tipo que me dispuse aobservardereojoparanoser
tanobvia,porqueyaconellaadmirándoloasíeramásquesuficiente.
Está bien. Lo admito. Era bastante guapo con sus abdominales biendefinidos,subuenporte
ycontexturaenvidiable,sutonodepielcanela,sushombrosanchosyesaperfectasonrisa
maquiavélicaquemehizoestremecercuandolasostuvoensurostro.¡Elmuyimbécilsabíaque
ambasloestábamoscontemplando!
—Notienenadadeotromundo—mentí,sonrojándome,cuandosumiradasecruzó
inevitablementeconlanuestra.
—Endefinitivaeres idiotaAnnaMarks.¿Nonotasteesasonrisa?—laoísuspirarcomosilo
necesitaraparanoentrarenundichosocolapsonervioso.
—Hevistomejores—alardeéenhonoralademiamadoBlacktratandodenoposarmisojos
otravezsobrelosdeaqueltipoquevolvíaasonreírnosmásabiertamentemientrasmordíalajugosa
fruta.
—Sí, cariño,muérdeme como a esa benditamanzana—susurró dichosa—.Permíteme
decirtequesiloqueseapreciaasimplevistaesunadelicianomequieroimaginarloqueseesconde
bajoesepantalón.
—¡Ame, por favor! ¡Deja de babear! —la incité a que reanudáramosnuestramarchade
regresoasucoche.Yasílohicimosdirectamentehacialasescaleras,hastaquelovimosacercarsea
la barda desde la cual nos admiró sin tapujos para otorgarnos undescaradoguiño.
—¿Tedistecuenta?¿Tefijasteenloquehizoapropósito?¡Ay!¡Creoquemeenamoréotra
vez!
—No.Nisiquieralonoté.¿Nosvamos,porfavor?
—Vendréavertemásseguido,chicalista,peronotepreocupessinollegoatocartupuerta.
Aveces…sueloperderelsentidodelaorientación.
—Deacuerdo.SelodiréaBrunocuandolovea.
—Sillegaasalirdesutumba,amiga.¡AyDiosdelamorhermoso!¡Quéincreíbleycaliente
díanosesperahoy!
Sonreíantesu“particular”comentario.¿Quémáspodíahaceralrespecto?
Enlauniversidadtodomarchababienaunquedebíaponermealcorrienteenmuchascosas.
Había perdido algo más de mes y medio de clases antes dereincorporarme,tododebidamente
justificadoporladoctoraLeticiaMontreal,miterapeuta,conlacualhabíaformadouninusitadolazo
de amistad.Almenos ya no la veía como lamujer que deseaba saberlotodoacomodieralugarsino,
másbien,lacontemplabacomounodemissalvavidasquememanteníanafloteluchandocontralas
grandesypoderosasolasqueazotabanelinmensoyprofundoocéanoenelquemividaestaba
inserta. ¿Yquepodíadecirde“LeDueTorri”?Memantenía lo bastanteocupadahastaaltashoras
de la madrugada. Era un sitio totalmente de moda, lujoso y único quehabíaabiertosuspuertasal
públicohacíatansóloseismesesatrás.Ostentoso,refinado,demuybuengustoysóloparaexóticos
comensalesquepudiesenpagarlacaracomidaqueallísepreparaba.
Dicenporahíque“lanecesidadtienecaradehereje”yyonecesitabaeldineropara
terminarmisestudioseneltiempopresupuestado.Además,graciasaestetrabajohabíaaprendido
muchosobrecomida,vinosydeuncuantohay.Noeraunaexperta,perohabíazafadodevarias
situaciones un tanto embarazosas de lamejormanera. Y por si todo lodemásfallaba,siempreestaba
Sammyparasacarmedelatolladero,quiensehabíaconvertidoentodauna“superheroína”
dispuesta a dar la batalla manejando cada circunstancia con su buenadisposiciónysentidodel
humor.
—El sitio está completísimo. Si hoy quieren reventarnos de trabajo deseguroasíloharán—
decía mientras terminaba de arreglarse frente a uno de los espejos delcuartodebaño—.Seráuna
nochebastantemovidita,Anna.¿Areyouready?
Nosdesplazamos sirviendo copas, aperitivos, platos de fondo, postres yunsinfíndedelicias
para el más fino de los paladares. Nuestro Chef, un italiano bonachónbastantecotizadoenelmedio,
pero histérico y perfeccionista en cuanto a su trabajo, le gustaba ladelicadeza,lasobriedadyel
orden por sobre todas las cosas. Y eso, claramente, se reflejaba en sumagníficacocinaenlaque
nadafaltaba,enlaquenadasemovíaocambiabadelugarsinquedierasuaprobaciónyenlaque
gritaba, además, como un desaforado haciéndonos reír totalmenteintrigadosporlaspalabrotasque
emitíaensuidiomamaternocuandonosregañaba.
—¡Anna! ¡Mesa dos totalmente despejada! ¡Ve por ellos! —anuncióSammyentregándome
lascartasconlosrespectivosmenús.
Apasofirmemedirigíhaciaellaqueseencontrabaapostadaenmediodelenormesalónque
lucíaamedia luz.Todoelcaminoy, talcomosi se trataseunaplegaria,ejercitémiacentoitaliano
que,demásestabadecirlo,dabaasco.Perohabíaaprendidobiencadacosaquedebíahacerydecir,
al igual que las fingidas sonrisas con las cuales debía deslumbrar aquienesamablementeatendía
cadalargaytediosanoche.
—Benvenuti, signore. (Bienvenido, señor). Il mio nome è Anna. (MinombreesAnna).E
chitifrequentanostasera.(Yseréquienloatenderáestanoche).
—Vi ringraziomolto, bellaAnna. (Muchasgracias, bellaAnna) .Perme
saràsempreun
piacere.(Paramísiempreserátodounplacer).
Como si hubiese recibido un golpe de corriente que me sacudió porcompletonopude
despegar la vista de aquel hombre que me sonreía tan coquetamentemientrassellevabaunadesus
manos hacia sumentón yme analizaba con lamirada. Porque esa voz,esosojosyesademoledora
sonrisaquenohabíavueltoaverdesdeaquellavezenquemimadre sehabíaaparecidofrenteamía
la salida del edificio de las Empresas Black y Asociados tenía un solonombre.
—¿Non è una vita meravigliosa piena di sorprese? (¿No es la vida unamaravillosacajita
desorpesas?)—exclamóelmismísimoAlexDuvallfijandosuvistasobremicuerpodemanera
arrogante,fieraeintrigante.
No pude moverme, tan sólo tragué saliva un par de veces ansiandocomprenderquérayos
hacíaélahí.
—¿Cómoestás,bellaAnna?Tanto tiemposinvernos,pero sigue siendounhonoryun
verdaderoplacertenertefrenteamí.
“¡Habla,idiota,ynotequedescallada!”,mesusurrómiconcienciadandonuevamente
señalesdevida.Peroyonopodíahacerlo,sabeDioselporqué.
—¿No te parece increíble como el destino intenta juntarnos una y otravez?
—¿Qué… va a ordenar… señor? —. No quería verlo a los ojos, nodeseabaqueélvieraa
losmíos.Tansóloanhelabaqueesemomentonoestuvieseocurriendoyquesupresenciasólofuera
unameraalucinacióndemimente.
—¡Hey! ¿Qué tienes? Ni que hubieras visto a un fantasma. ¿Ya meolvidaste?¿Yanote
acuerdasdemí?
Suspiré como si lo necesitara mientras mi cuerpo no dejaba deestremecersealigualquesi
fueragelatina,talycomolohabíahechotantasvecesenelpasado.
—Lo siento —se disculpó poniéndose de pie ante mi presencia y elsilencioevidentedemi
voz—.Quizás,fuepremeditado.
«¿Premeditado?».
—¿Desde cuándo trabajas en este restaurante? Me resulta un tanto“extraño”ydifícilde
asimilarverteaquí,máscuandoestásconVincent.
—Loquehagaconmividanoteincumbe—especifiquécomosidesearavomitárseloal
rostro—.Ahora…
—Comprendo.Notienesporquédecírmelotandespectivamente.Sólofueunasimple
pregunta,Anna.
«¿Unasimplepregunta?¿Mecreesidiotaofingesquelosoy?».
—La verdad, no tienes porqué tenermiedo a que alguien pueda vernosjuntos.Queyosepa,
unarelacióndebebasarsesiempreenlaconfianza.
“¡Maldita rata asquerosa de alcantarilla! ¿Qué quieres conseguir?” ,gritómiconciencia
absolutamente enrabiada y dispuesta a salir de mi cuerpo tan sólo paragolpearlo.
Cerréloojosporunmomentocuandopercibíelrocedeunadesusmanosdejándosecaer
sobremimentón. ¿Qué intentaba hacer? ¿Quién se creía que era, o conquiéncreíaquetrataba?
MeseparérápidamenteconevidentebrusquedadyAlexlonotó,peroaúnasínodejóde
admirarme.
—Anna…
—Señor,porfavor.Sivaaordenarsólopídamelo.Mepaganparatrabajarnoparacharlar.
—Me da exactamente igual lo que piensen los dueños de este lugar. Siquieroverteo
hablarteloharéaquíodondesemeplazca.
—Alex…¡yabasta!
—Creoque te lodijeunavez,pero te lovolveréa repetirpor si lohasolvidado.Tú…
—¡Cállate!—. El muy idiota me había sacado de mis casillas—. ¡Serámejorquecierrestu
jodidabocasinoquieres…!
—¿Qué?—sonrió cruzando sus brazos a la altura de su pecho—. ¿Megolpearás?¿Me
gritarás al rostro como una loca? ¡Hazlo! No te preocupes, puedosoportarlo.
En un acto voluntario o involuntario, no lo recuerdo bien, terminélanzándolelascartasdelos
menús al pecho, o mejor dicho, estampándoselas. ¡Cuánto me hubiesegustadohaberlohechosobre
superfectacaradeimbécil!
—¡Déjameenpaz!
Iba a rebatírmelo cuando la administradora del restaurante llegó hastanosotrospara
cerciorarsedeloqueallíocurría.
—¿Señor?¿Estátodobien?Ruegodisculpesilaseñoritaaquípresentelehafaltadoal
respetoonolohaatendidocomocorresponde.
Mifugazmiradadereprochefulminólasuyacomonocomprendiendoaquésereferíala
“bruja” de Maru con ese par de interrogantes y enunciados que habíaexpresado.
—Anna,saldeaquí.
—Pero…
—¡Hazelfavorderetirartealacocina!—alzólavozcondesprecio—.Yasegúratede
quedarteahítodoelrestodelanoche,¿meoíste?
Alexquisoagregaralgomás,peroencuantocomenzóahablarabandonéelsalónhechauna
furiaoyendolasestúpidasexcusasqueMaruledaba.
—Señor,ruegoladisculpe.
—Notengonadaquedisculparla.Elculpablehesidoyo…
Lapuertadelcuartodelavadoquedóliteralmente,dandovueltascuandolacerrédeunsolo
portazo.
—¡Mierda!—chillédelasolaimpotenciaquemeinvadíacuandoSammysehizopresente,
dejandolapuertaentreabiertaparasaberquéhabíasucedido.
—¿Estásbien?¿Conocesaesependejo?
Yvayaqueloconocía.
—Noesnadie.Novalelapena.
—Sinovalieralapena,¿porquépresientoqueloquieresmolerapalos?
“¡Porque eso se ganó el condenado hijo de…!”Mi subconsciente aúnluchabaporsalir
desdemiinterior.
—Todoestábien.
—NoAnna,notodoestábien—exclamóMaru,enojadísima,volviendoaaparecerfrentea
mí—.Samantha,vuelveatutrabajoydéjanossolas,porfavor.
—Sí,señora.
Ya decía yo que el regreso de Alex Duvall a mi vidame traería comoconsecuenciaunos
cuantosproblemasdeloscualesnoibaapoderzafartanfácilmente.
—Lolamento,yo…
—¿Dedóndeconocesaeseabogado,muchacha?¿Tienesalgoconél?
«¿Quémierda?».
—¡No!—grité,desgarrándomelagarganta.
—Pues quiero que sepas que tus problemas o líos amorosos los puedessolucionardesdela
puertahaciafuera.¿Meoíste?
—¡Peroyonotengonadaconesetipo!
—¡Meimportamuypocosilotienesono!¡Fuistecontratadaparatrabajarnoparacalentara
los clientes! —me soltó la muy desgraciada haciéndome recordar,inevitablemente,micruelpasado
—.Nosoyestúpida,Anna.Todoelmundosabesobretiyloqueocurrióconeltalmillonarioese.
Sideseasconservartutrabajoaquítansólolimítateahacerlo,¿quieres?
«Todoelmundosabesobretiyloqueocurrióconeltalmillonarioese…».Aquellafrase
quedódandovueltasenmimente.Tuvequetragarmetodoloquesentíaylaspalabrasque,
obviamente, le quería gritar al rostro porque nadie más que él y yosabíamosloquehabíaocurrido.
—Lo que hagas fuera del restaurante me da lo mismo, pero aquí tecomportarásoteechoala
calle.
Cerré los ojos pretendiendo contar hasta diez. Si no necesitara tanto elmalditodineroyo…
—Apropósito…no séqueven en ti—prosiguió cuandoya su analíticamiradasubíay
bajabapormicuerpo.
“¡Quesinolesacaslosojostúselossacoyo!”
—Volveréatrabajar.
—Es lomejor que puedes hacer, pero en la cocina. No te quiero en elsalónmontando
espectáculosbaratos.
Caminé hacia la puerta tragándome toda mi rabia que en ese precisoinstanteerademasiada.
—Yprepárate.Estejueveselrestaurantesóloabrirásuspuertasparaunaimportantísima
reunión de negocios con unos inversionistas extranjeros. Te quierodisponibleynoaceptaréunno
comorespuesta.¿Estamosdeacuerdo?
—Sí,señora—concluí,saliendoatodaprisa.
Entretanto,Alexcaminabahaciasucochemientrasesperabaqueeltonodemarcadodesu
móvillocomunicaraconquien,enesemomento,ansiabacharlar.
—Sí, soy yo. Tendrás que darme lo que te pedí aunque la verdad… nocreoquetecueste
mucho hacerlo—sonrió a sus anchas, satisfecho—.Te lo dije desde unprincipio,conmigonose
juega,miamor.Llevaréchampañaparacelebrarporqueestanochequierobeberdetiydetucoño
hastasaciarme.
Cerróporunmomentolosojosimaginandoloquelaotrapersonadesdeelotroladodel
móvillecontestaba.
—El plan está en marcha y creo que te llevarás una grata sorpresitacuandotedejescaerpor
“LeDueTorri” junto aBlack. ¿Noqueríasquevinierapor ella?Pues…estáhecho.Telodijeyte
lo vuelvo a repetir para que no lo olvides, cuando Alex Duvall juega,Emilia,apuestayloarriesga
todo. Así que prepárate, zorra, porque no te imaginas cuanto te voy adisfrutar.
CapítuloII
Pormásquelointentémecostómuchísimoconciliarelsueño.Sólologréhacerloyaentrada
lamadrugada,perodespuésdeunpardehorasdehabercerradoslosojosvolvíaquedarmesinel.
Noqueríaasumirlo,peroesetandesfavorableencuentroconelimbécildeDuvallmeteníade
losnerviosymásconaquellosenunciadosquemehabíaproferido.«¿Porquéhabíaelegido
aparecerdespuésdetantotiempo?»,era loquedeambulabasindescansoalinteriordemimente
mientrasnotabaqueunnuevodíadabacomienzoatravésdelascortinasentreabiertasdemi
habitación.
Perdí la total concentración de mis pensamientos cuando mi teléfonocomenzóavibrarsobre
unade lasmesitasdenochesacándomede la irrealidaden lacualestabainserta.
—¿Hola?
—Buenosdías,Anna.HablasconLuzMaría.¿Cómoestás?
Suspiré como si mi alma lo necesitara y terminé cerrando los ojosmientrasapretabaenmi
manoeldichosoaparato.
—Buenosdías.Estoy…lollevomejor,gracias.
—Me alegra escuchar eso. ¿Tienes un minuto de tu tiempo? ¿O ya vascaminoalafacultad?
—Sólodígame,¿quénecesitademí?—.¿Porquétuvelaleveimpresiónqueestonopintaba
paranadabien?
—Iréalgranoysin rodeos,Anna.Séque tehasnegado rotundamenteacadaunadelas
peticiones de tu… de Victoria, pero me ha solicitado una vez más yencarecidamentequenecesita
verte.Soysuabogada,esmidefendidaycomotalestoyparaayudarlaentodoloqueestéami
alcanceyesoteincluyeati.
«¡Malditasea!¿Quéladichosamujernosecansabadequeledijeraconbuenaspalabras
quenodeseabaverlaymuchomenosoírla?».
—Ellanoestáencalidaddeexigirtenada,sóloquierehablarcontigo.Eljuicioseviene
bastante complicado por todos los cargos que pesan en su contra y,además,puedequeprontamente
seatrasladahastaotropenal.Séqueestoesmuydifícilparati…
«No.Nisiquieralopuedellegaraimaginar».
—Perosinolohacesahoranoloharásnuncaysequedaráalojadaentiesaincertidumbre
porelrestodetuvida.
Sonreícondesganaguardandosilencio.
—Sólo cumplo con mi trabajo, muchacha. Todos nos equivocamos ytambiéntodostenemos
derecho a una segunda oportunidad.Tumadre… lo siento,Victoria estápagandoconcrecestodoel
daño que te ocasionó, pero si lo piensas fríamente… si no hubieradisparadoencontradetu
padrastroélhabríaterminadosaliéndoseconlasuya,¿nocrees?
—Nosésiestoypreparadaparamirarlaa losojos,LuzMaría.Nosésiquierooírdenuevo
elsonidodesuvoz.
—Estarécontigoymeaseguraréquenadatesuceda,loprometo.
«¿Máspromesasamivida?No,gracias».
—Yo…sinceramente,nolosé.
—Anna,porfavor.Estádesesperadaytemoquepueda…—laoísuspiraratravésdelmóvil
—…llegaracometerunalocura.Lacárcelesuninfierno,muchacha,supropioinfiernopersonaly
loestáviviendodelapeorymáshumillantemanera.
—Lavidaseencargadenosotrosdeunauotraforma.Aquínadaesgratispormásqueasílo
queramos.
—Lo tengo más que claro, Anna. Por la misma razón te ruego en sunombrequetepermitas
concederle aunque sea unminuto de tu tiempo.Sólo te está pidiendounpocodetubuenavoluntad.
«¿Quéhabíadicho?¿Buenavoluntad?».
Mi corazón se contrajo colmado de absoluto dolor al evocar tantas ytantassituacionesque
aúnluchabaporapartardemicabeza.Laterapiafuncionaba,sí,peroenloreferenteaVictoriaya
aquellamalditaconfesiónqueelbastardohabíaexpresadoaquellanocheantesqueellapusierafina
suvida…eraalgoquenolograbaolvidar,muchomenosdilucidar.
—Anna,porfavor…
“Jamásseráscomo laperradeVictoria,porquesiendosuhijaonoeresmuchomejorque
ellaoquecualquieradenosotros,¿meoíste?Muchísimomejorysucedaloquesucedayanoestu
benditoproblema.Lazorrasóloobtuvoloquesebuscótodoestetiempo.¡Ahoraquesejoda!”.
LaspalabrasdeAmeconrespectoalafiguradeVictoriavinieronfugacesamí.Sí,de
acuerdo, lashabíaoídounmontóndeveces,peroahora…Dejéquemisojosseperdieranunparde
segundosenlospequeñosrayosdeluzqueintentabancolarseatravésdelasgruesascortinas
recordando también las palabras de la doctoraMontreal con respecto amismarcasyalpesoque
cargabasobremiespaldaqueaúnnolograbaaligerardeltodo.
“Sólounavezque logresapartarde ti cadaunode tus temores teharásmásfuertey
valiente para seguir luchando. Sólo una vez que enfrentes tus peorespesadillasydejesde
esconderte podrás ser la mujer que siempre quisiste ser y la que estáesperandodespertardeeste
largosueñoenelcualhasestadosumidaportantosaños.Tieneslafuerzayelcorajesuficiente,
tieneslaenergíaparadoblegartodoloquetecubreyhierealgomásquetupiel.Sécomouna
mariposa, Anna, descúbrete, despréndete de lo que te aprisiona y liberaesashermosasalasque
esperanportiparallevartelejosdelaamarguraenlaquehasvividotodoestetiempoyquepor
ende,notehadejadoserfeliz.Siquieresqueteayude,ayúdatetúprimero,siquieresquedeun
paso juntoa ti, tienesqueestardispuestaacaminaryverásquecuandoesoocurraycomiencesa
transitarporelsinuosocaminoqueeslavidanadaninadietedetendrá.”
Exhalé un poco de aire liberando todo lo que había dentro de miconfundidamente.
—Deacuerdo—soltésinquemetemblaralavoz.
—Muchasgracias,Anna.Teesperoalasdosdelatardeenmidespacho.
—Estábien,LuzMaría.Nosveremosahí—fue loúltimoquepronunciécuandolafigurade
Amelia, que parecía haber salido de la nada, se detenía ante la puertaentreabiertademihabitación
paraanalizarmeconlamiradaydecir:
—¿Aquiénsesuponequeverás?—cruzósusbrazosporsobresupechomostrándomela
llavederepuestoquelehabíadadohaceunpardesemanas.
—Tengo que colgar. Que tenga un buen día y adiós —dejé el aparatosobrelacolcha—.
¿Quénoteenseñaronatocar,AmeliaCosta?
—“Sóloúseseencasodeemergencia”—detalló—,yesteesunodeesoscasos.Sammyme
contóloquesucedióenelrestaurante,asíqueserámejorquecomiencesapiar,pajarito,pero
antes…¿dóndesesuponequeirás?
Traguésalivaconalgodenerviosismoporquelahecatombeomásbien,laterceraguerra
mundialestabapróximaaserdeclaradaentreellayyo.Sóloeracosadeabrirmibocaparaqueeso
sucedierayAmedejaracaersobremítodasuartilleríapesadaydegruesocalibre.
—VeréaVictoria.Ahíesdondeiré.
EntregritosyunadiscusiónquepodíaoírsedesdefueradeldepartamentoAmeliasalióhecha
una furia dando un portazo que retumbó en todo el piso. Pudecomprobarlocuandoelsujetodel
frente,alias“elvecinoasesino”,abrió lapuertaalgocontrariadopor loqueacababadeoír.De
inmediato morí de la vergüenza. Punto uno: estaba vestida con unadorable,peroalavez
embarazosopijamaconuncachorritoestampadoenelfrentedemipechoquedecía“¿puedesdarme
cariño?” Punto dos: estaba hecha un completo desastre con el cabelloenmarañadoymirostropor
nohaberdormidoen toda lanoche.Ypunto tres:menudoespectáculo leestababrindandoalmuy
idiotaquememirabacomosiquisieradecirmealgoque,obviamente,nolepermití,cerrandola
puertacomosihubieravistoalmismísimodemonioenpersona.
Elpenalfemenino“SantaTeresa”detansóloverloaladistanciamehizoestremecer.No
paré de sudar desde que LuzMaría puso en marcha su coche desde eldespachodeabogadosdela
DefensoríaPenalPública,yahoraquecaminabahaciaelinteriorsinpoderdarvueltaatrás,mis
ganas de salir huyendo se acrecentaban tal y como si fuera el jodidocorrecaminossiendoacechado
poreltorpecoyote.
—Señorita, deposite todas sus pertenencias aquí y acompáñeme—logréescucharantesde
ingresardefinitivamenteal recintomientrasobbservabaaLuzMaríaquehacíalomismoconsu
carteraylascarpetasquecargabaenlasmanos.
—Tranquila,Anna.Políticasdeseguridad.
«Uno,dos,tres,cuatro,cinco…»,contéhastadiezcomomehabíasugeridoLeticiaquelo
hicieracuandoalgomeapremiabahastahacermeperderelcontrol.
Diezminutosdespués,ambasingresamosaunaenormesalaenlacualseencontrabanvarios
módulos separados por un cristal del cual colgaban unos aparatostelefónicosointercomunicadores.
DeVictorianohabíaseñas,nohastaqueunhorrendosonidoresonóportodalahabitación
haciéndomesaltardelasolaimpresióndehaberloescuchado.Unadelaspuertaspintadasdeun
intenso color naranja se abrió ante mis ojos logrando con ello quemicorazónsedetuvieraymis
pulmones contuvieran la respiración, más cuando Victoria me observóconsurostrobañadoen
lágrimasaltiempoquecaminabacustodiadapordosguardiasfemeninas,unaacadalado,quela
sujetaban por ambas extremidades. Me sentí morir cuando no logréreconoceralamujerqueundía
había sido tan altiva, arrogante y presuntuosa. ¡Diosmío! ¿Qué le habíasucedidoyporquésurostro
estaba… herido? Luego, todo fue de mal en peor. Luz María se sentófrenteaellamientrastomaba
uno de los intercomunicadores para intercambiar algunas frases einformaciónquenisiquiera
comprendí, no hasta que pronunciómi nombre fuerte y claro para queocuparasulugarenelmódulo.
¡Dios!Mihorahabíallegado.Eramiturnodesentarmeallí.
Nopudemoverme,nopudearticularunasolapalabrasino,másbien,sólomedediquéaorar
encompletosilencioporquemicuerpono terminarareaccionandode lapeormanera.Sí,losé,quizá
noestabapreparadadel todoparaenfrentarla,paraoírlaymirarlaa losojos,perodeunacosasí
estaba totalmente segura: la oportunidad era ahora y si no alejaba mispeorespesadillasytemoreslo
antesposibledemividajamás—meconocíamuybienparaasegurarlo—,loibaahacer.
Mesentéfrenteaellapercibiendotodoelpoderíodesuvistacaersobremirostro.Tenía
tantomiedoqueeljodidoaparatoresbalóunpardevecesdemishúmedasmanoshastaquelogré
contenerlo y apretarlo fuertemente entre ellas. Y ahora venía lo peor:hablar.¿Quélediría?¡Hola,
como estás! ¿Qué ha sido de tu vida?Lo peor de todo era queVictoria
habíalogradoenmudecer
hastamiconcienciaconelsólohechodeestarahítrasesevidrio.
Un frenesímayorme sacudió cuando su tono de voz inundómis oídoslograndoquede
inmediatomisojossecerraranparanoverloqueteníaenfrente.
—Gracias—alzóunadesusmanosparaluegodepositarlasobreelgruesocristaldelmódulo.
—No estoy aquí para queme las des. Era algo que… de alguna formateníaqueconcluir.
—Aúnasí,muchasgraciasporconcedermeunpocodetutiempo.
—Tú…dirás.
Suspiróhondamenteantesdevolverahablar
—Queríaverteparapedirteperdón.Laúltimavez…
—Laúltimavezyafuesuficiente.Además,nosoynadieparaotorgártelo.Siloquieres
obtenerdebesencontrarlapazentiynoenmí.
—Loséyestoypagandotodosycadaunodemiserroresenestesitio.
Nocontesté,preferíguardarsilencio.
—LuzMaríahacelonecesario,peroesimposiblequealgobuenoocurradespuésdetodoel
dañoquetehice.
—Noquiero hablar de eso.Estoy tratando de sobrellevarlo de lamejormaneraytúdeberías
hacerlomismo.
—Serécondenada,hija.
—Lo…lamento,perocadaquiencosechaloquesiembra.
Bajólavistahaciasumanoizquierdaqueseencontrabavendadaycuandolalevantóadvirtió
quemisojossehabíanquedadofijosenella,observándola.
—Gajesdeloficio.Siquieressobrevivirenestesitiodebeshacer loquesea—aclaró.
Tragué saliva y cuando me disponía a hablar fui interrumpida por elvozarróndeunadelas
guardiasquenosespecificóque sólo faltabancincominutosparaque lavisitaconcluyera.
—Todoloqueéldijoesanoche…—.Suspirócomosilonecesitaraparaseguirviviendo,
peronopudodialogarmás,envezdeelloterminóasintiendomientrasdesusojosbrotabanefusivas
lágrimasquenologróretener.
—Poresotúnuncame…
—Tequise,peroamimanera.Ynosabescuánarrepentidaestoydetodoloquetenegué,de
todoloquenotedi,detodoloquenoteprotegíydeloegoístaquefuicontuvida.
Desviélamirada.Acaso,¿aestasalturasimportaba?
—Séquejamásmeperdonarásopodrásvermealacaradenuevocomotu
madre.
—¡Yo no tengomadre!—aseguré fuerte y claro volviendo a clavarmivistasobrelasuya.
—Sí,latienes.Yonuncalofui,peroséqueexistealguienqueteamacontodosucorazóny
quealgúndíaregresaráatuvida.
Neguéconmicabezamoviéndoladeladoalado.
—Ysétambiénqueundíaserásmuyfelizyqueeldestinotesonreirádelaformamás
maravillosaqueexiste,hijamía.
Eseúltimoapelativoquedejóescapardoliómuchísimo,talycomosimehubieraabiertoel
pechoconunafieraestocadaquemeatravesódelleno.
—Porque lo mereces, mi amor, mereces que la vida te premie y tedevuelvatodoloqueun
díatearrebatédelasmanos.
Me levanté abruptamente evocando a mi padre cuando elintercomunicadorresbalabademis
manosgolpeándosecontralamesadelmódulo.
—Sácamede aquí—requerí apuntode romper en llanto—. ¡Por loquemásquieras,Luz
María,sólosácamedeaquí!
—Claro,Anna,perotranquilízateporfavor.
—Cuando esté fuera demi vista lo haré—volví a observarla de reojo.Victoriasehabía
puestodepiey llorabasinconsuelopegadaalcristalcomonegándoseaquemeapartaradesulado
sinqueterminaradeescucharloqueansiabadecirme.
—¡Notevayas!¡Nomedejessola!¡Anna,porfavor!
Peromicorazónymialmayanopodíancontantodolorquellevabanacuestas,menoscon
suspalabrasquenomesabíandeltodosincerasporque,¿cuántasmalditasvecesmehabíaengañado
de la mismamanera y cuántas otras caí en sus redes como una idiota?Creoquelarespuestaeramás
queobvia:muchísimas.
Luz María me llevó fuera de ese salón cuando ya podía percibir lossollozosquesalíancon
fuerzadesdeelinteriordemigarganta.
—Cumplí…ahoradejaquemevaya.
—Losé,quédatetranquila.Yanopuedehacertedaño.
—¡Quierosalirdeaquí!—repliquécomosifueraunasúplica.
—Loharemos, peropor favor,mantén la entereza tal y como lohicistedesdeelprimer
instante.Notedesmoronesahora,¿meestásescuchando?Lopeoryapasó,Anna,lopeor…yapasó.
Cuandopronuncióesaspalabrasmisojossedejaroncaerenlossuyospor
algomásqueun
instante. Lamujer que tenía frente amí, sin siquiera conocerme,me loasegurabacomosilosupiera
o estuviera realmente convencida de ello y yo sabía que eso no era deltodocierto,másaúnporque
existíanmuchascosasenmividaqueeranpeoresqueesereencuentroconmimadre…oVictoria,o
lamujerquetodoestetiempocreíquemehabíadadoaluz.
¡Ilusademierda!Meautodesignésintiéndomelamásestúpidamujerquehabitabaelplaneta
yqueenesemomentoabandonabaelpenalparavolverarespirarunpocomásdeairepuro,hasta
queminombre sonó a la distanciaprovenientedeuna solaygravevozquereconocíalinstante
logrando que me volteara, buscándola. Porque allí se encontraba elposeedordeeseinigualabe
sonidoesperándomeconunamedia sonrisaestampadaen los labiosquenologróesbozarconla
naturalidadquelodeseaba.
Creímoriral teneraVincent frentemívestidodemaneracasual,con lamiradafijaenmis
ojos mientras guardaba silencio. Y tras contemplarlo, el eco de su vozresonónuevamenteenmi
interiorcomolamásbelladelasmelodíasquehubieseescuchadonunca.
—¿Porqué,pequeña?—inquiriócaminandohaciamí.
Abrí la boca, pero luego la cerré sin nada que decir porque su solapresenciamehabía
silenciadoporcompleto.
—¿Por qué? —repitió frente a mi rostro con sus ojos azul cielopenetrandolosmíosy
alojandoalapar,unadesusmanosenlacurvaturademicuello.
—Tenía que concluir —cerré los ojos pretendiendo con ese gestoolvidarmedetodolo
acontecidounosminutosatrás.
—¿Sinmí?—volvióapreguntaryaconsubocarozandolamía.
—Lo siento —murmuré percibiendo su cálido aliento que me hizoestremecerdemanera
significativacuandounadesusgrandesmanosrozómicinturadispuestoaapoderarsedeellapara
atraermemáshaciaél—.Unaymilveceslosiento—agreguépresadelasenfebrecidasansiasque
meenloquecíanporbesarlo.
—Prometí cuidarte, prometí quererte…—su lenguadelineó el contornodemilabioinferior
paraluegoaprisionarloentrelossuyos—.Prometínodejartecaernuncamás,AnnaMarks.¿Lo
recuerdas?
Jadeé ante lasmil y una sensaciones indescriptibles que ese hombremeproducíacontansólo
tocarmeparaprovocarmeydesarmarmedeesaincreíblemanera.Porlotanto,nofuicapazde
articular una sola palabramás, no hasta que abrí mis ojos tras oír unasingularfraseenfrancésqueél
siempre repetía cuando estábamos así, tan cerca : “regardez-moi, monamour”(mírame,miamor).
Asílohice,peroperdiéndomeensuincomparablecolorenelcualparecíareflejarme.
—Notedejarécaer—enfatizógravemente—.Jamásvolveréadejartesolaaunquemeesté
muriendoderabiapor lasno tanacertadasdecisionesque tomassinqueyoestéaltantodeellas.
—Mástevale,Vincent,peroexplícamequién…
Sonrió demoledoramente dándome a entender que la ofuscación que loposeyóenunprincipio
tras haberse enterado demi visita a este recinto carcelario, de alguna uotramanerayconmisola
presencia,comenzabaaesfumarse.
—¿Hacefaltaqueloespecifique?—atacó,peroestavezdispuestoahacerconmibocalo
que se le antojara—. Lo haré luego porque ahora sólo tengo ganas debesarte—yalcontactoterminé
aferradaaéldejándomearrastrarporsuavasalladorritmo,susfrenéticasansias,elpoderíodesu
cuerpo rozando elmío en un beso que nos encendió logrando que nosolvidáramosdetodoloquenos
rodeaba.
¡Cuántodeseabaaesehombre,Diosmío,ycuántomenecesitabaélamí!Nohabíaqueser
muyinteligenteparadilucidarlodespuésdela“sequía”autoimpuestadelacualformábamosparte.
—Quiero tenerte… —murmuró entre beso y beso que me daba—…mueroporhacertemíay
estardentrodeti.
Su declaración inequívoca, exigente —y sin rodeos—consiguió quecolapsaracasialborde
delorgasmoencosadeunamilésimadesegundo.
—Ahora—sostuvo,decididamente.
—¿La bestia ya no puede dominar su yo interior? —alardeé en claraalusiónaunadelas
sarcásticasfrasesqueBrunolehabíadedicadotangentilmenteenunadesustantasvisitasquele
había hecho después que ambos comenzaron una estrecha relación deamistad.
—Labestia—especificó—,acechaenbúsquedadesupresaynoimaginasdequémanera—.
Besó impulsivamente mi boca logrando que con cada arremetida de sulenguamispiernasflaquearan
ytododemílopidieranadamásqueagritos.
—Tu…recuperación…—balbuceé,quedándomesinaliento.
—Hay un nuevo tratamiento que quiero experimentar, pero contigo, elcualconsta…—se
separódemislabiospararegarsusincomparablesbesosalolargodemicuellohastaalojarsuboca
enunodemisoídos—…enhacerleelamorpormuchashorasamimujerhastaoírlajadearmi
nombreconladulzuradesuvozmientrasmicuerposeentregaaelladeformasinimaginables.
Tres,dos,uno…yyo,literalmente,mederretícomomantequillaentresusbrazos.
—Además, no he tenido la oportunidad de “probar” la calidad de lashabitacionesdetu
nuevodepartamento.
Me aprestaba a responder cuando mi teléfono empezó a vibrar ante unmesajedetextoque
decíalosiguiente:
“Tengotuuniformeparalacenademañana.Compréheladodechocolatesuizoyvainilla
junto a una película del guapísimo Michael Fassbender que sé que teencantará.Teesperoen
casa.Sammy”.
Ladichosacenadelrestaurante, lahabíaolvidadoporcompleto.¡Rayos!Enrealidadnoera
capazderecordarnada,menospensarconclaridadestandojuntoaél.¿Yahora?Comounfugaz
chispazodeluzlaspalabrasdeAmeregresaronamimenteencuantoalodemitrabajoen“LeDue
Torri”.
—¿Quéocurre?¿Algomásquedebasaberconrespectoati,escurridiza?
“¡Oh,sí!”,exclamómiconcienciaponiéndosedesuparte.“Dijistequeselocomentarías.
¿Porquéno lohacesahora?Recuérdalo,más tempranoque tarde,Anna.Siempreserámejormás
tempranoquetarde.”
—Laverdad,esqueyodebo…—peroenesemomentofuiinterrumpidaporelsonidodesu
móvil repicando atronadoramente. Suspiré con algo demolestia porqueconocíaacabalidadesa
melodía y más a quien hacía la para nada favorable llamada: Emilia.Vincentporsupartesuspiró
profundamente aún más fastidiado que yo y terminó depositando uninesperadobesoenmifrente
mientrasqueconsumiradamepedíaqueleconcedieraunpardeminutosparacontestarlabendita
llamadaqueoíconmuchísimaatención.
—¿Quéfueloquetedijeconanterioridad?Estherseocupadetodoloqueamírespecta.
Puedes dejarme con ella cada una de tus inquietudes. No, no hace falta.Estaréahí.Esmi
responsabilidad, no la tuya. Haz lo que desees, Emilia, la verdad me
importamuypocoloque
decidashacercontuvida.
Ahora la que suspiró profundamente fui yo otorgándole el espaciosuficienteparaquehablara
conella si esque esopretendíahacer.Deun tiempohasta la fecha,másespecíficamentedesdesu
llegada, tenía a esa mujer atragantada sin que pudiera digerir su solapresencia.
—Meocuparédetodo,¿enquétonoquieresquetelohagasaber?Esmihijoymeocuparé
deél talycomolohehechodesdesuprimersegundodevida.¿Quieresquetelorecuerde?
¡¿Porquemierdadecidióquedarseenestepaís?!
—Notenemosnadamásquehablar túyyo.Laempresaes laempresaylosnegociossonlos
negocios, así que remítete a ellos por favor—concluyó, cancelándola.Expresóunpardepalabras
de ininteligible reproducciónenunmurmullomientrasperdía lamiradaenelpisodejándome
percibir sus enormes ansias de querer estrangularla con sus propiasmanos,porquesencillamenteesa
mujersacabalopeordeBlackencosadesegundos.
Me acerqué para tranquilizarlo de la única formaque conseguí hacerlo,besándolo.Sinque
loadvirtierameapoderédesubocademostrándoleconesegestoquetodo
estaríabien.
—Olvídatedeella—pedíunavezmás.
Asintió cual niño chiquito obedece a su madre aferrándose a mí en unabrazoquevolvióa
unirnuestroscuerposcomosifueranunosolo.
—Te amo—el puente de su nariz acarició el contorno de una de mismejillas.
—Nomásdeloqueyoteamoati.
Mediahoradespuéshacíamos ingreso al estacionamientodemi edificioenelcualaparcóaún
conelceñountantofruncido.Nopodíadejarloirasí,menosdespuésquehabíavenidopormíhasta
el recinto carcelario. Por lo tanto, comencé a sonreír burlonamente tansóloparacabrearlounpoco.
—¿Qué?—formulómientras apagaba por unosminutos elmotor de laCherokee.
Me obligué a no responder tras morder mi labio inferior y continuarsonriendocoquetamente
sindejardeobservarlo.
—¿Qué quiere conseguir, señorita Marks? —enfatizó ese maravillosoapelativoconelcual
mehacíaentrarenunaabsolutacombustiónespontánea.
—Toda su atención, señor Black —. Me acomodé sobre el asientomientrasdeslizabaunade
mismanoshastaelbotónquereclinabaelsuyo.Encosadesegundosestecediólentamenteconélde
espaldas, tal y como si estuviera disfrutando y vislumbrandomaquiavélicamenteloqueocurriríaal
interior de esa cabina—. Respóndame una inquietud por favor, ¿debemarcharsetanpronto?
—Tododependedeusted.¿Quétieneenmente?
—Relajarlounpoco,¿quéleparece?Siento…queestámuytenso.
Sonrióaltiempoqueentrecerrabalamirada.
—¿Ustedlocree?
—Nolocreo,señor,lopuedover.¿Medejaqueloayude?Seloaseguro,eltrabajohoy…
corre por mi cuenta—. Sin pensármelo dos veces terminémontándomesobreélmientrassuávida
boca buscaba la mía para besarla con prontitud cuando sus manosrecayeronenmicuerpo,más
específicamente,seapoderarondemiespaldaparaluegodeslizarsehaciamitraseroelcualacarició
yapretócondeleite.
—¿Asípretendes…quemerelaje?—inquiriócualdepredadordevora labocadesupresade
maneraurgente,violentaydeseosademás.
—Esaeslaidea,Black.¿Notegusta?
Elgruñidoguturalqueemitiódesdelaprofundidaddesugargantamelo
dijotodoenel
mismo instante en que me arrebataba la camiseta que llevaba puestadejándometansoloconel
sujetador.
—¿Gustarme?—mesoltóestavezconsubocayamordiendolatelaquecubríamissenos—.
Estoyseguroquepodríallegarafascinarmemuchísimomás.
Sóloconsupeligrosabocalevantóesaprendaíntimaparareclamarloqueerasuyo
haciéndomegemirenelmismoinstanteenquelamióyseapoderódemiserguidospezones.
¡Maldición! Si seguía así se iría a la mierda su recuperación y laautoimpuestasequía.
No pude decir más dejándome llevar por sus caricias, por su agitadarespiraciónquese
confundíaconlamía,porelmagnánimodeseoqueseencendíaconmásfuerzadentrodemiser,pero
másespecíficamenteenmientrepiernaqueaestasalturas,debíaestar lobastantelubricada
esperandosutanansiadomomento.
—Noquiero…matarte…—balbuceé.
—Teloaseguro,yaloestáshaciendo—.Mientrasmebesabaconímpetusushábilesmanos
deslizaron el botón demi pantalón y luego su cierre para de inmediatoadentrarseyacariciarmipiel
desnuda. ¡Dios! ¡Se sentíamaravilloso tenerlo nuevamente así!Bajó aúnmásmiprendadevestir
para dejarmi trasero al descubierto tan sólo con la diminuta braga quellevabapuesta—.¿Cuánto
demorasensubirlasescaleras?—preguntó,sorprendiéndome.
—¿Aquéterefieres?—respondísinquererapartarmibocadelasuyayconmismanos
rozando debidamente el bulto que sobresalía de la tela tensada de suspantalones.
—Sólodimeloquequierosaber.¿Cuántodemorasensubirlasescaleras,miamor?—
adentróahorasusmanosporladelicadayfinatela.
—Unpardeminutos,¿porqué?
—Por esto—rasgó salvajemente la prenda como si fuera de papel trasotorgarmeun
maliciosoguiño—.Yporquetequedarássinellas.¿Quétal?Labestiahavuelto.
Sonreí de la única forma que pude hacerlo, deseosa de más, al mismotiempoquela
temperaturaalinteriorsubíaysubía.
—Polarizados—agregóenclaraalusiónalasventanasdesuvehículo.
Relamímis labiosaloírloporqueesapalabra sólo significabaunacosaparaél:sexo.Luego,
medesprendídemicalzadocualvidentesabeloqueallívaasuceder.
—¿Comenzamosconeltratamiento?—abrísubraguetaybajésupantalónjuntoasuboxer
para liberar su inminente erección que hizo estragos en mí de unaincreíbleyardientemanera.
—Nofaltabamás.Sólo…asegúresequelorecibavariasvecesaldía.
Reí,nopudecontenermemientrasélseencogíadehombrosyterminabadeayudarmea
desprenderme de mis pantalones que entorpecían mi tan ansiadaliberación.
—Esnecesario—aseguró—.Losmédicoslorecomiendan.
—Túnoeresprecisamenteunmédico,miamor.
—No,peromicuerposabeloquequiere,Anna,yesati.
Totalmentedesnudayconelsujetadorvolandoporlosaireslocontempléextasiadamientras
desabrochababotóntrasbotóndesucamisaparafinalmentequitársela.
—¿Ytúsabesloquequieroyo?
Su boca poseyó lamía en un incomparable beso queme hizo gemir deexitacióntrassentirsus
manosbajarcadavezmáspormisglúteoshastaqueunodesusdedosdiodellenoconmihúmeda
cavidad.
—Podría adivinarlo, mademoiselle—comenzó a adentrarlo en ella—.Estoyseguroque
podríallegarahacertodolohumanamenteposibleporadivinarlo.
Cerrélosojospercibiendoelplacerquemeproducíaelroceintencionaldesusdedosenmi
clítorisjuntoasubocayalamiendoymordisqueandomissenos.
—Creoque…yalosabes,miamor.Noimaginascuanto…—gemípresadetodoloqueme
brindabaensuconjunto—…teheextrañado.
—Despuésdetodo…sigosiendouncretinoafortunado.
Depositémisojossobrelossuyosparacontemplarcomosuafanosabocadejabaregadossus
besos por todo mi cuerpo y su miembro erecto, tras un deliberadomovimiento,acariciabamis
plieguesapuntodeentrarenacción.
—¿Tienesplanesparaestanoche?¡¡Dios!!—susurréconunavozuntantosensualcuandome
penetrótotalmentellenándomeporcompleto.
—Los tengo, señoritaMarks, no precisamente conDios sino con usted.Debo…ponermeal
corrienteenmuchascosas.
—¿Y tu alta médica? —murmuré ya elucubrando un ritmo que nosenvolvióalosdos.
—Te lo diré de una manera un tanto sutil: Enviaré a la mierda el altamédicaporquecuando
setratadetiloquierotodo.
—Entonces, no me queda más que decir… ¡Oh, Dios! —pronuncié
deliberadamenteantelas
deliciosas oleadas de placer queme producía cada sensación de tenerlonuevamentedentrodemí,
tomándome.
—Querrás decir… ¡Oh, Black! —corrigió incitándome a queincrementáramoselritmocada
vezmás.
Suspiré riendoya lavezpercibiendocomomialmavolvíaaocupar sulugardentrodemi
cuerpotansólograciasamicretinoafortunado.
—Sesuponíaqueesonosaldríatanprontodemiboca.
—¿Yquésesuponíaquesaldríadetudulceboca?
Mordísulabioinferioracelerandomásymáscadaunadesusacometidas.
—Bienvenidoacasa,señorBlack.Esunplacer…tenerlodevuelta.
CapítuloIII
Terminabade arreglar unas cuantas cosas en la cocinamientras lucía elhorrendouniformeen
colornegroyvioletaalcualAmelehacíaunasmuecasdedesagradotrasabrirycerrarlapuertadel
departamento.
—Bonitoatuendo.¡Estásguapísima!—seburlóasusanchas—.Tevestansexyvestidaasí
que me calientas por completo. Si Blue eyes te viera de seguro se le
revolveríanlashormonas.
—¡Dejadedecirtonterías!—.Atémilargocabellocastañoenunacoleta—.¡Yquéhaces
pegadaalapuerta,porfavor!
—Cómprateunamirillaomejortelaregaloyo.
—Lodedisimularsetedafatal,Ame.
—No haymás remedio cuando te quieres encontrar a toda costa con tuguapovecino“el
asesino”.Atodoesto,¿noestáparachuparselosdedos?
—Nocreoquequieraschuparleprecisamentesusdedos.
Riócomounalocadesaforadaantemiinsólitocomentario.
—Buenpunto,chicalista.Cuandotuladomorbosoyoscurosalealaluzmegustas
muchísimomás.
—Deacuerdo.Tengoquesalirdeaquíaatenderesadichosacenaque,porlodemás,espero
no se extienda demasiado.Mañana tengo que ver a la profesoraCavalliporlodemitesis.
—Tranquila,muchachita,todosaldrábien—.Deprontoambasoímosquelapuertadel
departamento de enfrente se abría de par en par—. ¡Te estaba llamandoconelpensamiento!—
expresó Ame apenas lo vio vestido con ropa deportiva, tal y como siestuvieradispuestoadaruna
corridanocturna.
Sonreí buscandomis llaves, sintiendo ante todo“las ondas sexualmentemagnéticas”que
Amelialetransmitíaconlavistayalavezcontodosucuerpo.
—Mepreguntocomosellamará…—dijomásparasímisma.
—Puesinterrógaloysalesdeladuda.
—¡Buenísima idea! ¡Dame unos minutos! —me dejó prácticamentepasmadaanteloque
hacía.Seacercóaéldecididaaconocerloycuandolavicoquetearletandescaradamente
estrechándolelamanoyreírcomosiambosseconocierandetodalavida,todofuemásclaroy
evidenteparamí.
—¿Porquénomesorprende?—expresébajitocerrandolapuerta.
Unosminutosdespuésregresócomosisucuerpoaúnestuvieraflotandoenunanube,lamás
altadetodasellas.
—Exquisito, alucinante y adictivo desde la cabeza a los pies. ¡Malditohombre!¡Ufff!¡Tú
síquetienesmuchasuerte!
—¿Yo?¡Silaqueloconociófuistetú!
—¡Peroelcondenadovivefrenteati!Ysuvoz,sumirada,susonrisa,suslabios…¡Mierda,
Anna!¡Esetipoesuncompletoorgasmoambulante!
Enarquéunademiscejasintentandocomprenderloquedecía.
—Ysellama…—agregó,suspirando—…Damián.
—Tefelicito.Túsíquenovasporlavidaperdiendoeltiempo.
—Osea,amigamía,¿quétepuedodecir?
Todo estaba listo y dispuesto para la lujosa cena que ofrecería elrestauranteparalos
comensales tanto extranjeros como nacionales que harían su entrada encualquiermomento.La
“bruja”nosleyóeltestamentodenuestrasvidasrecordándonoslasreglasdeetiquetaasícomo
tambiénelbenditoprotocoloquedebíamosseguira lahoradeservir lacomida.Luego,nos
inspeccionódepiesacabezaparaquetodoestuvieraenordenynuestrosuniformeslucieran
totalmente impecables. ¡Cómo se notaba que la desgraciada se jugaba elpellejoantequienes
reservaronellugartansóloparaellos!
—Nohables,nomiresa losojos,ni siquiera teatrevasa respirar,AnnaMarks—seburló
Sammyterminandodeacomodarlafinavajillaqueseríautilizadaparalacena—.Recuérdalo,esta
nocheeresunjodidozombiedeultratumba.
Reíantesuparticularcomentario.Almenos,alguienseloestabatomando
todoconhumor
porqueahídentroelaireyambientequeserespirabanestabanmuytensosycaldeados.
Despuésdevariosminutoslahoradelshowllegó.Todoscomenzamosamovernosdeun
ladohaciaotrocomosifuéramostíteresapuntodedebutarenlafuncióndenuestrasvidas.Por
expresaordendela“bruja”tendríaquequedarmeenlacocinahastaquelacomidacomenzaraaser
llevadahastaelsalón.Aúnseencontrabamolestaconmigo,nohabíaqueservidenteparanotarlo
por la forma bastante despectiva en la que me miraba cada vez quenuestrosojossecruzabanentresi.
—Tresalemanes,unapareja,ydoshombresmásconformanelgrupetealosquetenemosque
servirestanoche—informóSammysituándoseamilado—.Eneselugarsóloserespiradineroyla
mujerqueacompañaalguaposujetoesdetemer.
—¿Porqué?¿Yateatravesasteconella?
—Desdequeabriólaboca.Esunavilvíboradecuatrocabezas.Apenaslaveastedarás
cuentadeello.
—¡Samantha!—exclamarondesdeunodelossalonescontiguos.
—¡Un segundo! —gritó, otorgándome un guiño—. Ya ves, no puedenvivirsinmí.
Lanochetranscurrióenestrictoordeny lacomidaestabaapuntodeserservidacuandoMaru
llegóhastadondemeencontrabaordenandolavajilla.
—Eshoraqueteunasalgrupo.Lúceteestanoche,¿quieres?Miraquetetengoentrecejay
ceja—clavódesafiantelaintensidaddesusojospardossobremirostro—.Alprimerdetalle,Anna,
alprimererrortedespido.Recuérdalo,aquítúnoeresnadie.
“¡Zorradesgraciada!¡Déjamepartirlelacaraparaqueaprendaacerrarlaboca!”
—Ahora,¡saldemivista!
Meuníatodosquienesentrabanysalíanconlosrespectivosplatoshastaqueminombrefue
pronunciado a viva voz para que llevara la Trufa blanca de Alba queestabalistaparaserdegustada
juntoalBoletusdePiamonete.
—Okay.LaTrufaesparalazorraanoréxicayelBoletusparaelmarido,elguapoysensual
sujetoqueseencuentraasulado.Eldelospreciososojos,noloolvides—detallómiamiga
constatándolo todo antes de verme salir por la puerta principal endirecciónhaciaelsalón.
Diunpardepasoscuandouna inconfundible risa inundómisoídos.Unpardepasosmás
hastaquelasonoracadenciadeunacentoespañolmeatravesólapieltaly
comosifueraunadaga
oxidada. Otro par de pasos y mi corazón estalló en mil pedazos alreconoceraquienessonreíancon
tantanaturalidadantemipresencia.
“Okay.Latrufaesparalazorraanoréxicayelboletusparaelmarido,elguapoysensual
sujetoqueseencuentraasulado.Eldelospreciososojos,noloolvides”.Laspalabrasde
Sammy vinieron a mí como por arte de magia, las cuales retrataban acabalidadaquienesdisfrutaban
delaveladacomosirealmenteesofueran:unaformidable…pareja.
—Estamoshonradísimosconmimaridodecontarconsupresenciaestanoche—manifestó
Emiliamuysonrientealtiempoqueunadesusmanossedejabacaersobreunadelasdequiense
situabaasulado.
«¿Quémierdasucedeaquí?»,mepreguntéencompletosilenciocuandomipechoseoprimió
detalformaquemeimpidiórespirarymovermeconnaturalidad.Pero…¿quéveíanmisojos?
¿Vincent? Ellos… ¡Por Dios, que jugarreta me tenía deparado el crueldestinoparaacorralarmede
estaforma!
—¡Querido! ¡La comida ya está aquí! —expresó una vez más Emiliaenarcandounadesus
cejas y alzando condesprecio sumiradahacia lamía—. ¡Tú, camarera!¿Puedesservirnosotengo
queesperaraquetedignesahacerlo?
Temblémás ymás cuandomis ojos nublaron su visión producto de laslágrimasque
copiosamentesealojabanenellosantelaatentavistadequiensedeleitabadisfrutandodel
espectáculo.
—¡Joder! ¿Qué eres sorda o qué? ¿Para esto te pagan o no? ¡Menudoserviciodeineptos!
Ycuandomenosloesperé,aquellospreciososojosqueyotantoamabasedepositaronsobre
los míos de una increíble manera. Y cuando menos lo pensé, aquelmaravillosorostroalcualbeséy
acariciémuchísimasvecessequedóatónitoalreconocermedelineandoensubocatansólounfino
rictus sin atisbo de sentimiento alguno. Y cuando menos lo quise…terminétirandotodoloquemis
manos sostenían ante la fiera, gélida y sombríamirada quemi adoradoVincentBlackmeclavósobre
el cuerpo y el rostro haciéndome sentir que yo no valía absolutamentenada.Lacomidaseestrelló
contraelpisomientraslafinavajillasehacíaañicosfrenteatodosquienesselevantaronpresurosos
yestupefactosdesusrespectivoslugaresenaquelgranylujososalóndelrestaurante.
Incredulidad, desilución, desazón y cientos de preguntas sin respuestasbrotabandemi
humedecidamiradamientraslocontemplabainmóvilatansólounpardepasosdelamesadelacual
selevantórápidamentepronunciandominombre.
—¡Anna,peroquéocurre!—oíamiespaldacuandoSammycolocabaunadesusmanos
sobreunodemisbrazos—.¿Teencuentrasbien?
¿Loestabadespuésdesemejantecontrariedadalvera“minovio”sentadoalamesajuntoa
suexmujerqueahoraresultabaser“suesposa”paratodoslosqueallíseencontraban?
Como si hubiera despertado demi letargo con aquella interrogante queformuló,teniendoaún
lavistadeVincentfijasobrelamía,retrocedíhastaquemicuerporecobrólamovilidadquetanto
necesitabapara salir huyendo a todaprisa, tan rápido comomispiernasmelopermitieron,dejando
atrástodounmagnánimodesastreregadoporelpisojuntoalapresenciadesencajadadelhombreque
amabacontodamialma.
Corrí por el pasillo en dirección hacia la cocina oyendo los alarmantesgritosde“bruja”
vociferandominombrecomosidesearagolpearmehastaperderlarazón,peroyo…loúnicoque
hicefueretenerlosintensossollozosquemeinvadíanproductodelarabiayladesafortunaday
desgraciadasituaciónquehabíaacontecido.
Entretanto, dentro del salón Emilia se quejaba del servicio a viva vozmientrasaúnnopodía
apartarlamiradadelinnegabledesastrequeteníafrenteamisojos,peroaúnmásdelapuertaquese
abría y se cerraba ante la entrada y posterior salida del personal delrestaurante.
—¡Pero que noche, joder! ¡Esto es inconcebible! ¡Qué tipo de gente tanestúpidacontratan
enestesitio!—chillabatotalmentefuriosahastaquemifríaydistantevozatrajotodasuatención
cuandoexpresélassiguientesypoderosaspalabras:
—¡Puedescallarte,porfavor!
Sus ojos claros se depositaron inevitablemente sobre mi frenéticosemblantequeaúnluchaba
porvolverensídelsorpresivomomentoqueacababadeexperimentar.
—¡Peronotedascuentaque…!
—¡He dicho que te calles!—le exigí duramente alzandomi endurecidavoz,perosin
otorgarleunasolamirada.
—Vincent…—pronuncióalnotarcomocomenzabaaalejarmedesulado—.¿Dóndecrees
que vas? No me hagas esto. Es una cena de negocios y… ¡Vincent!¡Vincent!—.Peroyaera
demasiado tarde, porque sin prestarle lamásmínima atención avancé apasovelozyresuelto
dispuesto a seguir el rastro de quien más me importaba y habíaabandonadoellugarunosinstantes
atrás.
Lapuertadelacocinaquedabadellenohaciaelsolitariocallejónsecerródetrásdemíde
un solo golpe cuando la fría noche caló en mis huesos haciéndometemblar.Meacerquéalaparedy
maldijefrenteaellatrasrápidasoleadasdefuriaquenolograbacontrolarantealoquehabíavistoy
constatadoconmispropiosojos.
—¡Maldita tu suerte, Anna Marks! —me recriminé una y otra vez sindetenermecuandomis
puñossedejabancaercontraelmuro,golpeándolo.
Era imposible que me contuviera, era imposible que no dejara depreguntarmetantasytantas
cosas de la forma en que lo hacía, no hasta que la puerta se abrió y seazotófuertemente,
consiguiendoestremecerme,cuandoapreciéaquiensalióporella.¡Dios!Vincentseencontraba
frente amí fulminándome con la vista, entrecerrándola y frunciendo elceñodelamismaformaquelo
había hecho el día anterior,mordiéndose el labio inferior pretendiendo,creo,aplacarsuevidente
ofuscaciónporaquellatansorpresivaeinimaginablesituaciónacontecida.
Cerrélosojosantelaabismanteondadepavorqueseapoderódetodomicuerpo,peroaún
asípresadelairaquemeinvadíameaniméainquirir,diciendo:
—¿Quéestáshaciendoaquí?—.LamismapreguntaformulóBlackenelmismosegundoque
mibocaseanimóapronunciarla.
Nos observamos amenazantes, acechantes, cual dos fieras se encuentrandispuestasadarla
batalla.
—Anna…
—Negocios son negocios, Black… ¡qué ironía de la vida! —mi bocacomenzóaexpresar
enunciados de los cuales sabía que me arrepentiría más tarde—. ¿Quétienesquedecirentu
defensa?Mehaceselamory…¿luegomeengañasdeestavilforma?
—Por lo que aprecio estamos en igual condición. ¿Qué se supone quehacesaquí?—ante
todopretendió controlar su amenazante tonodevozquede igual formainvadiómisoídos.
—Trabajar—respondísinavergonzarmedeello—.Ganarmeelsustentoparaseguir
viviendo.
—Nisiquieralointentes—meadvirtiódeteniéndometrasmiconfesión.
—¿Intentarqué?
—Utilizar todo tu bendito sarcasmo en cada una de tus respuestas. ¿Porqué…?
—¿No te lo comenté antes?—lo interrumpí concluyendo esa frase trassuspirarhondamente
—. Porque no sabía como hacerlo. De sobra imaginaba que no loaceptaríasyqueterminarías
manipulándomeparaquenolollevaraacabo.
—Jamás te he manipulado —sostuvo enérgicamente tras colocar susmanosensuscaderas
reprimiendosu ferviente ira—.Sóloquiero lomejorpara ti.Sabesmuybienquetodoloque
necesitespuedespedírmelosinnecesidadde…
—¿Trabajarcomolohaceunapersonanormalycorriente?
Cerrósusojostrasvariossegundosdeguardarsilencio.
—Lo soy, Vincent, siempre lo he sido y lo seguiré siendo. Puedoarreglármelas
perfectamentesolasinnecesidaddepedirlimosna.
“¡Anúdateesalengua,porfavor!”
Imposible,yalateníadesatada.
Abriólosojosparaclavarsupenetrantemiradaenlamíamientrasmovía
sucabezadeladoa
lado.
—Sé que debería haberlo comentado antes. Lo siento. Ahora tengo queregresar—pretendí
dar un par de pasos hacia la puerta, pero me fue imposible llegar aconseguirlo.
—Túnotemuevesdeaquí—exigióconsuvozfríacomoelhielo.
—Ellos…
—He dicho que no temueves de aquí—insistió autoritariamente—.Meimportaunamierda
loqueellosquierandeti.Hedicho“notemuevasdeaquí”yesoesloqueharásporunavezentu
vida.
Crucémisbrazosalaalturademipechosinquitarlelosojosdeencima.
—Sesuponequelaconfianzaesunadelasbasesmássólidasenloqueaunarelaciónse
refiere—prosiguió.
—Ustednolohacenadademal,señorBlack.Nosabíaquelosnegociosquesuelehacercon
inversionistas extranjeros incluían cenar tan románticamente con “suesposa”.Dehecho,loquemás
me sorprendió fue como ella le tomó la mano tan cariñosamente.¿Aquelloformapartedelas
cláusulasdelafrasequemanifestastetanairadamenteeldíadeayer?
Sumiradasecerróautomáticamentefrentealoqueacababadeoír.
—Noesloqueimaginas.
—Esofueloquevi.Nadiemelocontó,Vincent.Lamentopormipartequetehayasenterado
de esta forma de mi trabajo. Intenté comentártelo ayer, pero… meacobardé.Necesitoeldinero,tan
simplecomoeso.
—¿Porquénome lopediste?—volvióaabrir losojos trascomenzaracaminarhaciamí.
—¿Qué?¿Teestásoyendo?
—Fuerteyclaro,Anna.¿Porquénoconfiasteenmí?
—Confíoentio…confiaba—ironicé—.Despuésdeloqueacabodeveryconstatarhasta
mequedaladuda.
Inesperadamente, colocó susmanos sobremis hombros para, quizá conello,acallarme.
—Sóloesunamalditacenaalaquetuvequeasistirporsimplesnegocios—reiteró,
desafiante.
—¿Contodoincluído?—manifestédelamismamanera.
—Anna…porfavor…
—Serámejor quebusques dentro de esa cabecita tuyaunabuena excusaconlacual
convencermeporquenotecreonada.
—Esamujernosignificanadaparamí.Esamujerhacemuchotiemponoformapartedemi
vida.
Quisehablardeinmediato.Quisedecirletantascosas,peroelnudoenmigargantajuntoala
intensafuriaqueparecíaquemarelinteriordemisvenasmeloimpedían.
—No miento—sus manos ascendieron por mi cuello alojándose en elcontornodemis
mejillas—.Mírame, mi amor, mírame y comprenderás que no te estoyengañando.
Aparté mis ojos de los suyos, conteniéndome, pero en un rápidomovimientoterminó
apoderándose demimentón logrando con ello quemi vista se quedaranuevamentealojadaenla
suya.
—Eresmividaylosabes.Telohedichocientosdeveces,milesdeellas:Eresloquemás
amocomoparaestarengañándotedeesamiserable forma.Sóloeraunamalditacenadenegociosa
lacualtuvequeasistir…
—Dejando que ella coqueterara contigo a sus anchas y te… ¡mierda,Black!¡Cómolaodio!
—al oírme, y parami inesperada sorpresa, sonriómientras empezaba acaminarobligándomeaque
retrocedieratrassuamenazantecercanía.Mistorpespasosmellevaronadarmedellenocontrael
fríomurode concretoquemedetuvo abruptamente cuando su figura secerníasobrelamíayunode
susbrazossealojabaporsobremicabeza.
—Teloaseguro,miamor,yasomosdos.Peroahoranecesitoquehablesconmuchaclaridad
sobre“tutrabajo”.¿Porquénomedijistenada?¿Porquémeloocultaste?¿Porquétequedaste
callada?
Tragué saliva ante cada palabra que salía de sus labios cuando suproximidadestaba
acabandocon lapocaconcentraciónque tenía frenteasupeligrosabocaquesemovíaquedamenteen
direcciónalamía.
—Verguenza —confesé abiertamente—. Necesito subsistir y tenía quehacerlo.Enestesitio
requeríanpersonaly…
—Tusestudios,Anna…
—No interfieren con ellos, te lo aseguro.Quiero graduarme este año ypornotenereldinero
suficienteparapagarlosdejarédehacerlo.
Mantuvolasonrisaserenaensusemblantemientrasmeescuchabacomosidisfrutarael
tenermeacorraladadeesaformaporsuimponentefiguraquemeapretabaaúnmáscontralapared.
—Déjameayudarte,porfavor—murmuródecididamente.
—Losiento,peroesmiproblema.Asuntoconcluido.
—Celosayterca.
Aquelladospalabrasmeencendieronporcompletoporlaformauntantosensualenquelas
pronunció.
—¿Tepareceque losigosiendo?—ataquédeliberadamente.Susojosenlosmíos,sutibioy
embriagadoraromasobremirostro,ysuslabios…¡OhDios!Sustibioslabiosyarozandomiboca
de una forma muy erótica lograron que entreabriera los míos ante sucontacto.Mirespiraciónjuntoa
loslatidosdemicorazónsedispararonhacialasnubesalevocaraquellasvecescuandomeacechaba
de esa forma antes de hacerme el amor de la manera más intensa ypasionalqueyohubiesevivido
nunca. Porque ahí estaba él frente a mí otra vez a punto de besarme, apuntodehacermesuyaconel
poderío de su lengua y a punto de penetrarme en un beso ardiente einterminablequeansiabaqueno
terminarajamás.
—Esoyotrascaracterísticasmásesloquetehaceúnicayperfectaparamí—consiguióque
un leve estremecimiento me envolviera ante el intencional roce querealizóconlapuntadesunariz
enlamía—.Tienemuchoqueexplicar,señoritaMarks.
Ante sus palabras jadeé, no pude dejar de hacerlo, porque sabíafechacientementeaquése
referíaconesode“tienemuchoqueexplicarseñoritaMarks”.
—Loharé sólo cuando intente convencerme que lo que vi sólo fue unaalucinacióndemi
mente,señorBlack.Mientrasaquelloaúnexistasóloremítasea…—peronopudeseguirhablando
cuando su boca poseyó lamía en un beso queme robó el aliento en elmismoinstanteenqueambas
seconfundieronenunasola.
Mis manos instintivamente fueron a parar sobre su sedoso cabello,jalándoloanteelembiste
de su ávida lengua que penetraba cada recoveco de mi boca,insistentemente.
—¿Aquédeboremitirme?Laqueestámetidaenungranlíoerestú,noyo.
—¿Querido? —inquirí de golpe pretendiendo recuperarme de susorpresivoataque—.Tiene
unaflamanteesposa,señorBlack.
Mecontemplócomosiquisierahacermeañicosconsucuerpo,ahímismoenaquelfrío
callejón.
—¿Nunca ibas a contármelo? ¿Nunca me dirías que jamás te habíasseparadodeella?
Evadióelpoderdemisojosyeldemispalabrasporquesabíaqueloquedecíaloheríamás
aélqueamí.
—Nosoylaúnicaqueestámetidaenungranlío,¿yaves?
Un fuerte golpe de la puerta al abrirse junto a una soberbia voz y laspalabrotasque
vociferaba en contra de mi persona como una jodida desquiciada mehicieronvoltearlavistahaciala
figuradela“bruja”quevolvíaalataquehaciéndomereaccionardelapeormanerasinadvertirque
Vincentestabaahí.
—¡Eres una completa imbécil! ¡Tu vida y lo que haces con ella es unverdaderodesastre!
Blacksonrió,perodespiadadamenteal retenersuahora irasciblemiradasobreelrostrodela
mujerque,fueradesíyconganasdeenterrarseviva,nodabacréditoalaescenaqueestabaviendo.
—¡SeñorBlack!
—Ve por tus cosas, Anna —me exigió evidentemente irritado trascomenzarasoltarme,no
sinantesplantarmeotrodesusarrebatadoresbesosfrentelapresenciadeMaru.
—Vincent,pero…
—He dicho, ve por tus cosas. Nos vamos a casa, mi amor—enfatizó,sonriéndome—.Te
espero en el hall, por favor, no demores. Quiero ante todo —rodó laclaridaddesuvistahasta
posicionarla sobre la de esa mujer que tragaba saliva con evidentenerviosismo—,sacartedeeste
sitioloantesposible—.Algosetraíaentremanosyesealgoteníaqueverclaramenteconella.Por
lotanto,asílohiceapartándomeparacomenzaracaminardevueltahaciaelinteriordelrestaurante
advirtiendo como se acomodaba la corbata, sonreía espléndidamente ypronunciabaalapar—:¿Qué
acabadedecirconrespectoa“minovia”?
Maru,Maru,Maru…porlabocamuereelpez,¿losabías?
Aparcó su coche frente a mi edificio y cuando nos disponíamos adescendersutelefono
empezóa sonardentrodeunode losbolsillosde supantalón,peroestavezconeldulcesonidode
unavocecitaquereconocíalinstante.LacadenciadeLeo,suhijo,sehacíaaudibleenelmismo
segundo en que Vincent, levemente preocupado, daba inicio a laconversación.Porfrasescomo“¿no
puedesdormir,hijomío?”,¿quéocurre?”,“deacuerdo.Nosvemosdentrodepoco”,asumíqueesa
nochenoestabapredestinadaparanosotrosdos.
Ensilenciocolgó,suspirando,mientrasyolohacíadelamismamanera.
—Veconél,necesitaasupadre.
Sorpresivamente alzó la vista desde donde la tenía clavada paracontemplarmeen
profundidad.
—Cuandoerapequeñayelhorrendomonstruoquevivíaenmiarmarioobajomicamame
acechaba,adorabaquemipadresequedaraconmigomientrasmerelatabaunadesushistorias.Estar
entre sus brazos me brindaba una seguridad incomparable. Seguro Leonecesitalomismodeti.
Seacercótrasacariciarmirostrodelicadamenteconunadesusmanos.
—Peroyotenecesitoati,Anna.
Delineéunafugazsonrisa.
—No lo hagas esperar.Ya tendremos tiempo tú y yo para otras noches.Además—suspiré
—,estoyalgocansada.
Unodesuspulgaresrecorrióelcontornodemibocalaqueseentreabrióantesucontacto
paralamerloyjuguetearconéldeunaformamuysensual.
—Buenasnoches,señorBlack.
Su mirada completamente encendida de deseo penetró la mía hastacalentarlaconsuferviente
ypoderosaclaridad.
—Sesuponíaqueestanocheseríaparanosotrosdos.
—Extrañarnosnosharábien.
—Amarnos y adorarnos el uno al otro al interior de tu cuarto, en laalfombradetusala,para
posteriormente hacerlo en la ducha…—colocó su frente contra la míamientrassudedopulgar
descendíapormicuellohastaalojarlosobremipecho—,esonosharíabien.
—Ve con él—insistí, percibiendo el frenético latido de su corazón quepalpitabadela
mismamaneraenquelohacíaelmío,ansiosodequesequedarajuntoamíparallevaracaboy
concretartodoloquehabíapronunciadosegundosantes.
—Noimaginascomotedeseo…
—Nomepongasaprueba,Black.Sabesquesueloperderelcontrol.
—Amocuandotútomaselcontrol,pequeña.
Su teléfono vibró y sonó, pero esta vez de la mano de la fastidiosamelodíadelavíborade
cuatrocabezasdesuexesposa.
—RegresaconLeo.Tuflamanteexmujercitanodebeestarensuscabalesdespuésdeloque
ocurrióconmigoenelrestaurante.
—Meimportamuypocoloquehagaodejedehacer,miamor.
—Nome refiero a ella sino a él—especifiqué, logrando con ello queBlacksuspiraracomo
silonecesitaradesobremanera.
Tenté su boca con la mía hasta que nos besamos con ternura mientrassentíasusmanoscomo
yaseapoderabandemicabelloparadeshacerlacoletaconquelollevabasujeto.Lentamentemela
quitó para así internarlas en su espesura y sostenerlo sin hacerme dañoalguno,tansóloparaquemi
mentónsealzaraysuansiosabocadeseosademásdescendieralamiendoybesandosucurvatura.
—Debesirte…
—Losé…
—Ahora…
—Losé…
Gemíestrechándomeaúnmáscontrasucuerpo.
—Habloenserio,porquesisiguesaquíjuroquenodejaréquetevayas.
—¡Como te amo,AnnaMarks!—violentamente asaltómi boca una vezmás,peroahorade
unaprodigiosamaneralograndoquetodosmissentidossehicieranpolvoantelaembestidadesu
lenguaquedanzóconlamíadeseosadequeestuvierahaciendoestragosenmí,peroenotrolugarde
micuerpo.
—Tansóloveteoterminarécorriéndomeaquímismo.
Unainesperadapalmadaenunodemisglúteosmesobresaltóhaciéndomejadear.
—¿Quéhaydemitratamientomédico?
Movímicabezahaciaambosladosalsepararme,sinquererlohacerlo.
—Saldeaquí—unamaravillosasonrisailuminónuestrossemblantes.
—Unomásymeiré.Loprometo.
—Black…
—Tansólounopequeñito…—detallóenclaraalusiónaunodemisbesos.
¿Podíanegarme?¡Porsupuestoqueno,niqueestuvieraloca!Bueno,esoyaloestaba,pero
indudablementelocadeamorporél.
***
—Estabasconella,¿verdad?Fuisteporlazorraesa…—reclamabaEmiliasinpoderni
querercerrarlaboca.¡Malditasea!Meteníahastiado,hechounverdaderodemonioyapuntode
gritarle unas cuantas cosas al rostro—. ¡Responde, Vincent! ¡Meabandonasteporirtraslamaldita
sinqueseconcretaraelnegocio!
—¡Cierralabocaporloquemásquieras!¡Metienesharto!¡Loquehagaconmividaesmi
problemaynotieneporquésereltuyo!
—¿Quénoteaverguenzasaberquelateníasfrenteatienaquelsitiocomounacamarera?
¡Qué tienesen lacabeza,miamor!¿Conqué tipodemujerzuela teestásrelacionando?
Sonreí perversamente mientras me disponía a cerrar la puerta de midespacho.Desdela
llegadadeEmiliaaChilejuntoconmihijosehabíaninstaladoenlacasadecampoyyo…después
de todo lo que había sucedido y tras mi recuperación pasaba la mayorpartedeltiempoenestesitio.
Leo yMiranda eran las únicas personas que me mantenían atado a eselugarymeayudaban,enparte,
a“olvidar”,todoloquehabíasucedidotraselaccidente.
—Lomismomeestabapreguntando,peroporti.¿Quéintentabashacerollegaraconseguir?
—¡Abrirte los ojos! ¿Quéno te das cuenta que esamujer no es para ti?¡Saliócorriendo
comounacobardealprimerinstante!
—¡Esonoesciertoytúlosabesbien!
—Quizásno lo llevóacabo,pero intentóhacerlo. ¡Jamás tehaquerido!¡Teutiliza,
Vincent!¡Juegacontigoytemanipulaasuantojosóloportudinero!¿Quéaúnnolocomprendes?
Bufé reprimiendo unas intensas ganas de mandarla definitivamente a la
mierda,hastaque
sentíunadesusmanosdepositarseenunodemishombros.
—Miamor…
Meindignéantesucontactoylaspalabrasquehabíaproferido.
—Apartatusmanosdemíyportubiennovuelvasallamarmeasí.
—¿Tedascuentacomoteponesporlarameraesa?
—¡Cierratumalditabocaynovuelvasallamarlaasí!¡Teloadvierto!—gritécontodoel
poderíodemivozporquenoqueríaoírla,nodeseabaqueemitierasonidoalgunoymenosquese
refirieraaAnnadeesamanera—.Ydepasodéjameenpaz.Túyyonotenemosnada,¿meoyes
bien? ¡Nada!Con tenerte aquí y tolerarte en la empresa ya es suficienteporquesidemídependiera
sabesdesobraquenoestaríasenestacasa.Siaceptéquetequedarasfuesólopormihijo,nolo
olvidesnunca.Jamáshabrá,menosexistiráotra razóndepesoparaello.Asíquedejadeexijirme
estúpidasexplicacionesquenisiquieratedaré.¡Esmividayconellaharéloquesemedelagana!
—¿Quétehizo?¡Cómofuequetecambiótanto!
La observé con desprecio mientras me acercaba rápidamente lograndoqueretrocedieraante
elpoderíodemivozylaproximidaddemicuerpo.
—Anna… —pronuncié lentamente sintiendo como su nombre mequemabalapiel—…jamás
serácomotú.
—Claro que no, mi amor, esa zorra es peor que yo, sólo que estásdemasiadociegopara
notarlo.
Antesuspalabrasreícomosimehubierancontadoelmejordeloschistes.
—Teequivocas,Emilia,porqueaquílaúnicacondenadamentezorraerestú.¿Oquieresque
telorecuerdepasoapaso?¿Detalleadetalle?
—¡Cállate!—exigió apenasmeescuchó formular esasdos interrogantes—.¡Nuestrohijo…!
—Nuestrohijo—repliqué, cerrando losojos—,omásbien, el hijoquetuvisterevolcándote
a mis espaldas con mi padre —ataqué, abriéndolos—. A mí no memanipulascomolohacesconlos
demás; conmigo no juegas ni creas que me tienes en tus manos y, porfavor,novuelvasatocarme
como lo hiciste hoy en el restaurante frente a todos inventándote unaestúpidahistoriaenlacabeza
quealparecersólotúllegasaconcebir.Ydepaso,noterefierasamíbajoningúnapelativocuando
conocesminombredesobraparapronunciarlo,porqueanosotrosdos,telorecuerdo,tansólonos
unelaparticipaciónenlaempresa.
—Enesocometesungraveerror,querido,porqueante la leyaúnsoytuesposa.
—¿Sólo porque lo expresa una firma en un miserable papel? —reí acarcajadaspercibiendo
laintensidaddesusojoscaerdellenosobrelosmíos—.Uninsignificantepapel,Emilia,nadamás
queeso.
—Unpapelquelocambiatodo,Vincent.Uninsignificantepapel,comotúlollamas,quete
tendráunidoamíporelrestodetuvidayalaperrademierdalejosdelatuya—aseguró,sonriendo
—.Te conozcomuy bien, tal y como la palma demimano como parahacerdeti…elhombrequeun
díafuiste.
—¡Guardasilencio!
—No, no lo haré y…¿sabes el porqué?Porque te asusta la idea de queteniéndometancerca
detitodopuedavolverasercomoantes.
—Cierratucondenadabocasinoquieresquetermineechándoteapatadasdeestacasa.
Ahorafueellaquienriócomounamalditalocadeatar.
—Micasaylademihijo—exclamóconsorna—.Ylamentodecirtequehagasloquehagas,
digasloquedigas,piensesloquepienses,novasasacarmedeaquí,delaempresaodetuvida,tan
fácilmente , ¿estás claro en eso? Jamás, Vincent Black, óyeme bien…¡jamásmeapartarásdetuvida!
—hundiósudedoíndicesobremipecho—.Estásatadoamíparatodatujodidaexistenciayhasta
que lamuertenos separe—.Sonrió encantada al tiempoque se relamíaloslabiosysudedo
comenzaba a subir hasta intentar alojarlo en los míos, el cual terminéapartandobruscamentedemi
rostro—. Buenas noches, querido. Cuando lo desees… te espero en micuarto—finalizó,esbozando
unadesuscoquetassonrisas.
Deslicémismanospormicabellooyendocomoabríaycerrabalapuertadeldespacho,
riendo.Sumalditavoz,susendemoniadosojos,sucuerpo…contansólotenerlaenfrenteesamujer
descomponía algomásquemi vida de una arrolladoramanera.Yo… laqueríalomáslejosdemíy
detodoslosqueamaba,perosilohacíasabíaquienterminaríasufriendolasconsecuenciasdecada
unodemisactosyporesemotivoEmiliameteníaensusmanos.
—¡Maldita sea!—chillé en silencio con el rostro deLeo invadiendomimente.Despuésde
quitarmelachaquetaylacorbatabebíunpocodewhisky.Lonecesitaba.Estabafuerademis
cabales,estabafuerademídespuésdetodoloquehabíasucedidoymás,despuésdeconstatartoda
lainformaciónqueseencontrabaregistradaenelinforme.
Cerré losojospretendiendono recodaracabalidadeldiscursodequienahoratrabajabapara
mí.
—¡Malditoseas,Black!—recriminémiflamanteactuacióndeestanochefrentealoqueya
estabaaltanto.
—¿Qué tienes, hijo? —expresó Miranda desde el umbral de la puertaentreabierta
observando,antetodo,elvasodealcohol—.¿Quéocurre?¿Porquéestásasí?
Toméunpocodeaireysuspirécomosiescasearaamialrededor.Luegodeello,medirigí
hacia laventanapor lacualsecolaba la luminosidadde la inmensa lunallenaquebrillabaesanoche
entodosuesplendor.
—Vincent…
—Noesnada.
—¿Cómoquenada?¿QuéhizoEmiliaahora?
Sonreí.
—Existir.¿Teparecepoco?—esasdosfrasesbastaronparaqueMirandaseacercarayme
abrazaraconternura.
—Yseguiráexistiendo,loquierasono.
—Lamentablemente,losé.
—Ahora dime lo que en realidad sucedió. Para que estés así algo másdebióocurrir,¿ome
equivoco?
Sonreí nuevamente clavando la claridad de mi mirada sobre la suya,porqueMirandame
conocía lo bastante bien como para que no se le fuera un solo detallesobremipersona.
—No,noteequivocas,peroconsideroquenoesnecesario.
—Loes.Noquieroquecomiencesabebercomounidiotaocomolohizotupadreenun
momentodeterminadodesuvida,razónporlacualahoraestápostradoenunacama.
—Miranda…
—Mirandanada,Vincent—apartódemi ladoelvasodewhisky—.Parahablarconmigono
necesitasdeesto,¿deacuerdo?
Perfecto.Antelosojosdemitíayoseguíasiendounniñopequeño.
—Teescucho,querido,yporfavorhablasinrodeos.
Sinlugaradudas,esamujernoserendiríatanfácilmenteporesanoche.Porlotanto,
comprendíquementirleoengañarlanoeraunabuenaalternativa.Yasí,sintenermásexcusasque
ofrecer,manifesté:
—Lacena…fueunmalditocaos.
—¿QuéhizoEmiliaapartedeexistir?
—Loquesiemprehace,volvermelocoeincitarmearetorcerleelcuello.Peroestavez,no
sólose tratadeellasinode…—toméaireantesdeproseguircuandoyamisojossequedabanfijos
enelbrilloqueemitíalalunasobreelcielodespejado—…Anna.
—¿Anna?
Guardamos silencio como si con la mirada nos estuviéramos diciendotodoloquenonos
expresábamosconpalabras.
—¿PorquéAnna,Vincent?Nocomprendo.
Clavélavistaenelpiso,quizás,demasiadoavergonzadoporloqueibaaconfesar.
—Yo…deantemanolosabíatodo.
Meobservócomosinocomprendieranadadeloqueoía.
—Lodesutrabajoenelrestaurante,entreotrascosasmás.
—Querido…
—Hacetresmesessétododeella,tía,hacetresmeses…alguienvigilayprotegecadauno
desuspasos…pormí.
CapítuloIV
Con la luz de la luna brillando sobre mi cabeza y algo abatida por laprontapartidadeBlack
avancé hasta las puertas del edificio. Aún percibía un cúmulo desensacionesdentrodemiestómago
ytodasellasproveníandelabenditanochequehabíaterminadoconmigoyVincentporseparado.
Él,preocupándosedesuhijocomoelbuenpadrequeerayyo,víctimademi“magnífica”suerte.
¿Quétal?
Suspirémientrasabríaunadelaspuertasdelaentradasintiendounvacíoqueacompañaba
cada uno demis pasos. Sinmeditarlo, preferí sentarme en las escalerasantesdesubirami
departamentopretendiendohacerunbalancedelopositivodeestanoche,peropormásquelointenté
nologréllegaraasimilarlo,todoyporculpadelavíboraquesecolóenmispensamientos
multiplicándoseenellosaligualquesifueraunfierovirusmortal.
Bajélamiradahaciaelpisomientrasunademismanosbuscabaenunodelosbolsillosdemi
abrigoloquetantoansiabavolveratenerentreellas.Deformainmediatasonreícuandodiconese
objetoymáslohicecuandolosaquédesdeelinteriorparacontemplarlocomotantomegustaba
hacerlorecordando,porsobretodaslascosas,esanocheenespecialjuntosenVillarrica.
El diamante azul del anillo queVincentme había regalado resplandecíacomonuncafrentea
misojosenelmismoinstanteenqueunadelaspuertasseabríalentamenteysinqueloadvirtiera.
Admirarlo evocando el momento exacto en que se lo había devuelto,cuandoyacíasobrelacamaa
punto de perder la vida, sólo consiguió que mis ojos se humedecieranautomáticamente,porqueaún
esenítidorecuerdocausabaestragosenmídelapeormanera.
Limpié una fugaz lágrima que se derramó pormimejilla en el precisosegundoenqueoíuna
vozvaronilprovenientedeunafiguraqueseaprestabaacerrarlapuerta,diciendo:
—Disculpa,¿teencuentrasbien?
Nosupequienera,nohastaqueeldesconocidosequitólacapuchadelaropadedeporteque
llevabapuestaymeobservóconunamiradauntantoparticular.Yyo,nisiquieraemitísonido
alguno para responder su interrogante, sólo asentí un par de veces altiempoquevolvíaaescuchar:
—¿Estás segura? —dirigió sus sigilosos pasos hacia donde meencontraba.
Volvíaasentirsincomprenderporquédiabloslerespondíaconesegestoaaquel
desconocido que a cada paso que daba semehacíamás ymás familiar.¿Dóndesesuponíaquelo
habíavisto?
—¿Puedoayudarte?—susojosmarronesseconectaroncon losmíosdeunaextrañaforma
comosi,depronto,empatizaranconcadaunodemisrecuerdos.
—Gracias, pero estoy bien —bajé la vista un tanto avergonzada trasempuñarlamanoque
sosteníamianilloocultándolodesupresencia.
—¡Vaya! ¡Sí que brilla! —logró con esa tan singular exclamación quelevantaralacabeza
paraquenuestrasmiradasnuevamenteseconectaranenunasola—.Debecostarunafortuna.
Traguésalivanerviosamenteycontodosmissentidosenalertacuandoseacuclillabafrentea
míparacontemplarmedemejormanera.
—Descuida, no lo robaré.Mi especialidad no son los anillos sino,másbien…—sonrió,
cautivadoramente—…no importa. Pero te lo advierto, se ve demasiadocostosocomoparallevarlo
entudedoanular.
Intenté agregar algo más, pero el inusual tono de voz que utilizó paraemitiresepardefrases
bloqueódemimentetodotipodepensamientos.
—¿Esunregalo?—prosiguióuntantocurioso.
—Sí—depositélamiradaeneldiamantedecolorazul.
—Debesermuyespecialparati.
—Loes.
—Asílonotoporlaformaenqueloadmiras—ycuandoelbrillodesusojosseapoderóde
los míos haciéndome sentir extremadamente vulnerable, una nuevalágrimasedejócaerpormi
mejillasorprendiéndolo;sorprendiéndome.
—Tranquila —susurró de una forma tan sutil que su sólo sonidoconsiguióquevariasdeellas
se liberarande igualmanera.Nosupeporqué llorabao,másbien,sí losabíasóloquenodeseaba
admitirlo, menos teniendo a ese desconocido frente a mí quieninesperadamentealzóunadesus
manos hasta depositarla en uno de mis hombros. “Todo estará bien”agregó,brindándomeun
pequeño apretoncito cordial logrando que me estremeciera con suinnecesarioroce.
“Anna…¡Anna!”.Ante el ferviente llamadodemi conciencia reaccionéseparándome
abruptamenteypreguntándomealavez:«¡¿Quémierdaestoyhaciendo?!¡¿Cómopuedodejarme
tocarporunextraño?!»—Losiento.Yo…noséquemeocurrió—tratédedisculparmecuandola
verdadmeestabamuriendodevergüenzaytambiéndemiedo—.Nosueloirporlavida…
—Tranquilízate, por favor —me interrumpió—. La culpa es mía porhabertetocado.Lo
lamento. No intentaré nadamás, no soy ese tipo de hombre. De hecho,sóloqueríaasegurarmesi
estabasbien.
«¿Asegurarse?».
Me levanté desde donde me encontraba sentada al mismo tiempo queintentabameterelanillo
en mi bolsillo, pero no corrí con tanta suerte porque teminóescabulléndosedemismanosenel
instanteprecisoenqueélalzabaunadelassuyasparasostenerloyevitarqueseestrellaracontrael
piso.
—¡Lo tengo! —a la par que lo retenía dibujó en su semblante unacondenadasonrisaqueno
logró disimularmientrasmi corazón se aceleraba de inusualmanera alcontemplarcomoloadmiraba
realmenteinteresado—.Dejademirarmeconesacarade“Devuélvemelo,infeliz.Esmío”.Note
preocupes,unhonestovecinojamásintentaríarobaraotrovecino.
«¿Quéhabíadicho?».Obtuvemirespuestacuandovolvióapronunciar:
—Aquí lo tienes—lo tendió frente amí para que lo tomara—.Y no tedisculpesporquetúy
yodealgunamanerayanosconocemos.
“¿Perdón?¿Túyyo?”,miconcienciameinterrogómientrascruzabasusbrazosyme
analizaba con lamirada, expectante . “Y esto, ¿de dónde se supone quesalió,AnnaMarks?”
Yahíseencontrabamivecino“elasesino”fulminándomeconsumiradacastaña,conuna
sonrisota que no se le borraba del rostro como si la tuviera pegadaesperandopacientementequede
mislabiossalieraalgomásqueotratontajustificación.
—Gracias —lo tomé enseguida, pero esta vez cerciorándome que sequedaraalinteriordemi
bolsillo—.Disculpa,yadeboirme—meperdídesuvistadirigiendomisapresuradospasoshaciala
escaleraporlacualsubíysubísindetenerme,porquetodoloquedeseabaeradesaparecerparano
sentirmemásavergonzadayextrañadeloqueyamesentía.
—¡Espera!—intentódetenermesiguiendomi locacarrera—. ¡Insisto,notienesque
disculparte!
—Sí,tengoquehacerlo.Resultaquenosuelodemostrarmivulnerabilidadaquienseme
crucepor delante—.Ágilmente saquémis llaves y abrí la puerta demidepartamentocuandola
figuradel“asesino”seposicionabadetrásdemí.
—Deacuerdo.Estásexcusada.¿Contenta?
—No,perograciasporinfundirmeánimos.
—Esunademisespecialidades—notócomomeaprestabaaentrarenmihogardecididaano
otorgarlelamásmínimadelasmiradas—.Nomeparecióhabervistotuvulnerabilidad.Quizá,fue
sólomi imaginaciónydepaso…—trasunsonororuidocerré lapuertadegolpedándoleconellaen
todosusoberanorostro—…soyDamián—suspiró—,esunplacer.
DespuésdeungratificantellamadodeVincentquememantuvoporalgomásdeunahoracon
el móvil pegado literalmente a mi oído, me levanté raudamente paracomenzarunnuevodía.Trasmi
ritualmatutinobebíapresuradamenteunpocodecafémientrasordenabaalgunascosasparasalircon
destinoalafacultad.Teníamuchoenquepensarahoraquemitrabajoenelrestaurantesehabíaido
alcarajo,peroalevocarlacaradesencajadadela“bruja”albordedeuncolapsonervioso,después
de todo el maravilloso desastre con el cual me había despedido de eselugar,reícomouna
desquiciada. Sí, Sammy tenía toda la razón cuando expresaba sobre mipersona,“dondetúvayas
dejas huella”y eso lo constaté cuando tomémis cosas, abrí la puerta ycasimemorídelaimpresión
alteneralvecino“asesino”frenteaellaynadamásquesonriéndome.
—¡Mierda!—olímpicamente vociferé esa palabrota estremeciéndome alverlo.
—No imaginaba que dirías precisamente eso al verme otra vez, pero…¡Buenosdíastambién
parati!Ibaatocar,perotemeadelantaste.
Traguésalivarecuperándomedelsobresalto.
—Nomedigasqueestuvistetodalanocheesperandoqueabrieralapuerta—fuelaprimera
estupidezquepronunciéyquenologréreprimirpormásqueasíloquise.¿Yquéobtuvedevuelta?
Un inusual guiño de uno de sus ojos que me sacudió y, a la vez meavergonzóporcompleto…otra
vez.
—Creo que ya te diste cuenta que eso fue exactamente lo que hice—seburló—.Disculpa,
pero pensé por un momento que podrías necesitar… ¿otro apretoncitocordial?
Me dieron ganas de volver a sepultarme viva cuando mi rostro seenrojeciódebrutal
manera.¿Erayooelmuyidiotaseburlabademí?
—¿Quénuncaloolvidarás?—exigícomosifueraunasúplica.
—Mmm,no.Bueno,talvezlohagasólosievitasdarmedenuevocontupuertaenelrostro.
—¿Eso…hice?
—Sí,lohiciste—sonriómaravillosamente—,peronoimporta.¿Cómotesienteshoy?
“¿Cómodicesquedijiste?¿Yaesteguapoqueledistequenosecansa?”
—Estoy…mejor.Gracias.
—¿Segura?—insistiómientrasmeanalizabaconlamirada.
—Sí, segurísima.Y…no te preocupes, ya no voy a atosigarte conmásapretoncitoscordiales
—cerrélapuerta,teníaquevolarsiqueríallegaratiempoaclases—.Measegurarédebuscara
alguienmásparabrindárselos.
—QuemalporDamián.Seráuna tremendapenaqueno lograrásuperartanfácilmente—
logróconelloquemevoltearahaciaél.
—¿YquiénsesuponequeesDamián?—inquirírealmenteintrigada.
—Es loquepretendíadecir anoche cuandocasi recibo el portazodemivida.Soyyo.
Muchogusto.
“¡Y no se cansa de echártelo en la cara,mujer! Sinceramente, creo quequiereotro.”
—Losiento.
—¿Te llamas “lo siento”? ¡Por eso anoche lo repetiste varias veces!¡Vaya!¡Jamásoíque
unachicasellamaraasí!¡Losiento,“losiento”!
“¡Ja! ¡Peroquecombinación lade tuvecino! ¡Guapo, idiota,graciosoyhastaahora
encantador!”
—Anna—subrayé,obviandoantetodoloquemiconcienciamanifestaba—.Ysidije“lo
siento”fueenclara referenciaalportazoqueojaláhubieras recibidodemiparte.
—¿Cómobienvenida?
—Sí,comounamuygrataycalurosabienvenida.Conpermiso,perovoydesalida.
—Tambiényo.¿Teimportasiteacompaño,“Anna”ex“losiento”?—mesiguiósindarle
pieaqueloinvitara.
—Sí,meimporta.
—Perfecto.Sinceridadantetodo.Megusta.
Me detuve en seco ante lo que oía, volteándome y sonriéndolepreciosamenteparaluego
estamparlemislibrosenelpecho,esosísinunasolapizcadedelicadeza.
—Queridovecino,soymuysinceracuandomesaledelalmaserasí,perotambiénpuedoser
lamujermáscondenadamenteexasperantequehayasconocidooquisierasconocerentuvida.Telo
advierto,nosoy loquecreesqueves.Laprotagonistade lapelícula“El
exorcista”noesnada
comparadoconloquepuedollegaraocasionarenlaspersonasquetengoamialrededor.Aúnestás
atiempodesalirhuyendodemivista,asíquemuchogustoyfueunplacer—suspirécomosielaire
semehubieraacabadodeltodocuandomededicólamásarrolladoradelassonrisas,talycomosi
quisieravolvermelocaconella.
—¿Y no me digas que también giras tu cabeza en trescientos sesentagrados?¡Guau!Bienpor
ti,porquesoyexpertoenmasajesdescontracturantes, asíquecuando losnecesitessólotocaami
puertaylostendrás.
—¡Idiota! —susurré bajito y contando hasta diez. Sinceramente, lonecesitaba.
“¡Idiotaytodoloquequieras,peroaúnasíunadeliciadehombreyesonolopuedes
negar!”
Entrecerrélavistaquitándolemislibrosobservando,además,comoreíaacarcajadas.De
seguro,mehabíaescuchado.
—¡Quéconsiderado!Teloharésaber.
—Cuentaconello,yasabesdondeencontrarme.Tómalocomoretribuciónatu…
Sabíaloqueibaapronunciar.Porlotanto,meadelantéaloshechos.
—¡Nisiquieralointentes,Damián!
Levantó ambasmanos en sondepaz sindejarque sudichosa sonrisa leabandonaraelrostro.
—Mibocaestásellada,Anna.Novolveréapronunciarnadaquetengaqueverconese
apretoncito cordial. ¡Ups!Lo siento.Ah,meolvidaba… linda pijama—recalcóenclaraalusióna
cuandomehabíavistoenlapuertademidepartamentovestidaconella.
¡Juroqueibaamataraesehombre!
—¿Novienes,vecina?¡Llegarástardesinocaminas!
“Sí, Anna, definitivamente el condenado vecino guapo lengua viperina yconuntrasero
que ya le quisiera meter mano es totalmente encantador. ¡Por Dios!¡Ameliateníatodalarazón,
qué hombre! ¡Sigue caminando, muchachote! ¡No te detengas! ¡Así!¡Mmmm!”
Desviélamiradaanteloqueellaexpresabaevitando,atodacosta,ponermisojosensuparte
posteriorcuandomicuentapersonalyaaumentabaconsiderablementeencantidaddentrodemi
cabeza.
—Cuarentayocho,cuarentaynueve,cincuenta…
***
Amelia,consurostrountantoinexpresivo,nopodíacreercadacosaquesalíadeloslabios
deSammymientras la oía como relataba, sin entrar en detalles, todo loquehabíaacontecidoesa
nocheconBlacky,posteriormenteconlaodiosadeMaru.
—Esperaunsegundo,necesitomásvodka.¿Tú?
—GraciasAme, pero si sigo bebiendo así terminaré arrastrando por elpisodelrestaurantea
labrujacontodoypelucapuesta.
—Pues…¡saludporeso!¡Eslomínimoqueharíaconesaperradecuartadespuésdetodolo
queledijoaAnna!
Obviésucomentario.Noqueríarecordarsuscruelespalabrasencontrademipersona,
menos darle más vueltas a todo ese asunto. Mal que mal, aún debíapasarmeporeldichoso
restaurantepararetirarmidocumentación.
—¿Te vienes conmigo?—inquirió Sammy tal y como si hubiera leídocadaunodemis
pensamientos.
—¿Irametermedenuevoalabocadellobo?No,gracias.
—Tendrásquehacerlo,amiga,tardeotemprano.
Suspiréllevándomelasmanosalrostroymeditándolodetenidamente.
—¿Paraqué?¿Paraquevuelvaagritarmeyarefregarmeenlacaraquesoyundesastre?
Sammyselevantódelsofámientrascomenzabaacolocarsesuabrigo.
—Vittorioestáderegreso,Anna.Seguroquierehablarcontigodespuésdeloqueocurrió.
Lo que me faltaba, que el mismísimo dueño del restaurante mebombardearacontodotipode
descalificativos que obviamente no deseaba escuchar. Porque la noticiasobremi“fabuloso
desastre”enaquellacenatanimportante,deseguro,yahabíallegadoasusoídoscontodoydetalles.
—Iremos—aseguróAmecomosiestuvierarealmenteconvencidadeello.
Lamirécomoqueriendodecir:“¿Estásloca?”.
—No te esconderásmás, chica lista. Ya lo hiciste gran parte de tu vidacomoparaque
vuelvasameterlacabezaenlatierraaligualquelohaceunavestruz.Esamujernovolveráa
humillarte como lo hizo esamaldita noche, ¿me estás oyendo? ¡Y si lohaceseréyoquienlimpieel
pisoconsucondenadapelucaportodoelrestaurante!
—¡Amén!—agregóSammyfinalizandoaquellaplegaria.
Rodélosojostratandodecomprenderaesepardelocas,lascualesnoserendiríantan
fácilmente frente a cadaunodemis dichos o justificaciones. ¡No señor!Coneseduetoyo,
sinceramente,mehabíasacadolalotería.
—Notepreocupes,Sammy.EstaremosallácuandoelmundodejedegirarylacamadeAnna
terminedegritarme:“Venaquí,AmeliaCosta”.¡Malditovodkabarato!
Ambas reímos viéndola perderse por el pasillo que iba directo a mihabitación.
—Nocuentesconella,dormirácomounlirón.
—Esometemo.
—Perotienemuchísimarazón.Nodejesquelasestupidecesqueesamujertesoltóvuelvana
amargartuvida.Fue…undesastre,sí,perolaculpalatuvoelmalditohijodeputadeBlackquese
apareciódelanada.¡Cómosabríasqueestaríaenesadichosacenaynadamenosqueconlazorra
delavíbora!
—Su ex esposa —me atraganté con mi propia saliva y la poderosasensaciónderepulsión
quesentíaporella.
—Anna,séqueestásenamorada,perosinceramenteesehombreytodoloquegiraasu
alrededor no es para ti. Eres preciosa, eres una mujer increíble,inteligente,fuerte,valienteydulce,
¡puedesteneraquientúquieras!Perobuscastealmás…
—Losiento,Sammy,yaestarde.Dondemandaelcorazónlarazónguarda
silencio,asíde
sencillo.
—Hablo en serio, pastelito de crema. Si lo digo es porque te quieromuchísimo.Necesitas
serfeliz,necesitasestarconalguienquenoarrastresupasadoparadañartupresente.Dejastede
pelear, Anna, dejaste de batallar frente a esos dos miserables que pormuchotiempohicierondetu
vidauncompleto infierno.Estásviva, respiras, teesfuerzascadadíaporserunamejorpersona,
¿quénolonotas?
—Vincent lo es todo para mí así como yo lo soy todo para él —conaquelloleestabadejando
másqueclaroquenoexistíaniexistiríaotrohombreenmivida.Además,sabíadesuantipatíapor
Black aunque ciertamente no conocía los pormenores,menos el benditoporqué.
Asintió de forma inmediata sabiendo que cada palabra que le expresabaeratotalmentecierta.
—De acuerdo. Sinceramente, espero por su bien que así sea. Entonces,¿quéharás?
¿Terminashoycontodolodelrestaurante?
—Iréestamismanocheparasaldareseasuntodeunabuenavez.
—Perfecto,pastelito—.Mebrindóuncálidoabrazo,sorprendiéndome—.Teveréalláy,
porfavor…
—Porfavor,¿qué…?
—Asegúratedellevarcontigounpardeanalgésicos.Creoquelosvoyanecesitar.¡Maldito
vodkabarato!
***
Emilia no paraba de dar vueltas por la sala de conferencias. Hervía derabiaynopodía
mantenerlatranquilidadfrentealaspalabrasqueBlacklehabíagritadolanocheanterior,porquelo
que en un principio surgió en su cabeza como el mejor de los planesterminódelapeormaneray
comojamássiquieralollegóaimaginar.
En esos tres meses posteriores a su recuperación, Vincent se habíadedicadoasuhijogran
partedesudiariovivirynadaninadieibaacambiaraquello.AsídeseabaEmiliaqueprosiguiera
mientras evocaba la figura deAnna que, ahoramás que nunca, deseabadesaparecersindejarrastro
alguno. Y eso perfectamente lo sabía Alex Duvall quien seguía condetenimientocadaunodelos
pasosdesuprecipitadocaminar.
—¿Por qué no vienes aquí a liberar un poco de tu tensión? —pidió,tendiéndoleunadesus
manos.
—¿Porquénocierraslabocaymeayudasapensarencomodesapareceralaputaesa?
Duvallcerrólosojosdejandoqueunprolongadosuspiroselearrancaradelpecho.
—¿Nosaliótodocomoesperabas?¿NoqueríasqueBlacklatuvierafrenteasusojoscomo
unacamarera?
—¡Quería que se se avergonzara de lo que es, no que fuera tras ella,imbécil!
La risa en el semblante de Alex se dejó entrever mientras cambiaba laposicióndesucuerpo
sobrelasillaenlacualseguíasentado.
—Emilia,Emilia,Emilia…estáspagandounpreciomuyalto.Te lodijedesdeunprincipio,
asínosejuega.DebistemanteneraBlackarayacomportándotecomounaabnegadamadre
arrepentidaqueatodacostaquiererecobrarasumarido.Asíelidiotadetuexesposo…
—¡Mi esposo! —le corrigió enérgicamente deteniendo su apresuradoandar.
—El idiota de Black, pormucho que hayas intentando alejarlos cuandocasiloperdemos—
suspiró como si se estuviera lamentando con evidente tono de burla—,jamásdejaráqueesachica
salgadesuvida.Losiento,perotendrásquesermásradicalalahoradeurdirunbuenplanpara
conseguirquedesaparezca.
—Venaquí—Duvallselevantódeinmediatoporquesabíahaciadondelollevaríaesa
pseudoordenque ellahabíapronunciado—.Meencanta cuandopiensas.Mecalientacuandohablas
deesamanera.
—¡Vaya! Jamás creí que tenía ese poder sobre ti —esbozó una de sussonrisastotalmente
apabullantes y tras ello dirigió sus pasos hacia donde se encontraba,obligándolaaqueretrocediera
hasta situarla de espaldas a uno de los grandes ventanales de la sala deconferencias.
—Sabesperfectamenteloqueprovocasenmí,Duvall,ytambiénsabesloquequieroeneste
precisomomento.
Negóconsucabezacuandoyaunadesusmanosascendíaporunodesusmusloshastacolarse
pordebajodelvestidoajustadoqueellallevabapuesto.
—No.No losé—sinsorprendersede loquemanifestó, lededicóunadesustantasingenuas
miradas—.Mimente…nisiquieralollegaaimaginar.
Unsonorojadeoprovenientedesdelomáshondodesugargantainundótodalahabitación
cuando lamano deDuvall la rozó sugerentemente por sobre su prendaíntima.
—¿Estás…seguroqueno…losabes?
—No,Emilia.Nolosé.
—¡Maldito!—volvióaquejarsecomosiestuvierareteniendoelaireensuinterioralsentir
uno de sus dedos colarse de lleno entre la prenda y su piel desnuda enbuscadesuclítoris.Yasí,se
perdióensuprofundaymaquiavélicamiradatalycomosiemprelohacíacuandoAlexlaprovocaba
deesatanexquisitamanera.
—Así que soy un maldito —acercó su boca a su oído el cual lamiólentamente—.Asíque
para ti soy solamente un maldito —el roce de sus labios siguió endirecciónhacialacurvaturadesu
cuellomientrasintroducíasusdedosenlahúmedacavidadqueloesperabaansiosaquecomenzara
cuantoantesconsumaravillosatortura.
—¡Mmm!¡Sigue!¡Porloquemásquieras,tansólosigueydejadehablar!—cerrósusojos
trasmordersulabioinferiordisfrutandodelcálidoroceylaspoderosasansiasqueentresuspiernas
crecíandeconsiderablemanera.
—Esoes…siempretanreceptivaydispuestaaquetecojaendondesemeplazca—susurró
junto a su boca con el tono de su voz bastante grave—.Eres una zorradeliciosa.
—¡Losé,malditasea,losé!¡Yahorafóllame,fóllameduro!
Sonrió perversamente al sentir como su cuerpo se tensaba ante sumasturbaciónmientrasla
aprisionaba aún más contra el cristal de la ventana. Aparte de húmeda,estabalobastanteexcitaday
dispuestaaentregarseaélcomotantasveceslohabíahechoalinteriordeesesalón.
—¿Es una súplica? —cerró por completo sus ojos cuando su evidenteereccióntensabala
teladesupantalónclavándolasobrelapartebajadesucadera—.Porquesabesperfectamenteque
estonoesgratis,querida.Túyyotenemosuntrato…
—Tedaréloquequieres.¡Sabesdesobraquelocompartirétodocontigocuandoelviejose
muera!
—No,miamor,nosólocuandoelviejosemuera—abriódeparenparsumirada
mostrándole una clarísima expresión de ira en el rostro que no quisodisimular.Ytrasunferviente
movimientoqueaEmilia lequitó la respiraciónapartósusmanosdesucavidadparaterminar
rasgándolelasdiminutasbragasdeencajetalycomosifueraunexpertoenlamateria.Despuésde
ello la cogió por la cintura mientras ésta abría más sus piernas paraaferrarseaélporsuscaderas.
La llevó a la mesa de conferencias donde bruscamente la montó,apartándoleelvestidocon
desesperación para dejarla totalmente desnuda y a su merced—. Así tequiero,yasítevoyafollar
hastaquenoolvidesunasolapalabradenuestrotrato.
Emiliagimióalinstantereteniendosusojosensumiembroduroypotentequecomenzabaa
mostrarse ante ella cuando Alex se quitaba el pantalón y el boxer quellevabapuesto.Serelamiólos
labios varias veces con sumas ansias como si, de alguna forma, ya loestuviesedegustandoensu
boca.
—¿Lo quieres? —la jaló rudamente para atraerla hasta el borde de lamesa.
—¡Dámeloya,imbécil!¡Cógemeycierralaboca!
—¡Nosabesenellíoquetehasmetidotúsolita!—supenecalienteydurocomopiedrarozó
susplieguesapuntodedarlaprimeraestocada.
—¡Sólodameloquequieroy…!—peronopudoseguiremitiendosonidoalgunocuandotodo
elpoderíodeAlexsedejócaersobreellaenunembistequelahizogritaryestremecerenelmismo
instante en que la penetró. Se aferró a él tanto como los incesantes y
salvajesmovimientosdesu
cuerpo se lo permitieron. Se aferró a él tanto como deseaba hacerloporquecadaunodesusfurtivos
encuentros sólo se trataba de eso, sexo y nada más que sexo, pero delsucio,delpervertidoyduro.
Asísehabíaacostumbradoatenerloyasíseguiríasiendoconelcorrerdeltiempohastaquepudiera
deshacersedeélyVincentregresaraasusbrazoscomotantoloanhelaba.Porqueansiabalas
caricias de su esposo, sus inigualables besos junto a las mil y unasensacionesquelebrindaba,quela
volvíanlocayquesatisfacíajuntoaDuvallyotrossóloporapaciguarsuvorazapetitointernoquele
rasgabaylequemabaalgomásquelapiel.
—Loquierotodo,Emilia,¿meoíste?¡Loquierotodo!—vociferabaAlexencadaunadesus
fierasestocadas.
—¡Lo tendrás, maldito! ¡Eso tendrás! —replicó de la misma maneradejandocaersucuerpo
sobrelafríamesademaderaenvejecidaparaqueélhicieraloquedesearaeneseclandestino
encuentro.
—¡Maldición!¡Eresunazorraexquisita!—percibiódeapoco,comopartedesusmúsculos
comenzabanatensarseencadaprofundapenetraciónmientrasqueEmilia
seincorporabacuando
sintió que se precipitaba al orgasmo y a la magnánima sensación defrenesíquecorríaraudaporsus
venas. Terminó agarrándole la corbata obligándolo a que sus bocas sefundieranenundescontrolado
besollenodeabsolutaagresividad.PerosuslabiosnoeranlosdeVincent,claroqueno,aunqueasí
selosimaginabadentrodesucabeza.Porquenadielahabíabesadoconsufuerza,consuentrega,
consudesesperación,menosconsuinigualableprovocación.
—Eresunmalditodemonio…eres…
—Lo mejor que tienes, Duvall, y si lo deseo puedo llegar a ser eso ymuchomás,notequepa
duda—gimió contra su boca percibiendo como su cuerpo empezaba aperderalgomásquela
cordura.
—Negociossonnegocios,Emilia…—entrecerrólavistaperladadesudorcuandosus
embistesacrecentabanelpoderdecadaunadesuscerterasyapabullantesestocadas.
—Yfollar…—unespléndidoorgasmohizomellaencadacentímetrodesucuerpo—…es
follar…—mordiósulabioinferiorcuandoAlexproferíaunprecipitadoydesgarradorsonido
rabiosoquecolmótodoelsilencioreinantedelasaladeconferencias.
Sus ambiciosas miradas se confundieron en una sola cuando Emilia seentregótotalmenteasu
propia liberación dejándose arrastrar por intensas oleadas deestremecimientos,jadeoseincesantes
gemidosqueAlexsilencióconotroardientebeso.
—Eso es, mi bella golondrina…—cerró los ojos con un único rostrodeambulandoalinterior
desumente—…fuistemíaunavezmás.
—Jamás tendrás a esa ramera,Duvall—lo atacó recuperándosede cadaplacenterasensación
queaúnbrotabadesuinterior.
—Nocantesvictoria,porqueaquílaúnicaquenotendráloquerealmentedeseaerestú.
Blackjamásvolveráatocarte.
Entre jadeos, espasmosy aúnpequeñas sacudidaspor loqueacababadeacontecer,Alex
llevó su boca hacia cada uno de los prominentes senos de Emilia loscualeslamióychupóhasta
saciarse.
—Vincentserámíoporlasbuenaso,sencillamente,porlasmalas.
Sus pulgares pellizcaron cada uno de sus pezones duros y erguidos altiempoquelamiradade
ella estuvo en todo momento sobre la suya disfrutando del agobianteplacerqueleprovocabacon
tantaintensidad.
—Verparacreer…
—Lomismovaparati.Quieroveryamismoentusmanosalaputaesa,¿meoíste?
—Así será, te lo aseguro, porque el juego real comienza para mí estamismanoche.
—Mástevaleoyo…
—¿Otúqué?—labajódelamesaparavoltearlaconrapidez.Susmanos
aprisionaronsu
trasero con fuerza mientras el intencional roce de sus cuerpos sudadoslogróquesumiembro
despertaraotravez—.Amínomeamenazas—subocasealojósobrelalíneadesuclavícula.
—¿Quiéntecreesqueeres?
Rióantelaestúpidapreguntaqueleformulócuandoyaseencontrabalistoydispuestopara
continuardandobatalla.
—¿Quieresque te lovuelvaademostrar?¿Necesitas loque“tumarido”jamástedará?
Emilia apoyó las manos sobre la mesa al percibir el calor de su peneerectoycalienteapunto
deembestirla.
—¿Creesquemetienesentusmanos?
Sinmeditarlo la atrajomás hacia si cuando su boca ya arremetía en suhombroalcualmordió
presodelapoderosaexcitaciónqueloinvadíaalhacerconellaloqueseleantojara.
—¡Eres un…! —percibió aquel fiero dolor volteando el rostro yrecibiendounnuevoy
ardoroso beso que terminó acallándola, cuando la lujuria desenfrenadahacíadelassuyasenel
cuerpodeesosdosamantesqueenelsilencioreinantedesusenfermizasmentesimaginabana
quienesrealmenteposeíanelunoalotroconfuerza,ardorydescontrolencadaunodesusdesatados
encuentros.
CapítuloV
“Tranquila, sólovepor tuscosas,haz loque tengasquehacer,di loquetengasquedeciry
notemetasenmáslíos”,meaconsejómiqueridaconcienciaacadapasoquedabacuandoya
faltabatansólounacalleparaque“LeDueTorri”semostraraantemí.
—Y eso es lo que haré. ¿Quién te crees que soy? ¿Una peleoneracallejera?¡Porfavor!—.
Crucélacallealdivisarelrestaurante.
“Deacuerdo.Peroestoyhablandomuyenseriocuandomerefieroaesode“nometerte
enlíos”
—¡Malditalahoraenquesalistealaluz!¡Teodio!
—¿Esocrees?—intervinounavozmasculinaquemehizoestremecerenelmismoinstanteen
quelaoí.MirespiraciónsefuealasnubesymásarribacuandolaoscuramiradadeAlexsedejó
caersobrelamía.Elmuyimbécilsonreíamientrasterminabadefumarsucigarrilloyexhalabaun
pocodehumosindejardecontemplarme—.¿Porquémeodias siyo tequierotanto?
Abríenmayormedidamisojosintentandonodescontrolarmefrentealasnecedadesque
comenzabaamanifestar.
—Respóndemeconsinceridadantesdevolveraexpresarotrabarbaridad—exigí—.¿Me
estássiguiendo?
—¿Y si dijera que sí?—. Le dio la última calada al cigarrillo antes dearrojarloalpiso—.
No puedo sacarte demimente y sabía que tarde o temprano volvería aencontrarteenestemismo
lugar.¿Vienesatrabajar?
—¿Porquénomedejas enpaz? ¿Qué fue loque tehice?Omejor aún,¿quéquieres
conseguir?
—Toda tu maravillosa atención. Creo que está demás decir que no merindotanfácilmente.
—Esomequedamuyclaro—balbuceétansóloparamí.Lástimaquenocorrícontanta
suerte.
—¡Qué bien! Así es mucho mejor para ambos. Eres una mujer muyhermosacomopara
dejarte ir, Anna. No entiendo como tu “adorado” Black pudo ser tanimbécilparacambiarteporsu
mujercita.
Reíacarcajadas,nolopudeevitar.Noloconocía,peronohabíaquesermuyinteligente
paranotarqueanhelabasacarmedemiscasillascontantamentirabarata,cosaqueobviamenteno
llegaríaaconseguir.
—Pues…¿porquénoselopreguntasdirectamente?Malquemal,trabajasparaél—le
otorgué un guiño tras apresurar el paso dispuesta a dejarlo atrás ymetermedellenoenel
restaurante.
—¡Esperaunsegundo!—.Medetuvosorpresivamenteatrapandounodemisbrazos—.
¿Seráquepuedesconcedermeuninstantedetutiempo?
—¿Seráquepuedesdesaparecerdemivistaydemividaahoramismo?—sinningúntipode
delicadezazafédesuagarre.
—Eresincreíblementeatractivacuandoteenfureces.
Suspiréintensamentefrentealaspuertasdellugarsosteniendosuinfamemiradasobrelamía.
—¿Eres idiotao tienes apagones cerebrales? ¡No tequiero cercademí!¿Esmuchopediro,
sencillamentenopuedesllegaracomprenderlo?
—Nocuandotúeres todoloquequiero—mesoltódegolpedejándomenadamásque
boquiabierta.
—¿Quéfue…loquedijiste?
—Claramente, lo que acabas de escuchar. ¿Quieres que sea aún másexplícito?
—¡Eres un soberano demente! —dispuesta a entrar al lugar me volteérápidamente,todoy
anteotrapenetrantemiradaqueseocultabaentrelassombrasydelacualnisiquierasabíaqueme
acechaba. Una mirada hostil, fiera, impotente y, a la vez, fuera de suscabalesanteloque
concentradamentenocesabadecontemplar.
—¿Porquéteresistes?Séqueprovococosasenti,poresotebuscoysétambiénquepor
esomedeseas.
“¡Malditopsicópatademierda!”
Sí,mi conciencia tenía toda la razón.Yo era una peleonera y de lamásbajacalañacuando
Duvalllograbasacarlopeordemíyesoselohicesabercuandorecibiólamásfuerteeinesperada
bofetadaqueensuvida,creo,lehabíanotorgado.
—¡Locodemierda!—gritéa todopulmón—.¿Quépretendes?¡Quién tecreesquesoy!
Perotodoloquerecibíacambiofueunefusivoeinusitadobesoquemeplantóelmuy
desgraciadomientrassosteníamirostroconsumaposesividad.Sulenguamepenetródeinmediato
cuando ya mis manos se aferraban a sus extremidades intentandosepararlodemíatodacosta.
—Dejadeluchar—decíacontramibocarecorriéndoladeprincipioafin.
—¡Suéltame!—luchéinfructuosamentecolmadaderabiae impotenciaalsentirelpoderíode
suavasalladorabocasobrelamíahastaquesedetuvo,seapartó,sonrióasusanchasverdaderamente
complacidoyllevóunadesusmanoshaciasuslabios,loscualesrecorrióconsusdedos.
—Eresadictivaytodaunatentación,AnnaMarks.
—¡Eresuninfeliz!—vociferéiracundaporsuatrevimientolimpiándomeelrostroasqueada
por la repugnancia que me había ocasionado su beso. Y cuando quisearrojarmeencimaparaque
supiera que no se la iba a llevar gratuitamente el profundo y guturalsonidodeunapoderosavoz
masculinaqueconocíamejorqueanadaenestemundovibróconmuchafuerzaantenosotros,
logrando que nuestras miradas cayeran de lleno sobre la imponente,enfurecidaytotalmente
desencajada figura deVincent Black que se dirigía hacia nosotros tal ycomosifueraunmisil
atómicodispuestoadarenelblanco.
—¡Tedijoquelasoltaras,imbécildemierda!—fueloúnicoqueexclamófervientemente
cuandounadesusmanosenformadepuñosealzótanrápidoquefueapararenlamismísima
mandíbula deDuvall con tanta fuerza que el golpe hizo que se diera debrucescontraelpiso.
—¡Vincent!—me acercqué a él para detener su innegable cólera que leerizabalapielal
igual que si fuera un animal dispuesto a comenzar una encarnizadadisputa.
—¡Levántate,cabrónmiserable!—leordenóconsudesgarradoraygravevozesperando
impaciente,aquélohiciera—.¡Teexigíquenoteacercarasaella!
Alex se puso de pie llevándose una de susmanos a la boca constatandocomoelfieroy
certerogolpepropinadoporBlack lehabía rotoel labio inferiorporelcualcomenzabaasangrar.
—¡Vincent,basta! ¡Por favor,yanomás!—insistícuandoclaramente,nisiquierameestaba
oyendo.Peoraún,teníalamiradatotalmenteencendidacomosisusojosfuerandosbrasasque
ardíanendescontrol.
—¡Apártate!—silenciómivozcuandounadesusmanosmeretirabadesuladoyAlexvolvía
alacarga.
—¡Melasvasapagar,Black!—sinperdermáseltiempoarremetiócontraélenunaluchasin
treguaquesedesatófrenteamisojos.
“¡Mierda,Anna!¡Esosdossíqueseteníanganas!”
Meoígritandocomounadesquiciadasinsabercomodetenerelpeligrosocombateenelque
esos dos enfurecidos titanes se daban durísimo. Golpes de puño sepropinabanyrecibíanalaparen
sus rostros y en sus cuerpos mientras vociferaban gritos, palabrotas ymaldiciones,entreotrascosas
más, hasta que desde dentro del restaurante y movidos por todo elmaravillosoyespléndidoshow
quesesuscitabaensuentradaprincipal,varioscamarerosacudieronparasepararalosdoscolosos
quesehabíanencargadodequitarmehastalarespiraciónconsudichosoespectáculo.
—¡No vuelvas a acercarte a ella o te mato!—exclamó Black fuera decontrolyhechouna
soberanabestiadelascavernas.
—¡Vincent,basta!—exigíunavezmás,peroningunodelosdosteníaojosparamísinopara
laprofundaeimperanteiraquelosinvadía.
—¡¿Tú y cuantosmás, imbécil?!—contestóDuvall incitándolo a que selanzaradellenopor
élparacontinuar—.¡Note tengomiedoynisiquierameamedrentan tus
patéticasamenazas!¡No
conseguirássacarmedesucaminoporqueellaasínoloquiere!
Ahora fui yo la condenada loca que se le echó encima con clarasintencionesdesacarlelos
ojosylalenguadecuajohastaquesentísobremíunosfuertesbrazosquemealzaronaligualquesi
fueraunaplumaparaapartarmedeél.
—¡Túno!—megritóencolerizadoyconlosojostotalmenteenardecidosporlarabia—.
¡Quédatequieta!
Lo fulminécon lamirada,desafiante. ¿Mantenermequietadespuésde loqueelmiserable
habíadichoyhechoconmigo?¡Aldemonio!
—¡Amínomedasórdenescuandoterebajasconestesoberanoimbécilapelearenlacalle
como si fueras HULK! ¿Quién te crees que eres Black, Superman o elmismísimoCapitánAmérica?
Deunapiezasequedóanteelestruendososonidodemivozquevomitabalaspalabrascomo
él bien sabía que lo hacía cuando la ira y la ofuscación liberaban lahisteriaquehabitabaenmí.
¡Maravilloso!
—¡Y tú! —arremetí ahora contra Duvall—. ¡A la próxima te corto lasbolas!¿Me
escuchaste?¡Sitevuelvesaacercaramídeesamaneratelascortoyhagopuréconellas!
Un silencio sepulcral invadió el lugar, pero mi cólera era tal que nisiquierapodíaoíruna
solapalabraqueemitíacomolocarematada.
—¡El espectáculo se acabó, par de animales sin cerebro! —concluírealmentefuerademi,
brindándolesunaúltimamiradacargadaderepulsiónacadaunodeellosparaperdermetraslas
personasque sehabíandetenido apresenciar la exhibiciónde susvidas.Perodesaparecerdeallíno
fuesuficienteporquelavozdemiadoradabestiasiguiócadaunodemispasos,deteniéndome.
—¡¿Dondecreesquevas’!
—¡Me voy a la mierda! ¡Gracias por preguntar!—seguí avanzando sinmirarhaciaatrás.
—¡Anna!—aún seguía hecho una furia, el sonido de su voz así me loconfirmaba—.¡Anna!
—¡Meacabodecambiarelnombre!—ironicé.
—¡AnnaMarks, te detienes en estemomento o no respondo por lo queharé!—volvióagritar
amiespaldacomounlocohistérico,cosaqueseledabadelomásnatural.Porunmomentopensé
estúpidamentequelohabíaaprendidodemí.
“¡Túlodijiste,dejashuellasdondevas!¡Ahoradetentey terminaloque
yaempezó!
¡Calma a ese bendito demonio enfurecido antes que cometa cualquieridiotezsinsentido!”
—¡Malditasea!—exclaméentredientesapretandomismanosenformadepuñosy
deteniéndome totalmente. Porque me bastó un solo segundo paravoltearme,fijarmivistasobrela
suyayevidenciarquelaafrentaconeldesgraciadodeDuvallhabíadejadolacomisuradesulabio
roto,asícomotambiénunrasguñoensumejillaizquierda.
“Uno,dos,tres,inspirayexhala,Anna.¡Porfavor,porunavezentuvidahazmecaso!”
Yesofueloquehicetrascaminarhaciasuencuentro.
—¿Porqué?¿Eranecesario?—balbuceéenunsusurro.
Nocontestó,sóloclavósusojosenelpisoguardandoeldebidosilencio.Parecía
avergonzado.
—Black—anheléquetrasesapalabraalzaraelrostroparareflejarmeensusojosquetanto
amabacontemplar.Perootravezobtuvedesuparteunrotundosilencio.Élaúnmanteníalavista
fijaenelpiso—.Teestoyhablandoati,Batman—bromeé.
—¿QuénoeraSupermanoelmismísimoCapitánAmérica?
Rodélosojosaloírloypormásquetraténopudedisimular larisaque
brotónaturalmentede
mislabios.
—Deacuerdosuperhéroe,mírame,porfavor…—unademistemblorosasmanosseaprestóa
tocarsumalheridosemblante.AlevidentecontactodesucalientepielconlamíaVincentsuspiró
cerrando losojos talycomosiestuviese intentandoreteneralgoquenologrécomprenderdeltodo
—.¿Te…duele?
—Pasará—volvióaabrirlos—.Noesnada.
—¿Cómoquenada?—rocéelcontornodesulabioinferior—.Estároto.
—Olvídalo,porfavor—clavósumiradasobrelamíaconinsistencia.
—Olvídalo tú. ¿Qué haces aquí? ¿No se suponía que nos veríamosmástarde?Esofuelo
quemedijistecuando…
—Séperfectamenteloquedijecomoparaquemeloestésrecordando—atravésdesu
gutural voz aún podía percibir su maravillosa furia que me hizoretrocederautomáticamenteunparde
pasosalejándomedeél.
—Deacuerdo.Estásenfurecidoyloentiendo,peroaúnasímeexplicaráscontodassus
letras qué sucedió contigo y el infeliz ese para que terminaranrevolcándosecomodosanimales
salvajes.
Movió lacabezade ladoa ladoal tiempoqueconsu lengua recorríasulabioroto.
—Nadamásqueloquequisehacerconesecabróndesdeunprincipio.
—¡Hombresbásicos!¡Creenquetodosearreglaconunpardepuñetazos!
—Aprendode ti.Tupasado tecondena—dibujóunasonrisa irónicaquemehizoentrecerrar
lavistaanteloqueoía.
—Deacuerdo,túlopediste,melargo.
—¿Dóndecreesquevas?—interfirióenmicamino
Enarquéunademiscejasdeinmediato.
—Nomemiresasí.Yameoíste.
—¿Tedignarásadarmeunaexplicaciónsensata?
Cruzódebrazos,contemplándome.
—Nitúoyosomossensatoscuandoestamosjuntos,miamor.
—Sinevasivas.
—Loharé,peroaquíno.
—Vincent…
Suspirósinquitarmelavistadeencima.
—Hedichoqueaquíno,Anna.
Eso me sonó más a una de sus malditas órdenes que a una clara
sugerencia.
—Intentas…
—No lo volveré a repetir, y no es una sugerencia o una proposiciónporqueclaramentetelo
estoyordenando.Estoylobastantecabreadoconloqueacabadeacontecerporsinotehasdado
cuentadeello.
—¿Ysinoquieroobedecer?—tembléde sólo imaginarmeunascuantasposibilidadesal
tiempoqueélsonreíacondescarocuandosulengua,además,comenzabaahacerdelassuyasconsu
labioinferiordeunamuysexymanera.
—Esto—meindicóelpuñetazodeAlexsobresusemblante—,yestomeloacabodeganar
graciasati,asíquemelodebes.Desobedeceysufrelasconsecuencias.
¿Quémierdatratabadeexplicarme?
—¿Loquiereshacerporlasbuenasoquieresquelohagaporlasmalas?—.Laperversa
sonrisa aún la sostenía sobre sus labios como si fuera el trofeo de unabatallaqueyadabapor
ganada.
—Pues…¡quédateconlasganas!—meapartédesuladoparacomenzaracaminar.Pero
paramibenditamalasuertemeatrapóentresusbrazos,sorprendiéndome,
yechándomeasuhombro
talycomosiestuvieracargandoauncostaldepapas.
—¡Túlopediste!
—¡Bájame!¡Teordenoquelohagas,Black!
—No te voy a bajar—aseguró—.Serámejor que guardes silencio o tedaréunpardeazotes
aquímismoporrebelde.
—¿Quécosa?¡Tú…maldito…!
Y sin siquiera verlo venir recibí un par de fuertes palmadas en todomitraseroquemehizo
enfureceryhervirderabiaeindignación.
—¡¿Quiéntecreesqueeres?!¡Teexijoquemebajesahoramismo!
—Sólosoyelhombreaquienamasconlocura.Ahoraporfavor,cierratucondenadabocasi
noquieresrecibirotrasmás.
—¡Condenada tevoyaparecer cuando logreponermispies enel sueloy…!
En un rápido movimiento me montó, porque eso fue lo que hizo, memontósobreelcapódeun
fabuloso vehículo de color negro que jamás había visto mientras mesosteníaporloshombrosyme
miraba intensamente, logrando con ello que un profundo jadeo se meescaparasinquepudiera
retenerlo.
—¡Quieta! —pronunció aquella única palabra en un grave y sensualsusurro.
—¡Quietatuabuela!
—Lamentablementenotengo,asíquecierratubocayóyeme.
—¡Eresun…!
—Sí, si, un idiota y todo ese discurso que ya manejo de memoria.¿Podríasguardarsilencio,
porfavor?
Mirespiraciónacelerósuritmo,considerablemente,altenersusojosfijosenlosmíosysus
manosaúnsobrecadaunodemishombros.
—Lo lamento mucho. No quise comportarme de esa forma tan bestial,perosemerecíaesoy
muchomásal…—cerró losojosyseobligóaguardar silencioante loqueevidentementeno
consiguióexpresar.Fueentoncescuandocaíen lacuentaquesedebíaalasquerosobesoqueDuvall
mehabíaplantando,situaciónquemerepugnabadesóloevocarla.
—Nohacefaltaquecontinúes.
—¡Peroelinfelizbastardotebesó!¿Cómoquieresquemeponga?
—¡Alafuerza!¿Onotedistecuentadeello?
—Séloquevi.
—¿Qué?Deacuerdo,estáshechounverdaderodemonioacausadeloqueocurrióy
hablandoincoherencias.Graciaspordefenderme,perolodemásestuvodesobra.¡Túnoeresasí,
porDios!¿Notedascuentaqueelmalditodesgraciadoesoquieredeti?¡Ytúlesigueseljuego!
—Anna…
—Tecreímásinteligenteconrespectoaeseinfeliz,perololamento.Serámejorquetúyyo
caminemosendireccionesopuestashastaquetucalenturahayacedido.
—Anna…
—Annanada.Porhoyyafuesuficiente.Buenasnoches.
Vincentvolvióacerrarsusojosmientrasmeescuchaba.
—¿Sóloesomedirás?
—¿Qué quieres que diga? ¿Qué te felicite por enfrascarte en una peleacallejeraconun
miserable que lo único que quiere conseguir es separarnos? Lo siento,peronoloharé.Serámejor
quetomestunuevomodelitoyvayasarelajarteadondeseaquequierasir.
Los abrió nuevamente demostrándome una absurda impotencia que nolograbacomprender.
—Lo necesitas, créeme, porque si esa cabecita tuya está pensando enidiotecessinsentidoa
causa del asqueroso beso que ese imbécil me plantó a la fuerza, es tu
problemaynoelmío.Teamo,
Black,peroenestemomentomeencantaríaabofeteartepor…—terminémordiéndomelalenguay
bajándomedel coche. ¿Yél?Nodijonada, suofuscaciónaúncegaba suvistaysurazón.
—¡Anna! —vociferó mi nombre un par de veces con prepotenciaviéndomepartir.
—Grita hasta quedarte sin voz y como lo que eres—me alejé lo másrápidoquepudeantesus
insistentesllamadosquesentíaamiespaldahastaquesuvozseacallóporcompleto.Losabía,la
bestiahabíarenacidoysutemperamentodebíaestarvagabundeandoenelmismísimoséptimocielo.
Apostaría mi vida y saldría ganando una y mil veces porque estabacompletamenteseguraquemi
amorhervíaderabia,decelos,deira,frustracióneimpotencia,ytodoesodentrodelmismopaquete.
***
Junto a Leo, esamisma noche, terminábamos demontar la autopista dejuguetealinteriorde
sucuarto,aquellaporlacualsusojitosresplandecieronconunaintensidadúnicacuandolosdepositó
sobreellaenlajuguetería.Nisiquierapronunciópalabraalguna,perosusemblanteporsisolome
lodijo todo: ladeseaba talycomosi fuerasumayoranhelo.Enesa tanparticularcaracterísticanos
parecíamosbastante,porquebiensabíayodequienlahabíamosheredado.
Suspiré acariciándole el cabello a quien no se cansaba de sonreír yadmirarloquetenía
frenteasurostro.Simplemente,estabamaravilladoyseconformabacontanpocoqueporun
instante,mehizorecordaraquienestanochemehabíacerradolabocadelapeormanera,
evitándomeyapartándosedemípormiestúpidocomportamiento.
—Creo que quedó perfecta. ¿Qué opinas, compañero? —noté como lacontemplabaabsorto
negándoseaposarunadesusfrágilesmanossobreella.
—¡Eslamáslinda,grandeysuperautopistadecarrerasquehevistoenmivida,papá!—
exclamóllenodeemociónconsusuavevozaltiempoquesedejabacaersobremipechopara
otorgarmeelmásgrandiosodelosabrazos—.¡Gracias!¡Ereselmejor!
—Elmejor eres tú—besé su coronilla—.Y ahora, vamos a lo nuestro.¿Teanimasa
probarlaconalgunodetuscoches?
—¡Sí!¡ConelJaguar!
—Excelenteelección.¡Venga,vamos!
Yahíestábamoslosdostiradossobrelaalfombradisfrutandodenuestrotiempo,juntos.
Nadamejorparaquitarmedelacabezalamalditaofuscaciónqueaúnme
corroíalasentrañas.
—¿Ves como corre, papá? ¿Notas como el Jaguar es el más rápido detodos?—exclamaba
fervientementeobservandocomoelcochedejugueteliteralmentevolabaatravésdeella.
Sonreíyasentínutriéndomedetodasudesbordantefelicidad.
—Me quedo con el Mustang —le otorgué un guiño en alusión al queposeíayseencontraba
aparcadoenunodelosgaragesdelacasa.Leodeinmediatorodósusojoscomodiciéndome:
“¿estásloco?”—.Yameconoces,esmicochefavorito.
—¡Pero papá, tú si que no sabes de autos! —me criticó abiertamentehaciéndomesonreír
comosituvieraelhonordeestarhablandoconunexperto.
—Soyunamantedeloclásico.
—Losé,peroaúnasínosabesnadadecoches—tomóentresusmanitoselpequeñoFerrari
rojoparaincorporarloalaplataforma.
—¡Hey!¡Esoesjugarsucio!¡MiMustangnotendráoportunidadfrenteaesosdosmonstruos
delavelocidad!
—Estosellama:“abretusojosopierde”,papá—logró,conesaparticularfrasesuya,
hacerme evocar la situación vivida conAnna y de la cual aún no podía
olvidarme,menoscuandome
había enviado con todas sus letras al mismísimo demonio para queintentara“relajarme”.
—Creoquetienesrazón—dejéqueunprofundosuspirosemearrancaradelpecho—.Sino
abrestusojosyvesrealmenteloquetienesfrenteatipuedesperderloencosadesegundos.
—¿Quéperdiste,papá?
Clavélaclaridaddemisojossobrelossuyos.
—¿Uncoche?
Sonreítrassuinterrogantellevándomeunademismanoshaciaelcabelloparaalborotarlo.
—Nohijo,algomuchomásimportantequeeso.
—¿Yporquénolorecuperas?¿Tandifíciles?
Medejósinhabla,porqueaquellasdospreguntashicieronmellaenmídeunaincreíble
manera.
—Es…complicado.
—Nadaescomplicado.Elabueloytúsiempremelodicen.¿Porquénolointentas?
Intentar que Anna Marks volviera en sí después de cómo me habíacomportadofrenteaella
eracomoinmiscuirmeenlaterceraguerramundialsinunbatallónquemeresguardaralaespalda.
—¿Estásfeliz?¿Tegustólasorpresaquetedi?—quisecambiareltemadenuestracharla
porobviasrazones.Pensarenella,despuésdetodoloquehabíasucedido,mehacíadarcuentaque
“elpremioalimbécildelaño”lohabíaobtenidoyoyporpaliza.
—Estoy feliz porque estás aquí conmigo, papá —me dedicó la máshermosaytiernadesus
sonrisasqueabultómicorazóndeabsolutafelicidad.
—Ven aquí, compañero —lo estreché en un apretado abrazo—. ¿NoextrañasBarcelonaya
tusabuelos?
—Sólounpoco.Prefieroestaraquícontigoyconelabueloaunquemamiselopasetodoel
díatrabajando.
Cerrélosojosantesuclararespuesta,porquebiensabíayoloquehacíasumadrecuando
“trabajaba”.
—Amoque estés aquí,Leo.No imaginas cuán felizme siento que estésjuntoamí.
—Lo sé—alzó su semblante para conectar sus intensos ojos azules conlosmíos,lamisma
miradademipadre.
—¿Cómoque losabes?—alborotésucastañocabelloa loquechistódeinmediato.
—¡Papá!¡Nohagaseso!
—¿No? ¿Estás seguro? —volví a revolver su cabello, pero esta vezagregándoleunadosis
extradecosquillas.
—¡Papá! —alargó la última sílaba mientras las recibía y ambos nosdejábamosllevarporel
estupendomomento quemanteníamos a puerta cerrada al interior de sucuartosinquenadienos
molestara…peronadaduraparasiempre.Encosadesegundos,lapuertaseabrióyantenosotros
apareció Emilia enarcando una de sus cejas evidentemente disconformeanteloqueveíacomosile
disgustarasobremaneraelhechodequeambosestuviéramostiradosenlaalfombra.
—¡Leo!¿Quétehedichodejugarenelpiso?—.Mipequeñoseapartódemilado
levantándoseenseguidacomosifueraunresorte—.¿Quénopuedashacernadabien?¡Venaquí!—
locogiódelbrazomientrascomenzabaalimpiarsuropa.
—Midetuspalabras—exigídisgustadoporlaformaenquelehablaba—.Acabasdellegar
yyaloestásregañando.
—Ytúnisiquieraloeducas—medevolvióigualmentemolesta.
—Mami,perdón.Novolveréajugarenelpiso—sedisculpódejándomecompletamente
mudomientrasmeponíadepie.
—¡Entonces, obedece! No eres un animalito salvaje para estarrevolcándote,¿meoíste?
Nopodíacreerloqueesamujerledecía.¡Erasumadreylotratabacomosifuerauna
arpía!
—Estabaconmigo—entrecerrélamiradaylafulminéconella—.Noseasexagerada.Ysi
notegusta,teaguantas.Venaquí,hijo.
Emiliasonrióasusanchascuandoseponíadepieycruzabasusbrazosalaalturadesu
pecho.
—¿Quieresque te lo recuerde?A“mihijo” lo educoyo, así quenomecontradigas.
—Entonces,hazlodebuenamaneraydejade…—tuvequemordermelalenguamientras
tomaba a Leo en mis brazos. No estaba dispuesto a comenzar unaconfrontaciónconella,menos
frenteasurostrodelcualsehabíaesfumadotodalaradiantealegríaqueposeíahaceunmomento
atrás.
—Todo está bien, compañero. No tienes que disculparte por nada, ¿deacuerdo?
—Peromami…
—No has hecho nada malo —aseguré—. Tu madre no necesita unadisculpa,¿correcto,
Emilia?—misojosrodaronhacialossuyosconlafirmeintencióndequeporsuvenenosaboca
escupieraalgocoherentefrentealamiradadesuhijodecincoaños.
—¿Tegustadesafiarme,Vincent?Ynadamenosquefrenteanuestrohijo.
Meequivoquérotundamenteunavezmás.Nadacoherentesaldríajamásdeella.Ycuando
me aprestaba a agregar un par de enunciados unos claros gritos mehicierondesvariarymantenerfija
lamiradaenlapuertaentreabiertadelcuartodemihijo.
—¡SeñoraMiranda!¡SeñoraMiranda!—eratodoloqueoíahastaqueminombreresonó
comounfervienteecoalinteriordemicabeza.
—¡Vincent!—ahoralaquegritabaeramitía—¡Vincent!
—¿Papi?¿Quéocurre?
—Tranquilo. No ocurre nada. Ya regreso por ti. Sigue jugando con laautopista,porfavor
—lediunbesoensufrenteentregándoseloaEmiliaqueseencontrabatanconfundidacomoloestaba
yo—.Quédateconélynodejesquesalgade lahabitaciónamenosqueregrese.
—¡Vincent! —exclamó con ansias cuando me vió abandonar eldormitorio,raudamente.
Miapresuradoandarcolmadodeevidentepreocupaciónmellevóhaciaelalaestedelacasa,
más precisamente, hasta el cuarto de mi padre desde donde parecíaprovenirtodoelalborotoquese
estabasuscitando.
—¿Qué suce…? —fue lo único que alcancé a pronunciar al llegar alumbraldelapuerta,
evidenciando lo que allí ocurría y que desgarró mi cuerpo en cosa desegundos.Porquemivozse
silenció por completo al comprobarlo todo con mis propios ojos. Ycuandoclavélavistasobreel
inconfundiblerostroenvueltoenllantodeMirandaunintensodolorenmipechoseacrecentósinque
pudieradetenerlo.
—Querido…
Avancé sin escucharla, sin prestarle atención a lo que intentaba decir oexplicarmecuando
aquelloestabademásporquelafigurademipadre,elcuerpodeloqueundíahabíasidounhombre
poderoso,exitosoydeinigualableprestanciasemostrabafrenteamí,sinvida.Elpitidodelmonitor
cardíacoqueregistrabalaspulsacionesmeloconfirmaba,aligualqueelrespiradorartificialquese
habíadetenidoporcompleto.
—Vincent…
Tragué saliva hasta situarme a un costadode la camaobservándolo consumodetenimiento,
intentandoantetodoretenerenmimemoriacadadetalledesuenvejecidoydeterioradorostrohasta
que…mislágrimassehicieroninconteniblesycomencéaderramarlastalycomosifueraunniño
pequeño. Dejando todo de lado, apartando los recuerdos, el dolor y elsufrimientoqueesehombrele
habíacausadoamividamedejécaersobresupechomientrasmillantoseincrementaba.Loabracé,
lo estrechémuy fuerte sin expresar una solapalabra cuandoMiranda seaferrabaamípormis
hombrostambiénenelmáscompletomutismo.
Temblé,podía sentirlo,podíapercibir cadaunode losestremecimientosquemeinvadían
hasta que oí la voz del médico de cabecera de mi padre que se hacíapresente.Mirandameapartóde
sucuerpoparaqueelprofesionalhicierasu trabajoantenuestrasatentasmiradas.
Diez,quince,veintesegundostranscurrieronhastaquesuvozcertificóloinnegable.Mi
padre, Guido Black, había muerto llevándose con él el mayor de missufrimientos,cadaunodemis
malogrados recuerdos y toda una vida de odio insano hacia su personaquecomenzóagestarseenmí
conlamuertedemiqueridamadrealacualélledestrozóalgomásquesu
existencia.
—Losiento,señorBlack.
—También…yo—fijélavistaenlaserenidaddelsemblantedemipadrecuandomipropia
necesidaddesalirhuyendodeesecuartocrecíademaneraabismante.Porlotanto,sinpensaren
nadamásyluegoderecibirlacariciaquemeotorgóMirandasobreunademismejillassalídeallía
todaprisahaciendocasoomisoaloscontinuosllamadosqueserepetíantrasmispasos.
—¡Papi! —exclamó Leo, deteniéndome. Porque su solo sonido medesarmó,lograndoque
mis piernas no sostuvieran mi cuerpo hasta que caí de rodillas al pisosumidoenlaagoníayel
desconsuelo—. ¡Papi, papi! —era todo lo que podía oír, hasta que elabrazocontenedordesu
cuerpecitomesostuvoexpresándomeconelloqueahíestabayqueahísequedaría,parasiempre—.
¡Teamo,papá!—agregódelamásbellaformaqueyohubieseescuchadonunca,lograndoque
lloraraensusbrazoscomosilonecesitaraparaseguirviviendo.
—Te amo, hijo —evité que notara mi dolor, aquel que había vuelto aflorecerbajomipiel
después de tantos años—. Te amo más que a mi vida, ¿entendido,compañero?
—Sí,papá.
Me deshice de su abrazo frente a la penetrante mirada que Emilia noslanzaba.
—Escúchamebien,hijo:desdehoyeres elhombrede la casa.Tedejoacago.Yo…volveré
enunpardedíasmás.¿Deacuerdo?
Y cuando iba a realizar una pregunta la voz de su madre terminóhaciéndoloporél.
—¿Tevasconlamujerzuelaesa?¿Dejarásatuhijoporella?
El rostrodeAnnaya insertodentrodemi cabezahizoque lanecesitaraahoramásquenunca,
pero no…no estaba dispuesto a que fuera partícipe del sufrimiento queportantotiempohabía
llevadoacuestas.Yasí,beséaLeoensupequeñafrentemientrasmeponíadepieantelavozde
Mirandaqueinterveníaenlacharla.
—¡Querido!
—Cuidademihijo—pedíenunclaroruego.
—Vincent,¿dóndevas?¿Quéharás?
—Cuida de mi hijo, por favor —insistí, poderosamente—. Ve conMiranda,Leo—loanimé
esbozando en mis labios una media sonrisa que lo tranquilizara trasrespirarprofundamente,reunirel
corajenecesarioysalirdeallíatodaprisasinvolverlavistahaciaatrás
paradefinitivamente
deshacermedetodomidolorosoytormentosopasado.
CapítuloVI
—Noselohasdichoaún,¿verdad?Ylosdíastranscurrenytranscurren,Ame.
—Nomelorecuerdes,Sammy.Desólopensarquequedantansólodiezdíassemeponela
piel de gallina y ahora esto—estaba sorprendidísima ante el titular delperiódicoquereflejabaensu
portada la noticia sobre el fallecimiento del patriarca de las empresasBlackyasociados.
—Noselovasacomentar,¿verdad?
—¡Peroqueestásdiciendo!EsobvioqueAnnadebesaberlo—paguéporelmatutino—.No
meloperdonaríayaunqueBlueEyessehayavueltouncompletoimbéciltraslapeleacallejeraque
mantuvoconelotrodesgraciadoelladebeestaraltantodeloquesucedeconél.
Samanthaentrecerrólamiradacomosinoestuvieradeacuerdoconmispalabras.
—Está bien. Le comentarás sobre la muerte del padre y no de tu beca.¿Estásloca?¡Te
piensas largardentrodediezdíasy tumejoramigaaúnno lo sabe! ¡TeirásaBarcelona,porDios!
—¿Creesquenolosé?¿Creesquenohepensandoenellodesdequeme
comunicaronla
noticia?
—¡Diezdías,Ame!¿Oqué?¿Selodiráscuandoestésapuntodeabordarelavión?¡Te
marchasporunaño!
Cerré los ojos mientras me llevaba el periódico al rostro cuando lacafeteríadelafacultaden
lacualnosencontrábamoscomenzabaallenarsedegente.
—¡Lo sé! —elevé un poco el tono de mi voz ante mi repentinaexclamación—.Séquenoes
justoparaellaquemevayaenestemomento…
—¡Hey! ¡Te ganaste una beca que ya se la quisiera cualquiera de tuscompañerosdereparto!
¡Terminarásdeestudiarenelextranjero!¡Asúmelo!
—YdejaréaAnnasola.
Sammy suspiró profundamente cuando dejaba caer una de sus manossobreunadelasmías.
—Yyosoyinvisible,¿verdad?Sédesobraquenoconozcomuchoaesaloca,perolaquiero
demasiadoyteprometoquelacuidarécomosifuerastú.Además,solanoestará.
Desdemis labios brotó una enorme sonrisa justo cuando la vocecita deAnnanossacó
abruptamentedelacharlaqueambasestábamosmanteniendo.
—¡Hola!—dejósus librossobre lamesa—.Despuésde todoel infiernopersonalenelque
estuve inmersa tras esamedia hora reunida conmi profesora de tesis…¡mefueexcelente!
—¡Bravo,chicalista!¿Teaceptaroneltemaquequieresdesarrollar?
—AsíesyserátodounretotantoparalaprofesoraCavallicomoparamí.
—¡Felicidades,guapísima!—exclamóSammycuandosu teléfonoemitióunasingular
melodía que reconoció al instante. No pudo ocultar su nerviosismo alcomprobarenlapantallade
quien se trataba. Por lo tanto, se apartó rápidamente para aceptar lallamada—.Ya…vengo.
Continúensinmí.
Mientrastanto,escuchabaconmuchísimaatenciónloqueAnnaexpresabaconundejode
evidentealegría.
—Serátodoundesafío,peroquierohacerlo.
—¿Estássegura?Lotuyonoeslapoesía.
—Debo seguir mis instintos y ellos me dicen que lo haga. Además,alguienmedijounavez
quedebíasalirdemilíneaparaconocerloqueexistíamásalládeella—emitióunsuspiroqueno
pudoreprimir.
—¿PorquéesomehueleaBlueeyes,alias“elpeleonero”?
Sonriósinevitarlocuandoinhalabaunpocodeaireylecolocabafrenteasurostroel
periódicoconungrantitularenletrasnegrasquedecíaasí:
“Fallece Guido Black, el millonario director de las empresas Black yAsociadosalaedad
de68años.”
Sequedósinhablaysinrespiracióncuandosusojosnosedespegarondeloqueallídecía.
Alzólavistahaciamípara luegobajarlaotravezalmatutino.Repitió lamismaoperaciónunparde
veces más hasta que logró entrar en razón ante lo que comenzaba aexpresarle:
—Perdónamepor lo que te diré, pero lo tengo atragantado aquí—situéunademismanosen
mi garganta—.Ese hombre te necesitamás que nunca. El condenado lodebeestarpasandohorrible
despuésdetodoloquevivióconsupadreenelpasado.¡Quédecirdeloqueocurrióhacetres
meses atrás! Se merece que estés ahí, a su lado, confortándolo. ¿Meexplico?
—Poresonocontestabaelteléfono—selevantóintempestivamentedesdedondese
encontraba sentanda con el periódico aún en sus manos—. Por eso sumóvilnoestabaenserviciolas
cientosdevecesquelollamé.
—¡Veteya!¡Correyvuela,muchachita!¿Quéestásesperando?
Y como si mis palabras fueran música para sus oídos me besó en lamejillaysaliódela
cafeteríaatodaprisabuscandoensumóviluncontactoalcualmarcódeinmediato.
—¡Miranda!¡Sí,soyyo!
“Lacabañadelasmontañas”eraloúnicoqueteníainsertoal interiordemimentemientras
Fredmellevabahaciaella.TodohacíapresagiarqueVincenthabíahuidohastaeserecónditositio
lo bastante apartadode la ciudadyde losmedios de comunicación.PorMirandameinformédelos
pormenoresquesehabíansuscitadolanocheanterioryesomegenerabaunaincipientepreocupación
quemevolvíalocaacadatramoquedejábamosatrás.
Mientrasviajábamosenunodeloscochesdelafamiliamicorazónlatíamuyaprisa,comosi
lo único que necesitara para mantenerse calmo fuera su sola presenciajuntoaunadesusmásbellas
miradasazulcieloconlascualesmecontemplabaymehacíadesfallecer.Yo…teníaque
encontrarlo,teníaqueverlo,tocarloysentirloacomodieralugarynomedetendríaenmipropósito
hastaqueesosucediera,porquepormásqueseintentaraesconderbajolasmalditaspiedras,Black
apareceríaantemíaunquevolvieraaalzarlavozcomoelmásinhumanohombrequehabitabael
planeta.
Sonreíanteello justocuandolavozdeFredmesacódemisatribuladospensamientos.
—SeñoritaAnna,lacasadelafamiliaseencuentrafrenteausted—detuvoporcompletoel
vehículo ante las enormes puertas de madera que separaban el caminoprincipaldelapropiedad
privada.
Sinmeditarlo bajé del coche conmi bolso a cuestas ante sus insistentesllamadosparaqueme
detuviera.
—¡Gracias!¡Irésola!—memontésobrelasrejascontodoyvestidoparatraspasarlascomo
sifueraunaexpertaallanadorademoradas—.Yahora,señorBlack,serámejorqueaquíse
encuentreojuroquenosécomoharéparavolveralaciudad.
“Ytú,¿dóndeaprendisteamontarteasí?”
—Fácil.PregúntaseloaBlackcuandolotengasenfrente.
Dirigímispasoshacialaenormecasademaderaquesemostrabaantemíbastantemás
recatadade loqueesperaba.Sólodejéquesemeescaparaunsuspirodealiviocuandovislumbréel
mismomodelitoenelcualVincentmehabíasentadoeldíaanteriortrasladisputaconDuvallmás
específicamente, el Mercedes Benz de color negro que ahora seencontrabaestacionadofrenteaella.
—Teencontré,escurridizo.
Desde la fachada frontal se notaba como si la casa estuvieracompletamentedeshabitaday
eso lo constaté al observar hacia dentro por uno de los enormesventanalesqueteníasuscortinas
totalmente cerradas. ¡Bendita suerte la mía! Seguí dando vueltas a lapropiedadhastaqueelruido
de unas botellas me advirtió que alguien más se encontraba allí, en suparteposterior.Porlotanto,
me acerqué sigilosamente intentando no ser oída, hasta quemis ojos sedetuvieronenlaimponente
figuramasculinadesgarbadaquesesituaba juntoaunapequeñaescalerabebiendounabotellade
cerveza que en ese instante, separaba de los labios que tanto anhelaba ymoríaporvolverabesar.
«Gracias», repliqué en mi mente tan sólo fijándome en sus rasgostotalmentevaroniles,la
diminuta barba que se alojaba en su bello semblante que le oscurecía lapieldándoleuntoque
demasiadosexyysucabello,untantoalborotado,queresplandecíaalaluzdelsol.
Toméairerepetidasvecesreuniendolavalentíasuficienteparaacercarme
yencararlodeuna
buena vez.Después de todo, para eso estaba allí, entre otras cosasmás,comodisculparmepormi
exabruptodeldíaanterior.Porlotanto,avancédecididacuandodibujabasobremisemblanteuna
maravillosa sonrisa queme hizomantener la entereza para llegar hastadondeVincentsehallaba.
Ni siquiera un minuto transcurrió hasta que sus ojos se depositaronsuavementesobrelos
míos, incrédulos, fijos, totalmente fuera de sus órbitas al notar mipresenciaycomomedejabacaera
suladoparasentarmeauncostadodeunpardebotellasvacíasqueyacíanjuntoaél.
—SilamontañanovieneaMahoma…—loanalicéaconcienciacomosihubiesepasado
bastante tiempo desde que nos habíamos visto por última vez. Pudeadvertirsuevidentenerviosismo
y confusión por la forma en como abría y cerraba sus manos,empuñándolas,encomosubarbilla
tiritabayprestabaatenciónacadaunodemisgrácilesmovimientosquelodejaronliteralmentesin
habla.
Meperdíenelcolordesusojosporunlargoeintensomomentoenquenoscontemplamos
comosi el tiempo sehubieradetenidoanuestro alrededorhastaque,depronto,desupartelamagia
acabó y volteó la vista hacia el horizonte donde terminó alojando laclaridaddesufervientemirada.
—¿Qué haces aquí? —inquirió de forma casi agradable, pero aúnignorándomedeltodo
comosinodesearaverme,menostenermecerca.
—Al menos no estás gritando. Punto a tu favor—ataqué, relajándome.Peroencuantolo
hiceunprofundogruñidosedejósentirlograndoconelloquemicuerposeestremecieraporinercia
ymiboca se entreabrierade formaautomática. ¡Era increíble comoesesonidoqueemanabadesde
laprofundidaddesugargantahacíaestragosentodomicuerpo!
—Sin rodeos, por favor. ¿Qué estás haciendo aquí? —subrayópronunciandolentamentecada
unadelaspalabrasqueformabanpartedeesaúnicainterrogantequesaliódesuslabios.
—Estabamuypreocupadaporti.Tellamécientosdevecessinobtenerunasolarespuesta.
Supelodetupadre,ansiabasabercomoestabasy…lolamentomucho.
—No lo lamentes —pidió con notorio dejo de exigencia—. Estabaenfermoyviejo.Sólo
eracuestióndetiempo.
Lomiréperplejaante laspalabrasquemeproferíacon frialdad.¿Cómopodíacomportarse
de esamanera ante lamuertede supadre?Okay.Sabíamuybienque el
hombreaquelnoerasanto
de su completa devoción por todo el sufrimiento que le había causado,peroquizásucomportamiento
sedebíaaqueusabaesemecanismodedefensaparainterponerunadurabarreraqueimpedíaqueel
dolornollegaraainvadirsudeshechocorazón.
—Aúnasí…losientomucho,Vincent.
Y lo demás fue increíble, porque ante ello bajó la vista por un par desegundoshaciaelpiso,
suspiróyvolvióaclavarlasobrelamíaparadecir:
—Gracias.
Quisesonreírleintentandoantetodoquemantuvieralamiradasobremisojos,peropormás
quetraténoloconseguí,élyahabíavolteadolacabezahaciaotrolado.
—¿Y quién se supone que soy? —prosiguió, sorprendiéndome—. ¿LamontañaoMahoma?
—Definitivamente, la montaña —continué analizándolo de formadetallada.Vincentvestía
tenisoscurosy ropadeportivadecolorazulquehacíaquesushombroslucieranuntantomásanchos.
La chaqueta delgadaque llevaba sobrepuesta la tenía semi desabrochadadejandoaldescubiertobajo
ella una camiseta en una tonalidad celeste que resaltaba el color de suspreciososojos.
—¿Porqué?—quisosaber.
—Porqueparamísiguessiendoimponentealigualqueaquellasmontañasquetienesfrentea
ti—indiqué en clara alusión al paisaje que nos rodeaba—. ¿No pudistehuiraunsitiountantomás
cercanoalaciudad?
—Sesuponíaque“nadie”—recalcó—,debíasaberquemeencontrabaaquí.
—Brindo por eso —reparé que junto a él había una caja de cervezasimportadasdelascuales
estababebiendo—.Dameelabridor,quierounadeesas.
Comosihubierarecibidounaordenasílohizotomandounabotellaentresusmanos.
—Loharéyo—ladestapófrenteamisojos.
La recibí y bebí un largo sorbo, todo y ante una de sus exhaustivasmiradas.
—Esbuena.Almenosnoestásingiriendocualquierporquería.
—Sigosiendounhombreselectivo.
—¡Oh,sí!¡Muyselectivo!—meburléconundejodeironíaeneltonodemivoz.
Aquella frase tan particular lo hizo esbozar una media sonrisa que nopudoocultardeltodo.
—Tercera vez que lo voy a manifestar. ¿Qué crees que estás haciendoaquí,Anna?
—Mmm, esta vez agregaste el“crees” y“Anna”, así que es una nuevainterrogantelaque
acabasdeformularynolaterceradeellas.
Suspiró como si tratata de retener el poco aire que le quedaba en lospulmones.
—AnnaMarks…
Deacuerdo, ansiabadecirle algoque lo reanimaraante lapérdidade supadre,peronome
atrevía por la sencilla razón que el hombre aquel aún generaba en míciertogradodeofuscacióne
irritación que no había desaparecido desde aquel instante demi vida enquesupelamiserableverdad
deloqueibaaocurrirconaquellaventaqueelbastardodeSantiagohabíapactadoamisespaldas.
Pero tenía que ser conciente y separar las cosas. Yo… también habíaperdidoamipadreyaunque
eramuyniñacuandotodoaquelloocurrió,sabíaperfectamenteloquesesentíaenesecrucial
momentodelavida.
—Vineacenarcontigo,tansimplecomoeso.Peroloquenoestansimpledeasimilaresque
te hayas venido a meter justamente aquí, demasiado lejos de todas misexpectativas.¿Qué
pretendías? ¡Tuve que montarme con mi vestido sobre aquella reja demaderaparaentrar,porDios!
Vincentbebióunpocodelabotelladecervezaqueaúnsosteníaenunadesusmanosy
sonrió,peroestavezdemoledoramente.
—¿Tedascuentaqueacabasdeallanarunapropiedadprivadamontándotesobrelarejacon
esevestidoquetequedamuybien?Depaso,tienesunassexysyhermosaspiernas.
Ahora la que sonrió con algo de perversidad fui yo porque sabíaperfectamenteaquése
referíaconesatansignificativapreguntayafirmación.
—¿Montándome?Avecestengoquehacerlodeesaformaparaconseguiralgodeatención.
—¿Yquéquieresconseguircontodoesto?Ymásaún…montándote…
Movímicabezadeladoaladoanteaquelladichosapalabraqueyahabíaadquiridocierta
connotaciónsexualquenopasabadesapercibidaparaningunodelosdos.
—Telorepito.Vineacenarcontigo.
“Querrásdecir,aquelabestiatecoma,muchachita”
—Pues…metemoseryoquienteinformequenohabrácena.Noestoydehumor.
—¡Uff, quemal, Black! Si hasta creí que podría llegar a ser una nocheinteresante,máscon
lasenormesganasquetengodequedarmeadormiraquí—llevélabotelladecervezaamislabios
parabeberunpocomásdeella.
Deformainmediata,todoloqueoídesupartefueunaenormecarcajadaqueliberótaly
comosidesearahacerlosinpoderniquerercontenerse.
—Saludporeso—exclamóestavezchocandosubotellajuntoalamía—.Puedesquedarte
silodeseas—agregóparamisorpresadejándometotalmenteatontadadelaformaencomome
observó como si de pronto, la bestia estuviese liberando al fin al serhumanodócil,amable,divertido
ymalditamentesensualquetantoamabaydeseabateneramilado.
—Peronohabrácena—ataqué,apropósito.
—Quizá… pueda haber algo mejor que eso —contraatacó, fijando laintensidaddesusojos
clarossobrelosmíos.
Sonreímaravilladaporquesabíadesobraloquepodríaocurrirentrelosdossiaceptabasu
oferta.¡Yaquienrayosengañabasiyohabíasidoladelaidea!
—Suenatentador,perotododependedeloquepuedasllegaraofrecer—terminédebeberlo
quequedabademicerveza.Situélabotellavacíaauncostadodelasotrasparaponermedepieante
suatentamirada—.Anda,vamos.
Meobservóenseguidaconciertogradodecuriosidad.
—¿Dónde?
—Quierocaminarporlosalrededores.¿Meacompañas?
—Noestoydehumor—serefrególosojosconunadesusmanos.
—Puesteloharás—sinqueloadvirtieraterminéjalándoloporunodesusfornidosbrazos
paraquesepusieradepie.Inesperadamente,noopusoresistenciaalgunayselevantódesusitio,
suspirando.
—¿Quénodeseabasquemefueradondequisierapararelajarme?
Loacalléalinstante.
—Peroconmigo,tontito.
—Contigo…Despuésquemegritasteunas cuantas cosas, ¿qué significatodoesto?—alargó
unodesusbrazosparadejarquesumanoapartaralentaysutilmente,unosmechonesdecabellode
mirostro.
Jadeé ante su contacto y más cuando sus tibios dedos comenzaron aacariciarunademis
mejillasduranteunpequeñoinstante.
—Significaquelepidomildisculpasportodoqueledije,señorBlack.Mecomportécomo
unasoberanaidiotacuandonodebíhaberlohecho.
Sufervientevistamelodijotodoycreoquelamíahizolomismoporque
sencillamenteno
dejaríaquesesumieraenlatristezanienlaafliccióndehaberperdidoasupadre,aunquesu
relaciónhacemuchísimotiempoestuvieradeteriorada.
—Gracias…porestaraquí.
—Notienesnadaqueagradecer.Siestoyaquíesporqueteamo—unademismanos
envolvióunadelassuyas,delicadamente—.¡Yahora,vamos!—.Vincentlaentrelazócomosino
desearasoltarme,porquelasolaideadetenermejuntoaélasí,deestatansencillamanera,lo
reconfortabaincreíblemente.
Unurgente cosquilleo recorrió cada fibrademi ser cuando siguió cadaunodemispasosen
completo silencio ymás cuando pronunció fuerte y claro las siguientespalabras:
—¿Dóndequieresquetelleve?
—Haciadondetúquierasquetesiga.
Nos adentramos en el espeso bosque que colindaba la propiedad, cerroarriba.Todoel
transcurso del camino mantuvimos unidas nuestras manos como siningunodesearaapartarsedel
otro. Podía sentir, de vez en cuando, un leve apretoncito que me daba,comodiciéndomequeahí
estabayqueahísequedaría.
—Cuando era niño… pasaba gran parte de mi tiempo recorriendo estebosquejuntoami
padre.Latranquilidadylasoledaddeestesitionosencantaba.
—Yaveoelporqué—aludíalsilencioreinantedellugarnotandocomolatensiónquelo
invadía poco a poco empezaba a resquebrajarse. Quizá se debía a micercanía,amipresenciao,tal
vez, al simple hecho de tenerme junto a él, tocándome, sintiéndome,aunquefueradeestamanera.
—Pero aquí… aún existen muchos recuerdos —cerró los ojosdesprendiéndosedemimanoy
apresurandounpocoelpasoparadejarmeatrás.
Medetuvesinapartarlavistadesucuerpoquecomenzabaaperderseenunazonaalgotupida
devegetaciónhastaque…¡Rayos!Loperdíporcompletodevista.Traguésalivanerviosamente
cuandoyamicabezasemovíadeladoalado,buscándoloconinsistencia.
—¡Vincent!—pronuncié sin obtener respuesta—. ¡Black, por favor, estonoesgracioso!
¿Vincent Black, qué mierda pretendes? —vociferé exaltada cuando sufigura,queaparecíadela
nada,mesorprendíahaciéndomeestremeceranteelsusurrodesusensualvozqueinvadiómisoídos
trasmi espalda—. ¡Maldito loco!—mequejé volteándomede inmediato
—.¡Novuelvasahacer
eso!
Rióconganasmientrassuavasalladorcuerpomehacía retrocederhastadarmedellenoenla
espaldacontraeltroncodeunárbolquedetuvomitorpecaminar.
—¿Quénovuelvaahacerqué?
—Separarte de mí —articulé sin considerar la connotación queconllevabanesastres
palabras.
—Nofuiyoquien lohizoprimero—me recordó fulminándomecon supenetrantevistaquese
mantuvoquietasobrelamía,talycomosiestuvieraviéndomeatravésdeella.
Me estremecí otra vez, no pude evitarlo y mucho más lo hice cuandopercibíelcontactodesu
monumentalcuerpoyarozandoelmío.
—Nodebistevenir.Debistedejarmesolocontodomidolor.
—Aunqueteparezcaincreíble,túdoloresmidolor—acadasegundoquetranscurríasu
cuerpojuntoa lacercaníadesupeligrosayadictivabocacomenzabanahacerestragosenmí.
—Estamadrugadabebímásdelacuentaynoestoyenmiscabales.Tomatuscosas,Anna,
saldeaquímientraspuedashacerlo.
Movímicabezadeladoaladosinsiquierameditarlo.
—¿No?
—No. Bebido o no esta vez no me iré a ningún lugar sin ti. Asuntoconcluido.
Subocainicióunpeligrosojuegodeseducciónalacercarsealamía,talycomolohacía
siempre, tentándola, provocándola… ¡Dios! ¡Fundiéndome amil gradoscentígrados!
—Sésensata,porfavor.Aúnestásatiempodetomarlamejordecisióndetuvida.Soyun
malditoalcohólicoquenotemerece,¿quénolocomprendes?
Deunmomentoaotroytrassucercaníanotéque,encualquierminuto,micorazónsaldría
disparadopormiboca,porqueelroceintencionaldesuslabiosjuntoasualientoembriagadordel
cual me nutría elevaba rápidamente algo más que mi temperaturacorporal.Sí,lodeseabaaquí,
ahora, y con cierto grado de desesperación que no podía controlar yestabacompletamentesegura
queélmeanhelabadelamismafrenéticamanera.
—Y yo soy una maldita loca histérica que tampoco te merece —gemícuandosubocarozóla
mía y sus manos… ¡Aleluya! Se situaron sobre mis caderas paraestrecharmejuntoalassuyasal
tiempoquesurespiraciónyellatirdesucorazónsedisparabanhacialas
nubes—.¿Quéteparece?
Esunperfectoempate.
—Sitúlodices…—sonrióperversamente,tantocomomegustabaquelohiciera.
Ambos guardamos silencio hasta que otro de mis gemidos inundó laquietudreinantedellugar
alevidenciarsu fervienteerecciónquecomenzabaaclavarseen lapartebajademiabdomen.¡Sí,
sí, sí!De inmediatomiboca se secóy terminé relamiéndome los labiosfrenteasusojosazulcielo
que ahora, ya no estaban del todo claros. En ellos había deseo, unprofundodeseocontenidoque
comenzaba a liberar mientras luchaba incesantemente por retenerlo, asícomotambiénconlas
inquietas ansias de llenarme a besos hasta que ambos perdiéramos larazón.Lopodíasentir,lo
podía percibir en la forma en como se acercaba y alejaba de mi bocanegándoseaello,
restringiéndoseylimitándose.
—Después de haberme comportado como Batman, Superman o elmismísimoCapitán
América ¿eres todo lo que tengo?—me dejó fuera de órbita y de estebenditoplanetaconaquelloque
formuló.
—Tienesatuladoamuchagentequetequiere.
—Jamásnadiesecompararácontigo,Anna.Jamásnadiemeamarádelaformaenqueme
amastú.
Me perdí en él totalmente hipnotizada por lo que más me pareció unaconfesión.Ysin
pensarlo, llevémismanoshasta su rostroelcualacariciédeprincipioafin,delineandoelcontorno
desusmejillas,desusojos,narizybarbillaparaterminaralojándolasenlafinalíneadesuboca.
—Ynadie,pormásqueasílodesee,lograráhacerconmigoloquetúhashecho—declaréde
lamismamanera.
—¿Quéfueloquehice?Dime,explícamelo.
Sonreímientraslotentabaconmiboca,talycomoéllohabíahechounosinstantesatráscon
la suya, sólo que yo fuimás allá de un simple roce poseyendo su labioinferiorconlosmíospara
morderlo y lamerlo, derribando así los últimosmuros que quedaban depieanuestroalrededor.
Vincentcerrósusojosdejándosellevarporlassensacionesqueaquelloleproducíacuando
sus inquietas manos descendían hacia mi trasero y su erección… ¡Diosmío!¡Tensabadeuna
increíblemanera sus pantalones deportivos que sólo deseaba arrancarleparaqueallímismo
hiciéramosloquesenosantojara!
—Quéestáshaciendoconmigo…—prosiguió,gravemente.
—Loquetútambiénquiereshacerconmigo.
Ante aquel enunciado abrió sus ojos, tragó saliva y estrechándome aúnmáscontrasucuerpoy
el árbol que nos sostenía pronunció con todas sus letras, al fin, lo quetantodeseabaescuchar:
—Mueroporbesarte,mueroporhacertemíaaquíyahora…mueroporarrancartelaropay
volverasentirlacalidezdetucuerpoquemepertenece.Muerosintocarte,sinvibraratulado,sin
percibiryhacermíoscadaunodetusestremecimientosygemidosquemevuelvenloco.
Ycomosiel termómetrodemicuerpohubieraexplotadomeruboricéamásnopoder
percibiendo,antetodo,el latirdemientrepiernaqueliteralmentegritabaporquecadaunadesus
palabraslasllevaraalaprácticadandoporsentadoquesiesoocurría,enesteprecisoinstante,
terminaríamos desnudos sobre la hierba dando rienda suelta a nuestrosmásfervientesdeseos,
sensacionesyanhelos,comosifuéramos…¡Sí,dosanimalessalvajes!
—Entonces, hazlo y deja de reprimirte. Si ya he sido tuya de todas lasformasimaginables,
hazconmigoloquedeseesahoramismo.
—Shshshshshs…—silenciómibocacuandonuestroslabiosfinalmenteseencontraronenun
suave,peroprovocadorbeso llenodecuidado, comosi tuvieramiedoalastimarme,demostrándome
enéltodasuinseguridadyrecelo.
Mis brazos automáticamente rodearon su cuello para atraerlomás haciamíporque
sinceramente,esetipodebesonoeraloqueyoesperaba.Sí,melohabíaimaginadodemasiado
violento,descuidadoyhastacolmadodeunadesesperaciónabismantealtiempoquesusmanosme
arrancaban la ropa para acariciar y estrechar partes de mi cuerpo quedeseabanconlocura.Perosu
lengua hizo todo lo contrario, penetrándome, uniéndose a la mía paracomenzarunadanzasugerentey
febrilquemedioaentenderquetodoconloqueyohabíasoñadoalgunavezestabaahí,esperando
pormí.Y eso lo corroboré cuando su voz asíme lo aseguró jadeandocontramiboca:
—Perdonaporhabermecomportadocomounmalditodemente…
—Vincent…
—Por favor, sólodiquemeperdonas antesquemi cuerpo te reclameagritosborrandodemi
memoriatodoloquesucedió.
Traguésaliva frenteacadaunade lassinceraspalabrasquesalíandesu
bocamientrasmis
ojosseperdíanenlacalidezyconcretaansiedaddelossuyos.Ysuspirécomonunca,cerrandola
vista,percibiendocomocolocabasufrentejuntoalamíaysusmanosseapartabandemitrasero,
quedamente,comosinodesearaquitarlasdeeselugar.
—Entonces, si esto es un perfecto empate… —prosiguió—, quédateconmigoyenséñamea
ser el hombreque túquieresque sea.Enséñamea correr riesgos,Anna.Enséñameaserquiente
mrezcaporelrestodetuvida.
Aquello sólo consiguió que los abriera de par en par justo cuando suslabiosluchabanporno
dejarsecaernuevamentesobrelosmíos.
—¿Quémedices?¿Aúnhaytiempoparaalguiencomoyo?
Sonreí,porquelosriesgosyaformabanpartedemiexistenciadesdequehabíaelegido
devolvermispasosaquellanocheparaquedarmejuntoaél.Yasí,conuntiernoydelicadobesoque
leplantéenloslabiosselodijetodo,porquelobesécomojamáscreíquepodríallegarabesaren
mi vida a Vincent Black, como si no lo conociera, como si fuera elprimerodemuchos,comositoda
mividadependieradeaquelexactomomentoqueparamíparecíanotenerfinal.
Élrespondiódelamismamanera,peroconciertodejodeemociónquenopudoocultarpor
másqueasí loquiso luchandoconcadaunade susenfurecidascaricias,concadaunodesus
guturalesgruñidosquevolvíaaemitiryconcadapalpitardesucorazónquenonecesitabade
palabrasparacomprendertodoloquemibesoqueríaexpresarle.
Cuando la presión de nuestros labios disminuyó, indudablemente,sentimosganasdemás,
perounpardesuspirosquesenosarrancarondelalmanosdetuvieron.
—Abre los ojos —pedí, evidenciando que aún los manteníacompletamentecerrados.
—No quiero hacerlo, porqueme niego a despertar de este maravillososueñocontigoami
lado.
—Abre tuspreciososojos,miamor—repliquéconmayorénfasis enelapelativoconelcual
lo llamé.Y al hacerlo, se encontró con lamásbella de las sonrisas quepudedibujarenmislabios
—.Esoes.Eresunhombrecitomuyobediente,¿losabías?
—Pensémuchoen ti,Anna.Apenassalíde lacasapedíporquevinierashaciamí.Te
necesitabatanto…—alojósuspoderosasmanosacadaladodemirostro—.Peroahoraestásaquíy
eso…mehaceelhombremásfelizdeesteplaneta.
—Novoyamarcharmeestanochenilasdemás.Haztealaidea.
Unaseductorasonrisaseapoderódesurostromientrasunciertodejodemelancolíaaúnno
sedesprendíadeél.
—Entonces…creoquetedebounacena.
—No,señorBlack,ustedmedebemuchomásqueunacena,noloolvide.
—Jamáspodríaolvidarcadasegundoquehevividojuntoati.
Tras aquellas palabras sentí como si sus ojos, al fin, estuvieran viendodentrodemialma.
—“Nocreoen lascasualidades,menosen labuenasuerte.Simplemente,cuandoalguien
buscaalgoolodesearecuperarcontodosucorazónsiempreloencuentra.Eseldeseodelapersona
loquehacequelascosassucedan,miamor,sunecesidadlollevaaello”—citéesasmaravillosasy
precisas palabras que me había proferido aquella noche después de laconfesiónsobreBarcelona.
—Anna…
—Noquiero salir de aquí si no es contigo,Black, ¿me oíste? ¡Contigo,bestia!
Sonrió de una forma apabullante que me hizo sentir que mis pies sedespegabandelpisoy
máscuandosusbrazosmeestrecharonenun incomparableabrazoysuslabiosmehicieronsuya
comosinadamásimportara,comosimedesearaprofundamenteycomosiyofueratodoloque
necesitaraparaseguirviviendo.
CapítuloVII
La cabaña de las montañas era el sueño para cualquiera y eso lo pudeconstatarcuando
Vincentmellevóhaciaella.Sisufachadalucíaespléndidasuinteriormequitóelhabla.Creoque
me enamoré de ese sitio tan bellamente decorado con la chimenea depiedraqueseerguíaaun
costado, la alfombra de piel a sus pies, el enorme sofá situado frente aella,lacocinatipoamericana
dotadadetodolonecesarioparaquienoquienessedejarancaerahíy,porsobretodo,lasfotografías
quecolgabandeunmuroquemehicieronsonreírapenaslastuvefrenteamisojos.
—No teburles—fue loprimeroquemeadvirtiómientrasnotaba comomequedabaalgo
másdetiempo,contemplándolas.
—Eres tú—logréexaminarlasdetenidamente.Enellasunhermosoniñopequeñode
cabelleracastañayojosazulcieloaparecíasonrienteymuyfelizentrelosbrazosdeunabellamujer
decabellomarrónyojosenlamismatonalidadquelobesaba,abrazabaysonreíadelamisma
manera.
—Conmimadre—agregó,dejandomibolsosobreelsofádelasala.
—Esmuyhermosa—comentédichosaalconocermássobrelaexistenciadeesamujer,quea
través de esas imágenes semostraba de lomás dulce y amable—. ¿Quéedadteníaenestas
fotografías?
—Sieteaños—seacercóparaadmirarlasmientrassuspiraba.
Noté su incomodidad como si, de pronto, algún tipo de vago recuerdoallanarasumente.
¿Seríaporella?
—Eras un pequeño hermoso y encantador —proseguí, tratando decambiareltemadela
charla—.Ytusojossiguensiendopreciosos.
Esta vez, dirigió su vista hacia los míos, pero no me volteé paraadmirarlosporquesólo
deseabaperdermeenlasonrisadel“miniBlack”queteníaenfrente.
—Estoy seguro que si hubiese tenido la oportunidad de conocerte tehabríaamadotantoomás
queyo.
Tragué saliva nerviosamente debido a su sorpresivo comentario porqueesafrasesólo
suponíaunacosa:aúnseguíarefiriéndoseaella.
—¿Estásseguro?
—Mirandateadora,Anna,ymimadre—volvióadejarqueotrosuspiroselearrancara
desdelaprofundidaddesugargantaaltiempoqueunamágicasonrisaleiluminabaelrostro—,
tambiénlohabríahecho.
Definitivamente,losrecuerdossobrelamujerquemásadorabaenlavidaleestabanpasando
algomásquelacuenta.
—Si te hubiera conocido a esa edad me habría enamorado de tiincondicionalmente—le
solté,peroahoraconmivistadepositadaenlasuya.
Refrególasmanosporsusemblante.
—Deacuerdo.Veremosquepodemospreparar.Elatardecerempiezaaserevidenteytodo
loquenosquedapordelanteesunalarganoche.
¡Bingo!
—Perfecto,señorBlack,dejequemeocupedetodomientrasustedsedaunaducha.
Enarcóunadesuscejasalinstantemientrasveíacomodirigíacadaunodemispasos
parainspeccionarlotodo.
—Nomemiresasí,prometonoenvenenarte.Yasabesquelodecocinarsemedafatal,pero
portipuedollegarahacerhastaunaobradearte.
Tosióunpardeveces,metiólasmanosenlosbolsillosdesupantalóndedeporteycaminó
haciamíconunadeesassonrisasburlonasquelograbahacermehervirlapielencosadesegundos.
—Sabesquecocinasdemaravilla.Aúnnoheolvidadoaquellacenaentudepartamento.
Peroindudablementelomejordelaveladafueelpostre—serelamióloslabiosentrecerrandola
miradacomosiquisieraponermemásnerviosadeloqueyaloestaba.
—¡Oh,sí,elpostre!¡Cómoolvidarlo!—seguísujuegoporquesabíahaciadondedeseaba
llevarmeelmuycondenado.
—Hacemuchotiemponococinasparamí,miamor.
—Estabasrecuperándote,miamor.
Dejócaersusmanossobrelamesasinapartarsuvistadelamía.Queríaintimidarme,quería
volvermelocapoquitoapocoyloconseguiríasiseguíaacechándomedeesatanparticularmanera.
—Dejademirarmeasí,bestia—lesolté,juguetonamente.
—Yasondosvecesquemellamasdelamismaforma.Tencuidado,Anna,quelapuedes
despertar.
“¡Cómosinoquisierasqueesosucediera,cariño!¡Si loúnicoqueansía
esquetela
comasconropaytodo!”
Cerrélosojosysonreíanteelcerterocomentariodemiconciencia.
—Tuconcienciahaciendodelassuyas,¿meequivoco?
—No,paranada—losabrídeparenpar—,peronopuedovivirsinella.
—Asícomoyonopuedovivirsinti.
“¡Loboferozalavista,caperucitaroja!”
—Aúnnoconciboqueestésaquí—prosiguió—.Aúnnocreoque…—ysinquelo
advirtiera caminé hacia él y me acerqué para besarlo como tanto lodeseaba,porquetrascada
palabra que ese hombre me profería mis ansias de ser suya crecían,considerablemente.
—Estoyaquí—gemícontrasubocaavasalladora,percibiendocomosusinquietasmanosme
sostenían y alzaban dejando mis pies en el aire—. Y aquí me quedaré,contigo.¿Meoíste,bestia?
—subrayé.
Una fugazsonrisa se ledibujóen los labiosmientras seguíadegustandomibocadelacualno
deseabaapartarlasuya.
—Notientesloquellevodentro,podríasermuypeligrosoparati.
Reícomounabobasinremedio.¿Tentar?¿Peligroso?¡Ja!
—¿Aquéletemes,Black?¿Aquépuedahacercontigootravezloquesemeantoje?Mal
quemal,enviasteturecuperaciónalamierda.
“¡Asísehabla,condenada!¡Sitelovasatirarqueseaporcompleto!”
—¿Yquéseleantoja,señoritaMarks?—inquiriólentamente,conesetanespecialapelativo.
—Cuandopronuncias ese “señoritaMarks”ya sabes comocontinúa estahistoria—meseparé
abruptamentedesuboca.
—Eresmi “señoritaMarks”, ¿ono?—lapuntade sunariz rozó lamía,recibiendoacambio
otrodemisenfebrecidosbesosqueaumentóacadasegundosuintensidad.Porqueencadajadeo,en
cada movimiento de sus manos, en cada roce intencional de nuestrosardorososcuerposlaexcitación
crecía. No había que ser muy inteligente para notar que nos estábamosenfrascandoenunadisputa
queencualquiermomentodesencadenaríaloinevitable.
—¿Nopretendíascocinar?—mellenóelrostrodesuavesycortosbesos.
—Mmm,porunmomentosemeantojaprobarunpocodecarnecruda.
Alinstanteemitióunagrancarcajadaquelesaliódelalma,dejándomelobastantesatisfecha
consuindiscutiblecambiodehumorquepocoapocosereflejabaensuahoramásrelajado
semblante.
—¿Ydedóndequieresquetelasaque,caníbal?—utilizóunciertodejodesensualidadpara
responderme.
—Ahhh, bueno…—le otorgué un guiño mientras seguía riendo a misanchas—.Esolo
podemos arreglar de alguna manera, no te preocupes —. Porque,definitivamente,laquenecesitaba
unaduchabienfríaerayo.
LacenaimprovisadaquemontéyaestabacasilistamientrasesperabaqueBlackapareciera
devueltadelcuartodebaño.Ibaaquitarleacomodieralugarlasansiasdeseguirbebiendoporque
ya lo había hecho comoundemoniopor lamadrugaday conmigo a suladononecesitabademás.
Quizáyhastapodríallegaradegustarotracosaquenofueraprecisamentealcohol.
Mordímilabioinferiorsintiéndomeunaverdaderazorraqueenloúnicoquelograbapensar
eraencomofollarseaesehombreconlamirada,conlasmanos,conlaboca.Porquemicuerpome
loexigía,mishormonasoloquefueraqueestuvierasucediendoconmigoahídentromelogritaban,
animándomealigualquelohacíamiconcienciayavestidaconsutrajedeanimadorayensayandolas
respectivasporras.
—Quienlohubiesedicho…—pronunciébajitotansóloparamimientrasenlosauriculares
que llevaba puestos comenzaba a sonar una hermosísima canción quecuandooílaletraélsereflejó
porcompletoenella.
“Sé,queavecessoydifícildeentender,
quepuedolastimartesinquerer
sabesbien,sinquerer.
Yo,quetantoteheintentadoproteger,
elhéroedetussueñosquieroser
ynosésiestoybien.
Peroséqueteamoy
sóloquierodevolverunpocodeloquemehasdado…
Tú,contuternuraytuluz
iluminastemicorazón,
quienmedavidaerestú,
nohaynadiemássólotú,
quepuedadarmelainspiración
sóloescuchandotuvoz.”
No pude dejar de cantarlamientras seguía preparándolo todo hasta que
alcélavistaylotuve
nuevamente frenteamíapoyado juntoalumbralde lapuertavestido tansóloconunpantalónoscuro
y su tor… ¡Diosmío! Tuve que tragar saliva con necesidad al volver acontemplarladeliciade
torsoqueteníaantemíconsusabdominalesbiendefinidosylapartebajadesucaderaqueterminaba
en unamarcada uve.Miles de sensaciones se apoderaron demi hasta lapartemásínfimademi
cuerpoencendiéndomeporcompleto,haciendoañicosmisentidocomúny…y…sihastaolvidélo
queestabadiciendomás,cuandomesonriótanmalditamentesexy—comoacostumbrabahacerlo—,
mientras estrechaba su camiseta entre sus manos como si estuvieradisfrutandodelabenditatortura
quemebrindaba.
—Mmmm—gimiódeunaformainquietanteque logróerizarmetodoelvellodelapiel—.
Todo huele y se ve demasiado apetitoso—caminó haciamí aún con laprendadevestirentrelas
manos—. ¿Podría ser más perfecto? —notó como me apartaba porcompletolosauricularesdemis
oídossinhablayleparecióquetambiénsinrespiración—.¿Quésucede?¿Dijeohicealgoquete
incomodara?—meotorgóunadorableysexyguiñoconunodesusojosazulcielo.Elmuy
presuntuososabíaperfectamenteloquepodíaconseguiraldesfilarfrenteamídeesaforma.¡Yvaya
queloestabaconsiguiendo!
Siguiócaminandohastasituarsedetrásdemicuerpodejandolacamisetasobreelrespaldode
uno de los taburetes de la cocina. Suspiré y jadeé cuando comencé apercibirsusmanos
deslizándolassuavementepormiscaderas llevándoseconsigo la teladelvestido,ademásde
embriagarmedesuinconfundiblearomaquesecolópormisfosasnasaleshaciéndomeestremecer.
—Preguntéquésucedíayaúnnomerespondes.¿Estátodobiencontigo?—susurrójuntoa
mioído.
Cerré los ojos y sentí como sus poderosas manos avanzaban hacia miabdomensigilosas,con
detenimiento, como si estuviera tanteando lo que por derecho eratotalmentesuyo.
—¿Cómoestuvotu…baño?—inquirí,estúpidamente.
—Caliente—respondió de inmediato, rozando sus labios sutilmente pormiorejahasta
situarlosenel lóbuloysusmanosyacolándosepordebajodelaprendaqueyollevabapuesta—.
Muy, muy caliente —agregó, otorgándome deliciosos besos por elcontornodemicuello,logrando
asíqueladearamicabezahaciauncostadoparaquesubocatuvieraplenoaccesoaél.
—¡Vaya!—fue todo lo que logré articular percibiendomi boca seca, alcontrariodemi
entrepiernaquenosesalvabadeun“charcazo”seguro—.Vincent…¿noíbamosa…comer?
—Claroquesí.Estoyhambriento,pequeña.
Ese “pequeña” fue todo lo que necesité para abrir mis ojos. Ese“pequeña”mebastópara
desearlomás que nunca ymás cuando susmanos se apoderarondemissenosquedamente,
haciéndomevibrarantesucontacto.
—Dame de comer, Anna. Necesito todo de ti, ahora —percibí que lapresióndesusmanos
se intensificaba cuando la bendita erección de su miembro hacíamaravillososestragosconmipiel.
Ycomosifueramúsicaparamisoídosintentévoltearme,peronomedejóhacerlo—.Note
muevas.Estásenmismanos,enmiterritorio,bajomidominioynodejaréquehagasconmigoloque
desees porque sin duda, ese formidable gusto, placer y honor me loconcederéyo.
—¿Estoypagandomierrorconcreces,Black?—looíreírconsubocayaposicionadasobre
unodemishombros.
—Dequemelasvasapagarloharás,porquenocreoquepuedasvolveraverlaluzdelsol
hastaquetelibereytedejesalir“viva”—enfatizó—,deestacasa.
Ahora laque rió fuiyoplenamenteconvencidadequemihombrehabíaregresadocuandoya
susmanos comenzaban a quitarme la parte superior demi vestido paradejarmetansóloconel
sujetadorencima.
—Tal y como lo he deseado cada minuto desde que me enviaste aldemonio—delineóconsu
dedo índice la línea de mi columna vertebral hasta alojarla en la partedondesesujetabamiprenda
íntima—. Tal y como… la anhelé anoche, señorita Marks —finalizó,quitándomeladeltodo.
Conmissenosexpuestosmedejéarrastrarporlatibiezadesubocasobremiespalda
sintiendocomosufervienteereccióncrecíaycrecía.
—Dime que no estoy soñando o que todo esto es producto delmalditoalcoholquebebí.
—¿Teparecequeestoseaunsueño,Black?
—Noestásenmicuerpo,Anna,menosenmimente.
—Perosíentucorazón,elcualmeperteneceporcompleto.
Comosiaquellaspalabrashubierancaladoprofundamenteensu interiorsedetuvoyterminó
volteándomeconrapidezparabesarmedeunaincreíblemanera.¡Porqueesteeraelbesoqueyo
tanto deseaba que me diera, ardoroso, peligroso, violento, urgente,descuidado!Elcualdisfrutéa
rabiar sintiendo su lengua como embestía la mía profundizando yacechandomibocaquetambiénera
la suya.Sindejardebesarnosmealzópara tomarmeentre sus fornidosbrazosymontarmesobrela
mesademármolqueallísesituabatrasunsonorogemidoqueescapódemí,talycomolohabía
hecholatardeanteriorcuandomemontósobreelcapódesucoche.
—Nada más que por completo, mi amor —acotó, dejándome aturdidamientrasmepenetraba
conlafogosidaddesumirada.
Un nuevo y ardoroso beso acalló nuestras bocas, pero no así nuestrasaceleradas
respiraciones y jadeos que se hacían parte de lo que ambos nosaprestábamosavivir.
—Quierotododeti,necesitotenertododetiahoramismo—deslizósuslabiospormi
mentón,cuelloyhombroshastallegarasituarsesobremissenos.
Unintensoescalofríorecorriómipielcuandoempezóalamerunodemisdurosyerguidos
pezonesaltiempoquesumiradaseclavabasobrelamíaparanoperderseniunasolareaccióndelo
que con tanta intensidad me provocaba, con sus hábiles manosapartándomeelvestidoyluego
aferrándoseamicintura,conmigoapretándomeaellasporquelasansiabasentirmásymásfuertes
sobremicuerpo.
Unguturalgruñidollenóelsilencioreinantedelasalacuandosubocaseapoderópor
completo de cada uno de mis pechos, chupándolos y lamiéndolos sincontrolparaquerecordaracada
unadelasardorosassensacionesquesóloélpodíabrindarme.
—La bestia está hambrienta, señorita Marks —acarició ahora con suslabiosmiabdomende
ladoaladocuandoyaunadesusinquietasmanosjugueteabaconelbordelateladelencajedela
bragaqueaúnnohabíarasgado.
Creídesfallecer,moriryvolver a lavidaen tan sóloun segundodemipequeñaexistencia
cuandoVincentsedeshizodelaropaquellevabapuestaymecargóensusbrazoscompletamente
desnudo hacia la alfombra de piel sobre la cualme depositó sonriendoconmalicia,conabsoluta
picardía,comosifueraunniñochiquitoapuntodecometerlamayordelastravesuras.Ycuandosu
barbilla empezó a hacer de las suyas sobre la parte baja de mi caderaincitándome,calentándome,
torturándome, supe de inmediato a qué tipo de hambre se referíaexactamente.
—Eres mía —exclamó fuerte y claro antes que su boca comenzara ajuguetearmuy
sensualmenteconmisbragasparallevaracabosutancaracterísticoritual:arrebatármelasconlos
dientescomotantodisfrutabahacerlo.
Cerré los ojos aferrándome a la alfombra absolutamente excitada contodoloqueacontecíay
loquevendríaporqueclaramenteparaVincentBlackyoeraunatentacióndeprincipioafinentodo
elusoysignificadodeesapalabra.
—¡Mía!—replicópoderosamente,provocándomeal instanteunarrebatodelujuria
desenfrenadaalsentircomoseparabamispiernasybesabalaparteinternadecadaunodemis
muslos hasta llegar a situar su boca, finalmente, sobre mis húmedospliegues.Ysulengua…¡Oh,por
Dios!Sí,sulenguaenplenocontactoconmiclítorislogróhacermejadeartanaltoporqueélysólo
él,sindudaalguna,habíasido,erayseríalomejordemividaentera.
—¡Vincent…! ¡Oh…! ¡Por favor! —percibí como me lamía lenta yacuciosamentemientras
le acariciaba y jalaba el cabello para comenzar a mover mis caderascontrasuboca.
Caliente y húmeda era poco para como me sentía mientras me dejaballevarporelfrenesíde
loquemuchasnochesfueronpartedemismásardorosossueños—trassurecuperación—,al
imaginarloytenerlodeesaincreíblemanerabebiendodemítalycomolohacíaahoraconsubocay
lengua, penetrándome, exigiéndome, deleitándose y haciéndome sentirtotalmentevulnerable.
—Mía, Anna. Tú eres completamente mía —con absoluto fervor medevorótansalvajemente
y a la vez, tan magníficamente que, en cosa de segundos, mi cuerporeaccionó,tensándose,
arqueándosey contrayéndose ante el abismanteorgasmoquehizomellaenmí,lograndoqueporun
instanteperdieraelcontroldecadaunademisterminacionesnerviosas.
Jadeé,gemíylohiceconmásfuerzacuandosubocaseapoderódelamíaenunarrollador
besoque llevaba insertoenélelsaborde todamiesencia,consiguiendoquegraciasaellose
incrementaranlosestremecimientosdebenditogocequeaúnpodíasentirdepiesacabeza.
—Estoteloganastegraciasatuendemoniadaboca,miamor.
Sí,ynohabíadudaalgunaquelohabíaobtenidoconcreces.
—Eresunmaldito,Black,¡unamalditabestia!
Asintióenseguidasindespegarlapérfidasonrisadesuslabios.
—Lo sé, pero todo es tan solo tu culpa. Fuiste tú quien la despertó,desafiándome.Asíque
desde estemomento te aguantas porque nome detendré hasta cobrarmetodoycuandodigo“todo”
sabesexactamenteaquémeestoyrefiriendo.
Noséporquémeestremecídetansólooírlo.
—Digamosque…estoessóloelprincipiodeloqueseránuestracalientecontiendapersonal
—concluyó,volviendoa la cargapara embestirmeconelpoderíode suboca.
De forma inmediata lo estreché contra mi cuerpo al tiempo querodábamosporlaalfombra
como dos locos sin remedio para ahora él quedar de espaldas a ellamientrasnuestrosbesosy
cariciasseintensificaban.Ysinquelohubieseprevistounademismanosfueaparardirectamentea
sumiembro erecto dándole a entender con ello que ahora el control loposeíayo.
Tanteéelgrosordesupeneenposiciónfirmealcuallediunapretoncitocargadodedeleite
quelohizogruñirfieramente.Perolaquesedeleitóperversamentefuiyoalnotarcomosusojos
convertidosendosllamaradasflameantesnolequitabanlavistadeencimaamislabiosquese
relamíanyentreabríanante lamagnificenciade suerecciónquedeseabatenerdentrodemíconunas
increíblesydescontroladasansias.
—Dimeloquequieres—formulóconsuvozllenadenecesidad—.Dimeloquequieresque
hagaytecomplaceré.
—Apartequetecorrasjuntoconmigo…—comenté,lamiéndolecadaunodesusabdominales
—…de ti loquiero todo—mordími labio inferiorcuandoyamisojosvolvíanaposicionarsesobre
lossuyos.
—Yesotedaré,pequeña,porqueesloquemásdeseo.Tododeti,tododemí,tansimpley
perfectocomoeso.
Ycomosiaquellaúnicafrasehubierasidopronunciadadesdeelinteriordesualma,Vincent
cogiómicaraconsusmanosparabesarmeprofundaeintensamenteconinfinitapasióncuandosu
lenguayadanzabayseenredabafebrilmenteconlamía.
Un rápido movimiento de su parte hizo que quedara nuevamente deespaldassobrela
alfombraconsuscaderasestrechándosealasmías,encontrándoseambasenunperfectoajusteysus
manos…¡Dios!Sí,susmanosnopodíandejardeacariciarme,centímetroacentímetro,comosiaún
nocomprendieranquetodoesteextraordinariomomentoquevolvíamosavivireratanrealcomoel
amorquenosprofesábamos.
—Loquierotodo—expresójadeante,casisinalientocuandosupenerozómicavidad
haciéndomedelirar—.¿Estásdispuestaaconcedérmeloyaarriesgarteunavezmásjuntoconmigo?
—Contigo ami lado iría hasta elmismísimo infierno—me aferré a suespaldaesperando
impaciente elmomento exacto en que nuestros cuerpos se fundieran enunosolo.Ycuandolapunta
de su erectomiembro rozó por segunda vezmi cavidad, logrando conelloqueBlackapretarala
mandíbulaparaprolongaresetanansiadoinstanteenquemeteníaensusmanosalbordedelabismo
al cual necesitaba lanzarme en picada, se deslizó por completo hasta lomásprofundodemiser
logrando que perdiera la cordura, la noción del tiempo, pero porsobretodolarespiración.
Suspiros, gemidos, jadeos de absoluta dicha y placer nos invadieroncolmandotodoel
silenciodelahabitaciónquenoscobijabamientrassubocasecurvabaenunaexquisitasonrisaque
mehizodeliraryalavezestremecercuandoseaprestabaapronunciarun“teheechadodemenos”
que jamás salió de su boca ante el inesperado repiqueteo de su teléfonoqueemitióporartedemagia
lavozdeLeodiciendo:“papá,tequiero.”
Surostrosecontrajo,suslabiosperdieronautomáticamentelamagníficasonrisaque
segundos antes habían esbozado y sus ojos brillaron como si meestuviesenpidiendodisculpasante
loqueseaprestabanarealizar.Nomecostóentenderlo,dehecho,fuiyoquienloincitóaquese
desprendiera demímientras intentaba retener un par de sollozos que atodacostadeseabaliberar
airososdesdemigarganta.
—Contesta la llamadade tuhijo.Seguro…tenecesita—Blackvolteóelrostro,apretósus
dientes con fuerza para finalmente apartarse de mí con rapidez e ir enbuscadelmóvilqueaúnseguía
sonando.
Necesité de toda mi entereza para no derrumbarme en aquel crucialinstanteenquehabía
vueltoasusbrazosdespuésdetantotiempodeespera,enelquehabíasidoamadaydeseadaporel
amor de mi vida, por el único hombre al cual adoraba con absolutadevociónyalcual…admirécon
los ojos aguados mientras lo veía caminar hacia el dormitorio paracontestaraquellallamada.
—¿Leo? ¡Hey, compañero…! También te extraño, hijo. ¡Sí, muchísimo!¿Estásbien?
Era una idiota. Sí,me estaba convirtiendo en una completa imbécil porsentircelosdeese
niñoalcualnisiquieraconocíayalqueVincentamabamásquenadaenestemundo.
—¡Anna,basta!—busquémiropaparacolocármelatratandoantetododenopensarennada
másqueno fuera sentirmecomounaestúpida,hastaquealgoenmí fuemásfuertequecualquier
coherentereacciónypensamientoquepudierahabervislumbrado.Fueasíqueterminétomandocada
unademisprendasparadeslizarmehaciaelcuartodebañoconprontitudantelavozdeVincentque
pronunciabaminombrealadistancia.
—Anna…¡Anna!
Después de aquella llamada nada fue igual. Extrañamente, un muro seinstauróentrelosdos,
unmurodeconcretoquenosalejócuandosólodeseábamosestarlomáscercaelunodelotro.Era
comprensibleparaél,lamuertedesupadre,lalejaníadesuhijo,peronoasimilableparamí.
Ladichosacenapasósinpenanigloriaycuandoyamedisponíaairalacamamepareció
que esto no podía ir de mal en peor, más aún cuando exclamó lassiguientespalabrasdesdeelumbral
de la puerta del único e inmenso cuarto que poseía la cabaña de lasmontañas.
—Descansa.Saldréunmomentoatomarunpocodeaire.
—Novienesa…
Nisiquieramedejóterminar.
—Duerme,porfavor.
¿Podíahacerlo?¿Estabalocooselehabíazafadountornilloovariosdeellos?¡Cómo
mierda me pedía algo así cuando había venido dispuesta a todo parasacarlodesuevidente
desolación!
—Pero,Vincent,yo…
—Buenas noches,Anna—.Y tras esas palabras queme parecieron unacruelydisfrazada
despedida por aquella noche, cerró la puerta, alejándose yabandonándomeamisuerte.
«¿De qué me perdí? ¿En qué mundo paralelo me he sumergido?¡Explícameloqueno
estoyentendiendonada!»
Traguésalivabuscandoantetodounarespuestaconvincentequeresumieraengranmedida
comome sentía frente a lo ocurrido, pero pormás que lamedité no lapudeencontrar.
A lamañanasiguiente, lapuertadelcuartoaúnsemanteníacerradayelcostadodemi
cama…seguía intacto.NomecostócomprenderqueVincentni siquierahabíaregresadoyesolo
comprobécuandodirigímispasoshacia la salay loencontré recostadosobreelsofádondeaún
dormía.
Me acerqué a él, lentamente. Yo… necesitaba tocarlo, sentirlo, besarlo,paraqueentendiera
que todo estaba bien conmigo. Lo sé,mi reacción no había sido de lasmejores,dehecho,había
vueltoahuirdesusbrazostotalmenteabrumadaporloqueahoraformabapartedesurealidad,la
zorradeEmiliaysuhijo,elpequeñoLeo.
Suspiréarrodillándomefrenteaél,quedándomeperdidaenelmovimientodesupechoque
subíaybajabaconabsolutanormalidad.Luego,mimiradasealojóensusemblante,ensusfacciones
varoniles y perfectas, en el grosor de sus labios a los cuales besétiernamentemientrasledecía:
—Buenosdías,escurridizo.
Enseguida,subocamerecibiócongusto,comosi lahubieseesperadoyanheladoconansias
al tiempoquesusmanosmeestrechabancon fuerzaaferrándomecontrasucuerpo.
—¿Perdióelsentidodelaorientación,señorBlack?
—Perdóname,porfavor,perdóname—insistíaentrebesoybesoquemedaba.
Deinmediatosupeaquésereferíaconesaspalabrasymáscuandolaluz
desusojossealojó
enlosmíoscomosiconellosquisieraexpresármelotodo.
—Tranquilo.Notepreocupes,todoestábien.
—No,miamor,notodoestábien—exclamóconansiasmientrasrecorríamicuerpoconsus
manos para finalmente dejarlas alojadas sobremi trasero el cual apretócontraloque...¡Mierda!
¡Mevolvíaloca!—.Anna…—pronunciójadeantecontramibocacuandoeldespertardesu
miembromeotorgóunexquisito,deliciosoyexcitante“buenosdías”.
—Buenosdíastambiénahíabajo—sonreícondescaro—.Yahora,señorBlack,levántese.
—Tepuedoasegurarqueyaestoymásquelevantado,miamor—bromeó,siguiendomijuego
sindejarquemovieraunsolomúsculodemicuerpo.
Volteémicabezahaciaambos ladosaúnriendo,peroestavezcomounaperfectaboba.
—Asíque…
—Así que muévete, Black. Tenemos que irnos ya —me separé de sucuerpo,cosaquenole
gustóporlacaradesorpresaydesencantoquemebrindóalinstante.
—¿Dóndecreesquevas?
—Atomarunaducha.
Su vista siguió lamía cuando ya comenzaba a ponerse de pie con algoevidentementenotorio
quenopasódesapercibidoparamiingenuamirada.
“¡Ingenuamiradalaspelotas,AnnaMarks!”
—Pues…yasomosdos—sequitó lacamisetaparadejarsuesculpidoeinfartantetorsoal
descubierto,otravez.
—¿Perdón? ¿Cómo que “dos” ? —enfaticé, cruzándome de brazos yfulminándoloconla
mirada.
Rióantesdecontinuar.
—Tú,yo,duchacalienteyalgomás.¿Quémedices?
—Qué te digo, Black… mmm, la verdad… suena bastante tentadora laoferta,pero…
Abrió sus ojos clarosmás de lo normalmientras ponía atención a cadapalabraquesalíade
mislabios.
—No te va a resultar ese jueguito tuyo de “me quito la camiseta y lavuelvoloca”otravez,
¡noseñor!
—Y si me quito también los pantalones, ¿crees que tenga algunaposibilidad?—enarcóuna
desuscejas,serelamióloslabiostanmalditamentesexyconsusmanosyaposicionadassobrela
prendadevestirquecomenzabaadesabotonarse.
—Talvez…otrodía—ataquésinningúntipodepiedad.
Suspiróavanzandohaciamí.Memiróinquieta,analizadoramente,comosienmisojos
marronesestuvieselarespuestaalapreguntaquetantodeseabaformular.
—Todo está bien, Vincent. Tengo que regresar y tú debes hacerloconmigo.Nocreasque
voy a dejarte aquí para que sigas escondiéndote de lo que sucede a tualrededor.Loquierasono,la
vidacontinúa.
—Anna,yoqueríaquenosotros…
Lointerrumpísellandosusilencioalposicionarunodemisdedossobresuslabios.
—Lo sé y yo también lo quería, mi amor, pero nuestras vidas hancambiadoyyanosomos
sólonosotrosdos.
Sumiradaseclavóenlamíaconciertodejodeincertidumbre.
—Debesregresar,Vincent,tuhijotenecesita.
—Yyotenecesitoati—logróconelloqueuncúmulodesensacionesysentimientos
abrumadoressealojaranenlabocademiestómago.
—Aquíestoy,señorBlack,yaquíestarésiempre—ledediquéunademismáscálidas
sonrisas.Ycuandome separé finalmentede su cuerpoyde su intensaypenetrantemirada,suboca
exclamóloquenosecomparabaennadaacualquierfrasequeyohubieseoídojamás.
—Eresyseráslomejordemivida.
Podía imaginármelo por la sencilla razón que yo también pensabaexactamentelomismo
sobresupersona.
Una hora después salíamos de la casa en dirección hacia el nuevomodelitoelcualahorame
dediquéaobservardetenidamente.
—¡Vaya,vaya!¿Quétenemosaquí?¿Unnuevojuguetito,Black?
Deprontoysinqueloadvirtiera,melanzólasllavesdelcochedejándomeimpávidafrentea
esesorpresivoacto.
—¿Sabesconducir?
Nopudehablar,creoquemilenguaseanudótrassuinterrogante.
—Sí,perono…
—¿Cómo es eso? ¿Sí o no? —prosiguió tras colocar mi bolso en elmaletero.
—Bueno,sí,perojamásheconducidoalgosemejanteynopuedo…
Sonrió con malicia regresando a mi lado, otorgándome a la par undescaradoguiño.
—Mehas“montado”y“conducido”amí,Anna.Créeme,puedesconesto.
¿Podía?¿RealmentepodíaconducirunMercedesBenzdeportivoconunmillóndecaballos
de fuerza sin estamparmeen el primermuroqueosaraplantársemepordelante?
Suspiréalgoinseguratrassentirelcariñosobesoqueterminódándomeenlafrente.
—Eshoraderegresaracasa,pequeña.
¿Yahora?¿Yahora…?
Dudé observando como subía al coche y se sentaba en el asiento delcopiloto.¡Mierda!
—Deacuerdo,AnnaMarks,silohashechoconunsementalcomoelquetienesatulado,este
deseguro,nodebesertandifícil.
Black sonriómaravillosamente al mismo tiempo que acariciaba con unpardesusdedossu
labioinferior.Mientrastantosubíalcoche,peroantesdehacercontactolomiréalosojos
enfundadaenmipropiainseguridadanteloquesucedería.
—Dimequetienescontratadounsegurodevida,porfavor.
Emitió una airada carcajada antes de dejar caer sus enfebrecidos labiossobrelosmíos.
—Hazlo,confíoenti.Séquepuedeshacerlo.
TressuspirosemitíyyaelMercedesrugíaaligualquelohacíaunafiera.
—Deacuerdo,señorBlack,¿dóndequierequelolleve?
—Haciadonde túquierasque tesiga—respondióde lamismaformaenqueyolohabía
hechoeldíaanteriorcuandoélmelohabíapreguntado.
—Excelente,peroantes…regálameunpocomásdeseguridadyvalentía,¿quieres?
Asílohizo,apoderándoseotravezdemibocaconsumoentusiasmoparabesarmeybesarme
hastahacermedesfallecer.
Elviajederegresoacasaestuvocargadodeconfesionestrascendentales,desupartesobrela
víbora y Leo, y de la mía sobre Victoria y mi visita al recintopenitenciario.Pudeoírcomoentre
dientesexclamabapalabrassinsentidonirazónmientraslerelatabasobreaquellavisitaque
obviamente sacó a relucir lo peor de él. No lomanifestó abiertamente,perosiatravésdesusgestos,
expresionesydelaformapocousualencomodeseabaarrancardecuajoelvolantedelcocheque
ahoranoconducía.
Unos minutos después, y siguiendo aún sus indicaciones, terminéestacionándomefrenteami
edificioexhalando,enelprecisoinstanteenquedetuveelmotor,unhondosuspiroqueatodasluces
proveníadesdeelfondodemialma.
—Sano y salvo—fue lo primero que expresé con efusividad.Mis ojosrápidamentese
perdieroneneltablerodecomandos,másespecíficamente,enelrelojqueallísedivisaba—.¡Estoy
retrasada!—advertíconunpequeñodejodehisteriaeneltonodemivoz.Salíapresuradamentedel
cocheantesuimpasiblemiradacuandoélefectuabaelmismomovimientoparaadelantarseacada
unodelospasosqueyodaba.
—Anna,espera.
Medetuvecuandounadesusmanosseaferróaunadelasmíasy luegoambasascendieron
hastasituarseenmirostro.
—Antesquetevayas,prométemealgo.
Neguéconmicabezadeladoaladodeinmediato.
—Por favor…—insistió—. Si necesitas algo, lo que sea, no dudes enpedírmelo.
—No, Vincent. Si se trata de dinero puedo arreglármelas perfectamentesola.
—Anna,por favor.Dejaque teayudeen retribucióna todo loquehacesconmigo.Telo
debo.
—Lo siento, pero tú no me debes nada. Ya me has ayudando de unaincreíblemaneraal
dejarmeserpartedetuvida.
Vincentsuspiróaltiempoquesupechoseoprimíaconinsistencia.
—En eso te equivocas, pequeña, te debo mi vida entera —. No pudesostenerlavistafrentea
sus ojos, evocando lo que indudablemente tenía directa relación conaquellasituacióndelaque
amboshabíamos formadoparte,nohastaqueunade susmanosalzómibarbillaconsumadelicadeza.
—Perdóname por ser un desgraciado y ocultarte toda la verdad conrespectoaEmiliaymi
pasado. Perdóname por no haber concluido lo que anoche ansiaba quesucedieraentrelosdosy,por
favor,perdóname…poramartedesdesiempreconmividaentera.
Todas sus palabras abrumaronmimente ymi corazón porque sabía desobraqueVincentme
hablaba con absoluta honestidad. Lo dejaba evidenciar en sus ojos, enaquellosenquemereflejaba
talycomosifueranelpropioespejodesualma.
—Estásperdonado—asentí,sonriendo—,siempreycuandomeprometasquenovolverása
huir.Esodeandarmetiendolacabezaenlatierraaligualquelohaceunavestruznotequeda.
Lentamente,unatenuesonrisasedibujóensuslabios.
—Y…¿cómoevitarásqueesovuelvaocurrir?
—De la misma manera en que tú, perfecto arrogante, presuntuoso, lohicisteconmigo.
Sus labios se acercaron a los míos para tentarlos, para incitarlos, parahacermedecaerdela
formaenquesóloélsabíahacerlo.
—¿Conseguirásquemeenamoremásdeti,pequeña?
—Espartedelasorpresaquetengoenmente,cariño.¿Quéteparece?
—Me parece perfecto—. Alzó la mirada llena de perversidad hacia eledificiocomosicon
ello intentara agregar algo más—. ¿Por qué… no comenzamos ahoramismoatrabajarenello?
Asaltésulabioinferior,mordiéndolo,paraatraertodasuatencióncuandoyasuspoderosas
manoshacíande las suyasbatallandoenunaardua luchapornodejarsecaersobremitrasero.
—Manos quietas —le di a entender causándole más que una simplecarcajadamientrasme
tomabaentresusbrazosparaquesubocaposeyeralamíaenunprofundo,sugerente,descuidadoy
violentobesoqueconsiguióencendersegundoasegundotodomicuerpo.
Mientras subía las escaleras con destino a mi departamento con unasonrisadeidiota
enamorada pegada al rostro no podía dejar de evocar la noche anteriorjuntoasuscaricias,suvoz,
sus besos y la pasión con la cualme había hecho sentir viva de esa tan
extraordinariamanera.
Relamí mis labios percibiendo como mi temperatura corporal sedisparabaamilcuando
inesperadamente, un susurro proveniente de una voz masculina a miespaldainundómisoídos,
sorprendiéndome y logrando con ello que tambaleara perdiendo elequilibrio.
—¡Hey!¡Cuidado!¡Miradondeponestuspies!—.Yesainconfundiblevoznopodíaser
otramásqueladeldichosovecino“elasesino”quienmesostuvoentresusbrazossonriéndomecon
cara de niñomalomientras me analizaba con sus ojos perdidos en losmíos—.Apostaríamivida
quealgonomuybuenoimaginasdentrodeesacabecitatuya.
—¡Síserásidiota!—mesonrojéamásnopoderpercibiendolafuerzadesusextremidades.
—Estás sonrojada, vecina —atacó en primera instancia—, y entre misbrazos.Meatrevería
adecirqueidiotanosoy,sinomásbienafortunado.
—¡Yaloquisieras tú!—sinmovermeunsolocentímetroloafirméhastaquereaccioné,
separándomerápidamentedesuagarre—.¡Novuelvasaasustarmedeestamanera!
—Desaparecesasícomoasí.Golpeoatupuertaynoobtengonada.Estabapreocupado,
Anna. Por unmomento creí que te había sucedido algo y que tu cabezahabíagiradoentrescientos
sesentagrados.Teimaginétodacontracturadayfue…¡vaya!Unaimagenalgoextrañaquenoquiero
volverarecordar—seburló,despiadadamente.
—¡Quégracioso!¿Ytúquerayoscomiste?
Seencogiódehombrossonriéndomeconsutípicasonrisatraviesa.
—Yademás, ¿desde cuando te incumbe si estoy o no enmi casa? ¿Quéacasotediopor
espiarme?
Entrecerró la vista tras comenzar a subir un par de escalonesmostrándomeentodosu
esplendorsubenditotraserodeinfartodelcualyo…¡PorDios!¡Nopudedesprenderlamirada!
Más, de ese pantalón deportivo que llevaba puesto que le sentaba demaravillasy…medetuvey
contuve.¡¿Quérayossucedíaconmigo?!
“Teloexplicaréconsutileza:estansimplecomoquequeríasqueBlacktefollaraynolo
hizo.Tequedasteconlasganas,muchacha.Esoesloquetesucede.Ydepaso,¡aybendita
retaguardialadetuvecino!”
Casimeatragantéconmipropiasalivaytodoloquelalocaexpresabasinningúntipode
filtro.
—No te espío, Anna… ¿Anna? ¿Estás bien?—se volteó encontrándoseconmisojospuestos
directamenteensutrasero.¡Mierda!—.¡Vaya!Ahoradime,¿quiénespíaaquién?—enarcóunade
suscejasmientrasmeveíaenrojeceryenrojecercomounafresamaduradeestación.
—¡Por favor! ¡Cómo si nunca te hubiera sucedido!—ataqué muerta devergüenza.
—¡Qué te puedo decir! No es mi culpa estar bien dotado. Perorespóndeme,realmentetú…
¿meestabasmirando…?
Lointerrumpífulminándoloconlavistacomosiquisieraasesinarloconella.
—¡Eh, eh, eh… no me mires así, Anna! ¡Aún no he dicho nada!—meadvirtió.
—Noteestabaespiandoymenostu…
—NomientasquetepuedecrecerlanarizcomoaPinocho.
¡SantoDios!Hervía,peronoprecisamentederabiacuandomedisponíaasubirunparde
escalonesmáshastallegaramipiso.
—¡Meexasperas,Damián!
—Ytúadmítelo,meestabasmirando,peronoprecisamentealosojos—continuóburlándose
asusanchas.
Me detuve antes de colocar la llave en la cerradura, porque si el muyidiotaqueríaguerrade
segurolaibaaconseguir.
—Okay.Dime.¿Cuálestuproblema?
—¿Contigo?Pues,ninguno.
—¡Entonces!
—Entonces, ¿qué? Calma, Anna, o tendré que aplicar alguna de mistécnicasparacontigo.
—¿Técnicas?¡Quétécnicas!¡Basta,porfavor!
Riócomoenfermodelacabezaalnotarcomomedescontrolabafrenteasusojos.
—Estoyesperando.
—¡Qué!—gritécomouna locahistérica.¿Porquéesehombre teníaquesacaraflotelopeor
demí?
—Quetucabezagire.Enserio,Anna,¿noteduele?
Bufé,chilléyquiseestrangularloconmispropiasmanos.Ycreoqueéllonotóporquede
inmediatolaslevantóparainterponerlasentrenosotrosdos.
—Deacuerdo.Pidopaz.Prometocerrarlaboca.Tedarémediahora.
Se me desencajó la mandíbula cuando lo oí. ¿Y a qué se referíaprecisamenteconesode
“mediahora”?
—¿Perdón?¿Sepuedesaberparaquétengomediahora?
—Paraquehagasloquetienesquehacermientrasmecambioderopayteinvitoa
desayunar.Tusojosyturostromedanaentenderqueestáscomenzandoaodiarme,cosaqueno
quieroquesuceda.Asíquenecesitoreivindicarme.
—Loquetúnecesitasesqueteenvíealdemoniosinboletoderetorno.
—¿Podría serdespuésdel desayuno,por favor?Lacorridamatutinamedejósumamente
hambriento—situó susmanos en sus caderas como esperando quemislabiosledieranlapronta
respuestaquetantodeseabaoír.
—Nodesayunarécontigo,losiento.
—Yo también lo sientoporque sí loharás.El tiempocorrevecina. ¡Go,go,go!—meotorgó
unsensualguiñoquemedejóatontadamientrasveíacomoseencaminabaconrapidezhacialapuerta
desudepartamento—.Quedanveintiochominutosycontando—finalizó,cerrandolapuertatrasél.
Boquiabiertamedejóesehombreantecómohabíaaparecidodelanadaymásconsusfrases
deldemonioquemehacíanquerercolgarlodelhastade labanderamásaltaqueexistieraenla
ciudad.
—Calma,Anna,manténlacalma.Essólounimbécilquesequierepasardelisto,nadamás
queeso—respiréprofundamenteunpardeveces,pero justocuandomedisponíaaentrarenmi
departamento la voz de Damián se escuchó tras su puerta entreabierta,gritándome:
—¡Veinticincominutosyrestando!¡Nodigasquenoteloadvertí!
¡Diablos! Y sin saber cómo o porqué comencé a correr como unacondenadaloca
desesperadamientraseltiemposeguíatranscurriendo.
CapítuloVIII
Mientrasascendíaenelelevadorcondestinoa laGerencialGeneralaúnpodíapercibirel
dulcesabordesubocaalojadodentrodelamía,reviviendocadaunodelosintensosmomentos
acontecidosentrelosdoslanocheanterior.Siconsólocerrarlosojosmeparecíaquelatocabay
sentía la suavidad de su piel en pleno contacto con mi cuerpo, oía elfrenéticolatirdesucorazón
junto al ritmo acelerado de su respiración emitiéndola entre jadeos,gemidosyquejidosqueme
hacíanvolveralavidamientraslateníaentremisbrazos.
Sonreípensandoúnicamenteenellayen lasextraordinarias sensacionesqueeracapazde
brindarmetansóloconunamiradaoconunadesusmásbellassonrisasquemeenloquecíancomo
antes, como ahora y como siempre. Porque así era Anna, mi Anna, lamujeralaqueamabaapesar
delassituacionesadversasquehabíanimperadoanuestroalrededorparaquenoestuviésemos
juntos.
Las puertas del ascensor se abrieron y a paso firmeme dirigí haciamidespachoantelas
atentas e insidiosas miradas que se cernían sobre mí. Odiaba que esosucediera,másaúndespuésde
loquehabíaacontecidoconmipadre.Unaduracargapesabasobremishombros,ysiaesole
añadíaaEmilia,todosecomplicabaaúnmás.Estabarealmenteconcientedequeesamujertansólo
deseaba dinero para satisfacer una vida llena de lujos a la cual se habíaacostumbradoyquesu
participación directa en los asuntos de la empresa no eramás que paravolvermividaunjodido
infierno.
Suspiréprofundamentemientrasmisojosobservaban,comocadamañana,amisecretaria
esperándomeconunacalurosasonrisalistaydispuestaparacomenzarunnuevodía.
—Buenosdías,Esther—lasaludéconamabilidad.
—Buenosdías,señorBlack.Mealegraqueyaestémásrepuesto.
Asentí sin nada que agregar sobre ese tema tratando de disimular unafugazsonrisaqueatoda
costa deseaba instalarse sobre mi rostro. Repuesto estaba, pero no deltodo.Misganasdehacerleel
amoraAnnade todas las formasposiblesmeestabanpasando lacuentaporquesilavocecitadeLeo
nosehubierahechoaudibleeneseexactomomentonoshabríamosamadoconfervor,pasióny
locura.Lahabríahechomíanosólosobrelaalfombrasinoencadarincóndeaquellacasa
demostrándolequelaamabamásqueanadaenestavida.
—Señor Black, ¿se encuentra bien? —prontamente me sacó de misfurtivascavilaciones
mientrassentíaundejodeevidenteeincesanteardorquemándomelapiel.
—Loestoy—intentécalmarmetratandodeque“labestia”,comoAnnasolíallamarme,no
volviera a despertar—. No te preocupes. Infórmame por favor, qué haocurridodurantemiausencia
—caminéhaciaelinteriordemioficinaconellasiguiendodecercacadaunodemispasos.
Unahoramástarde,aúnseguíasumidoenlosrecuerdosquecomenzabanahacermellaenmí
deuna implacablemanera.Porqueasí eraAnna,unamujerque sehacíanotarentodoelsentidoy
significadodelapalabrayesonomefuemuydifícilconstatarlocuandomierecciónmeloestaba
dejandomásqueclaro.
Reícomounverdaderoidiotaporqueenesomehabíavueltoaconvertirdespuésdetres
mesesderecuperacióntraseldisparoquehabíarecibidodelbastardodeSantiago.Uninfierno,eso
significótodoesetiempoparaambos,peroenespecialparamísinpoderbrindarletodoloqueun
hombre como yo estaba acostumbrado a otorgar. Pero la sonrisa semeborródelrostroalevocarel
preciso instantequeaúnmecarcomía lapiel; aquelnefastomomentoenquedespertédelcoma
mientrasmibocapronunciaba sunombre sinobteneruna sola respuestadesuparte.
Cerrélosojostrassituarmismanossobremirostro,cubriéndolo,porqueaquella
remembranza la tenía arraigada sin poder apartarla de mi conciencia ysuspiréhondamentetras
abrirlos, pretendiendo vaciar mi mente de esa tan nítida evocación,oyéndomepedirporellaenesa
cama de hospital como jamás nunca lo había hecho. Hasta que la tuvenuevamentefrenteamiconla
palidapieldesuhermosorostroenvueltaenlágrimas.PorqueAnnahabíaregresadodejandoatrás
su tortuoso pasado, sus potentes miedos y todas sus frustraciones. Sí,
estabaahípormí,porel
inmenso e incomparable amor que me tenía, sus ojos así me lodemostrabanporlaformaencomome
contemplaba, talycomohabíasucedidoanochemientrasmeaprestabaahacerleelamor.
Dejéquemiespaldase reclinaraporcompletosobreelsillónenelcualmeencontraba
sentado detrás de mi escritorio recordando y fantaseando con aquelmágicomomentoquenublabami
razón hasta que el sonido del teléfono hizo añicos lo que mi mentecavilaba.Otroprofundosuspiro
semearrancódelpechoalnotarquemirealidaderaevidentementeotramientrastratabade
acomodarme,antetodo,lospantalonesjustoendondelatelatensaba.
—Esther—contestélallamadaconlavozdemasiadograve.Deinmediatoentrecerrélos
ojoscuandomeadvirtióqueunamujeresperabapormíenelhallde laGerenciaGeneralymáslo
hice cuando supe precisamente de quién se trataba—. Dame un par deminutos—pedíenclara
alusión al “problema” que tenía entre las piernas y al que debía darsoluciónantesqueellaentrara
poresapuertacomounfierohuracánarrastrandotodoasupaso.
Despuésdeunmomento,volvíacomunicarmeconmisecretaria.
—Hazlapasar,porfavor—.Siellahabíatomadolaopcióndevenirhasta
aquíeraporque
nada bueno sucedía o estaba por suceder, y eso lo comprobéfehacientementecuandoAmeliaCosta
hizo ingreso a mi despacho pronunciando las siguientes y enardecidaspalabras:
—¡Nopuedoseguircontodoesto!¡Soyactriz,Black,peroesteessindudaalguna,elpapel
máshorriblequemehatocadointerpretar!¡Basta,Blueeyes! ¡Por favor,basta!¡Noquieroseguir
mintiéndole! ¡Meniegoaseguirocultándole laverdad! ¡Esabrumadoryaberrantetenerquemirarla
alosojossindecirlequeestoyconfabuladacontigodesdehacetresmesescontándotehastalomás
mínimosobresuvida!
—Buenosdíastambiénparati,Amelia—dejéqueexplotarasuvolcándeemocionessobre
mipersonamientraslorecordabatodo.
Despuésdeunasemana,ycuandoyameencontrabauntantomásrepuestoehiceabandonode
la unidad de cuidados intensivos, me aferré a Amelia como mi últimorecursoparanocaerenla
desesperanza. Necesitaba respuestas, las que obviamente en ella noencontréporquesenegóa
dármelasporexpresafidelidadyrespetoaAnna.Estábien,locomprendí,peronodeltodo.Porlo
tanto, así se lo hice saber en una de nuestras tantas conversaciones. Lapesadillademipequeña
había terminadocon lamuertedel infelizamanosdeVictoria,peroaúnasímeneguéaqueenfrentara
sunuevavida teniéndome lejospor estar recuperándomeenunamalditacama.
“¡Intentaentenderme,Amelia,nopuedoestartantranquilomientrasAnnaestésola!Casi
la pierdo a manos del mal nacido de su padrastro como para ahoraquedarmedebrazoscruzados.
Siestáamialcancevelarporsubienestartenporseguroqueharéhastaloinhumanamente
posibleporprotegerla,porqueporellaestoydispuestoatodo.”
Yasí llegamos a un eventual acuerdo entre discusiones y controversias.Amelianoquería
ceder y yo tampoco. Hasta que su corazón de piedra se ablandósignificativamente,yterminó
aceptando mi trato, nuestro trato de común acuerdo y absolutaconfidencialidaddelcualAnnajamás
seenteraría.
—Sí, sí, todaesamierda,Black—prosiguiócuandoya se sentaba sobreunodelossofásque
decorabanlaoficina—.Tresmesesmintiéndolepor“tuculpa”—enfatizó—.¿Sabesloqueha
significadoparamí todoeste tiempo?No,ni siquiera lopuedes llegaraimaginarporqueentumente
no cabe esa posibilidad. Tu bendita “sequía” de seguro es lo que colmacadaunodetus
pensamientos.
No pude dejar de soltar una enorme carcajada oyéndola con muchaatención.
—Exsequía—corroborésóloparacabrearlaunpoco.
—¿Cómo?¿Yatelafollaste,malditodesgraciado?
Caminé hacia ella evitando no reír más como el idiota que hace unmomentoatráshabía
invadidotodomicuerpo.
—¿Quéocurre?¿Yaquieresretractartedetodonuestroplan?
—Plan te voy ahaceryo cuando te corte las… ¡Mierda,Black! ¿Enquémomentode
debilidadtehicecaso?
Meacerquémásaellatraslonerviosaqueseencontraba.Ameliaparecíaestarfueradesíy
realmenteatribulada,pero¿porqué?¿Porquésusojosverdes,depronto,memostrabanalgoqueni
siquieraantesadvertíenellos?
—¿Quétienes?Porfavor,sabesquepuedesconfiarenmí.
Suspiró como si lo necesitara dejando que de su garganta escaparatambiénunprofundo
sollozo.
—Mevoy,Black,memarchoaEspaña—mesoltótalycomosiestuvieraliberandouna
pesadacarga.
Mequedésinhablaymáscuandocomenzaronarodarporsussonrojadasmejillasunparde
lágrimasqueevidenciabansugrandísimafrustraciónytristeza.
—Yellanolosabe.Melargodentrodeunasemanayaúnnohetenidoelvalorsuficiente
paracontárseloporelsimplehechodequelehementidotodoestetiempoconrespectoatiy…lo
demás.
Nopudedejardecontemplarlacomocerrabalosojosaltiempoqueconunadesusmanos
limpiabasusemblanterealmenteenfurecida.
—Amelia…
—¿Tedascuentaquesucederásialgúndíallegaasaberlo?¿Siporobraygraciadelcruel
destinosedaporenteradadequelementívilmenteporprotegerteelculo?—clavósupenetrante
mirada sobre la mía—. No sabes la agonía que vivió y sintió en carnepropiacuandoluchabasportu
vida; no imaginas lo duro que fue escuchar y digerir cada una de lashumillacionesdelazorradetu
mujer…
—Exmujer—lecorregíalinstante.
—Aúnestáscasadoconlavíboradedoscabezas,¿ono?
Guardé silencio evitando expresar un par de palabrotas en contra de supersona.
—Másaún,cuandolerecriminóqueerauna“asesina”.
Ante aquella frase dicha con tanta seguridad mi mandíbula terminódesencajándose.Eso,
realmentenolosabía.
—¿Por quémierda crees que anhelaba alejarse de ti? ¿Por qué deseabasumirseensupropio
dolorynovolveraverturostro?¿Porquételoocultétodoydecidínodecirtenadahastaahora?
¿Por simple gusto? No, Blue Eyes, ¡por la simple razón de que si túsufristeconaquelmomentode
ausencia ella terminó haciéndolo el doble o, más bien, el triple! ¡Lamalditaperradetumujerla
corriódetuvidaalaparecerseasí,delanada,diciéndoleyasegurándolequeeraunaasesinayque
todoestabaplaneadoparatideesamanera!Ademásdeenrostrarleensupropiacaraqueera“tu
mujer aún”, que siempre lo sería y que si no se apartaba de tu ladosufriríaslasconsecuenciasal
igual que... —tomó aire antes de continuar—. En ese momento, AnnaconocióaLeo.Lovioenlos
brazosdeMirandaporprimeravezllamándote,pronunciandotunombre
mientrascientosde
recuerdos invadían la fragilidad de su mente. Se reflejó en aquel niño,Black.Todasycadaunade
susvivenciasfueronpartedeloqueLeoesparatiydeloquesignificasparaél.¿Tedascuentapor
qué me duele tanto ser parte de todo este maldito lío? ¿De todo esteengañodelcarajoquemetiene
podrida?
Ahoraelquecerrólosojosfuiyo.Ameliateníatantarazónentodoloqueexpresaba…
—Nolosabía.Selopreguntémuchasveces,peroella…
—Sesuponíaquenolosabríasjamás—unadesusmanospalmearonunodemishombros—.
Digamosquefue…unacuerdoquehoyacaboderomper.Mevoy,Black,ynoquierohacerlo,pero
unapartedemímedicequeellaestarábiencontigosiempreycuandotedignesahablarconla
verdad,porqueesoharássiquieresmantenerteensucamino.
Alcélavistaanteloquedecíacontantafacilidad,comosituvieseeldondelhabla.
—Noséenqueplanoseencuentranustedesdos.Nosésiyatelafollastecomodebías.
Volvíasonreír.
—Perosinolohashecho,hazlo,porqueesamujertercaestálocaportiynomerecesufrir
másde loqueya lohahechodurantesuvida.Annaansíaquealguien laprotegaconnormalidad,
necesitaserfeliz.Asíquedejatusjueguitosdeladoytodostusmisteriosparaconella.Enfréntala,
diledesdeelfondodetualmatodalaverdad.
Suspiré como si lo necesitara.No iba a entrar en detalles,menos sobrecadaunadelas
decisionesquehabíalogradotomar.Porquemeprometíquelaprotegeríaatodacostaaúncuando
algunavezeldestinohicieradelassuyasparaquenoestuviésemosjuntos.
—Black…—insistió Amelia tras emitir un murmullo viendo comomeponíadepieydirigía
mis pasos hacia el enorme ventanal que daba de lleno hacia la ciudadempresarial.
—Estaveznodejarénadaalazar—comentéconlavozduraaltiempoquecientosdecrueles
imágenesqueaún teníaalojadasen lamenteme recordaban todo loquehabíaocurridoesamaldita
nocheenquefuiensubúsqueda—.Estavez…todoserádiferente.
—Annanoestumuñeco,Vincent.Ellatienevidapropia,recuérdalo.
—Lacualestuveapuntodeperder.Noestuvisteahí,Amelia,novistenisentisteencarne
propiaelmiedoensusojos,elpavorcorrerporsupiel…—evoquéconnitidez.Porqueaúntenía
aquellamirada inserta enmi cabezade la cual nomepodíaolvidar por
másqueasílodeseara.
Selevantóyfueamiencuentroparaquedarseamiladoporuninstanteencompletomutismo
consusojosobservandoelhorizonte.
—No,noestuveahí,peroviví juntoaellacadadolor,cadaagonía,cadaafrentay
recriminacióndeesosdosbastardosquelehicieronlavidaimposiblepormuchosaños.Lavillorar
infinidadesdeveces,laabracéyreconfortéunascuantasmás.Porellotelopido,silaamastanto
comoprofesas,sólodilelaverdad.Ellatienederechoasaberquedurantetodoestetiempoestuviste
asuladotambiéndeesaotramanera.
Volteé la vista para admirarla notando como se cruzaba de brazos yenarcabaunadesus
cejas, pero tragué saliva dejando de lado todo mi nerviosismo cuandopercibíquemeotorgóun
guiñocondulzura.
—Pardetercosycabezotas,talparacual.
Aquello me hizo sonreír porque… yo también consideraba que esoéramos.Unapareja
perfecta.
—Venaquí,malditodesgraciado.Dameunabrazoparaquesemequitentodaslasganasque
tengodecortartelas…paraquevoyaentrarendetallessisabesaquémerefiero.
La abracé con cariño, con delicadeza y extrema gratitud porque a esachicaledebíamivida
entera,hastaquenuestrasmiradas,automáticamente,sevoltearonhacialapuertademidespachoque
se abría de par en par cuando que Emilia entraba por ella quedándoseboquiabiertaconloqueveía.
—Vincent,tú…¡Vaya,vaya!¿Otrazorramásparatucolección?
Como si fuera un volcán en erupción, Amelia ardió de ira lanzándosecontraellacuandomis
manostratabandedetenerla.
—¡Tevoyapartiresabocavenenosa,víboradecuarta! ¡Aquiénmierdacreesquetratasasí!
—Unmomento…yoatiteconozco…—suslabioscomenzaronadibujarunamaquiavélica
sonrisa.
—¡¿Quéhacesaquí?!—legritéfuerademiscabales.
—Esmiempresa—subrayó,fulminándomeconsusojosfelinos.
—¡Sal de aquí! ¡No tienes derecho a entrometerte enmi oficina de estamanera!
—¡Uy,querido,quégenio!
—¡Déjame despelucar a la zorra anoréxica, Black! —insistía Amelia,furibunda.
—¡Hedichoquesalgasdeaquí,Emilia!¡Saldemivistaahoramismo!
—¡Ay,amorcito,senotaquetegustanlassalvajes!
—¡Lárgate, ahora! —vociferé como un demente encolerizado,pretendiendoportodoslos
medios posibles no descontrolarme y retener a Amelia para que no lahicieraañicosconsuspropias
manos.
—Éstasíquetienecarácter,nocomolaotramojigataquesalióhuyendocobardementeconel
raboentrelaspiernas.
—¡Teexijoquemesueltesya!¡Aéstayolamato!
MebastósólounrápidomovimientoparasacaraEmiliadeallí.Queríaaesamujerfuerade
mivida,demiespacioporqueal tenerlacercayde tansóloescucharsuvozlaaborrecíaaúnmás.
Por lo tanto, sin piedad, terminé jalándola por una de sus extremidadesclavándoleademás,todami
furiasobresusemblante.
—¡Hedichoquetelargues!
—¡Suéltame,imbécil!¡Mehacesdaño!
—¡Sal de aquí y no vuelvas a entrometerte! ¿Me has entendido?—unaabsolutairame
invadiómientraslahacíaretrocederobligatoriamentefueradeldespacho.
—¡Vincent,porfavor!
Peronopodía razonar, nohastaqueoí la vozdeDuvall que exclamabaconfuerzaala
distancia:
—¡Suéltala!
Yasílohicealzandolavistahaciaelbastardoqueteníafrenteamí.
—¡Estásloco!¡Teestásvolviendouncompletodemente!
—¡Cierratumalditaboca,Emilia!
—¡Nomevoyacallar!¿Quiéntecreesqueeresparatratarmeasí?¡Soytuesposa,porDios!
Suspalabrasmehicieronreírcomosihubieseoídoelmejordeloschistessalirdesu
ponzoñosaboca.Situéunademismanos enmibarbilla la cual acariciéporuncortoinstantesin
perderdevistaaeseparderatasdelamásbajacalañaquesevictimizabanfrenteamí.
—Emilia, Emilia, Emilia… ¿quieres que te recuerde cuándo dejaste deserlo?
Surostrosecontrajoenunanotoriamuecadedesencantocomosipudieradecirmeconella
un:“noteatrevas”.
—¿Oprefieresqueexpresedelantedetu“perritofaldero”ydetodos,conquienaúnnote
has acostado? —crucé mis brazos por sobre mi pecho esperando una
prontarespuestadesuparte.
—¡Eresun…!
—¡Anda,dilo!¡Soyunqué!—laincitéaquehablara,aquemelogritaraalrostro.
—Emilia, basta, por favor—le susurróDuvall intentando que dejara demontarelshowde
víctimaquenolequedabaparanadabien.
—Hazlecasoaturata,Emilia,alaescoriaquetienesatuladoporqueesoesloque
precisamenteesAlexDuvall.
Suvistarecayósobrelamíacomosinconellaquisieracerrarmelabocadeunsolo
puñetazo. Si hasta trató de dar un par de pasos hacia mí dispuesto acontrarrestartodoloquele
manifestaba.
—Detente—leordenóella,colocandounadesusmanossobresupecho—.Noesnecesario
quehagasnada.
Entrecerrémisojosaúnconlavistapegadaalasuyaantesdevolveraoírcomoexclamaba,
fervientemente:
—¡Eresunmiserable,VincentBlack!
—Miserableonotequierofuerademivida,¿meoíste?
Rióexageradamenteantesdeproseguir.
—Losiento,querido.Esometemoquenoseráposibleyaquemuyprontotendremosgran
partedeloquenoscorrespondeporderechopropio,mihijoyyo.
Odiaba y me enfurecía de sobremanera cuando inmiscuía a Leo ensituacionescomoesta.
—Deseaste aquello desde el primermomento que pusiste un pie en estepaís—lerecordé—.
No me sorprende, tus ansias de poder y avaricia te quitaron la pocadignidadquetequedaba.
—¡Callate!
Movími cabeza hacia ambos lados sopesando siempre lomismo:“conesamujerdebía
tenercuidadoymásconAnnaamilado”.
—Mecallarésiempreycuandoentiendasycomprendasqueentretúyyohacemuchosaños
noexistenada,¿meestásoyendo?¡Nohayniexistiránada!—recalqué—.Puedesquedartecontodo
siasíloquieres,peroamínovuelvesaamenazarme.Jamásmehastenidoentusmanoscomocrees,
ninuncame tendrás.Ya te lodijeunavez,noquierovolvera repetirlo,pormípuedesmarcharteal
demonioycuantoanteslohagasmejor.
Sucaradesfiguradaporlarabiameadvirtióquenadabuenopasabaporsumenteysus
manos,totalmenteempuñadas,medabanaentenderquesimetuvieseentreellasmeestaría
asfixiandorealmentecomplacida.
—Tevoyaquitaresaestúpidasonrisadelrostro.¡Teharéaúnmáslavidaimposible!
—Emilia,porfavor…—pedíaDuvallmientrasselomanifestabaaloído—.Novalela
pena,noasí.
—Creoqueenesonohaydiscusión,“querida”,porqueenesetemaereslamejor.Telo
advierto,aléjatedemividaydetodoloqueamíconcierneyhazconlatuyaloqueseteplazca.
Sonrióparamimalasuertecomosiloestuvieradisfrutandoaltiempoquemevolteabay
volvíaaentrardellenoenlaoficinacerrandolapuertadeunsologolpe.
—Dejade lado todoelespectáculo.Piensacon lacabezasideseashacerlascosasbien.
Aúnconlasonrisaestampadaenelrostropronunciófuerteyclaro:
—Hazesallamada,Alex.Quierosabertodosobrelazorraqueestámetidaensudespacho.
—Emilia…
—¡No me contradigas, joder! ¡No es una maldita sugerencia la que teestoyhaciendosino
dando una orden! Cuando digo que quiero saberlo todo, es porquerealmenteansíosaberlotodo,¿me
oíste?
Alexsuspirómientraslatomabaporunadesusextremidadesparaguiarlahaciauncostado
del hall de informaciones donde Esther se aprestaba a regresar a sutrabajo,bastanteincómodaconla
situaciónquehabíaacontecido.
—¡Basta,mujer!¿Quépretendes?¡Tecalmasonotendrásmiayudaparaloquequierasque
estésplaneando!
—¡Cierra tu jodida boca! Ya estás metido hasta el tuétano en todo esteasuntoaligualquelo
estoy yo. La herencia del viejo será mía en un par de días cuando eltestamentosehayaleído.¿No
quierestupaga?¿Noteapeteceesedinero?
Alexsonrió,yaquecomoporartedemagiasusojosseiluminaronanteloqueoía.
—Esoessóloelcomienzo,Emilia.Terecuerdoquetu lindoydeliciosopellejoestáenmis
manos.
—No seas imbécil, no me amenaces ni me contradigas. Llama a tucontacto,hazloquetengas
que hacer y deja de hablar estupideces sin sentido porque sabesperfectamentedequiénsoyyde
quién seré, amorcito. ¡Y ahora hazlo! Quiero saber quien es, lo quesignificaensuvidayhacia
dondenosllevaporqueestoydispuestaatodocontigoosinti.
Mientrassemordíaellabioinferior,AlexbuscóensumóvilelnúmeroalcualEmiliale
exigía contactar, todo a vista y paciencia de una insidiosa mirada queesperabaimpaciente,aqueello
ocurriera.
—Sí.Soyyo.Escúchame,atentamente.¿Tevendríabienundineritoextray…algomás?
***
Labrisatibiadelamañanaacompañabanuestrocaminarporel inmensoparquequese
mostraba ante nuestros ojos. Damián había cumplido su advertencia acabalidadllevándomea
desayunar con creces.Digo con creces porque ese hombre en definitivaeradearmastomar.No
aceptaba un “no” como respuesta, menos un “tal vez ” porquesencillamentenisiquieralostenía
incorporadoensuvocabulario.
Nopuderesistirmeaprobardetodoloqueordenóenunalindaycómodacafeteríaalestilo
parisino queme dejómuda por sus colores, su decoración, el ambienteconesadelicadamúsica
instrumentaldefondoqueinundabamisoídosysuboca,quenodejabadeparlotearyreírcomosi
fueraunniñochiquitoconsujuguetenuevo.Porqueasíeraelvecino“elasesino”aquientenía
ahoraamiladomientrasmeacompañabaatomaruntaxiquemellevaríahacialafacultad.
—Realmentemesorprendes,Damián.
—Deesosetrataba.Notéentumiradaunapizcadeodioelcualquisequeapartarasloantes
posibledeti.
Alescucharlorodélosojos.
—Contigo es un tanto complicado cerrar la boca, Anna. Tu lengua esbastantemordaz,¿telo
habíandichoantes?
—No, para nada —me burlé, obteniendo de su parte una mueca desorpresaquemehizo
sonreírdeinmediato—.Soyexasperante,losé.Veteacostumbrando.
—Lo haré, no te preocupes, porque creo que nos veremos bastante amenudo.
“¿Quétepasa?¿Veteacostumbrando?¡¡Porquéledijisteeso!!¿Quénotebastóconreír
comobobaduranteeldesayunoqueahoraintentascoquetearle?”
¿Coquetearle?¿Yo?
Tosíunpardevecesantelaspalabrasquemiconcienciamedictaba.No,noleestaba
coqueteando, al menos, pretendía que las palabras de mis labios nosalieranconeseafán.
—Serámejorquemevaya.Hoyesundíabastantecomplicadoparamí.
—¿Porqué?—quisosaber,cogiéndomedesprevenida
—Porque…¿sí?—contestésinentrarendetalles.Yahabíaabiertobastantelabocamientras
charlábamos contándole a grandes rasgos sobreAmelia y lo que ambasestudiábamoscomopara
ahondaraúnmásenotrostemasquenoveníanalcaso.
—¿Ydóndequedólaconfianza,chicamisterio?
—La confianza, vecino, se gana no se regala —subrayé—. Así que…muchísimasgracias
porllevarmeadesayunaraesebellositioquenisiquierasabíaqueexistíayquemeencantó.
Detuvosucaminar,observándome.
—Estoyparaservirte.Cuandolodeseespodemosrepetirlosinproblemas.
—Unavezestábien,dosseríaaprovecharmedeti—.¿Porquédetrásdesupícarasonrisa
percibíalgoextrañocomosi,depronto,aquellolehubiesegustadocomosonaba?
“Porquenohayquesermuyinteligenteparaadvertirquesóloquierequeteaprovechesde
él,tonta.¡Notedascuentacomotemiraconcaradeperritobaboso!”
Tragué saliva nerviosamente negándome a digerir cada cosa que lacondenadaafirmabacomo
siestuvieraplenamenteseguradeello.
—Yo…eh…yaestarde—fijélavistaenmirelojdepulsera.
—También lo es para mí. Debo asistir a una reunión muy importante
dentrodepoco.
—Pues…quetevayaexcelente—mesonrojéaltenersusojosclavadosenlosmíoscomosi
atravésdeellosquisieradecirmealgomás.
—Deseguroasíserá,Anna.¿Estarásbien?
¿Yporquéteníatantointerésensaberlo?
“¡Tú,sinceramente,necesitasvisitaraunoftalmólogo!”
—Claro…¿quépodríasuceder?
—Enlaconfianzaestáelpeligro,Anna.Vemoscaras,peronocorazones.Nodebemos
fiarnosnidequientenemosfrenteanosotros.
—¿Lo dices por ti? —volví a interrogarlo tras cruzar mis brazos porsobremipecho.
Asintió, pero ahora apartando la bonita sonrisa que momentos antesinvadiósusemblante.
—Muchas cosas podrían ocurrir en un abrir y cerrar de ojos y cuandomenosloesperamos.
Sóloasegúratedeobservaryconfiarenlaspersonascorrectas,porfavor.
Esta vez la que asentí fui yo, patentemente consternada con lo quemásbienmeparecióuna
claraadvertenciaqueunasimplesugerencia.
—Sitúlodices…perodejadeladoelmisterio,¿quieres?Osinceramentetendréque
llamartedesdeestemomento“Dr.JeckillyMr.Hyde”.
Yenunrápidomovimiento,sinqueloadvirtiera,terminóacercándoseamioído,enelcual
susurrólassiguientespalabrasconunasutileinusitadavozquemehizoestremecerdepiesacabeza:
—Lascosasnosonsiempreloqueparecenser,recuérdalo.Notodoestanclarocomocrees
quees.
Despuésdeaquelinstantequemepareciódelomásextrañoeinusualsubíauntaximientras
Damiánsequedabaobservándomedesde laaceraconlavistaclavadaenmidirección,dejándome
totalmente perturbada con aquel último enunciado que no cesaba de darvueltasalinteriordemi
menteconsumainsistencia.
SuspirémientraslaveíapartirentrecerrandolamiradayrecordandocadadetallequeAnna,
sinquererlo,mehabía revelado trasnuestra conversación.Pero tambiénsonreídemediolado
corroborandoloastutaqueera,obviamentenomásdeloqueloerayo.
Saquémimóvildesdeunodelosbolsillosdemichaquetaparaconfirmarlareuniónqueen
menosdemediahorasesuscitaría,comolohabíamosacordadodesdeunprincipio,cadados
semanas.
—Buenosdías.AquíÁguilaReal,reportándose.Tengonoticias.
Estabaimpaciente,verdaderamentemuyimpacientedespuésdelaltercadoconEmiliaque
instauróenmíunhumordeperros,yquépodíadecirdeDuvall,sicadavezqueloteníapordelante
misganasdepartirle lacaraaumentaban,considerablemente.Esecabrónlahabíasacadobastante
baratadespuésdelaafrentaenlacualnoshabíamosenfrascado,porquesipormíhubiesesidolo
habríahechoañicosconmispropiasmanos.
Herví de rabia e impotencia porque la charla con Amelia, en parte,tambiénhabíaterminado
por dejarme perturbado y hasta del todo preocupado. Ella tenía mucharazónenciertascosas,pero
noasíenotras.HabíatomadoladecisióndeprotegeraAnnaconmividayeso,lamentablementeno
admitía discusión, menos después de todo lo que había ocurrido en elpasado.
Esthermecomunicóquealguienesperabapormí.Sabíaperfectamentedequiensetrataba.
Por lo tanto, sinperdermás tiempoy tratandode controlar la furia quellevabaacuestas,lorecibí.
LapuertademioficinaseabrióyEricksonentróporella,serio,formalysumamente
reservado,talycomolohabíahechodesdeelprimermomentoenqueloconocí.Nossaludamossin
cruzar más que un par de palabras, era lo habitual, lo que habíamosacordado.
—Buenosdías, señorBlack.Aquí tieneel sexto informe—secamente loarticulósinatisbo
desentimientoalgunoenelrostro.PorqueasíeraDamiánenquienhabíadepositadotodami
confianza,convirtiéndoseenlasombradeAnnamás,específicamente,ensuguardaespaldasdesde
hacíayatresmeses.
Lo recordaba como si fuera ayer. Agustín, mi amigo y ex Piloto deGuerradelaFuerza
Aéreahizo los contactospor expresapeticiónmía.NecesitabaqueAnnaestuvierabien,ademásde
protegida y custodiada.Después del secuestro y la horrorosamuerte deDanielamanosdelbastardo,
no dejaría que el azar hiciera nuevamente de las suyas. La primera vezhabíasidounimbécil
confiándome hasta de mi propia sombra, pero ahora… claro que no…todoseríadiferente.
DamiánEricksonerasunombre.Cargo:excapitándefuerzasespecialesenmisionesdepaz
dealtaescala.Gradomilitaractual:dadodebaja.Motivo:unabalahabíaterminadoconsucarrera
militarenelGolfoPérsicodebidoaunenfrentamientoenelcualestuvoapuntodeperderlavida.
Losmédicosauguraronqueaunquetuvieraunaleveylentarecuperación
sucondición,despuésde
haber recibido una herida por arma de fuego en la columnacomprometiendovértebras,
imposibilitabasubuendesempeñoen loquehastaeseentoncessignificótodasuvida.Ocasionaba,
además,unaltogradodediscapacidad,aúncuandoel tratamientoque leseríaotorgadono
proporcionaría una mejoría sustancial en su estado neurológico yfuncional,tansóloactuabacomo
medida de soporte para así disminuir, en cierto grado, las eventualescomplicacionesque
trascenderíanconelcorrerdeltiempo.
Cuán equivocados estaban, porqueDamián se los había dejado en clarodesdeelprimer
momento. Saldría adelante y no para quedarse detrás de un escritorioarchivandopapeleointernode
su estaciónmilitar.Y eso fue exactamente lo que hizo, por esoAgustínafirmabaqueél“eraunode
losmejores”.
—Todoloquesolicitóseencuentradetalladoenelinforme,señorBlack.Meheremitido
directamente a los puntos a considerar enmarcados después de nuestraúltimareunión.Nadaha
cambiadoenlarutinadiariadelaseñorita,aexcepcióndesuvisitaa…
Lointerrumpí.Nonecesitabadetallesporquelosconocíadesobra.
—Gracias.Ellaya…
—Sí, señor. Ya nos conocemos —sin entregarme los pormenores loafirmóporquetampoco
se los pedí. De seguro, los encontraría más tarde cuando leyera elinforme.
—Niasolniasombra,¿entendido?
—Sécualdebesermidesempeñoentodoestoydelaformaenquedebollevarloacabo,
señor.LaseñoritaMarksnisiquierasospechaqueestásiendoresguardada,menosquesuvecinono
esquiencreequees.
—Perfecto.Esomeotorgaunpocomásdetiempo.Recuérdalo,porfavor,jamásdebe
saberlo,menosquehasestadovigilándolaysiguiendodecercacadaunodesuspasos.
—Asíserá,señorBlack.Puedeconfiarenmí.
Un profundo suspiro se me arrancó del pecho cuando nuestrasanalizadoras,inquietantesy
poderosasmiradasseconectabanentresí,comosidetrásdeellashubieraalgomásqueaúnno
lograbadilucidardeltodo.
—Séquepuedoconfiaren tiyen loqueestáshaciendo—fue loúltimoquelemanifesté,
tendiéndoleunademismanosparaquelaestrechara.Élcorrespondióalgestocuandounapequeña,
perosignificativasonrisasedibujósobresubocareteniendodentrodesucabezalahermosamirada
marróndelaqueaún—pormásqueasílodeseara—,nosepodíaolvidar.
CapítuloIX
―¡Oh,Dios!¡Sí!¡Sí!¡Malditoseas,Alex!
Sonreísindetenermemientrasempezabaamovermeconmásfuerzaparaentrarysalirdeella
enunritmofrenético.
―¡Eres un animal, cabrón!―gimió ante los incesantes embistes que lepropinabaenaquel
cuartosemiiluminadodelhotelenelcualnosencontrábamoscadaciertotiempo.
―Dilootravez―laincitéconfervor,percibiendocomosedeleitabaconcadaunadelas
profundaspenetracionesdemimiembroquelavolvíanloca.
―¡Eres un animal y si pormí fuera te querría así todos los días demivida!¡Diosmío!
Meestabaquedandosinalientoconelritmodesenfrenadoenelcualnosestábamos
enfrascandoenesacamaquecadavezsehacíamásymáspequeñaparanosotrosdos.
―Siguehaciendotu trabajoqueyoharéelmío,princesita,ysi lohacesbienpuedequehasta
obtengas bonos extras ―vociferé ya con los dientes apretados. Estabacerca,lobastantecomopara
descargarmedentrodesucuerpoyacabarasíconmibuenaaccióndeldía.
―Contalqueestoseapartedelapaga…¡Sí,sí…!¡Porfavor…!
―Porfavorque…
―¡Maldita sea! ¡Dámelo todo! ―suplicó a punto de dejarse ir en unorgasmoavasallador
que tensó su cuerpo en cosa de segundosmientras jadeaba y gritabaminombrecomounacondenada
loca.Sí, losé,eraunmiserablebastantegeneroso,ysindudaalguna,elmejordetodos.
Bajé la cabeza esperando mi momento, el que llegó tras un profundoembistequelepropiné,
elcual lequitóhasta larespiraciónnotandocomoseestremecíabajomicuerpo.
―¡Maldición!―percibícomotodomisersecontraíaante lasunaymilsensacionesque
liberaba en este excitante juego, en estos encuentros clandestinos queobedecíanaunsoloobjetivo:
recordarlequehicierabien supartedel trabajoqueclaramente,no teníaningunarelaciónconloque
Emiliayyoteníamospactado.
Dejé que mi cabeza cayera a un costado de la suya. Ambos estábamosempapadosensudor
aúnexperimentandoalgunoqueotroespasmodeplacerquenos invadíasinsiquieraapartarnosel
uno del otro. Estaba tan concentrado en cada uno demis planes que no
advertíqueellamehablaba
hasta que una de sus manos rozó delicadamente una de mis mejillasintentando,creo,traermede
vueltaamirealidad.
―¿Qué sucede, Alex? ¿Estás bien? No estarás enamorándote de mí,¿verdad?
Reí demedio lado elevandomi cabeza para clavar la oscuridad demisojossobrelossuyos.
―Princesita, que bromista te has vuelto con cada uno de nuestrosencuentros.
―¿Porquéno?¿Tandescabelladoes,otucorazónyaperteneceaalguienmás?―insistióa
punto de cabrearme, cosa que no iba a conseguir porque tenía quetomármelotodoconhumorysuma
tranquilidadsilaqueríademilado,ymáscuandosignificaba,entodoelconceptodelajodida
palabra,mibenditoboletocondestinoalparaíso.
―Por la sencilla razón de que Alex Duvall no se enamora. Aún no hanacidolamujerque
mehagaperderlacabeza.
―Ylamillonariaesa…
―Emilia ―corregí, desprendiéndome de ella ante su atenta mirada―.¿Conocesaquella
frasequedice“negociossonnegocios”?Puesesoesloqueliteralmentesignificaparamí―.Me
levanté de la cama dispuesto a darme una ducha y salir de allí,prontamente.Porhoyyahabía
acabado.
―¿Quieresquevayacontigo?Puedoserdemuchautilidad,Duvall.
Medetuvedegolpeenelumbraldelapuertaqueibaendirecciónhaciaelcuartodebaño
mientras deslizaba una demismanos pormi sedoso cabello. Le sonreísiniestramentealescucharla
dedicándoleunsoloapelativodevuelta:idiota.¿Quiénsecreíaqueera?
―Quizá, en otra ocasión. Tú y yo tenemos un trato y si quieresmantenerloenpieserámejor
que te remitas a lo que aceptaste desde un comienzo. Nadie te obligó,princesita.Asíquetomatus
cosasydejadehablarincoherenciasqueyaestiempodeactuar.
Rióapenasmeescuchó,levantándosedelacamaconlasábanaacuestas.
―Si supiera como la engañas, si realmente esa mujer se diera porenteradadetodoslos
planesquetienesenmente.
Movímicabezadeladoaladoanteloqueoía.
―Peronuncalossabráyesperoquedetulindaboquitanosalganadaomeconocerásdeuna
particularmaneraque,créeme,noquerrásvolveraverentodatujodidaexistencia.¿Estamosde
acuerdo?
Unabreve,perosonoracarcajadadejóescaparcuandoyaposicionabasucuerpofrenteal
mío.
―Simedasloquequieroharéesoymuchomás―unadesusmanosfueapararenmi
miembroelcualcomenzóaestimularlentaysugerentementedejandoquelasábanaquelacubría
cayera hasta nuestros pies―. A mí no tienes que amenazarme, guapo,porquesabesquedesdeel
primerinstantedecidíserpartedetodoestosinningúntipodecondición.
―Noteamenazo,sóloterecuerdotulugarentodaestahistoria―sentísumanoaferrarsea
mipeneconmásfuerzaenclarodesacuerdoaloquesabíayconocíadesobra.
―Tu boca es tan retorcida al igual que tu mente, Duvall. Vienes, metomas,mefollascomo
unanimalypretendesqueyo…
―No pretendo ―corregí mientras la arrinconaba contra la pared y lafulminabaconla
vista―. Sólo exijo lo queme corresponde de vuelta. ¿O qué? ¿Te pusedesdeunprincipiolapolla
enlaboca,princesita?
Yesofuetodoloquehizofaltaparaquedespuésdeesbozarunasonrisatraviesa,terminara
deslizándosehaciaelpisoconsumasuavidadaltiempoquepercibíacomo
metíamipeneyaduroen
subocaparacomenzara cantarunamaravillosamelodía. ¡Malnacidoydichoso!¿Podíapedirmás
después de cogerme a quien quería sin que nada ni nadie lograradetenerme?Sípodía,claroque
podíapedirmás...
Misemblantecambióalalojarenmimentealúnicorostroquedeseabaenestemaldito
momento teneramispiesydeesta tangratificantemanera.Yla tendría,sólomebastabaalgode
tiempoparallevarloacabo,ademásdeunpocodeserenidadyestrategia,porquesilaputaquetenía
debajo hacía perfectamente su trabajo Anna sería mía y el imbécil deBlack―sonreíamisanchas―
pasaríaasersólouncadávermásalcualEmiliaseencargaríadeenterrar.
***
Nosupecomoel tiempotranscurriótandeprisaylanochesedejócaersinquemediera
cuenta de ello. La biblioteca poco a poco comenzó a ser desalojadamientrasmeperdíaenla
cantidaddelibrosqueteníadispersosamialrededor.Misojosdenotabancansancio,dehecho,
estabaagotada.Me lohabíapasado trabajandoenmi tesisgranpartedeldíasinsiquieraponermea
pensar en que debía comer o, incluso, ver la hora para regresar a casa.
Estabatanconcentradaenlos
versos de Neruda, en cada una de sus palabras, en lo que realmentesignificabanquenoadvertí
cuandoAmeliasedejócaeramiladoobservándomeconunainquietacaradepreocupación.
―Nomedigasquehasestadotodoelsantodíametidaaquí,ratoncitodebiblioteca.
Asentícuandounpoderosobostezoseapoderódemiboca.
―Esoparamíesun“sí.”¿Porquénocontestastudichosoaparatito?Esequesellama
teléfono.¿Loconocesporcasualidad?
Me encogí de hombrosmientras lo sacaba demi bolso y advertía en lapantallalasmásde
veintellamadasperdidasqueteníaregistradas.
―¿Eratantaladesesperaciónporencontrarme,AmeliaCosta?Sabíasqueestaríaaquí.
―Te llamé tansólocincoveces,chica lista―terminóarrebatándomeelmóvildelasmanos
para comenzar a pronunciar en tono de burla lo siguiente―: ¡Black,Black,Black!¡Aalguienledebe
estarhirviendoynoprecisamentelacabeza,AnnaMarks!
Unsolosegundomebastóparatomarloentrelasmíasycerciorarmesiloquedecíaera
totalmenteciertooproductodesulenguamordaz.
―Yoquetú…―rió―…lohagosufrir.Seguroydespuéssedejacaerportudepartamentoy
tedaalgomásqueunasbuenasnalgadas.
Movímicabezahaciaambosladosentrecerrandolamirada.
―Además,quieroquevengas conmigo.Tenemosquehablar túyyo, esimportanteyno
quieroaBlueEyesfisgoneandoporahí.Esehombreyaesexasperanteconsusolapresencia.
¿Porqué,depronto,sospechéquenadabuenohabíatrassupetición?
―¿Qué sucede? Ya estás logrando queme duela la panza. ¿Qué tienes,Ame?
Suspiró profundamentemás que un par de veces fulminándome con susabismanteseintensos
ojosverdesquenomeperdíandevista.
―Toma tus cosas. Iremos por algo de comer y lo charlaremos en tudepartamento.Esto…es
complicadoynoquieroquenadienosinterrumpa.
―¡Estásembarazada!―chillécomounalocaposesacuandomisojossedesorbitaronal
igualquelohacíanlosdelascaricaturasenlatelevisión.
―¡Nooooo!¡Porfavor!¿Dequién?¿DelEspírituSanto,porejemplo?
Vaciétodoelairequeconteníanmispulmonesentansolounsegundo.Porsucarade
contrariedadysunotorioenfadomeloestabamásqueconfirmandoyante
ellonoibaaprofundizar.
―¡Toma tus cosas, loca!―me regañó―. ¡Y por favor, deja de pensarestupideces!
Embarazadayo…¡Ja!
Reíacomodándolotodomientrasmimóvilvibraba.AlcélavistahacialosojosdeAme
quienyasonreíadivertidísimaincitándomeaquenolohiciera.
―Pero…
―Dejaquehierva,Anna.Desaparecedesuvidaylotendráscomiendodetumanocomoun
cachorritohambriento.
Traguésalivanerviosamentemientrasmisojossedeteníanenlapantallaconelnúmero
desconocido que estaba inserto en ella. Yo… anhelaba escuchar su vozaunquesabíaqueloprimero
queoiríaseríaalgunadesusrecriminacioneshistéricas,porquedesegurolabestiayasehabía
apoderadodeélalnopoderescucharmivoz.
―Vamos, linda, que de eso tu amorcito no se muere ―finalizó,otorgándomeunadesus
sonrisas más traviesas junto a un particular guiño de uno de sus ojosverdes―.Sitevasacomeral
bombonazo de Black primero pruébalo, disfrútalo, saboréalo y luego¡zas!Leplantaselmordisco.
Ambasnosechamosareírcomounascondenadascuandolabibliotecarianosotorgóun
cariñosoycordial“shshshshshsh”quenoshizocarcajearnosaúnmás.
―Recuerdalo, Anna, como a un chocolatito―agregó burlándose de éltrasayudarmeacargar
miscosasymislibrosparasacarmeprontamentedeesesitio.
***
La bestia resurgió y de la peor manera al no obtener noticias suyasdespuéstodoslos
llamadosqueefectué.Lareuniónsehabíaretrasadomásdelohabitualyyosólodeseabasalirde
aquí para ir en su búsqueda. En resumidas cuentas la palabra“desesperado”sequedabacortaante
lo que parecía brotar de mi piel junto a los mensajes que recibía deDamiánquenoayudabanen
nada, menos conseguían mantenerme calmo. Y el maldito tono demarcadoaúnseguíasonandoenel
teléfono y al interior demi cabeza.De seguro, lo primero que haría alsalirdeestesalónseríairpor
ella, eso no admitía discusión. Anname iba a oír. ¿Quién demonios secreíaqueeraparano
contestarniunosolodemisllamados?
“¿Ytúquiéntecreesqueeresparaexigírselosinisiquierafuistecapazdehacerleelamor
enlacabañatalycomolodeseabas?”
Esa fue una dura estocada que dio de lleno en mi corazón y me hizoanhelarlaaúnmás.
Porque en instantes como este, cuando se desaparecía de mi vista, mehacíasentirelhombremás
inútil y vulnerablede todos, al igual que lo fui aquella noche cuando elmalditopavorseapoderóde
míalversusojosclavadosenlosmíosydeloscualesnunca,pormásqueasílodeseé,mepude
olvidar.
MellevélasmanosalcabellomientrassuspirabaantelaatentamiradadeEmiliaquenome
dejaba en paz, analizándome, escaneándome, estudiándome a cabalidad,comosiatravésdemis
movimientos quisiera saberlo o, quizá, suponerlo todo, hasta que miteléfonovibróhaciéndome
estremecer. Lo tomé de inmediato sin siquiera respirar. Acaso, ¿podíahacerlodespuésdelo
ofuscadoquemeencontraba?
“Annaestábien.SedirigeacasajuntoconsuamigaAmelia.Sigodecercasuspasos,
señor.¿Algunaotraindicación?”.
Nodemorémásquedossegundosenresponder.
“Nolapierdasdevistayasegúratequellegueaella.Hazloquesea,todoloqueestéatu
alcanceparaqueAnnallegueacasa,Damián”.
“Loharé,señorBlack.Nosepreocupe.ÁguilaReal,fuera.”
Noséporqué,peroaúnasínopuderespirarcontranquilidad.Algomelodecía,las
sensacionesquemeprovocabaelno tenerlaami lado, esanecesidaddepertenencia,detansólo
ambicionaryescucharelsonidodesuvoz…
―SeñorBlack…¿seencuentraustedbien?―oía lo lejos talycomosiesosenunciados
fueranuneco.
―¿Querido?―insistió Emilia en un claro intento de rozar una de susmanosconunadelas
mías, lasqueapartéal instantecomosihubiese recibidodesuparteunafuertedescargaeléctricaque
mehizoreaccionar.
―Estoybien.Prosigan―manifestéconlavozsecayduranotandocomoellareía,
disfrutándolo.
―¿Seguro, mi amor? ―logró con ese apelativo, con el cual se habíareferidoamí,quetodo
lo que había en mi interior se revolviera haciéndome colapsar. Por lotanto,melevanté,meaparté
de su lado. ¿Por qué?Eso era bastante sencillo de responder. Porque laqueríalejos,lomáslejos
posibledemivista,demiespaciopersonalymásahoraquelabestiaquenodejabadetorturarme
deseabasalirdemicuerpopara teneramiamorentremisbrazosyasí,terminardeunabuenavez,
conloquedentrodeesacabañahabíacomenzado.
***
Por más que lo intenté, por más que reprimí cada sensación no pudehacerlo.Ameliahabía
habladoconlaverdadymásclaroqueelagua.
“Mevoy,Anna,ylosientotanto.Noquierodejarte,noquieroirmesinti,pero…estáesa
beca,mividaenEspañaymiúnicaoportunidaddeencontraraPedro”.
Cuandopronuncióelnombredelgranamordesuvida,delúnicohombrequesehabía
apoderadode su corazón, de su almay de todo su ser nomehizo faltaentenderlotodo.Sólome
limitéaabrazarlafuertementemientrasnuestrossollozosseintensificabanacadasegundoylapuerta
deldepartamentocomenzabaasonar tras losgolpecitosconquealguienanunciabasupresencia.
Ame limpiómis lágrimas tratando de sonreír cosa que, obviamente, nopudohacer.
―Yo iré. Aún no he terminado de hablar y aún no he escuchado tusrecriminaciones.
Suspiréaligualquesifueraunaniñapequeñaqueseencontrabaapuntodeperderlomás
importanteysignificativodesuvida,porqueesoeraAmelia,unapartede
mialmaquelaseguiría
haciadondeeldestinoquisierallevarlalejosdemí.
La puerta se abrió y salió por ella cerrándola de inmediato sin darletiempoalaotrapersona
deabrirlaboca.
―Losiento,perosiBlackteenvióyatepuedesmarchar.Estoescosadechicasyporahora
notenecesitamos.Nosésilograscomprenderlo.
Damiánnisiquieraesbozóunasonrisa,sinomásbiensequedóperdidoenaquellosojos
verdesysurostrobañadoenlágrimas.
―¿Quésucedeahídentro,Amelia?¿Porquéestásllorando?
―Noesnadadetuincumbencia.Yateenterarás.Aesotededicasdespuésdetodo¿ono?
―loencaróabiertamente,peroenunclaromurmullo.
―Anna…
―Estarábien,Damián.Tansólodéjanossolasporestanoche,¿quieres?
―Sabesquenopuedohacerlo.Sigoórdenes―clavósusojosestavezenlapuertadel
departamentoquesesituabaaunoscuantospasosdesdedondeambosseencontraban―.Mitrabajo
esellay…
―¡Acabodedecir que está bien! ¿Quéno lo entiendes?Ahora vete a tu
casaqueyome
ocuparédetodo.
―Sólosimeexplicasporquéambasestánllorandoonomequedarámásremedioqueentrar
poresapuertategusteono.
―Túnoharás nada.Anna es tu trabajo, no tu preocupación.Así que, sidigoqueestábienes
porqueloestá,¿deacuerdo?
Cruzósusbrazosporsobresupechoyahorasísonriódemediolado.
―Ponmeaprueba.
―¡Guardaespaldasonotepuedopatearelculodeinfartoquetienesaquíyahora,asíqueno
meamenaces!―hundióunodesusdedosensu firmepechomientras lapuertaseabríadejándolos
totalmenteabsortosfrentealoqueveían.
―¿Ame?―aúnnopodíadejardellorarfrentealanoticiadelinminenteviajedemiquerida
amigaqueocurriríadentrodelospróximoscincodíassegúnmelohabíainformado.
―Yavoy,linda.Tansóloespéramedentro,porfavor.
AsentícuandolosojosdeDamiánseclavaronenlosmíosdeunaformapocousual,comosi
quisieran empatizar con mi dolor. Y cuando se apartó de Ame paracaminarhaciamí,
posicionándosefrenteamicuerpo,todofuetotalmenteaterrador,porquesumiradaseconectóconla
míamientraslaentrecerrabaysubocaseabría,comosiconellaansiaradeciralgoqueestabaahí,a
punto de ser pronunciado, pero que por obra y magia de mi amiga sedesvaneció.
―Anna,entremosacasa,¿sí?
―Espera―ladetuvoDamiáninterponiendosufornidobrazoenelmarcodelapuerta―.
¿Necesitanalgo?¿Compañía?¿Comida?Loquesea…tansólopídanmelo.
―Gracias,“ vecino”,peroestanochees sólodechicas―unaprofundamiradaacechóla
suyaparaquesedieraporenteradodeque loúnicoquedebíahacererasalirlomásprontodeallí.
―Anna…―perosindarseporvencidofijósuvistasobrelamíaconunaclaraintenciónde
que rebatiera todo lo queAmelia había expresado con anterioridad―…porfavor…loquesea.
―Gracias, pero… tiene razón ―mi voz comenzó a jugarme malaspasadasaltemblarmásde
lonormal―.Estaremosbien…telopuedoasegurar.
Ahoraquiensuspirófueél,talycomosihubieraperdidoesabatalla.
―Bonita ―expresó, sorprendiéndonos e inquietándonos―, ya sabesdondeencontrarme,
¿verdad?
No pude exclamar palabra alguna frente al apelativo con el cual mecalificó.Siconsólo
oírlo de su boca temblé muchísimo más como si fuera una malditagelatina.Entretanto,Ameenarcó
unadesuscejasaltiempoquemejalabaporunodemisbrazosintentandoconellohacerme
reaccionary,obviamente,regresarconmigoalinteriordeldepartamento.
―Gracias,perono“bonito”―subrayó,plantándolelapuertaenlanariz,cerrándolaconun
fuertegolpe.PorquelacarademolestiadeAmesehizomásqueevidentealavistadecualquiera
quetuvieraladecenciadesólomirarlaalosojos―.¿Quélehicisteaesesujeto?Yquierooírla
verdad―mereclamóenseguidaconsusojospendientesdelosmíos.
―¿Aquéterefieres?Apenasloconozco.
―Notehagaslatonta,AnnaMarks.Quenotemiraprecisamenteconcaradecaramelito,
sinomásbienconcarade“tequierocomer,caperucitaroja”.Anda,dime,¿quéesloquenoséy
deberíasaber?
MeencogídehombrostratandodecalmarmeporqueladichosamiradadeDamián,porun
instante,mehabíadejadosinhabla.
―Respondeotesacolaspalabrasdeotramanera,mujerdespiadadaquejuegaadosbandos.
Ahorasimedejócompletamentesinvozalreírcomosisupusieraciertosdetallesdelos
cualesniyoestabaenterada.
―Anna…nomedigasque…
―¡No! ¿Cómo crees? ¡Sabía que estabas demente, pero esto ya es elcolmo!
―¿Yentonces?¿Porquéelorgasmeantevecinotellamó“bonita”?
―¡Pregúntaseloaél!¡Yonotengolamenoridea!
―Cuidado, cuidado… Black tiene competencia ―rió aún más a susanchasmientrasvenía
haciamíparaestrecharmeenungranabrazo,perodejódehacerlocuandosintiólatensiónentodomi
cuerpo―.Calma,bonita,calma―bromeó.
Meseparéparaadmirarlaalosojos.
―¡Cómomepidescalmadespuésdeloquemeacabasdesoltar!
―¿Sobrelodetufamosovecino?
―¡Amelia,basta!
―¡Pervertida!Teestáscomiendoaesechocolatitotambiénynomehabíasdichonada.
Terminósacándomedemiscasillas.
―¡Quéyonomecomoanadie,porDios! ¡Ymucha faltaquemehace,además!Asíqueno
temevayaspor lasramasquedeaquínotemuevessinomelocuentas
todosobreesadichosabeca.
¿Entendido?
―Ven aquí, pequeña idiota. Te quiero tanto―sus lágrimas aguaron sumirada―,ynoquiero
queloolvidesnunca,nunca,nunca,¿meestásoyendo?
―Perfectamente,idiotanúmerodos,siempreycuandovuelvasamídelamanodeese
españolalcualnopudisteapartardetucorazón.
Cerrósusojosconfuerzamientraslabarbillaletemblaba.
―Anna…losientotanto…
Limpiésuslágrimaspretendiendofrenarlasmíasqueatodacostaqueríanderramarsepor
mismejillas.
―Nosientasnadaytansólovive.Esofueloquemedijistemuchasvecesquehiciera.
Ahora,quieroquetúlohagasporqueséquetufelicidadnoestáaquísinoenotrositio.
Abrió sus ojos para encontrarse con los míos y lloró en silencio sinsiquieraemitirsonido
alguno.
―Perdóname.Nomepregunteselporqué,perotansóloyporloquemásquieras,
perdóname,Anna.
Sonreíalmismotiempoquemisemblantesehumedecíaalcontactodelaslágrimasque
brotaban desde las comisuras de mis ojos. Acaricié su largo y rubiocabellotalycomoellalohizo
muchasveces conmigocuandomeconsolaba, cuandomedecía tan sóloconunamiradaquetodo
estaríabienyquesequedaríaamiladoapesardecualquierobstáculoqueseinterpusieraentre
nosotras.
―Tequiero por lo que eres y te querré todami vida, nunca lo olvides.Amigasparasiempre,
vayasdondevayas…
―Sí,Anna.Amigasparasiempre,paratodalavida.
Ydespuésdeotrocalurosoabrazoquenos reconfortómedicuentaqueaunquesefueralejos
estaría más cerca que nunca, porque para nosotras no existía distancia,tiempooespacioquenos
hiciera dudar del inmenso cariño que nos envolvía y que nos hacía sersolouna.Aligualqueaquel
díaeneljardíndeniños,aligualqueaquellasnochesenqueescapabadecasaymerefugiabaenla
suya ante los malos tratos de Victoria, al igual que aquella vez que eldestinomehabíaheridoy
marcadodelapeormanerayaligualqueahora,quelateníatancercademí.
***
MirelojmarcabalamedianochemientrasconducíahaciaeldepartamentodeAnna.Tenía
que verla, tocarla, sentirla, amarla y también escuchar unas cuantasjustificacionesdesubocaque
antes—estabamásqueclaro—,anhelabadevorar.
Comounlocosubílasescalerassopesandounascuantasposibilidades.YasabíaporDamián
queseencontrabaconAmelia,perosólorogabaaquienfuesenecesarioqueeldestinoestuvierade
miladoestavezehicieraqueyasehubiesemarchado,obviamente,porsupropiobien.
Sinpensármelomedetuveaunoscuantospasosdesupuertaparahacerlarespectivallamada
desde mi móvil. Debía realizar las cosas con cuidado, sin despertarsospechasensupersona.Anna
era demasiado hábil intuyendo todo tipo de situaciones y ante elmenorpasoenfalsoqueyodiera
terminaríadescubriéndolotodo.Asíque,esperépacientementeotravezaqueelmalditotonode
marcadomecontactaraconella.Ycuandooísuvoz,másbien,susuavemurmulloyanopudeseguir
conteniéndome.
―Hola…
―¿Anna?―suspiróhaciéndometemblarantelossollozosquelogréoíry
quenopudo
disimular. No había duda alguna, estaba llorando―. ¿Qué tienes? ¿Quésucede,pequeña?
―Nada,Black.Notepreocupes.
―Lo siento,mi amor, ya lo estoy.Así que abre la puerta, por favor, yrepítemelodela
mismamanera,peroestavezmirándomea losojos―.Caminéhaciaelumbralelquedeinmediato
se abrió ante mí mostrándome a mi preciosa sorprendida, con susemblanteenrojecidoysusojos
marrones levemente hinchados. Tal visión consiguió quemi corazón seretorcieradedolormientras
notabacomosupecho subíaybajaba lentamente intentandomantener suritmohabitual.Ycuandome
acerqué,tomésurostroentremismanos,comencéabesarsusojosytodasucaritadelicadamentey
ellaterminórompiendoenllanto.Meabrazó,seaferróamícomosimenecesitarademasiado,como
siloúnicoquedesearaeneseinstantefueraquedarsejuntoamíparaquelebrindaracalor,uncalor
abrasadorqueyameera imposiblereprimir―.Tranquila,amormío.Yaestoyaquí,contigo.
―¡Nome dejes tú también, no te apartes demí! ¡No quiero estar sola,Vincent,nolo
soportaría!―laalcéentremisbrazosretirandoasísuspiesdelpisoparaquesusemblantequedaraa
mialtura.
―Mírame―pedí,aloqueellalohizodeinmediato,perotímidamente―.Déjameperderme
entuenigmáticamiradaantesquetebesehastaperderlarazón.
Suspiróintensamente.
―Escúchamebien.Teamo,AnnaMarks,teaméconmividadesdeeldíaenqueteconocí.
Teaméconlocuradesdequetetuveentremisbrazos,desdequetebeséyacariciéporprimeravez.
Teaméconmialmacuandoteentregasteamísincondiciones.Tedimicorazóncuandoyanopude
separarme del tuyo desde queme confesaste que querías estar conmigoparaconocerlafelicidadde
mimanoyasí,¿osassiquierapedirmequenomealejedeti?
Unapequeña,peroenternecedorasonrisabrotódesuslabios.
―Volví a la vida y a nacer por tu incondicional amor. Te prometí quejamásteabandonaría,
así que…―ahora el que sonrió fui yo y lo hice como un condenadoidiotaenamorado―…notienes
más remedio que quererme, amarme y besarme porque me estoymuriendosinpoderprobartuslabios
―enunabrirycerrardeojoslossuyosseapoderarondelosmíosenunfervientebesosin
limitacionesquenoshizoestremecerdeemociónalentregarnoselunoalotromientrasseaferrabaa
mínegándoseasoltarme.Nadaeratanbuenoyperfectocomotenerladenuevoconsucuerpo
prácticamentepegadoalmío,percibiendocomosupielseentibiabaantelosinevitablesrocesy
cariciasqueregabasobremíyantesubocaquehacíaconlamíaloqueseleantojara.
En ese instante y con ella sosteniéndola entré de lleno al departamentocerrandolapuertacon
uno de mis pies, aún besándonos, aún acariciándonos y dejando que lalocuradeposeernosnos
envolvieraenunespiraldeemocionesquelosdosnecesitábamosvolveravivir.
―Te amo, Black ―gimió contra mi boca cuando sus ojos volvían afijarseenlosmíos
colmadosdeabsolutodeseo.
―Nomásdeloqueteamoyo,pequeña―rocéunpardevecesminarizcontralasuya,
cariñosamente, dejando que sus pies volvieran a situarse sobre el piso.Nuestrasrespiraciones
aumentaban su ritmo a cada mirada, a cada movimiento y a cadasensación.Teníaenmibocasu
sabor, sudulcearoma,peroyoqueríamásydeseaba, sin lugaradudas,muchomásqueeso.
―Teamo,Anna,teamosinpasado,sinrecuerdos,tansóloaquíydesdeahora.
Liberó sus extremidades de mi cuello para comenzar a delinear el
contornodemibocacon
susdedos, loscualesbusquéconmi lenguay lamíenseguidasinapartarmisojosdelossuyos.No
quería perderme ni un solo detalle de cada uno de sus gestos porquedeseabarevivirlosdeprincipio
afin.
Unjadeodejóescaparalsentirlatibiezademibocaparaluegosonreíryasinmáslágrimas
queliberar.
―Tedeseo… tedeseo con todomi cuerpo.Quiero amarte esta nocheytodaslasdemás
porquenoexistehoranimomentodeldíaenquenoquieraestardentrodeti,beberdeti,vibrarjunto
ati.
―Hazmeelamor,Vincent,yterminaconloquenopudisteacabaranoche.
Relamímis labiospara lubricarlosdedicándoleademás,unademismásmaquiavélicas
sonrisas.
―Desnúdame y… luego veremos―añadí en clara alusión a nuestraprimeravezalinteriorde
midepartamento.
―Aburrido ―atacó, otorgándome un guiño mientras comenzaba adeshacersedelachaqueta
deltrajequellevabapuesto―.Muyaburrido―prosiguió,deshaciendoel
nudodelacorbatayla
camisa, la cual desabrochó y me quitó, lenta y sugerentemente―.Definitivamente…―comenzóa
abrirlabraguetademipantalón―…demasiadoaburrido,señorBlack.
Reícomounimbécilpercibiendoelcontactodesusmanosapartándolodemí.
―¿Yahora?―tansólomequedéfrenteaellaconmisboxersArmaniylanotableerección
quehabíabajolaprenda―.¿Teparezcomuy,muyaburrido?
Laqueahoraserelamióloslabiosfueellamientrasdejabacaersusmanossobremitorso
para acariciarlo en primera instancia acercando también su boca parabesarlodeunaasombrosa
manera.
―Anna… te deseo tanto―mismanos se apoderaronde su traseroparaapretarlocon
desespero y ascendieron por sus caderas y cintura en busca de su pieldesnuda,laquenecesitabapor
sobretodaslascosastocarahoramásquenunca.
Lasuavidaddesuslabiosrecorriómispectoralessubiendoybajandoporellos,
disfrutándolos, cuando ya sus manos se deshacían de mi ropa interior.Traguésalivamásqueunpar
de veces porque Anna, a cada segundo, me hacía trizas la pocaconcentraciónquemequedabaymás
loconsiguiócuandosubocabajóinevitablementeparaapoderarsedemimiembrolograndoconello
liberardemíungruñidoguturalquenopudeevitarexclamarconsumofervor.
―Mevuelves loco,metienesen tusmanoscadavezque lodeseas…miamor…―laespiral
que tenía alojada en mi interior crecía y crecía haciéndoseirremediablementeavasalladora.Miboca
sesecabaantecadamagníficasensaciónymismúsculossetensabandetansólodejarmearrastrar
por el placentero deleite que me ofrecía―. Anna… ―y en cosa desegundosmevireclinadosobre
el sofá con ella sonriéndome perversamente mientras comenzaba aquitarselaropa.
―Esunalástima,señorBlack.
―¿Es una lástima qué, señorita Marks? ―intenté acercarme, cosa queobviamente,nome
dejóhacer.
―Quetansólopuedamirarynotocar.
Enarqué una de mis cejas en clara señal de desacuerdo a esa nítidaevocaciónquetenía
inserta enmimente cuando lanzaba su blusa hacia el pisomostrándoseantemísolamenteconel
sujetadordeencajequeaúnllevabapuesto.
―¿Esocree?Leinformoqueestámuyequivocada.Muy,muyequivocada.
―¿Equivocada,señorBlack?Yonunca…―talycomomequitóelhablaylarespiración
conesebesoquemedioenelumbraldelapuertaahorafuiyoquienselanzóporellapara
estrecharla y aprisionarla entre mis brazos mientras conseguía queretrocedierahastalapared
llevándose consigo todo a su paso. La bestia se había apoderado demicuerpodeunamanera
salvajeypasionalcuandomisenfebrecidasansiasporposeerlaescapabandetodarazónlógicaque
pudiesetenerenesetanardorosomomento.Porlotanto,entretodoloquecaíaanuestroalrededor,
sequebrabaosimplementecrujía,meapoderédesucuerpoparahacerlamíaarrebatándolecomoun
locolasprendasqueaúnllevabaconsigo,seguidodelaropainteriorquenomecostóparanada
rasgartodoyfrenteasusojos.
―¿Aún no puedo? ―reí como un maldito mientras mi miembro seclavabaalaalturadesu
estómago―.¿Aúnsólopuedomirarynotocar?
Sin necesidad de respuestas nos enfrascamos en un candente beso queliberónuestrosmás
ardorososybajosdeseos.Nosmovimosdeladoalado,deparedapared,murocontramuroconel
caos reinando a nuestro alrededor, pero nada nos importaba más queamarnossincondiciones,sin
limitantes hasta perder la razón como dos locos desesperados que seansiabanelunoalotro.Yasí,
llegamos al dormitorio donde la tumbé sobre la cama con mi cuerposobreelsuyosumidoenplena
combustiónespontánea,perosindejardeacariciarlaunsolosegundodefrenética,desenfrenaday
enardecidamanera.
Su piel ardía al contacto de la mía al tocarnos y estrecharnos como sifueralaúltimavezque
nos tendríamoselunoalotro,peronosgustabasentiraquellasensacióndelocura,depertenencia,de
posesiónabsoluta, ¡quéva,nos fascinaba!Losabíamosdesobrapor losincesantesjadeosque
emitíamosyquenoshacíanperderaúnmáslarazón.
Asaltésusprominentessenosaloscualesadoraba.Memetíunodeellosalabocapara
disfrutarloaplenitud,parasaborearlo,lamerloysuccionarlotantocomomegustabahacerlo.Le
otorgué el mismo cuidado al otro notando como ella se aferraba alcobertordelacamamientras
cerrabasusojosysonreía liberandounmaravillosogemidodeabsolutoplacer.
―Teheextrañadotanto…
―Nomásqueyo,Vincent―suvozllenadeexcitacióninundómisoídoscuandosusbrazos
volvíanamíaferrándomecontrasucuerpo.
Nosremovimossobrelacamadeunladoaotrosinparardebesarnos.Laqueríasobremí,
debajodemí, la necesitaba, la deseabahasta la desesperaciónmáximaysabíaqueellatambiénme
anhelabadelamismamanera.
Nuevamentelatuvedebajoyestaveznoperdítiempoparadejarleregadoscálidosbesosen
su cuello, sushombros, sus senos, estómagoy cadaunade sus costillasparavolverasuombligoy
llegar a aquel sitio el cual ambicionaba volver a probar. No podíareprimirmisansiasdeposeerla
conmiboca,depenetrarlaconmilengua,dehacerlamíayotorgarletodoelplacerqueestaba
dispuestoabrindarlesinquemelopidiera,porlasencillarazónqueerasuyo,siemprelohabíasido
ysiemprelosería.
Suspiernasseabrieronantelascariciasquedejabaenlaparteinternadesusmusloshasta
que, de forma irrefrenable,mi lengua llegó a su cavidad para entrar enellaconexigencia,
sobresaltándola.
―¡Oh,Vincent…!¡Sí…así…!
Coloquésuspiernassobremishombrosparaposeerlade lamaneraquequeríayquesabía
disfrutaría.Miplacentera torturaasuclítoris se intensificaba juntoa losgruñidosquedejéescapar
sinremediohastaqueunurgenteorgasmolacolmódedeleitedándomeaentenderquelaconocíalo
bastante como para afirmarlo y repetirme: ¡cretino afortunado! ¡Siguesteniendolamismasuerteque
hacetresmesesatrás!
Sonreí trasvolvera lacargaapoderándomeestavezde subocaquemebesabaconfrenesí,
dejándole a cambio su dulce sabor en ella para estimularla aún más.Queríaquelosintiera,quelo
probaraylodisfrutaradeigualformaenquelohacíayo.
―Eresmía,tododetimepertenecesóloamí.
―Sí,miamor,soytuya…solamentetuya.
―Quieroestardentrodeti,quieroquevibresjuntoamí,quierollenartedemiesenciayque
sientaslomuchoquetenecesito.
―¡Dios,Vincent,meestásmatando!
―Losé,pequeña,aligualquelohacestúconmigo.
La acomodé de mejor manera para penetrarla. Coloqué la punta de mimiembroensuhúmeda
cavidadyAnnaseestremeciódeinmediatoalsentirelcalorqueemanabadeél.Medeseabaporque
sumiradadesúplicamelodecíajuntoalaformaencomosemordíael
labioinferioresperando
impacienteelinstantepropicioenqueestaríamosunidoscomounosolo,peroadiferenciadela
últimavezenquenuestroencuentrofue…detenido,pordecirlodealgunamanera,ahoralapenetré
deunasolaestocadahaciéndolagritaryjadearyyo…¡Dios!—siesqueaéldebíaagradecermi
benditafortuna—...subíalCieloybajéalInfiernoentansólounsegundo.
Annamevolvíaloco,desenfrenadoyunhombredispuestoatodoenbuscademásymás
placer. Por lo tanto, gritó enloquecida cuando gruñí poderosamenteembistiéndolasindetenermeal
tiempo que mi respiración se disparaba junto con la suya, quitándonoshastalavoz.
―¡Teamo,pequeña,teamo!―mismanosseaferraronasuscaderasyelritmodemis
estocadas se acrecentó sin que pudiera o quisiera detenerlas, porque loúnicoqueanhelabajuntocon
ellaerallegaralclímaxquetantasvecesnoshizodelirarycaerdellenoenunabismosinfondo―.
¡Eresmía,Anna,tansólomía!
Fuera de sí chilló de la misma manera encorvándose aún más yatrayéndomehastasuboca
que acepté gustoso sin detener el incesante ritmo de cada una de misacometidas.Entrelacénuestras
manos por sobre su cabeza cuando ambos percibíamos que el orgasmoestabademasiadocercayla
observécondetenimientosinparardepenetrarlasalvajementecuandomecontemplódelamisma
manerajadeandoypronunciandominombre.
―¡Vincent…!¡OhporDios!¡Vincent…!
Suvoz,susojos,susgestos,surostro…tododeellameenloquecíaatalpuntoquemis
músculosdolíanaltensársejuntoalossuyoscuandonuestrosgemidosyjadeosexplotabanalapar
elevándonoshacialomásaltoparaluegohacernoscaerenpicadaenunaseriedeincomparables
sensaciones y sacudidas que nos descontrolaron de goce haciéndonossentirplenos,colmadosy
extasiadoselunodelotro.
Apretémisdientesantelosinacabablesyplacenterosespasmosquenonosabandonaban
cuando ella me estrechaba contra su cuerpo haciéndome saber una vezmásconesesignificativo
gestoquefuimos,queéramosyqueseríamosunosoloparaenfrentarnosacualquierobstáculoquese
interpusieraennuestrocamino.Porqueseencontrabarodeadayprotegidapormisbrazoscomoyolo
había anhelado desde aquel fatídico día y a pesar de todo lo que habíatenidoquesobrellevar,
definitivamente,Annahabíavueltoamí.
CapítuloX
Estar en sus brazos, sentir su calor, su cuerpo desnudo junto al míoreposandoenmicamaen
paz y tranquilidad dentro de aquella habitación que cobijó nuestrosmásardientesdeseoseracomo
estarenelparaíso.Sí,porqueVincenteramiparaíso.Aquelporelcuallohabíaentregadotodosin
condiciones, sin pasado ni recuerdos, tal y como lo había afirmadomientrasmeamabaconlocura,
con sumaexcitación, enloqueciéndomecomo tantasveces antes lohabíaconseguidodelamisma
manera. Porque así erami hombre, aquel por el cual lo había apostadotodoparacomenzara
caminarnuevamentedesumanoyolvidaraquel tortuosopasadoquedealgunaformanoscondenóa
losdosatransitarunasinuosacalzadallenadebachesyobstáculos,peroquealfinnoshabíaunido
paraquenuestrasvidasjamásvolvieranasepararse.
Sonreí cuando una de mis manos se alojó en su barbilla y empezó adelinearelcontornode
su bello semblante tan perfecto, varonil, realmente atractivo y seductorquemehacíadesvariarsin
quepudiesedejardecontemplarlomientrasintentabadilucidarsitodoloquehabíamosvividoera
realopartedemismaquiavélicaspesadillasqueaúnrondabanalinteriordemicabezaconrespecto
aperderloparasiempre.Ycuandopercibióeltibiorocedemimanoysubocalabuscóparaquesus
labioslabesarancondulzura,todosehizomásclaro.Susojosazulcieloseabrieronantemí
dejándomeperpleja y a sumerced, vulnerable e inútil ante la claridadybellezaqueirradiaban,yen
loscualesmereflejéenelmismoinstanteenqueenellosmeperdí.Quisehablar,emitiralgún
sonido,peronopudehacerloporquesimplementeyanoexistíatiempooespaciosuficienteparaque
las palabras llenaran el silencio reinante de esa habitación, cuando losbesosylascariciasse
intensificaban comenzando a encender nuestro evidente deseo, eseprofundoyanimalapetitoquenos
invadía y nos llevaba a amarnos sin impedimentos, entregándonos,reconociéndonosyanhelándonos
como si siempre hubiésemos sido sólo el uno parte del otro:Vincent yAnna,dosalmasperdidasen
lainmensidaddeesteuniversoquesehabíanreencontradoapartirdeunadurapruebadeldestino
paravolveralavidadejandoatrástodosuagobiantedolor.
Pormásquelointenté,nopudearrancarmelaradiantesonrisaquellevabainsertaenel
rostromientrasacudíaamicitaconlaprofesoraCavalli.Pormásquelo
deseébrotabademis
labios con tanta naturalidad, delatándome y mostrándome tan real ytransparentequehicieraloque
hiciera,pensaraenloquepensara,noseborraríademítanfácilmente.¡Yaquiénrayosibaa
engañar!¿Amímisma?
Tuvequetragarsalivaalgomásqueunpardevecesalevocarsucuerpo,aquelladelicia
que era mi absoluta perdición y al cual adoraba acariciar, lamer ydisfrutarcomounadesquiciadasin
remedio. ¡Pero quémás podía hacer por Dios, cuando ese hombre consólotocarmeybesarmede
esainigualableyapasionantemaneraterminabadevorandocadarecovecodemicuerposinllegara
saciarsejamás!
Reí,perodenerviosalsentircomoseprendíaesallamavivaquebrotabademíal
rememorarsuimponentefigura,sudesplante,sumaravillosasonrisaquemehacíaestremecer,sus
peligrosas y arrolladoras manos que me recorrían de principio a finllevándomealdeliriomismo
juntoasupoderosaarmadeseducciónquemehacíatocarelcieloyvibrarentresusbrazos.Porque
asíeraVincent,elpresuntuosoyarrogantehombrealqueamaba,labestiaalaquedeseabaarabiar,
elamantesinigualymío,incondicionalyabsolutamentemío.
―¡MiDios!―pronuncié frentea lapuertade laoficinade laprofesoraCavalli
ambicionandocalmarmisansiasyevidenteardorparavolveraponermispiessobrelatierray
regresar así de mi excitante paseo personal. Tenía que estar en miscabales,conmiscincosentidos
enalerta,másaúneneste importanteprocesoqueestabaviviendo,enelquemejugaríaeltodoporel
todoyalgomásquemipropiopellejo.
Suspiré un par de veces antes de tocar, anunciándome, justo cuando unlevemurmullodeuna
femeninaysuavevozmeinvitóaqueabrieralapuerta.Deinmediatomeencontréconsupresencia,
conaquellamujerdeojosazules,tiernamiradayhermosasonrisaqueenesemomentolimpiabaunas
lágrimasdesubellorostroqueaúnnocesabandecaermientrasvolvíaacolocarsobresumesade
trabajounafotografíaenmarcadaquenologréapreciardeltodo.
―ProfesoraCavalli,buenosdías―mequedéperdidaensusemblantequeesamañanalucía
llenodetristezaydesazón,muydiferentealdeunpardedíasatrásenelcualladulzuraparecíasalir
aborbotonesporcadaunode losporosdesucuerpo.Porqueesaera laMichelleCavalliqueyo
conocía, la mujer que tenía frente a mí, una catedrática de excelencia,expertaenletrasyenliteratura
latinoamericana y española, sumamente inteligente, con una prestanciaúnicaeinigualableyun
maravillosodonaimitar:lahumildadquetantolacaracterizabaapesardeserdetodaunaeminencia
ensuáreatansóloasuscuarentaañosdeedad.
―Buenosdías,Anna.Adelante,porfavor.Tomaasiento―tratódesonreírtomandoun
pañuelo con el cual limpió delicadamente sus humedecidas y a la vezenrojecidasmejillas―.
Discúlpame…hoynohasidounbuendíaparamí.
―Nosepreocupe.Sinecesitaquevuelvamástardesólopídamelo.
―Claroqueno―suspiróprofundamenteunpardevecesal tiempoqueposicionabala
fotografíaenunmejorlugar,lacualahoraadmirécompletamente.Ellalonotóysonriócuando
nuestras miradas se encontraron contemplando el rostro de la bellapequeñitaquesonreíamuyfeliz
juntoaunmuñecoquesosteníaentresusbrazos.
―Es…mihija―comentósinapartarsusojosdeaquelcuadroalqueveíaconabsoluta
devoción.
―Esmuyhermosa.¿Quéedadtiene?
―Veintitrés―sus ojos brillaron y su barbilla tembló. Por esos detallesintuíquealgono
andabadeltodobiencuandosencillamentesumiradavolvióaaguarsedelanada.
―ProfesoraCavalli,disculpe,pero…¿seencuentraustedbien?
Antemipreguntasereclinótotalmentesobresusillóndecuerooscuroyvolvióasuspirar
comosi lonecesitara.Sumiradaazulseperdióen laventanadeaquellaoficinaquedirectamente
mostraba una de las áreas verdes de la universidad por la cual algunosalumnostransitabanaesa
horadelamañana.
―En realidad… no. La vida a veces suele ser demasiado injusta ydolorosasinmotivos
aparentes o razón alguna. Cuando crees fervientemente que lo estáshaciendotodobienvieneyteda
unaestocadaqueatraviesadellenotucorazónpartiéndoloenmilpedazos.
Melodecíaamíqueyoeraelvivoreflejodeello.
Susojosvolvieronalosmíosalgotímidoscuandomeatrevíapreguntar:
―Suhija,¿seencuentrabien?
Asintiódándomeaentenderqueasíera.
―Loestá.Graciasporpreguntar.Mipequeñita…estáenperfectoestado.Essóloque
cuesta mucho asimilar como el tiempo transcurre tan de prisa. Lo ves
pasarantetillevándoseconél
lo que más amaste en esta vida sin que nada…—un profundo suspiroemitiódesviandoporun
momentolamiradadeaquellaventana—…puedashacerporrecuperarlo.
Mequedémuysorprendidatrasoíraquellaspalabrasqueparecíaexpresarconsumodolor
desdeelinteriordesualma.Ellaasílonotóallimpiarsenuevamentelascomisurasdesusojos
mientras se ponía de pie algo nerviosa y comenzaba a deambular de lamismamaneraporelinterior
desuoficina.
—Peronoestamosaquíparahablardemí.Discúlpame.
—Porfavor,nosedisculpe.Silleguéenmalmomentoruegomeperdone.Noquise…
Surostrojuntoaunadelicadasonrisaquemebrindósilenciómivozporunextensoinstante.
—Llegasteenelmejordelosmomentos,telopuedoasegurar.Conocertehasido
maravilloso.AhoraveoaquésereferíaelDecanocuandomehablóde…tupadre.
Abrí mis ojos como platos al oír, pero no comprender cada cosa queexpresabaenclara
referenciaalafigurademifallecidopadre.
―Unhombrerealmentebrillante;unodesusmejoresalumnosyconloscualestrabajócodoa
codo durante muchos años en esta casa de estudios. Dedicado,responsable,eficaz,siempreconla
palabrajustayadecuadaparaquienlonecesitara…
Ahoraclaramente,fueamíaquienseleaguólamirada.
―Unagranpersona,unexcelentedocenteyalavez…ungranpadre.
Misojosibanaestallar,peronolohicieronhastaqueprosiguió.
―Es por eso que decidí, en parte, trabajar contigo. Algo más que tusexcelentes
calificacionesme lo dieron a conocer, aunque tengo que admitir que eldestinoyelDecanofueronde
mucha ayuda. Ambos leímos y analizamos uno de tus informes yquedamosgratamentesorprendidos
porqueentiexistemuchopotencial.Meexplicaste,detallaste,afirmasteyjustificastequelapoesía
noeratufuerte,peroapesardeelloestásarriesgándoteporsacaradelanteunproyectopormás
complejo que así lo sea. Eso me gusta, Anna, eso me hacecomprometermeaúnmáscontutrabajoy
guiarteenesteúltimopasoparaqueobtengas tuexcelenciaacadémicaypuedasgraduartecon
honores.
Detodoloquemanifestóloúnicoquequedódandovueltasalinteriordemimentefue:“…
tengo que admitir que el destino y el Decano fueron de mucha ayuda.Ambosleímosyanalizamos
uno de tus informes y quedamos gratamente sorprendidos porque en tiexistemuchopotencial.”
―ElDecano leyó… ¡Diosmío!―sin podérmelo creer articulé aquellocuandomialmaya
deambulabaporelmismísimolimbomientrasellavolvíaaesbozarunadesusincomparables
sonrisas.
―Tranquila.Laverdadsintiómuchacuriosidadcuandoviotunombreenelinformedetesis,
tanto así que comenzó a bombardear a todo el mundo con incesantespreguntassobresierasonola
hijadeSebastiánMarksaquienélbienconocíayrecordaba.
Inevitablemente,terminótendiéndomelacajadepañuelosdesechablesqueseencontrabana
uncostadodesuescritorio.
―¿Estásbien?Discúlpame.Nofuemiintenciónhacerquetesintierasmalalevocarala
figura de tu padre, pero creo que esas lágrimas que derramas sonmásbiendeadmiraciónquede
tristeza,o¿meequivoco?
Asentí tratandodecalmarmeparanollorarcomounadesconsoladaniñapequeñafrenteasus
ojos.
―No…noseequivoca,entreotrascosasmás.
—¿Qué…otrascosas,Anna?
Estavezmovílacabezadeladoaladoevitandoprofundizarenesetemaconalguienque
apenas comenzaba a conocer como para estar comentándole sobre unavidadelacualteníaarraigado
enmíaúnmuchodolor.
—Recuerdos, sólo eso, profesoraCavalli—.Sin que lo advirtiera posódelicadamenteuna
de sus manos sobre una de las mías, sorprendiéndome, en el precisoinstanteenquenuestrasmiradas
seconfundíanenunasola.
—Tupadreestácontigotodoeltiempo,Anna,ycreoqueesonohacefaltaquetelodiga.
Losrecuerdosduelenyhierenalmismotiempo,esolosémuybiencomoparaafirmarlocon
seguridad,perotambiéntehacenfuerte.Asíqueluchapor tus ideales talcomoéllohizoporti,con
tesón, esfuerzo y coraje.Y, por favor, ten siempre lamente abierta y laconvicciónparadecidirpor
tiyporloqueanhelasllegaraconseguir.Mirahaciadelanteysólofluye,tansólohazlosinquenada
ninadietedetenga,menoslimitetusganasdevolar.
Asentí observándola. Aquella mujer, a pesar de la evidente tristeza queirradiabaatravésde
susojosclarosyqueparecíallevaracuestassobresushombrossonreía
infundiéndomeánimosy
demostrándome,extrañamente,unciertogradodevalentíaycorajequenocomprendíhastaquelogré
pronunciar:
—Suhija…tienemuchasuertedetenerla,profesoraCavalli.
Sinapartarsuprofundamiradadelamíaenunprimerinstante,balbuceó:
—Mi hija… lo es todo para mí y lo seguirá siendo para toda la vida.Aunqueellayyo…—
inesperadamente apartó su mano de la mía para volver a posicionarsedetrásdesuescritorioyasí
sostenerelcuadroconlafotografíaotravez—…estemosseparadas.
—Losientomucho.Nolosabía…
—No tienes que disculparte por nada. No fue tu culpa. Claramente… eldestinoloquisoasí.
¿Por qué me parecía que con aquella mirada tan dulce con la cual mecontemplabaintentaba
decirmealgomás?
—Muchasvecesnoremaanuestrofavorhastaquelograsdartecuentadequesílohace,pero
deunaextrañamanera.
Nos observamos a la par como si pudiéramos, la una en la otra,reflejarnosporcompleto
mientraseltiempoanuestroalrededorparecíadetenerse.
—Jamás volveremos a pisar sobre nuestras huellas… jamásrecuperaremosloqueundíala
vida nos quitó, pero sí podemos construirmejor nuestro futuro, lo queaúnnosehaescrito.Sólo
dependedenosotros,Anna,sólodependedeloqueanhelamosconelalmallegaraconseguir.
—Quélindaspalabras,¿selasenseñósupadre?
Moviósucabezadeladoalado,negándomelo.
—Ojaláhubierasidoél.Másbien,fueotrapersonaylamásimportantedemividaaquien
recordaréporsiempre.
—¿Porqué?—meatrevíapronunciarmovidaporelevidenteafándelacuriosidad.
—Porque fue quienme regaló lomejor de todami existencia—fijó sumiradaenlamía—.A
mihija.
Después de expresar aquellas tan sinceras y reconfortantes palabrasterminóotorgándoleun
delicadobesoalafotografíadelapequeñaalaquevolvióacontemplarconabsolutaternura,para
luego dejar el cuadro en su lugar y animarme a que la acompañaramientrasmebrindabaotradesus
encantadorassonrisas.
—Manosalaobra,miqueridatesista.Peroantes,creoquealasdosnoshacefaltasalirde
estascuatroparedesparatomarunpocodeairefrescoyseguircharlando.Lonecesitamos.Créeme
cuandotelodigo.
Laseguímeditandocadaunadesustanparticularespalabras,aquellasquemásbien
reflejaban en parte lo que ella sentía o, quizá estaba viviendo en carnepropiaporquenohacíafalta
que me lo diera a conocer cuando su mirada azul cristalina volvía ajugarleencontra,
confirmándomelo.
***
Esa mañana, sencillamente, mi cabeza se encontraba en otro sitio, másbiensequedóalojada
dentro de la habitación deAnna recordando segundo a segundo todo loqueacontecióentrelosdos.
Sidetansóloevocareseardorosomomentoenquelahicemíadeaquellamaneratanapasionadami
cuerporeaccionabaysetensabapidiéndomeagritostenerlaconmigootravez.Sí,losé,nosólode
amor se puede vivir, pero en mi caso así sucedió cuando me quedéperdidamentehipnotizadopor
todo lo que irradiaba la mirada de aquella joven que bebía café en elcentrodelaciudadde
Barcelonayalacualleregaléunarosarojasorprendiéndolacomonadielohabíahechoantes.Si
aúnretengoenmimemoriaelrecuerdotannítidodeesedíaenparticularjuntoasusemblante
observándolo todo, intentando explicarse en parte quien había sido el“psicópata”queselahabía
dado.Ysinquelohubieseprevisto,perosídeseado,semanasdespués,sumiradavolvióalamíade
lamismamanera,perotrasunafotografíaybajootrascircunstanciasalasquetansólodeseé
olvidar. Porque el vil e intrigante destino comenzó a hacer de las suyasenvolviéndonosydejándome
más que boquiabierto cuando tuve la oportunidad de tenerla frente amíaquellaterceravez,laquelo
cambió todo, la que dio el giro inesperado a nuestras vidas cuando susojosseencontraronconlos
míos en aquel sitio al cual la seguí decidido, dispuesto a todo yconvencidodequequeríaaesa
mujerenmividaparaqueformarapartedemissueños,demisanhelosymisesperanzas.
Suspiré aún percibiendo el fascinante aroma de su cuerpo calándosedentrodemíjuntoal
susurrodesus“teamo”quemeestremecíanalgomásquelapiel.Porquedeesoymuchomásera
capazAnna,lamujeralacualdeseabaacadasegundocomounlocosinremedio,comoelmásvilde
losvillanosdecapayespadaquenopondríareparosenponertodoasuspiessiasímelopidiese,
cosa que veía poco probable debido a su terquedad, que digo ¡tozudez!,peroquedetodasformas
amabayadorabasinningúntipodedistinción.
Relamí mis labios mientras terminaba de vestirme sonriendo como unperfectoidiota
enamorado de la más bella y apasionante mujer que el destino habíapodidoconcederme,inclusopor
segundavezy a la cual, ahoramásquenunca, estabadispuesto a cuidarconmividaporqueeso
significabaparamí,mividaentera.
Unpardeligerosgolpecitos tras lapuertademihabitaciónmedieronaentenderquealguien
se situaba tras ella, y cuandomi hijo entró de lleno en el cuarto con sumiradaysuvozllenandocada
espacio vacíome di cuenta, por primera vez, que lo tenía todo.Anna yLeo,misansiasdesoñar,de
imaginar un futuro sólo para nosotros tres, lejos de todo, felicessonriéndolealavidadelamisma
maneraenquelarisademihijocolmabadeabsolutaalegríamicorazón.
―¡Buenos días, compañero! ¡Ven acá! ―lo tomé entre mis brazos, loestrechéybeséenla
frente,talcualmegustabahacerlo.
―¡Buenosdías,papá!Yaestoylisto.¿Mellevarásapasear?
―Claro que sí. Iremos a jugar al parque, a comer y a… ―sonreímalévolamentepensando
enella―…conoceraunahermosapersona.
Leo entrecerró la mirada apenas me oyó al tiempo que una de suspequeñasmanossedejaba
caersobreunademismejillas.
―¿Quiénesesapersona,papá?
―Bueno,pues…esunamujermuybonitaquesignificamuchoparamí.
―¿Másquemamá?
Eso no me lo esperaba y más cuando sus ojos claros me exigían unaprontarespuestademi
parte.
Me acerqué a la cama con él a cuestas en la cual lo deposité para quehabláramossin
mentirasyningúntipodeengaños.Porquenoestabadispuestoaimplantarensumentefalsas
ilusionescomolasquedeseguroEmilialecreaba,concientemente.
―Hijo,escúchameporfavor.Eres lomás importanteque tumadreyyotenemos,teamamos
sincondición, teprotegemosante todoyesonadaninadie locambiará,peroaveceslospadres,para
que se sigan respetando como tal, ya no deben estar juntos como unapareja,sinqueesonosquite
nuestramásimportanteresponsabilidadqueerestú.
―Mami llora por ti, papá. Dice que te quiere mucho… porque tú laquieres,¿cierto?
―Así es ―tuve que tragar más saliva de la necesaria para poderrespondersupoderosa
inquietud―. La quiero porque es tu madre, porque ella te trajo a estemundoyporque…―suspiré
ante lo que iba a pronunciar porque no se asemejaba en nada a un vilengañoalosqueEmiliaestaba
acostumbrada a inventarle―… tu mirada, tus facciones, tu manera deser…tododetimehace
recordary tenerconmigounapartede tuabuelo―.Acaricié sucabellocastañoconternura,con
devociónmientrasbesabanuevamentesufrente―.Aquienquisemucho,talycomolohicecontu
madre.Elcariño jamássehaextinguido,pero lavida,hijomío,esmuysabiayteponepruebasmuy
difíciles de las cuales debes aprender a sacar lecciones que te serviránparallegaraserunapersona
de bien. Nuestros caminos por muchas situaciones que acontecieronhicieronqueelafectoquenos
teníamoselunoalotrosevolcaraentiyeso,aunqueellayyonoestemosjuntos,nocambiará.
―Papá…yaesamujerbonitatú…¿laquieres?
Asentídeinmediato.Siestabasiendolobastantesinceroconloquesentíaporsumadreno
esconderíaqueamabaporsobretodaslascosasa“mimujerbonita.”
―Así es, Leo. Como ya te lo dije esmuy importante paramí, por esoquieroquela
conozcas.¿Puedeshacerlo?
―Mmmm…¿sabejugaralfútbol?
―Nopodría afirmarlo con seguridadporque con ella no lo sabes hastaquelaconocesdel
todo.
―Yloscoches,papá,¿legustan?
―Creo que eso se lo podemos preguntar cuando la tengamos enfrentededicándonoslamás
hermosadesussonrisas,¿teparece?
―Papá…ella,¿tequiere?
Sonreí como idiota.Deun tiempoaestaparte representabaesepapeldemaneramuynatural.
―Muchísimo,compañero,peronomásdeloquelaquieroyo.
Leoguardósilencioantemirespuestaysuspiró.Algonoandababien,esoloadvertíporla
formaenquedesviólamiradahaciauncostadodelcuarto.
―¡Hey!¿Quétienes?¿Quésucede?
Movió su cabeza en señal de negativa, lo cual me preocupó más de lacuenta.Quizá,yohabía
habladodemásy…
―Si te quiere a ti… ¿crees queme querrá amí?―con sus ojos clarosfijosenlosmíos,su
suaveymelodiosavozconcluyóaquellainterrogante.
―Parasersincero,creoqueserásunhombrecitomuyafortunadoporquecuandoteveaestoy
seguroquetequerrámásqueamí.
En cosa de segundos, su semblante cambióy unaprominente sonrisa sedibujóensuslabios
dándome a entender con ello que todo marchaba y marcharía bien. Loabracéfuertementeyéllohizo
conmigo de la misma manera cuando un par de nuevos suspiros se learrancabandesdeelinteriorde
supequeñagarganta.
―No importa si no sabe de coches o fútbol ―prosiguió―, yo puedoenseñarle.
Reíabiertamenteantesucomentario.
―¡Epa!¿Quéintentashacer?―loelevésosteniéndoloentremisbrazos―.Sindudaalguna,
erestodounBlackyunconquistadordeprimera.
―¿Cómotú,papá?―medevolvió,lograndoinevitablementequepensaraenél;enGuido.
―Serás un hombre mucho mejor que yo y que tu abuelo, hijo, de esoestoytotalmenteseguro.
¿Meestásoyendo?
Asintióconsucaritatenuementeiluminadaporelbrilloinconfundibledesusojosazules.
―Sí,papá,peroyadejadehablaryvamonos―devolvísuspiesalpisoaltiempoqueunade
susmanos jalaba una de lasmías, presurosamente―. ¡Vamos! ¡Vamos ajugaryaconoceralamujer
bonita!
MientrasviajábamoscondestinoalaciudadmarquéelnúmerodelmóvildeAnna.Memoría
por escuchar su voz, pero debía ser respetuoso y más ahora que LeoviajabaconmigoenlaCherokee
prestandosumaatenciónacadapalabraquepronunciaba.Despuésdetodo,asíeranlosniños,¿o
no?
Dos tonos de marcado y su voz se hizo audible para mí dejándomeestampadaenelrostrouna
enormesonrisadefelicidadquenoquisedisimular.
―¿Hola?
―Disculpe,¿habloconlamujermásbonitadeesteuniverso?SunombreesAnnay…
―tenía que calmarme o terminaría expresando algún disparate que, porobviasrazones,mihijono
debíaoír―…alacualmeencantaríaver,entreotrascosas―tosí.
―Creoqueesasoyyo,miamor.Yateextrañaba,¿puedescreerlo?
―Definitivamente puedo porque lo comprobé anoche de… muchasmaneras.
―Pero que seguridad, señor Black. Por lo que entiendo usted pasó unanoche…
―Increíble―le devolví de inmediato―, y que quiero repetir, repetir yrepetir.
―Suenademasiadotentador,miamor,siempreycuandotraigascontigoalabestia,¿te
parece?
Aquellafrasemehizosoltarunaenormecarcajada.¡Vayabestiaenlaquemehabía
convertido!
―Notequepadudaqueasíserá.Ahoradime,¿dóndeestás,mujerbonita?¿Tienestiempo
paranosotros?
―Siempre tengo tiempo para nosotros, Black. De hecho, acabo determinarmicitaconla
profesoraCavalli.¿Túdondeestás?
―¿Cómo te fue con ello? ―traté de reprimir todo lo que por obviasrazonesnopodía
decirle,comoquemeestabamuriendoporbesarla,porarrancarlelaropayacariciarla,porhacerle
elamoreneseprecisoinstantey…
―Vincent,¿estátodobien?―inquirióapenasmeoyó.¡Cómomeconocíaesamujer!
―Loestá.Essóloquenecesitosabersitienestiempoparaqueconozcasaalguienqueviaja
amiladoysonríeporquehoyes“sudía”deprincipioafin.
―¡Leo!―exclamóAnnasinqueletemblaralavoz.
―Asíesyleprometíquelepresentaríaaunamujermuybonita,especialyquemequiere
muchísimo.
―¿Con quién me estás engañando? ―me soltó, sorprendiéndome,mientraslograbahacerme
reír.
―Me has descubierto y ya nada puedo hacer. Lo siento, creo quenuevamentehecaído
rendidoatuspies―surisanerviosaycontagiosaqueadorabaoírsedejóapreciardesdeelotro
ladodelmóvilaltiempoqueseaprestabaaresponder―.¿Quémedices?¿Vienesconnosotros?
―Claro que sí, señor Black, dame algo de tiempo y los veré dondeustedesquieran.
―¿Estásaúnenlafacultad?
―Yano,camino.
―Anna,nomegustaque...―peroantesquepudieraseguirhablandomeinterrumpióconese
especialtonoqueseapoderabadeellacuandoalgonoleparecíadeltodobien,comoestebendito
instanteenquemerecordabaquecomenzabaa“coartarsulibertad”.
―Vincent,¿confíasenmí?
―Anna,porfavor…
―Black…―subrayó―,tehiceunapregunta.¿Confíasenmí?
Enellatotalmente,peroenloquenosrodeabajamásloharía.
―¿Dóndeestás?―insisitídispuestoanodarmibrazoatorcer.
―Notelodiré.¿Haciadóndetediriges?
―Anna,noestoybromeandoy…
―Tampocoyo.EstoyaunpardecuadrasdelParqueJaponés,losveréahí.Teparezcaono
esperaréporamboseneselugar.
Sonreí, pero esta vez algo molesto con su inevitable respuesta que nocambiaríadeparecer.
Asídesencillo.Mehacíaalaideao…mehacíaalaidea.
―Deacuerdo,mujerbonita,ParqueJaponés,túganas.Estaréahíenunosminutosycuando
te vea… ―interrumpió mis palabras con aquella frase que me dejóamándolamuchomásdeloque
yalaamaba.
―Cuandomeveamevaaquerer aúnmás, señorBlack, al igualque loharéyo.Ysitiene
algún problema con ello podemos negociarlo más tarde en midepartamento,¿leparece?
Relamí mis labios ya imaginándome la ardua negociación que entreambossesuscitaría
comenzando,talvez,enelsofá,paraseguirensuhabitación,enelpisoocontralaparedyhasta
llegar al cuartodebañomás, específicamente, en laduchadondequeríarevivirconmuchasansias
unascuántassituacionesacontecidasennuestropasado.
―Loharemosynoimaginacomolovoyadisfrutar.Peroleadviertoqueseráuna
negociación intensa, de muchas horas y a puertas cerradas, señoritaMarks,asíquevaya
preparándose.
―Notepreocupes.Despuésdelodeanocheylodeestamañanamequedamásqueclaro
quelapalabra“intenso”lallevasadheridaalapiel.
―Mepareceperfectoporque…―volvíatoserpretendiendoreprimirunasensualfraseque
porobviasrazonesnopodíaexclamar―…teextrañomásdelacuenta.
―Teamo,Vincent.¡Teamo,bestiaposesivaycontroladora!
Varios suspirosme arrancódel pecho con aquellas tan ejemplificadoraspalabrasqueme
dedicó.
―¿Posesivoycontrolador?¿Yo?―reí―.Creoquemeestáconfundiendoconalguienmás,
señoritaMarks.
―¡Ohno,señorBack!¡Ustedesrealmenteúnicoeinconfundible!
―Con eso me conformo. Ser sólo para ti, además de único einconfundible.Estoyaunpar
decuadras,mujerbonita.¿Yaestásahí?
―Sí,miamor.Acabodellegar.
―Iremosporti,preciosa.Tansólodameunosminutosparaaparcar.
―Siquierestepuedodarmividaentera,¿quéopinas?
―Laquiero,Anna.Definitivamente,laquieroynecesitoparamí.
Leo y yo caminábamos por uno de los tantos senderos del hermosoParqueJaponésquese
situabaa lo largoyanchode lazonaponientedeeste ladode laciudad.Hablábamosdecoches,su
tema predilecto, cuando mi mirada se quedó literalmente perdida yembobadaenlafiguradequien
nos esperaba a unos cuantos metros más adelante con su cabelloalborotadoporlabrisaque
lentamentejugabaconél.Sentíquemicorazónsaldríadisparadopormibocacuandonosdedicóla
máscautivantedesussonrisasquealinstantemehizoperderlarazón.Simeparecíaquehastael
mundohabía detenido su andar ante su belleza y su adorablemirada. Siotrahubiesesidola
situaciónnohabríadudadoencorrerhaciaellaparaestrecharlaentremisbrazosybesarlasin
consideración,porquesusbesosdesnudabanmialma,hormigueabanalgomásquemispies
haciéndomesentiruncompletoadolescentequelanecesitabaylaanhelabaacadahoraymomento
deldía.
CaminamoshaciaellamientrasLeoseaferrabaamimanopercibiendoyadequiense
trataba. Lo noté por el significativo movimiento que hizo al intentarocultarsetrasmicuerpoal
tiempo que posaba sus ojos sobre Anna que, apenas lo tuvo enfrente,terminóarrodilladabuscándolo
conlavistaparaquedarasualtura.Aquello,simplemente,mehizosentirafortunadoyamarlaaún
más,porqueparaellaeneseinstanteLeoeraloprimordial.
―Hola―fueloprimeroquenosmanifestóaúnconunaradiantesonrisadibujadaensus
labios, peromás específicamente dirigiéndola hacia él―. SoyAnna. TúdebesserLeo,¿verdad?
Mi pequeño asintió, pero evitó hablar. Yo iba a hacerlo, pero unrecriminadorvistazode
partedelamordemividasilencióydetuvoporcompletomisimperiosasganasdeintervenir.Si
hasta pude leerle el pensamiento mientras me decía: “no te atrevas nifuercesnada,Black,telo
advierto”.
―Me damucho gusto conocerte. Tu papáme ha hablado de ti y no seequivocóennada
cuandomecontóqueteníasunosojospreciososaligualquelostieneél.
―Son del mismo color que los mi abuelo Guido ―exclamó,
sorprendiéndonosaambos―,
quienahoraestáenelcielo.
―Yquiencuidade tidesdealláarriba―añadióAnnaalzando lacabezahaciaeldespejado
cielo azul e incitando a que él realizara el mismo movimiento―. ¿Tecuentounsecreto?Enesonos
parecemos.
―¿Porqué?―quisosaberbastantecuriosomientrasseaprestabaadarunpardepasos
directamentehaciaella.
―Porqueyatienesaalguienvelandoportialigualquelotengoyo.
―¿Lotienes?
Annasuspiróprofundamenteantesdevolverahablar.
―Sí, los tengo―reiterósinentrarendetallesdejándomemásqueclaroquesereferíaasu
padreyaDaniel.
―Túereslamujerbonita,¿cierto?―ladejóalgoabrumadaconaquellaparticular
interrogantequeformuló.
―Pues… sólo soy Anna, quien está encantada de conocerte. Hay unparquedejuegosmuy
cerca de aquí, ¿te animas a acompañarme? De pronto, tengo ganas dedivertirme.
Susojosazulesseiluminaronpocoapocomientrasunaradiantesonrisasealojabaensu
semblante.Simplemente,habíadadoenelclavo.
En cosa de segundos Leo tenía puesta la mirada sobre la mía comoesperandoaquedijera
solamente“Sí.”
―Claroquepuedes―respondísinvacilar.
―Puesentonces,manosalaobra.¡Vamos!―añadióellacolocándosedepiemientrasme
otorgabaunsugerenteguiñodeunodesusojosmarronesque,sinduda,significabaun“gracias”.
Caminamos en silencio con Leo a la cabeza y disfrutando del apaciblelugar.
―Muy inteligentede suparte, señoritaMarks―susurré junto a suoídomientras
avanzábamos, cuando una de mis manos rozaba una de las suyas paraentrelazarlacondelicadeza.
―Tuhijoesmuyapuesto,aligualquemuyinteligente.Sólodeseabaestarasualtura.
―Puedesagradecerlealpapácontodaconfianza.
Meadmirócoquetamenteentrecerrandoaúnmássusojos.
―Loharé,señorBlack,peroporahoralesugieroquesecomporte.
―Contigoamiladoesoescasiimposibleyunabenditatortura,Anna.Detansólotenerte
cercamueroporhacertemíaotravez.
Tuvoquereprimirobligatoriamenteunacarcajadavolteando,además,elrostrosonrojado
debidoamistanclaraseintencionalespalabras.
―Parecesunniñochiquito.
―Losoy―leplantéunsorpresivobesoenunadesusmejillas―.Tuniñochiquitoquelo
quieretodo.¿Vasaarrullarmeestanoche?
―Mejor que eso, mi amor. Creo que voy a…—pero ni siquiera pudorespondercuandola
vozdeLeonossacódenuestrapasajeraensoñación.
―¡Papá,Anna!¡Losjuegos!―ymásperplejomedejócuandounadesuspequeñasmanitos
tomó una de las suyas para incitarla a que avanzara más rápido,acompañándolo.Ellaasílohizo
sólodejándosellevar.«¡Vaya!¿Estopodíaserreal?».Losseguídecercaoyendosusrisasy
dándome cuenta que todo lo que había meditado al interior de mihabitacióncobrabamássentidoque
nunca.
Suspirédichosoviéndolosjugarydisfrutarcomosiseconocierandesdesiempre,comosisus
almasdealgunauotraformaestuviesenconectadas.Porqueanteaqueltannaturalcomienzoalgoen
mí hizo “clic” dejándome fascinado con lo que no dejaba de admirarhastaqueLeollegóamilado
parallevarmehaciaellos,diciéndome:
—¡Quédateconnosotros,papá!¡VenajugarconAnnayconmigo!
—Sí, Vincent, quédate junto a nosotros. ¿Quieres? ―agregó ellahaciéndomesuspirar.
Ycomosiaquellasprecisaspalabrashubieransidounaespeciedevisióndefuturounidasa
un profundo deseo que anhelaba que fuese del todo real me acerqué aambosparaexclamarlesconla
másabsolutadelascertezas:
—Esloquemásquiero.Es,sindudaalguna,loúnicoquerealmenteansíoenestavida.
***
En lacafeteríade la facultadSammyyAmeliaplaneaban loquesería laúltimasalidaentre
chicasantesde lapartidaqueyaera inminente.Tansólo restabancuatrodíasparaqueocurrieray
mientraseltiempotranscurríaAmenopodíadejardepensarenAnnayentodoloque,obviamente,
suamigadesconocía.
―¿EstásseguraquequieresiraeseClub?―preguntóSammyalzandolamiradapara
conectarlaconlasuya―.Ame,Ame…¡AmeliaCosta,teestoyhablando!¿Hayalguienahí?
―insistió,cuandoyaunadesusmanosseaferrabaaunodesusbrazos.
―Eeehh…sí,sólopensaba.
―¿Enquésierestanamablededecírmelo?
―Enmuchascosas―suspiró―,peroprincipalmenteenAnnabanana.
―¿Otravez?Ame,porfavor,basta.Annanosequedarásola,metieneamí,¿cómoquieres
queteloexprese?O,quizá…tú…¿noconfíasenalguiencomoyo?
―Noeseso,Sammy,esque…nosé,algomedicequenodebodejarla.
―A mí algo me dice que te estás preocupando más de la cuenta y novisualizandolomás
importantequeestuviajeytueventualreencuentroconPedro.
Amelia se llevóambasmanosal rostromientras suamigano lequitabalosojosdeencima.
―Telovuelvoareiterar,Annaestarábien.Meocuparédeella,lavigilaréylatendréentre
cejayceja,¿teparece?
―Sólo siBlue eyes tedeja, querida―le contestódevuelta―.Esosdosestánmuyjuntos,no
loolvides.
―Losé,nomelorefrieguesenlacara.Aunquenomeagradedel todo,¿quémáspuedo
hacer?
―Eseparestalparacual,Sam.Nopuedenestarelunosinelotroaunque,
claramente,sean
comoelaguayelaceite,cabezotasytercoslosdos.
―¿Estássegura?¿Cómoasí?
―Así,talycomolooyes,querida.
―Claro.Pues,metendréqueacostumbrarateneraesehombrecerca.
―Tendrásquehacerloytolerarlo.Pordepronto,esoesloúnicoqueenpartemetranquiliza
porqueasíAnnaestaráfelizyprotegida.
―¿Protegidadequé?―solicitó,queriendo saber cadavezmásaqué sereferíaconello.
―Protegida,Sammy.HaycadalocodandovueltasasualrededorcomoelimbécildeDuvall
y la víbora de dos cabezas ―ahora fue ella quien emitió un largosuspiro―.Almenos…tienea
Ericksoncerca.
―¿Erickson?—enarcóunadesusfinascejasintentandoconelloahondarmássobreese
asuntoquedesconocía—.Quemisteriosa,amiga.¿QuiénesErickson?
―Olvidaquelomencioné,avecessuelopensarenvozalta.
Una mueca de disgusto se dejó entrever en su semblante mientras noapartabasusojos
insinuantesdelossuyos.
―¿Noconfíasenmí,Ame?Creíqueéramosamigas,lastres—enfatizó.
―No es desconfianza, así que aparta aquello de tu linda cabecita ycentrémonosennuestra
salidademañanaenlanoche.
―Claro…nuestrasalida…
―Exacto.Ese club, el cual temencioné es…―peroen esemomento elmóvildeSammyque
se encontraba situado sobre la mesa que ambas compartían empezó aemitirunaparticularmelodía.
Deformainmediatalocogióquedándosetotalmente“encantada”con loquesusojosbrillantesy
coquetos leían con muchísima atención. Ame así lo advirtió y tras unaevidentecuriosidadquela
invadió no le quitó la vista de encima a quien ahora sonreía bastantenerviosa―.Aver…poresa
sonrisitalujuriosapuedofácilmentededucirquenosetratadeunmensajedetumadre,menosdetu
padre.
―Claroqueno―respondióaúnconlasonrisaaflordelabios.
―¿Unadmiradorsecreto,Sam?¡Vamos,escúpeloya!
―Másqueeso.Miraesto―ysinperdermáseltiempoletendióelmóvilparaqueleyeralo
queenlapantalladecíaasí:
“¿Cómo estás, princesita?Nodejo de pensar en ti y en nuestros planes.Necesitoverte,es
importante.Nodemores”.
―¡Wow! ¿Así que princesita? ¡Te lo tenías bien escondido! ¡Anda,cuéntamedeél!¿Lo
conocemos?
Sam terminó mordiéndose el labio inferior cuando ya el rostro de suamadoAlexDuvall
invadíacadaunodesuspensamientos.
―No,noloconocen…porahora.
―¡Ay,chicamisterio!¡Revélamealgodeél!
―Todoasu tiempo,miqueridaAmeliaCosta, todoasudebido tiempo.Sóloestamos
empezando…ahacerlascosasbien.
―Portucaradefelicidadeseguapotetraeloca.
―Ynoteequivocasporqueporélyoharíaloquefuera.
―¡PorDios!¡Debeserunsementalparaquehablesdeesaforma!
―Esmásqueeso,éles…¡unanimal!
Amerióconganasmientraslaescuchaba.
―¡Aydemí!Annaytúpasándoselasdemaravilla,yyo,laexninfómana,sinperroquele
ladre.¡Estonoesjusto!Peronoimporta,siustedesdosestánfelicesyoloestoymuchísimomás.
Esperoque tu“príncipe”o,más bien, tu“lobo feroz”no te coma tan amenudoparaquepongasen
prácticaloquemeprometisteconrespectoaAnna.
―Despreocúpate, Ame,Anna estarámuy bien conmigo.Me ocuparé deellatalycomosi
fueras tú, su amiga del alma. No tienes de qué temer, te lo aseguro―terminódedicándoleuna
enormesonrisadeabsolutafascinacióncavilandocadaunodelosplanesqueellayDuvallyahabían
comenzadoaponerenpráctica.
―Gracias, Sammy, no sabes lo queme reconforta dejar a Anna en tusmanos.Ereslamejor.
―Graciasa tiporconfiarycreerenmí―tomó lasmanosdesuamigaparaotorgarlesun
leve apretoncito―. No imaginas lo feliz que me haces por pensar así―sonrióahoracínicamente
cuandoal interiordesumentesóloexistíacabidaparaelhombredesussueñosporelcualhabía
decididoacercarseaAnna,conseguirsuamistad,ganarsesuconfianzayporelque,sinduda,lo
arriesgaríatodo.
YconlamiradadeabsolutanostalgiadeAmeliafijasobrelasuya,pensó:«MiqueridoAlex,
las cartas están echadas sobre la mesa justo donde tú querías queestuvieran.Porlotanto,es
hora de apostarlo todo sin condición. Nuestro juego ha comenzado, miamor.Lagolondrina
acabadecaerenlajaula.»
CapítuloXI
Lanochecayósobrenuestrascabezasmientrasviajábamosderegresoalaciudad.Dejamos
a Leo con Miranda después de un grandioso día de diversión, risas ybromas.Ciertamente,jamás
creíque eseniño—desdeel primer instante enque susbellosojos azulcieloinvadieronlosmíos—,
podría convertirse enmuypoco tiempo en algo tan importante paramí.Verloreír,disfrutar,correr
libremente,pronunciarminombreunayotravezparaincorporarmealafelicidadqueirradiabasu
semblante tan dulce y angelicalme hizo sentir demasiado afortunada dequemivida,ahoramásque
nunca,estuviesesiendoiluminadaporaquellosdosmaravillososseresdeluz.
Sonreícomounabobarecordando todo lovividoaquella tardemientrasperdíalamiradaen
lasatractivasfaccionesdequienconducíaamiladoencompletosilencio,peroobservándomede
reojocadavezquepodíacuandosólolamelodíadeunahermosacanciónsedejabaoír,
envolviéndonosyhaciendodeesteparticularmomentoalgomuyespecial.
—¿En qué piensas, pequeña?—preguntóVincent entrecerrando la vista,frunciendountanto
elceñoydejandoquesusojosrodaranporunpardesegundoshacialosmíoscomosi,atravésde
ellos,quisierainternarseencadaunodemispensamientos.
Estiré una de mis manos hasta situarla en su rostro el cual acaricié,quedamente.
—Enmuchas cosas, peroprecisamente en lo quehoy aconteció—seguísonriendocuandoun
profundosuspirosemearrancabadelpecho.
—Lodehoyfuehermoso,Anna.Vertesonreír,admiraraLeodisfrutardetucompañía,
contemplarlos a losdos tan felices sinquenadamás importaramehizosentirquemividaalfin
estabacompleta.
Suspalabrasmedejaron sinhabla. ¿Completa?¿Completadequé?Creoqueéltambiénlo
notóporlaformaenquemededicóunaapabullantesonrisa.
—¿Quéocurre?¿Porquétusojitossequedantansorprendidoscomosidemibocahubiese
salidoalgunaqueotraincoherencia?
—¿Completa?—preguntédeinmediato.
—Asíes,completa—reiteró—.Leoytúsonlomásimportantequeposeo,aquienesamoy
necesitoporsobre todas lascosasporqueconustedes lo tengo todo, tansimplecomoeso.
—Vincent…—tuvequetragarsalivaoyendocadaunodesuspalabrasquemesabíanmás
bienaconfesión.
—Recuperéamihijo.Independientedelasituaciónquelotrajodevuelta,Leoestaconmigo
ycreoque…—unanuevamiradasedejócaersobremí—,lomismovaparati,preciosa.Estásaquí,
teveosonreírtranquila,feliz,admirotumiradacomobrillaymepierdoenella.Observotubocaa
lacualdeseoacadasegundoyalaquevoyabesarenesteprecisoinstanteporquesinodejasde
admirarmedelaformaenqueloestáshaciendonotendréconsideraciónalgunayterminaré
arrancándotelaropacomosifueseunanimal.
Aparcóelcocheauncostadodelacarretera.
—Un animal no, señor Black, mi bestia personal —corregí enseguidacuandoyaunadesus
manos se internaba a través de mi largo cabello para atraer mi cabezahacialasuya.
—¿Te das cuenta en que me he convertido gracias a ti? ¿Lograscomprenderquevivoy
respiro tan sólo por ti?—susurró contrami boca logrando que con sualientoembriagadormilesde
inquietas,placenterasyexcitantessensacionescomenzaranahacermellaentodomicuerpo.
—Tepuedoasegurarquenoessóloatiaquienlesucede.
Sonriódemedioladoalescucharmecuandoelpoderíodesubocatentóalamíaatravésde
sugerentes rocesdenuestros labiosquenos encendían rápidamente algomásquelapiel.
—Losé,cadaestremecimientotuyomelodice,loansía,logrita,porquenecesitaquemis
manosteacaricien,tedescubran,recorrantutibiezaysuavidadllegandoaeseprecisolugaralcual,
enestosmomentos,mueroporvolveraprobar…
¡Dios!¡Siseguíahablándomeasíesehombreterminaríasiendomíoahoramismoenel
asientotraserodesuvehículo!
—¿Quéintentashacerconmigo?¿Quieresvolvermeunalocadependientedeti?
—Esunaclaraposibilidadquenodescarto,peroporahora…—sulenguaacariciólamía
por un par de segundosmás hasta que su boca urgente y peligrosameatrajohaciasíenunbesosin
comparación. Nos fundimos y enredamos en un solo aliento abrasadorquepodíaderretira
cualquieraqueosaraponersusojossobrenosotros,porqueatravésdeélydetodosucuerpoensíla
inconfundiblenecesidaddehacermesuyasalíaalaluzcomolamásfieraypatentedesuscertezas
—.Tequieroconmigo,enmicama,ahora,ynoaceptarénadamásqueunsícomorespuesta.
—Si me lo pides así y tan amablemente… —fue todo lo que logréarticularcuandosubocase
apoderabadelamíajuntoaunadesusmanosqueyasecolabapordebajodelaúnicaprendaqueyo
llevabapuesta.Eltibiorocedesusdedosexplorandomipielcentímetroacentímetromehizo
desfallecer,temblarydesearloarabiarporqueesehombre,“mihombre”,eracapazdeponermi
cuerpo amil por hora sin tener conmigo lamásmínima consideración.¡Quéva!Siyoamabacuando
nuestra ansiedad de pertenencia nos envolvía haciéndonos delirar en lalocura.
—Ypodríahacerloaúnmás,pequeña…—afirmó,convencidísimo.
Mecarcajeésinpoderevitarloporquesabíadesobraqueaquelloeramuycierto,ademásde
haciadondenosllevaríaesta“caliente”einusitadasituación.
—Soy un hombre de palabra y bastante inconformista —alegó en sudefensacuandounade
susmanosempezóamasajearunodemissenosporsobremisujetador.
—Deesonomequedadudaalguna,señorBlack—cerrélosojosalaparquerelamíamis
labios gracias a su contacto y aquella tan magnífica sensación que mebrindaba.
—Que bueno que lo sepa y lo tenga asimilado, señoritaMarks, porquedespuésdetenerque
reprimirmis furiosas ansiasporbesarlay acariciarlagranpartede estedíayanopuedocontenerme
más—sumiradaseencendióardiendodeabsolutoeinconfundibledeseo.Yesolopudeconstatar
porlaformapesadaenquerespiraba,porcadaunodelosfierosgruñidosqueemitíacuandosuboca
hacía con la mía lo que se le antojara, penetrándola, asaltándola,poseyéndolaylograndoquemi
cuerposesobresaltaraantesuevidentecercanía—.Tócame—pidióentreexcitantesjadeosyel
gravesonidodesuvoz—.Tócameycompruebacuantomueroporhacertemíaenestemomento.
Traguésalivapercibiendocomomisangrehervíaamásnopoder.Gemíinstantáneamenteal
sentirlapresióndesupoderosamanosobrecadaunodemissenos.Jadeéconsulenguaembistiendo
lamíadetanfrenéticayarrolladoramaneraycreímorircuandounademismanosbajódirectamente
hacialabraguetadesupantalónparadejarsecaerenlainminente,durayprominenteereccióndesu
miembroque¡wow!,mehizodesearlocomounacondenadasinremedio.
Creí que iba a quedarme sin respiración cuando sus gruñidos seintensificaronalapreciar
como hábilmente mis manos liberaban lo que yo tanto deseaba tener y
palparentrelasmíasporque…
¡Dios!¡Vincentyameteníamásquepidiéndoloagritos!Ycuandoaquelloocurriómicuerpo
combustionódeunainigualablemanera.
—Librealfin—murmuréconunsonidotanparticularmentesensualquehastaélseasombró
dehaberloescuchado.
—Vuelvearepetircadaunadeesaspalabrasconesacadenciayjuroquenomeimportará
nadamásquetomarteaquíyahora.
—Libre…al…fin—repliquécualgataenceloaltiempoquemimanoseaferrabaaúnmása
su miembro caliente, durísimo como una roca y grandiosamentegeneroso.
Sinmeditarlo,Blackalzómiblusaparaquesubocadevoraramissenoshaciéndomejadear
con descontrol al sentirlo totalmente excitado jugueteando con ellos,lamiéndolos,mordisqueándolos,
apretándolos, disfrutándolos y apartándolos de su boca en un ritmo sinigual.Ycuandosuslabios
bajaronraudospormiestómagodejandoregadosasupasograncantidaddeardorososbesossentí
que lo necesitaba ahora más que nunca, al igual que cuando su lenguatrazócírculosporsobremi
ombligoycaderashastadetenerseenelbotóndemipantalóncomosiuna
luchainternaentreloque
anhelabaysucordurasehubieradesatado.
—Tedeseoahora,pequeña,teansíoconprofundadesesperación,pero…¡Maldición!Este
noeselmejorlugarparallevarloacabo.
Yyo lo sabía perfectamente, porque estábamos enplena carretera a unahoraenlaque
transitaban por las vías bastantes vehículos en ambas direcciones comoparaqueVincentmehiciera
elamorentalescondiciones.Porlotanto,conmisrevolucionesyaenunplanoastralsuperiorlo
miréfijamentealosojosintentandocalmarsusimperiosasganasaligualquepretendíahacerlocon
las mías, algo bastante complicado por lo demás, gracias a la notoriahumedaddemicavidadque
palpitabaansiosaportenerlodentro.
—Losé.Teconozcomejorqueamímisma,Black.
Nuestras miradas se confundieron en una sola tal y como si nosestuviésemosreflejandoen
cadaunadeellas.
—Entonces,dejaquetelleveacasa,miamor.Venyvuelveconmigoatucasa,porfavor.
¿Mi casa?Sin ser idiota eso sólopodía significar una cosa: volver a sudepartamentoalcual
nohabíaregresadodespuésdetodoloqueacontecióyalqueprometíunascuantasvecesnoretornar
jamás.
—Anna —prosiguió, al cabo que sus hipnotizantes ojos azul cieloinundaronlosmíosdeuna
forma sin igual—, te quiero en nuestra cama y también en nuestrodormitorio,ennuestrasala,porque
tenecesitosóloatidellenoenmimundoparaquedescoloquesmivida,recuperemoslanuestray
para sentirte mía por completo. Déjame cuidarte, protegerte… déjamevelarportussueñosy
aferrarme a ti para despertar a tu lado cada día empapado de tuinconfundiblearoma,detusabor,de
tuesencia.Porfavor,miamor,necesitosentirencarnepropiaqueloquenosunesemantienefirme
yestableyquenoselollevóesemalditodisparoqueintentóacabarconnuestrasvidas.
Después de semejantes palabras yo… ¿podía razonar sobre la respuestaqueibaadarle?
—Anna,porfavor,dejaque...—peronadamáspudoexpresarcuandounodemisfervientes
besosmebastópara acallarloydecirle con ello loque él tantodeseabaoír.
—Te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir ahoramás que nunca. Irécontigodondequiera
quevayasporqueteamoyporlasencillarazónqueyanopuedovivirsin
ti.
Sus ojos brillaron como si fueran un par de bellos luceros queresplandecíanenunaoscura
nocheysusonrisa…¡Dios!Sugrandiosasonrisacreoquemehizosentirqueéleraloúnicoque
realmenteyonecesitabaparaserinmensamentefeliz.
—Llévameacasa,Black—rocémislabiosconlossuyos—.Llévamedevueltayprocura
hacermeelamorencadalugarqueundíanoscobijódelamismamaneraenquetodocomenzópara
nosotros.Peropor sobretodo,demuéstrame…demuéstrameque sí valiólapenavolvertrasmis
pasosesanochey lucharcontramisdemoniosy los tuyos tansoloparallegarati.
Surespiraciónseintensificóaligualquelohizolamíacuandoloslatidosdenuestros
corazonescrecieronatalpuntoquecreídesfallecerensusbrazosantelamaravillosasonrisaque
volvióaapoderarsedesuslabios.
—Loharéporqueeresmía,AnnaMarks,completayabsolutamentemía,aquí,ahora,mañana,
pasado,sintiemponiespacio,todaunavida.Yporquesoytuyodetodaslasformasymaneras
posibles.¿Meoyes,miamor?¿Losientes?¿Meves?—pronuncióconsugraveysensualvozque
elevó mi temperatura corporal aún más mientras una de sus manos seinternabaotravezenmilargo
cabello. Y así, después que las palabras parecieron sobrar cuando, másbien,nuestrosojosdecíanlo
quenuestros labios silenciaban,mehizo suyacon todoelpoderíode suboca,tantoycomoaélle
provocaba,disfrutabayexcitabahacerlo.
Jadeos, suspiros, gruñidos colmados de bendito placer percibimos anuestroalrededoral
sentir lapasióndesbordantecon lacualnosamábamos, reclamábamoseincitábamosaloque
eventualmenteaconteceríaentrelosdoscuandoporfincruzáramosaquelumbral,aquelúltimopaso
que nos faltaba dar para que nuestra historia volviera a escribirse porcompleto.
***
Aquellanoche,MichelleCavalliaúnnopodíaconciliarelsueñomientraspensabaypensaba
entodoloquehabíatenidoqueenfrentaresedía.Sesentíadeshechaportenerqueesconderloque
deseabagritaralmundo,peroalavezvivacomojamássiquieralollegóaimaginar.Cadavezque
evocabasurostro,susbellasfacciones,sucolordeojosquelerecordabaporsobretodoaél,se
desmoronabaaligualquelohacíasucorazónpartiéndoseenmilpedazos.
No dejó de llorar después que la vio partir aquel primer día cuando latuvoenfrente.Nocesó
derememorarcadaunodeesasdolorosas imágenesqueformabanpartedesutortuosopasadocuando
elDecanolaspresentóenaquellaoficina.Noselimitóaescondersurabiayfrustraciónporno
haberluchadoconcorajeenesaetapadesuvidayhoy,despuésdehaberlavistollorarfrenteaella
recordandoalafiguradesufallecidopadre,elsufrimientofueimplacableymásfieroquenuncaen
su piel asegurándole con todas sus letras que tras veintitrés años deausenciaAnnanisiquierasabía
desuexistencia.
Suspirómientrastemblabadentrodelaquietudyelsilencioreinanteensucocinaylohizo
variasvecesmáshastaqueunamanomasculinaseposóensuespalda—sobrelacualcaíaunafina
camisoladesatíngris—,anunciandosupresencia.
—Estoyaquí—dijoélsusurrándoseloaloído.
—Lo sé —exclamó ella en un imperceptible murmullo al tiempo quevolteabasurostrode
finasfaccionesparaclavarsuhumedecidamiradasobre lasuya—.Todoeltiempoestásconmigo.
—Todaunavida,Michelle.¿Oyanorecuerdasporquéllevaseseanilloentudedoanular?
—sonriómientrastomabaaquellamanodondeyacíalajoyaparabesarlaconternura.Yellasonrió
devueltao,almenos,tratódehacerlodejandoquesucristalinamiradaseposaraenelrostrodesu
esposo,peromásaúnenaquellosojosmarronesqueennadaseparecíanalosqueundíahabíavisto
ydeloscualesseenamoróperdidamenteteniendotansólodiecisieteaños—.Conpasadoosinélte
recuerdo que eres mi vida —aseguró Julián tras alzar nuevamente sucastañamirada—.Todami
vida—reiteró,dejandoquesubocaestavezseapoderaradelasuyaenundelicadobesoque
Michellecorrespondióal instanteaferrándoseaélcomosi lonecesitaraparaseguirexistiendo.
—Ytúereslamía—sostuvocuandosumaridolatomabaentresusbrazosparalevantarladel
tabureteendondeseencontrabasentada.
—Vamosalacama.Tenemosmuchodequéhablar.
Ante esa insinuación entrecerró lamirada a la par que se desprendía unmomentodesus
cálidoslabios.
—Loquemenoshacemosenlacamaeshablar,Julián.
—Hablaronohablar…heahíeldilema—agregórozandosunarizconlasuyamientras
volvía a colocar sus pies en el piso—.Pero antes de subir necesito que
confíesenmíydejessalir
detitodoesellantoqueteacongoja.Esporellaquelloras,¿verdad?
Michelleasintiósinquenadaninadieladetuviera.Malquemal,suesposoestabaaltantode
toda su historia y del sufrimiento que le carcomía algo más que lasentrañasylapiel.
—¿Yquéharás?¿Aúnquieresqueyo…?
—Sí.Eslaúnicaalternativaquetengo.
—Mi amor—la abrazó conmás fuerza de la necesaria—. Haymuchasposibilidadesantes
queesa.
—Paramíno,Julián.Esesoonada.Esamujertienemuchasinterrogantesqueresponderme.
—Esamujer…¿tedascuentaaloquetevasaenfrentar?
—Sí. Debo hacerlo. Necesito saber de su propia boca muchos detallesantesdevolverala
vida.
—Lo que necesitas es ser fuerte para enfrentar todo lo que vendrá, miamor.Peronote
preocupesporqueestaréahíparaasegurarmedequeloseas.
—No esperaba menos de usted, señor abogado. No sin razón se llevabastantesbeneficiosde
sucliente.
Julián sonrió de medio lado cuando inesperadamente volvía a tomarlaentresusbrazos
arrancándoleconesegestounaudiblegemidodesorpresa.
—Tecontaréunsecreto.Eresmiclientefavorito.
Michelleacariciósuoscurocabellosindespegarsuvistadelasuya.
—¿Vendrásconmigo?Noquieroestarahísinti.
—¿Quécreeusted,señoraBrunet?—caminóconellacargándolaentresusbrazosen
direccióna las escaleras—.Comosuabogado, su esposo, su amante, sucompañero,estaréasulado
encadapasoquede.Peroantes,necesitoquemepague.
—Querrádecir,unadelantodesupaga,señorabogado.
—Seequivoca.Jamástrabajoamedias.Estodoonada.
Michellesonriótraspercibircomoélascendíahastalasegundaplanta.
—¿Sabíasqueteamodemasiado,Julián?
—Créeme…puedodarmeporenterado.
***
Alamañanasiguiente,Alexseencontrabaabsorto,conlamiradaperdidaenlosenormes
ventanales de su oficina que mostraban un costado de la ciudadempresarial.Surostropermanecía
serio,sinatisbodesentimientoalguno,másbien,enélnoexistíanadamásquealgunosclarosy
nítidospensamientosquerondabansindescansoal interiordesucabeza.Pormásquetratabano
lograba concentrarse del todo en su trabajo, en sus planes o en los queteníatrazadosconEmilia.De
hecho,pocoleimportabanaexcepcióndesubella“golondrina”alacual,atodacosta,tendríaentre
susbrazosporque estaba convencidoque eso sucederíaymás tempranoquetarde.
Sonriócuando lapuertadesuoficinaseabriódeparenparconEmiliaentrando
ofuscadísimaporella,conelrostrountantodesencajadocomosihubieseexplotadootuviesealgo
atragantado y a punto de salir expedido por su boca. Y así, sólo unamiradainsinuantelebastóa
Alex para que ella comenzara a vociferarlo todo dentro de esas cuatroparedes.
—¡Malditazorrademierda,joder!¡Juroquemelasvaapagar!
Sincomprenderaquésereferíacontalesepítetos,peroyavislumbrandodequiensepodía
tratarlerespondió,serenamente:
—¿QuésucedeconAnnaahora?
—¡Nisiquieranombresaesaputa,Duval!¡Nisiquieraosespronunciarsunombreenmi
presencia!
Siguiósonriendoesperandoestoicamentelosdetalles.
—¡Cómo la odio! ¡Cómo quisiera que desapareciera cuanto antes denuestrasvidas!
—Emilia,porfavor,noseasexageradaycuéntamequétetieneasí.
—¿Quénoseaexagerada?¿Quéno lo seacuando lamalditaestuvoconmihijo?¡Conmi
Leo,Duvall!
Ahorasíquelasonrisaseledesapareciódelrostroanteloqueoía.
—¿Cómosabesqueesoocurrió?
—Tengoojosyoídosentodalacasa.Allínadasucedesinqueyolosepa,peroesto…—su
rostro expedía una furia incontrolable y sus ojos… por sobretodoparecíandosllamaradasrojasde
fuegoquepodríanincinerartodoasupaso—…nosequedaráasí.Ambosmelasvanapagarcon
creces.Blackyesamalditanosabenconquienestántratando.
—TegusteonoAnnaespartedesuvidayanteellonopodráshacernada,querida.
—¿Cómodices?—preguntóevidentementecontrariadaalnocomprenderloquedecía—.
¡¿Quétepasa,idiota?!¡¿Quétienesenelcerebro?!
Alex se encogiódehombros como si ni siquiera le importara loque lerecriminabaensu
propiacara.
—¿Te estás retractando? ¿Eso quieres? ¿Ya te ablandó el corazón a ti
también?
Nolecontestó,sinomásbienconlasmanosmetidasenlosbolsillosdesutrajeoscuro
dirigiósuspasoshaciaotrocostadodesuoficina.
—Tehiceunamalditapregunta.Laresponderás¿oqué?
—Siempre y cuando dejes de lado tu histeria y la paranoia con que vestodoloquesucedea
tualrededor.¿Quénotedascuenta?Nadasaldrácomolotienesplaneadositecomportasyexhaltas
de esa manera. Ni el imbécil de tu ex marido será para ti ni lagolondrina…
Lointerrumpióenseguida.
—¡Meimportaunamierdaesamujerzuela!¡Sinofueraporquelanecesitoenloquellevaréa
cabohacemuchotiempolahabríadesaparecidosindejarrastroalgunodeella!
—Atabientuscabossueltos,Emilia,quecuandomenoslopiensestutorredemarfilse
vendráabajoencosadesegundos.
Entrecerró lavistamientrascomenzabaadirigir sus felinospasoshaciaél.
—AlexDuvall…teconozcomuybien.¿Quétienes?—inquiriódegolpe,sorprendiéndolo.
—Ahívasdenuevo,mujer.¿Quénotecansasdevercosasdondenolashay?
—Nomevengasconexcusasbaratas.Teconozco,séquetipodealimañaeresyamí,por
másquequierashacerlo,nopuedesengañarme.
Ahora sí rió con ganas porque comenzaban a sacarlo de quicio sus“vaticinios”encontrade
su persona y eso, para sus eventuales planes, era demasiado riesgoso.Emiliateníaqueconfiarsin
hacer ningún tipo de preguntas que él tampoco estaba dispuesto aresponder.
—Asíquealimaña…Pues…cuandotehagovibrarygemirpidiendomásnomellamasdela
mismamanera.
—¡Eresuncabrón…!
Apenas le soltó ese apelativo se dirigió hacia ella para terminaracorralándolacontrala
paredmientras susmanos se apoderaban de su cintura para luego bajarrápidamenteasutraseroel
cualapretóconfervienteexcitación.
—Estás furiosa, hierves de ira porque Anna está alterando todos tusplanes.
—¡Suéltameycierratujodidabocayamismo!
—Tuexmaridomuereporella,lodaríatodoporellayahoraintentaqueseapartedelavida
de tu pequeño hijo. Que irónico es, ¿o no? Tú intentando quitarla delcaminoyellacadavezmás
apoderándosedetodoloquetepertenece.
—¡Tedijequecerrarasesamalditabocaquetienes!—legritóensucaraaltiempoque
luchabaporapartardesucuerposuspoderosasmanosqueyacomenzabanahacerdelassuyas
subiendoellargodelvestidoquellevabapuesto—.¡Nometoques!¡Teloadvierto!
Alexsecarcajeóasusanchascuandolaoyó.
—¿Aquiénquieresengañarconsemejanteestupidezquenitútecrees?Siestásaquíespor
unasolayobviarazón:quieresquetecojao…¿meequivoco?Esloqueansías,esloquemás
deseasparasacardetitodalafrustraciónquetecorroelapiel.Acéptalo,Emilia,tusplanessonuna
mierdayAnna—subocaseacercóalasuya,tentándola,dispuestoahacerlonecesarioy
humanamente posible para que terminara depositando toda su confianzasobresupersona.
—Misplanesnosonunamierda,Duvall.Dehecho,yaletengopreparadamásqueunagrata
sorpresita que le llegará cuando menos se lo imagine —jadeó ante elevidentecontactodelosdedos
deesehombrequecomenzabanacolarseatravésdesusdiminutasbragas.
—¿Sí?¿Yquésorpresitaesesa?¿Piensasdesaparecerlatanpronto?
La respiración de Emilia se acrecentaba cada vez más al igual que el
frenéticolatirdesu
corazón,percibiendogustosalossugerentesrocesqueleotorgabaensusyahumedecidospliegues.
—Anda,mi amor…quiero saberlo todo.Nome ocultes nada.Quizás…puedaserdemucha
ayudaparaqueesoocurra,¿noteparece?—sinpensárselodosvecessubocasedejócaersobrela
suya en un ardiente beso que ella correspondió de inmediato. Ladesesperación,laurgenciayla
violencia comenzaban a desatarse en sus cuerpos y, más aún, cuandoDuvallcomenzóamasturbarla
de inigualable manera, entrando y saliendo de ella, excitándola yvolviéndolalalocaparaque
pudieseexpresartodoloqueélansiabasaber—.Estoyesperando,Emilia.¿Quéleocurriráala
golondrina?¿Quépiensashacerconella?
Entregemidosysuspirosalfinhabló.
—¡El susto de su vida! —chilló con la respiración a mil—. ¡Eres unmaldito,perosesiente
delicioso!
Riófascinadojustocuandolapuertadesuoficinaseabríadeparenpar.Automáticamente,
sus ojos rodaron hacia ella sin disimular la situación que allí acontecíacuandoEmiliaerapresade
un magnánimo orgasmo que comenzaba a hacer estragos en todo su
cuerpo.
—¡Alex…!—expresólavozdurayásperadeunhombreentradoenañosque,totalmente
sorprendidoporloqueacabade“interrumpir”,nodejabadeobservarlocomosiconsusojos
pardosestuviesediciéndoselotodo.
—Paralapróximavezpodríastocar—lerecriminódevueltaantelafuriaqueemanabadela
miradamasculinadequienteníaalfrenteytrasapartarsedeEmiliaquienyamaldecíaentredientes.
—Soytupadre,nonecesitotocar,menos…—suvistasedirigióestavezhacialafigurade
Emilia quien, de prisa y sin una pizca de nerviosismo, terminaba deajustarseelvestido—…debo
presentarmeanteticonprevioaviso.
TrasobtenerunacoquetaydelomásburlonasonrisaEmiliaarticulóun“teveoluego”alo
queélrespondiódelamismamanerafrentealamiradadesupadrequenolequitólosojosde
encima.
Lapuertasecerrófuertementecuandoaquellosdoshombressequedaronasolasretándose,
comosifuerandosfierosrivalesapuntodecomenzarunacruelbatalla.
—¡Quécreesquehacesymásconesamujer!
—Divertirme.¿Porqué?Acaso,¿teincomoda?
—¿Incomodarme?¡Telasestabascogiendo!
Moviósucabezadeladoaladomientraslimpiabaconunpañuelounadesusmanos,laque
precisamentehabíautilizadoconellainstantesatrás.
—Y eso qué. Puedo hacer lo que se me plazca sin tener que darlejustificacionesanadie.
—¡Esamujernoteconviene!¡Esunazorraytúlosabes!
—¿Ydesdecuándo teha importado loquehagaodejedehacer conmivida?
—Nomefalteselrespeto,eresmihijo,Alex.
—¿Tu hijo? —le rebatió abiertamente—. A un hijo se le quiereindependientedequeseaun
bastardo.
—¡Cállate!
—Lolamento,peronoloharé.Conmimadrepudistehacer loquese tevinoengana,pero
conmigono.Nocreasqueporque llevo tuputoapellidobajaré lavozomecallarétodo.Notelo
pedí,noteloexigí,jamásquisenadadeti.
—¡Eres mi hijo te guste o no! —vociferó aquel hombre de miradasombríacuandounadesus
manosgolpeabafuertementeelescritorio—.¡Ynoolvidesquesiestásenestaempresacontodos
losbeneficiosquenocualquierempleadoposeeessólograciasamí!
—¡Pero claro, como olvidarlo si todo lo que he conseguido ha sidograciasacadaunadetus
intervenciones,aunquesilopensamosfríamenteyhablamosconlaverdadyo…!
—¡Cierralaboca!—legritóalmismotiempoqueloseñalabaconsudedoíndice—.
¡Jamás!¿Meestásoyendo?¡¡Jamásvuelvasarefregármeloenlacara!
—¡Deja de hacerte el imbécil conmigo! ¡Deja de fingir que te sientesheridoporloque
ocurriócuandonoesverdad!¡Meodiastedesdeelprimerinstanteenquelosupiste!¡Me
aborrecistecuandolaverdadsalióalaluz!Yahora…¿creesqueunpardemalditaspalabrastuyas
loarreglantodo?
—Alex…escúchame.
—Nomás, señor.Desde aquelmomento en queme quitaste lo quemásamabaynotuviste
piedadalgunaconellanosignificasnadaparamí.
—¡Tumadrese lobuscó!—exclamóavivavozcomotantasvecesse lohabía
gritadoalrostro—.¡Meengañóvilmenteportantosaños!
—¡Sal de aquí!—le respondió señalándole la puerta—. ¡Te exijo que teretiresono
respondoporloqueharé!
—Alexyo…
—¡Saldeaquí!—reiteróenérgicamenteyacaminandohaciaélcuandolarabia,eldoloryel
pasodelosañoslecegabaalgomásquelarazón.
—Nomientrasmeescuches.
—¡Exijo que te vayas de aquí!—replicó ya por tercera vez, pero ahorainstalandosusmanos
enlassolapasdelachaquetadesupadrealascualesseaferróconfuerza—.Porqueaúnnoseme
olvida lo que intentaste hacer conmigo.Aún llevo inserto enmí todo eldolorquemecausótu
desprecio,tuindiferenciaycadaunadetushumillaciones.Aúnduelecadagolpe,cadaafrenta,cada
maldita palabra y el llanto de mi madre suplicándote que te detuvieras,miserable.
El rostro de aquel hombre se contrajo al oír y digerir cada uno de losenunciadosquesuhijo
levomitabasinningúntipodepiedad.
—¡Hedichoquetelarguesahoramismo!
—Nosabescomomearrepientoy…
—¡Maldito,insensato,egoísta!—lelanzóalrostrounavezmásmientraslohacíaretroceder
anteelimperiosopoderíodesucuerpoysufervientevoz—.¡Lárgate!
—Alex…
—¡Novuelvas adirigirme lapalabra,menososes regresar amioficinaparaexigirmealgoa
cambio!¿Meoíste?Osencillamenteterminaréolvidándomeparasiemprequienundíafuiste.
—Jamás podrás hacerlo…—expresó aquel hombre sintiendo como suhijoloestampaba
contralapuertasinningúntipodepiedad—…porquegraciasamíereslapersonaqueeres.
Alexsonrióirónicamenteconunúnicorostrodeambulandoalinteriordesumente.
—Yenpocotiemposeréquienrealmentedebíserdesdeelprincipio,teloaseguro.
Se perdió en su oscuramirada; se quedó contemplándola fijamente poralgomásqueunos
cuantossegundos.
—Hijo,basta.Noeslaforma…
—Lamentablemente,loesyrecuérdalo,nosoytuhijonitúeresmipadre.Eseméritofue…
más bien de otro —le recordó ante una cruel mirada que le obsequiócargadadeauténticaira—.Y
eso,pormásqueasíloquieras,jamáscambiará.Yahora,telargas.
—Notereconozco,Alex…
—Muchomejorparamíyparausted—despuésdeemitiresaúltimafraselosoltópara
alejarse definitivamente de su lado mientras se volteaba y caminaba endireccióncontrariahacialos
enormesventanalesdesuoficina—.¡Largo!—insistióavivavozcuandooíaquelapuertaseabríay
se cerraba, estrepitosamente. Deslizó sus manos por su cabello conimpacienciaaltiempoquela
barbilla le temblaba y un sin fin de recuerdos ocupaban sus caóticospensamientos,entreellosel
rostrodesumadreaquienlehabíahechounapromesaaqueldíaenquetodohabíacambiado,
inevitablemente.
—¡Malditasea!—pronuncióentredientes—.¡Unaymilvecesmalditasea!
Y así, salió hecho un demonio de la empresa conduciendo como undesquiciadoporla
avenidahastalasafuerasdelaciudad,esquivandocadavehículocomounsifueratodounexpertoal
volantemientraslaangustiaylasinevitablessensacionesdeincertidumbreyofuscaciónse
acrecentabanbajosupiel.
CapítuloXII
Norecuerdocuántasveceslogréllegarhastaelumbraldelapuertadesudepartamento
dispuestoatocarparaconstatarsifinalmentehabíaregresadoacasa.Tansólomeencontrabaaquí
otra vez con el puño en alto contando uno a uno los segundos que
transcurríanparapoderadmirarsu
sonrisa que… Cerré los ojos apretando la mandíbula. No podíapermitirmepensarenAnnadeotra
forma que no fuese para lo que había sido contratado, pero… ¿cómopodíadejardesentiresta
apabullanteangustiacadavezquesedesaparecíademivistaparacorrerarefugiarseenlosbrazos
deél?
Sonreícomounidiotaporqueesapreguntateníaunacerterarespuestaqueyobienconocía.Y
así, lentamente los abrímientras bajaba y relajabamimano que aún seencontrabaempuñada.
Retrocedíobservandofijamentelapuertahastaquedecidívoltearmejustocuandoseabríaami
espaldayelsonidodelavozdeAmelialoinvadíatodo.
—Conestayasoncuatroveces,Damián.¿Quénotedecidesatocaroqué?
Suspiré profundamente ante su sola presencia. ¿Qué más podía decir ohacerparaevitaruna
justificacióndelomásabsurda?
—Buenosdías,Amelia.
—Buenos días también para ti. Anda. Ven aquí, deja de ir y venir ycomparteuncafé
conmigo.
—Noquieromolestar…
—Creo que ya sabes que me marcho, ¿verdad? Después de todo, a losguardaespaldasnose
lesvaunsolodetalle,¿omeequivoco?
—No,noteequivocas—loafirmémásbienconlacabeza.
—Entoncesentra,guapo,queaúnnomuerdo—meotorgóunguiñoparadejartrassuspasos
lapuertaentreabierta.
AlcabodeunmomentonosencontrábamosfrentealamesadelcomedordeAnnabebiendo
de nuestras respectivas tazas de café. Pormás que lo intentaba no podíadisimularmisimperiosas
ganasdeverlaque,paramijodidamalasuerte,crecíanycrecíandeformaabismante.
—Sabes perfectamente con quien está —me soltó Amelia de golpe,lograndoconelloquemis
ojossequedaranfijosenlossuyosporalgomásqueuninstante—.Amítampocosemevaunsolo
detalle,vecino.
¿Yahoraqué?
—Esmitrabajo.Sólomepreocupoporelladeesaforma.
—Claro y yo soy una devota religiosa de la congregación de lascicatrizadas.¡Quéva!
Aquellas palabras tan graciosas me hicieron sonreír de inmediato. Nohabíaquesermuy
inteligenteparadarsecuentaaquésereferíacontamañaafirmación.
—Nomevoyainmiscuirentuvida,asíquenopreguntarénadasobreesasingular
congregación.
—Peroyosímeinmiscuiréenlatuya—dejólatazasobrelamesa.
—No,nisiquieralointentes—añadí.
—Nodebería,losé,peroAnnaescomosifueramihermanaaquienamoporsobretodoy
soycuriosa,lolamento,asíestánlascosas.Loquierasonotediréloquepiensoacercadeloqueda
vueltasdentrodemicabeza.Sientesalgoporella,¿verdad?
Categórica,tajanteysinningúntipoderodeoslanzólaprimeraestocada.
—Esmitrabajo—sinponerloendudacontestécortanteporquesesuponíaqueerayoquien
hacíalaspreguntasderigor.
—Losé,peroremítetearesponderloqueacabodepreguntarte,¿quieres?Otendréque
asumirlo,másbien,comolamásclaradelascertezas.
—Es tansólomi trabajo—repliqué,concluyentemente—.Fuicontratadoparavelarporsu
seguridadeintegridadtantofísicacomoemocionaly…
—Mmm, ¿por qué será que no te creo, soldadito? Algo en tu atractivamiradamediceque
estásmintiendo.¿Yporquéemocionalsisepuedesaber?
Ibaaabrirlabocaparaagregaralgomás,peromecontuve.¿Habíadicho“emocional”?
¡Idiota!Traguésalivaunascuantasvecespretendiendorebatircadaunademispalabras,pero
cualquiercosaquesalierademislabiospodríasertomadaenmicontraymásviniendodeAmelia,
lachicasuspicazdemiradaasesinaqueteníafrenteamí.
—EstáconBlack,Damián.Annaamaaesecondenadomásqueasupropiavida.
¿Qué era aquello que, de pronto, sentía que punzaba extrañamente alinteriordemipecho?
—Ytútrabajasparaél.Noloolvides.
—Lotengosumamenteclaro.Sécualesmilugarentodaestahistoria—bajélamiradahacia
latazadecaféqueaúnhumeaba.
—Aúnasíhevistocomolamiras…
—De la única forma en que sé hacerlo —proseguí, porque sabía queaquellarespuestaque
acababa de darle poseía un trasfondo que aún no lograba dilucidar deltodo.
—Teestáshaciendodañoylosabes.Noessanoparatique…
Alcé la mirada para posicionarla sobre la suya cuando mi rostro seendurecíaantesus
recriminadoraspalabras.
—Sóloesmitrabajo—lorepliquéporterceravezuntantomolestoporloquealinteriorde
mipechonodejabadepunzarsinquepudiesedetenerlo.
—Cuatroveces,Damián.Cuatrojodidasvecesestuvistedepiefrentealapuertaentansólo
una hora intentando tocar para saber de Anna sin llegar a concretarlo.Idiotanosoy,miquerido
Erickson,puedequeloparezcaconestefabulosorostroquetienesfrenteati,peronoolvidesque
soymáslistaquecualquiera,inclusoquetú.
¡Yvayaquemeloestabacorroborando!
—Esojamáslopodríaenduda.¿Cuándotemarchas?—tratédedesviareltemadenuestra
inusitadacharla.
Secarcajeóalinstante.
—Esoclaramenteme sonóa evasión.Pues, si quieres jugar…¿vienes amifiestahoyenla
noche? Apostaría mi vida que eso ni siquiera lo tenías contemplado,guapoguardaespaldas.
—¿Quéfiesta?—quisesaberyavislumbrándolotodo.
—Mi fiesta de despedida. Te quiero ahí y no aceptaré más que un sí,aunquepensándolo
bien…acualquierlugaralqueAnnaasistairás,¿ono?
—¿Quieres que te responda, Amelia Costa? —dejé que una particularsonrisabrotara
naturalmentedemislabios.
—No,másbien,sólosiguesonriendodelamaravillosamaneraenquelohaces.Tehacever
muy,muysexy.¿Notelohabíandichoconanterioridad?
—¿Qué?¿Lodemimaravillosasonrisaoquesoymuy,muysexy?—laincrepépara
fastidiarlaunpoco.Selomerecíaporchismosa.
Enesemomento, lapuerta se abrió antenosotrosypor ellaAnnaentrócualvendavalarrastra
contodoasupaso.Melevantédelamesaparafijarmivistasobrelasuya
altiempoquesusojos
marrones advertíanmi presencia. Creo quemi cuerpo se estremeció deunaextraña,perogratificante
maneracuandosumiradainquietaseencontróconlamíacomosidentrodeaquellugarnohubiera
nadiemásquenosotrosdos.
Suspiré como nunca lo había hecho al tenerla de nuevo frente a mí untantosonrojada,
sumamente sorprendida y observándome como si no entendiera nadadenada.Ycuandomesonrióde
laformamáspreciosaqueyohubiesevistonuncalapunzadaenmipechocreció,perosinelmolesto
dolorqueinstantesatráshabíapercibido.Porquealparecermicalmaymibenditaserenidadestaban
devuelta,juntoconella.
***
Sammy y Ame bailaban al ritmo de la música ensordecedora del lugarmientraslasobservaba
desde la barra en espera de los tragos que momentos antes habíamospedido.Nopodíaquitarlelos
ojosdeencimaamiqueridaamigaporquelerestabantansólocuarentayochohorasparaquese
marcharademiladoenbuscadesufuturo.Desdequemehabíaenteradodesupartidahacia
Barcelonapedíporella,porsudestinoysucompletafelicidadlosquede
seguroencontraría,pero
bastantelejosdemilado.
Suspirécuandouncúmulodegratosrecuerdosvinieronamimenteydeloscuales,estaba
realmenteconvencida,ellayyojamásnospodríamosolvidar.
—¡Ay,AmeliaCosta,comotequiero!—exclamébajitotansóloparamí,peronoparaquien
seapostabaamiladojustoenesemomento.Loobservédereojoyélhizolomismoconmigosinque
ninguna palabra saliera de su boca hasta que me otorgó uno de suscaracterísticosguiñosquemehizo
sonreírmásdelacuentaaltiempoqueseaprestabaahablar.
—Casualmente,misegundonombretambiénesAmelia—fueloprimeroqueinsinuó.
—¡Noteoigo,Damián!¿Quédijiste?
—Nada —se retractó, sin perder de vista lo que yo no dejaba decontemplar.
—¿Era importante? —me acerqué un tanto a él para que pudieraescucharmemejor.
—¡Noteoigo,Anna!¡Acércateamioído!¿Quieres?
Asílohice.
—¡Hedichoquenoteoigoyquesiloqueacabasdedecireraimportante!
—No, no lo era. No te preocupes—volteó la vista para encontrarse dellenoconlamía—,
aún…
—Quémisteriosoestásestanoche.
—Ytúandasdelomásdesaparecida.¿Quésucedecontigo?¿TetragólaTierraote
abdujeronalienígenas?
Nopudeevitarsonreírmientrasmeencogíadehombros.
—Soyunamujeralgoocupada.
—Yalonoté.Ahoranisiquieratienestiempoparamí—medejómásqueboquiabiertaaloír
talrecriminaciónquearticuló,porqueclaramenteaesomesonó.
Volvió a perder su intensamirada sobre un punto equidistante delClub.Percibíagrandes
rasgos como analizaba todo el recinto de izquierda a derechadetenidamente,depuntaapunta,sagaz,
intuitivo,consutileza.Damiánentrecerrabalavista,serelamíaloslabios,sellevabaunadesus
manoshastalabarbilla,suspirabayvolvíaalpuntoequidistanteotravez.¿Quérayoslesucedía?
¿Y por qué me parecía en todo momento más que un hombre undepredadordispuestoaacecharauna
posiblepresa?
—¿Estásbien?—tratédecomprendercadaunodesusgestoso,almenos,pretendíquedijera
algo al respecto porque, sinceramente, su silencio me estaba poniendo
nerviosa.
—Odioloslugaresconcurridos.
—Losodias,peroestásaquí.
—Lo sé, es algo más fuerte que mis propias convicciones. Llámalo…dualidad.
—¿Dualidad? —ahora la que claramente entrecerró la vista fui yocruzandomisbrazosala
alturademipecho.
—Noseascuriosa,Anna—dejócaersusojossobremí—,aunqueseatuesenciasólo
olvídaloydisfruta.
—¿Ycómosabestúquelacuriosidadesmiesencia?
—Pues…teinvitountragoyasítengomotivosparaseguircharlando,¿teparece?
Eneseinstante,elcantineronosdejabalarondadetequilasqueAmehabíapedidoanuestra
llegadaalClub.
—¡Híjole,mano!¡Conqueestamosdefiesta!
Reí ante el singular enunciado que pronunció en un claro y de lo másgraciosoacento
mexicanocuandoabríasusojosdeparenparalgomásquesorprendido.
—Alguienseiráacasaestanochesobreunodemishombros.
—Ynoseréprecisamenteyo,telopuedoasegurar.
Depronto,acomodómássucuerpojuntoalmíotrasuncálidorocequepercibíalcontactode
latibiapieldenuestrasextremidades.
—¿Noeresunabuenabebedora?
—No,másbiensoypésima.
—¡Genial!Unpuntoatufavor.
Rodémisojos,obviamente,paranovolveraconectarlosconlossuyos.
—¿Ytú,señormisterio?
—¿Porquémellamas“señormisterio”?
—Porlasencillarazónquedesdequeteconocísólohehabladodemítalycomosifueraun
monólogo.
—¿Yesoesmalo?¿Tedisgustamásdelacuentaotehacegirarlacabezaentrescientos
sesentagrados?Terecomiendoquenolohagasaquíporelbiendetodalahumanidad.
—¡Idiota!—exclaméavivavozsinpoderevitarlo.
Se aprestaba a agregar algomás cuandoAmeySamvinieron anuestroencuentroaún
dejándosellevarporelritmofrenéticodelamúsica.
—Ya veo porque no te mueves de este sitio, Anna. Aquí la vista estotalmentesen-sa-cio-nal.
Yasabíayoaquésereferíaconaquello,cieganoestaba,taradatampoco
eraporquenuestro
guapovecino“elasesino”esanochevestidoconunasudaderaoscuraquelemoldeaba
perfectamente sus pectorales, bíceps y cuanta cosa tenía debajo de sutrabajadocuerpojuntoalos
jeansquecalzabaenlamismatonalidadseveía¡¡totalmenteespectacular!!Yélloteníamásque
claroyunascuantaschicasqueseencontrabancercapues…también.Siyamepodíaimaginarami
queridaylocaconcienciababeandocomounadesatada.
Unparde sonoras carcajadasbrotarondemiboca cuando tresparesdeinquietosojosse
posicionabansobremisemblanteconcarade¿quésucedecontigo,locaderemate?
―¿Tequila?―inquiríasísinmás.
―¡Tequilazo!―exclamóAmeenunsoberanogritoquenosdejóatodosmuyenclaroque
estanocheeradetemer.
Después de hacer las debidas presentaciones entre Sam y Damián miqueridaamiga
prácticamentelojalóhacialapistasinqueélpudiesedecirnadamásqueun“soytodotuyo,nena”,
que se oyó de lo más gracioso, pero no más de lo que afirmó luegototalmenteconvencidocomosi
fueraallevarloacabo:“luegosiguestú,chicadelosojosmarrones”.
—¡Já!Sóloentussueños,Damián.
—Nosepuedeobviarqueestáparacomérselo.¿Realmenteestuvecino?YosifueraBlack
tendríamáscuidadodeahoraenadelante.Apropósito,¿porquénoestácontigo?—preguntóSammy
cuandoseaprestabaabeberotrochupito.
—Es un hombre muy ocupado y con ciertas responsabilidades másimportantesqueestaraquí
estanoche.
—Comprendo.Tecambióporellas.
Misojosrápidamenterodaronhacialossuyos.
—La respuesta que acabas de dar me sonó más bien a desilusión.Perdónamesisoytan
franca,pero¿quieresquetemienta?
—Suhijo—detalléenconformidadaloqueellatratabadesuponer.
—Claro…Lavidadeun tipoqueestuvocasadoyconunhijoacuestassiempreseráuntanto
complicada de sobrellevar. ¿Por qué no lo pensastemejor y te quedastecontuguapovecino?
—AmoaVincent,Sam.Dejadedecirpavadas.
—Nosonpavadas.Yotambiénadorolavainilla,peronopuedodejardecomerchocolate,
tansimplecomoeso.Túeresjoven,bonita,sóloquenomuyinteligentealahoradeescogeral
adecuado.
—¿Qué pasa contigo? ¿Acaso, bebiste del elixir de la absoluta verdadantesdevenirhasta
acá?
Sonrió frente a mí de forma muy extraña. No sé, pero en ella notéclaramenteunacuotade
desprecioquenohabíavistojamás…hastaahora.
—Lolamento.LodeAmeliametieneuntantomal,sóloeseso.¿Quéotracosapodríaser?
¿Otraronda?
—Claro—respondíconciertodejodedudaquenopudedejardeadvertir,menosencada
unadelasintrigantesmiradasquemedaba.¿Erayoomehabíancambiadoaquienconocíhaceun
pardemesesenelrestaurante?
Entretanto, Amelia y Damián se divertían en la pista de baile que seencontrabaareventar.
—¡Hey,tú,soldadito,dejadebabear!
—Noestoybabeando,Amelia,yo...
—Sí,losé,estástrabajando.Annaestábien.¡Cuántasvecesnecesitasquetelorepita!
¿Quépodríasucederleaunoscuántospasosdenosotros?Dejadesertanparanoico,¿quieres?
—Desdehacecuantoconocesaesachica.
—¿Quéchica?—preguntóAmefijandosuverdosamiradasobreladesuacompañante.
—Sam.
—Esmuyagradabley…
—¿Cuántotiempo,Amelia?—insistió,sinquitarlelosojosdeencimaentodomomento.
—Nolosé,unpardemesesdesdequeAnnaentróatrabajaralrestaurante,¿porqué?
—Nomegusta.
—Amítampoco,eslinda,peronoesmitipo.Asíquedespreocúpate,nosoylesbiana.
Damián entrecerró la mirada mientras la tomaba por la cintura para,obligatoriamente,
cambiardeposiciónyasíteneraAnnadentrodesucuadrodeenfoque.
—Nomegustalaformaenquelamira.¿Lohasnotado?
—¿Notarlo?Unmomento,novoyporlavida“notando”comolagentesemiraunascon
otrasy…
—Deberíashacerlo.Losgestostedelatantodoeltiempo.
Ameliaenarcóunadesuscejascuandolamúsicacomenzabaacederparadarlepasoauna
melodíamuchomáslentaysensual.
—¿Meestás jodiendooquieresvolvermeunaobsesivacompulsivaamítambién?
Laacercóasucuerpoexigiéndolequeelladeslizarasusmanosporsobresushombros
mientrasamboscontinuabanmoviéndosealcompásdelamúsica.
—Noeresunhombredemuchaspalabras,perosideacciones.Megusta.
—Durante todomi entrenamientomilitar nos enseñaron que cada rasgofacialpormuymínimo
quesea,siempretieneciertosignificadoquenopuedesobviarodejardeadvertir.Laspersonas
mienten todo el tiempo y algunas lo hacen perfecto al grado de nodemostrarlofehacientemente,pero
no así su rostro, no así el arqueo de sus cejas o que muerdas tu labioinferiorenseñalde
preocupaciónodeseo,queentrecierreslamiradacomoamedrentamiento,quetetiemble
parcialmentelabarbillacuandonosepasquedecir,queevadaslosojosdealguienmáscuando
pretendesaberenquéestáspensandooquelomiresdirectamenteaelloscuandointentesafirmar
algocondecisiónjuntoaunsinfindeotrosgestosmás.
—¿Tepuedohablarconlaverdad?Meestásasustando.
Sonriódemedioladoantesdevolverapronunciarpalabraalguna.
—Tuenemigopuedeestarmáscercadeloquecreesyaúnasínotedaríascuentadeello.
Lamuchacha tragó saliva sin dejar de admirarlo porque, sencillamente,concadapalabraque
salíadelabocadeesehombreunardorcomenzabaainvadirsuinteriordemuyplacenteramanera.
—Guapo, sexy, inteligente, totalmente adorable… ¿Dónde estuviste todamivida,Damián
Erickson?
—Enlamilicia,hastaqueunamalditabalalocambiótodo.
Aquella respuesta silenció inmediatamente su voz y más lo consiguiócuandosuvistase
perdióentrelamultitudcomosiconelloledieraaentendercuántodolíaaquelimborrablerecuerdo
quecalabaenlaprofundidaddesualma.
—Losiento…—fueloúnicoqueAmerespondióintentandoquevolvieraadepositarsu
inquietamiradasobrelasuya.
—Tambiényo…tambiényo.
Juntoa labarraSammybebíaunchupito trasotro loqueera totalmenteadmirabledesdeel
puntodevistadecuantosyallevabaencimasinqueellugarcomenzaraadarvueltasasualrededor.
—¡Vamos!¡Quétúnoestásaquípintada!¡Salud!
—¡Salud por ti!—brindé junto con ella, pero evitando bebermás de lacuentajustocuando
miteléfonovibrabaalinteriordeunodelosbolsillosdelpequeñobolsoquellevabaconmigo.
“¿Te estás divirtiendo? Espero que así sea.Me hubiese encantado estarcontigoeneste
instante, pero ya ves, aprendo de mis errores del pasado. Necesitas tuespacio,aligualqueestar
conAmelia.Todoesto se tratadeconfiar,¿ono?Teextrañomuchoymicamanoeslomismosin
ti.Dehecho,nadaes lomismosinque túestésaquí.¿Sabíasque teamomásqueayer?”
“Sisetratadeconfiar,miqueridoyamadoseñorBlack,veoqueaprendebastanterápido
yesohastamereceunpremiodemiparte.¿Dóndeloquieres?”
“¿Hace falta que te lo diga o lo ponemos en práctica a tu regreso?Podría…comenzaren
la sala desnudándote delicadamentemientrasmis ojos se pierden en lostuyosfascinadosportu
increíble belleza y lo quemehaces sentir con sólo contemplarmede esamagníficamanera.
Luego…exploraríacadacentímetrodetusedosapielconlayemademisdedos,lentamente,
mientrasmibocadejaregadossobretucuerpocientosdecálidosbesosloscualesteestremecen
cuandomislabiosteacariciandeprincipioafin,otorgándomeunaclaraygratasensaciónque
me incita a llevarte conmigo a la locura de poseernos y de ser tan sólouno.”
Si un bendito mensaje de texto suyo podía hacer de mí una completa
dependientenome
queríaimaginarloqueesperaríapormíamiregresoacasa.
«¡Prepárate,AnnaMarks,quetucondenadabestiaestáquearde!».
¿Y yo qué? Acaso, ¿era de piedra? Tenía tantas ganas de decirle quevinierapormíparaque
aquímismomehicierasuyadelaformaquequisieraycuántasvecesfueranecesario,perolavozde
Sammyyprecisamentesuspalabrasmebajaronlacalenturaalverloqueantenosotrasacontecía.
―Amelialetieneganasaesebombonazo.Teapuestomividaenteraqueselocomeesta
noche.Nohayquesermuyinteligenteparanotarloporlaformaenquelomiraydelamaneraen
comoloseduceconcadaunodesussensualesmovimientos.
Traguésalivacuandosusexplícitasapreciacionescalaronenmisoídosdeunaextraña
manera.
―Quebienporella―afirmécomosinomeimportaraenlomásmínimocuandolaverdad…
“¿Qué? ¿Qué te sucede? ¿Por qué noto que tú…? ¡Oh no! ¡No, no, no!¡Pormásquelo
quieras,no,chicalista!¡Teloprohíbo!”
―¡Suertuda!―agregó Sam otorgándome un pequeño guiño―.Alguientendráunacaliente
nochededespedidayhastaconfuegosdeartificio.
¡Porquémierdanopodíamantenersubocacerrada!
Elsilenciocayósobrenosotrasdurantevariosminutoshastaquemimóvilvolvióasonar.
¡Vincent!
“¿Estátodobien,pequeña?¿Siguesahí?”
Traté de olvidar lo que Sam no dejaba de pronunciar tan efusivamente,peropormásquelo
intentabaunayotra vez, terminaba alzandomis ojos para posicionarlossobreambasfigurasque
parecíanestarlobastantefelicesunoenlosbrazosdelotro.
“¡Bebeotrochupitooloquequieras,perométetealgoenelcuerpoya!¡Osaldeahíque
meestásponiendonerviosaconlamarañadenecedadesqueestáscreandoalinteriordetu
cabeza!Telovuelvoarepetir,Anna,¡no,noyjodidamenteno!”
Comencéateclearpercibiendocomomirostrosesonrojabadelanada.
“Sí,miamor,estoybien,perodeboirme,laschicasesperanpormí.Teamoynuncalo
olvides.”
¡Qué mierda de mensaje le acababa de enviar sin ningún tipo deconsideración!
—¡Quéhacesconesemóvil!¡Guárdaloojuroqueteloarrebatarédelasmanoseneste
instante!¿QuéBlacknopuedevivirsinti?¡Porfavor!¿Onoconfíaenelamorqueletienes?
Mis ojos se clavaron primeramente en los de mi amiga para luegodirigirloshaciaDamiány
Amequienessesonreíancomosi…
“¡Whisky, Vodka, Tequila, lo que sea, pero bebe algo antes que terminejalándotedel
cabello!”
Haciéndolecasoamiconcienciatoméunodeloscortosymelobebíenunparpadeoantela
atentapresenciadeSamquepocolefaltóparaaplaudirmitansorpresivoydeterminantegesto.
—Así me gusta, AnnaMarks. Ahora disfruta y deja que ese hombre teextrañe,¡porDios!Y
por ningúnmotivo te pierdas lo que está por acontecer que, de seguro,serácaliente.
Yyotambiénmeencontrabadelamismamanera,perodelaindignaciónalsaberqueestaba
siendo presa de inusitadas sensaciones que… ¡Maldita sea! ¡Me estabanpreocupandomásdela
cuenta!
Entretanto, Amelia con una sonrisa instalada en el rostro y con unascuantasymaquiavélicas
ideasdeambulandoalinteriordesumentesabíaperfectamentequeambosestabansiendoasediados
por las furtivasmiradasdedosmujeresqueno lesquitaban los ojosdeencima.
—¿Sabesunacosa,guapovecino?Noereselúnicoqueelucubrateoríasalrespecto.Creo
quetienesmucharazóncuandoafirmasquehayquenotarlosgestosylasmiradasdelaspersonas,
másaúncuandosontanreveladoras.
Damiánenseguidaentrecerrólavista.
—Nomemiresasíquenorespondo.
—¿Norespondesaqué?
—Aloquecausasenmícontodasaquellaspalabrasqueexpresascomosiestuvieras
instruyéndomeenalgúnartemisterioso.
Rióalescucharlasinevitarlo.
—¿Estáscoqueteandoabiertamenteconmigo,Amelia?
—Yo no coqueteo, querido, yo actúo. No pierdo mi tiempo entrivialidadescomoesa.La
vidaesunasolayhayquevivirlalegusteaquienleguste.Además…—selopensóbienantesde
manifestar loquesaldríadesus labiosporqueeramuyconcienteque loqueaconteceríapodría
cambiar,irremediablemente,elcursodelasituación—…noereselúnicoqueintentadilucidaralgo
más.
Nocomprendióaquésereferíaconaquellastandisimuladaspalabrasque,deseguro,
escondíanuntrasfondodelcualélaúnnoestabaenteradohastaque,enunrápidomovimientoquelo
dejó más que atónito, Amelia terminó tirándolo de la camiseta paraplantarleunefusivoyardiente
besodelcualnopudozafarmientrassusdelgadosbrazosseaferrabanasucuerpocomonegándosea
soltarlo.Subocarecorrióconurgencialasuyaenundevastadorbesoqueencendiósustemperaturas
corporalesrecreandounmomentobastantesugerenteyprovocador.
—¡Telodije!¡SabíaqueAmeestanochenoseiríaconlasmanosvacías!¡Vilzorra
suertuda!—vociferóSammyencantadísimacomosisehubieseganadoelmismísimopremiogordo
delalotería.
Todoslosmúsculosdemicuerposetensaronaladmirarla“maravillosa”escenaquese
mostrabaantemisojos.Sihastameparecióqueenunmomentolosjugosgástricosdemiestómago
se revolvían talycomosiestuvierandentrodeuna licuadora. ¡¿Porquérayosmesentíaasí?!Mi
conciencia me gritaba toda clase de palabrotas sin sentido mientras micerebromepedíaquesaliera
deahíymeperdieraentrelamultitud,pero¿porqué?¿Quéteníademaloquemimejoramiga
estuviera “devorándose” a…? ¿Y por qué mierda me costaba tantopronunciarelnombredel
malditoque...?
«¡Nodigasmás,porfavor!¡Saldeahíquemetienesconelcorazónenlaboca!¡Piérdete,
Anna!¡Desapareceydejadeestarcuestionándotecosassinsentido!¿Meoíste?¡Porqueloque
pasaportucabezanotieneelmásmínimosentido!».
Apreté mis manos en forma de puños cuando el escozor en mi panzaparecíaquefluíaaligual
quelohacíalasangrealinteriordemisvenas.
―¿Tevienesconmigo,Sam?Semeantojasubiralabarradelasegundaplantaporalgomás
fuerteparabeber—lepreguntéconunacadenciauntantohosca.
Meobservódepiesacabezaasintiendosinnadaqueagregarcuandomispiescomenzabana
dirigir sus raudos pasos hacia la escalera de fondo mientras la fogosa“parejita”aúnsedisfrutabaa
rabiarentrebesoybesoquesedabansinqueningunoquisieraabstraerseprontamentedesuplano
astraldeabsolutayardienteensoñación.
Sonreídelaformamásagriaquepudehacerloascendiendopeldañotraspeldañodejando
todaaquellaescenaatráscuandolodemásquecreípronunciarenvozaltafuetotalmente
irreproducible,incluso,paramipropiaboca.
CapítuloXIII
Todome parecíamuy extraño, pero a la vez desconcertante y tan pocodefinido.Nisiquiera
entendíaelporquédemiofuscación frentea loquehabíavisto conmispropiosojos.
“Eracuestióndetiempo,¿ono?”
¿Cuestióndetiempo?¿Aquésereferíamiconcienciacuandopronunciabaesode“cuestión
detiempo”?¿LodeAmeconDamián?
“¿Yquémáspodríaser?Existe,acaso…¿otrarazón?”
BebídemicopaconrapidezcuandolainsidiosamiradadeSamsecerníasobrelamía.
―Teconozcoypormásquequierasnegarloestásmolesta.¿Qué tienes,Anna?
―Noestoymolesta―rebatísugratificanteapreciación.
―Lo estás y sé que se debe a Amelia. Lo noto en tus ojos. Estás quehiervesderabia.
―¡Esonoescierto!
Trasunadescaradasonrisadeironíaquemebrindógratuitamentedecidiónoseguirhablando
deello.
―Cambia esa cara, ¿quieres? Y de paso, déjala en paz. Tiene todo elderechoapasársela
demaravillasconeltipoese―dejósucopavacíasobrelamesamientrasseponíadepiey
observaba a la distancia realmente interesada como si buscara a alguienentrelamultitud―.Ya
regreso. ¿Será que puedo dejarte un instante a solas sin que logresespantaraquienesseencuentrana
tualrededor?
No contesté, sólomoví mi cabeza de lado a lado percibiendo como sealejaba.¡Perfecto!
Comenzabaahablardemásysutonitorecriminadoryamenazanteyameestabasacandodequicio.
Suspirémeditandosobre loacontecidoypensandoúnicamenteenBlack.¿Quérayossucedía
conmigo? ¿Qué mierda tenía en la cabeza como para estar cavilandoimbecilidadescuandolohabía
recuperadodespuésdetodoloquehabíaocurridoentrelosdos?
“Lo mismo me pregunto yo. Quizá, lo sucedido entre ellos confirma elhechodeque
extrañasynecesitasa“tubestia”ahoramásquenunca.Además,recuerdaqueyanosonélytú,
ahorahayalguienmásqueocupagranpartedesuvidaydesutiempo.Noloolvides.”
Yenesolacondenadateníamuchísimarazón.¿Celosa?¿Yo?¡Noexistíaniexistiríamotivo
algunoparaqueloestuviera!
Presadelpánico,delaangustiaydelaincertidumbredenoteneraVincentjuntoamíeneste
crucialmomentotecleérápidamenteunescuetomensajequeasídecía:
“Teamoconmivida.¿Losabes?”.
Surespuestanosedejóesperar.
“Así losiento, lodisfrutoy loansíoacadamomentodeldía.¿Está todobienahí?”.
“Loestá,sólo…teextrañomuchísimo.Peronoquieroabrumarte.Setratadeconfiar,
¿verdad?”.
“Túlohasdicho,miamor,perositedijeraqueestanochemesientovacíosinti,¿qué
responderíasaello?”
Sólo existía una cierta e indudable respuesta a lo que también ocurríaconmigo.
“Queyasomosdos,señorBlack”.
***
Me bastó leer su últimomensaje para levantarme de la cama con sumarapidez,porqueno
había que sermuy inteligente para comprender la veracidad de aquellasentrelíneas.Anname
necesitabatantoomásdeloqueyolanecesitabaaellay,claramente,noestabadispuestoaseguir
perdiendomi tiempoa solasdentrodemidepartamentocuando teníaen
mismanoslasoluciónaello.
***
―¡Madremía!―exclamóAmepercibiendo aún el excitante y deliciososabordesuboca
alojada en la suya tras ese beso que, simplemente, había sidodevastador―.Nolohacestanmal
paraserunsoldadito.
Damián le sonrió coquetamente por algo más que un par de extensossegundosmientrassu
miradaseperdíaenelverdordesusencandilantesyresplandecientesojosverdes.
―¿Qué pasa? ¿Jamás te habían besado así, Amelia Costa?―siguió sujuego.
—Notepasesdelisto,guapo,quelaqueseaprovechódetifuiyo.
—¡Qué extraño! No me di cuenta de ello. ¿Qué debería decir en midefensa?¿Pobredemí?
Ame dejo caer su frente sobre su pétreo pecho al tiempo que dirigía lavistahacialabarraen
lacualnovioloquetantodeseabacontemplar.
—Unsegundo…¿dóndesemetieronlaschicas?
Como un fiero huracán la mirada de Damián se clavó en ese sitioconstatandoaquéserefería
conaquellainterrogantequehabíaformulado.
―¿DóndeestáAnna?―rodólosojosrealmenteinteresadoenquelediera
unapronta
respuestaquelosatisficiera.
―Nolosé.Segurosefueporahí.
¿Porahí?Tragósalivaconnerviosismo,buscándolaconlamirada.
―¡Maldición!―pronuncióavivavoz separándosedel cuerpo femeninoqueaúnse
encontrabaunidoalsuyo.
―¡Hey!¿Tepuedescalmar?¡QuizáestáconSammy!
Una cuota de desesperación invadió su rostro mientras un gélido hielorecorriódearriba
haciaabajolaextensalíneadesuclavícula.
―Damián,¿meestásoyendo?
La oía, pero con todos sus sentidos trabajando en un solo objetivo:encontraraAnna.
―Notemuevasdeaquí.Voyporella.
―Oye, soldadito, creo que estás un poco paranoi…―pero ni siquieraterminódehablar
cuando la imponente figura de ese hombre la abandonó y se perdiófugazmenteentrelamultitud―.
¿Tutrabajo,Damián?―sonrióAmeliacasiseguradeloqueensumenteyadeambuladasin
descanso―.¿Oalgomásqueeso?
Terminaba de beber demi copa en el bar de la planta superior cuando
inesperadamenteun
tipo se me acercó invitándome a que bebiera junto a él. Le agradecí,negándome,peropocole
importó.Insistióeinsistióporloquetemíquenosedaríaporvencidotanfácilmente,hastaqueasí
lo certifiqué cuando comenzó a acercarse más de la cuenta enincuestionabletonoamenazador.
De pronto, lamúsica cambió y el lugar se encendió bajo los sensualesacordesdelacanción
“Do IWannaKnow”deArcticMonkeys y su sexy letra que, en cosa desegundos,abarrotólapista
de baile con los candentes movimientos de quienes se movían a sucompás.
“DoIwannaknow
¿Quierosaber?
Ifthisfeelingflowsbothways
Siestesentimientofluyeenambossentidos.
Sadtoseeyougo
Meentristecevertepartir.
Wassortahopingthatyou’dstay
Dealgunamaneraestabaesperandoquetequedaras.
Baby,webothknow…
Nena,ambossabemos…
That the nights were mainly made for saying things that you can’t saytomorrowday.
Que las noches fueron hechas principalmente para decir cosas que nopuedesdecirdedía.
Crawlingbacktoyou
Mearrastrodevueltaati
Everthoughtofcallingwhenyou’vehadafew?
¿Haspensandoenllamarcuandohasbebido?
CauseIalwaysdo
Porqueyosiemprelohago.
MaybeI’mtoobusybeingyourstofallforsomebodynew
Talvez,estoymuyocupadosiendotuyocomoparaenamorarmedealguienmás.
NowI’vethoughtitthrough
Ahoraquelohepensadobien
Crawlingbacktoyou.
Mearrastrodevueltaati.
―Quiero verte bailar paramí―exclamó el sujeto, sorprendiéndome ydejándomeatónitacon
suparanadaafortunadocomentario.
―Entussueños―intentéponermedepie,peroencuantoquisehacerlosucuerpose
interpusofrentealmío,deteniéndome.
―Séqueloquieres.Anda,déjatellevar.Teaseguroquetelapasarásmuybienconmigo.
―Saldemicaminoporlasbuenas.
―Mmm… ―entrecerró su acuciosa mirada―. Fiera, tal y como megustan.
―Teloadvierto.
―Adviérteme lo que tú quieras, bebé―logró hacerme retroceder hastaquemiespaldadio
dellenocontralabarra.
―¿Eresidiotaoqué?
―Muy,muyidiota,peroaúnsíséqueloquieres,elbrillodetusojosmelodice.
Loapartéparaalejarmedeélcuandounadesusmanosseapoderódemicaderaapretándola
con fuerza y deteniéndome otra vez. Aquel movimiento suyo meenfureció,peroentrelaoscuridad
reinante del lugar, el sonido de la música a reventar y su cuerpoestrechándomecadavezmáscontra
labarrayanopudeseguirconteniéndome.
―¡Suéltameonorespondo,locodemierda!
―Fiera… eres una bebita muy fiera. ¿Vas a arañarme? Porque puedeshacerconmigoloque
quieras,belleza.
Sonreíconevidentesarcasmohastaquepercibícomosumanocomenzóadeslizarse
peligrosamente hacia mi entrepierna. Estallé y en un arrebato de ira leestampéunabofetadaquelo
único que consiguió fue que el sujeto se estrechara más contra mílograndoconellopercibirlo
empalmadoquesumiembroseencontraba.
―¡Cabrón, degenerado!―luché ante todo por zafar del poderío de sucuerpoquenome
permitíamoverme hasta que, en cosa de segundos, todo cambió. En unabrirycerrardeojosla
figura imponente de Damián lo quitó de en medio liberándome de supresión.Sólolebastaronunpar
de desafiantes empujones para darle a entender con ello que no estabajugando,menosutilizandotoda
subenditacordialidad.
―¿Qué intentas hacer, imbécil? ―inquirió en un gruñido gutural queparecióprovenirdesde
elfondodesualma.Simplemente,hervíadeira.
―¡Damián, basta!―me interpuse entre los dos. Tenía que calmarlo.Dealgunaforma,debía
conseguirquevolvieraensíparaevitarquesetrenzaraagolpesconquienobviamentenovalíala
penaquelohiciera.
―¡He dicho qué intentas hacer, maldito pervertido! ―volvió a gruñir,
peroahorafuerade
suscabalesyechandoalgomásque soberanaschispasde fuegopor susojos.
El tipo sonrió con descaro y absoluta ironía. ¿Qué quería conseguir?Desencajarloyhacerle
perderelpococontrolqueteníadelasituación.
―¡Basta,porfavor!―pedítalycomosifueraunasúplicaaferrándomeasufornido
cuerpo―.¿Meestásoyendo?
Noteníaojosparamísinomásqueparaeldesgraciadoinfelizalcualsólodeseabapartirle
elrostro.Ysinqueyoloadvirtiera,lointentó,peroparasumalasuertenomemovídesuladohasta
queconseguíquecentraratodasuatenciónenmítomandosucabezaconmismanos,obligándoloasí
amirarme.
―He dicho que basta. Estoy bien y no vale la pena seguirmalgastandonuestrotiempocon
tiposcomoese.
La música de Arctics Monkeys aún seguía sonando atronadoramentecuandoelsilenciocayó
sobrenosotrosdurantealgomásqueunpardeminutos.Todoloquepudecontemplarfueronsusojos
castañosinsertosenlosmíosytemblé,sincomprendersieraporaquellooporsuextremidadque
empezabaaenvolverme,quedamente.
―Ven conmigo―tras esbozar unamedia sonrisa logré que tan sólo sedignaraamirarmea
mí.
Avanzamos hacia la pista sin separarnos el uno del otro hasta que medetuveycomencéa
bailar al ritmo de la sugerente canción con él aferrado a mi cuerpo.Damiánsiguiócadaunodemis
movimientos sin quitarme la vista de encima, tal y como si estuviesefascinado.
―Siguestú,ojosmarrones―expreséenclaraalusiónaloquemehabíadichocon
anterioridad.
Aquello lo hizo sonreír y relajar un tanto la postura mientras, por miparte,suspirabacon
notorio dejo de tranquilidad. Pero un par de segundos le bastaron paraperderlavistanuevamenteen
quienaúnlodesafiabafrenteanosotros.
―¡Epa! Estoy aquí y no allá ―reclamé enseguida, consiguiendo queapartaralavistadelo
quecontemplabaconfervientecóleracontenida.
―¿Estásbien?¿Tehizodaño?―preguntóincreíblementeansioso.
Negué con mi cabeza. Tan sólo quería olvidarme de aquel tandesagradablemomento.
―¿Segura?Perciboquetiemblas.
―Sóloestoyalgoabrumada.Olvídatedeeseimbécil,¿quieres?
―Comopodréhacerlocuando loúnicoquequieroespartirleendossumalditacarade
depravado.
Sentí la presión de sus manos sobre mis caderas en conjunto con elprofundosonidodesu
voz.Micerebroante todomeexigíaque lasapartara,quemantuviera ladistancia,peromicuerpo
actuabade forma independientedecadaunode losmandatosqueéste ledaba.
―Cierralabocaybaila,porfavor.
―Anna…
―Nolorepetiréotravez.
Tras un fugazmovimiento totalmente voluntario susmanos ascendieronhastamirostro,
apresándolo,mientrassepreparabaadecir:
―Novuelvasadesaparecerasí.
Mi corazón me martilló el pecho unas cuantas veces ante su exigentepetición.Almenos,
mediominutotranscurriósinquenosdijéramosunasolapalabra.
Enmudecimos.Sólonuestrasrespiracionesyelsonidodelacanciónquesonabadefondoera
loúnicoquesecolabapornuestrosoídos.
―Noestoyjugando,AnnaMarks,menosesunamalditasugerencialaqueestoyhaciendo.
Novuelvasaapartartedemivista,¿entendido?
Suprofundaydesgarradoravozmehizosucumbiranteloquesolicitabacomoun
intencionadorequerimientoalquedebíaceñirmeestrictamentesinningúntipodecondición,pero…
¿porqué?¿Quiénsecreíaqueeraparaexigírmeloymásdeesaformatanautoritaria?
Silencio,tansólouncondenadosilenciomeinvadió.
―¿Comprendeloqueacabodedecir,señoritaMarks?
Deinmediato,apretélamandíbulaenrespuestaacomomehabíallamado.Mispezonesse
endurecieronmientras susmanos aún seguían aferradas ami semblante.Traguésaliva,loobservé
analíticamente sin privarme de ninguno de sus rasgos tan varoniles yseductoresquedeseguro,
enloqueceríanacualquiera,peroamíno.Porqueellosnoirradiabanesasansiasincontrolablesde
besarlo hasta perder la razón, de devorar sus labios con locura, confrenesíyexcitación.No,no
existía en su semblante esa atractiva y perversa sonrisa queme derretíacomomantequillacuandola
dibujaba en sus labios incitándome a llevar a cabo los más viles, pero
deliciososdesenfrenosqueyo
deseabacometerycometer,unayotravez.No…noposeíasucadencia,suinigualablee
incomparable tonodevozquemeestremecíadeplacerdetansólooírlopronunciarminombre
cuandomerozaba,acariciaba,cuandoélyyohacíamoselamoryjadeabaygruñíapormí
llevándomealdeliriomismo.Ysusojos…¡porDios!Porsobre todoélnoposeíaesairresistible
miradaazulcieloquemehabíahechoperderalgomásquelacabezaydelacualmehabía
enamoradocomounacompletadesquiciada.
El sonido de su timbre rompió nuestro mutismo mientras aún nosseguíamoscontemplando
hastaquealgoo,másbienalguien,consiguióquemirarahaciaun lugarenparticular,haciaadelante,
hacia laperfecciónhechahombrequeenesemomentosemostrabaantemisojosdeunaincreíble
manera.Porquealadistanciaestaba,paramisorpresa,elúnicodueñodemismásbajosinstintos,
deseosyanhelosbuscándomeentrelamultitud.
Hipnotizada por su sola presencia me separé de Damián no sin antesescucharquemedecía:
―Notevayas.
Rodé mis ojos hacia él, me acerqué y besé cariñosamente su mejilla
expresándoleenun
suave murmullo sólo un breve “gracias” e inhalé profundamente suesenciaquemásmeparecióel
detonante que necesitaba para comprender y responder cada uno demispreconcebidosporqués.Y
tras ello me aparté, definitivamente, me retiré en busca de quien tantodeseaba,necesitabayansiaba
tenercerca.
Enunrecónditolugarunasingularparejameobservabaatentaacadaunodemismovimientos
y,enespecial,aloquesehabíasuscitadoconanticipación.
―Obsérvalobien,princesita.Nolopierdasdevista.Creoquetienesmuyclaroloque
debeshacer.
La sonrisa perversa de Sammy se alojó sobre su rostro mientras susmanosinquietasrozaban
sugerentementeelbultoqueDuvallposeíaentresuspiernas.
―Fóllatelo―le exigió duramente tras beber de su corto de whisky―.Fóllatelocomouna
ramera.Delodemás,meencargoyo.
―No faltabamás,mi amor.Tusdeseos sonórdenesparamí,pero…¿yAnna?
Alexsonriórelamiéndoseloslabiosysuspiró.
―DeAnnameencargoyo.Pordepronto,quieroaesesujetocomiendo
detumanohastaque
sepaquienesrealmenteycomoencajaentodaestahistoria.Ycuandoestéentupoder―una
perfectasonrisadedeleiteesbozóalpercibir laapremianteerecciónquesumiembroejercíabajola
teladesuspantalones―,lodesaparezco.
―¿Y que obtengo?―inquirió de vuelta Sammy mientras comenzaba aabrirlabraguetadel
pantalónqueocultabaloquetantoansiabadisfrutar.
Alexsecarcajeóantesuingenuapregunta,nosinantesresponder:
―Amíyamipolla.¿Quéteparece?
―Mmm…suenaperfecto.
Con su pene liberado por completo Sam se arrodilló frente a él paradegustarsumerecido
premiobajolaatentayconcentradavistadeDuvallquebebíadesutragosindejardeelucubrarcada
unodelossiguientespasosdesumetódicoplan.
―Deselavuelta,señorBlack―manifestétrassucuerpoquesevolteóenmenosdeun
segundoaloírmivoz,tirandodemí,paraaferrarmeaélporlacintura―.Nomeiréaningunaparte
siesloquetepreocupa―agreguéfascinadaporsuposesivareacción.
―Lo sé, sólo aseguro lo que me pertenece ―. Me estrechó aún másmientrassumanose
deslizaba inquieta por la parte posterior y baja de mi espalda. A cadaprovocativorocepercibílas
yemasde susdedoscomosubíanybajabanpormi ropacomosi la telaestorbara.Dehecho,nome
costó dilucidarlo al tener su vista fija sobre la mía reflejándome unincontenibledeseoyardorquese
propagabapormicuerpocomosifueraalgúntipodecorrienteeléctrica.
Me erguí aúnmás ante su prodigioso, excitante y caliente cuerpo, muypegadaaélentrelos
sutiles vaivenes que realizábamos tras el sonido de la música queimperaba.Cadarespiraciónera
más profunda e intensa que la anterior porque con sólo admirarnos yrozarnosnosdeseábamos,
incitábamosyestimulábamos.
―Aunqueadoro tenerte así de estamaneranopuedodejardepreguntar¿quéhacesaquí,
Vincent?
―Vinepor loqueesmío―esbozóunasonrisa traviesaque leduró tansólouncortoinstante
cuandosumandíbulasetensóaltenersumanodellenosobremitrasero,elcualacariciólentamente
mientras sus ojos no se apartaban de losmíos―.Mi vida,mi cama,micuarto…todosesientetan
vacíocuandonoestásjuntoamí.
Mordímilabioinferioralavezqueentrecerrabalamirada.
―¿Enquépiensas,Anna?
Sonreí acercando mis labios hacia los suyos, sólo rozándolos,percibiendoantetodosu
adictivoalientoabrasador.
―Enmuchascosasalavez,Black.
Con sus ojos clavados en los míos y ya ambasmanos posicionadas dellenosobremitrasero
enlaoscuridadreinantedelapistasusdedosdescendieronyascendieron,masajeándomeporsobre
elpantalónquellevabapuesto.
―Talvez, loquepiensas tengadirecta relacióncon loquequierohacercontigojustoeneste
precisomomento.
Inspiréintensamentealsentirsuerección.Lasardorosasansiasquesentíaentremispiernas
no dejaban de crecer y aumentaron prodigiosamente cuando una de susmanosseposicionóenmi
entrepiernaycomenzóa rozarlapor sobremiprendadevestir.Subocaincitóalamíaaunfebril
juego de seducción en que sólo se estimulaban la una a la otra. ¡Madremía!¡Estaba,literalmente,
quemándomevivaporél!
―Ansío tocarte,anhelosentir tuhumedadenmiboca,peroantesquieropenetrarteconmis
dedoshastahacertevibrar.
Yyoloquería,¡sí,loquería!
Mordíaúnmásfuertemilabioimaginándoloyemitiendounjadeoquenologrécontener
porquelateladesuspantalonesestabalobastantetensa.Queva,¡increíbleyenormementetensa!
―Teharíaelamordondefuera,Anna,empezandoaquíyahora…―cerróporcompletosus
ojoscomosiestuvieramanteniendounaenormeluchaconsuyointerior.Medejéllevarporel
sonidoimperantedesuseductoravozcerrandoalapartambiénlosmíos,sintiendoeldelicioso
recorridoquesulenguarealizabaporsobreelcontornodemibocaylapresiónqueejercíasu
poderosaextremidad.
―Bésame―supliqué,asabiendasdequeeraloúnicoquedeseaba―,porfavor…
―Antesabretuspreciososojos,mírame,ylotendrás―retuvosuagudavistaabiertadepar
enparotravezfijasobrelamía.
Así lo hice y cuando me aprestaba a recibir su boca avasalladora uncarraspeodegarganta
nosdetuvointerrumpiendoasínuestrasinconteniblesyfuriosasansiasdeposeernos.
Por sobre mi hombro Vincent dirigió su penetrante mirada azul cielo
hastaposicionarlaenla
figura de quien se encontraba detrás de mí, observándolo. Me volteéenseguidasindesprendermede
suabrazocuandoelrostroimpasibledeDamiánsemostróantemisojos.
***
Algoextrañohabíaensumiradayencadaunodesusreveladoresgestosy,másenlaforma
encomosusojosrecorríanelcuerpodeAnnadeprincipioafin.Quizá,eraunaapresurada
apreciacióndemiparteounanomenossimplesuposiciónquemimenteelucubrabaenaquel
momentoporqueel“ÁguilaReal”,comobienloconocía…¿podríaestarcomenzandoaemprender
supropiovuelo?
CapítuloXIV
Los minutos transcurrían muy rápidamente sin que pudiera detenerlos.¡Mierda!Sihastame
parecía que el tiempo volaba desde que habíamos llegado al aeropuertoparadespediraAmelia.
Todoel caminomecontuve,dehechoeneste instante también lo estabahaciendoantelascontinuas
miradasdeaflicciónqueVincentdejabacaersobremí.Estabaseguraquedeseabadecirmetantas
cosasconrespectoaestedecisivomomento…
Suspiré como si el alma semedesgarrara ante el apretoncito demanosqueAmemeotorgó
mientrascaminábamoshaciaelpuntoenelcualtendríamosquefinalmentedespedirnos,porquepor
másquenoloquisieraaceptaryasimilareldíahabíallegado.
De pronto, se detuvo frente a nosotros indicándonos con un sutilmovimientoquenodebíamos
avanzarmás.Subellorostroresplandecíaaligualquelohacíalasonrisaquemanteníafirmesobre
sus labios. Estaba deshecha al igual que yo, pero ella sí que sabíadisimularlomuybien.Dejé
escaparunprofundosollozocuandounadesusmanosseposósobreunademismejillas,lacual
acarició con ternuramientras nos observábamos sin siquiera parpadear.Tembléymeestremecía
pocos segundos de perderla y no tenerla quizá, por cuanto tiempo amilado.
―Teadoro,chicalista,losabes,¿verdad?
Asentí cerrando los ojos y dejando que inevitablemente mis lágrimasrodaranlibresy
presurosaspormismejillas.
―Abre tus lindos ojitos, Anna, no creas que me voy a marchar sintenerlosnuevamentesobre
losmíos.
LohicealmismotiempoqueVincentdejabacaerunodesusdelicadose
inesperadosbesos
sobre mi sien, para luego alejarse un par de pasos de nosotras y asíbrindarnoslaintimidadque
necesitábamosparanuestrainminentedespedida.
―Escúchamebien,por favor―prosiguióAme trascolocar subolsodemanoenelpisoy
aprisionarsusmanosconlasmías―,vivetuvidajuntoaesehombrequeteadoramásqueanadaen
estemundo.Disfrutadeél,desuvidajuntos,olvídatedetodolodemásyséfeliz.Nomásllantos,
no más tristezas, no más dolor. ¡Maldición! ―chilló bajito cuando nopudoreprimirelincontenible
llantoquetambiéncomenzabaainvadirlaaella―.Debeserviralestodellorarasí.
Sonreídesprendiéndomedesusmanosyabrazándolacomosisemefueralavidaenello.
―Teamo,AmeliaCosta,yteseguiréamandodondequieraqueestés.
Antemis palabras su lamento se acrecentó al igual que lo hizo elmío.Ningunadelasdos
habló,sólonosmantuvimosaferradaslaunaalaotrarecordandotodoloquenoshabíaunidodesde
que nuestrasmiradas se conectaron ese día y por primera vez en aqueljardíndeniños.
―Prometoquererteporsiempreyparasiempre―pronunció.
―Prometeque regresarás inmensamente feliz―pedí como si fuerauna
súplica.
Levantósurostroparaclavarlainmensidaddesusojosverdessobrelosmíos.
―Loharé,Anna,sólosi túmeprometeslomismo,perodelamanodelguapoquenonos
quita la vista de encima y que arde en desesperación por abrazarte yreconfortarteahoramásque
nunca.
DirigílamiradaparafijarlaenelsemblantedeVincentquedesdesulugarreprimíacadauno
desusfierosimpulsosdellegarhastamí.
―Nohaynadiemásqueélnilohabránunca.
―Eso lo supe cuando me hablaste de él en ese parque. Tu “supuestoamigo”delamirada
azulcielo.¡Quéva!
Neguéconmicabezadeladoalado,recordándolo.
―Tecuidaráporqueeressuvidaytodoloquenecesitaparaserfeliz.Asíque,porfavor,
dejademeterlapataysertantercaenloqueaturelaciónrespecta.
―Amelia…
―Amelia nada,AnnaMarks.Quizá, esmuy pronto para decirlo o parapedirlo,peroquiero
asistiraunabodaamiregreso,¿entendido?
―¿Qué?¡Tevolvisteloca!
Rió como una condenada al tiempo que volvía a estrecharme entre susbrazosymeoíadecir:
―¡Túytusbenditascavilacionesaterradoras,porDios!
―¿Cavilaciones aterradoras? ¡Por favor! Como si el adonis que teobservaconcarade
cachorritodesvalidonoloquisiera.Esehombreguapísimoyfollableentodossustérminossería
capazdehacerunpactoconelmismísimodemonioporti.
―Aúnnotesubesaeseaviónyyaestásbalbuceandoincoherencias.
―No,noyno… ¡no son incoherencias!―sedetuvomientras suspirabaprofundamente―.Es
laverdad.Nomepreguntes el porquéahora, pero lo sé, así de sencillo.BlackesBlackysiempre
seráundementeenamoradoarabiardeunalocatercaydesquiciadacomoloerestú.¡Quéparejita!
Sonreí,peroestavezmuertadeamorporél.
―Yahoravenaquíydameelmásgrandeycalurosodelosabrazos,chicalista.
Así lo hice a la vez que expresaba en su oído cientos de frasesesperanzadoras,deseándoleel
mayordeloséxitosyfelicidadentodoloqueseaprestabaavivirensunuevavidaenEspaña.
―La distancia para mí son sólo números, Anna, no lo olvides nunca―agregóantesdedarme
un beso en la mejilla que me sacudió el alma y alejarse de mí paradirigirseahorahaciaVincent.
Me volví hacia los enormes ventanales que daban hacia la pista deaterrizajeparaocultarel
incesante llanto que me destruía pedazo a pedazo algo más que mipequeñocorazón.Amelia,porsu
parte,sedetuvoanteBlackylesonrióalegrementeantesdedecir:
―Séqueestoyhechaundesastreahora,peroteloadvierto,simeenteroquellegasa
causarle elmásmínimo daño te patearé el culo en donde quiera que teencuentre.Noesuna
sugerencia,noesunconsejo,menosesunajodidabromalaqueteestoyhaciendo.
―Me queda sumamente claro,Amelia―sonrió―. Fue exactamente esomismoloqueme
dijistehacealgúntiempoatrásyendosoportunidades.¡Comoolvidarlo!
―Me alegra que lo tengas tan presente porque Anna es una parteimportantísimademividay
aquienamoyamarécomosifueramipropiahermana.¿Entendido,BlueEyes?
―¿Quieres que te recuerde palabra por palabra lo que expresé conrespectoaellacuando
desperté en esa cama vacía de hospital después de lo que ocurrióconmigo?
―No.Nohacefaltaquelohagas,peroaúnasínodejesqueeltiemposigaavanzandoyque
lossecretossesiganocultando.Ellamerecesaberlo todoconrespectoaDamiánytambiénloque
conocessobrelahistoriadesumadre.
―Ignacio…
―Séquesuabuelotehizoprometerlo,melodijiste,peroesahermosaeincomparablemujer
queteamaconlocurayavivióunapartedesuvidacondenadaaellosysitúlaamastantocomo
profesas, sé valiente y dile la verdad. Te aseguro que esta vez no irá aningúnlugarsinomásquea
tusbrazos.Piénsalo,nopierdesnadaconintentarlo.
VincentbajólamiradacuandoAmeliatomabaunadesusmanosytendíasobreunadeellas
unpardellaves.
―Úselas sólo en caso de emergencia. Eso fue lo que me dijo tu chicacuandomelasdio―le
otorgó un coqueto guiño tras depositar un tierno beso en una de susmejillas―.Fueunmaravillosoy
alavezaterradorplacerhaberloconocido,señorBlack,odeberíadecir…¡hastadentrodeunaño,
soberanogruñón!Ynoloolvides,estásadvertido.
Se separó rápidamentedeél, tomósus cosas,meabrazócon fuerzaporúltimavezycomenzó
a retroceder mientras Vincent se acercaba a mí guardando algo en susbolsillos.
―¡Tequiero, amigadel alma!Simplemente, ¡te adoro!No teolvidesdemipetición,¿eh?
¡Unaño,AnnaMarks,tansólounaño!―secóunpardelágrimasqueaúnrodabanporsusmejillasy
prosiguió―:Yparaterminarestafunción,amigosmíos…¡VivalamadrepatriayOlé!―avivavoz
lo vociferó en un singular acento que logró arrancarnos, tras esaspalabras,unpardecarcajadasque
expresamosalunísono.
VincentmeabrazócondulzuramientrasmeaferrabaaélviendoaAmeperdersetraslas
escaleras automáticas que daban hacia el hall de embarque.Unperpetuosilencioseinstauróa
nuestro alrededor al tiempoquehundíami rostro en sucamisetaoscurasintiendocomosusmanos
delicadamenteacariciabanmiespalda.
―Unaño…―susurré,bajísimo.
―Medio año o lo antes posible―logró que con su frase levantara micabezayalzaralavista
para encontrarme con la suya―.Prometo que la verás dentro demedioañooloantesposible
―replicó ya con una sonrisa traviesa instaurada en el rostro―. Sólopídemeloylotendrás.
Sinhablamedejóantetamañaafirmación.
―No me digas que te olvidaste de lo que te comenté una vez: voy a
consentirte,voya
malcriarte y a cumplir a cabalidad cada uno de tus deseos.Todo lo quequierasserátuyo,Anna,sólo
házmelosaberypondréeluniversoatuspies.
Clavélaintensidaddemisojossobrelossuyosahogandounsollozoyunparde
estremecimientos que osaban convertirme en una absurda gelatinaambulante.¡Noseñor!¡Noera
horaquevinieranamímisjodidas“tembladeras”!
―Noquieroeluniversoamispies,Vincent.
―Peroyoestoydispuestoa…
Lointerrumpí,colocandounpardededosligeramentesobresuslabios.
―¿Concedérmelo?No, noquiero el universo amispies cuando sólo tequieroati.Ese,
señorBlack,eselmásgrandedetodosmisdeseosporqueelsegundodeellosacabadepartirpara
volarmuyaltoenbuscadesupropiafelicidad.
SinquepudieracontenerlaslágrimasinvadieronmisemblanteteniendolamiradadeVincent
sujetaalamíadeunaincreíblemanera.
―Como no quererte… cuando eres tú quien llena de alegría mi vida.Comonoadorarte…
cuando eres tú quien desbordami cuerpo con tu absoluta e irrefrenablepasión.Comono
extrañarte…sicadavezquecierroyabrolosojostedeseoconlocura.Ycomonoamarte,Anna
Marks, si el gran y único sueño que poseo en la vida lleva escrito tunombreenél.
¿Podíacontinuarviviendoe incluso,podíaseguir respirandodespuésdeesasbellísimas
palabrasquemehabíaproferidoconsuespecialtonodevoz?Sí,podía…todoygraciasal
inigualable sabor de su adictiva boca, la cual asalté de inmediato parahacerlamíaunayotravez.
―Teamo,VincentBlack,conmimente,conmicuerpoyconmialma.
―Perfecto, señorita Marks―gimió sin apartar sus labios de los míosmientraslimpiabami
humedecido semblante―. Pero antes, déjeme decirle que si me siguebesandoasí,usted…―sonrió
cuandounadesusmanosseadentrabaenmilargoycastañocabello―…haráque,precisamentehoy,
yo…
―Usted,señorBlack,mellevarádirectohacialafacultadsinperosdepormedio.Nadade
sexodesenfrenado,salvajeylujuriosoporeldíadehoy.¿Nolebastóconloquehicimosanochey
estamadrugada?
Aprisionómilabioinferiorconlossuyosaprestándoseahablar.
―Claro…loqueacontecióanuestrallegadaaldepartamento,máslode
estamadrugada,lo
de esta mañana y… como olvidar aquel grato asalto en la ducha.Realmenteesofue…―suspiró―,
interesante,reconfortante,excitanteysinocierrolabocaahoramismo…―riódescaradamente―
alguiencomoyotendráseriosproblemasquesolucionar.
Reíaferradaaél.
―Telodijeunavezytelovuelvoareiterar,Anna.Detiloquierotodo.
―¿Estásseguro?
Tan sólo esa breve interrogante le bastó para que me alzara entre susbrazosycomenzaraa
caminarconmigoacuestasantelasorpresivaeinquietavistadetodoslosqueaesahorayenese
sitioseencontraban.
―Póngame a prueba, señorita Marks, y lo sabrá. Ambicioso, es misegundonombre.Creí
queyalosabía.
―No, señor Black, en eso se equivoca. “Bestia” es el que le quedamuchísimomejor.
Trasuncoquetoguiñoquemeotorgóconunodesusojosazulcieloytrassonreír
perversamente,finalizó:
―Vincent Bestia Ambicioso Black. Me gusta. Porque en definitiva esehombre,miamor,“tu
hombre”—enfatizó—,soyyo.
***
DespuésdedejaraAnnaenlapuertadelafacultadycerciorarmequetodoestabaenreglay
queDamiánhaciasutrabajo“correctamente”regreséalacasadecampo.Mientrasconducíano
dejaba de pensar en lo que había sucedido la noche anterior y en unascuantaspreocupacionesqueya
rondabanalinteriordemimente.Idiotanoera,ymenosenloqueaAnnaconcernía,porqueesa
miradaquesehabíaposadosobresusojosymásespecíficamente,sobresucuerpodelamanode
Damián obedecía a una sola respuesta que a grandes rasgos intentabadilucidar.
¡Estásviendocosasdondenolashay,Vincent.”
—Talvez—respondíhoscamentesinapartarlavistadelcamino.
“Lasestásimaginandoyesonoesbueno.¿Quénoconfíasenella?”
—Confío,pero…
“¿Peroqué?”
—Tengomismotivos.
“Lomismopodríadecirelladeti,noloolvides.”
Apretéelvolanteconmásfuerzaquedecostumbrecuandola imponentepropiedaddemi
familiasevislumbrabaaladistancia.
“Túlocontrataste,túlepedistequesemantuvieracerca,túlecreasteunavidayguíaste
cadaunodesuspasosyahora…”
—Yahoranoquierohablardeello,malditasea—enfaticédemalamaneracomosiaquel
intercambiodefrasesconmiconcienciamehubiesepuestoconunhumordeperrosyhartadode
maneraconsiderable.
Dentrode lacasacomencéa llamaravivavozaLeomientras subía lasescalerashastaque
supequeñafigurasaliórápidamentedesdeelinteriordesuhabitaciónparacorrerhaciamíhasta
arrojársemealosbrazospronunciandominombre.
—¡Hey,compañero,veoquemeextrañaste!
—Claroquesí,papá.¿Dóndeestabas?
Me aprestaba a responder cuandomis ojos se conectaron con lamiradarebosantedealegría
deMiranda.
—¡Buenosdías,sobrino!
—Mipersonafavoritaentodoestemundo.¡Buenosdías,tía!
Sonrióalescucharmetrascruzarsusbrazosporsobresupecho.
—¿Quéquieresconseguir,Vincent?
—Tudedicaciónytutiempo.Tenecesito.
Mantuvolasonrisasobresubellosemblante.
—Déjameadivinar.¿SetratadeAnna?
—¿Cuándoveremosa tuamigaespecialdenuevo,papá?—inquirióLeodejándomesin
habla.ObservéaMirandaquienasintiódeinmediatodándomeaentenderconelloquedebíadarle
unaprontarespuestaquenopodíaesperar.
Coloquéamipequeñodenuevoenelpisomientrasmearrodillabahastasituarmeasualtura.
—¿Podemos verla otra vez? Seré bueno, lo prometo—prosiguió muyansiosodejándome
ahoraalgoconsternado. ¿Qué significabaesode“serbueno”ypor quémeloprometíacontanto
fervor?
—Claroquepuedesverlay lasvecesque túquieras—tratédesonreírle,algoque
obviamentenosemedabaparanadabien—.Peroexplícamealgoantes,¿porquémelodicesdeesa
manera?Siemprehassido,eresyseráselmejorytúlosabes.
Leosuspiróconansiascuandosumiradaseperdíaenelpiso.Deformainmediata,alcéla
vistahaciaMirandatotalmentepreocupadoporsuinusitadareacción.
—Hijo,¿quéocurre?
—Noesloquedicemamá.Paraellanosoyunbuenniño.
Suspalabraspartieronmicorazón.
—¿Podrías explicármelo mejor? —contuve la ira que ya comenzaba ahacerestragosenmi
cuerpo.
—Elladicequenisiquierasirvoparalograrquetúvuelvasconnosotros.
Una estocada seguida de otra recibí de manera implacable tras lo queacababadeescuchar.
—Yqueporesotealejas.¿Yanonosquieres,papá?
Sus ojos azules se posaron sobre losmíos algo inquietos y expectantesanteloque
eventualmentepodríasalirdemislabios,perotodoloquelogréhacerfueabrazarloconfuerza
contrami pechomientras le besaba una y otra vez su coronilla. Porquehervíaderabia,de
impotencia y también de frustración. ¡Cómo lamaldita podía ser tan…!Tuvequecontenerme,tuve
quereprimirmispoderosasansiasdeirporellaparaestrangularlahastadejarlasinrespiración.
—Mírame,hijo,ydimesicreesqueesoescierto.
—Aveces…
Otrofierocortedirectoamipecho.
—Leo,escúchame.Ereslomásimportantedemivida.
—¿Loprometes?
—Noloprometo,compañero,estoysegurodeello.Teamo,hijomío,ynadavaa
cambiarlo.
—¿Podríasprometérmeloporelabuelo?Porfavor…
Asentípercibiendocomomicorazónsedesgarrabadecuajo.
—Claroquesí.Por…tuabueloteloprometo.Peroquieroquemeoigasyentiendasque
jamásdebesdudardemíydelamorquetetengo.Antesdecualquiercosaestástú,¿entendido?
—Sí,papá.
—Tu…madre—ni siquiera lamaldita semerecíaque la llamaradeesaforma.Tuveque
morderme unas cuantas veces la lengua para evitar decir una tanda dedescalificativosqueeneste
instantelesentabandemaravillas.
—Losadultos,miniño—intervinoMiranda—,aveces suelenhablardemás.Tupadrete
adora por sobre todas las cosas y su amor por ti ni siquiera se puedemedirentamañooendistancia.
Losbrillantesojosdemihijoseabrierondeparenparmientraslaoía.
—¿Tangrandees?—preguntóconalgodeemocióninstaladaenel tonodesuvoz.
Mitíalobesóensucabecitayasintiósinentrarendetalles.
—Es insuperable. Pero ahora, vengami niño hermoso, vamos a comeralgoyadejarde
pensarenello—loalentóaltiempoquelotomabaporunadesusmanitos.
—Incalculable, por siempre—añadí acariciando una de sus mejillas—.Ahoravecon
MirandamientraslepidoaCristinaqueprepareunamaletaconturopayalgunosdetusjuguetes
favoritosquequierasllevar.
—¿Llevar,papá?—inquirióevidentementesorprendido—.¿Dónde?
—Acasa,hijo,conmigo.
***
—¡¿Cómoquese lo llevó?!¿Porquése lopermitiste, inepta?¡¿Conquéderechoselargó
conmi hijo?!—gritaba Emilia al teléfono desesperada y fuera de sí—.¿Dóndeselohallevado,
Cristina?¡Teexijoquemelodigasya!—unavezquelosupocolgóconfuerzaelaparatoparaluego
lanzarlocontralapared,todoavistaypacienciadeAlexquenolequitabalosojosdeencima
bastantecabreadoconsusreaccionestanhistéricas,fueradelugaryparanadaprovechosas.
—¿Tuexmaridotemontóunaescena?¿Otravez?
—¡Tútecallas,desgraciado!Estoyhartadetiydetusintervenciones.Noteníasderechoa
entrometerteenloquesucederíaconlamojigataesa.
—Emilia…
—¡Emiliauncuerno,Duvall!¡Aquítansóloeresunpeón,unmalditopeóndemierda!—
vociferó,recordándoselo.
En un rápido, intencionado y bruscomovimientoAlex arremetió contraellaparaarrinconarla
contra la pared al tiempoque susmanos se cernían con fuerza sobre lafragilidaddesucuello.
—Conmigo no, zorra —exclamó enseguida—. Que tus jodidos planesseanunamierdanoes
miproblema.¿Quéquerías?¿Provocaral imbécildeBlackoal tipoqueestabaconella?
—Alex,suéltame.
—Mide tus palabras y nome escupas veneno al rostro si quieres que teayudeodelo
contrarioharásquetodosnuestrosplanessevayanaldemonio—.Unadesusmanossedeslizóhacia
subarbilla lacualcomenzóaapretarmásdelacuenta—.¿Esoesloquequieresconseguircontus
arrebatos estúpidos? Un hombre acechando a la golondrina… ¡Quéimbecilidad,Emiliaporfavor!
Tecreíamásastuta,mujer,conmáscerebro,peroacadapasoquedasmeconvencesmásdelo
imbécilqueeres.
—¡Cállate,infeliz,ysuéltame!
Sonriópresionandoaúnmássumanoensumentón.
—¡Mehaces…daño…maldito…!
—¿Daño?¿Aunazorracomotú?Nomehagasreír.
—¡Estoy…hablan…do…!
—Teestoyescuchando,dulzura.
—¡Enton…ces…suél…tame!
—Emilia,Emilia,Emilia…¿cuándoaprenderásqueconmigonosejuega?
—¡A…lex!
—Eso es, Alex Duvall es mi nombre. ¡Qué no se te olvide! —recalcósoltándola
violentamente, logrando con esemovimiento que Emilia se golpeara lacabezacontralapared—.
¡Estoycansadodetiydetumalditahisteria!¡Notieneslaputaideadeloquedeseasnicomolo
quieresllegaraconseguir!
Emilia jadeabafrenteaél intentandoante todorecobrarel ritmonormaldesuagitada
respiración.
—Novuelvas…atocarmedeesaforma.Eresunmal…
—Yoque tú no diría eso—la interrumpió—.Ya puedo imaginarme lostitularesdelos
matutinos.“Inesperadamente,madreehijopierdenelcontroldelcocheenelqueviajabande
regreso a casa”, o mejor aún, “¡Boooom! ¡Explota el vehículo en milpedazos!”.Trágico,¿no?
TuvoqueahogarungritoqueintentósalirdesdeelfondodesugargantamientrasDuvallla
acechabaconalgomásquesuhipócritamirada.
—¿Meoístebienoquieresquetelodemuestre?Sabesdesobradeloquesoycapaz.
—Te…oí.
—Noteescuché,Emilia.¿Teoí,qué?
—Teoí…Alex.
Una descarada sonrisa le iluminó el semblante cuando dejaba caer suslabiossobresufrente
enunsonorobeso.
—Excelente, mi amor, no sabes como me agrada cuando cedes de tanmagníficamanera.
¿Seráporesoquetequierotanto?
—Túnoquieresanadie.
—Esoesloquetúcrees—leotorgóunguiñoantesdesepararsedeellaparacomenzara
caminarporelinteriordelahabitación—.Yosíquieroymucho,porquetodoesto…—secarcajeó
—…serámío.
Emilia tragó saliva sin dejar de observar como sonreía tanmaquiavélicamente.
—Notendrásnadaamenosqueyotelodé.
—Enesoestásmuyequivocada.Tengounasbajolamangadelcualtúnoestásenterada.
Todoesteimperioquepiensastenerentretusmanosseráparamícuandoélmeloceda.
Sedirigióhaciasuescritorio,oyéndolo,mientrassearreglabaelcabelloypreguntaba,
ansiosamente:
—¿Él?
—Sí. Él, mi querido, adorado y entrañable… hermano —confesófuertementeysinquele
temblaralavoz.
Como si hubiese oído mal, muy mal, terminó clavando enseguida laintensidaddesumirada
sobrelasuya.
—¿Quémierdaacabasdedecir?¡Joder!
—Loqueacabasdeescuchar.Tansimplecomoquetengounhermanoodeberíadecir…
¿algunavezlotuve?
Tragósalivaunpardevecessincreersemejanteafirmacióndilatandosusojosdelasola
impresión que le causó haber oído de su propia boca aquella insólita
revelación.
—Esonoescierto.Tú…¡mientes!
—No,miamor,nomiento.Paratubuenaomalafortunasoyunbastardo,unilegítimo,la
escoria humana que Guido Black, mi padre, ocultó y desechó durantetantosytantosaños.¿Quéte
parece?
—¡Quéestássoberanamenteloco!
AntesuafirmaciónAlexarremetiónuevamentecontraella,peroestavezjalándola
fuertementeporunodesusbrazos.
—¡Locos nos volvió a mi madre a mí el maldito miserable infelizescondiéndonos,
negándonos y aborreciéndonos como si fuéramos unas ratas mientrashacíacrecersuimperio,su
dineroycuidabadesutanmaravillosayabnegadafamilia!
—¡Alex…nopuede…!
—¿Sercierto?Loes,asúmelo.Estalycomoloestásoyendo.SoytodounBlack,pesea
quienlepese,yquieroloqueesmío,exijoloquemeperteneceyloquedesdeunprincipiodebióser
sóloparamí.Y lo tendrécontigoosin ti, aunque tengaquedeshacermede…ciertosescollosque
hayenmicamino.
Emiliaseestremecióaltenerelrostrodesuhijoalojadoensumente.
—¿Escollos?—pronunció,débilmente.
—Exactamente. Obstáculos. ¿O qué? ¿Crees que estoy dispuesto acompartirmidineroy
cada una de mis futuras posesiones con tu hijo? O debería decir, mipequeñohermanitomenor.Otro
bastarditomásenlalista.¡Quéfamilialanuestra!¿No?
—¡Silotocastemato!¿Meoíste?¡Temato!
Rióconabsolutodescarofrenteasusemblante.
—Estupasaportealparaíso,¿no?Sinélnoeresnada.¡Quéconmovedor!Pues,sideseas
seguirrespirandotantranquilamentejuntoatuhijomevasaescucharyaentendersindecirniobjetar
una sola palabra, porque si no estás dispuesta a cooperar de la mejormaneralaqueestarámuertaen
menosdeveinticuatrohorasserástú.Seráscomidaparagusanos,reinadeldrama.¿Cómoloves?
Y no lo olvides porque no lo volveré a manifestar: ¡Tú a mí no meamenazas!
Ante el poderío y el incisivo sonido de su voz Emilia cerró los ojos ytemblódeabsolutoe
inconteniblepavorguardandoantetodoeldebidosilencioporquefrenteaesehombreyelsecreto
quelehabíasidodeveladoellanoeranada.
—Asítequiero,silenciosaycontuscincosentidostotalmenteenfocadosenmí.Realmentete
vespreciosayencantadoracuandocierrasesajodidabocademierdaquetienes.
—Mihijo…—intentóexpresar,perootra sonoracarcajadadeDuvall laacallódeinmediato.
—Vulnerabilidad…heahítutalóndeAquiles.Creoquedespuésdetodo,lamadredelaño
sítienesentimientosenesecuerpodehieloqueposee.¡Quiénlohubiesecreído!Yo…—negócon
sucabezadeladoalado—…sinceramente,nienmismejoressueños.
—Alex,porfavor…escúchame…
—Porfavornada.Sólodetidependeráquesigavivo,¿entendido?Sólodetiydelobien
que puedas llegar a hacer tu trabajo de peón porque aquí, que te quedemuyclaro,enestejuegoque
acaba de voltear sus fichas a mi favor el único rey que decide comomuevecadaunadesuspiezas…
soyyo.
***
MichellenoparabadetemblarantelaatentayacuciosamiradaqueJuliánleotorgabaacada
momento mientras charlaba con LuzMaría. Ambos se encontraban allíparaponerdemanifiestolo
queaconteceríacuandoellasereunierafinalmente,yporprimeravezcon
Victoria.
Aunquenoestabadeltododeacuerdoconaquelloyaúncreíaquenoeralamejordelas
posibilidadesque suesposadebería llegara concretar, sabíaqueellanodaríapieatrás,másporla
inmensanecesidadquelainvadíaanteloqueahoraensuvidaacababadeacontecer.
Se despidió amablemente de su colega estrechandounade susmanos altiempoquese
volteaba y caminaba con suma rapidez hacia el encuentro de Michellequien,hechaunmanojode
nervios,aúnnocesabadeestremecerse.
—¿Quétedijo?—fueloprimeroquelepreguntóansiosatrassentircomoéllaabrazaba
afectuosamente.
—Tereunirásconesamujerdentrodediezminutos,sólosiconstatoqueteencuentrasbien
parahacerlo.
—Julián,yalohablamosy…
—Losé,miamor,yalohablamos.Porlomismonodejaréquevuelvasasumergirteenla
tristezayagoníadelaquefuistepartehacealgúntiempoatrás.Erestodoloquetengo,noloolvides
—lerecordóaferrándolaconfuerzaasucuerpo.
Con aquel gesto que le propinó, consiguió que ella fijara su bellosemblantesobresurostroal
cualacaricióconsumadulzuramientrasledecía:
—Ytúloerestodoparamí,Julián,perosabesquedebohacerlopormí,pornuestravidae,
indudablemente,porella.
—Estásarriesgandomuchoylosabes.
—Sóloestoyhaciendoloquedebíhacerdesdeunprincipio,miamor.SiDiospusoenmis
manos esta segunda opotunidad sabes que no dejaré que se deslice porentreellas.Yalopermitíuna
vez…—cerró los ojos para terminar hundiendo su rostro en el firmepechodesumarido.
—Yyoestoyaquí,contigo,parabrindartetodalavalentíayeltesónquenecesitaspara
recuperarloquesiemprefuetuyo,miamor.
Elsonidodeunapuertaqueseabrió juntoa lavozdeLuzMaríaquesehizoaudibleenaquel
lugar en cual ambos se encontraban frente a los módulos del cualcolgabanlosintercomunicadores
lesdioaentenderqueelmomentodeveraVictoriahabíallegado.
—Es hora —pronunció Julián negándose a soltarla y temiendo que sedesmoronaracomo
tantasotrasveceslohizoconanterioridad.
—Losé—respondióMichellealzandoelrostro,besandolargamentesuslabiosy
aprestándoseparaloquevenía.
—Te amo, vida mía —consiguió pronunciar en un claro murmullonotandocomoella
caminabaerguidayapasovelozhaciaelmóduloanaranjadoenelcual,ydelotrolado,Victoriase
encontrabamuyextrañadasinentendernadadeloqueallíacontecía.
Michelle suspiró largamente antes de tomar el intercomunicador en susmanosytrasuna
brevepausaqueseobligóarealizaralfinpronunció:
—Buenosdías,Victoria—endureciósuvozaunquepordentromoríadelosnerviosydela
rabia al tener frente a sí a la causante de todo el agobiante dolor de suúnicahija—.Nomeconoce,
noesperoquelohaga,perosédesobraquienesusted.Quieroquesepaquenoesunameravisitade
cortesíalaqueleestoyhaciendo.
—Yentoncesaquéhavenido—respondióalgomásqueimpaciente.
—Aoírdesupartetodalaverdad.Siesquealgohaydeella.
Victoriaentrecerrólamiradaalinstantecuandounlevedolorensupechoempezabaa
acrecentarse.
—No…comprendoaqueserefiere.
—Yosícreoquelocomprendeybastantebien.Alfinyalcabo,recuerdaperfectamentepor
quéseencuentraaquí,¿ono?
—¿Quiénesusted?¿Yquéquieredemí?
—Oírdesubocatodalaverdad.Seloacabodedecir.
—¡He dicho que quién es usted! —vociferó un tanto descontrolada sinquerernipoderapartar
susojosdelaazulosamiradaqueteníafijasobrelasuya,acechante,fierayalavezalgofamiliar.
—Noqueríaquefueradeestamanera,peroyaqueinsiste…SoyMichelleCavalli,Victoria,
laúnicayverdaderamadredeAnnaMarks.
CapítuloXV
Impaciente esperé la llegadade laprofesoraCavalli en el hall del salónprincipaldela
universidad aunque ya me habían informado de su retraso. Aquello, deigualforma,mediotiempo
para ponerme al día en algunas lecturas que tenía pendientes sobre laprosadeNerudayenlacual
comenzaría a trabajar para detallar en mayor profundidad lo queaconteceríaenmisegundoinforme.
En eso me encontraba absorta y concentrada en el “Canto General”cuandounavozmasculiname
sacó,depronto,demiensimismamiento,diciéndome:
—¿Anna?
Aloírminombreformuladoenunaindudableinterrogante,alcélavistadesdedondeme
encontraba sentada, de espaldas a unode los grandes ventanales por loscualeslaradianteluzdelsol
esamañana lo invadía todo.Luegoycomounresortemepusedepiealconstatarquienerael
poseedordeaquellarudacadenciaquesehabíacoladopormisoídosunossegundosantes.
—Decano, buenos días —saludé algo nerviosa y evidentementecontrariadaporlaformatan
agradablequesumiradaparecíainvadirlamía.
—Buenosdías,Anna.¡Quégustomedavolveraverte!¿Cómoestás?
Abrílabocapararespondersinentrarendetalles.
—Muybien,muchasgracias.¿Yusted?
—Conmuchotrabajoacuestas,peroenexcelentescondicionesapesardemiedad—
contestó el hombre entrado en años de mirada verdosa, afable sonrisa,rostrosonrosado,buenportey
unaeminenciaenelartedelasletras—.Graciasporpreguntar.¿EsperasaMichelle?
—Asíes,perotambiénadelantoalgodetrabajo—.Sumiradarecayódellenosobreel
volumenquesosteníaentremismanos—.El“CantoGeneral”,¡vaya!
¿Porquéesasignificativapalabraquearticulómehizoestremecer?
—Eraelpreferidodetupadre…
Ambosguardamossilencioporunoscuantossegundos.
—Desegurorealizarásunaexcelentelabortalycomoundíalohizoélenestacasade
estudios.YasabesquepuedescontarconmigoparaloquenecesitesyconMichelleaúnmás.
Asentí en agradecimiento, perobien sabía yoque tododebía ganármelopormispropios
méritos.
—Lo más valioso en la vida es lo que conseguimos con el sudor denuestrafrente.Mientras
más luchemos y nos esforcemos por alcanzarlomás gratificante será larecompensa.
Enseguida, elDecano sonrió encantado a la par que cruzaba sus brazosporsobresupecho.
—Esadmirable—prosiguió,emitiendounsuspiro—.SimepareceestaroyendoaSebastián
atravésdetuvoz.
Yyolosabíamuybien.
—Esloqueélymisabuelosmeinculcarontodamivida,señor.
—Losé,hija.Esosenotaasimplevista.Ahoradime,¿cómoestánambos?¿Aúnsiguen
viviendoenlazonadeVillarrica?
Me aprestaba a responder cuando por la puerta de entrada la profesoraCavallihizoaccesoal
hall con un hombre tomándola de la mano lo que en un principio mesorprendiómuchísimosin
entenderlarazón.Enrealidad,noteníaporquéinmiscuírmeensuvidasiellayyosolamente
éramosmaestrayalumna.
Laparejacaminóhaciadondemeencontrabasinapartar susojosde losmíosmientrasel
Decanoaúnsesituabaamilado.Luego,sesaludarontodosamablementeestrechándoselasmanos,
seguidodeuncariñosoabrazoqueellarecibiódepartedeaquelhombreentradoenañosquele
susurróalgoensilencio,peroaúnasíaudibleparamí:“Querida, ¿estásbien?”.Sóloselimitóa
asentir mientras su esposo se remitía a responder escuetamente un: “loestá.Notepreocupes”.
«¿Estaría todo realmente bien con ella?», me pregunté de la mismamanera.
Al cabo de unos segundos, ambos hombres se retiraron para hablar uninstanteasolas
mientras la profesora Cavalli intentaba depositar su cristalina miradasobrelamía,alaparquelo
hacíatambiénconelobjetoqueyomanteníaaferradoamismanos.
—Lamento mucho la tardanza, Anna —liberó un profundo suspiro—.Tuvealgomuy
importantequehaceryquenopodíaesperarmás tiempopara llevarloacabo.
—Nosepreocupe,meentretuveleyendounpoco.Casinolonoté.
Sonrió, pero esta vez de una forma muy natural que iluminó porsobretodolashermosas
faccionesdesurostroaligualquesuprofundamiradaazul.
—Asílopercibo.¿Cómovasconlonuestro?
Yasíempezamosacharlarsindarnoscuentaqueestábamossiendooídasporsuesposoquien
parecíasonreírrealmentefascinadoporlaescenaquesesuscitabafrenteasusojos.
AlcabodeunmomentoycuandosucharlaconelDecanollegóasufinregresóallugarenel
cualambasaúnnosencontrábamos,diciendo:
—Lamentointerrumpirlas,hermosadamayseñorita,perocreoquenohetenidoelplacer.
Sus palabras me enrojecieron, pero más lo consiguió la forma tancariñosaenquebesóasu
mujerenlasienmientraslaabrazaba.
—Ella es…Anna, Julián—nos presentó algo nerviosa—. AnnaMarks,mi…tesistayfutura
licenciadaenliteratura.
—Muchogusto,Anna.Estodounhonoryunverdaderoplacerconocerte—tendióunadesus
manoshaciamíenelmismoinstanteenquepronuncióaquelsaludo—.MinombreesJuliánBrunety
soyelmaridodeestapreciosura.
Reíanteelautomáticogolpecitoqueellaleotorgóenlascostillasdebidoasu
“incomparableeinsólita”presentación.
—Elhonoresmío,señor.
—Nada de formalismos, por favor, sólo llámame Julián—insistió trasestrecharmimano—.
¿Sabías queme han habladomucho de ti? ¿De lo inteligente y talentosaqueeres,ademásdetu
padre?Michelletienemuchasuerte,notodoslosdíaseldestinotebendicecontansorprendentese
increíblesregalos.¿Ono,miamor?—.Otrobesoleotorgómientrasellaseperdía,estupefacta,en
loqueirradiabasumirada.
—Lasuerteindudablementeesmía—meatrevíamanifestarsinapartarlavistadelevidente
amorquederrochabaesapareja.Porquenohabíaquesermuyinteligenteparanotarcomoélla
admirabaconprofundaypatentedevoción.Algúndía…¿Vincentllegaríaaobservarmedelamisma
manera?
—Noeranecesario…—susurrólaprofesoraCavalliaúnmásnerviosa.
—Créemequesíloera.Bueno,¿cómosepresentasudía?¿Tienenambasmuchotrabajo
contempladoparahoy?
Aquellonoloesperé,másdeunhombrealqueacababadeconocer.
—¿Quétienesenmente?—agregóellaentrecerrandolamirada.
—Cenar. ¿Por qué no vienes a casa esta noche, Anna? Seríamuy gratoparanosotroscontar
contupresencia.Asípodemosconocernosunpocomásyadelantanalgodetrabajoenunambiente
mástranquiloyfamiliar.Lesaseguroquelacomidacorrepormicuentayquenisiquieraadvertirán
mipresencia.
Suinesperadainvitaciónmequitóhastaelhabla.¿Estabaoyendobien?
—Soy especialista en comida italiana —agregó—. ¿Sabías que es lapreferidademiesposa?
No,nolosabía,peroyameestabadandoporenterada.
—En eso nos parecemos —expuse sonriendo tontamente, sintiendo dellenoenmirostrosus
inquietasmiradas.
—¿Sí?¿Porqué,muchacha?
—Porquetambiénesmifavorita,Julián.
***
HacíamosingresoaldepartamentoLeoyyocuandomimóvilcomenzóa
sonar,
ensordecedoramente. No sé, pero algo me decía que era cuestión detiempoqueesallamadase
concretara,másporquequienlarealizabaeranadamenosqueEmilia.
Lepedíamihijoqueacomodarasuscosasenunadelashabitacionesqueahoraeralasuya,
exactamentejuntoalaquesemanteníaintactayenlacualAnnayyo…
—¡Papá, tu teléfono! ¿No piensas contestar? —me advirtió a viva vozcuandoyaestabade
regresoenlasala.
Sonreícomounidiotamientraslosacabadesdeunodelosbolsillosdemipantalón.Sí,la
extrañabaacadamomentodeldíaymáscuandoellaadquiríaesebenditocomplejosuyofantasmal.
—¡Papá!¡Tumóvil!
—Es tumadre—mebastó sóloun segundo reconocerunode los tantosnúmerosdela
empresa—. ¿Me das un momento, por favor?—sabía muy bien lo queaconteceríacuandotomaraesa
llamada: oiría uno tras otro sus gritos histéricos junto a susrecriminadoraspalabras.
Leo asintió y tras ello se devolvió hacia el cuarto para brindarme ladebidaintimidadque
necesitabamantenerconaquellamujerqueconsólooírlasacabademílapeorparte.
—Black—fue loúnicoquepronunciéconfuerzaesperandoescucharsuprimerchillido
disfuncional,peroquenoemitió,sorprendiéndomeyquitándomehastaelhablacuandosóloselimitó
aexpresarunescuetobalbuceoqueasícomenzó:
—Hola.Lamento…molestar.Mihijo…¿estábien?
—Sabesqueconmigosiempreloestá—.¿Porquéhablabadeesaformacomodándomea
entenderquehabíallorado?Sabíalobuenaactrizqueera,pero…
—Sólo quería asegurarme,Vincent—un profundo suspiro dejó escaparenelmismoinstante
quepronuncióminombre—.Aunquenolodemuestrecomodeberíaamoamihijo.
—Sequedará conmigo por esta noche.Mañana lo llevaré de vuelta a lapropiedad.
—Es lo mejor porque contigo… —un par de sollozos me dieron aentenderquealgole
ocurríayquenoparecíaestarfingiendocomomimentemelodictaba.
—¿Aúnestásenlaempresa?¿Quéteocurre?
—Nada. Preocúpate por tu vida que yo lo haré con la mía. Me lo hasrepetidomillonesde
veces,¿oyalohasolvidado?
—Emilia…
—Pasaréportudepartamentoadarlelasbuenasnochesamihijoantesde
irmeacasa.
—Noesnecesarioquelohagas.
—Es mi hijo —sentenció firmemente, recordándomelo—. No es unasugerencialaquete
estoyhaciendo,Vincent.
—Hedichoquenoes…
—Prometoquesóloledaréunbeso,ledirécuantoloamoyluegome…iré—suvozse
quebróalarticularesaúltimapalabra—.Porfavor…
¿Quémáspodíahacersiesaarpíaerasumadre?
—De… acuerdo—respondí de mala manera al tiempo que una de mismanosdesordenabami
cabello en notoria señal de ofuscación. No la quería cerca deAnna, denuestrarelaciónydemi
vida.
—Gracias—volvióaexpresartrasliberarotrosollozoquenopudedejardeadvertir—.
Eres…unbuenpadre.
Ibaagregaralgomás,perolallamadadeprontofuecancelada.Apartéelaparatodemioído
con una leve sensación de extrañeza que no pude ocultar cuando Leovolvíaalasalaexclamandoa
vivavoz:
—Papá,¿cuándollegaráAnna?
***
Regreséacasaaesodelascincodela tardeuntantoapurada.Aúnteníacosasporhacertras
aceptarlainvitaciónacenarconlaprofesoraCavalliysumaridoaesodelasnuevedelanoche,
pero obviamente antes debía informarle a mi querido Black lo queaconteceríaquien,deseguro,no
seencontraríaparanadaencantadocuandosupieralanoticia.
Sonreíevocándolosaambos,aesaparejaenparticularquehoyconoceríaenprofundidad,
mientras subíaelúltimopardeescalonesque ibandirectamentehacia lapuertademidepartamento
cuandoalgollamópoderosamentemiatención.Medetuveadvirtiendolamúsicaqueseoíadesdeel
interior del piso de Damián y más porque la puerta de entrada seencontrabaentreabierta.«¿Estaría
bien?», fue lo primero que me pregunté al mismo tiempo que miconcienciamerespondía:“¿un
hombrecomoél?¿Quécreestú?”.Bueno,seguroloestaba,dedujeaúndepieadmirandolopoco
queseveíadesdeelpórtico.
Suspiré recordando todo loquehabíaacontecido lanocheanteriorenelclubymásporaquel
episodioconelsujetoquequisopasarsedelistoconmigo.SiDamiánno
hubiesellegadoenese
precisomomentoyo…Algoenmíhizoquedirigieramispasoshaciasuumbralsinsiquieradarme
tiempoacuestionarmenada.
La música atronadora brotaba desde el interior con fuerza cuando meaprestabaatocar.Silo
hacía,¿élmeescucharía?Obviamenteaquellainterroganteposeíaunasolarespuesta:“Claroque
no”.
Tomé aire repetidas veces mientras cerraba los ojos y empujabasutilmenteelbordedela
puertacuandounapartedemímedecíaquelomejoreradarmelavueltaysalirdeallí,perolaotra,
lamenospoderosa,meanimabaaseguiradelante.
—¿Damián? ¿Todo está bien? —asomé la cabeza hacia el interior delinmueblemás,
específicamente, a su minimalista sala de estar. No obtuve respuesta. Siparecíaqueenesesitiono
había nadie más que yo y el bendito sonido de la música que hacíaretumbarloscristalesdelas
ventanas—.Lapuertaestabaentreabiertayyo…—nadadenada.¿Quésehabíaesfumadooqué?
Meadentrédejandomibolsoauncostadodelapuertacontemplandolasoscurascortinasquese
encontraban entreabiertas, el inmenso sofá que hacía juego con ellas, la
alfombradecolorgrisopaco
quesesituabaalcentrojuntoaunpardemesasdearrimoqueyacíanenlosdoscostadosdeaquel
enormesalónque lejossevislumbrabamásgrandequeelmío.Jugueteénerviosamenteporunparde
segundosconmisllavesdeslizándolasdeunamanohacialaotrasinsabersidebíaavanzaronopor
elpasilloqueseencontrabafrenteamíyque,deseguro,ibaendirecciónhacialacocinayasu
habitación—. ¿Damián? —pronuncié su nombre un par de veces máscuandomispies,porsisolos,
caminaron hacia el interiormovidos por un solo objetivo: saber dóndemierdaseencontrabaese
hombre—.¡Damián!—insistíatansólounpardepasosdelapuertadesucuartocuandouna
poderosa mano se posó sobre mi hombro deteniéndome y haciéndomesaltardelasolaimpresiónque
me causó haberla sentido de lleno en una parte demi cuerpo—. ¡SantoDios!—mevolteéconsuma
rápidez encontrándome cara a cara con el causante de mi soberanoespanto.
—¿Seteperdióalgo?—enelmismoinstanteenquenuestrasmiradasseconfundieronenuna
sola locontempléentodosuesplendor.Él iba tansoloataviadoconunatoalladecolorblancoque
rodeaba su cadera dejando al descubierto su húmedo cuerpo de infarto
mássusabdominales
malditamente trabajadosyaquellaparteque terminabaenunaremarcadauvequemedejóalgomás
que embobada. ¿Qué quería conseguir? ¿Dejarme sin aire?—.Anna, tepreguntésisetehabía
perdidoalgo—inclinólacabezaparacerciorarsesiaúnmeencontrabaenelplanetaTierraofuera
deestaórbita—.¿Anna…?
—Lapuerta…—traguésalivamientrascerrabaporunsegundolosojos—…estabaabiertay
lamúsica…
—Perdón. Hacía un poco de ejercicio y luego la olvidé cuando fuidirectamenteatomaruna
ducha. Dame un segundo, la detendré—se diomedia vuelta dejándomeaúnmásaturdidaconsu
caminar. ¡Maldición! ¡Porque de seguro bajo la jodida toalla no llevabanadapuesto!
Uno,dostres,cuatro,cinco…
—¿Asíestábien?—.Elsilencionosinvadiódesopetónmientrasasentíatrasoirsujodida
pregunta.
—Sí,muchomejor.Condenadamúsicaqueescuchas,vecino—.Movímicabezadeladoa
lado sin mover uno solo de mis pies, entretanto él sólo se encogió dehombrossinarticularunasola
palabra.Porunoscuantosextensossegundosnoscontemplamossinnadaquehaceroquédecir.Era
extraño, pero podía sentir la incomodidad que brotaba de su personamientrasmebombardeabacon
su castañamirada—.Lo lamento.No quise allanar tu piso. Sólo noté lapuertaentreabiertayme
preocupé.
—Notienesquehacerlo,peroagradezcoelgesto.
—Tienes razón. Qué estúpido pensarlo de mi parte—aquella respuestasuyamebrindóel
empujenecesariopara salir de allí tal y como si fuera el correcaminos.Conlavistapegadaalpisoy
untantocabreadacaminéapasovelozderegresohacialaentradacuandoél,advirtiendomievidente
vergüenzaseinterpuso,deteniéndome,yexpresandoavivavoz:
—EntreAmeliayyonosucediónada.
¿Perdón?¿Yesoerademiincumbencia?
Alcémisojosdeformaautomáticahaciasurostrocuandolooíyentendíaquésereferíacon
ello.
—Simalnorecuerdo…notelohepreguntado.
—Sóloqueríaquelosupieras.
—Pues,muchasgraciasporelgesto,peronoteníasporquéhacerlo—ledevolvídelamisma
maneraqueéllohabíahechoconmigoconanterioridad—.Esalgoquenomeconcierne.Con
permiso.
Nisiquierasemovióunsolocentímetro.
—Anna…
—Prometonovolveraponerunpiedentrodetucasaotravez.¿Podríasmoverte,porfavor?
Consuvistaprácticamenteclavadaenlamíatragósalivaunpardevecessinnadaquedecir.
—Damián…
Aúnnadaocurría.
—Damián,quieropasarycontigonopuedo.
—Sólofue…—intentóarticular,perosedetuvoycontuvo.¿Porqué?Esodeseésaber—.
Claro,discúlpame.Noséporquélohice.
¿AquellaspalabrassereferíanexpresamentealbesoquesehabíadadoconAmeoal
inminentebloqueodelapuerta?
“¡Yesoatiqueteimporta!”
Avancétrasescucharcomosumóvilcomenzabaasonardeunaparticularmanera.Sinnada
queagregarcaminóhastadondeseencontrabaelaparatoviéndomesalirraudamenteporlapuertasin
siquiera decirle adiós. Cuando me detuve frente a la mía noté que nollevabaconmigomibolso,lo
habíaolvidadoalinteriordesusala.
—¡Maldición! —me volteé y devolví tras mis pasos aún más cabreadahaciasudepartamento
que aúnmantenía su puerta entreabierta—.Olvidémi…—pero no pudeseguirhablandocuando
desdeel interioroí suvozpronunciandonítidamenteunpardepalabrasquehelaronenunamilésima
desegundomipequeñocorazón.
—Comoustedordene,señorBlack.
¡¡¡¿Quémierdahabíadicho?!!!
—Bolso... —enfaticé haciéndome notar mientras él se giraba y locomprendíatodo—.
¿Cómoustedordene…“señorBlack”?
—Anna…—tragósalivamásqueunpardevecessinquitarmelavistadeencimaconsus
ojos totalmente dilatados y realmente sorprendido y perplejo por miintempestivareaparición.
—Escúchame bien. Tienes cinco malditos minutos para que me loexpliquestodoantesde
queteenvíealamismísimamierda.
—Dimequenooíste…
—Paratumalasuertesí.¿Hablasotearrancolalenguayomisma?
—Anna,puedoexplicarlo…
Crucémisbrazosalaalturademipecho,corroborándolo.
—Séquepuedeshacerloysétambiénqueloharásahoramismo.Vamos,portubien
escúpelotododeunabuenavez.Tequedancuatrominutosycontando…“vecino”.
HirviendoamilgradoscentígradosdespuésdehaberoídoaDamiánytrashaberlelanzadola
puerta en el rostrome cambié de ropa dejando todo desordenado, tal ycomosiunfierohuracán
hubiese pasado por el interior de mi casa. Luego, tomé mis cosas sinllamaraBlack.Claroqueno
pensaba hacerlo después de lo que me había enterado de tan ingratamaneraporqueparaellotenía
que tenerlo frente a mí sin que pudiera evadir las cientos de malditaspreguntasqueyadeambulaban
alinteriordemiconfundidacabeza.
SalídecasayparamimalasuerteDamiánesperabafuera.
—Anna…
—Cierralaboca.Noquierooírte.
—Perotenemosquehablar.
—Yadijistelosuficiente.
Bajélasescalerasconélsiguiendocadaunodemispasos.
—Sesuponíaqueestonodebíaocurrir.
—Sesuponíaqueélconfiabaenmí,¡malditasea!
—Blacksabeloquehace.
Aquella frase suyamedetuvopor completo.Con laofuscación saliendocomosifueravapor
pormisoídosmevolteéhaciaél,diciéndole:
—Espero por tu bien que no hayas llamado a“tu jefecito” como te lopedí.
—Nolohice.
—Despuésdetodosísabeshaceralgobien.
Noscontemplamosentrecerrandonuestrasmiradas.
—Siyohubiesesidoéldespuésdetodoloqueocurrió…
—¡Tepedíquecerrarastumalditabocadeldemonio,Damián!
—Nomevoyacallar.Tendrásqueoírmeyaguantartodoloquetengoquedecirte.
Movílacabezadeladoaladotrassonreírconevidentesarcasmo.Luegodeello,proseguí
miapresuradoandardejándoloconlapalabraenlaboca.
—Anna,¡Anna!
Salídeledificioconesehombrepronunciandominombretrasmispasos.¿Quénose
cansabadegritar?
—Tepedíque…
—¿Podrías detenerte por el amor deDios? ¡No eres una niña, pero esopareces!
—¡Repíteloyterminaréestampándoteunabofetadaporidiota!
—¡Paraquésimeacabasdeoírperfectamente!¡Ahorasubealcoche!—vociferó,
señalándomeunJeepdecolornegroqueseencontrabaaparcadoaunpardepasosdesdedondenos
situábamos.
—¡Entussueños!
—¡Hedichoquesubas!—replicódelamismamanera,peroestavezconalarmantevoz—.
¡Ysabesdesobraquenobromeo!
—No.¿Cómolaves?
—De todos colores—arremetió contramímientrasmealzaba entre susbrazostalycomosi
yofueraunapluma.
—¡Peroquémierd…!—nomediotiemponisiquieraparachillarcuandoabríalapuertay
memontabadentro.
—¡Ynotemuevasojuroqueteamarro!—agregótrascerrarlaconfuriaysinningúntipode
consideración haciéndome temblar, pero más con los improperios quebalbuceócasiensilencio,
peroqueaúnasí logré reconocer.De lamismamaneracerró lasuyaunpardesegundosdespués
cuandosemontódentro,peroantesdeencenderelmotorcerrólosojos,suspiróprofundamenteypor
finhablómientraslosabría.
—Si osas emitir algún ruido o sonido con esa boca endemoniada quetienesendossegundos
teatounamordaza.¿Estamosdeacuerdo?
Abrílosojoscomoplatosantesunotoriaamenaza.
—Pero…
—¿Meoísteoquieresquetelodemuestre?—pretendióintimidarmeconelpoderíodesu
potentevozjuntoalaproximidaddesuimponentecuerpo.
¡Diablos! Tuve que tragarme todami rabia que, demás estaba decir, eramuchísima.
—¡Eresexasperante,mujer!
—Teloadvertídesdeunprincipio.
Estaveznoemitióunhondosuspirosino,másbien,unbufidoquecreocolmósupacienciay
elpococontrolquelequedabadeaquellasituación.
—¿Quénotedascuentaqueestonodebíasuceder?
—¿Quénotedascuentaquenosoyunjuguetedenadie?
—Anna,telovuelvoarepetirporvigésimavez.Élsabeloquehace.
—Yyoati,dejadejustificarlo.Esbastantegrandecitoparahacersecargodesuspropios
errores.
—¡Nosonerrores!—estallóencólera—.¡Seniegaaperdertetalycomosucedióaquella
vez!¡Tesecuestraron,tegolpearon,tehirieronyaélledispararon!¿Quémierdaqueríasque
hiciera? ¿Qué se quedara sentado en su pulcra oficina devanándose lossesosporti?¡Nomejodas!
Llevé mis manos hacia mi rostro con las cuales lo cubrí intentandodilucidartodoloquepor
obviasrazonesmenegabaacomprender.
—¡Porquémierdamementiste,Damián!
—Trabajoparaél,yatelodije.
—Limítate a responderme como lo haría una persona normal. ¿Por quémierdamementiste?
—Porque… trabajo… para… él—repitió remarcando cada una de esaspalabras—.Desde
hacemásdedosmesesheseguidocadaunodetuspasossinquetedierascuenta.Heveladoporti
día,tardeynochesinquenotarasmipresenciaporexpresapeticiónsuya.Sesuponíaquetodo
seguiríadesarrollándosedelamismamanera,perocreyócorrectoquetúyyonosconociéramos.Le
expusemirechazofrenteaellodesdeelprimerinstante…
—¿Porqué?—descubrímisemblanteyrodémisojoshacialossuyos.
—Sencillamente, por esto que acaba de ocurrir. Si tú y yo jamáscruzábamospalabray
llegabas algún día a saber la verdad sería más fácil para él yevidentementeloseríaparamí.
Yenesoteníamuchísimarazón.
—Peroteníasquedevolverte…
—¡Quémaravilla!¡Ambospensabanocultármelotodalavida!¡Quépardepelotudos!
Notécomomordíasulabioinferiorevitandodeciralgomás.
—¿Dónde vas? —preguntó, cambiando abruptamente el tema de ladiscusión.
—¿Dóndecreestúquevoy?—contestésarcásticamente.
Unparde segundos lebastaronparaponerenmarchael Jeepy salirdeallíatodaprisa.
***
Unpardegolpesen lapuertameadvirtieron lapresenciadeEmiliaquehabíasido
debidamenteanunciadaporelconserjeunosminutosatrás.MeacerquéaabriresperandoqueAnna
devolvieracadaunodelosllamadosquelehabíarealizadoasumóvilsintenerhastaahoraunasola
respuestasuya.¿Todoestaríayendobienconella?Sinceramente,esperabayansiabaqueasífuera.
Leojugabaconsuautopistasobre laalfombracuandosumadredespuésdepronunciarun
breve“Hola”entródellenoaldepartamentoconsusojosalgohinchadosyaúnenrojecidos.
—¡Mami!—gritó mi hijo apenas la vio levantándose tras limpiarse lasrodillas—.Sólome
sentéunmomentoenelpisoy…—peroparamievidentesorpresaesperélarecriminaciónque
Emilia jamás llegóaexpresar, sorprendiéndomeyalarmándomemásdelacuenta.Aesamujeralgo
leocurríaylocorroborécuandoseaferróaélenunapretadoabrazotalycomosiselefueralavida
enello.
Laspiezasdelrompecabezasnoencajabanparanada.
—¡Teextrañétanto,miamor!
—¿Porquélloras,mamá?¿Quétienes?¿Tesientesmal?
Caminé hacia ambos con las manos metidas en los bolsillos de mipantalónporquequeríaver
desde la primera fila como Emilia comenzaba a desarrollar su patéticaactuacióndelantedemihijo.
—Meduelelacabeza,noesnada.Notepreocupes,pequeñitomío.Sólohevenidoadarte
lasbuenasnoches.
—Papámedejójugaruninstantemás…
—Loquehagatupadreestámuybienparamí.Élsólodeseacuidarte.
¿Quépretendíaointentabahacer?¿Lavarnoselcerebroconsusmentirasyvilesengaños?
—¿Yacenaste,miamor?—prosiguió.
Leoalzólamiradahaciamí.
—Loharemosenunmomentomás—respondíporél.
—Entiendo…seguroesperan…aalguien.
Toméaireunpardeveces,conteniéndome,mientrasellabesabalafrentedemihijoylo
incitabaaquelasiguierahastaunodelossofás.
—¿Quéhicistehoy,miamor?¿Mecuentas?
Lapuertadeentradasonódeunaformauntantoparticularlacualyomuybienconocía.Anna
yaestabaaquí.Rápidamentecaminéhaciaellapretendiendoexplicarleendetalleloqueallí
sucedía,perocuandolaabríynotésurostrountantofuriosopudedarmecuentaqueloqueme
aprestabaaexpresarnoserviríadenada.
—Buenasnoches,señorBlack.
¿Sarcasmo?¿Ironía?
—Ustedyyo…—sedetuvoalentraralsalónjustoenelprecisoinstanteenquesumiradase
conectabaconladeEmilia—…tenemosquehablar.
Estoestaba tomandoribetesdeunextrañocolorrojofuria.Por lo tanto,nomequedómás
remedio que seguir sus silenciosos pasos hacia fuera, llamándola sinobtenernadaacambio.
—Anna,miamor,noesloque…
—¿Cuándopensabasdecírmelo?
—Intentécomunicarmecontigo,peronoatendíasmisllamadasy…
Moviósucabezadeladoaladoalaparquesemordíasulabioinferiorycolocabasusmanos
ensuscaderas.Laconocíaperfectamentecomoparadilucidarqueardíaynoprecisamentede
felicidad.
—SóloestáaquíporLeoy…
—Hacemásdedosmesesquemesiguen—comentó,dejándomeatónito—.Hacemásdedos
meses contrataste a alguien para que me vigile de cerca —prosiguió,quitándomehastaelhabla—.
Hacemásdedosmalditosmesesnoconfiasenmí.
Empuñéydesempuñémismanosrepetidasvecestansólomirándolaalosojos.
—Elmotivoesbastanteclaro,peronoteredimedetuculpa.
—Anna,puedoexplicarlo…
—Nohacefalta,Black,Damiányamepusoaltantodetodo.
—¿Quéfueloquetedijo?
—Quétrabajaparati,¿cómolavez?—despuésdeamedrentarmeconsuinquisidoramirada
empezóacaminarporelpasillo sinquitarle lavistaa losascensores—.¿Tecostabamuchísimo
trabajodecirmesobreloquepensabashacer?
—Sí.Teconozco.Sabíadesobraquediríasqueno—ydespuésdehaberformuladoaquello
aplaudiótalycomosiestuvieraviendounaobraenelteatro.
—Esadmirable.Porunsegundocreíquevolveríasaengañarme.
Arremetiendocontraellamientrasmisbrazosseapoderabandelossuyosparaquetodolo
quepudieraverfueranmisojoslaarrinconécontralapared.
—Teamo.Eresmividaytodoloquesoy.Poresodecidíhacerlo.
—Podrías habérmelo preguntado. ¿No se te pasó por la mente hacerlo,porejemplo?
Nos contemplamos como dos fieros titanes que se disponían a dar unaarduabatalla.
—Sabíadesobraturespuesta.
—¿Cuántasvecesteexpreséqueteníaunavida,Vincent?
Guardésilenciosinapartarmimiradaexpectantedelasuya.
—¿Cuántas?—insistió.
—Muchas veces —me atreví a responder con un dolor punzando
poderosamentemipecho.
—Aúnasídecidistepormíypeoraún,meengañasteunavezmás.
—¡Por que te amo, Anna! ¡Compréndelo! —pegué mi frente a la suyapercibiendoyoyendo
elfrenético latirdesucorazónya lapar lavozdeLeoquesecolópormisoídos,inquiriendo:
—¿Tequedarásacenar,Anna?Papáyyoteesperábamos.
Ellasuspiróenunprimermomentosinapartarsusbellosojosmarronesdelosmíospara
luegozafardemismanosycaminarhaciaél.
—Meencantaría,peronopuedo.
Nocomprendídeltodoloquedijohastaquesearrodillófrenteamihijoparaexplicarlecon
sumodetallelosiguiente:
—Tengoalgomuy importantequehacer,pero…¿porquéno lepides aMirandaquetellevea
casamañanaypasamoslatardejuntos?
—¿Deverdad?—formulóLeoconansias tras fijarsuvistaen lamía—.Papá,¿acabasde
oíraAnna?¿Podemospasarlatardejuntos?
—Claro que pueden.Me encargaré de ello—al concluirmi fraseAnnarecibiódesuparteun
calurosoabrazoquemesobrecogió.
—Entonces,nosveremosmañana.
—Claroquesi,Leo,nosveremosmañana—terminódándoleunbesoensufrentealtiempo
queélsedespedíayregresabavelozhaciaelinteriordeldepartamento.
—¿Quéquieresconseguir?¿Castigarme?
Sólo se encogió de hombros mientras se ponía de pie y comenzaba aretrocederhacialos
elevadores.
—Anna…¡Anna!—fuitrasellasindarletiempoaquecogieraelbotóndellamado,
aprisionándola entremis brazos y aferrándola contrami cuerpo—. Porfavor…notevayasasí.
—Tienesatuexmujermetidaentucasa.Nopretenderásquemequedeacenarconella
también,¿osí?
Cerrélosojosmaldiciendoentredientes.
—Séqueestásmolestay…
—Feliznoestoy.Ahorasuéltame,porfavor.Deboirme.
—Noquieroquetevayas.
—Suéltame,Black.
Mismanossedeslizaronporsucinturaparaaferrarlaaúnmáshaciamíaltiempoquemiboca
buscabalatibiezadesucuello.
—Grítame, oféndeme, golpéame si es necesario, pero nome dejes soloestanoche,miamor.
—Hedichoqueme sueltes.Porhoynoquiero estar a tu lado.Finde ladiscusión.
—Anna,miamor—intentébesarellóbulodesuoreja,perorápidamentezafódemismanos
dejándome algo atónito con ese inesperado movimiento que realizó,porqueclaramenteconélmedio
aentenderquesóloansiabatenermelejos.
—Jamásmeescuchasyunavezmásloconfirmo.¿Cómoquieresquetelodiga?
—Conlaverdad—respondí,desafiante.
—¿Talycomolohashechotú,porejemplo?
Certeraestocadaqueabriómipechodeextremoaextremo.
—Anna,serámejorquetúyyo…
—Nosmantengamosseparadoshastaquepuedamirartealosojosotravezsincreerqueme
siguesmintiendo.
—Meequivoqué,¡deacuerdo!¡Loadmito!—estallésinpoderocultarmievidenteiraun
minutomás—. ¡No fuiste tú quien recibió ese disparo,maldita sea! ¡Nofuistetúquienseaferróala
vidacreyendoque teperderíaparasiempre! ¡Nofuiste túquiendespertóenesamalditahabitacióny
encompletasoledadesperandoverte!¡Nofuistetúquien…!—medetuvecerciorándomedeloque
medemostrabasumirada—.Losiento…—medisculpésabiendoque lahabíacagadoconcreces.
Ellanosemerecíaconocer todoeldoloryelmiedoqueaúnsentíamásvivoquenuncadentrodemí
yquemeretorcíalasentrañas.
—Lolamento,Vincent…
—Anna,noquisedecir…
Sevolteócuando laspuertasdelelevadorcomenzabanaabrirse frenteamisojos
recordándome aquella vez en que se habíamarchado demi vida tras suafrentaconLaura.
—Anna… ¡Anna! —pero ahora todo fue diferente porque decidido memontéenelascensor
deteniendo las puertas que comenzaban a cerrarse con ella dentro—.¿Creesquepuedesmarcharte
asídemivida?
—¿Quéestás…?
—¿Haciendo, señoritaMarks? Pues, claramente no dejando ir lo que esmío,porqueparatu
buenaomalasuertetúmeperteneces.
Soprendiday fueradesuscabalessequedóconmi insólitae inesperadareacciónmientrasla
acechabacualfierodepredadorpretendeasaltarasupresa.
—Ysinotegusta,teaguantas.
—Blackestás…
—Locopor ti,mi amor—sindejarqueexpresarauna solapalabramásmeapoderédesu
bocaenunbesodevastadorqueconsiguióhacermeperderlarazónytodoelpocodominioqueme
quedabade la situacióncuandoella,despuésde lucharporunoscuantossegundosconmicuerpo,se
dejóllevaraferrándoseamícomosimenecesitaraparaseguirexistiendo.Nosbesamosconfrenesí,
conexcitación,conlocuramientrasnosdeslizábamosdeuncostadohaciaotrodentrodeeseestrecho
lugar—.¿Tedascuentaloqueconsiguesenfrentándomedeesaforma?
Sólo un jadeo obtuve de vuelta cuando nuestras ávidas bocas volvían aunirseparano
separarse jamás.Anna jalódemicabellomientrasmismanosascendíanporsublusallevándose
todo con ellas porque lo quemás deseaba en estemomento era hacerlamíaparademostrarleunavez
másquetododemílepertenecíasóloaella.
De pronto, el ascensor se detuvo y abrió sus puertas. Al instante meencontréconunparde
personasdesdeelotro ladoquenosobservaronalgomásque intrigadasconnuestrapresencia.
—Lo siento. Este elevador ya está ocupado —les advertí manipulandoenseguidaelcuadro
decomandosparaquelaspuertasvolvieranacerrarse.
—¡Qué acabas de hacer! —murmuró Anna rozando tentadoramente mibocaluegodereírante
miatrevimiento.
—No pretenderás que te haga el amor con público —le otorgué undescaradoguiñoalapar
quemismanossealojabanensu traseroparaalzarlayarrinconarlaaúnmáscontralaparedtanto
comomegustabahacerlo.
—¡Oh no, no lo harás! —fue la pronta respuesta que me dio con suhermososemblantelleno
derisa.
—¡Ohsí,señoritaMarks,síloharé!
—¡Estásloco,Black!
—Losé,peroteencanta.¿Tegustajugarconmigo,verdad?Admítelo.Tefascinaconseguir
quepierdalosestribos,todoyparaqueterminemosdeestamanera.
—¡Esonoescierto!Tú…
—Soy despreciable, pero no estás enmis huesos,Anna.No estás enmimenteymenosenmi
corazón.Eresdueñadetodo,peroaúnnotedascuentaquetodolohagoportiporqueteamocomo
jamás creí que llegaría a amar enmi vida—y otro violento beso sellónuestrasbocasaltiempoque
laoíajadeardebidoalaexcitaciónquenosenvolvía—.Leoytúsontodoloqueposeo,loquees
verdaderamentemío, loúnicoqueesrealmentemío,miamor—.Reguébesosalaalturadesu
cuello, en su pecho, en sus senos por sobre la blusa que llevaba puestahastaquelogrécontenerme
con ella fijando sus ojos en mí luchando por normalizar su agitadarespiración—.Luchéportia
pesar de todas mis heridas. Luché por ti a pesar de todo el dolor quellevabaacuestasydeloqueun
díamehizoserquienfui.Yloseguiréhaciendo,¿meoyes?Porqueasílohedecidido…
—Vincent…
—Yporquetúvalesmásquecualquiercosaqueyopuedahacerpormíenestavida—una
cálida caricia suya recibí de sus manos que terminó delineando elcontornodeunademismejillas
hastaquesedetuvoalojándolaenmibarbilla.
—Nomásmentiras,porfavor…
—Anna…
—No más mentiras u omisión de información —enfatizó cuando sushábileslabiosmordían
sensualmenteunodelosmíos—.Sealoquesea,sóloremíteteahablarcon
laverdad,malditoloco.
—Nomásmentiras—aceptéenelprecisoinstanteenquelaspuertasdelelevadorvolvían
separarseconEricksonobservándonosa ladistancia, impávido,desdeelinteriordeaquelgran
salón.
CapítuloXVI
Restabantansolodiezminutosparaquelasnuevedelanochesehicieranpresentesy
Michelle aún no podía dejar de dar vueltas por la sala evidentementepreocupadaporloque
acontecería dentro de unos minutos más. En eso estaba, plenamenteconcentrada,cuandolavozdesu
maridolaturbó,diciéndole:
—¿Unacopa,miamor?Creoquelanecesitas.
Asintióemitiendounhondosuspiroalaparquedirigíasuspasoshaciaél.
—¿Intentasleermimente,Julián?
—Cadahora,momentoydíademivida,preciosura.¿No tehabíasdadocuenta?
Sonriócoquetamentesituandosusextremidadesporsobrelosfornidosyamplioshombrosde
sumarido.
—¿Darmecuentadequé?
—Deloquesignificasparamí.De lo felizquequieroqueseasyde loscientosde
maravillososrecuerdosquequierocrearcontigoamilado.
Sin que lo advirtiera terminó besándolo tiernamente cuando él lo hacíaconelladelamisma
manera.
—Apesardeloqueundía…
—Shshshshsh…—la interrumpió, silenciándola, porque sabía de sobraqueproseguíatras
esas palabras que acababa de expresar—. Con todo el paquete incluido,Michelle.¿Nofueesolo
quetedijedesdeunprincipio?
Seaferróaélenunincomparableabrazorecordandoporsobretodoaesehombredesu
pasado al que jamás podría olvidar, pero que en nada se asemejaba alamorqueahorasentíapor
Julián.PorqueSebastiánMarkshabíahombredesuvida,suprimerygranamoramoryelpadrede
lahijaa lacualhabíavueltoaverya tenerfrenteasídespuésde tantosañosdeausenciaydetodos
losintentosfallidosquellevóacaboparaencontrarla.
—Teamo,Julián.Noséqueseríademísinti.
—Nomásdeloqueyoteamoati—.Besócariñosamenteuncostadodesudelicadocuello
consiguiendoconesegestoquealinstanteelladepositarasuazulosavistasobrelasuya—.Mi
preciosura,¿estáspreparadaparaloqueacontecerá?
Unhondosuspiroquedejóescaparselodijotodo.
—Notienesnadaquétemer,porqueestoyatuladoencadapasoquedesaligualquetambién
loestáSebastián.
Aquellaspalabraslasorprendieron,peroaúnmáslainquietólaformatancariñosaenquelo
manifestó,evocándolo.
—Es vuestra hija y por ello estoy realmente convencido que él tambiénestáhoyaquí,juntoa
ti. Sólo era cuestión de tiempo que esto sucediera, mi amor, porque loanhelastedesdeunprincipioy
lollevasteacabosindarpieatrásapesardetodoeldolorqueundíatecausóelhaberte
desprendidodeella.
Los ojos de su mujer se cristalizaron al rememorar los cientos derecuerdosconcernientesa
aquellavezenquesupadrelehabíaarrebatadoasupequeñabebitadesusbrazos.
—Lointenté…—murmurósinapartarsuvistadelasuya.
—Losé,yaúnlosiguesintentandoconvalentía,confuerzayconcoraje,peroconla
diferenciaqueestavezsíseráhastaelfinal.
—Sí,hastaelfinal.
—PorSebastián,porAnnaeindudablementeporti,preciosurademivida.
—Sinfantasmas…
Juliánasintióalaparquesuspoderosasmanosseapoderabandesurostroparaquetodolo
quesusbellosojospudieranverfuerasurostro.
—Asíes,miamor.¿Ysabeslarazón?
Negóconsucabezadeladoaladoaltiempoqueelpórticodelaentradasonabatrasunpar
degolpesqueanunciabanlallegadadeunapresenciamuyespecial.
—Porqueeldestino,Michelle,tudestino…acabadellamaratupuerta.
***
Despuésde todo lo que sucedió entreVincent y yo, luegode relatarle acabalidadsobremi
cenacon laprofesoraCavalliysumarido—quenada teníaquevercontorturarloporesanocheal
noquedarme juntoaélyaLeo—,abandonéeledificioyaun tantomásserena,peroconDamián
conduciéndome en completo silencio hacia la propiedad de los BrunetCavalli.
Ningunodelosdoshablaba,perorealmentemeintrigabaelhechodequenisiquiera
pretendíaponerunojosobremímientrasaparcabafrentealaformidablecasaqueteníamosaun
costadodenosotros.
Suspiré abriendo la puerta del vehículo sin nada que decir porqueobviamente,atravésdesus
gélidosgestos,sabíadesobraquenoteníanilamásmínimaintencióndevolveraabrirlaboca,
hastaquegravementearticulóparalamayordemissorpresas:
—Esperaréportiparallevartederegresoacasa.
—No es necesario—bajé por completo del coche y cerré la puerta—.Tomaréuntaxi.
—Nadadetaxis.¿Quénomeoíste?
—Sordanoestoy,Damián.Gracias,peronosécuantodemoraré.
—Meda igual loquedemores.Teesperaréy te llevaréacasa—insistiósindarsubrazoa
torcermientraslovociferabadesdedentrodelvehículo.
No le presté mayor atención a sus palabras cuando decididamente mevolteéparacomenzara
caminar hacia la puerta de la entrada. Pero el silencio reinante y latranquilidadnoduraronmucho
tiempoami alrededor cuandooí ami espalda el sonidoqueprodujo lapuertadesucochealcerrarse
estrepitosamente.Sabíadesobraquetraselloseguíamispasos.
—En realidad tienes serios problemas de comprensión y audición —
demandóparanada
solícitamente—.¿CómoesqueBlacktesoporta?
Comounfierocanconganasdearrebatarlelabocadeunsolomordiscomevolteépara
encararlo.
—¿Quéfueloquedijiste?
Sonrióaniquiladoramentealavezquemetíasusmanosenlosbolsillosdesusdesgarbados
jeans.
—¿Te das cuenta? Y no quieres asumir que tienes serios problemas deaudición.
Si deseaba sacarme de mis casillas para que lo abofeteara lo estabaconsiguiendocon
muchísimarapidezeinigualablefacilidad.
—¡¿Yesoatiquerayosteimporta?!
—Meimportaymucho,peronotengoánimosdepelear.Aunquecreoqueyalatormentaha
pasado,¿ono?
Cerrélosojosporunbrevelapsodetiempo,perocuandolosvolvíaabrirnotéquehabía
dadounpardepasosmáshaciamíalgradodetenerlomuycerca,másdeloquerealmenteyoquería
queestuviera.
—Nomeagradagritar—sejustificó.
—¡Já!Notecreo.
—Realmente… —murmuró de una forma un tanto particular queconsiguióerizarmeelvello
delapiel—…nomegustavertemolesta,menossielcausantedetodoestelíohesidoyo.
—Cincuentaycincuenta—corregíalinstante—.Noloolvides,Vincentytú.
Asintiómanteniendosudespampanantesonrisa.
—Tiene…suerte.
Enarquéunademiscejasaloírlo.
—De tenerte.Así con todo tu fiero temperamento, tusganasde enviar atodosalamierda,
exasperaraquiensetecrucepordelante,lucharcontraelmundoentero…Blacktienemuchasuerte
detenerte.
Tragué saliva reteniendo su castaña mirada que parecía penetrar deconsiderablemanerala
mía.
—Lasuerteesmía,Damián.
—Comprendo.Entonces,corrijo:queafortunadosson…ambos.
Noséporquésuúltimaentrecortadaafirmaciónconsiguióestremecerme.
—Esperaréportitodoeltiempoqueseanecesarioynoquierorecibirunarecriminación
tuya,menosun“pero”comorespuesta.
—Damián…
—Si-len-cio—subrayó—. ¿De acuerdo? Indudablemente, así te vesmásbonita.Ahorave
adentro,¿quieres?
¿Quéhabíadicho?Porqueincreíblementeesomehabíasonadomásaunaclaraexigenciaque
aunmeroconsejo.
—Túnomedasórdenes.
—¿Teatounamordaza?Sólonecesitodos…
Perono lodejé terminarmientrasmevolteabayacabreadaamilporsusoberano
comportamiento.¿Quiénmierdasecreíaqueera?
“Creo que eso obedece a una sola y evidente respuesta, chica lista: elbendito
guardaespaldasqueelseñorparanoiateinstauró”.
—¡Que te lapasesbien, endemoniada!—gritó a ladistanciamientras se
carcajeabaaviva
voz, pero poco le duró la sonrisa y la notoria alegría en el rostro alcerciorarsecomomeperdíade
su vista al entrar de lleno al inmueble siendo recibida por Julián.Instantáneamente,unfinorictus
dibujaronsuslabiosalaparqueunprominentesuspiroselearrancabadelalma.Terminó
llevándoseambasmanoshaciaelsemblanteconlascuales lorefregóunpardevecesantesdevolver
aexpresar—:porhoyyaestábien,Damián.Porhoy…hasabiertolabocademasiado.
LacenajuntoaJuliányMichelle—comomehabíapedidoexpresamentequelallamara—,se
suscitódelomásnaturalentrerisasybromasqueélnodejabadehaceracadamomento
consiguiendoqueambasriéramossinpoderdetenernos.Porlaformaenquesecomportabanme
bastó comprobar que aquella pareja era sumamente especial porque senotabaacienciaciertaque
ambosestabanhechoselunoparaelotro.
¡Vaya! Fue tan sólo lo que pude exclamar en silencio advertiendo susmuestrasdecariño,de
afabilidad,decompañerismo,porquemásquemaridoymujerMichelleyJuliándemostrabanserante
todounosincomparablescómplicesdevida.
Indudablemente, evoqué a Vincent en ese instante porque me hacíamuchísimafaltaymáspor
todo loquehabía sucedidohoy.Michelle así lonotó trasoírun suspiroquedejéescaparsinquerer
nipoderdetenerloaltiempoquenosquedábamosasolasalinteriordesusaladeestar.
—¿Todo bien?—su mirada se fijó en la mía por un par de segundosmientrasadmirabacomo
asentía,dándoleaentenderconesepequeñogestounrotundo“Sí”queniyomecreí—.¿Segura?
—insistió.Creoqueellatampocoselotragó—.¿Quéocurre,Anna?
—Noesnada.
—¿Sabías que es más preocupante cuando alguien expresa un “no esnada”quecuandolo
intentaexplicar?
Su interrogante consiguió que sonriera amediasmientrasmepedía quetomaraasientoenel
sofá,loquedeformainmediatahice.
—Séquenomeconocesysétambiénqueporobviasrazonesnoconfíasenmí.
—¿Obvias razones? —sin entender a qué se refería se lo preguntédirectamente.Entretanto,
alescucharmeterminóesbozandoensuslabiosunacordialsonrisaantesderesponder:
—Despuésdetodosomosunascompletasdesconocidaslaunaparalaotra
—palmeó
cariñosamenteunademismanos—,peropodríamosconocernosunpocomás,¿teparece?Malque
mal, vamos a reunirnos muy a menudo y tendremos que aprender atolerarnosmientrasdure…nuestro
trabajo.
Otrosuspiroemitíalaparqueellaexpresaba:
—Deacuerdo,comenzaréyo.Asíserámásfácilparatidespués.Además,asíaprovechoel
tiempoyevitoquemiqueridoespososeinmiscuyacomolohizodurantetodalacena.
Comenzóaexplicarmeagrandesrasgoselmotivoprincipalquelallevóaaceptarunaplaza
detrabajoenlauniversidadestataldeSantiagodesdeelextranjerodonderesidiólosúltimosdiez
añosjuntoaJulián.“Deseabavolveracasaporuntemapendiente”acotó,bajandolavistaalavez
queentrelazabasusníveasmanos,“conalguienmuyespecial”.
Increíblementeeltemadesuhijavinoamimentecolmandocadaespaciovacíodeellaymás,
debidoaquedentrodeaquellacasanohabíavistounasolafotografíaquelaretratarayeso
realmenteacrecentómipreocupación.Quizáestaría…
—Nosesientapresionada,porfavor.Sinodeseacontinuar…
—No te preocupes. Todo está bien, ya sonmás de… veintitrés años deausencia.
¡Wow!Lamismaedadqueteníayo.¡Quéingratacoincidenciadelavida!Talvezporeso
decidió…
“Notepongasapensarmásdelacuenta,¿quieres?”.
Y eso me sonó bastante lógico cuando lo asimilé desde la voz de miqueridayamable
conciencia.
—Lolamento.Debeextrañarlademasiado.
Intempestivamentealzósumiradaazulhastaposicionarlasobrelamía.
—Conmivida,Anna.Nohayhoraomomentodeldíaquenoestéaquí—unadesusmanos
seposicionóensucorazón—,conmigo.
—Seguroqueloestáenlamedidaquelarecuerde,Michelle,porquetodoenlavidasucede
por alguna razón, motivo o circunstancia. No conozco las suyas y noprofundizaréenellasporqueno
quieroverlasufrirmásdeloqueyalohace.
Sinparpadearnoapartósusojosdelosmíos.
—Además, no pretendo ser una entrometida después de todo lo que hahechopormí.Con
invitarmeasuhogaryamesientomásquehonrada—sonreíunavezmás.
—Graciasporaceptarnuestrainvitación.Noimaginaslofelizquenoshashechocontu
visita.Estacasa…
Sin reprimir el impulso que me invadió ahora fui yo quien palmeódelicadamenteunadesus
manos, sorprendiéndola y a la vez asombrándome de mi deliberado einusitadoacto.
—Notienenadaqueagradecer,seloaseguro.
—Sí,sitengo—acotóalaparquecolocabasuotramanosobrelamíayambasnos
perdíamosunaenlavistadelaotrasinnadamásquehacerodecir.Porqueeneseextraño,pero
especial momento de mi vida percibí que el tiempo se detuvo a mialrededortalycomosiambas
hubiésemos hecho algo más que una conexión que jamás tuve oexperimentéconotrapersona,ni
siquiera…conVictoria—.Graciasporestaraquí,Anna—replicóunavezmás.
SóloasentísinapartarmismanosdelassuyascuandolavozdeJuliánsedejóoír,
exclamandoavivavoz:
—¡Elpostreestálisto!
Alcabodeunmomentollegómiturno,peroestavezmepareciómásunatandadepreguntas
que una forma casual de darme a conocer. ¿Por qué lo digo de esta
manera?Porlasencillarazón
que Julián fue el encargado de realizar las interrogantes tal y como siestuvieraenunodeesos
benditoscasosdelbufetdeabogadosdelcualformabaparte.
—Asíque tienesnovio. ¿Qué teparece?—desvió sumirada inquisidorahaciaMichelle
quienparecíapedirleunpocodeclemenciaconlasuya.
—Nolaabrumes,porfavor,odesegurosaldrácorriendoytodograciasati.
—Estoseponeinteresante.¿Puedopreguntarsiestásenamorada?
—¡Querido,porfavor!—loregañó,lograndoquenoretuvieraalgomásqueunparde
carcajadasqueemitíavivavoz.
—¿Qué fue lo que dije?AAnna ni siquiera lemolestó la pregunta y túvienesyme
amonestascomosifueraunniñochiquito.
—Nohayproblema.Notengonadaqueesconder.
—¿Ves,miamor?Notienenadaqueesconder.Ahoradime,Anna,¿estásenamorada?—
consiguióconelloquesuesposacerraralosojosymovierasucabezadeladoalado.
—Sí,loestoy.Vincenteselhombredemividaaunquesueneestounpococliché.
—Vincent…
—Black —acoté ingenuamente al tiempo que Julián le otorgaba uncaracterísiticoguiñoasu
hermosaesposa.
—Pues, me parece muy bien que lo estés. Enamorarse siempre serámaravilloso.Yoaúnlo
estoy,peronolecuentesaellamisecreto.
—Cuandoquieressergracioso,amormío,eresbastanteoriginal.
—Admítelo, preciosura, eso fue lo que hizo que cayeras rendida amispies.
Ylashorastranscurrierontandeprisaqueperdíporcompletolanocióndeltiempohastaque
logré visualizarla enmi reloj de pulsera. ¡PorDios! ¡Ya eranmásde launadelamadrugadayyo
aúnseguíaaquí!
—¡Vaya! —suspiré tras levantarme rápidamente desde donde meencontrabasentada—.
Lamentolahora.Nosécomonomedicuentaantesy…
—Tranquila —expresó Julián ejecutando el mismo movimiento—. Hasidounanoche
encantadoraymásgraciasatupresencia.¿Noescierto,miamor?
—Asíes.Conturisaytufascinantecarácterlehasdadovidaaestacasa.
Eso realmente no me lo esperaba. Este día en particular me estabasorprendiendomásdela
cuenta sin que pudiera comprender los porqué. Por ende, tan sólo pude
pensarenunasola
interrogante:¿Quémásmeteníadeparado?
—Agradezco su invitación y su tiempo para conmigo. Todo estuvomaravillosoydelicioso,
perosientoqueyadebopartir.Esmuytardey…
—Iréporelcoche—meinterrumpióJulián.
—¡No, por favor! No se moleste —irremediablemente el rostro deDamiánvinoamícomo
unfugazrecuerdodifícildeborrar.
—Noesmolestia,Anna.Tal y comoexpresasya esmuy tardeparaqueunamujercomotú
andesolaenlacalle—coincidióMichelle—.Espeligroso.
—La verdad… esperan por mí —les di a entender para calmar susfervientesansiasde
llevarmeacasa—.Selosagradezco,peronoesnecesario.
—¿Estássegura?
—Sí,muysegura—añadíunsuspiroalaparquetomabamiabrigodesdeunodelossofás
—.Hasidounanocheincreíble.Muchasgraciasporinvitarme.
Caminéhacialapuertaconambossiguiendomiandaryasísalimoshaciaeljardín,pero
siendoescoltadasporJuliánalmismotiempoqueDamiánbajabadelJeepqueaúnseencontraba
aparcadofrentealinmueble.¡Rayos!
—Selosdije.
MichellealzósuvistahaciaéldelamismamaneraqueJulianlohizoconlasuya,
preguntandoanhelantemente:
—Él…¿estunovio,Anna?
«Gracias a Dios no, Julián, pero es mi jodido y entrometidoguardaespaldas».
De regreso a casa condujo en completo silencio al igual que lohiceyohastaqueunallamada
perturbó nuestro sepulcral mutismo. Me volteé hacia la ventanillaadivinandodequiensetratabapor
el simple hecho que reconocí la dichosamelodía que emitió su aparatoestatardecuandolabomba
estalló.
Damiáncontestó tansoloconmonosílabosporobvias razones,mientraspormipartele
rogabaalcieloqueel tiempo transcurriera lobastantedeprisaparaquellegáramosprontamenteal
edificioysindemora.Peromibenditasuerteestanochenoparecíaestardemiladoyaquegraciasa
unpardelucesrojasqueretrasaronmásdelodebidonuestroandaralfinsacólavozydeunaforma
queconsiguióarrebatarmealgomásqueunasonrisa.
—¿Mipastel?
—¿Perdón?
—Estoyhambrientoytodoportuculpa.
—Losiento,famélico.Nohabíapastel,sólotiramisúyhelado.
—¿Ydóndeestámiración?
—Alinteriordemipanza.
Continuóconduciendo,perosinvoltear lavista, siempreconcentradoenlapistaporlacuala
esa hora circulaban tan solo un par de vehículos. Se aprestaba a hablarnuevamentecuandoelsonido
de mi teléfono lo interrumpió. De inmediato, noté como endureció susrasgosfacialesyencendíala
radio.¿Obviarazón?Nodeseabaserpartícipedelacharla.
—Hola, mi amor. Sí, estoy bien, ya regreso a casa. No te preocupes.Prefieroqueno.Estoy
cansadayhoy…—suspiré—…ha sidoundíabastante largo.Todo estábien,Vincent,telo
aseguro. No olvides lo que le prometí a Leo, por favor. De acuerdo.Gracias.Daleunbesodemi
parte.Tambiénteextraño,miamor.Sabesquesí.Quedescanses.Yyoteamoati.Hastamañana.
La llamada finalizó cuando uno de mis profundos suspiros invadió elambientequenos
rodeaba.EnunactoreflejoDamiánapagólaradioconfirmándomeloque
habíapensadocon
respectoaélconanterioridad:nodeseabahacersepartícipedemicharlaconVincent.
—¿Todobien?—fueloúnicoqueseanimóaexpresar.
—Todo bien —respondí, pero esta vez asegurándome de perder mimiradaatravésdel
cristaldelaventanillaparaobservarlailuminadaciudad.
Subimos las escaleras hacia nuestro piso hasta que detuvimos nuestroandarjustofrenteala
puertademidepartamento.
—Serámejorquevayaadescansar.Lomismovaparati.
—Nopuedo.Estoydeguardia.
Enarquéunacejaenclaraseñaldenoentendernadadeloquedecía.
—Enespañol,porfavor—loaniméaquehablara.
—Simple.Estásaquí,sola,yélestanochenoestácontigo.¿Quieresqueseamásexplícito?
Totalmentesonrojadaporsuapreciacióndeloshechostraguésalivatraslevantarunademis
manosdiciéndoleconelloquenoeranecesario.
—Deacuerdo.
—¿Estarásbien?
—Ydormida—acoté—.Notepreocupes,trancarébienlapuerta.
—Estoyhablandoenserio,Anna.
—Y yo también. Buenas noches—saquémis llaves desde el interior deunodelosbolsillos
demiabrigoenelmismoinstanteenquemiteléfonovolvíaasonar.EraSammy—.¡Noteoigo!
¿Qué?¿Enunclub?
Damiáncruzósusbrazosa laalturadesupechomoviendosucabezadeladoaladoen
evidentenegativa.
—Nilosueñes—atacó—.Nadadeclubesoalgoqueseleparezca.
Lesonreícondescaro.¿Quésesuponíaquehacía?¿Controlarme?
—Disfruta,Sammy.Teverémañana.Adiós.
—Muyobediente.Megusta.
—Nolohiceporti.Quetequedemuyclaro.
—¿Entonces?
—Buenas noches, Damián —me volteé apresuradamente y cuando medispuseaencajarla
llave en la cerradura para abrir la puerta su endurecida voz emitió unsonorogruñidoseguidodeun
par de palabras que me contuvieron sin que lograra mover un solomúsculodemicuerpo.
—Unabala—comenzó—,fuetodoloquenecesitéparamorirenvida.
Traguésalivanerviosamente,oyéndoloconsumaatención.
—Se alojó enmi columna vertebral acabando conmi carreramilitar ytodomifuturo.Los
médicos pensaron que quedaría paralítico debido a que el impactocomprometióvariasvertebras.
Dehecho,esefueelprimermortificanteydesastrosodiagnósticoquemeentregaron.
Tembléaferradaalallavequeaúnnogirabaenlacerradura.
—FueenelGolfoPérsicodebidoaunmalditoenfrentamiento.
Con aquel último enunciado consiguió que hiciera lo que antes noprentendíhacer,girarme
haciaélconlágrimasenmisojos.
—Se los dejé muy en claro desde el primer instante: jamás me veríandependiendodeuna
jodidasilladeruedas,menosdetrásdeunescritorioarchivandopapeleodemiunidad.
Suspiréconunpunzantedoloracrecentándoseenmipecho.
—DamiánErickson,excapitande fuerzasespecialesenmisionesdepazdealtaescala…
¿imposibilitadodecaminardeporvida?—moviósucabezadeladoaladomientrasmecontemplaba
desafiante,perosonriendo—.Jamás,Anna.Primeromuerto.
Tan solo ese par de palabras que pronunció me bastó para tomar unadecisiónqueenese
minutolocambiótodoparamí.Porquetrasellasyanolopudevercomoelhombrequeerasino,
másbien,comoquienrealmenteundíahabíasido.
Medejécaerensusbrazosabrazándoloconfuerzayéllohizoconmigodelamismamanera
percibiendocomomisnítidosmurmullossecolabanatravésdesusoídosenunclaro“lolamento
muchísimo”quenocesédepronunciar.
—Nofuetuculpa,bonita.Dehecho,nadadeestojamáslohasido.
Meaferréaélconmásfuerzaempatizandoengranmedidaconsudolor.¿Porqué?
Sencillamente,por lavalentíaen laquehabía incurridoal relatarmeunaduraydolorosapartedesu
pasado.
—Noquisehablartehoydeesamanera…
—Tranquila.Melomerecía.
—Damiányo…
—Todoestábien,bonita,teloaseguro.Todoestábien.
Meseparódesucuerpoparaadmirarmeyconstatarloqueyaensumentecavilaba,porque
los sollozos que había oído desataron algo en él que no consiguiódisimular.
—No te comenté una parte demi vida para que lloraras—me advirtióclavándomesu
fervientemirada—,menosparaquesintieraslástimadeestepobreinfeliz.
Sonreíaloírlo.
—Noeresunpobreinfeliz,Damián.
—Sólo un poco—mordió su labio inferior y con una de sus grandesmanoslimpiómi
humedecidosemblante—.Sólo lohiceparaqueconfiarasenmí.Quizás,nodeinmediato,perotal
vezalgúnundíatúpuedasllegaraplanteártelo.
Suspirésinapartarmivistadelasuya.
—Gracias.
—No,graciasati,AnnaMarks.Yahora…veacasaqueyomeocupodelodemás,pero
antesasegúratedetrancarbienlapuerta,¿quieres?
Ahorasonreímoslosdos.
—Ydescansa.
—Tú…
—También lo haré. No te preocupes —me otorgó un guiño antes deapartarseaúnmásdemi
cuerpo—. Vamos, es demasiado tarde para ti. Ya he comprobado comodespiertasporlasmañanas
debidoatufaltadesueño.
Tapé mi rostro con una de mis manos en notoria señal de vergüenzaoyendocomoreíademí.
—Graciasporrecordármelo.
—Pero antes…—inesperadamente volvió a abrazarme a la par quemeregalabaunparde
besosenmicoronilla.
—¿Quécreesquehaces?
—Sólomeasegurodeotorgartecariño.Recuerdoquetupijamaesodecíacuandolo
observé.
Reícomounacondenadaalevocarlo.
—Yahoraveteantesque…—suspiróynuevamentemealejódeél—…sehagademasiado
tarde.
Como una autómata le hice caso tras caminar hacia mi puerta. Giré lallaveyabrí,peroantes
deingresarmevolteéparaadmirarloporúltimavez,diciéndole:
—Lolamento.
—Gajes del oficio, bonita. Nada más que eso. Y ahora, buenas nochespor…¿terceravez?
—Buenasnoches,CapitánErickson.Quedescanse.
Unsaludomilitarmebrindóaltiempoqueintentabadedicarmeunadesusmáscordiales
sonrisas, pero que no logró esbozar del todo y neutralizó al percibircomomipuertasecerrabapor
completo. Luego de ello, suspiró hondamente mientras un par demaldicioneseimproperios
pronunciabahaciasupersonaenelmásestrictodelossilencios.
—¡¡Qué intentas hacer, cabrón de mierda!! ¡¡Qué tienes en la cabezamiserable!!
Su respuestanosedejóesperarporqueélbien laconocía.Peroprefiriócallarlacuandosus
manos desordenaban su castaño cabello ocultando su desbordanteofuscaciónysuinquietamiradase
quedabaotravez literalmentepegadaamipuertapretendiendoante todovermeatravésdeella.
—Cierra la boca,Damián…por loquemásquieras ypor tubien siguemanteniendotujodida
boca muy cerrada. No hace falta que te lo recuerde, ¿verdad? Porqueconocesacabalidadcualestu
lugar.Sí,CapitánErickson,ustedsabedesobraquenoformaniformarájamás…partedeesta
historia.
CapítuloXVII
Aún seguía profundamente dormida cuando el tibio roce de una suavecariciaenmirostrome
despertó. Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue una difusaimagenquenologréreconocer
enunprimermomentohastaqueelsutil,peroalavezembriagadoraromaquesecolópormisfosas
nasalesmelodijotodo.
Sonreíyvolvíacerrarlosojosdejandoqueesamaravillosaesenciaque
yobienconocía
hiciera estragos enmí de grandiosamanera al tiempo que unos hábileslabiosempezabanatentarlos
míos.
—Buenos días, escurridiza —exclamó haciéndome temblar con lagravedaddesuvoz.
¡Diosmío! Creí desfallecer y por unmomento estar soñando hasta quecomencéapercibirsu
pesosobreuncostadodelacama.
—¿Porquénoabreslosojos,miamor?Quieroverte…
Estavezreícomounaboba,peronegándomeahacerloporquesilohacíasabíadesobraque
estemaravillososueñosediluiríatrasmidespertar.
—¿No?—formuló Black también sonriendo—. ¿Por qué no? ¿Tan feosoyqueteniegasa
contemplarme?
¿Feo?¡Porfavor!
—Silohago…
—Sabrásquesoycompletamenterealcomoelamorquenosune,pequeña.
¡Vaya! Cuando se ponía en ese plano de poeta Vincent era capaz dederretirmeencosade
segundos.
—Vamos,miamor,alacuentade…
—¡Tres! —me apoderé de su boca sin perder un solo segundo de mitiempoalavezquemis
brazos rodeaban sus hombros para estrecharlo contramí.Y así lo beséconansias,condeseo,con
profundaexcitaciónporquerealmenteloextrañabaymehacíamuchísimafaltasupresenciayél…
demás está decir que correspondió ami beso, pero doblemente y de lamismamanera.
—Teextrañémucho,Anna.
—¿Quétantomeextrañó,“señoromitopormibienlainformación”?
Suspiró intensamente sin apartar sus labiosde losmíos a laparque loslamíaymordíadeuna
formabastantesugerenteysensual.
—¿Aúnestásmolesta?
—¿Se nota? —deslicé mis manos por su castaño cabello jalándoloademás,conundejode
sutileza.
—Sí, se nota… —respondió, pero esta vez asaltándolos aún con másfuerzaenunbesoque
nosencendiócomosiambosentráramosautomáticamenteencombustión.Suprodigiosalengua
embistiólamíarecorriendocadarecovecodemibocaparaapoderarsedeellahaciéndomegemir
antesuprominentecontactoyentregacuandosushábilesyágilesmanoscomenzabanahacerdelas
suyas apartando las sábanas en las cualesme encontraba envuelta—. Teextraño,tedeseo...
¡Maldición,Anna,teansíotanto!
Mordímilabioinferiorpercibiendocomolatelademicamisónsubíaysubíagraciasasu
intrépidaextremidadquetansolodeseaballegaraunpuntoenelcualsedetendríavoluntariamente.
—¿Quéestás…haciendoaquí?—cerréporcompletomisojosalsentirlasuavecariciaque
mebrindaronsusdedosporsobremisbragasdeencaje.
—Adivinabuenaadivinadora…
Reí.¿Bastabaquemedieraunaexplícitarespuestacuandoyalateníamásqueclara,pero
entremispiernas?Porqueeraevidentequelabestiahabíavenidopormí.
—¿Cómoentraste?—proseguíinmersaenmideliriopersonal.
—Aúnnolohehecho,miamor,peromepreparoparaello.
Abrímisojosdeparenparantesuevidenterespuestaquenadateníaqueverconloque
segundosanteslehabíapreguntado.
—Yonotehedadomis…—pretendíespecificaralzandomicabezaparaencontrarmeconsu
traviesamiradaysumaquiavélicasonrisa.
—“Sólo úsese en caso de emergencia” —acotó, interrumpiéndome ymatándomeenvidaal
delinearelcontornodesulabioinferiorconsulenguadeunaformatansexyyarrebatadoraalmismo
tiempoqueunodesusdedosse lograbacolarpordebajodemisbragasconsiguiendoqueconsuroce
yoinspirarafrenéticamente.
—Ame… —tan sólo fui capaz de decir al percibir como empezaba aaniquilarmeconsu
maravillosatortura.
—Lamismaquetúyyoconocemos,miamor.
Un jadeo escapó de mis labios al constatar como se relamía los suyoscomosiconesegesto
medieraaentenderloqueansiabatenerensuboca.
—Voyaarrancártela.
—Losé.
—Sabesqueentorpecenmitrabajo—subocaseacercóalamía,peroestavezjugueteando
conella.
—Losé…
—Buenachica…¿Tehedichoquelomismoharéluegocontucamisón?
—¡OhporDios!¿Quéquieresconseguir?
—Porahora…—unsegundolebastóparadesgarrarlafinatela.¡Adiós,bragasdeencaje!
Yotrosegundoañadióasucuentapersonalaldespojarmerápidamentede
micamisóndejándome
totalmentedesnuday expuesta frente a él, porqueVincent jamáshablabaporhablaryesoyolosabía
desobra.
No sé como conseguí tragar saliva frente a los arrebatadores besos quemedabacuandome
sentóahorcajadassobreélymásespecíficamente,sobresufinotrajeazulquelucíayresaltaba
indudablemente el color de sus ojos claros, logrando que recordara acabalidadyporsobretodoal
pedante,arroganteysoberbiohombrequeundíaconocíydelcualcomounalocasinremediome
habíaenamorado.
Meaferréasucuerpomientrassusmanossedeslizabanpormiespaldadearribahaciaabajo
intensificandocadaunadesuscariciasparaluegoposicionarlassobremitraseroalcual,
indudablemente,leencantabaapretar.
—¿Porquételopusiste?—inquiríenrelaciónasucarísimotraje.
—Paratenerunpocodesuerte—logróexpresarsinapartarsuávidabocadelamía.
—Túnonecesitassuerte,Black.
—Sisetratadeti,sí.
Sonreí separándomeun instante de sus labios para contemplarlo cuando
mismanosse
apoderaban de su rostro para que fueran mis ojos todo lo que élconsiguieraver.
—Aúnnotelibrasdecadaunademisreprimendas.
—¿Yquécreesquehagoaquí,pequeña?
Elroceintencionaldesusdedosallanandolapartebajademitrasero,enespecialese
precisolugaralcualélaúnnohabíaconseguidollegarmeencendióporcompleto.Yéllosupode
inmediato,porquebobonoera.
—Quierotenertododeti,Anna.
—Yalotienes—respondícoquetamente.¡Quéva!Eramiprimeravezporesesitioynose
loibaaentregartanfácilmente,¿osí?
—Sabes a qué me refiero, ¿verdad?—su respiración se intensificaba acadasegundoaligual
que lo hacía lamíamientrasme imaginaba en detalle como se sentiríarecibirsumiembro
descomunalatacándomepordetrás.
—Perfectamente,señorBlack.
—Prometo…
Tapéenseguidasubocaconunademismanos.
—Por loquemásquierasnoprometasnada,porquenoserás túquien…
bueno,creoqueya
sabes a quéme refiero—conseguí arrancarle de inmediato una sonoracarcajada.
—Deacuerdo.Sinpromesas.
—Además,conrespectoaellastúdasasco.
Enarcóunadesuscejasrealmentesorprendido,expresando:
—¿Esopiensas?Verdaderamente,notieneslamásmínimaconsideraciónalvomitármeloal
rostro.
No pude articular palabra alguna cuando me levantó con fuerza y melanzóalacamaconél
cayendoencimademímientrasmeaprisionabaconunadesusvigorosasmanoscadaunadelasmías.
—¡Quéhaces!
—Someterte amí al igualquea tucondenadaboca. ¿Quémispromesasdanasco,Anna
Marks?
—¿Quieresquetemienta?Yocreoqueno.
Gracias a mi respuesta me gané un violento beso seguido de unintencionalrocequeme
brindó su miembro malditamente erecto que tensaba increíblemente supantalón.
—Jamásquieroquememientas.
—Puescomienzaporhacerlotúprimeroconmigo.
Yotrourgentebesomássellómibocamientraselrudoagarredesumanosobremismuñecas
meotorgabaunciertoplacerqueconélnohabíaexperimentadodeestaformataninusual.
—Puesaprendeanosertandesconsiderada.
Entrecerrélamirada.¿Desconsiderada,yo?
—Contubenditocomplejofantasmal—añadió,peroahoradeslizandosulenguapormi
barbillaycuellodeladoalado.
—Okay.
—Nadade“Okay”,señoritaMarks.Diga“sí,señorBlack”.
¡Já!¿Queríajugar?Pues,jugaríamos,perobajomisreglasycondiciones.
—Okay—repliquéganándomeunleveapretónmásdesupoderosamanoqueconsiguió
hacermejadear.
—¿Loquieresporlasbuenasoporlasmalas?
Esainterrogantesereferíaexpresamenteasumiembro.¿Cómoloqueríadentrodemí?
Pues…porestavezcreoqueporlasmalasmeparecíaunaexcelenteidea.
Sonreícondescaronegándomearesponder.
—¿Tehancomidolalengualosratones,miamor?
—Suéltameylosabrás.
Yasílohizo,perolentamenteluegodesonreírcomounniñotravieso.Meincorporéal
segundo mientras él se arrodillaba sobre la cama para que mis manosfueranaparardirectamenteala
bragueta magníficamente tensada de su pantalón, porque eso no era unmontículodeaquellos,¡no
señor! Eso era el mismísimo monte Everest empalmado en todo suesplendor.
—Por lo que noto, señor Black… —reí—… ha dejado de lado sutratamientomédico.
—Lojuro.Laculpanohasidomía.
Mientrasdesabrochabasupantalónyélsedesanudabalacorbatanoapartósusojosdelos
míosunsoloinstanteymásintensificólamiradacuandoelcierrecedióenconjuntoconloque
obstaculizabaaquellaprotuberanciaqueseliberó.¡Alfin!
—¿Asíestámejor?—murmurésensualmenteteniendosupeneatansolounoscentímetrosde
miboca.
—Mucho…—tragósaliva—…muchomejor.
—Que bien para mí —saqué mi lengua y con la punta rocé la suyaobteniendoacambioun
gruñidoquemibestiadejóescapar.
—Anna…
—Pagarálasconsecuenciasdesuomisióndeinformación,señorBlack.
No sé que diablos balbuceó en silencio mientras cerraba los ojos altiempoquedisfrutabade
la increíble sensación que le producía mi boca apoderándose de sumiembroparahacerlepagarcon
creces su infameengañodelcualyohabía formadoparte.Yungruñidotrasotrosolofuicapazde
oíralmasturbarlocuandomismanosseaferrabanasusdurísimasnalgasencareciendoelritmodemi
cavidadencadaentradaysalida.
—¡Maldición…! —vociferaba, agarrándose con las suyas a mi largocabelloparajalarlo,
pero sinhacermeelmásmínimodaño.Porqueesohacía aVincentmuydiferenteacualquierotro
hombre. Jamás—pormás que el placer y el deseo lo volvieran loco algradodehacerleperderla
cordura—,me infringiría daño físico,mental o emocionalmientrasmehacíasuya.Yeso,
claramente,no lohacíamenoshombre sinoqueengrandecíaparamí suarrolladoraeincomparable
virilidad.
Después de tenerlo enmismanos, tal y comoyoquería que estuviera ycasialbordedel
abismoenelcualsabíaquecaeríadeunsegundoaotro,unacariciasuya
mehizodetenerymáslo
consiguiócuandoexpresóabiertamente:
—Noquieroacabarentuboca,sinodentrodetucuerpo.
Ynoteníaqueser“unagenio”paraadivinaraquellasubliminalentrelíneaqueexpresabasu
respuesta.
—Noasí…—delicadamente apartó suduromiembrodemis labios a laparquesesentaba
sobre suspiernasy susojos azul cielo invadían losmíos.Tragué salivahipnotizadaporellosypor
su flamante luz en la cual me reflejé de forma inmediata—. Sémía—pronuncióconlagravedadde
suinconfundiblevoz—,detodaslasformasymanerasposibles.
Suspirésinnadaqueagregarlanzándomecomounalocaaposeersuboca,sucuerpoytodolo
queesehombreeracapazdeentregarme.
Le aparté la camisa y lo que quedaba de su fino traje con una rapidezirracional,mandandoa
volar sus prendas quien sabe donde mientras disfrutaba de susarrolladoresbesosyexcitantes
cariciasquenos envolvían enun espiral de locuray ardor entre jadeos,gemidosygruñidosque
vociferaba al igual que lohacíayo rompiendoel silencioque reinaba anuestroalrededor.Nos
amamos, nos devoramos, saciamos nuestro devastador ímpetu de unairrefrenablemaneradejándonos
arrastrarportodoloqueansiábamosobtenerelunodelotro,yfuisuya—asícomoélfuemío—,
entregándomeasupoderío,asusometimiento,asudesbordantepasiónysalvajesansiascomojamás
esperéenlavidaqueocurrieradisfrutando,gozandoydeleitándomeconél,paraélyobviamente
paramíynadamásqueporcompleto.
Ambos esperamos la llegada de Leo quien se hizo presente un par dehorasdespuésloqueme
diotiempoparaordenarelmagnánimodesordenquehabíaquedadoenmicuartotrasesalucha
cuerpoacuerpoconmihombre.
EntrerisasyabrazosqueLeonodejódedemostrarnospudecomprobarfehacientementelo
feliz que se encontraba y eso infló de considerable forma mi corazón.CreoqueaVincentlesucedió
lomismo por lamanera embobada en la cual no cesaba de admirarnosmientrasnosaprestábamosa
hacerabandonodemidepartamento.
—Yolosllevaré—expresósinquerernipretenderdarsubrazoatorcermientrasMiranda
tomabaalpequeñodelamanoparaguiarlohaciafuera.
Rodé mis ojos hacia un costado sin nada que agregar a su soberbia y
aniquilanterespuesta
cuandointentabatomarmibolsodispuestaaseguirlospasosdeMiranda,peroencosadesegundos
losfuertesbrazosdeVincentmedetuvieronaferrándoseamípordetrásyregalándomecientosde
cortosysuavesbesosenlacurvaturademicuello.
—Nosesperan—lerecordé.
—Losé.
—¿Notuvistesuficientedemí?
—Jamás tengo suficiente de ti —garantizó, volteándome rápidamentehaciaél.
Movímicabezadeladoaladotrasoíryasimilarlacontestacióndelseñorarroganciaen
persona, percibiendo como sus manos ascendían hasta mi rostroalojándolasenélporunoscuantos
segundos.
—Dime…
—¿Quéquieresquetediga?—entrecerrélavistadisimulandounatraviesasonrisita,porque
yasabíayohaciadondequeríallegarconloqueanhelabasaber.
—¿Cómotesientes…?
—¿Despuésdehacérmelopordetrás,señorBlack?—concluíporél,quiencerrólosojosen
elmismoinstanteenquemeoyó.
—Nodeseabasertanexplícito,peroyaquetúlohassacadoarelucir…
Alcémishombrosmientraspensabaquédebíadecirle.
—Anna…
—Estoy bien. Fue… más placentero de lo que creí, pero por hoyprescindirédesentarmeen
loquesea.
Rió el muy condenado tras morder su labio inferior sin dejar decontemplarme.
—Meocuparédeello.
Movílacabezaenclaraseñaldenegativa.
—Sí, lo haré.Después de todo eresmía de todas las formas ymanerasposibles—mebrindó
siniestramenteunodesusmáscaracterísticosguiñosnotandocomozafabadesusbrazos.
—Ni losueñes—mevolteépara recogermibolsodesdeelsofácuandopercibíunaleve
palmaditadejarsecaerdellenosobremitrasero.
—Lohagomuyamenudo,pequeña,tantoquesuelenhacerserealidad.
—Vuelveahaceresoynorespondo.
Yotramásrecibídevuelta.
—¿Duele,miamor?
Memordílalenguaevitandoexpresarunabarbaridad.
—Conpráctica…
—Sinprácticatequedarásporpresuntuoso.¿Creesquepuedesveniraquíytomarmecuando
quieras?
—Pues…¿sí?Porquete…
Iba a contradecir e interrumpir su soberana y tan segura afirmacióncuandoLeoentróporla
puertacualfierovendavallohacepronunciandonuestrosnombresavivavoz,tomándonosdelas
manos,jalándonoshaciafueraydiciéndonos:
—¡Sehacetarde!¿Puedenapurarse,porfavor?
—YaoísteaLeo,pequeña.
—Ytúyameoísteamí.
—Anna…
—Sinprácticaseñor,Black.
—Pero…
—Ysisigueinsistiendolaperderáportodoloquerestadelasemana.
—Noteatreverás.Esoesjugarsucio.
—Aprendodelmejorydelmáspedantedetodos—lelancéunbesoaladistancia—.¿Lo
conoces?—ahora fueélquienporobvias razones tuvoquemorderse la
suya—.Yocreoquesí.
Mejor suerte para la próxima vez, señor Black, porque creo la va anecesitar.
Caminábamos por el parque con Leo jugando a nuestro alrededormientrascharlábamos
teniendo a Damián tras nuestros pasos quien nos seguía de cercaobservandoacabalidadyendetalle
todoloquesucedíadentrodesucuadrodeenfoque.Vincent,porsuparte,noshabíadejadopara
participar enunas cuantas reunionesdenegociosque teníaprogramadasparaesedíayquedebía
finiquitarloantesposible,segúnélmismomelohabíaconfirmado,antesdedarmeunasorpresa.No
sé porqué esa singular palabra aún provocaba ciertos estragos en mícuandolaoíasalirairadamente
desuboca;seríaacaso,¿porqueloconocíatanbiencomoparadilucidarquealgosetraíaentre
manos?
Sonreí despejando unas cuantas posibilidades de mi cabeza mientrasMirandatambiénlo
hacía de la misma manera, observando de reojo a Damián que lucíabastanteguapoeldíadehoy
añadiéndoleasulookpersonalunasgafasdeaviadorRayBanclassics.
—¿Cómo lo llevas, Anna? ¿Te acostumbras? —inquirió, de pronto,apartándomedemi
irrealidad.
—No,peroporelmomentonotengomásalternativas.
Ambassonreímos.
—Miqueridosobrinoysubenditocontrol.
—Tuquerido sobrinoy sumaníadequererhacer conmigo loque se leantoje.¿Era
necesario?
—Noestásensucabeza,querida.
Enarquéunademiscastañascejasaloírla.
—Yacomienzasahablarcomoél.Porfavor,noteconviertasensuclon,¿quieres?
Mirandaacaricióunademismanosmientrasproseguía:
—Sóloquierecuidarloqueesrealmentesuyo,talycomolohaceconsuhijo.Hacemucho
tiempoquenoloveíatanfelizyeso,apesardelaestadíadeEmiliaenestepaís,meagrada.
Suspiréenérgicamentealevocarla.
—¿Cómollevaeseasunto,Miranda?
—LatoleraporLeoyporquetodoestosigaenpaz,peronoladigiere,Anna.Paraélesa
mujeresuncapítulobastantecerrado,perolamentablementeestáunidaasuhijoyloestaráparatoda
suvida.
—Anoche…ellaestabaahí.
Entrecerrólavistacuandomeescuchó.
—¿Ahídónde?
—Al interior de su departamento. Después de todo lo que supe porDamiánfuihaciaallá
buscando respuestas, pero parami bendita suerte a quien encontré fue aellajuntoaLeoyBlack.No
séloquequería,porobviasrazonestampocoselopregunté,peronomegustaquelatengacerca.
—Amítampoco.
—No laconozcoycréeme,nopretendo llegaraconocerla,pero séquecuandoestálo
bastante cerca le hacemuchísimomal. Es como si, de alguna forma, lopresintiera.
Mirandatomómismanosconlassuyas.
—Tepreocupaqueélpueda…
—Másbien,queutiliceasuantojoaLeoparamanipularaVincent.
—Misobrinonoestonto,cariño,sabeloquehaceycómolohace.
—Suhijoestodoparaél,noloolvides.
—Aligualqueloerestú.¿Quénolonotas?
Alcé la vista hacia el pequeñoque no dejaba de correr tras un balóndefútbolquehaceun
instantelehabíaregalado.
—¡Anna!—gritóaladistancia—.¿Cuándovendrásajugarconmigo?
No tuve que pensármelo dos veces antes de obsequiarle un beso en lamejillaaMiranda,
darlemibolsoycorrerhaciaél,expresandoenvozalta:
—¡Heytú,chicodelasgafas!¿Teanimas?
Damián sonrióbellamente antesdealzar sudedo índicedemostrándomeconélunaevidente
negativa.
—¿Por qué no? ¿Tienes miedo que una mujer y un pequeño puedanhacertetrizas?
—Estoytrabajandoynoseasmajadera.
ReísituándomealladodeLeo.
—¿Vesaesetipoqueestáahí?
—Sí—contestó,fijandosusojosclarosenDamián.
—Esunagallina.
—¿Aquiénllamastegallina?—atacó,yacaminandohacianosotros.
—Se nota que ni siquiera sabe lo que es un balón de fútbol —añadí,otorgándoleunguiñoa
Leoparaquemesiguieralacorriente.
—También locreo,Anna,porquesólonosmira talycomosi fueraunaestatua.
Damiánnosobservóconinsistenciaaunospocoscentímetrosdenosotrosquien,de
inmediato, terminó arrodillado para tomar entre sus manos el balón,diciendo:
—¿Quéintentasconseguir?
—Queparticipes,capitán.CreoqueyaconocesaLeo,perodeseguronohastenidoelplacer
dejugarconél.
Sonriótrasponersedepieyalzarunadesusmanos.
—SeñorBlack,estodounhonoryunplacer—losaludócongentileza.
—Lomismodigo…
—Erickson,señor.DamiánEricksonyasusórdenes.
Ambosestrecharonsusmanosdeunaamablemanera.
—Veoqueesunamantedelfútbol,señor.
—LlámameLeoporquenosoyunseñor,sinounniño.Tengosólocincoaños—lecorrigió
conafabilidadyaúnsonriendo.
—¿Tequedóclaro?—añadí.Inconfundiblemente,LeoteníaesaesenciadeBlackque
brotaba de sí con muchísima naturalidad. Su padre… preferí borraraquellapseudointerrogantede
mimente.
—De acuerdo, Leo. ¿Dos contra uno? —sugirió, sorprendiéndonos—.¿Vesesosdosárboles
quesesitúanallá?Eseserámipórtico.
—Gracias—balbuceé,obteniendodeélunaagradablesonrisaacambio.
—Túcomienzas.
—¡BarcelonafútbolClub!—gritó,recibiendoelbalónensusmanos.
—¡Chelsea!—atacóDamiánmientrasseaprestabaacorrer.
Reí ante ambos cuando la esfera ya comenzaba a rodar en nuestraimprovisadacancha.Yasí
disfrutamos por unos cuantosminutosmientras jugábamos y corríamostalcualsifuéramosdosniños
más.
—¡Hey,capitán,esoestrampa!
—¡Detenmesipuedes,endemoniada!
Leo estaba feliz al igual que Miranda que no nos quitaba los ojos deencimayreíaaligual
que lo hacíamos nosotros desde donde se encontraba sentada, pero deprontoalgoextrañosucedió.
MedetuveabruptamentealveraLeosuspirarenprofundidadcuandounadesusmanitosascendía
hastaalojarseensupechoysucaritamedemostrabaungestodeevidentedolor.
—¿Leo?Leo,quetienes…
CorríhaciaélalarmadaalaparqueDamiánlohacíadelamismamanera.
—¿Leo?
—Anna,me…duele—peronopudocontinuarcuando,inesperadamente,
sedesplomó
cayendoenlosbrazosdeDamiánquienconsiguióllegarasuladojustoatiempoparasostenerlo.
—¡Tetengo!
—¡Leo!—vociferésindetenermetrasanalizarsurostro,susojos,elcolordesupielalapar
queoíalosgritosensordecedorescolmadosdepavorqueemitíaMirandaaladistancia—.¡Leo,por
favor!¡Respóndeme!¡Leo!¡Leo!
—¡Dame espacio, Anna!—me sugería Damián a viva voz, pero yo noqueríanipodía
separarmedesulado.¿Porqué?Sencillamente,porqueestabaaterradadequealgopudierallegara
sucederlepormiculpa.
Alrededordetressegundoslebastaronparacerciorarsedequéleocurría,tomarloyalzarlo
rápidamenteentresusbrazos,ponersedepieydecir:
—Leonoestábien.Necesitamosllevarloaunhospital.¡Rápido!
¡PorDios!Fue tansólo loqueconseguíarticular,peroal interiordemimente,creyendoque
mialmaeneseminutosalíaexpedidademicuerpotrasaferrarmeaunadesusdébilesmanitos
mientrassuplicaba,consumofervor,únicamenteporsuvidaylamía…sedesmoronabaencientos
depedazosquequedabanregadosamispies.
CapítuloXVIII
Lareuniónsehacíamástediosaacadamomentomientrasconseguíaoíraquienenese
instante nos entregaba un informe detallado sobre el costo de lasexportacionesylosingresosquese
generaron tras las pertinentes ventas de ellas en el extranjero. ¿Por quésólooíaynoprestabala
debida atención como si sólo mi cuerpo se encontrara ahí? Eso erabastantefácilderesponder,
porquemimentesólolograbaevocaraquelprecisoinstanteenqueAnnasehabíaentregadoamípor
completoalinteriordesucuarto.Aúnrecordabaengranmedidaelsabordesusbesos,elolordesu
pielalrozardetanfrenéticamaneralamía,losintensosgemidosyjadeosqueexhalabaaltenermi
miembro dentro de su sexo y luego dentro de su ano, embistiéndola,penetrándola,incrementandoel
ritmoencadaunademisacometidascuandomismanosacariciabanyseinternabanhastaenelmás
recóndito lugar de su cuerpo que vibraba junto al mío y mi boca leexpresabaunayotravezcuando
laamaba,deseabaynecesitabaamilado.
Sonreícomounidiotatrasgolpearlamesaunpardevecesconlaplumaquesosteníaunade
mismanos,percibiendoa laparese intensoardorqueaúnnoconseguíaarrebatarmeyquequemaba,
literalmente,cadapedazodemí.
—SeñorBlack,sumóvil.
Alolejosmeparecióquealguienpronunciabaminombretalycomosiunleveecose
hubieracoladopormisoídos.
—Señor,suteléfononodejadevibrar.
Meincorporélograndosalirdemiaturdimiento.Lespedíunossegundosantesdelevantarme
y caminar hacia los enormes ventanales de la sala de reuniones paraatenderlallamada,percibiendo
queEmiliaseguíaconsumointeréscadaunodemismovimientos.Yasí,nomecostóreconocerel
númerodelmóvilquesedetallabaenlapantallaporqueeradeAnna,delaúnicamujeralacual
adoraba.
Esbocélamejordemissonrisas,dispuestoacontestar,cuandotodoloqueescuchéfuesu
agitadavozjuntoasuerráticorespirarqueintentabanexplicarme:
—¡Tuhijotenecesita!¡Porfavor,dejatodoloqueestáshaciendoyveporélalHospital
Clínico!¡Ahora!
Un sólo segundome bastó para caer en la cuenta y comprender lo que
sucedíacuandosóloel
rostrodeLeoinvadíacadarincóndemimente.
—Vincent,¿estátodobien?—oíaladistancia.
No,noloestaba.
—¡Iréenseguida!¡Porfavor,procuraqueseaatendidodeinmediato!
—¿Vincent? —la voz de Emilia se filtró por mis oídos mientras mevolteabaycancelabala
llamada—. Querido, ¿está todo bien? —volvió a preguntar con esepatéticoapodoconelcualsolía
llamarme.
—No,noloestá.Tomatuscosas,porfavor,ydejadedecirestupideces—exigí
encarecidamenteobservándolaconelpavorinternándosebajomipiel.
—¿Porqué?¿Quéocurre?
Cerré los ojos apretando el aparato fuertemente en una de mis manos,intentandoportodoslos
mediosposiblesreaccionarparaencaminarmelomásprontocondestinoalhospital.
—¡Vincent! —chilló esta vez con fuerza consiguiendo que ante suimplacablesonidoabriera
misojosdeparenpar.Encuestióndemilésimasdesegundoslatuve,perofrenteamicuerpo,
exigiéndomea labrevedadunaexplicación lógicayconvincentequemibocasenegabaamanifestar
—.¡Responde,porDios!¿Quéocurre?
—Se trata de… Leo… —balbuceé entrecortadamente tragando salivasintiendo,además,
comoundevastadornudodeproporcionesseenrollabaenmisentrañas—…acaban…dellevarloal
hospital.
***
No podía dejar de caminar de un lado hacia otro en aquel pasillorealmenteabrumada,
preocupadaehistéricaalgradodeperderlarazónylacomposturasinoobteníanoticiasprontamente
deLeoporpartedeBrunoaquienllaméenseguidaluegodecomunicarleaVincentagrandesrasgos
loquehabíasucedido.
No cesaba de temblar e infundirme toda la culpa si algo llegaba asucederleporquetalvezyo
ysóloyoeralaúnicacausantedequeahoraestuviesesufriendo.
Cubrímirostroconmismanosmientrasmicuentapersonalyabordeabalosmilesyseguía
creciendo. Parecía inútil contar y contar comomuchas veces la doctoraMontrealmehabíapedido
quelohiciera,peroparamíeranecesarioymásahoraquedebíaenfrentarloinevitable.
—Anna…—oílaprofundavozdeDamiánamiespaldaaltiempoquemevolteaba,apartaba
mismanos demi semblante ymis ojos se cruzaban con quien sabía desobraquevolveríaaver.
Respirécondificultad,peromemantuveserenayenmiscabalesrogandoensilencioquetodoesto
fueraunamalditapesadillay también firmeenmiposición, sintiendo lafuriadeEmiliabombardear
cadapedazodemicuerpohastaquelanzólabombayéstaestalló.
Como un demonio hirviendo en cólera se lanzó contra mí dispuesta asacarmedecuajolos
ojos si llegaba a tocarme mientras Damián se interponía y Vincent meaferrabaasucuerpo
apartándomeprontamentedesulado.
—¡¿Qué le hiciste a Leo, maldita?! ¿Qué no te bastó con el padre queahoratambiénquieres
hacerledañoasuhijo?¡Anuestrohijo!
Moví mi cabeza de lado a lado oyendo cada una de sus palabras queparecíandesgarrarde
llenomipieltalycomosimeestuviesedesollandoviva.
—Yono…
—Nolaescuches. ¡Por favor,no laoigas!—exigíaVincentmientrasmeconducíacon
rapidez hacia otro costado del amplio pasillo que, de pronto, setransformóenuncampodebatalla
—.Todoestarábien.Teloaseguro.Sédesobraquenofuetuculpa.
No pude mirarlo a los ojos. No conseguí siquiera alzar la vista paraperdermeenlasuya
cuando mi cuerpo no hacía nada más que estremecerse de frenéticamaneraantelosimproperiosque
Emiliaaúndisparabaenmicontracomounalocadesatada.
—Anna,porfavor…—mepedíaBlackyaconsusmanosaferradasamicabezaparaque
todoloquepudieseverfueransusojosazulcielo—.Miamor…
—Noquería…
—¡Malditaasesina!¡Esofuistedesdeunprincipio!
—No,esoesmentira…yo…
—Anna,miamor…
—¡Vincent,nolosoy!¡Noqueríahacerledaño!¡Porfavor,créeme!¡Sólojugábamosenel
parquey…!—rompíenllanto,sosteniéndomedelassolapasdesutraje—.¡Juroquenoqueríaque
nadalesucediera!
Me abrazó con fuerza, besó mi coronilla una y otra vez sin detenerseexpresándomeentodo
momentosuapoyoanteloquehabíasucedido.
—Tranquila,pequeña…Leoestarábien…
¿Y eso sería realmente cierto cuando podía sentir sus estremecimientoscomoseconfundían
concadaunodelosmíos?
—Telojuro,miamor.¡Porfavor,créeme!
—¡Sialgolellegaasucederamihijoportuculpa,rameradeldemonio,yo…!
Y ese fue el principal detonante con que el vaso de Black se rebasó yestrellócontodosu
contenidodentroporqueante lascruelesamenazasqueEmilianodejabadevociferarenmicontra,se
volteó inesperadamente hacia ella cual fiero can pretende arrancarle lacabezaasupresapara,sin
ningún tipodeconsideración,expresarle irritadamenteuna frasequemerobóelaliento:
—¡Cierraporunamalditaveztuputaboca!
Un sepulcral silencio se instauró entre todos los que allí nosencontrábamosconBlack
echandoalgomásquechispasdeiraporsusojos,dispuestoaarremetercontraellaencualquier
instantesisedecidíanuevamenteaemitirsonidoalguno.
Suspirécomosi lonecesitarayvayaque lonecesitabadespuésdeaquelllamadodeatención
quelabestialepropinósinqueellarebatieraunosolodesusdichos.Aúnfueradesuscasillas,pero
tragándose su incontenible rabia, nos lanzó una mirada de furia quepenetrómialmaenelmismo
instanteenqueMirandajuntoaBrunovolvíanahacersuaparición.
Luego de un furtivo beso que Vincent me dio se separó de mí paraencontrarseconellos
cuando Emilia lo hacía de la misma manera y Damián suspiraba yentrecerrabalavistasinquitármela
deencima.
—¿Cómoestámihijo?
—Dinosquetiene,porfavor…
Miranda nos observó a los dos reprochándonos de forma inmediatanuestroactuaryevidente
procederrecordándonos,antetodo,dondenosencontrábamos.
—¡Por favor! ¿Qué es este show que acabo de oír y ver? ¡Su hijo losnecesita!¿Quéno
pueden comportarse como dos seres humanos por una vez en toda suvida?
—Lolamento,tía—suspiraréprofundamenteconmisansiascreciendoycarcomiéndomela
piel. Entretanto, Emilia sólo guardó silencio sin nada que agregar traslimpiarsealgunaslágrimas
quenocesabanderodarporsushumedecidasmejillas.
—¿Qué le ocurre a mi hijo?—formuló para dar comienzo a la charlamientrasBrunonos
contemplabacondetenimientoantesdedecir:
—El pequeño acaba de tener un cuadro de insuficiencia cardíaca. Estosucedecuandoel
músculodelcorazónseencuentrademasiadodébilparabombearsangreconeficacia.
Impávidosnosquedamosalescucharsuexplicaciónsinpoderdarcréditoaloque
intentábamosasimilar.
—¡Quieroverlo!—leexigió,interrumpiéndolo.
—Tendrá que esperar. Le estamos haciendo algunas pruebas delaboratorioyun
electrocardiogramaparaconstatarenque…
—¡Hedichoquequieroverlo, joder! ¡Ynoesunamaldita sugerencia laqueleestoy
haciendo!—totalmentedescontroladachillóantelasorpresadetodoslosquenostuvimosquetragar
susagudosgritos.
—Nopuedodejarqueloveaeneseestado—atacóBrunoquienlaconocíayrecordabamuy
biendesdeaquellaprimeraveztraselepisodioacontecidoconAnna.
—¡Ustedninadiemediráquedebohacer!¿Meoyó?¡Esmihijoysi lodeseomelollevo
ahoramismodeestesitio!
Sonrió de medio lado ante su evidente arrebato de histeria que soloconsiguiócorroborar
toda lahistoriaque lehabíarelatadosobreellaenunadenuestras tantasconversaciones.
—Pues me temo que por el bienestar de “su hijo”—enfatizó—, y loseventualesriesgosque
Leo correría por su falta de responsabilidad, no está en condiciones dellevárselohacianingúnotro
sitio.
Emilia iba a intervenir cuando de una sola y gélidamirada que le di laobliguéaguardar
silencio.
—¿Aquériesgosterefieres?Yporfavor,sélomásclaroposible.Telopidocomoamigoy
nocomopadredeunodetuspacientes.
SuspiróobservandoendetalleaMirandaquien,trasunleveasentimientoledioaentender
queasídebíahacerloporqueellayaestabaaltantodetodo.
—Pues…losinfartosalmiocardioenlosniñossonmuypocofrecuentesyengeneral
obedecenacausasdiferentesdecómoseproducenenlosadultos.Cuandoestoocurreesprobable
que se deba a malformaciones congénitas del corazón, antecedentesfamiliaresotraumatismos
localizados.
Ninguno de los dos logramos decir nada, sólo guardamos un estrictosilenciomientrasBruno
continuaba.
—EldiagnósticodeLeolodeterminaremosenunosminutosmásdespuésqueselehayan
practicadotodaslaspruebaspertinentesparademostrarlo.Aúnnoquieroasegurarlesnada,peroel
dolorenelpechoquesintió tras…—nodeseabasacaraAnnaa relucir,perosuéticamédicale
impedíaguardarsilenciouomitiralgúntipodeinformaciónrelevantequeconcerníaalafamilia—…
realizarelejerciciofísicoalquefueexpuestogatillóestaeventualidadyfuedecisivo.Anname
explicóquejugabanfútboly…
—¿Anna? —volvió a gritar Emilia saliéndose de sus cabales yarremetiendoestavezcontra
mí.Clavósufieramiradadefuriasobremirostromientrassuslágrimasseguíanbrotandoporlas
comisurasdesusojos—.Esaratatienemuchasuertedetenerteporquesipormífuera…telo
aseguro,noquedaviva.
—¡Nofuesuculpa!¿Cómoquieresquetelohagaentender?—laincrepéduramente.
—¿No acabas de escuchar al doctor, querido? ¿Y aún me lo quieresrebatir?¡Estaba
jugandoalmalditofútbolconesapu…!
—¡Basta, Emilia, por amor de Dios! ¡Estamos en un hospital! —lerecriminóMiranda,
interviniendo.
—¡Me vale madre donde nos encontremos! ¡Me llevo a mi hijo ahoramismodeaquísinome
dejanverlo!
Reprimiendomisenormesansiasdesacarladeallía todacostaparaquedejaradechillarme
llevé ambasmanos al cabello el cual despeinévariasvecesmientrasmemordíalalengua,
desesperado, pretendiendo así retener la tanda de palabrotas que osabanaflorardesdeelinteriorde
mis labios. Entretanto Miranda, al ver la furia contenida en mis ojosclaros,quesabíadesobraque
estallaríaencualquierminuto,jalóaEmiliaporunadesusextremidadesyavanzóconellaapaso
velozporelpasilloendirecciónhaciaunasenormespuertasgrisesporlascualesestabaprohibidoel
pasoalpersonalquenoestuvieraautorizadoahaceringresoaellas.
—¡Tecalmasytecallas,porfavor!—lareprendióavivavoz—.¡Asínoconseguirásaliviar
aLeo!¡Tuhijotenecesitacuerdaynofueradetuscabales!
Suspiré más que un par de veces ante la atenta mirada que Bruno meotorgabaaltiempoque
me palmeaba la espalda en clara empatía por todo lo que estabaocurriendo.
—¿Puedocontinuar?Aúnnoheterminado.
—Disculpatodoloquesucedió.
—No tienes que disculparte, sólo escuchar muy atentamente lo que mequedapordecir.
Yasílohice,concentradamente.
—ElsíntomaquepresentóLeoantesdesudesfallecimientoypérdidadeconcienciaobedece
a un solo objetivo, Vincent: su corazón. Si los resultados arrojanpositivamenteeldiagnósticoenel
cualestoypensando…
—¿Quédiagnósticoesese?
—Unaanomalíaqueenlaedadpediátricapuedepasardesapercibidayqueenedadesmás
avanzadasdebutacomolaanginadelesfuerzoo,inclusocomolaanginainestableomuertecon
obstrucciónproximaldelacoronariaderecha.
—Bruno…—misfaccionesseendurecieronabruptamenteanteloqueoíaynodeseaba
asimilar.
—Endefinitiva,amigomío,aunque lasanomalíascoronariascongénitassonpocofrecuentes
puedentenerconsecuenciasfatalesy,porlotanto,antecualquiersospechahayquerealizartodaslas
pruebas necesarias para llegar al diagnóstico definitivo que permitainstauraruntratamiento
adecuadoqueenmuchasocasionesesquirúrgico.
Y una vez más terminé llevándome las manos al cabello mientrassuspirabamaldiciendoentre
dientesysinningúntipoderesignación.
—¿Pasosa seguir?—recordéalgoque,pormomentos, semehizomuyfamiliaryquetenía
queverengranmedidaconunamujerquehabíasidomuyimportanteenmivida.
—Exámenes de laboratorio, electrocardiograma para confirmar que setratadeesaanomalía
congénita, análisis sanguíneos, radiografías de tórax y EcocardiogramaDoppler.
—Todo loqueseanecesario,por favor.Noescatimesengastos.Pormihijoharéloquesea.
—Sólounacosamás…tupadre…¿sufrióalgunavezalgúninfarto?
Cerrélosojosconfuria,condesazónymuchísimodolor.
—¿Oestuvistealtantodealgunaenfermedadqueposeyeraensujuventudconrespectoasu
corazón?
—No—respondítajantementemientraslosabría.
—¿YEmiliaoalgunodesusfamiliaresdirectos?
—Nolosé,Bruno.
—Deacuerdo.HablaréconellamástardeparacompletarlafichaclínicadeLeo.Porahora
te sugiero que te quedes tranquilo mientras voy por los resultados. Siquieresveratuhijopuedes
hacerlo,peroporfavornoloabrumes.Sabesmuybienaquemerefiero,¿verdad?
Sóloasentítragandosalivanerviosamenteconciertaideayadeambulandoconfuerzaal
interiordemimentedelacualmenegabaahablar,porahora.
—Ydepaso,agradéceleaDamián.
Clavéaladistanciamisojosensufigurasincomprenderaquésereferíahastaquemelo
explicóendetalle,diciendo:
—Cuandouninfartoestáenprocesolarapidezconlaqueseactúeesdevitalimportancia.
Mientrasmenos tiempo dejes transcurrirmás complicaciones se podránevitarypuedesignificarla
diferenciaentrelavidaylamuerte.
Enesemomento contemplé comoErickson le entregabauncafé aAnnaquesenegóatomarlo
traslimpiarunpardelágrimasquefrenteaélnologródisimular.
—Nosvemosdentrodeunmomento,Vincent.
—Sí,seguro…—agreguésinquitarlesaamboslosojosdeencima.
***
—Bébelo,porfavor.Estástemblando.
—Acabodedecirquenoquiero,gracias,ynoestoytemblando.
—Anna…—aún sostenía el café frente amí, pero ahora conunamediasonrisaalojadaensu
semblante—.Bébelo.Teharábien.
Limpié mi rostro una vez más de las lágrimas que parecían brotar aborbotonesdemisojos
sinquererparardehacerlo.
—¿Noterendirás?
—Si se trata de ti, nunca.Ahorabebe, queyaperdí la cuenta de cuantasvecestelohe
pedido.
—Tres—alzéunademismanosparaalcanzarlomientrasdejabaqueunhondosuspironos
envolviera—.Gracias,Damián.
—Sí, gracias… Damián —intervino Vincent, sorprendiéndonos, trascaminarhacianosotros
conlasmanosinsertasenlosbolsillosdelpantalóndesutraje.
Volteamoslamiradahaciaélcuandoapreciábamossusemblantesinatisbodesentimiento
alguno,tansólocolmadoporunaevidenteyangustiantepreocupaciónqueendurecíamásymáscada
unodesusrasgosfaciales.
—PorcuidardeAnnaydeLeo.Brunomeacabadecomentarquegraciasatiél…—sele
quebrólavozalintentarpronunciaresaspalabrasquenollegóaconcluirdeltodo.
Sin que un solo segundo transcurriera de más me dirigí hacia él paraconfortarloenunabrazo
quenosdimoscomosiloambicionáramosynecesitáramosalapar.
—Tranquilo—expreséenunsuavesusurrodeslizandomismanosporsuampliaespalday
luego ascendiendo con ellas hasta situarlas en su cabello—. Todo va aestarbien,¿deacuerdo?
—De acuerdo —. Damián carraspeó su garganta para que ambos noolvidáramosqueaúnse
encontrabaallí,frenteanosotros.
MeapartédeBlack a regañadientesy a la vez algo abrumadapor aquelparticularsonidoque
emitiócuandoVincentsegirabayleextendíaunadesusvigorosasmanosqueDamiánestrechóenel
mismoinstanteenquelatuvoenfrente.
—Agustínsiempretuvorazónconrespectoati.Eresunodelosmejores.
—Gracias, señor Black. Es un honor trabajar para usted y recibir suspalabras.
Ninguno de los dos sonreía, gesto poco usual para la situación queacontecía.¿Porquérayos
teníaquepensarestupidecessinsentido?
—Siconfiéplenamenteenticuandoteconocí,quieroquesepasqueahoralohago
doblemente.
Sólo asintió tras escuchar y asimilar ese enunciado sin nada más queagregar.
—Ahora, por favor, quiero que te ocupes de Anna. Llévala de vuelta acasa.
—¿Perdón? —intervine, obteniendo de ambos un par de miradasrecriminadorasconlas
cualesdeseguropensabanhacermeañicos—.¿Estoyescuchandobien?
—Perfectamente,pequeña—acotóVincentunavezquevolvióameterunadesusmanosen
unodelosbolsillosdesupantalón—.Brunoaúnnonoshaentregadoeldiagnósticodefinitivoyno
piensomovermedeestesitiosinsaberacabalidadqueocurreconmihijo.
—Pues ya somos dos —le devolví una sonrisa sin una pizca decondescendencia—.No
creasquetevoyadejaraquísolo,menosconesa…
Suspirócerrandolosojos.
—Nomelarecuerdes,porfavor—situóunadesusmanosdellenoensuentrecejonegándose
a abrir depar enpar suvista porque la situación acontecida conEmiliaaúnlepasabafacturadeuna
increíblemanera.Demásestabadecirquedesóloescucharlachillarcomounalocahistéricalas
ganasdeestrangularlaregresabanpoderosasasumenteincitándoloaquelasllevaraacabosindar
pie atrás—. Mi amor, no tengo ánimos ni deseos de discutir, menoscontigo.
—Tampocoyo.Losientoporti—bebídemicafécuandonotabaqueabríasusojospara
depositarlos en los míos, fieros, altivos, arrogantes y nada más quedevastadores—.Yporti—acoté
ahoraenclaraalusiónaDamiánquenonosquitabalavistadeencima.
—Anna…
—Anna,nada.EstoytanpreocupadacomoloestástúporlasaluddeLeo.¿Cómomepides
quemevayadespuésdeloqueocurriósitodotienequever…?
—¡Nofuetuculpa!—vociferaronambosalunísono,sorprendiéndomeyhaciéndometemblar
con sus inconfundibles tonos de voz.Al principiome causómuchísimagraciaveraeseparde
titanesdispuestos adarunapeleaque ambosyadabanporganada, perodespuéslarisasemeborró
delrostroporartemagiaalcomprenderyevidenciarqueningunodelosdosestabadispuestoadar
subrazoatorcer,menosaescucharchistecitosdisparatados.¡Maravilloso!
—Perdón,señor—seexcusóDamiántrassuexabrupto—.Serámejorqueamboshablencon
tranquilidad. Les daré el espacio suficiente para que lo hagan. Conpermiso—seretiróhasta
apartarse unos cuantos pasos desde donde aún Vincent y yo nos
encontrábamos.
—Gracias —fijó nuevamente su mirada de fastidio sobre mí, la queEmilialehabía
instaurado en el rostro al momento de montar el segundo y másimportanteshowdetodasuvida.
—Nomemiresasí—sentenciéparaquedejaradehacerlo—.Notedejarésolo.Findela
discusión.
—Noestoydiscutiendocontigo,menospretendohacerlo.
—Pues,quebienparalosdos.Asíapartasdetubellosemblanteesamiradadeofuscación
quemehacerecordaral fastidiososujetomolestoyaburridoqueundíaconocí.
Mientras me escuchaba una encantadora sonrisa iluminó su bellosemblantealaparqueuna
desusmanossedepositabasobremimentónparaquemisojossóloaélpudiesenver.
—Ydelcualteenamorastecomounalocasinremedio.
—¿Tú crees?—contestémás bien con un suspiro que no pude dejar dedisimularmientras
Vincentmovíasucabezadeladoaladosindesistirdeadmirarme.
—Debes…
—¿Marcharme? —ahora fui yo quien movió la cabeza en señal deconcluyentenegativa—.
Ensussueños,señorBlack.Sinomequierecercapuedotolerarlo,perocreoqueparaustedesono
seráposiblenisatisfactorio.
—¿Tanto me conoces, AnnaMarks?—su mano libre rodeó mi cinturaconsiguiendo
acercarme a él lo suficiente, todo y ante la presencia de Damián queentrecerrabasusmanosenforma
depuñosunayotravezsinpoderniquerercontenerse.
—Pues…dicenporahíqueelamoresconocerelcieloyelinfiernoconesapersona
especial,saberquenadaesfácilyaúnasínodejarla irnuncadetulado.¿Meexplico?
—Perfectamente, pequeña—un solomovimiento le bastó para tentar subocaconlamía—.
Asíque…¿noteirás?
—Jamás, mi amor. Tendrás que soportarme todo el tiempo que seanecesario.
—Loharé encantado porque la verdad no deseaba que fueras a ningunaparte.
—Lo sabía. ¿Te das cuenta como comienzo a leer cada uno de suspensamientos?
—Claroquesí,porqueestásenelloscadaminutodemivida.
—Entonces,yanadaquedapordecir.LediréaDamiánque…
—Yo le informaré —un tanto tajante contestó, depositando un largo eintensobesosobremis
labios—,quetequedarásconmigo.
«¿Porquéesoseoyóposesivoyamenazador?».
Y así, se separó de mí caminando hacia él para informarle lo queacontecería,peroahora
endureciendonuevamenteelgestoalmismotiempoqueDamiánlohacíaconelsuyo.¿Alguienpodía
explicarmequérayossucedíaconesosdos?Porquelaverdadniyopodíacomprenderlo.
***
Esther realizaba un par de llamadas desde su módulo cuando laintempestivaapariciónde
AlexDuvall la sorprendió.Ante el saludo cordial que le brindó alzó lavistaparaquesusojosse
conectaran con los suyos tras una sonrisa algo traviesa que él dejóescapar,diciendo:
—Quierosaberlotodo.
—Noséaquéterefieres—fuelaescuetarespuestaqueledio,bajandolavistapara
nuevamenteregresaraloqueestabahaciendo.
—Yocreoquesí.Sólotienesqueabriresalindaysugerenteboquitaquetienes,Esthercita,y
cantarcontumelodiosavoz.¿Quéocurreconesosdosquelareuniónhasidocancelada?
—Sinolosabestúmenosloséyo.
Unacarcajadadejóescaparmientrasseleacababalapocapacienciaquelequedaba.
Intimidante, amenazador y para nada contento con su despectivacontestacióncortólallamadaque
ella se aprestaba a realizar para que así se dignara una vez más acontemplarlo.
—Noestoy jugandoyesperoquepor tubien tampoco loestéshaciendoconmigo.¿Qué
ocurre con Emilia y Black? Y por favor, ve al grano si quieres seguirmanteniendotupuestoenesta
empresa.
—Alex,porfavor…
Untemiblearqueodecejasenconjuntoconunaprofundamiradade“semeagotala
paciencia,estúpida”terminaronconsusilencio.
—Alparecerelniñoseencuentraenelhospitaldebidoaunaccidentequehasufrido.Nosé
más al respecto. Tan sólo me estoy ocupando de recalendarizar lasreunionesparaqueambos
puedancuidardeél.
—¡Quéconsiderada!—situóunadesusmanosensubarbillapensandoenloqueacababade
oír y que en granmedida beneficiaba el desarrollo de cada uno de losplanesqueyahabíaechadoa
correr—. ¿Algo más que deba saber con respecto al “pequeñín” ? —
formulóconsarcasmo.
—Acabodedecírtelotodo.
—Portubienesperoqueasísea—leotorgóundescaradoguiño—.Sabesdesobraqueno
meagradaquememientan.Sialguienpreguntapormídilesqueestaréenelhospital.
Estherabriósusojoscomoplatosaloírlo.
—¿Quéintentashacer?
—Acompañar a la familia en este penoso momento. O debería decir ami…—unparde
escuetas carcajadas emitió volteando la mirada hacia los enormesventanalesdelhalldelagerencia
general—. Muchas gracias, Esthercita. ¿Sabías que haces un excelentetrabajo?—seapartódel
módulodejándolaatónitaconcadaunadesuspalabrasalaparquesacabasumóvildesdeelinterior
de su chaqueta, buscando rápidamente el número con el cual ansiabacomunicarse—.Hola,
princesita. Te tengo noticias y un nuevo proceder. Necesito que ahoramismollamesalagolondrina,
algo ha sucedido con el bastardito. Está en el hospital y quiero que tehagaspresenteenesesitioa
cualquier costo. Sí, me verás ahí, ahora mismo iré hacia ese lugar. Lafamiliadebeestarreunida,
cariño.Lafamiliasiempreyatodacostadebeapoyarseentodo.
***
DespuésdeunmomentoenqueconseguíestarasolasconLeoyconstatarqueseencontraba
un poco más repuesto tuve que salir de aquella habitación dejando aMirandayaEmiliaalinterior
deella.Nodeseabasepararmedemihijo,menosviéndoloeneseestadodedecaimientoydesazón
que partió mi pecho en el mismo instante en que pronunció con sumelodiosavoz“estoybien,papá.
SólojugábamosfútbolAnna,Damiányyo.Ellanohizonadamalo.¿Sabíasquemeregalóun
balón?”. Intenté sonreír tras conocer su respuesta, acariciándole lacoronillayprestandomayor
atenciónasurelatoqueconseguíabalbucearinvadiendoentodomomentoconsusojosclaroslos
míos.
Salí de aquel cuarto algo cabizbajo mientras mi mente cavilabarecordandoporsobretodoa
mimadre.Despuésde todo loqueBrunonoshabíamanifestadoalgoenmímepedíaagritosqueno
descartara esa remota posibilidadque se hizomás efectiva cuando lo vicaminarraudamente
pidiéndoleaAnnaqueseacercara.
—¡Yatengolosresultados!—exclamóavivavozlograndoqueenmílaincertidumbre
creciera al igual que si fuera un fiero volcán que se aprestaba a hacererupción.
Al cabo de unmomento, nos encontrábamos los dos sentados sobre unsofáenunadelassalas
de espera en completo silencio.No deseaba hablar.Más que por obviasrazonesmenegabaa
hacerlodespuésdelconcluyentediagnósticoqueBrunonosdetallóyqueconsiguiódespertarenmí
algomásqueunnítidointerésqueatodaslucesparecíahacersepatente.
—¿En qué piensas con tanto ahínco?—la voz deAnna se coló pormisoídosenelmismo
instanteenqueunadesusmanos,queseencontrabaentrelazadaalamía,meacariciabaconternura.
—Enmimadre.
—¿Porquénomehablasdeella?
—Nomegustarecordarmipasado.
—Aveces,esnecesariohacerloparaasídejarirloqueenalgúnmomentonoshirióydarle
pasoaunprometedorytranquilizadorfuturo.¿Nocrees?
Volteé la mirada hacia la suya encontrándome de lleno con sus ojosmarronesquetanto
amabacontemplar.
—Siempretieneslapalabrajustaparacontrarrestarcadaunadelasmías.¿Dóndeaprendiste
ahacereso?
—Contigo,miamor—meregalóunpequeñobesoenunademismejillas—.Nuncamehas
dichocomosellamaba.
—Catherina.
—Esunhermosonombreparaelrostrodelabellamujerqueadmiréenlasfotografíasdela
casadelasmontañas.
Exhaléunprofundosuspiroaferrándomemásasumano.
—¿Sabíasque tienesunadebilidadpor lasmujeresde cabellomarrónyojosenlamisma
tonalidad?—no pude dejar de esbozar una enorme sonrisa sin dejar deadmirarla.
—¿Sabías que logras enamorarme más y más a cada palabra queexpresas?
—Sinrodeos,Vincent,porfavor.
—De acuerdo.Amimadre… la amabamás que ami propia vida—mereflejéenelbrillo
queemanabadesumirada—.Siempremeaseguróqueyoeralaluzdesuandar.
—Noeslaúnica.
Enunactovoluntariobesésusien,peroahoraaferrandomiotramanoalaquenosmantenía
enlazados.
—Muriómuy joven,peroesocreoqueya te locomenté.Mipadre…—suspiréasabiendas
de lo que no me gustaba recordar—… la abandonó a su suerte paradedicarsuvidaasusexcesos,su
trabajoyalasmujeresquefrecuentaba.Secasóconellapordinero,pordarleunaestabilidadal
saberqueestabaembarazadayporelquedirán.Siempreestuverealmenteconvencidoquenola
amaba.
—¿Cómopuedesasegurarlo?
—Por la misma forma en que nome amó a mí. Tan simple y sencillocomoeso—dejécaer
mi vista esta vez en el piso al mismo tiempo que percibía los latidosaceleradosdemicorazónyla
extremidadlibredeAnnaqueacariciabacondelicadezamicabello—.Mimadreestabaenferma,
peronadielosabía.Seloocultóatodoelmundoaligualquelohizoconelprofundodolorquela
invadíaconcadarechazoquelepropinabamipadre,quiensolamenteteníatiempoparareprocharle
quenoservíaparanada.
Ambosguardamossilencioantesdequelacharlaprosiguiera.
—Yahoraestoyestaposibilidad…
—¿Quéposibilidad?
Me negué a expresarla por su bien y por el mío, pero no pude seguircallándolamás,cuando
alzómibarbillaparaquenuestrossemblantesquedaranalamismaaltura.
—¿Quéposibilidadesesa?—replicó.
—Mi padre estaba totalmente sano,Anna. Sólo sus excesos y la ingestadesmedidade
alcohol que lo acompañó toda su vida lo deterioraron, al grado de…bueno,yaconocesesapartede
lahistoria.
—Vincent, ¿en qué estás pensando? Por favor, no más secretos.Recuérdalo.
—Brunohablódemalformacionescongénitas,deantecedentesfamiliaresy/oenfermedades
de parientes cercanos y…—tragué saliva antes de suspirar hondamentecuandosurostromedabaa
entenderqueyacavilabaoquizá,comprendía loquepor razonesobviasmenegabaadecirle.
—SabessiEmilia…
—Estoytotalmenteseguroquedesupartenohayantecedentes.
—¿Porqué?
—Porque mi madre, mi amor, poseía un problema estructural en sucorazón.Una
anormalidad congénita y hereditaria que afectaba el suministro de susangreprovocándole
insuficienciascardíacasyproblemasenlasválvulas.
Juntó su frente con la mía al tiempo que su respiración se aceleraba ynuestrasmanosse
separaban, porque sólo deseaba abrazarme tras haber conocido de mipropiabocaaquellaindudable
verdad.
—¿Cómolosupiste?
—Miranda.Mimadre se lo confesó antes demorir y ella, tras años desilencio,lohizo
conmigo de la misma manera —busqué su boca con la mía porqueanhelabaembriagarmedesudulce
aliento mientras miles de dolorosos recuerdos hacían estragos en mimenteyenmicorazónyelmás
grande de todos ellos ansiaba ser liberado como la más clara de lascertezas.
—Eso significa que… —su voz se detuvo por completo cuando unanerviosasonrisainvadía
susemblante.
—DespuésdetodaslasmalditasmentirasdeEmiliaysusengaños,Leosíseamihijo—.
Como adoré cuando sus labios se curvaron hacia arriba, pero tras unaprominentesonrisaquedibujó
seguidadeunadébilcarcajadaqueemitiódejándomeembobadoconella.PorqueAnnaestabafeliz
con aquella remota posibilidad que había surgido de esta eventual e
insospechadadesgracia.
—TienesquehablarconBruno.Debesseguiradelanteenellosindarpieatrás.¿Meoíste?
Nodejesqueel tiempotranscurrasi tucorazónte lodictacon todassusletras.
—Anna…
—SiLeoestuhijohazhastaloimposibleporsaberloynopermitas,porfavor,queellate
engañeytehagasufrirunavezmás.
¡Cómoamabaaesamujercontodamialma!
—¿Estarásconmigo?
—Encadapasoquede,señorBlack.
Sonreímos a la vez que mis manos ascendían hasta apoderarse de surostroymislabios
hacíanlosuyoasaltandosubocaqueansiabavolverabesar.Peroaquellaentregatansóloduróun
corto instante cuando la figura y más, específicamente la voz de AlexDuvallnosinterrumpió,
filtrándosepormisoídoscomolamásdesagradableyrepugnantedelasmelodíasqueyohubiese
escuchadonunca.
—Disculpa.BuscoaEmiliaBlack.¿Laconoces?—lepreguntóaDamiánquienaúnse
encontraba apostado en el pasillo unos metros más allá de nosotros—.
¿Puedesdecirmedondeestá?
—¡Maldito cabrón hijo de puta! —intenté levantarme, pero con Annadeteniéndomey
conteniéndome.
—¡No!¡Olvídatedeél,porfavor!
Pero jamás podría hacerlo, menos teniendo la mirada sombría de suinfamecaraya
posicionadasobrenuestrossemblantes.
—No,nolaconozco—contestóDamiánsinentregarlemayoresdetallesyasintiendoluego
haciamí.
—¡Vincent,basta!
—¡Quémierdahaceenestelugar!
—¡Vincent Black! —pero ni siquiera su tono de voz exclamando minombreenformade
súplicapodíancontrarestar lasganasque teníadevolverapartirleaeseinfelizsumalditacara.
Damián, por su parte, advirtió lo que sucedía y sin perder el tiempoavanzóapasovelozhacia
nosotros para ocuparse de la situación, apartando a Anna, a la vez queexpresabaciertaspalabras
quemipoderosarabianomedejóentender,nohastaqueEmiliasaliódelcuartoyseencontróde
frenteconAlexquien,deinmediato,latomódelbrazoparaguiarlahacia
otroladodelamplioy
pulcropasilloenelcualtodosnosencontrábamos.
Zafé de las manos de Erickson sin saber en qué momento me habíaretenidoconellasconla
desesperacióncorriendopormisvenasaligualquesifueraunvirusletal.Suspiré,maldijeentre
dientes con ambos observándome como si fuera algún tipo dedesequilibradodispuestoacometeruna
locura en el preciso instante en que Anna se aprestaba a contestar unallamadaquenopasó
desapercibidaparaélniparamí.
—Hola,Sam.Lolamento,noestoyencasa.Porahoranopuedo.No,notepreocupes.
EstoyconVincent,peroenelhospital.Sí,élestábiendentrodetodo,peronomepidasdetalles,por
favor.Teloagradezco.Sí,meharíabienverte.Seríaestupendo.Teespero.
CapítuloXIX
Desde el umbral de la puerta entreabierta de la sala donde Vincent seencontrabajuntoasu
hijo losobservábamos a ambos,Mirandayyo.Despuésde la confesiónquemehabíarelatadofrente
algigantescopresentimientoqueenvolvíacadapedazodesuser,infinitaspreguntassehabían
agolpado dentro de mi mente a las cuales, una a una, debía otorgarlesalgúntipoderespuesta.
Con mi cuerpo de espaldas a un muro y la mirada oscura de Mirandacolmadade
preocupaciónvagandodeunladohaciaotrocomosiintuyeraquealgomeaprestabaainquirir
suspiré,reunífuerzasycorajesuficientealavezquebuscabalasmejorespalabrasconlascuales
empezarahablar,diciendo:
—¿PorquéjamáslerealizóunapruebadeADN?
Sus ojos en una milésima de segundo se depositaron en los míos,inseguros,fríos,peroala
vezexpectantes.
—Nomás secretos—ledevolví,dibujandouna sonrisa enmis labios—.Esofueloque
acordamosélyyo.
Suspiró como si lo necesitara para seguir viviendo antes de animarse acontestar.
—Sudolor,suimpotencia,sugrandísimafrustraciónfrenteatodoloqueEmilialehabía
relatado como si fuera algo de lomás normal delmundo lo llevaron atomardecisionesapresuradas.
Estabacomounlocoquenoadmitíarazones,menosentendíalosporquéqueeneseinstanteyasu
alrededorabundabancondemasía—.Sellevóunadesusdelicadasmanoshaciasusojospara
detenerlaspequeñasysolitariaslágrimasqueintentaronrodarporunade
susmejillas—.Entodolo
quepudopensar fueen…marcharsemuy lejosy lomásprontoposiblepretendiendodesprenderdesí
todo lo que esamujer y su padre le habían causado. Emilia se lo habíarefregadoenelrostro,Anna.
Trasañosdeestarjuntoaél,desupuestamenteamarlo,deanimarseavivirunavidaasulado,de
haber contraídomatrimonio, le había expresadoy afirmadoqueLeonoerasuhijosinodesupadre
—suspiróprofundamente,peroestavezcerrandolosojos—.Realmente…nosécomoVincentlo
pudosoportar.
—Pero hay una clara posibilidad que ella le haya mentido todos estosaños,Miranda.
Antes de posar su vista nuevamente sobre lamía sonrió demedio lado,colocandounadesus
manossobresucorazón.
—A pesar de todo lo que ha sucedido hoy con mi nieto… estoyconvencidaqueasíloes.
Medirigíhaciaellaparatomarsusfríasmanosentrelasmíascuandosusojosahorainvadían
mirostroporcompleto.
—Yotambiénloestoyynodejaréqueesaposibilidadselalleveelviento.SiLeoessu
hijo,Vincentdebesaberlo.
Ambas volteamos lamirada hacia él que en aquel instante acariciaba elcabellodesu
pequeñocondevociónmientrassusojosazulcielonoseapartabandelossuyos.
—Emilianopermitiráquelohaga,Anna.Esamujeresdetemer.
—De temer o noVincent tiene derecho a saberlo—repetí con ansias—.¿Nocreesqueyaes
tiempoquelossecretossalganalaluz?
Apretóuntantomásfuertemismanosconlassuyasmientrassubarbillatemblaba.
—Nodejaréquedecaiga—enfaticé—,nodejaréquehuya,menosqueseenvuelvaensu
propiacorazaysusfantasmasdelpasadounavezmás,porqueahoraesmiturnodeayudarlo,deser
fuerte para ponerlo de pie. Lo amo conmi vida y haré lo correcto portodoloquenosune.
Susojosregresaronalosmíosyterminaronreflejándoseenellosdeunaincreíblemanera.
—Yél teamainfinitamenteati—liberóunadesusmanosyéstarecayósobremilargo
cabello—.Ereslomejordesuvidayesoesindudable.
—Sólounapartedeella—ratifiqué,volteandolamiradaenseguidahaciaLeo—,porquela
otraseencuentraprecisamenteallí.Consupadre.
Al cabo de un momento salí hacia el pasillo principal para ir por una
botelladeaguahaciala
máquinaexpendedoraconDamiánsiguiendodecercamipresurosoandar.
—¿CómoestáLeo?—quisosaberunavezquenosdetuvimosfrenteaella.
—Un tantomás repuesto, pero tendrá que quedarse en observación porestanoche.Hay…
unasituaciónqueBrunodebecorroborarantesdedejarlomarcharacasa.
—¿YBlack?—prosiguió,deteniéndome.
—Black…creoquelollevacadavezmejor.Almenosseencuentraserenoyevitandoatoda
costanodeshacersedelasdosratasdealcantarillaqueyaconoces.
Sonrió a la par que sacaba su teléfono desde el interior de uno de losbolsillosdesu
desgarbado jeans. Sólo un par de segundos le bastaron paramarcar unnúmeromientrasmeveía
depositarmidineroenlamáquinaparaobtenerloqueansiababeber.
—¡Rayos!—escuchéel repiqueteodemimóvil quecomenzaba avibrardentrodemibolso.
Lo saqué enseguida desde el interior sin reconocer el número queefectuabalallamada.
—¿Novasacontestar?—enarcóunadesuscejasalavezquecolocabasuteléfonoensu
oído—.Puedeserimportante.
Asílohice,peroantesdándolelasdebidasindicacionesparaquefueraélquienterminarade
realizarlacompraenlamáquinaexpendedora.
—Singasysinsabor,porfavor.
Unsoloasentimientosuyorecibídevueltatrasaceptarlallamada.
—¿Hola?
—Hola. ¿Cómo estás?—respondióDamián sonriendo como unmalditoloco—.¿Aquéno
sabesconquiénhablas?
Entrecerrélavistasinentenderloqueocurríaparaluegovoltearmehaciaélconevidentes
ganasdequererestrangularlo.
—¿Perdón?—solicitéunaconvincenteexplicacióndesuestúpidoacto.
—Regístralo—pidió,peromásbiencomounaclaraexigencia—.Puedequealgúndíalo
lleguesanecesitar.
—¿Por qué tienes…? —me detuve ante mi para nada inteligenteinterrogante—.Olvidaque
lopregunté.
—Deacuerdo.Númeroscorroborados.Ahorayaconoceselmío.
—¿Sabestodoconrespectoamí,verdad?
—Sólo lomás importante. Lo demás…me encantaría conocerlo con eltiempo.
—Esoloveremos.Nomefíotanprontamentedelagente,menoscuandoguardasecretosque
deformas“tanconvencionales”pretendesacaralaluz.
—Podríadecirlomismodeti,peroprefieromordermelalengua.Porhoyyahansido
bastantesbatallasenlascualeshetenidoqueparticipar.
Sin duda alguna, cuando deseaba ser sarcástico Damián era difícil detolerar.
—¡Quégracioso!—volvíadepositarmisojossobremimóvilparaañadirsunúmero—.
Dime,¿hayexpedientessobremí?
—Loshay.
Aquellomehizosonreírconsorna.
—Porquénomesorprende.
—¡Sorpresa!—atacó,entregándomelabotella—.Noolvides registrarlo,porfavor.Es
necesarioquelotengas.
—¿Esnecesario?—tomélabotellaentremismanos.
—Sí,loes.Despuésdetodosoytuguardaespaldas.
—Nome lorecuerdes,perograciasde todosmodos.Pues…—penséenquénombredebía
colocarleparaidentificarlo—.Damián,Capitáno…
—SóloA.R.
—¿A.R.?—fruncí el ceñodevanándome los sesos, buscando así algunaexplicaciónlógicaa
esepardeletrasquehabíaarticulado.
—Sí,sóloA.R.Hayqueguardarlasapariencias—meotorgóunguiño.
—¿Yesosignifica…?
—Unalias.Eselquesolíautilizarenlasmisionesdepazquerealizabaenelmediooriente.
Todosenlaunidaddebíamosposeeruno.
Penséporunmomentoenunnombregracioso.¿Porqué?Nolosé.
—¡Vaya!¿Cómocuál,porejemplo?
—ÁguilaReal.
—ÁguilaReal…—repetí,incrédula—.¡Quéestilo!
Secarcajeóaloírmemientrassellevabaunadesusmanoshastasunuca.
—Siemprehandichoesodemí.¿Quénololograsapreciar?Creoqueesosenotamásquea
simplevista.
¡Arroganciapura!
—Noteextralimites,porfavor.
Seencogiódehombrossindejardeobservarlasonrisademedioladoquenaturalmentese
alojóenmiboca.
—AsíqueÁguilaReal…¿yporquéprecisamenteutilizabasesenombre?
—Porsufuerzayliderazgo,porloqueirradiayloqueescapazdehacer.ElÁguilaes
metódica, sagaz, intuitiva y cuando quiere atacar a su presa lo hace sincontemplaciones.Además,es
unadelasavesmásimponentesdelmundo.
—¡Wow! Eso responde con creces a mi pregunta. Gracias. De acuerdo,muchacho,mehas
convencido.Entonces,seráA.R.
Sólounpardesegundosmebastaronparaguardarloentremiscontactoscuandolavocecilla
deSamnosalertó.
—¡Anna!¡Anna!
Volteamoslavistahaciaellaquiencaminabahacianosotrosconsurostrototalmente
compungido.
—¿Porquénomeavisasteantes?—seaferróamídándomeunapretadoabrazo—.Podría
haberteacompañadodesdeelprimermomentoy…¿quéhaceélaquí?—quisosaberrealmente
interesada en la figura de Damián—.Nome digas que lo llamaste a élantesqueamí.
DeinmediatoyanteunfierovistazoqueDamiánmeotorgósupequenodebíarespondermás
delacuenta.
—Destino.Estaba…enelmomentoexactocuandotodoocurrió.
—Yaveo…¿Quétal,Damián?—estavezsedirigióhaciaélotorgándole
algomásqueuna
cordialsonrisaquenologródisimular.
—Todobien.Gracias.¿Tú?
—Ahora muchísimo mejor —lo inspeccionó de arriba hacia abajo—.Es…sorprendente
verteaquí.Jamásimaginéqueustedesdosfuerantanamigos.
Sonrióirónicamenteenarcandounadesuscastañascejas.Estabamolesto.Sí,podíaadvertir
que aquel comentario malintencionado de Sam lo había puestorápidamentedemalhumor.
—Ya ves. La vida te da muchas sorpresas—. Al mismo tiempo que lerespondíacomenzaba
ateclearalgoensumóvil.
—Soyconcientede ello.Sólopreguntabaporque laverdadmeasombramuchoverteaquí.
—Annaacabadeexplicartequeestabaenelmomentoexactocuandotodoocurrió.¿Porqué
teasombratanto?
Samsonriócondescaro,peroguardandosilenciosinnadamásquedecirmientrasoíael
sonido de mi móvil que vibraba, inesperadamente. Lo tomé enseguidaparacerciorarmedequiense
tratabacuandoadvertíaenlapantallaunmensajequedecíamásomenosasí:
“NadadedetallessobreLeoosobreti.Nopregunteselporqué.Sólohazmecaso.”
Rápidamentetecleéunescuetotextodevueltahaciaquien“amablemente”melohabía
enviadomientrasSamnodejabadehablarsobreciertastrivialidadesalasquenisiquieralespresté
atención.
“Noseasparanoico.”
“Paranoicono,precavido.Confíaenmíporunavezsinhacerpreguntas.¿Estandifícil
parati?”
“EsSam,Damián,nounaasesinaenserie.”
“Sólo confía en mí, por favor” finalizó, guardándose posteriormente elmóvilenelbolsillo.
—Yasínoslapasamosmuybienenesebar.Ah,meolvidaba,loschicosdelrestaurantete
envíansaludos.
—Gracias —alcé la mirada algo confundida tras leer y tratar decomprendereltrasfondode
suúltimomensaje—.Yoeh…—nosabíaquerayosdecirporquelaverdadnohabíaescuchadosus
palabras.
—¿Estásbien?Tenotocansada.¿Porquénovamosacasa?—sugirióalevidenciarla
palidezdemisemblante.
—Laverdadesquehasidoundía…—peronopudeseguirhablandotraselmovimientode
cabezaqueDamiánrealizóyqueagrandesrasgossignificabaun“cierralaboca,Anna”.
—Cuéntame.Sabesquepuedesconfiarenmí.
Yotrogestosuyorecibí,peroestavezalgomásquedesafiante.
—Losé.Gracias,perolaverdadnoquierohablardeello.
—Deacuerdo—expresónomuyconvencida—.Perosabesqueestoyaquíparati.Siempre.
Tan solo asentí con lamirada deDamián invadiendo en granmedida lamía.¿Quénose
cansabadeamedrentarmedeesaformatanenfermiza?¡EraSamporDiosynounaterroristadeAl-
Qaeda!
—Pero que ven mis ojos —manifestó de pronto, pero en tan sólo unmurmullo—,¿quénoes
elimbécildelrestauranteelqueseencuentraahí?
AladistanciaAlexDuvallnocesabadecharlarconEmilia,seguramentesobrelasaludde
Leo.
—Nomelorecuerdes,perosí,esél—evitéatodacostacolocarmisojosenaquellosdos
seresqueparanadameerangratosdeadmirar.
—Elmundoesunpañuelo,amiga.Venirjustoaencontrárteloaquí.Yesamujer…¡Por
Dios!¡Sieslavíboradecuatrocabezas!
—YlaexesposadeBlack.¿Quénolarecuerdas?¿Lacena?
Conmuchomás interésSamdejó caer supoderosavista sobre aquellosdosseresqueaún
charlabanaladistancia.
—Claroquelarecuerdo.¡Cómonopodríahacerlo!
—Anna,¿porquénobebesunpocodeagua?—mesugirióDamián trasenarcarunadesu
cejas, arrebatarme la botella de las manos, destaparla y volver aentregármelaconalgodeferocidad
—. Por favor, hazlo rápido y asegúrate que sea una buena cantidad.Créeme,tehacefalta.
***
Emilianodeseabadarsubrazoatorcer,menosteniendoaDuvallfrenteasusemblante.¿Por
qué? Sencillamente, porque se lo había prometido a ella misma y loseguiríallevandoacabocostara
loquecostara luegode la increíbleconfesiónque jamáspidióescuchar.¿AlexhijodeGuido
Black?No,esoerauna invención,unamásdesussucias jugarretas,unodesusmalditosplanespara
hundiraVincent.Sí,esodebíaser,parecíatenermássentido.Tragósaliva,hundidaensus
pensamientos sin notar como él no le quitaba los ojos de encimarealmenteinteresadoenloqueno
cesabaderodaralinteriordesumente.
—¿Tedignarásacontestaropiensastenermegranpartedelatardedepiefrenteati,
observándote?Paciencianotengo,querida,esolosabesdesobra.
Nisiquierasabíaaquésereferíaconaquellaspalabras.
—Emilia…—insistióunavezmás.
—No…debistehabervenido.
—No fue eso lo que te pregunté. Además, me importa una mierda queBlackocualquieranos
vea.¿Quéocurrecon tuhijo?Ypor favor,deja tuputo silenciode ladoqueyacomienzasa
desesperarme.
—Mihijonotienenada—contestódesopetón—.Sólotuvounacaída—.Seobligóano
mirarloalosojosmientraslerespondía.¿Porqué?Básicamente,porqueDuvallerademasiado
astuto,laconocíaysabíamuybiencuandoestabamintiendo.Comoahora,porejemplo.
—Dejadeladotuspatéticosjueguitos.Sabesdesobraquetusmentirasmetienensin
cuidado.¿Quémierdaocurrecontuhijo?Melodicestúoloaveriguoyo.
Alternativas…lasnecesitaba.Siélllegabaaconocerdeltodolacondición
deLeo…
—¡Acabodedecírtelo,joder!¡Tuvounacaídacuandoestabaenelparque!
Alexentrecerrólamiradaaúnsintragarseunasoladesuspalabras.
—Se desvaneciómientras jugaba con la zorra esa. Le están practicandoalgunosanálisis.
¿Contento?
No le contestó. Prefirió no ahondar por ahora en ese tema. Ya seencargaríaSamde
entregarlelospormenoresqueAnnalerevelaríatrassuinminentellegadaalhospital.
—No, pero por ahora no te abrumaré. Te quiero tranquila para que noterminesmontandolas
escenas que acostumbras realizar, ¿de acuerdo? ¡Sin ningún tipo deescenas!—acentuó,acechándola
consusojosnegros.
—¿Porquénotevas?Tupresenciaaquí…
—Mipresenciaqué.
«¡Piensa,Emilia,piensa!».
—Esperjudicial.Sóloloprovocas,¿quénotedascuenta?
—¿Ytúcreesquemeimportaloquemihermanosientapormí?
Abriólosojosalavezquecasiseatragantabaanteloquehabíaoídoyélhabíaexpresado
tansueltodecuerpo.
—¿De qué te sorprendes? Ya te confesé mi verdad. Soy hijo de GuidoBlack,lepesea
quienlepese.
Volvióatragarsaliva,peroahoraconunevidentenudodeproporcionescreciendoensu
tráquea.
—¿Porquémierdameengañas?¿Quéquieresconseguir?¿Quémevuelvaloca?¡Túno
eres…!
Rápidamente,lajalóconfuerzaparaapartarladelasmiradasqueyasabíaquesecernían
sobreél.
—¿Qué acabode expresar? ¡Deja tus putas escenasdedesequilibradadelado!¡Aquíno!
¿Quieresecharlotodoaperder?
«¡Lárgate! ¡Por lo que más quieres sal de mi vida y olvídate de mí!» ,repetíasumentesin
descanso,porquelaverdadnoloqueríacercadesíymenosdesuhijo.
—¿Quénomeoíste?—atacótrassujetarlaconmásfuerza.
—¡Suéltame,porfavor!
—Entonces,porunavezentuvidahazalgobien.Haymuchoporganarymuchoporperder.
¿Túquéprefieres,Emilia?
Esoloteníamásqueclaro.Nilounoni lootroleinteresaban,sinomásbiendeseabaatoda
costadesaparecer.
—Nolosé.Porahorasólopuedopensarenmihijo.
Su respuesta sólo consiguió hacerlo reír de frenética manera mientrasacercabasurostroal
suyo,peromásespecíficamentesubocahastaalojarlaensuoído.
—Esonotelocreesnitú.
—¡Amoamihijo!
—No,dulzura.Túamasloquetuhijotepuedeayudaraconseguir.¿Porquémeengañas?
¿Porquiénmetomas?Oesqueacaso…¿yanomequieres?
Emiliacerrólosojosenelmismoinstanteenquecadaunadesuspalabrassecolabanporsus
oídos,sarcásticas,mordaces,sinsentido.
—Unamanolavalaotra,cariño,ylasdos…omejordicholascuatro…lohacen
eficazmente.
«¡Lárgate!».Gritósumenteunavezmásyafueradesuscabales.
—¿Meoíste?—.Peroellasóloasintiósinnadaqueagregar—.¿Meoíste?—repitió
Duvall,asegurándoseestavezquelomiraradirectamentealainmensidaddesusojosnegros.
—Sí—y así lo hizo percibiendo el incesante dolor que le propinaba lapoderosamanoque
teníaalojadaensuextremidadderecha—.Ya…teoí.
—Me parece perfecto porque en el fondo sabes lo que te conviene,amorcito.Porque
indudablementesabes…queyanopuedeshuirdemí.
***
MealejéunmomentodeSamydeDamiánparacharlarasolasconBrunoqueevidentemente
yaestabaaltantodetodoslosplanesdeBlackqueyoaúndesconocía.
—¿Cómotesientes?Tenotoalgopálida.¿Teestásalimentandobien?
—Sóloestoypreocupada.Sonmuchaslascosasqueabundanenmicabezaymás,conese
parmetidosaquí.
BrunodeslizólavistahaciaEmiliayDuvall.
—Unaescoriapeorquelaotra.¿VincentestáconLeo?
—YconMiranda.
Susojosregresaronalosmíos.
—Anna…séquenodeboinmiscuirme,pero…
—¿Tú?—sonreí—.Porfavor,nomehagasreír—.Éltambiénsonriótrasmiinusitado
comentarioqueserelacionabadirectamenteacomoambosnoshabíamosconocido,despuésdela
afrentaconVictoria,enestemismohospital.
—Deacuerdo.Reformularé.Voyainmiscuirmeporqueséacabalidadloquetunovio
pretendehacerporlasbuenasoporlasmalas.
¿Porquésubenditarespuestamepreocupómásdelacuenta?
—Escúpeloysinrodeos.
Tras un largo suspiro que emitió terminó confesándome que Vincentplaneabaydeseabaa
todacostarealizarleunexamendeADNaLeoconosinelconsentimientodesuexmujer.
—Ysesuponequetúvasaayudarle.
—Suponesbien.
Mellevéambasmanosalrostroconlascualeslocubrídeinmediato.
—No estoy en contra de que lo haga. Al contrario, me parece lo mássensatodespuésdetodo
loqueestáocurriendoconLeo.Sinceramente,consideroqueyaeshoraqueesaarpíahableconla
verdad,pero…
—Pero…
—Algomedicequenoserátanfácilhacerlo—lasapartéparacontinuar.
Brunosonriótrasentrelazarsusmanos.
—Yatengosusangre,Anna.
Unsolosegundomebastóparafijarmiabsortavistasobrelasuya.
—Estás…
—Sí,loestoy.
—¿Conscientedeloquearriesgassiesamujer…?
Seencogiódehombros,palmeandocariñosamenteunademismanos.
—Muyconsciente.Aveceshayquecorrerriesgos,dejartododeladoporconseguirloque
realmente anhelas. Con Amelia no lo hice y por mi falta de tiempo,dedicaciónyotrassituaciones
queviví,bueno…terminéperdiéndola.
Suspalabrasoprimieronmicorazónalmismo tiempoque silenciabadeconsiderablemanera
elsonidodemivoz.
—Séqueestonoeslomismo,perotambiénséquedealgunauotraformafuelomejor.Ella
debíaencontrarsupropiocaminoque,obviamente,nuncaestuvounidoalmío.
—Losientomuchísimo.
—Tambiényo,porquenosabesloquetienesatuladohastaquelopierdeso,
definitivamente, hasta que alguien mejor que tú te lo arrebata de lasmanos.Seloexpresé
abiertamente a alguien una vez:—sonrió—. “Durante gran parte de mividaentendíalamorcomo
unaespeciedeesclavitudconsentida,perohoymedoycuentaquenoesasí,porquelalibertadsólo
existeenlamedidaquetambiénexistaelamor,eseparadójicosentimientoquenoshaceentregarnos
totalmente sin sentidoni razón, sentirnos libresydarlo todo almáximosinresponsabilizaralotropor
lo que siente por alguien más; sin culpas, sin reproches. Porque nadiepierdeanadie,porquenadie
poseeanadie.”
—Esealguienalqueterefieres…nosellamabaAmeliaCosta,¿verdad?
Suspiró profundamente mientras alzaba la mirada y la perdíatemporalmenteenunpreciso
puntomuydistante.
—No—confesó—.Ysesuponíaqueelchismosoerayo.
—Pues,yavez…noereselúnicoqueseinmiscuyeenlasvidasajenas.
Movió su cabeza aprestándose a ponerse de pie cuando notaba que yorealizabaelmismo
movimiento.
—Dimesunombre—loinstéconelbichitodelacuriosidadrevoloteandoenmicabeza.
—¿Quénombre?
—Eldeese“alguien.”
Meobservócomosiestuvierachiflada.
—Olvídalo.
—¡Eres un cobarde, Bruno! ¿Dónde quedaron esas ganas de correrriesgos?¿Yasí
pretendesayudaraBlack?¡Nomejodas!
—¿Quépretendes?
—Sólo que hables con la verdad. Tranquilo, me ocuparé que Ameliajamáslosepa.Asunto
arreglado.
Se carcajeó como nunca tras situar una de sus manos en su barbilla,meditándolo.
—Me siento como si estuviera ad portas de firmar un contrato con elmismísimodemonio.
—Teloaseguro,deaquínosale.¡Vamos,gallina,habla!—ataqué.
—¡Cierra la boca, Anna Marks! —contraatacó, pero con su semblantellenoderisa.
—Noteharámenoshombre,alcontrario,serás…
—Gracia —pronunció, interrumpiéndome—. Gracia… Montes —concluyó—.Yahora
olvídalo,¿quieres?
—¿Olvidarlo?Nosédequéhablas,menosaquéterefieres.¿Túsí?
Meneguéamarcharmedesuladoutilizandounsinfíndejustificacionesquenodieronel
resultado que yo esperaba. ¡Maldición! Black estaba empecinado endejarmeirjuntoaSamy
Damián aunque no lo deseara y yo sabía perfectamente el por qué: lajodidacharlaquedebía
mantenerasolasconEmilia.
Loabracéfuertementetrasrepetirleunayotravezcuantoloamabaantesdebesarloy
desprenderme de sus brazos que parecían no querer soltar los míos.Luego,unúltimovistazoselló
nuestroadióscuandoleexpresabaahoraaDamián,peromásbienconsusojosazulcieloun
“cuídala”,aloqueélautomáticamenterespondióun“asíloharé”.
Subíamoslasescalerashacianuestropisolostresencompletosilencio.Yaeranmásdelas
diez de la noche y aparte de cansada comenzaba a sufrir de unmolestodolordecabezaquenome
habíaabandonadodesdelasalidadelhospital.Sóloansiaballegaracasaparatomarunbaño,unos
analgésicosydescansar. ¿Comida?Nihablar de ellaporque con el sólohechodedejaraBlacka
mercedde lavíboradecuatrocabezasmiapetitosehabíaesfumadoporcompleto.
Yafrentealumbralnosdespedimos.SamsequedaríaunmomentoencasayDamián,esoera
másqueobvio,lotendríadelotroladodemipuertaencosadesegundos.Malquemalyateníasu
número de teléfono para cualquier eventualidad que se pudiese suscitar.Peroantesdeentraracasa
unnuevomensajedetextosuyosedejócaerenmimóviladvirtiéndomeloquemehabíaexpresado
detanamablemaneraenelpasillodelhospital.
“Recuerdaatarmuybienesalenguaquetienes.Ysinolograsconseguirlobebemuchaagua.No
me interesa quien sea Sam. La verdad, no confío en ella. Los gestos tedelatantodoeltiempo,
Anna.Noloolvides.”
—¡Voyadarmeunaducha!—grité,dirigiéndomeamicuarto—.¡Estásentucasa,Sam!
—Notepreocupes,Anna,yomeencargodetodo.¿Quieresquetepreparealgodecomer?
—Gracias,peronotengohambre.
—¿Quétalunté?
—Sí,untémepareceperfecto.Gracias.
—Gracias a ti—murmuróbajito sonriendomaquiavélicamentemientrasobservabapor
últimavezelpórticoqueseparabalacocinadelasaladeestar—.Porqueestonolohagoporti,mi
amor, sino sólo por mí—acotó en silencio entrecerrando la mirada yvolteándola,alavezque
evocaba por sobre todas las cosas a la figura del hombre al que tantoamaba—.Porquenoeressólo
túquienposeeunasbajolamanga—sacódesdeelinteriordeunodelosbolsillosdesuabrigouna
pequeñabotellitaconun líquido transparentea lacualadmiróconciertadevoción—.Veremosquien
vuelamásalto,Duvall,veremosquienpuedemás,situlindaprincesitaotumalditagolondrinaala
cual yo misma y lentamente me encargaré de… —se carcajeó—…cortarlelasalas.¡Anna,no
demores!—vociferóaladistancia—.¡Tuté…esperaporti!
CapítuloXX
Admiraba la luna desde una de las ventanas de la clínica meditandoseriamenteenloqueme
aprestabaa realizar, porqueestabadecididoa llevarloa caboya seguiradelanteporelbienestarde
mihijo.Esoeraloúnicoquemeimportaba,peroantesdebíadarelpasofinal:Emilia.
Suspiré antes de voltear y caminar hacia la habitación en donde Leodormíaconellaasu
lado.Por lo tanto, sinperderel tiempoabrí lapuertayentréde llenoalcuartoenelprecisoinstante
en que Emilia alzaba la mirada y sonreía, tal y como si me estuvieradedicandoesesingulargesto.
—¿Estádormido?
—Profundamente,Vincent. Lamento si querías estar a su lado antes quecerrarasusojitos,
peroestabamuycansado.
—Notepreocupes.Mequedarétodalanocheasíquepuedesvolveracasa
cuandolo
desees.
—Gracias,peronomemoverédelladodemihijo.
—También es mi hijo —subrayé y más por todo lo que presentía quesucederíaentrelosdos.
—Siemprehassidounbuenpadreyanteellonotengonadaqueobjetar.¿Quieressentarte?
Teloadvierto,tendrásquetolerarmeporquenopiensomovermedeestecuarto.
Suspiré otra vez mientras caminaba hacia uno de los sofás que seencontrabanauncostadode
lacamaenlacualLeodormíaplácidamente.
—Es un hombrecito muy valiente —prosiguió, acariciando una de suspálidasmanos.
—Siempre lo ha sido—desanudé un poco el nudo de mi corbata—. Aveces,measombra
demasiadolaformaenlaquesecomportadándomeaentendermásbienqueelhijosoyyo.
Sonrió ante mi enunciado, pero sin apartar la vista de su semblanteafirmó:
—Eslomejorquelavidamepudoentregar.
Cerrélosojosanteloquehabíaexpresadoporque,sindudaalgunaysinquererlo,meestaba
dandoelpieparaqueiniciaralaconversaciónquedeseabamantenerahoramásquenunca.
—Haréunviaje—articuló,sorprendiéndome—.Creoquees tiempoquenosmarchemosa
un nuevo lugar. ¿Qué opinas?—se volteó por completo para cruzar sumiradaconlamía.
—¿Quéestásdiciendo?
—Un viaje, Vincent. Nos hará bien a los dos. Además, así dejo deinterferirentuvida.
Suenagenial,¿ono?
—Telovuelvoarepetir,¿quéestásdiciendo?¿Notedascuentadeloquelesucedepara
pensarenllevártelolejosdemí?
—Me ocuparé de ello. Lo prometo. Sabes que en el extranjero estarámuchísimomejor
atendidoqueaquí.
Movími cabezade lado a lado asimilando cada idiotezque salía de suslabios.
—Noestáspensandoconlacabeza,Emilia.
—Claro que no, lo estoy haciendo con mi corazón. Es mi hijo, no loolvides.
—¿Estás completamente segura? —di la primera estocada que causóexpectaciónensurostro
cuandolaoyó—.Porqueyono.
—¿A qué te refieres? Soy su madre. ¿Qué pretendes? Sabes de sobraque…
—¿Mi padre y tú? —sonreí de medio lado, interrumpiéndola, ylevantándomedelsofá—.
Esa esunahistoriaque conozco a laperfección,pero aún asímantengomisdudas.
—¡Qué dudas, por favor!A estas alturas de nuestra vida ya lo deberíastenermásqueclaro.
¡Leonoestuhijobiológicosinotuhermano!
—Pruébalo—ladesafiédesencajándolaconmiconvincenteexigencia—.Unapruebade
ADN,Emilia,sólounapruebaydespuésdelosresultadospuedeshacerloquequieras.
En silencio se quedó tras lo que expresé decididamente, como si nohubieseterminadode
comprenderloqueledecía.
—No puedo… creerlo —realmente inquieta se levantó desde donde seencontrabasentada
para encararme—. ¿Después de cinco años, Vincent Black, vienes ymepidesunapruebaparaquete
lodemuestre?
—Esojustamenteacabodedecir.
—¿Porqué?—inquiriótotalmenteincrédula,deteniéndosefrenteamíenactituddesafiante.
—Porque jamás he confiado en ti desde el maldito día en que meengañaste.
—Estás loco si crees que aceptaré semejante petición. Leo es hijo de
Guido,¡asúmelocomo
tal!
—¡Jamás!—sinamilanarmisimperiosasganasdeconocertodalaverdadsobreelloselo
grité al rostro—.Nunca aceptaré lo quemi corazónmedicta que no escierto,porqueLeoesmihijo
ytúlosabesbien.¡Dejayadementir!
—¡Y tú deja de creer en un cuento de hadas! —me rebatió enseguida,afrontándomey
plantándose frente a mí, soberbiamente—. ¡Estuve una sola vez contigodespuésdemuchotiempo,
peromerevolquémuchasmáscontupadreporqueélsisabíacomplaceraunamujer!
Sonreíconsornasituandounademismanosenmientrecejo.¿Quéqueríaconseguir?Sacar
susafiladasgarrasmuydespacioparaterminardandoelzarpazofinal.
—Tu relación o lo que hayas tenido con él ya no es asunto mío. Enrealidad,hacemucho
tiempodejódeserunapreocupaciónparamí.Noasílavidademihijoytodoloqueconlleva.Site
quieresmarchar hazlo, pero sola. Leo no saldrá del país,menos en lascondicionesquese
encuentra. ¿Qué no oíste a Bruno? ¿Qué no prestaste la más mínimaatenciónatodoloquenos
explicó?¿Quémierdatienesenlacabeza?
—Dolor,sufrimiento,rabiayagonía…esoesloquehacemuchotiempotengoalojadodentro
demíynosóloenmicabeza.
La observé sin apartar mis ojos de los suyos tal y como hace muchotiemponolohacía.
—Meequivoqué,¿deacuerdo?Lopaguéconcreces,pero tú…—sonriócondescaro—…
jamás perdiste tu tiempo. Al contrario, te encargaste de borrarme de tucuerpoydetupielconla
primerazorraquesetecruzópordelante.
Guardésilencionotandocomosumiradaparecíacristalizarse,lentamente.
—Cuandotúyyopodríamoshabersidotan…
—¿Felices?—percibícomomiestómagosevolteabaycontraíaalevocaralafigurademi
padre—.¿Despuésdetodoloquehiciste?¿Despuésdecómomeengañasteyhumillaste
revolcándotecon…?
—Guido —finalizó por mí—. El único padre de mi hijo —sostuvoenérgicamenteparaque
nomequedarandudasalrespecto—.QuitadetiesaestúpidaideaquevagaentumenteporqueLeo
essuhijoysiempreloserá,aunquetúpienseslocontrario.
—Demuéstramelo—volvíadeclarar,tajante,porquejamásdaríapieatrásenmiferviente
convicción—.Da tuconsentimientopara realizar lapruebaydespuésdeellotedejoenpaz.
—¿Conquiéncreesqueestáshablando?¿Conunasoberanainepta?Jamásmedejarásenpaz
y eso tú lo sabes perfectamente porque aunque estés con esa zorra y terevuelquesunaymilveces
conellasabesquelaúnicamujerdetuvidaylaquetehizovibrar,desearyanhelarunfuturofuiyo.
Apretémismanos,empuñándolas,alavezqueintentabacalmarme.
—Aquí no hay pruebas para refutar los hechos que ya son patentes,Vincent.Leoesmihijoy
deGuidoysiempreloserá.Algúndíasabráquetehicistecargodesuvidapor…queeldestinoasí
loquiso,peronohaynadaqueprobar.Telorepito,aquíyenestahistoriayanohaynadamásque
probar.
Laoíatentamentemientrasenmicabezaelucubrabaelsiguientepasoqueestabadispuestoa
dar.
—Portubienesperoqueasísea,Emilia—fijémisojosenmihijounavezmásantesdesalir
delcuartoraudamentecondestinohaciaelpasilloprincipal.Mealejédelahabitaciónsacando
desdeelinteriordemibolsillomiteléfonoparabuscarelnúmeroconelcualansiabacomunicarme.
“Serenidadantetodo” ,merepetíamiconcienciaencadapasoquedabacuandolavozdeBrunose
hacíaaudiblefinalmenteatravésdelaparato.
—Estáhecho.
—Noaceptó,¿verdad?
—No,peroeralamásclaradelasposibilidadesquebarajaba.
—Entonces…
—Sigoadelantesindarpieatrás.
—¿Estásseguro?Sabesquepuedes…
—¿Perdermásdeloqueyaheperdido?Nolocreo,porqueestavezestoyseguroquevoya
ganar.Leoesmihijoynadaninadiemeharápensarlocontrario.
—Deacuerdo.Sólodamecuarentayochohorasytendráslosresultadosentusmanos.
—Perfecto. Sólo cuarenta y ocho horas…—suspiré, resignado—.Si heesperadocinco
añosdemividaparaestodeseguropuedolidiarcondosdíasmás.
***
A lamañana siguiente,Michelle no cesaba de observar el campus de launiversidadatravés
delaampliayluminosaventanadesuoficinaporlacualsefiltrabanlosprimerosrayosdesol.
Estabaansiosa,característicaquehabíadesarrolladoaplenituddesdeque
habíavistoasuhijapor
primera vez cuando ambas fueron presentadas por Renato, el Decano,aqueldíaenquetodocambióy
mejoró considerablemente colmando el gigantezco vacío que llevóconsigoportantosytantosaños.
Bebió de la taza de café que sostenía en una de sus manos mientrasobservabasurelojde
pulsera que ya marcaba las ocho y treinta de la mañana. Su primerpensamientoloelevóhaciaella
cuando comprendió que algo no encajaba bien, más aún porque Annanuncaseretrasaba.
Unos segundos después el sonido de su puerta la hizo sonreír creyendofirmementequeera
ella quien se hacía presente, pero la sonrisa se le borró del rostro alevidenciarqueeraRenatoquien
seencontrabaallídispuestoasaludarla.
—Buenosdías,Michelle.
—Buenosdías—contestó,suspirando.
—¿Sucedealgo?¿DóndeestáAnna?Penséquelaencontraríaaquí.
—Nolosé.Laestoyesperando,peroaúnnohadadoseñalesdevida.
—Yallegará.Segurotuvoalgúnpercanceconeltransportedeestabenditaciudad.Ahora
cuéntame,¿cómoestuvolacena?
Mantuvieronlaamenacharlamientraseltiempoparecíatranscurriratoda
prisacuando
Michelle, a grandes rasgos, le comentaba lo que había acontecido alinteriordesumorada.
—No imaginas la alegría que me da que todo esté evolucionandopositivamente.
—Ytodograciasati.SinomehubierasotorgadolaplazapararegresaraChileymás,
específicamente, a esta universidad donde Sebastián trabajó pormuchosañosnoséquehubierasido
demí.
—Fueeldestino,Michelle,undestinoquefueintervenidoporelhombrequeundíatúyyo
conocimosyquisimos.
—Fueunodetusmejoresalumnos,¿verdad?
—Así es y un hombre excepcional que hizo todo lo posible por saliradelanteconsuhijaa
cuestas.
Michelle tembló yRenato lo notó por la forma en que se estremeció latazadecaféqueaún
sosteníaentresusmanos.
—Te pedí que confiaras enmí cuando viste su fotografía en la sala delprofesoradola
primeravez,¿lorecuerdas?
Ellasóloasintió.
—Yasílohicistedeprincipioafinporqueteníasalojadaentumenteyentucorazónalgo
másqueunafirmeconvicciónquenecesitabasllevaracabo.
—Encontraramihija.
Leapartólatazalacualdejósobrelamesaparaluegotomarsusmanosconlassuyasy
proseguir,diciéndole:
—Ylohicisteaúnasabiendasde loquepodríasperderenelcamino.Siestásaquínoes
sólopormísinoportuspropiosméritosquetehanllevadoaserlamujerqueahoraeresapesarde
todoeldoloryel sufrimientoque tecausó loqueocurrióen tupasado.Peroyavez,nadadurapara
siempre…
—Gracias—sintióunapoderosaopresiónenelpechoquea todas lucesposeíaunsolo
nombre: Anna Marks—. ¿Dónde se habrá metido? —inquirióevidentementepreocupada,gestoque
no pasó desapercibido para Renato quien, de inmediato dibujó unaprominentesonrisasobresu
rostroavejentado.
—¿Porquénoloaveriguasportimisma?Eneso,Luisatepuedeayudar.
***
Mesentíafatalcuandoabrílosojosesamañanatalycomosiunedificiosemehubiesecaído
encima. ¡Genial! Gran parte de la noche la pasé en el cuarto de bañovomitandoysintiéndome
miserable de la cabeza a los pies. ¡Maravilloso! Ymi estómago aún secontraíadedolor,peroera
mínimo en comparación al que había percibido en la madrugada.
¡Sencillamente,fantástico!¿Podía
pedirmás?
—¿Qué estoy pagando ahora, señora karma? —fue lo primero queexpreséposandolamirada
enelcielodemicuartoy sintiendounascohorribleenmiboca.Comopudelogréllegarnuevamente
alcuartodebañoyasearme recordandoquenodebíaestarencasasinomásbienenlauniversidad.
¡Rayos,maldicionesy…!—.¡Nilopienses!¡Nisiquierapuedesmantenerteenpiecomopara
vestirtey…¿aúnquieresiratucitaconlaprofesoraCavalli?¡SantoDios!¡Quéfueloquecomí!
—chillé, reconociendo mi pálido y ojeroso semblante en el espejo—.GraciasaDiosVincentno
está aquí porque si me viera en estas condiciones seguro saldríacorriendo.
Volví a la cama mientras tomaba mi móvil para constatar que horamarcaba.¡Fabuloso,las
nueve de la mañana! ¿Qué pensaría Michelle? Claro, que era unairresponsablepornisiquieraestar
ensuoficinaa lahoraacordada.Cerré losojosporunpardesegundoscuandolasnáuseasenmi
cuerposevolvíanapresentar.
Alcabodeuninstantelapuertademidepartamentosonódeunaparticularmanera.Deforma
inmediataconstatéqueVincentnoeraquienhabíatocado.“Sóloúseseencasodeemergencia”
recordé,evocandoaAmeliatrassuspirarensilencio.
Lapuertasonóunavezmásloquemehizotomarmiteléfonoymarcarelbenditonúmerodel
ÁguilaReal.Dostonosyélcontestóenseguida.
—¿Anna?
—Acabo de escucharte, perome siento fatal. Dame unos segundos, porfavor,yateabro.
—¿Quétienes?
—Dejadehablarylosabrás.
Luegodeconstatarmiestadoregresóconmigoalacamadepositándomeenella,arropándome
yprestandomuchaatenciónacadaunodemisgestosfaciales.
—Tengoquellevartealhospital.
—No—fuelaclaraycategóricarespuestaqueledi—.Seguroesunvirusoalgosimilar.
Yapasará.
—Noteloestoypreguntando.Estásmuyojerosa,Anna.
—Losiento,peronoiréaningúnlugar.Seguroalgoqueconsumíeldíadeayer…
—Ayer no conmiste nada —me recordó—. Al menos… —lo meditóseriamentesinquitarme
losojosdeencimarealmentepreocupadopormiestadodesalud—…noconmigo.Cuéntame,¿Sam
tepreparóalgodecomer?
Movímicabezadeladoalado,negándoselo.
—Sólounté.
“Un té”, replicó su conciencia y en cosa de segundos, se levantódejándomeabsortatrassu
repentinaeintempestivasalidadelcuarto.
—¿Damián?
—¡Ya regreso!—contestó a la distancia mientras a paso apresurado sedirigíaaconstatarlo
todo.Susojosrápidamenteinspeccionaronellugar,peroconloúnicoqueseencontrófueconuna
cocina bastante limpia y pulcra sin señales de que alguien allí hubiesecocinado.Ydelabasurani
hablar,nohabíarastros.
Sonrióconsarcasmoentrecerrandolamiradayvolviendoprontamentealahabitación.
—Asíque…¿sólounté?
—Sí.¿Porquélopreguntas?
—Simplecuriosidad.Dameunmomento,porfavor,llamaréaBlack.
Aquelenunciadomehizodespertardemitumbayreclinarmeenlacamacomosifueraun
jodidoresorte.
—¡Olvídalo!—leclavémifervientemirada—.Túnoharásnada.
Meobservócomosi,depronto,mehubiesevueltoloca.
—Noquieres que te lleve al hospital y ahorame exiges que no llame aBlack.¿Quéte
ocurre?¡Estásenferma!
—¡Ysiloestoyquémasda!—meacomodédemejormanera—.¡Éltieneyaconquélidiar
paraquetambiénestépreocupadopormí!
—Anna…
—Annanada,Damián, te loprohibo—exigí,desafiante—.Suhijoes sumayor
intranquilidadenestemomento.Nomehagasejemplificartelo,porfavor,que…—merecosté
nuevamentesobrelaalmohada—…notengoánimosnisiquieradegritar—.Cerrélosojos
relamiendomislabiostodoyfrenteasuexpectantevista.
—Deacuerdo—manifestóalfin,luchandoconelmovimientodesumanoquepretendíapor
todos losmediosposibles situarse sobre lamía.Porqueverdaderamenteansiabatocarmepara
darme a conocer que allí estaba y allí se quedaría—. ¡Vaya, terca! ¡Dasmástrabajoqueunamisión
aIrak!
Sudesafortunadocomentariomehizocarcajearavivavozdeunamaneratanhilarantequeél
terminó riendo conmigo hasta que sentí su calor rodeando una de misextremidades,específicamente,
una de mis manos que se encontraba situada sobre la colcha. Aquelinesperadogestosuyosólo
consiguió queme detuviera, silenciándome, al tiempo que la apartaba ysintiendodentrodemíun
leveardorquemeprodujosuinminentencontacto.
—Asíque…¿unamisiónaIrak?—inquiríparaquenonotaramievidentenerviosismofrente
asuroce—.Nosabíaqueeratanpeligrosa.
“Nisiquieraloimaginas”,pensóenabsolutosilenciotansólosonriendodemedioladoante
loocurrido.
—¿Sólo fue un té? —replicó, retomando la charla—. ¿Segura que nocomistealgomás?
—Si estás pensando en la posibilidad siniestra de que Sam quieraenvenenarmeestásmuy
equivocado.Somosamigas,Damián.
—Anoche ya te dimi apreciación sobre ella. Nome hagas explicártelocomoselodijea
Amelia.
Volteémisojosparaencontrarmeconlossuyos.
—¿QuéfueloqueleexplicasteaAmelia?
Yélsuspirótrasllevarunadesusmanoshastasunuca.
—¿Tienequeserahora?
—Tengo todo el tiempo delmundo tan solo para ti.Ahora habla y, porfavor,noomitaslos
detalles.
Luego de toda su bendita explicación aún no podía creer lo que“supuestamente”elveíayyo
no. No hasta que un par de frases suyas me lo confirmaron: “Hacedemasiadaspreguntascomosi
cada vez quisiera indagar y profundizar más y más en cada acto querealizas.”
—Esilógico.
—¿Porqué?
—Porquejamásmehadadomotivosparadesconfiar,Damián.
—Yo no estaría tan seguro. Si quieres un consejo… sólo abre bien losojos.Telodijeuna
vezytelovuelvoarepetir:vemoscaras,peronocorazones.Tuenemigopuedeestaratulado,
frenteatiomáscercadeloquecrees.
Entrecerrélavista,peroahoraposicionándoladellenosobresuparanadarelajado
semblante.
—Yyotedijequeesoteincluíaati.
Seencogiódehombrosaloírme.
—Loséyescomprensible.Porelmomento,paratinosoyunapersonadefiar,pero
lamentablemente, loquierasono, tendrásquehacerlo.Hastaahorano tehedefraudado,¿osí?
Desviélamiradadesuspenetrantesojosqueparecíaninvadirlosmíos.
—Y no lo haré —lo afirmó decisivamente—. La lealtad para mí esintransablealigualque
la confianza que se gana y no se regala —sonrió, levantándoseintempestivamentedelcostadodemi
cama.
—Esofueloquetedije…
—Cuandotúyyonosconocimos—dirigiósuspasoshacialaventana—.Loadoptécomomi
lema.Esperoquenotemoleste.Así,sindudaalguna,esmásfácilparamí.
Nocomprendíloquedijohastaquemelohizosaber.
—Porquepuedohablarsinqueteespantes.
—Nosoyunamujerqueseespantatanfácilmente,Damián.
—Entonces…creoqueestoyencondicionesdeentregarteunateoríaquedamuchasvueltas
enmimenteconrespectoati.
Y otra vez me hizo guardar el debido silencio hasta que con todas sus
letraspronunció:
—Situamiganotehaenvenedadoquizás,podríasestar…¿embarazada?
Misojossedesorbitaron,sesalierondecuajo,sevoltearonaligualquelohizomiestómago.
¿Quéyoqué?¿Embarazada?
—Náuseas,malestar,decaimiento,cansancio…nosoymédico,Anna,perosoyelmayorde
treshermanos.Digamosquetengoalgodeexperienciaalrespecto.
—Noestoyembarazada.
—Nolosabes.
—No estoy embarazada —recalqué—. Así que quita eso de tumaquiavélicamente.Enmis
planes no está contemplado tener un hijo y estoy segura que en los deVincenttampoco.
—¿Jamás se han planteado esa posibilidad?—aún nome observaba.Dehecho,presentíque
al hablar de ello no deseaba hacerlo. ¿Por qué? Si supiera la respuesta,créanme,nomelaestaría
formulando.
—No.ÉlyatieneaLeo.
—Hablascomosinodesearas…
—Noquierounhijo—recordé loqueporobvias razonesdeseéolvidardesdeuncomienzo,
peroqueahoraconsu“supuestateoría”volvíaasaliralaluz.
—Eresjoven.Algúndíaserásmadrey…
—¡Hedichoquenoquierounhijo!—perdí lacompostura lograndoqueconmimaravillosa
exclamacióndelocarematadaélsevolteararápidamentehaciamí—.¿Estandifícildecomprender?
Sinnadaquedecirsusojosavistaronlosmíos,comosienellosestuvieralarespuestaque
tantonecesitabacontestar la inquieta interrogantequeyaseformulabaalinteriordesumente:“¿Qué
ocurriócontigo,Anna?”
Terminé llevándome ambas manos al rostro para cubrirlo mientras nodejabadesuspirary
suspirar. Sabía, por obvias razones, lo que acontecía de su parte porquepodíasentirsuvistasobre
la mía penetrándome al igual que si fuera un taladro que lo único quedeseabaerallegardirectamente
al meollo del asunto donde se encontraban cada una de mis malditasevocacionesqueaúnno
conseguíaarrebatármelasdeltodoyque,cadavezqueselesdabalagana,aúnheríande
considerablemaneramipequeñoymaltrechocorazón.
—Nosiintentasexplicármelo—.Conaquellascuatropalabrasentendíquenosedaríapor
vencido.
—¿Seríasuficiente?—apartélentamentemismanosdemirostrocuandomisojossefijaban
enlossuyosymásenelasentimientoquemeotorgódándomeaentenderconellounrotundosí—.
Pues…noestanfácilcomenzar…
—Entonces,nolohagasporelladodifícil.
Lamentablemente, la palabra difícil tenía una connotaciónmuydiferenteparamí.
—Noesfácilcuandonotesientesorgullosadetupasado.
Caminó hacia mí dispuesto a tomar asiento nuevamente en el mismocostadodelacamaenel
cual se había sentado con anterioridad. Y así lo hizo, pero esta vezentrelazandomimanosindarme
tiempoaquitarladelaopresióndelasuya.
—Esfácilsólocuandotedecidesahacerlo,peroconlaverdad.
«Fácil,fácil,fácil…enesemomentodemividanadafuedeesamanera,teloaseguro.»
Volteé negándome a observarlo, negándome a hablar, negándome porrazonesmásqueobvias
aconfesarlelahorribleexperienciadelacualhabíaformadoparteydelaqueaúnnomelograba
liberarhastaqueelcalordesumanoenmirostro,elroceinminentedesupielenmipiel,lasuave
caricia que se desarrolló sin que yo pudiera detenerla, me estremecióbrindándometodolocontrario.
—Noquierotenerotrohijoporque…—volvíacontemplarloteniendosuvistamuycercanay
preocupadasobrelamía—…yamedeshicedeuno.
—¿Te…deshiciste?—formuló,absolutamenteincréduloycontrariado.
—Sí, tal y como lo oyes. Porque jamás tuvo la culpa de haber sidoconcebido…trasuna
violación.
CapítuloXXI
No cesaba de observarla mientras su mirada se perdía en un puntoequidistantetrashaberme
confesado, a grandes rasgos, aquel tortuoso pasado del cual se sentíarealmenteavergonzada.Por
todoslosmediosposiblesansiéabrazarla,contenerla,confortarla,cuandooíyasimiléloqueme
relataba, pero… ¡¡quién era yo para hacer eso, maldita sea!! Nadie…absolutamentenadiecuando
existíaotrohombrequerealizabaesetrabajomuchomejorqueyoyconcreces.¡Cuántohubiese
dadopor tomarsu lugar! ¡CuántohubiesedadoporserBlack!Creoquemividaentera…nohabría
sidosuficiente.
NombrescomoVictoriaySantiagoaúnrondabandentrodemicabezatrasimaginarmeloque
debió sufrir Anna a causa de esos dos hijos de puta que prácticamentecondenaronsuexistencia.
Violacióny aborto fueron las palabras que prosiguierony gracias a lascualescomprendí
necesariamenteporquénoestabaensusplanestenerunhijo.Ahora…todoparecíatenersentido.
Ensilencionosquedamosdentrodesuhabitación.Ella,aúnperdidaensuspensamientosy
evocacionesyyoenmirabiainterna,enmidesdichaymerafrustración.Porquenisiquiera
expresarleun“losientotanto”parecíasensatoenesecrucialmomentodenuestrasvidascuandola
verdadme estabamuriendo por llegar a ella para besarla, acariciarla ysellarasítodosumagnánimo
dolor.
Meaprestabaahablarcuando,depronto,advertimosquealguientocabaalapuerta.
—¿Esperas a alguien? —clavé mis ojos en los suyos que aún seencontrabanalgocristalinos
y distantes. Anna, en cambio, sólo movió su cabeza de lado a ladonegándosearesponder.Creoque
trassuconfesiónhabíaperdidoporvoluntadpropiaelhabla.
Caminé rápidamente hacia el pórtico al sentir otra vez unos delicadosgolpesquesehacían
notar, hasta que abrí encontrándome cara a cara con una mujer que yasabíaquieneragraciasaunos
contactos y favores que había cobrado. Intentó sonreír mientras letemblabanlasmanosyla
barbilla.Susojosazulesbrillaban,subocaseabríaysecerrabacomosidesearadeciralgoquele
costaba mucho balbucear, pero aún así lo hizo y con un suave timbredándomeaconoceraquiena
buscabayporquienallíseencontraba.
—Buenosdías.¿EsteeseldepartamentodeAnnaMarks?
—Así es. ¿Quién la busca?—engañarla parecía una opción válida paracorroborarloqueya
conocíasobresupersona.
—MichelleCavalli,soysuprofesoraguíaenlauniversidad.Muchogusto—tendióunade
sus temblorosasmanos la que estreché cortésmente, brindándole una delasmías—.Eresel
muchachodelaotranoche,¿verdad?
—Sí.SoyDamiányelgustoesmío.
—Es un placer, Damián. La verdad, no quiero importunar, pero estoypreocupadaporAnna.
Hoyteníamosagendadaunareuniónparavernosytrabajarsobresutesisynollegó.¿Sabessiestá
bienydondepuedoencontrarla?
Parecíasincerayporsusrasgosfacialescomprobéquenomentía,pero…¿porquése
encontrabaansiosayalaveztannerviosacuandosereferíaaAnna?
—Ensucuarto—informéparatranquilizarla.Eraevidentequeesamujer
algoescondía,pero
¿qué?—.Estáalgoenferma,nosésitengaánimosdeverla.
Lapalabra“enferma”sacóa reluciraúnmássu incipientepreocupaciónquecontrajosu
rostroenunaevidentemuecadeinterés.
—¿Puedes informarle que estoy aquí? —su pregunta más parecía unasúplica—.Megustaría
verla,porfavor.Esimportante.
Algoenellayen la singular formaenque lo rogabamehizovoltearycaminarhaciaelcuarto
para informarle aAnna sobre la llegadadequien, segundos atrás, habíatocadoasupuerta.Yella…
bueno, sucaracterísticonerviosismoafloróhaciéndosenotarcuandomeoyóycomprendióloquele
decía,contrayendosusemblante,perodeasombro.
—Dicequeesimportante.¿Quéquieresquelediga?
Nolopensódosvecesy terminóaceptandomientras tragabasalivaalgoperturbadapor
aquellainesperadavisita.
Despuésdetranscurridosalgunosminutosoíqueambasreíansuavementedándomeaentender
con ello que todo estaba bien. Genial. Mi intuición aún seguía siendoinfalibleyesolocomprobé
cuandoleíciertainformaciónquellegóamimóvilcondetallesaúnmás
específicossobrequien
ahora charlaba animadamente con Anna. La única palabra que pude ylogrérescatardetodofue
“Villarrica”.¿Nosesuponíaquesusabuelosaúnresidíaneneselugar?
***
LavisitadelaprofesoraCavallimesobresaltóenunprimerinstante.¿Quéhacíaaquí?Fue
lamássencilladelasinterrogantesquemeformulésinconcebirunasolarespuesta,nohastaqueme
lo explicó a cabalidad dejándome boquiabierta con su inusitado interés.¿Desdecuándolosmaestros
sepreocupabantantodesusalumnos?
Nuestra charla prosiguió y extrañamenteme sentí muchomejor con sucompañíayeso
tambiénlonotóDamiánalobservarnosdereojodesdelapuerta.
—¿Quéhacesahí?¿Porquénoentras?—alverlodepiejuntoalumbralnopudeevitar
sonreírle.
—Noqueríainterrumpirlas,peroalevidenciarqueestásdemejoránimomehandadoganas
decocinar.Recuerda,nohascomidonada.
RecibídeinmediatounamiradadereprochedeMichelle.
—Puesnosedigamás.Debesalimentarteymeocuparétambiéndeello.
¿Perdón?¿Enquémomentohabíaechoingresoalamismísimadimensióndesconocida?
—¿Puedoapoderarmedetucocina,Anna?
Sí,definitivamenteestabainmersaenella.
—Usted…¿pretendecocinar?¿Aquí?
—Siemprelohagoencasa.Además,yaeshoradequepruebesmimano.Damián,séqueno
meconocesyquetepareceráextrañoquetelopidacasiunadesconocida,pero…¿podría
aprovecharmedetutiempo?
—Siempreycuandoseaenbeneficiodeaquellaseñorita—meindicó—.¿Quédebohacer?
—Ir de compras —se levantó de la cama desde donde se encontrabasentada—.Laqueremos
recuperada,¿ono?
—Definitivamente la queremos…muy recuperada—noté como sonreíaconmaliciaalavez
quenocomprendía comoaquellasdospersonasque sehabíanvistounasolavezensuvidaparecían
ahoratancompenetradas.
—Un segundo —articulé, deteniéndolos—. ¿Qué se supone que ocurreaquí?
MichelleobservóaDamiányéstelohizoalavezconellatrasencojersedehombroscomosi
nohubieseprestadolamásmínimaatenciónamispalabras,diciendo:
—Usteddirá,¿quénecesitamos?
—Bueno,penséhacerunasopalivianaquefortalezcasuestómagoy…
Sonreíresignadabajandolamiradahacialacolcha,intuyendoqueeseparalgosetraíaentre
manos.
***
Leofuedadodealtayregresábamosconélenunodelostantosvehículosdelafamiliaque
Fredconducía.DentrodelcochesepercibíalatensiónqueentreEmiliayyosehabíageneradotras
nuestradisputadelanocheanteriorporelexámendeADNqueconstataríaycertificaríalaprueba
fechacientedepaternidady,porende, laúnicaposibilidadqueexistíadequeLeofueramihijo.
Pero nada resultó de lamanera en que lo había planeado. Por lo tanto,seguíadelantesindarpie
atrás,aunquesabíadesobraquesesuscitaríaun infiernodespuésque leplantaraenelrostroloque
aquelinformerevelaríaendetalle.
Inhaléairerepetidasvecessintiendounapequeñaopresiónenunademismanos,porqueLeo
me tenía aferrado a una de las suyas al mismo tiempo que la otra seentrelazabaaunadelasdesu
madre,gestoquedealgunamanerasimbolizabalofelizqueseencontrabadequeambos
estuviéramosasulado.
Mirandanosesperabaencasa,impaciente,peroaquelsentimientosuyosedesvaneció
prontamente al ver al pequeño y estrecharlo con sumo cariño entre susbrazos.Porexpresasórdenes
de Bruno, Leo debía guardar debido reposo para evitar así otracomplicacióncomolaquehabía
sufridomientrasjugabafutbolenelparque.Nadadeexigenciasfísicasnoshabíaadvertidoen
profundidadylollevaríamosacaboesperandolasnoticiasdelespecialistaencardiologíaquese
habíahechocargodelcaso.
Al interior del cuarto de Leo en el cual nos encontrábamos mi móvil,inesperadamente,
comenzóa sonar.No fueuna llamada sino solamenteunavibraciónqueemitió,dándomeaentender
quehabíarecibidounmensaje.Rápidamente,lotoméparaconstatarquienlohabíaenviadoyacon
el rostrodeAnna insertoenmimenteycolmandocadaespaciodeella.Sonreítrasacariciarel
cabello de mi hijo notando como Emilia también deseaba a toda costahacersepartícipedelmensaje
queme dejó en tan solo un par de segundos evidentemente preocupadoanteloquedecíaasí:
“La señorita Marks no se ha sentido del todo bien. Disculpe por noinformarlecon
anterioridad, pero me ocupé de ella y de su bienestar gran parte de lamañana.Además,me
advirtiócasialgradodeladesesperaciónquenolecomunicaralanoticiadebidoaquesuhijo
estabaenprimerlugar.Losiento,señorBlack.Nofuemiintenciónomitirestetipode
informaciónrelevante.Esperoquelocomprenda.”
Todo loque logré rescatar fue“La señoritaMarksno seha sentidodeltodobien…me
ocupédeellaydesubienestargranpartede lamañana…”mientrasmisemblanteendurecíasu
actitudymibocamurmurabaconundejodeironía:
—También lo espero, Damián. Sinceramente de ti… también espero lomismo.
Despuésdetranscurridaunahorasalídeldormitoriodemihijodejándoloalcuidadode
Miranda.Confiabaenellaconmivida,porlotanto,esomedioeltiemponecesarioparairporAnna
mientras Emilia también se disponía a salir, pero con destino hacia laempresa.
—¿También te vas? —pronunció toscamente tras comenzar a bajar lasescalerasdelasala
—.¿Quelamuchachitaesanopuedevivirsintiaúnsabiendoquetuhijoestáconvaleciente?
Acariciémibarbillaoyendosusponzoñosaspalabras,porqueestamujernosecansabade
lanzármelasalrotrocadavezqueseledabalagana.
—¿Ytú?—ledevolvírápidamente—.Sesuponequedeberíasestaralladodetuhijo,¿ono?
—Alguien debe hacerse cargo de la empresa ya que tú no te dignas aaparecerporella.Esa
zorra debe hacermuy bien su trabajito de“ramerita barata”por comocorreshaciaellacadavez
quetehacesonarelmóvil.
Discutir frente a cada una de las imbecilidades que pronunciaba ya noteníaelmayordelos
sentidosparamí.
—Hablaloquequieras.
—Jamáspidopermisoparahacerlo,Vincent,esolosabesdesobra.Ahoradime,¿volverás?
Recuerda,tuhijotenecesitay…
—Sé lo que tengo que hacer y con respecto aLeomuchomás.Así queahórratetus
manipulaciones,todotupalabreríoycumpleconturoldemadreporqueaesotedeberíasdedicar.
—¿Quémierdaquieresdecirconeso?—trasllegaralprimerescalónsuactitudcambió
notablementedándomeaconocerqueelpapel“demadrearrepentida”lohabíadejadotraslas
puertasdelhospital.
—Sabes muy bien a qué me refiero —le sonreí con sorna yaaprestándomeadirigircadauno
demispasoshacialapuerta.
—Vincent,¡Vincent!
—C’est lavie(asíes lavida)—caminésinmirarhaciaatrásporque loqueverdaderamente
me importaba ahora era estar conAnna, saber qué le sucedía y por quéhabíatomadoladrástica
decisióndeocultarmesumalestar juntoaDamián.Y loharíaenseguida,sinperderunsolosegundo
másdemitiempo.
El departamento estaba en completo silencio cuando hice ingreso a élcerrandolapuerta,
lentamente.Sóloadvertíquealguienhabíacenadotrascontemplaralgunosplatosqueseencontraban
lavadosyapiladossobreunmostrador.
Con las llaves aún en mis manos me dirigí hacia la habitación de mipequeñasinpronunciar
sunombre.Sisesentíamallológicoeraqueestuvieserecostadayasílaencontré,pero
profundamente dormida cuando crucé el umbral de su dormitoriodispuestoallegarhastaella.
Sin nada que decir para no despertarla y evidenciando la palidez de susemblante,tomécon
delicadezaunadesusmanosentre lasmíasparabesarlaunpardeveceshastaqueunasuavevozque
seoyódetrásdemímealertó,deteniéndome.
—Se quedó dormida hace tan solo un instante. Ha evolucionadopositivamenteaunquesigue
muycansada.Almenos,suestómagotolerómuybienlacomida.
Me volteé para admirar y constatar quien era lamujer que pronunciabaesosenunciadosy
cuando lohicemisojos sequedaron fijosen lamenuda figuradequienintentabasonreírmecon
complacencia,añadiendo:
—DebesserVincentBlack.Esunplacer.SoyMichelleCavalli.
¿MichelleCavalli?
—MaestrayguíadetesisdeAnnaenlauniversidad.
Aún seguía sin entender nada y ella así lo advirtió tras levantarse de lasillaenlacualse
encontrabasentada.Apartódesusmanosellibroqueleíaaligualquelasgafasqueteníamontadas
sobresusojosparacontemplarmemejoryproseguir.
—¿Te preguntarás que hago aquí, verdad? Por tu notorio silencio esoadvierto.
—Entreotrascosas.¿DóndeestáDamián?
—Acaba de marcharse. Tenía algo que hacer, pero dijo que regresaríaenseguida.
Volvíabesarlapalmadelamanodemipequeña,peroestavezleregaléotrobesomásensu
frenteconstatandoquesutemperaturacorporaleradeltodonormal.
—Lo lamento —me disculpé de forma inmediata tras mi falta deeducaciónparaconella—.
Muchogusto.
—Elgustoesmío—alzóunadesusmanosparaestrecharunadelasmías—.Damiándijo
quellegaríasencualquierminuto.
—¿Qué le sucede a Anna?—deslicé una demis manos pormi cabellopretendiendomantener
miangustiacontroladapornosabernadasobresusituación.
—Al parecer, sufrió una descompensación que terminó afectando suestómago,perocréeme,
ya se siente mejor. Bebió algo de sopa y bueno, se durmió como unabebita.
Amboslaobservamoscontranquilidadalconstatarcomosupechosubiaybajabaenunritmo
bastanteregular.
—¿PorquéDamiánnollamóaunmédico?¿Porquénomeinformódeloquelesucedía’
Michellenocomprendióloquedecíaporlaformauntantoasombradaenlacualme
observó.Teníarazónparaadmirarmeasí,esaúltimainterrogantenodebíhaberlaformulado.
—Nolosé,peroselopuedespreguntarcuandoregrese.
Yloharíasindudarlo.
—Bueno,creoquemitiempoaquíseacabó.Annaestáuntantomejoryyoyapuedopartira
casadejándolaenbuenasmanos—.Sevolteóparatomarellibro,elcualacomodósobrelamesita
denocheque se encontraba aun costadode la cama—.¿Puedesdecirle,porfavor,quenodudeen
llamarsinecesitaalgoyalahoraqueestimeconveniente?
¿Debíahacerlo?
—Claro que sí —respondí sólo por amabilidad, pero ya preso de unaextrañasensaciónquea
todaslucesteníaqueverconellaysucomportamiento.
—Gracias, Vincent —sonrió de una forma que se me hizo totalmentefamiliardemostrándome,
además, lo nerviosa que se encontraba tras realizar un particularmovimientodemanosque
extrañamente solo Anna hacía—. Nos veremos mañana. Llamaré antesparasabercomopasóla
noche,sinoteimporta.
—Deacuerdo.Laacompañohastalapuerta.
Asintió,tomandosuabrigoysubolsoqueseencontrabanambossobreelrespaldodelasilla
quesegundosanteshabíaocupado.Yasícaminamoshaciaelpórticojusto
cuandoesteseabríay
Damiánentrabaporél.
—SeñorBlack.
Sólo un ferviente vistazo le otogué a cambio que no necesitó de máspalabras.
—¿Yaseva,Michelle?
—Sí,Damián.Annasequedaenbuenasmanos.
—Muchasgraciasportodo.
Sonrió,al tiempoquesusojosazulesparecíanbrillaraúnmásdeloqueyaresplandecían.
—Muchas gracias a los dos. Fue un placer conocerlos. La cuidan, porfavor—sedespidió,
cruzóelumbralynosdejóalgoperplejosconelsingulartonodevozqueutilizóparaexpresaraquel
enunciadoqueatodacostacolmónuestrosoídos,talycomosinofueraunsencilloconsejo.Porque
claramenteesoeramásbienunanítidaexigencia.
—Quierosabertodosobreesamujer—fueloprimeroquedijetrascerrarlapuerta.
—¿Tiene algo de tiempo, señorBlack?—con esa intrépida interrogantequemanifestóvolteé
enseguidalamiradahacialasuya.
—Quésabesalrespecto,Damián.
—TodocomienzaenVillarrica,señor.
Aquella palabra, aquel único vocablome desconcertómás de la cuenta.¿Quéhabíadicho?
¿Villarrica?
—Es oriunda de esa ciudad. Sus padres poseían una ganadera muyimportanteeinfluyenteen
lazona.
TraguésalivaacadapalabraqueélpronunciabaevocandoporsobretodaslascosasaIgnacio
Marks,peroenespecialalahistoriaquemehabíarelatadosobresuhijoyaquellamujerdelacual
sehabíaenamorado.
—¿Estásseguro?
—Sí,señor.Actualmenteestácasadaconunabogado,JuliánBrunet,conelcualllevamásde
diezañosderelación.
No sé porquéme negué a expresar una palabra que a todas luces teníaatragantadaenla
garganta.
—¿Algomás?
—Lamentablemente… sí—guardó silencio por un par de segundos trasentregarmeunpapel
dobladoalamitadquesacódesdeunodelosbolsillosdesupantalón—.Serámejorqueloveapor
ustedmismo.
Yasí lohice, tomándoloentremismanosydesdoblándoloante laatentamiradadeDamián
quenomegustóparanada.
—¿Qué se supone que…?—no pude seguir hablando cuando mis ojosrecayeronenlacopia
delcertificadodenacimientoquesemostrabafrenteamí.
—Alparecer…dioaluzaunhijo,señor.
«No,noaunhijo,Damián,sinoaunahija».Eldocumentoasíloseñalaba.
Traguésalivaconsumonerviosismo.Tembléalleeryreleertodoloqueallíseespecificaba
conmisojos sumamentedilatados.Mibocaestabaseca,demasiadoparamigustoyelaire…
¡Maldición! Al parecerme había quedado sin él intentando comprenderquémierdasucedía.
—Espero instrucciones, señor—agregó Damián, pretendiendo con ellotraermedevueltade
miirrealidaduntantodifusaenlacualestabainmerso.
Alcélavistaparaperderlaenalgúnlugarnegándomeaarticularunasolapalabrasobrelo
queambosyadilucidábamos .“¿Yahora?”Medictómi conciencia queestabatanperturbada,
asombraday fuerade sí como lo estabayo.“Nomás secretos,Vincent”prosiguió,desarmándome
por completo al igual que si fuera una torre hecha de naipes que sedesmoronó,depronto,dejándolos
pordoquierregadossobreelpiso.“Seloprometisteynosoloaella,sinotambiénati.¿Qué
pretendeshacer?¿Volverásametirleporsupropiobienoestavezharáslocorrecto?”.
«Locorrecto…¿Quédiablosera locorrecto?»,pensé.Sencillamente,esapregunta,porel
momento,noposeíaunasolamalditarespuesta.
DespuésdehablarasolasconDamiánmequedéfrentealasventanasdelasaladeestarde
Annameditándolo todo.Podíaserqueesamujer,despuésde tantosañosfuera…¿sumadre?Llevé
unademismanoshaciamicabellotraspensarycavilarencadaunadelasalternativasqueahorase
exponíanfrenteamí,peroconmásclaridad.Elcertificadodenacimiento,susgrácilesmovimientos,
esamiradaqueaunquefueradeotratonalidadmerecordabamuchísimoalaprofundidaddelavista
de mi pequeña, la cadencia de su voz… Sí, podía pasar perfectamentecomoundesequilibrado
mentalalpensaren tantascosasynomequedaba lamenordudaque, siellamevieraasí,eneste
precisomomentotambiénmeloharíasaber.
Sonreícomounidiotahastaquecomprendíqueperdíamivaliosotiempoalquedarmeahí,de
pie,cuandoperfectamentepodíaestarasuladoabrazándola,acariciándolayamándolaparaque
sintieramipresencia.
Me devolví tras mis pasos deshaciéndome el nudo de la corbata,quitándomelachaquetadel
traje, desabotonándome la camisa y apartándome de todo lo demás aexcepcióndemiropainterior
paraentrarenlacama.Deslicélassuavessábanasqueolíansóloaella,asuescenciayperfumeque
meembriagóenelmismoinstanteenqueabríalosojosymeobservabapronunciandominombre.
—¿Vincent?
—Sí, pequeña, aquí estoy —. Alcé su mentón para que mi boca seapoderaradelasuyaenun
tierno y suave beso que ella correspondió al mismo tiempo que mismanosseaferraban
delicadamente a su cuerpo y las suyas lo hacían conmigo de la mismamanera.
—Te he extrañado tanto… Dime, ¿cómo está Leo? —detuvo el beso,acariciandotiernamente
mirostroconsusmanos.
—En casa y evolucionando positivamente—al oírme una prominente ybellasonrisale
alumbró el semblante aún un tanto pálido que no dejé de apreciar—.Ahoracuéntametú.¿Quéle
ocurrealamordemivida?
—Estoy bien. Sólo padecí un pequeño malestar estomacal. Durante eltranscursodeldíame
hesentidomuchomejor.
—¿Estás segura?—me acerqué acechando nuevamente su boca—. ¿Porquénomellamaste
deinmediato?
—Porquenohacíafalta.Ahoramismo,mesientoenóptimascondiciones—biensabíayoa
quesereferíaconesode“óptimascondiciones”cuandoseestrechabamásymásamicuerpo
mientrassubocalamíaymordíalamíadeávidamanera.
—Anna,estásconvaleciente.Mepidieronquetecuidara.
—Pues, hazlo. ¡Qué estás esperando! —sonrió con malicia—. Necesitoquemecuides,que
me toques, quemebeses, queme folles…necesito todode usted, señorBlack.
¡Cretinoafortunado!
—Anna…—meagarrólabarbillamientrasmeacariciabaloslabiosconunodesuspulgares.
—Por favor… —expresó en un puchero que realmente me conmovió.Despuésdetodo,¡qué
más podía hacer si era capaz de desarmarme y armarme a su antojo encosadesegundos!
—¿Tequieressalirconlatuya,AnnaMarks?
—Esaeslaidea…bestia.
No pude reprimir una airada carcajada que brotó efusivamente desde elinteriordemi
garganta.
—Conquebestia,¿eh?
—Sí,bestia,bestia,unaymilveces“mibestia.”
—De acuerdo, provocadora, ahora sabrás muy bien como “cuida” elseñorBlack—enun
rápidomovimiento lamonté sobremí cuandomibocaallanaba la suya,milengualaembestía
entrelazándolaconlamíaycadaunademismanosrecorríansuespaldaylapartebajadesucadera
paraqueningúnlugardesucuerposequedarasinacariciar—.Noquieroprovocartealgúndañoy
quepormiculpa…
—Créeme, Black, daño me provocarás si sigues hablándome de esaforma.¿Quiereseso?
Nopodíadejardebesarlaporqueacadasegundomisansiasdeposeerlaseacrecentabancon
desespero y sólo ella era capaz de conseguirlo con todo lo que meexcitabasucercanía,elsonido
incomparablede suvoz, aquella increíble sensaciónde la cualmehacíapartícipealbesarme,al
tocarmeyentregarseasí,sincondiciones.
—Esoquieredecirque…¿soysuespeciedemedicina,señoritaMarks?
—Miúnicamedicina—alardeó,ganándosedeinmediatounpellizcoeneltraseroquela
sobresaltó—.¿Yeso?—ronroneó traselsugerente roceque leotorgóamimiembro,almoversus
caderas,queseencontrabalistoydispuestoparalaacción.
—Una clara advertencia de lo que haré contigo. ¿Por qué tantaespecificaciónenaquella
palabra?
—¿Quépalabra,Black?
La sorprendí con otro de mis rápidos y ágiles movimientos queterminaronestampándola
contraelcolchónconmigoahoraencimadeella.
—“Única”—agaché la cabeza para arrastrarmi barbilla por su cuellomientrasolíasu
esencia que encendía a cada tramo mi necesidad de poseerla—. ¿Quéacasoyanosoyelúnico?—
lamídebajodesuorejaalaparquedejabaregadossobresupielalgunosmordiscos.
—¡Siempreseráselúnico,porDios!
—Más te vale, porque la sola idea de compartir o ser generoso con tucuerposacademíla
peor parte —devoré su boca otra vez logrando que floreciera su
excitaciónmientrassusmanosme
jalabandel cabello incitándomeydándomea entender que anhelaba aúnmásdemídeloquele
estabaofreciendo—.¿Estamosclaros?
Movió su cabeza en señal de negativa dejando escapar una traviesasonrisa.Annaquería
jugar y bueno, si me lo pedía de esa forma… jugaríamos, pero a mimanera.
—¿Quéquieresconseguir?
—Claramente,quetevuelvaslocopormíparaqueterminesfollándome.¿Estamosclaros?
—delamismamaneraloinquirióhaciéndomesonreíryretrocederunpardecentímetrospara
admirarla en gran medida, quedándome perdido en sus hermosos ojos,perotambiénenlas
acentuadasojerasqueyacíanbajoellos.
—Miamor…—acariciésurostroconunademismanos—…sólodimequeestásbienyque
nodebopreocuparmeaúnmás.
—Loestoy,Vincent.
—Anna,quiero laverdad,por favor—mipulgar terminóalojándoseenunadelascomisuras
desuboca,lacualrozólentamentedelineandotodosucontorno—.Antesdehacertemíaquieroy
necesitotodalaverdad—sinqueloadvirtieraseapoderódemidedoparalamerloyjuguetearcon
élantesdeexpresar:
—Sólo fueunmalestar.Sino te lo comuniqué fuepor la sencilla razónqueteníasalgomás
importantedelocualocuparte.Noséquerayosmesucedió,peroyamesientomejor.
—Quieroqueveasunmédico—sentenciécomounaexigenciaa locualrecibídesuparteuna
miradadeesasqueteasesinanencosademilésimasdesegundos—,ysinperos.
—¿Vincent,nocreesqueestásexagerando?
Ahora fuiyoquienmovió lacabezade ladoa ladoenseñaldeevidentenegativa.
—Lotomasolotomas.Nohaymásalternativas.
Suspiró frenéticamente. Sí, supe de inmediato que aquellas palabras quementalmente
reproducía iban dirigidas amí y con especial cariño porque cuando lodeseabaAnnaeramuy
considerada.
—¿Y?—sostuve,esperandounapositivarespuestaqueatodaslucesdebíamanifestar.
—Eresun…—peronisiquieradejéqueterminaradehablarcuandomislabiosdeforma
violenta, urgente y avasalladora asaltaron los suyos recordándole que
quienjugabadeúltimolohacía
mejor. ¡Cretino! ¡Y nada más que con muchísima suerte! Así, nodependimosdeunintercambiode
palabras, porque sencillamenteyano las necesitábamos cuandonuestroscuerposseencargaronde
hablar en una ferviente contienda que se desarrolló al interior de esecuartoymássobresucama
entre gritos enloquecedores de placer, gemidos y súplicas que emitía altenerlabajomidominio
apoderándome de su cuerpo, de su húmedo y palpitante sexo, de sudilatadoanoydetodoloquepor
derechomecorrespondíasóloamí.
***
Eraalgo tardeyaún terminabade firmarunosdocumentosenpresenciadeEstherquienlos
necesitabaconprontitudparadespacharlosloantesposibleyasíterminarsudíalaboralantesde
regresar a casa. Cuando ya restaban sólo un par de ellos observé micarísimoylujosorelojde
pulsera para constatar qué hora marcaba al tiempo que preguntaba porDuvall.Hoynohabíahablado
conélymenossehabíaaparecidopormioficina loqueclaramentemeintrigóypreocupòporqueese
hombre,sindudaalguna,algotramaba.
—Aquítienes.Creoqueyatodoestáenregla.
—Asíes,señoraEmilia.Gracias.
—Pues bien, necesito que esos documentos lleguen a su destino lomásprontoposibleyotra
cosa…—medité seriamente y una vez más la decisión que rondaba alinteriordemicabeza—…
quiero que me agendes una reunión con uno de los abogados de laempresa.
—¿ConDuvall,señora?
—No—fuícategóricaalpronunciaresaúnicapalabradándoleaentenderquenodebía
profundizarmásenesetema—.Ahoradime,¿élyasefue?
—Laúltimavezseencontrabaenlasaladeconferencias.Talvezaúnsigaahí.
—Gracias,Esther—me levantédemiasientomientrasellameotorgabaun“buenasnoches”
ysalíadelaoficinasinnadamásquedecir.Dejécaermismanossobreelenormeescritoriode
caobaqueocupabagranpartedeesahabitacióncuandomisojossefijaronenlosgrandesventanales
que mostraban de lleno un cielo que ya estaba estrellado. «Tengo quehablarconélsinmás
rodeos»,pensédirigiéndomeapasoapresuradoendirecciónhacialasaladeconferenciasque,en
eseinstante,manteníasupuertaentreabierta.Aprontándomeacolocarmimanosobreelpomopara
abrirlaunpocomásadvertídesdeelinteriorlavozdeDuvallquecharlabaanimadamentecon
alguien.Mitensiónsehizoevidentealoírloquedecía,peroseacrecentóaúnmáscuando,sin
tapujos,pronuncióloquepretendíallevaracabosinmedirningunadelaseventualesconsecuencias
quesepudiesenllegarasuscitar.
—Estoy seguro… ni siquiera lo pedí y el Cielo ha intervenido por míayudándomede
sobremanera.Sí,princesita,nosabescuantomeasombrétambiéndeello.Laverdad,nolotenía
contempladoenmisplanes,peroasíevitoensuciarmelasmanosmásdelacuenta,¿nocrees?
Misojossedilataronacabapalabraymás,acadahorrendoenunciadoquesefiltrabacon
fuerzaporcadaunodemisoídos.
—Meimportaunamierdaloquelesucedaalmocoso.Sisemueremedaexactamenteigual.
Lo único queme beneficia en granmedida…—sonrió—…es que seráunomenosqueañadirala
lista.
«¡¡Hijodeputa!!».
—Sólo tendré que esperar el instante adecuado porque a la zorra ya latengoenmismanos.
No será difícil convencerla que lleve “al pequeñín” con ella. Y te lo
aseguro,silasuerteestáde
nuestroladoestavez,lograremosdeshacernosdedospájarosdeuntiro.
Sóloelsonidodesumaquiavélicarisasecolópormisoídoscomolamásespantosamelodía
queyohubieseescuchadonuncamientrasintentabaapartarrápidamentelamanoquesesituabasobre
el pomo de la puerta. ¡¡Dios mío!! Fue todo lo que pude balbucearconcibiendoenmicabezael
rostro de mi hijo y su vida, su pequeña existencia que ahora más quenuncaansiabaprotegerincluso,
deesemalnacidoenfermoquenocesabadereíracarcajadas.
—¡No, no, no…! —repetí en voz alta retrocediendo a tropezones,volteándome,y
comenzando una loca carrera fuera de mis cabales de regreso a mioficina.Entretanto,esas
fervientes negativas llamaron poderosamente la atención deAlex quien,movidoporlacuriosidad,
salióhaciaelpasilloparaconstatarquieneralapersonaquecorríaapasovelozcomosilavidase
lefueraenello.
—¡¡Mierda!!—chilló al verme entrar de lleno enmi despacho y luegosalirdeallícargando
mibolsoyabrigoenunademismanos.Sinpensárselodosvecescancelólallamadaemitiendomi
nombre a viva voz antes de ver como me perdía tras las puertas del
ascensor—.¡¡Emilia!!
¡¡Emilia!!—pretendiódetenerme,cruzósusojosconlosmíos,peroestavezsinunasolapizcade
suerte—.¡¡Malditasea!!—gritócolérico,repasandounaaunalaspalabrasquehabíaexpresadotras
charlar con Sam a escondidas. Pero yo… ¿cuánto había oído de esaconversación?Eratodoloque
leinteresabasabercuandocorríaendirecciónhacialasescalerasconunúnicofininsertoy
desarrollándose en su cabeza unido a un espiral de emociones queoprimíanlopocoquelequedaba
desensatezensuahoraoscurocorazón.Sí, teníaquecerrarmelabocaacomodieralugarporque,
finalofortuitamente,asímelohabíabuscado.
CapítuloXXII
“Lugar equivocado, momento equivocado” , era todo lo que mi menterepetíamientrascorría
desesperadohacialosestacionamientossubterráneosenbúsquedadequienansiabadetener.Porque
necesitaba llegar a ella para enfrentarla y saber, fehacientemente, cualseríasupróximopasoa
seguir.Peroeldestinoesanochenoestuvodemi ladocuandounlujosoBMVdecolornegrose
atravesópormicostadosaliendoatodavelocidadconellaconduciéndolo.
—¡¡Malditaseas,Emilia!!—gritéfervientementeconlairacalándomela
piel—.Pretendía
otorgarteunamíseraoportunidad—corrívelozhaciamiAudienelcualmemonté,ágilmente—,pero
porloquenotonolaquieresaprovechar—.Encendíelmotorconfuria,loacelerécomotalpara
luego salir disparado tras ella cual misil pretende hacer añicos a suobjetivo—.Lolamento,peroasí
noestásdispuestaaentrarenrazonesyyoclaramentenoestoydispuestoaceder.Mehacostado
muchollegarhastaestepuntocomopararetrocederahoraporunodetusestúpidosarranquesde
histeria…—.Tomé la avenidaa todavelocidadpor la cual sabíaque lainterceptaríaantesdeque
hiciera ingreso a la autopista.Y así, como todo un as al volante pisé elaceleradorafondosorteando
y evadiendo los coches, uno a uno, con suma maestría y comoacostumbrabaahacerlo—.Noséque
mierdaescuchasteynointentaréaveriguarlo,porquesitengoquecerrartelaboca,tenloporseguro…
queloharéahoramismo.
***
ElBMVqueconducíarugíaacadatramoquetransitaba.Estabadeshecha,temerosa,fuerade
miscabalesysólodeseaballegaracasaparaestarconmihijoycontarletodalaverdadaVincent
por muy dura y cruel que esta fuera. Tenía que hacerlo, ¡debíaconseguirlo!Sí,eraenloúnicoque
podía pensar mientras oía el chillido de los claxon a mi alrededorintentandodetenerme.Peroya
había comenzado una loca carrera de regreso hacia mi hogar y la queclaramentenodetendríahasta
estarasalvoconmihijoentremisbrazos.
Seguí conduciendo percibiendo como mi estómago se contraía enpoderososnudoscadavez
que evocaba las palabras de Duvall. ¡¡Maldito seas, hijo de puta!! Gritéunascuantasveces.
¡¡Maldito seas,miserable infeliz!!Vociferé unas cuantasmás, intentandosacarelmóvildesdeel
interior de mi cartera a la vez que traspasaba semáforos con luz roja,eludíacoches,acelerabay
temblabacomosiparamínohubieseunmañana,porqueenrealidad,silomeditabaseriamente,un
pasoenfalsopodríacostarmelavidaentera.
—¡Vincent,porfavor,contesta!—sollocéensilenciocuandolaslágrimasnocesabande
rodar furiosaspormismejillas—.¡¡Contestami llamado,por favor!!—obtuvedevueltasóloel
repiqueteodeltonodeesperaquemehizoanhelaroírsuvozmuchísimomáshastaquelavelocidad
deuncocheamicostado,antesdetraspasar loslímitesdelaciudad,mehizovoltearlavistapara
quedarme perpleja y perdida en la mirada desafiante de quien ahoraconducíaamilado.Porqueallí
estabaDuvall intentando detenerme, pretendiendo asustarme, deseando atodacostaquedesacelerara
y me detuviera para tenerme una vez más en sus manos y cuando esosucediera—sonreíaloírlavoz
deVincentpronunciandominombreatravésdelteléfonocomosifueraelúltimosalvavidasalcual
podíaaferrarme—,sabíaperfectamentecualseríamifinal.
—¿Quéquieres,Emilia?
—Decirtecuandotequiero—acelerécadavezmásconelcochedeDuvallpegadoalmío—,
pedirtequecuidesatuhijocontuvidaysuplicartequemeperdonesportodoloquetehice…
—¿Quéestásdiciendo?¡Noteentiendo!
—Loharás,Vincent…séqueundíaloharás…
—¡¡Emilia,porfavor!!
—¡Querido, no me odies más! ¡Ya no más!—solté el móvil pisando afondoelacelerador
parasortearelúltimoobstáculoquemequedaba,dejandoatrásalAudidecolorazulquedeteníasu
acelerado transitar tras la avenida que atravesaba la autopista de formahorizontalyporlacualen
eseminutounenormecamióndecargalacruzaba—.¡Vamos,malnacido,venpormí!—exigíaviva
voz, rompiendo en llanto—. ¡Por amor de Dios, Duvall, he dicho quevengaspormí!—gritécon
furiaycontodasmisfuerzasunavezmás—.Todoestoesporti,hijomío.Noolvidesnuncaque
mamiteamaconsualma—alcancéfácilmenteenesapistalosdoscientosveintekilómetrosporhora
sinpreverqueotrovehículoadelantabaalcamiónenelmismoinstanteenquelograbasortearlo.Y
sonreí,sí,reícomonuncaparpadeandounpardevecescomosihubieraganadoesabatalla,mi
batallapersonal,hastaquealfijarlavistaenloqueteníaenfrentenologréfrenaryevitarlaparte
traseradeotro coche, estampándomecontra él que, al igual que elmío,terminóvolteándoseunas
cuantasvecesyhaciéndoseañicosfrentealafuerzaimperantedelimpactoquenossacudióy
concluyó así con mi loca e infernal carrera—. ¡¡Leooooooooo!!—fuetodoloquealcancéa
pronunciar, reteniendo sus ojitos azul cielo todo el tiempo en losmíoscuandoelagobiantedolor,mi
profundadesesperaciónjuntoaelrugirdedoscolosospartiéndoseendosdecrecíanmisansiaspor
luchar, corroiendo mis venas y cada ínfima partícula de mi ser,quitándomerápidamentela
respiraciónysumiéndomeenunavoráginede totalyabsolutaoscuridaddelacualahoraformaba
parte.
***
“Suesposahasufridounviolentoaccidente…suestadoescrítico…”,fuetodoloquemi
mente caviló, segundo a segundo, mientras conducía en dirección alhospitaldondeyacíainternada
sincomprenderelporquéymenoselobjetivodelllamadoquerealizódetanangustiantemanera.
Aquíalgonoencajababienyesolosabíaperfectamente,porquelaspiezasdelrompecabezasdesu
propiavidaempezabanafaltarsinquepudieseencontrarlas.
Unosminutosdespuésesperaba impacientenoticias sobreEmiliaenunodelostantospasillos
del área de la unidad de cuidados intensivos. No podía ocultar mipreocupaciónymenoslas
imperiosas ansias que me inquietaban hasta que mi nombre fuepronunciadoavivavozporunodelos
tantos médicos que salían desde el interior de un área restringida. Melevantéprontamenteesperando
lopeoryrespondiendoasullamado,tragandosalivaconnerviosismoyoyendoconmuchaatención
loqueélformulabamásomenosasí:
“Losientomucho,señor…estamoshaciendotodoloposibleporsalvarlavidadesuesposa,pero
lamento informarle que no tengo buenas noticias al respecto. De hecho,
ellaestámuymal
debidoalasmúltiplesfracturasqueposeesucuerpotrasparticiparenlaviolentacolisión,
ademásdeunahemorragia internaqueno logramosestabilizaryquehacomprometidoavarios
órganos.Siquiereverla,lesugieroquelohagaenesteminutoporquemástardemetemoque
podríaserfatal.”
Yesofueloquehiceporquedemuchasformasposiblesnecesitabaalgúntipoderespuesta
quesóloencontréal interiordeaquellasaladondeagonizaba totalmenteconcientedetodoloque
sucedíaasualrededor.
Laobservéporalgomásqueunpardesegundossinnadaquedecir,perocontemor,conun
maldito temor a cuestas que me sacudía la vida sin que pudiesecontrolarlo.¿Quémeocurría?Era
loqueansiabasabermientrasmisojosnoseseparabandelritmountantoerráticoquerealizabasu
pechoencadainhalaciónysucesivaexhalación.
De pronto, nuestras miradas se encontraron cuando su llanto se hizoinminente.Sí,apesarde
todo su agobiante dolorEmilia logró reconocerme. Intenté calmarla sinsabercomodebíahacerlo,
peropercibiendoelminúsculomovimientoque realizaronunpardesus
dedosdesumanoderecha.
Tal vez, ella quería… pues sí, lo ansiaba y así lo descubrí oyendo elpoderososuspiroquedejó
escapar y que envolvió el silencio reinante de la habitación que noscobijaba.
—Perdóname…—balbuceósinapartarsusojosdelosmíos—.Porloquemásquieras…
sóloperdónameydimequefui…lomejorparati.
Traguésalivanegándomeahacerlo.
—Teamécon…mivida,Vincent… te amé…como jamáshequerido anadiemás.
Cerrélosojospercibiendoelfríorocedesusdedosenlosmíos.
—Lamento…todoeldolor…quetecausé.
«¡Yabasta!».
—Miamor…lavidamelohacobradocomotal…
Apretémislabiosunocontraotro,conteniéndome.
—Porquefuiste,eresyserás…mividaentera…—otrodesusprofundossuspirosconsiguió
que abriera la mirada de par en par para que mis ojos nuevamente sedepositaranenlossuyos.
—Guarda silencio —pedí tras no reconocer en su semblante la figuraapática,déspotay
ególatradelamujerconlaqueacostumbrabadiscutirypelearcadadíademivida.No,ahorano
existíanilamásmínimaseñaldeellaporque,precisamente,eneselechoyllorandodesconsolada
mehacía imaginarqueel tiempoentreellayyodefinitivamente…habíavueltoatrás.
“Quierounavidacontigo…
¿Estásseguroointentasseducirme,guapo?
Lounoylootro,Emilia.¿Quéopinas?¿Tequedasconmigoparasiempresinnadamásenqué
pensar?
¿Parasiempre?¡Joder,peroesqueesomehasonadoamuchísimotiempo!Acaso,¿lotenemos?
Sí,tenemostodoeltiempoqueseanecesarioparahacernoscompletamentefelices.¿Quéopinas,
miamor?
Opinoque…sieldestinotetrajohastaBarcelonaytepusoenmicamino,VincentBlack,yoansío
serpartedeltuyoeircontigodondequieraqueélnosdeseellevar.
Yesoquieredecir,españolamía…
Queiréa tu ladosiempreporqueteamoyporqueapesardeesta locuraqueacabamosdecometer
yanologroconcebirestavidasintenerte.¿Teapetecebesarme,cariño?
Meapetecebesarte,cuidarteyamarte,perotansóloatiyporelrestodemivida…”
Esos malditos recuerdos… esas tan claras y torturadoras imágenes
comenzabanahacermella
enmídeimplacablemaneraysinquepudiesecontenerlas.¿Porqué?¿Porquéprecisamenteahora?
Me preguntaba como si fuera la más necesaria de las respuestas queansiabadilucidar.“Porqueella
fue parte importante de tu vida, Vincent… lo quieras o no, ellaindudablementefueelcomienzode
unsueñoquejamásllegasteaconcretar.”
Movímicabezanegándomeaconcebiresaposibilidad,ocultándolaentremisrecuerdos,
entretodoeldolorqueundíahabíapadecidodesupropiamanoydeloscientosdementirasy
engañosconloscualesmehabíaocultadotodalaverdad.
—Miamor…noquiero irme…sinverme reflejada en tusojosunavezmás.
«Nosigas,Emilia,porfavor,yanosigas…».
—Vincent…—suplicaba,aferrándosecadavezconmásfuerzaalamanoquenosmantenía
unidos—.Dime…dimeporúltimavezquejamás…dejastedeamarme…
Aloírlaunafrenéticasacudidarecorriómicuerpo.
—Omiénteme…ysóloengáñameparaquecreaquelaúnicamujerdetuvida…fuiyo.
Lentamente, solté su mano y me desprendí totalmente de ella cuandonuestrosojosse
cristalizabansinquelaspalabraspudiesenexplicarloqueverdaderamentemicorazónansiaba
manifestarle.
—Vincent…porfavor—susdedosbuscaronlosmíos,sumiradaingenuasequedóperdida
en la mía esperando aquella única respuesta que jamás llegué apronunciar,porquetansólofuicapaz
deretrocedernegándomeaengañarlacomoellalohabíahechoconmigodesdeelprimerinstanteen
quesuavariciamearrebatóalamujerconlacualundíaloquiseyanhelétodo—.¡¡Vincent!!—
rogóunavezmássinquenadapudiesehacerparaayudarla—.¡¡Te lo…pido!!
—Cuántasvecestelopedíyo…
Su llanto se filtraba por mis oídos al igual que lo hacía su crecientedesesperación.
—¡Perdóname,miamor!¡Perdóname!¡Nomedejesmorirasí!
—Emilia,basta,porfavor…
—¡Necesito tu perdón!—gritaba—. ¡Necesito que cuides a mi hijo! ¡AnuestroLeo!
Meparalicéantesuenunciadoyanteloquenocesabadearticular.
—Loqueríastodoyesofueloqueundíatedi.Séquetementí…sémuybienqueteengañé
ynomesientoorgullosadehaberlohecho,peroporfavor…nomedejesirasí…
No podía acercarme por la sencilla razón de que mi cuerpo noreaccionabaanteloquecon
tantaansiedadyfuerzadeclaraba.
—No permitas que se le acerque… ¡¡Prométemelo!! ¡No dejes que elmalditollegueaél!
Pero…¿dequiénmierdahablaba?¿Aquiénserefería?
—Noimaginas…deloqueescapaz…
—¿Quién,Emilia?¿Quién?
Unnuevosuspirosuyo,peroestavezcolmadodeauténticodolor, logróhacermereaccionary
llegarhastaella.
—¡¡¿Quién?!!—repetí,fervorosamente—.¡¡Dequiénhablas!!
—Detu…hermano,miamor…quienahora…irátrastuspasos.
Sinquitarle losojosdeencimaytotalmentebloqueadoyperturbadoporloquehabíadicho
notécomorespirabacadavezconmásymásfragilidad.
—Ahora…vete…
—Emilia,porfavor…
—¡Vete,Black,vete!—chilló,peroenunhilodevoz—.VeporLeo…pornuestrohijo,por
mividaenteraqueséquetambiéneslatuya…
—Sólodimeloquequierosaberyentender…¡Porunavezentuvidasólorespondeloque
ansíosaber!
Sonrió tras exhalar aire como si lo necesitara para seguir viviendoaferrándosealacolcha
conlapocafuerzaqueaúnlequedaba.
—Siterefieresamipequeño…sólomiraensusojos…ylosabrás…
—Emilia…
—Asícomoyoundía…tambiénlohice…conlostuyos…—elmonitorcardíacoempezóa
emitirunaceleradopitidobastanteirregularaltiempoquenecesitabamásymásairepararespirar
—.Peroantesdedeciradiós…quieroquesepas…quesiempretequiseysiempretequerré…
porquefuisteloprimero…ylomásimportante…detodamivida—.Yluegodeunpardesegundos
todosucediótandeprisaque,sinqueloadvirtiera,lasalasevioinvadidaporenfermerasyel
médicotratanteconelcualhabíahabladoconanterioridad.
“Sus ojos, Vincent… mira en sus ojos…” repetía mi conciencia trascontemplarcomoera
sometida a técnicas de resucitación sin que nada pudiesen hacer paraestabilizarla,cuandoelpitído
delshelterselograbaconsolidar,perosinmedirningúntipodepulsaciónolatidocardíacodándome
aconocerquesuvida,aligualquetodoslosrecuerdosqueundíacreéasulado,seextinguíany
deshacíanconelúltimoypequeñoalientoquesubocalogróexhalar.
***
—¿Estásseguraquequiereshaceresto?Recuerdaloquedijoconrespectoati.
—Oímuybienloquedijoantesdemarcharsedemidepartamento,perosinoestuvieratan
seguramehabríaquedadoencasa,Damián.Séquealgoocurreylovoyaaveriguar.
—Anna,notesentíasbieny…
LoobservédesafianteporqueconrespectoaVincentnadie,menosélmediríacomotendría
queactuar.
—Nopuedoabandonarlo,meniegoahacerlo.
—¿Porqué?¿Tantosignificaparatiaunquehayacorridotrasesellamadodesuesposa?
SonreísinapartarmisojosdelossuyosalavezquenosmontábamosenelJeepantesde
marchar.
—Sea loque seaquehayasucedidodebeexistiruna razóndepesoparaqueélhayasalido
corriendo de esa forma. Mi corazón me lo dice así como también meexigequevayatrassuspasos.
Porque“tanto”espocoy“demasiado”nisiquieralellegaríaalostalonesaBlack.Esehombrees
mi vida, Damián, ese hombre es todo lo que tengo y necesito, así desencillo.
Ahoraelquesonriófueél,peroconremarcadosarcasmosilenciandolacadenciadesuvoz,
encendiendo el coche y acelerándolo un par de veces antes deincorporarloalaavenida.¿Quéle
ocurría?¿Porquérayosparecíamolestoyhabíaendurecidosusemblantecomosihubiesedicho
algoqueloofuscaradesobremanera?
Intentérelajarmecavilandoentantasytantascosasa lavezmientrasnosdirigíamoshaciala
casa de campo hasta que mi teléfono comenzó a vibrar y a emitirconjuntamenteunamelodíaqueyo
bienconocía.
—Bruno —contesté al segundo llamado—. ¿Cómo dices? ¡Por Dios!Pero…¡SantoCielo!
Sí,voyparaallá.
—¿Quéocurre?—quisosaberDamiánalinstante—.¿SetratadeLeo?
Negué con mi cabeza un par de veces antes de balbucearentrecortadamenteloqueyoaúnni
siquierapodíadilucidar.
Bajéa todaprisadel JeepconDamiánsiguiéndomedecercasindarpieatrás,porque
necesitaba encontrar a Vincent para admirarlo, abrazarlo, confortarlo ydecirlequetodoestaríabien.
—Anna…¡¡Anna,espera!!
Peronohabía tiempoparadetenermesinoparacorrermuydeprisaporlosampliospasillos
deesehospital,volteandocondesesperoencadaunadelasentradashastaqueunadeellaslogró
detenermedegolpealdivisarloreclinadototalmenteconsusextremidadesensuspiernasysus
manos rodeando por sobretodo su cabeza. Porque Vincent estaba ahí,abatido,deshechoyyosabía
perfectamenteaquésedebíaesarazón.
Caminéhaciaélsinpronunciarsunombre,sinllamarsiquierasuatenciónhastaquemispasos
se detuvieron frente a su imponente cuerpo. Sólo sentí el sonido de supoderosarespiraciónmientras
mearrodillabaparaquedarasualtura,cuandomismanossedejabancaersobrelassuyaspara
apartar lo que lo cubría y que deseaba con todas mis fuerzas volver aadmirar.
—Teencontré,escurridizo.
Alzólamiradarealmentesorprendidoeinquietoconmipresencia.
—¿Esperabasaalguienmás,miamor?
Negóconsucabezadejandoquenuestrasmanosseentrelazaranfrenteanuestrossemblantes,
lascualesbeséunpardevecesantesdeproseguir.
—Huírasi,VincentBlack,noteservirádenada.
Subarbillatemblóalinstante.
—Tepedí…
—Una vida entera—respondí por él—, y eso quiero darte, ¿me oyes?Todaunavidapara
apoyarte,confortarteycontenertede lamismamaneraque tú lohacesacadasegundoconmigo.
Sus ojos azul cielo increíblemente cristalizados por las lágrimas que senegabaaderramar
invadieronlosmíos,apoderándosedehastaelmásmínimorecoveco.
—Tododemí,¿lorecuerdas?
—Lo recuerdo muy bien, pero no deberías estar aquí, pequeña—soltódelicadaylentamente
unadesusmanosparaconellaacariciarmirostro.
—Yameconoce,señorBlack,jamássigoórdenes—leotorguéunguiñopercibiendocomo
suscontenidas lágrimasaflorabandesde lascomisurasdesusojos,unastrasotras,potentes,fierasy
osadas—.Estoyaquíparati,¿losabes?Ysiempreloestaré.
—Loséyasílosiento,pero…nosécomo…
—Juntos, mi amor, como lo hicimos desde un principio—acerqué mifrentealasuya
sintiendolossollozosquenocesabadeemitiralmismotiempoqueunadesusmanosseinternabaen
milargocabello.
—Te amo con mi vida, Anna Marks. No sé que haría si no te tuvieseconmigo.
—Sí, sí lo sabes—fervientemente contesté para infundirle ánimos y lamayordelasvalentías
frente a lo que tendría que enfrentar. Porque sabía de sobra que esaafirmaciónsuyateníaunadoble
connotación y más, en este doloroso momento—. Y yo estaré ahí parasostenerte,paratomartedela
mano,parabrindarteunabrazo,unacaricia,unapalabraytodoloqueestéamialcanceanteloque
vendrá.
Sus lamentos se intensificaron con cada enunciado que lograbamanifestarle.
—Juntos,Vincent,¡juntos!—meaferréasutemblorosocuerpoqueentansólounsegundose
desplomó sobre el mío al igual que si fuera un niño chiquito, mi niñochiquitoquelloraba
abiertamenteyque,porsobretodaslascosas,anhelabaenesetormentosoinstantedesuvidaapoyo,
consueloyprotección.PorqueantelafatídicamuertedeEmiliaunsinfíndesituacionesse
suscitaríananuestroalrededordelascualesdebíamossalirairososjuntoaLeo,lomásimportante
queteníamosyporquienahoradebíamosvelar.
CapítuloXXIII
“Noimaginas…deloqueescapaz…
¿Quién,Emilia?¡¡Dequiénhablas!!
Detu…hermano,miamor…quienahora…irátrastuspasos…”
Aquella maldita frase que Emilia exclamó en su delirio no podíaarrancármeladelacabeza
pormásqueasílodesearaymásahora,frentealvasodewhiskyqueteníafrenteamíydelcualaún
nohabíabebido.Sóloyencompletosilenciodentrodeldespachodemipadremeencontrabatras
haber hecho todo lo humanamente necesario para que sus restos fueranexpatriadoshaciaBarcelona
lomásprontoposibledondesuspadreslosesperabanyseencargaríandeellosparadarlesalfinsu
descansoymerecidosepelio.
SuspiréconmicorazónaúnhechoañicostrashaberlecontadoaLeotodalaverdad,laque
obviamente un niño de cinco años estaba en condiciones de asimilar, laquesabíaquesuperaríacon
elcorrerdeltiempoyque,endefinitiva,afrontaríacomoundíalohabíahechoyoydelamisma
manera.Porquecomprendíayempatizabaperfectamenteconsudolor,consuangustiantellantoque
aflorabadesíconrabiayconfrustraciónalpronunciarelnombredesumadreavivavozsinobtener
unasolarespuestaacambio.
Aferrémismanos ami cabeza tras levantarme de la silla en la quemeencontrabasentado
mientras deambulaba por la habitación, impotente, fuera demis cabales,cualfierocananhelasalir
delaprisiónenlacualestáinmerso.Yasí,sinpensarmuchoenello,tomémichaquetadesdeel
respaldodelsofáysalíatodaprisadeldespachosinvoltearlavistahaciaatráscuandomisojosse
quedaronpetrificadosante la ingenuayentristecidamiradaqueMirandamebrindócuandose
aprestabaabajarlasescaleras.
—Vincent…
—Cuidademihijo,porfavor.
—Pero,querido,¿dóndevas?
—Si lo supiera te lo diría.Dile aAnnaque…—medetuve evocando elrostrodemi
pequeña, alzando la vista hacia la segunda planta donde sabía que seencontrabajuntoaLeo—…la
quiero.
—Hijo…
—Volverémástarde,tía.Porfavor,nopreguntesmás—.Yasí,retomémiapresurado
andar, silencié por completomi grave voz y salí de la casa dispuesto a
quitarmedelacabezatoda
estamierdaqueaúndeambulabadentrodeellayque,sinconcebirlo,meestabaatormentando.
***
Meencontraba junto aLeomientras él dormía abrazado amí cuando lapuertadesucuarto
sonó al abrirse, delicadamente. En cuestión de segundos, Miranda hizoingresoporellaquedándose
uninstanteensilencioadmirandolaescena,sinnadaquedecir,paraluegointentarsonreírcuandola
penetrante oscuridad de sus ojos se cernió sobre la figura de quienconsiderabasunieto.
—Mipequeñito…
Suspiré con mi pecho totalmente oprimido por todo lo que habíaacontencidoenestas
veinticuatroe increíbleshoras.Simeparecíaquedeunmomentoaotrotodosíbamosadespertarde
loque,quizás,considerábamostansólounamaquiavélicapesadilla.
—Seacabadedormir.
—Aferrado a ti —no apartó la mirada de su pequeño brazo que yacíasobremiplanapanza.
—¿Vincentaúnsigueeneldespachodesupadre?
—No,querida,acabadesalir.
Entrecerrélavistanegándomeacomprenderlo.
—¿Salir?¿Dijodóndeiría?
Una inminente negativa suya me lo confirmó. No sé porqué, tras esemovimiento,un
perceptibleestremecimientorecorriótodomicuerpo.
—Intenté preguntárselo, pero ya sabes que no es el rey de lasexplicacionescuandosepone
eneseplano.Élnoestábien,Anna.
Yeso losabíaconcreces,porquenohabíaquesermuy inteligenteparadilucidarquesufría
portodoloqueestabaaconteciendo.
—Mepreocupamuchísimoylopeordetodoesquenosécomoayudarlo.
—Yasomosdos,querida—caminóhacia la camapara admirar aLeoycolocarunadesus
manossobreunadelasmías—.Créeme,yasomosdos.
—¿Damiánsigueenlacasa?
—PorórdenesdeVincentesemuchachonosemoverádeaquí.¿Porquénobajasaacomer
algo?
—Noquiero.Notengoapetito.
—No te pregunté si tenías o no apetito. Además, noté muy bien que tuguardaespaldas
tampocohaprobadobocado.Loinvitéacomerenelsalóncontiguoalacocina,perosenegó
rotundamente a hacerlo. ¿Porquénovas tú, te encargas de ello y así tútambiénlohaces?
Comerporahoranoeraunademisopciones,perosabíaquesinoledabaenelgustotendría
aesamujerocupándosedemíaligualquesiyofueraunabebita.
—Tusemblantenecesitacolor.Estásdemasiadopálidaparamigusto.¿Tehassentidobien
anímicamente?
—Pues,sí.Sólohepadecidounoqueotrodolorestomacal,peronadadeimportancia.
—¿Quésignificaparati“nadadeimportancia”?—meincrepórealmenteinteresada.
Meencogídehombrosalmismo tiempoquepretendía levantarmede lacama.
—Lousual.Comesalgoquenotecaemuybienypadecesdealgunoqueotro“dolorcillo”,
Miranda.
Enseguidamesentítotalmentebombardeadaporsuacechantevistaquenoapartódelamía
comosiconellaintentaradescubiralgomás.
—¿Quéocurre?¿Porquémemirasasí?
—MiqueridaAnna…¿me lo estás contando todo o intentas por tu biensalvarteelpellejo?
Esbocé una diminuta sonrisa al evidenciar comome admiraba como sifueraalgúntipode
elementoexóticoqueestabadisponiblepararifarloenunasubasta.
—Dejadevermeasí,telohedichotodo.Sólofuealgopasajero.Además,tengomuchas
cosasenlacabezadelascualesmetengoqueocuparyVincentquiere…—.¡Rayos!¡Porqué
mierdateníaquehablardemásyjustoenestemomento!
—¿Vincentquierequé?
Lomedité.¿Podíazafardeesta?Obviamenteun¡jamás!,eralarespuestamásacertada.
—Veaunmédico—balbuceéenvozbaja.
—No te oí. ¿Vincent quiere qué, Anna? —me aniquiló con su oscuramirada.
—Queveaunmédico—alcéunpocomáseltonodemivozparaquelocomprendierayasí
dejaradeladoelinminenteinterrogatorio.
—Mmm…—sostuvosinnadaquedecir,porelmomento.
—¿Porquéese“mmm”measustamuchomásqueunadetuspreguntas?
Ahora la que se encogió de hombros fue ella tras apartar demí y conmuchasutilezala
extremidaddeLeoqueaúnyacíasobremicuerpo.
—Susrazonestendrá.Imaginoqueirás,¿verdad?
Esapreguntanoadmitíamásqueunasolainterrogante:
—¿Tengootraalternativa?
Sonrió, pero esta vez lo hizo abiertamente encargándose de ocupar milugarjuntoasunieto.
—Sí,empezarporalimentartecomocorresponde.¿Teparecesi lohacesahoramismo?
Cristina está a cargo de todo. Ve con ella y llévate a ese muchachocontigo,porfavor.
—Miranda…
—¿OquieresquemeconviertaenelclondetuqueridoseñorBlack?
Esaclaramentefueunaadvertencia.
—¡Ja,ja!¡Quégraciosa!
—Ylopuedoseraúnmás.Ahora,querida,hazmecaso,porfavor.
Alcé la mirada hacia el cielo de la habitación pronunciando un “deacuerdo”quenosonó
paranadaconvincente.Yasí,salídeellasinmásposibilidadesqueirporDamiánparaengañarami
estómagoque,porlodemás,losentíamuyextraño.Siyamebastabacontenerquetolerar
estoicamenteycomo todaunaactriz las incesantesganasdedevolver loquenoposeíadentro.
Después de comer a regañadientes para que mi cuerpo me dejara derecordarquealgono
andaba bien conmigo salí de la casa para caminar por los alrededores.¿Porqué?Básicamente,
porque necesitaba un poco de aire puro que respirar entre los distintosaromasyoloresalgo
insoportablesquesepercibíandentrodelacocinaenlacualelpersonaldeserviciotrabajaba.
¡Dios Santo, ya no podía tolerarlosmás! Y con exageración hablaba altenerlospegadosamisfosas
nasalesrecordándomequesinosalíalomásprontodeesesitioterminaríadandounbochornosoy
asquerosoespectáculodevolviendolopocoquehabíalogradoingerir.
—Túno estás bien—ami espaldaDamián seguíade cerca cadaunodemispasos.
—Sí,sí,tusgestostedelatan.Pues,dejadeobservarmeyasuntoarreglado.
—Anna,noestoybromeando.Túnotesientesbien.
Me detuve abruptamente tras su acertado y para nada agradablecomentario.
—No,noloestoy.Graciasporsertanbuenamigoyrecordármelopor…¿cuartavez?
—Quinta—mecorrigióalinstante—.Regresaronlasnáuseas,¿verdad?
Asentínegándomeaengañarlo.¡Quémásdabasielvidenteparecíaqueloteníamuyclaro!
—¿Cuándoverásaunmédico?
Antesderespondersuspiréunpardeveces.
—Cuandotodoloqueestéocurriendoanuestroalrededorseaquiete.Porsinotehasdado
cuentapensarenunacitaconunmédiconoeslomásrelevanteparamí.
—¿Yquéesperasqueocurracontigo?—parecíaosfucado.Dehecho, su
molestiacrecíaa
cadapalabraquelograbapronunciar—.¿Algomásgraveparaquetomesenconsideraciónlas
palabrasdeBlack?
Su tajante y para nada amena interrogante consiguió que volteara mirostroparaquese
encontraraconelsuyo,diciéndole:
—No.
—¿Entonces?
—Te lo repetiré por si nome has oído bien: cuando todo esto se hayacalmadounpocoveréa
unmédico.¿Estandifícildecomprender?
—Sí,porquelaverdadnoséquetienequeverconloqueaquíocurre.Pormásquelomedito
nologroencontrarelhiloconductorqueunatujodidaterquedad,tugranfaltaderesponsabilidad
paracontupersonayelhechodequetesientestanmalqueactúascomotodaunaprofesionalpara
quelosdemásnisiquieralonoten.
Ensilenciomedejóanteloquedisparótanprecipitadamente.
—¡Hey!Respiraquetepuedesahogarcontodaesacantaleta—desafianteloobservé
mientraséllohacíaconmigodelamismaformahastaquealfinseanimóacerrarlaboca.
¡Maravilloso! Ya era hora de que lo hiciera—. Damián, Damián,Damián…
—Anna,Anna,Anna…
—Que buena memoria tienes, Águila Real —aquella ironía terminóablandandosucorazón
queeneseinstanteytrasmitestarudezsehabíavueltodehierro—.Dejadepreocupartepormí,
¿quieres?
—Imposible.Nopuedo.
—¿Estáentucontrato?Porquesiesasíyopuedo…
Metiósusmanosenlosbolsillosdesupantalónaltiempoquecomenzabaadarunparde
pasos.
—No,noestáenmicontrato.Es…innato.¿Hayalgodemaloquesientapreocupaciónpor
ti?
Meencogídehombrosaloírlo.
—No,notienenadademaloporquedealgunamanera,ÁguilaReal,túyyosomosamigos.
Sólounescueto“exacto”medevolvió, prosiguiendo con sumarcha sindetenerse.Algole
sucedía y podía notarlo. De hecho, la tosca cadencia de su tono me loestabamásquecertificando.
Intenté continuar desarrollando esa charla cuando otra de mis
maravillosasnáuseasmecerró
la boca de golpe. ¡Dios! ¿Qué no se cansaban de torturarme así! Y larespuestalaobtuvecuando
conellasunintensomareomeinvadiótansólopermitiéndomepronunciaramediassunombreque,al
oírlo, se volteó entrecerrando la vista y caminando hacia mí parasostenerme.
—Tranquila.Estoyaquí.
—Mástevale—meaferréaélcomosilonecesitaraparaquetodoloquehabíaami
alrededordejaradegiraren laformaenque loestabahaciendo—.Creoquelacomidamehizomal.
—Lacomidanotehizomal,bonita.Noquieroasustarte,pero…
—Entonces,noprosigas—coloquémicabezaensufirmepechoalavezqueunaunadesus
manosconsumonerviosismorodeabamimenudocuerpo.
—¿Quésientes?Dime,confíaenmí.
—Notelodiréporqueesasqueroso.
Sonrió.
—¿Quieresvomitar?
—¡AyDamián,porfavor!¿Teníasquesertanexplícito?
Mesostuvoconmásfuerzamientrassecarcajeaba.
—Noesasqueroso.Esnatural.
—¡Natural y una mierda! —me quejé a punto de brindarle lo menosglamorosodetodami
vida.
—¿Tesientesmuymal?
—Creoque lapalabraadecuadasería“fatal” . ¿Porqué, señora karma?¿Quéfueloque
hiceahora?
Sentícomounadesusmanosascendióhaciamicabezaenlacualsealojóparaquesuboca
terminaradepositandoenellaunbesoquemesorprendiómásdelacuentayque,porobviasrazones,
mehizosentirmásincómodadeloqueyameteníanmisjodidasnáuseas.¿Quécreíaquehacíaymás
eneseprecisolugar?
—Me sientomejor—mentí, separándome abruptamente de su cuerpo ypercibiendoaúnmis
piernastemblarcomosiestuvieranhechasdealgúntipodegelatina.
—No es cierto —atacó, porque sabía perfectamente la razón de mirechazo.
Sólocerrémisojosaltiempoquemetambaleabayélvolvíaasostenermeentresusbrazos.
—Séquetepongonerviosa,admítelo.
—Cierralaboca,Damián.
—No lo haré cuando advierto muy bien que mi cercanía no pasa
inadvertidaparati.
¡Cómoodiabaqueutilizaratodosupotencialasuantojoparainmiscuirseencadaunodemis
pensamientos!
—Cierratubenditabocasinoquieresqueyo…
—Nolograsmantenerteenpie,bonita,yasí…¿ansíasabofetearme?
Nopuderesponder.Dehecho,silohacíaterminaríadándolepieparaqueprosiguieraypor
obviasrazonesnodeseabaqueesosucediera.
—Eresun…
—¿Qué? —en un rápido movimiento una de sus manos se aferró conpersistenciaamicintura
ylaotra…¡BenditoDios!...alzómibarbillaparaquetodoloquepudieseverfueralaprofundidad
de sus ojos castaños—. Él debería estar aquí, cuidándote. ¿Lo ansías,verdad?
—Damián…
—Él debería estar aquí preocupándose por ti y por lo que crece en tuvientre.
¡¡¡Esosífueunbofetazo,perodesuparte!!!
—¿Dequétesorprendes?Élysóloéldeberíadejardesentirsetanpatéticoparasacardesí
toda esa mierda que lo atormenta y le carcome la piel logrando quecometaunerrortrasotro.
—¡¡Dejadeafirmarloquenisiquierasabes!!¡¡TúnoconocesaBlack!!
—¿Ytúsí?Nohayquesermuyinteligenteparacomprenderlomalquesesienteconla
muertedesuexesposa,Anna.¿Quénolonotasoerestanmasoquistaquenolodeseasasimilar?
Intenté zafarme del poderío de sus extremidades, pero por más quepretendímoverunsolo
músculodemicuerponoconseguíhacerlo.
—¡Yabasta!
—¿Porquéno está contigo?Dime…¿Porquéprefirió irse abeberporahíquequedarseatu
lado?
—¡¡Porque está sufriendo!! ¡¡Porque necesita tiempo!! ¡¡Porque su vidajuntoasuhijono
serálomismosin…!!
Moviósucabezadeladoaladosinquitarmelosojosdeencima.
—Ella…lamujeraquienaúnama.
Como si hubiera recibido sobremi cuerpo tres o cuatro baldesde aguafríameestremecísin
detenermey loobservé…completamentecontrariada sincomprender loqueexpresabacomosi
realmentehubiesedadoenelclavoconello.
—Esonoescierto…
—Blacknoestáaquí.¿Quémáspruebasquieres?
—¡¡Esonoescierto!!¡¡Mientes!!
—Jamástementiríacomoéllohacecadavezque…
—¡¡Intentaprotegerme,imbécil!!—estalléeniragritándoseloalrostro.
—A costa de qué. ¿De engaño tras engaño? ¿Puedes realmente estar alladodeunhombre
quetodoloconsiguedeesamanera?¿Puedesplanearunavidaalladodeunsujetoquenoescapaz
dedecirtehastaloquesucedeatusespaldas?
—Suéltame…
—Anna,porfavor…
—¡¡Hedichoquemesueltesporlamierda!!—yasílohizo,peroaúnconsumiradaclavada
sobrelamía—.¿Porqué,Damián?¿Porquémehacesesto?
Sonrió con remarcado sarcasmo a la vez que situaba una de susmanossobresubarbilla.
—¿Yaúnmelopreguntas?
—Sí,yquieroquemerespondasporamordeDios.¿Porquéhacesesto?
—Porque me importas —sin titubear articuló esa respuesta que mecongelólapiel—.
¿Contenta?
¡MadreSanta!Feliznoestaba,perosícompletamenteaturdidaconloquesintapujoshabía
pronunciado cuando a lo lejos un coche hacía su ingreso a la casa decampo.Misojosrodaron
enseguidahaciaelvehículodecolornegroalcualreconocídeinmediatoporqueeraelimponentey
lujosoMercedesBenzqueBlackmehabíadejadoconducirderegresodelacasadelasmontañas.
—Anna…túmeimportas.
—Nonodigaseso.
—Sí,sitelodiréhastaquelogresasimilarlo.
—¡No,noyno!—alcélavozrealmentefuriosaporloquenocesabademanifestar—.¡No,
Damián,no!
—¿Porquéno?¿Aquéletienesmiedo?¿Aquetuamorporélnosealobastantefuerteoa
loquecomienzasasentirpormí?
Callé,porqueporalgomásqueunpardesegundostodosetiñódenegro.
—Recuerda…elquecallaotorga,Anna.
—No, Damián, recuérdalo tú, esto se queda aquí —. Sus rasgos medemostraronabsoluta
contrariedadcuandoseperdieronunmomentoenlosmíos.
—Losiento,peromeniegoaacept…
—¡Estosemuereaquí!—vociferéinterrumpiéndolofuerademiscabalespercibiendoala
parcomotodomicuerposevolvíaaestremecercuandoelsonidode lapuertadelcochedeVincent
seabríayluegosecerraba,estrepitosamente—.¿Meoíste?
—No—sostuvo,decididamente—.Esto…—unadesusmanossealojóensucorazón
cuandosusojosnocesabandepenetrarme,fieros,altivos,desafiantes—…nosemuereaquí.Lo
lamento.
Yyo lo lamentéaúnmásal tomar lamejorymáscoherentedecisióndetodamivida.
—Tambiényo,Damián—unúltimovistazolediconmisojostotalmenteanegadosen
lágrimasantesdesalircorriendofrenteasusllamadosyenbúsquedadeVincentaquienpor
sobretodaslascosasnecesitabaencontrar.
***
Samseaprestabaaabrirlapuertadelahabitacióndelhotelenlacualéllaesperabacomo
tantas veces antes lo había hecho. Sonreía, estaba feliz, radiante, porqueesedíaenparticular
razones tenía de sobra para hacerlo las cuales, por ahora, debía ocultarhastaqueeltiempolediese
la razónyel retrasoqueahora llevabaconsigo frentea la llegadadesuperíodoseloconfirmara.
Perocuandoabriólapuertadeparenparnotóquetodoestabaaoscurasy
quedentrountemibleolor
a alcohol mezclado con tabaco hacían del aire viciado algo casiinsoportabledetolerar.
Rápidamente,entróbuscándoloconlamiradamientrassellevabaunadesusmanoshaciasunarizy
pronunciósunombreque resonócomounecoenaquelcuartoenelqueparecíaquenoexistíanadie
másqueella.
—¿Alex?—quiso encender la luz, pero una cadenciamasculina firmeygraveseloimpidió
—.¿Quétienes?
—Rabia—contestó,peroestavezdeformauntantogutural.
—¿Qué ocurre? —a tientas intentó llegar hasta él hasta que consiguióhacerlo—.¿Porqué
tienesrabia,miamor?
—Nosoytuputoamor,quetequedeclaro.
Estababebidoylobastanteebrioparadecirincoherencias,peroaúnasísearriesgó,
situándosefrenteaunasillaenlacualélseencontrabasentadoadmirandolaciudadiluminadaa
travésdelascortinasentreabiertasdelaventana.
—Estoy aquí. Me pediste que viniera. ¿Qué sucede? ¿Cuánto llevasbebiendoyeneste
sitio?
—Lonecesario—unnuevosorboledioalabotellaquesosteníaenunadesusmanos.
—¿Lonecesario?¿Aquéterefieresconlo…?
—Si fuera tú cerraría la boca, princesita, y dejaría de hacer tantasestúpidaspreguntas.
EnunrápidomovimientoSamsearrodillóparaquedarasualturayasíreflejarseensu
acechanteybravíamirada,porqueloconocíamuybienparaasegurarquetranquiloyserenono
estaba.Pero,¿debidoaquéoaquién?
—Porfavor,dime…¿quésucedecontigo?
Duvallsonriódemanerasarcásticaaltiempoqueunasolitarialágrimasedejabaapreciarpor
unadelascomisurasdesusojos.
—Nada.Solamente…necesitabaalgodesoledad.
—¿Soledad?
—Sí,Sam,soledad.¿Tecuestatantocreerlo?
—Sí,porqueprácticamenteesohastenidotodatuvida.
Movió sucabezanegándosea escucharla. ¡Cómo loconocía esamalditamujer!¿Yqué
pretendía? ¿Encajársele bajo la piel como lo había hecho…?Se negó apronunciarsunombre,se
negóarecordarlacuandounnuevosorbodellicorqueingiriólequemólagarganta.
—Quítatelaropa—leexigiótraslanzarlabotellaalpiso—.Necesitoalgoquemecaliente.
Ellasonriócoquetamente,peroaúnasíconciertodejodedudas.
—Peronopodrásvermeniapreciarmirostro,miamor.
—De eso se trata, “mi amor”—subrayó, llevándose ambas manos alrostroconlascualesse
refrególosojos—.Quiero…imaginar.
—¿Qué?—quisosaberrealmenteintrigada.
—No a “qué” sino a “quien”más deseo en este momento—su manodescendióhaciasu
miembroelcualcomenzóaacariciarporsobrelateladesuspantalones—.Aquiénansíocogerme
como tantasveces lohice antes.Aquién tomécuando semedio laputaganayaquienhoy…—su
barbillatemblómientrassusojossecerrabanporcompleto.
—¿Aquiénhoy…?Nocomprendo.
—Notienesnadaquecomprender.Desnúdate…
—Alex…
—¡He dicho que te desnudes! —vociferó como un rabioso animalhaciéndolaestremecer,ala
vezqueselevantabaintempestivamentedelasillaenlacualseencontrabasentadoysus
extremidades se aferraban a la suyas con fuerza desmedida—. ¿Algunaobjeciónalrespecto?—.
Sampodíasentirsualitoalcohólicometersedellenoporsusfosasnasalesaligualqueelcalorque
emanabadeesafuriosabocaalacualansiabavolverabesar.
—No,miamor,ninguna.Sólo…siéntateydisfruta—teníaquecalmarlo,teníaquehacer
algoporélaúnsabiendoqueesanocheestabaasíporotra,pero…seríapor…¿Anna?—.Vea
tomartulugar—loincitótrasacercarselosuficienteasuávidabocaparatentarla,mordiéndosu
labioinferiordeformaprovocativa—.¿Quiénquieresqueseaestanoche,Alex?¿Enquiénmedebo
convertir?
—Enlazorraquemandóaldemoniounapartedemiplan—tajantefuelarespuestaquele
diocuandoSamcomenzabaasacarsuspropiasconclusionesalrespecto.“Lazorra”,repetíasu
mente sin descanso… “la zorra” replicaba una vez más cuando laspoderosasmanosdeDuvallse
separabandesusbrazos.AlgonoencajababienporquecuandosereferíaaAnnajamáslohacíade
esatandespectivamanera.¿Yentonces?
—Voyafollartesinclemencia—lesusurróAlexantesdevolverasituarseenelmismolugar
enelqueseencontrabaasullegada—,voyacogertecomomuchasveceslohiceenaquellasala
dondetúyyo,miamor…—prefiriómorderselalenguaantelainfinidadderecuerdosenlosqueella
estabapresenteydeloscuales,yporobviasrazones,nosepodíaolvidar.
—Quiero que lo hagas —fue la clara respuesta que le dio mientrasempezabaadesnudarse
muysensualmentefrenteasusojos—,quieroque tupollamecojaymeempotrecontralaparedcon
fuerza…conmuchafuerza.
Alex sonrió volviendo a situar sumano sobre su ahoramiembro duro,calienteyprotuberante.
—Siempretegustódeesamanera,Emilia—unodesusdedosdelineóelcontornodesuboca.
“Emilia”,fue sólo lo que lamente de Sam necesitó para comprenderlotodo.
—Nos volvíamos locos, nos devorábamos, nos excitábamos al tenernoscerca,perotenías
que echarlo todo a perder,maldita zorra… tenías que oír lo que jamásdebisteescuchar.
¿Porqué se refería a ellade esamanera?¿Porqué todoel tiempo teníaqueserella?
—Y huíste como una cobarde a sus brazos…—sonrió, percibiendo elplacerqueseotorgaba
asímismoalmasturbarse—…fuistehaciaélqueriendocontarlelaverdadyyoteseguíporquede
algunamanerateníaquecerrartelaboca…
Sam tragó saliva serenamente a la vez que no detenía cada uno de losinstigadores
movimientos que su cuerpo realizabamientras se exponía frente a él entansolosusdiminutasbragas.
—Pero tú… —se carcajeó delirante, enloquecido, como un completodesquiciado
poniéndosenuevamentedepieparaarremetercontraquienteníaenfrente,acechándolaconfierezay
logrando que retrocediera hasta golpear su cuerpo desnudo contra lapared—…quisistevermelos
cojones, querida—le susurró contra su boca cuando una de susmanoscomenzóarozarsuspliegues
porsobresuropainterior—,ansiasteesoymuchísimomás.
—Alex…—jadeaba Sam en cada placentera cariciamientras se relamíaloslabios.
—Sí,Alex…élúnicoimbécilqueestuvoatulado,siempre.
—Alex… quiero más —insistía Sam queriendo asaltar su boca parabesarloyasíenvolverlo
enlalocuradelacualellayaformabaparte.
—Pídelo, suplícalo, como tantas otras veces lo hiciste de la mismamanera.
—Porfavor…porfavor…
Pero al oírla, sabía perfectamente que no era ella la mujer que loexpresabaporqueEmiliano
solíamanifestarloasí,sinomásbienconciertosdescalificativoshaciasu
personaqueaél,enlo
personal,lovolvíanloco.
—Jamás serás como ella… aunque lo pretendas, princesita, jamás seráscomoEmiliaBlack.
—¡Eres una mierda, Duvall! —le escupió al rostro con su iraacrecentándosealinteriorde
susvenas,fluyendoporellasehirviéndolealgomásquelapiel.
—Repiteeso…
—¡¡Unaputamierdaquenosabeloquetieneasulado!!—gritóunavezmásllevándose
gratuitamenteunabofetadadescontroladadeAlexqueantelafuerzadesuimpactolalanzódelleno
alpiso.
—¡Vuelveagritarloytejuroque…!
—¡Vuelveatocarmeysabrásdeloquesoycapaz!
—¿Tú? —se arrodilló, observándola siniestramente—. No eres nadie,princesita,nadie.
—Noestéstanseguro—ledevolvió,depositandootravezsurostrofrentealsuyo,desafiante
—.Nosólotútienesunasbajolamanga,Duvall.
Entrecerrólavistatrasrecorrerconellagranpartedesuahorasonrientesemblante.Luego,
alzóunode susdedos con los cuales trazó todo el contornode subocahastaalojarlosobresuslabios
elqueellarecibiógustosa,lamiéndoloychupándoloantesuatentayfríamirada.
—¿Quépretendes?
—Tenerteamispiesyporcompletocomouncachorritohambriento.
Rió como si le hubiese contado el mejor y más absurdo de todos loschistes.
—¿Ycómocreesconseguirlo?
—Pasoapaso,miamor.Conastucia,consagacidadyconalgomásquesutileza.
—Estásloca,Sam.
—Bueno…unalocasiempreamaconlocura.Unaloca…siemprequieremás.
—¿Yquéesloquequieresahora?
—Tupollayquemedeseescomosiyofueralaúnicamujerdetuvida.
Alex mordió su labio inferior a la vez que en un gesto para nadapremeditadoacariciabala
mejillaque,momentosantes,lehabíagolpeadoconfuerza.
—De acuerdo, princesita. Creo que sólo por esta noche puedo… fingirquetusueñosehará
realidad.
—De acuerdo, Duvall —le contestó imitando su suave cadencia—,tambiényopuedofingir,
peropretendiendoquetodoesoesverdad—sinmeditarloselanzóabeberdesubocamientras
ambosselevantabanentrejadeosymovimientosbruscos,enfrascándoseadesarrollarunjuegode
pasiónylocuradesbordanteenelcualsabíandesobraquesolamenteunodelosdosobtendríalatan
anheladayesperadavictoria.
CapítuloXXIV
Vincent ya estaba dentro de la casa cuando hice ingreso a ella deapresuradamanera,
encontrándolo de buenas a primeras en la sala de estar quitándose lachaquetadesuoscurotraje,el
mismoquehabíautilizadohoytrasasistiralsepeliosimbólicoenelcualhabíadespedidolosrestos
deEmiliaqueyaviajabanconrumboaBarcelona.
Nos observamos sin nada que decir, creo que en ese par de segundosnuestrasmiradasde
evidentepreocupaciónhablaronporsisolas.
—¿Dónde estabas? —eliminó el mutismo que nos envolvía cuandopronuncióesainterrogante
con la gravedad de su voz, pero arrastrando de considerable maneraalgunassílabasenclaraseñalde
loqueproducíaenélelalcoholquehabíaingerido.
—Tomandounpocodeaire.¿Dóndeestabastú?
—Porahí—rodólaclaridaddesusojoshaciaotroladodelahabitación.Porunmomento
supuse, por la forma en que había contestado, que no deseaba por esanocheresponderotrapregunta
sobreello—.Sólonecesitaba…salirdeaquí.
—Yalejarte—concluí por él sin saber el por qué lo había hecho, hastaquemelocorroboró,
peronodeagradablemanera.
—¿Quieresquetemientaoantetodoprefieressaberlaverdad?Esofueloquemepediste,
Anna.
—Sí,esofueloquetepedí.Sinceridadantetodo,Vincent.
—Bueno,esoesloqueteestoydandoy…—lapuertadelasalasonótrastresgolpesquese
percibieron en ella. Ambos nos detuvimos, guardamos silencio viendocomoCristinaacudía,la
abríayconstatabaquieneralapersonaqueanunciabasupresencia,hastaqueDamiánentróapaso
firmecambiandonotablementeelcursodetodaesaconversación.
—Buenasnoches,señorBlack.Disculpequelomoleste,perolovillegary…
—¿Dóndeestabas,Damián?—suatronadorayexigenteinterrogantenosehizoesperarala
vezquenodespegabasufríamiradadelasuya.
—Afuera,señor.Caminabaporlosalrededores.
—¡Qué casualidad! Al igual que Anna —musitó, pero esta vez
deteniéndoseenmítras
sonreír con algomás que lascivia—. No había advertido que ambos secomplementabantanbien.
¿Desdecuándosisontanamablesdeexplicarme?
Admiré muy sorprendida como lentamente se deshacía el nudo de lacorbatasinsiquiera
parpadearparaarrojarlaluegoalsofá,alpisooadondelaprendacayera.Laverdad,pocole
importaba.Y fue así, queeseúnicogesto suyo lodelató.Nohabíadudaalguna.Vincentteníaganas
dediscutir,depelearydeecharporlabordatodasusoberanacalma.
—Anna…—de todas las formasposibles esperabaque jugaraelmismojuegoenelcualéllo
estabaapostandotodo,perodeestúpidamanera.
—Fuiste a beber por ahí —crucé mis brazos a la altura de mi pechodispuestaanodarleel
privilegiodecabrearmeconsutandadetaradecessinsentido—,poresotecomportasdeesta
manera,¿verdad?
—¿Dequémanera?—sonrióapabullantementetraspenetrarmivistaconlasuyaenprimer
lugaryluegoladeDamiáncomosiquisierahacernosañicosconella—.¿Vesonotasalgodiferente
enmí,pequeña?—laironíasalíaexpedidaporcadaunodelosporosdesucuerpomientrasse
encogíadehombros—.Porqueyono.
«Uno,dostres,cuatro…»
—¿Quéteocurre?—diunpardepasoshaciaéldispuestaaacariciarlosindilucidarqueno
dejaríaquemeacercaralosuficiente—.Vincent,pero…
—Peronada—rápidamenteposicionóunadesusextremidadesfrenteamíimpidiéndome,
antetodo,quellegaraasulado—.Acabodehacerteunapreguntaqueaúnnomehasrespondido.
¿Porqué?
—Noséqueteocurre,pero…
—Sí,silosabes—sentenciófríamentesinquitarmelavistadeencima—,aligualquelosabe
Damián.
Moví mi cabeza negándome a comprender cada cosa que salía de suslabios.
—Mi amor… —pero todo lo que obtuve de su parte fue el mismo ynecesarioespacioquea
cada segundo que transcurría parecía que nos separabamás y más—…¿quéteocurre?¿Porquéte
comportasasí?
—¿Y cómo quieres que me comporte? —estalló, alzando la vozindebidamente—.¡Sicada
vezquemedoy lavuelta tú estás con este tipo! ¿Creesque soy idiota o
imaginasquenoséloque
aquíestásucediendo?
—No, no eres idiota, Vincent Black—firme y decididamente ataqué suinusitadocomentario
enelcualmeestabainvolucrandocomosifueraunavilzorradeaquellas—,perotelorecordarépor
siyalohasolvidado:nofuiyoquiencontratóa“estetipo”—enfaticé—,paraquesiguieracadauno
demispasossinqueyolosupieraynofuiyoquienmeloplantódelanteparaquenosconociéramos
ypretendiéramosser“vecinos”o“amigos”yasíélpudieseganarsetodamiconfianzasinquela
estúpidaAnnaMarks supiera quien realmente era.No sé qué rayos pasaportucabeza.Nosési
todo lo que pretendes imaginar se debe exclusivamente a causa de lamuertedetuexmujer,perode
una cosa sí estoy totalmente segura: el alcohol, mi querido Black, tevuelveunsoberanoidiota.
Queríadeciralgomás,cadaunodesusgestosfacialesycorporalesasímelorevelaban,
porqueVincent,porsobretodaslascosas,seestabamordiendolalengua.
—Puedo ser loque túquieras, perouna zorra jamás.Que tequedemuyclaro.
Sellevóambasmanosalrostroconlascualesselofrotódesignificativamaneramientras
dejabaqueunfuriosobufidoseleescaparadesdelomásrecónditodesugarganta.¿Quería
discutir?¡Pues,vamos!¡Aquímetienes!
—Jamáshedichoeso—balbuceó.
—¡Yentoncesaquésedebetodoesto!Temarchassindeciradondevas,tealejasdemísin
que pueda ayudarte; regresas como si hubiese hecho algo de lo cualtendríaquearrepentirme.¡Qué
quieresconseguir!
—No lo sé… —articuló clavándome su penetrante vista que, por uninstante,comenzóa
humedecerse—… realmente no lo sé. Discúlpame —y así se volteó,abandonandolasalasindetener
cadaunodesuspasosantemisefusivosllamados.
—¡Vincent! ¡Vincent, espera, por favor! —. Intenté seguirlo, pero encuestióndesegundos
unadelaspoderosasmanosdeDamiánseaferróaunadelasmías.
—Necesitaestarsolo.Déjalo.Novayastrasél.
¿Qué?¿Quémierdameestabapidiendo?
Fugazmente,terminésoltándomedesuagarretrascontemplarlocomosiestuvieraloco
ademásdechiflado.
—Nopuedespedirmequenovayatrasélcuandotodamividadependedeesehombre.
—Túvidanotieneporquédependerdeunmalditoalcohólico.
¡Maravilloso!¡Loquemefaltaba!
—Novuelvasallamarlodeesamanera,¿meoíste?
—¿Yaquiénteníasfrenteati?—irascible,asíseencontrabaDamiánalnopoderevitarque
fueratrassuspasos.
—A quién más amo —sin que me temblara la voz se lo repetí yaperdiendolacuentadela
cantidaddevecesenqueselohabíaafirmado—.¿Tequedaclaro?
—Anna,porfavor…
—Porfavortú…novuelvasadetenerme,teloadvierto.
—Teestásequivocandoy…
—¡Meimportaunamierdaequivocarme,Damián!—hechaunmanojodenerviosvociferéese
enunciadoporquetodoloquedeseabaerairtrasBlackyélmeloestabaimpidiendo—.Créeme,no
serálaprimeranilaúltimavezquelohaga.Además,menecesita.
Nos observamos por un par de segundos sin nada que decir hasta quecomencéacaminar
haciaeldespachoconélsiguiéndomedecerca.
—¡Dóndecreesquevas!
—¿Piensasquevoyaexponertedespuésdecómosehacomportado?¡Porquiénmetomas!
—Noesnecesarioquevengasconmigo,Damián.Túaquí tequedas—lodetuve—.Puedo
conesabestiaperfectamentecomoparaqueestéscuidándomelaespalda.
—Noestaríatansegurodespuésdeloquevi.
Cerrélosojosyvolvíacontar,peroestavezavivavoz,confundiéndolo.
—¿Porquéhaceseso?
—Largahistoria.Nodesunpasomás,¿deacuerdo?—reanudémimarchaoyendosupotente
voztrasdemí,diciéndome:
—Intentadetenerme.
¡Maldita sea! Con él siguiéndome me detuve frente a la puerta deldespachoquese
encontrabacerrada.Rápidamente, tomédelpomoparaabrirlayparamibuenasuerteestabaabierta.
—¡Hey!—lagélidayparanadaafablecadenciademiguardaespaldassecolópresurosapor
mis oídos—. Ante cualquier grito o lo que oiga y no me guste, voy aentrar.
—No.EstoesentreVincentyyo.
—Anna…
—¿Quénomeoíste?¡Estoesentreélyyo!Túaquínointercedes.Noespartedetutrabajo,
noestáentujodidocontratooloqueseaquehayasarregladoconBlack.Mirelaciónconese
hombrequedafueradetualcance,deloquetúhacespormíy,porfavor,noesperesquevuelvaa
repetírtelo.
Silencio,sólounsepulcralsilencioobtuvedesuparte.
—Esmividaynotienequeserpartedelatuya.
—Lolamento,Anna,perpyaloes.Loquierasono,yaformaspartedemiuniverso.
***
Todocomenzabaasalirsedecontrolypormimalditaculpa.Despuésdetodo,Annatenía
razónconrespectoamíyalalcohol,porquecuandobebíameconvertíaenunsoberanoidiota.Yeso
loconstatéaldarmecuentadelaformaenquelahabíatratado.Aunquelaverdad,laideadeél
acechándolahacemucho tiemporondabaenmicabezaysehabíavueltomáspatentealevidenciarla
manera en como la admiraba. Pero ella volvía a tener toda la razón,porquesóloyohabíasidoel
culpabledequeasífueradesdeunprincipio.
Suspiré frenéticamente oyendo como la puerta del despacho se cerrabaconAnnadeespaldas
aella.Mecontemplabasinparpadear,sinnadaquedecir,tansólosusojosmarronessefijabanalos
míoscomosiconellosdesearadecírmelotodo.
—Noesbuenoqueestésaquí—porsubienyelmíoselopedídeamablemanera.
—¿Porqué?¿Vasagritarmenuevamente?Porsinolohasnotadoestoescomounmaldito
Deja Vu. Los mismos personajes, el mismo lugar, una situación muyparecidaalaquetúyyo
vivimosconanterioridad…¿Quéironía,no?
—Notengoánimosdediscutir,menoscontigo—bajélamiradaocultandomideplorable
condiciónyminotoriavergüenzaantelosucedido.
—Entoncesnolohagasyexplícame,porfavor,quéteocurre.
Enseguidaunlevemovimientoquerealizómicabezadeladoaladoseloconfirmó.
—¿Por qué no, Vincent? —intentó dar un par de pasos hacia mí más,específicamente,hasta
el escritorio que nos separaba, pero la detuve. Por hoy, ya había sidosuficiente.
—Noteacerquesmás,porfavor.
—¿Porquéno,Vincent?—repitió,dulcemente.
—¡Por que no,maldita sea! ¿Qué no comprendes que quiero y necesitoestarsolo?
Tembló, pude notarlo por la forma en que se estremeció su menudocuerpoantemiparanada
cordialcomentario.
—¿Para volver a sumirte en tus recuerdos? ¿Para que reaparezca en titodotudolor?¿Para
evocarlaaella?
Alcélacabezaencontrándomedellenoconsuahoracristalinamirada.
—Nomemientasmás, sé perfectamente que todo lo que te ocurre estanochesedebeaella.
Cerré los ojos realizando el mismomovimiento de cabeza en señal denegativaquehabía
hechoinstantesatrás.
—Sí,síloes.
—No,Anna,noloes.
—Entonces,miamor,¿porquémealejasdetulado?¿Porquénodeseasquetetoque?¿Y
porquéteinventasunmartirioquesólotúllegasacomprender?
—Porquenoesunmartiriocuandosémuybiencomoéltemira.
—¿Qué?No,estásequivocado.
—No,noloestoy.Quizás,nolonotesoseasmuycautaparaqueyocreaquenotehasdado
cuentadeello.
—Vincent,élnomeinteresa.
Melevantéde lasillaen lacualmeencontrabasentadoparacomenzaracaminarsobrela
espaciosasala.
—Perotúleinteresasaél.
Anna tragósalivadeconsiderable forma, rodando losojoscomosiconmienunciadohubiese
dadoenelclavo.
—Ytúlosabes—proseguí,desencajándolamásdeloqueyaloestaba—.Nosoyunidiota
aunquebebidopuedaparecerlo.
—Atiesaquienamo.
—Losé.Jamáshedicholocontrario—dirigímispasoshacialaventanadelasaladispuesto
a admirar por ella el difuso cielo que semostraba frente amí—.Y enparte,fuiyoelculpablede
queasísucediera.
—No—subrayó,decididamente—.Esonoescierto—sentídeinmediatocuandounadesus
delicadasmanosseposósobremiespalda—.Paramíél siguesiendo loquees.Nopuedoverlode
otramanera.¿Porquétedañasdeesaforma?¿Porquévescosasdondenolashay?
Guardésilencionegándomeacontestarleyaobservarla.
—Vincent… estoy aquí—susurró ami espaldamientras sus brazosmeabrazabanloscuales
apartésinsaberelporqué.
—Anna,porfavor,estanocheno.
—¿No?—replicótrasunsollozoquenologróreprimiryquemesacudióelalmacuandose
filtrópormisoídos—.¿Noquieresquetetoque?
—No—mi cabeza y todo lo que deambulaba dentro de ella ya era unjodidocalvariocomo
paraestarnegándoselo.
—Vaya…—articuló,quitándolas—.Quizás,nodeseasquetetoqueporlasimpleysencilla
razón que preferirías que lo hiciera Emilia —lanzó de golpe como sifueraunabombade
proporciones que estalló a nuestro alrededor, logrando que volteara lamiradarápidamentepara
fijarlaenlasuya.
—Nosabesloquedices.
—Sí, sí lo sé al igual que lo sabes tú, sólo con la diferencia que no loquieresadmitirporque
esa mujer, Black, aún estando muerta hace de ti el hombre que un díafuiste.
Sin que lo advirtiera me acerqué a ella para cerrarle la bocadevorándoselaconunurgentey
violentobesoquenossacudióalosdos.
—Novuelvasaexpresaralgosemejante.
—¿Porqué?¿Porquésabesquenomiento?—seseparódemícomosinoquisieratenerme
cerca—.Porquesabesquees laverdad,porqueporellanoquieresestarconmigo,porqueporsu
malditorecuerdomeevitasy…
—¡¡Era la madre de mi hijo!! —vociferé, sacando de mí toda laimpotenciaquemecorroía
las entrañas. Porque otra vez Anna tenía razón. Emilia, aún estandomuerta,sacabaaflotelopeor
demipersona.
—Ya… lo… sé —su voz se quebró cuando respondió con esas trespalabras,aligualquesus
ojosquesucumbieronanteunasosadas lágrimasque resbalaronpor susmejillas—.Ylamujerque
tanto amaste… con la cual te casaste, con la que imaginaste un futuroprometedor…
—Anna,basta.
—No,bastatú—sollozó,limpiándoselas—.SelodijeaMiranda,¿sabes?
—¿QuéfueloqueledijisteaMiranda?
—Queteníamiedodequeellaestuvieracercadeti.
Un par de punzadas consiguieron que mi pecho doliera de frenéticamanera,peromásme
hirieroncuandointentéacercarmeyfueahoraellaquienseapartódemilado.
—No.
—Anna,porfavor…
—No,noyno…—manifestó, luchandocontramicuerpoysurabiaqueflorecíaanteelllanto
queyanolograbadominar—.Apártate,porfavor,apártateporqueahorasoyyoquiennotequiere
cerca.
—Miamor…
—¡Suéltame,Black!
—No, no te voy a soltar. ¡Nunca te voy a soltar!—me aferré a ella sinmedirmifuerza
debido a la impotencia que en ese minuto me embargaba hasta que laparednoscontuvoantenuestra
luchasinquelepermitierazafardeldominioyopresióndemisbrazos—.Teloprometí…telo
repetícientosdeveces,jamás…
—¡Cállate!—me exigía sin querer verme a los ojos y negándome antetodosubellísima
miradaenlacualansiabareflejarmeunavezmás.
—Nomepidasquemecallecuando…
—¡Aúnlaamasaella!—gritócontodassusletrasescupiéndomeloenelrostro,
desarmándome por completo y volteando la vista hacia un costado,demostrándomeasítodosu
desprecio.
—¡No!¡Laamé,esoesmuycierto,peronocomoteamoati!
—¡Malditomentiroso!Siempreengañándome,siempremintiéndome…
—¡No!—repliqué,peroestavezendureciendomivozymisansiasporquemeobservarade
laúnicaformaenqueadorabaquelohiciera,consualmapuestaenello—.¡Jamáslaamécomote
amoati!¡Escúchamebien,AnnaMarks,jamáslaamécomoteamoati!
Sus ojos volvieron a los míos como por arte de magia cuando seaprestabaapronunciar:
—¿Yporquétecomportasdeestamanera?¿Porquénomequierescerca?¡Porquéme
dañasasí!
—Sencillamente,porquesoyyserétodamividaunmalditomiserablequenopuede,pormás
queasílodesea,apartardesísupasado.Emiliafueunaparteimportantedemividaquenopuedo
borrarlaasínadamás.
—Peroteengañó…temintió…tedestrozólavida.
Afirmé,asintiendounpardevecestansoloconlacabeza.
—Pero con ella… también fui feliz—me atreví a pronunciar liberandounaslágrimasque
rodaronpormisfebrilesmejillassinquepudieradetenerlas.
Anna guardó silencio, pero sin dejar que sus ojos se apartaran de losmíos.
—Mepediste laverdadyesoteestoydando—traguésalivaconalgode
dificultad—.Antes
demorir…mepidióqueledijeraquelaamaba…—mientrashablabasuslágrimasylasmíasno
cesaban de caer desde las comisuras de nuestros ojos—… y no pudehacerlo.¿Porqué?Porqueno
queríaengañarlacomoellalohizoconmigodesdeunprincipio.
—Suéltame,Vincent.
—No,Anna.
—Hedichoquemesueltes.Noquieroescuchartemás.
—Puestendrásquehacerloporquemeniegoadejarteir.
—¡SuéltameporDios!¡Porfavor…!—pedíaymientrasmáslorequeríamásmeadheríaasu
cuerpo.
—No,miamor,no.
—¡Suéltame, Black! ¡Suéltame! —gritó con fuerza, con furia y conabsolutafrustración
cuando la puerta del despacho se abrió, intempestivamente, conDamiánhaciendosuingresoporella
comounviolentohuracán,arrastrandocontodoasupaso.
—¡¡Te pidió que la soltaras!—me apartó de ella tras lanzar el primergolpequediodelleno
en mi mentón—. ¡¡No una sino varias veces!! —proclamó fuera de sí,lanzándomeotrogolpeelcual
rápidamenteevadídevolviéndoseloantelosgritosenloquecidosqueAnnaexclamaba:
—¡¡Damián,suéltalo!!¡¡Nolehagasdaño!!
Peroningunodelosdosdeseábamosdetenernosantelaafrentaenlacualnoenfrascamosal
igualquesifuéramosunpardeadolescentespendecieros.
—¡¡Hedichoquesedetengan!!¡¡Losdos!!¡¡Ahora!!
Sus gritos e inminentes llamados sólo encendían la cólera que en eseinstantehabitabaenmíy
que me hacían, ante todo, perder la poca razón que me quedaba paraliberarfrenteamioponentetoda
la maldita ira que tenía dentro, golpe tras golpe que recibía y queotorgaba,rompiendocadacosaque
nos obstaculizaba el paso en la lucha encarnizada que ambos estábamosmanteniendo,hastaquela
vozprofundadeMirandaalentrardellenoaldespachonosdetuvocomosihubiésemosvistoal
mismodemonioenpersona.
—¡¡Peroquéestásucediendoaquí!!¿Quécreenqueestánhaciendo?
Como dos fieros canes dispuestos a continuar hasta arrancarnos la pielnosobservamos,
desafiantes, altivos y arrogantes poseídos por un solo sentimiento: laabsolutafuriaqueaflorabade
nosotrosdos.PorquenohabiaquesermuyinteligenteparadilucidarqueDamiánanhelabapartirme
lacaratantoomásdeloqueyodeseabahacerloconlasuyaparaquelequedaramuyclaroqueAnna
erasólomía.
—Nada, tía—limpiémi labio inferior percibiendo el amargo sabor deunaesenciamétalica
alojarse enmi boca.Era de suponerlo, estaba sangrando, pero pocomeimportabaporqueaún
bebidohabíabrindadounaarduabatallaqueensumandíbulayensuojoizquierdo,mañanaporla
mañana,podríaevidenciar.
—¡¡Cómoquenada!!¡¡SantoDios,peroquéocurre!!
—Nada —volví a asegurar volteando la mirada hacia Anna quien nocesabaderespirarcon
fuerzayevidentemiedo,elcualtambiénsereflejóensusojosmarrones—.Lo…siento—.Ansié
unapalabra suya, tan sólounsonidoquizás,pero todo loqueobtuvedevueltafueunprominente
suspiroquebrotócolmandomisoídosaltiempoquedespegabasucuerpodelaparedyavanzaba
temblorosamenteporlahabitaciónapasovelozconMirandasiguiendodecercasuandar.
—Anna,¡¡Anna!!—vociferéunpardevecesalverlasalirporlapuerta—.¡¡Anna!!—
repliqué pretendiendo detenerla, pero con Damián obstaculizándome elpaso.
—No.
Sonreíirónicamenteporqueélninadiemediríaloquetendríaquehacer.
—¿Nofuesuficiente?
Tambiénsonriódespectivamenteantesdelanzarmealacaralasiguienteyestoicafrase:
—Primero,quítatetodaesamierdaquenotedejaavanzaryserfelizasuladoydespuésve
porella.Si realmente laquieresdejadecomportartecomoun imbécilosencillamente,liberael
pasoparaalguienmás.
—¿Comotú,porejemplo?
—Sí, comoyo, por ejemplo—searregló su chaquetamientras susojosallanabanlosmíos.
—¿Hacefaltaquetedigaqueestásdespedido,Erickson?
—No, señorBlack, no hace falta que lo diga porque desde este precisomomentorenuncio.
—Perfecto.Entoncestambiénteexijoquerenunciesaella.
—Losiento—subrayó—,yanosigoórdenes.
—Nosonórdenes,cabrón,esmásqueunaclaraadvertencia.
—Exigencia, advertencia, amenaza… tú y ellas nome intimidan, Black.Pormípuedeshacer
loquequierasporquenotemerecesalamujerqueacabadesalirporesapuerta.
—¿Ytúsí?
—Tengo más meritos que tú. En primer lugar, no miento, cosa que túhacesyvuelvesa
hacer…¿porsubien?Aúnnomequedaclaro.
—Yolaprotejo,imbécil,másdetiposcomotú.
—Claro…laprotegesocultándoletodoloqueelladeberíasaber,comolaexistenciadesu
madre.
Entrecerrélamiradaalavezquetambiénlohacíaconmispuños.
—Sinoerescapazdedecirlequeteencuentrasasíporlamuertedetuexmujerjamáspodrás
hacerlo con la existencia deMichelle Cavalli. Y cuando te animes serámuytarde,Black,tantarde
que Anna terminará odiándote porque no pudiste hablar con la verdaddesdeunprincipio.
—Teestásmetiendoenunlio,Damián.CuandosetratadeprotegeraAnnaestoydispuestoa
todo.
—Pues, ya somos dos, pero con una gran diferencia de por medio, yocorroconventaja.
Mecarcajeéavivavoz,sarcásticamente,intentandonolanzarmedellenocontraélpara
despedazarsucaradeinfamiayarrogancia.
—Aquílaúnicaventajalatieneelamorquelauneamíyanteél,túylo
queansíeso
pretendas conseguir, no te servirá de nada.Loque tenemos ella y yo esmásfuertequecualquierotro
sentimiento, Damián, es más poderoso que la mismamuerte y lo llevoaquí,grabadoenmipielasí
comoellalollevaenlasuya.
—¿Estástanseguroparasuponerlo?
—Nosupongonada,estoytotalmenteconvencidodeello.Sólopregúntaleylosabrás.Sólo
pronuncia mi nombre, admira su rostro y ella lo sentirá. Sólo intentatocarlaysabrásdeloquesoy
capaz.
—¿Masamenazas,señorBlack?
—Exigencia, advertencia, amenaza… tú y ellas no me intimidan —repliquétalcualéllo
había hecho con anterioridad—. Por mí puedes hacer lo que quierasporquenadiemásqueyose
merecealamujerqueacabadesalirporesapuerta.Asúmeloyentiéndelocomotal,nadiemásque
yolaamarácomoellameamadelamismamanera.
—Nadaesparasiempre,Black.
—Lamentablementeparatilonuestroloesyanteello,excapitánErikson,nohaymás
certezas. ¿Quieres jugar? Hazlo. ¿Quieres apostarlo todo? Hazlo. Ya
paguéunpreciomuyaltopor
Annayestoydispuestoapagarlodenuevoyconcreces siesnecesario.¿Sabeselporqué?
Estáticosequedóesperandoatentamenteloquemeaprestabaapronunciarconfuerzaysin
ningúntipodetitubeos.
—Porqueavecesenlavida…estodoonada.
Nopodíadejardeverelcielodelahabitacióndemihijodesdeelsofáenelcualme
encontrabarecostadorecordandoacabalidadtodoloquehabíaacontecidoymásaún,aquelinstante
enqueAnnamehabíaobservadoconsusojoscolmadosdemiedoantelaafrentaquehabía
procedidoconDamián.
Nosécuantasvecesmarquésunúmerotelefónicosinobtenerrespuestasyeramásqueobvio
queesosucedierayquenodesearavermegraciasaqueyomismolahabíaalejadodemí
comportándomedetanestúpidayaberrantemanera.
Deslicé mis manos por mi cabello unas cuantas veces realmenteabrumado,preocupadoy
meditando seriamente cuáles serían mis próximos pasos a seguir, sinmiedo,convalorydejandode
lado lo que más daño nos provocaba: mi continuo temor a perderla.Porqueporunavezenlavida
debía actuar demanera correcta por su felicidad, por su tranquilidad y,porsobretodo,porel
inmensoeincomparableamorqueletenía.
—Michelle Cavalli —evoqué a la mujer que había conocido en sudepartamentojustocuando
lapuertadelahabitaciónseabríayMirandadesdeelumbralmepedíaquesalieraporella.Asílo
hice, observandoaLeoque aúndormíaplácidamente aferrado aunodesustantosososdepeluche.
Una vez en el pasillo de la segunda planta y a solas tuve que tragarmetodasycadaunadelas
recriminacionesdeMiranda.¿Quémáspodíahacersimelasmerecía?
—Quéespectáculoeldeanoche.Supongoquetodotieneunarazón.
—Latiene.
—Espero que seas lo bastante hombre para dársela—la profundidad desusoscurosojos
invadiódepenetrantemaneralosmíos.
—Seladaré,peroantesdebohaceralgoporella.
—AntesdebeshablarconBruno.Teestáesperandoenlasala.Dicequeesimportante.
Los engranajes de mi cabeza comenzaron a funcionar como si tras unlargolapsodetiempo
hubiesenestadodetenidos.
—Si es lo que imagino —una de sus manos se aferró a una de mis
extremidades—,tendrás
quetenermuchovalorparaenfrentarlo.
Asentí tragando saliva con dificultad, pero percibiendo el nudo deproporcionesqueya
comenzabaaalojarsealaalturadelabocademiestómago.
—Sabes que estoy aquí para lo que necesites y quiero que asumas queindependientementede
loquedigaeseinformeLeoesyserátuhijoparatodalavida.
Volvíaasentirporqueyanopodíapronunciarpalabraalguna.
—Tequieroysiempretequerré,Vincent,perocuandotecomportascomounidiotamedan
ganasdeabofetearte.
—Noereslaúnica.
Miranda suspiró, regalándome uno de sus cálidos besos en una de mismejillas.
—Nolohagasesperar,querido,porqueeldestino,dealgunauotraforma,estállamandoatu
puerta.
Y lo sabía muy bien porque había sido precisamente yo quien habíainvocadosupresencia.
Bajé las escaleras para reunirme con Bruno quien tras un abrazo meentrególoquetanto
ansiabaleeryconstatar.
—¿Estásseguro?
—Muyseguro.Es loqueheesperadoyqueridoconocer trascincoañosdementiras.
—Pues,entonces,ábreloydejatodoslosengañosatrás.
Cortéelsobremuylentamentetrassuspirarysuspirarcomosielairemefaltara.Desdobléel
informequeendetallecomencéaleerpalabraporpalabra,líneaporlínea,oraciónpororación,
cuandomisojossehumedecían,mibarbillatemblaba,todomicuerposeestremecíaymicorazónse
oprimíaregalándomeunpunzantedolor.AlcélavistahaciaBrunoquienasintiótrascolocarunade
sus manos sobre uno de mis hombros antes de decir lo que cambióirremediablementeeltranscurso
demihistoria.
—Cincoañosparasaberlaverdad…cincoañostuvieronquetranscurrirparaquetúsupieras
quienrealmenteesLeoBlack.
—Lohubiesedadotodoporqueella…—nopudeproseguirpormásqueasílointenté,
comiéndome todas mis imperiosas ganas de maldecir a quien ya no seencontrabaenestemundo.
—No vale la pena, Vincent, Emilia ya no está aquí. Con ella se fue yenterrastetupasado,tu
tristeza,tuagoníaygranpartedetodotudolor.Ahora,lomásimportanteyloquedebetener
absoluta cabida en ti es lo que comenzarás a vivir de la mano de esepequeñoquetenecesitarámás
quenunca,porquejamásfuehijodetupadre,sinotuyo.
«Jamásfuehijodetupadre,sinotuyo…»,repetíamiconcienciaunayotravez,
confirmándomelo.
—¡Ehorabuena,amigomío!Yano tienesunhermano,sinounhijo…unverdaderohijo.
CapítuloXXV
Esamañana salí de casamuy temprano. ¿Porqué?Por la sencilla razónqueteníamotivos
suficientes para hacerlo. El primero y elmás importante de ellos: sabíaqueencualquiermomento
Vincentsedejaríacaerpormidepartamentoparahablarseriamenteyconserenidad.Elsegundo,no
deseaba ver aDamián,menos después de lo que había acontecido en eldespachodeBlack.Selo
había advertido, se lo había exigido con todas sus letras, pero poco leimportaroncadaunademis
claras explicaciones. ¿Quémierda tenía en la cabeza?En realidad, si lomeditabacondetenimiento
parecía que ambos buscaban el momento exacto para enfrascarse atrompadascomodosestúpidos
sincerebro.
Miteléfononocesabadesonaracadapasoquelograbadarmientrasmedirigíacondestinoa
la universidad, después de haber dormido tan solo un par de horasproductodelamagnánima
preocupaciónquemeembargaba,misasquerosasnáuseasqueaúnnomeabandonabanyelmaldito
dolor en el pecho que se acrecentaba tras lo que Vincent me habíaconfesadoconrespectoaEmilia.
Sinceramente, no dejaba de pensar en ellomientras el repiqueteo demimóvilsehacíamásymás
evidenteamisoídos.Sí,eljodidosonidomeestabavolviendoloca,peronoibaadarlesenelgusto
aningunodelosdosporqueyahabíatenidodesobraconlaafrentadeesepardepelotudos,peroen
especialconelcarácterycomportamientodeBlackylanomenosimbécilideadeDamiánde
confesarmequeyoleimportaba.
“¡Maravilloso!”Declarómi conciencia tanmolesta como lo estaba yo,perorecordándome
que en todo esto no había sólo un culpable, sino dos: Vincent yporsupuestoyo,laparejitadelaño.
Suspiré unpar de veces cerrando los ojos y deteniendomis pasos a tansoloaunascuantas
cuadrasdelauniversidad.Sí,ellanoestabatanerradayyoeraunacínicademierdaalnoasumir
con creces las veces en que Damián me provocó más que un cálidosentimiento.
Volví a reanudar mi marcha abriéndolos y tras pensar en ello porqueVincentintentabadarme
aconocertodasuverdad,aquellaqueobviamentedesconocía,mientrasyoleocultabalamíacuando
loprimeroquedebíhacerfueestablecerloslímitesencuantoalapseudo“relación”queentre
Damiányyocrecía.
¿Y ahora? Simple y sencillo,me sentía una vilmentirosa exigiendo sinotorgarnadaa
cambiohasta que la vozdeSammy, saliendodesdeno sé que lugar,medetuvoechándoporlaborda
todoloquemimenteeneseinstanteconfusamentecavilaba.
—¡Hey, tú, pastelito de crema! ¿Por qué te desapareces así? ¿Dónde temetes?
Pretendísonreíraltiempoquemeencogíadehombrosylerespondía:
—Porahí.
—¿Cómoqueporahí?LeprometíaAmequetecuidaría,perotúnoeresdemuchaayuda.
«Ame…», recordarla fue todo lo que necesité para que mis ojosautomáticamentese
humedecieran.¡Dios!¡Cuántolaprecisaba!
—Perdón—bajélavistaparaquenopudieraverlaanegadaenlágrimas,
—¿Porquémepidesperdón?¿Quéocurre,Anna?
Movímicabezade ladoa ladonegándomea relatarle todo loquehabíasucedido.
—Tehebuscadoporcielo,marytierraporqueheestadomuypreocupadaporti.¿Qué
tienes?¿Porquépresientoquesólodeseasllorar?Dímelo.Somosamigas,¿ono?
¿DebíahacerlodespuésdeloqueDamián…?
“¡OlvídatedeDamián!”.
Ysinque lo advirtieraunade susmanos sedejó caer sobreunademismejillaslacual
acariciócondulzura.
—NosoyniseréAmelia,peroestoyaquí,contigo.Tequieromuchísimoymepreocupopor
ti.¿Quénolonotas?—sonreíamientrasaúnmeacariciaba,pero…¿porquésusonrisanomesabía
deltodosincera?—.Sabesquepuedesconfiarenmí.
Traguésalivaperdiéndomeensupenetrantemiradalacual,noséporqué,ahorameparecía
tandiferentealaqueundíaconocí.
—Anna…—meinstó,posicionandosumanoenmihombro—…notengotodoeltiempodel
mundo, menos las ganas de jugar a las adivinanzas. Se trata de Black,¿verdad?
—Discutimos.
—¿Sobrequé?
—Nada…importante.
—¿Cómoquenadaimportante?¡Parecesunzombieambulanteymedicesquenoloes!¿A
quiéncarajoquieresengañar?Sabesqueconmigonopuedeshacerlo.¿Tedejó?¿Eseso?¿Te
abandonóporotra?¡Vamos,Anna!¿Porquécallarlo?Sialfinalsabesqueuntipocomoéljamás
estaráconalguiencomotú.Haztealaidea,noeressuficientemujerparaesesujeto.
Cerrémisojosnuevamenteydelamismamaneralohiceconmislabiosnegándomea
manifestarunapalabramás.
—¿Oexistealgoqueaúnmeescondes?
—No,nohaynadamás.
—Sí,sí lohay—admitió,peroestavezsujetándomeconfuerzaporuno
demisbrazos—.No
meloocultes.
—Nohaynadamás.¿Porquétecomportasasí?
—¡Asícomo!Sólointentoayudartesacándotelaspalabrascontirabuzones—atacó.
—Pues, exigiéndomelo no lo estás haciendo—contraataqué, zafándomedesuagarre—.
Acabodedecirtequenohaynadamás.
—Notecreo.Séquealgomeocultasyportubienesperoquemelodigasya.
—¿Pormibien?—entrecerrélavistamientrasmededicabaaescanearsurostroycadauno
desusrasgosfacialesquedeunsegundoaotrodesencadenaronenmíunaciertadesconfianzadela
cualnomepudedesprender—.¿Estásseguraqueespormibien?Porquelaverdadnotereconozco.
Sammy se mordió su labio inferior tras depositar sus manos en suscaderasguardandoun
inusitado silencio, pero sin apartar su desafiantemirada de lamía. ¿Porquémeobservabaasí?
—Sí,portubien,porqueerestaningenuaytontaquetodosteponenelpieencimapara
pisotearte.¡Teengañanyjuegancontigofrenteatunarizynisiquieratedascuentadeello!
—¿Quéhasdicho?
—Loqueclaramenteyaescuchaste.Peroaúnasíparaciertascosassiguessiendotan
inteligente,AnnaMarks,quemedesconciertas.
—Noteentiendo,Sam.
—Pues ya lo harás y cuando eso ocurra será muy tarde, porquelamentablementeparatiestaré
observandotedesde laveredadel frente.Noquiereshablar,perfecto.Noquieresqueteayude,
mejor aún. Ya me basta con mis propios problemas para intentarsolucionarlostuyos.
—Sammy…
Retrocedióunpardepasosaúncontemplándome.
—Nodigasdespuésquenotediunaoportunidad.
—¿Aquérayosterefieres?¡Noteentiendo!
—Yaloharás,golondrina,yaloharás.
«¿Qué?¿Cómomehabíallamado?¿Golondrina?».
Antesdeproseguirsumarchameotorgóunguiñojuntoaunamuecadedesagradopara
definitivamente alejarse de mí dejándome estupefacta ante su evidentecambiodecarácter.¿Quéle
ocurría?¿QuiénerarealmenteSamyporquémeparecíaquecomenzabaasacarsusgarras?Era
sóloloquemeinteresaballegaraconocerporquealverla,aladmirarla,alevidenciarensu
semblante aquella dulzura de la cual ya no quedaba nada, a la chica delrestaurantetancarismáticay
alegreyanolareconocíacomotal.
Unpardehorasdespués,dentrodelaoficinadelaprofesoraCavalli,aúnmeencontraba
bloqueadasinpoderdesarrollar el trabajoquemehabíadado.Las ideasnoafloraban,mimanose
negaba a escribir, mi mente estaba en blanco pretendiendo vaciar de sítodoloquenopodíafluircon
naturalidadporqueVincent, enesemomento, eradueñoy señorde cadaunodemispensamientos,
impidiéndomepensaracabalidadenotracosaquenofueraenél.
—¡Rayos!—mequejéenvozaltallamandopoderosamentelaatencióndeMichellequese
encontrabaleyendosentadaenunodelossofásquesesituabanmuycercadelaventana.
—¿Qué sucede?—en un segundo tuve su preocupada vista fija y quietasobrelamía—.¿No
puedesavanzar?
De hecho, hacía más de media hora que no podía escribir una malditapalabra.
—No—paraquépretendíaaengañarlaconestúpidas justificacionesqueagravabanmifalta.
¡Genial!Se levantódel sofádepositandosobresuescritorioel libroqueleía.Seacercóamí,pero
en vez de admirar la hoja de apuntes que me había dado sus ojosrecayeronenlosmíoscuandouna
desusdelicadasmanosseposósobreunodemishombros,lograndoquemisemblantesealzaraal
encuentrodelsuyo.
—Noquieroserentrometida,peronoestásbien.Sinoquieresonotienesánimosdetrabajar
podemossuspenderloporhoyhastaquetesientasunpocomejor.
—Gracias, perodebohacerlo.Asímemantengoocupaday evitopensaren…—ahoraunade
susmanossesituósobreunadelasmías,deteniéndome.
—No te autoexijas más de lo que puedes dar. Así no se resfrescará tumemoriaylasideas,
porende,nopodrásplasmarlasenelpapelquetienesfrenteati.
Sabias palabras para una estúpida que a toda costa deseaba hacer locontrario.
—Puedohacerlo—insistí.
—Séquepuedes,Anna,pero talvezahoranoseaelmomento.Tenemosmuchotiempoaún,
¿deacuerdo?
CerrémisojosqueriendoapartaraVincentdemimentesinpoderllegaraconseguirlo.
—Noquieroretrasarme.Noquieroqueveaenmíaunaestudiantequenoestáinteresadaen
loquedebedesarrollar.Nosoyunairresponsabley…
—Esolosémuybien—sentenció,peroahoraalejándoseparaacercarlasilladesu
escritoriohacialamía—.¿Porquédeberíapensarlo?
—¿Porloquesucedehoy,porejemplo?
—Hoy es hoy, mañana es mañana, ayer fue ayer. No todos los díaspodemosdarlomejorde
lonuestro,tansimplecomoeso.Sinotesientesbienyquieresdescanzaressuficienteparamí.
Traguésalivatrasrodarmivistahacialasuya.
—¿Porquésepreocupa?¿Porquémededicatantodesutiempo?—hastayomismame
sorprendídeloquemibocaformulócomosilohubiesehechomásbienmialterego.¿Yquéobtuve
a cambio? Una prominente sonrisa que dibujaron sus labios, una muyespecialqueporalgomásque
un segundo consiguió que olvidara todo lo que realmente me estabaperturbando.
—Porquehe aprendido a tomarte aprecio.Además, porque…—suspiró,peroestavezconla
debidaprecauciónde rodar susojoshaciaotro extremode la sala en lacualnosencontrábamos—…
dealgunaformamehacesrecordaraalguienmuyespecial.
—¿Especial?
Asintióunpardeveceshastaquesumiradasesituósobrelamía.
—Sí,muyespecialyelmotivofundamentalporelqueregreséaChile.
¡Vaya!¿Estabapreparadaparaoírmásconfesiones?
—Su…¿hija?—.Definitivamente,esamañanamibocanoestabaenplenocontactoconmi
cerebro.
—Así es.Mi querida y amada hija a la cual un día perdí por no ser losuficientemente
valienteeimpedirasíquelaalejarandemilado.
No,realmentenoestabapreparadaparaoírmásconfesionesymenosdeesaíndole.
—Lolamentomuchísimo.Debiósermuyduroparausted.
—Aúnloes,Anna.Sindudaalguna,aúnloes—setomóunbrevelapsodetiempoantesde
proseguir—.Eramuyjoven,¿sabes?Teníatansolodiecisieteañosreciéncumplidosynosabía
nadadelavida.Ymeenamoré.Meenamorédelhombremásmaravillosoquepudoexistirqueno
esprecisamentequien ahora está conmigo—sonrió—.No se lodigas aJulián.
Ahorafuiyoquiensonrióanteloquehabíadicho.
—Claroqueno.Descuide.Susecretoestámuybienguardadoconmigo.
—Aprecio tu silencio. Mi esposo es algo celoso aunque no le gustaadmitirlo.Creequeno
losé,peroloconozcocomolapalmademimanoparaasegurarlo.
Talycomoyoconocíaalmío, alúnicoqueahora invadía todosycadaunodelosrecovecos
demimente.«¡Maldición!¡Cómoteansío,Black!».
—Fueunamoraprimeravistaelquevivíconelpadredemihijadeesosquenologras
arrancarte del alma,menos del corazón.De esos que no se comparan anadaytehacensoñar
despierta a cada segundo con su presencia. De esos que no te permitenmirarhaciaatrásporque
temes perder lo que tienes en frente e, indudablemente, de aquellasintensashistoriasdeamorqueno
vives dos veces, pero que lamentablemente no concluyen con un finalfeliz.
Tembléalescucharlacomosidealgunaformaellaestuviesehaciéndomepartícipedesuvida
al reflejarse en la mía porque ambas me eran bastante y extrañamentefamiliares.
—Fue el primero y el que siempre ocupará ese lugar porque a esehombre,Anna,loamécon
algomásquemivida.
—¿Ydóndeestá?¿Sefue?
Michelleguardósilencioentrelazandosusmanosconsumonerviosismoantesdecontinuar.
—Sí,semarchó,pero…deestemundo.
Impávidamedejósucomentario.
—Peroacambiomeregalólomáshermosoquepuededarleunhombreaunamujerqueesel
privilegiodesermadre.
Madre…¿porquéaloíresapalabra todo,hasta la fibramáspequeñademiser,dolíatanto?
—Con sólo dieciocho años tuve una hermosa niña a la cual no puderetener,alacualintenté
aferrarmeyperdíportantosmás.
—¿Cómofuequelaperdió?
—Mipadreeraunhombremuyconservador.Jamásconcebióquesuhijapudiesesermadre
sin haberse casado y menos con quien según él no estaba a mi alturaporquenoteníanadadesípara
darmecuandoyamehabíaentregadolomáspreciadodesuexistencia—selevantóinesperadamente
desdedondeseencontrabasentadaparacaminarhacialaenormeventanaporlacualpodíaadmirar
los jardines de la universidad—. No supe más de mi pequeña… me laarrebatódemisbrazossin
quenadapudiesehacerparaimpedírselo.Noimaginascuantosufrísinsupresenciayconsu
obligatoria ausencia y,más aún, cuando decidió enviarmemuy lejos deestepaísparaqueolvidara
todoloquehabíasucedidocuandoélbiensabíaquenadadeesoocurriría,
porqueunamadrejamás
puedeolvidaraquientantoama.
Notécomodisimuladamente limpióunparde lágrimasquerodaronporsusmejillasaltiempo
quemi estómagovolvía a hacer de las suyas jugándomemuy en contraregalándome,además,un
bendito mareo que logró desestabilizarme aún cuando me encontrabasentada.Sinpensarlomeaferré
confuerzaalasillapercibiendocomotodoamialrededornocesabadegiraralaparquesuplicaba
porque se detuviese. Y ante mi silencio, la profesora Cavalli volteó lamiradaencontrándoseconla
escenamásinsólitadetodasuvidayunaquejamás,creo,llegóaesperar.
—¿Anna?¿Quéteocurre?
No pude responderle porque si hasta me parecía que la boca la teníadormida.
—Anna…—llegóhastamí tras acuclillarseami ladopretendiendoantetodoquemisojosse
depositaransobrelossuyos—.Querida,¿quétienes?¡Porfavor,dimequésientes!
—Es…sóloun…mareo—percibícomomisansiasdedevolverel jugoquehabíabebidoal
desayunoseacrecentabanacadainstante.
—Ponte de pie —eso más bien me sonó a exigencia que a una nítidapetición—.Hazme
caso.Pontedepieyconfíaenmí.
—No—fuitajanteendarleesarespuestaporquesilohacíasabíadesobraqueme
desplomaríaenelpisoencuestióndesegundos.
—Notedejarécaer.Loprometo.Ahora,levántante.
No podía, no quería, pero su voz y el especial tono que utilizó paramanifestarlomeincitaron
a que lo hiciera. Lentamente y con temor desprendí mis manos de losbrazosdelasillamientrasella
mesujetabaconfuerzaexplicándomeloquedebíahacer,comoabrir losojosporejemplo,paraver
dondecolocabacadaunodemispies.
—Esoes.Respira.Nodejesdehacerloymantenteantetodorelajada.Aquínosucedenada.
—Sí,sucede—confirmé,presintiendoquedebíacorrerloantesposiblealcuartodebaño
conjuntamente implorándole amis piernas que nome fueran a fallar—.Debo…
—Losé,tranquila.Yateconduzco.
Esamujerparecíaqueleíacadaunodemismovimientosypensamientosmientrasmeguiaba
alcuartodebañoqueseencontrabaauncostadodesuoficinacuandolapuerta,trasunpardegolpes
queresonarondesdefuera,comenzóasonar.Sindejarquesequedaraamiladolainstéaqueme
abandonara ami suerte, ya era bastante bochornoso tenerla frente amíobservándomecomoen
cualquier momento devolvería todo lo que había logrado ingerir estamañana.
—Nosepreocupe.Simedesplomodelpisonopaso—bromeéparaquedejarade
preocuparsedelaformaenqueloestabahaciendo.
—Anna—el sonido pausado de su suave voz pronunciandomi nombremásmesonóaregaño.
—Lo siento,Michelle, pero esto es asqueroso y deprimente como parasoportarlo—fuelo
últimoqueexpresécerrandolapuertaanteelsonidodeunpardegolpesquesevolvíanarepetir,
peroestaveztocandoenelumbraldelasuya.
***
Sabíaloqueteníaquehacer,sabíaquedebíallevarloacabocuantoantes,poresoestaba
aquídecididamentetocandoanteeldespachodeMichelleCavalliynomeiríahastaobtenerlas
necesarias respuestas con las cuales contestar todas y cada una de laspreguntasqueAnname
escupiríaalrostrocuandoconocierapormibocalaúnicaverdadsobrelaintempestivaapariciónde
sumadre.
Volví a tocar y a los pocos segundos tuve a esa mujer frente a mí
admirándomemuy
sorprendida,algopálidaysinvoz.Creoquesabíadesobraaquésedebíamiinusitadapresencia
comoparaestarpreguntándomelo.Porlotanto,sinnadamásqueagregarytrasunlevemovimiento
que realizó una de susmanos invitándome a entrar en su oficina así lohice,tosiendounpardeveces
antesdeanimarmeahablar.
—Ustedyyonosdebemosunacharla.
Asintió,perotambiénvolteóelrostrohaciaunapuertaqueseencontrabaauncostadodesu
oficina.
—Creoquesabeperfectamenteporqueestoyaquí.
Tembló,entrelazandonerviosamentesusmanos.
—Prometí que no diría nada acerca de su existencia —la admiréhablándolelomásclaro
posible—,peroyameheequivocadomuchasvecescallandoyocultandolaverdadyestavezno
estoydispuestoahacerlo.
—Vincent…—articulóenunsusurro—…noeselmomentoytepediríaque…
—Loes,Michelle,créamequeloes.
—No—insistió,peroahoraconsusojos totalmentecristalizados—.Porfavor,telopido,
ahorano.
—¿Aquéleteme?¡Dígamelo!¿Nosedacuentaqueellamerecesabertodalaverdad?
Puedo ayudarla si así lo desea, puede confiar enmí, pero de lamaneracorrecta.Delaúnicaforma
enqueAnnamerececonocerquienesustedrealmente.
—No, Vincent… ¡ahora no es el momento!—replicó como si aquellaspalabrasfueranparte
deunasúplica.
—¿Porqué no?No sólo su pellejo está en juego sino elmíoy todamirelación.Amoa
Anna,es laúnicamujerdemivida.Yalehementido losuficientecomoparaestarjugandoconesta
verdadqueyanopuedoniquieroseguircallando.
—¡Detente por favor!—exhaló en un hilo de voz cuando la puerta delcuartodebañoseabría
lentamenteyparalamayordemissorpresasAnnasalíaporellaconsusojostotalmenteenrojecidos,
temblandoypálidacomosifueraunahojadepapel.
—¿De qué verdad estás hablando?—su mirada se cernió sobre la míapenetrándomecon
fuerza, con fiereza, con insistencia, pero a la vez con suma desazón—.Vincent,tehiceunapregunta.
Yyosabíamuybienquedebíaresponder,peroantesdehacerloobservéporúltimaveza
Michelle,quienyasucumbíaanteelevidentedolorynerviosismoque lainvadía.
—Sicallélohiceporunapromesa.Siguardésilenciofuetansóloportiyporeldolorque
sabíaquetecausaríaconocertodalaverdadsobreloqueundíaocurriócontigoy…tuverdadera
madre.
—¿Dequérayosestáshablandoyquéhacesaquí?
—Estoyaquíporque teamoy losabes.Teadoro infinitamenteyconmialmacomopara
seguirocultándoteloquemerecessaber.
—¡¡Dejadeladotusrodeos,porfavor!!¡¡Habladeunavez!!
—No es su culpa —intervino Michelle, observándome y luegoadmirándolaaellaconsu
azulosamirada—.Sinosólomía.
Annaguardósilenciotrasnosepararlamanoquelamanteníaaferradaalpomodelapuerta.
Seveíatandébil,tanindefensa,tanexpuestaaunacomplejasituaciónquenopidióvivir…
—¿Suya?—evidencié que tragó saliva con suma dificultad como si lecostarademasiado
trabajo hacerlo—. ¿Por qué? ¿A qué se refiere?—su mirada se quedópetrificadaenlamíaquetan
sóloaellaqueríaobservar.
—Amihija,Anna.Alaúnicarazónporlacualhoyestoyaquí…contigo.
Subocaseabrióyluegosevolvióacerraralaparquesuvistatambiénrealizabaelmismo
movimientonegándoseacomprenderloqueyaestabaexpuesto.
—¿Cómo…dice?
—Lahistoriaqueteacaboderelatarsobreelúnicoymásgrandeamordemivida.
Laadmirósumamentesorprendida,moviendosucabezadeladoaladoyluegotambiénlo
hizo conmigo de la misma manera. Anna no estaba bien y eso mepreocupabamásquetodoloque
Michelle pudiese relatarle sobre su pasado porque su cuerpo y más,específicamentesuspiernasy
brazos empezaban a estremecerse más de lo debido. Por lo tanto, sinmeditarloavancéhaciaella
envolviéndolaenunabrazoalcualseaferrócomosieneseminutotodasuvidadependieradeello
mientras expresaba tan solo en un hilo de voz: “no me sueltes ahora,Vincent.Porfavor,nome
sueltesahora.”
—Claroqueno,pequeña.Jamástevoyasoltar,noahoraninunca.
Sentí sus espasmos, sus sollozos que liberaba como si los hubiesecontenidopormucho
tiempomientrasMichelleempezabaahablarsindejarnadaenel tintero.Enesemomentomeodié,
me sentí verdaderamente un inútil, un desastre de hombre por no poderhacernadamásporayudarla
queabrazarlafuertementeparaquesupieraynodudaraquetodosudolortambiéneraelmío.
—¡No! —decía, empuñando sus manos mientras golpeaba mi pecho—.¡No,noyno!—
repetíaconfuria,asimilandocadaenunciadoquesefiltrabaporsusoídosalconocertodalaverdad
sobrelamujerquelahabíadadoaluzyalacualahorateníaasuespalda.
—Jamásquiseabandonarte,jamásquisealejartedemí,peroeraunaniña,Anna,unaniña
tontaqueestabasolafrentealavidaintentandoprotegerloqueamabacontodasualma.
—¡Ymipadrequé!—vociferó,volteándosepara enfrentarlapresade ladesesperacióny
agoníaquelecausabaesefatídicomomento—.¡Medijistemuybienqueélloeratodoparati!
—Sebastián no pudo hacer mucho, tan sólo…—suspiró enérgicamenteantesderomperen
llanto y exclamar sin que la voz se le quebrara—… te recibió en susbrazosparaentregartetodoel
amorylaprotecciónquedebíbrindarteyo.
Las lágrimas de Anna se deslizaban presurosas por sus encendidasmejillas,unastrasotras,
liberandotodoslossentimientosquelainvadían,queenesemomentoenparticulareranbastantes,y
que sabía de sobra lo mal que le hacían. Porque podía afirmar sinequivocarmequesentíarabia,
frustración, impotencia ymucho dolor, el que estaba terminando con lapocaenterezaquelequedaba.
—No puedo creerlo —afirmó—, esto no puede estar pasando, ¡menosahora!—sellevóuna
desusmanoshaciasufrentealtiempoqueunadelasmíasseaferrabaaunadelassuyasnegándosea
apartarlademí.Porquelaqueríaynecesitabacerca,muycercaparaquesupieraquenoestabasola
afrotando esta situación y que me tenía a su lado, apoyándola,conteniéndolayamándolapor
sobretodaslascosas.
—¡Pero está sucediendoy estoy aquí, por ti! ¡Regresé a buscarte,Anna,porqueteamo,
porquetenecesito,porqueeresmihijayyosoy…!
—¡No!—ladetuvosilenciándolaconungritoensordecedorquecalómuyhondoenmi
corazón,perosabíadesobraquemáslohabíahechoenelsuyo—.¡Yonotengounamadre!¿Me
oye?¡AsíselodijeaVictoriayasíselorepitohoyausted!¡Notengounamadre!—sedestrozóla
gargantaalexclamarlosucumbiendoalfrenéticollantoqueaflorabadesícuandomeaferrabaaella
paracontenerladelamismamaneraenquelohacíaconmigo—.¡Sácamedeaquí,Vincent!¡Porlo
quemásquierassácamedeaquí!
—Tranquila, pequeña—lebesé la coronillaunaymil vecesoyendo losdosllantosque
aflorabandeambasconsumopadecimiento,porquemadreehijasufríanalaparanteelgigantezco
secretoquehabíasidorevelado llevándoseconél todoelpasadoqueundíaobligatoriamentelas
separó, dañándolas, quitándoles una vida, sus sueños y el indiscutibleamorqueseteníanyquepodía
sentir tanto en mi piel como bajo ella, porque con solo admirarlas yreflejarmeensusojos,quese
diferenciabantansóloporsucolor,podíaasegurarlo.
—¡Sácamedeaquí!
—No,Anna,estaveznohuirásdelpasado—deformainmediatasuvistasealzóalencuentro
delamíaparaquedarseyparaperderseenelladelaúnicaformaenquelohacíacadavezqueme
contemplaba regalándome su brillo, su incomparable nitidez y, porsobretodo,suradiantereflejo—.
Loenfrentaremos,miamor,juntos,ydelamismamaneraqueundíameenseñasteahacerloconel
mío—.Tomésurostroconmismanoslascualesalojédelicadamenteenélluegodededicarleuna
sonrisa de medio lado—. Porque eres mía, así como yo soycompletamentetuyo.¿Deacuerdo?
No expresó nada tras parpadear un par de veces y tan solo emitió unprofundosuspiro,como
sinuevamenteelaire lefaltarapreocupándomeyborrándomedelrostrolasonrisaquesegundos
antes había esbozado, hasta que sentí como su cuerpo, lentamente,empezabaaestremecersemásde
la cuenta y sus piernas finalmente cedían como si ya no pudieransostenerla.
—¿Pequeña? ¡Anna! —la sujeté contra mi pecho evitando que sedesplomaracontraelpiso
cuando se desvanecía por completo entre mis brazos, sin fuerzas, tal ycomosiporalgomásqueun
segundo hubiese dejado de respirar—. ¡Anna! ¡Annaaaaa! —insistí condesesperotocándola,
llamándola, acariciándola, aferrándola a mi cuerpo sin obtener un sologestosuyoounasola
respuesta que me devolviera la serenidad que ya había perdido—.¡¡Michelle,unaambulancia!!—
gruñí—.¡¡NecesitoporamordeDiosunamalditaambulanciaahora!!—insistítrasvercomosalía
delaoficinaconsumarapidezdejándomeasolasconelamordemividayeseprecisoinstantedela
mía en que todo se volvía a teñir ante mis ojos de total y sombríaoscuridad.
CapítuloXXVI
MeencontrabafrentealescritoriodeEmiliaconlasmanosmetidasenlos
bolsillosdel
pantalón de mi oscuro traje observando todo con detenimiento yrecordando,acabalidad,cada
situaciónacontecidaalinteriordeesesitio.
Pormásquelacrudarealidadsemostrarafrenteamisojosaúnnopodíacreerqueellayano
estuviera aquí conmigo, que no pudiera oír su voz, su risa y que supresencianoexistieratrasel
accidentequehabíacobradosuvidadetanhorriblemanera.Sí,porquedealgunauotraformame
sentía responsable de lo que había ocurrido cuando tan sólo deseabaasustarlaaúnsabiendoqueno
quería,menospodíacometercontraelladañoalguno.
Suspirécerrandolosojosevitandoquenoseintrodujeraaúnmásdentrodemis
pensamientos, los cuales sólo elevaba, recordándola, mientras el ruidoinfernaldesucoche
estrellándoseyvolteándoseaúnhacíaestragosenmíyal interiordemimente.
—Emilia…—caminé hacia su escritorio situándome frente a él cuandounademismanos
más, específicamente, uno de mis dedos lo recorrió de punta a puntamientrasunafuerteopresiónme
sacudía el pecho al evocar las veces en que la había hecho mía de tansalvajemanera,oyéndola
jadear y gemir de placer pronunciando mi nombre. Porque no queríaadmitir,pormásciertoque
fuera,queaesamujerlaamabaamimaneraybajomispropiasreglasycondiciones.Yahora,alno
tenerla,alnosentirla,alnopodertocarla,todoloqueundíahabíasoñadoeimaginadoparecíaque
yanoteníaelmásmínimosentidosinsusolapresencia.
Dirigímiandarhaciaelfrentedelescritoriodondeaúnseposicionabaunmarcoconuna
fotografía en la cual admiré a Black junto a Leo, ambos sonrientes,felices,radiantes,todoloqueyo
noerayjamássería.Ysonreí,peroconira,conamargura,condesdén,alevidenciarquetodala
maldita culpa la tenía ellaporhaber cometidoelmásgrandey estúpidoerroralhuírdemícomouna
desquiciada,pretendiendollegarhastaelmalditoparaecharporlabordatodoloqueambos
habíamosplaneadoytrazadodesdeunprincipio.
Acerqué mi mano hasta el marco el cual sujeté con fuerza y en unarranquedelocuray
frustración lo lancé con furia contra la pared donde se hizo añicosrompiéndoseelcristalydejando
aldescubiertolafotografíaquetomédesdelosescombros.Luego,laalcésinquitarleslosojosde
encima, pero esta vez riendo frente a quienes observé atentamentemientrasdecía:
—Tedi todo el amor que tenía, sabes de sobra que te dimás de lo quequeríaentregar,pero
jamás supistevalorarlo.Sabíaqueunamorcomoelnuestronoduraría,peroaúnasíteencargastede
hacertodomásdifícil.¿Porqué,Emilia?¿Porqué?Sipensabaentregartemividaentera…Y
ahora,cariño,debohacer lascosasbieny recuperar loqueporderechomecorresponde.Yaperdí
mucho tiempo meditándolo como un imbécil para seguir derrochandomás.Yustedes,“bastardos”,
nopodránimpedirqueobtengaloqueesmío,empezandoporAnna,porejemplo—.Así,arruguéla
fotografía preso de la cólera que en esemomentome invadíamientrastomabaasientofrenteala
mesadetrabajodelaúnicamujeralaquehabíaamadoyamaríasinquenadienuncallegaraa
saberlo.Porqueeramisecretoyloseguiríasiendomuriendoconmigoeldíaenquedejarade
respirar—.Sigointentándolo,Emilia,sigopretendiendonollorarporti…pormí…e
indudablementepornosotros—lancélafotografíaalpisocomosifueracualquierpapelquenotenía
nilamásmínimaimportancia—.Estonoeraunamorcomún,zorra,estosiemprefuemuchomásque
eso y tú te encargaste de quitármelo y ahora yo lo haré contigo de lamismamanera—sonreí
abiertamentetrasacariciarmibarbilla—.Talvezsóloseaunooquizás…losdos.¿Acuántos
enterrarás contigo? ¿Quién irá primero? Cara o cruz, no hay másopciones.Tansoloelige,carao
cruz…porquedesdeesteprecisoinstantehelanzadolamonedaquecaeráotorgándolelasuertesólo
aunodeellos.Unamalditasuerte,miamor…quetengoladichadetenerenmismanos.
***
Sabíaquehabíahabladodemásextralimitándomeconquiendebíaconfiarenmíciegamente.
¿PerocómopodíamantenerlacorduraylabocacerradacuandoelidiotadeAlexmesacabademis
casillas recordándome, cada vez que estábamos juntos, que sólosignificabaparaélunomásdesus
putos instrumentos con el cual ansiaba llegar a su objetivo? ¡Mierda!Yahoralahabíacagadocon
crecesenfrentándomealaestúpidaalacualansiabadesaparecerdelafazdelaTierra.
Cerré los ojos y conservé la calma porque algo se me ocurriría paravoltearlasituaciónami
favor. Por de pronto, tendría que rebajarme a pedirle disculpas cuandosólodeseabaretorcerleel
pescuezohastaverteñidasupálidapieldeunhermosocolorazulintensomientrasmisojosse
deleitabanconaquellamagníficaescenaymislabioslosextendíaenuna
sonrisasincomparación.Y
suspiré,reteniendoenmimentetodoel tiempoaAlexylasituaciónqueentrelosdossehabía
suscitado.Almenos,una zorraya estaba fuerademi caminoy sólomefaltabaunamásalacual
quitar para que todo fuese perfecto e idílico. Pero antes debía darlesoluciónaunpequeñoproblema
queposeíanombreyapellido:AnnaMarks,yseríamejorque lohicierayaantesquemidestino
llamado Alex Duvall terminara haciendo de las suyas volcándolo tododesfavorablementeyenmi
contra.
Medirigíhacialafacultaddeletrasdondesabíaquelaencontraríareunidaconsumaestrade
tesis,peroalllegaralaoficinaendondesupuestamenteestaríatrabajandojuntoaella,loque
parecía ser un líome sobresaltó. Porque en ese lugar algo ocurría y lopudeconstatarcuandoselo
pregunté directamente a la secretaria que en ese momento cerraba lapuerta.
—Disculpe. ¿Podría ayudarme con cierta información, por favor?—lamujerentradaenaños
parecíabastantepreocupada tantoque lecostabamantenersequietaensusitio.
—Claro,señorita,¿quénecesitasaber?
—SilaprofesoraCavalliaúnseencuentrareunidaconsutesistay…—nopudeseguir
hablando porque el enunciado que pronunció visiblemente afectadasilenciómivoz.
—Acabadesalirconellacondestinoalhospital.Alparecerlamuchachasesintiómuymal
yterminódesmayándoseensuoficina.
«¡Vaya,vaya!¿Yesoaquésesuponequesedebía?».Intenténodibujarenmislabiosuna
asombrosayperversasonrisaqueatodaslucesansiabaliberar.
—¿Al hospital? —como si no hubiese acabado de entender lo que medecíacoloquémimejor
cara de padecimiento y evidente preocupación que me sentaba demaravillas—.Ustedhadicho…
¿alhospital?
—Asíes.Selallevaronhacealgomásdeveinteminutos.
—¿Quiénes? —me atreví a formular, porque necesariamente deseabaconocerafondotodos
lospormenoresdeloacontecidoparadejarmecaerlomásprontoposibleeneselugarcomola
“amiga” arrepentida e intranquilizada que estaba sufriendo por aquellasorpresivayreciente
eventualidad.
—No lo sé,pero junto a laprofesoraCavalli estabaunhombrede trajequeseencontraba
muypreocupadoporella.
—¿Suesposooalguiendelauniversidad?
—No, no… más me pareció que era algo de la señorita Marks por laformaenqueletomaba
lamanoyleacariciabaelrostro.
«Vincent…pero…¿quémierdahacíaélaquí?».Yasí,asentícomentándolequienerapara
dejarimpresamicoartadaenella.
—Leagradeceríaquemedijeraaquéhospitalselahanllevado,porfavor.Esmuy
importantequelosepa.Annayyosomosmuyamigas,casihermanasysialgollegaasucederle…—
lavozsemequebró.Jamástoméclasesdeactuación,perohastaahoranosabíalobuenaactrizque
era.
—Al que está muy cerca de aquí, señorita—fue sólo lo que alcanzó acontestarcuandome
oyóagradecerleyvoltear con suma rapidezperdiéndome tras la puerta,peroahoraconunaenorme
sonrisainstaladaenmislabiosyextendiéndoseenellosdeorejaaorejaymuchaspreguntas
rondandoalinteriordemimente,alascualesprontolesdaríalasdebidasrespuestasmientras
pensabaenlaformadesolucionarelmenudolíoenelqueestabametidayensayaba,antetodo,mi
caradeespantoypreocupaciónporelestadodesaluddemiqueridísimaamigadelalma.
***
Abrí los ojos algo inquieta percibiendo la tenue luz que iluminaba lahabitaciónendondeme
encontraba que en un primer instante no reconocí, hasta que al rodar lamiradamedicuentadequien
se situaba a mi lado con su cabeza sobre mi pecho y al parecermurmurandoalgoensilencio.
Relamímis labios antes de hablar porque los sentía sumamente secos ytraguésalivaunpar
devecessintiendoelcalorcorporaldelamanoqueteníaentrelazadaaunadelasmías.
—¡Hey!—susurré, bajísimo—. Aún estoy aquí—. De forma inmediataalzósuvistaazul
cielo para depositarla sobre lamíamostrándome un rostro que a todaslucesdenotabaunaincreíble
intraquilidadyundesasosiegoquecalóen lomásprofundodemi almacuandoloadmiréy
comprendíaquésedebíasucomportamiento.Rápidamentemesonriódeunaapabullantemanera
trasacercarsus labioshaciamirostroparabesarmifrente,cadaunodemisojos,mismejillas,mi
mentónyalojarlosporunbreveinstantesobredondemáslosnecesitabatener,enmiboca.Sin
quererqueesedulceydelicadobesosedetuvieraalcéunademismanos
paraalojarlaenlaparte
posteriordesucabezadándoleaentenderconelloqueprecisabadeélacadasegundomásymás,
tanto que así lo percibió dejándose llevar por mi intrépida lengua queavanzóalcontactoconlasuya
profundizandoaquellaentregaquecalentómipielencosadesegundos.
—Novuelvasaasustarmedeestamanera—proclamóenunmurmullosinquererapartarsede
mibocacuandosumanolibreascendíaparaacariciarmicálidapielqueparecíahaberrecobradosu
temperaturacorporalsolamentegraciasasupresencia.
—Sabesquenolohiceapropósito—subesoseintensificabamientrasmicuerpolorequería
nadamásqueagritos.
—Lo sé—terminó mordiendo levemente mis enfebrecidos labios hastadetenerseporquebien
sabíaquesinolohacíaloqueaconteceríaenaquellacamadehospitalnoseríanadabuenopara
quiensedignaraaentrar inesperadamentepor lapuertadeesecuarto—,peroaúnasínovuelvasa
asustarme,pequeña,porfavor—.Lainmensidaddesumiradapenetrólamíatalycomo
acostumbrabahacerlocuandomehacíaelamor—.Erestodoloquetengo,Anna,eresmividaentera.
Unprofundosuspiromearrancódelpechoconsuenunciadoylaespecial
formaenquelo
manifestóconlagravedaddesuvoz.
—Cuando te conocí jamáspenséque con el tiempo te fuera aquererdeestamanera,pero
sucedióy te fuistemetiendopoco a pocobajomi piel e insertándote enmisvenasyyanosupeque
hacersintiyconestanecesidadquellevaescrito tunombreenella,quenublamirazón,queciegami
visión y colma poderosamente mi existencia. Eres lo que anhelé desdesiempre,loquequiseque
fueramíodesdeunprincipio.Porlotanto,sialgollegaraasucedertepormiculpa…yo…—me
aferré a él, pero besándolo nuevamente para silenciar la cadencia de suvozporqueparamínohabía
dudaalguna,cadaunadelaspalabrasquemanifestabaasí,detanfervientemanera,tambiéneranlas
mías.
—Nadasucederásitúestásaquíconmigo—suslabiosseaferraronalosmíosnegándosea
abandonarlos cuando sus manos, ya posicionadas a cada lado de mirostro,mesujetabanconfuerzay
alavezconsutilezatambiénnegándoseadesprendersedemí.
—Siempre,pequeña,siempre.
Sonreí tras parpadear y acariciar lentamente el contorno de sumaravillososemblanteque
poco a poco comenzó a relajar producto del intenso momento queestabamosviviendo.
—¿Esunapromesa?—evoquéesapreguntaqueteníadirectarelaciónconloqueambos
habíamosvividoenVillarrica.
—Sí —sonrió deslumbrándome y volviéndome loca tal y como élacostumbrabahacerlo
cuandomeregalabaaquelgestoquenomecansaríajamásdeadmirar.
—Porqueunapromesa…
—Fuehechaparasercumplida—concluyópormí—,aligualquelaquehizoquiense
encuentrafueradeestecuartoesperandoporverte.
Mordí mi labio inferior al oírlo, porque ese “quien” que habíapronunciadoteníadirecta
relaciónconunasolamujerqueyobienconocía,MichelleCavalli.
—Ella también hizo una promesa, una promesa de amor que cumpliófehacientementehasta
encontrarteyllegaratidelaúnicamaneraquepudohacerlo.
Mibarbillatembló,misojossehumedecieronmecánicamentealescucharloqueclaramente
mepedía.
—Las segundas oportunidades si existen,Anna, ya sea después de cincoañosoveintitrés,si
sesitúanfrenteanosotros…nodebemosdejarquesevayan.
«Cincoaños…cincoaños…».Mimenteempezóa trabajarmuydeprisapensandoenla
únicaposibilidadqueexistíatraseseperiododetiempo.
—Leo —extendí en mis labios una prominente sonrisa que abultó micorazón—.¡Leo!—
volví a exclamar llena de dicha obteniendo de su parte un par deparpadeosyunnuevoyardiente
besoqueconfirmóloqueatodaslucesansiabaquesucediera.
—Sí,miamor,¡sí!—afirmócontodassusletrassindejardebesarme—.¡Esmihijo,yno
haydudaalgunadequemipequeñoesrealmentemihijo!
Nosabrazamossinnadaquedecircerrandototalmentelosojosaltiempoquelapuertadel
cuartoseabríayBrunohacíaingresoporella,sorprendiéndonos.
—¡Vaya!VeoquelaBellaDurmienteacabadedespertar,loquemealegramuchísimo,pero
lo que no —subrayó en claro reparo a Vincent— es que le exigíclaramenteaestesujetoquete
cuidaraynopermitieraque temovieras,menosque teagitarasypor loquenotolaobediencianoes
unadesusmejoresvirtudes.¿Quéfueloquetedije,viejo?Nadadeacosaralapaciente.¿Quéno
meoyes?
—Pues…—situóunadesusmanosensunucaantesdeproseguir—,sólomeencargabade
otorgarle respiración boca a boca —me regaló uno de sus traviesosguiñosarrancándoleuna
carcajadaaBruno—.Teníaqueactuarrápido,Annalonecesitaba.
—¿SóloAnna?Definitivamente,estássordo.
—Ymuyenamorado—recalcó,quitándomeconellohastalarespiración.
—Deacuerdo,enamorado,necesitohablarconella,peroasolas.¿Podríassertanamablede
salirunmomentodelahabitación?
La sonrisa y la picardía que se habían alojado tan naturalmente en susemblante
desaparecierondeélcomoporartedemagia.
—¿Cómodices?
—Poder de comprensión, Vincent Black. ¿Puedes esperar afuera, porfavor?
—No—sumolestiaalojadaen sucaraquecomenzabaacrecer lodecíatodo—.Lolamento.
Nomeiréaotrositio.Quierosaberloquesucedeconminoviaynitúninadie…
—¡Hey!—lodetuve,entrelazandoprontamenteunademismanosaunadelassuyasparaque
prestaraladebidaatenciónaloqueibaaexplicarle—.Brunosólohacesutrabajo.Desegurotelo
informaráluegocuando…—suspiréporqueestabaplenamenteseguraqueloquesaldríapormis
labioscambiaríaeltranscursodetodoloqueaconteceríaapartirdeestemomento—…ledeuna
oportunidada“quien”esperatambiénpormí.
Entrecerró lavistaaloírme,peromásalcomprenderaquéexactamentemereferíaconloque
acababadeexpresarcontantaseguridad.
—Esosignificaque…
Asentí.
—Despuésdecincooveintitrésaños…lassegundaspartessípuedenserbuenas.
Bruno sabía muy bien a qué me refería con ello porque ya estaba enconocimientodequien
eralamujerquenocesabadelimpiarsurostrodelascontínuaslágrimasqueporélrodaban,
presurosas,libresyuntantodolorosas.
—Aunquerealmentenosépordondecomenzar.
—Oyéndola,pequeña.Tansólooyéndolaydejandoqueeldestinohagasutrabajo.¿Puedes
hacerloportie,indudablemente,pormí?
—Sí,perobajounacondición.
No dijo nada al respecto, tan sólo se acercó tras volver a situar suspoderosasytibiasmanos
en mi rostro a la vez que sus ojos azul cielo invadían los míoscolmándomedetodoloqueenmivida
significabalafiguradeVincentBlack.
—Teamo.Eres laúnicaysiempre loserásal igualquesédesobraquesoyelúnicoenla
tuya.
—Perdóname,yo…
Cerró los ojos por un breve lapso de tiempomientras juntaba su frenteconlamíaynuestros
embriagadoresalientosseconfundíanenunosolo.
—No,miamor,perdónametúamíporserunimbécil…
—Juroquenoquería…
—Notienesquejurarmenadaporquetuhermosamiradamelodicetodo.
—Vincent…
—Shshshshsh…—acallómivoz—…yatendremostiempodehablartúyyo.Porahora,
saldrédeaquíaunquesabesdesobraquenoquierohacerlo,perojuroquesielDoctoraquípresente
seniegaainformarmedehastaelmásmínimodetalleconrespectoatimeolvidarédelaprecioque
letengo.
—Sinamenazastrabajomuchomejor,Black,¿losabías?
Elevémivistaparaquesesituarasobrelaclaridaddelasuya.
—Graciasporestarsiempreaquí.
—No,pequeña,graciasa tiporexistiryquedarte, apesarde todo, amilado.
Un delicado beso recibieronmis labios cuandoBruno le pedía una vezmásquehiciera
abandono de la habitación. Y así lo hizo, pero a regañadientes trasobservarmeporúltimavezantes
decerrarporcompletolapuerta.
AutomáticamenteycomosiambosestuvíésemosenplenaconexiónBrunoyyonos
contemplamos.
—Vealgranoysinrodeos.
—¿Estássegura?
—Muysegura.Silepedistequeabandonaraelcuartoparahablarasolasconmigoespor
algo,¿ono?
—Quecomesqueadivinas.
—Pordepronto,meestoyprivandodemuchascosas.
—¿Ysabeselporqué?—sesentóauncostadodemicama.
—Nolosé.¿Unvirus?
Sonriócuandoinesperadamentetomabaunademismanos.
—Yonolollamaríadeesaforma,aunquesilomeditobientalvezpodríaserletal.
—¿Letal?¿Aquéterefieres?
Un leve apretoncito enmi mano derechame brindó antes de animarse,finalmente,acontestar:
—Noparati,perosíparaél.
—Hablaclaro,porfavor.
—Estásembarazada,Anna.¡Felicitaciones!TendrásunhijodeVincent.
A los pocos minutos de haber salido Bruno de la habitación con miexigenciaacuestasyya
asmilada como tal tras la confirmación de mi embarazo aún no podíacreerloqueconmigoestaba
ocurriendo. No, no podía ser cierto, menos ahora que Vincent debíaenfocarseenloprimordial,en
suhijo,susaludyentodoloquesobrevendríatrasloquehabíasucedidoenelparquedejuegos.
Existíanmuchascosasmásimportantesenquépensarqueenmí,queenelserquecrecíayse
desarrollaba dentro demi vientre y queme hacía recordar todo lo quehabíavividoyenfrentadotras
lamalditaviolación.
Prácticamenteme había quedado sin voz y con unas ansias enormes dequerertorcerlela
manoalvildestinoqueotravezmejugabaencontrayporpartidadoblehastaquelapuertademi
cuarto volvió a abrirse ante mí y Michelle hizo ingreso en completosilencioporella.
Seacercóapaso lento,con temor,consumonerviosismo,pero también
connecesidad,con
aquella necesidad que yo también sentía y que me exigía extrañamentetenerlacercaenestosdifíciles
minutosdemivida.
—Hola. ¿Cómo te sientes?—fue lo primero que formuló situándose aunospocospasosde
micamaparaobservarmefijamente.
—Con miedo —respondí de golpe sin saber el por qué—. Con…muchísimomiedo—rompí
en llantoal igualquesi fueraunaniñapequeñaqueante todoansiaba laproteccióndelamujerque
todosestosañosmehabíafaltado.Ylaobtuve,porqueenunabrirycerrardeojosMichelledejóde
lado todo su nerviosismo y se aferró a mí en un abrazo contenedorllorandodelamismamaneraen
queyo lohacíacuandomibocaseaprestabaapronunciar loqueBrunomehabíacomentado.
—¿Aqué?Dime.¿Aquéletienesmiedo?
—Alavidayaloquecrecedentrodemí.
Sudelicadaytibiamanosedejócaerenmimentón,alzándolo,paraqueasímisojos
marronesfuerandeinmediatoalencuentroazulosodelossuyos.
—Miniña…
—Estoy embarazada,Michelle—contesté presa de un horrible pánico y
misrecuerdos—,y
nosé…siquieroteneraestebebé.
***
Sumamenteimpacienteydeunladohaciaotrodeambulabaconlasmanosmetidasenlos
bolsillosdemipantalónporaquelpulcropasillodelhospitalendondemeencontrabayesperabalas
noticias deBruno.Mi cabeza no cesaba de pensar enmuchas cosas a lavez,enespecialenaquellas
dos personas a quienes únicamente necesitaba para ser completamentefeliz:LeoyAnna.
Inhaléairerepetidasvecessintiendounamargosaboralojadoenmibocacuandomi
preocupaciónsehacíaacadasegundomáspatenteylavozdemiamigomesobresaltabatrasmi
espalda,diciendo:
—¿Podemos hablar ahora sin ningún tipo de amenazas en contra demipersona?—intentó
antetodorelajarme,cosaqueobviamentenoseríafácildeconseguir.
—Sólo si te dignas a hacerlo sin esconderme nada —me volteé paraadmirarloyasíprestar
atenciónaloquemediría—.Sealoquesea…dilodeunavez,porfavor.¿QuésucedeconAnna?
—¿Sabessienlasúltimassemanashaestadoautomedicándose?
—¿Automedicándose?
—Eso acabo de decir. Aparte de lo que ingiere… —suspiróprofundamente—…como
anticonceptivo,¿sabessiestabatomandootromedicamento?
—No,claroquenoestabatomandootromedicamento,pero…¿porqué?¿Quédiablosle
ocurre?
—Tuvimosquepracticarleunexámenderigor,túsabes…
—No, no sé a qué te refieres. ¿Podrías hablar con claridad? —si nocomenzabaahacerlo
prontomeconoceríaynodelamejormanera.
—Sanguíneo.Ynoarrojóresultadosmuypositivos.Aesomereferíaconlaautomedicación.
Movímicabezadeladoaladoesperandoaúnmásimpacientementeaqueprosiguiera.
—Seré muy claro. El organismo de Anna recibió una dosis de unmedicamentotóxicoque
generalmente producen, en quienes los reciben, procesos anafiláticos endondeelorganismocelular
puede presentar, por ejemplo, edemas, taquicardia, rash odescompensacionesgraves
gastrointestinales,talycomoacabadeocurrirleaella.
—¿Quémedicamentossonesos?
—Encontramos los que se utilizan en la quimioterapia contra el cáncer,
losantivirales,las
hormonasoincluso,altasdosisdeparacetamol,aspirinas,entreotros.
No podía creer, menos concebir lo que decía y eso lo reflejó en granmedidalaformaenque
mirostropalidecióymicuerposetensódeabsolutomiedo.
—Los fármacos tienen efectos secundarios, Vincent, algunos presentantoxicidadendosis
bajasyesoesloqueAnnarecibió.Sólobastaronunospocosmiligramosdecarbamazepinay
fenitoina para comenzar a acabar con su vitalidad, con su apetito, suenergía,provocándole
recurrentes náuseas, vómitos, aguda aparición de anorexia ymuchìsimomalestarabdominal.
—¡PorDios!Pero…ellano…
—Asíes.Pondríamismanosalfuegoparaasegurarquedirectamentenolohaestado
haciendoporvoluntadpropia.
—¿Directamente?
—Estoesobradealguienmás.Annajamásatentaríacontrasuvida.¿Tienemotivospara
hacerlo?¿Razonesparaactuarasí?
—¡Claroquenolastiene!—estalléencólerasinpodercontrolarmeantesupresunción—.
¡Yjamáslastendría!
—Entonces,hazalgoporella.Tomatubenditomóvilycomunícatelomásprontoposible
conDamián.Aquíalgoestáocurriendoynecesitorespuestasalascientosdepreguntasqueya
deambulan en mi cabeza, más ahora que está… —guardó silenciopremeditadamentealtiempoque
volteaba la mirada evitando la mía, situando una de sus manos en subarbillanegándoseacontinuar.
—Ahoraqueestáqué…
Metió lasmanos en losbolsillosde subatablanca.Nomecostómuchodilucidarquealgole
sucedíaporlaformaenqueintentabamorderselalengua.
—¡Ahoraqueestáqué…!—repetíunavezmáselevandopoderosamenteeltonodemivoz
paraquesupieraquenoestababromeando,menosjugandoalasmalditasadivinanzas.
—Ahora que está muy débil y su cuerpo propenso a que se manifiestecualquierenfermedad
enél.Necesitareposo,muchodescanso,comersano,quealguienlacuideyestéaltantodeloque
requiere.¿Entiendesloqueacabodedecir?
—Perfectamente.Ahoramismo…—intentédarunpardepasos,peromedetuvo
interponiendosuextremidadentresucuerpoyelmío.
—¿Qué no acabas de comprender lo que te he dicho? Necesita
“tranquilidad”noquela
agobies. Ya tiene bastante con lo de su madre para que estéscomportándotecomounperroguardián
ladrándolealoído.
Automáticamenteacallóelsonidodemivozcuandomelodijo.
—Se quedará esta noche en observación. Me ocuparé de ella. Necesitosabersiapartede
lasnáuseasyvómitospresentaalgúntipodecuadrofebriloescalofríos.Esimprescindible,ahora
másquenunca,queestébien,descanzadaydeltodosana,¿meoíste?
—Teoí.
—Entonces,hazloquetepido.ComúnícateconDamián.Meurgehablarconélynoestoy
bromeando.Nosécomoloharásparadejarde lado toda la rabiaque tecorroeconrespectoaél,
perodeunacosasíestoyseguroytútambién:aesesujetolonecesitas.
Sonreí con soberano sarcasmo. ¿Necesitarlo, yo? Me aprestaba arespondercuandoloque
pronuncióvolvióaquitarmeelhabla.
—Lamentoseryoquienteentreguenomuybuenasnoticias,pero…hablédetenidamentecon
micolegasobrelasituacióndeLeo.
Estocadavezseestabatornandomásymássombrío.
—¿Quéfueloquetedijo?
—Cirugía, Vincent. Lo siento. Leo necesita prontamente que le realicenunacirugía.
Aparte de quedarme sin voz por algomás que un extensomomentomequedésinrespiración
observándolo de la única manera en que podía hacerlo, con auténticopavorypánico.
—Tuhijo y expresamente su corazón lo requiere y lamentablemente lascondicionesóptimas
paraellonolasvasaencontrarenestepaís.
¿Por qué me parecía que mi alma se despedazaba pedazo a pedazomientrasélhablabadeesa
forma?
—No hay más opciones, viejo. Comunícate con Damián y ni una solapalabradeestoaellao
aotrapersonaquenoseadetuverdaderaconfianza.
Confianza…¿Porquéesamalditapalabrameestabaprovocandoalgomásqueunsoberano
dolordecabeza?
—Dilequeloesperodentrodeunahoraenestemismolugar.Mástevalequeestéaquí,¿me
oyes?Mástevalequeesetipoestéaquí,Black—trasunpardepalmadasqueleotorgóamihombro
derecho y un último vistazo que recayó enmi aún impávidamirada sevolteópara,definitivamente,
abandonarmeamisuertecontodoloquemicabezanocesabadeasimilar,hastaquemicerebrole
dio la orden pertinente a mis manos para que realizaran el inminentellamadoqueatodacosta
ansiabaevitar.
Micuerposetensódefrenéticamaneraalprimersonido.Alsegundo,mipocoautocontrolde
la situación ya no podía nivelarlo más, hasta que al tercero y más,específicamente,aloírsuvozmi
bocapronuncióen silenciouna tandadepalabrotasquesólomicerebropudooír,expresando:
—Noesunallamadadecortesíalaqueteestoyhaciendo,Erickson.
—Entonces,¿debotomarlocomounaamenazamás,Black?
—Tal vez, ca… —por obvias razones la palabra “cabrón” tuve quetragármela,aúncuando
anhelabaescupírselayrefregárselaensumalditacara.
—Talvez,¿qué?—atacó—.¿Pretendesamedrentarme?Pordepronto…
—Necesito…—. ¡Por lamierda! ¡Cómoodiaba esa jodidapalabra!—…queregresesatu
puesto.Anna…
—¡Annaqué!—mequedóbastanteclaroelsonidopreocupantedesuvozconlaqueexclamó
detanfuertemaneraeseenunciado.
—Annaestáinternada.
—¿Dónde?
—Hospital Clínico. Y por esta razón tú y yo nos debemos unaconversación,“ahora”—no
había otra lectura para esa enfática palabra—. Alguien… trató deenvenenarla.¿Sabesalgosobre
ello?
Su evidente silencio me lo confirmó y más cuando pronunciódejándomelomuyenclaro.
—Voyparaallá.ÁguilaReal,fuera.
Aparté mi móvil de mi oído al mismo tiempo que una vocecilla quereconocífiltrándosepor
elloslogróqueinstantáneamentemevoltearaparaadmirarla.
—Hola,Vincent.Disculpaquetemoleste.AcabodeenterarmedeloquelesucedióaAnna.
Sam.¿HacecuántotiempoestabaaquíyquetantohabíaoídodemicharlaconErickson?
—¿Podrías decirme que le ocurrió? ¡Dios! Estoy realmente muypreocupada—yasíterminó
aferrada a mí en un abrazo que me sorprendió, sobresaltándome ydesencajándomeporsuinusitada
cercanía, cuando sus sollozos frente a lo que padecía mi pequeña lossentíacadavezmás
desgarradores.
CapítuloXXVII
Mihabitación lucía algo a oscuras cuando abrí los ojos nuevamente.Alparecermehabía
quedadodormidaconel sedantequeBrunome inyectó trasel inminentedolorabdominalquesentíy
que aúnpercibía, peromuy levemente.Lodemás, lo recuerdode formamuyvaga,sólolosbesosde
Vincent en mi rostro y manos mientras se aferraba a mí diciéndomecuantomeamabaseguidodeun
“todovaaestarbien,miamor.Loprometo.”
Suspiréacomodándomedemejormanerasobrelacamapensandoentodoloquehoyhabía
sucedidoyesperandoysuplicandoqueBrunonofueraaabrirsubocademáscuandoloqueme
parecióunavisióncolmórápidamentemicuadrodeenfoque.
—¿Da…mián? —muy contrariada deposité la vista fija en él alreconocerlo—.Pero…¿qué
hacesaquí?
Sentadoenunsofáquesesituabamuycercadelaventanasonriómientrasseponíadepiey
avanzabahacialacama.
—Volvemosalasandadas.¿Quéteparece,bonita?
¿Quémeparecía?Pues…parasersincera“extrañamenteaterrador”eralarespuesta
precisaquecontestabaaesainterrogante.
—Estásaquíacausadelsedante.Sí.Seguroquesicierro losojosyanoestarásy…
—Soy muy real. ¿Te animas a tocarme? —sonrió de bella manera,acallándome—.Vamos,
noladro,menosmuerdo,sólo…besomuybien.
¡¡¿Quérayos?!!
—Peroséqueesonoteinteresa.Enfin…¿cómotesientes?
Casimeatragantéconloqueacababadeexpresardeformatannatural.
—DeténtuFerrari,¿quieres?
Miestúpida respuesta learrancóalgomásqueunpardecarcajadasa lavezquesesentabaa
uncostadodemicamaymeadmirabaconsusojoscastaños,dulcemente.
—De acuerdo, detendré el fiero animal que llevo dentro. ¿Qué quieressaber?Puedes
preguntar lo que sea después que respondas la interrogante que te heformuladoyqueterepetiré.
—Damián…
—Antesdeeso,nada.¿Cómotesientes?—parecíarealmenteinteresadoenoírloquepormi
bocasaldríaalaparquenisiquieraintentabaparpadear,encandilándome.
—Estoy…mejor,gracias.¿DóndeestáVincent?¿Porquéestásaquí?¿Yquédiablos
ocurre?
Volvióareír,peroestavezsincarcajadasdepormedio.
—¿Podrías ser más convincente, Anna Marks? Eso de “estoy mejor,gracias”esalgo
repetitivo.Utilizatodotuincreíbleyenigmáticocarisma,¿quieres?Tengotodalanochetansolo
parati.
Enarqué una de mis cejas en señal de sobresalto mientras lo admirabacomosiquisiera
callarle labocaparaquedejarade lado la tandade taradecessinsentidoquemanifestaba.
—¿DóndeestáBlack?—demasiadoenfática,demasiadotajante.
—Regresóunmomentoparaestarconsuhijo.Mepidióquemequedaracontigo,
cuidándote.Alpareceresetiponopuedevivirsinmí.¡Sorpresa!—cruzósusbrazosalaalturade
supecho—.Nomedigasquenoestásfelizdeverme.
—¿Ycómosesuponequesucedió?¿Volvieronadedicarsetodosuamoratrompadas?
Moviósucabezadeladoaladotrasunprofundosuspiroqueemitió.
—Lamentablemente,esehombrenoesmitipo.Megustanmuchísimomáslasmujeres,en
especiallasdecabellocastaño,enérgicaydemandantevoz,exasperantesyporsobretodoaquellas
quegiransucabezaen trescientossesentagradosal igualque lohace lachicadelexorcista.¿Quéte
parece?
—Pordepronto,queeresunidiotatalycomotelocomentéaquellavezcuandoteconocí,
perosiéntetehalagado,eresunespécimenúnico.
—Pues, creo que tú y yo ya somos dos—uno de sus temibles guiñoslogróestremecerme—,y
talparacual.Ahoradime,¿quéfueloquesucedió?
Unapreguntaparatansolounaevidenterespuesta.
—Estásembarazada,¿verdad?
Cerrémisojosporcompletonegándomearesponder.
—Anna…
«¡No,noyno!¡Cierralaboca,porfavor!».
Yentansolounpardesegundossentíunadesusmanosacariciandounadelasmías.
—TendrásunhijodeBlack—esoseoyómáscomounaafirmaciónqueunaacertivapregunta
—.Yportureacciónylasuya…mequedaclaroquenoestáaltantodelnotición.
—Claroquenoloestá.Haycosasmuchomásimportantesporlascualeséldebe…
—Ahí vamos con la misma cantaleta de siempre —me interrumpió—.¿Quénotecansasde
repetirla,mujer?
Sólo consiguió con su regaño que abriera los ojos con prontituddepositándolosrápidamente
sobre los suyos, pero sin siquiera apartar la mano que nos manteníaunidos.¿Porqué?Silo
supiera…
—¿Selopiensasesconderhastaquetuabdomenempieceacrecerohastaqueelbebénazca?
—Noesdetuincumbencia,Damián.
—LamentodecirquesíporqueelÁguilaRealhavueltoparaquedarse.Teagradeono
tendrásquehacertealaidea:nomeiréaningúnotrositiosinti.
—Hablaclaroyquierolaverdad.¿Porquéestásaquí?
—Porquemeimportas.Nohaymásgrandeverdadqueesa.
—Estoyhablandoenserio,capitánErickson.¿Podríadejardeladotodossusjueguitosy
contestarsensatamenteporunavezensujodidavida?
—Bueno, la verdad es que jodido ya estoy al quererte como te quiero,peroyaqueterefieres
únicamentealotromotivoendiscusión…—suspirópretendiendosonreír—…herecuperadomi
trabajograciasatugenerosonovio.
De todo lo que malditamente expresó, brindándome algo más queescalofríosquerecorrieron
granpartedemicuerpo, sólo logréasimilar“he recuperadomi trabajo
graciasatugeneroso
novio.”
—¿PorquéVincentharíaalgosemejantedespuésquequisoarrancartelacabezadecuajo?
—¡Hey,hey,hey!Yonolohicetanmal,¿osí?
—Porfavor,nomelorecuerdes.Mebastaconloquevivíporpartedelosdos.¿Era
necesariollegaraeso?¿Nofuimuyclaraconloquetepedí?
—Cuandosetratadetiydetubienestarnadamedetiene.Parabienoparamalnoveremos
más a menudo y tendrás que aceptar que he vuelvo a ser más que tusombra.
El apelativo “¡¡Idiota!!” le sentaba de maravillas en este precisomomento.
—El motivo principal no es mi embarazo porque él aún no lo sabe.¿Entonces?¿Dequéme
tengoqueenterar?—.Yanoeraunalevecaricialaquesentíaenlapalmademimanosinocomo
conseguíaentrelazarlaporcompletoconlasuya.
—Nodejaréquenadateocurra,tansimplecomoeso.Ynosóloatisinotambiénatubebé.
—Creoquenomehasentendidoy…
—No,bonita,creoquetúnomehasentendido—subrayó—.Aunqueestésconélyvayasa
tenerunhijosuyonadacambiaráloquesientoporti.
—¿Eresconcientedeloquedices?—enseguidaapartémimanodelasuya—.AmoaBlack.
¿Cómoquieresquetelodiga?
—Notienesquehacerlo.Mebastavercomoélteadmiraconalgomásquedevociónpara
comprobarlo.Eres lamujerde suviday ante elloquémáspuedohacerqueserhonestoconloque
siento.¿Querríasquetemintiera?Imaginoqueno.
—Damián,noquiero…
—Se que no quieres ilusionarme y sé que tampoco lo harás. Además,Blackmelodejó
bastanteclaroluegodequetemarchasteesanoche.
Locontemplécomosinoacabaradecomprenderloquedecíaalmismotiempoquese
levantaba de la cama ymetía lasmanos en los bolsillos de su pantalón,dispuestoaproseguir.
—“Loque tenemosesmásfuertequecualquierotrosentimiento,esmáspoderosoquela
mismamuerteylollevoaquí,grabadoenmipiel,asícomoellalollevaenlasuya.Asúmeloy
entiéndelocomotal,nadiemásqueyolaamarácomoellameamadelamismamanera.”
Con sólo oírlomis ojos se anegaron en lágrimas porque esas palabraserannadamenosque
delúnicoymásgrandeamordetodamivida,VincentBlack.
—¿Tequedaalgunaduda?
—No.
—Entonces…comienzaporcontarleloquesucedeentuvientre.
Inevitablementetemblésinpodercontrolarmeyéllonotódemostrándomealgomásque
intranquilidadensusemblante.
—Anna…
—Nopuedo…—unas lágrimas rodaronpormismejillas lasque limpiódeinmediato
apartándolas,rápidamente.
—¿Porquénopuedes?¿Quétedetiene?
—Muchas…cosas.
—¿Quécosas,bonita?
—Mimiedoymis…malditosrecuerdos.¿Unbebé?¿Sermadre?¿Ahora?Nolocreo.
—Bonita…
—¡No,Damián,no!¡Nopuedo!¿Quénoloentiendes?
—Loentiendoperfectamente,peroél…¿loentenderácuandoteamamásqueasupropia
vida?
Bajélamiradasollozandoensilencio.
—Mírame,Anna.
Peronoqueríahacerloantelavergüenzaquemeinvadía.
—Unahistorianotieneporquérepetirsedosveces…
—Loamoinfinitamente,peronosésienestosmomentosunbebésealomejorparalosdos.
Yatieneunavida,nonecesitaotra.
Sinque lopresintieraunadesusmanossedejócaerenmimentónparaalzarlodelicadamente
mientrasmecontemplabaydecía:
—Entonces,dejaqueeldestinoseocupedeello.
—No,nopuedo…
—Escúchameconatención.Esehombreteamaytelohacomprobadodemuchasmanerasy
no me cabe duda que a su hijo o hija lo amará con su alma y con sucorazón—replicó,enfáticamente
—.Tienederecho a ser feliz contigo tal y como tú tienes derecho a serfelizconélporqueambosya
encontraronsudestino, juntos, comoparadesviarseporotrocamino—sonrió—.Apartadetitus
miedosyármatedevalorparaquepuedasdecirle laverdad.Otórgale ladichadequetemireatus
preciososojosde lamisma formaque loestoyhaciendoyomientras sepierdeenellosyteexpresa
tansoloconunamiradatodoloquesignificasparaél.
Noscontemplamoscomosinadamásexistieraanuestroalrededor.
—Dejandoatrásesosrecuerdosqueundíatantodañotehicieron.
Volví a temblar, pero ahora entre susbrazosporque sinqueningunodelosdosnoslo
propusiéramosterminamosaferradosfuertementeelunoalotro.
—¿Porquéhacesesto?
—Porque si tuviera laoportunidadde ser él…no lopensaríadosvecesparaestarcontigo—
undelicadobesomeotorgóenlacoronillaantesdesepararseyconcluir—:Yahora…estacharla
acabó. A dormir, bonita, que mañana será otro día. Tienes que reponerfuerzassiquieresquete
saquedeaquí.
Sonreí, pero con un único rostro de ojos azul cielo deambulando alinteriordemimente.Y
lo admiré, antes que se dejara caer nuevamente sobre el sofá quemomentosanteshabíaocupado.
—¿Suelesroncar?
—¡Claroqueno,Damián!¿Túsí?
—Cuando tengas el placer de dormir conmigo en la misma cama losabrás.Buenasnoches,
AnnaMarks.
—Buenasnoches,capitán,y…gracias…portodoloquehacespormí.
—Sí, sí… digamos que esmi buena acción del día.Ahora duerme, porfavor.
—Damián…—lodetuve—…esperoque…algúndía…puedasencontraraalguienque…—
pudeoírelenormesuspiroqueemitióaltiempoquetendíaporcompletosuimponentecuerposobre
eldiván.
—Yaloveremos,peroporahoramequedocontigo.¿Teparece?Ynomehagasrepetírtelo,
Anna.Buenasnoches.
—Buenas noches —me tendí finalmente sobre la cama tras parpadear,percibiendoel
cansancio como volvía a hacer mella en mí, sin saber que unos ojoscastañosaúnnoseapartabande
micuerpoyvelabanantetodopormiseguridadyyanotansolopormiexistencia.
***
Volvíalevantarmedelsofáparaadmirarcomodormíaevidenciandoquelohacía
plácidamenteporqueel sonidomecánicoynormalde su respiración asímeloconfirmabanmientras
meacercabaensilencioymesituabamuycercadesucama.Ysonreíaltenerlalobastantecerca
para acariciarla, para tocarla, para… besarla… sin que advirtiera mipresencia,porquedetodaslas
formas inimaginables ansiaba estrecharla entre mis brazos para llegarhastasuslabiosquetanto
ansiabaprobar y beber de ellos sinquerer soltarla jamás.Pero sabía desobraquetodoesosólose
hallabaalinteriordemimenteyencadaunodemispensamientosyquenadadeloqueelucubrara
jamáspodríaserreal.Yasí,avancéunpardepasosmáshastareclinarmicabezamuycercadela
suyarozandomuysutilmenteminarizcontrasutibiapielparasusurrarleloquetantodeseabadecirle,
perosinquellegaraasaberlo.
—Daría todo lo que tengo por tocar tu rostro, por tomar tumano, porbesarteahorayamar
todo loque eres.Sí, bonita, lo sémuybien.Estano esmi vida, este notendríaporquésermilugar,
menosmidolor,peromematadetodasmanerasymásalsabercuantoloamassinquenotescomomi
cuerpo vibra ante tu presencia. Permíteme no equivocarme, déjameentendertodoloqueportumente
deambula.Quieroserpartede tuspensamientosasícomoél loesde lostuyos,paraperdermeyvivir
eternamente en ellos y así llegar a formar parte de lo que habita en tucorazón—descendíconmis
labioshastarozarunadelascomisurasdesubocamientrasproseguía—.Déjameconfortartecuando
el mundo te parezca triste, cuando te sientas abatida y ya no desees
continuar.Déjametocarturostro,
Anna, concédeme la oportunidad de tomar tu mano, de besarte hastaperderelalientoyamartodolo
queeresytodoloquenisiquierasabesquesignificasparamí.
Cerré mis ojos al embriagarme con su aroma, con su incomparableesenciaquehacíaestragos
enmí de tan cruelmanera, los cuales debía reprimir necesariamente aligualquemistemiblesansias
pordespertarlaconunbesoquesellaraloqueporellasentía.Perosabíaquenopodíahacerlo
porquetodoformabapartedemissueños,deunosdifusossueñosqueenmividapodríanvolverse
unaclaraypatenterealidad.
Meapartétrasllevarmismanoshaciamirostroconlascualeslorefreguéunpardeveces,
suspirandoyvolteándomeconrapidezhacialaenormeventanaporlacuallaoscuraynubosanoche
semostraba antemisojos.Y la admiré, perdiéndomeenella,mitigandoasíelenormedeseoque
quemabayestremecíagranpartedemicuerpoymipiel.
—Fuiuntontoalcreerquealgúndíamenecesitaríasdelamismamaneraqueloansíasaél
cuandolamentablementenadadeesoescierto.Porquetucorazón,tualmaytuvidayatienenun
dueño…unsolodueño…quenosoyniseréprecisamenteyo.
***
Muy temprano salí de casa con rumbo al hospital para ir porAnna.Mirelojdepulserani
siquieraalcanzabaamarcarlas06:30delamañanacuandoyamedirigíahastaesesitioreprimiendo
las enormes ansias con las cuales tuve que luchar la noche anterior trasdejarlaasolasconesetipo.
Sí, con ese sujeto en el cual debía confiar, ceder, comportarme y nopretenderhacerlotrizaspero…
¿cómo podía hacerlo cuando perfectamente estaba al tanto de lo que élsentíaporella?
—¡Maldición! —apreté con aún más fuerza el volante acelerando lavelocidaddela
Cherokeequeahoraconducía.
Al cabo de veinteminutos, ya subía en el elevador hacia el tercer pisodondesesituabasu
cuartodispuestoa“deshacerme”demipalpabledolordecabezaquemeestabaatormentando.
—“Deshacerme” —. Sonreí con algo de perversidad otorgándole unespecialsignificadoa
esa palabra que había pronunciado, uno que solamente yo y mi cabezaestábamosencondicionesde
maquinarybrindar.
“¡No eres un matón de cuarta!”, escuché de pronto que vociferaba miconciencia,nerviosa,
sorprendidayalgoescandalizada.
—No, pero claramente lo puedo llegar a intentar —pretendí relajarmebromeandodeesa
maneracuandolasenormespuertasdeaceroseabríanparadejarmesalirdelascensor.
Apasovelozydibujandounaapabullantesonrisacaminéporaquelpasilloalaparque
desordenaba mi cabello. Sí, tenía que admitirlo, mi desesperación yangustia,pormásqueintentaba
controlarlas, me pasaban algo más que la cuenta, porque habíantranscurridomuchashorasconlas
cualeshabíatenidoquelidiarcomoparaestarregalándoleaúnmástiempoaltipodelcualansiaba
“deshacerme.”
Abrí la puerta del domitorio cerciorándome enseguida que Anna aúndormíayqueErickson
se encontraba lo bastante lejos de su alcancemientras se ponía de pie ynuestrasinescrutables
miradascolmadasdeindiferenciaseencarabanlaunaalaotra.Perfecto,uncrimenmenosdelcual,
porahora,metendríaqueocupar.
—Buenosdías—comentéseriamente,cerrandolapuerta.
—Buenosdías—contestódelamismamaneratomandosuchaquetadesdeelrespaldodel
sofá.
—¿Cómohapasadolanoche?¿Algoquedebasinformarme?
—Porahoranada.Annahadormidoplácidamente,nohatenidodolenciaalguna,fiebreo
algúnotrosíntomadelcual“nosdebamos”preocupar.
—“Medebapreocupar”—corregíalinstante,tajantemente,vislumbrandoalaparlasonrisa
imbécil que esbozaba en su semblante. ¿Quería provocarme? Pues, loestabaconsiguiendoy
bastanterápido.
—Insisto,“nosdebamospreocupar”—altaneríayarroganciapura.¿Quéquieresconseguir,
Damián?
«¡Sacartedequicio,idiota!¿Quénolonotas?».
—Espero que hayas tomado en consideración cada palabra que temanifestéenlacharlaque
tuvimossobreloquemepreocupaba—prosiguióconsuficiencia.
—Esperoquetehayaquedadomuyclaroloquetediaentenderacercadeello.
—Aún así, Black, procura mantener tu boca cerrada con todo lo que aAnnarespecta.Ylo
digomuyenserio:aquíelquesabedeestosoyyo.
—Yaquíel“novio”deAnnasoyyo—lerecordéporsilohabíaolvidado—.Sabesque
tambiénlodigomuyenserio.
Sonriócondescaro,peroahoraevitandomirarmealosojos.
—Entonces,sémásprecavidoyaprendedelresto.
—¿Yquiénsesuponequeesel“resto”?—crucémisextremidadesa laalturademipecho
entrecerrando la claridad de mi asesina mirada y sonriéndole conmarcadosarcasmo—.¿Tú?
Antesderesponderseencogiódehombrosdemostrándomesuparticularpetulanciasinsaber
que el título honorífico de arrogante innato lo había obtenido yo y porpaliza.
—Nomeconoces,Damián…
—Ynoesperoconocerte,Black.Sóloquieroque teocupesdeellade lamismaformaenque
lohagoyo.
—No,losiento.Delamismaformaenquelohacestúmeesimposible.
Entrecerrólavistasincomprenderaquémerefería.
—PorquesinotehasenteradooaúnnotehasdadocuentaAnnaparamínoesun“trabajo”
talycomodebeserloparati.¿Porqué?Porlamagnánimarazónqueellaesmivida,esmipasión,
loes“todo”—recalqué—.Ycuandome refieroa“todo”significa que:vivoysientoporella,
vibro junto a ella y para ella. La amo sin limitantes, Damián, sincondicionesyestarésiempreasu
lado para lo que necesite y desee. No lo olvides, jamás me cansaré dehacerlafeliz,deexpresarle
que quiero y ansío un futuro a su lado y que tal y como un díame loafirmóyopiensoexactamentelo
mismo:“elamoresconocerelcieloyelinfiernoconesapersonaespecial,saberquenadaesfácil
yaúnasí,nodejarlairnuncadetulado.”¿Tequedaclaro?Nodejarlairnuncadetulado.
—A menos que ella sí desee apartarse del tuyo y ante eso no podrásdetenerla.
«Malditocabrónde…».
—No, no podré. Tienes mucha razón sobre ello, porque jamás podríaobligarlaaqueme
ame.
—Entonces,sabesdesobraquenadaduraparasiempre…
—Lamentablemente—suspiréconunaleveopresiónenelpecho—,esaesunairrefutable
verdadquenoadmitediscusión,pero…
Asintiósinquitarmelosojosdeencimaesperandoqueconcluyeraaquellafrase.
—Sólo en lamedida que luches y pongas todo tu corazón en ello sí loserá.Yyo,estoyy
estaré“siempre”dispuestoalucharporella.
—Meparecejusto.Annamereceserfeliz.
—Yloes—asegurérealmenteconvencidosilenciandosuvozylamíaporalgomásqueun
pardeextensossegundos,enloscualesnosdesafiamoscomosifuéramosdosfieroscombatientes
dispuestosacomenzarunabatallaqueningunoaúndabaporperdida.
—Cuídala.
—Conmivida.
Caminóhacialapuertalacualabrió,peroantesdesalirporellasevolteóadmirándolapor
últimavezyexpresandoconunlevetonodeexigencia:
—Ymantenlalejosdesualcance.Puedeshacerlo,¿verdad?
—Nohacefaltaquemelodigas.
—Sí,síhacefalta,Black,porquenoconfíoenella.
“Enella”fuetodoloquemimenterepitiómientrasunprofundosuspirosemearrancaba
desde lomásprofundodemi garganta, cuando la puerta se cerrabaporcompletoymequedabaa
solas,aúnpercibiendoel levedolorenmipechoquenomeabandonabajuntoalrostrodequien
precisamentesereferíaDamián.
“Teamo,teamo,teamo…”expresóunacálidavozqueyobienconocía,colándosepormis
oídos como la más clara y nítidas de las melodías que yo hubieseescuchadonunca.
—¿Aquiénamas?—meremovídemilugarabriendolosojosaltiempoqueélsequitabasu
chaquetayserecostabajuntoamíenaquellacamadehospital.
—A ti. Al único ymás grande amor demi vida. De paso, buenos días,pequeña.
—Buenos días, señor Black —coquetamente expresé aquel particularenunciadocuandosu
narizrozósutilmenteelpuentedelamía—.¿Quéhacetantempranoporaquí?
—¿Qué hago aquí? —deslizó uno de sus brazos bajo mi cuello paraestrecharmejuntoaél
mientras depositaba un beso sobre mi frente—. Mmm… eso es muysencillodeexplicar.Estoyaquí,
extrañándote,queriéndoteydeseándotecomounlocosinremedioporqueunashorassintipara
alguiencomoyoyaesmásquesuficiente.Nomástorturas.MedaigualloqueBrunodisponga,hoy
tellevoacasaconmigo.
—¿Yeso?¿Quémequieresescondercontantafrasearmada?¿Lainsólitapresenciade
DamiánEricksonenmicuartoanoche,porejemplo?
Sonrió tras morderse su labio inferior tentando los míos queimperiosamenteansiabadevorar.
—Veoquenohasperdidotudote,Anna.
—Veoque no has perdido el tuyo,Black.Ahora habla. ¿Qué fue lo que
sucedió?
—¿Tehanhechoelamorenunacamadehospital,miamor?
—Vincent…—susmaliciososojosnoseapartabandelosmíosalmismotiempoqueunade
susmanossecolababajolassábanasendirecciónhaciamispiernas.
—Responde—exigiósoberbiamenteevadiendomillamadodeatención—.¿Tehanhechoel
amor“salvajemente”enunacamadehospital?
—No.
—Perfecto.Porquemueroporserelprimero—.Suávidabocajuntoasuenfebrecido
alientovagaronporlafinalíneademimentón,deslizándolosamboshaciamismejillas,peroen
especialalojándolosenunademisorejas,calentándomelapielconcadaexcitanterocequeme
otorgaba.
—¿Nomevas…aresponder?—mitranquilidadfueapararalasnubesalpercibircomosu
mano aferrada a una demis piernas ascendía de formamuy lenta, perosugerenteendirecciónhacia
mismuslos.¡Mierda!¿Aquí?¿Ahora?¡Sí,quiero!
—¿Quépretendesqueterespondacuandoenloúnicoquepuedopensaresenlaformade
tomarteyhacertemía?
¡Vaya! Si no había terminado de despertar con su presencia ahora sí loestabahaciendoy
graciasacadaunadesuscálidasyexigentespalabras.¿Sexomañanero?Encantada.
—Tedeseotanto…tanto…—elroceintencionaldesulenguajugueteandoconmioídologró
estremecerme, pero más lo consiguió la increíble forma que tenía dehacermeperderlarazóncuando
susmanosseposicionabanentremispiernas.
—Vincent…—jadeé al notar la enorme excitación que yame producíaunodesusdedos
apartandomisbragas.
—Aquíestoy,miamor.¿Mesientes?
¿Sentirlo?¡¡PoramordeDios!!
—Vincent… —repliqué una vez más, pero ahora cerrando los ojos yrelamiendomislabios
delasolanecesidadqueseapoderabademíalconstatarcomoyadosdesusdedoscomenzabana
hacerdelassuyasentremishumedecidospliegues.
—Mmm… totalmente receptiva, tal y como me gustas. ¿Me invitas adesayunar,pequeña?
¡¡Malditaformaqueteníadehacermeperderlacordura!!
“¿Maldita?¡¡Porfavor,sitemueresporunpolvomañanero!!”
—¿Qué estoy pagando ahora?—me atreví a preguntar abriendo más y
másmispiernaspara
quesusintrépidosdedoshicieransutanespectaculartrabajo.
—Cuando losepa…—tragósaliva traspenetrarme lentamente—…te lodiré.Porahora…
sólo me concentraré en regalarte un par orgasmos. ¡Dios! —gruñóinevitablemente—.Estástan
húmedaydispuestaque…¡¡Maldición!!¡¡Teharíaelamorconlocura!!
Un airoso gemido salió expedido desde la profundidad demi garganta,unoquesuboca
rápidamenteacallóbesándomecondesenfreno.
—Estásloco,Black.
—No,miamor,lalocaerestú.Yoestoydemente.
Besos furtivos, furiosos, urgentes me propinaba, devorándome,incitándome,sumergiéndome
totalmenteenélyenloquesusolapresenciasignificabaparamímientrasmeestrechabaasucuerpo
queaúnapesardelacamisetaquellevabapuestapodíasentirlocalientequeestaba.
—De acuerdo. Soy un imbécil y un maldito pervertido pretendiendohacerteelamoreneste
cuarto,perotenecesitotanto.Dime…¿quémáspuedohaceralrespecto?
—Callartey actuar—respondí cerrándole laboca conotro furtivobesoquenossilencióa
losdostraselincreíblemovimientoconelquemicuerporeaccionóante
susíntimasyentusiastas
caricias.¡¡Malditasea!!¿Porquénopodíamosestarahoramismoenotrositioquenofueraeste?
—Sitesacodeaquí,¿quécreesqueocurrirá?
—Medaexactamenteigualloqueocurraporqueahoramásquenuncatansoloquieroestar
contigo.
—¿Paraqué,señoritaMarks?
—Para…¡PorDios,Black!—tuvequeagarrarmeconfuerzaalassábanastraspercibirla
maravillosasensacióndegocequeempezabaainvadirmedesdelacabezahastalapuntademispies.
—PorDiosqué,pequeña,¿notegusta?
¿Gustarme? ¡Santo Dios! ¡Si a cada segundo que transcurría con suspeligrososdedos
haciendodelassuyasconmihumedecidoclítorismicuerpoloanhelabanadamásqueagritos!
—Portusilenciopresientoqueloqueestoyhaciendonoteagrada.
—Sitedetienestematoyhablomuyenserio.
Unnuevobesosilenciónuestroslabios,derritiéndome,anteelembistedesuafanosalengua
que me penetraba de la misma manera en que lo hacían sus dedostorturándomeyhaciendoconmigo
loqueselesantojara.
—Vincent…mevoya…correr…sicontinúas…
—Esoesloquequiero,esoesloqueansío;esoesloqueindudablementedeseovery
disfrutar.
¡¡¿Aquí?!!Yloestabaconsiguiendoaraudalesporquetuvequeprivarmederesponderante
el inminente ardor que me envolvía y que, de significativa manera,tambiénloinvadíaaél.
—¡Comoteamo,comotedeseo!Daríatodoloquetengoenestemomentopormontarme
sobreti,rasgartelaropaquellevaspuestamientrastúmearrancaslamíayasí,desnudos,poseertey
conseguir que chilles de placer enmis brazosmientrasme hundo en ticadavezconmásfuerza
colmándote con mi esencia por delante y… —sonrió perversamentehaciéndomedesfallecery
humedeceraúnmás—…obviamentepordetrás.
Ibaaestallar.¡Sí,señor!¡Encualquierinstanteyoibaaestallar!
—Quiero disfrutarte, Anna, quiero arrancarte unos cuantos gritosmientrastehagomíacontra
lapared,enlaalfombra,enelpiso…!¡Aestasalturasmedaigualdondenosrevolquemos!
—¡Dios… sííííííííí… sííííííí… tú eresmimaldito y únicoDios!—gemícomounaloca
encorvándome plenamente desatada cuando el climax hizo mella en mí
tensandoprodigiosamentemi
cuerpo,extendiendoelinnegableplacerdelcualfuipresaensusbrazosyquemearrojófueradeeste
mundocomosifueraunabaladecañóndispuestaadarenalgúnblanco.Mehormigueabalapiel,me
quemabasuembriagadoraesenciaenmiboca,sulenguamehacíaquereryansiarmásal
violentamenteenfrascarseenunadisputajuntoalamíacuandofinalmenteVincentapartabalasábana
de mí y se montaba sobre mi cuerpo con su erección absolutamenteempalmadaapuntandohaciala
partebajademicadera.
—No intentes detenerme, mi amor —rozó su miembro vigorozamentedispuestoaentraren
unaluchaencarnizada,peroconmigo.
—¡¡¿Mevasacogeraquí?!!
—¿Tienes otra idea enmente? Porque para tu buena suerte amí nomequedaninguna.
Mearrancó lavozconaquella soberbia respuestaquemedioy tambiénlasbragasdeunsolo
jalón que le propinó a la fina tela que segundos antes me cubría porcompleto.Peromalditamenteno
corrimos con tanta suerte cuando una voz que ambos muy bienreconocimosseoyódesdefuera
desbaratandoasítodonuestroardientepropósito.
—¡¡Ahorano,Bruno!!—gruñó comounaverdadera bestia encolerizadavolteandofugazmente
la mirada hacia la puerta del cuarto que por arte de magia se abriólentamenteconsiguiendoquese
bajaradelacamaenelexactomomentoenquesuamigohacíasuentradatriunfalhablandoporsu
móvilyyoalcanzabaacubrirmicuerpoconlasábana.SólodossegundoslebastaronaVincent
metersedellenoenelcuartodebañoconsuprotuberanciaacuestasyamímuchosmásparadetener
mifuriososdeseosqueporélsentía.
«¡Madre mía! ¿Y ahora qué?». La cara de caliente y ganosa no me ladespintabanadie.
“Sólorespirayrelájate,esoes…yantetodonoteimagineselmiembrodetunovioqueen
estemomentodebeestarenormesuplicandoportupresencia.”
—¡Muérdete la boca, condenada!—chillé bajísimo cerrando los ojos ytambiénmispiernas
pretendiendoasícontenerelinevitableardorquepalpitabaentreellas.
—Me ocuparé de ello y le comentaré que se deje caer por tu consultaapenaslovea.Note
preocupes.Estaráahí.Buenosdíastambiénparati.Adiós—.Brunocolgólallamadatras
depositarsumiradaencandilantesobre lamíaparasaludarme—.¿Cómoestámipacientefavorita?
«¡¡Nopodíapreguntarmeotracosaquenofueraprecisamenteeso!!!».
—Pues… acostada—aún no podía calmarmi agitado respirarmientrasabríalosojos.
—Asíteveo—sonrióasusanchas,perofrunciendosuentrecejo.¡SantoCielo!Algohabía
notado—.¿Tesientesbien?Estásalgoagitada.
—¿Agitada?¡Quéva!Ideastuyas.Mesientoperfectamente.¿Yamepuedoir?—seacercó
hastaposicionarunadesusmanossobremifrente.
—¿Estásseguraquetesientesbien?Tupielestáuntanto…
—Normal—lointerrumpíabruptamente—.Notepreocupes,seguroesunclarosíntomade
quemequierolargardeaquíloantesposible.
Enarcóunadesuscejastambiéncruzandosusextremidadesalaalturadesupecho.
—Te quieres largar de aquí… —repitió desviando la mirada hacia laprendaqueyacíasobre
uno de los sofás—… ahora lo entiendo todo. ¿Vinieron a darteexpresamentelosbuenosdías,Anna
Marks?
¡¡Mierda!!¡¡PorquéBrunoRenardseguíasiendoelchismosodesiempre!!
—¿Quéfueloquelesdije?¡Ustedesdosnoaprenden!—moviósucabezadeladoalado
tragándose la risa que ansiaba por sobretodas las cosas liberar—.
¡Semental,salahoramismodel
cuartodebaño!
Cubrímirostroporcompletocon lasábanasintiendocomolapuertaseabríaquedamente.
—¿Mehablasamí?
—¿Mecreesidiota,VincentBlack?
Unarisaestúpidaynerviosa liberéal instante,unaquepor lodemás loscontagióalosdos
queterminaronriendojuntoconmigo.Yasí,lentamente,meapartélateladelrostroparaadmirarloa
laparqueVincentmeotorgabaunodesusatractivosytraviesosguiños.
—Deacuerdo.Prefieroqueningunomeresponda.
—Nopensabaponerteal tantode lospormenores.Créeme,estoesentreAnnayyo.
—¡¡Vincent!! —lo regañé, evidenciando como la sangre fluía conprontitudamirostro
enrojeciéndomemásdelacuenta.
—¿Qué fue loquedije?Sólome refería amivisitamañaneraquenadatienequevercon
sexo o algo que se le parezca—mordió su labio inferior logrando quetodomicuerposecontrajera
antelavergüenzaquemeinvadía—.Quieroaclararlodeantemanoporquelamentedeestetipoque
vesaquí…
—¿Terefieresatimismo?—loatacóBrunodevueltaysorpresivamentemientrasleechaba
unojoasurelojdepulsera—.Sonlassietedelamañanaytúyaestásaquí.¿Quéquieresque
imagine?¿Quéletrajisteeldesayuno,porejemplo?
Se aprestaba a contestar, pero lo detuve. Black había abierto la boca losuficientecomopara
expresarundisparatemás.
—Evitahablarsobre“desayunos”.Teloadvierto.
Unpardecarcajadasliberóalzandosusmanosenseñaldequenopensabadecirnadamásal
respecto.Y así, se acercó para regalarme un beso enmi frente antes deproseguir.
—Deacuerdo.Nadadedesayunos…porahora.
—Eresincorregible.
—Ytúnolohacesnadademal.
Brunocarraspeó sugargantaunpardevecesparaque advirtiéramos supresencia.
—Estábien,semental,porunapartemealegraqueestésaquíporquedebocomunicartealgo.
Llamó poderosamente su atención y la mía, porsupuesto, con eseenunciado.
—¿Quéocurre?NomepidasquedejeaquíundíamásaAnnaporque…
—¿Medejascontinuar,porfavor?
Asintiódándoleaentenderquecerraríafinalmentelaboca.
—El cardiólogo quiere verte. Es importante. ¿Dentro de una hora teparecebien?
Noté que tragó saliva con algo de dificultad al tiempo que una de mismanossedeslizaba
paraentrelazarsutilmenteunadelassuyas.
—¿QuéocurreconLeo?¿Estátodobienconél?
Ningunodelosdosparecíaquererresponderamisinterrogantes.
—¡Hey! Acabo de preguntar si todo está bien con él —repetífervientemente.
—Lo está, Anna. Sólo es rutina médica. Y ahora… —olímpicamenteBrunodeseabaatoda
costaevadiryprofundizarsobreesaconversación.¿Porqué?Meocuparíadeaveriguarlomástarde
—… tú irás a esa cita con el especialista mientras me quedo con estabelleza.Ledaréelaltaenun
momento.Notepreocupes,estaráenbuenasmanos.
—Sesuponíaqueyomelallevaríaacasa.
—Túoyodaigual.Preocúpateporloquedebeshacer.¿Entendido?
¿Por qué su imperante pregunta me sonó a algo más? Aquí algo rarosucedíaentreesosdosy
susclarísimasdirectaseindirectas.
—Además, debo entregarle algunas recomendaciones a tu chica las quedeberácumplira
cabalidadsisequierelargardeaquíloantesposible.
Vincent parecía sumamente preocupado, la claridad de sus ojos y elinexpresivosemblante
que intentaba relajar asíme lo dictaban. Por lo tanto, nomequedómásremedioqueintervenir,
diciendo:
—Hazlecasoalmedicuchochismoso.Estarébienconél,teloaseguro—unpardegolpesen
lapuertanosalertarondeuna inesperadapresencia femeninaqueenesemomentosehacíapresente.
—Buenosdías.¿Puedopasar?Esperonomolestar.
—Buenos días—la saludóBruno en primer lugar—.Claro que puedes,Michelle.Adelante.
Llegasteenelmomentoexacto.
—Meparecefantástico.Buenosdías,Anna.Buenosdías,Vincent.
Ambos lasaludamosde igualmanera,perofuiyoquienseperdióensuazulosamiradayenla
radiantesonrisaquenocesabadeesbozarporqueMichelleerarealmenteunamujermuyhermosa.
—Tengo todo el día disponible para ocuparmedeAnna. ¿En qué puedoserútil?
Sonreíencantadasintiendoun leveapretoncitoqueVincentmeotorgóaltiempoqueBruno
comenzaba a explicárnoslo todo… obviamente, sólo lo que mi bestiaestabaencondicionesde
escuchar.
¡Diosmío!¡Cuántotuvequelucharcontraesehombreysutemperamentoparaquemedejara
iracasa!Sencillamente,cuandoaBlackseleponíaalgoentrecejaycejanosedeteníahasta
llevarlo a cabo. Y así quedó claramente establecido. Iría hasta midepartamentojuntoaMichelle
pararecogeralgunasdemiscosasyasíregresaríalomásprontoposibleconellaalacasadecampo
dondeMirandayLeonosesperaban,porquequedarmeenmihogarparareponermeeraalgoconlo
cualsólopodíasoñar.¡Maravilloso!
Yaenmidormitorioarreglabaalgunasdemiscosasantelaatentamiradademimadre.
Ningunade lasdoshabíaprofundizadoaúnmássobrenuestro“tema enparticular”despuésdelo
quehabíasucedidoenaquelcuartodehospitalyparamíeramejorqueasísucediera,porquela
verdadloquemenosqueríaeraaceleraresteprocesoqueaúnnolograbaasimilardeltodo.
—¿Quieresque tepreparealgodecomer?—ansiabaentablaralgún tipodeconversación
paraquebrarelsilencioquenosembargaba.
—Gracias,peronotengoapetito.
—Anna,debesalimentarte.
—Losé,peroporahoranolonecesito.Quizás,mástarde.
Nomuyconvencidaselevantódelsofádesdeelcualseencontrabasentadaparallegarhasta
mí,apartardemismanosloquetanafanosamentehacíaypretenderquelaacompañarahastaelborde
de la cama, a la cual la seguí sin oponer resistencia sentándonos,finalmente,unafrentealaotra.
Inspeccionó mi rostro y mis facciones tal y como yo lo hacía con lassuyas.
—Tu condición es de cuidado y lo sabes. Debes ver un ginecólogo deinmediatotalycomo
Brunotelopidió.
—Loharé,peroporahora…
—Por favor, es necesario. Un embarazo no es igual que un dolor deestómago.
Yyolosabíamuybiencomoparatenerqueestarrecordándomelo,perolamentablemente
Michellenoconocíanadaacercadelahistoriademivida.
—Loharé—bajélavistahaciaelpiso.
—Séqueloharás,peromientrasmáspronto,mejor.
—Loharé—volví amanifestar sin alzar lamiradacerrandoy abriendomispuños,
nerviosamente, gesto que no pasó inadvertido para ella quien,rápidamente,dejócaersusmanos
sobrelasmías,deteniéndolas.
—Séqueestásasustada.
—Esapalabrasequedacortaparaloquesiento—enfaticé—.Porahora…noquieropensar
entodoloqueestásucediendoconmigo.
—Perotendrásquehacerloloquierasono.
—¿Por qué es tan importante para ti?—pregunté de sopetón, pero sinlevantarmisojosque
parecíanestarmuyagustoevadiendolossuyosfijándosealpiso.
—Porque eres a quien he amado toda mi vida y a quien recuperé trasmuchotiempode
ausencia.
Mearrancóunenormesuspiroeloírlapronunciaresaacertivafrase.
—¿Porquéasi?
Pareció no comprender mi insólita interrogante soltando una de mismanosparaacariciarmi
largocabello.
—Merefiero…aestamanera.Tú,CatedráticadelaUniversidad…
—EralaúnicaformadeencontraraSebastiányporendedellegarati—meconfió
regalándomeuncariñosobesoenmisien—.Meloplanteédesdesiemprehastaquelollevéacaboy
supe…—inhalóairerepetidasvecesvolviendoacolocarsumanosobre
unadelasmías—…loque
conélhabíaacontecido.
Conaquelloconsiguióquelevantaramimiradaparadepositarlasobrelasuya
contemplándolacomotantodeseabahacerlo.
—Haymuchascosasquenosabessobremí.
—Ynoimaginascomoduelenoserpartedeellas.
Movímicabeza,negándolo.
—Nomehacensentirorgullosa,Michelle.Dehecho…soncontralasqueaúnluchopara
seguirdepieyserlosuficientementefuerteyvalienteparaaceptarlas.
Su rostro denotó una patente preocupación y una contrariedad queconsiguióestremecerme.
—¿Aceptarlas?
—Sí…aceptarlas—cerrélosojosfrenteasuvista—…porqueloquieraonosiempre
estaránaquí,enmí.
—Comotubebé,porejemplo.
Me negué a abrir los ojos demostrándole con ello un dolor que aúnformabapartedemivida,
demipasadoydemiscruelesremembranzas.
—¿Porquénoquieres tenerlo?—formuló,quitandomeelhabla—.¿Porquéteniegasaser
partedealgotanmaravilloso?
Niunasolapalabradeseabaarticularsobreeso.
—Anna,tehiceunapregunta.
—Porqueno,asídesimple.
—Esanoesunarespuesta,querida.CuandoVincentlosepa,¿esoledirás?
Miestómagosecontrajoennudosaloírelnombredelamordemivida.
—Vincentnotieneporquésaberlo.
—¡Anna,debesaberlo!Ymásporqueeselpadredeesebebéyelhombrequemásteadora
enestavida.
Anteellonomequedóunasoladuda.
—Teamamuchísimo comopara que le estésmintiendode estamanera.¡Porfavor,nolo
merece!
¡Claro que no merecía tener un hijo de una aberrante mujer que ya sehabíaencargadode
eliminaraotrotrashabersidoviolentadasexualmenteporsupadrastro!
—Túnocomprendes…
—Entonces, explícame, ¿quédebo comprender? ¡Porque juroqueno teentiendo!
—¡Para qué si no lo vas a entender! —abrí los ojos vociferando eseenunciado
demostrándole con él todo elmiedo y el pavor que sentía—. ¡Jamás loentenderásporquepreferiste
dejarmeconmipadrequedeshacertedemícomoyo…!
—Como túqué…—quisosaberal instanteapretandosusmanoscon lasmíasconmuchamás
fuerzaparaquesintieraqueahíestabayqueahísequedaría—.¡Comotúqué…!—insistiósindar
subrazoatorcer.
—Como yo un día tuve… que hacerlo —confesé abiertamente—. Nohabíanmásopciones…
noexistíanadiequepudieseayudarme.Yonoqueríahacerledaño…¡Juroquenodeseabaqueese
sertuvieraquepagarpormíyportodoloquehabíasucedido!—rompíenllantoaferrándomeasu
cuerpocomosifueraelúnicosoportealcualpodíasostenerme—.¡Telojuro,Michelle!¡Noquería
matarlo!¡Noqueríaquetodosucedieradeesaforma!
—Miniña…
Missollozosseincrementabanacadapalabraquelograbapronunciaralaparquemimadre
me aferraba con fuerza negándose a separarse de la fragilidad de micuerpo.
—¡Pero el maldito así lo quiso! —recordé episodio tras episodio—.¡Victoriamemataríasi
sabíalaverdad!¡Teníadieciochoañosyunavidademierda!Dime,¿qué
máspodíahacersitodo
conloqueundíahabíasoñadosehabíaidoalcarajoporlaculpadeunbastardodegenerado!
—Cariño… —sus ojos liberaron un par de lágrimas que de formaautomáticasedeslizaron
rápidamenteporsusníveasmejillas.
—¡Unmalditohijodeputaquemeviolófrenteamimadreborrachasinquenadiepudiese
haceralgopormíparaayudarme!¡Unmalditobastardoanteelcualgritéyluchépormividaypor
todoloquemeestabaquitando!¡Juroquehicetodoporquemedejaraenpaz!¡Jamásloprovoqué!
¡Lo rehuí tanto como pude hacerlo! ¿Y qué obtuve a cambio? Miedo,dolor,impotencia,frustración,
marcasconlascualestendríaquelidiarporelrestodemividayun…—lavozsemequebraba,pero
yahabíaabiertolabocalosuficientecomoparacerrarla—…hijo.
—¡PorDios!
—Sí, un hijo del cual tuve que desprenderme, porque en ese horribleinstanteeraesoonada.
Sin poder emitir sonido alguno se quedó estupefacta admirándome yllorandoencompleto
silencio.
—¿Ahoratedascuentaaquémerefierocuandodigoquenosésiquieroteneraestebebé?
¿Yelpavorquemeprovocaelsaberquepuedollegaraperderlo?Estoymarcada…¡estoymarcada
deporvidacomoparapensarsermadrecuandomeencarguédemataraotroquenomerecíamorir
pormiserrores!
—¡No fueron tus errores, mi amor! —exclamó fervientemente y conmuchísimodoloral
enterarse de una asquerosa verdad que jamás pensó que existía—. ¡Ninuncaloserán!¿Meoíste?
—¡Peroahíestánrecordándomeloquefui, loquehiceyloqueseré!¡Yeso,pormásque
intentecerrarlosojos,nopodréolvidarlotanfácilmente!
—Anna…
—¡Nopodréolvidarlotanfácilmentesucedaloquesucedaporqueesesersiempreestaráen
mí! —me levanté de la cama separándome de su abrazo contenedordirigiendomiandarhaciala
ventanademicuartopor lacualadmiré laciudadmientrasmecalmaba.Perodeinmediatosentísus
pasosymásaúnsupresenciasituarseamiladoloquemehizovoltearlavistaaligualqueellalo
hacía con la suya a la par que tomaba una de mis manos negándose asoltarla.
—Quizás,nopuedasolvidar…perosipuedeshaceralgoparaqueeseseralfinpueda
descanzarenpazaligualquetusrecuerdos.
—Nohaynadaque…
—Sí,Anna,sílohayysiemprelohabrá.
Tragué saliva sindesprendermisojosde su radiantemiradapor lacualsuslágrimasno
cesabandecaer.
—¿Cómo?
—Nodejandoque lahistoriavuelva a repetirse.Nopermitiendoque tustemorestehagan
volver a atrás.Aferrándote a la vida, a las posibilidades, a quienesmásquieres,aunfuturoconel
hombredetuvidayelpadredequienahorahabitaenti,miamor.
—Michelle…
—Nosecambiaeldestino,Anna,perosípuedesmejorarlo.Sólodependedetiydela
voluntadquequierasponerenello.
«Demí…tansólodemí…».
—Tal vez, no signifiquemucho para ti lo que voy a decirte, pero…—suspiróenérgicamente
tras sonreír con algo de temor arraigado en sus labios—, ahora está tumadreaquícontigopara
protegerte,paraayudarteyparaapartarde ti todoesetemorquetantotedaña.
«Mimadre…»,qué extraño, pero hermoso sonaban ese par de palabrasbrotandodesus
labiosdetansolooírlas.
—¿Cuánto tiempo? —formulé sin llegar siquiera a inquietarla con miinusitadainterrogante.
—Todoloquemerestedevida,miamor.Estaréaquíparatitodoloquemerestedevida.
Loprometo.
Clavé la mirada nuevamente en el piso estremeciédome ante su patenteverdadque
significabaporsobretodaslascosasunmaravillosonuevocomienzoparaambas.
—¿Medejasserpartedelatuya,Anna?
¡Dios!Nohabíaotrarespuestaparaesapreguntaqueatodaslucesansiabacontestar.
—Con una condición —alcé la mirada hasta depositarla sobre la suyademostrándoleconella
loquerealmentesignificabasupromesaparamí—,nomedejesotravezporque…nolosoportaría.
Un intenso e inesperado abrazo nos confundió a las dos en una solapersonacuandolos
sollozos que emitíamos liberaban en parte todo nuestro grandísimo yfehacientedolor,elcualcada
unacargabadedistintamanerasobresuespalda.Porqueaunquehubiesentranscurridoexactamente
algo más de veintitrés años me parecía que con ese abrazo, ella y yo,volvíamosalavida,volvíamos
anacer,yanocomoMichelleyAnna,sinocomomadreehijaparaabrirlosojosanteunnuevoy
maravillosodespertar.
CapítuloXXVIII
Nosaprestábamosasalirdeldepartamentocuandounmensajedetextosedejócaerenmi
móvilelcualrápidamenteleíycontestédelasiguientemanera:
“¿Dóndesesuponequeestásyconquién?”
“Encasa,ÁguilaReal.¿Yahasvueltoalavidadetureparadorasiesta?”
Encuestióndesegundosmiteléfonoempezóasonarensordecedoramenteconuntemible
nombrevisualizándoseenlapantalla:“A.R.Llamando.”
—¿Cómoqueencasa?¿Porquénosabíanadasobreeso?
—Buenosdías,Damián,ynolosé.PregúntaleaBlacksobreello.Despuésdetodoélytú
sehanhechomuybuenosamigos.
—¡Ja,ja,quégraciosa!Dameunosminutos.Tomounaducharápidayvoyporti.
—Nohacefalta—lodetuve—,mimadreestáconmigo.
—¿Yeso?
—Bueno… una historia no tiene por qué repetirse dos veces. Túme lo
dijisteyellamelo
acabadeconfirmar.
—¿Estásfeliz,bonita?
—¿Quécreestú?
—Quedaríatodoloquetengoporverteahora.Notemuevasdeahí.Voyenseguida.
—Noesnecesario.Ella…
—Hedicho,notemuevasdeahí.¿Quieresqueseamásexplícito?Yocreoqueno.
Sonreí,percibiendoalaparquealguientocabaalapuerta.
—Teloaseguro,estaremosbien.
—Eso corre por mi cuenta. ¡Cinco minutos, Anna! —expresóagitadamente.
—Deacuerdo.Cincominutosyrestando,Damián.
La llamada finalizó al tiempo que una voz que bien reconocí se colóinmediatamentepormis
oídos,sobresaltándome.
—Buenos días, profesora Cavalli. ¿Qué extraño es verla aquí? SoySammy,amigadeAnna.
¿Podríahablarconella,porfavor?Esimportante.
Tragué saliva nerviosamente al escuchar su cadencia recordando acabalidadtodoloquecon
ella había sucedido, porque extrañamente su voz, su sonrisa, sumirada,
hastacadaunodesus
reveladoresgestosmedemostrabanquerealmentenoparecíaserlachicaqueundíaconocí.Perode
una cosa sí estaba segura, tenía que encararla y como mi madre habíadicho,cuantoanteslohiciera,
mejor.Por lo tanto,muydecidida salídemicuarto condestinohacia lasaladondeambasme
esperaban.
—Hola—medetuvefrenteaSamconelmóvilenmismanossinunasolapizcadealegría
reflejadaenmivoz,menosenmisemblante.
—Hola,Anna—delamismamaneraconstatéquemecontemplaba—.Mealegramuchísimo
queestésaquíymásrepuesta.Yo…veníaadisculparme.Sinceramente,noséloquepasó.
¿Perdón?¿Hablabaenserio?¿Tanrápidohabíaperdidolamemoria?
—Fui a verte al hospital, pero no quise molestarte —prosiguió,acercándose—.Estabamuy
preocupadaporti.
—Teloagradezco,perolaverdadnoteníasquehacerlo.
—Sí, sí tenía —inesperadamente tomó mis manos con las suyas—.Despuésdetodotúyyo
somoslasmejoresamigasdelalma.
«Yanomequedatanclaro».
“Amí menos, porque la única amiga del alma que tú tienes y que bienrecuerdoyconozco
sellamaAmeliaCosta.”
—Perdóname,¿sí?Prometoquenadadeesovolveráarepetirse.
—No tengo nada que perdonarte —sus manos se aferraron a las míascuandolaverdadlo
únicoquedeseabaeratenerlalobastantelejosdemivista.
—¡Losé!¡Porquemequierestantocomoyotequieroati!—efusivamenteterminó
brindándomeunabrazoquenocorrespondícuandoelmóvildemimadresonaballevándoseconsu
melodíatodamiatenciónyporsupuestoladeella.
Asimilé su patética y entusiasta frase mientras sonreía de medio ladointentandosepararmede
susbrazoscuandolavozdeMichelleexpresabaentremurmullos“¿estásseguro?¿Lacasadelas
montañas?No,claroqueno,peropreferiríaqueestuvieseaquí.Nolosé,Vincent.Deacuerdo.
Lohablaremosmástarde.Adiós.”
«¿La casa de las montañas?». ¿Qué rayos planeaba ahora? Podíaapostarlo,estoeraobra
demiadoradabestiaysusoberanasobreprotección.
—¿EraVincent?—inquiríalinstante.
—Asíes.Nosesperaencasa.¿Nosvamos?
—¿Te vas? —me interrumpió Sam algo contrariada—. Pensé quepodíamospasarpartedel
díajuntas.Yasabes,comoantes.Hacemuchotiempoquenolohacemos.
Unanuevasonrisa,peroahoraalgomordazdibujaronmislabioscuandolapuertadeentrada
volvíaasonartrasunpardegolpesquereconocíenelladeinmediato.Mimadrelaabrióluegode
tomarmibolsoencontrándosedellenoconDamiánquiensequedóalgomásqueperplejoconla
figuradequienamiladosesituaba,sonriendodeorejaaoreja.
—Buenos días, ya estoy… —no pudo terminar de hablar fijandoenseguidasusojosen
Sammy, los cuales entrecerró como si fuera el gesto sagaz de unaverdaderaavederapiñadispuesta
acazarasupresa.
—Buenosdías,Damián—losaludóMichelle,sonriéndoleconcordialidad—.Tienes
suerte.Vamosdesalida.Annanecesitadescanzar.
—Losé—pronunciócategóricamentesinapartarsucastañavistadeladequiennocesabade
observarlo de la misma manera—. Me siento realmente afortunado dehaberllegadoenesteexacto
momento.¡Quétal,Sam!Tantotiemposinverte.
—¡Quétal,Damián!Lomismodigo.
Algo muy extraño sucedía, porque podía apreciar fehacientemente latensiónquesegeneraba
enelsemblantedeDamiánquetambiénsalíaexpedidaporcadaunodelosporosdesucuerpo.¿Por
qué,depronto,parecíataninteresadoenSammy?
Se acercó para depositar sobremimejilla un cariñoso beso que por unsegundome
desconcertó,aligualqueloquehacíadereojoconsumirada.
—Hola,bonita.
—Ho la —fue todo lo que logré expresar, analizándolo, mientras mimadreacotaba:
—Nodemores, por favor.Te espero abajo—y salíadel departamento apasoveloz
dejándonosasolas.
—No te preocupes. Bajará en seguida —muy seguro lo manifestóperdiéndoladevista—,me
ocuparé de ello —. Con esa particular afirmación le obsequió a Samgratuitamenteunainterrogante
del porte de un trasatlántico que a todas luces hasta yo fui capaz de verimpresaensupasmadacara.
Sí,estabamuyintranquilayporloquelaconocíasabíamuybienqueenmásdealgoestaba
pensando. Pero, ¿en qué?—. Despídete, Anna. Nos vamos… espera unsegundo.Antesquieroque
merespondasalgo—sin tantasutilezaarticulóesaspalabras,peroquea
todacostameparecieron
que iban dirigidas hacia ella. Y no sé por qué creí constatarlo cuandoDamiáncompletóaquel
enunciado, diciéndome—: ¿Recuerdas lo que te comenté sobre aquellaespecie,elÁguilaReal?¿La
quetantomegusta?
Asentí, dándole a entender con ese fugazmovimiento que lo recordabatodo.
—Genial —la inquietó aún más, pero ahora con la fría mirada que leotorgódirectamente,
añadiendo—:metódica,sagaz,intuitiva…
—Asíes.Ycuandoquiereatacar…—aloírmesuinquisidoravistavolvióaposicionarse
sobrelamía.
—Lohacesincontemplaciones,asegurándosesiempre…—dibujóensuslabioslamás
perversa y cínica de las sonrisas—… que no quede rastro alguno “delacto”quecometió.
***
Estabafuriosayapuntodemandartodoalamierdaconaquelcomentariomalintencionado
deldesgraciadoquecalóprofundamenteenmí. ¡¡¿Quéhabía sidoeso?!!Eratodoloqueansiaba
saber.
Procuré perderme por entre las calles alejándome rápidamente de suspresencias,pensandoa
vivavozenlosiguiente:
—¿Quiéneres,Damián,yquéesloquepretendes?—bastanteimpacientelorepetíunayotra
vezsindetenermiapresuradoandarmientrascogíamiteléfonoymarcabaelnúmerodeDuvallque,
traselsegundosonido,contestóconsugraveypoderosavoz,diciendo:
—¿Quéocurre?
—Es lamisma pregunta queme estoy planteando, cariño. Pero antes deexplicarteloque
acabadesucedernecesitoquemedesdinero.
—¿Paraqué?
—¡¡Necesitotuputodinero!!—vociferéfuerademiscablesmeditandoenloquedebíahacer
sinperdermásmitiempo—.¡¡Esimportante!!¿Melodasono?
—Porsinomehasoído,hedicho:¿paraquémierdaquieresesedinero,princesita?—
replicóconfuerza.
—¿Mecuentastodoloquehacesamiespalda,Duvall?Creoqueno.Asíquepuedesolvídar
queyoloharécontigo.Necesitoesedinero,¿meoíste?¡Ylonecesitoya!
—Anteshabla—exigió,soberanamentecabreado.
—No,cielo.Anteshazlajodidatransferenciaqueteestoypidiendoporlabuenasumaque
voy a necesitar. Luego de ello, hablamos. Te amo—. Y así, cancelé lallamadatrassonreírde
medio lado mientras seguía avanzando por las calles de la ciudad sinningúnrumboenespecial,
llevandoa laparunademismanoshaciamivientreporahoraplanoelcualacariciéconternura,
acotando—:tendremosqueagregarunoscuantosmásalalista,bebé,paraquetupadreyyopodamos
ser felices. Paciencia,mi niño… sólo unos cuantosmás, sólo unos díasmásantesquetodo,
finalmente,acabe.
***
LanochecayósobrenuestrascabezasmientrasLeoyyoterminábamosdemontarunanueva
superautopistaquesupadrelehabíaregalado.Desdeelfallecimientodesumadrehabíaperdidoel
especialtonodesuvozquelocaracterizabaysuincomparablealegríaconlacualmeencantaba
verlosonreír.Ahora,encambio,sólohablabaparaexpresarlojustoylonecesariomanteniéndose
en silencio la mayor parte del tiempo. Sí, tenía que admitirlo, mepreocupabaunaenormidadla
formaencomosecomportabayeldolorenelquesesumíalentamenteyque,atodacosta,quería
apartardeélporquealverlo,aladmirarlo,alcontemplarlabellezadesurostroysusojosclarosme
reflejaba indudablemente en ellos y en lo que un día yo también habíasentidoyperdidodelamisma
manera.
Tendidosenlaalfombrasuspirémientrasleacariciabasucabellocastañoaligualqueunade
sus mejillas, a la par que él alzaba su rostro dedicándome una mediasonrisa,encajandoaúnpieza
traspiezaconsumaconcentración.
—Anna…¿puedohacerteunapregunta?
—Todaslasquequieras.
Selopensódetenidamenteantesdehablarentrecerrandolamirada,actitudquemehizo
sonreíryevocarasupadre,porqueamboscompartíanesabenditamaníadeponerlemásmisterioa
cadacosaqueseaprestabanaformular.
—¿Tú también te irás? ¿Cómomimadre?—clavó susojos en losmíosesperando
ansiosamente que le diera una pronta respuesta mientras mi alma, encambio,seanudabapor
completoymibocaintentabacontestar.
—¿Dóndequieresquemevaya?—sonriólevementeymáscuandonotóelespecialguiñoque
leotorgué—.Venaquí—alcémisbrazosparaquese sentaraami lado,movimientoquerealizósin
meditaryque,porunmomento,hastamesorprendióporladocilidadquedeélemanaba—.Porde
pronto,notengoplanesdeirmeaningúnotrositio.¿Túsí?
Moviósucabezadeladoaladosinsiquierapestañear,confirmándomelo.
—Entonces,¿porquémelopreguntas?Sinoteagradamicompañía…
—No,Anna,noeseso.Sí,meagrada,pero…
—Peroqué…
Unpequeñoysignificativosuspirovolvióaanudarmialma,asustándomemásdelacuenta.
—Peronoquieroquetevayascomosemarchómimamá.
¡AyDios!¿Yahora?
—Mipapámedijoundíaquetúloqueríasmuchoyqueerasmuyespecialparaél.Porlo
tanto,esosignifica…
Sin darle tiempo a que prosiguiera besé su sien, abrazándolo yestrechándolocontrami
pecho.
—Esosignificaquetendrásquetolerarmedelamismamaneraenquetupadrelohace
conmigo,día trasdía.Te loadvierto,Leo,soyydoyun“graaaaaannn”trabajo.¿Puedeslidiarcon
ello? Porque la verdad, no planeo tener vacaciones dentro de un largotiempo,menosapartarmede
tupadreydeti.
—¿Estássegura?¿Meloprometes?—anhelantementeformulóesepardeinterrogantesala
vezquesus temblorosasextremidades,conalgode temor,meabrazabannegándoseadesprenderse
demicuerpo.
—¿Sabíasquelaspromesasfueronhechasparasercumplidas?
Asintió.
—Sí.Mipadresiempremelodice.
—Entonces,queteparecesitedigoque“sí.”
Fugazmente, desprendió su rostro de mí para posicionar su azulosa ybrillantemiradasobrela
mía.
—¿Tequedarás?¿Connosotros?¿Parasiempre?
—Mequedaré,peroconunacondiciónquenoquieroqueselacuentesatupadre.
—¡Dímela!
—Seránuestropequeñosecreto,¿deacuerdo?
—¡Claroquesí!
—Pues… Vincent me dijo una vez que cuando te conociera terminaríaqueriéndotemásati
queaél.
Abrió aún más sus ojos, pero ahora esbozando una sonrisa de oreja aorejaquecolmómi
corazóndeauténticafelicidad.Sí,creoquemirespuestaloteníamásquegratamentesorprendido.
—¿Yeso…escierto?
Asentídelamismaformaqueéllohabíahechounosminutosantes.
—Sí,loes,peroprométemequeseránuestrosecreto.Yasabescomoesysecomportael
señorBlack.Aveceshastamecuestadiferenciarsusroles,siélestupadreytúsuhijooviceversa.
Leoriódeunacontagiosamanerayyoterminériendoconélimaginandoenmimenteloque
significaría“algunavez”conformarytenerunafamiliaconVincent,conélyporsupuestoconel
pequeñoserqueenmícrecía.Unsueño…sí…unmaravillososueñoqueporsobretodaslascosas
ansiabaquealgúndíasehicierarealidad.
Volvíabesarsusienpercibiendocomoseaferrabaamíconmásfuerza,envolviéndomeenla
fragilidad de sus brazos y regalándome, ante todo, su cariño sincondición.Nohabíadudaalguna,sí
era hijo de su padre. De pronto, la puerta del dormitorio se abrió,inquietándonos.Ambosalzamos
la vista hacia ella encontrándonos con la presencia de Miranda quien,
encantada,sonreíade
estupendamaneramientrashacíasuentradacargandounabandejaensusmanos.
—¡Vaya,vaya!¿Yesto?
No sé si preguntó en clara referencia a la escena de la cual no podíaapartarlaoscuridadde
susojosodebidoaldesordenquehabíaenelcuarto,todoygraciasamí,porsupuesto.
—Es mi culpa—expresé de inmediato, excusándolo—. Se suponía quelimpiaría,perola
super autopista y este hermoso niño que tengo junto a mí fueron másimportantesqueello.Losiento.
—Yaveo,peronotienesporquéjustificaresto,Anna.Pormípuedeestartodo“patas
arriba”.Despuésdetodo,eslahabitacióndeunniño,¿ono?
—Nodecualquierniño,Miranda,sinodelmásinteligente,astuto,guapoysensacionalqueyo
hubieseconocidonunca.
—¿Tantoasí?—inquirióatónito,sincreer loqueyoafirmabacontodassusletrasypatente
seguridad.
—Pues sí, tanto así—enfaticé—.Noacostumbromentiry esperoque túnuncalohagas.La
mentira jamás será buena. ¿Sabes el por qué? Porquemata el alma y laenvenena—undelicadoroce
leotorguéenlapuntadesupecosanarizconunodemisdedosmientrasmiconcienciamelo
rectificaba.
“Vale,noacostumbrashacerlo…yen loqueserefierealbebé,¿quées?¿Unaadivinanza,
porejemplo?”
—¡Jamás,Anna!¡Teloprometo!—vociferómuyseguroesaspalabrasaltiempoque
Miranda dejaba la bandeja sobre la cama y nos observaba como nosaprestábamosaponerdepie.
—Yesoesmuycierto,pequeñitomío.Annatienemucharazóncuandoloexpresadeesa
forma.Ahora,lamentointerrumpirlos,peroestehermosoyfabulosoniñodebecenar.
—Entonces, ¡a cenar sehadicho!—me levanté rápidamente sin advertirqueunpequeño
mareo se apoderabademí, aflojandomispiernas . «¡Rayos! ¡Ahora no,porfavor!»Peronocorrí
contantasuerte.Mirandayalohabíanotado.
—¡Tetengo!—pronunciódegolpesituándoseamiladoparasostenerme—.Tranquila,
querida—susmanosseaferraronconfuerzaamicuerpoimpidiendoquemedesplomaracontrael
piso—.Respira,Anna,esoes…vamos,tansolorespira,porfavor.
Y así lo hice un par de veces cerrando los ojos y suplicándole a quien
fueraqueestuvieraahí
quedetuvieraelmundoquegirabaamialrededor.
—Leo,miamor,veporCristinamientrasmeencargodeAnna.¿Puedeshacerlo?
—¿Ellaestábien?¿Estáenferma,Miranda?—parecíamásasustadodeloqueloestabayo
consusojitosazulcielobrillandodeincomparablemanera.
—No,cielo.SóloveporCristinay,porfavor,noteapresuresenbajarlasescaleras.
Sinpensarlounsegundomássaliódelcuartodejándonosasolasaltiempoquelosnegros
ojosdeMirandasedepositabanenlosmíos,escaneándomenerviososyalavezcolmadosde
evidenteansiedad.
—Noestásenferma—sostuvoenérgicaydecididamente.
—No,noloestoy…
—Losé,peronotengasmiedo,querida,porqueperfectamenteséqueestásembarazada.
La una a la otra nos observamos en silencio dentro de mi habitación.Mirandateníaentresus
manos una de las mías mientras oía el ritmo un tanto agitado de mirespirar.Almenos,mi
maquiavélico carrusel se había detenido por completo y eso, a grandesrasgos,meteníamuchísimo
más tranquila, pero no del todo serena con su inquieta y profunda vistaamenazantequenoapartaba
demí,creo,esperandoelinstantepropicioparacharlar.
—¿Tesientesmejor?
—Sí,gracias,peronodebistedejaraLeoparavenirconmigo.
—MinietoestámuybienconCristina.Ahoraquienmepreocupaerestú.Necesitamoshacer
algoalrespecto.¿Losuspistetraseldesmayoquepadeciste,verdad?
Totalmenteavergonzadaasentíunavezmás.
—Querida…—consumanolibrealzómimentónparaquenuestrasvistasseconectaranen
unasola—…nosoyunadesconocidaparati,¿osí?
—Claroqueno.
—Entonces,¿porquémeocultasturostro?¿Quéocurre?
¿Ocurrir?Bueno,empezandoporlaprontallegadaamividademimadre,elbebéquecrecía
enmiinterior,elnohabérselocontadoaVincentdesdeelprimerinstante,creoquenada.No,no
sucedíaabsolutamentenada.
—Anna…nointentesocultarmenadaalrespecto.VincentesVincentyyosoyyo—insistió
categóricamente—.Quehayatenidoqueenterarmetalycomosifueraunasorpresadelaaparición
detumadreesunacosa,perodelaexistenciadeunbebé,querida,¡esoestotalmentedistinto!
Yloera.¡Síqueloera!
—Noquieroperturbarte.Sabesqueteadoro,pero…
—Abortéunavez,¿lorecuerdas?
Acallésuvozdeformainmediata.
—Ytengomuchomiedodeloquepuedallegaraocurrirconmicuerposiestebebécomienza
acrecer—fijémisojosen lossuyos, firmesypenetrantes—.Noquierohacerledaño,noquieroque
sufrapormiculpa…
—Anna,porfavor…
—Esunapartedeélviviendoenmí.¡Noquieroperderlo!
Unodesus reconfortantesabrazosmebrindóal tiempoquemeacunabaconternuratalycomo
siyofueraparaellasuniñapequeña.
—Nadadeesosucederá,teloprometo,porqueesebebéseaferraráatiyalavidacreciendo
sano, fuerte y conmuchísima vitalidad.Te lo aseguro, todo estará bien.Sóloconfía.Tenfey
confía.
—NoquieroqueVincentmeodiesialgo…
—Entonces,novuelvasapensareneso,porfavor—meregañó,peroconsucaracterística
dulzura—.Mírame…—seseparódemítrasposicionarsusdosmanosalaalturademisemblante—
…todovaaestarbiensihaceshastaloimposibleporcuidarteparaquetubebénazcasinningún
tipo de problemas y sé de sobra que eso es lo que harás, porque ya loamasinfinitamenteycontoda
tualmacomoparapermitirquealgolesucedaosimplementeparadejarloir.
Sollocésinapartarmisojosdelaoscuridaddelossuyos.
—SerásunaestupendamadreyVincentunpadreejemplarcomoyaloesconLeo.No
imaginascuánfelizloharáscontándolelanoticia.
—¡Perosepondrácomounlococuandolosepa!
Sonrióaloirme.
—¿Y qué más podemos hacer si mi sobrino te ama con su vida?Lamentablemente,esaesuna
titánicaluchaenlacualambasyatenemoslabatallaperdida.
Mordímilabioinferiorycerrélosojosporunmomentopercibiendouncariñosobesoque
meregalóenmifrente.
—Felicidades,Anna,me harás abuela por segunda vez.Y sinceramente,esperoyquieroque
seaunaniña.
Conesecomentariologróqueabrieramisojosdegolpe.¿Una…niña?
—Una pequeña Anna, ¿te la imaginas? Con tus ojitos y tu sonrisacorriendoporlacasacon
su padre detrás como un histérico—rió con sumas ansias mientras seseparabademíyvolvíaa
aferrarsusmanosconlasmías—.Seríahermoso,¿nolocrees?
Movímicabezadeladoaladotambiénimaginándomeeseincreíblesueñodelcualansiaba
formarparte.
—No,Miranda,sería…maravilloso.Completamentemaravilloso.
—Loséyestoyabsolutamenteseguraquetucorazóntambiénlosabe.
Suspirécomosielairemefaltaraalaparqueliberabaunadesusmanosparaacariciarcon
ellaellargodemicabello.
—Ahora, ¿me permites ayudarte? ¿Puedo ser parte de este maravillososueñoydetuvida
unavezmás?
—Fuistepartedeéldesdeelprincipio—lerecordésonriendoyaconalgomásde
naturalidadycolorenmisemblante.
—Entonces,dejatodoenmismanosysólodi“sí,quiero”.
Enarquéunademiscejasaloírla.
—Discúlpame,peroesomeparecemásunarespuestaaunapropuestadematrimonioquea
un…
Sonrió bellamente otorgándome uno de sus guiños que consiguióatragantarmedelasola
impresiónquemecausó.
—Miranda…
—¿Qué crees que ocurrirá cuando el“señor maniático del control y lasobreprotección”lo
sepa?
¡¡¿Qué?!!
—Eresunamujer inteligentey sabesmuybiencomofunciona tuamadoseñorBlack.Porlo
tanto,queridamía,vehaciéndotealaidea,porquedeélydetodoloqueesperaportinopodrás
zafar.
¡Dios mío! Si lo pensaba detenidamente, ahora sí Miranda me habíacerradolabocataly
como si me hubiera dado un bofetazo. ¡Sí, señor! ¡¡Un espléndido yfantásticobo-fe-ta-zo!!
Mediahoradespuésterminabadecolocarmelabatadesatínquecubríamicamisola
confeccionada en la misma fina tela cuando el sonido de un cocheestacionándosefrentealacasame
alertó.Caminérápidamentehacialaventanaparacerciorarmedequienerayaladmirarloala
distancia no pude dejar de sonreír viéndolo bajar del Mercedes tanapuesto,altivo,arrogantey
seductor.¡Sí,todounauténticopatánalavista!
—Peromío—micaradebobalodecíatodo.¡Cómoamabaaesehombre,porDios!Sicon
sólocontemplarloalolejostodasmishormonasserevolucionabanamilporhoraenmiinterior.Y
qué podía decir del deseo carnal que se encendía en mí de automáticamanerayobviamentecon
muchogustoenmientrepierna.¡Absolutamentequeardíaporél!
¡Un auténtico e infernal calor! Pues sí, eso estaba sintiendo mi cuerposiendoposeídoporun
bendito fervor de aquellos que sólo él podía… ¿aplacar? ¡Ja!“Incinerarmeviva”eralafrasemás
adecuadaquelesentabademaravillasdándoleunmayorsignificadoasupresenciayasu
incomparableyúnicamaneraqueteníadeamarme,hacermesuyayfollar.Yestanoche,podía
asegurarlo, tendríamos eso y mucho más, empezando por este precisomomento.
Salí del cuarto yendo en su búsqueda, notando como dirigia su raudoandarhaciaelalaoeste
de la planta baja mientras despeinaba su cabello. Estaba cansado, pudeadvertirlo,perosabíaque
nuncaloestabaparamí.
«Eldespachodesupadre».
Bajélasescalerassinapresurarmeporquenecesitabaestarcontodosmissentidosenalerta
para vibrar junto a él como tantas veces antes lo habíamos hecho. ¡No,señor!¡Niunsolomaldito
mareoestanoche ibaa impedirmequeambosfuéramoselunodelotro!Porquelodeseabatantoque
desóloevocar lasvecesenquemehabíahechoelamorde tanpasionalmaneramehumedecíacomo
unalocaposesaycrecíanenmiinteriorunasinfinitasganasdearrancarletodalaropaatirones,taly
comoélsolíaarrancármelaamí.
Yasí,seguísuandarencompletosilencio,descalza,luciendolacamisolaylabatadesatínal
tiempoquemordíami labio inferiorparamitigarmis imperiosasansiasquesegundoasegundome
hacían sonreír y estremecer por lo que acontecería en tan sólo unosminutosmásyalcerraraquella
benditapuerta.
***
Estaba al tanto de todo lo que acontecería conmi hijo tras la charla enprofundidadquetuve,
hoyporlamañana,conelespecialistaacargodelcaso.Luegodeella,laúnicapalabraquerondaba
alinteriordemimentesinquepudieraarrancármelaera“cirugía”,másaún,alenterarmeen
profundidaddeloqueconllevaba,deloseventualesriesgosquesepodíanllegarasuscitar,además,
dehaciadondenos tendríamosquedirigircambiandonuestra residenciaporalgomásqueunparde
meses.
Crucéeldespachoparafinalmentesentarmefrentealescritoriomientrasmedesaflojabael
nudo de la corbata, suspiraba en profundidad, cerraba los ojos por unextensomomentoycavilabaen
unas cuantas posibilidades que, por ahora, me eran un tanto difusas ydifícilesdecomprendery
asimilar.
—Chicago… —situé mis manos sobre mi cabello para desordenarlooyendoalaparcomola
puerta del despacho se cerraba, lentamente. Ese particular sonidoconsiguióqueabrieramisojosde
forma inmediata fijándolos en la sola presencia de quien me sonreía ydisfrutabadelamíadeuna
significativaeinigualablemanera.
—Buenasnoches,señorBlack—expresóenseguidasinmoversucuerpounsolocentímetro
delumbral.
—Buenasnoches,señoritaMarks—mislabiosesbozaronporsisolosunaenormesonrisa
algoidiotadefelicidad—.¿Aúndespierta?
—Yesperándolo.Micamaseencuentramuyfríasinusted.
—Micuerpocomienzaacalentarseysólograciasausted—larecorríconlaintensidaddemi
mirada que ante todo ansiaba traspasar las prendas que vestía paramaravillarseconloqueescondía
debajodeellas.
—Es un muy buen síntoma, ¿lo sabía? Porque el mío empieza anecesitarlodelamismay
cálidamanera.
Por un momento, olvidé todas mis preocupaciones como si jamáshubiesenformadopartede
micabeza,porquesóloAnnaeracapazdeconseguiresoconcadaunadesuspalabras,laespecial
formaqueteníadehacermeperderlanocióndeltiempo,delespacioydemiirrealidadenlacual
ambos estábamos insertos. Sin agregar nada más, alcé una de misextremidadesinvitándolaaque
avanzarahaciamí.Lanecesitabacerca, lobastanteparaembriagarmedesuaroma,desudulce
sabor, de cada curvade su cuerpo en la cual ansiabaperdermemientrasposeíaconirrefrenables
ansias algo más que su boca que anhelaba devorar. Ella así lo hizo,coqueta,seductoray
delicadamentesinapartarsuhipnóticamiradadelamíaconlacualmelodecíatodo…sí,todolo
queyotambiéndeseabacomounlocoquesucedieraentrelosdos.
Supequeñay tibiamanoentrelazó lamíamientrasmeponíadepieparaabrazarlay
estrecharla negándome a soltarla cuando Anna alzaba su rostrorelamiéndoseloslabios,tentandolos
míos que no perdieron tiempo alguno para asaltarlos con furiosa ydesenfrenadapasión.¡Maldita
sea!Laanhelabadeunaincontrolableformacomoparaestarmalgastandomisuerteenpalabrasque
claramentepodíaejemplificarmásbienconactos.
—¿Por qué tú y yo no podemos entablar una sensata conversación sindesearnosacada
momento?
Hubiesedeseadoresponderle“porquesoyuncretino,miamor”,peromibocaseencontraba
demasiado ocupada y a gusto comopara hablar ymi lengua…mmm…embestíayseentrelazabaala
suya aferrándose a ese ardorosobesoquepretendíaqueno sedetuvierajamás.
Mismanosascendieronydescendieronporsuespaldallevándoseconsigolatelaquela
cubríamientras las suyas, ya posicionadas enmi cabello, se deslizabanporéljalándolocomotanto
megustabaquelohiciera.
—Necesitamos hablar—expresó de pronto, entre beso y beso que nosdábamos.
—Luego—respondípresodelfuriosodeseoquemerecorríayquemabalapiel,obligándola
a que retrocediera hasta que el escritorio finalmente la detuvo—. Debodesayunar…¿ocreíasquelo
habíaolvidado?
Unaprominentecarcajadasalióexpedidadesubocaaligualqueunlevejadeoquela
estremeció cuando se vio atrapada entremis brazos con sus pies ya notocandoelpiso.
—Mimemoriaesexcelente,Anna.
—Nosólotumemoria,miamor—unsexyguiñomeotorgómientrassubocanuevamente
batallaba con la mía de ardiente manera excitándonos, incitándonos ydevorándonosalgomásquelos
labiossincontemplación.
La deposité a regañadientes sobre la mesa del escritorio cuando susafanosasmanosse
encargaban de apartarme con prontitud la chaqueta que vestía,desaflojabanhastadeshacerelnudode
micorbataydeigualmaneradesabotonabanmicamisaquemearrancótalycomoyolohiceconla
bataquelacubría.
—Asíquenosólomimemoria…—sonreícomounmalditodespiadadobesándoleahorasu
cuello entre mordiscos que dejaba regados en su curvatura, en sushombros,ensupecho,percibiendo
alavezsusestremecimientosysuavesjadeosqueemitíasincontrol—.¿A
quéterefieresen
concreto?
—Atusmanos,atuboca,atuslabios,atulengua…ati.
Yanteelloperdílapocarazónquemequedabaarrancándoleelcamisóntrasgruñircon
fierezasintiendocomomimiembromeexigíaque,deigualmanera,mearrancaraelpantalónparasu
inminenteliberación.
—¿Sóloaello?Creoquehasolvidadolomásimportante…—acerquémibocaasussenos
para rozarlos con mis enfebrecidos labios. Sí, quería estimularla,incitarla,llevarlahastaeldelirio,
quedamente,mientrasmismanosseencargabandeacariciarsuspiernas,abriéndolas,paraacercarme
losuficienteysusexosintieraloquetantoardíaycrecíaporella.
—¿Cómopodría…olvidarlo?
—Nolosé,dímelotú—ascendíydescendíporsusmuslosapretándolosenciertaszonas
porquesabíamuybienelplacerqueleprovocabacuandomibocadejabadejuguetearconsus
erguidos pezones y mi lengua empezaba a desarrollar un meticuloso yexcitantetrabajoquela
sobresaltó. Los lamí uno a uno tras chuparlos y morderlos para luegocogerlosyocuparmedeellos
por completomientras una demismanos se aferraba a su espalda paraacercarlaaúnmáshaciami
erecciónyasícomprobaracabalmente loempalmadoyexcitadoquemeencontrabasólograciasa
ella.
—¡Dios!Tumiembronomepermitepensarconclaridad…
Yesoestabamuyclaroparamíporqueacadasegundosólosopesabalaideadehacerlamía,
aquíyahora,deunasalvajemanera,peroantesdebíacobrar loqueestamañanahabíaquedado
pendienteentrelosdosyeso,Annasabíamuybienaquécorrespondía.
—¿Yquécreesquehacetusexoconmigo?—unoaunofuidejandobesosregadosporsus
costillas,porsuabdomenhastallegarasumontedevenuselcuallamíporsobresuprendainterior
sindejardeobservarla,porqueambossabíamosfehacientementequeesatelanoduraríamucho
tiempoensusitiotrasloquemibocaseaprestabaarealizar.
Así, inmediatamente después de un nuevo guiño que le regalé, colémisdedosbajolasuave
tela jalándola sinpiedadanteun jadeoque liberóenesepreciso instantecuandosucavidadquedaba
expuestaantemíyparamisfinespersonales.
«Sí,Black,sigueconsiderándotetodounmalditoafortunado.»
Sinningúntipodepiedadmelancédellenoporloqueeramío,porloquemecorrespondiay
por lo que estaba en todo mi derecho a reclamar, lamer y disfrutarbesando,enprimerlugar,el
interiordecadaunodesusmusloshastallegaraloquetantoansiabatenerenmibocaparaque,
segundosdespués,miafanosalenguahicierasutrabajoperdiéndoseentresushumedecidospliegues
hasta dar con su clítoris el cual comencé a estimular de prodigiosamanera.
Unoaunooíminombresalirexpedidodesuslabiosentrelosbalbuceosquelograba
pronunciar extasiada ante el irrefrenable goce que le provocaba y quetensabasucuerpo
consiguiendoque la increíble excitancióndelmomentoque la consumíahicieralosuyoconcada
fibra de su ser mientras abría para mí sus piernas aún más,entregándomelotodo.
—Vincent…—jadeaba,encorvándose,ya lavezsujetandomicabezaensuentrepiernapara
que hiciera con ella lo que seme antojara. Claro estaba paramí ymisimperiososdeseosde
arrastrarlahastalalocura,porquesólomeapetecíaqueconsiguierallegarasuprimerorgasmo
graciasúnicamenteamidespiadadaboca.
La oí suspirar, gemir, maldecir… sí, sabía perfectamente que estaba lo
bastantecerca
mientraselpalpitardesucavidadcrecíaenintensidadjuntoasuinminenteliberaciónquellegóunos
segundos después cuando articuló mi nombre dejándose llevar por eldesenfrenoqueeneseinstante
nos envolvía y que la arrastró a ese increíble mundo del cual ambosformábamosparte.
—Teamo…¡teamo!—manifestóentrechillidosdeabsolutoplacerquesuslabiosno
dejabandeemitirde loscualesmenutrí intensamentedandoporsentadocomomíosademás,decada
unodesusestremecimientos.Sí,unavezmáslahacíacaeraeseprecipiciosinfondo,peroaún
faltabalomejor.
Apartémibocadesucavidadyrápidamente lasituésobre lasuyaenunbesoabrasadory
arrebatador que nos colmó a los dos de un profundo deleite mientrasdegustabasuslabiosytodoel
sabordesumielqueaúnsealojabasobrelosmíos,porquequeríaquelopercibiera,quesedeleitara
de su propia esencia sabiendo que para mí aquello no tenía ni la másmínimacomparación.
—Mequedapendienteunacosa…—aleguéenmidefensa,perosindejardebesarlacuando
sushábilesmanosyasedabanalatareadequitarmeelpantalón.
—Yamí—.Dibujólamáspérfidadelassonrisas,esaquemevolvíalococuando
despertabaenella lamujer, la fiera,miamantesin igualque loqueríayexigíatodo.
Mordísubocaaligualqueellalohizoconlamíatrasapoderarsedemidescomunalerección
lacualliberóencosadesegundos.¡GraciasaDios!Meparecióoíramisubconscienteque
reclamaba de forma airosa con esa exclamación cuando sus delicadasmanoshacíanlosuyo.
—Quierotenerteporcompleto…tenecesito,pequeña…losabes…—.Norespondió,
porque un leve apretón que le otorgó ami peneme lo confirmó:Annaardíaendeseosdelamisma
maneraenqueardíayo.
Aún besándonos la tomé entre mis brazos apartándola del escritoriomientrasmedevorabala
bocayseaferrabaamíconsuspiernasposicionadasenmiscaderas.Sinnadaquedecirytansólo
conelsilenciodeesahabitaciónrodeándonoslasostuveporsusnalgaslascualesmeencarguéde
apretar cada vez que su humedecido y caliente sexo rozaba el mío.¡Maldición!¡Nosabíacuánto
máspodríaprolongarestaagonía!Porlotanto,sinpensarlolaarrinconécontralapareddondesabía
desobraquecomenzaríaadesarrollarsenuestragranbatallaentrebesos
violentos,urgentes,sin
control,quenosencendíanaúnmássegundotrassegundo.
—Hazmetuya…porfavor…
—Esloquepretendohacer…esloquequieroynecesitohacer…—ysinperdermásmi
tiempo la penetré con tanta fuerza ahogando de inmediato un grito deplacerquevociferóconansias,
con determinación, de manera incontrolable cuando percibía como mipenelacolmabaporcompleto
embistiéndola y desarrollando un ritmo frenético que nos sacudió a losdos,porqueparaambosyano
había vuelta atrás en esta lucha encarnizada que nos tenía al borde delenloquecimientoquesabíamos
que,encualquierinstante,volveríamosaliberar.Peromiropaentorpecíamitrabajo…—.
¡Mierda! —gruñí, deliberadamente, llevándome con ello una singularsonrisatraviesasuya.
—Yasabesqueelpisoesmi favorito.Vamos,bestia, llévameaél—susmanosseaferraron
ami rostro trasun furtivobesoquemediocuando, sin separarlademiprofundaacometida,laguié
hastalaalfombrasorteandocadaobstáculoconmimiembrodentrodesucuerposirviendocomomi
puntodeapoyo.
Ladepositésobreel tapizpara liberarmefugazmentede lasprendasque
yoaúnvestía.Yasí
cubrísutibiocuerpoconelmíosonriéndoledeunamaquiavélicamaneramientrasledecía:
—Yahora…sóloquierosaciarmedeti.
Nosenfrascamosenunaardorosalucharevolcándonossobrelaalfombraquecobijónuestro
inminentedeseodeposeernoscuandolavolvíaaembestiryellavolvíaapronunciarminombre
absolutamentecolmadadedeleitedebajodemí,sobremí,cabalgándomecomosinohubieseun
mañanaparanosotrosdos,porqueasíeranuestraentrega,total,furiosaeinnegable.Nosamábamos,
nosdeseábamosconunainfinitapasiónyentregayesoseveíareflejadoencadamomentoenqueuno
formabapartedelotro,porqueAnnaeramividaasícomoyosabíaqueloeradelasuya.
—Vincent…—articuló una vezmás cerrando los ojos y trasmorder sulabioinferiorcuando
elritmodesucabalgamientoseincrementaba,losmúsculosdesucuerposetensaban,sucorazón
latíadeformaapresuradaymismanosposeíansussenos,aquellosfirmes,redondosyperfectos
senos,masajeándolosypellizcandoalaparsuserguidospezones.
—Sí, pequeña… eso es… deja que disfrute de ti… —y así lo hicesaciándomedesusegundo
orgasmo que la liberó, pero en mayor medida que el anterior,sacudiéndola,estremeciéndolay
llenándola de un bendito placer del cual yo,maravillosamente, formabaparte.
Apretémisdientesunocontraotro sinperdermeun solo instantedeesemagnánimomomento
alaparqueserevolvíasulargocabelloyexhalabaunenormesuspirodeexaltación.
—Buena chica—abrió sus ojos lentamente para perderse en los míos,parareflejarseenellos
al tiempo que extendía hacia ella una demis extremidades la cual tomóconunadesusníveasmanos,
llevándosehaciasubocamisdedosloscualeshumedecióyconsulenguajugueteómuy
sensualmente,porquesinqueselohubieradichosabíamuybiencualseríamisiguientepaso,elque
estabadispuestoa realizardandoyobteniendoel todoporel todo.Yencosadesegundosnuestra
posicióncambiómientrasmipechorozabasuespalda,mibocalamordía,labesaba,laacariciabay
misdedosestimulabansuanoelcualmeaprestabaapenetrarparahacerlamíadelaformaquetanto
placermeprovocabatenerlabajomipoderío.
Dentroyfuera…sudormáscalor.Gemidossuyosunidosamisgruñidosguturalesqueme
impedíandeternermetrascadaacometidaquelebrindabaenlascualesel
gocejuntoaléxtasis
corrían en la misma dirección, desbocados ambos, buscando unirrefrenableplacerdelcualansiaba
serparteyquemesacudiócuandodecidíarrojarmealvacíoliberandoensuinteriortodamicaliente
esencia, colmándola de ella, y uno a uno mis sentidos hicieron de lassuyasenmicuerpotensando
hastalamásínfimademisterminacionesnerviosasenelmomentoexactoenqueelclímaxhizomella
enmíaltiempoqueAnnavolvíaaserpresadesuspropiassensacionessinningúntipodelimitantes.
—Te amo…—gruñí cual bestia lo era recibiendo a cambio la mismafrasedesudelicada
voz que silencié en un arrebatador beso que selló así nuestra pasionalentrega,nuestroincomparable
amor, nuestra ardorosa batalla que llegaba a su término con dos clarosvencedores.
Alcabodeunosminutos,cuandoambosaún tendidossobre laalfombrayacíamosabrazados
y ya habíamos recuperado el aliento junto al ritmo normal de nuestrasrespiraciones,laspreguntasde
Anna sobreLeoy la reuniónque sostuvecon el especialista se hicieroninminentes.Sabíadesobra
quedeéstanopodríaescapar.Porlotanto,meaniméacontestarcadaunadeellaslomásclaroy
fluidoquepude.
—No hay más opciones, mi amor. El cardiólogo a cargo del casoespecificórotundamente
quetansolounacirugíabastaparaqueLeoserecupere.
Abriósusojosbastantepreocupadaanteloqueoíaalaparquesusmanosseapoderabande
misemblanteparaquemivistapudieseobservartansólolasuya.
—Hayriesgos,¿verdad?
—Loshay—sostuvesinmentiruomitirinformaciónsobreello—.Eslaúnicamaneradeque
suvidacambie,serecuperey…—guardésilencioevocandoantetodoalafigurademimadre,y
cerrélosojosdejandocaermicabezasobresudesnudopecho.
—Yqué…¿Quéocurre,Vincent?
—Vuelvaaserunniñonormalyno termine…muriendo…de lamismaformaenquelohizo
mimadre.
Ahora fue ella quien silenció su voz aferrándose a mí en un abrazocontenedorquenos
sacudióelalmayquemehizosentirycomprendermásquenuncacuantolanecesitaba.
—Estoyconélycontigo,losabes,¿verdad?
—Lo sé —pensé en lo que aún no acababa de relatarle. Chicago. Meseparédesupecho
para besarla con ferocidad cuando respondía de lamismamanera ami
implacableacto,mismanosse
perdíanensucabelloymevolvíaamontarsobresucuerpoparacontinuarconlaconversación.
—Escúchame bien —pedí en un dulce susurro—. Lo que diré es muydelicado.
—Vincent,porfavor,nomeasustes.
—Sabesquenoquierohacerlo,peromepasaqueyanopuedovivirsinti.Yanopuedo
concebir una vida sin que tú estés en ella, conmigo, a mi lado.¿Comprendesloquequierodecir?
Asintiócompletamenteconvencidaporqueasílopudeevindenciarporlaformatanespecial
enquememiraba.
—Anna,miamor…
—Tansolodilo.Sealoquesea,diloya.
Tragué saliva nerviosamente cuando aquella palabra parecía taladrarmicabezaymicorazón
deunaferozmanera.
—Black…
—Chicago —respondí serenamente perdiéndome en su mirada—.Lamentablemente,los
mediosparalaoperacióndeLeonoseencuentranaquí,sinoalotroladodeestecontinentey…
Ahora fue ella quien tragó saliva de la misma manera nerviosa que
segundosanteslohabía
hechoyo.
—Nopuedoperdermástiempoparaquelaintervenciónserealice.Dentrodetres
semanas…
Me detuvo con otro beso el cual me supo a algo más, a algo que meparecíaqueescondíayde
locualyoaúnnoestabaenterado.
—¿Tressemanas?
—Sí—rocélapuntademinarizconlasuya.
—¿Porcuántotiempo?
—Noloséconcerteza.Algomásqueunpardemeses.Laverdad,Leonopuedevolarde
inmediatotraslaoperación—antemirespuestacerrólosojosconunlevetemordelcualmehice
partícipe—.Anna…¿quéocurre?
—Nada—respondió,negándoseaabrirlos.
—Pequeña, por favor, responde nuevamente, pero esta vez asegúrate dehacerlomirándomea
los ojos. ¿Qué ocurre? —los abrió depositándolos otra vez sobre laclaridaddelosmíos.
—Nada—volvió a emitir, pero sin convencerme del todo. Acaricié surostroalaparquela
besaba en sus ojos, en sus mejillas, en su frente, en su mentón paraterminardehacerloensu
respingadanariz—.¿Estássegura?
—Sí—selequebrólavozalmanifestarlocuandoledecía:
—SabesqueloúnicoquenecesitoenestavidaparaserfelizesaLeoyati…tansóloaLeo
yati—notécomosumiradaseinundabarápidamentedelágrimasquenopudocontenerliberándolas
a través de las comisuras de sus ojos—. Por eso quiero pedirte… —suspiréasabiendasquenoera
cualquierdecisión laqueella tendríaque tomaro llevaracabo—…quevengasconnosotrosa
Chicago.Tenecesitoymeniegoadejarteaquí.
Exhalóairecomosiprescindieradeélparaseguirviviendomientrassullantose
acrecentaba.Mereflejéensusojostalycomoellalohizoconlosmíos,sinapartarlosdemícuando
ahoraunodemisdedosdelineabaelcontornodesuboca.
—Teamo,AnnaMarks.Teamodemasiadocomoparapensaropretendersepararmedeti.
—Y yo te amo a ti de lamismamanera—intentó controlar unos levesestremecimientosque
yalainvadían.
—Quieroquelopienses,pequeña.Necesitoquetomesunadecisión.
—¿Una…decisión?
—Así es, una importante decisión. La verdad, no sé cuanto tiempo metomeregresaraChile
porque todo dependerá de la pertinente evolución de mi hijo y loscontrolesmédicosyterapiasalas
cualestendráquesersometido.Nopuedodarteunafechaexacta,nopuedopormásqueasíloquiera
expresartecuanto tiemponoestaréaquí,perosipuedodecirtecon todassusletrasyconlamayorde
mis certezas que te amo por sobretodas las cosas y que no puedo, niquieroymeniegoavivirsinti.
Meabrazócomosisuvidadependieradeeseúnicomomento.
—Pero respetaré tudecisión sea cual seaporque loquemenosdeseoestruncartufuturo,tus
anhelosycadaunodetussueños.Decidasloquedecidasmeirétranquilo,yaseacontigoo…sinti
—mi corazón se sacudió de frenética manera de sólo pronunciarlo yterminéseparándomepara
decirle loquetantoansiabaqueoyerademis labios—:Eresmía,óyemebienAnnaMarks,aquíoen
cualquierpartedeestemundotúeresyserássólomía.Niladistancia,eltiempooloqueseaque
ocurra me hará pensar lo contrario. Mía —vociferé aferrándome a suboca—,únicayabsolutamente
mía.
—Al igual como tú eres mío —respondió en un suave murmullo quevolcómialmaal
cerciorarme del temor que la invadía por lo que suponía que callabanegándoseaexpresarlo.
—No tengasmiedodemíode loquepueda suceder—eso iba en claraalusiónaesepavor
del cual yo ya formaba parte—. Jamás tengas miedo a decirme lo querealmentequierashacercontu
vida,porquesabesdesobraquenopuedoobligarteaquemeames,menosaquetequedesjuntoa
mí.Nopuedopermitirquehagasloquenoquiereshaceramenosquetúasílodesees.Eresmía,
Anna,peroalavezlibreentusactosyencadaunadetusdecisiones, losabes,¿verdad?
Asintió, pero no plenamente convencida de ello mientras recibía de miparteunbesoque
depositésobresufrenteyluegoenelpuentedesunariz.
—Teamoy teamarésiempreconalgomásquemivida,conmialmaeindudablementecon
todomicorazón,aquí,desdeallá,juntosoporseparado.Ladecisiónestáentusmanos,miamor,la
decisiónahora…esexclusivamentetuya.
Alreflejarmeensumiradanopudedejardeadvertirunpavoraperderlaquecomenzóa
embargarme como si ya conociera su respuesta, como si mi cabeza yasupusierayconjeturaraloque
ibaasuceder,cuandodesusojosnocesabandebrotarcientosdelágrimasquemedecían,me
respondían, me aseguraban quizá, que este preciso instante podríasignificar…elcomienzode
nuestradespedida.
CapítuloXXIX
Muy temprano por lamañana subía en el ascensor con destino hacia ellaboratorioyla
consultadeunprestigiosoginecobstetraparairporelinformemédicodelaspruebaspertinentesque
mehabíarealizadoyqueendetallerevelaríanyconfirmaríanmiestado,elcualatodacostaansiaba
quefueratotalmentepositivo.Conunasgafasdesolmontadassobremisojosqueocultabandecierta
manera las pocas horas de sueño que llevaba encima aún cavilaba loscientosdepreguntassin
respuestas que deambulaban al interior de mi mente y sin descanso:MichelleCavalli,sucercanía
conAnna,lacasadelasmontañasyobviamentelapresenciadelaalimañadeDamián.Pormásque
lomeditabanopodíaencontrarunsolopuntodeconexiónquehicieraun“clic”entodoestemaldito
rompecabezas que parecía no tener comienzo ni final, no hasta que unaasombrosaluzdeesperanza
llegóamismanoscuandomenosloesperaba.
Bajé del elevador suspirandomuy nerviosa y así, de lamismamanera,caminéapasofirme
hacia elmostradordonde sehallabaTeresa, una chicade la universidadqueyobienconocía.La
saludéotorgándolelamáscordialdemissonrisasal tiempoqueellameregalabaunadelassuyasy
afirmabaconserenidad:
—El informeestá listo,Sam.Te lodaréenun segundo.Sólo firmaestaplanilla,porfavor,y
cancelaelmontorespectivo—.Asílohiceynadamásqueconeldineroquemehabíadadoel
futuropadredelbebéqueesperabaqueestuviesealojadoenmivientre.
—Aquítienes.
—Gracias—a cambiome entregó el sobre sellado del cual, por ahora,dependíatodami
existenciayobviamentemisiguientepasoadar.Loabrílentamenteyconalgodetemoracuestas
percibiendocomoloslatidosdemicorazónseacrecentabanaligualquelohacíaunvacíoquese
cobijabaa la alturade labocademi estómago.Comencéa leer todo loqueallísedescribíacon
muchísima atención hasta que una prominente sonrisa inundó misemblantecorroborándomeloque
tantodeseabaquesucedieraenelexactominutoenquealzabalamirada,mipechoseinflabade
auténticaalegríaymisojosanegadosenlágrimassecruzabanconlosdeTeresaquien,sonriéndome,
añadió:
—PortuevidentesatisfacciónpuedodilucidarquetomarásunahoraconeldoctorMartel,
¿verdad?
Peroantesdeconfirmárseloleagradecíaquienfueraqueestuviesedemiladomibendita
buena fortuna en este premeditado actuar del cual yo era la únicaresponsableobteniendoamifavor
estagratificanteconsecuencia.
—Sí.Necesitounacitamédicaconél loantesposible,porfavor,porqueestoyfelizmente…
embarazada.
Unosminutosdespuésdedejartodoenreglayesperarlaconfirmacióndemiprimerasesión
conelginecobstetrasalíhaciaelpasilloparallamaraDuvall.Necesitabaoírsuvozademás,de
darlelosrespectivosagradecimientosporsugrandísimagenerosidadquetantoteníaqueverconsu
persona.
—Sí, soy yo. ¿Sabías que eres el hombre a quién más quiero en estemundo?
—Sóloremíteteahablarydejadeladotodoloquenoseaimportante.Noestoyparatus
tonterías,menosparatusestúpidosjuegossinsentido,Sam.
Sonreímordazmenteantesdeproseguir.
—Tonterías o no, cariño, no sé como le harás para saber lo que con lazorradetugolondrina
estásucediendo.
—¿Aquéterefieres?—oíqueladróalinstante.
—Consumaestradetesis,unlugarenlasmontañas,alparecerunacasadelafamiliayel
tipoquelasigueatodosladoscomosifuerasuperro…guardián.
“Sóloestabaahíenelexactomomentoenquetodoocurrió…”“¡Vaya!Nosabíaqueamboseran
tanamigos…”“¿Porquélollamasteaélantesqueamí?”“Nosédequéteasombras,Sam,
Damián,sóloestabaahíenelmomentoadecuado…”
Unoscuantospensamientosy recuerdosacallaron lacadenciademivozcuandoAlexme
exigía que siguiera hablando mientras colocaba la primera pieza delconfusorompecabezasque
comenzabaaarmarenmimente.
—¿Estás segura?Sam, ¡¡Sam!!—alzó lavoz sacándome rápidamentedemiabstracción.
—Muysegura.Asíquesiquiereshaceralgobienesel instantepropicioparallevarloa
cabo. No más tiempo muerto, Alex, sólo nos queda actuar, ¿me oíste?
Averiguaquetienequever
eselugarconambosmientrasyomeocupodelrestopormicuentay…—lopensémuybienantesde
expresar—…¡Felicidades,miamor!
—¿Dequémierdameestáshablando?
—Deloqueyaconseguídeti.Sólodeeso.
—Mimalditodinero—mecorroborócomosirealmentefueraaquelloalocualmerefería.
—¿A qué más crees que me podría referir? —cerré mis ojos trasvoltearmeyapoyarmi
cuerpocontralaparedcuandoenesemomentounaaparicióncolmótodomibenditocuandrode
enfoque, sorprendiéndome y haciéndome reaccionar. Fugazmente cubrímicabezaconlacapuchade
la chaqueta que llevaba puesta y mis ojos con mis lentes de solapartándomeunoscuantospasosmás
de la puerta del hall de informaciones del laboratorio al cual Anna, laprofesoraCavalliylatíade
Black hacían ingreso—. ¿Qué demonios sucede aquí? —murmuré sinalientoaúnteniendoaAlexdel
otroladodelmóvil.
—¿Quéhasdicho?
—Nada, mi amor, nada —me despedí de él sin darle mayoresexplicacionesalrespecto
porquenopodíaecharporlabordatodoloqueempezabaaurdircomoelmásmisteriosodemis
planes—.Hazlotuyo.Hablamosluego.
Tras colgar la llamada me acerqué a la puerta temiendo lo peor, queadvirtieranmi
presencia.Almenos,lasexyalimañanoestabaconellas.Unnotablepuntoamifavor.
Esperéalrededordediezminutosycuandoobservédereojoqueaquellastresmujeresnose
encontrabandelantedemivistameaniméaentrarnuevamenteaeselugarparaaveriguarsutilmente
conTeresadequesetratabatodaestamaravillosasorpresaquesegestabaantemí.
—Hevuelto.¿Estátodoenorden?
—Asíes,Sam.Tucitaserádentrodetresdíasalasoncedelamañana.
—Muchasgracias.Ereslamejor.
Sonrióalegrementeoyendomiadulación.
—Sabes,nosésiestoyloca,pero…acabodeveraunademisamigasporaquí.Nosésila
recuerdas,sunombrees…
—Anna —me confirmó abriendo la boca más de la cuenta. ¡Gracias,estúpida!—.Sí,llegó
paraunacitapreferencialconeldoctorqueyalaesperaba.
¡Vaya,vaya!LoquehaceeldinerodeVincent…pero…¿citapreferencial?
Aquísólose
atendían las mujeres que estaban… ¡Santo Cielo! ¿De qué me estoyenterando?
—Teresa…nomedigasqueellaestá…—bastanteconsternadaycomosiestuvieradelo
másfelizdesarrollémitrascendentalactuaciónfrenteasusojos.
—Al parecer sí por los antecedentes que acabo de entregarle almédicoantesdequeella
hicieraingresoasuconsulta.
¡Estedíatodoestabasaliendoapedirdeboca!
—O sea que… ya somos dos—me relamí los labios pensando en esaúnicaycertera
posibilidad—.¡Esgrandioso!—situéunademismanosenmibocadebidoalaconmoción—.
¿Puedopedirteunfavor?
—Claro,Sam,elquequieras.
—Noledigasqueestuveaquí.Voyasorprenderlatambiénconminoticia.
—Notepreocupes.Tusecretoestámuybienguardadoconmigo.
—Milgracias,guapísima—lelancéunbesoaladistanciaotorgándoleunguiñoy
despidiéndomeparasaliratodaprisadellaboratorio,peroestavezyaconmáspiezasinsertasenel
puzzle.SindarmetiempoapensarconmayorclaridadvolvíamarcarelnúmerodeDuvallquetras
dosrepiqueteoscontestó,diciéndome:
—¿Yahoraquéocurre,malditasea?
—Loquenoesperábamos,miamor.¡Felicitaciones!
—¿Quétúnotecansasdesertanestúpida?
Reíacarcajadas.
—Serástío,Duvall,¿meoíste?
Unprofundosilenciofuetodoloqueescuchéyasimilédelotroladodelmóvil.
—Porqueacabodesaberyconstatarquelazorradetugolondrinaestá…embarazada.
«Aligualcomoloestoyyo,miamor».
—¿Quévasahacerahora?
Ysumutismoparecíaqueseperpetuabaconlossegundosquetranscurríanytranscurríansin
cesar.
—¿No lo sabes?Pues,yo sí. ¿Necesitasotrobastardito en la lista?Creoqueno.
—¿Aquéterefieres?¿Quémierdaquieresdecirconello?
—Aque conuno—acariciémi vientre con ternura trasmontarmeen elascensorque
lentamentecerrabasuspuertasantemisojos—,yaesmásquesuficiente.
***
No podía mantenerme quieto y sereno por más que así lo deseaba alinteriordelascuatro
paredesque conformabanmioficina frente a lo quehabía sucedido conAnnayconmigoenel
despacho y luego enmi habitación.Bueno, y qué podía decir de lo queaconteciótambiénesta
mañana.
Sonreí,peroa lavezemitíunenormesuspironoprecisamentedealiviocuando,además,
recordélainminentecharlaquemantuvimossobrelasituacióndeLeoyelviajeaChicagoquenos
aprestábamosarealizar,peroporsobretodoeseprecisoinstantequeaúnnopodíaapartardemialgo
confundida cabeza y que ciertamente teníamucho que ver con su futuradecisión.
Me acerqué a los grandes ventanales por los cuales admiré la nevadaCordilleradeLos
Andes sopesando y temiendo, en parte, lo peor. Sí, porque debía estarpreparadoparaellosiesque
Anna respondía a la petición que le había hecho con un rotundo yconcluyente“No”.Desólo
vislumbrarlo mi pecho se oprimió llevándose con ese punzante doloraquelllanto,sullanto,elque
sabíadesobraqueescondíaunarazón,unporqué,pero¿cuálera?¿Aquéletemía?¿Porquémela
ocultabasiamboshabíamosdecididohablarconlaverdadpormásdura
queéstafuera?
Situé una de mis manos sobre mi rostro más, específicamente, en mientrecejorecordandolo
queme tenía conunhumordeperrosalnopoder salirde aquí lo antesposibleparairporellayasí
juntos partir hacia la casa de las montañas donde ahora, de seguro, sedirigíaconDamián.Sí,con
Damián,trasloquelehabíapedidotanamablementequehiciera.
—¡¡Malditasea!!
Observé mi reloj de pulsera con indudable impotencia volviendo aposicionarmivistasobre
laciudadempresarialcuandomismanosporsisolassecerrabanyabríanenlentos,perofuriososy
significativos movimientos. Sí, no había duda alguna, a alguien queríaestrangularconellas.
—Erickson—articuléofuscadosinesbozarenmisemblanteningún tipodegestoquedelatara
larabia internaqueposeíayquea todacostadeseabasalirexpedidaporcadaunodelosporosdemi
cuerpo—. ¿Serás tú el causante de…? —cerré los ojos por completoempuñandomismanosconaún
másfuerzaalaparquemeobligabaasilenciarmivozcomosiestuviesehablandodemás.Aunque,
con lo que sabía de su propia boca respecto a lo que sentía por Anna,“Nada”debíapasarlopor
alto,menosdarloporsentado.
Apartando ese ruin pensamiento de mi cabeza salí raudamente de mioficinaparaapresurar
lasreunionesquedebíafiniquitaryasímarcharmelomásprontoposibledeestaempresasindejar
nadapendiente.Porlotanto,despuésdedarunfuerteportazo,presodelairritabilidadqueme
corroía, caminé hacia el hall de informaciones, en específico hacia elescritoriodeEsther,enel
mismoinstantequeadvertíalapatéticaydescaradapresenciadelimbécildeDuvalljuntoaellaque
terminóporalterarmisenormesganasderetorcerleaúnmáselpescuezoaquienosaracruzarseen
micamino,comoaél,porejemplo.
***
Y una vezmás tenía ami querido hermano frente amí… y yo… ¿Quépodíahacersiel
destinoatodacostaintentabarelacionarnos?
Reícondesvergüenzaanteesaestúpidaensoñaciónqueseformabaenmimenteoyendocomo
el hijo de puta debidamente alzaba su voz pretendiendo con ellaamedrentarme.
—Ytú,¿notienestrabajoquerealizar?
—Laverdad,muchísimo,Black.
—Entonces,¿quéhacesaquí?¿Quéesperas?
Volví a sonreír, pero esta vez de medio lado acariciando mi barbilla,porqueelmuyidiotani
siquieraeracapazdeasimilarqueconeseparde ingenuas interrogantesquehabíaformuladoestaba
firmandosupropiasentencia.Yasí, sinnadamásqueagregar,pasópormiladoconsumaldita
petulanciaacuestaspidiéndoleaEstherquelosiguierahacialasaladondelaesperaríaparadar
comienzoaunaseriedereunionesdelascualesyoyaestabaaltanto.
Cuando el maldito cabrón desapareció de mi vista toda mi atención secentróensusecretaria,
porque estaba muy seguro que ella podría revelarme cierto tipo deinformaciónqueporahora
desconocía.
—Espera un segundo —la detuve, interponiéndome en su camino—.¿Dóndecreesquevas?
—Sabesquetujefemeespera.
—Me importa unamierda. Necesito que hables—obtuve a partir demiclaraexigenciauna
penetrantevistasuyadeextrañezaquerecayóenmigélidamirada—.¿Dequéteasombrassisabes
muybienaquémerefiero?
—No…nolosé.
—No me hagas perder la paciencia… —uno de mis dedos terminóalojándoseenelescotede
sublusa—.¿Hablasporlasbuenasoprefieresquetehagacantarporlasmalas?
Noté que tragó saliva muy nerviosa intentando escabullirse de mipresenciaatodacosta.
—Nohagaseso,Esthercita,¿oquiereshacermeenojar?—proseguí.
—Alex,por…favor—balbuceabasumamenteinquietaymáspormidedoquecomenzabaa
jalarhaciaabajoelbotóndesuprenda—…noséaqué…
—Sí,sílosabes.Nomehagaspreguntártelootravez,¿quieres?
Suatónitamiradarodódeladoaladotrasabrirlabocaycerrarlaunpardevecesrepitiendo
elmismomovimientosinparar.
—¡Habla, maldita sea! —gruñí, pero esta vez asegurándome de que lohicieraconelfuerte
apretónquelediaunadesusextremidadesconunademismanos—.¡Otulindotraserosaledeesta
empresaencuestióndesegundossinobtenerunsoloputopeso!
—¡Suéltame!—exclamóenunlevesusurrodedesesperación—.¡Mehacesdaño!
—Ymuchomásdañotepuedoprovocarsiteniegasadecirmetodoloquesabes.Sé
generosa… suelo perder el poco control que tengo de las situacionescuandomeenojoyporelmiedo
queirradiantuslindosojitossupongoquenoquieresvermeeneseplano,¿verdad?
—Pero…¡medespedirá!
—Nosiyomeencargodeesoprimero.¿Quéteparece?Hablaso…
—Tienequeconcluirunasreuniones…—pronuncióconfuerzaenlavoz—…semarchacon
su novia a la casa de las montañas apenas acabe con todo lo que estápendienteenlaempresa.
—¿Yesoserá?
—Nolosé…
—¡Yesoserá!—repliquéairadamente.
—Porlatardeo,quizás,porlanoche.Alex,porfavor…¡suéltame!
—¿Algomásquedebasaber?
Moviósucabezadeladoalado,negándomeloyjadeando.
—¿Dóndeseubicalamalditacasa?
—¡PorDios…!
—Hedicho…
—En la precordillera—me interrumpió de golpe—. Subiendo hacia lazonaoriente…—
especificóyaconlágrimasenlosojosdebidoaldolorqueleproducíalainminentefuerzademi
poderosamanosobresubrazo.
—Gracias, hermosa —un fugaz beso deposité en su frente mientras lasoltabapermitiéndole
queseapartarademivistacuandomidedoalojadoahorasobremibocalaamenazabaparaque
guardarasilencio—.Ábrelaysabrásdeloquesoycapaz—.Sinvolverlavistahaciaatrásyde
formaapresuradasedirigióhacialasaladereunionesperdiéndoseporelpasillomientrasme
quedaba en el hall calculando fríamente la más patente de misposibilidadesyevocando,además,
aquella singular frase de Samque justo en este instanteme venía comoanilloaldedo—:“Siquieres
haceralgobieneselinstantepropicioparallevarloacabo.Nomástiempomuerto,Alex,sólonos
quedaactuar”—.Yyobienlosabía…
Dirigímiandarhacialoselevadoressacandoelmóvildelbolsillodemipantalónparahacer
la respectiva llamada y esperar, pacientemente, que la voz que ansiabaescuchardelotrolado
respondiera.
—Necesitoqueteprepares.Hedecididohacerunaexcursión.
—¿Unaexcursión?¿Tevolvisteloco?¿Haciadónde?
—Hacia la precordillera, princesita… hacia la casa de las montañas.¿Vienesconmigo?
Unaenfermizaehilarantecarcajadafuetodoloquerecibídevueltaantes
deescucharsu
patéticavoz,diciéndome:
—Claroquesíyhastaelfindelmundo,miamor.
***
Con lamiradaperdidaenel fascinantepaisajeque semostrabaantemisojosyconunasola
fraseaúndandovueltasalinteriordemicabezaguardésilenciogranpartedelviaje.Damián
conducíatambiénencompletomutismoelJeepquesedeslizabaporaquelsinuosocaminoalejándose
másymásde laciudadydeBlack,aquienahoradeseabaconalgomásqueimpetuosanecesidadal
conocertodoloqueconmigosucedía.
“Embarazo de alto riesgo…”Aún podía sentir la voz de aquel hombrefiltrándosepormis
oídos, explicándome a cabalidad todas y cada una de las malditas yeventualesconsecuenciasquese
podíanllegarasuscitarsinocomenzabaacuidarmedelamaneracorrectaymás,enestostres
primerosmesesqueeranlosfundamentales.
—¡Mierda! —chillé bajísimo atrayendo toda la atención de miacompañanteque,encosade
segundos,aparcóydetuvoelvehículodetracciónauncostadodelarutaparaadmirarmeydarinicio
así a una conversación que yo, por sobretodas las cosas, no deseabaentablar.
—¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te ayude a bajar y asítomasunpocodeaire?
Mivozporcompletoseacallócuandoadvertíquesequitabaelcinturóndeseguridad,
suspiraba de intensa manera y colocaba las manos sobre el volanteesperandoalgoinquietouna
posible reacción mía que llegó de golpe con un solo enunciado quepronuncióavivavoz.
—Voyallamarlo—.Conesastresamenazantespalabrasvolteémicabezaparaencontrarme
dellenoconlasuya.
—No,noloharás.
—Entonces,habla,bonita.¿Quésucede?¿MevasacontarcomotefueconMirandaytu
madre?
Un par de suspiros dejé escapar cuando mis ojos, automáticamente, seinudaronenlágrimas.
—¡Hey!—sin que lo advirtiera una de susmanos se dejó caer sobre elcontornodemi
mentónconsiguiendoasíquemesepararafugazmentedesucariñosoroce—.Losiento.Lohicesin
pensarlo—agregó,disculpándose.
Volvíadepositarlamiradasobreelpaisajeantesdeanimarmeahablar.
—Esunembarazodealtoriesgo—comentéagrandesrasgos—,sinomecuidolosuficiente
podríaperder…
Enseguidaunadesusmanoscayósobreunadelasmías,confortándome.
—Nosucederá.Losé.Siesnecesarioteataremosaunacama,¿meoíste?
Volví lavistahaciasusojoscastañosesbozando,además,unasonrisadedesencanto.
—¿Tú y Black? Por favor… ¿Desde cuándo comparten los mismosgustos?
—Mmm…¿desdequetúaparecisteennuestrasvidas?
Situémisdosmanossobremirostroparaconellascubrirloporalgomásqueunparde
segundos.
—¡¿Quéharé?!
—Lo sabes muy bien. Lo primero es lo primero y más ahora que tusituaciónesdecuidado.
Debesdecírseloestamismanocheydejardeladotodoloqueteabrumaportiydesdeluegoportu
bebé.
—Esta misma noche… —repetí, apartándolas de mi semblante—. Sí,tienesrazón.Yano
puedo seguirocultándoselo.No se lomerecedespuésde todo loquehahechopormí.
—Yno sólo por eso,Anna, sino porque es el padre del hijo o hija que
esperas.
“El padre del hijo o hija que esperas…” Que increíble y maravillosasonabaesafrasedetan
solooírlayasimilarlacomotal.
—Gracias.Eres…
—Lo soy —me detuvo, pretendiendo que mis labios no llegaran aexclamarlo—.¿Sabíasque
así me gustas más? —pronunció, cogiéndome desprevenida yconsiguiendoconesainterrogante
arrebatarmeunamediasonrisa.
—¿Tegustanlasmujerescomplicadas,Damián?
—Muchísimo.Suponenungranretoenmivida.
—Pues…vete buscando alguna candidata porque la que tienes a tu ladoestábastante
ocupada,muyenamoradaytotalmenteembarazada—ataqué,otorgándoleuncoquetoguiño.
—¡Ouch!—sequejóinstantáneamentecolocandounadesusmanossobresucorazón—.
Directoalblancoysinanestesia.¿Quénotienespiedad?
Meencogídehombros.
—¿Piedaddequé?
—De lo que acabas de afirmar con tanta seguridad. Me has roto miprincipalórganoynada
más que en pedacitos. Pero no me importa. Bastante ocupada, muyenamoradaototalmente
embarazada…—sonriómalévolamenteencendiendootravezelmotordelJeeep—…puedolidiar
conello.Nohaymalquedurecienaños,¿losabías?
—Lo siento, paramí y este cuerpo que ves aquí Black“Sí” es un malnecesario.Nohaymás
opciones,Damián,tendrásqueconformarte.
—Jamásmeconformocuandotengolaventajaenmismanos.
—¿Ventaja?SólosiBlacktecedeelpaso,ÁguilaReal.Sólosimiqueridayamada
“Bestia”antesnotedespluma,tecortalasalasotemandaavolar.
Unagrancarcajadaemitióconfuerzacuandovolviamosaincorporarnosdellenoalsinuoso
camino y mi vista nuevamente se fijaba sobre el bellísimo paisajecordilleranoquenosacompañaba
en cada tramo que conseguíamos dejar atrás para llegar prontamente anuestrodestino,lacasadelas
montañasdelafamiliaBlack.
Como un loco endemoniado se movía dentro de la casa mientras loadmirabadesdeelumbral
casi estática debido al maravilloso enunciado-amenaza que me habíalanzadotanafablementeantes
debajardelJeep.
“No moverás un solo músculo de tu cuerpo y sabes que no bromeo alexpresarlo.”
¡Claroquenobromeaba!Porqueacadasegundoteníasupenetrantevistacolmandolamíade
una inquietante manera mientras seguía abriendo cortinas, ventanas,puertasyencargándosedetodo
loqueMirandalehabíapedidoenextrictorigorquehicieraantesdequeambossaliéramosdela
propiedad.
Suspirécruzandomisbrazosalaalturademipechooyendoquedecía:
—Bonitolugar.Megusta.
Peroamímegustabamuchísimomásporquetodoloquesignificabaestacasaensuconjunto
teníaqueverdirectamenteconVincent,concadaunodesusrecuerdose,indudablemente,consu
madreaquienadorabaporsobretodaslascosasaúnnoteniéndolacerca.
—¿Yapuedoentrarometendrástodoeldíadepieenlapuerta?
—Sitecomportaspodríapensarenlaposibilidaddeinvitarteapasar—seacercóamícon
esaprestanciaypetulanciatípicadesupersonaunidaaesacoquetasonrisasuyaqueparecíabrotar
desdeelfondodesualma.
—Deacuerdo,nosueloprometer,perointentarécomportarme.
—Buenachica—prosiguió,captandotodamiatención.
«¿Qué mierda había dicho?». Lo observé enseguida demasiadocontrariadafrenteaesa
particularfrasequeVincentsolíadecirmecuando…
—¿Quéocurre?¿Dijealgomaloparaquemeestésmirandoasí?
¿Podíaserestasituaciónmásincómodadeloqueyaloera?
—No,nada.Olvídalo.Sólo…
—¿Sólo qué? —colocó mis cosas en la alfombra sin dejar decontemplarmecomosiansiara
traspasarlafinalíneademisojosparaveryconstatarqueesloquehabíamásalládeellos.
—Sólomecausóciertaimpresiónloqueacabasdedecir.
—¿Cierta impresión? ¿Por qué? Después de todo siempre has sido unabuenachica—
añadió,perootorgándomeestavezunodesussexysguiños—.¿Ono?
¿Debíaresponderle?
—Portubien,manténlabocacerrada—mordímilabioinferioroyendocomoreíaantemi
paranadadisplicenterespuesta.
Siguió bajando del vehículo todo lo que traíamos desde la ciudad ycuandoyateníalascosas
montadas sobre la mesa de la cocina volvió a salir, pero ahoratransportandoconsigounbolsoque
desconocí de inmediato. Fijé lamirada sobre la oscura tela que parecíacargarensuinterioralgo
liviano. ¿Ropa? Se suponía que los tres días que acontecerían sóloseríamosVincentyyo…¿ono?
—¿Yeso?
—Son…algunascosasquenecesito.
—¿Quécosas?
—Créeme, no querrás saberlo —las colocó fuera de mi alcance más,específicamente,aun
costadodeunodelossofásquesesituabamuycercadeunadelasgrandesventanas.
—¿Porquétantomisterio?
Sonrió sin prestarme la debida atención, pero ahora dirigiendo la vistahacialachimenea.
—Veré si hay más leña. De seguro la necesitarán cuando comience aoscurecer.
¿Yesaevasiva?
Lovi salirapresuradamentecondestinohacia laparte traserade lacasamientrasmesentaba
sobre el sofá admirándolo todo y a la vez preguntándome a qué horaVincentllegaríaparaquedarsea
milado.¡Dios,loextrañabaarabiar!
—No,nohaymásleñacortada,sólounostroncosdeloscualesmetendréqueocupar.¿Me
acompañas?—metendióunadesusmanoslacualtoméparaponermedepietodoyconmucha
lentitudcomosoberanamentemehabíapedidoquelohiciera—.Sóloseráunmomento,prometoque
nodemoraré.
Sincomprendermuchoaquésereferíaconaquelloseguísuandarhastaquemedetuvoenel
frontistechadodelacasajustodondesesituabaunamecedora.
—Perfecto,aquítequedasdondemisojospuedanverte.
—¿Podríassermásexplícito,porfavor?
—Como gustes—. Sin darme tiempo a reaccionar se quitó la camisetagrisquellevaba
puestaparadejar su infartante torso trabajadoaldescubierto robándomedegolpehastala
respiración.¡Mierda!¿Quéintentabahacerconmigo?
—Cortaréunpocodeleña—respondióamisilenciosainterrogantecomosimehubieseleído
lamentealaparquesonreíacomounmalditojugueteandoconlaprendaentresusmanos—.Voya
sudar… mucho —especificó, inquietándome y logrando que micondenadamentenopudierapensar
conclaridad.¡¡SantoDios!!¿Porquélajodidafrase“cortaréunpocodeleña”seoíatan
malditamentesexyalsalirdesuslabios?
“Porqueélporsisololoes.¡Poreso!”.
—Yaregreso—melanzóporsorpresalacamisetaalpechotrasvoltearse
ymostrarmeen
todosuesplendoraquellaespaldaque…¡Wow!Consiguióquemesentaradeinmediatosobrela
mecedora—.Ocúpatedeella.
“Y tú ocúpate demí”, intervinomi querida conciencia como si hubieradespertadoalfinde
suletargo.
Tragué saliva con sumo nerviosismo pretendiendo no observar suimponentefiguraquese
aprestabaatrasladarlosenormestrozosdetroncosqueyacíandentrodelabodegaquesesituabaa
uncostadodelacasadesdedondesacótambiénunhachaparacomenzaratrabajar.Unoaunolos
fue apilando hasta que empezó a “sudar mucho” tal y como me habíaadvertidoquesucedería.
«¡SantoDios!»,exclaméantesutaninsólitatortura.¡Peroquémáspodíahacersiteníaojos
precisamente para mirar y no para mantenerlos cerrados! Además,Damiánteníauncuerpoqueno
pasabainadvertidoparanadie,delcualseocupabaconmuchísimogustoynadamásqueadiario.
Retorcí la prenda a cada sonido que emitía el hacha cuando cortaba unmaderoymáslohice
cuandovi que utilizaba una de sus extremidades para apartarse el sudorqueperlabasufrenteyque
también le rozabaelpecho,gotaagota,hasta llegaraesosabdominalesque…¡Diablos!Cerrélos
ojosyreícomounataradajustoenelinstanteenquesuparticulartonodevozsecolópormisoídos,
diciendo:
—¿Estátodobienahí?
—¡Demaravillas!—losabríaúnsonriendoeintentandorelajarmeantelarevolución
hormonalquecomenzabaahacerestragosentodomicuerpo.Unavezqueterminócontodosu
trabajoyseaseguródedejarlostrozosdemaderaamontonadosdentrodelachimeneavolvióasalir
de la casa para reponerse unmomento del cansancio y el calor que, deseguro,loagobiaban.
—Todolisto.Yamelapuedesdar.
Nocontesté.¿Podíahacerlodespuésdetenersugrandiosocuerposudadoatansólounos
centímetrosdelmíocuando“lafiestahormonal”queélporsisolohabíalogradoinstaurardentrode
míaúnnoacababadeltodo?
—Anna…creoqueesoesmío—seacercómásymásparaobservarmedemejormanera.
—¿Aquéterefierescon“eso”?—inquiríestúpidamenteviéndolosonreíraúnperdidaenla
brillantezdesutorsodeinfartoquelograbaestremecermecuandonotaba
queunodesusdedos
apuntabaendirecciónhacialacamisetaqueyoaúntorcíaentremismanos.
—¿Quétienescontraella?
Misojosligeramentesedepositaronensuprendalograndoquecayeraenlacuentacomouna
verdaderatontadetomoylomodeloquehacía,alparecer,contantoafán.
—¡Perdón!—medisculpéabruptamente.
—Mi camiseta—intentó retener sus obvias carcajadas, consiguiéndolo,porqueparami
jodidamalasuerteestehombro tan idiotanoera—.¿Melapuedesdaroprefieresquemequedeasí
para que logres admirarme de mejor manera y sin ningún tipo deobstáculodepormediohastaque
llegueBlack?
«¡Porqué,señor!».
“Un segundo, muchachita boba. El señor no tiene la culpa de que estehombreestécomo
quiera y de que tú y yo tengamos su monumental y exquisito cuerpazofrenteanosotrassólopara
disfrutarlo”.
Terminé entregándole su bendita prenda de vestir oyendo como secarcajeabaavivavoz
como un maldito condenado, poniéndome de pie y volteándome, paraocultarasítodamievidente
vergüenza que a kilómetros de distacia se podía ver reflejada en micoloradosemblante.¡Estupendo!
—Anna,¿puedopedirteunfavor?
¿Quémierdaqueríaahora?
—¿Puedoocuparelcuartodebañoparadarmeunaducha?
—Claroquepuedes—respondísindarmetiempoavoltearlavista.
—Gracias.¿Tevienesconmigo?
¡Yahíibaotravez!¿Quénosecansabadehacermeperderalgomásquelacompostura?
—¿Quéhasdicho?—tansoloesofuicapazdeformularcuandotodomicuerpocambiabade
posiciónparaquedarotravezdefrentealsuyo.
—Hacia…dentrodelacasa—entrecerrósusojos—.Nopretenderásquetedejeaquíaún
cuandotefalteelaliento,¿osí?
Movímicabezadeladoaladoconstatandoquelasangrequefluíadentrodemísealojaba
concretamente en mi cabeza enrojeciéndola a tal grado de lograr quereventaraencualquierminuto
comouncoloridoglobodecumpleaños.¡Pfffff!
—¡Quécosasdices!Amínomefaltaelaliento.Conpermiso.
—Claro,yamínomegustastú.
Entré a la sala con él siguiéndomede cerca cuandomimóvil empezóa
sonar.Rápidamente
fuiporelaparatohastamibolsodelcual losaquéparacontestar, todoavistaypacienciadeDamián
quepretendíanoestarinteresadoencadaunodemismovimientoscuando,laverdad,sabíamuybien
queesonoeradeltodociertoporquecadaunodesusgestoslodelataban.¡Ja!¿Yahoraquéme
dicealrespecto,CapitánErickson?Nolequepadudaqueheaprendidodelmejor.
—¡Vincent!—jadeécomounalocaenamoradaaloírsuinconfundiblevozalejándomecada
vezmásdelapresenciademiguardaespaldasque,alparecer,nodeseabaapartarsedelamía—.
También teextraño,miamor, tenecesitoconmigoyyaquieroqueestésaquí.
Las horas transcurrieron muy de prisa y la tarde cayó sobre nuestrascabezasmientrasuna
enorme luna menguante comenzaba a tomar su posición en el yaennegrecidocielo.Frentealos
enormesventanalesadmirabahacianingún lugarenespecialevocándoloporsobretodoaély
pretendiendocalmarmipatentepreocupaciónquecrecíaaraudalesalnotenernoticiassuyasdesde
laúltimavezquehabíamoshablado.
Entrecerrando y entrelazando mis manos en un ritmo que denotaba minerviosismosuspiré,
hastaquelavibracióndeunteléfonomehizovoltearlavistafijándolaenDamián.Trasoírcomo
contestabaconmonosílabosesallamadacomprendídequiensetrataba.Sí,nohabíaquesermuy
astutaparadilucidarlocuandosuvistasealzabahaciaelencuentrode lamíayluegovolvíaa
depositarseenelrelojdepulseraquellevabaensumuñecaderecha.
—¿Es él? —era todo lo que me interesaba saber sintiendo como micorazónseoprimíadela
sola ansiedad de conocer su paradero. ¿Qué obtuve de vuelta? Un soloasentimientosuyoqueme
hizo comprender que así era. Curvé mis labios hacia arriba en unaesplendorosasonrisaquerelajó
mi cuerpo, mi alma y evidentemente también lo hizo con mi corazón,aunquelaverdadloúnicoque
deseabayconcreceseratenerloconmigoaquíyahora,sentirsuscálidosyreconfortantesabrazosy
perderme en uno de sus arrebatadores besos el cual, de seguro, daríaorigenaalgomás.
Cuando la llamada llegó a su fin Damián me dio las respectivasexplicaciones:Vincentya
transitabapor el sinuoso caminoy estaría aquí en algomásde cuarentaminutos.Genial.Peroaún
asímismanosseapoderarondemicabellopresadeladesesperacióndelmomento.¿Yporquéme
sentíaasí?Eraloqueyotambiénansiabasaber.
—Tranquila.Conduciráconcalma.Sabeloquehace.
—Esoquieroy eso esperoporque…—.Depronto, un fuerte ruidonosalertóysobresaltó
consiguiendoqueambosdirigiéramosnuestrasimpulsivasmiradashacialosenormesventanalesque
seencontrabanconsuscortinasentreabiertas.
—¡Ven aquí, Anna! ¡Aléjate de esa ventana! —. Su suave cadencia sevolviómásymás
profunda al alzar una de sus extremidades en mi dirección para que latomaracuandootropotente
ruidoymuysimilaralanteriorsefiltrópornuestrosoídos.
—¿Quéocurreafuera?—.Rápidamentetomésumanosituándometrassuespaldanotando
como comenzaba a acechar con sumirada cada recoveco de la casa aligualquelohabíahecho
aquellavezalinteriordelclub,desafiante,intuitivo,metódico,sagazyenabsolutomutismo—.
¿Damián?
—Shshshshsh…Quédateentusitio,porfavor—pidió,peromásbienenunacategórica
súplica—.Voyamoverme.
¿Moverse?
Comounágil felinosedeslizóhacia subolsode telaoscuraqueaúnseencontrabaenel
mismositiodondelohabíadejadoanuestrallegadaalacasa.Delamismamaneraregresóconéla
cuestas, todo y en tan sólo tres segundos, oyendo lo que parecía ser unestallidoviolentodevidrios
quecolmóelsilencioreinantedenuestrahabitación.Micuerposetensó,cadamúsculoyhastala
másmínima fibra demi ser también lo hizo al comprender que en esesitioyanoestábamos
solamenteélyyo.Porqueahíafuera,sumidoenlaoscuridaddelanocheycomotodouncobardesin
rostroseescondíaquien,porahora,mantenía todosnuestrossentidosenalerta.
Creí perder la calma ante el evidente miedo que me invadía, peroindudablementeseapoderó
demíelpavorcuandoDamiánsacóunarmadesdeelinteriordesubolsoconsusrespectivas
municiones, la cual cargó con una habilidad innata frente a mis ojos.¡SantoDios!Sinmeditarlo,mis
manosfueronapararamivientreelcualacariciéunpardevecescuandoenmicabezamerepetíaun
significativo y esperanzador:“todo va a estar bien” que deseché en elmismoinstanteenquelooí
pronunciarcontodassusletras:
—Vealcuartoyenciérrateenél,ahora.
Mimandíbulasedesencajódesusitioaloírloporqueesosignificabaunasolacosaque
constatécuandoterminódecargarlaquitándoleelrespectivoseguroparallevaracaboloquesu
menteempezabaaelucubrar.
—¿Dóndecreesquevas?
Norespondió.Prefirióguardarantetodounestrictosilencio.
—Damián,porfavor,¿dóndecreesquevas?
Sus ojos se posaron en los míos de una penetrante y frenética maneracomosiaquelúltimo
vistazoquenosdábamoseneseminutodenuestrasvidassignificaraparaélunposibleadiós.
—Vealcuarto,Anna.Nomehagasrepetírtelodosveces.
—¡No!—rotundamente esa exclamación salió expedida de mi gargantacuandounademis
manos se fijaba a una de las suyas interviniendo en la acción que seaprestabaarealizar.
—Anna,porfavor…
—Nome hagas esto…—ahora quien claramente imploraba era yo—…porfavor,nosalgas
deaquí.
Nuestrasmiradasseconfundieronenunasolaaltiempoquesumanolibreascendíahastami
semblanteysealojabaenélparaacariciarlotiernamenteconlayemadeunodesusdedos.
—Por loquemásquieras…—pero tansoloesomebastóexpresarpara
quesuboca
arremetieracontralamíaenunimpulsivobesoquemesacudióelalmaalnocorresponderlecomoél
esperaba que lo hiciera y a los sentimientos que iban insertos en sumuestrasignificativadeafecto,
porquetododemíyalepertenecíasóloaunhombre,almásgrandeamordemivida,alúnicopor
quién lo daría todo sin ningún tipo de condicióny esoDamián lo sabíaconcreces.
Ninguno de los dos dijo nada al respecto almomento de la separación,sóloun“nolo
lamento”saliódesuslabioscuandovolvíaapronunciar,peroestavezsinningúnatisboensurostro
decederantemispalabras,un“vealcuartoynosalgasdeahíhastaqueescuchesmivoz.
¿Comprendes?”.
Tragué saliva a laparquemisojos se dilataban aúnmás ante loque sesuscitaríaporque
aunquenoloquisieraver,aunqueintentaradetenerlo,elcapitánEricksonyahabíatomadouna
decisiónenlacualnoestabadispuestoadarpieatrás.
—¿Comprendes,bonita?
Asentí, confirmándoselo, poniéndome de pie y caminando a toda prisahaciaelumbraldel
dormitoriodesdedondeloobservédeslizarsedelamismaformaenque
lohabíahechocon
anterioridad,porqueelsagazÁguilaRealhabíamutadoaunfieroyastutofelinoqueestaba
dispuesto a entregarlo todo para ir en búsqueda de su presa a la quecazaríainevitablementeysin
otorgarleningúntipodecompasión.
Temí por él, temí pormí, pormi bebé e, indudablemente, también temíporVincentantesde
cerrar por completo la puerta y resguardarme en un rincón del cuartopidiéndoleaDios,suplicándole
confervorporquelahistoriademividanovolvieseotravezarepetirse,hastaqueelfieroy
desgarradorsonidodeundisparosecolópormisoídossacudiéndomeyquemándomelapiel
cambiandoasítodomipresente…deinevitablemanera.
Me levantédelpisodispuestaasalirdelcuartosinpensarsiquieraen loquepodríaocurrir
conmigo,porquealgomegritabaenmiinteriorconsumadesesperaciónqueteníaquehuirlomás
prontodeesesitio.Perocuandoabrílapuertayalcancéadartansolounpardepasoslafigurade
unhombrequeyobienconocíasemostróantemíencandilándomeconsucastañamirada,su
insinuante porte, su infame sonrisa, pero por sobretodo por el arma defuegoquesosteníaensumano
izquierdaconelcañónapuntandohaciaelpiso.
—¿Cómoestás?Nosabesquegustomedavolveraverte.
No pude responder, no pude exclamar un solo sonido ante su inusitadapresenciamientrasmi
mentetrabajabaamilporhorapretendiendodescifrarquehacíaélaquíysihabíasidoelúnico
responsabledeaquelmalditodisparo.
—¿Quésucede,golondrina?
Golondrina…Golondrina…¡¡Dóndemierdahabíaescuchadoese jodidonombreantes!!
Tragué saliva, pero sin apartar la mirada del rostro perverso de esehombrequemesonrió
conauténtica fascinacióncuandomidifusamente lograbadespejarsedeltodoyelnombredeSam
colmabapoderosamentecadaunodemiscerterospensamientos.
—¿DóndeestáDamián?
Sólounpardecarcajadassuyasobtuvedevuelta.
—Hedicho,¡dóndeestáDamián!
—Muerto,Anna.¿Dóndemásdebeestartuperroguardián?
Mesostuvedelumbraldelapuertaantesuinconcebiblerespuestaquemeparalizópor
completoyapuñalómicorazón.
—No,no,no…—repetísin llegaraconcebirlo—.¡Mientes!—gritécon
furia,escupiéndole
esa única palabra en toda su maldita cara de felicidad—. Eso no escierto…¡Noescierto,maldita
sea!¡Meestásengañando!
—¿Porquéhabríadeengañarte?Despuésde todo,nosoycomoBlackodeberíadecir…
comomiqueridohermano.
Moríenvidaaloírlo.¡¿Quéimbecilidadhabíasalidoporsudesgraciadayponzoñosa
boca?!
—¿Nolosabías?Discúlpame,tampocoyo.¡Sorpresa,Anna!
Movímicabezadeladoaladonegándomeacomprenderlo,aasimilarlo,adigerirlomientras
que al interior de ella en todo lo que podía pensar era enVincent y suprontallegadaaestesitio.
—Estás loco,Alex.¡Estáshechounsoberanodesquiciado!—vociferéyaconmisojos
anegadosenlágrimas.
—¿Por qué? ¿Porque quiero lo que es mío? ¿Lo que me pertenece?Piénsalobien,medítalo
deestaforma…siélmuere…¿dequiencreesqueseráelpatrimoniodelafamiliaBlack?
—¡¡Cállate!!¡¡Cierratucondenadaboca,malditodesgraciado!!
—Del bastardo, del ilegítimo, del no reconocido que apareció en el
momentoexactopara
recibirloquesiempreleperteneció.Osea,deAlexDuvall.
Mislágrimasrodaronfuriosaspormismejillas,unastrasotras,cuandosusombría,
calculadorayfríamiradasecerníasobrelamíaalzandoalaparelarmaconelcañónapuntandoen
direcciónhaciamiplanabarriga.
—Sabesquenomeapetecehacerlo,sabesquenotengomásopciones—suspiróintensamente
—,peronodebisteembarazarte,Anna,menosvenirhastaaquí.
—Alex…porfavor…
—Nobastasuplicar,nobastapedirperdóncuandorealmentenolosientes.
—Te lo pido… ¡no tienes la culpade lo que sucedió! ¡Nopuedespagarporloserroresde
otros!
—Claroqueno,perotúloquisisteasí,Guidoloquisoasí,hastaelhijodeputadeBlacklo
quisoasíyanteeso,¿quémáspuedohacer?Tequeríaparamí,Anna,peroaligualqueEmiliano
supiste valorarme. Me viste todo el tiempo como un maldito peóninserviblequesearrastróporti,
¿paraqué?Paraserhumilladocontinuamentesinobtenernadaacambio.
Sollocéconfuerzaconlasmanosyacubriendomivientrealtiempoqueveíacomofijabael
cañóndesuarmadefuegodispuestoadarenelblanco.
—Sihubierasconfiadoenmí,simehubierasqueridosóloamídesdeelprimerinstantetúy
yohabríamossidotanfelices.
—¡Porfavor!¡Nolohagas!Alex,escúchame…—algoteníaquehaceryesealgoversaba
únicamente en ganar tiempo para conocer de su propia boca lospormenoresdeestaescabrosa
historiadelcualélformabaparte—…noteconviertasenesehombre.
—¡Soyhijodeesehombre!—gritócomounloco.
—¡Peronoeresél!
—¿Yporquénoteenamorastedemí?
—Alex,porfavor,todoestopuedeterminardeotraforma.Vincent…
—Black…—suspiró—.Yanohaytiempoparaello,anoserquecambiesdeideay…
Traguésalivacondesesperaciónaprestándomeaoírloquediría.
—¿Quéopinas?Aúnhayunaposibilidad.¿Tequedasconmigo?
—¡¡Porsobremicadáver,cobardedemierda!!—vociferóSamentrandodellenoenlasala
conuna furia total y descontrolada con la cualme sobresaltóde la solaimpresiónquemecausó
tenerlafrenteanosotrosreclamándoleaAlexcomosiellayélfueran…¡PorDios!¡Ambosestaban
coludidos,pero…!¿Desdehacecuánto tiempo?—.¿Tequedasconmigo?—repitióconverdadera
ironíaclavándoleunagélidamirada—.¿Pretendesquedartecon lazorraqueestáesperandounhijo
deotrocuandosoyyoquienesperaunhijodeti?
Incrédulo y estupefacto la observó sin siquiera parpadear ante la taninsólitaconfesiónque
jamáscreyóqueoiríadesuslabios.
—¿Quémierdaestás…diciendo?
—Telodiaentenderestamañana,amorcito.Tedijeexpresamentequeyaloteníatodode
ti.Lavidatedasorpresas,cielo…
—Estásloca…¡Esebastardonoesmío!¡No…es…mío!
—Loes aunque te niegues a admitirlo.Seráspapá, cariño.Loquieras ono,seráspapá.
—¡Jamás!—gritóencolerizado lograndoconsualarido silenciar lavozdeSamqueen
ningún instante apartó su fiera mirada de la suya—. ¿Qué aún nocomprendesqueteutilicéparamis
propiosbeneficios?¿Quéaúnnotedascuentaquenuncasignificastenadaparamímásqueunaputa
alacualmecogícuantasvecesasíloquise?
Sus ojos se cristalizaron poco a poco al escuchar las aberranteshumillacionesquelelanzaba
alacarasinlamenorcompasión.
—¡No tequieroyóyemebien, jamás tequerré!¿Conformaruna familiaconunamujerzuela
quesólosirveparalamerpollas?Porfavor…—rióacarcajadalimpia—…¿conquiéncreesque
estáshablando?
—Conunmalditocabrónmiserableeinfelizquenotienecorazón.
—Yjamáslotendré,princesita,ymenosparaalguiencomotú.Asúmeloysaldeaquícontu
bastardoacuestas.Yanotenecesito.
“Yanotenecesito…yanotenecesito…”
—Asíqueyanomenecesitas…puesbien...sólomequedaalgopordecirantesdemarchar
—antes de proseguir dibujó en su rostro la más maquiavélica de lassonrisasqueyohubiesevisto
nunca—. ¡¡Estás muerto, Duvall!! —iracunda vociferó ese enunciadoalzandosorpresivamentesu
extremidadconlacualdisparómásdetresvecesdeformadespiadadaendirecciónhaciaelpecho
delhombrealquetantoamaba—.¡Conmigonojuegas,infeliz!¡Sinoeresmío,noserásdenadie,
jamás!¿Meoíste?
Tapémibocaconmismanosreteniendomispropiosalaridosdehorroralverlafigurade
Alexdesplomarsedellenocontraelpisocomosifuerauncostaldepapasagujereadodeextremoa
extremo tras los certeros disparos que la propia Sam le propinóculminandoconsuvidadetan
nefasta y horrible manera. Y así, presa del temor, alcé la vistaposicionándolasobreladeellaque,
almismotiempoquelohacíayo,llorabaencompletosilenciosindejardecontemplarcomodesu
cuerpobrotabalasangrequearaudalesteñíaelpisoderojomientrasaúnempuñabaconfuerzala
pistolaqueantetodosenegabaasoltar.
—Siempre creí que eras el hombre que necesitaba, el hombre de mivida…cuánequivocada
estuve todo este tiempo, mi amor. Pero a pesar de ello, lograste queabrieramisojosy…—rió
como una completa demente—… comprendiera, aunquemuy tarde, quenuncaseríasparamí.
La vi caminar hacia él temiendo lo peormientras arrastrabami cuerpocontralaparedhasta
darconelpisoquemesostuvoporcompletoantelasfrenéticassacudidasquemeinvadíandepiesa
cabeza.
—Comoyotampocoseríapara ti,aunquedeboadmitirquede todoestoobtuvelamejor
parte.Porqueesta“lamepollas”,despuésdetodo,síteníacerebroyconélmeocuparédeeducara
nuestrohijoohijaparaquejamásseacomosupadre.¿Sabeselporqué?Porquelamaldita
cobardíaycadaunadetusvileshumillaciones,miqueridoAlex,melashecobradobastantecaroy
concreces.
Susmanosacariciaronsuoscurocabellocuandosullantoseacrecentabayelmíose
silenciabapresadelpánicoquemeenvolvíaalestarfrenteaella,porqueestabamuyseguradequesi
había tenidoel corajesuficienteparamataraesehombredelcualpodíadilucidarqueestaba
plenamente enamorada, no dudaría un solo segundo en disparar de lamismamaneracontramí.
—Nome arrepiento de haberlo hecho. Jamásme arrepentiré de haberteapartadodeeste
camino así—secó sus lágrimas suspirando hondamente—. Te amo y teamaréhastaelfindemis
tiempos porque lamentablemente mi vida prosigue contigo o sin ti. ¡Yahoratú!—gritódeforma
brutalclavandosusfierosojosnuevamentesobrelosmíos—.Eshoradecortartelasalas,eshora…
—se relamió los labios lentamente—…dequeprofeses tuúltimoadiós.¿Dóndelavasaquerer,
“amiga del alma”?—subrayó ese apelativo con sorna alzando ahora elarmaenmidirección—.¿En
la cabeza o en tu lindísima pancita? Elige, pero que sea rápido. No
dispongodemuchotiempo
porque aúnmequedaun asunto importanteque atender.Sabes a quemerefieroconello,¿verdad?
Terror…unexorbitantepavorirradiabayexpedíamicuerpo.
—Asíes,esegestotuyohadadoenelclavo.Despuésdetodo,noerestanimbécilcomo
siempre lo creí. ¡Felicidades! ¿De quién me debo ocupar después dedeshacermedetidetan
fantástica manera? Ahh, sí, de tu hombre… del mismísimo encantador,guapísimo,deliciosoy
follableVincentBlack. ¿Quédesperdicio,no?—seencogiódehombrossonriendoperversamente
—.Unospierden,otrosgananyestavez,paralamayordemisfortunas,heobtenidoelpremio
mayor.¿Quétal,AnnaMarks?¡Hoyestamosdefiesta!
—¡Quiéntecreesqueeres,infeliz!—leescupíalrostroconira—.Todoyporquetienesun
arma,¿no?Eresunamalditazorra…¡siemprefuisteunaasquerosazorradeldemonio!
—¡Cállate!Aquílaúnicaquehablasoyyo.Aquílaúnicaquetienetuputavidaenmis
manossoyyoyconella,pastelito,puedohacerloquesemeplazca.
—Estásequivocada.
—No, tú estás quivocada porque tu cuenta regresiva comenzó. ¿Sabescontar,AnnaMarks?
Pues,empiezaahacerloconmigo.Diez,nueve…
Sonreíponiéndomedepiecavilandorápidamenteunsinfindealternativascuandolaprimera
de ellas se centraba exclusivamente en el arma queDuvall había dejadocaerasuladomientrasse
desplomabaenelpisodetanviolentamanera.
—Sólounadenosotrassaldrávivadeestacasa.Losabes,¿verdad,Sam?
—Ocho,siete…
—Yesanoseréprecisamenteyoporqueparatujodidasuertejamásmeirédeestemundosin
bajarlosbrazosniluchar.
—¿Quéquieresapostar,zorra?
—Tuvida, sanguijuelademierda.Nadamásque tumalditaycondenadavida.
CapítuloXXX
«Tan sólo quince minutos restaban para tenerla nuevamente entre misbrazos».
CondujelaCherokeehacialacasadelasmontañasplenamenteconvencidoyconscientede
quenopodíahacerlocomouninsensatodebidoalaoscuridadquereinabaenellugarylosinuoso
del camino que transitaba. Por lo tanto, nome quedómás remedio quepensarconclaridadechando
porlabordatodasmismagníficasansiasquecomenzabanainquietarme.
Losminutostranscurríandeprisa,peroellassenegabanaabandonarme.¿Quérayosocurría
conmigo?Mepreguntabamientrasdespeinabaunpardevecesmicabellohastaelexactosegundoen
quemimóvil empezó a sonar.Trasunpar de repiqueteosque emitió elaparatoatendíesallamada
oyendo las enardecidas palabras de Damián que lo cambiaron todo,rotundamente.
—¡Estáaquí!—balbuceó rápidos jadeosal respirar—. ¡Óyemebien! ¡Lamalditaestáaquí!
¡Vinoporella!
Automáticamenteevoquéaquiénsereferíadefrenéticamanera,gruñendofuerademis
cabalesloquemásmeimportabaconocer.
—¿DóndeestáAnna?
—¿Dóndesesuponequeestástú?—gritó,alavezqueañadíapalabrotasdeimposible
reproducción, las que rápidamente se colaron en cada uno de mispensamientos—.¡Medisparó!¡La
policíavienehaciaacáyahora…!
Tras ellopisé a fondoel acelerador sinpreocuparmepor las eventualesconsecuenciasdemis
actos,porqueestabaseguroquesinomematabaycaíacolinaabajo,meencargaríadeasesinarcon
mis propias manos a quien osara ponerle un dedo encima a Anna o
intentaraprovocarleelmás
míninodaño.
—¡Black!
Norespondí,tansolomelimitéafijarconaúnmásprestezayagudezalavistasobreel
caminoqueparecíanotenerfinal.
—¡Black! —repitió Erickson llevándose con ese nítido y desesperadollamadotodami
atención—.¡Annaestáembarazada!
Perdí la respiración y la concentración cuando me lo confesó de tanabruptamaneraporque
esapalabra…susignificado…loquepodríallegarasuceder…
—¿Meestásoyendo?¡Hedichoqueestáembarazada!
Pormás que lo intenté ni un solo sonido salió demi garganta al oír yasimilaraquel
enunciadoquecongelómicuerpoporcompletodepavor.
—Sesuponíaquenodebíasenterarteasí…
«Suvida…lamía…lanuestra…¡unhijo!¿Ycómosesuponíaquedebíadehaberme
enterado,cabróndemierda?».
—¡Habla,malditasea!¡Dicualquiercosa!¿Estásahí?
—Tengoquecolgar—unafervienteiramecalóloshuesosaltiempoqueluchabaporno
sacardecuajoelvolantedelvehículoqueconducía,cuandocancelabalallamadaymimente
cavilabaunsinfindesituacionesenlascuales,solamenteporahora,podíapensar,aferrándomea
quiénfueraqueestuvieseahíparaquemeayudaraallevaracaboloquemásmeparecíauncruel
DejaVu,peroconunincomparablevaloragregadoacuestas,aquellasdosvidasporlascualesuna
vezmásloentregaríatodosindudar.
***
Nodejábamosderetarnosconlamirada,concadaunodenuestrosgestosy,enespecial,con
nuestro particular tono de voz, porque ambas estábamos más quedispuestasadarunaarduabatalla
antes que esa arma finalmente hiciera de las suyas, acallándome, y porsobretodoterminando
injustamenteconmividaylademibebé.
—¿Porquéhacesesto,Sam?Noentiendo…¿Porquétecomportasdeestaforma?
—Por gusto—se burló de mis interrogantes—. ¿Por qué crees que lohago?¿Notebastó
conloqueexpresóelcuerpoahorasinvidadelmalditodesgraciadoquetienesatuspies?
Pretendínotemblarymantenertodamienterezaantesuiracundamiradaysuscruelesintentos
demanejarlasituaciónasuantojo.
—¿Cómopudisteenamorartedeél?
—¡¡Yesoatiqueteimporta!!
—Meimportaymucho,porqueundíatúyyo…
—Nunca fuimos nada—me interrumpió, dejándomelomás que claro—.¿Oqué?¿Creías
quealgúndíapodríaseramigadealguiencomotú?
SuspiréalaparquemovíamispiesavanzandohaciaDuvall,quedamente.
—¿Qué fue lo que te hice para que me odiaras tanto? —. Estabaconsiguiéndolo.Pocoa
poco,tratabadeentablarunaconversaciónsóloparaganaralgodetiempoamifavoryasí,enun
descuido, me permitiera tomar el arma que se hallaba a tan solo unoscuantospasosdemicuerpo.
—Existir.¿Teparecepoco?—mesonrióconamargura,peroalavezconunasimperiosas
ganas de dispararme hasta dejar mi cara como coladero—. Lo tienestodo…consólochasquearlos
dedosconsiguesloquequieres,¡aquiéntúquieres,malditazorra!Ytieneslaosadíade
preguntarme,¿quéodiode ti?Alexeramío, ¡mío, infeliz ramera!—sinqueloadvirtieraseavalanzó
sobre mí arrinconándome con fuerza contra la pared mientras meencajabalapistolaconfurianada
másqueenlascostillas.
—¡Esehombrenuncameinterezó!¡Compréndelo!¡Yestoyabsolutamenteconvencidaque
tampoco le interecé a él de la forma que tú lo crees! ¡Alex tenía otrosplanes,Sam!¡Ansiabaalgo
más! ¡Siempre odió a Vincent y yo fui sólo la carnada perfecta que seajustóacadasituaciónque
hurdíaensuenfermizacabeza!
—¡¡Cállate!!¡¡Estásmintiendo!!—conmuchamásfuerzadeslizóelcañóndelarmahaciala
boca de mi estómago—. ¡¡Sólo estás diciendo todo esto para hacermedudar!!
—¡¡No!!¡Sabesqueenelfondonoesasí!—contuveelalientosintiendolapuntadela
pistolaintroducirsecadavezmásenmipiel—.Dime…¿Porquétepidióquemeconocieras?¿Por
quéteexigióqueteganarasmiconfianza?¡¡Dímelo,Sam!!
—¡¡Hedichoquetecalles!!
—¡¡Nomevoyacallarporqueenelfondosabesmuybienquefuisteunamerapiezaentodo
sujuegodeambición!!—gritéconfuerzaparaquecomprendieraquenoletemíaganándomede
inmediatodesuparteunaviolentabofetadaquemehizovoltearelrostroyperpetuarlavistaen
dondeseencontrabaloquetantonecesitabatenerahoramismoentremis
manos—.Puedes
golpearme cuantas veces quieras, pero eso no quitará que hable con laverdad—.Enunsegundo,su
manolibretomódemimentónobligándomeaquemisojosnuevamentefueranalencuentrodelos
suyos.
—Aquílaúnicaverdadeslaquesetengoinsertaenmicabeza.
Intentézafardesupoderosoagarre,peromeloimpidió.
—Notemuevasojuroqueahoramismotemetounabalaenelestómago.
—¿Yquéconseguirás conello? ¿Traerlodevuelta?¿Redimirte? ¿Hacerjusticiaporélcon
tuspropiasmanoscuandonadadeestotienequevercontigo?
—¡¡Cierralaboca,AnnaMarks!!
—¿Porqué?Porquédebocerrarlasiestamosen igualcondición.Simematassabes
perfectamente que ocurrirá contigo y por ende con tu bebé. No podrástenerloatulado,no
disfrutarás de él, no lucharás junto a él cada minuto de su vida. ¿Esorealmentequieresllegara
conseguir?
Unsepulcralsilencioacallósuvoz.
—Aún hay tiempo, Sam… aún puedes hacer las cosas de la maneracorrectaparaqueestono
termineasí.Noestulucha,créeme,nuncalofue,sólodejaque…
—¿Me ayudes? —sonrió con descaro acercando su boca a la mía,apartandoalavezelarma
conlacualmeapuntaba—.Porfavor…¿creesquenomedoycuentaquecontupatéticojuego
quieres hacerme cambiar de parecer para que no te vuele la tapa de lossesoscomotantoansío
hacerlo?
—¡Sam,escúchame!
—¡Notevoyaescuchar!¡Meniegoahacerlo!¿Sabeselporqué?Porquesituvelos
cojonesparamataralhombrequemásheamadotenporseguroqueconellosacabaré,peroahora
contuinsignificantevida,¿meoíste,maldita?
—¡Tevasapudrirenlacárcel!—lafuerzadesmedidadesumanosobremibarbillacomenzó
aprovocarmeundolorqueestoicamenteaguantéhastaquenotécomoelcañóndesuarmaahora
apuntabasóloendirecciónhaciaelpiso—.¡¡Loperderástodo,inclusoatuhijo!!
—Eseesmijodidoproblema—advertífehacientementequemispalabrasnoeran
pronunciadas en vano cuando sus ojos, totalmente cristalinos, brillabanmásdelohabitual.
—Nomereces llevar una vida dentro de ti—ataquépor segundavez ya
empuñandounade
mismanos—.Loshijossonsagrados…—recordéaquellaspalabrasqueundíaMirandaexpresóen
claraalusiónaVictoria—…Diosnodeberíaotorgarlehijosaquienesnisiquierasabencuidarde
ellos.
Un solo segundo bastó para que la fría y cristalina vista de Sam seinundaradelágrimastras
escucharloquehabíapronunciadomivozcuando,alapar, lasilenciosapresenciadeunafiguraque
consiguió arrebatarme por completo la respiración hizo su entrada a lacasaenabsolutosilencio,
fijando sumirada azul cielo en la mía en un inesperado encuentro queoprimiómicorazóndedolor,
impotencia y frustración, consiguiendo con ello que mis ojosreaccionaranalinstanteyseenjuagaran
en lágrimas que rodaron y rodaron sin parar por la palidez de mismejillassinquenadapudiese
hacerpordetenerlas.
Alpercibirel llantoqueemanabadeSamycomosucuerpocedíapresodelagobiante
sufrimientoquetambiénlainvadíamovímicabezadeladoaladodándoleaentenderaBlackqueno
seacercaralosuficiente,peromisruegosnofueronescuchadosporquesenegóahacerlo
dedicándomeconcadaunadesuspenetrantesmiradasunclaro:“todovaaestarbien,pequeña,lo
prometo.Todovaaestarbien”.
Nopudeocultar,pormásqueasíloquise,unpardejadeosquemibocaliberóalcontemplar
como se acercaba a ella por detrás, lentamente, hasta que de formainesperadaSamalzólavista
haciamí sonriéndome con ironía, levantó el arma colocándomela en lagargantayexpresóenunleve
murmullo:
—Dilequesedetengaolomatoahoramismo.
Todomicuerposetensóaloírla.
—Yasabesquemipunteríaes fenomenal.¿Quieresque lapruebeconéltambién?
—¡¡Vincent, detente!! —grité como una desaforada—. ¡¡Por favor, miamor,nodesunpaso
más!!
Se detuvo al instante escuchandomis claros ruegos a la vez que dejabacaerlavistaenel
cuerpoinertedeDuvallquesehallabaauncostadodedondeambasnosencontrábamos.Pudenotar
comoempuñósusmanospresodeunaamargaimpotenciaqueloinvadíaalnocomprendera
cabalidadtodoloqueaquíestabasucediendo.
—Creoquesabesmuybienquiénes,¿onoVincent?—sevolteóhaciaélteniéndomecomo
escudosinquitarmeelcañónde lagargantayaferrándomeconfuerzaaunadesusextremidades—.
Pero tambiéndebes estarpreguntándoteporqué se encuentra así, ¿omeequivoco?
—¡SueltaaAnna!
AlescucharsupreponderantevozdemandoSamrióacarcajadas.
—¿Yporquédeberíahacereso?
—Porqueteloestoyexigiendoytelovuelvoarepetir,¡sueltaaAnna!
—Sabes… no me provoques, menos intentes decirme qué debo hacer.Acabode
comentárselo,tengotanbuenapunteríaquenomecostómatarasuperritofaldero.Sólounabalayya
estabaenelpiso…ynomerefieroaDuvall.Esa…esotrahistoria.Podríahacerlomismocontigo
asíque…¡cierratujodidabocademierda,Black!
—Hazlo—ladesafió,tambiénsonriendo—,quétedetiene.
Creímoriraldigerirloqueacababadearticularcontantaseguridadensusemblante.
—Por ahorano.Seríamuyaburridomatarte cuandoen realidadaquienquierover
desgarrándosededoloresmásbienaella—enuninesperadomovimientoquerealizóterminó
besándomeenlamejilla—,¿noteparece?Seríaunfinaldepelícula.Dosvidasporelpreciode
una,¿onoAnna?
Contuvemillanto,perosindespegarlamiradadeVincent.
—¡Felicidades,Black,jamásllegarásaserpapá!
En cosa de segundos una desatada furia le carcomió la piel al gradogigantezcodela
desesperaciónalnopoderhacernadaparaayudarme.Pero,sinembargo,deigualmaneradecidió
dar un par de pasos haciamí encontrándose, de lleno, con la pistola deSamapuntándoloynada
menosquehaciasucabeza.
—Unomásyestásmuerto,¿meoíste?
Sólosecontuvoalcomprenderel“porfavor”quemislabioslededicaronenelmásabsoluto
delossilencios.
—¿Quéesloquequieresparadejarlaenlibertad?¡¡Dímelo!!—vociferócomounabestia
encolerizadahaciéndometemblar—.¡¡Habla!!¿Quéesloquequieres?
—Porahoralargarmedeaquí.
—Hazloenmicamioneta.¡¡Veteya!!
—Entonces,damelasllaves.
Así lo hizo, sacándolas desde el interior de uno de los bolsillos de su
pantalón.
—¡Lánzalasalpiso!—leexigió,otorgándomelaúltimaoportunidadqueteníadedarvuelta
estasituaciónporcompletoamifavor—.¡Ahora!
Cerrélosojosalescucharelsonidometálicodelallavealchocarcontraelpisodemaderay
losvolvíaabrirdegolpealsentireljalóndecabelloquemeobsequiósinunasolapizcade
compasiónparaquelasrecogiera.
—¡¡Levántalasdelpiso,zorra!!¡¡Notengotodalanoche!!
Comiéndome todas mis enormes ganas que tenía de abofetearla mearrodillésuplicándolea
Vincent,sóloconlavista,quevolvieraahablarparaqueatrajeratodasuatención,laqueobtuvopor
arte de magia cuando su poderosa y grave voz resonó con fuerza alinteriordeaquellasala.
—¡Tevasalargar,peroaellaladejasenpaz!
—A “ella”—subrayó Sam—, me la llevo conmigo. Dejarla aquí asabiendasdetodoloque
valeysignificaparati,¿mecreesimbéciloqué?
MientrasVincentcontinuabadiscutiendovolteémicuerpoy rápidamenteestirétodoloque
pudemimanohastaalcanzarelarma,lacualsostuvecontemor,peroalavezconfuerzaaligualque
lasllavesoyendo,además,lascarcajadasdedesequilibradamentaldeSamqueresonaroncomoun
eco, alterándome los sentidos, cuando lograba levantarme del pisosuplicándoleaDiosqueeneste
exactominutodenuestrasvidasnonosfueseafallar.
—¡¡Eresuna…!!
—¿Qué te puedo decir? Jamás confies en extraños, Vincent. ¿No te loenseñarondeniño?
Ensilencio,inhaléyexpiréairerepetidasvecesreuniendotodoelcorajequenecesitabapara
actuar.Empuñélapistolaenmimanoizquierdaacadasegundoconmásymásfuerza,deslizando
con mucho cuidado mi dedo índice en el gatillo, oyendo como suponzoñosavozsefiltrabaenmis
oídoshastaque,presadelaadrenalinaquecorríaraudapormisvenas,mevolteéencarándola,
alzandoel armaydepositándola finalmente en su entrecejo, donde tantoansiabaquelatuviera.
—Parecequeatitampocoteloenseñaron,Sam,almenosnocomoamí.“Anna,nisiquiera
confíesentupropiasombra”odeberíadecir…¿enmiamigadelalma?
ConelcañóndelapistoladeDuvallrozándolelafrentelamiréalosojos,amedrentándola,
asustándola,intimidándola,paraquesedieraporentendidaqueyojamáshablabaenvanoymenos
pretendíadarpieatrás,porquesabíaqueVincentcorríaunenormeriesgoaligualquelocorríayoy
noestabadispuestaaverlosufriroaperderlootravezsialgollegabaasuscitarsepormimiserable
culpa.
—¡Lánzala al piso! —le ordené alzando la voz sin que ella lograraefectuarelmenor
movimiento. La verdad, estaba completamente atónita tras lo que jamásesperóquesucediera—.
¡Hedichoquelalancesalpiso!¡Ahora!
—Tevasaarrepentir,AnnaMarks.
—Jamásmearrepientodeloquehago,Sam,penséqueyalosabías.
—Loharásycuandoesosuceda teacordarásdemí todosycadaunodelosdíasdetuvida.
—¡¡Hedichoquelalancesalpiso,malditalocadeldemonio!!—perdílacomposturapresa
delagobiantedeseoqueteníadenoquearla, jalandoelgatillohaciaatrásparaqueevidenciaraqueno
estaba bromeando.Y así, viéndose atada demanos, sonrió volteando surostrohaciauncostadoen
memorable tono de desprecio mientras tiraba la pistola al piso a unoscuantospasosdeBlackquien,
deinmediato,latomóconstatandoqueaquellaarmanoteníabalas.
—Jamásserásfeliz,¿meoíste,zorra?¡¡Jamásllegarásaserfeliz!!
Esafrasesuyaterminósacándomedequicioymebastóparaempuñarmimanoenlacualaún
sostenía la llaveyconellaobsequiarleunmerecidogolpazoquediodellenoensumandíbula,
tumbándolaconfuerzaenelmismoinstanteenquelorecibiódebidoalafuerzadelimpacto.
—¡¡Eso es lo que tú crees, desgraciada!!—tuve que comerme todo midolorque,demásestá
decir, era muy parecido al que había sentido cuando golpeé a LauraaquellavezenelpisodeBlack.
—¡Esto no acabará aquí! ¡Te lo juro, esto no acabará aquí! —sorpresivamenteselevantó
dispuestaaenfrentarme—.¡Vamos,dispara!—gritabacomounalocasinquereracallarsuvoz—.
¡¡Hedichoquedispares,malditasea!!
Cientosdesituacionesadversasvinieronamimente,unastrasotras,delascualesellahabía
sidopartícipe,almismotiempoquelavozdeVincentsecolabatambiénpormisoídos,diciendo:
—Anna…no es necesario. ¡No la escuches! ¡Sólo quiere que pierdas elcontrol!
—¡No tienes los cojones! ¡Nunca los tendrás! No eres nadie… ¿meescuchaste?¡¡Nadie!!
Un par de lágrimas rodaron pormismejillas porque en el fondo habíamucharazónencada
una de sus palabras. Mi pasado así me lo decía y se encargaría de
recordármelodelamismamanera
cadaminutodemiexistencia.
—¡Cállate,Sam!
—No,nomevoyacallar,prostitutademierda,porqueesofuistedesdeunprincipio,¿ome
equivoco?
—¡Esonoescierto!—chillépresademipropiaangustia.
—¡Sí,loes,ytúlosabesmuybien!¡Ciérramelabocasicreesquemientoyporunavezen
tuputavidatomatuspropiasdecisiones!
—¡¡Nadadeloquediceescierto,miamor!!¡¡Nolaescuches!!—insistíaBlackintentando
acercarse.
—¡¡Sé que lo quieres, tus ojos me lo dicen!! ¡¡Vamos!! ¡¡Qué estásesperandosisabesque
meodiastantocomoyoteodioati!!
—¡¡Cállate!!
—¡¡Hazlo,zorra!!¡Dispara,mierda!
Y como si ese último enunciado hubiera hecho un “clic” en mí apretésorpresivamenteel
gatillo con fuerza a la par que el ensordecedor grito de Blackpronunciandominombrecolmabacada
pedazo de mi alma y la figura de Damián, salida desde la nada, se
avalanzabasobreelcuerpode
Sam lanzándola precipitadamente sobre el piso para que así ambosevadieranaquellapeligrosabala.
No logré reaccionar hasta el preciso instante en que una de las tibiasmanosdeVincentse
posósobreunade lasmíasparaarrebatarmeelarmaqueaúnempuñabanegándomeasoltarlasinque
mi voz, además, pudiese dejar de emitir los frenéticos sollozos quemesacudíandeinevitable
manera.Porqueestabarealmenteconvencidaquehabíadadoenelblancoalquitarlelavidaauna
mujeryconellotambiénhabíadespedazadolamía.
—Se acabó, mi amor; esta pesadilla al fin se acabó—esos fueron lossegundosmáslargosde
todamiexistenciaen loscualesmesumergíen susbrazos llorandoconimpotencia,condesconsuelo,
conmuchísimaaflicción,dándomecuentadeloquehabíalogradollevaracabo,perosinrecordar
siquiera la razón puntual que me había hecho jalar ese gatillo ycomportarmecomoloquenoera.
—¡¡Nosoyunaasesina!!¡¡Nosoyunamalditaasesina!!—repetíamivozpresadel
remordimiento que me invadía cuando conseguía escuchar, además, elsonidopreponderantedelas
balizasdelapolicíacolmándolotodo.
—¡¡Tevasaarrepentir!!—gritabaSamfuriosaydescontroladapresaporlosbrazosde
Damián—.¡¡Telojuroconmividaquetevasaarrepentir!!
—SacaaAnnadeaquí,Black.Yomeencargodetodo.¡¡Rápido!!
Aquellas palabras de Damián las oí como un eco percibiendo, en suconjunto,comomi
cuerpo comenzaba a pesar sin que mis piernas lograran sostenermereteniendo,alapar,unpequeño
dolor que se acrecentaba más y más en la parte baja de mi abdomen.Porquealgoocurríaconmigo,
algo no estaba bien, algo en mi interior ansiaba ser liberado, algo…empezabaamanifestarseenmi
vientre…
“…cualquiersituacióndeestrésotraumáticaquepadezcaspodríasereldetonanteprincipal
paraquesesusciteunabsortoespontáneo.Recuérdalomuybien,Anna,esebebéquecomienzaa
gestarsedentrodeti,paratucuerpo,sóloactuarácomoungenextrañoalcualintentará
eliminar.Hazmecaso,por favor,ahora tododependeráde tubuenjuicio,porquesinotecuidas
losuficientejamásllegarásaverconvidaatufuturobebé…”
«¡¡No,noyno!!¡¡Estonopodíaestarocurriendo!!¡¡Porfavor,Dios,nomeabandones
ahora!!».
Presa de un agobiante pavor y de un poderoso desasosiego que nomedejóemitirsonido
alguno me aferré a Vincent con todas mis fuerzas en un abrazo sincomparación,enelmismoinstante
enqueunafierapunzadadedolorenmibajovientremehizochillarcomounacondenada
comprendiéndoloyasimilándolo todo.Porqueparamí, lamentablementeestavezyanohabíavuelta
aatráscuandomidestinosehabíaencargadodelanzarsusúltimascartassobrelamesa,
recordándomeque:enlavidatodotieneunprecio…yelmíocomenzabaapagarloynadamenos,
queconcreces.
***
Alamañanasiguiente…
Annaaúnnodespertabadelosefectosdelsedantequeelmédicolehabíasuministradopara
calmarladespuésdetodoloqueacontecióyyoaúnmemanteníaasuladoadmirándola,
protegiéndolayalavezsuplicándoleaDios,comoquizásnuncalohabíahecho,porsuvidaylade
nuestrohijo,quecontodassusfuerzasaúnseaferrabacomounvalienteguerreroalvientredesu
madre.
Teníamis ojos algo hinchados de tanto llorar en completo silencio por
ambosy,enespecial,
por cada maldita situación que el destino nos ponía por delante. Unsufrimientotrasotro,unopeor
queotro.¿Quénuncapodríamosserfelices?Mepreguntabapresodeunaamargaimpotenciaqueme
invadía, sin hallar una jodida respuesta queme satisficiera ymenos unaprontasoluciónqueme
tranquilizarafrentealoqueocurriríaentanpocotiempo.
Suspiré limpiando una lágrima que rodó libremente pormismejillas altiempoquemislabios
besaban su nívea mano que mantenía aferrada a la mía en el mismoinstanteenquelapuertadela
habitación se abrió lentamente con Michelle entrando por ella. Nosvolvimosasaludar,peroconla
mirada. Parecía que ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabraalgunadespuésdetodolo
quehabíamosoídodepartedelDoctorMartelyque,irremediablemente,cambiaríaelcursodetoda
nuestrahistoria.
—¿Aún no despierta?—fue lo primero que preguntó con su dulce vozsituandounadesus
frágiles manos sobre uno de mis hombros, constatando la evidenterespuestaquelediporel
significativomovimientoquerealicéconmicabezadeladoalado—.Yalohará,Vincent.Note
preocupes.
Volvíasuspirar,peroestavezde intensamaneraalzandomimano libreparaacariciarel
contornodesufinomentón.
—Disculpa—prosiguióMichelle—,séquenoquieresoíresto,pero…miesposoesperapor
ti.
GruñíconferocidadporquecabalmentesabíaaquésedebíalapresenciadeJuliánBruneten
este sitio. La formalización de cargos en contra de esa mujer erainminenteysellevaríaacabo
dentro de un par de horasmás y yo, por supuesto, debía y quería estarpresentecuandoesosucediera.
—Meocuparédeella,novoyadejarlasola.Loprometo—pronuncióenclaraalusiónasu
hijacaptandotodamiatención—.Vetranquilo,porfavor.Sabesdesobraquetienesqueestarentus
cabales frente a lo que acontecerá y ahora más que nunca por lassospechasfundadasdelascuales
nos habló Damián. Si esa maldita mujer intentó envenenar a mi hija yterminaconfesándolojuroque
me encargaré de que pague por ello y por todo lo demás sincontemplaciónalguna.
Yyoestabamuydeacuerdoconellaporqueesatambiéneramilabor.
—Noquierosepararmedesulado—comotodouncobardeasíloarticulé
evocandolas
palabras del Doctor Martel que se referían únicamente a la salud y alembarazodealtoriesgode
Annayqueaúndespedazabanmicorazónyenigualmedidalohacíanconmialma—.Meniegoa
marcharme de este país sin ella —. Una leve caricia en una de misextremidadesrecibídesuparte
cuandomisojosvolvíanaenguajarseenlágrimas.
—Losé,perotudeberahoranoestáaquísinoconelpequeñoLeo.
—Mideberestáconmifamilia…¡concadaunode losseresqueamoyquesonpartedemi
familia!—dejé que se derramaran una vezmásmis lágrimas libres pormismejillasporquemidolor
se acrecentaba y se hacía más y más insoportable al no tener una solaalternativaquemedictaralo
contrarioantenuestrainminenteseparación.
—Leotenecesita,Vincent.
—Anna ymi hijo o hija tambiénme necesitan,Michelle. ¿Cómo puedoirmedeChile
dejándolos aquí después de todo lo que ha sucedido? ¡Anna esmi vida!¡Nopuedovivirsinella!
¿Quénolocomprendes?
—Locomprendomuybien,pero…¿quéhaydelniñoquerecuperasteporcompletohacetan
sólounpardedías?¿Delpequeñitoqueno tiene laculpade loqueaquísucedió?¿Deaquelserde
luz que no pidió venir a estemundo con esamalformación congénita acuestasquepocoapocole
carcomesufrágilvida?¿Piensasabandonarloasusuerte?¿Esopretendeshacer?
Me estremecí violentamente sintiéndome elmás imbécil de los egoístas,acallandoasíel
inevitable llanto queme destrozaba y el temible sufrimiento que cegabaporcompletomirazón.
—Mihijamehablódetiantesquetuvieralaoportunidaddeconocerteyquierocreerque
erestúelhombrealcualserefirió.“Mirazóndeexisitir”,recuerdoquedijoaquellavez…—
sonrió a medias cuando sus ojos se humedecían de automática manerafrentealosmíos—.Notengas
miedo, por favor, Anna estará aquí esperando por ti, fuerte, sana, conmuchísimavitalidadjuntoauna
prominentepancitaqueyomeencargarédecuidar,porqueloquenohiceconellatenloporseguro
quesíloharéconsubebé.
Alcé la vista para fijarla en la suya un par de segundos antes de queexclamaraconautoridad.
—Esunapromesademadreydeabuelalaqueteestoyhaciendo,Vincent,porqueestavez
juropormividaquenoladejarépartir.Sólo…—sonriódebellamanera
antesdeexpresarlo—…
dejaré que semarche el día en que decidas regresar para quedarte a suladoyasíhacerla
inmensamentefelízypartícipedelrestodelatuya.¿Estamosclaros?
Creíperderlarespiraciónaloíraquelenunciadoqueproclamabacomolamásclaraypatente
desuscertezas,porqueMichellenobromeaba,alcontrario,estabasiendolobastantecoherentey
sensataalhablardesdeelfondodesucorazón,desdelaprofundidaddesualma,talycomoyo
ansiabahacerloantesdetomarladecisiónmásimportantedetodamividaque,endefinitiva,me
separaría demi futuro hijo y demimujer por los próximos tresmesestraslaintervenciónquirúrgica
alaquedebíasersometidoLeoynadamenosqueenChicago.
—Erestodoloquetiene—insistió,refiriéndoseamihijounavezmás—.Nopuedes
abandonarlo cuando más te necesita. Además, creo que no deboespecificarquelalindachicaque
tienesfrenteatijamásteloperdonaría.¿Quierescorrersemejanteriesgo?Yocreoqueno.
Sonreí limpiandomi humedecido semblante de las lágrimas que aún nodejabandebrotar
desdelascomisurasdemisojos,porqueesobienlosabíacomoparaestarponiéndoloenduda.Sí,
conociéndolacomolaconocía,Annaeracapazdeabofetearmesinlamásmínimaconsideraciónpara
queentraraenrazónmás,sisetratabadeLeo.
—Entonces…creoqueyasabesquédebeshacer.
Suspirédefrenéticamaneradejandocaermicabezasobreelpechodemipequeñahastaque
eldébilsonidodesuinconfundiblevozmeparalizó,sorprendiéndome.
—Sí,sabemuybienquédebehacer.Despuésdetodo,elamordemividasiguesiendoun
hombre inteligente —intentó sonreír cuando mis ojos acudían alencuentrodelossuyos—.¿Noes
cierto,señorBlack?
Volví a llorar, pero entre sus brazos mientras la besaba como nunca,porquetrasaquellas
palabrasquehabíapronunciadocontantaconvicciónseencontrabainsertamidecisión,laquetanto
mehabíacostadollevaracabo,peroquefinalmenteconseguídiscerniryasimilar.
—Sí, es cierto —jadeé contra su boca oyéndola suspirar sintiendo,además,comome
acariciaba el rostro con su embriagador aliento—.Soy un hombremuyinteligente—alardeé,
separándomeunpequeñoinstantedesuslabios—.Taninteligentequesólonecesitounsípara
sobrevivir.
Sincomprendermeysinsiquieraparpadearclavósumiradaenlamía.
—Sólodimequesí—solicitéunavezmás,peroahoraesbozandoenmirostrouna
prominenteycruelsonrisa.
—RegresaconLeodeltodosanoytediréquesí.Sitúeresinteligente,yosoymásque
astuta,miamor—bromeó,robándomeunasonoracarcajada.
—¿Podemosnegociarlo,señoritaMarks?
—Porahorano,señorBlack,porqueloqueustedtienequehaceryaestátotalmentedecidido.
Misojossehumedecieronalinstante.
—Teamo,nuncaloolvidesymenosloquedemívasaoír….Vayasdondevayas,Vincent
Black, aunque sea muy lejos de mis brazos o al otro lado de estecontinente,sabesdesobraquemi
vidaylademihijoteesperanaquí.
Posicionéunademismanossobrelasábanaquecubríasuvientre,alqueacariciétalycomo
siloestuvierahaciendo,perosobresupálida,tibiaydesnudapiel.
—Nuestrohijo—articulédichosamente—.Adorocomosuenaesa frase,perosinduda
alguna amomás lo que crece dentro de ti—. Escuché de inmediato unsincero“perdóname”que
pronunciaron sus labios en un claro susurro colmado de temor, el que
silenciésinpedirnadaa
cambioaexcepcióndeloquetantoanhelabaoír—.AnnaMarks,dimequesí—rocémibocacontra
lasuya—.Tansolodimequesíyjuroquedejodepedírtelo.
—Nojuresenvano,Black.
—Noloharésisólomedasunbenditosí—repliqué.
—¿Notecansasnunca,porDios?—dibujóensusemblante lamásbelladelassonrisasantes
deexclamar laspalabrasquehicierondemíelhombremásafotunadoyfelizdeesteplaneta—.Si
lograsdejardemanifestarlosólounsegundotediré…“sí”.
—¡Jamás!—. La besé como un loco sin remedio percibiendo como lapuertadelcuartose
cerraba,comprendiendofehacientementequeMichelleyanoestabaahí.YAnna,mecorrespondió
delamismamaneraposeyendomibocaenunbesosincomparaciónquenosrobóalgomásqueel
aliento mientras sus brazos se aferraban a mi cuerpo negándose asoltarmecomosisólome
necesitaraamíparaseguirviviendo.
—Hafirmadosusentencia,señoritaMarks—nopodíaniqueríadejardebesarlaanteloque
habíaaseguradoyqueaúnmeparecíacasiirreal.
—¿Sentencia?¿Quétieneenmente,señorBlack?¿Yaquésedebesutan
magnífica,
sorpresivayradiantefelicidad?
—Atiporsupuestoyaqueasistiremosaunaboda—leaseguréconmividainsertaen
aquellaspalabras—.Ysinperosdepormedio,¿quétal?
—¡¿Queboda?!—abrióaúnmássusojosdeparenparpresadelasombroylaauténtica
emociónquelaembargaba.
—Aunaalaqueyaestamosinvitados,miamor,yserá…nadamenosquealanuestra.
***
Sucuartosemanteníasemiiluminadocuandohiceingresoaélenmisilladeruedasconla
ayuda de una de las enfermeras. Lentamente y en elmás extricto de lossilenciosmeposicionéal
ladodesucamamientraslaveíadormir.Lohacíadeunaplácidamaneraloque,porunmomento,
me contuvo.Quizás, sólo así tenía que decirle adiós, evitando ante todoconcretarunapatética
despedida. Porque en realidad, si lo meditaba serenamente, no estabapreparadoparallevarlaa
caboymenosparaverlaporúltimavez.
Evité pronunciar una sola palabra al respecto mientras la enfermeraabandonabalasalayme
esperabafuera,otorgándomelaintimidadnecesariaqueconAnnadeseabamantener.Porqueasí,sin
tocarla,tansolodejándomellevarporelritmonormaldesurespiraciónyelmomento,deseaba
recordarla al igual que a todasy cadaunade las situacionesque amboshabíamosvividoyque
indudablementelasllevaríaconmigo,fueraadondefuera,alejándomedesuvida,perodeseándole
contodomicorazónunaenormefelicidadenelcaminoqueseaprestabaatransitarjuntoasuhijoy,
obviamente,juntoBlack.
Sonreí apartándome de su lado hasta que su leve vocecita me detuvo,erizándome,conla
interrogantequeformuló,hastaelmásmínimovellodemipiel.
—¿Tevassindecir“Hola”ni“Adiós”?
Quisedecirlequesí,perolaverdad,noconseguíhacerlo.
—Noqueríadespertarte.
Ellatambiénsonrió,peroalacomodarsedemejormanerasobrelacamaobservóloque
claramenteaterró sumiradacomosi,depronto, lohubiese recordadoycomprendidotodoenun
segundo.
—Tranquila.Nosoyunaaparición—bromeéparadistenderelmomento—.Noperderéla
pierna,teloaseguro.
—Por favor…—tragó saliva con evidente dejo de necesidad—…dimequeestás…
—Loestoy—confirmé, interrumpiéndola,peroestavezacercándomelosuficientealcostado
desucama—,aligualqueloestarástú.Fuerteyvaliente,Anna,siemprelosupe.
Movió su cabeza de lado a lado tras emitir un hondo suspiro que mesobresaltó.
—Loeresyloseguirássiendo.Aúntienesmuchoporquéluchar.
—¿Qué ocurre?—clavó nuevamente su vista sobre lamía como si meconocieradesobra.
—Ahívamividentefavorita—conalgodetemoracerquémimanoaunadelassuyas,elque
mágicamente se borró de mi sembante cuando la entrelazó—. Vine adespedirme.
—¿Despedirte?
—Asíes.Tengoquehacerunviajequenopuedeesperar.
—¿Ahora?¿Así?¿Estássoberanamenteloco?
Reíacarcajadas,confirmándoselo.
—Siempreloestuve,Anna,sóloquehastaahoratedistecuentadeello.
—Damián…
—Eselmomentoexactoparahacerlo.Porahora,nobarajomásopcionesquemarcharmelo
másprontodeestesitio.
—¿Dóndeirás?
Conmimanolibreacariciémibarbilla,planeándolo,porquelaverdadniyoloteníaclaro.
—Muylejos,bonita…lobastantelejosdeaquí.
—¿Pormiculpa?
Mequedésinhabladesólomeditarcomodebíaresponderle.
—No.Espormí,lonecesito.Además,meharánbienunasvacaciones,¿nocrees?Sol,
playa,tranquilidad,¿quémáspodríapediracambio?—esapreguntateníatansolounaobvia
respuesta:“ati”.
—¿Regresarás? ¿Algún día?—quiso saber sin apartar su mirada de lamía.
—Talvez…aúnnolohedecidido.
—¿Ycuándolosabrás?
—Cuandoeldestinomedigaqueyaeshoradevolver.
Guardamos completo silencio, el que sólo fue coronado por el ritmofrenéticodemi
respiraciónquesehizocadavezmásymáspesada.
—Peroantesdequemevaya,prométemeunacosa,AnnaMarks.
Norespondió,sóloselimitóaasentirmientrasmeloconfirmaba.
—Séfeliz.Porloquemásquieras,avanzaenestavidayséfeliz.
Sus ojos se enguajaron en lágrimas al tiempo que nuestras manos senegabanasepararse.
—Sólositúmeprometeslomismo,Damián,peroconunacondición.
—¿Ycuálseríaesacondición,bonita?
—Que vayas donde vayas encuentres a tu “Anna” —sostuvodecididamenteoprimiéndomeel
corazón con su respuesta—, y cuando eso suceda…procura que te ametantoomásdeloqueundía
pude haberlo hecho yo si toda esta historia hubiese sido escrita de otramanera.
—Asíloharé—balbuceéyaconlágrimasenmisojos—.¿Ysabesalgo?Cuandoesoocurra
noladejaréirnuncademivida,porqueyaloestoyhaciendocontigoalapartartedelamíayduele;
no imaginas lo muchísimo que duele de sólo tener que aceptarlo—unsepulcralsilencionosinvadió
mientras se aprestaba a seguir hablando—.Pero a pesar de ellomevoytranquiloyfelizporquelas
cosas cambian, las personas y los sentimientos también cambian, Anna,perolosrecuerdossiempre
seránlosmismos.
—Más le vale, capitánErickson, porque si lo vuelvo a ver por aquí sinesbozarunadesus
másdespampanantessonrisas,téngaloporseguroquesevaaacordarde
mí.
Sonreí traslevantarmedemisillaparaotorgarleunúltimoydulcebesoensufrenteantesde
pronunciarmidefinitivoyconcluyenteadiós.
—¿Acordarmedeti?Pormásqueasílodesearajamáspodríaolvidarte—percibíunaleve
opresiónquecrecíaycrecíaalinteriordemipecho—,perocreoqueyaeshoradedeciradiós—.
Meapartédesuladovolviendoasentarmesobremisilladeruedas,enlacualmemovilicéhasta
detenermeauncostadodelapuertaydecir—:Tequiero,bonita,nuncaloolvides,porfavor.
—Séfeliz,Damián—obtuvedesuparte—.Sinceramente,esperovolveraverteotravez.
“Yo también” expresé en mi mente a la distancia, porque estaba muysegurodequealgúndía,
dealgunauotraforma,eldestinonosvolveríaaunir.
***
Tressemanasdespués…
Frente a su presencia, en la sala de embarque del aeropuerto, aún noconcebíacomoeltiempo
transcurríatandeprisa.Simeparecíaquesóloayerhabíadespertadoconélamiladoinsistiéndole
que tomara aquella decisión de la cual dependía la vida de su hijo. Yahora,atansolounascuantas
horasdequeelvildestinohicieradelassuyasalejándolodemí,sólomequedabandoscosaspor
hacer:sobreviviryguardarsilencio.
Contuvemis lágrimas,porqueeneste crucialmomentodemi existenciadebíarecurriratoda
mi entereza y fortaleza para mantenerme en pie, evitando ante todo noderrumbarmeensusbrazos
antes de que se concretara su inevitable partida acallando, también, elrecuerdodelascrueles
palabrasqueDuvallhabíaexpresadoantesdemorirque tanto teníanqueverconsupersona.Porque
me lo había prometido a mi misma, me lo había autoexigido y locumpliríacomotal:esaverdad,
fuera o no fuera del todo cierta, jamás sería expresada por mis labios.Vincentyahabíasufridolo
suficientecomoparatenerquesoportarunaaberraciónmásdeloqueensupasadohabíahechosu
difuntopadre.
Contuveelalientoysuspirénotandocomodejabacaersusmanosenmivientrepara
acariciarlo con ternura mientras sus ojos azul cielo, penetrantes,misteriososyenigmáticos,niunsolo
instantedeseabansepararsedelosmíos.Porqueningunodelosdosestabapreparadoparaproferir
unadióscuandoMirandajuntoaLeoyalohacíandespidiéndosedeJuliánydemimadre.
Aferrándomea las solapasde suchaqueta loobservé sinnadaquedecirmientraséllohacía
conmigo de la misma manera, porque en aquel preciso instante laspalabrasentrenosotros,másbien,
parecían sobrar antes que ser pronunciadas. Por lo tanto, sin perdermitiempolobesé;lobesécomo
nunca lo había hecho poseyendo su boca con la mía en un ferviente ypasionalbesoquereviviótodo
nuestro pasado, consolidó nuestro presente e, indudablemente, trazó laslíneasdeloqueseríanuestro
prometedor futuro cuando sentía que se aferraba con más fuerza a ladelgadezdemicuerpo
negándoseaquerersoltarmeenelinstanteprecisoenqueLeoseacercabajuntoaMirandapara
decirmeadiós.
Entre sollozos y un evidente nerviosismo que me costó muchísimodisimularmeseparéde
Black para abrazar a Leo asegurándole que todo estaría bien. Que ladistanciasóloerannúmerossin
importancia y que, innegablemente, en todo momento que evocara mipresencia,éstaestaríajuntoa
él.
—¿Para siempre? —articuló, sorprendiéndome—. Me lo prometiste,Anna.Dijistequete
quedaríasconnosotrosparasiempre.Lorecuerdas,¿verdad?
Asentísonriendodeorejaaorejaantesdecontestarle.
—Claro que sí. Jamás podría olvidar algo tan importante, porque laspromesas…
—Fueron hechas para ser cumplidas —. Luego de asegurármelo meregalóunbesoenla
mejilla junto a una tierna caricia en mi vientre que me desarmó porcompletocolmandodeauténtica
felicidad mi pequeño corazón. Y así, nos confundimos otra vez en unapretadísimoabrazoquelogró
arrebatarmeunpardelágrimasqueserenamenteliberé,dejándolasquesederramaranpormis
pálidasmejillasaltiempoqueMirandameabrazabaparaterminarasíconestaangustiante
despedida.
¡Dios mío! A cada segundo aquello se tornaba más y más difícil deafrontar.Perolopeor
vino después cuando contemplé, con un incomparable dolor cercenandomipecho,comoambosya
comenzabanaalejarsedemíotorgándonoselespacionecesarioparaqueVincentyyo
pronunciáramosnuestrodefinitivoyconcluyenteadiós.
Creí morir en vida al comprobar que me miraba de la misma maneracomolohabíahecho
aquellaprimeravezcuandonosconocimosenesadiscoteca.Creírevivir,alsentirlascálidas
cariciasqueunadesusmanosmeotorgaronal limpiarmis lágrimasdemihumedecidosemblante.E
innegablemente renací, cuando su boca decidió asaltar la mía en undescontroladoyardientebeso
que nos encendió como si de aquel instante dependiera toda nuestraexistencia.
—Te amo, te amo, te amo…—exclamé una y otra vez sin detenerme,oyendocomoélmelo
expresaba de la misma manera sin querer apartar sus labios en ningúnmomentodelosmíos.
—Teamoconmimente,conmicuerpo,conmialmae,indudablemente,teamaréporsiempre
conmicorazón,vayadondevaya,jamásquieroqueloolvides.
—¿Lopromete,señorBlack?
—Sí,señoritaMarks,esunapromesa.
—¿Hechaparatodalavida?
—Ymásalládeella,pequeña,porqueparaunahistoriadeamorcomolanuestrajamás
existirá una despedida,menos habrá un adiós—susmanos cogieronmisemblanteparaqueloúnico
quemisojospudieranver fueranel reflejohipnotizantede los suyos—.Escúchamebien,Anna,¿lo
estáshaciendo?
—Sí—sollocé,perdiéndomeinevitablementeenellos.
—Volveré lo más pronto posible para formar una familia contigo, conLeo,conmipequeñito
o pequeñita que crece dentro de ti y más aún, volveré para ser feliz,porquetodoloquequieroen
estavidallevaescritotunombreenella.
Loadmirésinparpadear,anhelandocerrarmisojos,paraquecuandolosabrieratodoaquello
quehabíaoídosalirdesuslabiosdetanbellamanera,sucediera.
—Sólo tú, Anna, y nadie más que tú fuiste capaz de arrebatarle a estepobreidiota,tansolo
conunamirada,suvidaentera.
—¿Ysabesporquélohice,VincentBlack?
Unaapabullantesonrisamededicóantesquesuslabiosvolvieranarozarlosmíospara
tentarlosyprovocarloscomotantomegustabaquelohiciera.
—¿Porquélohiciste,Anna?Dímelo…
—Porquequienmedavidaeres túynadiemásque tú.Así fuedesdeunprincipio,señor
Black,asíesy,téngaloporseguroqueasíserá—.Otrourgentebesoqueinesperadamentemedio
sellóaquel inigualablemomentoenelqueambosnosprofesábamosconhechosmásqueconpalabras
nuestromásgrandeamorquecreceríayseafianzaríaconmásfuerzaquenunca,peroahoraatravés
deladistancia.
—¿Para toda la vida? Le recuerdo que ya expresó un “sí”del cual nopuedearrepentirse.
—¡Papá,vamos!¡Sehacetarde!
—Un“sí”amedias,Black—respondí,inquietándolo.
—¡Un segundo, Leo, esto es importante! ¿A medias? ¿Cómo que amedias?¿Quésignifica
“amedias”AnnaMarks?
Reí frente a supresencia, frente almaniáticoque todo lodeseaba saber,peroobservando
analíticamentecomoentrecerrabalamiradayceñíasuentrecejopresodeunagranincertidumbreque
yaloinvadía.
—Anna…nomeirédeaquí…
—Sinescuchar el tuyo—lo interrumpí—.Yodije“sí”,pero de tu bocajamásheoídoalgo
semejante.Yahoramepregunto…¿Conquiénrayospretendequeasistaaesaboda,señorBlack?
Suspiró,peromibestialohizocomosisehubiesesacadounenormepesodeencima.
—Conmigo,miamorynadamásqueconmigo—.Consugravevozseencargóde
asegurármelomientrasseagachabaparabesarporúltimavezmipancitaqueaúnnosedejabaver,
susurrándoleaquienyacíadentrodeellaconuninfinitoamorlosiguiente—:Paratodalavida,hijo
mío.Papá teamaconsuvidaymásalládeella.Losabes,¿verdad?Asícomotambiénamoy
amaréatumadredelamismamanera.
Percibiendo como un fiero puñal atravesaba mi pecho de extremo aextremocolmándolode
dolor decidí separarme de él para dejarlo ir sin dilatar más estaapremiantelejanía,cuandopara
nuestras intensasmiradas sóloexistíamosnosotrosdos,AnnayVincent,dosalmasquehabían
aceptado lucharcontraesteobstáculoque lavida leshabía impuestounavezmáscomosifuerala
mayorpruebadefuegoquetendríanquesuperarparaseguirexistiendo.Yloharían,sí,loharían,
peroconmuchísimafuerza,valentía,corajeyplenamenteconvencidosdequeamarnoeranisería
jamásalgosencillodesobrellevar.
Y así, sin nadamás que decir y tras un últimoy profundo beso quemerobóretrocedióhasta
situarsealladodesuhijoparavoltearseyjuntoaélyaMirandaempezaracaminarconsu
prestancia,sugallardía,suabsolutayúnicadistinciónquelohacíaserelincomparableypresuntuoso
hombrequeera:elmásgrandeamordetodamivida.
Cerrélosojosylloréenabsolutosilenciopercibiendocomolasmanosdemimadreylasde
Julián se posaban sobre mis hombros y sobre cada una de misextremidadesparaconfortarmeenese
crucialinstanteenelcuallohubiesedadotododemíparaestarasulado,hastaqueungritosuyome
hizo estremecer, abrirlos de golpe y admirarlo a la distancia, oyendocomosusdeterminantes
palabrassecolabanpormisoídos,diciendo:
—¡Sí,AnnaMarks!¡Síquierocasarmecontigo!¡Peronoloolvidesjamás,fuiyoquientelo
pidió primero! —me arrancó más lágrimas junto a una prominentesonrisaquenoseapartódemi
semblantehastaquesuúltimafrasefuepronunciada—.¡Teamo,hermosa,teamoconlocura!
Yeneso jamáshabríadiscusión,porquede lamismaformayoamabaaesehombre.
“Avecesenlavidasevivenintensashistoriasdeamor,quepormásquequierasponerlespunto
final,éstosterminanconvirtiéndoseenpuntossuspensivos…
Porque ninguna historia se vive dos veces. Porque ninguna historia sereescribedelamisma
maneradosvecessinunadespedida,sindeciradiós,sinunfinal,cuandoelnuestro,AnnaMarks,
aúnnisiquieralohemosescrito.”
VincentBlack
Trilogía
ElPreciodelPlacerElquedijoqueamarerasencillo…
estabaequivocado.
Continuará…
AgradecimientosAlcomenzaraescribirminovela“ElPreciodelPlacer” jamáscreíqueconelcorrerdel
tiempollegaríaaconvertirseenunatrilogía.Sinceramente,todocomenzóconunavagaideasobrela
figuradeVincentBlackquesefuegestandoydesarrollandoapulsohastaquenacióporcompleto
estahistoriadelacualmesientorealmenteorgullosaymás,poryatenerpublicadalasegunda
entrega queme costómuchísimo llevar a cabo, pero que con esfuerzo,sudorylágrimassalióaflote,
delacualesperohoyymuyhumildementepuedandisfrutar.
Quiero agradecer, primero que todo, a mis amigas y lectoras por suinmensocariño,porsus
infinitasenergíaspositivasybuenasvibrasquemeenvíanencadaunounodesusafectuosossaludos
ymensajes, su apoyoen todomomentoydecirlesquegracias austedescadaunodemissueños
literariossehanhechorealidad.¡¡Gracias,chicas,sonlasmejores!!
Ensegundolugar,amisqueridasamigasdesiempreconlasquecompartomidiariovivir,
mis locuras,mis tristezasyalegrías,y todo loqueestacabecita locanodejadeimaginarysoñar.
Les agradezco su tiempo, su dedicación para conmigo, su entrega y
disposiciónentodomomentoal
igual que todos sus consejos que indudablementemehacen crecer y sermejorpersonacadadía.
¡¡Lasquieroconelalma!!
En tercer lugaragradezcoamiqueridaamigaPaulinaTapiaAliagaportodoloquehahecho
pormídesdequenosconocimos.Muchísimasgraciasporaparecerenmivida,dejarmeserpartede
la tuya, apoyarme siempre con tus palabras, con tu increíble trabajo ydedicación.Pauli,mesiento
felizportumaravillosaamistad.¡¡Tequierooooo!!
Muchísimasgraciasalosdiferentesgruposdefacebookquemepermitencompartirmi
trabajo,enespeciala“DivinasLectoras”,“ZorrasLiterarias”,“LibrosalPoder”,“LaMagiadelos
Libros”, “Lokoteka”, entre otrosmás. ¡¡Muchísimas gracias por todo suapoyo!!
Amisqueridasamigasycolegasdeletras.Milgraciasporlosconsejos,suspalabrasde
aliento cuando más las he necesitado, su apoyo y todo aquello tanhermosoysinceroquemebrindan
adiario.¡¡Besotespormil!!
Y en general, a todas(os) quienes me brindan su cariño a través de lasredessocialesyme
incitanaseguiradelanteenmigranpasiónqueeslaescritura,yaseacon
ungesto,unapalabra,una
sonrisayhastaunabrazo.
Besotespormil.
Conmuchísimoafecto.
AndreaValenzuelaAraya.
Andrea Valenzuela Araya desde muy pequeña soñó con algún díadedicarsealmaravilloso
arte de las letras escribiendo historias románticas para así encantar ycautivaraloslectores.
Suprimertrabajoloconstatóen“ElPreciodelPlacer”(2014),noveladecorteromántico
continteseróticosquefuepublicada,enprimerainstancia,enunaseriedeentregas online por la plataformaBlogger para luego autopublicarla enformatokindleporAmazon.Susegundotrabajo
llegó de la mano de “Treinta Días” (2014), novela romántica
contemporáneaquetambién
desarrolló,capítuloacapítulo,enlaplataformaantesmencionada.
Gracias al apoyo de sus lectoras ha continuado incursionando en laescrituraconesmeroy
dedicación logrando así proyectarse para llegar a concebir futurosproyectosliterarios.Fueelcaso
d e “Con los ojos del Cielo” (2014), novela de corte románticoparanormal,“Ahoraonunca”
(2015),novela románticacontemporáneay la segundaentregade loqueserálaTrilogíaElPrecio
del Placer titulada “Todo de ti, todo de mí” (2015), publicadarecientementeenelmesdejunio.
Actualmente, la autora se encuentra inmersa en varios proyectos queprontamenteveránlaluz,
asícomotambiéncomienzaaprepararlaúltimaentregadelatrilogíaqueesperatenerconcluida
antesquefinaliceelpresenteaño.
“Porque los sueños no son inalcanzables en lamedida que se luche porellos”,afirma
realmente convencida y continúa trabajando con esfuerzo, dedicación yconstanciaporconseguir
cadaunodeellos.
Contacto:
Atravésdemisletras–AndreaValenzuelaAraya
(PáginadeautorenFacebook)
AndreaValenzuelaAraya(PerfilenFacebook)
andreavalenzuelaaraya.blogspot.com(BlogdeAutor)
@AndreaVA32
(Twitter)
TableofContentsInicio