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TODO ES MI UNO, en armaduras DERRIOTARD ¡QUÉ MAGNÍFICO! ¡Qué magnífico! Tanto tiempo ha pasado desde esa vez en la que perdí mis gafas, se fueron por el río y después, de mucho tiempo, no las volví a ver. Di la alarma y emprendimos el juego de buscarlas. Qué lástima, con el agua friísima nuestros pies se volvían rojos muy rojos, y cayéndonos cada rato con esas piedras babosas y no uniformes, buscábamos sin cesar, nos raspábamos las manos y nos lastimábamos los pies. Entonces, después de ya no resistir más, desistimos y lloré mi pérdida. Pasaban días de desesperación, sin plata, sin cita para ir donde el optómetra, pensando cada vez más en mi ceguera, en mi nube, y después el descontrol, la locura, las noches de insomnio, los aplausos sin manos, los dolores de cabeza, y la ceguera de corazón. Todo era borroso, todo era confuso, nada tenía explicación, el mundo no tenía ni una causa. Pero ¡qué magnífico¡ Hoy abrí las llaves del lavaplatos y ellas me escupieron mis gafas. Me las puse y vi lo bella que era la realidad. NADA Estaba tirado en la cama, boca abajo, hundiendo la cara en la almohada, quería dormirse, dormirse y no despertar. No quería nada, nada. En su cabeza se le aparecían imágenes de lo que había hecho y de cosas que probablemente hubo de hacer, sueños acaso, le pasaron de manera tan veloz que no se concentró en ninguna, llegó a pensar en nada, en nada. Se sintió mal, su cabeza le daba vueltas. “De nada sirve vivir” pensó para sí mismo, “de nada, para nada”, se repetía y se volvía a repetir. Levantó la cabeza y musitó en voz baja: -Así que esto es la depresión.

Todo Es Mi Uno, Derriotard

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Cuentos de Derriotard

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Page 1: Todo Es Mi Uno, Derriotard

TODO ES MI UNO, en armadurasDERRIOTARD

¡QUÉ MAGNÍFICO!

¡Qué magnífico! Tanto tiempo ha pasado desde esa vez en la que perdí mis gafas, se fueron por el río y después, de mucho tiempo, no las volví a ver. Di la alarma y emprendimos el juego de buscarlas. Qué lástima, con el agua friísima nuestros pies se volvían rojos muy rojos, y cayéndonos cada rato con esas piedras babosas y no uniformes, buscábamos sin cesar, nos raspábamos las manos y nos lastimábamos los pies. Entonces, después de ya no resistir más, desistimos y lloré mi pérdida. Pasaban días de desesperación, sin plata, sin cita para ir donde el optómetra, pensando cada vez más en mi ceguera, en mi nube, y después el descontrol, la locura, las noches de insomnio, los aplausos sin manos, los dolores de cabeza, y la ceguera de corazón. Todo era borroso, todo era confuso, nada tenía explicación, el mundo no tenía ni una causa. Pero ¡qué magnífico¡ Hoy abrí las llaves del lavaplatos y ellas me escupieron mis gafas. Me las puse y vi lo bella que era la realidad.

NADA

Estaba tirado en la cama, boca abajo, hundiendo la cara en la almohada, quería dormirse, dormirse y no despertar. No quería nada, nada. En su cabeza se le aparecían imágenes de lo que había hecho y de cosas que probablemente hubo de hacer, sueños acaso, le pasaron de manera tan veloz que no se concentró en ninguna, llegó a pensar en nada, en nada. Se sintió mal, su cabeza le daba vueltas. “De nada sirve vivir” pensó para sí mismo, “de nada, para nada”, se repetía y se volvía a repetir. Levantó la cabeza y musitó en voz baja:-Así que esto es la depresión.Había escuchado mucho de esta enfermedad, y le dio pena verse envuelta en ella. “y eso de que yo creía que nunca me iba a pasar”. Empezó a llorar, se vio a sí mismo como un infeliz que para nada había servido a la sociedad. “Pero de todas formas soy muy joven” trataba de consolarse, de darse alguna ayuda, pero de todas formas volvía a ahogarse en su pesimismo, le venía al corazón el sentimiento de angustia que se producía al verse que había caído en el sinsentido: ya no hay nada más que hacer. Deseó estar muerto y después se le vino otro pensamiento: ¡mejor no haber nacido, nunca!

¿SÓLO?

Page 2: Todo Es Mi Uno, Derriotard

Despertó tranquilamente, no sabía que ese día lo iban a matar. Cogió sus gafas que estaban sobre el equipo de música, estaban rotas, se sorprendió hasta tal punto que se despabiló más rápido de lo habitual, claro, se acordó que había llegado a la casa con la cabeza doliéndole, los pies adoloridos y con un sueño que parecía no parar por algunos días, se había tirado a la cama y en el mismo acto de caída hacia ella tiró las gafas que hicieron un movimiento parabólico perfecto hasta caer en el equipo de sonido con un sonido que casi le quita el sueño, no había de qué dudar, ahí se rompieron las gafas. “Por comprarlas en el san Andresito”, pensó. Con tal no había pasado nada, las gafas le habían costado, con lentes y todo, treinta mil pesos, pero se lamentaba, que por ese valor se podría haber comprado un libro. Descendió rápidamente las escaleras y se encontró con sus rasgos en el espejo al final de esta en la pared, se vio más flaco de lo normal, con ojeras, mal afeitado y sin decoro alguno, no le importaba como se viera. Cuando llegó al comedor se preguntó para qué había bajado, estaba de vacaciones y no tenía que preocuparse por nada. Subió de nuevo las escaleras y llego a su cuarto y sacó su computador portátil mini, se proponía terminar de escribir un cuento. En el momento en que lo prendió alcanzó a darse cuenta, por el reflejo de la pantalla, que no estaba sólo. Sonó un disparo.

PEQUEÑAS1Y la beba seguía llorando y su mamá la seguía regañando.-¡que se tome la leche!La beba lloraba y no terminaba de llorar y de empezar a tomarse la noche. Los llantos y los gritos se mezclaban en un ruido catastrófico que producía dolor de cabeza y ganas de desear quedarse sordo. Cuando de un momento a otro la beba paró de llorar abrazó a su madre, que estaba sentadas en sus piernas al frente de la mesa, y le sobó suavemente la barriga.-vinimos aquí a tomarnos la leche-dijo la mamá, que ya estaba cansada de todo un día de jornada y que esos signos de amor de así por así no hacían gracia.La beba dejó de llorar2-le tiene que gritar a la mamáÉl siguió gritando.-le tiene que gritar a la mamá.3.Agarró un puñado de tierra y se lo tiró a los gallinazos que ya se posaban sobre él. Se encontraba totalmente sólo, por un tiempo sintió alivio, ya no sentía el dolor en sus diversas formas, no sintió nada. Su cuerpo estaba totalmente maltratado, la sangre ya estaba seca. ¡Dios!

UNA PEQUEÑA ALEGRÍA

Page 3: Todo Es Mi Uno, Derriotard

Mi hermanita corre rápido hacia mí, me va a decir algo muy importante, se le ve en la cara, en sus pasos desesperados. Yo la paro con mis manos, ya que por la velocidad que llevaba casi sigue derecho. Me dice:

-¡Parece popó de perro!

Al principio quedé desconcertado para después llegar a la sospecha y luego a la claridad: mi hermanito había comprado arcilla para hacer un barco con ella. Me alegro mucho de ese pensamiento de mi hermanita, me sentí muy feliz, de verdad.

-¡Hay, qué linda!- exclamé muy emocionado.

Intento agarrarla y abrazarla pero se me escabulle. Ahora se va donde mi hermana, que está al lado mío, y le dice muy suavemente como si estuviera diciendo algo malo:

-Juan está apachurrando popó de perro… y lo aplasta.

Mi hermana y ella al mismo tiempo murmuraron un “¡I-u!” de asquerosidad.

A mí todo me sorprendió, y tal fue mi sorpresa que me inspiró a escribir este cuento.

¡VIVA CHESTERTON!