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LA RECOMPOSICIÓN DE LA POLÍTICA CULTURAL EN MÉXICO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

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Page 1: Tomas Ejea Mendoza

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La recomposición de la política cultural en México en los últimos años.

Tomás Ejea Mendoza

Octubre 2007

Desde el punto de vista teórico hablar de política hacia las artes siempre es

complicado por la falta de un referente conceptual que permita considerar los

aspectos que se quieren abordar. Al hablar del tema se corre el riesgo de caer

en un discurso que tiene un carácter más bien anecdótico o, en su caso, una

descripción meramente fáctica, cuyas posibilidades de plantear elementos

analíticos es sumamente reducida.

La política cultural tiene un campo de acción muy amplio, por tal se puede

entender toda una serie de acciones que están encaminadas a preservar el

patrimonio, en promover las diferentes prácticas sociales de una población, en

administrar y reglamentar las industrias culturales, en fomentar la práctica

creativa, en establecer canales de distribución y recepción de bienes y objetos

artísticos, etc. esto es, como dice el viejo adagio “Todo lo que no es natura, es

cultura”.

Por tal motivo, en este trabajo se considera como elemento decisivo en el

tratado de la política cultural, no a todas las acciones encaminadas a ello, sino

a aquellas acciones que estarían enmarcadas en la promoción y el fomento a la

actividad artística como un campo específico, con una relativa autonomía y que

tiene un proceso de creación, circulación y consumo mediados por un espacio

social que tiene la labor de sancionar o aprobar la presencia de determinados

creadores de acuerdo a una serie de criterios y requisitos en el que se atribuye

elementos de calidad artística a sus obras.

Estos espacios de aprobación y autorización están compuestos de cuerpos

sociales que en una compleja red de actores tiene la capacidad de establecer

lo que llamaremos la consagración de un artista y de su obra. El proceso de

consagración y reconocimiento se produce de manera formal o informal, directa

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o indirectamente y tiene como consecuencia el reconocimiento y la visibilidad

de la obra del artista.

Es de muy diversa índole los distintos actores sociales que han participado ha

través de la historia en el proceso de consagración. El papel tan relevante que

tradicionalmente han jugado los mecenas, los coleccionistas, así como los

críticos y curadores más recientemente habla de una basta complejidad que no

deja de sorprender.

En esta red de actores ha jugado un papel relevante la acción de los

gobernantes y de las instituciones del gobierno. En momentos históricos la

política gubernamental hacia las artes se convirtió en enormes empresas del

estado: revísense, por ejemplo, el caso de los países del bloque comunista en

el siglo XX, en que el arte se convirtió en un verdadero instrumento de

adoctrinamiento y educación de la población en general.

Lo que interesa destacar es que la acción de los gobernantes tiene un papel

que varía históricamente. En primer término se puede mencionar a la acción

del gobernante como un acto de iniciativa de tipo individual, la que tiene aquel

gobernante que por el poder que le brinda su puesto tiene una voluntad de

acción atendiendo fundamentalmente a sus inquietudes y gustos personales, el

caso de los Medicci en la Florencia renancentista es un buen ejemplo de ello.

En segundo término, tenemos a la acción del gobierno institucionalizado que

establece líneas generales de acción para la actividad gubernamental en

general y que dentro de ellas se perfilan algunos elementos que atañen a la

creación artística, pero que aún deja un gran margen de acción a la

personalidad de los gobernantes en turno y a la utilización discrecionalidad y

soterrada de los recursos presupuestales. Esta modalidad realiza acciones que

no se contemplan dentro de un plan global previo y por tanto, su hechura es

por demás heterogénea respondiendo fundamentalmente a necesidades

sociales coyunturales que en el momento se presentan.

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Dentro de esta modalidad podemos enmarcar a la política cultural que se ha

llevado a cabo en México durante gran parte del siglo XX. La política cultural

delineada a principios de los años veinte con la presencia de José Vasconcelos

es un ejemplo de ella. En las décadas posteriores, la preeminencia de la

llamada Escuela Mexicana de Pintura es una forma de presencia nacional e

internacional del gobierno emanado de la Revolución, sin embargo, está

enmarcada en un constante ajuste y reajuste de alianzas que da gran peso a la

discrecionalidad en la toma de decisiones y sobre todo se fundamenta en el

encargo o mecenazgo de la obra pública a artistas tanto de la pintura, como la

escultura y la arquitectura.

La compleja relación de los artistas plásticos con los diferentes actores

gubernamentales, sus acuerdos y desacuerdos, sus compromisos y en su caso

las componendas que se dieron marcan toda una época en nuestro país.

Así, podemos ver en México actos de gobierno relacionados con la cuestión

cultural de manera aislada: la creación del INAH en 1939, la creación del INBA

en 1946, y posteriormente ya entrados los años sesenta, la construcción del

museo de Antropología por un lado, y la construcción del MAM, etc. la política

cultural del régimen mexicano durante años funcionó de esa manera.

La tercera modalidad de participación gubernamental en las artes, es cuando

las instituciones gubernamentales de manera programada juegan un papel

explícito y constante en la producción, fomento y consumo de las actividades

artísticas. En esta tercera modalidad, se establecen una serie de acciones

homogéneas, procurando tener un mayor alcance y perdurabilidad que las dos

primeras y se puede considerar como una Política de Estado.

La creación de instancias gubernamentales, tales como secretarías, ministerios

o consejos, especializadas en la política cultural puede ser un indicio de esta

modalidad. Es claro que durante el siglo XX, sobre todo en su segunda mitad,

existen gran cantidad de casos de países, México no es la excepción, en que

se realizan intentos de pasar de acciones gubernamentales aisladas y sin

organizidad explícita a una acción gubernamental estable y perdurable. En este

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sentido, podemos considerar que la creación del ministerio de cultura en

Francia en 1959 es un parte aguas, pues por primera vez a nivel mundial se

tiene un ministerio creado ex-profeso para el tema de la cultura.

La creación de la instancia que actualmente rige la cultura en México el

Consejo Nacional de la Cultura y la Artes y de manera inmediata posterior la

creación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes dependiente del

primero, por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari está enmarcada en una

coyuntura histórica de una sucesión presidencial por demás polémica y

considerada por muchos mexicanos, incluido el que esto escribe, como un

fraude electoral descomunal, y tiene como objetivo central el ser un eje de

acción gubernamental que permita un plan y proyecto para generar una política

de Estado en el ámbito cultural.

Como mucho de las acciones postreras del gobierno priísta el Conaculta y el

Fonca son soluciones a medias, que enmarcadas en un discurso retórico en

que se pretende la creación de nuevas formas de interlocución y gobierno no

termina por afrontar verdaderamente los problemas importantes del país

incluido en ello, por supuesto la cuestión de la problemática cultural. El

Concaculta y por tanto, el Fonca son a final de cuentas una medida tibia pues

sigue siendo muy ineficiente en la resolución de problemas.

Su presupuesto: Sigue estando a final de cuentas definido por la Secretaría

de Hacienda y la Secretaría de Educación Púiblica, ya que depende

orgánicamente de esta última.

Su constitución: Aunque se hablaba de colegialidad y participación en sus

instancias, la colegialidad solamente se aplica a un grupo de programas

administrados por el fonca, el resto sigue funcionando en muchos casos de

manera discrecional.

Su dirigencia: Es un órgano que su titular es nombrado directamente por el

presidente de la República en que la comunidad artística y cutural así como

otras instancias políticas y ciudadanas no tienen ninguna incidencia. De igual

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manera el nombramiento de los funcionarios que dirigen los diferentes

organismos que se inscriben en su ámbito de competencia sigue siento

totalmente vertical. (La salida abrupta de Víctor Flores Olea en los años

noventa o la imposición de Sari Bermudez es ejemplo de ello).

Su carácter jurídico: La falta de un estatuto jurídico que le de legitimidad y

capacidad organizativa es una seria traba para su buen funcionamiento.

La coordinación de sus instancias de acción: las diferentes instituciones

que agrupa siguen funcionando cada una por su lado y se sigue dando una

línea de trabajo muchas veces determinada por las necesidades del presidente

en turno.

La claridad de los recursos: la utilización de los recursos en general, sigue

careciendo a la fecha, de un rendimiento de cuentas claras y precisas que den

transparencia al ejercicio presupuestal.

El monto de los recursos presupuestales: finalmente, el CONACULTA y el

FONCA se ven absolutamente rebasados como institución gestora del

presupuesto ante el problema principal que es el bajísimo presupuesto

asignado a la cultura, pues nos encontramos muy por debajo de la

recomendación de la UNESCO de invertir el 1% del PIB en materia cultural.

Una adecuada ponderación presupuestal del sector cultural, está muy lejos de

suceder pues como todos sabemos, la tendencia de los gobiernos actuales no

es incrementar el presupuesto, sino reducirlo, tal como sucedió en el ejercicio

presupuestal del 2007 en que solamente la movilización de la comunidad

cultural pudo evitar el salvaje recorte que se veía venir.

Todos estos problemas no se solucionaron con la creación del CONACULTA y

el FONCA. Desde su mismo origen y por la forma en que se constituyo su

marco legal no se establecieron realmente posibilidades de que fuera un

instrumento para llevar a cabo los objetivos propuestos.

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Sin embargo, no cabe duda, y es la tesis central de esta ponencia, que el

CONACULTA y específicamente el Fonca juegan un papel importante en la

creación, desenvolvimiento y funcionamiento en las redes artísticas del país,

sobre todo en lo que se refiere a las llamadas artes visuales, esto es, y para

dejarlo claro, independientemente de que el proceso de ejercicio de recursos

innegablemente no ha llegado a ser transparente, el Fonca juega un papel muy

importante en la lógica política del régimen en cuanto a su posibilidad de

generar consensos y legitimidad, pues los recursos que otorga se convierten en

una bocanada de aire para la comunidad artística que con mucha frecuencia

está fuertemente golpeada por los avatares económicos.

Cuadro 1 FONCA: Recursos administrados 1989-2006

Pesos corrientes Recursos económicos otorgados por convocatoria

1,458 millones 25.3 %

Recursos económicos destinados para proyectos especiales a través del FONCA como mecanismo financiero

1,059 millones 18.4 %

Recursos económicos invertidos en las subcuentas especiales denominadas subfondos

3,022 millones 52.4%

Gastos de operación 222 millones 3.8% Total 5, 762 millones 100.0 % Elaboración: Tomás Ejea. Fuente: Fonca: 18 años de inversión en el patrimonio vivo de México. CONACULTA, 2006.

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Cuadro 3 FONCA: Recursos otorgados a través de los programas por convocatoria.

FONCA: Recursos otorgados por convocatoria

21 21 17

66

137

259

162 158137 125 132 118 129 134 145 130

170214

0

50

100

150

200

250

300

19891990

19911992

19931994

19951996

19971998

19992000

20012002

20032004

20052006

Año

Mill

ones

de

peso

s co

nsta

ntes

Así pues, para concluir, tenemos que el ejercicio presupuestal de alrededor de

200 millones de pesos al año que gasta el gobierno en el programa de

convocatorias del FONCA (170 millones en 2005 y 214 millones en 2006) son

desde mi punto de vista los mejor gastados del presupuesto federal, por dos

paradójicas y contrapuestas razones:

Primero, esta cantidad se destina a los creadores artísticos que sin lugar a

dudas, salvo excepciones, en su gran mayoría viven la penuria de los embates

económicos y por lo tanto no cabe duda que merecen un respaldo aunque este

siga siendo raquítico por parte del gobierno y segundo, como dicen en el

pueblo, le sale barato al gobierno que por esta ínfima cantidad de dinero,

pueda presumir la existencia de un Sistema Nacional de Creadores y de una

serie de programas de convocatorias de corte “democrático y participativo”,

sobre todo si tenemos en cuenta que el presupuesto que utiliza el Fonca

anualmente en la totalidad de los programas por convocatoria representa

únicamente el 10% de lo que costó la desastrosa construcción de la Biblioteca

Vasconcelos.