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La primacía de la política Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN Alfredo Pucciarelli (editor) Edudeba UBA-1999 - Buenos Aires Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

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Historia, Nueva izquierda

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  • La primaca de la poltica

    Lanusse, Pern y la Nueva Izquierda entiempos del GAN

    Alfredo Pucciarelli(editor)

    Edudeba

    UBA-1999 - Buenos Aires

    Este material se utiliza con finesexclusivamente didcticos

  • 2NDICE

    IntroduccinAlfredo Ral Pucciarelli.......................................................................................................................... 7

    PRIMERA PARTEMemorias del Gran Acuerdo Nacional

    Dilemas irresueltos en la historia reciente de la sociedad argentinaAlfredo Ral Pucciarelli........................................................................................................................ 23

    El caso del realismo insuficiente. Lanusse, La Hora del Puebloy el Gran Acuerdo NacionalGonzalo de Amzola .............................................................................................................................. 57

    Las artes del asedio y de la negociacin. Pern y el lanzamiento del FrenteCvico de Liberacin NacionalJuan Alberto Bozza.............................................................................................................................. 117

    Cmpora al gobierno, Pern al poder. La tendencia revolucionariadel peronismo ante las elecciones del 11 de marzo de 1973Mara Laura Lenci .............................................................................................................................. 167

    SEGUNDA PARTEUna sociedad desafiante

    Protesta social y "Nueva Izquierda" en laArgentina del Gran Acuerdo NacionalMara Cristina Tortti........................................................................................................................... 205

    Post Scriptum: la construccin de un campo temticoMara Cristina Tortti........................................................................................................................... 231

    Vanguardia y revolucin: acciones y definicionespor una "nueva esttica". Argentina, 1968Ana Longoni y Martano Mestman....................................................................................................... 235

    La expansin de los lmites de lo posible. El itinerario de una experiencia innovadoraen salud mental a fines de los '60Mauricio S. Chama.............................................................................................................................. 265

    Un cruce de palabras: La Opinin ante las elecciones del '73Ana Julia Ramrez ............................................................................................................................... 313

    Cmpora: primavera-otoo. Las tomasFlabin Nievas .................................................................................................................................... 351

  • 3PROTESTA SOCIAL Y "NUEVA IZQUIERDA"EN LA ARGENTINA DEL GRAN ACUERDO NACIONAL

    Mara Cristina Tortti*

    Hasta hace muy poco tiempo era notoria la ausencia de debate sobre los aos '70, tanto en el mbitoacadmico como en la mayor parte de los discursos polticos. Aprisionados entre los "dorados" sesenta y elhorror de la dictadura, los procesos de activacin social y radicalizacin poltica eran objeto de untratamiento escaso y fragmentario, generalmente reducido al accionar de las organizaciones armadas. A lavez, la revalorizacin de las formas democrticas proyect sobre aquellos aos un juicio fuertementecondenatorio que, convertido en "sentido comn", contribuy a que los intentos de revisin fueran relegadosa la periferia de las "opiniones personales" y convertidos en cuestiones cuasi privadas. Rodeados por elcordn poderoso e invisible que encierra aquello "de lo que no se habla" escaparon a la posibilidad delanlisis y del verdadero debate.

    Sin embargo, ltimamente -de manera notoria a partir del XX aniversario del golpe de estado de1976-, una corriente cada vez ms intensa parece empujar la cuestin hacia la superficie, alimentada por elimpacto que generaron algunos trabajos histrico-testimoniales as como otros de carcter artstico, literarioo periodstico, que alcanzaron gran difusin.1

    Este inters por los '70 -y los interrogantes que suscita- desafan a las Ciencias Sociales y a laHistoriografa, que an no les han dado un tratamiento adecuado. En consecuencia, el debate suscitado tiendea permanecer encerrado entre perspectivas que reproducen una visin maniquea de aquella etapa de la vidapoltica nacional.

    Una de ellas, impulsada por la necesidad de rescatar los valores de la generacin que fueprotagonista principal de los acontecimientos, abona una especie de leyenda heroica" que tiende un velosobre las causas que llevaron a la catastrfica derrota de su proyecto poltico. En contraposicin, la otracondena cerradamente ese pasado: una suerte de "ira sagrada" lleva con frecuencia a sus sostenedores aesgrimir las armas de la descalificacin del contrincante o a ridiculizar opciones polticas cuando se asociarevisin con reivindicacin y se percibe un amenazador "regreso del pasado".2

    Tanto la reivindicacin acrtica de la experiencia revolucionaria como su condena en bloque resultanparticularmente graves cuando se producen en el campo intelectual, y cuando sus sostenedores no puedeneludir un punto de vista fuertemente autorreferencial ni la tendencia a sustentar las argumentaciones entrminos de la propia biografa.

    Otra es la posicin que se aprecia en algunos trabajos, que asumiendo esos riesgos, contienenesfuerzos consistentes para volver ms productivo el debate sobre los '70.3 Sin desconocer el peso de la"inevitable" crispacin tico poltica provocada por "una poca cuyo sentido no es inerte" permiten que esatensin valorativa deje espacio para el anlisis, y para que las cuestiones comiencen a ser procesadasapelando al instrumental terico y metodolgico que posibilite examinarlas de una manera ms sistemtica.

    Animado por esta conviccin, el presente trabajo -y el proyecto del que forma parte- se proponereconstruir el escenario sociopoltico de la Argentina pos-1969, cuando a partir del Cordobazo, una intensamarea opositora trastoc severamente los planes de la Revolucin Argentina y mostr el fracaso de sufrmula para superar la crisis que la sociedad y el Estado arrastraban desde el derrocamiento del peronismo.4

    * Centro de Investigaciones Socio Histricas, UNLP-UBA.1 Nos referimos a trabajos como los de BONASSO, M., El presidente que no fue, Buenos Aires, Planeta, 1997, o el deCAPARRS, M. y ANGUITA, E.: La Voluntad, Buenos Aires, Norma, 1997; novelas como la de Heker, L: El fin de lahistoria, Buenos Aires, Alfaguara, 1996; pelculas como Cazadores de Utopa, dirigida por M. Blaustein (1996); laaparicin de una revista de divulgacin como "Los 70"; y a numerosas entrevistas, comentarios y discusionespublicadas en diarios y revistas de amplia circulacin. Cabe mencionar tambin a textos y pelculas dedicados a lafigura de Eva Pern en los dos o tres ltimos aos.2 Importantes componentes de este debate se encuentran en la revista Punto de Vista N 55 (Buenos Aires, 1996) y N58 (Buenos Aires, 1997), y en la revista Confines N 13 (Buenos Aires, 1996) y N 14 (Buenos Aires, 1997).3 Nos referimos en particular a: ALTAMIRANO, C.: "Montoneros", revista Punto de Vista N 55,1996; TERN, O.:"Pensar el pasado", revista Punto de Vista N 58,1997; Casullo, N.: "Los aos 60 y 70 y la crtica histrica" revistaConfines N 14, 1997.4 Se trata del Proyecto "Conflictos sociales e inestabilidad poltica. Argentina 1966-73% dirigido por el Dr. A.Pucciarelli.

  • 4La secuencia que -en el proyecto militar- enlazaba idealmente "modernizacin" del capitalismoargentino, disciplinamiento de la sociedad y posterior institucionalizacin poltica, se volvi decididamenteinaplicable. Una vez ms, los sectores dominantes tropezaban con la evidencia de su incapacidad paragenerar crecimiento, orden y legitimidad, y el viejo fantasma de la ingobernabilidad de la sociedad argentinaadquira ahora formas inquietantes.

    La masividad de la protesta social y la creciente radicalizacin de la prctica poltica, mostraban unasustancial modificacin en las expectativas de la sociedad a la que el gobierno de las FF.AA. habapretendido modelar: estilos y consignas que hasta haca poco haban sido patrimonio de grupos de reducidadimensin, se expandan ahora de manera inquietante, constituyendo una verdadera "novedad" en la vidapoltica argentina. Este clima de efervescencia social y el crecimiento de grupos y organizaciones de lallamada "Nueva Izquierda" ("NI"), hicieron que los sectores ms lcidos de las Fuerzas Armadasvislumbraran que ya no se trataba solamente de resolver "el problema del peronismo y, menos an, deseguir pensndolo en sus viejos trminos. Ahora, por fuera y por dentro de ese movimiento crecantendencias que planteaban sus demandas hablando el lenguaje de la "liberacin nacional" el "socialismo" y la"revolucin" e involucraban no slo a la clase obrera sino tambin a importantes franjas de los sectoresmedios.

    Nuestra atencin se orienta hacia ese conglomerado de fuerzas sociales y polticas que, desde finesde los aos sesenta, produjo ese intenso proceso de protesta social y de agitacin poltica por el cual lasociedad argentina pareci entrar en un proceso de contestacin generalizada.

    El enfoque que proponemos presenta el atractivo y la dificultad de recortar a un sujeto en proceso deconstitucin, socialmente heterogneo, y que oscila entre movimiento social y actor poltico. Como sujetoemergente, su energa se manifest tanto en el estallido espontneo como en la revuelta cultural, y en lamilitancia poltica tanto como en el accionar guerrillero. Como actor poltico renovador y contestatario,ocup un lugar desde el cual la oposicin a la dictadura se precipit desafiando las formas habituales de lavida poltica argentina.

    Mltiples lazos conectaban al movimiento propiamente poltico con las variadas formas de laprotesta y con procesos de "subversin institucional" que fueron tpicos de aquellos aos. Un lenguajecompartido, y un comn estilo poltico, daban cierta unidad "de hecho" a grupos que provenan delperonismo, de la izquierda, del nacionalismo y de los sectores catlicos ligados a la teologa de la liberacin.

    Pese a la diversidad de las tradiciones poltico-culturales de las cuales provenan estos grupos, lasacciones y los discursos que producan resultaban convergentes en la manera de oponerse a la dictadura y ensus crticas al "sistema", y esa convergencia potenciaba su accionar. Adems, la multiplicidad de los lazosque sus componentes desarrollaron contribuy a que fueran percibidos -y se percibieran a s mismos- comopartes de una misma trama: la del campo del "pueblo y de la "revolucin".

    Pensamos que fue esa conjuncin la que gener una sensacin de "amenaza en el gobierno, y queesa percepcin se encuentra en el origen del viraje poltico producido por Lanusse al convocar al GranAcuerdo Nacional (GAN). La audacia de esa estrategia, radic en proyectar la reinsercin del peronismo enel sistema poltico, como operacin destinada a aislar a los elementos ms radicalizados y devolverlegitimidad a la accin estatal, encauzar la conflictividad social y poltica dentro de los marcos de lademocracia parlamentaria y del sistema de partidos, e intentar que la oposicin a la dictadura se desgajara delas impugnaciones al "sistema".

    Desde esa perspectiva, para conjurar la amenaza era necesario frustrar -o detener- la confluenciaentre la izquierda social y la izquierda poltica que, segn se pensaba, podran llegar a constituir unacorriente orgnicamente unificada.

    La iniciativa estatal se propuso entonces generar un movimiento inverso al que vena describiendo lasociedad que, de la oposicin poltica a la dictadura, se haba deslizado hacia una impugnacin ms globaldel orden social. As es como, pese al auge de la movilizacin y de la guerrilla, y a la virulencia delenfrentamiento entre Lanusse y Pern durante los aos 1971 y 1972, puede pensarse que la paulatinaconsolidacin del GAN fue la contracara de un molecular, y tal vez imperceptible, proceso de debilitamientode los lazos que conectaban a los sectores sociales activados con las vanguardias revolucionarias.

    A modo de breve revisin

    La trascendencia y complejidad de los fenmenos que estamos evocando, no tiene an un adecuadocorrelato en el nivel de los estudios socio-histricos, aunque como ha sido sealado, muy recientemente latendencia parece haber comenzado a revertirse. Sin embargo, debido al carcter fragmentario y escaso delconocimiento, no puede an hablarse de un campo temtico plenamente constituido.

  • 5Una primera revisin de la bibliografa muestra la coexistencia de algunos detallados estudios "decaso" con otros trabajos que, si bien contienen interpretaciones ms ambiciosas y globales del perodo, nosiempre cuentan con suficiente apoyatura emprica.

    En algunos casos, esas interpretaciones son parte de estudios que tiene por objeto explicar elproyecto de la Revolucin Argentina y las razones de su fracaso, o el conflictivo proceso abierto a partir del25 de mayo de 1973. En consecuencia, el perodo y los procesos que aqu nos interesan, no alcanzan aadquirir entidad, ms all de su carcter de etapa final o antecedente de otros a los que se consideraprincipales. Sin embargo, y debido justamente al auge de la protesta y de la "NI" el perodo previo allanzamiento del GAN suele ser caracterizado en trminos de "crisis de hegemona" "del Estado", "de ladominacin social" o "de la sociedad populista" segn los autores.5

    En estas interpretaciones, cercanas a la idea de "crisis revolucionaria" aparece cierta la dificultad a lahora de dar cuenta de la posterior y masiva participacin popular en las elecciones del 11 de marzo de 1973.Se recurre entonces, por lo general, a la idea del "desvo" que ese movimiento habra sufrido respecto de suscontenidos ms radicales. Pero, tanto la emergencia del movimiento de protesta y de la "NI" como elposterior "desvo" por los cauces del proceso eleccionario, suelen aparecer como datos o constataciones, sinla suficiente profundizacin en las razones que lo hicieron posible. Quedan as en relativa oscuridad, lanaturaleza de los actores y el papel que sus estrategias jugaron en el campo de fuerzas del que formaronparte.

    Otros autores, con hiptesis menos abarcativas, abordaron el fenmeno de la "NI" desde diferentesngulos. Algunos centraron su atencin en la constitucin de la "NI cultural" de los '60, como antecedentesignificativo -o tramo inicial- del proceso de politizacin desatado a partir del Cordobazo.6 Uno de susaportes fundamentales radica en haber reconstruido ese peculiar cruce entre modernizacin cultural,compromiso poltico e ideas revolucionarias, que produjo tan significativos efectos en la dcada posterior.

    En otros trabajos se tiende a circunscribir el fenmeno de la `NI a las organizaciones guerrilleras,atendiendo tanto al impacto que la violencia tuvo sobre el sistema poltico como al efecto que determinados"imaginarios" habran tenido en el desencadenamiento de la accin poltica violenta. Tambin se sueleexplorar en el pasado nacional buscando las causas que habran hecho posible la legitimacin social de laviolencia, destacndose la continuidad de ciertos rasgos en la cultura poltica argentina.7 Cabe sealar que endichos trabajos, sobre todo los elaborados durante los aos '80, la revisin del perodo que nos ocupa fueencarada desde una marcada revalorizacin de las formas democrtico-parlamentarias y tendiendo a enfatizarlas diferencias entre la movilizacin social y el accionar poltico-militar de las organizaciones armadas. Laprimera suele ser vista como "espontnea" y "legtima" mientras en que en el segundo caso se marcan comorasgos diferenciales "el endiosamiento de la violencia" y el "intento de implantarse" en los movimientossociales, con lo cual habran obstruido el natural desarrollo de sus contenidos democratizantes. Pocas vecesse presta atencin al hecho de que las organizaciones armadas crecieron manteniendo mltiples lazos con elmovimiento de protesta que se expanda en la sociedad.

    Por otra parte, se encuentran estudios ms particularizados que reconstruyen acontecimientos comoel Cordobazo y otras puebladas,8 o hilvanan la historia de grupos tales como el Movimiento de Sacerdotespara el Tercer Mundo,9 el "clasismo" en el movimiento sindical,10 o las organizaciones armadas.11

    5 PORTANTIERO, J. C.: Economa y poltica en la crisis argentina" Revista Mexicana de Sociologa N 12, Mxico,1977; O'DONNELL, G.: El estado Burocrtico Autoritario, Buenos Aires, Ed. Belgrano, 1981; DE Riz, L.: Retorno yderrumbe, Buenos Aires, Hyspamrica, 1986.6 TERN, O.: Nuestros aos sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991; SIGAL, S.: Intelectuales y poder en la dcada delsesenta, Buenos Aires, Puntosur, 199 1; VERN, E.: Imperialismo, de clases y conocimiento, Buenos Aires, TiempoContemporneo, 1974; HORA, R. y TRMBOLI, J.: Pensar la Argentina, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1994;VVAA, Cultura y poltica en los aos '60, Publicaciones del CBC-UBA, Buenos Aires, 1997.7 HILB, C. y LUTZKY, D.: La nueva izquierda argentina, Buenos Aires, CEAL, 1984; OLLIER, M. M.: Orden, podery violencia, Buenos Aires, Hyspamrica, 1989 y El fenmeno insurreccional y la cultura poltica, Buenos Aires, CEAL,1986; SIMARO, R.: "Ideologas y violencia poltica" Buenos Aires, revista El Bimestre N 139,1988.8 BALV, B. y MURMIS, M.: Lucha de calles. Lucha de clases, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1973; DELICH, E:Crisis y protesta social, Buenos Aires, Siglo XXI, 1970; BALV, B. C. y BALV, B. S. El '69. Huelga poltica demasas, Buenos Aires, Contrapunto, 1989; ALTAMIRANO, C.: Memoria del '69", Crdoba, revista Estudios N 14,1994; BRENNAN, J.: El Cordobazo, Buenos Aires, Sudamericana, 1996; AUFGANG, L.: Las puebladas: dos casos deprotesta social. Cipolletti y Casilda, Buenos Aires, CEAL, 1989; CRENZEL, E.: El Tucumanazo, Buenos Aires, CEAL,Buenos Aires, 1991; etctera.9 PONTORIERO, O.: Sacerdotes para el Tercer Mundo: el fermento de La masa, CEAL, Buenos Aires, 1991;Vemazza, J.: Una vida con los pobres: los curas villeros, Buenos Aires, Guadalupe, 1989; MARTIN, J. P.: "El

  • 6Por lo general, se trata de trabajos basados en abundante material testimonial y que permiten,adems, acceder a importantes fuentes documentales. Desde el punto de vista de la interpretacin, algunossugieren explicaciones centradas en el conflicto de clases, mientras que otros ponen el acento en los aspectosculturales y en su incidencia sobre los fenmenos polticos.

    Tambin interesa mencionar aqu trabajos recientes como "La Voluntad",12 "Mujeres guerrilleras",13"Los perros",14 en los cuales -mediante construcciones narrativas cercanas a la biografa o al relatotestimonial- se muestran las conexiones entre los diversos mbitos de la "NI" no tanto como fruto desofisticadas diagramaciones, sino sobre todo por efecto de una intensa circulacin de ideas y personas,convencidas de que haba sonado la hora de la revolucin y deseosas de cumplir un papel en ella.

    Desde nuestro punto de vista, y a modo de sntesis, diremos que no nos parece adecuadocircunscribir el fenmeno de la NI a sus expresiones estrictamente polticas -o poltico-militares-, y menosan presentarlas exagerando sus diferencias con el movimiento de protesta social. Pero tampoco nos resultaapropiado forzar la identidad de fenmenos que, si bien mantenan nexos, carecan de esa casi perfectacontinuidad entre intereses de clase y accin poltica que algunas perspectivas tericas tienden aadjudicarles.15

    Este trabajo, atendiendo al estado del conocimiento se propone comentar la bibliografa existente,sometindola a los propios interrogantes y esbozando algunos criterios interpretativos de carcter general,con la esperanza de que puedan ser de utilidad para algunas de las investigaciones en curso.16

    En tal sentido nuestro inters apunta a:

    1. Detectar los puntos de ruptura a partir de los cuales la sociedad argentina pareci entrar en un proceso decontestacin generalizada, as como la influencia ejercida por ideas y experiencias modernizantes yrevolucionarias, en curso en el contexto internacional.

    2. Identificar el complejo de prcticas, ideas y expectativas que actuando como zonas de interseccin,permitieron que una amplia variedad de grupos y tendencias construyeran su identidad como integrantesdel "campo popular y revolucionario".

    3. Echar luz sobre los objetivos efectivamente perseguidos por esos actores, sin dar por descontado que unaprctica poltica radicalizada exprese, en todos los casos, metas de carcter "revolucionario".

    4. Avanzar hacia interrogantes ms complejos referidos a las razones por las cuales toda esa energa socialrenovadora no logr constituir un actor poltico unificado ni liderar de manera autnoma al conjunto delos sectores activados.

    La revuelta cultural

    El clima contestatario que se expandi a partir del Cordobazo, tena una de sus races en el campointelectual y cultural propio de los aos '60, cuando la sociedad se encontraba inmersa en un proceso de"modernizacin" totalmente contradictorio con el autoritarismo gubernamental y su poltica culturaloscurantista. Dicha modernizacin abarcaba desde la modificacin de los estndares de vida hasta los hbitosde consumo y las expectativas de ascenso social; desde la transformacin de las costumbres, el nuevo papelde la mujer y la nueva moral sexual, hasta la alteracin de las relaciones dentro de algunas instituciones Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo", Revista de Teologa Latinoamericana N 41/42, Buenos Aires,CEAL, 1991.10 BRENNAN, J,: op. cit.; DUVAL, N.: Los sindicatos clasistas. Sitrac (1970-71), Buenos Aires, CEAL, 1988;GODIO, J.: El Movimiento Obrero Argentino, Buenos Aires, Legasa, 1989; BERROTARN, P y POZZI, P. (c):Estudios inconformistas sobre la clase obrera argentina. 1955-1989, Buenos Aires, Letra Buena, 1994; JAMES, D.:Resistencia e integracin. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-76, Buenos Aires, Sudamericana, 1990.11 SANTUCHO, J.: Los ltimos guevaristas, Buenos Aires, Puntosur, 1988; SEOANE, M.: Todo o nada, Buenos Aires,Planeta, 1991; GILLESPIE, R.: Soldados de Pern. Los Montoneros, Buenos Aires, Grijalbo, 1987; MATTINI, L.:Hombres y mujeres del P.R.T.-E.R.P., La Plata, La Campana, 1995.12 CAPARRS, M. y ANGUITA, E: op. cit.13 TIANA, M.: Mujeres guerrilleras,. Buenos Aires, Planeta, 1996.14 POZZI, P: "Los perros: la cultura guerrillera del P.R.T-E.R.P.", Buenos Aires, revista Taller N 12, 1996.15 Nos referimos, en el primer caso, a los enfoques citados en la nota 7, y en el segundo, a interpretaciones del tipo de lacontenidas en trabajos como los de BALV B., op. cit., o MARN, J. C.: Los hechos armados, Buenos Aires, CICSO,1984.16 Nos referimos a las investigaciones en curso dentro del ya mencionado Proyecto "Conflictos sociales..." y a las querealizan los miembros del Taller "Crisis o decadencia. Transformaciones recientes de la sociedad argentina", Fac. deCiencias Sociales, UBA.

  • 7tradicionales como la familia y la escuela. La difusin del psicoanlisis y la creacin de carrerasuniversitarias "modernas" -como Sociologa-, junto con el "boom" de la literatura latinoamericana y elflorecer de mltiples expresiones artsticas, dejaron tambin su marca a lo largo de los sesenta.

    Pero adems, esta secularizacin de matriz desarrollista se cruzaba con los aires libertarios de lapoca, y con la fuerte creencia en que la crisis nacional era producto de la dependencia y el atraso y que slopodra ser superada con socialismo. Liberacin nacional, socialismo, impugnacin a la sociedad de consumoy sus efectos alienantes; construccin del "hombre nuevo" -personificado en la figura del Che Guevara-fueron algunos de los temas que tieron no slo la discusin poltica sino tambin la produccin acadmica,la literatura, el arte y hasta el cancionero popular de la poca.

    Para muchos intelectuales, el tema del "compromiso" pas a ser una cuestin crucial. Los debatesacerca del papel que deban cumplir en la sociedad evolucionaron desde las posiciones de simpata por la"causa del pueblo" hasta el desafo de encarar la prctica poltica, incluyendo muchas veces, un cierto desdnpor la tarea intelectual.17

    Por lo general, se seala que la "apertura" cultural estuvo vinculada con la receptividad de losintelectuales ante ciertos temas de amplia circulacin en el mundo occidental. Uno de ellos, replanteaba larelacin entre cultura y poltica bajo la fuerte influencia del pensamiento de J.P. Sartre y de F Fanon; otrotema de capital importancia provino del impacto producido por la Revolucin Cubana que puso a la ordendel da la cuestin de la posibilidad -e inminencia- de la revolucin, y actu como rotundo ments a lasestrategias "reformistas".

    Potenciando lo anterior, la polmica chino-sovitica, los debates sobre el stalinismo y la renovacinque se estaba produciendo en el marxismo occidental, contribuyeron al descrdito de los partidos de laizquierda tradicional. En el interior de esos partidos, sobre todo entre los militantes ms jvenes, brot consingular fuerza la necesidad de revisar la experiencia de la izquierda en relacin con el movimiento social, enparticular con el peronismo. Este complejo proceso condujo a reinterpretar la historia, en particular la de laclase obrera, y a "descubrir" aspectos y potencialidades revolucionarias en el peronismo: a partir de esemomento, una amplia franja de la izquierda se "peroniz".

    Esas diversas lneas de pensamiento, al cruzarse, tuvieron el efecto de un poderoso revulsivo, ydieron lugar a la emergencia de grupos y tendencias que las combinaban de manera diversa y generalmenteeclctica. Pese a la diversidad, todos pueden ser considerados como partes de un mismo movimiento, en lamedida en que compartan objetivos y metodologas de tipo radical. Aunque partieran de posicionescristianas, nacionalistas, peronistas o de izquierda, las unificaba el deseo del "compromiso" -entendido comourgencia por involucrarse en la vida poltica-, la confianza en las virtualidades revolucionarias del pueblo yla creencia en que era necesario contar con una "vanguardia" que, representando sus intereses, tomara lainiciativa en la lucha. Finalmente, corno ha sido dicho, todos formaban parte del partido cubano".18

    Puede pensarse que en buena medida, "el pas peronista" -con sus antinomias polticas y susaspiraciones- estaba siendo dejado atrs, aunque se reivindicara el papel progresivo de ese movimiento demasas. Contribuyeron a este cambio, no slo las nuevas corrientes culturales, sino tambin la maduracin deprocesos sociales que haban tenido origen en aquel pas que, adems de haber integrado a los sectorespopulares, les haba dado el impulso inicial en la carrera por el ascenso social. Muchos hijos de la generacindel '45 accedan a la vida universitaria y a los crculos intelectuales: provenientes de mbitos que carecan deesa tradicin, acentuaron as la ruptura con el mundo de sus padres.

    El claro pasaje de esos intelectuales a la prctica poltica se dio entre los aos 1968-69 cuando, entreotras cosas y al decir de O. Tern, la rebelin de Pars "se vivi como un hecho local" y luego el"Cordobazo" mostrara que la revolucin era posible en la Argentina. Este autor, al dar cuenta de laemergencia de la "nueva izquierda intelectual" y de su relacin con el fenmeno ms general de la "NV",destaca que en nuestro pas el debate sobre el "compromiso" se imbric con un proceso de"autoculpabilizacin" por parte de los intelectuales. Estos, habran vivido su condicin como "privilegio" y"separacin" respecto del pueblo, no slo por su situacin social, sino especialmente, por su ubicacinpoltica, que les habra impedido comprender el fenmeno del peronismo. Por esta razn, la asuncin delcompromiso habra incluido una suerte de "rescate" y valorizacin de aquello que no haba sido entendido.19

    Si se desarrollara esta perspectiva, sera posible dirigir la atencin hacia el hecho, aparentementeparadojal, de la absorcin de importantes sectores de la izquierda radicalizada por la estrategia diseada porPern para su movimiento, a partir del lanzamiento del GAN. La "autoculpabilizacin", la necesidad de

    17 Ver nota 7.18 TERN, O., op. cit. y entrevista en Hora, R. y Trmbol, J.: op. cit.; tambin: SIGAL, S.: op. cit.19 Ibidem.

  • 8acercamiento a las luchas populares, y la idealizacin del peronismo, constituiran uno de los surcos por losque discurri el pensamiento "radical", aun antes de que Pern hiciera el menor gesto de seduccin poltica.

    Muchas veces, en la bibliografa se percibe la dificultad que entraa dar cuenta de las razones de eseproceso. Suele aludirse a la maestra de Pern en el arte de la conduccin poltica o a la persistencia de laadhesin hacia a l por parte de la clase obrera.

    Sin embargo, creernos que no ha sido suficientemente analizado el peso y los efectos que ese procesode "autoculpabilizacin" tuvo en el imaginario de esos grupos, y en el influjo que ellos ejercieron sobreamplios sectores juveniles que por entonces hacan su ingreso a la vida poltica.20 Sera convenienteexaminar ms detenidamente el papel cumplido por aquellas corrientes y grupos que, por esos aos y no sincierta ambigedad, comenzaron a definirse como "peronismo de izquierda"

    Por otra parte, el tema de la "autoculpabilizacin" podra ser una interesante puerta de entrada para elabordaje de la dimensin psicosocial de las conductas polticas, necesidad muchas veces sugerida por autoresque advierten la insuficiencia de analizarlas en trminos puramente racionales. Rasgos tpicos del accionarpoltico de la poca -"entrega", "herosmo", "creencia en el triunfo", cierto dogmatismo, etctera-, as comocierta disposicin a "sustituir" a otros sujetos en el proceso revolucionario y a "acorta? los tiempos, tal vezpermitan explicar mejor el vanguardismo o la creciente apelacin a la violen-cia, que la simple alusin a la"eficacia de las ideas" revolucionarias.21

    La "autoculpabilizacin" evocada por Tern, tanto como el "desprecio" que segn J. C. Torre,22sentan los jvenes por la sociedad y la poltica de la Argentina posfrondizista parecen apuntar en esadireccin. Cabra preguntarse si ambas expresiones se estn refiriendo a diversos aspectos de un mismofenmeno, o si acaso cada una de ellas identifica el sentir de grupos generacionales diferentes, cuyoencuentro podra ubicarse a fines de los aos sesenta.

    Uno de los mbitos en los cuales esta "revuelta cultural" impact ms fuertemente, fue en laizquierda tradicional que, a partir de all, comenz a fraccionarse dando lugar a los grupos y organizacionesde la llamada "NI".

    Como ha sido sealado en la, literatura, uno de los grupos que mejor ilustr el recorrido de la "NIintelectual" fue el de "Pasado y Presente"23 que, habiendo partido de la reivindicacin del trabajo crtico ycreativo de los intelectuales y de la necesidad de crear una "nueva cultura" complet su recorrido acomienzos de los setenta, llamando a los intelectuales a "tomar partido" por alguna de las vanguardias, y talvez a resignar ante ellas parte de aquella funcin crtica. Posiciones de este tipo son ilustrativas de latendencia de muchos intelectuales revolucionarios que asumieron su compromiso identificndolo con laprctica poltica, y que a juicio de H. Leiss,24 habran ido reduciendo su papel al de "idelogos" de las masas,y volviendo interno a las organizaciones el debate que dejaban de dar en el campo cultural.

    Puede suponerse que en la base de esa actitud de repliegue, anidaba la difundida creencia populistaen la superioridad de la capacidad espontnea de las masas, y en que la verdadera funcin crtica es la queellas ejercen mediante su accionar poltico. Por este camino, la verdad" de las masas -expresada en susadhesiones polticas o en la lnea de sus vanguardias- comenz a marcar los lmites de una cierta ortodoxia,ms all de los cuales el pensamiento autnomo poda comenzar a confundirse con la traicin.

    Una sociedad desafiante

    Dentro de la serie de acontecimientos tpicos de la activacin social de la poca, el "Cordobazo"aparece como paradigmtico. Al igual que una serie de puebladas posteriores, puede ser visto comocondensacin de conflictos sociales y regionales, y calificado como episodio de protesta y movilizacin decarcter "ofensivo", en la medida en que sus reivindicaciones se expresaban en consignas que excedan losectorial, y buscaban resolverse avanzando hacia modelos progresivos de mayor participacin, ms libertad,ms justicia social y poltica.

    20 En un artculo recientemente publicado se brindan sugestivas lneas de anlisis para abordar esta cuestin:ALTAMIRANO, C.: "La pequea burguesa, una clase en el purgatorio" Quilmes, revista Prismas N 11, 1997. Delmismo autor. "Peronismo y cultura de izquierda (1955-1965), University of Maryland at College Park, Latin AmericanStudies Center Series N 6, 1992.21 Es el caso de HILB, C. y LUTZKY, D.: op. cit., y de otros autores que comparten similar enfoque.22 TORRE, J.C., "A propsito del Cordobazo" Crdoba, revista Estudios N 14, 1994.23 ARIC, J.: La cola del diablo, Buenos Aires, Puntosur, 1988 y "La construccin de un intelectual", Buenos Aires,revista Punto de Vista N 43,1992. Tambin: Fillipelli, R., Jos Aric (video): La Ciudad Futura, primavera/verano1995.24 LEISS, H.: Intelectuales y poltica (1966-73), Buenos Aires, CEAL, 1991.

  • 9Emparentado sin duda con el clima de "contestacin" de la poca, el Cordobazo puede ser vistocomo parte de la rebelin contra el sistema" que se dio en casi todo el mundo.25 Sin embargo, en nuestropas, a diferencia de otros, la protesta evolucion rpidamente hacia una accin poltica de carcter masivo alarticularse con la oposicin que despertaba la dictadura militar. Ese rpido pasaje a la militancia poltica hizoque muchos jvenes "movidos por el ideal de la revolucin"- ingresaran a organizaciones en las que fueronadoptando un estilo de vida austero, a veces rgido, y muchas veces heroico. Empujados por la situacinpoltica y acosados por la represin, les fue quedando escaso margen para que su rebelin fuera puramentecultural.

    A veces, el Cordobazo ha sido comparado con la Semana Trgica de 1919 y con el 17 de Octubre de1945, debido a la magnitud de la protesta popular.26 Sin embargo, pueden marcarse algunas notablesdiferencias ya que, los sucesos de 1919 vinieron a cerrar un ciclo de agitacin predominantemente obrera,mientras que lo sucedido en Crdoba abri las compuertas a una movilizacin que -articulada sobre laconfluencia obrero-estudiantil- se extendi por todo el pas para alarma de las clases dominantes y de lasFuerzas Armadas que ocupaban el gobierno. Por otra parte, el componente de inorganicidad y espontaneidadde las jornadas de mayo del '69, as como la profundidad de las huellas que dej en la memoria colectiva,llevan a compararlo tambin con el 17 de octubre. Si bien es cierto que ambos hechos modificaronsignificativamente el curso posterior de los acontecimientos polticos, no debera perderse de vista que losmanifestantes de Crdoba -a diferencia de los del '45- no mantenan vnculos ni cifraban esperanzas deningn tipo en miembros del elenco gubernamental o en algn elemento disidente dentro de las FuerzasArmadas.

    Un rasgo fundamental del da y del proceso que se abri fue, para bien o para mal, la carencia dedireccin poltica unificada. El Cordobazo alumbr el ingreso a la vida poltica de masas en proceso deatomizacin creciente, y como fuera observado, fue la primera manifestacin popular desde 1945, en que nose corearon consignas peronistas, aunque indudablemente era peronista un alto nmero de los participantes.

    Debe anotarse que para los sectores dominantes, el Cordobazo no fue solamente un susto; a lamanera de los grandes sismos, despus del temblor el paisaje haba cambiado. Algunas cosas habandesaparecido, y otras nuevas afloraban. Todos se vieron, entonces, obligados a reubicarse, a revisar susestrategias y a reexaminar sus sistemas de alianzas.

    No solamente el Gobierno pas por este proceso; tambin debieron hacerlo los partidos polticos -incluidos los de izquierda-, la dirigencia sindical, la Iglesia y los mismos sectores populares ya que, a partirde entonces, fueron objeto de una intensa disputa tanto por parte de las dirigencias tradicionales -queremozaban sus discursos- como de los nuevos grupos que, acelerando su radicalizacin, decidieron pasar a laaccin y ubicarse a la vanguardia del movimiento de protesta.

    En cualquier caso, el perodo que se abre con el Cordobazo y cierra en 1973, puede ser visto como elde la expansin de un movimiento que creci con la marca de su victoria inicial, simbolizada en el fin de lapoltica econmica de Krieger Vasena y en la posterior destitucin de Ongana. De esta manera, la "nuevaoposicin" -o "NI"- fue radicalizando sus reclamos a medida que perciba una actitud defensiva en suadversario. As fue pasando de la oposicin a la "racionalizacin" capitalista y a la dictadura, a laimpugnacin del sistema mismo.

    El entusiasmo, y la comprobacin de la propia potencia, hicieron que, muchas veces, sobreestimarasus fuerzas y tendiera a confundir "retirada estratgica" con derrota, y que no advirtiera que aun estando enuna difcil situacin, los sectores dominantes y el gobierno intentaban mediante el GAN, ceder una parte anteel peligro de perderlo todo.

    Las clases dominantes vivieron el pos-Cordobazo como "desafo", no slo por el desarrollo de laviolencia poltica, sino sobre todo, porque sta apareca al servicio de objetivos y sectores popularesautonomizados y en estado de "contestacin". Puede pensarse que inicialmente, el miedo de la burguesa sedebi a la "novedad" de esa autonoma y a que el poder era enfrentado desbordando a las organizaciones

    25 Sobre los movimientos del '68 y la "nueva izquierda" a nivel internacional- BIRNBAUN, N.: "Qu podemos aprenderde los movimientos del '68" Madrid, revista El Socialismo del Futuro N 17,1990; HOBSBAWM, E.: Revolucionarios,Buenos Aires, Ariel, 1978; GILLY, A.: "1968: la ruptura en los bordes", Buenos Aires, Cuadernos del Sur N 117,1994; etctera. Una caracterstica del movimiento juvenil renovador apuntaba hacia una mayor libertad del individuo,frente a una sociedad "alienante"; adems era hostil a toda forma de organizacin y disciplinamiento que pudiera coartarel desarrollo de las experiencias y de la felicidad personal. Estas tendencias que se vinculaban con cierta radicalizacinde ciertos principios liberales y se emparentaba con ideas de tipo anarquista, dieron el tono al Pars de 1968. Entrenosotros, esas ideas se articularon con la fuerte presencia de metas de carcter colectivo y con formas de organizacinque muchas veces aparecieron cano contradictorias con los ideales irradiados por las juventudes de los pases centrales.26 ROMERO, L A.: Breve Historia Contempornea de la Argentina, Buenos Aires, E C. E., 1994.

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    gremiales y polticas establecidas. Por esta razn, la perplejidad alcanz tambin a casi todas lasorganizaciones y dirigentes que no haban tenido capacidad para marcar con nitidez la frontera que debasepararlos de la Dictadura.

    La sensacin de "amenaza", que lo impregnaba todo, tena algunos puntos particularmente sensibles.Por un lado, los trabajadores proclamaban objetivos "clasistas" y reasuman su posicin en la sociedad sin lamediacin del aparato sindical tradicional.

    Por otro, desde la sociedad civil se daban muestras crecientes de desconocimiento de la atribucinestatal de monopolizar el uso de la violencia. El reclamado derecho a ejercer violencia "desde abajo" frente ala injusticia "de arriba", rpidamente iba dejando de ser un argumento discursivo para convertirse en unaconsigna para la accin.

    Otro elemento que se agreg a ese clima de incertidumbre fue la evidencia de que una amplia franjade los sectores medios -vinculados a la izquierda, a la Iglesia o al nacionalismo- se "peronizaba"aceleradamente. A la vez, en el populismo aparecan signos de radicalizacin, toda vez que algunosdirigentes endurecan su actitud opositora, y diversos grupos internos comenzaban a ver potencialidadesrevolucionarias en ese movimiento. As, las clsicas banderas antiimperialistas y de justicia social delperonismo fueron reinterpretadas de acuerdo con los moldes ideolgico-polticos de la poca. El mismoPern, acompaando este proceso, gustara presentarse como lder tercermundista y partidario de unsocialismo "con caractersticas nacionales". Los contenidos y los contingentes que provenan delnacionalismo, de la izquierda o del catolicismo, le aportaron al peronismo no solo un accionar ms radical,sino que expandieron notablemente su base social. En consecuencia, para el sistema poltico, el problema delperonismo no slo segua en pie sino que se haba agravado sensiblemente.

    Adems, dentro del amplio espectro opositor a la dictadura, exista un ncleo duro" que, desdeposturas ideolgicas de izquierda, se pronunciaba por el socialismo y descrea de la democracia liberal, delos partidos polticos y del rgimen parlamentario. Pern, a su vez, contribua a ese descrdito con suscrticas a la "partidocracia" y su aliento al movimiento juvenil y revolucionario. Dentro del sindicalismo, porejemplo algunas tendencias "clasistas" tenan una concepcin y una prctica democratizantes perorelativizaban el valor de la democracia "burguesa" y sus instituciones. Fuertemente influenciados porexperiencias revolucionarias de otros pases del "Tercer Mundo", las organizaciones de la NIreivindicaban la violencia como "momento" inevitable da la vida poltica. Cuando se llam al Gran AcuerdoNacional, sus consignas asignaban poco valor a las elecciones convocadas por el general Lanusse, no slopor lo sospechoso de una salida electoral organizada por la cpula militar, sino porque adems eran vistascomo una "trampa" mediante la cual se intentaba distraer al pueblo de sus luchas revolucionarias.

    Pese a las diferencias de matices, estos ncleos duros coincidan en simplificar el cuadro polticoen trminos de "amigo-enemigo" y en aplicarle una lgica de guerra. Por otra parte, la creencia en la eficaciadel poder para operar la transformacin social, y una fuerte cuota de voluntarismo, impriman su sello a losmilitantes y a buena parte de sus simpatizantes. Dentro del ancho campo de la "NI", los grupos que mejor seadecuaron a esta atmsfera poltica fueron los que alcanzaron los grados ms altos de desarrollo eimprimieron a la movilizacin popular el estilo y las consignas que luego pasaran a ser emblemas de lapoca.

    Protesta social y poltica revolucionaria

    La sucesin de alzamientos populares y de movimientos huelgusticos en ciudades y pueblos delinterior, volva evidente el carcter nacional y socialmente heterogneo del descontento. Corrientes, Rosario,Tucumn, Mendoza, Neuqun, enlazaban "de hecho" los reclamos de universitarios, obreros, pequeosproductores rurales, comerciantes y maestros, y ponan de manifiesto el hasto poltico que la RevolucinArgentina haba provocado. Al mismo tiempo, proliferaban grupos y movimientos de base de la ms variadandole, impregnados de una fuerte crtica a lo existente -en nombre de principios "liberadores", y apuntados ala construccin de una "nueva sociedad".27

    Este proceso tuvo en las Universidades uno de sus escenarios privilegiados, y en el movimientoestudiantil, una verdadera cantera de la cual emergieron buena parte de los contingentes ms jvenes yradicales de la "NI". La revuelta cultural, la crisis de la izquierda tradicional y la "peronizacin" de lossectores medios se procesaron en las Universidades, en medio de un intenssimo clima de agitacin que no

    27 ANZORENA, O.: Tiempo de violencia y utopa, Buenos Aires, Contrapunto, 1987; SCHMMER, H.: entrevistapublicada en Buenos Aires, revista Causas y Azares N 11, 1994.

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    solo gener experiencias pedaggicas y polticas innovadoras en su interior, sino que adems impuls a grancantidad de jvenes a vincularse con otros mbitos en los cuales desplegaron su voluntad "revolucionaria".

    Este alto grado de conflictividad incluy una serie de rasgos nuevos en las relaciones entre luchasocial y lucha poltica. En el marco de una ofensiva popular creciente, la expansin de la protesta produjo laeclosin de movimientos sociales de tipo insurreccional, el surgimiento de direcciones "clasistas" en elmovimiento obrero, un alto contenido de violencia en la relacin entre las clases y la expansin de la idea dela violencia como camino para la rpida transformacin social y poltica. A la vez, los partidos tradicionales -incluidos los de la izquierda- pusieron en evidencia la crisis de representatividad que los corroa con laaparicin de sectores internos que los desbordaban, y que muchas veces los fracturaron.

    Trabajadores y profesionales de diversos mbitos -salud, justicia, educacin-, levantaban susreivindicaciones dentro de proyectos de renovacin institucional que no slo impugnaban el autoritarismovigente sino que, dando un paso ms, cuestionaban las formas tradicionales de organizacin y ejercicio de laautoridad. Desde muchas escuelas y hospitales se luchaba a la vez, por los derechos de los trabajadores y losde los usuarios, a quienes se reconoca capacidad para incidir en la toma de decisiones, provocando unaefectiva democratizacin del poder en la sociedad. Educacin con contenidos y mtodos "liberadores",comunidades teraputicas y "antipsiquiatra",28 abogados laboristas o defensores de presos gremiales ypolticos, se constituyeron en propagadores de una nueva cultura que privilegiaba la horizontalidad,despreciaba el oscurantismo, y por eso mismo, haca oposicin al autoritarismo militar.

    Muchos profesionales, docentes y tcnicos, a quienes su trabajo pona en contacto cotidiano con lossectores ms pobres de la sociedad, a la par que comenzaban a asumirse "como trabajadores" y sesindicalizaban masivamente, potenciaban las tendencias igualitaristas de la sociedad argentina al cuestionarlos modelos de vinculacin vigentes, por ejemplo, entre maestros y alumnos o entre mdicos y pacientes. Almismo tiempo, y como parte del mismo proceso, consideraron parte de su responsabilidad como trabajadoresel defender la salud y la educacin "popular" o la vigencia de las libertades pblicas.

    Puede considerarse que los llamados "nuevos movimientos sociales", que se expandieron durante losaos '80 tuvieron un vigoroso antecedente en aquellos que -una dcada antes- supieron ligar reivindicacionesparticulares con proyectos de carcter colectivo. La solidez de ese vnculo hizo que, por lo general, lasdemandas se politizaran rpidamente de la misma manera que muchos militantes sociales se convertanvelozmente en dirigentes polticos.

    Esa fluidez en las relaciones entre organizaciones de base y grupos polticos potenciaba a ambos, altiempo que aumentaba los temores de los sectores dominantes y de las jerarquas establecidas. As, militantesy dirigentes de esas organizaciones sociales fueron convirtindose en objetivos de la represin que tendi adesarticularlos y a cortar los lazos que los unan con la poblacin.

    Por otra parte, la aceleracin del proceso poltico hizo que buena parte de los miembros de esosgrupos ingresaran a organizaciones polticas y poltico-militares y relegaran a un segundo plano su trabajo"en las bases", con lo cual contribuyeron tambin a que quedaran truncas muchas de aquellas experiencias.

    En el campo del movimiento obrero, el desarrollo de las tendencias "combativa" y del "clasismo"fue, sin duda, uno de los rasgos ms salientes de la protesta social y la agitacin poltica desatada en el pasdurante aquellos aos.

    Esta particular experiencia de la clase obrera argentina, que se desarroll desafiandopermanentemente a la tradicional dirigencia sindical peronista, obtuvo sus mayores logros en el interior delpas y alcanz su mxima expresin con el clasismo de Sitrac/Sitram.29

    En todas estas experiencias, lo novedoso e impactante fue el alto grado de protesta desarrollado porlos trabajadores. Paros activos, tomas de fbricas y de rehenes, protestas callejeras, inquietaron a los sectorespatronales. Aunque heterogneo, este conjunto de grupos y tendencias, comparta ciertos rasgos quepermiten identificarlos como renovadores y alternativos dentro del sindicalismo argentino. Los objetivos y laprctica gremial que propiciaban los ubicaba ms cerca de la "NI" y del peronismo radicalizado que de ladirigencia sindical establecida.

    En el caso del "clasismo" adems de producir innovaciones en el liderazgo sindical, impuls lamovilizacin permanente de sus bases y una fuerte politizacin de sus demandas. Entre sus militantes ydirigentes, junto a numerosos militantes espontneos, se contaban activistas de todos los gruposradicalizados.

    28 VEZZEM, H.: "Las ciencias sociales y el campo de la salud mental en la dcada del sesenta" Buenos Aires, revistaPunto de Vista N 54, 1996; CHAMA, M.: "La expansin de los lmites de lo posible: experiencias innovadoras en elcampo de la salud mental hacia fines de los aos '60", en este mismo volumen.29 Entre los trabajos que pueden citarse se cuentan los que figuran en la nota 11.

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    Pareciera que estos dirigentes, siguiendo su propia lgica, se fueron distanciando de las experienciasy expectativas de buena parte de los trabajadores y del resto de los sindicatos -an los de carcter combativo-que, por no compartir su clasismo radical, eran considerados "reformistas". Adems, un progresivo divorcioentre la prctica sindical y la filiacin poltica de la mayor parte de los trabajadores, favoreci el aislamientode los dirigentes y la interrupcin de las ricas experiencias gestadas.

    La percepcin del papel cumplido por los trabajadores en el proceso de activacin popular y deoposicin a la Dictadura, fue un elemento central en la aceleracin de la crisis poltica que precedi a laconvocatoria del GAN, y los convirti a la vez, en objeto de una sistemtica represin.

    El clima de cuestionamientos y radicalizacin que caracteriz a la poca alcanz tambin aimportantes grupos de la Iglesia Catlica. A partir del Concilio Vaticano 11, y sobre todo de la reunin de losobispos latinoamericanos en Medelln (1968), la Teologa de la Liberacin y la "opcin por los pobres" sedifundieron rpidamente entre religiosos y laicos.30 Muchos de ellos estaban vinculados con sectorespopulares entre los cuales desarrollaban tareas pastora, les y "sociales"; otros militaban en el movimientoestudiantil catlico y estaban ansiosos por insertarse en "la realidad", para transformarla; algunos grupos, queprovenan preferentemente de los sectores medios, eran sensibles a las nuevas opciones polticas a la vez quereclamaban renovacin en las costumbres, asfixiados por el dogmatismo moral de la jerarqua.

    La Juventud Estudiantil Catlica y el Movimiento Familiar Cristiano entre otros, venan precedidospor las experiencias de los "curas obreros" que haban propuesto otro marco para las tareas deevangelizacin, volviendo algo borrosos los lmites entre accin pastoral, prctica sindical y actividadpoltica. Abiertos al dilogo con corrientes marxistas y socialistas, la mayor parte de ellos proces las nuevastemticas a travs de su "peronizacin".

    En muchos casos, y debido a la resistencia que encontraron dentro de la institucin, muchos catlicos-sin dejar de serlo- radicaron su militancia por fuera de la Iglesia; slo unos pocos obispos -como los deGoya, Neuqun o Avellaneda- dieron cobijo e impulso a las nuevas tendencias.

    El grupo catlico de mayor resonancia fue, sin duda, el Movimiento de Sacerdotes para el TercerMundo, constituido formalmente en 1968, y que lleg a agrupar a unos cuatrocientos sacerdotes. De fluidasrelaciones con la C. 0. T. de los Argentinos y con el peronismo "revolucionario", facilit la incorporacin denumerosos jvenes catlicos a la poltica. El trabajo en "villas miseria" y barrios pobres, entre pequeos ymedianos productores rurales del nordeste as como su simpata por las organizaciones armadas -enparticular "Montoneros"- orientaron el accionar de un importante grupo de catlicos que, como en el resto deAmrica Latina, tenan en Camilo Torres su figura emblemtica.

    En el mbito de la izquierda tradicional, durante de los '60, venan manifestndose una serie detensiones largamente acumuladas.31 Las ms tradicionales discusiones entre "reformistas" y"revolucionarios" o entre socialistas, comunistas y trotskistas, se vean complicadas ahora por los debatessobre la URSS y el stalinismo, la experiencia china, y sobre todo, por el impacto de la Revolucin Cubanaque haba instalado el tema de la "toma del poder".

    Al mismo tiempo, la revisin de la experiencia peronista precipit a estos sectores hacia un procesode intensa fragmentacin. Las discusiones sobre las estrategias adecuadas, y el papel de la lucha armada enellas as como el carcter de la organizacin poltica a construir y el tipo de relacin que deba mantenersecon el peronismo, fueron algunos de los ejes en torno de los cuales se produjeron divisiones yreagrupamientos.

    Vinculados o no con organizaciones armadas, en estos grupos y partidos exista la certeza de que laapelacin a la violencia popular sera inevitable en algn momento del proceso revolucionario.

    Del campo del socialismo emergieron el Partido Socialista de Vanguardia y Vanguardia Comunista.Grupos desprendidos del primero contribuyeron a constituir el Ejrcito de Liberacin Nacional (E. L. N.),

    30 Adems de la bibliografa de las notas 7, 9 y 10, nos apoyamos en entrevistas a sacerdotes y laicos queprotagonizaron esas experiencias realizadas por A. Matus, N. Calcagno y G. Benza, como parte de sus respectivostrabajos de investigacin: "Iglesia y peronismo; el nombre del desencuentro?, 1996 y "El proceso de radicalizacin dela poltica en la Villa Retiro (del Cordobazo al Frejuli)", 1997.31 Sobre las fracturas en los partidos de la izquierda tradicional, las referencias bibliogrficas son sumamente escasas yfragmentarias. Algunos trabajos recientes se orientan en esa direccin: TARCUS, H.: El marxismo olvidado en laArgentina: Silvio Prondizi y Milcades Pea, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1996; CERNADAS, J., PITTALUGA,R. y TARCUS, H.: "La historiografa sobre el Partido Comunista de la Argentina. Un estado de la cuestin", ElRodaballo, N 8, 1998. En cuanto a la constitucin de las organizaciones guerrilleras, ver nota 12 y el reciente einteresante trabajo de Gabriel Rot. "Masetti, el, 'Comandante Segundo', y los orgenes perdidos de la guerrilla en laArgentina", El Rodaballo, Nros. 6-7, 1997.

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    pensado para confluir con el Che en Bolivia; otros dieron origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR, 1967), dirigidas por R. Quieto, que ms tarde se uniran a Montoneros.

    El Partido Comunista por su parte, sufri su mayor escisin a mediados de 1967 cuando de sus filasse desprendi el Partido Comunista Revolucionario, adems de quienes haban emigrado al E. L. N.

    Por otra parte ncleos provenientes del P. C. y del P. C. R. organizaron las Fuerzas Armadas deLiberacin (FAL), en 1968. Adems, desde 1967 existan las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), integradaspor grupos originarios de la Juventud Peronista y del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara.

    Por su parte, el trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores se desdobl en "la Verdad" y"El Combatiente" en 1968. Este ltimo, dirigido por Mario R. Santucho, cre el Ejrcito Revolucionario delPueblo (E. R. P.), mientras que el primero -liderado por Nahuel Moreno- se fundi con un sector delSocialismo Argentino, dando origen al Partido Socialista de los Trabajadores (R S. T.), en 1972.

    Durante 1970, y a partir del resonante hecho del secuestro y muerte del general Aramburu, hizo suaparicin la organizacin Montoneros, completando as la complejizacin del peronismo y convirtindose eneje de sus sectores "revolucionarios".32

    A partir del Cordobazo, las organizaciones armadas emergieron con toda su potencia. Fuertementeligadas a las transformaciones producidas en la izquierda y en el peronismo, se situaron en el centro de laescena poltica, como "avanzada" de la nueva oposicin. Para todas ellas, el alzamiento de mayo confirmabaque la revolucin era posible en la Argentina, y atentas a la experiencia chilena de la Unidad Popular y a lade los Tupamaros en Uruguay, pensaban que la "violencia popular" deba convertirse rpidamente en"violencia armada" dentro de un proceso de guerra integral.

    La identificacin entre la "causa del pueblo" y el accionar de las vanguardias, junto con la firmecreencia en la "victoria final llev muchas veces a estas organizaciones -integradas mayoritariamente porjvenes- a minimizar los reveses sufridos, considerndolas meras derrotas tcticas. Por otra parte, el rpidocrecimiento de las organizaciones contribuy tambin a ocultar que el sentimiento antidictatorial de lapoblacin no implicaba -necesariamente- una voluntad revolucionaria.

    Si algo apareci como tpico en aquellos aos, fue el hecho de que la negociacin hubiesedesaparecido del horizonte de los contrincantes. A la afirmacin hecha por el general Lanusse acerca de queel pas estaba "en guerra" las organizaciones armadas respondieron con la consigna de la "guerra popular" yse dedicaron a la creacin del "ejrcito popular".

    Si el sistema poltico estaba abiertamente apoyado en la fuerza militar, el descreimiento en laparticipacin democrtica y en la apertura parecan justificarse. Consecuentemente con ello, exista enfranjas importantes de la poblacin un cierto clima favorable a la violencia, que no estaba totalmenteinjustificado mientras no existiera una salida amplia que reparara tantos aos de proscripciones.

    Cuando a fines de 1970 se organiz la Hora del Pueblo, y luego Lanusse convoc al GAN33 laconsigna que mejor reflejaba el espritu de la "NI" era la de "ni golpe ni eleccin, revolucin". Para algunos,la violencia no slo estaba justificada desde el punto de vista de la legitimidad de la oposicin a un sistemaque haca uso indiscriminado de ella, sino que adems era necesaria para hacer posible el regreso de Pern ypara doblegar a Lanusse, embarcado en una estrategia de acumulacin de poder personal. Pern por su parte,alentaba las demandas de las organizaciones armadas, a la vez que se ofreca como rbitro capaz de revertirel proceso de radicalizacin de la vida poltica argentina.

    "El desvo"

    Desde nuestro punto de vista, si algo caracteriz a la "NI" fue la intensidad y fugacidad de supresencia en la escena poltica. A partir del breve perodo transcurrido entre 1969 y 1973, absorcin y desvoo aislamiento y derrota son las ideas ms frecuentemente evocadas a la hora de buscar explicaciones para elfracaso de su proyecto revolucionario".

    Pese a su "ubicua presencia"34 la "nueva oposicin" careci de una estrategia unificada. Lascorrientes polticas que la conformaron fueron recogiendo y expresando aspiraciones democratizantes yprogresivas de diverso tipo, y eso las hizo aparecer ante el poder con ms potencialidades que las que

    32 BERNETTI, J.: El peronismo de la victoria, Buenos Aires, Legasa, 1983; GUILLESPIE, R.: op. cit.33 POTASH, R.: El Ejrcito y la poltica en la Argentina. 1962-73, Buenos Aires, Sudamericana, 1994, tomo 2;ROUQUI, A.: Poder militar y sociedad poltica en la Argentina; Buenos Aires, Hyspamrica, 1982, tomo 2;ODONNEL, G.: op. cit.; DE AMZOLA, G.: "Lanusse o el arte de lo imposible. El lanzamiento del GAN", en estemismo volumen.34 ODONNELL, G., op. cit.

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    efectivamente pudieron demostrar posteriormente, cuando ese amplio movimiento comenz a serneutralizado a partir del lanzamiento del GAN.

    A pesar de su impactante presencia, 1a multiforme eclosin popular contena un rasgo de debilidadque contribuy a su fracaso: la carencia de claras propuestas programticas y la imposibilidad de constituirseen fuerza poltica unificada, la dej atrapada entre el peronismo y las organizaciones armadas.

    Esta incapacidad para generar un movimiento poltico autnomo estara en la raz de su derrota, quese produjo por combinacin del encauzamiento de la energa social en los marcos de la democraciaparlamentaria -y bajo la conduccin de un lder del "viejo capitalismo" argentino-, con el aislamiento de losgrupos que profundizaron una lnea militarista.

    Pese al alto grado de conflictividad y al frecuente recurso a la violencia por parte de los sectoressubordinados, la persistencia de identidades polticas slidamente arraigadas, parece haber sido mspoderosa que el impulso de las corrientes "revolucionarias". Los grupos -armados o no- que pretendierondesarrollarse al margen del imaginario del populismo, fueron los primeros en quedar polticamente aisladoscuando el peronismo se aglutin tras la consigna del "luche y vuelve". Para las organizaciones de la"izquierda peronista" ese momento se demor un poco ms, aunque no tardara en llegar.

    No puede dejar de anotarse, como rasgo que contribuy a la debilidad de la "NI", la existencia decierta ambigedad poltica dentro de su propio mbito, toda vez que una parte sustancial de ella formabaparte, simultneamente, de otro campo poltico que se unificaba en el reconocimiento del liderazgo de Pern.Esa doble pertenencia le haba permitido a la izquierda peronista revolucionar al populismo y a la vez extraerde all buena parte de su legitimidad social y poltica.

    Por otra parte, el ensanchamiento de la base social del peronismo que este hecho produjo, contribuyposteriormente a la estrategia de Pern, cuyo liderazgo haba permanecido cuidadosamente incuestionado,aun al precio de sorprendentes operaciones discursivas destinadas a salvar obvias contradicciones, o asimilarcostosas derrotas. A partir de que se hiciera dato el apoyo de Pern al proceso eleccionario, result evidenteque el "peronismo revolucionario" estaba atrapado entre dos lgicas. Y si bien evidenci ductilidad ante eldesarrollo de los acontecimientos polticos no pudo evitar que, ms adelante, la contradiccin se resolvieracon su progresivo aislamiento.

    Tal vez en este difcil terreno se encuentre alguna de las claves que permitiran descifrar el fenmenodel "desvo" de la oposicin radicalizada. Puede pensarse que, a partir del lanzamiento del GAN, Pern noslo fue el principal capitalizador poltico del "espontneo" movimiento de protesta, sino que tal vez hayasido tambin el principal disolvente del elemento "autnomo" que l contena.

    Mirado desde el lado de los grupos provenientes del campo de la izquierda, el flanco dbil podrabuscarse tanto en su original fragmentacin como en el hecho de que, si bien la tradicin socialista eraantigua en el pas, no haba logrado nunca penetrar profundamente en la cultura poltica popular. As fuecomo organizaciones nuevas -y generalmente formadas por jvenes con escasa experiencia poltica- seencontraron frente a amplios sectores activados y atrados por consignas de corte socialista, pero carentes detradiciones y liderazgos slidos. En buena medida, los mismos integrantes de esas organizaciones habanhecho su ingreso a la poltica teniendo como nico antecedente una militancia social, muchas veces decarcter espontneo.

    Por otra parte, el nfasis que generalmente pusieron en los aspectos ideolgicos y morales -laconstruccin del "hombre nuevo"-, contribuy a que adquieran ciertos rasgos de "subcultura" poltica, cuyaradicalidad acentu las diferencias con el imaginario poltico popular.

    Sin embargo, no deja de asombrar el vertiginoso crecimiento que tuvieron estas organizaciones -enparticular las armadas- a lo largo de todo el perodo. Para contribuir a explicarlo sera necesario identificarlas fracturas de la sociedad argentina sobre las cuales se asent este fenmeno a la vez poltico, generacionaly cultural.

    Cuando el proceso eleccionario se volvi una realidad y la reinstalacin del juego poltico dio pie aotras opciones, las organizaciones armadas -as como otros sectores "duros" de la "NI"- comenzaron adetener su crecimiento. Ms adelante, durante el gobierno constitucional surgido en 1973, irn apareciendolos sntomas de una crisis que, a partir del ao siguiente, se manifestara plenamente. Las organizacionesarmadas entraron entonces en una fase de progresivo aislamiento, y su casi solitario enfrentamiento con lasFuerzas Armadas las condujo a la definitiva derrota.35

    Con bastante frecuencia se vincula la derrota de todo el movimiento popular con las organizacionesarmadas y su estrategia. Es comn sostener que la derrota habra comenzado cuando la protesta "espontnea"

    35 BERNETTI, J.: op. cit.; MATTINI, L.: op. cit.; SEOANE, M.. op. cit.; GUILLESPIE, R.: op. cit.

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    se lig con el accionar de dichas organizaciones, o simplemente cuando stas intentando "capitalizar" eldescontento social, atrajeron sobre l la represin.36

    En ocasiones, este fenmeno es analizado poniendo de relieve el elemento de espontaneidadcontenido en la protesta, lo cual es ligado a su vez, con la autonoma de los sectores sociales involucradospor contraposicin con las formas organizadas de la accin poltica. La protesta popular suele aparecerdotada, entonces, de una suerte de virtud original que estara ausente en el accionar racional y sistemtico,dirigido a transformar aquello que origin la revuelta "espontnea". Si bien seguramente estos son elementosque aportan a la explicacin, sera interesante invertir algunas de las preguntas e indagar en las razones porlas cuales la activacin popular evolucion rpidamente hacia la consolidacin de los grupos armados,mientras que los que disearon otras estrategias no lograron crecer polticamente.

    Podra pensarse que la expansin de las organizaciones armadas, y la centralidad poltica quealcanzaron, se debi a que se adecuaron mejor a la dinmica del conflicto y a la lgica poltica predominanteno slo en las "vanguardia" sino tambin en amplias capas de la poblacin que vean con simpata suaccionar, y que no tenan un apego especial por las formas de la democracia liberal.

    Sin embargo, la "virtud" del GAN habra consistido en religar crisis social y conflicto poltico yaque, a pesar del incremento de la violencia, los objetivos de lucha se habran ido circunscribiendo a los decarcter poltico, en detrimento de la contestacin social.37

    En lo referente a la vinculacin entre protesta social y actividad poltica, sera interesante indagar enlas razones por las cuales, una sociedad en proceso de activacin y que haba comenzado a asomarse a unanueva cultura poltica, resolvi mayoritariamente su radicalizacin dentro de los marcos brindados por elpopulismo.

    Si se acepta esta perspectiva para el anlisis, la interpretacin del cuadro de generalizadaradicalizacin poltica no conduce necesariamente a la idea de "crisis de hegemona.38 La radicalizacin delas prcticas polticas puede haber operado como elemento unificador ante la dictadura militar, sin implicarun grado similar de homogeneidad poltico-ideolgica.

    En tal sentido resulta muy sugestiva la interpretacin de J. C. Torre39 cuando seala comopeculiaridad del perodo que se abri con el Cordobazo, la confluencia de dos generaciones en la luchapoltica: la de la "resistencia" y la de los jvenes que crecieron durante el posfrondizismo. La "poltica de losintereses de clase" de unos y la "revuelta moral" de los otros se habran juntado entonces empujados por laRevolucin Argentina, para volver a separarse despus, cuando Pern reasumi la direccin poltica de sumovimiento y lo condujo hacia la legitimacin dentro de un sistema que los jvenes repudiaban.

    Desde nuestro punto de vista, y aceptando esa interpretacin, es posible pensar que esa compartidaradicalizacin poltica puede haber facilitado la consumacin de un grandioso equvoco toda vez que lostrabajadores creyeron que los jvenes de los sectores medios se haban incorporado sin ms al peronismo, ystos a su vez pensaron que la clase obrera comparta su proyecto revolucionario. El desarrollo de losacontecimientos mostrara posteriormente que, ni el despuntar de posiciones clasistas entre los obreros, ni lainterpretacin mtica del peronismo hecha por los jvenes alcanzaran para impedir que la brecha volviera aabrirse.

    Puede pensarse entonces, que la "NI" oper en la escena poltica como "peligro" -y aun como"enemigo"- mientras estuvo a la vanguardia de la lucha contra la dictadura. Pero una vez que sta organizsu retirada, y la proscripcin y la clausura dejaron su lugar a la puja entre "adversarios", la "NI" fuequedando fuera del juego de opciones polticas que se abra. La radicalidad de las metodologas y de sus"metas finales" se combin, en muchos casos, con cierta vaguedad programtica. O dicho de otro modo, laenunciacin de objetivos y la agitacin de consignas, sustituy muchas veces a la elaboracin de respuestaspolticas adecuadas al "desafo" que ahora le planteaba el general Lanusse, al proponer a la sociedad otra vapara salir del gobierno militar, de las proscripciones y de la crisis.

    Oscilando entre el "basismo" y el "militarismo", la "NI" haba expresado hasta entonces no slo laoposicin o la dictadura sino tambin el descrdito en que haba cado la poltica. Pero esa oscilacinexpresaba tambin cierta incomprensin de la importancia del trabajo poltico y organizativo, y aldescuidarlo, en cierto modo dej una vacante en el espacio propio de la poltica. 36 GIUSSANI, P.: Montoneros. La soberbia amada. Buenos Aires, Sudamericana, 1984; BROCATTO, C.: LaArgentina que quisieron, Buenos Aires, Sudamericana, 1985; Sebrelli, J.: Los deseos imaginarios del peronismo,Buenos Aires, Legasa, 1982.37 CAVAROZZI, K: Autoritarismo y democracia (1955-1996), Buenos Aires, Ariel, 1997; AMARAL, S. y BENPLOTKIN, M.: Pern: del exilio al poder, Buenos Aires, Cntaro, 1993.38 PORTANTIERO, J. C., op. cit.39 TORRE, J. C., op. cit.

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    A la vez, esa incomprensin, ligada a la esperanza de reproducir la experiencia cubana -comocamino rpido y heroico-, sumergi a muchos en una dialctica que condujo a cada vez mayor violencia, y asubestimar la capacidad de respuesta del Estado desde el punto de vista militar, y tambin poltico-ideolgico.

    Adems, en algn momento, la persistencia de la violencia comenz a ser vista como "ajena", y las"vanguardias" pasaron a aislarse de las masas. La simpata que en una etapa despertaron result ser algodiferente a la participacin efectiva en un proceso revolucionario. Desde nuestro punto de vista, el verdaderoproblema consiste en detectar el momento y los aspectos a partir de los cuales se "distanciaron" del accionary de la conciencia de la mayora.

    Pensamos que no se ayuda a ello cuando se las piensa como "ajenas" o externas al movimientopopular en el que, simplemente, habran tratado de "implantarse"40 y sobre el que slo habran logrado atraerla represin. Esta "satanizacin" de las organizaciones poltico-militares -producida con posterioridad a suderrota- parece equivalente a la idealizacin de la que fueron objeto durante los aos que siguieron alCordobazo.

    Conocida la secuencia que sigui, parece necesario comprender mejor ese mundo que hoy parece tanlejano: las fuerzas que en l se agitaban, los enfrentamientos que le eran propios, las diversas estrategias degrupos y partidos, el grado en que ellos expresaban la conciencia social y la medida en que la hicieronavanzar, as como tambin el momento y los aspectos, a partir de los cuales comienza a producirse eldistanciamiento. Porque, si bien ese perodo marc un momento de auge para la izquierda en nuestro pas, suposterior distanciamiento respecto del movimiento popular, gener un doble efecto. Por un lado, los gruposradicalizados fueron quedando aislados, con lo cual se facilit su ulterior derrota; por otro, los ampliossectores que buscaban renovacin quedaron polticamente hurfanos cuando se retrajeron ante propuestasque desbordaban los lmites de su identidad.

    De esta manera, se facilit su posterior recaptura por parte de los dirigencias tradicionales que, porun breve perodo, parecan haber perdido su capacidad de representacin y liderazgo. Comprender esteproceso requiere tomar en cuenta, tambin que, en el imaginario poltico nacional, la tradicin de"autonoma" -entendida como autoorganizacin y fijacin de los propios objetivos por parte de los sectorespopulares- es menos fuerte que las expectativas de mejoramiento ligadas a una larga tradicin estatalista ydistribucionista. Ms an cuando el lder -y smbolo- de esa tradicin reingresa activamente a la vida polticay lo hace con un discurso que incorpora elementos que radicalizan su populismo original.

    La trayectoria de numerosas organizaciones de la "NI", incluidos el "clasismo" y algunos partidos"revolucionario" de temprana formacin, muestran las dificultades que entra la constitucin de unaalternativa poltica al peronismo y a las organizaciones armadas. Sin embargo muchos de aquellos grupos yexperiencias, surgidas de los procesos de renovacin de la izquierda, parecen haber contribuidodecisivamente en la gestacin del clima de poca, al haber proporcionado nuevos marcos polticos a laprotesta y facilitado la politizacin de numerosos militantes "espontneos". Puede pensarse que esosprocesos que convulsionaron a la izquierda, ayudaron a crear un movimiento de masas cuya amplitud superrpidamente su capacidad para organizarlo y dirigirlo. Debera recordarse que buena parte de los gruposarmados, surgieron de esos procesos de renovacin de la izquierda, y que an la radicalizacin del peronismono fue ajena a ese proceso.

    En el anlisis de todas esas experiencias debera tenerse en cuenta que -siendo diferenciables-protesta social, activacin poltica y lucha armada emergieron como partes componentes de un mismoproceso, y que justamente la percepcin de este hecho, fue la que dispar los temores de las clasesdominantes y de las Fuerzas Armadas. Y que all comenz a gestarse la estrategia del GAN que apuntaba arelegitimar al peronismo, con la esperanza de aislar polticamente a los "enemigos", reconstruir el poderestatal y hacer gobernable a la sociedad.

    De manera especial, interesa entender por qu esos sectores, que tuvieron suficiente presencia comopara dar un tono "revolucionario" a la activacin social e incidir en las estrategias de Lanusse y de Pern,en algn momento se distanciaron del movimiento popular -o perdieron autonoma- y no pudieron evitar queambos generales, aun disputando entre s, les ganaran la partida.

    40 HALPERN DONGHI, T., La larga agona de la Argentina peronista, Buenos Aires, Ariel, 1994; ROUQUI, A.: op.cit.

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    POST SCRIPTUM: LA CONSTRUCCIN DE UN CAMPO TEMTICO

    Mara Cristina Tortti

    Una de las hiptesis que estructura al trabajo precedente sostiene que el proceso poltico que se abrecon la convocatoria al Gran Acuerdo Nacional y culmina con las elecciones de 1973 no puede ser entendidosi se omite el dato de la sensacin de "amenaza" provocada por la creciente oposicin social y poltica que,haciendo blanco en la Revolucin Argentina, desbordaba hacia los fundamentos mismos de la organizacinsocial y de la dominacin estatal. Y que, si bien esta "nueva oposicin" o "nueva izquierda", se volviparticularmente amenazante a partir de la eclosin social del '69 y del crecimiento de la guerrilla durante los'70, su presencia se vena manifestando sostenidamente a lo largo de la dcada anterior.

    Lo novedoso de esa "oposicin" consista en que, tanto en la sociedad como en la poltica, el climade malestar creciente tenda a cuestionar el ordenamiento habitual de la vida social y a desafiar las formastradicionales de ejercicio de la autoridad y de la representacin. Si bien es sabido que en esa crtica de loexistente, y en los intentos de construccin de lo nuevo, convivan impulsos culturales modernizantes ydiversos grados de radicalidad poltica, sus formas de combinacin an no han sido suficientementeesclarecidas.

    Por ello, resulta de crucial importancia que la investigacin socio-histrica se abra a un conjunto deinterrogantes que permita avanzar en la identificacin de las razones por las cuales, en esta sociedad, se dioentonces esa tan singular combinacin de circunstancias que hizo que se volvieran a trazar de manera radicallas fronteras entre lo privado y lo pblico, y que aumentara la dimensin de este ltimo mbito en unaproporcin no vista antes. Adems, parece conveniente prestar atencin a la naturaleza compleja -y alvertiginoso crecimiento- de esa fuerza social y poltica en la cual una variedad de actores, coincida tanto enel repudio al autoritarismo como en la desconfianza hacia las reglas e instituciones de la democracia"formal".

    En lneas generales, los estudios sobre la "nueva izquierda" con los que hasta ahora se cuenta, noofrecen una satisfactoria combinacin entre marco analtico y sustento emprico que permita dar cuenta de lavariedad, extensin e intensidad de un proceso que, si bien se resolvi en el nivel poltico, tena racessociales y culturales de ms largo alcance.

    Parece indudable que, por su importancia y complejidad, la cuestin requiere la conformacin de uncampo temtico capaz de contener a este heterogneo fenmeno en sus mltiples dimensiones empricas eimplicancias tericas. En tal sentido, un camino que podra comenzar a transitarse es el de la reconstruccinde "casos" a partir de interrogantes que, al vincular objetivos especficos con hiptesis e interpretaciones msabarcativas, tengan capacidad para interpelar a la variedad de procesos y actores que conformaron la nuevaizquierda. Adems, una estrategia de este tipo posibilitara que esas interpretaciones entraran en un procesode sostenida discusin, y que al contar con nuevo material emprico, desplegaran el potencia explicativo queencierran. Fue la acumulacin de "dilemas irresueltos" y de "crisis superpuestas" la que gener lascondiciones polticas y el estado de nimo colectivo que predispusieron a la bsqueda de solucionesradicales? Cul fue el papel que jug la persistente ilegitimidad del rgimen poltico? Fue esa ilegitimidadla que priv de sus velos al Estado y lo expuso ante la mirada pblica como pura dominacin? Fue elbloqueo tradicionalista el que empuj hacia formas radicales a los impulsos innovadores de los '60? 0ser, tal vez, que ellos se vieron sofocados por la difusin de ideas "revolucionarias" y por el auge de laviolencia poltica? En tal caso, por qu esas ideas llegaron a convertirse en ideales y empujaron a tantos a laaccin? En qu fisuras pudieron anidar? Con cules expectativas se conectaron?

    Para comenzar a buscar las respuestas, o especificar las preguntas, resulta imperioso dirigir laatencin a diversos espacios y grupos en los cuales, al menos desde mediados de los '60, la sociedad habacomenzado a bullir y a generar puntos de ruptura. Esto es lo que hacen los cuatro trabajos que a continuacinse presentan. Y lo hacen eludiendo la tendencia -tan comn en los estudios sobre la "nueva izquierda"- acentrarse en el fenmeno de la violencia poltica circunscribindola al accionar de las organizacionesguerrilleras. Sin ignorar que esas organizaciones constituyeron la forma ms osada del desafo, muestran queellas formaban parte de un conjunto ms diversificado que -pese a su heterogeneidad- estaba emparentadopor su comn oposicin al "sistema" y por un estilo que siempre inclua violentar convenciones y desafiarpoderes.

    Estos cuatro "casos" muestran una interesante variedad de procesos, actores y situaciones pocoestudiados -hasta ahora- en su condicin de componentes; del campo de la "nueva izquierda"-. Y son

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    tambin una muestra de la perspectiva terico-metodolgica que aqu proponemos. Es seguro que ellos noagotan el fenmeno, y que un nmero importante de experiencias an permanece sumergido en el recuerdode los protagonistas o circula en pequeos grupos, bajo la forma de relatos transmitidos oralmente: son losmltiples fragmentos de una historia y de un mundo que, muy recientemente, la literatura testimonial hacomenzado a recoger. En ellos asoman, junto con los hilos de esa historia no reconstruida, escenas ypersonajes que reclaman una mirada atenta, capaz de dar visibilidad a la cadena de relaciones y significadoscon la cual se teji la trama de la que formaron parte esos pequeos mundos.

    En ese espacio an vacante, y sin pretender colmarlo, se ubican estos estudios de "casos" que tienenla virtud de identificar actores y procesos en su carcter de componentes de la "nueva izquierda", a la vez quelos recortan de la masa indiferenciada en la que habitualmente se los encierra. Por otra parte, en laconstruccin de los relatos, la combinacin de abundante material emprico con criterios analticosconsistentes, ha evitado el riesgo de confundir la voz de los protagonistas con la explicacin socio-histrica.

    Las minuciosas reconstrucciones permiten asomarse a algunas de las formas que tom el engarceentre "clima de poca" proyectos grupales y objetivos polticos que dio especial densidad a la vida socialdurante aquellos aos. Por otra parte las historias, a medida que se despliegan, permiten vislumbrar el sentidoque fueron tomando muchas trayectorias individuales as como las opciones a las que se vieron enfrentadas.A la vez, en los relatos, es posible observar cmo se fueron delineando zonas de conflicto, y cmo enmuchos casos, los enfrentamientos a que daban lugar superponan campos de intereses con combates por ladefinicin del sentido poltico de esos mismos enfrentamientos, en tanto eran percibidos como episodios deuna batalla mayor.

    Nuevas prcticas teraputicas y redefinicin de roles en instituciones de salud mental, debates yexperimentacin en el campo de las vanguardias plsticas, disputas por la interpretacin del sentido polticode los acontecimientos nacionales en un diario "moderno": todo conduce a enfrentamientos, que a su vez,parecen politizarse inevitablemente. Es por eso que resulta de sumo inters adentrarse en algunos de esositinerarios trazados dentro del campo de la "nueva izquierda". En unos casos, se evoca el clima polticoreinante en ciertos medios intelectuales, profesionales y artsticos -an antes del Cordobazo-, en los que laidea de violencia pareca circular con naturalidad, y en los cuales el accionar de las organizaciones poltico-militares operaba como modelo para la accin. En otros se muestran las estrategias ensayadas por un grupode jvenes psiclogos para impulsar una experiencia de "comunidad teraputica" que creciendo desde losmrgenes, logr expandirse dentro de una institucin tradicional, al tiempo que radicalizaba sus posturastericas y polticas. O la apuesta de un puado de periodistas, tambin jvenes, que parecen convertir a laopinin pblica en objeto de disputa con el director-propietario del medio en el que trabajan.

    Resulta de particular inters el registro que los trabajos presentan respecto de la vinculacin entrediversos mbitos de la militancia social y poltica, as como entre sus formas ms o menos orgnicas oespontneas: avenidas de doble mano que permitan transitar de la protesta a la denuncia del "sistema", ydesde la organizacin "revolucionaria" a la redefinicin de roles y mbitos institucionales. Uno de los autoresmuestra un aspecto de esa vinculacin -o una de las formas que asumi- cuando hace notar que, en muchasde las "tomas" producidas durante el gobierno de Cmpora, los ocupantes expresaban el sentido poltico desu accin desplegando carteles con el nombre de alguna de las organizaciones armadas, aunque el hecho nofuera protagonizado ni asumido por ellas. Otro de los autores percibi este tipo de vnculos desde el ngulode las "mltiples militancias" que solan desarrollar los miembros de estos grupos, y a travs de las cuales esposible detectar un ncleo de vital imbricacin entre proyecto individual, rol profesional y compromisopoltico. Todas estas historias parecen mostrar que ese carcter militante, a la vez que daba solidez a losgrupos y alimentaba la radicalidad de las experiencias, las acercaba a lmites difcilmente tolerables por lasinstituciones, toda vez que sus propuestas rozaban las relaciones de poder establecidas.

    As miradas las cosas, el corto e intenssimo proceso de las "tomas" de 1973 pareciera ser laculminacin de todo el ciclo de radicalizacin y un resumen del espritu y la metodologa de la "nuevaizquierda". Sin embargo, un "dato" sorprende y obliga a matizar la apreciacin: aproximadamente la mitadde esas "tomas" fueron protagonizadas por sectores de la derecha. La contundencia del "dato" impulsa avolver sobre algunos de los interrogantes ms generales planteados en el trabajo precedente, en particular elque invita a no dar por descontada la identidad entre prctica poltica radicalizada y metas de carcter"revolucionario".