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ensayo economico legal
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INTRODUCCION
Las actividades económicas dentro de un sistema de economía de mercado en
donde priman los principios de libertad económica, propiedad privada, libertad
de contratar y libertad contractual tienen como mecanismo eficiente de
asignación de recursos, la contratación. Como consecuencia de la creación de
relaciones obligatorias o relaciones crediticias, en donde existe un acreedor
que es aquel que está envestido de facultades o derechos de crédito derivados
del consentimiento, para exigir al deudor el cumplimiento de una prestación
que forma parte de un deber de crédito o deuda.
Los títulos valores como instrumentos de crédito, y medios de financiamiento
no están apartados de esta concepción ya que como sabemos son
documentos materializados o desmaterializados que representan derechos
patrimoniales. Al hablar de derechos patrimoniales podemos citar a Díez-
Picazo que define a la relación obligatoria en donde existe un acreedor, un
deudor y una prestación (que no es otra cosa que un derecho patrimonial o
económico), como la existencia de una relación jurídico patrimonial incorporada
en un documento que reúne además características sustanciales y específicas
de los títulos valores que ya se han tocado en la presente edición, como la
incorporación, literalidad, autonomía, legitimación y buena fe.
En ese sentido los títulos valores como medios de asignación de recursos,
debido a que representan obligaciones dinerarias, derechos o representación
de bienes y mercaderías incluyen elementos subjetivos, que no pueden dejarse
de lado como la confianza, el tiempo y el riesgo.
Justamente el riesgo es aquella situación en la que probablemente se presente
una contingencia o posibilidad de daño y en el caso de relaciones crediticias, el
problema del riesgo está referido al incumplimiento del pago de las
obligaciones contenidas en este caso en los títulos valores.
Para ello, la economía se ha valido de instrumentos jurídicos denominados
garantías que no tienen otra finalidad que asegurar o reforzar la seguridad del
acreedor para que su interés se vea satisfecho, para ello, la legislación ha
implementado una serie de garantías en el caso específico de los títulos
valores garantías reales o personales, que tienen como objeto agredir a las
personas que ejercen la calidad de deudor accesorio en el caso de las
garantías personales o que el acreedor pueda agredir bienes distintos a los
definidos para ejecutar el pago y el cumplimiento de la prestación en el caso de
las garantías reales incorporadas en títulos valores.
El presente trabajo tiene como objetivo hacer una descripción y análisis desde
el punto de vista funcional y económico de las garantías incorporadas en los
títulos valores, como medio de aseguramiento de pago de los mismos. En ese
sentido cabe anotar que la actual Ley de Títulos Valores, N° 27287, regula en
su Sección Cuarta, las Garantías de los Títulos Valores, específicamente en el
Título Primero se realiza un tratamiento de las Formas de Garantizar Títulos
Valores, desarrollándose en los títulos segundo y tercero respectivamente lo
que son las garantías personales y las garantías reales.
Pero es importante hacer un corte entre lo que son las garantías de los títulos
valores como medios de aseguramiento del cumplimiento y pago de títulos
valores. Sin embargo, el tratamiento al aseguramiento al cumplimiento de pago
de títulos valores no se agota dentro de esta sección de la norma, sino que
existen una serie de extensiones legislativas dentro de la misma, como en el
caso de títulos valores específicos que incorporan medios de garantía
especiales y diseñados solo para estos instrumentos de crédito como son la
factura conformada, el título de crédito hipotecario negociable, el warrant y los
valores mobiliarios.
También es importante hacer referencia a que no solamente existen garantías
dentro de los títulos valores, sino que existe la posibilidad de asegurar el
cumplimiento de relaciones obligatorias o crediticias no incorporadas en títulos
valores, sino a través de medios contractuales u obligacionales distintos, en
donde el aseguramiento del pago se mejora mediante títulos valores dados en
garantía del cumplimiento de la obligación principal; es así, que la norma
cartular peruana también se ha ubicado en este supuesto, para determinar los
pasos que el operador tiene que seguir para otorgar un título valor en garantía.
LA GARANTÍA DE LOS TÍTULOS VALORES
1.-Concepto: Las garantías se sustentan en la necesidad del acreedor de
respaldar su crédito en caso que el deudor incumpla con la obligación
contenida en el título valor; entonces, garantizar supone asegurar el
cumplimiento de una obligación; por lo que:
- No es indispensable para el nacimiento de la obligación, pues hay muchas
obligaciones que no son respaldadas por una garantía específica; y.
- Se constituye en un derecho accesorio a uno principal. Lo principal es la
obligación y la garantía sólo tiene existencia para asegurar el cumplimiento de
la obligación.
La Ley de Títulos Valores, contempla la posibilidad de respaldar el
cumplimiento de las obligaciones representadas por los títulos valores,
mediante cualquier garantía real o personal. Dichas garantía puede ser total o
parcial. Lo importante y de toda garantía se sustenta en la necesidad del
acreedor de respaldar su crédito en caso que el deudor incumpla con la
obligación contenida en el título.
2.-Formas de garantía
Estas garantías pueden ser cambiarias o extra-cambiarias, las primeras son las
que figuran en la Ley de Títulos Valores, tal como el aval y la fianza. Las
segundas no están incluidas en la legislación cambiaria.
Entre otras forma de afianzamiento se puede mencionar a la carta fianza
bancaria , el depósito bancario, el certificado bancario en moneda extranjera
depositado en una institución financiera del país, la póliza de caución de
empresas de seguros, además debe tenerse presente la garantía de la emisión
de obligaciones por parte dela sociedad que menciona el artículo 307 de la
LGS, la misma que comprende como garantías específicas los derechos reales
de garantía; también puede mencionarse a la fianza solidaria emitida por
entidades del sistema financiero nacional, compañías de seguros nacionales y
extranjeras, o bancos extranjeros.
Entre las garantías las personales y las reales. En la primera el sujeto pasivo
es una persona natural o jurídica, la que queda obligada al pago en caso de
incumplimiento del deudor, respondiendo con su patrimonio en general; la
garantía más representativa en esta clase es la fianza. En cuanto a las
garantías reales se encuentran la prenda, hipoteca, anticresis, derecho de
retención, las que revisten privilegios especiales a favor del acreedor.
En lo que se refiere a las garantías reales estas deben de guardar las
formalidades establecidas en la legislación sobre la materia para su
constitución, cuando dichas garantías aseguren el cumplimiento de las
obligaciones frente a cualquier tenedor, debiendo señalarse en el mismo título
o en el respectivo registro, la existencia de tales garantías y, en su caso, las
referencias de su inscripción registral.
Garantías personales
Concepto.- Las garantías personales son aquellas que se constituyen
sobre todo el patrimonio del sujeto que las otorga. Esto es la totalidad del
patrimonio del garante es el que asegura el cumplimiento de la obligación
asumida por el deudor, y no un bien en específico, como sucede con las
garantías reales.
Las garantías personales se caracterizan igualmente por asegurar
siempre el cumplimiento de obligaciones ajenas, es decir, deudas de un sujeto
diferente aquel que las otorga.
Dentro de las garantías personales contempladas por la ley de títulos valores
tenemos el aval y la fianza.
El aval.-
El aval es una garantía personal que se presenta únicamente en los títulos
valores, es decir que es consustancial a estos, y su operatividad radica en que
además de los obligados cambiarios habituales, como el aceptante, el librador
o girador y los endosantes interviene un cuarto sujeto que se constituye
también en deudor cambiario (accesorio), que es el avalista y que tiene como
finalidad garantizar el pago de la obligación cambiaria o cartular, expresando
su voluntad y consentimiento de asumir la calidad de garante de la obligación
del pago del título valor de su avalado en forma unilateral, expresa e
independiente. Entonces podríamos definir al aval como aquella garantía
personal dirigida directa y específicamente a garantizar el pago de un título
valor.
La Ley de Títulos Valores no hace una definición expresa sobre lo que es el
aval, pero sí describe la forma de operativizar esta garantía y quién puede
ocupar la calidad de tal dentro del título valor, en los artículos 57 y 58.
1. Sujetos del aval:
a) El avalista
Como se sabe la persona que presta el aval se denomina avalista, y hoy en día
puede serlo cualquier persona con capacidad de obligarse cambiariamente, ya
que en el primer párrafo del Art. 57 se establece que el aval "puede ser
otorgado por cualquiera de los que intervienen en el título valor o por un
tercero". No obstante ello, la propia Ley de títulos valores prevé que sólo el
obligado principal no puede otorgar aval. Y en caso que el aval sea otorgado
por cualquier interviniente, éste debe señalar de modo expreso su adicional
condición de avalista. Para prestar un aval es preciso que el avalista goce de la
suficiente capacidad cambiaria, que no es otra que la capacidad de obrar, o
sea, ser mayor de edad y tener la libre disposición de los bienes
b) El avalado:
El avalado es la persona en cuyo favor se presta la garantía de aval. Puede ser
avalado cualquier obligado cambiario, sea obligado principal, como el
aceptante, sea de regreso, como el librador y los endosantes, sea accesorio,
como otro avalista La indicación de la persona del avalado es para impedir que
la firma del avalista en el anverso se confunda con la de un colibrador o un co -
aceptante. Con tal fin se presume que la sola firma puesta en el anverso de la
letra se considera aval, salvo, desde luego, que se trate de la firma del girador.
El aval debe mencionar la persona del avalado, pero si falta esta indicación, se
entiende que fue otorgado a favor del obligado principal; o, de ser el caso, del
girador.
2. Características del aval:
a) Es literal.- porque debe constar en la letra o en la hoja adherida a ésta,
ya que los derechos y obligaciones surge exclusivamente de su tenor
escrito.
b) es unilateral.- porque basta la declaración del avalista, y como tal es
irrevocable.
c) es abstracto.- porque se independiza de la causa que la dio origen o sea
de la relación jurídica subyacente, básica o fundamental que media entre
avalista y avalado.
d) es no recepticio.- porque se hace a un sujeto indeterminado, o sea, a
favor de quien resulta acreedor cambiario en el momento del pago.
e) carácter cambiario, porque sólo se puede concebir el aval en relación
con títulos valores.
f) es autónomo; porque surte efectos por sí mismo, independientemente de
la obligación documental originaria, sin que su validez dependa de la
validez sustancial de la obligación que se garantiza, salvo que existiera
un vicio de forma.
g) carácter accesorio del aval: el aval es acto jurídico accesorio, ya que
está destinado a servir de afianzamiento a una obligación principal, y
además que pueda o no existir en la letra de cambio; el carácter
accesorio sólo se presenta en el aspecto formal. En el aspecto esencial,
el avalista asume una obligación cambiaria autónoma y abstracta para el
pago del título valor.
h) solidaridad del aval; ya que al avalista queda obligado de igual modo que
aquél por quien prestó su aval; su responsabilidad subsiste, aunque la
obligación causal del título valor avalado fuera nula.
i) oponibilidad de excepciones; el avalista no puede oponer al acreedor
cambiario las excepciones que hubiere podido oponerle su avalado
como sí lo puede hacer el fiador. Amparado en un vicio de forma, el
avalado puede oponerse al pago del título valor; pero debe entenderse
aquellos vicios que determinan la invalidez del documento como tal, así
como aquellos que afecten el acto de otorgamiento del aval, como sería
el otorgado por persona absolutamente incapaz.
3. Responsabilidad del aval:
Luego de describir las formalidades del aval, a nuestro criterio, el tema referido
a la responsabilidad que asume el aval, es lo que hace que esta garantía
personal sea distinta, y que convierte al avalista en un responsable
independiente a la obligación personal, ya que si bien su calidad de garante
nace con la obligación que el deudor principal asume en un título valor, la
calidad de garante subsiste en forma independiente a la relación obligatoria
que contiene el título entre el acreedor y el deudor principal.
A diferencia de garantías personales como la fianza, que además emerge de
un acto bilateral en donde el consentimiento nace de la voluntad del acreedor y
el fiador y que la validez y certeza de la obligación del deudor principal es
condición elemental para exigir el cumplimiento del fiador, en el caso del aval,
la asunción de responsabilidad -como ya hemos comentado- se independiza de
la obligación entre el acreedor del título valor y el deudor original del mismo,
asumiendo el avalista la calidad de un obligado cambiario más, pasando a
ocupar la misma calidad y posición que la persona avalada.
El artículo 59,1 de la Ley N° 27287, desarrolla lo antes anotado al disponer que
"el avalista queda obligado de igual modo que aquél por quien prestó el aval; y
su responsabilidad subsiste, aunque la obligación causal del título valor
avalado fuere nula; excepto si se trata de defecto de forma de dicho título".
En este caso la independencia de comportamiento del avalista se mantiene en
pie aunque haya una afectación a la relación causal o vínculo obligacional
entre el deudor principal y el acreedor del título valor, siendo la única excepción
para que el avalista no comporte esta conducta autónoma de deudor frente al
acreedor, el que no se haya cumplido con el principio de literalidad, ya que el
cumplimiento de formalidades legales de un título valor determina los alcances,
derechos y obligaciones expresadas en el mismo, siendo esta la única objeción
para que el aval no asuma su responsabilidad.
Una de las connotaciones más importantes del aval, es el ejercicio de los
medios de defensa que emplea el deudor principal y el aval, ya que no pueden
ser los mismos, ello como consecuencia de la disposición expresa del artículo
59,2 "el avalista no puede oponer al tenedor del título valor los medios de
defensa personales de su avalado", ya que los medios de defensa personales
están referidos a las situaciones causal es que hicieron que el deudor principal
asuma la obligación de cumplimiento dentro de un título valor, situación
totalmente disímil al origen de la obligación en calidad de aval del avalista, ya
que el acto por el cual asume tal calidad, como ya hemos dicho, es
independiente y unilateral. Por tal motivo la norma solamente limita estas
posibilidades de defensa de carácter personal, dejando en subsistencia las
posibilidades de defensa en cuanto al carácter formal del título valor, ya que
como hemos mencionado el principio de literalidad y cumplimiento de
formalidades está relacionado con las condiciones fácticas para el
cumplimiento de derechos y obligaciones de todos los intervinientes en un título
valor, es decir, que los medios de defensa formal trascienden a más de un
participante o interviniente en el título valor.
Tratándose de obligaciones que son asumidas independientemente, en primer
lugar el deudor principal dentro de un título valor y en segundo lugar la del aval,
que asume la obligación en forma unilateral, es preciso comentar que las
obligaciones se tornan en independientes e indefinidas en cuanto a la forma de
pago, siempre y cuando la calidad de aval sea indefinida o permanente
conforme la cláusula que se exponga en el título valor, lo cual tiene como
correlato que los deberes y obligaciones de este se mantengan intactos frente
al acreedor, así se produzcan renovaciones entre su avalado y el tenedor del
título o acreedor.
4. Subrogación del avalista:
La subrogación desde el punto de vista del Derecho de Obligaciones, es una
forma de transferencia de, ya que si bien la relación obligatoria o de pago con
el deudor principal y el acreedor fue extinguida por el pago de un tercero, el
crédito se mantiene incólume debido a que los derechos de crédito del
acreedor principal fueron transferidos hacia el tercero en forma automática
debido al pago efectuado.
Esto sucede en el caso del avalista que cumple con la obligación que
garantiza, ya que los derechos de crédito, es decir, que son las facultades de
exigir el cumplimiento de pago o prestación hacia el deudor, se activan a su
favor, por lo tanto, como señala el artículo 60,1 "el avalista que cumple con la
obligación garantizada adquiere los derechos resultantes del título valor contra
el avalado y los obligados en favor de este en virtud del título valor, y se
subroga en todas las garantías y derechos que otorgue dicho título". En ese
sentido hay que ratificar que la subrogación incluye todos los derechos de
crédito que tenía el acreedor antes que el tercero, en este caso el aval asume
la obligación.
Dentro de los derechos de crédito en los títulos valores, encontramos que uno
de ellos es el poner en situación de mora al deudor, en este caso, al deudor
cambiario; siendo el medio para poner en situación de mora al deudor cartular
o cambiario, el protesto, que no es otra cosa, que un formalismo que consiste
en una comunicación que se hace llegar al deudor del título valor para
comunicarle el incumplimiento del pago, lo que a su vez activa el derecho del
acreedor cartular para ejercitar su derecho en una vía procesal distinta, es
decir, en un Proceso Ejecutivo a que se refiere el artículo 693 del Código
Procesal Civil.
En el caso de la subrogación o sustitución de derechos del acreedor del
avalista sobre el acreedor original, la norma establece una exoneración con
respecto al protesto, ya que si el avalista cumple con el pago en la fecha del
vencimiento o antes que el título valor fuera protestado, no requerirá que el
título se encuentre protestado dentro de los plazos previstos, situación que
rompe la necesidad (para el caso concreto) de la existencia de una formalidad
necesaria y fundamental.
La fianza:
La fianza a diferencia del aval es una garantía personal que emerge como
consecuencia de un acuerdo de voluntades y consentimiento bilateral, entre el
acreedor y el deudor accesorio (fiador), luego de la existencia de una
obligación principal, que en el caso del artículo 61 de la Ley de Títulos Valores,
se trata de una garantía solidaria.
Por ello diremos que la fianza tiene un carácter absolutamente accesorio, la
obligación que asume el fiador se encuentra subordinada en cuanto a sus
orígenes y existencia a la obligación o deuda principal, siendo una garantía que
además cumple un rol subsidiario, ya que el deudor no satisface la prestación o
pago si no lo hace en primera instancia el deudor principal.
Ahora bien, en relación a la fianza como garantía en los títulos valores, si bien
nace del consentimiento y manifestación de voluntad bilateral entre el acreedor
y el deudor accesorio o fiador elimina la posibilidad de operar el beneficio de
excusión a favor del deudor accesorio(11), salvo que se haya pactado lo
contrario.
La norma también extiende la influencia de las acciones cambiarias en contra
del fiador, en las mismas condiciones y plazos que las del deudor principal o su
afianzado. Pero a diferencia del aval y como se ha expuesto en el primer
párrafo referido a la fianza, los medios de defensa del fiador y del deudor
principal pueden ser los mismos, desde el punto de vista personal, ya que en el
caso de la fianza hablamos de una situación de subsidiariedad, ya que la
obligación que asume el aval en forma accesoria con respecto a su avalado
tiene como fundamento el nacimiento de la obligación principal, en este caso la
que motiva la existencia del título valor que incorpora la obligación de pago y
derechos de crédito, y es que a diferencia del aval, no se trata de una
obligación independiente sino totalmente subordinada al nacimiento e
incumplimiento de la deuda asumida por el fiado o deudor principal.
1. Caracteres jurídicos:
a) La accesoriedad:
Representa la cualidad de relativa que, respecto de la principal, tiene la
obligación de garantía en lo que se refiere a su existencia, subsistencia y
vicisitudes. En efecto, es imposible concebir la existencia de un contrato
de fianza sin que éste se dirija a garantizar otra obligación. No obstante,
nuestra legislación acepta el afianzamiento de obligaciones futuras. La
accesoriedad de la fianza tiene trascendentales consecuencias en la
práctica, siendo las más saltantes las siguientes: la obligación del fiador no
puede exceder a la del deudor principal; y la extinción de la obligación
principal conlleva la de la fianza. En resumen, debemos tener siempre
presente, tratándose de este contrato, la regla que establece que lo
accesorio sigue la suerte de lo principal.
b) La subsidiariedad
La doctrina ha considerado tradicionalmente que la fianza da origen a una
obligación subsidiaria, lo cual significa que, por norma, el fiador únicamente
responde en defecto del deudor principal.
Esta característica nos lleva inevitablemente a ocuparnos del "beneficio de
excusión", que consagra nuestro ordenamiento en sus artículos 1879 a 1884.
Conforme a estos preceptos, el fiador puede obligar al acreedor a que se dirija,
primero, contra el deudor principal, y únicamente responderá si éste no
satisface la deuda o sus bienes no bastan para cubrirla. Por lo que, podemos
concluir que la subsidiariedad de la fianza encuentra su correlato en el
beneficio de excusión pero, al mismo tiempo, éste no hace sino confirmar que
no se trata de un carácter esencial ni permanente.
c) La literalidad
La fianza constituye un contrato literal y formal, dado que se perfecciona
mediante la forma escrita. Es esta una exigencia impuesta ad solemnitatem
(Art. 1871 [36]), de manera que su no observancia determina la nulidad del
contrato.
El segundo aspecto de la literalidad radica en el contenido mismo de la fianza.
En efecto, de acuerdo con la opinión generalizada en doctrina, los alcances de
la obligación del fiador se miden de acuerdo con lo específicamente estipulado.
La fianza debe interpretarse siempre de una manera restrictiva, no sólo en
cuanto a la intención del fiador de constituirse como tal, sino en cuanto a la
extensión de su garantía.
Guarda relación con este tema el relativo a las cartas - fianza bancaria. En
efecto, es sabido que normalmente estas garantías consisten en documentos
redactados y suscritos por la entidad que interviene como fiadora. Usualmente
el acreedor no participa en su nacimiento y ni siquiera las firma. Dicha
circunstancia de que vengan o no firmadas por el acreedor parece irrelevante,
siempre y cuando -claro está- cuenten con la aceptación al menos tácita del
mismo.
d) La unilateralidad
Este contrato, como tal, es un acto jurídico bilateral, pues se forma mediante el
acuerdo de dos voluntades: fiador y acreedor. No obstante, la relación jurídica
de fianza origina una sola prestación: la del fiador. No se trata, por ello, de un
contrato con prestaciones recíprocas, dado que el acreedor no está obligado a
nada frente al fiador.
"Sólo crea obligaciones para el fiador. Es verdad que el acreedor está obligado
a ser diligente en la excusión de los bienes del deudor y de abstenerse de
cualquier hecho en virtud del cual el fiador se vea privado de quedar subrogado
en sus derechos; pero en verdad éstas no son obligaciones que el acreedor
tiene respecto del fiador. Sin embargo, el contrato será bilateral u oneroso si el
acreedor paga alguna suma de dinero al fiador para que asuma la fianza; en tal
supuesto, este contrato se aproxima tan estrechamente al de seguro que
resulta difícil distinguirlos y parece razonable aplicarle por analogía las reglas
legales de este último”.
e) La gratuidad
Lo normal es que la fianza sea gratuita; en nuestras costumbres es uno de los
deberes típicos de amistad y sólo por señalada excepción se cobra algo por
prestarla, sea del acreedor o del de deudor. ".
Podemos concluir afirmando, en consecuencia, que la fianza puede o no
ser gratuita u onerosa, dependiendo de si el fiador recibe algo a cambio de su
intervención.
2. Clases de fianza:
La fianza, puede ser clasificada o agrupada atendiendo a diversos criterios.
a) Por su origen o fuente.
La doctrina ha considerado tradicionalmente que la fianza puede
ser: convencional, legal o judicial, Así, se dice muchas veces que la fianza es
convencional cuando nace de un contrato o acuerdo de voluntades; legal
cuando nace del imperio de la ley; y judicial cuando es impuesta por una
resolución del juez.
Es necesario anotar, empero, que en todos estos supuestos, la fianza que se
preste tendrá su origen en la libre voluntad de un fiador que convenga
en prestarla, dado que nadie puede obligar a otro a celebrar un contrato. En
realidad, la obligación legal o judicial surge, más que para el fiador, para el
deudor. Es éste quien se obliga a obtener alguien que lo garantiza.
b) Por las condiciones en que se presta.-
Atendiendo a este criterio, la fianza ha sido tradicionalmente clasificada en
simple y solidaria. La fianza simple es aquella en la cual el fiador conserva el
beneficio de excusión, de manera que si es requerido para el paro, puede
oponerlo y obligar al acreedor a que primero intente el cobro del deudor
principal.
La fianza solidaria ha sido objeto de múltiples debates en doctrina, ya que
existen autores e incluso legislaciones como la Nueva Ley General de
Sociedades [32], que remiten la obligación, en tales casos, a las reglas de la
solidaridad.
c) Por las personas a quienes se garantiza.-
Atendiendo a las personas en cuyo favor se otorga la fianza, ésta puede ser
"simple" o "doble". En otros términos, podemos decir que es simple cuando se
garantiza al obligado principal, y doble cuando se otorga a favor de otro fiador,
figura conocida como subfianza.
d) Por la extensión con que se constituye
La fianza puede ser limitada o ilimitada, según la extensión de la obligación del
fiador. Sin embargo, se debe partir de un principio general: el fiador no puede
obligarse excediendo la obligación del deudor. Existe pues una limitación por
mandato legal que el fiador no puede sobrepasar. Aun así, cabe que dentro de
este marco, el fiador contraiga su obligación de dos maneras distintas:
señalando un monto máximo por el cual responderá; o bien, sin indicar tal
límite máximo. En el primero de los casos, nos encontramos frente a la llamada
fianza limitada. En ésta, el garante se compromete a responder del pago de la
obligación principal, en todo o en parte, pero normalmente no asume
responsabilidad alguna por los accesorios de dicha obligación: intereses,
gastos, costas judiciales, etc. En el segundo caso, el de la fianza ilimitada, el
fiador se obliga a responder por toda la obligación principal, incluso sus
accesorios. El artículo 1878 [33] de nuestro Código vigente se ocupa de
este supuesto.
e) Responsabilidad que asume quien afianza un título valor
En cambio, cuando la fianza garantiza una obligación contenida en un título
valor, la regla es que la fianza sea solidaria, es decir, que e) tomador pueda
dirigirse indistintamente al obligado principal como al fiador. Por lo tanto,
tratándose de títulos valores, la excepción es que el fiador goce del beneficio
de excusión, para lo cual será necesario que en el título se exprese
indubitablemente dicha condición.
3. Extinción de la fianza
a) Medios indirectos de extinción
Entendemos por medios indirectos, aquellos que producen la extinción de la
fianza por la vía de consecuencia, es decir, por extinción de la obligación
principal. Se trata, evidentemente, del correlato lógico de la accesoriedad que
es característica de este contrato.
De ahí que podamos afirmar que, como regla general, la fianza quedará
extinguida siempre que se extinga la deuda principal, sea como consecuencia
del pago, de la novación, compensación, transacción o cualesquiera otras
formas de extinción de las obligaciones.
b) MEDIOS DIRECTOS DE EXTINCIÓN:
Son aquellas que afectan a este contrato "per se”. Extinción por las causas
aplicables a las obligaciones en general:
- Siendo un contrato, es evidente que la fianza se extinguirá por todos
aquellos medios y causas de extinción, nulidad y anulabilidad que la ley
contempla para el acto jurídico, las obligaciones y sus fuentes.
Resulta también claro que la extinción de la fianza en cualquiera de
estas hipótesis, no determinará nunca que desaparezca la obligación
principal.
- Causas particulares de extinción: En atención a las particularidades que
reviste la obligación del fiador, la ley ha querido concederle diversas
causas por las cuales puede verse libre de su obligación. Se trata, en
suma, de circunstancias especiales que no son compartidas por los
restantes contratos, siendo propias de la fianza. Nuestro ordenamiento
civil contempla estos supuestos de extinción en los artículos 1898, 1899,
1900, 1901 y 1902 del Código Civil.
4. LA FIANZA "ÓMNIBUS", ABIERTA O GENERAL
Aun cuando no se encuentre legislada por el Código Civil de 1,984 ni en ningún
otro Código del mundo, en la práctica se viene utilizando con frecuencia la
denominada fianza "ómnibus". Clásicamente la fianza se caracteriza por su
accesoriedad. Y uno de sus efectos más saltantes es que la obligación del
fiador está predeterminada por la relación existente entre el deudor y el
acreedor y no puede exceder la obligación del primero, habiéndose llegado a
un extremo insuperable dentro de la concepción tradicional en el sentido que
se puede prestar fianza en garantía de obligaciones futuras determinadas o
determinables, pero el fiador sólo queda sujeto a aquello que expresamente se
hubiese comprometido.
Empero y en la práctica internacional, ha surgido la denominada fianza
ómnibus, general o abierta, que rompe los moldes tradicionales de la fianza,
pues en aplicación de ella el fiador se compromete a satisfacer todas las
obligaciones presentes o futuras, directas o indirectas que asuma un deudor
determinado frente a una institución, preferentemente bancaria o financiera.
Apunta YURI VEGA MERE [39] "La fianza ómnibus, en tanto fianza bancaria
activa, es un contrato en virtud del cual el fiador se compromete a asegurar el
cumplimiento de todas las obligaciones presentes o futuras, directas o
indirectas, dependientes de las operaciones o contrato que concluya el deudor
con una institución de crédito, de la cual el obligado es cliente. No interesa que
se especifiquen todas y cada una de las operaciones que dicho cliente
concluirá con el banco. No se exige que las obligaciones garantizadas por el
fiador sean presentes o que no estén previstas al momento de constituirse la
garantía, aunque ello implique que el fiador no conozca el monto de la deuda
del obligado principal".
Desde luego la fianza abierta está vinculada a las cláusulas generales de
contratación, en la medida en que éstas son el instrumento que se utiliza para
su celebración. Una de las características más saltantes dela fianza abierta es
que cubre deudas futuras y no determinadas en su cuantía, de modo que el
fiador está en el permanente riesgo de tener que cubrir una obligación
desconocida para él, esto es, no individualizada. A su vez, la fianza abierta
tiene carácter solidario, lo que ciertamente agrava la situación del fiador. Otra
gravísima objeción que nos plantean los pactos de fianza abierta bajo
condiciones generales de contratación es el hecho de que en muchos de esos
pactos se ha establecido -esto es, en Italia- que la invalidez de la obligación u
obligaciones garantizadas no determinaba la invalidez de la fianza, la que
mantenía su plena vigencia. La accesoriedad no tiene, pues, cabida en esta
clase de fianzas. En lo que atañe al Código Civil peruano y a nuestra
legislación en general, es evidente que la fianza ómnibus o abierta no está
regulada, a diferencia de Italia, donde existe a mérito de la regulación
establecida por la Asociación Bancaria Italiana, utilizando como instrumento las
cláusulas generales de contratación y ello a pesar de la norma impuesta por el
Art. 1341 del Código italiano, similar al Art. 1398 del Código Civil peruano. No
podemos ni debemos desconocer, empero, que la Ley General de Instituciones
Bancarias, Financieras y de Seguros ya sanciona la garantía sábana en
función de su Artículo 175, en el sentido que los bienes afectados en prenda,
warrant e hipoteca a favor de una empresa del sistema financiero respaldan
todas las deudas y obligaciones existentes y futuras, directas e indirectas, lo
cual constituye un precedente para que en el futuro empiecen a proliferar en la
práctica las fianzas abiertas, sin ninguna limitación ni protección a favor del
fiador.
5. Diferencia entre fianza y aval
Enunciemos las principales diferencias.
a) En primer lugar, la fianza está regulada en el Código Civil como un
contrato; en cambio el aval no es un contrato, es un acto cambiario, es
una declaración de voluntad.
b) La fianza es un contrato a través del cual se puede caucionar o
garantizar cualquier clase de obligaciones, en principio, presentes,
futuras, condiciones, a plazo, puras y simples, etc. En cambio, el aval es
una figura cambiaria a través de la cual se busca simple y únicamente
caucionar o garantizar el pago total o parcial de la obligación de un título
valor.
c) La fianza puede sujetarse a condición; el aval no admite la condición o el
plazo como ya lo explicamos al advertir que la ley no tolera la limitación
en cuanto al tiempo. Y tampoco puede condicionarse al aval porque
todas las obligaciones cambiarias, de cualquiera de los intervinientes en
un título valor, tienen que ser incondicionales, de tal suerte que el
avalista no puede obligarse desde cierto y hasta determinado día, o si
sucede tal o cual evento, como es posible en materia de fianza, porque
el aval tiene que ser puro y simple y además no puede ser condicionado.
d) El fiador no puede obligar a más de lo que se ha obligado el deudor
principal; en cambio el avalista si puede resultar obligado a más, en
razón a que su obligación se tiene por válida aunque la del principal no
lo sea.
e) El fiador es un responsable al pago, en forma subsidiaria, porque la
fianza es un contrato accesorio; mientras que el avalista es un obligado
autónomo, contrae su propia obligación, no necesita de la subsistencia o
de la validez de la obligación de su avalado para que quede vinculado, al
contrario de lo sucedido en la fianza en donde cualquier vicio o cualquier
defecto del contrato principal afecta la eficacia del contrato accesorio,
porque lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
f) El hecho de que la fianza esté concebida como un contrato accesorio
conduce también a que el fiador pueda gozar del beneficiario de
excusión, consistente en que puede pedir primero la persecución a su
deudor principal y sólo en la medida que éste no pague pues tendrá que
hacerlo por aquél.El beneficio de excusión no opera en materia de aval,
pues el avalista no puede aspirar a que primero se demande al directo
obligado o a su avalado y sólo en el evento de que fallen tales acciones
él pueda ser demandado, porque su responsabilidad es tan autónoma
como las de los demás y, en consecuencia, lo pueden demandar
directamente prescindiendo de los demás obligados o suscriptores del
título valor.
g) El fiador puede limitar su responsabilidad; en cambio en materia de aval
hemos visto que la ley únicamente tolera las limitaciones relativas a la
persona por cuenta de quien otorga el aval.
h) Entre el aval y la fianza existe una importante diferencia: La fianza no se
presume, ni se extiende a más de lo expresamente estipulado; en
cambio el aval si se presume y puede extenderse incluso más de lo
querido por el propio avalista, en la medida que toda firma colocada en
un título valor sobre la cual no se pueda establecer claramente el
carácter con que ha sido colocada, se tienen por firma de avalista, se
tiene por firma de garante, se tiene por firma de responsable en el pago
del título; y en esa medida, quien haya firmado de tal manera, sin
alusiones a la persona ni a la cuantía, la ley lo tiene por responsable del
pago del título por cuenta de todos los intervinientes y del valor total del
título, aunque seguramente su intención no haya sido esa.
i) En materia de excepciones también hay diferencias, pues el fiador
puede oponer las excepciones reales y no puede invocar las
excepciones personales frente al acreedor. En materia del aval, en razón
de la autonomía consagrada en el artículo 636 ya citado, por ser la
obligación del avalista válida, aunque la de su avalado no la sea, se
cierra la posibilidad no solo de invocar con hechos exceptivos las
de carácter personal, sino también los de carácter real. Las de carácter
personal están incluidos siempre en materia de títulos valores, pero las
de carácter real tendrían que ver con el hecho de si la obligación del
avalado es válida o no, y ese es un punto ya resuelto por el Código de
Comercio, como hemos afirmado, en el sentido que será responsable
aunque la obligación del avalado no sea válida por cualquier motivo. Por
consiguiente el avalista no tiene posibilidad de invocar ni siquiera las
excepciones de tipo real, entendidas dentro de este contexto, porque
existen ciertas excepciones, denominadas de carácter absoluto, las
cuales pueden ser invocadas por cualquier obligado en la medida que
afectan la eficacia misma del título; en cambio, las excepciones a las que
estamos haciendo referencia simplemente tendrían que ver con la
eficacia de la responsabilidad el avalado.
j) En cuanto a la extinción de la fianza y del aval, hay también notorias
diferencias, pues en la medida que la del aval es una obligación
autónoma y no admite limitaciones respecto del tiempo, lo hemos dicho,
la responsabilidad del avalista solamente se extinguirá cuando
suceda alguno de los fenómenos previstos en la ley como extintor de
las responsabilidades cambiarias del avalista. En cambio, en materia de
fianza, si se ha condicionado, y la condición puede ser suspensiva o
resolutoria, en el evento de cumplirse o faltar la condición, según el
caso, se extinguirá la fianza o no nacería. Entonces, puede el fiador
limitar su responsabilidad en el tiempo y llegado ese día quedará
exonerado de responsabilidad, posibilidad tampoco existente en materia
de aval. Además, todos los fenómenos que afecten la eficacia o la
validez de la obligación del fiado afectan igualmente la eficacia o
validez del fiador, porque, como contrato accesorio, a las
responsabilidades del fiador se le comunican las consecuencias del
contrato principal. Por ello se dice que mientras en la fianza la obligación
es la misma y hay pluralidad de obligados, en materia de aval hay
pluralidad de obligados pero además pluralidad de responsabilidades.
No es la misma responsabilidad la del avalado que la responsabilidad
del avalista, porque el avalista queda obligado aunque el avalado no
responda por el pago del título.
Garantías reales:
Las garantías reales son las garantías que recaen sobre bienes entre las
cuales podemos citar la hipoteca, la anticresis, el derecho de retención y el
contrato de fideicomiso en garantía. Una garantía real(12) consiste en la
afectación que se hace sobre un bien o varios bienes para el cumplimiento de
una obligación, como consecuencia de esta afectación dicho bien queda
destinado para que en caso de incumplimiento y con su importe se haga pago
al acreedor por el incumplimiento del deudor, por lo que se puede entender que
una garantía real es una prestación alterna para la satisfacción del interés del
acreedor.
Así las cosas, las garantías reales como instrumentos de aseguramiento del
crédito y de satisfacción del acreedor, no pueden estar ajenas a los títulos
valores, ya que estos en esencia son instrumentos de crédito, por lo que es
posible asegurar el cumplimiento y pago de los mismos mediante estos medios
de garantía..
Las garantías reales son aquellas afectaciones que recaen sobre un bien
determinado que tienen por finalidad asegurar al acreedor el cumplimiento de
obligaciones propias o ajenas. Las garantías personales se diferencian de las
reales en que las primeras afectan la totalidad del patrimonio del garante,
mientras que las segunda afectan solamente un bien determinado. Asimismo,
las garantías personales se constituyen solamente sobre deudas ajenas,
mientras que las reales pueden constituirse también sobre deudas propias.
Las garantías reales se clasifican en dos grupos que son los siguientes:
garantías que recaen sobre bienes muebles, y garantías que recaen sobre
bienes inmuebles que son la hipoteca y la anticresis.
1. Tipos de garantías reales
a) La hipoteca. la hipoteca es la garantía real e indivisible que consiste en
la afectación de un bien del deudor al pago de una obligación, sin que el
constituyente pueda ser en ese momento desposeído, y permitiendo al
acreedor hipotecario embargar y hacer vender ese bien, al vencimiento,
quien quiera que lo tenga, para hacerse pago con su precio con
preferencia a los demás acreedores. Es decir, este autor no precisa que
la hipoteca recae sólo sobre bienes inmuebles, por lo cual con dicha
definición la hipoteca también es de aplicación para bienes muebles.
b) La anticresis. PLANIOL Y RIPERT definen a la anticresis como "... Un
contrato por el cual el deudor o un tercero pone al acreedor en posesión
de un bien hasta el pago íntegro de su crédito, con autorización para que
cobre los frutos y los impute anualmente, bien a los intereses de lo que
se le adeuda y en caso de sobrante, al capital de su crédito, sea sobre el
capital únicamente, si no se le adeudan intereses". (Op. Cit., tomo XII,
Pág. 276).
c) El derecho de retención. Este derecho es un medio de garantía que
algunas disposiciones reglamentan para que un acreedor tenga un
medio alterno que garantice el cumplimiento de ciertos derechos. La
retención está limitada en casos específicos que la ley señala para
ciertos contratos. En algunos casos la ley lo considera como prenda, el
derecho de retención suspende la obligación que tiene una persona de
entregar o devolver una cosa; es la facultad legal de prolongar la
tenencia de una cosa por virtud de un crédito relacionado con ella hasta
el pago del mismo.
d) El contrato de fideicomiso en garantía es una de las especies del
fideicomiso a que se acude con frecuencia por las ventajas que presenta
para el acreedor. Tiene una aplicación muy general y puede utilizarse
para garantizar cualquier obligación
2. Garantías reales en la legislación peruana
La Ley de Títulos Valores, regula en su artículo 63 la forma de garantizar el
pago de títulos valores con garantías reales, haciendo referencia expresa a la
norma que establecen los criterios para su constitución.
Además de los requisitos de su constitución que la legislación ha dispuesto, la
norma cartular precisa que las garantías reales constituidas deben de estar
citadas en forma clara en el título valor que garantizan o en el registro
respectivo, incluyendo las referencias a su inscripción registral.
es preciso hacer mención al segundo párrafo del artículo 63, ya que hace una
interesante aclaración en cuanto a las garantías reales que aseguran títulos
valores o que se encuentran incorporadas en títulos valores, al precisar que
"en caso, las transferencias del título no requieren del asentimiento del
obligado ni, de ser el caso, del constituyente de la garantía, para que ésta
tenga plena eficacia frente al tenedor del título valor".
Esta norma hace una precisión muy clara, ya que en caso de que exista un
título valor que incorpora o se encuentre coberturado con una garantía real, la
cual pasa a formar parte del título, no es necesario ningún nivel de
manifestación de la persona que constituyó la garantía cuando el título sea
transferido, ya que al ser la garantía parte del título valor, basta que se
produzca la transmisión del título valor a través del endoso.
Las garantías que son pasibles de ser incorporadas en los títulos valores
básicamente son la prenda y la hipoteca, las cuales se encuentran legisladas
en el Código Civil de 1984, con los obstáculos y deficiencias que hacen que
inclusive en el caso de títulos valores que incorporan derechos reales de
garantía los riesgos y costos de transacción que implican el cumplimiento del
pago de los títulos de crédito a través de estas garantías presenten altos
índices de costo y ejecución.
- La hipoteca: Es por cierto un gravamen que recae sobre bienes
inmuebles conforme la clasificación del Código Civil, en garantía de una
obligación propia o de un tercero, no determinando la des posesión del
bien, otorgando al acreedor los derechos de persecución, preferencia y
venta judicial del bien hipotecado.
- La prenda: Es una garantía real que consiste en que el deudor entrega
un bien de carácter mueble al acreedor para que este lo mantenga en su
poder hasta que se le pague, no siendo necesario en todos los casos
que la entrega del bien se realice en forma física ya que puede también
ser jurídica o ficticia.
De lo anteriormente expuesto podemos concluir que la prenda con entrega
jurídica es decir no física pero si documental (titularidad del derecho real de
garantía) y la hipoteca tienen similar significado desde el punto de vista
operativo.
Ahora, con respecto a la prenda, uno de los bienes materia de este medio de
garantía son también los títulos valores, que al ser bienes de carácter
incorporal y mueble, con contenido económico y destinados a la circulación
pueden ser materia de garantía como así lo ha regulado el Código Civil de
1984 en el artículo 1087, teniéndose como elemento fundamental de la
formalidad de la prenda sobre títulos valores, que estos deben ser entregados
al acreedor.
En caso que el deudor incumpla la obligación pendiente de pago y la cual se
encuentra coberturada con títulos valores, este tiene el derecho expedito para
la venta de dichos bienes para hacerse cobro de la obligación.
Pero el problema de las garantías reales en el Perú(13), es que no constituyen
un mecanismo eficiente de cobertura al incumplimiento, ya sea en el caso de
relaciones crediticias de carácter civil o relaciones crediticias incorporadas a
través de títulos valores, por lo lentas de las ejecuciones, los múltiples registros
de bienes y clases de garantías y los altos costos para registrar las garantías.
Pese a las dificultades de organización adecuada de un sistema eficiente de
garantías reales en nuestro país, resulta que son las más adecuadas, teniendo
en cuenta que nuestra legislación protege en exceso al deudor y promueve la
cultura de no pago, por lo que tener una garantía de carácter real, es lo más
sensato en una economía de incumplimientos como es la peruana,
caracterizada por la informalidad y la falta de confianza del mercado.
3. REFERENCIAS A LA LEGISLACiÓN COMPARADA
a) Código de Comercio español y la Ley Cambiaria y del Cheque
El Código de Comercio español fue promulgado por Real Decreto del 22 de
agosto de 1985, siendo el Título X de esta norma la que regulaba al contrato y
letras de cambio, y en el Título XI estaba referido a las libranzas, pagarés a la
orden y de los mandatos de pago llamados cheques; sin embargo esta parte
de la norma fue derogada, debido a que con posterioridad se promulgó la Ley
Cambiaria y del Cheque también de 1985. En esta norma se regulan garantías
de los títulos valores, específicamente garantías personales; así pues, en el
artículo 11 referido a la letra y el pagaré la norma precisa que el librador de
estos títulos valores garantiza la aceptación y pago, pudiéndose eximir de la
garantía de la aceptación.
El artículo 35 de la misma norma hace referencia al aval, específicamente en
cuanto a la letra de cambio, disponiendo que el pago de una letra se puede
garantizar mediante aval, ya sea por la totalidad o por parte de la obligación,
siendo que esta garantía la podrá prestar un tercero o el firmante de la letra,
siempre que al otorgarse no hubiera quedado liberado ya el avalado de su
obligación cambiaria.
Con respecto a la formalidad de la norma española en cuanto al aval, se
especifica que este debe indicarse en la letra de cambio o en su
suplemento)expresándose la palabra por aval o cualquier otra fórmula
equivalente e irá firmada por el avalista. También aparece aquí el supuesto
referido a que la simple firma de una persona puesta en el anverso de la letra
de cambio "vale como aval", siempre que no se tratara de la firma del librado o
del librador. La norma cambiaria española también tiene una reseña sobre la
imposibilidad de efectos cambiarios de aquel aval que aparezca en documento
separado, así también en caso de no especificar a quien se avala la norma
presume que el avalado es el aceptante y a defecto de este el librador.
Con respecto a la relación de crédito entre el aval y el acreedor o tenedor, la
norma española, hace referencia a que el avalista responde de igual manera
que el avalado , y no podrá oponer las excepciones personales de este, siendo
válido el aval aunque la obligación garantizada fuera nula por cualquier causa
que no sea la de vicio de forma. De hecho como consecuencia del pago
efectuado por el aval hacia el acreedor o tenedor, el avalista adquiere los
derechos derivados de ella contra la persona avalada y contra los que sean
responsables cambiariamente respecto de la última.
La norma española también hace referencia a la posibilidad de que los
cheques puedan contar con una garantía personal como el aval, con la
posibilidad de que la garantía sea prestada por la totalidad de la obligación o
parte de su importe; pudiendo ser presentado por un tercero o por quien ha
firmado el cheque pero no por el librado.
b) Código de Comercio de la República Oriental del Uruguay
El Código de Comercio de la República del Uruguay es el que regula los títulos
valores en su estructura legislativa, específicamente, la letra de cambio, los
vales, billetes y pagarés, este se encuentra incorporado en la Ley N° 14701,
cuyo Título Primero referido a los títulos valores fue modificado en forma
integral por la Ley N° 15738, en cuya Sección 11 se regula el aval como medio
exclusivo de garantía personal de los títulos valores del aval.
Mediante el aval se podrá garantizar, en todo o en parte, el pago de un título
valor, el cual deberá constar en el título mismo o en hoja adherida a él. Se
expresará con la fórmula "por aval" u otra equivalente, y deberá llevar la firma
de quien lo presta. La sola firma puesta en un título, cuando no se le pueda
atribuir otra significación se tendrá como firma del avalista.
En esta norma también aparece el supuesto referido a la falta de mención de la
cantidad que se avala, y a defecto de la existencia de esta, se entenderá que el
aval garantiza el importe total del título.
El avalista al igual que en la legislación peruana, queda obligado en los
términos que corresponderían formalmente al avalado y su obligación será
válida aun cuando la de este último no lo sea.
Con respecto a la formalidad de constitución del aval, se debe indicar la
persona a quien se presta. A falta de indicación se entenderán garantizadas las
obligaciones del suscritor que libere a mayor número de obligados.
Finalmente, con respecto al pago efectuado por el aval al acreedor o tenedor
del título, la figura de la subrogación de derechos se presenta en este
momento a favor del avalista contra la persona garantizada y contra los que
sean responsables respecto de esta última por virtud del título.
c) Código de Comercio de la República Argentina y sus modificaciones
El Código de Comercio argentino, fue modificado en la parte pertinente delos
títulos valores, dando paso a una regulación especial contenida en el Decreto
Ley N° 5965 de 1963, la cual se denomina Régimen Jurídico de la Letra de
Cambio, Vale y Pagaré.
Justamente el artículo 32 de esta norma hace referencia a la posibilidad que la
letra de cambio pueda garantizarse en forma total o parcial mediante un aval,
pudiendo esta garantía, ser otorgada por un tercero o cualquier firmante de la
letra.
Con respecto a la formalidad del aval, la norma explica que este debe constar
en la misma letra o su prolongación, o en documento separado(25), debiendo
en este caso indicar el lugar donde ha sido otorgado. El aval puede expresarse
por medio de las palabras "por aval" o de cualquier otra expresión equivalente,
debiendo ser firmado por el avalista. Se considera otorgado el aval con la
simple firma del avalista puesta en el anverso de la letra de cambio, salvo que
esa firma fuese la del girado o la del aceptante.
El aval debe indicar por cuál de los obligados se otorga. A falta de esta
indicación se considera otorgado por el librador.
En cuanto a la responsabilidad del avalista, al igual que en nuestra norma, este
queda obligado en los mismos términos que aquel por quien ha otorgado el
aval, siendo responsable de la obligación que haya garantizado aun cuando la
misma sea nula por cualquier causa que no sea un vicio de forma,
subrogándose en los derechos que derivan de la letra cuando haya pagado la
obligación pudiendo ejercer los derechos de crédito contra los avalados y los
que estén obligados cambiariamente hacia éste.
d) Ley de Títulos y Operaciones de Crédito de México
Esta norma vigente desde el mes de marzo de 2004 modifica el Código de
Comercio de México de 1889, específicamente en lo referente a los títulos
valores, regulando en el capítulo II del título Ila garantía del aval, como
elemento de cobertura dentro de una letra de cambio, pudiendo prestar el aval
quien no ha intervenido en la letra y cualquiera de los signatarios de ella.
Con respecto a la formalidad del aval, este debe constar en la letra o en hoja
que se le adhiera, se expresará con la fórmula "por aval", u otra equivalente, y
debe llevar la firma de quien lo presta. La sola firma puesta en la letra, cuando
no se le pueda atribuir otro significado, se tendrá como aval.
En relación a la falta de mención de cantidad, se entiende que el aval garantiza
todo el importe de la letra, debiendo indicar el avalista la persona por quien se
presta, a falta de tal indicación, se entiende que garantiza las obligaciones del
aceptante y, si no lo hubiere, las del girador.
Con respecto a la responsabilidad del avalista, este queda obligado
solidariamente con aquel cuya firma ha garantizado, y su obligación es válida,
aun cuando la obligación garantizada sea nula por cualquier causa.
En relación a los derechos que adquiere el avalista al efectuar el pago de la
letra, este tiene a su favor la acción cambiaria contra el avalado y contra los
que están obligados para con este en virtud de la letra, quedando la acción
contra el avalista sujeta a los mismos términos y condiciones a que esté sujeta
la acción contra el avalado.
CONCLUSIONES
En relación con los resultados de la búsqueda realizada que forman indicios
notables del trabajo de investigación, formulamos:
- Las garantías se sustentan en la necesidad del acreedor de respaldar su
crédito en caso que el deudor incumpla con la obligación contenida en el
título valor; entonces, garantizar supone asegurar el cumplimiento de
una obligación.
- Las garantías pueden ser de carácter personal o real. Por la personal
una persona es la que se obliga a pagar la obligación de su garantizado
en caso de incumplimiento de éste. Por ejemplo, la fianza, el aval, la
solidaridad pasiva; por la real, se asegura una obligación afectando un
bien determinado. Por ejemplo, la prenda, la hipoteca, anticresis,
derecho de retención. Pero el contrato por el cual se constituye tiene la
calidad de accesorio, respecto a la obligación garantizada.
- Hemos concluido que el aval es el acto jurídico, unilateral, solemne,
formal y literal por el cual una persona (avalista) garantiza en todo o en
parte, el pago del título en favor de un obligado cambiario (avalado).
- Como se sabe la persona que presta el aval se denomina avalista, y hoy
en día puede serlo cualquier persona con capacidad de obligarse
cambiariamente, excepto el obligado principal.
- El avalado es la persona en cuyo favor se presta la garantía de aval.
Puede ser avalado cualquier obligado cambiario, sea obligado principal,
como el aceptante, sea de regreso, como el librador y los endosantes,
sea accesorio, como otro avalista.
- El avalista queda obligado en los mismos términos que su avalado;
contrae una obligación solidaria con los demás firmantes del título valor,
y la obligación que asume es sucesiva, no es un co - obligado aunque su
obligación sea idéntica a la del avalado.
- La fianza es una garantía personal accesoria, en virtud de la cual una o
más personas responden de una obligación ajena,
comprometiéndose para con el acreedor a cumplirla en todo o en
parte, si el deudor principal no lo cumple