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1 Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Filosofía Preseminario: Apología (s) de Sócrates Profesora: Adriana Urrea Redactor: Sergio Andrés Suárez Trabajo final: Comparación entre las Apologías a Sócrates de Platón y Jenofonte 14 de abril del 2016 APOLOGÍAS SOCRÁTICAS El presente texto pretende comparar el diálogo platónico Apología con el escrito de Jenofonte titulado Apología de Sócrates, con la finalidad de mostrar las diferencias entre la recepción del juicio a Sócrates, entre el discípulo Platón y el historiador Jenofonte, para cumplir con este objetivo he decidido exponer minuciosamente las dos obras para enfatizar en los detalles expuestos a continuación y empalmar las dos obras en el final del escrito.

Trabajo filosofia

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Filosofía

Preseminario: Apología (s) de Sócrates

Profesora: Adriana Urrea

Redactor: Sergio Andrés Suárez

Trabajo final: Comparación entre las Apologías a Sócrates de Platón y Jenofonte

14 de abril del 2016

APOLOGÍAS SOCRÁTICAS

El presente texto pretende comparar el diálogo platónico Apología con el escrito de

Jenofonte titulado Apología de Sócrates, con la finalidad de mostrar las diferencias entre la

recepción del juicio a Sócrates, entre el discípulo Platón y el historiador Jenofonte, para

cumplir con este objetivo he decidido exponer minuciosamente las dos obras para enfatizar

en los detalles expuestos a continuación y empalmar las dos obras en el final del escrito.

Apología escrita por Platón

Diálogo dramatúrgico, en el cual Platón da testimonio de lo ocurrido en el

transcurso del juicio a su maestro Sócrates y valida la única forma de vivir una vida como

la vida justa dentro de una polis como lo fue Atenas.

Apología entre 17ª-24b

En esta parte del escrito, el interés e hilo conductor por parte del autor se centran en

la explicación de una primera acusación, portadora de la mala fama que muchos de sus

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espectadores poseían en el momento de su juicio, la cual Sócrates le tenía mayor temor por

ser como una lucha entre sombras, ya que, desde niños algunos de los atenienses eran

persuadían al mostrarles la imagen errónea de un hombre que se ocupaba de cosas celestes

y que hacía del argumento más de débil, el más fuerte.

Sócrates crea una distinción en el momento de iniciar su defensa y explica los

motivos por los que a sus setenta años se encontraba por primera vez compareciendo en un

tribunal, esta comenzó con la aseveración de verdad en frases al azar, con la firme

convicción de que sus palabras van acompañadas de justicia y no de bellas frases carentes

de vergüenza por parte de sus acusadores.

Aristófanes citado como “cierto comediógrafo” (Apología, 18d). Fue una de esas

sombras a las que Sócrates trató de combatir delante de sus escuchas por la comedia Las

nubes, la cual, según él, tergiversaba su imagen movida por la envidia. En este punto, es

relevante mostrar la preocupación socrática por establecer como problema los chismes y

habladurías que sin el menor reparo, pueden desembocar en consecuencias del tamaño de

un juicio en contra de otra persona, además de problematizar el hecho de juzgar a otro que

se encuentre ausente y la importancia en el desarraigó de los prejuicios en los polites, en un

solo día.

Sócrates al aceptar su ser ciudadano y acogerse a la ley expone la primera acusación

“Sócrates comete delito y se mete en lo que no debe al investigar las cosas subterráneas y

celestes, al hacer más fuerte el argumento más débil y al enseñar estas mismas cosas a

otros” (Apología, 19b). Es interesante que como primera prueba de falsedad, el acusado

muestre el testimonio y la vivencia de muchos de sus escuchas, que en ningún momento lo

habían oído referirse con pretensión de saber, sobre los temas referentes a los filósofos de la

naturaleza, los cuales el no entendía ni poco, ni mucho. Por otra parte, esta acusación

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enlaza concepciones sofistas que fácilmente son desechables al comparar el modelo de vida

socrático entorno a toda una vida dedicada a Atenas, con las costumbres nómadas de los

sofistas y su interés particular por la educación, donde se plateaba la necesidad de aprender

de extranjeros, si se puede de cualquiera de los conciudadanos.

La comparación entre animales y hombres es recurrente en la defensa por parte del

acusado, de las cuales, una acerca de los potros o becerros se destacó por mostrar

hábilmente que alguien que sabe hacer mejores a los otros y es capaz de instruir en ello, es

justo que reciba una remuneración por lo enseñado, mas Sócrates al no poseer dicho

conocimiento, desvirtúa la posibilidad de cobrar por algo que en repetidas ocasiones reitera

ante todos sus escuchas no saber.

La “sabiduría propia de un hombre” (Apología, 20e). Fue el argumento que uso

Sócrates para demostrar el renombre y mala fama que avía adquirido a lo largo de su vida,

además dejó abierta la posibilidad de ser sabio en ese sentido. Querefonte gran amigo de su

juventud y ausente del juicio por difunto, tuvo el valor de ir al oráculo de Desfos y

preguntarle al dios Apolo por medio de la Pitia, si había alguien más sabio que Sócrates. La

respuesta negaba la existencia de alguien más sabio que el acusado, mas imponía un reto al

mismo tiempo a este, pues él tenía presente que no era sabio, ni poco ni mucho y que no le

era lícito mentir al dios.

Empezar una investigación para intentar refutar la palabra de Apolo, fue el

incómodo propósito que el acusado emprendió para liberarse de su vaticinio, su estrategia

consistía en encontrar a alguien más sabio por lo que se centró en los que parecían ser más

sabios como políticos, poetas y artesanos. Sócrates conversó con el primer político y

expuso a su audiencia las conclusiones personales del encuentro, donde se percató que el

presente político se creía sabio en algo que no lo era, con el agravante de tener muchos

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seguidores que pensaban lo mismo. El acusado trato de mostrarles a todos en esa ocasión

que el político no sabía lo que pretendía saber, mas el resultado de su práctica fue ganarse

la enemistad de muchos, ante esto Sócrates es insuficiente por argumentar en su defensa

solo su experiencia personal y no dar a luz toda la conversación junto a los matices

correspondientes a la situación.

Al comparar entre el peligro de tener mayores enemistades o el vaticinio del dios,

reafirmó su búsqueda Sócrates y al terminar de examinar políticos comenzó con poetas, de

los que extrajo la conclusión que sus obras no las realizaban con sabiduría ya que ni

siquiera podían dar cuenta de sus obras, y ellas las realizaban por otros dotes y en estado de

inspiración al igual que los adivinos. Distraen y no dicen la verdad, es en resumen lo que

Sócrates podría expresar de los poetas que posiblemente interrogó como Sófocles y

Eurípides, mas su investigación finalizó con los artesanos que sí sabían de su arte, pero

cada uno trascendía los límites de lo que sabía, incurriendo en un error.

Para el acusado al final de dicho ejercicio, no quedaba mayor conclusión que la

escrita entre la paginación marginal 23b-23c en la que expone el vaticinio del oráculo, de

forma que sea más fácil su comprensión: “[E]s el más sabio, el que, de entre vosotros,

hombres, conoce, como Sócrates, que en verdad es digno de nada respecto a la sabiduría”

(Apología, 23b). Así pues, Sócrates demuestra su mal fama ante sus escuchas, mas le

añadió un agravante de último momento a esta parte, argumentando que en auxilio al dios

desde ese momento en adelante él le demostraría que no es sabio al que se creyese sabio de

algo que no posee.

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Apología entre 24b-35ª

Poder refutar a un dios que conoce el pasado, presente y futuro no es tarea de un

hombre, mas ¿Qué es lo pertinente en cuanto a la sabiduría del mismo? o ¿En algún

momento es pertinente decir que se sabe de algo? Son preguntas que se dejan abiertas en el

texto, con el fin de acreditar la defensa de Sócrates. En este fragmento de diálogo la defensa

se centra en la segunda acusación, motivada por la primera y causante de su juicio en

Atenas, esta fue: “[S]ócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los

dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas” (Apología, 24b).

Esta parte del diálogo es curiosa, ya que, Sócrates como primera medida para

contrarrestar la acusación de Meleto, secundada por Ánito y Licón, acusa a Meleto de

bromista en cuestiones serias, al ponerlo en juicio a la ligera y jamás preocuparse por que

los jóvenes sean cada vez mejores entre la paginación marginal 24c-24d. Para comprobar su

acusación, Sócrates interrogó a Meleto en un primer momento e cuanto a ¿Quiénes hacen

mejores a los jóvenes? Esta parte de la conversación termino con la afirmación de que

todos los ciudadanos excepto él, los hacían mejores, a lo que Sócrates refuto al poner una

analogía con el mundo de los animales específicamente de los caballos, donde unos pocos

tienen la capacidad de hacer mejores a los animales y no echarlos a la perdida. Mas en esta

parte se encuentra un problema, gracias a que el acusador Sócrates llega a un punto donde

ni siquiera deja contestar a Meleto, acaparando la palabra, como si ya fuera del todo obvia

la mentira de su adversario al poner este ejemplo y además entender de antemano que es lo

mismo domesticar que educar.

El problema de ¿Quién hace mejores y peores a los hombres? Sigue

desenvolviéndose en la medida en que Sócrates logra demostrar que nadie que este en sano

juicio, hace peores a los otros voluntariamente, porque estos hacen daño a los de su

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alrededor, por lo que el si en algún momento es culpable de esto, no lo hizo

voluntariamente, por lo que la ley exige que se le reprenda en privado y no comparecer en

un juicio público.

Meleto estaba siendo desacreditado por su acusador, mas quedaba otro asunto que

tratar en cuanto a las cosas con las que Sócrates corrompía a los jóvenes, esto era según

Meleto enseñándoles a creer en otros espíritus nuevos, ente esto el acusado ateniense

muestra ante sus escuchas la incoherencia de esta acusación, puesto que también lo había

acusado de no creer en los dioses, a lo que el filósofo denomino como propio de una

persona que juega, como si diera a entender que: “Sócrates delinque no creyendo en los

dioses, pero creyendo en los dioses” (Apología, 27ª).

Después de haber terminado su defensa en contra de sus acusaciones, Sócrates se

enfocó en defender su estilo de vida como provechoso para la ciudad y cualquiera de sus

conciudadanos, el cuidado de sí mediante la pregunta reaparece como la forma de vida

digna entre los polites, mas esta vida es sagrada dependiendo de cómo se viva, dejando de

lado el miedo a la muerte, ya que, no se sabe que es. Postulo como motor de acción y vida a

la justicia y no el miedo a morir. Pero esta afirmación pone en entredicho la veracidad de

las palabras socráticas al exponer que solo sabe, que nada sabe y saber que una vida vale la

pena vivirla y se decide según la justica.

Para acabar con esta parte del diálogo platónico, es pertinente analizar lo

comprendido entre la paginación marginal 31d-31e, donde un espíritu demónico y divino lo

había estado acompañando desde niño, pero solo para disuadirlo en forma de voz, en los

momentos que intentó ejercer política, a lo que accedía de forma consiente al contraponer

que si no lo habría hecho, él hubiera muerto y no les habría sido útil a los atenienses y a el

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mismo. Se puede extraer de esta parte que para Sócrates avía otras formas de hacer política

que no especifico, además de la megalomanía socrática presente en su forma de hablar.

Apología entre 35ª-42ª

En esta última parte del diálogo platónico, se da el juicio a Sócrates en dos

momentos de votación y su posterior profecía del futuro de los atenienses y la polis.

Durante la primera votación la sorpresa del filósofo fue grata, ya que, el esperaba menor

apoyo, si 30 jueces más hubieran votado a favor del acusado, las culpas le abrían sido

absueltas y el poeta Meleto incluso se podría ver obligado a pagar 1000 dracmas por no

conseguir ni la quinta parte de la votación.

Ante esta favorable situación, me atrevo a dar mi opinión frente a la postura de

Sócrates, porque me parece justo mostrar que todo su trabajo en defensa y muestra de la

verdad a los atenienses fue asombroso a mi parecer, mas su megalomanía creciente en su

discurso fue lo que lo llevo a la condena, por pedir como premio su manutención en el

Pritaneo al ser el un benefactor constante de la ciudad y tomar las veces de un tábano que

despierta y encamina al otro por el cuidado de sí a través de la pregunta, examen y

refutación, esto justificado bajo la idea de no tener objeto vivir una vida sin examen, esta

idea es trabajada en la paginación marginal 38ª.

El ser injusto consigo mismo es algo que Sócrates no pasa por alto, ni permite, si el

no había cometido alguna falta y además buscó la virtud propia y colectiva, no hay otra

forma de premiarle que al igual que los atletas en el Pritaneo, mas esto deja entrever lo

irónico de su forma de expresión entre su propuesta y los castigos pertinentes a un acusado.

La cárcel la rechazó, ya qué, estaría sometido como esclavo a el capricho de los once

magistrados, el destierro de igual manera lo desdeñó al demostrar como lo podrían ver los

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extranjeros, como si fuese un intruso que ha de contaminarlos como un destructor de leyes

ahora y por eso lo habían expulsado de Atenas.

La multa de cierta manera la termina aceptando, después de haberles expuesto a sus

escuchas la condición de pobreza en la que vivía y la posibilidad de pagar solo una mina de

plata, a los que sus amigos Platón, Critón, Critobulo y Apolodoro salieron como fiadores de

30 minas, propuesta que aceptó Sócrates entre la paginación marginal 38b-38c. Mas su

incesante deseo por dialogar con otro para buscar la virtud, quedó claro en su audiencia, si

este hombre jamás para de hacer lo que hace ¿Se volverá en un problema para todos? Ante

este problema se enfrentaron los jueces atenienses que optaron en la segunda ronda de

votación por la muerte del acusado, a lo que este no le temía por no saber que era.

Sócrates desde la paginación marginal 40c hasta la 41e expuso dos alternativas de

que puede ser la muerte para alguien que ha vivido toda su vida en la justicia, la primera

fue que ella efectivamente no es nada, por lo tanto, hay ausencia de dolor o la segunda

como una transformación donde el alma va a otro lugar digna del modo de vida que allá

llevado el polites, por ello el iría a los campos elíseos en el hades y continuaría

interrogando sin parar hasta los muertos de más alto renombre, por lo que en ninguna de las

dos opciones es malo elegir la muerte como condena, después de vida llena de autoexamen.

Para concluir la apología a Sócrates desde el dialogo platónico, es importante

abordar dos temas importantes en el discurso socrático, el primero fue la profecía o

maldición que lanzo contra sus acusadores, los cuales se verían juzgados de una peor forma

por los jóvenes intransigentes del momento, ya que, ellos intentan deshacerse del que les ha

venido pidiendo cuentas de sus acciones en vez de evitar la maldad, que es mucho más

complicada de evadir que la muerte. La segunda es la petición que le hizo a sus amigos o

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amigos de las leyes, la cual les encargaba el cuidado de sus hijos al castigarlos y

reprenderlos cuando ellos tengan en más cualquier otra cosa que no sea la virtud.

Apología por Jenofonte

Este texto fue escrito por el historiador Jenofonte, donde muestra los hechos del

juicio socrático y una pequeña explicación del por qué la actitud desafiante de él

protagonista a los jueces y su decisión por la muerte. Este escrito se puede dividir en tres

partes centrales expuestas a continuación.

Coherencia en la actitud socrática entre 1-10

La defensa a la altanería en el leguaje de Sócrates es el comienzo del relato de

Jenofonte, en el cual da por verdadero este argumento al atribuirle como sustento los

escritos de muchos, los cuales quedan como anónimos, sin embargo, el autor trata de

sustentar la actitud del filósofo atribuyéndose la pieza clave para justificarla, la cual

muestra a un Sócrates que prefirió en el momento de su juicio la muerte antes de la

decrepitud.

Un testimonio que verificó la altanería socrática para el autor fue él del discípulo

Hermógenes, el cual le preguntó a su maestro antes del juicio, si no era mejor que preparase

la defensa, a lo que el filósofo respondió: “¿No crees que me he pasado la vida preparando

mi defensa?” (Apología de Sócrates, 4); y complementó diciéndole a su discípulo que

jamás había cometido una acción injusta en vida y que la divinidad o genio divino, tenía

como oportuno la muerte suya, además añadió que si prolongaba su vida por un mayor

tiempo, estaría obligado a pagarle tributo a la vejes y estaría rechazando la muerte menos

engorrosa para sus amigos, al tomarse la cicuta y dejar una vida llena de la privación de

felicidad como lo es la vejes.

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Exponer las ventajas obtenidas por los dioses junto a las obtenidas de los hombres y

mostrar a los jueces su auto concepto, fue la conclusión a la que llego Sócrates de lo debía

hacer en su propio juicio, en el testimonio de Hermogenes, para dejar una vida servil y

acoger el beneficio de la muerte.

Juicio a Sócrates entre 10-20

La acusación y defensa hecha por Meleto a Sócrates según Jenofonte se enmarcó

entre la corrupción a los jóvenes, creer en otras divinidades y ser ateo. Para refutar dicha

calumnia, este modelo de Sócrates alegó hechos visibles en Atenas a los que cualquier

polites tenía acceso, como los sacrificios en las fiestas y altares comunales, en cuanto a la

introducción de nuevas divinidades, su defensa fue mostrar que a él le hablaba una vos, al

igual que muchos utilizaban las voces para dar o interpretar un mensaje divino, como el

trinar de los pájaros o la sacerdotisa en Delfos.

La arrogancia socrática apareció en esta defensa, como una forma incitadora a los

jueces para obtener su envidia y desconfianza en el juicio, por ello según Jenofonte, el

filósofo argumento que las advertencias recibidas por parte del genio maligno, nunca se

habían equivocado y además de ello Querefonte amigo cercano de este mismo, fue un día a

Delfos para interrogar al oráculo y saber ¿Quién era más sabio que Sócrates? A lo que le

contestaron que: “[N]ingún hombre era ni más libre, ni más justo, ni más sabio que

Sócrates” (Apología de Sócrates, 14).

Según el historiador, el filósofo justifica sus elogios por parte del oráculo, al

mostrarse como el menos esclavo de las pasiones del cuerpo, vivir en la pobreza, no

necesitar bienes ajenos y aprender e investigar todo lo bueno que pudo, además se mostró

como un hombre deseable y preferible para muchos en cuanto a la virtud.

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En cuanto a la corrupción de los jóvenes, el texto declara hechos como defensa, en

los que Sócrates testifica su actuar en pro de la justicia y el cuidado de sí, por lo que

interpeló el filósofo a Meleto con la pregunta: “¿Conoces a un joven que por mi influencia

se haya convertido de pío en impío, de prudente en violento, de parco en derrochador, de

abstemio en borracho, de trabajador en vago, o sometido a algún otro perverso placer?”

(Apología de Sócrates, 20). Meleto se opuso a esto con el argumento: “yo sé de personas a

las que has persuadido para que te hicieran más caso a ti que a sus padres” (Apología de

Sócrates, 20). Lo que fue reconocido y acoplado a una noción general en la que se sigue al

que se dedica más a algo, en este caso Sócrates reconoció que se dedicó más a la educación

de los jóvenes de la ciudad, que a otro asunto.

Condena a Sócrates entre 23-34

En la parte final del escrito, el enfoque giró en torno a la última prueba de su

arrogancia, en la cual no permitió Sócrates que sus amigos o él mismo escogiese su

condena, ya que, eso sería reconocerse culpable, también al burlarse de sus amigos cuando

lo quisieron sacar de la cárcel al plantearles la pregunta por el lugar inaccesible para la

muerte, sin embargo, justificó su forma de vida en la justicia una vez más y mostró a detalle

su condena injusta argumentando: ”[E]n lo que se refiere a los delitos castigados con pena

de muerte, el saqueo de templos, el robo con escalo, la esclavitud de un hombre libre, la

traición a la polis, ni siquiera mis propios adversarios me imputan ninguno de ellos”

(Apología de Sócrates, 25).

Al recibir su condena, continuó con la cabeza en alto y habido de vergüenza, mas

les atribuyó este sentimiento a los que se dejaron sobornar para testificar en contra suya y

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se retiró diciendo con la satisfacción de no haber hecho peor a nadie o daño a alguien y sí al

tener la posibilidad de conversar, hacerles el bien y educarlos de forma gratuita.

El historiador como elemento sugestivo y veraz expone la profecía o maldición

socrática para finalizar su texto, en esta, aseveraba que el hijo de Anito por no tener un

espíritu débil, no se quedaría en la vida servil como curtidor, sino que le tomaría gusto a

algún vicio, no siendo de utilidad para nadie. Este vaticinio lo corroboró Jenofonte en su

escrito al poner el hecho que verificaba como el hijo de Anito le había tomado gusto al

vino, a tal punto que no paraba de deberlo, ni de noche, ni de día y se había vuelto un inútil

para su propia polis.

Consideraciones finales

En este último punto del trabajo, es pertinente tejer entre los dos textos

apologéticos, sus similitudes y diferencias de manera más precisa y sintética, por lo que he

decidido empezar con el estilo escritural de ambos. El diálogo titulado Apología, fue escrito

dramatúrgicamente por el filósofo Platón, mientras que el texto Apología de Sócrates tuvo

su elaboración por el historiador Jenofonte en un estilo narrativo.

El inicio de los dos escritos confrontados difiere monumentalmente, ya que, Platón

en su texto diferencia a la retórica de la filosofía y mantuvo como constante la pregunta por

la forma de vida correcta, sin embargo, Jenofonte salta directamente al problema de la

muerte socrática, junto a la actitud megalómana del filósofo. La muerte como suceso

biológico preferible ante la decrepitud o pérdida de las características corpóreas, fue la idea

que defendió en el transcurso de su texto el historiador al posicionar esta como un hecho,

mas el discípulo Platón desplegó una serie de connotaciones acerca de la muerte, donde la

pregunta fundamental para una vida bien vivida, no era: ¿Qué es la muerte? Sino ¿Cómo he

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de vivir de tal forma que procure evitar en todo momento la acción injusta? Ante estas

preguntas, en el diálogo el filósofo plantea dos posibilidades de lo que puede ser la muerte,

con la finalidad de disminuir el miedo a la elección de aquella por parte de los jueces que

votaron justamente ante la condena socrática. La primera alternativa expone a la muerte

como la perdida de sensación y la segunda como un viaje del alma, del cual Sócrates tenía

la certeza que por haber vivido una vida justa, su recompensa sería vivir en los campos

Elíseos con los mejores.

En el texto de Platón, la pérdida de un polites como Sócrates es una paso más en el

decaimiento de Atenas, ya que, este era un benefactor de la ciudad por encaminar a los

jóvenes y a cualquiera que hablara con él por el camino de la justicia, además de ello los

enemigo de esta polis tendrían ventaja para atentar contra la ciudad. En contraste Jenofonte

expuso el momento oportuno o kairós para la muerte del filósofo, pero sí coincidió en que

Atenas perdería a un educador de los jóvenes, que a tal edad tenía la capacidad de

profetizar lo que al hijo de Anito le ocurriría, por haber educado a un alma no dócil como

curtidor. En consecuencia este hijo tomaría algún vicio y no seria de provecho para la

ciudad, a lo que el mismo Jenofonte presenta como un echo posterior con alcances futuros a

la muerte del propio Ánito en Atenas por haber maleducado a su hijo.

Platón da cuenta de dos tipos de acusadores, entre los primeros entró el

comediógrafo Aristófanes que ridiculizó a Sócrates en su obra las Nubes y sus enemigos

ganados a los largo del intento fallido por refutar al oráculo de Delfos. En cuanto a los

segundos acusadores para Platón : Ánito, Meleto y Licón, se encuentra otra similitud con el

texto del historiador, mas estos son mostrados como los únicos adversarios del filósofo.

En los dos escritos se encuentra coincidencia entre las acusaciones echas ante el

tribunal ateniense, donde se le acusó a Sócrates de no creer en los dioses en los que Atenas

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creía, corromper a la juventud y ser ateo. Ante esto el filósofo los enfrenta desde dos puntos

diferentes, en el caso del diálogo el acusado interpeló a su acusador Meleto, lo refuto

demostrando los errores lógicos de la acusación, creó analogías entre el mundo animal y

humano y acusó a su acusador de no interesarle ni siquiera las causas por las cuales

presentaba tales acusaciones. En cambio el historiador Jenofonte trajo como defensa hechos

concretos como los sacrificios a los dioses de Atenas en plena la luz pública y la

justificación de haber persuadió a los jóvenes de no hacerle caso a sus padres, si este no era

el camino correcto porque el sabía más en los temas referentes a la educación.

Para entrar en otro punto discrepante entre los dos escritos, es importante evidenciar

que Sócrates en el texto platónico alegó saber que no sabía por lo que no podía cobrar por

enseñar algo que no sabe, en cambio en el escrito del historiador el filósofo sí sabe algo

mejor que los demás, esto era lo concerniente a los temas de la educación, mas se distinguía

de los sofistas por enseñar de forma gratuita.

Otro punto sujeto a análisis muestra dos tipos de relaciones entre el filósofo

Sócrates y el espíritu o Daemon, Jenofonte mostró a este como una voz propositiva en

cambio Platón como un disuasor en especial del ámbito político ateniense. La defensa en

contra de la acusación de introducción de nuevas divinidades es rebatida en el texto del

historiador al hacer alusión a las múltiples voces con las que los polites tenían contacto para

comunicarse con la divinidad como la Pitonisa en Delfos, ello contrasta con la función

acertada de la voz platónica donde su fin era evitarle una muerte temprana a Sócrates para

que él le pudiese ser de provecho a la polis y a sus polites.

Para terminar este escrito es relevante exponer la figura del Daemon en ambos

textos como algo similar a una conciencia ética en la actualidad, donde cohabitaban el

ámbito moral y el epistemológico. Se le puede sumar a esto concordancia entre esta voz y

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la de del oráculo de Delfos, ya que, las dos nunca entraron en contradicción en la

dramaturgia platónica de la defensa por una vida justa y la narrativa de Jenofonte donde los

hechos jugaron un papel fundamental para el desenvolvimiento de la decisión socrática

final, por una muerte oportuna.

Referencias primarias

Platón. (1993). Apología. En Diálogos I. (J. Calonge, Trad.). Madrid, España: Editorial Gredos

Jenofonte. (1993). Apología de Sócrates. En Apología de Sócrates. (J. Zaragoza, Trad.). Madrid

España: Editorial Gredos

Referencia secundaria

Salvador, V. (14 de abril del 2016). Jenofote: Apología de Sócrates [Mensaje en un

blog]. Recuperado de http://epitomeclasica.blogspot.com.co/2013/06/jenofonte-apologia-

de-socrates.html