TRABAJO SOCIAL EN EL ESCENARIO DEL S XXI

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Nos orientamos por significantes como competencias, la cual abre la discusión sobre los cuatro desafíos siguientes:1. Las demandas que la realidad histórico-política le está presentando al trabajo social en México.2. El conjunto de capacidades, pericias o habilidades que hacen idóneos a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales para accionar reflexivamente y reflexionar activamente sobre el desiderato al que se enfrenta toda organización social: la satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones de todos sus integrantes.3. La relación entre el trabajo social realmente existente y el trabajo social que nos es posible construir en el aquí y ahora que conocemos como presente.4. Finalmente, otro aspecto promisorio no menos importante que los anteriores, es la alianza estratégica estadal y nacional con proyección internacional entre los diversos actores que le dan vida a la comunidad de intereses que es el trabajo social. Me refiero a la integración orgánica de colegios, organizaciones de trabajadores sociales (oenegés, consultoras…), organizaciones estudiantiles y escuelas de trabajo social en tanto personas jurídicas; asimismo, me refiero a las personas naturales: estudiantes, profesionales de campo, de instituciones y organizaciones, y profesores tanto trabajadores sociales como colegas de otras disciplinas puesto que los sociólogos, sicólogos, antropólogos, filósofos, administradores, etc. son parte integrante del proceso de enseñanza-aprendizaje y por lo tanto están implicados necesariamente en la potenciación de las competencias que se le están demandando a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en este México profundo del siglo veintiuno.

Citation preview

1ASOCIACIN MEXICANA DE ESCUELAS DE TRABAJO SOCIAL LIII CONGRESO, LEN, GTO. MXICO, 5-7 DE MAYO DE 2005

TRABAJO SOCIAL EN EL CONTEXTO ACTUAL

AUTOR: Csar A. Barrantes A.

Nuestro trabajo se orienta por los significantes implicados, en la convocatoria del Quincuagsimo Tercer Congreso de la Asociacin Mexicana de Escuelas de Trabajo Social: La potenciacin del trabajo social en las competencias que le demanda el contexto social, la cual abre la discusin sobre los cuatro desafos siguientes: 1.Las demandas que la realidad histrico-poltica le est presentando al trabajo social en Mxico. 2.El conjunto de capacidades, pericias o habilidades que hacen idneos a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales para accionar reflexivamente y reflexionar activamente sobre el desiderato al que se enfrenta toda organizacin social: la satisfaccin de carencias y potenciacin de aspiraciones de todos sus integrantes. 3.La relacin entre el trabajo social realmente existente y el trabajo social que nos es posible construir en el aqu y ahora que conocemos como presente. 4.Finalmente, otro aspecto promisorio no menos importante que los anteriores, es la alianza estratgica estadal y nacional con proyeccin internacional entre los diversos actores que le dan vida a la comunidad de intereses que es el trabajo social. Me refiero a la integracin orgnica de colegios, organizaciones de trabajadores sociales (oenegs, consultoras), organizaciones estudiantiles y escuelas de trabajo social en tanto personas jurdicas; asimismo, me refiero a las personas naturales: estudiantes, profesionales de campo, de instituciones y organizaciones, y profesores tanto trabajadores sociales como colegas de otras disciplinas puesto que los socilogos, siclogos, antroplogos, filsofos, administradores, etc. son parte integrante del proceso de enseanza-aprendizaje y por lo tanto estn implicados necesariamente en la potenciacin de las competencias que se le estn demandando a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en este Mxico profundo del siglo veintiuno. La convocatoria del Quincuagsimo Tercer Congreso de la AMETS marca una diferencia temtica con respecto a congresos y seminarios que se vienen realizando desde hace varias dcadas a lo largo y ancho de nuestra Amrica Latina: nos convoca a problematizar tanto la oferta de competencias como la demanda social de stas en el aqu y ahora de la era que estamos conociendo como imperio, globalizacin, posmodernidad y sociedad del conocimiento entre muchos nombres. Somos competentes o no somos competentes. Es la cuestin que la AMETS ha puesto en escena el desafo a nuestras propias capacidades innovativas, entendiendo que las competencias tienen diversos niveles de realizacin: el de la instrumentalidad propia del hacer haciendo en el mundo de los objetos tal cuales, es decir, el mbito propio del trabajo y la relacin hombre-naturaleza, de la produccin y la razn administrativa medios fines. Pero tambin y fundamentalmente en la esfera de la razn prctica en la cual incluimos con diversos autores los planos metodolgico, terico-epistemolgico, jurdico-institucional, tico-esttico, geopoltico, comunicacional y recreacional. Celebro esta iniciativa de la AMETS, porque nos coloca en situacin de apertura de varios abanicos de opciones que son planteadas no slo desde la posicin del poder acadmico y disciplinario sino tambin desde la demanda de nuevas competencias a los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales. He aqu el fundamento tico de la convocatoria de la AMETS, entendiendo que la tica (Savater 1996:46-47) trata no de lo que debemos o podemos sino de lo que queremos a partir de lo que somos. Querer ser a partir de lo que se es tiene como condicin de posibilidad la liberad de exploracin, de saber, de conocer cada quien Conferencia Inaugural del Quincuagsimo Tercer Congreso de la Asociacin Mexicana de Escuelas de Trabajo Social, Len, Guanajuato., Mxico, 5-7 de mayo de 2005. En la Memoria Digital del Congresso. Profesor investigador de la Universidad Central de Venezuela. Presidente fundador de la Red Latinoiberoamericana y Caribea de Trabajadores Sociales (RELATS): C-elect: [email protected]; http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l

2por sus propios pies, caminando caminos, inventando itinerarios en cartogramas inditos, colocar cada enfoque o visin de mundo y de vida de cualquier persona, incluyendo a quien les habla, en perspectiva de totalidad, en la perspectiva de la justificacin universal del sentido de la accin y de la libertad racional. La tica trata de la libertad de explorar el aqu y ahora en que nos constituimos en sujetos, trata de la apropiacin de lo real, del mundo de vida donde nos movemos y establecemos costumbres, hbitos y conductas; trata del querer aprehender los trazos demarcados por la raz, el sentido, los lmites y posibilidades de nuestra razn de ser, pero tambin la tica trata del querer saber lo que nos suceder cuando rebasemos la frontera En lo que sigue reflexionar en voz alta a propsito de algunos y otros de los aspectos mencionados, dejando para el cuarto y ltimo apartado la descripcin de la pequea-gran utopa significada por la Red Latinoiberoamericana y Caribea de Trabajadores Sociales (RELATS): una organizacin red de redes de trabajadores sociales, estudiantes y profesionales que se ocupan de la intervencin societal y del proceso de satisfaccin de carencias y potenciacin de aspiraciones sociales. Pero antes de entrar en materia, quiero prevenirlos de una paradoja de la de la que soy irremediablemente portador y reproductor, es decir, que puedo -evocando el doble sentido de Lacan- resumir de la siguiente manera: lo que aqu hablo no es todo lo que digo pero s les puedo asegurar que todo lo que digo es lo que pienso aunque pienso que yo, en verdad hablo ms de lo que siempre digo. De all que mi comunicacin est inscrita en la humildad de un punto de partida cuyo ojo del huracn es el equivoco y la incompletud. Por eso mi punto de partida no es el nico ni mucho menos el mejor, slo es uno posible, ojal creble, esperando que les sea de alguna utilidad al menos para alimentar la faena de los tres das siguientes. (I) Hoy a fines del primer lustro del siglo veintiuno es una visin ampliamente compartida entre las diversas comunidades de cientficos, planificadores, gerentes y polticos sociales, pensadores, empresarios, tecnlogos, tecncratas, profesionales de la poltica y activistas ecopolticos que el sistema mundial de relaciones sociales de poder viene perfilando con rasgos cada vez ms definidos que hace unas dcadas, un cambio de poca, una nueva era referida a la prctica de la reorganizacin del planeta, de las relaciones internacionales y de la produccin misma de la vida social. Este sistema relacional -su naturaleza y sus consecuencias- viene siendo denominado de muy diferentes maneras: globalizacin econmica, globalizacin cultural, neoliberalismo, poscapitalismo, imperio, imperialismo neomercantilista, posmodernidad, sistema-mundo moderno, sistema mundo posmoderno/poscolonial, sociedad de la informacin, sociedad del conocimiento, sociedad en red, sociedad del riesgo, modernidad reflexiva, modernidad lquida, sociedad del espectculo, la era de los medios, la era de la imagen, la era del vaco, la era de la euforia, la era de la diversin, etc. Se trata de una amplia constelacin de conceptos, trminos, nociones y metforas que tomamos como ventanas a travs de las cuales metemos nuestra cabeza en dimensiones distintas de la realidad local, regional o mundial que deben ser puestas en perspectiva de totalidad, es decir, bajo la ptica epistemolgica que nos permite delimitar nuestros propios campos de observacin, organizar el razonamiento analtico y reconocer en el proceso mismo de construccin de nuestra propia mirada, las articulaciones mediante las cuales los hechos adquieren su significacin especfica (Sartre, 1979, II, T.1; Zemelman 1992). Si tiene sentido la expresin lapidaria de Werner Heisenberg, Premio Nobel de Fsica en 1932, cuando afirm que la ciencia no es una sola mirada. Hay otras muchas, cabe entonces preguntarnos cul es la mirada del trabajo social?, desde dnde mira el trabajo social?, mejor dicho cul es la representacin que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales construyen del mundo en que vivimos?, desde dnde nos representamos el trabajo social y la realidad de la que somos productores y producto?, pero tambin y fundamentalmente, desde dnde se construye la mirada del Otro que nos mira?, desde dnde somos constituidos por la mirada del Otro?, cules son los lugares de encuentro de estas miradas que tambin son miradas por el Mxico profundo, por nuestra Patria Grande latinoamericana, por nuestra Patria Tierra? En el sentido anterior, nos parece que hay mltiples abanicos de formas de meter la cabeza, metodologas, estrategias o vas de entrada al anlisis, comprensin, descripcin, explicacin, prediccin e intervencin profesional en la realidad social segn sean las dimensiones, niveles y espesores en que nos desempeemos y para los cuales no existen determinaciones, mediaciones ni explicaciones prestablecidas, mucho menos de una vez y para siempre. Me refiero a lo econmico, lo jurdico, lo global, lo general, lo universal; pero tambin a lo relativo, lo singular, la vida cotidiana, las historias y testimonios de vida, lo particular, lo poltico, lo cultural, lo local, el ocio, el desempleo, el empleo, la familia, la empresarialidad popular, las microfinanzas, la

3microfsica del poder, la economa campesina, la proteccin al consumidor, el deporte, la violencia, los grupos etreos, las estrategias de sobrevivencia y de vida, el amor, la exclusin, el trabajo social mismo..., etc. No es objetivo de esta conferencia hacer desarrollos, ni siquiera breves, sobre estos escenarios de implicacin y actuar profesional. Pero parece ser una visin generalizada ms o menos compartida por amplios sectores humanos, de que cualquiera sea la ventanilla por la que nos asomemos alcanzamos a ver, oir, oler y palpar imgenes sensoriales y racionales ms o menos definitorias de la nueva cartografa mundial. Algunas son los siguientes: la asimetra, la inequidad, la seduccin universalista del eurocentrismo particularista, el racismo, la diferencia imperial, el descompromiso con la diferencia colonial, la banalizacin de la guerra y la celebracin de sta como instrumento de una tica policial, el discurso de una paz formalmente universal en contraposicin con la prctica de un orden universalmente depredador y perverso, la instauracin meditica del hedonismo individualista e hiperconsumista absolutamente despreocupado por toda espiritualidad, trascendencia intemporal o inmanencia temporal. La libertad de los nuevos dominadores es usufructuada y potenciada a su libre arbitrio y bajo una nueva consigna planetaria: liberar a la humanidad liberando los mercados. Es as que ellos son quienes tienen una libertad que es slo de ellos y compartida entre ellos sin clusula de invalidacin alguna; estn ungidos, son inmortales. En virtud de ello estn salvos porque se absuelven a s mismos aunque se condenen a s mismos. Como correlato de esta libertad las muchedumbres: nmadas en sus propias tierras, habitantes de los no lugares que pululan no slo en las periferias sino en los centros mismos del imperio, tienen su propia libertad: la de ser famlicos mortales que estn liberados a la vulneracin, la condena, el miedo, la incertidumbre, la culpa, la nada. Las superlites imperiales tienen la capacidad absoluta de disciplinar la velocidad con la que los dems deben actuar, pensar, querer y sentir; asimismo, de normalizar y controlar el modo en que los dispositivos de educacin y trasmisin de los valores angloeurocntricos de la sociedad del conocimiento o lo que es lo mismo, de la matriz epistemolgica eurocntrica, deben gerenciar las aplicaciones de las denominadas nuevas tecnologas de la informacin y comunicacin, que al final de cuentas slo les pertenece a los dueos de las patentes: se trata de buscar la verdad desvinculada de la bsqueda de lo bello y lo bueno. Ciencia fragmentada y desconectada de la poltica, de la tica, de la filosofa y de las humanidades, en fin, ciencia de la fragmentacin y de la desconexin de toda razn y conciencia nacional y latinoamericana. A este ltimo respecto retomo mi observacin (Barrantes 2000) de que en el campo de la produccin de conocimientos -tanto en ciencias bsicas, tecnologas e ingenieras como en el campo del pensamiento social y humanstico- las asimetras en las relaciones internacionales e intranacionales por lo general vienen siendo asumidas como el producto de una natural divisin internacional del trabajo, segn la cual a los pases del norte les corresponde producir e innovar y a los del sur consumir, aplicar y difundir. Una expresin de esta situacin es el hecho de que las publicaciones cientficas de los pases del sur, especficamente de nuestra Amrica Latina, se ven cada vez ms excluidas de los ndices internacionales establecidos por los centros de produccin acadmica del norte. Entre las causas existentes diversos autores visualizan, por un lado, el carcter progresivamente ultraselectivo de los criterios aplicados para su inclusin en las bases de datos de los centros acadmicos internacionales, pero por otro lado, razones que tienen que ver con nuestras propias variables tales como el bajo potencial cientfico de la regin, la insuficiencia de las polticas de desarrollo cientfico-tecnolgico y de innovacin social especialmente popular, la carencia de directorios actualizados de revistas y obras universitarias, el desconocimiento del verdadero volumen de las publicaciones cientficas y ms an de la produccin y productividad de nuestras universidades dentro de las que se encuentran las escuelas y facultades de trabajo social. A este ltimo respecto, reitero mi llamado (Barrantes 2000, 2004) a los organismos acadmicos, estudiantiles y gremiales a potenciar la discusin abierta del problema de la constitucin de un pensamiento y una prctica de un trabajo social que derive en trabajosocialoga1, en tica, en geopoltica de la produccin de conocimientos y saberes as como en crtica al poder colonial. Este ltimo trmino no se refiere nicamente a la lucha contra el neoliberalismo estadofbico ni slo a las relaciones externas de nuestra Amrica Latina con los pases hoy denominados poscoloniales, sino que se refiere tambin a la colonialidad del poder en cada uno de nuestros pases. Pero tambin tiene relacin con el 1 Utilizamos est trmino significando no una propuesta de cambio de nombre del trabajo social, sino una manera de provocacin o llamado de atencin sobre la libertad que cada uno de nosotros tiene de asumir ms all o ms ac del discurso de la universidad, el compromiso que est implicado en la definicin del trabajo social como disciplina cientfica una de cuyas actividades esenciales es la produccin individual y colectiva de conocimientos y saberes en el proceso mismo de la satisfaccin de necesidades sociales. Se trata del logos, la gnosis, pero tambin de la doxa y la episteme, de la mayutica y la freness.

4problema de la complejidad de la construccin de identidades en y de la Amrica poscolonial que no es el norte geogrfico pero s es el SUR que se est construyendo epistemolgicamente y algunas de cuyas caractersticas ms relevantes son el mestizaje, la multiculturalidad, la hibridacin cultural, temas que hoy estn siendo geopolticamente problematizados desde lugares que los centros de poder pudieran juzgar como no lugares o lugares fuera de lugar. En trabajo social el neocolonialismo endogenizado por la colonialidad del poder tiene su traduccin en la prctica del modo burocrtico-tecnocrtico de organizar y gerenciar las relaciones de subordinacin que ejercemos sobre nuestros propios colegas, especialmente entre estamentos directivos y colectivos cautivos en una diversidad de entidades, especialmente gremiales y acadmicas. Junto al modelo liberal el modelo burocrtico-tecnocrtico de organizacin tambin forma parte del patrn epistemolgico eurocntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad instrumental a la que son reducidas las relaciones de conocimiento con el mundo que nos ha tocado vivir. Sin embargo, al igual que en los mbitos de realizacin de los intercambios globales, en el trabajo social observamos que -no obstante la hegemona mediante la cual los poderes burocrticamente organizados invisibilizan la diferencia- se estn produciendo resplandores de protagonismo democrtico, de pluralidad y alternatividad respecto del patrn gerencial y cultural dominante. He aqu uno de los desafos que se deriva directamente de la demanda social de competencias a los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales: hacer del protagonismo democrtico, del estado de justicia social, de la pluralidad, del derecho a la diferencia ya no relampagueos nocturnales sino soles plenos que nos iluminen el entendimiento y alimenten la prctica cotidiana de una nueva concepcin de organizacin, asociacin, sociedad o comunidad trabajosocialgica que necesariamente implica la construccin de una plataforma distinta al proceso organizacional seguido hasta ahora. Encarnar una nueva forma de asociatividad ya no slo de entidades del trabajo social, sino, tambin y fundamentalmente de sujetos-actores, personas de carne y hueso histricamente fechados. Una nueva forma de convivencialidad y colectividad en la que todos nos miremos y nos asumamos integrativamente como trabajosocialogos. Esto significara un salto cualitativo de gran valor tico, poltico, social e institucional, pero fundamentalmente para el estudio y la accin de las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales que pudieran interesarse en la realizacin de estudios e investigaciones sobre aspectos tales como los siguientes: el desarrollo organizacional del trabajo social, es decir, cmo operan y qu tipo de decisiones se toman en los organismos de carcter estadal, nacional, latinoamericano y mundial y cmo desde estas instancias se afecta nuestro estatuto epistmico, acadmico, disciplinar, profesional, gremial y estudiantil; el desempeo profesional en el concierto de las relaciones disciplinarias, interdisciplinarias y transdisciplinarias en cada pas del sur y entre estas y las del norte; la construccin de identidades en y del trabajo social a partir de nuestras propias representaciones sociales y de la mirada del otro en los diversos mbitos de actuacin; finalmente, la relacin de los retos del trabajo social y el estado actual, real y potencial de nuestra produccin de conocimientos y saberes. (II) En el segundo conjunto de ideas que sigue, reflexionaremos acerca del trabajo social desde el aqu y ahora de las circunstancias que nos son dadas como condicin de su transformacin. Me refiero a los desafos que estn interpelando en estos tiempos de imperio, posmodernidad y globalizacin, a trabajadores sociales y trabajadoras sociales. Para ello parto de un breve recordatorio de las condiciones sistmicas en las que se inscribe la demanda socioinstitucional de trabajadores sociales y trabajadoras sociales. Es de todos conocido que el trabajo social en el mundo angloeuropeo se configur como profesin en el proceso de la larga crisis de los estados liberales y su posterior reconstitucin en estados intervencionistas o de bienestar social. Tambin es sabido que, con diversos matices propios de la especificidad de cada pas, en Amrica Latina (Lizarraga, 2000; Cornelli, 2000; Quiroz Neira, 2000; Tello y Arteaga, 2000; Jimnez, 1992; Campos y otras, 1977; Molina y Romero, 1998; Poveda, 1998; Martnez, 1977) resulta ser paradigmtica la historia de la demanda del funcionariado que primeramente se conoci como visitadoras y servidoras sociales, seguidamente asistentes sociales y posteriormente trabajadoras sociales2. Es as que desde 1925, ao de la 2 En la Repblica Bolivariana de Venezuela desde 1942, ao de la primera gradacin de trabajadoras sociales, el nombre oficial de la profesin es trabajo social. Hoy existen tres categoras: trabajador social (sin acepcin de gnero), ttulo preuniversitario que dej de extenderse a inicios de los aos setenta, licenciados en trabajo social y tcnico superior en trabajo social (preuniversitario).

5creacin de la primera escuela de servicio social en Chile, hasta los aos cincuenta, la institucionalizacin del trabajo social estuvo directamente ligada a la crisis del modelo agroexportador y de los estados oligrquicoterratenientes (premodernos en lenguaje cultural), en especial cuando a stos les llegaba -progresiva o abruptamente- el momento de modernizarse e intervenir activamente en la economa y en lo social o cuestin social; en esta ltima, a travs de la profesionalizacin y fortalecimiento de las fuerzas armadas y de las polticas asistenciales generadas como respuesta a las demandas socioeconmicas de las clases trabajadoras asalariadas y no asalariadas. Una vez reconstituidos los estados oligrquicos y posoligrquicos en modernos estados desarrollistas de factura cepalina, el trabajo social qued articulado orgnicamente a la prctica estadocntrica del asistencialismo y bienestarismo y la modernidad dependiente que se legitim a partir de los aos sesenta, constituyndose a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en intermediadores exclusivos de las relaciones de las agencias oficiales de poltica social con la creciente poblacin excluida de los frutos del crecimiento econmico. Hoy la relacin del trabajo social con el estadocentrismo desarrollista o bienestarista se ha visto afectada y reconfigurada por el intento neoliberal de construir sociedades estadofbicas, la crisis de modernidad, la polmica sobre la posmodernidad, el desmantelamiento de los estados latinoamericanos, los impactos de la mega deuda externa y los procesos de desestructuracin social de nuestros pases. Si esta ltima afirmacin es cierta, adquieren sentido las preguntas siguientes que no intento resolver aqu, pues forman parte de investigaciones que estn pendientes en el trabajo social y que sugiero como temas de tesis, trabajos de ascenso y sistematizacin en los trabajos de campo: qu pasa con el trabajo social que se institucionaliz al alero del moderno estado desarrollista si ste ya no es (quizs nunca lo fue) lo que quiso ser? La crisis del estado determina algn tipo de crisis en el trabajo social y sus prcticas?, cmo nos representamos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales los mbitos constituyentes del trabajo social?, qu buscamos, cul es nuestra ambicin o aspiracin?, a qu tipo de poder aspiramos?, a qu racionalidad, a qu problemticas intentamos responder en la perspectiva del advenimiento de nuevas configuraciones societales ya no estadocntricas, estadocrticas ni estadofbicas, sino de sociedades sociocrticas de estado?, podr sobrevivir el trabajo social realmente existente, es decir, en tanto forma profesional de la asistencia social burocrticamente organizada desde aparatos estatales y civiles? Finalmente, cmo nos representamos la relacin con otros profesionales y cientistas que se ocupan tambin de la intervencin social y estn implicados en el proceso mismo de satisfaccin de carencias y aspiraciones sociales? Esta ltima pregunta adquiere importancia porque en mi criterio la demanda de competencias no ha sido unidireccional en ningn pas; creemos que sin negar la existencia de una demanda institucional que cristaliz en la creacin de dispositivos de formacin del producto profesional que se estaba demandando, tambin es cierto que los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales se adscribieron el perfil profesional que creyeron que les era consustancial y sobre esta base empujaron la creacin de su propia demanda. En este mismo sentido, cabe la aclaracin de que la pregunta por la demanda originaria de trabajadores sociales y trabajadoras sociales presupone -tal como lo explicitaron algunos documentos de los aos ochenta editados bajo el sello ALAETS/CELATS y en los noventa algunos colegas brasileos continuaron reiterando- que stos son los nicos ejecutores u operadores finalistas que median instrumentalmente entre las agencias asistenciales oficiales y los agrupamientos poblacionales sujetados a los servicios producidos por stas. Se olvidaron de la existencia de otras categoras que tambin median no slo los intereses de las agencias de asistencia social y las demandas de los usuarios, sino tambin y fundamentalmente el proceso mismo de satisfaccin de necesidades sociales. No s si existe otra disciplina que como el trabajo social haya venido perseverando en la crtica a su razn prctica, a su razn de ser y estar en el mundo. Es posible pensar que bajo este rasgo podamos encontrar, aunque de manera mediada, ecos del estallido acadmico que conocemos como reconceptualizacin de la asistencia/servicio social, movimiento ste al que, entre las varias cuestiones que podemos reconocerle, dos nos parecen relevantes para los efectos de esta exposicin: La primera es haber envenenado a diversos grupos de colegas y estudiantes de utopa transformadora de estructuras y constructora del hombre nuevo que, segn se crea, el futuro de nuestra Amrica Latina estaba necesitando; dentro de los lmites del discurso de la universidad y la modernidad misma, este cambio modernizador signific la bsqueda de nuevas formas de encarnar una nueva ciencia liberadora a la que en diversos pases comenz a ser denominada trabajo social. La segunda es haber propiciado un cambio en el dispositivo conceptual de la profesin (Ander Egg 1984) mediante la crtica a los mtodos, teoras y metateoras anteriores, aunque reduciendo la lucha epistemolgica al exorcismo del pasado filantrpico-caritativo y benfico-asistencial de corte eclesial, liberal y conservador,

6lo cual se tradujo en denigramiento y consecuente abandono de los mtodos clsicos y auxiliares. Si bien algunos colegas le achacan a las dictaduras militares especialmente del cono sur de nuestra Amrica el incumplimiento de la promesa reconceptualizadora, mi visin es que la problemtica de los regmenes burocrtico-autoritarios no exime el anlisis de los lmites y potencialidades de la reconceptualizacin misma. El cambio situacional sistmico significado por el quiebre brutal de la democracia y la pulverizacin del movimiento popular, no hizo viable el resurgimiento -mucho menos la continuidad- del mpetu reconceptualizador. Tampoco se plante lo que Natalio Kisnerman denomin en algn momento la reconceptualizacin de la reconceptualizacin. De all su agotamiento que, en mi criterio, ya estaba inscrito en la reconceptualizacin misma. Fue as que ya en los ochenta pero especialmente despus de la denominada dcada perdida, en los noventa nos encontramos con la constatacin de que un final haba llegado: el de los grandes proyectos, metarrelatos y promesas de la modernidad. Ante la ofensiva neoliberal y un horizonte pletrico de desesperanza e impotencia, eclosionaron los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil como contrarreferencia al movimiento popular y a la organizacin popular. Los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales al igual que amplios sectores de poblacin expropiados hasta de sus propios sueos, se vieron autorreferenciados a sus propios mundos de sobrevivencia y de vida ejerciendo -as fuera en su propio pas o en el exilio- el trabajo social que les era posible dentro de los lmites que les estaban dados: el del fragmento, la no praxis, el no discurso sistmico, el microfundamento sin macroexplicacin. De all la pltora de nuevos espacios profesionales, de nuevas demandas de servicios y competencias de los trabajadores sociales, de nuevas formas de ejercicio profesional y de nuevas formas de pensar la forma y el contenido del trabajo social. Los aos noventa del siglo pasado y el quinquenio actual son testigos de nuevos y profundos cambios de la cartografa poltica, social y econmica latinoamericana. El neoliberalismo est de capa cada en diversos pases especialmente suramericanos y los grandes conglomerados humanos que haban hecho vida en el fragmento y construido all nuevas subjetividades y solidaridades se vieron interpelados polticamente por el estado y la nacin, apareciendo nuevas articulaciones del estado, el sistema poltico y la sociedad civil ahora fundadas sobre lo micro y lo local que revolucionan los dinamismos sociopolticos y culturales otrora desactivados por las dictaduras militares y los gobiernos neoliberales. Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, el movimiento indgena liderado por Evo Morales en Bolivia, los zapatistas en Chiapas, la derrota del ALCA y el proyecto en marcha de la integracin de la Patria Grande sobre la base de la libre autodedeterminacin de los pueblos, ha vuelto a poner sobre la palestra de la discusin el papel de las masas que han construido registros imaginarios, simblicos y reales distintos a los de los aos sesenta y setenta. Hoy hay nuevas subjetividades, nuevos sujetos sociales, nuevos actores polticos, nuevas formas de hacer poltica, economa y cultura dentro de los mbitos constituyentes de subjetividad pero tambin de constitucionalidad, legitimidad, legalidad, institucionalidad y ms especficamente de estatalidad, culturalidad, politicidad, nacionalidad, etnicidad... La realidad, al menos la de Amrica del Sur, es muy distinta a la anterior y pareciera que los lenguajes de los nuevos actores socioculturales y de algunos gobiernos apuntan ms a una prctica de la ruptura con el pasado que a una ruptura con el futuro. El salto cualitativo es tan indito y de tan largo alcance que la percepcin generalizada es que hoy se est ms cerca del aqu y ahora empiezo que del futuro del pasado, gracias no a las nuevas tecnologas de la informacin y comunicacin (que no son neutras en todo caso) sino a las nuevas sensibilidades una de cuyas expresiones es la alianza estratgica de amplio sentido popular que se ha establecido entre algunos gobiernos y amplias masas a las que se han incorporado las clases medias y fracciones de clase alta. Y estos dinamismos significan que de lo que se trata es de un cambio o corrimiento de plataformas (metfora que tomo de Hardt y Negri 2000) con implicaciones genoestructurales en el escenario de la historia de los diversos pases y especialmente en el cartograma geopoltico. No se trata de un salto cualitativo lineal ni ascendente que se pueda medir o ubicar en la cuadrcula cartesiana. Se trata de la construccin de nuevos puntos de partida, nuevas plataformas de actuacin y apropiacin del presente, de adueamiento del mundo de vida como posibilidad de advenimiento de una nueva alborada, de un nuevo amanecer cuya escenificacin no es posible sin los propios actores que son al mismo tiempo sus propios autores y coregrafos. Creo que en Amrica Latina hoy ms que nunca tienen sentido tanto la intuicin potica del sentimiento ocenico atribuida por Freud a Romain Rolland como lo que el mismo Freud identific como la inefable seguridad que da la sensacin de inseparable pertenencia a la totalidad de un mundo mtico del cual nadie puede ya caerse (Freud 1975:7-11); asimismo, adquiere plena significacin la nocin spinoziana (Savater 1998:28) de proyecto de inmortalidad sin el cual no habra tica, derecho ni poltica. Pero en un acto de reivindicacin del pensamiento latinoamericano tambin me refiero a la necesidad de infinito, a la necesidad

7de absoluto, a la necesidad de un ideal a las que se refirieron Jos Carlos Maritegui en El alma matinal y Jos Vasconcelos en La raza csmica. stos, interpelados por el racionalismo eurocentrista y buscando nuevos horizontes para la historia indoafroamericana, se refirieron aos antes que Freud al elemento movilizador de las necesidades por ellos identificadas y que hoy debemos reconcientizar: el mito y la capacidad fabulista e imaginativa del ser humano. Es lo que est revolucionando el fragmento que est siendo defragmentado y resituado en una perspectiva de totalidad y bajo la ptica que no enfoca el punto final pues no quiere llegar a ningn lugar, slo quiere construir y significar un punto de partida que es hacia lo que va en bsqueda. Ni la razn ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el hombre. La propia Razn se ha encargado de demostrar a los hombres que ella no les basta. Que nicamente el Mito posee la preciosa virtud de llenar su yo profundo (Maritigui 1970:18). Hay algunos colegas brasileos, chilenos y argentinos especialmente que vienen insistiendo en los peligros que entraa la prctica del neofilantropismo o neoasistencialismo como estrategia del neoliberalismo como si an ste siguiera campeando libremente haciendo de las suyas como en las dcadas pasadas y como si varios gobiernos suramericanos no tuvieran el sello antineoliberal y no estn significando procesos de reconstitucin sociocntrica de sus respectivos estados, es decir, ya no se trata de estados estadocntricos ni de sociedades estadofbicas, sino de estados sociocntricos, es decir socialmente centrados. Y esta caracterstica apunta a estados ticos, estados de derecho y estados de justicia social cuyo sujeto ya no es el sujeto cosificado de la carencia sino el sujeto de derecho, el sujeto de dignidad, el sujeto de reconocimiento, el sujeto de aspiracin, el sujeto que quiere inclaudicablemente autoafirmar su condicin humana, su libre voluntad de compromiso con la realizacin de su deber ser mediado por las circunstancias propias de su aqu y ahora (Savater 1988). Pareciera que los procesos sociopolticos, ideolgico-simblicos y econmico-culturales de la nueva era que recin est comenzando en y desde el yo profundo de nuestra Amrica Latina, no estn siendo comprendidos por los colegas marxistas, especialmente ortodoxos, y no marxistas que asimilan neoliberalismo a posmodernidad y globalizacin. Para ellos el neoposglo (condensacin de los prefijos de los tres trminos anteriores) neoconservador est acechando all al final de la esquina. Inexorablemente todo paso adelante desemboca en ese tnel. De lo que se trata entonces es de salvar al trabajo social latinoamericano de este destino infausto. De all que Borgianni, Guerra y Montao (2003) y otros seguidores (Molina, org. 2004) proponen el proyecto ticopoltico para el trabajador social decididamente antineoposglo que quiera ser hegemonizado por los colegas brasileos. Ahora bien, cmo se puede llegar a pensar que el prximo paso de la historia conduce al neoposglo y por lo tanto se quiera evitar el desemboque de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales en tal fase de desarrollo del capitalismo? Sencillamente pensando teleolgicamente. Para este tipo de razonamiento abstracto, la realidad, el mundo tiene un origen esencial que evoluciona por etapas, cada una cambiando la forma pero manteniendo su esencia, cada etapa linealmente es sucedida por otra superior y as progresivamente hasta llegar al final prestablecido como estadio de la mayor perfectibilidad. Por otro lado, la dialctica evolucionista postula un punto de partida absoluto (el origen, la gnesis, la primera instancia que deviene en ltima ratio, juicio final) procediendo derivativamente a partir del mismo; propone que las etapas se suceden por saltos cualitativos mediante los cuales las etapas superiores de desarrollo superan a las anteriores pero sin salirse de la lnea ascendente del progreso cientfico-tecnolgico que cautiv en algunos pasajes a Marx, Lenin y al mismo Gramsci (los tres mediados por Luckcs quien se qued en el camino entre Lenin y Gramsci al quedar anclado en los reduccionismos economicistas y de clase). El teleologismo abstracto tiene como correlato un teleologismo instrumental segn el cual la racionalidad instrumental est detrs de todo acto humano: la accin est subordinada a la razn, el comportamiento se dirige al logro de determinados fines eligiendo para ello los medios ms racionales. Son las finalidades que determinan el modo de actuar y la eleccin por alternativasToda postura teleolgica encierra instrumentalizad (Guerra 2003:177-178). En ciencias del desarrollo y de gobierno este modelo ideal, al igual que el de la mano invisible del mercado, dio origen a la nocin equvoca del superhombre planificador. En oposicin el mismo Gramsci (1957) seal que toda actividad humana organizada tiene su propio principio ptimo de proporciones definidas, significando con ello que las partes de una organizacin slo pueden combinarse en ciertas proporciones fijas

8pero mediando cambiantes correlaciones de fuerza en el bloque histrico que result ser -la misma historia as lo mostr- ni slido ni homogneo. En el mbito del trabajo social, el proyecto hegemnico de los brasileos et alii procura evitar el destino teleolgico y el desemboque irremediable en el neoposglo. Para ello al igual que Habermas (1983) proponen recuperar, reformar y revitalizar la modernidad, que no ha muerto y no est por morir; slo se trata de un proyecto incompleto cuya crisis es apenas reconocida como un punto de inflexin que forma parte de su propia dinmica. Es as que para este tipo de razonamiento toda crtica a la modernidad le hace el juego al neoposglo. Este recule histrico conlleva la propuesta de revisitar y recuperar el texto y el contexto de La reconceptualizacin con la cual pareciera que comienza (y termina) la modernidad en el trabajo social. Ya podemos leer al revs al poeta brasileo Jorge Santayana (Quem esquece o seu passado corre o risco de repet-lo). La mejor forma de no olvidar el pasado es revisitarlo y, por qu no, repetirlo. Hoy se trata de recuperar la modernidad perdida y restaurarla como presente para no olvidarla, como si los mismos protagonistas de aquel movimiento de tendencias no hubieran cambiado sus ideas y no hubieran remozado algunos de sus planteamientos en el transcurso de los ltimos cuarenta aos. En este sentido el proyecto tico-poltico profesional hegemonizado por los colegas brasileos es una propuesta conservadora cuyos fantasmas del pasado son los intentos restauradores del servicio social clsico o tradicional que reaccionaron frente al movimiento reconceptualizador y posteriormente creyeron ver la posibilidad de dicha restauracin en el periodo posterior a las dictaduras militares del cono sur. Hoy aquellos fantasmas disfrazados con ropajes modernizados han dado un salto adelante en la restauracin de la modernidad perdida; ello en el nombre de una tica cerrada que enjuicia la conducta de los hegemonizados, prescribe los derechos y las renuncias que debemos asumir y establece las sanciones cuya aplicacin corresponde a los guardianes de los cdigos de tica. Un aspecto crucial en la literatura de los proponentes, auspiciadores y seguidores del proyecto tico-poltico hegemnico es su ataque invalidatorio a toda teora o recurso epistemolgico que no responda o no se encuentre dentro de la lnea genealgica de la obra de Marx y algunos escritos de Luckcs ni en la ontologa de la que, segn la lectura cannica realizada por los hegemnicos, estos dos autores son tributarios. Es as que en su lista negra se encuentran el positivismo, empirismo, estructural-funcionalismo, interaccionismo simblico, sicoanlisis al que se reduce a mero sicologismo, la fenomenologa; la teora de las representaciones sociales y los estudios de gnero, indgenas y grupos etreos; asimismo, los sectores que son considerados reas directamente funcionales al capital financiero y considerados secundarios o no esenciales a la captacin de la esencia del sistema capitalista: el tercer sector, la economa social o popular, las oenegs, las microfinanzas, los microemprendimientos Segn este razonamiento el marxismo se ha visto enfrentado a la metamorfosis de las teoras que no le son consustanciales; ello a los fines de evitar que stas puedan mezclarse con l y producir imprecisiones en relacin con el campo problemtico en el que estamos implicados y constituimos en objeto de nuestra actuacin-intervencin profesional: lo social o cuestin, trama o problemtica social. De all que para mantener la pureza del marxismo y evitar su mezcla con las diversas teoras no marxistas, se ha tomado como bandera de su crtica al eclecticismo argumentando que ste es un mtodo que consiste en la reunin de lo mejor de las doctrinas de varios sistemas tericos y diferentes matrices sin demasiada reflexin y sin principios determinados de un punto de vista, y cuyas causas se encuentran en la carencia o dbil formacin terica, en el exceso de pluralismo que desemboca en fragmentacin en consonancia con el planteamiento posmoderno o, lo que es lo mismo, con la crtica de la modernidad (Rozas Pagaza 2004:106-110). Veamos tres ejemplos de eclecticismo que nada tiene que ver con el concepto estrecho y anatematizante de los colegas hegemonizantes. Segn Fleming (1998:35), el pintor Parrasio estuvo de acuerdo con Scrates en que puesto que es imposible encontrar la perfeccin en un solo modelo humano, es necesario combinar los ms bellos detalles de varios de ellos y de este modo, contribuir a que la figura acabada y completa parezca bella. Seguidamente transcribo la siguiente cita de la lectura dialctica que de Freud realiza Wallwork (1994:47-61): El propio Freud se percat de que una interpretacin dialctica a partir de los diferentes puntos de vista que l utilizaba era el mejor enfoque para entender la teora sicoanaltica. Al comprender la complejidad de los fenmenos squicos..., sugiri que el lector, as como el investigador, debern barajar mltiples puntos de vista que se habrn de conjuntar en una teora coherente: `La complejidad

9extraordinaria de todos los factores que deben tomarse en consideracin nos deja slo un modo de presentarlos abiertos a nosotros. Primeramente debemos escoger un punto de vista y luego otro, y seguirlo a travs del material hasta el momento en que su aplicacin parezca dar resultados. Cada tratamiento por separado del sujeto ser incompleto en s mismo, y no dejar de haber puntos oscuros cuando se toque material que an no ha sido tratado; pero debemos esperar que una sntesis final llevar a una comprensin apropiada. Freud se percat de que su teora metasicolgica era altamente metafrica y advirti que las metforas...no deban tomarse literalmente...Su meta autoconciente era que el uso de metforas y smiles tomados en prstamo a una amplia variedad de campos, como la ingeniera elctrica, la fsica, la biologa, la economa, la geologa, la qumica, el drama y la arqueologa, arrojara luz desde direcciones diferentes sobre un tpico altamente complicado...nunca (antes)...representado`: la dinmica escurridiza y compleja del inconsciente...`En mi opinin, estamos justificados en cuanto a dar rienda suelta a nuestras especulaciones a condicin de conservar la frialdad de nuestro juicio y de no confundir el andamiaje con el edificio`. (Wallwork, 1994:48-49). Por ltimo veamos lo que dice el mismsimo Lukcs (1978) en el prlogo a su Historia y conciencia de clase. ya cuando era estudiante de segunda enseanza le algo de Marx. Ms tarde, hacia 1908, la emprend con Das Kapital, con objeto de conseguir una fundamentacin sociolgica para mi monografa sobre el drama moderno. Pues lo que entonces me interesaba era el socilogo Marx, visto a travs de una lente metodolgica principalmente debida a Simmel y a Max Weber. Durante la primera guerra mundial volv a emprender el estudio de Marx, pero esta vez ya dirigido por intereses filosficos generales, e influido primordialmente ya no por la contempornea ciencia del espritu, sino por Hegel. Es verdad que esa influencia de Hegel era tambin equvoca. Por una parte, Kierkegaard haba desempeado una funcin considerable en mi desarrollo juvenil: Por otra parte, la contradictoriedad de mis concepciones polticosociales me puso en relacin intelectual con el sindicalismo, ante todo con la filosofa de G. Sorel. A ello se aadi, durante la guerra, el conocimiento de las obras de Rosa Luxemburgo. Y de todo ello naci en la teora una amalgama ntimamente contradictoria...Creo que si uno se propone reducir a un denominador comn las crasas contradicciones de este perodo, procediendo al modo de las ciencias del espritu para cada fase o caso, construyendo as interpretativamente un desarrollo orgnico espiritual-inmanente, no conseguir ms que alejarse de la verdad de hecho. Si se permiti a Fausto abrigar dos almas en su pecho, por qu no va a ser posible comprobar en un hombre por lo dems normal, pero que, en medio de un mundo en crisis, salta de una clase a la otra, el funcionamiento simultneo y contradictorio de tendencias espirituales contrapuestas? Yo, por lo menos, y en la medida en que consigo recordar aquellos aos, encuentro en mi mundo mental de la poca tendencias simultneas a la asimilacin del marxismo y a la activacin poltica, por un lado, y, por el otro, una constante intensificacin de planteamientos ticos puramente idealistas (X). La lectura de mis artculos de la poca no puede sino confirmar la simultaneidad de esas abruptas contraposicionesnoto que aun rebasan a menudo, en cuanto a idealismo agresivo y paradjico, mis primeros trabajos. Mas el que yo vea en ese inarmnico dualismo la lnea bsica para una caracterizacin del espritu de aquellos aos mos no debe permitir inferir una extremosidad opuesta, una pintura maniquea segn la cual la dinmica de la contradictoriedad indicada se agotara en la lucha de la bondad revolucionaria contra los malos ltimos restos burgueses. Retrospectivamente y para mi caso puedo afirmar que la orientacin hegeliana, el idealismo tico, con todos sus elementos romntico-anticapitalistas facilit mucha cosa positiva para la imagen del mundo que me naci de aquella crisis. Desde luego, slo una vez que esos elementos quedaron superados en cuanto tendencias dominantes o meramente co-dominantes, slo cuando, mltiple y bsicamente modificados, se convirtieron en elementos de una nueva imagen ya unitaria del mundo. Aun ms: tal vez ata ste el lugar adecuado para precisar que incluso mi conocimiento ntimo del mundo capitalista entra en la nuevas sntesis como elemento parcialmente positivo.Pero confusin no es siempre caos. Tiene, sin duda, tendencias que pueden reforzar temporalmente, a veces, las contradicciones internas, pero que, en ltimo trmino, empujan a pesar de todo en el sentido de su resolucin.Como es natural, se trata de tendencias que no suelen desplegarse sino lenta e irregularmente. (XI) Es posible pensar que para las ortodoxias filosficas y epistemolgicas, el pensamiento heterodoxo, de frontera, complejo y no paradigmatizado, sea demonizado como eclecticismo y confucionismo terico. El eclecticismo como recurso noseolgico es real y su utilidad es tan vlida como cualquier otro recurso. Es til

10y hasta bsico en momentos de incipiente constitucin investigativa y reflexin ontolgica, hermenutica y epistemolgica. Es nocivo cuando el eclctico se constituye l mismo en eclecticista, es decir, cuando absolutiza el medio eclctico y lo trastoca ramplonamente en finalidad ltima. El eclecticista chapucero combina, yuxtapone, hace concurrir, rejunta en una especie de mejunje o sambrote verdades esclerotizadas y las presenta como la solucin real y verdadera de los problemas de que se trate. Por eso llamamos la atencin a fin de evitar el error tanto de la prctica del reboltillo, del pasticho y del todo vale que no tiene, segn un dicho popular ni arte ni ciencia; como las posiciones puristas y esencialistas que slo permiten realizar lecturas cannicas de la realidad y de las obras que nos sirven de abrevadero y constituir a sus autores en monumentos respecto de los cuales slo cabe la repeticin refleja de sus formas y contenidos. Para los dogmticos y ortodoxos todo movimiento de superacin, de salto cualitativo no unidireccional sino de ruptura, de lectura sintomtica, de polisemia, polifona, policroma y de sntesis plural, es visto como atentatorio contra la virginidad de las teoras o paradigmas que se adoptan como doctrinas y verdades preconstituidas e invariantes, es decir, como dogmas. El eclecticismo es, a mi juicio, totalmente legtimo si no trata de reconciliar falsamente supuestos contradictorios. Para quienes demonizan el recurso eclctico no es concebible otra sntesis que no sea la resultante del procesamiento de elementos de una misma lnea consangunea, racial. No hay alternativa; slo opciones o variaciones sobre un mismo tema. En nuestro criterio hay sntesis plural, potenciadora, cuando las diversas fuentes son procesadas y despojadas de sus escorias y reutilizadas crticamente en la bsqueda insaciable de nuevas respuestas a viejos problemas, de nuevos abordajes a viejas verdades. Tambin para crear nuevos problemas para viejas soluciones, en fin para crear las nuevas verdades que seamos capaces de soportar. Es precisamente de lo que aqu se trata. Abrir sin reparos, miedos, prejuicios ni dogmas, las preguntas que debern ser trabajadas, como materia prima, por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que quieren aceptar el desafo de dar rienda suelta a sus poderes creadores. (III) Si bien hay quienes resaltan la crisis societal en estos tiempos de imperio, posmodernidad y globalizacin como producto de factores ecolgicos y civilizatorios, nosotros postulamos que no necesariamente es as, sino que aquella crisis es fruto de una multiplicidad de causas, una apenas parece ser la prdida del carcter seductoramente inspirador de los conocimientos y formas de pensar, asumidos como propios por la sociedad y la ciencia modernas. Recordemos lo dicho anteriormente: el trabajo social tiene en su valioso patrimonio el haber iniciado su movimiento de reconceptualizacin que si bien se produjo en momentos en que la modernidad y la ciencia moderna (por lo dems nada ilusoria como dijo Freud) haban entrado en crisis de sentido, no por ello abandon el discurso de la academia, de la universidad que al decir de Lacan, sustituye al de la iglesia. Se comprende entonces, a contrapelo de la seduccin racionalista de la ciencia y de La reconceptualizacin misma, que lo que en verdad resulta ilusoria es la persistente creencia de que an podemos obtener del trabajo social -y de la ciencia que lo funda- otra cosa distinta a lo que slo nos puede dar utilizando los medios que le son propios a su razn constituyente. As afirmamos con propiedad, que la formacin de trabajadores sociales y trabajadoras sociales tiene an mucho de enclaustramiento en el tiempo social de la academia, mejor dicho, en las contradicciones y antagonismos de las prcticas y discursos academicistas y cientificistas segn los cuales la produccin de conocimiento es una funcin exclusiva de la universidad en tanto que la aplicacin de dicho conocimiento le corresponde a quienes sobreviven en la lucha del ejercicio profesional. He aqu otro desafo implicado en la oferta y demanda de competencias del trabajo social: problematizar esta divisin tcnica del trabajo, lo cual no significa la desacademizacin o desprofesionalizacin propuesta por algunos colegas como condicin de vinculacin del trabajo social a los verdaderos intereses del pueblo y sus luchas contra el neoposglo. Se trata de desnormalizar los reduccionismos academicistas y cientificistas, objetivistas y empiristas tanto como los practicistas y profesionistas, a partir de los cuales se hace inviable la relacin de interioridad recprocamente alimentadora entre todos los agentes del trabajo social, que por ello mismo estn implicados en la produccin de conocimientos y saberes. Problematizar la relacin de preminencia, jerarqua o hegemona significa colocarnos en situacin de querer hacer circular los anhelos de excelencia y perfeccin como fundamento de los intercambios necesarios para que cada quien realice su propio inters en tanto miembro de una sociedad para la satisfaccin de carencias y potenciacin de aspiraciones sociales, asociacin cuyo significante es ya no el acuerdo entre profesionales-cientficos y cientfico-profesionales del trabajo social y de las disciplinas

11que abrevan la formacin de trabajadores sociales y trabajadoras sociales, sino la alianza estratgica entre stos, los estudiantes de trabajo social y los sujetos de derecho y de justicia que, en realidad somos todos los actores individuales, colectivos, organizacionales, institucionales, estatales y civiles- de un pas. Se trata de una tarea cuya agenda de discusin es acadmica, gremial, colegial, estudiantil, disciplinaria, interdisciplinaria, transdisciplinaria pero fundamentalmente poltica en tanto y en cuanto es trascendida por ella misma y por los valores de la sociedad o asociacin que estamos pensando e intentando practicar. (IV) Como ltimo apartado he dejado la descripcin de una pequea utopa que quiero dejar como testimonio de lo que hoy he hablado ms de lo que he dicho. Se trata de la Red Latinoiberoamericana y Caribea de Trabajadores Sociales (RELATS). Pero antes es preciso hacer un breve trazo de las organizaciones de trabajo social mayormente visibles en Amrica Latina. 1. En el mbito acadmico es ampliamente conocido que durante los aos setenta y ochenta del siglo pasado, la Asociacin Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social (ALAETS) y su brazo acadmico y editorial: el Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELATS) ocuparon la primera lnea en la produccin intelectual del trabajo social. Ambos organismos, considerados el producto de mayor decantamiento del movimiento de tendencias denominado reconceptualizacin del servicio social, ya a fines de los ochenta y especialmente en la segunda mitad de los noventa del siglo veinte, mostraban innegables signos de crisis terminal cuyas causas se encuentran inscritas en sus actas constitutivas mismas (Alaets 2001, 2002, Arteaga 2002, Barrantes 2002) dando cuenta con ello de los lmites que tambin estaban inscritos en los orgenes mismos del estallido reconceptualizador que les dio origen. Cabe mencionar que el CELATS firm su acta de defuncin a mediados de 2004 y puso en venta el inmueble de su propiedad con el afn de poder honrar las deudas pendientes con miembros del personal administrativo, consultoral y directivo. La situacin de ALAETS es de franca insolvencia tica, jurdica, poltica y de legitimidad expresada en el hecho de que durante la asamblea de representantes realizada en julio de 2004, fue rechazada la propuesta presentada por el colega Carlos Arteaga Basurto, director de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, quien conjuntamente con la profesora Carmen Jons se haba avocado decididamente al saneamiento financiero, administrativo y jurdico de ALAETS as como a la creacin de un nuevo organismo. La asamblea integrada por una veintena de representantes de escuela rechaz esta propuesta por cuanto ella significaba asumir autocrticamente un cambio de poder y esto no resultaba aceptable por los usufructuantes actuales y pasados de la estructura organizacional. La opcin que se acept y que de hecho estaba incluida en la agenda escondida, fue la de volver al origen fundacional y retomar la continuidad con el pasado de La reconceptualizacin, es decir, con una especfica tendencia que es la representada por algunos protagonistas de este movimiento que an siguen vinculados afectivamente a ALAETS; asimismo, se acord nombrar una junta restructuradora integrada mayoritariamente por brasileos y antiguos presidentes y directivos de ALAETS, cuya propuesta de refundacin seguramente ser conocida en el Congreso que realizar el Consejo Federal de Servicio Social de Brasil y la Asociacin Brasilea de Investigadores en Servicio Social (ABEPSS) en Brasil a fines de 2005. 1. En Colombia hace cincuenta y tres aos fue fundado el Consejo Nacional de Educacin en Trabajo Social (CONETS), organismo que regula la actividad acadmica y profesional del trabajo social colombiano. Se trata de un organismo coherente y de trabajo sistemtico y metdico que mantiene una lnea editorial diversa y plural, tanto en el proceso formativo como en las publicaciones. Su accin organizacional se enmarca dentro de los lmites del pas. 2. Igualmente podemos decir de la Asociacin Mexicana de Escuelas de Trabajo Social (AMETS) que tiene a su haber una larga y slida trayectoria de trabajo de ms de medio siglo, especialmente referido a la formacin acadmica del trabajo social mexicano. 3. Mencin especial merece el Consejo Federal de Servicio Social de Brasil, un organismo de larga tradicin que ha venido coordinando la produccin acadmica y de campo de los as denominados en Brasil: asistentes sociales. La estrategia editorial del CFESS se realiza a travs de Cortez Editorial una de las dos ms importantes editoriales (la otra es Espacio Editorial, de Buenos Aires) internacionales de trabajo social. La lnea de pensamiento del organismo brasileo y Cortez es el marxismo ortodoxo duro denominado hegemnico por otros colegas brasileos que an siendo, unos ms otros menos, marxistas ortodoxos, mantienen una apertura al dilogo con quienes piensan diferente y no expresan posiciones de poder burocrticamente organizado, al estilo de la tendencia dominante en algunas escuelas de trabajo

12social y consejos estadales de servicio social anillados mayoritariamente a la lnea hegemnica del CFESS, la cual se viene expresando en la propuesta del denominado proyecto hegemnico tico-poltico profesional crtico del trabajo social latinoamericano (Borgianni, Guerra, Montao (orgs. 2003). Este Organismo ha venido articulando una poltica internacional que lo ha llevado a ejercer influencia sostenida en el Comit Mercosur y en lo que queda de ALAETS; asimismo, viene apuntando sus esfuerzos hacia la Federacin Internacional de Trabajadores Sociales con el afn de ocupar uno o varios cargos directivos en las prximas elecciones de esta Federacin. En el mbito gremial, desde mediados de los noventa del siglo pasado opera en Uruguay el Comit Mersocur de Organizaciones Profesionales de Servicio Social o Trabajo Social, integrado por delegados de las juntas directivas de algunas entidades de trabajo social de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay y desde entonces viene realizando actividades editoriales, gremiales y discusiones sobre regulaciones ticas y polticas del ejercicio profesional. Su actual presidenta es Laura Acotto quien a la vez es presidenta de la Federacin Argentina de Asociaciones Profesionales Servicio Social. De la multiplicidad de organizaciones estudiantiles y egresados de trabajo social carecemos de suficiente informacin, pero en noviembre de 2001 fue creada con el auspicio de RELATS la Red Internacional de Estudiantes de Trabajo Social (RIETS). El acto constitutivo se realiz en Puno, Per, con ocasin del Quinto Coloquio Internacional de Estudiantes de Trabajo Social. Se trata de una iniciativa a la que no se le dio continuidad. En la actualidad la Asociacin de Egresados de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia son sede en Bogot, ha tomado una importante iniciativa de proyeccin internacional al organizar un Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social, el cual se realizar en octubre de 2005. En el plano mundial, desde hace varios aos la Federacin Internacional de Trabajadores Sociales, una organizacin liderada por los representantes gremiales del trabajo social de los pases altamente industrializados, cre la Vicepresidencia para Amrica Latina. El titular de sta fue nominado mas no electo por un reducido grupo de representantes gremiales reunidos en tormo al Comit Mercosur, y hasta la fecha desconocemos cundo ser posible contar con elecciones democrticas en esta Vicepresidencia. Finalmente pasamos a dar cuenta de la Red Latinoiberoamericana y Caribea de Trabajadores Sociales: un proyecto de organizacin de personas naturales y jurdicas en el mbito del trabajo social latinoamericano que est inspirado en el pensamiento de El Libertador Simn Bolvar y de los prceres, hroes y heronas de los procesos independentistas desde Mxico a la Tierra del Fuego pasando por Centroamrica y el Caribe. RELATS est pensada como una organizacin intercontinental red de redes, hoy integrada por ms de cuatro mil personas naturales y jurdicas provenientes de veintisis pases incluyendo a Estados Unidos de Norteamrica, Canad, Espaa, Portugal y Francia. Su rgano acadmico es la Universidad Internacional de los Trabajadores Sociales, la cual est integrada a un proyecto acadmico de mayor envergadura: la Universidad Transdisciplinaria para la Integracin de los Pueblos del Sur. Su rgano editorial es Cantera Social, la Revista Latinoamericana de Trabajo Social e Intervencin Social y su rgano difusor es el Foro Internacional de Trabajo Social e Intervencin Social. Si bien idea primigenia de RELATS fue propuesta a finales de 1998 con el afn de contribuir a fortalecer y relanzar al binomio burocrtico ALAETS-CELATS, no fue sino a principios de 1999 que comenzamos a implementarla y posteriormente constituirla en organizacin intercontinental durante el II Congreso Internacional de Trabajo Social realizado en octubre de 2000 por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Zulia. En este evento, con la participacin de alrededor de setecientos cincuenta estudiantes y colegas de varios pases latinoamericanos, se aprob el Proyecto-RELATS cuyas ideas bsicas son las siguientes: 7.1. RELATS tiene el tamao de los desafos que aspira a contribuir a resolver conjuntamente con los sujetos involucrados en la construccin de un sistema de relaciones nacionales e internacionales basadas en estados de derecho y justicia social, el respeto a la autodeterminacin de los pueblos, la soberana e identidad nacional, la tica como propuesta de vida, de autoafirmacin de la dignidad de lo humano, de reciprocidad social y de bsqueda de excelencia y perfeccin con base en valores universalizables que no admiten la coaccin en ninguna de sus modalidades. 7.2. Encarna un pensamiento estratgico de corto, mediano y largo alcance a partir de la diferencia poscolonial, perspectiva que permite miradas no dogmticas sobre los cambios epocales, culturales y civilizatorios significados por el imperio, la posmodernidad y la globalizacin y su matriz epistemolgica angloeuronorteamericana. 7.3. Propone discutir la relacin de conocimiento del trabajo social consigo mismo, con las comunidades

4.

5.

6.

7.

13productoras de conocimientos y con el clima poltico y cultural de nuestras sociedades; asimismo, discutir las formas de desbloquear la invencin indmita de trabajadores sociales y trabajadoras sociales especialmente mediante la construccin de una epistemologa del acompaamiento en el proceso mismo de la produccin de los conocimientos y saberes que nos conciernen. 7.4. Ofrece desarrollar las capacidades de todos sus miembros a fin de cumplir los objetivos siguientes: a) Promover el fortalecimiento y desarrollo integral del trabajo social mediante la cooperacin con respecto a valores, estndares de eficiencia, eficacia e impactos de la profesin, el reconocimiento social de sta, la formacin cientfico-profesional, la calidad de las condiciones de trabajo necesarias para la construccin de conocimientos y para la intervencin social, poltica y cultural. b) Desarrollar programas de capacitacin para la produccin de conocimientos mediante enfoques novedosos especialmente interdisciplinarios y transdisciplinarios. c) Monitorear las condiciones de empleo estableciendo los parmetros necesarios que permitan sistematizar y replicar prcticas eficientes y eficaces de la profesin y potenciar sus efectos multiplicadores. d) Promover y defender los principios de la justicia social en favor de las clases populares, en especial de las menos privilegiadas. e) Influenciar sobre los procesos socioplanificadores de polticas, programas y proyectos estatales y civiles de desarrollo integral. f) Velar por los intereses de la profesin, publicitar la imagen del trabajador social, as como evaluar y dar seguimiento al ejercicio profesional en los diversos pases. h) Participar en los niveles asamblesticos y directivos de las entidades de intervencin social con el afn de alimentar desde diferentes perspectivas las diversas contribuciones que todos realizan en el mundo social y profesional. i) Promover la organizacin de los consumidores de los bienes y servicios producidos en las esferas estatales y civiles. j) Promover el establecimiento de redes nacionales y regionales de carcter disciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario. () Hemos seguido nuestra propia subjetividad y realizado un plan desdoblado en cuatro fases contentivas de preguntas no-dogmticas, mejor dicho, generadoras que, como la razn humana y al contrario del automatismo teleolgico, slo nos han servido para orientar apenas el trabajo de proyectar fragmentos de puentes y sus prolongaciones espectrales que, como los puntos suspensivos simbolizan las distancias irreductibles entre la mente y el mundo, lo deseado y lo tenido, entre lo pensado y lo actuado, lo actuado y lo logrado. Hemos hecho un recorrido inconcluso por algunos aspectos significativos, ntimamente entreverados entre s y con el tema general del querer asumir el desafo de ser profesionales, tcnicos, acadmicos y estudiantes competentes, creativos e innovadores, estudiosos y crtico-autocrticos en estos tiempos de imperio, globalizacin, posmodernidad Quizs en ese recorrido hayamos ofrecido la impresin de complicar ms que configurar una imagen menos confusa de los desafos implicados en la convocatoria del LIII AMETS. Pero creo que el testimonio de nuestra utopa concreta: el Proyecto-RELATS puede revertir dicha imagen al ser nuestra Red de Redes de trabajadores sociales considerada como referencia estimulante para la toma de decisiones en el proceso de relanzamiento y redespliegue de las competencias de las personas naturales y jurdicas que le dan vida al trabajo social mexicano. Competencias en cuya potenciacin estn involucrados adems de los mismos profesionales, docentes y estudiantes de trabajo social, los colegas de otras disciplinas puesto que estos estn necesariamente implicados en la potenciacin de las competencias que se le estn demandando a los trabajadores sociales y a las trabajadoras sociales en este Mxico ancho y profundo del siglo veintiuno. Vislumbramos la construccin de una nueva plataforma de integracin orgnica y de una epistemologa del acompaamiento en el proceso mismo de la produccin y sistematizacin de conocimientos y saberes en cada uno de los mbitos, espesores y niveles de actuacin de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales mexicanos. Somos testigos de la larga tradicin de trabajo que viene realizando la AMETS desde ms de cincuenta aos. Creo que el trabajo social mexicano tiene un valioso capital humano. Nada expresa que haga pensar que no pueda asumir el desafo de redesplegar sus poderes endgenos, mayuticos, fronticos y, a partir de all, lanzarse a la construccin de una estrategia de proyeccin internacional a la que RELATS quiere acompaar y contribuir a desarrollar y consolidar. Como decimos en RELATS les deseo mucha suerte y mucho trabajo creador que el trabajo social est por hacerse en el aqu y ahora de nuestra Amrica Latinoiberoindoafrocaribea.

14Muchas gracias por su acstica fraterna. Bibliografa Alaets (2001), Acta de la Asamblea General de Alaets, 31 de octubre, Lima, en archivos de RELATS. Alaets (2002), Acta del III Encuentro de Escuelas de Trabajo Social de la Regin Andina, 12-13 de octubre, Guayaquil, en archivos de RELATS. Ander Egg, Ezequiel (1984), El desafo de la reconceptualizacin, Editorial Humanitas, Buenos Aires. Arteaga B., Carlos (2002), A los miembros de la Mesa Directiva de la Asociacin Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social, Comunicado difundido por RELATS a solicitud del autor, presidente de Alaets 2001-2004. Barrantes, Csar (2000a), Anotaciones para una reflexin sobre la geopoltica de la produccin de conocimientos y verdades, Conferencia Conjunta de la Federacin Internacional de Trabajadores Sociales y la Asociacin Internacional de Escuelas de Trabajo Social. Montreal, 29 de julio al 2 de agosto de 2000. Una versin ampliada fue presentada como conferencia inaugural del Segundo Congreso Internacional de Trabajo Social, organizado y realizado del 24 al 28 de octubre de 2000 por la Universidad del Zulia. En Revista Venezolana de Trabajo Social, No. 1, 2001, Maracaibo. Barrantes, Csar (2000b), La Red Latinoamericana y Caribea de Trabajadores Sociales. Un espacio para producir conocimientos, Conferencia Conjunta de la Federacin Internacional de Trabajadores Sociales y la Asociacin Internacional de Escuelas de Trabajo Social, 29 de julio al 2 de agosto de 2000, Montreal. Barrantes, Csar (2002), ALAETS-CELATS. Elementos para una crnica anunciada, enero, RELATS, mimeo, archivos de RELATS. Caracas. Barrantes, Csar (2004a), Desafos del o al? trabajo social en tiempos de imperio, posmodenidad y globalizacin, XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, San Jos, 12-15 de julio de 2004, en Molina (2004). Barrantes, Csar (2004b), Pensar el trabajo social en la construccin de un nuevo paradigma, ponencia magistral de cierre al V Congreso Ordinario de la Federacin Mexicana de Escuelas de Trabajo Social, celebrado en la UNAM, Mxico D.F. del 17 al 19 de noviembre de 2004. Barrantes, Csar (2004c), Cmo introducir la temtica de la gestin del desarrollo local en un plan de estudios de trabajo social? (versin preliminar sujeta a discusin y a modificaciones), Comunicacin compartida con los participantes del foro Cmo introducir la gestin del desarrollo local en el currculo de trabajo social?, uno de los cuatro con los que se dio inicio al XVIII Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social, celebrado, organizado y financiado por la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica, en San Jos de Costa Rica del 12 al 17 de julio de 2004. Borgianni, Elizabete, Guerra, Yolanda, Montao, Carlos (2003). Servicio social crtico. Hacia la construccin del nuevo proyecto tico-poltico profesional. Editorial Cortez, Sao Paulo. Casullo, Nicols (1989), El debate modernidad posmodernidad, Puntosur Editores, Buenos Aires. CELATS (1983): Trabajo social en Amrica Latina". Ediciones CELATS. Lima, 1983. De Sousa Santos, Buenaventura (1996), Introduccin a una ciencia posmoderna, CIPOST, Universidad Central de Venezuela, Caracas. Fleming, William (1998), Arte, msica e ideas, McGraw-Hill, Mxico. Follari, Roberto (1998), Sobre la desfundamentacin epistemolgica contempornea, Coleccin Ctedra Estudios Avanzados, No. 2, CIPOST, Universidad Central de Venezuela, Caracas. Foster, Hal (Ed, 1998), Habermas, Jrgen; Baudrillard, Jean; Said, Edward; Jameson, Frederic La posmodernidad, Kairs, Barcelona, Espaa. Freud, Sigmund (1975), El malestar en la cultura, Grijalbo, ediciones de bolsillo, Madrid. Habermas, Jrgen (1983) "La modernidad: un proyecto incompleto, en Foster (1998), tambin en Casullo (comp., 1989) Hart, Michael; Negri, Antonio (2000), Editorial Paids, Buenos Aires. Iamamoto, Marilda (1998) O Servico Social na contemporaneidade: trabaIho e formao profissional. Editorial Cortez, Sao Paulo. Jimnez, Virginia (1992), Coloquio: Las Races del Trabajo Social, Escuela de Trabajo Social, Universidad de Costa Rica, San Jos. Lukcs, Georg (1978), Historia y conciencia de clase, Grijalbo, Instrumentos 1, Barcelona, Espaa.

15Maritegui, Jos Carlos (1970), El alma matinal, Obras completas, Editorial Amauta, vol. 3,.Lima. Molina, Lorena (org., 2004), XVIII Seminario latinoamericano de escuelas de trabajo social, Espacio Editorial, Buenos Aires. Molina, Lorena; Romero, Mara Cristina (1998), El trabajo social finisecular y su transicin al siglo XXI, en Revista Colombiana de Trabajo Social, No. 12, pgs. 35-65, Consejo Nacional para la Educacin en Trabajo Social, Cali. Netto y otros (2002). Nuevos escenarios y prctica profesional. Una mirada crtica desde el trabajo social. Espacio Editorial, Buenos Aires. Poveda, Gabriel (1998), Los trabajadores sociales, en Revista Colombiana de Trabajo Social, No. 12, pgs. 155-161, Consejo Nacional para la Educacin en Trabajo Social, Cali. Quiroz, Mario (2000), Apuntes para la historia del trabajo social en Chile, en Tello (2000:101-120). RELATS (2004) Fundamentacin, en lnea: http://listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l, Caracas. Rozas Pagaza, Margarita (2004), Tendencias terico-epistemolgicas y metodolgicas en la formacin profesional, en Molina (org., 2004). Savater, Fernando (1988), tica como amor propio, Grijalbo Mondadori, Barcelona, Espaa. Tello, Nelia (1996), El Trabajo social contemporneo: una perspectiva sobre los retos del trabajo social para el milenio por venir, en Revista Trimestral Trabajo Social, Escuela Nacional de Trabajo Social, No. 14, pgs. 15-22, UNAM, Mxico. Tello, Nelia; Arteaga, Carlos (2000), Historia del trabajo social en Mxico. notas para una discusin, en Tello (2000: 211-232). Walwork, Ernest (1994), El sicoanlisis y la tica, Fondo de Cultura Econmica; Mxico. Zemelman (1992), Los horizontes de la razn, Anthropos/El Colegio de Mxico, dos tomos, Mxico. Zemelman, Hugo (1995), La esperanza como conciencia (un alegato contra el bloqueo histrico imperante: ideas sobre sujetos y lenguaje), en Zemelman (coord., 1995). Zemelman, Hugo (coord., 1995), Determinismos y alternativas en las ciencias sociales de Amrica Latina, UNAM/Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de Cuernavaca/Editorial "Nueva Sociedad", pgs. 11-28, Mxico.