Upload
others
View
2
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
MERCADO DE TRABAJO Y DISTRIBUCION DEL INGRESO EN LA ARGENTINA
Ernesto Kritz
Agosto 2010
MERCADO DE TRABAJO Y DISTRIBUCION DEL INGRESO EN LA ARGENTINA
Índice temático
1. El mapa del empleo en la Argentina 2. Las consecuencias sociales de la segmentación del mercado de trabajo 3. Disparidades de ingresos y estabilidad de la ocupación 4. Disparidades de ingresos y capacidad de negociación salarial 5. Por qué está tan extendida la informalidad laboral 6. Un bajo capital humano facilita la informalidad 7. ¿Dónde se concentra la informalidad? 8. ¿A quiénes afecta la informalidad? 9. Limitaciones de los instrumentos disponibles en un mercado de trabajo segmentado 10. Informalidad, capital humano y productividad 11. De la informalidad laboral a la segmentación social 12. Segmentación del mercado de trabajo, inflación y desigualdad 13. Los ciclos de la pobreza 14. La distribución de los ingresos según la fuente
1. El mapa del empleo en la Argentina
La población económicamente activa de la Argentina está constituida por 16,5 millones de personas. De ellas, 15,2 millones tienen un empleo y 1,4 millones están desocupados1.
El mercado de trabajo está segmentado. Esto tiene dos dimensiones: la primera, la
restricción de acceso al bienestar y la dificultad para crecer con equidad; la segunda, el peso del empleo de baja productividad.
Los asalariados privados registrados (en su mayor parte dentro, pero también fuera de
convenio) constituyen no más de un tercio de la ocupación total. Incluyendo su contraparte de empleadores, como los independientes con capital, el sector privado formal abarca la mitad de la ocupación. El empleo público (nacional, provincial y municipal) también formal aunque con una dinámica distinta del privado, comprende el 15%.
En contraste, los trabajadores informales privados no domésticos representan el 25%
del empleo total. Esto incluye los asalariados no registrados y los trabajadores por cuenta propia sin capital (a todos los efectos cuasi-asalariados), una categoría de altísima rotación y mínima productividad. Hay que agregar a la cuenta otros 6 puntos de empleo doméstico no registrado. En otros términos, uno de cada tres ocupados, casi 5 millones de ocupados, están en la informalidad. Cualitativamente, además, en el empleo informal hay una fuerte presencia de la intermitencia, es decir la rotación entre trabajos de corta duración, con empleadores efímeros, generalmente también informales. Los trabajadores intermitentes (asalariados no registrados no estables, y cuenta propia sin capital) son casi el 14% de la población ocupada.
1 Estos datos corresponden al primer trimestre de 2010. Es una estimación del total urbano realizada por el Ministerio de Economía con base en la Encuesta Permanente de Hogares
MAPA DEL EMPLEO
Trabajadores por cuenta propia sin capital
5,6%
Trabajadores domésticos no registrados
6,3%
Asalariados privados no registrados no estables
7,9%
Asalariados privados no registrados estables
11,4%
Empleadores y cuenta propia con capital
17,4%
Trabajadores sin salario0,8%
Ocupados en planes sociales
0,5%
Asalariados públicos15,2%
Asalariados privados registrados
33,5%
Trabajadores domésticos registrados
1,3%
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
2. Las consecuencias sociales de la segmentación del mercado de trabajo
El empleo no sólo está segmentado sino que, tan importante como ello, su composición es desigual. Mientras que en los tramos más altos de la pirámide de ingresos, la mayoría de los ocupados son formales, en los más bajos hay un fuerte peso del empleo informal. En los tres deciles de menor ingreso familiar per cápita, que corresponden a la población pobre, cerca de 60% de los ocupados son informales (asalariados no registrados, trabajadores domésticos y no asalariados sin capital).
Hay una correlación estrecha entre la condición de formalidad laboral y la posición en la
pirámide distributiva: dos de cada tres empleos formales se concentran en la mitad superior; al revés, dos de cada tres empleos informales están en la mitad inferior.
DISTRIBUCION DE LOS OCUPADOS FORMALES E
INFORMALES POR DECILES DE INGRESO PER CAPITA FAMILIAR
3º trimestre 2009
0%
3%
6%
9%
12%
15%
18%
Participación en el total delempleo formal
4,1% 6,5% 7,3% 8,4% 9,7% 11,2%12,2%13,1%13,9%13,5%
Participación en el total delempleo informal
17,1%17,1%13,3%10,1% 9,7% 9,0% 7,7% 7,3% 4,9% 3,8%
Decil 1
Decil 2
Decil 3
Decil 4
Decil 5
Decil 6
Decil 7
Decil 8
Decil 9
Decil 10
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
COMPOSICION DE LOS OCUPADOS SEGÚN CONDICION DE INSERCION LABORAL, POR DECILES DE INGRESO
FAMILIAR PER CAPITA3º trimestre de 2009
Informales 67,7% 57,1% 47,8% 38,0% 33,6% 29,0% 24,2% 22,1% 15,1% 12,4%
Formales 32,3% 42,9% 52,2% 62,0% 66,4% 71,0% 75,8% 77,9% 84,9% 87,6%
Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9Decil
10
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Esta correlación entre condición de formalidad y distribución del ingreso se explica por
tres motivos principales: por una parte, la diferencia que hay en la dotación de capital humano (educación y calificaciones); por otra, la distinta exposición al desempleo como resultado de la rotación laboral prevaleciente en uno y otro caso; y, por último, la disparidad en la capacidad de negociación salarial entre ambos segmentos de la fuerza laboral. En el sector informal cerca de dos tercios de los trabajadores no han completado la escuela media. Entre los formales, en cambio, ocurre lo contrario: poco menos de dos de cada tres ocupados cuenta al menos con secundaria completa. Asociado a esta disparidad en el nivel educativo, casi la mitad de los informales desempeñan tareas no calificadas, frente a algo más de un décimo en el caso de los ocupados formales. Es obvio que esto determina disparidades significativas en los ingresos medios de unos y otros.
Visto desde el otro lado, entre los que realizan tareas no calificadas (aproximadamente una cuarta parte de los ocupados en empleos de mercado) casi 8 de cada 10 son informales. Entre los asalariados privados no domésticos, la proporción es 6 de cada 10. Este es el único nivel de calificación donde los informales son mayoría. En el escalón siguiente, de tareas operativas (casi 60% del total del empleo de mercado) dos tercios de los trabajadores son formales. Por supuesto, esta distribución se acentúa en los niveles más altos de calificación.
OCUPADOS FORMALES E INFORMALES SEGUN NIVEL DE CALIFICACION DE LAS TAREAS
Formales 11% 60% 18% 11%
Informales 47% 43% 7% 3%
Tareas no calificadas
Tareas operativas Tareas técnicasTareas de jefatura
y profesionales
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
COMPOSICIÓN DE LOS NIVELES DE CALIFICACIÓN, SEGÚN CONDICIÓN DE FORMALIDAD
61%
40%
25%
33%
76%
35%
22%
18%
39%
60%
75%
67%
24%
65%
78%
82%
0% 20% 40% 60% 80% 100%
Tareas nocalificadas
Tareasoperativas
Tareastécnicas
Tareas dejefatura y
Tareas nocalificadas
Tareasoperativas
Tareastécnicas
Tareas dejefatura y
Sól
o a
sala
riad
os
priv
ado
s n
o do
mé
stic
os
Sec
tor
priv
ado
(in
clu
yese
rvic
io d
om
ést
ico
y n
oa
sala
riad
os)
Informales Formales
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
3. Disparidades de ingreso y estabilidad de la ocupación
Junto a las diferencias de capital humano, las disparidades de ingreso tienen que ver con las que hay en la exposición al desempleo, resultantes del distinto grado de estabilidad de la ocupación en ambos segmentos del mercado laboral. Distinto del sector formal, donde la mayoría de los empleos son estables, en el sector informal la tasa de rotación es más alta. Esto significa que los episodios de desempleo son más frecuentes. Aunque sean de corta duración (nadie puede darse el lujo de permanecer mucho tiempo desocupado sin un seguro de ingresos) su recurrencia hace que, a igualdad de otras condiciones, la proporción de personas buscando trabajo sea más alta que la que habría si el sector informal no se hubiese extendido tanto.
Una diferencia esencial entre un empleo formal y uno informal, en efecto, es el grado de estabilidad en el trabajo. Entre los ocupados privados formales, la antigüedad promedio en el empleo es de 60 meses; entre los informales, en cambio, es de 24 meses. Esto significa que la exposición al desempleo de los últimos es mucho mayor que la de lo primeros.
Esto se revela en las grandes disparidades de la tasa de rotación según categorías de inserción ocupacional. En el sector privado formal (excluido el servicio doméstico) solamente el 9% de los ocupados cambia de empleo en el año; en el sector informal, la proporción se eleva al 44%. Esto es consecuencia de que, en este segmento, más de la mitad de los trabajadores tiene un empleo intermitente, de duración limitada. Entre los asalariados no registrados no estables, la tasa de rotación se eleva al 70% anual. Esto explica por qué su desempleo sigue siendo muy alto (como en el otro extremo del mercado, la tasa de rotación de los empleados públicos de apenas 3%, explica por qué su desempleo es muy bajo).
TASA DE ROTACION ANUAL DE LOS OCUPADOS, POR
CATEGORIAS DE INSERCION OCUPACIONAL
3%7%
13%
22%
27%
35%
53%
70%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
Empleadospúblicos
Asalariadosprivados
registrados
Patrones ycuenta propia
con capital
Totalocupados(excluidos
planessociales)
Asalariadosprivados noregistrados
estables
Trabajadorespor cuentapropia sin
capital
Trabajadoresdomésticos
Asalariadosprivados noregistradosno estables
Fuente: SEL Consultores a partir de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
TASA DE DESEMPLEO (X) Y TASA DE ROTACION (Y)POR CATEGORIAS DE INSERCION OCUPACIONAL
R2 = 0,9324
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30%
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Un examen de la rotación según los atributos de los ocupados es consistente con lo
señalado. La tasa de rotación es más alta entre las mujeres, los no jefes, los jóvenes y los menos educados. En todos estos grupos, en los que hay una incidencia muy elevada de la informalidad, el desempleo es sensiblemente mayor que el promedio.
TASAS ESPECIFICAS DE ROTACIONSEGÚN ATRIBUTOS DE LOS OCUPADOS
4%
21%
28%29%
7%7%
14%17%
31%
51%
28%
15%
23%20%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
Var
ones
Mu
jere
s
Jefe
s
No
jefe
s
Has
ta 2
4añ
os
de
25
a 2
9a
ños
de
30
a 3
9a
ños
de
40
a 4
9a
ños
de
50
a 5
9a
ños
de 6
0 a
ño
s y
má
s
Has
tap
rima
rio
Prim
ario
com
ple
to y
Se
cun
dar
ioco
mp
leto
y
Un
iver
sita
rio
com
ple
to
Sexo Posición enel hogar
Edad Nivel educativo
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Lo que importa aquí no es tanto la duración del desempleo –por lo general corto por la
ausencia de seguros sociales universales- sino su recurrencia; y ésta está definida por la tasa de rotación. La intermitencia en el empleo es la forma en que se expresa la desocupación estructural en un país con informalidad extendida. En estas condiciones, una alta rotación es un indicador de la subsistencia de desequilibrios en el mercado de trabajo. Para que la movilidad laboral devenga en movilidad social ascendente, es necesario persistir en el esfuerzo de formalizar el empleo.
Cualitativamente, en el empleo informal predomina la intermitencia, es decir la rotación
entre trabajos de corta duración, con empleadores efímeros, generalmente también informales. Los trabajadores intermitentes son casi el 15% de la población ocupada. 4. Disparidades de ingresos y capacidad de negociación salarial
Pero, además de las diferencias en la dotación de capital humano y en la exposición al desempleo, las disparidades de ingresos entre los ocupados se explican, en una medida no menor, por su mayor o menor capacidad de negociación salarial. En términos relativos, los asalariados privados registrados (formales) son quienes tienen una capacidad de negociación más elevada, pero representan un tercio del empleo total, y los asalariados públicos poco más de un séptimo adicional. La capacidad de acción salarial colectiva, por ende, cubre menos de la mitad de la población ocupada.
En adición a esta limitación de cobertura, y como se deduce de lo que se dijo sobre la distribución del empleo formal, esa capacidad se concentra en la mitad superior de la pirámide distributiva. En los tres deciles de más bajo ingreso per cápita familiar, esto es en la población pobre, apenas uno de cada cuatro ocupados es un asalariado registrado privado o público, que negocia colectivamente sus salarios. Huelga señalar que los ocupados informales de los estratos inferiores, muchos de los cuales tienen un empleo de alta rotación, carecen de una capacidad de negociación semejante a la de los asalariados registrados.
PROPORCION DE ASALARIADOS REGISTRADOS EN CADA DECIL DE INGRESO FAMILIAR PER CAPITA
3º trimestre de 2009
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
Asalariados públicos 4,8% 6,7% 8,3% 13,2% 15,4% 15,5% 16,9% 18,2% 23,1% 25,7%
Asalariados privadosregistrados
7,9% 17,3% 26,5% 31,6% 35,2% 36,2% 42,6% 43,4% 44,2% 43,7%
Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9Decil
10
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares 5. Por qué está tan extendida la informalidad laboral
La informalidad laboral no es un fenómeno nuevo; por el contrario, es una tendencia de
largo plazo, cuyo comienzo se remonta a los tempranos años ochenta. Desde entonces, y con escasos puntos de inflexión, ha seguido un curso ascendente, con un pico en la crisis de 2001-2002, y una baja moderada en la recuperación del mercado de trabajo. Lo significativo, sin embargo, es que ese curso no es atribuible a una legislación laboral, o a un modelo de seguridad social, o a su base de financiamiento, o a una política económica en particular. En la década del ochenta, antes de cualquier intento de flexibilización laboral, el empleo privado no registrado (excluido el servicio doméstico) creció de 18% a 26%; y en los años noventa, con contratos flexibles y una rebaja de 50% en los costos laborales no salariales, aumentó de 26% a 34%. Parece, en consecuencia, que las claves hay que buscarlas en algunos fundamentos más permanentes de la economía argentina.
Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Permanente de Hogares, Gran Buenos Aires
EL SENDERO DE LA EXCLUSIÓN:LA INFORMALIDAD EN EL LARGO PLAZO
(Area Metropolitana Buenos Aires)
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
50%
55%
1974 1982 1986 1990 1994 1998 2002 2006
Total asalariados privados Total asalariados privados no domésticosLineal (Total asalariados privados) Lineal (Total asalariados privados no domésticos)
6. Un bajo capital humano facilita la informalidad
El sesgo de los trabajadores informales hacia los empleos de baja calificación –o si se
quiere, el hecho de que la gran mayoría de las tareas no calificadas sean hechas por éstos- sugiere firmemente que hay una relación estrecha entre la calidad de la inserción laboral y el nivel de capital humano.
Como se señaló, casi dos tercios de los informales no completaron la escuela media (y
un 40% sólo cursó primaria); entre los formales, en cambio, casi dos tercios tienen al menos secundaria completa (21% universitaria completa). Las líneas de ajuste del perfil educativo de cada uno de estos segmentos de la fuerza de trabajo se cruzan.
La distribución por tipo de inserción laboral en cada nivel educativo, muestra una clara
correlación inversa entre la informalidad y la educación alcanzada por los ocupados privados. Lo sugestivo es que para mejorar significativamente la probabilidad de lograr un empleo formal, hay que acumular (“saltar”) un cierto número mínimo de años de educación. Así, entre quienes completan la escuela secundaria, la incidencia de la informalidad disminuye desde casi 55% a poco más de 35%; pero no baja nada con relación a los que sólo tienen estudios primarios, cuando el secundario queda inconcluso. De igual manera, la informalidad cae a 20% entre los graduados universitarios, pero se mantiene en 35% -igual que entre quienes tienen secundaria completa- para los que cursan algunos años pero no terminan el nivel superior. Parecería ser que este avance por “escalones”, con la secundaria completa como umbral, está relacionado con la obtención de los certificados de cada ciclo de estudios.
OCUPADOS PRIVADOS FORMALES E INFORMALES SEGÚN NIVEL DE EDUCACIÓN
5%
21%
12%
7%
15%
18%
15%
25%
12%
19%
28%
23%
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
Hastaprimario
incompleto
Primariocompleto
Secundarioincompleto
Secundariocompleto
Universitarioincompleto
Universitariocompleto
Formales InformalesLineal (Informales) Lineal (Formales)
PARTICIPACIÓN DEL EMPLEO INFOMAL EN CADA NIVEL EDUCATIVO ALCANZADO POR LOS OCUPADOS PRIVADOS
20%
37%36%
53%53%
63%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
Hastaprimario
incompleto
Primariocompleto
Secundarioincompleto
Secundariocompleto
Universitarioincompleto
Universitariocompleto
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
El sesgo de los trabajadores informales hacia los empleos de baja calificación –o si se quiere, el hecho de que la gran mayoría de las tareas no calificadas sean hechas por éstos- sugiere firmemente que hay una relación estrecha entre la calidad de la inserción laboral y el nivel de capital humano.
Sin embargo, un control de los salarios por nivel de educación, muestra que, a igualdad
de escolaridad alcanzada, los salarios de los ocupados formales son sensiblemente mayores que los que ganan sus homólogos informales. Con excepción de los graduados universitarios (que de todas maneras son pocos entre los informales) la brecha salarial horaria está en torno del 70%.
Esto sugiere que, si bien el capital humano determina en buena medida la calidad de la inserción laboral (o, lo que es lo mismo, la probabilidad de lograr un empleo mejor o peor pago) es igualmente cierto que ésta determina el nivel de las remuneraciones (y de las condiciones de trabajo y seguridad social) por factores del empleo que trascienden los atributos personales del ocupado. En otras palabras, la brecha salarial entre formales e informales no es asunto exclusivo de la productividad del factor trabajo (el capital humano) sino de la productividad total de los factores. 7. ¿Dónde se concentra la informalidad?
Una pista para comprender estas disparidades salariales es la distribución del empleo no registrado según el tamaño de las empresas (que puede considerarse un proxy de la productividad). Esa distribución no es homogénea sino que está concentrada en las más pequeñas: más de 90% de los asalariados privados informales pertenece a firmas de hasta 40 personas (el límite de pequeña empresa definida por la ley 24.467). Más significativo, dos tercios de éstos, el 54% del total de asalariados no registrados, trabaja en establecimientos de hasta 5 personas; si se suman los que ocupan de 6 a 10 personas, la proporción se eleva al 74%.
DISTRIBUCION DEL EMPLEO NO REGISTRADO SEGUN EL TAMAÑO DEL ESTABLECIMIENTO
54%
20%
12%
5% 4%2% 3%
de 1 a 5 de 6 a 10 de 11 a 25 de 26 a 40 de 41 a100
de 101 a200
201 y más
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
74%
El núcleo principal del empleo informal, como puede verse, está en las microempresas.
7 de cada 10 asalariados en este estrato trabaja sin contrato; en las firmas de 6 a 10 ocupados, la proporción es 1 de cada 2. Una desagregación por categorías muestra que cuanto más informal –y por lo tanto de peor calidad- es el empleo, mayor es la correlación con las unidades de muy pequeño tamaño y más baja productividad; así, el 80% de los que tienen empleos intermitentes trabajan en unidades de hasta 5 ocupados. Esta concentración de la informalidad y la precariedad laboral en los establecimientos más pequeños es una constante de las últimas tres décadas.
INCIDENCIA DEL EMPLEO NO REGISTRADO POR TAMAÑO DEL ESTABLECIMIENTO
10%
15%
17%
24%
35%
52%
75%
201 y más
de 101 a 200
de 41 a 100
de 26 a 40
de 11 a 25
de 6 a 10
de 1 a 5
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares Esto sugiere que en este estrato se trata no tanto de una estrategia para aumentar la
utilidad bajando el costo del trabajo a través de la informalidad laboral sino, en buena medida, para compensar la falta de competitividad, originada en la escasa productividad total de los factores que les es característica. El costo para los trabajadores en términos de privación y exclusión social es muy alto, pero también es claro que sus pequeños empleadores no tienen muchos recursos legítimos para hacer frente a un entorno desfavorable2.
2 Un buen ejemplo de cómo la escasa competitividad estructural de las empresas de muy pequeña escala es un determinante principal de la informalidad, es lo ocurrido en los años noventa con la rebaja de las contribuciones patronales. Contradiciendo el argumento de que es la consecuencia de una alta imposición al trabajo, en esta década la informalidad laboral ganó en intensidad pari passu con una reducción de las contribuciones patronales de 33% a 18%. ¿Por qué ocurrió esto? Hasta 1994, las firmas de menos de 5 personas, que entonces tenían un mix de 60% de empleo informal y 40% registrado, cotizaban por cargas sociales un promedio efectivo (ponderando ambos tipos de empleo) de 13%; por su parte, las compañías que tenían todo su personal en blanco pagaban 33%. Es decir, para el mismo
Desde luego, no todo el empleo informal está en las empresas más pequeñas, ni su subsistencia es la única razón por la que evaden las obligaciones tributarias y de la seguridad social. Aunque son un porcentaje pequeño del total, las empresas de mayor escala también tienen asalariados no registrados; aproximadamente 300.000 trabajan en firmas que ocupan más de 25 personas. Pero de cualquier modo, el grueso del problema se localiza en el estrato de mínima escala económica. 8. ¿A quiénes afecta la informalidad?
La informalidad es la puerta de entrada al mercado de trabajo –y muchas veces el lugar de permanencia a lo largo de la vida activa- de la mayoría de las mujeres, los más jóvenes y los menos educados.
Mientras que en el sector privado formal hay dos ocupados varones por cada mujer, en el sector informal la relación es casi de uno a uno. Esto está muy influido por el empleo en el servicio doméstico. Cuando éste se excluye, el peso de las mujeres en la ocupación informal se reduce a un tercio, una proporción menor que entre los asalariados privados registrados y muy inferior a la que se encuentra en el sector público. Esto lleva a precisar la observación: la informalidad es la puerta de entrada al mercado de trabajo de las mujeres en los empleos de menor nivel de calificación. También es la puerta de entrada –y en buena medida son atributos concurrentes- para los más jóvenes. No es fácil: cuatro de cada diez desempleados tienen menos de 25 años y, cuando consiguen empleo, generalmente son no registrados. Ocho de cada diez ocupados de hasta 19 años tienen trabajos informales; en el tramo más amplio de hasta 24 años, son seis de cada diez. Estos jóvenes –entre quienes hay muchas mujeres- están en el mercado de trabajo porque abandonaron tempranamente el sistema educativo. La mayoría de ellos no completó la escuela secundaria. Una razón principal para la deserción escolar es que, en una proporción importante, pertenecen a hogares de bajos ingresos que no pueden mantenerlos; pero otra no menor, es que, por la débil formación en competencias básicas, y el déficit de preparación para el trabajo del sistema educativo público, muchas veces no encuentran una relación clara entre la permanencia en la escuela y la posibilidad de competir con éxito por un empleo de buena calidad. El bajo capital social –una red de contactos insuficiente- refuerza esta percepción. Pero, así como algunos se incorporan al mercado de trabajo, la escasa posibilidad de ascender socialmente con un bajo capital humano y poco capital social en un mercado segmentado, explica por qué otros dejan la escuela y no buscan empleo. En 2003, por cada joven menor de 25 años que buscaba empleo, había 0,8 al margen del mercado; en 2007 esa relación subió a 1,3 El 60% de los jóvenes que no estudian ni trabajan, cursó sólo estudios primarios (cerca de un tercio del total), o a lo sumo un par de años de la escuela secundaria; pero la endeblez del capital humano se extiende a buena parte de los que completaron la escuela media. No se trata únicamente del nivel de escolaridad formal, medido por los años aprobados, sino de la pobre calidad de la educación recibida. El factor común de estos jóvenes marginales es que la gran mayoría pertenece a hogares en la parte más baja de la escala distributiva, donde la pobreza se reproduce inter-generacionalmente. Más de la mitad de los jóvenes en situación de marginalidad extrema
salario, la informalidad daba un diferencial de costo de 20 puntos. Hacia el final de la década, con alícuotas más bajas y 10% más de empleados no registrados, la cotización efectiva de las microempresas se redujo a 6%, en tanto que la de las empresas formales pasó a ser de 18%. Esto significa que a pesar de que el costo nominal bajó mucho y de que intensificaron el uso de empleo no registrado, la ventaja relativa de las microempresas informales vis à vis las formales más grandes, se redujo a casi la mitad de la que tenían cuando las alícuotas eran el doble. De esto se concluye que la rebaja de las contribuciones patronales mejoró la competitividad de los más grandes, pero empeoró la de los más débiles. La disminución de las indemnizaciones por despido de esa década, operó en el mismo sentido.
proviene del primer quintil y un cuarto más del segundo quintil. Esta concentración en los dos tramos inferiores de la distribución de ingresos es mayor que en 2003. Los incentivos para buscar trabajo para los jóvenes en situación de marginalidad, y en general para los que vienen de los hogares de la parte inferior de la estructura social, no son muchos. Entre los ocupados de menos de 25 años, los salarios en empleos privados no domésticos son algo más de la mitad del promedio del mercado, y 30% por debajo del salario mínimo. Con su bajo capital humano –sea por la insuficiente escolaridad, o por la pobre calidad de la educación recibida- su precio de reserva no es lo poco que podrían ganar con su muy baja productividad, sino lo que podrían obtener fuera del mercado, incluyendo las actividades ilegales. Su escaso capital social, por la falta de una red de contactos, refuerza esta situación. 9. Limitaciones de los instrumentos disponibles en un mercado de trabajo segmentado
Este examen sugiere que los instrumentos disponibles para reducir la informalidad
tienen un alcance limitado, no tanto por la magnitud de los recursos para su puesta en práctica sino por la adecuación conceptual a la naturaleza del fenómeno que se debe resolver. Ese es el caso, por ejemplo, de las acciones públicas de fiscalización. Desde luego, nadie podría discutir la legitimidad y el valor ético de estas acciones; tampoco sus logros. En ese sentido, el esfuerzo del Ministerio de Trabajo de los últimos años es digno de elogio. Aún así, es difícil que la fiscalización pueda ser el eje de una estrategia para reducir la informalidad. Ello, por dos razones: en primer lugar, porque no actúa para modificar sus determinantes (salvo que el diagnóstico sea que la informalidad es una cuestión cultural) sino ex post para corregir una situación producida por una diversidad de factores complejos; en segundo lugar, porque para ser eficaz, el control debe dirigirse a las empresas que hacen de la informalidad laboral un dispositivo ilegal de apropiación de cuasi-renta y no de subsistencia por incapacidad competitiva.
El otro instrumento de política disponible, es el salario mínimo. Conceptualmente, la fijación de un umbral de remuneraciones tiene por propósito proteger a los trabajadores más vulnerables, que son precisamente los informales. Sin embargo, la proporción de asalariados no registrados que gana menos del mínimo supera el 50%3
La brecha de ingresos respecto del mínimo de los que ganan por debajo del mismo es grande4: entre los asalariados privados no registrados es de más de 35% Esto muestra la dificultad para asegurar el cumplimiento de la norma, sobre todo en los grupos vulnerables de trabajadores, para los que más ha sido pensada.
Por último, pero no menos importante, la segmentación del mercado de trabajo también establece límites al alcance de los mecanismos de protección frente a la pérdida del empleo. El seguro de desempleo tiene como requisito estar inscripto en el sistema único de registro laboral y haber aportado al Fondo Nacional del Empleo durante un período mínimo, continuo o discontinuo, de doce meses en los últimos tres años anteriores a la finalización del contrato de trabajo que dio lugar a la situación legal de desempleo5.
En otros términos, la condición ineludible para acceder al mecanismo de protección es
ser un trabajador registrado, con aportes, debiéndose haber cumplido los requisitos legales y las regulaciones administrativas de la ruptura del vínculo contractual de trabajo. La cuestión, sin embargo, es que la gran mayoría de los desempleados no provienen del empleo formal sino
3 Calculado a partir de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares 4 Esta brecha mide el cociente porcentual entre la distancia del ingreso percibido y el salario mínimo, sobre el salario mínimo: (W – SM) SM 5 La contribución está a cargo del empleador. El trabajador debe probar la situación legal de desempleo mediante la documentación pertinente (telegrama de despido, etc.)
de la informalidad. Ese es el caso de 6 de cada 10 desocupados. Esto explica por qué el seguro de desempleo es percibido apenas por 1 de cada 10 desempleados6
Los desocupados provenientes de la informalidad laboral, por lo tanto, sólo pueden
recurrir a mecanismos fuera de la seguridad social, como los planes de empleo del Ministerio de Desarrollo Social (el más importante es “Argentina Trabaja”) o el seguro de capacitación y empleo del Ministerio de Trabajo. Pero éstos también tienen una cobertura limitada: ambos programas benefician a 220.000 personas, esto es uno cada cuatro desocupados informales excluidos del seguro de desempleo. De esta manera, más de 70% de los desocupados no tienen protección frente a la pérdida del empleo.
ORIGEN DE LOS DESOCUPADOS(SECTOR DE LA ULTIMA OCUPACION)
Privados informales
60%
Privados formales15%
Asalariados Públicos
2%Reingresantes10%
Ingresantes13%
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
6 En diciembre de 2008 (último dato disponible) cobraban el seguro de desempleo 127.000 personas. El total de desocupados urbanos en ese trimestre, de acuerdo a la estimación del Ministerio de Economía, alcanzaba a 1.175.000 personas. En el primer trimestre de 2010, según la misma fuente, el número de desempleados se eleva a 1.357.000
COBERTURA DE LOS DESOCUPADOS(Estimación total urbano 1º trimestre de 2010)
Desempleados sin cobertura
74%
Seguro de capacitación y
empleo (desocupados
informales)9%
Planes sociales de empleo
(desocupados informales)
7%
Seguro de desempleo
(desocupados formales)
10%
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
La informalidad laboral es la principal causa de exclusión social. Los trabajadores informales carecen de protección legal y de seguridad social; sus empleos son inestables; son los primeros en ser despedidos; ganan mucho menos que los trabajadores formales; no tienen acceso al crédito.
LOS COSTOS DE LA INFORMALIDAD
1. 75% de los trabajadores informales no alcanza a cumplir un año en un trabajo 2. Su tasa de desempleo es casi 4 veces más alta que entre los trabajadores formales7 3. Cuando son despedidos no cobran indemnización, ni seguro por desempleo 4. 74% de los asalariados no registrados no tiene ningún comprobante de pago por su
trabajo; a otro 10% le dan un recibo sin firma ni nombre de la empresa 5. 75% no cobra vacaciones, aguinaldo, ni días por enfermedad; otro 10% carece
parcialmente de estos beneficios; ninguno cobra asignaciones familiares 6. Ningún trabajador informal puede jubilarse, ni tener una obra social; tampoco tienen ART 7. En el sector privado, la brecha salarial por hora trabajada entre los ocupados formales e
informales supera el 80% 8. El 45% de los informales está debajo de la línea de pobreza (17% son indigentes), mientras
que en el sector formal la incidencia de la pobreza se reduce a 17% (3% de indigencia)8 9. La brecha entre la tasa de pobreza de los hogares con ingresos informales y la de los que
tienen ingresos formales, es creciente. En 2003 esa brecha era de 2,4 veces; en el 2° semestre de 2006 se había elevado a 4 veces, y es del todo probable que haya aumentado desde entonces.
7 21% vs 6% en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Véase la Newsletter de junio de 2009 8 En el Área Metropolitana de Buenos Aires. Ibid
10. Informalidad, capital humano y productividad
La segmentación del mercado de trabajo se expresa en elevadas disparidades de las remuneraciones. En el sector privado, la brecha salarial por hora trabajada entre los ocupados formales e informales supera el 80%. Esa brecha es mayor ahora que en 2001, con una pendiente ascendente pronunciada a partir de 2004.
Un control de los salarios por nivel de educación, muestra que, a igual escolaridad, la
brecha salarial horaria está en torno del 70%. Esto sugiere que, si por un lado, el capital humano determina la calidad de la inserción laboral, es igualmente cierto que ésta ordena el nivel de las remuneraciones (y de las condiciones de trabajo y seguridad social) por factores del empleo que trascienden los atributos personales del ocupado. En otras palabras, la brecha salarial entre formales e informales no es asunto exclusivo de la productividad del factor trabajo sino de la productividad total de los factores. De todos modos, en el sector privado no doméstico, la brecha salarial entre asalariados formales e informales es linealmente creciente cuanto menos calificada es la tarea. Esto insinúa que, aunque no de manera excluyente, el capital humano pesa mucho en la disparidad salarial en un mercado segmentado. 11. De la informalidad laboral a la segmentación social
No obstante ser los que más la necesitan, los trabajadores informales y sus familias no
califican para la seguridad social. Esto es consecuencia de que la condición legal para acceder a la misma, es poseer un empleo registrado; también hay una condición funcional: que la tasa de rotación no debe ser muy alta. Sin un empleador reconocible –como ocurre con los trabajadores intermitentes- no hay a quien exigir la formalización del asalariado, ni cobrar las contribuciones de la seguridad social.
Sin mecanismos extraordinarios, como las moratorias para los que no aportaron –
muchas veces percibidos como inequitativos por los que aportan- la informalidad hace difícil mejorar significativamente la cobertura de la seguridad social. En un mercado segmentado, esto lleva a situaciones de inclusión y exclusión. El hecho de que algunos estén cubiertos por la seguridad social y otros dependan de los recursos asistenciales, institucionaliza una segmentación social a partir de la segmentación laboral.
El modelo de financiamiento de la seguridad social es, en una medida no menor,
responsable de esta segmentación social. Consecuente –aunque sólo parcialmente- con su fundamento de derecho restringido a la inserción formal en el mercado de trabajo, el sistema de seguridad social se financia con contribuciones sobre las remuneraciones de los ocupados registrados (incluyendo los aportes que se derivaban hacia las AFJP). Sin embargo, explicado por la insuficiencia del financiamiento contributivo desde la reforma previsional de los noventa, pero inconsistente con su fundamento conceptual, el sistema recibe también una importante masa de recursos no contributivos, proveniente de impuestos que abonan los ciudadanos con independencia de que tengan o no empleo, de que su ocupación sea formal o informal, y de que reciban o no beneficios9. En 2008, los recursos tributarios asignados por el presupuesto a la ANSES sumaron $23.400 millones, a los que hay añadir $17.100 millones de “contribuciones figurativas”, que son transferencias del Tesoro, de rentas generales. De cada peso de prestaciones y transferencias corrientes del sistema de seguridad social, 34 centavos son pagados con recursos tributarios no contributivos. Esta situación no se modificó con la reforma previsional de 2008. Esto lleva a situaciones de inequidad, sobre todo para los más pobres que no acceden a la seguridad social. 9 Estos recursos incluyen el 15% de la masa coparticipable bruta; el 11% del producido del IVA; el 20% de la recaudación neta del impuesto a las ganancias; el 100% de los impuestos específicos al gasoil, kerosene y gas natural comprimido; y el 90% del impuesto a los bienes personales
12. Segmentación del mercado de trabajo, inflación y desigualdad
Una pregunta relevante es si en un escenario de crecimiento económico de 5% ó más, con el empleo en recuperación, la inflación ya no tiene efectos tan socialmente perniciosos como en el pasado, cuando la economía entraba en períodos recurrentes de stop and go. La respuesta sería una –por sí o por no- si la Argentina fuera una sociedad socialmente integrada, a partir de un mercado de trabajo homogéneo, con relaciones laborales de alcance universal. Pero este no es el caso; por el contrario, la nuestra es una sociedad fragmentada, consecuencia de un mercado laboral segmentado, donde junto a un núcleo formal, de empleo estable, productividad comparativamente alta, con protección legal y predominio de las relaciones colectivas de trabajo, convive una periferia informal, signada por la precariedad, la baja productividad y la desprotección.
Este último punto, de composición y distribución por tramos de ingreso de la población según segmentación del empleo, es esencial para responder la pregunta sobre los efectos sociales de la inflación.
Es obvio que la capacidad de negociación salarial frente a los aumentos de precios,
también guarda una asociación estrecha con la condición de formalidad. Es bien probable que los asalariados bajo convenio logren reajustar sus remuneraciones en línea con la inflación esperada (ya no sólo con la inflación pasada). Ello por dos razones: de un lado, porque el desempleo en este sector del mercado laboral es bajo (probablemente no mayor a 5%); del otro, porque el poder de negociación de los sindicatos es elevado no sólo por razones económicas sino políticas.
La cuestión sin embargo, es que los asalariados registrados privados representan un
tercio del empleo total, y los asalariados públicos poco más de un séptimo adicional. Ello, sin considerar que parte de este colectivo está fuera de convenio, difícilmente con posibilidad de obtener mejoras a la par del personal de convenio. En otros términos, la capacidad de acción salarial colectiva –con soporte político, además- cubre no mucho más de 40% (a lo sumo 45%) de la población ocupada.
Pero, como se señaló antes, en adición a esta limitación de cobertura, dos de cada tres
empleos formales están en la mitad superior de la pirámide distributiva. En los tres deciles de más bajo ingreso per cápita familiar, es decir en la población pobre, apenas uno de cada cuatro ocupados es un asalariado registrado privado o público, que negocia colectivamente sus salarios.
Huelga señalar que los ocupados informales de los estratos inferiores, muchos de los
cuales tienen un empleo de alta rotación, carecen de una capacidad de negociación semejante a la de los asalariados registrados. Es difícil que obtengan mejoras salariales con base en la inflación esperada. Si, como es posible, reciben alzas en línea con la inflación pasada, podría haber un desfase superior a 5 puntos con las que acuerden los asalariados registrados. Es muy probable que el salario real de los informales caiga este año, tanto más cuanto más precario sea el empleo y mayor su concentración en los estratos inferiores.
Es cierto que parte de esta pérdida de salario real puede compensarse con subsidios
desde el sector público. Pero no lo es menos que estas transferencias (como la asignación universal para la niñez) pierden valor adquisitivo a consecuencia de la inflación10. El resultado neto depende, por supuesto, de la intensidad de esta última (especialmente de la inflación de los alimentos básicos) y del peso que las transferencias tengan en el ingreso del hogar.
Esto sugiere firmemente que la inflación no es socialmente neutra. Puede serlo para los ocupados que tienen capacidad de negociación colectiva, o para los no asalariados con poder de fijación de precios. Pero ciertamente deprime el ingreso real de los ocupados que carecen de esta capacidad, y reduce la eficacia compensatoria de los planes sociale
10 Véase SEL Consultores, Newsletter sobre la situación laboral y social de la Argentina, marzo de 2010
COMPOSICION DE LA POBLACION OCUPADA SEGÚN CONDICIÓN DE INSERCIÓN LABORAL
3º trimestre 2009
Asalariados privados
registrados33%
Asalariados públicos
15%
Aasalariados privados no registrados
19%
Trabajadores domésticos
8%
No asalariados con capital
18%
No asalariados sin capital
7%
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
DISTRIBUCION DE LOS ASALARIADOS SEGÚN CONDICION DE INSERCION LABORAL POR DECILES DE INGRESO FAMILIAR
PER CAPITA
0%
4%
8%
12%
16%
20%
Públicos 2,7% 4,5% 5,1% 7,8% 9,9% 10,7%12,0%13,4%16,5% 17,4%
Privados registrados 2,0% 5,2% 7,4% 8,5% 10,2% 11,3%13,5%14,3%14,2% 13,3%
Privados no registrados 15,1%17,1% 13,7%10,0% 9,8% 9,2% 7,2% 8,0% 5,4% 4,6%
Trabajadores domésticos 18,2%17,4% 16,0%11,7%10,2% 7,3% 9,4% 6,1% 2,9% 0,6%
Decil 1
Decil 2
Decil 3
Decil 4
Decil 5
Decil 6
Decil 7
Decil 8
Decil 9
Decil 10
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Lo que esto sugiere es que, en un mercado segmentado como el argentino, la inflación aumenta la desigualdad. Pero lo más significativo es que, con estas condiciones estructurales, ese incremento de la desigualdad se da especialmente al interior de la mitad inferior de la pirámide distributiva. Aún en un examen estático (el último trimestre de 2009) la brecha de ingresos de la ocupación principal entre el percentil 50, donde ya son mayoría los asalariados registrados, y el percentil 10, donde la mayoría son informales con empleos precarios, es de 5,3 veces. Esto es más del doble de la brecha que existe entre el percentil 90 (ocupados de clase media alta) y el percentil 50. Esto se reproduce en las brechas de ingreso per capita de los hogares.
BRECHA DE INGRESOS ENTRE DECILES DE HOGARES ORDENADOS SEGUN INGRESO PER CAPITA FAMILIAR
3º trimestre 2009
4,7
2,72,6
1,8
Ingreso per capita del hogar Ingreso medio laboral
Decil 5/Decil 1 Decil 9/Decil 5
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
BRECHA DE INGRESOS DE LA OCUPACION PRINCIPAL SEGÚN EL INDEC
5,3
2,3
Brecha entre percentil 50 (mayoritariamenteasalariados registrados) y percentil 10
(mayoritariamente informales)
Brecha entre percentil 90 (clase media alta)y percentil 50 (mayoritariamente asalariados
registrados)
Fuente: INDEC, Evolución de la distribución del ingreso, 4º trimestre de 2009
BRECHA DE INGRESOS ENTRE DECILES DE HOGARES, ORDENADOS SEGÚN INGRESO PER CÁPITA FAMILIAR
4,10
2,84
2,081,85
4,74
2,63 2,66
1,75
Decil 5/Decil 1 Decil 9/Decil 5 Decil 5/Decil 1 Decil 9/Decil 5
Ingreso per cápita del hogar Ingreso medio laboral
Oct-97 3º trimestre 2009
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
13. Los ciclos de la pobreza Desde el peor momento de la crisis, cuando la pobreza llegó a afectar a uno de cada dos argentinos, la recuperación de la economía posibilitó que, en apenas dos años, 7 millones de personas superaran la condición de privación. Dos años y medio después, en el punto culminante del ciclo expansivo, la baja de la pobreza totalizó casi 8,5 millones. La salida de su forma extrema, la indigencia, benefició a 3,6 millones de personas. Esta descripción no se refiere a la gran crisis y posterior recuperación económica de esta década sino al período que va entre la hiperinflación de 1989 y el semestre anterior al shock externo de finales de 1994. En efecto, entre mayo y octubre de 1989, cuando los precios al consumidor aumentaron 10 veces, la pobreza subió de 25.9% a 47.3%11 Este salto empujó debajo de la línea a 6 millones de personas que seis meses antes estaban sobre la misma. La desintegración de los ingresos de los hogares fue la determinante del inédito aumento de la pobreza; pero el dato interesante es que esto ocurrió con un desempleo todavía bajo (7.1% en octubre de 1989). En este ciclo, la gran mayoría de los pobres tenía empleo. La estabilización de los precios en el segundo semestre de 1991 (en octubre el alza del IPC se desaceleró a 1.4% y en los dos meses siguientes a 0.5%) y la recuperación del nivel de actividad (el PIB creció 9.1% restableciendo el nivel previo a la hiperinflación) recompuso los ingresos de los hogares, no sólo de los que habían caído debajo de la línea de pobreza sino de parte de los que estaban en esa situación desde antes. En octubre de 1991 la pobreza bajó a 21.5% y la indigencia a 3% (vs. 16.5% en octubre de 1989). La tasa de empleo no cambió en este período; lo que mejoró fue el ingreso real. Este ciclo de reducción de la pobreza continuó hasta el primer semestre de 2004. En mayo de ese año, la incidencia se redujo a 16.1% de la población, el menor nivel registrado en la serie del INDEC. En poco más de cuatro años, dos de cada tres pobres -y tres de cada cuatro indigentes- salieron de esa situación. A partir de ese momento, se revirtió la tendencia; la estabilidad prácticamente absoluta de los precios no pudo evitar que la pobreza aumentara. Un año después de alcanzado el mínimo, en mayo de 1995 la incidencia de la pobreza en la población se elevó a 22.2%, y doce meses después, en mayo de 1996, a 26,7%. La causa visible esta vez fue el desempleo, que en esos dos años aumentó más de 6 puntos. Quizás más importante aún, el empleo dejó de crecer y se perdieron 500.000 puestos; la proporción de la población con trabajo (la tasa de empleo) cayó 2 puntos. Por su parte, la precarización entre los ocupados –definida por la tasa de informalidad de los asalariados- aumentó más de 7 puntos. El deterioro del mercado laboral, apoyado en un contexto recesivo (la crisis del tequila provocó una caída del PIB de 2.8%) redujo los ingresos de muchos hogares por debajo de la línea de pobreza. En ese segundo quinquenio de la década del noventa, la incidencia promedio de la pobreza en la población fue de aproximadamente 26.5%; con un desempleo de algo más de 15% y una informalidad cercana a 44% El agravamiento de la recesión en 2001, y en particular el aumento del desempleo a más de 18%, hizo que en el último trimestre de ese año la pobreza se empinara a 35.4%. Pero el salto más grande se produjo después de la devaluación de enero de 2002. En octubre, la incidencia de la pobreza en la población llegó a 54.3%, es decir más de 18 millones de personas, de los cuales más de 8 millones cayeron en la indigencia.
Este incremento de 6,5 millones de pobres en un año, no fue resultado de un alza
correspondiente del desempleo (de hecho, entre octubre de 2001 y octubre de 2002 la tasa de desocupación tuvo una ligera baja) sino de la inflación que siguió a la devaluación. En los 10 primeros meses de 2002, los precios minoristas acumularon un alza de 40%. Otra vez, el deterioro de los ingresos reales de los hogares por la inflación –bien que ahora montado en un escenario de alto desempleo- provocó un incremento extraordinario de la pobreza. 11 Los datos se refieren al Area Metropolitana de Buenos Aires. La serie para el total de los aglomerados comienza en mayo de 2001
Lo que siguió guarda una gran similitud con el ciclo post-hiperinflación, aunque esta vez
el mérito principal –pero como se verá enseguida no único- correspondió a la recuperación del empleo. En los cuatro años siguientes al piso de la gran crisis de 2001-2002, salieron de la pobreza cerca de 9 millones de personas, de las cuales más de 5 millones de la indigencia. Pero, así como en la segunda mitad de los años noventa la estabilidad no pudo impedir que la pobreza volviera a aumentar, ahora la continuada recuperación del empleo –y de los salarios- tampoco pudo evitar que comenzara un nuevo ciclo alcista de pobreza. En 2007, la aceleración de la inflación, especialmente de la canasta básica, determinó un aumento de su incidencia de más de 3 puntos (y cercano a 5 puntos en el Area Metropolitana de Buenos Aires)12.
LA POBREZA EN DOS CICLOS DE CRISIS Y CRECIMIENTO
Mayo 199522,2%Mayo 1994
16,1%
Octubre 198947,3% 2º sem 2007
30,3%2º sem 2006
25,5%
Octubre 200254,3%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
Mayo 1988 - Mayo 1995 Mayo 2001 - 2º sem 2007
Lineal (Mayo 1988 - Mayo 1995) Lineal (Mayo 2001 - 2º sem 2007)
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
La clave para entender el ciclo de pobreza es que ésta guarda una relación simultánea, no escindible, con el desempleo y con la inflación. En el ciclo de los años noventa, la reducción de la pobreza entre 1991 y 1994 se dio por la desaceleración de la inflación en un contexto de desempleo bajo o moderado. En esta década, la pobreza disminuyó de la mano de una mejora marcada de la situación ocupacional, en un contexto de inflación baja o moderada. Cuando una de las dos variables dejó de tener un buen desempeño –en los noventa el empleo; ahora la inflación- la pobreza comenzó a subir aunque la otra mantuviera una tendencia favorable.
12 Para la metodología de cálculo, véase SEL Consultores Newsletter sobre la Situación laboral y Social de la Argentina, marzo de 2008.
POBREZA, DESEMPLEO E INFLACION2003-2007
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
1ºsem-
03
2ºsem-
03
1ºsem-
04
2ºsem-
04
1ºsem-
05
2ºsem-
05
1ºsem-
06
2ºsem-
06
1ºsem-
07
2ºsem-
07
Pobreza Desempleo (ajustado por planes sociales) Inflación
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
La sensibilidad de la pobreza a la inflación es muy alta, posiblemente mayor que al desempleo. En el punto de más baja pobreza en el actual ciclo (el 2° semestre de 2006) el desempleo fue muy parecido al del momento de menor pobreza del ciclo post-hiperinflación (mayo de 1994): 11.1% y 10.7% respectivamente13. Sin embargo, la pobreza más baja en este ciclo es mucho más elevada que en el anterior: 25.5% vs. 16.1%14. La diferencia puede quizás explicarse porque en mayo de 1994 la tasa anualizada de inflación fue de 3.4% -con tendencia decreciente desde comienzos de ese año- en tanto que en el 2° semestre de 2006 alcanzó a 10.3%. A igualdad de desempleo, lo que cuenta es el grado de desintegración de los ingresos de los ocupados producido por la inflación. Parece claro, entonces, que una estrategia de reducción de la pobreza debe basarse tanto en la mejora sostenida del mercado de trabajo -incluyendo la calidad del empleo- como en la estabilidad de los precios. Esta última condición importa en la actualidad más que en cualquier otro momento desde la salida de la crisis de 2001-2002.
13 Desempleo ajustado por planes sociales 14 Pobreza en el Area Metropolitana de Buenos Aires
14. La distribución de los ingresos según la fuente
La expansión del gasto público desde 2003 se refleja en un aumento muy significativo de los ingresos de los hogares provenientes de fuentes públicas. Éstas son las remuneraciones pagadas por el sector público consolidado; las jubilaciones y pensiones (incluyendo las cajas provinciales) y las transferencias monetarias por programas de empleo, subsidios asistenciales, becas de estudio, etc.
Las fuentes públicas aportan un tercio de los ingresos totales de los hogares. Entre 2003 y 2009 se multiplicaron más de tres veces por persona en términos nominales, y más de 40% (esto es, casi 6% anual per capita) una vez descontada la inflación15.
INGRESO FAMILIAR PER CAPITA PROVENIENTE DE FUENTES PUBLICAS 2003-2009
$ 0
$ 50
$ 100
$ 150
$ 200
$ 250
$ 300
$ 350
0
50
100
150
200
250
300
350
$ per capita (ejeizquierdo)
104 105 127 159 195 261 333
Crecimiento nominalbase 2003 = 100 (ejederecho)
100 100,5 121,6 152,7 186,7 250,5 319,5
Crecimiento real base2003 = 100 (eje derecho)
100,0 96,2 106,3 120,4 116,8 127,3 141,2
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
15 Para el ajuste por inflación se utilizó la serie IPC-INDEC para 2003-2006 e IPC-Buenos Aires City para 2007-2009
COMPOSICION DE LOS INGRESOS DE LOS HOGARES POR FUENTES
4º trimestre de 2009
Salarios privados registrados
33%
Salarios privados no registrados
11%Ingreso por trabajo
no asalariado19%
Salarios públicos17%
Jubilaciones y pensiones
13%
Asignación universal por hijo y
planes sociales2%
Otras fuentes5%
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Por su peso en el ingreso de los hogares y la velocidad de crecimiento, parecería que las fuentes públicas han contribuido de un modo considerable a la reducción de la desigualdad desde 2003. Sin embargo, un examen de su distribución pone en duda esta hipótesis. Comparado con los ingresos de fuentes privadas (salarios registrados + salarios no registrados + ingresos del trabajo no asalariado) los ingresos de fuente pública no están mejor distribuidos16. Los tres deciles de hogares de menor ingreso per capita, que albergan el 40% de la población, reciben el 13% de los ingresos de fuentes públicas vs poco menos de 15% de los de fuentes privadas. En el extremo superior de la pirámide, los dos deciles de ingreso per capita más elevado, con el 14% de la población, concentran cerca de 40% de los ingresos de fuentes públicas vs algo más de 37% de los de fuentes privadas. Estos datos surgen del procesamiento de las bases de usuarios de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. El único cambio es una imputación de los ingresos por la nueva asignación universal por hijo, que se dirige a los hogares más pobres17.
16 En esta comparación no se incluyen los ingresos de “otras fuentes”, como las rentas de propiedad de activos, las transferencias de otros hogares, juegos de azar, etc., que no dependen de políticas públicas, ni de la capacidad de negociación en el mercado de trabajo. Estas “otras fuentes” representan el 5% de los ingresos totales de los hogares. Su distribución sigue el mismo patrón de desigualdad de las fuentes consideradas, aunque con mayor concentración en los dos deciles superiores. 17 En anexo se detalla la metodología utilizada para esa imputación.
DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS DE FUENTES PUBLICAS Y DE FUENTES PRIVADAS, POR DECILES DE HOGARES ORDENADOS
SEGUN INGRESO FAMILIAR PER CAPITA4º trimestre de 2009
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
Ingresos de fuente pública 3,1% 4,7% 5,0% 7,2% 8,5% 9,2% 10,6% 13,0% 13,9% 24,8%
Ingresos de fuente privada 2,6% 5,2% 6,8% 7,1% 7,2% 9,3% 11,4% 12,9% 15,6% 21,9%
Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9Decil
10
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
La explicación de esta aparente paradoja se encuentra en la composición de los ingresos de fuentes públicas, y en la distribución de cada una de éstas entre los hogares. Más de la mitad del total corresponde a los salarios pagados a los empleados públicos (gobierno nacional, provincias, municipios); poco más del 40% a las jubilaciones y pensiones (incluyendo cajas provinciales), y un escaso 5% a las transferencias monetarias por la asignación universal por hijo, los programas de empleo, subsidios asistenciales y becas de estudio.
COMPOSICION DE LOS INGRESOS FAMILIARESDE FUENTES PUBLICAS
4º trimestre de 2009
Jubilaciones y pensiones
41%
Salarios públicos54%
Asignación Universal y planes
sociales5%
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Las transferencias monetarias tienen mucha importancia para los hogares más pobres, y en su mayor parte llegan a éstos; pero, como se observa, pesan muy poco en el total de los ingresos familiares de fuentes públicas. En cambio, los salarios por empleo público, que tienen un peso elevado, están distribuidos muy desigualmente: el 30% inferior de los hogares recibe sólo el 7% de los mismos; en tanto que el 10% más alto concentra un tercio del total de esta fuente principal. La razón de esta desigualdad es que el piso salarial en el sector público es comparativamente alto (un promedio de $4.000 de remuneración neta en el 4º trimestre de 200918), por encima incluso del sector privado formal ($3.000 de salario neto promedio en el mismo trimestre).
En términos distributivos, esto coloca a los empleados públicos, aún los que están en las categorías más bajas del escalafón, en los estratos superiores de la pirámide, a mucha distancia de los hogares que reciben transferencias monetarias, o aún de aquellos cuyo ingreso más importante de fuente pública son las jubilaciones y pensiones. La distribución ciertamente menos desigual de estas últimas, no alcanza a compensar la disparidad originada en los salarios de los empleados públicos.
18 INDEC con base en el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones. De acuerdo a esta fuente, en el sector público provincial (que incluye las jurisdicciones que cedieron sus cajas provisionales a la Nación) el salario neto promedio es de poco menos de $3.000, y en el municipal de aproximadamente $2.700.
DISTRIBUCION DE CADA FUENTE PUBLICA DE INGRESO POR DECILES DE HOGARES ORDENADOS SEGUN INGRESO PER
CAPITA FAMILIAR(4º trimestre de 2009)
0,0%
10,0%
20,0%
30,0%
40,0%
Asignación universal por hijo yplanes sociales
33,6% 25,6% 12,5% 8,2% 4,9% 4,1% 3,0% 1,3% 1,3% 5,5%
Jubilaciones y pensiones 2,2% 4,8% 5,8% 9,7% 12,2% 11,1% 11,4% 11,0% 13,8% 17,9%
Salarios públicos 0,6% 2,4% 3,7% 5,1% 6,0% 8,3% 10,7% 15,8% 15,2% 32,1%
Decil 1
Decil 2
Decil 3
Decil 4
Decil 5
Decil 6
Decil 7
Decil 8
Decil 9
Decil 10
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
DISTRIBUCION DE LA MASA DE INGRESOS DE FUENTE PUBLICA POR DECILES DE HOGARES ORDENADOS SEGUN
INGRESO PER CAPITA FAMILIAR4º trimestre de 2009
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
Salarios públicos 0,3% 1,3% 2,0% 2,7% 3,2% 4,4% 5,7% 8,4% 8,1% 17,0%
Jubilaciones y pensiones 0,9% 2,0% 2,4% 4,0% 5,0% 4,6% 4,7% 4,6% 5,7% 7,4%
Asignación universal por hijo yplanes sociales
1,8% 1,4% 0,7% 0,4% 0,3% 0,2% 0,2% 0,1% 0,1% 0,3%
Decil 1
Decil 2
Decil 3
Decil 4
Decil 5
Decil 6
Decil 7
Decil 8
Decil 9
Decil 10
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
INGRESO POR PERSONA PROVENIENTE DE FUENTES PUBLICAS, POR DECILES DE HOGARES ORDENADOS SEGUN
INGRESO PER CAPITA FAMILIAR(4º trimestre de 2009)
$ 0
$ 200
$ 400
$ 600
$ 800
$ 1.000
$ 1.200
$ 1.400
Asignación Universal y planessociales $
42,9 34,8 19,5 14,2 9,6 7,9 6,0 2,9 3,2 16,2
Jubilaciones y pensiones $ 22,1 50,9 70,3 130,7 183,0 167,5 178,4 188,2 269,2 411,5
Salarios públicos $ 8,2 32,8 57,3 87,7 116,2 160,3 214,8 345,8 381,6 943,7
Decil 1
Decil 2
Decil 3
Decil 4
Decil 5
Decil 6
Decil 7
Decil 8
Decil 9
Decil 10
Fuente: elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
No parece sorprendente, en las circunstancias, que el coeficiente de Gini de los
ingresos familiares de fuente pública sea sensiblemente más alto que el de los ingresos de fuentes privadas (incluyendo en éstas el empleo no registrado): 0,51 y 0,41 respectivamente. Pero lo que llama la atención es que mientras desde 2003 este coeficiente disminuyó 8 puntos para las fuentes privadas, se mantuvo igualmente alto (aún subió un punto) para las fuentes públicas. Es que, distinto del empleo público, que llega muy poco a los pobres, el crecimiento del empleo privado registrado, permea en alguna medida los estratos inferiores. En el 30% de hogares de menor ingreso per cápita, el peso de los salarios privados formales en el ingreso familiar total aumentó de poco más de 12% en 2003, a 23% en 2009. Es esto, antes que la expansión del gasto público, lo que permitió reducir la desigualdad desde el pico de la crisis de 2002.
COEFICIENTE DE GINI 2003 Y 2009
0,00
0,10
0,20
0,30
0,40
0,50
0,60
2003 0,53 0,48 0,50
2009 0,45 0,41 0,51
Del ingreso per capitaDe los ingresos laborales
privadosDe los ingresos de fuentes
públicas
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
COMPOSICION DEL INGRESO DE LOS HOGARES SEGÚN FUENTES4º trimestre de 2009
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Salarios públicos 4,0% 8,4% 10,4% 12,6% 13,7% 15,5% 16,7% 21,1% 17,5% 23,6%
Salarios privados registrados 12,1% 23,0% 32,6% 34,8% 31,8% 36,8% 38,8% 37,2% 38,1% 28,4%
Salarios privados no registrados 25,4% 25,7% 21,0% 14,5% 14,4% 11,2% 10,7% 8,2% 5,8% 5,2%
Ingreso por trabajo no asalariado 20,2% 16,9% 16,1% 14,1% 13,6% 15,3% 15,0% 17,5% 21,1% 25,1%
Jubilaciones y pensiones 10,7% 13,0% 12,8% 18,7% 21,5% 16,2% 13,8% 11,5% 12,3% 10,3%
Asignación universal por hijo yplanes sociales
20,8% 8,9% 3,6% 2,0% 1,1% 0,8% 0,5% 0,2% 0,1% 0,4%
Otras fuentes 6,8% 4,1% 3,5% 3,4% 3,9% 4,4% 4,7% 4,4% 5,1% 7,1%
Decil 1 Decil 2 Decil 3 Decil 4 Decil 5 Decil 6 Decil 7 Decil 8 Decil 9Decil
10
Fuente: Elaboración propia con base en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares
Anexo: Imputación de ingresos por la asignación universal por hijo
1. Se incorporó un monto de $136 por hijo menor hasta 18 años en los hogares donde:
a) Los menores fueran hijos del jefe de hogar (única relación comprobable) b) Los menores fueran solteros y sin ingresos
2. En cuanto a la educación se definió como beneficiarios a:
i. Los menores que no hubieran asistido nunca a la educación formal
ii. Los que hubieran asistido sin importar el tipo de establecimiento, bajo el supuesto que se inscribirían en uno público para recibir la asignación.
iii. Los que estuvieran asistiendo a establecimientos públicos
3. Para la definición del jefe beneficiario, se excluyeron los siguientes:
a) Jubilados
b) Desocupados con subsidios c) Ocupados en planes
d) Asalariados no domésticos registrados
e) Otros ocupados con ingresos superiores al salario mínimo vital y móvil ($1.440)
El universo, por consiguiente se definió como los menores de 18 años, solteros y sin
ingresos, que no hayan asistido o hayan abandonado algún nivel de educación o asistan a establecimientos públicos, hijos de desocupados o inactivos sin subsidios o de ocupados informales con ingresos hasta $1.440.
De acuerdo con la composición inicial por deciles de hogares, se distribuían:
Deciles % de hogares beneficiarios
% de hijos cubiertos
% de ingreso familiar de la asignación
Total 8,89% 30,48% 0,74%
1 41,41% 59,76% 17,40% 2 21,73% 32,45% 3,43% 3 9,89% 18,58% 1,03% 4 7,09% 15,16% 0,52% 5 4,30% 14,58% 0,31% 6 2,36% 8,18% 0,14% 7 0,94% 3,70% 0,04% 8 0,71% 3,44% 0,03% 9 0,45% 3,53% 0,01% 10 0,08% 1,71% 0,00%
Al incorporar la asignación por hijo algunos hogares cambiaron de decil y otros no ya que no alcanzaron el nivel de ingreso que lo permitiera.
Deciles Distribución
original
Permanecen en el mismo
decil
Cambian al decil
siguiente
% de hogares beneficiarios
que cambiaron de decil
Total 678 541 137 20,2%
1 316 249 67 21,2% 2 166 130 36 21,6% 3 75 59 16 21,8% 4 54 48 6 10,9% 5 33 24 9 26,4% 6 18 15 3 16,1% 7 7 7 0 6,6% 8 5 5 0 0,0% 9 3 3 0 0,0% 10 1 1 0 0,0%