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L A CONSIDERACIÓN del paisaje como la manifestación polisensorial del espacio sensible (GONZÁLEZ BERNÁLDEZ; 1989, pág. 31) supone entender que éste se concreta en imágenes y emerge en formas, que se co- rresponden con el conjunto de interrelaciones de los sis- temas subyacentes (MARTÍNEZ PISÓN; 1997, pág. 44). La comprensión de estas relaciones y sus resultados exige la búsqueda de algunas claves y perspectivas que orien- ten la reflexión. En este caso, el objetivo de este trabajo es indagar el significado de algunos procesos territoria- les especialmente dinámicos a través de la descripción, desde una perspectiva histórica, de uno de los ejemplos Ería, 70 (2006), págs. 161-173 BUENAVENTURA DELGADO BUJALANCE Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Transformaciones rápidas en los paisajes metropolitanos del Aljarafe sevillano RESUMEN El espacio ha sido percibido por los geógrafos como paisaje. Éste se manifiesta en imágenes bajo cuya apariencia formal subyace el con- junto de interrelaciones que explican los cambios que en ellas se pro- ducen. En este sentido, el cambio debe ser entendido como un rasgo definidor de paisajes. En algunos casos dichos cambios pueden ser tan rápidos e intensos que apenas pueden seguirse y comprenderse. Es lo que sucede en los paisajes de algunas aglomeraciones urbanas como la de Sevilla. Aquí dichos cambios tienen un carácter espasmódico y ca- tastrófico, aunque para su mejor comprensión pueden ser periodizados en función de la influencia de las coyunturas económicas en las políti- cas territoriales globales, nacionales y locales. RÉSUMÉ Transformations rapides dans les paysages métropolitaines du Aljarafe de Séville.- L'espace a été aperçu par les géographes comme paysage. Celui-ci se présente en images sous dont l'apparence formelle se trouve l'assemble d'interrelations qui expliquent les changements qui y se produisent. Dans ce sens là le changement doit être compris comme un trait qui définit les paysages. Dans quelques cas ces chan- gements peuvent être aussi rapides et profonds que difficilement on peut les suivre et les comprendre. Ce qui arrive dans les paysages de quelques agglomérations urbaines comme celle de Séville. Ici ces changements ont un caractère spasmodique et catastrophique, bien que pour une meilleure compréhension ils peuvent être périodisées d'ac- cord aux influences des jointures économiques dans les politiques te- rritoriales globales, nationales et locales. ABSTRACT Quick changes in urban landscapes at Seville's Aljarafe.- The space has been perceived as landscape by geographers. This becomes apparent in images under whose formal appearance underlies a set of interrelationships that explain the changes that take place in them. In this sense the change must be understood as a feature that defines landscapes. In some cases, such changes can be so fast and intense that can hardly be followed and understood. It is what happens in the landscapes of some urbans sprawls such as the one in Seville. Here, such changes have a spasmodic and catastrophic character, although for their better understanding can be divided into periods according to the influence of the economic situation in the global, national and lo- cal territorial politics. Palabras clave / Mots clé / Key words Paisaje, espacio, cambio rápido, acontecimientos espaciales. Paysage, espace, changement rapide, événements spatiaux. Landscape, space, quick changes, spacial events.

Transformaciones rápidas en los paisajes …de San Juan y Camas. Ambos casos suponen la implan-tación de formas de promoción propias de la gran ciu-dad que, por ello, rompen el

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L A CONSIDERACIÓN del paisaje como la manifestaciónpolisensorial del espacio sensible (GONZÁLEZ

BERNÁLDEZ; 1989, pág. 31) supone entender que éste seconcreta en imágenes y emerge en formas, que se co-rresponden con el conjunto de interrelaciones de los sis-temas subyacentes (MARTÍNEZ PISÓN; 1997, pág. 44). La

comprensión de estas relaciones y sus resultados exigela búsqueda de algunas claves y perspectivas que orien-ten la reflexión. En este caso, el objetivo de este trabajoes indagar el significado de algunos procesos territoria-les especialmente dinámicos a través de la descripción,desde una perspectiva histórica, de uno de los ejemplos

Ería, 70 (2006), págs. 161-173

BUENAVENTURA DELGADO BUJALANCEUniversidad Pablo de Olavide (Sevilla)

Transformaciones rápidas en los paisajes metropolitanos delAljarafe sevillano

RESUMEN

El espacio ha sido percibido por los geógrafos como paisaje. Éstese manifiesta en imágenes bajo cuya apariencia formal subyace el con-junto de interrelaciones que explican los cambios que en ellas se pro-ducen. En este sentido, el cambio debe ser entendido como un rasgodefinidor de paisajes. En algunos casos dichos cambios pueden ser tanrápidos e intensos que apenas pueden seguirse y comprenderse. Es loque sucede en los paisajes de algunas aglomeraciones urbanas como lade Sevilla. Aquí dichos cambios tienen un carácter espasmódico y ca-tastrófico, aunque para su mejor comprensión pueden ser periodizadosen función de la influencia de las coyunturas económicas en las políti-cas territoriales globales, nacionales y locales.

RÉSUMÉ

Transformations rapides dans les paysages métropolitaines duAljarafe de Séville.- L'espace a été aperçu par les géographes commepaysage. Celui-ci se présente en images sous dont l'apparence formellese trouve l'assemble d'interrelations qui expliquent les changementsqui y se produisent. Dans ce sens là le changement doit être compriscomme un trait qui définit les paysages. Dans quelques cas ces chan-gements peuvent être aussi rapides et profonds que difficilement onpeut les suivre et les comprendre. Ce qui arrive dans les paysages dequelques agglomérations urbaines comme celle de Séville. Ici ces

changements ont un caractère spasmodique et catastrophique, bien quepour une meilleure compréhension ils peuvent être périodisées d'ac-cord aux influences des jointures économiques dans les politiques te-rritoriales globales, nationales et locales.

ABSTRACT

Quick changes in urban landscapes at Seville's Aljarafe.- Thespace has been perceived as landscape by geographers. This becomesapparent in images under whose formal appearance underlies a set ofinterrelationships that explain the changes that take place in them. Inthis sense the change must be understood as a feature that defineslandscapes. In some cases, such changes can be so fast and intensethat can hardly be followed and understood. It is what happens in thelandscapes of some urbans sprawls such as the one in Seville. Here,such changes have a spasmodic and catastrophic character, althoughfor their better understanding can be divided into periods according tothe influence of the economic situation in the global, national and lo-cal territorial politics.

Palabras clave / Mots clé / Key words

Paisaje, espacio, cambio rápido, acontecimientos espaciales.

Paysage, espace, changement rapide, événements spatiaux.

Landscape, space, quick changes, spacial events.

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andaluces actualmente más debatidos y criticados: la de-gradación paisajística del Aljarafe sevillano. Al respec-to, el ejemplo puede parecer excesivamente concreto;por ello, para elaborar lecciones válidas y generales,parece indicado un primer acercamiento a esta realidad—siguiendo el consejo del añorado Milton Santos(1990)— a la luz del pensamiento filosófico de distintasépocas. Dos conceptos se imponen de entrada: el espa-cio y el cambio.

IFUNDAMENTOS Y RASGOS GENERALES DEL

CAMBIO

Los primeros filósofos definían el espacio como elvacío donde se situaban las cosas ocupando un lugardeterminado. Dicho espacio era inmutable, una especiede recipiente completamente indiferente a todos loscambios que, por ser anterior e independiente a las co-sas que en él se alojan, adquiría rango de principio on-tológico. Así, Henry Moere (1671) le atribuyó las mis-mas características que los escolásticos atribuían al SerSupremo:

«Uno, Simple, Inmóvil, Eterno, Completo, Independiente,Existente por sí, Incompatible, Necesario, Inmenso, Increado,Incircunscripto, Incomprensible; Omnipresente, Incorpóreo, Quetodo lo penetra y lo abraza, Ser por esencia, Ser en acto, Actopuro».

Frente a él, la materia que se manifiesta en cosas fuedefinida como Plenum, es decir, espacio ocupado. Ésteno mantiene el carácter inmutable del anterior, pues estálleno de objetos materiales sujetos al cambio impuestopor el movimiento de sus partes, aunque eso sí, un cam-bio relativo, referente al contenido y no al continente.

Para Descartes, el espacio ocupado por la materiaera el único espacio real, pues defendía que el espacioes inseparable de la materia. Por tanto, este espacio ob-jetivado por la materia constituye la única realidad ver-dadera del mundo físico, un mundo que para los geógra-fos se manifiesta en formas de paisaje. En él transcurrenlos fenómenos de nuestra actividad. Es el espacio delhombre, espacio social, espacio en cambio constante,porque es constante el cambio en los hombres y en losobjetos que en él se contienen.

Desde otras perpectivas filosóficas el cambio es algoinherente a la realidad ya que nada escapa al mismo. Deeste modo, los paisajes vistos en perspectiva cronológi-ca son una sucesión de transformaciones y, de hecho, enellos lo único permanente es el fluir de las cosas, el mo-

vimiento continuo (CAPEL; 2003, pág. 55), el cambioque adquiere su propia dimensión ontológica comoesencia de las cosas. Por tanto es necesario admitir queel estudio del ser va de la mano del estudio del devenir(BUNGE; 1981, pág. 48).

El cambio constituye la característica más relevantede nuestro mundo, un mundo cada vez más dinámico.Pero el cambio, por sus propias características, resultadifícil de estudiar, pues él hace que cada cosa sea ensentido hegeliano al mismo tiempo ella misma y otra(ENGELS; 1975, pág. 26). No obstante, se puede partirpara su estudio de algunas evidencias. En primer lugar,se ubica en el tiempo, por lo que éste puede considerar-se como el espacio del cambio (CAPRA; 1984, pág. 55)y, en consecuencia, el tiempo da al cambio su identidady lo adjetiva como permanente, efímero, rápido, lento;en segundo lugar, el cambio se manifiesta en los obje-tos, caracterizándose por la intensidad con la que lo nue-vo se implanta o desaparece lo viejo.

En esta línea, el modelo de cambio propio de nuestrotiempo, marcado por la rapidez y por el predominio delo efímero, crea paisajes en los que el propio cambio seconvierte en el rasgo dominante que los define. Comoejemplo, en Andalucía se encuentran cada vez más áreasen las que la intensidad y rapidez de las transformacio-nes están conduciendo a una creciente incertidumbre,desorden y caos, como emergencia cualitativa que, apartir de la acumulación cuantitativa de objetos y acon-tecimientos, se aprecia en la imagen de los paisajes co-tidianos. Bajo el desorden se esconde toda la incer-tidumbre generada tanto por el desconocimiento eincomprensión del pasado como por la ignorancia delfuturo (BALANDIER; 1994, pág. 233). A partir de este re-ferente de la rapidez del cambio y sus consecuencias, seabordará este acercamiento a las intensas transformacio-nes territoriales del borde oriental del Aljarafe sevillano.

IIEL SECTOR METROPOLITANO DEL ALJARAFE

COMO EJEMPLO DE CAMBIO RÁPIDO

La evolución reciente de las ciudades ha dado lugara que sus entornos estén configurados por paisajes muydinámicos, mezcla de pérdidas, permanencias, implanta-ción de elementos nuevos y creciente complejidad. Elsector oriental del Aljarafe sevillano constituye, en lamargen derecha del Guadalquivir y en el borde occiden-tal de la Aglomeración Urbana Hispalense (figura 1), elmejor ejemplo de una situación en la que el predominio

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de los componentes del cambio ha trazado una imagenformalmente inconclusa y vivencialmente marcada porla incertidumbre. De hecho, lo que define este espaciono es tanto el cambio, sino un determinado tipo de cam-bio caracterizado por la rapidez con la que se produce.Así, ha de admitirse, que se ha construido y se estáconstruyendo un nuevo paisaje con un ritmo tan vertigi-noso que apenas puede seguirse analíticamente, puestiende a transformar la imagen del territorio de un ámbi-to concreto en períodos cronológicamente tan cortos co-mo para escapar a la capacidad de control de los planesespecíficos de ordenación del territorio en la escala co-rrespondiente. Es más, estos planes, si se atiende a losucedido con las Directrices para Coordinación de lasPolíticas Urbanísticas del Área Metropolitana de Sevilla(1989) o al reciente Plan de Ordenación Territorial de laAglomeración Urbana de Sevilla (1990), quedan obsole-tos incluso antes de una aprobación definitiva que nuncase produce. Esta falta de adecuación del orden supramu-nicipal al ritmo real de los cambios se traduce, de un la-do, en la ausencia de dicho orden; de otro, en el prota-gonismo de los poderes locales en el diseño y control deunos procesos cada vez más marcados por el corto pla-zo. Los efectos pueden verse en unas transformacionesque, caracterizadas por el descontrol y la generación deefectos catastróficos, expresan el paso de unas tenden-cias previsibles, de ritmos periódicos o lineales y de len-to transcurrir de los procesos, a otras de ritmos espas-módicos, de saltos repentinos, intensos e irreversibles.Así, los cambios de calificación del suelo, la implanta-ción de nuevos usos y la aprobación de proyectos deconstrucción de cualquier tipo (infraestructuras, vivien-das, etc) se convierten en hitos que conducen al caos.No obstante, tales procesos pueden periodizarse deacuerdo con coyunturas históricas específicas que mar-can su sentido, intensidad y pautas territoriales. A partirde este modelo, y en función de las principales coyuntu-ras de la economía de nuestro país, se podrían estableceralgunas etapas de desbordamiento de la ciudad de Sevi-lla por su periferia en la segunda mitad del siglo XX.

Como punto de partida, las imágenes aéreas del vue-lo americano de 1956 muestran el sector aljarafeño másmetropolitano como un ámbito poco transformado, alque la agricultura, como eje central de la organización yproducción de su espacio, aporta un carácter rural y tra-dicional. Pero fue precisamente en aquellos momentoscuando el país en su conjunto inició un proceso de trans-formación especialmente intenso en el entorno de lasgrandes ciudades, lo cual afectó a este ámbito aceleran-do sus ritmos evolutivos y acentuando la modificación

de sistemas de vida, usos del suelo, medio físico y ras-gos culturales. En concreto, la agricultura entró en crisisy en su lugar se incrementaron los componentes urbanosdel paisaje. Las primeras huellas de este proceso puedenapreciarse ya en dicho vuelo, como consecuencia de al-gunas actuaciones de carácter urbanizador que abren elcamino hacia la ocupación de la cornisa del Aljarafe enuna confluencia de iniciativas de las administracionespúblicas (Coria, San Juan de Aznalfarache, Camas, San-tiponce) y de movimientos espontáneos, que aprovechanla situación de descontrol, especialmente en la periferiade San Juan y Camas. Ambos casos suponen la implan-tación de formas de promoción propias de la gran ciu-dad que, por ello, rompen el carácter rural de unos nú-cleos hasta el momento limitados a un pequeño cascohistórico y a un ensanche popular de viviendas familia-res adosadas y autoconstruidas.

La inauguración de la barriada de Coca Piñera enCamas, precisamente en 1956, parece un buen referentecomo símbolo de una serie de acontecimientos espacia-les muy transcendentes paisajísticamente, pues implicanla captación de enclaves significativos por su accesibili-dad, calidad panorámica y cualidades ambientales. En el

FIG. 1. Área metropolitana de Sevilla.

Red hidrográfica

Viario principal

Municipios delárea de estudio

Núcleos urbanos

Área metropolitana

20 Kms.1050

La Rinconada

CamasMairena

delAljarafe

Coria Dos Hermanas

Alcaláde

Guadaira

SEVILLA

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otro extremo de este hipotético eje cronológico, el año1993 culmina el proceso de grandes cambios desarrolla-dos desde 1956. En esta fecha, el área metropolitana, almenos como una realidad de hecho, resulta incuestiona-ble por las infraestructuras y la propia articulación fun-cional del territorio. A partir de aquí, una vez superadala fase de agotamiento del impulso de la ExposiciónUniversal de 1992, se inicia un nuevo período de conso-lidación del hecho metropolitano y de configuración deun gran espacio conurbado con unos rasgos paisajísticosmuy definidos.

Entre los dos hitos anteriores se distribuyen tres eta-pas como reflejo de las diversas coyunturas hacia lasque los sectores económicos identificables en el área delAljarafe más próxima a la capital (una industria no muydensa basada en empresas de escasa dimensión y muysubsidiaria, una agricultura en crisis y una construcciónmuy cambiante) muestran una gran sensibilidad, propiade su inclusión en un contexto de economía muy depen-diente, que se acentúa con la creciente globalizacióneconómica y con la escasa dimensión relativa de losmunicipios del área. En consecuencia, parece apropiadoplantear cierta vinculación entre su evolución paisajísti-ca y las diferentes ondas expansivas o recesivas de laeconomía.

En los sesenta, el Estado a través de la política de vi-vienda y los polos de desarrollo dirige el crecimiento yestimula la iniciativa privada. El resultado de estas ac-tuaciones se concretó en la construcción de infraestruc-turas y en el inicio de grandes proyectos urbanizadores.Durante los 70, se mantienen los grandes proyectos: elACTUR de la Cartuja, aprobado entonces, puede desta-carse como el más ambicioso de ellos. Algunas críticasy, sobre todo, la crisis del 73, frenaron muchas iniciati-vas, aunque las circunstancias políticas que vivió el paísobligaron a los gobiernos de la época a adoptar medidas

para retardar los efectos de la depresión económica. En-tre ellas, se intentaron mantener, dado su efecto multi-plicador, las políticas de expansión urbana. Por ello1978 se convierte en un hito con el que culmina la pri-mera fase y comienza la segunda. En estos momentos laaprobación de la Constitución certifica la implantaciónde un régimen político democrático que permitió en1979 la celebración de las primeras elecciones munici-pales y, desde entonces, la introducción de nuevas re-glas, procedimientos y controles en la gestión territorialde los ámbitos municipales. El año 1984 marca el co-mienzo de la tercera fase. Primero, porque en este mo-mento se emprende la elaboración de proyectos y obrasde la Exposición Universal de 1992; segundo, porque seinicia el proceso de coordinación urbanística metropoli-tana con la Orden de 13 de junio de la Consejería de Po-lítica Territorial de la Junta de Andalucía. A partir deeste momento, coinciden tres impulsos coyunturalesde carácter económico netamente expansivo: la entradade España en la CEE en 1986, junto a la aceleración eco-nómica de la 2ª mitad de los 80 y la coyuntura local-mente expansiva de la EXPO del 92, todos ellos poten-ciados desde el punto de vista territorial por políticasfiscales que incentivaron la compra de viviendas pararelanzar el mercado inmobiliario.

Resumiendo, las distintas coyunturas han dejado suimpronta sobre el paisaje, tanto en las formas (fenopai-saje) como en los elementos internos que las explican(criptopaisaje). Éstas se concretan en períodos expansi-vos y recesivos. Los primeros son los de más incidenciapaisajística en la zona. A cada uno corresponde un mar-co cronológico en el que se incluyen fechas clave de es-pecial significación a escala mundial, nacional, regio-nal, provincial o de Sevilla capital y su aglomeración.Por tanto, al compaginar la descripción de la coyunturaa escala global con el análisis de sus repercusiones es-paciales en el marco local se pueden establecer lascaracterísticas de algunos de estos procesos de transfor-mación: rapidez, intensidad, imprevisión de las conse-cuencias y estrategias de puesta en valor de las cualida-des del territorio.

IIIFUENTES Y METODOLOGÍA PARA LA

PERIODIZACIÓN Y SEGUIMIENTO DE LOSCAMBIOS

Los paisajes predominantes en ámbitos como el aquíestudiado se caracterizan por dinámicas impulsadas por

CUADRO I. Evolución de la significación paisajística del AljarafeOriental (1956-78)

Has %

1956 1978 1956 1978

Paisajes rurales 6.993,5 5.863,7 89,0 73,8Paisajes urbanos 468,6 1.138,8 5,9 14,3Paisajes en transformación 7,6 383,4 0,1 4,8Paisajes en expectativa 479,0 562,8 6,0 7,1

TOTAL 7.948,7 7.948,7 100,0 100,0

Fuente: vuelo americano, 1956; vuelo IRYDA, 1978. Elaboración propia.

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la confrontación continua entre la sociedad y el medio(BUREL y BAUDRY; 2002, pág. 19). Bajo la apariencia deuniformidad y normalización como paisajes medios,constituyen realidades complejas en las que las interre-laciones de los sistemas que las explican generan diná-micas imprevisibles y difícilmente controlables. Meto-dológicamente, la ausencia de pautas evolutivas linealesdificulta la medición de los cambios. No obstante, laprimera propuestas del Equipe de Recherche Pluridisci-plinaire de la Casa de Velázquez (1981) para estudiar laevolución de los paisajes en Andalucía Occidental apor-ta un procedimiento útil para describir, secuenciar ycontabilizar los cambios del ámbito de estudio. Así, apartir de la recopilación de toda la fotografía aérea (vue-lo americano de 1956, IRYDA de 1978, ICA de 1984 y1993) se ha medido la superficie correspondiente a losprincipales usos del suelo al comienzo y al final de cadauno de los tres períodos considerados. Los datos obteni-dos pueden explotarse de diversas formas. De un modoexhaustivo se pueden utilizar matrices de transición pararelacionar dinámicamente cada nuevo uso con el usosustituido (DELGADO, 2004). Sin embargo en este articu-lo parece suficiente constatar el sentido de los cambiosdescribiéndolos y valorándolos para definir su significa-do. Al mismo tiempo, para facilitar el seguimiento cro-nológico se han sintetizado cartográficamente (Figura 2)mediante ArcWiew los cambios de cada fase.

1. EL PASO DE LO LOCAL A LO METROPOLITANO DESDE

1956 HASTA 1978

Durante estos años, el crecimiento, tan intenso comolocalizado, se articuló en torno a algunos proyectos ur-banísticos de gran calado («El Balcón de Sevilla» y «elJardín Atalaya» en Camas, «Nueva Sevilla» en Castille-ja, «Las Almenas», «Santa Eufemia» y «Peralta» en To-mares, «Barriada de Andalucía» en San Juan de Aznal-farache, «Ciudad Aljarafe», «Los Alcores» y «LaPrusiana» en Mairena del Aljarafe, «Polígono Río Pu-dio» en Coria, «Cerro de la Cruz» y «Los Príncipes» enla Puebla del Río). Junto a estos proyectos orientados aviviendas para residencia habitual, también ahora proli-feran los que sobre el modelo de ciudad jardín ocupande un modo extensivo grandes superficies. De estosaños son algunas de las urbanizaciones más emblemáti-cas de esta modalidad («Las Pilas» y «La Ponderosa» enValencina, «Las Canteras» en Camas, «Simón Verde»en Mairena del Aljarafe, «La Estrella» y «La Laguna»en Palomares). Como era de esperar, se produce el re-troceso del suelo destinado a usos agrícolas, salvo en la

superficie ocupada por los herbáceos que se incrementa-ría en un 10,2%. Por el contrario el suelo procedente delolivar, con pérdidas estimadas en un 30,8%, sería elprincipal soporte de los cambios. Tal hecho se explicaporque este cultivo ocupaba suelos que por su elevacióne inclinación eran poco productivos, pero muy adecua-dos a las nuevas demandas de espacios de calidad am-biental para viviendas secundarias en el campo. Sin em-bargo, los lugares ocupados o en proceso de ocupaciónpor viviendas, equipamientos e infraestructuras se incre-mentarían en un 187%, siguiendo un modelo de organi-zación territorial de carácter bastante exógeno, que con-virtió el sector del Aljarafe más próximo a Sevilla enmero receptor de los impactos de la capital.

El Cuadro I muestra la significación de estos proce-sos, evidenciando el peso respecto al conjunto del ám-bito estudiado de la caracterización paisajística domi-nante. Retrocesos y avances hablan de cambios pero,sobre todo, de la construcción de un paisaje en el quevisualmente empiezan a proliferar elementos tempora-les: grúas, edificios en construcción, campos vacíos,mezcla de cultivos abandonados y solares improducti-vos o más o menos urbanizados. Son paisajes sin pre-sente ni pasado, inacabados, que sólo tienen sentido co-mo soportes de proyectos futuros y de los que da cuentael cuadro al mostrar como, en 1978, casi el 12% del te-rritorio está en transición o expectativa, superando el20% en el sector central, lo que nos habla de un «ámbi-to colonial», marcado por la normalización paisajísticade esta misma transición (OJEDA RIVERA; 2001, págs.189-213).

2. ADAPTACIÓN DEL MUNDO LOCAL A LOS NUEVOS

HECHOS METROPOLITANOS Y AL NUEVO CONTEXTO

DEMOCRÁTICO DESDE 1979 A 1984

Las nuevas circunstancias políticas fueron tan cru-ciales durante este período que incluso impusieron sulógica a las exigencias emanadas de la coyuntura de cri-sis económica de estos años. En el nuevo contexto, losciudadanos no sólo recuperan sus libertades, sino queencuentran en los gobiernos municipales unos instru-mentos de decisión política próximos y participativos.Ahora, los aspectos vivenciales adquieren un crecienteprotagonismo por lo que el territorio, como espacio dela experiencia cotidiana, se convierte en centro de aten-ción y en fuente de argumentos básicos usados por lospolíticos municipales para convencer y movilizar a suselectores.

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FIG. 2. Cambios de usos en el Aljarafe oriental. 1956-1993.

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Obviamente, y de telón de fondo, el contexto econó-mico condiciona la funcionalidad de las distintas admi-nistraciones y la puesta en práctica de las políticas lo-cales. Como podrá verse, durante esta etapa se iráevolucionando desde una inicial y casi visceral rupturacon los postulados desarrollistas de la etapa anterior ha-cia un mayor pragmatismo. El discurso radicalmentecrítico de finales de los 70 se suaviza con la defensa dela eficacia gestora de la administración local, pues seentiende que es la más capacitada para responder consoluciones a los problemas cotidianos.

En los municipios del área de estudio, la actividadeconómica y el empleo crecieron a lo largo de los 60 ydurante parte de los 70 gracias al fuerte desarrollo ur-bano de la zona. Al finalizar la última década, y segúnel diagnóstico de la Memoria Informativa de lasNN.SS. de San Juan de 1983, quedaban las consecuen-cias negativas de un modelo de desarrollo cada vez máscriticado por los problemas ambientales, sociales y degestión territorial que generaban. Paradójicamente estanegación del pasado coincidió con la pérdida de dina-mismo económico y del empleo que afectaría al ritmode la expansión urbana pues, con la caída global de lossalarios, se redujo la demanda en el mercado inmobilia-rio, provocando la caída y la pérdida de atractivo parala inversión en un sector tradicionalmente muy especu-lativo. El aumento del paro en estos municipios provo-có un cierto descenso de la población autóctona que,afectada por la pérdida de empleo, no tiene dinero paracomprar las viviendas construidas en los pueblos y, an-te la ausencia de mercado, los promotores no se vieronanimados a construir, aunque pudieran disponer de li-cencia para ello.

No obstante, no se trataba de un hundimiento totalpues la capital alimenta a un nutrido sector de funcio-narios que mantiene grupos de población con cierta sol-vencia aun en los peores momentos. Sin embargo, lanecesidad de abaratar costos generaría tres fenómenos:la marginalidad legal, la construcción en altura y, final-mente, el desarrollo cooperativo que abrirá el caminopara la futura invasión de viviendas unifamiliares. Pre-cisamente éste fue uno de los mecanismos utilizadospor el mercado para adaptarse a la posible demanda sol-vente, junto a la diversificación de una oferta que, apartir de este momento, empezó a valorar decididamen-te las cualidades ambientales del territorio.

En consecuencia, surgieron algunas situaciones con-tradictorias: por un lado, se evidenció que la demandainmobiliaria necesaria para mantener la actividad eco-

nómica más importante a corto plazo constituía una delas principales manifestaciones de la influencia de lacapital sobre el territorio; de otro, esta influencia afectaa la población autóctona que se ve incapaz de conseguiruna vivienda en su propio pueblo, al no poder competircon esta demanda metropolitana en un mercado de vi-vienda y trabajo que ha dejado de ser local, pero queestos ciudadanos siguen viendo como local, es decir,como suyo. Tales situaciones contradictorias van a en-contrar su reflejo en el discurso de los políticos munici-pales y serán utilizadas eficazmente en la lucha por elpoder, especialmente por la izquierda, representada porlos partidos obreros (PSOE, PCE y más adelante IU), quefueron ganando las sucesivas elecciones, sin apenas ex-cepciones, en los municipios de este sector aljarafeño.La tradición de denuncia ante los desastres de una reali-dad territorial heredada es ahora asumida por la izquier-da como estrategia legitimadora de su poder. El discur-so inicial se iría configurando a lo largo de la etapa apartir de los siguientes aspectos:

1º. Crítica de la especulación y la utilización del te-rritorio en beneficio exclusivo de unos pocos. Análisisde los resultados de la etapa anterior y defensa de mo-delos capaces de corregir sus defectos, poniendo losmedios para impedir la repetición de abusos pasados.

2º. Proclamación de la urgencia de crear medios decontrol propios mediante el desarrollo de nuevos docu-mentos de planeamiento. Independientemente de que seterminen o no, durante este período casi todos los mu-nicipios iniciaron la redacción de nuevas normas.

3º. Insistencia en el objetivo de salvaguardar aque-llos rasgos de la propia identidad más vinculados al te-rritorio, como el paisaje o los monumentos históricoscuya destrucción, si no se impidió en todos los casos, almenos empezó a ser denunciada, tal como se recoge enesta reseña de prensa referida a Coria:

«Cuando decimos que los desaguisados urbanísticos gozande un complot de silencio, no hacemos sino entrar en materia deun gravísimo problema de conservación del patrimonio históricoartístico» (ABC, 30-X-79).

Estas actitudes condicionarían la visión del territo-rio, empezando a sonar un nuevo vocabulario respectoa las políticas de gestión de los municipios. Se hablabade democracia, transparencia, medioambiente, paisaje yeficacia, lo que en la práctica significó algunos plantea-mientos contradictorios, pues no bastaba con denunciarlas consecuencias del pasado sino que, además, habíaque enfrentarse a ellas y a los problemas sociales inme-diatos. Es más, en un contexto muy afectado por una

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coyuntura económica recesiva, dichos problemas empe-zarían a ser considerados como un componente priorita-rio de las políticas territoriales.

Indudablemente a la agudización de tales problemassociales se vincularía la crisis de los sectores económi-cos que, como la construcción, tenían gran peso en estazona. En consecuencia, los ayuntamientos se ven abo-cados a facilitar la vuelta a la actividad, con lo que po-co a poco se empieza a vislumbrar la oportunidad deaprovechar el mercado metropolitano mediante la pues-ta en explotación de aquellos recursos con posibilida-des de ser puestos en valor con mayor facilidad. Estanueva situación implica cambios en el lenguaje para de-finir algunas estrategias dinamizadoras de la economíalocal con capacidad para potenciar las oportunidadesexistentes.

Estos momentos coinciden con el inicio de una nue-va coyuntura en relación con la futura Exposición Uni-versal de 1992, en la que los municipios del área asu-men la existencia de una realidad metropolitana dehecho, entendida como un contexto que, conveniente-mente aprovechado, va a permitirles poner sus recursosen el mercado. De este modo, se propugna una vez másla expansión urbana que había sido atacada inicialmen-te y, en consecuencia, las políticas municipales se car-gan de contradicciones. Por un lado, el discurso teóricode las memorias informativas de los planes municipalesque ahora empiezan a redactarse tiende a ser crítico conlos procesos territoriales hasta ahora descritos; por otro,la realidad, representada por las previsiones expansio-nistas de suelo urbano y urbanizable recogidas en lasmemorias de ordenación de dichos planes o en las cadavez más frecuentes modificaciones de los mismos. Jun-to a ello, algunos acontecimientos espaciales en formade mejoras en las infraestructuras viarias o relacionadoscon la terminación de la corta de La Cartuja preparabanestos espacios para otra etapa de crecimiento a partir de1984. Las nuevas imágenes del territorio irían reflejan-do en la intensidad y tipología de los cambios la inci-dencia de esta coyuntura político-económica. Ahora, deun modo muy claro, el sector central de la cornisa delAljarafe se manifiesta como un ámbito muy transfor-mado al intensificarse los procesos de expansión urbanaen los lugares del mismo menos afectados por la colma-tación de los años 60 y 70. Tomares y Mairena del Al-jarafe acaparan el mayor protagonismo a partir de lacontinuación de proyectos y planes que, iniciados en laetapa anterior, empiezan a concretarse ahora en estu-dios de detalle, en la preparación de terrenos (Plan Par-cial Cavaleri de Mairena del Aljarafe) o en la adapta-

ción a la nueva situación mediante modificaciones delos planes ya existentes (modificación Plan Parcial delCarmen de Tomares). En resumen, se producen colma-taciones de algunos importantes proyectos de la etapaanterior («Las Pilas» de Valencina, «Las Almenas» deTomares) y se inician nuevas urbanizaciones como labarriada Andalucía de protección oficial en Gelves.

También ahora, el suelo agrícola y especialmente elolivar, que pierde el 29% de su superficie, alimentan ladinámica evolutiva de esta periferia metropolitana. Pe-ro en esta fase se vislumbran cambios cualitativos degran calado: por un lado, los espacios centrales, máspróximos y mejor comunicados con la capital, se con-vierten en anillos suburbanos de residencias principa-les; por otro, los más alejados mantienen aun un com-ponente de vivienda secundaria apreciable, aunqueintensificando la incidencia espacial de un fenómenohasta ahora tan embrionario y localizado como es el au-mento de la vivienda permanente. En cualquier caso,parece evidente una intensa progresión del suelo ocupa-do por viviendas, equipamientos e infraestructuras detodo tipo con un incremento del 24,4% de su superficie.Al respecto, tres variables hablan de la nueva situación:

• La ampliación del hábitat disperso de 1984 en un140,1% respecto al existente en 1978 implica la prolife-ración de parcelaciones y la sustitución parcial por fun-ciones residenciales y agrícolas recreativas de las acti-vidades agrícolas tradicionales de las antiguas huertas yruedos de los pueblos del área de estudio. En estos mo-mentos se trata de respuestas más o menos marginales ala situación de crisis, que favorecía la adquisición deparcelas en estos espacios por personas convencidas dela excelencia de los modos de vida en el campo. Porello, en estas parcelaciones apenas se realizan obras im-portantes, pues lo que interesa es el placer de trabajar latierra y de recoger los frutos del campo sin objetivos delucro inmediato.

• Los equipamientos directamente destinados al dis-frute de la gente (parques, jardines o polideportivos) in-crementan su peso en un 41,3%, lo que se explica porlas deficiencias heredadas por los municipios en esteámbito. En 1984 el ayuntamiento de Castilleja de laCuesta aprueba una serie de permutas y recalificacionesde suelo que afectaron a los principales propietarios deltérmino. La justificación para las mismas se basó en lafalta de terrenos para instalar los equipamientos necesa-rios. Desde este punto de vista parece razonable rela-cionar la proliferación de instalaciones con la gran ren-tabilidad política de este tipo de actuaciones.

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• La infraestructuras viarias, con un incremento demás del 18%, constituían un modo eficaz de mantenerun cierto volumen de inversión y actividad económicaen la zona. Aunque responden a los problemas circula-torios generados por el crecimiento residencial de lasetapas anteriores, su implantación actúa como cataliza-dor de futuras transformaciones.

Equipamientos e infraestructuras como factores di-namizadores y generadores de expectativas debieron ali-mentar la configuración de un espacio cambiante en elque los suelos en proceso de transformación o en expec-tativa mantienen unas dimensiones absolutas (946 ha) yrelativas (12% sobre el total) considerables. En cual-quier caso, de los datos (Cuadro II) emana un modelo depaisaje en el que lo rural pierde peso relativo en benefi-cio de lo urbano.

3. LA DEFINITIVA CONFIGURACIÓN DE UN MODELO

METROPOLITANO DE HECHO, MARCADO POR EL NEGOCIO

INMOBILIARIO DESDE 1985 HASTA 1992

La comprensión del proceso obliga a atender a lasdiferentes escalas que la coyuntura económica interna-cional, en plena recuperación, y local, muy expansivapor las obras de la exposición, parecen articular. Al res-pecto, el cambio de ambiente parece evidente pues sibien los años anteriores fueron los del pensamiento críti-co, éstos son los del pragmatismo y sumisión al pensa-miento único, entendido como una amalgama heterogé-nea de conservadurismo y liberalismo económico, quese sostiene en asertos tales como la primacía de la eco-nomía y el mercado frente a la política (ESTEFANÍA,1997). Había un diagnóstico, y las correspondientes re-cetas a escala nacional defendían que, para que la eco-nomía recuperase el crecimiento y la creación de em-

pleo, era necesario restablecer sus equilibrios moneta-rios y mejorar la rentabilidad y la flexibilidad de su sis-tema productivo (ROJO; 1989, págs. 190-200).

A la par se tomaba conciencia de la nueva situacióndesde una perspectiva territorial, es decir, desde un mar-co concreto local cada vez más inmerso en una econo-mía mundial tan competitiva como abierta. Competirimplicaba expandir las ventajas y posibilidades específi-cas de cada espacio. En el contexto metropolitano deSevilla, una mirada ajena destaca entre sus ventajas yposibilidades

«muchas condiciones que auguran un futuro económico opti-mista. Aparte de la gran cantidad de provisión de nuevas infraes-tructuras en una ciudad que se prepara para conectarse en el siste-ma de comunicaciones internacional… El clima seco de Sevilla,su accesibilidad a la costa, una atractiva provincia, la enorme ri-queza arquitectónica que la ciudad envuelve con su historia, lariqueza de la cultura sevillana y el modo de vida sevillano, todoello contribuye a una calidad de vida urbana difícilmente compa-rable a otros sitios de Europa» (DAWSON, 1991).

En este contexto fue arraigando un sentido de lasoportunidades que deben aprovecharse para poner enmarcha una etapa de crecimiento y prosperidad. Y lagran oportunidad vino de la mano de la Exposición Uni-versal del 92 que, como hecho espacial, generó un con-junto de acontecimientos de gran incidencia en la pro-funda transformación del territorio.

La gestación del evento fue lenta pues desde que elrey de España anuncia en 1976 la celebración de una ex-posición universal para celebrar el quinto centenario deldescubrimiento, hasta que el Bureau Internacional deExposiciones registra la iniciativa española en 1983 pa-saron siete años. Apenas se hizo nada hasta 1986, perodesde entonces se empezó a actuar de forma suficiente-mente operativa como para que comenzasen las obras en1987. Desde este momento, el acontecimiento operó co-mo un núcleo de iniciativas económicas que aceleró ymultiplicó los efectos de la recuperación económica.

Inicialmente, dado el papel de Sevilla en el contextoeconómico internacional, no podía esperarse una granrepercusión de las teóricas funciones originarias de estetipo de celebraciones: «servir como plataforma de lan-zamiento y mecanismo de apertura de los mercados anuevas tecnologías» (DÍAZ VARGAS; 1984, pág. 43). Sinembargo, durante estos años las economías locales sevieron afectadas, pues las inversiones y obras necesariasalentaron la demanda de todo tipo de bienes y serviciosy, sobre todo, incidieron en la recuperación del empleoen un ramo, como era el de la construcción, muy casti-gado por el paro.

CUADRO II. Evolución de la significación paisajística del AljarafeOriental (1978-84)

Has %

1978 1984 1978 1984

Paisajes rurales 5.863,7 5.233,4 73,8 65,8Paisajes urbanos 1.138,8 1.522,0 14,3 19,2Paisajes en transformación 383,4 357,3 4,8 4,5Paisajes en expectativa 562,8 836,0 7,1 10,5

TOTAL 7.948,7 7.948,7 100,0 100,0

Fuente: vuelo IRYDA; 1978; vuelo I.C.A. 1984. Elaboración propia.

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Ésta supondría un incremento considerable del sec-tor terciario y una menor expansión de la industria que,no obstante, crece estimulada por las facilidades que losayuntamientos ofrecen a las empresas que quieran insta-larse en el área. Así, se amplía el censo industrial duran-te el período, aunque no crezca el empleo en la mismamedida, al tratarse de pequeñas empresas orientadas almercado local.

En contrapartida, se evidencia el retroceso de la acti-vidad agrícola, incapaz de adaptarse en este contexto alas nuevas demandas del mercado de productos alimen-ticios. Hay que aumentar la productividad e introducirnuevas técnicas de cultivo, realizando inversiones quese revelan arriesgadas y poco lógicas, en un ambientede posibilidades para el negocio inmobiliario. De estemodo, la construcción no sólo impulsó el fuerte creci-miento económico, sino que se convirtió en el principalinstrumento de acumulación y distribución de los bene-ficios de la Exposición Universal del 92. Con ello, elsector asume nuevas funciones que le permiten organi-zar los nuevos procesos especulativos de acumulaciónde rentas mediante los mecanismos de valoración delsuelo en la gestión urbanística del desarrollo urbano.

Circunstancias tan específicas potenciaron la in-fluencia de los paradigmas económicos globales en unasescalas locales, que no saben encontrar fácil respuesta aldebate entre control normativo del territorio y las exi-gencias de un mercado libre que entiende el suelo comoun soporte flexible del floreciente y dinámico mercadoinmobiliario. No obstante, la globalización impulsaríadefinitivamente la idea de Ayuntamiento como agenteeconómico, canalizador de iniciativas y animador de laeconomía municipal propuesta anteriormente. De estemodo, se produce un modelo de respuesta local a lasnuevas circunstancias basado en la puesta en valor detodos los recursos y cualidades locales que aportabanventajas comparativas. En la cornisa del Aljarafe, dadasu estructura espacial polivalente, se va a imponer unaclara fragmentación territorial en segmentos funcional-mente específicos. En todos ellos el suelo es un medio oun recurso para el desarrollo, eso sí, un determinado de-sarrollo que, desde la perspectiva de la administraciónmunicipal, «por ley natural se impone», en palabras uti-lizadas por el alcalde de Mairena en la presentación delavance del PGOU (1998).

La expansión urbana asumida como objetivo de laspolíticas de la mayor parte de los municipios metropoli-tanos parece el fruto de la confluencia de la anterior per-cepción con las sinergias que, en forma de mayores ren-

tas disponibles, afluencia de capitales y creación de nue-vas infraestructuras, aportó la Exposición Universal del92. Ésta supuso una verdadera oportunidad para reconsi-derar todos los problemas urbanísticos de la capital ypara plantear los problemas territoriales derivados de suexpansión. En este sentido, los nuevos puentes y carre-teras, proyectados para canalizar los crecientes flujos detransporte generados por el modelo de movilidad del Al-jarafe, constituyeron acontecimientos espaciales con unsignificado territorial totalmente nuevo por su estructuray funciones plenamente metropolitanas. A partir de talesacontecimientos se intensificaría la proyección de laciudad central sobre las tierras de la margen derecha delrío generando el crecimiento urbano más espectaculardel área metropolitana. Los datos porcentuales del creci-miento residencial previsto en el planeamiento de losmunicipios estudiados en este trabajo adquieren plenosignificado cuando se comparan con algunos datos de sucontexto. Así, respecto a las viviendas contabilizadas enel censo de 1991 se propone un aumento del 50%, muypor encima del 27% y 22% previstos para el área metro-politana y la capital respectivamente. Es más, en algu-nos municipios como Camas, Palomares, Gelves y Mai-rena del Aljarafe se justifican las modificaciones alplaneamiento por las necesidades de alojamiento de laExposición Universal del 92. Concretamente, en Maire-na del Aljarafe, donde se aprobó la modificación del pri-mitivo plan parcial Cavaleri aprovechando la necesidadde construir 2.000 viviendas de la llamada Ciudad Expo,

FIG. 3. Cambios en el olivar del Aljarafe oriental. 1984-1993.

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se acordaron incrementos del 114%. En consecuencia,el sector del Aljarafe más próximo a la capital salió dela EXPO del 92 como una zona muy deteriorada, obliga-da por una lógica exógena a soportar una desordenadamezcla de infraestructuras, desarrollos residenciales he-terogéneos y difusos, polarizadas actividades industria-les y terciarias y restos de explotaciones agrarias enconstante regresión. Surge así un espacio sin identidadespecífica pues sus rasgos se dividen diacrónicamenteentre la permanencias, los nuevos componentes urbanosy los espacios de indefinición y cambio.

El suelo agrícola constituye el principal soporte delos nuevos desarrollos con pérdidas de un 10,3% de susuperficie, mientras que los espacios construidos se in-crementan en un 28,3%. Como puede verse, el olivar si-gue siendo el cultivo más afectado. De las 2.014,2 ha deolivar en 1984, se mantienen inalteradas 1.458 ha nueveaños más tarde, mientras tanto, como se refleja en la fi-gura 3, las 555 ha que faltan son el principal soporte deuna nueva imagen en la que se distinguen 42,6 ha sinuso aparente, 47,2 en proceso de transformación, más de108 ha convertidas en periferia residencial, 29,8 de equi-pamientos y 52,6 ha de espacio industrial o comercial.

Ahora bien, frente a esta apreciación general de losprocesos se pueden introducir algunas matizacionesmarcadas por un modelo de organización espacial que,cada vez más condicionado por la movilidad, ha condu-cido a una cierta diferenciación de la cornisa del Aljara-fe en sectores especializados. Así, por un lado, se conso-lida un área central de estructura muy compleja paraconstituir un continuo urbano a partir de un crecimiento,durante esta etapa, de un 48,7% para las áreas residen-ciales y del 96,0% para las áreas industriales y comer-ciales; por otro lado, la disposición e incremento delviario en más de un 68% terminó por convertir definiti-vamente todo este ámbito en una periferia muy depen-

diente de la capital. Frente a este continuo central prácti-camente conurbado y a partir del mismo, se extiende unespacio periurbano compuesto de fragmentos rurales,interrumpidos por nuevos conjuntos residenciales de ba-ja densidad dominados por los adosados. Así, comomuestran los datos (Cuadro III), se ha configurado unpaisaje que desde entonces podría considerarse básica-mente como metropolitano, un paisaje en el que la rapi-dez de los cambios no sólo produce importantes contra-dicciones sino que se convierte en rasgo característicode su imagen.

IVCONCLUSIÓN

El ejemplo del área metropolitana de Sevilla pone enevidencia la intensidad de las transformaciones en estoslugares de los paisajes tradicionales. Las viejas imáge-nes y las identidades inherentes a las mismas han desa-parecido. Frente a ellas los procesos de metropolizaciónimponen una creciente uniformidad funcional y formalde un paisaje dominado por los rasgos propios de unaperiferia residencial permanente en la que predomina labaja densidad.

Dentro del área metropolitana, el Aljarafe parece lamejor muestra de estos procesos de transformación ysus consecuencias. Aquí, en sucesivas fases, marcadaspor el empuje de las coyunturas sobre el mercado, la ru-ralidad, la naturalidad, la singularidad y belleza del pai-saje se ponen en juego o, mejor, en venta como cualida-des del territorio.

La voracidad del mercado acelera los procesos asícomo, la rapidez, el descontrol y el desorden. Todo valepara mantener el ritmo. A veces se asiste a la prolifera-ción de nuevas utopías urbanas que, por sus altos costosecológicos, económicos y sociales han quedado en loque Harvey (2003) ha definido como utopías degenera-das. En ocasiones bajo el caos territorial se descubre eldesorden moral, tal como actualmente denuncia la pren-sa (Diario de Sevilla, 29-IX-05) en relación con los pro-cesos de corrupción inmobiliaria en algunos municipiosaljarafeños. Sin duda la rapidez está facilitando comodiría Castell (2001, pág. 199) «la conexión perversa»con la economía criminal global.

Ante la prisa parece obligado pararse a mirar y refle-xionar. De este modo, la contemplación de estos nuevospaisajes recoge las pérdidas de cualidades positivas delterritorio. Estas pérdidas, aunque a veces escapan a losusuarios agobiados por otros problemas más inmediatos,

CUADRO III. Evolución de la significación paisajística del Aljara-fe Oriental (1984-93)

Has %

1984 1993 1984 1993

Paisajes rurales 5.233,4 4.730,9 65,8 59,5Paisajes urbanos 1.522,0 2.113,1 19,2 26,6Paisajes en transformación 357,3 297,3 4,5 3,7Paisajes en expectativa 836,0 807,4 10,5 10,2

TOTAL 7.948,7 7.948,7 100,0 100,0

Fuente: Vuelo ICA, 1984-1993. Elaboración propia.

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suponen renuncias en términos de calidad de vida y bie-nestar, sobre todo, si se tiene en cuenta que para una im-portante proporción de las poblaciones tradicionales delos municipios del Aljarafe oriental se producen a cam-bio de nada. En consecuencia, es necesario recurrir auna perspectiva histórica, para mediante la descripciónsecuenciada de los procesos, tratar de comprender losefectos del cambio sobre los paisajes y sobre la vida delos ciudadanos.

Finalmente, parece evidente que el Aljarafe no debetener prisa y en consecuencia las autoridades municipa-les deben incluir en sus políticas urbanísticas altas dosisde prudencia. Las autoridades supramunicipales debenactivar mecanismos eficaces de control, empezando porla aprobación definitiva del Plan de Ordenación de laAglomeración Urbana de Sevilla. Por último los ciu-dadanos deben asumir su derecho a un paisaje cotidianode calidad.

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Recibido: 4 de noviembre de 2005Aceptado: 16 de enero de 2006