Tratamiento a La Rebelión en Colombia

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TRATAMIENTO A LA REBELIÓN COLOMBIANA

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  • TRATAMIENTO A LA REBELIN EN COLOMBIA

    En el presente captulo se resea el tratamiento dado al opositor poltico en Colombia. Desde una mirada crtica se ve cmo los instrumentos jurdicos, su concepcin y prctica han incidido en la historia social y poltica de Colombia; partiendo del convencimiento de que la legislacin en Colombia, especficamente la legislacin Penal como instrumento de control, se ha convertido en mecanismo de represin a todos lo que expresen de manera alguna, diferencia con el sistema, el rgimen y/o el gobierno en Colombia.

    Al pretender develar este tratamiento, resulta indispensable hacer un recorrido histrico por la legislacin, sus antecedentes y el contexto en el que concibieron e implementaron. Se abordar en orden cronolgico al Cdigo Penal de 1936, la Justicia Penal Militar, el decreto 1923 de 1978, el Cdigo Penal de 1980, los juzgados especializados y el tribunal de orden pblico, los estatutos para la defensa de la democracia y de la justicia, el artculo 127 del Cdigo Penal de 1980 y la nueva legislacin penal.

    Antes de abordar en detalle el tratamiento dado por Cdigo Penal de 1936, se da una breve mirada a sus antecedentes.

    En las provincias que formaron la Nueva Granada se tuvo como referente, para efectos del "control social", lo que se conoci como la Nueva recopilacin, y se mantuvo vigente su pensamiento hasta la expedicin del Cdigo de 1837.

    Con ley del 27 de junio de 1837 se dict el primer Cdigo Penal Colombiano, teniendo como base el proyecto preparado por el Consejo de Estado y presentado por el gobierno del General Santander, en 1834. Este cdigo, a pesar de los vaivenes administrativos que caracterizaron la historia de Colombia en sus inicios, se mantuvo en sus normas fundamentales hasta la expedicin del Cdigo de 1936.

    Siguiendo los lineamientos del Consejo de Estado, este cdigo adopt la pena de muerte, los trabajos forzados, el presidio, la reclusin en casas de trabajo, vergenza pblica, prisin, expulsin del territorio nacional y confinamiento. Fiel reflejo de ello es el tratamiento dado al opositor poltico en vigencia de este cdigo, para lo cual se cita al profesor Luis Carlos Prez, quien al respecto dice:

    "Los delitos polticos originaban la declaratoria de traicin e infamia y, los autores, cuando estuvieren armados, "sufrirn la pena de muerte".

    Esta aseveracin se reafirma al ver el texto de los artculos 232 y 233 que se referan al tipo de rebelin:

    Artculo 232: Es rebelin el levantamiento o insurreccin de una porcin ms o menos numerosa de sbditos de la repblica, que se alzan contra el gobierno supremo constitucional de la Nacin, negndole la obediencia debida, o procurando sustraerse de ella, o hacindole la guerra con las armas.

    Artculo 233: ...los autores principales son traidores, sern declarados infames y sufran la pena de muerte.

    En veinte aos este cdigo no sufri modificaciones trascendentales. Sin embargo, interesa resaltar dos disposiciones debido a la transformacin que introduce al tratamiento dado al opositor poltico. La ley del 26 de mayo de 1849, dictada bajo la administracin de Jos Hilario Lpez, que

  • suprime las penas de muerte, trabajos forzados, presidio, reclusin, prisin, infamia y vergenza pblica, y las remplaz por la expulsin del territorio nacional para los delitos polticos.

    Las normas penales se vieron humanizadas de manera ms completa con el Cdigo Penal de 1873, el cual, con base en la Constitucin de Rionegro (1863), elimin las penas de muerte y todas las infamantes y estableci lmites a las corporales.

    En trminos generales, este cdigo sigui los lineamientos del de 1837; sin embargo, clasific los delitos en polticos, de responsabilidad y comunes o privados, dentro de los cuales los polticos eran los cometidos por empleados o funcionarios pblicos en ejercicio de sus funciones.

    La ley 19 de 1890 se conoce como El Cdigo Penal de ese ao, siguiendo los lineamientos "regeneradores" de la Constitucin de 1886, la de Nez y Caro. Esta reprodujo la severa penologa del Cdigo Penal de 1837, "restableciendo la pena de muerte". Con modificaciones como la del acto legislativo N 3 de 1910, que aboli la pena de muerte, este cdigo tuvo validez hasta el 1 de julio de 1937, da en que comenz a regir el cdigo Penal del 36 que se abordar en los siguientes prrafos.

    Cdigo Penal de 1936

    La ley 20 de 1933 organiz a principios de 1934 la Comisin de asuntos penales y penitenciarios, que sera la encargada de elaborar un nuevo proyecto que resulto ser el aprobado con ley 95 de 1936 como cdigo penal.

    De manera general, puede decirse que este cdigo tuvo como inspiracin las corriente positivista ortodoxa (Ferri); sin embargo, la peligrosidad (fundamento de la imputabilidad en esta corriente) no qued como medida de la responsabilidad, ni como base para imputar, sino como una simple circunstancia de atenuacin o agravacin. Al tratar la pena, no orden acorde con la clasificacin de infractores del positivismo.

    Es necesario resear la definicin de Rebelin contemplada por este cdigo, artculo 139: "...Alzamiento en armas para derrocar al gobierno nacional, legalmente constituido, o para cambiar o suspender en todo o en parte el rgimen constitucional existente, en lo que se refiera a la formacin, funcionamiento o renovacin de los poderes pblicos u rganos de la soberana".

    Teniendo en cuenta esta definicin, veamos cmo se contempla en el tratamiento al opositor poltico. Pude caracterizarse en dos puntos: primero, la pluralidad de categoras del sujeto activo, y, segundo, la exclusin de la responsabilidad por las muertes y lesiones causadas en combate.

    Veamos sobre el texto del articulado cmo presenta la primera de las caractersticas mencionadas: "Los que promuevan, encabecen o dirijan... Los que simplemente tomen parte en la rebelin, como empleados de ella con mando o jurisdiccin militar, poltica o judicial... Los dems individuos comprometidos en la rebelin..." (artculo 139) "...reclutados por los rebeldes..." (artculo 140).

    Esta categorizacin del sujeto activo del tipo fue utilizada para penalizar teniendo en cuenta las mismas; es decir, quienes promuevan, encabecen o dirijan tendran prisin de seis meses a cuatro aos, a la interdiccin de derechos y funciones pblicas por el mismo tiempo y a la multa de 500 a 5 mil pesos; los que tomen parte, las dos terceras partes de las indicadas y los dems a las mismas disminuidas en dos terceras partes y excluyendo a los reclutados, siempre y cuando no hubieren cometido otro delito.

    Frente al segundo aspecto sealado lo resaltamos teniendo en cuenta la discusin que existe y ha existido en Colombia frente a la complejidad del delito poltico. El artculo 141 de este cdigo se considera no precisamente modelo de claridad teniendo en cuenta que la proporcin de la

  • descripcin del artculo 139 sobre el tipo de rebelin queda reducida a mnimas proporciones con este artculo. Veamos el texto completo:

    "Los rebeldes no quedarn sujetos a responsabilidad por las muertes o lesiones causadas en el acto de un combate; pero el homicidio cometido fuera de la refriega, el incendio, el saqueo, el envenenamiento de fuentes o depsitos de agua, y en general los actos de ferocidad o barbarie, darn lugar a las sanciones respectivas, aplicadas acumulativamente con las de rebelin".

    Cabe anotar lo dicho por Carlos Lozano, quien propuso en la Comisin redactora un artculo que inclua dentro del tipo de rebelin los actos propios de la misma, el cual es como sigue:

    "En el artculo se encuentran todos los elementos del delito complejo y consagra, adems, la aplicacin prctica del principio sentado en la parte general, de que los delincuentes polticos forman una categora aparte y deben ser Juzgados con benignidad... Es evidente que para la ejecucin de un delito poltico es preciso en la mayora de los casos cometer delitos comunes conexos con los delitos polticos, y sera absurdo que por esos delitos conexos sojuzgara al delincuente poltico con un criterio diferente del de la categora de delincuentes a que ellos pertenecen".

    Con esto es posible pensar que los Miembros de la Comisin redactora rescatan la "complejidad" del delito poltico para diferenciarla de la conexidad de ellos con otros, en principio comunes. Sin embargo, parece que no prevaleci entre los autores el considerar los actos descritos en la segunda parte del artculo, como parte de la fisonoma del delito poltico.

    Otros aspectos a mencionar dentro del tratamiento dado al opositor poltico dentro de esta legislacin son la competencia para conocer de los delitos de rebelin, sedicin y asonada, los beneficios de los que gozaban los sindicados y los antecedentes encontrados en este cdigo de lo que hoy se conoce como Terrorismo.

    Brevemente se mencionan estos aspectos. El conocimiento de estos delitos corresponda a los jueces superiores; los sindicados de ellos no gozaban del beneficio de excarcelacin y esta legislacin en el Ttulo VIII, dentro de los delitos contra la salud e integridad colectivas, un tipo penal que sancionaba el lanzamiento contra personas o edificios, de explosivos o sustancias inflamables, gases o bombas, pero guardaba silencio sobre el elemento subjetivo que deba mover la conducta del agente, es decir, lejos de compararse o siquiera contemplar el juzgamiento del rebelde por esta conducta tambin.

    En este orden de ideas, puede decirse que en el cdigo penal de 1936 en trminos generales el tratamiento dado a los opositores polticos fue benigno. Partiendo para ello, de entender el carcter de la confrontacin, que se daba en este perodo, cuyo centro era el manejo del poder del Estado, la centralizacin o federalizacin y el presupuesto, pero en la cual no estaba inmersa realmente la estabilidad del Sistema y su forma de propiedad; es decir, fundamentalmente se daba por forma de gobierno; nos explicamos las penas, los grados de compromiso y en general la benignidad en su tratamiento.

    Sin embargo, esto cambia a partir de 1948 cuando se dan los primeros brotes de resistencia popular en Colombia contra la oligarqua conservadora en primer lugar y luego contra la oligarqua de ambos partidos. Como consecuencia, el tratamiento al opositor poltico pierde su carcter benigno.

    Se empieza a juzgar a los rebeldes por asociacin para delinquir y delitos conexos, dejando de lado el reconocimiento a la complejidad de la accin del rebelde; esto se mantiene hasta la amnista de 1954. Agravado con legislaciones expedidas bajo la Declaratoria de Estado de sitio,

  • como se ver en el desarrollo de este captulo, que se mantienen y conciben con el fin de restablecer "el control social" ante el conflicto vigente en ese momento.

    Es as como se le entregan la investigacin y juzgamiento de los rebeldes a los militares a travs de los llamados consejos verbales de guerra, en procesos sumarios precedidos de la prctica de la tortura.

    Justicia Penal Militar

    Entre las medidas que usualmente tomaron los gobiernos durante los perodos de Estado de sitio, la ms significativa y frecuente fue la de entregarle a la Justicia Penal Militar la investigacin y juzgamiento de delitos comunes o polticos cometidos por civiles.

    Se debe resaltar que la Justicia Penal Militar no hace parte del Poder Judicial, que all los militares se autojuzgan, y que la Fiscala no interviene all en su funcin de acusacin; que normalmente sus jueces son militares activos y que siempre el comandante general del Ejrcito es Presidente del Tribunal Superior Militar. Cuando la Corte Constitucional limit los tribunales militares slo a militares en retiro, el Congreso reform la Constitucin en su artculo 221 para restablecerlos a militares activos.

    Dentro de la estructura constitucional, la Justicia Penal Militar hace parte del poder ejecutivo y no de la rama judicial. Apenas existe un nexo funcional en el sentido de que la Corte Suprema de Justicia conoce del recurso extraordinario de casacin de las sentencias proferidas por el Tribunal Superior Militar. El hacer parte de la rama ejecutiva, le quita todo viso de independencia e imparcialidad a la Justicia Penal Militar.

    Como su propio nombre lo indica, y como lo consagran las legislaciones que de ellas se ocupan, la Justicia Penal Militar ha sido concebida y plasmada normativamente como un fuero especial que garantiza a los militares que delincan en ejercicio de sus funciones un juzgamiento institucional, es decir, jueces escogidos entre militares de mayor jerarqua, quienes investigan y fallan los procesos penales por delitos cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas en el ordinario desempeo de sus actividades castrenses.

    Aunque la Constitucin Nacional limita el fuero penal militar a los delitos relacionados con el servicio (artculo 221), la interpretacin jurisprudencial en el actual Consejo Superior de la Judicatura es relacionar con el servicio cualquier crimen que cometan los militares en servicio activo comprendiendo las violaciones a los derechos humanos.

    En Colombia, para vergenza ante la humanidad, no solamente la detencin y desaparicin de personas es un crimen de Estado, sino que por voluntad de las tres ramas del poder pblico, cometerla era un hecho en relacin con el servicio militar o policivo.

    Entre los delitos cuya investigacin y fallo suelen encomendarse a la Justicia Penal Militar durante los perodos de Estado de sitio, se hallan los de contenido pblico (rebelin, sedicin, asonada). Ya se ha dicho que dentro de la concepcin poltico- militar de la teora de la seguridad nacional, en Latinoamrica se le ha entregado a las Fuerzas Armadas el control del orden pblico interno y la tarea de combatir militarmente a los grupos rebeldes o sediciosos que pretendan por lo general desde fronteras ideolgicas de izquierda, el derrocamiento de los regmenes gobernantes.

    En Colombia, la Justicia Penal Militar recibi facultad para juzgar civiles por los delitos cometidos con ocasin del 9 de abril de 1948. Frente a lo cual la Corte Suprema de Justicia sostuvo que la violacin de la ley militar por parte de civiles acarreaba las sanciones previstas en ella. Se restableci este recurso en mayo de 1965 y se mantiene hasta marzo de 1987, cuando la corte Suprema de Justicia lo declar inconstitucional; es decir, se mantuvo el juzgamiento de civiles por

  • los tribunales militares durante ms de veinte aos y es as como a finales de los aos setenta cerca del 30% de los tipos del Cdigo Penal eran de competencia de los jueces militares.

    Cuando el gobierno nacional, a travs del Estado de sitio, decidi que determinados delitos cometidos por civiles fueran juzgados por la Justicia Penal Militar mediante el mecanismo de los consejos verbales de guerra, estaba entregando esos ciudadanos a una jurisdiccin en la que el Juez de la causa es un comandante de unidad militar, y en la que el Fiscal o acusador, los Vocales o jueces de conciencia, el asesor jurdico y hasta el defensor de oficio, son subalternos del primero y nombrados por el, con tal sistema de jerarqua piramidal era imposible esperar un proceso equilibrado y justo. Ms an, en esta clase de procesos, sumario, juicio y fallo se hacan durante la audiencia pblica, las pruebas se pedan all mismo y solamente podan practicarse en el recinto donde aquella se realizaba. El defensor se nombraba tambin en ese momento procesal --cuando no estuviere ya actuando como apoderado-- y dispona solamente de tres horas contadas a partir del momento en que se lea el cuestionario que contena la especfica acusacin, para preparar la defensa del procesado. Se violaba as el principio constitucional del debido proceso con defensa real.

    Los jueces de primera instancia de la Justicia Penal Militar son los comandantes de las brigadas y de los batallones, es decir, que cumplen funciones administrativas, militares y judiciales. Adems de la promiscuidad de las funciones, la situacin se hace ms preocupante, si se tiene en cuenta que los comandantes de brigadas y batallones son los jueces de quienes actan delincuencialmente bajo su jurisdiccin y mando. Por lo menos as ocurri hasta la reciente reforma del cdigo penal militar. Esta situacin se agravaba en los casos de graves violaciones a los derechos humanos por parte de la fuerza pblica, pues el juez penal militar era el comandante de los involucrados en esas violaciones; con ello se permiti que la impunidad cobijara a los responsables de los hechos, especialmente si se trataba de torturas, homicidios, genocidios, desapariciones forzadas, etc. Con el nuevo cdigo se rompi esa unidad inmediata entre el infractor y su comandante; sin embargo, ello no implica que la justicia penal militar gane en independencia e imparcialidad.

    El Comandante General de las Fuerzas Militares es el presidente del Tribunal Superior Militar. La parte civil dentro del proceso penal en Colombia es el sujeto procesal que representa a las vctimas o sus familiares con el nimo de contribuir al esclarecimiento de los hechos, el castigo de los responsables y la indemnizacin por parte de los individuos que resulten sancionados penalmente.

    La Corte Constitucional en sentencia N 275/94 del 15 de junio de 1994, resolviendo una accin de tutela que pretenda obtener el derecho de participar como parte civil en los procesos ante la jurisdiccin penal castrense, determin que es un derecho fundamental el permitir el acceso de la parte civil en los procesos ante la justicia penal militar, pues -segn la Corte Constitucional- tiene que ver con el derecho a conocer la verdad.

    A pesar del mencionado fallo de la Corte, la Justicia Penal Militar se tom su tiempo para acatarlo, pues no siempre se admita la parte civil por parte de los juzgados penales militares. En la actualidad, se admite la parte civil en el nuevo cdigo, pero el papel de ella se ve limitado por recursos (teniendo en cuenta que se debe presentar en el batalln o brigada a que tenga competencia para conocer sobre los hechos) y tambin por la especificidad de su manejo.

    En 1987, la Corte Suprema de Justicia declar contrario a la Constitucin poltica la investigacin y juzgamiento de civiles por parte de los tribunales militares. La Constitucin de 1991, en su artculo 213, inciso final, estableci que "En ningn caso los civiles podrn ser investigados o juzgados por la justicia penal militar". Sin embargo, mediante los estados de excepcin (conmocin interior) el gobierno ha querido revestir a las fuerzas militares de facultades de polica judicial. La Corte Constitucional ha reiterado que no es posible otorgar facultades de polica judicial a las Fuerzas Militares, pero advierte que es posible conformar unidades mixtas (civiles y militares, stos como garanta de seguridad) para desarrollar labores de polica judicial).

  • Durante muchos aos, la justicia penal militar juzg a los civiles. Por supuesto, esa justicia era especialmente condenatoria, pues no haba garantas procesales, no se aseguraba el derecho a la contradiccin probatoria ni al debido proceso en general. Esa "justicia" investig y juzg a muchos colombianos, rebeldes o no, sin gozar, por obvias razones, de la condicin de imparcialidad e independencia judicial, por jugar simultneamente el papel de juez y parte.

    Decreto 1923 de 1978: "Estatuto de Seguridad"

    a. La Seguridad Nacional en Colombia

    El 22 de junio de 1976, el presidente Alfonso Lpez Michelsen levant el Estado de sitio que haba implantado despus de la elecciones del 26 de junio de 1975. El 27 de agosto de ese ao Comelio Reyes, ministro de Gobierno, renunci en medio de rumores de huelga. El gobierno no haba utilizado los poderes extraordinarios para reformar el Instituto Colombiano de Seguros Sociales.

    El 6 de septiembre estall la huelga del ICSS, que durara 50 das. La esperanza que algn da represent Lpez, se haba erosionado. El respaldo bipartidista se resquebrajaba, la actividad guerrillera se recrudeca, la huelga del sector salud tom gran auge, pues sus demandas tenan un matiz poltico evidente. El gobierno no quera ceder en algunos puntos de demasiada resonancia y empez a rumorarse un golpe de Estado. Sumando a lo anterior la presin de los militares, el 7 de octubre el presidente Lpez promulg el Estado de sitio, emiti tres decretos de claro estilo uruguayo, reorganiz su gabinete el 19 y con los poderes discrecionales del artculo 120 logr derrotar la huelga de la salud el 26 de octubre. Adems de los ya reseados, vale la pena mencionar el decreto legislativo 2578 de 1976, emitido el 8 de diciembre y mejor conocido como "caucin de buena conducta", con el cual se otorga licencia para arrestar indiscriminadamente a cualquier persona. Las situaciones que "hagan temer que se va a incurrir en delito" o "permitan sospechar que se van a cometer infracciones". Si la persona no tena mil pesos en el bolsillo en ese momento, deba permanecer arrestada un mes completo, sin apelacin, como se volvi costumbre. El decreto legislativo 0070 de 1978 estableci una nueva causal de exclusin de la antijuridicidad de un homicidio, justificando el hecho cuando se cometa por miembros de la fuerza pblica en operaciones para prevenir y reprimir los delitos de extorsin y secuestro, produccin, procesamiento y trafico de estupefacientes; para muchos sectores, en su momento fue la legitimacin de las ejecuciones sumarias entregndole licencia para matar a la Fuerza Pblica.

    En pleno Estado de sitio, el presidente Julio Csar Turbay Ayala, luego del paro cvico nacional -considerado como la primera muestra de la inconformidad popular a nivel nacional- expidi el Estatuto de Seguridad, el cual sintetiza la prctica que ya tenan los anteriores decretos expedidos por el presidente anterior Alfonso Lpez Michelsen.

    Los aspectos ms importantes en relacin con el tema fueron:

    El Estatuto introduce en los considerandos la concepcin del terrorismo en el tratamiento a la lucha popular cuando dice: "Que peridicamente se han venido reiterando y agudizando las causas de perturbacin del orden pblico, que crean un estado de inseguridad general y degeneran en homicidios, secuestros, sedicin, motn o asonada, o en prcticas terroristas dirigidas a producir efectos polticos encaminados a desvirtuar el rgimen republicano vigente o en la apologa del delito..."

    Frente a la rebelin, la reconoce para los grupos alzados en armas, los que eran antes juzgados por asociacin para delinquir ms delitos conexos, pero pasan a ser dirigentes todos sus miembros y la pena pasa a ser de 8 a 14 aos de presidio, ms los delitos conexos.

    En el artculo 2 se reconocen otras categoras para empleados con mando y jurisdiccin poltica, judicial o militar o los que simplemente tomen parte en el alzamiento en armas; sin embargo, la

  • prctica demostr que en su juzgamiento estos cargos no se les formulaban a pesar de existir pruebas de su mando o compromiso poltico por haber sido simplemente miembro recin ingresado, es decir, era tropa.

    La aplicacin del artculo 3 del estatuto "asociacin para delinquir" facilit que se acusara a los activistas polticos por este delito. Este artculo contempla la simple asociacin para delinquir, aumentando la pena como ocurre en todo el estatuto, de 5 a 14 aos. Pero adems estableci cuatro modalidades del delito, antes cobijadas en otros tipos (robo, extorsin, dao en cosa ajena, etc.); todas presuponen la existencia de bandas o cuadrillas de 3 o ms personas armadas estableciendo penas de prisin de 10 y 15 aos. Esto explica el uso que se hizo de este artculo al momento de sindicar, juzgar y condenar.

    Por primera vez en la legislacin colombiana se cre el delito de "perturbar el orden pblico" y de "alterar el pacfico desarrollo de las actividades sociales" (artculo 4). El derecho de reunin, a la movilizacin, la protesta social, la huelga, en la prctica se volvieron delitos con este artculo.

    Dentro del tipo este artculo contempla tres modalidades: a) causar o participar en "perturbaciones del orden pblico" o alterar el pacfico desarrollo de las actividades sociales (pena de uno a cinco aos); b) cometer homicidio en circunstancias de perturbacin del orden pblico (nueva causal de agravacin del homicidio, con pena de 20 a 24 aos) y c) causar lesiones personales a otro, en perturbacin del orden pblico, independientemente de la gravedad de las lesiones, la pena ser de uno a diez aos.

    Las formas de protesta popular tambin se criminalizaron con la implementacin del artculo 7, que contempla arresto inconmutable hasta por un ao a quienes ocupen lugares pblicos o privados para presionar decisiones de las autoridades; es decir, casi todas las actividades de los sectores populares; tambin que porten injustificadamente objetos utilizables para cometer infracciones contra la vida e integridad de las personas.

    El derecho a la informacin y el porte de propaganda en contra del rgimen fue criminalizada en el artculo 7, enunciado f). Pero, a pesar de que la Corte Suprema de Justicia en sentencia de sala plena del 30 de octubre de 1978 al revisar la constitucionalidad del decreto plante la inexequibilidad de este enunciado, en los fallos y en la investigacin era considerado delito el hecho de tener propaganda poltica.

    El juzgamiento para los "delitos menores" se sancionaba por el procedimiento breve y sumario, sin apelacin por los comandantes de las Estaciones de Polica, o en los batallones, en los cuales el derecho de defensa era inexistente al igual que el principio de la doble instancia.

    En este momento, el juzgamiento para la rebelin y los delitos conexos, ya eran de competencia de la justicia penal Militar al igual que la asociacin para delinquir, los delitos contra la salud e integridad colectivas, de secuestro, de extorsin y chantaje (decreto 2260/76). El estatuto aade los nuevos delitos de cuadrillas o bandas armadas y de desrdenes urbanos, continuando con el proceso de militarizacin de la justicia.

    En este momento, los fallos dictados por comandantes de brigada, de base area o naval son de tipo constitucional, por el hecho de que sus fallos no sean apelables en segunda instancia, sino solamente sujetos a recurso de reposicin ante el mismo funcionario, violando as un principio general del derecho penal colombiano vigente hasta ahora como es el de la doble instancia, lo cual no constituye cosa diferente que negar el derecho de defensa.

    Sobre esta forma de "administrar justicia por los militares", se ha dicho que no respeta el principio del juez natural, se es juez y parte, no tiene autonoma ya que depende del Presidente de la Repblica como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, etc. Es decir, quien combate a un

  • enemigo, lo persigue, lo da de baja o lo captura, nombra los investigadores, rinde los informes, integra los consejos verbales de guerra, dicta la sentencia y nombra los magistrados que revisan las apelaciones, no constituye justicia imparcial, en ningn pas o sistema.

    Para terminar con la presentacin del Estatuto, es importante sealar que la revisin constitucional por parte de la Corte Suprema de Justicia (sealado anteriormente) lo declar exequible en casi todos sus artculos.

    A manera de ejemplo, se mencionaron algunos de los consejos de guerra verbales realizados por la jurisdiccin penal militar: contra el Movimiento Pedro Len Arboleda, PLA; contra el ELN, como presuntos responsables del homicidio del general Rincn Quiones; el proceso contra la Autodefensa Obrera, ADO, por el homicidio del ex ministro Pardo Vuelvas; contra el del M-19, por los casos del homicidio de Jos Raquel Mercado, toma de los peridicos. El Bogotano y El Caleo, el saqueo de las armas del Cantn Norte, la incursin al departamento de Nario por la columna dirigida por Toledo Plata, entre otros. As mismo, se debe recordar que en el perodo comprendido entre 1978 y 1992, pasaron por las brigadas militares aproximadamente 50 mil personas, las cuales sin excepcin denunciaron las torturas a que fueron sometidas.

    El Cdigo Penal de 1980

    El mismo legislador de excepcin que expidi el Estatuto de Seguridad, mediante facultades extraordinarias concedidas por el Congreso al ejecutivo (ley 5a de 1979), expidi el Cdigo Penal del 80, decreto 100 de 1980 (28 de enero), que entr a regir un ao despus.

    El Ttulo II de los Delitos Contra el Rgimen Constitucional (Artculo 125 y ss.) en su Captulo nico denominado de la Rebelin, Sedicin y Asonada, cambi la estructura jurdica del delito poltico del Cdigo anterior.

    En este cdigo se suprimen las anteriores categoras, quedando nicamente los promotores, organizadores, directores y los dems comprometidos con la rebelin (artculo 125). Igualmente, se aument la sancin de cuatro aos y media hasta nueve aos para los primeros y de tres a seis aos de prisin para los segundos. Desapareci la figura de exclusin de pena para los reclutados por los rebeldes, que no hubieran cometido delito alguno; vari la extincin de responsabilidad por la de pena para los hechos punibles cometidos en combate, siempre y cuando no constituyan actos de ferocidad, barbarie o terrorismo (artculo 127) y se mantiene la agravacin de la pena cuando el agente sea empleado pblico.

    As mismo, se suprimi parte del ttulo anterior "contra la seguridad del Estado", quedando comprendidas como infracciones comunes: terrorismo (artculo 187) y actos de terrorismo (artculo 189 a 202). Merece especial atencin este aspecto teniendo en cuenta la vinculacin que se le da al rebelde con el terrorismo a partir de este cdigo.

    La materia que nos ocupa carece de antecedentes en el derecho colombiano, pues ni el Cdigo Penal de 1936, ni el anteproyecto de 1974, ni el proyecto de 1976 describen el terrorismo como conducta delictiva. Sin embargo. El Cdigo Penal de 1980, en el Ttulo V, contempla los Delitos Contra la Seguridad Pblica, el cual es un bien jurdico de amplio contenido social y que tiene tres grupos de hechos punibles: primero, Concierto para Delinquir, terrorismo e instigacin; segundo, delitos de peligro comn o que puedan ocasionar grave perjuicio a la comunidad y otras infracciones; y tercero, Delitos contra la Salud Pblica.

    El artculo 187 de este cdigo consagraba el terrorismo de la siguiente manera:

  • "El que con el fin de crear o mantener un ambiente zozobra, o de perturbar el orden pblico, emplee contra personas o bienes, medios de destruccin colectiva: 10 a 20 aos de prisin, sin perjuicio de la pena que corresponda por los dems delitos que se ocasionen con este hecho.

    Fue modificado por el artculo 1 del decreto ley 180/88 (estatuto para la Defensa de la Democracia) llamado comnmente "estatuto antiterrorista", que defini el delito de la siguiente manera:

    Terrorismo. El que provoque o mantenga en estado de zozobra o terror a la poblacin o a un sector de ella, mediante actos que pongan en peligro la vida, la integridad fsica o la libertad de las personas o las edificaciones, o medios de comunicacin, transporte procesamiento o conduccin de fluidos o fuerzas motrices valindose de medios capaces de causar estragos incurrir en prisin de diez (10) a veinte (20) aos y multa de diez (10) a cien (100) salarios mnimos mensuales, sin perjuicio de la pena que le corresponda por los dems delitos que se ocasionen con este hecho.

    Si el estado de zozobra o terror es provocado mediante llamada telefnica, cinta magnetofnica, video, csete o escrito annimo, la pena ser de dos (2) a cinco (5) aos y la multa de cinco (5) a cincuenta (50) salarios mnimos mensuales.

    Esta norma fue adoptada como legislacin permanente, por el decreto extraordinario 2266/91 (Estatuto para la Defensa de la Justicia) y posteriormente (en 1991), aprobado por la Asamblea Especial Legislativa que se pact al interior de la Constituyente Este artculo define vagamente y con ambigedades este tipo penal.

    Sobre esta definicin de terrorismo vale la pena rescatar algunas voces:

    Por ejemplo, lo sostenido en su momento por Federico Estrada Vlez, presidente de la Comisin Asesora, en su sesin del 5 de diciembre de 1979: "El terrorismo (artculo 187) es otra de las figuras nuevas que se introducen en este captulo, y cuya importancia no es discutible, particularmente cuando la subversin nihilista y anarquizante adopta continuamente los ms destructores medios de accin para socavar las instituciones, o simplemente, en muchos casos, como medio de vesnica protesta".

    Sobre el delito de terrorismo, la Corte Suprema de Justicia ha expresado frente a los elementos del tipo: "Se trata de un hecho punible con un ingrediente subjetivo referido a los fines perseguidos por el infractor, de crear o mantener un estado de zozobra o perturbar el orden pblico, mediante el empleo de medios de destruccin colectiva contra personas o bienes. Es pues, un tipo que requiere la utilizacin de medios peligrosos, pero de mera conducta, pues no es necesario que las personas o cosas sufran dao, es decir, que sean alcanzados por los objetos peligrosos o inflamables" (Mag. Ponente Jorge Carreo Luengas, 4 de octubre de 1988).

    Frente a la conexidad: "Pero es igualmente muy probable que la conexidad se presente con los denominados delitos polticos, porque de manera casi necesaria las actividades terroristas andan de la mano de los delitos polticos, porque en realidad aquellos son los medios instrumentales utilizados para conseguir los fines ltimos de la actividad poltica subversiva, esto es la toma del poder, y el cambio de la estructura constitucionalmente establecida" (Mag. Ponente Edgar Saavedra Rojas, 15 de septiembre de 1988.

    Puede afirmarse que dicho Cdigo Penal seala como comn el delito de terrorismo, pero sin negar del todo su posibilidad de conexidad con los delitos polticos clsicos, lo cual lo confirma el artculo 127 del C.P.

    "Los rebeldes o sediciosos no quedarn sujetos a pena por los hechos punibles cometidos en combate, siempre que no constituyan actos de ferocidad, barbarie o terrorismo" (Destacado fuera de texto).

  • O sea, que -fuera de combate- aunque se trate de actos conexos o actos complejos, relacionados con la rebelda o la sedicin, se estipula que ningn delito comn que ocurra en los eventos anteriores ser tipificado como "conexo" o "complejo" para exencin de pena, en relacin con los delitos polticos.

    Los delitos de peligro comn o que pueden ocasionar graves perjuicios para la comunidad y otras infracciones, son trece, de los cules slo se mencionarn los respectivos ttulos:

    Incendio; dao en obra de defensa comn; provocacin de inundacin o derrumbe; perturbacin en servicio de transporte colectivo; siniestro o dao de nave; pnico; disparo de arma de fuego contra vehculo en que se hallen una o ms personas; perturbacin de los servicios de comunicaciones, energa y de combustible; tenencia, fabricacin y trfico de sustancias u objetos peligrosos; empleo o lanzamiento de sustancias u objetos peligrosos; obstruccin de obras de defensa o de asistencia; fabricacin y trfico de armas de fuego o municiones; fabricacin y trfico de armas y municiones de uso privativo de las Fuerzas Armadas. En la mayora de las anteriores conductas se crea la modalidad culposa y en algunas se introduce el modelo de "responsabilidad objetiva" penal, como en el caso de la fabricacin y trfico de armas de fuego y municiones.

    El profesor Ivn Orozco Abad, en su obra Combatientes, rebeldes y terroristas, en la p. 182, dice: "La historia de los tipos penales se cubre slo parcialmente con la anterior. En general, dicha historia aparece como la historia del trnsito de la dominancia del tipo penal de la rebelin hacia la dominancia del tipo penal del terrorismo...

    La entronizacin prematura del tipo penal del terrorismo -en cuanto a que es importado de la actual legislacin europea- como figura dominante y como virtual sustituto del delito de rebelin, y su aplicacin ampliada a la represin de la protesta social y poltica no armadas, constituyen, en tal sentido, un grave error de apreciacin histrica, con nefastas consecuencias en el mbito poltico-criminal y jurdico penal".

    El profesor Antonio Vicente Arenas considera "supremamente grave que el tipo de terrorismo se aplique o reemplace al de rebelin, sin hacer un examen histrico de la violencia poltica colombiana y de las caractersticas propias que histricamente ha distinguido a la rebelin".

    A su turno, ex Defensor del Pueblo, Jaime Crdoba Trivio, preocupado ante las profundas crticas de que es objeto la abstracta definicin del delito de terrorismo y ante la arbitraria adecuacin tpica que se viene haciendo de esta norma represora, por parte de distintas autoridades judiciales, el 8 de junio de 1993 envi una comunicacin al presidente del senado Tito Edmundo Rueda Marn, en cuyos apartes se lee:

    "Esta tipificacin -se refiere al terrorismo- ajuicio del Defensor del Pueblo, tiene el grave defecto de ser equivoca y con ello se causa quebranto a las normas constitucionales que consagran el principio de la legalidad. Como en 1991 lo reconoci la Corte Suprema de Justicia, de dichas normas constitucionales "dimana para el legislador la exigencia de definir de antemano y en forma clara, expresa, inequvoca e impersonal la conducta merecedora de la pena, quedando proscrito el sealamiento de sanciones por comportamientos ambiguos de contornos indeterminados..."

    "... Dentro de una sociedad democrtica, el control represivo del ejercicio de los derechos fundamentales debe ajustarse estrictamente al principio de tipicidad, de modo que la definicin o descripcin legal de las conductas punibles se caracterice por su inequivocidad. Se viola el principio nullum crimen, nullum poene sine lege, tcticamente consagrado en el artculo 29 de la Constitucin, cuando la tipificacin de hecho es tan imprecisa, vaga o incierta que deja amplias y mltiples dudas sobre su contenido y alcance".

  • "... Mal puede cumplirse la funcin garantizadora de la tipicidad si la norma en la cual se prohbe un comportamiento, en vez de ser expresa, clara, exhaustiva, limitativa, es tan ambigua que puede interpretarse en varios sentidos o dar origen a juicios diversos y contradictorios" (comillas del Defensor del Pueblo).

    Con los anteriores comentarios en tomo al tema que nos ocupa queda expuesto cmo la norma en cuestin facilita que el rebelde sea tenido como terrorista desconociendo la complejidad de su accin y que debe ser reconocida por la legislacin de un Estado democrtico.

    Adems, no se puede confundir el actuar de los rebeldes con las modalidades delictuosas realizadas por los narcotraficantes en sus proclives fines narco-terroristas, como lo demuestra la actuacin del seor Pablo Escobar, en casos tan graves como lo fueron en su oportunidad la bomba en el avin de Avianca, la bomba en el edificio del DAS, o las bombas colocadas en edificios o zonas cntricas de las ciudades.

    En igual sentido podramos afirmar que las distintas actividades realizadas por agentes estatales con o sin la ayuda de los denominados grupos paramilitares, pueden y son actos tpicamente terroristas, actos como las masacres o los bombardeos indiscriminados contra poblaciones inermes, que lo nico que pretenden es causar terror en la poblacin. Un ejemplo de esta forma de actuacin del Estado y sus agentes son las masacres de Trujillo (Valle), Los Uvos y Caloto, en el Cauca, y la de Mapiripn en el departamento del Meta.

    Lo anterior no significa que los miembros de los grupos alzados en armas no puedan cometer actos de terrorismo, como seran acciones similares a las realizadas por los narcotraficantes o por los agentes del Estado; el colocar bombas en vehculos de transporte pblico, en sitios de concurrencia pblica, como iglesias, teatros, estadios, acciones realizadas contra personas de la poblacin civil no combatientes o contra bienes civiles.

    El juzgar a los rebeldes por rebelin y terrorismo, eventualmente puede constituir un doble juzgamiento, una violacin al principio de la subsuncin. Vale la pena resear lo dicho en algunas providencias por la Corte Suprema de Justicia en su sala penal, as:

    "El principio non bis in dem es una garanta jurdico-penal que impide una doble imputacin y un doble juzgamiento o punicin por un mismo hecho. Los jueces no pueden desconocer decisiones anteriores que afectan los derechos del individuo o revisar nuevamente asuntos finiquitados con el costo y esfuerzo que ello significa para el Estado. En virtud de este principio, no le es lcito al juzgador fraccionar el hecho para convertirlo en varios delitos o traducirlo en varias penas. Tampoco le es permitido valorar un mismo factor como elemento integrante del tipo penal y, a la vez, como circunstancia agravante del delito o de la punibilidad. El principio non bis in idem acta as como una proteccin al acusado o condenado contra una posible doble incriminacin total o parcial".

    Este principio consagrado constitucionalmente en el artculo 29 ha estado emparentado desde sus orgenes con el principio de la cosa juzgada, lo cual obedece a razones de seguridad jurdica, de justicia y de economa procesal, de manera que los jueces no pueden desconocer decisiones anteriores que afectan los derechos del individuo o revisar nuevamente asuntos finiquitados con el costo y esfuerzo que ello significa para el Estado.

    El principio que prohbe someter dos veces ajuicio penal a una persona por un mismo hecho, independientemente de si fue condenada o absuelta, es expresin directa de la justicia material. En virtud de este principio, no le es lcito al juzgador fraccionar el hecho para convertirlo en varios delitos o traducirlo en varias penas. Tampoco le es permitido valorar un mismo factor como elemento integrante del tipo penal y, a la vez, como circunstancia agravante del delito o de la

  • punibilidad. El principio non bis in dem acta as como una proteccin al acusado o condenado contra una posible doble incriminacin total o parcial.

    El non bis in dem tiene especial aplicacin en el mbito de la extraterritorialidad de la ley penal. Los tratados y convenios internacionales de derecho penal se erigen sobre los principios de soberana y reciprocidad, en virtud de los cuales los estados partes deben reconocer y respetar los procedimientos y las sentencias dictadas en un pas extranjero, de manera que una persona no pueda ser juzgada o condenada por el mismo hecho, por dos o ms jurisdicciones. En el evento de que la legislacin interna de un Estado no reconozca el valor de cosa juzgada de las sentencias extranjeras, los tratados internacionales igualmente estipulan, como mnimo, el principio del "abono de penas". As, pues, a la pena impuesta al trmino del caso nuevamente juzgado por los jueces nacionales se le deduce como tiempo cumplido la pena purgada en el pas extranjero.

    El principio non bis in dem no excluye la posibilidad de que la ley contemple penas concurrentes (privacin de la libertad, interdiccin de derechos, multa) aplicables a la comisin de una determinada conducta. La imposicin de penas concurrentes a una misma conducta no es contraria a la unidad de la pena. El legislador al consagrar la sancin jurdica de un supuesto de hecho est en libertad de afectar no slo la libertad del condenado, sino tambin su esfera patrimonial y el ejercicio de sus derechos civiles o polticos, todo lo cual constituye la pena a imponer por la comisin del delito.

    La justicia sin rostro

    En el documento Santaf I, el gobierno norteamericano defini las polticas a aplicar en Latinoamrica durante la dcada de los aos ochenta con el propsito de afianzar su predominio en el continente. Para la dcadas de los aos noventa aplic las polticas consignadas en el documento Santaf II. En este ltimo, defini que Per y Colombia tenan que establecer Tribunales Especiales para juzgar los delitos de narcotrfico y terrorismo.

    En cumplimiento de los dictados del imperio, en Per y en Colombia se establecieron jurisdicciones especiales, en ambos pases se crearon tribunales y procedimientos secretos, especialmente dedicados a perseguir la disidencia poltica, en claro acatamiento de la doctrina de seguridad nacional, es decir, que la justicia sin rostro, sin duda, desde la legalidad era el instrumento ms indicado para perseguir al "enemigo interno", es decir, no slo al opositor poltico armado, sino a todo tipo de oposicin a las polticas del establecimiento.

    El propio Procurador General de la Nacin, Gustavo Arrieta Padilla, en 1993 deca: "Los organismos de seguridad y defensa del Estado estn entrenados para perseguir a un enemigo colectivo, estableciendo relacin directa, por ejemplo, entre los efectivos de la subversin y cuando se llevan a cabo acciones contraguerrilleras, estos sujetos pasivos no son identificados como vctimas independientes sino como parte del enemigo porque cometen el error de considerarlos enemigos o aliados del enemigo... no debe haber, por ningn motivo, enemigos ideolgicos sino exclusivamente enemigos militares. El enemigo es slo aquel que confronta al Estado estando armado. Las simpatas tcitas o explcitas no convierten a ningn individuo o grupo en enemigo militar".

    El Estado a travs de su permanente guerra integral no solamente hace uso de la fuerza para imponer sus designios, sino que tambin acude a la totalidad de su estructura para garantizar la eficacia del "control social" que mantenga inclume el statu quo y facilite la imposicin de sus planes o polticas, y no con el inters de buscar el bienestar y la convivencia armnica de las comunidades como corresponde a un Estado democrtico y social de derecho. La justicia sin rostro en este sentido, pone el sistema judicial al servicio de intereses y propsitos no santos.

  • En Colombia, a finales de la dcada de los aos ochenta, las acciones terroristas de los carteles del narcotrfico, estaba entre otras cosas, asesinando funcionarios judiciales a lo largo y ancho del pas. Esta coyuntura fue aprovechada por el Estado para crear por va de los estados de excepcin: el Estatuto para la Defensa de la Justicia (decreto 2790 de 1990) que estableci la justicia regional, mejor llamada justicia secreta o sin rostro, luego convertida en legislacin permanente. De otro lado, con la justicia sin rostro, el Estado cubri el vaco que haba dejado la prohibicin de que los civiles fueran juzgados por la justicia penal militar. Como complemento perfecto, a esta justicia se le encarg la investigacin y juzgamiento de casos de delitos contemplados en los principales decretos expedidos a la luz de los estados de excepcin, entre ellos, el famoso estatuto de la defensa de la democracia, ms conocido como estatuto antiterrorista (decreto 180 de 1988), el cual recoga en esencia, las disposiciones del estatuto de seguridad creado en el gobierno de Julio Csar Turbay Ayala, que fue el instrumento para llenar las crceles y los batallones de presos y perseguidos polticos. El estatuto antiterrorista creado al amparo de los estados de excepcin, al igual que le estatuto de defensa de la democracia, me convertido en legislacin permanente.

    La justicia sin rostro estableca la reserva de identidad de fiscales, jueces, tribunales y auxiliares de la justicia, incluyendo al representante de la Procuradura que acta en los procesos. Tambin cre los tristemente famosos testigos sin rostro, figura que fue utilizada para hacer temerarias acusaciones y cometer terribles arbitrariedades.

    La justicia sin rostro tambin se caracteriz por desconocer el principio de la presuncin de inocencia; la nica medida de aseguramiento era la detencin preventiva. No se realizaban audiencias pblicas, sino que el trmite procesal era puramente escrito, permiti la legalizacin de la tortura a travs de las llamadas "versiones libres y espontneas", facilit privaciones de libertad arbitrarias, estableci una desigualdad manifiesta ante la ley; por ejemplo, al duplicar trminos para algunas etapas procesales y para la obtencin de libertades. En fin, la justicia sin rostro es el ejemplo pattico de lo que es un sistema puramente inquisitorial. Este mal remedo de justicia estuvo marcadamente influenciado por el poder militar, pues muchos de los fiscales tenan su sede en las instalaciones de la fuerza pblica y de seguridad del Estado, situacin que los converta en firmones de ordenes de interceptaciones telefnicas, de allanamientos; inclusive se conocieron casos en los que los fiscales sin rostro participaron en allanamientos, uniformados con prendas de uso privativo de las Fuerzas Militares. Tambin ocurrieron situaciones inauditas, como permitir que personas civiles detenidas en las instalaciones de la fuerza pblica participaran de operativos militares. Adems, sta reuna un conjunto de facultades que en la prctica se constituan en las autoridades judiciales: investigaban, pasaban los informes, detenan, interrogaban, practicaban pruebas, intervenan en el proceso, muchas veces manipulando a testigos secretos, etc.

    Este "modelo de justicia" naci con el pretexto de luchar contra el narcotrfico, pero la verdad es que por su estructura legal y por su funcionamiento, en la prctica fue un instrumento esencialmente contrainsurgente y un mecanismo efectivo para criminalizar la protesta popular y social que se desarrollaba dentro de los cauces constitucionales y legales.

    Al respecto, un informe de Amnista Internacional denunci: "...Al mismo tiempo se estn cerrando los cauces de la protesta social. Las reformas econmicas, sobre todo la adopcin de medidas que promueven una economa libre de mercado, han exacerbado las tensiones sociales atizando las protestas de los ltimos aos. Los anteriores gobiernos no slo utilizaron los poderes de emergencia contra las organizaciones guerrilleras, sino tambin para controlar y sofocar la protesta social, mediante el uso arbitrario de la legislacin antiterrorista, introducida en teora para combatir el trfico de drogas y las actividades guerrilleras. Durante los tres ltimos aos, el nmero de presos polticos se ha elevado a ms de mil, muchos de ellos se encuentran encarcelados tras haber sido acusados falsamente de delitos terroristas".

    Por su parte, en enero de 1992, la Comisin de la Superacin de la Violencia, patrocinada por el gobierno y surgida como resultado de los acuerdos de paz alcanzados en 1990 entre el gobierno y

  • las organizaciones guerrilleras del EPL y Quintn Lame, expres: "Entre los principales factores que permiten y propician las violaciones a los derechos humanos...se cuentan la criminalizacin de la protesta social, las atribuciones inconvenientes concedidas a las autoridades militares y de polica en relacin con civiles, la impunidad asociada con una interpretacin laxa del fuero militar, las prcticas ilegales realizadas en asocio con otros sectores que se expresan en colaboracin con paramilitares y en las campaas de limpieza social y, finalmente, la ausencia de reacciones adecuadas del ejecutivo, al no responsabilizar polticamente a los mandos que han sido acusados por reiteradas violaciones".

    El Estatuto para la Defensa de la Democracia o "Antiterrorista", apndice de la justicia sin rostro, le dio a la lucha popular el carcter de terrorismo, increment en forma desmesurada las penas privativas de la libertad, estableci modalidades especiales de complicidad, describi los delitos genricamente con varios verbos rectores cobijando muchas conductas al arbitrio del operador judicial. Este estatuto inici de manera considerable en la creciente desnaturalizacin del delito poltico, pues a partir del mismo, se acentu la tendencia de asimilar todas las acciones propias del ejercicio de los rebeldes como conductas terroristas. Ms an, el estatuto antiterrorista fue y sigue siendo (pues sus normas hoy hacen parte del cdigo penal, gracias a que fueron convertidas en legislacin permanente) un medio para criminalizar la protesta popular, social y sindical para facilitar o allanar el camino para imponer el modelo econmico y las reformas antidemocrticas. Numerosos son los casos de personas acusadas de terrorismo a la sombra de esta legislacin; por ejemplo, dirigentes sindicales de la Unin Sindical Obrera, que agrupa a los trabajadores de la industria petrolera, trabajadores de las telecomunicaciones, trabajadores de la educacin, entre otros. Por lo general, las vctimas han sido dirigentes sociales y sindicales que se oponen a los modelos econmicos privatizadores y que han asumido una frrea defensa del manejo soberano de los recursos naturales.

    Este sistema represivo llev a que se encontraran procesados por jueces sin rostro, sindicalistas, campesinos, estudiantes y dems personas consideradas enemigas del establecimiento, aplicndoles una legislacin de guerra en la cual se desconocan todas las garantas procesales y el debido proceso, constituyendo un instrumento antidemocrtico, regresivo, autoritario y dictatorial en la bsqueda del Estado por mantener el control social y el statu quo mediante un sistema penal inquisitorio propio de las pocas ms oscuras de la humanidad.

    Si hay alguien que sufra con rigor la severidad de la justicia sin rostro, como ya se expres, es el preso poltico. Por lo general, los funcionarios judiciales son especialmente cuidadosos en evitar la libertad de personas acusadas de haber cometido delitos polticos. As por ejemplo, al momento de fijar cauciones o fianzas para obtener la libertad provisional, exigen sumas de dinero imposibles de pagar con el nico fin de que el preso poltico no recobre su libertad.

    La justicia sin rostro fue curiosamente benvola con los grandes capos y delincuentes de cuello blanco, mientras que fue bastante rigurosa y arbitraria si se trataba de investigar y juzgar a presuntos o reales presos polticos.

    A manera de conclusin, la justicia regional fue la expresin normativa de la guerra que se libra en Colombia. A travs de esta normatividad, el Estado desarroll una verdadera guerra punitiva mediante la cual consolid la judicializacin del conflicto social y armado en una clara tendencia a guerrerizar la administracin de justicia.

    Artculo 127 del Cdigo Penal

    La decisin de la Corte Constitucional (Sentencia C-456 de 1997) de declarar inconstitucional el artculo 127 del decreto 100 de 1980 o Cdigo Penal fue el puntillazo final -en trminos taurinos- al delito poltico. El mencionado artculo consagraba la exencin de pena por hechos punibles cometidos en combate, entre ellos el homicidio, al igual, el artculo 184 del Cdigo Penal Militar cuyo texto es exacto al 127 mencionado y por tanto la decisin se refiere a los dos.

  • Revisemos con algo de detalle la sentencia mencionada, empezando por el texto de la norma en cuestin: "Exclusin de pena. Los rebeldes o sediciosos no quedarn sujetos a pena por los hechos punibles cometidos en combate, siempre que no constituyan actos de ferocidad, barbarie o terrorismo".

    Segn el demandante, la norma va en contra de los artculos 9, 93 y 94 de la Constitucin, por cuanto desconoce los tratados sobre derechos humanos vigentes en Colombia; el artculo 2 de la Constitucin, al no proteger el derecho a la vida de los soldados y de los terceros, "normalmente humildes campesinos"; el artculo 150, numeral 17 de la Constitucin, pues considera que en la norma acusada se consagra un indulto y ste slo corresponda concederlo al Congreso y finalmente considera el demandante que se desconoce el derecho al trabajo de los miembros de la Fuerza Pblica, pues es el nico oficio donde no existe sancin para quien d muerte a un trabajador en desempeo de su labor.

    Para efectos de la sentencia, la Corte recibe escritos destinados a coadyuvar la demanda, impugnaciones solicitando la declaracin de exequibilidad y concepto del entonces Procurador General de la nacin.

    Vale la pena rescatar lo dicho por el procurador Jaime Bernal Cuellar, quien solicita se declare exequible la norma impugnada y frente a ella manifiesta: "Resulta ms tcnica en la regulacin de las conductas conexas a la rebelin y sedicin, en el sentido de comprender genricamente delitos y contravenciones; ampliar la nocin del trmino 'en combate', y sancionar autnomamente aquellas conductas que impliquen actos de ferocidad, barbarie y terrorismo".

    En su concepto, agrega que a la luz del Derecho Internacional Humanitario est justificado a cabalidad la exclusin de responsabilidad por los actos conexos a los delitos polticos; y que adems, hay que tener en cuenta que la situacin jurdica frente a la exclusin de miembros de las Fuerzas Militares y de rebeldes en combate es distinta, y lo manifiesta as:

    "El primero constitucionalmente est instituido para defender la soberana, la independencia, la integridad del territorio nacional y el orden constitucional; el segundo por su lado, est al margen de la legalidad y por ello no tiene derecho, parafraseando a la Corte, a combatir ni a empuar las armas. As, la conducta de aqul en este solo escenario, el combate, puede encontrarse subsumida en las causales de justificacin previstas en el artculo 29 del Cdigo Penal, v. gr. aquella que descarta la antijuridicidad de los hechos cometidos en estricto cumplimiento de un deber legal, en legtima defensa; mientras que la del rebelde o sedicioso, en los supuestos del artculo 127 del Cdigo Penal, da lugar a la exclusin de respuesta punitiva".

    Con lo anteriormente expuesto, la Corte entra a decidir sobre el asunto declarando la inexequibilidad de los artculos 127 del Cdigo Penal y 184 del Cdigo Penal Militar. Basa la Corte su decisin en que son mltiples los motivos para ello, los cuales se exponen a continuacin:

    Considera que el artculo 127 consagra una verdadera amnista general, que viene a ser lo que el profesor Luis Carlos Prez denomina "causal de impunidad", y la define as:

    "Amnista general, anticipada e intemporal. Es general, porque comprende a todos los rebeldes o sediciosos, sean ellos particulares o miembros de las Fuerzas Armadas de la Repblica, y porque abarca todos los hechos punibles cometidos en combate, con slo unas excepciones. Es anticipada, porque durante la vigencia de la norma los rebeldes o sediciosos saben que cualquier delito que cometan (con la limitacin indicada) no estar sujeto a pena alguna. Y que ni siquiera ser objeto de investigacin, pues sta se har nicamente en relacin con los delitos de rebelin o de sedicin. Y es intemporal, porque no est sujeta a lmite en el tiempo y comprende todos los delitos cometidos por los rebeldes o sediciosos antes de la vigencia de la norma y durante ella".

  • Frente a lo cual concluye que slo el Congreso, de conformidad con el artculo 150, numeral 17, puede conceder amnistas o indultos generales. Y por tanto es evidente la vulneracin de la constitucin.

    Frente al artculo 2" de la Constitucin, considera que es contraria a esta norma rectora, una norma que permite la comisin de toda clase de delitos y asegura su impunidad, o mejor, que convierte el delito (todos los delitos) en arma poltica.

    Que violan el inciso segundo del artculo 4, ya que estas normas permiten la comisin de todos los delitos a quien cometa los de rebelin o sedicin.

    Tambin considera que estas normas establecen un privilegio inaceptable para quienes, por su propia voluntad, incurren en los delitos de rebelin o sedicin: el violar impunemente todas las normas penales.

    Tambin considera que los artculos 127 y 184 quebrantan el artculo 22 de la Constitucin, porque el que atenta contra la paz por medio de las armas, o por medio de la comisin de cualquier delito, no est sujeto a pena alguna.

    Que violan los numerales 3, 6 y 7 del artculo 95 de la Constitucin, porque el 3 consagra el deber de "respetar y apoyar las autoridades democrticas legtimamente constituidas" y estas normas autorizan la comisin de toda clase de delitos; el 6, porque el mantenimiento de normas que establecen causales de impunidad no contribuye al logro y mantenimiento de la ley y, por ende, atenan contra la paz y, finalmente, el 7, porque impiden que se administre justicia y se castiguen los autores de delitos.

    As mismo, sostiene que estos artculos desconocen el artculo 229 de la Constitucin, que consagra el derecho de toda persona a acceder a la administracin de justicia considerando que los rebeldes y sediciosos no estn sujetos a pena por los hechos punibles cometidos en combate y que slo se investigan los delitos de rebelin y sedicin. En consecuencia, las vctimas de los dems delitos cometidos por ellos, o sus herederos, se ven privados de la posibilidad de constituirse parte civil en un proceso ' penal para reclamar la indemnizacin de perjuicios.

    Finalmente, considera que se quebrantan el artculo 250 de la Constitucin, porque la Fiscala General de la Nacin no puede investigar los delitos cometidos por rebeldes o sediciosos, en combate, ni acusar a los presuntos infractores ante los juzgados y tribunales competentes.

    Al referirse a los delitos polticos dentro de la constitucin, resalta el "tratamiento benvolo" dado por sta, mencionado para ello los artculos 35;150-17; 179-1, 2, 3; 201-2; 232-3; 299 y el artculo transitorio 18 y argumentando que, "el trato favorable a quienes incurren en delitos polticos est sealado taxativamente en la propia Constitucin. Por lo mismo, el legislador quebranta sta cuando pretende legislar por fuera de estos lmites, ir ms all de ellos".

    Frente al delito poltico, la Corte aclara que este no desaparece del ordenamiento jurdico nacional porque subsisten todas las normas de la Constitucin que le dan, en forma excepcional, un tratamiento favorable a sus autores; y, queda en pie, especialmente, la posibilidad de que el Congreso, en la forma prevista en el numeral 17 del artculo 150 de la Constitucin, por graves motivos de conveniencia pblica, conceda la amnista y el indulto generales por esos delitos polticos.

    Por lo anterior es al Congreso a quien corresponde, en esa ley extraordinaria, determinar los delitos comunes cometidos en conexin con los polticos y que por ello quedaran cobijados por la amnista y el indulto; y en el mismo sentido cules no pueden serlo, por su ferocidad, barbarie o por ser delitos de lesa humanidad.

  • Adems, considera que la Rebelin es un delito autnomo y que la pena que consagra no es de las ms altas del cdigo aunque se agreguen otros hechos punibles como para autorizar la impunidad que proporciona la exclusin de pena.

    Finalmente, la Corte cierra su decisin dando la estocada final al delito poltico al sostener que: "La ley penal que se ocupa del delito poltico produce la exclusin de la pena precisamente en relacin con el elemento que resulta reprochable de este fenmeno criminal: el uso de la violencia. La santificacin de la guerra interna nunca puede ser el cometido del derecho penal de una sociedad democrtica que aspire a consolidar, sobre la base del consenso y del respeto a los derechos fundamentales, el bienestar de su pueblo".

    Para poder entender la incidencia que frente a la desnaturalizacin del delito poltico tiene esta sentencia, cabe recordar que es de la esencia de la rebelin el uso de las armas para combatir al Estado, y que el enfrentamiento de los rebeldes contra ste lleva consigo el acaecimiento de combates entre las fuerzas armadas del Estado y los rebeldes, en los que casi necesariamente se producen muertos de lado y lado.

    Que en una guerra se persigue dominar y vencer a la fuerza contradictora, y en ese proceso de debilitamiento del "enemigo", suceden numerosas eliminaciones fsicas de combatientes. Por ello, histricamente (dentro de una concepcin demoliberal de la sociedad y del derecho penal) los homicidios cometidos en combate no eran susceptibles de pena, sino que quedaban subsumidos en el punible de rebelin.

    Con el mencionado fallo de la Corte se redujo a su mnima expresin al delito poltico: prcticamente, a su desaparicin jurdica. Se puede decir, parafraseando al profesor Ivn Orozco Abad, que el delito poltico ha quedado reducido a "letra muerta". Con el fallo de la Corte un rebelde ya no estar de cinco a nueve aos en la crcel sino de 25 a 40 como mnimo. Como quien dice, el delito poltico consiste en el mero porte de las armas para amenazar la estabilidad del Estado que se combate, pero si se usan en combate, el delincuente poltico pasa a ser un vulgar delincuente comn.

    Tal situacin genera dificultades a la hora de una negociacin entre el Estado y los insurgentes con el objetivo de buscar una salida poltica al conflicto armado. Pues como quedaron las cosas, los funcionarios judiciales tendran serios problemas para otorgar indultos o amnistas a los rebeldes. Empezando porque los destinatarios de las figuras del indulto y la amnista son los delincuentes polticos y no los delincuentes comunes, condicin a la que han quedado reducidos con el malhadado fallo de la Corte Constitucional. Tal decisin constituye una zancadilla a los procesos de dilogo y negociacin.

    Sobre la justicia especializada

    A mediados de 1999, en teora, la justicia sin rostro se desmonta en acatamiento a las exigencias de la comunidad nacional e internacional. En su remplazo se cre la ley 104/99, la cual, sin embargo, mantuvo pilares esenciales de la justicia secreta; por ejemplo, mantuvo la posibilidad de reserva de identidad de los fiscales y los testigos, la detencin preventiva como nica medida de aseguramiento posible, la duplicidad de trminos en las etapas procesales y para obtener libertades. No obstante, al estudiar esta ley, la Corte Constitucional declar inconstitucional las normas que protegan la reserva de identidad de testigos y funcionarios judiciales. Adems, la ley 104 cre los llamados jueces penales de circuito especializados, que conservan la competencia para juzgar los mismos delitos que conocan los jueces sin rostro bajo trmites tambin especiales. En otras palabras, con la ley 104 se mantiene la existencia de una jurisdiccin especial que atenta contra el postulado de la igualdad ante la ley.

  • En relacin con la rebelin, la ley 104 no la contempl como asunto de su competencia, con lo cual pas a ser conocido por fiscales y jueces ordinarios. A pesar del aparente avance, hay que decir que la desnaturalizacin del delito poltico ha llevado a que los rebeldes en armas casi nunca sean investigados y juzgados por rebelin, sino por homicidio, falsedad documental, hurto, terrorismo, etc. En otras palabras, la inmensa mayora de presos polticos siguen siendo juzgados por la justicia especializada.

    Un ao despus, la ley 104 fue incorporada al cdigo penal y de procedimiento penal, creados a mediados del ao 2000 y que entraron en vigencia el 24 de junio del ao 2001.

    Caractersticas fundamentales en el tratamiento de los opositores polticos en el nuevo Cdigo Penal y de procedimiento

    Por primera vez en la historia legislativa del pas, en los ltimos 100 aos, el Congreso de la Repblica cumpli su funcin legislativa y por fin expidi un Cdigo, el Cdigo Penal y de Procedimiento Penal, en vigencia a partir del 24 de julio de 2001. Contemplados en el ttulo XVIII, se encuentran los delitos contra el rgimen constitucional y legal, los cuales nuevamente y sin mayor transformacin son tratados en el captulo nico de la rebelin, sedicin y asonada.

    En trminos generales, puede decirse que la nueva normatividad sigue desconociendo importantes principios universales que gobiernan el debido proceso, y que las conductas que constituyen infracciones al DIH parecen estar destinadas para imponrseles exclusivamente a la insurgencia, si se tiene presente la forma de describir los tipos penales y porque los funcionarios pblicos aparecen expresamente como responsables de delitos descritos en captulos distintos al que contempla el cdigo, como infracciones al Derecho Internacional Humanitario.

    Con un tinte marcadamente contrainsurgente, esta nueva legislacin penal tiene cuerpos normativos que contribuyen a la desnaturalizacin del delito poltico, a la creciente guerrerizacin de la justicia a travs de una equivocada prctica de judicializar el conflicto, como si ste y sus causas pudieran resolverse en los estrados judiciales.

    Adems, el sistema penal mantiene una estructura normativa que facilita su instrumentalizacin para reprimir o criminalizar la protesta popular, social y sindical y para perseguir con especial saa al opositor de las polticas del establecimiento, empezando porque a pesar de que el cdigo penal rebaj los topes mximos de las penas, en el caso de la rebelin lo mantuvo, pero elevando la pena mnima.

    Se mantiene la desnaturalizacin del delito poltico. Cabe recordar que en la ltima etapa del proceso histrico slo se juzga por rebelin (cuando se tiene la suerte de no ser acusado de terrorismo y otros graves delitos) a los miembros del movimiento popular y sindical, criminalizando su legtimo derecho a la protesta. A los alzados en armas contra el sistema se les viene juzgando por terrorismo, homicidios y delitos conexos; ahora se les tiende a juzgar como narco-terroristas, quitndoles toda connotacin poltica.

    As mismo, cabe recordar, como se ha tratado en otros apartes, que a partir del fallo de la Corte Constitucional de 1997, mediante el cual se desconoci la complejidad del delito de rebelin al considerar que los homicidios y otras conductas cometidas en combate no hacen parte de la misma, los rebeldes recibirn penas adicionales por esos delitos, es decir, que no sern juzgados por rebelin y, en consecuencia, estn condenados a recibir las mximas penas que permite el cdigo.

    El nuevo cdigo modifica la pena de multa de la rebelin. La multa, pena principal que acompaa en la mayora de los casos la de prisin y la interdiccin de derechos y la prohibicin para ejercer funciones pblicas, se modifica estableciendo lmites de 1 salario mnimo a 50 mil

  • (aproximadamente 14 mil millones de pesos) contemplando la posibilidad de pagarlo con trabajo o arresto permanente o de fin de semana, sin que pueda pasar de 2 aos.

    Pero detengmonos en la rebelin, considerado el delito poltico por excelencia. Contemplada en el artculo 467, se le impone una pena de 6 a 9 aos de prisin (se aumenta la pena mnima en relacin al anterior cdigo) y 100 a 200 salarios mnimos de multa, aumentndola a la mitad para los que promuevan, dirijan u organicen y una tercera parte si es empleado oficial.

    Como es lgico, dentro de la estructura general del sistema penal colombiano de cara al opositor poltico, se ve cmo el cdigo mantiene la ambigedad frente al delito de terrorismo. Contemplado dentro del ttulo XII de los delitos contra la seguridad pblica en su captulo primero, artculo 343, sigue manejndose como el tipo abierto y oscuro que permite su aplicacin desproporcionada y desmedida. Sin duda seguir siendo como ha sido utilizado para criminalizar acciones legales y legtimas, de protesta social y sindical.

    Adems, conserva como agravante la toma de instalaciones de la Fuerza Pblica, lo que en el marco del conflicto armado interno significa que la ley tilda de "terrorismo" a las acciones propias de la guerra, aunque ellas se ajusten a los dictados del DIH.

    En suma, los nuevos cdigos penales no se cien a los parmetros mnimos establecidos en la normatividad internacional de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Su estructura sigue desconociendo los principios bsicos del debido proceso y, a cambio, sigue manteniendo una marcada tendencia a instrumentalizar el derecho penal para asegurar la implantacin de las polticas del establecimiento, las que no precisamente pretenden garantizar los derechos fundamentales de la mayora de la poblacin.

    Estados de excepcin y su papel en la legislacin colombiana

    Los Estados latinoamericanos suelen prever en sus propias Constituciones Polticas medidas excepcionales para contrarrestar graves y extraordinarias alteraciones del orden pblico que, por lo mismo, escapan al ordinario control normativo creado para el manejo de la normalidad institucional. Este fenmeno se denominaba en Colombia Estado de sitio, y estuvo regulado por el artculo 121 de la Constitucin de 1886; actualmente se denomina Estado de conmocin (artculos 212,213 y 214 de la Constitucin de 1991).

    En Colombia, la deformacin en la aplicacin de este estatuto excepcional, puede decirse que empez a partir de 1944, luego de la reforma del artculo 121, cuando la motivacin de su declaracin se convirti en el reflejo de la apreciacin subjetiva del presidente. Fue entonces cuando disturbios, paros, huelgas y cierto tipo de delitos, que bien podran superarse con la legislacin ordinaria en un estado normal, se convirtieron en motivo suficiente para convocarlo, sobre todo teniendo en cuenta que la pretensin con su aplicacin era generar efectos polticos para defender un sistema poltico y de vida.

    Las normas expedidas bajo el decreto de Estado de sitio, hasta fechas muy recientes, no se dirigan exclusivamente al motivo de su declaracin; realmente a travs de l se legislaba sobre materias que no tienen el ms mnimo nexo con la conmocin que generaba su declaracin; por su puesto, sin perder de vista que en la Constitucin no se prevea un lmite espacial a su duracin.

    En la Constitucin actual, esta misma figura se denomina Estados de conmocin interna, la cual estipula que los decretos que dicte el presidente, bajo estos lmites, tendrn carcter obligatorio, siempre que lleven la firma de todos los ministros; que el gobierno no puede derogar las leyes por medio de los expresados decretos y que sus facultades se limitan a la suspensin de las que sean incompatibles con el Estado de excepcin.

  • Esto no mejora mucho el panorama. Si uno de los ministros no est de acuerdo con la declaratoria, se cambia por uno que s lo est y el hipottico inconveniente sera resuelto. Semejante a lo que se presentaba con el concepto que deba emitir el Consejo de Estado, en vigencia de la Constitucin anterior, que no era obligatorio y que en las ocasiones en que se dio, an siendo negativo, la declaratoria procedi. O la Corte Suprema de Justicia, que se limitaba a revisar los requisitos de forma, es decir, firma de ministros y concepto del Consejo de Estado, sin ms ni ms.

    Y qu decir del Congreso, con la exposicin motivada que el presidente deba darle sobre las razones de la declaratoria; as, si al decretar la turbacin del orden pblico y el Estado de sitio el Congreso estaba reunido, el presidente presentaba inmediatamente una exposicin motivada de las razones que determinaron la declaracin, y si no estaba reunido, la exposicin era presentada el primer da de las sesiones ordinarias o extraordinarias inmediatamente posteriores a la declaracin o en la mayora de las ocasiones llegaba antes que el cuerpo del decreto slo para cumplir con la forma.

    En el caso de guerra exterior, el gobierno convoca al Congreso en el decreto que declaraba turbado el orden pblico y en Estado de sitio a la repblica, para que se reuniera dentro de los diez das siguientes, y si no lo convocare, poda el Congreso reunirse por derecho propio. El gobierno declaraba restablecido el orden pblico, tan pronto como haba cesado la guerra exterior o terminado la conmocin interior, dejando as de regir los decretos de carcter extraordinario que hubiese dictado.

    La responsabilidad es del presidente y de los ministros una vez declarado turbado el orden pblico sin haber ocurrido el caso de guerra exterior o de conmocin interior; y lo es tambin de los dems funcionarios, por cualquier abuso que hubieren cometido en el ejercicio de las facultades. Pese a que del contenido de esta disposicin constitucional se desprende inequvocamente tanto su excepcionalidad como su limitadsimo marco temporal, lo cierto es que en Colombia el Estado de sitio se convirti en mecanismo ordinario de gobierno.

    Desde abril de 1948, hasta la promulgacin de la Constitucin en 1991, se decret el Estado de sitio en 15 oportunidades que, sumadas temporalmente, abarcan un perodo de 25 aos y nueve meses; lo que significa que durante 43 aos vivimos slo 10 aos y tres meses de "normalidad jurdico-institucional". En todo caso, hay que tener presente que los gobiernos tomaron la costumbre de convertir en legislacin permanente las normas creadas al amparo de los estados de excepcin, lo que significa que an levantados estos estados de excepcin, permanecan sus normas, es decir, se establece una "normalidad jurdica" con base en la vigencia permanente de normas nacidas en los estados de excepcin.

    Veamos un poco ms en detalle las implicaciones que ha tenido en la democracia colombiana los estados de excepcin.

    Los estados de excepcin rompen con la normalidad jurdica y poltica que debe caracterizar a un rgimen democrtico. Un pas que vive en permanente Estado de excepcin necesariamente est invadido de antidemocracia y, por ende, la violacin de los derechos humanos y las libertades pblicas son de cotidiana ocurrencia.

    Colombia ha vivido en permanente Estado de sitio. Los decretos expedidos por gracia de los estados de excepcin han tendido a convertirse en legislacin ordinaria permanente en un proceso que podra denominarse "institucionalizacin de las normas excepcionales", situacin que pretende mantener al pas en perpetuo Estado de excepcin, pese a que ste formalmente sea levantado.

    La legislacin extraordinaria, producto de los estados de excepcin, ha venido desconociendo los elementos que son esencia del delito poltico con el afanado propsito de tildar a los rebeldes -y tambin a quienes hacen oposicin legal al rgimen- como terroristas. Sobre los delitos polticos

  • recae con mayor rigor la accin vengativa del Estado, que no tolera que los hombres se levanten -ni al margen ni dentro del marco legal- contra el injusto orden establecido.

    . El creciente aumento de las sanciones penales es caracterstico de una legislacin nacida al "amparo" de los estados de excepcin. El Estado pretende a travs de las amenazas y del temor, ejercer su "control social" para impedir ataques al statu quo. Por facultad de los estados de excepcin, el poder ejecutivo se convierte en rgano legislador, desplazando de su funcin sustancial a la rama legislativa. Esta prctica autoritaria de intromisin del ejecutivo en el cuerpo legislador y dems ramas del poder pblico rompe con el principio de la autonoma e independencia de los poderes, que es pilar del llamado Estado de derecho.

    Con suma frecuencia ocurre que los decretos excepcionales son violatorios de la Carta Poltica, con el agravante de que la Corte Suprema de Justicia antes, y hoy la Corte Constitucional, han avalado normas palmariamente inconstitucionales y transgresoras de derechos fundamentales y libertades pblicas reconocidos por pactos y convenios internacionales.

    Las disposiciones de la propia Constitucin poltica de Colombia, sumadas al manejo politiquero en la conformacin de la Corte Suprema de Justicia, de la Corte Constitucional, del Consejo de Estado, del Consejo Superior de la Judicatura, del Defensor del Pueblo, del Fiscal General de la Nacin, del Procurador General de la Nacin, etc., hacen de estos organismos simples bafles de las polticas emanadas desde el Palacio de Nario, lo cual redunda en la degradacin de la administracin de justicia. En consecuencia, los estados de excepcin encuentran en el sistema de administracin de justicia su nefasto respaldo.

    La administracin de justicia, debido a su propia estructura y al papel poltico que asume, es una de las fuentes de impunidad, especialmente en los casos que constituyen crmenes de lesa humanidad como los asesinatos por mviles polticos, las torturas, las masacres, las desapariciones forzadas, etc. Esta situacin se agrava en los estados de excepcin, entre otras razones, porque se acrecienta la militarizacin y el terrorismo de Estado, que tienen su ms cruel expresin en la guerra sucia.

    De este modo, es claro que la declaratoria de Estado de excepcin debe obedecer a causas graves, evidentes y objetivas y no quedar a capricho de los gobernantes, ni a su subjetiva apreciacin. Por desgracia, en las ocasiones en que ha sido declarada la conmocin interior en los ltimos tiempos, no se han presentado objetivamente las causas que ameritaran la declaratoria de Estado de excepcin, conforme a la Carta Poltica.

    La existencia de una ley estatutaria que regule las facultades del gobierno durante el Estado de excepcin, significa que la actual Constitucin pretende un mayor control sobre stas a travs de una ley que reglamente los estados de excepcin e impedir los consabidos abusos en que incurrieron los gobiernos de tumo, con la aplicacin del Estado de sitio de la Carta Poltica derogada. Adems, esta ley es la llamada a garantizar controles judiciales y dems garantas, para proteger los derechos de conformidad con los tratados internacionales. Sin embargo, la reglamentacin de los estados de conmocin interior, en buena medida dej abiertas las puertas para el abuso de esta figura de excepcin.

    El trmino que contempla el artculo 213, para la vigencia de la conmocin interior, es de 90 das prorrogables hasta por dos ocasiones; la ltima exige concepto previo y favorable del Senado de la Repblica, es decir, que la conmocin interna puede alcanzar una duracin de 270 das. Debe tenerse presente que el gobierno est facultado para prorrogar la vigencia de los decretos legislativos que dicte en razn al Estado de excepcin, hasta por 90 das ms. Lo cual significa que podran tenerse, en la prctica, estados de conmocin interior hasta por 360 das. Por tanto, la prrroga de la vigencia de los decretos, una vez levantado el Estado de excepcin, no debe superar los 270 das en comento.

  • Pensamos que es la ms sana y democrtica interpretacin, y que el nimo de la Asamblea Nacional Constituyente fue precisamente evitar manejos autoritarios del Estado de excepcin y de hacer un ejercicio democrtico de esta institucin.

    El artculo 213 de la Carta de 1991 establece que las facultades del gobierno sern las estrictamente necesarias para conjurar las causas que dieron lugar al Estado de excepcin, lo mismo que para impedir la extensin de los efectos de stas. En este punto hay mayor claridad que en la Constitucin de 1886. En este mismo sentido, un avance muy importante es la prohibicin expresa de que la justicia penal militar pueda investigar y juzgar a civiles; as como prohbe suspender los derechos humanos y las libertades fundamentales y exige la aplicacin del Derecho Internacional Humanitario.

    No hay duda que declarar estados de excepcin y guerras integrales resulta ventajoso para el gobierno y la clase social que ste representa, toda vez que de esta manera allanan el camino para la rpida implementacin de las polticas neoliberales en todos los campos, y sabemos que el neoliberalismo ha trado mayor miseria a los pueblos latinoamericanos. Con los estados de excepcin, se lesiona y se estropea ms la ya maltratadsima soberana colombiana.

    A manera de conclusin, puede decirse que la constante declaracin de estados de excepcin ha hecho que la administracin de justicia, lejos de crear en parte las condiciones para aclimatar la paz, se constituya en un agente de perturbacin social.

    Sin embargo, cabe aceptar que la Conmocin Interior que contempla el artculo 213 de la C.N. de 1991, presenta avances significativos -al menos en teora-, en relacin con el anterior Estado de sitio. Es mucho ms explcito sobre la gravedad que deben caracterizar los hechos o situaciones que motivan la declaratoria de Estado de excepcin. La actual Carta es explcita, al consignar que ste se puede declarar solamente "en caso de grave perturbacin de orden pblico que atenta de manera inminente contra la estabilidad institucional, la seguridad del Estado, o la convivencia ciudadana" y que no pueda ser conjurada mediante las atribuciones ordinarias de las autoridades de Polica.

    CONSTITUCIN DE 1991 Y EL TRATAMIENTO AL DELITO POLTICO

    Nueva Constitucin: acto de paz o invitacin a la guerra?

    La Carta Constitucional colombiana actual, con una dcada de aplicacin a cuestas, entr en vigor en el marco de un conflicto armado de races indiscutiblemente socioeconmicas, polticas y culturales. El conflicto, que data desde el final de los aos 50 y surge de la llamada violencia liberal-conservadora, tuvo como teln de fondo la llamada guerra fra entre dos bloques: el conformado por los pases de occidente, liderado por la superpotencia Estados Unidos y el que reuni a los pases de la cortina de hierro, liderado por la superpotencia Unin Sovitica. Esta guerra, cuyo desarrollo fue en los escenarios regional y nacional, fue en verdad una guerra en caliente y as se expres con mucha virulencia en todo el subcontinente americano. Botones de muestra los encontramos a granel en Amrica Central y Suramrica, al igual que en frica, Asia y Europa oriental.

    El conflicto se aliment de unos basamentos o insumos ideolgicos y polticos derivados, por un lado, del estado de seguridad occidental, y especialmente norteamericana, y de su remanente o subproducto: la Doctrina de la Seguridad Nacional; por otro lado, de todos los matices doctrinarios de la perspectiva socialista y comunista. A partir de estas fuentes, sin desconocer las influencias de la idiosincrasia y la cultura poltica propia, abrevaron respectivamente las fuerzas en conflicto. En efecto, el Estado colombiano dise su estructura gubernamental, militar, educativa, psicolgica, legislativa y represiva, bajo los dictados de guerra concebidos desde el Pentgono con instruccin en la Escuela de las Amricas. Por su parte, la insurgencia armada y desarmada se surta del

  • producido literario ideopoltico de la Unin Sovitica, la China y la Albania comunista y de los intelectuales marxistas de occidente. Sobre estos presupuestos se edificaron dos proyectos de sociedad para Colombia que hasta hoy se hallan tranzados en una larga lucha en la que a veces prima la iniciativa poltica y en otras ocasiones el nfasis se coloca en la lucha militar.

    El proceso que produjo la actual Constitucin poltica coincide con la cada del muro de Berln y con l, la del llamado socialismo realmente existente, lo que debi haber trado como corolario la terminacin del mismo o por lo menos una notoria distensin, si la dependencia del conflicto colombiano de la Unin Sovitica fue de la magnitud que por mucho tiempo se anunci. A juzgar por la realidad, resulta incontestable que la dependencia de la Unin Sovitica no era del tamao que se crea, lo que llevara a sostener que para la poca la insurgencia colombiana, como el mismo conflicto armado, ya contaba con una dinmica propia y unas estrategias, si no autnomas, s con mucha posibilidad de aplicacin, independientemente de la existencia del referente internacional, en este caso, el bloque socialista.

    Si el proceso constituyente hubiese sido un acto de paz, como insistentemente se repite, sin lugar al mnimo de dudas hoy no se estara hablando de guerra, sino del perodo de postguerra y (re) construccin. El corolario del acto constituyente no fue exactamente la paz, sino el escalamiento de la conflagracin, pues (quiz) este esfuerzo, sin desconocer su importante avance de reconocimiento terico en materia de derechos fundamentales, no fue en realidad un ejercicio incluyente o lo fue apenas de forma parcial. De los tantos escaos con que cont la Asamblea Constituyente, ni uno solo fue para las fuerzas insurgentes que continuaban en la lucha armada. A la sazn, la parte del Ejrcito Popular de Liberacin, EPL, liderada por Francisco Caraballo, quien no acept el pacto propuesto por el gobierno nacional, la Unin Camilista Ejrcito de Liberacin Nacional, UC-ELN, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejrcito del Pueblo, FARC-EP y otros grupos menos reconocidos pero que en todo proceso deben tenerse en cuenta. Tampoco tuvieron all un lugar decoroso los movimientos que ya se encontraban en franco proceso de dejacin de las armas, como fue el caso del Comando Indigenista Quintn Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT. La Constituyente entonces no fue firmada como acto de paz por quienes al momento de su promulgacin se hallaban enfrentados, sino por las fuerzas otrora opositoras que ya el Estado haba derrotado militar y polticamente y por las fuerzas legitimantes y defensoras del establecimiento. Esta caracterstica excluyente anuncia la tendencia altamente represiva que se avecinaba para los disidentes polticos del orden fijado en la Carta lanzada como Constitucin de 1991.

    Dicha tendencia no tuvo en la constituyente solucin de continuidad, sino tal vez una corta pausa que luego de la expedicin de la Carta Poltica arreciara; recurdese que la dejacin de las armas por parte del Movimiento 19 de Abril, M-19, se produjo no como un acto consensuado sino como una rendicin, y que el propio Carlos Pizarro Len-Gmez, quien lider la desmovilizacin de este grupo, fue asesinado luego de la firma del pacto de paz. Tngase en cuenta que en la dcada de los aos ochenta, la guerra sucia como expresin poltica inocultable del terrorismo de Estado, extermin prcticamente los partidos y movimientos polticos democrticos de izquierda que actuaban en el marco de la legalidad. Este hecho est registrado en la conciencia y en la historia de la sociedad colombiana.

    El contexto y los antecedentes parecen dejar en claro que el propsito estatal y de los detentadores del poder en C