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D. Expósito, P. Olmedilla, S. Hernández, A. Sanz, V. Cuartero, S. Alonso TRAUMATISMO TORÁCICO CERRADO: HALLAZGOS EN TCMD Diana expósito, pilar olmedilla, Susana Hernández, ana sanz, victoria cuartero, Silvia Alonso. Hospital universitario fundación Alcorcón Congreso seram 2010 INTRODUCCIÓN La TCMD es una modalidad de imagen relativamente reciente, que ha pasado a desempeñar un importante papel en la evaluación de los pacientes con traumatismo grave. Las lesiones torácicas aisladas no son muy frecuentes, sin embargo, son responsables de una elevada tasa de mortalidad y morbilidad, por lo que es fundamental un diagnóstico rápido y preciso de las mismas. Aunque la radiografía de tórax es una herramienta útil para la valoración inicial, la TCMD es el método más fiable para una correcta caracterización de esta patología. Estos equipos permiten hacer estudios más rápidos con cortes de menor espesor y realizan barridos más amplios así como reconstrucciones multiplanares. Estas ventajas nos permiten el diagnóstico de lesiones en órganos principales y de alteraciones sutiles precozmente. El traumatismo torácico se divide fundamentalmente en dos tipos, dependiendo de si produce o no una apertura de la cavidad torácica hacia el exterior: Traumatismo torácico abierto /penetrante Traumatismo torácico cerrado El traumatismo torácico cerrado suele producirse de forma secundaria a una rápida fuerza de desaceleración, como ocurre en los accidentes de tráfico con colisión de dos vehículos o más. Tabla 1 Existe un amplio espectro de lesiones que pueden producirse en estas circunstancias, las cuales hemos recogido en la tabla 1, y que describiremos a continuación. TIPOS DE LESIONES Lesiones de la pleura (neumotórax, hemotórax) Lesiones pulmonares (contusión y laceración pulmonar, hernia pulmonar) Lesiones de las vías aéreas Rotura esofágica Disrupción diafragmática Lesión de la aorta y grandes vasos Traumatismo cardiaco (contusión, lesión pericárdica, infarto de miocardio o lesión/rotura valvular)

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D. Expósito, P. Olmedilla, S. Hernández, A. Sanz, V. Cuartero, S. Alonso

TRAUMATISMO TORÁCICO CERRADO:

HALLAZGOS EN TCMD

Diana expósito, pilar olmedilla, Susana Hernández, ana sanz, victoria

cuartero, Silvia Alonso. Hospital universitario fundación Alcorcón

Congreso seram 2010

INTRODUCCIÓN

La TCMD es una modalidad de imagen

relativamente reciente, que ha pasado a

desempeñar un importante papel en la

evaluación de los pacientes con traumatismo

grave. Las lesiones torácicas aisladas no son

muy frecuentes, sin embargo, son

responsables de una elevada tasa de

mortalidad y morbilidad, por lo que es

fundamental un diagnóstico rápido y preciso de

las mismas.

Aunque la radiografía de tórax es una

herramienta útil para la valoración inicial, la

TCMD es el método más fiable para una

correcta caracterización de esta

patología. Estos equipos permiten hacer

estudios más rápidos con cortes de menor

espesor y realizan barridos más amplios así

como reconstrucciones multiplanares. Estas

ventajas nos permiten el diagnóstico de

lesiones en órganos principales y de

alteraciones sutiles precozmente.

El traumatismo torácico se divide

fundamentalmente en dos tipos, dependiendo

de si produce o no una apertura de la cavidad

torácica hacia el exterior:

Traumatismo torácico abierto

/penetrante

Traumatismo torácico cerrado

El traumatismo torácico cerrado suele

producirse de forma secundaria a una rápida

fuerza de desaceleración, como ocurre en los

accidentes de tráfico con colisión de dos

vehículos o más.

Tabla 1

Existe un amplio espectro de lesiones que

pueden producirse en estas circunstancias, las

cuales hemos recogido en la tabla 1, y que

describiremos a continuación.

TIPOS DE LESIONES

Lesiones de la pleura (neumotórax,

hemotórax)

Lesiones pulmonares (contusión y

laceración pulmonar, hernia

pulmonar)

Lesiones de las vías aéreas

Rotura esofágica

Disrupción diafragmática

Lesión de la aorta y grandes vasos

Traumatismo cardiaco (contusión,

lesión pericárdica, infarto de

miocardio o lesión/rotura valvular)

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LESIONES DE LA PLEURA

NEUMOTÓRAX

Se define como la presencia de aire en el

espacio pleural, e implica la existencia de una

disrupción de la pleura visceral. Puede estar

causado por una ruptura alveolar secundaria a

un aumento en la presión intratorácica, o por

la presencia de una fuerza externa que

comprime la caja torácica, con o sin fracturas

costales asociadas.

El neumotórax puede ser asintomático, y

visualizarse en la radiografía de tórax inicial.

Sin embargo, múltiples estudios han

demostrado que un gran número de

neumotórax diagnosticados mediante TC,

pasaron desapercibidos en la radiografía de

tórax realizada previamente. Son los

denominados "neumotórax ocultos" (figura 1 ).

Dichos neumotórax tienen gran relevancia

clínica ya que, incluso los de menor

tamaño, pueden aumentar hasta

tener repercusión hemodinámica si el paciente

es sometido a ventilación mecánica.

Debido al incremento en el uso de la

TCMD para la valoración de pacientes

traumáticos, esta entidad se diagnostica en la

gran mayoría de los casos, y no suele

representar un problema en el manejo del

paciente. El necesidad de tratamiento

mediante la colocación de un tubo de drenaje

intratorácico depende de los síntomas y de la

respuesta fisiológica en cada uno de los casos.

El neumotórax a tensión es una situación grave

que suele diagnosticarse clínicamente, antes

de la realización de cualquier prueba de

imagen. Se produce cuando el aumento de la

presión intratorácica condiciona un colapso

parcial o total del pulmón, e impide un

adecuado llenado diastólico de las cavidades

cardiacas.

HEMOTÓRAX

La presencia de sangre en el interior del

espacio pleural puede ser secundaria a

lesiones torácicas (pulmón, pared torácica,

corazón y grandes vasos) o abdominales

(afectación hepática y esplénica, con rotura

diafragmática asociada).

La sangre contenida en la pleura muestra unos

valores de atenuación entre 35 y 70 uH,

aunque estos pueden variar en función del

tiempo de evolución del sangrado (figura 2).

Se pueden observar distintas fases de

degradación de la sangre en el interior de la

Figura 1. Mujer de 21 años tras caída desde un caballo: las

imágenes de TC muestran la presencia de laceraciones y

contusiones pulmonares así como la presencia de un

neumotórax oculto no detectable en la radiografía de tórax

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cavidad pleural, que muestran un aspecto "en

capas", el llamado efecto hematocrito.

Se define como hemotórax masivo a aquel que

excede un litro de sangre en el espacio

pleural, con signos clínicos de hipoperfusión y

shock.

LESIONES PULMONARES

CONTUSIÓN PULMONAR

Es el resultado de una lesión del espacio

intersticial o alveolar, que origina una

hemorragia alveolar, sin disrupción de las

paredes del alveolo.

La TCMD puede mostrar este tipo de lesión

inmediatamente después del traumatismo,

mientras que en radiología convencional es

evidente a partir de las 6 horas de evolución.

El aspecto típico en TC consiste en la

presencia de opacidades parcheadas no

segmentarias, áreas de aumento de densidad

en "vidrio deslustrado", o consolidaciones

parenquimatosas (figura 3). La visualización de

los distintos patrones depende

fundamentalmente de la severidad del

traumatismo.

Es importante una correcta cuantificación del

parénquima pulmonar afectado, ya que tiene

un importante valor pronóstico, y permite

predecir la necesidad de ventilación mecánica

y el desarrollo de complicaciones.

La presencia de una contusión pulmonar

masiva (más del 20% del parénquima), va a

predisponer a una evolución tórpida hacia

SDRA y al desarrollo de neumonías (figura 4).

El tratamiento de esta entidad se basa en

medidas de soporte. La resolución de las

lesiones comienza durante las primeras 24-48

horas, y suele finalizar entre los 3-14 días.

Las secuelas a largo plazo incluyen fibrosis

pulmonar y disminución en la capacidad

pulmonar funcional.

LACERACIÓN PULMONAR

Se produce cuando existe una disrupción del

parénquima pulmonar y se origina una cavidad

que puede contener sangre (hematocele), aire

(neumatocele) o una combinación de ambos

(hematoneumatocele).

En las imágenes de TC, las laceraciones

agudas aparecen como cavidades

redondeadas, que pueden ser únicas o

múltiples, generalmente rodeadas por zonas de

contusión parenquimatosa (figura 5).

Figura 2. Varón de 53

años, alcohólico, que

tras caída desde la

cama presenta un

importante hemotórax

izquierdo. Obsérvese

la atenuación

heterogénea, en

función del estado de

de degradación de la

sangre contenida.

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Este tipo de lesión no requiere tratamiento, y

puede persistir durante semanas, meses, e

incluso años, hasta su resolución completa. La

aparición de un neumotórax secundario es la

complicación más frecuente. Otras

complicaciones son la infección de las

cavidades postraumáticas, o la formación de

una fístula broncopleural.

Figura 3. Varón de 45 años, tras accidente de tráfico. Se aprecia a nivel de LSD y LM, áreas de aumento de densidad en vidrio

deslustrado en relación con contusiones parenquimatosas (flecha roja). Se observa mínimo derrame pleural izquierdo. El paciente

presentó también fractura de segundo arco costal izquierdo (cabeza de flecha amarilla) y clavícula izquierda.

Figura 4. Mujer de 33 años, tras accidente de tráfico. En

las imágenes de TC, se objetivan extensas áreas de

aumento de densidad en “vidrio deslustrado”, que

afectan a los lóbulos superior e inferior izquierdos,

compatibles con contusiones parenquimatosas.

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HERNIA PULMONAR TRAUMÁTICA

Consiste en la presencia de una parte de

pulmón cubierto por pleura que se extruye a

través de un defecto postraumático de la pared

torácica (figuras 6 y 7).

Es una complicación poco frecuente,

generalmente asociada a fracturas costales, o

a la existencia de dislocaciones

costocondrales o esternoclaviculares. Se

produce con mayor frecuencia en la pared

torácica anterolateral, debido al menor

componente muscular localizado a este nivel.

En la mayoría de los casos es necesaria una

reducción quirúrgica del pulmón herniado,

fundamentalmente en pacientes sintomáticos.

Figura 5. Varón de 29 años, tras sufrir un accidente de tráfico se realiza TC, objetivándose: múltiples lesiones parenquimatosas

cavitadas con presencia de nivel hidroaéreo en su interior, en relación con laceraciones parenquimatosas en LII

(hematoneumatoceles), así como áreas de contusión parenquimatosa en ambos lóbulos inferiores. Se observa, además, un

neumotórax oculto anterobasal izquierdo (flecha roja), fracturas costales izquierdas (flecha amarilla) y una laceración esplénica.

Figura 6.

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MEDIASTINO

NEUMOMEDIASTINO

La presencia de aire en el mediastino puede

provenir de un enfisema subcutáneo, alcanzar

el mediastino desde el retroperitoneo (a través

de planos fasciales periesofágicos y

periaórticos, o a través de la inserción

diafragmática esternocostal), o ser secundario

a una rotura esofágica o lesión

traqueobronquial (figura 8).

Sin embargo, se produce con mayor frecuencia

en relación con el efecto Macklin. Esta

entidad consiste en la ruptura de espacios

alveolares, con la presencia de aire que diseca

el espacio peribroncovascular y alcanza el

mediastino. En los estudios de TC, muestra un

aspecto similar al enfisema intersticial

pulmonar.

LACERACIÓN TRAQUEOBRONQUIAL

La lesión de las vías aéreas se produce por

compresión de dichas estructuras entre el

esternón y la columna vertebral, o de manera

secundaria al aumento de la presión

intratorácica, que no puede disminuir debido

a la presencia de una glotis cerrada.

Las laceraciones bronquiales son las más

frecuentes, y suelen ocurrir en el lado

derecho, a unos 2,5 cm de la carina. En cuanto

a las laceraciones traqueales,

aproximadamente el 85% se localizan a unos 2

cm de la carina, en su porción membranosa.

Existen signos directos e indirectos que

sugieren la presencia de una lesión de vía

aérea. La visualización directa de una

discontinuidad de la pared bronquial o

traqueal, con burbujas de gas localizadas

adyacentes a dicha discontinuidad es

diagnóstica de laceración de vía aérea. Entre

los hallazgos indirectos se incluye la presencia

de neumotórax, neumomediastino o enfisema

subcutáneo (figura 9). La existencia de un

neumomediastino en ausencia de neumotórax,

sugiere rotura de vía aérea proximal.

Figura 7. Mujer de 65 años que sufre una caída por las escaleras. La radiografía de tórax (fig. 6) y las imágenes de TC (fig 7), muestran

claramente una herniación del parénquima pulmonar laterobasal derecho.

Cortesía de la Dra. Castellá. Hospital Vall d´Hebrón

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Cuando los hallazgos de la TC sugieren la

presencia de una lesión del árbol

traqueobronquial, el diagnóstico debe

confirmarse mediante la realización de una

broncoscopia. También es necesaria la

realización de broncoscopia en pacientes con

neumotórax persistente pese a la colocación

de un tubo intratorácico, o en aquellos que

muestran una sobredistensión del balón

endotraqueal.

Es importante un correcto diagnóstico y un

adecuado tratamiento de este tipo de lesiones,

basado fundamentalmente en la reparación

quirúrgica del defecto en la pared

traqueobronquial (en algunos casos se

requiere incluso la realización de una

lobectomía o neumonectomía), para prevenir

posibles complicaciones como son la aparición

de estenosis en la vía aérea, que favorecerán

la formación de bronquiectasias y neumonías

de repetición.

ASPIRACIÓN DE CUERPO EXTRAÑO

Al igual que en los casos sin traumatismo

asociado, la aspiración de un cuerpo extraño

que queda alojado en el interior del árbol

traqueobronquial puede originar atelectasias

obstructivas e impactación mucosa

intrabronquial.

Figura 8. Varón de 33 años, tras sufrir un accidente de tráfico de alta velocidad. En las imágenes de TC podemos observar la

presencia de un importante enfisema subcutáneo, neumomediastino (flechas rojas), y neumotórax bilateral. Existe una extensa

contusión parenquimatosa en lóbulo inferior derecho. Se objetiva, además, un hematoma de partes blandas en pared torácica

anterior izquierda (cabeza de flecha azul), así como múltiples fracturas costales y de clavícula derecha (flechas amarillas)

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A

B C

Figura 9. Varón de 22 años con traumatismo torácico tras accidente de tráfico. Existe una sección completa del bronquio intermediario. En

las imágenes axiales, se aprecia un “stop” en la visualización de la luz bronquial, con aspecto normal del bronquio distal al lugar de la

lesión. Se observan atelectasias parciales del LM y LID, secundarias. En las imágenes MRP y 3D se observa con mayor detalle el “gap” del

bronquio intermediario.

Cortesía de la Dra. Bret (Hospital La Paz, Madrid)

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ROTURA ESOFÁGICA

La mayoría de las lesiones esofágicas son

secundarias a un traumatismo penetrante, o

movimiento brusco del cuello. El primer

mecanismo suele asociarse a roturas

esofágicas a nivel cervical, mientras que el

segundo suele producir rotura a lo largo del

margen izquierdo de la pared esofágica. Estas

lesiones se asocian frecuentemente a síntomas

como hematemesis y odinofagia.

Los hallazgos que pueden hacer sospechar la

presencia de una rotura esofágica son la

existencia de neumomediastino,

hidroneumotórax, o la visualización de

contraste oral extravasado a la cavidad pleural

o al mediastino. Muchas veces, es la

realización de una esofagoscopia la que

permite un diagnóstico precoz de esta entidad.

La rotura esofágica conlleva una alta

mortalidad, debida fundamentalmente al

retraso en el diagnóstico y a un rápido

desarrollo de mediastinitis secundaria.

LESIONES DE LA AORTA Y LOS

GRANDES VASOS

LESIÓN AÓRTICA

La causa más frecuente es la colisión con

vehículo de motor, siendo las caídas y los

atropellos causas mucho menos frecuentes. La

lesión se produce típicamente en las zonas de

fijación, que incluyen (en orden de frecuencia

descendente) la aorta descendente proximal,

arco aórtico, raíz de aorta y aorta descendente

a nivel del hiato aórtico.

Una rotura parcial favorece la aparición de un

falso aneurisma sacular, mientras que una

laceración completa puede ocasionar la

aparición de un seudoaneurisma fusiforme

circunferencial (dibujo 1).

Suele existir un hematoma periaórtico, que

puede visualizarse en la radiografía como un

ensanchamiento mediastínico, borrosidad del

botón aórtico, o engrosamiento de la línea

paratraqueal. En raras ocasiones, la

radiografía es normal.

El TCMD es actualmente el método de

elección para demostrar la presencia de

lesiones aórticas (figura 10). Existen múltiples

signos de rotura/laceración aórtica que pueden

visualizarse mediante TC (tabla 2)

TABLA 2

SIGNOS QUE INDICAN LESIÓN AÓRTICA EN TC Hematoma periaórtico Pseudoaneurisma aórtico Cambios en el contorno/diámetro de la aorta Flap intimal y trombo Extravasación de contraste intravenoso

TIPOS DE LACERACIÓN AÓRTICA TRAUMÁTICA

Laceración

completa

Laceración incompleta de la

aorta, que puede afectar a la

curvatura mayor o menor del

arco aórtico Dibujo 1

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Los reformateos multilanares, así como las

reconstrucciones volumétricas, permiten una

caracterización precisa de la lesión, que

facilita la elección del tratamiento más

aadecuado (stent endovascular o reparación

quirúrgica). Con estas herramientas, podemos

medir la longitud de la lesión, el diámetro

aórtico proximal y distal a la lesión, así como

la distancia entre la laceración y la salida de

los grandes vasos (figura 11).

LESIÓN DE TSA

Ocurren generalmente como lesiones

vasculares aisladas en accidentes de moto,

asociadas a síndrome de arrancamiento de

plexo braquial o disociación escápulo-humeral

(figura 12).

La lesión del vaso suele producirse en el

origen del mismo. La presencia en TC de un

hematoma periarterial en el mediastino

superior o en región cervical inferior, se

considera un signo indirecto de una posible

Figura 10. Varón de 22 años que, tras ser atropellado por un vehículo de motor, muestra una laceración completa de

la aorta descendente, objetivándose la presencia de un seudoaneurisma circunferencial aórtico, con hematoma

periaórtico y retrocrural

Figura 11.

Reconstrucciones en

planos coronal y sagital,

así como reformateo 3D,

del seudoaneurisma

circunferencial aórtico

visualizado en figura 10.

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lesión de arterias subclavia o tronco

braquicefálico. Las lesiones de arteria o vena

mamarias internas se suelen asociar con

fracturas esternales, y se acompañan de un

hematoma en mediastino anterior.

Aunque la TC puede descartar la afectación de

las grandes ramas arteriales, en la mayoría de

los casos se requiere la realización de

angiogramas selectivos antes de la reparación

quirúrgica.

LESIONES CARDIACAS

Constiyuyen las lesiones más letales en

pacientes con traumatismo torácico cerrado. El

diagnóstico depende del grado de sospecha

clínica. Los pacientes pueden tener hallazgos

en el electrocardiograma o elevación de

enzimas cardiacas.

Dentro de las lesiones cardiacas se incluyen la

contusión cardiaca, lesiones pericardicas,

infarto de miocardio o lesiones valvulares o de

las cámaras cardiacas. En la mayoría de los

casos, la laceración cardiaca es mortal.

El infarto de miocardio se observa en casos de

disección coronaria, trombosis o rotura de

placa de ateroma (figura 13).

La TC puede mostrar la presencia de

hemopericardio (figura 14), extravasación de

contraste en el pericardio o mediastino,

neumopericardio o desplazamiento del corazón

debido a herniación cardiaca.

Las contusiones cardiacas aparecen como

áreas de baja atenuación, y ocurren en más del

76% de los traumatismos torácicos cerrados

(figura 15)

La angiografía y el ecocardiograma siguen

constituyendo las técnicas diagnósticas para

evaluar las lesiones de arterias coronarias y la

función del ventrículo izquierdo.

Figura 12. Varón de 30 años que presenta un

seudoaneurisma de arteria axilar izquierda tras

accidente de moto

Figura 13. Varón de 22 años, con trasplante cardiaco previo

por miocardiopatía dilatada, que sufre un traumatismo con la

bicicleta, golpeándose con el manillar. Se aprecia una

oclusión de segmento proximal de arteria coronaria derecha

(flecha roja). Existe además edema pulmonar (flecha verde) y

derrame pericárdico

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Figura 14. Mujer de 55

años, tras sufrir un

accidente de tráfico. En las

imágenes de TC se aprecian

fracturas de esternón

(flecha verde) y ambas

clavículas.

Se aprecia deformidad de la

caja torácica izquierda, con

hematoma de pared

torácica e imagen de

extravasación de contraste

IV.

Existe hemopericardio

(flecha roja), así como

hematoma retroesternal

(flecha azul).

Figura 15. Varón de 46 años, alcohólico, que sufre traumatismo torácico y craneal tras caída, con hematoma cerebral,

por lo que no recibe tratamiento anticoagulante. En las imágenes de TC, se objetivan defectos de repleción en

relación con TEP agudo (flechas rojas), con signos de hipertensión pulmonar (aumento de tamaño de A. pulmonar y

desviación del tabique IV hacia la izquierda) y edema pulmonar. Se observan áreas de menor densidad que afectan al

septo y a caras posterior y apical del miocardio, en relación con contusiones cardiacas (flechas amarillas).

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LESIONES DEL DIAFRAGMA

Las lesiones del diafragma pueden estar

causadas tanto por un traumatismo torácico

como por un traumatismo abdominal, siendo

mucho más frecuentes en el segundo caso.

Las roturas del hemidiafragma derecho son

menos frecuentes que las del lado izquierdo,

debido a la localización del hígado, que parece

tener un efecto protector. En caso de rotura

diafragmática, ésta suele producirse en el

componente muscular del mismo, en

localización posterolateral.

Normalmente, este tipo de lesión pasa

desapercibida debido a la ausencia de

sintomas o signos clínicos asociados. Sin

embargo, en ocasiones pueden asociar

herniación de una víscera a través del defecto

diafragmático (figura 16), y producir

incarceración, estrangulamiento o perforación

de dicha víscera. El contenido herniado

dependerá del tamaño y la localización de la

rotura.

Existen múltiples signos tanto en radiografía

de tórax como en los estudios TCMD, que

pueden sugerir o indicar la existencia de una

rotura diafragmática (Tabla 3). Pueden

resultar útiles los reformateos en planos

sagital y coronal para la detección de

pequeñas roturas, y para identificar la

presencia o no de vísceras abdominales

herniadas (figura 17).

RX DE TÓRAX TCMD

Borrosidad del contorno

normal

Signo del cuello

Lobulación

diafragmática

Signo de la víscera

caída

Localización anómala

del extremo de SNG

Visualización de un

defecto

diafragmático

Visualización de víscera

abdominal en el interior

del tórax

Tabla 3

La tasa de mortalidad en pacientes que

presentan una rotura postraumática del

diafragma alcanza el 30% de los casos. El

retraso en el diagnóstico y en el tratamiento

aumenta el riesgo de estrangulamiento de asas

intestinales herniadas, que puede provocar la

muerte del paciente.

LESIONES DE LA PARED

TORÁCICA

FRACTURAS COSTALES

Las fracturas costales simples no suelen tener

una gran importancia clínica para el paciente

traumático. Sin embargo, las fracturas de 1º a

3º arcos costales indican traumatismo de alta

energía, y obligan a descartar la presencia de

lesiones vasculares. Por otro lado, la fractura

de costillas bajas (3 últimos arcos

Figura 16. Varón de 33 años, con antecedente de accidente de

tráfico hace un año. Actualmente presenta disnea. En la

radiografía y en las imágenes de TC (coronal y sagital), se

objetiva una rotura central de hemidiafragma derecho, y

herniación parcial del hígado (signo del cuello).

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costales) suele asociarse a lesiones

esplénicas, hepáticas y renales.

La presencia de fracturas costales en niños es

indicativo de traumatismo de alta energía, ya

que en este grupo de edad los huesos son

inmaduros y tienen mayor resistencia.

Se conoce como “volet costal” a la entidad

clínica consistente en un movimiento torácico

paradójico durante la respiración, en

pacientes que presentan varios puntos de

fractura en 3 o más costillas (dibujo 2). Estos

pacientes suelen requerir ventilación mecánica

prolongada, y pueden desarrollar con mayor

frecuencia SDRA.

La TC es la técnica más sensible para

determinar el número y localización de

costillas con fractura, y proporciona

información sobre lesiones asociadas (Figura

18).

Figura 17. Paciente

de 44 años, que tras

accidente de tráfico

presenta en las

imágenes de TC una

rotura diafragmática

con herniación de

estómago, bazo,

colon y grasa mesentérica.

Obsérvese la

disposición posterior

de las vísceras

herniadas (signo de la

víscera caída)

Dibujo 2. Fisiopatología del volet costal

insp

esp

esp Figura 18. Varón de 27 años, que tras accidente de tráfico presenta

una fractura – estallido de cuerpo vertebral T9, con dislocación

anterior del segmento superior de la columna. La imagen VR

muestra dislocación de costillas izquierdas (8-12), así como

fracturas costales derechas (10-11)

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FRACTURAS DE ESTERNÓN Y

ESCÁPULA, Y DISLOCACIÓN

ESTERNO-CLAVICULAR

Estas lesiones son un marcador de

traumatismo de alta energía. Se denomina

“síndrome del cinturón de seguridad” cuando

se presenta alguna de estas lesiones junto con

fracturas costales.

Las fracturas del esternón son habituales a

nivel del manubrio y el cuerpo esternal. Estas

lesiones suelen asociarse a contusión

miocárdica, y se visualizan mejor mediante

reconstrucciones multiplanares de TC,

especialmente en imágenes sagitales (figura

19).

Las fracturas de escápula son raras, y cuando

se producen afectan con mayor frecuencia al

cuello y cuerpo de la misma. La mayoría

necesitan tratamiento conservador, y suelen

pasar desapercibidas en las radiografías.

La dislocación esterno-clavicular puede ser

anterior o posterior. Son más frecuentes las

anteriores, sin embargo, las posteriores son

más graves debido a que suelen asociar

lesiones mediastínicas. Estas lesiones no son

visibles en la radiografía, por lo que la TCMD

ayuda en su confirmación, y en la evaluación

de estructuras neurovasculares.

FRACTURAS DE COLUMNA De todas las fracturas óseas que pueden

producirse en un traumatismo torácico

cerrado, las fracturas vertebrales son las que

mayor repercusión clínica tienen. El 62% de

los pacientes presentan déficit neurológico.

Las fracturas vertebrales se producen con más

frecuencia en la región tóraco-lumbar, y

suelen ser del tipo fractura-estallido, o

aplastamiento del hemicuerpo vertebral

anterior (figura 20).

Este tipo de fractura es difícil de visualizar en

las radiografías, por lo que la TCMD y la

posibilidad de realizar posteriores

reconstrucciones en planos coronal y sagital,

constituye el método diagnóstico de elección.

Figura 20. Varón de 58 años que tras caída de un quad,

presenta múltiples fracturas torácicas, así como una

fractura de escápula en tres fragmentos.

Figura 19. Varón de 73 con antecedentes de COPD que, tras

sufrir un accidente de tráfico, se observa una fractura de

esternón (flecha), así como la presencia de engrosamiento

septal interlobulillar en relación con edema pulmonar

(probablemente secundario a contusión cardiaca)

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LESIONES DE PARTES BLANDAS

1) ENFISEMA SUBCUTÁNEO

Tanto las fracturas costales (que laceran la

pleura parietal), la rotura bronquial y la lesión

de tráquea extratorácica, pueden condicionar

la aparición de colecciones aéreas

subcutáneas, que son visibles en la radiografía

de tórax. La TCMD permite identificar el punto

de fuga del aire.

2) HEMATOMA DE PARTES BLANDAS

Puede tener un origen arterial o venoso. Los

hematomas de origen arterial tienden a

aumentar rápidamente de tamaño, por lo que

requieren una embolización percutánea

urgente del vaso lesionado (figura 21).

Los hematomas extrapleurales (entre la pleura

parietal y la fascia endotorácica) se asocian a

fracturas vertebrales que lesionan la arteria

mamaria interna, subclavia o arterias

mamarias.

Figura 21. Mujer de 80 años en tratamiento con

warfarina, que presenta tras caída un hematoma

en pared torácica. Nótese el efecto hematocrito.

PUNTOS A RECORDAR

La TCMD es el método de elección para el diagnóstico de lesiones aórticas o

diafragmáticas, así como de fracturas vertebrales y de esternón.

Existen ciertos tipos de fracturas que nos indican la existencia de un traumatismo de alta

energía, y nos obligan a descartar lesiones internas ocultas:

- Fracturas de esternón, escápula y dislocaciones esternoclaviculares

- Fracturas de las tres primeras costillas.

- Fracturas costales en niños.

Aunque la sensibilidad de la TCMD para diagnosticar lesiones del árbol traqueobronquial

está limitada, existen algunos hallazgos que nos hacen sospecharlas:

- Persistencia de un neumotórax, a pesar de un correcto posicionamiento del tubo de

drenaje

- Enfisema subcutáneo cervical

En caso de fractura de 10ª, 11ª y 12ª costillas, tenemos que descartar lesiones hepáticas,

esplénicas y renales.

Es necesario evaluar con especial atención el corazón en pacientes con traumatismo de

alta energía, sobre todo en aquellos con fractura de esternón.

La presencia de un hematoma mediastínico superior obliga a descartar una lesión de TSA

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