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Revista Mexicana de Ciencias Políticas y SocialesUniversidad Nacional Autónoma de México Nueva Época, Año LVIII, núm. 217enero-abril de 2013pp. 223-232ISSN-0185-1918 PODERES FÁCTICOS, PROBLEMAS DRÁSTICOS 223 Factual Powers, Drastic Problems Raúl Trejo Delarbre Recibido el 21 de septiembre de 2012 Aceptado el 08 de octubre de 2012 Una primera versión de este texto fue presentada en el Seminario “Democracia, paz y derechos: Ejes de un pensamiento ilustrado. En el centenario del nacimiento de Norberto Bobbio”, Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2 de febrero de 2010. ∗∗ Doctor en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Méxi- co, Maestro en Estudios Latinoamericanos y Licenciado en Periodismo por la misma Facultad. Investigador titular en el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam desde 1974 y profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la misma Universidad, (México). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 3. Autor de 17 libros y coordinador de más de una docena de publicaciones. Destaca su libro reciente: Laicidad y medios de comunicación (2013). Sus principales líneas de investigación son: tecnologías de información y comunicación; ciudadanía, sociedad de la información y redes digitales; medios y democracia. Correo electrónico: [email protected] RESUMEN El artículo reconstruye sistemáticamente una definición analíticamente densa de los poderes fácticos. Colocando el foco sobre las implican- cias de su vigencia en América Latina, se inda- ga sobre la resistencia de los poderes fácticos al Estado de derecho, poniendo así en evidencia su propensión a promover e imponer sus inte- reses particulares sobre el resto de la sociedad. Por último, ensaya un diagnóstico acerca de la expansión cultural de los poderes fácticos en la sociedad mexicana, concluyendo que su influen- cia denota carencias políticas, vacíos jurídicos y penurias culturales, identificando especialmente la preponderancia ideológica de las televisoras privadas. Palabras clave: poderes fácticos, legalidad, Te- levisa, macropoder, Estado de derecho. ABSTRACT e article reconstructs systematically a definition analytically dense of the factual powers. By focusing on the implications fac- tual powers in Latin America, the article in- quiries into the resistance of these powers to the State of law, evidencing their propensity to promote their own private interests and impose them on society at large. On its turn, the author elaborates a diagnosis of the cul- tural expansion of factual powers in Mexican society, demonstrating that their influence expresses and reinforces political deficien- cies, legal voids and cultural paucity, identify- ing the ideological preponderance of private television. Keywords: factual powers, legality, Tele- visa, macro-power, Rule of law.

Trejo Delarbre (2013) Poderes fácticos, problemas drásticos

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Trejo Delarbre (2013) Poderes fácticos, problemas drásticos

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  • Revista Mexicana de Ciencias Polticas y Sociales Universidad Nacional Autnoma de MxicoNueva poca, Ao LVIII, nm. 217 enero-abril de 2013 pp. 223-232 ISSN-0185-1918

    PODERES FCTICOS, PROBLEMAS DRSTICOS 223

    Poderes fcticos, problemas drsticos

    Factual Powers, Drastic Problems

    Ral Trejo DelarbreRecibido el 21 de septiembre de 2012

    Aceptado el 08 de octubre de 2012

    Una primera versin de este texto fue presentada en el Seminario Democracia, paz y derechos: Ejes de un pensamiento ilustrado. En el centenario del nacimiento de Norberto Bobbio, Instituto de Investigaciones Jurdicas de la UNAM, 2 de febrero de 2010. Doctor en Sociologa por la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxi-co, Maestro en Estudios Latinoamericanos y Licenciado en Periodismo por la misma Facultad. Investigador titular en el Instituto de Investigaciones Sociales de la unam desde 1974 y profesor en la Facultad de Ciencias Polticas y Sociales de la misma Universidad, (Mxico). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 3. Autor de 17 libros y coordinador de ms de una docena de publicaciones. Destaca su libro reciente: Laicidad y medios de comunicacin (2013). Sus principales lneas de investigacin son: tecnologas de informacin y comunicacin; ciudadana, sociedad de la informacin y redes digitales; medios y democracia. Correo electrnico: [email protected]

    RESUMEN

    El artculo reconstruye sistemticamente una de nicin analticamente densa de los poderes fcticos. Colocando el foco sobre las implican-cias de su vigencia en Amrica Latina, se inda-ga sobre la resistencia de los poderes fcticos al Estado de derecho, poniendo as en evidencia su propensin a promover e imponer sus inte-reses particulares sobre el resto de la sociedad. Por ltimo, ensaya un diagnstico acerca de la expansin cultural de los poderes fcticos en la sociedad mexicana, concluyendo que su in uen-cia denota carencias polticas, vacos jurdicos y penurias culturales, identi cando especialmente la preponderancia ideolgica de las televisoras privadas.

    Palabras clave: poderes fcticos, legalidad, Te-levisa, macropoder, Estado de derecho.

    ABSTRACT

    e article reconstructs systematically a de nition analytically dense of the factual powers. By focusing on the implications fac-tual powers in Latin America, the article in-quiries into the resistance of these powers to the State of law, evidencing their propensity to promote their own private interests and impose them on society at large. On its turn, the author elaborates a diagnosis of the cul-tural expansion of factual powers in Mexican society, demonstrating that their in uence expresses and reinforces political de cien-cies, legal voids and cultural paucity, identify-ing the ideological preponderance of private television.

    Keywords: factual powers, legality, Tele-visa, macro-power, Rule of law.

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    Todos sabemos de qu se habla cuando alguien menciona a los poderes fcticos, pero su de nicin a menudo es insu ciente, escurridiza casi. Los poderes fcticos exceden los lmites del Estado, su in uencia la ejercen precisamente para desplegar sus intereses ms all del inters legtimo que representan o debieran representar las instituciones polticas, se mani estan por cauces a menudo informales e incluso extralegales, quebrantan cartabones legales y polticos, son incmodos tanto para los gobernantes como para los estudiosos, irritan a los juristas porque atropellan la disciplina de los sistemas legales, importunan a los politlogos cuando se brincan las trancas de los regmenes polticos tradicionales. Ninguna de nicin los comprende a todos porque los poderes fcticos son, valga la redundancia, manifestaciones de hecho; surgen ms all de las concepciones tericas y las desbordan, se imponen por la fuerza de la realidad a la cual intentan modelar segn sus conveniencias.

    Los poderes fcticos debilitan y en ocasiones incluso anulan la capacidad del Estado para garantizar el inters de los ciudadanos. Los lmites que en atencin a ese inters y que para salvaguardarse a s mismo impone el poder estatal, resultan estorbosos para los propios poderes fcticos. Trtese de corporaciones eclesisticas vidas de in uir en decisiones polticas, grupos empresariales afectados por las regulaciones estatales o medios de comunicacin cuyos propietarios acaparan el espacio pblico, los poderes fcticos regatean autoridad a las instituciones estatales cuando no funcionan de acuerdo con sus intereses. En otros casos, se trata de fuerzas delincuenciales, como las del narcotr co, que directamente tratan de quebrar o paralizar la capacidad del Estado para hacer cumplir las leyes.

    Al margen de las normas democrticas

    En Amrica Latina, los poderes fcticos se han constituido en uno de los atascos ms im-portantes para las transiciones polticas. La construccin de la democracia ha supuesto el establecimiento de reglas y de compromisos por parte de todas las fuerzas sociales y polticas en torno al cumplimiento de las normas necesarias para la competitividad y la representacin electorales. Los poderes fcticos, que en ocasiones han alentado los procesos de transicin, en algn momento buscan valerse de ellos con secuelas tan signi cativas que, Manuel Antonio Garretn, uno de los politlogos latinoamericanos ms prestigiados, ha considerado:

    que desempean un papel crucial en los casos de mayor descomposicin del sistema poltico en la regin, nos referimos a entidades o actores que procesan las decisiones propias a un rgimen poltico es decir, poder poltico, ciudadana, demandas y con ictos, al margen de las reglas del juego democrtico (Garretn, 2001: 61).

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    Por lo general, a los poderes fcticos se les ubica fuera de las instituciones. Pero hay quienes los identi can, adems, entre actores de la vida institucional que rompen con cauces o normas formales. El mismo Garretn establece la siguiente distincin cuando explica que los poderes fcticos:

    pueden ser extra institucionales, como los grupos econmicos locales o trasnacionales, la corrupcin y el narcotr co, grupos insurreccionales y paramilitares, poderes extranjeros, organizaciones corporativas o medios de comunicacin. Pero tambin existen actores que constituyen poderes de jure o institucionales, que se autonomizan y asumen poderes polticos ms all de sus atribuciones legtimas, transformndose en poderes de facto, como es el caso de presidentes (hiperpresidencialismo), parlamentos, poderes judiciales, tribunales constitucionales y las mismas fuerzas armadas en muchos casos (Garretn, 2001: 61).

    Con un enfoque similar, aunque menos generalizador, el investigador mexicano Enrique Snchez Ruiz, interesado fundamentalmente en los medios de comunicacin, ha considerado que el poder fctico es el que se ejerce fuera de los mbitos formales, que no coincide con el aparato del Estado. El poder fctico se ejerce de hecho tcitamente no de iure legalmente. Sin embargo, no necesariamente es ilegal o ilegtimo (Snchez, 2009: 196-197).

    As que, ya sea con asidero en la ley o declaradamente al margen de ella como sucede con la delincuencia organizada la resistencia de los poderes fcticos al Estado de derecho, ha sido identi cada de muchas maneras desde que se extendi la re exin poltica acerca del Estado mismo. Ya omas Hobbes, en su conocido captulo X del Leviatn, se refera a los poderes naturales e instrumentales que adquiran los hombres y, aunque entenda al poder del Estado como el ms vigoroso porque concentra el de muchos hombres, apuntaba otras fuentes y manifestaciones de ejercicio del poder. Mucho tiempo despus, hay autores que encuentran la diferencia entre poder de hecho y poder de derecho en el modo en el cual Max Weber se re ere a los conceptos autoridad y poder (Pin, 2000: 543).1

    Derecho y poder tendran que estar indisolublemente vinculados en una sociedad de poder tendran que estar indisolublemente vinculados en una sociedad de poderciudadanos responsables y con un orden jurdico de plenos consensos. Como esa situacin ideal no existe, Norberto Bobbio, al referirse a la justi cacin del poder, recordaba la distincin entre aquello que es posible y lo que es lcito, y entre la efectividad y la efectividad y la efectividad legitimidad (Bobbio, 1989: 117 y ss.). Las diferencias entre el mbito de la normatividad y el mundo del poder, le

    1 En su monumental Economa y sociedad, Weber alude, con una connotacin distinta a la que tiene hoy en da, al aspecto fctico en el ejercicio del poder; con ese trmino, el pensador alemn distingue entre el poder que se deriva de una norma jurdica, de la capacidad de una autoridad para que sus rdenes tengan consecuencias relevantes: el poder de mandar fctico suele exigir el complemento de un orden normativo legal, y opera as forzosamente en relacin con el sistema de nociones jurdicas (Weber, 1984: 700).

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    parecan al pensador italiano, un tema de encuentro insoslayable entre el Derecho y la Filosofa Poltica. En una carta a varios de sus colegas en la Universidad de Turn, Bobbio apuntaba:

    Siempre he considerado la esfera del derecho y la de la poltica, por usar una metfora que me es familiar, dos caras de la misma medalla. El mundo de las reglas y el mundo del poder. El poder que crea a las reglas, las reglas que transforman el poder de hecho en un poder de derecho (Citado en Bovero, 2005: 56).

    Esas precisiones nos permiten recordar que, como todos sabemos y a menudo padecemos, el poder no es privilegio de las instituciones refrendadas por la ley. La amplia variedad de intereses que no son o que no debieran ser satisfechos por la accin estatal, a menudo se organizan y expresan no slo en legtima reivindicacin de sus intereses sino, en ocasiones, en contra del Estado y la sociedad. Si el poder es, de acuerdo con Weber, la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relacin social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad (Weber, 1984: 43), entonces resulta posible reconocer una amplia variedad de poderes ms all de los que se derivan legtimamente de la soberana popular. Los linderos entre legalidad, alegalidad2 e ilegalidad, son frecuentemente transpuestos por corporaciones empresariales que buscan hacer ms negocios y pagar menos impuestos, iglesias que infringen las reglas del estado laico, medios de comunicacin que convierten en causa y prctica el rechazo a las regulaciones, pandillas delincuenciales que agreden y atemorizan a la sociedad.

    Poder de hecho, en busca de sus propias reglas

    Los poderes fcticos promueven y, cuando estn en condiciones, imponen sus intereses par-ticulares al resto de la sociedad. En otros tiempos, en circunstancias no siempre idnticas, se les ha denominado grupos de presin o grupos de inters. Sin embargo entre tales grupos puede haber corrientes u organizaciones que acten dentro del marco legal y cindose a las normas. De hecho, la existencia de organizaciones capaces de ejercer contrapesos al poder del Estado puede ser saludable, necesaria incluso, en cualquier sociedad democrtica. Los pode-res fcticos eluden o soslayan las normas, son ms propensos a la coaccin que al consenso.

    En Mxico, hace casi medio siglo, Pablo Gonzlez Casanova distingua entre poderes formales y reales al hacer la diseccin de los factores de poder que entorpecan La democracia en Mxico (Gonzlez Casanova, [1965] 1969: 45). Ese autor enumeraba a los verdaderos factores de poder en este pas, as como en otros de Hispanoamrica: caudillos y caciques regionales, el

    2 Por alegalidad, entendemos aquello que no est regulado por las leyes.

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    ejrcito, el clero, los latifundistas, los empresarios nacionales y extranjeros (Ibid., [1965] 1969: 45-46). Hoy nuestro elenco de poderes reales se ha globalizado, en algunos casos adquiere cierta so sticacin tecnolgica, en otros a anza y expande su discurso pero, antes que nada, ha ganado in uencia poltica e ideolgica.

    En algn otro momento habr que hacer un diagnstico cabal acerca de la expansin cultural de los poderes fcticos en nuestras sociedades. En algunas regiones del pas pareciera tener arraigo la cultura del narcotr co que lo mismo sirve de cobertura ideolgica que como parapeto incluso poltico de los grupos delincuenciales. En otro plano, distinto desde luego, podemos identi car la preponderancia ideolgica de las televisoras privadas, por lo menos en el plano de los medios de comunicacin.

    La in uencia de los poderes fcticos denota carencias polticas, vacos jurdicos y penurias culturales. Mara Amparo Casar ha encontrado en tal ascendiente una de las caractersticas ms notables, y socialmente costosas, de la transicin mexicana:

    La transicin mexicana logr democratizar la esfera de lo poltico en lo que se re ere al acceso a los cargos de eleccin popular y a la pluralidad de los rganos de gobierno, pero no tuvo el mismo xito en reducir la posicin e in uencia de ciertos grupos de poder. Al respecto, hay que distinguir entre el poder poltico de jure y el poder poltico de facto. El primero es el que otorgan las instituciones polticas: la Constitucin, las leyes, el sistema electoral. El poder de facto es el que surge de la accin colectiva y del despliegue de recursos privados, trtese de mecanismos como el cabildeo y la corrupcin, o el simple uso de la fuerza (Acemoglu y Robinson, 2006, citados por Casar, 2009: 47).

    Aade Casar:

    Las transiciones polticas democrticas cambian el poder poltico de jure pero no nece-sariamente, o no en la misma proporcin, el poder de facto. Las instituciones polticas pueden pasar de ser no democrticas a democrticas y cambiar la distribucin del poder poltico de jure. Pero esto puede tener poco impacto en el mbito del poder poltico de facto porque, ante ese cambio, las elites tienden a invertir ms en su poder real mediante el cabildeo, el control del sistema de partidos, la corrupcin, la intimidacin o las amenazas y, finalmente, en el uso de la fuerza (Casar, 2009: 48).

    Arrinconar al gobierno, des gurar al Estado

    El efecto que tiene el desarrollo de los poderes fcticos en la formacin o distorsin de la cultura cvica esto es, en la apreciacin que los ciudadanos tienen acerca de las institucio-

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    nes polticas y de sus propias capacidades para in uir, expresarse y defender sus derechos entre muchas otras implicaciones puede ser devastador. Los medios de comunicacin no son culpables de todas las indigencias e insu ciencias ciudadanas en ese terreno, pero tampoco resultan ajenos a ellas. Pensando en ellos, la investigadora Rossana Reguillo de ni, con precisin:

    Poderes fcticos, se les llama hoy da, para caracterizar a aquellos poderes capaces de operar y actuar de facto, es decir, como aquellos poderes capaces de instalar normas (aceptadas) y de dirigir las orientaciones y decisiones de la sociedad, en una direccin determinada; estos poderes fcticos, operan muchas veces, al margen del derecho, e incluso al margen de la legalidad (Reguillo, 2008: 155).

    Hace ya ms de un cuarto de siglo, varios investigadores escribimos el libro Televisa, el Quinto Poder (Trejo, 1985) que tena como epgrafe una cita del periodista Manuel Buenda, sin duda el columnista ms in uyente en aquellos aos y que haba sido asesinado un ao antes, en 1984:

    En esta tctica de arrinconar al gobierno y de hacer retroceder histricamente al Estado, nada comparable al caso de Televisa. Esta empresa, que en el fondo depende de la voluntad de un slo hombre, se ha erigido en el Quinto Poder, y quiz aspira a ser llamada en Mxico simplemente El Poder. Todos los medios, absolutamente todos, hasta el diario ms importante, dependen de Televisa de una forma u otra. Si, por ejemplo, el gran cacique decide mostrar su disgusto contra un diario y ordena que se suspenda la transmisin de su campaa publicitaria o el sorteo para los suscriptores, aquel diario tiembla de pies a cabeza, por poderoso que sea o parezca. Los polticos y funcionarios se disputan las ocasiones de rendir pleitesa a Televisa (Buenda, 1984, citado en Trejo, 1985).

    Por eso, cuando tres lustros ms tarde conocimos la de nicin del profesor Luigi Ferrajoli para designar a los poderes extralegales que se han enquistado en Italia, lo mismo que en Mxico desde las ma as criminales hasta los emporios de la comunicacin no dudamos en denominar Poderes salvajes a los consorcios mediticos de nuestro pas. Entre esos grupos privados que asumen conductas extralegales, adems de ma as criminales y redes de corrupcin se encuentran, de acuerdo con el profesor Ferrajoli:

    sobre todo los macropoderes econmicos que, en ausencia de lmites y de controles legales, tienden a desarrollarse con dinmica propia, arrollando las garantas de los derechos de los trabajadores, los principios de transparencia y concurrencia, los intereses pblicos y los derechos

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    sociales, condicionando fuertemente la esfera de los poderes pblicos (Ferrajoli, 2000: 128-129, citado en Trejo, 2005: 192).

    Los poderes fcticos cuestionan, acotan y en ocasiones debilitan al poder de las instituciones estatales. Pero, salvo en situaciones de crisis poltica generalizada, no suplantan al Estado.

    Poderes ocultos, refractarios a la transparencia

    El mismo Ferrajoli, ms recientemente, ha sealado que una de las pretensiones de los poderes interesados en inhabilitar al Estado es la ilusin de una democracia sin derecho, que sera:

    una poltica y un mercado sin reglas, dominados por poderes polticos y econmicos que no toleran lmites ni controles. Pues qu otra cosa signi can el ataque actual a la Constitucin en Italia, las agresiones a la magistratura y la idea en relacin con el rea del gobierno, pero no slo de la omnipotencia de la mayora, sino un retorno a la opcin por el gobierno de los hombres contra el gobierno de las leyes? (Ferrajoli, 2005: 33).

    Por su parte, Norberto Bobbio se haba referido a los que llam poderes ocultos. Lo hizo cuando re exion acerca del papel que ha de desempear la transparencia en la construccin y el mantenimiento de la democracia. Los actos del poder pblico, estableci, deben ser, precisamente, abiertos y sujetos al ms amplio escrutinio. Lo contrario, es el poder invisible que se contrapone con el ideal democrtico (Bobbio, 1986: 65 y ss.).

    El peso de los poderes extra institucionales, estn o no al margen de la ley, ha sido considerado como una de las limitaciones fundamentales al ejercicio de la democracia. En su clebre indagacin sobre las condiciones de la democracia en Amrica Latina, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo realiz una ambiciosa encuesta entre lderes polticos y sociales, al cabo de la cual encontr: El 79.7% de los dirigentes consultados en Amrica Latina resalta la in uencia sobre los gobiernos de los empresarios y el sector nanciero. Un 65,2% hace hincapi en el poder de los medios de comunicacin (pnud, 2004a: 79).

    La misma institucin internacional concluy, en el balance de aquella indagacin:

    En el mapa del poder que trazan nuestros consultados se destaca el gran peso de ciertos poderes fcticos, en particular del sector econmico- nanciero y de los medios de comunicacin. Entre nuestros consultados existe la percepcin de que los condicionamientos impuestos por estos poderes conducen a la existencia de gobiernos que tienen serias limitaciones para responder

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    a las demandas de la ciudadana. Ellos tambin recalcan que los partidos no logran formular proyectos colectivos que les permitan convertirse en expresin autntica de la ciudadana, as como la in uencia de poderes extraterritoriales que, entre otros aspectos, se expresa en la importancia relativamente baja que se asigna en la agenda a la integracin entre pases de la regin (pnud, 2004b: 176).

    La ndole antidemocrtica de los poderes fcticos no radica nicamente en la reivindicacin de privilegios para alguna o algunas corporaciones o grupos de inters sino, junto con ello, en su desempeo al margen o a pesar del orden jurdico. La solidez de un sistema poltico se puede aquilatar en su capacidad para circunscribir a los poderes fcticos al marco legal. El Estado mexicano, a juzgar por su vulnerabilidad ante tales poderes, est perdiendo tambin esa batalla.

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