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Atenea Universidad de Concepción [email protected] ISSN: 0716-1840 ISSN (electrónico) 0718-0462 CHILE 2003 Ximena Troncoso Araos EL RETRATO SOSPECHOSO. BELLO, LASTARRIA Y NUESTRA AMBIGUA RELACIÓN CON LOS MAPUCHE Atenea, segundo semestre, número 488 Universidad de Concepción Concepción, Chile pp. 153-176

Troncoso, Retrato Sospechoso

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El retrato sospechoso. Bello,Lastarria y nuestra ambigua relación con los mapuche

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  • AteneaUniversidad de [email protected]: 0716-1840ISSN (electrnico) 0718-0462 CHILE

    2003 Ximena Troncoso Araos

    EL RETRATO SOSPECHOSO. BELLO, LASTARRIA Y NUESTRA AMBIGUA RELACIN CON LOS MAPUCHE

    Atenea, segundo semestre, nmero 488 Universidad de Concepcin

    Concepcin, Chile pp. 153-176

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    RESUMEN

    El estudio del pensamiento de Bello y de Lastarria sobre el lugar del pueblo mapuche en la nacien-te repblica chilena permite viajar hacia los orgenes literarios de nuestra contradictoria identidadcultural: la inclusin simblica y la exclusin concreta de los mapuche en y de la sociedad chilena.

    Palabras claves: Chile, Bello, Lastarria, pueblo mapuche, inclusin-exclusin.

    ABSTRACT

    This paper studies the thought of Bello and of Lastarria as to the place of the Mapuche people inthe emerging Chilean Republic and permits us to travel towards the literary origins of our contra-dictory cultural identity: the symbolic inclusion in and the concrete exclusion of the Mapuchesfrom Chilean society.

    Keywords: Chile, Bello, Lastarria, Mapuche, inclusion-exclusion.

    Recibido: 06.10.2003. Aprobado: 30.12.2003.

    XIMENA TRONCOSO ARAOS**

    El retrato sospechoso.Bello, Lastarria y nuestraambigua relacin conlos mapuche*

    *Este ensayo se inserta en la tesis doctoral El espejo empaado. Literatura, nacin y pueblomapuche (profesor tutor Dr. Gilberto Trivios). Programa de Doctorado en Literatura Latinoa-mericana, Universidad de Concepcin.

    **Profesora de Espaol, Magster en Literaturas Hispnicas y Doctora en Literatura Latinoa-mericana. Ha ejercido docencia en la Universidad de Concepcin y actualmente es profesora en laUniversidad Catlica de Temuco. E-mail: [email protected]

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    El Padre la habra entregado y les habra dicho: Veis aquque vuestro hijo est con salud y que le va bien. Ellos ha-bran recibido el retrato con gusto y con mucha alegra. Peroparece que otros indgenas, a los que mostraron la fotogra-fa, decan a mi padre: Tu hijo ha muerto: sa es el alma deun difunto. Mi padre se asust cuando le dijeron tales men-tiras. Se fue donde el Padre Constancio y le dijo: Quin sabesi esta imagen de mi hijo est viva; no habr muerto?

    LONCO PASCUAL COA

    La bsqueda de la procedencia no funda, al contrario: re-mueve aquello que se perciba inmvil, fragmenta lo que sepensaba unido; muestra la heterogeneidad de aquello que seimaginaba conforme a s mismo.

    MICHEL FOUCAULT

    LAS IMAGENES de los indgenas en general y de los mapuche en parti-cular fueron configuradas ideolgica y literariamente subsumindolasal proyecto de identidad nacional. Bello y Lastarria encuentran la ori-ginalidad en el uso simblico de lo indgena al mismo tiempo que lo exclu-yen del proyecto por su irrenunciable y escandalosa diferencia.

    *Los escritores chilenos del Movimiento de 1842 se proponan retomar el

    camino comenzado por los independentistas, el que se habra desvirtuadoal continuarse con una poltica autoritaria. Es el continuismo de la Coloniael que rechazan, por lo cual se oponen furibundamente a lo espaol delpasado y del presente. El acercamiento al espritu independentista, el cualquieren retomar para construir la repblica que debi ser, pero que se trun-c, provoca cierta simpata hacia el mundo indgena, pero se trat de uninters diferente al que movi a los patriotas. La visin de los escritores de laGeneracin del 42 con respecto a los mapuche la entiendo en una relacindialctica entre historia, ideologa y literatura, para percibir las semejanzasy discrepancias entre unos escritores y otros y las ambivalencias y o ambi-gedades de las posturas que se verifican en cada escritor. Los intelectualesde este perodo se enfrentan simultneamente a las imgenes de hroes ybrbaros que vienen de la tradicin y que son ledas en un nuevo escenariohistrico.

    Tanto Andrs Bello como la generacin siguiente contribuyeron a darperfil coherente al Estado-nacin. Esto vale para los que trabajaron dentrode la oficialidad administrativa como para quienes fueron expulsados deella. El concepto que los uni fue justamente el de la unidad. Cmo conse-guir la unidad identitaria fue un problema a resolver, puesto que se tratabade una nacin socialmente heterognea, territorialmente escindida y en con-flicto poltico y cultural con los mapuche. Es decir, la unidad fue una inven-cin, una comunidad imaginada al decir de Benedict Anderson, una crea-

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    cin poltica y literaria. La idea del historiador Mario Gngora de que enChile el Estado crea la nacin se relaciona con esto, pero con la salvedad deque Gngora considera slo el carcter inclusivo, unificante y positivo deeste proceso, pero no el anverso: la exclusin y su ocultamiento, aspectosque son sealados hoy en da por historiadores como Gabriel Salazar, JulioPinto (1999), Alfredo Jocelyn-Holt (1999) y Jorge Pinto (2000), entre otros.Por otra parte, estudios literarios como los de Jaime Concha (1997) y GilbertoTrivios (2001) tambin estn aportando significativamente a la revisin dela historia y de las imgenes intertnicas (Portilla 1992) del perodo en que secrea la nacin. Jaime Concha (1997) plantea que la nacin se construye poroposicin a cuatro adversarios internos y externos: la Confederacin Per-Boliviana, los vencidos de Lircay, el bandidaje rural y el indio araucano, conlo que la nacin crea su leyenda de orden a partir de la exclusin de otros. Elindgena es parte de un nosotros incluyente y un gran excluido de la na-cin: inclusin imaginaria y marginacin real (34). Trivios, por su parte,en el estudio de seis obras escritas entre 1862 y 1928, percibe aquello que lasacerca: El descubrimiento, ms all de los esfuerzos por velarla, de la vio-lencia constitutiva de la nacin chilena (141). No se trataba slo de formarun Estado que administrara la nacin, tambin haba que conformar la na-cin a partir de una incipiente, difusa o inexistente identidad nacional. Yesa nacin que se construye es social, genrica y culturalmente jerarquizaday jerarquizante: oligrquica, racista y machista.

    LA CONDENACION DE ANDRES BELLO

    Un personaje ineludible a la hora de tratar la literatura y la cultura en unmomento tan importante de nuestra historia como es el de la constitucinde la nacin y el Estado en Chile es Andrs Bello, quien es definido por elhistoriador Ariel Peralta como la raz fundacional de la cultura chilena, loque seala la visin elitista sobre la cultura predominante a lo largo de nuestrahistoria. En Bello encontramos los orgenes del Estado-nacin, en el sentidoque es el sistematizador ideolgico del proyecto. Si bien hubo otros, l reali-z un trabajo cuyo objetivo era muy definido a la vez que descomunal: sen-tar las bases estructurales del Estado-nacin moderno. El Cdigo Civil, laConstitucin de 1833, la Gramtica de la lengua castellana son textos, perono slo eso, son tambin mquinas legales cuyo objetivo es lograr un efecto,crear un orden, dar forma definida.

    Para Bello, nuestra tradicin es Espaa, somos hijos de Espaa: lo malo ylo bueno nos viene de la Madre Patria. Bello fue un hombre entre dosmundos y dos tiempos: Europa e Hispanoamrica, lo clsico y lo moderno.Se ha dicho que Bello fue el primer escritor americanista; pero su america-nismo se nutra de lo hispnico y reconoca en l su fuente. Su hispanismo

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    Bello

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    se revela con notoriedad en el comentario de la tesis de Jos Victorino Lasta-rria (ambos textos son de 1844). Si bien el comentario es elogioso al inicio,contiene una serie de refutaciones. En una de ellas Bello contradice la tesisreferida al estado de envilecimiento de la sociedad colonial, arguyendo queun pueblo profundamente envilecido no habra sido capaz de ejecutar losgrandes hechos que ilustraron las campaas de los patriotas. Pero lo queme interesa destacar ms es lo que contina, referido a la semilla de la vir-tud que florece en los patriotas, la que provendra de Espaa:

    I el que observe con ojos filosficos la historia de nuestra lucha con la me-trpolis reconocer sin dificultad que lo que nos ha hecho prevalecer en ellaes el elemento ibrico. La nativa constancia espaola se ha estrellado contra smisma en la infinita constancia de los hijos de Espaa. El instinto de patriarevel su existencia a los pechos americanos, i reprodujo los prodigios deNumancia y Zaragoza. Los capitanes i las lejiones veteranas de la Iberiatrasatlntica fueron vencidos i humillados por los caudillos i los ejrcitos im-provisados de otra Iberia joven, que, abjurando el nombre, conservaba el alientoindomable de la antigua en la defensa de sus hogares (yo destaco), (1957: 99).

    En la visin de Bello, Espaa perfecciona lo romano y Amrica mejora lohispano.

    Bello no intenta desconocer los desmanes de la conquista y las falenciasde la colonia, sino justificarlas en unos casos y bajarles el perfil en otros. Elpunto central de la discusin es la violencia de la conquista, la que Bello asi-mila a otras para finalmente plantear una ley histrica que en el fondo obede-cera a una caracterstica esencial del ser humano. As, el historicismo quepropugna Bello consistira en distintas modalidades de una misma mecni-ca en la que los mejores se imponen. A partir de esta idea racista, justifica unorden social jerrquico, con lo que sugiere lo intil del cambio en la estruc-tura social1 . Tambin se refiere a la conservacin del orden social en su Dis-curso de instalacin en la Universidad de Chile. La palabra igualdad noforma parte de los postulados de Bello, a diferencia de la generacin siguiente.

    Qu lugar ocupan los indgenas en este proyecto nacional y americano?Bello, segn Mariano Picn-Salas, ley a los cronistas de Indias, entre ellos aLas Casas, buscando un alegato americano que oponer al sistema colonialespaol. Bello critica las Leyes de Indias y alega en favor de los derechos delos indgenas: Y a qu se reduce? [la ley de proteccin indgena] A mante-nerlos en pupilaje perpetuo. Admirable legislacin que niega al hombre eluso de sus derechos para precaver el abuso! (Cit. en Picn-Salas 1957: XVI).

    1Basado en la voluntad oligrquica ms que en la legitimidad nacional, el Estado de 1833 sevio forzado a iniciar complejas maniobras retricas de legitimacin, en las que habran partici-pado los intelectuales del 42, incluido Bello (Pinto y Salazar 1999: 35). Y segn Jocelyn-Holt: Msimportante que el Estado fue la persistencia del orden social tradicional (1999: 27).

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    Pero este discurso brillar por su ausencia a la hora de referirse al pueblomapuche y a la nacin chilena.

    Bello expone sus ideas respecto a las relaciones entre pueblos distintosdentro de un proceso de conquista. El resultado ser la mezcla racial y cul-tural. Pero en algunos casos es slo racial: Puede suceder tambin que laconcordancia entre los elementos que se acercan sea tal, que una invenciblerepulsin no les permita penetrarse uno a otro y producir un verdaderocompuesto. Se mezclarn tal vez las razas, y se rechazarn entre s las ideas.(97). Esto lo ilustra con el caso de espaoles y rabes, pretexto para hablardel caso americano. Bello emite un juicio de tono proftico con respecto alos pueblos indgenas de Amrica: Est pronunciado el fallo de destruccinsobre el tipo nativo. Las razas indgenas desaparecen y se perdern a la largaen las colonias de los pueblos trasatlnticos, sin dejar ms vestigios que unaspocas palabras naturalizadas en los idiomas advenedizos, monumentos es-parcidos a que los viajeros curiosos preguntarn en vano el nombre y lasseas de la civilizacin que les dio el ser (98).

    Sin embargo, su razonamiento lo lleva a admitir que, si hubo mezcla derazas en Amrica sin por ello haberse degradado la raza, los indgenas, porlo tanto, habran aportado tambin favorablemente, aunque slo en el as-pecto racial, no en el cultural.

    Hai en las razas una complexin peculiar, una idiosincrasia, por decirlo as,indestructible? I ya que la raza espaola se ha mezclado con otras razas enAmrica no sera posible explicar hasta cierto punto por la diversidad de lasmezclas las diversidades que presenta el carcter de los hombres de larevolucin en las varias provincias americanas? He aqu un problema quemerecera resolverse analticamente i en que no nos es posible detenernosporque carecemos de los datos necesarios (100).

    Es posible apreciar aqu la veta filosfica de Bello en el sentido de ser unbuscador de conocimiento, un indagador incansable y riguroso. As, las pre-guntas que formula no son meramente retricas, sino una forma de cono-cer, explicar dudas y plantear hiptesis. La pregunta de Bello por la idiosin-crasia no ha perdido totalmente su actualidad, aunque claro, hoy en da seplantea en otros trminos. El elemento racial ha ido perdiendo relevancia afavor de una nocin de lo tnico con un sentido eminentemente cuandono exclusivamente cultural. Bello se pregunta si algo de la peculiaridad deun pueblo, esto es, de su identidad, permanece en el tiempo a pesar de lasmezclas. Reconoce la transformacin cultural (aunque l hable de razas)cuando repara en las diversidades que presenta el carcter de los hombresde la revolucin en las varias provincias americanas. Bello hace la distin-cin entre identidad racial y cultural (las ideas), pero su diferenciacin esvaga y ambigua. La unin de las razas, de la espaola y la araucana en Chile,

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    dara origen a una nueva sntesis homognea, heredera de la cultura espa-ola. Es decir, el pueblo mapuche estaba condenado a desaparecer. Peroesto corresponde ms al plano del deseo o inters que al del conocimiento,es decir, corresponde ms al proyecto como nacin que a lo que efectiva-mente haba ocurrido y estaba ocurriendo producto de las relacionesinterculturales. El mismo Bello autocrticamente no puede dejar de sea-lar sus limitaciones con respecto al tema y la necesidad de estudiar. Estoltimo indica que el inters ideolgico no da origen en Bello a un discursode mala fe, sino a un discurso determinado en gran medida por objetivospragmticos vinculados a ciertos valores morales.

    Permanencia y cambio son dos nociones que rondan constantemente elpensamiento de Bello y que a pesar suyo no siempre se resuelven en el idealbelliano de equilibrio, armona, conciliacin, sntesis. Mario Rodrguez(1981), en su anlisis de las silvas de Bello, plantea que lo neoclsico y loromntico no dan como resultado una conciliacin en Bello, sino una con-denacin, ya que producen una actitud ambigua frente a la poesa: Procla-ma la libertad artstica, pero se apresura a condenarla en nombre de unaposible embriaguez licenciosa(43). Esta ambigedad tambin se verifica ensu trabajo como gramtico, como lo expone el agudo artculo de Julio Ra-mos (1995) acerca de la visin de la lengua castellana en Bello: segn Ra-mos, para Bello la palabra dialectal es irregular y monstruosa, demasiadopegada a las pasiones del cuerpo, pero a la vez esa palabra encarna la dife-rencia latinoamericana (26). As, la diferencia posibilita la constitucin deuna lengua nacional, pero sta, una vez institucionalizada, expulsa la dife-rencia: En Bello el discurso gramatical se erige en respuesta a un terrorespecfico: la monstruosidad, para el intelectual ilustrado, de la dispersin yfragmentacin acarreados por el uso popular de la lengua (26). Esto queRamos considera una apora, sin duda se relaciona tambin con su ambi-gedad potica. Pero tambin se relaciona con el tema indgena: Bello cons-truye una imagen de Amrica apoyada en la diferencia indgena para poste-riormente expulsarla del y por el proyecto nacionalista americano.

    Tal vez la actitud ambigua para con lo indgena ha sido la condenacinde Amrica. Se le ha utilizado en trminos simblicos pero despreciado enlo concreto. La estrategia de Bello, seala Jaime Concha (1997), es levantarel mito contra la realidad, prestigiar la epopeya indgena en desmedro delmapuche existente en su tiempo, al que desprecia y condena como brbaroy antisocial (22). Pero tambin me parece interesante reparar en la confi-guracin de lo indgena no slo en trminos de exclusin, sino de inclusin,pues no se trata simplemente de una utilizacin discursiva. Al ligarse con loindgena en trminos simblicos, el sujeto nacional compromete parte desu identidad, la que, por momentos a lo largo de la historia, se le presentarante el espejo hasta que ya no servir negarla, pues los nuevos Lautaro y

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    Tupac Katari, las nuevas Guacolda y Micaela nos recuerdan el componentemestizo a la vez que ellos abrazan su identidad indgena y la asumen feliz-mente por el mundo. Al configurar el imaginario nacional en relacin conlo indgena, aun cuando ste choque con presupuestos ideolgicos, los ha-cedores de la nacin firman un porvenir de pugna entre el propio sujeto y loque el imaginario conlleva y entre la nacin y los pueblos originarios inte-grados y excluidos de la nacin.

    LA UTOPIA DEL NUEVO MUNDO

    En la poesa Bello se muestra menos adepto a lo hispano que en sus discur-sos. Es el caso de las Silvas americanas, escritas durante su estada en Lon-dres (1810-1828) y publicadas en 1823. En Europa su sentimiento america-nista se intensifica por la nostalgia del suelo venezolano. La utopa del Nue-vo Mundo que Bello configura aqu es distinta de la utopa hispana de con-quista, la que consista en el encuentro de un lugar maravilloso, fuente deriqueza que cambiara la vida de un hombre de la noche a la maana.

    Las Indias o El Dorado fueron los nombres de una misma obsesin: en-riquecerse. El oro fue el objeto del deseo, pero tambin un justificador de laaventura de la bsqueda incesante que significa al mismo tiempo insatisfac-cin con la propia situacin en el mundo. Con el asentamiento, la bsquedaadquiere otro carcter. La relacin con el medio va a ir despertando senti-mientos de apego que dan origen a una conciencia de identidad diferente.El Nuevo Mundo se asumi como mundo propio y luego de la guerra por laIndependencia la utopa se vuelve ms especfica y definida.

    El inters por la naturaleza como objeto literario que va a marcar a laliteratura hispanoamericana posterior podra entenderse en relacin con elimaginario que comienza con las cartas de Coln. Las Indias son percibidascomo lugar de maravillas por el sincero asombro ante lo nuevo, pero tam-bin por la mirada fantasiosa propia del hombre europeo de ese tiempo yadems por el inters en crear cierto efecto en el destinatario para justificarla empresa ante los reyes de Espaa y conseguir el reconocimiento y apoyonecesario para continuar. Amrica se convierte en un lugar paradisaco afuerza de deseo. Su atraccin radica, ms que en lo que se sabe de ella, en loque se desconoce. A este respecto, Jocelyn-Holt, en Historia general de Chile(2000), expresa lo siguiente:

    No es que Amrica proporcione un espacio donde se pueden establecer uto-pas, o bien, donde se descubren comunidades ideales, sino que Amricamisma deviene en esta vlvula de escape de un mundo viejo, constreido yagobiante. Amrica ensancha las perspectivas, ofrece un amplsimo nuevopanorama; en suma, permite expandir la ecmene (221).

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    Pedro de Valdivia es quien inaugura en Chile el discurso de la magnifi-cencia de las condiciones naturales de Chile, que en las cartas de relacin senos ofrece como el mejor lugar del mundo, de clima bondadoso, tierras deuna fertilidad asombrosa, con minas riqusimas en oro. El carcter superla-tivo e impreciso de la descripcin ya es motivo para sospechar de ella. Msan, si se considera que el propsito del discurso se hace evidente a travs dela insistencia en la factibilidad de que mucha ms gente podra asentarse enel lugar. El objetivo tambin es explicitado: Para que haga saber a los mer-caderes i gentes que se quisieran venir a avecindar que vengan2. El discursode Valdivia contrasta con descripciones ms precisas y menos entusiastascomo las de Gernimo de Bibar y Gngora Marmolejo.

    El discurso elogioso reaparece con Alonso de Ovalle en su Histrica rela-cin del Reino de Chile, quien, a diferencia de Valdivia, trasunta el apegosentimental a la tierra en que se ha vivido y con la cual se han establecidolazos. En Ovalle, el amor por el suelo chileno va de la mano con el afecto porEuropa, lo que se revela en las semejanzas entre ambos. Que Chile sea ellugar de Sudamrica ms parecido a Europa, segn la visin de Ovalle, seentiende sin duda como un elogio.

    De esta manera, la naturaleza americana como tpico literario no nacecon Bello, pero s adquiere con l una nueva modulacin: la naturaleza setorna lo representativo. Es lo nico seguro y concreto a que aferrarse. Lautopa del Nuevo Mundo, que acompaa a conquistadores y colonizadoresespaoles y que contina en la repblica, es el tema central de sus Silvasamericanas, consideradas las primeras obras americanistas, pues exaltan almundo americano como virtualmente superador de los vicios de Europa.La naturaleza prdiga sometida a la mano civilizadora, tema de su silva Laagricultura de la zona trrida, revela el modo de relacin del sujeto ameri-cano con su mundo, el cual es percibido como un espacio sin cultivar, por lotanto, lleno de posibilidades. He ah el atractivo de lo nuevo y lo virginal. Esla cultura la que jugar el papel protagnico. En Amrica est todo por ha-cer y Bello viene a hacerlo todo. Lo ms urgente es dar orden y unidad.

    En Alocucin a la poesa contrapone el nuevo y el viejo mundo. Am-rica es naturaleza, Europa es cultura. La naturaleza es favorecida en lapoetizacin, lo que resulta contradictorio con el pensamiento de Bello; perotiene su razn de ser, que se desarrolla en forma ms amplia y definida enAgricultura de la zona trrida: Amrica como naturaleza exuberante yvirginal a la espera del trabajo humano que la transforme, es decir, a la espe-ra de la cultura. Su significado apunta hacia la visin de un nuevo mundopara nuevos hombres: Amrica representa la posibilidad de un mundo nue-

    2Los extractos ms elocuentes sobre Chile de las obras de los cronistas que aqu menciono seencuentran en la antologa de Ariel Peralta (1993).

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    vo no tan slo por su espacio geogrfico, sino tambin, y principalmente,por su gente. Amrica representa el pueblo nuevo, en oposicin a una Euro-pa cuyos vicios no pueden percibirse al margen de lo cultural. La oposicinnaturaleza/cultura, que ya es tpico literario en la poesa del Siglo de Oroespaol, es la imagen que Bello selecciona para elaborar una visin poticade su utopa, que por lo dems no es de su exclusividad. En esta dialctica sepercibe el influjo del romanticismo en Bello, pues las ideas de patria y na-turaleza generan los dos grandes campos semnticos pivotales del romanti-cismo en Hispanoamrica (Barreda y Bjar: 13).

    Como deca, Bello tambin recurre a lo indgena para construir una ima-gen del mundo americano que contraste con el europeo. En esto sigue elejemplo de los independentistas. Los referentes son utilizados como smbo-los para condenar la Conquista espaola y exaltar la Independencia. Losnombres de importantes figuras de los pueblos indgenas funcionan meto-nmicamente para designar a los pueblos vctimas. La liberacin del yugoespaol signific la reparacin de los males causados a Amrica. Lo indge-na resulta ser un recurso que legitima el carcter americano de los criollos,pues establece una equivalencia entre los pueblos originarios y las coloniasindependizadas. En Alocucin a la poesa, versa:

    No largo tiempo usurpar el imperioDel Sol la hispana gente advenediza,Ni al ver su trono en tanto vituperioDe Manco Cpac germinarn los manes.De Angulo y Pumacagua la ceniza.Nuevos y ms felices capitanesVengarn, y a los hados de su puebloAbrirn vencedores el caminoHuid, das de afn, das de luto,Y acelerad los tiempos que adivino........Diosa de la memoria, himnos te pideEl imperio tambin de Moctezuma (80)

    As, la independencia poltica que consiguieron las colonias se hace ex-tensiva tambin a los pueblos originarios. Se quiso ver una liberacin en unhecho que para los indgenas no tuvo en absoluto tal significado.

    Bello propone una imagen de Amrica como espacio de la regeneracin.En el fondo, el Nuevo Mundo no es el opuesto del viejo mundo, sino sucontinuador y superador. De all la exhortacin a la divina Poesa a quedeje la culta Europa y se encamine hacia el espacio arcdico de Amrica,ms afn con la nativa rustiquez de la poesa.

    En este poema se asocia la naturaleza americana con los pueblos que lahabitaban. Los une adoptando la imagen mtica del buen salvaje en un esta-

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    dio de inocencia primigenia salvaguardada por la incomunicacin con elmundo civilizado:

    All memoria de tempranos dasTu lira aguardan; cuando, en ocio dulceY nativa inocencia venturosos,sustento fcil dio a sus moradores,Primera prole de su frtil seno.Cundinamarca; antes que el corvo aradoviolase el suelo, ni extranjera manoLas apartadas costas visitare.An no agregado la ambicin habaEl hierro atroz; aun no degeneradoBuscaba el hombre bajo obscuros techos (75-76).

    Esta imagen sirve para reforzar la idea de Amrica como lugar de regene-racin. El pasado precolonial, caracterizado por el espritu inocente que seconservara en la abundante naturaleza virgen, proporciona el sustrato parasobreponerse a la tragedia de la guerra (quin contar la pavorosa suma?)y construir empresa pica a partir de las cenizas: caste, s; mas vencedorcaste.

    Bello quiere imprimir a su poema un sello americano, para lo cual recu-rre a los referentes que le proporciona el conocimiento directo e indirectode los pueblos de Amrica: su geografa y su historia. Lo indgena propor-cionara de modo ms notable los elementos singularizadores necesariospara otorgarle a lo esttico un mnimo de originalidad. Recordemos queBello se rige por los modelos clsicos, especialmente Virgilio.

    Quiz la presencia ms relevante y autntica de lo indgena en las silvasse verifica en algunos versos de la Alocucin... que hablan del relato mticoproveniente de la tradicin oral sobre el derrumbamiento del Tequendamay del nuevo pueblo de los muiscas que surge bajo el alero del legisladorNenqueteba. Curiosamente, Bello narra el relato sin establecer diferenciasen el punto de vista, es decir, lo narra como si fuera un hecho histrico ms.Digo que es curioso si pensamos que las dems descripciones se cien ahechos histricos, paisajes y vegetacin concretos. Justamente por estas l-timas caractersticas es que Manuel Antonio Caro define la poesa de lassilvas de Bello como cientfica, pues su poesa adorna y hermosea verda-des descubiertas y explicadas por la ciencia, se caracteriza por el amor a laexactitud en las descripciones y definiciones, idealizar siempre sobre la rea-lidad, no fantasear jams. A esto Caro agrega el dato de que la estada deHumboldt en Caracas y las noticias de sus trabajos habran despertado en eljoven Bello el amor a las ciencias naturales. Luego, cmo explicar la incor-poracin del relato indgena y qu sentido tendra? Hay que decir en primerlugar que Bello enva una sea de su racionalidad occidental a travs de la

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    nota en que cita la fuente de donde extrajo el relato: Humboldt, Vues deCordilliers. Ahora bien, habra que entender el relato indgena en relacincon la tradicin esttica y con el americanismo, aunque parezca contradicto-rio. Se trata de crear una imagen potica del mundo americano. Si Virgiliorecurre a la mitologa, Bello tambin recurre al mito, pero americano. En otraspalabras, conserva el modelo pero cambia el contenido. La mitologa adquie-re justificacin en la medida que contribuye con la finalidad de representar elmundo americano teniendo como parmetro el mundo europeo para mar-car diferencias, pues la identidad propia se define en relacin con algn otro.En esta instancia particular, lo indgena no es configurado como lo otro,sino como lo semejante. La identidad, por lo tanto, adems de variar con eltiempo, depende del lugar y el momento desde donde se construye.

    Pero a medida que se avance en la construccin de la nacin y se tengaque hacer frente a una realidad muy distinta al sueo de la nacin homog-nea, la relacin del Estado con los mapuche se ir tornando cada vez msconflictiva. El papel que se le otorg a lo indgena en las nacientes repblicasfue contradictorio. El socilogo Braulio Muoz (1996) plantea que el sueode unidad de los pueblos hispanoamericanos, cifrado en el concepto demestizaje, implic la muerte cultural de los indgenas. Este sueo de unidadtiene su manifestacin dentro de lo nacional. Si por una parte lo indgena esutilizado en el ideario emancipador, por otra parte es expulsado del proyec-to del Estado-nacin. Esto ltimo forma parte del discurso de los conserva-dores y tambin de los ms progresistas; es comn a aquellos que propug-naban la dominacin armada y el exterminio y a quienes abogaban por lasrelaciones pacficas.

    Bello reconoci el mestizaje, pero en ningn caso lo promovi. El resul-tado de la unin entre espaoles criollos y mapuche sera el ansiado pueblohomogneo que relegara al olvido a las culturas originarias del continente.Ms de un siglo ha transcurrido desde la muerte de Bello y su profeca de ladesaparicin de las culturas indgenas ha resultado una verdad a medias,porque, si bien la resistencia araucana no ha sido permanente (Trivios 1992:95) y muchos pueblos originarios fueron exterminados, el sonido del cultrnse sigue escuchando entre canelos y treiles, en calles y plazas pblicas.

    BELLO Y LA ARAUCANA: UNA GENEALOGIA POETICA

    La Araucana fue conocida y leda por todos los literatos, fue una fuente deimgenes positivas y negativas con respecto a los mapuche, aunque la ten-dencia fue la asociacin con lo heroico. La lectura de La Araucana as comotoda lectura se hace con una carga cultural. El poema de Ercilla fue apro-piado por los chilenos, quienes vieron en l un texto fundacional (lo que

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    andaban buscando), por lo que lo convirtieron en aquello que necesitaban.Andrs Bello, en el diario El Araucano (1841), escribe un comentario

    sobre el texto de Ercilla. Es un discurso apologtico en mayor medida, dedesagravio por las crticas negativas y la displicencia que se le mostr enEspaa. Ubica la obra en relacin con la tradicin del gnero. El anlisis dela obra es inteligente, certero, erudito, al estilo de Bello. Pero lo ms signifi-cativo, a mi juicio (especialmente para lo que aqu interesa), es aquello quepara Bello hace de La Araucana un libro importante: el ser el texto que plas-ma el nacimiento del pueblo chileno al mismo tiempo que lo inmortalizapor la escritura:

    No nos detendremos a enumerar las prendas y bellezas que adems de lasdichas la adornan, lo primero porque Martnez de la Rosa a desagraviado enesta parte al cantor de Caupolicn; i lo segundo, porque debemos suponerque La Araucana, la Eneida de Chile, compuesta en Chile, es familiar a loschilenos, nico hasta ahora de los pueblos modernos cuya fundacin ha sidoinmortalizada por un poema pico (1957: 530).

    Estamos en presencia de dos mitos: el de la fundacin de Chile, que es elresultado de una determinada lectura del poema, y el de La Araucana comotexto que plasma la fundacin de Chile y que Bello considera una lecturaobligada, como el conocimiento de la historia familiar. Leer el texto de Ercillasera algo as como adentrarse en la genealoga de la nacin, una genealogade origen literario e histrico a la vez.

    Hay algo ambiguo en estas citas con respecto a Chile y a La Araucana.Bello nos haba hablado del poema histrico centrado en los araucanos.Repentinamente, ya no se trata del pueblo araucano sino de Chile. Qupas entremedio? y qu es ese Chile? Partamos por lo segundo: lo claro esque Bello hace referencia a un Chile republicano. Con orgullo nacionalistase jacta de que Chile es el nico pueblo moderno cuya fundacin ha sidoinmortalizada en un poema pico. Pero cul es el Chile de La Araucana?,quines son nuestros padres? Bello no se hace cargo de estas preguntas osilencia las respuestas, pues lo que le interesa de La Araucana es su grandezapica, la que funciona como testimonio de la grandeza de un pueblo. Paraafirmar la identidad nacional, los intelectuales necesitan la certificacin desu nacimiento, para lo cual recurren al mito de la fundacin, influencia delos modelos culturales clsicos. El mito fundacional es clave para la empresade construccin de la nacionalidad en la que toda la elite intelectual estabaempeada, no obstante las diferencias que generaban a veces acaloradaspolmicas. Por esto Bello compara La Araucana con la Eneida y con los ro-mances castellanos. As, el origen de Chile es sublimado, se lo fija en unadimensin potica y abstracta, no obstante se le reconozca obviamente sucarcter histrico sin el cual no se legitima la existencia de la nacin.

    Bello

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    Bello acepta la paternidad araucana slo en una dimensin potica yabstracta. Al igual que los escritores del 42, no aceptaba la ascendencia deun pueblo tan impdicamente distinto al ideal de civilizacin. La idea de loschilenos como hijos de los mapuche es posterior, aunque siempre dentro deun orden simblico. As, el acercamiento de estos intelectuales a los mapucheest mediatizado por la escritura, por el lenguaje espaol y por la perspecti-va de un hombre espaol, Alonso de Ercilla. Lo que quiero decir es que loschilenos miran lo indgena tamizado por la mirada europea, slo as puedeser digerido y aceptado dentro del imaginario.

    LASTARRIA IMBUNCHADO

    El discurso de Jos Victorino Lastarria posee ms semejanzas que diferen-cias en el aspecto ideolgico con el discurso de Bello, pues comparten la mis-ma clase de utopa de las naciones regeneradoras y el mismo gran proyecto deconstruccin diferencial con respecto a Europa. Para los intelectuales de estapoca, el medio para conformar la repblica era la ilustracin, a la que tam-bin le concedan un valor en s misma. De all que sea la educacin lanecesidad de combatir la ignorancia uno de los temas ms recurrentes.

    Como ya he dicho, el propsito orientador de sus actividades era conse-guir la unidad cultural. En la siguiente cita de Lastarria, en su Discurso deincorporacin a la Sociedad Literaria (1842), se aprecia que la unidad era elobjetivo de toda labor que emprendieran. Lastarria hace un imperativo lla-mado respecto para quin escribir, qu escribir y finalmente por qu escri-bir: Escribid para el pueblo, ilustradlo, combatiendo sus vicios y fomen-tando sus virtudes, recordndole sus hechos heroicos, acostumbrndolo a ve-nerar su religin i sus instituciones; as estrecharis los vnculos que lo ligan,le haris amar a su patria, lo acostumbraris a mirar siempre unidas su li-bertad y su existencia social (27). Como afirman los crticos Barreda y Bjar,el arte romntico de los hispanoamericanos, a diferencia del europeo, nosignific un conflicto entre modernidad esttica y modernizacin poltica3.

    Lastarria intenta comprometer al individuo con un grupo, es decir, so-cializarlo. Apela a tres elementos para conseguir la unidad: el relato pico, lareligin cristiana y el aparato administrativo del Estado. El escritor segnLastarria debe tratar de legitimar tales elementos de tal manera que consi-ga despertar en el lector un sentimiento de adhesin, de amor a la patria.

    3Los autores van ms lejos y, replicando a Octavio Paz, consideran, primero, que s hubo ro-manticismo en Hispanoamrica y, segundo, que fue moderno, porque quiz sea este romanticis-mo progresista, segn Jrgen Habermas, el que con mayor claridad exprese la funcin del artemoderno en general, a saber, la solucin del conflicto nsito en la misma modernidad entre nece-sidad y libertad (1999: 10).

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    Con el liberalismo se produce un cambio significativo en la forma deconcebir la relacin entre gobernantes y gobernados, la cual se evidencia enel uso de nuevas imgenes, relativas al mbito familiar. La relacin entreseor y vasallo o seor y siervo cede lugar a la de patria y ciudadanos. Lapatria, asociada sentimentalmente a lo materno; los ciudadanos, metafori-zados como hijos. El lenguaje familiarista funcion como una estrategia re-trica tremendamente eficaz, a la que hasta hoy en da se echa mano enalgunos discursos polticos. El xito radic en que al maximizar el contextode la familia se establecan inmediatamente los lazos (en el imaginario) en-tre los individuos y entre stos y el Estado. Se figuraba as la cercana y lasemejanza. El compromiso del individuo para con el Estado-nacin ya nose fundaba, entonces, en la coaccin por medio del poder desptico, sino enun sentimiento natural y un deber moral ntimamente ligados. Como diceRamos en su trabajo sobre Bello: el poder ya no funciona estrictamentemediante la mordaza y el silenciamiento del cuerpo, sino ms bien con elproyecto acaso nunca realizable de fundar su legitimidad, no ya en el cas-tigo corporal, sino en el afecto del ciudadano que a cambio de la proteccinestatal internaliza y entraa a la ley (25).

    El Estado es el padre y la nacin es la gran familia. Lastarria opone estaimagen a la del sistema feudal en el que quien gobernaba era el seor y endonde no existan ciudadanos sino vasallos y siervos. Segn Lastarria, secorre el peligro de caer en este tipo de relacin feudal si se deja de lado lailustracin en pro de la riqueza y las armas. Es necesaria la educacin parainstaurar la democracia, sinnimo de libertad. Es este concepto el que Las-tarria considera que marcara la diferencia entre dos formas de organiza-cin poltico-social: el siervo careca de libertad en relacin con el seor; encambio, el hijo se relaciona con el padre a partir de una libertad bsica. Deesta manera es que los romnticos naturalizan el concepto de nacin: Elromanticismo cre el vnculo psquico de las colectividades hispanoameri-canas. La nacin, desde entonces, se ha percibido como un fenmeno natu-ral, no poltico; y en esto radic el mximo objetivo y el mayor logro de laliteratura romntica de Hispanoamrica (Barreda y Bjar 1999: 16).

    Lastarria posee una imagen de los araucanos proveniente de La Araucana.Expresa su simpata para con ellos por la resistencia a los espaoles, hechoque marcara la diferencia entre el modo como se desarroll la conquista enChile y en otros pases de Amrica. En su tesis sobre la influencia social de laConquista (1844), dice: En Chile no exista el indgena envilecido i pusilni-me a quien bastaba engaar para vencer, mandar para esclavizar, sino un pue-blo altanero i valiente (1957: 46). Con respecto a este trabajo, Melndez (1998)seala que Lastarria tambin Bello revisa el pasado colonial como una ma-nera de conjurar el miedo a la fragmentacin y el caos. Lastarria seala laautora repara en la estigmatizacin y consecuente exclusin de los mesti-zos debido a su herencia indgena, fenmeno cuyo origen el autor encuen-

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    tra en el carcter dominador del sistema colonial. Pero Lastarria tambinsufre de esa mirada estigmatizadora cuando piensa en una herencia racialque parece ms lastre que otra cosa.

    La generacin de Lastarria, ms cercana a la literatura romntica y a lasfilosofas francesas, adopt un discurso, a la vez que ms encendido, msradical, especialmente cuando se trataba acerca de todo lo referente a Espa-a. Lastarria piensa la historia en trminos de lucha, la cual forma parte delpasado y de su presente: el presente contina la lucha al interior del Estadono como continuacin de la Conquista sino de la Independencia en la pug-na entre conservadores y liberales; Bello, en cambio, si bien es cierto tam-bin piensa la historia como lucha, sta tributa totalmente a la conforma-cin del Estado libre de conflicto interno y por lo tanto la lucha o corres-ponde al pasado o enfrenta a la nacin con un enemigo externo que puedeser la Confederacin Per-Boliviana o el pueblo araucano. Si Lastarria des-estima lo indgena o lo mestizo como fuerza de lucha al interior de la na-cin, Bello la concibe como tal slo al exterior. As, ambos salvaguardan elpoder de una clase para constituirse en los constructores del Estado-nacin.

    Ya con Lastarria es reconocible la escisin del pueblo mapuche en el ima-ginario: los mapuche del pasado heroico y los del presente. Los escritoresdel 42 deciden que sus padres culturales son los independentistas. Lastarrialos llama literalmente nuestros padres, en cambio, no llama as ni a losespaoles ni a los mapuche. A los intelectuales del 42 no les interesa tantoindagar en su origen cultural o racial como componer un relato de identi-dad verosmil y con fines prcticos. Los padres son pensados desde una pers-pectiva poltica, cvica y republicana.

    Era evidente que los mapuche constituan un pueblo aparte en lo cultu-ral y territorial, aunque en la letra eran ciudadanos chilenos. Los indgenasempiezan a ser percibidos como obstculo para el proyecto nacional, es de-cir, como escollo para la unidad, tanto territorial como cultural. Pero lo msimportante en ese momento era el tema del territorio, que responda enmayor medida a intereses econmicos. Por esto se puso en la agenda polti-ca el tema de la ocupacin a la que todos adheran. Por lo tanto, se discutislo sobre la manera cmo llevarla a cabo. Lastarria se opuso a la ocupacinmilitar porque no le pareca un medio ventajoso para el pas, adems de sercontrario a su espritu cvico. Por ello propugn una incorporacin paulati-na del territorio mapuche por va pacfica. De esta postura dan testimoniolos discursos parlamentarios:

    El Gobierno ha marchado de error en error, de engao en engao, de absur-do en absurdo, hasta llegar a complicar de una manera indescifrable nuestracuestin de Arauco, hasta convertirla en una cuestin insoluble, para venir apedir que le armemos de la bolsa i de la espada, a fin de continuar en sumarcha funesta (411).

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    Qu se pretende? Se quiere que se aprueben los proyectos del gobiernosin debatirlos, que la aprobacin del proyecto sobre Arauco sea una especiede carga a la bayoneta calada contra los indios, que lo votemos sin estimarsiquiera sus fundamentos? (424).

    (La ocupacin se aprob por 48 votos contra 3).No era que Lastarria defendiera a los mapuche, sino que pensaba en el

    mecanismo que a su juicio era ms eficaz y econmico. De todas maneras,pienso que es rescatable que intelectuales como Lastarria en algn momen-to hayan desestimado la violencia militar para con los indgenas dentro deun clima antiindgena generalizado (Jorge Pinto 1988). Esta actitud marcauna diferencia con escritores argentinos como Sarmiento y Hernndez, quie-nes pese a sus diferencias polticas coinciden en su repudio a los indgenas.En Chile, la Ocupacin no tuvo, inicialmente, carcter de exterminio, noporque respetaran de antemano la vida del otro, sino porque las expectati-vas eran diferentes. Se pensaba que el nmero de indgenas era menor, queera una raza degradada, ajena al herosmo de sus antepasados, es decir, selos subestim. La idea de Cornelio Saavedra militar a cargo de la Ocupa-cin, de que se necesitara mucha msica y mosto, refleja el carcter quetendra la campaa. Pero esto no result as en la realidad. No obstante ellargo tiempo de relacin fronteriza, los mapuche se movilizaron para resis-tir frreamente a la dominacin. Uno de los aportes importantes de JosBengoa (1996, 1999) es justamente sealar y demostrar fehacientemente losesgado del discurso oficial y oficializante con respecto a este momento denuestra historia, el cual ha sido minimizado en su violencia no slo por elGobierno sino tambin por la historiografa.

    El gran proyecto de Lastarria era crear una literatura nacional, pilar im-prescindible para construir la nacin. No hay que olvidar que la idea deliteratura que se manejaba en ese tiempo era ms general; no se restringa ala ficcin, sino que inclua las diversas expresiones escritas. Lastarria, al igualque la mayor parte de los intelectuales de su tiempo, incluyendo a Bello,propona hacer una literatura original4. Bello fue el iniciador con las Silvasamericanas, Lastarria el continuador de Bello en este intento y ve al igualque ste un gran potencial en la naturaleza americana. En su famoso Dis-curso de incorporacin a la Sociedad Literaria, afirma:

    No hai sobre la tierra pueblos que tengan como los americanos una necesi-dad ms imperiosa de ser originales en su literatura, porque todas sus modi-ficaciones le son peculiares i nada tienen en comn con las que constituyenla orijinalidad del Viejo Mundo.

    4Segn Angel Rama (1987), la independencia, originalidad y representatividad fueron impul-sos modeladores que siguieron acompaando a la literatura latinoamericana.

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    La naturaleza americana, tan prominente en su forma, tan variada, tannueva en sus hermosos atavos, permanece virjen; todava no ha sido inte-rrogada (27).

    No obstante, en Don Guillermo (1860), considerada la primera novelachilena moderna, no encontramos la naturaleza. Es una novela citadina ysocial que intenta llevar a la prctica el proyecto de su autor. No me interesaextenderme en las debilidades literarias de sta, que, a mi juicio, son eviden-tes. Quiero referirme slo a un elemento: el mito del imbunche.

    Lastarria busca la originalidad en factores externos. En su intento de per-filarse como literatura original y representativa, recurre a lo indgena porser lo singular en relacin a lo europeo. Don Guillermo recoge el mito delimbunche de la tradicin mapuche. Pero el uso que Lastarria le da es instru-mental, pues no le interesa el mito para mostrar una parte de la culturamapuche, sino para elaborar una alegora cuyo significado se refiere a lasociedad chilena del momento y particularmente a la poltica. El imbunchajees un elemento que forma parte de la alegora (las personas imbunchadasdentro de Espelunco) a la vez que la alegora en su totalidad se postula comoimbuchaje (el mundo de Espelunco), cuyo significado es la falta de libertadque se padece en Chile a causa de los gobiernos conservadores, por lo que lasociedad toda es objeto del desptico imbunchaje. La imagen de la personacocida en todas sus aberturas, esto es, tapiados sus sentidos, resulta muyadecuada para ilustrar la visin sobre una ideologa poltica y el mundoresultante de ella, a la vez que para proponer otra ideologa a partir de lanegacin del imbunchado. A travs de esta imagen, Lastarria, por oposi-cin, ofrece los nuevos valores y exhorta a la accin: combatir el mundo deEspelunco y el imbunchaje, es decir, el conservadurismo.

    Don Guillermo incorpora dos verosmiles que le vienen del romanticis-mo: el costumbrista y el mgico fantstico proveniente de la tradicinfolklrica (Goic 1991, Loyola 1973). El relato de verosmil costumbristaenmarca el relato mgico. Esta disposicin privilegia la perspectiva del ve-rosmil costumbrista, pues sustenta el discurso del narrador. El mgico, encambio, corresponde a una historia mediatizada: el narrador cuenta lo quedon Guillermo le relat. Este cambio de verosmil y el distanciamiento quelo acompaa revelan lo ajeno que resulta el mito para el autor, es decir, loincorpora, pero sometindolo a una ficcionalizacin que lo haga aceptable;y para hacer ms patente la alegora, esto es, lo ficticio, introduce notas. Sinembargo, el relato mgico es el ms importante en cuanto a la carga semn-tica, ya que es all donde se encuentra la mayor parte de la historia y lossignificados que conforman los principales sentidos del texto. Si analizo estoen relacin con la tesis de Cedomil Goic en La novela chilena, podra decirque el mito (pienso en Don Guillermo), degradado en la visin occidental,

    Lastarria

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    es instrumentalizado y supeditado a un nuevo mito, esta vez racionalista5.Dice Goic: Pero el mito sigue vivo en la novela moderna, ahora como laexpresin de una aspiracin a un mundo sin contradicciones, un paraso dela libertad y la racionalidad6.

    Creo que la inteligencia de Lastarria acert en tomar este mito y estable-cer asociaciones con su experiencia en el mundo. Con esto, reconoce la po-tencialidad de las producciones orales, aunque, desde su ptica, deben serenmarcadas dentro de la letra, con lo que quiero decir que deben ser some-tidas a la razn occidental que incluye una moral y una esttica. Con Lasta-rria ocurre lo inverso que con otros escritores y en esto se asemeja a Bello. Sien Sarmiento, por citar un ejemplo conocido, la literatura alienta una deses-tabilizacin de sus esquemas preconcebidos, contribuye a tornar ambiguolo maniqueo (Ostria 1988), en Lastarria sucede lo contrario, esto es, admiteuna porcin de lo indgena como garanta de originalidad, pero en el cami-no el mito se restringe en lugar de abrirse a distintas significaciones.

    Curiosamente, en esta novela el paladn de la nacin es un extranjero, uningls, lo que se explica por la doble tentacin de los intelectuales de estetiempo: el deseo de ser originales, pero a la vez la admiracin por lo europeoo lo estadounidense que los mueve a considerarlos como modelos dignosde imitacin. De esta manera, la tentativa de armar lo nacional exhibe losconflictos y contradicciones inherentes a esta doble tentacin o doble mira-da que delata el clasismo de las lites en su irrenunciable afn de diferen-ciarse del pueblo. Jocelyn-Holt (1999) seala que si bien el pueblo podahallar su identidad en trminos nacionalistas, el cosmopolitismo propor-cionara a la lite una fuente inagotable de identidad de clase (45). MisterLivingston y el narrador se distinguen como flores en el fango cuando com-parten el espacio con gente de clase social inferior a la de ellos: Volvi amirarme con agrado, como si se alegrara de retirar su vista de los grotescosmarineros que llenaban el recinto (26).

    La novela Don Guillermo no consigue la originalidad ansiada, porque sibien contiene elementos singulares, stos cumplen una funcin mecnica osimplista que no sugiere la complejidad cultural. No consigue cristalizarliterariamente la diversidad, la cual no encuentra en la novela espacios

    5Esto se relaciona con la idea de Lvy-Strauss de que toda ideologa o sentido histrico devieneen mito (1988: 370), postulado que ha suscitado reparos.

    6Segn la lectura de Iigo Madrigal (1972), este proyecto fracasa por el pacto neocolonialistaque se traduce en subdesarrollo para Latinoamrica, razn por la cual la novela termina en undesolador escepticismo. Distinta es la opinin de Goic, quien sostiene que la esperanza del cambiocontina, slo que ahora sera el pueblo su artfice. Ambas lecturas encuentran un punto de con-ciliacin: el escepticismo existe, pero no porque ya no se crea en el proyecto, sino que se desconfade los grupos dirigentes. Lastarria tal vez avizor, pese a su sentimiento de clase, algo del futuroprotagonismo de los desposedos, aquellos a quienes se refiere como Demos, tal vez por lo quetiene de demonio, que en definitiva constituyen el pueblo.

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    dialgicos, al contrario, se resuelve a partir de una perspectiva monolgica.Lastarria es capaz de percibir el imbunchaje poltico, pero sucumbe a for-mas de imbunchaje ms sutiles y profundas que lo incapacitan para ver alindgena y a otros sujetos en situacin subalterna ms all de la visin cvicanacionalista. Con todo, Lastarria dio una sea interesante al ampliar el es-pectro lingstico en la literatura introduciendo formas populares y colo-quiales (Gallardo 1988) y al considerar un relato de la cultura oral mapuche,el que fue rescatado posteriormente, a pesar del largo tiempo transcurrido:novelistas como Mercedes Valdivieso y Jos Donoso con sus novelas Maldi-ta yo entre las mujeres y El obsceno pjaro de la noche, respectivamente,reinstalan el mito del imbunche en un nuevo y a la vez viejo escenario deencuentros y desencuentros sociales, culturales y genricos, en donde el mitoadquiere nuevos significados que tienen que ver con diversas identidades enconflicto.

    Bello y Lastarria, las principales figuras de la intelectualidad del perodode constitucin de la nacionalidad chilena, incorporan lo indgena porqueles proporciona el referente diferenciador, la originalidad tan ansiada. Peroen lugar de potenciar lo indgena y buscar una alianza cultural, se lo supedi-ta a un proyecto del que los mapuche y todo otro pueblo indgena estnexcluidos. A travs de los textos de estos escritores asistimos a los orgenes,en este caso literarios, de nuestra contradictoria identidad cultural: la inclu-sin simblica y la exclusin concreta de los mapuche en y de la sociedadchilena.

    En este punto quiero retomar el epgrafe extrado de Testimonio de uncacique mapuche del lonco Pascual Coa (recomiendo releerlo), el que param result tremendamente sugerente. Pascual Coa se haba ido a estudiar aSantiago por sugerencia del sacerdote que lo educ. Despus de algunosaos, pens: Tal vez mis padres tendran pena; voy a mandarles mi ima-gen, y envi una fotografa. No es descabellada la reaccin de los mapucheal desconfiar del retrato: Quin sabe si esta imagen de mi hijo est viva; nohabr muerto?. La reproduccin tcnica, recordemos a W. Benjamin, rom-pe con el aqu y ahora, de modo que se crea una distancia de tiempo y espacioentre el objeto y su reproduccin, la que admite la posibilidad de cuestionar lafotografa, pues era y no era Pascual Coa. Cmo saban los mapuche queesa fotografa no era la imagen de un difunto y que Pascual estaba vivo ybien? As como existe una distancia entre la reproduccin y lo reproducido,tambin la hay entre la representacin y lo representado. Los indgenas pu-sieron en duda una imagen que provena del mundo occidental y cuya tec-nologa, adems, les resultaba misteriosa. Por otra parte, la representacinde imgenes contena para ellos un carcter sagrado, pues capturaba el almao parte de ella. Dos testimonios del etnlogo Toms Guevara ayudan a com-plementar estas ideas:

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    Las imjenes grabadas o talladas en madera han participado de esta peculia-ridad de casi todas las cosas prximas al indio. Crean que conservaban algode la vitalidad del orijinal. Hasta hace pocos aos se resistan a retratarse iun pintor que se dedic a reproducir en las mismas reducciones algunostipos araucanos, se vio en apuros para ocultar sus trabajos i llevarlos con l.Un da el que esto escribe fue con dos trabajadores a un lugar de Metrenco asacar un adentu mamll (figura de madera) de un cementerio indjena aban-donado. Tan pronto como se principi la tarea, lleg corriendo un grupo deindios armados de palos. Interrogados por el motivo de su oposicin, sien-do el fundo de un chileno, contest uno de ellos: Era pariente i no seriabueno te llevaras su figura; el dueo se enoja si queda cautiva (1916: 65).

    El cementerio que Guevara crea abandonado en verdad no lo estaba.Hoy los mapuche, conocedores de las tecnologas del poder, intentan liberarlas imgenes cautivas, las de ayer y hoy, a travs del cuestionamiento crticoy de la creacin, resistindose as a los designios de los forjadores de la na-cionalidad, quienes, como Bello, imaginaron el futuro de las culturas ind-genas como un gran cementerio abandonado.

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