a16 l País ___ El Comercio ___ domingo 31 de julio del 2011

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Notasbreves

Venerada. La preparan para su fiesta.

oscorima. Pide reparaciones.

Joven es asesinada a balazos en Trujillo

Coordinan seguridad para la Cruz de Motupe

Sismo se sintió en Chincha y Cañete

Resaltan promesa de pagar reparaciones

La Libertad. Lisbeth Coloma Fer-nández (23) fue asesinada el pa-sado viernes de tres balazos en la puerta de su casa, ubicada en el distrito trujillano de La Esperan-za. La joven era conviviente de Samuel Correa Salazar ‘Piraña’, integrante de Los Malditos de El Triunfo. La policía sospecha del propio ‘Piraña’ pero también po-dría tratarse de un enfrentamien-to entre bandas rivales.

Lambayeque. El 5 de agosto próxi-mo es la fiesta central de la vene-rada Cruz de Motupe, por lo que la Dirección Regional de Defensa Civil Norte invocó a la municipa-lidad del distrito lambayecano a convocar a una reunión de urgen-cia, a fin de coordinar acciones que permitan garantizar la se-guridad de las personas durante la misa y procesión de la Cruz de Motupe.

Lima/ica. Ayer a las 7:42 de la no-che el Instituto Geofísico del Perú registró un sismo cuyo epicentro fue localizado 52 km al oeste de San Vicente de Cañete. El movi-miento telúrico tuvo una inten-sidad de 4,5 grados de magnitud en la escala de Richter y fue senti-do en San Vicente de Cañete (Li-ma), Chincha y Tambo de Mora (Ica). No se reportaron daños de consideración.

ayacucho. El presidente regional de Ayacucho, Wilfredo Oscori-ma, señaló que es un “verdadero acto de justicia” el compromiso presidencial de garantizar el pa-go de las reparaciones colectivas e individuales a las víctimas de la violencia política. “Nuestra re-gión es una de las más afectadas por esta violencia, por eso consi-deramos que esta política debe iniciarse en Ayacucho”, señaló.

archivo archivo

Ollanta Humala señaló en su dis-curso presidencial que se pondrá fin a la secuela de la violencia te-rrorista y cumplirá con las repa-raciones civiles.

Por la tarde, un hombre mayor llamado Raúl Sánchez Souza ob-serva, desde la única ventana de su casa de madera, cómo brasileños y colombianos se confunden con los peruanos que celebran 28 de julio en Santa Rosa, el último pueblo del Perú a orillas del río Amazonas. “Yo mismo soy mitad peruano, mitad brasileño. Aquí casi todos somos de un lado y del otro”, dice.

Estamos en la triple frontera. Cruzando el río, lo cual se hace en tres minutos, están Leticia (Colombia) y Tabatinga (Bra-sil). Aquí, en la práctica, no hay límites territoriales y no hay ex-tranjeros. Todos se sienten como vecinos y celebran con la misma intensidad nuestro día nacional, así como celebran los suyos.

Por ejemplo, durante la maña-na, don Sánchez, que decidió to-marse el día libre como manda el calendario, recibió a sus amigos colombianos y brasileños para el izamiento del pabellón nacional, observaron desfilar a los niños del colegio público, marchar a los pocos policías y militares y escu-charon los discursos patrióticos de las autoridades del centro po-blado. Luego, en un bar, escucha-

Un 28 de julio de peruanos, brasileños y colombianosEn la triple frontera los países vecinos también celebran las Fiestas Patrias

Loreto

Santa Rosa, en el Perú, fue el anfitrión que ofreció platillos nacionales

todos con perú. Manuela Saavedra ha dejado la tienda abierta más allá de las 8 para ver el partido de vóley.

nuestra comida. Dos amigos colombianos de madres peruanas han cruzado el río para comer el cebiche como se debe.

con La bicoLor puesta. Raúl Sánchez Souza es mitad peruano, mitad brasileño, pero vive en Santa Rosa. Luce su bandera peruana con orgullo.

sin riVaLidades. El deporte también hermana a estos pueblos. En Fiestas Patrias jugaron un partido de vóley internacional cerca del río Amazonas.

ceLebración. Pablo Rojas ha cerrado su peluquería para disfrutar del 28 de julio con amigos de Leticia. Como anfitrión, él pone las cervezas.

rían el discurso presidencial.

Una isla perUanaEn aquel bar Pablo Rojas y cinco amigos del otro lado de la fronte-ra también escucharon el discur-so presidencial. Más tarde, senta-dos bajo un árbol del que cuelga un cartel que dice “Peluquería”, discutirían sobre el aumento del sueldo mínimo vital. En conclu-sión, que haya subido no les afec-ta en lo absoluto. A los colombia-nos y brasileños porque no es su gobierno, y a los peruanos por-que la economía en Santa Rosa vive en la informalidad, el nego-cio propio y de los cachuelos.

A diferencia de las ciudades vecinas, Santa Rosa es un pueblo pobre de 700 personas, de casas de madera, una angosta vía de concreto, no tiene automóviles y queda a oscuras a las 10 p.m., cuando se corta la electricidad. Tabatinga y Leticia, en cambio, son de alto nivel comercial. Ciu-dades de calles y barrios de ma-terial noble, ordenados, transita-dos por autos modernos, repletos de supermercados y con buleva-

res de tiendas de lujo.Pero las diferencias no en-

cienden rivalidades ni envidias. Leticia y Tabatinga son, para los peruanos de Santa Rosa, como barrios vecinos a los que pueden acceder y en los que se sienten co-mo en casa.

Como bUenos anfitriones Entonces, como es 28 de julio, hay que comer peruano. A orillas del río, en el restaurante Brisas del Amazonas, los hijos de una familia peruano-colombiana se relamen de gusto mientras el camarero co-loca frente a ellos un cebiche de doncella ácido, saladito y corona-do con un aro de rocoto.

A su vez, en la plaza del pue-blo, todos bailan al capricho de la electrobanda que pasa de un va-llenato a una samba y luego a una eletrocumbia tratando de con-tentar al público internacional.

Y al otro extremo, en su hu-milde tienda abarrotada de pro-ductos de los tres países, la señora Manuela Saavedra ha decidido mantener su local abierto unas horas más para poder ver el par-tido de vóley entre Perú y Estados Unidos junto a sus amigas fronte-rizas. Colombianas y brasileñas apuestan a favor de las chicas peruanas, coinciden en alabar la técnica para el mate de Clarivett Yllescas y gritan desaforadas ca-da punto hasta que el equipo pe-ruano se alza con el triunfo.

Entonces, ya es de noche. Los vecinos suben a sus lanchas y marchan para sus ciudades, y Santa Rosa queda cansado de tanto baile, cerveza y comida. En el aire flota esa sensación como de cuando acaba la fiesta y los amigos se marchan y la casa que-da vacía, nos la hemos pasado bien y podemos irnos a descan-sar tranquilos. Ha sido una bo-nita fiesta y hemos sido buenos anfitriones. π

EL COMERCIO

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rodrigo rodrichtextos y fotos