Un Hogar Para Kathy

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Un hogar para KathyHENRY DENKERPuede sucederle a cualquiera. Una familia feliz y saludable disfruta de la vida y, entonces, sin ninguna advertencia, algo terrible ocurre. Henry Denker fue testigo de un suceso as en su propia familia, cuando su sobrina perdi a su esposo, el padre de los dos hijos adoptados de la pareja. "Una familia de cuatro sbitamente se convirti en una de tres", afirma el autor. Los vio atravesar las diferentes etapas del duelo, incluyendo la sacudida inicial, la rabia y, ms tarde, la aceptacin y curacin. Aunque esa muerte no se relacion con el sida, la experiencia desgarradora le proporcion al autor el estmulo emocional que necesitaba para describir el drama de Grace Cameron y su hija en Un hogar para Kathy. Henry Denker tambin llev a cabo una minuciosa investigacin del sida, entrevist a mdicos y a otros especialistas y pas mucho tiempo observando el tratamiento de los pacientes de sida. Esta combinacin de experiencia personal e investigacin exhaustiva ha ayudado a popularizar enormemente las novelas de Denker, algunas de las cuales se han publicado en Libros Condensados a lo largo de los aos. El autor, habitante de toda la vida de la ciudad de Nueva York, vive en la parte residencial del lado oeste de Manhattan con su esposa, Edith.

En alguna parte tiene que haber un hogar para Kathy. Un lugar para una nia que pronto se quedar sola en el mundo. Un lugar lleno de amor y comprensin. Un hogar. En alguna parte. Pero, en dnde?

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Captulo unoDios mo!, cundo me pondr al da? -pens Grace Cameron mientras manipulaba las llaves de la puerta principal de Amanuensis, el modesto establecimiento que haba abierto despus de la muerte repentina y prematura de su esposo haca ya dos aos. Grace Cameron, viuda a la edad de treinta y dos, era la vctima financiera de la enfermedad que llev a su esposo Kip Cameron a la tumba. Se haba quedado sin seguro de vida y con una hija pequea, una casa hipotecada (por la que, afortunadamente, pagaba intereses bajos), un Chevrolet con cuatro aos de antigedad y los exiguos ahorros del salario que Kip haba percibido como profesor universitario. Entonces, cuando tuvo que enfrentar la necesidad de mantener a su hija y a ella misma, Grace tom la decisin de poner a trabajar dos destrezas que siempre haba considerado como pasatiempos: la caligrafa y un gusto excelente para envolver regalos. En su trabajo en Amanuensis haca uso de ambas habilidades. Dentro de la tienda, Grace se detuvo a recoger la correspondencia que el cartero haba introducido al buzn temprano por la maana, y la revis para asegurarse de que no hubiera cuentas atrasadas. Una pila de nuevos pedidos se alzaba en el borde de su escritorio. Grace se senta orgullosa de la reputacin que haba ganado como una de las mejores calgrafas de la ciudad, pero a ltimas fechas le resultaba muy difcil mantener al da todo el trabajo. Temprano por la tarde, y a pesar de haber interrumpido sus labores varias veces debido a la llegada de clientes con artculos para envolver, Grace haba terminado el trabajo que deba entregar ese da. "Puedo pasar a dejar esto camino del consultorio de Scotty", pens. "Despus de una revisin rpida, recoger a Kathy en la escuela, la llevar a su clase de ballet y todava llegar a casa a tiempo para preparar la cena." El DOCTOR ROBERT "Scotty" MacClune era un hombre alto y musculoso, con espesa cabellera oscura rizada, y ojos grises perceptivos que se asomaban detrs de los anteojos redondos y gruesos. Era el mdico de la familia Cameron desde siempre. El esposo de Grace y l haban sido compaeros de habitacin en la universidad, y aun cuando sus caminos se separaron, debido a que Scotty haba decidido ingresar a la facultad de medicina y Kip se haba convertido en maestro universitario, continuaron siendo buenos amigos. Fue por medio de Scotty como Kip y Grace se conocieron. Scotty la haba recomendado como asistente de investigacin. -Algn sntoma? -pregunt el doctor MacClune cuando apenas empezaba a tomar la presin arterial en el delicado brazo de Grace. -Ninguno. 2

-Entonces, por qu deseas que te haga una revisin general? -pregunt, aunque saba de sobra que alguna preocupacin deba de haberla llevado hasta su consultorio-. Empez otra vez esa infeccin en la garganta? -No. Se trata slo de fatiga... en general. Constituye eso un sntoma de algo? -Eso es todo? -pregunt el mdico despus de confirmar que la presin arterial de Grace estaba un poco baja-. Ests segura de que no hay nada ms? -Algunas noches... bueno, por ejemplo hace dos, me despert empapada en sudor. Pero nunca duermo bien. No desde que... No tuvo que decirlo. Scotty saba. Ella no haba podido dormir bien desde la muerte de Kip. Pero la sudacin nocturna era otro problema. Scotty aplic el estetoscopio metdicamente y con mucho cuidado, atento a cualquier sonido que pudiera revelar algn problema en los pulmones de Grace. -Cmo te sientes del estmago ltimamente? -pregunt. -Bastante bien. Bueno, no muy bien. Me dan clicos de vez en cuando y un poco de diarrea, pero es que tengo un horario muy apretado que me pone nerviosa. -Vamos a pesarte -indic Scotty. -No tienes que hacerlo -replic Grace-. Por la forma en que me quedan los pantalones, me doy cuenta de que he perdido unos cuantos kilos. El mdico pes a la pacienta. Enseguida, utiliz una aguja esterilizada para extraer una muestra de sangre. Despus de etiquetarla para el laboratorio, condujo a Grace al consultorio. "Sigue tan hermosa como siempre", pens MacClune cuando se sent al escritorio frente a ella. El cabello largo, suelto, rubio como la miel. Ojos clidos y azules. Antes de que Grace se casara, ella y Scotty haban salido juntos. Entre ellos persista un sentimiento un tanto distinto del que por lo general existe en una relacin mdico-paciente. -Grace -advirti Scotty-, te esfuerzas demasiado. Quiero que, por favor, vuelvas a organizar tu horario. Abre la tienda una hora ms tarde. Cierra una hora ms temprano, para que no te sientas presionada a correr del trabajo a recoger a Kathy en la escuela y luego llevarla de prisa a su clase de ballet o al entrenamiento de ftbol. -Scotty, todava faltan seis aos para que Kathy vaya a la universidad. En ese entonces, la matrcula costar alrededor de treinta o treinta y cinco mil dlares al ao. Adems, Kip... -Ya lo s -repuso Scotty-. Muri demasiado pronto. Antes de que pudiera asegurar adecuadamente el futuro de Kathy y el tuyo. Pero no resolvers nada si llegas a enfermarte con este ritmo de vida. Mi consejo es que te tranquilices. Y vuelve para una revisin general dentro de dos meses. -De acuerdo -contest ella mientras se diriga a la puerta. -Grace? Ella se volvi para mirarlo. -Tienes tiempo en tu calendario para cenar con un viejo pretendiente? -Es... demasiado pronto, Scotty. Demasiado pronto. EL MARTES DE LA segunda semana del segundo mes desde su ltima revisin, Grace Cameron lleg al consultorio del doctor MacClune casi una hora tarde; el cabello rubio estaba hmedo por el sudor. 3

-Lo siento, Scotty -empez a disculparse. -Grace, tranquilzate! -orden Scotty-. Toma asiento y reljate. Recupera el aliento -le pas una caja de pauelos desechables para que se secara el rostro hmedo. Ella no pudo evitar darle una explicacin. -Todo empez cuando llegu tarde a recoger a Kathy. Desde hace ao y medio, asiste todos los martes a su clase de ballet, pero yo estaba tan ocupada en la tienda que lo olvid por completo. Ella me llam por telfono, y tuve que salir a toda prisa a buscarla; pero entonces ya estaba tan retrasada que olvid la cita que tena contigo. Scotty extendi el brazo para tomarle la mano y sinti el pulso. Rpido, pero no irregular. -Es muy raro en ti, ya que no sueles ser olvidadiza -coment- Siempre eras muy Puntual. Incluso durante el bachillerato, cuando salamos de excursin. Llegaba a recogerte y ah estabas, frente al porche de tu casa, arreglada y fresca con una fiambrera rebosante de sndwiches y fruta. -Hace mucho tiempo que esa Grace dej de existir -repuso-. En estos das, entre el trabajo, cuidar a Kathy y hacerme cargo de la casa, todo se acumula. De modo que a veces olvido las cosas. Es natural, no lo crees? Estoy segura que eso no es ningn crimen. Scotty MacClune evalu los sntomas de su pacienta. Varios meses antes la haba tratado por una infeccin de la garganta. Haca dos meses que ella se haba quejado de fatiga, sudacin nocturna y diarrea. Su examen de citologa hemtica mostraba un ligero descenso en el conteo de leucocitos. En esta ocasin, ella pareca olvidadiza. Eso era algo muy extrao en Grace. Considerando todos esos sntomas dentro del contexto de la enfermedad de Kip, Scotty comprendi lo que estaba obligado a hacer pronto. Tambin saba que ciertas disposiciones legales le prohiban hacerlo sin el consentimiento del paciente. Por supuesto, dados los sentimientos especiales que albergaba por esta paciente en particular, podra encontrar algn pretexto inocuo para tomar otra muestra de sangre. Le ahorrara el sufrimiento o la vergenza a Grace. A menos de que llegara a ser necesario que le revelara los resultados. Pero se dio cuenta de que era mejor ser completamente franco y abierto con ella en este momento. Scotty se quit los lentes y empez a limpiarlos. Grace conoca muy bien este gesto. Siempre que Scotty se senta inquieto, se quitaba los anteojos y los limpiaba, aunque no lo necesitaran. -Grace, tengo que extraer otra muestra de sangre -empez. La mirada de sorpresa de ella lo oblig a ofrecer una explicacin-. Para ver si hay anticuerpos en tu sangre. Anticuerpos contra VIH. -VIH? -pregunt ella, perpleja-. VIH? Eso es... Quieres decir que es posible que tenga... sida? Pero, eso es atroz. T crees que he tenido aventuras amorosas desde que Kip...? -Grace... -trat de interrumpirla, pero ella no se lo permiti. -Me sorprende mucho... no, me horroriza que pienses tal cosa. O acaso crees que sa es la razn por la cual no he querido salir contigo? -Grace, nunca emitira un juicio as. -Entonces, cmo puedes sugerir un anlisis de esa naturaleza? O siquiera sospechar tal posibilidad? -exigi ella, que se senta tan lastimada que estaba a punto de romper a llorar. -Grace, mi querida Grace, en verdad espero equivocarme, pero tus sntomas... -He padecido peores sntomas con la gripe -se defendi, sin ceder un pice.

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-Fatiga, sudacin nocturna, una infeccin en la garganta, diarrea, olvidos... estos sntomas, considerados en su conjunto, constituyen un posible sndrome que podra ser indicativo del VIH. Dije que podra. Es mi obligacin profesional averiguarlo, pero necesito tu permiso para enviar una muestra al laboratorio. -Insisto en que no hay modo alguno de que haya podido contraer el VIH desde la muerte de Kip -aseguro ella. -Tal vez fue antes. -Ests sugiriendo que fui infiel? -Digo que Kip pudo haberte contagiado. -Lo que significa que l fue infiel? Scotty perdi la paciencia y la sujeto de los brazos. -Grace! Cmo muri Kip? -T lo sabes tan bien como yo. Fuimos a escalar una montaa. A l le encantaba. En un lugar peligroso, resbal. Se golpe la cabeza contra un peasco. Pero no sangr. De modo que no le dio importancia y continuamos escalando. Hasta que empez a sentir dolor de cabeza. Nos detuvimos a descansar. El dolor empeor. Comenz a sentir nuseas. Entonces se derrumb. Se desmay. Muri mientras yo lo sostena en brazos. La autopsia revel una hemorragia masiva interna en el cerebro. Dijeron que esas cosas pueden sucederle a cualquiera que tenga la enfermedad de Kip. Una vez que un hemoflico empieza a sangrar en el cerebro, slo una ciruga inmediata puede salvarlo. -Grace, Kip era hemoflico. Toda la vida recibi transfusiones de sangre. Tomaba medicamentos derivados de la sangre para la coagulacin. Cualquiera de ellos pudo haberle transmitido el virus del sida en esa poca. -Pero nadie mencion nunca que Kip tuviera... Alguna vez le practicaste un examen de sangre? -S. Y no encontr nada. Pero siempre existe un margen de error. Hay falsos negativos. Adems, an no sabemos cunto tiempo transcurre desde que la persona se infecta hasta que los anticuerpos se presentan. Un sbito miedo se apoder de ella. -Kathy. Es posible que Kathy...? -Es muy improbable -repuso Scotty-. A menos de que t hubieras sido portadora del virus cuando la diste a luz, dudo mucho que Kathy est enferma. Pero de momento vamos a concentrarnos en ti -la exhort, impaciente por tomar esa muestra de sangre. -No lo entiendo. No puede ser. He ledo cientos de veces que la gente primero adquiere el virus; entonces, slo aos ms tarde, empieza a padecer los sntomas del sida -protest Grace. -As es en algunas ocasiones. Muchas personas tienen el virus. Pueden haberlo tenido durante aos. Pero mientras no empiezan a presentar los sntomas del sida, no se justifica en modo alguno el someterlos a un examen. -Como podra ser mi caso -ella comprendi tristemente. Despacio, Grice se remang el suter y dej al descubierto el brazo derecho. Entonces, el doctor MacClune le extrajo otra muestra de sangre. -Cunto tiempo tendr que esperar? -pregunt Grace.

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-Esta es para la prueba de ELISA, un acrnimo en ingls que significa "ensayo de inmunoabsorbente ligado a enzimas" Tendremos el resultado en menos de cuarenta y ocho horas. -Menos de cuarenta y ocho horas -repiti Grace, que empezaba a tomar conciencia cada vez mayor de que esto podra marcar el principio del final de su vida. -MAM! -KATHY, de doce aos, la llam desde su habitacin-. Viste mi suter azul? -con la impaciencia caracterstica de los jvenes aadi otro "mam?" -Creo que est en el tendedero, en el cuarto de lavado, querida -Grace respondi en voz alta, al tiempo que se preguntaba cundo cruzaban los nios al crecer esa frontera invisible entre el mami y el "mam". Por supuesto, dado el estado precario de salud de Kip, y luego de su muerte repentina, Kathy haba tenido que cambiar antes que la mayora de los nios de su edad. Ella estaba destinada a ser ms madura que sus amigos. Grace tena preparado el desayuno de Kathy sobre la mesa aun antes de que la nia llegara, y cuando le pareci que su hija se entretena, Grace le record: -Kathy, son las ocho menos diez. Por favor! -Madre -aplic el trmino especial que utilizan los jvenes cuando se les reprende-, tengo tiempo de sobra. Acaso tratas de deshacerte de m esta maana? -Por qu querra deshacerme de ti esta maana, o cualquiera otra? -Grace respondi con bastante aspereza. Observ con impaciencia mientras Kathy se encaminaba al borde de la acera para esperar el autobs escolar. Tan pronto como ste recogi a la jovencita, Grace corri al telfono y marc un nmero codificado que haba llegado a utilizar con frecuencia en los aos recientes. Le contest una voz enrgica: -Consultorio del doctor MacClune. -Dorothy, habla Grace Cameron. Podra comunicarme con el doctor? -S, claro. Un momento, por favor -Grace sinti un repentino escalofro al or el tono profesional de la recepcionista. -Grace -el mdico empez a hablar tan afectuosamente como le fue posible. -Scotty -ella lo interrumpi-, ya tienes los resultados del laboratorio? -S, pero antes de que hablemos de esto, slo quiero recordarte que la prueba de ELISA no es perfecta. Siempre existe un margen de error. -De modo que el resultado fue positivo -concluy Grace. -Antes de hacer conjeturas, necesitar otra muestra de sangre. Es para lo que llamamos la prueba de inmunoelectrotransferencia. Pasa a verme. Hoy mismo, si es posible. -S, s, por supuesto. Ir enseguida. Ella colg el telfono, pero no se movi de la barra de la cocina. Su primer pensamiento, su primer grito de desesperacin fue: "No, no! Primero, Kip. Ahora, yo. Es imposible. Tiene que ser una equivocacin". AL TIEMPO QUE tir del mbolo de la jeringa hipodrmico con el fin de llenarla con la sangre de Grace, Scotty comenz a decirle suavemente: 6

-Esta prueba de inmunoclectrotransferencia requiere un poco ms de tiempo. -Cunto? -pregunt Grace de inmediato. -Una semana. Te llamar en el mismo instante en que tenga los resultados -repuso Scotty, pero su voz careca de la confianza habitual de la que siempre haba dependido ella y que tanto necesitaba en este momento. Grace abandon el consultorio. Camino de la tienda, decidi que no permitira que Kathy se enterara. "No puedo darle siquiera el mnimo indicio. Ella es demasiado inteligente y muy perceptiva. Despus de todo, an hay un margen de error. Recuerda eso!" CONT LOS DAS, aun las horas, hasta la maana del sptimo da. Cuando se sent frente a Scotty al escritorio, ella se dio cuenta de que l limpiaba sus lentes, aunque lo haca de manera inconsciente. Eso, adems de la mirada compasiva en los ojos grises, le dijo todo. -No... no le digas a nadie -pidi ella con apremio. -Por supuesto que no. -Ni siquiera a Kathy -insisti Grace-. Tengo que ser yo la que se lo diga. -Antes de que lo intentes -sugiri Scotty-, debemos tener una idea ms clara de tu situacin. Tenemos que efectuar un examen completo. Descubrir el estado exacto en que te encuentras. Afortunadamente, contamos con uno de los mejores inmunlogos del medio oeste aqu en la ciudad. -Cmo se llama? -Spence. Norman Spence. Es una verdadera eminencia. Creme -empuj una hoja de papel sobre el escritorio, en la que haba escrito el domicilio del consultorio y el nmero de telfono de Spence-. Grace -prosigui-, comprendo que esto es terrible para ti. Pero Grace ya no le prest atencin. Por fin, ella se levant y susurr con voz muy queda: -Gracias Scotty. Ella se dirigi a la puerta. Al abrirla, Scotty dijo en voz alta: -Mi invitacin todava est en pie. Grace se volvi y trat de esbozar una sonrisa. -Demasiado tarde, Scotty. Esta vez es demasiado tarde. GRACE ESTABA SENTADA en la sala de espera del doctor Spence. La mayora de los otros pacientes eran hombres jvenes que en un tiempo fueron atractivos y saludables. Muchos se encontraban ahora demacrados y consumidos por la enfermedad. Se vean los estragos de la plaga que ha invadido al mundo occidental. Y eran una siniestra advertencia para todos aquellos que llegaban en calidad de pacientes a ese lugar. Por contraste una persona sobresala de las dems. Era una mujer muy bien vestida, esbelta y de porte casi real. El cabello, blanco y hermosamente peinado, no coincida con el rostro, ya que pareca tener slo un poco ms de cuarenta aos. Estaba concentrada en la lectura de un libro que haba trado para la nia que la acompaaba. La pequeuela, que no tendra ms de seis o siete aos, era preciosa: tena unos ojos enormes color avellana y cabello castao claro que caa en rizos desordenados sobre el rostro diminuto. Estaba sumamente inquieta, lo que pona a prueba la cantidad de paciencia de su guardiana. Cuanto ms trataba de interesarla en el libro, 7

tanto ms rebelde se pona ella e intentaba escaparse. Grace enfoc su atencin en esa mujer, al tiempo que se preguntaba cmo era posible que alguien como ella hubiera contrado el sida. Mientras Grace especulaba, uno tras otro, los jvenes fueron llamados a la sala de revisin del doctor Spence. Un poco despus, todos se haban ido. Al final, la sala de espera qued desierta, con excepcin de la mujer, la pequea y Grace. La enfermera sali una vez ms para anunciar: -El doctor Spence la espera. La mujer no se puso de pie. Fue la nia la que entr en el consultorio del doctor. Result tan evidente el impacto que experiment Grace, que la mujer se sinti obligada a explicar: -Es mi nieta. -Quiere decir...? -Grace no se atrevi a continuar con su pregunta. -Mi hija era muy joven, muy insensata. No fue suficientemente cuidadosa -explic con sencillez la mujer. -Oh, lo lamento! -replic Grace, indignada por tal injusticia para una nia. La mujer asinti con tristeza. -El da que mi mdico me comunic los resultados de los anlisis de Sara, me negu a creerle. Insist en que se realizaran otras pruebas. -Primero la de ELISA, despus la de inmunoelectrotransferencia -aadi Grace. -Seguidas de una prueba de carga viral en ADN. -Carga viral en ADN? Qu es eso? -Debe de ser la primera vez que viene aqu. -S, as es -reconoci Grace. -Oh! A propsito, me llamo Victoria Sloane -se present la mujer, obviamente ansiosa por cambiar el tema. -Grace Cameron. -Me atrevo a pensar que nos veremos aqu cada mes durante... mucho tiempo, espero. Le pareci que sa era la manera menos dolorosa de completar la frase. EL DOCTOR NORMAN Spence se sent a su escritorio y revis el expediente de su nueva pacienta. Grace se sent frente a l y estudi el rostro, en un intento por deducir, a travs de las reacciones del mdico, la gravedad de su estado. Spence tena un poco ms de cuarenta aos. Era delgado, de cabello oscuro y perfil enrgico. Le recordaba un poco a Kip. Excepto que el rostro de Kip era expresivo y revelaba sus emociones; en cambio, el de Spence era una mscara de control rgido. Grace no tena forma de saber que Norman Spence se esforzaba mucho por ocultar sus verdaderos sentimientos. De no ser as, sus pacientes condenados a muerte se habran sentido mucho ms abatidos. Cuando Spence alz la vista del expediente, Grace se dio cuenta de que tena una mirada sagaz y perceptiva. -Bueno, seora Cameron... -Doctor -ella lo interrumpi antes de que l pudiera continuar-, si existen probabilidades de error en la prueba de ELISA, por qu no en la de inmunoelectrotransferencia? Debe de haber algunos casos conocidos en que ambos exmenes hayan estado equivocados. En los que haya habido dos falsos positivos. 8

Por respeto a la angustia de Grace, Spence permaneci en silencio para permitirle expresar sus temores, su rabia ante la injusticia de su situacin. Haba muy poco que pudiera decir para consolarla. -Lo lamento, doctor... Las protestas de Grace se acallaron. -Seora Cameron, me sentira exactamente igual que usted si estuviera en su lugar -se inclin hacia delante para establecer un contacto visual ms directo con ella-. El virus ha estado en su organismo tal vez durante aos, y slo apenas empieza a manifestarse. Ahora que las pruebas han confirmado que lo tiene, vamos a encargarnos de que usted sufra las menores molestias posibles. De que su vida resulte tan normal como sea posible. No puedo prometerle que siempre tengamos xito; pero, le ruego que crea que realizamos nuestro mejor esfuerzo. Voy a programarla para una serie de visitas mensuales, con el fin de observar cmo avanza. -O ms bien, cmo retrocedo -Grace no pudo resistir el hacer este comentario. -Si prefiere plantearlo as -concedi Spence-. Una vez al mes vendr para una revisin general. Cada tercera visita tomaremos una muestra de sangre para ver cmo se desarrollan las cosas. Mientras tanto, voy a prescribirle una serie de cpsulas de AZT, que deber tomar tres veces al da. Si experimenta algn efecto colateral, comunquese conmigo enseguida. Hubo una pausa. -Ahora vamos a examinarla, a pesarla, a auscultarla para detectar alguna seal de neumona. Es muy importante estar prevenidos respecto a Pneumocystis carinii pneumonia. El peligro real no proviene del sida, sino de las otras enfermedades que usted puede contraer debido al decaimiento de su sistema inmunitario. Para evitar la exposicin a enfermedades infecciosas, existen unas cuantas reglas bsicas: lave cuidadosamente todas las verduras. Cocine todo lo que pueda. Si toma leche con el caf, hirvala primero. Y slo tome baos de tina... -Los baos de tina son tardados -protest Grace-. Prefiero las duchas. -El roco de las duchas puede ser infeccioso. De modo que, baos de tina! -orden Spence. Grace se dio por vencida y asinti con la cabeza. Mientras la someta a un examen riguroso, Spence continu dndole instrucciones respecto a los detalles bsicos de la vida de un paciente con sida. -Debe tomar precauciones cuando tenga relaciones sexuales, para no infectar a su compaero. -No tiene que preocuparse respecto a eso, doctor -respondi Grace. -Seora Cameron, estas son instrucciones que estoy obligado a darle, puesto que es portadora de una enfermedad mortal -la reprendi Spence-. No puede donar sangre. Debe informar de su situacin a su dentista, de manera que pueda tomar las precauciones debidas. Y, por supuesto, si en algn momento llega a necesitar una ciruga, deber informar a todos los mdicos y enfermeras. -S, doctor, entiendo -repuso Grace, que se senta como un paria. "Kathy", pens de pronto. "Tengo que ser especialmente cuidadosa con Kathy." -Bueno, tiene alguna pregunta? -inquiri Spence. -S. Qu significa "carga viral en ADN"? Spence habra preferido que esta pregunta surgiera ms adelante. Sin embargo, puesto que sus pacientes sufran tantos conflictos psicolgicos como padecimientos fsicos, siempre segua la poltica de ser completamente franco. 9

-La carga viral en el ADN, que es el cido desoxirribonucleico, es una prueba que llevamos a cabo para determinar la cantidad de virus en la sangre. Ver, entre sus clulas T protectoras y el virus se libra una batalla constante. La prueba de carga viral en ADN nos muestra cmo marcha esa batalla. -Doctor, en esta "batalla", alguna vez ganan las clulas T? Spence neg con la cabeza. -A la larga, no. -De manera que, si el virus siempre gana, todo lo que informa la prueba de carga viral es cmo empeora el estado del paciente -Grace concluy sin rodeos. -Es una forma de decirlo -concedi Spence. -Cunto tiempo? -pregunt ella de repente. -Cunto tiempo para qu? -Doctor Spence, soy madre de una hija de doce aos. Debo saber cunto tiempo me queda de vida. Hay cosas que tengo que hacer, muchas cosas -sofoc el impulso de llorar-. Mi hija no tiene padre. Cuando yo me vaya, se quedar sola. De modo que debo hacer planes. -Con seguridad, pronto podr darle un clculo bastante razonable -repuso Spence-. Ya le dijo a su hija? Ella lo sabe? -Todava no. -Sugiero que se lo diga -aconsej Spence. -Por supuesto. Ahora que ha sido comprobado, ser mejor que se lo diga. Mientras la vea salir de su consultorio, Spence experiment un grado an mayor de pesar del que por lo general senta respecto a un nuevo paciente con sida. Ya era suficiente tener que tratar con cualquiera que hubiera contrado la enfermedad. Sin embargo, pacientes como Grace Cameron o la pequea Sara Sloane, vctimas de la temida enfermedad sin tener ninguna culpa, hacan que Spence se sintiera todava ms impotente.

Captulo dos

Las palabras del doctor Spence acosaron a Grace todo el da siguiente en el trabajo: "sugiero que se lo diga." Las oa repetirse en su cerebro una y otra vez: qu es lo que iba a hacer, qu era lo ms apropiado. Segua oyndolas, en especial despus de terminar un trabajo y antes de iniciar el siguiente. Decidi que esa noche sera la ocasin para decrselo a Kathy. Pero, cmo? Cmo decir, incluso de la manera ms suave posible: "Querida, mam tiene sida"? Existe algn prembulo que sea capaz de atenuar un golpe de tal magnitud?Kathy haba tardado meses en perdonar a Grace por la muerte de Kip. Todas las noches, cuando acostaba a la nia, Grace vea en los ojos de su hija la rabia, la acusacin: "T alejaste a mi pap; cuando lo trajiste de regreso, estaba muerto." Despus de semanas bajo tratamiento con un psiquiatra para nios, por fin Kathy haba sido capaz de expresar verbalmente sus emociones. "Por tu culpa, nunca ms va a abrazarme. O a besarme. O a arrojarme en el aire y tomarme en brazos, para despus ocultar el rostro en mi cuello y rer. Mi pap tena la risa ms maravillosa en todo el mundo. Y t me lo quitaste!" 10

El momento de or eso haba sido el ms doloroso en la vida de Grace. Ms doloroso incluso, si eso fuera posible, que la propia muerte de Kip. Fue cuando Grace cuid a Kathy durante un grave brote de meningitis que el vnculo entre ellas se restableci. Ya tarde, la noche en que la fiebre empez, Grace se haba sentado al lado de la cama de Kathy para aplicarte una friega refrescante de alcohol. Kathy haba alzado la vista hacia ella, con los ojos hmedos por la fiebre, y pregunt en voz baja: -No lo hiciste; no fuiste t, verdad, mami? -Hice qu? -pregunt Grace mientras frotaba con suavidad los dedos fros por el alcohol en el pecho de su hija. -Hacerle algo a pap. No lo hiciste, verdad? -No, querida, por supuesto que no. Kathy oprimi el tierno cuerpo ms cerca de la mano curativa de Grace y ella comprendi que su hija la haba perdonado al fin. "Si Kathy tard tanto tiempo en reponerse de la muerte de Kip", se dijo Grace, "cunto se tardar ahora que va a ser abandonada por segunda ocasin? Cuando Kip falleci, yo fui la nica que sostuvo a Kathy y le promet: 'No te preocupes, querida. Siempre me tendrs a m. Siempre tendrs a mam.' Lo dije en serio. Pero ahora..." Sugiero que se lo diga. Las palabras de Spence persistan. Al terminar el da, Grace tom una decisin. Se lo dira el fin de semana, cuando tuvieran suficiente tiempo para estar juntas y suavizar la conmocin. RECOGI A KATHY despus de su reunin en el club de ciencias. En camino de casa, decidieron cenar en un restaurante chino, que era el preferido de Katlly desde que haba dominado el uso de los palillos, esos instrumentos que Grace consideraba la contribucin de China para perder peso con rapidez. Cuando les sirvieron el primer platillo de rollos de pasta, Grace se dio cuenta de que, en lugar de comer, Kathy la miraba fijamente. Grace trat de no hacerle caso, al tiempo que atacaba su propio pastelillo y comentaba: -No es ningn crimen utilizar un tenedor, querida -pero Kathy continu mirndola fijamente hasta que Grace se vio obligada a hacer de lado su tenedor-. Kath? -Mam, puedo preguntarte algo? -Cario, cundo has necesitado permiso para preguntarme cualquier cosa? -Nunca, pero ahora se trata de algo especial -Kathy titubeo un instante-. Mam, qu sucede? -Qu sucede de qu? -inquiri Grace a su vez. -Qu ocurre... contigo? En ocasiones, Kathy tena una manera de abordar los asuntos que la haca parecer ms madura de lo que corresponda a su edad. Aun bajo la dbil luz del pequeo restaurante chino, Grace poda distinguir en su hija la mirada resuelta, y los ojos fijos y centrados en ella. -Qu pasa conmigo, querida? -Desde la semana pasada, o hace dos semanas, haces las mismas cosas, dices lo mismo, pero hay algo diferente. 11

"Dios mo!", Grace se oblig a considerar, "ha estado observndome durante el torbellino de las pasadas dos semanas? Se dio cuenta? Y, si es as, qu hago ahora? Decrselo aqu, en un restaurante? Con toda esta gente a nuestro alrededor? El fin de semana... promet que lo hara el fin de semana, cuando tuviramos tiempo. Pero no aqu. No ahora." -Nena, termina de cenar y despus... despus nos iremos a casa y hablaremos acerca de esto. -Hablar acerca de qu? -insisti Kathy. -Kathy, slo come! -repiti Grace. No fue la firmeza en el tono de voz de Grace, sino la mirada de vulnerabilidad en los ojos de la mujer lo que hizo que su hija se dedicara a comer el pastelillo que se haba enfriado y perdido todo su sabor. DURANTE EL TRAYECTO a casa, Kathy continu mirando fijamente a su madre; trataba de interpretar su expresin, pero no dijo nada. Aun cuando entraron en el estudio, donde se realizaban todas las conversaciones importantes, Kathy no dijo nada. Pero exiga con la mirada; su postura, mientras tomaba asiento en su lugar habitual en la otomana de Kip, lo demandaba. Grace se inclin hacia delante en su silln de orejas tapizado de zaraza. "Considero que ste no es el momento oportuno ni la manera adecuada", protest para s; sin embargo, abord el problema sin demora. -Kathy, querida, recib malas noticias la semana pasada. -Qu clase de malas noticias? -pregunt ella sin rodeos. "ste es el momento", comprendi Grace. "ste es el momento para decrselo. Pero, cmo? Es la primera vez que pronuncio estas palabras en voz alta, incluso ante m misma." -Kathy, nena, mam tiene... sida. -Sida? -pregunt la nia-. Eso es imposible. Estudiamos ese tema en la escuela, y no es posible que tengas sida. Se trata de un error. -Todas las pruebas lo confirman -repuso Grace. -Regresa con el doctor Scotty. Pdele que realicen esas pruebas de nuevo. -Kathy -Grace insisti con suavidad-, no hay ninguna duda. Tengo la enfermedad. -Pero, por qu? Cmo? -pregunt Kathy; las lgrimas empezaron a correr por las mejillas. -Tiene que ver con pap. -Pap te contagi el sida? Eso es imposible! El jams tuvo sida! -protest Kathy. -Es evidente que s lo tena y nunca lo sospechamos. -Pap te contagi el sida? No debi. No tena derecho... Rompi en sollozos, quedos pero incontrolables. Grace se acerc a ella y la abraz fuertemente. Permanecieron muy juntas, mientras se balanceaban con lentitud hacia atrs y adelante. Los minutos se volvieron eternos y pas ms de una hora. El suter de Grace estaba empapado por las lgrimas de Kathy. Continuaron abrazadas hasta que Kathy susurr: -Mam, puedo dormir contigo esta noche? -Por supuesto, querida. Por supuesto.

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PASABAN DE LAS cuatro, segn pudo ver en el indicador luminoso del radio reloj que se encontraba al lado de la cama de Grace. Ella abri los ojos y not que Kathy la miraba fijamente. -Kathy? -pregunt sorprendida en un susurro. Su hija continu con la mirada fija. Por fin, respondi: -No puede ser cierto. No tienes apariencia de estar enferma. He visto fotografas de personas con sida. No te ves as. Te ves como siempre. As que no es verdad. -Kathy, nena -Grace alarg el brazo para tomarla de la mano y acercarla de nuevo a la cama tibia-. Kathy, ojal no fuera cierto. Pero as es. Tenemos que acostumbrarnos. Adems, tal vez no sea tan terrible como piensas. -La gente con sida se muere -repuso la nia con sencillez. -Algunos sobreviven mucho tiempo -Grace trat de consolarla-. Vaya, este doctor que me atiende ahora... -No es Scotty? -Scotty me lo recomend. Es el doctor Norman Spence. Es un experto en sida. Es un hombre muy agradable. Me dijo... -y sa fue una de las pocas veces en su funcin de madre en que Grace se apart de la verdad. Slo un poco-. Dijo que no haba manera de saber cunto tiempo puedo vivir con esto. De modo que depende de nosotras, de las dos, continuar con nuestra vida. Tomar los medicamentos, ir a mis revisiones mensuales, y t asistirs a la escuela y continuars con todas las actividades que te gustan. Nos las arreglaremos bien. Muy bien. Ya vers. DOCTOR NORMAN SPENCE, INMUNLOGO, anunciaba la placa de bronce en la puerta. La joven Kathy Cameron clav la mirada en el nombre para cerciorarse de que era el mismo que vio en el frasco del medicamento que haba descubierto en el cuarto de bao de mam. Segura de haber localizado el consultorio correcto, Kathy se hizo de valor para abrir la puerta. Descubri que los pacientes en la sala de espera eran muy diferentes de los que haba visto en la de Scotty MacClune. La mayora de ellos eran jvenes cuya excesiva delgadez era antinatural y que se vean muy enfermos. Su reconocimiento de la sala se vio interrumpida por una voz que provena de la ventanilla de recepcin. -Pequea... Kathy camin de puntillas para acercarse a la abertura circular que haba en el vidrio. -Vengo a ver al doctor Spence -afirm. -Puedo preguntarte quin te envi aqu? -Mi mdico familiar es el doctor Robert MacClune -dijo Kathy, resuelta a que nadie le impidiera cumplir con su misin. -El doctor MacClune? -pregunt la recepcionista, escptica. Tom el auricular-. Doctor, hay una nia aqu... me parece que tiene como doce aos. Dice que la envi el doctor MacClune. -Scotty jams me avis respecto a ninguna nia -replic Spence-. Averige quin es. -Cmo te llamas? -pregunt la recepcionista. -Me apellido Cameron -respondi Kathy. -Doctor, dice que se apellida Cameron. Acaso se trata de...? 13

-S -concluyo Spence-. Debe de ser la hija de la nueva paciente. Dgale que espere. KATHY ESPER CASI dos horas mientras, uno tras otro, los enfermos vean al doctor. Por fin, todos se fueron y Spence, alto, elegante en su bala blanca de laboratorio, sali en persona a recibir a su ltima visitante. -Seorita Cameron, pase, por favor. -S, doctor -Kathy respondi de manera que pretendi sonar muy adulta. Kathy fue conducida al elegante consultorio del doctor Spence. La pared que se hallaba detrs del silln de su escritorio estaba tapizada con una variedad impresionante de certificados y diplomas enmarcados. -Tome asiento, por favor, seorita Cameron -indic Spence mientras rodeaba el escritorio para sentarse frente a ella. "Con esa cabellera rubia, los ojos azules, las mejillas sonrosadas y cubiertas de pecas, tiene todos los atributos para llegar a ser tan atractiva como su madre cuando crezca", pens Spence-. Y bien, entiendo que la enva el doctor MacClune. -Bueno -empez a decir Kathy-. No mencion exactamente eso. MacClune es mi mdico. Lo que es cierto. l envi a mi madre con usted. Dije que el doctor

-S, s, as es -repuso Spence, a quien le pareci gracioso y conmovedor a la vez el predicamento en que se encontraba la nia. Se vea preocupada, por un lado; sin embargo, resuelta, por el otro-. Seorita Cameron, me permite preguntarle qu hace usted aqu a estas horas cuando debera estar en la escuela? -Decid que venir a visitarlo hoy era ms importante que ir a la escuela. -Ah, no me diga! Y cmo lleg hasta aqu exactamente? -Ped que me trajeran gratis -titube un momento antes de indicar cmo, haciendo un movimiento de vaivn con el pulgar. -Pidi un viaje gratis a un desconocido? -Spence repiti en un tono de desaprobacin evidente-. Acaso nadie le ha dicho lo peligroso que es eso? -S, seor. Mi madre. Pero tena que venir. Y sin que mi mam se enterara. Tena que hacerlo. -Bien, ahora que se encuentra aqu, en qu puedo ayudarla? -Podra decirme la verdad -le espet Kathy. El mdico se inclin hacia delante. Habl con suavidad: -Seorita Cameron... No. Cmo te llamas? -Katherine -anunci ella, menos audaz en ese momento. -Katherine, qu te hace pensar que no te dir la verdad? -Mami no me la dice. Se esfuerza mucho por ocultarme las cosas, pero yo s que algo le pasa. -Comprendo. Bueno, exactamente qu verdades te gustara conocer? Temes que te contagie el virus? Que cada vez que te toca, o te besa, o prepara la comida, de alguna manera terrible el virus se abra camino hasta ti? Bueno, te doy mi palabra de que no contraers el virus si besas a tu mam. O si ella te besa o te toca de cualquier forma. La enfermedad se transmite por medio de la sangre y otros lquidos corporales. Tu madre sabe qu precauciones tomar para proteger a los dems. Bueno, acaso esto responde a tu pregunta? Aunque se requera valor para disentir del doctor, Kathy contest resuelta: 14

-No seor. Quiero saber hasta qu grado est enferma realmente. La verdad. Usted es el nico que puede decrmela. Por favor -los ojos azules estaban arrasados en lgrimas. -Har mi mejor esfuerzo -respondi Spence-. Tu madre est enferma, y voy a hacer todo lo que pueda para ayudarla. Por desgracia, con el tiempo la enfermedad empeorar. Porque no tenemos cura para ella. Todava no. -Cundo empeorar? -pregunt Kathy. -Los mdicos de mi especialidad vivimos con la firme esperanza de que maana se descubra la cura para esta enfermedad mortal. Pero, a diferencia de la mayora de los otros virus, ste cambia sus caractersticas prcticamente da con da; as que un paciente puede tener diferentes versiones del virus al mismo tiempo. Esa es una de las razones por las que no hemos podido identificar una cura especfica, lo cual significa reconoci que ese "maana esperanzador" puede no llegar nunca. No lo sabemos. Por ello mi sala de espera siempre est llena. Despus, uno tras otro, los rostros conocidos desaparecen. -Mi madre es ahora uno de esos rostros, no es verdad? -Por desgracia, s. A menos de que algo inesperado y milagroso suceda muy pronto -replic el doctor Spence con sencillez-. Ahora, querida, si quieres llorar, puedes hacerlo. S que yo lo hara. Un escalofro recorri el cuerpo de la jovencita. Todas las pretensiones de madurez se esfumaron. Empez a temblar. Spence rode el escritorio y se hinc en una rodilla para abrazarla. La sostuvo en los brazos hasta que el ataque de temblor pas. -Doctor, cunto tiempo le queda? -No lo sabemos todava -reconoci Spence. -Me permite venir con mam cada vez que tenga que asistir a su cita? Es slo un da al mes sigui argumentando Kathy antes de que el mdico pudiera negarse-. Adems, puedo reponer mis deberes escolares. Soy muy buena estudiante. Spence la mir fijamente, al tiempo que pensaba: "Yo tambin estoy seguro de que lo es." -Si esto no provoca conflictos en tu escuela y tu mam est de acuerdo, entonces no hay problema conmigo. ERA LA TERCERA ocasin que Kathy acompaaba a su madre en su visita mensual al consultorio del doctor Norman Spence. Grace ya se haba acostumbrado a todas las nuevas restricciones. No coma ensaladas, sino verduras cocidas; herva la leche antes de tomar su caf y tomaba baos de tina, aunque siempre echaba de menos el vigor que sola proporcionarle una ducha. Ese da, como era habitual, la sala de espera del doctor Spence estaba atestada. Al contar los rostros presentes, Grace determin cuntos de los que haba visto durante sus visitas previas se encontraban ausentes esta vez. No le era posible estar segura de que todos tuvieran sus citas a la misma hora del da. Pero era probable que as fuera en muchos casos, porque las revisiones de los pacientes se programaban cada mes, a fin de establecer el avance de la enfermedad. Cada tercera consulta se les tomaba una muestra de sangre para la prueba de carga viral en ADN, Con el propsito de verificar el descenso de las clulas T y la multiplicacin del virus. Esa prueba de carga viral en ADN constitua en realidad la cuenta regresiva hacia la muerte. Grace tena plena conciencia del hecho en esa ocasin, ya que, durante su ltima visita, el doctor Spence le haba extrado una muestra de sangre para el anlisis de ADN. Los resultados ya deban de estar listos. 15

Sus sombras expectativas se vieron interrumpidas cuando llegaron al consultorio Victoria Sloane y su nieta, Sara. La pequea llam enseguida la atencin de Grace, ya que haba adelgazado de manera considerable y estaba mucho ms plida que la vez anterior. Adems, la nia pareca totalmente aptica, y tena la mirada un poco extraviada, lo que pona de manifiesto una prdida de inters en todo lo que la rodeaba. Incluyendo la vida misma, temi Grace. Ya fuera porque Sara era la nica nia en la sala adems de Kathy, o debido al inters que suscit en ella la actitud abatida que mostraba la pequea, Kathy se sinti atrada hacia la chiquilla. Se acerc para entablar conversacin. -Tambin vine con mi mam -le dijo. -Mi mam est muerta -Sara respondi llanamente y sin mostrar ninguna emocin. Kathy se sorprendi por lo inesperado de la respuesta. -Lo siento mucho -logro decir. Sara no respondi, lo que slo provoc en Kathy el deseo de continuar hablando con ella. Lo intent una vez ms. -Cmo te llamas? -Sara -repuso la nia con parquedad. -Yo me llamo Katherine, pero dime Kathy. Todo el mundo me llama as. -Yo no soy como todo el mundo -replic la pequea-. Ser mejor que no me hables. La extraa advertencia intrig a Kathy. -Por qu no? -Porque si me hablas, nadie querr hablar contigo. La reaccin de desconcierto en el rostro de Kathy fue tan evidente que Victoria Sloane le hizo una sea con la mano para que se aproximara. -Por favor, no creas que tiene algo en contra tuya. Es que hemos tenido algunas dificultades en la escuela. Creo que tienes edad suficiente para comprender. En especial, porque tu madre es paciente del doctor Spence. -Quiere decir que slo porque Sara tiene... -S, porque Sara tiene sida -asever Victoria-. Una vez que diagnosticaron la enfermedad, sent el deber de comunicrselo a la directora de la escuela. Se supona que todo iba a permanecer en secreto, pero no fue as. Primero, los padres de familia protestaron y despus, atemorizados por ellos, los nios empezaron a rehuirla. Pronto, ningn nio en la escuela quiso jugar con Sara. O incluso hablar con ella. De modo que no la culpes por no mostrarse amigable. La han lastimado mucho. No se trata de ti. Es el resto del mundo. -Es muy triste; absurdo, en realidad -repuso Kathy. -Todos estn muy asustados, y nadie toma en cuenta los sentimientos de Sara. A pesar de que no existe ningn peligro real. La puerta interna del consultorio se abri. -Seora Cameron -llam la enfermera. -Tengo que acompaar a mam -se disculpo Kathy. -Ha notado usted algn cambio, seora Cameron? -pregunt Spence en la sala de revisin, controlado y agradable como de costumbre. 16

-No mucho. Ta vez me he debilitado un poco. -La tensin emocional de descubrir su mal y enfrentarse a l podra ser la causa de eso observ Spence y evit hacer otro comentario hasta terminar la revisin. Realiz el examen fsico habitual. La prdida de peso de Grace todava no constitua motivo de preocupacin. El tono de la piel era normal. El rostro no tena manchas. Ella se haba aplicado slo un ligero toque de maquillaje, como intentando demostrar que no tena que recurrir a grandes artificios para lucir sana. Un gesto de rebelda, aunque intil a la larga. Kathy mantuvo la vista fija en el rostro del doctor Spence. Observaba todos sus movimientos, todas sus reacciones. Estaba resuelta a sacar sus propias conclusiones con base en su interpretacin de las reacciones del mdico. Una vez que tomaron asiento en el consultorio, Spence abri el expediente de Grace. -Seora Cameron... me permite llamarla Grace? -Por supuesto -respondi ella. -Grace, tengo aqu el segundo informe de la prueba de carga viral en ADN. -Y est peor -Grace se anticip de inmediato. -No. Eso es lo extraordinario. El anlisis de la muestra de sangre que le tom el primer da indica una carga viral de cuarenta mil, lo que significa cuarenta mil partculas del virus por milmetro cbico de sangre. Pero el segundo anlisis revela una disminucin a slo veinticuatro mil, y un aumento a seiscientas sesenta de sus CD4+, o sea las clulas T tiles. -Es fantstico! -Kathy casi grit-. Eso significa que el tratamiento est funcionando. -Kathy -exhort su madre-, deja que el doctor Spence nos diga lo que significa. -Son noticias muy alentadoras, Grace. Pero no se deben al tratamiento. ste slo ayuda a combatir las enfermedades oportunistas. Digamos que, por el momento, las cosas parecen haber mejorado. Contine haciendo lo que sea que est haciendo. Y, desde luego, siga tomando el AZT. MIENTRAS GRACE Y KATHY se dirigan a casa en el auto, Norman Spence llam por telfono a Scotty MacClune. Acababa de comunicarle las ltimas cifras del recuento de ADN cuando Scotty lo interrumpi. -Fabuloso! -Tal vez s, tal vez no -coment Spence. -Por qu, Norm? -En ocasiones las cifras son muy buenas para ser verdad. Quiz slo se trate de una anomala. Esperemos a ver.

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PACIENTE: CAMERON, GRACE DIAGNSTICO: VIH POSITIVA, SIDA CLULAS T CD4+/mm3 21/9 10/12 520 660 PARTCULAS DEL VIRUS 40.000 24.000 PESO 57,650 kg 56,250 kg

Captulo tresGrace estaba ocupada en preparar la cena cuando oy que Kathy le gritaba desde el piso superior. -Mam, recuerdas esos libros que sola leer? -Qu libros? -pregunt Grace mientras pona la cacerola de verduras en el horno. -Ya sabes, sos que me gustaba leer cuando era nia. "Nia" pens Grace. Cuando una adolescente de doce aos, a punto de cumplir trece, habla de "cuando era nia", lo hace a uno pensar. Kathy baj corriendo las escaleras. -Ya sabes cules, mam. La telaraa de Carlota y El gran caramelo. No te acuerdas? -Por supuesto. Qu pasa con ellos? Escribirs una composicin acerca de cuando tenas esa edad? -No. Esa nia, esa pequea tan triste... -Esa pequea... te refieres a Sara? -S, s, a Sara! Est tan triste que yo... -Kathy titube antes de confesar-. Tuve el terrible presentimiento de que no va a morirse por la enfermedad, sino por la tristeza. Quiero hacer algo al respecto. -Hacer algo? Qu? -Llama a su abuela. Dile que me gustara ir a visitar a Sara y jugar con ella. -Es un pensamiento muy lindo, Kath. Pero, con todas tus actividades, cundo tendrs tiempo? -Si renuncio al club de ciencias, tendr una tarde libre. -Pero t disfrutas del club de ciencias -protest Grace. -Mam -repuso Kathy con mucha suavidad-, no ser durante mucho tiempo. Y siempre habr un club de ciencias al cual regresar. -Es muy cierto. Sin pronunciar una palabra, madre e hija se abrazaron. Despus del clido abrazo, Grace indic: -Ve a buscar el telfono de Victoria Sloane en la gua y llmala enseguida.

Haban regresado a casa desde el consultorio del doctor Spence.

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AL DA CIGUIENTE, a las tres y media de la tarde, Kathy toc el timbre de una impresionante residencia en las afueras de la ciudad. Ms pronto de lo que esperaba, la puerta se abri y Victoria Sloane la salud. -Katherine, qu amable de tu parte que hayas venido! Sara est en su habitacin. Se encuentra a la izquierda en el piso superior. Hoy es uno de sus das muy malos -la previno la seora Sloane mientras Kathy se diriga a las escaleras. -Tiene dolor? -No. Pero se enter de que habra una fiesta escolar en la pista de patinar el jueves. Su deporte favorito es el patinaje. Ms bien era, debera decir. Preparada de este modo, Kathy subi las escaleras con decisin. La puerta de la izquierda estaba cerrada. Toc. No obtuvo respuesta. Volvi a tocar. -Nunca volver a tomar ese medicamento! -grit Sara. -Sara -empez a decir Kathy en voz baja-. Slo soy yo. Kathy Cameron. Te acuerdas? Nos conocimos en el consultorio del doctor Spence -abri la puerta-. Me permites pasar? -Si t quieres -respondi Sara en un tono hostil. Kathy la encontr acostada sobre la cama, sin dar la cara a la puerta, como si se apartara del mundo. Kathy permaneci a los pies de la cama y la mir fijamente. "Est muy plida", pens. "An ms que el da que la vi en el consultorio del doctor Norman Spence." -Vine a jugar -propuso Kathy. Sara se hizo un ovillo y se retrajo. -O slo podramos charlar -ofreci la jovencita. -No quiero hablar -respondi Sara. -Te traje algunos libros. -Qu clase de libros? -Los libros que sola leer cuando... -estaba a punto de decir "cuando era nia", pero modific ligeramente la frase-, cuando tena tu edad. Quieres que leamos? -insisti Kathy. -No quiero leer nada. Slo quiero que me dejes en paz! Kathy se dio por vencida. -De acuerdo. Pero te dejar los libros. Es posible que... -Djalos si quieres -interrumpi Sara-, pero no voy a leerlos. Ni siquiera los mirar. Kathy coloc los libros sobre la cama. Cuando cerraba la puerta, oy que Sara rompa en llanto. Ms tarde, esa misma noche, sentada a la mesa de la cocina, Kathy le coment a Grace su fracaso con Sara. -Deben de haberla herido mucho en la escuela para que est tan enojada -concluy. -No puedes esperar compensarla por todo eso si pasas slo unos cuantos minutos con ella sugiri Grace. -Pero si no quiere hablar conmigo... Pasado maana faltar a mi clase de ballet y volver a visitarla. -Faltar al ballet! Pero... -Grace empez a protestar. 19

-Mam, el rostro de esa nia est tan consumido, y su mirada es tan triste... Ambas percibieron el momento exactamente de la misma manera. Kathy hablaba de cmo podra ser con Grace algn da. -Si quieres faltar a tu clase de ballet por esta nica ocasin, creo que est bien concedi Grace. DOS TARDES DESPUS, al salir de la escuela, Kathy tom el autobs con rumbo a la casa Sloane, que estaba al final de una calle cerrada, sobre una cuesta larga y amplia de csped bien cuidado. Se dirigi a la puerta y toc el timbre. -Vengo a ver a Sara -anunci Kathy una vez que la doncella hubo abierto. -Quin es, Hetty? -pregunt Victoria desde la habitacin contigua. -Una jovencita que viene a visitar a Sara -dijo la sirvienta. Victoria sali rpidamente del estudio. -Oh, Kathy! No esperaba... Pasa, querida, pasa. No hay ningn cambio -le inform en tono confidencial mientras la acompaaba a las escaleras-. Si pudieras lograr que tome su tableta de AZT, sera una gran ayuda. -Lo intentar -prometi Kathy, pero sin mucha confianza. Subi las escaleras. Cuando se aproximaba a la puerta cerrada, decidi no tocar. Tal vez con la sorpresa tendra alguna ventaja. Abri la puerta y anunci. -Hola, Sara! La nia se volvi de pronto y dej caer el libro que tena en las manos. Kathy lo reconoci. La telaraa de Carlota, su favorito. -Slo estaba viendo las ilustraciones -explic Sara. -Podramos leerlo juntas. -No! -Bueno, hay alguna cosa que podamos hacer juntas? Salir a caminar, jugar a algo, peinar a tus muecas? -No -repiti Sara, pero un poco menos enftica. -Debe haber algo que podamos hacer juntas. Cualquier cosa -Kathy sugiri, al borde de la desesperacin. Sara le hizo una sea con la mano para que se acercara, a fin de hablarle en secreto. -Hablas en serio cuando dices "cualquier cosa"? -S. En realidad me refiero a cualquier cosa. En verdad, lo que t quieras -prometi Kathy. -Vayamos a patinar -susurro Sara-. Quiero ir a patinar. -Te llevar a patinar -ofreci Kathy. -No puedes -respondi Sara con actitud desafiante-. No te dejarn hacerlo. -Quin no va a dejarme? -despus de que por fin haba logrado entablar una conversacin con Sara, Kathy camin y se sent a los pies de la cama. -La escuela. Las mams dijeron que si me caigo al patinar, si sangro... Todo el mundo tiene miedo de mi sangre. As que no me dan permiso. No querrn. 20

-Y si vamos solas? -sugiri Kathy. -Lo haras? -Claro -prometi Kathy. LA FIESTA ESCOLAR de patinaje haba concluido y el grupo de adultos que sola reunirse durante las noches, an no llegaba al lugar, de modo que todava estaba oscuro y desierto. Fue necesario un soborno muy generoso de parte de Victoria para que el encargado iluminara nuevamente la pista. Una vez que las luces resplandecieron sobre el hielo limpio y sin marcas Sara y Kathy patinaron despacio en el permetro interior. Victoria las observ desde atrs de la barrera. Fue una sorpresa muy agradable para Kathy ver que la pequea Sara era muy gil y patinaba con mucha facilidad sobre el hielo. Se encontraban en el extremo ms alejado de la pista cuando Sara se dirigi de pronto al centro. Empez a describir crculos pequeos, como imitando a una patinadora artstica. Kathy se apresur a reunirse con ella, temerosa de que, en su entusiasmo creciente, Sara se esforzara demasiado. Pero la pequea sonrea; era la primera sonrisa que Kathy la haba visto esbozar. Pareca muy segura de s misma hasta que resbal con el patn izquierdo. Cay hacia delante y se desliz por el hielo hasta que choc abruptamente con la barrera. Kathy se dirigi patinando hacia ella y se dej caer a su lado, al tiempo que intentaba volverle el rostro hacia arriba para ver si se haba lastimado. -No me toques! -le advirti la nia. -Slo trato de ayudarte, Sara. -No me toques. Estoy sangrando -explic la pequea. Con cuidado, cerciorndose de no tocar la sangre, Kathy volvi a Sara y descubri que el labio inferior sangraba. Kathy le dio su pauelo. La nia lo oprimi contra la boca. Victoria ya haba llegado hasta donde estaban. Se asom por la barrera. -Sara, cario, te encuentras bien? -No dej que Kathy tocara la sangre -manifest la nia con orgullo-. Verdad, Kathy? -As es. Te portaste fantstica, Sara. Y fuiste muy valiente. -Podemos patinar un poco ms? -pregunt, a medias a Kathy, a medias a su abuela. Los ojos de Kathy miraron suplicantes a Victoria y ella estuvo de acuerdo. -S, pero tengan cuidado. Sara y Kathy pasaron el resto de la hora juntas, patinando despacio en crculos sobre el hielo. De vez en cuando, Sara alzaba la vista y le sonrea para compartir su deleite. EN EL CAMINO DE casa, Sara, muy entusiasmada, hizo planes para leer un libro con Kathy. Pero de vuelta en su habitacin, antes de que Kathy terminara de leer la primera pgina, la pequea se qued profundamente dormida mientras sujetaba con ternura la mano de Kathy. Con mucho cuidado, para no despertarla, Kathy se liber y sali del cuarto sin hacer ningn ruido. Victoria la esperaba al pie de las escaleras. -Est dormida -inform Kathy-. Creo que la agot. 21

-Es un cansancio placentero -coment Victoria-. No se haba sentido tan llena de vida, tan... estaba al borde de las lgrimas-. A ella le encantaba... le encanta... patinar. Su sueo era llegar a ser campeona. -Es realmente una nia extraordinaria -repuso Kathy. -ste ha sido, sin duda, su mejor da desde que el rumor se esparci por toda la escuela. Kathy, no s cmo agradecrtelo. Fuiste muy amable, muy considerada. ESA NOCHE, DURANTE la cena, Kathy relat a su madre los sucesos de la tarde, incluso lo referente a la cada de Sara. -Fue horrible, mam. La tienen tan atemorizada acerca de la sangre, que deberas haber visto la mirada que tena en los ojos cuando me advirti: "No me toques." Pareca odiarse a s misma. Pero despus, una vez que volvi a patinar, se sinti feliz. -Me alegra mucho que hayan regresado a patinar, querida. -Mam, por qu no dejo la clase de ballet como algo permanente por algn tiempo? As tendra dos tardes libres a la semana para estar con Sara. EN EL CONSULTORIO del mdico, las nias se encontraban en un rincn de la sala de espera entretenidas con juegos de palabras, que de vez en cuando provocaban un breve estallido de risas por alguna broma. Grace Cameron y Victoria Sloane estaban sentadas, y las observaban con atencin. -Sara se ve llena de vida. Tiene los ojos muy brillantes y alegres -apunt Grace. -Es como un milagro. Desde que Kathy pasa las tardes con ella, espera con impaciencia los martes y jueves. Cuando lleg el turno de Grace, Spence realiz su examen de rutina en presencia de Kathy, como haban acordado. Dedic especial atencin a buscar las infecciones oportunistas que acosan a los enfermos de sida. No encontr sntomas de neumona. Ni indicios de tuberculosis en los pulmones. No haba seales de daos neurolgicos que pudieran revelar la existencia de tumores en el cerebro. Tampoco marcas de decoloracin en la piel. sa era la tercera revisin mensual desde su ltima lectura de ADN, de modo que Spence extrajo otra muestra de sangre. Renov su prescripcin de AZT y despidi a Grace y a su hija, tranquilas por el momento. EL JUEVES, DESPUS, de la escuela, Kathy esper el autobs que la llevara a la casa de Victoria Sloane. Ese da, ambas planeaban ir al zoolgico. Sara no haba ido en ms de un ao. Pero cuando Kathy lleg, descubri que Sara se haba olvidado del zoolgico. Se quej de sentirse cansada. Demasiado cansada aun para leer en voz alta La telaraa de Carlota, que se haba convertido en su favorito. De modo que Kathy tuvo que leerle. Sara estaba acostada sobre la cama y finga escuchar, pero pronto se qued dormida. Kathy apart el libro y observ a su pequea amiga. No estaba segura, pero crey detectar una mancha en el brazo izquierdo. Kathy se inclin para mirar de cerca. S, haba algo ah. Sali de puntillas de la habitacin y se dirigi a las escaleras alfombradas para buscar a Victoria en su estudio. -Kathy, qu ocurre? -pregunt Victoria, sorprendida. -Seora Sloane, not algo en el brazo izquierdo de Sara? 22

-Algo? A qu te refieres? -Una marca de color diferente. Algo que no tena antes. Victoria Sloane se puso de pie con rapidez. Se dirigi a las escaleras. Kathy corri a su lado. Una vez en la habitacin de Sara, Victoria se aproxim a la cama y clav la mirada en el brazo izquierdo de su nieta. Ah estaba, una tenue mancha en forma circular, ligeramente amoratada. -Oh, Dios mo! -susurr Victoria-. Debo llamar al doctor Spence de inmediato. Inform al doctor lo que haba visto. -Se trata del sarcoma de Kaposi -confirm Spence, pesaroso-. Ya lo esperaba. Acabo de recibir los resultados de su ltimo examen de DNA. Victoria, Sara tiene un milln doscientas cincuenta mil partculas del virus por mililitro en la sangre. -Es eso muy grave? -pregunt ella. -No puede ser peor -reconoci Spence-. Lo lamento mucho, Victoria. Perpleja, la abuela colg el auricular. -Seora Sloane? -Kathy pregunt en un susurro. -Esas marcas moradas se deben al sarcoma de Kaposi. El doctor me lo advirti desde hace varios meses. Se trata de la etapa terminal, as la llam la pobre Sara... pobre Sara. -Hay algo que podamos hacer? -pregunt Kathy. -Slo contina con lo que hemos estado haciendo. Lo que has estado haciendo, en realidad. Kathy, trata de infundirle nimo hasta el final. DOS JUEVES DESPUS, Kathy se present en la casa de Sloane. Como ya era costumbre, Sara estaba en cama. Aunque el camisn la cubra casi por completo, las zonas expuestas de los brazos revelaban las manchas amoratadas del sarcoma de Kaposi. Kathy hizo acopio de su mejor sonrisa y salud, animosa: -Sara, te traigo muy buenas noticias! Aunque la pequea enferma no respondi, Kathy continu: -Descubr otro libro de la misma autora que escribi El gran caramelo. Va a encantarle. Se llama La casa de Iggie -sac el libro a la manera de un mago que muestra el resultado de un gran acto de magia. Sara lo mir, pero no prest atencin. Sin inmutarse, Kathy comenz a leer. Sara estaba acostada sin decir palabra y cerraba los ojos de vez en cuando. De pronto, sin abrirlos, Sara interrumpi la lectura de Kathy para preguntar: -Kathy, dime cmo es. -Cmo es qu, Sara? -El ms all. -El ms... -Kathy empez a repetir la pregunta, y en ese instante se dio cuenta de lo que Sara quera decir-. Sara, el ms all est muy lejos. Te quedan muchos aos para pensar en eso. Aos -repiti, no poda decir la verdad y tampoco saba qu otra cosa aadir. Continu leyendo, confiada en distraer a Sara de esos pensamientos negativos. Pero Kathy comprendi que haba fracasado. La voluntad de la pequea Sara para luchar finalmente se haba extinguido.

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ESA NOCHE, AL LLEGAR A CASA, Kathy sorprendi a Grace al preguntarle de repente: -Mam, alguna vez has pensado acerca de cmo es el ms all? -El ms all? -repiti Grace, desprevenida ante la pregunta-. Te refieres al ms all? -S. -Kath, con la tienda, la casa, mantenerme al ritmo de tu horario y recordar que tengo que tomar mi medicamento, no me queda tiempo para pensar en nada, excepto en el aqu y el ahora. -No lo dices solamente para hacerme sentir mejor, verdad? -Kath, no debes pensar as. Los resultados de mi ltimo examen de carga viral en ADN fueron excelentes. Espero que los del nuevo lo sean tambin. sa es la clave. Con base en eso, me quedan aos por vivir. No pierdas tu tiempo pensando en algo que est tan lejano. De acuerdo? -Est bien -asinti Kathy-. Pero no fui yo. Sara... ella me pregunt. -Pregunt acerca del ms all? sas fueron sus palabras? -S. El ms all. -Oh, Dios mo! Pobre pequea -musit Grace. UNA LIGERA LLUVIA empezaba a caer cuando Grace y Kathy llegaron a la iglesia. Entraron en el santuario donde resonaba la suave msica que tocaba un organista invisible. El intenso olor de las flores frescas flotaba en el aire. El acomodador condujo a Kathy y a su madre a uno de los bancos del frente. Kathy busc con la mirada a la seora Sloane, pero Grace susurr: -Ser la ltima en entrar -se sentaron una al lado de la otra, silenciosas, sin moverse, hasta que Kathy tom la mano de su madre. Ninguna de las dos se atrevi a hablar. La msica del rgano se apag poco despus en un largo y lento diminuendo. Por una puerta lateral del altar entr Victoria, acompaada a cada lado por un ujier de la iglesia. Una vez que tom asiento, el rgano reanud la msica con una meloda breve y suave. Al terminar, el ministro se puso de pie y se dirigi al facistol para rendir un sucinto tributo a la corta vida de Sara. Cuando termin, los encargados sacaron el pequeo atad. Mientras Victoria se preparaba para seguirlos, Grace y Kathy se reunieron con ella en el pasillo. Grace y Victoria se abrazaron. -Irn al cementerio? Por favor -pidi Victoria-. S que Sara hubiera querido que nos acompaaran. En especial Kathy. Vengan en mi limusina. EN EL CEMENTERIO, Grace y Kathy permanecieron de pie bajo la lluvia junto con un puado de dolientes hasta que el servicio concluy. Entonces, Kathy tir de la manga de su madre. -Mam, podemos ir ahora? -susurr. -Por supuesto -Grace asinti de inmediato. Se volvi hacia Victoria y explic en voz muy baja. Despus, tomadas de la mano, Grace y Kathy se pusieron en marcha y recorrieron los diversos senderos que se entrecruzaban en el cementerio hasta que llegaron a una tumba doble de granito gris que tena grabado el apellido CAMERON. A uno de los lados se lea en letra ms pequea: Kip CAMERON 1960-1992. Kathy mir fijamente la losa. Uno de los lados del granito estaba intacto, slo en espera del cincel del cantero. Para evitar que Kathy se detuviera a pensar demasiado en eso, Grace habl: 24

-Una plegaria breve, slo unas cuantas palabras, querida. Victoria nos aguarda. Ambas oraron en silencio y despus se alejaron lentamente. EL PEQUEO GRUPO que haba asistido al funeral regres a la residencia Sloane, donde se sirvieron sandwiches y caf. Despus de un lapso considerado de cortesa, los pocos invitados se despidieron con las palabras de consuelo habituales. Cuando Grace y Kathy se dirigieron a la puerta, Victoria les suplic que se quedaran. -Hay algo que tengo que mostrarte -inform a Kathy. La tom de la mano para conducirla por las escaleras hacia la habitacin de Sara. Todo el cuarto estaba muy ordenado, exactamente como Kathy lo haba visto el ltimo da que haba estado ah. La nica excepcin consista en un pequeo paquete, envuelto en papel de regalo rojo y atado con un lazo dorado, que se encontraba encima de la cama. -Kathy, querida, esto es para ti -indic Victoria. Kathy la mir, perpleja. -Sara quera darte esto muy especialmente. No estuvo tranquila hasta que lo envolvimos juntas. Ella trat de atar el lazo dorado. Pero no pudo... no muy bien. Estaba muy dbil. Kathy tom el pequeo paquete. Lo sostuvo torpemente en las manos, sin saber lo que la etiqueta exiga de ella en esa situacin: abrirlo en ese momento o esperar hasta llegar a casa. Al darse cuenta del dilema en que se encontraba la nia, Victoria dijo: -Tmalo. brelo cuando tengas ganas. Volvieron a la sala, donde Grace aguardaba. -Victoria, quiero que sepas que ste no es el fin de nuestra amistad -empez a decir Grace-. En cualquier momento en que sientas la necesidad de hablar o de recordar, Kathy y yo siempre acudiremos a tu lado. Adems, queremos que vengas a cenar con nosotras de vez en cuando. -Gracias -replic Victoria-. Pero creo que no podr aceptar su ofrecimiento. Grace y Kathy intercambiaron miradas de desconcierto y preocupacin. -Esta casa alberga mucho sufrimiento para m. Tengo una pequea propiedad al sur de Francia. Mi esposo y yo solamos pasar nuestras vacaciones en ese lugar. En esta ocasin, no ser un sitio de recreo, sino un refugio. Voy a huir. A huir de todo este dolor y sufrimiento. Soy una mujer derrotada, una vctima del sida tanto como lo fueron mi hija y Sara. Abraz a Kathy y la bes, al tiempo que susurraba: -Gracias, pequea. Gracias por todo. En verdad eres una magnfica persona. GRACE CONDUJO DESPACIO, ese da se senta muy deprimida. -Me pregunto qu contiene -dijo, refirindose al obsequio envuelto en papel rojo que Kathy apretaba en las manos. -Puedo abrirlo ahora? -En el momento en que t quieras -repuso Grace. -No lo s. Me parece que, una vez que lo haga, ella estar muerta en realidad. Y no deseo eso -observ Kathy. -Kath, querida, Sara est muerta. Adems, si ella quera darte eso, creo que deberas abrirlo. 25

-En este momento? -S -apremi Grace. Kathy desat el lazo dorado, dobl la cinta con esmero y despus empez a retirar el papel de regalo rojo. Descubri una pequea caja blanca de raso. La abri. En medio del forro de seda blanca haba un pequeo anillo de oro y una nota. La abri para leer en voz alta las palabras, escritas con mano temblorosa y vacilante: "Querida Kathy: Este anillo era de mi madre. Ella me lo dej. Quiero que sea tuyo." Estaba firmada: "Tu amiga, Sara."

Captulo cuatroKathy? -la maestra de historia pregunt mientras recorra el saln de clases donde conduca un interrogatorio repentino-. Por qu es importante el nombre de Rosa Parks en la historia de Estados Unidos? Kathy se levant; una vez de pie, se dio cuenta de que tena la mente totalmente en blanco. Ni siquiera haba odo la pregunta. Mir al techo y se sonroj por la vergenza, pero no fue capaz de contestar. -Por favor, ven a verme despus de la clase -orden la seora Forsythe con impaciencia. Mientras todos sus compaeros salan ruidosamente del saln de clases, Kathy permaneci sentada en su banca en silencio. Afuera, su mejor amiga, Cindy Persons, se qued a esperarla con actitud protectora. La seora Forsythe cerr la puerta para asegurarse de que nadie las oyera. -Bueno, Kathy -empez la seora Forsythe, al tiempo que trataba de transmitirle todas sus intenciones de mostrarse comprensiva-. Qu problema tienes? -Ningn problema, seora Forsythe -respondi Kathy mirando al piso. -Durante todo el semestre has sido la primera en alzar la mano, pero en las ltimas dos semanas no slo no te has ofrecido como voluntaria, sino que ni siquiera has respondido a las preguntas que te hago. Por qu? -Simplemente desconozco las respuestas -replic Kathy. -Kathy, mrame. Si ocurre algo malo, puedes decrmelo. Lo arreglaremos. Pero no es posible que lo mantengas en secreto y adems arruines todo tu ao escolar. Eres muy buena estudiante como para permitir que eso ocurra. -No es nada -contest Kathy. -Kathy, no importa lo que sea, no puede ser tan terrible. Dime qu te pasa. -Ya se lo dije. Nada! -insisti Kathy, al tiempo que luchaba por reprimir las lgrimas. -Muy bien -concluy la seora Forsythe. Era intil insistir. -Qu quera? -pregunt Cindy fuera del saln de clases. -Slo porque no respond a una pregunta tonta, se molest. Maestros! Vmonos o no llegaremos al entrenamiento de ftbol.

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CUATRO DAS DESPUS, a la mitad de una de las semanas de ms trabajo que hubiera habido en Amanuensis, Grace tuvo que cerrar la tienda a las cuatro menos cuarto para asistir a una reunin en la oficina de Hazel Thom, directora de la escuela. Era la primera vez que la directora citaba a Grace. Cuando entr con la seora Thom, la directora no estaba sola. Glenda Forsythe, maestra de historia, se encontraba ah, y tambin Joseph Curtis, maestro de matemticas de Kathy. Grace sinti que se enfrentaba a un tribunal con tres jueces. La seora Thom explic el problema: una cosa es cuando un alumno deficiente o mediocre sufre una baja en sus calificaciones. A veces, la presin por aprobar hace que el rendimiento de algunos alumnos no muy brillantes sea an peor de lo acostumbrado. Pero otra es cuando una estudiante sobresaliente como Kathy, experimenta una cada sorpresiva y muy radical en sus calificaciones; debe de existir algn factor poderoso. -De modo que, antes de que la situacin de Kathy sea irreversible, pensamos que sera mejor enfrentar esto juntos para que vuelva a ser la misma de siempre. Se le ocurre algo que pudiera estar perturbando a su hija, seora Cameron? "S", pens Grace, "se me ocurre algo que podra estar perturbando a Kathy. Aunque, estoy obligada a decrselo? El doctor Spence jams mencion a los maestros. Informar a los dentistas, mdicos, enfermeras, s. Pero, a los maestros y directores? Sin embargo, mi enfermedad est afectando el trabajo escolar de Kathy. Por su bien, para que la comprendan y ayuden, creo que tengo que decrselo." -Seora Thom, les agradezco a todos ustedes el enorme inters que demuestran por Kathy. Pero el problema no es ella. Soy yo -Grace hizo una pausa corta-. Vern, en fecha reciente Kathy se enter de que... lo que voy a revelarles ahora debe mantenerse estrictamente confidencial. Necesito que me den su palabra al respecto. Todos asintieron de inmediato. Ms tranquila, Grace anunci: -Hace poco descubr que tengo sida. Un repentino silencio llen el recinto. Grace poda sentirlo: estupor, lstima. Y s, tambin temor, mucho temor. -Oh, Dios mo! -por fin, la seora Thom pudo decir algo. La seora Forsythe expres su compasin de otra forma: -Por supuesto, eso lo explica todo. Cualquier nio, en especial alguien tan sensible e inteligente como Kathy, reaccionara con preocupacin ante una noticia as. -Bueno, ahora ya lo saben -dijo Grace-. Quiero recordarles que esta informacin debe tratarse en forma confidencial. -Puede confiar en nosotros -prometi la directora Thom. FUE DESPUS DE la prctica de ftbol la tarde siguiente. Grace conduca a casa con Kathy a un lado. Ella siempre haba pensado que estos momentos en el auto eran ideales para conversar con su hija. Sin distracciones, sin llamadas telefnicas de amigos o compaeros de la escuela. nicamente ellas dos, a solas. -Kath, ayer por la tarde tuve una reunin en la escuela. -Reunin? En la escuela? -pregunt Kathy, asombrada. 27

-S, con la seora Thom, la seora Forsythe... -Forsythe -Kathy entendi enseguida al or el nombre-. Por supuesto, Forsythe. Uno no responde a una pregunta tonta y de inmediato ella empieza a tirar golpes. Es un crimen? -Kath, no se trata tan slo de la seora Forsythe. El seor Curtis tambin ha observado lo mismo. Adems, los dos estn preocupados. Las calificaciones son importantes. Hasta ahora has tenido un excelente historial, as que sera una pena echarlo a perder, no crees? -No se trata para nada de las calificaciones, y t lo sabes muy bien! -estall la nia de repente. -Kathy, a qu te refieres? -pregunt Grace. -Tratas de obligarme a obtener buenas notas para que le agrade ms a la gente, para que me quieran ms -acus Kathy. -Que te quieran ms? -Cuando... cuando llegue el momento, qu suceder conmigo? A dnde ir? Por eso te preocupa que obtenga buenas calificaciones. Para que la gente me quiera. -Oh, Kathy, no! Todava falta mucho tiempo para eso. Recuerdas que los resultados de mi prueba de ADN salieron muy bien? Las personas que tienen sida pueden vivir muchos aos, muchos aos! -insisti Grace, tanto para tranquilizarse ella misma como a su hija. No hablaron ms. Pero, en medio del silencio, Grace se dio cuenta de que el problema que Kathy haba planteado exiga su atencin. Grace no se haba permitido pensar en ello, porque no poda aceptar que algn da Kathy quedara al cuidado de otras personas. Incluso al pensarlo, continu negndolo. DURANTE DAS, la pregunta simple de Kathy que transmita un tono dramtico: "Qu suceder conmigo?" rond por la mente de Grace. Decidi confiar en Hannah Persons, la madre de Cindy. Debido a que Cindy y Kathy eran amigas muy cercanas, Hannah conoca bien a Kathy, y Grace confiaba en sus opiniones. Hannah Persons era una mujer sencilla, de cabello oscuro y baja estatura, que amaba a los nios. Cuatro tardes a la semana daba clases en una escuela primaria en uno de los barrios pobres de la ciudad. Sus alumnos la queran mucho. Grace concert una cita para reunirse con Hannah en un pequeo restaurante, donde pudieran conversar con tranquilidad. Cuando tomaban el caf, Grace habl de su situacin. -Afortunadamente, con base en mi ltimo examen, voy bien. Tengo tiempo. Es slo cuestin de elegir el hogar adecuado, la gente apropiada. -Bueno, empecemos con tu familia -sugiri Hannah. -se es el problema -reconoci Grace-. Debido a la carrera de mi padre como diplomtico, nunca vivimos suficiente tiempo en ninguna parte del mundo para permitirme conocer a cualquiera de mis familiares. Mi mam slo tena una hermana; y, al igual que yo, pap era hijo nico. -Y la familia de Kip? -pregunt Hannah. Grace suspir. -Bueno, es un poco ms grande que la ma, pero no mucho. Kip y yo perdimos a nuestros padres cuando ramos muy jvenes. En la actualidad, el to Harry es el jefe de la familia Cameron. Kip sola llamarlo el monarca reinante. 28

-Oh!, uno de sos -Hannah la compadeci. -Kip deca que el to Harry se haba equivocado de poca. Que habra sido un gran propietario de una plantacin antes de la Guerra Civil. Le gusta ser el amo de los dems. No me refiero a comprarlos ni a venderlos, sino a dirigir sus vidas. Kip siempre me previno: "Ten cuidado cuando trates con el to Harry." -Tendras que tratar con l si slo le pidieras su consejo? -No -admiti Grace-; adems, l conoce a la familia mucho mejor que yo. -Cules son algunas de las posibilidades? -pregunt Hannah-. Me parece recordar que Kathy ha mencionado a la ta Hortensia. -S. Es la hermana de Kip. Tambin tena otra hermana, Louise, y un hermano, Ed. l es msico de rock y viaja mucho, de modo que no constituye un buen prospecto para adoptar a una jovencita. Pero las hermanas de Kip son definitivamente posibilidades que debo considerar. Tal vez el to Harry podra indicarme a quin de las dos debo acercarme primero. A pesar de ello, el to Harry no lo s. -No har ningn dao el pedir su opinin -aconsej Hannah con amabilidad. -No, creo que no. Gracias a Dios tengo tiempo para buscar un hogar adecuado en el que Kathy pase algn tiempo a fin de acostumbrarse -mir a Hannah al otro lado de la mesa-. El tiempo. Qu cosa tan maravillosa. Es un don de Dios. Sabes, Hann? Al leer acerca del sida, descubr que hay personas que sobreviven hasta cinco aos y ms. Mucho ms. "Espero con todo el corazn que est en lo cierto", pens Hannah mientras observaba el rostro consumido de Grace. ESA TARDE, GRACE fue a recoger a Kathy despus del entrenamiento de ftbol. -Bueno, cmo te fue hoy? -pregunt en cuanto su hija subi al automvil-. Me refiero a la prctica. -Muy bien -respondi Kathy. -Y tu examen de historia? -Mejor. Ocho punto cinco. -Bueno, vas en camino de volver a los primeros lugares de la clase -dijo Grace mientras encenda las luces del auto. -Mam, por qu haces eso? -pregunt Kathy, perpleja. -Est oscureciendo -explic Grace. -Oscureciendo? Ningn auto tiene las luces encendidas. Grace mir con extraeza los autos que pasaban. Kathy tena razn. Sin embargo, ella vea todo un poco oscuro y borroso. Aminor la velocidad y se concentr en la lnea blanca discontinua en medio de la calle. Poda distinguirla, aunque con dificultad. Uno de los ojos, el izquierdo, perciba algunas manchas que flotaban en el espacio. Tiempo atrs haba visto unos cuantos puntos que cruzaban por su campo de visin, pero nunca con tal abundancia. Se estacion al borde del camino. -Mam? -Necesito un minuto para aclarar la vista. -Aclararla? Por qu? 29

-Son ciertas... cosas que pasan flotando. Por favor, slo dame un momento. Despus de ms de quince minutos, aunque la visin no se haba aclarado, Grace puso en marcha el motor. Condujo despacio hasta llegar a casa y llam de inmediato a Scotty MacClune. -Creo que ser mejor consultar a Norman -recomend Scotty-. aproximadamente en diez minutos. Volver a llamarte

Scotty concert una cita en el consultorio de Spence. Fue a recoger a Grace y, aunque hubiera preferido que Kathy no los acompaara, por fin acept llevar con ellos a esa chiquilla terca de doce aos. EN LA SALA DE revisin de Spence, Grace se sent tensa en el banquillo blanco de metal, mientras el mdico usaba un oftalmoscopio para observar el ojo izquierdo y le peda a la pacienta que describiera sus sntomas. -Puntos, manchas en abundancia -inform ella. -Anillos luminosos? Destellos? -pregunt Spence. -No. Slo estas cosas que flotan por todos lados. Spence llam aparte a Scotty. -Es retinitis -le inform. En ese momento, Kathy salt de la silla al otro lado de la habitacin para escuchar cada palabra que los dos mdicos intercambiaban. -Qu recomiendas? -pregunt Scotty. -Usaremos ganciclovir -indic Spence. -Qu es eso? -cuestion Kathy. -Kathy, por favor! -la reprendi su madre. Pero Norman Spence no menospreci las preocupaciones de Kathy. Ella era una nia inteligente, que tena derecho a conocer la verdad acerca del nico de sus progenitores que le quedaba. -El ganciclovir es un medicamento que empleamos para contrarrestar la retinitis provocada por el sida. Puede aminorar su avance. En ocasiones, hasta la cura -explic Spence. -Qu ocurrir si no la cura? -pregunt Kathy, slo parcialmente satisfecha. -Jovencita, es mi opinin que, si le aplicamos a tu mam el ganciclovir por goteo intravenoso dos veces al da durante varias semanas, vencer la enfermedad -declar Spence. -Por goteo intravenoso, dos veces al da -Kathy consider esto y luego asinti. -No vas a preguntarme en qu dosis? -inquiri Spence con un ligero destello de humor en los ojos. -Confo en usted, doctor. -Vaya, muchas gracias! -respondi el doctor Spence con tono obsequioso. -Cundo empezaremos? -pregunt la chiquilla. -Kathy, por todos los cielos! -protest su madre. Pero Spence atendi la pregunta de la jovencita. -Por la maana. Mi enfermera se lo administrar. 30

-Vendr con mam por la maana -prometi Kathy. -Supongo que t conducirs -coment Spence. bromeaba con ella. -Tomaremos un taxi, doctor -respondi enftica. -KATHY! KATHY! Todava no ests lista? Las dos vamos a llegar tarde -llam Grace al pie de las escaleras. -Bajar enseguida! -contest la nia en voz alta mientras se asomaba por la cabecera de la escalinata. -Tu mochila, olvidaste tu mochila! -la reprendi Grace. Kathy continu bajando las escaleras. -No ir a la escuela -asegur-. Te acompaar al consultorio del doctor Spence. -No, por supuesto que no. Hars lo que planeamos anoche. Te dejar en la escuela, ir luego al consultorio, me aplicarn el ganciclovir por va intravenosa y luego me ir a la tienda. Tengo cientos de cosas por hacer que me aguardan. As que, jovencita, da media vuelta, sube las escaleras y ve por tus libros. -Ir contigo -insisti Kathy. -No hay nada que puedas hacer. Slo estorbars. -As como estorb cuando pap muri? -Eso fue algo totalmente distinto -protest Grace. -Tampoco estuve ah entonces. Grace tom a Kathy de la mano, la llev al tercer escaln y se sentaron lado a lado. -Querida, si crees que voy a correr al consultorio del doctor Spence a recibir ese tratamiento intravenoso para morir enseguida, puedes estar segura de que no ser as. Todava falta mucho tiempo para que llegue ese momento. Por favor, tengo varios pedidos urgentes que atender hoy. As que, cuanto ms pronto llegue a la tienda, tanto mejor. Kathy frot la mano de su madre, la bes y por fin cedi. -Est bien. -RECUSTESE, seora Cameron -indic la enfermera-. Sentir el pinchazo de la aguja. Despus permanezca acostada. Permita que este medicamento penetre en la vena y empiece a surtir efecto. No le doler. Despus de un breve lapso, el doctor Spence entr en la sala de tratamiento. -Cmo va todo? -pregunt. -Excelente -respondi Grace-. No me duele. -Bien. Ahora vamos a extraer otra muestra de sangre. -Pero... me tom una hace apenas un mes -record Grace. l sonri. -De seguro que no va a mostrarse avara por unos cuantos centmetros cbicos de sangre procedi a extraer un poco del lquido vital del otro brazo. Kathy se dio cuenta de que el mdico

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Grace se pregunt cul poda ser el motivo de este cambio en la rutina. Visita una vez al mes, examen de sangre cada tres meses. Por qu, de pronto, cada mes? Acaso la retinitis era ms peligrosa de lo que Spence le haba dicho? AL ANOCHECER DEl octavo da del tratamiento para atacar la retinitis, el doctor Norman Spence llam a Scotty MacClune. -Norm, qu sucede? -Se trata de Grace. Tengo a la mano los resultados de su ltima prueba de carga viral en ADN. -Y? -pregunt Scotty con ansiedad. -Empecemos por el recuento del virus. La primera vez result de cuarenta mil. La segunda, de veinticuatro mil. Ahora, de pronto, subi a treinta mil. -Todava est muy lejos de ser alarmante -seal Scotty. -S, pero indica la tendencia. En realidad, el recuento de clulas T es lo que ms me preocupa. La primera ocasin fue de quinientas veinte. Despus, la segunda vez, anomala de anomalas, dio un salto a seiscientas sesenta. En la tercera, Descendi a cuatrocientas. Y me temo que disminuir con mayor rapidez a partir de este momento. Al mismo tiempo, la concentracin viril empezar a subir de manera acelerada. Estoy seguro de que ella ha estado enferma ms tiempo del que sospechbamos. Si tuviera que hacer una estimacin, le dara de nueve meses a un ao como mximo -admiti Spence. -Oh, Dios mo! -murmur Scotty-. Crees que deba hablar con ella? -No, Scotty -coment Spence-. Lograr que las personas se resignen a morir se ha convertido en mi especialidad. Yo lo har.PACIENTE: CAMERON, GRACE DIAGNSTICO: VIH POSITIVA, SIDA CLULAS T CD4+/mm3 21/9 10/12 12/3 520 660 400 PARTCULAS DEL VIRUS 40.000 24.000 30.000 PESO 57,650 kg 56,250 kg 56,250 kg

Captulo cinco

Grace entr en el consultorio de Norman Spence para descubrir que Scotty MacClune tambin se encontraba presente. Sus temores previos se vieron confirmados. Cuando Spence le pidi que acudiera a verlo sin Kathy en esa ocasin, Grace sospech que algo grave ocurra. Al ver a Scotty ah, estuvo segura.Spence se hizo cargo de la consulta. -Grace -empez Spence-, recib la ltima lectura de ADN. A pesar del informe optimista que tenamos, esta vez observo un notable aumento en la concentracin viral. Al mismo tiempo, el recuento de clulas T ha descendido sustancialmente. Esto significa que sus clulas han empezado a perder la batalla contra el maldito virus. As que... 32

-Doctor, cunto tiempo me queda? -lo interrumpi Grace para formular esa nica pregunta. -No puedo decirlo con precisin. Posiblemente nueve meses. -O menos? -Grace quiso saber. -Podra ser. No lo sabemos. As que pens... -Spence dirigi una mirada a Scotty-. Pensamos que, puesto que tiene obligaciones y planes qu realizar, debera estar enterada. -Grace -intervino Scotty-, s que esto significa un golpe terrible para ti. Por qu no te llevo a casa? -A casa? -pregunt ella a su vez-. Tengo dos trabajos pendientes de entregar en la tienda hoy. -Creo que tienes derecho a tomarte un tiempo para descansar -insisti MacClune. -Scotty, querido, si hay algo que no tengo es tiempo para descansar. Tengo mucho que hacer -se levant y se dio vuelta a medias-. Gracias, doctor Spence, por ser tan franco y directo. Lo aprecio. -Lo tom mejor de lo que yo esperaba -coment Spence en voz baja cuando Grace cerraba la puerta. -Vio morir a su esposo frente a ella y sigui adelante para mantenerse ella y a su hija. Si el valor y la determinacin fueran capaces de vencer esta enfermedad, Grace lo lograra. -Tambin otras personas. Por desgracia, no es posible -concluy Spence. CMO SE LO DIR a Kathy?", se pregunt Grace mientras conduca hacia la tienda. "Slo llego y se lo digo directamente? Kathy, en nueve meses o menos vas a ser hurfana". No puedo hacer eso. No puedo, a menos de que tenga algo ms que decir. Como: "De manera que hice arreglos para que vayas a vivir con... Con quin? No lo s." Record su conversacin con Hannah. El to Harry. "A pesar de lo que Kip pensaba respecto a l, Harry es el jefe de la familia. l sabr quin es mejor. S; primero, Harry. Despus, Kathy." Animada porque la retinitis reaccionaba bien al tratamiento con ganciclovir, Grace se sinti suficientemente segura para conducir fuera de la ciudad a fin de ir a visitarlo. Resolvi tomarse la tarde del jueves. EL TO HARRY ERA alto y corpulento; meda uno ochenta y cinco. Tena una mata de cabello blanco y, a decir por el tono rubicundo del rostro, era obvio que pasaba mucho tiempo al aire libre. Cojeaba un poco del pie derecho, a consecuencia de una herida sufrida en la Segunda Guerra Mundial, durante un ataque de la marina a la isla de Tarawa en la campaa del Pacfico. Cuando volvi, le dieron la bienvenida a casa en medio de grandes fanfarrias. Debido a que era una celebridad local y se haba capacitado en electrnica en la marina, pudo obtener un prstamo para establecer una pequea fbrica de antenas para el nuevo mercado floreciente de los televisores. En unos cuantos aos, vendi la empresa a una compaa nacional de electrnica y dedic algunas de las ganancias de la venta a instalar una granja, donde criaba perros de caza campeones. Se deca en la familia que el to Harry era multimillonario. Si lo era o no, esa percepcin convirti a Harry Cameron en el patriarca, la presencia gobernante de la familia. Slo Kip se haba negado a rendirle el tributo del que se senta merecedor. Harry no aprob que Kip dedicara sus cuatro aos en la universidad a estudiar a los clsicos. Cuando el hijo de Harry, Justin, muri en lo que l llam un muy desafortunado 33

accidente, Harry habra preferido que Kip estudiara algo provechoso: derecho o administracin de empresas, y haba insistido en ello cada vez que se le presentaba la oportunidad. Las ambiciones acadmicas que tena Kip eran, conforme a los estndares de Harry, una absoluta prdida de tiempo. Grace cruz en el auto las rejas de la granja cercada. Respir profundamente, al tiempo que se deleitaba con la fragancia de la tierra rica y negra del medio oeste. Mientras conduca a lo largo del angosto camino pavimentado que llevaba a la gran casa de la granja de Harry, oy ladridos. Mir hacia el lugar de donde proceda el ruido y descubri al to Harry, que entrenaba a un cachorro de pointer en el campo. Al verla, Harry abandon al animal para dirigirse cojeando pesadamente hacia la casa. Se reuni con Grace cuando ella rodeaba la glorieta para detenerse frente a la puerta principal. Harry salud a Grace Cameron con un beso, pero no fue sino hasta ese momento cuando Grace advirti el asombro en el rostro del to por el hecho de que ella estuviera tan delgada. Sin embargo, Harry fingi que no lo haba notado. Le pas el brazo por el hombro y la condujo a la casa. -Leeza! -dijo-, lleg nuestra invitada. Leeza era un enigma para los Cameron. Cuando era joven, haba llegado a trabajar a la granja como ayudante de Patricia, la esposa de Harry, que sufra de una enfermedad degenerativa de los nervios, la cual termin con su vida a la edad de cuarenta y dos aos. A la muerte de Patricia, Leeza simplemente se qued all. De una manera silenciosa y discreta, se convirti en parte del hogar de Harry. Nunca se mencion el matrimonio, pero se le aceptaba como la duea y seora de la casa. Harry llev a Grace al solarium. Antes de que se sentaran, Leeza entr en el lugar y se detuvo en seco al recibir la primera impresin del aspecto de Grace. Luego se recuper, sonri y la bes con afecto en la mejilla. -Caf? Y un trozo caliente de tarta de manzana? Acabo de sacarla del horno -ofreci tentadoramente-. Te har mucho bien despus de un viaje tan largo. Grace asinti, ms para complacer a Leeza que por verdaderos deseos de comer algo. El to Harry le hizo una sea con la mano para que se sentara en un cmodo silln de mimbre acojinado. l tom asiento en el sof frente a ella. -Y bien, querida Grace, me dijiste por telfono que queras hablar conmigo -coment Harry para iniciar la conversacin. Leeza volvi, llevando una bandeja que seguramente haba preparado con mucha anticipacin a la llegada de Grace. La coloc en la mesa y empez a servir caf caliente y rebanadas generosas de una aromtica tarta de manzana con especias. Una vez que se sirvi a s misma, se sent en el silln de mimbre junto a Harry. Grace la observ un momento, al tiempo que envidiaba su apariencia saludable, su figura distinguida y atltica. "Nunca cambia", pens Grace. Todava conservaba la piel tersa y los vivaces ojos negros. Llevaba el cabello castao oscuro muy corto y no tena una sola cana. Por pu