UN PASEO HASTA BONAVAL

En esta ocasión se trata de llegar, dando un paseo, hasta el Monasterio de Bonaval.

Ya conocemos el lugar porque hemos hecho la ruta “De Torrelaguna a Cogolludo” pero ahora

nuestro objetivo es disfrutar de los paisajes que rodean la cuenca alta del río Jarama.

El mapa general para llegar desde Madrid

Para llegar desde Alcobendas:

1. Carretera de Burgos hasta desvío a Torrelaguna.

2. Atravesar Torrelaguna en dirección a Patones.

3. Pasado Patones tomar la segunda carretera que salga a la derecha, en

dirección Valdepeñas de la Sierra.

4. No desviarse a Valdepeñas, seguir hacia Tortuero.

5. Antes de llegar a Tortuero desviarse a la derecha por un carreterín de

servicio del Canal de Isabel II

6. ¡Disfrutar de las vista en este carreterín!

7. En el cruce (Valdesotos a la izquierda) ir a la derecha hacia Puebla de

Valles.

8. Dejar el auto en el primer sitio que se encuentre y caminar por la

carretera hasta el puente.

9. A la izquierda del puente sale el camino que lleva a Bonaval.

El río Jarama

El río mas importante de la Comunidad de Madrid es el río Jarama.

Nace en la Sierra de Ayllón en el término municipal de Montejo de la Sierra, Madrid,

pero pronto pasa a la provincia de Guadalajara, en donde detiene sus aguas en uno de los

embalses (El Vado) del sistema de recogida que forma el Canal de Isabel II.

Desde aquí se encamina de nuevo a la Comunidad de Madrid, en donde penetra por

Patones de Abajo.

Este tramo del Jarama, en la provincia de Guadalajara, es el recorrido que veremos

en el viaje que os propongo. En el mapa general, presento toda la zona y cómo se accede a

ella.

En el detalle del mapa, está representado el espacio que hay entre Retiendas, en

donde se encuentran el embalse de El Vado y el monasterio de Bonaval, y Patones, es

decir, el recorrido que hace el Jarama hasta llegar a la provincia de Madrid.

Detalle del mapa:

El camino

Como puede verse en el mapa general, el acceso a la zona es posible tanto por la

carretera de Burgos (N-I) como por la de Barcelona, (N-II) saliendo en Guadalajara.

Utilizando cualquiera de las dos posibilidades tenemos que llegar al puente romano que hay

entre Puebla de Valles y Valdesotos, desde donde sale el camino que nos llevará a Bonaval.

Aunque atravesando Guadalajara es más fácil llegar a Puebla de Valles, yo prefiero

hacer la otra ruta.

Prefiero atravesar Torrelaguna y, pasado Patones de Abajo, dirigirme en dirección,

primero a Valdepeñas de la Sierra y después a Tortuero. Los desvíos están bien señalizados

aunque hay que ir con cuidado ya que las carreteras son estrechas y, en algunos tramos, mal

pavimentadas.

Antes de llegar Tortuero debo desviarme a la derecha por un carreterín del Canal que

parte entre dos medios pilares. Se encuentra señalizado con un cartel que indica que es un

camino de servicio del Canal del Jarama.

A pesar de todo, como tengo tiempo, me apetece acercarme a Tortuero.

Tortuero

Se presenta allá, abajo, en el valle,

bañado por el sol, con este aspecto.

Como de costumbre, la iglesia sobresale

de entre los otros edificios y aunque sus

muros y su torre tienen el aspecto sólido y

rústico propio de estos parajes, nos

sorprende con esta elegante portada

renacentista.

En el pueblo encontraremos este original puente que soporta el paso del tiempo con

muletas, como si de un viejo tullido se tratara.

Al otro lado, comienza un camino por el que también llegaríamos a Bonaval pero es

mucho mas largo. Sin embargo no estaría mal hacer esta ruta si alguien nos recogiera

después en Retiendas.

Puente romano

Si decidiéramos hacer esta ruta

larga, tengamos en cuenta que el

camino sale del puente romano de

Tortuero y llega a Valdesotos. Allí

atravesamos el pueblo y continuamos

por la carretera que se dirige a Puebla

de Valles indicada como “Camino rural de Valdesotos a Puebla de Valles”. Pasado el puente

sobre el Jarama, a la izquierda, sale, de nuevo, el camino que lleva a Bonaval.

Vuelta al camino

Vuelvo de Tortuero y busco con atención el desvío del camino de servicio del Canal del

Jarama que ahora tendré a la izquierda. Los medios pilares, que en otro tiempo debieron

soportar una puerta, son inconfundibles y me indican la entrada con precisión.

El carreterín, estrecho y sinuoso, nos adentra en unos parajes francamente agrestes

que presentan espectaculares panorámicas de las montañas que rodean el discurrir del

Jarama cuyo curso vamos siguiendo. En más de una ocasión pararemos a contemplar el

paisaje, cambiante con las estaciones y con las condiciones climáticas del día.

Poco a poco iremos descendiendo en altura, en curvas, a veces, bastante cerradas,

hasta llegar al cruce que lleva a Valdesotos a la izquierda (indicado) y a Puebla de Valles a la

derecha (sin indicar).

En el cruce encontramos estas construcciones de uno de los sifones del Canal.

Merecen un vistazo.

Un gran cartelón verde y amarillo nos indica que estamos en la comarca de la Sierra de

Ayllón y que ese es el “camino rural de Puebla de Valles a Valdesotos”. Vamos por buen

camino.

Muy cerca de este cruce encontraremos un sitio adecuado para dejar el auto y a partir

de ahora comenzaremos a caminar.

El comienzo del paseo

Hemos dejado el vehículo y comenzamos a caminar con el río a nuestra derecha. En

unos instantes veremos el puente romano sobre la corriente que transcurre encajada

bastante más abajo. La carretera tiene un nuevo trazado y el puente se nos presenta libre

de tráfico aunque su robustez sería capaz de soportarlo.

Está perfectamente conservado y se muestra airoso y eficaz. Las copas de los árboles,

que crecen desde el fondo del barranco, impiden ver de lejos la pureza de sus líneas pero, a

cambio, le prestan un aspecto ilusorio y romántico muy adecuado para el entorno selvático

en que se encuentra.

Si atravesamos el puente, veremos el comienzo del camino arrimado a la pared de roca.

En realidad se ha convertido en un estrecho sendero que nadie utiliza y que está invadido de

zarzas.

Las paredes de roca forman abrigos naturales que, en otro tiempo, debieron ser

utilizados por los campesinos de la zona para guardar ganado como demuestran los

cerramientos con muro de piedra que tapan algunos de los huecos.

El GR-10

Nada más pasar el puente nuevo, que se ha

hecho con la carretera, se encuentra el camino que

nos llevará a Bonaval. Es el GR-10, señalado con las

bandas de pintura blanca y roja, que nos va a

conducir hasta el monasterio. Sus marcas, que

aparecen de trecho en trecho, van a acompañarnos el

resto del camino.

No tiene mayor dificultad que un pequeño tramo en el que se camina por una cornisa

flanqueada por la pared de roca, a un lado y la caída hasta el fondo del barranco en el que se

oye correr al Jarama al otro.

Es un camino muy cómodo con pocos desniveles y unos panoramas impresionantes. Son

unos cinco kilómetros, talvez menos, en los que primero bordeamos el río encajonado en un

cañón, después nos alejamos algo de la corriente y caminamos por un valle más amplio y por

último atravesamos otro cañón que describe una gran curva para desembocar en la zona

abierta en la que se encuentra el monasterio.

No quiero ponerle adjetivos a los panoramas que se pueden ver, oír y oler. Cambian con

la hora del día, el color del cielo, la época del año y la dirección en que camino. Y, ¿por qué

no?, con la forma en que miro.

Bonaval

Por fin llegamos a las ruinas del monasterio.

En 1164 el rey Alfonso VIII concedió este valle a unos monjes cistercienses

procedentes del Monasterio de Santa María de Valbuena en Valladolid. Se trataba de una

concesión a modo de préstamo (velut precarium ) para que los monjes contribuyeran con su presencia al asentamiento de población en la zona y a la defensa de la misma en caso de

intentos expansionistas de los musulmanes.

Pocos años después, en 1175, el rey concede escritura de cesión definitiva de este valle

y numerosas posesiones territoriales a los monjes que lo habitan dirigidos por su abad Don

Nuño. Desde este momento, los monjes recibieron numerosas donaciones de reyes, nobles y

particulares, que engrandecieron el monasterio.

En 1495 comenzó su decadencia, perdió su carácter de abadía y pasó a convertirse en

residencia para los ancianos de la orden que necesitaban el retiro en un lugar de clima sano

y tranquilo.

El fin del Monasterio se produjo durante el Trienio Liberal, en 1821 cuando se produce

su desamortización y venta a particulares. En 1894 fue comprado por el pueblo de

Retiendas.

La planta nos muestra lo que queda de la edificación:

una iglesia con cabecera de tres ábsides, tres naves y dos

tramos, cubierta con bóveda de crucería que aún se

conserva en parte.

Aunque el edificio es pequeño, sus líneas

constructivas son de una gran elegancia y la ejecución de

los elementos, tanto constructivos como decorativos, de

una gran perfección.

Los ventanales de los ábsides, la gran portada sur y el

ventanal que se encuentra sobre ella son dignos de señalar

por el cuidado que se puso en su ejecución.

¡¡¡ Atención !!! El edificio amenaza ruina y por tanto es peligroso circular por su interior.

Nos queda una parte importante de nuestra excursión: comer la merienda que ya nos va

dando voces desde la mochila … y el camino de vuelta.

Fotos de Bonaval

Juan Dorado Vicente