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Una autobiografía no autobiogr fca - · PDF fileCormac McCarthy reverbera a lo lar-go de toda la obra. ... Cormac McCarthy, La Carretera, Mondadori, Barcelona, 2007. Traducción de

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Page 1: Una autobiografía no autobiogr fca - · PDF fileCormac McCarthy reverbera a lo lar-go de toda la obra. ... Cormac McCarthy, La Carretera, Mondadori, Barcelona, 2007. Traducción de

En 1987, el crítico literario JosepMaría Castellet publicó Els escena-ris de la memòria, que obtuvo elpremio de narrativa Juanot Marto-rell. No era una novela sino su pri-mera y muy personal incursión enel género memorialístico. Tampocose trataba de unas memorias en sen-tido estricto sino de una colecciónde textos, escritos sin un propósitounitario, en los que, a través deencuentros con diversos escritores,el autor nos dejaba vislumbrar epi-sodios de su propia biografía.Ungareti, Rodoreda, Pasolini, Paz,Aranguren, Gimferrer, Calvino,Mary McCarthy y, como destinata-rio de una carta, Josep Pla, son losconocidos actores que pueblan elescenario de su memoria.

Más de veinte años ha tardadoCastellet en reincidir en este tipode literatura. Lo ha hecho con unformato muy parecido pero, a mientender, de una forma más preme-ditada y perfecta, como trataré deexplicar.

El volumen, traducido al caste-llano en 2009, lleva el título deSeductores, ilustrados y visionarios.Seis personajes en tiempos adver-sos. Al contrario de lo que ocurrecon el libro anterior, los personajespertenecen todos a un mismo lugar,Barcelona, con excepción de JoanFuster, y como en el libro anterior,los acontecimientos tienen lugar enel dilatado periodo que va desde1950 hasta finales la década de losaños 70. Se trata, pues, de una visión

de los últimos treintaaños del franquis-mo muy centrada enBarcelona. ManuelSacristán, Carlos Barral, GabrielFerrater, Joan Fuster, Alfonso Comíny Terenci Moix son los seductores,ilustrados y visionarios que Caste-llet, con gran precisión, retrata en laobra. No creo que todos fueran visio-narios. Para Castellet, pocas dudascaben, el más seductor fue Comín,al que dedica hasta doce adjetivos:lúdico, divertido, irónico, burlón, muyrisueño, desenvuelto, socarrón, noc -támbulo, parlanchín, curioso, chis-moso, prodigiosamente impuntual. Sudoble personalidad de cristiano y mar-xista lleva a Castellet a curiosas refle-xiones. Como la que cierra el capítulo

Una autobiografía no autobiográficaSalvador Clotas

YamandúCanosaH-4031992

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dedicado a Comín: sobre la seduc-ción y la gracia en sentido religioso,lo que le lleva comentar la películaTeorema de Pasolini y relacionarlacon el famoso verso de San Juan dela Cruz «mil gracias derramando».El tema de la seducción interesómucho a los compañeros de genera-ción de Castellet, como por ejemploa Barral y a Gil de Biedma.

Los distintos retratos o relatos seordenan casi cronológicamente, loque da al libro mayor coherencianarrativa y al lector una bien orde-nada lectura.

Antes de proseguir, quiero expli-car que conozco a Castellet desdehace muchos años y siento una granamistad por él. Lo conocí cuandoyo era estudiante y amigo de GabrielFerrater lo cual, en aquel momento,seguramente fuese mi tarjeta devisita literaria. Formé parte de unpequeño equipo que, bajo su direc-ción, pretendía hacer una especie deantología de la novela de posguerra,proyecto que no prosperó. Conservoalguna carta que me escribió cuan-do estaba en la cárcel firmada conun falso «Tu tío», única forma bajola que la autoridad carcelaria per-mitía que, por razones de parentes-co, yo la recibiera. Posteriormentecoincidimos en el comité de lecturade la editorial Seix Barral, como élmismo cuenta en su libro, y en losjurados de los premios BibliotecaBreve y del Barral de novela. ConCarlos Barral y Gabriel Ferrater (dequien Castellet afirma que era elmejor lector que había conocidonunca) tuve mucha amistad. Tam-bién con Terenci Moix, aunque conél tuve menos trato. En un momen-to dado tuve mucho contacto conComín, en un tramo de su vida queCastellet no refleja, y también conSacristán, en mi época en la edito-rial Labor. Con Fuster tuve algún

encuentro y un almuerzo propiciadopor mi amigo Joan Lerma, que pre-sidía entonces la Generalitat Valen-ciana.

Si me he extendido en estas notaspersonales es para hacer patenteque he leído el libro como si algo demi vida estuviera también entre suspáginas, lo que no creo que puedarestar ni un ápice a la validez de mivaloración de la obra, producto delinterés y la admiración que me haproducido su lectura, aunque hayasido algo tardía.

Estamos ante un libro que, aun-que seguramente en sus inicios nofuese pensado como unidad, puesreúne distintos escritos elaboradosa lo largo de unos cuantos años, tie-ne toda la rotundidad y la fuerza deuna obra pensada y ejecutada segúnun plan. Y eso por varias razones.Ya he apuntado la unidad de tiem-po y espacio de las evocaciones y elcarácter seductor e ilustrado de todosellos. Pero el factor uniformadorde mayor calibre se manifiesta enla impresionante cita que encabezael libro: «¿Tú tenías amigos? Sí.¿Muchos? Sí. Muchos. ¿Te acuerdasde ellos? Sí, me acuerdo. ¿Qué lespasó? Murieron. ¿Todos? Sí. Todos.¿Los echas de menos? Sí. ¿Adóndevamos? Vamos hacia el sur. Vale»(1). Creo que el tono de esta cita deCormac McCarthy reverbera a lo lar-go de toda la obra. Los personajesson los amigos desaparecidos cuyaausencia marca la nueva situaciónexistencial que vive el autor, que esla de todos aquellos que han cumpli-do ya los setenta años. El libro tieneun tono ligeramente nostálgico. Haescogido, pues, a seis de los amigoscon los cuales mantuvo una amistad,aunque de distinto carácter, como

bien explica. Están los compañerosde colegio o de generación, comoSacristán o Barral, y otros más aleja-dos por razón de la edad, comoComín y Moix (quien seguramentele llamó Mestre).

La relación con estos personajesse extiende desde 1950, cuando Cas-tellet reposa aquejado de tuberculo-sis en el sanatorio de Puig d’Olena—donde recibe cartas de un joven yaún políticamente ambiguo Sacris -tán—, hasta los años 70, en el casode Comín y Moix.

Todos son escritores aunque algu-nos, como Comín y Sacristán, tenganuna fuerte personalidad política, yBarral fuera, además, editor. Aun-que sin duda los ha escogido por sufuerte relación con ellos, el conjuntoconstituye un panorama de la vidacultural en tres décadas del fran-quismo. Analizados con gran pene-tración y tratados con delicadeza, laevocación de Castellet consigue su -perar cualquier visión tópica de estosarchiconocidos personajes.

Sacristán no es el joven falangis-ta que había ido a abuchear a losque asistían al estreno de Gilda y seconvierte súbitamente en un lídercomunista, sino un joven serio e inte-ligente que experimenta una evolu-ción en aquellos tiempos adversos.

De Barral dice que «lo conocíacomo si lo hubiera parido» y explicasobre todo los años que le transfor-man de joven poeta burgués en graneditor, símbolo para la intelligentsiaeuropea de la lucha por la libertad enEspaña, lo que Castellet no deja decomentar con cierto escepticismo.

La lucha de Gabriel Ferrater porconseguir el Prix Internacional parasu admirado Witold Gombrovicz enlas convocatorias de Valescure yGammarth (Túnez), centran su retra-to. No conocía la carta de renunciaque Ferrater dirige al jurado del Prix

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(1) Cormac McCarthy, La Carretera, Mondadori,Barcelona, 2007. Traducción de Luis Murillo Font.

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Internacional y que quizá aquí sepublique por primera vez. Es un tex-to muy duro, en el que afirma concontundencia: «Sólo apuntaré quetoda forma de nacionalismo meparece un fenómeno muy peligrosode autocompasión y de compensa-ción de esta compasión, y no quieromirar demasiado de cerca este tipo

de cosas». Como vivíla experiencia tuneci-na, sólo puedo corro-borar el relato de

Castellet e introducir un matiz.Como dice Castellet, Gabriel sehabía separado poco tiempo antes desu esposa, la norteamericana Jill, unapersona magnífica, por lo que creoque fue, sobre todo, su situaciónemocional la que influyó de formamuy decisiva en sus excesos y con-tradicciones narrados en el libro.

De regreso de Túnez, viajé conellos también a Roma, donde debíavisitar a varios editores europeos,entre otros a la directora de Longa-nesi, que hizo para mí dos cartas

astrales, la mía y la de Ferrater. Nonos conocía de nada y eran impre-sionantes, por su clarividencia operspicacia. La imagen de Castelleten el aeropuerto con una inmensajaula blanca, naturalmente vacía, esimposible de olvidar.

Si me preguntasen cómo veo aComín, al que traté algo aunque

nunca tuve amistad con él, diría queexactamente como lo describe Cas-tellet y no me refiero sólo a su com-pleja personalidad sino también asu apariencia física, tan bien descri-ta por Castellet en sus diversas eta-pas; «Era un sarmiento pálido conojos penetrantes». Le traté sobre todoen un breve momento que Castelletno menciona y que fue el de su, paramí sorprendente, adscripción al mo -vimiento de Lanza del Vasto duran-te la estancia de este personaje enBarcelona.

El relato sobre la figura de Fus-ter, introduce dos figuras alejadasdel escenario de su obra geográficay culturalmente: Gerardo Diego y

Dámaso Alonso. Castellet demues-tra aquí, como en otros capítulos, sucapacidad para el retrato inteligentey generalmente algo irónico, e in -cluso grotesco, esbozado en pocaspáginas. Otra muestra de ello es elpersonaje de Líster, que casi arreba-ta el protagonismo a Terenci Moix,escritor a quien Castellet respeta por

su talento y su profesionali-dad pese a que sus caprichosy arbitrariedades suscitan subien conocida sonrisa. Asimis-mo aparecen en el libro ami-gos como Carmen Alcalde,Jorge Semprún, Jordi Petit, Jai-me Salinas, además de otros aquienes retrata con acierto enunas pocas frases.

Su lenguaje natural y colo-quial no impide a Castellethacer reflexiones teóricassobre la política y la cultura,e incluso llega a haber algu-nos momentos de expresiónmás lírica. Y ante todo, planeansobre el relato el sentido del hu -mor y el escepticismo del autor,que él mismo define como «unescepticismo materialista devuelo rasante». Demuestra una

capacidad narrativa propia de unnovelista, aunque haya afirmado quenunca escribirá una novela. En estesentido debe mencionarse el episo-dio del encuentro con Jorge Semprúnen el ascensor de su casa.

Pienso que Seductores, ilustradosy visionarios es un auténtico textoautobiográfico aunque no se iniciecon el consabido «Yo nací…», y elauténtico sujeto de la obra parezcaocultarse en las seis figuras retrata-das. Aquí tengo que referirme a unode los aspectos que más me interesandel libro: su personal e inteligentetécnica del relato autobiográfico.

En todos los casos, menos en elde Ferrater, que empieza con la ya

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YamandúCanosaH-1311990

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citada carta de Gabriel, se inicia elrelato sin el personaje objeto delretrato. Son las circunstancias de suvida que le llevarán al encuentrocon este personaje las que narra contodo tipo de detalles, como ocurrecon la estancia en el sanatorio en elcapítulo sobre Sacristán o el viaje alCairo en el de Comín.

Sólo el inicio del texto dedicado aBarral constituye uno de los momen-tos en los que Castellet asume clara-mente el pleno protagonismo de sulibro. Lo hace en un tono emotivo ycasi poético, en diálogo consigo mis-mo, que creo oportuno reproducir:

«Una vez que todo hubo pasadoy se hubieron cumplido de maneradigna y respetuosa los ritos secular-mente establecidos, justo cuando eltiempo empezó a convertirse enmemoria, en el mismo momento enque cruzabas el umbral de la habita-ción solitaria, te diste cuenta de que

te encontrabas en un nuevo escena-rio en el que debías seguir represen-tando el papel de siempre, es decir,a ti mismo, pero ahora sin ningúnobservador, sin ningún testigo, nisiquiera una sombra compasiva».

Narra su regreso a Calafell, supaseo solitario, su descubrimientodel paso del tiempo en la imagen dela casa cerrada y desierta de la fami-lia Barral.

Por otra parte, el auténtico pro-tagonista no ahorra detalles sobresí mismo, su familia materna, suesposa Isabel, casi siempre presen-te, su trabajo, su ideología e inclusoepisodios de su vida personal comosu breve exilio en Andorra o losmás nimios detalles de lo que estácontando. Sin embargo, no deseaque la atención se centre continua-mente en él mismo, prefiere diluirsu propia imagen entre la de los seispersonajes.

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No creo que lo haga por algoparecido a la falsa modestia, porquecrea que su vida no merezca ser con-tada; no. Es por la ambición de con-tarla de una manera coral. A travésde ese conjunto de personajes consi-gue implicarnos y que nos reconoz-camos en aquellos tiempos adversosde los que también es cronista. Y uncronista excelente.

Al finalizar la lectura de la obra,toda una etapa de nuestra historiacolectiva, cultural y política, ha pasa-do ante mis ojos, narrada no al estilode un historiador, sino con el estilo,mucho más persuasivo, del memo-rialista y el novelista. Este impor-tante libro de Castellet, junto con lasmemorias de Barral, me parecen lec-turas indispensables, por su veraci-dad, para acercarse a lo que fueronaquellos años adversos o de peniten-cia. En ambos casos se trata, además,de muestras de buena literatura. �

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Editorial Pablo Iglesias

ANNA BOSCO

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA

(EDS.)

La España de ZapateroAños de cambios, 2004-2008

ISBN: 978-84-95886-39-2290 páginas

Recuerdos fraternalesEspaña desde el exilio

ISBN: 978-84-95886-39-2420 páginas

JOSÉ MARTÍNEZ COBO