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Una Extraña Venganza - Maria Mouze

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Una Extraña Venganza

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1 2 Prlogo 1759 Alex abri los ojos, sintiendo como la sangre corra clida por su pecho. El balazo no haba rozado el corazn, pero la herida era ms que suficiente para matarle, y el momento no tardara en llegar. Con cada respiracin se le haca ms difcil mantenerse consciente, pero sigui luchando mientras maldeca esa ansia desesperada que le impeda abandonarse a los brazos de la muerte. Una parte de l segua esperando que ella apareciese, le besase y le dijese que todo era un error y que le amaba. La nieve a su alrededor estaba teida de rojo, el olor de la sangre no tardara en atraer a los lobos. Ese mismo fro era el que lo mantena consciente, pero no seguira as por mucho tiempo. La vista empez a fallarle rpidamente, y cerr los ojos para contener las lgrimas que se acumulaban en ellos al comprender la magnitud de su error. No solo l pagara las consecuencias. Pero ahora ya era demasiado tarde. Una extraa paz lo invadi, sumindolo en algo que se asemejaba al sueo, llevndose consigo todo rastro de dolor. Alex sonri, dedicndole un ltimo pensamiento a su familia. Si eso era la muerte no estaba tan mal. El dolor volvi, ms fuerte que nunca, seguido por el placer ms intenso que haba conocido en toda su existencia. Todo se volvi blanco, y luego su visin regres. Extraamente, las cosas se iban haciendo cada vez ms definidas, los contornos ms precisos, los colores ms vivos. Y por encima de todo, el hombre que estaba arrodillado a su lado. Tena los ojos cerrados y un rictus de concentracin en el rostro. Pareca que estaba sufriendo, pues se agarraba la mueca izquierda con fuerza. Alex quiso hablarle, preguntarle quin y qu era, porque esa belleza no poda ser humana. Pero capt el olor de la sangre que goteaba por la mano del hombre, y la ansi desesperadamente. l pareci saberlo, abri los ojos y lo mir. -Ms?- levant la mueca herida en un gesto inquisitivo. Alex no pens, atrajo al hombre hacia s y peg los labios a la herida. El placer volvi en oleadas, al tiempo que beba. La abominacin de este acto no le causaba repugnancia, como debera ser. Era una comunin, un vnculo que estaba por encima de las normas humanas. No haba nada malo en ello, en el pulso de la sangre en la boca, la calidez en sus venas, el abrazo del hombre. No supo cuanto tiempo pas hasta que el hombre le retir la mueca y la vend con un pauelo. -Ya est- dijo el hombre que se haba quedado muy plido.- Est hecho. -Quin sois?- pregunt Alex que se haba incorporado. En su camisa una mancha carmes atestiguaba la herida, pero no quedaba ni rastro de ella en su piel. Estaba completamente curada. -El dilema no es quin soy, hermano.- contest el hombre.- Si no ms bien qu soy. Y qu eres t. -No entiendo- sacudi la cabeza- estaba muriendo y ahora -Ahora ests muerto. Nada podr herirte nunca ms, ni la enfermedad ni el tiempo ni las armas humanas. tir de Alex para levantarlo e hizo un ademn con la mano, sealando el bosque nevado- Contempla el mundo, hermano, pues ahora es tuyo. Mi nombre es Gabriel, y soy un vampiro. Igual que t.- sonri- Bienvenido a la familia. 3 4 CAPTULO 1 Acababa de ponerse el sol. Todava se senta el calor abrasador que haba asediado la ciudad durante todo el da aunque la brisa fresca que llegaba desde el mar anunciaba queiba a ser una noche fra. Alex se despert con un sobresalto. Estaba ah, la senta de nuevo despus de dos siglos esperando. Esa misma aura, la presencia. Mir por la ventana de la habitacin del hotel. Montones de personas por la calle, paseando, volviendo a casa del trabajo. Podra ser cualquier ciudad del mundo, eso nunca cambiara. Amantes, amigos todo lo que l no poda tener. Nunca soportaba contemplarlos, sentirse tan aislado de ellos cuando haba sido igual. Pero esta vez era diferente, y no iba a dejar que la soledad lo distrajese. Esta vez haba alguien escondido en la multitud, alguien a quien l quera encontrar. Solo haba llegado a la ciudad de paso antes de reunirse con Gabriel en Pars. Haba sido una enorme casualidad, o al menos eso habra pensado si creyese en ellas. Quien poda imaginar que iba a encontrar el motivo de su existencia en ese lugar Se visti rpidamente tan pronto como baj el ltimo rayo del sol. Mientras fuese de da l parecera alguien casi normal, si se exceptuaban las gafas del sol que no podra quitarse bajo ninguna excusa. Pero eso no implicaba que saliese a menudo a la calle mientras el sol estuviese alto. No perteneca a la minora a la que le gustaba salir de da, con sus poderes menguados y sus sentidos reducidos a un nivel casi humano. Cualquiera podra atacarle durante el da, bueno, cualquiera que supiese como atacarle y para empezar tena que creer en l, lo que era imposible en ese siglo. Ah, la era de la tecnologa. Qu maravilla. Sali del hotel ignorando los comentarios del recepcionista acerca de las zonas nocturnas de la ciudad para salir un viernes. Dejndose llevar por el instinto se acerc al casco histrico de la ciudad. Era demasiado tarde para los turistas y demasiado temprano para los adolescentes (y no tan adolescentes) con ganas de marcha. Sigui caminando hasta que la vio. Pero no era ella. La joven que caminaba tranquilamente ajena a su observacin no se pareca en nada a lo que deba ser. Sondeando su mente capt su nombre: Elisa. Elisa volva a casa despus del trabajo,como todas las tardes. Sonrea mientras el viento le retiraba el cabello del rostro, refrescndola despus del calor de la cafetera. El vestido de verano se arremolinaba en torno a sus piernas mientras taconeaba por las callejuelas de la ciudad vieja. La mayora de la gente prefera el paseo martimo para ver el atardecer, as que el centro estaba bastante vaco.Y le encantaba esa soledad pacfica del anochecer. De repente, sin ningn motivo se sinti incmoda. Observada. Luchando contra el impulso de echar a correr, gir sobre s misma para averiguar la causa de la repentina sensacin. No haba tal causa, la calle desierta, las ventanas estaban cerradas. Se frot las sienes dicindose que solo era una sensacin, una estpida sensacin que pasara en diez minutos si la ignoraba. Sigui caminando, evitando el temor, tarareando para s misma intentando sacarse de la mente esa absurda idea. Su apartamento estaba an a unas cinco o seis calles de distancia, lo que se le antojaba una eternidad. Pens que era imposible, pero la impresin de ser vigilada aument an ms, le taladraba las sienes, se senta en su mente: alguien la miraba, la observaba.5 -Por favor Quin est ah?- pregunt al borde del pnico- Por favor por qu me observas? Alexse retir un poco de la mente de ella, dndose cuenta de que la trastornaba con su presencia. El llanto de la joven lo inquiet ms de lo que debera, hacindolo sentirse mal. Se escondi entre las sombras, esperando que no lo viese. Nunca hubo ninguna respuesta a su pregunta, aunque Elisa tampoco la esper. Sujetando el bolso, ech a correr sin parar hasta que lleg a su apartamento y cerr la puerta con llave. Se sinti ridcula, pero el gesto le daba seguridad. No poda parar de temblar, as que hizo lo que le siempre la relajaba: llen la baera de agua, le ech sales de bao con olor a rosas y se meti en ella. El agua caliente la relajaba y la haca sentirse bien, tanto que incluso consigui olvidar la angustia de esa tarde y convencerse de que haba sido idea suya, que el calor la haba trastornado. Cuando sali envuelta en una toalla solo poda pensar en la cena y la pelcula que tena planeado ver esa noche, algo romntico y apacible para llorara gusto. Por una vez, sus amigas no haban insistido en salir el viernes y con algo de suerte tambin podra quedarse en casa el sbado,con un buen libro entre las manos y una copa de vino blanco a mano. Suspir. A los veinticuatro aos ya tena gustos de solterona. Tendra que comprarse un gato. Puso a calentar un par de trozos de pizza mientras vesta una bata. Se acurruc en el sof con la comida recalentada en sus rodillas, y le dio al play. Alex se asom al balcn de la humana. Estaba dormida, tumbada en el sof y hecha un ovillo mientras los crditos de una pelcula terminaban de pasar en la pantalla enfrente de ella. La haba encontrado despus de tantos aos. Todo en ella haba cambiado. Su pelo ya no era rubio, si no rojo oscuro. Su piel ya no era blanca, tena un tono dorado que solo se consegua pasando tiempo bajo el sol. Respiraba acompasadamente envuelta en un albornoz blanco que dejaba al descubierto sus piernas dobladas y los pies descalzos.Cmo haba cambiado tanto? Le haban prometido que la reconocera, y lo hizo. Pero no era la mujer de la que quera vengarse. Esta joven no pareca la misma que le haba destruido. Se qued mirndola a travs del cristal, mientras ella continuaba con su pacfico sueo. No haba sido lo mismo esta tarde. Por norma general los seres humanos nunca detectaban su presencia, pero ella lo haba percibido y haba echado a correr, refugindose inconscientemente en el nico lugar en que estara segura de l. Por el momento. Le disgust que le temiese de esa forma, que hubiese reaccionado huyendo ante l. Frunci el ceo ante ese pensamiento. l viva para vengarse, as que el terror de la joven tena que darle alguna satisfaccin en vez de hacerle sentir remordimientos, verdad? Pero en vez de eso se senta como si hubiese hecho dao a una nia, asustndola sin motivo.Volvi a contemplarla. Sumida en su sueo estaba realmente hermosa. Pacfica. Algo se rebel en su interior ante la idea de hacerle dao, pero lo ignor. Se dijo que no importaba, que ya le haba ocurrido esto antes y que sabra cmo manejarla. Podr resistirme, pens mientras miraba fijamente la curva de su rostro, los labios 6 entreabiertos en un amago de sonrisa y el pelo rozndola como una caricia. El deseo de tocarla se hizo irresistible. Apoy las manos contra el cristal de la terraza, sabiendo que estaba prohibido entrar hasta que ella lo autorizase, sabiendo tambin que si lo vea pegado a su ventana a medianoche se iba a llevar un susto de muerte. La llam mentalmente, despertndola. La vio revolverse entre los cojines, la bata separndose mientras giraba sobre s misma, dejando ver su cuello y clavculas, casi hasta el nacimiento de los senos. La oleada de deseo que lo atraves lo dej desconcertado. Se vio a si mismo besando ese cuello de cisne, separando la bata hasta encontrarse con sus senos y Basta! Tena que dejarlo o acabara entrando, incluso en contra de las normas. Elisa se despert con la sensacin de haber dormido demasiado tiempo. Durante un segundo se sinti totalmente desconcertada cuando al girarse descubri que no estaba donde debera estar: en su cama. Luego record la pelcula que haba intentado ver y que, evidentemente, tendra que quedarse pendiente para otro da. Un vistazo a su reloj le inform de que pasaba de medianoche. Suspir y decidi que el mejor plan era irse a la cama, dado que ni siquiera haba logrado estar despierta el tiempo suficiente como para terminar una triste pelcula de hora y media de duracin. Sali del saln con direccin a su dormitorio, suspirando con anticipacin cuando vio su cama cubierta con el suave edredn de plumas. Se desat la bata y se desliz entre las sbanas, acogiendo con un escalofro la frescura del satn sobre su piel desnuda. No tard ni un minuto en quedarse dormida, y menos an en empezar a soar, lo que la sorprendi porque muy raras veces soaba. Estaba en una habitacin extraa, que ella no haba visto nunca, peroque saba que le perteneca. Las sbanas que la envolvan eran ms speras que las suyas, raspando su piel sensible. Una calidez la envolva, una que no proceda de las sbanas ni de las mantas.Un cuerpo masculino estaba durmiendo contra su espalda, uno de sus brazos rodendola posesivamente, sus piernas entrelazadas con las suyas. La cabeza del hombre estaba apoyada cerca del cuello de ella, de tal forma que senta su respiracin. Cuando intent moverse para poder mirarle, l se despert y le habl. -Amor, ya ests despierta? -Buenos das.- Se oy responder a si misma.- Cmo has dormido? -Contigo a mi lado? Imposible estar mejor- contest el hombre mientras depositaba un beso en la curva de su cuello. El brazo que la envolva tir para girarla y quedar cara a cara con ella. Si hubiera podido hacer algo, habra suspirado. El hombre que la miraba era la perfeccin masculina reencarnada. El cabello oscuro le caa hasta los hombros enroscndose en suaves rizos. Su cara era perfecta, la frente orgullosa, la nariz cincelada y la barbilla un poco arrogante.Los ojos eran asombrosamente verdes y cuando sonri se le formaron hoyuelos en las mejillas, cubiertas por una sombra de barba. La mirada de esos ojos era de una adoracin absoluta, de un amor incondicional. La sorprendi que ella no sintiese nada por ese hombre, absolutamente nada. La forma en que la miraba indicaba que estaba completamente enamorado de ella, pero todo cuanto poda sentir ella era deseo. Un deseo intenso, pero sin estar teido ni de ternura ni de cario. El amor era solo por parte de l, y Elisa se pregunt por qu sera. Cuando l la bes ella le devolvi el beso, acaricindole el cabello, tirando de l contra ella. Pero todo era falso, solo lujuria. Elisa se horroriz, atrapada dentro del sueo, intentando separarse del hombre que la quera pero sin poder hacer nada. Estaba 7 perdida en su propia imaginacin, como si solo fuera una espectadora sin elpoder de decidir. Una espectadora que lo viva en primera persona. Finalmente, el beso se rompi. l le acarici la mejilla, sonrindole suavemente. -Te amo.- dijo.- Eres la luz de mi existencia. -Yo tambin te amo.- se oy responder de nuevo, a pesar de que la mentira le haca dao. Por qu no podra controlar ese sueo? Iba a herir al hombre que la amaba, estaba segura. Pero no poda evitarlo. Se oy seguir hablando, con esa voz que sonaba extraa en sus odos.- Pero tienes que marcharte. Si mi hermano te ve partir me encerrar. -Sabes que podramos evitar eso si te casases conmigo.- le contest l. -Todava no, cario. Soy demasiado joven, y no puedo escaparme contigo. Lo sabes, ambos lo sabemos. -No te importa que no tenga fortuna? -No, sabes que no. Amor mo, si pudiera estar contigo me dara igual dnde. Pero mi hermano me necesita. An no ha aprendido a llevar las tierras desde la muerte de padre, y lo sabes. No puedo fallarle. Mentira! Todo eso era mentira! Elisa quera gritar. La mujer que hablaba, porque no se poda considerar como ella misma, no lo amaba. l haba sido su mejor amante, y quera conservarlo hasta que su compromiso con un duque fuese oficial. Solo lo alentaba porque saba que l nunca estara con ella si estuviese comprometida con otro hombre. La muerte del marqus, su padre, solo era una excusa para posponer la boda, a ella le daba igual que ya no estuviese y las preocupaciones de su hermano no le importaban en lo ms mnimo. Se vio levantarse de la cama y acercarse a un espejo de cuerpo entero. Tena el aspecto de ser muy antiguo, ya que no era de vidrio, si no de metal pulido. Los contornos se vean borrosos, pero ella lleg a distinguir una figura mucho ms voluptuosa de la que posea. Sus pechos eran grandes y sus caderas, redondeadas. Tambin era ms baja, y menos grcil de lo normal. La cubra una cabellera rubia que le llegaba hasta ms all de las caderas, completamente lisa. Cuando se acerc ms al espejo encontr reflejado un rostro ovalado que tena cierto parecido con el suyo, salvo por los ojos que eran azules en lugar del tono violceo que tenan los suyos y que tantos quebraderos de cabeza le haba dado, adems de ser ms pequeos y rasgados. Cuando la mujer se dio la vuelta para contemplar a su amante, Elisa pudo fijarse en los detalles de la habitacin. Definitivamente, no era de su poca El cuarto era de piedra, suelo y paredes, aunque el primero estaba casi completamente cubierto con unas alfombras enormes. El mobiliario era pesado, hecho de madera maciza, y escaso. Haba una cama, un armario con las puertas cerradas y una mesilla donde descansaban una jarra y una jofaina de plata. La cama era enorme y estaba situada encima de una plataforma? Tambin tena dosel y cortinas de terciopelo que la cubriran totalmente si las soltase. Las paredes estaban cubiertas con tapices, y apenas haba ventanas, que eran poco ms que aberturas en la roca. La pared norte la cubra una enorme chimenea, an encendida. -Has pensado que tal vez puedes estar embarazada?- pregunt el hombre con una indudable ilusin en el rostro. -No. Es totalmente imposible- refut ella.- Sangr la semana pasada.- ignor la desilusin de la cara del hombre cuando le contest tan framente. 8 Otra vez se le revel la verdad: esa mujer nunca podra tener hijos. Haba acudido a una comadrona cuando se qued embarazada por primera vez, y el aborto la haba dejado estril, lo cual la satisfaca porque podra entregarse al placer sin ninguna restriccin. Y cuando su esposo quisiera un hijo, ella se arreglara para suplantarlo con el de alguna criada. De todos era sabido que una mujer embarazada no poda ser tocada por su marido, as que no tendra problemas para mantener la farsa durante el tiempo que durase. -Catalina- su voz era dulce y sedosa, impregnada de un cario que la hizo sentir envidia.- Te gustara tener un hijo mo? -Claro que si, amor mo. No hay nada que me hiciera sentirme ms gozosa que llevar a tu hijo en mi vientre. Seras un maravilloso padre. Pero ahora- dijo acercndose a l y volviendo a besarle- debes irte. Por favor. l le sonri, le devolvi el beso y empez a vestirse. Por su ropa se adivinaba que no era un hombre demasiado acaudalado. Una camisa de lino y unos pantalones oscuros metidos por dentro de las botas de cuero eran toda su vestimenta. Se recogi el cabello en la nuca, aunque unos mechones se le desprendan. Hizo ademan de marcharse, pero antes de salir por la puerta se gir y levant a la mujer en brazos, dndole un ltimo beso, dejndole un ltimo te quiero antes de marcharse. Y ella le devolvi el beso y la declaracin, anhelando ya el siguiente momento para estar juntos. Elisa se vea embargada por el asco hacia la mujer que era, una arpa sin corazn que solo buscaba su propio placer. Se vea que el hombre la amaba con toda su alma, mientras ella lo utilizaba sin el menor remordimiento. Ni siquiera le era fiel. La misma cama que an conservaba su calor haba sido testigo de muchos ms encuentros que los de ellos dos. Encuentros de los que nadie saba nada, excepto ella y los amantes. Cuando sali de la habitacin suspir y llam a la doncella para que le preparase un bao. Esa tarde deba conocer a su prometido. En menos de un mes estara casada. Y sera inmensamente rica. En ese momento el sueo cambi, como si estuviese viendo una pelcula y hubiese llegado la publicidad. Se encontr de nuevo en su habitacin, metida entre sus sbanas, llorando en silencio por el hombre que tanto la amaba y al que iba a traicionar. Saba que no poda estar despierta, pero tampoco tena la sensacin clara de estar soando. Se oy un ligero golpe en la ventana. Ella hizo el amago de levantarse de la cama, pero estaba desnuda y en el balcn haba una inequvoca figura masculina. As que se envolvi en las sbanas y fue hasta la ventana. Y all estaba l. Alex observ embelesado como ella se ajustaba los bordes de la sbana alrededor de sus pechos. Qued completamente sorprendido cuando le vio, a pesar de que estaba utilizando casi todo su poder para mantenerse oculto. Quera que ella oyese el ruido y abriese la ventana, una invitacin muda, sin verlo. Ahora se haba ido todo al garete, Cmo haba esquivado sus defensas? La sorpresa se convirti en estupefaccin cuando Elisa estir los brazos y abri las puertas de la terraza, invitndolo a entrar en su casa. Perdiendo su nica defensa contra l. 9 Alex no esper una segunda indicacin, y ella observ fascinada como el hombre que haba estado en su sueo entraba dentro de su habitacin, esta vez era ella la que lo vea, no la otra mujer, Catalina. Estaba cambiado: su piel que antes estaba morena por el sol ahora era mucho ms blanca, y pareca ms fina. Sus ojos brillaban como esmeraldas. Lo que no haba cambiado era su cabello, y ella se sinti tentada de apresar un mechn entre sus dedos para ver si era de verdad tan suave como pareca. Algo en su subconsciente le alert peligro, pero ella lo ignor fascinada por el desconocido. Alex estir la mano para tocar las lgrimas que an tena en las mejillas. Ahora que estaba en frente de ella, despus de tantos aos, no tena valor para hacerlo. Para destrozarle la vida igual que ella haba destrozado la suya. Porque ella era y no era Catalina. -Por qu lloras? -He tenido un mal sueo- contest Elisa negando con la cabeza y llevndose las manos a la cara, gesto que l impidi sujetndoselas con la suya. -Qu soaste, pequea? -Bueno He dejado de soar? Porque esto an es un sueo, verdad? -Verdad- minti l. Pero deberas contrmelo, te ayudar a dormir mejor. -So que era otra mujer- contest Elisa.- So que estaba con un hombre, un hombre que me quera pero al que yo no quera. Y le haca dao. Ese hombre se pareca mucho a ti, pero era hace muchos aos. Alex apret los dientes, sintiendo como los colmillos se le clavaban en el labio inferior hasta que sabore la sangre en su boca. Elisa no haba estado soando, haba estado recordando, rememorando su traicin. No haba error posible: era ella, tal y como la gitana le haba dicho. Pero estaba llorando. No se acordaba de su traicin, pero lloraba por un engao que no la incumba. Era inocente. -Sufras por engaarle?- le pregunt bruscamente. -Sufra porque me amaba y yo lo engaaba. Porque l era sincero y yo no. Sabes?- le pregunt con una sonrisa triste en su rostro.- Siempre he querido que alguien me amase as, tan completamente como l lo haca. Nunca he estado enamorada, pero siempre he anhelado poder amar a alguien y ser correspondida. Pero en ese sueo jugaba con el amor. Y no me gustaba- dijo negando con la cabeza.- No quera hacerle dao. Se qued mirando al hombre en su habitacin, completamente seria. l le devolva la mirada con la misma seriedad, sin un atisbo de ternura o complicidad. Su cara era una mscara de indiferencia. -Ni siquiera s por qu demonios te estoy contando esto. No se lo haba dicho a nadie- suspir- pero bueno menos mal que normalmente no me acuerdo de lo que he soado al despertar, si no estara completamente avergonzada. -No es nada vergonzoso desear ser amado, ni amar.- respondi l en un susurro. Elisa dese poder hacer algo por l. Se vea hundido, triste. Deseaba abrazarle tanto que le dola, pero se conform con ponerle una mano en la mejilla y acariciarle el pmulo. Al momento que lo toc, una corriente elctrica pas de l a ella. Ambos se quedaron paralizados, sintiendo como el deseo aumentaba en oleadas, oyendo las respiraciones acompasadas de ambos. 10 Luego, como a cmara lenta l la atrajo contra s y la bes. Sus labios estaban tan fros y suaves como mrmol vivo. Ella lo rode con los brazos y le devolvi el beso mientras enterraba los dedos en las ondas oscuras de su cabello, que eran tan suaves como prometan.Mientras tanto, las manos de Alex se deslizaban por su espalda, su cuello, sus hombros, en un movimiento suave, apretndola contra l. Elisa entreabri los labios en un suspiro mudo y l invadi su boca, dejndole probar su sabor, mordisquendole los labios. Suspir cuando esos labios trazaron un camino hmedo por su garganta, justo encima de su pulso que palpitaba frenticamente. Alex abri la boca y la roz con los colmillos, saboreando la frescura de su piel y la tentacin de los latidos bajo sus labios. Era tan dulce! La deseaba como haca demasiado tiempo no se permita desear nada. Rpido. Urgente. Se senta a punto de explotar, y ella lo supo cuando se arque y sinti la prueba irrefutable de su pasin. En vez de apartarse gimi, y se frot contra l, hacindole estremecerse. Hasta que record. Ella tambin haba mostrado antes esa clase de pasin desinhibida. Alex la haba atribuido al amor, pero se haba engaado. Completamente. Y ahora no volvera a cometer ese mismo error. Puede que hubiese cambiado, pero segua siendo Catalina, aunque disfrazada de muchacha inocente. No cumplira su venganza an, pero estara esperando. Esperando a que su verdadera personalidad surgiera a la luz de nuevo para poder cobrarse la venganza que llevaba ms de dos siglos fragundose. Reuniendo de nuevo sus poderes desapareci de la habitacin, al menos para los ojos de ella. Esta vez no pudo encontrarle, a pesar que estaba a menos de un metro. Ofuscndole la mente, la volvi a meter en su cama, cubrindola con la colcha mientras ella volva a dormir profundamente.Seguramente pensara que todo haba sido un sueo muy vvido, as que no tena motivos para preocuparse. A pesar de todo no se atrevi a deshacer el nudo de sbanas en su cuerpo, si no que dej que creyera que se haba enredado de girar en sueos. Verla desnuda habra acabado con su autocontrol. Sintiendo asco por si mismo apart los rizos rojos de su rostro, recordando la mirada de pasin en esos ojos imposibles. Su cabello se senta increblemente clido en sus manos, dejndose acariciar. Haciendo de tripas corazn se separ y sali de nuevo a la terraza, cerrando la cristalera tras de s, sabiendo que podra volver cuando quisiera. Ahora no tena forma de escapar de l. 11 CAPTULO 2. Elisa se levant a la maana siguiente, con la sensacin de haber dormido bien y profundamente. Estaba envuelta en las sbanas y tapada con la colcha. Recordaba haber soado algo Dios santo! Se toc los labios. El beso el hombre. Y extraamente estaba envuelta en la sbana, tal y como soaba haber hecho antes de abrirle la ventana. Pero eso no era posible. Aunque tampoco sola tener sueos tan vividos, as que poda resumirse como una extraa noche. La puerta-ventana a la terraza estaba cerrada confirmndole que por lo menos no era sonmbula, lo que era de agradecer. Tampoco haba ninguna prueba de que nadie hubiese pisado la terraza que conectaba el saln con su habitacin. ni rastro del hombre misterioso dijo para s misma. Todo normal. Entonces por que tena esa sensacin de que algo de vital importancia haba pasado esa noche? Suspir. Seguramente solo eran los retazos del sueo intentando perturbarla. Lo ms extrao era que esos recuerdos no la abandonaron al despertar, si no que siguieron dando vueltas por su cabeza. Despus de toda la maana intentando concentrarse en las tareas ms sencillas se dio por vencida: era un caso perdido de distraccin crnica. Las imgenes de la mujer de su sueo se repetan cada vez ms rpida y furiosamente en su cabeza, imgenes de ella, del hombre que la amaba, de su hermano, de su padre de gente que no conoca de nada pero que tena la sensacin de conocer de toda la vida. Sentndose en el sof, agarr un cuaderno y se puso a escribir todo lo que recordaba del sueo, y los fragmentos que le venan a la cabeza espontneamente que eran bsicamente relaciones entre las imgenes y su parentesco con ella. Antes de poderse percatar haba trazado una especie de rbol genealgico en miniatura, con ms que unas pocas flechas para designar a sus amantes. Cuando Alex se subi al avin segua desconcertado. Tan pronto como abandon la habitacin de Elisa se haba puesto en camino. Pag una pequea fortuna por el billete de avin de primera clase de un hombrecillo cuando se enter de que no haba ninguno disponible para el primer vuelo. Haba embarcado a las cinco y media de la madrugada, y con algo de suerte no tendra que soportar las horas ms clidas. Si hubiera podido evitarlo, no volara hasta el anochecer, pero eso no estaba ni en consideracin. A pesar de su renuencia a viajar de da senta que era absolutamente necesario alejarse de ella lo ms rpido posible. La haba encontrado buscando venganza, pero no se par a pensar demasiado en las consecuencias. Y nunca lleg ni a imaginar que ella le afectase de esa forma todava. Pero no poda engaarse a s mismo, no era en Catalina en quien haba estado pensando cuando bes a esa pequea mortal, si no en Elisa. Cuando la tuvo en sus brazos la sinti bien, perfecta. Como nunca antes se haba sentido, ni siquiera siendo mortal. Y ahora estaba lejos, los separaban algo ms que quilmetros. Estaba en la mansin de Gabriel, protegido bajo su escudo y sus poderes. No eran ni las doce del medioda cuando atraves las puertas de la inmensa casa, y de inmediato sinti su poder, su esencia. El inmortal estaba en casa. Entr con paso vacilante cuando la puerta se abri sola. Sabiendo donde estara su amigo se encamin hacia la biblioteca que ocupaba la mayor parte de la planta baja. Estaba sentado en un silln pero se levant cuando Alex entr en la habitacin, con una caballerosidad ya pasada de moda. Y de hecho pareca un caballero, vestido con un traje negro que seguramente habra costado un dineral. 12 El ms estricto de los jueces habra dicho de l que era bellsimo. Una persona normal creera que se acercaba a lo divino. Realmente tena un rostro sobrenatural, la piel blanca y sin mcula, los ojos azules enmarcados por unas pestaas demasiado largas para pertenecer a un hombre. El cabello rubio caa en ondas, enmarcando su marfileo rostro a la perfeccin. El cuerpo delgado se mova con la cadencia de la muerte en cada paso. Ese era Gabriel. El viejo. El inmortal. Sonri un poco cuando se acerc a Alex. Este se estremeci cuando sinti su aproximacin, la presencia del antiguo doblegando al nefito. La sonrisa de Gabriel no afectaba a sus ojos, fros como el hielo. Slo haba una emocin que poda animar esa mirada pens Alex, y esa era la ira. Y realmente nadie querra verle enfadado, no si le apeteca seguir viviendo para contemplar un nuevo da. -Hermano- empez cuando estuvieron frente a frente, casi ala misma altura. -La has encontrado, no es as?- El rostro de Gabriel brill cuando asinti. No le haca falta respuesta para esa pregunta. -Si- corrobor Alex. -Cuntamelo.- dijo guindolo hacia las butacas en frente del fuego. Encima de la mesita auxiliar haba un par de tomos encuadernados en piel y unos vasos. Gabriel lo hizo sentarse, antes de alargar la mano hacia ellos y llenarlos con el lquido mbar de una botella a juego. Le tendi el primero y Alex se lo bebi de un trago antes de volver a rellenarlo. Gabriel no prob la bebida si no que la oli, aspirando su perfume, admirando el cuerpo y la calidad del coac francs que haca girar entre sus esbeltas manos. -La he encontrado. Es ella, pero a la vez no lo es. Parece una simple muchacha, casi una nia. No llega ni a los veinticinco aos.- Alex dud- y no sabe nada de lo que hizo. -Pero recordar- contest Gabriel.- La mujer dijo que lo hara, y sabes tambin como yo que nunca fall. Alex cerr los ojos mientras recordaba las palabras que la vieja gitana haba pronunciado hace tanto tiempo, sabiendo que Gabriel tambin las estara rememorando. Has nacido para amar, y por amor has muerto. Aquello que templaba tu corazn ha mutado ahora en odio. Pero tu destino se har esperar, pues no alcanzars tu fin en esta vida. La mujer queesperas todava no ha nacido. Cuando lo haga lo sabrs, pues es tu destino encontrarte de nuevo con ella. Cuando mires en ella vers pasado y presente, estar en tus manos escoger tu futuro -Hermano, sabes que nunca he aprobado esa obsesin por volver a encontrarla.- Gabriel tena el ceo fruncido. -Gabriel- empez a decir Alex.- Sabes tan bien como yo que si algo me ha mantenido vivo esos primeros aos ha sido la idea de encontrarla. -Los primeros aos, si. Pero, es que an no has encontrado nada por lo que vivir? -Si. Quiero recorrer el mundo, quiero ver lo que nunca pude ni imaginar. Estoy envuelto en esta vida, aunque me pese. No voy a abandonarla. 13 Levant la mirada para encontrarse con los ojos de Gabriel. Por un segundo le pareci ver la emocin destellando en ellos, pero pas tan rpido que no pudo diferenciar si era verdadera emocin o simplemente un capricho de la luz. Cuando habl, su voz tena la misma frialdad de siempre. -Tienes que tener cuidado. -Por qu? Una simple mortal no puede hacerme dao. -Una de las cosas que te he enseado es a no subestimar el peligro- dijo secamente, casi enfadado- provenga de la fuente que provenga, incluso de los mortales. Pero no creo que tu pequea mortal tenga ms peligro que el de distraerte. -Distraerme? -No te has dado cuenta? Han empezado de nuevo. Te crea ms perceptivo-frunci el ceo.- Que pena que me haya equivocado. Mierda. Otra vez? Ahora que pareca que la paz haba vuelto -Eso es imposible. Acabamos con ellos, llevan un siglo extintos. Gabriel solt una carcajada irnica mientras se levantaba del silln y se acercaba al fuego. -A veces me olvido de lo inocente que eres- dijo- De verdad creas que no volveran? Siempre lo hacen. No hay paz para nosotros, hermano. lo mximo que podemos esperar es un pequeo descanso, y has tenido suerte. Esta pausa ha sido de las largas. -As que volvemos a ser las presas, verdad? Otra carcajada fue la respuesta de Gabriel ante la tristeza de Alex. -Slo si quieres serla. Yo no soy la presa de nadie- afirm.- Por lo menos ahora no.- continu en un susurro tan bajo que Alex no pudo afirmar haberlo odo. Adems, no son ms que nefitos. No s cuantos bastardos hemos dejado vivos, pero han decidido volver a empezar. -Quin los ha encontrado? -Nikolai, en Rusia. Un grupo pequeo, cuatro cazadores. Mataron a su compaera y lo report todo antes de suicidarse. Pobre infeliz, nos poda haber echado una mano. Lamentablemente, si hay un grupo de cuatro en Rusia seguramente haya unos cuantos ms dispersos por aqu. Y aumentan rpidamente, si aceptamos el pasado como referencia. -Quieres que me quede aqu?- Era mucho ms seguro permanecer en grupo. -No estoy preocupado por mi seguridad. dijo interpretando lo que Alex no haba llegado a decir.- Estoy preocupado por la tuya, y ms si ests distrado. Vaya momento ms malo ha elegido la pequea zorra para reencarnarse.- el insulto sonaba ms brusco en la suave voz de Gabriel.- Por qu vas a volver a esa ciudad, verdad? - No tengo otra opcin. -La convertirn en la presa si saben que tiene algo que ver contigo. -No quiero que otros la maten, quiero matarla yo mismo, entiendes? Pero antes tengo que hacer que se enamore de m, quiero que sufra lo que me ha hecho sufrir a m. Quiero destrozar su corazn, no solo tomar su vida. -Ten cuidado hermano- contest Gabriel mirndolo con un gesto que no presagiaba nada bueno.- No vaya ser que caigas en la trampa que t mismo tendiste. En cualquier caso, sabes dnde encontrarme. No dudes en llamarme, tienes la irritante 14 costumbre de intentar morirte cada vez que te doy la espalda. Y teniendo en cuenta que eres mi mejor amigo, eso no me hace mucha gracia. Alex se debati con la pregunta que le corroa desde haca demasiado tiempo. Saba que no era el momento, pero tampoco pudo resistirse y contenerla de nuevo. Gabriel ya se haba levantado e iba hacia la puerta de la biblioteca, caminando tan sigilosamente que ni el fino odo de Alex poda captarlo. El aura de frialdad que lo rodeaba siempre pareca menos densa de lo normal, y eso pudo ser lo que le dio la oportunidad de hacer la pregunta. -Por qu yo?- Gabriel se gir en redondo hacia l. -Por qu tu qu?- pregunt. Su tono enfadado haca ver que ya saba el motivo de la pregunta, pero que se negaba a responderle, como cada vez que abordaba algo personal. -Por qu me transformaste? No has tenido nunca un nefito, en todos tus aos de vida. Pero a m mecambiaste. -Estabas muriendo. -Viste morir a mucha gente ms. -Qu quieres que te diga?-salt. -La verdad. -La verdad la verdad no es lo que quisiramos que fuese. Te transform porque a pesar de que estabas ah tendido con un balazo en el pecho y el alma destrozada por la traicin seguas queriendo vivir, seguas aferrndote a la vida con todas tus fuerzas. Te transform porque abriste los ojos, me miraste sin verme, y sonreste por un momento.-sacudi la cabeza como queriendo sacudirse la imagen de la mente.- Te transform porque eras capaz de amar, e incapaz de traicionar a quien amases. Y yo nunca dejara morir a alguien as. No cuando morira por algo como eso. -Gabriel Pero el vampiro ya haba salido por la puerta antes de que Alex pudiese acabar la frase. Tampocoestaba seguro de lo que dira si pudiese terminarla. Era muy difcil ver el lado vulnerable de Gabriel, siempre tan distante, tan fro, tan complejo. Incluso despus de llevar ms de doscientos aos conviviendo no saba nada de l, ni de su pasado. Cada vez que algo lo tocaba, daba un paso atrs y se alejaba. No dejaba que nadie lo entendiese. Alex cerr los ojos, repentinamente agotado. Aunque podra pasarse despierto una semana seguida si quisiese, los de su clase tenan que dormir, ansiaban abandonarse al dulce olvido de la inconsciencia. Pero no poda descansar. A pesar del agotamiento, alimentarse era ms importante. Ya notaba el suave tirn del hambre en las venas, esa ansia de sangre que no poda frenar. Girando sobre s mismo sali de la biblioteca. Al igual que l mismo, Gabriel siempre tena reservas de sangre en algn lado, por si no poda salir a alimentarse o no le apeteca. Las encontr en la cocina, y sonri al ver el contraste entre los dos frigorficos: uno estaba lleno de comida normal y corriente, comida de mortal; el otro estaba atestado de bolsas de sangre, robadas de un banco. An tenan el logotipo pegado. Haciendo una mueca, sac un par de ellas y una copa. La sangre fra era tan mala tan inspida.Una imagen lo asalt, l mismo doblado sobre el cuello de Elisa, ella tena 15 la cabeza echada hacia atrs en una clara invitacin y los dedos enredados en su pelo, atrayndolo hacia ella, hacia la vena en la que su pulso palpitaba frenticamente Maldijo cuando un ruido en el exterior lo hizo volver a la realidad. Estaba apoyado contra la nevera, con la copa en la mano, contemplndola como un imbcil rotundo. Sus colmillos punzaban contra el labio inferior, totalmente alargados. Esto tena que terminar, y tena que ser rpido. Vaci la copa de un trago, sintiendo el sabor insulso de la sangre fra. Enjuag el cristal y lo dej donde estaba. Mir su reloj. Eran las tres de la tarde. No quera abandonar todava el refugio de Gabriel, pero si quera llegar al anochecer tendra que apresurarse. Suspirando, sali de la cocina para dirigirse a la puerta principal, mirando con aoranza la inmensa escalera que llevaba al piso de arriba, donde su habitacin estara fresca y confortable, preparada para recibirlo. Recogi su chaqueta en la entrada y estaba terminando de abrocharla cuando la voz de Gabriel reson en el vestbulo. -No hace falta que te apresures tanto.- dijo mientras descenda las escaleras.- Puedo llevarte tan pronto anochezca. -Hablas en serio? -As sabr dnde ests en caso de que me necesites. -Vendrs si te llamo? -No me he molestado en mantenerte vivo doscientos aos como para dejarte morir ahora, hermano. Adems, si tengo razn necesitaremos todos y cada uno de los nuestros para combatir dentro de muy poco tiempo. -Rezo por queests equivocado- susurr Alex. -Espero que s. Ahora sube y descansa, tan pronto como se ponga el sol te llamar. Asintiendo con la cabeza, Alex empez a subir las escaleras. Al ver que Gabriel no suba se par en seco. -T no vas a dormir? A ti no te gusta salir de da. -Tal vez haga una excepcin.- contest sonriendo- Tampoco me gusta la bazofia fra que has desayunado. Y a la luz del da la gente est mucho ms confiada. Alex sonri y continu subiendo, susurrando un que tengas suerte. En su habitacin las cortinas estaban cerradas, evitando que el sol y el calor del verano irrumpiesen. Se dio una ducha rpida y se desliz entre las sbanas, sintindose seguro, en casa. Loltimo que le vino a la mente antes de dormirse fueron los increbles ojos de una pelirroja, asombrados tras su beso. 16 CAPTULO 3 Sintindose completamente estpida, Elisa se encontr a medio camino del restaurante conEmma. Su mejor amiga no aceptaba un no por respuesta, mucho menos cuando el no iba acompaado de estoy cansada o no me apetece. Cuando la haba llamado a por la maana ella haba declinado la invitacin, con la consecuencia directa de que se haba presentado a medioda en su puerta. Tan pronto la abri, Emma se col en la casa. Con un solo vistazo repas el chndal de Elisa, los productos de limpieza y los papeles encima de la mesa. -Vamos a comer.-No, en serio- empez a objetar. -Elisa, no era una pregunta. O te vistes t o te visto yo, y creme, despus de haber compartido habitacin no me escandalizara ni en lo ms mnimo. -Dame quince minutos. -Te doy los que quieras. Puedo cotillear? -Sintete libre- dijo mientras se diriga a su habitacin.- Hace calor fuera?- grit desde el otro cuarto. -Si, hace tanto calor como ayer. As que ponte algo fresquito. Sonriendo mientras la oa seguir cotorreando, Elisa estaba intentando decidir que ponerse. Se decant por una falda blanca y vaporosa hasta las rodillas con un top azul. Agarr una americana blanca y se calz unas sandalias ligeras. Un vistazo al espejo le dijo que su pelo era una tarea imposible, as que se rindi y lo dej a su aire. -Qu tal estoy?- volvi a aparecer por el saln. Emma levant slo un poco la cabeza, mirndola de arriba abajo. -Si al menos te molestaras en maquillarte un poquito -No, no empieces- cort.- T eres t y yo soy yo. Ni yo te pedir que te pongas un chndal y vengas a correr conmigo ni t intentars que parezca una modelo, de acuerdo? -Yo no parezco una modelo- buf Emma mientras se levantaba. Elisa la mir desde los dedos de los pies con una manicura perfecta, siguiendo por el carsimo traje dos piezas de Ralph Lauren, cuya falda era un poco ms corta de lo que deba. El pelo rubio brillaba en descaradas ondas alrededor de su cara, y el maquillaje tumbara de envidia a cualquier mujer Y no pareca una modelo? Venga ya! -Dejemos ese tema de conversacin- acot Elisa.- Y vamos a comer. Cuando estaban por el segundo plato, Emma empez a recabar informacin. Se haba pasado todo el camino al restaurante intentando investigar si Elisa estaba escribiendo una novela romntica, y se haba cansado de recibir largas. -Si no ests escribiendo nada, A que venan todas esas notas? -Slo eran anotaciones tontas, casualidades 17 -Y una mierda- interrumpi- reconozco una historia cuando la veo delante. He estado leyendo desde que tena cinco aos, y s distinguir un texto cientfico de una novela. Y eso es una novela. -Bueno en realidad no. Son cosas que me vienen a la mente. -Cosas que te vienen a la mente? -Recuerdos -Recuerdos de qu? inquiri alzando las cejas- T no viviste en el siglo XVIII, cario. -Ves? Eso es lo ms extrao. Anoche tuve un sueo bueno, en realidad tuve dos- rectific.- En el primero de ellos yo era una mujer, Catalina. Y sucedan unas cosas muy extraas. Yo era ella, era como si estuviese en su cuerpo y viviese lo que ella vivi. se lo cont todo- No poda hacer nada para evitarlo. Y creme, ella era una autntica zorra. -Oooh! Has dicho zorra? Es eso una muestra de veneno? Quin eres t y que has hecho con mi mejor amiga? -Sigo siendo yo, imbcil- dijo en broma mientras le daba un codazo. -Y cuntame Cul era el segundo sueo? -Ese fue el ms raro El hombre del primer sueo, te acuerdas?- se interrumpi ligeramente, hasta que Emma asinti- Pues apareci en mi habitacin. Hablamos y - se sonroj hasta la raz del cabello y termin la frase susurrando- me bes. -Qu te bes?- grit Emma, haciendo que varias personas se girasen a mirarla y que Elisa se encogiese an ms. Despus pareci pensrselo-Estaba bueno? -Emma! -A m no me vengas con monsergas, nia. Estaba bueno o no estaba bueno? -Estaba para comrselo entre pan bimbo- admiti Elisa- Muy alto, moreno, ojos verdes vamos, de tu tipo. -No soaste nada ms? Solo un beso? -Qu queras, que me lo llevase a la cama? -Joder, pues claro! Hay que ver, Eli eres mojigata hasta en sueos. Por lo menos podras iniciarte en el terreno de la fantasa- empez a decir con un tono que Elisa ya haba odo ms veces.- Ya que en el real no te atreves. -No es delito ser virgen.- rebati. -No hasta llegar a los veinticinco. Despus pasars a la categora de bicho raro y amiga tengo una reputacin que mantener. No se puede estar esperando al prncipe azul eternamente. Ignorando el tema que recurra en muchas de sus conversaciones, Elisa sigui a lo suyo. La exquisita comida le record un tiempo en que salir de restaurantes era motivo de celebracin, cuando an viva con su familia. La aoranza la golpe con su gusto agridulce, as que decidi hacerle una visita por la tarde. Implicara un par de horas extra de conduccin hasta la casa de su madre pero tena ganas de volver a verla, aunque mucho ms a su hermanita. Cuando se march de casa haca unos seis aos para ir a la universidad nunca pens que conseguira extraarla de ese modo. Apenas haba cumplido los diez y estaba hecha un demonio que solo revolva sus cosas y le robaba el maquillaje. A base de no tenerla cerca haba aprendido que se poda extraar a un demonio. 18 Emma la acompa. Mientras estaban en el coche no dejde insistir para que saliese con uno de sus amigos que, segn ella, estaba completamente embobado por Elisa. Si no hubiera pasado por la misma situacin miles de veces incluso se reira. Pero despus de cinco o seis citas frustradas ya no estaba como para saltar de alegra ante los ms que absurdos planes de Emma. El concepto de cita a ciegas era ms que suficiente para dejarle un muy mal sabor de boca. Al atravesar el portn de entrada la acogi el suave aroma a rosas. El jardn estaba tan bien cuidado como siempre, las flores de todos los colores contrastando con el inmenso par de robles que flanqueaba la puerta principal. Al contemplar la grandiosidad de la casa familiar casi se senta avergonzada de su pequeo apartamento de ciudad. Casi. Le haba costado demasiado tiempo y dinero independizarse como para avergonzarse de lo que haba logrado con su empeo. Antes de que pudieran llamar a la puerta principal esta se abri, dejando ver la an hermosa figura de una mujer que deba rondar la cincuentena. Pelirroja y de ojos grises se pareca muchsimo a su hija, que se lanz a sus brazos inmediatamente. La mujer la abraz sonriendo, luego se separ y abraz tambin a Emma. -Bienvenidas nias, Cmo estn? -Muy bien, mam- dijo Elisa al tiempo que Emma asenta.- Y t? -Pues ya sabes, hija. Estoy aburrida como la muerte, Es que aqu no va a pasar nunca nada interesante? Ya podras casarte y darme nietos, aunque solo fuera por cambiar un poco mi existencia. -Qu te de nietos para que te diviertas?- exclam Elisa- Mam, por mi puedes comprarte un perro, porque por los nietosan te quedan unos cuantos aos de espera. Tienes a Dafne en casa. No te entretiene? -Tu hermana?- buf- Vida es lo que le sobra a esa muchacha, no se est ni un segundo en casa. Y cuando est no sale de la biblioteca te lo juro, no s lo que le pasa. -Se llama adolescencia- acot Emma- y malditamente corta que es. Luego llega todo lo de madurar y se acab lo bueno de la vida. -No dirs lo mismo cuando llegues a mi edad- contest la seora.- Pero pasad, queris un caf? -Si seora- contest rpidamente Emma. -Querida, llmame Rafaela.- dijo con una sonrisa- Todo el mundo lo hace. Rafaela los condujo a la cocina, despus de explicarle con una sonrisa a Emma que era mucho ms rpido que ordenar que le preparasen el caf. La seora se vea completamente a gusto entre fogones mientras ordenaba a Elisa y a Emma tomar asiento y relajarse. El aroma del caf no tard en llenar la habitacin. Ambas chicas soltaron un gritito cuando la madre puso sobre la mesa un gran plato repleto de pastelitos. -Y dime, cario. Qu te ha trado por aqu? -Solo me apeteca veros, mam. -De verdad que no te preocupa nada? Normalmente no te pasas los fines de semana no quiero decir que no me encante el cambio- dijo apretndole la mano que sostena.- pero el instinto maternal me dice que hay algo que te preocupa. -Nada. 19 -Sabe lo que creo yo?- intervino Emma.- Que como ha tenido sueos raros se ha quedado un poquito tocada, y le apeteca ver a su familia. -Sueos raros?- Rafaela alz las cejas- Qu tipo de sueos? Pesadillas? -No, mam. Tonteras. -Bueno, si solo son tonteras mejor te quedas a dormir esta noche en casa. Te sentirs ms segura y a Dafne le encantar tenerte por aqu. Hablando de tu hermana, ya debera haber llegado. Voy a llamarla por telfono, chicas, me disculpis? -Claro que s, mam. Vete. La madre sali hacia el saln con el telfono inalmbrico en la mano. Desde donde estaban an podan or el eco de la conversacin de la mujer con su hija. -Por qu narices se lo has contado?- cuchiche furiosamente. -Porque estabas preocupada y a m no me lo queras contar. Como necesitabas relajarte te traje al mejor lugar del mundo: la casa de tu madre. Es totalmente obvio que ese maldito sueo te ha trastornado,as que hoy dejars que mam te haga el chocolate y te meta en cama y maana te reirs de ti misma, entendido? -Entendido- asinti mientras su madre volva entrar en la cocina.- Mam, he decidido quedarme esta noche, si no te importa. -Claro que no cario- dijo radiante- si quiere quedarse Emma tambin esto parecer una vuelta a la infancia. -Me encantara pero no puedo- dijo radiante- esta noche tengo una cita, una de esas que no se pueden dejar atrs por nada del mundo, me explico? As que no, mejor volvemos a la infancia otro da. Y hablando de citas y de marcharme, creo que ya es hora de que me vaya. -Espera- dijo Elisa- has venido en mi coche, as que lo menos que puedo hacer es llevarte a casa. -Si me llevas a casa- contest Emma al tiempo que se levantaba y le daba un beso en la mejillaa Elisa- s que no volvers. Entonces tu madre me echar la bronca, y sabes el miedo que me da enfadada.As que hasta luego! Emma se encamin hasta la puerta principal, desde donde grit: -Elisa, Rafaela! Dafne ya ha vuelto. Elisa ech a correr hacia la entrada, preparndose para envolver a su hermana en un abrazo de oso. Mientras Dafne caminaba hacia ella se fij en lo mucho que haba cambiado su hermana en poco tiempo. Elisa se consideraba una mujer medianamente atractiva, o al menos los hombres nunca haban escapado corriendo cuando les hablaba. Pero saba perfectamente que su belleza palideca cuando la comparaban con su hermana. Aunqueambas eran altas y delgadas, la elegancia de Dafne era algo imposible de imitar. Era un paso de bailarina adquirido en los muchos aos pasados en el estudio de ballet que Elisa haba evitado. Dafne tambin era pelirroja, pero de un tono ms oscuro que el de Elisa, cayndole en ondas hasta la lnea de la cintura. Sus ojos eran como los de su madre, dos inmensas orbes gris claro en vez del violeta que Elisa haba heredado de su padre. Redondos y grandes, le daban una expresin de inocencia al rostro, enmarcados por 20 unas pestaas que parecan postizas. La piel era mucho ms clara porque como se quemaba con facilidad evitaba exponerse al sol muy a menudo. En fin,era una belleza juvenil que prometa una mujer impresionante con el devenir de los aos. La joven atraves corriendo el vestbulo y se arroj en los brazos de su hermana, cubrindola de besos. Rafaela tambin lleg al vestbulo y se uni al abrazo, las tres contentas por estar juntas de nuevo. Alex lleg a la ciudad nada ms oscurecer. Gabriel haba cumplido su palabra y lo haba llevado usando una habilidad que, segn le haba dicho, an tardara un siglo o dos en aprender. Los humanos lo llamaban teletransporte. Al instante en que se fue, extendi su mente y la busc. Un ramalazo de pnico lo sacudi al no notar su presencia en su apartamento. Sigui extendindose, abarcando toda la ciudad. Pero tampoco estaba. Ahogando un gemido us el mximo de su potencial, sabiendo que si de verdad haba un cazador cerca lo encontrara, que si Gabriel estuviese all con l ya le habra dado un puetazo. Pero le daba exactamente igual, no iba a perderla en ese momento, no despus de lo que le haba costado encontrarla. Y el eco de su presencia lo alcanz por fin. Estaba a las afueras, casi lejos de su alcance. No esper ni diez minutos para ponerse en camino. La casa en la que estaba Elisa era enorme, muy de su estilo. La entrada estaba flanqueada por dos grandes robles, y haba flores plantadas por doquier. Avanz por el camino empedrado hasta llegar a la casa, cuya entrada no podra cruzar. Otra vez el maldito dilema. Elisa estaba en el comedor con su madre y su hermana, charlando de todo y de nada, como siempre que estaban juntas. Todo era perfecto, y tras la torta de chocolate del postre estaba convencida de que nada podra ir mal. Estuvieron hasta tarde viendo Romeo y Julieta, amenizado por los sarcsticos de Rafaela y las lgrimas de Dafne, a quien Romeo no le importaba demasiado pero queno soportaba ver a Leonardo Di Caprio morir.De repente su hermana se puso tensa. -No notis nada raro?- a Elisa se le pusieron los pelos de punta cuando un estremecimiento le recorri la espalda. -No no noto nada- dijo Rafaela.- Tambin t te vas a unir al club de tengo sueos extraos? -No, mam. Me voy a unir al club de tengo la sensacin de que me estn observando, pero no te preocupes, ya ha pasado. -Bueno, creo que es hora de irse a dormir antes de que empecemos a ver visiones y llamar a Casper, no es cierto?- se ri Rafaela.- Yo personalmente estoy molida. As que buenas noches, chicas- aadi besndolas. Elisa y Dafne se quedaron solas en el saln, zapeando en busca de algo que ver en la tele. -Y bueno, Dafne Qu tal todo? -Bien te echo de menos.- contest su hermana un poco triste. -Hace mucho tiempo que no vivo con vosotras. -Ya, pero antes nos llamabas muy a menudo, y ahora ni eso. 21 -Lo s, cario.- dijo abrazndola de nuevo- Pero mralo por el lado positivo, por fin tienes todo el espacio para ti sola. Dafne buf en respuesta al comentario mientras agarraba otro pedazo de chocolate y se lo coma. -Todava no s qu es lo que haces con tanta comida- le dijo Elisa. -Pues quemarlo. Mientras t esquivabas cualquier tipo de ejercicio, a m siempre me ha encantado el baile. Sabas que he llegado a competir? -Si, mam me lo dijo, pero no pude ir a verte porque no me dieron da libre en el trabajo. explic- Mam me mand una foto de ti y tu pareja. Estaban realmente lindos. -Si llevo una temporada bailando con l. Es muy simptico.- dijo mientras se sonrojaba un poco. -Uh! Te has sonrojado? No me digas que te gusta ese chico!Pero si an eres demasiado joven -No soy tan joven- refut Dafne enfadada- Ya tengo diecisis aos... -Bueno, abuelita Y cmo es l? -Es muy alegre, y me hace rer. Tambin es muy guapo -volvi a sonrojarse. -Le gustas? -Q-Que? Yo me voy a la cama- dijo levantndose rpidamente y tropezando con el silln mientras casi echaba a correr.- Buenas noches! Alex se ri cuando vio a la hermana pequea salir en estampida del saln, con las mejillas como cerezas. Sigui a Elisa mientras ella suba las escaleras. Haba tenido suerte al conseguir la invitacin: un mensajero traa un paquete urgente, y se necesitaba la firma de la seora de la casa, as que tuvieron que invitarle a entrar. Eran unas pequeas triquiuelas que se aprendan con la edad, y unidas a un golpe de suerte solan funcionar bastante bien. Mantenindose oculto en las sombras de la escalera, oy como Elisa giraba a la derecha. El la sigui hasta dentro de su habitacin sin que ella lo percibiese de nuevo. Dafne lo haba captado un segundo dentro del saln, mientras que l enfocaba toda su atencin en Elisa. Al darse cuenta se habra dado de patadas. Si Elisa poda sentirle era normal que su hermana tambin lo hiciese. Si Elisa tena una percepcin fuera de lo comn, Dafne tambin la tendra. Se parecan muchsimo y se queran an ms. Verlas a todas reunidas en familia le haba tocado un punto sensible. l tambin tuvo una familia que lo amaba, hasta que encontr a Catalina. Elisa se meti en el bao y se dio una ducha. Sonri al ponerse el pijama que su madre le haba dejado encima de la cama. Eran unos pantalones enormes con una camiseta blanca como parte de arriba, antes le encantaba ese pijama, pero no se lo haba llevado al mudarse. Cuando sali del bao la sorprendi una figura delante de la ventana. Antes de que pudiese moverse, la figura estaba delante de ella con el dedo en sus labios impidindole hablar. -No vas a gritar, verdad que no?- Elisa neg con la cabeza y el hombre volvi a su posicin ante los ventanales. -Quin eres t? 22 -Quin crees que soy?- sonri.- Luego se movi para que la luz de la luna le diese de lleno en el rostro y Elisa tuvo que contener un grito de nuevo: Era el hombre del sueo! -No puede ser- neg Elisa- T no eres real, eres solo un sueo! -Te parezco un sueo querida?- volvi a acercarse y retir un mechn que le caa sobre el rostro. -No pero quin eres? Y cmo ests en mi habitacin? -Soy un hombre muy persistente.- sonri de nuevo.- Hay pocas cosas que me impidan hacer lo que quiero. Creo que ya lo descubriste la otra noche. Y esta casa no es Fort Knox, precisamente. -Todava no s cmo te llamas ni qu quieres de m.-titube. -Pero yo si s cmo te llamas t Elisa. Y por supuesto, s lo que quiero de ti.- dijo completamente seguro. Elisa retrocedi asustada ante el aura que el desconocido proyectaba. Debera haber echado a correr, o gritar, pero extraamente quera permanecer justo donde estaba, a pesar del miedo. Alex se acerc un poco ms a ella, que no poda retroceder ms. Al ver su intento de escapar, l volvi a sonrer. -Me temes?- dijo recorriendo su cuello con un dedo.-Tienes el pulso desbocado, y ests temblando- se ri.- Pero no creo que sea de miedo, Verdad? Elisa no contest, estaba confundida. El beso que haban compartido volvi a su mente, y casi inconscientemente reclin el cuello hacia atrs para recibir su caricia. El ambiente en la habitacin cambi sbitamente, caldendose. El hombre tambin pareca afectado. Sus ojos estaban ms oscuros, fijos en ella,y su respiracin era rpida. Prendida en esa mirada, Elisa se humedeci los labios, acercndose a l. -No - susurr- definitivamente no es de miedo. Quizs te suceda lo mismo que a m. -Y qu que te sucede a ti?- La mano rode su cuello y se afianz en su nuca, atrayndola contra l. -Que tu beso me persigue hasta en sueos. A ti no te pasa lo mismo? -N- no. -Mentirosa. Entonces si te beso de nuevo, No me lo devolvers? Negars que me deseas?- cuando Elisa no respondi l acerc su boca a la de ella.- Solo hay una forma de comprobarlo. Elisa quiso resistirse, pero tan prontocomo sus labios se rozaron perdi todo rastro de cordura. Le devolvi el beso, atrayndolo contra s, deseando ms de l. Pero l no se lo concedi. Se apart de ella y le acarici los labios con el pulgar. -Por cierto, me llamo Alex. Alex camin hacia la puerta y la abri, pero antes de que saliera al pasillo Elisa lo agarr del brazo y lo gir hacia ella. -No te preocupes preciosa.- le acarici el pelo.- Volver, te lo aseguro. Ahora durmete. 23 Volvi a usar su poder para sumirla en el sueo, y la llev hasta su cama cuando ella cay como desmayada en sus brazos. La arrop con las mantas y se qued mirando como dorma. No pudo resistirse y sell sus labios con un beso. Luego sali por la puerta, pensando que haba muchas posibilidades de que cayese en la misma trampa que estaba intentando tenderle.Tendra que tener mucho cuidado, tendra que inmunizarse ante ella para terminar su venganza. Lo peor de todo es que estaba empezando a pensar si en realidad quera cumplirla. 24 CAPTULO 4. Elisa volva a estar soando. Era de nuevo Catalina, atrapada en el cuerpo de la rubia para contemplar su vida. Esta vez no estaba con el hombre, si no con una doncella que la vesta y otra que la peinaba. Elisa intent contar cuantas capas de ropa llevaba encima, pero fracas. Cuando terminaron de vestirla y recogerle el cabello, el espejo mostraba la imagen de una mujer bellsima, con un rostro angelical y un rubor casi virginal en el rostro. Los ojos azules se vean enormes despus de la mscara de pestaas que se haba hecho traer de Francia, y el color del vestido contribua a resaltarlos. Las sirvientas hicieron una reverencia y se marcharon cuando su hermano entr a su alcoba. El hombre estaba vestido lujosamente, con el pelo atado en la nuca con una cinta negra, tal y como dictaba la moda. El entr y contempl a Catalina con una sonrisa en el rostro. -Estas hermossima, hermana.- dijo con una sonrisa.- El duque no podr resistirse a tu belleza. La mujer se contempl en el espejo con un orgullo poco disimulado, acariciando el terciopelo del vestido con la mano derecha, admirando el brillo de los diamantes en su cuello. Eso era por lo que viva, las joyas, la ropa hermosa zorra -pens Elisa-maldita egosta. Incluso su hermano estaba engaado, pensando que ella amaba al duque en secreto y buscaba el matrimonio por ello. No saba nada de los amantes que introduca a escondidas tan pronto como poda, ni del dinero que despilfarraba libremente. El pobre hombre crea que se quedaba con l para ayudarle despus de la prematura muerte del padre de ambos, y la quera por eso. Catalina enlaz el brazo con el de su hermano y descendieron los escalones. Elisa estaba atnita con el lujo que desprenda esa casa. El terciopelo y la seda estaban por doquier, aunque el edificio tena todas las trazas de ser muy antiguo. Entraron en un saln precioso en el que ya haba otras tres personas. El ms bajo de ellos se puso de pie y salud a Catalina con una reverencia. Elisa lo supo al momento: era el duque. Un hombre bajito y obeso que careca de todo carcter, engalanado con un traje de terciopelo que se tensaba a la altura del vientre prominente de ste. Catalina se dirigi hacia l sonriendo dulcemente, como si no pudiese contener la alegra al acercarse. El hombre le sostuvo la mano y aproxim los labios a ella sin llegar a tocar su piel, tal y como dictaba el protocolo. Se sentaron uno en frente del otro, y la tertulia empez. Elisa presenciaba atnita como Catalina desplegaba todo su arsenal de encantos hacia el duque, que se encontraba totalmente embelesado por ella. Despus de charlar durante lo que a Elisa le parecieron horas, se levantaron y se dirigieron hacia el saln principal, que estaba preparado para lo que pareca una fiesta. Y as era. En menos de media hora empezaron a llegar los invitados. Elisa se senta ya medio mareada entre tanta gente, sin poder controlar ni uno de sus movimientos, mientras que Catalina se encontraba en su salsa, hablando con todo el mundo. En medio de la fiesta capt una mirada del duque. Catalina le mir fijamente y sali hacia el balcn. El jardn era enorme, y camin hasta una pequea fuente que haba 25 cerca, sentndose justo al borde del agua y adoptando una pose lnguida y seductora, con la cabeza girada a propsito hacia el agua de forma que se pudiese contemplar la curva de su cuello y los rizos rubios dispuestos en forma de corona. -seora ma, vuestra belleza supera incluso a la de las estrellas. Catalina fingi sobresaltarse, llevndose una mano al pecho en un ademan elegante. -Duque! Me habis asustado. -Lo siento querida. -Sabis que no deberamos estar a solas, no siendo parientes ni esposos- mir al suelo, tmida. -Catalina- suspir el duque- Acaso pensis que no s de vuestros sentimientos? -Duque!- Catalina se sonroj- Por favor no me pongis en evidencia. Si sabis lo que siento, no seis tan cruel de mencionarlo. -Pero debo mencionarlo para deciros que yo tambin os amo, seora. -no puede ser! Ser posible esa dicha?- Catalina mir fijamente al duque. -Es posible, y si vos me confesis vuestro amor y me prometis fidelidad yo os ofrecer mi mano en matrimonio, y pedir la vuestra.- dijo el duque rodendola con los brazos. -Oh! Claro que os amo!- dijo ella abrazndole a su vez.- Iris a hablar con mi hermano? -Esta misma noche, si as lo deseis. -Claro que si no puedo esperar a ser vuestra esposa. A esta altura del sueo todo se volvi borroso, hasta que no qued ms que oscuridad. Poco a poco, los contornos volvieron a redibujarse y Elisa volvi a sentirse dentro del cuerpo de la mujer. Estaba de nuevo en su habitacin, y el hombre estaba con ella. -Por qu? Catalina, por favor, escapmonos. An tenemos tiempo.- la splica en su voz le parti el corazn a Elisa. -Amor mo, sabes que no puedo.- Elisa sinti las lgrimas corriendo por sus mejillas. No era posible, Estaba llorando? Dios! Nunca haba credo posible poder llorar espontneamente. Pero esa mujer era capaz de llorar solo con pensarlo. Qu lstima que no hubiese nacido en el siglo XXI, menuda actriz se haba perdido Hollywood! -Si puedes. Podemos!- El hombre se levant de la cama y se acerc a ella.- No tienes porque casarte con l. -Me obligan a casarme con l! Por favor, no arruines los ltimos das para estar juntos. Catalina solloz.- Por favor, qudate conmigo hasta que me case. -Qu me quede contigo? Cmo puedo? Cmo puedo besar a la prometida de otro hombre, hacerle el amor? Porque ahora eres de l. Su mujer, su futura mujer. El hombre volvi a sentarse en la cama y enterr la cabeza entre las manos al tiempo que sollozaba. A Elisa se le parta el corazn al verlo sufrir. Catalina se acerc a l y le levant la cabeza. l tena todo el aspecto de un hombre destrozado, hundido. Cuando ella intent besarle, l se apart de ella. 26 -No puedo, Catalina. Intenta ser feliz con tu marido. Yo no puedo tocar a la mujer de otro hombre. -No te vayas!- grit Catalina.- No puedes dejarme! Alexander! Alexander. Elisa jade cuando todo se recoloc en su lugar. El Alex que conoca era exactamente igual que el Alexander del siglo XVIII. Pero eso era imposible. Sintiendo alejarse al sueo, Elisa luch por poder permanecer un rato ms, por poder aferrarse al ltimo resquicio de la vida de Catalina para poder saber la verdad. Pero no pudo. -Elisa! Elisa, por favor, despierta! Elisa despert lentamente, a penas consciente de que su hermana la estaba sacudiendo. Despus de unos segundos, consigui zafarse del agarre de Dafne lo suficiente como para incorporarse. No recordaba haberse metido en la cama, tampoco haberse descalzado. Una vez que vio que su hermana ya estaba completamente despierta, Dafne dej de sacudirla y se sent al borde de la cama. -Dafne -Estabas gritando- contest su hermana a la pregunta an no formulada.- Llorabas y llamabas todo el tiempo a un tal Alex. -No puede ser -Eran esos los sueos de los que hablabas con mam? Porque parecen muy vvidos. Todo le vino a la mente de repente: el segundo beso, la orden de que se durmiese el hombre que tena que ser real y que no poda serlo. -Son muy vvidos.- contest a la pregunta de su hermana- Tanto que creo que me estoy volviendo loca. -Con qu sueas? -Con otra vida- confes. -Quieres decir con la reencarnacin? -Algo as.- asinti Elisa. -Quieres que me quede a dormir contigo?- pregunt Dafne mientras se acercaba a ella.- Como hacas t cuando yo tena malos sueos, te acuerdas? -Claro. Me encantara. Dafne se meti en la cama y abraz a su hermana. Esta apoy la cabeza en la almohada y la abraz a su vez. -Ahora durmete. No va a pasar nada. Alex las observ a las dos abrazadas, acurrucadas una contra otra. Haba intentado marcharse, pero la voz de Elisa lo haba interrumpido antes de salir a la calle. Tan pronto como sali de la habitacin oy a Elisa susurrar Catalina. Y l haba dado la vuelta y entrado de nuevo. Observ como ella se retorca entre los lmites del sueo, mientras reviva su pasado. Tuvo que contenerse para no abrazarla cuando empez a llorar, pero cuando empez a gritar su nombre no pudo aguantar ms en su habitacin 27 y llama su hermana. sta era lo suficientemente sensible como para or su llamada y acudi al minuto. Vindola consolar a su hermana, Alex consigui la suficiente fuerza de voluntad como para abandonar la casa y volverse al hotel. Volvera a verla la noche siguiente. No quera presionarla demasiado. Elisa durmi tranquila el resto de la noche, mientras Alex se mantena despierto en su hotel hasta que baj el sol. Pero haba alguien ms que tampoco dorma. El cazador sinti la vibracin de poder en los huesos. Sonri al darse cuenta de que haba tenido la suerte de encontrar a uno de ellos solo y desprotegido. Y deba de ser un nefito, se dijo, porque ninguno de los que haban vivido la guerra anterior se atrevera a usar sus poderes de un modo tan manifiesto y despreocupado. Rastre la vibracin, que lo llev a una casa de campo a las afueras de la ciudad. Sigui al vampiro a una velocidad sobrehumana, a tiempo de verle engaar a la mujer que le abri la puerta inocentemente. Se centr en ella: cinco presencias, todas humanas. Haba dos mujeres jvenes y tres mayores. El vampiro se meti en la casa y se qued observando a las tres que estaban en el saln sentadas delante de la televisin. Su atencin estaba centrada en una de ellas, ni la ms joven ni la ms vieja. Y en verdad tena que ser un nefito, porque incluso la ms joven de las mortales capt su intrusin. No era capaz de protegerse de tres mortales? Eso iba a ser ms fcil de lo que pareca. Despus de pasarse un buen rato observndolas, el vampiro subi las escaleras detrs de la mujer joven, y entr a su habitacin. El cazador no pudo or la conversacin, pero el beso que se dieron le esclareci ms que simples palabras. Eso iba a ser muy divertidoTal y como le haba enseado la experiencia, la mejor forma de acabar con un vampiro era atacar a su compaera. La mortal poda ser inocente por el momento, pero tarde o temprano se dara cuenta de lo qu era su amante. Y ah se decidira su destino. Sac su mvil y le contestaron casi inmediatamente. Con una sonrisa en el rostro dijo solo tres palabras. - Le he encontrado.- Al otro lado de la lnea respondieron algo que hizo enfadarse al cazador, que neg vehementemente. Luego asinti, y colg el telfono. La casa central le haba reprochado no informar antes, pero haba claudicado rpidamente. Los otros cazadores estaban prevenidos, aunque la presa fuese suya. Haba unos diez grupos movilizados en Espaa, y otros seis en Portugal. Podran estar en la ciudad en menos de una hora, con suficientes refuerzos como para acabar con unos cinco o seis de ellos. Eran ms que suficientes, pero no seran necesarios. Inspir fuertemente, llenndose los pulmones con el suave aire nocturno. La caza haba empezado. 28 CAPTULO 5. Elisa consigui que Dafne no le contase nada a su madre de la pesadilla. A la maana siguiente despus de desayunar ya estaba de camino a su apartamento. Llam a Emma slo para encontrarse con una muy feliz amiga despus de haber conocido al hombre perfecto que, segn ella, la sacara del maravilloso mundo de la soltera. Cuntas veces habra odo eso? Se perdi por la quinta, y decidi no seguir contando. Todava la asombraba la confianza de Emma en el sexo masculino. La maana era clida, y al pasar por la playa vio que an estaba desierta. No se pudo resistir a la magia del mar y aparc el coche para ir a dar un paseo.Total, Qu ms daba llegar un poco tarde a casa? Se descalz, sonriendo al sentir la arena suave bajo los pies. Con las sandalias en la mano se acerc hasta el mar, escapando con un gritito cuando el agua helada le lleg a los tobillos. Encontr un rincn resguardado del viento entre unas rocas y se sent en la arena. Abrazndose las rodillas intent de nuevo buscarle una solucin al problema de esos sueos extraos. Era evidente que tena que haber soado tambin el segundo encuentro con lex. Un hombre no poda vivir doscientos cincuenta aos, era antinatural. Pero los encuentros eran demasiado reales como para ser soados... gimi y se llev las manos a la cabeza Estara perdiendo la razn? An estaba divagando cuando vio a alguienparado cerca de ella. Elisa levant la cabeza asustada para encontrarse con un hombre de unos cincuenta y pocos aos, con el pelo gris y vestido elegantemente, que sonrea mientras la miraba curioso. -Podra parecer indiscreto, pero Qu hace una mujer tan hermosa sola en la playa? -Pues pensar- sonri ella.- Qu otra cosa podra ser? El hombre le inspiraba confianza. Tena una cara amable y tanto el traje que vesta como el impecable corte de pelo hablaban de alguien seguro de s mismo, acostumbrado a estar rodeado de gente. -Debera ser delito dejar tan preocupada a alguien como usted. -Cmo sabe que estoy preocupada?- pregunt Elisa.- A lo mejor estoy pensando en algo agradable. -Llevo demasiado tiempo tratando con la gente como para percatarme de la diferencia- sonri- puedo sentarme? -Claro, la playa es de todos- dijo Elisa hacindole sitio cerca de ella- No le preocupa ensuciarse el traje con la arena? -Eso es lo bueno de ser el jefe- brome el hombre mientras se sentaba- si yo llego con el trasero lleno de arena a la oficina o me hacen la pelota y copian mi ejemplo o lo ignoran y fingen que estoy perfectamente. De todos modos y dado que estamos a domingo creo que me salvar de las crticas. Tengo reputacin de negrero, pero todava no los hago trabajar los domingos. -Claro! Se me haba olvidado que da era. -Eso demuestra que tena la cabeza en otra cosa. Nunca la haba visto por la playa antes. -Viene muy a menudo? 29 -Siempre- dijo el hombre- Aunque suelo cambiar de atuendo- acot sonriendo.- a usted tambin la relaja el mar? -Si.- dijo Elisa fijndose de repente en el extrao maletn que portaba el hombre.- Por cierto, que maletn ms extrao. Es usted msico? -Algo as.- contest el cazador poniendo la mano sobre el maletn en el que portaba su espada.- Pero todava no me ha contado que haca aqu- cambi de tema. -Si que se lo he contado. Estaba pensando. -No la echaran de menos? Su esposo -No estoy casada pero de todas formas debera irme.- El hombre se puso de pie y la ayud a levantarse. Elisa se alej caminando por la arena, observada atentamente por el cazador. Por el momento, slo por el momento, no era la presa que buscaba. La chica no saba absolutamente nada acerca del vampiro, es ms, ni siquiera pensaba que era real. El cazador se ri de su inocencia. Si hubiera sido otra poca ella ya estara en una iglesia confesndose y contndolo todo en vez de paseando por la playa a horas tempranas. La ignorancia de este siglo era el mejor escudo para los vampiros, aunque no para los cazadores. La inquisicin ah, aquella s que fue una gran poca. Cierto, haban muerto muchos inocentes, pero el nmero de vampiros tambin haba sido reducido drsticamente, atrapndolos bajo la luz del da cuando no podan defenderse. El cazador recogi el maletn hecho a medida que contena la espada ritual. Todos los miembros de la comunidad reciban una cuando conseguan entrar, pero solamente los guerreros tenan las originales, una de las primeras, forjada en plata, oro y hierro. La suya lo acompaaba desde el siglo quince. Saba que no le quedaban demasiadas batallas por combatir, y el ltimo siglo de oscuridad le haba pesado en el alma. Ahora debera estar eligiendo al siguiente guerrero para ocupar su puesto, alguien a quien pasarle sus poderes y su herencia antes de entregarse a la muerte. Suspir cuando pens en la no tan lejana muerte. Le gustara que fuera en una batalla, con su arma bien empuada y las manos manchadas con la sangre de sus enemigos en vez de morir a manos de su sucesor, la muerte marcada para todos los que envejecan dentro de la comunidad. l an no haba elegido a su sucesor, pero no tardara. Ya haba un par de alumnos que eran serios candidatos a tal honor. Solo era cuestin de hacer el juramento, y el destino quedara sellado. Pero antes antes quera darse el placer de una ltima cacera, de un ltimo instante de accin, aunque fuese con un vampiro joven y dbil. Elisa subi a su apartamento. No le apeteca ponerse a limpiar, ni tampoco cocinar algo complejo. Agarr un libro e intent concentrarse en la lectura, pero tampoco poda estar ms de cinco minutos seguidos sentada. Al darse cuenta de que llevaba tres captulos ledos sin acordarse absolutamente de nada tir el libro contra el sof y se frot las sienes. Iba a volverse loca como le siguiese dando vueltas, as que hizo lo nico que se le ocurra: fue hasta el botiqun y cogi el frasco de somnferos. Para sacarse la maldita historia de la cabeza tendra que conocer el final, y para eso tendra que volver a dormirse, por tanto los somnferos eran necesarios- se autoconvenci. Con el frasco apretado fuertemente y totalmente nerviosa fue hasta su habitacin. Se tumb en la cama, arropndose con la manta sin desvestirse. Sopes el frasquito en las manos, todava no estaba completamente decidida. Pero no haba ninguna otra forma posible de librarse de los malditos sueos que conociendo la historia completa, as que tendra que hacerlo, aunque fuese contra todas sus costumbres. 30 Armndose de valor, se tom una de las pastillitas rosas. Mientras todo se nublaba se recost contra las almohadas, convocando una imagen de Catalina, dejndose ir. La despert el sonido de la ventana abrindose. Se incorpor en la cama, asustada. No haba soado nada, cmo era posible? Escondi la cabeza entre las manos cuando una punzada de dolor le taladr el crneo. Eso era lo malo de los somnferos, siempre le daban jaqueca. Maldijo entre dientes mientras intentaba incorporarse. -Eso no se puede forzar.- dijo una voz a su lado. Vendrn a ti cuando ests lista para ellas. Elisa levant la cabeza para ver a Alex sentado en el silln al lado de la ventana. Mierda! Era real o segua soando? Solo haba una forma de averiguarlo. Levant la mano y se pellizc la mejilla. Casi salt de la cama con lo que le doli, lo que confirm que definitivamente no estaba dormida. Su cara de susto le hizo soltar una carcajada a Alex, que se levant del silln y se dirigi hacia ella. -Todava crees que ests soando? No es por ofender, pero tu imaginacin no da para tanto. Y adems te has hecho dao- dijo pasndole la yema del dedo por el pellizco de la mejilla. -Vuelves a estar en mi habitacin-dijo ella. -Bueno, obvio- abri los brazos- pero no es la primera vez. -Es la primera vez en la que estoy despierta!- Elisa salt de la cama. -Bueno tcnicamente no- sonri Alex.- Siempre ests as de desorientada al despertarte? -No quiero decir, si Cmo te sentiras t si encontrases a un extrao en tu habitacin? Un extrao al que adems besaste dos veces pensando que era un sueo- continu para s. -Me besaste solo porque pensaste que era un sueo?- pregunt Alex frunciendo el ceo. -Has odo eso?- Elisa dej de dar vueltas por la habitacin. -Tengo muy buen odo. Ahora contstame. -Tcnicamente no te bes. Me besaste t a m. Yo solo te devolv el beso. -Ah, claro. Solo me devolviste el beso. -Quieres dejar el tema ya? Quiero saber que haces en mi habitacin, y de paso, en mis sueos. Eres el mismo que el Alexander del sueo? Porque por lo menos fsicamente si lo eres. Ahora fue el turno de Alex de pasearse por la habitacin. Se debata entre contrselo todo y asustarla de muerte o intentar mentir y buscar alguna excusa para encubrir el hecho de que saba lo que pensaba y era exactamente igual que el hombre con el que ella soaba. Tampoco poda contarle que era en realidad la reencarnacin de la mujer que haba acabado con su vida sin el menor remordimiento, y que estaba destinado a cumplir su venganza contra ella. Su mundo y el de Elisa eran como el agua y el aceite, podan estar cerca, pero sin rozarse. Cuando ya haba decidido lo que contarle cometi el error de levantar la mirada hasta sus ojos. Instantneamente se perdi en su belleza. An despeinada, y con la ropa arrugada por haber dormido con ella puesta era absolutamente exquisita. Estaba sonrojada y 31 respiraba agitadamente, haciendo tensarse la camiseta con cada respiracin. La boca se le sec rpidamente, al tiempo que examinaba ms lentamente cada una de las curvas que lo volvan loco. Su olor su olor era irresistible. Ella se dio cuenta de su mirada, y se estremeci. El aire entre los dos volvi a tensarse. Elisa not su mirada acaricindola, desnudndola mentalmente. Un escalofro de deseo la recorri al tiempo que todo su cuerpo se tensaba con anhelo. No entenda por qu, nunca le haba pasado antes nada parecido pero lo deseaba. Dios la ayudase, le deseaba a l, confuso, extrao e inquietante. Al extrao que se colaba en su habitacin. Se acerc solo para que l diera un paso atrs. -Si sigues mirndome as- dijo con la voz ronca.- Voy a hacerte el amor. Y teniendo en cuenta que hasta hace diez minutos pensabas que era un sueo no creo que quieras llegar a ese tipo de intimidad. -No has contestado.- respondi ella.- Qu tienes que ver con el sueo? -De verdad tienes que saberlo?- pareca triste. -Si. Lo necesito, al igual que necesito saber porqu yo soy esa mujer. -Elisa crees en la reencarnacin? -Creo que puede ser verdad.- No crea realmente, pero tampoco descartaba ninguna opcin. Elisa no era catlica, pero respetaba las opiniones de los dems. -Bueno pues creo que eso podra ser la respuesta. T eres la reencarnacin de Catalina.- afirm- Pero al contrario que la mayora de la gente, t conservas recuerdos de tu vida anterior. -Y t eres la de Alexander?- pregunt ella. -Si puede ser.- afirm l, evadindola. -Pero yo no soy Catalina. -No- Alex se acerc a ella y le roz la mejilla.- No lo eres. Elisa se alej de l y volvi a sentarse en el borde de la cama. -Esto es demasiado extrao.- dijo agitando la cabeza- demasiado extrao. T tambin eres demasiado extrao. Aqu estoy yo, con un hombre increblemente guapo que afirma que soy la reencarnacin de una zorra dieciochesca y para ello se cuela en mi habitacin por la noche, y no es la primera vez. Solo que antes pensaba que era un sueo!- exclam. -Un gran resumen de nuestra historia, Pero qu tal si hacemos un pequeo cambio? -Un cambio? En qu? -No s t, pero yo estoy harto de verte a escondidas, colarme en habitaciones a media noche y que pienses que estoy soando. -Algo que an no s por qu haces- interrumpi ella. -Dejemos ese tema para ms tarde. Por ahora te pedir que confes en m acerca de ello. Lo que te iba a decir- prosigui- Es si te apetece venir a cenar conmigo esta noche. -A cenar? 32 -Si, es lo que se hace No? Si un hombre quiere conocerte te invita a cenar, te lleva a un restaurante y habla contigo. Luego coqueteas con l y te pide una segunda cita ya sabes, todo eso- dijo rindose. -Me encantara ir a cenar contigo y coquetear para una segunda cita, si me das un rato para que me cambie. -Te espero en el saln. Alex se sent en el sof y empez a hacer zapping. El sonido del agua lo distraa y le haca imaginarse a Elisa desnuda, recibiendo el calor del agua en su piel. Con un gemido ech la cabeza hacia atrs al tiempo que haca girar las caderas intentando encontrar un alivio a lo que ahora creca dentro de sus pantalones. Si segua as iba a volverse loco. Con un salto, se levant. Elisa escogi justo ese momento para abrir la puerta del bao, y el aroma del jabn se mezcl con su propio aroma fresco, llegando hasta l. La tortura de Alex empeor, aadiendo el hambre al deseo. Camin hacia ella, que estaba envuelta en una toalla con el pelo mojado e indefensa, y la envolvi en sus brazos, besndola con furia. Elisa lo atrajo contra si, sorprendida por el inesperado beso, pero desendolo tanto como l. Alex se separ cuando sinti sus colmillos creciendo. Intent alejarse, pero ella se arque contra l y se ofreci inconscientemente, inclinando la cabeza hacia atrs. Con un gemido atraves la fina piel con los dientes, probando el primer sorbo de su esencia. Tuvo que contenerse para no caer de rodillas, arrastrndola con l. Esa mortal era lo ms especial que haba probado en su vida, la sangre era nctar contra sus labios. Elisa gimi perdida en el placer ms absoluto. No saba lo que Alex estaba haciendo, solo que no quera que parase nunca. Atrajo su cabeza ms an, instndolo a seguir un poco ms, y el afianz el abrazo en torno a su cuerpo, acaricindole la espalda mientras ella enlazaba una pierna con las suyas, intentando tenerlo ms cerca an. Par cuando sinti que ella estaba empezando a marearse. Maldijo al ver que se tambaleaba y avanz para lamer las dos marcas gemelas que destacaban con la blancura de su piel. Ella se dej,ahora lnguida en sus brazos. Aunque estaba un poco mareada no le haba causado ningn dao, y la llev a su habitacin, ayudndola a sentarse. -Lo siento.- la disculpa se escap de sus labios antes de que pudiese contenerse. -No lo sientas- respondi ella- Cuando pueda respirar con normalidad te dar las gracias. Nunca te han dicho que eres realmente bueno besando? -No, la verdad es que no- dijo sonriendo.- Lo soy? -No te lo puedes ni imaginar.-se interrumpi y pareci recapacitar- Oh, mierda, estoy alimentando tu ego. Y ya eres lo suficientemente pagado de ti mismo.- Alex contest con una carcajada- Ahora- continu ella- Sigues queriendo llevarme a cenar, aunque me he dejado besar antes de la despedida? -Por supuesto. Quin dijo que me gustaba hacer las cosas por orden? -Pues dame tres minutos para que salga del pas de las maravillas y me visto, ok? -Claro- contest l, pero no se fue, si no que se qued mirndola con una sonrisa. -Bien ahora es cuando te das la vuelta y me esperas en el saln- orden ella. 33 Alex volvi a rerse y cerr la puerta tras de s. Maldito seas, amigo- pens- ests volviendo a caer como el imbcil que eres. 34 CAPTULO 6 El cazador observ a la pareja del restaurante. Se comportaban como amantes, hacindose guios a travs de la mesa, tocndose a cada momento y con la mnima excusa. Cuando ella sonri y le ofreci un bocado de su postre en su propio tenedor, el vampiro la mir con algo que si no era adoracin estaba muy cerca. La mujer estaba perdida. Tambin tendra que matarla, era su compaera, aunque ninguno de los dos lo supiese an. Dejara que lo descubriesen antes de entregarse por completo a la caza. Primero tena que hacer otra cosa. Cuando el vampiro dej a la mujer en su casa, despidindola con un beso, l le sigui. Se alojaba en el mejor hotel, cmo no, los de su clase tenan pasin por el lujo. Un par de propinas bien dadas le permitieron saber que ocupaba la mejor suite, en el ltimo piso. Cuando tuvo toda la informacin posible se envi a s mismo a la central. Atraves los pasillos bien iluminados del castillo que se haba convertido en su base en Espaa, hasta llegar a la puerta doble que hara temblar las rodillas de cualquiera que no fuese l. El lder estaba tras la puerta pintada de negro, seguramente esperando noticias. Desde lejos se oa el entrechocar de espadas de los alumnos ms jvenes. La institucin se esconda bajo la apariencia de base de adiestramiento militar para guardaespaldas de lite. Los alumnos eran cuidadosamente seleccionados y entrenados desde nios, rara vez se haca una excepcin. Se los separaba de sus familias desde la infancia para evitar que desarrollasen lazos que los haran ms dbiles. El cazador haba sido un nio mucho tiempo atrs, pero an recordaba a su madre, el modo en que lo abrazaba cuando haca fro, su olor a lavanda de las flores que cortaba durante el da y su voz cuando le cantaba para que se durmiese. Lo haban reclutado a los siete aos, y haba cambiado a su familia y su mortalidad por una vida extremadamente larga al servicio de una causa noble. Todava haba das en los que se arrepenta de lo que haba hecho. Se arm de valor y atraves las puertas dobles. l estaba sentado detrs del escritorio, aparentemente relajado. El cabello oscuro estaba sujeto en su nuca y la luz haca ms evidente la marca circular en su mejilla. Sus ojos negros estaban fijos en l, escrutndole. El cazador hinc la rodilla en el suelo y esper. -Levntate. -Si mi seor. Estoy profundamente agradecido de que me haya permitido seguir con el caso- dijo haciendo una pequea inclinacin con la cabeza. -Ya has elegido sucesor?- le cort con voz seca. -S, mi seor. He elegido al joven Marcos para que siga mis pasos. -Marcos, eh?- el otro pareci pensrselo- Es un buen alumno: fuerte, brillante y con ganas de entrar en combate. Lstima que lo acogimos demasiado tarde, poda ser el guerrero perfecto. Aunque supongo que esa pequea caracterstica te recuerda a ti mismo muy bien guerrero, que as sea. Designo a Marcos como tu sucesor. l portar tu espada en la batalla y mantendr tu nombre vivo. Y ahora cuntame acerca de tu presa. 35 -Es un nefito, seor. O al menos no sabe usar sus poderes todo lo bien que debera. Ser una presa fcil. -No te precipites.-Est enamoradode una mortal.- El lder solt una carcajada mientras se relama. -Entonces s que ser fcil. Acaba con ella. Acaba con su familia y con cualquiera que sepa acerca del vampiro, una limpieza a la vieja usanza. -Con sumo gusto, seor.- repiti la reverencia y se dispuso a salir. -Ah, otra cosa- el cazador se detuvo antes de salir por la puerta- Disfruta de esto porque no volvers a participar en otra. Te ha llegado el momento de partir, lo aceptas? -Lo acepto, seor.- Se inclin una vez ms y abandon la estancia. Volvi a la ciudad, y por primera vez en siglos, se emborrach hasta caer tendido en la cama. La vigilancia empezara maana. --- Elisa estaba feliz. No haba otra palabra para definirlo. Haban pasado dos semanas desde la noche en que Alex la llev a cenar, y desde entonces casi viva en una nube. Estaba enamorndose de l, y no haba nada que hacer para evitarlo. Cada encuentro le descubra un Alex amable y divertido, a la vez que carioso y protector. No haba vuelto a aparecer por su casa a media noche, pero eso daba igual, porque pasaban muchos das juntos. La recoga al salir de trabajar e iban hasta el paseo martimo, o a cenar, o simplemente charlaban mientras caminaban sin rumbo fijo. Con l a su lado haba aprendido a apreciar la belleza de la puesta de sol que antes ignoraba. El deseo segua palpitando entre ellos igual que el primer da, y a pesar de ello no haban pasado de unos cuantos besos y caricias que la hacan recordar a su poca de adolescencia. Si no viese el deseo tatuado en el rostro de Alex cada vez que se separaba a regaadientes de ella habra empezado a sospechar. En lugar de eso lo maldeca por el estricto control que mantena sobre s mismo, cuando ella lo nico que deseaba era sacarle la ropa y perderse en l. Emma estaba que no caba en s de gozo al ver que su amiga por fin haba demostrado ser humana y perdido la cabeza por un hombre. El da en que lo haba conocido tard diez minutos en separar la vista de su cuerpo, y media hora ms en dejar de mandarle miradas incrdulas para ver si se esfumaba en el aire. Otra noche ms se meti en la cama sola, deseando que Alex no la hubiese despedido con un beso y se hubiese marchado. Se desperez y dej el libro que estaba leyendo en la mesilla de noche, sonriendo al ver el ramo de rosas blancas que le haba regalado haca dos das. Alex pareca no tener lmite en lo que a detalles se refera, y no haba estancia de la casa en la que no hubiese un ramo de rosas frescas, de todos los colores.Recoloc las almohadas y cerr los ojos, rezando por dormirse pronto para no llegar al trabajo hecha un zombi. Alex la observ dormirse lentamente, como todas las noches. No habra podido alejarse de ella ningn da desde el primero, y y