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ÍNDICE
PORTADADEDICATORIAAGRADECIMIENTOSPRÓLOGOCAPÍTULO1CAPÍTULO2CAPÍTULO3CAPÍTULO4CAPÍTULO5CAPÍTULO6CAPÍTULO7CAPÍTULO8CAPÍTULO9CAPÍTULO10CAPÍTULO11CAPÍTULO12CAPÍTULO13CAPÍTULO14CAPÍTULO15CAPÍTULO16CAPÍTULO17CAPÍTULO18CAPÍTULO19CAPÍTULO20CAPÍTULO21CAPÍTULO22CAPÍTULO23CAPÍTULO24CAPÍTULO25EPÍLOGOCRÉDITOS
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Paramicómplice.Algunaspersonassencillamenteestánhechasparaformarpartedetuvida;ellasiempreestaráenlamía.KatieFannyCooke,graciasporestarahítodoslosdías.Graciaspordejarmeseryomismayporquerermeporello.Graciasporsabercuándonecesitoquemedejensola
yporinsistircuandosabesquenecesitodesahogarme.Graciasporleermecomounlibroabierto.
Graciaspor...todo.
Hacealgúntiempo,plasmémialmaenpapelylaexpuseparaquetodoel mundo pudiese leerla. El que pensara entonces que nadie leería miprimera novela,Mi hombre. Seducción,me parece algo absurdo ahora.Yaquíestoy,dosañosdespués,recorriendoestemaravillosocaminoenelqueme encuentro, preparándome para que todas vosotras os sumerjáis en misexta novela.No voy a cuestionar a los dioses del destino. Simi sino estrasladarosamiimaginaciónyayudarosavivirlaatravésdemispalabras,lo haré con gusto durante el resto demis días.Amis devotas seguidoras:gracias por permitirme causar estragos en vuestras emociones. Comosiempre, estoy enormemente agradecida a todos los que trabajan entrebambalinasparaayudarmeatrasladarosmishistorias,yespecialmenteamieditora en Grand Central, Leah. Enamorada lo ha sacado todo de míemocionalmente hablando. Estaba agotada, y ella estuvo ahí en cadamomentoparaayudarmeconeldesenlacedelahistoriadeLivyyMiller.
AhorayapodéisperderosenelmundodeMillerHartporúltimavez.Nosvemosalotrolado.
JEMxxx
PRÓLOGO
WilliamAndersonhabíaestadoesperandomásdeunahoraensuLexus,enlaesquinadeesacallequeleresultabatanfamiliar.Unamalditahoraytodavía no había reunido el valor para salir del coche. Sus ojos habíanpermanecido fijos en la hilera de viejas casas victorianas durante cadadoloroso segundo. Había evitado esta parte de la ciudad durante más deveinteaños,ysólohizounaexcepción:parallevarlaacasa.
Peroahorateníaqueenfrentarseasupasado.Teníaquesalirdelcoche.Teníaquellamaraesapuerta.Ytemíaelmomento.
Noteníaotraopción,aunquesehabíaestadodevanandolossesosparabuscarunaensumenteturbulenta,sinéxito.
—Hallegadolahoradedarlacara,Will—dijoparasímismomientrassalíadelvehículo.
Cerrólapuertaconsuavidadyseaproximóhacialacasa,frustradoporserincapazdecontrolarlosfuerteslatidosdesucorazón,quevibrabanensupecho y resonaban en sus oídos. A cada paso que daba, su rostro se ibavolviendomásymásblancohastaqueeldolorloobligóacerrarlosojos.
—Malditaseas,mujer—masculló,temblando.Seencontrófrentealacasamuchoantesdeloquelehabríagustadoy
se quedómirando la puerta. En su pobremente se agolpaban demasiadosmalos recuerdos.Se sentíadébil.YesoqueWilliamAnderson se cuidabamucho de que aquélla fuera una sensación que experimentase muy amenudo.Despuésde loquehabíapasadoconella, seasegurabapor todoslosmediosdequeasífuera.
Inclinó la cabezahacia atrás, cerró losojosbrevemente e inhalómásprofundamentequenunca.Despuéslevantóunamanotemblorosayllamóala puerta. Su pulso se aceleró al oír las pisadas, y casi dejó de respirarcuandolapuertaseabrió.
No había cambiado nada, aunque ahora debía de tener... ¿cuántos?¿Ochenta años? ¿Tanto tiempo había pasado? La mujer no parecíasorprendidaenabsoluto,yélnosabíasiesoerabuenoomalo.Reservaríaesejuicioparacuandosemarcharadeallí.Teníanmuchodequehablar.
Suscejas,ahoragrises,seenarcaronconfrialdad,ycuandoempezóa
sacudir suavemente la cabeza, William sonrió un poco. Fue una sonrisanerviosa.Estabaempezandoatemblarletodoelcuerpo.
—Vaya, mira lo que nos ha traído el gato —dijo ella, y lanzó unsuspiro.
CAPÍTULO1
Estoesperfecto.Peroseríaaúnmásperfectosimimentenoestuvieseplagadadepreocupaciones,miedoyconfusión.
Me vuelvo y me pongo boca arriba en esta cama tamaño queen.Levantolavistahaciaeltragaluzinstaladoeneltechoabovedadodenuestrasuite de hotel y observo las nubes suaves y esponjosas que salpican elintensocieloazul.Tambiénveolosedificiosqueseelevanhastaloscielos.Contengoelalientoyescucholossonidos,ahorafamiliares,delasmañanasde Nueva York: los cláxones de los coches, los pitidos y el bullicio engeneralsedistinguenperfectamenteaunaalturadedoceplantas.Similaresrascacielosnosenvuelven,haciendoqueparezcaqueeste edificio sehayaperdidoenmediodelajungladecristalycemento.Elentornoquenosrodeaes increíble,peronoeseso loquehacequeestoseacasiperfecto, sinoelhombrequetengoalladoenestacamamullidayenorme.EstoyconvencidadequelascamasenEstadosUnidossonmásgrandes.Aquítodoparecemásgrande:losedificios,loscoches,lascelebridades...miamorporMillerHart.
Ya llevamos aquí dos semanas, y echo muchísimo de menos a laabuela,aunquehabloconellaadiario.Dejamosquelaciudadnosabsorbaporcompletoynohacemosnadamásqueenfrascarnoselunoenelotro.
Mi perfecto hombre imperfecto está relajado aquí. Conserva susexageradas costumbres, pero puedo vivir con ello. Curiosamente, estoyempezando a encontrar adorables muchos de sus hábitos obsesivo-compulsivos;ahorapuedoadmitirlo.Ypuedodecírseloaél, aunquesigueprefiriendo ignorar el hecho de que la obsesión influye en lamayoría deelementosdesuvida.Incluidayo.
AlmenosaquíenNuevaYorknosufrimosintromisiones.Nadieintentaarrebatarlesubienmáspreciado.Yosoysuposesiónmáspreciada.Untítuloque me encanta llevar, aunque también supone una carga que estoydispuestaa soportar,porqueséqueel santuarioquehemoscreadoaquíessóloalgotemporal.Afrontareseoscuromundoesunabatallaqueplaneaenel horizonte de nuestra actual casi perfecta existencia. Y me odio a mímismapordudardequemi fuerza interior consigaque lo superemos; esafuerzaenlaquetantoconfíaMiller.
SemueveligeramenteamiladoymedevuelvealalujosahabitaciónquehemosestadollamandocasadesdequellegamosaNuevaYork,ysonríoalvercómohundesubocaenlaalmohadamientrasmurmura.Supreciosacabezadescansacubiertaderizosalborotadosyunadensabarbadevariosdías puebla sumandíbula. Suspira y palpa a su alrededormedio dormidohasta que su mano alcanza mi cabeza y sus dedos localizan mis rizosrevueltos.Mi sonrisa se intensificaymequedoobservandosu rostromuyquieta, y siento cómo sus dedos se hunden enmi pelomientras vuelve adormirsedeltodo.Éstaesunanuevacostumbredemiperfectocaballeroatiempoparcial:jugueteaconmipelodurantehoras,inclusodormido.Mehedespertado con nudos en varias ocasiones, a veces con sus dedos todavíaenredados en los mechones, pero nunca me quejo. Necesito el contactofísicoconél,seadelanaturalezaquesea.
Mis párpados empiezan a cerrarse lentamente adormecidos por sutacto. Peromi paz pronto se ve bombardeada por desagradables visiones,incluidalaperturbadoravisióndeGracieTaylor.Abrolosojosdegolpe,meincorporodeunsaltoyesbozounamuecadedoloralsentiruntiróndepeloquehacequeechelacabezaatrás.
—¡Mierda!—susurro, levantando lamano para iniciar lameticulosatareadedesenredarlosdedosdeMillerdemicabello.
Gruñe unas cuantas veces, pero no se despierta, y le coloco lamanosobre la almohada antes de acercarme con cuidado al borde de la cama.Miroporencimadelhombro,veoqueestáprofundamentedormidoyesperoquesussueñosseantranquilosyapacibles.Todolocontrarioalosmíos.
Tanteo con los pies la alfombramullida,me levanto estirándome unpoco y termino con un suspiro.Me quedo de pie junto a la cama, con lamirada perdida hacia la enorme ventana. ¿Es posible que haya visto amimadre por primera vez en dieciocho años? ¿O sólo fue una alucinaciónprovocadaporelestrés?
—¿Qué es lo que preocupa a esa preciosa cabecita tuya?—Su vozgraveyadormilada interrumpemispensamientosy, cuandomevuelvo, loveotumbadodelado,conlaspalmasdelasmanosunidasdescansandobajosumejilla.
Fuerzounasonrisaqueséquenovaaconvencerlo,ydejoqueMillerytodasuperfecciónmedistraigandemiconflictointerior.
—Sóloestabasoñandodespierta—digoenvozbaja,ypasoporaltosuexpresióndeincredulidad.
Llevo torturándomementalmente con esto desde que embarcamos enaquelavión,yhereproducidoelmomentounayotravezenmimente.Peroa Miller no le ha pasado desapercibida mi actitud meditabunda. Sinembargo,nomehapresionado,yestoyconvencidadequecreeráqueestoyreflexionando sobre la traumática situaciónquenosha traídohastaNuevaYork. Y en parte tendría razón. Muchos acontecimientos, revelaciones yvisioneshan invadidomimentedesdeque llegamosaquí,yestohacequeme sientamal por no poder apreciar del todo la compañía deMiller y sudevociónalahoradevenerarme.
—Venaquí—susurra,sinacompañarsusautoritariaspalabrasdegestoalguno.
—Ibaaprepararcafé.—Soyunaingenuasicreoquepodréevitarsuspreguntasmuchomástiempo.
—Yate lohedichounavez.—Seapoyasobreunhombroy ladea lacabeza.Suslabiosformanunalínearecta,ysusojoscristalinosyazulesmeatraviesanconlamirada—.Nohagasquemerepita.
Sacudolacabezasuavementeysuspiro.Medeslizodenuevoentrelassábanasymeacurrucocontrasupechomientrasélpermanecequietoydejaquemeacomode.Unavezadoptadamiposición,merodeaconlosbrazosyhundelanarizenmipelo.
—¿Mejor?Asientocontrasupechoymequedoobservandosusmúsculosmientras
élmeacariciaportodaspartesyrespirahondo.Soyconscientedequeestádesesperadoporreconfortarmeeinfundirmeconfianza.Peronoloconsigue.Me ha concedido tiempo para cavilar, y le debe de haber resultadotremendamentedifícil.Séqueestoypensandodemasiado.Lo sé.YMillertambiénlosabe.
Se aparta de la calidez de mi pelo y pasa unos instantesarreglándomelo.Despuéssecentraenmisatribuladosojosazules.
—Nodejesdequerermenunca,OliviaTaylor.—Jamás—afirmo,sintiéndomemuyculpable.Deseoquesepaquemi
amorporélnodeberíapreocuparleenabsoluto—.Nodestantasvueltas.Levanto lamano, leacaricioel labio inferiorconelpulgaryobservo
cómoentornalosojosydeslizalamanoparaagarrarlamíaensuboca.Mealisalapalmaymelabesaenelcentro.—Lomismotedigo,preciosamía.Detestovertetriste.—Tetengoati.Esimposiblequeestétriste.
Mesonríeafablementeyse inclinaparabesarme lapuntade lanarizcondelicadeza.
—Discrepo.—Discrepatodoloquequieras,MillerHart.Melevantaalinstanteymecolocaencimadeél,atrapándomeconlos
muslos.Mecogelasmejillasconlaspalmasdelasmanos,acercaloslabiosylosdejaaunosmilímetrosdelosmíos.Sientosualientocalientesobremipiel.Soyincapazdecontrolarlareaccióndemicuerpo.Ynoquierohacerlo.
—Déjamesaborearte—murmuramientrasbuscamimirada.Bajo la cabeza yme estrello contra sus labios. Repto por su cuerpo
hasta que me quedo a horcajadas sobre sus caderas y noto su estado deánimo,duroyerectobajomitrasero.Gimocontrasuboca,agradecidaporsustácticasparadistraerme.
—Creoquesoyadictaati—murmuromientrascolocolasmanosensunucaytirodeélconimpacienciahastaqueseincorpora.
Envuelvolaspiernasalrededordesucinturayélposalasmanossobremi culo para estrecharme más mientras nuestras lenguas danzan lenta yapasionadamente.
—Mealegro.—Interrumpenuestrobesoymemueveligeramenteparacogeruncondóndelamesita—.Prontotebajarálaregla—observa.
Asiento y alargo lasmanos para ayudarlo. Se lo quito y lo saco delenvoltorio,tanansiosacomoMillerporcomenzarlaveneración.
—Bien.Asípodremosprescindirdeesto.Le coloco el condón, me reclama, me levanta y cierra los ojos con
fuerzamientrasguíasuerecciónhaciamihúmedaabertura.Desciendosobreélhastaabsorberlaentera.
Lanzoungemidograveyentrecortadodesatisfacción.Nuestraunióndisipa todas mis preocupaciones y no deja espacio a nada más que a unplacer implacable y un amor imperecedero. Está hundido hasta el fondo,quieto,yecholacabezaatrásmientrasclavolasuñasensusfirmeshombrosparaapoyarme.
—Muévete—leruego,aferrándomeasuregazoysinapenasrespirardeminecesidadporél.
Su boca encuentra mi hombro y me hunde los dientes suavementemientrasempiezaaguiarmemeticulosamente.
—¿Tegusta?—Másquenadaquepuedaimaginar.
—Coincido. —Eleva las caderas al tiempo que me retiene abajo,provocando oleadas de placer en nuestros cuerpos jadeantes—. OliviaTaylor,metienescompletamentefascinado.
Suritmocontroladoesmásqueperfectoynoscalientaaamboslentayperezosamente.Cadarotaciónnosaproximamásalaexplosión.Lafriccióndemiclítoriscontrasuentrepiernacuandomebajahastaelfinalconcadameneo me hace sollozar y jadear. Entonces mi cuerpo continúa sumovimientocircularyeldeliciosoplacerdisminuyebrevemente,hastaquevuelvoa sentir esegozosopicode frenesí.Sumiradacómpliceme indicaqueloestáhaciendoapropósito,ysusconstantesparpadeosysuscarnososlabiosseparadosnohacensinointensificarmidesesperación.
—Miller—gimo.Entierroelrostroensucuelloypierdolacapacidaddemantenermederechasobresuregazo.
—Nomeprivesdeesacara,Olivia—meadvierte—.Muéstramela.Jadeando,lelamoylemuerdolagarganta,ysubarbaraspamirostro
sudoroso.—Nopuedo.—Suexpertaveneraciónsiempremedejainservible.—Pormípuedeshacerlo.Muéstramelacara—meordenacondureza,
ymeembistedenuevoconungolpedecaderas.Gritoantelarepentinayprofundapenetraciónymepongoderechade
nuevo.—¿Cómo?—exclamo,frustradayextasiadaaltiempo.Me retiene en ese punto, el punto entre la tortura y un placer
sobrenatural.—Porqueyopuedo.Me coloca boca arriba y vuelve a penetrarme lanzando un grito de
satisfacción.Suritmoysuímpetuseaceleran.Nuestramaneradehacerelamor se ha vuelto más dura las últimas semanas. Es como si se hubieseencendidounaluz,yMillersehadadocuentadequetomarmeconunpocomásdeagresividadyfuerzanohacequedisminuyaelniveldeveneraciónennuestrosencuentrosíntimos.Siguehaciéndomeelamor.Puedotocarlo,ybesarlo,yélmerespondeynoparaderegalarmepalabrasdeamor,comopara asegurarse y dejarme claro que posee el control. Es innecesario. Leconfíomicuerpotantocomoahoraleconfíomiamor.
Meagarradelasmuñecas,melassostieneconfirmezaporencimadelacabezayseapoyasobresus tonificadosantebrazos,cegándomecon losdefinidosmúsculos de su torso. Tiene los dientes apretados, pero todavía
detectoeseleveairevictorioso.Estácontento.Seestádeleitandoenmiclaradesesperación por él. Pero él está igual de desesperado pormí. Elevo lascaderasyempiezoarecibirsufirmebombeo.Nuestrossexoscolisionan,élseretirayvuelveahundirsedenuevoenmíunayotravez.
—Teestásaferrandoamí,miniña—jadea.Su rizo rebelde le rebota en la frente con cada impacto de nuestros
cuerpos. Todas y cada una de mis terminaciones nerviosas empiezan acrisparse con el incontrolable placer que se acumula en mi sexo. Intentocontenerlodesesperadamente, loqueseacontaldeprolongar lamagníficaimagen que tengo delante de mí, empapado de sudor y con el rostrodescompuestoconunplacertanintensoquepodríaconfundirseconeldolor.
—¡Miller!—grito extasiada.Mi cabeza empieza a temblar, peromisojossemantienenfijosenlossuyos—.¡Porfavor!
—Porfavor,¿qué?¿Necesitascorrerte?—¡Sí!—exclamo,yaguantolarespiración cuando arremete con tanta intensidad queme empuja hacia lacabeceradelacama—.¡No!
No sé qué quiero hacer. Necesito explotar, pero también quieroquedarmeparasiempreenesteremotolugardepuroabandono.
Millergruñeypermitequesubarbilladesciendahastasupechoyquesuferozagarreliberemismuñecas,queasciendeninmediatamentehastasushombros.Leclavomisuñascortasconfuerza.
—¡Joder!—ruge,yaceleraelritmo.Nunca me había tomado con tanta fuerza, pero en medio de este
tremendo placer no hay lugar para la preocupación.Nome está haciendodaño,aunquesospechoqueyoaélsí.Meduelenlosdedos.
Yomismasueltounascuantaspalabrotasyrecibocadaembestidahastaque,depronto, sedetiene.Sientocómosedilatadentrodemí,yentoncesretrocede ligeramente y se hunde expeliendo un gruñido largo y grave.Ambos descendemos en picado hacia un abismo de sensacionesindescriptiblesymaravillosas.
La intensidad demi clímaxme deja sin sentido, y lamanera en queMillersederrumbasobremipechosinpreocuparsedesimeestáaplastandome indica que él está igual. Ambos jadeamos, ambos palpitamos,completamente extenuados. Creo que esta manera intensa y frenética dehacer el amor podría considerarse follar, y cuando siento queunasmanosempiezanaacariciarmeyqueunabocareptapormimejillabuscandomislabios,séqueMillerestápensandolomismo.
—Dimequenotehehechodaño.—Dedicaunosmomentosavenerarmi boca, tomándola con suavidad y mordisqueándome los labios condelicadeza cada vez que tira de ellos. Siento cómo sus manos me hacencosquillas,merecorrenymeacaricianportodaspartes.
Cierro los ojos, suspiro de satisfacción y absorbo sus pausadasatencionesmientras sonrío y reúno las pocas fuerzas queme quedan paraabrazarloeinfundirleseguridad.
—Nomehashechodaño.Siento su cuerpo pesado sobre mí, pero no tengo ningún deseo de
aliviarelpeso.Estamosconectados...portodaspartes.Respiroprofundamente.—Tequiero,MillerHart.Selevantalentamentehastaquememiraconojoscentelleantesycon
lascomisurasdelabocacurvadashaciaarriba.—Aceptotuamor.Intento en vano mirarlo con irritación, pero sólo consigo imitar su
gesto alegre. Es imposible no hacerlo cuando últimamente no para demostrarsusonrisa,antestancaradever.
—Eresuncaradura.—Ytú,OliviaTaylor,eresunabendicióndelcielo.—Ounaposesión.—Lomismoda—susurra—.Almenosenmimundo.Mebesalosdospárpadoscondulzuraantesdeelevarlascaderaspara
salirdemíydesentarsesobrelostalones.Lasatisfaccióntemplamisvenasylapazinundamimentecuandomeponeencimadesuregazoycolocamispiernas alrededor de su espalda. Las sábanas se han transformado en unmontóndetelaarrugadaquenosrodea,yaélnopareceimportarlelomásmínimo.
—Esta cama es un desastre —digo con una sonrisa provocadoramientrasélmecolocaelpeloporencimadelhombroydesliza lasmanospormisbrazoshastaagarrarlasmías.
—Miobsesiónportenerteenlacamaconmigosuperaconcrecesladetenerlassábanasordenadas.
Misonrisitasetransformaenunainmensasonrisa.—Vaya,señorHart,¿acabadeadmitirquetieneunaobsesión?Ladealacabezayyoflexionounademismanoshastaquemelasuelta
ymetomomitiempoenapartarleelmechóndepelorebeldedelafrente.
—Tal vez tengas razón—responde, totalmente serio y sin tintes dehumorensutono.
Mi mano vacila en sus rizos. Lo observo detenidamente esperandoencontrar su precioso hoyuelo, pero no lo veo y lo miro con expresióninterroganteenunintentodeaveriguarsiporfinestáadmitiendoquepadeceuntremendoTOC(trastornoobsesivo-compulsivo).
—Talvez—añademanteniendoelrostroinexpresivo.Sofoco un grito de fingida indignación y lo golpeo de broma en el
hombro.Migestoprovocaqueunadulcerisaescapedesus labios.Nuncadejade fascinarmequeMillerseacapazdedivertirse.Essinduda lacosamásbonitadelmundo;nodemimundo,sinodelmundoentero.Tienequeserlo.
—Yodiríaquenohayduda—digointerrumpiendosurisa.Sacudelacabezaembelesado.—¿Eresconscientedelomuchoquemecuestaaceptarqueestésaquí?Misonrisasetransformaenconfusión.—¿EnNuevaYork?Me habría ido hasta Mongolia Exterior si me lo hubiese pedido. A
cualquier parte. Se ríe ligeramente y aparta la mirada. Lo agarro de lamandíbulaydirijosuperfectorostrodenuevohaciaelmío.
—Explícate.—Enarco las cejas conautoridadypego los labiosmuyseriaapesardelatremendanecesidadquesientodecompartirsufelicidad.
—Me refiero a aquí —dice encogiendo sus sólidos hombros—.Conmigo.
—¿Enlacama?—En mi vida, Olivia. Transformando mi oscuridad en una luz
cegadora.—Acercaelrostroysuslabiosacechanlosmíos—.Convirtiendomispesadillasenbonitossueños.
Sostienemimiradayguardasilencio,mientrasesperaaqueasimilesussentidaspalabras.Comomuchasdelascosasquediceahora,loentiendoylocomprendoperfectamente.
—Podríaslimitarteadecirmelomuchoquemeamas.Esoserviría.Aprieto los labios, desesperada por mantenerme seria. No es fácil
cuandoacabaderobarmeelcorazóndecuajoconunadeclaracióndetantopeso.Quiero empujarlo contra la camay demostrarle lo que siento por élconunbesodeinfarto,perounaminúsculapartedemíanhelaquecaptemiinsinuaciónpocosutil.Nuncahadichonadasobreelamor.Siemprehabla
defascinación,yséperfectamenteloquequieredecir.Peronopuedonegarmideseodeescucharesasdospalabrastansimples.
Millerme tumba boca arriba y cubre de besos cadamilímetro demirostroarrugadodebidoalescozordesubarba.
—Me tienes profundamente fascinado, Olivia Taylor. —Atrapa mismejillasentresuspalmas—.Nuncasabráscuánto.
CedoanteMillerydejoquehagaconmigoloquequiera.—Aunque me encantaría pasarme el día entero perdido bajo estas
sábanasconmiobsesión,tenemosunacita.—Mebesalanariz,melevantadelacamaymerevuelveelpelo—.Dúchate.
—¡Sí,señor!—Losaludo,ymedirijoaladuchamientrasélponelosojosenblanco.
CAPÍTULO2
Estoyenlaacera,fueradelhotel,contemplandoelcielo.Formapartedemirutinadiaria.TodaslasmañanasbajoydejoaMillerhaciendoalgoarribay espero junto a la calzada, con la cabeza hacia atrás,mirando a lo alto,maravillada. La gente me sortea, los taxis y los todoterreno pasan pordelantedemíatodavelocidad,yelcaosneoyorquinosaturamisoídos.Mequedocautivadabajoelembrujodelastorresdecristalymetalqueprotegenlaciudad.Es...increíble.
Pocascosaspuedensacarmedemiestadodeabstracción,perosutactoesunadeellas.Ysurespiraciónjuntoamioreja.
—Pum—murmura,ymeda lavueltaensusbrazos—.Nocrecendenoche,¿sabes?
Levantolavistadenuevo.—Esquenoentiendocómosemantienenenpie.—Mecierralabocay
tirademimandíbula.Suexpresiónessuaveydivertida.—Quizádeberíassaciaresafascinación.Retraigoelcuello.—¿Quéquieresdecir?Sumano se desliza pormi nucay empieza a guiarmehacia laSexta
Avenida.—Quequizádeberíasplantearteestudiaringenieríadeestructuras.Mesueltoycolocolamanoenlasuya.Élmelopermiteyflexionalos
dedoshastaquenuestrasmanosseacomodan.—Prefierolahistoriadeledificioacómoseconstruyó.Lomiro,dejoquemisojosdesciendanporsulargafiguraysonrío.Se
hapuestounosvaqueros.Unosvaquerosbonitosycómodosyunasencillacamiseta blanca. Llevar trajes aquí sería tremendamente inapropiado; nodudé en decírselo. Él tampoco protestó y dejó que lo arrastrara por Saksdurante nuestro primer día en la ciudad. No tiene ninguna necesidad dellevartrajesenNuevaYork.Nolehacefaltafingirseruncaballerodistanteconnadie.Noobstante,MillerHarttodavíanollevamuybienlodepasearsinrumbofijo.Olodefundirseconelresto.
—Entonces¿norecuerdastudesafíodeldía?—preguntaconlascejas
enarcadascuandonosdetenemosfrenteaunsemáforoenrojo.Sonrío.—Sí,yestoypreparada.Ayermeperdídurantehoras en laBibliotecaPúblicadeNuevaYork
mientrasMillerhacíaunasllamadasdenegocios.Noqueríamarcharme.Metorturé un poco buscando «Gracie Taylor» en Google, pero era como sijamáshubieseexistido.Trasunoscuantose infructuosos intentosmás,meperdíentredecenasde libros,perono todoserandearquitecturahistórica.También le eché un vistazo a uno sobre el TOC, y aprendí unas cuantascosas,comosurelaciónconlaira.Miller,sinduda,tienemaltemperamento.
—¿Yquéedificiohaselegido?—ElBrill.Memiraconextrañeza.—¿ElBrill?—Sí.—¿PorquénoelEmpireStateoelRockefeller?Sonrío.—Todoelmundoconocelahistoriadeesosdos.Tambiénpensabaquetodoelmundoconocíalahistoriadelamayoría
delosedificiosdeLondres,peromeequivocaba.MillernosabíanadasobreelCaféRoyalnisobresuhistoria.PuedequemehayasumidodemasiadoenlaopulenciadeLondres.Losétododeella,ynosésiesomeconvierteenunapersonatriste,obsesionadaoenunamagníficaguíaturística.
—¿Ah,sí?Sududamellenadejúbilo.—EledificioBrillesmenosconocido,peroheoídohablardeélycreo
quetegustarásaberloqueheaprendido.—Elsemáforocambiadecoloryempezamos a cruzar—. Tiene una historia interesante relacionada con lamúsica.
—¿Deveras?—Sí. —Lo miro y me sonríe con dulzura. Puede que parezca
sorprendidoantemisinútilesdatoshistóricossobrearquitectura,peroséquedisfrutademientusiasmo—.¿Ytú?¿Hasrecordadotudesafío?—Loobligoadetenerseantesdecruzarotracalle.
Mi hombre, obsesivo y encantador, frunce los labios y me observadetenidamente.Sonrío.Seacuerda.
—Algosobrecomidarápida.
—Perritoscalientes.—Eso—confirmaconturbación—.Quieresquemecomaunperrito.—Exacto—confirmoentusiasmadapordentro.Todos los días desde que llegamos a Nueva York nos hemos estado
proponiendodesafíos el uno al otro.Los quemeha propuestoMiller hansidobastanteinteresantes,desdeprepararundiscursosobreunedificiolocalhastabañarmesintocarlo,inclusosiélsíquemetocabaamí.Ésefueunatorturayfracaséestrepitosamente;aunquenoparecióimportarledemasiado,mehizoperderunpunto.Losqueyolehepropuestoaélhansidobastanteinfantiles, pero totalmente apropiados para Miller, como sentarse en elcéspeddeCentralPark,comerenunrestaurantesinalinearperfectamentelacopa de vino y, ahora, que se coma un perrito caliente.Mis desafíos sonmuyfáciles...enapariencia.Algunosloshaconseguidorealizaryotrosno,comolodenomoverlacopadevino.¿Cómovamos?OchoasieteafavordeOlivia.
—Como desees—resopla, e intenta tirar de mí para cruzar la calle,peroyomemantengofirmeyesperoaquememiredenuevo.
Meestáobservandodetenidamente,yestáclaroquenoparadedarlevueltasalacabeza.
—Me vas a obligar a comerme un perrito caliente de uno de esoscarritosmugrientos,¿verdad?
Asiento, consciente de que hay uno de esos «carritosmugrientos» asólounospasosdedistancia.
—Ahítenemosuno.—Vaya,quéoportuno—masculla,siguiéndomearegañadienteshasta
elpuesto.—Dosperritos,porfavor—ledigoalvendedormientrasMillerespera,
nerviosoeincómodo,amilado.—Marchando,guapa.¿Cebolla?¿Ketchup?¿Mayonesa?Millerdaunpasohaciaadelante.—¡Nada!—¡Detodo!—lo interrumpo,apartándoloypasandoporaltosugrito
sofocadodeindignación—.Ymucho.Elvendedorseríemientrasmeteelperritoenelpanyprocedeaapilar
cebollaantesdeecharunchorrodeketchupyotrodemayonesa.—Comoquieralaseñorita—dice,entregándomeelproducto.SelopasoaMillerconunasonrisa.
—Quelodisfrutes.—Lodudo—mascullamirandosudesayunoconvacilación.Sonríoamododedisculpaalvendedor,cojomiperritoyleentregoun
billetedediezdólares.—Quédese el cambio—digo.Me cojo del brazo deMiller y me lo
llevodeallírápidamente—.Esohasidomuygroseroportuparte.—¿El qué?—Levanta la vista, extrañado de verdad, y yo pongo los
ojosenblancoantesufaltadesensibilidad.Hinco losdientesenunextremodelpany lehagoungestoparaque
hagalomismo.Peroélselimitaaobservarelperritocomosifueselacosamás rara que ha visto en su vida. Incluso empieza a girarlo en la manovariasvecescomosimirarlodesdeunángulodiferentefueseahacerlomásapetecible.Permanezcocallada,disfrutandoelmío,yesperoaqueselance.Cuandoyoyallevomedio,seaventuraamordisquearunextremo.
Entoncesobservoconhorror—quecasiigualaaldeMiller—,cómounmontón de cebolla mezclada con una copiosa cantidad de ketchup ymayonesa se escurre por el otro extremo e impacta contra su camisetablancaimpoluta.
—Ups... —Arrugo los labios y trago saliva, preparándome para laexplosióninminente.
Semiraelpecho,conlamandíbulaapretada,ytiraalinstanteelperritoalsuelo.Todatensa,memuerdoellabioinferiorconfuerzaparaevitardeciralgoquepuedaavivarlaclarairritaciónqueemanadeélaborbotones.Mequitamiservilletayempiezaafrotarfrenéticamentelatela,extendiendolamanchayhaciéndolaaúnmásgrande.Meencojo.Millerrespirahondoparatranquilizarse. Después cierra los ojos y vuelve a abrirlos lentamente,centrándoseenmí.
—Perfecto.Estoes...perfecto.Semehinchanlasmejillas,memuerdoconfuerzaellabioyhagotodo
lo posible por contener la risa, pero no lo consigo. Tiro mi perrito en lapapeleramáscercanaypierdoelcontrol.
—¡Losiento!—exclamo—.Esque... tienescaradequeelmundosevayaaterminar.
Conmirada fulminante,me agarra del cuello yme guía por la callemientras yo me esfuerzo por controlarme. No lo soporta, estemos enLondres,enNuevaYorkoenlaConchinchina.
—Éstavaldrá—declara.
Levanto lavistayveouna tiendaDiesel al otro ladode la calle.Meguía rápidamente por el paso de cebra cuando tan sólo quedan unossegundos de la cuenta atrás del semáforo para los peatones. No quiereretrasarniunminutosumisióndedeshacersedelahorriblemanchadesucamiseta.Estoycompletamenteconvencidadequeéstanoseríaunadesustiendasdeelecciónencircunstanciasnormales,pero su sucioestadono lepermitebuscarunatiendamenosinformal.
Entramos y al instante nos bombardea una música a todo volumen.Millersequita lacamisetayrevelakilómetrosdefirmesmúsculosdelantede todoelmundo.Unas líneasdefinidasasciendendesde lacinturadesusperfectos vaqueros y se funden con unos abdominales de infarto... y esepecho...Nosésiponermeallorardeplacerogritarleporexponerantetodosestamagníficavisión.
Variasdependientasfemeninascompitenparaserlasprimerasenllegarhastanosotros.
—¿Enquépuedoayudarle?—Unaasiáticamenudagana la carreraysonríeconmaliciaasuscompañerasantesdebabearencimadeMiller.
Paramideleite,élsecolocasumáscara.—Una camiseta, por favor. La que sea. —Menea la mano hacia la
tiendaparadespacharla.—¡Porsupuesto!—Semarcha,seleccionavariasprendasporelcamino
ynosavisaparaquelasigamos,cosaquehacemoscuandoMillermecolocalamanoenlanuca.Caminamoshastaquellegamosalapartedeatrásdelatienda y la dependienta tiene unmontón de ropa en los brazos—. Se lasdejaréenelprobador.Llámemesinecesitaayuda.
Meechoareír.Millermelanzaunacuriosamiradadesoslayoydoñaligonatuerceelmorro.
—Creoquehayquemedirtelosbíceps.—Meacercoylepasolamanoporelmusloconlascejasenarcadas—.Olaparteinternadelapierna.
—Descarada —se limita a decir antes de girar de nuevo su torsodesnudohacialadependientayrevisarlamontañaderopaquellevaensusbrazos—.Conestobastará.
Extrae una camisa casual azul y blanca de cuadros con mangasenrolladas y un bolsillo en cada pectoral. Le arranca las etiquetas sincuidado,se laponeysealeja,dejandoadoñaligonaconlosojosabiertoscomoplatosyamísiguiéndolohacialacaja.
Dejalasetiquetasenelmostradorjuntoaunbilletedeciendólaresy
saledelestablecimientoabrochándoselosbotones.Veocómosemarchadelatienda,yladependientasequedaamilado,
pasmadaybabeandotodavía.—Esto...gracias.—Sonríoyvoytrasmiestiradoygroserocaballeroa
tiempoparcial.»¿Cómopuedesser tanmaleducado?—exclamocuando loencuentro
enlacalle,cerrándoseelúltimobotón.—He comprado una camisa.—Deja caer los brazos a los costados,
claramentesorprendidopormienfado.Mepreocupaelhechodequeseatanpococonscientedesucomportamientosingular.
—¿Teparecenormallamaneraenquelahascomprado?—pregunto,ymiroalcielosuplicandoayuda.
—Lehedichoaladependientaloquequería,ellalohaencontrado,yomeloheprobadoyhepagadolaprenda.
Agacho la cabeza con aire cansado y me encuentro su familiarexpresiónimpasible.
—Listillo.—Melimitoarelatarloshechos.Inclusosituvieseenergíacomoparadiscutirconél,quenoeselcaso,
jamásganaría.Lasviejascostumbresnuncamueren.—¿Estásmejor?—lepregunto.—Estoayudará.—Sepasalamanoporlacamisadecuadrosytiradel
dobladillo.—Sí,ayudará.—Suspiro—.¿Yahoraadóndevamos?Colocalamanoensulugarfavoritodemicuelloymevuelveconun
movimientodelamuñeca.—AledificioBrillante.Eslahoradetudesafío.—EsedificioBrill.—Merío—.Yestáenestadirección.—Medesvío
rápidamentey,alhacerlo,Millersesueltaylocojodelamano—.¿Sabíasque muchos músicos conocidos escribieron sus éxitos en ese edificio?AlgunasdelascancionesmásfamosasenlahistoriadeEstadosUnidos.
—Quéfascinante—diceMillermirándomeconternura.Sonríoyalargolamanoparaacariciarsuoscuramandíbulabarbada.—Notanfascinantecomotú.
Tras unas cuantas horas deambulando por Manhattan y dándole a
Miller una clase de historia, no sólo sobre el edificio Brill sino tambiénsobrelaiglesiadeSt.Thomas,nosdirigimosaCentralPark.Nostomamosnuestro tiempo, deambulamos en silencio por un camino arbolado conbancosaambosladosyunasensacióndepaznosenvuelve,dejandoatráselcaosdelhormigón.Unavezqueatravesamoslacallequedivideelparqueporlamitad,esquivamosaloscorredoresydescendemoslagiganteescaleradecementodelafuentearquitectónica,dondemelevantadelacinturaymecolocadepieenelborde.
—Esoes—dice,ymealisalafalda—.Damelamano.Hagoloquemeordena,sonríoantesuformalidadydejoquemeguíe
alrededor de la fuente. Él sigue en el suelo, con la mano levantada paramantenerelcontactomientrasyoestoyporencimadeél.Doyunospasitosyobservocómosemetelaotramanoenelbolsillodelosvaqueros.
—¿Cuánto tiempo tendremos que quedarnos aquí?—le pregunto envozbajayconlamiradaalfrente,sobretodoparanocaermeyunpocoparaevitarsugestotorcido.
—Noestoyseguro,Olivia.—Echodemenosalaabuela.—Ya lo sé. —Me aprieta la mano en un intento de infundirme
confianza.Novaafuncionar.SéqueWilliamsevaaencargardesubienestarenmiausencia,algo
quemepreocupaporqueaúnnoséquélehacontadoamiabuelasobresuhistoriaconmimadreysuhistoriaconmigo.
Levanto lavistayveoaunaniñaquecorrehaciamíconmuchamásestabilidad que yo. No hay espacio suficiente para ambas, así que medispongoabajarme,perosofocoungritocuandoMillermeagarraymedalavueltaparapermitirquelaniñameesquiveantesdecolocarmedenuevosobre el borde elevado de la fuente. Apoyo las manos en sus hombrosmientrasélsetomaunosmomentosparaalisarmelafaldadenuevo.
—Perfecto —dice para sus adentros, y me coge de la mano paraguiarmedenuevo—.¿Confíasenmí,Olivia?
Su preguntame coge por sorpresa. No porque dude de la respuesta,sino porque no me la había formulado desde que llegamos aquí. No hahablado sobre lo que dejamos enLondres, cosa quemeha parecido bien.Cerdos inmorales, mis persecuciones, la locura de Cassie conMiller, lasadvertenciasdeSofía,cadenas,sexopordinero...
Me sorprende lo fácil que me ha resultado enterrarlo todo en mi
interior en el caosdeNuevaYork.Uncaosquemeproporciona alivio encomparacióncontodoconloquepodríaestartorturándome.SéqueaMillerlehaextrañadounpocomi faltade insistencia,perohayunacosaquenopuedodejardeladotanfácilmente.Algoquesoyincapazdemencionarenvozalta,nianteMillerniantemímisma.Loúnicoquenecesitabaerasaberquelaabuelaibaaestarbienatendida.AhorasientoquehallegadolahoradequelasilenciosaaceptacióndeMillersobremisilenciocambie.
—Sí—respondoconrotundidad,peroélnomemiranireaccionaantemi respuesta. Continúa mirando hacia adelante, sosteniendo mi manosuavementemientrasyosigolacurvadelafuente.
—Y yo confío en que compartas tus preocupaciones conmigo.—Sedetieneymevuelvehaciaél.Mecogedelasdosmanosymemiraalacara.
Cierroloslabiosconfuerza.Loquieromásaúnsicabeporconocermetan bien, pero detesto el hecho de que eso signifique que nunca podréocultarle nada. También odio que se sienta tan culpable por habermearrastradoaestemundo.
—Cuéntamelo,Olivia.—Sutonoessuave,alentador.Desesperado.Bajolavistahaciasuspiesalverquelosaproxima.—Es una tontería—digo sacudiendo ligeramente la cabeza—. Creo
quetodaaquellaconmociónytantaadrenalinametrastornóunpoco.Meagarradelacinturaymebajaparaquemesienteenelbordedela
fuente.Despuéssearrodillayatrapamismejillasensusmanos.—Cuéntamelo—susurra.Sunecesidadde reconfortarmeme infundeelvalordeescupir loque
mehaestadoatormentandodesdequellegamosaquí.—EnHeathrow...meparecióveralgo,aunqueséquenofueasí.Séque
es imposible y totalmente absurdo, y no podía verlo bien, y estaba tanestresadaycansadaysensible...—Inspirosinmirarsusojosabiertos—.Séquenopuedeser.Porquellevamuerta...
—¡Olivia!—Millerinterrumpemivómitoverbal,conlosojosabiertoscomoplatosyconunaexpresióndealarmaensurostroperfecto—.¿Dequédemoniosestáshablando?
—Demimadre—exhalo—.Creoquelavi.—¿Asufantasma?Noestoyseguradesicreoenlosfantasmas.Puedequeahorasí.Nosé
quéresponder,demodoquemelimitoaencogermedehombros.—¿EnHeathrow?—insiste.
Asiento.—¿Cuando estabas agotada, sensible y siendo secuestrada por un
exchicodecompañíairascible?Lomiroconrecelo.—Sí—contestoconlosdientesapretados.—Ya veo —dice, y aparta la vista brevemente antes de volver a
mirarmealosojos—.¿Poresohasestadotancalladaytehascomportadodeesamaneratanreservada?
—Soyconscientedeloabsurdoquesuena.—Absurdono—respondeconvoztranquila—.Doloroso.Lo miro extrañada, pero él continúa antes de que cuestione su
conclusión.—Olivia, hemos soportado muchas cosas. El pasado de ambos ha
estadomuypresenteenlasúltimassemanas.Escomprensiblequetesientasperdidayconfundida.—Seacercaypegaloslabiosalosmíos—.Porfavor,confíaenmí.Nodejesquetusproblemasteconsumanestandoyoaquíparaayudarteasoportarlos.—Seaparta,meacaricialasmejillasconlospulgaresyme derrite con la sinceridad que refulge en sus magníficos ojos—. Nosoportovertetriste.
Derepentemesientomuytontay,sinnadamásquedecir,loenvuelvoconlosbrazosyloacercoamí.Tienerazón.Esnormalquemimentemejueguemalaspasadasdespuésdetodoloquehemosvivido.
—Noséquéharíasinti.Aceptami abrazo feroz e inhalami cabello.Noto cómome coge un
mechónyempiezaajuguetearconél.—PuesestaríasenLondres,viviendotranquilamente—susurra.Su sombría afirmación me obliga a apartarme inmediatamente de la
calidezdesucuerpo.Nomehangustadoesaspalabras,ymuchomenossutono.
—Viviendo una vida vacía—respondo—. Prométeme que nuncamevasadejar.
—Te lo prometo—dice sin vacilar ni un segundo, aunque en estosmomentosnomeparecesuficiente.
No sé qué más puedo obligarlo a decir para que me convenza. Essimilaraloquelepasaaélconrespectoamiamor.Séquesiguedudando,ynomegusta.Todavíavivoconeltemordequevuelvaamarcharse,inclusoaunquenoquierahacerlo.
—Quierouncontrato—espeto—.Algo legalquedigaquenopuedesdejarme.—Encuanto lodigomedoycuentade lo idiotaqueparezco,meencojoymedoyunabofetadamentalpor todoCentralPark—.Noqueríadecireso.
—¡Esoespero!—Carraspeaycasisecaedeculodelaimpresión.Puedequenolohayaqueridodecirdeesamanera,perosureacciónme
sientacomounapatadaenelestómago.Nomeheplanteadoelmatrimonio,ninadamásalládelmomento.Demasiadascosaseclipsannuestrossueñosde un futuro y una felicidad en común, pero esto no ayuda. Su evidenterechazo a la idea hace que plantearse algo a largo plazo sea imposible.Quierocasarmealgúndía.Quiero tenerhijos,yunperro,yelcalordeunhogar.Quieroque lacasaesté llenade trastosde losniñosymeacabodedarcuentadequequierocompartirtodoesoconMiller.
Entonces caigo de bruces de nuevo en la realidad. Está claro que elmatrimonio leparecealgo terrible.Detestaeldesorden, con locual lodelhogar familiar queda totalmente descartado. Y en cuanto a los niños...Bueno,novoyapreguntarle,ynocreoqueseanecesario,porquerecuerdolafotografíadeaquelniñoperdidoydesaliñado.
—Deberíamosirnos—digo,ymepongodepiedelantedeélantesdeañadir alguna estupidez más y tener que enfrentarme a otra reacciónindeseada—.Estoycansada.
—Coincido —responde claramente aliviado. Esto no acrecienta miánimo.Nimisesperanzasdefuturo...cuandoporfinpodamoscentrarnosennuestro«vivieronfelicesparasiempre».
CAPÍTULO3
El ambiente ha estado tenso e incómodo entre nosotros desde quesalimosdeCentralPark.Millermehadejadoamirolloalvolveralasuiteyseharecluidoenelespaciodeldespachoquedaalbalcón.Tienenegociosque atender. No es raro en él pasarse una hora haciendo llamadas, peroahorallevacuatro,yentodoestetiemponohaasomadolacabeza,nimehadichonadanihadadoseñalesdevida.
Estoy en el balcón. Siento el sol enmi rostro yme reclino sobre latumbona, deseando en silencio que Miller salga del estudio. Desde quellegamosaNuevaYorknuncahabíamosestadotantotiemposinestableceralgúntipodecontactofísico,yansíotocarlo.Estabadeseandoescapardelatensión cuando volvimos de nuestro paseo, y me sentí aliviada para misadentroscuandomascullósu intenciónde trabajarunpoco,peroahoramesientomás perdida que nunca. He llamado a la abuela y a Gregory y hecharladoociosamentedenadaenparticularconellos.Tambiénmeheleídola mitad del libro de historia que Miller me compró ayer, aunque norecuerdonada.
Yahoraestoyaquítumbada(yavancasicincohoras),jugueteandoconmianilloydándolevueltasa lacabezaacercadenuestraconversaciónenCentralPark.Suspiro,mequitoelanillo,vuelvoaponérmelo, ledoyunascuantasvueltasmásymequedoparalizadacuandooigomovimientoalotroladodelaspuertasdeldespacho.Veoqueelpomogira,cojorápidamenteellibroyentierrolanarizenél,paradarlaimpresióndeestarconcentradaenmilectura.
Lapuertacrujeylevantolavistadelapáginaporlaqueloheabiertoalazar.Millerseencuentraenelumbral,observándome.Estádescalzo,conelbotónsuperiordelosvaquerosdesabrochadoydescamisado.Tieneelpelorevuelto,comosihubieseestadopasándose losdedosentre los rizos;yencuantolomiroalosojosséqueesoesjustoloquehaestadohaciendo.Sehallancargadosdedesesperación. Intentasonreíry,cuando lohace, sientoqueunmillóndedardosdeculpasemeclavanenelcorazón.Dejoellibroen lamesa,meincorporo,mesientocon lasrodillascercade labarbillaymeabrazolaspiernas.Todavíasepuedecortarlatensiónconcuchillo,pero
tenerlocercadenuevomehacerecuperarlaserenidadperdida.Unosfuegosartificiales estallanbajomipiel y se abren caminohacia el interior demicuerpo.Lasensaciónmeresultafamiliaryreconfortante.
Sepasaunosinstantesensilencio,conlasmanosmetidasligeramenteenlosbolsillosyapoyadocontraelmarcodelapuerta,pensando.Entoncessuspira y, sin mediar palabra, se acerca y se sienta a horcajadas en latumbona detrás de mí, dándome un golpecito para que me mueva haciaadelante para dejarle sitio. Desliza los brazos sobre mis hombros y meestrechacontrasupecho.Cierrolosojosyabsorboestasensación:sutacto,suslatidoscontramicuerpoysurespiraciónenmipelo.
—Lo lamento —susurra, pegando los labios a mi cuello—. Nopretendíaentristecerte.
Empiezoatrazarlentoscírculossobrelateladesusvaqueros.—Nopasanada.—No,síquepasa.Simeconcediesenundeseo—empiezadeslizando
los labios lentamente hasta mi oreja— pediría ser perfecto para ti. Paranadiemás,sóloparati.
Abrolosojosymevuelvoparamirarlo.—Puescreoquetudeseosehahechorealidad.Seríeunpocoycolocaunamanosobremimejilla.—Y yo creo que eres la personamás bonita que jamás haya creado
Dios. Aquí—dice recorriendo mi rostro con la mirada—. Y aquí.—Mepone la palmade lamano en el pecho.Mebesa los labios con ternura, ydespuéslanariz,lasmejillasylafrente—.Hayalgoparatienlamesa.
Meapartoautomáticamente.—¿Elqué?—Veaver.—Me instaa levantarme, se recuesta sobre la tumbonay
mehaceungestoconlasmanoshacialaspuertasdeldespacho—.¡Venga!Mi mirada oscila entre las puertas y Miller varias veces, hasta que
enarcaunacejaexpectanteymuevoelculo.Atraviesoelbalcónconreceloyllenadecuriosidadmientrassientosusojosazulesclavadosenmiespalda,y cuando llego a la puerta, miro por encima del hombro. En su rostroperfectoatisbounalevesonrisa.
—Ve —me dice. Coge mi libro de la mesa y empieza a pasar laspáginas.
Junto los labios con firmeza,me dirijo a la lujosamesa y exhalo alsentarmeenlasillaverdedepiel.Peroelcorazóncasisemesaledelpecho
cuando veo un sobre en el centro, perfectamente colocado con la parteinferiorparalelaalbordedelescritorio.Buscomianilloyempiezoagirarloeneldedo,preocupada,cautelosa,curiosa...Loúnicoqueveoalmirarestesobreesotro sobre, elquemedejóen lamesadel Ice, elquecontenía lacarta que me escribió cuando me abandonó. No estoy segura de quererleerlo, pero Miller lo ha dejado aquí. Miller ha escrito lo que sea quecontenga, y esas dos combinaciones hacen que Olivia Taylor sienta unacuriosidadtremenda.
Locojo,loabroynotoqueelpegamentotodavíaestáhúmedo.Sacoelpapelylodespliegolentamente.Respirohondoymepreparoparaleerlaspalabrasquemehaescrito.
Midulceniña:
Emplearé cada segundo de mi vida en venerarte. Cada vez que te
toque,atioatualma,setegrabaráenesamaravillosamentequetienesparatodalaeternidad.Yatelohedicho:nohaypalabrasenelmundoquedescribanloquesientoporti.Mehepasadohorasbuscandoalgunaeneldiccionario, sin éxito. Cuando intento transmitírtelo, ninguna me pareceadecuada.Yséloprofundosquesontussentimientospormí,locualhacequeapenasseacapazdecomprendermirealidad.
No necesito jurar nada ante ningún cura en la casa de Dios parademostrar lo que siento por ti. Además, Dios nunca anticipó lo nuestrocuandocreóelamor.Nohaynihabránuncanadaquesepuedacomparar.
Siaceptasestacartacomomipromesaoficialdequenuncatedejaré,la enmarcaré y la colgaré sobre nuestra cama. Si quieres que diga estaspalabras en voz alta, lo haré de rodillas ante ti. Tú eresmi alma,OliviaTaylor.Eresmiluz.Eresmirazónparavivir.Nolodudesnunca.
Teruegoqueseasmíapara toda laeternidad.Porque te juroqueyosoytuyo.
Nuncadejesdeamarme.
Eternamentetuyo,MILLERHART
x
La leo de nuevo, y esta vez un torrente de lágrimas empapa mis
mejillas.SuselegantespalabrasmegolpeanconfuerzaymetransmitenporcompletoelamorqueMillerHartsientepormí.Demodoquelasreleounayotravez,ycadavezquelohagomicorazónseenterneceymiamorporélseintensificahastatalpuntoqueestallodeemociónyrompoallorarsobreel pijo escritorio. Tengo el rostro hinchado y dolorido por las incesanteslágrimas.MillerHartseexpresaperfectamentebien.Séloquesientepormí.Yahoramesientotontayculpableporhaberdudado...porhaberhechounamontañadeello,inclusoapesardequemeloheguardadoparamí.Peroélhanotadomidebateinternoysehahechocargodeél.
—¿Olivia?Levantolavistayloveoenlapuerta,preocupado.—¿Hehechoquetepongastriste?Todosmismúsculos doloridos se deshacen ymi cuerpo exhausto se
hundeenlasilla.—No...essóloque...—Levantoelpapelylomeneoenelairemientras
mesecolosojos—.Nopuedo...—Reúnolasfuerzassuficientescomoparaexpresaralgocomprensibleylosuelto—:Losientotantísimo...
Melevantodelasillayobligoamispiernasamantenerelequilibrioya acercarme hasta él. La cabeza me tiembla ligeramente, estoy enfadadaconmigo misma por infundirle la necesidad de explicarse cuando séperfectamenteloquesiente.
Cuando me encuentro a tan sólo unos centímetros de distancia,extiende losbrazospara recibirmeyprácticamentemeabalanzocontraél.Mis pies abandonan el suelo y su nariz se entierra inmediatamente en sulugarfavorito.
—No llores—me consuela, estrechándome con fuerza—. No llores,porfavor.
Estoy tan emocionada que no soy capaz de hablar, de modo que ledevuelvo el abrazo con la misma intensidad y me deleito al sentir cadaborde afilado de su cuerpo contra el mío. Permanecemos entrelazadosdurante una eternidad; yo, tratando de recuperar la compostura, y él,aguardandopacientementeaquelohaga.Cuandoporfinintentasepararmedesucuerpo,selopermito.Sepostraderodillasytirademíparaquemereúna en el suelo con él.Me recibe con su preciosa y tierna sonrisa, meapartaelpelodelacaraysuspulgaresrecogenlaslágrimasqueescapandemisojos.
Sedisponeahablarpero,enlugardehacerlo,frunceloslabiosyveosu
luchainternaparaexpresarloquequieredecir.Demodoquedecidohablaryoensulugar.
—Nunca he dudado de tu amor pormí. Nome importa cómo elijasexpresarlo.
—Mealegro.—Nopretendíaquetesintierasmal.Susonrisaseintensificaysusojosbrillan.—Estabapreocupado.—¿Porqué?—Porque...—Bajalavistaysuspira—.Todaslasmujeresdemilista
declientasestáncasadas,Olivia.Unanilloyuncertificadofirmadoporunsacerdotenosignificannadaparamí.
Suconfesiónnomesorprende.RecuerdoqueWilliamdijoalgoyclaroqueMillerHart tieneunproblemaconlamoralidad.Probablementenuncase avergonzó de acostarse conmujeres casadas a cambio de dinero, hastaque me conoció a mí. Poso las puntas de los dedos sobre su oscuramandíbulayacercosurostroalmío.
—Te quiero—le digo, y él sonríe con una sonrisa a medio caminoentre la tristezay la felicidad.Alegreyoscura—.Y sé la fascinaciónquesientespormí.
—Esimposiblequesepashastaquépunto.—Discrepo—susurro,ycolocosucartaentrenuestroscuerpos.Mira el escrito y calla unos instantes. Después levanta los ojos
lentamentehastalosmíos.—Emplearécadasegundodemividaenvenerarte.—Losé.—Cada vez que te toque, a ti o a tu alma, se te grabará en esa
maravillosamentequetienesparatodalaeternidad.Sonrío.—Yalosé.Cogelacarta,latiraaunladoyatrapamismanosymisojos.—Hacesqueapenasseacapazdecomprendermirealidad.De repente me doy cuenta de que está expresando de viva voz sus
palabrasescritas.Medispongoadetenerlo,adecirlequenoesnecesarioquelohaga,peromecolocalapuntadesuíndiceenloslabiosparasilenciarme.
—Túeresmialma,OliviaTaylor.Eresmiluz.Eresmirazónparavivir.No lo dudes nunca. —Su mandíbula se tensa, y aunque se trata de una
versiónreducidadesucarta,oírlopronunciarsudeclaraciónhacequesemequede clavada con más fuerza—. Te ruego que seas mía para toda laeternidad.—Semetelamanoenelbolsilloyextraeunacajitapequeña—.Porquetejuroqueyosoytuyo.
Bajolavistahastalaminúsculacajaderegaloapesardeminecesidaddemantenerelcontactovisualconél.Tengodemasiadacuriosidad.Cuandomecogelamanoycolocalacajaenelcentrodemipalma,apartolosojosdelmisteriosoobjetodepielylomiro.
—¿Esparamí?Asientelentamenteysesientasobresuspiernas,aligualqueyo.—¿Quées?Sonríe, y al hacerlo se insinúa en sumejilla ese hoyuelo tan caro de
ver.—Meencantatucuriosidad.—¿Quieresqueloabra?Me llevo los dedos a la boca y empiezo a morderme la punta del
pulgar.Un torbellino de sentimientos, pensamientos y emociones invadenmimente.
—Puede que sea el único hombre que pueda saciar esa incesantecuriosidadquetienes.
MeríounpocoymimiradaoscilaentrelacajayelrostromeditabundodeMiller.
—Eres tú quien despierta esa curiosidad enmí,Miller, ymi corduradependedequetambiénlasacies.
Seuneamientusiasmoyseñalalacajaconlamirada.—Ábrela.Cuando cojo la tapa, los dedos me tiemblan de la emoción. Miro a
Millerun instanteyveoque susojosazulesestán fijosenmí.Está tenso.Nervioso.Yesohacequeyotambiénmeponganerviosa.
Levantolatapalentamente.Ymequedosinaliento.Esunanillo.—Sondiamantes—susurra—.Tupiedranatal.Trago saliva y observo la longitud del grueso aro que se eleva
formando un pico sutil en el centro: un diamante ovalado flanqueado porunapiedracon formade lágrimaacada lado.Otraspiedrasmáspequeñasrodean el aro, y todas relucen de un modo increíble. Las piezas estánincrustadasenelanillodeoroblancodetalmodoqueparecequesehayandesprendido directamente de los diamantes principales.Nunca había visto
nadaigual.—¿Esunaantigüedad?—pregunto,abandonandounabellezaporotra.
Lomiro.Siguenervioso.—Artnouveau,de1898paraserexactos.Sonríoysacudolacabeza,asombrada.Élsiempreespreciso.—Peroesunanillo—digo,aunqueseaunaobviedad.Después del momento de tensión en Central Park y de la carta de
Miller,esteanillomehadejadodescolocada.De repente,me quita la caja y la deja a un lado. Se sienta sobre su
trasero,mecogelasmanosytirademíhaciaadelante.Caminoderodillasymecolocoentresusmuslos.Mesientosobremispiernasdenuevoyesperoansiosa sus palabras. Nome cabe duda de que van a calarme hondo, tanhondocomosemeclavanahorasusbrillantesojosazules.Vuelveacogerlacaja y la sostiene entre nosotros. Los centelleos de la exquisita pieza soncegadores.
—Éstedeaquí—diceseñalandoeldiamantecentral—nosrepresentaanosotros.
Me cubro el rostro con las palmas de lasmanos para que no vea laslágrimasqueseacumulanenmisojosdenuevo,peronomeconcedeestaprivacidadpormuchotiempo.Meapartalasmanos,melascolocasobremiregazo y asiente con su preciosa cabeza lentamente, comprendiendo miemoción.
—Éste —señala una de las brillantes lágrimas que flanquean aldiamante—soyyo.—Desliza el dedohasta la que está al otro lado—.Yésteterepresentaati.
—Miller,yo...—Chist.—Meponeeldedoenloslabiosyenarcasusoscurascejasa
mododecariñosaadvertencia.Unavezsegurodequecumplirésudeseodedejarloterminar,centrade
nuevolaatenciónenelanillo,yyonopuedohacernadamásqueesperaraque concluya su interpretación de lo que la joya significa. Su índicedescansasobreeldiamanteconformadelágrimaquemerepresentaamí.
—Estapiedra eshermosa—dice, ydesvía el dedodenuevohasta laotralágrima—.Hacequeéstabrillemás.Lacomplementa.Peroésta,laquenos representa a los dos—añade tocando la gema principal, y levanta lamiradahaciamirostrolloroso—,éstaeslamásbrillantedetodas.
Cierra pausadamente los ojos como suele hacer él, y extrae la
antigüedad de la almohadilla de terciopelo azul marino mientras yomantengounaluchainternapormantenerlacompostura.
Esteperfectohombreimperfectoesmásbellodeloquejamásaceptará,perotambiénsoyconscientedequeyoloconviertoenunhombremejor,ynoporqueintentecambiarlo,sinoporquehagoquequierasermejorpersona.Pormí.
Levanta el anillo y desliza el dedo por las decenas de minúsculaspiedrasquerodeanlapartesuperior.
—Y todos estos pequeños brillantes son los efervescentes fuegosartificialesquecreamosjuntos.
Esperabaquesuspalabrasmecalasenhondo,peronoquemedejasenparalizada.
—Esperfecto.—Levantolamano,acariciosuásperamejillaysientocómo esos fuegos artificiales efervescentes empiezan a encenderse enmiinterior.
—No—murmura, apartando mi mano de su mejilla. Observo cómodesliza lentamente el anillo en mi dedo anular izquierdo—. Ahora esperfecto.
Besa la parte superior del anillo en mi dedo, se queda así unosinstantes,pegalamejillacontramipalmaycierralosojos.
Mehequedadosinpalabras...casi.Acabadeponermeunanilloeneldedo. En la mano izquierda. No quiero romper la perfección de estemomento,perohayunapreguntaquenoparaderondarmeporlacabeza.
—¿Meestáspidiendoquemecasecontigo?Susonrisa,acompañadadesuhoyueloyunapícaraarrugaenlafrente,
casi provoca queme desmaye.Me ayuda a sentarme sobremi trasero, almismotiempocolocamispiernasalrededordesuespaldaymeaproximaaélparaquequedemosentrelazados.
—No,OliviaTaylor.Noteestoypidiendoeso.Teestoypidiendoqueseasmíaparatodalaeternidad.
Soyincapazdecontenerlaemociónqueseapoderademí.Surostro,susinceridad...suabrumadoramorpormí.Enotrovanointentodeocultarmislágrimas, pego el rostro contra su pecho y sollozo en silenciomientras élsuspiraenmipeloymeacaricialaespaldaconreconfortantescírculos.Nosémuybienporquéestoyllorandocuandomesientotanfeliz.
—Esunanillodeeternidad—diceantesdeagarrarmelacabezaentresusmanos y exigirme en silencio que lomire para poder continuar—.El
dedo en el que lo lleves es lo de menos. Además, ya llevas otra piedrafantástica en tu otro dedo anular, y jamás se me ocurriría pedirte quereemplazaseselanillodetuabuela.
Sonríoentresollozos.SéqueésanoeslaúnicarazónporlaqueMillermehapuestoelanilloenlamanoizquierda.Essumaneradecederunpocoanteloqueseimaginabaqueyoquería.
—Memueroportushuesos,MillerHart.—Ytúmetienescompletamentefascinado,OliviaTaylor.—Pegalos
labioscontra losmíosycompleta laperfeccióndelmomentoconunbesomaravillosodeveneración—.Tengoalgoquepedirte—dicecontramibocaenmitaddeunadelasdelicadasrotacionesdesusuavelengua.
—Nunca dejaré de hacerlo —confirmo, y dejo que me ayude alevantarmemientrasmantenemosnuestrasbocasunidasynuestroscuerpospróximos.
—Gracias.Mecogeenbrazos,measeguracontrasupechoyempiezaacaminar
hacialaotrapuerta,laquenosllevaráalsalóndelasuite.Laalfombraqueestádelantede la chimenea esde color crema,blandaymullida, y es ahíadonde nos dirigimos. Interrumpe nuestro beso y me coloca boca arribasobreella.
—Espera—me ordena con tono suave, y sale del salón, dejándomeardienteycargadadedeseo.
Miroelanilloymerecuerdoamímismasumagnificenciaylomuchoque significa.Mis labios se curvan y forman una sonrisa de satisfacción,pero se vuelven serios inmediatamente cuando levanto la vista y meencuentroaMillerHartdesnudo.
No dice nada mientras avanza hacia mí, con los ojos llenos depromesasdeplacer.Estoyapuntodeservenerada,yalgoenmiinteriormedice que esta sesión eclipsará a todas las anteriores. Percibo la necesidadque emana de cada poro de su cuerpo.Quiere completar sus palabras, suregalo,supromesaysubesoconunaconfirmaciónfísica.Cadaterminaciónnerviosa,cadagotadesangreycadamúsculodemicuerposetransformanenfuego.
Deja un condón ami ladoy se ponede rodillas, con sumiembroyasólidoypalpitandoantemisojos.
—Quieroquemiadicciónsedesnude—diceconvozgraveyáspera,avivandomisdeseosynecesidades.
Se apoya sobre el codo, demanera que su largo cuerpo flanqueamicostado,ymipielsedeshacecuandodeslizalamanopordebajodelatelademifaldayrecorrelacortadistanciaquehayhastalaparteinternademimuslo.
Intento inspiraryespirarhondoycontrolar larespiración,peroacaboconteniéndola.Lasuavidaddesusmanostrazandotentadorescírculoscercademiaberturaesunaterribletortura,ynisiquierahemosempezadotodavía.
—¿Estáslistaparaservenerada,OliviaTaylor?—Merozaconeldedosuavementeporencimadelasbragasyhacequemiespaldasearqueeyqueexpulseelairealmacenadodegolpe.
—No lo hagas, por favor—le ruego con ojos suplicantes—.Nometortures.
—Dimequequieresquetevenere.—Mebajalafaldaporlaspiernaslentamenteyarrastramisbragasconella.
—Porfavor,Miller.—Dilo.—Venérame—exhalo,yelevolaespaldaligeramentecuandodeslizala
manopordebajodemicamisetaparadesabrocharmeelsujetador.—Comodesees—dicelentamente,locualesmuyosadoporsuparte,
porqueesevidentequeéltambiénlodesea—.Levantaunpoco.Me siento siguiendo sus órdenes, callada y obediente,mientras él se
ponederodillasdenuevo,mesacalacamisetaporlacabezaymedeslizaelsujetadorpor losbrazos.Los tirademaneradescuidada,pasa lamanopormi espalda y se aproxima amí, obligándome a tumbarme boca arriba denuevo.
Está planeando encima de mí, con medio cuerpo sobre el mío ymirándomefijamente.
—Cadavezquetemiroalosojossucedealgoincreíble.—Dimequé.—Nopuedo.Soyincapazdedescribirlo.—¿Comotufascinación?Sonríe.Esunasonrisatímidaquehacequeseairresistibleyleconfiere
un aire infantil, algo poco frecuente en Miller Hart. Pero a pesar de surareza, no es una cortinadehumo.No es fingidani una fachada.Es real.Antemí,élesauténtico.
—Exacto—confirma,ydesciendeparacapturarmislabios.Mis manos se desplazan a sus hombros y acarician sus músculos.
Ambos murmuramos nuestra felicidad cuando nuestras lenguas seentrelazanlentamente,casisinmoverse.Ladeolacabezaparaconseguiruncontactomejoryunacrecientenecesidadempiezaaapoderarsedemí.
—Saboréalo—dicecontramiboca—.Tenemostodalaeternidad.Escierto,demodoquemeobligoaobedecersuordendemantenerla
calma.SéqueMillerestátanansiosocomoyo,perosufuerzadevoluntadalahorademantenerelcontrolydedemostrarquepuedeessuperioraesadesesperación.Memordisquea el labio inferior; después, su suave lengualamedemanerarelajadamibocamientrasseponederodillasdenuevoymedejaretorciéndomebajounamiradacargadadeintenciones.Ladurezadesupolla me atrapa en el momento en que me separa las rodillas y coge elcondón.El ritmopausadoconelque llevaacabosusacciones,separarmelas extremidades y extender el condón por su erección, es una tortura.Pedirle que lo acelere sería inútil, de modo que hago acopio de toda mifuerzadevoluntadyesperopacientemente.
—Miller.—Sunombreescapademislabiosamododeruego,yelevolosbrazosensilencioparapedirlequedesciendahastamí.
Peroélsacudelacabeza,pasaelbrazopordebajodemisrodillasymellevahaciaadelantehastaqueporfinsientolacalientepuntadesuerecciónrozandomisexo.Lanzoungritoycierrolosojosconfuerza.Dejocaerlosbrazosalosladosymeagarroalpelodelaalfombra.
—Quiero verte entera —declara, empujando hacia adelante yobligándomeaestirarmeconunsilbido—.Abrelosojos,Olivia.
Mi cabeza empieza a temblarmientras siento cómome penetra cadavezmás.Todosmismúsculossetensan.
—Olivia,porfavor,abrelosojos.Mi oscuridad se ve bombardeada por incesantes visiones de Miller
venerándome. Es como una presentación de diapositivas, y las eróticasimágenesaceleranmiplacer.
—¡Malditasea,Livy!Abrolosojos,sobresaltada,yveocómomemira,fascinado,mientras
terminadepenetrarmedeltodo.Susbrazossiguenenroscadosdebajodemisrodillas, y la parte inferior de mi cuerpo está elevada y perfectamenteencajadaenél.Sumandíbula,cubiertaconunasombradebarba,estárígida;susojos,brillantesy salvajes; supelo revuelto; sumechón rebelde suelto;suslabios,carnosos;su...
¡Joder!Sientocómolateenmiinteriorytodosmismúsculosinternos
seaferranconfuerzaasualrededor.—TierrallamandoaOlivia.—Sutonoestotalmentesexual,cargadode
pasión,yloacompañaconunasacudidaperfectadentrodemí.Pierdo la razón. Las imágenes se desintegran enmimente, demodo
quevuelvoaconcentrarmeensurostro.—Manténlosojosfijosenmí—ordena.Retrocede y su miembro sale de mi túnel lentamente. La perezosa
fricción hace que me resulte difícil cumplir su orden. Pero lo consigo,inclusocuandovuelveapenetrarmedolorosamentedespacio.Todosycadauno de mis músculos se activan y se esfuerzan en imitar su ritmocontrolado.Empujaconfuerza;cadaembestidamedejasinalientoyhacequeunlevegemidoescapedemislabios.Losbordesafiladosdesupechosetensanyseinflamanyunaligeracapadesudorempiezaacubrirsusuavepiel.Apesarde la tortura infligidapor sushabilidadesdeveneraciónyelrítmico y constante bombeo de sus caderas proporcionándome un placerindescriptible, consigoelaborarunpatrónde respiración regular.Entoncesempieza a triturarme con cada arremetida, con el pecho agitado yagarrándomecadavezconmásfuerza.Mellevolamanoalpeloytirodeél,desesperadaporaferrarmeaalgo,yaqueMillerestáfuerademialcance.
—Joder, Olivia. Ver cómo te esfuerzas por contenerte me llena demacabrasatisfacción.—Cierralosojosconfuerza,ysucuerpovibra.
Mis pezones empiezan a erizarse y comienzo a sentir cierto dolor enlosmúsculos del vientre. Como de costumbre,me quedo atrapada en eselugaramedias.Quierogritarlequemelleveallímite,perotambiénquieroevitar lo inevitable, hacer que esto dure eternamente, a pesar de la dulcetorturaydelplacerenloquecedor.
—Miller...—Meretuerzoyarqueolaespalda.—Más alto —me ordena, disparando hacia adelante ya menos
controlado—.¡Joder,dilomásalto,Olivia!—¡Miller!—Grito su nombre cuando su última embestida me lleva
justoalbordedelorgasmo.Lanza un gemido grave y ahogado mientras toma las riendas de su
fuerzayvuelveahacermeelamoraunritmocontrolado.—Cadavezque te tomocreoquemeayudaráasaciareldeseo.Pero
nuncasucede.Cuandoacabamostedeseomástodavía.Mesueltalaspiernas,apoyalosantebrazosaambosladosdemicabeza
ymeatrapabajosumusculaturadefinida.Separomáslosmuslosparadarle
asucuerpoelespacioquereclama.Surostroseaproximaalmíoynuestrosjadeos se vuelven uno. Nos quedamosmirándonos fijamente a los ojos ymenealascaderas,acercándomepocoapocoaesepináculodeeuforia.
Hundolasmanosensupeloytirodesusrizosdesordenadosmientraslosmúsculosdemisexoexprimensupolla.
—¡Joder,sí!Dilootravez.—Susojossecristalizanysutonoprimitivome envalentona. Contraigo losmúsculos de nuevo cuando la punta de susólidavergaalcanzamipartemásprofunda—.¡Joddderrr!
Sientountremendoplaceralvercómobajalabarbillayalsentircómosucuerposeestremecedegusto.Saberquepuedohacerquesevuelvatanvulnerableduranteestosmomentosmellenadepoder.Seabreporcompletoamí. Se expone. Se vuelve débil y poderoso almismo tiempo.Elevo lascaderasydisfrutoalvercómosedesmoronaencimademí.Contraigo losmúsculos todo lo que puedo alrededor de cada una de sus temblorosasembestidas.Surostroperfectoempiezaatensarseyveoelsalvajeabandonoreflejadoensuspenetrantesesferasazules.
—Medesarmas,OliviaTaylor.Joder,medesarmas.—Ruedasobre laalfombraymecolocaencimadeél—.Termínalo—ordenacontonosevero,llenodeansiaydesesperación—.Joder,termínalo.
Hago una levemueca de dolor ante el súbito cambio de postura quehacequemepenetremásprofundamentetodavía.Colocasusfuertesmanosenmismuslos y sus dedos se aferran ami piel.Me tiene completamenteensartada, y contengo el alientomientras intento adaptarme a su inmensotamañoenestaposición.
—Muévete, nena. —Eleva las caderas. Lanzo un grito y apoyo lasmanoscontrasupecho—.¡Venga!
Su repentino grito me pone en movimiento y empiezo a rotar lascaderasencimadeél,pasandoporaltolaspunzadasdedolorycentrándomeenlosestallidosdeplacerquehayentreellas.Millergruñeyayudaconmimovimiento de caderas empujando contramismuslos. Voy ami ritmo, yobservo cómo él me observa a su vez mientras hago que ambos nosaproximemoscadavezmásalbordedelaexplosión.
—Voyacorrerme,Olivia.—¡Sí!—grito,ymepongoderodillasydesciendosobreél.Ladra un montón de groserías y acelera el ritmo, obligándome a
colocarmeacuatropatas.Meagarrade lascaderasymepenetramientraslanzaungratificantegrito.
—¡Joder!¡Miller!—Sí,¿mesientes,Livy?Sientetodoloquetengoparadarte.Unospocostironesmásdemicuerpocontraelsuyomehacenestallar
ydesciendoencaídalibrehacialaoscuridad.Micuerposederrumbasobrela alfombra y convulsionamientrasmi orgasmo se apodera demí. Estoyflotando. Siento que Miller sale de mí y oigo sus continuas maldicionesmientrasbajasobremiespalda.Menealaentrepiernaydeslizalapollaporla ranura demi trasero. Farfulla ymemuerde el cuello antes de volver apenetrarmitemblorososexo.Elplacerinundamicerebroyenélnocabelapreocupaciónporhabermecorridoyoantes.Sientocómolalevepulsacióndesuférreomiembroacariciamisparedesyentraysaledemíasuantojo.YentoncesMillersetransformaenuntorrentedesilenciosasoraciones.
Abro los ojos y lo contemplo, jadeando y respirando a duras penas.Miro más allá de la alfombra de color crema e intento recuperar elpensamientocognitivo.
—No me has hecho daño —susurro, con la garganta dolorida yrasposa. Sé que eso será lo primero que me pregunte cuando hayarecuperado el aliento. Su naturaleza animal, la que me había estadoocultando,seestávolviendoadictiva.Perosiguevenerándome.
Estiro los brazos por encima de la cabeza con un suspiro desatisfacción mientras Miller sale de mí. Me mordisquea y me besa unhombro y después el otro; lame y chupa conforme desciende por micolumna. Cierro los ojos en el momento en que sus labios desciendenperezosamentehastami trasero.Me clava los dientes, conbastante fuerzapor cierto, pero estoy agotada, soy incapaz de gritar o de moverme paradetenerlo.Unavezsatisfecho,sientocómosemontayseacomodasobremicuerpoydesliza lasmanospormisbrazoshastahallar lasmías.Entrelazanuestrosdedos,pegaelrostroamicuelloysuspiratambiéndesatisfacción.
—Cierralosojos—murmura.Entonces,derepente,unamúsicainundaelsilencio.Unamúsicasuave
conunasletrasdegranprofundidad.—Reconozco esta canción—susurro, y oigo cómoMiller tararea la
relajantemelodíaenmicabeza.Noesenmicabeza.Abrolosojosyforcejeohastaqueseveobligadoalevantarseparaque
me vuelve paramirarlo.Deja de tararear,me sonríe con ojos brillantes ydejaquelamúsicacobreprotagonismodenuevo.
—Estacanción...—empiezo.—Puedequetelatarareedevezencuando—susurra,casitímidamente
—.EsGabriellaAplin.—ThePowerofLove—terminoporélmientrassucuerposeaproxima
almío,meempujaparacolocarmebocaarribaydescansasupesosobremí.—Hmmm—tararea.Sigoagitada,temblandoypalpitando.Unaeternidadasínoserásuficiente.
CAPÍTULO4
Tengo sueños plácidos en los que se repite la última parte del día deayer.Mispárpadossoñolientosseabrenpocoapocoymimente,apuntodedespertarse,registrasupresenciacercademí.Muycerca.Estoyacurrucadajuntoaél,hechaunovilloyabrazándolo,comoaéllegusta.
Conmuchocuidadoyensilencio, levanto lamano izquierdaybuscomianillo,suspirandoysaboreandolainsistenciademimenteenrecordarmecadaunadelaspalabrasylasaccionesdeldíaanterior.
Lossueñosplácidosnosólotienenlugarcuandoestásdurmiendo.AprovechandoqueMillerestásumidoenunsueñoprofundo,dedicoun
pocodetiempoasolasatrazarlaslíneasdesupecho.Estámuertoparaelmundo... almenos lamayor parte de él lo está. Observo con fascinacióncómo su polla empieza a endurecerse cuando deslizo la mano hacia lapronunciadaV que nace en la parte inferior de su vientre, hasta que estátotalmenteerectaypalpitante,suplicandoatenciones.
Quieroque se despierte gimiendode placer, demodoque empiezo adescenderporsucuerpopocoapocoymeacomodoentresusmuslos.Éstosse abrenpara hacermehueco sin necesidadde queyo los separe; antemítengo en primer plano su erección matutina, me lamo los labios y mepreparomentalmenteparavolverloloco.Alargolamanoydesvíolamiradahaciasurostromientrasagarrolabasedelmiembroyesperoalgunaseñaldevida, pero no encuentro ninguna. Sólo unos labios separados y unospárpados quietos. Vuelvo a centrar la atención en el pétreo apéndicemuscular y sigomi instinto. Lamo la punta en lentos círculos y recojo lagotadesemenqueyaseestáformando.Elcalordesucarne,lasuavidaddesu piel firme y la dureza que se esconde debajo resultan tremendamenteadictivosynotardoenponermederodillasydeslizoloslabioshastaabajodel todo, gimiendo con indulgencia mientras vuelvo a ascender. Toda miatención está centrada exclusivamente en lamerlo y besarlo.Me paso unaeternidad disfrutando de la deliciosa sensación de tenerlo en la boca. Noestoy segurade enquémomento empieza a gemir, pero susmanos enmipelo de manera repentina me alertan de ello y sonrío entre los lentosmovimientosdemibocamientrasenvainosuvergaunayotravez.Empieza
aelevarligeramentelascaderaspararecibircadaunodemisavancesysusmanosguíanmicabezaalaperfección.
Susmurmullossoñolientosconvozrotaydébilsonindescifrables.Mimanoempiezaaacariciarloarribayabajo,imitandolosmovimientosdemiboca y multiplicando su placer. Menea las piernas y sacude la cabezalentamentedeunladoaotro.Todoslosmúsculosqueestánencontactoconmicuerposehanvueltorígidosyeltamañodesumiembroenmibocameindicaqueestácerca,demodoqueaceleroelritmodemismanosydemicabezaysientocómomegolpeaelfondodelagarganta,incrementandomipropioplacer.
—Para—exhala, y continúa empujandomi cabeza contra él—.Para,porfavor.
Vaacorrerseencualquiermomento,ysaberlomealientaacontinuar.—¡No!—Levantalarodillaymegolpeaenlamandíbulahaciéndome
gritardedolor.Meapartomientrasmeagarro lacarayaplicopresiónparaaliviarel
fuertegolpetazo,yliberosuerección.—¡Nometoques!Se incorpora y retrocede por el suelo hasta que su espalda impacta
contraelsofá,conunarodillalevantadaylaotrapiernaextendidadelantedeél. Sus ojos azules están abiertos como platos y cargados de temor; sucuerposudorosoysupechoagitadomuestranunaclaraaflicción.
Apartoelcuerpocomoporinstinto.Eldesconciertoylaprecauciónmeimpidenacercarmea élpara reconfortarlo.Nopuedonihablar.Mequedoahí,observandocómomirahaciatodaspartes,conlamanosobreelpechopara intentar calmar las palpitaciones. Siento un dolor tremendo en lamandíbula, pero mis ojos secos no producen lágrimas. Estoyemocionalmente en shock. Parece un animal asustado, acorralado eindefensoy,cuandobajalavistaasuentrepierna,yolohagotambién.
Sigueempalmado.Supollaempiezaadarsacudidasyélgruñeydejacaerlacabezasobresushombros.
Secorre.Yempiezaagimotearconabatimiento.El líquido blanco se vierte sobre su estómago, sobre sus muslos, y
parecequenovaapararnuncadesalir.—No—murmuraparasímismomientrassepasalosdedosporelpelo
ycierralosojosconfuerza—.¡No!—brama,golpeandolasmanoscontrael
sueloyhaciendoquemeestremezca.No séquéhacer.Sigo sentada lejosde él, con lamano todavía en la
mandíbula,ynoparodedarlevueltasalacabeza.Unmontóndeflashbacksseagolpanenmimente.Dejóqueselachuparaunavez.Fuebreveynosecorrió.Gimiódeplacer,meayudó,meguio,perono tardóenretirarse.Elresto de las veces que me he acercado a esa zona con la boca me hadetenido.Unavezmedejó que lomasturbara en su despacho, y recuerdoquemedejóbienclaroquesólopodíausarlamano.Tambiénrecuerdoquemedijoqueélnosemasturbaenprivado.
¿Porqué?Cogeunpañuelode lacajaqueestácercade lamesay sedisponea
limpiarsecomounposeso.—¿Miller?—digoenvozbaja,uniendomivozalosfrenéticossonidos
desurespiraciónysusacciones.No puedo reducir la distancia. No hasta que sea consciente de que
estoyaquí.—Miller,mírame.Dejacaerlosbrazos,perosusojosmirantodomicuerpoaexcepción
demirostro.—Miller,porfavor,mírame.—Meinclinounpocohaciaadelante,con
cautela,desesperadapor reconfortarloporqueestáclaroque lonecesita—.Porfavor.—Espero,impaciente,peroséquetengoqueircontiento—.Teloruego.
Cierralentamentesusatormentadosojosazulesyvuelveaabrirlosdenuevo,clavándolosenlomásprofundodemicorazón.Empiezaasacudirlacabeza.
—Lo siento muchísimo—dice, casi ahogándose con las palabras, yllevándoselamanoalagarganta,comosilecostaserespirar—.Tehehechodaño.
—Estoy bien —respondo, aunque tengo la sensación de que lamandíbulasemehasalidodelsitio.
Me la suelto, me aproximo a él y me acurruco lentamente sobre suregazo.
—Estoybien—repito.Entierroelrostroensucuellomojadoysientoungranalivioalverque
aceptaelconsueloqueleofrezco.—¿Túestásbien?
Resopla,casiriéndose.—Nosémuybienquéesloquehapasado.Arrugo la frente y me doy cuenta al instante de que va a evadir
cualquierpreguntaquelehagaalrespecto.—Puedescontármelo—lepido.Derepenteapartamipechodelsuyo,meclavalamiradaymesiento
pequeñaeinútil.Surostroimpasibletampocoayuda.—¿Contarteelqué?Meencojoligeramentedehombros.—Elporquédeesareaccióntanviolenta.Me siento incómoda bajo la intensidad de sus ojos. No entiendo la
razón,yaquehesidoelúnicocentrodesupenetrantemiradadesdequeloconocí.
—Losiento.—Suavizaelgestoysusojosse llenandepreocupaciónencuantosefijanenmimandíbula—.Esquemehascogidoporsorpresa,Olivia.Sóloeseso.
Meacariciasuavementelamejillaconlamano.Meestámintiendo,peronopuedoobligarloacompartiralgoquepuede
queleresultedemasiadodolorosoexpresar.Yaheaprendidoeso.EloscuropasadodeMillerHartnecesitapermanecerenlaoscuridad,lejosdenuestraluz.
—Bien—digo, pero no lo pienso en absoluto. No estoy bien, paranada,yséqueMillertampoco.
Loquequieroesdecirlequeseexplique,peroelinstintomeloimpide.Ese instinto que me ha guiado desde que conocí a este hombredesconcertante. Insistoen repetirmeesoamímisma, aunquemepreguntodóndeestaríaahoradenohaberseguidotodaslasreaccionesnaturalesqueme llevaban hasta él y de no haber respondido como lo he hecho a lassituacionesenlasquemehapuesto.Sédónde:muerta,sinvida,fingiendoser feliz conmi solitaria existencia.Esposiblequemividahayadadoungiroradical,quesehayallenadodesituacionesdramáticasparacompensarla falta de emociones de los últimos años, pero no flaquearé en mideterminación de ayudar al hombre que amo con esta batalla. Estoy aquíparaél.
HedescubiertomuchascosasoscurassobreMillerHart,yenelfondoséquehaymás.Tengomáspreguntas.Ylasrespuestas,seanlasquesean,nocambiaránniunápiceloquesientoporél.Séqueparaélesdoloroso,lo
quehacequeparamítambiénlosea.Noquierocausarlemássufrimiento,yeso es lo que conseguiré si lo obligo a contármelo. De modo que lacuriosidadpuedeirseatomarporelculo.Hagocasoomisodeesamolestavocecilla enmi cabeza que señala que a lomejor lo que pasa es que noquierosaberlo.
—Memueropor tus huesos—susurro en un intento de distraernos aambosdelmomentoincómodo—.Memueroportushuesosatormentadosyobsesivos.
Unaampliasonrisa ilumina laseriaexpresióndesu rostro, revelandosuhoyueloyhaciendobrillarsusojos.
—Y mis huesos atormentados y obsesivos están profundamentefascinados por ti. —Levanta la mano para tocarme la mandíbula—. ¿Teduele?
—Nomucho.Estoyacostumbradaarecibirgolpesenlacabeza.Se encoge, y me doy cuenta al instante de que he fracasado en mi
empeñodecalmarelambiente.—Nodigaseso.Estoyapuntodedisculparmecuandoelestrepitosotimbredelteléfono
deMillersuenaenladistancia.Meapartadesuregazoymecolocaconcuidadoasulado.Mebesala
frente,selevantaysedirigealamesaparacogerlo.—Miller Hart —responde con el mismo tono frío e indiferente de
costumbremientraspaseasucuerpodesnudoporeldespacho.Hacerrado lapuerta trasde sí cadavezqueha recibidouna llamada
desdeque llegamos,peroestavez lahadejadoabierta. Interpretoelgestocomounaseñal.Melevantoylosigohastaquellegoalumbralymequedoobservándolo,reclinadodesnudoenlasilladeldespachoymasajeándoselasien con la punta de los dedos. Parece irritado y estresado, pero cuandolevantalamiradayencuentralamíatodaemociónnegativadesapareceyesreemplazadaporunasonrisayunosbrillantesojosazules.Levantolamanoymevuelvoparamarcharme.
—Unmomento—dice de repente por el auricular, lo aparta y se locolocasobreelpechodesnudo—.¿Vatodobien?
—Sí.Tedejotrabajar.Daunaspalmaditassobreelteléfono,queahoradescansaensupecho,
yrecorremicuerpodearribaabajoconlamirada.—Noquieroque tevayas—dicemirándomea losojos,ydetectoun
doblesentidoenlafrase.Ladealacabeza,yyomeacercoconcautelaaél,sorprendida por su orden, aunque no tanto por el creciente deseo queempiezoasentir.
Millermemiraconuna levesonrisaenel rostro,mecoge lamanoybesalapartesuperiordemianillonuevo.
—Siéntate.—Tirademíhastaqueaterrizosobresudesnudoregazo,ytodosmismúsculos se tensan cuando su polla semierecta queda encajadaentremisnalgas.Meinvitaareclinarme,demodoquepegolaespaldaasupechoyacurrucolacabezaenelhuecodesucuello.
—Continúa—ordenaporteléfono.SonríoparamisadentrosantelacapacidaddeMillerdesertantiernoy
dulceconmigoy tan secoyhoscoconquien seaqueestéalotro ladodelaparato.Unbrazomusculosorodeamicinturaylasostieneconfuerza.
—EsLivy—silba—.Podríaestarhablandocon laputa reina,perosiOliviamenecesita,lareinatendráqueesperar.
Mi rostro se arruga con confusión, pero almismo tiempo se infla desatisfacción.Megiroparamirarlo.Quieropreguntarlequién es, pero algome lo impide. Es el sonido apagado de una voz suave, familiar y muycomprensiva.
William.—Mealegrodequehayaquedadoclaro—resoplaMiller,ymedaun
pico en los labios antes de pegarmi cabeza de nuevo contra su cuello ymoverseunpocoenlasillaparaestrecharmemáscontrasucuerpo.
Sequedacalladoyempiezaajugarociosamenteconunmechóndemipelo, retorciéndolo varias veces hasta que empieza a tirarme del cuerocabelludoy lemuestromimolestiadándoleun leve toqueen lascostillas.OigoeltonoapacibledelavozdeWilliam,peronologrodistinguirloqueestándiciendo.Millermedesenredaelmechónparavolveraretorcerlodenuevo.
—¿Yhasdeterminadoalgoalrespecto?—preguntaMiller.Imaginodeloquedebendeestarhablando,peroencontrarmeaquíen
su regazo, escuchando este tono tan plano y distante, acrecienta micuriosidad. Debería haberme quedado en el salón, sin embargo ahora noparodedarle vueltas a la cabezaydepreguntarmequéhabrádescubiertoWilliam.
—Unmomento—dice,yveoconelrabillodelojocómoelbrazoquesostieneelteléfonocaesobreelbrazodelasilla.
Mesuelta el pelo, probablementedejandoatrásunmontóndenudos.Apoyalamanoenmimejillaymevuelvehaciaél.Memiraprofundamentea los ojos, presiona un botón de su teléfono y lo deja sobre la mesa sinapartarlamiradademí.Nisiquierainterrumpeelcontactoparacomprobardóndelohadejadonipararecolocarlo.
—William,saludaaOlivia.Me revuelvo, nerviosa, sobre el regazo de Miller y un millón de
sensacionesacabanconlaserenidadqueestabasintiendoresguardadaensusbrazos.
—Hola, Olivia —dice William con voz reconfortante. Aunque noquiero escuchar nada de lo que tenga que decir. Me advirtió de que mealejasedeMillerdesdeelmomentoenquesupodenuestrarelación.
—Hola,William.—Me vuelvo haciaMiller rápidamente y tenso losmúsculos,dispuestaalevantarmedesuregazo—.Osdejarétrabajarenpaz.
Pero no voy a ninguna parte. Miller me mira sacudiendo la cabezalentamenteymesostieneconfuerza.
—¿Cómo estás? —La pregunta de William era fácil de responder...hacemediahora.
—Bien—meapresuroadecir,ymereprendoamímismaporsentirmeincómoday,sobretodo,poractuarcomotal—.Estabaapuntodepreparareldesayuno.
Intentolevantarme...ydenuevo,noloconsigo.—Oliviasequeda—anunciaMiller—.Continúa.—¿Pordóndeíbamos?—preguntaWilliam,extrañado,yesohaceque
miincomodidadsetransformeenpuropánico.—Pordondeíbamos—respondeMiller.Mecolocalamanoenlanuca
y empieza a masajear mi tensión con firmeza y determinación. Pierde eltiempo.
Sehaceelsilencioalotroladodelalínea.Entoncesseoyeunaespeciedemovimiento.ProbablementeWilliamseestérevolviendoincómodoensuenormesilladeldespachoantesdehablar.
—Nosési...—Sequeda.—LocortaMiller,ymepreparoparaelcontraataquede
William...quenollega.—Hart, dudo de tumoralidad a diario.—Miller se ríe, y es una risa
oscura y sarcástica—. Pero siempre te había creído cuerdo, a pesar de lopoco cuerdos e insanos que hayan sido tus actos. Siempre he sabido que
estabasperfectamentelúcido.QuierointerveniryponeraWilliamensusitio.Nohaynadadelúcido
enMiller cuando pierde los estribos. Es violento e irracional. Se vuelve,oficialmente, loco de atar. ¿O no? Me doy la vuelta lentamente paraobservarsurostro.Suspenetrantesojosazulesabrasaninmediatamentemipiel. Su rostro, aunque impasible, es angelical. Me devano los sesospensandosiloqueWilliamestádiciendoesciertoono.Nopuedoestardeacuerdo.QuizáWilliamnohayavisto nunca aMiller alcanzar la clase derabiaquehadesencadenadodesdequemeconoció.
—Siempreséexactamenteloquehagoyporquélohago—diceMillerdemaneralentayconcisa.Sabeloqueestoypensando—.Puedequeavecespierdalarazónporunamilésimadesegundo,perosóloduranteesetiempo.—SusurraenvoztanbajaquenocreoqueWilliamlohayaoído.Yasí,sinmás, respondeaotrapreguntaque semeestabapasandopor la cabeza—.Misaccionessonsiempreválidasyjustificadas.
Williamoyeesaparte.Yloséporqueseechaareír.—¿Enelmundodequién,Hart?—Enelmío.—Vuelveacentrarlaatenciónenelteléfonoymeagarra
conmásfuerza—.Yahoraeneltuyotambién,Anderson.Suspalabrassoncrípticas.Nolasentiendo,peroeltemorqueasciende
pormi columna y el largo y sobrecogedor silencio que las acompañameindicanque he de recelar de ellas. ¿Por qué he venido aquí? ¿Por qué nohabré ido directamente a la cocina a por algo de comer? Tenía hambrecuandomehedespertado.Peroahorano.Ahoramiestómagoesunvacíoquesellenarápidamentedeansiedad.
—Tu mundo jamás será el mío —responde William con un tonocargadodeira—.Jamás.
Tengoquemarcharme.Éstapodríaserunadeesasvecesenlasquesusdos mundos colisionan, y no quiero estar cerca cuando eso suceda. ElAtlánticoevitaráelenfrentamiento físico,peroel tonodevozdeWilliam,suspalabrasylaencolerizadavibracióndelcuerpodeMillerdebajodemísonclarosindicativosdequelacosasevaaponerfea.
—Quiero marcharme—digo, y me esfuerzo por apartar la mano deMillerdemivientre.
—Quédate aquí, Olivia. —Mis intentos son en vano y la irracionalinsistencia de Miller en que me quede a presenciar este espectáculodesagradablehaceresurgirmiintrepidez.
—Suél-ta-me.Meduelelamandíbula.Mevuelvoyatraviesosusseriasfaccionescon
lamirada.Mesorprendoalverquemesueltade inmediato.Mepongodepie al instante y, sin saber si debo marcharme deprisa o tranquilamente,empiezoasacudirmelaropainexistentemientrasmeditosobremidilema.
—Losiento—diceMiller.Mecogeunademisocupadasmanosymelaestrechaconsuavidad—.Porfavor,megustaríaquetequedaras.
Se hace un breve e incómodo silencio hasta que la risa divertida ysinceradeWilliaminterrumpenuestromomentodeintimidadymerecuerdaque,técnicamente,sigueenlahabitaciónconnosotros.
—Sí,yahemosterminado—confirma—.Yotambiénlosiento.—No entiendo para qué quieres que me quede—confieso. Bastante
tengoyaqueprocesar.—Williamhaestado intentandoaveriguar algunascosas, esoes todo.
Porfavor,quédateyescuchaloquetengaquedecir.Mealiviaquequieraqueloayudeacompartirlacarga,pero,almismo
tiempo,tengomiedo.Asientolevemente,vuelvoasentarmesobresuregazoypermitoquecoloquemicuerpoenlaposiciónquemáslegusta,queesdelado,conmispiernascolgandoporencimadelreposabrazosdelasillayconmimejillaapoyadaensupecho.
—Bien.¿SeguimosconlodeSophia?Semehielalasangrecontansólooírsunombre.—InsisteenquejamáslepioniunapalabraaCharlie.¿Charlie?¿QuiénesCharlie?—Lacreo—diceMilleralgoreacio.Estomesorprende,ymástodavía
cuandoWilliamcoincide—. ¿Notaste en algúnmomentoque fuese ella laqueseguíaaOlivia?
—Noestoyseguro,perotodossabemosloqueesamujersienteporti,Hart.
Sé perfectamente lo que Sophia siente por Miller, principalmenteporquetuvolaamabilidaddedecírmeloellamisma.Esunaantiguaclienteque se enamoróde él.O,más bien, que se obsesionó con él.Miller teníamiedo de que intentase secuestrarme. ¿Tanto lo quiere que sería capaz dedeshacersedemí?
—¿Notar con Sophia Reinhoff?—William semofa—. Lo único quenotoensupresenciaesfrialdad.Fuistemuydescuidado.LlevaraLivyalIcefue una estupidez por tu parte. Y llevarla a tu apartamento más todavía.
Seguroqueestádisfrutandodelolindosabiendoquepuededelatarte,Hart.Meencojo,ysientocómoMillerbajalavistaparamirarme.Séloque
vaapasar.—Tanto Olivia como yo hemos llevado nuestra relación en secreto.
SóloheidoalIceconLivycuandoelclubestabacerrado.—¿Ycuandoapareciósinadvertenciaprevia?¿Laacompañastehasta
lasalida?¿Mantuvistelasdistanciasconellaparadisminuirelriesgodequeosrelacionaran?—diceWilliammuyserioaunqueconciertasorna.Quieroesconderme—. ¿Y bien?—insiste, aunque sabe perfectamente cuál es larespuesta.
—No—contestaMiller con lamandíbula apretada—. Sé que fui unidiota.
—De modo que lo que tenemos es un club lleno de personas quefueron testigos de varios incidentes en los que el distante y notoriamentecerrado Miller Hart perdió los estribos por una preciosa jovencita. ¿Vesadóndequieroiraparar?
Pongo los ojos en blanco ante el impulso innecesario deWilliam demenospreciar a Miller. También me siento tremendamente culpable. Midesconocimiento de las consecuencias demis actos ymi comportamientohanaceleradolasituaciónylohanacorralado.
—Perfectamente,Anderson.Millersuspiraybuscaenmipelootromechónqueretorcer.Sehaceel
silencio. Es un silencio incómodo, que aumenta mi deseo de huir deldespachoydejarqueestosdoshombrescontinúensolosconlasconjeturassobresudiabólicasituación.
Pasaunbuen ratoantesdequeWilliamhabledenuevoy, cuando lohace,nomegustaloquedice.
—Debes de haber anticipado las repercusiones de tu dimisión, Hart.Sabesqueesonoesdecisióntuya.
MehagounovilloalcostadodeMiller,comosihacermemáspequeñaeintentarmetermedentrodeélpudieseborrarlarealidad.Nohededicadodemasiado espacio en mi cerebro a pensar en las cadenas invisibles deMiller ni en los cerdos inmorales que poseen las llaves. El fantasma deGracie Taylor ha monopolizadomi mente y, curiosamente, ahora eso meparece mucho mejor que esta situación. Esto es la auténtica realidad, yescucharlavozdeWilliam,sentireltormentodeMilleryvermederepenteconsumidaporladerrotameempujanallímitedelaansiedad.Noestoydel
todoseguradequénosesperaenLondrescuandovolvamos,peroséquevaaponermeaprueba,quenospondráapruebaaambos,másquenuncaantes.
Lasensacióndesussuaveslabiossobremisienhacequeregresealahabitación.
—Ensumomentonomepreocupabademasiado—admiteMiller.—Pero¿lasconoces?—lapreguntadeWilliamylabrusquedadconla
quelaformulaindicanclaramentequesólohayunacontestaciónposible.—AhorasólomepreocupaprotegeraOlivia.—Buenarespuesta—respondeWilliamsecamente.Levanto la vista y veo aMiller sumido en sus pensamientos, con la
miradaperdida.Detestoqueestétanderrotado.Hevistoestamiradademasiadasveces,
ymepreocupamásqueningunaotracosa.Mesientociega, inútily,alnoencontrarlaspalabrasadecuadasparareconfortarlo,deslizolamanoporsucuelloy tirocon fuerzahaciamíhastapegarel rostrocontra labarbaquecubresugarganta.
—Tequiero.Misusurradadeclaraciónescapademibocademaneranatural,como
simi instintome indicasequeun refuerzoconstantedemiamorporélestodoloquetengo.Enelfondo,muyamipesar,séqueasíes.
Williamcontinúa:—Nomepuedocreerquefuesestanestúpidocomoparadejarlo.LosmúsculosdeMillersetensanalinstante.—¿Estúpido? —masculla, y me recoloca en su regazo. Casi puedo
sentircómobullensusemocionesatravésdenuestroscuerposdesnudosencontacto—.¿EstássugiriendoquedeberíaseguirfollandoconotrasmujeresmientrastengounarelaciónconOlivia?
Sumaneradeexpresarsemeobligaahacerunamuecadedisgusto,aligualquelasimágenesqueseagolpanenmimente,decorreasy...
«¡Basta!»—No. —William no se amilana—. Lo que sugiero es que jamás
deberíashabertocadoloquenopuedestener.Perotodoestodesaparecerásihaceslocorrecto.
Locorrecto.Dejarme.VolveraLondresyserelEspecial.Nopuedocontener larabiaquese instalaenmiinterior trasescuchar
laspalabrasdeWilliam,especialmentealverqueinsisteensertancapullo.—Sí que puede tenerme—espetami intrepidezmientras forcejeo en
brazosdeMiller.Meincorporoymeacercoalteléfonolomáximoposibleparaquemeoigaaltoyclaro—.¡Noteatrevasaempezarconesto,William!¡Nomeobliguesaclavaruncuchilloyaretorcerlo!
—¡Olivia!Miller me estrecha de nuevo contra su pecho, pero mi resistencia
inyecta fuerza a mi constitución menuda. Me libero de sus brazos y meacercodenuevoalteléfono.Oigosuexasperaciónperfectamente,peroesonovaadetenerme.
—Sé que no me estás amenazando con violencia, Olivia —diceWilliamconunligerotonoburlón.
—GracieTaylor.—Digosunombreconlosdientesapretadosynomedeleito al escuchar cómo inspira con dolor a través de la línea—. ¿La hevisto?—preguntoexigiendounarespuesta.
Miller me estrecha contra su pecho inmediatamente y empiezo aforcejearconsusbrazos.
—¡¿Eraella?!—grito.Enmifrenesí,lanzouncodazohaciaatrásyledoyenlascostillas.
—¡Joder!—rugeMillermientrasmesuelta.Me abalanzo sobre el teléfono e intento tomar aire para exigirle una
respuesta, peroMiller se adelanta y corta la llamada antes de que lleguehastaél.
—¡¿Qué haces?!—le chillo, apartándole las manos mientras intentareclamarme.
Élgana.Meestrechacontrasucuerpoyatrapamisbrazosconfuerza.—¡Cálmate!Me estoy dejando llevar por la ira más absoluta, cegada por la
determinación.—¡No! —Una nueva fortaleza me invade. Me estiro hacia arriba y
arqueo la espalda con violencia en un intento de escapar del abrazo deMiller,cadavezmáspreocupado.
—Cálmate,Olivia—mesusurraeneloídoamododeadvertenciaconlos dientes apretados cuando por fin consigue asegurarme contra su torsodesnudo. La ira que nos invade a ambos se palpa a través del calor denuestrapiel—.Nomeobliguesatenerloquerepetir.
Mecuesta respirar y el pelomecae enunamarañade rizos sobre elrostro.
—¡Suéltame! —Apenas puedo hablar claro con mi agotamiento
autoinfligido.Millerinspirahondo,pegaloslabiosamipeloymesuelta.Sinperder
niun segundo,me levantode su regazo,huyodemi fría realidad,doyunportazo al salir y nome detengo hasta que llego al baño de la habitaciónprincipal.Tambiéncierroesapuertadeunportazo.Memetoconrabiaenlabañeraconformadehuevoyabrolosgrifos.Lairaquemeinvadebloquealas instrucciones que envía mi mente para que me calme. Tengo queserenarme,peromiodioporWilliamymitormentomentalsobremimadrenomelopermiten.Mellevolasmanosalpeloytiroconfuerza.Larabiasetransformaenfrustración.Enunesfuerzopordistraerme,echounpocodedentífricoenmicepillodedientesymeloslavo.Esunestúpidointentodeeliminardemibocaelsaboramargoquesemehaquedadoalpronunciarsunombre.
Despuésdepasarmás tiempodelnecesariocepillándome losdientes,escupo, me enjuago y me miro en el espejo. Mis pálidas mejillas estánsonrosadas a causa de la ira que vamenguando y del perpetuo estado dedeseoenelquemehalloúltimamente.Peromisojosazulmarino reflejanangustia.DespuésdeloshorriblesacontecimientosquenosobligaronahuirdeLondres,enterrarmiignorantecabezaenunfosodearenasinfondohasidofácil.Yahoralacrudarealidadmeestácastigando.
—Encierra almundo fuera y quédate aquí conmigo para siempre—susurro,ymepierdoenelreflejodemispropiosojos.
Todo ami alrededor se ralentizamientrasme agarro a los lados dellavaboypegolabarbillaalpecho.Ladesesperanzaseapoderademimenteagitada. Es una sensación desagradable, pero mi mente y mi cuerpoexhaustos no consiguen hallar ni un rastro de determinación entre todasestasemocionesnegativas.Todopareceimposibledenuevo.
Suspiro apesadumbrada. Levanto la vista y veo que el agua de labañera está a punto de desbordarse, pero no corro hacia ella, no tengoenergías. Me vuelvo y arrastro lentamente mi cuerpo abatido por lahabitaciónparacerrarlosgrifos.Memetoenlabañeraymesumerjoenelagua, resistiendo la necesidad de cerrar los ojos y hundir mi rostro.Permanezco quieta, con la mirada perdida, obligando a mi mente adesconectar. Funciona hasta cierto punto.Me concentro en los agradablestonosdelavozdeMiller,encadaunadelasmaravillosaspalabrasquemehadedicadoyencadacariciaqueharegaladoamicuerpo.Entodas.Desdeelprincipiohastaahora.Yesperoy rezoparaquehayamuchasmásenel
futuro.Unligerogolpeenlapuertadelbañoatraemimiradayparpadeovarias
vecesparahumedecermisojosdenuevo.—¿Olivia?—diceMillerconunavozgravedepreocupaciónquehace
quemesientacomounamierda.No espera a que conteste, sino que abre poco a poco la puerta y
sostieneelpomomientrasseasomaporelmarcoymebuscaconlamirada.Sehapuestounosbóxernegrosyveoquetieneunamancharojaalaalturade las costillas, gracias a mí. Cuando sus brillantes ojos azules meencuentran,mi sentimientodeculpa semultiplicapormil. Intentaesbozarunasonrisa,peroacababajandolavistaalsuelo.
—Lolamento.Sudisculpameconfunde.—¿Elqué?—Todo—respondesinvacilar—.Haberdejadoqueteenamorarasde
mí. Haber... —Me mira y toma algo de aliento—. Lamento que mefascinasestantoquenopudedejarteenpaz.
Unatristesonrisaseformaenmislabiosyestiroelbrazoparacogerelchampúantesdeentregárseloaél.
—¿Meconcederíaselhonordelavarmeelpelo?Necesitavenerarmeunpocoparaolvidarsedetodo,loqueseacontal
deestabilizarestemundonuestroquesedesmorona.—Nadamecomplaceríamás—confirma,ysuslargaspiernasrecorren
ladistanciaquenossepara.Se pone de rodillas junto a la bañera, coge la botella de champú y
vierteunpocodelcontenidoensusmanos.Me incorporoymevuelvodeespaldasaélparafacilitarleelacceso,ycierrolosojoscuandosientocómosus fuertesdedosmasajeanmicuerocabelludo.Sus lentosmovimientosysus cuidados infunden algo de paz a mis preocupados huesos. Nosquedamoscalladosunrato.Memasajealacabeza,meordenaconvozsuavequemeenjuagueyaplicaacondicionadoramicabello.
—Me encanta tu pelo—susurra, y se toma su tiempo palpándolo ypeinándoloconlosdedosmientrastarareaalgo.
—Tengo que cortarme las puntas —respondo, y sonrío cuando susdedosdiligentessedetienendegolpe.
—Sólo laspuntas.—Recogemimelenamojaday resbaladizaenunacoletaylaretuercehastaquelatienetodaalrededordesupuño—.Yquiero
ircontigo.—Tiraligeramentehaciaatrásyacercaelrostroalmío.—¿Quieres controlar a mi peluquera? —pregunto, divertida,
volviéndomeenelaguayagradeciéndolesuintencióndedistraerme.—Sí.Síquiero.—Séquenoestábromeando.Mebesasuavementeen
los labios y despuésme da una infinidad de pequeños picos hasta que sulenguacalienteseadentraenmibocaymelameconternura.Mepierdoensubeso,cierrolosojosymimundoseestabiliza—.Meencantatusabor.
Interrumpe nuestro beso, pero mantiene el rostro pegado al míomientrasdesovillamipeloporcompletoylodejacaersobremiespalda.Lamitaddesulongitudseextiendeenelagua.Lollevodemasiadolargo,casiporelculo,perometemoqueasísevaaquedar.
—Vamosaaclararelacondicionadordetusrizosrebeldes.Me acaricia la mejilla con el pulgar durante unos instantes antes de
trasladar la mano a mi cuello para animarme a sumergir la cabeza en elagua.Mehundoenlabañeraycierrolosojosmientrasdesaparezcobajolasprofundidadesymioídoseensordece.
Contener el alientome resulta fácil. Lo he hecho infinidad de vecesdesde que conocí a Miller, cuando me lo roba con uno de sus besos deveneraciónocuandomehacellegaralorgasmotocándomeahí.Sinverysinapenas oír nada, lo único que puedo hacer es sentirlo. Sus firmesmanostrabajanenmipeloyeliminanelacondicionadorymiimpotenciaalmismotiempo. Pero entonces, su mano abandonami cabeza y desciende por unladodemi rostrohastamigarganta.Demigarganta amipecho,ydemipecho a un montículo inflamado. La punta de mi pezón arde conanticipación.Larodeademaneradeliciosayentoncessutactodesciendepormivientrehastalaparteinternadelmuslo.Mepongotensabajoelaguaymeesfuerzoporpermanecerquietaycontenerlarespiración.Laoscuridadyel silenciodesarrollanel restodemis sentidos, sobre todoeldel tacto.Sudedosedeslizaentremis temblorosos labiosymepenetraprofundamente.Saco lamano del agua al instante,me agarro al borde de la bañera ymeimpulso para incorporarme rápidamente. Necesito disfrutar de cadagratificante elemento de la veneración de Miller, como, por ejemplo, surostroplenodesatisfacción.
Jadeo y lleno de aire mis pulmones. Miller empieza a meterme y asacarmelosdedosperezosamente.
—Hmmm.Apoyolacabezaydejoquecaigahaciaunladoparapodervercómo
mesatisfaceconsusdedosprodigiosos.—¿Te gusta? —pregunta con voz áspera mientras sus ojos se
oscurecen.Asiento,memuerdoel labio inferiorycontraigo todosmismúsculos
internosconlaintencióndecontenerelcosquilleoquesientoenlabocadelestómago. Pero me desconcentro cuando presiona el pulgar contra miclítorisyempiezaatrazarcírculostortuososyprecisossobremipartemássensible.
—Meencanta—exhalo,yempiezoajadear.Miplacerseintensificacuandoveoqueseparaloslabiosycambiade
posición junto a la bañera para tener mejor acceso a mí. Saca los dedoslentamente, me mira a los ojos, vuelve a hundirlos y todo su ser destilasatisfacciónytriunfo.Micuerpoempiezaatemblar.
—Miller, por favor—le ruego, y comienzo a sacudir la cabeza condesesperación—.Porfavor,házmelo.
Mipeticiónnoquedadesatendida.Está tandesesperadocomoyoporborrar laangustiadenuestroratoeneldespacho.Se inclinasobreelbañosindejardemetermelosdedos,pegalabocaalamíaymebesahastaquemecorro.Cuandoalcanzoelorgasmo,lemuerdoellabioinferior.Imaginoquelapresióndemislabioslehabrácausadodolor,peroesonodetienesudeterminacióndearreglar lo sucedido. Intensos estallidosdeplacer atacanmi cuerpo sin cesar, una y otra vez. Empiezo a sacudirme violentamente,salpicandoamialrededorhastaquepierdolasfuerzasymequedoflotandoen el agua.Ahora estoy agotada por unmotivo totalmente diferente, y esmuchomásagradablequeelagotamientodehaceunosmomentos.
—Gracias—balbuceoentrejadeos,ymeobligoaabrirlospárpados.—Nomedeslasgracias,OliviaTaylor.Mi respiración es pesada y laboriosamientrasmi cuerpo absorbe los
restosdemisatisfactoriaexplosión.—Sientohabertehechodaño.Sonríe.Essólounalevesonrisa,perocualquieratisbodeesahermosa
visiónesbien recibido.Y también lovoynecesitandomásacadadíaquepasa. Inspira, extrae losdedosdemi interior y asciendepormipiel hastaquealcanzamimejilla.Séloquevaadecir.
—Nopuedesinfligirmeningúndañofísico,Olivia.Asientoydejoquemeayudea salirde labañerayquemeenvuelva
conunatoalla.Cogeotradelestantecercanoyprocedeaeliminarelexceso
deaguademicabelloconella.—Vamosasecarestosrizosincontrolables.Meagarradelanuca,medirigealacamaymeordenaquemesienteal
finaldeéstaconungesto.Obedezcosinprotestar,puesséqueprontosusmanosestarántocandomipelomientrasloseca.Sacaelsecadordelcajónylo enchufa. Se sitúa detrás demí en un santiamén, conuna pierna a cadaladodemi cuerpo, demanera queme envuelve con el suyo.El ruido delaparato impide la conversación, cosa que agradezco.Me relajo, cierro losojosydisfrutodelasensacióndesusmanosmasajeandomicuerocabelludomientras golpea mi cabello con el aire del secador. También sonrío alimaginarlaexpresiónderealizaciónensurostro.
Demasiado pronto para mi gusto, el ruido se apaga y Miller seaproxima amí, entierra el rostro enmi pelo recién lavadoyme envuelveconfuerzalacinturaconlosbrazos.
—Hassidomuydura,Olivia—diceconvoztranquila,casicautelosa.Detestoque tengaquedecirmeesto, aunqueesté en suderecho,pero
adoroquelohagacontantadelicadeza.—Yamehedisculpado.—NotehasdisculpadoconWilliam.Mepongorígida.—¿EnquémomentotehashechoadmiradoradeWilliamAnderson?Me da un toque en el muslo con la pierna. Es una advertencia
silenciosaantemiinsolencia.—Está intentando ayudarnos. Necesito información, y no puedo
obtenerlayomismomientrasestoyaquíenNuevaYork.—¿Quéinformación?—Notienesquepreocuparteporeso.Aprietolamandíbulaycierrolosojosparaarmarmedepaciencia.—Mepreocupoporti—melimitoadecir.MeapartodeMilleryhagocomoquenooigosurespiraciónsonoray
cansada.Éltambiénestáintentandoarmarsedepaciencia.Medaigual.CojomicepillodelpelodelamesitadenocheydejoqueMillersetumbebocaarriba refunfuñando maldiciones. Tuerzo el gesto, enfadada, me marchoairadaal salónymedejocaer sobreel sofá.Me llevoel cepilloalpeloyempiezoatirardelosnudos,comosienunestúpidoarranquedevenganzaquisieradañardeliberadamenteunadelascosasfavoritasdeMiller.
Vuelvo a caer en el abatimiento. Tiro continuamente del cepillo y
obtengo una enfermiza satisfacción del dolor que esto me provoca. Losfuertes tirones absorben mi atención y evitan que piense en otras cosas.Inclusoconsigoignorarellevecosquilleoquesientobajolapielyquesevaapoderandodetodomiseracadasegundoquepasa.Séqueestácerca,peronolobuscoycontinúoarrancándomeelpelodelacabeza.
—¡Oye!—Detienelasdestructivasaccionesdemimano,lasostieneenel aire yme arrebata el cepillo de los dedos—.Ya sabes que apreciomisposesiones—gruñe.
Pasa las piernas por detrás de mí y me coloca el pelo sobre loshombros. Sus palabras, pormuy arrogantes que sean, consiguen hacermeentrarenrazón.
—Yesto forma parte demi posesión.No lomaltrates.—Las suavescerdas del cepillo acarician mi cuero cabelludo y descienden hasta laspuntasdemisrizos.EnesemomentoempiezaasonarGodOnlyKnows,delosBeachBoys.
EltemperamentodeMillerseniegaaaparecer,ylaintervencióndeunacancióntanalegreycontundenteasíloseñala,demodoquemequedosolaconmienfado.Unaparteirracionaldemíesperabaprovocarlounpocoparateneralgocontraloquerebotarme.
—¿PorquélehascolgadoaWilliam?—Porque se te ha ido la cosa de las manos, Olivia. Te estás
convirtiendoenunabuenacompetidoraencuestionesde locura.Hagoquellegues al límite de tu cordura. —Detecto desesperación en su voz. Yculpabilidad.
Asiento en silencio y acepto que tiene razón. Se me ha ido de lasmanos.Yesciertoquemellevaallímite.
—HasmencionadoauntalCharlie.¿Quiénes?Inspirahondoantesdeempezarahablar.Yocontengolarespiración.—Uncerdoinmoral.Yyaestá.Esoestodoloquedice,ymisiguientepregunta,aunqueya
sélarespuesta,escapademislabiosaltiempoqueliberoelairecontenido.—¿Respondesanteél?Se hace un incómodo silencio ymepreparo para la respuesta que sé
queestáapuntodedarme.—Sí,asíes.Empieza a dolerme ligeramente la cabeza a causa de todas las
preguntas que me surgen y que descarto con demasiada facilidad. Miller
responde ante un hombre llamado Charlie. No es difícil imaginar de quéclasedepersonajesetratasiMillerloteme.
—¿Teharádaño?—Conmigo gana mucho dinero, Olivia. No pienses que lo temo,
porquenoesasí.—Yentonces¿porquéhuimos?—Porquenecesitotiempopararespirar,parapensarencuáleslamejor
manerademanejarestasituación.Yatedijequenoestansencillodejarlo.Tepedíqueconfiarasenmímientrasintentabasolucionaresto.
—¿Ylohashecho?—Williammehaconseguidounpocodetiempo.—¿Cómo?—Le ha dicho a Charlie que él y yo nos hemos cabreado. Que me
estababuscando.Frunzoelceño.—¿WilliamledijoaCharliequetúlohabíascabreado?—Teníaqueexplicarquéhacíaenmiapartamento.WilliamyCharlie
no se llevan demasiado bien, igual que William y yo, como habrásimaginado.—Está siendosarcástico,y resoplomiasentimiento—.CharlienodebeenterarsedequemeheasociadoconWilliam;delocontrario,éstetendrá problemas. No es santo demi devoción, pero tampoco quiero queCharlievayaaporél,pormuycapazqueseadecuidardesímismo.
Mipobrementesecolapsadenuevo.—¿Yesoenquélugarnosdeja?—pregunto,ymivozapenasseoyea
causadeltemoralarespuesta.—AndersoncreequeesmejorqueregreseaLondres,peroyodiscrepo.Me desinflo, aliviada. No pienso volver a Londres si va a tener que
ocultarme y seguir entreteniendo a esas mujeres hasta que encuentre unasalida.
Me abraza para infundirme seguridad, como si supiese lo que estoypensando.
—No pienso ir a ninguna parte hasta estar seguro de que no corresningúnpeligro.
¿Peligro?—¿Sabesquiénmeseguía?El breve y ensordecedor silencio que se hace como resultado de mi
preguntanoapaciguamicrecienteinquietud.Millerselimitaaobservarme
mientras la gravedad de nuestra situación me atrapa entre sus terriblesgarras.
—¿EraCharlie?Asientelentamenteyelsuelosehundebajomispies.—Sabequeereslarazónporlaquequierodejarlo.Debedepercibirmipánico,porquesueltaelcepillo,medalavueltay
meayudaaacomodarmesobresuregazo.Estoyencerradaen«loquemáslegusta»,perohoynohacequemesientamejor.
—Chist. —Intenta tranquilizarme en vano—. Confía en mí. Yo meencargarédeesto.
—¿Qué otra opción tengo?—pregunto. Esto no es una pregunta deselecciónmúltiple.Aquísólohayunarespuesta.
Notengoelección.
CAPÍTULO5
Millersehapasadoelrestodeldíaintentandoanimarme.Hemossubidoal autobús turístico de techo descubierto que recorre Nueva York. Hasonreído amablemente cuando he pasado del guía turístico y he decididodarlemipropiaexplicacióndelasvistas.Haescuchadoconinterésloquelehecontadoeinclusomehahechoalgunaspreguntasqueleherespondidoalinstante.Sehamostradorelajadocuandohemosbajadoparadarunpaseo,yhaaccedidodebuenaganacuandolohearrastradoauntípicodeli.Elritmoaceleradodelaciudadmeintimidabaunpococuandollegamos,peroyameestoy acostumbrando. He pedido rápido y he pagado aún más rápido.Después hemos dado un paseo y hemos comido por ahí, algo nuevo paraMiller. Se sentía un poco incómodo, pero no se ha quejado. Yo estabaencantada, pero he hecho como si nada, como si nuestro día a día fuesesiempreasí.
Eldramamatutinoylashorasdeturismomedejanfísicamenteincapazde mantenerme en pie para cuando volvemos al ático. La idea deenfrentarmeadocetramosdeescalonescasi terminaconmigoyMiller,enlugardeenfrentarseasutemorautilizarelascensor,mecogeenbrazosytransportamicuerpoexhaustoporlaescalera.Disfrutodelacercanía,comosiempre. Gasto las últimas energías que me quedan para aferrarme a él.Puedo sentirlo y olerlo, aunquemis ojos pesados se niegan a permanecerabiertos.Sufirmezacontramicuerpoysucaracterísticoaromametrasladanaunmundooníricoquesuperaalmejordemissueños.
—Me encantaría meterme dentro de ti en este mismo momento —murmura, y, al escuchar su timbre grave y sexual,mis párpados se abrenmientrasmedejasobrelacama.
—Vale—accedorápidamente,aunqueadormilada.MequitalasConverseverdesdelospiesylascolocaordenadamentea
un lado. Sé que eso es lo que hace por el tiempo que tarda en seguirdesvistiéndome. Está en planmetódico, y también en plan venerador.Medesabrochalosshortsvaquerosymelosbajaporlaspiernas.
—Estásdemasiadocansada,miniña.Pliegalosshortsyloscolocaconmiszapatos.Nisiquierasoycapazde
reunir las fuerzas suficientes como para protestar, lo cual me indica quetienetodalarazón.Noestoyparanadaenestosmomentos.
Me alza un segundo para retirar las sábanas yme pone con cuidadosobreelcolchón.
—Levantalosbrazos.Meregalasusonrisadescaradaporuninstanteysurostrodesaparece
tras la telademi camiseta.Sólo levanto losbrazosporqueél losobligaaascenderalquitarmelacamiseta,yencuantomeliberademisbragasymisujetador,medejocaerbocaarribaconunsuspiroymedoylavueltaparaponerme boca abajo y acurrucarme. Siento el calor de su boca contramihombroduranteunbuenrato.
—Llévameatussueñosperfectos,OliviaTaylor.Nisiquierapuedoasentir,nipuedoasegurarleverbalmentequeloharé.
El sueñome reclamay loúltimoqueoigoes el familiar sonidodeMillertarareando.
Hetenidosueñosdulces,yMilleraparecíaenellosentodasuperfectay relajada gloria. Abro los ojos, y la oscuridad me confundeinmediatamente. Tengo la sensación de haberme pasado años durmiendo.Mesiento llenadeenergíaypreparadaparacomermeeldía...siesqueespor la mañana. El colchón se hunde detrás de mí y noto que Miller seaproxima. Quiero darle los buenos días, pero creo que es un pocoprematuro.Demodo queme doy la vuelta,me pego aMiller y hundo elrostroenelásperovellodesugarganta.Entoncesinspiroycolocolarodillaentresusmuslos.
Él se adapta ami demandade intimidadydeja quememuevaymeremueva hasta que estoy cómoda y mi respiración se torna relajada denuevo.Hay un apacible silencio, hasta queMiller empieza a tararearThePowerofLoveymehacesonreír.
—Metarareasteestounadelasprimerasvecesqueestuvimosjuntos.Pego los labios contra el hueco que hay debajo de su nuez y chupo
brevementeantesdedeslizarlalenguahastasubarbilla.—Es verdad —dice, y deja que le mordisquee el labio inferior—.
Convertistemimundoperfectoenuncaosabsoluto.Evita que le dé mi opinión respecto a esa afirmación apartándose y
colocándome de lado antes de imitarmi nueva postura. Está oscuro, pero
ahoraquemisojossehanadaptadoalapenumbrapuedoverleelrostro.Ynomegustaloqueveo.Cavilación.Preocupación.—¿Quépasa?—pregunto,ymipulsoempiezaaacelerarse.—Tengoquedecirtealgo.—¿Elqué?—digoabruptamente.Me vuelvo, enciendo el interruptor de la lámpara de la mesita y la
habitación se inunda con una tenue luz. Parpadeo ante el repentino asaltocontramisojosydespuésmevuelvohaciaMillerdenuevo.Estásentándoseypareceinquieto.
—Dime—insisto.—Prométeme que me vas a escuchar. —Coge mis manos entre las
suyasymelasaprieta—.Prométemequedejarásquetermineantesde...—¡Miller!¡Dímeloya!—Elfríoqueseinstalaenmíaceleramipánico
ymitemor.Surostroparecedesfiguradodedolor.—Estuabuela.Mequedosinaliento.—Diosmío.¿Quéhapasado?¿Estábien?IntentoquitarmeaMillerdeencimaparairabuscarmiteléfono,pero
mesostieneenelsitioconfirmeza.—Hasprometidoqueibasadejarmeterminar.—¡Peronosabíaquesetratabadelaabuela!—grito,ysientocómome
abandonalacordura.Creíaquemeibaagolpearconalgúnotroobstáculo,con un fragmento de su historia o... No estoy segura de con qué, concualquierotracosaquenofueraesto—.¡Cuéntamequéhapasado!
—Hasufridounataquealcorazón.Mimundoestallaenunmillóndefragmentosdedevastación.—¡No!¿Cuándo?¿Dónde?¿Cómolo...?—¡Olivia,malditasea,déjamehablar!—megritacon tonosecopero
delicado,yarquealascejaspararespaldarsuadvertenciadequemantengalacalma.
¿Cómovoyamantenerla?Meestáproporcionandolainformaciónconcuentagotas. Abro la boca para espetarle unos cuantos improperiosconforme aumentan mi impaciencia y mi preocupación, pero levanta lamanopara silenciarmeypor fin acepto queme enteraré antes si cierro la
putabocayleescucho.—Estábien—empieza,acariciándomeeldorsodelamanoencírculos,
peronadaconseguiráreducirmipreocupación.Haenfermadoyyonoestoyahí para cuidar de ella. Siempre he estado para ella. Unas lágrimas deculpabilidadhacenquemeardanlosojos—.Seencuentraenelhospitalylaestáncuidando.
—¿Cuándohasido?—preguntoahogándomeconunsollozo.—Ayerporlamañana.—¡¿Ayer?!—gritodesconcertada.—LaencontróGeorge.Noqueríallamarteparaquenotepreocuparas,
ynoteníamisdatosdecontacto.EsperóaqueWilliampasaseporlacasa.Andersonledijoquemelotransmitiría.
Siento lástima por el viejo George. Seguro que se sintió perdido ydesamparado.
—¿Cuándollamó?—Anocheaúltimahora.Estabasdurmiendo.—¿Y nome despertaste?—Aparto lasmanos y vuelvo a tumbarme,
lejosdeMillerydesualcance.—Necesitabas descansar, Olivia. —Intenta volver a cogerme las
manos,peroyoloapartocontenacidadymelevantodelacama.—¡Yapodríaestaramediocaminodecasa!Me dirijo al armario, iracunda y pasmada de que no pensase que el
ataque al corazón de mi abuela fuese motivo suficiente como parainterrumpirmidescanso.Sacolabolsadedeportedeuntirónyempiezoameter todo lo que puedo en ella. Muchas de las cosas que he compradodesdequellegamostendránquequedarseaquí.Habíamosplaneadocomprarmaletas, pero todavía no lo hemos hecho. Ahora no tengo tiempo depreocuparmepordejaratráscientosdedólaresenropa.
Mi pánico frenético es interrumpido cuandome quita la bolsa de lasmanosylatiraalsuelo.Nopodrécontenermisemocionespormuchomástiempo.
—¡Eres un capullo!—le grito a la cara, y entonces procedo a darlepuñetazosenelhombro.Élnosemuevenimereprendeporello.Permanecefríoeimpasible—.¡Eresuncapullo!¡Uncapullo!¡Uncapullo!—Logolpeodenuevo,ymi frustraciónaumentaante su faltade reacción—. ¡Deberíashabermedespertado!—Ahoralepegoconlospuñosdosvecesenelpecho.Heperdidoelcontroldemisemocionesydemicuerpoagitado.Sóloquiero
descargarme,yMilleresloúnicoquetengoalalcance—.¿Porqué?—Medesmoronocontrasupecho,exhaustayllenadedolor—.¿Porquénomelohasdicho?
Sostienemicuerpoenpie,conunamanoenminuca,estrechándomecontra él, mientras con la otra me frota en círculos la zona lumbar paraconsolarme.Mehacecallarymebesaunayotravez la cabezahastaquemissollozosdisminuyenymequedolloriqueandosobresuhombro.
Mecogedelasmejillasysostienemirostrodesfiguradoensusmanos.—Lamentoquesientasquetehetraicionado...—Haceunapausa,me
observaconcautelayestoyconvencidadequelohaceporquesabequenome va a gustar lo que va a decirme—. No podemos volver a Londres,Olivia.Noesseguro.
—¡Ni te atrevas, Miller! —Intento reunir fuerzas, algo que ledemuestre que esto no es negociable—. Llama a William y dile quevolvemosacasa.
Percibosutormento.Sereflejaperfectamenteensusfaccionestensas.Nologrohallaresasfuerzas.—¡Llévameacasa!—leruego,secándomelas lágrimasquenoparan
decaer—.Porfavor,llévameconmiabuela.Veo cómo el derrotismo invade su rostro compasivomientras asiente
levemente.Séquenoestáconforme.Noestápreparadoparavolveracasa.Sesienteacorralado.
CAPÍTULO6
SupalmaenminucahasidounaconstantefuentedeconfortdesdequeabandonamosNuevaYork:enelaeropuertoJFK,enelavión,enHeathrow...Haaprovechadocadaoportunidadquelehasurgidoparaconsolarme,cosaquenecesitabayqueheaceptadocongusto.Apenashesidoconscientedelentornoquenosrodea.Nisiquierameheagobiadocuandonoshanpedidolospasaportes.Bajo los suavesmasajesenminuca,mimente sólomehapermitidopensarenlaabuela.
Hemostenidotiempodecomprarmaletas.Demasiadotiempo.LedijeaMiller que fuese a comprarlas élmismo, pero nome hizo ningún caso.Teníarazón.Mehabríaestadoarrastrandoporlossuelosdelahabitaciónysubiéndomeporlasparedesporhabermequedadosolaenlasuite.Asíquehemosidoacomprarjuntos,ynohepodidoevitarapreciarsusintentosdedistraerme.Mehapedidomiopinión respectoalcolor, tamañoyestilodemaleta que deberíamos comprar, aunque, por supuesto, mi respuesta nocontaba para nada.Después de decirle queme gustaba la roja de tela, heescuchado a medias sus razones de por qué deberíamos comprar unaSamsonitedepieldecolorgrafito.
Unavezrecogidasnuestrasmaletasdelacintadellegada,ytrasoírlosresoplidosdefastidiodeMilleralverunascuantasrayasenlapiel,salimospor la puerta de Llegadas y emergemos al fresco ambiente vespertino deHeathrow.Veo al chófer deWilliamantesqueMiller ymedirijohacia elvehículoinmediatamente.Losaludocortésconungestodelacabezaymemetoenelasientodeatrás.ElhombresereúneconMillerenlapartetraseradelcocheparaayudarloaguardarlasmaletas.
Después Miller viene conmigo a la parte de atrás y apoya la manosobremirodilla.
—Amicasa,Ted—leindica.Meinclinohaciaadelante.—Gracias, Ted, pero ¿podrías llevarme directamente al hospital?—
pregunto,aunquemitonoindicaclaramentequenohayotraopción.Millermeatraviesaconlamirada,peronopiensoenfrentarmeaél.—Olivia, acabas de salir de un vuelo de seis horas. La diferencia
horar...—Voyairaveralaabuela—digoconlosdientesapretados,sabiendo
perfectamentequemicansancionotienenadaqueverconlasprotestasdeMiller—.Siprefieresvolveracasa,yairéyopormispropiosmedios.
VeoporelespejocómoTedmemiraamíyluegoalacarretera.Sonojossonrientes.Ojosdecariño.
Millerexpresasufrustraciónlanzandounsuspirolargoyexagerado.—Alhospital,porfavor,Ted.—Sí, señor —dice éste asintiendo. Él sabía que no era un asunto
negociable.Cuando atravesamos los confines del aeropuerto, mi impaciencia se
acrecientaconformeelchóferdeWilliamsorteaeltráficoenhorapuntadelaM25.Nosvemosobligadosaquedarnosparadosenmásdeunaocasión,ycadaveztengoquerefrenarmiimpulsodesalirdelcocheyhacercorriendoelrestodeltrayecto.
Cuando por finTed llega al hospital ya es de noche yme encuentrofuerademí.Salgodelvehículoantesinclusodequeéstesedetenga,yhagocaso omiso de los gritos deMiller amis espaldas. Llego almostrador derecepcióncasisinaliento.
—JosephineTaylor—ledigoentrejadeosalarecepcionista.Lamujermemiraalgoalarmada.—¿Amigaofamiliar?—Soy su nieta. —Me revuelvo con impaciencia mientras teclea el
nombreyarrugalafrentemirandolapantalla—.¿Hayalgúnproblema?—Noapareceennuestrosistema.Notepreocupes,probaremosdeotra
manera.¿Sabessufechadenacimiento?—Sí, es...—Me detengo amitad de frase cuandoMiller reclamami
nucaymeapartadelmostrador.—Llegarásantesa tuabuelasimeescuchas,Olivia.Tengo losdatos.
Sé en qué sala está, el número de habitación y cómo llegar allí. —Supacienciaseestáagotando.
Permanezco en silenciomientrasme dirige por el interminable túnelblanco ymi inquietud aumenta a cada paso. Es sobrecogedor, y nuestraspisadas resuenan eternamente en el espacio vacío.Miller también guardasilencio, yme odio amímisma por ser incapaz física ymentalmente dealiviar su evidente preocupación por mí. Nada hará que me sienta mejorhastaqueveaalaabuelavivitaycoleandoylanzándomealgunapullita.
—Por aquí.—Gira lamano ligeramente enmi cuello yme obliga avirar a la izquierda, donde un par de puertas se abren automáticamente yvemosuncartelquedice:BIENVENIDOALASALACEDRO—.Habitación3.
MesientovolubleydébilcuandoMillermesueltayseñalalasegundapuerta a la izquierda.Avanzo con paso vacilante ymi corazón se niega adisminuirsusconstantesmartilleos.Elcalordelasalamegolpeacomounamazay el olor a antiséptico invademinariz.Un suave empujoncito en laespaldameanimaaagarrarelpomodelapuertay,trascargarmispulmonesdeaire,giroelmangoyentroenlahabitación.
Peroestávacía.Lacamaestáperfectamentehechaytodaslasmáquinasordenadasen
unrincón.Nohayningunaseñaldevida.Meestoymareando.—¿Dóndeestá?Miller no responde. Pasa por mi lado y se detiene de golpe para
observarlahabitaciónvacíaconsuspropiosojos.Mequedoconlamiradaperdidahacialacama.Todoamialrededorsedesenfoca,incluidomioído,queapenasregistralaspalabrasdeMillerinsistiendoenqueeslahabitacióncorrecta.
—¿Puedoayudarosenalgo?—preguntaunaenfermerajoven.Millerseacerca.—¿Dóndeestálamujerqueocupabaestahabitación?—¿JosephineTaylor?—pregunta.Desvíalamiradahaciaelsueloynosésivoyapodersoportarloque
vaadecirmeacontinuación.Semeformaunnudoenlagarganta.MeagarroalbrazodeMilleryle
clavolasuñas.Élrespondeapartándomeconsuavidadlosdedosdesucarneyestrechándomelamanoantesdellevárselaalaboca.
—¿Eressunieta?¿Olivia?Asiento,incapazdehablar,peroantesdequepuedaresponderoigouna
risafamiliarenelpasillo.—¡Esella!—exclamo.ArrancomimanodeladeMillerycasiderribo
alaenfermeraalpasarporsulado.Sigoelsonidofamiliar,yunasvibracionesmeinvadenacadazancada.
Llegoaunaintersecciónymedetengocuandoelsonidodesaparece.Miroalaizquierdayveocuatrocamas,todasconancianosdurmiendo.
Ahíestáotravez.Esarisa.
Larisadelaabuela.Girolacabezaaladerechayveootrascuatrocamas,todasocupadas.Y ahí está ella, sentada en un sillón al lado de su cama de hospital,
viendolatelevisión.Estáperfectamentepeinadayllevapuestosucamisóndevolantes.Medirijohastaellaydisfrutodelamaravillosavisiónhastaquellegoalospiesdelacama.Apartasusojosazulzafirodelapantallaylosfijaenmí.Sientocomosiunaselectrosondasmedevolvieranalavida.
—Miniñaquerida.—Alargalamanoparatocarmeymisojosestallanenlágrimas.
—¡Diosmío,abuela!—Agarrolacortinaquetieneretiradajuntoasucamaycasimecaigoconelmalditotrasto.
—¡Olivia!—Milleratrapamicuerpotambaleanteymeestabilizasobremis pies. Estoy atolondrada. Son demasiadas emociones vividas en muypocotiempo.Compruebadeunvistazoqueestoybienydespuésseasomapor encima de mi hombro—. ¡Joder, menos mal!—suspira, y todos susmúsculosserelajanvisiblemente.
Éltambiénlohapensado.Creíaquehabíamuerto.—¡Perobueno!—ladraella—.¿Cómoseosocurreveniraquíaliarlay
adecirpalabrotas?¡Vaisaconseguirquemeechen!Seme salen losojosde lasórbitasy la sangre empieza a circularde
nuevo.—Claro,porquetúnolahasliadolosuficiente,¿verdad?—leespeto.Sonríeconpicardía.—Quesepasquemeheportadocomotodaunaseñora.Oigouna risaburlonadetrásdenosotrosyMilleryyonosvolvemos
hacialaenfermera.—Toda una señora—masculla, ymira a la abuela con las cejas tan
altasquenosédóndeterminanéstasyempiezasupelo.—Hesidolaalegríadeestelugar—respondemiabuelaaladefensiva,
atrayendo nuestra atención de nuevo. Señala hacia las otras tres camas,ocupadas por débiles ancianitos, todos dormidos—. ¡Tengomás vida queesostresjuntos!Nohevenidoaquíamorirme,esoosloaseguro.
SonríoymiroaMiller,quememiraasuvezconexpresióndivertidaylosojoscentelleantes.
—Untesorodeorodeveinticuatroquilates.Millermeciegaconunasonrisablancaycompletaquecasimeobliga
aagarrarmealacortinadenuevo.
—Losé.—Sonrío,yprácticamenteme lanzosobre lacamahasta losbrazos demi abuela—. Creía que habíasmuerto—le digo, inspirando elaromafamiliardesudetergenteenpolvo,incrustadoenlateladelcamisón.
—Lamuertemeparecemuchomásatractivaqueestelugar—gruñe,yledoyunsuavecodazo—.¡Huy!¡Cuidadoconmiscables!
Sofocoungritoymeapartoalinstante,reprendiéndomementalmentepor ser tan descuidada. Puede que se muestre tan deslenguada comosiempre,peroestáaquíporalgo.Observocómotiradeuncablequetieneenelbrazoyfarfullaentredientes.
—La hora de visita era hasta las ocho—interviene la enfermera, yrodealacamaparaatenderalaabuela—.Puedenvolvermañana.
Semecaeelalmaalospies.—Peroesque...Millermecolocalamanoenelbrazo,interrumpemiprotestaymiraa
laenfermera.—¿Le importaría? —Señala con la mano lejos de la cama y yo
observo,divertida,cómolaenfermerasonríetímidamenteysealeja,girandolaesquinatraslascortinas.
Enarcolascejas,peroMillerselimitaaencogersushombrosperfectosysiguea laenfermera.Puedequeestécansado,perocontinúasiendoalgodignodecontemplar.Yacabadeconseguirmeunpocomásdetiempo,asíquenome importaenabsoluto si laenfermerababeaunpocomientras leinformasobreelestadodemiabuela.
Sientoqueunosojosmeobservan, demodoque aparto lamiradadeMilleryladirijoamideslenguadaabuela.Denuevotienecaradepilla.
—Eseculitopareceaúnmásdeliciosoconesosvaqueros.Pongolosojosenblancoymesientoenlacamadelantedeella.—Creíaquetegustabaqueunhombrejovensearreglase.—Millerestaríaguapohastaconunsacodepatatas.—Sonríe,mecoge
de lamanoyme la aprieta con la suya.Espara reconfortarme, lo cual esabsurdoteniendoencuentaquiéneslaenfermaaquí,perotambiénhacequemepreguntealinstantequésabemiabuela—.¿Cómoestás,cariño?
—Bien. —No sé qué más decir o qué debería decirle. Tiene quesaberlo, estáclaro,pero... ¿deverdad tieneque saberlo?HedehablarconWilliam.
—Hmmm...—Memiraconsuspicaciayyomerevuelvoincómodaenlacama,evitandosumirada.
Tengoquecambiarelcursodelaconversación.—¿Nopreferíaslahabitaciónprivada?—¡No empieces!—Me suelta la mano, se recuesta de nuevo en su
sillón,cogeelmandoylodirigehaciaeltelevisor.Lapantallaseapaga—.¡Meestabavolviendolocaenesahabitación!
Miro hacia las otras camas con una leve sonrisa y pienso queprobablemente la abuela esté volviendo locos a estos pobres ancianos.Laenfermeradesdeluegoteníacaradeestarhastalasnarices.
—¿Cómoteencuentras?—pregunto.Mevuelvodenuevohaciaellaylaencuentrotoqueteándoseloscablesdenuevo—.¡Déjalosestar!
Golpeaconlaspalmasdelasmanoslosbrazosdelsofá,enfurruñada.—¡Estoyaburrida!—exclama—.Lacomidaesunasco,ymeobligana
hacerpipíenunorinal.Meechoareír,conscientedequesupreciadadignidadseestáviendo
gravementecomprometidayestáclaroquenolehaceningunagracia.—Hazloquetedigan—leadvierto—.Siestásaquí,esporalgo.—Porunapequeñataquicardia,esoestodo.—¡Hacesquesuenecomosihubiesestenidounacita!—Merío.—¿QuétalporNuevaYork?Mi risa desaparece al instante, y vuelvo a mostrarme incómoda y
nerviosamientraspiensoquédecirle.Nosemeocurrenada.—Te he preguntado qué tal por Nueva York, Olivia—dice con voz
dulce.Medecidoamirarla,yveoquesurostroimitasutono—.Noporquétuvisteisqueirosallí.
Debo de tener los labios blancos de la fuerza con la que los estoyapretandoenun intentodeevitarquemisemocionessedesbordenconunsollozo.Cuántoquieroaestamujer...
—Teheechadomuchodemenos—digoconvozentrecortada,ydejoquemeestrecheenunabrazocuandoalargalosbrazoshaciamí.
—Cariño,yotambiénteheechadomuchodemenos.—Suspiraymesostienecontrasucuerporechoncho—.Aunqueheestadoocupadadandodecomeratreshombrescorpulentos.
Arrugolafrentecontrasupecho.—¿Tres?—Sí.—La abuelame libera yme aparta el pelo rubio de la cara—.
George,GregoryyWilliam.—Aaah —exclamo, y empiezo a imaginarme a los tres reunidos
alrededordelamesademiabuelaydisfrutandodeabundantesguisos.Quéacogedor—.¿HasdadodecomeraWilliam?
—Sí.—Meneasumanoarrugadaconungestodeabsolutaindiferencia—.Hecuidadodetodosellos.
ApesardemicrecientepreocupaciónantelanoticiadequelaabuelayWilliamhan estadohaciéndose buena compañía, sonrío.Aunque lamentedelirantedemiabuelapiensaqueesellalaquehaestadocuidandodetodosellos, séquenoes así.Williamdijoque lavigilaría,pero incluso si élnohubiese estado, sé queGeorge yGregory habrían hecho un buen trabajo.Entonces recuerdodóndeestamosymisonrisadesaparece:esunhospital.Laabuelahasufridounataquealcorazón.
—Seacabóel tiempo.—LavozsuavedeMilleratraemiatención,yobservocómo la expresión relajaday encantadorade susojos se torna enpreocupación.
Melanzaunamiradainterrogantequedecidopasarporaltoysacudolacabezasuavementemientrasmepongodepie.
—Nosechan—digo,ymeinclinoparaabrazaralaabuela.Ellameabrazacon fuerzayconsiguequemesientamenosculpable.
Sabequeestoyfatal.—Sacadmeahurtadillasdeaquí.—Noseastonta.—Mequedodondeestoy,rodeadaporlaabuela,hasta
queesellalaqueinterrumpenuestroabrazo—.Porfavor,pórtatebienconlosmédicos.
—Sí —interviene Miller. Se acerca y se arrodilla a mi lado paracolocarse a la altura de la abuela—. He echado de menos el solomilloWellington,yséquenadielopreparacomousted,Josephine.
Laabuelasederriteensusillón,ylafelicidadmeinvade.Posalamanosobre lahirsutamejilladeMillery seaproximaaélhastaestar casinarizcon nariz. Él no se aparta. De hecho, recibe con gusto su gesto tierno, ycolocalamanosobreladeellamientrasloacaricia.
Observomaravilladacómocompartenunmomentoprivadoenestasalaabiertaytodoasualrededorpareceinsignificantemientrassetransmitenunmillóndepalabrasconlamirada.
—Gracias por cuidar demi niña—susurra la abuela, en una voz tanbajaqueapenaslaoigo.
Memuerdo el labio de nuevomientrasMiller le coge lamano, se lallevaalabocaybesasudorsoconternura.
—Hastaquenomequedeaireenlospulmones,señoraTaylor.
CAPÍTULO7
Me acomodo en la parte trasera del coche deWilliamy noto como sialguienmehubiesequitadounenormepesodeencima.Unmillóndecargasdistintasdeberíanseguiraplastándomebajosupresión,peronopuedosentirnadamásque laalegríadehabervistoconmispropiosojosque laabuelaestábien.
—Amicasa,por favor,Ted—diceMiller,yextiendeelbrazoenmidirección—.Venaquí.
Hagocomoquenoloveo.—Quieroiracasa.Tedarrancaelcocheyveoporelespejoretrovisoresasonrisaafableen
sus faccionesduraspero amigables.Lomiro con suspicaciabrevemente apesar de que ya no me está mirando y me vuelvo hacia Miller, que meobserva,pensativo,conlamanotodavíaenelaire.
—Elinstintomedicequecuandodices«casa»noterefieresalamía.Dejacaerlamanosobreelasiento.—Tucasanoesmihogar,Miller.Mihogareslatradicionalcasaadosadadelaabuela,llenadetrastosy
con ese olor tan familiar y reconfortante.Y necesito estar rodeada de lascosastípicasdemiabuelaenestosmomentos.
Miller golpetea el asiento de piel y me observa detenidamente. Meapartounpocoenmiasiento,recelosa.
—Quieropedirtealgo—murmuraantesdevolverseparareclamarmimano,dondellevominuevoanillodediamantes,alqueledoyvueltassinparar.
—¿Elqué?—preguntolentamente.Algomedicequenovaapedirmeque nunca deje de amarlo. Sabe cómo voy a responder esa petición, y sumandíbula, ligeramente tensa,me indicaque teme la respuestaquevayaadarle.
También empieza a juguetear con mi diamante, cavilando mientrasobservacómosusdedos toquetean la joyamientrasyo ledoyvueltas a lacabeza y me preparo para que exprese su deseo. Pasa un rato largo eincómodo antes de que inspire hondo, sus ojos azules asciendan
perezosamentepormicuerpoyesospozossinfondo,cargadosdeemoción,se claven en los míos. Me deja sin aliento... y me hace comprender alinstantequeloqueestáapuntodepedirmesignificamuchoparaél.
—Quieroquemicasatambiénseatuhogar.Mequedoboquiabierta,conlamenteenblanco.Nomevieneninguna
palabraalacabeza.Exceptouna.—No—espetoal instante sinpararmeapensarencómoexpresarmi
negativa de un modo algo más considerado. Me encojo al ver la claradecepción en su rostro perfecto—. Es que... —Mi maldito cerebro noconsigue cargarmi boca con nada que haga queme redima, yme sientotremendamenteculpableporserlacausantedesudolor.
—Novasaquedartesola.—Necesitoestarenmicasa.Bajolavistaporquenosoycapazdeenfrentarmealasúplicareflejada
en su intensa mirada. No protesta. Se limita a suspirar y a apretar mipequeñamanoenlasuya.
—AcasadeLivy,por favor,Ted—leordenaconvoz tranquila,y sequedaensilencio.
Levanto los ojos y veo que está mirando por la ventana. Estámeditabundo.
—Gracias—susurro.Meaproximoaélymeacurrucoasulado.Estavez nome ayuda a acomodarme ymantiene lamirada fija a través de laventana,viendopasarelmundoexterior.
—Nomelasdesnunca—respondeconvozpausada.
—Cierraconllave—diceMiller,yatrapamismejillasconlasmanos.Inspecciona mi rostro con expresión de preocupación mientras nosdespedimos en la puerta—. No le abras a nadie. Volveré en cuanto hayarecogidoalgoderopalimpia.
Arrugolafrente.—¿Deberíaesperarvisitas?Lapreocupacióndesaparecealinstante,sustituidaporlaexasperación.
Después de nuestro intercambio de palabras en el coche sabía que habíaganado,peronoimaginabaqueMilleraceptasequedarseaquí.Quieroquelohaga,porsupuesto,peronopretendíaponerapruebasuyaescasapaciencia.Yalohehechoinsistiendoenquequeríaestaraquíyenseguida.Noestaba
preparadapara ir hasta laotrapuntade la ciudadparaqueMillerpudieseecharunvistazoasuapartamentoyrecogeralgoderopalimpia.Lehabríadadolaoportunidaddeencerrarmeallí,ynomecabedudadequelohabríahecho.PeronosoytaningenuacomoparacreermequeMillersequedaenmicasaporquelepreocupamiinquietudconrespectoamiabuela.
—Noseastaninsolente,Olivia.—Teencantaqueseainsolente.—Leapartolasmanosdemismejillas
yselasdevuelvo—.Voyadarmeunaducha.—Mepongodepuntillasyledoyunbesoenlamandíbula—.Dateprisa.
—Loharé—contesta.Meapartoysoymuyconscientedequeestáagotado.Pareceexhausto.—Tequiero.Retrocedohastaqueestoyenelrecibidorycojoelpomodelapuerta.Una sonrisa forzada curva sus labios. Se mete las manos en los
bolsillosdelosvaquerosyempiezaaretrocederporelcamino.—Cierraconllave—repite.Asiento,cierrolentamentelapuerta,corrotodoslospestillosypasola
cadena de seguridad. Sé que no se marchará hasta que oiga que los hecerrado todos. Después me paso demasiado tiempo mirando por el largopasilloquedaalacocinaesperandooírelfamiliaryreconfortantesonidodemi abuela trajinando en ella. Tras quedarme ahí parada durante unaeternidad,porfinconvenzoamicuerpocansadoparaquemellevehacialaescalera.
Pero me detengo de repente cuando oigo un golpe en la puerta.Extrañada,medirijohaciaallíymedispongoadescorrerloscerrojos,peroalgo me lo impide: la voz deMiller diciéndome que no le abra a nadie.Tomoaireparapreguntarquiénes,peromedetengo.¿Serámiinstinto?
Mealejo en silenciode la puerta, entro en el salónyme acerco a laventana. Todos mis sentidos están en alerta máxima.Me siento inquieta,nerviosa,ydoyunbrincoenormecuandooigogolpesotravez.
—¡Joder!—exclamo,probablementedemasiadoalto.Micorazónlateagranvelocidadenmipechomientrasmeacercodepuntillashacialaventanaymeasomoporlacortina.
Derepenteapareceunrostrodelantedemí.—¡Joder!—chillo,ymeapartocorriendodelaventana.Meagarroel
pecho. Apenas puedo respirar del susto. Mis ojos y mi mente intentanregistrar un rostro que reconozco—. ¿Ted? —Arrugo el rostro con
confusión.Elhombresonríeafablementeyhaceungestocon lacabezahacia la
puerta antesdedesaparecerdemivista.Pongo losojos enblancoy tragosalivaenunintentodeevitarqueelcorazónsemesalgaporlaboca.
—Me va a dar algo —mascullo, y me dirijo a la puerta. Estoyconvencida de que ha estado aquí desde que Miller se ha marchado,haciendoguardia.
Descorroloscerrojosyabrolapuerta.Uncuerpoentradisparadoenmidirecciónyapenaslogroapartarmeatiempo.
—¡Mierda!—gritopegándomecontralapareddelrecibidor.MipobrecorazóntodavíanoseharecuperadodelaimpresióndeverelrostrodeTedenlaventana.
Millerpasapormiladoconsumaletayladejaalospiesdelaescalera.—¿Estaba Ted haciendo guardia? —pregunto esperando una
confirmación.¿Estoesloquemeespera?¿Tenermipropioguardaespaldas?—¿Deverdadcreíasqueibaadejartesola?—Millerpasapormilado
denuevoygiro lacabezaparaseguirlohastaqueveocómosealejahastallegaraTed,queestácerrandoelmaleterodelLexus—.Gracias.
Leentregasusllavesyledalamano.—Unplacer.—Tedsonríe,leestrechalamanoymiraenmidirección
—.Buenasnoches,señoritaTaylor.—Buenasnoches—mascullo,yveocómoMiller sevuelvey regresa
porelcaminodeljardín.Ted se acomoda en el asiento del conductor y desaparece en un
santiamén.EntonceselmundodesaparececuandoMillercierra lapuertaycorrelospestillos.
—Necesitamosaumentarlaseguridad—gruñe.Sevuelveyadviertemicaradepasmo—.¿Estásbien?
Parpadeosinparar.Mimiradavadelapuertaaélrepetidasveces.—Haydoscerraduras,unacilíndrica,unadeembutiryunacadena.—Yaunasíyoconseguíentrar—dicerecordándomelasocasionesen
lasquesecolóenmicasaparaobtenerloquemáslegusta.—Porque he mirado por la ventana, he visto a Ted y he abierto la
puerta—respondo.Sonríeenreconocimientoamiinsolencia,peronoresponde.—Necesitounaducha.—Meencantaríaducharmecontigo—susurraconvozgraveyanimal
aproximándose amí.Dejo caer los brazos y siento que seme calienta lasangre.Daotropasohaciaadelante—.Meencantaríaposarlasmanossobretushombroshúmedosymasajearcadacentímetrodetucuerpohastaqueentupreciosacabecitasólohayasitioparamí.
Yalohaconseguido,ynisiquieramehatocadotodavía,peroasientodetodosmodosymequedocalladahastaquelotengodelantedemíymelevanta en brazos. Lo envuelvo con los brazos y hundo el rostro en sucuello.Subelaescalera,llegahastaelbañoymebajaalsuelo.Sonrío,meinclinoparaabrirelaguayempiezoadesnudarme.
—Nohaymuchoespacio—digo,yvoymetiendolaropaenelcubodelacolada,prendaaprenda,hastaqueestoycompletamentedesnuda.
Asiente ligeramente, secogeeldobladillode lacamisetayse lasacaporlacabeza.Losmúsculosdesuestómagoydesuvientresecontraenyserelajancomoresultadodelmovimientoysoy incapazdeapartar lamiradade su torso.Mis ojos cansados parpadean unas pocas veces y desciendenhasta sus piernas cuando se despoja de sus vaqueros. Suspiroensoñadoramente.
—TierrallamandoaOlivia.La suavidad de su tono atraemimirada hacia la suya. Sonrío yme
aproximoaélparacolocarlamanoenelcentrodesupecho.Despuésdeundía mental y físicamente agotador, sólo necesito sentirlo y sentir elreconfortanteplacerdetocarlo.
Dejaquerecorrasupechoconlamanoymisojossiguenelcaminoquetraza.Mientras,Millermeobserva.Notocómosusmanos seposanenmicintura con suavidad, con cuidado de no interrumpir mis movimientoscontrolados.Mimanoasciendehastasushombros,hastasucuelloyporsuoscuramandíbulahastallegarasushipnóticoslabios.Losseparadespacioydeslizo el dedo entre ellos. Ladeo un poco la cabeza con una diminutasonrisacuandoveoquelomuerdeligeramente.
Entoncesnuestrasmiradas seencuentrane intercambiamosunmillóndepalabrassinhablar.Amor.Adoración.Pasión.Deseo.Ansia.Necesidad...
Liberomidedoyambosnosaproximamoselunoalotrolentamente.Y todas esas cosas se intensifican cuando nuestras bocas se unen.
Cierrolosojosydeslizolasmanoshastasucintura.Élmeagarradelcuelloy me sostiene así mientras venera mi boca durante una eternidad y metraslada a un lugar en el que sólo existimosMiller y yo; un lugar que hacreadoparamí,paraquehuyaaél.Unlugarseguro.Unlugartranquilo.Un
lugarperfecto.Me sostiene con fuerza, como siempre, y el poder que transpira es
sobrecogedor,perosuternuraconstanteeliminacualquierposibletemor.Nocabe ninguna duda de que es siempreMiller quien dirige las cosas.Es élquien dominami cuerpo ymi corazón. Sabe lo que necesito y cuándo lonecesito,ylodemuestraencadaaspectodenuestrarelación,nosóloenlosmomentosenquemeestávenerando.Comohoy,cuandohenecesitadoiralhospital inmediatamente. O como cuando he necesitado venir a casa ysumergirme en la persistente presencia de la abuela. Como cuando henecesitadoquesaliesedesumundoperfectoyestuvieseaquíconmigo.
Nuestrobeso se ralentiza, peroMiller sigue agarrándomecon fuerza.Despuésdemordisquearmeellabioinferior,lanarizylamejilla,seapartaymis ojos, divididos, se enfrentan a su típico dilema. No saben en quécentrarse, y mi mirada oscila repetidas veces entre sus cegadoras esferasazulesysubocahipnótica.
—Vamosadarteunaducha,miniñapreciosa.Pasamos unamedia hora de dicha bajo el agua caliente. El reducido
espacio hace que sea una duchamuy íntima, aunque no esperabamenos.Seríaasíaunquetuviésemoshectáreasdeespacio.Conlasmanosapoyadassobrelasbaldosasdelapared,agacholacabezaymisojosobservancómoelaguaespumosadesapareceporelsumideromientraslasmanossuavesyenjabonadasdeMillermasajeantodoslosmúsculoscansadosdemicuerpo,provocándome una sensación divina.Me pone el champú y me aplica elacondicionador hasta las puntas. Permanezco quieta y callada todo eltiempo,ysólomemuevocuandomecolocaenlaposturaquemáscómodaleresultaparallevaracabosutarea.Despuésdebesarcondelicadezacadamilímetro demi rostromojado,me ayuda a salir de la bañera yme secaantesdeguiarmeamidormitorio.
—¿Tieneshambre?—preguntamientrasmepasaelcepilloporelpelohúmedo.
Sacudo la cabeza y decido pasar por alto la ligera vacilación de susmovimientosdetrásdemí,peronoinsiste.Metumbaenlacamaysecolocadetráshastaquenuestroscuerposdesnudosestánfuertementeentrelazadosysuslabiosempiezanadanzarperezosamentepormishombros.Elsueñonotardaenapoderarsedemí,asistidoporellevearrullodeMilleryporelcalordesucuerpopegadoporcompletoamiespalda.
CAPÍTULO8
Unalborotomearrancademissueñosymehacedescenderlaescaleraaunavelocidadabsurda.Aterrizoenlacocina,aúnmediodormida,desnudayconlavisiónligeramenteborrosa.ParpadeovariasvecesparaaclararmelavistahastaqueveoaMiller,quetieneeltorsoalaireyunacajadecerealesenlamano.
—¿Qué pasa? —pregunta, y sus ojos preocupados inspeccionan micuerpodesnudo.
La realidadgolpeadenuevomi cerebrodespierto,una realidaden laquenoeslaabuelaquientrajinaenlacocinafelizycontenta;esMiller,quepareceincómodoyfueradelugar.Unatremendaculpabilidadmeconsumeporsentirmedecepcionada.
—Mehasasustado—estodoloquesemeocurredeciryderepente,muyalerta,medoycuentadequeestoydesnudayempiezoaretrocederporlacocina.Señaloporencimademihombro—.Voyaponermealgoderopa.
—Vale—asiente,yobservacondetenimientocómodesaparezcoporelpasillo.
Suspiroconpesarmientrassubolaescaleraymepongounasbragasyunacamisetacondesgana.Denuevoabajo,meencuentrolamesapreparadacon el desayuno, yMiller parece aúnmás fuera de lugar, sentado con suteléfonoenlaoreja.Meindicaquemesienteylohagodespaciomientrasélprosigueconsullamada.
—Llegaré hacia la hora de comer—dice con voz cortada y al granoantesdecolgarydejarelmóvil.
Me mira desde el otro lado de la mesa y, tras unos segundosobservándolo,veoqueseestátransformandoenesehombresinemocionesquerepeleatodoelmundo.EstamosotravezenLondres.Loúnicoquelefaltaeseltraje.
—¿Quién era?—preguntomientras cojo la humeante tetera colocadaenelcentrodelamesaymesirvounatazadeté.
—Tony. —Su respuesta es corta y seca, como el tono que estabausandohaceunmomento.
Dejo la pesada tetera a mi derecha, me añado leche y remuevo la
mezcla. Entonces observo con asombro cómo Miller se inclina sobre lamesa,cogelateteraylacolocadenuevoenelcentroexactodelamesa,ylagiraligeramente.
Suspiro, bebo un sorbo de té y me encojo enseguida al percibir susabor.Melotragocomopuedoydejolatazasobrelamesa.
—¿Cuántasbolsashasmetido?Arrugalafrenteymirahacialatetera.—Dos.—Puesnoloparece.—Sabealechecaliente.Meacerco,quitolatapa
ymeasomodentro—.Aquínohayninguna.—Lashesacado.—¿Porqué?—Porquesinobloquearíanlaboca.Sonrío.—Miller,unmillóndeteterasenInglaterratienenbolsasdetédentroy
lasbocasnuncasebloquean.Ponelosojosenblanco,seapoyadenuevoenelrespaldodesusillay
secruzadebrazossobresupechodesnudo.—Hesidointuitivo...—MillerHart—lo interrumpoconteniendouna sonrisadepetulancia
—.Nuncapasa.Suexpresióncansadanohacesinoalimentarmidiversión.Séqueestá
disfrutandodemijocosidad,aunqueseniegueaseguirmeeljuego.—Meatreveríaasugerirqueestásinsinuandoquemishabilidadespara
preparareltédejanmuchoquedesear.—Intuyesbien.—Esopensaba—masculla.Cogeel teléfonode lamesaypulsaunos
cuantosbotones—.Sólointentabaquetesintierascomoentucasa.—Estoy enmi casa.—Me encojo al ver quememira con expresión
herida.Nopretendíadecirloquehaparecido—.Yo...Millersellevaelteléfonoalaoreja.—Preparamicocheparalasnueve—ordena.—Miller,noquería...—Yasegúratedequeestéimpoluto—continúa,pasandoporcompleto
demisintentosdeexplicarme.—Mehasinterpretado...—Yesoincluyeelmaletero.
Cojomitazasóloparapoderdejarladegolpecontralamesadenuevo.Ylohago.Confuerza.
—¡Dejadesertaninfantil!Seencogeensusillaycortalallamada.—¿Disculpa?Meríounpoco.—Noempieces,Miller.Nopretendíaofenderte.Apoyalosantebrazossobrelamesayseinclinahaciamí.—¿Porquénotevienesconmigo?Mirosusojossuplicantesysuspiro.—Porquenecesitoestar aquí—contesto,yalverqueno loentiende,
prosigo, con la esperanza de que lo haga—. Necesito que todo estépreparadoparacuandovuelvaacasa.Necesitoestaraquíparacuidardeella.
—Puesquesevengaavivirconnosotros—respondeinmediatamente.Hablaenserio,ymequedoperpleja.¿Estápreparadoparaexponersea
la posibilidad de que haya otra persona, aparte de mí, que destroce laperfección de su hogar? La abuela acabaría volviendo loco aMiller. Pormuyenfermaqueesté, séque intentaríahacerseconel controlde lacasa.Seríaunaanarquía,yMillernolosoportaría.
—Créeme—ledigo—.Nosabesloqueestásdiciendo.—Sílosé—responde,ysemeborralasonrisadelacara—.Séloque
estáspensando.—¿Elqué?—Meencantaqueconfirmemispensamientos;si lohace,
serácomounaespeciedeadmisión.—Ya sabes qué.—Me mira con ojos de advertencia—. Me sentiría
mejorsitequedasesenmicasa.Esmásseguro.Reúno toda la paciencia que me queda para no mostrar mi
exasperación.Debería haberlo imaginado.Me niego a tener todo el día aalguien protegiéndome.Conocer aMillerHart y enamorarme de él puedequemehayadadolibertad,quemehayadespertadoyhayaavivadoenmíeldeseodevivirydesentir,perotambiénsoyconscientedequemirenovadalibertad podría conllevar ciertas limitaciones. No pienso dejar que esosuceda.
—Mequedoaquí—respondoconabsolutadeterminación,yelcuerpodeMillersedesinflaensusilla.
—Comodesees—exhala cerrando los ojos y con la vista al cielo—.Insolente.
Sonrío. Me encanta ver a Miller tan exasperado, pero su rápidaaceptaciónmeencantatodavíamás.
—¿Quévasahacerhoy?Bajalacabezaymemiraconunojoentrecerradoconsuspicacia.—Novasaacompañarme,¿verdad?Misonrisaseintensifica.—No.Voyairaveramiabuela.—PuedesveniralIceconmigoprimero.—No.Sacudo lacabeza lentamente. ImaginoqueCassieestaráallíynome
apetece aguantar sus carasdedesdénni suspalabras, capacesdehacermepolvo.Tengomejorescosasquehacerquemetermeenuncampodebatalla,ynopiensoretrasarmeniunsegundoeniraveralaabuela.
Seinclinahaciaadelante,conlamandíbulatemblorosa.—Estásagotandomipaciencia,Olivia.Hasdevenir,yvasaaceptar.¿Ah, sí? Sé que está intentando imponer sus reglas, pero con sus
maneras arrogantes lo único que consigue es despertar mi insolencia enlugar de obligarme a ser razonable. Apoyo las manos en la mesa y memuevorápido,haciendoqueMillerretrocedaensusilla.
—¡Si quieres conservarme como una posesión, tendrás que dejar decomportarte comoun capullo!No soy un objeto,Miller.Que aprecies tusposesionesnosignificaquepuedasmangonearme.—Mepongodepieysusillachirríahaciaatrásalarrastrarsecontraelsuelo—.Voyaducharme.
Mis pies se apresuran a alejarme de la creciente furia que emana deMillercomoresultadodemi insubordinación.Nopodíadejarloestar,ynopuedocontentarloentodo.
Me tomo mi tiempo para ducharme y vestirme y me sorprendo alvolver al piso de abajo y ver que Miller se ha marchado. Pero no mesorprendotantoalverquelacocinahuelecomosihubiesesufridoelataquedeunsprayantibacterianoyrelucecomosiestuviesecubiertadepurpurina.Novoyaquejarme,porqueesosignificaqueasípuedoirmealhospitalsindemora.Cojomibolso,abrolapuertaysalgocorriendomientrasbuscomisllavesenmibandolera.
—¡Huy!—grito al chocar de golpe contra un pecho y rebotar haciaatrás. Aterrizo contra el marco de la puerta yme doy en el omóplato—.
¡Joder!—Mellevolamanoalaespaldaymelafrotoparaaliviareldolordelgolpe.
—¿Tienesprisa?—Unosdedosfuertesmeagarrandelantebrazoymesostienenenelsitio.
Mimirada furiosa recorre una figura trajeada y sé lo queme voy aencontrarencuantopasedelcuello.Ynomeequivoco:William.Elantiguochulodemimadreymiautoproclamadoángeldelaguarda.
—Sí,asíquesimedisculpas...Hagoademándeesquivarlo,perosemueveconmigoymebloqueael
paso.Mordiéndomelalenguayrespirandohondoparacalmarme,enderezoloshombrosylevantolabarbilla.Noparecenadaintimidado,cosaquemesientafatal.Mecuestamostrarmeinsolentetodoeltiempo.Esagotador.
—Alcoche,Olivia.—Sutonomesacadequicio,peroséquenegarmenomellevaráaningunaparte.
—Tehapedidoélquevengas,¿verdad?¡Nomelopuedocreer!¡Serácapullo!
—Novoyanegarlo.—Williamconfirmamispensamientosyseñalaelcochedenuevo,dondeTedaguardaconlapuertaabiertayconesasonrisaperpetuaensurostroduroperoamigable.
LedevuelvolasonrisaymepongofuriosadenuevocuandomevuelvootravezhaciaWilliam.
—¡Comomecomaslacabezaharéunaestupidez!—¿Unaestupidez?¿Comomarcharte?—Williamseríe—.«Capullo»,
«comerlacabeza»,¿quévienedespués?—Una patada en tu puto culo—le espeto, y paso delante de él para
dirigirmealcoche—.NosésiMillerytúoshabréisdadocuenta,¡perosoyunapersonaadulta!
—SeñoritaTaylor.—Tedmesaluda,ytodomienfadosedesvaneceenuninstantemientrasentroenlapartetraseradelcoche.
—Hola,Ted—digoalegremente,yhagocomoquenoveo lacaradeincredulidadqueWilliamlelanzaasuchófer.Ésteseencogedehombrosylequitaimportanciaalasunto.
No podría enfadarme con este tipo tan simpático ni aunque quisiera.Tieneunauradecalmaqueparececontagiárseme.Yesoqueconducecomounloco.
MeapoyoenelrespaldodelasientoyesperoaqueWilliamsesientealotroladomientrasgiromianilloymiroporlaventana.
—HabíapensadoiravisitaraJosephineestamañanadetodosmodos—dice.
HagocomoquenolooigoysacomimóvildelbolsoparamandarleunmensajeaMiller.
Estoycabreadacontigo.
Nonecesitoexplicarnada.SabequeWilliameslaúltimapersonaala
quequierover.Ledoya«Enviar»ymedispongoaguardarelmóvil,peroWilliammeagarra lamano.Cuandolevantolavistaveoquetieneelceñofruncido.
—¿Qué es esto? —pregunta pasando el dedo por mi anillo dediamantes.
Todosmismecanismosdedefensaseactivan.—Sóloesunanillo.Esto promete. Aparto la mano, y me cabreo cuando lo escondo por
instintodesusojosfisgones.Noquieroesconderlo.Denadie.—¿Eneldedoizquierdo?—Sí—le ladro, consciente de queme estoy pasando de la raya. Lo
estoyliandocuandopodríaperfectamentedecirlealgoparaquedejededarlevueltasalacabeza.Nopiensoexplicarlenada.Pormípuedepensarloqueledélagana.
—¿Vasacasarteconél?—insisteWilliam.Sutonoseestávolviendoimpacienteantemicontinua faltade respeto.Soyunachicavaliente,perotambién estoy furiosa. La idea de huir de Londres de nuevo cada vez sevuelvemás tentadora, sólo que esta vez pienso secuestrar a la abuela delhospitalyllevármelaconmigo.
Sigosindecirnadaymiromiteléfonocuandomeavisadelallegadadeunmensaje.
¿Quéhehechoyoparaqueestéscabreada,miniña?
Me mofo y vuelvo a meter mi teléfono en mi bandolera. No estoydispuesta a cabrearme más todavía respondiendo a su ignorancia. Sóloquieroveralaabuela.
—Olivia Taylor —suspira William, y la sorna empieza a diluir suenfado—.Nuncadejasdedecepcionarme.
—¿Y eso qué significa?—Me vuelvo paramirarlo y veo una afable
sonrisaensurostroatractivo.Séperfectamenteloquequieredecir,ylohadicho para conseguir una reacción por mi parte. Para sacarme de mifuribundosilencio.Lohaconseguido.Ahorasigofuribunda,peroestoymuylejosdeestarcallada—.Ted,¿puedesparar,porfavor?
Williamsacudelacabezaynosemolestaenexpresarsucontraordenalchófer.Noesnecesario.EstáclaroqueTednotienelasmismasagallasqueyo...o,seguramente,muestramásrespetoanteWilliamAnderson.Miroalespejo y veo esa sonrisa de nuevo en su rostro. Parece que la tenga demanerapermanente.
—¿Por qué está siempre tan alegre? —pregunto volviéndome haciaWilliam,conauténticointerés.
Meestáobservandodetenidamente,ysusdedostamborileanlapuertasobrelaquedescansasubrazo.
—Es posible que le recuerdes a alguien —dice en voz baja, casicautelosa, y yo retrocedo enmi asiento al asimilar a qué se refiere. ¿Tedconocíaamimadre?
Frunzo los labios ymepongo a pensar. ¿Debería preguntar?Abro labocaparahablar,perolacierroalinstante.¿Querríaverlasiresultaqueestáviva?Mirespuestamevienealacabezarápidamentesinapenasrazonarla.Ynolacuestiono.
No,noquerría.
Enelhospitalhaceuncalorsofocante,perocontinúoavanzandoapasoligeroporelpasillo,ansiosaporllegarhastalaabuela.Williamcaminaconpaso firme a mi lado, y sus largas piernas parecen seguirme el ritmofácilmente.
—Tu amigo—dice de repente, y hace quemis pasos vacilen por unmomento. Mi mente también vacila. No sé por qué. Sé de quién estáhablando—.Gregory—aclara,porsinoséaquiénseestárefiriendo.
Aceleroelritmodenuevoymantengolavistaalfrente.—¿Quépasaconél?—Esunbuenchaval.Frunzoelceñoantesuobservación.Gregoryesmuybuenchico,pero
intuyoqueWilliamnopretendelimitarseaelogiarlo.—Sí,esmuybuen«chaval».—Ambicioso,inteligente...
—¡Unmomento!—Medetengoy lomirocon incredulidad.Despuésmeechoareírdemaneraincontrolada.Medesternillo.Estehombretrajeadoy distinguido se queda sin habla y con los ojos como platos cuando mecaigoalsuelodelpasillodelhospitalmuertaderisa—.¡Joder!—merío,ymiro aWilliammientrasme secounas lágrimasquehan escapadodemisojos. Mira a nuestro alrededor, claramente incómodo—. Buen intento,William.—Continúomi camino y dejo queme siga con vacilación. Estádesesperado—.Sientodecepcionarte—digoporencimadelhombro—,peroGregoryesgay.
—¿En serio? —Su respuesta de asombro hace que me vuelva,sonriendo, dispuesta a ver al formidable William Anderson sorprendido.Pocas cosas lo desconciertan, pero esto lo ha logrado, para mi gransatisfacción.
—Sí,asíquenomalgastessaliva.DeberíaestarfuriosaporsuinsistenciaenalejarmedeMiller,peroesto
mehahecho tantagraciaquesoy incapaz.PerosiMiller seenteradequeWilliam está intentando entrometerse entre nosotros, no se lo tomará contantafilosofía.
Dejoquerecuperelacompostura,avanzoatodaprisaporlasalaymedirijoalahabitacióndondeestámiabuela.
—¡Buenosdías!—canturreoalencontrarlasentadaensusillón,conunvestidodefloresyperfectamentepeinada.
Tieneunabandejasobreelregazoyestámetiendoeldedoenalgoquepareceunsándwichdehuevo.
Sus ancianos ojos azul marino me miran y borran mi alegría de unplumazo.
—¿Sonbuenos?—gruñe,yempujalabandejasobrelamesa.Semecaeelalmaalospiesmientrasmesientoalbordedesucama.—Estásdondetienesqueestar,abuela.—¡Pfff!—resopla,y seaparta sus rizosperfectosde lacara—.Sí, si
estuvieramuerta,¡peromeencuentroperfectamente!Noquierosercondescendiente,demodoquemeobligoanoponerlos
ojosenblanco.—Si los médicos considerasen que estás perfectamente, no te
retendríanaquí.—¿Acasonotengobuenaspecto?Levantalosbrazosyseñalaconsudedoarrugadoalaviejecitaqueestá
enlacamadeenfrente.Aprietoloslabiossinsaberquédecir.No,laverdadesquelaabuelanosepareceennadaalapobremujerquedormitaalotroladoconlabocaabierta.Parecequeestámuerta.
—¡Enid! —vocifera la abuela, y doy un brinco del susto—. Enid,querida,éstaesminieta.¿Recuerdasquetehablédeella?
—¡Abuela, está dormida!—la regaño justo cuandoWilliam aparecepor la esquina. Está sonriendo, seguramente después de haber oído aJosephinehaciendodelassuyas.
—Noestádormida—respondelaabuela—.¡Enid!SacudolacabezaymiroaWilliamdenuevoconojossuplicantes,pero
él se limita a seguir sonriendo y se encoge de hombros. Ambos noslanzamosmiradasdesoslayocuandooímostosesygruñidosqueemanandeEnid, y al mirarla veo sus ojos pesados que se dirigen a todas partes,desorientada.
—¡Hola!¡Poraquí!—Laabuelameneacomounaposesaelbrazoenelaire—.Pontelasgafas,querida.Lastienesenturegazo.
Enid tantea sobre las sábanas durante unos instantes y se pone lasgafas.Unasonrisadesdentadasematerializaensurostromacilento.
—Esmuyguapa—grazna,ydejacaerlacabezahaciaatrásdenuevo,cierralosojosyabrelaboca.
Medispongoalevantarme,alarmada.—¿Seencuentrabien?Williamseríeysereúneconmigoenlacamadelantedemiabuela.—Esporlamedicación.Estábien.—No—intervienemiabuela—.Yoestoybien.Ellaestádecaminoa
laspuertasdelcielo.¿Cuándomedanelalta?—Mañana, o puede que el viernes, depende de lo que diga el
cardiólogo—le diceWilliam, y una sonrisa esperanzada se dibuja en surostro—. Depende de lo que diga el cardiólogo —reitera mirando a miabuelafijamente.
—Seguroquedicequesí—respondeellacondemasiadaconfianza,yapoya lasmanos sobre su regazo.Entonces se hace el silencio y sus ojosazulmarinooscilanentreWilliamyyounascuantasvecesconcuriosidad—.¿Cómoestáisvosotros?
—Estupendamente.—Bien.—MirespuestachocaconladeWilliamyambosnosmiramos
conelrabillodelojo.
—¿Dónde está Miller? —continúa ella, atrayendo de nuevo nuestraatenciónhaciasuabsorbentepresencia.
MequedocalladacreyendoqueWilliamvaavolveracontestar,peroguardasilencioymedejahablaramí.Latensiónentrenosotrosesevidente,ya laabuelano lepasadesapercibida.Noestamosayudandoenabsoluto.Noquieroquesepreocupepornadamásqueporrecuperarse.
—Estátrabajando.—Empiezoajuguetearconlajarradeaguaquehayenlamesitajuntoasucama,loqueseacontaldecambiardeconversación—.¿Quieresunpocodeaguafresca?
—Laenfermeralahatraídojustoantesdequellegarais—seapresuraaresponder,demodoquedesvíolaatenciónhaciaelvasodeplásticoquehayjuntoalajarra.
—¿Telolavo?—preguntoesperanzada.—Yalohanhecho.Merindoymeenfrentoasurostrodecuriosidad.—¿Necesitasquetetraigaropaounpijama?¿Unneceser?—Williamseencargódeesoayerporlamañana.—¿Ahsí?—MiroaWilliamsorprendidayélhacecomoquenomeve
—.Quéamableporsuparte.Elhombretrajeadoselevantadelacamayseinclinaparabesarami
abuelaenlamejilla.Ellalorecibeconunasonrisaafectuosa,levantandolamanoydándoleunostoquecitosenelbrazo.
—¿Todavíatequedasaldo?—lepregunta.—¡Sí! —La abuela coge el mando a distancia y lo dirige hacia el
televisor.Éstecobravidaysereclinadenuevosobresusilla—.¡Uninventomaravilloso!¿Sabéisquepuedovercualquierepisodiode«EastEnders»delmespasadoconsóloapretarunbotón?
—Increíble—diceWilliam,yredirigesusonrisahaciamí.Mequedopasmadaobservandoensilenciocómolaabuelayelantiguo
chulo de su hija conversan como si fuesen familia.WilliamAnderson, elseñordelbajomundo,nopareceestartemblandoenestosmomentos.Ylaabuela no parece estar a punto de descargar sus pullitas contra el hombreque hizo que su hija se marchara. ¿Qué sabe? ¿O qué le ha contadoWilliam? Nadie que los viera diría que ha habido enemistad ni rencoresentre ellos. Parecen cómodos y contentos con su compañía mutua. Meconfunde.
—Yomemarchoya—anunciaWilliamconvozsuaveinterfiriendoen
mis pensamientos y devolviéndome a la realidad de la asfixiante sala delhospital—.Pórtatebien,Josephine.
—Sí, sí—farfulla la abuela, despidiéndolo con unmovimiento de lamano—.Simeliberanmañana,seréunangelito.
William se ríe y sus ojos grises cristalinos brillan con afecto pormiqueridaabuela.
—Tulibertaddependedeello.Mepasarédespués.—Sualtafigurasevuelvehaciamíysusonrisaseintensificaantemievidentedesconcierto—.TedvolveráaportidespuésdedejarmeenelSociety.Tellevaráacasa.
LamencióndelestablecimientodeWilliaminterrumpemiimpulsodenegarmecuandolosrecuerdosdellujosoclubseagolpanenmimenteymeobliganacerrarlosojospararefrenarlos.
—Bien—mascullo.Me pongo de pie y ahueco la mullida almohada para no tener que
enfrentarmealaseveramiradaquemeestádirigiendodurantemástiempodel necesario. Mi iPhone me alerta de un mensaje justo en el momentoadecuado y me permite centrar la atención en buscar el móvil cuandoterminodejuguetearconlaalmohada.
Esdebuenaeducaciónrespondercuandoalguientehaceunapregunta.
Debería irme a casa y escapar al santuario demi cama, donde nadie
puedeencontrarmenisacarmedequicio.—Olivia,cariño,¿estásbien?—Eltonodepreocupacióndemiabuela
nomedejamásremedioqueforzarunasonrisa.—Estoybien,abuela.—Guardoelteléfonosinresponder,meolvidode
lasposiblesrepresaliasdemisactosymeacomodosobrelacamadenuevo—.Entonces¿vuelvesacasaelviernes?
Siento un alivio inmenso cuando la preocupación de mi abuela sedesvanece y empieza a enumerarme losmotivos por los que semuere deganas de escapar de este «infierno». La escucho durante una hora entera,hastaqueGeorge llegay ella le informade sus reclamacionesdespuésdeofrecermeamíunarecapitulación.Enestosmomentoshaymuchascosasenmividadelasquenoestoysegura,perosialgotengoporciertoesquenomegustaríaserunaenfermeraenlasalaCedro.
JustoantesdedejaralaabuelayaGeorge,recibounmensajedetextodeunnúmerodesconocidoquemeavisadequemicochemeesperafuera
cuandoesté listaparavolveracasa.Perono loestoy,yséqueTedtendráórdenesestrictasdeWilliamdenollevarmeaningunaotraparte.Tambiénsé que mis dulces palabras y mis sonrisas no conseguirán convencer alchóferdequemelleveaningúnotrolado.
—¡Nena!MevuelvosobremisConverseyprácticamentedoyunalaridoalvera
Gregorycorriendohaciamí.Lavisiónfamiliardemimejoramigoconsuspantalonesmilitaresyunacamisetaceñidaborraalinstantelostormentosospensamientosqueplagabanmimente.
Melevanta,medaunavueltaenelaireylanzootrogritoagudo.—¡Cuántomealegrodeverte!—Yyo.—Meaferroaélconfuerzaydejoquemeabrace—.¿Vasa
veralaabuela?—Sí,¿túyalahasvisto?—LahedejadoconGeorge.Alomejorledanelaltamañana.Gregoryseseparademíymesostienepor loshombros.Despuésme
miraconrecelo.Noséporqué.Nohedichonihehechonadaparadespertarsussuspicacias.
—¿Quépasa?—pregunta.—Nada.—Meregañoinmediatamenteporhaberapartadolamirada.—Aaah—responde con tono sarcástico—. Porque ver cómo huías y
después tener el placer de ver cómo unos cuantosmatones registraban elapartamentodeMiller fue todoproductodemi imaginación.Túno tienesnadadeloquepreocuparte.
—¿Matones?—preguntocentrándomeenlareferenciadeGregoryaloqueMillerprefierellamar«cerdosinmorales».
—Sí,fuebastanteinteresante.Mecogedelamano,melacolocaensubrazoflexionadoyempiezaa
dirigirmehacialasalida.—No me has dicho nada por teléfono todas estas veces que hemos
hablado.—Livy, todas las conversaciones que hemos tenido desde que os
fugasteis aNuevaYorkhan sidocharlas superfluas.No finjasquequeríasquefuesedeotromodo.
No puedo discutírselo, de modo que no lo hago. No tenía ningúninterésensaberquésucediódespuésdequeMilleryyonosmarchásemosy,enelfondo, todavíanoquierosaberlo,perolamencióndelosmatonesha
despertadomicuriosidad.—Unos hijos de puta con mala pinta. —Gregory no hace más que
avivar esa curiosidad, ademásde aumentar enormementemipreocupación—.Tuhombre,William,elseñordeloscuromundodeladroga,losmanejócomosifuerangatitos.Nosudóniunagotacuandounodeellossetocólafundadelapistola.¡Unaputapistola!
—¿Unapistola?—repito,yelcorazóncasisemesaleporlagarganta.Gregory mira con cautela a nuestro alrededor y nos desvía por otro
pasillo,lejosdelosoídosdelrestodelosvisitantes.—Unapistola.¿Quiénesesagente,Livy?Retrocedounoscuantospasos.—Nolosé.Nopuedosentirmeculpablepormentir.Estoydemasiadopreocupada.—Puesyosí.—¿Sí?—Abrolosojoscomoplatos,asustada.NocreoqueWilliamse
lohayacontadoaGregory.Porfavor,¡quenoselohayacontado!—Sí.—Seaproximamásamíymiraaambos ladosparacomprobar
queestamossolos—.Traficantes.Millertrabajaparalosmatones,yapuestoaqueahoraestámetidoenunbuenlío.
Estoy horrorizada, encantada, pasmada... No sé si que Gregory creaque Miller se relaciona con narcotraficantes es mejor a que conozca laverdad.Noobstante,algosíhaacertado:Millertrabajaparalosmatones.
—Vale—digo,ypiensodesesperadamenteenalgoqueañadir,peronosemeocurrenada.Perono importa,porqueGregoryprosiguesinadvertirmisilencio.
—Olivia, tu hombre no es sólo un psicótico con TOC, exsin techo,exprostituto/chicodecompañía,¡sinoquetambiénesunnarcotraficante!
Pego la espalda contra la pared y levanto la vista hacia la intensailuminación.Noparpadeo cuando la blanca luzmequema las retinas.Mequedomirándola,dejandoquequemetambiénmisproblemas.
—Miller no es un narcotraficante—respondo con calma. Sería fácilperderlospapelesenestemomento.
—YesatalSophia,todavíanotengoclaroquiénes,peroseguroquenoestrigolimpio.—Seechaareír—.¿Secuestro?
—EstáenamoradadeMiller.—Pobre abuela —continúa Gregory—. Invitó a William a su mesa
comosifuesenviejosamigos.
—Loson.Reconozco de mala gana que debería intentar averiguar hasta qué
punto se llevan bien, pero también sé que la abuela está delicada, ydesenterrar viejos fantasmas sería una soberana estupidez en estosmomentos.Bajolacabezaconunsuspiro,aunquenosedacuenta.Gregorysiguealosuyo,ansiosoporcompartirtodassusconclusiones.
—Ha ido a verla todos los días que habéis estado... —Por fin sedetiene, y echa el cuello hacia atrás sobre sus anchos hombros—. ¿Sonamigos,dices?
—Conocíaamimadre.—Séqueesaspalabrasprovocaránuntorrentedepreguntas,demodoquelevantolamanocuandoveoquetomaaliento—.Miller trabaja para esa gente, y no quieren que lo deje. Está intentandoencontrarlamaneradehacerlo.
Memiraconelceñofruncido.—¿YesoquétienequeverconelPadrino?Nopuedoevitarsonreírantesuchiste.—Eraelchulodemimadre.Élyel jefedeMillernose llevanbien.
Estáintentandoayudar.Abrelosojoscomoplatos.—Jodeeer...—Estoy cansada, Gregory. Estoy harta de sentirme tan frustrada e
impotente.Túeresmiamigo,asíquetepidoquenohagasqueaumenteesapercepción.—Suspiro y noto que todos esos sentimientos se magnificanigualmente, simplemente a causa demi propia confesión—.Necesito queseasmiamigo.Porfavor,limítateasermiamigo.
—Malditasea—murmura,yagacha lacabezaavergonzado—.Ahoramesientocomounmierdadeprimeracategoría.
Noquieroquesesientaculpable.Quierodecirlequenodeseoquesesientamal y que lo deje estar, pero no hallo las fuerzas para hacerlo.Meseparo de la pared y me arrastro hacia la salida. Puede que esté muycabreada con Miller, pero también sé que es el único capaz dereconfortarme.
Unapalmaprovisionalsedeslizapormihombroysuspiernasimitanmi paso. Pero no dice nada. Probablemente tema hundirme más en mimiseria.Miroamimejoramigocuandomeestrechaunpocomáscontraél,peromantienelamiradaalfrente.
—¿Novasaveralaabuela?
Sacudelacabezaconunasonrisadearrepentimiento.—HablaréconellaporSkypea travésdeese televisor tanestupendo.
Seponetodacontenta.—¿Tieneinternet?—Yteléfono,perolegustaverme.—¿Laabuelausainternet?—Sí.Mucho.William no ha parado de recargarle el saldo. Debe de
habersegastadounafortunaenellalosúltimosdías.Estáenganchada.Merío.—¿CómoestáBen?—Ahíestamos.Sonríocontentaalescucharlanoticia.Sólopuedesignificarunacosa.—Mealegro.¿Hastraídolafurgoneta?—Sí.¿Quieresqueteacerqueaalgunaparte?—Sí.—Sonríoymeacurrucocontrasupecho.NopiensoirmeconTed
—.¿Podemosiralacafetería,porfavor?
CAPÍTULO9
ElteléfonodeGregoryempiezaasonarencuantodetieneelcocheenlaesquina de la cafetería, y levanta el culo del asiento para buscarlo en elbolsillodesuspantalonesmientrasyoabrolapuerta.
—Luegotellamo—digo,ymeinclinohaciaélparadarleunbesoenlamejilla.
Derepente,veoquefrunceelceñomirandolapantalla.—¿Quépasa?—Espera.—Levantaundedoparaindicarmequeaguardeunmomento
mientras contesta—. ¿Diga? —Vuelvo a relajarme en mi asiento, con lamano apoyada en el pomo de la puerta abierta. Observo cómo escuchaatentamente durante unos segundos. Parece hacerse pequeño en el asiento—.Estáconmigo.
Meencojo,hagounamuecadedoloryaprieto losdientesa lavez,yentonces,demanerainstintiva,salgodelafurgonetaycierrolapuerta.Mispies se apresurana trasladarmealotro ladode la carretera.Deberíahaberimaginado una partida de búsqueda después de haber dejado a Tedesperándome en el hospital y de no haber respondido a las numerosasllamadasdeMilleryWilliam.
—¡Olivia!—gritaGregory.Mevuelvocuandoestoyasalvoalotroladodelacarreterayveoque
me mira sacudiendo la cabeza. Encojo los hombros y me sientotremendamenteculpable,perosóloporquenoheavisadoaGregorydequeTedme estaba esperando por órdenes deWilliam.No lo he arrastrado demaneraintencionadaalcentrodeestabatalla.
Medespidodeélmeneandoligeramente lamano, ledoylaespaldaydesaparezcoporunacallesecundariaquemellevaráhastalacafetería.PeromeestremezcocuandoenmisofisticadoiPhoneempiezaasonarI’mSexyandIKnowItdentrodemibolso.
—Mierda —mascullo. Lo extraigo, llorando por dentro por haberescogidoestetonoparamimejoramigo.
—Dime,Gregory—saludosindetenerme.—¡Eresunazorraretorcida!
Meríoycomprueboeltráficoantesdecruzarlacalle.—No soy retorcida. Simplemente no te he contado que hoy tenía
chófer.—¡Joder, Olivia! William está muy cabreado, y también acaba de
llamarmeelotrochalado.—¿Miller?—Noséparaquépregunto.¿Quiénsino ibaaserelotro
chalado?—Sí. ¡Joder, nena! ¿Enquémomento ser amigo tuyo se convirtió en
algopeligroso?Temopormicolumna,mishuesos...¡ymiputacarabonita!—Relájate,Gregory.—Doyun brinco cuando el claxon de un coche
mepitaylevantounamanoamododedisculpamientrasllegoalaacera—.Ahoralosllamoalosdos.
—Sí,perohazlo—gruñe.Estoesabsurdo,yahoraestoysopesandoquéespeor.Miautoinfligida
vida solitaria era un poco aburrida, peromuchomás sencilla, ya que sóloestabayoconmigomismaparadirigirla.Nadiemás.Tengolasensacióndeque Miller me despertó, me liberó, tal y como él dijo, pero ahora estáintentandoarrebatarmeesasensacióndelibertad,yestoyempezandoaestarresentidaconélporello.SesuponequeGregorytienequeestardemiparte.Estaréperdidasiconsiguenllevarseamimejoramigoalladooscuro.
—¿Eresamigomíoosuyo?—¿Qué?—Yamehasoído.¿Eresamigomíoosuyo?¿OesqueacasoWilliamy
túoshabéishechoíntimosenestetiempoqueheestadofuera?—Muygracioso,nena.Muygracioso.—Noesningunabroma.Respóndemealapregunta.Hayunabrevepausaseguidadeunalargainspiración.—Tuyo—respondemientrasexhala.—Mealegrodehaberloaclarado.—Frunzoelceño,cuelgoaGregory
ymiroaambosladosantesdecruzarlacallequedaalacafetería.Mispiesvuelansobreelasfalto,ycasibrincanconformemeaproximo
amilugardetrabajo.Tambiénestoysonriendo.—¡Olivia!El bramido, cargado de odio, hace que me detenga en medio de la
carreteraparavolverme.Oigovarioscláxonesymásgritosdehorror.—¡Olivia!¡Apártate!Miroamialrededor frenéticamente,confundida, intentandoaveriguar
laprocedenciaylarazóndetantaconmoción.Entoncesveountodoterrenonegro que viene en mi dirección a toda velocidad. Mi mente emite lasórdenesadecuadas:
«¡Apártate!¡Corre!¡Saldeahí!».Pero mi cuerpo hace caso omiso de todas ellas. Estoy en shock.
Inmóvil.Unapresafácil.Lasconstantesórdenesdemimenteeclipsantodoslosdemássonidosa
mi alrededor. En lo único que puedo centrarme es en ese coche que seacercacadavezmás.
El chirrido de unas ruedas es lo que por fin me saca de mi trance,seguidodeunasfuertespisadassobreelasfalto.Alguienmeagarraporuncostadoymelanzacontraelsuelo.Elimpactomedevuelvealavida,peromiaterrizajeessuave.Estoydesorientada.Confundida.Derepentemeestoymoviendo,peronopormipropiavoluntad,yprontomeencuentrosentadaconTedagachadodelantedemí.¿Dedóndehasalido?Silohedejadoenelhospital...
—Va a conseguir que me echen —dice mientras inspeccionarápidamentemirostroparacomprobarquenoestoyherida—.¡Malditasea!—refunfuñaayudándomealevantarme.
—Lo...losiento—tartamudeoaltiempoqueTedmesacudelaropasinpararderesoplarconirritación.Metiemblatodoelcuerpo—.Nohevistoelcoche.
—Esoesloquepretendían—mascullaenvozbaja,peroloheoídoaltoyclaro.
—¿Han intentado atropellarme a propósito? —pregunto, perpleja ypetrificadaanteél.
—Puede que fuese sólo una advertencia, pero no saquemosconclusionesprecipitadas.¿Adóndeiba?
Señalo sinmirar por encima demi hombro hacia la cafetería al otroladodelacalle,incapazdeexpresarloconpalabras.
—Laesperoaquí.Sacude la cabezamientras se saca el teléfono del bolsillo ymemira
conseveridadparaadvertirmequenovuelvaaescabullirme.Me vuelvo con piernas temblorosas y hago todo lo posible para que
recuperenalgodeestabilidadantesdepresentarmeantemiscompañerosdetrabajo.Noquieroquesospechenquealgovamal.Peroalgovamuymal.Alguienacabadeintentaratropellarme,ysitengoencuentalapreocupación
que Miller ha expresado en los últimos días, sólo puedo llegar a laconclusión de que los matones, los cerdos inmorales o como quieranllamarlos,sonlosresponsables.Meestánlanzandounmensaje.
Perciboelaromafamiliarylossonidosdelacafetería,yalhacerlocasimeresultafácilsonreír.
—¡Diosmío! ¡Livy!—Sylvie salecorriendoporel salónydejaaunmontón de clientes pasmados mientras siguen su recorrido hasta mí. Yopermanezcodondeestoypormiedoaqueseestrellecontralapuertasimeaparto—.¡Cuántomealegrodeverte!
Chocacontramíymedejasinaliento.—Hola—digo con el poco aire queme queda, y frunzo el ceño de
nuevoalverunrostrodesconocidotraselmostradordelacafetería.—¿Cómoestás?—Sylvieseaparta,peromantienelasmanossobremis
hombrosyaprietaloslabiosmientrasinspeccionamirostro.—Bien—respondo a pesar de lo poco que lo estoy, distraída por la
chicatraselmostradorquecontrolalacafeteracomosillevaseañosaquí.—Mealegro—contestaSylvie,sonriendo—.¿YMiller?—Bien, también —confirmo, y de repente me siento incómoda y
empiezoamoverlospiesdemaneranerviosa.Unas vacaciones sorpresa. Eso es lo que ella cree. Después de los
altibajos en nuestra relación, queMiller quisiese disfrutar conmigo de unpoco de tiempo de calidad era una excusa perfectamente creíble parajustificarmi ausencia repentina.Del pareció sorprendido cuando lo llaméparadecirleque ibaaestar fueraunasemana,peromediosubendiciónymedeseóbuenviaje.Elproblemaesquehasidomásdeunasemana.
Mi teléfono me vuelve a sonar en la mano y empiezo a evaluar denuevolasventajasdenoteneruno.ApartolapantalladelosojoscuriososdeSylvieysilencioeldispositivo.SeráMilleroWilliam,yaúnnoquierohablarconningunodelosdos.
—¿Cómovanlascosasporaquí?—pregunto,usandolaúnicatécnicadedistracciónquetengo.
Funciona. Su brillante melenita negra se mueve de un lado a otrocuandosacudelacabezaysuspiraconcansancio.
—Esunalocura.YDeltienemásencargosdecateringquenunca.—¡Livy!—Delaparecepor lapuertadevaivénde lacocina,seguido
dePaul—.¿Cuándohasvuelto?—Ayer.
Sonríoincómodayunpocoavergonzadapornohaberloavisado.Perotodohasidomuyrepentino,ydesdequeMillermecontó lodelataquealcorazóndemiabuelanohepodidopensarennadamásquenofueraenella.Todolodemásmeparecíaintrascendente,incluidomitrabajo.Sinembargo,ahoraqueestoyaquí,memuerodeganasdeempezarotravez,encuantomeaseguredequelaabuelaseharecuperadodeltodo.
—Me alegro de verte, querida.—Paulme guiña un ojo, regresa a lacocinaydejaaDelsecándoselasmanosconuntrapo.
Miradesoslayoalachicanueva,queestáahoraentregándoleuncaféauncliente,ymemiradenuevoconunasonrisaembarazosa.
Derepentemesientocohibidayfueradelugar.—Nosabíacuándoibasavolver—empieza—.Ynodábamosabasto.
Rosevinopreguntandosihabíaalgúnpuestolibre,ytuvimosquedárselo.SemecaeelalmaalasConverse.Mehansustituidoy,porlaexpresión
de culpabilidad deDel y por el sonido de su voz, deduzco que no piensareadmitirme.
—Loentiendo.—Sonrío,fingiendoindiferencia.Noloculpo.Apenasacudílassemanasanterioresamidesaparición.Observo a Rose cargando el filtro de la cafetera y me invade un
irracional sentidode la posesión.El hechodeque esté realizando la tareacontantasolturayconunamanocuandoalargalaotraparacogeruntrapono ayuda.Me han sustituido, y lo peor de todo es que lo han hecho poralguien más competente. Me siento herida, y estoy agotando todas misfuerzasparaquenosemenote.
—No te preocupes,Del. En serio.No esperaba queme guardases elpuesto.Nosabíaqueibaaestartantotiempofuera.—MiromiteléfonoenlamanoyveoelnombredeMiller,peronocontestoymeobligoamantenermisonrisafijaenlacara—.Además,amiabuela ledaránelaltamañana,asíquetendréquequedarmeencasaparacuidardeella.
Es irónico.Me pasémucho tiempo usando a la abuela como excusaparamantenermealejadadelmundoalegandoqueteníaquecuidardeella,yahoradeverdadnecesitamiayuda.Cuandoquieroformarpartedelmundo.Me siento tremendamente culpable por permitirme cierto resentimiento.Estoy empezando a estar enfadada con todos y por todo.Lamismagentequemedalalibertadeslaquemelaarrebata.
—¿Tuabuelaestáenferma?—preguntaSylvieconcaradecompasión—.Nosabíamosnada.
—Vaya,Livy,cielo,losientomucho.—Delseaproximaamí,peromeapartoysientocómomisemocionesseapoderandemí.
—Sólohasidounsusto,nadaimportante.Ledaránelaltamañanaoelviernes.
—Bueno,mealegro.Cuidadeella.SonríocuandoSylviemefrotaelbrazo.Tantacompasiónsemehace
insoportable.Necesitohuirdeaquí.—Yanosveremos—digo,ymedespidodeDelconlamanoantesde
salirdelestablecimiento.—¡Llámanos o pásate de vez en cuando!—grita mi exjefe antes de
volver a la cocina y continuar con su negocio como de costumbre, unnegociodelqueyanoformoparte.
—Cuídate, Livy.—Sylvie parece sentirse culpable.No debería. Estonoesculpasuyay,enunintentodeanimarla,lehagoverqueestoybienyplantounaenormesonrisaenlacaramientrashagounareverencia.
Se ríe, da media vuelta con sus botas de motera, regresa tras elmostradorydejaquecierrelapuertademiviejotrabajoydelagentealaquetantocariñolehabíacogido.Mepesanlospiesmientrasavanzoporlaaceray,cuandoporfinlevantolavista,veouncochequemeesperayaTedsosteniendolapuertadeatrásabierta.Entrosinmediarpalabra.Lapuertasecierra y Ted se sienta delante en un santiamén y se funde con el tráficolondinense de la tarde. Mi baja moral es evidente, tal y como esperaba,aunque parece ser que últimamente tengo tendencia a bajármela todavíamás.
—Tú conociste amimadre—digo en voz baja, pero sólo recibo unleveasentimientocon la cabezapor respuesta—.Creoqueha regresadoaLondres—digocomositalcosa,comosinofueseimportantequefueseasí.
—Tengoórdenesdellevarlaacasa,señoritaTaylor.Hacecasoomisodemiobservación,locualmeindicaqueloslabiosde
Tedestánsellados,siesquehayalgoquesaber.Elcasoesqueesperoquenohayanada,yesohacequemepregunteporquéintentoindagarentonces.Laabuelanolosoportaría.
DecidoconformarmeconelsilenciodeTed.—Gracias por salvarme —digo, mostrándole mi bandera blanca a
mododeagradecimiento.—Un placer, señorita Taylor. —El chófer mantiene los ojos en la
carreterayevitaelcontactovisualatravésdelretrovisor.Conlamiradaperdidaporlaventana,veopasarelmundo.Unaenorme
nube negra desciende y envuelve mi ciudad favorita en una sombríaoscuridadquearmonizaconmiestadomentalactual.
CAPÍTULO10
17dejuliode1996
PeterSmith,Banquerodeinversiones,46años.Nombreaburridoperoespíritu salvaje.Otra vezunhombre
mayor.Casado,peroestáclaroquenotieneloquenecesita.Creoqueahoramenecesitaamí.
Primeracita:CenaenelSavoyDeentrantes,lamejorensaladadelangostaquehecomidoenmivida,
peromereservolaopiniónhastaquehayacomidoenelDorchester.Comoplato principal, filete y unas cuantas miradas tímidas bien dirigidas. Depostre,untiramisúrodeadodeunapulseradediamantes.Porsupuesto,lehedemostradomigratitudenlasuitedeláticoantesdeescabullirme.Creoquepuedequevuelvaaverlo.Hacecosasincreíblesconlalengua.
Cierroeldiariodemimadredegolpey lo lanzoalsofáque tengoallado,cabreadaconmigomisma.¿Porquémehagopasarporestootravez?Nadadeloquepuedaencontrarharáquemesientamejor.
Recuerdo queWilliam me dijo una vez que mi madre escribió estediarioparatorturarlo.Yentremipropiaautocompasión,soycapazdesentirunpocoporelhombrequeestácontribuyendoamidesdicha.Eraunamujermuyretorcida.
Ahueco uno de los almohadones con flecos de la abuela, apoyo lacabeza en él, cierro losojosyhago todo loposiblepordejar lamente enblanco y relajarme. Todo lo posible no es suficiente, pero me distraigocuando oigo que alguien entra por la puerta y unos pasos urgentes seaproximanporelpasillo.Visualizosuscaroszapatosdepielysutrajehechoamedidaantes inclusodeabrir losojos.Alguiensehavueltoacolocar laarmadura.
Cómono,ahíestáMiller,en todasu trajeadagloria,enelumbraldelsalón.Susrizososcurosestánrevueltosy,apesardesurostroimpasible,sus
penetrantesojosazulesalbergantemor.—Te has comprado más trajes —digo en voz baja, sin levantar la
cabezadelsillónapesardequememueroporsusatencionesysucontacto.Sepasalamanoporelpelo,seapartaelmechónrebeldedelafrentey
suspiraconalivio.—Sólounospocos.¿Sólounospocos?Seguroquehareemplazadotodasycadaunadelas
máscarasqueyodestrocé.—Dellehadadomitrabajoaotrapersona.Veocómosehundepordentro.No leparecíaadecuadoque trabajase
enunacafetería,peroséquejamásmehabríaobligadoadejarlo.—Losiento.—Noesculpatuya.Se acerca hasta que lo tengo de pie delante de mí, con las manos
metidasamediasenlosbolsillosdesuspantalones.—Estabapreocupadoporti.—Yasoymayorcita,Miller.—Perotambiéneresmiposesión.—Yunapersonaquepiensaporsímisma.Noconsigueevitarfruncirloslabiosconfastidio.—Sí,quepiensademasiado,aveces,ynoconmuchaclaridadenestos
momentos.Seagachajuntoalsofá,amilado.—Dimequétepreocupa,miniña.—¿Aparte del hecho de que alguien haya intentado arrollarme esta
tarde?Susojosreflejanpeligroysumandíbulasetensa.Poruninstantecreo
quevaaecharmeencaramifaltadeatención,peronodicenada,locualmecuentatodoloquenecesitosaber.
—Todo.—Nodudoencontinuar—.Todovamal.William,laabuela,Gregory,mitrabajo.
—Yo—exhala,alargandolamanoparatocarmimejilla.Elcalordesupiel sobre la mía hace que cierre los ojos y que busque su tacto con elhocico—.Nopierdaslafeenmí,Olivia.Teloruego.
Me tiembla labarbilla, le cojo lamanoy tirodeellaparaexigirle loquemáslegusta.Nomeloniega,apesardeestarvestidodelospiesalacabezacon las ropasmásdelicadasqueeldineropuedacomprarydeque
acabadeadquirirlas.Elcalordesucuerpotemplaelmíoysussuaveslabiosencuentranmi cuello.No necesito reafirmarmi promesa con palabras, demodoquedejoquemicuerpohablepormíyseaferreaélportodaspartes.
Halloeselugar.Halloesaserenidad.Hallo un confort profundo y familiar que no se puede encontrar en
ningúnotrolugar.Millersiembraelcaosenmimente,enmicuerpoyenmicorazón.Perotambiénconsiguedisiparlo.
Una hora más tarde seguimos en la misma posición. No hemoshablado, simplemente hemos disfrutado de la presencia del otro. Estáanocheciendo. El nuevo traje de tres piezas deMiller debe de estar muyarrugado, ymi pelo debe de estar lleno de nudos después de que lo hayaestadoretorciendosinparar.Semehandormidolosbrazosysientocomosimeclavasenunmillóndeagujasenlapiel.
—¿Tieneshambre?—preguntacontramipelo.Niegoconlacabeza—.¿Hascomidoalgohoy?
—Sí—miento.Noquierocomernada,miestómagonolotoleraría,ysiintentaobligarmeaingeriralgolesoltaréalgunademisinsolencias.
Seincorpora,seapoyasobrelosantebrazosymemira.—Voyaponermealgomáscómodo.—¿Quieresdecirquevasaponertetusshorts?Lebrillanlosojosysuslabiossecurvan.—Voyahacerquetesientascómoda.—Yaloestoy.Las imágenesde superfecto torsodesnudodeaquellanoche inundan
mimente.Unanocheque seha transformadoen todaunavida.Lanocheque pensé que sólo iba a durar veinticuatro horas, aunque esperaba quefuesenmás.Inclusoahora,enmediodeestapesadilla,nomearrepientodehaberaceptadosuoferta.
—Puedequetúsí,peromitrajenuevodesdeluegonoloestá.—Mirasutorsoconunaexpresióndedisgustomientrasseparasucuerpodelmío—.Notardaré.Yquieroqueestésdesnudacuandovuelva.
Lesonríoconrecatocuandosevuelveantesdesalirdelahabitación.Susojos repasanmi figuraensilencioyparecearrancarme la ropaconsuintensamirada.Laschispasinternasqueestabasintiendosetransformanenimpresionantes rayos ardientes.Entoncesdesapareceymedeja excitadaysinnadamásquehacer queobedecer, así que empiezo a desnudarme con
calma.Después de dejar la ropa a un lado, echarme la manta de lana por
encima y encender el televisor, Miller regresa, pero no se ha puesto losshorts.Nosehapuestonada.Nopuedoapartarmiagradecidamiradadeél,ymi cuerpo ansía sus atenciones.Sequedadepiedelantedemí, con susfuertes piernas ligeramente separadas y la mirada baja. Su hermosuradesafíaloimaginable.Esunaobradeartemagnífica.Esincomparable.Yesmiposesión.
—Tierra llamando a Olivia —susurra. Me enfrento a su miradapenetranteymequedomirándolo,totalmenteembelesada.Separoloslabiospara respirar por la boca cuando veo que parpadea perezosamente—. Hetenidoundíamuyestresante.
«Bienvenidoalclub»,piensomientrasalargo lamano.Esperoquesereúnaconmigoenelsofá,pero,enlugardehacerlo,tirademíylamantadelana cae al suelo amis pies.Me ponemimano enmi espalda, aplica unpoco de presión yme estrecha contra su pecho. Estamos conectados. Portodaspartes.
—¿Estáslistaparadesestresarme?—Sualientocalienteseextiendepormis mejillas, caldeándolas más todavía—. ¿Estás lista para dejar que tetrasladeaeselugarenelquenadaexisteexceptonosotrosdos?
Asientoydejoquemispárpadossecierrencuandodeslizalaotramanopor la parte trasera de mi cabeza y empieza a peinarme el pelo con losdedos.
—Ven conmigo.—Me agarra de la nuca, me vuelve y me saca delsalón.
Cuandoestamosenmitaddelaescalera,meimpideseguiravanzando.Deslizalasmanoshastamiscaderasytiradeellashaciaatrásligeramente.
—Colocalasmanosenunescalón.—¿En la escalera?—Miro por encima demi hombro y no veo nada
másquedeseoemanandodetodoslosafiladosbordesdesuser.—Enlaescalera—confirma,yalargalasmanosparacogermelasmías
y guiarlas hasta donde tienen que estar—. Cuando seamos viejos ypeinemos canas, no habrá ni un solo sitio en el que no te haya venerado,OliviaTaylor.¿Estáscómoda?
Asientoyoigocómoabreunenvoltoriodealuminio.Empleoeltiempoquetardaencolocarseelcondónparaintentarprepararme.Sumanoacaricialigeramente mi espalda desnuda. Mi respiración es laboriosa. Estoy
empapadaytemblandodeanticipación.Susmimosyatencionesborrandeun plumazo todasmis preocupaciones. Él esmi huida. Soy suya. Esto estodoloquetengo:suatenciónysuamor.Esloúnicoquemeayudaapasarporesto.
Flexionolasmanossobreelescalónycambiolaposicióndemispies.Agacholacabezayveocómomipelocaesobrelamoqueta,ycuandosientoque la dureza de su punta roza mi abertura, contengo la respiración.Memasajeaelculoduranteunosmomentoseternos.Después,trazalalíneademicolumna,regresaamitraseroymeseparalasnalgas.Cierrolosojosconmás fuerza todavíacuandodeslizaeldedopormipasajeanal.La faltadecostumbre intensifica mi agitación. Estoy vibrando. Me tiembla todo elcuerpo.Supolla sigue rozandomi sexoy, con la sensaciónañadidade sudedotentandomiotroagujero,memuerodeganasdequemepenetre.Pordondesea.
—Miller—exhalo,ymuevolasmanoshastaelbordedelescalónparaprepararme.
Sus suaves caricias asciendenydesciendenpormi anoy sedetienenjustoeneltensoanillomuscular.Mepongorígidaalinstante,yélmecalmadeslizando la mano hasta mi sexo empapado. Empujo hacia atrás paraintentarobteneralgoderoce,perofracaso.Retira lamanoymeagarradelas caderas.Avanza lentamente yme deja sin aliento cuando sumiembroduroyfirmepenetraenmí;silbaentredientesymeagarracontantafuerzaquecasimehacedaño.Lanzoungemido,amediocaminoentreunplacerinconmensurable y un leve dolor que ilumina de estrellas mi oscuridad.Millerpalpitadentrodemíytodosmismúsculosinternosmedominan.Soyesclavadelassensaciones.SoyesclavadeMillerHart.
—Muévete—leordeno,yobligoamipesadacabezaalevantarseyamiraraltecho—.¡Muévete!
Unasúbitainspiraciónresuenadetrásdemí.Millerflexionalosdedossobremiscaderas.
—Te estás transformando en una amante muy exigente, ¿no? —Permanecequieto,eintentogolpearhaciaatrás,peronoconsigonada.Sóloqueme agarre conmás fuerza paramantenerme en el sitio—. Saboréalo,Olivia.Estovamosahacerloamimanera.
—Joder—susurroconvozronca,ybuscoenmiinterioralgodecalmay autocontrol. Me siento impotente. No hay nada que pueda hacer paragenerar lafricciónquemicuerponecesita—.Siempredicesquenuncame
obligasahacernadaquesabesquenoquierohacer.—¿Eh?Sinoestuviese tanconcentradaenmidesesperaciónactual,me reiría
desusinceraconfusión.—¿Noquieresservenerada?—pregunta.—¡No,noquieroquememantengasenellimbo!—Nohallolacalma
en ninguna parte y he dejado de intentar buscarla—. Miller, por favor,hazmesentirbienynomehagasesperar.
—¡Joder, Olivia! —Retrocede a un ritmo dolorosamente lento y sequedaahí,ahoratansólounafraccióndentrodemí.Permanecequieto,perorespiracontantaagitacióncomoyo,yséqueleestácostandomantenerelcontrol—.Ruégamelo.
Aprietolosdientesydoyunrespingogritandomisatisfaccióncuandomeembistefuerteyprofundamente.
—¡Joder,Olivia!—Saledemíymedeja sollozando súplicas envozbaja—.Noteoigo.
Me siento derrotada. Mi mente revuelta busca desesperadamente lassimplespalabrasquenecesitoparapodercumplirsuexigencia.
—¡Ruega! —Su grito me coge por sorpresa, e intento en vanoretroceder de nuevo. Sin embargo, me siento impotente atrapada en susmanosmientras su alta y poderosa figura permanece quieta detrás demí,esperandoaqueobedezcasurudasolicitud—.Yavandosveces—explicaconlarespiraciónagitada—.Escúchame,Olivia.
—Porfavor.—¡Másalto!—¡Porfavor!—grito,yloacompañodeunalaridocuandosuscaderas
disparanhaciaadelanteconmásfuerzadeloqueesperaba.Centrolaatenciónenacoplarmismúsculosinternosasualrededor,yel
placer que me proporciona la fricción cuando se retira es indescriptible.Estiro los brazos para mantener la estabilidad justo cuando se hunde denuevoenmí,ydejocaerlabarbillacontramipecho,sinvida.
—Estoyviendocómomipollasepierdedentrodeti,miniña.Todo se alinea yme catapulta a ese lugar lejano de pura dicha.Tras
unas cuantas embestidas más establecemos un ritmo constante; nuestroscuerposvuelvenaestarensintoníaysedeslizansinesfuerzo.Millernoparadegruñirydefarfullarpalabrasincoherentesdeplacermientrasmantienesumeticulosopaso.Mefascinasucapacidaddeautocontrol,peroséquenole
está resultandofácil.Levanto lacabeza,miroporencimademihombroyveo esa cautivadora expresión que tanto adoro: labios húmedos yentreabiertos; sombra de barba; y, cuando aparta la vista de su erecciónentrando y saliendo de mí, sus brillantes ojos azules conforman el packcompleto.
—¿Siempretecuesta?—resuelloaltiempoqueempujahaciaadelanteconsuavidad.
Sabe a qué me refiero. Sacude la cabeza perezosamente y se hundeprofundamenteenmí.
—Contigono.Lafuerzaquenecesitoparamantenerlacabezagiradaparamirarlome
abandonaymevuelvohaciaadelante.Sientoquemeempiezanatemblarlaspiernas y apoyo una rodilla en uno de los escalones. Sus arremetidas sonconstantesyelplaceresinterminable.Flexionolosbrazosypegolafrentecontraelescalón.Entoncessientoqueelcalordesupechocubremiespalday obliga a mi cuerpo a tumbarse sobre la escalera. PermanecemosconectadoshastaqueMillerestá tumbadosobremíycontinúacolapsandomissentidos,ahoraconlascaderasenlaposiciónperfectaparadanzarsobremiespalda.
—¿Lohacemos?—preguntajustocuandolevantoelbrazoymeaferroaunodelosbalaustresdelaescalera.
—Sí.Aúnmanteniendoelcontrol,aceleraelritmo.Cierrolosojoscuandoun
interruptor se enciende dentro de mí y mi orgasmo avanza de repente apasosagigantados.Yanohayvueltaatrás,ymenoscuandoMillerhincalosdientesenmihombroydaunasacudidainesperadahaciaadelante.
—¡Miller! —Mi temperatura corporal aumenta por segundos y meempiezaaarderlapiel.
—Esoes,Livy.—Arremetedenuevohaciaadelanteymesumeenunplacerindescriptible—.Gritaminombre.
—¡Miller!—Joder, qué bien suena. —Da un nuevo golpe controlado con las
caderas—.¡Otravez!Todosenublaamialrededor,lavisión,eloído...—¡Miller! —Alcanzo el clímax y estallo en una difusa neblina de
estrellas, centrada sólo endisfrutar de las deliciosas olas deplacer que seapoderandemí—.¡Joder!—jadeo—.¡Joder,joder,joder!
—Coincido —jadea él, empujando perezosamente dentro de mí—.Joder,coincido.
Quedo reducida a una masa de espasmódicas partes corporales,atrapadaporsucuerpoydeleitándomeconloscontinuoslatidosdesupollatodavía dentro de mí mientras él alcanza su propio orgasmo. Tengo losnudillosblancosydormidosdeaferrarmealbalaustreynoparodejadearyderesollar,yestoyempapada.Estoyperfecta.
—Olivia Taylor, creo que soy adicto a ti.—Hinca los dientes enmihombroymetiradelpeloparaobligarmealevantarlacabeza—.Dejaquetesaboree.
Dejo que haga lo que quiera conmigo mientras permanecemosextendidossobrelaescalera.Apenassientolaasperezadelamoquetasobremihúmedapielatravésdemiestadodedicha.Mechupaellabioinferioryaplica una ligera presión con los dientes antes de regalarme besitosdelicadoshastallegaramimejilla.
Mismúsculos cansados protestan e intentan aferrarse a él demaneradesafiantecuandosaledemí.Meayudaadarmelavueltaymecolocasobreunescalón.Millersearrodilladelantedemí.Laexpresióndeconcentraciónensurostroperfectomantienemiatenciónmientrassepasaunossilenciososinstantes colocándome el pelo sobre los hombros. No deja escapar laoportunidaddejuguetearconunoscuantosmechones.Memiraalosojos.
—¿Eresdeverdad,miniña?Sonrío, alargo la mano y le pellizco un pezón, pero no brinca ni se
aparta. Me devuelve la sonrisa y se inclina para besarme la frente conafecto.
—Venga. Vamos a vegetar.—Me ayuda a levantarme y me guía denuevoalpisodeabajocogiéndomedelanuca.
—¿Has visto la tele alguna vez?—le pregunto aMiller mientras seacomodaenelsofá,listoparavegetar.
Nome imagino aMiller viendo la televisión, al igual que nome loimagino haciendo la mayoría de las cosas que hace la gente normal. Serecuestaymehaceungestoparaquemeunaaél,demodoquemetumbosobresupecho,encajoperfectamentemirostrodebajodesubarbillaydejocaerelcuerpoentresuspiernascuandolassepara.
—¿Teapeteceverlatele?—pregunta,mecogelamanoyselallevaasuboca.
Pasoporaltoelhechodequenohacontestadoamipreguntaycojoel
mando a distancia con la otra mano. La pantalla cobra vida y sonrío encuantoveoaDelyaRodneyTrotter.
—Tienes que haber visto «Only Fools and Horses». ¡Es un tesoronacional!
—Nohetenidoelgusto.—¿Enserio?—preguntomirándoloconincredulidad—.Pueshazlo.Ya
nopodrásparar.—Comodesees—accedeenvozbaja,yempiezaamasajearmelanuca
confirmescírculos—.Todoloquedesees.Sólo estoy viendo la televisión, sin escuchar nada de lo que dicen,
cuandomimentevagahastaun lugarenelque laspalabrasdeMillersonciertas.Tengotodoloquedeseo.Elaborounalistamentaldetodaslascosasque quiero, y sonrío cuando siento las vibraciones de una risa contenidadebajo de mí. Mi refinado caballero a tiempo parcial se divierte con laspayasadasqueaparecenenlapantallaquetenemosdelante,ylanormalidaddeestehechomeinundadealegría,pormuytrivialquesea.
Pero entonces el móvil de Miller suena en la distancia y rompe lamagiadelmomento.
Trasunospocosy sencillosmovimientosmedespojade supresenciadebajodemí,ydetestoalinstantesuteléfono.
—Disculpa —masculla, y saca el cuerpo del salón. Observo cómodesapareceysonríoalversusnalgascontraerseyrelajarseacadalargopasoqueda.Mehagounovillodeladoymeechoencimalamantadelana,queseguíaenelsuelo.
—Latengoyo—diceprácticamenteconunrugidocuandovuelvealahabitación.
Pongolosojosenblanco.Sólopuedehaberotrohombrepreguntandodóndeestoy,ynomeapetecenadaenfrentarmeaélniasudescontentopormi fugadehoy.Ojalámi fraudulento caballeronohablasedemí como sifuese un objeto todo el tiempo o, como en este caso, como si fuese unacriminal.Miro hacia el otro extremo del sofá cuando apoya el culo en elbordeyveoquelaalegríadehaceunosmomentossehaevaporado.
—Estaba ocupado —silba con los dientes apretados, y me mira uninstante—.¿Esoestodo?
Mi resentimiento se intensifica, dirigido ahora exclusivamente aWilliamAnderson.Parecequesehapropuestohacerquemividasealomásdifícil y desgraciada posible. Me encantaría arrancarle el teléfono de las
manosaMillerytenerunascuantaspalabritasconél.—Bueno, pues está conmigo, a salvo, y estoy harto de darte
explicaciones, Anderson. Nos veremos mañana. Ya sabes dóndeencontrarme.
Cuelgaytiraelteléfonotodocrispado.—¿Quiénera?—pregunto,ysonríocuandoMillermemiraconlaboca
abierta.—¿Enserio,Olivia?—Vale, relájate —digo, y apoyo los pies en el suelo—. Me voy a
acostar.¿Vienes?—Puedequeteate.Meencojounpoco,yuntorrentedeimágenesseagolpaenmimente,
recordándomealgo.Correas.Millerhaceunamuecaalinstantealverlainconfundibleexpresiónde
horrorenmirostro.—Paraquenomedesrodillazosenlaspelotas—seapresuraaaclarar
—.Porquenoparasdemovertecuandoduermes.Incómodo,sepasalamanoporelpeloaltiempoqueseponedepie.Me río y las imágenes desaparecen. Sé que no paro de moverme
cuandoduermo.Elestadodelassábanasporlamañanasonpruebadeello.—¿Tehedadoenlasjoyasdelacorona?Frunceelceño.—¿Enlasqué?—Lasjoyasdelacorona.—Sonrío—.Laspelotas.Alargalamanohaciamí,peroyomantengolamiradafijaensurostro
llenodeexasperaciónydisfrutodelhechodesaberqueestáhaciendotodoloposiblepornoalimentarmiinsolencia.
—Muchas veces.Codazos en las costillas, rodillazos en las pelotas...perosonsóloelpequeñoprecioquetengoquepagarportenerteentremisbrazos.
Aceptosumanoydejoquemelevante.—Losiento.No losientoenabsoluto.Daría loque fuesepor serunamoscaen la
paredparapoderpresenciarmisfechoríasnocturnasyaMilleresforzándoseporaguantarlas.
—Ya te he perdonado. Y te lo volveré a perdonar mañana por lamañana.
Meríoenvozbaja,peromedetengoalinstantecuandounfuertegolpeenlapuertainterrumpenuestracharla.
—¿Quiénes?—pregunto,ymisojossedirigenautomáticamentea laventana. Mi insolencia recibe el equivalente proverbial a la chispa queenciende el combustible. SiWilliam se hamolestado en venir hasta aquípara expresar su enfado en persona, creo que estallaré en incontrolablesllamas.
Millerdesaparecealinstante,llevándoselamantadelanaconél,ymedejadesnudaysolaenelsalón.Nomehangustadonadalasvibracionesdeansiedadqueemanabandeélantesdemarcharse.Meacercodepuntillasalapuerta,measomoporelpasilloyveoquesehacubiertolacinturaconlamanta,perosiguesinestarparanadapresentable.Demodoquecuandoabrela puerta y sale sin decir ni una palabra y sin preocuparse por estarsemidesnudo,empiezoadarlevueltasa lacabeza.Yentoncesconsigoverunosrizosnegrosbrillantesjustoantesdequelapuertasecierre.
Estalloenllamas.—¡Serázorra!—exclamosinquehayanadieparaoírme.MedispongoaseguiraMiller,peromedetengoalinstantecuandome
doycuentadequeestoydesnuda.—¡Mierda!Doy media vuelta y me apresuro al salón. Busco mi ropa y me la
pongo.Corrohacialafuentedemiiraaunavelocidadtemerariayabrolapuerta.MetopodefrenteconlaespaldadesnudadeMiller,perolafuriameconsumedemasiadocomoparaapreciarlavisión.Loapartoyatraviesoconlamirada la perfecta figura deCassie, lista para descargar un torrente deinsultoscontraella.
Sólo que hoy su aspecto no es perfecto, y su lastimoso estado mesorprendetantoquemequedoparalizada.Tienelatezpálida,casigris,ynovistelaropadediseñoqueacostumbraalucir.Llevaunpantalóndechándalnegro y un suéter gris claro de cuello vuelto. Aparta sus ojos vacíos deMiller y los fija en mí. A pesar de su crisis personal, está claro que mipresencianodespiertaenellamásquepurodesdén.
—Mealegrodeverte,Olivia—dicesinlamásmínimasinceridadensutono.
Enelmomento justo,Millerapoya lamanoenmicuelloe intentaenvanocalmarmiirritación.Meloquitodeencimayenderezoloshombros.
—¿Quéhacesaquí?
—Livy,veadentro.—Meagarradelcuelloeintentavolverme.Deesonada.
—Lehehechounapregunta.—Y es demala educación no contestar, ¿verdad?—respondeCassie
conairesdesuperioridad.Unabrumarojaempiezaadescender.¿Nousaesafrasesóloconmigo?
Nuncamelohabíaplanteado,peroahora,despuésdequeestazorralunáticamelohayarestregadoporlacara,nopuedopensarenotracosa.Mepareceun capullo arrogante cuando la dice, pero no puedo evitar sentirmetraicionada. Y sé que es una tontería. Lo único que puedo ver en estosmomentos es a Cassie encima deMiller todas esas veces, y entoncesmevienenflashbacksdeldespachodeMillerydecómoloatacabaconlasuñasafiladasygritabacomosiestuvieraloca.
—Cassie—leadvierteMillermientras insisteenapartarmede loquepodríaacabarenunaauténticabatalla.
—Vale, vale. —Resopla y pone los ojos en blanco de maneradramática.
—¿Quieres parar? —le espeto a Miller y vuelvo a sacudírmelo deencima—.Después de lo que te hizo la última vez, cuando te atacó, ¿deverdadesperasquemevayaadentro?
—¿Yquépasaconloquemehizoélamí?—intervieneCassie—.¡Lasmagulladurasacabandedesaparecer!
—Puesnohabertecomportadocomounaanimal—lesilboenlacaracon los dientes apretados.Doy un paso hacia adelante, consciente de queellanoeralaúnicaydequeelotroanimalestáempezandoacrisparseamilado.
—Malditasea—mascullaMiller,apartándomeaunlado—.Cassie,yatehedichoantesquetrataríamosesteasuntomañana.
—Quierotratarloahora.—¿Tratar el qué?—pregunto irritada—. ¿Y cómo coño sabes dónde
vivo?—MiroaMiller—.¿Selohasdichotú?—No.—Aprietalosdientesysusojosazulesahoraestáncargadosde
exasperación—.Nadiesabequeestoyaquí.ExtiendolosbrazosendirecciónaCassie.—¡Ellasí!—¡Olivia!—gritaMiller, y me estrecha de nuevo contra él. No me
había dado cuenta de que me estaba moviendo hacia adelante. Joder. Es
como si el diablo se hubiese apoderadodemimente y demi cuerpo.Mesientopeligrosa.
—¡¿Paraquéhavenido?!—grito.Yaestá.Heperdidolospapeles.Losacontecimientosdeldía,ydelosúltimosmeses,mehanpasadofacturaporfin.Voyaechartodalamierdaquellevodentro,yCassievaapagarelpato.
—Hevenidoadisculparme—diceconindignación.—¿Qué?—Hemosquedadoenquehablaríamosmañana—intervieneMiller,y
laseñalaconeldedomientrasmesostieneconfuerza—.Yatehedichoqueesperasesamañana.¿Porquécojonesnomeescuchasnunca?
—¿Tesientesmal?—pregunto.CassiememiraconelceñofruncidoydespuésaMiller.—Sí.—¿Porqué?—insisto.—Porcómotehetratado.Se vuelve hacia mí lentamente. Sigue sin sonar sincera. Está aquí
porquenoquiereperderaMiller.Detestaquelaestédejandoatrás,quedejesumundooscuroparaencontrarsuluz.
—AhoraMilleresmío.—SueltolamanodeMillerdemibrazoydoyun paso hacia adelante—. En cuerpo y alma. —Hago caso omiso de lapunzadade inquietudquesientopor ladudaqueCassie intentaocultardeformaevidente.SoylaluzdeMiller,peroalmismotiemposoyconscientedequeélesunaespeciedeoscuridadparamí.Peroesoesirrelevante.Nohayunélniunyo;sólohayunnosotros—.¿Entendido?
CassiememirayMillerpermanececalladoymepermitequedigaloquetengoquedecir.
—Entendido.Lemantengolamiradaduranteunaeternidad.Noquieroserlaprimera
en apartarla. Tampoco parpadeo. Finalmente es Cassie la que la aparta y,tras susilenciosasumisión,doymediavuelta,memarchoy losdejoen lapuerta.
Casihellegadoalpisodearribacuandooigoquelapuertasecierra.—Olivia.—LaserenamaneradellamarmedeMillermetocalafibra
sensible.Mevuelvoymeaferroconfuerzaalabarandilla—.Ellatambiénnecesitadejarlo.Novoyadejarlaatrás.Losdosestamosatrapadosenestemundo,ysaldremosjuntosdeél.
—¿Ellaquieredejarlo?
—Sí—afirma,ydaunpasoadelante—.Noquierovertetriste.Sacudolacabeza.—Esoesimposible.—Hecerrado lapuerta.Yahapasado.Ahoraestamosaquísolos túy
yo.—Pero el mundo sigue ahí fuera, Miller —digo en voz baja—. Y
tenemosqueabriresapuertayhacerlefrente.Huyoylodejoenlaescaleraangustiadoyhechounlío.Necesita «lo que más le gusta» tanto como yo, y me detesto a mí
mismaporprivarnosaambosdeello.
CAPÍTULO11
Millernonosprivóde«loquemásnosgusta».Sereunióconmigoenlacamaalcabodeunosminutosysepegóamí.Quiserechazarlo,herirloporherirme, incluso aunque no lo hubiese hecho directamente. Pero no meaparté de su delicioso calor. Mi propia necesidad de hallar consuelo eramayorqueminecesidaddecastigarlo.
Estoyenelbalcón.Se pasó toda la noche envolviendo mi cuerpo entero, limitando mi
capacidad para moverme dormida, de modo que esta mañana me hedespertadoenlamismaposición.Alamanecer,permanecimostumbadossindecirniunapalabra.Séqueestabadespiertoporqueme retorcíaelpeloypegaba los labios contrami cuello.Después susdedosdescendieronhastamimuslo yme encontraron dispuesta para una sesión de veneración.Metomópordetrás,yaqueestabadeespaldasaél,yseguimossinhablar.Loúnico que se oía era nuestra laboriosa respiración. Ha sido tranquilo,relajado.Yambosnoshemoscorridoalavez,jadeando.
Millermeabrazóconfuerzamientrasmemordíaelhombroytemblabaconespasmosdentrodemí,despuésmeliberó,mecolocóbocaarribayseacomodóencima.Siguiósindecirnada,yyotampoco.Meapartóelpelodelacaraynosquedamosembelesados,mirándonoselunoalotroduranteunaeternidad.CreoqueMillermedijomásatravésdeesaintensamiradadeloque jamás podría haberlo hecho con palabras. Ni siquiera el evasivo «Tequiero»mehabríatransmitidoloquevienesosojos.
Estabacautivada.Estababajosupotentehechizo.Meestabahablando.Tras poseer con delicadeza mis labios con los suyos durante unos
instantes, se despegó de mí y fue a ducharse mientras yo me quedabaenredadaentrelassábanas,pensando.Sedespidiódándomeuntiernobesoenelpeloypasándomeelpulgarporellabioinferior.Despuésmecogióelmóvildelamesitadenocheyjugóconélunratoantesdedejármeloenlamano,besarme losdospárpadosymarcharse.No lepregunténadaydejéque se fuera antes de mirar la pantalla del dispositivo y ver que tenía
YouTube abierto con una canción de Jasmine Thompson. Le di a«Reproducir» y escuché atentamente cómome cantabaAin’t Nobody.Mequedéahí tumbadaduranteunbuenratohastaqueterminólacancióny lahabitaciónvolvióaquedarseensilencio.Cuandoporfinmeconvencíparalevantarme, me di una ducha y me pasé la mañana limpiando la casa yescuchandolacanciónunayotravez.
Despuésfuiaveralaabuela.NoprotestéalencontrarmeaTedfuera.Tampocoprotestécuandoseconvirtióenmisombraduranteelrestodeldía.No le arranqué aWilliam la cabeza cuando lo vi saliendo del hospital alllegar.No respondí cuandoGregoryvolvió a regañarmepor implicarlo enmis crímenes. Y contesté a todos los mensajes de Miller. Pero me sentítremendamente decepcionada cuando el cardiólogo visitó a la abuela y ledijoquenoledaríanelaltahastamañanaconelpretextodequeteníanqueenviarla a casa con lamedicación adecuada. Ella, por supuesto, tuvo unapataleta.Pornoaguantarsusimproperios,mantuvelabocacerradatodoeltiempo.
Ahoraestoyencasa.Sonmásdelasnueve.Estoysentadaalamesadela cocina y echo demenos el aroma familiar de un buen guiso pesado yabundante. Oigo el murmullo de la televisión en el salón, donde Ted haestablecidosubase,yheoídoelsonidofrecuentedesumóvilantesdequecontestase y hablase con un grave susurro, seguramente asegurándoles aWilliamo aMiller que estoy aquí y que estoybien.Lehepreparadounainfinidad de tazas de té y he charlado con él sobre nada en particular.Incluso intenté abordar el tema demimadre de nuevo, pero no conseguínadamásqueunamiradadesoslayoyuncomentariodequesoyclavadaaella.Nomehadichonadaqueyonosupieraya.
Miteléfonosuena.MirohacialamesadondeestáubicadoyenarcolascejasconsorpresaalverelnombredeSylvieenlapantalla.
—Hola—contesto,ypiensoqueenmascaromidesesperanzabastantebien.
—¡Hola!—Parece que está sin aliento—. Voy corriendo a coger elmetro,peroqueríallamarteloantesposible.
—¿Porqué?—Haceunratohavenidounamujeralacafeteríapreguntandoporti.—¿Quién?—Nolosé.SefuecorriendocuandoDellepreguntóquiénpreguntaba.Mepongotensaenlasillayempiezoadarlevueltasalacabeza.
—¿Quéaspectotenía?—Erarubia,impresionanteymuybienvestida.Elcorazónmelatetandeprisaquecreoquesemevaasalirdelpecho.—¿Deunoscuarentaaños?—Treintaymuchosocuarentaypocos.¿Laconoces?—Sí,laconozco.—Mellevolapalmaalafrenteyapoyoelcodosobre
lamesa.Sophia.—Menudazorramaleducada—escupeSylvie,indignada,yyoresoplo
dándolelarazón.¿Quénariceshacesiguiéndomelapista?—¿Quéledijisteis?—Nomucho,queyanotrabajabasallí.¿Quiénes?Inspiro hondo y me hundo de nuevo en la silla, herida por el
recordatoriodeSylviedequeyanotengotrabajo.—Nadieimportante.Sylvieseríeentrejadeos.Esunarisaqueindicaquesesienteinsultada
eincrédula.—Ya —dice—. Bueno, sólo te he llamado porque he pensado que
debías saberlo. Estoy en la estación, así que pronto no tendré cobertura.Pásateporlacafeteríalasemanaqueviene.Megustaríaverte.
—Lo haré—contesto, aunque la falta de entusiasmo se transmite atravésdemivoz.Porestúpidoqueparezca,nomeapeteceveramisustitutamanejandolacafeteraconprecisiónysirviendolosfamosossándwichesdeatúndelestablecimiento.
—Cuídate,Livy—diceSylvieconvozsuave,ycortalallamadaantesdequeleasegurequeloharé.Esarespuestanohabríasidomásconvincentequelaanteriordepasarmeporallí.
Me dispongo a llamar a Miller, pero me quedo helada cuando unnúmerodesconocidoiluminamipantalla.Mequedomirandoelteléfonoenla mano durante un buen rato, mientras intento comprender la profundasensacióndeansiedadquemeinvadeyquemeindicaquenolocoja.
Porsupuesto,hagocasoomisodeellayrespondo.—¿Diga?—preguntocontimidezeinquietud.Estoynerviosa,perono
quieroquelapersonaqueestáalotroladodelalínealosepa,demodoquecuando no obtengo respuesta, repito la pregunta, esta vez aclarándome lagargantayobligándomeaparecersegura—.¿Diga?
Siguesinhaberrespuesta,ynoseoyeningúnsonidodefondo.Tomoaliento para hablar de nuevo, pero entonces detecto un sonido familiar y
acabo conteniendo el aire que acabo de inspirar. Oigo palabras. Una vozfamiliarconacentoextranjero,roncaygrave.
—Miller,querido,yasabesloquesientoporti.Metragoelaireymeesfuerzoparanoahogarmeconél.—Losé,Sophia—respondeMillerconunavozsuaveydeaceptación
quemedaganasdevomitar.—Entonces ¿por qué has estado evitándome?—pregunta ella con el
mismotono.Mimenteempiezaareproducirlaescenaalotroladodelalíneayno
megustaloqueveo.—Necesitoundescanso.—¿Demí?Levantoelculodelasillahastaqueestoydepieesperandolarespuesta
de Miller. Lo oigo suspirar, y definitivamente oigo el choque de cristalcontracristal.Estásirviendounabebida.
—Detodo.—Aceptolodelasotrasmujeres.Peronohuyasdemí,Miller.Yosoy
diferente,¿verdad?—Sí—coincideélsinvacilación.Sinlamásmínima.Elcuerpoentero
meempiezaa temblarymicorazónmartillea con fuerzaenmipecho.Lacabezamedatantasvueltasquemeestoymareando.
—Teheechadodemenos.—Yyoati,Sophia.La bilis asciende desdemi estómago hasta mi garganta y unamano
invisibleenvuelvemicuelloymeasfixia.Cortolallamada.Nonecesitooírnada más. De repente, no puedo respirar de la furia. Y aun así, estoyperfectamente tranquila cuando asomo la cabeza por la puerta del salónyencuentro al trajeado Ted junto a la ventana, de pie y relajado. Llevaprácticamenteenlamismaposicióndesdequellegamosacasa.
—Voyadarmeunbaño—ledigo,yélmiraporencimadelhombroymeofreceunasonrisaafectuosa.
—Leharábien—dice,yvuelveamirarporlaventana.Lo dejo vigilando y subo al piso de arriba para vestirme. Estoy
intentando pensar con claridad y recordar las palabras de Miller haciaSophia,laspalabrasdeSophiahaciamí,laspalabrasdeMillersobreSophia.Todo ha desaparecido, dejando un inmenso vacío enmimente que se vallenando demuchos otros pensamientos desagradables. Sabía que ella era
diferente,alguiendequiendebíadesconfiarmás.Meplantounosvaquerosceñidosyunacamisetadetirantesderaso.EvitomisConverseymepongomistaconesdeagujanegros.Meatusounpocoelpeloparadarlesformaalos rizos y termino aplicándome unos pocos polvos en la cara. Cojo mibolso,bajoahurtadillasyaguardoelmomentode salir sinqueTed sedécuenta.Mimomento llegacuandolesuenaelmóvil.Leda laespaldaa laventanayempiezaapasearseporelsalónhablandoenvozbaja.Meacercoensilencioalapuertaysalgosinningunaprisa.Lairamedomina.¿Porquédemoniosestoytancalmada?
Los porteros custodian la entrada del Ice, armados con susportapapeles, locualsuponeunproblema.Encuantounodeellosmevea,alertaránalaoficinacentraldellocalyTonysaldráenmibusca.Esonomeconviene en absoluto.Apoyo la espalda contra la paredymeplanteomislimitadas opciones...No seme ocurre ninguna.No soy tan ingenua comoparapensarqueelporteronomereconocerá,asíque,comonomepongaundisfrazconvincente,no tengomaneradeentrarenesteclubsinquesaltentodaslasalarmas.
Una inmensadeterminaciónha invadidomi serdesdeelmomentoenquehecortadoesa llamada.Unobstáculohaespantadoesa fortalezayhadejadopocoespacioparalasensatez.Mepermitoamímismaconsiderarlasconsecuencias de lo que por un instante pretendía hacer, y empiezo acomprenderelpeligroalquemeestoyexponiendo,peroentoncesunbarulloalotro ladode la calleme sacademisdeliberacionesyatraemiatenciónhacia laentrada.Ungrupodecuatrohombresconsusnoviasnoparandevociferar,ylosporterosestánintentandoapaciguarlos.Noparecefuncionar,ydespegolaespaldadelaparedcuandolaescenaalcanzaunnuevoniveldealtercado.Unadelasmujeresseencaraconunodelosporterosylegritaenla cara.Él levanta lasmanospara sugerirleque se relaje.Su intento surtejustoelefectocontrarioyalsegundotienealoscuatrohombresencimadeél.Pongolosojoscomoplatosalpresenciarelcaosqueseestádesatando.Esundescontrol.Notardoendarmecuentadequeéstapodríasermiúnicaoportunidaddecolarmesinseradvertida.
Cruzocorriendo lacalleymeasegurodemantenerme lomáspegadaposiblealapared.Consigoentrarenelclubsinquenadiesedécuenta.Séperfectamente adónde me dirijo, y camino con paso firme y constante.
Sientoquevoyrecuperandolacalmayladeterminaciónanteriorconformemás me aproximo al despacho de Miller. Pero ahora me enfrento a otroobstáculo.Encorvoloshombros,apesadumbrada.Mehabíaolvidadodequehayquemarcaruncódigoparapoderentrarensudespacho.Laverdadesquenoheplaneadoestodemasiadobien.
¿Yahoraqué?Sitengoquellamar,perderéelelementosorpresa,ymeveráporlacámaradetodosmodosantesdequelleguealapuerta.
—Idiota—mascullo—.Eresunaidiota.Inspiro hondo, me aliso la camiseta y cierro los ojos durante unos
segundosenunintentoporaclararmelasideas.Mesientobastantetranquila,aunque la furiasiguequemándomepordentro.Esuna furiaagresiva.Estácontenida,peroesopodríacambiarencuantotengaaMillerdelante.
Meencuentrodepiefrentealapuerta,bajolavigilanciadelacámara,antes inclusodehaberdado laordenamispiernasdequeme transportenhasta aquí, y doy unos cuantos golpes tranquilamente. Tal y como habíaimaginado, aMiller se le salen los ojos de las órbitas con alarma cuandoabre la puerta, pero se coloca al instante su máscara de impasividad.Adviertoaregañadientesloguapísimoqueestá.Perosumandíbulasetensa,sus ojosmemiran con una expresión de advertencia y respira demaneraagitada.
Saledeldespacho,cierralapuertatrasélysepasalamanoporelpelo.—¿DóndeestáTed?—Encasa.Se le hinchan los orificios nasales, saca su teléfono y marca
rápidamente.—Envía a tu puto chófer aquí—escupe por la línea.Despuésmarca
unoscuantosbotonesmásysellevadenuevoelmóvilalaoreja—.Tony,no pienso ni preguntarte cómo cojones Olivia ha conseguido eludirte.—Aunque susurra, su voz conserva el tono autoritario—. Ven a por ella yvigílalahastaquellegueTed.Nolapierdasdevista.—Semeteelteléfonoen el bolsillo interior de su chaqueta y me fulmina con la mirada—. Nodeberíashabervenidoaquí;no,estandolascosastandelicadas.
—¿Qué cosas están delicadas?—pregunto—. ¿Yo? ¿Soy yo la cosadelicadaquenoquieresromperodisgustar?
Miller se inclina hacia mí y desciende ligeramente hasta colocar elrostroalaalturadelmío.
—¿Dequéestáshablando?
—Creesquesoyfrágilydébil.—Creo que te estás viendo obligada a enfrentarte a cosas que te
superan,Olivia—susurraconvozclarayrotunda—.Ynotengoniputaideadecómohacértelomenosdoloroso.
Nosquedamosmirándonosalosojosduranteunbuenratoymimiradaasciendeparamantener laconexióncuandoél seponederechoy recuperatoda su estatura. La angustia que detecto en su expresión casi acabaconmigo.
—¿Porquéestáellaaquí?—digoconvozfuerteyserena.—¿Quién?—preguntaMilleraladefensiva,yensurostrosereflejala
culpabilidad—.Aquínohaynadie.—Nomemientas.—Semeempiezaahincharelpechobajolapresión
de tener que respirar a pesar de mi furia—. ¿Cuánto la has echado demenos?
—¿Qué?—Miraporencimadesuhombrodenuevoyaprovechoesemomentáneolapsusdeconcentraciónparaesquivarlo—.¡Olivia!
Aterrizo en sudespachodeunamaneramuchomenos elegantede loquehabíaesperado,peroprontorecobro lacompostura,mecolocoelpelopor encima del hombro y el bolso debajo del brazo. Entonces sonrío encuantodirijolamiradaadondeséquelavoyaencontrar.Ynomeequivoco.Reclinada en la silla de Miller, cruzada de piernas, vestida con unagabardinadecolorcremayfumandouncigarrillolargoyfinoestáSophia.Su aire de superioridad me asfixia. Sonríe arteramente y me mira coninterés.Yesenestemomentocuandomepreguntodedóndehasacadominúmero. Es irrelevante. Quería hacerme salir de mi escondite y lo haconseguido.Hecaídoensutrampa.
—Sophia. —Me aseguro de ser la primera en romper el dolorososilencio, y también de contenerme—. Parece que esta noche te me hasadelantado.
En cuanto termino la frase detecto dos cosas: la ligera sorpresa deSophia,porquelaveoclaramentecuandoseparalevementesuslabiosrojos,ycómoeldesasosiegodeMillersemultiplicapormil,porquenotocómosecrispadetrásdemí.
—Sólomeserviréunacopaantesdemarcharme.Misaltostaconesmellevanhastaelmueblebarymesirvounacopade
vodkaapaloseco.—Niña,nosoyidiota—respondeSophia,ysutonosoberbioaplastami
confianza.Cierro los ojos e intento controlar mis manos temblorosas. Una vez
convencida de que lo he conseguido, cojo el vaso ymevuelvo haciamisespectadores. Ambos me observan detenidamente —Sophia, pensativa;Miller,nervioso—mientrasmellevoelvasodetuboaloslabios.
—Nosédequéhablas.—Mebeboelvasodeuntragoyexhaloantesdevolverallenármelo.
La tensión se palpa en el ambiente. Miro hacia Miller y detecto ladesaprobación en su rostro.Mebebo el segundovasoy lo dejo dandoungolpequehacequeseencojafísicamente.QuieroqueMillersienta loqueestoysintiendo.Quierocogersupartemásresistenteydestrozársela.Esoesloúnicoquesé.
—Hablo—empieza Sophia con seguridad, mirándome con una levesonrisaen los labios rojos—dequeestásenamoradadeélydequecreesquepuedestenerlo.Peronopuedes.
Nodesmientosuconclusión.—Porquetúlodeseas.—Yolotengo.Millernoselodiscutenilaponeensusitio,ycuandolomiro,veoque
no tiene intención de hacerlo. Ni siquiera encuentro la sensatez paraconvencermedequedebedehaber algunabuena razón, demodoquemesirvootrovasodevodkaparanoquedarmecortaymedirijohaciaél.Estádepiejuntoalapuertacomounaestatua,conlasmanosenlosbolsillosyclaramente irritado.Memira con la conmovedora belleza inexpresiva queme cautivó desde el primer momento. No hay nada que hacer. Susmecanismosdedefensaestáncerradosacalycanto.Medetengofrenteasufigura alta e inmóvil, levanto la vista y advierto un ligero pulso en sumandíbulaconsombradebarba.
—Esperoqueseasfelizentuoscuridad.—Nomepresiones,Olivia.—Subocaapenassemueve,ysuspalabras
apenasseoyen,peroestáncargadasdeamenaza...ydecidoobviarlas.—Yanosveremos.Cierro de un portazo al salir y recorro los pasillos laberínticos con
apremio hasta encontrar la escalera y bajar los escalones de dos en dosmientrasmetragomitercervodka,ansiosaporllegaralabarraymantenerlainsensibilidadqueelalcoholhaincitado.
—¿Livy?
LevantolavistayveoaTonyyaCassiedepieenloaltodelaescalera,ambos mirándome con el ceño fruncido. No tengo nada que decirles, demodoquepasodelargoygirolaesquinaquedaalclubprincipal.
—¡Livy!—gritaTony—.¿DóndeestáMiller?Mevuelvoyveoquelasexpresionesdeambossehantransformadoen
preocupación.Yséporqué.—Ensudespacho—digomientrascaminodeespaldasparanoretrasar
mihuida—.ConSophia.TonymaldiceyCassieparecerealmentepreocupada,peronopierdoel
tiempo evaluando la causa de su preocupación. Mi furiosa necesidad dereclamarmisderechosestáahí,perotambiénnecesitohacerledañoaMillerdespuésdehaberescuchadoesallamadaydequeSophiahayaafirmadocontantaconfianzaqueMillerlepertenece.Séquenoesverdad,yélsabequeno es verdad, pero el hecho de que no haya intervenido y el recuerdo deoírledecirquelahabíaechadodemenosmehasacadodemiscasillas.
Me abro paso entre la multitud y el intenso ritmo de Prituri SePlaninatadeNiTGriTinundamisoídos.Llegoalabarra,dejodeungolpemivasovacíoyunbilletedeveinte.
—Vodkacontónica—pido—.Yuntequila.Me sirven rápidamente y me devuelven el cambio con la misma
celeridad.Metragoeltequiladeinmediato,seguidodecercaporelvodka.Ellíquidomequemalagargantaydesciendehastamiestómago.Cierrolosojosysientosuardor.Peroestonomedetiene.
—¡Lomismo!—grito cuando el camarero ha terminado de servir altipoquetengoallado.
A cada trago que doy noto cómo aumenta la insensibilidad en mimente, mi cuerpo y mi corazón, y la sensación de angustia prontodesaparece.Megusta.Empiezoasentirciertaindiferencia.
Me apoyo contra la barra y echo un vistazo al club. Observo a lashordas de gente y me tomo mi tiempo, con la bebida en los labios,preguntándomesimifaltadeprisaporperdermeentrelamultitudyponeraprueba la cordura de mi caballero a tiempo parcial se debe a que misubconscientemeindicaquenomeapresure,quetengoquedejardebeber,recobrarlasobriedadymeditarsobreloqueestápasandoyporqué.
Talvez.Puedeser.Sinduda.
Puedequeestécercadelebrioestupor,perosigopercibiendoesegentemerario latente que me llevó a buscar a los clientes de mi madre,rebajándome hasta tal nivel que no puedo ni pensarlo.De repente, sientounosfuegosartificialesfamiliarespordentroydesvíolamiradaporelclub,estavezdemaneramenoscasual,másasustada,yveocómoavanzahaciamí.
Mierda. ¿CómosemehaocurridopensarqueMillernomeataríaencortobajoestascircunstancias?Sumiradaesasesina,yesevidentequesoyelúnicofocodesuira.
Llegahastamíconloslabiosapretadosylosojososcurosymequitalabebidadelamano.
—No vuelvas a servir nunca a esta chica—ladra por encima demihombrosinapartarlavistademí.
—Sí,señor—respondeelcamarerotímidamenteamisespaldas.—Saldeaquí—meordenaMiller.Apenaslogracontenerse.Lanzo una leve mirada por encima de su hombro y confirmo que
Sophiaestáenelclub,charlandoconunhombreperoconlosojosfijosennuestradirección.Ojosdeinterés.
Mepongoderechayreclamobebida.—No—susurroantesdebeberuntrago.—Yatelohepedidounavez.—Yyoyatehecontestadounavez.Hace ademán de cogermi copa de nuevo, pero yome aparto en un
intentodeesquivaraMiller.Novoydemasiadolejos.Millermeagarradelbrazoymedetiene.
—Suéltame.—Nomontesunaescena,Olivia—dice,ymearrancalabebidadela
mano—.Novasaquedarteenmiclub.—¿Por qué? —pregunto, incapaz de evitar que me empuje hacia
adelante—. ¿Acaso estoy interfiriendo en tu negocio? —Me detiene deinmediatoymedalavuelta.
Acercaelrostroalmío,tantoqueestoyconvencidadequedesdelejospareceráquemeestábesando.
—No, porque tienes la desagradable costumbre de dejar que otroshombrestesaboreencuandoestásenfadadaconmigo.
Desciende la mirada hacia mi boca, y sé que está esforzándose porcontener lanecesidaddeabalanzarsesobreella,desaborearme.Sualiento
caliente sobremi rostro disipa parte demi ira, dejando espacio para otrocalor.Peroentoncesseaparta,sealejaunpasoysurostrosevuelveserio.
—Ynodudaréenpartirleselespinazo—susurra.—Estoymuycabreadacontigo.—Yyotambién.—Lehasdichoquelahasechadodemenos.Loheoído,Miller.—¿Cómo?—Nisiquierasemolestaennegarlo.—Mellamóporteléfono.Inspira hondo. Lo veo y lo oigo.Me reclama,me da la vuelta yme
empujaconbrusquedad.—Confíaenmí—escupe—.Necesitoqueconfíesenmí.Me empuja entre la multitud mientras yo intento desesperadamente
aferrarmeamifeenél.Mispiernassevuelveninestables,ymimentemástodavía. La gente nos está observando; se apartan y se hacen a un ladomientras nos lanzan miradas inquisitivas. No me paro a estudiar susrostros...hastaqueveounoquemeresultafamiliar.
Mis ojos se quedan fijos en el hombre, y giro la cabeza lentamentecuandopasamosparaseguirmirándolo.Loconozcoy,porsuexpresión,séque él también me conoce a mí. Sonríe y avanza para interceptarnos, demodoqueMillernotienemásremedioquedetenerse.
—Eh,noesnecesarioacompañara laseñoritahasta lasalida.Siestádemasiadoebria,yomeofrezcoparahacermeresponsabledeella.
—Aparta—diceMillercontonoletal—.Ahora.El tipo se encoge ligeramente de hombros, sin inmutarse, o
simplementepasandodelaamenazaimplícitaenlaspalabrasdeMiller.—Teahorrarélasmolestiasdeecharla.Apartolavistadesuintensamiradaymedevanolossesos.¿Dequélo
conozco?Peroentoncesmeencojoydoyunpasoatráscuandosientoquealguien jugueteaconmipelo.UnescalofríoquemeerizaelvellomedicequenoesMillerquienretuercemisrizosrubios.Eselextraño.
—Es la misma sensación de hace todos esos años —dice conmelancolía—.Pagaríasóloportenerelplacerdevolveraolerlo.Jamásheolvidadoestepelo.¿Todavíaejerces?
Mequedosinaireenlospulmonescuandolarealidadmegolpeaenelestómago.
—No —respondo, y retrocedo hasta impactar contra el pecho deMiller.
ElcalorylostembloresdesucuerpoindicanqueMillerestáenestadopsicótico,perolaconcentraciónquenecesitoparaapreciarelpeligroseveabsorbida por recuerdos incesantes; recuerdos que había conseguidodesterrar a lo más profundo de mi mente. Ahora no puedo hacerlo. Estehombreloshadespertado,haconseguidoquelosrecuperedegolpe.Hacenque me agarre la cabeza con las manos y que grite con frustración. Nodesaparecen.Meatacanymeobliganapresenciar la reposiciónmentaldeencuentros de mi pasado que había relegado a la oscuridad, que habíaescondidoenun rincóndemimemoriadurantemucho tiempo.Ahorahansido liberados y nada puede detenerlos. Los recuerdos se repiten y semeclavantraslosojos.
—¡No!—exclamo en voz baja, yme llevo lasmanos al pelo y tiro,arrancandolosmechonesdelasmanosdelextraño.
Sientocómomicuerpocedeantelaconmociónyelestrés.Todosmismúsculos me abandonan, pero no me caigo al suelo, y si no lo hago esgraciasaqueMillersiguesosteniéndomedelbrazoconfuerza.Mevuelvoajena al espacioqueme rodea.Cierro losojos con fuerzay todo se tornaoscuridad.Mimente desconecta y todo se queda en silencio. Pero eso noevitaqueseaconscientedelabombaderelojeríaquemesostiene.
Desaparecedemiladoenunabrirycerrardeojosymederrumboantela falta de soporte. Mis manos impactan con fuerza contra el suelo ytransmitenelcontundentedolorhaciamisbrazos.Mipeloseacumulaamialrededor.Lavisióndemisrizosdoradossobremiregazomedaganasdevomitar;nopuedoverotracosa,demodoquelevantolacabezaymeahogocon nada al presenciar a Miller descargando su violenta psicosis. Todosucede a cámara lenta, haciendo repulsivamente claro cada espeluznantegolpedesupuñocontraelrostrodeltipo.Esimplacable.Noparadeatacarasuvíctimaunayotravezmientrasrugesurabia.Lamúsicasehadetenido.Lagentegrita:Peronadieseatreveaintervenir.
SollozoymeencojocadavezqueMillergolpeaalhombreenlacaraoenelcuerpo.Lasangresalpicaportodaspartes.Elpobrehombrenotienenadaquehacer.Noledalaoportunidaddedefenderse.Estácompletamentedesamparado.
—¡Detenlo!—grito al ver aTony a un lado,mirando con espanto laescena—.Porfavor,detenlo.
Me levanto del suelo con gran esfuerzo. Nadie en su sano juiciointentaría intervenir.Acepto el hecho con tristeza y, cuando el foco de la
furiadeMillercaesinvidaalsueloyéstenosedetieneyempiezaadarlepatadasenelestómago,sucumboaminecesidaddeescapar.
Nopuedoseguirpresenciandoesto.Huyodeallí.Me abro paso entre la gente, sollozando y con el rostro hinchado a
causadelaslágrimas,peronadiesedacuenta.Todoelmundosigueatentoalcaosquedejoatrás.Esoshijosdeputasonincapacesdeapartarlamiradade la terribleescena.Medirijodando tumbos,consternadaydesorientada,hacialasalidadelIce.Cuandollegoalaacera,lloroconangustiaytiemblodemaneradescontroladamientrasbuscofuerademíuntaxiquemealejedeaquí,peromioportunidaddeescapardesaparececuandoalguienmeagarradesdeatrás.NoesMiller,esolosé.Nosientofuegosartificialesniundeseoardientedentrodemí.
—Entra,Livy.—LavozatribuladadeTonypenetraenmisoídosymevuelvo,aunqueséquenoconseguirénadaenfrentándomeaél.
—Tony,porfavor—leruego—.Porfavor,dejaquemevaya.—Ni de coña.—Me guía por la escalera que da al laberinto que se
escondebajo el Ice.No lo entiendo.Tonymeodia. ¿Porqué iba aquererquemequedasesipiensaqueMillertienequecentrarseenestemundo?Unmundoqueahoraestádemasiadoclaro.
—Quieromarcharme.—Novasairaningunaparte.Meempujaporlasesquinasyporlospasillos.—¿Porqué?La puerta del despacho de Miller se abre y me empuja dentro. Me
vuelvoparamiraraTonyyveosucuerpobajoy fornidoagitadoycon lamandíbula apretada. Levanta un dedo y me señala la cara, haciendo quereculeligeramente.
—Notevasamarcharporquecuandoesemaníacoacabedegolpearaesetipohastalamuerte,preguntaráporti.¡Querráverte!¡Ynopiensodejarque la pague conmigo si no te encuentra, Livy! ¡Así que quédate aquíquietecita!
Semarchadandounportazofuriosoymedejaplantadaenmediodeldespacho, con los ojos abiertos como platos y el corazón palpitando confuerza.
Noseoyemúsicaarribaenelclub.EstoysolaenlasentrañasdelIce,conelsilencioyelausterodespachodeMillercomoúnicacompañía.
—¡Arhhhhhhhhhh!—grito, reaccionando con retraso a la táctica deTony. Me llevo las manos a mi pelo rubio y traicionero y tiro de él sinpropósito,comosiesofueseaborrarloacontecidodurantelaúltimamediahorademicabeza—.¡Teodio!
Cierrolosojosconfuerzaacausadeldolorautoinfligidoyempiezoallorardenuevo.Nosécuántotiempomepasobatallandoconmigomisma,parecen eones, y sólomedetengo a causa del agotamiento físico y por eldolor que siento en el cuero cabelludo. Sollozo mientras me paseo encírculos, con la mente hecha un lío, incapaz de dejar que entre algúnpensamiento positivo que me tranquilice. Entonces veo el mueble bar deMillerymedetengo.
Alcohol.Corrohastaélysaco torpementeunabotellaalazardeentremuchas
más. Sollozo y me atraganto con mis emociones mientras desenrosco eltapón y me llevo la botella a los labios. El ardor instantáneo del licordescendiendopormigargantaobramaravillasyhacequedejedecentrarmeenmispensamientosalobligarmeaesbozarunamuecadedisgustoanteelpotentesabor.
Demodoquebebounpocomás.Tragoytragohastaquelabotellaestávacíaylalanzoporeldespacho
conrabia,enfadadayfuerademí.Fijolavistaentodaslasdemásbotellas.Selecciono otra al azar y bebo mientras me vuelvo y me dirijotambaleándomealcuartodebaño.Meestampocontralapared,lapuertayelmarco,hastaquellegoallavaboymiroelreflejodeundespojodemujerenelespejo.Unaslágrimasnegrasporelrímeldesciendenpormismejillascoloradas,misojosestánvidriososyatormentados,ymipelorubioesunamasaderizosenmarañadosqueenmarcamirostropálido.
Veoamimadre.Observomi reflejo con absoluto desprecio, como si se tratase demi
archienemigo,comosifueselacosaquemásdetestodelmundo.Yenestosmomentos...loes.Mellevolabotellaaloslabiosytragomásalcoholmientrasmemiroa
los ojos. Inspiro hondo yme tambaleo de nuevo hasta lamesa deMiller.Abro los cajones y paso la mano por los objetos colocados de maneraprecisaquehaydentro,rompiendosuperfectoordenhastaqueencuentroloque estaba buscando. Me quedo mirando el objeto de brillante metal, loagarroyvoydandosorbosdelabotellamientraspienso.
Después de observarmi hallazgo con lamirada perdida durante unaeternidad, me levanto, me dirijo de nuevo al baño tambaleándome yestampolabotellacontralasuperficiedellavabo.Elespejomedevuelveelreflejodeunrostroinexpresivoymellevolamanoalacabeza.Agarrounmontón de pelo, abro las tijeras y las cierro alrededor de mis rizos,dejándomeconunamanollenadecabellosrubiosymediacabezadepelolamitad de largo que lo tenía. Curiosamente, el estrés parece evaporarsecuandolohago,demodoqueagarrootrasecciónylacortotambién.
—¡Olivia!DejoquemiebriacabezasevuelvahacialavozyencuentroaMiller
enlapuertadelbaño.Estáhechounasco.Susrizosnegrossonuncaóticodesastre.Tienelacarayelcuellodelacamisacubiertosdesangreyeltrajehecho jirones, y está todo sudado. Su pecho asciende y desciende conagitación,peronoestoyseguradesiesporelesfuerzodelapeleaoporlaconmociónalverloquesehaencontrado.Miexpresiónpermaneceintacta,yesahora,alverelhorrorensurostrosiempreimpasible,cuandorecuerdotodaslasvecesquemehaadvertidodequenomecortenuncaelpelo.
Demodoquecojootromechón,acerco las tijerasyempiezoacortarcomounaposesa.
—¡Joder, Olivia, no! —Sale disparado hacia mí como una bala yempiezaaforcejearconmigo.
—¡No!—grito,retorciéndomeysosteniendoconfierezalastijeras—.¡Déjame!¡Quieroquedesaparezca!—Ledoyotrocodazoenlascostillas.
—¡Joder!—gritaMillerconlosdientesapretados.Porsutonoséquelehehechodaño,peroseniegaarendirse—.¡Damelasputastijeras!
—¡No!—Cargo hacia adelante.De repenteme encuentro libre ymevuelvoconviolencia,justocuandoMillervienehaciamí.
Mi cuerpo adopta una posición de defensa y levanto las manos demanerainstintiva.Sucuerpoaltoymusculosoimpactacontramíymehaceretrocederunoscuantospasos.
—¡Joder!—ruge.Abro losojosy lo encuentrode rodillasdelantedemí.Retrocedoun
pocomásmientrasobservocómosellevaunamanoalhombro.Conlosojosabiertoscomoplatos,mirolastijerasquetengoenlamanoyveoellíquidorojo que gotea de las hojas. Sofoco un grito y las suelto de inmediato,dejándolascaeralsuelo.Entoncesmepostroderodillas,veocómosequitala chaqueta con unas cuantas muecas de dolor y, para mi horror, que su
camisablancaestáempapadadesangre.Metragomimiedo,misremordimientosymisentimientodeculpa.Se
abreelchalecodeun tirónyhace lopropiocon lacamisa,arrancandolosbotonesyhaciendoquesaltenportodaspartes.
—Mierda—maldicemientrasseinspeccionalaherida,unaheridadelaqueyosoyresponsable.
Quieroreconfortarlo,peromicuerpoymimenteestándesconectados.Ni siquiera puedo hablar para expresar una disculpa. Gritos de histeriaescapan de mis labios mientras me tiemblan los hombros y mis ojos seinundan con tantas lágrimas que apenas puedo verlo ya. Mi estado deembriagueznoayudaamidistorsionadavisión,cosaqueagradezco.VeraMiller herido y sangrando ya es bastantemalo, pero saber que yo soy lacausadesudolorrozaloinsoportable.
Yconesepensamientoenlacabeza,measomoalretreteyvomito.Nopuedo parar, y el fuerte ardor del sabor me quema la boca mientras mismanosseagarranalasientoylosmúsculosdemiestómagoseretuercenysecontraen. Estoy hecha un desastre, un despojo frágil y miserable.Desesperadayviviendoenladesesperanza.Enunmundocruel.Ynopuedomás.
—Hostiaputa—farfullaMillerdetrásdemí,peromesientodemasiadoculpablecomoparavolvermeyenfrentarmeamiserrores.
Apoyolafrentecontraelasientodelvátercuandoporfindejodesufrirarcadas. La cabeza me mata, me duele el corazón y tengo el almadestrozada.
—Tengounapetición.—LasinesperadaspalabrastranquilasdeMilleravivanlosrestosdemicrisisnerviosayhacequelaslágrimasrebrotenysederramenpormisojos.
Mantengo la cabeza donde está, principalmente porque no tengofuerzasparalevantarla,perotambiénporquesigosiendodemasiadocobardecomoparamirarloalacara.
—Olivia,esdemalaeducaciónnomirarmecuandoteestoyhablando.Sacudo la cabeza y permanezco enmi escondite, avergonzada demí
misma.—Malditasea—maldiceenvozbaja,yentoncessientosumanoenmi
nuca.Nomeinvitaa levantar lacabezacondelicadeza,sinoque tirademí
con brusquedad. No importa. No siento nada. Agarra ambos lados demi
caraymeobligaamirarhaciaadelante,perobajolavistahaciaelpedazodepiel desnuda y manchada de sangre que asoma a través de su camisa ychalecoabiertos.
—Nomeprivesdeturostro,Olivia.—Luchaconmicabezahastaquelevanto los ojos y sus afilados rasgos están lo bastante cerca como paracentrarmeenellos.Suslabiosestánapretados.Susojosazulessonsalvajesybrillantes,yloshuecosdesusmejillaslaten—.Tengounaputapetición—diceconlosdientesapretados—.Yquieroquemelaconcedas.
Dejo escapar un sollozo y todo mi cuerpo se hunde en mi posturaarrodillada,perosusmanosenmicabezahacenquememantengaerguida.Los pocos segundos que pasan antes de que hable de nuevo seme haceneternos.
—Noquierodedejesdequerermenunca,OliviaTaylor.¿Mehasoídobien?
Asientoensusmanosmientras inspeccionamirostrodestrozadoyseaproximahastaqueestamosfrenteafrente.
—Dilo—ordena—.Ahora.—Noloharé—contestosollozando.Asientecontramíysientocómosusmanossedeslizanpormiespalda
ymeestrechanhaciaadelante.—Dameloquemásmegusta.Nohaysuavidadensu instrucción,pero lacalma instantáneaqueme
invadecuandoelcalorde sucuerpoempiezaa fundirseconeldelmíoestodo lo que necesito. Nuestros cuerpos chocan y nos aferramos el uno alotrocomosifuésemosaperderlavidasinosseparásemos.
Ypuedequeasísea.Lasgrietasdenuestraexistenciaestáncompletamenteabiertasenestos
momentos.Nopodemosescaparde lacruel realidada laque tenemosqueenfrentarnos. Las cadenas. Librarnos de ellas. Estar al borde de ladesesperaciónmientrasnos enfrentamosanuestrosdemonios.Sólo esperoquedejemosatrás esasgrietasyque, cuando saltemos,nocaigamosen laoscuridad.
Millerme consuelamientras tiemblo en sus brazos, y su firmeza noconsiguereducirlasvibracionesnilomásmínimo.
—Noestéstriste—meruega,ahorasíadoptandountonomássuave—.Porfavor,noestéstriste.
Separamisdedosclavadosensuespaldaymesostienelasmanosentre
ambos, buscando mi rostro que está empapado de lágrimas mientras yosorboymeestremezco.
—Lo siento mucho—murmuro con un hilo de voz, y bajo la vistahastamiregazoparaescapardesupreciosorostro—.Tienesrazón.Estomesupera.
—Yanohayuntú,Olivia.—Meagarralabarbillaconlaspuntasdelosdedosymelevantalacarahastaquemirosusojosllenosdedeterminación—.Sólohayunnosotros.Nosencargaremosdeestojuntos.
—Tengolasensacióndequesémuchoyalavezmuypoco—confiesoconvozrotayáspera.
Ha compartido mucha información conmigo, alguna de maneravoluntaria y otra por obligación, pero siguehabiendomuchos espacios enblanco.
Mi perfecto caballero a tiempo parcial inspira con agotamiento yparpadealentamentemientrassellevamismanosalabocaypegaloslabioscontraeldorsodecadaunadeellas.
—Túposeestodasycadaunadelaspartesdemiser,OliviaTaylor.Teimploroclemenciaportodaslascosasquehehechoyqueharémal.—Susojossuplicantesseclavanenlosmíos.
Loheperdonadoportodoloquesé,yleperdonaréportodoloqueno.¿Lascosasqueharámal?
—Sóloconseguirésalirdeesteinfiernoconlaayudadetuamor.Milabioinferiorempiezaatemblaryelnudoquetengoenlagarganta
aumentadetamañorápidamente.—Teayudaré—lejuro,ymuevolamanohastaquemelasuelta.Me
levanto,unpocodesorientada,hastaquesientosuásperamejilla—.Confíoenti.
Traga saliva y asiente levemente. La determinación inunda su rostrocargado de emoción y sus ojos expresivos. Mi distante y fraudulentocaballerohavuelto.
—Dejaquetesaquedeaquí.—Levantasulargocuerpodelsuelosinproblemasymeayudaaponermeenpie.Elcambiodeposiciónhacequetoda la sangre seme vaya a la cabeza yme tambaleo un poco—. ¿Estásbien?
—Sí,estoybien—respondo,balanceándomeenelsitio.—Yquelodigas—diceMillercontonocasual,comosiyotuvieraque
saberexactamenteaquéserefiere.Nopuedoarrugarlafrenteconconfusión
porqueestoycentrandotodalaatenciónenevitarcaermedebrucescontraelsuelo—.Notepegabeber.—Meagarradelanucaydelbrazoyguíamistemblorosas piernas al sofá del despacho—. Siéntate—me ordena, y meayudaahacerlo.Searrodilladelantedemíysacudelacabezacuandoalargalamano para tocar el destrozo queme he hecho en el pelo.Me pasa losdedosentreloquequedadeélyeldolorsereflejaclaramenteensurostro—.Siguesestandopreciosa—murmura.
Intentosonreír,peroséqueestáhechopolvoynoloconsigo.Oigoquela puerta se abre y asomo la cabeza. Tony permanece ahí durante unosinstantes, asimilando la situación. Parece estar a punto de estallar por lapresión.Millerselevantalentamente,sevuelveysemetelasmanosenlosbolsillosdelpantalón.Sequedanmirándoseelunoalotro.Tonyevalúaasujefe,ydespuésamí.Mesientopequeñayestúpidabajosusojosvigilantesy,enunintentodeevitarlosydeesconderelresultadodemicrisisnerviosa,me aparto el pelo de la cara y uso la goma que llevo en lamuñeca pararecogérmeloenunmoñodespeinado.
—¿Cuál es la situación? —pregunta Miller llevándose la mano alhombroyencogiéndoseunpoco.
—¿Lasituación?—sueltaTonyacompañadodeunarisotadasarcástica—.¡Estamosenunputolío,hijo!—Cierralapuertadegolpe,seacercaalmueblebar,sesirveunwhiskyyselobebedeuntrago—.¡Tengoauntipomediomuertoahífuerayatodaunamultitudpreguntándosequécojoneshapasado!
—¿Controldedaños?—preguntaMillersirviéndosetambiénuntrago.Tonyseríedenuevo.—¿Tienes una máquina del tiempo? Joder, Miller, ¿en qué cojones
estabaspensando?—Noestabapensando—espeta,yhacequemeencojaenelsofá,como
si la causa de todo este desastre fuese a pasar inadvertida si me hagopequeñita.
SeconfirmamifracasocuandoTonydesvíalavistaconojosestresadosenmidirección.MinecesidadirracionaldeheriraMillerhaacabadoconunbañodesangreenelclubyhaconfirmadolassospechasdeSophiasobrelaverdaderanaturalezadenuestrarelación.
—No,éseeselproblema.Eslahistoriadetuvida,hijo.—Tonysuspira—.¡Unonoseponehechounenergúmenoagolpearauntipoporunamujerque supuestamente es sólo una diversión! —Controla su exasperación y
levantalamanoparaapartarleaMillerlacamisetaconelceñofruncido—.¿Yestaheridapunzante?
Miller le aparta lamano y deja su vaso en elmueble.Me quedo depiedracuandoveoquelorecolocaantesdeempezaratirardesucamisa.
—Noesnada.—¿Teníauncuchillo?—Noesnada—repiteMiller lentamente.Tonyladeasucalvacabeza
demanerainquisitiva—.¿SehaidoSophia?—¿Sophia?Tetienecogidoporloshuevos,hijomío.Nocuestionessu
lealtadparaconCharlie.¡Essuputamujer!Abromisojos llorosos comoplatos. ¿Sophia es lamujerdeCharlie?
¿Y está enamorada de Miller? Charlie tiene las llaves de las cadenas deMiller. ¿Sabe que Sophia bebe los vientos por su chico especial? Nopensabaqueestareddecorrupciónpudieseenredarsemástodavía.
Tony intenta recuperar la compostura. Bebe otro trago y apoya lasmanosaunladodelmueblebar,cabizbajo.
—Nuestrasputasvidascorruptassonreales,hijo,yasíseráhastaeldíadenuestramuerte.
—No tiene por qué ser así—respondeMiller en voz baja, como sidudasedesupropiaafirmación.
Semerevuelveelestómago.—¡Despierta, hijo!—Tony deja su vaso vacío a un lado y agarra a
Millerde losbrazos,provocándoleunamuecadedolor,aunqueelhombreno se da ni cuenta—.Hemos hablado de esto unmillón de veces.El queentraenestemundoyanuncasaledeél.Nopuedeslargartecuandotedélagana.¡Otequedastodatuvida,olapierdes!
Meatragantoconmipropiasalivamientrasasimilolafrancaaclaraciónde Tony. Sophia ya lo dijo. Miller lo confirmó, y ahora Tony lo estáratificando.
—¿Sólo porque no quiere seguir follando por dinero?—intervengo,incapazdecontenerme.
Miller me mira y espero que me ordene que me calle, pero mesorprendo al ver que después se vuelve hacia Tony, como si él tambiénesperaseunarespuestaamipregunta.
«RelacionarseconMillerHartsupondrásufin.»«Noestanfácildejarlo.»«Lasconsecuenciasserándevastadoras.»
«Cadenas.»«Llaves.»«Deudadevida.»Estoy a punto de obligar a mi cuerpo a levantarse en un intento de
parecer fuertey estable cuando lapuerta se abredenuevoySophia entratranquilamente.Elambientesevuelveunmillóndevecesmástensoymásincómodo. Me siento de nuevo en mi asiento mientras ella mira a sualrededor y nos dedica a todos los presentes un momento de sus ojospequeñosybrillantesmientrassefumauncigarrillo.Misrecelosaumentanmás todavía cuando Cassie aparece también, de nuevo perfecta, aunqueparecepreocupadaycautelosa.
SophiasepaseahastaelmueblebaryseabrepasoentreMilleryTony.Ningunodelosdosobjeta.Seapartanparadejarleelespacioquedemandaparaservirseunacopa.Setomasutiempo,ysuposturaysusactosemanansupremacía.EntoncessevuelvehaciaMiller.
—Unareaccióndemasiadoviolentaporalguienquesupuestamenteessólounpolvo.—ElacentoeuropeodeSophiahacequesuamenazaresultecasisexy.
Cierro los ojos brevemente. La culpabilidad vuelve a clavarme susabominables garras.Qué idiota soy.Abrounojo y veoqueMiller la estámirando, sin expresión en el rostro y con el cuerpo sobrecogedoramentequieto.Sutiempodeescondersesehaagotado.Hallegadolahoradepensarenlamejormaneradesolucionaresto.
Graciasamisactosimpulsivos.—Sólo le hago el amor a esa mujer. —Me mira, y casi me deja
paralizadaconlacalidezquereflejansusojos.Quierocorrerasusbrazosyestarasuladoparaenfrentarnosaellajuntos,peromismúsculosinútilesmefallan de nuevo. CuandoMiller vuelve amirar a Sophia, su expresión setornadenuevofríaeimpasible—.Sólolaveneroaella.
El asombro se evidencia en su rostro. Intenta ocultarlo bebiendo unsorbodesucopaydándoleunacaladaalcigarrillo,peroloveoclarocomoelaguadesdeaquí.
—¿Dejasquetetoque?—pregunta.—Sí.Surespiraciónseacelera,yunaligerairaemergeahoraatravésdela
sorpresa.—¿Dejasquetebese?—Sí.—Sumandíbulasetensaysulabiosearrugaconfuria—.Puede
hacerloqueledélaganaconmigo.Loaceptotodocongusto.—Seinclina
haciaella—.Dehecho,hastahellegadoarogárselo.Mi corazón estalla enmil pedazos de puro e inoportuno contento, lo
que hace quemimente, ya inestable, se nuble todavíamás. Sophia se haquedadosinhablaynoparadedarrápidosyfrenéticossorbosasubebida,dando caladas al cigarrillo entre trago y trago. La confesión deMiller haderribadosusoberbiacompostura.Ellayaseloimaginaba,demodoquenodebería sorprenderle tanto. ¿O acaso subestimaba la situación? Quizápensabaqueeraunatontería.
Siesasí,seequivocabadeplano.Como mera observadora de los acontecimientos que se están
desarrollando, miro a Tony y veo auténtico pánico en su rostro. DespuésmiroaCassie,queestátanconmocionadacomoSophia.
—Nopuedoprotegertedeél,Miller—diceSophiaconcalma,aunquesuirritaciónsiguesiendoevidente.Leestálanzandounaadvertencia.
—Enningúnmomentoheesperadoque fuesesahacerlo,peroquieroquetengasunacosaclara:yanoestoyatudisposición.Nosmarchamos—declaraMiller,yseapartadeSophia.
Sedirigehaciamícondeterminaciónyconpaso ligero,peronocreoqueseacapazdeponermedepie.Noparodetemblar.Alargalamanohaciamí.Levantolavistaysusojosazulesmeinfundenunainmensaseguridad.
—¿Creesquesaltaránchispas?—susurra,ysubocaparecemoverseacámaralenta.Susojoscentelleanymellenandefuerzaydeesperanza.
Aceptosuofrecimientoylemantengolamiradamientrasdejoquemeayude a levantarme. Acerca la mano a mi pelo, me coloca unos cuantosmechones sueltos detrás de las orejas con delicadeza e inspecciona mirostro.Notieneningunaprisa.Nohaynecesidaddesalircorriendodeestahorriblesituación.Parececontentarsehaciendoquemederritaanteélbajoelefecto penetrante de sus ojos. Me besa. Suavemente. Lentamente.Elocuentemente.Esun signo, unadeclaración.Yyonopuedomenosqueaceptarlo.
—Vámonos a casa,mi niña.—Reclamami nuca yme guía hacia lapuertadesudespacho.
La ansiedad empieza a evaporarse dentro de mí al saber que prontoestaremos fuera de aquí, lejos de este mundo cruel. Por esta noche yapodemos cerrar la puerta. Y espero que el mañana nunca llegue para notenerquevolveraabrirla.
—Lamentarás esta decisión, Miller. —El tono de Sophia hace que
Millersedetengaenelacto,deteniéndomeamítambién.—Lo que lamento es la vida que he llevado hasta el momento —
responde Miller con rotundidad y con voz pausada—. Livy es lo únicobuenoquemehapasado,yno tengoningunaputa intencióndesepararmedeella.
Sevuelvelentamente,llevándomeconél.Sophiaharecuperadosuairedesuperioridad,Tonysiguemeditabundo
yCassiemira aMiller con lágrimas en los ojos.Me quedo observándolaunos instantes, y debe de darse cuenta, porque, de repente,me lanza unamirada.
Sonríe.No es una sonrisa de petulancia, de hecho está muy lejos de serlo.
Pareceunasonrisatristedereconocimiento,peroalcabodeunossegundosme doy cuenta de que es una sonrisa reconfortante. Asiente muyligeramente y el gesto corrobora mis pensamientos: lo comprende. Locomprendetodo.
Sophia se ríe conmalicia y tantoCassie comoyo desviamos nuestraatenciónhaciasufiguradecoradaconuntrajedediseño.
—Podríaacabarconestoenunsegundo,Miller.Ylosabes.Lediréqueellahadesaparecido.Quenosignificanadaparati.
Mesientoinsultada,peroMillerpermanecerelajado.—No,gracias.—Esunafase.—Noesunafase—respondeMillerconfrialdad.—Sí que lo es—rebate Sophia con seguridad meneando una mano
haciamícondesdén.Sumiradadereprochemeapuñalacondurezayhacequemeencojaun
poco.—Túsólosabeshacerunacosa,MillerHart.Sabescómohacerquelas
mujeresgritemosdeplacer,peronosabesloqueesqueteimportealguien.—Sonríeconpetulancia—.Túereselespecial.Tú-sólo-sabes-follar.
Hago un gesto de dolor yme rebelo ante la irresistible tentación deponerla en su sitio, pero bastante daño he hecho ya. Si Sophia está aquí,destilandocondescendencia,espormiculpa.
SientocómoMillerempiezaaponerseenmodomaníaco.—Tú no tienes ni puta idea de lo que soy capaz de hacer. Venero a
Olivia.—Suvoztiemblaacausadelairaquebullehaciasufríoexterior.
Ella arruga la cara con un gesto de disgusto y da un paso haciaadelante.
—Eresuningenuo,MillerHart.Jamásdejaréquetemarches.Millerexplota.—¡La amo!—ruge, haciendo retroceder a todos los presentes—. ¡La
amocontodasmisfuerzas,joder!Mis ojos se inundan de lágrimas y me coloco a su lado.Me agarra
inmediatamenteymeestrechacontrasucuerpo.—Laamo.Amotodoloquerepresenta,yamolomuchoqueellame
amaamí.Queesmásdeloquetúmequieres.¡Esmásdeloquecualquieradevosotrasdicequererme!Esunamorpuro,esluz,ymehahechosentir.Ha hecho que ansíe más. Y mataré a cualquier hijo de puta que intentearrebatármela.—Sedetieneun segundopara coger aire—.Lentamente—añade,temblandojuntoamí,aferrándoseamíconfuerza,comosituviesemiedodequealguientratasedehacerloahoramismo—.Medaigualloqueéldiga.Medaigualloquepiensequepuedehacerme.Seráélquientengaque dormir con un ojo abierto, Sophia, no yo. Así que díselo. Corre yconfírmale lo que ya sabe.No quiero seguir ganándome la vida follando.Dile que no quiero seguir llenándole los bolsillos. No dejaré que mechantajees. Miller Hart ya no piensa jugar más. ¡El chico especial semarcha!—Haceotrapausaysetomaunosinstantesparavolverarecuperarelalientomientras todos lomiranpasmados. Incluidayo—.Laamo.Veydíselo.Dileque laquiero.Dileque ahorapertenezcoaOlivia.Ydilequecomoselepasesiquieraporlacabezatocarleunpelodesupreciosacabeza,seráloúltimoquehaga.
Nosdirigimosa lasalidaantes inclusodequeasimile loqueestamosdejando atrás, aunque me lo imagino perfectamente. Ni siquiera puedoprocesar suviolentadeclaración.Subrazomecubre el hombro.Siento sucalorysuconfort,peroestonoesnadaencomparaciónconlasensacióndepertenenciaquetengocuandomeagarradelanucacomodecostumbre.Merevuelvo para soltarme y él me mira, totalmente perplejo, mientrascontinuamosavanzando.Lecolocolamanoenminucayrodeosucinturacon mi brazo. Miller suspira con aceptación y vuelve a concentrarse ennuestramarcha.
Lamúsica suenadenuevoa travésde los altavocespor todaspartes,perolaclienteladeélitenohavueltoalanormalidad.Haygruposreunidospor todos lados,haciendopiña, seguramentecomentando laescenaqueha
montadohaceunratoelpropietariodelclub.Entoncesmesurgeunaduda.—¿Sabe toda esta gente quién eres? —pregunto sintiendo cómo un
montóndemiradasprocedentesdetodasdireccionesseclavanennosotroscuandosalimosdelaescalera.
Nomemira.—Algunossí.—Surespuesta,escuetaydirecta,meindicaquesabea
qué me refiero, y no es al hecho de que sea el propietario delestablecimiento.
El aire vespertino impacta contra mi cuerpo y me hace temblar deinmediato.MeacurrucomástodavíaalcostadodeMillerycaptolavistadeunodelosporteros.Surostroseverose tornaserioalvercómoMillermeescoltadesdeellocalhastaelotroladodelacalle,dondetieneaparcadoelMercedes. Mientras me guía hasta el asiento del pasajero, miro hacia lapuertadeentradayveocómootrosegurataestámetiendoenuntaxialtipoalqueMilleracabadedarleunapalizahastacasimatarlo.Derepenteestoymuypreocupada.
—Necesitatratamiento—digo—.Losmédicosharánpreguntas.Lapuertaseabreymeempujahaciaelasientocondelicadeza.—A esta clase de gente no le gusta que la policía se meta en sus
asuntos, Olivia.—Me pasa el cinturón de seguridad por delante yme loabrocha—.Notepreocupesporeso.
Mebesasuavementeenlamanoycierralapuerta.Después,sesacaelteléfonodelbolsilloyhaceunabrevellamadamientrasrodeaelcoche.
«Estaclasedegente.»Estemundo.Esmuyreal.Yyoestoyjustoenelcentro.
CAPÍTULO12
Elalcoholyelcansanciomepasanfactura.Estoyatontadaymispiernasparecendegelatina.Cuandollegamosalvestíbulodesuedificio,Millermecogeenbrazosycontinúaavanzando.
—Dondetienesqueestar—susurra,ypegaloslabiosamisien.Rodeo su cuello con los brazos y apoyo la cabeza sobre su hombro.
Cierrolosojosyporfincedoanteelagotamiento.Sehanegadoaobedecermi débil petición de queme llevase a casa de la abuela.No he insistido.Necesita calma, y sé que su apartamento, conmigo dentro, lo ayudará aconseguirla.
Hastaqueabramoslapuertadenuevomañanaporlamañana.La brillante puerta negra nos recibe. Miller la abre, entramos, y la
cierra suavemente con el pie, dejando almundo fuera.Mantengo los ojoscerradosmientrasmellevaenbrazos.Elaromafamiliarhacequemerelajemástodavía.Noestanacogedorcomoeldelacasadelaabuela,peromealegrodeestaraquíconMiller.
—¿Puedesmantenerteenpie?—preguntavolviéndosehaciamí.Asientoydejoquemebaje al suelocondelicadeza.Suexpresiónde
concentración mientras me desnuda lenta y cuidadosamente me dejaembelesada.Loshábitosdesiempreestánpresentes:pliegalaropaantesdecolocarlaen lacestade lacolada,separa los labios ligeramenteysusojosbrillan de emoción. Una vez realizada su tarea, memira yme lanza unaorden silenciosa, de modo que me acerco a él y empiezo a desnudarlo.Inclusopliegosu trajemanchadodesangreantesdemeterloen lacesta,apesar de que en realidad debería tirarlo a la basura.Me resulta imposiblepasar por alto la herida punzante y la sangre para deleitarme con superfección.Tienelasmanos,elpechoylamandíbulacubiertosdemanchasrojas. No tengo claro qué sangre pertenece a Miller y cuál al tipo queapareció de manera tan inesperada desde mi sórdido pasado. No podríahaberelegidopeormomento,aunquedudoquelareaccióndeMillerhubiesesidomenosviolentasisehubieramaterializadoencualquierotraocasión.
Levantolamanoytanteoconcuidadolazonadelaheridaconeldedo,intentandoevaluarsinecesitaatenciónprofesional.
—Nomeduele—diceenvozbaja,ymeapartalamanoparacolocarlasobresucorazón—.Estoesloúnicoquemepreocupa.
Sonriendo un poco, me aproximo a su pecho y me elevo hacia sucuerpo.Loenvuelvoconmisextremidadesyloabsorbo.
—Lo sé—murmuro contra su cuellomientras saboreo las cosquillasque sus rizos, más largos que de costumbre, me hacen en la nariz, y elásperorocedesubarbaenmimejilla.
Sus fuertes manos se deslizan hacia mi trasero y sus piernasmusculosas se dirigen hacia la ducha.Me empuja de espaldas contra lasbaldosasdelaparedcuandoentramosyseapartademí,negandoamirostroelcalordesucuello.
—Sólo quiero que nos limpiemos —dice, con el ceño ligeramentefruncido.
—Explícate.Me muero de dicha cuando veo que las comisuras de sus labios se
curvanlevementehaciaarribaysusojosadoptanunbrillojuguetón.—Comodesees.Alargaelbrazo,conectaladuchay,alinstante,elaguacalientellueve
sobrenosotros.Supeloseaplanasobresucabezay lasangredesupechoempiezaadesaparecer.
—Lodeseo.Asiente un poco y se lleva la mano detrás de él para separar mis
piernasdesucinturaantesdehacerlomismoconmisbrazos.Mequedodepie,conlaespaldacontralapared,observandoaMillerdetenidamente.Pegalaspalmasdelasmanoscontralasbaldosasaambosladosdemicabezayseacercahastaquesunarizquedaaunadistanciadeunmilímetrodelamía.
—Voy a deslizar las manos por cada curva de tu cuerpo perfecto,Olivia.Yvoyamirarcómoteretuercesyteesfuerzasporcontenertudeseopormí.—Lapuntadesudedo trazauna líneaabrasadorahastamicaderamojada.Yameestácostandocontrolarme,ylosabe.
Apoyolacabezaenlaparedyseparoloslabiosparainspirarmásaire.—Voy a prestar especial atención justo aquí.—Un intenso calorme
recorrecuandoacariciacondelicadezamisexopalpitanteunayotravez—.Yaquí.—Bajalacabezahastamipechoeintroducemipezónerectoenlacalidezdesuboca.
Contengolarespiraciónygolpeolacabezacontralapared,resistiendomiinstintonaturaldeagarrarlo,desentirlo,debesarlo...
—Dimequésientes—ordena.Atrapamipezónentrelosdientesyunaagudapunzadadedolordesciendehastamisexo,dondesusdedosnoparandedeslizarseconsuavidadyconcalma.
Mi espalda retrocede en un vano intento de escapar de las intensaschispas de placer, pero lo compenso adelantando las caderas, ansiosa poratraparlassensacionesyhacerlasdurarparasiempre.
—Placer.—Mivozesungraznidograveylujurioso.—Explícate.Empiezoasacudirlacabeza,incapazdeobedecersuorden.—¿Quierestocarme?—¡Sí!—¿Quieresbesarme?—¡Sí!—exclamo.Por un instante estoy a punto de colocar lamano sobre la suya para
aumentarlapresiónenmiclítoris,pero,sinsabercómo,encuentrolafuerzadevoluntadparanohacerlo.
—Pues hazlo.—Es una orden, y sólo un segundo después ataco suboca y mis manos lo palpan por todas partes con frenesí.Memuerde ellabio,demodoqueledevuelvoelmordiscoylohagogruñir—.Hazloquetedélaganaconmigo,miniña.
Asíqueleagarrolapollayselaestrujo.Estádura.Estácaliente.Echala cabeza atrás y grita. Sus dedos aceleran sus caricias en mis nerviospalpitantes,acercándomecadavezmásalclímax,ymeanimanarecorrersumiembroconlamano.
—¡Joder!—Tragasalivaybajalacabeza,conelrostrodesfiguradoporel placer, lamandíbula tensa y todos sus rasgos afilados.Mi orgasmo seacelera bajo el poder de sus ojos clavados enmí y empiezo amenear lascaderashaciaadelantepararecibirsuscaricias.
Éltambiénlohace.Nosmiramoselunoalotromientrasnosmasturbamos,yosinpararde
gemir,yMillerjadeandoenmicara.Lasgotasdeaguaseacumulanensuspestañasoscurasyhacenquesusojos,yaardientes,reluzcanconintensidad.
—¡Me voy a correr!—grito, e intento concentrarme en aferrarme alplacer que está a punto de volverme locamientrasme aseguro de seguiracariciandoaMillerparaqueéltambiéntermine—.¡Mevoyacorrer!
Lanecesidadapremia.Muevolospiesparaestabilizarme,Millerpegaelcuerpomáscontramíynuestrasbocaschocanysebesanconfrenesí.
—¡Joder!¡Córrete,Olivia!Ylohago.Suordenmehaceestallar.Lemuerdolalengua,leclavolas
uñas en la carne, exprimo su polla con fuerza y siento cómo late en mimano.
—¡Jooodeeer!—ruge.Sequedasinfuerzasysedejacaercontramí,empotrándomecontrala
pared.Sientoelcalordesuesenciavertiéndosesobremivientre inclusoatravésdelagua.
—Sigue—jadea—.Nopares.Hago lo que me pide y continúo masturbándolo arriba y abajo al
tiempoquerestriego lascaderascontrasumano,conelcorazónamilporhorayconcentradaúnicamenteendisfrutardemibombardeodeplacer.Metieneatrapadacontralapared,consucuerpoaltoyconsurostroenterradoen mi cuello. Nuestra respiración es entrecortada y laboriosa. Nuestroscorazones lateny segolpean a travésdenuestrospechos comprimidos.Ynuestrosmundossonperfectos.
Perosóloenestemomento.—No hemos usado nada de jabón—dice jadeando y meneando los
dedosalrededordemicarneantesdeintroducirloslentamenteenmí.Cierrolosojosycontraigolosmúsculosasualrededor—.Peroyamesientomáslimpio.
—Llévamealacama.—¿Para darte lo que más me gusta? —Me muerde la garganta y
despuésmechupacondelicadeza.Sonríoapesardemiagotamiento, suelto supolla semierectay rodeo
sushombrosconlosbrazos.Pegoelrostroalsuyohastaqueseveobligadoaliberarmigargantayabuscarmislabios.
—Quieroquetodaslaspartesdetucuerpometoquen—farfulloentresuslabios—.Noquieroqueteapartesdemíentodalanoche.
Gruñe y me besa con más intensidad, empotrándome más todavíacontra la pared.Nuestras lenguas se deslizan y se enroscan sin dificultad.PodríapasarmelavidabesandoaMillerHart,yséqueélsientelomismo.
—Dejaquenoslaveprimero.Tengo una gran sensación de pérdida cuando me da un pico en los
labiosybuscaelgeldeducha.—Veamoscuántaprisaerescapazdedarte—bromeo.Dejaporunmomentodeverterseel jabónenlamanoymemiracon
complicidad.—Megustatomarmemitiempocontigo.—Colocadenuevolabotella
ensusitioexactoyempiezaaformarunpocodeespumaenlasmanos.Seponedelantedemí,exhalasualientocalienteenmirostroydespuésrealizaunodesusperezososparpadeosymemiraconsusabrasadoresojosazules—.Yalosabes,Olivia.
Contengolarespiración,cierro losojosconfuerzaymepreparopararecibir el tacto de susmanos.Empieza pormis tobillos, trazando lentas ydelicadasrotacionesqueeliminanlasuciedaddeldía.Mimentedesconectaymecentroencómosucálidotactomasajeamispiernas.Sinprisa.Ynomeimporta.
—¿Quévaapasarahora?—preguntoporfin.He estado evitando esta pregunta desde que nosmarchamos del Ice.
Estamos juntos, encerrados a salvo en el apartamento deMiller, pero nopodemosestarsiempreasí.
—ImaginoqueSophialetransmitiráaCharlietodoloquehedicho.—¿SabeCharliequeSophiaestáenamoradadeti?Seríeligeramente.—Sophianoesunasuicida.—¿Ytú?Respirahondoymemiraalosojos.—No, mi niña. Ahora tengo muchas ganas de vivir. Tú me las has
dado,ynieldiabloevitaráquedisfrutedemieternidadcontigo.Alargolamanoylapososobresumejilla.—¿EsCharlieeldiablo?—Másomenos—susurra.—¿Haspensadoyaquévasahacer?—Sí—respondeconseguridad.—¿Vasacontármelo?—No, nena. Pero quiero que sepas que soy tuyo y que todo esto
terminarámuypronto.—Sientohacerqueestoseamásdifícil.—Nodigonadamás.Élsabe
loquequierodecir.—Saberquetetengoalfinalhacequeseafácil,Olivia.—Conmucha
vacilación,alargalamanoymequitalagomadelpelo.Apenasescapazdecontenerunamuecadedoloralverquemipelo,anteslarguísimo,sólomellegahastaunpocopordebajodeloshombros—.¿Porqué?—susurra,yme
peinacon losdedosconcuidado,manteniendo lamiradaen losmechonestrasquilados.
—Noquierohablardeello.Agacholacabeza.Mearrepientomuchísimodehaberlohecho,perono
porquevayaaechardemenosmismasasdeincontrolablepelorubio,sinoporqueséqueMillersílohará.
—¿Cómotesentiríastúsiyomeafeitaselacabeza?Levanto la cabeza, horrorizada. Adoro su pelo. Ahora lo tiene más
largo,y los rizos,cuando lo llevaseco,sobresalenalborotadoshacia fuerademaneracaprichosaalaalturadelanuca,yesemechónrebeldequelecaedemaneranaturalsobrelafrente...No,no,nopuedehacerlo.
—Deduzco—exhalaenmicara—porlaexpresióndeturostroquetedoleríaprofundamente.
—Sí, mucho.—No puedo negarlo, así que no lo hago. Su preciosocabelloformapartedeestehombretanperfecto.Medoleríacualquiercosaque arruinase de su cuerpo—. Pero no dejaría de quererte ni siquiera unpoco—añado,preguntándomeadóndepretendellegarconesto.
—Niyoa ti—murmura—,peroquieroquesepasqueteprohíboquevuelvasacortarteelpelo.
Cogeelchampúymevierteunpocoenlacabeza.—Noloharé—leaseguro.Nocreoquevuelvaacogerunastijerasenmividadespuésdeloque
hehecho,ymerefieroalodeMiller,noamipelo.Susmanosrestrieganlosrizosqueaúnconservoyfijolavistaenlaheridadesuhombro.
—Nomerefieroaquenotelocortestúsola.Arrugo la frente, perome coloca cara a la pared para que no pueda
mostrarlemiconfusión.—¿Aquéterefieres?—preguntomientrasmemasajealacabezahasta
quesaleespuma.—Nunca—dicecortayrotundamente,sinningunaotraexplicación.Medalavueltaotravezymecolocabajoelaguaparaenjuagarme.—¿Nuncaqué?Nomemira,sólocontinúaconsutarea,inmuneamiperplejidad.—Noquieroquetecorteselpelo,nunca.Nienlapeluquería.—¿Nunca?—pregunto,estupefacta.Memira muy serio. Conozco esa expresión. No es negociable. Está
añadiendo mi pelo a su lista de obsesiones. Puede que haya cedido con
algunas,perovaacompensarloconotras...comoconmipelo.—Esoes loqueacabodedecir,¿no?—señala totalmenteenserio—.
Sé que puede que suene poco razonable, pero eso es lo que quiero, ymegustaríaqueaceptases.
Mequedoasombradaporsuarrogancia,aunquenodebería.Yameheenfrentadoaellaennumerosasocasiones.
—Nopuedesdecirmeloquedeboonodebohacerconmipelo,Miller.—Muy bien.—Se encoge de hombros con aire despreocupado y se
enjabonalosrizosantesdeenjuagarse—.Entoncesmeafeitaréelmío.Abro losojos comoplatos ante su amenaza, peropronto controlomi
exasperación,porquesialgotengoporseguroeslosiguiente:—Adoras tu pelo tanto como yo —declaro con seguridad... y con
suficiencia.Se aplica tranquilamente un poco de acondicionador en sus queridos
rizosmientrasyopermanezcoapoyadacontralapareddeladucha,imitandosu arrogancia.Mete la cabezadebajodel agua, se la enjuagay se echa elpelohaciaatrásconlamano.Misonrisaseintensifica.Estádándolevueltasal asunto y, tras inspirar profundamente, le hace frente a mi diversión.Apoyalasmanosenlaparedaambosladosdemicabezayacercaelrostroalmío.
—¿Ya estás preparada para ponerme a prueba?—Sus labios planeansobrelosmíos,yyoapartolamiradaconengreimiento.
—Puede.Elcalorqueemanasupielgolpeamispechoscuandosurisasilenciosa
hacequesutorsoseexpanda.—Muybien—medicealoído—.Teprometoquecomose teocurra
mirarsiquieraunapeluquería,mecortaréelpelo.Sofocoungritodeasombro,mevuelvohaciaélyloencuentroconlas
cejasenarcadas,retándome.—Noseríascapaz.—Ponmeaprueba.—Pegaloslabiosalosmíosyporunmomentolas
atenciones de su bocame bloquean—.He cambiadomuchas cosas desdequemeenamorédeti,OliviaTaylor.—Memordisqueaellabioyloslatidosdemicorazónseacelerandefelicidad—.Créeme,cumpliréesapromesa.
Él me quiere. No le he prestado demasiado atención cuando lo habramadoanteSophiaenelIce,bienporquenomelocreía,bienporquenoloprocesaba.Peroahoralaspalabrasresuenanportodomiserymeinundan
decalor.—Meda igual—anuncio—.Acabasdedecirmequemequieres.Haz
loquedesees.Se ríe. Se ríe de verdad, con la cabeza hacia atrás, los ojos muy
brillantesytemblandodemaneradescontrolada.Medejaincapazdehacernada. Ni siquiera respirar. Observo embelesada en silencio cómo estehombretanmaravillososedesternillaantemí,ysacudolacabezaapuntodellorar.
—Olivia —dice entre risas, y me coge y me acuna en sus fuertesbrazos—.Siempreteestoydiciendoquetequiero.
—No,nolohaces—objeto—.Siempredices«fascinado».Llegamos a la enorme cama deMiller y me coloca cuidadosamente
encima. Empiezo a colarme bajo las sábanas mientras él retira todos loscojinesylosponeenelarcónqueseencuentraalospiesdelacama.
—Puedequenouseesaspalabras,peroestánahí,cadavezquetemiro.Semeteenlacamaydejacaersufísicomusculosoencimademí.Me
separa los muslos y se pone cómodo entre ellos. Me mira con la másminúsculadelassonrisas.
—Lo llevas escrito por todas partes —susurra, y besa mi frenteconfundida—.Loescriboconlosojosencadapartedetucuerpocadavezque temiro.—Desciendehastamis labios regalándomebesosdelicadosyhunde la lenguaentreellos.Elhechodeestar tan felizapesardeldía tantraumático que he tenido hoy me resulta irónicamente contradictorio. Ytantocambiomemarea.Pasodelamásabsolutaeuforiaaladesesperacióntotal—.Yteloheescritofísicamente.
Sonríoyarrugolafrentemientrasélcontinúavenerandomibocaconternura.
Peroentoncescaigo.—En tuestudio—farfullocontra sus labios—.Me loescribisteen la
barrigaconpinturaroja.Lorecuerdoperfectamente,ytambiénrecuerdoqueloemborronóantes
dequeloviese.—Exacto.—Seapartaymiramirostrosonriente.Meestátocandopor
todas partes, pero ahora mismo, con esos ojos azules hipnóticos ypenetrantes,meestátocandoelalma.
—Tequerréhastaquenomequedeaireenlospulmones,OliviaTaylor.—Buscamimanoysellevaelanillodediamantesaloslabios—.Paratoda
laeternidad.Sacudolacabezasuavemente.—Unaeternidadnoserásuficiente.—Puesentoncesmásallá—susurra.
CAPÍTULO13
Como le pedí, cuando me despierto por la mañana me lo encuentroaferradoamí.Sigueentremismuslos,conlacabezalomáspegadaposibleamicuelloyconlosbrazostendidosaambosladosdemicabeza.Entierrola nariz en su pelo y aspiro su esencia mientras mis dedos recorren losfuertesydefinidosmúsculosdesuespaldaduranteunaeternidad.
Yaesotrodía.Unnuevodía.Undíaalquenodeseoenfrentarme.PeromientrassigaatrapadadebajodeMiller,asalvoyfeliz,notengonadadeloque preocuparme. De modo que cierro los ojos de nuevo y vuelvo aentregarmealasemiinconsciencia.
Esto parece el día de la marmota. Despego los párpados y evalúorápidamenteelespacioquemerodea.Todoestátalycomolohabíadejadoantesdecerrar losojos.Lasdosveces.Mimenteestáapuntodevolveradarlevueltasaunmontóndepensamientosespantososhastaquederepentemedoycuentadequeesviernes.
¡Laabuela!Empujo a Miller con prisa pero con cuidado para escapar de mi
confinamientoyhagocasoomisocuandogruñeensueñosaldarunavueltayponersebocaarriba.
—...másmegusta...—gruñe,agarrandoatientasmicuerpoalafuga—.Livy.
—Chist—digo.Cubro su cuerpo desnudo con las sábanas y beso suahoralargabarbaparacalmarlo—.Sólovoyallamaralhospital.
Dichoesto,cede,vuelveaponersebocaabajoydeslizalosbrazospordebajo de su almohada. Dejo a Miller durmiendo, salgo corriendo deldormitorioparabuscarmimóvilyprontomeencuentrohablandoconlasalaCedrodelhospital.
—SoylanietadeJosephineTaylor—anunciomientrasmedirijohacialacocina—.Medijeronqueledaríanelaltahoy.
—¡Ah, sí! —afirma la enfermera prácticamente chillando, como sisintiese un gran alivio al confirmármelo—. El cardiólogo pasará visita a
primerahoradelatarde,demodoqueesperotenerelaltapreparadasobrelastres.Pongamoslascuatroparaestarseguros.
—¡Genial! —exclamo con emoción a pesar de estar todavía mediodormida—.¿Yyatienetodasumedicación?
—Sí, querida. He enviado las recetas a la farmacia del hospital.Deberíamos tenerla aquí antes de que se vaya. Debe reposar durante untiempo.Ytendráqueacudiraunavisitadeseguimiento.
—Gracias.Me siento sobre una silla de la mesa de Miller y respiro aliviada
mientras pienso que eso de que repose es más fácil decirlo que hacerlo.Tengo un buen desafío entre manos y, sin duda, semanas de insolenciastípicasdelasTaylordirigidashaciamipersona.
—Denada,denada.Laverdadesquehasidolaalegríadeestelugartantristedurantelosúltimosdías.
Sonrío.—Peronolaecharádemenos,¿eh?Laenfermeradejaescaparunafuerterisotada.—Pueslaverdadesquesí.—Entonceslosiento,peronopuedequedársela—declarorápidamente
—.Estaréallíalascuatro.—Seloharésaber.—Graciasporsuayuda.—Un placer.—Cuelga y me quedo sentada a solas en la silenciosa
cocina,incapazdecontenermialegría.Puedequeeldíadehoynoseatanmalodespuésdetodo.
Me levanto y decido prepararle el desayuno a Miller, pero necesitohaceralgoantesdeponermeaello.Quieroqueseaperfecto,ysólohayunmododeconseguirlo.Corroaldormitorioyme lanzoencimade la cama,haciendoqueelcuerpodeMiller rebotesobreelcolchón.Se incorporadeinmediato, alarmado, con su maravilloso pelo revuelto y los ojosadormilados.
—¿Quépasa?—Tenecesitounmomento—ledigo,ylocojodelbrazoyempiezoa
tirar—.Venga.Sus ojos adormilados ya no lo están tanto. Ahora están cargados de
deseo.Conunmovimientosuperrápidoycalculado,sesueltaelbrazo,meagarra,mecolocabocaarriba,seponeahorcajadassobremivientreyme
inmovilizalosbrazosporencimademicabeza.—Te necesito un momento. —Su voz es áspera, grave y
tremendamentesexy—.¿Lohacemos?—No —respondo sin siquiera pensar en controlar mi estúpida e
insultantenegativa.—¿Disculpa?—Sesientecomprensiblementerechazado.—Loharemospronto.Quieroprepararteeldesayuno.Susojosazulessetornanligeramentesuspicacesyaproximaelrostro
almío.—¿Enmicocina?Pongo los ojos en blanco.Yame esperaba esta incertidumbre por su
parte.—Sí,entucocina.—Ysivasaprepararmeeldesayuno,¿paraquémenecesitas?—Necesitocincominutos.Me observa durante unos instantes y considera mi petición. No se
negará.Hedespertadosucuriosidad.—Comodesees.—Selevantaymesacadelacama—.¿Yquépiensa
prepararmeminiñapreciosaparadesayunar?—Esonoesasuntotuyo.Dejoqueguíemicuerpodesnudoderegresoalacocinaypasoporalto
suresoplidodedivertimentoantemiinsolencia.—¿Quéquieresquehaga?—preguntacuandoentramos.Observo cómo inspecciona el ordenado lugar, como si estuviese
anotandomentalmentelaposicióndecadaobjetoporsialgosemuevedelsitio mientras yo hago y deshago a mi libre albedrío. Es absurdo. Sabeperfectamentedóndeestátodo.
—Ponlamesa—leordeno.Meapartoydisfrutoalverlaarrugaqueseleformaenlafrente.—Porfavor.—¿Quieresquepongalamesa?—Sí.—Puedequeseacapazdeprepararundesayunoperfecto,perosé
queesimposiblequepongalamesacorrectamente.—Deacuerdo.—Memiraconvacilaciónysedirigealcajóndondesé
quetieneloscuchillosylostenedores.Observocómosecontraenyserelajansusmúsculosperfectosmientras
permanezcoinmóvil,perolasvistassonmejoresaúncuandosedirigea la
mesa.Surostro,susojos,susmuslos,supecho,sufirmecintura...supolladura.
Sacudolacabeza,decididaanodesviarmedemiplan.Observocómotrajina por el espacio y me lanza miradas curiosas de vez en cuandomientrasyocontinúoquietaycalladaaunladoydejoquetermine.
—Perfecta—dice,yseñalahacia lamesaconunmeneodelbrazo—.¿Yahoraqué?
—Vuelvealacama—ordeno,ymedirijoalanevera.—¿Estandotúdesnudaenmicocina?—Casiseechaareír—.Deeso
nada.—Miller,porfavor.—Doymediavueltasobremispiesdescalzoscon
elmangodelapuertadelaneveraenlamanoyveoquemeestámirandolaespaldacasiconelceñofruncido—.Quierohaceralgoporti.
—Semeocurrenmuchascosasquepuedeshacerpormí,Olivia,yparaningunadeellasesnecesarioqueestésenmicocina.—Estiralaespaldaymiraasualrededorconairepensativo—.Aunque...
—¡Vuelvealacama!—Nopiensocederenesto.Agachalacabeza,dejacaerloshombrosysuspiraprofundamente.—Como desees —masculla, y sale de la cocina—. Pero no puedo
dormirsinti,asíquemequedaréahítumbadopensandoenloquetevoyahacerdespuésdequemehayasalimentado.
—Como desees —respondo con una dulce sonrisa sarcástica einclinandolacabezaalhacerlo.
Millerseesfuerzaporcontenersusonrisayseguirfingiendoqueestáofendidoydesaparece.Mepongoenmarcha.Loprimeroquehagoessacarelchocolatey lasfresasde lanevera.Noveoyogurnaturaldesnatadoporninguna parte. Después, me apresuro a partir los trozos de chocolate, aderretirlo,aquitarleselrabitoalasfresasyalavarlas.
Mevuelvohacialamesayveoquetodoestáensuposicióncorrecta...o la posición correcta según Miller. Me muerdo la mejilla por dentromientrasloobservotodoconatenciónypiensosiserécapazdeprepararlabiendespuésdedeshacerlayvolverlaaponer.Podríahacerleantesunafoto.Asientoparamímismaymedoyunapalmaditamentalenlaespalda.Peroentoncessemeocurreunaideaaúnmejor:medirijoaloscajonesyempiezoa abrirlos y a cerrarlos, asegurándome de no descolocar los contenidosmientrasvoybajandoporelmueble.MequedoparalizadaenelinstanteenquemisojosseposaneneldiariodeMiller.Meestállamandodenuevo.
—Mierda —maldigo entre dientes, y me obligo a cerrar el cajón,dejándolodondesesuponequetienequeestar.
Porfinencuentroloqueestababuscando.Bueno,enrealidadno.Encuentroalgomejor.Le quito la tapa y me quedo mirando la punta del rotulador
permanente,yprontollegoalaconclusióndequeestoesmejoraúnqueeltípicobolígrafo.
—Vale.—Inspirohondo,medirijoa lamesayobservo todasycadaunadelaspiezasperfectamentecolocadas.
Ladeolacabezamientrasmedoygolpecitosenellabioinferiorconelextremodelrotulador.Losplatos.Porahípodríaempezar.
Colocolosdedosenelcentrodelaporcelanaparasostenerlaenelsitioyprocedoatrazaruncírculoalrededordelplatomientrassonrío.
—Perfecto—medigoenvozalta.Meincorporoyobservoelrestodelamesa.Estoydemasiadoorgullosa
demímisma, y eso se refleja enmi rostro taimado.Hago lomismo contodasycadaunade lascosasquehaysobre lamesa.Trazosuscontornoscon el rotulador, marcando con líneas perfectas el lugar exacto de cadacubierto.
—¡¿Peroquécojoneshaces?!Mevuelvoalescucharsugritodeangustia,armadaconmirotuladory,
en un estúpido intento de ocultar la prueba A, lo escondo detrás de laespalda,comosihubieseunmillóndepersonasmásenelapartamentodeMillerquepudieranhabersidolosresponsablesdepintarrajearsumesa.Laexpresióndehorrorensurostroescomounbañoderealidad.¿Quénaricesacabo de hacer? Con ojos incrédulos y abiertos como platos traslada sucuerpodesnudohasta lamesay laobservaboquiabierto.Entonces levantaunplatoymiraelcírculo.Ydespuésunvaso.Ydespuésuntenedor.
Memuerdolamejillapordentrofrenéticamenteymepreparopara labombaqueestáapuntodeestallar.Sientasuculodesnudosobrelasillayentierraunamanoenelpelo.
—Olivia.—Memiraconlosojosfueradelasórbitas,comosiacabasedeverunfantasma—.Mehasrayadotodalamesa.
Mirolamesa,mellevoelpulgaralabocayempiezoamordisquearmelauñaenlugardemimejilla.Estoesabsurdo.Esunamesa.Cualquieradiríaquesehamuertoalguien.Suspiroconexasperación, tiroel rotuladoraun
lado y me acerco a la mesa. Miller vuelve a levantar los objetos paracomprobarquerealmentelohemarcadotodo.Nosésiconfirmárseloyoodejarquecontinúeexaminándolaparadescubrirloporsímismo.
—Hehechonuestravidamásfácil.Memiracomosimehubiesensalidocuernos.—¿Enserio?—Dejaunplatoyyosonríocuandoveoquelomueveun
pocohastaqueestádentrodelaguía—.¿Podríasexplicarte?—Pues... —Me siento a su lado y pienso en la mejor manera de
expresarloparaqueloentienda.Ahorasoyyolaqueseestácomportandodemanera absurda. Estamos hablando de Miller Hart: mi hombre pirado yobsesivo—.Ahorapuedoponerlamesasinriesgoaquetudulceniñaalteretus—frunzoloslabios—...rutinasparticulares.
—¿Midulceniña?—Memiracon incredulidad—.Túno tienesnadadedulce,Olivia. ¡Ahoramismoeresmásbienelputodiablo!¿Porqué...?¿Cómo...?Joder,¡miraesto!—Meneaelbrazoaltuntún,apoyaloscodosenlamesayentierraelrostroenlasmanos—.Nomeatrevoniamirar.
—Ahorapodréponerlamesacomoatitegusta.—Evitousarelverbo«necesitar».Asíescomoélnecesitaqueesté—.Esunmalmenor.—Alargolamano y le cojo la suya para que deje de apoyar la cabeza y tenga quemirarme—. Si no quieres que siempre la esté fastidiando, tendrás queacostumbrarteaesto.
Señalolamesasonriendo.Puedequehayareaccionadomal,perosóloseráporestavez.Acabaráaceptandolasmarcas.Laalternativaestenerunaminipataletacadavezquepongalamesa.Esobvioqueestoesmejor.
—Túereselúnicomalquehayaquí,Olivia.Sólotú.—Considéralounaformadearte.Resoplaantemisugerenciaysesueltalamanoparaagarrarmeélamí.—Esunputodesastre,esoesloquees.Micuerposehundeenlasilla,yveocómomemiraconelrabillodel
ojo,todoirritado.¿Porunamesa?—¿Sepuedereemplazar?—Sí—gruñe—.Yesunafaenatenerquehacerlo,¿noteparece?—Bien,puesyonosoyreemplazable,ynopiensopasarmetodalavida
contigopreocupándomedesicolocounestúpidoplatoenelsitiocorrecto.Recula ante mi dureza, pero ¡venga ya! Me he acomodado
perfectamente a sus obsesiones. Sí, es verdad que se ha relajado bastanteconalgunas,perotodavíaquedamuchotrabajoporhacer,yyaqueMillerse
niegaaadmitirabiertamentequepadeceuntrastornoobsesivo-compulsivosevero, y que se niega de plano a ir a un psicólogo, tendrá queacostumbrarse amimanerade ayudarlo.Yde ayudarmeamímismaa lavez.
—Noesparatanto—dicefingiendoabsolutaindiferencia.—¿Queno es para tanto?—pregunto riéndome—. ¡Miller, tumundo
estáexperimentandouncataclismodedimensioneshistóricas!Prácticamentegruñeantemicomentario,ymeríomástodavía.—Yahora—melevantoymesueltolamano—,¿quieresdesayunaro
vasanegarteporquenohasvistosilohepreparadocomoatitegusta?—Esainsolenciasobra.—Nosobra.—Dejoamigruñónen lamesaparacogerelcuencode
chocolatefundidoyoigocómomascullamientraslevantalavajilla—.Ups—digo cuandome asomo al cuenco y veo que no se parece en nada a ladensaydeliciosacremadechocolatequeMillerelaboró.
Cojo la cuchara de madera, lo meneo un poco y suelto el mangocuandoeloscurofangosemidurosetragaelinstrumento.Empiezoahacerpucheros y de repente me pongo alerta, y sé que es porque se estáaproximandoparainvestigar.Elcalordesupechoimpactacontramiespaldayapoyalabarbillasobremihombro.
—Tengounapetición—medicealoído,haciendoquemihombroseeleve y que mi cabeza se pegue contra su rostro en un vano intento dedetenerelhormigueoquehaempezadoainvadirmicuerpo.
—¿Cuál?—Reclamolacucharaytratoderemoverelchocolate.—Porfavor,nomeobliguesacomermeeso.Micuerpoenterosedesinflayladecepciónsustituyealhormigueo.—¿Quéhehechomal?Mequitalacucharadelamanoyladejaenelcuencoantesdedarmela
vueltaensusbrazos.Suconsternaciónhadesaparecido.Ahorasoyelblancodesudiversión.
—Tehaspasadodemasiadotiempodestrozandomimesayelchocolatese ha secado —explica con petulancia—. Me temo que no podremoslamérnoslodelcuerpo.
Notengosolución.Séqueesunatontería,dadoqueacabodearruinarsumesaenelproceso,peroqueríahacerestacosatantrivial,porquenoloesenelmundodeMiller.
—Losiento.—Suspiroyapoyolafrenteensupecho.
—Estás perdonada.—Me rodea la espalda con los brazos y despuéspegaloslabioscontramicabeza—.¿Ysidejamoseldesayunoporhoy?
—Vale.—Nospasaremoseldíavegetando.Yluegoalmorzamosfuerte.Meencojo.Sabíaqueésteseríasuplan.Encerrarnosparaprotegerme
deestemundo.Peronopuedeser,porquelaabuelavuelvehoyacasa.—Tengoquerecogeralaabueladelhospitalalascuatro.—Yolarecogeré—seofrece,peroséperfectamenteloquepretende.Y
nopiensoestaralejadademiabuela—.Ylatraeréaquí.—Yahemoshabladode esto.Necesita estar en supropia casa, en su
propiacama,rodeadadetodoloqueconoce.Nolegustaráviviraquí.Meapartodeélysalgodelacocina.Noestoypreparadaparadejarque
intenteconvencerme.Seráunapérdidadetiempoyacabaremosdiscutiendo.Después de lo de anoche imagino que va a estar insoportablementeprotector.
—¿Quétienedemalomicasa?—preguntaofendido.Mevuelvo,unpococabreadadequesemuestre tanobtusoenloque
respectaalaabuela.—¡Que no es un hogar!—le espeto, y una pequeña parte de mí se
preguntasideverdadmequieremancillandosuapartamentoconmifaltadeordenosiestátandesesperadoporprotegermequeseríacapazdetorturarseasímismoteniéndonosamiabuelayamíaquípermanentemente.
Veo quemi comentario lo ha herido y cierro la boca antes de seguirretorciendoelcuchillo.
—Entiendo—diceconfrialdad.—Miller,yo...—No,nopasanada.Pasapormiladoprocurandonotocarme.Mesientofatalymequedo
mirando la pared y los techos altos de su apartamento. He herido sussentimientos. Está intentando ayudar. Está preocupado por mí, y yo meestoycomportandocomounaauténticazorra.
Levanto la mano, me pinzo el puente de la nariz y gruño confrustraciónantesdeirtrasél.
—Miller—lollamomientrasveocómodesapareceeneldormitorio—.Miller,nopretendíaherirtussentimientos.
Cuandoentro,veoqueestáestirandolassábanasconrabia.—Hedichoquenopasanada.
—Yaloveo.—Suspiroydejocaerlosbrazosaloscostados.Meacercaríaaayudar,seríacomounaramadeolivoenformadeorden
al estiloMiller, pero sé que así sólo conseguiré cabrearlo más porque loharíatodomal.
—No quieres vivir aquí. —Ahueca las almohadas y alisa la partesuperior con la mano—. Lo acepto. No tiene por qué gustarme, pero loacepto.
Tiraconfurialacolchaquehayalpiedelacamayempiezaatirardeellaparacolocarlaensusitio.Observoensilencio,unpocosorprendidaporsucomportamientorabiosoypueril.Estáiracundo.Noenfadadooalbordedeunbrotepsicótico,sinosencillamenteairado.
—¡Alamierda!—grita,yagarralassábanasperfectamentedispuestasytiradeellaslanzándolassobrelacama.Sesientaenelbordeysellevalasmanosalpelo,respirandoconagitación—.Tequieroenmisbrazostodaslasnoches. —Levanta la vista y me mira con ojos suplicantes—. Necesitoprotegerte.
Meacercoaélymesiguecon lamiradahastaqueme tienedelante.Separalaspiernasydejaquemecoloqueentreellas.Apoyolasmanossobresushombrosyéllassuyasenmitrasero.Memiradenuevo,suspiraytragasaliva.Despuésapoyalafrenteenmivientreymismanosasciendenhastasucuelloysehundenensupelo.
—Sé que parezco dependiente y caprichoso—susurra—. Pero no essóloporqueestépreocupado.Meheacostumbradoalevantarmecontigoyadormirmecontigo.Túeres loúltimoqueveoantesdecerrar losojosy loprimero que veo cuando los abro.Y nome hace ninguna gracia dejar detenereso,Olivia.
En ese instante comprendo cuál es el problema. No nos hemosseparado desde hace semanas. Nueva York fue una sesión constante deveneración,derecibirloquemáslegustaydeperdernoselunoenelotro.Ahorahemosvueltoalarealidad.Sonríocontristeza,sinsaberquédecirniquéhacerparaquesesientamejor.Nadamemantendráalejadadelaabuela.
—Ellamenecesita—murmuro.—Losé.—Memirayhace todo loposiblepor regalarmeunadesus
sonrisas. Lo intenta. Pero la preocupación que cubre sus rasgos no se lopermite—.Ojalápudiesecontrolarminecesidaddeti.
Porunladoquieroyporotronoquieroquecontroleesanecesidad.—¿Tu necesidad de mi presencia o tu necesidad de garantizar mi
seguridad?—pregunto,porqueésaes lacuestión.Séperfectamente loquehayalotroladodelapuertadeMiller.
—Lasdos.Asientoadmitiendosurespuestaeinspirohastallenarmelospulmones.—Siempremehasprometidoquenuncameobligaríasahacernadaque
noquisierahacer.Cierralosojosconfuerzayfrunceloslabios.—Estoyempezandoaarrepentirmedehaberlohecho.Mislabiosseextiendenyformanunasonrisa.Séquelodicedeverdad.—Estonoesdiscutible.Laúnicasoluciónesque tú tevengasacasa
connosotras.Abrelosojoscomoplatosyyocontrolomisonrisa,conscientedecuál
eselproblemadeestasituación.—¿Cómovoyavenerarteencasadetuabuela?—Lohicisteperfectamenteelotrodía.Levanto lascejasysushechizantesesferasazulessenublandedeseo
antemisojosalrecordarnuestroencuentroenlaescalera.Frunce ligeramente el ceño, aplicapresión enmi traseroy tirademí
haciaél.—Peroellanoestabaenpalacio.—¡Hacesqueparezcadelarealeza!—¿Acasonoloes?Resoplo a modo de asentimiento y me agacho hasta que nuestros
rostrosquedanalamismaaltura.—Yatienesusopciones,señorHart.Yomevoyacasaconlaabuela.
¿Meconcederíaelhonordeacompañarme?Memuero de dicha cuando atisbo un ligero brillo en sus ojos y sus
labiosseesfuerzanporcontenerunasonrisaperofracasanestrepitosamente.—Lo haré —masculla intentando sonar gruñón mientras su actitud
juguetonaluchaporliberarse—.Seráunauténticoinfierno,peroharéloqueseaporti,OliviaTaylor,inclusocomprometermeanotocarte.
—¡Esonoseránecesario!—Difiero —responde tranquilamente mientras se pone de pie y me
elevahasta su cintura.Me aferro a sus lumbares con los tobillos y pongocaradefastidio—.Nopiensofaltarlealrespetoatuabuela.
—Amenazó con amputarte tu virilidad, ¿te acuerdas?—le recuerdo,esperandoeliminardesuconcienciaestatontería.
Sufrentesearrugadeunmodomaravilloso.Loestoyconsiguiendo.—Correcto,peroahoraestáenferma.—Loquesignificaquelecostarámásatraparte.Pierde la batalla de contener su regocijo yme ciega con una de sus
sonrisasdeinfarto.—Meencantaoírcómogritasminombrecuandotecorres.Esonoserá
posible.Noquieroque tuabuelapiensequeno larespetoniaellaniasuhogar.
—Entoncestelosusurraréaloído.—¿Estáminiñasacandosuinsolenciaapasear?Meencojodehombroscomosinada.—¿Estáelhombrequeamofingiendoseruncaballerootravez?Inspira súbitamente, como si lo hubiese dejado pasmado. No me lo
trago.—Mehasofendido.Meinclinoylemuerdolapuntadelanariz.Despuésdeslizolalengua
lentamentehastasuoreja.Sientocómoseacelerasuritmocardíacobajomipecho.
—Entoncesdameunalección—lesusurroconvozgraveyseductoraaloídoantesdemorderleellóbulo.
—Me siento obligado a hacerlo. —Con una sucesión de rápidos yexpertosmovimientos,meagarraymelanzasobrelacama.
—¡Miller!—chilloporlosairesmientrasmeneolosbrazos.Aterrizo en el centro de su enorme cama, riéndome e intentando
ubicarme.Estádepiea lospiesdelacama,quietoycalmado,mirándomecomo si fuese su próxima comida. Mi respiración laboriosa se acelera.Intentosentarmebajosuvigilancia.Susojosestáncargadosdedeseo.
—Venamí,miniña—diceconunavozásperaqueaceleramicorazóntodavíamás.
—No.—Me sorprendo a mí misma negándome. Quiero ir hasta él.Desesperadamente.Noséporquéhedichoeso,yajuzgarporsuexpresióndedesconciertoséqueMillertambiénsehaquedadopasmado.
—Ven-a-mí.—Puntúacadapalabraylatiñeconsutonograve.—No—susurroconobstinación,yretrocedounpoco,distanciándome
deél.Esto es un juego. Una cacería. Lo deseo con locura, pero saber lo
mucho que élme desea amí sube las apuestas y aumenta nuestro anhelo
hastaunpuntocasiinsoportable...loquehacequeestapersecuciónresultemuchomássatisfactoria.
Millerladealacabezaysusojoscentellean.—¿Teestáshaciendoladifícil?Meencojodehombrosymiroporencimademihombroparaplanear
mihuida.—NomeapetecequeMillerHartmevenereenestemomento.—Eso es undisparate,OliviaTaylor.Lo sabes tanbien comoyo.—
Avanzahaciamíydirigelamiradajustoentremispiernas—.Puedoolerlodispuestaqueestásdesdeaquí.
Mederritopordentro,perocierro losmuslosenel actoycambiodeposiciónenunvanointentodecontenereldeseoquemeinvade.
—Yyoveolodispuestoqueestástú.Centrolaatenciónensupolla,quelatevisiblementeantemisojos.Acercalamanoalamesitadenocheysacauncondónmuydespacio,
selollevaaloslabiosmuydespacioyloabreconlosdientesmuydespacio.Después me mira mientras lo extiende por su miembro erecto. Con esamiradalebastaparadebilitarme.Transformamisangreenlavafundidaymimenteenpapilla.
—Ven-a-mí.Sacudo la cabeza yme pregunto por qué narices sigo resistiéndome.
Estoy a punto de explotar. Mantengo la mirada fija en él, esperando susiguientemovimiento,yveocómosupeneaumentaunpocomás.Vuelvoaretroceder.
Sacudeligeramentelacabeza.Sumechónrebeldecaesobresufrenteyuna minúscula curvatura en su boca catapulta mi necesidad. Me tiemblavisiblementetodoelcuerpo.Nopuedocontrolarlo.Ynoquierohacerlo.Laanticipación me está volviendo loca de deseo y todo por culpa mía. Seaproxima con determinación y con expresión amenazadora y observa conregocijocómoretrocedosofocandoungrito.
—Juega todo lo que quieras, Olivia. Pero en diez segundos estarédentrodeti.
—Eso ya lo veremos—respondo con arrogancia, pero antes de quepueda anticipar su siguiente movimiento, sale disparado hacia mí a granvelocidad—.¡Mierda!—grito.
Doyunavueltaygateohastaelbordedelacamaatodaprisa,peroélmeagarradeltobilloydeuntirónmetumbabocaarriba.Jadeoensucara
mientras él me atrapa con el cuerpo y exhala sobremi rostro demaneraconstanteycontrolada.
—¿Eslomejorquesabeshacer?—pregunta,inspeccionandomirostrohastaquesusojosaterrizanenmislabios.
Desciende y, en cuanto siento la suavidad de su carne contra lamía,entroenacciónylocojodesprevenido.Lotengotumbadobocaarribaenunnanosegundo y me monto a horcajadas encima de él, sosteniendo susmuñecasporencimadesucabeza.
—Nuncabajeslaguardia—ledigoensucaraantesdemordisquearledemaneratentadoraellabioinferior.
Gruñeyelevalascaderasparapegarlascontramíaltiempoqueintentaatraparmislabios.Selosniegoyhagoquerefunfuñeconfrustración.
—Touché —dice, se incorpora súbitamente y vuelve a atraparmedebajodeél.
Intentoenvanoagarrarlodeloshombros,perointerceptamismanosyme las sostiene contra la cama. Una sonrisa petulante de niño bueno sedibujaensurostrodivinoyalimentamiinsolenciaymideseo.
—Ríndete,niña.Gritoconfrustraciónymeesfuerzoalmáximoporliberarme.Consigo
darle la vuelta a la tortilla de un salto, pero la sensación de caída libreeclipsamideterminación.
—¡Mierda!—gritoaltiempoqueMillerseapresuraadarnoslavueltay a colocarse debajo disimuladamente antes de que impactemos contra elsuelo.
Noparecehabersehechodaño,ysóloestáensituacióndedesventajadurante un segundo antes de tenerme de nuevo atrapada debajo. Grito yconsigoquelafrustraciónmeconsuma.Tambiénpasoporaltolasospechade que se deja ganar voluntariamente, permitiendo que sienta que voy aconseguiralgoantesdevolverarecuperarelpoder.
Observa embelesado mi rostro acalorado y sus ojos emanan pasiónmientras sostienemis dosmanos con una de las suyas por encima demicabeza.
—No te dejes llevar nunca por la frustración —susurra, agacha lacabezayatrapalapuntademipezónentrelosdientes.
Grito y hago caso omiso de su consejo. ¡Me siento tremendamentefrustrada!
—¡Miller!—chillo,ymeretuerzoinútilmentedebajodeél,meneando
lacabezadeunladoaotromientrasmeesfuerzoporcontrolarelplacerquemeinvadedesdetodoslosángulosposibles—.¡Miller,porfavor!
Susdientesestiranmisensibleprotuberanciaymevuelvenloca.—¿No querías jugar, Olivia? —Me besa la punta y me separa los
muslosabriéndosepasoconlarodilla—.¿Acasoteestásarrepintiendo?—¡Sí!—Puesahoratendrásquerogarmequepare.—¡Porfavor!—Niña,¿porquéintentasnegartemisatenciones?Mimandíbulasetensa.—Nolosé.—Yo tampoco. —Menea las caderas y empuja hacia adelante
provocándomeunplacerinsoportable—.¡Joder!Unapotente invasiónmecogeporsorpresa,peroelhechodequesea
inesperadanohacequelaabsolutasatisfacciónseamenosgratificante.Mismúsculosinternosseaferranaélcontodassusfuerzaseintentoliberarmismuñecasdesusmanosdehierro.
—Dejaqueteabrace.—Chist —me silencia mientras eleva el torso y se apoya sobre los
brazos al tiempo que me mantiene atrapada debajo de su cuerpo—. Loharemosamimanera,Olivia.
Gimo mi desesperación, echo la cabeza atrás y arqueo la espaldaviolentamente.
—¡Teodio!—No, no me odias —responde con seguridad, retrocediendo y
planeando sobremi abertura; está tentándome—.Me amas.—Empuja unpocohaciaadelante—.Teencantatodoloquetehago.—Empujaunpocomás—.Yteencantaloquesientescuandotelohago.
¡Pum!—¡Joder! —grito, desesperada bajo sus garras e indefensa bajo su
ataqueenérgico.Aunquenolodetendríanienunmillóndeaños.Ansíosupoder—. Más —gimo, disfrutando del delicioso dolor que me estáprovocando.
—Esdemalaeducaciónnomiraralagentecuandotehabla—medicemientrasseretiralentamente.
—¡Cuandoatiteconviene!—¡Mírame!
Levantolacabeza,abrolosojosygritoconfuria.—¡Más!—¿Fuerteyrápido?¿Osuaveylento?Estoydemasiadodesesperadaparaquelohagasuaveylento.Pasodel
suavey lento, y no creoque la ordendeMiller deque lo saboreevaya aayudarennada.
—Fuerte—jadeo,yelevolascaderastodoloquepuedo—.Muyfuerte—digosinvergüenza,nimiedonirecelos.Tengotodasudevoción,suamorysusatenciones,independientementedesimefollaomevenera.
—Joder,Livy.—Seretiradeltodoymedejaligeramenteconfusayapuntodeobjetar,peroentoncesmecolocaacuatropatasymeagarradelacintura con ímpetu. Trago saliva y agradezco la profundidad que Millerpuedealcanzardesdeestapostura.Joder,¿yencimavaahacérmelofuerte?—.Dimequeestáspreparada.
Asiento y pego el trasero contra él, ansiosa por esa profundidad.Nopierdeeltiempoytampocosemolestaenentrardespacio.Mepenetrahastaelfondolanzandounbramidoensordecedorquemeembriagadeeuforiayme provoca escalofríos de placer. Grito, apoyo las manos en puño en lamoqueta, y echo la cabeza atrás con desesperación. Miller arremete sinpiedad,ladrandoconcadaembestida,clavándomelosdedosenlasuavepieldemis caderas. Siento la aspereza de lamoqueta enmis rodillas. Se estácomportando de una manera inusualmente violenta conmigo, aunque elligerodolorylaimplacablefuerzadesucuerpomartilleandoelmíonomedesaniman,sinoquehacenquesupliquemás.
—Másfuerte—farfullodébilmente,dejandoqueMillertomeelcontrolabsolutomientrasquelasfuerzaspararecibirsusdurosgolpesempiezanafallarme y sólo puedo concentrarme en el placer que me consume y queinvadecadarincóndemicuerpo.
—¡Joder, Olivia!—Flexiona los dedos y los vuelve a clavar en micarne—.¿Teestoyhaciendodaño?
—¡No!—exclamotemiendoquepuedaparar—.¡Másfuerte!—¡Joder!¡Eresunputosueño!—Separalasrodillasyaceleraelritmo.
Nuestroscuerposchocanhaciendoruido—.¡Mevoyacorrer,Olivia!Cierrolosojos.Elaireabandonamispulmonesymimentetambiénse
vacía. Me quedo en un mundo oscuro y silencioso en el que mi únicopropósito es disfrutar de las atenciones de Miller. No hay nada que medistraiga de ello, nada que arruine nuestro precioso momento juntos.
Estamossoloslosdos,micuerpoysucuerpohaciendocosasmaravillosas.Elplaceraumenta.Cadacolisióndesucuerpoconelmíomeempuja
haciaeléxtasismásabsoluto.Quierohablar,decirleloquemeestáhaciendosentir, peromequedo callada, incapaz de pronunciar ni unapalabra.Sólopuedo emitir gemidos de desesperación y de placer. Siento cómo seaproximasuclímax.Seexpandedentrodemíyunrugidosonorometraedevueltaalahabitación.Miorgasmomecogeporsorpresaygritomientrasmeatraviesacomountornado.Todosmismúsculossetensan,exceptolosdemicuello, que dejan que mi cabeza caiga sin vida entre mis brazos. Milleracelerasusfuertesembestidasunavezmásparallegarallímiteyentoncestirademicuerporígidocontraél.
—¡Arhhhhhhhhhhhhhh!—brama,ymegolpeaconunafuerzaqueunosólo es capaz de comprender cuando la está recibiendo. Y yo lo estoyhaciendo.
Elintensodolorquemeatraviesa,mezcladoconelefervescenteplacerqueaúnburbujeaentremispiernasacabaconmigo.
—Joder—exhalamientrasmantienenuestroscuerposenganchados.Estoyapuntodedesplomarme.Milleres loúnicoquemesostiene,y
desprendelosdedosdemiscaderas,pierdoeseapoyoymedejocaersobreelsuelobocaabajo,jadeandoyresollando.
La frialdad de la moqueta sobre mi mejilla es bienvenida mientrasobservocómoMillersetumbabocaarribaamiladoydejacaerlosbrazossobre su cabeza. Su pecho se expande con agitada violencia. Estáempapado, y la firme carne de su torso reluce con el sudor. Si tuviese laenergíasuficiente,alargaríalamanoparaacariciarlo,peronolatengo.Estoytotalmenteinservible.PeronotantocomoparacerrarlosojosyprivarmedelamagníficavisióndeMillertrassuorgasmo.
Ambos permanecemos desparramados en la moqueta durante unaeternidad.Misoídosseveninvadidosporinspiracioneslargasyconstantes.Finalmente, reuniendo fuerzas de alguna parte, arrastro los brazos por lamoqueta y acaricio su costado con la punta de mi dedo. Se desliza confacilidadgraciasalahumedaddesupielcaliente.Dejacaersucabezaaunlado hasta que sus ojos encuentran losmíos y el agotamiento desaparece,permitiéndonosrecuperarelhabla.Peroélsemeadelanta.
—Tequiero,OliviaTaylor.Sonríoypongotodomiempeñoensubirmeencimadeél,acomodarme
yhundirmirostroenelconfortdesucuello.
—Yyomesientoprofundamentefascinadaporti,MillerHart.
CAPÍTULO14
—Veamos,entonces.Está esperándome en la acera, fuera de la peluquería, y sé que está
supernervioso. No para de pasearse de un lado a otro y pareceexcesivamente preocupado antemi nuevo corte de pelo.Me ha permitidovenir bajo órdenes estrictas de cortarme lo mínimo para arreglármelo,aunquesehaencargadodereiteraresasmismasinstruccionesalapeluqueray sólo se ha marchado cuando yo lo he obligado al ver que estabaalterándolamuchoconsussecasórdenes.Dehabersequedadovigilándolaseguramentehabríaacabadoconundestrozopeorqueelqueyatenía.Misrizos,anteslargosysalvajes,estánahorasuavesybrillantesycaenjustopordebajodemishombros.Joder,hastayoestoynerviosa.Mellevolamanoalacabeza,mepaso losdedosa travésdeellosysientoel tacto tansedosoque tienen mientrasMiller me observa detenidamente. Espero. Y espero.Hastaquelaexasperaciónylaimpacienciaseapoderandemí.
—¡Di algo! —le ordeno, detestando el escrutinio al que me estásometiendo. No es raro en él observarme tan detenidamente, pero esaintensidadnoesbienrecibidaenestosmomentos—.¿Notegusta?
Frunceloslabiosysemetelasmanosenlosbolsillosdelpantalóndeltraje, cavilando. Después acorta la distancia que nos separa y entierra elrostro enmi cuello en cuanto llega hastamí.Me pongo tensa.No puedoevitarlo.Peronoesporsucercanía.Esporsusilencio.
Inspirahondoydice:—No hace falta que te diga que estaba un poco preocupado ante la
posibilidaddeperderaúnmás.Sueltounafuertecarcajadaanteelcinismodesusubestimación.—¿Unpoco?Seapartaymurmuraconairepensativo.—Detectociertosarcasmo.—Tussentidosfuncionanperfectamente.Me sonríe conmalicia, se acerca, rodeami cuello conelbrazoyme
estrechacontraél.—Meencanta.
—¿Enserio?—Estoyperpleja.¿Estámintiendo?—Sí,deverdad.—Pegaloslabioscontramicabezaeinspirahondode
nuevo—.Ymegustará todavíamáscuandoestéalborotadoyhúmedo.—Mepasalosdedosporelpelo,loagarraconfuerzaytiradeél—.Perfecto.
Sientounaliviotremendo.Absolutamentetremendo.—Me alegro de que te guste, pero si no fuese así, tendría unas
palabritascontigo.Haseguidotusinstruccionespuntoporpunto.—Noesperabamenos.—Lahaspuestonerviosa.—Le estaba confiando mi posesión más preciada. Debía de estar
nerviosa.—Mipeloesmiposesión.—Teequivocas—respondeconrotundidad.Pongolosojosenblancoantesuimpertinencia,peroevitodesafiarlo.—¿Adóndevamos?—pregunto,cogiéndolelamuñecaparacomprobar
lahora—.Aúnesprontopararecogeralaabuela.—Ahora tenemosque iravisitaraalguien.—Meagarradelcuelloy
medirigehaciasuMercedes.Lapreocupaciónmeinvade.Nomehagustadocómohasonadoeso.—¿Aquién?Millersemiracomosiseestuvieradisculpandoconlosojos.—Adivínalo.Tedoytresintentos.Elmundosemevieneencima.Nonecesitotres.—AWilliam—suspiro.—Correcto.—Nomeofrecelaoportunidaddeobjetar.Meguíahasta
su coche y cierra la puerta con firmeza antes de rodearlo por delante yocuparsuasiento—.Meencantatupelo—diceconvozsuavemientrasseacomoda,comosiestuvieseintentandoapaciguarme...relajarme.
Mantengo la vista al frente mientras evalúo las ventajas deescabullirme. No quiero ver a William. No quiero enfrentarme a sudesaprobación,asupetulantearrogancia.Millerlosabe,ynuncameobligaa hacer nada que no quiera hacer, aunque me temo que en esta ocasiónromperásupromesa.Peronopierdonadaporintentarlo.
—No quiero ir. —Me vuelvo hacia él y lo veo con expresiónmeditabunda.
—Malasuerte—susurrayarrancaelcoche,nodejándomemásopciónqueladetragarmelarabia.
MillerdependeahoradeWilliamparaobtenerinformación.Séquenolegustanada,yaWilliamtampoco.Ydesdeluegoamítampoco.Peropordesgracia,parecequeningunodenosotrostieneelección.Cierrolosojosynovuelvoaabrirloshastaquellegamos.Nodecimosnada,dejandoqueelsilencioinundeelespaciocerradoquenosrodea.Esincómodo.Esdoloroso.Yhacequeeltrayectosemehagaeterno.
Cuandoporfinllegamosanuestrodestino,detectolatensióndeMiller.Laatmósferaparececongelarseyvuelverígidostodoslosmúsculosdemicuerpo. Todavía no se han visto siquiera pero ya se percibe la invisibleenemistad,yhacequesemeponganlospelosdepuntayquesemeacelereelpulso.Sientocomosiestuviesemetiéndomevoluntariamenteen labocadellobo.
—Abrelosojos,Olivia.El tono relajado de Miller acaricia mi piel y despego los párpados,
aunque no tengo ningún deseo de ver lo que hay fuera del coche. Peromantengolamiradaenmiregazoyveoquemianillodeeternidadgiraconfrenesíenmidedograciasamispropiosnerviosinconscientes.
—Ymírame—ordena.Antesdequepuedaobedecer,meagarradelanucaymegiralacabeza
para que lo mire. Fijo los ojos en Miller, sabiendo lo que veré si meaventuroamirardetrásdeél.
ElSociety.ElclubdeWilliam.—Mejor—dice,yalargalaotramanoparaarreglarmeminuevopelo
—.YasabesqueWilliamAndersonnoessantodemidevoción—declara—,perosepreocupamuchoporti,Olivia.
Meatragantoyabro labocapara replicar,paradecirlequeaWilliamsólolomueveelsentimientodeculpa.Nopudosalvaramimadre,demodoque está intentando expiar su alma y salvarme a mí. Pero me coloca lapalmadelamanoenloslabiosparasilenciarmeantesdequeabralaboca.
—Siyopuedoaceptarsuayuda,tútambién.Tuerzo el gesto, derrotada, tras su mano, y entorno los ojos
ligeramente.Lalevecurvadesuslabiosmeindicaexactamentecuálesvanaserlaspróximaspalabrasquesalganporsubocaperfecta.
Ynomeequivoco.—Insolente—dice, y aparta la mano rápidamente para reemplazarla
porsuboca.
Eltactodenuestroslabiosconsigueelefectodeseado.Medesabrochoelcinturónaltiempoqueledevuelvoelbesoymepasoalasientodealladoymemontosobresuregazo.
—Hmmm —murmura, y me ayuda a ponerme cómoda mientrasnuestras lenguas danzan en perfecta sincronía. Me está infundiendo lasfuerzasquenecesitoparaenfrentarmeaWilliam,paraentrarenelSociety—.Vamos.Acabemosconesto.
RefunfuñounaobjeciónyhagotodoloposiblepordificultarleaMillerla tarea de despegarse demi boca y abrir la puerta.Ladea la cabeza paraordenarmequesalga,ylohagogruñendodemaneraaudible.Melevantodesu regazo y me encuentro de pie en la acera antes de lo que me habríagustado.Intentoevitarlevantarlavista.Mearregloelvestido,mecolocoelpelopordetrásde loshombros, vuelvo a llevármelo adelantey aceptomibolsocuandoasomapormilado.Mispulmonesabsorbenelairelentamenteyporfinreúnolasfuerzasparaenfrentarmealedificioquetengoenfrente.
Añosdeangustiaparecenreptarpormicuerpodesdeelsuelobajomispiesparaasfixiarme.Elairesevuelvedensoymedificulta la respiración.Me arden los ojos ante el recordatorio visual de mi sórdido pasado. Eledificioestá talycomo lo recordaba,con los inmensos ladrillosdepiedracaliza, las enormes vidrieras originales y los desgastados escalones decemento que dan a las gigantescas puertas que me llevarán al mundo deWilliam.Unabrillanteverjanegrademetalcustodialafachada,conpuntasdoradasalfinaldecadabarrote,otorgándoleunaspectodelujoyopulencia,peroconunairedepeligro.Unaplacadoradafijaenunodelospilaresqueflanqueanlaentradadiceengrandesletrasgruesas:THESOCIETY.Mequedoconlamiradaperdidaenlaspuertasymesientomásvulnerablequenunca.Éste es el centro del mundo de William. Aquí es donde empezó todo,cuandounajovenseadentróatrompiconesenlodesconocido.
—¿Olivia?Salgo demi ensimismamiento,miro de reojo aMiller y veo queme
está mirando. Intenta ocultar su aprensión... sin lograrlo. Emana por susojos,aunquenoestoyseguradesiesporelsitioalquenosdirigimosopormicrecienteabatimiento.
—Laúltimavezquevineaquí,Williammeechóparasiempre.Milleraprietaloslabiosysuexpresiónsetornatanangustiadacomola
mía.—Noqueríavolveraverestelugarenmivida,Miller.
Suangustiasemultiplicapordosyseaproximaparadarmeloquemáslegusta.Esellugarperfectoenelquerefugiarse.
—Te necesito ami lado, Livy. Siento que camino constantemente albordedeunagujeronegroquesemetragaráymedevolveráalaoscuridadmásabsolutacomodéunsolopasoenfalso.
Susmanosasciendenpormiespaldahastaquealcanzanloslateralesdemi cabeza. Me extrae de mi escondite y busca mi mirada. Odio elderrotismoqueintuyoensusojos.
—Nodejesdecreerennosotros,teloruego.Una luz se ilumina en respuesta a la súplica de Miller, y recobro
mentalmentemilamentablecompostura.MillerHartnoesunhombredébil.Noestoyconfundiendosuconfesióncondebilidad.Noesdébilenabsoluto.No soy más que una pequeña grieta en la armadura de este hombre tandesconcertante.Perotambiénsoyunafortaleza,porquesinmí,Millerjamásse habría planteado abandonar esa vida de degradación. Le he dado elmotivoylafuerzaparahacerlo.Nodeboponerlelascosasmásdifícilesdelo que ya lo son para él.Mi historia es precisamente eso, historia. Formapartedelpasado.EslahistoriadeMillerlaquenosimpideseguiradelante.Tenemosqueremediareso.
—Vamos—digo condecisión, desafiando a la aprensión que todavíasientoenelfondodemiser.
Avanzo con firmeza y determinación. Esta vez soy yo quien guía aMillerparavariar,hastaquelaescalofriantepuertadedoshojasmeimpidecontinuar. Me quedo pasmada cuando Miller alarga el brazo y marca elcódigoeneltecladodememoria.¿Cómoesposible?
—¿Sabeselcódigo?Serevuelveincómodo.—Sí—respondeconrotundidad.—¿Porqué?—Balbuceo.Nopienso aceptar sus signos de siempre para indicarmeque el tema
está zanjado. No lo está. William y Miller se detestan. No hay ningúnmotivo para que conozca el código que le proporcione acceso alestablecimientodeWilliam.
Ceja en su empeño de darme la vuelta y empieza a toquetearse lasmangasdelachaquetayaalisárselas.
—Mehepasadounpardeveces.—¿Quetehaspasado?—Merío—.¿Paraqué?¿Parafumarteunpuro
y echarte unas risas con William mientras bebíais un trago de whiskyenvejecido?
—Lainsolenciasobra,Olivia.Sacudo la cabeza. No necesito corregirlo ni preguntarle de qué
hablabanduranteesasvisitas.Seguroquefueronpalabrasbastantecuriosas.Peromimalditacuriosidadnomepermitecerrarlaputaboca.
—¿Para qué? —Observo cómo sus pestañas se cierran lentamentemientrassearmadepaciencia.Sumandíbulatambiénsetensa.
—Puedequenonosllevemosbien,peroenloreferenteati,Andersony yo nos entendemos. —Ladea la cabeza con expectación—. Y ahoravamos.
Sientocómomi labio inferior se arrugade rabia,pero sigo suorden,crispadadelospiesalacabeza.
ElgranvestíbulodelSocietydestilaelegancia.Nocabedudadequeelsuelo original de madera se pule semanalmente y la decoración, aunqueahora es de color crema y dorado en lugar de rojo intenso y dorado,transmite opulencia. Rebosa riqueza. Es muy lujoso. Es espléndido. Peroahora,laencantadoradecoraciónnomeparecemásqueundisfraz,algoconloqueengañaralagenteparaquenoveanloquerepresentarealmenteesteedificioyloqueaquísucede.Yquiénfrecuentaesteestablecimientopijo.
Paraevitarquemisojosvuelvanafamiliarizarseconelespacioquemerodea,continúohaciaadelante,sabiendomuyamipesardóndeseencuentrael despacho deWilliam; peroMillerme agarra del antebrazo yme da lavueltaparaquelomire.
—Albar—diceenvozbaja.Vuelvo a crisparme, injustificada e innecesariamente, pero no puedo
evitarlo.Detestoconocerestelugar,probablementemejorqueMiller.—¿A cuál?—respondo, con más dureza de lo que pretendía—. ¿Al
reservado,almusicaloalde«relacionarse»?Mesueltaelbrazo,semetelasmanosenlosbolsillosdelospantalones
ymeobservadetenidamente.Estáclaroqueseestápreguntandosipiensodejar de lado mi insolencia en algún momento. No puedo confirmárselo.CuantomásmeadentroenelSociety,mássientoquesemevadelasmanos.De repentemeolvidode todas laspalabrasqueMillermehadicho fuera.Nolasrecuerdo.Necesitorecordarlas.
—Alreservado—respondetranquilamente,yseñalaalaizquierdaconelbrazo—.Despuésdeti.
Milleraceptatodasmisrespuestasbordessinresponderme.Nopiensaentrar enel juego.Está tranquilo, calmadoyesconscientede la irritaciónquesecueceenelinteriordesuniña.Inspiroconunaprofundidadquenocreoquevuelvaaalcanzar jamásy, recuperandociertasensatezsabeDiosdedónde,sigoladirecciónqueMillermeindica.
Hay gente, pero no haymucho bullicio. El reservado, tal y como lorecuerdo, es una zonamuy tranquila. El espacio está lleno de sillones delujosoterciopeloconcuerpostrajeadosreclinadosenmuchosdeellos,todossosteniendovasosquecontienenunlicoroscuro.Laluzestenue,ylacharlasosegada.Escivilizado.Respetuoso.DesafíatodoloqueelbajomundodeWilliamrepresenta.Mispiesnerviososatraviesanelumbraldelapuertadedos hojas. Siento a Miller detrás de mí. La reacción de mi cuerpo a sucercaníaestásiemprepresente.Estoybullendopordentro,perosoyincapazde disfrutar de las sensaciones normalmente deliciosas que las chispasinternasme provocan a causa del espacio exquisito que torturamimenteafligida.
Unas cuantas cabezas se giran cuando nos dirigimos a la barra.ReconocenaMiller.Loséporlasexpresionesdesorpresaquereemplazanala curiosidad inicial. ¿O me reconocen a mí? Domino rápidamente misdivagacionesperturbadorasycontinúoavanzandohastaquepronto llegoalabarra.Nopuedopensareso.Nodebohacerlo.Acabarécorriendohacialasalida en cualquier momento si no consigo detener esos pensamientos.Millermenecesitaasulado.
—¿Quélespongo?Dirijo la atención al impecable camarero y espeto mi petición al
instante.—Vino.Elquesea.Mesientoenunodelostaburetesdepielyreúnocadafibradesensatez
demiserparaintentarcalmarme.Alcohol.Elalcoholayudará.Elcamareroasienteyempiezaapreparar
mipedidomientrasmiraaMilleresperandoqueledigaelsuyo.—Whisky.Solo—masculla—.Elmejorquetengas.Yqueseadoble.—ChivasRegalRoyalSalute,decincuentaaños.Eselmejor,señor.Señala una botella en una vitrina tras la barra y Miller gruñe su
aceptación, pero no se sienta en el taburete que tengo al lado, sino quedecidepermanecerdepie,inspeccionandoelbarysaludandoconlacabezaa algunos rostros inquisitivos. «El mejor que tengan.» Nadie paga las
bebidasenelSociety.Lascarísimascuotasdelosmiembroslascubren.YMiller debe de saberlo.Lo está haciendo adrede.Recuerda cómoWilliamdesordenó su impecable mueble bar cuando se sirvió una copa. Es unaespeciedevenganzainfantil.¿Lebastaráconeso?
Mecolocanunvasodevinoblancodelantedemíybebo al instantedando un trago bien largo justo cuando una enorme figura aparece de lanadadetrásdelabarra.Miroamiderechaconmicopasuspendidaenelaireante mí y admiro la amenazadora presencia del gigante. Tiene los ojosazules, tanclarosqueparecendecristal,yatraviesanlaatmósferarelajadacomounmachete.Supelo, largohasta loshombros, está recogidoenunatensa coleta. Todo el mundo advierte su presencia, incluido Miller, quepareceencresparseporcompleto.Meacuerdodeél,jamáspodríaolvidarlo,peronorecuerdosunombre,aunquelotengoenlapuntadelalengua.Eslamano derecha de William. Va muy bien vestido, pero su traje hecho amedida no consigue disminuir lasmalas vibraciones que emanan de cadaunodesusporos.
Mesientodenuevoenel taburete,bebootro sorbodevinoe intentofingir que no está. Es imposible. Siento sus ojos como bolas de espejosclavadosenmipiel.
—Olivia—ruge.Inspirohondoparatranquilizarme,yMillersecrispa.Estáapuntode
perder la razón. Ahora está pegado a mi espalda y prácticamente sientocómotiembladefuria.
Nopuedohablar.Sólosoycapazdetragarydeenviarmásvinoamiorganismoatravésdemigarganta.
—Carl—mascullaMillerenvozbaja,recordándomesunombre.CarlKeating.Unodeloshombresmásaterradoresqueheconocidoenmivida.No ha cambiado ni un ápice. No ha envejecido... No ha perdido su auraescalofriante.
—Noosesperábamos—diceCarl,quecogeelvasovacíodelasmanosdel camarero y le hace un gesto con la cabeza para que se esfume sinnecesidaddeverbalizarlaorden.
—Esunavisitasorpresa—respondeMillerconarrogancia.Carlcolocaelvasosobre labarrademármol, sevuelveyagarrauna
botellanegradelaestanteríaconunaetiquetadorada.—Elmejorquetenemos.—Enarcasuscejasnegras,levantalabotella
ylequitaeltapóndorado.
Me revuelvo incómodamente en mi taburete y me aventuro aasomarme por encima del hombro de Miller, temiendo lo que me puedaencontrar.SuestoicaexpresiónysusojosazulesllenosdeirayclavadosenCarlnoayudanadisminuirmiansiedad.
—Sólo el mejor —dice Miller con voz clara, sin dejar que suconcentraciónflaquee.
Parpadeo lentamente mientras tomo aire y mis manos temblorosasacercanmicopadenuevoamislabios.Mehevistoenalgunassituacionesdolorosasúltimamente,yéstaesunadelaspeores.
—Sólolomejorparaelespecial,¿no?—Carlsonríearteramenteparasímismoyvierteunoscuantosdedosdelicor.
Meatragantoconelvinoydejolacopadeungolpeantesdequesemecaiga.Estájugandoaunjuegomuypeligroso,ylosabe.ElpechodeMillerse contrae y se dilata agitadamente contra mi espalda. Podría estallar encualquiermomento.
Carlleofreceelvasoylosostieneenelaireenlugardedejarlosobrela barra para que Miller lo coja. Después lo tuerce ligeramente... paraprovocarlo.MeencojoydoyunpequeñobrincocuandolamanodeMillersaledespedidaylearrancalabebida,haciendoquelabestiaperversasonríacon malicia. Está disfrutando en grande pinchando aMiller y empieza asacarme de quicio.Miller se bebe el alcohol de un trago, golpea el vasocontralabarrayserelamelentamente.Veocómoselearruganligeramentelascomisurasdeloslabios,comosifueseunabestiaapuntodeatacar.SusojospermanecenfijosenCarl.Laenemistadqueserespiraentreestosdoshombresmeestámareando.
—ElseñorAndersonosesperaensudespacho.Sereuniráconvosotrosenbreve.
MillermecogedelcuelloantesdequeCarlhayaterminadodehablar,ymealejodelabarrasinpoderterminarmeesevinoquetantonecesito.LafuriaqueemanadeMilleresmuyintensa.Bastantenerviosaestoyyaporelhechodeencontrarmeaquí.Todasestasmalasvibracionesnoayudan.Lasfuertes pisadas de los caros zapatos de Miller sobre el suelo pulidomartillean en mi cabeza, y las paredes se ciernen sobre mí conforme elpasillonosengulle.
Yentoncesveolapuerta.Lapuertahacialaquemetambaleélaúltimavezquelavi.Elartificiosopomodelapuertaparecedilatarseantemisojos,seduciéndome,mostrándomeelcamino,y las lucesde lasparedesparecen
atenuarse conforme avanzamos. El suave barullo del ostentoso club setransformaenunzumbidoapagadodetrásdemí,yunosrecuerdosdolorososeimplacablessecuestranmimemoria.
Conlosojosfijosenelpomo,veocómolamanodeMillerseaproximaaésteacámara lenta, loagarra, loempujahaciaabajoyabre.Mellevaalinterior con bastante firmeza. Nunca pensé que volvería a ver estahabitación,peroantesdequemedétiempoaabsorberla,oigoquelapuertase cierra, me da la vuelta y me toma con convencimiento. Me pilladesprevenida. Sofoco un grito yme tambaleo hacia atrás, estupefacta. ElbesodeMilleresansiosoeimperioso,peroloaceptoyagradezcoquehayaimpedidoqueasimiledóndemeencuentro.
Nuestras bocas chocan repetidas veces mientras nos consumimos elunoalotro.Entoncesdevoramicuello,mimejilla,mihombro,yvuelveamiboca.
—Tequieroaquí—gruñe,yempiezaaavanzarhaciamí,animándomearetrocederhastaquesientoladuramaderadetrásdemispiernas—.Quierofollarteaquímismoyhacerquegritesdeplaceryquetecorrasalrededordemipollasedientadeti.
Melevantaymecolocasobrelamesaquetenemosdetrás.Mesubeelvestido hasta la cintura y continúa asaltando mi boca. Sé lo que estáhaciendo.Ymedaigual.Estomereinstaurarálasfuerzasquenecesito.
—Hazlo—jadeomientraslevantolamanohastasupeloytirodeél.Miller gruñe en mi boca mientras se desabrocha el cinturón y los
pantalones antes de volver a posar las manos en mí y de apartarme lasbragas.Interrumpimosnuestrobesoybajolavistahastasuentrepierna.Supolladasacudidasansiosasysuplicamicalor.
—Ven aquí —ordena con voz ronca, y desliza una mano hasta mitraseroyloatraeconimpacienciahaciasucuerpomientrastambiénbajalamiradayacariciasuavementesuerección—.Venamí,miniña.
Me meneo un poco y apoyo las palmas de las manos detrás de míasegurándome de no apartar ni por un momento los ojos de su rostroperfectoparanopermitirmerecordardóndeestamos.Lahúmedacabezadesupollarozamisexoyhacequesilbeentredientesymepongatensa.Lafuerza que necesito emplear para mantener los ojos abiertos casi acabaconmigo.Menealapuntadesuereccióntrazandodolorososcírculosunayotra vez alrededor de mi carne, usando sus familiares técnicas deprovocación,apesardesuapremioanterior.
—¡Miller! —Mis manos forman puños detrás de mí y aprieto losdientes.
—¿Quieres que te penetre, Olivia? —Desvía la mirada de suentrepiernaamisonrojadorostroytanteamiabertura—.¿Quieres?
—Sí.—Rodeosucinturaconlaspiernasylasusocomopalancaparaacercarloamí—.¡Sí!—exclamo,ysupenetración,instantáneayprofunda,medejasinaliento.
—¡Joder,Livy!—Seretira lentamenteyobservacómoemergedemiinteriorconlamandíbulaapretada.
Despuésmemiray semantienequieto.Susojos azules seoscurecenvisiblemente,ymeagarralosmuslosconfuerza...preparándose.Esperoloqueestáporvenirysostengosufirmemiradaconformeseaproximahastaquesutorsotrajeadoseapoyaencimademíynuestrasnaricescasisetocan.Noobstante,permaneceinmóvilenmientrada,consólolapuntadentro.Nomemuevo.Mequedoquietaypacientemientrasmeobservadetenidamente,jadeandoensurostro,ansiandomovimiento,perodesesperadatambiénporqueMillerllevelasriendas,porqueséqueesjustoloquenecesita.
Ahora.Aquí.Amí.Nosmiramos fijamentea losojos.Nadaharáqueapartemosnuestras
miradas.Ycuandoreducelentamenteelpequeñoespacioquenosseparaymebesaconternura,sigosinperderdevistasusesferasazules.Mantengolosojosbienabiertos,yéltambién.Subesoesbreveperoafectuoso.Esunbesodeveneración.
—Te quiero —susurra, y vuelve a incorporarse, pero sigue sinpermitirseapartarlamirada.
Sonrío.Memantengo apoyada en un brazo y alargo el otro hacia él.Acaricio sumejilla hirsuta con la punta demi dedomientras él continúacontemplándomedetenidamente.
—Vuelveaponerlamanoenlamesa—meordenaconsuavidadperoconfirmeza,yobedezcoalinstante.Séperfectamentequépretende.Loveotraslaternuradesusojos.Veosuansiadesesperada.
Inspirahondoysupechoseexpandebajolateladesutraje.Yotambiéninspiroycontengoelaliento,preparándome,deseandoen
silencioquecontinúe.Aprietasuspreciososycarnososlabiosysacudelacabezasuavemente,
embelesado.—Noteimaginascuántotequiero.Yentoncesmepenetralanzandounbramidogutural.Grito,ymispulmonesliberantodoelairequehabíacontenido.—¡Miller!Se queda paralizado dentro de mí, manteniendo nuestros cuerpos
pegados, llenándome al máximo. Con tan sólo esa única y poderosaarremetida de su cuerpo contra el mío nos quedamos los dos sin aliento.Muchasmásestánporvenir,demodoquevuelvoatomaraireyaprovecholos pocos segundos queme está dando para prepararme para su siguienteataquemientraséltiemblaydasacudidasdentrodemí.
Sucede antes de lo que había anticipado. Recibo unos segundos dedolorosatorturamientrasélsaledemílentamenteantesdedejarsellevarporcompleto. Es implacable. Nuestros cuerpos colisionan una y otra vez,generandomaravillosos sonidos y sensaciones.Nuestros gritos de intensoplacer inundan el espacioso despacho y nuestra unión me traslada a eselugarmásalládelplacer.Mimentedesconectaymeconcentroúnicamenteenaceptar subrutalidad.Estoyseguradeque tendrémagulladurascuandohayamosterminado,ynomeimportalomásmínimo.
Loquieromásfuerte.Másrápido.Necesitomás.MásMiller.Loagarrodelachaquetaymeaferroaellacomosimefueselavidaenello.Estampola boca contra la suya y asalto su lengua. Necesita saber que estoy bien.Quiere follarmeperoconveneración.Quiere las cosasquenosconviertenennosotros.Tocarme.Saborearme.Amarme.
—¡Más fuerte! —grito contra su boca para que sepa que estoydisfrutando de esto. Que me encanta. Que me gusta todo: su fuerza, lainclemenciaconlaquemeestátomando,sumaneradereclamarme,dóndeestamos...
—Joder, Livy.—Desplaza la boca hasta mi cuello. Lo muerde y lochupayecholacabezahaciaatrásmientrasmeaferroasushombros.
Élnovacila...niporun... segundo.Lavelocidaddesuscaderassubeunamarcha.Odos.Opuedequetres.
—¡Joder!—¡Dios!—exclamo, y siento cómo toda la sangre de mi cuerpo se
concentra en mi sexo—. ¡Joder, joder, joder! ¡Miller! —Mis oídos seensordecen,mimentesenublayporfincedoycierrolosojos,quedándomeciega también.Ahora loúnicoque siento esplacer.Muchoplacer—. ¡Me
voyacorrer!—¡Eso es! ¡Córrete paramí, mi niña!—Desentierra el rostro demi
cuelloyasaltamiboca.Sulenguaseabrepasoa travésdemislabiosconimpaciencia cuando ve que no los abro para él. Estoy demasiadoconcentradaenmiorgasmoinminente.Vaahacerquemimundoestalleenmilpedazos.
Empiezoaentrarenpánicocuandoveoquememantengoenunpuntosin retorno, pero sin avanzar hasta mi explosión. Me pongo totalmentetensa.Mequedorígidaensusbrazos,ysólomemuevoporelcontrolquetieneMillersobrenuestroscuerpos.Mebombeaunayotravez,tirandodemicuerpocontrael suyomientrasnuestrasbocassedevoranmutuamente.Peronovaapasar.Noaquí,ymifrustraciónestalla.
—¡Másfuerte,joder!—gritodesesperada—.¡Hazquepase!Levanto la mano y tiro con fuerza de su pelo, haciéndolo gritar
mientrasmepercute.Pero se detiene. Súbitamente. Mi furia se multiplica por un millón
cuandoveoqueme sonríe con airede superioridad.Sequedaobservandocómojadeodemanerairregularporél,sientecómocontraigomismúsculosinternosasualrededor.Éltambiénestáapuntodeexplotar.Loveomásalláde la expresión de engreída satisfacción de su mirada. Pero no sé si esasatisfacciónsedebealhechodequeestéhaciendoquemevuelvalocaoaquemeestéposeyendosobrelamesadeWilliam.
La fina capa de sudor que reluce en su frente desvía mi atenciónmomentáneamente...hastaquehabla,yatraemimiradadenuevohacia lasuya.
—Diquesoytuyo—meordenatranquilamente.Micorazónlateconmásfuerzatodavía.—Eresmío—ledigoconvencidaalcienporcien.—Explícate.Meestámanteniendoalbordedelorgasmo,sosteniéndonosunidoscon
firmezaatravésdenuestrossexos.—Tú-me-perteneces.—Digopalabraporpalabra,ymemuerodedicha
alverelbrillodesatisfacciónensusojos—.Amí—añado—.Nadiemáspuede saborearte ni sentirte —apoyo las palmas de las manos en susmejillas,pegoloslabiosalossuyosylosmordisqueoligeramenteantesdeañadirmipropiamarca—,niamarte.
Unlargogemidoemanademicaballeroa tiempoparcial.Ungemido
defelicidad.—Correcto—murmura—.Túmbate,miniña.Obedezco de buena gana. Libero su rostro y me dejo caer sobre la
espalda sindejardemirarlo.Élmeofreceesamaravillosa sonrisaquemehace perder el sentido,menea la entrepierna lenta y profundamente ymeempujaalinstanteporelbordedelprecipicio.
—Ooooh—gimo,ycierrolosojos.Mellevolasmanosamipelorubioymesostengolacabezamientraslasacudodeunladoaotro.
—Coincido—apuntaMillerconvozgutural temblandoencimademíantesdeextraersumiembrodemicuerpoyapoyarlosobremivientre.Nohabíacaídohastaahoraenquenollevabacondón.
Secorresobremivientreysupollalatemientrassevacíayamboslocontemplamosensilencio.
Nonecesitodecirloquelosdossabemos.Ensumenteconsumidanohabía espacio para pensar en la protección cuando me empujó hacia eldespachodeWilliam.Sólopensabaenmarcarloqueessuyoenlaoficinadeunodesusenemigos.
¿Perverso?Sí.¿Meimporta?No.Desciendelentamenteelcuerposobreelmío,meinmovilizacontrael
escritorioybuscaeselugarenmicuelloquetantolegustaymeacariciaconlabocaenformacariñosa.
—Losiento.Lasonrisitaqueseformaenmislabiosesprobablementetanperversa
comolosactosirracionalesdeMiller.—No...De repente el sonido de un portazo resuena por la habitación,
interrumpiéndomeenelacto.Millerlevantaelrostrodemicuellohastaquememiraalacara.Lasonrisacalculadoraquesedibujaensumagníficabocameobligaamordermeellabioparaevitarimitarla.
«¡QueDiosnosasista!»—¡Malditohijodeputa!—LasuntuosavozdeWilliamestácargadade
veneno—.¡Malditocerdohijodeputainmoral!Abro losojoscomoplatoscuando la inmensidaddenuestrasituación
supera la satisfacción enfermiza que estoy sintiendo. Aunque la pícarasonrisadeMillersiguefijaensusitio.Seinclinaymebesaconternura.
—Hasidounplacer,miniña.Se aparta de mi cuerpo, manteniéndose de espaldas a William para
taparmemientras él se abrocha los pantalones.Me sonríe y sé que es sumaneradedecirmequenomepreocupe.Mecolocalasbragasensusitioymebajaelvestido,cosaqueagradezco,porqueestoyparalizadaacausadelaansiedadysoyincapazdeadecentarme.Entoncesmelevantadelamesayse aparta, exponiéndome ante la potente furia que emana de la poderosafiguradeWilliam.
Joder,parecequeestéapuntodemataraalguien.William pone cara de asco. Está temblando físicamente. Y ahora yo
también. Pero Miller no. No. Él pasa por alto la furia, retira una sillatranquilamente, me da la vuelta y empuja mi cuerpo en estado de shockhaciaelasiento.
—Miseñora—dice,ymemofoantesucontinuaarrogancia.Anhelasupropiamuerte:notieneotraexplicación.
Dirijomimiradaperdidahacia adelante, empiezo a juguetear conmianillodediamanteseneldedoconnerviosismoy,conelrabillodelojo,veocómoMillersealisael traje tranquilamentedemaneraexageradaantesdesentarseenlasillaqueestáami lado.Lelanzounamiradadesoslayo.Élmesonríe.¡Ymeguiñaelojo!Nomelopuedocreer.Mellevolamanoalabocayempiezoapartirmederisa. Intentocontener lasrisitasyfingirquemehadadounataquedetos.Esunmalgastodeenergía.Estasituaciónnotienenadadedivertida.No loeraantesdequeMillermeviolasesobre lamesadeWilliam,ydefinitivamenteahoratampocoloes.Ambosestamosenunbuenlío.Unlíoeldobledegrandequecuandollegamos.
Permanezco rígida y dejo de reírme cuando oigo el sonido de unaspisadas que se acercanmientrasMiller se pone cómodo, se reclina haciaatrás,apoyaeltobilloenlarodillaydeslizalasmanosporlosbrazosdelasilla. William rodea la mesa y mi mirada cautelosa sigue su camino. Elambienteessimplemente...horrible.
TrassentarselentamenteensusillasinapartarsusfuriososojosgrisesdeMiller,quesigueindiferente,Williamhablaporfin.Perosuspalabrasmedejanestupefacta.
—Tehascambiadoelpelo.Sevuelve haciamí y observami nuevo corte, que probablemente en
estemomentoestétodorevueltodespuésdenuestrasesióndesexo.Sientomirostrohúmedoymicuerposigueardiente.
—Me lo he cortado—respondo.Ahora que ha dirigido su despreciohaciamí,sientoquemiinsolenciasereaviva.
—¿Enunapeluquería?Empiezo a revolverme incómoda. Esto no es bueno. La gente
normalmente va a cortarse el pelo a la peluquería, se da por sentado, demodo que el hecho de que me lo haya preguntado no me hace ningunagracia.
—Sí. —No le miento. He ido a cortarme el pelo a la peluquería...despuésdehabérmelotrasquiladoyo.
Williamune lasmanos a la altura de su boca formando un triángulomientrasobservacómonoparodemovermeinquietaparaevitarsumirada.SusojosysuspalabrashostilesprontodejandecentrarseenmíysedirigenhaciaMiller.
—¿Enquécoñoestabaspensando?Ahorahainyectadounpocodecalorasutono,ymeaventuroamirarlo
y me pregunto si se refiere a lo que acaba de encontrarse o a lo queindudablementesabedelosacontecimientosdeanocheenelIce.
Millerseaclaralagargantaylevantalamanoparasacudirseelhombrocomositalcosa.Esungestodeliberadodeindiferencia.Estápulsandotodaslas teclas de William, y aunque yo he hecho lo mismo en numerosasocasiones,noestoyseguradequeésteseaelmomento.Yohecontenidomiinsolencia...másomenos.Millertambiéndebecontrolarsuimpudicia.
—Ellaesmía—dicemirandoaWilliam—.Yhagoconellaloquemedalagana.
Me encojo en la silla, pasmada ante su absoluta egolatría en unmomento tan delicado. Es él quien asegura que necesitamos la ayuda deWilliam, de modo que ¿por qué está comportándose como un auténticocapullo? ¿No decía que se entendían? ¡Ya veo! Sé que tiene un modopeculiar deusar las palabras.He acabado aceptándolo, pero esa frase estáclaramentediseñadaparaencolerizaraWilliam todavíamásy,cuandomeaventuroamiraralantiguochulodemimadreyveoqueprácticamentelesalehumoporlasorejas,saltaalavistaquelohaconseguido.
Williamselevantadelasilla,golpealaspalmasdelasmanoscontralamesayseinclinahaciaadelanteconelrostrodeformadoporlaira.
—¡Estás a un milímetro de ser aplastado, Hart! ¡Y yo me estoyponiendo enmedio de esta puta situación para asegurarme de que eso nopase!
RetrocedoenmisillaparaponertodaladistanciaposibleentreWilliamyyo.Esunvanointentodeesquivarlasvibracionesagresivasqueemanan
de su cuerpo agitado.Esta situación se está volviendomás insoportable acadasegundoquepasa.MillerselevantadesuasientolentamenteeimitalaposturadeWilliam.Estáapuntodeempeorar.Noconfundo lacalmayelmovimientofluidodeMillerconunaseñaldecontrol.Sumandíbulatensaysusojosfueradesíindicanmásbientodolocontrario.Mequedoparalizadaymesientoimpotentemientrasestosdoshombrespoderososseenfrentan.
—Sabestanbiencomoyoquesoycapazdepartirlestodosloshuesosdesuscuerposdeparásitosyqueloharé—dice,prácticamentesusurrandolas palabras a William a la cara mientras sus hombros ascienden ydesciendendemaneraconstante...casirelajada—.Nocometasningúnerror.Nomelopensarédosveces,ymeestarériendoenelproceso.
—¡A la mierda! —maldice William, y alarga las manos, agarra lacamisadeMilleralaalturadelagarganta,retuercelatelayloatraehaciaél.
Doy un brinco, pero no les grito que paren. Soy incapaz de articularunapalabra.
—Suél... ta...me—diceMillerde forma lentayconcisaconun tonocargadodeferocidad—.Ahora.
Ambos hombres permanecen quietos durante lo que parece unaeternidad,hastaqueWilliammaldicedenuevoyempujaaMillerhaciaatrásantesdedejarcaerelculosobrelasillayecharlacabezaatrásparamiraraltecho.
—Estavezlahascagadoperobien,Hart.Siéntate,Olivia.Obedezcoalinstante.Noquierocausarmásproblemas.MiroaMillery
veoqueseestáalisandolacamisayseajustaelnudodelacorbataantesdesentarse también.Tengo una absurda sensación de alivio cuando alarga lamano,cogelamíaymelaestrechaconfuerza.Essumaneradeindicarmequeestábien.Quecontrolalasituación.
—Imaginoqueterefieresalodeayerporlanoche.UnarisasarcásticaescapadelabocadeWilliamyagachalacabeza.Su
miradaoscilaentreMilleryyo.—¿Quieresdecirquenomerefieroalhechodequehasmarcadoloque
considerasqueestuterritorioenmidespacho?—Loqueséqueesmiterritorio.¡Ay,Señor!—¡Vale,yabasta!—gritodirigiendomiexasperaciónhaciaMiller—.
¡Dejadloya!—Amboshombresreculanensussillasysusatractivosrostrosfuriososreflejanunasorpresaevidente—.¡Bastayadetodaestamierdadel
machoalfa!MesueltolamanoquesostieneMiller,peroélnotardaenreclamarla.
Selallevaalaboca,posaloslabioseneldorsoylabesarepetidasveces.—Losiento—diceconsinceridad.Sacudo la cabeza e inspiro hondo. Entonces dirijo la atención a
William,queestáobservandoaMillerconairepensativo.—Creía que habías aceptado que no vamos a separarnos —digo, y
adviertoqueMillerhainterrumpidosulluviadebesossobremimano.Después de que William nos ayudase a huir a Londres estaba
convencidadequenohabríamásintromisionesporsuparte.SuspiraysientocómoMillerbajamimanohastasuregazo.—No paro de tener sentimientos encontrados respecto a este asunto,
Olivia. Reconozco el amor cuando lo tengo delante. Pero también eldesastre.Notengoniputaideadecómodeboactuarparatubeneficio.—Seaclara la garganta y me mira como pidiendo perdón—. Disculpa milenguaje.
Resoploconsarcasmo.¿Quedisculpesulenguaje?—¿Yahoraqué?—continúaWilliampasandoporaltomiconfusióny
mirandoaMiller.Sí,acabemosconestodeunavez.YotambiénmevuelvohaciaMiller,
yestohacequeserevuelvaensusilla.—Quiero dejarlo—diceMiller, claramente incómodo bajo lamirada
dedosparesdeojos,ynoobstantepronunciasudeclaraciónconabsolutadeterminación. Eso está bien.Aunque, paramis adentros, he llegado a laconclusióndequenoessuficiente.
—Sí, eso ya estaba claro. Pero te lo preguntaré otra vez: ¿crees quedejaránquetemarches?—Esunapreguntaretórica.Norequiererespuesta.Y no obtiene ninguna. De modo que William continúa—. ¿Por qué lallevasteallí,Hart?¿Porqué,sabiendolodelicadasqueestánlascosas?
Melevanto.Todoslosculpablesmúsculosdemicuerposesolidificancomoresultadodeesapregunta.Nopuedodejarquetambiéncargueconesaacusación.
—No me llevó él —susurro avergonzada, y siento cómo Miller meestrecha lamano conmás fuerza—.Miller estaba en el Ice.Yo estaba encasa.Recibíunallamadaenmimóvil.Deunnúmerodesconocido.
Williamfrunceelceño.—Continúa.
Tragosaliva,reúnoalgodevalor,miroaMillerconelrabillodelojoydetectoenélunaexpresióntiernaycariñosa.
—Escuchéunaconversaciónynomegustóloqueoí.Espero la pregunta obvia, pero sofoco un grito cuandoWilliam dice
algoquenoesperaba.—Sophia.—Cierralosojoseinspiraconairecansado—.Esamaldita
SophiaReinhoff.—Susojosseabrenyse fijanenMilleral instante—.YhastaahíllególoderestarleimportanciaaturelaciónconOlivia.
—Millernohizonada—digo,ymeinclinohaciaadelante—.Fuiyolaqueprovocólasituación.Mepresentéenelclubycolmésupaciencia.
—¿Cómo?Cierrolabocadegolpeyretiromisilladenuevo.Nocreoquequiera
escucharesto,delmismomodoqueMillernoqueríaverlo.—Yo...—MepongocoloradabajolamiradaexpectantedeWilliam—.
Yo...—La reconocieron —interviene Miller, y sé que lo hace porque
pretendeculpardeestaparteaWilliam.—Miller...—No,Olivia.—Meinterrumpeyseinclinaunpocohaciaadelante—.
Lareconocióunodetusclientes.El arrepentimiento que inunda el rostro de William me invade de
culpabilidad.—Vicómounbabosointentabareclamarladelantedemí.Seofrecióa
cuidardeella.—Estáempezandoatemblar.Elrecuerdoestáreavivandosuira—.Dígame,señorAnderson,¿quéhabríahechousted?
—Lohabríamatado.Meencojoalescucharsurespuestarotundayamenazadorayalsaber
quelodicetotalmenteenserio.—Bueno,yoleperdonélavida...—Millerserelajadenuevoensusilla
—.Creo.¿Meconvierteesoenmejorhombrequetú?—Es posible —responde William sin vacilación y con absoluta
sinceridad.Poralgunarazón,nomesorprende.—Mealegrodequelohayamosaclarado.Ahora,prosigamos.—Miller
cambia de posición en su silla—.Voy amarcharme. Y voy a llevarme aCassieconmigo,ytedirécómopiensohacerloexactamente.
Williamloobservadetenidamenteduranteunrato,yentoncesambossevuelvenhaciamí.
—¿Queréisquememarche?—pregunto.—Espérameenlabarra—diceMillerconfrialdad,ymemiraconuna
caraa laqueyameheacostumbrado.Es laqueme indicaqueestonoesnegociable.
—Entonces¿sólomehastraídoaquíparafollarmeensumesa?—¡Olivia!—Williammeregaña,obligándomeatrasladarmimiradade
despreciodeMilleraélduranteunosmomentos.Me devuelve la mirada y, si no estuviese tan cabreada en este
momento,legruñiría.Perosoyconscientedequenopuedoayudarennadaaquí.Dehecho, todo loquenosha llevadoaestemomentosóloconfirmaque soy más bien un estorbo, pero estoy enfadada por... por todo. Porsentirmeinútil,porserdifícil.
Me levanto en silencio, me vuelvo sin mediar palabra y huyo de latensión cerrando la puerta al salir. Recorro el pasillo algo aturdida y medirijoallavabodeseñoras,pasandoporaltoelhechodequeséexactamentepordóndetengoqueir.Hagocasoomisodelasmiradasdeinterésquemelanzan los hombres, las mujeres y el personal del club. Cuesta, pero loconsigo.Saberelestadodedesesperanzaquepodríanllegaracausarmeesasmiradasmeproporcionalasfuerzasnecesariasparalograrlo.
Cuandoterminodeusarelbaño,delavarmelasmanosydemiraralasmusarañasfrentealespejoduranteunaeternidad,medirijoalreservado,mesientosobreuntabureteymepidorápidamenteunacopadevino,cualquiercosacontaldecentrarmeenalgoquenoseavolveraldespachodeWilliam.
—Señorita.—Elcamarerosonríeymedeslizamibebida.—Gracias.—Bebountragolargoeinspeccionoelbar.Porfortuna,Carlyanoestáaquí.Compruebolahoraenmiteléfonoy
veoquesonsólo lasdoce.Tengo lasensacióndequeestamañanaseestáeternizando,perolaideadeveralaabuelaydellevarlaacasaenunashorasmelevantaelánimo.
Siento cómome relajo en el grato ambiente del bar y gracias amiscontinuos tragos de vino... hasta que esa sensación, que no había tenidodesde que nos marchamos a Nueva York, de repente me bombardea denuevo.Escalofríos.Semeerizaelvellodeloshombros,yacontinuacióneldelcuello también.Levanto lamanoparamasajearmeelcuelloyechounvistazoaunlado.Noveonadafueradelocomún;sóloahombresbebiendode sus copas y charlando tranquilamente y a una mujer sentada en untabureteamilado.Decidoquitarleimportanciaysigobebiendo.
Elcamareroseaproximaysonríealpasarparaatenderaladama.—Hendrick’s,porfavor—pideconunavozsuave,roncaycargadade
sensualidad,comolamayoríadelasmujeresdeWilliam.Es como si hubiesen dado clases para perfeccionar el arte de la
seducción verbal. Incluso algo tan simple como pedir una bebida suenaeróticoensusbocas.Apesardel recordatorio,sonríoparamisadentros,yno tengo ni idea de por qué. Tal vez sea porque estoy segura de que yonuncahetenidoesavoz.
Me llevo el vino a los labios y observo cómo el camarero sirve labebiday lepasaa lamujerelvasoantesdevolvermehacia laentradadelbar,esperandoaqueaparezcanMilleryWilliam.¿Cuántomásvanatardar?¿Siguen vivos? Intento dejar de preocuparme, yme resulta bastante fácilcuandotodasesassensacionesindeseadasregresanymeobliganavolvermedespaciodemaneraautomática.
La mujer me está mirando, y sostiene su vaso suavemente con susdelicadosdedos.
Unosdedoscomolosmíos.Mi corazón sale catapultado hasta mi cabeza y estalla, esparciendo
millones de recuerdos en una bruma que flota ante mí. Las visiones sonclaras.Demasiadoclaras.
—Mipequeña—susurra.
CAPÍTULO15
Nisiquieraelestrépitodelvasoestrellándosecontraelsuelocuandosemecaedelasmanossinvidaconsiguequeapartemosnuestrasmiradas.
Zafirofrenteazafiro.Aflicciónfrenteadesconcierto.Madrefrenteahija.—No. —Sollozo, me levanto del taburete y retrocedo con piernas
temblorosas—.¡No!Mevuelvoparaescapar,mareada,temblandoysinpoderrespirar,pero
me estrello contra un pecho inmenso. Siento cómo unas fuertes palmasenvuelven mis antebrazos. Al levantar la vista veo a Carl evaluando miexpresióndeangustiaconojoscargadosdepreocupación.Esosóloconfirmaqueloquecreoqueacabodeveresreal.Eltipopareceinquieto,algoquenolepegaenabsoluto.
Laslágrimasbrotandemisojosatormentadosmientrasmesostiene.Suenormecuerpoemanavibracionesdeansiedadquesemecontagian.
—Malditasea—ruge—.Gracie,¿aquécoñoestásjugando?La mención del nombre de mi madre inyecta vida a mi cuerpo
bloqueado.—¡Deja que me vaya! —grito, y empiezo a revolverme, llena de
ansiedadydepánico—.¡Porfavor,déjame!—¿Olivia?—Suvozpenetrahasta los rinconesmásprofundosdemi
menteyprovocaelataquedeunaluviónde recuerdosperdidos—.Olivia,porfavor.
Oigosuvozdecuandoeraunaniñapequeña.Oigocómometarareabananas, siento cómo sus dedos suaves me acarician la mejilla. La veo denuevo por última vez saliendo de la cocina de la abuela. Todo me estáconfundiendo.Surostrolohaprovocadotodo.
—Porfavor—ruegomirandoaCarlconlosojosllenosdelágrimasylavoztemblorosa.Elcorazónmeestáasfixiando—.Porfavor.
Aprieta los labios con fuerza y todas las emociones posibles sereproducenenélcomofotogramas:compasión,tristeza,culpabilidad,ira.
—Joder—maldice, y de repenteme lleva detrás de la barra.Golpea
conelpuñounbotónocultoquehaytrasunaestanteríallenadelicoryunaalarmaempiezaaresonarconfuerzaportodoeledificio,haciendoquetodoelmundoselevantedesussillas.
El bullicio de la actividad es instantáneo, y el insoportable sonidoresulta curiosamente reconfortante. Está llamando la atención de todo elmundo,peroséquesóloquierelapresenciadeunhombreaquí.
—Olivia,nena.Siento que una descarga eléctrica recorre todomi cuerpo cuandome
tocaelbrazoconsusuavemano.HacequemiconstituciónmenudaempieceaforcejeardenuevoconCarl,sóloqueestavezconsigoliberarme.
—¡Gracie, déjala estar! —ruge éste cuando salgo corriendo desdedetrásdelabarraatalvelocidadquealinstantedejodesentirlaspiernas.
Nopuedopensarennadamásqueenescapar.Ensalirdeaquí.Enhuirmuylejos.Consigollegaralapuertadelbarygirolaesquinarápidamente.Entoncesveoqueellavienedetrásdemí,peroWilliamaparecedelanadaylabloquea.
—¡Gracie! —exclama William con tono amenazador mientras luchaporretenerla—.¿Cómopuedessertanestúpida?
—¡Nodejesquesemarche!—grita—.¡Porfavor,noladejes!Detectolaangustiaensuvozyveoelterrorensupreciosorostroantes
dequedesaparezcademivistacuandogirolaesquina.Loveo.Peronolosiento. Sólo siento mi propio dolor, mi rabia, mi confusión, y no puedosoportarningunadeestassensaciones.Vuelvoaconcentrarmeencontinuarhacia adelante y corro hacia las puertas queme sacarán de este infierno,pero de repente dejo demoverme, y tardo un tiempo en comprender porqué:mispiernassemuevenperolaspuertasnoseacercan,consumidaporlaangustia.
—Olivia,estoyaquí—mesusurraMilleraloídoinfundiéndomecalma.Peropormuybajoquelasdice,looigoperfectamenteapesardelalaridodelasalarmasydelafrenéticaactividadquehayamialrededor—.Chist.
Sollozo,me doy la vuelta, lo rodeo con los brazos yme aferro a élcomosimefueselavidaenello.
—Ayúdame—sollozoensuhombro—.Sácamedeaquí,porfavor.Sientocómomispiesabandonanelsuelo.Ysientocómomesostiene
contralaseguridaddesupecho.—Chist.—Apoya lamanoenmicabezayempujami rostrohaciael
confortdesucuellomientrasempiezaacaminarconpasodecidido.Siento
cómo el pánico que me invade empieza a disminuir con tan sólo estarinmersaenloquemáslegusta—.Nosvamos,Olivia.Voyasacartedeaquí.
Mismúsculos cobran vida gracias a la firmeza de sus brazos y a sutono tranquilizador y lo abrazo con fuerza para mostrarle miagradecimiento, pues todavía soy incapaz de expresarlo con palabras.Apenassoyconscientedequesúbitamentelassirenasdejandesonar,perosíoigo claramente unos pasos que se aproximan a toda prisa detrás denosotros.Dosparesdepies.YningunodeelloseseldeMiller.
—¡Nolaalejesdemí!Tragosalivayhundomásel rostroenelcuellodeMillermientrasél
hacecasoomisodelasúplicademimadreycontinúaavanzando.—¡Gracie! —El bramido de William detiene las pisadas e incluso
provocaqueelpasodeMillervacileporun segundo,pero al sentir cómoentierromás lacabezaenélvuelveaacelerarel ritmo—.¡Gracie,malditasea!¡Déjalaenpaz!
—¡No!DerepentealguiennosdetienedeuntirónyMillergruñeysevuelve
paraenfrentarseamimadre.—Suéltame el brazo —silba con los dientes apretados, y su tono
adquiereelmismoniveldeamenazaquelehevistousarconotros.Elhechodequeestamujerseamimadreledaexactamenteigual—.Notelovoyarepetir.
Miller permanece quieto, esperando a que ella lo suelte en lugar dequitárseladeencimadeuntirón.
—Nodejaréquetelalleves.—LavozdecididadeGraciemellenadepánico.No puedomirarla.No quiero verla—. Tengo que hablar con ella.Necesitoexplicarlemuchascosas.
Miller empieza a agitarse, y es en estemomento cuando comienzo aasimilarlasituación.Estámirandoamimadre.Estámirandoalamujerquemeabandonó.
—Hablarácontigocuandoestépreparada—respondecontranquilidad,pero sus palabras están cargadas de advertencia—. Si es que algún día loestá.
Giraelrostrohaciamicabeza,pegaloslabiosenmicabelloeinspirahondo.Meestáinfundiendoseguridad.Meestádiciendoquenovoyahacernadaquenoquierahacer,yloamomuchoporello.
—Pero necesito hablar con ella ahora. —Su tono está cargado de
determinación—.Tienequesaber...Millerpierdelapacienciaalinstante.—¿Te parece que está preparada para hablar contigo?—ruge y hace
quemeestremezcaensusbrazos—.¡Laabandonaste!—Notuveotraopción—dicemimadreconvoztemblorosaycargada
deemoción.Sin embargo, no siento ninguna empatía, y me pregunto si eso me
convierteenunapersonainhumanaysincorazón.No,tengouncorazón,yahoramismoestálatiendoenmipecho,recordándomesucrueldaddehacetantosaños.EnmicorazónnohaysitioparaGracieTaylor.EstádemasiadoocupadoporMillerHart.
—Todos tenemosopciones—diceMiller—,yyoheescogido lamía.Seríacapazdeatravesarlasentrañasdelinfiernoporestachica,yloestoyhaciendo.Túnolohiciste.Esoesloquehacequeyomerezcasuamor.Esoesloquehacequeyolamerezca.
Sollozo intensamente al escuchar su confesión. Saber queme quierellena el vacío que siento enmi interior con una gratitud pura y absoluta.Oírle confirmarque se consideramerecedordemiamorhaceque todo sedesborde.
—¡Capulloengreído!—leespetaGraciehaciendousodelainsolenciadelasTaylor.
—Gracie,querida...—intervieneWilliam.—¡No,Will!Memarchéparaevitarsometerlaaladepravaciónalaque
me estaba enfrentando. He ido de país en país durante dieciocho años,muriéndomepordentroadiariopornopoderestarconella.¡Pornopoderser sumadre! ¡No pienso permitir que este hombre irrumpa en su vida yeche a perder cada dolorosomomentoquehe tenidoque soportar duranteestosdieciochoaños!
Esa frase se queda grabada alto y claro en mi mente a pesar de miestadodeangustia.¿Sudolor?¿Suputodolor?SientotalnecesidaddesaltardelosbrazosdeMillerparaabofetearlelacaraqueporunmomentolafuriamenublaelentendimiento,peroél inspirahondopara tranquilizarseymeestrechalacinturaconmásfuerza,distrayéndomedemiintención.Losabe.Sabeelefectoqueesaspalabrashansurtidoenmí.Deslizaunamanohastalapartetraserademipiernaytiradeellaesperandoquereaccione,demodoqueenvuelvosucinturaconlosmuslosamododerespuestaytalvezpararestregárseloamimadreporlacara.
Estoestodoloquenecesito.Élnovaarenunciaramí,yyonopiensodejarlomarchar.Nisiquierapormimadre.
—Oliviaesmía—afirmaMillercontonofrío,tranquiloyseguro—.Nisiquiera tú podrás robármela.—Su promesa casi irracional me colma deesperanza—.Ponmeaprueba,Gracie.Atréveteaintentarlo.
DamediavueltaysaledelSocietyconmigoenroscadaasualrededorcomounabufanda,unabufandabienanudadaquenuncasedesatará.
—Tienesquesoltarte—murmuraMillerenmipelocuandollegamosasucoche,peroyorespondoúnicamenteaferrándomemásaélyprotestandocontrasucabello—.Olivia,vamos.
Cuandomislágrimasamainan,despegomicaramojadadesucuelloymantengolavistafijaenelcuelloempapadodesuimpolutacamisablanca.La hemanchado toda demaquillaje. Hay pegotes de rímel y de coloreteincrustadosenlacaratela.
—Telaheestropeado—suspiro.No necesito mirar su rostro atractivo para saber que tiene el ceño
fruncido.—Nopasanada—respondeconun tonorepletodeconfusión, loque
vieneaconfirmarmipensamientoanterior—.Venga,bájate.Cedo y me desengancho de su alta figura con su ayuda. Me quedo
delantedeél, con lamiradabaja, sinquerer enfrentarmea superplejidad.Exigirá una explicación ante mi falta de interés. No quiero darexplicaciones,ypormuchoqueinsistanoconseguiráquelohaga.Demodoqueesmásfácilevitarsumiradainterrogante.
—Vamosaporlaabuela—digoprácticamentecantando,ydoymediavuelta y me dirijo al asiento del pasajero, dejando a Miller atrás,decididamente confundido.Me da igual. En lo que amí respecta, lo queacabadesucedernuncahapasado.Memetoenelcoche,cierrolapuertaymepongoel cinturóna todaprisa.Memueropor reunirmecon laabuela.Estoydesesperadaporllevarladevueltaacasayempezaraayudarlaconsurecuperación.
Hagocomoquenomepercatodelcalordesumiradasobremícuandosesientaamiladoydecidoencenderlaradio.SonríocuandoMidnightCitydeM83suenaatodovolumenporlosaltavoces.Perfecto.
Pasan unos cuantos segundos y Miller todavía no ha arrancado el
coche.Porfinreúnoelvalordemirarloalacara.Misonrisaseintensifica.—¡Vamos!Apenaslogracontenersuestupefacción.—Livy,¿qué...?Levantolamanoypegolosdedoscontrasuslabiosparaacallarlo.—Ellos no existen, Miller—empiezo, y recorro el camino hasta su
garganta cuando tengo la certeza de que va a dejarme continuar sininterrumpirme.Sunuezsehinchabajomitactocuandotragasaliva—.Sólonosotros.
Sonríoyobservocómoentornalosojosconincertidumbreymenealacabezadeunladoaotrolentamente.Entoncesmedevuelvelasonrisaconunaleveporsuparte,sellevamimanoalabocaymelabesaconternura.
—Nosotros—confirma,ymisonrisaseintensifica.Asientoconagradecimiento,reclamomimanoymepongocómodaen
elasientodepiel,conlacabezaapoyadaenelreposacabezasylamiradaaltecho. Me esfuerzo todo lo posible en concentrar mis pensamientosúnicamenteenunacosa.
Enlaabuela.En ver su precioso rostro, escuchar sus expresiones bordes, sentir su
cuerpo rechoncho cuando la abrazo con fuerza y disfrutar del tiempo quepasaréconellamientrasserecupera.Esmitrabajoyeldenadiemás.Nadiemástieneelplacerdedisfrutardeesascosas.Sóloyo.Ellaesmía.
—Por ahora, respetaré tu decisión—diceMiller mientras arranca elmotor.
Lomiro con el rabillo del ojo y veo que él está haciendo lomismoconmigo. Desvío rápidamente la vista hacia adelante y paso por alto suspalabrasysumirada,quemedicequenovoyapermanecerenlaignoranciadurantemucho tiempo. Eso ya lo sé, pero por ahora tengo la distracciónperfectaypiensoconcentrarmeenellaporcompleto.
Enelhospitalhaceuncalorhorribleysofocante,pero,curiosamente,sientounainmensapazalllegaraquí.Mispiesavanzancondeterminación,como si mi cuerpo fuese consciente de mis intenciones y me estuvieseayudandoallegaralobjetodemiplandedistracciónloantesposible.Millerno ha dicho ni una palabra desde que nosmarchamos del Society.Mehadejadosumidaenmispensamientos,quehanestadobloqueandotodoloque
puedaempañar el entusiasmoqueespero sentirunavezquepose losojossobremiabuela.Sumanoenvuelveminucamientrascaminaamiladoysudedomasajeasuavementemipiel.Meencantaqueintuyaloquenecesito,yahoranecesitoesto.Aél.Alaabuela.Ynadamás.
GiramoslaesquinahacialasalaCedroyoigoalinstantelarisadistantede la abuela, haciendo que ese entusiasmo con el que contaba se dispare.Acelero el paso, ansiosa por llegar hasta ella, y cuando entro en lahabitacióndondeséqueseencuentra,todaslaspiezasdemividavuelvenaencajarensusitio.Estásentadaensusillón,ataviadaconsumejortrajedelosdomingosyconsubolsadeviajesobreelregazo.Noparadereírseconalgo de la televisión. Me relajo bajo la mano de Miller y me quedoobservándola durante un buen rato, hasta que sus ojos azul marino seapartan de la pantalla yme encuentran. Los tiene húmedos de tanto reír.Levantalamanoysesecalaslágrimasdelasmejillas.
Entonces su sonrisa desaparece y me mira con el ceño fruncido,haciendo que mi alegría se esfume y que mi corazón lleno de dicha seacelere,peroestavezdepreocupación.¿Sabealgo?¿Semenotaenlacara?
—¡Yaerahora!—protestamientrasdirigeelmandohacialapantallayapagaeltelevisor.
Su hostilidad restaura mi felicidad al instante y mis temores de quepudiese saber algo desaparecen. Ella jamás debe enterarse. Me niego aponerenriesgosusalud.
—Hellegadoconmediahoradeantelación—ledigo,ycojoaMillerdelamuñecaparamirarsureloj—.Medijeronalascuatro.
—Puesllevoaquísentadaunahora.Semeestádurmiendoelculo.—Arrugalafrente—.¿Tehascortadoelpelo?
—Sólomelohesaneado.—Mellevolamanoalpeloymeloatusounpoco.
Hace ademán de levantarse y Miller desaparece de mi ladorápidamente.Lecogeelmaletínyleofrecelamano.Ellasedetiene,lomiraysuirritaciónsetransformaalinstanteenunasonrisapícara.
—Eres todo un caballero —le dice con entusiasmo, y apoya suarrugadamanosobreladeMiller—.Gracias.
—De nada —responde Miller inclinándose mientras la ayuda alevantarse—.¿Cómoseencuentra,señoraTaylor?
—Perfectamente—responde ella poniéndosederechaunavezdepie.Noestáperfectamente,paranada,tienelaspiernasunpocoflojas,yMiller
memiraalinstanteparaindicarmequeéltambiénlohanotado—.Llévameacasa,Miller.TeprepararésolomilloWellington.
Me mofo, expresando mi opinión al respecto, y miro a mi derechacuandolaenfermeradeplantaaparececonunabolsadepapel.
—Lamedicacióndetuabuela.—Sonríecuandomelaentrega—.Ellaya sabe qué pastillas tiene que tomar y cuándo, pero también se lo heexplicadoasuhijo.
—¿Suhijo?—espetoconlosojosabiertoscomoplatos.Laenfermeraseponecolorada.—Sí,esecaballeroquevienetodoslosdíasunpardeveces.MevuelvoyveoqueMillerestátanconfundidocomoyo,ylaabuela
sonríedeorejaaoreja.Empiezaa reírseyse inclina ligeramentemientrasMillerlasostienedelbrazo.
—Ay,querida.Esehombrenoesmihijo.—Vaya...—dice la enfermera, y se une a Miller y a mí en nuestra
perplejidad—.Pensabaque...bueno,lohabíadadoporhecho.La abuela recobra la compostura, se pone derecha, pone los ojos en
blancoysecogedelbrazodeMiller.—Williamesunviejoamigodelafamilia,querida.Me mofo de nuevo, pero me callo cuando la abuela me lanza una
miradainterrogante.¿Unviejoamigodelafamilia?¿Enserio?Mimentenoparadedarlevueltasalacabeza,peromeesfuerzotodoloposibleporevitarquelaspreguntasescapenpormibocaadiestroysiniestro.Noquierosabernada.AcabodedejaralviejoamigodelafamiliaenelSociety,reteniendoamima...
—¿Estás lista? —pregunto, ansiosa por olvidar este pequeñomalentendido.
—Sí,Livy.Llevolistaunahora—responde,frunceloslabiosydesvíasuagriamiradahacialaenfermera.
—Ésteeselnoviodeminieta—anuncialaabuelaenvozmásaltadelonecesario,comosiquisiesemostraratodalasalaelmagníficotrofeoquetieneenelbrazo—.Esguapoarabiar,¿verdad?
—¡Abuela!—exclamo,poniéndomecoloradaporMiller—.¡Para!Laenfermerasonríeyseapartalentamente.—Reposoabsolutoduranteunasemana,señoraTaylor.—Sí,sí—respondeconhastíoalaenfermera,yseñalaaMillerconla
cabeza—.Tieneunbuenculito.
Meatraganto.MillerseríeylaenfermeraseponerojacomountomatecuandosusojossedirigenalasusodichazonadeMiller,peroentoncesmimóvilempiezaasonarenmibolsoymesalvadelcomportamientotraviesodemi abuela. Sacudiendo la cabeza totalmente exasperada, rebusco en elbolso.LocalizoeldispositivoymequedoparalizadacuandoveoelnombredeWilliamenlapantalla.
Ledoya«Rechazar».VuelvoameterloenelbolsoyobservoelrostrorisueñodeMillercon
cautelacuandosuteléfonoempiezaasonardentrodesubolsillointerior.Susonrisa desaparece al ver mi mirada y detectar la melodía de su móvil.Sacudolacabezasutilmente,esperandoquelaabuelanocaptelosmensajessilenciosos que nos estamos lanzando yme pongo furiosa cuando deja labolsadelaabuelaenelsueloysellevalamanolentamentealbolsillo.Legritomentalmentequelodejeestarylofulminoconlamiradadesdeelotroladodelacama,perohacecasoomisoyrespondealallamada.
—¿Teimporta?—pregunta,indicándomequeloreleveparasosteneralaabuela.
Me esfuerzo almáximo en no arrugar el rostro de enfado, porque séque la abuela nos está observando. Me acerco lentamente y sustituyo elbrazodeMillerporelmío.
—¿Es una llamada importante?—pregunta la abuela con suspicacia.Deberíahaberimaginadoquenadalepasadesapercibido.
—Podríadecirsequesí.—Millermebesaenlafrenteenunintentodecalmarme,ylaabuelasuspiraembelesadamientrasobservacómosealejansus nalgas—. ¿Sí? —dice Miller al teléfono mientras desaparece por laesquina.
Pongomorritos.Nopuedoevitarlo,ymeofendoconMillerpornosercapaz de hacer lo que a mí me sale con demasiada facilidad: enterrar lacabeza en la arena; hacer como si nada; continuar como si jamás hubiesesucedidonadaespantoso.
—¿Va todo bien entre vosotros dos? —pregunta la abuela conpreocupación, interrumpiendo mis acelerados pensamientos ydevolviéndomedesopetónallugarenelquequieroestar.
—Demaravilla—miento, y fuerzouna sonrisa y recojo su bolsa delsuelo—.¿Lista?
—¡Sí!—refunfuña exasperada, y acto seguido su rostro ancianomedevuelvelasonrisa.Entoncessevuelvehacialacamaquetieneenfrentey
me obliga a volverme con ella—. ¡Adiós, Enid!—grita molestando a lapobreancianaquepareceestarprofundamentedormida—.¡Enid!
—¡Abuela,estádormida!—Siempreestádurmiendo.¡Enid!La ancianita abre los ojos lentamente y mira a todas partes, algo
desorientada.—¡Estoy aquí! —grita la abuela, levanta la mano y la menea por
encimadesucabeza—.¡Hooolaaa!—PorDios,abuela—farfullo,ymispiesseponenenmarchacuando
miabuelaempiezaatrotarporlasala.—No uses el nombre de Dios en vano, Olivia —me reprocha
arrastrándomeconella—.Enid,querida,yamevoyacasa.Enid nos regala una sonrisa desdentada, suscitando una pequeña
carcajada de compasión pormi parte. Se la vemuy frágil, y parece estaralgosenil.
—¿Adónde vas? —grazna. Intenta incorporarse, pero acabarindiéndoseyjadeandodecansancio.
—Acasa,querida.—LaabuelanosllevajuntoalacamadeEnidysesueltademibrazoparapodercogerladelamano—.Éstaesminieta,Olivia.¿Larecuerdas?Laconocisteelotrodía.
—¿Ah,sí?—Sevuelveparainspeccionarmeylaabuelahacelomismosiguiendosumiradaymesonríecuandometienealavista—.Ah,sí.Yameacuerdo.
Sonríomientras las dosmujeresme retienen en el sitio con sus ojosancianos y sabios y me siento un poco incómoda bajo sus miradasescudriñadoras.
—Hasidounplacerconocerla,Enid.—Cuídate, bonita. —Extrae la mano de la de mi abuela con cierto
esfuerzo y agarra el aire delante de mí, instándome a darle lo que estábuscando. Apoyo lamano en la suya—. Será perfecto—dice, y ladeo lacabezasinsaberaquéseestárefiriendo—.Élseráperfectoparati.
—¿Quién?—pregunto con una risa nerviosa y desviando la miradahaciaelrostroseriodemiabuela.
ÉstaseencogedehombrosysevuelvedenuevohaciaEnid,quecogeaireparailuminarnos,peronodicenadamás.Mesueltalamanoyvuelveaquedarseprofundamentedormida.
Memuerdoellabioycontengolanecesidaddedecirlealadurmiente
Enid que él ya es perfecto para mí, por muy extraña que haya sido susorprendenteafirmación.
—Hmmm.—El murmullo pensativo de la abuela atrae mi atención.ObservaaEniddormirconunasonrisacariñosa—.Notienefamilia—dice,ydespiertainmediatamenteenmíunaenormetristeza—.Llevaaquímásdeunmesynohavenidonadieavisitarla.¿Teimaginasloquetienequeserestartansola?
—No—admitoalplantearmesemejantesoledad.Puedequemehayaaisladodelmundo,perojamásmehesentidosola.
Nuncaestabasola.Miller,encambio,sí.—Rodéate de gente que te quiere—se dice la abuela a símisma, si
bien es evidente que desea que yo lo oiga, aunque susmotivos no lo sontanto—.Llévameacasa,cariño.
Sinperderniunsolosegundo,leindicoalaabuelaquesecojademibrazoeiniciamosunamarchalentahacialasalida.
—¿Te encuentras bien? —le pregunto justo cuando Miller gira laesquinaconunalevesonrisaensuscarnososlabios.
Amínomeengaña.Hevisto la ansiedaden susojosy su expresiónimpasibleantesdequeélnosviera.
—¡Aquíestá!—gorjealaabuela—.Todotrajeadoybienplantado.Millermecogeelmaletíndelaabuela,secolocaalotroladodeellay
leofrecetambiénsubrazo,queellaaceptaalegremente.—La rosa entredos espinas—dice riéndose, ynosobliga a ambos a
aproximarnos más tirando de repente de nuestros brazos—. ¡Eeeooo! —gritalaabuelaalarecepcióndeenfermeríacuandopasamospordelante—.¡Adiós!
—¡Adiós,señoraTaylor!Todas se ríen mientras nosotros la escoltamos hasta la salida, y yo
sonrío mis disculpas al equipomédico que ha tenido que soportar variosdíassuscomentariosbordes.Laverdadesquenololamentotanto,sóloporel hecho de no ser la única que está constantemente recibiendo lasinsolenciasdelasTaylor.
Tardamos un rato, pero por fin salimos del hospital. Miller y yopaseamos alegremente sin prisa, teniendo que retener constantemente a laabuela para evitar que salga corriendo del lugar que ha considerado unacárceldurantesuingreso.NohemiradoaMilleralacaraniunavezdurantelos veinte minutos que nos ha llevado llegar hasta su coche, aunque he
sentidosusojosdirigidoshaciamíporencimadelacabezadelaabuelaenmásdeunaocasión,probablementeevaluandomisprocesosmentales.Silaabuela no estuviese entre nosotros, le diría exactamente cuáles son y leahorraríatiempo.Esmuysencillo:medaigualynoquierosaberlo.Sealoque sea lo queWilliam y él hayan estado hablando, sean cuales sean susplanes, no quiero saberlos. El hecho de queWilliamhaya puesto al día aMillersobreelasuntodemimadrenodespiertamicuriosidadenabsoluto.Sin embargo,he llegadoa la conclusióndequeWilliamsabíaqueGracieTaylorestabaaquíydecidiónodecírmelo.Nosésideberíaestarcabreadaoagradecidaporello.
—¡Vaya! ¡Mira qué cortés!—ríe la abuela cuandoMiller le abre lapuerta de atrás del Mercedes y baja el brazo para guiarla con airecaballeroso.
Se está aprovechando de la ilusoria imaginación demi abuela y estáfingiendo que siempre es así. Pero lo dejaré correr, aunque sólo sea porseguirviendoesaincreíblesonrisaensurostro.Lomirounpocodesoslayoesforzándomeporevitarimitarsuexpresióndediversiónmientrasayudaalaabuelaasentarse.
—¡Madremía!—exclamaacomodándoseenelasientotrasero—.¡Mesientocomodelarealeza!
—Lo es, señora Taylor—responde Miller antes de cerrar la puerta,ocultandoelrubordesatisfacciónqueacabadeformarseensusmejillas.
Ahoraquelaabuelayanoestáenmedio,estamossolosMilleryyo,ynomegustanadalaexpresiónmeditabundaqueveoensurostro.¿Adóndeha ido a parar la impasividad? Amo y a la vez detesto todas estasexpresionesfaciales.
—Williamquierehablarcontigo—susurra,cosaqueagradezco,porquelaabuelaestáatansólounoscentímetrosdedistancia,aunqueseencuentratrasunapuertacerrada.
Mepongoinmediatamentealadefensiva.—Ahorano—silboconlosdientesapretados,sabiendoperfectamente
queenrealidadquierodecir«nunca»—.Ahoratengootraprioridad.—Coincido—respondeMillerparamisorpresa.Se inclina hasta que nuestros rostros están al mismo nivel. Sus ojos
azulesmeinfundenconfianzaymehechizanconsuseguridadysuconfort,haciendoquemisbrazostiemblenamiscostados.
—Poresolehedichoquenoestáspreparada.
Decidodejardeseguir luchandoporcontenermisbrazosy rodeosushombrosconellosllenadeagradecimiento.
—Tequiero.—Esolodejamosclarohaceyatiempo,miniña—susurra,yseretira
paramirarmealacara—.Dejaquetesaboree.Nuestras bocas se unen y mis pies abandonan el suelo. Nuestras
lenguasinicianunadelicadadanzaynosmordisqueamosloslabioselunoalotro cuando nos separamos de vez en cuando. Estoy perdida, consumida,ajenaanuestroentornopúblico...hastaqueunsúbitogolpeteomedevuelveenelactoalpresenteyambosnosseparamos.Millerempiezaareírseconincredulidadylosdosnosvolvemoshacialaventanadesucoche.Noveolacara de la abuela porque los cristales ahumados me lo impiden, pero sipudiera,seguroqueestaríapegadacontraelcristal,riéndose.
—Esuntesoro—murmuraMillerymesueltaymealisalaropaantesdealisarselasuyapropia.
Llevabayaratosinarreglarseeltraje,peroahoraloestácompensando:setomasubuenminutoparacolocartodoensusitiomientrasyoloobservocon una sonrisa en la cara, hallando consuelo en una de sus manías, eincluso alargo lamano y le sacudo una pelusilla que se le ha pasado. Élsonríeenrespuesta,meagarradelanuca,meatraehaciaélymebesaenlafrente.
¡Toc,toc,toc!—Señor,damefuerzas—farfullacontramipiel,yentoncesmeliberay
sevuelve conel ceño fruncidohacia laventanade su coche—.Las cosasbonitasdebensaborearse,señoraTaylor.
La abuela responde con otra tanda de golpeteos en la ventana queprovocanqueMillerseinclineyseacerqueaella,aúnconelceñofruncido.Empiezo a reírme cuando veo que él golpea en respuesta. Oigo laexclamación de indignación de la abuela, incluso a través de la puertacerrada,aunqueesonosurteningúnefectoenmicaballeroatiempoparcial.Golpeadenuevo.
—Miller,compórtate.—Meríoyadorolairritaciónqueleinvadeanteelcomportamientoimpertinentedemiabuela.
—Sin duda pertenece a la realeza.—Se pone derecho y semete lasmanosenlosbolsillos—.Esunaauténtica...
—¿Pesadilla?—Termino la frasepor él antes dequediga algode loquesepuedaarrepentir,yveolaculpaensurostroalinstante.
—Aveces—admite,ymehacereír.—Llevemosasuseñoríaapalacio,¿teparece?—Millerasientehacia
elotroladodelcocheyyosigosuinstrucción.Medirijoyosolitaalasientodelpasajeroymemetoeneldeatrásconlaabuela.
Me abrocho el cinturón y veo que ella no se aclara con el suyo, demodoqueleechounamanoytambiénseloabrocho.
—Ya está —digo, apoyo la espalda en el respaldo y observo cómoinspeccionaelsuntuosointeriordellujosocochedeMiller.
Levantalamanoyaprietaunbotónqueenciendeunaluzparadespuésapagarladenuevo.Jugueteaconlosbotonesdelaireacondicionadoquehayentreelespacioparalospiesymurmurasuaprobación.Pulsaunbotónquehacequebajesuventanaylopulsadenuevoparavolverasubirla.Entoncesencuentra un reposabrazos entre nosotras, lo baja, lo retira hacia atrás ydescubre que contiene posavasos. Sus fascinados y ancianos ojos azulmarinomemiranmientrasformaunaOconsuslabiosrosados.
—Apuestoaqueelcochede la reinanoesni lamitadde lujosoqueéste.
Su comentario debería hacerme reír, pero estoy demasiado ocupadalanzándole aMillermiradas nerviosas por el espejo retrovisor, intentandoevaluar su reacción ante el hecho de que la abuela esté toqueteando sumundoperfecto.
Meestámirandoamí,con lamandíbula tensa.Leregalounasonrisaincómodayledigounsilencioso«losiento»conlacaraarrugada.Sacudesu preciosa cabeza de un lado a otro, meneando los rizos al tiempo queprácticamente sale derrapando de la plaza de aparcamiento. Imagino quequierefinalizaresteviajeloantesposibleylimitareltiempoquemiqueridaabuelita tienedeseguirhurgandoensumundoperfecto.Diosnos libredequealgúndíadescubralosdialesdelatemperaturaenlapartedelantera.Meríoparamisadentros.¿Yqueríaquesetrasladaseasuapartamento?Joder,¡ledaríaunataquecadacincominutos!
LaabuelaexclamaconregocijocontinuamentemientrasMilleresquivael tráfico londinense, pero su emoción desaparece al verme la manoizquierda cuando la levanto y la apoyo en el asiento que tengo delante.Detectoalinstantequéesloquehacaptadosuatención.Alargalamano,mecoge lamía, la acerca hacia ella y la estudia en silencio.Nopuedohacernada más que dejarle y me preparo para su reacción. Miro con ojossuplicantes hacia el espejo retrovisor y veo que Miller nos observa de
maneraintermitentemientrasmantienelaatenciónenlacarretera.—Hmmm—murmura ella, y pasa la almohadilla del pulgar por la
partesuperiordemianillo—.Bueno,Miller,¿cuándovasacasarteconmipreciosanietecita?
LapreguntaesparaMiller,aunquesusgrisescejasenarcadassedirigenrápidamente hacia mí y me encojo en el asiento de piel. Más le valeencontrarunarespuestarápida,porqueyonotengonilamenorideadequédecirle.Necesito que deje demirarme de esamanera.Me estoy poniendocomountomate,ysientoquesemeestácerrandolagargantaacausadelapresión,impidiéndomehablar.
—¿Ybien?—insiste.—Novoyahacerlo—respondeéldirectamente,ysubruscarespuesta
hacequememuerapordentro.Notieneningúnproblemaendecírseloaladeslenguadademiabuelay,
aunqueyoloentiendo,noestoyseguradesiellalohará.Esmuytradicional.—¿Yporquéno?—Pareceofendida, casi enfadada, ymeplanteo la
posibilidaddealargar lamanoydarleuncoscorrónaMilleren lacabeza.Ellaprobablementeloharía—.¿Quétieneminietademalo?
Mereiríasifuesecapazdehallarelairepararespirar.¿Quequétengodemalo?¡Todo!
—Eseanillorepresentamiamor,señoraTaylor.Miamoreterno.—Sí, eso estámuybien, pero ¿por qué lo lleva en el dedo donde se
llevanlosanillosdecasada?—Porquesupreciosoanilloyaocupasumanoderecha,y jamássería
tanirrespetuosocomoparapedirlequereemplacealgoquellevaensuvidamástiempoqueyo.
Meinflodeorgulloylaabuelatartamudeaestupefacta.—¿Nopodemosintercambiarlos?—¿Acaso quieres casarte conmigo? —le pregunto hallando por fin
algunaspalabras.—¿Y por qué no? —refunfuña con la nariz estirada. Ni siquiera la
respetuosa explicación de Miller ha conseguido mitigar su disgusto—.¿Pensáisvivirsiempreenpecado?
Sudistraídaeleccióndepalabrasresuenaenmi interiorymisojosseencuentran con los deMiller a través del espejo: los míos están abiertoscomoplatos;lossuyosrecelosos.
Pecado.
Hay muchas cosas pecaminosas que ella desconoce. Cosas que mipobrementeestáintentandoasimilar.Jamásselashabríanarradoantes,pormuy insolenteydeslenguadaquesea,ydesde luegonopiensonarrárselasahora.Noensudelicadoestadodesaludtraselataquealcorazónsufrido,aunque con ella una nunca sabe. Permanecer hospitalizada durante losúltimosdíasparecehaberleinyectadotodavíamásdescaroensushuesosdeTaylor.
Miller vuelve amirar hacia la carretera y yome quedo tensa enmiasiento, pero los ojos expectantes de mi abuela sobre mi célebre antiguochicodecompañía,exprostituto,obsesivocompulsivo...
Suspiro. Mi mente no tiene las fuerzas suficientes para elaborarmentalmente la lista de interminables cosas pecaminosas que Millerrepresentaba.
—Piensovenerarasunietaduranteelrestodemivida,señoraTaylor—diceMillerconvoztranquila,aunqueeltristearrullodelaabuelaindicaquelohaoídoperfectamenteyquetendráqueconformarseconeso.Paramíes suficiente,y aunquemedigoconstantementequenadamás importa, lociertoesquelaaprobacióndelaabuelasíquemeimporta.Creoquecuentoconella.Sólotendréqueseguirdiciéndomeamímismaqueelhechodequeno sepa toda la verdad no tiene ninguna importancia, que su opinión nocambiaríalomásmínimosiconociesecadasórdidodetalle.
—Hogar, dulce hogar, señora —dice Miller interrumpiendo misdivagacionescuandonosdetenemosdelantedelacasadelaabuela.
GeorgeyGregoryesperaninquietosenlaacera,ambossentadosenelmurobajoquehayalfinaldeljardíndenuestropatio.Notengonieltiemponi la energía para preocuparme por el hecho de queMiller y Gregory seencuentrenaunadistanciatanreducida.Esperoquesepancomportarse.
—¿Qué hacen éstos aquí? —refunfuña la abuela, sin hacer ningúnintentoporsalirdelcoche,esperandoaqueMillerleabralapuerta.Amínomelapega.Leencantaestarrecibiendoestetratotanespecial,aunquenoesquenolorecibaencircunstanciasnormales—.¡Nosoyningunainválida!
—Discrepo—respondeMillerconfirmezamientrasleofrecelamano,que ella acepta con el ceño ligeramente fruncido—.No sea tan insolente,señoraTaylor.
SalgodelcocheriéndomeparamisadentrosymereúnoconellosenlaaceramientraslaabuelanoparadefarfullaryderesoplarindignadísimaconMiller.
—¿Cómoteatreves?—EstáclarodequiénlohaaprendidoOlivia—lesuelta,ylaentregaa
Georgecuandoésteseaproximaconsuviejoyredondorostrocargadodepreocupación.
—¿Cómoteencuentras,Josephine?—dicetomándoladelbrazo.—¡Estoybien!—LaabuelaaceptaelbrazodeGeorge,loqueindicasu
necesidaddeapoyarse,ydejaque laguíeporelcaminodel jardín—.¿Túcómoestás,Gregory?—preguntacuandopasaporsulado—.¿YBen?
¿Selohacontado?Miroamiamigo,aligualqueMilleryqueGeorge.Gregoryserevuelveincómodoalnotarcuatroparesdeojosfijosenél.Susbotasgolpeteanelsueloynoscontemplaatodosconlosojosabiertoscomoplatosmientras seguimosmirando al pobre chico, esperando su respuesta.Carraspea.
—Esto...Sí,bien.Estamosbien.¿Cómoestástú,abuela?—Perfectamente —responde ella al instante, y le hace un gesto a
Georgeparaquecontinúeavanzando—.Preparemosunpocodeté.TodoelmundoseponeenacciónysiguealaabuelayaGeorgehacia
lacasa,peroprontomeadelantoparapoderabrirlapuertaydejarlospasaratodosmientras lamantengoabierta.Elprofundosuspiroquedacuando laayudanaatravesarelumbralyabsorbelafamiliaridaddesuhogarmellenadeunadichatanplenaquepodríarivalizarconelmaravillosolugaralqueMillermellevacuandosoyelúnicofocodesuatención.Yesoyaesdecir.Tenerlaencasa,yverlayoírsus insolenciasconsigueborrardemimenteotrosasuntosmáspeliagudosquemeesfuerzoporevitar.
Gregory entra y me guiña un ojo con descaro, aumentando así mifelicidad, seguido deMiller, queme releva en la puerta yme indica quecontinúeconungestodelacabeza.
—Qué caballeroso—bromeo, yme vuelvo para ver cómo la abuelaguía a George hasta la cocina al otro extremo de la casa, cuando lo quedeberíahacerestumbarseenelsofáoinclusoirsealacama.
Esto no va a ser fácil. ¡Es imposible! Pongo los ojos en blanco, lapersigoyempiezoadeterminarunascuantasnormas,pero,derepente,unapalmadaenelculomedetiene.Eldoloresinstantáneo,ymellevolamanoal traseroparafrotármeloenun intentodealiviarasíeldolormientrasmevuelvoyveoaMillercerrandolapuerta.
—¡Au!¿Au?No seme ocurre nadamás que decir. ¿MillerHart, el hombre
cuyos modales avergonzarían hasta a la mismísima reina de Inglaterra,acabadedarmeunapalmadaenelculo?Noungolpecito,no.Unapalmada.Ybastantefuerte,porcierto.
Unrostroperfectamenteseriosegirahaciamí.Inspiracuandosealisael traje tomándose su ridículo tiempomientras yo permanezco totalmenteboquiabiertaanteél,esperando...nosé...algoporsuparte.
—¡Dimealgo!—exclamoindignadafrotándometodavíaeltrasero.Terminadeperfeccionarsuyaperfectotrajeyseapartaelperfectopelo
desuperfectorostro.Susojossenublan.Cruzolaspiernasestandodepie.—¿Quieresotra?—preguntacomositalcosaconunbrillodepicardía
ensuspreciososojos.Inspirohondoycontengoelaliento.Memuerdoel labio inferiorcon
fuerza. ¿Qué le está pasando? ¿Se le está contagiando esta actitud demiabuela?
—Lo queme gustaría hacer en realidad es hincar los dientes en esepreciosoculitoquetienes.
Expulso todo el aire de mis pulmones y la anticipación sexual medevora.
Es un cabrón. No tiene ni lamenor intención de terminar lo que haempezado.Peroesonocalmamiansianiminecesidad.¡Malditosea!
Seaproximalentamente,comosimeestuvierarondando,ymisojoslosiguenhastaquelotengorespirandoencimademí.
—Ladulceabuelitanoestáensituacióndeandarblandiendocuchillosdetrinchar.
Mueve una ceja sugerente. Ésta es probablemente la acción menospropia de Miller de todas las acciones poco propias de Miller que heexperimentado conforme nuestra relación ha ido creciendo. No puedoevitarlo.Comienzo a partirmede risa, pero él no se aparta ofendido tal ycomoesperaba.Empiezaa reírse tambiény,aunquemideseodesesperadoporél sehadisipado ligeramente, la tremenda felicidadquecorrepormisvenasesunbuentérminomedio.
—Noestéstanseguro—respondoriéndomemientrasélmecogedelacintura,me vuelve en sus brazos yme guía por el pasillo con la barbillaapoyada en el hombro—. Creo que la medicación le ha desarrollado lainsolencia.
Pega labocaenmioreja.Cierro losojosydisfrutodecadadeliciosoinstantequepasarozándome.
—Coincido—susurra,ymemordisqueaellóbulo.No necesito combatir las llamas de deseo que arden en mis venas
porquesetransformanenllamasdefuriaencuantollegamosalacocinayveoalaabuelallenandoelhervidordeaguaenelfregadero.
—¡Abuela!—¡Yo lohe intentado!—exclamaGeorge lanzando losbrazosalaire
con exasperaciónmientras toma asiento—. ¡Pero nome ha hecho ningúncaso!
—¡Yotambién!—intervieneGregoryparahacermeunaideageneraldelasituaciónmientrassesientasobreunadelassillasdelamesadelacocina.Memira y sacude la cabeza—. Nome apetece recibir una paliza verbal.Bastantehetenidoyaconlasfísicas.
Duranteunsegundo,elsentimientodeculpameinvadetras laásperapullitaporpartedemimejoramigo,perovuelvoacentrarmeenlasituacióncuandooigoelhervidorgolpeandoelbordedelfregadero.
—¡Porfavor,abuela!—grito,yatraviesolacocinacorriendoalverquesetambalealigeramente.Millertambiénacudealinstante,yoigoelchirridode dos sillas contra el suelo, lo que me indica que Gregory y Georgetambiénsehanlevantado—.¡¿Quiereshacerelfavordehacernoscaso?!—grito con una mezcla de enfado y preocupación que me hace temblarmientraslasostengo.
—¡Dejadeagobiartetanto!—meladraintentandoapartarmelasmanos—.¡Nosoyningunainválida!
Necesito hacer acopio de todas mis fuerzas para no gritarle mifrustración.DirijomisojosdesesperadoshaciaMillerymesorprendoalverunaexpresióndeenfadoensurostro.Tieneloslabiosapretados,cosaqueencircunstanciasnormalesharíaquemepreocupase,peroenestosmomentossóloesperoquemeayudeacontrolaramitestarudaabuela.
—Demeeso—mascullaconimpacienciaquitándoleelhervidordelasmanosydejándolodeungolpesobreelbancoantesdereclamaramiabuela—.Yahoravaaestarsesentadita,señoraTaylor.
Guía a mi desconcertada abuela por delante de las expresiones deestupefaccióndeGeorgeydeGregoryylasientaenunasilla.ÉstamiraaMillerdesdesuposiciónsentadaconojoscautelososmientrasél seciernesobreella,retándolaadesafiarlo.Sequedasinhabla,conlabocaabiertadela impresión. Miller inspira profunda y pausadamente para calmarse.Entoncessesubeligeramentelaspernerasdelospantalonesa laalturadel
musloy se acuclilla ante ella.Laabuela lo siguecon lamiradahastaqueestánalmismonivel.Permanececallada,comoelrestodenosotros.
—A partir de ahora hará lo que se le diga —empieza Miller, y seapresuraa levantarunamanoyaponerleundedosobre los labioscuandoellainspiraparaespetarlealgunafresca—.Ah-ah—lacortaMillerantesdequeempiece.
Noleveolacara,perosíveocómoladealigeramentelacabezaamododeadvertencia,yestoyconvencidadeque también lamantieneensusitioconlamirada.Millerapartaeldedolentaycuidadosamenteyellafrunceloslabiosinmediatamente,indignada.
—Eresunpocomandón,¿no?—Nosabecuánto,señoraTaylor.La abuela me mira buscando... no sé qué, pero sé que algo le doy,
aunquemeestoyesforzandotodoloposiblepornohacerlo.Mepongorojacomo un tomate, y maldigo a mis mejillas por delatarme y me revuelvoincómodabajosumiradacuriosa.
—Señora Taylor —dice Miller tranquilamente para ahorrarme elescrutinio de sus ojos cuando ella dirige de nuevo la atención hacia él—.EstoybastantefamiliarizadoconlainsolenciadelasTaylor.—Señalaconsupulgarporencimadesuhombroenmidirección,yhacequequieraanunciarquesóloloutilizoencircunstanciasespeciales,perosoylistaymecontengo—.Dehechomeheacostumbradoaella.
—Me alegro por ti—masculla la abuela, y levanta la nariz con airealtanero—.¿Yquévasahacer?¿Azotarme?
Toso para ocultar la risa, y George y Gregory hacen lo mismo.¡Menudapiezaeslaabuela!
—No es mi estilo —responde Miller con ligereza sin caer en susprovocaciones,cosaquenohacemásqueinstigarmáscomentariosbordesporpartedelaabuela,yesohacequeelrestoestemosapuntodellorarderisa.
Esto no tiene precio, y evito en todo lo posible mirar a George y aGregoryalosojos,porqueséqueenelmomentoenquelohagaempezaréadesternillarmealversuspropiasexpresionesdediversión.
—¿Sabecuántoquieroasunieta,Josephine?Esa pregunta detiene al instante las risitas nerviosas y el rostro de la
abuelasesuavizaalinstante.—Creoquemehagounabuenaidea—dicetranquilamente.
—Bien,puesdejequeseloconfirme—diceMillerformalmente—.Meduele tremendamente.—Me quedo paralizada y veo cómo el rostro de laabuelaseiluminadefelicidadatravésdelhombrodeMiller—.Justoaquí.—Lecogelamanoyselacolocasobrelachaquetadeltraje—.Miniñamehaenseñadoaamar,yesohaceque laquieramás todavía.Ella loes todoparamí.Nosoportoqueestátristeoverlasufrir,Josephine.
Permanezco callada en un segundo plano, como Gregory y George.Estáhablandoconellacomosiestuvieransolos.Noséqué tieneestoquever con que mi abuela sea obediente, pero parece estar funcionando, yconfíoenquetengaalgunarelevancia.
—Séloquesesiente—murmuralaabuelaforzandounasonrisatriste.Creoquevoyallorar—.Yotambiénlohevivido.
Millerasienteyalargalamanoparaapartarleunrizogrisyrebeldedelafrente.
—Olivia está enamorada de usted, querida señora. Y yo también laapreciobastante.
La abuela sonríe a Miller tímidamente y reclama su mano. Estoyconvencidadequeselaestáestrechandoconfuerza.
—Tútampocoestásmal.—Mealegrodequehayamosdejadolascosasclaras.—¡Ytienesunbuenculito!—Esomehandicho.—Seríe,seinclinaylabesaenlamejilla.Yome derrito por dentro de felicidad cuando probablemente debería
estarrodandoporelsueloderisaantesudescaradasalida.Millernuncahabía tenidoanadie.Ahoranosólome tieneamí,sino
queademáslatieneaella.Yderepenteveoclaramentequeélesconscientede ello. También quiere a la abuela.A un nivel diferente, claro, pero sussentimientos por ella son intensos.Muy intensos, y lo ha demostrado concadapalabraycadaaccióndesdequeregresamosdeNuevaYork.
—Yahora—seponedepieydejaalaabuelasentada,conexpresiónrisueñaysoñadora—,Oliviavaameterlaenlacama.YoayudaréaGregoryaprepararelté,yGeorgeselollevaráasuhabitación.
—Siinsistes...—Insisto.—Millermemiraymuestrainterésalvermisojosvidriosos
—.¡Venga!Recobro la compostura al instante y levanto a la abuela de la silla,
ansiosaporescapardelapresenciadeestehombretanmaravillosoantesde
quemetengalloriqueandoportodalacocina.—¿Te encuentras bien?—le preguntomientras salimos de la cocina,
recorremoselpasilloysubimoslaescalerapasitoapasito.—Mejorquenunca—respondecontotalsinceridadtocándomelafibra
sensible.Micontentoprontosetransformaentemor,porqueséquepormucho
quequieraenterrarlaenmicabeza,sólohayunacosaquenopodréocultarleeternamente.
AGracieTaylor.Todavíaestoyintentandoasimilarloyo.Laabuelanopodría.—Se casará contigo algún día—rumia para símisma sacándome de
mis angustiosas divagaciones—. Escúchame bien, Olivia. Jamás habíasentido un amor tan rico y tan puro en mis ocho décadas de vida. —Asciendelaescaleraconcuidadoyyolasigoylasostengopordetrás,hechaunauténticolíodesentimientosencontrados,sentimientosdeindescriptiblefelicidadydesombríatristeza—.MillerHartteamacontodasualma.
CAPÍTULO16
Dedico más de una hora a atender a la abuela y disfruto de cadamomento:desdeayudarlaabañarsehastameterlaenlacamayarroparla.Leseco y le cepillo el pelo, la ayudo a ponerse su camisón de volantes y leahuecolasalmohadasantesdeayudarlaasubirsealacama.
—Apuestoaqueloestásdisfrutando—musitaenvozbaja,al tiempoquetantealaropadecamaasualrededor.Estásentada,conlosrizosgrisesyperfectosondeandosobresushombrosmientrasseponecómoda.
—Megustacuidarte—confieso,aunquemecontengoynoañadoqueprefierocuidardeellacuandonolonecesita.Quieroquesepongabien,quevuelvaalanormalidad.Esposiblequehayarecobradosuchispaperonomeengaño:séqueesonosignificaquesehayarecuperado.
—No tecreasquevoyadejarquevuelvasalmundovacíoenelquevivíasantesdequeaparecieraMiller—medicesinlevantarlavistadelassábanas.Medetengo enpleno ajetreoymemira con el rabillo del ojo—.Quelosepas.
—Lo sé—la tranquilizo, e intento ignorar la sombra de la duda queamenazadesdeunrincóndemimente.Lofácilseríavolveraesconderme,nosaliralidiarcontodoslosretosquetengopordelante.
—Yatelohedicho,Olivia—continúa.Nomegustaelrumboqueestátomando esta conversación—. Enamorarse es fácil. Aferrarse al amor esespecial.Nocreasquesoytantontacomoparacreerquetodoesperfecto.Veoaunhombreenamoradoyaunachicaenamorada.—Haceunapausa—.YveoaúnmásclaroslosdemoniosquealbergaMillerHart.
Semecortalarespiración.—Tambiénveosudesesperación.Nopuedeocultármela.—Meobserva
condetenimiento.Sigoconteniendoelaliento—.Dependedeti,miqueridaniña.Ayúdalo.
Unosgolpecitosenlapuertadeldormitoriodelaabuelamesobresaltany corro a abrir con la cabeza amil; la necesidad de escapar hace quemeentreelpánico.Georgememiraun tanto reticenteconunabandejaen lasmanos.
—¿Todobien,Olivia?
—Sí—digoconvozchillonaymeapartoparadejarlopasar.—¿Seencuentraencondicionesderecibirvisitas?Traigoté.—¡Llévameabailar,George!—gritalaabuelayGeorgesonríe.—Me lo tomaré como un sí. —George entra en la habitación y su
sonrisasetornamásampliaalveramiabuela,limpiayarregladaenlacama—.Estásespectacular,Josephine.
Mesorprendenoescucharunaréplicaburlonaosarcástica.—Gracias,George.—Laabuelaleseñalalamesitadenocheparaque
depositeenellalabandeja,cosaqueélhaceconesmeroysintardanza—.Averquétaltehasalidoelté.
—Nadie lo prepara como tú, Josephine —dice George con alegríamientrasechaazúcarenlastazas.
Losobservounosinstantesmientrascaminohacialapuertaysonríoalvera laabueladarleunmanotazoaGeorgeeneldorsode lamanoyaélreírsetancontento.Estáfelizdetenerlaencasay,aunqueellanoloadmitiránunca,tambiénestáencantadadevolverateneraGeorgebajosutecho.Elcambiodepapelesvaahacerquediscutanmásquedecostumbre.
—Estaréabajo—lesdigoantesdesalirdelahabitación,peroningunode los dosmehace elmenor casoy la abuela continúadándole aGeorgeinstruccionesprecisasdecómopreparareltéasugusto.Elpobrelointentaenvano;nadiepreparaeltécomolaabuela.
Los dejo con su sainete, bajo la escalera, aliviada de estar lejos delradardelaabuela,yentroenlacocina.MillerestáapoyadoenlaencimerayGregory está tirado en una silla. Los dosmemiran yme siento como siestuvierabajounmicroscopiopero,aunqueestoesmuyincómodo,esmejorque cuando se tiran lasmanos al cuello.Mi alivio desaparece pronto, encuantonotolapreocupaciónenelaireynotardoenimaginarmeporquémemiranasí.
Miller le ha contado lo demimadre.Mismecanismosdedefensa seponenenalertamáxima,listosparadispararalquedecidaatacarmeprimeroconsusopiniones,perotrasunlargoydolorososilencio,ningunodelosdosabrelaboca.Decidotomarlasriendasdelasituación.
Yhacerelavestruzunpocomás.—EstádescansandoyGeorgeestáconella.—Meacercoalfregaderoy
metolasmanosenelaguajabonosa—.Selavemuyanimadaperonecesita,almenos,unasemanadereposo.—Friegolastazasdetéylascolocoenelescurreplatos.Luegorebuscoenelaguaalgomásquefregar—.Novaaser
fácil.—Olivia—Miller seme acerca por detrás.Cierro los ojos y dejo de
removerelaguaenvano—,déjaloya.Mesacalasmanosdelapilayempiezaasecármelasconunpañode
cocina,peroloapartoycojountrapo.—Voyalimpiarlamesa.—Dejocaereltrapohúmedosobrelamesay
Gregory se aparta un poco. No se me escapa la mirada cautelosa que lelanza aMiller por encima demi hombro—. Tengo quemantener la casacomoloschorrosdeloro.—Meesmeroconlamaderaimpecable,limpiandounasuciedadinexistente—.Oprotestaráeintentarálimpiarlaella.
Unas manos fuertes se cierran sobre mis muñecas y les impidenmoverse.
—Basta.Misojosasciendenporsutrajehechoamedida,porsucuelloyporla
sombra de su barbilla. Unos ojos azules se me clavan en el alma.Comprensivos.Nonecesitocomprensión, loquenecesitoesquemedejenseguirconlomío.
—No quiero exponerte amás sufrimiento.—Me quita el trapo de lamano, lodobla conpulcritudmientras ledoy lasgracias en silencioymetomo un momento para recobrar la compostura—. Voy a pasar la nocheaquí,asíquenecesitoiracasaarecogerunpardecosas.
—Vale—accedomientrasmealisoelvestidodeverano.—Yyodeberíairme—diceGregoryponiéndosedepieyofreciéndole
lamano aMiller, que la acepta al instante y asiente con la cabeza.Es unmensajesilenciosoparaquemiamigosesientaseguro.
En cualquier otromomento su intercambio de cortesíasme pareceríamaravilloso, pero ahora mismo no. Es como si se hubieran aliado, comoúltimo recurso, para encargarsede la damisela desvalida.No están siendoeducados porque saben que nada me gustaría más que saber que puedenllegar a caerse bien.Lo están haciendo pormiedo a que sean la gota quecolmaelvaso.
Gregorysemeacercaymedaunabrazoquemecuestadevolverle.Derepentemesientofrágildeverdad.
—Tellamomañana,pequeña.Asientoymeseparodeél.—Teacompañoalapuerta.—Vale —contesta lentamente y se va hacia la puerta de la cocina,
despidiéndosedeMillerconlamano.No veo la respuesta de Miller ni si se producen más intercambios
porqueyaestoyamitaddelpasillo.—¡Es tremenda!—diceGeorgeentre risas.Levanto lavistay loveo
bajandolaescalera—.Peroestáagotada.Voyadejarladescansarunpoco.—¿Tevas,George?—Sí,perovolverémañanaalmediodía.Tengoórdenes.—Resoplaal
llegaralpiedelaescalera,conelpechopalpitantedelesfuerzo—.Cuídalamucho—mepidedándomeunapretónenelhombro.
—Tellevoacasa,George—diceGregory,queaparececonlas llavesenlamano—.Siemprequenoteimportecompartirasiento.
—¡Ja!Compartícosaspeoresdurantelaguerra,muchacho.GregorypasaamiladoconteniendolarisayleabrelapuertaaGeorge.—Esperoquemelocuentestodoporelcamino.—¡Setevanaponerlospeloscomoescarpias!Semarchanporelsendero,Georgehablandoporloscodosdelosdías
de la guerra yGregory riéndosede vez en cuando en respuesta.Cierro lapuertaydejoelmundofuera,peroprontomedoycuentadequenopuedocerrarmimente.Meestoyengañando.Elestaraquí,oliendonuestracasa,sabiendoquelaabuelaestáasalvoarribayqueMillerpululaalrededorentoda su perfección no está yendo como yo esperaba. La increíblementeagudaconclusióndelaabuelanohacemásqueempeorarlo.
Protestoaloíreltonolejanodemimóvilynomedoyprisaencogerlo.Lagenteconlaquequierohablaroestáaquíoacabadeirse.Arrastrolospies de vuelta a la cocina; ni rastro deMiller. Localizo el bolso, rebuscodentroysacolafuentedelsonidopersistente.Rechazolallamadayveoquetengoseismás,todasdeWilliam.Loapagoylometoenelfondodelbolso,mirándoloconfuria.
LuegomevoyabuscaraMiller.Estáenlasaladeestar,sentadoenunextremo del sofá. Tiene un libro en la mano. Un libro negro. Está muyconcentradoenlalectura.
—¡Miller!Se sobresalta y cierra el libro de golpe mientras me acerco a toda
velocidadyseloquito.—¿De dónde lo has sacado? —le pregunto de mala manera
escondiéndomeloalaespalda...Avergonzadadeesecuaderno.—Estabametidoenunlateraldelsofá.—Señalaelextremodelquelo
hasacadoymeacuerdodecuandolo tiréenelsofá laúltimavezquemetorturéleyendounpárrafo.¿Cómopudesertandescuidada?
—No deberías haberlo leído —le espeto sintiendo cómo esa cosamonstruosa me quema los dedos, como si de un modo extraño estuvieravolviendoa lavida.Meobligoadejardepensarestas cosasantesdequecapten toda mi atención, que no se merecen—. ¿Recordando los viejostiempos?—lepregunto—.¿Pensandoentodoloquevasaperderte?
MearrepientodemiataquerastreroantesdequeMillertuerzaelgesto,sobretodoporqueponecaradedolor,nodeenfado.Hasidoungolpebajoeinnecesario.Nosentíamispalabras.Loestoypagandoconél,estoysiendocruelconlapersonaequivocada.
Lentamente, se levantacuanaltoesy recobra suexpresión impasiblecaracterística.Searreglalasmangasdelachaquetayseestiralacorbata.Yomerevuelvoincómodaenmisitio,buscandoenmicerebroalgoconloqueredimirme.Nada.Nopuedoretirarlo.
—Perdóname. —Agacho la cabeza, avergonzada, resistiendo elimpulsodearrojarelcuadernoalfuego.
—Estásperdonada—mecontestaconcerosinceridadymarchándoseagrandeszancadas.
—¡Miller,porfavor!—Intentocogerledelbrazoperomeesquivaysealejademísigilosamente—.¡Miller!
Se da la vuelta y me echa para atrás con su fiera mirada. Tiene lamandíbulatensayelpecholesubeybajaagranvelocidad.Meachicoconcada ángulo cincelado y la expresión de su rostro, que indican su estadomentalactual.Meseñalaconeldedo:
—Nuncavuelvasarestregármeloporlacara—meadvierteechándoseatemblar—.¿Mehasoído?¡Nunca!
Saledandounportazoydejándome inmóvil con su iradesgarradora.Nuncalahabíadirigidohaciamícontantaintensidad.Parecíacomosifueraahaceralgopedazos,yaunquemejugaríalavidaaquenuncamepondrálamanoencima,temoporcualquieraquesecruceensucaminoahoramismo.
—¡Joder!—lo oigomaldecir, y sus pasos atronadores se acercan denuevo.Nomemuevodelsitio,quietayensilencio,hastaqueentrapor lapuertadelasaladeestar.Vuelveaseñalarmeconeldedoytiemblaaúnmásqueantes—.Notemuevasdeaquí,¿entendido?
Noséquépasa.Suordendesencadenaalgoy leplantocaraantesdepoderpararmeapensaren losprosy loscontrasdecontestarle.Apartosu
manodeunmanotazo.—¡Nomedigasloquetengoquehacer!—Olivia,nomepresiones.Lomismo da que no tenga intención de ir a ningún sitio porque no
quierodejarsolaalaabuela.Esunacuestióndeprincipios.—¡Queteden!Aprietalosdientes.—¡Dejadesertanimposible!¡Deaquínotemueves!Me hierve la sangre y espeto algo que me sorprende tanto como a
Miller.—¿Túlosabías?ElcuellodeMillerseretraesobresushombrosyarrugalafrente.—¿Qué?—¡¿Túsabíasquehabíavuelto?!—legrito,pensandoen lobienque
manejó la situación. No hubo sorpresa. Estaba en su salsa, como si sehubiera preparado para ese momento—. Cuando creía que me estabavolviendolocaymequitastelaideadelacabeza,¿sabíasquehabíavuelto?
—No.—Semantienefirmeperono lecreo.Haríacualquiercosaporaliviarmidolor.Nadiehabla.Tedmeeludía.Williammehaestadoevitandoatodacostahastaahora,queyaloséseguro,yMillerprácticamentetiróelteléfonode lamesa para cortar la conversación en cuanto semencionó elnombredeGracie.Y luegoestá la llamadadeSylvie,cuandomedijoqueuna mujer me estaba buscando. Su descripción encaja con Sophia a laperfección,perotambiénconmimadre.Laclaridadesunacosamaravillosa.
Lasangremehierveenlasvenas.—TúledijisteaWilliamquenomelocontara,¿verdad?—¡Sí!¡Joder,sí!—megritamirándomefijamente—.¡Yquesepasque
no me arrepiento! —Me coge la cara con firmeza entre las manos, casimostrandoagresividad,yaprieta.Merozalapuntadelanarizconlasuyaysusojossemeclavanenelalma—.Nosabíaquéhacer.
Nopuedohablar,porelmodoenquemetienecogidalacaranopuedoabrirlaboca.Asíqueasientoydejoquemeembriaguelaemoción;todoelestrés, la preocupación y el miedo atraviesan mi vulnerable ser. Él sóloestabaintentandoprotegermedemássufrimiento.
—Notevayas.—Estudiamicara,sumiradaexaminacadamilímetro,y aunque es una orden, sé que quiere que yo esté de acuerdo.Asiento denuevo—.Bien—selimitaadeciryentoncespegaloslabiosalosmíosyme
besaalafuerza.Cuandomesuelta,doyunpasoatrásyparpadeoparavolveralavida,
justoatiempoparaverlodesaparecer.Cierralapuertaconunestruendo.Entoncesmeechoallorarcomounbebé,intentandocontenerelsonido
paranodespertar a la abuela.Esuna tontería; si fueraadespertarseya lohabría hecho con todos los berridos y los portazos que hemos dado.Mispatéticossollozosahogadosnovanadespertarla.
—¿Todobien,señoritaTaylor?LevantolavistayveoaTedenlapuertadelasaladeestar.—Todobien.—Merestriegolosojos—.Estoycansada,esoestodo.—Escomprensible—diceenvozbajaymehacesonreírunpoco.—Tútambiénsabíasquehabíavuelto,¿no?Asienteybajalamirada.—Nomecorrespondíaamícontárselo,querida.—Entonceslaconocías.—Todo el mundo conocía a Gracie Taylor.—Sonríe sin levantar la
vista del suelo, como si tuvieramiedodemirarmepor si le preguntomáscosas.Novoyahacerlo.Noquierosaberlo.
—Másvalequetecoloquesentupuesto.—Señalohaciamihombroycuando por finmemira, su rostro curtido parece sorprendido—. Perdonaquedesaparecieraasíotravez.
Seríe.—Estáa salvo, esoes loque importa.—Atraviesa lahabitacióny se
coloca junto a la ventana. Lo observo un rato y recuerdo lo bien queconduce.
Tengoquesabermás.—¿SiemprehastrabajadoparaWilliam?—Veinticincoaños.—¿Aquétededicabasantes?—Eramilitar.—¿Soldado?Nocontesta,sóloasiente,cosaquemedicequeyamehadadobastante
conversación.DejoaTedyarrastromicuerpoagotadoescalerasarriba,alcuartodebaño,conlaesperanzadequeunabuenaduchaalivielospesaresdemi mente y de mi corazón a la par quemis músculos doloridos. Nospresionan desde tantos frentes que empieza a ser demasiado, y los dos
estamosintentandocargarcontodo.Novaatardarenaplastarnos.Abro el grifo yme quedo de pie frente al lavabo, contemplandomi
rostro macilento y las ojeras oscuras que tengo bajo los ojos. Sólo seborrarían si pudiera dormir cien años y al despertar todas mispreocupacionessehubieranesfumado.Suspiro,abroelarmariodeespejoymaldigocuandounaavalanchadecosméticoscaesobreellavabo.
—Mierda —refunfuño recogiendo frascos y tubos uno a uno ycolocándolos otra vez en su sitio. Casi he terminado, sólo faltan losTampax...
Tampax.Mequedomirando lacaja.Tampax.Semeestá retrasando.Nuncase
me retrasa. Nunca. No me gustan los nervios que me revolotean por elestómagonielzumbidode lasangreen losoídos. Intentocalcularcuándotuveelúltimoperíodo.¿Hacetressemanasocuatro?EnNuevaYorknolotuve.Mierda.
Corro a mi habitación y busco la caja vacía de la píldora del díadespués.Sacoelprospecto,ylodesdoblocondedosnerviososhastaquelotengoextendidoencimadelacama.Chino.Alemán.Portugués.Italiano.
—¡¿No está en ningún idioma que pueda comprender?! —gritodándole la vuelta y aplastándolo contra la cama.Me paso veinteminutosleyendomontañasdeletrapequeña.Noretengonada,sólolatasadeéxito.Nohaygarantías.Algunasmujeres,unporcentajemuypequeño,sequedanembarazadasapesardetodo.Nomellegalasangrealacabeza.Memareoyla habitación da vueltas. Rápidas. Me desplomo en la cama y me quedomirandoeltecho.Tengofrío,calor,estoysudandoynopuedotragar.
—Mierda...No sé qué hacer. Me he quedado en blanco, atontada del todo. ¡El
móvil! Vuelvo a la vida y bajo a la cocina a toda velocidad. Conmanostorpesquesenieganacooperarydedosquenoaciertanahacerloquelesdigo.
—¡Malditasea!Pegounapatadaenelsueloyluegomequedoquieta,intentandoqueel
airellegueamispulmones.Dejoquesalga,concalma,yempiezootravez.Consigoabrirelcalendario.Cuentolosdíasunayotravez;sonmásdelosque esperaba, pensando que con la locura de vida que he llevadoúltimamenteesposiblequehayacometidounerrorgarrafal.Noesasí.Pormáscuentasquehaga,elresultadosiempreeselmismo:llevounasemana
deretraso.—Mierda.Medejocaercontralaencimera,dándolevueltasaliPhone.Necesitoir
a la farmacia, tengo que salir de dudas. Es posible que este ataque denervios sea del todo innecesario.Miro el reloj de la cocina: son las ochopasadas. Pero seguro que hay alguna farmacia de guardia.Mis piernas seponen enmarcha antes quemi cerebro.Ya estoy en el pasillo cuandomicabeza empieza a funcionar yme detengo amedio descolgar la cazadoravaqueradelperchero.
—Laabuela.Pierdoelímpetu.Nopuedosalir,lomismodaqueseaunaemergencia.
No podría volver a mirarme al espejo si algo le pasara en mi ausencia.Además,Tedestávigilando.Nocreoquevayaaaguantarmuchasbroncasmásporculpademistendenciasescapistasantesdedarsecuentadequenovalgolapenaydimita.
Sueltolacazadora,mesientoenelprimerescalónydejocaerlacabezaentrelasmanos.Justocuandopensabaquelacosanopodíairapeor,surgeunamierdamás que añadir ami lista de cosas a las que no quiero hacerfrente.DeseohacermeunabolayqueMillermeenvuelvaenloquemáslegusta,quemeprotejadeestemundodejadodelamanodeDios.Subelloyreconfortante rostro se dibuja enmimente yme envía cerca de ese lugarseguro.Luego se disuelve en la rabiamanifiesta de antes de que se fueraechandochispas.
Nomecuentanaday,simelocontara,estoyseguradequenoquerríaoír lo que tiene que decir. Gruño y me froto la cara con las manos,intentandoborrarlo... todo.Soyunaimbécil.Unaimbécildetomoylomo.Una imbécil que vive engañada y que debería enfrentarse a lo que estáocurriendoasualrededoryencontrarelfamosovalordelasmujeresdelafamilia Taylor. ¿Qué ha sido de la vida tranquila y relajada?Miller tienerazón:nosoycapazdevivirasí.
CAPÍTULO17
Missueñossonsueños.Loséporquetodoesperfecto:Miller,laabuela,yo...lavida.Contentaconpermanecerenmimundodeilusión,meacurrucoun poco más, gimo de contento y abrazo la almohada. Todo brilla.Resplandeceyestá llenodecoloryaunque séquemeenvuelveuna falsasensación de seguridad, no me despierto. Estoy al borde del sueño y lavigilia, intentandometermemás enmis sueños, cualquier cosa con tal deretrasarunpocomáselhechodetenerqueenfrentarmealadurarealidad.Sonrío.Todoesperfecto.
GracieTaylor.Seuneamíensueños,dejasuhuellayes imposible librarsedeella.
Medespiertoenseguida.Derepentetodoesoscuridad.Todoestáapagado.—¡No!—grito, enfadada porque ha perturbado la única tranquilidad
quepodíaencontrarenmimundodetribulaciones—.¡Vete!—¡Olivia!Me levanto como un rayo, jadeando, y giro la cabeza, buscándolo.
Miller está sentado a mi lado, en calzoncillos, despeinado y preocupado.Dejo caer los hombros,medio aliviada,medio enfadada. Aliviada porqueestáaquíyenfadadaporestardespiertayalerta.Devueltaenelmundoreal.Suspiroymeapartoelpelodelacara.
—¿Unmalsueño?—Seacerca,merodea,recogemicuerpoentresusbrazosymeacunaensuregazo.
—No veo la diferencia—suspiro en su pecho y titubea un instante.Estoysiendosinceraconél.Nonoto ladiferenciaentre laspesadillasy larealidady tienequesaberlo,aunquedoyporsentadoqueesconscientedeporloqueestoypasando,porqueloestáviviendoconmigo.Casitodo.Medespiertomásymepongoaúnmásalerta, al recordar loquepasóanochedespués de que semarchara: podría estar embarazada. Pero hay algomásimportantequebloqueamipreocupación.
—Laabuela.—Intentolevantarme,aterrada.—Estáestupenda—metranquilizaabrazándomeconmásfuerza—.La
heayudadoabajaryaecharseenelsofá.Leheservidoeldesayunoylehedadolamedicación.
—¿Enserio?¿Encalzoncillos?DerepenteloúnicoqueveoesaMilleratendiendoalaabuelasólocon
elbóxerpuesto.Mehabríaencantadopoderverlosporunagujerito.Seguroquelaabuelahaagotadosupacienciamientrasdisfrutabamirandosuculito.
—Sí.—Mebesaenlacoronillaeinspirahondo,inhalandolafraganciatranquilizadora de mi pelo—. Tú también necesitas descansar, mi dulceniña.
Empiezoa liberarmede susbrazosperome rindocuandoestrechaelabrazo.
—Miller,tengoqueiraveralaabuela.—Yatelohedicho:estáestupenda.Lucha conmigo hasta queme tiene donde quiere: a horcajadas en su
regazo.Mereconfortamuchísimoquemerevuelvaelpeloyaúnmáselversu remolino rebelde pidiéndomeque lo ponga en su sitio. Suspiro y se loaparto de la frente. Ladeo la cabeza, asombrada mientras mi memoriarefrescalosbellosrasgosdeMillerHart.Losrepasotodos:losqueveoylosqueno.
—Tenecesitoyamismo—mesusurraymisdedos,quedeambulabanpor su pecho, vacilan—.Quiero lo quemásmegusta—me exige en vozbaja—.Porfavor.
Loabrazoyloenvuelvocontodomiser.Micarabuscaunhuecoensucuellomientrasélmecogedelanucaparaquenomemuevadelsitio.
—Perdóname—farfullopatética—.Sientoestartanresentida.—Yateheperdonado.Unas pocas lágrimas corren en silencio por mis mejillas y por su
cuello. El remordimiento me mata. Se ha portado de maravilla, ha sidoatento, protector y nos ha ayudado en todo a la abuela y amí.No tengoexcusa.
—Tequiero.Meseparadesupechoyconmuchalentitudmeenjugalaslágrimas.—Yyotequieroati.—Nohaypalabrasenclavenifrasesalternativas,
nihechosque lodigan todo.Loexpresacon todassus letras—.Nopuedovertetriste,Olivia.¿Dóndeestáesebríoquetantohellegadoaquerer?
Sonríoypiensoquenolodiceenserio.—Semehaacabado—confieso.
Tener chispa, ser impertinente y atrevida, o como quiera llamarlo,requieredemasiadaenergía.Escomosimehubieranchupado laviday lapocaquemequedalareservoparacuidaralaabuelayasegurarmedequeMillersepalomuchoqueloquiero.Aldiabloconlodemás.
—No, de eso nada. Lo has perdido de momento, eso es todo.Necesitamos volver a encontrarlo.—Me dedica una de sus encantadorassonrisasqueiluminamioscuridadporuninstante—.Tenecesitofuerteyamilado,Olivia.
Mimente sumida en las tribulaciones ahora se siente culpable.Él hasido fuerte pormí. Ha permanecido ami lado pese a todosmis traumas.Tengoquehacerlomismoporél.AúntenemosquelidiarconlosproblemasdeMiller,quetambiénsonlosmíosporqueahorasóloexistimosnosotros.PeroGracie Taylor ha añadido una nueva dimensión a nuestromundo delocos.Yencimanomevienelaregla.
—Yaquímetienes—afirmo—.Siempre.—Aveceslodudo.Mesientoculpablealcubo.«Espabila»,medigo.Esoesloquetengo
quehacer.Losproblemasnovanadesaparecerpormuchoquelosignore.—Aquímetienes.—Gracias.—Nomeloagradezcas.—Siempreteestaréagradecido,OliviaTaylor.Eternamente.Losabes.
—Mecogelamanoybesamidiamante.—Losé.—Mealegro.Medaunbesocastoenlanariz,otroenloslabios,otroenlamejilla,y
luegootroyotroantesdecubrirmeelcuellodebesos.—Horadedarseunaducha.—¿Meconcederíaselhonordeacompañarme?—Lecojodelpelopara
quitármelodelcuelloysonríocuandolevantalavista.—¿Quieresqueteadoreenesaduchadiminuta?Asiento, extasiada al ver la chispa juguetona en sus penetrantes ojos
azules.Haceunmohín.Eslomásbonitodelmundo.—¿Cuánto crees que tardará tu abuela en levantarse del sofá, ir a la
cocina,buscarelcuchillomásgrandeymortíferoysubirlaescalera?Sonrío.
—Encircunstanciasnormales,menosdeunminuto.Peroahoramismo,calculoqueunosdiezminutos,siesquesemolestaensubir.
—Entoncesvamosallá.Me río. Me coge en brazos y echa a andar hacia la puerta a gran
velocidad.Nosabecuántolonecesito.—Peronoquieresfaltarlealrespetoalaabuela—lerecuerdo.—Ojosquenoven...Sonríoencantada.—Nopodemoshacerruido.—Tomonota.—Nomepuedeshacergritartunombre.—Tomonota.—Tenemosqueestaratentosporsilaoímosacercarse.—Tomonota.Abreycierralapuertadelbañodeunpuntapié.Nohatomadonotade
nada.Medejaentierra,abreelgrifodeladucha.Nollevonadapuestoysólo
elbóxercubrelasdeliciosascaderasdeMiller.Encuestióndesegundoslosdosestamosdesnudos.
—Entra. —Ladea la cabeza para acompañar sus palabras con ciertaurgencia. Nomemolesta lomásmínimo.Mi desesperación aumenta concadadolorososegundoquetardaentocarme.Memetoenlabañera,bajoelaguacaliente,yespero.
Yespero.Yespero.Está ahí de pie, mirándome, sus ojos recorren mi cuerpo húmedo y
desnudolentamente.Peronomesientoincómoda.Envezdeeso,aprovechoeltiempoparasaborearcadacentímetrodesucuerpoperfectoymusitoparamis adentros, pensando que es posible que sea más perfecto cada día.Empieza a abandonar sus costumbres obsesivas a veces, o puede quemehayaacostumbradoacosasqueantesmellamabanmucholaatención.Otalvezlosdosnosestemosacercandoauntérminomediosinhabernosdadonicuenta.Probablementeporquelosdosnosmorimosporelotroy,cuandononosconsumelapasión,estamossaltandoobstáculos.Perohayunacosaquesémuybien.Loúnicoqueesimpepinable.
EstoylocamenteenamoradadeMillerHart.Misojosasciendendesuspiesperfectosasuspiernastorneadashasta
quemeencuentromirandosinreparossupolladurayperfecta.Podríasubirmás, perderme en el resto de su cuerpo: sus abdominales cincelados, suspectoralestersos,esoshombrosfuertesy...sucaraperfecta,suslabios,susojosy,porúltimo,losrizospreciososdesucabellera.Podríaperonovoyahacerlo.Elepicentrodesuperfecciónmetienecautivada.
—TierrallamandoaOlivia.—Suvozroncacontradiceladulzuradesutono.Tardoenpermitirquemisojossedeleitenconelrestodeél.Notengoprisapor llegaraesos increíblesojosazulesquemecapturaron laprimeravezquelovi—.Porfin.
Sonríoyletiendolamano.—Venamí.—digojadeante,desesperada.Aceptamimanoynuestros
dedosseacariciany jugueteanunmomento.Seguimosmirándonos.Millerlosentrelazaconfirmeza.Semeteenladuchaymerodea,sindarmemásopcionesqueretrocederhastaquetengolaespaldacontralosfríosazulejos.Memiradesdeloalto,conlosojosfijosenlomásprofundodemí.
Levantanuestrasmanosentrelazadasylaspegaalaparedporencimademicabeza.Luegodeslizalamanoquetienelibreporlapartedeatrásdemimusloy tira firmementedeél.Levanto lapiernay se la enroscoen lacintura, atrayéndolo hacia mí. Miller entreabre la boca y la mía hace lomismo.Seagachahastaquenuestrasnaricesserozan.
—Dime lo que quieres, mi dulce niña. —Su aliento ardiente meacaricialacarayéldesataunacorrienteeléctricadedeseoquecorrepormisvenasyseconvierteennecesidad.
—Ati—consigojadearycierrolosojoscuandosubocasecierrasobrelamía.
Ytomaloqueessuyo.
CAPÍTULO18
Laabuelatienebuenaspecto.Peroalverlasentadaensilenciojuntoalamesadelacocina,conunatazadetéentrelasmanos,mepreocupounpoco.Esperabaencontrarlatrasteandoenlacocina,apesardequelehayandichoquetienequedescansar.Alaabuelanuncaselehadadobienhacerloqueledicen.
—Buenos días —saludo con alegría sentándome a su lado ysirviéndomeunatazadeté.
—Nitemolestes—respondelaabuelaamisaludo.Niun«hola»,niun«buenosdías».
—¿Conqué?—Conelté.—Arrugalanarizalolisquearsutazaytuerceelgesto—.
Sabeameadadegato.Lateterachocacontraelbordedelatazaenlaqueintentoservirmeel
téyMillerrompeareírenlaotrapuntadelacocina.Lomirodereojo.Estádivinoconuntrajedetrespiezasgrismarengo,camisaazulclaroycorbataa juego.Estáparacomérselo, tanrepeinado, tanbienvestidoy,por loqueparece,listoparairseatrabajar.Perfecto.Lomiroalosojosysonrío.
—Esunajoya.Mepongomuyseria.Losabeperopasademisarcasmoysesientacon
nosotras.—Esustedmuyamable,señoraTaylor.—¿Quétalladucha?—contraatacaellaylamalditateteracasiseme
caeotravez.Estoyseguradequeheagrietadolataza.Lamiroconlosojosmuyabiertosymelaencuentrosonriendoperversa.¡Lamuy...!
—Caliente —dice Miller pronunciando cada sílaba muy despacio.Ahora es a él a quienmiro con los ojosmuy abiertos. No hay quien losaguantejuntos,lesencantaeltirayafloja.Perotambiénsonencantadoresymuycariñososelunoconlaotra.
—DeberíashaberlepedidoaOliviaqueteenseñaraasubiryabajarelmandodelatemperatura.
Vuelvo a mirar a la abuela. Está jugueteando con el asa de la taza,pensativa,haciéndoselainocente.¡Esincorregible!
—Esohehecho—diceMillerconnaturalidad,imitandolosgestosdelaabuelaconsupropiataza.
—¡Lo sabía! —Dice la abuela con un gritito ahogado—. ¡Eres undemonio!
Merindo.Nisedancuentadecómolosestoymirandoymedueleelcuellode tantogirarlohaciaunoyotra.Merecuestoen la sillay losdejoseguirconsujuegomientrasmeinvadeunaagradablesensación.Verlatanvivarachaydespiertahacemaravillasconmiestadodeánimo.
Miller le lanza a la abuela una sonrisa arrolladora que sabotea susintentospormirarlomal.
—Perdone,señoraTaylor,nopuedodisculparmeporquererlatantoquemeresultadolorosonopodertocarla.
—Eres un diablo —repite la abuela en voz baja, con sus rizosondeandodebajodelasorejascuandomenealacabeza—.Eresundiablo.
—¿Hemos terminado ya con las batallitas?—pregunto cogiendo loscereales—.¿Omepongocómodaparadisfrutardelespectáculo?
—Yoyaheterminado—diceMillertomándoselalibertaddeservirmelalecheenloscereales—.¿Yusted,señoraTaylor?
—También—dicedándoleunsorbitoasutéyhaciendounamuecadedisgusto—.Estáscomounqueso,MillerHart,perohacesuntélamentable.
—Estoydeacuerdo—añadolevantandomitazaytorciendoelgesto—.Estámalísimo.Lopeor.
—Tomonota—gruñe—.Nuncadijequefueraunexpertohaciendoté.—Lasonrisatraviesavuelveasurostroytengoquedejarlatazadespacio,concautela—.Perosihablamosdeadorar...
Meatragantoconloscereales,cosaquerápidamenteatraelaatencióndelaabuela.
—Ya,ya...—dice taladrándomeconsusojosazulmarino—.¿Quéesesodeadorar?
Meniegoamirarlayfijolamiradaenmicuenco.—Semedamuybien—declaraMillerconchulería.—¿Terefieresalsexo?—¡Señor,damefuerzas!—Cojolacuchara,lahundoenloscerealesy
mellevoalabocaunabuenacucharadadedesayuno.—Yolollamoadorar.—Entoncesesverdadque lo tuyonosóloesamorsinoadoración—
preguntalaabuelaconunasonrisa.
—Vayaquesí.Mequieromoriryrezoparaqueladivinaprovidenciaintervengayme
salve.Sonimposibles.—Parad,porfavor—lessuplico.—Estábien—dicenalunísono,sonriendocomounpardeidiotas.—Mejor.Tengoqueiralsupermercado.—Peromegustahaceryolacompra—protestalaabuela,unamuestra
deloquemeespera—.Túnovasadarpieconbola.—Pueshazmeunalista—replicosolucionandoelproblemaalinstante
—.Novasasalirdecasa.—Yatellevoyo,Olivia—diceMillercolocandoelazucarerounpoco
másaladerechaylalecheunpelínmásalaizquierda—.Ynomediscutas—añadeconunamiradadeadvertencia.
—Nomepasaránada—digosindarelbrazoatorcer.Sepuedemetereltonoylasmiradaspordondelequepan—.Túsiquieresquédateaquíconlaabuela.
—TengoqueiralIce.Lemiro,séquenovaairatrabajardeverdad.—¡Por el amor de Dios! No necesito que nadie se quede aquí a
cuidarme—refunfuñalaabuela.—Discrepo—salgo.YatengobastanteconMillertocándomelamoral.
Sólomefaltabalaabuela.—Tienerazón,señoraTaylor.Nodeberíaquedarsesola.Me encanta ver que Miller le lanza a la abuela una mirada de
advertenciaidénticaalaquemeacabadelanzaramíyaúnmegustamásverquelaabuelanolediscute.
—Está bien —masculla—, pero no voy a quedarme aquí encerradaparasiempre.
—Sólo hasta que recuperes las fuerzas —la tranquilizo. Le doy unapretón a Miller en la rodilla por debajo de la mesa como muestra deagradecimiento,yparamisorpresa,nohacenicaso.
—Tellevoahacerlacompra—repite,selevantadelamesayrecogeunpardeplatos.
Miagradecimientoseesfumaenunabrirycerrardeojos.—Noooooo,tútequedasaquíconlaabuela.—Noooooo,yotellevoalsupermercado—replicasinhacernicasode
laadvertenciamanifiestademiorden—.HehabladoconGregory.ÉlyTed
notardaránenllegar.Mederrumboenlasilla.Laabuelaresopladisgustada,peropermanece
en silencio y Miller asiente, aprobando él solo el anuncio que acaba dehacer.Lo tiene todoplaneado.Nomegusta.Nopuedocomprarun testdeembarazoconMillerpegadoamistalones.
Mierda...
Despuésdeponer al día aGregory sobre el estadode la abuelaydeasegurarmedequehepreparado toda sumedicaciónparaque él no tengaqueleerselasinstrucciones,Millermeconduceasucochecogidadelanucaymecolocaenelasientodelcopiloto.Pareceuntantoenojadodespuésdehaber recibido una llamadamientras yo hablaba con Gregory. No hay nirastrodelhombreafableyrelajadodeldesayuno.Comosiempre,escomosini siquiera estuviera conmigo, y aunque su distanciamiento habitualdesaparececadavezconmásfrecuencia,suscostumbresdesiemprevuelvena la carga. No creo que hoy me perdone si toco los mandos de latemperatura,asíquebajolaventanilla.Millerponelaradioparaacabarconel incómodo silencio y yo me reclino y dejo que Paul Weller me hagacompañía.Duranteeltrayecto,llamoacasadosvecesyenambasocasioneslaabuelamedicequesoyunaestreñida.Vaatenerqueaguantarse,ypunto.
Empiezo a tramar un plan para conseguir unos minutos a solas enTescoparapodercomprarloquenecesitoyquedarmetranquilaoquemedéunataque.Sólosemeocurreunacosa.
Miller aparca, cogemos un carrito y nos sumergimos en el caos delsupermercado.Recorremos lospasillos,yoarmadacon la listaquenoshadado la abuela y él con cara de estresado. Hay carritos abandonados portodaspartesyenlosestantesnadaestáensusitio.Memuerodelarisapordentro y me apuesto a que está conteniéndose para no ordenarlos. Perocuandosuenasumóvil,selosacadelbolsilloymiralapantalla,frunceelceño mucho más que antes y rechaza la llamada. Creo que el caos queimperaenTesconoesloúnicoquelemolesta.Nolepreguntoquiénllamaporquenoquierosaberlo.Dehecho,sigotramandonuestraseparación.
—Tengoquecogerunascosasparalaabueladelaseccióndedroguería—digofingiendocon todomiserquenoes importante—.Toma la listayterminadebuscarloquefalta.
Ledoylalista,alaqueheañadidounoscuantosartículosqueséque
estánenlaotrapuntadelsupermercado.—Teacompaño—contestasinvacilar,estropeándomelosplanes.—Iremosmás rápido si nos separamos—ledigode improviso—.Sé
queodiasestesitio.Aprovechosumalestaryechoaandarantesdequepuedaabrirlaboca,
mirandodevezencuandohaciaatrásparaasegurarmedequenomesigue.Estámirandolalistaconelceñofruncidomástremendodelmundo.
Doblolaesquinaysigocaminandodeprisa,mirandoloscartelesdelospasillosenbuscade loquequiero.Sólo tardounosmomentosen llegaralpasillo correcto y en empezar a mirar una caja tras otra de pruebas deembarazo...cadaunaconsucaja individualdemetacrilato,unamedidadeseguridad de lo más idiota. «Genial», mascullo y cojo la primera quegarantiza resultados rápidos y precisos. Le doy la vuelta, inspecciono losdibujosmientrasechoaandardenuevoyentonceschococontraalgo.
—¡Perdón!—exclamo mientras la caja se me cae de las manos. Elmetacrilatorebotacontraelsueloamispiesconunestrépito.Hayotropardepiesquenoconozco.Nomegustaelescalofríoquemerecorrelaespaldanilasensacióndevulnerabilidadquemeinvadederepente.
—Lo siento.—Elhombre tiene vozde pijo y lleva un traje caro.Seagachapararecogerlacajaantesdequepuedaverlelacaraysequedaunossegundosencuclillas,mirandolapruebadeembarazoconinterés.Nolehevistolacara,sólolacoronillamientrassigueacuclilladoamispies.Desdeluegoelpelosalpicadodegrisnomesuena,perohayalgoquemedicealasclarasqueélsíquemeconoce.Estáenestepasilloconmigoapropósito,unpasillo lleno de artículos de higiene femenina. Puede que esté en unsupermercado, congente por todas partes, pero la sensaciónde peligro sepalpaenelambiente.
Elextrañoselevantayleveolacara.Tienelosojosnegrosyalbergantodaclasedeamenazas.Unacicatrizlerecorrelamejillaizquierdahastalacomisuradeloslabios,quesonfinosydibujanunasonrisafalsaqueacentúala cicatriz. Es una sonrisa que intenta darme una falsa sensación deseguridad.
—Creo que esto es suyo—dice extendiendo la mano con la caja yobligoamismanosadejardetemblarantesdecogerla.Séquehefracasadocuandoarqueaunacejay,peseaquehecogidolacaja,élnolasuelta.Estácomprobandolomuchoquetiemblo.
Bajolamiradaporquenopuedosoportarpormástiempoladurezade
lasuya.—Gracias. —Me trago el miedo e intento seguir andando pero me
bloqueaelpaso.Meaclarolagarganta,cualquiercosacontaldeconseguirla seguridad que necesito tan desesperadamente para poder engañarlo—.Perdone.—Estavezdoyunpasohaciaelotroladoyélhacelomismoconunarisasiniestra.
—Parecequenovamosaningunaparte,¿no?—Daunpasoalfrenteyseacercademasiadoamiespaciopersonal,loqueduplicaminerviosismo.
—No—concedo,intentandoavanzardenuevo,yotravezmebloqueaelpaso.Respirohondoymeobligoa levantar lavistahastaquemisojosdanconsucara.Eslavivaimagendelmal.Manadecadaporodesuseryhacequemeachiquealinstante.Sonríe,alargalamano,cogeunmechóndemipeloyloretuerceentrelosdedos.Mequedohelada,paralizadadeterror.
Emite un sonido pensativo... siniestro... de mal agüero. Luego seagachaymepegalabocaaloído.
—Dulceniña—susurra—.Porfinnosconocemos.Retrocedodeunbrincoconungritoquedo,mellevolamanoalpeloy
a la cara para borrar las huellas de su aliento mientras él permaneceligeramente echado hacia adelante, con una sonrisa diabólica en lascomisurasdesuslabiosyestudiándomecondetenimiento.
—¿Olivia?Alguienmellamaalolejoscontonodepreocupaciónyobservocómo
elextrañoseyergue,miraporencimademihombroyesasonrisaperversasehacemásgrande.Doymediavueltaymequedosinaireenlospulmonesal ver aMiller acercándose a grandes zancadas haciamí. Estámuy seriopero su mirada refleja un cúmulo de emociones: alivio, miedo, cautela...enfado.
—Miller—susurro.Laenergíafluyepormismúsculosmuertosymispiernasentranenacciónyrecorrenladistanciaquemeseparadesupecho,alquemeaferrocon todasmisfuerzas.Está temblando.Enestemomentotodogrita«¡peligro!».
Miller apoya la barbilla enmi coronilla yme sostiene con un brazocontrasupecho.Sobrenosotrospesaunsilenciodeplomoentreelbullicioyla actividad frenética del supermercado, como si estuviéramos en unaburbuja y nadie excepto nosotros tres fuera consciente del peligro y de lahostilidad que contaminan la atmósfera del local.Nome hace faltamirarpara saber que el desconocido siguedetrás demí, noto supresencia igual
quenotoaMillerintentandoreconfortarmeconsuabrazoylotensoqueselehapuestotodoelcuerpo.Meocultoenmiescondite,nopiensomovermedeaquí.
Millertardaunaeternidadenrelajarseunpocoyyomeatrevoamiraratrás. El hombre avanza por el pasillo, con las manos en los bolsillos,mirandolasestanteríascomosivinieraacompraradiario.Pero,aligualqueMiller,pareceunpezfueradelagua.
—¿Te encuentras bien? —pregunta Miller apartándome un poco yestudiandomirostrolívido—.¿Tehahechoalgo?
Niego con la cabeza, pensando que sería de locos decirle nada quehiciera estallar ami bombahumana.Tampoco creoquehaga falta.Millersabequiénesesehombrey loquehapasadosinqueyotengaquedecirlenada.
—¿Quién es? —Hago la pregunta de la que no quiero saber larespuestay,a juzgarpor laexpresióndedolordeMiller,estáclaroqueéltampocoquieredecírmelo.Oconfirmármelo.Eselbastardosinmoral.
NoestoysegurodesiMillernotaquehellegadoaesaconclusiónosisimplemente no quiere aclararme nada, pero mi pregunta no recibecontestaciónyrápidamentesacaelmóvildelbolsillo.Aprietaunbotónyalospocossegundosestáhablandoconalguienalotrolado.
—Se acabó el tiempo. —Es lo único que dice antes de colgar ycogermedelamano.
Pero su rápida y apremiante cadena demovimientos se corta cuandoalgollamasuatención.
Algoquellevoenlamano.Todosloshuesosdemicuerpoderrotadoserinden.Nohagoelmenor
amago de ocultarlo. No intento excusarme ni inventarme nada. Estáinexpresivo,sequedaunsiglomirandolacajaantesdealzarsusojosazulesvacíoshaciamisojosllorosos.
—PorDiosbendito—exhalaysellevalayemadelpulgarydelíndicealafrente.Cierralosojosconfuerza.
—Creoquelapíldoradeldíadespuésnohafuncionado.—Semetrabalalengua,séquenonecesitodecirmásyqueporahoranomevaapedirquelohaga.
Se pasa las manos por el pelo, apartándose los rizos de la cara ehinchandolasmejillas.Másgestosdeterror.
—¡Mierda!
Hagounamuecaaloírlomaldecir.Ahora losnerviosocupanel lugardelmiedo.
—Noqueríadecirnadahastaestarsegura.—¡Mierda!Miller me coge por la nuca y me empuja hacia el final del pasillo,
dondenosesperauncarrodelacompralleno.Echalapruebadeembarazosin ningún cuidado, coge el carro por lamano libre y lo empuja hacia lacaja.
Empiezoaandarcomounaautómata;mismúsculostrabajansinrecibirinstrucciones, tal vez porque aprecian lo delicado de la situación o loexplosivo del estado de ánimodeMiller.Estoy colocando las cosas en lacinta transportadora, callada y recelosa, mientras Miller lo recoloca todocomoa él legusta.Dejoque siga élymevoyalotro extremo, ameterlotodo en bolsas. EntoncesMiller se pone ami lado, y lo saca y vuelve ameterlo todo.Me cruzo de brazos y le dejo seguir a él. Lamandíbula letiembladevezencuandomientraslosmovimientosdesumano,rápidosyprecisos,ordenanlosartículosenlasbolsasqueluegocolocaenelcarrito.Estáintentandoreinstaurarlacalmaensumundo,quesedesmorona.
Despuésdeabonarleelimportealacajera,alaqueselecaíalababa,nosreclamaalcarritoyamíynosconduceconmanofirmehacialasalidade los confines del supermercado. Pero la intranquilidad de Miller nodesaparece,aunqueahorayanoséaquésedebe,siamisnoticiassorpresaoalhombresiniestroysuvisitainesperada.
Sólodepensarlomepongoamirarentodasdirecciones.—Se ha ido —dice Miller cuando llegamos a su coche, ya en el
exterior—.Sube.Hago lo queme dice sin chistar y dejo queMiller descargue solo el
botínenelmaletero.Notardamosensalirzumbandodelaparcamientoyenestarenlacarretera.Elaireesirrespirableperonohayescapatoria.
—¿Adóndevamos?—pregunto;derepentemepreocupaquenotengaintencióndellevarmeacasa.
—AlIce.—¿Yquéhaydelaabuela?—lediscutoconcalma—.Llévameacasa
primero.NotengoganasdeacompañaraMilleralIce.Preferiríadedicarmeami
pasatiempofavoritoyesconderlacabezaunpocomás.—No —responde resuelto, sin dejar margen para la negociación.
Conozcoestetono.Conozcoestaformadeactuar—.Nopodemosperdereltiempo,Olivia.
—¡Cuidardelaabuelanoesperdereltiempo!—Gregorycuidarádeella.—Quierocuidaryodeella.—Yyodeti.—¿Esoquéquieredecir?—Quiere decir que ahora mismo no tengo tiempo para tus
impertinencias.—Tomaunacurvacerradaaladerechayderrapahaciaunaperpendicular—.Estonosevaasolucionaramenosquelosolucioneyo.
Elcorazónapenasmelateenelpecho.Nomegustaladeterminaciónquenotoenlosrasgosendurecidosdesurostroyensuvozgrave.Deberíasentirmealiviadaalverlotandecididoaarreglarlascosas.Elproblemaesquenoestoyseguradecómovaahacerlo,perounavocecitaenmicabezamedicequenomevaagustar.¿Ypordóndevaaempezar?Simedacincominutos leharéuna listade toda lamierdacon laque tenemosque lidiar,aunqueentoncesnosenfrentaríamosanuestroproblemadesiempre:¿quéesloprioritario?Algomedicequemiposibleembarazonoencabezarálalista.Nilareaparicióndemimadre.
No. Todo indica que nuestro encuentro con ese tipo de mal agüeroocupaelprimerlugarennuestralistademierdaspendientes.Elcabrónsinmoral. El hombre del queMillerme ha estado ocultando. El hombre quetienelallavedelascadenasdeMiller.
CAPÍTULO19
EslaprimeravezqueveoelIcecompletamentevacío.Millermesientaenuntabureteymecolocamirandoalabarraantesde
ponersedetrásycogerunvaso resplandecientedeunode losestantes.Lodejaconfuerzasobrelabarra,cogeunabotelladewhiskyylollenahastaelborde. Entonces se lo bebe entero, de un trago, echando la cabeza atrás.Lentamente,sevuelveysedejacaercontralabarra,mirandoelvasovacío.
Parecederrotadoyesomeasustadeunmodoinimaginable.—¿Miller?Se concentra un buen rato en su vaso antes de que unos ojos azules
atormentadosseencuentrenconmimirada.—ElhombredelsupermercadoeraCharlie.—El cabrón sin moral—digo con intención de que sepa que lo he
entendido. Es justo quienme temía que fuera, aunquemi opinión de esehombreesqueloquemehacontadoMilleracercadeélnolehacejusticia.Esaterrador.
—¿Porquénotepermitedejarloyyaestá?—lepregunto.—PorquecuandoestásendeudaconCharlieesdeporvida.Sitehace
unfavor,lopagasparasiempre.—¡Tesacódelacallehaceaños!—exclamoatropelladamente—.Eso
no justifica que estés en deuda con él de por vida. ¡Te convirtió enprostituto, Miller! ¡Y luego te ascendió a «chico especial»! —Estoy tanenfadadaquecasimecaigodeltaburete—.¡Esonoestábien!
—Oye,oye,oye...—Rápidamentedejaelvasovacío,saltalabarraysecoloca ami lado.Lo hace con soltura y elegancia y sus pies aterrizan ensilencio justodelantedemí—.Tranquilízate.—Intenta aplacarmi ira,mecogelacaraconlasmanosylalevantaparapodermirarmealosojosllenosdelágrimas—.Nohaynadaenmividaquehayaestadobien,Olivia.
Meabrelosmuslosconlarodillayseacerca.Melevantaunpocomáslacaraparaquenuestrasmiradasnoseseparenpesealaalturaquemesaca.
—Soyunputodesastre,midulceniña.Nadapuedeayudarme.Micluby yo somosminas de oro para Charlie. Pero no es sólo el beneficio queobtiene de mí ni lo conveniente que es el Ice para sus negocios. Es una
cuestióndepoder,deprincipios.Sidasmuestrasdedebilidad,elenemigotetendrácogidoporlaspelotas.—Respirahondomientrasyoloasimilotodo—.Nuncapensé endejarloporquenunca tuveunmotivoparahacerlo—continúa—.Yéllosabe.Ysabequesilohiciese,seríaporunabuenarazón.
Aprietaloslabiosycierralosojosdespacio,ungestoquenormalmenteencuentro fascinante, reconfortante. Pero hoy no. Hoy no hace más queempeorarlascosasporqueséqueestáparpadeandoasíyrespirandohondoparacogerfuerzasypoderdecir loquevaadeciracontinuación.Cuandovuelveaabrir losojos,contengo la respiraciónymepreparopara lopeor.Me está mirando como si no hubiera nada más valioso que yo en suuniverso.Porquelosoy.
—Eliminarán esa buena razón—termina en voz baja, dejándome sinaireenlospulmones—,deunmodouotro.Tequierefuerademivida.Nohe estado comportándome como un loco neurótico por nada. Yo lepertenezco,Olivia.Túno.
Mi pobre cerebro explota bajo la presión de la brutal explicación deMiller.
—Quieroqueseasmío—digosinpensar.Nohereflexionadoenloquedecía,lohedichoporpuradesesperación.MillerHartnoestádisponibleynosóloporesafachadaquemantienefirmementeensusitio.
—Estoyenello,mipreciosaydulceniña.Créeme,estoydejándomelapielparaqueasísea.—Mebesaenlacoronillayrespiramifraganciaparainhalar una dosis de la fuerza que recibe demí—.Tengo que pedirte unacosa.
Noleconfirmoloqueséquevaapedirme.Necesitooírlo.—Loquequieras.Melevantadeltabureteymesientaenlabarra,comosimeestuviera
subiendoalfamosopedestal.Luegosehacesitioentremismuslos,memiraalosojosyrodeamicinturaconlasmanos.Lepasolosdedosporlosrizos,portodalacabeza,hastaquelemasajeolanuca.
—Nuncadejesdeamarme,OliviaTaylor.—Imposible.Sonríe levemente,hunde lacaraenmipechoydesliza lasmanospor
miespaldaparaestrecharnuestroabrazo,parafundirnosjuntos.Mequedomirandolabasedesucuello,acariciándoloparaconsolarlo.
—¿Cómoestásdesegura?—preguntasinquevengaacuento.Mis caricias cesan mientras cojo fuerzas para enfrentarme a otra de
nuestrasconfesiones,esasquelodejanaunodepiedra.—Segura —me limito a contestar, porque lo estoy. No puedo
escondermedeesto,comotampocopuedoescondermedetodolodemás.Lentamente,me suelta y saca la prueba de embarazo, observándome
mientrasmisojosvandelacajahaciaélyviceversa.—Seguranobasta.Cojolacaja,vacilante.—Hazlo.Nodigonadacuandomebajay lodejosirviéndoseotracopa.Sigoa
mispiesalbañodeseñorasymepreparaparalaconfirmaciónenblancoynegro.Actúosinpensar,desdequeentroenelcubículohastaquesalgodeél. Intento ignorar los minutos que he leído que tengo que esperar y mededicoalavarmelasmanos.TambiénintentoignorarlaposiblereaccióndeMiller. Al menos ahora es consciente de que cabe la posibilidad, pero¿amortiguará elgolpe?¿Loquerrá siquiera?Dejodepensar enesas cosasantesdequepuedanconmigo.Noesperoquedésaltosdealegríasobremiposibleembarazo.Ennuestravidanohaylugarparacelebraciones.
Girolapruebaymequedomirandolaventanitadiminuta.Luegosalgodel baño, de vuelta al club, donde me encuentro a Miller esperando,tamborileandoenlabarra.Levantalavistahaciamí.Estáimpasible,carentedeexpresión.Unavezmássoy incapazdeadivinarenquéestápensando.Asíquelemuestrolapruebayesperoaquesusojoslaprocesen.Novaapodervernadaaestadistancia,asíquemusitounasolapalabra.
—Positivo.Sedesinflaantemisojosysemerevuelveelestómago.Luegoladeala
cabeza, ordenándome sin palabras que me acerque a él. Obedezco, concuidado, y con un par de zancadasme planto a su lado.Me sienta en labarra,secolocaentremispiernas,hundelacabezaenmipechoysusmanosmeagarrandeltrasero.
—¿Estámalquemealegre?—preguntaymedejadepiedra.Esperabaque le diera un ataque al estiloMiller. Como estaba tan ocupada conmipropiareaccióndesorpresayesperabaunareacciónnegativadeMiller,nome había parado a pensar en que se fuera a alegrar con la noticia. Lo heestadoviendocomounobstáculomásennuestrocamino,otrotemporalquecapear.Miller,porotrolado,parececomosilovieradesdeunaperspectivacompletamentediferente.
—No estoy segura —admito sin querer en voz alta. ¿Podemos
alegrarnosdeestoenmitaddetodalaoscuridadquenosrodea?¿Acasovelaluz?MimundosehavueltotantenebrosocomoeldeMillerynopuedovermásquepesaresenelhorizonte.
—Ya te lodigoyo.—Levanta la cabezaymesonríe—.Todo loquequierasdarmeesunregaloparamí,Olivia.—Unamanosuaveacariciamimejilla—. Tu belleza, para que pueda admirarla. —Examina mi rostroduranteunaeternidadantesdedeslizarlamanolentamentepormipechoydibujarcírculosalrededordemiseno.Metiemblalarespiraciónyarqueolaespalda—.Tucuerpo,paraquepuedasentirlo.—Intentacontenerlasonrisayvuelveamirarmealosojos—.Tuimpertinencia,paraquepuedapelearmeconella.
Memuerdoellabioparacontrarrestareldeseoylasganasquetengodedecirleque,enelfondo,éleselcausantedemiimpertinencia.
—Explícate—leordeno.Laverdadesqueyalohadejadomuyclaro.—Comoquieras—concedesinvacilar—.Esto—dicebesándomeenel
vientre—esotrode tus regalos.Sabesqueprotejocomounafiera todo loqueesmío.
Mepierdoenlasinceridaddesusojos,quelodicentodo.—Lo que crece dentro de ti es mío, mi dulce niña, y destruiré a
cualquieraqueintentearrebatármelo.Suextrañaeleccióndepalabras,suformadeexpresarsussentimientos,
son irrelevantes porque hablo con soltura el idioma deMiller. No podríahaberlodichomejor.
—Quieroserelpadreperfecto—susurra.Me invade la felicidad, pero, aun así, llego a la conclusión de que
MillerseestabarefiriendoaCharlie.EsaCharlieaquienvaadestruir.Sabelomío.Mehavistocogerlapruebadeembarazo.Soyesabuenarazónporla que Miller lo dejaría, y ahora aún más. Charlie elimina a las buenasrazones. YMiller destruirá a quien intente apartarme de él. Es aterradorporqueséqueesperfectamentecapaz.
LoquesignificaqueCharlieestáenelcorredordelamuerte.Unosgolpesmesacandemispensamientosygiro lacabezahacia la
entradadelclub.—Anderson—musitaMillerponiéndoselamáscaradenuevo.Nuestro breve instante de felicidad toca a su fin.Me da un pequeño
apretón en elmuslo antes de separarse demí...Ymi salero aparecede lanada.
—¿Quéhaceaquí?—preguntosaltandodelabarra.—Ayudar.No quiero verlo. Ahora que sé con seguridad quemimadre está en
LondresyqueMillernovaaimpedírselo,querráhablarmedeella.Nomeda la gana. De repente siento claustrofobia entre las gigantescas cuatroparedesdelIce.Voyyvengoporlabarrahastaquetengodelantefilasyfilasdealcoholdealtagraduación.Tengoqueahogarlarabiayesoesloquevoya hacer. Cojo una botella de vodka, desenrosco el tapón sin pensar ymesirvo uno triple. Pero cuando el vaso frío rozamis labios nome echo elcontenidoalgaznate,másquenadaporquemedistraeunaimagenmental.
Laimagendeunbebé.—Mierda—suspiroy lentamentedejoelvasoen labarra.Mequedo
mirándolo,dándolevueltaslentamentehastaqueellíquidotransparentedejademoverse.Noloquiero.Elalcoholúltimamentehaservidoparaunasolacosa:intentarhacermeolvidarlaspenas.Peroyano.
—¿Olivia?—EltonoinquisitivodeMillerhacequevuelvamicuerpocansadohaciaélylemuestremirostrodesolado...yelvaso—.¿Quéestáshaciendo?
Seacercaconlaincertidumbrepintadaenlacaramientrassusojosvandelvasoamí.
Laculpaseunea ladesesperaciónymeneolacabeza,arrepentidadehabermeservidolacopa.
—Noibaabebérmela.—Esoespero,malditasea.Da la vuelta a la barra, me quita el vaso de las manos y tira el
contenidoporeldesagüe.—Olivia,estoyalbordedelalocura.Nomedeselempujoncitoqueme
faltaparaperderlacabeza—meadviertemuyserio,aunqueladulzuraqueveoensuexpresiónnotienenadaqueverconladurezadesuspalabras.Meloestásuplicando.
—No sé enqué estabapensando—empiezo adecir; quieroque sepaqueme la he servido sin pensar. Apenas he tenido tiempo de asimilar lanoticia—.No tenía intencióndebebérmela,Miller.Nunca leharíadañoanuestrobebé.
—¿Qué?AbrounosojoscomoplatosenrespuestaalgritodesorpresayMiller
ruge,rugedeverdad.
MadredeDios.Nomevuelvoparahacerfrentealenemigo.Simequedaunasolagota
deesefamosobrío,laborrarándelmapaconunamiradadedesaprobaciónouna buena reprimenda. En vez de eso sigomirando aMiller con cautela,suplicándoleensilencioqueseencargueéldelasituación.AhoramismoélesloúnicoquepuedeprotegermedeWilliamAnderson.
El largo silencio se expande tanto que hasta resulta doloroso.Mentalmente lesuplicoaMillerque lo rompaperocierro losojoscuandooigoaWilliamcogeraireyaceptoqueseráélquienhableprimero.
—Dimequeloqueestoypensandonoescierto.Oigoungolpeseco;Williamsehadejadocaerenuntaburete.—Porfavor,dimequenoloestá.Laspalabras«loestoy»bullenenmigarganta,juntoa«¿yatiqué?».
Perosequedanensusitio,senieganasalir.Meenfadoconmigomismaporestarhechaunainútil justocuandoquieroarmarmedevalorypagarlaconWilliam.
—Está embarazada —dice Miller cuadrando los hombros y con labarbilla bien alta—. Y estamos muy contentos. —Desafía a William aacabarlafrase.
YWilliamaceptaelreto.—La madre que te parió —le espeta Anderson—. ¿Cómo se te ha
ocurridohacersemejanteestupidez?Compongo una mueca. No me gusta el subir y bajar del pecho de
Miller. Quiero unirme a él, presentar un frente común, pero mi malditocuerpo se niega. Así que permanezco de espaldas aWilliammientrasmimentesigueevaluandoelpeligroinminente.
—Los dos sabíamos que Charlie no tardaría en tener algo concretosobreOlivia.Puesyalotiene.—Mepasaelbrazoporelcuello,intentandoacercarmeasucuerpo—.Dijequesiseacercabaaella,seríaloúltimoqueharía.Acabadehacerlo.
NopuedoverloperoséquelahostilidaddeWilliamestáalaalturadeladeMiller.Notolasvibracionesgélidasamiespalda.
—Ya lo hablaremosmás tarde.—Williamzanja el asunto demasiadorápido—.Peroporahoraserámejorquepermanezcaentrenosotros.
—Lo sabe. —La confesión de Miller arranca un grito quedo deWilliam.MillersiguehablandoantesdequeWilliampuedainterrogarlo—.EncontróaOliviacomprandounapruebadeembarazo.
—PorDios—mascullaWilliamysemetensalaespalda.Millervemireacciónymeacariciaelcuello—.Nohacefaltaquetedigaqueacabasdedarleeldobledemunición.
—No,nohacefalta.—¿Quéhadicho?—Nolosé.Noestabaallí.—¿Dóndecoñoestabas?—Mehabíanenviadoalacazadeltesoro.MemuerdoellabioymeacurrucobajolabarbilladeMiller.Mesiento
culpableyaúnmásidiota.—Hasidoamable.—MispalabrasseahogancontraeltrajedeMiller
—.Oalmenoslohaintentado.Sabíaqueerapeligroso.Williamdejaescaparunarisasardónica.—Ese hombre es tan amable como una serpiente venenosa. ¿Te ha
puestolamanoencima?Niego con la cabeza, segura de que estoy haciendo lo correcto al
guardarmeesapequeñapartedemiencuentroconCharlieparamísola.—¿Tehaamenazado?Vuelvoanegarconlacabeza.—Nodirectamente.—Ya.—EltonodeWilliamesdecidido—.Eshoradedejardepensar
ydeempezarahacer.Note interesaestarenguerraconél,Hart,amenosqueyaseademasiadotarde.Charliesabecómoganar.
—Yoséloquehayquehacer—afirmaMiller.No me gusta lo tenso que se ha puesto William ni cómo se le ha
aceleradoelpulsoaMiller.—Ésanoesunaopción—diceWilliamenvozbaja—.Nilopienses.MevuelvoparamirarloyveounrechazototalenlacaradeWilliam.
Así que desvíomimirada inquisitiva de vuelta aMiller, que aunque sabequelomirosinentendernada,noapartasuexpresiónimpasibledeWilliam.
—Notemepongassentimental,Anderson.Noveootrasolución.—Ya pensaré en una—masculla William apretando la mandíbula y
mostrandosudisgusto—.Estáspensandoloimposible.—Ya nada es imposible. —Miller se aleja de mi lado y me deja
indefensayvulnerable.Cogedosvasos—.Nuncapenséquealguienpudierahacermesuyoporcompleto.—Empiezaallenarlosdewhiskyescocés—.Nisiquieralosoñaba;¿quiénpensaríaenloimposible?—Sevuelveydesliza
unodelosvasosendirecciónaWilliam—.¿Quiénquieresoñarconloquenopuedetener?
PuedoverclarocomolaluzdeldíaquelaspalabrasdeMillerletocanla fibra sensible a William. Su silencio y el modo en que sus dedos secierranlentamentealrededordelvasomelodicentodo.
«UnarelaciónconGracieTayloreraimposible.»—Nopenséquehubieranadiecapazdeamarmedeverdad—continúa
Miller—.Nopenséquehubieranadie capazdehacermedudarde todo loquesabía.—LedaunlargotragoasucopasindejardemiraraWilliam,quese revuelve incómodo en el taburete,mientras le da vueltas a su copa—.EntoncesconocíaOliviaTaylor.
ElcorazónmedaunbrincoyapenasprocesoqueWilliamhacogidoelvasodewhiskyyselohabebidodeuntrago.
—¿Ah,sí?Estáaladefensiva.—Sí.MillerlevantalacopahaciaWilliamyselatermina.Eselbrindismás
sarcástico en la historia de los brindis porque sabe lo que William estápensando:queojalápudierahacerretrocedereltiempo.Peroyono.TodoloquehaocurridomehallevadoaMiller.Élesmidestino.
Todos los remordimientos de William, los míos, los errores de mimadreyeloscuropasadodeMillermehantraídohastaaquí.Yaunqueestasituaciónnosestádestruyendo,tambiénnoshacemásfuertes.
—Te diré algo más que para mí no es imposible—prosigueMiller,comosidisfrutasetorturandoaWilliam,haciéndolerecordartodoaquellodeloquesearrepiente.Meseñalaconeldedo—.Serpadre.Notengomiedoporquepormuymalqueyoesté,pormuchoquemeasustepasarlealgunosdemisgenesdetaradoalasangredemisangre,séquelapurezadelalmadeOlivialoeclipsarátodo.—Memiraysubellezamedejasinpalabras—.Nuestro hijo será tan perfecto como ella —susurra—. Pronto tendré doslucesbrillantesenmimundoyesmitrabajoprotegerlas.Asíque,Anderson—surostroseendureceyvuelveacentrarseenWilliam,quepermaneceensilencio—, ¿vas a ayudarmeo voy a enfrentarme al cabrón sinmoral yosolo?
Espero,muertadelosnervios,larespuestadeWilliam.EldiscursodeMillerlohapilladotandesprevenidocomoamí.
—Ponmeotra copa.—William suspira con toda el almay empuja el
vasohaciaMiller—.Lavoyanecesitar.Mesujetoalabarraparanocaerme,estoymareadadealivioyMiller
asiente, con respeto, antes de servirlemáswhisky aWilliam, quien se lobebe tan rápido como el primero.Vuelven a ser hombres de negocios. SéquenoquieroescucharlosdetallesyséqueMillertampocoquierequelosoiga,asíquemedisculpoantesdequemeordenenquememarche.
—Tengoqueiralbaño.Melanzansendasmiradasdepreocupaciónyderepentelesexplicopor
quéquieromarcharme.—Prefiero no escuchar cómo planeáis encargaros de Charlie. —Me
niegoapensarlosiquiera.Millerasiente;daunpasoadelanteparaapartarmeelpelodelacara.—Espera aquí dos minutos mientras hago una llamada. Después te
acompañaréamidespacho.Medaunbesoenlamejillaysemarchaalinstantesindarmetiempoa
protestar. ¡Maldito sea! ¡Elmuymanipulador! Sabe que no quiero estar asolas conWilliam y tengo que sacar fuerzas de flaqueza para no echar acorrer detrás de él. Mis piernas amenazan con moverse solas y mis ojosmiranatodaspartesmientrassemeaceleraelpulso.
—Siéntate,Olivia—meordenaWilliamcondelicadeza, señalandoeltaburetequehayasulado.Novoyasentarmeniaponermecómodaporqueno planeo quedarme aquí mucho tiempo. Dos minutos, ha dicho Miller.Espero que sean literales. Ya han pasado treinta segundos, faltan otrosnoventa.Tampocoestanto.
—Prefiero estar de pie. —No me muevo ni un milímetro e intentoaparentar toda la seguridad en mí misma que puedo. William menea lacabeza,cansado,yvaadeciralgoperolocortoconunapregunta—.¿Quées imposible?—le pregunto, poniéndome firme. Aunque no quiero sabernadasobrecómovanaencargarsedeCharlie,prefierohablardeesoquedemimadre.
—Charlieesunhombrepeligroso.—Esoyamelofiguraba—respondotajante.—MillerHartesunhombremuypeligroso.Esomecierralabocadechulita.Vuelvoaabrirlayacerrarlaunparde
vecesmientrasmicerebrointentaencontrarlaspalabrasyponerlasencola.Nada.HevistoelprontodeMiller.Puedequeseadelomásfeoquehevistoenmivida.¿YCharlie?Bueno,meaterrorizó.Rezumamaldad.Lallevaen
lafrenteeintimidaaquienseponeatiro.Millernohaceeso.Élocultalaviolenciaquereptaensusentrañas.Luchacontraella.
—Olivia, un hombre poderoso que es consciente de su poder es unhombreletal.Sédeloqueescapazyéltambién,yaunasí,loentierramuyadentro.Silodesenterrara,podríaresultarcatastrófico.
Unmillóndepreguntasseagolpanenmimentemientraspermanezcoinmóvil como una estatua ante William, asimilando cada gota deinformación.
—Silodesentierra,serácatastrófico.—¿Quéquieresdecir?—lepreguntoapesardequeyalosé.—Sólohayunmododequepuedaliberarse.Apenas puedo pensarlo y mucho menos decirlo; la garganta se me
cierraintentandoimpedirmeexpresarunacosatanridícula.—Quieres decir queMiller es capaz dematar.—Me estoy poniendo
enferma.—Esmuchomásquecapaz,Olivia.Tragosaliva.NopuedoañadirasesinoalalargalistadetarasdeMiller.
Estoy empezando a verle las ventajas a la conversación sobre mi madre,cualquiercosacontaldeintentarolvidarloqueacabodehacerlepasaramimente.
—Olivia,semuereporverte.Elcambiodetemamepilladesprevenida.—¿Porquénomelohabíasdicho?—leespeto;elmiedosetransforma
en enfado—. ¿Por qué me mentiste? Me tuviste a solas en más de unaocasióny envezdehacer loquehabríahechocualquierpersonadecente,decirme que mi madre no estaba muerta, que había vuelto a Londres, tededicaste a intentar separarnos aMiller y a mí. ¿Por qué? ¿Porque te lopidióesazorraegoísta?
—Hartinsistióenquenodebíassaberlo.—¡Ah!—Meecho a reír—.Ya, te las apañaste para decirle aMiller
quemimadrehabíavueltoperonopensastequetalvezyoquerríasaberlo.¡¿Y desde cuándo haces lo queMiller te dice?!—le grito encendida. Larabiaesmásfuertequeyo.SéporquéMiller lepidióquesecallara,peromeaferraríaaunclavoardiendocontaldejustificarelodioquesientohaciaWilliamysurazónporseguirenmivida.
—Desdequesólopiensaenloqueesmejorparati.Puedequenomeguste,perohademostradoenmásdeunaocasión lomuchoquesignificas
para él,Olivia.Quequiera enfrentarse aCharlie lodice altoy claro.Estátomandotodaslasdecisionespensandoúnicamenteenti.
NotengoréplicaparaesoydejoqueWilliamlleneelsilencio.—Tumadretambiéntuvounarazónparahacerloquehizo.—Perofuistetúquienladesterró—lerecuerdoyencuantolodigome
doy cuenta de lo equivocada que estoy—. ¡Ay,Dios!Eramentira, ¿no esasí?
Suexpresióncompungidadicemásquemilpalabrasypermaneceensilencio,confirmandomissospechas.
—Notedeshicistedeella.¡Ellasemarchó!¡Nosdejóatiyamí!—Olivia,noes...—Mevoyalbaño.—Mirápidarespuestaindicamideducción.Hablar
deellanovaaayudarenabsoluto.Memarchoatodaprisaydejoatrásaunhombrequeloestápasandofatal.Nomeimporta.
—¡Nopodráshuirdeellaparasiempre!—diceymispasosairadossedetienenalinstante.¿Huirdeella?
Mevuelvohechaunafuria.—¡Sí!—grito—.¡Síquepuedo!¡Ellahuyódemí!¡Ellaeligiósuvida!
¡Por mí puede irse al infierno si cree que puede reaparecer en mi vidacuandoporfinheconseguidosuperarloquemehizo!
Metambaleohaciaatrás,estoy tanenfadadaquenome tengoenpie.William me observa apesadumbrado. Veo que está atormentado pero nosiento lamenor compasión. Está intentando arreglar las cosas conGracieTaylor, aunque no tengo ni idea de por qué quiere a esa zorra egoísta devueltaensuvida.
—Tengo todo lo que necesito—terminomás calmada—. ¿A qué havenido?¿Paraquéhavueltodespuésdetantotiempo?
Williamaprietaloslabiosysumiradaseendurece.—Notuvoelección.—¡No empieces otra vez! —le grito asqueada—. ¡Tú no tuviste
elección!¡Ellanotuvoelección!¡Todoelmundotieneelección!RecuerdoloqueGracieTaylordijoenelSociety:«¡Nopiensopermitir
queestehombreirrumpaensuvidayecheaperdercadadolorosomomentoquehetenidoquesoportarduranteestosdieciochoaños!».
Yderepentetodotienesentido.Estanevidentequeresultaestúpido.—Sólo ha vuelto porMiller, ¿verdad? ¡Te está utilizando!Ha vuelto
paraquitarme laúnica felicidadqueheconocidodesdequemeabandonó.
¡Yte tienea tihaciendoel trabajosucio!—Casimeechoareír—.¿Tantomeodia?
—¡Nodigastonterías!No es ninguna tontería. Como ella no pudo tener su «felices para
siempre»conWilliam,yotampocopuedotenerelmíoconMiller.—Está celosa. Se muere de celos porque yo tengo a Miller, porque
Millerharácualquiercosaparaquepodamosestarjuntos.—Olivia,eso...—Tiene sentido—susurro,y lentamente ledoy la espaldaal exchulo
de laputademimadre—.Dilequepuede irsepordondehavenido.Aquínadielaquiere.
Me sorprende la tranquilidad con la que lo digo y William suspiradolido.Séquenoesperabaquetuvieraelcorazóncomounapiedra.Esunapenaqueningunodelosdosseparaseapensarentonceseneldañoqueibanahacerme.
Atraviesoelclubarrastrandolospies,sinmiraratrásparacomprobareldañoquehecausado.PiensoacurrucarmeenelsofádeldespachodeMilleryolvidarmedelmundo.
—Hola.Levanto lavistamientrasavanzopor lospasillosdelsótanodel Icey
veoaMilleracercándoseamí.Tienesuerte,nosoycapaznidecantarlelascuarenta.
—Hola.—¿Quéocurre?Consigo mirarlo con todo el reproche que se merece y se bate en
retiradaalinstante.Buenadecisión.—Parecescansada,midulceniña.—Loestoy.Sientocomosimehubierandejadosinvida.Caminoderechahaciaély
con las fuerzasquemequedanmeencaramoasucuerpoymeaferroaélconbrazosypiernas.Comprendequenecesitodesufuerza,damediavueltaydesandaloandado.
—Tengolaimpresióndequehacemuchoquenoteoigoreír—diceenvozbajaabriendolapuertadesudespachoyllevándomealsofá.
—Notenemosmuchosmotivos.—Discrepo—merebateynostumbaalosdosenelcuerochirriante,él
encimayyodebajo.Nolosuelto—.Voyaarreglarlascosas,Olivia.Todo
saldrábien.Sonrío, triste, paramis adentros.Admiro su valor perome preocupa
quealarreglarunascosasestropeeotras.TambiénmepongoapensarqueMillernopuedehacerdesapareceramimadre.
—Vale—suspiroysientoquemeretuerceelpelohastaquemetiradelasraíces.
—¿Quieresquetetraigaalgunacosa?Niegoconlacabeza.Nonecesitonada.SóloaMiller.—Estoybienasí.—Mealegro.—Sellevalasmanosalaespaldayempiezaadespegar
mispiernas.Noselopongodifícilapesardequequieroseguirpegadaaélpara siempre. Mis músculos se quedan laxos y me hago una bola inútildebajodeél—.Duermeunpoco.
Medaunbesoenlafrente,selevanta,sealisaeltrajeymededicaunapequeñasonrisaantesdemarcharse.
—¿Miller?Sedetiene juntoa lapuertaysevuelve lentamentesobresuszapatos
caroshastaquesuexpresiónestoicatopaconlamía.—Encuentraotromodo.—Nohacefaltaquedigamás.Asientelentamenteperosinconvicción.Luegoseva.Mepesan lospárpados. Intentomantenerlos abiertosy, en cuanto los
cierro, veo a la abuela en la oscuridad y vuelvo a abrirlos. Tengo quellamarla.Metumbodelado,cojoelmóvilymarcoelnúmero.Medejocaersobrelaespaldacuandosuena.
Yvuelveasonar.Ysuenaunavezmás.—¿Diga?Frunzoelceñoaloírlavozextrañaalotroladodelauricularymirola
pantalla para comprobar que no me he equivocado de número. Vuelvo allevarmeelteléfonoaloído.
—¿Quiénes?—Unviejoamigodelafamilia.EresOlivia,¿verdad?Antes de darme cuenta estoy sentada en el sofá y una fracción de
segundomástardeyaestoydepie.Esavoz.Unaimagentrasotraatacamimente.Lacicatrizdesucara,suslabiosfinos,sumiradaquealbergatodalamaldaddelmundo.
Charlie.
CAPÍTULO20
—¿Quéhacestúahí?—Lasangrenomellegaalacabezaperonomesientoyempiezoahacerejerciciosderespiración,locualesunabuenaidea.Creoquevoyadesmayarme.
—Como han interrumpido nuestra encantadora conversación, hepensadoenhacerteunavisita—diceconunavozglacial—.Esunapenaqueno estés en casa pero tu abuela sabe cómo entretenerme. Es una mujerexcepcional.
—Como le toques un pelo... —Echo a andar hacia la puerta, ladeterminaciónylaenergíaparecenbloquearmicansancio—.Comolamiresmalsiquiera...
Seechaareír.Esunarisamaquiavélicayfría.—¿Porquéibaaquererhacerledañoaunaancianatanadorable?Echoacorrer.MealejodeldespachodeMilleryatraviesolospasillos
delsótanodelIce.Esunapreguntamuyseriaytieneunabuenarespuesta:—Porqueesomedestruiríaydestruyéndomeamí,destruiríastambién
aMiller,poreso.—Chica lista, Olivia —dice y entonces oigo una voz al fondo. La
abuela.Suvozalegreponefinamiescapadaymedetengoenloaltodelaescalera. Más que nada porque el sonido de mis pasos y mi respiraciónagitadameimpidenescucharloquedicelaabuela.
—Disculpa—diceCharlie tanpanchoy silencia el teléfono. Imaginoqueloestáapretandocontrasupecho—.Dosazucarillos,señoraTaylor—dicetancontento—.Perosiéntese,porfavor.Nodeberíahaceresfuerzos.Yameencargoyo.
Vuelve a pegarse el teléfono al oído y respira fuerte, como paraindicarmesupresencia. ¿DóndeestáGregory?Cierro losojosy rezoparaquenolespasenada.Laculpanomedejanirespirar.Laabuelanisiquieraes consciente de que la he puesto en peligro. Ahí está, haciendo el té,preguntandocuántosazucarillosquiereesehijodemalamadre,sinsaberloquepasa.
—¿Le digo que prepare tres tazas? —pregunta Charlie y mis piesvuelven a ponerse enmovimiento. Corro hacia la salida del Ice—.Hasta
pronto,Olivia.—Mecuelgaymismiedossemultiplicanpormil.Laadrenalinacorrepormisvenasy tirode laspuertascon todasmis
fuerzas...Nosemuevenniunmilímetro.—¡Abre! —Tiro repetidamente y mis ojos buscan una cerradura—.
¡Abríosdeunavez!—¡Olivia!—EltonopreocupadodeMillermetaladralaespaldapero
nomedoyporvencida.Tiroytirohastaquemeduelenloshombrosperolasmalditaspuertasnoseabren.
—¡¿Por qué no se abren?! —grito, temblando y mirando alrededor.Estoydispuestaaderribarlascon loqueseacon talde llegarcuantoantesjuntoalaabuela.
—¡Estatequieta,Olivia!—Mecogepordetrásymeinmovilizaperolaadrenalinasiguehaciendoefecto—.¿Quédemoniostepasa?
—¡Abrelapuerta!—gritopegandopuntapiés.—¡Mierda!—gritaMilleryesperoquemesuelteperomesujetacon
másfuerza,luchandocontramismanotazosypatadas—.¡Cálmate!Nopuedocalmarme.Noséniloqueeseso.—¡Laabuela!—gritoliberándomedesuabrazoychocandocontralas
puertasdecristal.SientoundoloragudoenlacabezayacontinuaciónoigomaldeciraMilleryaWilliam.
—¡Yabasta!—Millermeda la vuelta yme sujeta contra las puertasporloshombros.Unosenormesojosazulesexaminanmicabezayluegosefijanenlaslágrimasdedesesperaciónqueruedanpormismejillas—.¿Quépasa?
—¡Charlieestáencasa!—digoatodavelocidad,esperandoqueMillerlocomprendarápidoymelleveacasacuantoantes—.Hellamadoparavercómoseencontrabalaabuelayhacontestadoélalteléfono.
—¡Hijode...!—diceWilliamacercándoseconpremura.Millerparecepatidifuso pero William ha entendido a la perfección mis frasesfragmentadas—.Abrelapuerta,Hart.
Millerparecequevuelvealavida,mesueltaysesacaunasllavesdelbolsillo.Abrelapuertaymeconducerápidamentealexterior,ymedejaconWilliammientrascierraotravez.
—Mételaenelcoche.Notengonivoznivotoenlospreparativos,niquierotenerlos.Losdos
trabajandeprisayconesomebasta.MemetenenelasientotraserodelcochedeMillerymeordenanque
meabrocheelcinturóndeseguridad.Williamsesientadelanteysevuelvehaciaatrás.Memiradecidido,muyserio:
—Nolevaapasarnada,nolopermitiré.Lecreo.Esfácilporquedurantetodoesteinfiernoyapesardetodoel
dolor hay una cosa que ha quedado muy clara y es lo que ambos, tantoWilliamcomoMiller,sientenpormiabuela.Laquierenmucho,casi tantocomoyo.Tragosalivayasiento.LapuertadelconductorseabreyMillerocupasusitio.
—¿Estás en condiciones de conducir? —pregunta William mirandodetenidamenteaMiller.
—Sí.Arrancaelmotor,meteprimeraysalimosdelaparcamientomuchomás
rápido de lo recomendable. Miller conduce como un poseso. Encircunstanciasnormalesrezaríapormivida,inclusolediríaquefrenaseunpoco,peroéstasnosoncircunstanciasnormales.El tiempoapremia.Yolosé,William lo sabe yMiller lo sabe.Después de haberles oído hablar deCharlie,despuésdehaber tenidoelplacerdedisfrutardesucompañía,nome cabe lamenor duda de que, ya sea directa o indirectamente, cumplirácualquieramenazaquehaga.Esunhombrequecarecedemoral,decorazónydeconciencia.Yenestosmomentosseestátomandoeltéconmiqueridaabuela.Empiezaa temblarmeel labio inferioryde repentemeparecequeMillernocorrelosuficienteparamigusto.Miroporelretrovisorynotolasensaciónfamiliardeunosojosazulesquesemeclavanenelalma.Memiraasustado. Tiene la frente bañada en sudor. Sé que está intentandotranquilizarmecontodassusfuerzasperoesunabatallaperdida.Nisiquierapuedeocultarsumiedo,notienesentidoqueintentequitarmeelmío.
Tardamos siglos en recorrer las calles de Londres que llevan a casa.Millerrealizaunsinfíndemaniobrasilegales:damarchaatrásenunatasco,conduceendireccióncontrariaymaldicesincesarmientrasWilliam levaindicandoatajos.
Cuandoporfinllegamosamicasaconunfrenazo,mequitoelcinturónal vuelo y corro por el sendero sin cerrar siquiera la puerta del coche.Apenasoigolosdosparesdezapatosdevestirquecorrendetrásdemí,perosíquenotolosfuertesbrazosquemeatrapanymelevantandelsuelo.
—Esperaunmomento,Olivia—diceMillerenvozbajaysébienporqué—.Nopermitasquevealopreocupadaqueestás.Sealimentadelmiedo.
Me libero de los brazos deMiller yme llevo lasmanos a la frente,
intentandometer un poco de sentido común enmimollera a través de laniebladelpánicoquecubremimente.
—Lasllaves—balbuceo—.Nollevollaves.Williamcasiseechaareír.Lomiro.—Yasabesloquetoca,Miller.FrunzoelceñoymevuelvohaciaMiller.Ponelosojosenblancoyse
llevalamanoalbolsillo.—Ya te dije que necesitábamos instalar un sistema de seguridad—
gruñeysacaunatarjetadecrédito.—Lo más probable es que la abuela lo haya invitado a pasar —le
espetoperonomemiracondesdén.Simplementedeslizalatarjetaentrelamadera y el cerrojo, la mueve un poco, aplica cierta presión y en dossegundoslapuertaestáabiertayloapartoaunlado.
—¡Espera! —Me coge al vuelo y me sujeta contra la pared delrecoveco de la puerta—.Maldita sea,Olivia.No puedes entrar a la cargacomo el séptimo de caballería —susurra sujetándome con una manomientrasseguardalatarjetadecréditoenunbolsilloconlaotra.
—Vamosaesperarhastaquelaoigamosgritar,¿entendido?—Es igual que sumadre—musitaWilliam y desvíami atención de
Miller. Arquea las cejas con cara de «Ya me has oído»; luego ladea lacabezaconungestode«¿Melovasadiscutir?».Loodio.
—Quiero ir con mi abuela—mascullo imponiéndome a la poderosapresenciadeWilliamconunamiradaferoz.
—Ahórrate la insolencia, Livy —me advierte Miller—. No es elmomento.
Mesueltaysededicaalaridículatareadearreglarmelaropa,sóloquenoledejoencontrarlacalmaquebuscaaseándome.Loapartoymeodioamímismacuandomepongo a terminar lo queha empezado.Me retiro elpelodelacaraymealisoelvestido.Despuésmecogedelamanoytirademíparaqueentremosporlapuertaprincipal.
—Enlacocina—ledigoempujándoloporelpasillo—.Hadichoqueibaahacerelté.
En cuanto lo digo, se oye un estrépito al final del pasillo. Pego unbrinco,MillermaldiceyWilliamseabrepasoentrenosotrosantesdequeyopuedadecirlesamispiernasquesemuevan.Millerechaacorrerdetrásdeélyyolossigo,conmismiedoselevadosalcubo.
Entro en la cocina y choco contra la espalda de Miller antes de
ponermedelantedeél.Inspeccionoelespacioabiertoynoveonada,sóloaWilliammirandoalsuelo.Lomirofijamente,buscandocualquierexpresiónfacialoreacción.Mimentenoestápreparadaparaenfrentarsealoquelehallamadolaatención.
—¡Recórcholis!—Lamaldición de señorita de la abuela atraviesa elterror y me infunde valor para mirar el suelo. Está de rodillas, con unrecogedoryuncepillo,recogiendoazúcarylosrestosdeunplatoroto.
—¡Déjameamí!—Unpardemanosaparecendelanadaysepeleanconsusdedos—.Yatelohedicho,boba.¡Yoestoyalmando!
GregorylequitaelrecogedorymiraaWilliamexasperado.—¿Todobien,campeón?—Muy bien—contestaWilliammirando aGregory y a la abuela—.
¿Quéhaocurrido?—Estamujer—diceGregoryseñalandoalaabuelaconelcepillo,que
ella aparta al tiempo que aprieta los labios— no hace lo que le dicen.¿Quiereslevantartedeunavez?
—¡PorelamordeDios!—grita laabuelagolpeándose losmuslos—.¡Volved ameterme en el hospital porque entre todosme estáis volviendoloca!
Mehe quedado tan tranquila que creo que no puedo tenerme en pie.MiroaGregory,queasuvezmiraaWilliam.Muyserio.
—Serámejorquetelallevesdeaquí.Williamentraenacciónyseagachapararecogeralaabuela.—Vamos,Josephine.Me siento un poco inútil viéndolo ayudar a la abuela a levantarse.
Estoy más tranquila, confusa y preocupada. Es como si Charlie nuncahubieraestadoaquí.Peronomeheimaginadolallamadaydesdeluegonohesoñadoeltonoalegredelaabueladefondo.SinofueraporlamiradaqueGregorylehalanzadoaWilliam,mecuestionaríamisaludmental.Perohevisto esa mirada. Ha estado aquí. ¿Y acaba de irse? Gregory pareceasustado,¿cómoesquelaabuelaestácomounarosa?
Tuerzoelgestoalnotaralgocálidoenmibrazoybajolavista.Eslamano perfecta deMiller, que me coge del hombro.Me pregunto adóndehabrán ido los fuegos artificiales, hace mucho que no los siento. Lainquietudseloshatragado.
—Creoquedeberías...—diceMillerllevándomedevueltaalacocina.Laabuelaestáyadepie,conelbrazodeWilliamsobreloshombros.
MeaclaroelnudoquetengoenlagargantaantesdeocuparellugardeWilliam y llevarme a la abuela de la cocina. Estoy segura de que ahoraGregorylesdaráelparteaWilliamyaMillerdeloacontecido.Entramosenelsalónylaacomodoenelsofá.Lateleestáencendidaperosinvozymelaimagino sentada en el sofá con el mando en la mano, escuchando cómoGregoryleabríalapuertaaCharlie.
—Abuela, ¿ha venido antes alguien a verte?—Le remeto lasmantaspordebajodelcuerpo,evitandomirarlaalosojos.
—Oscreéisquesoymáscortaquelasmangasdeunchaleco.—¿Por qué dices eso? —Me maldigo por invitarla a explicármelo.
Aquílatontasoyyoysóloyo.—Puede que sea vieja,mi querida niña, pero no soy tonta.Vosotros
creéisquesí.Mesientoenelreposabrazosdelsofáyjugueteoconmidiamante,con
lacabezagacha.—Nadietetomaportonta,abuela.—Vayaquesí.Lamiroconelrabillodelojoyveoquetienelasmanosenelregazo.
Nose lodiscutoparano insultarlaaúnmás.Noséquées loquecreequesabeperopuedogarantizarquelaverdadesmuchomuchopeor.
—Esos tres están hablando de mi invitado, probablemente esténtramando cómo librarse de él.—Hace una pausa y sé que está esperandoque la mire a la cara. No lo hago. No puedo. Que haya llegado a esaconclusiónmehadejadoanonadadayséquehaymás.Nomehacefaltaquemevealacaradesusto.Sóloleconfirmaríaloquepiensa—.Porquetehaamenazado.
Tragosalivaycierrolosojos.Noparodedarvueltasamianillo.—Charlie, así se llama ese hijo demalamadre, esmásmalo que un
dolor—dice.Mevuelvohaciaellahorrorizada.—¿Quétehahecho?—Nada.—Seinclinahaciaadelante,mecogedelamanoymedaun
apretón para tranquilizarme. Por raro que parezca, funciona—. Ya meconoces.Nadie interpretamejor el papel de ancianita dulce y tontamejorque yo.—Sonríe levemente y le devuelvo la sonrisa—. Porque soy máscortaquelasmangasdeunchaleco.
Me sorprende su sangre fría.Ha acertado en todo y no sé si dar las
gracias u horrorizarme. Sí, su teoría tiene huecos que no pienso rellenar,pero en líneas generales ha dado en el clavo. No necesita sabermás. Noquiero hacer una estupidez como puntualizar la conclusión a la que hallegado,asíquepermanezcoensilencio,pensandoenelsiguientepaso.
—Sémuchomásdeloquequisiera,miqueridaniña.MeheesforzadomuchopormantenertelejosdelainmundiciadeLondresylamentomuchohaberfracasado.
Frunzo el ceñomientras ella dibuja círculos en el dorso demimanoparareconfortarme.
—¿Sabesdeesemundo?Asienteyrespirahondo.—EncuantoviaMillerHartsospechéqueestabarelacionadoconél.
QueWilliamreaparecieradelanadaencuantotefuisteaAméricanohizomásqueconfirmarlo.—Estudiamirostroymeechoparaatrás,sorprendidapor lo que acaba de decir. Ella se empeñó en juntarme conMiller con lacenay todo loquehizoparaque estemos juntos, pero sigue antesdequepuedapreguntarle elmotivo—.Peroporprimeravez enmucho tiempovitusojosllenosdevida,Olivia.Tehadadolavida.Nopodíaquitártelo.Yahevistoantesesamiradaenlosojosdeunachicayhetenidoquesoportarlahorribledevastaciónquequedacuandoselaquitan.Novoyavolverapasarporeso.
Mialmaempiezaadesplomarseencaídalibrehaciamispies.Séloqueva a decir a continuación y no estoy segura de poder soportarlo. Se mellenanlosojosdelágrimasdedoloryensilencioleruegoquenosiga.
—Esachicaeratumadre,Olivia.—Para,porfavor.—Sollozointentandoponermedepieyescaparpero
laabuelametienebiencogidalamanoynomedeja—.Abuela,porfavor.—Esagentemerobóatodamifamilia.Novoyadejarquetellevena
titambién—diceconvozfuerteydecidida,sintitubeos—.DejaqueMillerhagaloquetengaquehacer.
—¡Abuela!—¡No!—Meacercamásaelladeuntirónymecogelacaraconlas
manos—.Dejadeescondertecomounavestruz,miniña.¡Tienesalgoporloque luchar! Debería haberle dicho esto mismo a tu madre y no lo hice.DeberíahabérselodichoaWilliamynolohice.
—¿Losabías?—digoatrompicones,preguntándomeconquémevaasorprenderacontinuación.Mipobrecerebroestásiendobombardeadocon
demasiadainformación.—¡Puesclaroquelosabía!—Parecemuyfrustrada—.¡Tambiénséque
mipequeñahavueltoynadiehatenidoladecenciadecontármelo!Pego tal brinco del susto queme planto en el otro extremo del sofá.
Tengoelcorazónenlagarganta.—Tú...—Noconsigoarticularniunapalabra,mehadejadosinhabla.
Hastaquépuntohesubestimadoamiabuela—.¿Cómo...?Se recuestaen laalmohada, tan tranquila,mientrasyoestoypasmada
conlaespaldapegadaalsofá,buscandoalgoquedecir,cualquiercosa.Nada.—Voya echaruna cabezada—diceponiéndose cómoda, como si los
últimos cinco minutos no hubieran ocurrido—. Y cuando me despierte,quiere que todos dejéis de tratarme como sime chupara el dedo.Déjamedescansar.
Cierra losojosyobedezcoal instante, temiéndome las represalias encasodenohacerlo.Levantomicuerposinvidadelsofáyempiezoasalirdela sala de estar. Dudo una, dos, tres veces, pensando en que deberíamosseguirhablando.Peroparahablarnecesitopoderarticularpalabrasynomesale ninguna. Cierro la puerta sin hacer ruido y me quedo de pie en elpasillo, secándome los ojos y alisándome el vestido arrugado. No sé quéhacer con todo esto. Aunque una cosa es segura: ya no puedo hacer elavestruz porque me han sacado la cabeza del agujero. No sé si estaragradecidaopreocuparmeporelhechodequeestéalcorrientedetodo.
Lossusurrosprocedentesdelacocinamesacandemispensamientosymispiesechanaandarporlamoquetaymellevanhaciaunasituaciónquenoharáotracosaqueañadirmáspreocupacionesamiestadoactual.Nadamásentrarenlacocinamedamalaespina.Millertienelacabezaentrelasmanos,sentadojuntoalamesa,yWilliamyGregoryestánapoyadosenlaencimera.
—¿Quépasa?—preguntointentandoimprimirfuerzaamivoz.Noséaquiéntratodeengañar.
TrescabezassevuelvenhaciamíperoyosólotengoojosparaMiller.—Olivia.—Se levantay semeacerca.Nomegustaque seponga la
máscaraparaocultarsudesesperación—.¿Quétalestá?Lapreguntavuelveasumirmeenlastinieblaseintentoexplicarlessu
estado.Aquísólovalelaverdad.—Losabe—musito.Mepreocupaquequierandetalles.Millermemira
inquisitivo.Nomepreocupoenvano.—Explícate—meordena.Suspiroydejoquemellevejuntoalamesadelacocinaymesienteen
unasilla.—SabíaqueCharlienoera trigo limpio.Sabeque tienealgoquever
convosotrosdos.—SeñaloaMilleryaWilliam—.Losabetodo.PorlacaradeWilliam,séquenolopilladenuevas.—Vaaecharseuna siestaydicequecuando sedespierte,quiereque
dejemosdetratarlacomosisechuparaeldedo.Williamdeja escapar una risotada nerviosa, igual queGregory. Sé lo
que están pensando, más allá de la sorpresa inicial. Piensan que esdemasiadoparaella,queacabandesalirdelhospital.Nosésitienenrazón.¿Lahesubestimado?Nolosé,perosíséqueestoyapuntodedejarlosdepiedra.
—Sabequemimadrehavuelto.Todoelmundoenmudece.—Jesúsbendito—susurraGregory,queseapresuraadarmeunabrazo
—.Ay,pequeña,¿estásbien?Asientocontrasuhombro.—Estoybien—leaseguro,apesardequenoestoynadabien.Lodejo
acunarme,consolarme,quemedébesosymepellizquelasmejillas.Cuandoseaparta,memiraduranteunaeternidadcontodoelafectodelmundo.
—Estoyaquíparaloquenecesites.—Lo sé. —Le cojo las manos y se las estrecho. Aprovecho la
oportunidad para ver qué cara se les ha quedado a los otros dos.Williampareceestaradmiradoypreocupadoapartesiguales.CuandomiroaMillerveo...nada.Hapuestocaradepóquer.Lamáscaraestáensusitioperohayalgoensusojos.Podríapasarmelavidaintentandodescifrarloquees.Noloconsigo.
Melevanto,GregorysequedaencuclillasyyomeacercoaMiller.Mesigue con la mirada hasta que me tiene delante, casi rozando su pecho,mirándoloalosojos.Peronomeabrazanidamuestrasdesentirnada.
—Mevoyacasa—susurra.—Yodeaquínomemuevo.—Lodejoclaroantesdequeempiecea
darmeórdenes.Novoyasalirdeestacasaniadejaralaabuelasolahastaquetodoestohayaacabado.
—Lo sé. —Que se rinda tan fácilmente me alarma pero consigo
mantener la compostura; no tengo ganas de dejar al descubierto másdebilidades—. Tengo...—Hace una pausa y se queda pensativo—. Tengoqueirmeacasaapensar.
Medanganasdeecharmeallorar.Necesitadelatranquilidadydesunormalidaddesiempreparaordenarsusideas.Sumundoacabadeexplotar,es un caos y parece que él está a punto de derrumbarse. Lo entiendo, deverdad,perounapequeñapartedemíestádestrozada.Quieroseryolaquelo tranquilice, en sus brazos, dándole lo que más le gusta. Pero no esmomentoparaseregoísta.Millernoeselúnicoqueencuentrapazcuandoestamosinmersoselunoenelotro.
Seaclaralagargantaymiraalotroladodelacocina.—Dameloquehadejadoparamí.UnsobreacolchadodecolormarrónapareceamiladoyMillerlocoge
sindarlasgracias.—Vigiladla.Sedalavueltayseva.Loobservodesaparecerporelpasillo,luegooigolapuertaqueseabre
ysecierra.Yaloechodemenosynohacenidossegundosquesehaido.Escomo si el corazón fuera a dejar de latirme en el pecho, por ridículo queparezca.Sientoquemehaabandonado.
Estoyperdida.
CAPÍTULO21
Unaduchadeaguacalientemecalmaunpoco.Cuandosalgo,lacasaestáensilencio.Asomolacabezaporlapuertaymeencuentroconquelaabuela continúa durmiendo. Sigo a mis pies a la cocina. Gregory estádelantedelosfogones,removiendoalgoenunaolla.
—¿DóndeestáWilliam?—preguntoacercándome.—Fuera,hablandoporteléfono.—Elcucharóndemaderachocacontra
laparedde la olla y las salpicadurasmanchan los azulejosde la pared—.¡Mierda!
—¿Quéeseso?—Arrugolanarizalverlapapillamarrónqueremuevesincesar.Tieneunaspectoasqueroso.
—Sesuponequeesunasopadepuerroypatata.—Sueltaelcucharónyretrocede.Sellevaunpañodecocinaalafrenteparalimpiársela—.Alaabuelalevaadarunataque.
Meobligoasonreíryveoquetienegotasdepapillaenlasmejillas.—Espera.—Lequito el paño yme pongo a limpiarle—. ¿Cómohas
conseguidopringartetodalacara?Nomecontesta.Medejahacerymeobservaensilencio.Tardomásde
lonecesario,hastaquemeasegurodequenolesalenampollas.Cualquiercosacontaldeevitarloinevitable.
—Creoqueyaestá—musitacogiéndomelamuñecaparaquetermineconlaoperaciónlimpieza.
Mirosusojosmarronesyluegolacamisetablancaqueletapaelpecho.—Y aquí también. —Reclamo mi mano y empiezo a limpiarle las
quemaduras.—Para,nena.—Nomehagashablar—lesueltosinapartar lavistadelamanoque
sujetamimuñeca—.Mástarde,peroahorano.Gregoryapagaelfuegoymesientaenunasilla.—Necesitotuconsejo.—¿Ah,sí?—Sí.¿Lista?—Sí —asiento con entusiasmo. Lo adoro por no presionarme. Por
entenderlo—.Dime.—Benselovaacontarasufamiliaestefindesemana.Memuerdoel labio, felizporqueporunavezesparanoreírme.Una
sonrisadeverdad.Nounasonrisa forzadaofalsa.UnasonrisacomoDiosmanda.
—¿Deverdaddelabuena?—Sí,deverdaddelabuena.—Y...—¿Yqué?—Queestásmuycontento,claroestá.Porfinseledibujaunaenormesonrisaenlacara.—Claro está. —Pero la sonrisa desaparece tan pronto como había
aparecidoylamíatambién—.Peroparecequesuspadresnoseloesperan.Noseráfácil.
Lecojolamanoyledoyunapretón.—Todo irá bien —le aseguro. Asiento cuando me mira poco
convencido—.Tevanaadorar.¿Cómonoibanahacerlo?—Porquenosoyunachica—diceriéndoseybesándomeeldorsodela
mano—.PeroBenyyonostenemoselunoalotroyesoesloquecuenta,¿verdad?
—Verdad—afirmosintardanza,porqueséquetienerazón.—Esmialguien,muñeca.Mealegromuchísimopormimejoramigo.Deberíaandarmeconpies
deplomoporél.Alfinyalcabo,Benhasidouncapullointegralenmásdeunaocasión, pero esgenial quepor finhayadecididopasarde loque losdemáspiensendesusexualidad.Además,nosoyquiénparajuzgar.Todostenemosnuestrosdemonios,algunosmásqueotros.Miller,muchosmásquelamayoría.Perotodoelmundotienearreglo.Sepuedeperdonaratodoelmundo.
—¿Quéteocurre?—mepreguntasacándomedemiensimismamiento.—Nada. —Meneo la cabeza para dejar de pensar cosas raras y me
sientomásvivadeloquemehesentido...envariashoras.¿Sólohanpasadounashoras?—.¿Quéhabíaenelsobre?
LaincomodidadconlaqueGregoryserevuelvemeindicaquesabeaquémerefiero.Élestabaahí,lohavistoylosabe,ymedalaimpresióndequehaymásporelmodoenqueevitamirarmealacara.
—¿Quésobre?
Pongolosojosenblanco.—¿Vasenserio?Tuerceelgestoenseñaldederrota.—Elhijodelmalmelodioamí.MedijoqueseloentregaraaMiller.
Sabesquenoes laprimeravezque loveo, ¿verdad?Eselmismocabróndespiadado que apareció cuando os fuisteis a Nueva York. Lo dejé conWilliam en el apartamento de Miller, los dos mirándose, a ver quiénaguantabamástiemposinreírse.Enserio,parecíandosvaquerosapuntodedesenfundar.Casimedesmayocuandoleheabiertolapuerta.
—¿Lohasdejadopasar?—digoahogandoungrito.—¡Qué va! ¡Ha sido tu abuela!Ha dicho que era un viejo amigo de
Williamyyonosabíaquéhacer.Nomesorprende.Laabuelasabemásdeloquenosimaginábamos.—¿Quéhayenelsobre?Seencogedehombros.—Nolosé.—¡Gregory!—¡Vale, vale! —Vuelve a revolverse nervioso—. Sólo he visto el
papel.—¿Quépapel?—Nolosé.Millerlohaleídoyhavueltoaguardarlo.—¿Cómoreaccionóalleerlo?No sé si es una pregunta tonta. Yo he visto su reacción cuando he
entradoenlacocina.Teníalacabezaentrelasmanos.—Se leveía tranquiloynormal...—Se levanta,pensativo—.Aunque
notantodespuésdequeteabrazara.Mevuelvorápidamentehaciaél.—¿Quéquieresdecir?—Pues...—Se revuelve un poco, incómodo. ¿O preocupado?—.Me
preguntóasímuytranquilosialgunaveztúyyo...—¡No!Retrocedo, temiéndome el horror de los horrores si algún díaMiller
descubrenuestrodeslizbajolassábanas.—¡No!Pero,joder,nena.Hasidodelomásincómodo.—Nose lovoyacontar jamás—leprometo,sabiendoexactamentea
quéserefiere.SólolosabemosGregoryyyo,amenosqueaunodelosdossenosescapeyMillerseentere.
—¿Melo jurasconsangre?—preguntaconunarisasardónica.Ledaunescalofríodeverdad,comosiseestuvieraimaginandoloqueharíaMillersiseenterasedenuestropequeñotonteo.
—Noseasparanoico—ledigo.Es imposibleque lo sepa.Ahoraquemeacuerdo—:¿LehaenseñadoelpapelaWilliam?
—No.Aprieto los labios y me pregunto si Gregory está conchabado con
Miller y con William. Esa carta, o lo que fuera, ha bloqueadoemocionalmenteamicaballeroa tiempoparcial.Necesitabapensar.Sehaidoacasa,aestarensuapartamentolimpioyordenado,apensar.Ynomeha llevado con él a mí, que según dice le sirvo de terapia y paradesestresarse.
—Creo que paso de la sopa —dice William al entrar en la cocina.Gregory y yo lo miramos y lo vemos remover la olla con el cucharón,arrugandolanariz.
—Buenaelección—diceGregory regalándomeunasonrisa.Lomiro,sin fiarme un pelo. Sabe más de lo que dice. Tose, controla la risa y selevantadelamesaparaescapardemimiradainquisitiva—.Prepararéotracosa.
El móvil de William empieza a sonar y lo veo buscándolo en elbolsillo.Nomehe imaginado la agitaciónen suapuesto rostro cuandohamiradolapantalla.
—Disculpadme, tengoquecogerla—diceconel teléfonoen lamanoantesdesaliraljardínporlapuertadeatrás.
Melevantotanprontosecierralapuerta.—MevoyacasadeMiller—anuncioagarrandoelmóvildeencimade
lamesaysaliendode lacocina.EstoyseguradequeMillernodejaráa laabuela, ni siquiera aunque Gregory se encuentre aquí. La abuela estará asalvo.Todoapuntaaquealgonovabien:elcomportamientodeGregory,lacalmaaparentedeWilliam...Tengounmalpresentimiento.
—¡Olivia,no!Nopensabaquemefueranadejarsalirasícomoasí,poresocorropor
elpasilloantesdequeGregorypuedaalcanzarmeoavisaraWilliamdemihuida.
—¡Nodejessolaalaabuela!—gritoantesdesalirdelacasaycorrerporlacallehacialacarreteraprincipal.
—¡Lamadre queme trajo!—gritaGregory; la frustración en su voz
haceecoymegolpealaespalda—.¡Avecesteodio!Estoy en la parada del metro en un abrir y cerrar de ojos. Paso del
móvil. Gregory yWilliam me están llamando pero en cuanto bajo a lostúnelesdelmetroporlaescaleramecánicamequedosincoberturayyanotengoquerechazarmásllamadas.
Estoy en la escalera del edificio donde vive Miller, subiendo lospeldañosatodavelocidadhastaeldécimopisosinquesemehayaocurridousar el ascensor. Es como si llevara siglos sin venir aquí. Entro en elapartamentosigilosamenteyde inmediatomeenvuelveunamúsicasuave.Lacanciónmarcaeltonoantesdequehayapodidocerrarlapuertasiquiera.Las notas profundas y poderosas me ponen al límite de la paz y lapreocupación.
Cierrolapuertasinhacerruido,rodeolamesayentroenlacocina.EliPhoneestáensusitio.Lapantallameinformadeloqueestoyescuchando,AboutTodaydeTheNational.Cierrolosojosparaquelaletrapenetreenmimente.
Recorrolasaladeestarymeencuentroloquemeimaginaba.Todoestáperfecto, a loMiller, y no puedo negar queme tranquiliza. Debería ir aldormitoriooalestudiomientrasmedeleitoconlaspinturasquedecoranlasparedesdelapartamento.LasobrasdeMiller.Losbelloslugaresconocidoscasiafeados.Distorsionados.Lascosasbonitasnormalmenteseaprecianaprimeravista,peroavecesmirasunpocomásydescubresquenosontanbonitascomopensabas.Haypocascosasqueseantanhermosaspordentrocomoporfuera.Aunquehayexcepciones.
Milleresunadeesasexcepciones.Estoy como en una especie de trance, reconfortada por la música
tranquila.Notengointencióndesalirdeéldemomento,apesardequeséque tengo que encontrar a Miller y decirle que no va a perderme. Suapartamentoytodoloquecontienesoncomounaagradablemantaquemeenvuelveparaqueestécalentitayasalvo.Cierro losojosyrespirohondopara aferrarme a todas las sensaciones, imágenes y pensamientos quemehandadotantafelicidad,comoelsofáquepuedoverenmioscuridad,dondedejóclarassusintencionesporprimeravez.Recuerdoloscuencosdefresasgrandesymadurasqueteníaenlacocina.Elchocolatederretido,laneverayla lengua de Miller lamiendo cada parte de mí. Todo me catapulta al
principio.Entroen suestudio, sumidaenmisnegras reflexiones,yveoelcaosquetantomesorprendió.Fueunasorpresamaravillosa.Suafición.Loúnico en la vida deMiller que está desordenado.Almenos, era lo únicohastaquemeconoció.
Estoyabiertadepiernasenlamesayéltrazalíneasenmivientreconpinturaroja,o,comoséahora,meescribesudeclaracióndeamor.Demonssuenadefondo.Muyapropiado.
Estamos enredados en su sofá desvencijado, envueltos el uno en elotro, pegados como lapas.Y las vistas. Son casi tan espectaculares comoMiller.
¿Casi?Sonríoparamisadentros.Nidelejos.Mis reflexiones no podrían ponerse mejor pero entonces esos
maravillosos fuegos artificiales que había perdido empiezan a cosquillearbajo mi piel y mi oscuridad se llena de luz. Una luz brillante, fuerte,soberbia.
—Bang—susurraenmioídoysientoelcalordesubocaenlamejilla,como si mi cuerpo estuviera cayendo en esa luz maravillosa. No puedodistinguirlossueñosdelarealidadytampocomeapetece.Siabrolosojos,estaré sola enel apartamento.Si abro losojos, cadapensamientoperfectodeltiempoquehemospasadojuntosseperderáennuestrafearealidad.
Ahora siento susmanos cálidas enmi piel y la extraña sensación deestarmoviéndome...sinmoverme.
—Abrelosojos,midulceniña.Los cierro aún más fuerte, no estoy preparada para perder un solo
sueñomás:eldesuscaricias,eldesuvoz.—Abre losojos.—Unos labiossuavesmefustiganygimo—.Hazlo.
—Unosdientesmordisqueanmislabios,pegadosasuboca—.Nodejesdeiluminarmecontuluz,OliviaTaylor.
Me quedo sin aliento y abro los ojos. Tengo ante mí lo másespectacularquevoyaverenlavida.
MillerHart.Misojosrecorrenloscontornosdesurostroycadaunodesusdetalles
perfectos. Están todos ahí: los penetrantes ojos azules rebosantes deemoción,labocaapenasentreabierta,lasombraquecreceensubarbilla,elpeloondulado, elmechón rebelde en su sitio... todo.Esdemasiadobuenopara ser verdad. Extiendo el brazo para tocarlo, la punta demis dedos se
tomasutiempoparasentirlotodo,paracomprobarquenoesproductodemiimaginación.
—Soydecarneyhueso—susurraatrapandomisdedosparadetenersusilenciosaexpedición.Mebesa losnudillosy se llevamimanoa lanuca,dondemisdedossehundenenlamatadepelo—.Soytuyo.
Su boca desciende sobre lamía yme coge en brazos,me pega a sucuerpo.Nossaboreamos,nosacariciamosynosrecordamoselunoalotroelpoderdenuestraunión.
Mismuslosseenroscanasucinturaconfuerza.Séqueestonomeloestoyimaginando.Tengolasentrañasardiendo,echandochispas,enllamas.Me consumen, se apoderan demí,me regeneran.Lo necesito.Los dos lonecesitamos.Ahoramismonoexistenadamás,sóloMilleryyo.
Nosotros.Elmundopuedeesperar.—Adórame—lesuplicosinquenuestraslenguasseseparen,bajándole
lachaquetaporloshombros,impaciente.Memueroporestarpielconpiel—.Porfavor.
Gime,me suelta primero un brazo, luego el otro, para librarse de lalujosa tela.Yomeocupode la corbata, tirandodelnudodemalamanera,pero no protesta: tiene tantas ganas como yo de eliminar todo lo que seinterponeentrenosotros.Mesujetaporeltraseroconunamanoyconlaotrameayudaysesacalacorbataporencimadelacabeza,sindeshacerelnudo,yluegoelchaleco.Meatrevoacogerlodelacamisayaabrirladeuntirón.Mepreparoparalaregañinaquemeespera,aunqueyahedecididoquemedaigual,peronodicenada.Losbotonessaltanysedesperdiganportodaspartes,repiqueteandoalcaeralsuelo.Empiezoatirardelatela,abajárselaprimero por un brazo y luego por el otro. Siento el calor de su pechodesnudocontramivestido,estamosunpasomáscercadeestardesnudos.Lacamisasereúneenelsueloconlachaqueta,lacorbatayelchaleco,ymismanosseaferranasushombrosmientrasnuestrobesosevuelvemásymásintenso. No me dice lo que me dice siempre. No intenta que vaya másdespacionimefrena.Mepermitequelobeseconfrenesíytocarlocuantoquieramientrasgimoygruñolasganasqueletengo.
ConsigoquitarmelasConverseyascenderunpocomásporsucuerpohastaquetienequeecharlacabezaatrásparanorompernuestrobeso.
—Quieroestardentrodeti—jadeaechandoaandar—.Ahoramismo.Sedetieneysellevalasmanosalaespaldaparabajarmelaspiernassin
dejar de comerme la boca como un animal hambriento. Ya de pie, mismanosvanaporsucinturón,seloquitanatodaprisaylotiranalsuelo.Losiguientesonlospantalones.Estándesabrochadosenunsantiaményselosbajo todo lo que puedo sin separarmi boca de la suya, hasta losmuslos.Millerhaceelrestoysequitaelbóxer.Luegodaunpuntapiéparalibrarsedetodo:pantalones,bóxer,zapatosycalcetines.Mideseodevolveraversucuerpoentodasuperfectadesnudeznopuedemásquemisansiasdeseguirbesándolo,perocuandomelevantaelbajodelvestidoparasacármeloporlacabeza no me queda otra opción que separarme de él y aprovecho lainterrupción para contemplarlo. La tela demi vestidome tapa la cara uninstanteeinterrumpemisobservaciones,peroconsigounossegundosextracuando Miller me acaricia la espalda para desabrocharme el sujetador ybajármelomuy despacio por los brazos. Los pezones seme ponen duros,sensibles,y laspalpitacionesdemientrepierna lesuplicanque laacaricie.Lomiroalosojos,estásinaliento,igualqueyo.Tiramisujetadorsinmirardónde cae ymete el pulgar por el elásticodemis bragas.Peronome lasquita,seconformaconvercómomedesesperomásymás.Quenoempiececonsumaníadecontrolarlotodo.Ahorano.
Meneolacabezaunpoco,observandocómolacomisuradesuslabiosdibujalamástenuedelassonrisas.Luegodaunpasoadelante,sinsacarlospulgaresdesusitio,paraqueyo tengaqueandarhaciaatráshastaquemiespaldaestácontralapared.Elfríomepillaporsorpresaydejoescaparunabocanadadeaire.Echolacabezaatrás.
—Por favor —le suplico cuando empiezo a notar que me baja lasbragasporlosmuslos.Laspalpitacionesentremispiernasseaceleranhastaconvertirseenunzumbidoconstante.Tengolasbragasenlostobillos.
—Líbrate de ellas—me ordena con dulzura y obedezco, intentandoconcentrarme en lo que va a pasar a continuación. No me hace esperarmucho.Sientocalorentrelosmuslos.¿Lafuente?LosdedosdeMiller.
—¡Dios! —Aprieto los párpados mientras me acaricia en lo másíntimo.Mepegomásalapared,intentandoescapardesutortura.
—Estás muymojada—rugemetiéndome un dedo y presionandomiparedfrontal.Meagarroasushombrosyempujohastaquetengolosbrazosestirados—.Datelavuelta.
Tragosalivaytratodeprocesarlaordenperosusdedossiguendentrodemí,inmóviles,ysimemuevohabrároce,cosaqueharáquemecedanlasrodillasymequedetiradaenelsuelohechaunaboladedeseoylujuria.Así
quenomemuevoparanoacrecentarmisganasdeposeerlo.—Datelavuelta.Meneo la cabeza con obstinación, mordiéndome el labio inferior y
clavándole las uñas cortas debajo de la clavícula. De repente, una manoapartamisbrazosysucuerposepegaalmío.Susdedossehundenmásenmí.
—¡No! —No tengo dónde esconderme. Estoy contra la pared,indefensa.
—Así—musitamordisqueándomelamandíbulaylamejilla.Estamostodolopegadosquesepuedemientrasmedalavuelta,asegurándosedequesusdedossiguendentrodemí.Talycomoyometemía,lassensacionesqueproducenmismovimientosnohacenmásqueenloquecermeunpocomásyempiezoarespirarhondo,despacio,paranogritardedesesperación.
—Lasmanoscontralapared.Obedezcoalinstante.—Hacia atrás.—Una mano me coge de la cintura y me guía hacia
atrás.Me roza el talón con el pie para que lomueva hacia el lado.Estoyabiertadepiernas,asumerced—.¿Estáscómoda?
Retuerce los dedos en mi interior y pongo el culo en pompa parachocarcontrasupaquete.
—¡Miller!—gritoyapoyolacabezacontralapared.—¿Estáscómoda?—¡Sí!—Bien.—Me suelta la cintura y al momento siento la punta de su
erección, dura y ancha, a punto de entrar. Contengo la respiración—.Respira,midulceniña.
Es una advertencia yme quedo sin aire en los pulmones cuandomesaca los dedos para dejar paso a su polla dura. No me da tiempo aextrañarlo.Ladeslizadentrodemíconunjuramentoininteligible.
Mesientocompleta.—Muévete—le suplico apretándome contra su pelvis,metiéndomela
hastaelfondo—.Miller,muévete.Hago fuerzacon losbrazoshastaquemeseparode laparedypuedo
echarlacabezahaciaatrás.Atiendeamissúplicas.Unasmanossuavessujetanmiscaderasyme
clavalosdedos,preparándose.—Noquieroquetecorras,Olivia.
—¿Qué?—exclamo,meechoatemblarsólodepensarencontenermiorgasmo. Casi todos aparecen de la nada. Es el chico especial, tiene untalento que ninguno de los dos logramos comprender—. ¡Miller, no mepidasloimposible!
—Puedeshacerlo—measeguraenvano,restregándosecontramiculo—.Concéntrate.
Siempremeconcentroynosirveparanada; tendréqueconfiarensuhabilidadysuexperienciamientrasmemantieneenellimbo.Latorturaqueme espera en susmanos cae como un jarro de agua fría sobremimentenubladaporeldeseo.Voyagritardedesesperación,esposiblequehastalemuerdaylearañe.Siemprememantieneentierradenadie,yelmerohechodequemelohayaadvertidomepreocupa.
Cierrolosojosydejoescaparungritofragmentadomientrassaledemíymedejadentrosólolapunta.
—Miller—yaestoysuplicando.—Dimecuántomedeseas.—Te deseo muchísimo—confieso, conteniéndome para no echar el
culoatrásyvolverasentirmellena.—¿Muchísimo?Lapreguntamepillaporsorpresa,igualquemirespuesta.—Todo.Siguedetrásdemí.Estápensandoenloquelehedicho.—¿Todo?—Todo—afirmo. Su fuerza y su energía borrarán gran parte de mi
agonía.Losé.—Como quieras.—Se inclina hacia adelante,me pega el pecho a la
espaldaymemuerdeenelhombro—.Tequiero—susurrayluegobesalamarcaquesusdienteshandejadoenmipiel—.¿Loentiendes?
Loentiendoperfectamente.—Sí.—Acercolamejillaasucaraydisfrutodelrocedesubarbaantes
dequeseenderezcaycojaaire.Mepreparo.Peronohaypreparación suficienteenelmundoparaqueyonogrite
cuando me embiste. Esperaba que se detuviera al instante, asustado, aloírmegritar,peronolohace.Rápidamenteseretirayatacadenuevoconungruñido.Losprimerosempujonessonparaajustarel ritmo.Es incansable,implacable. Me clava los dedos en la piel y tira de mí sin parar,arrancándomeungrito trasotro.Tengo feenquesabe loquepiensoyno
intentocontenerlosgritos.Cadavezquesucuerpochocacontraelmíosemeescapaunodelalmaynotardoentenerlagargantasecayrasposa.Peroeso no me detiene. Mi cuerpo no me pertenece. Es de Miller y lo estádisfrutando.Escasibrutal,perolapasiónyeldeseoquehayentrenosotrosmemantieneenunestadodeéxtasistotal.
Continúaaun ritmodespiadadohastaque loúnicoqueevitaquemecaigaalsueloesél.Nocorreelaireentresuentrepiernaymiculo,contraelquearremeteunayotravez,elsonidodepieldesnudachocandocontrapieldesnuda se va haciendomás fuerte amedida que empezamos a sudar. Lapenetraciónprofundanosólomellenaelcuerposinotambiénelalma,cadaembestidamerecuerdaaeselugarmaravillosoalquemellevacadavezquemehace suya,ya sea enplan tiernoy controlado,o salvajeydespiadado.Aquínohaycontrol.Almenosnoloparece,aunquesospechoqueestáahí.No,séqueestáahí.Heaprendidoque, lohagacomolohaga,siempremeadora.Lohacetodoconamor,eseamorsinlímitesquesientepormí.
Empiezo a notar un cosquilleo en el clítoris. Es el principio del fin.¡Dios mío, no voy a poder pararlo! Lo intento todo: la concentración, larespiración, todo.Peroelchoqueconstantedesucuerpomusculosocontraelmíonomepermitehacermásqueaceptarlo.Absorberlo.Tomo todo loquetieneparadarme.Siempreseráasí.
—¡Teestás tensandopordentro,Livy!—gritasinbajarel ritmo,casiasustado,comosisupiera labatallacampalquese libraenmi interior.Notengoocasióndeconfirmarlequetienerazón.Saledemíymedalavuelta.Melevantayvuelveapenetrarme.
Gritorodeándolelacinturaconlaspiernasydandomanotazosalaire.Larepentinapérdidadefricciónnomehaservidodeayuda.Vademasiadorápido.
—Mi nombre, nena —jadea en mi cara—. Grita mi nombre. Paraenfatizarsuorden,melevantaunpocoyluegomedejacaer.
—¡Miller!—¡Eso es! Otra vez. —Repite el mismo movimiento, esta vez más
fuerte.—¡Joder!—grito,mareadaporlasprofundidadesalasquellega.—¡Minombre!Me estoy cabreando. El empeño deMiller por controlarmi orgasmo
inminentemeestáponiendoinsolente.—¡Miller!—gritotirándoledelpelo,echandolacabezaatrásmientras
siguepenetrándome.Cadavez la tienemásdura, llevamucho tiempoasí,peroelcabrónseniegaaacabar.
—¿Novasaarañarme?—meprovocaymisuñasselanzanalacarga,acumplirsumisión.Mesorprendemipropiaviolenciaperonomedetengo.Leclavolasuñasylearrancolapiel—.¡Aaaah!—rugededolor,echandolacabezaatrás—.¡Joder!
Ninguno de sus gritos ni sus improperios me contiene. Le estoyarañandocomounaposesa,yesraroperocreoquelegusta.
—Eresunafloja,midulceniña—resopla,retándome.Memiraalosojos.Vaenserio.¿Quierequelehagadaño?Suscaderas
sedetienendesopetónymiclímaxsediluye.Pierdoelhilo.—¡Muévete! —Le tiro del pelo, tan fuerte que le hago doblar la
cabeza.Peroélsonríe—.¡Muévete,cabrón!—Arquealascejasconinterésperosiguesinmoverseyempiezounalocacarreraporintentarrecuperarlafricción.Nofunciona—.¡Malditoseas,Miller!
Sinpensármelodosveces,leclavolosdientesenelhombroymuerdocontodasmisfuerzas.
—¡Joder!Suscaderasvuelvenalacargayresucitanmiorgasmolanguideciente.—¡Serás...!¡Joder!Ahorasíquevaaportodasyarremetecontramícomounamalabestia.No le sueltoelhombro.Lehagogritar,gemir,gruñirmientras le tiro
del pelo sin parar. Estoy siendo tan bestia comoMiller yme encanta. Elplaceresindescriptibleyeldolorocupaellugardelapena.Meestásacandolospesares agolpedepolla, aunque sea sólo temporalmente, pero ahí va.Metortura.Lotorturo.Miespaldagolpeaunayotravezlaparedylosdosemitimossonidosguturalesdesatisfacción.
—Hora de acabar, Olivia —jadea levantándome la cabeza de suhombroycomiéndomelaboca.Nosbesamoscomosifueralaprimeravez.Rápido,conansiaydesesperación,yenunabrirycerrardeojosestoyenelsuelo,debajodeMiller.Nosmantieneunidosymeembisteconfuerzahastaque retuerzo los tobillos y grito a pleno pulmón cuando el orgasmo meatraviesaylascontraccioneslargasypalpitantesdemisentrañasloaprietancon furia contramipared interna.Gruñe, baja el ritmo,masculla palabrasininteligibles en mi cuello. Lo he dejado seco y yo estoy rebosante,disfrutandodelcalorpegajosodentrodemí.
—Dios santo —jadeo dejando caer los brazos por encima de micabeza.
—Estoydeacuerdo—gimesaliendodemíytumbándosebocaarribaamilado.Ladeolacabezayveoquesehatiradoalsuelosinningúncuidadoy resoplamirandoel techo.Estáchorreando,conelpeloenmarañadoy labocamás abierta que de costumbre, intentando que el aire le llegue a lospulmones.
—Dameloquemásmegusta.—¡No puedo moverme! —protesto, alucinada de que se atreva a
pedírmelo—.Mehasdejadoexhaustaconestepolvo.—Loharáspormí—insistecogiéndomedelacintura—.Ven.Nomedejaelección.Además,quieroenvolverloconmicuerpoycon
miboca.Melevanto,ruedohaciaélytumbomicuerposinfuerzassobreelsuyo. Lo único que todavía funciona es mi boca, que está lamiendo,chupandoymordiendosucuello.
—Sabesagloria—afirmo—.Yhuelesdivino.—Chupamásfuerte.Dejodecomérmeloabesosylevantolacabezamuydespacio.Séque
estoyfrunciendoelceño.NienunmillóndeañosmehabríaimaginadoqueMillerHartquisierallevarunchupetónenelcuello.
—¿Cómodices?—Chupa más fuerte. —Arquea las cejas un poco para enfatizar su
orden—.¿Voyatenerquedecírtelotresveces?Esto tiene sugracia.Vuelvoa sucuello, lomuerdoymepregunto si
retirarálaorden,perotrasunosminutosdemordiscosinocentesmelopideporterceravez.
—¡Másfuerte!Mislabiossecierransobresucuelloychupo.Fuerte.—Másfuerte,Livy.Mecogedelanucaymebajalacabeza.Mecuestarespirar.Perohago
loquemediceymemetounbuentrozodepielenlaboca,chupoychupohastacortarlelacirculación.Sevaaverentecnicolorporencimadelcuellode sus camisas pijas. ¿Qué demonios le pasa? Pero no puedo parar. Paraempezar,Millerme tiene bien cogida del cuello y nome deja levantar lacabeza.Además,meestágustandoestodequetodoelmundopuedaverlamarcaquelehehechoamicaballerodefinosmodales.
Nosécuánto tiempopasamosasí.Loúnicoqueséesquemeduelen
los labiosy la lengua.Cuandopor finmesuelta,cojoaireycontemplo lamonstruosidadquehecreadoensucuelloperfecto.Tuerzoelgesto.Ahoraya no es perfecto. Es un horror y estoy segura de queMiller opinará lomismocuandoselavea.Estanfeaquenopuedodejardemirarla.
—Perfecto—suspira.Acontinuaciónbosteza,vuelveacogermedelanucay rodamos comodosposesoshasta que lo tengo encima, sentado enmis caderas. Sigo sin entender nada y Miller tampoco me aclara nadacuandoseponeadibujarelcontornodemissenosconlapuntadelosdedos.
—Esbienfea—confiesopreguntándomecuándoiráaverelhorrorquelehehecho.
—Puede—musitasinpreocuparsetodoloquedebería.Siguetrazandomitorsotancontento.
Meencojodehombros.Desdeluego,sielreydelestrésnomueveunmúsculo,yotampocovoyapreocuparme.Envezdeesolehagolapreguntaquemeruedapor lamentedesdequehe llegado...antesdequemetocaraconesasmanosymedistrajeraconsuadoración.Aunqueestavezhasidounpocomásbestia.Bueno,nosólounpoco.Sonrío.Hasidounpolvodelosbuenosy,paramisorpresa,hedisfrutadocadasegundo.
—¿Qué hay en el sobre? —digo despacio, sabiendo que es terrenopantanoso.
Nomemiraytampocodejadeacariciarmeconlasyemasdelosdedos,dibujandotodasmislíneasinvisibles.
—¿QuépasóentreGregoryytú?—Memira.Losabe.Miamigoteníamotivos para preocuparse—. Gregory parecía incómodo cuando se lopregunté.
Cierro losojosyguardosilencio.Noconsigoocultar loculpablequemesiento.
—Dimequenosignificónada.Tragosalivayledoyvueltasalamejormaneradeenfocarlo.¿Confieso
oloniegotodo?Miconcienciaseabrepaso.—Estaba intentando consolarme —digo atropelladamente—. Se nos
fuedelasmanos.—¿Cuándo?—Despuésdelodelhotel.Haceunamuecayrespirahondoparacalmarse.—No hubo sexo—continúo, nerviosa, deseando aclararle sus peores
sospechas.Nomegustaquesehayapuestoatemblar—.Sólotonteamosun
poco.Losdosnosarrepentimos.Porfavor,nolehagasdaño.Susfosasnasalesseabrenysecierran,comosiestuvieraintentandono
explotarcontodassusfuerzas.—Silehagodañoaél,teloestoyhaciendoati.Yatehehechosufrir
bastante—diceapretandolosdientes—.Peronovolveráasuceder.Es una afirmación, no una petición, ni una pregunta. No volverá a
suceder.Permanezcoensilenciohastaqueveoquesurespiraciónvuelveala normalidad. Estámás tranquilo peromi pregunta sigue sin respuesta yquieroobtenerla.
—Elsobre.—¿Quépasaconelsobre?Memuerdoel interiorde lamejilla,deliberandosideboinsistirono.
Seestáponiendodistante.—¿Quéhabíadentro?—UnanotadeCharlie.Losabíaperoquemelohayadichomesorprende.—¿Quédecía?—Estavezlopreguntosinrodeos.—Meexplicacómopuedosalirdeestemundo.Abromucho laboca. ¿Hayuna salida?¿Charlievaa liberarlode sus
cadenas invisibles? ¡Diosmío! La sola idea de que todo esto termine, depoder seguir con nuestras vidas, es demasiado paramí.Nome sorprendeque Miller parezca estar en paz pero hay un pequeño detalle que medevuelvealadurarealidad.Ungrandetalle.Estabaenlacocinademicasacuando leyó la carta y se quedó hecho unamierda, nada que ver con sumáscara impasible. Estaba atormentado, preocupado. ¿Qué ha cambiadoparaqueahoraesté tan tranquilo?Mearmodevalory lepregunto loquedeberíahaberlepreguntadoantesdequemeinvadieraelentusiasmo.
—¿Cómo puedes salir de este mundo? —Estoy conteniendo larespiración,loquesignificaquenomevaagustarlarespuesta.
Pero a pesar de mi pregunta, sus dedos no titubean, continúaacariciándomeyélsiguesinmirarmealacara.
—Esonoimportaporquenopiensohacerlo.—¿Tanmaloes?—Lo peor—responde sin vacilar, poniendo cara de enfado antes de
ponercaradeasco—.Tengootrasalida.—¿Cuál?—Matarlo.
—¿Qué?Me revuelvo bajo su cuerpo, presa del pánico, pero no consigo
movermeymepreguntosisehasentadoasíapropósito,asabiendasdequeibaaacribillarloapreguntasydequeibaaecharacorrerencuantomelasrespondiera.Noséporquéactúocomosimesorprendiera.Despuésde loque dijoWilliam y viendo la cara deMiller, me temía que fuera a decirexactamente eso. ¿Y lo que Charlie le propone es aún peor? ¿Cómo esposible?
—Notemuevas—dicemuytranquilo,demasiado.Esomeasustaaúnmás.Me coge lasmuñecas con unamano y las sujeta por encima demicabeza. Ahora soy yo la que resopla agotada en su cara—. Es el únicomodo.
—¡Noloes!—lediscuto—.Charlietehadadootrasalida¡Acéptala!Menealacabeza,inflexible.—¡No!¡Findelaconversación!Aprietalosdientesymemiraenseñaldeadvertencia.Nomeimporta.
Nohaynadapeorquemataraalguien.Novoyapermitirquelohaga.—¡Deesonada!—legrito—.¡Suéltame!Merevuelvoeintentodarmelavuelta.Noloconsigo.—¡Para! —Empotra mis muñecas contra el suelo, encima de mi
cabeza,yconsigosoltarlasunpoco—.¡Malditasea!¡Dejaderevolverte!Permanezcoquietapero sóloporqueestoyagotada. Jadeoen sucara,
intentandolanzarleunamiradaasesinaconlasfuerzasquemequedan.—Nohaynadapeorquemataraalguien.Respirahondo.Estáintentandoinfundirseánimosysemetensatodoel
cuerpo.—Séqueloquemepidetedestruirá,Olivia.Ynohaygarantíasdeque
no vuelva a pedirme que haga otra cosa. Mientras siga con vida es unaamenazaparanuestrafelicidad.
Niegoconlacabeza,tercacomounamula.—Esdemasiadopeligroso.Nuncaloconseguirás.Seguroquetieneun
montóndematonesguardándolelasespaldas.—Meestáentrandoelpánico.HeoídoaGregoryhablardearmas—.Ynopodrásvivircargandosemejantepesoentuconciencia.
—EsdemasiadopeligrosonohacerloyCharliemehadadolaocasiónperfecta.
Sus palabras me confunden y me callo un momento antes de
comprenderlotodo.—Ay,Dios.Quierequeacudasaunacita.Asientelevemente,sindecirnadamientrasasimilolanoticia.Estono
hacemásqueirapeor.Tienequehaberotromodo.Dentrodemíalgoposesivoymuyprofundoserevuelvesólodepensar
quealguienmáslotoqueylobese.Unapartedemicerebrogrita:«DéjalomataraCharlie.¡Elmundoestarámejorsinél!».Yunapartedemíasiente.Peromiconcienciatambiéntienevozymemiraconcaradepena,sindecirnada,aunqueséloquediríasimehablara:
«Quevayaaesacita.»«Sóloseráunanoche.»«Nosignificaránadaparaél.»—Eslahermanadeunimportantetraficantededrogasruso—diceen
voz baja—. Me desea desde hace años pero me da asco. Se excitadegradandoasucompañero.Loúnicoquequiereeselpoder.SiCharliemeentregaaella,podráhacernegociosconlosrusos.Sersusociolereportaríagrandesbeneficiosyllevamuchotiempodeseándolo.
—¿Porquénounenfuerzassinti?—Porquelahermanadelrusoseniegaamenosquemeconsiga.—Suéltame—lesusurro.Lohace,seseparademíysearrodillaami
lado. Salta a la vista que no quiere hacerlo.Yo tambiénme arrodillo,meacercoaélylopilloconelceñofruncido.Peromedejahacer.Lepongolasmanosen loshombrosparadarle lavueltaycuando leveo la espaldamellevounbuensusto.
Quédesastre.Esunlaberintodelíneasrojas.Dealgunasmanangotasdesangreyotrassehanhinchado.Pareceunmapadecarreteras.Queríaquelehicieradañodeverdadperoporrazonesquenoteníanqueversóloconlacombinaciónde dolor y placer.Quería que lomarcara.Ahora pertenece aalguien.
Amí.Mellevolasmanosalacaraymetapolosojos.Nopuedoevitarhipar
entresollozos.—Nollores—mesusurradándose lavueltayabrazándome.Mebesa
repetidamente, me acaricia el pelo y me estrecha contra su pecho—. Nollores,porfavor.
La culpame corroe y me grito a mí misma que tengo que hacer locorrecto,ymásviendoaMillerdispuestoarealizarunacosatanabominable
pormí.PormuchoquemedigaqueCharlieeseldiabloenpersona,queselo merece, no logro convencerme para dejar que lo lleve a cabo. Millercargaráconlaculpael restodesuvidayahoraquelosé,yo también.Nopuedodejarquenoshagaeso.Seríacomotenerlasogaalcuelloelrestodenuestrasvidas.
—Chisssst...—meconsuelaacurrucándomeensuregazo.—Vayámonos—sollozo.Eslaúnicaalternativa—.Podemoscogerala
abuelaeirnosmuymuylejos.Hago una lista mental de todos los sitios a los que podríamos ir
mientrasmemiraconternura,comosiyonoentendieranada.—Nopodemoshacereso.Lodefinitivodesurespuestameindigna.—Sípodemos.—No,Olivia.Noesposible.—¡Podemos! —le grito. Tuerce el gesto y cierra los ojos. Está
intentandoserpaciente—.¡Nodigasquenopodemosporquenoesverdad!Podríamosirnosahoramismo.Cogeralaabuelaeirnos.Medaigual
adóndesiemprequeestemosmuylejosdeLondresydeestemundocruelyruin.NosémuybienporquéMillerdicequevaderechoal infierno,amímeparecequeyaviveenél.Ymeestáarrastrandoamí.
Abre lentamente los ojos azules.Unos ojos azules atormentados.Medejansinalientoysemeparaelcorazón,peronoescomosiempre.
—Yonopuedoirme—diceclaramente,conuntonoyunamiradaquemeretanainterrumpirlo.Nohaterminado.EsverdadquenopuedesalirdeLondres y hay una razón de peso—. Tiene una cosa que podría hacermemuchodaño.
Odioelinstintonaturaldemicuerpodealejarsedesusbrazos.Mesientolejos,yreúnoelvalorparapreguntarlequées.—¿Quécosa?—digoconunhilodevoz.Lanuezdesucuellosubeybajacuandosetragaelnudoquetieneen
lagarganta,subellorostrocambiadeexpresiónysucaradice...Nada.—Matéaunhombre.La soga que estaba intentando evitar ponerme al cuello empieza a
estrangularme y lo hace deprisa. Trago saliva varias veces, abro los ojoscomoplatosynoconsigodespegarlosdesurostroimpasible.Tengolabocasecaymecuestarespirar.
Me alejo despacio, aturdida, tanteando el suelo que piso para
asegurarmedequesigueahí.Estoycayendoenelinfierno.—Nopuedeprobarlo—digo; la cabezameva a estallar ymi lengua
dicecosasquenopuedocontrolar.Puedequeseamisubconsciente,queseniegaacreerqueseaverdad.Nolosé—.Nadielecreería.
AsíescomotieneencadenadoaMiller.Lehacechantaje.—Tienepruebas,Livy.Envídeo.—Estámuytranquilo.Nohaymiedo
nipánico—.Sinohagoloquequiere,medelatará.—Dios mío. —Me paso las manos por el pelo y miro en todas
direcciones.Milleriráalacárcel.Nuestrasvidassehabránacabado—.¿Aquién?—pregunto obligándome amirarlomientras escucho aGregory, elsarcasmo en su voz aquel día que dijo que habría que añadir el ser unasesinoalalargalistadedefectosdeMiller.
—Esono importa.—Aprieta los labios.Creoquenecesitoenfadarmeperonoloconsigo.Minovioacabadeconfesarquehamatadoaalguienyyo estoy aquí haciéndole preguntas comouna idiota.No quiero creer quehay una razón para que yo esté reaccionando así. Debería echar a correr,pies para qué os quiero, sin embargo estoy sentada en el suelo de suapartamento,desnuda,mirándolo.
—Explícate—masculloymecuadroparademostrarmifortaleza.—Noquiero—susurraagachando lacabeza—.Noquierocontaminar
tumentepuraybellaconeso,Livy.Meheprometidoamímismomuchasvecesquenotemancillaríaconmipincelsucio.
—Demasiado tarde—contestoenvozbaja,y rápidamentememiraalosojos.Aversisedacuentadeunavezquemimente,aparentementepuray bella, lleva mucho tiempo llena de mierda, y no sólo la deMiller. Yotambiénhevividolomío—.Cuéntamelo.
—Nopuedo contártelo—suspira con el rostro cubierto de vergüenza—.Peropuedoenseñártelo.
Selevantalentamenteymetiendelamano.Porinstinto,laacepto.Meayuda a levantarme y nuestros cuerpos desnudos se rozan. El calor de supieldesnudameenvuelvealinstante.Nomeaparto.Nomeestásujetando,nomeretienealafuerza.Heelegidoquedarme.Lasyemasdesusdedosmelevantanlabarbillaparaquelomire.
—Quieroquemeprometasquenosaldráscorriendodespuésdeverlo,aunqueséquenoesjusto.
—Te lo prometo—digo en voz baja sin pensar.No sé por qué, peroMillernomecree,porquemebesaenloslabiosconunalevesonrisa.
—Nuncadejasdesorprenderme.—Mecogedelamanoymeconducealsofá,nolepreocupaqueestédesnuda—.Siéntate.
Me pongo cómodamientras va hacia uno de los armarios y abre uncajón.Sacaalgoantesdevolverjuntoaltelevisor.ObservoensilenciocómosacaunDVDdeunsobrequemeresultafamiliary lometeenelaparato.Luegomemira.Medaelmandoadistancia.
—Pulsa«Play»cuandoestéslista—mediceofreciéndomelodenuevoparaquelocoja—.Yoestaréenmiestudio.Nopuedoverlo...
«...otravez».Ibaadecirquenopodíavolveraverlo.Menealacabeza,cogelamía
conambasmanosymebesaenlacoronilla.Luegoinspira,eslainspiraciónmás larga de la historia, como si estuviera intentandomemorizarmi olorparaelrestodesuvida.
—Tequiero,OliviaTaylor.Siempretequerré.Yconesoveocómoladistanciaentrenosotrossehacemásgrandey
medejasolaenlahabitación.Quierogritarlequevuelva,quemecojadelamano,quemeabrace.El
mandoadistanciamequemalamanoyquieroestamparlocontralapareddeenfrente.Lapantallaestáoscura.Comomimente.Ledoyvueltasalmandoadistancia.Mepegoalrespaldo,comointentandoguardarlasdistanciasconalgo que sé que va a hacer saltar por los aires lo poco que queda demimundo.Millermelohaconfirmado.Asíquecuandodejodedarlevueltasaltrasto pulso el botón. Sólo me pregunto qué demonios estoy haciendoduranteunafraccióndesegundoantesdequelaimagendeunahabitaciónvacía ponga fin a mis pensamientos. Frunzo el ceño y me inclino haciaadelanteunpocoparaverbienlaestancia,queparecemuypija.Estállenademueblesantiguos,entreellosunaenormecamacondosel,ysenotaqueno son imitaciones.Lasparedes están revestidas conpanelesdemaderaylas pinturas de paisajes parecen estar colgadas al azar en sus intrincadosmarcos dorados. Es todomuy pijo y lujoso. Sé que la cámara está en unrincónporquepuedovertodalahabitación.Estávacíayensilencio.Seabrela puerta que hay en la pared opuesta de la cámara y doy un salto haciaatrás.Semehacaídoelmandoadistancia.
—¡Jesús!—Elcorazónsemevaasalirdelpechoeintentocontrolarlarespiración.Noduramuchoporquecasidejadelatirmecuandoapareceunhombre en el umbral. Semehiela la sangre en las venas.El hombre estádesnudo,exceptoporunavendaqueletapalosojos.Tienelasmanosenla
espalda y no tardo en saber por qué.Estámaniatado.Creo queme van asangrarlosojos.
Es joven,pareceunadolescente.No tienemúsculoenelpechoni laspiernasfuertesytieneelvientreplano,sinrastrodeabdominalesmarcados.
Peroestámuyclaroquiénesesechico.
CAPÍTULO22
—¡No!—Losojossemellenandelágrimasymetapolabocaconlasmanos—.Miller,no.No,no,no.
Alguien lometeen lahabitacióndeunempujónycierra lapuerta.Yahísequeda,depieyensilencio.Noseoyenada,nisiquieracuandosehacerradolapuerta.Intentocerrarlosojos,noquierovermás,peroescomosiuna palanca me los mantuviera abiertos, no hay escapatoria. No puedopensar.
«Elmando.Buscaelmando.Apágalo.¡Nomires!»Peromiro.Mequedo sentada comouna estatua, petrificada, loúnico
quemefuncionasonlosojosylacabeza.Micerebromeordenaquebusquelamanera de ponerle fin a esto, no sólo ahora, sino también entonces.Sepone de rodillas. Creo que estoy teniendo una experiencia extracorpórea.Me veo sentada a su lado, gritando.Miller agacha la cabeza y ahogo unchillidoalverapareceraunhombreporlaesquinainferior,deespaldasalacámara. Empiezo a sollozar cuando agarra a Miller del cuello. Va bienvestido, es alto, lleva un traje negro. No puedo vérsela, pero conozcoexactamentelaexpresióndesucara.Superioridad.Poder.Arroganciadelapeorespecie.
Sigo torturándome a mí misma. Diciéndome que esto no es nadacomparado con lo que está soportando mi amor. El desconocido sigueteniendoaMillercogidodelcuelloysequitaelcinturóndeuntirón.Séloquevieneacontinuación.
—Hijodeputa—susurroponiéndomeenpie.Se pone cómodo.Con la otramano coge la cara deMiller y aprieta
hasta que lo obliga a abrir la boca. Luego se la mete hasta el fondo yempiezaaembestirlocomoundemente.Memuerdoel labiomientrasveocómo violan a Miller, mi hombre fuerte y poderoso, de la peor maneraposible.Siguey sigue.Pormuchas lágrimasquederrame,pormuchoquesollocecontodaelalma,nopuedoevitarelhorrordeloqueestáocurriendoantemisojos.Semerevuelveelestómagocuandoelextrañoechalacabezahaciaatrásyaminoraelritmo,moviéndolaencírculosenlabocadeMillercomosifueralomásnormal.CreoquevoyavomitarcuandoveoaMiller
tragar.Luego, como si nada hubiera pasado, se sube la bragueta, aparta aMillerdeunempujónyseva.
SuspirocontodomiserhastaquemequedosinaireenlospulmonescuandoveoaMillerinmóvilenelsuelo,sinlamenorindicacióndeloquepasaporsucabeza.Ahoraentiendoporquées tancuidadosocuandose lachupoyporquéenNuevaYorkreaccionócontantaviolenciaeldíaenquedecidídespertarloconunamamada.Estoytemblandoderabia,depena,detodaslasemocionesposibles,yestodoporél.Lloroymesorbolosmocos,animándoloaqueselevanteysevaya.
—Vete—lesuplico—.Saldeahí.Pero no lo hace. No hace nada. Sólo semueve cuando aparece otro
hombreporelmismorincónqueelprimero.Estaotravezderodillas.—¡No!—grito al ver acercarse al hombre, también vestido de traje,
comoundepredador—.¡Miller,no!¡No,porfavor!Elhombre repite lamismasecuenciademovimientosqueelanterior,
sóloqueésteacaricialamejilladeMiller.Vuelvoataparmelabocaconlasmanosparacontenerelvómito.Empiezaadesabrocharselospantalones.
—¡No!Busco elmando a distancia.No puedo vermás.Mismanos trabajan
comolocas,lanzandocojinesyalmohadonesportodaspartes.—¡¿Dóndesehametido?!—gritoempezandoasudar.Estoyagotaday
desesperadaporponerfinaloqueestáocurriendoenlapantallaquetengoamisespaldas.Meagachoybuscoporelsuelo.Estádebajodelamesa.Mearrodillo, lo cojo y me doy la vuelta para apagarlo pero mis dedos noaprietanelbotón.Sequedanjustoencima,temblandomientrasconlosojosmuyabiertosveoaMillerarrancarselavendadelosojos.
Meatraganto,elcorazónsemevaasalirdelpecho,melatecontantafuerza que me caigo de culo. Puedo verle los ojos. No hay nada. Estánvacíos.Oscuros.
Mesuenan.Elhombresetambaleaydaunpasoatrás,sorprendido,abrochándose
lospantalonesatodavelocidadmientrasMillerselevanta.Elpeligromanade cada uno de los poros de su piel desnuda. Ha dicho que mató a unhombre.A este hombre.Nonoto los brazos, ni los dedos. Sé lo que va apasarynisiquierasoycapazdesentirmemalporlaalegríasádicaquevoyateneralverlo.EnelvídeoMillernoestá tancuadradoymusculosocomoahora, pero habría que sermuy tonto para subestimar la violencia animal
quedesprendesuser.Daunpasoadelante,impasible,sinelmenorrastrodeira o emoción. Parece estar perfectamente bajo control. Es un robot.Unamáquina.Esletal.
Lentamente,consigolevantarme.Loanimoensilencio.Elhombrelevantalasmanosparadefendersecuandolosmúsculosde
Millersetensan,listosparaabalanzarsesobreél...Yentonceslapantallasequedaenblanco.Tragosalivayaprietoel«Play»sinparar.¿Yaestá?Necesitovercómo
lodestroza.Necesitoverquesevengó.—¡Funciona de una vez! —grito, pero después de apretar el botón
hasta desgastarlome doy por vencida—. ¡Que te den!—chillo tirando elmando a la otra punta de la habitación con todasmis fuerzas.Ni siquieraparpadeo cuando se estampa contra uno de los cuadros deMiller y haceañicos el cristal que protegía el lienzo. Me doy la vuelta, temblando ysollozando.
Mesientoestafada.—Miller—exhalo.Echo a correr por el apartamento como almaque
llevaeldiabloyluegoatraviesoelpasilloquellevaasuestudio.Entro comouna exhalaciónymeparo abuscarlo.Está sentado en la
puntadelsofádesvencijado,conloscodosapoyadosenlasrodillasylacaraentrelasmanos.Peronotardanenaparecerunossorprendidosojosazules.Estánvivos.Resplandecenybrillan,nadaqueverconlosdelvídeoynadaquever con cómoeran cuandonos conocimos.Todoha cambiadomuchodesdequenosencontramoselunoalotroyprefierocaminarporlasbrasasdel infiernoqueperderlo todo.Un sollozodesgarrador puedemásquemienfadoyechoacorrerhaciaélcon losojos llenosde lágrimas.Casini loveoponersedepie.
—¿Olivia?Vacilante,daunpasoadelanteconelceñofruncido.Nopuedecreerse
quesigaaquí.Me lanzo a sus brazos. Nuestros cuerpos desnudos chocan y estoy
segura de queme habría hecho daño de no ser porquemis terminacionesnerviosasyaestánbastantedoloridas.
—Me tienes fascinada—sollozo agarrada a su cuello, fundiéndomeconél.
Miller aceptami abrazodeosoyme abraza igual de fuerte, o puedequemás.Meaprietatantoquenopuedonirespirar,perolomismoda.No
piensosoltarlonunca.—Yotambiéntequiero—susurraescondiendolacabezaenmicuello
—.Tequieromuchísimo,Olivia.Cierro los ojos y la ansiedad del horror de lo que acabo de ver
desaparececonloquemásnosgusta.—Queríavertehacerlo—confieso,seasensatoono.Necesitoserparte
delrompecabezas.Opuedequesólonecesiteasegurarmedequedeverdadmatóaesecabrónhijodelmal.
—LotieneCharlie.Noafloja suabrazo,ymeparecebienporquenoquieroque lohaga.
Podríaestrujarmeaúnmásfuerteynoprotestaría.Empiezoatranquilizarmeyapensarconmásclaridad.—Selaentregaráalapolicía.Millerasientelevementeenmicuello.—Sinohagoloqueélquiere.—Ynovasahacerloqueélquiere,¿verdad?—No,Olivia.No podría hacerte eso.No podría volver amirarme al
espejo.—¿Ypodrásvivirconlasmanosmanchadasdesangre?—Sí—diceconrapidezydecisiónantesdedespegarmedesucuerpoy
mirarme detenidamente—. Porque la alternativa esmancharme lasmanoscontusangre.
Me quedo sin aliento peroMiller sigue hablando. Así no tengo quebuscar las palabras.No hay palabras. Sé, con total seguridad, que no haynadaqueyopuedahacerparaevitarqueMillermateaCharlie.
—Nosientoningúnremordimientoporloquelehiceaaquelhombre.Aún tendré menos con Charlie. Pero si te ocurriera algo, jamás podríapermitírmelo.
Cierro losojos.La sinceridadde suspalabrasmedueleypor finmepermitopensarenloquelehicieron.Enelvídeoeramuyjoven.Comosielpobre no hubiera sufrido bastante. ¿Cuándo fue? ¿Cuántas veces antes deque se rebelara? ¿FueCharlie quien lo organizó todo? Sin duda.Y ahoraquiereentregárseloaunarusaquesóloquierevolverahumillarlo.Deesonada.
—Tengoquecontestar—diceMillercuandosuenaelteléfono.Me coge en brazos yme lleva a la cocina. Nome suelta. Agarra el
teléfonoconunamanoyamíconlaotra.
—Hart.Apoyaelculoenlamesaymedejaentresusmuslos.Sigopegadaasu
pechoperonoprotestanimepidequelodejesolo.—¿Estáahí?Oigo claramente la voz enfadada deWilliam. Normal, tengo la cara
pegadaaunadelasmejillasdeMilleryéltieneelmóvilenlaotra.—Sí,estáaquí.—Acaboderecibirunallamada—diceWilliam.—¿Dequién?—Charlie.Meentraelpánicoencuantooigosunombre.¿Porquéhabrállamado
aWilliam?Sonenemigos.—Entonces ¿ya sabe con seguridad que estoy durmiendo con el
enemigo?—HayuntoquedeironíaenlapreguntadeMiller.—Hart,tienecopiasdelvídeo.Semecae el almaa los pies.SéqueMiller lo hanotadoporqueme
abrazamásfuerte.—A ver si lo adivino. Si le ocurre algo, hay otras dos personas con
copiasdelvídeoeinstruccionesdeloquedebenhacerconél.Largapausa.MeimaginoaWilliamfrotándoselassienesgrises.—¿Cómolosabes?—Sophiame lo dijo. Tambiénme dijo que había destruido todas las
copias.Laexclamacióndesorpresaqueviajaatravésdelalíneatelefónicame
ponelapieldegallina.—No.—Williamcasipareceestaraladefensiva—.¿Ytúlacreíste?—Sí.—Miller —dice William usando su nombre de pila—. Charlie es
intocable.—Parececasicomosinoquisierasquelomatara.—Joder—diceWilliamconunsuspiro.—Adiós.Miller deja el teléfono encima de la mesa sin ningún cuidado y me
rodeaconelbrazo.—William... —musito contra su cuello, sin comprender del todo la
conversacióndehaceunossegundos—,¿sabeloquehayenelvídeo?—Supongo que se lo imaginaba. Charlie se lo habrá confirmado.
SiemprehahabidorumoressobreunanocheenelTemploenlaqueacabématando a unhombre, pero eso era todo.Nadie estaba al corriente de lascircunstanciasexactasynadiesabíasieraverdad.EscomoelsecretomejorguardadodelinframundodeLondres.
Millerintentasepararmeunpocodeél.Llevamostantotiempopegadosque es como si me estuvieran quitando una escayola. Protesto un poco,luegogruñoperoélselimitaasonreírmeconcariño.Noséaquévieneesasonrisa,notienenadadegracioso.Meacariciatímidamentelafrenteymerecogeelpelodetrásdelaoreja.
—Mesorprendequeaúnnotehayasesfumado,midulceniña.Sonríounpoco,buscandosucara.—Mesorprendequetengaselculodesnudoenlamesadelcomedor.Intentaponercaradeofendido.—Gracias ami preciosa novia,mimesa de comedor no podría estar
mássucia.—Sedetieneparapensaralgo—.¿Siguessiendominovia?Noesnadaapropiadoperonopuedoevitarsonreírlecomounabobaa
mibelloamado.—¿Siguessiendominovio?—No.—Menealacabeza,mecogelasmanos,selasllevaalabocay
mebesalosanillosylosnudillos—.Soytuesclavo,midulceniña.Vivoyrespirosóloporti.
Hago unmohínmirando sus rizos oscuros y sus labios carnosos quecolmanmismanosdebesos.Nomegusta lapalabraesclavoymenosaúndespuésdeloqueacabodever.
—Prefieronovio.Oamante.—Cualquiercosamenosesclavo.—Comoquieras.—Esoquiero.Levanta la cabeza hasta que estamos cara a cara y estudia
detenidamentemisojos.Sientoqueseestáalimentandode la luzquedicehaberencontradoenellos.
—Haríacualquiercosaporti—susurra—.Cualquiercosa.Asiento.Memiratanfijamentequemeardenlaspupilas.—Losé.—Melohademostrado—.Peronopuedesiralacárcel.Nopuedelucharporsulibertadparaacabarentrerejas.Esaposibilidad
es inaceptable.Sólo loveríaunaveza lasemana...Pormuchoqueseanoseríabastante.
—Nopodríavivirunsolodíasinperdermeenti,OliviaTaylor.Noes
unaopción.Quéalivio.—¿Yahoraqué?Meacunaantesdesoltarmeysecarselasmejillas.Selovedecididoy,
aunquedeberíatranquilizarme,enrealidadmeponedelosnervios.—Escucha con atención.—Me pone lasmanos en los hombros para
que no me mueva. Se me acelera el pulso—. Charlie cree que me tieneacorralado.Creequevoyaacudiraesacitayqueconfíoenquecumplirásupartedel trato.Ypor si tienes lamásmínimaduda, quieroque sepasquenuncahatenidointencióndecumplirconlamía.—Medaungolpecitoenlasienyarqueolascejas.
No me gusta el cariz que está tomando esto. Miller está demasiadodecididoyveoclaramentequetratadeconvencermeamítambién.Nosésiesoesposible.
—¿Quéestásintentandodecirme?—QuevoyairalTemplo.HeaceptadolaofertadeCharliey...—¡No!Noquieroniimaginarteconella.Séqueéseeselmenordenuestrosproblemas,peromeestoyvolviendo
másposesivacadasegundoquepasa.Nopuedocontrolarlo.—Calla—me corta tapándome la boca con un dedo—.Creo haberte
dichoqueescuchesconatención.—¡Eso hago! —Me estoy volviendo loca—. Y no me gusta lo que
oigo.—Olivia, por favor.—Me agita un poco los hombros—. Tengo que
acudir a esa cita.Es elúnicomododeentrar enelTemployacercarmeaCharlie.Novoyatocaraesamujer.
AcercarseaCharlie.Abrounosojoscomoplatos.—Entonces¿deverdadvasamatarlo?Noséporquélopregunto.SelohadichoaWilliam.Yomismalohe
oídoperocreíaque ibaadespertarme.Éstaes lapesadillamás largade lahistoria.
—Tienes que ser fuerte pormí,Olivia.—Me sujeta con tanta fuerzaquecasimehacedaño.Mebesaenlafrenteysuspira—.Confíaenmí.
La mirada de súplica de Miller me asusta y entonces las imágenesrepugnantesqueacabodeverserepitenenmimente.TardounsegundoenrecordarlasganasqueteníadeveraMillerhaciendopedazosaesehombre.Saber que había hecho justicia. Quiero que todo esto acabe. Quiero que
Millerseamío.AhoraentiendolaspalabrasdeMiller:«Túposeestodasycadaunadelaspartesdemiser,OliviaTaylor.Te
imploroclemenciapor todas lascosasquehehechoyqueharémal.Sóloconseguirésalirdeesteinfiernoconlaayudadetuamor».
—Estábien.Nomesorprendelopocoquemehacostadoaceptar.Esunadecisión
fácil.De repenteyo tambiénestoydecidida.Estoycuerdaysé loquehayquehacer.
Quiero librarmedeestas cadenas invisibles,porqueyo tambiénestoyencadenada.Peromásquenada,quieroqueMillersealibre.Libredetodo.Quepuedadecidir aquiénpertenece.Nunca serámíohastaque todo estohayaterminado.Nomásintromisiones.Seacabóviviralbordedelabismo.Nuestrospasadosseránloquetienenqueser:pasado.
—Hazlo—lesusurro—.Aquímetienes.Siempre.Selellenanlosojosdelágrimasyletiemblalabarbilla.Creoqueyo
tambiénvoyallorar.—No llores—le suplico acercándome a su pecho y rodeándome la
cinturaconsusbrazos—.Porfavor,nollores.—Gracias —dice con la voz entrecortada mientras me abraza con
fuerza—.Nocreoquepuedaquerertemás.—Amí tambiénme tienes fascinada.—Sonrío, triste, planeando qué
voyahacermientrasélcumplesupromesademataraCharlie.¿Puedeunomorirunanocheyvolverdespuésalavida?
Cuandopor findejamosdeabrazarnos,Millercogeel teléfonoysaledelacocinaahacerunasllamadas.
Mientras, doy vueltas buscando algo que hacer, algo que limpiar uordenar. Nada. Suspiro, harta, cojo una bayeta de cocina y me pongo alimpiargotasdeagua inexistentesdel fregadero.Repaso losmismossitiosunayotravez,frotandoelaceroinoxidablehastaquepareceunespejo.Mireflejoeshorrible,asíquesigofrotando.
Paro.Bang...Me doy la vueltamuy despacio, bayeta enmano, apoyándome en el
fregadero.Estáenlapuerta,reclinadocontraelmarcoydándolevueltasalmóvilenlamano.
—¿Todo bien? —pregunto doblando la bayeta y volviéndome paraguardarla en su sitio. Creo que es mejor que actúe con normalidad. Quétonteríahapensado.Notengoniideadequéesesodesernormal.
Comonocontesta,medoylavueltamordiéndomeellabio,nerviosa.—Yaestápreparado.—Serefierealasupuestacita.Asientolevemente,dándolevueltasamianillo.—¿Cuándo?—Estanoche.—¿Estanoche?—¿Tanpronto?Nomeloesperaba.—HayuneventoenelTemplo.Estoyobligadoaacompañarla.—Ya.—Tragosalivayasientocondeterminación—.¿Quéhoraes?—Lasseis.—¿Aqué hora...?—Meyergo y respiro hondo—. ¿A qué hora es la
cita?—Esaspalabrasmedanganasdevomitar.—Alasocho—respondesindecirmásysinapartarsufríamiradaazul
demifalsaexpresióndevalentía.—Tenemosdoshorasparaprepararte—ledigo.—¿Losdos?—Sí,voyaayudarte.Voy a bañarlo, a afeitarlo, a vestirlo y a darle un beso de despedida,
igualquecualquiermujerquemandaasunovioatrabajar.Esundíamásenlaoficina,esoestodo.
—Olivia,yo...—No intentes impedírmelo, Miller —le advierto aproximándome y
cogiéndolelamano.Quierequeseafuerte—.Vamosahacerloamimanera.—Loacercoalaltavozdelmóvilybuscounacanciónalegre—.Perfecta—proclamoponiendolaelegida.
DiamondsdeRihanna empieza a sonar yme vuelvo con una sonrisatímida.Millertambiénsonríedeunmodoadorableymeencanta.
—Síqueloes.Empiezoallevarloaldormitorioperomepara.—Espera.Frenodemalagana.Sóloquieroconcentrarmeenarreglarlo.—Antesdequehagamoslascosasatumanera—dicecogiéndomeen
brazos—,vamosahacerlasalamía.Estáenmovimientoantesdequepuedachistar.Mellevaaldormitorio,
mecolocaconcuidadoenlacama,comosifueraelobjetomásdelicadodel
universo,ysesientaalborde,apoyandounamanoparapoderestarencimademí.
—Tienesquesermíaunavezmás.Aprietoloslabiosyprocurocontenermisemociones.Quieredeciruna
vezmásantesdeirseaasesinaraalguien.Layemadesudedoseposauninstanteenmilabioinferiorymeobservaconatención.Luegomeacariciala barbilla, el cuello y un pecho. Todas mis terminaciones nerviosas seenciendencomobengalasbajosusuavecaricia.Lospezonessemeponenduros, suplican sus atenciones.No se las niega. Sin dejar demirarme, semeteunoenlabocaylorozaconlalenguaantesdemordisquearlelapunta.Arqueolaespaldayluchoparanomoverlosbrazos.Cogelaotratetaconlamano, reclamando lo que es suyo,moldeándolo ymasajeándolomientrasdibujacírculosconlalenguaenelotropezón.Merevuelvoenlacama,metiemblanlaspiernasylevantolasrodillashastaquetengolasplantasdelospiessobrelacama.
Estásiendosupertierno,nadaqueverconnuestropolvodeantes.Creoquenosetratasólodehacermesuyaunavezmás.Quierereponerfuerzas.
—¿Bien?—preguntaantesdellenarselabocaconmipechoychuparlocondelicadeza.
—Sí.—Gimodeplacerynoto cómo lapresión enmi entrepierna seintensifica.Misbrazoscobranvidaymismanosbuscanlasuavidaddesusrizos. Lame, acaricia, chupa y mordisquea con precisión mientras yo losujetoporlanuca,siguiendosusmovimientosmásqueindicándoledóndelequieroenmipecho.
—Sabes a gloria bendita, Livy —musita, besándome la areola y elombligo. Cierro los ojos, estoy en el cielo, disfrutando de cada preciososegundoconél,desusbesos,desuscariciasydesuadoración.Suslabiosestánentodaspartesymehacengemirysuspirar.Memuerde,mecolmadebesosyporuninstanteconsiguehacermeolvidarnuestrofuturoinmediato.
Contengo la respiración cuando sumano desciende ami entrepierna,mipielsuave,húmedaysensiblelesuplicaqueseaventureporella.Gimo.Ladeolacabezaylecomunicomisdeseosensilenciotirándoledelpelodelanuca.Quierosubocaahí.
Con el pulgar hace círculos en mi clítoris sin dejar de besarme elvientre. Es un roce delicioso que consigue que me tense y contenga larespiración.
—Siempreestáslistapararecibirme.
Suspiroylodejomimarmeasugusto.Lasensaciónenlaentrepiernasevuelvemásintensaymirespiración,entrecortada.IntentonogemirparapoderoírlossonidosplacenterosqueemiteMiller.
—Quiero que te corras así primero. —Me mete los dedos y mismúsculosavariciosos losaprietancon todassus fuerzas—.Luego tevoyahacerelamormuyenserio.
—Siempreme haces el amormuy en serio—musito llevándome lasmanosalacabezaycogiéndomeconfuerzaelcuerocabelludo.Levantolascaderasporinstinto,siguiéndoleelritmo.
—Yes lomejordelmundo.—Dobla losdedosdentrodemíy tragosaliva—. El modo en que te brillan los ojos cuando vas a correrte y losjadeos entrecortados con los que intentas controlarlo. —Sigue con loscírculos,aplicandomáspresiónhastaquemelevantodelacama—.Nohaynadacomparableavercómoestallasdebajodemí.
Estoyapuntodeestallar.—¿Estás lista?—preguntacon ternura,bajando lacabezaparasoplar
enmi entrepierna al rojo vivo.Me lleva al bordedel abismo.Me tiro delpelo con fuerza y me agarro a sus dedos mientras me los mete y hacecírculosenmiinterior.
—Aaaah —jadeo meneando la cabeza de un lado a otro—. Miller,necesitocorrerme.
La sangre se me sube a la cabeza e intento controlar la respiración.Grito cuando su boca tomami clítoris, sus dedos penetrándomedespacio.Empiezoatemblarsincontrol.
—¡Miller!Sacalosdedosyrápidamentesecolocaentremismuslosymeabrede
piernas.Mepongorígidayesposiblequehastalepeguesinquererconlascaderas,peroesqueelorgasmosehaapoderadodemí.Elcalorhúmedodesubocachupándomemellevacondelicadezaaléxtasisydejoescaparunalarga bocanada de aire.Me derrito en la cama. Palpito contra su lengua,larga y firme, cojo aire de vez en cuando ymuevo las caderas en círculocontrasuboca.
—Meencantacuandogritasminombrecondesesperación.Me da lametones en el sexo empapado, calmándome, ayudándome a
recuperarmedemisutilexplosión.—Meencantacuandomellevasalbordedeladesesperación.Me dan espasmos cuando sus labios reparten besos tiernos en mi
entrepiernahinchadayasciendenpormicuerpohastaqueestamosfrenteafrente.Sindejar demirarmea losojos,mepenetrahasta el fondoconunmovimientodecaderasquemepillaporsorpresa.Tienelafrenteempapadadesudoryelmechónrebeldefueradesusitio.
—Estásmuycaliente.—Semeteunpocomás.Lebrillan losojos—.Megustatantoestardentrodeti...
Lobesoenlabocayrespondeconunlargogemido.Nuestraslenguasseentrelazan.
—No tanto como amí tenerte dentro—susurro contra sus labios; lasombradesubarbameraspalacara.
Medaunbesodeesquimal.—Estamosde acuerdo enqueno estamosde acuerdo.—Sus caderas
entranenacciónysale,despacio—.Olivia.—Susurraminombreysemeacelera el pulso, me arden las venas—. Olivia Taylor, mi posesión máspreciada.—Vuelveapenetrarme,despacio,condelicadeza,bajocontrol.
Arqueo la espalda y me agarro a sus hombros. Siento cómo susmúsculossetensanyserelajancuandovuelveasalir.
—Meencantatomarmemitiempocontigo.Cierrolosojosconunlargogemidoylodejohacer.—No me prives de tus ojos, mi dulce niña. Necesito verlos.
Enséñamelos.Nopuedonegarme.Séqueenpartesobrevivegraciasalafuerzayla
seguridadqueledoy.Ahoralosnecesitadeverdad,asíquemuestromisojoszafiroasuspenetrantesojosazules.Estáapoyadosobresusantebrazosymeobservaconatenciónmientrasmepenetrasinprisa.Miscaderasempiezanamoversealritmodelassuyasyrotanygiranalavez.Esunacariciadivinay constante, unidos por la entrepierna, dibujando círculos interminables.Empiezoajadear.
—Porfavor.—¿Quéquieres?—mepreguntaconcalma.Nosécómo lohace.Me
sacadequicio.Notocómomicuerpopierdeelcontroldeplacer.—Necesito correrme otra vez —admito y me encanta que su polla
crezcacuandolodigo—.Quieroquemehagasgritartunombre.Losojoslebrillancomofarolasysuerecciónrespondeexpandiéndose
unpocomás.Mis caderashanpuesto el piloto automático.Mejor, porquesólopuedoconcentrarmeenelfuegoqueardeentremismuslos.
—Hoynadadegritos—diceabalanzándosesobremiboca—.Hoyvas
agemirminombreenmibocayvoyatragarmecadasegundo.Aumentalavelocidaddesuscaderasyvuelvoaestarapunto.Lecomo
labocaconansia,peroloaprovechoporqueséloquevaadecirme.—Saboréame,Livy—meordenaconternura,frenándome.Leacariciolosbrazoslargosybajohastasutrasero.Gimodefelicidad
deloduroqueestá.Primeroloacaricioyluegomeagarroaélconfuerza.Ahoraéltambiéngimeynuestrosgemidoschocanennuestrasbocas,quesebatenenduelo.
—Aquí viene.—Su lengua acelera yme anima a seguirla, cosa quehago, y mi cuerpo se tensa debajo del suyo. Se acerca. Está sin aliento,tiranteytembloroso—.¡Joder,Olivia!—Memuerdeellabioyprosigueconsubesoardienteyapasionado—.¿Lista?
—¡Sí!—grito esforzándome por llegar a lo más alto. Ya casi estoy.Ya...
—¡Mecorro!—gritaenmiboca—.¡Córreteconmigo,Olivia!—¡Miller!—¡Esoes!Unúltimocírculo.Saledemíyvuelveametersemuydespacioconun
gemidoentrecortadoquemecatapultaalasestrellas.Miespaldasearqueatodo lo posible y me hago mil pedazos entre sus brazos, con los ojoscerradosylacabezaladeadaenlaalmohada,agotada.
UncalorhúmedoypegajosobañamisentrañasyMillersedesplomasobremí,jadeandoenmicuello.Enmineblinapostorgásmica,notoquesehacepequeñadentrodemí.
Y nos quedamos dormidos a la vez, fundidos el uno con el otro,arropándonosconnuestroscuerpos.
Tengo las rodillas flexionadas y las piernas abiertas. Me sujeta losbrazosporencimadelacabezaynotoquesemueveencimademí.Abrolosojos,medio dormida después de una corta siesta.Millerme estámirandocon la boca entreabierta y unos ojos azules que brillan como diamantes.Pone losbrazos juntoamicabezahastaquesusbíceps larodean,peronomesujeta,sólosequedaasí.
Gimoteocuandoselevantaydejaquesuerecciónsecoloqueentresuspiernasantesdevolverameterseenmíconungemido.Merecolocoparapoderrecibirloysuspirocuandoempiezaamoversemuydespacio,dentroy
fuera,dentroyfuera.—Tequiero—susurracubriendomibocaconlasuya.De nuevo su adoración y las ganas que le tengo ahogan todas mis
penas. Disfruto de tenerlo dentro de mí y correspondo a las lánguidascariciasdesulengua.Seapartaunpocoyapoyalafrenteenlamíamientrascontinúaconsuslentasysilenciosasembestidas.
—Serásloúnicoqueveatodoeltiempo.—Melametehastaelfondoytrazauncírculoperfecto.
Gimo.—Dimequelosabes.—Losé—susurro.Empiezaairunpocomásrápido,entraysaleconprecisiónsinseparar
nuestras frentes. Jadea y suelta pequeñas bocanadas de aire. Empieza atemblar.Yotambiénestoyapunto.
—Dejaquetesaboree,Olivia.Ledejoquemebesehastaquesecorreymeunoaélmientrassetensa
ysepone rígidoconungemidoahogado, temblandocadavezmás fuerte.Meestremezcodetalmaneraquegritoensubocaymesueltoparapoderabrazarloysentirlomáscercamientrasseguimosbesándonos,despacio,conternura,conamor,másalládenuestrosorgasmos.
Hasidosudespedida.—Ahorapodemoshacerloatumanera—diceenvozbajapegadoami
cuello.Vuelveaolermeelpelo,colocándoseconmifragancia.Mepongomuyseriaconmigomismaymedigoquepuedohacerlo.Me
revuelvo debajo de él para que se levante. Nuestras pieles sudorosas sedespeganlentamenteysemeparteelcorazóncuandodejodesentirsupolladentrodemí.Perotengoqueserfuerte.Nopuedodarseñalesdedebilidadodedolor,cosaqueesmuydifícilporquetengomisdudasymematapensarloquesevaaverobligadoahacer.Memirayséqueéltambiéntienedudas.Meobligoasonreírleyadarleunbesocasto.
—Vamosaducharnos.—Como quieras.—Me huele por última vez, se separa demí yme
ayudaalevantarmeperonomedejairalcuartodebaño—.Unmomento.Me quedo de pie y en silencio mientras él se tira un buen rato
arreglándome el pelo para que caiga de determinada manera sobre mishombros.Frunceelceñocuandounadelasnuevascapascortasseniegaaquedarse donde él la había dejado. Su bello rostro, contrariado, me hace
sonreír.—Volveráacrecer—lotranquilizo.Memiraalosojosyserinde.—Ojalánotelohubierascortado,Olivia.Semecaeelalmaalospies.—¿Yanotegusta?Niegaconlacabeza,frustrado,ymecogedelanucaparallevarmeal
baño.—Meencanta.Sólo es queodio recordar qué te empujó a cortártelo.
Odioquetehicieraseso.Llegamosalbañoyabreelgrifodeladuchaantesdecogerlastoallase
indicarmequememeta en el cubículo.Megustaría decirle lomuchoquedetesto todo lo que se ha hecho a sí mismo pero me muerdo la lenguaporquenomeapeteceempeoraraúnmáslascosas.Estosminutosjuntosnotienenprecioylosrecuerdosseránloquememantengavivaestanoche.Noquierodiscutir.Obedezcoymemetoenladucha,cojoelgeldebañoymepongounpocoenlapalmadelamano.
—Quieroenjabonarteyo—dicequitándomelabotella.Deesonada.Lonecesito.—No—contestoconsuavidadcogiendootravezlabotella—.Vamosa
hacerloamimanera.Dejolabotellaensusitioymefrotolasmanosparahacerespuma.Me
pasounaeternidadexaminandosudeliciosocuerpo,buscandoelmejorsitioporelqueempezar.Mellama,cadamúsculodesusermepidequelotoque.
—Tierra llamando a Olivia —susurra dando un paso hacia mí ycogiéndomelasmuñecas—.¿Ysiempiezasporaquí?—Meponelasmanossobre sus hombros—. No vamos a salir de aquí hasta que me hayasacariciadoelúltimocentímetro.
Agacho la cabeza y busco en el fondo de mi alma la fuerza quenecesitaréparadejarlomarcharcuandohayaterminadodearreglarlo.Semeescurreentrelosdedosconcadapalabraycadacariciaqueintercambiamos.
—Quédateconmigo—susurrasinsoltarmelasmanos.Lasguíaporsucuerpoyobservocómosupechosubeybajamientrasmisojosasciendenpor sus músculos y me pierdo en un océano de color azul—. Tócame,Olivia.Acaríciamedepiesacabeza.
Contengounsollozoyme trago las lágrimasque intentanescapardemisojos.Laencuentro.Hallolafuerzaquenecesitoparasobreviviraesto,
paraquelosdossobrevivamos.Laencuentroenladesolaciónydoyunpasohacia él, acercándome a su cuerpo, para masajearle suavemente loshombros.
—Qué bien—suspira, y cierra los ojos pesarosos y echa la cabezahaciaatrás.
Está agotado. Lo sé. Mental y físicamente. Se lo están arrebatandotodo.Mecogedelacinturaymeatraehaciasíunpoco.
—Mejor.PiensoenMilleryennadamásqueMillerynopermitoquenadani
nadiepenetreenmisbarreras.Nipenasnipreocupaciones...Nada.Deslizolasmanosportodaspartes,desushombrosasuspectorales,suvientre,susmuslos,susrodillas,losgemelosylospies.Luegoasciendodenuevomuydespacioantesdeiraporsuespalda.Hagounamuecaalvereldestrozoquele hehecho.Lo lavodeprisa y con cuidadoy luego lo aparto demi vistaparapoderverlelacara.Loúnicoqueseoyeeselaguaalcaer.SólopiensoenMiller. Pero cuando llego a su cuello y empiezo a enjuagarlo veo quetiene los ojos cerrados yme pregunto si él sólo piensa enmí.No quierocreer que tal vez esté pensando en la noche que le espera, en cómo va aejecutarsuplan,enhastadóndetendráquellegarconlarusa,encómovaalibraralmundodeCharlie.Séquesiestuvierapensandoenmí,meestaríamirando.Comosimeleyeraelpensamiento,abrelosojosyparpadeacomoa mí me gusta. No consigo disimular lo triste que estoy suficientementerápido.
—Tequiero—diceenvozbaja,así,derepente.Love.Nohaymaneradeengañarlo—.Tequiero,tequiero,tequiero.
Empiezaaandarhaciaadelanteyretrocedohastaqueestoypegadaalapareddeazulejosyrodeadadepielmojadaycaliente.
—Dimequeloentiendes.—Loentiendo—digoenvozbaja,yaunqueestoysegura,séquenolo
parece—. Lo entiendo —repito intentando inyectarles un poco deconvicciónamispalabras.Fracasototal.
—Noledarélaoportunidaddesaborearme.Medaunescalofrío.Noquieronipensarlo.Asientoycojoelchampú.
Intentonopensarensumiradadepreocupaciónyséquemeestáestudiandocondetenimientomientrasmepreparoparalavarleelpelo.Sigocuidándolocon paciencia y esmero pero detrás de mi ternura me repito palabras deánimoparadarmeseguridad.Mimenteesunremolinosilenciosodefrases
de aliento y voy a asegurarme de que sigan sonando de fondo hasta queMillervuelva.
Millerpareceunaestatua.Semuevesólocuandoselopidoymemiracon el rabillo del ojo. Sé que puede leerme el pensamiento sólo con unamiradaporquemecontestaenvozalta.Lepertenezcoencuerpoyalmaynadapodrácambiareso.
CierroelgrifodeladuchaysalgoaporunatoallaparasecaraMiller,luego se la enrollo en la cintura. Sé lomucho que le cuesta no tomar elcontrolyponerseacuidarmeélamí.
Abroelarmarioquehayencimadellavabo,cojoeldesodoranteyseloenseño.Sonríey levantaunbrazoparaquepuedaponérselo.Luegovoyapor laotraaxilayguardoeldesodorante.Ahoraalvestidor.Locojode lamanoylollevoaldormitoriosindejarderepetirmentalmentemimantradepensamientospositivos.
Pero cuando entro pierdo el hilo y casi derrapo. Suelto la mano deMiller y recorro con lamirada las tres paredes cubiertas de rieles.Me hadejadoboquiabierta.
—¿Te has comprado todo un nuevo vestuario?—pregunto sin podercreérmelo.
Nopareceavergonzado.—Por supuesto—dice como si fuera tonta por pensar que no iba a
hacerlo. ¡Debe de haberle costado una fortuna!—. ¿Cuál quieres que meponga?
Haceungestocon lamanoseñalando todos los trajesy lo sigohastaquemeahogoenunmardetelacara.
—Nolosé—confieso,unpocosobrepasada.Empiezoadarlevueltasamianillomientrasinspeccionolosrielesenbuscadealgoqueponerle.Medecidoencuantoveountrajeazulmarinoderayadiplomática.Tocolatela.Esmuysuave,unlujo.Seleiluminanlosojos—.Éste.—Sacolaperchadelrielymevuelvoparaenseñárselo—.Éstemeencanta.
Tienequeestarperfectocuandolodejesalirdecasaparairamataraalguien.Meneolacabezaintentandoeliminaresaclasedepensamientos.
—Nomeextraña.—Seacercaycogeeltraje—.Cuestatresmillibras.—¿Cuánto?—preguntohorrorizada—.¿Tresmillibras?—Correcto—dicecomosinada—.Lobuenosepaga.
Lequitoeltrajeylocuelgoenlapuertadelvestidor.Voyabuscarunbóxerymearrodilloparaponérselo.Primerounpie,luegoelotro.
Selosuboporlosmuslosymeaseguroderozarloenmiascenso.Noson imaginaciones mías: cierra los ojos con cada roce y se le altera larespiración.Quierodejarmihuellaportodosucuerpo.
—Ya está—le digo arreglándole el elástico de la cintura. Retrocedoparaverlomejor.Nodebería,peroelcuerpazodeMillervestidosóloconunbóxer blanco es digno de ver. Es imposible no quedarse embobada. Esimposiblenotocarlo.Nadieseresistiríaatocarlo.
Peroellanopodrásaborearlo.Tengodosfrentesabiertosymimentevade uno a otro, ambos son de pesadilla y no quiero pensar en ninguno.Contemplosutorsomusculado,impresionante,tentador,fuerteypoderoso.En el vídeo parecía letal. No estaba tan macizo como ahora, no parecíapeligroso a simple vista, pero sus ojos vacíos lo decían todo.Ahora a sutemperamentomortíferohayquesumarlelafortalezadesucuerpo.
«¡Para!»Cojo los pantalones. Cómome gustaría poder arrancarme todos esos
pensamientosdelacabeza.—Ahora el pantalón —digo a trompicones, desabrochándolo de un
tirónyarrodillándomedenuevoasuspies.Nocomentamismovimientosnerviosos.Sabeloqueestoypensando.
Cierrolosojosysólolosabrocuandolooigorevolversealvermeconsuspantalonesenlamano.Novaadecirnadayseloagradezco.
«Concéntrate.Concéntrate.Concéntrate.»Tardounaeternidadensubirle laspernerasyse losdejosinabrochar
en lacintura, sujetospor suscaderas.Elcorazónme latecon fuerzaenelpechoperotantasemocioneslotienenagotado.Notardaráenfallar.Semeestárompiendo,literalmente.
—Lacamisa—digoenvozbaja,comosiestuvierarepasandolalista.—.Necesitamosunacamisa.
Demalaganalequitolasmanosdeencimaybuscoentrelosrielesdecamisascaras.Nomemolestoenexaminarlastodas,cojounadelasmuchascamisasblancasy ladesabrochoconcuidadoparanoarrugarla.Sualientomebesalasmejillasmientraslasostengoyselametoporlosbrazos.Estácallado y colabora. Me deja hacer a mi ritmo. La abrocho, despacio,ocultando la perfección de su pecho.Levanta la barbilla para queme seamásfácilabrocharleelcuello.Yahíestá:elchupetónmásescandalosodel
mundo.Pasoalospuñossinhacercasoamimente,quesepreguntacómovaalavarlasangredeestepañotanfino.¿Correrálasangre?
Cierrolosojosunmomentoparadejardepensaresascosas.Corbata.Haymuchísimas,unarcoírisalcompleto.Alfinalmedecanto
porunagrisplateado,ajuegoconlarayadeltraje.Meacercoaélycaigoenlo difícil que va a ser. Nunca conseguiré hacerle el nudo a su gusto.Empiezoa jugarconla tela,alzolavistayunosojosazulesperezososmeobservan.Imaginoqueasíescomomehaestadomirandodesdequemehemetidoenmimundoyheempezadoavestirlo.
—Será mejor que lo hagas tú. —Acepto mi derrota y le ofrezco lacorbata pero apartamimano,me coge por las caderas yme sienta en lacómoda.
Medaunbesocastoenloslabiosyselevantaelcuellodelacamisa.—No,hazlotú.—¿Yo?—Nomefíoysenota—.Nolovoyahacerbien.—Medaigual.—Sellevamismanosalcuello—.Quieroquemehagas
elnudodelacorbata.Nerviosa y sorprendida, le paso la suave tira de seda por el cuello y
dejo caer los dos extremos por su pecho.Mismanos tiemblan y titubean.Respirohondounpardeveces,metranquilizoymeconcentroenhacerleelnudodelacorbataaMillerHart.Estoyseguradequenadiehatenidonuncaelprivilegio.
Le doymil vueltas y pierdo el tiempopero lomismoda. Siento unapresióntremenda,todotonteríamía.Noparezcocapazdeserracionalynodarlemás importancia de la que tiene. Paramí es importante. Aplasto elnudocienveces, ladeandolacabeza,repasándolodesde todos losángulos.Me da la impresión de que está bastante perfecto. Seguro que aMiller lepareceunatragediagriega.
—Hecho—proclamo colocándome las manos en el regazo pero sinapartarlavistadelnudomásomenosperfecto.Noquieroverlelacaradedisgusto.
—Perfecto—susurra llevándosemismanos a los labios. Que utiliceeseadjetivoparadescribireltrabajodeotromedejapatidifusa.
Meatrevoamirarloalacara,tieneelalientoenmisnudillos.—Nilohasvisto.—Nifaltaquemehace.Frunzoelceñoymirootravezlacorbata.
—PeronoestáperfectoalestiloMiller—digoperpleja.¿Yeltemblordelasmanosquesemuerenporarreglarlo?
—No. —Miller me besa una y otra mano y vuelve a dejarlaspulcramenteenmiregazo.Luegosebajaelcuellode lacamisa,conpococuidado—.EstáperfectoalestiloOlivia.
Levantolavistacomounrayo.Lebrillanunpocolosojos.—PeroperfectoalestiloOlivianoesperfectodeverdad.Una hermosa sonrisa se une al brillo de sus ojos y pone orden en el
caosdemimundo.—Teequivocas.—Retrocedoaloírsurespuestaperonolediscuto—.
¿Elchaleco?—Cierto.—Pronuncio la palabra despacio, me bajo de la cómoda y
vuelvoalosrieles.Mantienelasonrisa.—Dateprisa.Conelceñofruncidomevoyabuscarelchaleco.Nopuedodejarde
mirarlo,muertadecuriosidad.—Aquítienes.—Losostengoparaquelocoja.—Vamos a hacerlo a tu manera —me recuerda acercándose y
extendiendounbrazoparaquelovista—.Megustaquemecuides.Resoploburlona,ymeechoareír.Descuelgoelchalecodelaperchay
me dispongo a ponérselo. Pronto lo tengo frente a frente y me coge lasmanos para que se lo abroche. Sólo puedo obedecer, abrocharle todos losbotones y coger los calcetines y los zapatos cuando he terminado. Mearrodillo, conel culoen los talones,paraponérselosyatarle los cordonesantesdeestirarleelbajodelpantalón.Porúltimo,lachaqueta.Conesoestátodo.Estáespectacularytieneelpelomojadoysuperrizado.
Estádivino.Guapísimo.Arrollador.—Listo—suspiro y doy un paso atrás para verlomejormientrasme
arreglo la toalla—. ¡Ah!—Corro a coger el frasco de Tom Ford.Nomeresisto a oler la botella antes de echarle unas gotas aMiller en el cuello.Levantalabarbillaparaayudarmeymeclavalamiradamientrasloperfumo—.Ahorasíqueestásperfecto.
—Gracias—susurra.Retiroelfrasco,evitandomirarloalosojos.
—Notienesquedármelas.—Es cierto—contesta con suavidad—. Tengo que dárselas al ángel
quetepusoenmicamino.—Nadie me puso en tu camino, Miller. —Delante de mí hay una
belleza inimaginableyentorno losojosparaquenomequemelaspupilas—.Túmeencontraste.
—Dameloquemásmegusta.—Tellenarédearrugas.Noséporquébuscoexcusascuandomemueroporabrazarlo.Bueno,
sílosé:noserécapazdesoltarlo.—Te lo he pedido una vez.—Avanza haciamí, con delicadeza pero
amenazador—.Nohagasquemerepita,Olivia.Aprietoloslabiosyniegoconlacabeza.—No podría soportar tener que soltarte. No seré capaz de dejarte
marchar.Tuerceelgestoylosojosazulesseleponenvidriosos.—Telosuplico,porfavor.—Yyotesuplicoquenomeobliguesahacerlo.—Memantengofirme,
séqueeslocorrecto—.Tequiero.Vete.Nohesidotandesafianteenmivida.Nocedermeestámatandoyvera
Miller sin saber qué hacer tampoco me ayuda. Sus zapatos caros no semueven del sitio y sus ojos no se apartan de losmíos, como si estuvieraintentandoverquéhaymásalládemiforzadoyduroexterior.Estehombremeleeelpensamiento.Sabeloqueestoyhaciendoylegritoensilencioquemedejehacerlo.Amimanera.Hayquehacerloamimanera.
Sientoungranaliviocuandodamediavueltaymeagarroalacómodapara no caerme. Camina despacio, sus pasos lentos reflejan su dolor, ytodavía no ha salido de la habitación. Siento el impulso irrefrenable degritarlequenosevayaymispiesamenazanconecharacorrerdetrásdeél.
«Séfuerte,Olivia.»Laslágrimasmeardenenlosojosyelcorazónsemevaasalirporla
garganta.Estoesunaagonía.Sedetieneenlapuerta.Contengolarespiración.Leoigocogeraire.—OliviaTaylor,nuncadejesdeamarme.Desaparece.
Mequedo sin fuerzas yme desplomo en el suelo. Pero no lloro.Nohasta que oigo cerrarse la puerta principal. Entonces me sale todo aborbotones,comounacascada.Apoyolaespaldaen lacómodaypegolasrodillasamipecho.Hundo lacabezaenellasy las rodeoconmisbrazos.Mehagotodolopequeñaquepuedo.
Lloro.Duranteunaeternidad.Éstavaaserlanochemáslargademivida.
CAPÍTULO23
Unahoradespuésestoyenel sofáchirriantedeMiller.Primeromehemetido en su cama, luego he probado suerte con el salón y la cocina.Hememorizadolosdetallesdelamolduraredondadeltechoyherevividocadamomentodesdequeloconocí.Todo.Sonríocadavezquerecuerdounodelos cautivadores rasgos deMiller peromaldigo cuando la cara de GracieTaylor se cuela enmis intentospordistraerme.No tiene cabidani enmispensamientosnienmivida.Elmerohechodequesecueleenmimentealaprimeradecambiomecabreasobremanera.Notengotiemponienergíapararevolcarmeentodalamierdaquepuedetraerconsigo.Nosemerecelapenaquepuedasentirporella.Esunaegoísta.Laodioyahoraademáslepongocara,unacaraquesemehaquedadograbadaenlamente.
MetiroenelsofáycontemploLondresdenoche.Mepreguntosimimentemeestáhaciendopensarenestoapropósito.¿Lohaceparaquenopienseen loqueestáocurriendoenestemomento?Supongoque la ira esmejorquelapena.EstoyseguradequeesoesloquesentiríasimepusieraapensarquéestaráhaciendoMiller.
Cierro los ojos yme grito amímisma cuandoGracie desaparece derepentey laperfeccióndeMiller justoantesdequesemarcharaocupasulugar.Nopuedo.Nopuedoquedarmeaquísentadatodalanocheesperandoquevuelva.Acabaréconcamisadefuerzaantesdequeterminelanoche.
SaltodelsofácomosiestuvieraenllamasysalgocorriendodelestudiodeMiller.Procuronomirarlamesaporqueséquerecordarmeallíabiertadepiernasnomeayudará.Tampocoquieroverelsofádelsalón,nilacama,niladucha,nilanevera,nielsuelodelacocina...
—¡PorDios!Me tiro del pelo de la frustración y ando en círculo por el salón,
pensando en dónde podría esconderme de todo. El dolor que siento en elcuerocabelludomerecuerdalosdedosdeMillerenredadosenmipelo.Nohayescapatoria.
Meentraelpánico.Cierro losojosy respirohondopara intentarquemelatamásdespaciomilococorazón.Cuentohastadiez.
Uno.
«Todoloquepuedoofrecerteesunanoche.»Dos.«Yrezoparaquemelades.»Tres.«Telohedicho,Livy.Mefascinas.»Cuatro.«¿Listaparadejarqueteadore,OliviaTaylor?»Cinco.«Porque nunca me conformaría con menos que con adorarte. Nunca
seréunanochedeborrachera,Livy.Teacordarásdecadaunadelasvecesque hayas sido mía. Cada instante quedará grabado en tu mente parasiempre.Cadabeso,cadacaricia,cadapalabra.»
Seis.«Miniñadulceybonitasehaenamoradodelloboferoz.»Siete.«Nuncadejesdeamarme.»Ocho.«Acéptametalycomosoy,midulceniña.Porquesoymuchomejorde
loqueera.»Nueve.«Paramíeresperfecta,OliviaTaylor.»Diez.«¡Laamo!Laamo.Amotodoloquerepresenta,yamolomuchoque
ella me ama a mí. Y mataré a cualquier hijo de puta que intentearrebatármela.Lentamente.»
«¡Para!»Corroaldormitorioapormiropa,melapongosinordenniconcierto,
cojoelbolsoysalgozumbandoporlapuerta.EmpiezoamarcarelnúmerodeSylvieperoelmóvilcomienzaasonarenmimanoantesdequepuedallamaramiamiga.
Mi intuición me dice que rechace la llamada. En la pantalla sóloapareceunnúmero,sinnombre.Peroloreconozco.Medetengoenlapuertadelapartamento,conlamanoenelpicaporte.Contesto.
—Sophia—suspiroalaparato,nisiquieraintentoparecercautelosa.—Estoy de camino al aeropuerto —dice con tono de mujer de
negocios.—¿Yesoamíquémeimporta?—Laverdadesquemeimporta.¡Seva
delpaís!¡Hurra!—Te importa, dulce niña, porque Charlie ha cambiado de planes.
Tengoquedesaparecerantesdequedescubraquehedestruidoelvídeoymedétalpalizaquenielforensepuedaidentificarme.
Jugueteo conelpicaporte.Estome interesapero tengomiedo.Puedequeelresentimientoselenoteenlavozperosenotaqueestáaterrorizada.
—¿Quécambiodeplanes?—Elcorazónmezumbaenlosoídos.—Lehe oído antes demarcharme.No va a jugársela conMiller.No
puedearriesgarseaqueeltratonovayabien.—¿Quéquieresdecir?—Olivia... —Hace una pausa, como si no quisiera darme la
información.Medaunvuelco el estómagoy tengonáuseas al instante—.TieneplaneadodrogaraMilleryentregárseloaesarusadiabólica.
—¿Qué?Sueltoelpicaporteymetambaleo.—Diosmío...Meechoatemblar.NopodrámataraCharlie.Meentraelpánicosólo
depensarlo,perocomoademássé loqueesamujerseríacapazdehacerlepasodirectamentealterrormásabsoluto.Destrozarátodoloquetantolehacostadoarreglar.Seráotravezcomoenelvídeo.Semecierralagarganta.Nopuedorespirar.
—¡Livy!—grita Sophia sacándome demi ataque de pánico—. Dos,cero, uno, cinco. Recuerda ese número. También tienes que saber que hedestruido la pistola. Tengo un vuelo a ninguna parte. Llama a William.TienesquedeteneraMillerantesdequelopierdasparasiempre.
Cuelga.Sueltoelmóvilymequedomirandolapantalla.Sinpararmeapensar
en qué debo hacer a continuación, salgo por la puerta, impulsada por elpánico.
Necesito aWilliam.Tengoque averiguardónde está elTemplo.Peroprimero intento llamar a Miller y grito de desesperación cuando salta elbuzóndevoz.Cuelgoylointentodenuevo.Otravez.Yotra.
—¡Coge el teléfono!—grito apretando el botón del ascensor. No locoge.Saltaelbuzóndevozunavezmásy tratodecogeraireparahablar,rezando para que escuche el mensaje antes de aceptar una copa en elTemplo.
—Miller—jadeomientrasseabrenlaspuertas—.Llámame,porfavor.
He...—Tengo la lenguade trapoymi cuerpo se niega amoverse cuandoveoel interiordelascensor—.No—susurro retrocediendo,huyendode loquemedatantomiedo.Deberíadarmediavueltayecharacorrerperomismúsculos se han vuelto de piedra y no hacen caso de los gritos de micerebro—.No.—Meneolacabeza.
Escomosimeestuvieramirandoaunespejo.—Olivia.—Losojosazulmarinodemimadre sedilatanunpoco—.
Olivia,cielo,¿quéteocurre?Noséporquécreequemiestadosedebeaalgomásqueahabérmela
encontradoenelascensor.Doyunpasoatrás.—Olivia,porfavor.Nohuyasdemí.—Vete—susurro—.Vete,porfavor.Estoesloúltimoquenecesito.Aellano.Tengocosasmásimportantes
que requierenmi atención, que semerecenmi atención, que necesitanmiatención.Miresentimientoaumentacuandopiensoquevaaretrasarmeaúnmás. Si no fuera porque el tiempo apremia, la atacaría con esa insolenciaqueheheredadodeella.Peronotengoniunminutoqueperder.Millermenecesita.Doymediavueltaycorroalaescalera.
—¡Olivia!Nohagocasodesusgritosdesesperados,atraviesolapuertaybajolos
escalonesdecementodedosendos.Elclaqueteodesustaconesindicaquemeestápisandolos talonesperolasConversecorrenmásquelos tacones,sobre todo cuandouna tieneprisa.Bajounpiso trasotromientras intentomarcar el númerodeWilliamcondedos torpes al tiempoquehuyodemimadre.
—¡Olivia!—gritasinaliento.Corroaúnmásdeprisa—.¡Séqueestásembarazada!
—¡Noteníaderechoacontártelo!—leespetoescalerasabajo.Elmiedoylapreocupaciónseconviertenenfuriaimparable.Medevorapordentroyaunquemeasustalorápidoqueseapoderademicuerpo,séquemeserádeayuda cuando haya conseguido escapar de esta ramera de tres al cuarto yestéjuntoaMiller.Necesitoelfuegoenmisentrañasyellaleestáechandoleña.
—Melohacontadotodo.AdóndehaidoMiller,loquevaahaceryporquévaahacerlo.
Freno en seco yme vuelvo. Se derrumba contra una pared, agotada,aunque su traje pantalón blanco está inmaculado, igual que sus rizos
brillantes y perfectos. Me pongo a la defensiva y maldigo al traidor deWilliamyatodasuestirpe.
—¿DóndeestáelTemplo?—exijosaber—.¡Dímelo!—No voy a decírtelo para que temetas en esa carnicería—me dice
inflexible.Memuerdolalengua,rezandoparamantenerlacalma.—¡Dímelo!—legrito,estoyperdiendolapocacorduraquemequeda
—.¡Melodebes!¡Dímelo!Tuerceelgesto,dolida,peronosientolamenorcompasión.—Nomeodies.Notuveelección,Olivia.—¡Todoelmundotieneelección!—¿LatuvoMiller?Retrocedoasqueada.Daunpasohaciamí,dubitativa.—¿Latieneahora?—Cállate.Nolohace.—¿Está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que tú estés a
salvo?—¡Cállate!—¿Daríasuvidaporti?Meagarroalabarandillacontantafuerzaquenosientolamano.—Porfavor.—Yoloharía.—Seacercaunpocomás—.Ylohice.Mequedoheladaenelsitio.—Mividaseacabóeldíaenqueteabandoné,Olivia.Desaparecídela
fazdelatierraparaprotegerte,cariño.Tiendelamanohaciamíyobservohorrorizadayensilenciocómose
acerca.—Sacrifiquémividaparaquetúpudierastenerlatuya.Nuncahabrías
estadoasalvosiyomehubieraquedadocontigo.—Susuavecariciaaterrizaenmibrazo,lamirosinpoderapartarlavistahastaquemecogedelamanoymelaestrechaconternura—.Yvolveríaahacerlo,teloprometo.
No puedo moverme. Busco desesperadamente la falsedad en suspalabrasperonolaencuentro.Sólooigoquehabladecorazón,conlavozquebradaporeldolor.Entrelazalosdedosconlosmíos.Permanecemosensilencio.Elcementode laescaleraestáfríoperosientouncaloren lapiel
queme tranquilizaen lomáshondoyséqueemanadeella, lamujera laqueheodiadocasitodamivida.
Jugueteaconelzafiroquellevoeneldedo,luegolevantamimanoparaqueelbrillodelapiedrasereflejeenlasdos.
—Llevasmianillo—susurra,conuntoquedeorgullo.Frunzoelceñoperonoaparto lamano.Estoyconfundidapor lasensacióndepazquemeprovocasucaricia.
—Elanillodelaabuela—lacorrijo.Graciememiraconunasonrisatristeenloslabios.—EsteanillomeloregalóWilliam.Trago saliva y meneo la cabeza pensando en todas las veces que
Williamhajugueteadoconelanilloquellevoeneldedo.—No.Elabueloseloregalóalaabuelaylaabuelameloregalóamí
cuandocumplíveintiúnaños.—EseanillomeloregalóWilliam,tesoro.Lodejéaquíparati.Ahorasíqueapartolamanoyrápido.—¿Qué?Le tiembla la barbilla y se revuelve incómoda. Reacciona igual que
Williamcuandomehablódeella.—Dijoquelerecordabaamisojos.Mirolaescaleravacía.Lacabezamedavueltas.—Meabandonaste—mascullo.Graciecierralosojos,despacio,como
siestuvieraintentandolucharcontralosespantososrecuerdos,yahoracreoqueesposiblequeasísea.
—Deverdadquenotuveelección,Olivia.Todaslaspersonasalasquequería, tú,William, laabuelayelabuelo,corríanpeligro.NofueculpadeWilliam.—Medaunapretónenlamano—.Dehabermequedado,eldañohabríasidomuchopeor.Estabaistodosmejorsinmí.
—Esonoesverdad—discutodébilmente,conunnudoenlagarganta.IntentoencontrarelodioquehesentidoporGracietodalavidaparacargarmispalabrasconél,perohadesaparecido.Sehaido.Notengotiempoparapensarlo—.Dimedóndeestá—exijosaber.
Sucuerpobienvestidosedesinflacuandoveloquehaydetrásdemí.Algolehallamadolaatenciónymevuelvoparaverquées.
Williamnosobservaalpiedelaescalera.—Tenemos que encontrar a Miller —digo preparándome para la
oposición a la que sé que tendré que enfrentarme—.Dime dónde está el
Templo.Williamniegaconlacabeza.—Todo habrá terminado antes de que te des cuenta—dice con total
seguridad,peronocuela.—Will—diceGraciecondulzura.Le lanzaunamiradadeadvertenciayniegacon lacabeza.Se loestá
advirtiendo.Leestáadvirtiendoquenomelodiga.Gracie no le quita los ojos de encima.No tengo tiempo de volver a
preguntarlo.—ElnúmeroochodeParkPiazza—susurra.William maldice en voz alta pero paso de todo y pongo pies en
polvorosa.EmpujoaWilliamparaquemedejepasar.—¡Olivia!—dicecogiéndomedelbrazoeinmovilizándome.—Sophiamehallamado—digoentredientes—.Charlievaadrogara
Miller.Siseloentregaaesamujer,loperderemosparasiempre.—¿Qué?—¡Va a drogarlo! ¡No va a poder librarse de Charlie porque estará
comatoso!¡Esamujervolveráaviolarlo!¡Lodestrozaráparasiempre!Seyergue,miraamisespaldas,aGracie.Sedicenalgosinpalabrasy
yolosmiroaunoyaotraintentandoaveriguardequésetrata.Puedequeno esté enmis cabales pero sé lo queheoídoy no tengo
tiempoparaconvenceraWilliam.Bajovolandoelúltimotramodeescaleray corro hacia la salida. Me siguen dos pares de pies, pero ningunoconseguirá detenerme. Busco un taxi y chillo de frustración al no verninguno.
—¡Olivia!—gritaWilliammientrascruzolacalleatodaprisa.Doblolaesquinaysuspiroaliviadaalverqueuntaxiseparajuntoala
acera.Apenasledoytiempoalpasajeroapagarantesdesentarmeycerrarlapuerta.
—AParkPiazza,porfavor.Mederrumboenelasientoymepasoelviajerezandoparaquenosea
demasiadotarde.Maldigoagritoscadavezquenocontestaamisllamadas.
El enorme edificio blanco que se alza tras tres hileras de árboles esimponente. Tengomariposas en el estómago yme cuesta respirar.Me damiedo ver aparecer el Lexus de William por la esquina. No intento
convencermedequenosabedóndeestáMiller.Partedesutrabajoconsisteenestaraltantodetodo.
Subo la escalera hasta las puertas de doble hoja. A medida que meacerco los sonidos del interior se distinguen con más claridad. Hay risa,conversaciones y suenamúsica clásica de fondo, pero la felicidad que serespiraentreesascuatroparedesnoeliminamiaprensión.Notolasbarrerasinvisiblesque intentan impedirmeque siga avanzando, es como si la casamehablara.
«¡Éstenoestusitio!»«¡Vete!»Nicaso.Veo un timbre y un llamador pero lo queme llama la atención es el
teclado.Cuatrodígitos.Dos,cero,uno,cinco.Los tecleo, oigo cómo se descorre el cerrojo y empujo la puerta con
cautela.Losruidosseintensifican,saturanmisoídosymeponenlapieldegallina.
—Túnosabesloqueteconviene,¿verdad?Mevuelvoconungritoquedo.Tonyestádetrásdemí.Éltambiénvaa
intentar detenerme. El instinto toma el control, le pego una patada a lapuertayentroenunvestíbulogigantescoconescalerasdecaracolaamboslados y un descansillo enorme. Es ostentoso a más no poder y por uninstante me quedo pasmada. Entonces me doy cuenta de que no sé quéhacer.LoúnicoenloquepensabaeraenencontraraMiller,enimpedirquelodestruyeranparasiempresinqueyopudieraarreglarlo.
—Por aquí.—Tonymecogedel brazoy tirademí a la derecha, sinmiramientos—. Eres un puto grano en el culo, Livy. —Me mete en unestudiodelomásextravaganteycierralapuertadeunportazo.Mesueltaymeempujacontralapared—.¡Vasaconseguirquelomaten!
NotengotiempoparacontarleaTonylasnovedadesporquelapuertaseabredesopetónymequedosinalientoalveraCharlie.
—Mealegrodevolveraverte,dulceniña.—Mierda —maldice Tony pasándose una mano temblorosa por la
calvasudorosa—.Charlie.Miroaunoyaotro.Elcorazónmelatetanfuertequecreoquepueden
oírlo.LasonrisamalévoladeCharliemedicequehuelemimiedo.Seacercacomosi tal cosa sindejardemirarmey ledaaTonyunapalmaditaenel
hombro.Esungesto amigablepero séquede cordial no tienenadaymebasta con una mirada para comprender que Tony también lo sabe. Estánervioso.
—Sóloteníasqueencargartedeunacosa—mascullaCharliemientrasTonyretrocedereceloso—:mantenerlejosalachica.
La mirada acusadora de Tonyme cae como un jarro de agua fría ypierdoelvalor.
—Tepidodisculpas—murmurameneando la cabeza, desesperado—.Lachicanosabeloqueleconviene,niaellanialmuchacho.
Si pudiera encontrar mi insolencia, se la dispararía a Tony como sifueranlasbalasdeunaametralladora.
—Ah. —Charlie se echa a reír. Es una risa siniestra para metermemiedo.
Loconsigue.Estehombreeselmalenpersona.—Elchicoespecial.—Daunpasohaciamí—.Omásbien,michico
especial. —Da otro paso—. Pero tú querías que fuera tuyo. —Lo tengofrenteafrente,echándomeelalientoenlacara.Estoytemblando—.Cuandolagenteintentaquitarmeloqueesmío,lopaga.
Cierrolosojostratandodeolvidarlocercaquelotengoperonosurteefecto. Lo huelo y lo siento. El chico especial. Quiero vomitar, se merevuelveelestómagoylacabezamevaacienporhoraymedicequeestabaloca por creer que iba a poder arreglar esto yo sola. Sólo he pasadounossegundosencompañíadeCharlieydeTony,lossuficientesparasaberquenovoyasalirdeestahabitación.
—Sólounapersonahaintentadoquitarmealgoqueeramíoyhavividoparacontarlo.
Abro los ojos.Tiene la cara a unmilímetrode lamía.Quiere que lepregunte quiény quéperomi cerebrono consigue enviarle ami boca laspalabrasnecesariasparaobedecersuordensilenciosa.
—Tumadreeramía.—Ay,Dios—musito.Nosientolasrodillasymetambaleo.Laparedes
loúnicoquemesostiene—.No.—Meneolacabeza.—Sí—contesta—.Me pertenecía y la única razón por la que no le
arranqué las tripas a William Anderson fue por la satisfacción que meproducíasaberquesinellaelrestodesuvidaibaaseruninfierno.
Meacorralacomounperrodepresaymerobaelairedelospulmones.Nopuedohablar.Nopuedopensar.Mehequedadoenblanco.
—Matarlohabríasidodemasiadocaritativo.—Meacaricia lamejilla,peronisiquieraparpadeo.Soyunaestatua.Unaestatuaatontada—.¿Quésesientealsaberqueteabandonóparasalvarlelavida?
Todoencaja.Todo.Williamnosedeshizodeella.Ellanomeabandonóporquenomequería.Charlielaobligóamarcharse.
—Apártate,Charlie.Nomuevounmúsculo.Su cuerpome tiene atrapada contra la pared.
Apenas puedo respirar pero esa voz es el sonido más maravilloso delmundo.
—Puedesirte,Tony.—LaordendeWilliamnoadmiteréplica.Oigocómosecierralapuertaypasos.AunquenopuedoveraWilliam,
supresenciaescomoelcuchilloquecortalatensiónenelaire.—Hedichoqueteapartes—repite.Loveoconelrabillodelojo,imponente,peronopuedoapartarlavista
delosojosvacíosdeCharlie.Songrises.Mevoyadesmayar.Me lanza una sonrisa amenazadora de superioridad, como si pudiera
verqueacabodecomprenderlo.—Hola,miqueridohermano—dicelentamente,volviéndosehaciaél.Lamandíbulame llega al suelo y tengo unmillón de palabras en la
punta de la lengua. ¿Hermano? Los ojos. ¿Cómo es que no me he dadocuentaantes?LosojosdeCharlie son idénticosa losdeWilliam,exceptoqueWilliamlostienedulcesybrillantesylosdeCharliesondurosyfríos.Sonhermanos.Tambiénsonenemigos.Nopuedocontenerelbombardeodeinformaciónfragmentadaquecaesobremimente,datosquecobransentidoyconformanunarealidadcomplicadaamásnopoder.
Gracie,WilliamyCharlie.Carnicería.Los ojos grises deWilliam se han endurecido tanto como los de su
hermano y sus palabras rozan la amenaza. Son rasgos de William queconozco,sóloquecorregidosyaumentados.DatantomiedocomoCharlie.
—Nosignificasnadaparamí,sóloeresunavergüenza.—Yotambiéntequiero,hermano.—Charlieseacercatranquilamentea
Williamyabrelosbrazosenungestocondescendiente—.¿Novasadarmeunabrazo?
—No.—Williamaprieta los labiosyretrocede, lejosde la imponente
presenciadeCharlie—.HevenidoallevarmeaOlivia.—Losdossabemosqueesonovaapasar.—Memiraporencimadel
hombrodesuhermano—.NopudistecontrolaraGracie,Will.¿Quétehacepensarquepodráscontrolarasuhija?
Desvíolosojos,meincomodasuintensamirada.Élsabequiénsoy.Williamempiezaatemblar.—Eresundesgraciado.Charliearquealascejas.Parecequeleinteresa.—¿Undesgraciado?No me gusta la preocupación que cruza la cara de William cuando
parpadea hacia mí antes de volver a sostenerle la mirada gélida a suhermano.Peronodicenada.
—Un desgraciado... —musita Charlie pensativo—. ¿Qué clase dedesgraciadopondríaaestapreciosamuchachaatrabajar?
FrunzoelceñosinquitarlelosojosdeencimaaWilliam.Séqueleestácostandoestarsequieto.Está incómodo.Ya lohevistoantesasíy,cuandomemira,semecaeelalmaalsuelo.
—¿Túquéopinas?—Pareceunapreguntainocenteperosépordóndevanlostiros.
—Nosigas—leadvierteWilliam.—No tienes nada que decir—suspira Charlie con una amenazadora
sonrisa de satisfacción—. Dime, ¿qué clase de desgraciado pondría a susobrinaatrabajar?
—¡Charlie!—rugeWilliam pero el feroz bramido nome asusta.Meacabodemorir.
—No—susurronegandoconlacabezacomounaloca.Noesposible.Miroentodasdireccionesymetiemblatodoelcuerpo.
—Perdóname, Olivia—diceWilliam abatido—. No sabes cuánto losiento.Te lodije:encuantomeenterédequiéneras temandédevueltaacasa.Nolosabía.
Voyavomitar.MiroaWilliamperosóloveodolor.—Entonces ¿no disfrutaste permitiendo que mi hija vendiera su
cuerpo?—Tú y yo no estamos hechos de la misma pasta, Charlie. —La
desaprobacióndistorsionaelrostrodeWilliam.—Somosdelamismasangre,Will.—Nonosparecemosennada.
—Intentaste quitarme a Gracie—dice Charlie apretando los dientes,perolarabiaquebulleensuinteriornoeselresultadodehaberperdidoalamujer a la que amaba. Es una cuestión de principios. No deseaba ser elperdedor.
—¡No quería verla en este mundo putrefacto! Y tú, malditasanguijuela,¡laobligasteapermanecerenél!
—Eraunaminadeoro—resoplaCharlieconinsolencia—.Teníamosunnegocioquemantener,hermano.
—No podías soportar la idea de que me quisiera a mí. ¡No podíassoportarelhechodequetedetestaba!—Williamdaunpasohaciaél,todoagresividad.El traje tiemblasobresucuerpogigantesco—.¡Deberíahabersidomía!
—¡Peronoluchastelosuficienteporella!—rugeCharlie.Esaspalabras.Meestremezcoantelacomplejidaddelahistoriademi
madre, que se repite ante mí. Dos hermanos amargados. Una dinastíadividida. William dejó al bastardo sin moral para poder ser amoral ensolitario.
Williamprácticamentebrama:—Intentélucharcontodasmisfuerzascontraloquesentíaporella.No
queríaverlaenestemundoenfermoenelquevivimostúyyo.Túlametistehastaelfondo.¡Ylacompartíascontusputosclientes!
—Ellanoprotestaba.Leencantabalaatención...Lodisfrutaba.HagounamuecayWilliamponecaradeascoantesdeperderlacalma.
Estálívido.Vaaexplotar.Saltaalavista.—Le gustaba hacerme daño y tú te aprovechaste. La empujaste a la
bebidaylelavasteelcerebro.Disfrutabasviendocómomematabapocoapoco.
Empiezoarezar.Queestonoseareal.Quelasangredeestedemonionosealaquecorrepormisvenas.
Charliesonríesatisfechoymedanescalofríos.—Tuvoamihija,Will.Esolahizomía.—No.La voz melodiosa de Gracie flota en la habitación y todos nos
volvemos hacia la puerta. Está de pie, erguida, con la barbilla bien alta.Entra en la habitación y sé que está luchando por hacerse la valiente enpresenciadeCharlie.Todavíaletienemiedo.
—Olivianoestuyaylosabes.
Abro los ojos como platos.Williamobserva amimadre, quieremásdatos.
—¿Gracie?Ella lo mira pero da un paso atrás cuando Charlie se le acerca,
amenazador.—¡Niseteocurra!—leruge.EllasesobresaltaperoWilliamyyonoshemosquedadodepiedra.—Amenazóconiraporellasilocontaba.—¡Malditazorra!—SeabalanzasobreellaperoWilliamlointerceptay
loenvíavariosmetroshaciaatrásconunpuñetazoenplenacara.Williamrugefuribundo.Charlierecuperaelequilibrioymimadregrita.
—¡No te atrevas a tocarla! —aúlla apretando los puños, echandochispasporlosojos.
Intentoconcentrarmeenmitaddeestalocura.¿Charlienoesmipadre?Estoydemasiadoconsternadaparapoderalegrarmeantelanoticiadequenolosea.Esdemasiado.Demasiadainformaciónaunavelocidadquemifrágilmentenopuedeprocesar.
Gracie contiene aWilliam pero no tarda en apartarse de él, como sitambiénletuvieramiedo.
—Meprometióquedejaríaenpazamibebésidesaparecía—ledicedesolada.Pareceavergonzada.Williamlamiracomosiestuvieraviendounfantasma—.Meprometióquenotemataríaati...
Respirahondoparaarmarsedevalor.—No—musitaWilliam.Letiemblalamandíbula—.Porfavor,Gracie,
no.—Meprometióquenomataríaalpadredeminiñasiyodesaparecía.—¡No!Echa la cabeza hacia atrás, grita al cielo y se lleva las manos a la
cabeza.Mimundo se hace añicos. La paredme recoge cuandome tambaleo
hacia atrás, desorientada, y me pego a ella, como si pudiera tragarme yevitarmeloshorroresalosquemeestoyenfrentando.Williamdejacaerlacabeza y un millón de emociones invaden su rostro, una detrás de otra:sorpresa, dolor, rabia... Y la culpa cuando levanta la vista hacia mí. Nopuedoofrecerlenada.Soyunaestatua.Loúnicoquelequedasonmisojoscomoplatosymicuerpopetrificado,perononecesitamásqueeso.
Estamosalucinandolosdos.
Charlielelanzaamimadreunamiradaquemata.—Puta.Notebastabacondiezhombresa lasemana.Encimaquerías
quemihermanofueratuyo.—¡Meobligasteaaceptarlosyaescribirloconpelosyseñales!—grita
mimadre.—¡Mementiste!—Charlieechahumo.Porprimeravezdesdequehe
entradoporesapuertaveosucaradesfiguradaporunairapeligrosa—.¡Metomasteporimbécil,Gracie!
Se le acerca a mi madre y se me acelera el pulso cuando la veoretrocederyWilliamrápidamenteseinterponeentreellosparaprotegerla.
—Nomeobliguesamatarte,Charlie.—Nopodíasmetertelasmanosenlosbolsillos—leespetaestirándose
lospuñosdelachaqueta.EsungestoquemerecuerdaaMilleryderepentevuelvoalavidaymealejodelaparedalaquehepermanecidopegadatodoestetiempo.Tengoqueencontrarlo.
Salgodisparadahacialapuerta.—¿Adóndecreesquevas,miqueridasobrina?Vaciloalsentirsualientoenlanuca.Peronomedetengo.—VoyabuscaraMiller.—Creo que no—afirmamuy seguro de símismo.Ahora sí queme
paro—.Notelorecomiendo.Medoy lavueltamuydespacio.Nomegusta tenerlo tancerca.Pero
porpocotiempo.Williammecogedelbrazoymeapartadeél.—Nilamires—lediceWilliamcogiendoaGracieconlaotramanoy
estrechándonosalasdoscontrasupecho—.Sonmías.Lasdos.Charlieseechaareír.—Es una reunión familiar de lo más conmovedora, mi querido
hermano,perocreoqueseteolvidaunacosa.—Seinclinahaciaadelante—:Puedometerosenlacárceldeporvidaatiyalmuchachodelacarabonitaconunasolallamadaaunrepartidor.—Sonríemuypagadodesímismo—.Lapistolaquematóanuestrotío,Will,latengoyo.Estállenadehuellas;¿aquenoadivinasdequiénson?
—¡Eresuncabrón!—No tiene la pistola—tartamudeo. De repente pienso con claridad.
MeseparodeWilliamynohagocasodeGracie,quemedicequevuelva,preocupada.Williamintentacogermedelbrazoperomezafo—.Déjame.
—Olivia—meadvierteWilliamintentandocogermeotravez.
—No.Doy un paso al frente. El desprecio con el quememira Charlieme
infunde valor. Este hijo del mal es mi tío. Prefiero tenerlo de tío que depadre, pero sólo el que sea familia hace que sienta ganas de darme unaduchaconpapeldelija.
—Tumujertehadejado.Componeungestodeburla.Lanoticialehacemuchagracia.—Noseatreveríaahacerlo.—Estáenunavión.—Tonterías.—Paraescapardeti.—Jamás.—PeroantesdeembarcarlecontóunsecretoaMiller—continúo.Me
estágustandoverquesusonrisamalévolanoes tangrandecomoantes—.YanohayningúnvídeodeMillermatandoaunodetushombres—digoconcalma, serena.Ahoraoigocondiáfana claridad lavozdeSophia antesdequecolgara—.PorqueSophialohadestruido.
Adióssonrisa.Elcabrónsinmoralsehaarrastradoporlavidacomounreptilabase
dechantajearymanipular.Elresentimientolohadevoradoduranteaños.Esunmalvadoquevaa irdecabezaal infiernoyesperoqueunode losdoshombresalosqueamoloayudeatenerunbuenviaje.
—GracienotequeríaySophiatampoco.—¡He dicho que te calles! —Está temblando pero mi miedo ha
desaparecidoencuantosemehanaclaradolasideas.—Tambiénsehadeshechodelapistola.¡Notienesnada!Derepenteestoyvolandoyempotradacontralapared,conlamanode
Charlieenelcuello.Oigogritosperonosonmíos.EsGracie.—¡Nolatoques!Charliepegalacaraalamíaysucuerpomeacorralacontralapared.
Tragosalivavariasveces,intentandocogeraire.—Eresunapequeñaramerapatética—ruge—.Igualquetumadre.—
Sualientosubepormicaradeasombro.Pero sólo durante una fracción de segundo, porque su cuerpo sale
disparadohaciaatrásyWilliamlotiraalsueloconunsolomovimiento.LosobservohorrorizadamientrasarmanladeDios.
Nonecesitoquedarmeavercómoacaba.MeloimaginoymimisiónesencontraraMiller.Todaestadepravación,latramadeengañosymentiras,ha desempeñado un papel demasiado importante en la vida de ambos. Seacabó.
Me abro paso y oigo una serie de golpes, que deben de ser lospuñetazosqueWilliamleestápropinandoaCharlieenlacara,seguidosdeuntorrentedegritoseimproperios.Queselasapañen.Nopiensoperderniun segundomásenel infiernode susvidasdestrozadas.Yahe tenidoquesoportarbastanteyestoyapuntodearrancaraMillerdelasgarrascorruptasdeCharlie.Salgodel estudioydejoatrásunaconmocióndeproporcionesépicas.Corrohacialasrisasylasconversaciones.Creíaqueteníatodoslosdatos.Creíaquesabíaloquehabíapasado.Heestadointentandoprocesarlotodoparanada.Ahoratengounanuevaversiónactualizadayladetestoaúnmásquelaanterior.
Sigohastaunsalóncolosal.Estoyperdidaenunmardetrajesdenochey esmóquines. Las mujeres tienen copas de champán en la mano y loshombres beben vasos dewhisky. La de dinero que hay aquí dentro. PerosólopuedopensarenMiller.Miroatodaspartes,todaslascaras,buscándolodesesperadamente.Noloveo.Mispiernasechanaandarentrelamultitud.Algunos me miran, otros fruncen el ceño, pero la mayoría se limita adisfrutarde lacompañíayde labebida.Uncamareropasa juntoamíconunabandejadecopasdechampányaunquesedetieneyfrunceelceño,meofreceuna.
—No—le digo demalamanera sin dejar de inspeccionar la sala, ygritodefrustracióncuandonologroencontrarlo.
—Olivia, cielo...—Unamano cálida me roza el brazo y me vuelvorápidamente.Mimadrememirapreocupada.
—¡¿Dónde está?!—grito atrayendo unmillón demiradas—. ¡Tengoqueencontrarlo!
Elpánicoacabaconmideterminaciónymisemocionessedesbordan.Tiemblo y seme llenan los ojos de lágrimas de terror.Me he entretenidomucho.Puedequeseademasiadotarde.
—Calla...—medice como si intentara calmar a un bebé.Tira demicuerpoinertehastaquemetieneasuladoymeacariciaelpelo.
Sólounadiminutapartedemímepermitesentirel inmensoconsuelode notar su calor a mi alrededor. Es raro y me confunde, pero me hacemucha falta.Va en contra de todopero es lomejor delmundo.Desdemi
esconditeenelhuecodesucuellonotoquemuevelacabeza.EllatambiénestábuscandoaMiller.
—Ayúdame —susurro lastimera, desmoronándome—. Ayúdame,mamá.Porfavor.
Dejademoverseybajolapalmademimanoseleaceleraelcorazón.Meapartaunpocoyduranteunosinstantesestudiacadarasgodemirostro,hastallegaramisojos.Mirounoszafirosigualesalosmíosymesecalaslágrimasqueruedanpormismejillas.
—Loencontraremos,cielo—meprometecerrandolosojosydándomeunbesoenlafrente—.Encontraremosatuamado.
Me conduce entre la multitud sin intentar ser ni educada niconsiderada.
—Aparta—ordenaylagenteretrocederecelosa.Mecuestaseguirleelpasoynosemeescapacómomuchospronunciansorprendidoselnombrede mi madre. No soy la única que siente que ha regresado de entre losmuertos.
LlegamosalenormevestíbuloyGraciesedetiene.Miraaunladoyaotro.Nosabehaciadóndeir.
—EstáenlasuiteDolby—diceTonysaliendodelanada.Mevuelvoymeofreceunallave.Semecaeelalmaalospies.Nopuedorespirar.Estáenundormitorio.
Cojo la llave y vuelo escaleras arriba como una bala, frenética ygritandosunombre.
—¡Miller!—chilloalllegaraldescansillo—.¡Miller!Veounaplacadoradaenunapuerta.SuiteDolby.Meto la llaveen la
cerradura con dedos torpes y la abro de par en par, como una bola dedemolición.Elchoquedelamaderacontralaparedretumbaentodalacasaymesobresalta.Lasuiteesmuygrandeymiroentodasdireccionesconlosojoscomoplatos,presadelpánico;nopuedonipensarnimoverme.
Entoncesloveo.Yelcorazónsemerompeenmilpedazos.Está desnudo, con los ojos vendados y colgando de unos grilletes
dorados que sobresalen del lujoso papel pintado.Me he quedado helada.Tiene labarbillahundidaenelpecho.Respirocondificultadynoconsigomoverme por más que me grite a mí misma que corra a su lado. No hamovidounmúsculo.Metragounsollozoahogadoaldarmecuentadequehe llegadodemasiado tardeychillode frustración.Sóloentoncesveoa la
rubiaaltaqueseacercahaciamíconunlátigoenlamano.—¡¿Cómoteatrevesainterrumpirnos?!—megritaazotandoellátigo.
Lapuntamerozalamejillayretrocedo.Deinmediatonotoqueempiezaasalirmesangredelacara.Mellevolamanoalaheridaycasimecaigodelsusto.Semevanasalirlosojosdelasórbitas:quierenveraMiller,perolamaldadqueemanaesamujermelo impide.Espotenteyaplastante,comounmaremoto.
—Nosestásmolestando—rugeconunmarcadoacentoruso—.¡Vete!NidebromavoyadejaraMillerasí.Mehiervelasangre.—¡Noestuyo!—gritoenloquecidayretrocedocuandovuelveaazotar
ellátigo.Larabiaesmásfuertequeyoyreduceacenizasmimiedo.Buscoenlahabitacióncualquierobjetoconelquepuedadefendermey
veoalgodemetalenlacama.ElcinturóndeMiller.Corroaarrancarlodelos pantalones.Tengo el cuerpo en tensión yme ciega la ira.Me preparoparaatacar.
—Pequeña zorra, ¿qué crees que vas a conseguir? —Se acercasilenciosacomoundepredador,retorciendoellátigo.Sininmutarse.
—Él me pertenece —mascullo entre dientes, mientras luchodesesperadamente por mantenerme firme. No estaré completa hasta quesalgadeaquíconMillersanoysalvoenmisbrazos.
Suslabiosdibujanunasonrisaferozquenohaceniunrasguñoalmurodefuriaquemerodea.Yotambiénsonríoylaretoaquevengaabuscarmeconlamirada.Loveoconelrabillodelojo,colgandoinertedelapared.Meenfadotodavíamás.Meardelapieldelcalorquedesprendelasangrequehierveenmisvenasyantesdedarmecuentaestoyazotandoconelcinturónylahebillachasqueaenelaire.Noesperoaverdóndeaterrizaperogritaysé que le he dado. Corro haciaMiller y le acaricio lamejilla y la barba.Musitaalgoininteligibleyentornalosojosenmimano.Tengounpolvorínbajolapielymismanosbuscansusataduras.Empiezoaquitarleconcalmalosgrilletes.
—¡Apártatedeél!—Derepentelatengoallado,tirandodelbrazodeMiller,marcandoterritorio.Élhaceunamuecaylloriquea.Esdesgarrador.
Nopuedosoportarlo.Mevuelvo,lívida,pegandomanotazossinpararmeapensar.—¡Nolotoques!—gritoyledoyunbofetónbiensonoroconeldorso
delamano.Setambaleadesorientada,yaprovechoparaempujarlalejosdeMiller.MiMiller.
Notengomiedo.Nielmásmínimo.MeconcentrodenuevoenMillerperoahogoungritocuandoalgomeagarralamuñecaynoesunamano.Eldolor es intenso y el cuero de su látigo de pervertida constriñe la pielcastigadademimuñeca.
—Apártate—repite tirandodel látigoyacercándomeaella.Gritodedolor.Mehemetidoenunabuena.Novaarenunciaraél.
—Apártatetú,Ekaterina.Giro la cabeza al oír la vozdemimadre.Está jadeante en lapuerta,
evaluando la situación. Parece enfadada. Tiene las piernas abiertas y nosmira aMiller y amí antes de concentrarse en la pervertida queme tienesujetaconunlátigo.Mimadrelamiracondesprecio.
Llevaunapistola.Me quedo pasmada sin poder quitar los ojos del arma que apunta
directamentealarusa.Sólotengoqueesperarunossegundosantesdequeelcuerosedeslice
demimuñecaymelafrotoparaaliviareldolor.—GracieTaylor—musita sonriente—.Voy a hacer comoquenome
estás apuntando con una pistola. —Su acento es hipnótico y está muytranquila.
—Meparecebien.—Mimadrenoseamilana—.LuegovasallamaratuhermanoylevasadecirqueCharlienohacumplidosuparte.
Unascejasperfectamentedepiladassearqueansorprendidas.—¿Porquéibaahacereso?—Porque el acuerdo al que habían llegado Charlie y tu hermano es
nulo. Miller ya no es propiedad de Charlie, Ekaterina. Charlie no tienederechoaentregártelo.Míralo,¿tepareceatiquehaconsentidoaesto?HasidocosadeCharlie.Estoyseguradequenoesloqueesperabasdespuésdetodoloque tehancontadodelchicoespecial.—Mimadresonríeconunafrialdad y una dureza que no había visto antes—. Tienes una reputaciónexcelente,séquenoquieresarruinarlaniquediganqueeresunavioladora,Ekaterina.
SueltaellátigoymiraaMillerconunmohín.Luegomiraamimadre.—Me gusta que me supliquen que pare.—Se la ve muy indignada.
LentamenteseacercaaGracie,quebajalapistolaconcautela—.¿YdicesqueCharlieAnderson lohadrogadoyme lohaentregadocompletamenteinservible?
—¿Loquieresescritoensangre?
—Sí—dicedesdeñosamirandoamimadredearribaabajo—.Conlasangre de Charlie. —Lo dice en serio—. Creo que voy a llamar a mihermano.Nolegustavermeenfadada.
—Anadielegustaverteenfadada,Ekaterina.—Cierto.—Casiseechaareíryvuelvesussuciosojoshaciamí—.Se
pareceati,Gracie.Deberíasenseñarlebuenosmodales.—Susmodalessonperfectoscuandoestáconlacompañíaadecuada—
replica y Ekaterina le sonríe con frialdad—. Charlie está en el salón.Williamtelohadejadoconvida.Considéralounatarjetadeagradecimientodepartedemihija.
Sonríeyasientecomplacida.—Tienesunahijavaliente,Gracie.Puedequeinclusodemasiado.—Se
estremecedeplacersólodepensarenlavenganza—.Graciasporelregalo.Tieneunacentopreciosoapesardeldejeviolentodesuspalabras.—Adiós, Gracie. —Se marcha contoneándose de la habitación, sus
caderasondeanseductorasmientrasarrastrael látigocomosi fuera lacoladeunvestido.
Gracie deja escapar un suspiro de alivio. La pistola cae al suelo encuantolarusadesaparece.VoyderechaaporMiller.Porelcaminocojounatoalladelacama.Semeparteelcorazónmientrasselaenrolloenlacinturay le quito los grilletes. Seme cae encima y lo único que puedo hacer esponermedebajoparaamortiguarlacaída.
Incluso drogado se abraza a mí y nos quedamos en el suelo unaeternidad. Él balbucea cosas ininteligibles y yo le tarareo suavemente aloído.
Séquenopuedehablarperoleentiendoperfectamentecuandoarrastrala mano a mi vientre. La mueve en círculos con ternura hasta que estoyseguradequenuestrobebérespondeasuscaricias.Tengomariposasenelestómago.
—Mibebé—susurra.
Mimadreme pone lamano en el hombro yme baja demi nube defelicidad.Su calor se extiende pormi piel y va directo ami corazón.MeapartodeMiller,confusaporqueséquenoesélloquetantomereconforta.Esunconsueloextra.Abrolosojos.Gracieestáarrodilladajuntoanosotros,sonriendounpoco.
—¿Lista para llevarlo a casa, cielo? —me pregunta mientras meacariciaelbrazoconternura.
Asiento. Detesto tener que molestar a Miller, que yace feliz en misbrazos,peromemueroporsacarlodeaquí.
—Miller—susurrodándoleunpequeñocodazo.Noresponde.Miroamimadreenbuscadeayuda.
Williamentradandograndeszancadas.Nopuedoocultar la sorpresa.Está hecho un desastre: con el pelo gris alborotado y el traje lleno dearrugas. Flexiona los dedos y se nota que sigue enfadado. Sólo tiene unamagulladuraenlamandíbulaperotengolaimpresióndequeCharlienohasalidotanbienparado.
—Hemosdesalirdeaquí—dicedespuésdeprocesarelcuadroqueveanteél.
—Miller no puede andar. —Me da tanta pena que casi no puedodecirlo.
Conmovimientos tranquilosy eficientes,Williamatraviesa la suiteycogeaMillerenbrazos.LeindicaaGraciequemeayudeyellaseapresuraa obedecer porque sabe que, pese a la calma aparente, todavía corremospeligro.
—Estoy bien. —La voz ronca de Miller me saca de miensimismamiento.IntentaqueWilliamlosuelte—.Puedoandar,joder.
Qué alivio. Se endereza y se pasa la mano por los rizos, que estánmucho más despeinados que de costumbre, para dejarlos sólo mediodespeinados.Se arregla la toallaymemira con susojos azules.Tiene laspupilas tandilatadasqueparecennegros.Mequedo inmóvil, dejoquemedisfrute,quemerecuerde,hastaqueasientemuydespacioycierralosojoscomoamímegusta.
—¿Quéocurre?Le va a dar un ataque. Es el centro de atención, medio desnudo y
vulnerable.—Tehandrogado.Dejemoslasexplicacionesparamástarde—ledice
William,notancalmado—.Tenemosquesalirdeaquí.Meahogoenestasuitetanpija.AMillerselevanasalirlosojosdelas
órbitas. No dice nada, se queda ahí de pie asimilando la noticia. Lamandíbula le tiembla con violencia. Creo que soy una sádica porque megustaríasaberenquéestápensando.
—¿Dónde está Charlie? —Por su tono de voz, tiene intención de
asesinarlo.Williamseadelantayledevuelveunafríamiradagris.—Seacabó,Miller.Eresunhombrelibre,sinlasmanosmanchadasde
sangreysinquetepeselaconciencia.—Nomepesaríalaconciencia—semofa—.Niunpoquito.—PorOlivia.LelanzaunamiradaasesinaaWilliamytuerceelgesto.—Oporqueestuhermano.—No,porquesomosmejoresqueél.WilliamladealacabezayMillerseloquedamirando,pensativo,unos
instantes.—¿Dóndeestámi ropa?—Recorre lahabitacióncon lamirada, lave
encimadelacamayvaabuscarla—.Unpocodeintimidad,porfavor.—Hart,notenemostiempoparaquetepongastiquismiquis.—¡Dosminutos!—gritaechándoselospantalonessobreloshombros.Hago una mueca al ver que William se muerde la lengua para no
contestar.—Unminuto.—Coge aGracie del brazo y la saca de la habitación.
Cierralapuertadeungolpe.ElMillerHartqueconozcovareapareciendoconcadaexquisitaprenda
devestirquesepone.Tiradelospuñosdelacamisa,searreglalacorbatayel cuello. Nunca lo había visto hacerlo tan rápido. Ha vuelto a ser el desiempre, aunquenodel todo.Lamiradaausente sigueahíy sospechoquetardaráenirse.
Cuandohaterminado,sunuezsubeybajaymemira.—¿Estás bien?—pregunta mirando mi vientre—. Dime que los dos
estáisbien.Mellevolamanoalabarrigasinpensar.—Estamosbien—leaseguroyasiente.—Excelente—suspiraaliviadopesealoformaldesurespuesta.Sélo
que está haciendo, se está distanciando y lo entiendo. Va a salir por lapuerta,fuerteydistantecomosiempre.Noestápreparadoparamostrarlesaesoscabronesviciososniunagotadedebilidad.Pormíperfecto.
Seacercaamíycuandoestamosfrenteafrentemecogedelanucaymemasajeaelcuello.
—Estoylocamenteenamoradodeti,OliviaTaylor—susurraconlavozroncayapoyalafrenteenlamíacondelicadeza—.Voyadejarestacasaa
mimanera pero cuando hayamos salido de aquí soy tuyo para que hagasconmigoloquequieras.
Medaunbesoenlafrenteyunapretónenlanuca.Sé loque intentadecirmeperonoquierohacer loquemedé lagana
conél.Simplementeloquieroaél.Nuncaloobligaréanada,nodespuésdetodoloquehapasado.Eslibreynovoyaponerlecondiciones,exigenciasnirestricciones.Puedehacerloqueleplazcaconmigo.Meapartoysonríoalverquesumechónrebeldehacedelassuyas.Lodejodondeestá.
—Soytuya,sincondiciones.—Me alegro, señorita Taylor.—Asiente complacido yme besa, esta
vezenloslabios—.Aunquetampocotieneselección.Sonríoymeguiñaelojo.Espreciosoapesardelaoscuridadinusualde
susojos.—Vamos—ledigo,empujándolohacialapuerta.Aprietaloslabiosyechaaandarhaciaatrás,cogiéndoselassolapasde
la chaqueta hasta que estamos fuera. Dejamos la puerta abierta. Gracie yWilliam nos están esperando. Los dos miran a Miller como si hubieraresucitado.Lohahecho.SonríounpocopordentromientrasWilliamsiguela silueta perfecta de Miller por el descansillo, meneando la cabeza yriéndose burlón antes de alcanzarlo y flanquearlo justo cuando empieza abajarlaescalera.
Los sigo y ni siquiera parpadeo o protesto al notar quemepasan unbrazoporloshombros.Graciememirafijamente.
—Sepondrábien,Olivia.—Claroquesí.Sonríoybajamosjuntaslaescalera,detrásdeWilliam,queacompaña
al chicoespecial lejosdeeste infierno.Perocuando llegamosalvestíbulomeentrandudas:Charlie está apoyándoseen laparedde sudespacho.Lehan dado una paliza de muerte. Uno de sus hombres se vuelve hacianosotroscongestodespectivo.Migozoenunpozo.
Estonohaacabado.Nidelejos.WilliamyMillerparecenimpertérritos.—Buenasnoches.—NoeslavozdeWilliam,nitampocoladeMiller
niladeningunodelosesbirrosdeCharlie.Todas lasmiradas se vuelven hacia la entrada y la tensión se puede
cortarconuncuchillo.Hayunabestiapardaquecasinocabeporlapuerta.Esungigantedepelocanoconlacarallenademarcasdeviruela.
—Hasrotoeltrato,Charlie.Elruso.Graciemeponeunamanotemblorosaenelbrazoconlamiradafijaen
elmalbichoquetienelaatencióndetodos.Charlieysushombresyanoestántantranquilos.Lonoto.—Estoysegurodequepodremosrenegociarlo,Vladimir.Charlieintentareírseperolesaleunaespeciederesoplido.—Untratoesuntrato.Sonríe y un ejército se une a él, todos vestidos con traje, todos tan
grandescomoVladimirytodospendientesdeCharlie.Silencio.Los hombres de Charlie se alejan de su jefe, lo dejan desprotegido,
ahoraespresafácil.YsearmaladeDios.WilliamintentacogeraMillerdelbrazo,queselanzaalacargacontra
Charlie con expresión asesina. Nadie podrá detenerlo. Los hombres deCharlie no mueven un dedo y Miller tiene vía libre hacia el cabrón sinmoral.
No muestro ni sorpresa ni preocupación. Ni siquiera cuando MilleragarraaCharliedelcuello,lolevantadelsueloyloestampacontralaparedtan fuertequecreoqueha roto laescayola.Charlie tampocodemuestranimiedonisorpresa.Estáimpasibleperoelaurademaldadhadesaparecido.Seloesperaba.
—¿Ves esto? —pregunta Miller en voz baja, de pura amenaza,recorriendoconeldedolacicatrizdelamejilladeCharlie,hastalacomisuradeloslabios—.Voyapedirlesquecompletenlasonrisadepayasoantesdematarte.
Vuelve a empujar a Charlie contra la pared, esta vez más fuerte. Elgolpe retumba por el vestíbulo y los cuadros de la pared caen al suelo acausade lavibración.NomuevounmúsculoyCharliesigue impertérrito,aceptandoelcastigodeMiller.Nolequedanada.Estáderrotado.
—Lentamente—susurraMiller.—Teveréenelinfierno,Hart—bromeaCharliecondesdén.—Ya he estado allí. —Miller lo empotra contra la pared, aún más
fuerte, para rematarlo antes de soltarlo. El hijo del mal se desliza paredabajo, débil y patético,mientrasMiller se toma su tiempopara alisarse eltraje con esmero—. Me encantaría matarte con mis propias manos, pero
aquí nuestro amigo ruso es todo un experto. —Da un paso al frente, seyergue alto y amenazador sobre el cuerpo tirado de Charlie. Se aclara lagarganta con un sonido sucio que se hace eterno. Lomira fijamente y leescupe en la cara—.Y se asegurará dequenoquedenadaque sirvaparaidentificarte.Adiós,Charlie.
Se da la vuelta y entonces echa a andar sin echar la vista atrás,ignorando a todos los que contemplan la escena en silencio eimpertinencias,inclusoamí.
—Queseadoloroso—dicealpasarjuntoaVladirmir.Elrusoesbozaunasonrisaaterradora.—Seráunplacer.Derepenteestoyenmovimiento,cortesíadeGracie,que tirademíy
porencimademihombroveaCharlieresbalándoseenelsuelo,intentandolevantarse. No siento nada... Hasta que veo cómo William observaatentamentealpatéticodeCharlie.Semiranalosojosduranteunsiglo,ensilencio.WilliamesquienrompelaconexiónparamiraraVladimir.Asientedébilmente.Triste.
Ynossiguealexterior.Mecuestaunesfuerzosobrehumanonoquedarmeamirar.
ElchóferdeWilliamse levanta lagorraparasaludarme,mesonríeymeabrelapuerta.
—Gracias.Asiento y me meto en el coche. William y Miller están hablando.
Bueno,Williameselquehabla.Miller se limitaaescucharcon lacabezabaja,asintiendodevezencuando.Quierobajarlaventanillayverquéesloque dicen peromi curiosidad se transforma en pánico cuando empiezo aasimilar lo ocurrido. De repente, en el transcurso de un solo día, tengomadre y padre.Miller no lo sabe. No sabe queWilliamAnderson es mipadreyalgomedicequelanoticialovaasorprenderaúnmásqueamí.
Salgo del coche en un nanosegundo. Seme quedanmirando:MillerconelceñofruncidoyWilliamconcasiunasonrisadesatisfacción.Loestádisfrutando,losé.Podríapasarmeañosbuscandolaspalabrasadecuadassinencontrarlas.Nohaynadaquepuedadecirquemitigueelgolpe.Millermemirafijamente,sigosindecirnada.Cojotodoelairequepuedoyseñaloa...mipadre.
—Miller,tepresentoamipadre.Nada. Pone cara de póquer. Está impasible. Impertérrito. Nunca lo
habíavistotaninescrutable.Mehepasadotodoestetiempoaprendiendoainterpretar sus expresiones faciales y ahora no tengo ni idea. Empiezo apreocuparmeyadarlevueltasamianillo,nerviosabajosuatentamiradaenblanco.MiroaWilliam,averquécarahapuesto.Estápasándoselopipa.
Meneolacabeza,estonotienearreglo.AMillerparecequelevaadaralgo.
—¿Miller?—preguntopreocupada.Estesilencioseestáalargandomásdelacuenta.
—¿Hart?—William intenta ayudarme a sacar aMiller de su estadocatatónico.
Trasunossegundosincomodísimos,daseñalesdevida.Nosmiraaunoyaotroyrespirahondo.Muyhondo.Ylentamente,dice:
—Justoloquemefaltaba.Williamseechaareír.Unacarcajadaentodaregla.—¡Ahora sí que vas a tener que respetarme!—dice entre risas. Está
disfrutandoconlareaccióndeMiller.—Hayquejoderse.—Mealegrodequeteguste.—Hostiaputa.—Menostacosdelantedemihija.Millerseatragantaymemiraconunosojoscomoplatos.—Cómo...—Haceunapausa,aprietaloslabios...Ynotardaenesbozar
unasonrisatraviesadedicadaaWilliam.Sealisalasmangasdelachaqueta.¿Quéestarápensando?TerminadearreglarseeltrajeyextiendelosbrazoshaciaWilliam.—Encantadodeconocerte.—Sonríedeorejaaoreja—.Papá.—¡Vete a la mierda! —le espeta William rechazando el abrazo de
Miller—.¡Porencimademicadáver,Hart!Tienessuertedequetepermitaformarpartedelavidademihija.—Cierralabocaavergonzado,seacabadedarcuentadequeesonolecorrespondeaéldecidirlo—.Cuídalamucho—terminadedecirnervioso—.Porfavor.
Millermecogedelanucaymesusurraaloído:—¿Nos das un minuto? —Me gira la muñeca para colocarme en
direcciónalcoche—.Sube.No protesto, más que nada porque pormucho que quiera retrasar la
conversación que van amantener estos dos, tarde o temprano tendré quedejarloshablar.Cuantoantesselaquitendeencima,mejor.
Memetoenelcocheymepongocómoda.Cierrolapuertayresistolatentacióndepegarlaorejaalaventanilla.SeabrelaotrapuertadelcocheyapareceGracie.Seagachaparaquedaramialtura.Merevuelvoincómoda.Susojosazulmarinomemiranconmuchocariño.
—Sé que no tengo derecho —afirma en voz baja, casi como si noquisieradecirlo—,peroestoymuyorgullosadetiporhaberluchadoportuamor.
Le tiembla lamano. Semuere por tocarme pero no sabe si hacerlo,puede que porque Miller ha vuelto a la normalidad y yo parezco másestable.Almenosmesientomásestable.Peromentiríasidijeraqueno lanecesito.Mimadre.Haestadoami ladocuandomehahechofalta,puedeque lo haya hecho porque se siente culpable, pero allí estaba. Le cojo lamanotemblorosay ledoyunapretón,diciéndolesinpalabrasquenopasanada.
—Gracias —susurro intentando sostenerle la mirada, simplementeporquecreoquevoyaecharmeallorarsinolaaparto.Noquierollorarmás.
Sellevamimanoaloslabiosylabesaconlosojoscerrados.—Tequiero—diceconlavozrota.Sacofuerzasdeflaquezaparanodesmoronarmedelantedeella.Séque
aellatambiénlecuesta.—No seasmuy dura con tu padre. Todo lo que pasó fue culpamía,
cielo.Meneolacabeza,enfadada.—No.FueculpadeCharlie.—Se lo tengoquepreguntarporquehay
unacosaquesigosintenermuyclara—.¿ConocisteaWilliamantesqueaCharlie?
Ellaasientefrunciendoelceño.—Sí.—¿YWilliamrompiócontigo?Asienteysenotaqueleduelerecordarlo.—Yo ignoraba la existencia del mundo de William. Él quería
mantenermealejadadeaquelloperomeacostéconCharlieparacastigarlo.No sabía dóndememetía, no lo supe hasta que fue demasiado tarde.Noestoyorgullosadeloquehice,Olivia.
Ahora la que asiente soy yo. Lo entiendo. Todo. Y a pesar de los
horroresquemispadreshantenidoquesoportar,nopuedoevitarpensarqueyonotendríaamialguiensinuestropasadohubierasidodiferente.
—¿Por qué no acudiste a William? —pregunto—. ¿Por qué no lecontastequeyoerasuhija,loquetehizoCharlie...?
Mesonríeconternura.—Erajovenytonta.Yteníamuchomiedo.Melavóelcerebro.Tenía
que tomar una decisión muy sencilla: o sufría yo, o sufrían todas laspersonasalasquequería.
—Sufrimosdetodasmaneras.Asienteytragasaliva.—No puedo cambiar el pasado y las decisiones que tomé. Ojalá
pudiera.—Meaprieta lamano—.Sóloesperoquepuedasperdonarmepornohaberlohechomejor.
Ni lodudo.Notengoniquepensarlo.Salgodelcocheyabrazoamimadre.Hundolacaraensucuelloyellasollozasinparar.Nolasuelto.Nopiensosoltarla.
HastaqueWilliamcogeaGraciedelascaderaseintentaquitármela.—Vamos,cariño—ledice.Graciemedamásbesosenlacaraantesde
queconsigasepararlademí.SonríoalveraWilliamcompletoconmimadre.—No quería que odiaras a tu madre —dice sin que tenga que
preguntarle por quémemintió yme dijo que fue él quien la echó. Él nosabía que la coaccionaron para que desapareciera. Pensaba que nos habíaabandonado a los dos—. No quería que supieras quién era tu padre. —Gracie ledaunapretónenelantebrazo—.Bueno,yocreíaqueéseera tupadre.
—Peromipadreerestú—digosonriente.Medevuelvelasonrisa.—¿Decepcionada?Niegoconlacabezayvuelvoasentarmeenelcoche,sonriendocomo
unatonta.SeabrelaotrapuertayMillerentra,seacomodaydice:—Te vienes a mi casa. William ha hablado con Gregory. Está todo
arreglado.De repente me siento muy culpable. Con todo el follón me había
olvidadodelaabuela.—Tengoqueiraverla.Estará muerta de preocupación. Recuerdo todo lo que me ha dicho.
SabequeGraciehavueltoynomecreoniporunsegundoquenoquiera
verla.Tengoqueiracasayprepararlaparaelreencuentro.—Noesnecesario.Millermemiraconlascejasenaltoymeencantaquevuelvaasacarme
de quicio, pero no me emociona que insista en mantenerme lejos de miabuela.
—Síqueloes—replicoconmiradadesafiante.LeruegoaDiosquenoinsista.Acaboderecuperarloynoquieroempezaradiscutir.
—Necesitamosestarasolas—diceenvozbaja,apelandoamicorazón.Séquemeestoydandoporvencida.¿Cómovoyanegarmedespuésde
loquehapasado?—Tenecesitoentremisbrazos,Olivia.Solostúyyo.Telosuplico.—
Meacaricialarodillaconlamano—.Quieroloquemásmegusta,midulceniña.
Suspiroconloshombroscaídos.Lasdospersonasalasquemásquieroenelmundomenecesitanynoséporcuáldecidirme.¿Porquénopuedotenerlosalosdos?
—Venacasaconmigo—sugieroresolviendoeldilemaenuntris,perolaalegríamedurapoco.Millermenealacabeza.
—Necesitomicasa,miscosas...ati.Quieredecirquenecesitasumundoperfecto.Esequeestápatasarriba
yenelquetienequeponerunpocodeorden.Noestarátranquilohastaquelohaga.Loentiendo.
—Miller,yo...Williamentraenelcoche.—VoyallevaratumadreacasadeJosephine.Meentraelpánicoeintentosalirdelcoche.—Pero...—Nadadeperos—meadvierteWilliam.Cierro el pico y lo miro indignada, aunque no por eso se muestra
menosinflexibleoautoritario.—Porunavezvasahacerloquetedigoyaconfiarenqueesporel
biendetuabuela.—Estádelicada—protestosaliendodelcoche.Noséporqué,novoya
iraningunaparte.—Entra.—Williamcasiseríeyvuelveasentarmeenelcoche.Miller
aprovechaymeaprisionaentresusbrazos.—Suelta—refunfuño,revolviéndomeenunintentoinútildeescapar.
—¿Lodicesenserio,Olivia?—mascullacansado—.¿Despuésdetodoloquehemospasadohoy,deverdadvasaponerteinsolente?—Meestrechacondecisión—.Notieneselección.Tevienesconmigoyfindelacuestión,midulceniña.Cierralapuerta,Anderson.
MiroaWilliamconcaradepena.Seencogedehombrosyvaacerrarla puerta cuandounamano con lamanicura perfecta le toca el antebrazo.Gracielomirasuplicante.SuspirayleponelamismacaradepenaaMiller.Me uno a la fiesta.Mi pobre hombre tiene tres pares de ojos suplicantesfijosenél.Ni siquieramesientoculpablepor laexpresióndederrotaqueempañasurostro.Conlodecididoqueestabaatenermetodaparaél...
—Justoloquemefaltaba—suspira.—Tengoqueverla,Miller.—intervieneGracie.Williamnoladetiene
—.YnecesitoaOliviaamilado.Teprometoquenuncamástepedirénada.Concédemesóloesto.
MetragomidoloryMillerasiente.—Puesyo tambiénvoy—añade tajanteparaasegurarsedequenoes
negociable—.Nosvemosallí.Arranca,Ted.—Millernimemira.—Sí, señor—confirmaTedmirándome sonrientepor el retrovisor—.
Serátodounplacer.Lapuertasecierraynosponemosenmarcha.Williamacompañaami
madre, que parece muy frágil, al Audi de Tony. No pierdo el tiempointentandomentalizarmedeloquenosesperaalllegaracasadelaabuela.Noserviríadenada.
No quiero entrar. Sé que William y Gracie aún no han llegado. Nisiquiera un piloto de carreras se las apañaría mejor con el tráfico deLondres. Me quedo de pie en la acera, mirando la puerta, deseando queMillermeanimeaentrar.Aunqueséquenolohará.Medarátodoeltiempodelmundosiesoesloquenecesito,novaametermeprisa.Sabequeesunasituaciónmuydelicadaa laquenuncapenséque tendríaqueenfrentarme.Pero aquí estamos y no tengo ni idea de cómo enfocarlo. ¿Entro y lapreparo, le digo que Gracie viene de camino? ¿O me espero y entrodirectamente con mi madre? No lo sé, pero cuando se abre la puertaprincipaly apareceGregorypareceque ladecisiónestá tomada.Tardouninstanteendarmecuentadequenoestásolo.NoestáconlaabuelaniconGeorge.EstáconBen.
—¡Nena!—exclamasuspirandodealivioyrápidamentemedaungranabrazo, sin pedirle permiso a Miller. Ya no hace falta. Me estrecha confuerzayBensonríeconafecto.NisiquieraelhechodeveraMillerleborralasonrisadelacara.
»¿Estás bien?—me pregunta Greg cuando me suelta. Examina misfaccionesytuerceelgestoalverelcortedelcuello.
Intentoasentirporqueséqueahoramismosoyincapazdearticularunapalabra,peroniparaesosirvemicuerpo.GregorysedirigeaMiller.
—¿Estábien?—Perfecta—diceyoigoquesuszapatosdecueroseacercan.—¿Y tú?—le preguntaGregory, preocupado de verdad—. ¿Tú estás
bien?Millerrespondeconlamismapalabra.—Perfecto.—Mealegro.—Medaunbesoenlafrente—.Williammehallamado.Nipestañeo.Williamhapuestoamimejoramigoalcorrientede...todo
y ésteme lo confirma cuandome baja la vista ami vientre. Sonríe peroconsiguenocomentarnadaalrespecto.
—Teestáesperando.Ben y élme ceden el paso para que vaya a ver ami abuela pero no
llegoatenerqueandarmeconpiesdeplomoporqueuncocheaparcaenlaacera.
Mevuelvoaunqueséquiénes.Saledelcoche,sujetándosealapuerta,vacilante. Está haciendo lo mismo que estaba haciendo yo, quedarsemirandolacasa,unpocoperdidayabrumada.Williamacudeasuladoylerodealacinturaconelbrazo.Ellalomirayfuerzaunapequeñasonrisa.Élno dice nada, sólo asiente animándola, y observo fascinada cómo sacafuerzasdelaconexiónquecomparten,igualqueMilleryyo.Respirahondoysueltalapuertadelcoche.
Nadiedicenada.Esunasuntodelicadoytodosestamosnerviosos,nosóloyo.Aquí todoelmundoquieremuchoamiabuela, inclusoBen,queobviamente ha estado visitándola con frecuencia. Todo el mundo esconscientedeloimportantequeesloquevaapasar.Peronadiedaelprimerpaso. Estamos todos en la acera, esperando que uno de nosotros tome lainiciativa,hable,pongalascosasenmarcha.
Peronoesningunodelospresentes.—¡Dejadme pasar!—Todos giramos la cabeza al oír a la abuela—.
¡Apartaosdemi camino!—Deun empellónquitade enmedio aBeny aGregoryeirrumpeenescena.
Vaencamisónperollevaelpeloperfecto.Esperfecta.Se detiene en el escalón de la entrada y se sujeta a la pared para no
caerse.Quiero correr a darle un abrazo y decirle que todo está bien peroalgo me lo impide. Da un paso adelante, sus ancianos ojos azul marinomiranmásalládemí,alfinaldelsendero.
—¿Gracie?—susurra, intentandoenfocarlavista,comosinopudieracreerloquevensusojos—.Gracie,cariño,¿erestú?
Daotropasovacilanteysetapalabocaconlamano.Aprieto los dientes con fuerza y las lágrimas me nublan la vista.
Sollozosinparar,sinquemeconsuelequeMillermerodeelacinturaconelbrazo.Miroamimadre.Williamlasostieneyellaestáagarradaaélcomosilefueralavidaenello.
—Mamá...—sollozaylaslágrimaslebañanelrostro.Unllantoqueespurodolorhacequemevuelvahacialaabuelayme
asustoalverquesetambalea.Estáatónitayfeliz.—Mipreciosaniña.Empieza a doblarse hacia adelante, su cuerpo no es capaz de
mantenerlaenpiepormástiempo.—¡Abuela!El corazón se me sale del pecho y corro hacia ella pero se me
adelantan.Graciellegaprimero,cogealaabuelaylasdoscaensuavementealsuelo.
—Gracias, Dios mío, por habérmela devuelto —solloza la abuelaarrojándoleamimadre losbrazosal cuelloyestrechándolacon todas susfuerzas.Abrazadas,lloranlaunaenelcuellodelaotra.Nadieinterviene,lasdejamos tal cual, reunidas al fin después de tantos años perdidos.Miro atodoslospresentes,atodosseleshanhumedecidolosojos.Todostienenunnudoenlagarganta.Esunreencuentrocargadodeemoción.Escomosilaúltimapiezademimundo,queestabahechopedazos,encajaraensusitio.
AlratomiroaMiller.Meentiendesinnecesidaddedecirlenadaymecogedelcuelloconcuidado.Necesitanestarjuntas,asolaslasdos.Yenmicorazónséquemivalienteabuelapodráapañárselassinmíunpocomás.
YenmicorazónséqueMillerno.
CAPÍTULO24
—Ven.—Millermecogeenbrazosalpiedelaescaleraperoinsistoenapartarlo.
—Estásagotado—protestoymedaigualsiseenfada—.Puedosubirandando.
Subo despacio para que su cuerpo cansado pueda seguirme el ritmo,peronotardaencogermeenbrazos.
—¡Miller!—Vas a dejar que te adore, Olivia —salta—. Eso hará que me
encuentremejor.Merindoconfacilidad.Loquehagafalta.Suspasosregularesretumbansobreelcemento.Lepasolosbrazospor
loshombrosyestudiosucaramientrassubimoslasdiezplantas.Nopareceestar cansado, respira con normalidad y está tan guapo e impasible comosiempre. No puedo quitarle los ojos de encima. Estoy recordando elmomentoenquemesubióporprimeravezporlaescalera,cuandonosabíanada de este hombremisterioso pero estaba tan fascinada con él quemeobsesionabaporcompleto.Nadahacambiado.Siempremetendráfascinadaytodassusmaníasmealegranlavida.
Parasiempre.Hastaelfindelostiempos.Ymásallá.UnavezMillermedijoqueibaderechoalinfierno.Quesóloyopodía
salvarlo.Losdoshemosestadoallí.Yhemosvueltojuntos.Sonrío para mis adentros cuando me mira de reojo y me pilla
embobadaconél.—¿En qué piensas? —pregunta mientras se concentra de nuevo en
llegarasuapartamento.Me deja en el suelo con sumo cuidado, abre la puerta yme invita a
pasar.Entromuydespacioycontemploelinterior.Nomecuestionoqueésteesmisitio.
—Estoypensandoenquemealegrodeestarencasa.—Sonríocuandooigounaexclamación silenciosade sorpresa,peronomemuevodel sitio.Suapartamentoesperfectoypalaciego.
—Tampoco es que tengas elección —me contesta fingiendoindiferencia.Sélomuchoquesignificaparaél.
—Elbebénecesitaráunahabitación—lopincho.Me lo voy a pasar bomba cuando por fin comprenda que los bebés
vienenconmuchodesordenbajoelbrazo.Ahoraqueyanotienequepensarencosashorriblesydeprimentes,nocreoquetardeendarsecuenta.
—Estoydeacuerdo—selimitaacontestar.Sonrío.—Ytodoestarásiemprellenodetrastos.Estaveztardaenresponder.—Explícate.Me vuelvo para saborear el pánico que le va a entrar sólo de
imaginárselo.Nopuedoocultarlomuchoquemedivierte.—Pañales,pijamas,biberones,lecheenpolvo,todoenlaencimerade
tucocina.—Memuerdoellabiocuandoelpánicoseintensifica.Semetelasmanos en los bolsillos y se relaja para intentar disimularlo. Fracasamiserablemente—.Lalistaesinterminable—añado.
Seencogedehombrosconunmohín.—Peroserátodoenpequeñito,nocreoquecausemuchotrastorno.Podríaseguirachuchándolohastalamuerte.Estáclaroquelonecesita.—¿Estásseguro,Miller?—Bueno, no habrá leche en polvo porque vas a darle el pecho. Y
tendremossitioparaguardartodolodemás.Estásahogándoteenunvasodeagua.
—Tumundoperfectoestáapuntodesaltarporlosaires.Meregalaunadesussonrisasconhoyuelos,seleiluminanlosojosy
todo.Lesonríoysemeechaencima,melevantadelsueloymellevaporelsalónpegadaasupecho.
—Mi mundo perfecto nunca ha sido tan perfecto y luminoso comoahora,OliviaTaylor.—Medaunbesodepelículaymeríoensuboca—.Ytodavíavaasermejor,midulceniña.
—Estoy de acuerdo. —Me lleva al dormitorio y suelto un grititocuandometiraenlacamaysusalmohadonesdecorativossalenvolandoentodasdirecciones.Meha sorprendido,yaúnmesorprendemáscuandoselanzaencimademí,vestidoytodo—.¿Quéhaces?—preguntoentrerisas,
abriéndomedepiernasparaquepuedaponersecómodo.Empiezaa tirarde las sábanasde lacama,a sacarlas,aarrugarlasen
una bola sin el menor cuidado. Yo grito y me río, asombrada y feliz encuantorodamosporlacamaynosenredamosconelalgodónblanco.
—¡Miller!—Me río y lo pierdo de vista, igual que a la habitación,cuandomequedoenterradabajounamontañade tela.Estoyatrapada.Lassábanassetensanporqueintentomoverme.Millerseríeymaldicealtratardedesenredarnosperosóloconsigueliarlamás.
No sé cuántasvueltasmehadado.Estoydebajode él, encimade él,unidosporellíodesábanas,sinvernadaymuertosdelarisa.
—¡No puedo salir! —digo haciendo un esfuerzo por liberarme laspiernasapatadas—.¡Nopuedomoverme!
—Cojones—maldicedándonosotravezlavuelta,peroseequivocadeladoyderepentenohaycamadebajodenosotros.
—¡Ay! —grito cuando caemos al suelo con un estrépito. Me río amandíbula batiente y Miller tira y rebusca entre las sábanas intentandolocalizarme.
—¿Dóndediablosestás?—gruñe.Loúnico que veo es algodón.Algodónblancopor todas partes, pero
puedo olerlo y sentirlo y cuandome aparta la sábana de la cama con unúltimotaco,tambiénpuedoverlo.Medejasinaliento.
—Lodecaersedelacamaempiezaaconvertirseenunacostumbre—susurradándomeunbesodeesquimalantesdedejarme tontaconunbesoquevale todaunavidadeamory toneladasdeexquisitodeseo—.Sabesagloria.
Nuestras lenguas bailan con lentitud y nuestras manos exploran sinlímites. Tenemos los ojos abiertos, ardientes de pasión. Volvemos a estarsolos,Milleryyo,ennuestrapequeñaburbujadefelicidad,igualqueotrasmuchas veces antes. Sólo que ahora ya no hay un mundo cruelacechándonosahífuera.
Sehaacabado.Unanochequesehaconvertidoenunavida.Bueno,tambiénenmucho
másqueeso.—Memueroportushuesos,MillerHart—musitoensubocaysonrío
cuandonotoquesuslabiosseestiran.—Esomehacemuyfeliz.Seapartayrealizaunasecuenciademovimientos:parpadeadespacio,
entreabre un poco los labios y me mira con los ojos entornados,intensamente. Es como si supiera que todas y cada una de esas cosascontribuyeron a que me quedara fascinada con él desde el principio yquisiera recordármelas.No hace falta.Cierro los ojos y las veo.Abro losojosylasveo.Missueñosymirealidadseconfundenperoahoratodoestábien.Yanomeescondo.Esmíodedía,denoche,ensueñosydeverdad.Mepertenece.
—Meestás arrugandoel traje,midulceniña.—Lodicemuy serioysueltounaseñoracarcajada.Resultaqueahorasólolepreocupaelpañofino—.¿Quétehacetantagracia?
—¡Tú!—mepartoderisa—.¡Túytú!—Excelente—concluye tajante. Se levanta—. Eso tambiénme hace
feliz.—Mecogelasmanosymesienta—.Quierohacerunacosa.—¿Qué?—Calla —me dice ayudándome a que me ponga de pie—. Ven
conmigo.Me cogede la nucay cierro los ojos, saboreando su caricia; el calor
queemanadesupielseextiendepormipiel.Desdeelcuellohastalapuntadelospies.Estoyinmersaenelcalorylatranquilidaddesuscaricias.
—TierrallamandoaOlivia—mesusurraaloído.Abrolosojos.Sonríocon losojosentornadosydejoquemeconduzcaasuestudio.
Lasensacióndepazsemultiplicapormilcuandoentramos.—¿Quéhacemosaquí?—Unavezalguienmedijoquemeresultaríamuchomássatisfactorio
pintar algo de carne y hueso queme pareciera bello.—Me lleva hasta elsofá,mesientaymelevantalaspiernasylascolocaenelsofáasugusto—.Quierocontrastaresateoría.
—¿Vasapintarme?—Nomeloesperaba.Pintapaisajesyedificios.—Sí—contestacondecisión.Alucino.Cogeuncaballeteyloponeen
elcentrodelestudio—.Quítatelaropa.—¿Desnuda?—Correcto.—Nomemira.Meencojodehombros.—¿Alguna vez has pintado algo vivo? —pregunto sentándome y
quitándomelosvaqueros.Loquequierosaberessialgunavezhapintadoaalguien. Cuando me mira con ojos sonrientes sé que ha decodificado lapreguntayquesabeexactamenteaquémerefiero.
—Nuncahepintadoaunapersona,Olivia.Intentoquenosenotequeesungranalivioperomicaranocooperay
sonríodeorejaaorejasinquerer.—¿Estámalqueesomecomplazcaenormemente?—No.—Seechaareír.Cogeunlienzoenblancoqueestabaapoyado
enlaparedylocolocaenelcaballete.Estoy hablando con él por encima del respaldo del sofá, que está de
cara a la ventana, lejos de lo demás. ¿Cómo va a pintarme si no puedeverme?
Cuandovienemeestoyquitandolacamiseta,esperandoaqueledélavuelta al sofá para tenerlo de cara, pero no.Me ayuda a sacarme la ropainterior,despacio,ysepeleaconmicuerpohastaquemequedosentadaenelrespaldodeestemamotretoylospiesenelasiento.Estoydeespaldasalahabitación,mirandoelespectacularcielodeLondres.Sólolas lucesdelosedificiosloiluminan.
—¿Noseríamejorhacerlodedía?—pregunto.Dejo caer elpeloporloshombrosycolocolasmanosenelsofá,juntoamiscaderas—.Asíverásmejorlosedificios.
Meestremezcocuandoelcalordesualientomeroza lapiel,seguidodesuslabios.Mebesaenlaespalda,unhombro,lacolumna,yelhuecodedetrásdelaoreja.
—Sihubieraluztúnoseríaseltemaprincipal.Mecogelacabezaylavuelvehastaqueveosusojosazules.—Túeresloúnicoqueveo.—Mebesaconternuraymerelajoconlos
atentosmovimientos de sus labios—.Dedía o de noche, tú eres lo únicoqueveo.
Nodigonada.Permitoquemecolmedebesos.Mevuelvelacarahaciael ventanal yme deja sentada en el respaldo del sofá, desnuda y sin unapizcadevergüenza. Intentoadmirar elpaisajedeLondresdenoche, enelque normalmente me pierdo con facilidad, pero me distrae demasiado eloírlo trabajar detrás demí. Echo un vistazo por encima del hombro. Estácogiendo pinceles y pintura, un poco agachado, con el mechón rebeldehaciendodelassuyas.Sonríocuandosoplaparaapartárselodelafrente;nopuedehacerlo con lasmanosporque las tiene llenasdeutensilios.Ordenatodoloquenecesita,sequitalachaquetaysesubelasmangasdelacamisa.Perotodolodemássigueensusitio:elchaleco,lacorbata...
—¿Vas a ponerte a pintar con el traje nuevo puesto? —pregunto
mientrasarreglabotesypinturas.Esosíqueseríaunanovedad.—Tampocoesparatanto.—Nomeprestaatención,siguepreparándose
paralasesióndepintura—.Mírateelhombroizquierdo.Frunzoelceño.—¿Quememireelhombroizquierdo?—Sí.Seacercaymojaelpincelenpinturaroja.Losigoconlamiradahasta
que lo tengo justo detrás. Coge el pincel de punta fina y lo lleva a mihombro.Escribedospalabras.
TEQUIERO.—Aún no te lo he escrito en el izquierdo. No pierdas de vista esas
palabras.Mebesalacarasonrienteysevaotravez.Peronolomiroporqueno
pierdo de vista esas palabras. Son aún más bonitas que el paisaje deLondres.
No me muevo más que para pestañear. Veo cómo se mueve con elrabillodelojoperonoleveolacarayesomemolestaunpoco.Loqueestáhaciendo lo relaja y me alegro de serle de ayuda. Los segundos seconviertenenminutosylosminutosenhoras.Soyunaestatuayaprovechoestemomentodequietudparapensarentodoporloquehemospasadoyenloquenosdepararáelfuturo.
Unfuturoqueincluyeanuestrobebé,amimadreyamipadre.Nohaylugarparaelresentimiento.Empezaremosnuestranuevavidasinproblemas.Impolutayperfecta.Mimenteestá libredecosasmalasyasíseránuestravida.Ahoramismosólosientounapazabsoluta.Respirohondo,tranquila,serenaysonríoparamisadentros.
—Tierra llamandoaOlivia.—Su tono fluidoatraviesami felicidadymeexcita.
Siento el cosquilleo de su proximidad en la piel desnuda.Levanto lavistayloveodetrásdemí,sigueinmaculado.Nolehacaídoniunagotadepintura.
—¿Estabas pensando en mí? —Apoya las manos limpias en miscaderasymiespaldacontrasupecho,envolviéndomeentelacara.
—Sí. —Le cojo las manos, estoy un poco entumecida—. ¿Cuántotiempollevoasí?
—Unpardehoras.—Semehadormidoeltrasero.—Deltodo,eimaginoquelaspiernas
también.Mevaadolercuandomelevante.—Ven.—Melevantaymedejaenelsuelo,sinsoltarme,porsinome
tengoenpie—.¿Teduele?—Memasajeaelculoparaintentardevolverlelavida.
—Sólosemehadormido.Mesujetoa sushombrosmientras se tomasu tiempomasajeándome,
hastaquellegaamivientreycesanlosmovimientoscirculares.Mirahaciaabajoperonodicenadadurantemuchomucho tiempo.Lodejo tranquilo,felizdequemeestémirando.
—¿Creesquenuestrohijoseráperfecto?—preguntamuypreocupado.Mehacesonreír.
—En todos los sentidos —le digo, porque sé que será... igualito aMiller—.¿Hijo?
Memira,lebrillanlosojosdefelicidad.—Presientoqueserániño.—¿Cómoesqueestástanseguro?Meneaunpocolacabeza,nomuydispuestoasatisfacermicuriosidad.—Simplementelosé.Estámintiendo.Locojodelabarbillayloobligoamirarmealacara.—Explícate.Intentacerrarlosojosperolebrillandemasiado.—Lohesoñado—diceacariciándomeelpelo. Juegaconél, recoloca
algunosmechonesaquíyallá—.Mehepermitidosoñarcon lo imposible,comohicecontigo.Yahoratetengoati.
Relajoloshombros.Estoytranquila,contenta.Mecubrelabocaconlasuya.
Vaaadorarme.Lentamente,conternura,alestiloperfectodeMiller.—Necesitohacerteelamor,Olivia—mascullaenmiboca.Deslizalos
labios por mi mejilla, mi oído y mi pelo—. Agáchate.—Me coge de lacinturaydaunpardepasosatrás,tirandodemiscaderas—.Ponlasmanosenelsofá.
Asiento y me sujeto al respaldo del viejo sofá. Se desabrocha lospantalones. No está preparado para perder el tiempo desnudándose y meparece bien. Yo estoy como mi madre me trajo al mundo y Miller estácompletamentevestido,perosientoqueasíesmuchomáspoderosoyahoramismonecesitasentirsepoderoso.
—¿Estás lista para mí? —pregunta metiendo los dedos entre mismuslos y sumergiéndolos enmis jugos calientes. Lo invito a entrar, se losuplico.Gruñomirespuesta,quelaverdadesquesobra.Estoychorreando—.Siempre estás lista paramí—susurra besándome la columna antes delamermeelcuello.Sabecómomesientocuandonomedejaverlelacara.
Respirosumidaenelplaceryhagoloquemepide.Vuelvolacaraparaquemeveadeperfilyasípoderperdermeenél.Nomepreocupanoverleelpechodesnudo,mebastaconsucara.
—Mejor.—Saca losdedosymesientovacíayestafada,peronopormucho tiempo. Los reemplaza con la punta de su polla jugando con mientrada, humedeciéndome toda. Gimoteo y meneo la cabeza, suplicante.Sabeloquequiero—.Nodeseohacerteesperar,midulceniña.
Me lameteconunprofundogemidoyecha lacabezahaciaatrás sindejardemirarmealosojos.
Clavo lasuñasal sofáy tenso losbrazos. Irrumpeenmísin tenerenconsideracióneldañoquepuedehacerme.
—¡Mierda!—Calla—diceconvozgutural,letiemblanlascaderas—.Estoesuna
gozada.Sale de mi interior, temblando, y de inmediato se mete y con las
caderasdibujacírculoscontramiculo.Mefallalarespiración.—Meencantaesesonido.—Lasacaotravezymeembistedenuevo.
Noparodegemirydejadear—.Nosabeslomuchoquemegusta.—Miller—resoplointentandonomovermeporél.Meabrodepiernas
paradarlemejoracceso—.¡Dios,Miller!—Tegusta,¿verdad?—Sí.—¿Elmejor?—¡Dios,sí!—Estoy de acuerdo, dulce niña. —Está en racha, ha encontrado el
ritmoperfecto.Entra, sale,meneoyotravez igual—.Mevoya tomarmitiempocontigo—mepromete—.Toda...la...noche.
Meparecebien.Quieroestarpegadaaélparasiempre.—Empezamos aquí. —Me la mete hasta el fondo, grito y me echo
hacia adelante para disfrutar de la sensación—. Luego voy a hacértelocontralanevera.—Lasaca,cogeaire.Supechoseexpandebajolacamisay
elchaleco—.Enladucha.—Adentrootravez—.Enlamesadelestudio.—Muevelascaderascontramiculo,mepongodepuntillasygimo—.Enmicama.
—Porfavor—lesuplico.—Enelsofá.—¡Miller!—Enlamesadelacocina.—¡Mecorro!—Enelsuelo.—¡Dios!—Vasasermíaentodaspartes.«¡Bang!»—¡Aaaaah!—¿Quierescorrerte?—¡Sí! —Y cuanto antes. Estoy sudando y temblando. Cojo aire a
grandes bocanadas y tenso todos los músculos de mi cuerpo. Quiero eseorgasmoqueestáapuntodeestallarenmiinterior.Vaaserdelosgordos.Vaahacerquemecedanlaspiernasymequedeafónicadetantogritar—.¡Mecorro!—gritoasabiendasdequenohayformadepararlo.
—Quierovertelosojos—meavisa,sabequemetieneenloquecida—.Nolosescondasdemí,Olivia.
Rota las caderas sinparar, cadavez conmásprecisión.Es imposiblecomprenderlobienquesemueveyllevaelritmoamenosquetesometaasushabilidades.Yamímetienebiensometida.Locomprendodeltodo.Vaahacermesentireufóricayfeliz,adejarmelamenteenblanco.Sipudiera,gritaría.Trago saliva cuandonotoquepalpitay se agrandaenmi interior.Maldice.Éltambiénestáapunto.
—Necesito que nos corramos juntos. —Jadea aumentando el ritmo,chocando contra mi culo, clavándome los dedos en la cintura—. ¿Deacuerdo?
Asiento.Entornalosojosymeatraehaciasíconfuerza.Semenublalamente,unaoleadadeplacerinundamicuerpocomoun
maremotoycasimecaigoalsuelo.—¡Miller!—grito.Herecuperadolavoz—.¡Miller,Miller,Miller!—¡Joder,joder,joder!—bramaestremeciéndosemientrastirademíy
mebaja laespalda.Está temblandoy tiene losojoscerrados.Dejocaer lacabeza,agotada,sintiendocómomechorreapor laspiernasymecalienta.
Mecompleta—.Dios,Olivia.Eresunadiosa.Se desploma; la tela de su traje caro se empapa con el sudor demi
espalda.Respiraentrecortadamenteenmicuello.Estamos molidos, intentando recobrar el aliento. Me pesan los
párpadosperoséquenovaadejarmedormir.—Voyaadorartetodalanoche.—Sedespegademiespaldadesnuday
mevuelveensusbrazos.Mesecaelsudordelacaraymecolmadebesos—.Alanevera—susurra.
CAPÍTULO25
Medueletodo.EstoyescocidayespatarradaenlacamadeMiller,conlassábanasenrolladasenlacintura.Sientoelairefríodelahabitaciónenlaespalda.Estoypegajosayseguroquetengoelpelorevueltoyenredado.Noquieroabrirlosojos.Revivocadasegundodeanoche.Melohizoentodaspartes.Dosveces.PodríapasarmeunañodurmiendoperomedoycuentadequeMillernoestáamiladoypalpolacamaporsimiradarhafallado.Puesno. Me peleo con las mantas hasta que me quedo sentada en la cama,apartándomelamarañarubiadelacarasomnolienta.Noestá.
—¿Miller?—Mirohaciaelbaño.Lapuertaestáabiertaperonooigonada.Conelceñofruncido,meacercoalbordedelacamayalgometiradelamuñeca.
—Pero¿qué...?Tengouncordelblancodealgodónatadoalamuñeca.Locojoconla
otramanoyveoqueunodelosextremosesmuylargo,llegahastalapuertadeldormitorio.Conunasonrisaamediasyalgoextrañadamelevantodelacama.
—¿Quéestarátramando?—preguntoalvacío.Meenrollounasábanaalrededor del cuerpo y cojo el cordel con ambas manos. Sin soltarlo,empiezoaandarhacialapuerta,laabro,echounvistazoalpasilloyagudizoeloído.
Nada.Hagounmohín.Sigoelcordelblancoporelpasillo,sonrío.Llegoal
salóndeMillerperoelcordelnoacabaahíy semeborra la sonrisade lacaraalverquemedirigeaunodeloscuadrosdeMiller.
NoesunpaisajedeLondres.Esuncuadronuevo.Soyyo.Mellevolamanoalaboca,alucinadaporloqueestoyviendo.Miespaldadesnuda.Con la mirada recorro las curvas de mi cintura diminuta y mi culo,
sentadoenelsofá.Luegoasciendohastaqueveomiperfil.Semeveserena.
Conclaridad.Perfecta.Nohaynadaabstracto.Ahíestán todos losdetallesdemipiel,demi
perfil,ymipeloestáimpecable.Soyyo.Nohautilizadosuestilohabitualynohaemborronadolaimagenolahaafeado.
Excepto el fondo. Más allá de mi cuerpo desnudo las luces y losedificios sonmanchas de color, casi todas negras con toques de gris paraacentuar las luces brillantes. Ha capturado el cristal de la ventana a laperfecciónyaunqueparezcaimposible,mireflejoseveclarocomoeldía:micara,mipechodesnudo,mipelo...
Meneo la cabeza lentamente y me doy cuenta de que estabaconteniendo la respiración.Mequito lamanode labocaydoyunpasoalfrente.Eloleobrilla,noestásecodeltodo.Nolotocoaunquelasyemasdemisdedossemuerenpordibujarmicontorno.
—Miller...—susurro, asombrada por la belleza de lo que tengo antemí.Noporquemehayapintadoamí, sinopor la imagen tanbellaquehacreado mi hombre, tan apuesto y con tantos defectos. Nunca dejará desorprenderme. Su mente compleja, su fuerza, su ternura... Su increíbletalento.
Me ha pintado a la perfección, casi parece que estoy viva, pero merodeauncaosdepintura.Empiezoacomprenderunacosajustocuandomefijo en un pedazo de papel que hay en la esquina inferior izquierda delcuadro.LocojoconunapizcadereceloporqueMillerHarttienetendenciaapartirmeelcorazónporescrito.Lodesdobloymemuerdoellabioinferior.
Sonsólocincopalabras.Ymedejansinhabla.«Sóloteveoati.»Sumensajesetornaborrosoporquesemellenanlosojosdelágrimas.
Melassecofuriosaencuantocaenpormismejillas.Loleootravez,entresollozos,ymiroelcuadropararecordarsumagnificencia.Noséporqué.Yamesélaimagenylanotadememoria.Quierosentirfuegosartificialesbajola piel, necesito sentirlo, verlo. Me paso un momento suplicándole quevengaamíperoaquísigo,solaconelcuadro.
Entoncesrecuerdoelcordelatadoamimuñeca.Locojo,saleotrodedetrás del cuadro. Corto el queme une al cuadro y sigo el segundo a lacocina,dedondesaleunnuevocabo.MicazadeltesoronohaterminadoyMillernoestáenlacocina.Lamesaestáhechaunascoyhueleaquemado.
NoespropiodeMiller.Meacercorápidamente:hayunastijeras,restosdepapelportodaspartesyunaolla.Miroenelinterior,nopuedoevitarlo,soydemasiado curiosa. Tengo que contener un grito cuando veo los restoscalcinados.
En lamesa hay páginas sueltas, rotas y cortadas. Son las páginas deuna agenda. Cojo unas cuantas y las examino en busca de algo que meconfirmemissospechas.
Yloencuentro.LaletradeMiller.—Haquemadolaagendadelascitas—susurroydejoquelosrestosde
papelcaigansobrelamesa.¿Ynolosharecogido?Noséquémesorprendemás.Mepararíaapensarenestedilemasinofueraporqueestoyviendounafoto.Vuelvoasentirtodoloquesentílaprimeravezquelavi: lapena,ladesolación,larabiay,aunquesemellenanlosojosdelágrimas,cojolafotodecuandoMillererapequeñoylamirounbuenrato.Noséporqué,peroalgomeempujaadarlelavueltaapesardequeséquenohaynadaescritoaldorso.
Onolohabía.Ahí está la caligrafía deMiller y yo vuelvo a estar hecha unmar de
lágrimas.
Sólotú,enlaluzoenlaoscuridad.Venabuscarme,midulceniña.
Merepongoymeentraelpánicoperoporotromotivo.Dejoatrásel
papelchamuscadoycojoelcordel.Losigodeprisa,sinpararmeapensarnisiquieracuandomeconducealapuertadelapartamento.Salgo,tapándomeconlasábana,sigoelcordel...Ymeparoporquederepentedesaparece.
Entrelaspuertasdelascensor.—Ay,Diosmío—exclamoapretandoel botónde apertura comouna
loca.Elcorazónsemevaasalirdelpecho,latearitmodestaccatocontramiscostillas—.Diosmío,Diosmío,Diosmío.
Los segundos me parecen siglos mientras espero impaciente que seabran las puertas del ascensor.Aprieto el botón sin parar, sé queno sirveparanada,sóloparadesahogarme.
—¡Ábretedeunavez!—grito.¡Ding!
—¡GraciasaDios!El cordel que estaba suspendido en el aire cae amispies cuando las
puertasempiezanaabrirse.Los fuegos artificiales estallan. Es como un festival de pequeñas
explosionesquememareaymeatonta.Nisiquieraveobien.Peroahíestá.Meagarroalaparedparanocaermedelsusto.¿Oesdealivio?Estásentadoenelsuelodelascensor,conlaespaldapegadaalapared,
lacabezagachaylaotrapuntadelcordelatadaasumuñeca.¿Quédemonioshaceaquídentro?—¿Miller?—Meacerco,vacilante,preguntándomecómomelovoya
encontrarycómovoyalidiarconesto—.¿Miller?Levanta la cabeza. Abre los ojos muy despacio y cuando sus
penetrantesojosazulesseclavanenlosmíossemecortalarespiración.—Nohaynadaquenoharíaporti,midulceniña—suspiraalargando
lamanohaciamí—.Nada.Ladea la cabeza para que me meta en el ascensor y obedezco sin
pensármelodosveces,listaparareconfortarlo.¿Porquéestáenelascensor?Misterio.¿Porquésetorturaasí?Quiénsabe.
Locojodelamanoeintentolevantarloperomesientaensuregazosindarmetiempoareaccionaryasacarlodeesteagujero.
—¿Quéhaces?—lepregunto,conteniéndomeparanodiscutirconél.Mecolocacomoquiere.—Vasadarmeloquemásmegusta.—¿Qué?—preguntosinentendernada.¿Quiereloquemáslegustaen
unmalditoascensor?¿Conelmiedoquelestiene?—Telohepedidounavez—salta impaciente.Lodiceenserio.¿Por
quéestáhaciendoesto?Comonotengonadamásquedecirynomedejaquelosaquedeeste
agujeroinfernal,loenvuelvoentremisbrazosyloestrechocontramipecho.Nospasamosvariosminutosasí,hastaquenotoquedejade temblar.Y locomprendotodo.
—¿Te has metido aquí por voluntad propia?—pregunto, porque nocreoqueunotropieceyacabeporaccidenteenelascensor.
Nocontesta.Respirapegadoamicuello,elcorazónlelateaunritmoestable contrami pechoy no veo signos de pánico. ¿Cuánto tiempo llevaaquí dentro? Ya me enteraré. De momento, dejo que me abrace hasta la
saciedad.Laspuertassecierranyahorasíqueseleaceleraelpulso.—Cásateconmigo.—¡¿Qué?! —grito saltando de su regazo. No le he entendido bien.
Imposible.Noquierecasarse.Lomiroalacara.Aunqueestoyanonadada,veoquelatienebañadaensudor.
—Yamehasoído—contestasinmoverunpelo.Sólomueveloslabios,que se abren muy despacio cuando habla. Sus enormes ojos azules niparpadeanysemeclavanenlacaradepasmada.
—Cre...Creía...—Nohagasquemerepita—meadvierteycierrolaboca,sigomásque
sorprendida. Intento decir algo coherente. No me sale. Mi mente noresponde.
Me quedomirando su rostro impasible, esperando una pista quemeaclareloqueacabodeoír.
—Olivia...—¡Dilo otra vez!—exclamo a toda prisa, con excesiva brusquedad,
peromeniegoadisculparme.Estoydemasiadoaturdida.Normalmentemepongoborde en cuanto él se pone borde pero hoy no.Hoyno valgo paranada.
Miller respira hondo, extiende los brazos y tira de la sábana quemecubre el pecho para atraerme hacia él. Estamos frente a frente, unos ojosazulesresplandecientesyunosojosdecolorzafiroinseguros.
—Cásateconmigo,midulceniña.Sémíaparasiempre.Llevotantotiempoconteniendoelalientoquemeardenlospulmones.
Noqueríahacerelmenorruidomientrasélrepetíaloqueyocreíaquehabíadicho.
—Uuuuuf.—Sueltoelaireacumuladoenmispulmones—.Creíaquenoqueríascasartedemaneraoficial.
Me había hecho a la idea. Su palabra por escrito y su promesa mebastan.AligualqueMiller,nonecesitotestigosniunareligiónquevalideloquetenemos.
Aprietaloslabioscarnosos.—Hecambiadodeopiniónynohaymásquehablar.Lamandíbulamellegaalsuelo.¿Así,depronto?Lepreguntaríaquéha
cambiadopero creoque es evidenteynovoya cuestionarlo.MedijequeMillerteníarazónyrealmenteasílocreía.Talvezporqueteníasentido,talvezporqueparecíainflexible.
—Pero ¿por qué estás en el ascensor? —Pienso en voz alta. Estoyintentandoentenderloquepasa.
Pensativo, mira alrededor como si estuviera en peligro. Pero seconcentraenmí.
—Soycapazdehacercualquiercosaporti—dicecontotalseguridad.Loentiendo.Sipuedehaceresto,puedehacercualquiercosa.—Enmi vida hay orden y concierto,OliviaTaylor.Ahora soy quien
debo ser. Tu amante. Tu amigo. Tumarido.—Baja la vista ami vientre,maravillado,ydesusojosdesapareceelmiedo.Ahoraestánsonrientes—.Elpadredenuestrobebé.
Dejo quememire la barriga durante una eternidad.Me da tiempo aasimilarquesemehadeclarado.MillerHartnoesunhombrecorriente.Esunhombrealquees imposibledescribir.Creoquesoy laúnicaquepuedehacerlo. Porque yo lo conozco. Todo el mundo, incluso yo hace mucho,utilizóadjetivosquecreíanadecuadosparadescribiraMiller.
Distante.Frío.Incapazdeamar.Imposibledeamar.Nuncahasidoningunadeesascosas,aunquelohaintentadocontodas
sus fuerzas.Yconbastanteéxito.Repelía lopositivoy recibíaconbrazosabiertostodolomalo.Comoensuspinturas,afeabasubellezanatural.LasbarrerasdeMillerHarterantanaltasquecorríaelriesgodequenuncanadiepudiera saltarlas.Porqueasí era como lasquería.Yonohederribado solaesasbarreras.Él lashadesmanteladoconmigo, ladrilloa ladrillo.Deseabaenseñarmeelhombrequedeverdadqueríaser.Pormí.Nadaenelmundomeproducemásplacer o satisfacciónqueverlo sonreír. Parecemuypocacosa,losé,peroennuestromundonoloes.Cadasonrisaquemeregalaesunaseñaldeverdaderafelicidadyapesardesuaparienciafríaeimpasible,siempre sabré lo que piensa. Sus ojos son unmar de emociones y soy laúnicaquesabe interpretarlas.He terminadoelcursode iniciaciónaMillerHart yhe sacadomatrículadehonor.Peronomeengaño,no lohehechosola.Nuestrosmundoschocaronyexplotaron.Yo lodescifré a ély élmedescifróamí.
Anteséramosélyyo.Ahorasomosnosotros.—Puedes ser quien tú quieras —le susurro acercándome. Necesito
tenerlomáscerca.Una paz inimaginable se refleja en su rostro cuando volvemos a
mirarnosalosojos.—Quiero ser tu marido —dice con ternura, en voz baja—. Cásate
conmigo,OliviaTaylor.Telosuplico.Medejasinaliento.—Porfavor,nohagasquemerepita.—Pero...—Noheterminado.—Metapalabocaconundedo—.Quieroqueseas
míadetodaslasmanerasposibles,inclusoanteDios.—Peronoeresunhombrereligioso.—Lerecuerdoloevidente.—Siélaceptaqueeresmía,seréloquehagafalta.Cásateconmigo.Mederritodefelicidadymelanzoasusbrazos.Loquesientopormi
perfectocaballeronomecabeenelpecho.Mecogealvuelo.Meabraza.Mellenadeseguridad.—Comoquieras—susurro.Sonríecontramicuelloymeconstriñeconsuabrazodeoso.—Voyatomármelocomounsí—diceenvozbaja.—Correcto—susurro,sonriendocontrasucuello.—Bien.Ahorasácamedeestemalditoascensor.
EPÍLOGO
Seisañosdespués
Estátorcido,porlomenoscincomilímetros.Ymeestáponiendomalo.Metiemblanlasmanosytamborileoconlos
dedoscadavezmásrápido.«Estábien.Estábien.Estábien.»«¡Noestánadabien!»,bramoparamisadentrosymuevoelportátilun
pelínalaizquierda.Séquelasensacióndealivioquemeproducenotienesentido, lo sé, pero no entiendo por qué debo dejarlo tan horriblementetorcido cuando conun segundodemi tiempopuedo colocarlo como tieneque estar. Frunzo el ceño y me pongo cómodo en mi sillón, me sientomuchomejor.Laterapiaestáhaciendomaravillas.
Unos golpecitos hacen queme olvide del ordenador.Me invade unamezcladefelicidadyunsinfíndeemocionesquehacenexplotarlosfuegosartificialesquesientobajolapielcuandolatengocerca.
Midulceniña.Estáaquí.Sonrío,cojoelmandoadistanciaypresionoelbotónquehaceaparecer
laspantallas.Tardanunaeternidadperonomepreocupaquesepresentesinavisar.Tieneelcódigo,peromeesperará.Comohacesiempre.
Las pantallas se encienden y suspiro cuando la veo en el monitorcentral. Su cuerpominúsculo vestido con unos pantalones capri negros yunacamisablanca.Elpelolecaecomounacascadaporloshombros.Podríaponerlospiesencimadelamesa,recostarmeenelsillónypasarmetodoeldía observándola. Pero no voy a manchar la mesa con la mugre de miszapatos y no hay terapia en elmundo que vaya a cambiar eso.Apoyo lacabeza en el respaldo del sillón, doy golpecitos con el mando en elreposabrazosysonríoalverlelospies.Elcolordeldía:coral.Laverdadesquehacenque suelegante ropade trabajoparezcamenos formal,peronoimporta.Miniñatieneporlomenoscincuentaparesyvoyaañadirmuchosmása la colección.Nopuedoevitarlo.Cadavezqueveouncolornuevo,entroenlatiendaysalgoconunacajaodosbajoelbrazo...Avecestres.SeleiluminalacaracadavezquelecomprounasConversenuevas.Dehecho,
creoqueestoyunpocoobsesionadoconencontrartodosloscoloreshabidosy por haber.Arrugo la frente. ¿Sólo un poco?Vale, sí, de vez en cuandobusco en Google y me reservo un día o dos para la busca y captura dezapatillasConverse.Peroesonosignificaqueestéobsesionado.Loquepasaesquemeentusiasma.Sí,meentusiasma.Mequedoconesoyqueledenalpsicoterapeuta.
Asientodándomelarazónyvuelvoaconcentrarmeenlapantalla.Unmechónrebeldemehacecosquillasenlafrenteymelopeinoconlamano.Suspiro.Miesposaeslavivaimagendelaperfección.Meacaricioellabiosuperiorconelíndicepensandoentodoeltiempoquemehereservadoestanoche para adorarla. Y mañana por la noche. Y pasado mañana. Sonríopreguntándomeenquéplanetavivítodosesosaños.Sabíaqueunanochenoibaasersuficiente.Yestoysegurodequeellatambiénlosabía.
Loestoyesperando.Yallega.Notardará.—Allávamos.—Sonríocuandomiraa lacámaraydejacaerelpeso
sobre la cadera.Ya está harta. Pero yo no.Nimemuevo, la voy a haceresperar—. Un minuto, mi dulce niña—musito—. Dame lo que más megusta.
Lapollamepalpitaenlospantalonescuandoponelosojosenblancoycambiodeposturaparaquedejede empujar contramibragueta.Leda laespaldaalacámara.Sueltoelairequesemehabíaquedadoatascadoenlospulmoneseintentorecobrarelaliento.Nofunciona.
—Señor,ayúdame.Extiendelaspiernasyflexionaeltorsomuydespacio.Poneelculoen
pompaylateladesuspantalonessetensasobresusnalgas.Mientrepiernase vuelve loca cuando mi mujer echa la vista atrás con una minúsculasonrisa.
—¡Diossanto!Melevantodeunsaltoycorrohacialapuerta.Derrapoyfrenoantesde
queconlasprisassemeolvideunacosamuyseria.Empiezoaalisarmeeltraje.Meresistoamirarlo.Mearregloelcuellode lacamisay lacorbata,estirolasmangas.Nofunciona.
—¡Mierda!Echolacabezahaciaatrásyladejocaersobreelhombro.Elmandoa
distancianoestáensusitio.Tengoquevolveramisillón,quetampocoestá
comotienequeestarporquemehelevantadodemasiadodeprisa.«Déjalosasí.Déjalosasí.Déjalosasí.»Nopuedo.Midespachoeselúnicolugarsagradoquemequeda.Cojo el mando y lo guardo en el cajón superior de la mesa de
escritorio.—Perfecto—exclamo,listoparaarreglarelsillón.Toc,toc.Giro la cabeza hacia la puerta y por alguna razón me siento muy
culpable.Hastaqueoigosuvozsedosaalotrolado.—¡Séloqueestáshaciendo!—canturrea,estáapuntodeecharseareír
—.Noteolvidesdelsillón,cielo.Cierrolosojoscomosipudieraescondermedemiscrímenes.—Nohace faltaque tepongas impertinente—mascullo.Laamoy la
odio,meconocedemasiadobien.—Contigonuncaestádemás,MillerHart.Abrelapuertaolaabroyo.—¡No!—grito empujando el sillón contra lamesa—. Sabes queme
gustaabrirtelapuerta.—Puesdateprisa.Tengoqueestudiareirmeatrabajar.Meacerco a la puerta.Mearreglo el traje ymepaso lamanopor el
pelo,enfadado.Cojoelpicaporteperonoabro.—Dimequenovasachivarte.Tengoquecontenermeparanoabrirlapuertaantesdequedigaquesí.
Escomounimánysólolapuertaseinterponeentrenosotros.—¿A tu psicoterapeuta? —pregunta muerta de risa. Mi polla se
revuelveenmientrepierna.—Sí.Prométemequenoselovasacontar.—Teloprometo.—Hasidofácil—.Quierosaborearte.Abrolapuertaymepreparoparasuataque.Meríocuandosucuerpo
chocacontraelmíoatodavelocidad.Loquemásmegustadurapoco,mebesalasombradelacaraymehundelalenguaenlaboca.
—Es posible que se me escape por accidente —susurramordisqueándomeylamiéndomeloslabios.
Lesigoeljuego.Sonrío.—¿Cuántovaacostarmetusilencio?—Todaunanochedeadoración—afirmasintardanza.—Tampocoesquetengaselección.
Rodeosuestrechacintura,melallevoalsofá,mesientoylacolocoenmi regazo sin que ella suelte mi boca ni un segundo. Es un besomaravilloso.
—Noquierotenerelección.Estoydeacuerdo,estadiscusiónnotienesentido.
—Chica lista.—Parezco un arrogante. Lo mismo da—. Gracias porpasarteasaludar.
Interrumpenuestrobeso.Protesto conungruñidopero semepasa eldisgustoencuantoveosupreciosacara.Enroscolosdedosenlosmechonesrubiosdesupelo.
—Me das las gracias todos los días, como si viniera por gusto —susurra.
Arqueolascejas.—Nunca te hago hacer nada que sepa que no quieres hacer —le
recuerdo.Meencantacuandomemiraindignada—.¿Osí?—No—dice alargando la palabra, al límite de su paciencia—. Pero
éste es uno de esos hábitos obsesivos tuyos que interfiere conmi jornadalaboral.Hablarécontuterapeutaparaqueseencarguedecorregirlo.
Resoplo.—Silointenta,prescindirédesusservicios.Nopuedonegarqueheadquiridomaníasnuevaspero tambiénmehe
libradodeunascuantas.Nodeberíacastigarmesinorecompensarme.Estaveznoseponechula,aunqueséquesemuereporsoltarmeunade
susperlas.Peroinclusomimujersehadadocuentadequepormuchoqueme envíe a eso que ella llama terapia no voy a cambiar ninguno demishábitos relacionados con ella.Además, sé que disfruta con lamayoría deellos.Noséporquéfingequelemolestan,quesonunestorboensuvida.
Comonodicenadatengotiempoparacomérmelaconlosojos.Esunplacer. No he visto nada tan perfecto en mi vida. Bueno, hasta que meacuerdodelniñomásadorabledelmundo.
—¿Enquéestáspensando?—pregunta ladeandolacabeza.Nopuedesermásguapa.
—Estoy pensando que mi hombrecito y tú sois absolutamenteperfectos.
Loszafirosresplandecientesmemiranmal.—Hablandodetuhombrecito...Seacabólobueno.
—¿Quéhahechoahora?Seme ocurrenmil cosas y rezo para que no haya dadomuestras de
comportamientoobsesivo.—LeharobadoloscalcetinesaMissy.Quéalivio.¿Otravez?Estoyintentandonoreírme.Deverdad.—¿Porqué?Yoséporqué.Oliviamemiracomosifueratonto.—Porquenocasaban.—Aellanolehaceningunagracia.—Lecomprendo.Mepegaunmanotazoenelhombroymelanzapuñalesconlamirada.
Pongocaradequemehahechomuchodañoymefrotoelhombro.—Notienegracia.Suspirohondo.¿Cuántasvecesvamosatenerestaconversación?—Ya se lo he dicho. Basta con que les digan a todos los niños que
tienenquellevarloscalcetinesiguales.Esmuysencillo.Deverdad,tampocoestandifícil.—Miller,seplantaenlapuertayhacequelosdemásniñosleenseñen
loscalcetines.Asiento.—Esmuyconcienzudo.—Omuymolesto.Lospellizcosiloscalcetinesnocasan.¿Quieresira
explicarlesalospadresporquésushijosvuelvendelcolegiosincalcetines?—Síytambiénlesdirécómosolucionarelproblema.Suspira,harta.Noséporqué.Comosiempre,ledamilvueltasatodoy
novoyatolerarquelospadresdeloscompañerosdecolegiodemihijolaconvenzandequeanuestrohombrecitolepasaalgoraro.
—Yameencargoyo—leaseguromirandosusmechonesrubiosentremisdedos.Frunzoelceñoylamiroalosojos—.Hoyestásdistinta.—Nosécómonomehedadocuentaantes.
Mepreocupocuandoelsentimientodeculpabrillaensusojosdecolorzafiro,selevantaysepasaunaeternidadarreglándoselaropa.
Melevantoyentornolosojos.—Conozcoamidulceniñaalaperfecciónyséqueeresculpablecomo
elpecado.Sufamosobríoentraenacciónyme lanzaunamiradaasesinade las
queasustan.
—¡Sólohansidodosdedos!¡Losabía!—¡Tehascortadoelpelo!—¡Teníalaspuntasabiertas!—mediscute—.¡Parecíapeloderata!—¡Deesonada!—protesto,mordiéndomeellabio—.¿Porquémehas
hechoeso?—¡Notehehechonada!¡Esmipelo!—¡Ah!—Merío,ultrajado—.¿Conqueésastenemos?Arrancohaciaelcuartodebaño.Séquevendrádetrásdemí.—¡Noteatrevasahacerlo,Miller!—Tehiceunapromesayyosiemprecumplomispromesas.Abroelarmarioysacolamaquinilladecortarelpelo.Laenchufode
malamanera.¡Sehacortadoelpelo!—¡Dosdedos!¡Sólohansidodosdedos!¡Todavíamellegaalculo!—¡Mipropiedad!—bramo llevándome lamaquinilla a la cabezacon
intencióndecumplirmipromesa.—Deacuerdo—dicemuytranquila.Nomeloesperaba—.Aféitatela
cabeza.Teseguiréqueriendoigual.Lamiroconelrabillodelojo.Estáapoyadaenelmarcodelapuerta,la
mardechula.—Voyahacerlo—laamenazoacercandolamaquinillaamicabeza.—Sí,esohasdicho.—Meestáprovocando.—Vale.—Echolacabezahaciaatrás.Acercolamaquinillaymemiro
al espejo.Las cuchillas rozanmis rizososcuros,que tantomegustan.Meestoyponiendonervioso—.Joder—digomástranquilo.Nopuedohacerlo.Contemplo mi reflejo, vencido, intentando convencerme de que he dehacerlohastaqueveosuimagendetrásdelamía.
—Todavíamefascinas,MillerHart.—Meacariciaellóbulodelaorejasindarleimportanciaasuvictoria—.Sólohansidolaspuntas.
Suspiro.Séqueestoyexagerandoperomecuestaserracional.—Yotambiéntequiero.Déjamesaborearte.Obedece.Secolocaentreellavaboyyoydejaqueladisfrutetodoel
tiempodelmundo.—Tengo que irme a trabajar —dice perturbando mi felicidad y
dándomeunbesoenlanariz.—Tomonota.—Ladejomarchar—.Mihombrecitoyyoiremosavera
laabueladespuésdelcolegio.
—Estupendo.—Yluegoiremosaveraesadichosaterapeuta.Sonríedeorejaaorejaymeabrazaconfuerza.—Gracias.Nodiscuto.Pormuchoqueproteste,nopuedonegarqueme lopaso
bienallíconmihombrecito.—¿Bailasconmigoantesdeirte?—¿Aquí?—No. —La cojo de la mano. Me encanta cuando se muere de
curiosidad.Lallevoalclub.—Miller,tengoqueirmeatrabajar—insisteconunasonrisa.Séqueno
tiene prisa. Poco importa.No tiene elección.Yadebería saberlo.Nohagocaso de sus protestas y la pongo exactamente en el centro de la pista debaile,learregloelpeloymeacercoalatarimadelDJ.Hayunmontóndebotonesydeinterruptores.
—¡Mierda! —maldigo por lo bajo y los toco todos hasta que seencienden losaltavoces—.¿Qué teapetece?—lepreguntobuscandoentrelalistainterminabledecancionesqueapareceenlapantalladelordenador.
—Algoanimado.Meesperaundíamuylargo.—Comoquieras—contestoyencuentrolacanciónperfecta.Sonrío,la
pongoyElectricFielddeMGMT suena en el club. Está sonriente. Es lomásbonitodelmundo.Perosólomuevelaboca.Sabequenodebemovernadamáshastaqueyollegue.
Mirosusarrolladoresojosdecolorzafiro,bajodelatarimaycaminohacia ella. Que Dios la bendiga. Se nota que se muere por empezar amoverse al ritmo de la música. No lo hará. Me tomo mi tiempo, comosiempre.Bajalabarbillayentreabrelaboca,conlosojosentornadosylaspestañaslargascomoabanicos.
Quieredecirmequemedéprisaperonolohará.Saboréalo.Despacio,siempre. Saboreo cada nanosegundo que tardo en llegar a su lado,disfrutandodesubellezanaturalyexquisita.
—Miller —suspira con la voz cargada de sexo, deseo, lujuria eimpaciencia.
—Quierotomarmemitiempocontigo,midulceniña.Me pego a su cuerpo, siento los latidos fuertes y constantes de su
corazón.Lerodeolacinturaconelbrazo,tiroylaaprietocontramí.Explotode
felicidadcuandomededicaunasonrisatraviesa.—¿Listaparaqueteadoreenlapistadebaile?—Lista.Ledevuelvo lasonrisay lasostengoconunamano.Ellameecha los
brazosalcuelloymeacerca lacaraa lasuyamientrasrestriegaelvientrecontrami entrepierna al ritmo de lamúsica. Para cuando la canción hayaterminadoestarádesnudaenelsuelo.Mipollapalpita,gritándomequemedéprisa.
Abrolaspiernasyflexionounpocolasrodillasparaquenuestrascarasesténalamismaaltura.Ellasigueelritmodemiscaderasyseaseguradequenuestrasentrepiernasnoseseparan.
Sonríoylamiroalosojos.Nonosmovemosdelsitiohastaquedoyunpasoatrásyellamesiguemientrasbalanceaelcuerpodeunladoaotro.
—Dimequevalelapenallegartardeporesto—susurrorestregándoleelpaquetecuandotardaenresponder—.Dímelo.
Aprietaloslabiosyentornalosojos.—¿Vasaañadirloatulistadecostumbresobsesivas?Sonrío.—Talvez.—Esoesquesí.Meechoareírydamosvueltas.Nuestroscuerposseseparanylacojo
delamano.Sueltaungrititoyseríecuandolaatraigohaciamíhastaqueestamosnarizconnariz,sinmovernos,conlamúsicadefondo.
—Correcto.Leplantounbesoenlabocaquenosdejaalosdossinaliento.Ledoy
unavuelta,supelorubioseabrecomounabanicoenelaire.Seríe,sonríeysusojosdecolorzafirobrillancomoestrellas.Tengounasuertequenomelacreo.Enmimundoyanohayoscuridad,sóloluz.Ytodograciasaestahermosacriatura.
Estoy tan sumido en mis pensamientos que pierdo la capacidad debailar. La atraigo de nuevo haciamí, la abrazo.Necesito lo quemás nosgusta.Nolasueltoenunbuenratoyellanoprotesta.Mirealidadavecesmegolpeacomounmartilloytengoquecomprobarquetodoamialrededoresdeverdadyesmío.Loquemásmegustaeslamejormaneradehacerlo.El problema es que nuncame canso de tenerla a salvo enmis brazos.Niaunqueestuviéramosasítodalaeternidad.
La música se acaba pero yo sigo abrazándola con fuerza,
balanceándonosaunladoyaotro.Noprotestayséquenovaapedirmequelasuelte.Mearmodevalorymeseparodeella.
—Vete a trabajar, mi dulce niña —le susurro al oído y le doy unapalmadaen el culo amododedespedida.Mecuestaunmundoquedarmedondeestoyynoirmeconella.Todoslosdíasigual.Intentonohacercasodeldolorquesientoenelcorazóncadavezquesealejademí.Lointento.Nunca loconsigo.Novolveréaestarcompletohastaquevuelvaaverlaymedéloquemegusta.
Mirotodoslospiesquedesfilanantemíenbuscadetobillosdesnudos.Meneolacabeza.Esintolerablelacantidaddeniñosquesalenalacalleconcalcetines desparejados. ¿Qué tiene de malo que mi hombrecito quierasolucionarlo?Lesestáhaciendounfavor.
Estoydepie junto a lapuerta, con lasmanosen losbolsillos.Nimemolestoendevolverleslasonrisaatodaslasmujeresquepasanjuntoamícon sus hijos de la mano. Si les sonriera establecería contacto con esasextrañas, les daría pie a hablar, a hacerme preguntas, a conocerme. No,gracias.Asíquemantengomiexpresióndeestoicismoysólopermitoquemismúsculosfacialessemuevancuandoloveo.Sonríoalverlosalirconlamochilaenlaespalda,lacamisadeRalphLaurenmetidaenlospantalonescortosgrisessincuidadoyloscalcetinesmarinosderayassubidoshastalarodilla.LlevaunasConversegrisestobillerasconloscordonesdesatadosylosrizosnegrosenmarañadoslecaenhastalasorejas.Mihombrecito.
—Buenas tardes, caballero—lo saludo agachándome para atarle loscordones—.¿Haspasadounbuendía?
Ha heredado los ojos de las chicas Taylor: son azul marino,resplandecientes.Indignados.
—Cincopares,papá—medice—.Esinaceptable.—¿Cinco?—Sueno sorprendido porque lo estoy. Tiene que haberse
metidoenunbuenlío.Lomiroconlosojosentornadosyterminoconsuscordoneras—.¿Yquéhashechoalrespecto,Harry?
—LeshedichoquepidancalcetinescomoregalodeNavidad.Meríoylocojodelamano.—Tenemosunacitaconlabisabuela.Gritadeemoción.Mehacereír.—Vamos.—Lo cojo de lamanita y echo a andar pero oigo queme
llaman.—¡SeñorHart!Miroaminiñocon lacabeza ladeadaperoponecaradepóquery se
encogedehombros.—Nohepodidoconcentrarmeenclasededibujo.—¿Les has dicho que pidieran calcetines como regalo deNavidad y
hashechoquesequitaranloscalcetinesdesparejados?—Correcto.No puedo evitarlo. Sonrío y la luz blanca y brillante explota a mi
alrededorcuandomihombrecitomedevuelvelasonrisa.—¡SeñorHart!Me vuelvo con mi niño de la mano. Su maestra camina
apresuradamentehacianosotros.Llevaunafaldadefloresquelellegaalostobillos.Estállenadearrugasdelacabezaalospies.
—SeñoritaPhillips—suspiroparaqueveaqueestoycansadoantesdequeempiececonelsermón.
—SeñorHart,séqueesustedunhombreocupado...—Correcto—lainterrumpo,paraquelequedeclaro.Serevuelvenerviosa.¿Seharuborizado?Laobservoconcuriosidadun
instante.Sí,seharuborizadoyestáhechaunmanojodenervios.—Sí,verá...—Extiendelamanoparamostrarmeunapelotadetrozos
depunto.Calcetines—.Losheencontradoenelbañode loschicos.En lapapelera.
Conelrabillodelojoveoquemihombrecitolosmiraconcaradeasco.—Yaveo...—musito.—SeñorHart,estoempiezaaserunproblema.—Aversi laheentendido—empiezoadecir,pensativo,apartandola
vistadelgestoderepugnanciadeHarry—.Creoqueloquehaqueridodeciresqueempiezaaserunamolestia.
—Sí. —Asiente con decisión, mirando a mi hijo. No me sorprendecuandolecambialacara:lafrustracióndesapareceylededicaaminiñounatierna sonrisa—. Harry, tesoro, no está bien robarles los calcetines a tuscompañeros.
Harryestáapuntodecogerunberrincheperointervengoantesdequetengaqueexplicarse...otravez.Tieneunacompulsión.Sólouna:emparejarcalcetines.Mealegrodequenotenganingunamásperonoquieroquitarleésa. Forma parte de él. No tengo nada que temer. El alma de Olivia ha
eclipsadotodamioscuridad.—SeñoritaPhillips,aHarrylegustanloscalcetinesemparejados.Yase
lohedichootrasveces.Odiorepetirmeperoharéunaexcepción.Pídalesalos padres que hagan lo correcto y les pongan a sus hijos calcetines delmismopar.Noestandifícil.Además,noentiendocómolosdejansalirdecasaconloscalcetinesdesparejados.Problemaresuelto.
—Señor Hart, nome corresponde a mí decirles a los padres demisalumnoscómodebenvestirasushijos.
—No,peroparecequesíquelecorrespondeveniradecirmeloquemihijovaatenerqueaguantarenelcolegio.
—Pero...—Noheterminado—lainterrumpoconbrusquedadylevantoundedo
paraqueguardesilencio—.Todoelmundoleestádandodemasiadasvueltasaesteasunto.Calcetines iguales.Esasídesencillo.—Rodeo loshombrosdeHarry con el brazo yme lo llevo—.Y serámejor que no volvamos ahablardeltema.
—Estoydeacuerdo—añadeHarry.Mepasaelbracitoporelmusloyseabrazaamipierna—.Gracias,papá.
—Nomedeslasgracias,muchachote.Ledigoenvozbajaymepreguntosisemeestápegandolaobsesión
deHarry.Amenudome pongo amirar los tobillos de la gente sin darmecuenta,inclusocuandomihijonoestáconmigo.Elmundonecesitalibrarsedeloscalcetinesdesparejados.
—¿Dóndeestáminiño?—NosrecibelavozjovialdeJosephinedesdelacocina.EntramosenelrecibidoryHarrysequitalasConverseylasdejaconpulcritudbajoelperchero.
—¡Aquí, bisabuela! —contesta colocando la mochila junto a suszapatos.
Josephineaparecesecándoselasmanosenunpañodecocina.Dagustoverla.
—Buenastardes,Josephine.Me quito la chaqueta y la cuelgo del perchero. La aliso antes de
volvermehacialaextraordinariaabueladeOlivia.Mecogedelasmejillasy
meplantadossonorosbesosmientrasHarryesperasuturno.—¿Hoycuántos?—pregunta.—Cinco.—¡Cinco! —exclama y asiento. Murmura algo sobre que es una
vergüenza.Tienerazón—.Meencantaquevengáisaverme.MedejalacarallenadebabasymiraconsusojosazulmarinoaHarry.
Siemprelededicaunaenormesonrisaasubisabuela.—¿Ycómoestáminiñoguapo?—De maravilla, gracias.—Se lanza a sus brazos abiertos y se deja
achucharencantado—.Estásguapísimahoy,bisabuela.—¡Michicarrón!—Seechaareírylepellizcalasmejillas—.Eresmás
guapoqueunsol.Harry sigue sonriéndole a Josephine, que lo cogede lamanoy se lo
llevaalacocina.—Hehechotutartafavorita—ledice.—¿Tatíndepiña?—Harrynocabeensídegozo.Senotaporlailusión
conlaquelohadicho.—Sí,cariño.PerotambiéneslatartapreferidadeltíoGeorge.Tendréis
quecompartirla.Los sigo sonriendocomoun locopordentro.LediceaHarryque se
siente.—Hola,George—saludaHarrymetiendo el dedo en un lateral de la
tarta.Nosoyelúnicoquetuerceelgesto.Georgeestáhorrorizado.El anciano deja el periódico en la mesa y mira a Josephine, que se
encogedehombrossindarle importancia.Se loconsiente todo.Me tocaamí.
—Harry,esoesdemalaeducación—loriñoperomecuestaporqueseestáchupandolosdeditosconlalengua.
—Losiento,papá.—Agachalacabeza,avergonzado.—Llevoveinteminutosmirandolatarta.—Georgecogeelcuchillode
servir y se dispone a cortar un trozo para cada uno—. La bisabuelaJosephinetambiénmeriñesiemprequemetoeldedo.
—¡Esqueestámuy rica! ¿Teapeteceunpoco,papá?—mepreguntaHarryyaceptoelplatoquemeponedelante.Luegosecolocalaservilletaenelregazoymemiraconsuspreciososojosazules.Sonríe.
Mesientoasuladoylealborotoelpelo.—Meencantaría.
—George,papátambiénquiereuntrozo.—Oído,muchachote.George me sirve un trozo de la famosa tarta tatín de Josephine.
Reajusto la posición de mi plato sólo un poco a pesar de que no queríahacerlo.Esunacostumbre.Nopuedoevitarlo.Miroaminiño,ysonríealverqueyotambiénmepongolaservilletaenelregazo.
Esperfecto.Miniñovaadelantadoentodo.Eslistoynodamuestrasdepadecerun
trastorno obsesivo-compulsivo. Todo el mundo tiene derecho a tener unapeculiaridad.LadeHarrysonloscalcetines.Nopodríaestarmásorgullosodeél.Semecaelababa.Leguiñoelojoymemuerodefelicidadcuandoseechaareírlamardecontentoeintentadevolvermeelguiño,aunquecierralosdosojosenvezdesólouno.Vale,puedequenovayatanadelantadoentodo.
—Adelante,apuestocaballero...Josephine se sienta al otro lado de Harry y empuja la cuchara para
invitarloaqueselanceaporlatarta.Inmediatamenteellamismasepegaunmanotazoyvuelveacolocarlacucharilladondeestaba.
—¡Bisabuela Josie!—exclama escandalizado—. ¡A papá no le gustaquecambieslacucharilladesitio!
—¡Huy,perdón!—Josephinememiraconcaradeculpabilidadymeencojodehombros.Aestasalturasyadeberíasaberlo—.¡Conlobienqueiba!
—Nopasa nada,Harry.—Aplaco la ira demi niño—.A papá no leimporta.
—¿Seguro?—Segurísimo.Cambioeltenedordesitioyseechaareír.Esmúsicaparamisoídosy
alivialasganasquetengodeponerlodondeestaba.Mecontengo.Nopuedever lomuchoqueme incapacitamiobsesión.Creoquemihijoeselniñomásdesordenadodelmundo.MeparecequeDiosestáintentandoencontrarelequilibrio.
Georgetambiénseríe,sellevalasmanosalregazoymiraaJosephinemuyserio.
—BisabuelaJosephine—dicemeneandolacabeza—,estásperdiendolamemoria.
—¡Ytúestáschocho!—diceporlobajoysedisculpaencuantoHarry
yoempezamosatoser—.Perdón,muchachos.Se levanta de la mesa y se sienta al lado de George, que parece
aterrado.Hacebien.—¡Mira, Harry! —grita entusiasmada señalando un rincón de la
cocina.Harrysonríeymirahaciadondeseñalalaabuela.YotambiénsonríocuandolamuypícaraledauncachetealbuenodeGeorge.
—¡Ay!—Sefrotalacabezaconunmohín—.Tehaspasadounpoco.Nodigonimu.NosoytantontocomoGeorge.—¿Yahas terminadodereñiraGeorge,bisabuela?—preguntaHarry.
Esunapreguntatanmonaquetodossonreímos,inclusoelpobreGeorge—.Porquetengohambre.
—Yaheterminado,Harry.Masajea el hombro de George con afecto, es su forma de hacer las
paces,ytomaasiento.—Quéalivio—suspiraGeorge,quesemuereporcogerlacucharilla—.
¿Podemosempezarya?—¡No!—gritaHarry,queyapuedevolveramiraraloscomensales—.
Tenemosquecerrartodoslosojosparabendecirlamesa.Obedecemosalinstanteyhaceloshonores.—Gracias,Señor,porlastartasdelabisabuelaJosephine.Graciaspor
darme los mejores papás del mundo, y por la abuela Gracie, el abueloWilliam,labisabuelaJosie,eltíoGregory,eltíoBenyelbuenodeGeorge.Amén.
Sonríoyabrolosojosperovuelvoacerrarlosalinstanteporquegrita:—¡Esperad!Frunzoelceñoymepreguntoporquiénmásquieredarlasgracias.No
semeocurrenadie.Esperoaquecontinúe.—Yporfavor,hazquelasmamásylospapásdetodoslosniñosdela
tierrallevenloscalcetinesiguales.Sonríoyabrolosojos.—Amén —exclamamos todos al unísono. Todo el mundo coge su
cubierto y empezamos a comer, sólo queHarry tienemuchamás hambrequeyo.
—Bisabuela,¿puedopreguntarteunacosa?—diceconlabocallena.—¡Puesclaro!¿Quéquieressaber?—¿Porquépapádicequeeresundiamantedeveinticuatroquilates?Josephine se echa a reír, igual que George y yo. Es una pregunta
curiosa.—Porque soy especial —dice Josephine mirándome con cariño un
instante antes de volver a terminar de contestarle a mi hijo—. Eso teconvierteatienundiamantedetreintayseisquilates.
—Mamádicequesoymuyespecial.—Mamátienerazón—confirmaJosephine—.Eresmuymuyespecial.—Estoydeacuerdo—añado.Georgeseterminasuprimeraración.No
contribuiráalaconversaciónmientrasestécomiendo.Se hace el silencio mientras todos saboreamos la deliciosa tarta de
Josephine.Ha conseguido que amiHarry no se le borre la sonrisa de lacara.Sumadretieneunefectoextrañoenmíperoestehombrecitohacogidoelmundoqueellallenódeluzylohaconvertidoenunabellezacegadora.Con él todo es perfecto sin necesidad de hacer que lo sea.Más omenos.Vale, en nuestra casa parece que ha caído una bomba de piezas de Lego.Dejamosatráslospañales,losbiberonesylosmalditosjuguetesruidososyempezamos con el lego, los platos de plástico y los cubiertos romos.Sobreviviré.Creo.
—¿Llegamostarde?ApareceGreg, seguido deBen. Los dos estánmás contentos que de
costumbre.Algopasa.—¡TíoGregory!¡TíoBen!—Harryselevantacomounrayoycorrea
saludarasustíospostizos.—¡Harry! —Greg lo coge en brazos y se lo echa al hombro con
elegancia—. Tenemos un notición —le dice Gregory entusiasmado ymirandoasupareja,queleguiñaelojoantesderobarleaHarry.
Yanocabelamenorduda:¿unnotición?Mereclinoenelrespaldoconlosbrazoscruzados.
No tengo que preguntar porque ya lo hace mi hijo. Siente tantacuriosidadcomoyo.
—¿Quénotición?—EltíoBenyyovamosatenerunbebé.Me contengo para no atragantarme. George se ha atragantado de
verdad.—¡Que me aspen! —farfulla con la boca llena de tarta mientras
Josephineseapresuraadarlegolpecitosenlaespalda.Mesientomuyerguido.Misorpresasetransformaenasombrocuando
veodarunpasoatrásaHarryyunmechón rebelde lecaesobre la frente.
MenealacabezayBenlodejaenelsuelo.—¿Yquiénserálamamá,tíoGeorge?Casiescupolacomida,igualqueJosephineyGeorge.PeroGregyBen
sonríenconcariñoalpequeñotocapelotas.—No tendrámamá—diceGregacuclillándosepara estar a lamisma
alturaquemihombrecito.Harryfrunceelceño.—¿Elbebécreceráentubarriga?—¡HarryHart,quécosasseteocurren!—Gregseríe—.Losbebésno
puedencrecerenlasbarrigasdeloshombres.AhorateexplicaráeltíoBencómovamosatenerunbebé.
—¿Perdona?—farfullaBenrojocomountomate.Meduelelabarrigadetantoreír.
Gregmelanzaunamiradaasesina.Meencojodehombrosamododedisculpa.
—Eso,Ben.—Meunoa la fiesta.Memetounpedazode tarta en labocaymasticodespacio—.¿Cómotienendoshombresunbebé?
Ponelosojosenblanco,miraaGregyéltambiénseacuclillajuntoaHarry.
—Vaaayudarnosunaseñorita.—¿Quéseñorita?—Unaseñoritamuyamable.—¿Llevaloscalcetinesiguales?Nosmorimostodosdelarisa,GregyBeninclusive.—Sí—diceGreg—.Enefecto,Harry,llevaloscalcetinesdelmismo
par.Me río sin parar. Debería decirle que no fuera tan chulito pero no
puedohacerloporquemepasoeldíadiciéndolequeesperfecto.Cuandosellenadebarrohastalasorejasenelparque,esperfecto.Cuandosemanchalasorejasdesalsadetomate,esperfecto.Cuandoparecequehapasadountornadoporsuhabitación,esperfecto.
—¡Hola!El saludo me devuelve al mundo real. Harry sale corriendo de la
cocina,yanoleinteresaelnoticióndeGregyBen.—¡Bien! ¡Han llegado los abuelos! —grita desapareciendo por el
pasillo.—Felicidades—lesdigoaGregoryyaBen,queselevantandelsuelo
—.Mealegromuchoporvosotros.—¡Es una noticia maravillosa! —canturrea Josephine y les da un
abrazodeoso—.¡Quémaravilla!El pobre George refunfuña y sigue con la tarta que lleva esperando
comersetodoeldía.—¡Yaestoyaquí,tesoro!—diceGracieconunasonrisa.Oigocuerpos
quechocanyséqueHarryhahecholodesiempre:lanzarsealosbrazosdesuabuela—.¡Teheechadomuchodemenos!
—Yoatitambién,abuela.Pongo los ojos en blanco. Anoche estuvo cenando con Gracie y
William.Pero sabiendo lomuchoque quiere ami hijo, la comprendo.Lasemanasepasamuydespacio.
—¡EltíoGregoryyeltíoBenvanatenerunbebé!—Lo sé —contesta Gracie sonriendo afectuosamente a los futuros
padrescuandoentraenlacocinaconminiñoenbrazos.Nomesorprendequelosepa.Estosúltimosañoshanestadomuyunidos.
—Hola,Gracie—lasaludo.—Miller.—Sonríeysesientaalamesa—.Hola,mamá.—Hola,cariño.¿Teapeteceunpocodetarta?—¡No, por favor! Se me están poniendo unos muslos enormes por
culpadetustartas.—Tus muslos están bien —dice William entrando en la cocina y
mirandoaGraciecomosiestuvieramaldelacabeza.—¿Ytúquésabes?—respondeella.—Yo lo sé todo —contraataca William con convicción. Sonrío y
Gracieresopla.WilliamsaludaatodosconungestoyseacercaaHarryconunabolsadeHarrods—.Miraloquetengo—diceparadespertarsuinterés—.Mamámehadichoque lamaestra tediounpremio lasemanapasadaporayudaratuscompañeros.¡Bienhecho!
Me río para mis adentros. Sí, eso fue antes de que les robara loscalcetines.
—¡Sí!—Harry está tan emocionado que es contagioso.Ya sé lo quehayenlabolsa—.¿Esparamí?
—Sí, es para ti. —Gracie aparta la bolsa y le lanza a William unamiradadeadvertencia.Élobedecedeinmediato—.Peroprimerocuéntamequétaltehaidoenelcolegio.
—¡No preguntes!—grita Josephine recogiendo algunos platos de la
mesa—.¡Calcetinesdesparejadosportodaspartes!GraciesuspirayHarrysubeybajalacabecita,indignadísimo.—¡Cincopares,abuela!—¿Cinco?—Gracieparecesorprendida.Normal.Hemostenidounoo
dos pares pero cinco es todo un récord y ha perturbado el equilibrio delmundodemipequeño.
—Sí,cinco.Harry se baja del regazo de su abuela y suspira exasperado, pero no
dice nada más. Ni falta que hace. Ahora que estamos todos aquí quierepruebasdequelacosanovaairamás.Georgeyyonosponemosdepie.William,GregyBenaúnnosehansentado.Noslevantamoslospantalonespara que inspeccione nuestros calcetines.Losmíos no necesita verlos,mihijosabequesupadreesdefiar,peromeapuntoigualmente.
Williammemirade reojoymearriesgoamirarlo,aunqueséquenome va a gustar lo que voy a encontrarme. Seguro que ha puesto cara deaburrimiento.
—Esunniño,síguelelacorriente—susurrosindarleimportanciaalarisotadasardónica.Séloqueestápensando.CreequeestamaníanosedebeaqueHarryseaunniño,sinoaqueesmihijo—.Sólosonloscalcetines—leaseguro.
Mihombrecitoavanzadespacio, con los labiosapretados, comosi seestuvierapreparandoparalopeor.SéqueWilliam,Greg,Benyyosiempreestaremosalaalturadesusexpectativas.ConGeorgenuncasesabe.
—¡Buena elección, George! —exclama Harry muy contento,arrodillándoseparaverlosmejor.
Georgetieneelpechohenchidodeorgullo.—Gracias,Harry.Sonunregalodelabisabuela.Williamyyo respiramosaliviadosymiramos los tobillosdeGeorge.
Lleva un par de calcetines gordos azulmarino de lana. Son feos a rabiarpero iguales, así que pasan la inspección. Josephine sonríe satisfecha. Ledoylasgraciasensilencioporllevarfirmealancianoporquetenerqueverlelos pies cuando Harry lo obliga a quitarse los calcetines no es nadaagradable.Meestremezco.
—¿Buena elección? —pregunta William por lo bajo, dándome uncodazo—.¿NosotroslosllevamosdesedaylasmonstruosidadesdeGeorgesellevantodosloscumplidos?
Meríoymesueltolaspernerasdelpantalón.Ahoraquelainspección
haterminado,Harryvaaporsuabuelo.—Abuelo,¿medasmiregalo?Williammira a Gracie, pidiéndole permiso. Ella asiente.William se
sientaalladodeHarry,quieninmediatamenteintentaarrebatarlelabolsadelasmanos.
—¡Oye!—lo regaña apartando la bolsa y lanzándole unamirada deadvertencia—.¿Dóndeestántusmodales?
—Perdona,abuelo—sedisculpaHarryconelraboentrelaspiernas.—Muchomejor. ¿Sabes qué? Sólo hay un hombre en estemundo al
queconsientoquelaabuelaquieramásqueamí.—¡Amí!—diceHarryalinstante—.Perotampocotieneselección.Nopuedoevitarlo.Meechoareíracarcajadas,paradesesperaciónde
William.Meagarrolatripaymesecolaslágrimas.—Perdona.—Meríoyséquetengoquecontrolarlarisaantesdeque
mepegueunpuñetazo.—Tejuroqueavecesmeasusta—gruñeWilliammeneandolacabeza
yesquivandoelmanotazoqueGracieintentadarleenelhombro.—¡Oye!—No, lo digo en serio —dice pellizcándole la mejilla a Harry con
muchocariño—.¿Cómoesposible?—Esperfecto—intervengoyconunaservilleta le limpioaHarry los
restosdetartadelosdedos.—Gracias,papá.—Denada.—Quierocogerloenbrazosydarle loquemásmegusta
peromecontengo—.Vamosatenerqueirnos.—Esperaaqueabramiregalo—dicerebuscandoenlabolsaysacando
loquetodossabemosquehaydentro—.¡Mira!Esincreíblelaalegríaquesellevaconunpardecalcetines.Losépero
nocreoqueencuentrelamaneradearreglarlo.—¡Guau!—exclamoadmirado.Melosenseñayloscojo—.Sonmuy
elegantes.—¡Ytienencaballos!—Melosquitayselosllevaalpecho—.Vana
juegoconmicamisa.¡Molanmogollón!Estoyradiante.Gracieestáradiante.Todoslospresentesestánradiantes
defelicidad.Quenadievengaadecirmequeminiñonoesperfecto.
Ascensores. Hay tres ascensoresmirándome. Como yo lo veo, estánpeleándoseentreellosporvercuáldelostresvaatenerelgustodevermetemblardemiedo,comosifueralomejordesumiserabledía.Ganaeldelcentro.Laspuertasseabrenysemeaceleraelpulso.Peronoquieroquemihijolovea.Noquieroquetengaquecargarnuncaconestapartedemí.Todoelmundosabequenopuedesdejarquetuhijoveaquetienesmiedo.
¿Por qué tiene que estar el despacho de la terapeuta en la octavaplanta?LaspiernecitasdeHarrynopuedensubirtantosescalonesysuegonoconsentiríaque lo llevaseenbrazos.Me tocaaguantarmeysubirenelmalditoascensorporqueOliviainsisteenquevengamosaquí.Mepongodemalhumor.
Una manita se flexiona dentro de la mía y me saca de mi trance.Mierda,leestoyhaciendodaño.
—¿Estásbien,papá?—Susojosazulmarinoasciendenpormicuerpohasta que encuentran los míos. Están muy preocupados y me odio porhacerlosufrirasí.
—Demaravilla,hombrecito.—Meobligoaservalienteymerepitounmantradepalabrasdealientomientrasentramosenlacajadeloshorrores.
«PiensaenHarry.PiensaenHarry.Piensaentuhijo.»—¿Quieresquesubamosporlaescalera?Lapreguntamedejapatidifuso.Nuncaantesmelohabíapreguntado.—¿Yporquéibaaquererhacereso?Seencogedehombros.—Nolosé.Alomejorhoynotegustanlosascensores.Me siento como un idiota. Mi hijo de cinco años está intentando
ayudarme.¿Sehaacabadoeltenerqueesconderestemiedoespantoso?¿Mehabrádescubierto?
—No, vamos a coger el ascensor—afirmo apretando el botón de laoctavaplanta,puedequeconmásfuerzadelanecesaria.Voyavencerestemiedo.
Laspuertas se cierranyHarrymeaprieta lamano.Bajo lavista,meestáobservandodetenidamente.
—¿Enquépiensas?—pregunto,aunquenomeapetecenadasaberlo.Mesonríe.—Enloguapoquevashoy,papá.Amamálegustaráestetraje.—Amamá le gusta la ropa de estar por casa—le recuerdoyme río
cuandochasqueala lenguaparaexpresarsudesaprobación.Detestopensar
en la de trajes queme he comprado durante estos años, todos exquisitos,totalparaqueellasiempremeveamásguapoconunosvaquerosandrajosos.
Ding.Seabrenlaspuertasenlarecepcióndelaconsultadelaterapeuta.—¡Yaestamosaquí!Echaacorrerytirademí.Elcorazónvuelvealatirmeconnormalidad
ymearrastrahacialamesadelarecepcionista.—¡Hola!—saludaHarryalegremente.Mi niño podría arrancarle una sonrisa a la persona más triste del
mundo,estoyseguro,ylarecepcionistaeslapersonamástristedelmundo.Estemible,perosedeshaceensonrisasconmipequeñocomosinohubieraunmañana.
—¡HarryHart!¡Quéalegría!—¿Cómoestás,Anne?—Muycontentadeverte.¿Queréistomarasiento?—Porsupuesto.Vamos,papá.Meconduce ados asientosvacíospero amíAnnenome sonríe con
adoración, como a mi hijo. Su alegría desaparece en cuanto sus ojos seposanenmí.
—Señor Hart —dice casi con un gruñido. No da pie a másconversación,seconcentraensuteclado.Pareceunalevantadoradepesasysecomportacomounbulldog.Nomegusta.
Me tiro de lo alto de las perneras y tomo asiento junto aHarry;metomo mi tiempo mirando alrededor. Está todo bastante tranquilo, comosiempre que venimos a esta hora. Nuestra única compañía es una mujer,Wendy,queseniegaamiraranadiealosojos,nisiquieraaHarry,cuandolehablan.HarryhadejadodeintentarloconellaylallamaWendylaRara.
—Vuelvoahoramismo—mediceHarryacercándosealrincóninfantil,dondehayunmontóndepiezasdeLegopulcramenteguardadas.Noestaránasímucho tiempo.Me relajo enmi silla y veo cómo coloca la caja bocaabajoylasesparceportodaspartes.MirodereojoaWendylaRaracuandoAnneleladraqueyapuedepasaraveraladoctora.
Desapareceapresuradamente.Mihombrecitoyyosomoslosúnicosenlasaladeespera,apartedeAnne.
Cierro los ojos y veo zafiros por todas partes; brillantes, luminosos,preciososzafirosymechonesrubiossalvajes.Esunabellezapuraynaturalque incluso se rebela a ser mía. Pero lo es. Y cada pequeña parte demi
defectuososerleperteneceaella.Loaceptodetodocorazón.SonríoyoigoelruidodelaspiezasdeLegoquellegadesdelaotrapuntadelasala.Yéltambiénesmío.
—¿SeñorHart?Pegounbrincoaloírunavozimpaciente.Abrolosojos,tengoaAnne
encima.Mepongorápidamentedepie,nomegustasentirmetanvulnerableconella.
—¿Sí?—Yapuedepasar—meinformayseva.Cogesubolsodedetrásdesu
mesaydesapareceenunodelosascensores.MeestremezcoybuscoaHarry.Estáen lapuertacon lamanoenel
picaporte,esperándomeparaentrar.—¡Corre,papá!¡Vamosallegartarde!Me pongo en acción y entro con Harry en el despacho. Hago una
mueca cuando los problemas de unmillón de personasme golpean en lacara. Siguen en el aire y me dan un escalofrío. No comprendo por quésiempreme pasa esto. La habitación está decorada con gusto, es cálida yacogedora.Odioveniraquí.Perohayunproblema:aHarryleencantayestamujernoparadeinvitarlo.Personalmentecreoquedisfrutaestandosentadadetrásdesuenormeescritoriopijoyviéndomepasarlomal.
Gruño yme siento en la silla que hay delante de sumesa, igual queHarry,sóloqueyoestoyenfadadoypongomalacarayélsonríelamardecontento. Me hace sentir un poco mejor y las comisuras de mis labiosesbozanunapequeñasonrisa.
—Hola,Harry—dice.Suvozescomolamiel,suaveysedosa.Nolaveo, sólo oigo su voz, pero cuando le da la vuelta al sillón y aparece, subellezamedejatontoporuninstante.Ylapollamebailaenlospantalones.
—¡Hola,mamá!—exclamaHarryencantado.Susojosazules,idénticosalosdemihijo,brillancomodiamantes.—Hetenidoundíamaravillosoyahoraqueestáisaquíesaúnmejor.
—Memiraconesosdeliciososojos.Tiene lasmejillassonrosadas.Quieroabalanzarmesobreellayadorarlaaquímismo.Suampliasonrisasevuelvecoquetaycruzalaspiernas—.Buenastardes,señorHart.
Aprieto los labios y me revuelvo en mi asiento, intentandocomportarmecomounserracionalynoperderlacabezadelantedemihijo.
—Buenasnoches,señoraHart.Cada bendito rayo de luz que baña nuestras vidas desde que nos
conocimoschocaporencimadelamesayexplota.Enderezolaespaldaysemeaceleraelpulso.Labellezapura,naturaleinocentedeestamujermehadado más placer del que creía posible. No sólo en la intimidad, sinosimplementeporserelobjetodesuamor.Soysumundoyellaeselmío.
Harrysaltadesusillayseacercaalosestantesllenosdelibros.—¿Quétaleldía?—lepregunto.—Agotador.Ytengoqueestudiarcuandolleguemosacasa.Debocontrolarmeparanoponerlosojosenblanco,séquemetoparé
con su insolencia como se me ocurra expresar que no me hace ningunagracia. Es sólo un trabajo a media jornada; aunque no necesita trabajar,insisteenqueesbuenoparasusestudios,queledaunaideadecómoserácuandoestécualificadaparaejercerdepsicoterapeuta.Yoloúnicoqueveoes que está agotada pero no puedo negarle el gusto. Quiere ayudar a lagente.
—¿Tendrásundespachocomoéste?—Miroeldespachodesusocio.Selorobamostodoslosmiércolesalasseis.
—Talvez.Vuelvoamirarlaalosojosconunasonrisatraviesa.—¿Podréreferirmeaticomomiterapeutacuandoejerzasdeverdad?—No.Seríaunconflictodeintereses.Frunzoelceño.—Peromeayudasadesestresarme.—¡Deunmodomuypocoprofesional!—Seechaareír,bajalavozy
se inclina sobre el escritorio—. ¿O acaso sugieres que deje a todos mispacientesadorarme?
Medejadepiedra.—Nadiemáspuedesaborearte—rujo.Lasolaideamellevaaunlugar
quellevomuchotiempoevitando.PeromerecuperocuandoHarryvuelveasentarsedeunsaltoensusilla
ymemiraconcuriosidad:—¿Todobien,papá?LealborotoelpeloypasodeOlivia,queseríedemíensusillón.—Todoestupendo.—Mamá,¿nosvamosacasa?—Aún no. —Coge el mando a distancia y me temo lo peor—.
¿Preparados?—preguntaconunasonrisaburlona.Mequedomirandofijamenteamimujerperonotoquemihijotienelos
ojosclavadosenmiperfilymevuelvohaciaél.Sucaritaeslavivaimagendelaexasperación.
—Nocreoquetengamoselección—lerecuerdo,aunqueélyalosabe.—Estáloca—suspira.—Estoyde acuerdo.—Nopuedohacerotra cosaporque tiene razón.
Metiendelamanoyselacojo—.¿Listo?AsienteylosdosnosponemosdepiecuandoOliviapulsaelbotónque
hace que el despacho cobre vida.No nosmovemos pese a queHappydePharrellWilliamssuenaatodovolumen.Contemplamoscómolamujerdenuestravidasalta,felizycontenta,ysequitalasConversedeunpuntapié.
—¡Vamos!—canturrea.Rodealamesaynoscogedelamano—.¡Horadedesestresarse!
La de cosas que podría contestarle, pero me lanza una mirada deadvertenciadelasquenoadmitenréplica.Pongocaradepena.
—Semeocurren...—Nopuedoevitarloperonoacabolafraseporquemetapalabocaconlamano.
Seacerca,sinmoverlamano.—HecompradochocolateGreen&Blacks.Semedilatanlaspupilasylasangresemesubealacabeza.—¿Fresas? —mascullo contra su mano, intentando no temblar de
anticipacióncuandoasiente.Sonrío igualqueellay trazomentalmentemiplanparaestanoche.Voyaadorarla.Voyaadorarlaenabundancia.
—¿Vamos a bailar o qué? —pregunta Harry reclamando nuestraatención,impaciente—.Controlaosunpoco—murmura.
Nosechamosareírynoscogemosdelamano,encorro.—Abailar—digopreparándomeparaloquetengoqueaguantar,para
loquevoyahacer.Nosmiramosdereojounosinstantes,sonrientes,hastaqueHarrydael
primer paso. Mi hijo se pone a cantar a viva voz y parece que a sucuerpecitoleestédandounataque.Nossuelta,levantalosbrazos,cierralosojosyechaacorreryasaltarporeldespachocomosiestuvieralocodeatar.Eslomásmaravillosodelmundo.
—¡Venga,papá!—grita,correhaciaelsofáyseponeasaltarentreloscojines.Nopuedoevitarponermenerviosoporelcaosquearmasindarsecuenta pero empiezo a disimularlomejor.Además, siempre lo recogemostodoantesdeirnos.
—Eso.—Oliviamedauncodazo—.Desmeléneseunpoco,señorHart.
Meencojodehombros.—Comoquieras.Mequitolachaquetaenunsantiaménymeplantounasonrisafalsaen
la cara. La chaqueta cae al suelo pero ahí se queda y corro junto a mihombrecito,arrastrandoaLivyconmigo.
—¡Allavoy!—chillolanzándomealsofáconél.Surisayelbrillodefelicidad en sus ojos me anima a seguir. Me he vuelto loco. Muevo lacabeza, desde lo alto del sofá le doy vueltas a Livy como si fuera unapeonzaycantoconmihijoaplenopulmón.Asabercómollevoelpelo.
—¡Yupiiiiiiiiiiii! —grita Harry saltando del sofá—. ¡Al escritorio,papá!
Locojo,echoacorrerysubimosdeunsaltoa la imponentemesadetrabajo.
—¡Túpuedes,Harry!—¡Sí!Suspiernaslodantodoylospapelessalenvolandodelamesa.Ymeimportaunpepino.Están lloviendo hojas de papel, estamos bailando a lo tonto y nos
reímosycantamoslasestrofasquenossabemos.Estamosenelcielo.Misángelesyyonosencontramosennuestraburbujadefelicidad,sólo
queahoranuestraburbujaesgigantesca.Ynadapuedeestropearla.La canción se acaba pero a nosotros nos queda mucha energía.
Parecemos demonios de Tasmania y empieza a sonar Happiness deGoldfrapp.
—¡Anda!—gritaemocionadoapartándoselosrizosdelafrente—.¡Mifavorita!
Mebajande lamesade un tiróny nos ponemos los tres otra vez encorro.Ya sé lo que viene ahora.Me voy amarear. Sólo puedo hacer unacosa para evitar lo inevitable: mirar fijamente a Olivia mientras Harryempieza a mover los pies para que demos vueltas. Está otra vez en sumundo,asíquenosedacuentadequesólotengoojosparasumadre.Yellasólotieneojosparamí.
Damosvueltasymásvueltas.HarrycantayOliviayyonosmiramosintensamente.
—Tequiero—pronuncianmislabiosconunamediasonrisasinemitirningúnsonido.
—Memueroportushuesos,MillerHart—mecontestaenvozbajacon
unasonrisaradiante.Gracias,Diosmío.Noséquéhehechoparamerecerla.Para cuando deja de sonar la música estoy sudando. Seguimos con
nuestra tradición y nos tiramos al suelo, agotados, jadeantes e intentandorecobrarelaliento.Harryaúnseríeconsumadre.
Yosonríomirandoeltecho.—Tengoquepedirosunacosa—digosinaliento,resistiéndomeaver
la carita que ponemi hombrecito al oír esas palabras—. Y sólo hay unarespuestacorrecta.
—Nuncadejaremosdequererte,papá—contestaatodaprisadándomelamano.
Ladeolacabezaparamirarlo.—Gracias.—Nosotrostambiéntenemosquepedirteunacosa.Respirohondoymetragoelnudoquetengoenlagarganta,unnudode
purayabsolutafelicidad.—Hastaquenomequedeaireenlospulmones,miniño.Mimundoestáensusitioytodovuelveaserperfecto.OliviaTaylorsembróelcaosenmimundodeordenymeticulosidad.
Pero era real. Ella era real. Lo que yo sentía era real. Cada vez que laadoraba sentía que purificaba un poco más mi alma. Era precioso.Significabaalgo.Aexcepcióndeunanochelamentable,cuandohacíamoselamornuncaerasólounchoqueviolentodecuerposconunúnicoobjetivo.
Placer.Alivio.Nuestra intimidad tampoco ha sido nunca un automatismo, no en el
sentido de que mi cuerpo tomaba el mando y se limitaba a... cumplir.Aunqueeraautomáticoporquenossalíasolo.Eranatural,noteníamosqueesforzarnos.
Asíeracomoteníaquesuceder.Unanocheseconvirtióenunavida.Y ni siquiera con eso me basta. Nunca tendré suficiente Harry ni
suficienteOlivia.MellamoMillerHart.Soyelchicoespecial.Perosoyespecialporquenuncahabráenestemundounhombremás
felizqueyo.
Nohacefaltaquemeexplique.Soylibre.
Unanoche.EnamoradaJodiEllenMalpas
Nosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270ysiguientesdelCódigoPenal)
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Títulooriginal:OneNight.Unveiled
Diseñodelaportada,DepartamentodeArteyDiseño.ÁreaEditorialGrupoPlaneta©delafotografíadelaportada,Shutterstock©defotografíadelaautora,MeganLaurieLSL
©JodiEllenMalpas,2014PublicadodeacuerdoconGrandCentralPublishing,NewYork,N.Y.,EE.UU.©delatraducción,VickyCharquesyMarisaRodríguez(TraduccionesImposibles),2015©EditorialPlaneta,S.A.,2015Avda.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España)www.editorial.planeta.eswww.planetadelibros.com
Primeraediciónenlibroelectrónico(epub):enerode2015
ISBN:978-84-08-13712-2(epub)
Conversiónalibroelectrónico:Àtona-VíctorIgual,S.L,www.victorigual.com