Una Nueva Lectura de La Historia

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  • 7/13/2019 Una Nueva Lectura de La Historia

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    Mundo Siglo XXI, revista del CIECAS-IPNISSN 1870-2872, Nm. 27, Vol. VII, 2012, pp. 5-16

    PALABRASCLAVE:

    modernidad capitalismo historia universal sistema mundial eurocentrismo

    KEYWORDS:

    modernity capitalism world history global system eurocentrism

    FECHADERECEPCIN:08/03/2011; FECHADEAPROBACIN:05/01/2012

    A new reading of history: from the systemof five hundred to the system of two hundred years

    Una nueva lectura de la historia:Del sistema de los quinientos al sistema de los doscientos aos

    JOS GUADALUPEGANDARILLASALGADO*

    RESUMEN:La explicacin estndar del camino hacia la modernidad, o si se preere, de la edicacindel capitalismo como proyecto que ha terminado por abarcar al mundo entero ha llegado a establecerun canon de lectura que aunque muy recientemente ha visto resquebrajada su hegemona discursivano deja de ser asimilado como el lugar comn en muchas discusiones. Tal constructo establece unaarticulacin entre una teora general de pretensin universal y una condicin de especicidad que est enla base del pretendido adelanto relativo que se le otorga a un complejo cultural y geogrco (entidad que

    pasar a ser denominada Europa) que tiende a despegarse y comandar al resto del mundo en un especcomomento de la historia y por razones tambin peculiares. El trabajo ofrece ciertos hilos argumentalesque cuestionan este canon de interpretacin en el nimo de ofrecer un tipo de lectura distinta que pueda,

    por un lado, vislumbrar de mejor modo la periodizacin de la modernidad y recuperar la dignidad de lasotras culturas en un proceso que est evidenciando que la era actual ser la del dilogo losco y que

    puede ste comenzar por sealarle una mayor humildad a la dominacin euro-occidental del mundo (enel marco de una teorizacin que se promete como el paso del sistema de los quinientos al sistema de losdoscientos aos), para as medir los verdaderos alcances de la interculturalidad.

    ABSTRACT:The standard explanation of the path to modernity or, if preferred, the building of capitalismas a project that has come to encompass the whole world has come to establish a canon of reading

    which, although very recently, discursive hegemony has been cracked continues to be treated as commonplace in many discussions. Such construct set up a joint between a general theory of universal claimand a specic condition that is at the base of the alleged relative advancement that is given to a culturaland geographical complex (entity which will be called Europe) which tends to unstuck and to commandthe rest of the world at a specic moment in history and for peculiar reasons. The paper offers some plotstrands that question this canon of interpretation in the spirit of offering a different kind of reading thatcan, on one hand glimpse of how best periodization of modernity and restore the dignity of other culturesin a process that is becoming apparent that the current era will be of the philosophical dialogue and thatit can start by pointing out more humility to the euro-western domination of the world (in the frameworkof theorizing that is promised as the passage of the ve hundred years system to the two hundred yearssystem) in order to measure the true extent of the interculturality.

    Este texto corresponde a la ponencia que fue leda por su autor en el IV Congreso Internacional Historia a Debate, celebrado en la Universidad de Santiagode Compostela, del 15 al 19 de diciembre de 2010.* Investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Autor de Globalizacin, totalidad e historia. Ensayos de interpre-tacin crtica(Buenos Aires, CEIICH UNAM Ediciones Herramienta, diciembre de 2003) y deAmrica Latina en la conformacin de la economa-mundocapitalista(Mxico, CEIICH UNAM, octubre de 2005, primera reimpresin enero de 2006). Trabajo, este ltimo, por el cual obtuvo la Primera Mencinespecial en el concurso internacional de ensayos organizado por CLACSO Los legados tericos de las ciencias sociales en Amrica Latina. Autor tambindeEl presente como historia (Mxico, CEIICH UNAM, febrero de 2008). Compilador de los siguientes libros:Reestructuracin de la universidad y delconocimiento (Mxico, CEIICH UNAM, enero de 2007, primera reimpresin marzo de 2010) yLa universidad en la encrucijada de nuestro tiempo (Mxico,CEIICH UNAM, noviembre de 2009). Integrante del Consejo asesor en tres revistas internacionales (Herramienta. Revista de debate y crtica marxista,Theomai. Estudios sobre sociedad, naturaleza y desarrollo yCrtica jurdica. Revista latinoamericana de poltica, losofa y derecho ) y del Consejo decolaboradores en una nacional (Memoria. Revista de Poltica y cultura). Es editor deEducacin superior: cifras y hechos, con ya 50 nmeros en circulacin.Sus trabajos se han publicado adems de Mxico, en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Venezuela, Espaa y Portugal. Obtuvo en 2009 e impartila Ctedra Florestan Fernandes de CLACSO con el curso a distancia Pensamiento latinoamericano y sociologas del sistema mundial. Ha participado en 4

    proyectos de investigacin PAPIIT, nanciados por la DGAPA, y en uno de ellos fue co-responsable. Coordina, actualmente el Seminario Permanente Marxrevisitado: posiciones encontradas, que se desarrolla en el CEIICH UNAM.

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    El lento desvanecimiento de los absolutos de

    la Historia, segn las historias de los pueblos

    inermes y dominados, a menudo en vas, sin

    ms, de desaparicin, pero que no obstante

    irrumpieron en nuestro teatro comn, acabaron

    por coincidir y contribuyeron a cambiar lamismsima representacin que nos hacemos

    de la historia y su sistema.

    douard Glissant, Tratado del todo-mundo

    La explicacin estndar del camino hacia la modernidad,o si se preere, de la edicacin del capitalismo como

    proyecto que ha terminado por abarcar al mundo enteroha llegado a establecer un canonde lectura que aunquemuy recientemente ha visto resquebrajada su hegemonadiscursiva no deja de ser asimilado como el lugar comnen muchas discusiones; cuando menos lo es as en laslecturas tradicionales y en los niveles de formacin medio

    superior y, me atrevo a pensar, en los estudios de gradoy aun en algunos de posgrado. Tal constructoestableceuna articulacin entre una teora general de pretensinuniversal y una condicin de especicidad que est en la

    base del pretendido adelanto relativo que se le otorga a uncomplejo cultural y geogrco (entidad que pasar a serdenominada Europa) que tiende a despegarse y comandaral resto del mundo en un especco momento de la historiay por razones tambin peculiares.

    El relato hegemnico tradicional combina en su tramaelementos de diverso orden que se van hilvanando en untodo que se pretende coherente e irreprochable, pero que ensu inicial formulacin est plagado no slo de imposturasque se han revelado falaces; tambin de distorsiones quehan sido evidenciadas por investigaciones ms recientesy crecientemente acreditadas; en tiempos ms cercanos sehan cuestionado tambin la certeza en el sealamiento delos comienzos u orgenes de tal proceso (la modernidadcapitalista) y de sus fuerzas impulsoras (los as llamadosmilagros europeos).

    El relato histrico convencional y la posibili-dad de cr iticar lo

    De la obra de Marx de 18571858, los llamados Grun-

    drisse(prcticamente desconocidos hasta su publicacinen Berln en 1953), fueron dos los fragmentos con los queempezaron a difundirse en escala ms amplia y con trayec-torias encontradas. Mientras la Introduccin general a lacrtica de la economa poltica (Einleitung), conoce unatemprana publicacin por parte de Kautsky en laNeue Zeit,en 1903 lo hace, sin embargo, en una edicin incompleta,defectuosa y que diverge notablemente del original. Porel contrario, el texto de las Formaciones econmicas

    precapitalistas (las llamadas Formen) encuentran en elms tardo ao de 1956 a su principal difusor, el historiadoringls Eric Hobsbawm, quien en un muy pormenorizadoestudio introductorio ya destacaba la importancia de estefragmento de la obra y vea en un tono muy esperanzado la

    posibilidad de que desde ese escrito se relanzara el debatehistoriogrco al seno del pensamiento ligado a la tradi-cin marxista. Pasarn algunos lustros para que se hagaeco a lo demandado por el historiador ingls (en parte, enlas discusiones tercermundistas y las teorizaciones sobreel sistema mundial de nes de los aos sesenta del siglo

    pasado), y en una consideracin ms estricta slo hastahace muy poco puede uno sostener que ello est ocurriendo(en el marco del proyecto de investigacin de modernidad/colonialidad latinoamericano o, ms en general, en lasdiscusiones poscoloniales).

    Si el relato de las Formenacude a una formulacin pro-blemtica de la linealidad progresiva en la historia, por el

    contrario, el marxismo realmente existente hasta mediadosdel siglo pasado (esto es, que compromete a los debatesde la segunda y la tercera internacional por igual) est co-lonizado por una formulacin de base estado-cntrica queencuentra en el concepto de modo de produccin, y en lasucesin ordenada y progresiva de los mismos, su baluarteexplicativa. Es as que el discurso convencional tiende averse soterrado en una recuperacin de un texto ciertamentecircunstancial (ilustrativo, provisorio y resumido), y que sesospecha debe ms a la pluma de Engels que a la de Marx(el Prlogo a la Contribucin a la Crtica de la EconomaPolticade 1859), en el cual se da por sentado un cursolineal y progresivo de la historia. El pasaje sera, entonces,de manera mecnica y evolutiva y no compleja e histri-ca, desde el estadio originario de comunismo primitivo,

    pasando por el modo asitico de la produccin, la formaantigua, la feudal y la capitalista. A cada modo de produc-cin, se supone, corresponde una forma de trabajo, al modoantiguo la esclavitud, al modo feudal la servidumbre, alcapitalismo el trabajo libre y asalariado. Un solo ejemplo

    bastar para darnos una idea del grado de confusin y eldesvo en la construccin de los objetos de estudio a queconduce tal orientacin intelectiva. Se tiende a orientarun anlisis clasista de carcter muy reductivo, comoaquel exclusivamente pertinente a la situacin capitalista,

    esto es, en la que impera el trabajo asalariado libre, y seenarbola, entonces, una determinada modalidad subjetiva,un determinado sujeto (la clase obrera), una determinadarevolucin (de tipo europeo), cuando en otras realidadesimperar justamente, y en ello consiste su colonialidad,una mltiple variedad de situaciones en la explotacin deltrabajo, no digamos ya para situaciones del pasado sino

    para nuestro ms inmediato presente (rgimen de mita oencomienda, servidumbre, trabajo forzado, esclavitud,

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    asalariado, trabajo en rgimen de produccin simple o parael auto-consumo, etc.), y fueron otras las caractersticas delas revoluciones histricas en el siglo XX (campesinas, deimaginario nacional-popular), y las que nos anuncia elsiglo XXI (ya no slo anti-imperialistas, sino de pretensin

    anti-capitalista y anti-colonial).Boaventura de Sousa Santos ha clasicado por ello, en

    sus ltimos trabajos, al pensamiento occidental como unpensamiento abismal, pues establece una serie de distin-ciones visibles (con las cuales se teoriza una determinadasituacin), que estn basadas, sin embargo, en distincionesinvisibles que, justo por tal colocacin epistmica abren unhueco, una apora, un distanciamiento de tal abismalidadque impide ver que las distinciones visibles (modernas)tienen por base aquellas que son invisibilizadas en la es-trategia argumentativa (las distinciones o clasicacionesde la colonialidad).

    De ello se pasa a colegir que lo que supuestamente

    pas en Europa, como sucesin lineal de modos de pro-duccin, pas igualmente para todo el mundo, esto es,se extrae de un caso particular y preciso, identicablehistricamente, una teora de calidad general y, por ello,universalizable al resto del planeta. El relato histrico

    parte tambin de establecer una periodicidad de franjasms amplias pero que aterrizan en la condicin de Euro-

    pa como la de privilegio al capitalizar el curso desde laedad antigua, pasando por la edad oscura o media (queno es sino una variante atribuible a los nueve siglos dela Europa brbara, esto es, a la correspondiente a la cris-tiandad occidental, por opuesta a la cristiandad oriental o

    bizantina), terminologa sta que se encuentra en absolutacontraposicin a la poca ms oreciente de las culturasmusulmanas (pues ser en dicha etapa cuando ms ex-tendido se encuentra, y ms oreciente est, el ImperioIslmico), y que experimentar su momento cumbre enla edad moderna (donde el concepto Europa se funde alde Occidente). Es as que, en 1980, fecha de la edicinitaliana de su libroLa formacin del mundo moderno, elhistoriador Alberto Tenenti no duda en armar que enla actualidad, se sigue aplicando la divisin cronolgicaelaborada por los europeos en funcin de su propia histo-ria y de su modo de enfocarla (Tenenti: 1985, 9). 1Otroautor que logra sintetizar de modo inmejorable lo que est

    en juego con este tipo de versin cannica de la historiaque mira el proceso como el ascenso de Occidente, esel antroplogo Eric R. Wolff, por ello nos permitimoscitarlo in extenso:

    Nos han enseado, tanto en las aulas como fuera de ellas,que existe una entidad llamada Occidente, y que podemos

    pensar en este Occidente como si fuera una sociedad decivilizacin independiente de, y opuesta a, otras sociedades

    y civilizaciones. Inclusive muchos de nosotros crecimoscreyendo que este Occidente tena una genealoga, confor-me a la cual la Grecia antigua dio origen a Roma, Roma ala Europa cristiana, la Europa cristiana al Renacimiento,el Renacimiento a la Ilustracin y la Ilustracin a la demo-

    cracia poltica y a la Revolucin industrial. La industria,cruzada con la democracia, produjo a su vez a los EstadosUnidos, en donde encarnaron los derechos a la vida, a lalibertad y a la bsqueda de la felicidad.Es engaosa esta pauta de desarrollo, primeramente

    porque convierte la historia en un relato de xito moral,en una carrera en el tiempo en que cada corredor pasa laantorcha de la libertad al siguiente equipo. De este modola historia se convierte en un relato sobre el desarrollo dela virtud, sobre cmo los buenos ganan a los malos. Confrecuencia esto acaba convirtindose en el relato de cmolos ganadores demuestran que son virtuosos y buenos porel slo hecho de ganar...

    Este esquema es engaoso en otro sentido. Si la historiano es ms que un relato sobre el desarrollo de un prop-sito moral, entonces cada eslabn de la genealoga, cadacorredor de la carrera se convierte en simple precursor dela apoteosis nal...[...]...Ni la antigua Grecia, ni Roma, ni la Europa cristiana, ni elRenacimiento, ni la Ilustracin, ni la Revolucin industrial,ni la democracia y ni siquiera los Estados Unidos fueronnunca una cosa impulsada hacia su meta en desarrollo poralgn empuje divino inmanente, sino ms bien un conjuntode relaciones temporal y espacialmente cambiantes ycambiables, o de relaciones entre conjuntos de relaciones.2

    Crtica de los universales abstractos

    Este discurso, el de la linealidad progresiva de la histo-ria, y que encuentra muchas variantes segn la perspectivadisciplinaria desde la que es formulado sostendr unalgica diacrnica que se desplaza de estados de salvajismoo barbarie hacia estados de civilizacin (en las disciplinasantropolgicas o etnolgicas), de modos de produccin quese suceden mecnica y deterministamente (en economa yen sociologa), del paso del Estado de naturaleza al Estadoracional moderno (en losofa poltica) de la transicin

    de la Antiguedad, a la Edad Media y luego a los TiemposModernos.

    1Alberto Tenenti,La formacin del mundo moderno, Crtica, Barcelona,

    1985.2Eric R. Wolf,Europa y la gente sin historia, FCE, Buenos Aires, 2000,

    pp. 4-6.

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    Tal recitativo, decamos, es un producto histricopreciso del pensamiento ilustrado europeo y, sobre todo,del romanticismo alemn del siglo XIX,3 que ve en laconstruccin de la entidad Europa, pero no de toda Europa(si recordamos la famosa frase del siglo XIX de Alejandro

    Dumas padre, frica comienza en los pirineos, y yapresente de suyo en los Penssde Pascal, segn reereBoaventura de Sousa Santos en su ms reciente libro,4ytambin en los escritos del abate Raynal o de CornielleDe Pauw, luego absorbidos por Hegel,5ya Montesquieu6habla del Sur de Europa y sostiene: el equilibrio semantiene por la pereza que ha dado [la naturaleza] a lasnaciones del sur, y por la habilidad y actividad de que hadotado a las del norte), pues se expulsa y se categorizaal Sur de Europa como no siendo parte de la entidad

    en que cristalizan las mayores virtudes de la civilizacinemergente, como resultado de los valores ilustrados y deldespliegue de la razn que re-emerge o renace, y concretizala edicacin de la cultura moderna y occidental (en unapoca que no podra ser anterior al siglo XVII, en que se

    combina la revolucin cientca y la conformacin de losEstados absolutistas, en las tierras en que en su momentooreci, bajo Carlomagno, el imperio carolingio), conlo cual se expulsa a la modernidad temprana y al sigloXVI. Por ello, y expuesto con mayor precisin, ser lacristiandad latino-germnica el lugar en el que se deposi-ta el espritu mundial y que, segn el discurso cannicohegeliano, viene de Oriente hacia Occidente7y encuentraah su realizacin plena segn la complementacin argu-mental de Weber. La Europa occidental, la de la cristiandadlatino-germnica, ve en la posibilidad de raptarle Greciaa las culturas orientales (de la que sta es producto en susorgenes remotos, mesopotmicos, egipcios y semticos),

    la viabilidad de construirse su estirpe gloriosa. Si el origende la Europa occidental est en Grecia, y la cultura helnicaestuvo basada en la esclavitud, el relato le da condicin degeneralidad a tal estadio esclavista y a tan brutal formade trabajo, cuando no hay referente histrico que puedasustentar tal proposicin.

    La construccin histrica de la esclavitud ha corres-pondido a las fases expansivas de las entidades imperiales,pues tiene por base la negacin ontolgica del otro, racistay racializada, correspondiente a otra cultura, y la puestaen servicio ya no como mano de obra sino en su negacinexistencial (que no fsica) como sujeto, su considera-cin como objeto (de compra-venta) en la multiplicidad deactividades, bsicamente en labores extractivas de materias

    primas y metales preciosos o en la plantacin, pero no enexclusiva para ello, pues se despliega tambin en el servicio

    personal (de ah las guras mitolgicas de la carga delhombre blanco o la demanda de actitud, la servicialidad

    por parte de los esclavos en la forma de La cabaa delto Tom y el extraamiento o represin de aquellos quedemandan un trato como iguales). En lo que respecta alsistema mundial moderno el desboque de la trata de escla-vos corresponde justamente a dicha vocacin colonial enel arranque de la modernidad temprana, esto es, en el largosiglo XVI, y en el marco de la triangulacin atlntica. Los

    estudios ms recientes y acreditados sobre el tema apuntana ello, al orecimiento del eje atlntico como la disposicingeohistrica que la reimpulsa, pero nunca a una determinadageneralidad o universalidad, como un paso primigenio oanterior en la forma del trabajo para toda aquella expe-riencia civilizatoria. En esta lnea se ubican los aportes de,entre otros, la escuela historiogrca que sigue en parte los

    pasos de E. P. Thompson, en las obras de Peter Linebaughy Marcus Rediker,8Paul Gilroy,9Robin Blackburn,10Dale

    3Martn Bernal,Atenea negra. Las races afroasiticas de la civilizacin

    clsica, Crtica, Barcelona, 1993. p. 508.4Boaventura de Sousa Santos, Una epistemologa del Sur. La reinvencin

    del conocimiento y la emancipacin social, CLACSO Siglo XXI,

    Mxico, 2009, p. 165.5Antonello Gerbi,La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polmica

    1750 1900, FCE, Mxico, 1982, 2a. edicin corregida y aumentada,

    p. 884.6 Charles de Secondat, baron de Montesquieu,Del espritu de las leyes,

    Tomo II Sarpe, Madrid, 1984, p. 22.7Una de las contra-tesis ms fuertes de la Poltica de la Liberacin

    que Enrique Dussel viene promoviendo sostendr muy al contrario de

    Hegel que: El despertar moderno de Europa se produce desde el oeste

    de Europa hacia el este y desde el sur ms desarrollado ... hacia el norte

    ... Es esta una opinin que contradice todo lo que la historia tradicional

    nos ensea ... el inicio de la historia de la losofa de Amrica ibrica

    (o latina) no es slo el primer captulo de la historia de la losofa en la

    nombrada regin geogrca, sino es, junto con la losofa espaola y

    portuguesa ... el comienzo mismo de toda la losofa moderna en cuanto

    tal. Enrique Dussel, Poltica de la liberacin. Historia mundial y crtica,

    Trotta, Madrid, 2007, p. 587.8 Peter Linebaugh y Marcus Rediker, La hidra de la revoluc in.

    Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlntico,

    Crtica, Barcelona, 2005, p. 479.9Paul Gilroy, Paul, The Black Atlantic: Modernity and Double

    Consciousness, Harvard UP, Cambridge, 1992.10

    Robin Blackburn, The Making of New World Slavery: from the Baroqueto the Modern, 1492-1800, Verso, London, 1997 (Publicado originalmente

    en 1998). Existe un adelanto de este libro traducido al espaol como

    Capitalismo y el Nuevo Mundo: Esclavitud, acumulacin primitiva e

    industrializacin, en Heraclio Bonilla (comp.),Los conquistados: 1492 y

    la poblacin indgena de las amricas, Tercer Mundo Editores FLACSO,

    Libri Mundi, Santa F de Bogot, 1992, pp. 331408. El libro est traducido

    al portugs comoA construo do escravismo no Novo Mundo. Do Barroco

    ao moderno 1492 1800, Brasil, Record, Brasil, 2003.

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    Tomich,11o hasta Yann Moulier-Boutang,12o si se preereir ms hacia atrs a los aportes verdaderamente pionerosde la escuela trinitaria (C. L. R. James13Eric Williams14) ocaribea,15y que no por casualidad son en quienes y desdedonde se ubica, esta vez desde la isla de Martinica y en

    lengua franca, el relanzamiento de los debates poscolonia-les (en la voz de Aime Cesaire),16Franz Fanon (2009)17o douard Glissant.18

    Ms endeble an es la generalizacin de la fase feudal,ya no digamos para el mundo entero (muy a pesar de laargumentacin anti-eurocntrica de James M. Blaut),19sino para el propio interior de los reinos europeos. Com-

    plemento a esta generalizacin de la situacin feudal paraEuropa fue el universalizar la transicin que, para el mundoentero, ira del rgimen feudal hacia el modo capitalistade produccin, lo que llev a algunos a postular la equi-valencia o identicacin del desarrollo capitalista conla proletarizacin tout court(es el caso, por ejemplo, de

    Robert Brenner20en su argumentacin contra Wallerstein).En efecto, es susceptible de postular un desarrollo relativoequivalente en los complejos culturales civilizatorios delinterconectado mundo afro-asitico-mediterrneo (o lared nica de mbito hemisfrico, en palabras de Blaut),no slo para el umbral del siglo XV, sino incluso, comolo han sostenido hasta el cansancio Samir Amin o PaulBairoch, se puede postular que las diferencias relativas ala productividad social no son an signicativas sino hastamediados del siglo XIX. Pero ello no debe conducirnos a

    postular la existencia de un feudalismo universal, del que eleuropeo, junto al del resto de otras formaciones feudales delexistente espacio hemisfrico (afro-asitico-mediterrneo)mantena un desarrollo relativo equivalente antes de 1492,y ser un evento ciertamente externo o heternomo a talmundo equilibrado el que propiciar la emergencia delcapitalismo no en un feudalismo triunfante sino de lasruinas de un feudalismo agonizante21(como ha intentadohacer Blaut para arrebatarle a Europa la centralidad en laconstruccin de la modernidad durante el perodo ilustradodel siglo XVII). Muy al contrario, las equivalencias deldesarrollo relativo y en los niveles de la productividadsocial corresponderan, a juicio nuestro, a la preponderan-cia social de la modalidad tributaria de produccin, comosostiene Amin (y no como producto de un, en abstracto,

    denido modo asitico de produccin o la tambin muydifundida teorizacin del despotismo oriental22), y esprecisamente la debilidad de tal ordenamiento social y po-ltico para las sociedades noreuropeas la que ver emergerel rgimen feudal y tal debilidad en la estructura tributariala que propiciar el despliegue de la relacin capitalista,con la ventaja que le otorga el impulso a la acumulacinde capital luego de la conquista e invasin de Amrica,

    pero nunca su mayor desarrollo relativo, Europa est hasta

    esos momentos ensombrecida por el despliegue culturaldel mundo islmico y sigui manifestando una condicin

    perifrica con respecto al centro del mundo que est anubicado en el Asia Oriental, y hasta bien entrado el sigloXIX, segn se ha sostenido en los nuevos estudios hist-

    ricos. El impulso a la acumulacin de capital le permitis a la Europa emergente una alta posibilidad de bloquearo periferizar otros ncleos de los que pudieron haberemergido brotes de relaciones capitalistas auto-centradas.

    El rgimen feudal tuvo un alcance ms limitado de loque tal teora general puede admitir y fue el correspondienteal modelo franco o romano-germnico, si acaso ampliable,con sus variantes, y a realidades delimitadas en el tiempo, al

    principado ruso, a la China de la dinasta Chou, y al shogu-nato japons. Un acreditado historiador como Otto Hintze,

    11Dale W. Tomich, Through the Prism of Slavery. Labor, capital and World

    Economy, Rowman & Littleeld Publishers Inc., Lanham (MD), 2004.12 Moulier-Boutang, Yann, De la esclavitud al trabajo asalariado.

    Economa histrica del trabajo asalariado embridado, Akal, Madrid,

    2006, p. 1023.13 C. L. R James, Los jacobinos negros. Toussaint LOuverture y la

    revolucin de Hait, Turner FCE, Madrid, 2003 [1938], p. 369.14Eric Williams, Capitalismo y Esclavitud, Edit. de Ciencias Sociales,

    La Habana,1975 [1944].15Fernando Ortz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar, Ctedra,

    Madrid, 2002 [1940], p. 805.16Aime Cesaire,Discurso sobre el colonialismo, Akal, Madrid, 2006

    [1950], p. 221.17 Franz Fanon, Piel negra, mascaras blancas,Akal, Madrid, 2009

    [1952], p. 372.18douard Glissant, Sol de la conciencia, El Cobre, Barcelona, 2004

    [1956], p. 89.19James M. Blaut, Donde naci el capitalismo?, en VV AA Geografa

    radical anglosajona, Documents danalisi metodologic en geografa,

    Facultad de Fiulosofa y letras. Depto de geografa, PUAB, Bellaterra,

    1978, p. 727.20Robert Brenner, Los orgenes del desarrollo capitalista: crtica del

    marxismo neosmithiano, enEn Teora, nm. 3, oct. dic. de 1979, p.

    57166.21James M. Blaut, Dnde naci el capital ismo?, en VV AAGeografa

    radical anglosajona, Documents danalisi metodologic en geografa,

    Facultad de Filosofa y letras. Depto. de geografa, PUAB, Bellaterra,1978, pp. 727.22Hay que decir, en descargo del clsico, que Marx mismo se lleg a

    desprender del trmino despotismo oriental en su etapa tarda (en las

    cartas a vera Zasulich, por ejemplo, no gura tal concepto), pero sin por

    ello volver al unilinealismo, subproducto del evolucionismo progresista.

    Teodor Shanin, El Marx tardo: dioses y artces, en Susana Glantz,

    La heterodoxia recuperada. En torno a Angel Palerm, Fondo de Cultura

    Econmica, Mxico, 1987, pp. 63-96.

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    que escribiendo con toda la carga de nes del siglo XIX yprincipios del XX, se cuida de advertirnos que tenemosque abandonar el prejuicio, puesto rpidamente de moda,de que el feudalismo es un estadio transitorio general, porel que todo pueblo tiene que pasar una vez,23y aporta sus

    razones cuando sostiene que

    el feudalismo en sentido pleno, es decir, tomado estricta-mente, se limita propiamente a los estados sucesores delImperio carolingio, es decir, principalmente, a Francia yAlemania, con trozos de Italia y Espaa, pero que en tornoa este ncleo propiamente romnico-germnico se extiendeuna zona de formaciones de Estados que no tienen unaconstitucin propiamente feudal en el sentido histrico-

    jurdico, por haber permanecido ms o menos inafectadaspor el movimiento imperialista histricouniversal queabarc a Francia.24

    Incluso los nuevos estudios histricos que tratan dereivindicar (en la lnea sealada por Jacques Le Goff, AlainGuerreau, Robert Fossier, entre otros), la pertinencia de

    pensar histricamente desde una larga edad media (conlo cual se elude la carga del Renacimiento y se identicanno uno sino varios renacimientos), se cuidan de sealar loslmites que competen y los procesos que se asocian a lo quealgunos han comenzado en llamar la civilizacin feudal25que correspondera al proyecto que desde tiempos del impe-rio carolingio trata primero de desprenderse de la tutela delimperio de Bizancio (en la que se ubica Constantinopla, porello denominada la Segunda Roma), esto es, de la tutela dela cristiandad oriental. Ser endeble, sin embargo, la supuestaautonomizacin por parte del imperio carolingio, incluso en elmarco de la jerarqua catlica y seguir en condicin de cris-tiandad condenada a bifurcarse, luego de la crisis de Bizancio(obra sta de la expansin del imperio otomano que invadeConstantinopla en 1453, y pasa a nombrarla Estambul), en el

    proceso que ver emerger el proyecto de erigir a Moscoviacomo la Tercera Roma y verdadero bastin de la iglesiaortodoxa, por diferencia con respecto a la catlica, apostlica yromana. Tal civilizacin feudal, la de la cristiandad occidental,segn el argumento ofrecido por Jrme Baschet, tendra s elempuje necesario para exportar tal modelo eclesial de poderhacia las tierras americanas colonizadas por tales imperios.

    Tal empuje expansivo para exportar el poder de lainstitucin eclesial que no la forma feudal (en ello no po-demos seguir el argumento de Baschet), le da a la Europa dela cristiandad occidental latino-germnica la posibilidadde periferizar los complejos culturales del Nuevo Mundo

    pero no todava la capacidad de arrebatarle la hegemonamundial al gigante asitico, que seguir conservando el lu-gar de privilegio como centro de tal economa global unoscuantos siglos ms. Tiene razn Andr Gunder Frank en ad-vertirnos sobre la centralidad de la regin oriental de Asiaen la economa global, mucho antes del moderno sistemamundial y con hegemona hasta bien entrado el siglo XIX,

    pero tampoco consideramos que sea necesario ampliar elalcance del concepto acumulacin de capital ms haciaatrs del sistema mundo moderno, confundindolo en todocaso con la acumulacin de dinero, metales preciosos otesoro. Frank, en ello, lo que maniesta es la confusinque derivaba de su anlisis por no tener sucientemente

    desarrollada la distincin entre valor de cambio y formavalor, pero ello da para otro debate. Demos un paso atrs,entonces, en nuestra argumentacin y volvamos sobre lasucesin de los modos de produccin.

    La aparicin de un nuevo enfoque se estaba ya avizo-rando a travs del cuestionamiento de dicha generalidaden las formas sociales y de la universalizacin de tal tran-sicin y de sus puntos de partida (feudales) y de llegada(capitalista). La actualizacin de tal enfoque lineal y pro-gresivo en los debates de la modernizacin tom tambindicha forma con puntos de partida (sociedades atrasadas)y puntos de llegada (desarrollo), ahistricos y estticos.Pero romper con esta estructura mental y esta forma deinterpretacin (colonialismo intelectual, colonialidad delsaber) exige cuestionar no slo la generalidad de la teorasino tambin su peculiarismo, y las razones que se aducen

    para tal peculiaridad.

    Crtica de la especicidad formal

    Fernand Braudel ha sostenido que la historia no esotra cosa que una constante interrogacin a los tiempos

    pasados en nombre de los problemas y curiosidades... delpresente que nos rodea y nos asedia.26Y, en efecto, po-demos comenzar por tal acepcin, interrogamos al pasado

    por nuestro deseo, por nuestra necesidad de interrogar alpresente, y es desde nuestros problemas del presente quehacemos la incursin hacia problemas o temas del pasado.Ahora bien, a ello no se reduce esta interaccin de lasescalas temporales, o esta interaccin de las nalidadesal emprender el anlisis histrico, ms an cuando lo queest involucrado no es slo el anlisis de los hechos del

    pasado sino tambin de las categoras o del paradigmadesde el que se han interpretado los hechos del pasado

    23Otto Hintze, Esencia y difusin del feudalismo [1929], enHistoria

    de las formas polticas, Revista de Occidente, Madrid, 1968, p. 54.24Op. cit., p. 58.25Jrme Baschet, La civilizacin feudal. Europa del ao mil a la

    colonizacin de Amrica, FCE, Mxico, 2009.26Fernand Braudel,El mediterrneo. El espacio y la historia, 1. Reimp.,

    FCE, Mxico, 1992, p. 7.

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    y desde el que se vislumbra o se predice el curso futuro.Estamos, pues, en un territorio de articulacin de la histo-ria y de la historia de las ideas; dicho de manera un tantocuanto grosera, podemos decir que estamos haciendoreferencia a la interconexin entre mundo de la vida y

    campo de conocimiento. En terminologa ms clsica nossituaramos en un terreno cercano, o mejor, inmerso en lasociologa del conocimiento pero con un claro sentido

    poltico en el despliegue de los argumentos. Veamos conms detenimiento.

    El exponente contemporneo ms reconocido, el prin-cipal terico de la as llamada historia de los conceptos(Begriffsgeschichte), nos ofrece una manera de asir el temaen el que estamos incursionando. Es un hecho histrico que

    pueden ocurrir momentos en los que exista un desfasecreciente entre los conceptos y la realidad que describen,

    por un lado, y entre los conceptos y las palabras que losexpresan,27por el otro, dicha escuela de la historia con-

    ceptual sugiere abordar dicha convergencia entre historiay concepto y hacerlo, justamente, desde esos desfases yesa tensin permanente, y promueve tal perspectiva en elmismo arco temporal que hemos identicado: la mitad delos aos setenta, como momento de emergencia de nuevosenfoques sobre la historia y el sistema mundial.

    No es casual que sea alrededor del ltimo cuarto desiglo del milenio pasado que habiendo explotado tal desfaseen la correlacin entre sistema cognitivo y marco social, enreferencia precisa al problema del sistema mundial comoconcepto que pretende atrapar a una realidad que corres-

    ponde a una mayor interrelacin en la sociedad global, queemergieron muchos estudios que intentaron pronunciarsesobre los problemas de la globalidad, algunos ms super-ciales que otros, pues no est asegurado que este tipo deanlisis (que debe ceirse a lo histrico) eluda su posiblenaturalizacin, o des-historizacin, segn se preera. Noes lo mismo la tendencia a la intensicacin (ampliaciny profundizacin) en los circuitos involucrados en los

    procesos de produccin, distribucin y consumo de los bienesnecesarios para la vida, que el sealamiento a su natura-lizacin, como se desprende del discurso ideolgico quems arraigo encontr desde nes de los aos ochenta, enadelante, como discurso de la globalizacin en tanto mo-dalidad del universalismo abstracto. La insatisfaccin con

    los resultados del anlisis que se obtiene desde la matrizterica o paradigmtica de la globalizacin est presente,por ejemplo, para referir a un autor perteneciente a nuestraregin, en el nfasis que propone la obra de Hugo FazioVengoa, en dos de sus ltimos libros..28El desplazamiento

    por l sugerido va de la globalizacin a la historia global.Ahora bien, es a dicho desplazamiento al que apuntba-

    mos al inicio de este apartado con relacin al nuevo enfo-que, a la nueva lectura de la historia, y que ahora se nos

    ha explicitado como el referido a la necesaria consideracinde una historia global en tanto alternativa a la visinreductiva del eurocentrismo. Nuestro referente no podrser otro que el ambicioso programa de Fernand Braudel.El historiador francs lo enuncia de una manera tan clara

    y a la vez tan elocuente que da cuenta de la enorme di-cultad que tal tarea conlleva: vincular el capitalismo, suevolucin y sus medios a una historia general del mundo.Para Braudel no era otro el cometido de lo que l asumacomo una historia total; en el medio estadunidense ellose promueve desde la llamada World History; y en una

    pretensin ms modesta puede enunciarse como historiaglobal que, segn lo apunta otro autor iberoamericanoabre la posibilidad de una nueva (con precedentes ilus-tres) lnea de investigacin, que ... puede arrojar luz sobreun pasado que ha sido estudiado preferentemente en losmarcos espaciales y polticos del Estado-nacin.29

    Y es que, en efecto, en un determinado momento de

    la historia aquello que apareca como no visible, esto es,un razonamiento cargado de sesgos etnocentristas, bajola forma del ascenso de Occidente, como entidad explica-tiva de la modernidad y del capitalismo tiende a hacersevisible y a criticarse. Se cierne sobre tal razonamiento,

    prcticamente invisible o constitutivo a la ciencia socialque nos hereda el siglo XIX, y a la losofa poltica he-redera de la tradicin liberal del siglo XVII, una crticaque apunta a negar su carcter de peculiarismo histrico,sea ste explicado por un supuesto adelanto de la Europaoccidental desde el siglo XI al XIV, sobre la base de larevolucin agrcola, las tcnicas del arado o la disciplinaasctica del protestantismo, o con mayor frecuencia, por el

    privilegio europeo en el despliegue tecnolgico y cientcoen el perodo que cubre del renacimiento a la transicindel paradigma cientco en el siglo XVII o, por ltimo,

    por el despliegue de las ciudades-Estado, mediterrneas,y por tanto europeas (sesgo con el que tropieza el propioBraudel). La especicidad, entonces, del ascenso de Occi-dente y sus razones eurocentristas asumen una modalidadcreadora de un nuevo orden, con base en una especcarevolucin (sea agrcola, tecnolgica o urbana). A ese

    27

    La cita proviene de la Introduccin redactada por Antonio GmezRamos. Reinhart Koselleck, Historia/Historia, Trotta, Madrid, 2004

    [1975], p. 18.28Hugo Fazio Vengoa, Cambio de paradigma: De la globalizacin a

    la historia global, Universidad de los Andes, Bogot, 2007a, p. 61 yEl

    mundo y la globalizacin en la poca de la historia global,Siglo del

    Hombre editores UNC IEPRI, Bogot, 2007b, p. 213.29Carlos Barros, El retorno de la historia, en Boris Berenzon Gorn,

    Historiografa crtica del siglo XX, UNAM, Mxico, 2004, p. 481

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    patrn de conocimiento es al que el nuevo enfoque, y elnuevo relato histrico que desde ah puede derivar, tiendea encarar crticamente desde los aos sesenta.

    Es por tal razn que el marxista francs Jacques Bidetno tiene duda en armar que ha sido necesario esperar

    a los tericos tercermundistas de los aos 60 para que laproblemtica del sistema-mundo sea formulada consuciente claridad.. . la nocin de sistema de mundo esla innovacin ms destacada de la teorizacin marxistaen el siglo XX.30Sin embargo, Tercer Mundo, fue unacategora que no obtuvo una suciente acreditacin, niterica ni prctica, pues no logr expresar en toda sucrudeza la conversin de lo que geogrcamente tomla forma de zona colonial y deriv en principio onto-lgico como situacin caracterstica de colonialidad(sea del saber, del poder, del ser o del hacer). Por ello,circunscriba su prctica poltica a la oposicin conrespecto a la bipolaridad, y la formulaba en trminos

    de no alineacin (por ello se constituye polticamentecomo Movimiento de los no alineados, luego dela Conferencia de Bandung en 1954); con el n de laguerra fra y el curso de la guerra contra el terrorismo,se han visto emerger otras categoras didicas y sus

    propias limitaciones (OrienteOccidente, NorteSur,Imperiomultitud), que expresan no tanto la disolucincategorial del tercermundismo como la posibilidad deemergencia de un nuevo programa de investigacin, elde la modernidad/colonialidad latinoamericano.

    Existen varias maneras de desaar al eurocentrismo,ellas van desde sealar lo que Europa debe al mundo(con trabajos pioneros como los de Vernet, Rodney,Galeano, etc.), la equivalencia del grado alcanzado porel desarrollo civilizatorio no ya hasta el siglo XV, sinohasta bien entrado el siglo XIX, o bien, disputar losdatos, los referentes y ms an la teora que est en la

    base del edicio construido con tales datos. De entretales modos de la crtica enunciamos, en lo que sigue,dos de sus posibilidades. Si Andr Gunder Frank nos

    propone desplazarnos del sistema de los 500 al sistemade los 5000 aos, proponemos, de manera ms modesta,leer el sistema mundial, al modo de un desplazamientodel sistema de los quinientos al sistema de los doscien-tos aos.

    Del sistema de los quinientos al sistema de losdoscientos aos

    El gran relato postmoderno apuntaba al sealamientode un colapso del proyecto de la modernidad; hoy parece

    claro que eso no es posible ni viable, pues las propiasdiscusiones sobre la postmodernidad han revelado uncariz netamente moderno. Sin embargo, la periodizacinde dicho programa socio-cultural, parece s experimentaruna crisis, un colapso, pero ste no se sita en la lneadel tiempo del lado de nuestra contemporaneidad, apun-tando a su nitud, sino, por el contrario, en perodos msremotos que sealan a sus orgenes. Y en esa cesura lasdiscusiones tienden a complejizar la lectura convencionalhegemnicamente dominante y eurocentrada. Si para este

    propsito era ya un desplazamiento no eurocntrico sealarel emparentamiento de lo moderno con lo colonial, estoes, que la modernidad como el capitalismo arrancaron

    siendo mundiales y coloniales y lo hicieron con la entradaen escena de un hecho altamente signicativo: El inicialdesbordamiento de su perifericidad, por parte de Europa,a travs de la conquista e invasin de Amrica.

    No sern menores las consecuencias de hacer explcitaotra dimensin en la cual la cristiandad latino-germnica,en que encarna el proceso de occidentalizacin modernocapitalista, puede ver resquebrajada su omnipotencia.En el arranque de la modernidad primigenia el otro(el indgena y el esclavo africano) ser igualmente unaexterioridad constitutiva de la nueva comprensin del serhumano, como su sombra, como lo ignoto, lo excluido,lo negado.31La concepcin del mundo antiguo es la deuna relacin con brbaros regionales (exteriores a la civi-lizacin propia), la del nuevo mundo es la de una relacincon brbaros globales (no slo externos sino inferiores ala civilizacin propia). Ser de a poco como Europa logreremontar su condicin perifrica, y luego de los tres siglos

    posteriores a la incorporacin del Nuevo mundo (eventoque produce la colonialidad del poder) le ser posible yacomo occidente euro-norteamericano(revolucin indus-trial mediante) arrancar la hegemona del sistema mundialal gigante Chino.

    El perodo que Dussel seala como correspondiente a laprimera modernidad o modernidad temprana no suele ser

    visto como plenamente moderno, en las interpretacionesconvencionales se le trata como fase ciertamente premo-derna, en la que Europa no se identica, justamente porquetrata de exorcizar la realidad de su despliegue colonial,

    por una parte, y por el otro, como lo calica Mignolo,porque relaciona el perodo moderno con la Europa delas luces y no con el lado oscuro del renacimiento,32enello tambin est coincidiendo la historiadora del Islam,la britnica Karen Armstrong quien para esta parte de la

    30Jacques Bidet,Refundacin del marxismo. Explicacin y reconstruccin

    de El Capital, LOM, Santiago, 2007, pp. 389-390.31Enrique Dussel, Poltica de la liberacin. Historia mundial y crtica,

    Trotta, Madrid, 2007, p. 193.32Walter D. Mignolo, The Darker Side of the Renaissance: Literacy,

    Territoriality, & Colonization, University of Michigan Press, Michigan,

    2003, 2nd Edition.

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    historia en que est arrancando tal perodo histrico noha dudado en armar que la modernidad tena un ladooscuro33y que ella relaciona con la lgica de expulsiny exclusin que asume la cristiandad latino-germnica encontra de todo aquello que calica como los ineles, sean

    judos, musulmanes o indios americanos. Pues bien, en lainterpretacin de Dussel, el siglo XVI ocupa un lugar deimportancia no slo en consideracin del despliegue de lomoderno colonial (que, dicho sea de paso, verica en eldespliegue de las dos cristiandades sobre las dos Amricas,un proyecto de poder que se despliega con una alta dosisde colonialismo esclavista, de Estado de Guerra y que selegitima con proposiciones de Guerra justa), sino de lasdiscusiones plenamente modernas que se desarrollan porlos lsofos polticos de dicho momento.34

    Durante la primera modernidad temprana Europa esaltamente perifrica, y varios hechos lo ilustran, desde elcontrol del imperio otomano que invade Constantinopla

    (la segunda Roma) en 1453, hasta el cerco de Viena porlos mismos otomanos que se sostiene hasta 1635. Es dichacondicin de perifericidad, justamente, esta condicin desub-prspero de la cristiandad hispnica frente al giganteoriental, primero, y con posterioridad respecto a la varianteamericana de despliegue de la cristiandad latino-germni-ca, la que inuir poderosamente en el despliegue de unaferoz colonialidad sobre la regin nuestroamericana, cuyosrasgos prevalecen hasta la poca actual.

    Serias investigaciones histricas apuntaran a sealarun hecho ciertamente paradjico pero de importanciacapital en consideracin de las alternativas que se abrena los programas anti-capitalistas. En primer lugar, esteanti-eurocentrismo que podramos caracterizar como detipo A, consistente en jalonar el inicio de la modernidaddesde los ideales ilustrados (esto es, entre el perodo deestablecimiento de despotismos ilustrados de mediadosdel siglo XVII a mediados del siglo XVIII con la inicialindustrializacin, y con base en el ego cogito) y situarloen el proceso del establecimiento inicial de las formas pri-migenias del capital con la colonizacin del nuevo mundo(esto es, durante el largo siglo XVI, y con base en el egoconquiro); pareciera estar revelando tambin un cierto eu-rocentrismo, que demanda apuntar a una mayor humildad,a una mayor modestia en la dominacin occidental sobre el

    mundo, y que apuntara a una suerte de construccin de unanti-eurocentrismo de tipo B, que busca restringir el lugarde privilegio de Europa, o mejor, de la cristiandad latino-germnica, a un perodo ms limitado que el convencional(el de los quinientos aos), pues se tendera a restituir el

    predominio de la civilizacin china hasta, cuando menos,nes del siglo XVIII o inicios del siglo XIX (con ello el

    predominio occidental, de la cristiandad latino-germnica,sera de slo dos siglos).

    Para decirlo en trminos de Voltaire, en su libro, dig-moslo, de historia universal y que est escribiendo en 1740(Ensayo sobre las costumbres y el espritu de las naciones ysobre los principales hechos de la historia, desde Carlomag-

    no hasta Luis XIII), para el terreno de la poltica llega a decir:

    Si ha habido alguna vez un Estado en el que la vida, el honory la hacienda de los hombres hayan sido protegidas por lasleyes, ste es el imperio chino (p. 706), para el caso de laeconoma, llega a armar: El cultivo de las tierras, llevado...[en China]... a un grado de perfeccin al que todava no seha aproximado Europa. El diagnstico de Voltaire se con-serva como un sello de poca, presente, incluso, en el MarxdelManiesto Comunistade 1848. Coyuntura histrica quefue signada por la expresin entre metafrica y potica deMarx: todo lo slido se desvanece en el aire. De la que sehan desprendido alcances ontolgicos pero no se ha atendidoo se ha atendido insucientemente la expresin geogrcay geopoltica que esconde y que queda an ms clara unas

    pginas despus del mismoManiesto Comunistacuandose arma los precios baratos de sus mercancas son la arti-llera pesada con la que se derrumban murallas chinas. Talcorte histrico en el que la modernidad capitalista occidentalcamina a sus anchas ya entrado el siglo XIX cartografa, al

    parecer, la ampliacin de la Europa geogrca como Europahistrica que es capaz de subvertir tambin el predominiooriental del mundo y que, ahora, en una especie de paradojahistrica, vive una especie de reversin de tal tendencia.

    El nudo problemtico en este caso, no sera el indagarcuales fueron las razones del milagro europeo, sino ms

    bien, cuales fueron las razones que estuvieron en la basede la prdida de hegemona china, en el perodo de cierredel siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Los trabajos queestn abriendo esta senda de investigacin siguen los ini-ciales sealamientos de los trabajos de Joshep Needham,o ms recientemente la polmica obra de Andr GunderFrank,35que ha visto fortalecida su lnea de investigacincon la an ms reciente obra de Jack Goody.36Se ha en-grosado la bibliografa, ms recientemente, con los aportesde Kenneth Pomeranz,37 obra ganadora en el ao 2000del Premio John K. Fairbank de la American Historical

    33Karen Armstrong,Los orgenes del fundamentalismo en el judasmo,

    el cristianismo y el islam, Tusquets, Mxico, 2010, p. 34.34Enrique Dussel, op. cit.35Andr Gunder Frank,Re-orientar. La economa global en la era del

    predominio asitico, PUV, Valencia, 2008 [1998], p. 455.36 Jack Goody, Renaissances; The One or the Many?, Cambridge

    University Press, Cambridge, 2010, p. 322.37Keneth Pomeranz, The Great Divergence: China, Europe, and the

    Making of the Modern World Economy, Princeton University Press,

    USA, 2000.

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    Association y co-ganadora, en el ao 2001, del premioal mejor libro de la World History Association, y con eltrabajo de John M. Hobson,38o el de Giovanni Arrighi.39En su artculo de 2004, La china (1421-1800). Razones

    para cuestionar el eurocentrismo, Enrique Dussel propuso

    un inicial acercamiento a la cuestin y en el primer tomode su Poltica de la liberacin40abunda en varios de loselementos ah anotados que fortalecen las razones paradistanciarse del relato eurocntrico, tanto en historia comoen la losofa poltica.

    Estas perspectivas se han visto altamente favorecidaspor las investigaciones en curso de Gavin Menzies, ensu primer libro,41y en el recientemente publicado,42queestaran desbancando de su sitial de avanzada al propio re-nacimiento, como lo hicieran, en su momento, los trabajosde Giovanni Semerano y de Martn Bernal, con la crtica al

    propio helenocentrismo. Los dos puntales que sostienen lavisin eurocntrica que arma el predominio de la cultura

    occidental con base en dicha peculiaridad histrica, dosautnticos milagros, que parecieran surgir de procesosautocentrados se presentan en una clara dependencia deintercambios y relaciones con otras civilizaciones de mslarga data y de un fuerte peso cultural. Por un lado, Atenascomo origen de la losofa y de los ideales de lapolisgu-rara como altamente deudora de la cultura fenicia y de lacivilizacin egipcia y del frica Bant, por el otro, tantolas travesas ultramarinas como el propio descubrimientodel nuevo mundo pudieran deberse a la utilizacin delas tcnicas martimas chinas y sus detallados progresoscartogrcos, como el propio despliegue inventivo delrenacimiento estara siendo deudor de la ms desarrolladaciencia y tcnica china (algo en lo que Needham vena in-sistiendo, cuando menos, desde nes de los aos sesenta).Este asunto se vera adems conrmado por los recientes

    estudios de Peter Burke43a propsito del despliegue peri-frico del Renacimiento al seno mismo de Europa, y por elsealamiento, muy reciente, del antroplogo Jack Goodya propsito de la existencia histrica no de uno sino devarios renacimientos.44

    La comprensin de lo que Dussel propone como trans-modernidad, exige, de un lado, la comprensin articuladade cuatro procesos (la modernidad, los imperios europeos,el colonialismo y el capitalismo) que se concentran en undeterminado espacio-tiempo ya mundial, el del largo sigloXVI. Si el signicado, en obras previas, de este argumento,era relativizar la centralidad europea en la construccin dela modernidad, habiendo sealado la importancia de proce-sos como los destacados por la teora de la dependencia ola del world system, ahora es necesario delimitar an mstal predominio o privilegio europeo incorporando avancesrecientes de las disciplinas histricas, antropolgicas y ar-queolgicas, que sealan el predominio econmico global

    de la China hasta bien entrado el siglo XIX, con lo cual estesegundo anti-eurocentrismo tipo B nos exigir en el futurohablar ya no del sistema de los quinientos aos, sino de algoms modesto, el sistema de los doscientos aos.

    Como resultado adicional de esta reformulacin hist-rica, el despliegue de la modernidad tambin se abre a una

    posible nueva periodizacin. Si esto de modo inicial nosplantea la necesidad de diferenciar entre la Europa geo-grca y la Europa histrica en su despliegue occidental,moderno y capitalista; esto es, la necesidad de documentarel deslizamiento semntico que el concepto Europa haexperimentado y que ha terminado por establecer un dis-curso cannico de la modernidad entendida como diacronaunilineal o progresiva (Grecia Roma Europa), ignorandoo invisibilizando que este relato no es sino un productoideolgico del romanticismo alemn de nes del siglo XVIII.

    Con lo expuesto hasta aqu tendramos posibilidadesde ensayar una estrategia analtica como la seguida porDipesh Chakrabarty45para, siguiendo como l lo hace aGadamer, provincializar a Europa, o bien efectuar unaheurstica cuyo lugar de enunciacin se site no al margende Europa (como errneamente se ha traducido el librode Chakrabarty) pero s en condicin de reclamar la posi-

    bilidad de un dilogo losco que le otorgue su lugar ala inter-culturalidad y a la dignidad de todas las culturas, y

    que busque s, de ese modo, una autntica universalidado pluriversalidad. Es en tal direccin que habla el pensadoriran Ramin Jahanbegloo de la importancia actual de brin-darle espacio social y poltico al imperativo del dilogointercultural entre nuestros pueblos, donde la preguntacrucial no es cmo evitar formulaciones interculturalesdel bien, sino cmo hallar valores morales transnacionalessusceptibles de ser compartidos sin coercin ni opresin.46Uno de cuyos principios haya quizs sido ya adelantado en

    38John M. Hobson,Los orgenes orientales de la civilizacin de occidente,

    Crtica, Barcelona, 2006, p. 491.39Giovanni Arrighi,Adam Smith en Pakn. Orgenes y fundamentos del

    siglo XXI, Akal, Mxico, 2007, p. 431.40Enrique Dussel, op. cit.41Gavin Menzies, 1421:El ao que China descubri el mundo, De

    bolsillo, Mxico, 2006.42

    Gavin Menzies, op. cit.43Peter Burke,El renacimiento europeo. Centros y periferias, Crtica,

    Barcelona, 2000.44Jack Goody, The Eurasian Miracle, Polity Press, Cambridge, 2010b,

    p. 159.45Dipesh Chakrabarty,Al margen de Europa. Pensamiento poscolonial

    y diferencia histrica, Tusquets, Barcelona, 2008.46 Ramin Jahanbegloo, Elogio de la diversidad, Arcadia, Barcelona,

    2007, p. 32.

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    la gran ccin literaria de Herman Melville,Moby Dick, en voz de su personaje Queequeg cuando arma Este mundo tienealgo de recproco y compartido, en todos sus meridianos. Nosotros, los canbales, tenemos que ayudar a estos cristianos.47Formulacin muy preciada si de autntica reciprocidad se trata, pero el nico problema que en lo de Queequeg se desprendees que en lo de ayudar a los cristianos quizs se esconda un eufemismo, puesto que histricamente la aportacin del Surglobal del mundo nunca ha sido por consentimiento sino que sta se ha erigido y sostenido por la colonialidad del poder.

    Bibliografa

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  • 7/13/2019 Una Nueva Lectura de La Historia

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    JOSGANDARILLA

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