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Quintana. Revista de Estudos do Departamento de Historia da Arte ISSN: 1579-7414 [email protected] Universidade de Santiago de Compostela España Vigo Trasancos, Alfredo LAS "SIETE MARAVILLAS" DEL ANTIGUO REINO DE GALICIA. ORGULLO Y REIVINDICACIÓN DE UNA TIERRA MARGINADA (1550-1754) Quintana. Revista de Estudos do Departamento de Historia da Arte, núm. 4, 2005, pp. 55-81 Universidade de Santiago de Compostela Santiago de Compostela, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=65323990004 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Quintana. Revista de Estudos do

Departamento de Historia da Arte

ISSN: 1579-7414

[email protected]

Universidade de Santiago de Compostela

España

Vigo Trasancos, Alfredo

LAS "SIETE MARAVILLAS" DEL ANTIGUO REINO DE GALICIA. ORGULLO Y REIVINDICACIÓN DE

UNA TIERRA MARGINADA (1550-1754)

Quintana. Revista de Estudos do Departamento de Historia da Arte, núm. 4, 2005, pp. 55-81

Universidade de Santiago de Compostela

Santiago de Compostela, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=65323990004

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RESUMENEl menosprecio general que vivió el viejo Reino de Galicia por parte del resto de los españoles, va a motivar que,en los círculos gallegos más encumbrados, se promueva en época Moderna un clima de reafirmación patrióticaque va a tratar de valorar y exaltar el país de un modo claramente encomiástico. Por eso fue habitual que algu-nos autores señalaran los “milagros”, “maravillas” y “cosas notables” que poseía el Reino para, de este modo,destacar sus realizaciones más señeras, que así se convirtieron en signos incontrovertibles de orgullo e identidad.

Palabras clave: Galicia, Siete Maravillas, Santiago de Compostela, Cultura Renacentista y Barroca, ArquitecturaBarroca, Siglos XVI, XVII y XVIII, Reivindicación patriótica.

ABSTRACTThe continuous Spanish undervaluation of the old Kingdom of Galicia gave rise to the promotion of a patrioticreassertion among some cultivated Galician people during the Renaissance and the Baroque. This contempt wasthe reason because these erudite people used to write about the “miracles”, “wonders” and “remarkablethings” which there were in this Kingdom and which will become symbols of both pride and identity.

Keywords: Galicia, Seven Wonders, Saint-James of Compostela, Renaissance and Baroque Culture, BaroqueArchitecture, 16th, 17th and 18th centuries, Patriotic reassertion.

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LAS “SIETE MARAVILLAS” DEL ANTIGUO REINO DE GALICIA. ORGULLO Y REIVINDICACIÓN DE UNA TIERRA MARGINADA (1550-1754)1

Alfredo Vigo TrasancosUniversidade de Santiago de Compostela

Con estas palabras tan concluyentes, DonSancho Sarmiento, caballero de la Orden deSantiago y originario a su vez del Reino de Gali-cia, daba precisa respuesta a la pregunta que lehabía formulado la Condesa D´Aulnoy, ilustredama francesa entonces de viaje por España,que quería saber sobre las “cosas notables delas muchas que habrá en vuestro país” en refe-rencia, claro está, al que era patria chica de DonSancho y, en consecuencia, tierra también desus principales ancestros2.

No cabe duda que son palabras que ponende manifiesto una visión negativa de Galicia, un

despego hacia su tierra natal, y hasta, por quéno decirlo, una especie de complejo de inferio-ridad histórico que venía determinado segura-mente por el viejo e insistente menosprecio quela opinión pública española y particularmente laliteratura de la época –Cervantes, Tirso, Lope,Góngora o Calderón incluidos– habían mostra-do por todo lo que tenía que ver con Galicia ylos gallegos, considerados éstos en general cria-dos o lacayos, gente borracha, traidora y menti-rosa, incapaz de guardar ningún secreto,ladrones incluso pero, sobre todo, habitantes deun país pobre e inculto, además de lluvioso y

¡Ah, señora!… Sin duda queréis mofaros, pues no debéis ignorar que Galicia es tan pobre y tan medianamente bella que no hay lugar de alabarla.

Sancho SarmientoCaballero de la Orden de Santiago, 1679

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gris, que ofrecía a los ojos de los forasteros unaspecto tosco y miserable de carácter muy pri-mitivo3.

Quizá por esta manifiesta hostilidad haciaGalicia, que por otra parte venía ya de muyatrás, fue por lo que brotó, finalmente, entre losgallegos más encumbrados en la sociedad o ensus círculos de influencia más cercanos, un sen-timiento de defensa y valoración de Galicia que,como ha estudiado Barreiro Fernández en unartículo que debo considerar magistral, diolugar a una encendida literatura de carácterapologético que se orientó básicamente en tresdirecciones: en subrayar la antigüedad de lapoblación de Galicia, siempre de origen patriar-cal, que así se convertía en matriz de otros pue-blos, lo que legitimaba su preeminencia sobre elresto de las naciones; en destacar el origenapostólico de la Iglesia Gallega y, por tanto, dela Iglesia Compostelana que se erigía por estarazón en centro fundamental de la cristiandadeuropea; y, finalmente, en remarcar la antigüe-dad y honor de nuestra propia aristocracia de laque procedía la mayor parte de la nobleza cas-tellana y portuguesa, por lo que eran deudoraslas dos de la sangre y el honor gallegos que lashabían generado4. Es decir que se iniciaba unanueva corriente de opinión beligerante y valora-tiva de todo lo que tenía que ver con Galicia,que bien podría quedar sintetizada en la fraseexpresada por el búho que representaba a nues-tro país en la junta o Cortes de España que serecrea ficticia con la presencia de otras “aves”de los demás reinos peninsulares en la famosaobra titulada El Buho Gallego, atribuida alConde de Lemos Don Pedro Fernández de Cas-tro y escrita hacia 1620, al decir que “si Espa-ña, por ser la cabeza de la piel que significaEuropa, es la mejor della, por la misma razón sesigue que Galicia, mi patria, es la mejor de Espa-ña por ser cabo y cabeza desta cabeza”5, opi-nión ésta que, obviamente, no parece suscribirtodavía nuestro Sancho Sarmiento acomplejadocomo se muestra de su tierra ante la francesaCondesa D’Aulnoy en la tardía fecha de 16796.

Ahora bien, en esta reivindicación del viejoReino gallego no sólo contaron los escritos apo-logéticos de carácter más o menos histórico olas obras que tenían una cierta pretensión lite-raria, sino también todas aquéllas que valora-

ban con pasión e intensidad las “cosas nota-bles”, “milagros” o, mejor aún, “maravillas”que Galicia poseía en su histórico solar, siguien-do en este sentido una tradición exaltadora delos monumentos más señeros que tenía undeterminado país o una gran civilización y queremontaba, en sus orígenes, a la propia Anti-güedad. Los griegos del Helenismo, de hecho,habían sido los primeros en valorar y dar a cono-cer los logros técnicos y artísticos más destaca-dos que exaltaban y daban forma figurativa a sucivilización al proceder a realizar esos listados degrandes obras o monumentos que, habitual-mente, identificamos con las “Siete Maravillas”.Llegaron a convertirse, en efecto, en toda unareafirmación de identidad y seguridad culturalpues los “Siete” monumentos se encontrabaninstalados en el espacio geográfico del viejoImperio Alejandrino que alcanzaba desde laoriental Persia hasta el más cercano Egipto, odesde Anatolia a todas las tierras griegas insta-ladas en Occidente, lo que encerraba todo elMediterráneo de Oriente en un entorno de paí-ses claramente helenísticos7.

Sin embargo, en los listados más oficiales notodas las “Maravillas” destacadas eran realiza-ciones griegas; también se asumían otrosmonumentos extranjeros, bien mesopotámicoso egipcios, por la sencilla razón de que, ahora,lo importante no era valorar la Grecia Clásicahabitual, sino toda la koine cultural que forma-ba el Imperio de Alejandro que había dadoforma a los nuevos reinos helénicos. Así, lasPirámides de Egipto (Fig. 1) convivían con elZeus de Olimpia (Fig. 2), las Murallas de Babilo-nia con el Templo de Artemisa en Éfeso, y losfamosos Jardines Colgantes de la gran capitalmesopotámica con el Mausoleo de Halicarnasoen Caria o con el famoso Coloso de bronce eri-gido en el puerto insular de Rodas (Fig. 3). Noestaba aún instalado en el olimpo de las “Siete”el célebre Faro de Alejandría que, por lo queparece, se incluyó en el listado mucho despuéspor obra y gracia de San Gregorio de Tours y enla plenitud de la Alta Edad Media8 (Fig. 4); poreso, en la famosa relación de “Maravillas” ela-borada en Alejandría hacia el siglo III a. d. C. porFilón de Bizancio, el Faro en cuestión no apare-ce mencionado en beneficio de las Murallas deBabilonia que, por un tiempo, aparecieron con

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Fig. 1.- Pirámides de Egipto. Fig. 2.- F. Von Erlach. Templo de Zeus en Olimpia. 1725.

Fig. 3.- M. Van Heemskerck. Coloso de Rodas. 1572.

Fig. 4.- Faro de Alejandría. Mosaico de San Marcos de Venecia. Ca. 1200.

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insistencia en los listados más comunes9. Contodo, aunque incluyésemos como maravilla dela Antigüedad el Faro alejandrino, no por ellodejaría de reafirmarse el valor excepcional de laCivilización Helénica pues, como señalaron pri-mero Michael Ashley10 y luego John y ElisabethRomer11, todas las maravillas sin excepción, Faroincluido, están conectadas en algún sentido conla legendaria imagen de Alejandro y todas sealzan asimismo dentro de los confines de su efí-mero imperio.

En comparación con el mundo helenísticoparece que los romanos pusieron menos pasióne interés por destacar sus propias “Maravillas”por más que sea cierto que el insigne poeta lati-no-español Marcial, que escribe a finales delsiglo I, no dudase en considerar pasmo y mara-villa de la técnica y la arquitectura romanas elcélebre Coliseo que habían levantado sus pro-tectores los emperadores Flavios (Fig. 5). Éstaseran sus palabras:

Que calle ya la extranjera Menfis el prodi-gio de sus pirámides; que no se gloríe lalaboriosa Asiria de su Babilonia; que dejende alabarse los afeminados jonios de sutemplo de Diana; que Delos oculte sualtar con sus cuernos entrelazados; quelos carios dejen de exaltar hasta las estre-llas, con desmedidas alabanzas, su mau-soleo suspendido en el vacío. Cualquiermaravilla humana cede ante el anfiteatrode César; de entre todas las demás obras,sólo de ésta hablará la fama12.

Fue, en efecto, el gran anfiteatro romano elprimer monumento que, en cierto modo, obtu-vo el galardón de “Octava Maravilla”, ya que, apartir de aquí, raro será el país o la civilizacióndominante que no pretenda añadir a las hechi-ceras “Siete” una “Octava” propia y autóctonapara de este modo reafirmar su predominio cul-tural y técnico13. Pero no sólo eso debemos a losromanos, pues parece que fueron ellos tambiénlos primeros en considerar “Maravillas” elemen-tos propiamente naturales, lo que sería determi-nante para el desarrollo futuro de algunoslistados de lo maravilloso, una vez Julio Titianus,que vivió en el siglo III y que fue preceptor de lashijas del emperador-soldado Maximiano, señalócomo milagros de la naturaleza que le habíancausado una gran impresión cuatro volcanessicilianos14.

Si los romanos no fueron muy cuidadosos ala hora de darles la réplica adecuada a sus veci-nos y sometidos griegos, no se puede negarque, a partir de la Edad Media, Roma y lo roma-no empezarán a tener un protagonismo desta-cado en el mundo de las “Maravillas”. Gregoriode Tours, por ejemplo, desde su atalaya quinien-tista y altomedieval, menciona en su conocidalista, además del novedoso Faro de Alejandría yun Teatro de Heraclea que parece que llamó laatención por estar construido todo él en un solobloque de piedra –suponemos que se refiere aque estaba tallado en la propia roca–, el Capito-lio de Roma (Fig. 6) y el legendario Templo deSalomón que conformaba obviamente la contri-bución bíblica y un monumento además cerca-

Fig. 5.- Coliseo de Roma. Fig. 6.- Capitolio de Roma.

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no a Dios (Fig. 7); por lo que también proponíapara destacar la contribución divina al Mundootra lista de “Siete” maravillas, esta vez natura-les, entre las que tenían un destacadísimo papelel movimiento diario del mar océano, el sol y laluna, la germinación de las plantas y semillas, elfénix místico, un volcán de Sicilia y la fuentecaliente de San Hilarión en Grenoble de la quemanaba agua y fuego alternativamente15. Bedael Venerable, desde su escritorio del monasteriode Jarrow en la Inglaterra del siglo VII, nombracomo novedades la estatua del caballo de Ale-jandro que estaba suspendida magnéticamentedel aire en Esmirna y los Baños de Tyana cuyasaguas se podían calentar con una simple vela16.Es decir que no sólo se mantienen por estetiempo en plena vitalidad los listados de “Mara-villas”, sino que varían y se diversifican más los“rankings” establecidos17, dando paso a la pro-ducción del mundo romano en toda su inmen-sidad geográfica y a fenómenos tambiénnaturales que explican que, por ejemplo, ten-gan tanto protagonismo los volcanes sicilianos olas fuentes termales con alguna singularidadque cause especial asombro.

A su vez la Edad Moderna no dejó de pro-porcionar nuevas listas que fueron romanizandopaulatinamente la relación sin por ello abando-nar las grandes obras helénicas y añadir algunaque otra novedad de carácter más moderno.Así, el italiano Marco Fabio Calvo cita, junto alas ya clásicas antiguas, el Capitolio romano, lomismo que Cesare Cesariano que vuelve a insis-

Fig. 7.- J. B. Villalpando. Templo de Salomón. 1596.

Fig. 8.- Laberinto del rey Porsena. Hypnerotomachia Poliphili. 1499.

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tir en el Coliseo de Roma, añade a su vez unObelisco que había levantado César en la mismaciudad e incorpora como gran novedad el Labe-rinto del rey Porsena18 (Fig. 8). El arquitecto PirroLigorio, gran reconstructor imaginario de laAntigua Roma19, quedó fascinado por la cate-goría monumental y proyectiva del viejo Portusde Ostia al que consideró a su manera maravillallena de maravillas por disponer de muelles, dealmacenes, de un coloso y hasta de un faro que,en su conjunto, casi parecía compendiar el lega-do de maravillas de la Antigüedad20 (Fig. 9).

Fuera de Italia habría que mencionar al holan-dés Martín Van Heemskerck que vuelve a consi-derar maravilla el Coliseo21; en cambio el francésLeón Godefroy prefirió considerar la “huitièmemerveille du monde” un monumento de supaís, el suntuoso Faro de Cordouan cercano aBurdeos (Fig. 10), sin duda por su gran magnifi-cencia arquitectónica, su clara relación con elFaro de Alejandría, pero asimismo por una espe-cie de exaltación nacional ya que Francia, supatria, de este modo se convertía por fin en artí-fice y responsable de una verdadera “maravi-lla”22. Su compatriota Freart de Chanteloutransmite, por el contrario, a través de palabrasde Bernini que el Coliseo de Roma era, en efec-to, una incontestable maravilla del Mundo Anti-guo23. También habría que citar, obviamente, aljesuita Atanasius Kircher gran recreador figura-tivo de muchos de los “milagros” que había cre-ado el mundo: Babilonia, la Torre de Babel, lasPirámides, los Jardines Colgantes, etc.24, y alaustríaco Fischer Von Erlach por incluir muchos“spectacula” en su conocida Entwurff einer his-torischen Architektur25 (Fig. 11); aunque nadiemás expresivo de la mentalidad compleja y pole-mista de su tiempo en el tema de las “Maravi-llas” que el español Caramuel, uno de nuestrosmás destacados pensadores del siglo XVII, puesno sólo fue quien más empeño puso en esta-blecer “rankings” y listas distintas de “Maravi-llas” al reconocer las clásicas antiguashelénicas26, las romanas de la Antigüedad27 o lasque en su opinión merecían haberse “tenidopor Milagros y no lo pudieron conseguir”28, sinoque además comparó las maravillas antiguas

Fig. 9.- G. Braun. Portus de Roma según Pirro Ligorio. 1572.

Fig. 10.- Faro de Cordouan.Fig. 11.- F. Von Erlach.

Templo de Artemisa en Éfeso. 1725.

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con las distintas romanas29, apostó por valorarmás lo realizado en los tiempos modernos queen los pasados: “... y qué sabemos si mudaríande parecer los que las celebraron (las Maravillasde la Antigüedad), quando viesen la majestadmoderna de Palacios y Templos… porque nues-tros ojos están enseñados a ver Cosas mayoresy mejores”30; consideró maravilla moderna elTemplo de San Pedro del Vaticano31 (Fig. 12) y la“Octava” del mundo el español Escorial32, y aúnllegó a elaborar, en una especie de reafirmaciónpatriótica y habsbúrgica, un listado de “algunosMilagros de la Architectura que hazen célebre aEspaña” que resulta a todas luces enormemen-te instructivo33.

Cita en primer lugar, seguramente paraemular la grandeza antigua del Coloso deRodas, los colosos de bronce “que se han fun-dido en honra de los Cathólicos Reyes de Espa-ña”34 y que se encontraban en Aranjuez, la Casade Campo y Retiro y que deben correspondersecon las estatuas labradas por Leoni de Carlos Vdominando al Furor, por Juan de Bolonia de Feli-pe III a caballo y la también ecuestre que hizoPietro Tacca del Rey Planeta Felipe IV que hoypreside la Plaza de Oriente de Madrid (Fig. 13).Menciona asimismo, en segundo lugar, unamáquina tecnológica de arquitectura naval llenasupuestamente de perfecciones como era lanave Victoria que había sido la primera embar-cación en dar la vuelta al mundo bajo el mandosucesivo de Magallanes y Juan Sebastián Elcanoy que Caramuel, sin complejos, pone en rela-ción directa primero con la bíblica Arca de Noéy luego también con la mítica Argos que, segúnlos griegos, había sido la primera nave que en el

Fig. 12.- San Pedro del Vaticano.

.Fig. 13.- P. Tacca. Estatua ecuestre de Felipe IV.

Fig. 14.- Acueducto de Segovia.

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mundo se había construido35. El puesto númerotres es ocupado por el Puente de Segovia que,claro está, no es otro que el famoso acueducto(Fig. 14) “que recibe un Río que cae por unamontaña y pasando por medio de la Ciudad,que es harto grande, le vierte sobre otro colla-do, y le haze correr por otro valle, donde no

pueda hazer daño ninguno”36. En cuarto lugarcita Caramuel la Gruta de Nápoles que era “uncamino muy ancho y muy alto enlosado de qua-drados sillares que barrena de un lado a otrotodo un monte”37 y que gozaba de gran fama,como demuestra el que fuese mencionado porBernini y aparezca en el diario de Freart deChantelou señalado como una obra magnífica yantigua que era también conocida como Grutade Posillipo38 (Fig. 15). Que esté en Nápoles noes obstáculo para que aparezca en este “ran-king” español teniendo el cuenta que entoncesla ciudad como todo el sur de Italia y la isla deSicilia pertenecían a la Corona de España. Elquinto “milagro” español es, curiosamente,una obra parecida a la “Gruta” pero situadaesta vez en Galicia como era el caso del Monte-furado “donde con semejante attrevimiento semete todo un río por de baxo de un monte y sedesagua en otro valle”39, obra que, por cierto,pudo conocer Caramuel personalmente en lostiempos de estudio que pasó en Galicia en elmonasterio orensano y cisterciense de Monte-derramo40. Finalmente, como sexto milagroespañol cita nuestro erudito la “Otava Maravilladel Mundo i que hace célebre a España y tienepor nombre el Escurial”41 (Fig. 16). Y no le esca-tima elogios; lo llega a llamar “Cathedra dePrima” de las ciencias y facultades arquitectóni-cas42, “Machina que en la edad es la otava, másen Magestad y riqueza la primera Maravilla del

Fig. 15.- Gruta de Nápoles o de Posillipo.

Fig. 16.- Blaeu. Monasterio de El Escorial.

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Mundo”43, “libro” de las ideas de la arquitectu-ra recta y oblicua que dibujó el rey Felipe II “consu real mano” y “su divino entendimiento”44; esdecir, que pocas veces se puede establecer unmayor paralelismo arquitectónico entre unmonumento hispánico y una realización divina,lo que a todas luces sublima la categoría del“milagro” español, lo eleva por encima delresto de “maravillas” del mundo y, por último,lo pone al mismo nivel que el Templo de Salo-món, la obra absoluta que había sido gestadapor la sabiduría de Dios45.

No era, por cierto, la primera vez que se con-sideraba “Octava Maravilla” el monasterio-pala-cio de El Escorial pues esta condiciónextraordinaria surgió casi desde su misma cons-trucción y, por consiguiente, en las últimas déca-das del siglo XVI46; pero todo parece indicar quefue reafirmándose a medida que España iba per-diendo papel en la escena política europea yrequirió por esta razón de argumentos cada vezmás excesivos y desmesurados que reafirmasensu yo nacional y superioridad artística y culturalsobre el resto de las naciones47. En consecuen-cia, bien pudiera decirse que la condición de“Maravilla” de El Escorial primero fue motivo deorgullo patrio que expresaba la capacidad técni-ca y proyectiva de la Monarquía española en sumomento de mayor plenitud quinientista y,luego, aunque orgullo también, sobre todo unmonumento superlativo que reivindicaba elpasado esplendoroso de España48 que, en cam-bio, había entrado ya, en el nuevo siglo, en unafase de ocaso y postración evidentes.

Precisamente, como una decidida reivindica-ción de los valores de un Reino periférico queera poco conocido, marginal y aún mal visto porel grueso de los españoles, es por lo que, elLicenciado Bartolomé Sagrario de Molina, mala-gueño de nacimiento pero mindoniense deadopción49, escribió hacia 1550 su famosa Des-cripción del reyno de Galizia y de las cosas nota-bles del, con la pretensión de dar a conocertodas sus grandezas materiales y de mejorar asísu deteriorada imagen50. Dice, de hecho, en laintroducción que “hablar de Galizia y a quien lasublima allá en otras partes por burla setoma”51, en clara alusión, sin duda, al menos-precio en que se la tenía y al descrédito en quehabía caído. Dice asimismo que le había movido

a escribir sobre el Reino el ver que, aunque enEspaña hay mil cosas de admiración “a vezes enun olvidado rincón están otras tales de tantahazaña”52. Señala igualmente que “ay en Gali-cia sin que se mienta mantenimientos en tantaabundancia que muchos se llevan a Flandes y aFrancia sin que en el Reyno una falta se sienta”,dando cuenta, pues, de una abundancia queera negada o desconocida por los demás espa-ñoles; en fin, que para hablar de “Galizia laharta y la plena”, dice, no debe hacerse “pordetras” y con desconocimiento, como se hacehabitualmente, sino tocándola “como SanctoThomas” para juzgarla “de mala o de buena”53;de ahí que no dude en hacer mención de todossus tesoros más preciados: de los cuerpos san-tos y reliquias que había en el Reino tan desta-cadas y abundantes, de todas sus rías y puertosde mar del que puede el de Ferrol, entre los deEuropa, “pintalle por sol”54 por “sus grandesaferraderos y muy seguras entradas”55, de losríos principales “y de los pueblos y tierras por dopasan”, de las fortalezas, monasterios y “mine-ros”, de los linajes y solares y casas que hay “deque proceden muchas en Castilla”, de las“Armas de Galicia” y, finalmente, de todos los“casos notables y de admiración” que hay en elReino que, en efecto, vienen a configurar unasuerte de listado de monumentos singulares yde auténtica excepción que pueden concep-tuarse, siempre siguiendo sus propias palabras,de “muy maravillosos”56.

La relación de Molina es, en todo caso, vario-pinta y generosa pues con creces supera elnúmero mágico de “Siete” que era habitual, talvez porque, muchas veces y desde tiempos muyremotos, el número en cuestión era más simbó-lico que real, del mismo modo que muy cam-biantes también las propias obras consideradascomo “Maravillas” por los distintos autores quede ellas habían tratado. No obstante, cita Moli-na todo aquello que daba a Galicia una ciertasingularidad cultural. Por ejemplo, fuentes deagua famosas por sus propiedades curativas oespectacularidad –aquí parece evocarse el apre-cio sentido por San Gregorio de Tours por lafuente de San Hilarión de Grenoble que consi-deraba una de las siete maravillas naturales debi-das a la propia mano de Dios–, como las Burgasde Ourense, que manaban agua a altas tempe-

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raturas y con una fuerza tan sorprendente “quesale dando fervores y saltando para arriba”, lainmediata a Viana do Bolo que era muy conoci-da y apreciada en Castilla por la gran capacidadque tenía para sanar “todas las enfermeda-des”, o la llamada fuente “Louçara”, situada enlas cercanías del Cebreiro, que “cresce y des-cresce con saca y resaca como la mar”57 y que,curiosamente, no sólo fue valorada como algosingular y curioso por otros autores que escri-bieron después, sino también por nuestro San-cho Sarmiento en la conversación mantenidacon la Condesa D´Aulnoy a propósito de Gali-cia58. También menciona el Licenciado un montesingular relacionado con la leyenda jacobeacomo era el Pico Sacro, materias primas queabundaban en el Reino como el estaño, objetosvenerados como la “piedra” de Padrón queestaba asociada al culto apostólico y en la quesegún la leyenda se había “echado” el cuerpodel Apóstol cuando llegó por mar al puertogallego. Asimismo sagradas tradiciones como ladel Santo Sacramento de Lugo que estabaexpuesto de manera permanente en la Catedraly el milagro de la Hostia del Cebreiro que sehabía convertido en cuerpo y el vino en sangrede Jesucristo y era visible al gran público en dosrecipientes de cristal que se guardaban comotesoros en un pequeño monasterio; y junto aesto, también historias de carácter popularcomo la del “Pecto Burdelo” que recordaba elhecho ocurrido entre A Coruña y Betanzos, endonde algunos mozos del lugar habían liberadoa las doncellas gallegas que formaban parte deltributo de las 100 doncellas que era obligadopagar anualmente al rey moro Miramamolín y atodos sus descendientes desde los tiempos delrey astur Mauregato en razón de vasallaje, conlo que tan vergonzosa humillación cristianafinalizó para siempre59.

Señala asimismo Molina elementos natura-les a los que la creencia popular daba una con-notación mariana y milagrosa como eran lasrocas y piedras de la villa marinera de Muxía enla que se veían Cruces sorprendentes tras lamarea y una formidable Barca de Piedra con sumástil y vela en la que la tradición señalaba unaaparición de la Virgen60. No falta la alusión aimágenes sagradas de gran devoción como ladel Santo Cristo de Ourense, de aspecto vivo y

atribuido a la propia mano de Nicodemo61 (Fig.17), que ha de verse no sólo como una alusiónal de Osma o al de Burgos que eran santos tam-bién y del mismo autor supuesto, sino una emu-lación tal vez del simulacro de Zeus olímpico deFidias que era una de las grandes maravillas delmundo. Aunque en esta relación de imágenessagradas y milagrosas menciona tanto la Virgende Fisterra, en donde culminaba la gran pere-grinación jacobea más allá de Compostela62,como la llamada del Buen Jesús del conventofranciscano de Limia que se decía se había apa-recido milagrosamente a un muchacho rústicopor tres veces y que, por ello, despertaba entrelas gentes una enorme devoción popular63. Porúltimo, cita Molina obras de arquitectura famo-sas muchas de las cuales poseían raras peculia-ridades y una gran antigüedad constructiva.

Destaca entre ellas, prodigándoles grandeselogios, los puentes de Pontedeume y deOurense, que valora, el primero, por su enormelongitud y su gran número de arcos: “de largouna milla contada por passos que pasan de mil

Fig. 17.- Santo Cristo de la catedral de Ourense.

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sobre sus arcos de piedra” (Fig. 18) y, el segun-do, por la gran amplitud de su arco central porel que pasaba todo el caudal del río Miño “sinperderse punta ni tocar en ninguno de los otrosarcos”64. Valora igualmente las Torres de Oestea las que llama “gran antigualla que en anti-güedades será capital”65, sobre todo por habertenido en el pasado una gruesa y larga cadenaque cortaba todo el paso de la ría de Arousaimpidiendo de este modo el acceso de las navesenemigas hacia el puerto de Padrón que era asu vez la estación previa de la Santa Composte-la (Fig. 19).

Como cabe imaginar no faltan en esta valo-ración de monumentos gallegos “muy maravi-llosos” las Murallas de Lugo y las Termas de lamisma ciudad, por ser la famosa “cerca” lucen-se, fuerte, bien construida, émula quizá de laque encerraba la ciudad de Babilonia, conmuchas torres y ancha además en su circuitosuperior “que pueden dos carros andar porcima della” (Fig. 20) y, los “baños”, en cambio,sobre todo por su antigüedad y por ser bienobrados “en tiempos de gentilidad”66. La Torrede Hércules de A Coruña, aunque con su viejonombre de Torre del Faro, sale también a cola-ción en el “ranking” de Molina por su legenda-rio espejo, su ancha escalera perimetral,cómoda que permitía subir muy “llanamente uncarro de bueyes hasta dar en lo alto”, peroigualmente por su evocación de la bíblica Torrede Babel y del célebre Faro de Alejandría, otrade las maravillas clásicas del Mundo, “a cuyalumbre se acogió una noche Julio Cesar nadan-do cuando lo tenían cercado los privados del reyTholomeo”67 (Fig. 21).

Otra obra que menciona con elogios elmalagueño es el “Gran Ospital” de la ciudad deSantiago, por su grandeza, servicio esmeradohacia los enfermos y forasteros y por ser asimis-mo obra real debida a unos grandes fundadorescomo eran los Reyes Católicos68. Las Médulas,aunque del Bierzo, son incluidas por nuestroautor como maravillas gallegas por su proximi-dad histórica y cultural, pero sobre todo por larareza y espectacularidad de sus formas, puesparecen, a decir del Licenciado, “unas torresmacizas sacadas de una sierra y tan perfeta-mente hechas con sus chapiteles como si fuesen

Fig. 18.- Puente de Pontedeume.

Fig. 19.- Torres del Oeste. Fig. 20.- Murallas romanas de Lugo.

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labradas a pico”69. Montefurado y los Codos deLarouco son nuevas joyas de la edilicia gallegapor ser obras, las dos, no sólo de los romanos,sino hechas para dominar la naturaleza al facili-tar la primera el paso del Sil a través de unahoradación abierta abruptamente en el monte(Fig. 22) y, los llamados Codos, un ingente ysinuoso desmonte artificial que posibilitó laapertura, en una zona montañosa cercana al ríoBibei, de una vía militar romana que llevaba deBraga a Astorga70 y que hoy conocemos, enefecto, con el nombre de Vía XVIII del ItinerarioAntonino o de Vía Nova por mencionarse deeste modo en una inscripción conmemorativa(Fig. 23). Finalmente, vuelve a señalar Molinauna última maravilla a medio camino entre elartificio y lo natural como es la iglesia de SanPedro de Rocas que, dice, “es una de las másdificultosas obras que se pueden imaginar”,básicamente por su condición de edificio rupes-tre, pues destaca que estaba toda ella hecha en“una sola peña labrada a pico” y, pese a ello,ejecutada igualmente con gran perfección entodos su detalles arquitectónicos71 (Fig. 24). Así

Fig. 21 - J. Cornide. Torre de Hérculesantes de la restauración. 1790.

Fig. 22.- Montefurado.

Fig. 23.- Los Codos de Larouco.

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pues, a la vista de lo valorado, junto a lo mila-groso, lo legendario y lo tradicional, Molinaparece sublimar en sus “casos notables” másmaravillosos, en especial aquellas realizacionesque más se parecían a las Siete Maravillas de laAntigüedad –Torre de Hércules, Santo Cristo deOurense y Murallas de Lugo–, pero tambiénaquéllas que, además de antiguas y romanas,habían sido en su día obras hechas por la volun-tad del hombre para dominar el medio hostilnatural mostrándolo así ante los ojos del mundocomo el amo de la naturaleza; es decir: Monte-furado, los Codos de Larouco, las Médulas y laiglesia rupestre de San Pedro de Rocas.

En todo caso, es probable que muchas deestas obras mencionadas, y me referiré ahoracasi en exclusiva a las que son tan sólo artificiosmaravillosos del hombre, tuvieran ya una fuertevaloración anterior que ha de rastrearse, cuan-do menos, a la etapa central de la Edad Mediaen la que Galicia tuvo un protagonismo políticoy una centralidad cultural más importante. Contodo, será a partir del siglo XVI cuando se ratifi-quen como “milagros” o “maravillas” delReino, por lo que será habitual que, en los nue-vos “rankings” y listados autóctonos posterioresa la Descripción de Molina, vuelvan a repetirsecon pocos cambios de forma casi habitual.

Así, en la relación del viaje que hizo a Gali-cia Ambrosio de Morales por encargo de FelipeII para conocer las obras manuscritas, santas

reliquias y tumbas reales que pudieran encon-trarse en los monasterios, catedrales y conven-tos gallegos y que se publicó en 1572, sevuelven a mencionar como obras señeras dignasde recuerdo y estimación, además de las Mura-llas y Baños de Lugo que disponían por cierto de“un bravo paredón de argamasa para estorbarque el Río Miño… no los cubriese al llegar aellos” pues estaban muy próximos, el SantoCristo de Ourense “que es muy famoso y demucha devoción” y el monasterio de San Pedrode Rocas que siempre llamó la atención por sucondición singular de ser un edificio excavadoen la roca y por ello una obra “estraña” y de unvalor técnico excepcional72. Castellá Ferrer, queedita en 1610 su conocida Historia del ApóstolSantiago, menciona también por su importancialas Murallas de Lugo de las que dice son “unade las mayores antiguallas de España”73. Cincoaños después, en 1615, Hernando de Ojea, frai-le de la orden dominica, junto al Cristo deOurense, el Puente de la misma ciudad y la ima-gen del Buen Jesús en el convento franciscanode Limia74, los tres por cierto ya señalados porMolina, añade de su propia cosecha otras obrasdestacables; entre ellas la imagen de la Virgende Fisterra, el Cristo del mismo lugar, que erasanto y no menos que el de Ourense, y la ima-gen de Nuestra Señora que estaba asimismo enel puente orensano y que es la única vez, que yosepa, que recibe una consideración tan impor-tante75. Los hermanos Fernández de Boán,Pedro y Juan, que escribieron hacia 1646 unaHistoria de Galicia manuscrita que no llegónunca a publicarse76, son insistentes en seguiren el tema que nos ocupa la estela de Molinaconfirmando sus “maravillas” a las que dotanen ocasiones de más y nueva información siem-pre cargada de gran énfasis. No es de extrañar,pues, que destaquen Montefurado, las Médu-las, la Torre de Hércules, la iglesia de Rocas, lasTorres de Oeste, los Codos de Larouco de losque dicen es “obra tan extraña que pareceimposible haberse podido hacer siendo esta sie-rra de una grande legua de peña viva”77 y, porsupuesto, el Santo Cristo de Ourense “blando ysuave como si fuera cuerpo humano y vivo”78,su Puente por cuyo “arco principal puede nave-gar y pasar el mayor navío de alto bordo contodas sus velas y jarcias”79 (Fig. 25) y el larguísi-Fig. 24.- San Pedro de Rocas.

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mo de Pontedeume “que tendrá más de 60 ojosy arcos y de largo más de 1500 pasos” lo cuales digno de admirar pues en España ya se sue-len valorar los que alcanzan 400 pasos80. En fin,que los hermanos Boán inciden sobre lo yaconocido, con la única excepción de las obrasde Lugo que no llegan a describir, seguramentepor quedar incompleto el manuscrito.

Valoran, en cambio, aunque con menosfuerza y entusiasmo, otras obras que pudiéra-mos considerar de carácter secundario: las imá-

genes de la Virgen de las Ermitas y de NuestraSeñora de Reza en Ourense de la que dicen“que es muy semejante y conforme a otras reli-quias del tiempo de los Apóstoles”81, el Crucifi-cado de Fisterra “tan maravilloso y de grandevoción que se dice ser muy hermano en losmilagros y en la hechura del de Orense, de cuyavilla le trajo siendo obispo… D. Vasco Mariño,natural de este lugar”82; asimismo la imagen desu “Santísima Madre” que estaba también en

Fisterra y que convertía la iglesia en “Santuariode Madre y de hijo”83, la de Nuestra Señora dela Barca en “Mongía” en donde “ay una piedramuy grande que la mueve con un dedo el queestá en gracia de Dios, y el que no por más fuer-zas que haga para menealla se cansa envalde”

84; y así hasta muchas más imágenes y

realizaciones varias entre las que describen ymencionan con un llamativo interés el Colegiode la Compañía de Jesús en la villa de Monfor-te y al que consideran “una de las mejores casasen grandeza de fábrica… de cuantas tiene lareligión en Italia, Francia y España”

85(Fig. 26) y

el gran palacio y plaza de Fefiñanes, cercano aCambados, del que dicen, es propiedad de D.Gonzalo de Valladares y Sarmiento y, de laplaza, que es tan “grande y espaciosa” que “sepuede jugar cañas y hacer fiestas” y componetodo el conjunto un “lugar vistoso y de autori-dad”86 (Fig. 27).

Otro de los autores seiscentistas más cono-cidos, González Dávila, vuelve, a mediados delsiglo, a insistir, esta vez, junto a la importanciadel Sagrado Sacramento de Lugo, en especial

Fig. 25.- Puente de Ourense.

Fig. 26.- Colegio de la Compañía de Jesús o del Cardenal. Monforte de Lemos.

Fig. 27.- Plaza y palacio de Fefiñanes.

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sobre el valor antiguo y arquitectónico de lasMurallas de las que dice son “el más notableedificio que tiene España, con trescientos cuboso torres”, con un ancho “que pueden doscarros andar por ellas sin embaraçarse” –unanueva alusión a las murallas de Babilonia87– ytan bien construidas en argamasa “que se pro-mete una vida de infinitos años”88 (Fig. 28).

Ya en la segunda mitad del siglo XVII, Gán-dara, primer cronista oficial del Reino de Gali-cia89 y un obsesivo trajanista, pues llega a haceroriundo de Galicia al célebre emperador90,apuesta en 1667 por subrayar sobre todo losvalores de los monumentos orensanos, como elcélebre Puente de la ciudad, que era famosocomo hemos visto por las grandes dimensionesde su arco central todo un prodigio de la técni-ca constructiva91, el del Bibei, que era tambiénromano y trajaneo92, de nuevo los Codos deLarouco, que habían sido formados por laslegiones romanas “taladrando montañas ipeñas”93 y, por supuesto, el ya habitual Monte-furado que dice es obra “misteriosa” del empe-rador Trajano y hecha para hacer “ostentaciónde su poder, a imitación de los Reies de Egiptoque con el mismo fin fabricaron las pirámides deMenphis, una de las maravillas que celebra elOrbe”94; por lo que coincide, en su valoración,con Molina y los hermanos Boán pero asimismocon Caramuel que, en 1678, volverá, comohemos visto, a considerar el famoso Montehoradado una maravilla de España95 muy pareci-da, recuérdese, a la famosa Gruta de Nápoles.Finalmente, para concluir nuestro recorrido porel siglo XVII, es importante aludir a Pallares y

Gayoso y a su obra Argos Divina que fue publi-cada en 1700. Y no ya porque por su condiciónde canónigo magistral de Lugo mencione lasmaravillas clásicas de su ciudad: el Santísimosiempre en exposición permanente en la capillamayor de la catedral, las ya célebres Murallas,las Termas o, como novedad, el Puente sobre elMiño que, claro está, vuelve a tener la condiciónde romano96, sino porque refiere también la pro-pia imagen de la Virgen de los Ojos Grandesque era la patrona de la ciudad y la devociónmariana que había motivado la redacción de sulibro97.

Ahora bien, junto a todas estas obras mara-villosas diseminadas por Galicia de norte a sur yde este a oeste, casi todos los autores referidosy muchos otros que a continuación se referirán,no dejan de señalar el carácter extraordinario dela propia Compostela y, por supuesto, de sucatedral que era, no lo olvidemos, “el mejorRelicario que venera el Orbe” al guardar en suinterior el sagrado cuerpo del Apóstol Santia-go98. De hecho, en esta valoración del gran San-tuario cabe ver, una vez más, una cierta relacióncon otras dos maravillas del mundo o inclusotres si es que miramos, en efecto, a listados másmodernos. De una parte el Mausoleo de Hali-carnaso por la condición de panteón funerarioque tiene la iglesia apostólica; de otra el Templode Éfeso por su carácter de enorme y bella molearquitectónica de finalidad religiosa y cultual y,en tercer lugar, por emular la catedral jacobea elTemplo de Salomón, otra Maravilla del Mundosegún algunos listados99, dada la raíz hierosoli-mitana del Apóstol y la condición de NuevaJerusalén que tenía Compostela. Así pues, San-tiago (Fig. 29), como la misma Roma, la otragran Ciudad Santa llena de maravillas que erallamada por ello Urbis Mirabilis100 (Fig. 30), eraella misma una cosa notable digna de ver y deadmirar y una ciudad, a su vez, cargada decuriosas “maravillas” muchas de las cuales, porcierto, habían sido construidas en época moder-na, entre los siglos XVI y XVIII, para engrandecerprecisamente la calidad y la belleza de la Urbeapostólica.

Nadie fue tan exaltado, complejo, barroco ycautivador a la hora de valorar la ciudad deCompostela, como Pablo Mendoza de los Ríos,uno de los miembros más ilustres de los

Fig. 28.- Adarve de las murallas romanas de Lugo. Vista aérea.

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ambientes literarios de la ciudad y destacadoimpulsor de la llamada Academia Compostela-na101, pues acentuó, hasta casi la sublimación,los valores extraordinarios de sus principalesmonumentos en la obra que tituló Theatromoral y político de la noble Academia Compos-telana y que publicó en Santiago en 1731. Asídestaca, en la catedral, la Escalera Maximilianaque ascendía al “Glorioso Templo”102, el moder-no Tabernáculo que consideró uno “de los másprimorosos de la Europa”103, la Concha de Plate-rías colgada del aire104, la Capilla del Pilar de laque dice no hay en Italia ninguna “tan curiosa entan breve espacio”105 (Fig. 31), la de las Reliquiasque considera “mejor Mausoleo de Artemisa,siendo feliz Panteón de Bienaventurados”106 y,por supuesto, la Torre del Reloj a la que le dedi-

ca frases elogiosas y muy poéticas al denomi-narla “Torre del Jardín, quando imitada Primave-ra” debido a la gran cantidad de flores quebrotaban de su fábrica107 (Fig. 32).

Asimismo de la Ciudad del Apóstol mencio-na el Hospital Real por su “pasmosa suntuosi-dad”108, las torres de San Agustín por suspirámides de remate que son “acaso mejor quelas de Egipto”109 o la originalidad de la fachadade la portería de Santa Clara, sin duda por elgran “tonel de piedra” que la remataba y quealudía simbólicamente a la condición de “viñadel Señor” que tenía el convento110 (Fig. 33).Aunque quizá lo que más valoró de las fábricascompostelanas fueron las escaleras de caracoldel convento de Bonaval por ser “una de lascosas más célebres de la España” y “cosa mara-villosa” de ver por ser “los Caracoles de SantoDomingo” únicos y de mucha ciencia y artificio111

(Fig. 34). Es decir que elogia con desmesura laciudad, pero en especial todos sus monumentosmodernos, por lo que se puede afirmar que ensu relación monumental nuestro académicohace un encendido elogio de la arquitectura desu tiempo, del Barroco Compostelano y, por con-siguiente, aunque de manera más encubierta,también de sus principales artífices: Domingo deAndrade, Fernando de Casas, Simón Rodríguez,etc. a los que se debían la gran mayoría de los

Fig. 30.- Roma. Urbis Mirabilis. 1406.

Fig. 31.- Capilla del Pilar de la catedral de Santiago.

Fig. 29.- Plano de la ciudad de Santiago de Compostela. Ca. 1750.

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edificios destacados en donde se había procedi-do a “inventar” una arquitectura nueva, artifi-ciosa, compleja, exaltada, fantástica y adornadaa la vez, pero sobre todo sublime y maravillosadigna en todos los sentidos de una ciudad santade valor excepcional112.

Una actitud similar santiaguista y modernaque apuesta también decididamente por desta-car las obras nuevas que se levantan en la ciu-dad y convierten en “maravilla” a la SantaCompostela, la vemos también en Puga que,en su conocida obra titulada Firmamento com-postelano, hace un desmedido elogio del barro-co Tabernáculo de la catedral al denominarlo“primera y mayor maravilla Española” por su“dórica arquitectura de oro, plata, jaspes y már-moles que desassidos de afortunada roca sirvie-ron dócil materia al Sepulcro de Santiago”113

Fig. 32.- Torre del Reloj de la catedral de Santiago.

Fig. 33.- Portería del convento de Santa Clara. Santiago.

Fig. 34.- Escaleras de caracol de Sto. Domingo de Bonaval en Santiago.

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(Fig. 35). Años después vuelven a encenderselos elogios pro Compostela a través de las pala-bras de Antonio Riobóo y Seijas, uno de los másprolíficos e importantes historiadores del perío-do, que destaca, entre 1731 y 1753, todas lasobras ya valoradas por Mendoza de los Ríos: latriple Escalera de Caracol del convento de SantoDomingo114, el Hospital Real115, la Concha dePlaterías116 (Fig. 36), la Escalera Maximiliana117, elgran Tabernáculo catedralicio118, la Capilla delPilar “tan sublime que parece que su arquitec-tura se rebeló a la geometría… toda vestida demármoles, guarnecida de oro, coronada de luz”y “digno tabernáculo de María en la casa deJacob”119…, pero a las que añade, como nove-dad, el Claustro principal del convento de SanFrancisco “una de las obras más sobresalientesque conoce España, porque están formados losarcos con tanta simetría que todos constan deigual número y medida de piedras”120, y obrassantiaguesas más recientes que acababan de serculminadas o estaban todavía en construcción,como “la Casa nueva para hospedar los Obis-pos”121 que llamamos hoy del Deán, la nuevaIglesia de San Francisco122, el nuevo “espejo”

moderno del Obradoiro que considera obra“primorosa y delicada que se duda tenga igualen España” y, claro está, también todo el con-junto de la fachada de la catedral pues en suopinión era algo “único y sin exemplar”

123a

tono con la calidad e importancia que tenía elsantuario (Fig. 37). En consecuencia, con tanalto grado de exaltación de Compostela y detodas las obras gallegas que se han menciona-do hasta aquí que Rioboo vuelve a destacar conempeño lo mismo que Moraleja y Navarro en sufamoso Piscator de la Corte: Montefurado, losCodos, Rocas, los Puentes de Ourense y Ponte-deume, las Murallas y Termas de Lugo y la Torrede Hércules junto a los “sumptuosos monaste-rios” y los muchos santuarios marianos queexistían en Galicia124, nada tiene de sorprenden-te que, en 1750, un jesuita arrebatado y preo-cupado por los ataques insistentes que vivía latitularidad del Apóstol como único Patrón de lasEspañas, hiciese una desmedida apología deSantiago el Mayor, de la Iglesia Compostelana yde la propia Galicia acudiendo a los argumentosmás “sagrados” y variopintos entre los que nofaltaba, por supuesto, una precisa alusión a susSiete Maravillas que él llama curiosamente los“Siete testigos de vista” que demuestran el

Fig. 35.- Tabernáculo de la catedral de Santiago.

Fig. 36.- Concha de Platerías. Catedral de Santiago.

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“ingenio de los Naturales de Galicia para lasgrandes ideas”125. Y eso fue lo que hizo, enefecto, el padre Pascanio Seguín en su obra titu-lada Galicia, reyno de Christo Sacramentadoque, en dos volúmenes, publicó en Méjico en elaño mencionado.

Quizá se trate de la obra más exagerada-mente encomiástica que nunca se haya escritosobre Galicia a lo largo de su Historia, una vez lahace receptáculo de lo más sagrado que pudie-ra existir y de una primogenitura incontestable acasi todo los niveles sobre los demás reinos deEspaña126. Por eso que no deba considerarsecasual o fortuito que su obra la compusiese en“siete” discursos127, pues es seguro que, conello, quiso enraizarla con los “siete” días queDios había empleado en la Creación. De hecho,el número siete desde los viejos tiempos meso-potámicos estaba cargado de una sacralidadevidente128 que había pasado a otras culturas y,por supuesto, a la tradición judaica y a la propiacivilización cristiana invistiendo así todo lo quetocaba de un halo muy especial: siete habían

sido los días del calendario semanal babilónicoy, a partir de aquí, ese número simbólico, quefue llamado por Rojas Villandrando “perfectíssi-mo”129, se proyectó a muchas otras cosas más; alos Sabios de Grecia, a las Colinas de Roma, alas Virtudes, los Pecados Capitales, los Sacra-mentos, las Obras de Misericordia, los Doloresde la Virgen, las últimas Palabras de Cristo en laCruz, los Dones del Espíritu Santo, los SantosDiáconos de la Iglesia, …130. y hasta fueron sietelos años que gastó Salomón en construir sufamoso Templo hierosolimitano, por no mencio-nar que eran siete las Maravillas del Mundoantiguo y siete las láminas que se habían hechograbar para dar a conocer al Mundo los diseñosde la “Octava Maravilla” que Felipe II había cre-ado y que no era otra que el gran monasterio ypalacio de El Escorial, la obra máxima de su rei-nado.

Pues bien, fuese ya por casualidad o pordestino divino –no olvidemos que las Armas deGalicia estaban presididas por la Eucaristía, quela catedral de Lugo tenía el privilegio de suexposición permanente, que Santiago era elsepulcro de uno de los apóstoles del Señor yque el propio Reino se había puesto al cuidadode los monjes benedictinos y bernardos desde laépoca de los reyes medievales astur-leone-ses–131, era innegable que el antiguo Reino deGalicia estaba dividido en “siete” provincias132,eran “siete” también las ciudades gallegas quehacían la Ofrenda anual al Santísimo en la basí-lica lucense133 y “siete”, finalmente, las puertasprincipales que se solían mencionar al describirla ciudad amurallada de Santiago134 como si deeste modo se entendiese la Urbe Santa comouna nueva y celeste Jerusalén135. Así pues, todoen Galicia estaba marcado por este número divi-no. Por lo tanto al hacer referencia Seguín a lasgrandes maravillas que guardaba el Reino eralógico que también incidiera en este númeroque era el más sagrado y el que se identificabade manera más estrecha con el propio Dios.

El listado de maravillas gallegas de PascanioSeguín es, en todo caso, el único entre los queconozco que las hace coincidir puntualmentecon el número clásico de siete de las Maravillasdel Mundo. Así que, dicho esto y conociendo ala vez cuáles fueron las maravillas designadaspor los otros autores siempre en mayor canti-

Fig. 37.- Fachada del Obradoiro.Catedral de Santiago.

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dad, ésta es la relación que propone el jesuitajusto cuando el siglo XVIII alcanzaba su ecuadornumérico.

La primera a la que hace referencia Seguínes “la famosa Torre de Hércules émula de Babel,que no contenta con amenazar el cielo con lasoberbia eminencia de su altura, tambien ame-naza a la tierra con su ruina por lo angosto desus cimientos, sin dexar de amenazar a lossiglos, a quienes promete vencer con su eternaduración y permanencia, fundada en la artificio-sa argamasa de su fábrica”136; es decir que enesto Seguín prosigue con una tradición que yavenía de antiguo y en donde la Torre gallega ose comparaba con el Faro de Alejandría o, comoen este caso, con la Torre bíblica de Babilonia.

La segunda, asimismo, es otra maravilla yaconocida pues se trata del “célebre Puente deOrense sobre el Miño, por cuyo arco mayorpuede pasar un navío de alto bordo” que des-cribe, como vemos, de una forma también habi-tual, aunque para darle luego mayor énfasisliterario a su designación maravillosa dice des-pués: “Parece que los gallegos considerandoque el mundo no tenía de día más que un ojoen el cielo, que es el sol, se empeñaron en quetuviesse dos: formando debaxo de la ceja deeste arco otro prodigioso ojo en la tierra”137.

La tercera maravilla vuelve a resultarnos unavieja conocida, pues se trata de la iglesia rupes-tre de San Pedro de Rocas, a la que llama

“estraña fábrica en la materia y en el Arte” y“preciosíssimo edificio” por estar “no levanta-do, sino abierto en un prodigioso peñasco”138.

La cuarta es, como no podía ser de otraforma, el siempre presente Montefurado de losromanos, del que dice “es una alta sierra contracuya empedernida naturaleza, compuesta depeña viva, prevaleció el Arte en el empeño”para dar paso artificial al caudaloso Sil139.

Por el contrario, la quinta maravilla es casiuna novedad, pues señala Seguín “el afamadopuerto de Ferrol… el mejor puerto del mundo”a decir de un autor francés, que ya había sidovalorado por el Licenciado Molina entre losgrandes puertos gallegos, pero no como “artifi-cio” sino como puerto natural; de ahí que,ahora, el jesuita lo potencie de manera muy sin-gular al darse en él, dice, una alianza del Artecon la Naturaleza por formarse allí “la obra másgrande del orbe”140 (Fig. 38) en alusión, claroestá, a todas las empresas reales que habíaemprendido Felipe V en el interior de la ría paraconstruir, defender y equipar el Arsenal de AGraña: almacenes, gradas de construcción,obradores y tinglados, castillos y baterías defen-sivos, etc. Obvio es decir que, para cuandoSeguín escribe su comentario, no se había deci-dido todavía el traslado y la construcción enFerrol del que habría de ser uno de los más vas-tos y perfectos arsenales de Europa pues tal deci-sión fue tomada por Fernando VI justo en 1750,

Fig. 38.- Ría, puerto y arsenal de Ferrol con la nueva población.Al fondo, a la derecha, se advierte el primitivo asentamiento del arsenal de A Graña.

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en el mismo año en que el jesuita publicaba suobra141; por tanto queda en suspenso qué adjeti-vos no diría Seguín del famoso puerto de Ferrolde haber visto la desmesura de las nuevas obrasdel Rey que casi quintuplicaban el proyecto de AGraña y lo constituían en una obra extraordina-ria, tal como pregona al Mundo la larga inscrip-ción latina que preside la puerta principal delarsenal ferrolano y que fue colocada allí en1783, durante el reinado de Carlos III142:

MAXIMUM SUPREMAE ARTIS QUID VIDERE VOLENTI

PRAECIPUUM HIC ORBIS ILLI SISTITUR OPUS;

IN QUO FIRMITER PERLUSTRANTES MARIA CUNCTA

NAVES, PROCINCTAS CLASSES, ATQUE OMNIA VIDET.

¡O FELIX HISPANIA! ADMODUMQUE FELIX:

TE FAUSTE GUBERNAT, REGIT, TIBIQUE SAPIENTER IMPERAT

CAROLUS III,

REX INCLITUS, PIISIMUS, AUGUSTUS:

QUEM TOTUS NON CAPIT ORBIS.

ANNO MDCCLXXXIII.

Sea como fuere, como sexta maravilla vuel-ve otra vez Seguín, a sorprendernos pues refiere“aquel recondito Santuario, cuyos sumptuosos ymagníficos edificios… a pesar de la empinadaviolencia del costado de un risco, poblado deinmensos peñascos, hallaron espaciosos cimien-tos en el mismo sitio en que se apareció la ima-gen de Nuestra Señora de las Hermitas”143; esdecir, señala uno de los santuarios marianosmás famosos de Galicia que tenía amplio reco-nocimiento y gran devoción popular pero quenunca había tenido la condición excepcional demaravilla entre los demás autores por más quelo conceptuaran de muy milagroso los herma-nos Fernández de Boán (Fig. 39). Lo llama, contodo, “triumpho de la gracia” por haber lucha-do su arquitectura “con la soberbia braveza dela naturaleza”144, lo que deja entrever, de nuevo,que Seguín valora, como el resto de los auto-res, no sólo la devoción popular, los milagrosrealizados por la Virgen o la realidad construida,sino sobre todo lo que supone de esfuerzo y dedesafío contra el medio, una constante, casi,entre las maravillas gallegas como eran: Rocas,los Codos, Montefurado, etc.

Por último, y acogiéndose a la gracia espe-cial que impone ser, entre las siete, la séptima

maravilla, designa Seguín al “Santuario másvenerado del mundo, la Apostólica Iglesia deSantiago” (Fig. 40) a cuya magnificencia habíanconcurrido no sólo todos los reyes de España,sino muchos incluso de Europa entre los quedestaca al rey cristianísimo de Francia que habíaempeñado todo su poder en que se hiciesen enel templo apostólico dos campanas y un torreque sobrepujaban “en grandeza a todas las dela Cristiandad”145. Ocioso será decir que se refie-

Fig. 39.- Santuario de las Ermitas.

Fig. 40.- Vista panorámica de la catedralde Santiago.

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re Seguín a la Torre del Rey de Francia que daríapaso después a la famosa Torre del Reloj queproyectaría el arquitecto Domingo de Andra-de146. Con todo, el jesuita señala más valoresdentro del Santuario, pues menciona que sufábrica, aunque antigua, supera con creces atodas las demás de España “en fortaleza, gran-deza, adorno y majestad”; y no sólo eso, ya quevalora aún más del conjunto jacobeo la “vizarríade su idea” arquitectónica, su condición de“cúmulo de excelencias”, de “generoso talentode la valentía del ingenio” y la condición quetenía su Tabernáculo de máquina “prodigiosa”una vez era capaz de combatir “por la vista” lainsensibilidad del corazón, tanta era la capaci-dad de seducir de su portentosa maquinariadecorativa que estaba cargada, no obstante, demajestuosa gravedad147.

De todo lo dicho, parece deducirse queSeguín no sólo valora en el conjunto jacobeo lasobras que el santuario acumulaba del pasado148,sino en especial sus realizaciones modernas,barrocas, “bizarras”, valientes y sensuales; con

lo que se posiciona también en la línea de losautores que consideraban lo que hoy denomi-namos Barroco santiagués como un arma apo-logética de exaltación jacobea, compostelana yal fin gallega, que también servía para superarcomplejos de inferioridad, reafirmar valores ylogros autóctonos y contrarrestar asimismotodos los ataques que venían del exteriorponiendo en entredicho, por ejemplo, los privi-legios intocables del Apóstol. Por consiguiente,no sería escandaloso decir que, puesto que estoque hemos dicho parece responder a una ver-dad evidente, el Barroco apologético inventadoen Compostela, era un arma también útil y efi-caz para propagar la capacidad de Galicia paracrear e idear monumentos y arquitecturas por-tentosas, únicas, extraordinarias, increíbles y,por qué no, por eso mismo todas sublimes a lavez que maravillosas. Es decir, que la propiaarquitectura compostelana era, además de unainvención, una sorprendente maravilla, acaso la“Octava” que no llegó a determinar para Gali-cia nuestro Pascanio Seguín.

NOTAS

1 El presente artículo se enmarcadentro del proyecto de investigacióntitulado Planos y dibujos de arquitec-tura y urbanismo: Galicia y el sigloXVIII, del que soy investigador princi-pal (Ministerio de Ciencia y Tecnolo-gía, BHA2002-00816, y Conselleríade Innovación, Industria e Comerciode la Xunta de Galicia. PGIDIT03PXIC21007PN, 2003-2005).

2 Vid. Relación que hizo de suviaje por España la señora condesaD´Aulnoy en 1679, primera versiónespañola, Madrid, Tipografía Franco-Española, 1892, p. 42. D. Sancho Sar-miento, que con anterioridad habíaestado en Sicilia, conoció a la condesaD´Aulnoy cerca de San Sebastiáncuando ésta se dirigía hacia Madrid.Regresaba de una encomienda deSantiago e iba acompañado por otrosdos caballeros, andaluz uno y catalánel otro, llamados D. Esteban de Carva-jal y D. Federico de Cardona. Los tres,al decir de la Condesa, eran de fami-lias distinguidas, de arrogantes figu-

ras, muy galantes y con grandes cono-cimientos del mundo. Vid. también p.15.

3 Una cumplida relación de opinio-nes menospreciativas de Galicia y losgallegos expuestas en su momentopor destacadas personalidades de lasletras españolas puede encontrarse enel preciso trabajo de BARREIROFERNÁNDEZ, X. R.: “La Historia de laHistoria. Aproximación a una historio-grafía gallega (siglos XVI-XIX)”, en His-toriografía Gallega. IV. Xornadas deHistoria de Galicia. Dir. de la edición:Xavier de Castro y Jesús de Juana,Ourense, Diputación de Ourense,1988, pp. 29-32. Por lo demás, estelamentable soneto de Góngora puederesumir, más que ningún otro, elmenosprecio que, por lo general, sesentía hacia Galicia:

Pálido sol en cielo encapotado,mozas rollizas de anchos culiseos,tetas de vaca, piernas de correos,suelo menos aburrido que regado.

Campo todo de tojos matizado,berzas gigantes, nabos filisteos,

gallos del Cairo, búcaros pigmeos,traje tosco y estilo mal limado.

Cuestas que llegan a la ardiente esfera,Pan de Guinea, techos ahumados,

candelas de resina con tericia,papas de mijo en concas de madera,cuevas profundas, ásperos collados,es lo que llaman Reino de Galicia.4 Idem, idem, p. 17. Recientemente

ha ahondado en esta cuestión EIRASROEL, A.: “De historia fabulosa e his-toria dirigida. La república de los hidal-gos según un jesuita gallego decomienzos del siglo XVIII”, en: Estu-dios en Homenaje al profesor TeófanesEgido, II, Valladolid, Junta de Castilla yLeón, 2004, especialmente pp. 25 y28.

5 Cito por la edición de ÁLVAREZBLÁZQUEZ, X. M.: El Buho gallego conlas demás aves de España haciendoCortes, Vigo, 1951, pp. 34-35. Se basaen el manuscrito del siglo XVII conser-vado en la Biblioteca Nacional, ms.4100. Entre los apologistas modernosde Galicia podrían citarse muchísimosmás autores de los siglos XVII y XVIII,

pero me han parecido particularmentecategóricos en sus afirmaciones CAL-DERÓN, A, y PARDO VILLARROEL, G.:Excellencias y primacías del ApóstolSantiago el mayor, único patrón deEspaña y Capitán General de las armascatólicas, Madrid, 1658, p. 313, alafirmar: “Avemos provado en el ante-cedente capítulo que nuestra Españaes Cabeça del mundo, y que aquelPromontorio del Reyno de Galizia, quellamó la antigüedad el cabo de la tie-rra, es la frente del Orbe, y parte prin-cipal destra Cabeça y que esta fue lacausa que pudo entre otras muchastener la providencia divina para depo-sitar el Sepulcro de Santiago conrodeo tan milagroso”.

6 No obstante, valoró positivamen-te la ciudad y la catedral de Santiagoen cuya tumba “se oyen rumores,como choques de armas, y estos rui-dos sólo se producen cuando los espa-ñoles han de sufrir alguna derrota”.Asimismo valoró la ciudad de Ourensey la “fuente que se nombra Louzana”cerca del Cebreiro. Vid. Relación…,op. cit., pp. 42-45.

7 Sobre lo que el autor denomina“El imperio-ciudad de las Siete Maravi-llas” vid. RAMÍREZ, J. A.: Construccio-nes ilusorias. Arquitecturas descritas,arquitecturas pintadas, Madrid, Alian-za, 1983, pp. 29-42. En esta obrapodrá encontrarse también ampliabibliografía sobre el tema, especial-mente en la p. 25, nota 11.

8 El célebre obispo de Tours quevivió en la segunda mitad del siglo VI(538-594) menciona, en efecto, comoSiete Maravillas del Mundo: los Jardi-nes Colgantes de Babilonia, el Colosode Rodas, el Mausoleo de Halicarnaso,el Teatro de Heraclea, el Capitolio deRoma, el Templo de Salomón en Jeru-salén y el Faro de Alejandría.

9 En la relación de Filón, que se con-serva incompleta, aunque se mencio-nan siete sólo se describen seis: losJardines Colgantes de Babilonia, lasPirámides de Egipto, el Zeus de Olim-pia, el Coloso de Rodas, las Murallasde Babilonia y el Templo de Artemisaen Éfeso. La séptima no descrita peromencionada en la introducción de su

obra es el Mausoleo de Halicarnasoque, por cierto, es la única “Maravilla”de la Antigüedad que menciona Vitru-vio. Una traducción completa del textode Filón de Bizancio sobre las SieteMaravillas puede verse en RAMÍREZ, J.A.: Op. cit., pp. 249-253. Para elcomentario del teórico romano vid.VITRUVIO POLIÓN, M.: Los Diez Librosde Arquitectura de… traducidos dellatín y comentados por Don JosephOrtiz y Sanz, Madrid, Imprenta Real,1787, p. 46. Cito por la edición facsí-mil publicada en Madrid, Akal, 1987,con un prólogo de Delfín RodríguezRuiz.

10 ASHLEY, M.: The seven Wondersof the World, Glasgow, FontanaPaperbacks, 1980, pp. 16-17.

11 ROMER, J. y E.: Las 7 Maravillasdel Mundo. Historia, leyendas e inves-tigación arqueológica, Barcelona, Cír-culo, 1996, p. 11.

12 MARCIAL, M. V.: De Spectaculis.Cit. por LUCIANI, R.: El Coliseo,Madrid, Anaya, 1993, p. 264.

13 Quizá convenga recordar que enplena confrontación hegemónicaentre España y Francia, la primera con-sideró “Octava Maravilla” El Escorial y,la segunda, poco después el famosoFaro de Cordouan cercano a Burdeos,entre otras razones por su obvia rela-ción con el Faro de Alejandría.

14 Cit. por ROMER, J. y E.: Op. cit.,p. 205.

15 Idem, idem, p. 206.16 Id., id., p. 207. No menciona, sin

embargo, los Jardines Colgantes deBabilonia. En cambio, como Gregoriode Tours, además del faro de Alejan-dría, cita el Teatro de Heraclea.

17 Una interesante relación de lasMaravillas del Mundo en los autoresantiguos y modernos tomada deMADONNA, M. L.: “Septem mundimiracula come templi della virtú . PirroLigorio e l´interpretazione cinquecen-tesca delle meraviglie del mondo”, Psi-con, 7, Milán, 1976, puede verse enRAMÍREZ, J. A.: Op. cit., p. 27.

18 ROMER, J. y E.: Op. cit., pp. 212y 214. Vid. además Teoría de la arqui-tectura. Del Renacimiento a la actuali-dad, Madrid, Taschen, 2003, p. 52.

19 Vid. al respecto LIGORIO, P.:Delle Antichitá di Roma, Circi, theatri,amphitheatri con numerose tavole e lapianta cinquecentesca di Roma, a curadi Daniela Negri, Roma, E & A, 1989.

20 Cit. por ROMER, J. y E.: Op. cit.,pp. 230-231.

21 ROMER, J. y E.: Op. cit., p. 218.La obra del artista holandés es HEEMS-KERCK, M. VAN: Octo Mundi Miracu-la, Amberes, 1572.

22 El comentario de L. Godefroy esde 1638, cuando visitó el famoso farobordelés. Vid. GUILLAUME, J.: “LePhare de Cordouan, “Merveille duMonde” et monument monarchique”,en Revue de l´Art, 8, París, 1970, pp.36 y ss.

23 FREART DE CHANTELOU, P.: Dia-rio del viaje del caballero Bernini aFrancia (1665), Madrid, 1986, pp. 20-21.

24 KIRCHER, A.: Turris Babel siveArchontologia…, Amsterdam, 1679.Reproduce, en efecto, en magníficosgrabados no sólo una fantástica recre-ación de la Torre de Babel, sino de laciudad de Babilonia, Nínive, los Jardi-nes Colgantes, las Pirámides de Egip-to, etc.

25 Se publicó en Viena en 1721.26 CARAMUEL DE LOBKOWITZ, J.:

Architectura civil recta y obliqua, II,Vegeven, Camillo Corrado, 1678, p.182-199: “Siete son los Edificios yMachinas que antiguamente tuvo porMilagros el Mundo”, la Torre de Babi-lonia, los Muros de Babilonia, losHuertos y jardines Pensiles, el Templode Diana, el Sepulcro de Mausolo, elColoso de Rodas, el Palacio de Ciro enPasasarga, la Estatua de Júpiter Olím-pico, las Pirámides de Egipto y citatambién la Pirámide romana de Ces-tio. Al final como se comprobará fácil-mente con un simple recuento las“siete” maravillas citadas por Cara-muel son, en realidad, diez; aunque sijuntamos en una las tres que cita deBabilonia (Torre, Muros y Jardines) ydescartamos por romana la pirámidede Cayo Cestio son, en efecto, siete.Curiosamente en este listado no men-ciona el Faro de Alejandría.

27 Idem, idem, pp. 217-234. Cita en

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concreto: los caminos y vía Apia, elPanteón, el Templo de la Paz, laColumna Trajana, la Columna Antoni-niana, la Moles Adriana, los Colososde Roma…

28 Id., id., pp. 200-217. Mencionaentre ellos la Estatua colosal de Ale-jandro el Magno en Monte Athos, elColoso de Nabucodonosor, la Torre dela isla de Pharo, el Centicolumnio deGrecia, el Sepulcro de Cyro, las Esta-tuas relieves de Rostán, la Esfinge deEgipto, etc.

29 Id., id., pp. 240-241. Esta com-paración la toma de Juan BautistaCasalio y es la siguiente: el Mausoleode Halicarnaso y los Mausoleos deAugusto o de Adriano en Roma, laestatua de Zeus en Olimpia y los innu-merables simulacros de dioses deRoma, los Muros de Babilonia y losMuros del Capitolio, los Jardines Pen-siles y el Huerto y la Gran Casa deNerón, el Coloso de Rodas y los Colo-sos de Roma, la Casa de Ciro y el Pala-tium de Roma, el Templo de Diana y elTemplo del Capitolio o el Panteón, etc.

30 Id., id., p. 182. Más adelante (p.240) señala asimismo: “Y viniendo aedificios modernos, qué tiene toda laAntigüedad que pueda competir ocon el Templo de San Pedro en el Vati-cano de Roma… o con el templo deSan Lorenzo y el Monasterio y palacioreal que junto al Escorial le acompa-ñan… Queda pues probada y asenta-da nuestra Resolución; y si volvemos adecir que los que en aquellos siglosignorantes y rudos fueron tenidos porMilagros hoy no se tendrían por tales,porque nuestros ojos están enseñadosa ver cosas mayores y mejores”.

31 Id., id., p. 230: “Ver cada día estetemplo (San Pedro de Roma) creciendoen riqueza y adorno, y haziendo quese estime en poco los que la Antigüe-dad tuvo por milagros del mundo. Yporque Casiodoro pone en primerlugar el Templo que a la Diosa Dianaedificaron los ephesios, no será fuerade propósito compararle con este y versi le excede o si cede”.

32 Id., id., p. 4 de la dedicatoria a D.Juan de Austria. También pp. 239.

33 Id., id., p. 234 y ss.

34 Id, id.35 Id., id., p. 235.36 Id., id., p. 240.37 Id., id.38 FREART DE CHANTELOU, P.: Op.

cit., p. 37 : “En el paseo, hablando(Bernini) de Nápoles, su lugar de naci-miento, dijo, entre otras cosas, quebastante cerca de allí se ve una mon-taña que había sido perforada de ladoa lado, pasando por allí un camino deuna milla de largo, que es una obraque los franceses obligaron a hacer alos españoles cuando aquellos erandueños de Nápoles (Es el famoso túnelconocido con el nombre de gruta dePosillipo y cuya construcción es ante-rior a los Romanos), que caminandopor allí cierto día un francés y un espa-ñol dijo el francés: “Este trabajo fuehecho por españoles, para rememorarsu servidumbre; y que el español, congran agudeza natural de su nación,replicó al punto: E gran maraviglia, diservi diventar padroni: Es gran maravi-lla, de esclavos llegar a ser amos”.

39 CARAMUEL DE LOBKOWITZ, J.:Op. cit., p. 240.

40 Como valiosa aportación sobresu compleja personalidad y su viajerabiografía vid. BONET CORREA, A.:“Juan Caramuel de Lobkowitz, polí-grafo paradigmático del Barroco”,Separata del estudio preliminar deCARAMUEL, J.: Arquitectura Civilrecta y oblicua, Madrid, Turner, 1984,VII- LI.

41CARAMUEL DE LOBKOWITZ, J.:Op. cit., p. 239.

42 Idem, idem, p. 3 de la dedicato-ria.

43 Id., id., p. 4 de la dedicatoria.44 Id., id., I, p. 16.45 Sobre esta cuestión vid. la obra

colectiva Dios Arquitecto. J. B. Villal-pando y el Templo de Salomón, ed. alcuidado de J. A. Ramírez, R. Taylor, A.Carboz, R. J. Van Pelt y A. MartínezRipoll; y sobre la relación de Salomón-Templo de Jerusalén y Felipe II-El Esco-rial, la reciente contribución de PENABUJÁN, C.: “¿Diseñó Dios El Escorial?:Caramuel, el salomonismo y la octavamaravilla”, Studi Secenteschi, Firenze,L. Olschki, 2005, pp. 259-280.

46 Aunque con anterioridad yahabía habido claras relaciones delEscorial con los más célebres monu-mentos del mundo antiguo, fue alparecer en 1593 cuando de maneramuy precisa se estableció oficialmenteen un impreso el sinónimo de OctavaMaravilla referido al Escorial. Se pro-dujo concretamente en Bérgamo, Ita-lia y a través de la pluma delhistoriador milanés Paolo Morigi. Apartir de aquí la leyenda iría incremen-tándose. Para más información sobreeste tema vid. BUSTAMANTE GARCÍA,A.: La octava maravilla del mundo.Estudio histórico sobre El Escorial deFelipe II, Madrid, Ed. Alpuerto, 1994,pp. 642 y ss. También CAMPOS YFERNÁNDEZ DE SEVILLA, F. J.: “Elmonasterio del Escorial en la historio-grafía jerónima de la primera época(siglo XVI)”, en El monasterio del Esco-rial y la arquitectura, Madrid, InstitutoEscurialense de Investigaciones Históri-cas y Artísticas, 2002, pp. 175-243.

47 Casi al acabar el siglo XVII el pro-pio Domingo de Andrade volvía aseñalar no sólo las Siete Maravillas delMundo (los Muros de Babilonia, elColoso del Sol en Rodas, las Pirámidesde Egipto, el Mausoleo de Artemisiaen Caria, el Templo de Diana en Éfeso,el Simulacro de Júpiter Olímpico enAcaya y el Faro de Alejandría), sinoque El Escorial era la Octava: “y laoctava la obra del Real Escurial enEspaña”. Vid. ANDRADE, D.: Excelen-cias, antiguedad y nobleza de la Arqui-tectura, Santiago, Antonio Frayz,1695, p. 18-19.

48 En este sentido son muy expresi-vas las palabras suscritas por SANTAMARÍA, FR. L. de: Octava sagradamen-te culta, celebrada de orden del ReyNuestro Señor, en la Octava Maravi-lla…, Madrid, 1664, p. 40: “El sun-tuoso edificio de San Lorenzo el Real,admiración del arte, asombro de lasimetría, crédito de la arquitectura,desempeño en extranjeros climas de loque se sabe concebir y puede ejecutarla española nación. La octava maravi-lla del orbe que, con el exceso de suesplendor, oscureció las siete que laprecedieron en la ancianidad venera-

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ble del gentilismo: pues cuanto gana-ron en antelación del siglo, echando elresto del poder, aquellas, a vista de laarmonía de esta república de partes,de este todo perfecto, lo perdieron”.Cit. por CASTILLO OREJA, M. A.:“Ideas, composición y diseño: antece-dentes programáticos y precedentestipológicos tradicionales del Escorial”,en El monasterio…, op. cit., p. 11.

49 Él mismo señala en la portada desu obra que era natural de Málaga. Encambio su condición de mindoniensede adopción viene dada por su calidadde canónigo de la catedral de Mondo-ñedo.

50 MOLINA, B. S.: Descripción delreyno de Galizia y de las cosas nota-bles del, con las armas y blasones delos linajes de Galizia de donde proce-den señaladas casas de castilla. Dirigi-do al muy Illustre señor Marichal deNavarra, compuesto por…, Mondoñe-do, 1550. He consultado la ediciónfacsímil publicada en la Colección delos Bibliófilos Gallegos con una intro-ducción de José Filgueira Valverde enCompostela en 1949.

51 Idem, idem, fol. II. Dice en con-creto lo siguiente: “Hablar de Galicia,y a quien la sublima/ alla en otras par-tes, por burla se toma/ no hable delpapa, quien nunca fue a Roma/ delvillanaje, verdad es que ay grima/ perolos buenos, y gente más prima/ pue-den do quiera, hazer buena raya/ queay en España que aquí no lo aya?/ yaun faltas ay fuera, que aquí no seestima”.

52 Id., id.53 Id., id., fol. III.54 La excelente calidad natural del

Puerto de Ferrol y su fama de muyseguro para la navegación deberemontarse a los tiempos de los roma-nos si, como parece, puede identificar-se, junto con el de A Coruña, Ares yBetanzos, con el Puerto o Golfo de losÁrtabros que mencionan autores anti-guos como Estrabón, Pomponio Melay Ptolomeo entre los siglos I a.C. y elII d.C.

55 MOLINA, B. S.: Op. cit., fol. XXX.56 Idem, idem, fol. XII.57 Id., id., fol. XVI.

58 Viaje…, p. cit., p. 45: “Os mani-festarían sin duda… que en la altamontaña del Cebre hállase la fuente(Louzana) en el nacimiento del arroyoLouro, que tiene su flujo y su reflujocomo el mar, bien que se halle alejadoveinte leguas de la costa; como másgrandes son los calores más aguabrota, muchas veces fría como el hieloy otras, por el contrario, hirviendo, sinque pueda explicarse tal cambio poruna causa natural”.

59 MOLINA, B. S.: Op. cit., fols. XII,XIII, XV y XXI.

60 Idem, idem, fol. XXII.61 Id., id., fol. XVII.62 Id., id., fol. XXIII.63 Id., id., fols. XVIII. Según cuenta

Molina la aparición del Buen Jesúshabía ocurrido “avra quarenta años” ytodavía estaba vivo el muchacho alque se le había aparecido. Por estemotivo milagroso se había levantadoel convento de Limia, que era “edificiomoderno” y de la observancia francis-cana. El convento franciscano en cues-tión al que se refiere Molina es el delBuen Jesús de Trandeiras, en A Pena(Xinzo).

64 Id., id., fols. XIV y XVII.65 Id., id., fol. XIX.66 Id., id., fol. XX.67 Id. Id., fol. XIII.68 Id., id., fol. XII.69 Id., id., fol. XXIV.70 Id., id., fols. XIV y XIX.71 Id., id., fol. XVIII.72 MORALES, A. DE: Viaje a los Rei-

nos de León y Galicia y Principado deAsturias, edición facsímil con prólogode José Mª Ortiz Juárez, Oviedo, 1977,pp. 115-116, 150 y 156-157.

73 CASTELLÁ Y FERRER, M.: Historiadel Apóstol de Jesús Christo SantiagoZebedeo, Patrón y Capitán General delas Españas, Madrid, 1610, fol. 74.

74 OJEA, H.: Historia del gloriosoapóstol Santiago Patrón de España,Madrid, 1615, fol. 174-175.

75 Idem, idem, fol. 173 y 175.76 FERNÁNDEZ DE BOÁN, P. y J.:

Historia de Galicia (ca. 1646). He con-sultado el manuscrito que, en copiadel siglo XIX, conserva en su bibliotecaparticular Xosé Ramón Barreiro Fer-

nández. Por consiguiente, debo agra-decer a su propietario su gran genero-sidad, su amistad y todas lasfacilidades que me ha dispensado.Más información sobre los hermanosBoán y su Historia en BARREIROFERNÁNDEZ, X. R.: Op. cit., pp. 40-42.

77 FERNÁNDEZ DE BOÁN, P. y J.:Op. Cit., fol. 65.

78 Idem, idem, fol. 811.79 Id., id., fol. 805.80 Id., id., fol. 722.81 Id., id., fol. 860.82 Id., id., fol. 1068.83 Id., id., fol. 1069.84 Id., id.85 Id., id., fol. 1008.86 Id., id., fol. 1079.87 Así las describe Filón de Bizancio:

“La elevación del muro supera los cin-cuenta codos y la anchura del caminoen torno admite cuatro cuadrigas a lapar. Las torres son de muchos pisos yunidas entre sí, de modo que puedencontener en sus huecos interiores unnumeroso ejército”. Cit. por RAMÍREZ,J. A.: Op. cit., p. 252.

88 GONZÁLEZ DÁVILA, G.: Teatroeclesiástico de las iglesias metropolita-nas y catedrales de los Reynos de lasdos Castillas. Vidas de sus arzobispos yobispos y cosas memorables de sussedes, III, Madrid, 1650, p. 169.

89 Sobre su persona y actividad vid.BARREIRO FERNÁNDEZ, X. R.: Op. cit.,pp. 42-44.

90 GÁNDARA, F. DE LA: Nobiliario,armas y triunfos de Galicia, hechosheroicos de sus hijos y elogios de sunobleza, y de la mayor de España y deEuropa, Madrid, 1667, p. 31.

91 Idem, idem, p. 37: “Juntos pas-san por la Ciudad de Orense, adondeallamos otro edificio de nuestro Empe-rador Trajano… que es el de su Puen-te, celebrado de nuestros historiadorescomo diremos luego. Es tan suntuosoeste edificio que sino es el mayor,compite por lo menos con los mejoresde España. Su arco principal de unpilar a otro tiene ciento cinquenta iseis pies geométricos…”.

92 Id., id.: “Otra fábrica de puentese le atribuye a Trajano en este Reino yProvincia de Galicia, la qual está fun-

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dada sobre el río Vividei… No es gran-de el puente, pero su fábrica se cono-ce ser obra de Romanos; i en unacoluna que tiene en su entrada, sufundador, con un rótulo, que dize:Imperante Nerva que este renombretuvo también nuestro Emperador Tra-jano por devoción de su antecesorNerva i porque fue su padre adopti-vo…”.

93 Id., id., p. 33.94 Id., id., p. 36.95 CARAMUEL DE LOBKOWITZ, J.:

Op. cit., II, p. 240. 96 PALLARES Y GAYOSO, J.: Argos

Divina. Sancta María de Lugo de losOjos Grandes, fundación y grandezade su Iglesia, Santiago, 1700, pp. 16-21.

97 Idem, idem, p. 103.98 ESTRADA, J. A. DE: Población

general de España, historia chronoló-gica, sus tropheos, blasones, y con-quistas heroicas…, II, Madrid, 1748, p.304.

99 Recuérdese el listado de maravi-llas del mundo elaborado por San Gre-gorio de Tours ya señalado en sumomento.

100 Vid. ROMER, J. y E.: Op. cit., pp.208-209.

101 La Academia Compostelana secreó en Santiago en 1731 en el reina-do de Felipe V. Su secretario fue elgallego Carlos Barreiro y su presidenteel burgalés Pablo Mendoza de los Ríos.La síntesis de su objeto era ejercitar lainteligencia y familiarizarla con todaslas ramas del saber: la historia, lamoral, la religión y la jurisprudencia.Vid. GONZÁLEZ LÓPEZ, E.: El alba florde lis. Galicia en los reinados de FelipeV, Luís I y Fernando VI, Sada, O Castro,1978, pp. 375-376.

102 MENDOZA DE LOS RÍOS, P.: The-atro Moral y político de la noble Aca-demia compostelana, Santiago deCompostela, 1731. El Peregrino enSantiago. Tratado II, p. 69.

103 Idem, idem, p. 71. 104 Id., id., p. 77: “Después de aver

ponderado los laboriosos matizes, elembeleso de los frontispicios, ayrososy bien labrados corredores; y sobretodo, una concha de piedra en donde

estriva una gran parte de la iglesia,dudando quantos la miran, si vale másla concha de abajo, que el promonto-rio de arriba, ó si merece mas admira-ciones quien assí lo dispuso, que elpromontorio y la concha”; con lo quehace Mendoza de los Ríos un claroelogio a su hoy controvertido autor,pues unos la atribuyen a Simón Rodrí-guez y otros, en cambio, a Domingode Andrade. Vid. sobre la obra encuestión FOLGAR DE LA CALLE, Mª delC.: Simón Rodríguez, A Coruña, Fun-dación Barrié, 1989, pp. 33-39 y TAÍNGUZMÁN, M.: Domingo de Andrade,maestro de obras de la catedral deSantiago (1639-1712), I, Sada, O Cas-tro, 1998, pp. 129 y ss.

105 Id., id., p. 73.106 Id., id., p. 75.107 Id., id., p. 78.108 Id., id., pp. 81-82. Destaca, en el

Hospital, “essa Cadena de piedra tanperfectamente eslabonada; que a nopoder pulsarse para desengaño de sumateria, fuera como inaccesible creer-se esta evidencia”.

109 Id., id., pp. 87-88.110 Id., id., p. 88.111 Id., id.112 Aunque la bibliografía sobre la

arquitectura compostelana del Barro-co es inmensa, junto a la obra deGARCÍA IGLESIAS, J, M.: A Catedral deSantiago e o Barroco, COAG, 1990,como más reciente y novedosa refle-xión puede consultarse VIGO TRA-SANCOS, A.: “Transformación, utopíay redescubrimiento. La Catedral desdeel Barroco a nuestros días”, en Santia-go, la Catedral y la memoria del Arte,Santiago, Consorcio, 2000, especial-mente pp. 199 y ss.

113 PUGA, G. J. de: Firmamentocompostelano. Oración panegírica a laTraslación del único Patrón de España,Oviedo, 1730, p. 31.

114 RIOBOO Y SEIJAS, A.: Descrip-cion geografica y topografica de elReino de Galicia, conforme a los limi-tes y extension que al presente tieneformada de relaciones veridicas y deintegral fe, ms. de h. 1749 (Real Aca-demia de la Historia, signt. D44). Cit.por TAÍN GUZMÁN, M.: “O Barroco”,

en Fontes escritas para a historia daarquitectura e do urbanismo en Gali-cia (séculos XI-XX), coordinado porAlfredo Vigo Trasancos, II, Santiago,Xunta de Galicia, 2000, p. 833: “Escasa de buena y sana havitación, nue-vamente reedificada en la mayor partepor el señor Monroi, con un hermosocampanario a que se sube por tresescaleras en caracol, que todas nacende las paredes, sin estribo alguno, yrematan en un cimborio donde se vengravados los quatro vientos cardinales.Y tan alta que conpite con las torresde la ciudad”.

115 Idem, idem, p. 842.116 Id., id.: “Sobre todo es de admi-

rar una hermosa concha o venera deSantiago formada de sillería desde elsuelo que sustenta en el aire, sobre sí,la escalera que sube a la sala de elThesoro y remata un torreón con unaespaciosa vidriera que la ilumina”.

117 Id., id.118 RIOBOO Y SEIJAS, A.: Analysis

historica-chronologica de la primitivaerección, progressos, y diversas reedi-ficaciones de la Santa Iglesia de San-tiago, Santiago, 1747, p. 25.

119 RIOBOO Y SEIJAS, A.: Discursossobre la predicacion del Santo Apostolen España, privilegios de su Iglesia yotras cosas, ms. de h. 1731. Cit. porTAÍN GUZMÁN, M.: Op. cit., p. 880.

120 RIOBOO Y SEIJAS, A.: Descrip-cion…, op cit., p. 833.

121 De 1753 es la descripción de laciudad de Santiago que Antonio Rio-boo y Seijas, por encargo del ConcejoCompostelano, realizó para ser envia-da al geógrafo José Moraleja y Nava-rro y que éste publicó un año después.Vid.: MORALEJA Y NAVARRO, J.P.: ElJardinero de los planetas y piscator dela Corte para el año 1754. Adornadode una descripcion laconica, historico-politico-geografica de la España Occi-dental; esto es, de todas las Ciudadesque comprehenden el Reyno de Gali-cia y Provincia de Extremadura…,Madrid, 1754, p. 57. La noticia de laautoría de Rioboo de este escritosobre Santiago la proporcionó en sudía PÉREZ COSTANTI, P.: Notas viejasgalicianas, 3 vols., Santiago,

1925,1926 y 1927. Cit. por la ediciónde Santiago, Xunta de Galicia, 1993,pp. 37-39.

122 RIOBOO Y SEIJAS, A.: Descrip-ción…, op. cit., p. 833.

123 Idem, idem, p. 830. Sobre estafachada compostelana vid. VIGO TRA-SANCOS, A.: La fachada del Obradoi-ro de la catedral de Santiago.Arquitectura, triunfo y apoteosis, San-tiago, Consorcio-Electa, 1996.

124 Id., id., pp. 4 y ss. y MORALEJAY NAVARRO, J. P.: Op. cit., pp. 47-88.

125 SEGUÍN, P.: Galicia, reyno deChristo Sacramentado, II, Méjico,1750, pp. 59-60.

126 El agustino Fray Manuel Gonzálezde Paz que da su parecer sobre la obra deSeguín la considera una “Encyclopediaencomiastica de Dios, de Santiago, deGalicia y de la Nación Española”. Vid.SEGUÍN, P.: Op. cit., I, s.p.

127 Estos eran sus títulos: Discurso I.Reyno y Naturales de Galicia; DiscursoII. Armas y Nombre de Galicia; Discur-so III. Galicia Primogénita de la Iglesiaentre las Gentes; Discurso IV. GaliciaCorte del Gran Rey Sacramentado acuya Diestra está sentado el Misterio-so Hijo del Trueno; Discurso V. Santia-go Sobrenatural y Hereditario Príncipede Galicia; Discurso VI. Santiago deGalicia Emperador Universal del Orbe;y Discurso VII. Idea de la Historia Eter-na de Santiago y de su PatrimonioGalicia.

128 Fueron, en efecto, los mesopotá-micos los primeros en dividir la semanaen siete días y en dar a cada día losnombres de los dioses que se identifi-caban con “las siete luminarias móvilesdel cielo”; es decir: el sol, la luna y loscinco planetas entonces conocidos.Vid. GRIMBERG, C.: El alba de la civili-zación. El despertar de los pueblos,Madrid, Daimon, 1980, p. 315.

129 ROJAS VILLANDRANDO, A.: Elbuen republico, Salamanca, 1611. Enesta obra trata de “las cosas memora-bles que ay en el Reyno de Galicia conlas siete ciudades cabeça de partidodella aplicadas a este perfectissimonumero siete, y las edades del mundocuales fueron y como se cuentan”.Cit. por VILLAMIL Y CASTRO, J.: Ensa-

yo de un catálogo sistemático y críticode algunos libros, folletos y papeles asiimpresos como manuscritos que tra-tan en particular de Galicia, Madrid,1875, p. 33.

130 Vid. ROMER, J. y E.: Op. cit., p.206.

131 Con razón señala DomingoLópez de Carbajal que “los Naturalesde nuestra piadosa Galicia ofrecieroncasi todas sus tierras al culto Divino, enpoder de cuyos Ministros permanecela mayor y mejor parte de aquelReyno. Y que no obstante esto con lopoco que les quedó han servido anuestra Monarchía mas de lo queparece posible”. Vid. SEGUIN, P.: Op.cit., I. De la dedicatoria, s.p.

132 Eran las de Santiago, A Coruña,Mondoñedo, Tui, Ourense, Lugo yBetanzos. Inicialmente habían sidosólo cinco pero durante la primeramitad del siglo XVI se incorporaron alas ya existentes las de A Coruña y Tui.Vid. sobre el tema GONZÁLEZMARIÑAS, P.: “Provincias”, Gran Enci-clopedia Gallega, XXV, p. 248.

133 Sobre la Ofrenda del Reino deGalicia al Santísimo de Lugo que seinstituyó en 1669 por decisión de laJunta del Reino vid. VÁZQUEZ SACO,F.: La catedral de Lugo, Santiago,1953, pp. 8-9 y ABEL VILELA, A.:“Ofrenda del Reino de Galicia”, GranEnciclopedia Gallega, XXIII, pp. 21-22.

134 Así lo indican, en efecto, OJEA,H.: Op. cit., fol. 356v (año 1615);GONZÁLEZ DÁVILA, G.: Op. cit., I, p. 2(1618); FERNÁNDEZ DE BOÁN, P. y J.:Op. cit., fol. 197 (ca. 1646) y ESTRA-DA, J. A.: Op. cit., p. 304 (1748) . Sinembargo RIOBOO Y SEIJAS, A.: Des-cripción…, pp. 26-27, indica que laciudad “Conserva 8 puertas principa-les (no siete como con error afirmanMéndez de Silva, Gil Gonzales y últi-mamente Estrada, copiando a losotros sin disculpa, pudiendo averseynformado mejor…” (ca. 1749).

135 De hecho en alguna ocasión sealudió a Galicia como una TierraSanta; vid. PUGA, G. J. de: Firmamen-to…, p. 35: “Blasone ya mejor esteReligiossísimo Reyno con el tymbreSagrado de Tierra santa; Locus enim,

in quo stas: Terra Sancta est; puesexcede a la Jerosolymitana con illustresventajas”.

136 SEGUÍN, P.: Op. cit., II, p. 59.137 Idem, idem.138 Id., id., p. 60.139 Id., id.140 Id., id., p. 61.141 Sobre el gran proyecto ferrolano

y los arsenales reales de A Graña yFerrol llevados a cabo en los reinadosde Felipe V, Fernando VI y Carlos III,vid. VIGO TRASANCOS, A.: Arquitec-tura y urbanismo en el Ferrol del sigloXVIII, Santiago, 1984. AsimismoRODRÍGUEZ-VILLASANTE PRIETO, J.A.: El Arsenal de Ferrol. Guía para unavisita, Ferrol, 2000.

142 El texto latino de la inscripción lohe tomado directamente del que apa-rece desarrollado en la placa que pre-side el ático de la Puerta del Dique delArsenal de Ferrol. No coincide exacta-mente con los que reproducen Ángeldel Arenal y José Montero Aróstegui.Vid. Ángel del Arenal e o Ferrol daIlustración, Ferrol, Centro Ártabro deEstudios, 2002, pp. 63-64 y MONTE-RO ARÓSTEGUI, J.: Historia y descrip-ción de la ciudad y departamentonaval de Ferrol, Madrid, 1859. Citopor la reedición publicada en Ferrol,en 1972, p. 364.

143 SEGUÍN, P.: Op. cit., II, p. 63.144 Idem, idem.145 Id., id., p. 64.146 Sobre la Torre del Rey de Francia

vid. VÁZQUEZ CASTRO, J.: “La Beren-guela y la Torre del Reloj de la Catedralde Santiago”, en Cultura, poder ymecenazgo, Semata, nº 10, edición acargo de Alfredo Vigo Trasancos,1998, pp. 111-148.

147 SEGUÍN, P.: Op. cit., II, pp. 64 y ss.148 También RIOBOO Y SEIJAS, F.:

Análisis…, pp. 30-31 valoraba estaintegración entre lo antiguo y lomoderno en el santuario apostólico:“… de suerte que puede afirmarseque el Apostolico Templo de Santiagofue una continuada Fabrica de los Pre-lados y Cabildo Compostelano, desdela muerte del Rey D. Bermudo y estra-go de Almanzor hasta el tiempo pre-sente”.

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81Las “siete maravillas” del antiguo Reino de Galicia. Orgullo y reivindicación…

QUINTANA Nº4 2005. ISSN 1579-7414. pp. 55-81