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Módulo V: Orígenes de la justicia restaurativa Jorge Ordoñez Valverde Autora DIMENSIÓN PSICOSOCIAL - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Unidad II:

Unidad II: DIMENSIÓN PSICOSOCIAL

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Módulo V: Orígenes de la justicia restaurativa

Jorge Ordoñez ValverdeAutora

DIMENSIÓN PSICOSOCIAL- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Unidad II:

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Introducción- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Si la justicia restaurativa parte de comprender la conflictividad social en sus dimen-siones sociales y culturales, es inevitable proponer una lectura transdisciplinaria de todos los fenómenos asociados al conflicto y su regulación.

Hemos seguido las ideas de Johan Galtung que definen a la expresión directa de la violencia como sostenida y determinada por bases estructurales y culturales. La base es-tructural hace referencia a las relaciones sociales injustas que subyacen los conflictos, su filiación teórica se encuentra en las tesis marxistas planteadas en la Introducción General de la Crítica de la Economía Política donde se define a la sociedad como una estructura, ha-ciendo la metáfora de un edificio donde pueden distinguirse una infraestructura (económica) y una superestructura (ideológica). La base cultural de la violencia encuentra su fundamen-to teórico en las teorías antropológicas que definen a la cultura como un dispositivo para la producción y reproducción de sentido. El argumento central afirma que lo que la gente piensa y dice de las cosas que hace, está articulado por relaciones de significación.

Una y otra dimensión teórica (estructural y cultural), definen ámbitos de realidad complejos que no pueden agotarse con los presupuestos y conocimientos de una sola disciplina. En ambas dimensiones es posible apreciar niveles sociales y también psico-lógicos y este capítulo versa sobre el desarrollo de algunas ideas en esta dirección.

La perspectiva transdisiciplinaria define un objeto de estudio que rebasa el ámbito

de las disciplinas particulares y crea conceptos con alto nivel de integración y síntesis útiles, para pensar fenómenos complejos. Para el caso de teorías transdisciplinarias en ciencia sociales estos conceptos deben aspirar a dar cuenta de por lo menos dos, sino más, de las dimensiones históricas, sociológicas, psicológicas, antropológicas y eco-nómicas del fenómeno que se quiere explicar. La dificultad de producir estos conceptos radica en que las teorías de cada disciplina apelan a paradigmas epistemológicos que muchas veces no son sólo diferentes, sino contradictorios, con lo que una simple yux-taposición de ideas y tesis tomadas de aquí y de allá no da como resultado una teoría consistente y coherente que explique las diferentes dimensiones de la realidad.

En este capítulo nos vamos a ocupar de exponer algunos conceptos que permiten apreciar los niveles psicológicos y sociales de las realidades sociales del conflicto y su regulación. En primer lugar de las relaciones entre las dimensiones estructurales y culturales de la violencia y luego conceptos derivados de esa relación como el foco de control externo, el compromiso emocional y la perspectiva egocéntrica.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Objetivo General- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

• Reflexionar en torno a conceptos y teorías que alrededor de la justicia restaurativa vinculen las dimensiones de los social y lo psicológico.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Objetivos Específicos- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

• Ahondar en las dimensiones psicológicas y sociales del conflicto y la restauración.• Relacionar las dimensiones estructurales y culturales del conflicto por la vía de una

teoría psicosocial.• Destacar el potencial de algunos conceptos transdisciplinarios para una mejor

comprensión de la realidad social.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Contenidos- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

• Relaciones entre las dimensiones estructural y cultural: Donde retomamos la in-vestigación sobre el conflicto en Aguablanca para proponer una hipótesis teórica que vincula lo social con lo psicológico.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• El foco de control externo: Donde se desarrolla un concepto de la psicología social

que ayuda a comprender la lógica de las representaciones sobre la violencia.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• La perspectiva egocéntrica: Es un concepto que se propone para comprender las

lógicas de sentido de las prácticas y representaciones de los actores de violencia.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• El compromiso emocional: Aquí se exponen las ideas de Norbert Elías sobre las

relaciones entre lo psicológico y lo social a propósito del conocimiento.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -1. Relaciones entre las dimensiones estructurales y culturales- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Como se ha anunciado aquí se retoman los desarrollos del capítulo dedicado al conflicto y su lectura desde la óptica de Johan Galtung, que concibe a la violencia directa determinada por factores estructurales y culturales.

Para la definición de los factores estructurales Galtung retoma los desarrollos de la teoría marxista que señalan que la clave de la organización de la sociedad es el tipo de relación que los hombres establecen como productores: la infraestructura de la sociedad, conformada por los modos de producción, las fuerzas productivas y los instrumentos de producción. Por modos de producción hace referencia al régimen de propiedad y el tipo de dominación imperante en la sociedad, que a lo largo de la historia humana ha consistido en el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Las fuerzas productivas son el sector social que se encarga de la producción directa de los bienes de consumo, que según el modo de producción han sido los esclavos, los siervos y los obreros. Los instrumentos de producción hacen referencia a las técnicas y herramientas empleadas para la producción en los diversos estadios del desarrollo de la civilización.

Esta forma de teorizar acerca de las relaciones sociales pone el énfasis en las for-mas de dominación y el conflicto de clases. Permite ver como el sistema social crea y reproduce desigualdades e inequidades, que generan conflictos y transformaciones de las relaciones de poder.

En el caso de la violencia de pandillas en la comunidad de Aguablanca, la base estructural del conflicto está representada por las condiciones de marginalidad en las que viven: muy bajos ingresos, falta de cobertura de servicios públicos, atención de-ficitaria en salud, poco acceso y poca oferta educativa, en fin un déficit generalizado de todos los indicadores de bienestar social. Habíamos dicho que estos elementos inciden para que la conducta delincuencial sea una alternativa para algunos miem-bros de la comunidad.

En lo que corresponde al sustrato cultural de la violencia pueden encontrarse diver-sas filiaciones del concepto en las teorías antropológicas que centran su interés en el estudio de la cultura como un sistema de producción y reproducción de significados. De esta manera los relatos, las narrativas las ideologías y representaciones que justifican la violencia son construcciones que otorgan sentido a las acciones de los actores.

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Para el caso de Aguablanca esas dimensiones culturales son las narrativas de la afirmación de la masculinidad (“el probó que es hombrecito”); la venganza como forma de justicia y obligación moral (“sed de venganza”) y una ética del ventajismo (“viveza”).

Es de suponer que los fundamentos estructurales y culturales del conflicto entre las pandillas se encuentran acompañados todo el tiempo de representaciones psi-cológicas que de alguna manera guían la conducta de los actores sociales. Estas dimensiones psicológicas nos son en buena medida desconocidas, pero en esta in-vestigación es posible, a partir de las evidencias obtenidas, formular dos hipótesis. La primera consiste en la existencia de lo que puede llamarse Foco de control externo que es una forma de representación de la realidad social como regida por poderes ajenos a la voluntad y a la determinación personal. La segunda hipótesis la hemos llamado Perspectiva egocéntrica que es una posición psicológica defensiva centrada exclusivamente en los intereses propios y que niega los intereses del otro, de esta forma en las relaciones sociales el otro es un medio, un obstáculo o un enemigo. Estos dos fenómenos psicosociales tienen su origen en las reacciones emocionales a un contexto social hostil y altamente conflictivo que hace que la manera de repre-sentarse las relaciones sociales tenga un alto compromiso emocional. Son formas de adaptación psicológica en las que la defensa contra la angustia generada por los conflictos se convierte también en defensa contra la realidad social. La realidad social se deforma para mantener un equilibrio psíquico e identitario, proyectando sobre ella una serie de fantasías inconscientes.

Los relatos culturales que justifican la violencia de los grupos de jóvenes de pan-

dillas: La “viveza” esa regla social que obliga a aprovecharse de los otros e impedir que se aprovechen. La “sed de venganza” que en los jóvenes es un deber moral en el cual, sin que importen las razones del conflicto, hay que devolver el doble de lo que se ha sufrido. El “probar que es hombrecito” que constituye un patrón de socia-lización donde la condición masculina se adquiere por los rituales de la violencia. Todos parten de una concepción imaginaria de la vida social, teñida con un gran contenido emocional que no deriva de las condiciones objetivas del conflicto, sino de los mecanismos psicológicos de los que hemos hecho mención. El medio social y su estructura objetiva definen un ámbito de posibilidades y limitaciones, unos campos de conflicto, unos intereses y unos actores, a los que se suman estas experiencias subjetivas que no por menos conocidas son menos importantes.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -2. El foco de control externo- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Este concepto fue propuesto por primera vez por el gran psicólogo social Kurt Lewin para describir el fenómeno psicológico en el que el individuo se representa su propia vida como algo que está definido desde afuera por un poder heterónomo, sobre el cual el deseo o la voluntad personal no tienen ninguna incidencia. Este autor lo utilizó como un concepto contrapuesto al foco de control interno y ambos le permi-tían explicar dos particulares formas de representarse las relaciones con la realidad social, ora como algo externo e inmanejable, ora como algo sobre lo que la voluntad y la determinación tienen un alto grado de eficacia. Esta idea tiene conexiones con un concepto desarrollado por la psicología comportamental en sus experimentos so-bre la motivación y la frustración (Barker, Dembo y Lewin; 1941), al que denominan síndrome de desesperanza aprendida, una experiencia de aprendizaje social donde la frustración reiterada de los propósitos genera una ausencia total de expectativas. Este concepto ha sido útil para entender esa actitud de indolencia y abandono de ciertos grupos sociales que viven en contextos de marginalidad. Un desarrollo con mayores componentes antropológicos es el hecho por el gran psicólogo social el pa-dre Ignacio Martín-Baró en sus estudios sobre el síndrome del fatalismo, a propósito de las comunidades indígenas campesinas del Salvador. El fatalismo es una repre-sentación psicológica caracterizada por la convicción de que la vida está predefinida y no puede ser cambiada, lo que genera una serie de sentimientos de resignación, conformismo y pasividad.

El caso de los jóvenes de las pandillas dista de ser fatalista en cuanto a la resig-nación y la pasividad pero comparte con los conceptos de desesperanza aprendida y fatalismo esa idea de la determinación externa de la vida. Como bien se dijo a pro-pósito de las dimensiones estructurales del conflicto, para estos jóvenes la ausencia de oportunidades, la marginalidad y la pobreza son un contexto de actuación donde las tentativas de cambio y de éxito son muy bajas y la frustración, una experiencia cotidiana. Esto hace que la vida sea una experiencia donde los factores definitorios no radican en la propia voluntad sino en elementos del azar y la imprevisión. La ne-cesidad psicológica de un sentido y un orden generan un imaginario de voluntades externas donde lo religioso y lo mágico se funden: “Que de la muerte nadie se salva, le llega cuando le llega el día , cuando le toca a uno morirse le toca, mi diosito de-cide cuando le llega el día a usted” (…) “Se murió porque el ángel de la guarda no estaba con él” (Jhon, noviembre 2002) Es decir no piensan en una causalidad real de la violencia, definida por la trayectoria de las agresiones y del conflicto; sino en una causalidad mágica en la que su destino está, de alguna manera, prefijado o depende

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de una protección divina en la que la suerte parece jugar algún papel. En los dos casos lo que les ocurre no depende de sus actuaciones concretas sino de un poder exterior. También se expresa esta externalidad en la ausencia de responsabilidad que manifiestan en las justificaciones de sus actos, recordemos la frase de “uno mata por amor a la vida” o aquella dicha por un joven, que a pesar de estar en el proceso de rehabilitación, abrigaba toda suerte de proyectos de venganza y violencia, al ser cuestionado por ello respondió: “Ah no, si los psicólogos son buenos uno se cura” (Diego, abril 26 del 2002); de nuevo el foco de control de su comportamiento resulta ser una circunstancia exterior.

Un hecho muy significativo es la particular estimación que tienen, para los jóvenes de las pandillas, los rezos y rituales religiosos que expresan una concepción mágica del mundo. Esto revela de manera muy clara el foco de control externo y el egocen-trismo que les hace pensar la realidad social desde lo que Freud llamó la “omnipoten-cia del deseo”. Vamos a transcribir aquí la oración del justo juez, muy popular entre los jóvenes, donde se muestra esa forma de religiosidad mágica y lo ritual, despro-vista de toda reflexión ética.

Oración del Justo Juez

Santísimo, Justo Juez, hijo de Santa María,que mi cuerpo no se asombre ni mi sangre

sea vertida, donde quiera que vaya y venga,las manos del Señor delante las tenga, las de mi señor san Andrés, antes y después, las de mi señor san Blas, delante y detrás,

las de la Señora Virgen María, que vayan yvengan, mis enemigos salgan con ojos y no me vean, con armas y no me ofendan, conjusticia y no me prendan, con el paño que

Nuestro Señor Jesucristo fue envuelto seami cuerpo, que no sea herido ni preso, ni a la vergüenza de la cárcel puesto. Si en

este día hubiese alguna sentencia en contramía, que se revoque por la bendición

del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén1

(Los subrayados son nuestros)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 1 Utilizamos la versión comercial impresa en Italia, que lleva este nombre.

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Esta oración sin duda procura la impunidad y se acomoda muy bien al deseo de delinquir sin castigo. Recupera la imagen de los santos y las deidades católicas en una función amorosa y permisiva, preocupados de manera exclusiva por la seguridad del devoto creyente. Al parecer esta oración pertenece más a la tradición de la sante-ría, como lo prueba la imagen que la respalda donde a un Jesús crucificado le acom-pañan, en el mismo escenario, una pradera en llamas y toda una suerte de objetos simbólicos: un sol, un gallo, una escalera, una mortaja con el rostro del Nazareno, un farol, una serpiente, una calavera, una espada y una lanza. No vamos aquí a intentar una interpretación simbólica de cada elemento, bástenos señalar su filiación mágica y el contenido de la oración que parece un conjuro mágico contra los enemigos. No aparece aquí la prédica cristiana del amor y el respeto por lo otros, tampoco la justicia divina, sólo una perspectiva egocéntrica de un amor poderoso e incondicional. Todo esto nos hace pensar en que a la violencia le subyace un importante componente subjetivo y psicológico que no ha sido bien estudiado aun.

La intención narrativa del texto consiste en mover mágicamente las fuerzas del orden divino a favor propio. Cumple el requisito del foco de control externo porque la seguridad y protección que se quiere viene las manos de los santos o del paño de Nuestro Señor Jesucristo, para hacerle invisible a los enemigos o permitirle huir por artes mágicas. Cumple el requisito de la perspectiva egocéntrica porque su argumen-tación habla de formas preconvencionales donde la relación social no está mediada por reglas como la justicia o el bien común. Con el otro o los otros no hay una rela-ción social regulada sino que aparecen simplemente como enemigos y obstáculos al deseo propio.

Un entorno objetivamente signado por la pobreza, falta de oportunidades y la hos-tilidad en las relaciones sociales es percibido como frustrante y peligroso, lo que ante la incapacidad real de cambiar las cosas, activa las defensas psicológicas que entonces subjetivizan la percepción del mundo social tornándolo mágico e imagina-rio. El mundo social se organizará según la estructura de las defensas psíquicas y en la búsqueda de satisfacciones psíquicas primando esto sobre la adaptación a los contextos reales.

Las condiciones de violencia estructural se reproducen en los individuos por el

desarrollo de rasgos egocéntricos y de foco de control externo.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -3. La perspectiva egocéntrica- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El egocentrismo lo vamos a definir como una fuerte tendencia psicológica a auto-rreferenciar los fenómenos del mundo físico y social. Por auto-referenciación enten-demos una comprensión del mundo imaginaria, centrada en los intereses propios y caracterizada por una actitud defensiva: Si vivo en un mundo hostil, mi representación de la realidad está fuertemente teñida de mis propios temores, mi actitud prevenida se conecta con mis miedos imaginarios y los proyecta en los otros, esta constante activación de los sistemas de alerta vuelve a todos potenciales enemigos, por eso los muchachos siempre dicen que se están defendiendo. En el caso de las relaciones conflictivas y violentas propias de estos grupos de jóvenes se generan consecuen-cias imprevisibles donde hay mayor nivel de peligro para el sujeto y la reacción psi-cológica consiste en auto-referenciar el mundo social y psicológico, atándolo a una representación subjetiva e imaginaria de carácter defensivo, como ya hemos dicho. Se trata en el caso del mundo social, de un mundo mágico, fatalista, donde incluso la reacción de la víctima frente a un ataque, es vista, no como legítima defensa o consecuencia de una agresión, sino a su vez como un ataque del que hay que defen-derse por amor a la vida. A pesar de ser agresores siempre se ven a si mismos como víctimas, son incapaces de ver al otro como personas iguales a si mismos sino como medios u obstáculos de sus deseos. “Primero que todo, no me da remordimientos con las liebres porque yo peleo por lo que es, porque si uno se arrepiente entonces que hace ahí. Uno a veces pelea con mucha calentura porque nos quieren matar, pero nosotros los matamos. No tengo remordimiento con el muerto porque muerto está, tengo remordimiento a veces con la familia y entonces pienso en mi familia, por eso deseo calmarme, porque en algún momento me pueden matar y mi familia es la que va a sufrir”. La convicción de que siempre se pelea por lo que es (siempre se tiene razón) y el desprecio por la vida del otro sólo son matizadas por el temor a perder la propia vida.

Este concepto tiene ilustres antecedentes hay una formulación con ese nombre en los desarrollos de Jean Piaget, donde se ocupa de las dimensiones lógicas del pensamiento egocéntrico. Desde el punto de vista de la construcción de estructuras cognitivas (Piaget, Kohlberg) la socialización y la interiorización de la norma se hace mediante el desarrollo organizaciones conceptuales derivadas de la interacción con el medio y que actúan en la percepción, la memoria y el pensamiento. Van de lo sim-ple a lo complejo, comenzando con la posición egocéntrica del bebe hasta la pers-pectiva grupal del adulto, de un estado denominado preoperacional en el que el suje-to no puede operar mentalmente sin el referente real, a un estadio formal, en el que

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el sujeto puede realizar operaciones lógicas sólo con sus representaciones mentales. De esto se deduce que los esquemas de acción evolucionan de tal manera que cada vez dependen menos de los estímulos externos y se van internalizando formando una estructura cognitiva que abarca campos más amplios de la experiencia y desde una perspectiva cada vez más universal, más desligada de la experiencia concreta, lo que le permitirá al sujeto incorporar a la personalidad las formas de pensar preva-lentes en su medio social. De manera paralela se desarrolla la conciencia moral en la que Kohlberg reconoce tres niveles que siguen la misma lógica progresiva desde una perspectiva egocéntrica y autorreferenciada a una mucho más ajustada a las convenciones sociales. Denominó premoral a los primeros niveles, de conformidad con el rol a los segundos y nivel posconvencional los terceros.

Este concepto de perspectiva egocéntrica quiere llamar la atención sobre una par-ticular relación entre la interioridad subjetiva y psicológica y la realidad social exterior. Partimos del hecho de que otorga una primacía de lo subjetivo psicológico en la percepción del mundo exterior. Esa primacía se caracteriza por: 1. Un foco de con-trol externo. 2. La preconvencionalidad del desarrollo moral. 3. La activación de las defensas psíquicas (proyección, negación) 4. La omnipotencia de las ideas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -4. Compromiso emocional- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Estas ideas están desarrolladas en la obra Compromiso y Distanciamiento del gran pensador Norbert Elías, que reúne tres ensayos que exponen algunas de sus ideas principales: la formación histórica de las configuraciones emotivas, los compromisos psicológicos de las representaciones de la realidad y la manera como estos sesgos subjetivos están presentes en las teorías de la ciencia.

En el primer ensayo que da título a la obra sustenta la idea de que el conocimiento social puede analizarse en perspectiva histórica y ver allí una evolución que va desde un pensamiento en perspectiva egocéntrica, forjado con defensas psicológicas, con alto compromiso emocional, hasta un pensamiento más objetivo y racional que ha logrado un distanciamiento de las necesidades psicológicas.

La lectura histórica señala que los niveles de compromiso emocional van en re-lación directa con los niveles de organización de la sociedad para enfrentar los peli-gros. De esta manera una sociedad con una organización social primitiva y un pre-cario dominio de sobre las fuerzas no humanas de la naturaleza, tendrá un mayor compromiso emocional en la forma en que se representa la realidad de la naturaleza. Al estar objetivamente más expuesto a los riesgos y los peligros del mundo, los temo-

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res y las ideaciones que esta percepción genera hacen que se produzcan descargas emocionales que tiñen con un sesgo subjetivo su representación del mundo. Se tien-de a desarrollar un pensamiento que obedece más a las necesidades y proyecciones psicológicas que a una apreciación objetiva de la realidad.

Caso contrario, si la sociedad a la que hacemos referencia ha logrado mediante el desarrollo de los artilugios de la civilización, un mayor control sobre las fuerzas de la naturaleza esto se corresponde con una disminución de los sentimientos de indefen-sión que ya no introducirá el sesgo subjetivo de las defensas psicológicas. Aquí se desarrolla un tipo de pensamiento científico.

El autor señala de manera muy aguda, que el distanciamiento emocional que ha permitido la creación de las teorías científicas ha funcionado muy bien en los últimos siglos en las ciencias que se ocupan de la naturaleza, pero no puede decirse lo mis-mo de aquellas que pretenden explicar el comportamiento humano. Es indudable que si bien el desarrollo de la civilización ha permitido el control de la naturaleza también ha potenciado la magnitud y la eficacia de los peligros engendrados por el mismo hombre. La inteligencia humana se ha aplicado a la fabricación de todo tipo de armas y formas de destrucción de sus propios congéneres y desde los albores de la civilización humana los grupos y comunidades han afincado su propia cohesión en oposición y conflicto con otros grupos y comunidades. Esto de contera explicaría el enorme sesgo ideológico de las ciencias del comportamiento humano.

Si bien lo que pretende Elías es una teoría sobre las dimensiones sociales del conocimiento humano, sus argumentos también nos son útiles para comprender las relaciones entre la organización social y el pensamiento.

Podemos decir que hay una relación entre los niveles de desorganización de la estructura social que brindan una precaria protección a sus miembros y una forma de representación de la realidad social cargada de compromisos emocionales. Una comunidad marginal como la de Aguablanca que no puede garantizar unos estánda-res de seguridad y bienestar social es terreno fértil para el desarrollo de ideologías y representaciones de la vida social cargadas de hostilidad y temor.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Material Complementario- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

• Elías, N. (1990): Compromiso y Distanciamiento. Península. Barcelona.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• Martín-Baró, I. Psicología de la Liberación. Trotta. Madrid. Capítulo El Fatalismo

como Identidad Cognitiva. El latino indolente.

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -Bibliografía- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

• ATHENS. Cómo se hace un delincuente. 2000- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• ELÍAS, N. Compromiso y distanciamiento. Península. Barcelona. 1990- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• KLEIN, M. Amor, culpa y reparación. Paidós. Barcelona. 1988- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• MARTÍN-BARÓ, I. Psicología de la liberación. Trotta. Madrid.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• McCORD, W. Aspectos psicológicos de la delincuencia juvenil Enciclopedia inter-

nacional de las ciencias sociales. Ed. Aguilar. Madrid. 1974- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• MOCKUS A., Corzo. Ley, moral y cultura. Alcaldía de Bogotá. Bogotá. 2003- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• ORDÓÑEZ y BRITTO. Uno mata por amor a la vida. Pontificia Universidad Jave-

riana. Cali. 2004- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -• WHEELER, S. Aspectos sociológicos de la delincuencia juvenil. Enciclopedia inter-

nacional de las ciencias sociales. Ed. Aguilar. Madrid. 1974