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1 UNIÓN CON ROMA "¿No es la Iglesia de Roma la Babilonia del Libro de Apocalipsis?" Una publicación de Christopher Wordsworth, D.D. Alguna vez Obispo de Lincoln

Unión Con Roma

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"¿No es la Iglesia de Roma la Babilonia del Libro de Apocalipsis?"

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    UNIN CON ROMA "No es la Iglesia de Roma la Babilonia del Libro de Apocalipsis?"

    Una publicacin de Christopher Wordsworth, D.D.

    Alguna vez Obispo de Lincoln

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    Traducido del ingls al espaol por A.R.Y. y J.J.Y. Copyright 2003 de la traduccin A.R.Y. y J.J.Y.

    El Obispo Wordsworth escribi una exposicin de la Biblia entera que fue recomendada por el gran C.H. Spurgeon. Los argumentos de este libro nunca han sido respondidos por Roma. En lugar de eso, Roma ha comprado muchos miles de ejemplares de esta publicacin y los ha destruido. Este es EL Clsico Protestante en este tema.

    Nota Introductoria Una nueva edicin de esta publicacin valiossima ser, estamos seguros, bienvenida por muchos lectores en este tiempo crtico en la historia de nuestra Iglesia Nacional.

    Captulo 1 Sobre si Babilonia, en el Apocalipsis, es la CIUDAD de Roma.

    Captulo 2 Sobre si Babilonia, en el Apocalipsis, es la IGLESIA de Roma.

    Captulo 3 Reflexiones Sobre Las Profecas Concernientes a Babilonia en el Apocalipsis.

    Apndice

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    Captulo 1

    Sobre si Babilonia, en el Apocalipsis, es la ciudad de Roma.

    El tema de nuestra investigacin es:

    Si las profecas en el Apocalipsis (Captulos 13, 14, 16, 17, 18, 19), o Revelacin de San Juan, referidas a Babilonia, se refieren a Roma como ella es ahora.

    Esta cuestin se divide a su vez en dos partes:

    Primero: Se refieren esas profecas a la Ciudad en la cual el Obispo de Roma tiene su Sede?

    Segundo: Se refieren esas profecas a esa Ciudad en su carcter espiritual adems del temporal? Es decir, se refieren a ella como a una Iglesia, adems de como una Ciudad? Y como ejercitando poder, no meramente en Roma y en Italia, sino en muchos otros pases, y sobre muchas otras naciones del mundo?

    Comencemos considerando la primera de esas dos cuestiones, Se refieren esas profecas a la Ciudad de Roma?

    1. Primero, estas profecas Apocalpticas que describen a la Mujer que es llamada Babilonia y que se sienta sobre la Bestia con siete cabezas y diez cuernos, no son respecto a la ms antigua, literal, Babilonia Asiria. La inscripcin sobre la frente de la Mujer es Misterio; indicando un significado espiritual. Esta palabra haba sido usada por el Apstol San Pablo hermano [en la fe] de San Juan, en su descripcin delMisterio de iniquidad, como opuesto al Misterio de la Piedad (2 Tesalonicenses 2. 7, y 1 Timoteo 3. 16); y San Juan adopta la palabra de San Pablo, y parece aplicarla al mismo objeto que haba sido retratado por ese Apstol (2 Tesalonicenses 2. 7)

    Otra vez, la Babilonia del Apocalipsis se describe como una Ciudad existiendo y reinando en la poca de San Juan (Apocalipsis 17.18); pero la literal, o Asiria Babilonia haba dejado de ser una ciudad reinante mucho tiempo atrs de cuando San Juan escribi. Por consiguiente la Babilonia del Apocalipsis no puede ser la Babilonia literal o Asiria.

    2. Cul es entonces la Ciudad de la que San Juan habla?

    Es llamada por l una Gran ciudad (Apocalipsis 17.18), y es una que exista en su poca; y continuara existiendo durante muchos siglos, ciertamente hasta nuestros propios tiempos; como es evidente del hecho de que su destruccin, como es descripta en el Apocalipsis, se representa all como acompaada por eventos que, por cerca que ellos puedan estar de ahora, nadie puede decir que hayan tenido lugar todava.

    La Babilonia del Apocalipsis es, por consiguiente, alguna Gran Ciudad que existi en la poca de San Juan, y qu todava existe en la nuestra.

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    Ahora, casi todas las Grandes Ciudades de su poca han entrado en decadencia; casi la nica gran Ciudad que exista entonces, y que todava existe, es Roma.

    3. En tercer lugar, nosotros lemos en el Apocalipsis: Aqu esta la mente, o significando, que tiene sabidura (Apocalipsis 17.9); las Siete cabezas de la Bestia son Siete Montes sobre los cuales se asienta la Mujer.

    En la poca de San Juan haba Una Ciudad, una Gran Ciudad, construida sobre Siete Colinas: Roma. El nombre de cada una de sus Siete Colinas era bien conocido: en el tiempo de San Juan Roma era normalmente llamada: "La Ciudad de las Siete Colinas". Ella era celebrada como tal en una Fiesta nacional anual. Y difcilmente haya Poeta romano de cualquier nota que no haya hablado de Roma como de una Ciudad asentada sobre Siete Montes. Virgilio, Horacio, Tibulo, Propercio, Ovidio, Silio Itlico, Estacio, Marcial, Claudiano, Prudencio, en resumen, la Voz unnime de la Poesa romana durante ms de quinientos aos, empezando con la poca de San Juan, proclam a Roma como "la Ciudad de las Siete Colinas".

    Ni es esto todo. El Apocalipsis es ilustrado, en este respeto, de otra fuente, igualmente obvia para el mundo: Las Monedas.

    Sobre las Medallas Imperiales de esa edad, que todava se conservan, vemos que Roma es presentada como una Mujer que se sienta sobre Siete Colinas, como ella es representada en el Apocalipsis.

    4. En cuarto lugar, San Juan da otro criterio por el que la Ciudad Apocalptica ser identificada. La Mujer que tu has visto (l dice) es esa Gran Ciudad que tiene reino sobre los Reyes de la Tierra(Apocalipsis 17.18).

    Si recurrimos a los Poetas latinos de la poca de San Juan, encontramos que los Eptetos comnmente aplicados a Roma son La grande, La poderosa, La real, Roma; La Reina de Naciones; La Ciudad Eterna; La Seora del Mundo.

    Si de nuevo, contemplamos los sentimientos pblicos del Mundo como son expresados en las monedas de ese perodo, vemos all a Roma, como la gran Ciudad, deificada, coronada con una diadema en forma de muralla y teniendo en su palma una figura alada de Victoria que sostiene en su mano un Globo el smbolo de las Conquistas y el dominio universal de Roma.

    Roma, entonces, era esa Gran Ciudad; Roma rein sobre los Reyes de la Tierra. Por consiguiente la Mujer es Roma.

    5. Sin embargo, ms an, San Juan nos da otra caracterstica. La Mujer, descrita por l como asentada sobre Siete Colinas, y como reinando sobre los Reyes de la Tierra, es llamada Babilonia. En su frente un nombre escrito: Misterio, Babilonia la Grande (Apocalipsis 17.5). Este nombre, como hemos visto, no ha de ser tomado literalmente; no puede designar a la Ciudad Asiria sobre el ufrates; sino que designa alguna otra gran ciudad que era semejante a Babilonia, y es llamada por consiguiente por ese nombre.

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    Para aplicar esto geogrficamente; Babilonia ha encontrado un notable paralelo en Roma. Babilonia (como S. Agustn dice) era la Roma Oriental: y Roma, la Babilonia Occidental.

    Babilonia estaba situada en una inmensa llanura: y todos hemos odo hablar de la Campaa de Roma. Ambas ciudades son cortadas por ros. El suelo de Babilonia se describe en la Escritura como productor de arcilla para ladrillo, y limo, o betn, para mortero (Gnesis 11.3). Atestiguan la Historia Inspirada del edificio de Babel en esa regin. Y las enormes Paredes de ladrillo de Babilonia se han convertido en proverbio.

    Volvamos ahora a Roma. Reconocemos un parecido en estos respectos, en los extensos arqueados acueductos de ladrillo que todava se extienden por la Campaa romana, y conectan la Ciudad con las colinas distantes; y en los caminos, pavimentados con bloques bituminosos que unieron la capital a la costa.

    De nuevo: la ciudad de Babilonia estaba rodeada de lagunas que, cuando ella fue destruida, se estancaron en cenagosos pantanos, y ahora grandemente aumentan la monotona e insalubridad de su desolada llanura.

    Dirijamos ahora nuestros ojos a la Campaa de Roma, anteriormente poblada con ciudades, y viva con el movimiento de hombres. De las inundaciones de los pantanos de la llanura Pontina, y de la malaria inveterada de muchos siglos, y del miasma ftido que anida sobre sus sulfurosos manantiales y arroyos, es ahora escasamente habitable; y por su aspecto salvaje y solitario presenta un triste pronstico de su futuro destino; y parece sonar una solemne alarma y advertencia al odo de la Fe, de que la semejanza entre Babilonia y Roma ser ms fuerte un da.

    Aqu hay algunas impresionantes similitudes; y nosotros no debemos descuidar el paralelo histrico entre Babilonia y Roma. Babilonia haba sido y fue la Reina del Este, en la edad de los Profetas hebreos; y Roma era la Seora del Oeste, cuando San Juan escribi. Babilonia fue llamada la Ciudad de Oro, la gloria de reinos, la belleza de la grandeza de los Caldeos (Isaas 13.19; 14.4). Ella pretendi Eternidad y la Supremaca Universal. Ella deca en su corazn, subir al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzar mi trono (Isa.14.13). Para siempre ser Seora. Yo soy, y fuera de m no hay ms; no quedar viuda, ni conocer orfandad (Isa.47. 7, 8). En estos respectos tambin, Babilonia fue imitada por Roma. Ella tambin se llam la Ciudad de Oro, la Ciudad Eterna.

    Tambin: el Rey de Babilonia fue la vara del furor de Dios, y el bastn de su ira (Isa.10.5) contra Jerusalem por su rebelin contra l. Babilonia fue empleada por Dios para castigar los pecados de Sin, y para poner sus muros en el polvo. As, en la propia poca de San Juan, las legiones Imperiales de Roma haban sido enviadas por Dios para castigar la Ciudad culpable que haba crucificado a su Hijo amado.

    Tambin: se llevaron los Vasos Sagrados del Templo de Dios en Jerusalem de Sin a Babilonia, y fueron exhibidos en triunfo sobre la mesa en el banquete real en aquella noche fatal, cuando salieron de la Pared unos dedos de mano de hombre (Daniel 5. 5,6) y aterrorizaron al Rey.

    As, los Vasos Sagrados del Templo judo, que fue restaurado por Ciro, y el libro de la Ley, y el Candelero de Oro, y la Mesa del pan de la proposicin , fueron llevados cautivos en procesin

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    triunfal al Capitolio romano: y aun ahora sus efigies pueden verse en Roma, talladas en escultura en uno de los lados del Arco triunfal de Tito, el Conquistador Imperial de Jerusalem.

    Ahora cabe preguntarse, cul era el decir de la propia poca de San Juan sobre este asunto? Reconoca o no reconoca a Roma en Babilonia?

    Podemos hablar, primero, de los judos. Tan fuerte era su sentido de la analoga entre estas dos Ciudades, que el nombre que ellos normalmente daban a Roma era Babilonia. Ellos sentan que en su propia historia Dios haba identificado las dos. Y, puede agregarse, como algo notable, que, como la Restauracin de los judos por Ciro no tuvo lugar hasta que Babilonia fue tomada, y luego inmediatamente sucedi, as es, y ha sido mucho tiempo, una opinin profundamente arraigada y un proverbio comn entre los judos que "la Redencin de Israel no se lograr, antes de que Roma sea destruida."

    Luego, cmo eran esos Captulos del Apocalipsis, concernientes a Babilonia, entendidos por los escritores Cristianos que sucedieron a San Juan? Antes de que esta pregunta sea respondida, puede remarcarse algo. Cuando San Juan escribi, Roma era la Reina del Mundo, y siempre que miraba sobre el Cristianismo, era con malos ojos.

    San Juan mismo fue un mrtir voluntario por la fe; l escribi el Apocalipsis en destierro en Patmos, donde fue enviado como prisionero, por el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 1.9). l no podra hablar claramente acerca de Roma sin irritarla. La misma observacin se aplica a los Intrpretes ms tempranos del Apocalipsis. Identificar Roma con Babilonia probablemente se habra representado como traicin contra ella. Y nosotros sabemos que los seguidores de Cristo normalmente fueron considerados por los escritores romanos como mal dispuestos hacia ella, e incluso como la causa de sus calamidades.

    Ahora, note la contestacin que se hacan a tales alegaciones por parte de los antiguos defensores del Cristianismo. Ellos no negaron que Roma estaba sealada en sus profecas inspiradas; sino que ellos afirmaron que era su imprescindible deber e inters desear el bien al existente Imperio de Roma; a causa de que, usando el lenguaje de San Pablo a los Tesalonicenses (2 Tes.2.6,7), el Gobierno Imperialretardaba, o sea, impeda, prevena, o pospona, el levantamiento de otro Poder en su lugar para el que ellos no podran desear el bien, ya que sera ms injurioso para el Evangelio, que el pagano Imperio de Roma.

    Nosotros encontramos que entre los primeros Cristianos algunos estaban tan impresionados con esta identidad que ellos incluso suponan, que la Babilonia desde la cual San Pedro data su primera Epstola, era Roma. Esta suposicin fue causada indudablemente por la creencia comn entre los Cristianos en la relacin tpica de Babilonia y Roma, y demuestra cun fuerte era esa creencia.

    Un testigo muy antiguo sobre este asunto es Ireneo. l era un de los discpulos de Policarpo, el alumno de San Juan, y uno de los ms eruditos entre los escritores de la Iglesia Oriental de esa poca; y l vivi y muri en el Oeste, en Lyon en la Galia. Refirindose al Apocalipsis, l dice que el mundo debe esperar hasta que el Imperio romano sea dividido en varios reinos, significados por los diez Cuernos de la Bestia; y que, cuando estos reinos estn aumentando en podero, luego un gran Poder se levantar, el cual intimidar estos reinos y ser la Abominacin de la Desolacin, y ser caracterizado por el nmero del Nombre de la Bestia predicho por San Juan. Y, procediendo a hablar de este nmero, l agrega, es ms sabio esperar pacientemente hasta que la Profeca sea cumplida, que pronunciarse confiadamente en lo siguiente; pero que, en su propia opinin, la palabra Lateinos Latinus que contiene el nmero requerido expresa ese

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    poder. Y por qu, puede preguntarse, l se fija en esa palabra? "Porque los Latinos(dice l, o romanos) son quienes ahora reinan"; aludiendo manifiestamente a las palabras de San Juan, La mujer que has visto, es la grande Ciudad que tiene reino sobre los Reyes de la Tierra.

    Est por consiguiente claro, que S. Ireneo interpret las profecas de San Juan, acerca de la Mujer sobre las Siete Colinas, la Mujer que reina, la Mujer que es Babilonia, la Madre de las fornicaciones de ninguna otra Ciudad que Roma; y, nosotros podramos agregar, l no las confin a Roma como Pagana, porque l dice que el Poder sin ley que es representado por ese nombre todava no haba venido.

    Uno de los ms sabios de los Padres Cristianos de la Iglesia latina de esa edad era Tertuliano. l afirma que los Cristianos de su da oran por la duracin del Imperio romano. Y por qu? Porque su cada sera sucedida por el levantamiento de otro poder ms terrible. Y en dos lugares de sus obras l usa estas palabras: "As como Samaria es una seal de Idolatra, Egipto es un smbolo de Maldicin, y en igual manera, en los escritos de nuestro propio San Juan, Babilonia es una figura de la Ciudad Romana, poderosa, orgullosa de su dominio, y persiguiendo furiosamente a los Santos."

    Si tambin nos referimos a aquellos escritores antiguos que compusieron Comentarios sobre el Apocalipsis, hallamos la misma interpretacin encontrndonos desde los cuatro puntos cardinales, y desde los tiempos ms tempranos, y continuada en una serie ininterrumpida hasta nuestro propio da.

    El Comentario existente ms temprano sobre el Apocalipsis es de un Obispo y Mrtir de Panonia, Victorinus, en el tercer siglo. l dice, "la ciudad de Babilonia, es decir, Roma; la Ciudad sobre siete colinas, es decir, Roma; y los Reyes de la Tierra odiarn a la Ramera, es decir, Roma."

    Para no mencionar ms autoridades, la misma forma de expresarse se ha hecho eco desde el Este en los comentarios de dos Obispos de Capadocia, Andreas y Arethas; de los cuales el primero expuso el Apocalipsis en el siglo sexto; y desde Italia y la propia Roma por Cassiodorus, primero Senador de esa ciudad, y luego un Eclesistico; y desde frica por Primasius, un Obispo de Adrumetum, en el siglo sexto.

    6. Para resumir la evidencia sobre esta parte de la investigacin; nosotros tenemos en nuestras manos un Libro, dictado por el Espritu Santo a San Juan, el Discpulo amado, el bendito Evangelista, el ltimo Apstol sobreviviente, un Libro que predice eventos desde el da en que fue escrito hasta el fin del tiempo; un Libro diseado para la advertencia perpetua de la iglesia, y encomendado para su piadosa meditacin en trminos solemnes y afectuosos. En ste observamos una descripcin, trazada por el dedo divino, de un orgulloso y prspero Poder, exigiendo homenaje universal, y ejerciendo potente dominio: Un Poder entronizado sobre muchas aguas que son Pueblos y Muchedumbres, y Naciones, y Lenguas (Apocalipsis 17. 1, 15): un Poder arrogndose la Eternidad llamndose una Reina para siempre; un Poder cuyo primer agente, por su aspecto de Cordero (Apocalipsis 13. 11), tiene una semejanza de pureza Cristiana, y sin embargo, por sus altisonantes palabras y crueles hechos, es comparado a un Dragn: un poder que desva a los hombres de la pura fe, y trafica con las almas humanas (Apocalipsis 17.13), tentndoles a cometer adulterio espiritual, tentndoles hacia ella misma con colores ostentosos y joyas relucientes, y teniendo en su mano una copa de oro de encantamientos con los que ella embriaga el mundo, y le hace tambalear a sus pies.

    Este poder, as descripto en el Apocalipsis, es identificado Divinamente en este Libro inspirado con

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    1. una Gran Ciudad; y esa Ciudad se describe como

    2. sentada sobre siete colinas. Tambin se caracteriza como

    3. esa Gran Ciudad, que reinaba sobre los Reyes de la Tierra en el tiempo de San Juan. Y

    4. es llamada Babilonia

    Habiendo contemplado estas caractersticas de esta descripcin proftica, hacemos una pausa, y consideramos: Qu Ciudad en el mundo corresponde a esto?

    No puede ser la Babilonia literal, porque ella no estaba construida sobre siete colinas, ni era ella la Reina de la tierra en la poca de San Juan. Es alguna Gran Ciudad que existi entonces, y continuara existiendo hasta nuestra poca. Entre las muy pocas Grandes Ciudades que entonces existan, y todava sobreviven, Una se asentaba sobre Siete Colinas. Ella fue reconocida universalmente en la poca de San Juan como la Ciudad de las Siete Colinas. Ella es descripta como tal por la voz general de la mayora de sus propios escritores famosos durante cinco siglos; y ella ha continuado siendo caracterizada as desde entonces. Ella es representada como tal en sus propias Monedas, la Acuacin del Mundo. Esta misma Ciudad, y ninguna otra, reinaba entonces sobre los Reyes de la Tierra. Ella ejerci Soberana Universal, y se jact como Eterna. Esta misma Ciudad se pareca a Babilonia en muchos respectos llamativos; --en dominio, en riqueza, en posicin fsica, y en actos histricos, sobre todo con respecto a la Iglesia Antigua y el Pueblo de Dios. Esta misma Ciudad normalmente fue llamada Babilonia por los propios compatriotas de San Juan, y por sus discpulos. Y, finalmente, la voz de la Iglesia Cristiana, en la poca del propio San Juan, y durante muchos siglos despus de ste, ha dado un veredicto casi unnime sobre este asunto: que la Ciudad de las siete colinas, la Gran Ciudad, la Reina de la Tierra, la Gran Babilonia del Apocalipsis, es la ciudad de ROMA.

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    Captulo 2

    Sobre si Babilonia, en el Apocalipsis, es la Iglesia de Roma

    Avanzamos ahora un paso ms en el argumento; y nuestra presente averiguacin es: Si las profecas Apocalpticas que se han especificado se refieren a Roma en su carcter espiritual adems del temporal; es decir, si ellas la involucran, no slo como una Ciudad, sino como una Iglesia.

    1. La Gran Ciudad, la ciudad sobre las Siete Colinas, la Ciudad que en la edad de San Juan reinaba sobre los Reyes de la Tierra, la Babilonia mstica entronizada sobre muchas aguas, sta, hemos visto, es la Ciudad de Roma. Y Roma es reconocida serlo por la voz concurrente de la Iglesia Cristiana en la poca de San Juan, y an hasta el presente.

    2. Tan fuerte, de hecho, es la evidencia de esta identidad, que los Telogos de la Roma Papal no han podido resistirla. Basta mencionar tres de los ms eminentes entre ellos: El Cardenal Belarmino , el Cardenal Baronio, y el famoso Obispo francs: Bossuet.

    "San Juan en el Apocalipsis", dice el Cardenal Belarmino, "llama Babilonia a Roma; porque ninguna otra ciudad adems de Roma reinaba en su poca sobre los Reyes de la Tierra, y se sabe bien que Roma estaba asentada sobre Siete Colinas."

    "Es reconocido por todos", dice el Cardenal Baronio, "que Roma es lo que se da a entender en el Apocalipsis con el nombre de Babilonia."

    Y el lenguaje del famoso Prelado francs, Bossuet, en su Exposicin del Libro de Apocalipsis, es: "Los rasgos (en el Apocalipsis) son tan marcados, que es fcil de descifrar a Roma bajo la figura deBabilonia."

    Tal es la confesin de los ms sabios Telogos de la Roma papal.

    3. Aqu entonces vemos que la cuestin es llevada a un margen estrecho. La Babilonia del Apocalipsis, como es aceptado por los escritores Romanistas y Protestantes, es la Ciudad de Roma.

    4. Pero, puede ser preguntado ahora; teniendo en cuenta que en el Apocalipsis se anuncian juicios tan fuertes sobre Babilonia, como podra una persona reconocer en Roma a la Babilonia Apocalptica, y sin embargo considerarla como la Madre y Seora de las Iglesias?

    La respuesta es, los Telogos de Roma afirman que lo que San Juan predijo de Babilonia, se refiere a Roma como una Ciudad, pero no como una Iglesia. Y, algunos de ellos agregan, que se refera a la antigua Roma pagana, pero no se refiere a sta como Cristiana.

    En apoyo de esta opinin es alegado por ellos, por ejemplo por Bossuet, quien ms ha trabajado este punto en su Comentario sobre el Apocalipsis, que los Antiguos Padres Cristianos de hecho identificaron la Babilonia Apocalptica con la Ciudad de Roma; pero l afirma, que ellos no la identificaron con la Iglesia de Roma; y agrega que cada persona de juicio preferir la interpretacin de los Padres antiguos que la de aquellos modernos Expositores que identifican Babilonia con la Iglesia de Roma.

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    5. Pero sobre esta alegacin puede observarse: Los Padres que vivieron en los primeros tres siglos, es decir, que florecieron antes de que Roma se volviera Cristiana, reconocan a la Ciudad de Roma en la Babilonia Apocalptica; as lo hicieron los Padres que vivieron en el cuarto, quinto, y sextos siglos, cuando Roma estaba volvindose, y al final se volvi, Cristiana. Y nosotros seguimos a los Padres, hasta donde ellos van. Nosotros, junto con ellos, vemos en Babilonia a la Ciudad de Roma. Pero la pregunta es: no debemos ver algo ms?

    Y aqu hacemos una distincin. San Juan fue inspirado por el Espritu Santo; l era un profeta, y le fue permitido prever y predecir lo que la Iglesia de Roma se volvera. Pero los Padres no eran Profetas; ellos slo conocieron Roma como ella era en su propia poca; y nosotros no pretendemos que la Iglesia de Roma fuese entonces, lo que ella es ahora.

    Los Padres no podan prever que, en el decimosexto siglo despus de Cristo, la Iglesia de Roma, en el Concilio de Trento, agregara Doce Artculos al Credo Niceno, y que ella impondra esos artculos sobre todos los hombres, como trminos de comunin, y como requisito para la salvacin. Los Padres no podan prever, que en el decimonono siglo despus de Cristo la Iglesia de Roma agregara otro nuevo artculo a "la fe que ha sido una vez dada a los Santos" (Judas 3) decretando que la Bendita Virgen Mara estaba exenta del pecado original. Ellos habran retrocedido ante tales nociones como increbles. De hecho una de nuestras objeciones ms fuertes a la Iglesia de Roma es, que ella da fuerza a doctrinas que los Antiguos Padres nunca conocieron, y que (como los abogados Romanos de la Doctrina del Desarrollo aceptan) ella no profes explcitamente durante muchos siglos. Y, si ella hubiese sostenido estas doctrinas en los das de los antiguos Padres, entonces nuestro argumento contra la novedad de estas doctrinas caera por tierra.

    Nuestra respuesta es por consiguiente: --Nosotros no pretendemos, que, en la edad de los Padres, la Iglesia de Roma haya sido Babilonia; pero la cuestin a ser considerada es, si ella no se volvi Babilonia, adoptando y dando fuerza a doctrinas, y si por anatematizar a todos los que no las reciben, ella no se identifica con la Babilonia Apocalptica que exige a todos los hombres que beban de su copa(Apocalipsis 14.8; 17.3[,4]). Y creemos, que si los Padres estuvieran vivos, ellos se uniran con nosotros en la investigacin de si ella no es Babilonia.

    6. la verdad tambin es, que Bossuet distorsiona la interpretacin que identifica la Iglesia de Roma con Babilonia. l la llama "una interpretacin protestante"; por que l quiere decir que es una interpretacin moderna, contempornea o subsecuente a la Reforma en el siglo diecisis.

    Pero esto es un yerro. Porque ni bien la Iglesia de Roma empieza a publicar sus actuales pretensiones, y a poner en vigor su credo moderno, fue proclamado por muchos testigos que haciendo as ella estaba identificndose con la Babilonia del Apocalipsis.

    Datando desde el Papa Gregorio Primero, quin hizo una protesta proftica contra el ttulo de Obispo Universal al final del siglo sexto, nosotros podemos trazar una sucesin de tales testigos hasta el momento. En esa serie podemos enumerar al renombrado Pedro de Blois, los Valdenses, y Joaqun de Calabria, Ubertinus de Casali, Pedro Olivi, Marsilius de Padua, y los nombres ilustres de Dante y Petrarca. [N.T. Sin duda que sera un gran error incluir como testigo inocente al Papa Gregorio Primero, aunque su testimonio tiene un especial valor. La Iglesia de Roma, aunque no en su forma presente, ya poda ser entonces considerada como Babilonia, aunque en un estado embrionario y subrepticio de Babilonia naciente, pero Babilonia al fin. Luego, con la creacin de los Estados Pontificios, (de lo cual Gregorio Primero fue un artfice fundamental), Roma, LA CIUDAD, fue constituida propiedad de la Iglesia de Roma, as, Iglesia

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    de Roma y Ciudad de Roma llegaron a ser una misma cosa, as la Iglesia de Roma lleg a ser LA GRAN BABILONIA DE APOCALIPSIS]

    La interpretacin que identifica la Iglesia de Roma con la Babilonia Apocalptica no data de la Reforma; la verdad es, que era anterior a la Reforma, e hizo mucho para producir la Reforma.

    En los siglos sptimo y siguientes, la Iglesia de Roma estuvo unida con la Ciudad de Roma, por la unin de los Poderes temporales y espirituales en la Persona del Pontfice romano; y cuando la Iglesia de Roma empez a promulgar sus nuevos dogmas, y luego a darles fuerza como requisito para la salvacin, fue afirmado pblicamente por muchos, (aunque ella quem a algunos que lo afirmaron), que ella estaba cumpliendo las profecas Apocalpticas acerca de Babilonia. Y aunque la destruccin de la Roma pagana por los godos en el siglo quinto fue un evento de lo ms llamativo, sin embargo ni un solo testigo de cualquier antigedad puede citarse a favor de la Exposicin de Bossuet y sus correligionarios que ven un cumplimiento de las predicciones del Apocalipsis, acerca de la destruccin de Babilonia, en la cada de la Roma pagana por la espada de Alarico.

    De hecho, esa exposicin [de Bossuet] es moderna; es un pensamiento posterior; y ha sido inventada por Bossuet y otros para enfrentar la otra exposicin, que ellos llaman la interpretacin Protestante. La identificacin de la Babilonia Apocalptica con la antigua Roma Pagana, como su antitipo adecuado, es una invencin de la Roma Papal moderna.

    7. Supongamos ahora, a favor del argumento, junto con Bossuet y el gran cuerpo de Intrpretes Romanos que las profecas del Apocalipsis se refieren a Roma slo como una Ciudad, una Ciudad pagana, y notienen que ver con ella ahora como una Ciudad y como una Iglesia. Y tambin supongamos con ellos, que Roma es, como ellos afirman, "la Madre y Seora de todas las Iglesias"; y que slo hay una cosa necesaria para todos los hombres --como todos los Telogos Romanos afirman-- a saber, estar en comunin con Roma.

    Cul es entonces el estado del caso?

    Aqu est el Apocalipsis, un Libro proftico, como ellos lo admiten, dictado por el Espritu Santo, revelando la Historia de la Cristiandad desde la edad Apostlica hasta el Segundo Advenimiento de Cristo, y diseado para la edificacin y consuelo de los miembros fieles de la Iglesia en los peligros, pruebas, dificultades, y perplejidades que les esperaban. Bajo tales circunstancias como esas, nada habra sido ms natural, nada, casi podemos agregar, ms necesario, que San Juan dijera a los seguidores de Cristo: "Ustedes, yo lo preveo, sern asaltados por violencia desde adentro, y por herejas y cismas desde dentro; ustedes sern tentados a desviarse de la fe. Pero tengan buen nimo, no es necesario que se apenen, no es necesario ser dejados perplejos. Hay una Iglesia que no puede errar y nunca caer, --la Iglesia deRoma. Roma es ahora una Ciudad Irreligiosa, la Reina del Mundo Gentil; pero Roma, en no mucho tiempo, se volver la Capital de la Cristiandad. Y la Iglesia de Roma es, por designacin de Cristo, la Madre y Seora de las Iglesias. El que ahora gobierna en Roma, es un Prncipe Pagano; pero cuando algunos aos hayan pasado, la soberana de Roma pasar a otras manos y ser sostenida por ms de mil aos por el Obispo de Roma. l es Infalible; l es el rbitro de la Fe; su silla es el Centro de la Unidad; l es el Vicario de Cristo. La nica cosa indispensable es: permanecer en comunin con l.Obedzcanle; entonces nada podr daarles, nada podr perturbarles. Ustedes estarn seguros, ustedes sern bendecidos, para siempre."

    Qu regla tan simple! Cun fcil de aplicar! Puede ser imaginado, que el Autor del Apocalipsis no la haya encomendado? Puede ser imaginado que San Juan --o, ms bien, el Espritu de Dios

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    que escriba por l,-- haya estado callado sobre esta sumamente importante cuestin? Puede ser imaginado que l, cuando estaba escribiendo una historia proftica de la Iglesia, no haya inspirado una slaba sobre eso? Y sin embargo, si la Iglesia de Roma no es la Ciudad Ramera, si ella no es Babilonia, entonces ella no es mencionada ni siquiera una vez en el Apocalipsis! De hecho es afirmado por Bossuet que "no hay un solo rastro de la Iglesia de Roma en todo este libro". Su misma existencia es ignorada. Y sin embargo a nosotros se nos asegura de parte de todos los Telogos Romanos y los Pontfices romanos que Roma es "la Madre y Seora de las Iglesias", y que la comunin con la sede de Roma es indispensable, y que el sometimiento a sus leyes es requisito para la salvacin! Cun increble!

    Pongamos de nuevo el mismo caso. Imaginemos que estas profecas del Apocalipsis se refieren a Roma slo como una Ciudad, una Ciudad pagana, y no como la Iglesia Papal. Qu tendremos entonces? Aqu hay profecas divinas --profecas extensas y completas-- encomendadas en trminos solemnes para la meditacin piadosa de la Iglesia, an hasta que Cristo vuelva (Apocalipsis 1.3; 22.19, 20); y sin embargo ellas pueden ofrecer advertencia y consolacin slo a algunos, para un corto perodo despus de que ellas fueran publicadas. La Roma pagana fue saqueada por Alarico y los godos en el ao del Seor 410, poco ms de trescientos aos despus de que el Apocalipsis fuera escrito; y luego, nos es dicho por Bossuet y los otros Telogos Romanos, Babilonia cay!

    Qu pobre cumplimiento de estas predicciones! D cada ventaja a la suposicin. Conceda que los primeros Cristianos creyeron que fueron consumadas en la Roma pagana; --que no es el caso; qu se sigue entonces? Algunos Cristianos antiguos fueron instruidos por ellas; instrudos para hacer qu? Para huir de la idolatra de la Roma Pagana. Para no sacrificar a Jpiter! Para no quemar incienso a la estatua del Emperador romano! Necesitaron ellos una nueva, gran, y elaborada profeca para ensear eso entonces? San Pedro y San Pablo y todos los mrtires Apostlicos haban hecho esto. El Apocalipsis no fue necesario para salvarlos de la Apostasa. Sea dicho esto con reverencia: all no haba una crisis digna de la intervencin del Espritu Santo de Dios.

    Pero ahora cambie la hiptesis. Suponga que Babilonia sea, no una Ciudad pagana, sino una Iglesia corrupta, promulgando sus demandas, y encubriendo sus corrupciones, bajo los colores ms especiosos y seductores: escondindolas bajo las bellas formas de Antigedad, Santidad, Unidad, y Universalidad. Entonces el caso es diferente. Aqu est una nueva forma de mal que requiere un nuevo remedio. Aqu est un Anticristo que se sienta en la Iglesia, y ensea el error enmascarado como Verdad; y el Anticristo hablando en el nombre de Cristo. Aqu est un fuerte engao, uno que puede entrampar al mundo. Aqu est una ocasin crtica, y una urgente exigencia, para la intervencin del Espritu Santo. Aqu est un provechoso ejercicio de su Divino Oficio de profetizar, guiar y advertir a la Iglesia. Aqu est una apropiada Misin para el Consolador.

    Y, si semejante Iglesia como la que nosotros hemos descrito ahora ha existido, y si ha continuado existiendo durante muchos siglos, y existe ahora en el mundo; si ha existido as, y todava existe, en Roma; y si, por la unin del poder secular con el espiritual, la Iglesia romana est, y ha estado mucho tiempo, identificada con la Ciudad de Roma; y si la Babilonia Apocalptica es la Ciudad de Roma, como todos admiten, luego nosotros aqu vemos una prueba, de que la Babilonia del Apocalipsis que es reconocida por los Telogos Romanos ser la Ciudad de Roma, no slo es la Ciudad de Roma, sino tambin la Iglesia Romana.

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    A esta altura, pueden dirigirse unas palabras a algunas personas que afirman que el conflicto real de nuestros propios tiempos no est entre una forma de Cristianismo y otra, sino entre el Cristianismo y la Infidelidad; los cuales descuidan por completo estas profecas del Apocalipsis, y parecen olvidarse que ellas existen en la Palabra de Dios, y que el Espritu Santo declara "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profeca", y pronuncia una maldicin sobre todos los que se apartan de ellas; o que ponen estas profecas fuera de su objetivo, y se impacientan con aquellos que las retienen en la direccin que ellos consideran, y creen que pueden demostrar ser la verdadera.

    No puede discutirse que nosotros tenemos mucho que temer de la Infidelidad; sus temores en este respecto son como los nuestros.

    Tambin admitimos que el Anticristo brevemente sealado por San Juan en dos de sus Epstolas es un Poder Infiel.

    Pero no es el fin y la meta principal de la Profeca, advertir a los hombres ahora contra la Infidelidad ms de lo que anteriormente lo hizo contra el Paganismo. El Poder descrito por San Pablo y San Juan en el Apocalipsis es expresamente llamado un Misterio. Pero la Infidelidad se proclama a s misma: esto no es ningn "Misterio". Y Cristo ha pronunciado su sentencia, de una vez por todas, contra la Incredulidad: "El que creyere y fuere bautizado, ser salvo; mas el que no creyere, ser condenado." (Marcos 16.16). Ninguna voz posterior podra agregar fuerza o claridad a este Veredicto divino.

    Mas el objetivo legtimo y final de la Profeca Cristiana es advertir al mundo contra los insidiosos planes y las misteriosas obras de un error mortal, disfrazado con el vestido de la Religin; porque Satans nunca ha de ser tan temido como cuando est "transfigurado en ngel de Luz" (2 Corintios 11.14).

    Y aunque la Infidelidad ha de ser temida, esta advertencia contra la Religin corrupta era necesaria que fuese dada; porque el estado de aquellos que usan la Religin como una capa para el pecado y el error es an peor que el de los Paganos. La supersticin es la ms prolfica fuente de Atesmo. Cuando las personas de un Pueblo ven a la Religin que se ala con la impostura, ellas pronto consideran la Religin como un fraude. As la Supersticin les conduce a la Incredulidad. Como el Autor de este Ensayo conoce demasiado bien por la observacin personal, ese es el peligro de Italia y Francia en este momento.

    Observando, entonces, las declaraciones de la Escritura acerca de la Infidelidad, y los verdaderos propsitos de la Profeca Cristiana, y mirando los peligros del Mundo de la Infidelidad, y al lenguaje y espritu de estas profecas Apocalpticas, vemos razn para creer, aun sobre esta base, que la forma de Anticristianismo contemplada por ellas no es pagana, o infiel, sino religiosa.

    8. Otra objecin puede ser considerada aqu.

    Algunas personas han alegado, que puesto que la Profeca es interpretada mejor por su cumplimiento, y como no todos estn de acuerdo interpretando estas profecas Apocalpticas de manera semejante, aplicndolas a Roma, y puesto que Roma niega que sean aplicables a ella, por consiguiente ellas no deberan ser interpretadas as.

    Pero una pequea consideracin mostrar la falacia de esta alegacin.

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    De hecho es verdad, que la Profeca es mejor interpretada por su cumplimiento; y que si no puede demostrarse con certeza por investigadores francos, inteligentes, y atentos, que estas Profecas se han cumplido en parte en la Iglesia de Roma, entonces seguramente habra una fuerte presuncin de que ellas no se han cumplido as.

    Pero, porque el cumplimiento no sea reconocido universalmente, y, particularmente, no sea reconocido por la Iglesia de Roma, no es por consecuencia verdadero, que ellas no se hayan cumplido.

    Todos los Cristianos estn de acuerdo en que ya se han cumplido las Profecas del Antiguo Testamento, acerca del Mesas, hace casi dos mil aos, en la persona de Jesucristo. Y sin embargo, hasta esta hora, los paganos no creen esto; y, lo que es ms, los judos que mantuvieron esas profecas en sus manos y eran los ms interesados en la consumacin de esas profecas, no reconocen su cumplimiento, sino que obstinadamente lo niegan.

    Pero, preguntmonos, Significa que este rechazo del cumplimiento en cualquier grado invalida la verdad de esas profecas, o que vuelva menos cierto su cumplimiento? Ciertamente no. No, lo confirma. Porque esta incredulidad de los judos fue predicha en esas profecas: Seor, quin ha credo a nuestro dicho? (Isaas 53: 1; Juan 12: 38).

    De igual manera, es ftil alegar, que estas profecas del Apocalipsis no apuntan a la Iglesia de Roma, porque la Iglesia de Roma no reconoce que ellas la involucren. De hecho este escepticismo suyo acerca de ellas es una corroboracin de la prueba de su cumplimiento. As como se predijo en las profecas del Antiguo Testamento, que los judos no creeran su cumplimiento, as de igual manera se predice en las del Apocalipsis, que aquella a quien ellas involucran no las creer, y no se arrepentir (Apocalipsis 9: 20; 16: 9-11) sino que ser herida con ceguedad de juicio, y endurecida por juicio de Dios; en una palabra, que Babilonia ser Babilonia hasta el final.

    Por consiguiente, si la Iglesia de Roma es Babilonia, nosotros no tenemos ninguna razn para sorprendernos de que ella no reconozca, y no tenemos ninguna razn para esperar que ella reconocer que es el tema de estas profecas y que reconocer que ella es retratada all como Babilonia.

    Observemos aqu los misteriosos procedimientos de Dios. Los judos sostienen en sus manos, y veneran como divino, al Antiguo Testamento. Y del Antiguo Testamento la Iglesia de Cristo prueba su propia causa contra los judos. Y as la Iglesia de Roma sostiene en sus manos el Apocalipsis; ella lo reconoce como el trabajo de San Juan, y exige a todos los hombres que lo reciban como divinamente inspirado. Y no puede acaso la iglesia de Cristo probar del Apocalipsis su propia causa contra Roma?

    La verdadera cuestin por consiguiente, vemos, es: no si la Iglesia de Roma reconoce, ni si las personas de nuestra propia Comunin reconocen, que estas profecas ya se han cumplido, o estn cumplindose, y sern completamente cumplidas, en la Iglesia de Roma; sino: si hay evidencia para convencer a una mente imparcial de que ese sea el caso.

    Esa es la cuestin ante nosotros.

    9. Prosigamos por lo tanto con nuestro argumento. La Mujer, llamada la "Ramera", y "Babilonia", o "la Gran Ciudad", "la Ciudad sobre Siete Colinas", la Ciudad de Roma, se sienta sobre la Bestia como sobre un trono, es decir, la gobierna, y es apoyada por sta. La Bestia se representa como

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    teniendo diez Cuernos llevando Coronas que, se nos dice, son diez Reyes, o Reinos; y stos, se agrega, no haban recibido poder en la poca de Juan, sino que lo recibiran despus con la Bestia.

    Ahora, si, con Bossuet y sus correligionarios, imaginamos que la Mujer sobre la Bestia es la Roma Pagana, y no la Cristiana, preguntmonos entonces: Dnde, en ese caso, estaban estos Diez Reinos que noexistan en la poca de San Juan, y que se levantaran y recibiran poder junto con Roma? La Roma pagana rein sola, y fue destruida, antes de que cualquier reino semejante se levantara. Ninguno puede encontrarse que corresponda a la descripcin de Juan.

    Pero ahora adopte, de nuevo, la otra suposicin. Permita que la Bestia, con la Mujer entronizada sobre ella, representen la Ciudad y la Iglesia plantadas sobre las Siete Colinas sobre las que la Mujer se sienta. Permita que esto representa a la Iglesia de Roma. Entonces todo se vuelve claro. Cuando el Imperio pagano de Roma cay, nuevos Reinos se levantaron de sus ruinas. stos eran los cuernos de la Bestia que entonces crecieron; luego la Iglesia de Roma aument en fuerza; y estos Reinos recibieron poder con ella.

    Mire la profeca de nuevo. Estos reyes, leemos, dan su poder y fuerza a la Bestia. Ellos reinan, como reyes, al mismo tiempo con la Bestia. Como reyes -es decir, ellos son llamados reyes- pero la Bestia es la verdadera Soberana de sus sbditos. Y cul es el hecho? Los Reinos europeos que se levantaron a la disolucin del Imperio romano se rindieron al dominio de la Iglesia de Roma, y estuvieron, durante muchos siglos, sujetos al Papado. La Mujer que se sentaba en la Bestia tena su mano sobre los Cuernos, y los sostuvo firmemente bajo su control. Ella todava los trata como sus sbditos. Las Monedas Papales proclaman esto: "Omnes Reges servient ei", "et Gens Regnum, tibi quod servierit, peribit". Tales son sus demandas; y en la Coronacin de cada Pontfice ella se dirige as a l: "Reconcete a ti mismo ser el Padre de Reyes y Prncipes, el Gobernante del Mundo". stas son las palabras que l recibe para s mismo, cuando la Tiara papal es puesta sobre su frente. As en la pretensin de la Iglesia de Roma de ejercer dominio sobre los Reyes de la tierra, y en esa amplitud de dominio y plenitud de felicidad a que ella ha apelado por tantas generaciones como una prueba de que ella es favorecida del Cielo, nosotros reconocemos otra prueba de que la Babilonia del Apocalipsis, la Mujer sobre la Bestia a quien los Reyes habran de dar su poder y fuerza, no es otra cosa que la Iglesia de Roma.

    Ms an: Se profetiza en el Apocalipsis que algunos de los Cuernos, algunos de los reinos que habran de recibir poder junto con la Bestia, un da se levantaran contra ella, y comeran la carne de la Ramera, y la quemaran con fuego (Apocalipsis 17: 16).

    Ahora, de nuevo suponga, para poder argumentar, que la Mujer sobre la Bestia era la Roma Pagana. Luego, concedemos prontamente, que Alarico con sus Godos, Atila con su Hunos, Genserico con sus Vndalos, Odoacro con su Hrulos, ciertamente saquean la Ciudad de Roma. Pero cundo recibieron ellos el poder junto con Roma? cundo le dieron ellos su poder y su fuerza a la Roma Pagana? Nunca. Por consiguiente, si la Mujer sobre la Bestia es slo la Ciudad de la Roma Pagana, entonces la Profeca de San Juan ha fallado; lo cual, puesto que es de Dios, es imposible.

    Pero la Roma Pagana hace mucho tiempo que dej de ser. Por consiguiente, estas predicciones no pueden involucrar la Roma Pagana. Pero ellas ciertamente involucran la Ciudad de las Siete Colinas, Roma; y, por consiguiente, ellas apuntan a esa Ciudad en la cual el Obispo de Roma ahora gobierna. Y la maravilla predicha por el Apocalipsis es sta -y es un tremendo misterio- que algunos de los Poderes de la Tierra que recibieron poder con la Bestia

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    y una vez le dieron su podero a ella, habrn, bajo el dominio superior de la justicia retributiva de Dios, de levantarse contra la Mujer sentada sobre la Bestia, y "comern sus carnes" y la quemarn con fuego (Apocalipsis 17: 16). Y, lo que todava es ms maravilloso, ellos harn esto, aunque, en la primera instancia, ellos se hayan ligado con la Bestia y con el Falso Profeta (Apocalipsis 17: 13, 14; 19: 19), o Falso Maestro que es el Aliado de la Bestia sobre quien la Mujer se sienta como una Reina en oposicin a Cristo: y se predice, que ellos castigarn a Roma en un misterioso rapto de indignacin, y en un salvaje xtasis de venganza.

    Tal es la profeca de San Juan. Y preguntemos al lector sincero: Acaso esta profeca no est aun ahora en el curso de cumplimiento, a los ojos del Mundo?

    De todas las casas principescas de Europa que una vez estuvieron consagradas al Papado romano, ninguna era un vasallo ms abyecto de ste, que la casa de Saboya. En el decimosptimo siglo, en 1655, sta ejecut con cruel obsequiosidad los sanguinarios mandatos de Roma, quien le exhort exterminar a los Valdenses -las comunidades protestantes de los Alpes- con fuego y espada. Tal fue su ahnco en el trabajo de destruccin, que Oliver Cromwell escribi una carta de reconvencin al Duque de Saboya, y envi a un embajador de Inglaterra para desaprobar esta cruzada de desolacin; y Milton escribi entonces su famoso soneto que ha demostrado ser casi proftico "Sobre la ltima Matanza en el Piamonte", "Venga, Oh Seor, a tus santos asesinados, cuyos huesos yacen esparcidos sobre las fras montaas Alpinas"

    Y cul es ahora el caso, en la actualidad?

    Un Prncipe de esa misma casa, la casa de Saboya, se ha elevado ahora al Trono de Italia, Vctor Manuel; y l ha "comido la carne" de Roma, l la ha despojado de la mayor parte de sus dominios temporales; Francia (que es ahora virtualmente seora de Roma), Espaa, y Portugal, lo han reconocido como Rey de Italia; l ha suprimido sus Monasterios, y ha privado a Roma de su ms poderoso Ejrcito espiritual; y no es improbable, que su dinasta o que algunos otros Potentados seculares anteriormente consagrados al Papado, puedan ser empleados como un instrumento para infligir ms castigos sobre la Roma Papal.

    10. Adems, miremos hacia adelante, y examinemos la Profeca Apocalptica que describe cual ser el estado de la Babilonia mstica luego de su cada.

    Su condicin, se nos ensea en el Apocalipsis, ser entonces similar a la de la Babilonia literal, o Asiria, despus de su destruccin. Acerca de la Babilonia literal, Isaas profetiz as: Dormirn all bestias fieras, y sus casas se llenarn de hurones, all habitarn hijas del bho, y all saltarn peludos (Isaas 13: 21). Y Jeremas predijo que Babilonia se volver montones, morada de chacales, espanto y silbo(Jeremas 51: 37).

    As San Juan en el Apocalipsis profetiza de la Babilonia mstica: Babilonia la grande (l dice) cada es, y es hecha habitacin de demonios, y guarida de todo espritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles. (Apocalipsis 18: 2). Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicacin; y los reyes de la tierra han fornicado con ella; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.

    Ahora, tome, de nuevo, la suposicin de Bossuet, y otros Telogos Romanistas, e imagine, para poder argumentar, que Babilonia es slo la Pagana Ciudad de Roma. Roma fue tomada, en varios momentos, por los godos y los Vndalos; permita que su captura sea, como es alegado por esos Telogos Romanistas, el cumplimiento de la profeca de San Juan, Babilonia ha cado. Roma que ha sido Pagana, se volvi Papal. Cul es entonces la consecuencia? Roma la Roma

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    Papal- ha llegado a ser la habitacin de demonios, y la guarida de todo espritu inmundo!... Ser esto aceptado por los Telogos Romanistas? Roma la habitacin de demonios, y la guarida de todo espritu inmundo, y albergue de todas aves sucias y aborrecibles!

    No: nosotros no decimos esto; y en su propio lenguaje Roma es "la Capital de la Cristiandad", "la Ciudad Santa", la "Sin espiritual". Ellos llaman a su Soberano" el Sumo Pontfice", "Santo Padre"; sus Estados son "los Estados de la Iglesia"; y su trono: "la Santa Sede".

    Por consiguiente estas profecas Apocalpticas no se cumplieron en la Roma Pagana. Pero es admitido por los Telogos Romanistas que ellas involucran a Roma. Por consiguiente ellas no involucran a Roma como Pagana, sino como Papal.

    11. Otra vez; se profetiza en el Apocalipsis que Babilonia ser quemada con fuego, y ser absolutamente desolada. Ahora, permita que Babilonia sea imaginada siendo slo la Ciudad pagana de Roma. Cmo entonces, preguntmonos, puede reconciliarse la prediccin con el hecho? Cmo puede decirse que Roma ha sido quemada con fuego, y que el humo del incendio asciende al cielo? (Apocalipsis 18: 8, 9). Ha cesado la voz de arpistas y msicos dentro de ella? ha sido ella levantada, como una gran muela de molino, y zambullida en el mar? No: la voz de la meloda todava se oye en sus palacios magnficos; ellos todava se adornan con clebres cuadros y hermosas estatuas. Las riquezas de su prpura y seda y escarlata, y perlas y joyas, todava se despliegan en el atavo esplndido de su Pontfice y sus Cardenales en sus cnclaves solemnes. Las cabalgatas de caballos y carros, con vistosas coberturas, y largos squitos de procesiones religiosas, todava se mueven en sus calles; las nubes de incienso todava flotan en sus Templos que en las grandes fiestas se adornan con tapiz y brocado y alegre bordado; sus preciosos vasos todava relucen sobre sus Altares; su rica mercanca de oro y plata todava se compra; sus cosas delicadas y graciosas no se han apartado todava de ella. Ella todava se sienta como una Reina, y se glorifica a s misma, y dice, no soy viuda, y no ver llanto. Ella todava exige el ttulo de la Divinidad, y se llama ETERNA.

    Remtase cualquiera al confiado lenguaje que ella us, y al vistoso esplendor con el cual se exhibi el 8 de diciembre de 1854, cuando promulg, en la Iglesia de San Pedro, el dogma de la Inmaculada Concepcin; y cuando el domingo 8 de junio de 1862 ella canoniz los mrtires Japoneses, -un ceremonial asociado con sus propias demandas de Supremaca, espiritual y temporal, y l admitir estas declaraciones como incuestionables.

    Por consiguiente, nosotros llegamos aqu a la misma conclusin. La Babilonia del Apocalipsis se admite por parte de todos que es Roma. La Roma pagana no puede ser. Es por consiguiente la Roma Papal.

    12. Pero puede decirse: Es cierto, las Profecas Apocalpticas han fallado de cumplir su efecto, si Babilonia es interpretada como representando slo la Ciudad de Roma como Pagana. Todava, puede alegarse que no se sigue necesariamente que ellas involucran la Roma Papal, ya que es posible que la Ciudad de Roma puede dejar de ser Papal, y que puede, en algn momento futuro volverse infiel, y entonces ser destruida de la manera descrita en el Apocalipsis.

    Esa es la teora de algunos Expositores Romanistas que perciben las insuperables dificultades que embarazan a la hiptesis que ha sido examinada; y que ha sido y todava es mantenida por sus Telogos ms eminentes.

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    Aqu podemos entonces observar:

    Los Telogos Romanistas concuerdan con nosotros en que Babilonia es la Ciudad de Roma. Pero ellos no se ponen de acuerdo entre ellos, si Babilonia es la Roma de hace 1500 aos o una Roma todava en el futuro! Y sin embargo ellos dicen que ellos tienen, en el Pontfice romano, una Gua infalible para la exposicin de la Santa Escritura! Cmo es que ese Gua infalible todava no ha establecido para ellos el significado de las profecas que involucran su propia Ciudad? Aqu estaba una ocasin digna para el ejercicio de sus poderes. Cmo es que el Obispo de Roma ha dejado la Iglesia de Roma en un estado de incertidumbre y de variacin con respecto a estas temibles profecas que se refieren a la Ciudad de Roma? Cmo es que l permite a algunos Telogos Romanistas decir que estas profecas se refieren a una roma de hace mil aos y permite a otros decir que ellas todava se refieren a una Roma en el futuro? Es esto Unidad? Es esto Infalibilidad?

    Examinemos ahora la hiptesis de esos Telogos Romanistas que dicen que la Babilonia Apocalptica es una Roma futura; Roma volvindose pagana e infiel.

    Roma pagana e infiel! Qu entonces ser de su aseveracin de que ninguna Hereja la ha infectado alguna vez y de que cada Iglesia debe conformarse a ella?

    Babilonia es descripta como embriagada de la sangre de los santos, y como haciendo a todos beber de su copa (Apocalipsis 17: 6, 2).

    Ahora, que Roma llegar a ser pagana, y que propagar el paganismo con la espada; sta es ciertamente una alternativa a la que ningn abogado de la Iglesia de Roma podra acudir, excepto por desesperacin. Pero, sin embargo esto puede ser, esta Tesis es irreconciliable con las palabras de San Juan, y no puede ser por consiguiente legtima. Y por qu? Porque, como hemos visto, San Juan se refiere a la Roma que reina sobre los Reyes de la Tierra en su propio da. Luego l procede a revelar su Historia futura. Ninguna advertencia se da sobre ninguna ruptura en el hilo de su profeca. Pero si Babilonia es alguna Roma futura, al igual que la Roma de la poca de San Juan, debe haber un abismo de aproximadamente dos mil aos en esa historia!

    Remitmonos otra vez al Apocalipsis. All se dice que la Bestia sobre la que se sienta la Mujer, es la octava cabeza o rey; y que cinco cabezas ya se haban desplomado para la poca de Juan, que la sexta estaba entonces existiendo, que la sptima slo continuara durante un tiempo corto, y luego la octava aparecera; y que la octava cabeza es la Bestia sobre la que la Mujer se sienta.

    Si reyes estn aqu usados para significar individuos, entonces, la octava cabeza, es decir, la Bestia y la Mujer sobre ella, deberan haberse levantado poco despus de la poca de San Juan. Pero admitamos que se usa aqu reyes para las formas de gobierno, como es comn en la Profeca de la Escritura. Luego las ocho cabezas son las ocho formas sucesivas de Gobierno en la Ciudad de Roma. Cinco de stas haban seguido una tras otra, y haban desaparecido para la poca de San Juan. Por consiguiente se dicen haber cado cinco cabezas, la sexta o la cabeza imperial estaba entonces existiendo. Pero la cabeza imperial tambin cay. Pereci con Romulus Augustulus en el ao 476 D.C. Sera seguida por el sptimo. Y el sptimo habra de ser de duracin breve, slo habra de durar un breve tiempo (Apocalipsis 17: 10). El octavo habra de levantarse de los siete; es decir, sin interrupcin, despus del sptimo; y el octavo es la Bestia sobre la cual se sienta la Mujer (Apocalipsis 17: 3, 8, 11).

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    Por lo tanto la Bestia sobre la cual se sienta la Mujer ha aparecido largo tiempo atrs.

    Esas profecas se refieren a esa mujer: esa Mujer es la Ciudad Roma: y ellas sealan a Roma, no futura, sino como ella ha sido mucho tiempo, y ahora es.

    II. Hemos visto que la Babilonia Apocalptica no es la Roma Pagana. Pasemos ahora a la parte positiva de nuestro argumento, y averigemos ms particularmente, si la Babilonia del Apocalipsis es o no es la Roma Cristiana, bajo el dominio del Papa; y si sta es Roma, como Roma es ahora.

    1. Aqu podemos observar primero, la Ciudad sentada sobre la Bestia es llamada una Ramera. ste es el nombre escritural de una Iglesia infiel.

    Tal es el amor de Cristo por su pueblo fiel, que l se place en hablar de su propia relacin con ellos llamndola matrimonio. La Iglesia es su Esposa (Juan 3: 29; Efesios 5: 23-32). Yo os he desposado como una virgen pura para Cristo, dice San Pablo a los corintios (2 Corintios 11. 2) por lo tanto la infidelidad espiritual a Cristo se representa en la Escritura como adulterio.

    Esta idea corre a travs de todo el libro de Apocalipsis. Se dice que en la Iglesia de Prgamo hay algunos que tienen las doctrinas de Balaam, y causan que otros cometan fornicacin (Apocalipsis 2. 14). En Tiatira hay una Jezabel que, por su enseanza falsa, seduce a los siervos de Cristo; y aquellos que cometen adulterio con ella son amenazados con tribulacin (Apocalipsis 2: 20, 22). Y, por otro lado, los fieles que siguen al Cordero -es decir Cristo- dondequiera l va, se dice que son Vrgenes, y que no han sido contaminados con mujeres; es decir, no mancillados con la mancha de la prostitucin espiritual(Apocalipsis 14: 4).

    El nombre Ramera, por lo tanto, describe una Iglesia que ha cado de su primer amor y se ha ido detrs de otros seores, y les ha dado a ellos el honor debido a Cristo solo; y si la Iglesia romana da a otrosseres algo del culto que es debido a Cristo solo (y ciertamente ella atribuye a la Bendita Virgen Mara honor casi igual al de Cristo), entonces este nombre es aplicable a la Iglesia de Roma.

    2. Pero aqu es dicho por los Telogos Romanistas, que si San Juan se hubiese referido a una Iglesia infiel, entonces:

    (1) l no la habra llamado una ramera, sino una adltera; y

    (2) l no la habra designado por el nombre de una ciudad pagana, Babilonia, que nunca posey al verdadero Dios, sino por el nombre de alguna ciudad tal como Samaria que alguna vez lo conoci y luego se apart de l.

    Esas son las alegaciones de Bossuet. Nosotros podemos contestar a ellas como sigue:

    (1) Concedemos que un Iglesia infiel pueda ser llamada una Adltera a causa de que ella se olvid de Dios; pero ella tambin puede ser, y a menudo es, llamada en la Escritura una Ramera, cuando ella mezcla doctrina y culto falsos con la verdadera fe.

    As Isaas exclama tocante a Jerusalem, la antigua Iglesia de Dios (Isaas 1: 21), "Cmo te has tornado ramera, oh ciudad fiel!" Y Jeremas, "Tu has hecho de ramera con muchos amantes"

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    (Jeremas 3: 1, versin King James). Y Oseas, "Aunque Israel haga de ramera, no ofenda Jud" (Oseas 4: 15, versin King James)

    La palabra original que es uniformemente utilizada por San Juan en el Apocalipsis para ramera es porne. Y esta misma palabra o sus derivados, es usada en los pasajes citados, y es empleada en la Versin Septuaginta de los Profetas del Antiguo Testamento, por lo menos cincuenta veces, para describir la fornicacin espiritual, es decir, la doctrina y prctica corrupta de las Iglesias de Israel que Bossuet especifica como el apropiado paralelo, es identificada con prostitucin.

    Por lo tanto la palabra ramera designa una Iglesia; y si la Iglesia de Roma es descrita por ese nombre en el Apocalipsis, entonces la palabra ramera, como es aplicada a ella, indica la multitud de sus pecados.

    Adems, el nombre de la Ramera en el Apocalipsis es Misterio (Apocalipsis 17: 5, 7). Esta palabra, Misterio, es usada ms de veinte veces en el Nuevo Testamento, y nunca es aplicada a ningn objetoabiertamente infiel, sino que siempre es aplicada a algo sagrado y religioso, tal como una Iglesia.

    (2) Para considerar la segunda objecin de Bossuet: Concedemos prontamente que una Iglesia fiel podra ser llamada una Samaria; pero nosotros afirmamos que tambin puede con mayor propiedad, bajo ciertas circunstancias, ser llamada Babilonia. As Isaas se dirige la antigua Iglesia de Dios por dos nombres paganos, Sodoma, y Gomorra. "Prncipes de Sodoma, oid la palabra de Jehov; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra" (Isaas 1: 10). Y de nuevo, l dice, "como Sodoma predican su pecado" (Isaas 3:9). As Ezequiel llama a Jerusalem una hermana de Sodoma; y a Sodoma ms justa que ella (Ezequiel 16: 48. Compare 2 Pedro 2: 6, Judas 7). Est claro que las palabras Sodoma y Gomorra, dos nombres paganos aplicados a Iglesias, denotan aqu la gran flagrancia de la culpa en esas Iglesias. En el Apocalipsis, tambin igual, un falso maestro en una Iglesia no slo es llamado un Balaam, sino una Jezabel (Apocalipsis 2: 14, 20), es decir, se lo compara con un promotor pagano de idolatra.

    Por lo tanto, Babilonia puede representar una Iglesia infiel; una que habiendo sido un Bethel, o Casa de Dios, se convirti en un Bethaven, o Casa de dolos (Oseas 10: 5, 15). Y si la Babilonia Apocalptica es una Iglesia, y si la iglesia de Roma es esa Iglesia, entonces el nombre pagano Babilonia, atribuido a ella, est pensado por el Espritu Santo para mostrar la enormidad de su culpa.

    3. La Ramera es llamada Babilonia. Y Babilonia es llamada la Gran Ciudad. Ella es llamada as doce veces en el Apocalipsis, y ninguna otra ciudad es llamada en ese libro La Gran Ciudad. Ahora, la Gran Ciudad que es la ciudad de la Bestia que persigue a los Testigos, y en cuya calle sus cuerpos yacen (Apocalipsis 11: 8), la cual Ciudad se llama, espiritualmente, Sodoma y Egipto, tambin se la llama la Ciudad en la que el Seor de ellos fue crucificado (Apocalipsis 11: 8). Es decir, tambin se la llama espiritualmente una Jerusalem, es decir que es llamada una Iglesia de Dios.

    Por lo tanto, otra vez vemos, la Ramera es una Iglesia.

    4. Ello es tambin claro de las siguientes consideraciones. El Apocalipsis abunda en contrastes. Por ejemplo, el Cordero que en el Evangelio de San Juan es llamado siempre Amnos, en el Apocalipsis de San Juan en el que Arnion ocurre veintinueve veces, es llamado siempre

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    Arnion y nunca Amnos. Y por qu Amnos aqu se vuelve Arnion? Para contrastarlo ms fuertemente con To Therion; es decir, para marcar la oposicin entre el Cordero y la Bestia.

    Y como el Cordero es contrastado con la Bestia, as la Esposa del Cordero, o la Novia, es contrastada con la Ramera que se sienta sobre la Bestia.

    As, por un lado vemos la Mujer (Apocalipsis 12:1), vestida con el sol, que es Cristo, y de pie sobre la luna, esto es, sobreviviendo a todos los cambios y eventos de este mundo; y teniendo su frente rodeada de Doce estrellas -la diadema de la fe Apostlica. Ella es una Madre; y su nio es tomado al cielo. Por el otro lado, vemos a una Mujer infiel, adornada de esplendor mundano, y llevando sobre su frente el nombre Misterio; y llamada "la Madre de las Abominaciones de la Tierra."

    Otra vez; por un lado, vemos a la Mujer fiel conducida al desierto y perseguida por el Dragn.

    Por el otro lado, vemos la Mujer infiel, entronizada sobre siete colinas, sentada sobre muchas aguas que son pueblos y naciones; persiguiendo, y sentndose sobre la Bestia que recibe su poder del Dragn.

    La primer Mujer es la Iglesia Fiel, que es verdaderamente Catlica o Universal.

    La ltima Mujer que es contrastada con ella y se llama la Ramera, es una Iglesia infiel que pretende ser Catlica pero no es.

    Sigamos el contraste.

    La Mujer fiel aparece de nuevo, despus de que su peregrinacin en el desierto de este mundo ha terminado. Sus sufrimientos han cesado. Mire hacia arriba. Su gloria se revela al cierre del Apocalipsis. La Mujer que estaba en el desierto se ha vuelto ahora la Novia en el Cielo. Ella es la Iglesia de Cristo glorificada, su Esposa purificada. Ella es adornada en lino fino, limpio y brillante. Ella se llama la Ciudad Santa, la nueva Jerusalem (Apocalipsis 19: 7, 8; 21: 2, 9, 10).

    Ahora mire hacia abajo a la Mujer infiel, o Ramera, sentndose sobre la Bestia. Ella se adorna de escarlata y perlas, y joyas, y oro. Ella se llama Babilonia, la Gran Ciudad (Apocalipsis 17: 4, 5; 11: 8), la Jerusalem en la cual Cristo es crucificado (Apocalipsis 11: 8).

    Mire una vez ms. Cul es el final?

    Mire hacia arriba: El cielo abre sus portales de oro para recibir a la Novia.

    Mire hacia abajo: La tierra abre su oscuro abismo para tragar a la Ramera.

    Cun llamativo es este contraste!

    Y cul es la conclusin de todo esto?

    Como la primer Mujer, la Novia, la Ciudad Santa, la nueva Jerusalem, representa a la Iglesia fiel, as la segunda Mujer, la Ramera, la gran Ciudad, la Ciudad sobre Siete Colinas que reinaba en la poca de Juan, la Babilonia mstica, la Jerusalem reprobada, representa una Iglesia infiel.

    La pregunta ahora es: qu Iglesia?

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    A estas alturas, la evidencia, declarada en el Captulo anterior, entra con fuerza irresistible. Fue demostrado entonces que la Ciudad sobre siete colinas -la Ciudad que rein en la poca de San Juan -la Ciudad llamada Babilonia en el Apocalipsis-, es la Ciudad de Roma; y esto (como tambin hemos visto) es generalmente admitido por los Telogos Romanistas.

    Por consiguiente, la respuesta es: La segunda Mujer, la Ramera, representa la Iglesia infiel en la Ciudad de Roma.

    5. Est este resultado confirmado por hechos? Averigemos.

    La Mujer entronizada sobre la Bestia se representa en el Apocalipsis como sosteniendo una copa de oro en su mano, con la que embriaga a los hombres, y de la cual exige a todos beber (Apocalipsis 14: 8; 17: 4; 18: 6). Se aplica esto a la Iglesia de Roma? Ciertamente: esto aparece como sigue:

    (1) Dios Omnipotente ha distinguido al hombre del resto de la creacin por la dotacin de la Razn y de la Conciencia; y l les ordena que las usen, y no las entreguen. Pero la Iglesia de Roma demanda a los hombres que las sacrifiquen ante la voluntad de ella. Y luego ella derrama en sus mentes un trago delirante de doctrinas extraas que no pueden encontrarse en la Santa Escritura y que eran desconocidas para los Apstoles, y para las Iglesias Apostlicas de Cristo. Ella exige a todos beber de esta copa (Apocalipsis 14: 8; 17: 4; 18: 6). Ella dice de su Credo de Trento, "sta es la Fe Catlica fuera de la cual no hay salvacin".

    (2) Tambin: la Mujer infiel en el Apocalipsis es representada como embriagada de la sangre de los Santos. Y cuando la vi, dice San Juan, qued maravillado de grande admiracin (Apocalipsis 17: 6).

    Ahora, si la Mujer hubiera sido la Roma pagana, pasada o por venir, por qu debera San Juan maravillarse? No es nada asombroso que una ciudad pagana persiga a los Santos de Dios. San Juan haba visto la sangre de los Cristianos derramada por la Roma imperial. Ella haba decapitado a San Pablo, y haba crucificado a San Pedro. l mismo haba sido un mrtir en la intencin, y era ahora un desterrado, por la crueldad de ella. Por consiguiente l no poda maravillarse con gran admiracin, si la Ramera fuera Roma pagana. Pero era un asunto apropiado para sorprenderse que una Iglesia Cristiana -una Iglesia que se llama "la Madre de la Cristiandad," "la Sin espiritual," "la Iglesia Catlica"- estuviera embriagada con la sangre de los santos; y ante un espectculo como ese San Juan bien se podra haber maravillado con gran admiracin.

    Se ha entonces, la Iglesia de Roma, alguna vez manchado con la sangre de Cristianos?

    S; ella ha erigido las prisiones, y preparado el potro, y encendido las hogueras, de lo que ella llama "El Santo Oficio de la Inquisicin" en Italia, Espaa, Amrica, e India. Ella orden a los antepasados de Vctor Manuel que persiguieran a muerte a los Cristianos del Piamonte. Uno de sus Papas a quien ella ha canonizado, Po Quinto, es alabado en sus oficios litrgicos, por ser un Inquisidor inflexible. Ella tiene grabado sobre sus monedas una representacin de la sanguinaria masacre del Da de San Bartolom, y la representa all como una obra hecha por un ngel del cielo; y su Pontfice fue a una procesin pblica a la iglesia para dar gracias a Dios por ese salvaje y traicionero hecho. Ella ha insertado un Juramento en su libro Pontifical por que el que ella requiere a todos sus Obispos "perseguir y hacer guerra contra" todos los que ella llame herejes.

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    Qu habra dicho San Juan a esto? No se habra maravillado justamente con gran admiracin, de que se hicieran tales actos bajo los auspicios de uno que se llama el Vicario de Cristo?

    (3) Tambin: la Mujer es representada como incitando a los Reyes de la Tierra a cometer fornicacin con ella (Apocalipsis 17: 2; 18: 3); y se dice que ellos dan su poder y fuerza a la Bestia (Apocalipsis 17: 13) sobre la cual ella se sienta.

    Esto no se aplica ciertamente a la Roma pagana. Ella recibi los dioses de otras Naciones en su Panten. Aun las deidades de reptiles de Egipto encontraron un lugar all. Ella habra abierto sus puertas al Cristianismo, si el Cristianismo hubiera estado contento en ser venerado junto con el Paganismo.

    Pero esas palabras del Apocalipsis son notablemente caractersticas de la Roma Papal. Ella ha traficado y se ha corrompido con todos los Reyes y Naciones de la Tierra.

    En las palabras del juicioso Hooker, "ella ha lisonjeado a Reyes y Prncipes, y por fraude espiritual les hizo vender su autoridad legal por ttulos vacos". Ella los ha acariciado y los ha engatusado con regalos amatorios de flores, cuadros, baratijas, rosarios y reliquias, crucifijos y Agnus Deis, y consagrado plumas y estandartes. Ella ha intoxicado y narcotizado sus sentidos con pociones de amor de sonrisas hechiceras y palabras cautivantes; y los ha privado as de su fe, su valor, y su poder. Como otra Dalila, ella ha hecho a los Sansones de este mundo dormir suavemente en su regazo (Jueces 16: 19), y luego los ha esquilado de su fuerza. Ella ha cautivado, y todava cautiva, los afectos de sus Prelados y Clero, enredndolos en las mallas fuertes y sutiles de Juramentos de vasallaje a ella, y ha robado los corazones de los sbditos de sus Soberanos, y ha hecho que Reinos dependan de sus labios para la lealtad de su Pueblo; y as, en su sueo de Imperio universal ella ha hecho del Mundo un feudo de Roma.

    Tan fuerte es el hechizo con que ella encadena las Naciones que aun nosotros en Inglaterra, que estamos excomulgados por ella, y cuya Reina Virgen [n.de tr.: la Reina Elizabeth I] era por ella anatematizada como una Usurpadora, y cuya tierra est ahora parcelada en Dicesis Papales, como si fuera una Provincia romana, y los nombres de cuyas ms grandes Ciudades -nuestras Westminsters y nuestras Liverpools- son regaladas por ella como ttulos como si fueran pueblos italianos, hemos tenido a bien buscar relacin con ella sin requerir una retractacin de los juramentos injustos que ella impone sobre sbditos ingleses, o una revocacin de los anatemas imprecatorios que ella ha pronunciado, y todava pronuncia sobre Soberanos ingleses; y como si fuera posible para nosotros desunir lo que ella declara indisolublemente unido -su dominio temporal y espiritual!

    (4) Adems: La Mujer es descrita como sentada sobre una Bestia escarlata, llena de nombres de Blasfemia (Apocalipsis 17: 3)

    No ha cumplido Roma esta profeca? El color aqu mencionado es reservado por ella para su Pontfice y sus Cardenales. Y cmo se designa ella a s misma? Como Infalible, Perfecta, Eterna. Y no son stos nombres de Blasfemia? Algunas personas parecen imaginar que esos nombres de Blasfemia deben indicar un poder infiel. Pero esta nocin es errnea. "Blasfemia", en el Nuevo Testamento, denota unaapropiacin de lo que es divino. Y los nombres que Roma exige para ella, son usurpaciones del intransferible Nombre de Dios. "Cuando aquello que es temporal pretende poseer la Eternidad" dice S. Jernimo, "es un nombre de blasfemia". Y cuando Roma retira la Santa Escritura de su pueblo (y ella nunca ha impreso en Roma una sola copia del Antiguo Testamento en su lengua original) -y cuando ella da honor a aquellos que ultrajan la Escritura llamndola "imperfecta, ambigua, Juez mudo, una Regla de plomo", y otros nombres

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    oprobiosos, no es ella culpable de Blasfemia contra el Autor Divino de la Escritura? Y cuando, con la Copa de sus hechiceras en su mano, ella quita la Copa de Bendicin en la Cena de Seor que Cristo ha ordenado para ser recibida por todos (Juan 6: 53, Mateo 26: 26, 27. Marcos 14: 23); y cuando hace que los hombres beban de la una, y no les permite beber de la otra, no son estos actos suyos como actos de Blasfemia contra Dios?

    (5) Adems: la Ramera en el Apocalipsis ejerce dominio temporal y espiritual. Ella se entroniza sobre muchas aguas que son Naciones y Pueblos (Apocalipsis 17: 15). Ella tiene reyes a sus pies. Ella les hace beber de su Copa. Ella comercia con las almas de los hombres (Apocalipsis 18: 13). La Bestia sobre la que ella se sienta como una Reina, y de la que ella es el Poder Gobernante, usa la agencia de la segunda Bestia, o falso Profeta o Maestro, y este falso Maestro hace que todos, pequeos y grandes, se pongan su marca, y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tiene la marca, el nombre de la Bestia, o el nmero de su nombre (Apocalipsis 13: 16, 17).

    Es muy notable, que este Falso Profeta o falso Maestro se dice en el Apocalipsis que tiene dos cuernos como los cuernos de un Cordero (Apocalipsis 13: 2). Ahora bien, la palabra Cordero se usa veintinueveveces en el Apocalipsis, y en cada uno de estos lugares se relaciona a Cristo, el Cordero de Dios. Por lo tanto est claro, que el Falso Profeta o Maestro que es el aliado de la Bestia sobre quien la Ramera se sienta no es un poder pagano o infiel, sino que hace una profesin de Cristianismo. l viene como un Cordero con las especiosas palabras de inocencia Cristiana y Amor. l es por consiguiente el Ministro de alguna forma de Cristiandad, o Iglesia. Por consiguiente, de nuevo, la Ramera es una Iglesia. Y la Iglesia de la que l es un Ministro (como es evidente del pasaje del Apocalipsis recin citado), hace una demanda de dominio temporal y espiritual universal; y esta unin de Supremaca civil y religiosa es una caracterstica muy llamativa.

    No se aplica esta caracterstica a la Iglesia de Roma, -y a la Iglesia de Roma exclusivamente? Ciertamente que s.

    La Iglesia de Roma se sienta como una Reina sobre muchas aguas que son pueblos y muchedumbres, y naciones, y lenguas. Ella pretende tener dos espadas. Seor, he aqu dos espadas! (Lucas 22: 38); uno de sus Pontfices ha interpretado stas palabras de San Pedro como autorizndola al doble dominio, temporal y espiritual. Ella tiene en sus manos dos llaves -los emblemas, como ella afirma, de su poder universal. El Pontfice romano es coronado dos veces, una vez con la Mitra, su smbolo de Obispado universal, y otra vez con la Tiara, en seal de Supremaca Imperial Universal. l lleva ambas diademas. Realmente hay un Misterio sobre la frente de la Iglesia de Roma, en la unin de estas dos Supremacas; y se ha demostrado a menudo un Misterio de Iniquidad. Ha hecho los Misterios ms santos servir a las peores Pasiones. Ha incitado la Rebelin invocando la Religin. Ha prohibido los ltimos consuelos espirituales del agonizante, y el entierro Cristiano al difunto, por causa de la venganza, o de la lujuria de poder. Ha impedido casarse -y sin embargo ha autorizado los ms impos Matrimonios. Ha profesado amistad por los Reyes, y ha invocado bendiciones sobre los Regicidas y Usurpadores. Exige ser el nico dispensador de la Palabra y Sacramentos, y ha transformado el aniversario de la Institucin de la Cena de Seor en una poca de maldicin. Ha cambiado la colina del Vaticano en un Ebal espiritual (Deuteronomio 27: 13) desde el cual ha fulminado maldiciones segn su voluntad.

    Por lo tanto llegamos a la misma conclusin: vix. que la Ciudad Ramera es la Iglesia de Roma. Pueden notarse otras caractersticas ahora:

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    (6) Se dice que la Mujer en el Apocalipsis est sentada sobre una bestia de color escarlata; para tambin estar vestida en escarlata y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas (Apocalipsis 17: 4); y se dice que su mercanca es de oro y de plata, y de piedras preciosas, y de perlas y de lino fino, y de escarlata y de seda, y de grana (Apocalipsis 18: 12); y despus de su destruccin los que lloran por ella claman, Ay, ay, aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas! (Apocalipsis 18: 16)

    Esta descripcin de la vestidura de la Mujer es tan definida, y se repite con tal nfasis, que est manifiestamente pensada con el propsito de su identificacin.

    Tal, notemos, es su atavo.

    Luego encontramos en el Apocalipsis que se da honor divino a la Bestia sobre la que ella se sienta: Ellos adoraron a la Bestia diciendo (Apocalipsis 13: 4), quin es semejante a la Bestia?

    La palabra aqu interpretada adorar (proskunein) es una que literalmente significa adorar por postracin y besando; como es descripto en las palabras divinas, Y yo har que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a Baal, y bocas todas que no lo besaron.

    Esta palabra ("postrarse") ocurre veinticuatro veces en el Apocalipsis. En diez de estos casos, designa Adoracin rendida al Dios Omnipotente: en otros nueve, describe la adoracin pretendida por la Bestiay su imagen; y as muestra, que l exige lo que es debido a Dios, y (como el ngel advierte a San Juan) no debido a los ngeles, sino a Dios solo (Apocalipsis 19: 10; 22: 9); y esto es Blasfemia.

    Observe, ahora, a los devotos de la Bestia decir, Quin es semejante a la Bestia? ste es un desafo al propio Dios. Jehov, dice al Salmista (Salmos 35: 10), quin como t? y de nuevo (Salmos 71: 19; 113: 5), Oh Dios, quin como t? y Oh Seor, ninguno hay como t entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras (Salmos 86: 8). Tambin es una parodia del nombre del ngel Prncipe, el conquistador de Satans y su ngel, Miguel, cuyo nombre significa Quin es como Dios? Recordemos, tambin, que esta expresin Quin es como la Bestia? la contrasea de los adoradores de la Bestia, proporciona un llamativo contraste con las palabras dibujadas sobre el estandarte de los Macabeos, aquellos valerosos soldados contra Antoco Epfanes, -quin entre los dioses es como t, Jehovah? de cuya insignia (segn algunos) los Macabeos derivaron su nombre.

    Recuerde, ahora, que Babilonia es un tipo de Roma; y del Rey de Babilonia se dice, Cmo caste del cielo, Oh Lucifer, hijo de la maana! Cortado fuiste por tierra, tu que debilitabas las naciones! T que decas en tu corazn: Subir al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzar mi trono; yo tambin me sentar en el Monte de la congregacin; yo ser semejante al Altsimo. Sin embargo sers derribado en el infierno (Isaas 14: 12-15).

    Aqu, el Monte de la congregacin, donde el Rey de Babilonia se sienta es el Templo de Dios.

    Recordemos tambin que la Mujer que se sienta sobre la Bestia es llamada la Madre de las abominaciones (Apocalipsis 17: 4, 5). La palabra abominacin (Bdelugma) designa especialmente un propsito de Adoracin idlatra; y la profeca de Daniel, prediciendo la contaminacin del Templo de Dios por el establecimiento en ste de la abominacin de la desolacin, se cumpli en primera instancia (168 A.C.) por Antoco Epfanes que puso un dolo

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    en el altar de Dios en el Templo en Jerusalem: o, como el Libro de Macabeos lo expresa, estableciendo la abominacin de la desolacin sobre el Altar: manchando as la Casa de Dios, y hacindola desolada; es decir, desterrando de ella al verdadero culto de Dios, y sus adoradores fieles.

    Esta profeca habra de tener un segundo cumplimiento en tiempos Cristianos. Porque nuestro Bendito Seor habla de sta como todava referido a un evento en el futuro, como sigue:

    Por tanto, cuando viereis la abominacin del asolamiento, que fue dicha por Daniel profeta, que estar en el lugar santo, (el que lee, entienda) (Mateo 24: 15).

    Esta prediccin de nuestro Seor tuvo, sin dudas, un cumplimiento parcial cuando Jerusalem fue ocupada, y su Templo profanado, por facciosos asesinos profesando celo por Dios. Pero tendr otro cumplimiento en la Sin Cristiana, o Iglesia. Esta opinin es confirmada por la profeca de San Pablo, acerca del Misterio de Iniquidad. Luego, dice el Apstol, el Hombre de pecado, o ese Sin Ley (Anomos),ser revelado, el Hijo de perdicin, oponindose, y levantndose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el TEMPLO de Dios como Dios, hacindose parecer Dios (2 Tesalonicenses 2: 3, 4).

    Las palabras aqu traducidas, tanto que se asiente en el Templo de Dios (Kathisai eis naon), son notables. Naos, la palabra traducida Templo, es la parte ms santa del Templo, -el Santuario, donde est elAltar; y Kathisai eis naon son palabras que involucran movimiento, y significan ser llevado o llevarse y tomar un asiento en el Lugar Santo del Templo de Dios, o la Iglesia Cristiana.

    Hagamos ahora una pausa, y repasemos la evidencia ante nosotros.

    La abominacin de la desolacin, como hemos visto, era el establecimiento de un DOLO en el ALTAR en el TEMPLO de Dios; y nuestro Seor habla de la Abominacin de la desolacin, como todava a ser esperada, y a ser manifestada en el Lugar Santo (Mateo 24: 15, Marcos 13: 14); y San Pablo predijo la aparicin de un Poder que l llama Misterio y que exige Adoracin en el Templo Cristiano, -tomando su asiento en el Santuario de la Iglesia de Dios, hacindose parecer Dios. Recordemos tambin que la palabra abominacin de Daniel, que describe un propsito de culto idlatra, es adoptada por el Apocalipsis; y as, de igual manera, la palabra Misterio de San Pablo es adoptada en el Apocalipsis; y que ambas palabras se combinan en este libro, en el nombre de la Mujer cuyo atavo es descrito minuciosamente por San Juan, y cuyo nombre sobre su frente es "Misterio (Apocalipsis 17: 5, 7), Babilonia la Grande, Madre de las abominaciones de la Tierra."

    Es esta descripcin aplicable a la Iglesia de Roma?

    Para una respuesta a esta pregunta, refirmonos -no a cualquier fuente privada- sino al oficial "Libro de Sagradas Ceremonias" de la Iglesia de Roma.

    Este Libro, a veces llamado "Ceremoniale Romanum", est escrito en latn, y fue compilado hace trescientos cuarenta aos, por Marcellus, Arzobispo catlico romano, y est dedicado al Papa, Len X. Vayamos a esa porcin de este Volumen que describe la primera aparicin pblica del Papa en Roma luego su Eleccin al Pontificado.

    Nosotros leemos all el siguiente orden de procedimientos: "El electo Pontfice es conducido al Sagrario, y desvestido de su atavo ordinario, y es vestido en las tnicas Papales". El color de

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    stas se describe luego minuciosamente. Baste decir que cinco diferentes artculos del atuendo con el que se viste entonces, son de color escarlata. Otra vestidura se especifica, y sta est cubierta con perlas. Su mitra se menciona luego; y sta est adornada con oro y piedras preciosas.

    Tal, entonces, es el atavo con el que el Papa se viste, y en que l aparece primeramente al Mundo como Papa. Refirase ahora al Apocalipsis. Hemos visto que escarlata, perlas, oro, y piedras preciosas son especificadas tres veces por San Juan, como caracterizando al Poder Misterioso retratado por l.

    Pero no podemos detenernos aqu. Vulvase de nuevo al "Ceremoniale Romanum". El electo Pontfice, vestido como se ha descrito, se dirige a la Catedral de Roma, la Baslica, o Iglesia de San Pedro. l es guiado al Altar; se postra primero ante ste, y ora. As, l declara la santidad del Altar. l se arrodilla ante ste, y ora ante ste, como ante el asiento de Dios.

    Qu contraste sucede entonces! Nosotros leemos as: "El Papa se levanta, y, vistiendo su mitra, es alzado por los Cardenales, y es puesto por ellos en el Altar -para sentarse all. Uno de los Obispos se arrodilla, y empieza el 'Te Deum'. En el entretanto los Cardenales besan los pies y las manos y el rostro del Papa."

    Tal es la primera aparicin del Papa ante la Iglesia y el Mundo.

    Esta ceremonia ha sido observada durante muchos siglos; y se realiz en la inauguracin del actual Pontfice, Po IX; y normalmente es llamada por escritores romanos la "Adoracin. Se representa sobre una moneda, acuada en la casa de la moneda Papal, con la leyenda, "Quem creant, adorant", -"A quien ellos crean (el Papa), ellos adoran".... Que asombrosa confesin!

    El siguiente lenguaje fue dirigido al Papa Inocencio X, y puede servir como una muestra de los sentimientos con los que la Adoracin es realizada:

    "Ms Santo y Bendito Padre, Cabeza de la Iglesia, Gobernante del Mundo a quien se encomiendan las llaves del Reino del cielo a quien los ngeles en el Cielo Veneran, y a quien las puertas del infierno temen, y a quien todo el Mundo adora, nosotros especialmente te veneramos, te rendimos culto, y te adoramos, y nos encomendamos a nosotros mismos, y todo lo que nos pertenece, a tu paternal y MS que divina disposicin".

    Qu ms podra decirse al propio Dios Omnipotente?

    Pero para volver. Observe la naturaleza de esta 'ADORACIN'. Es realizada arrodillndose, y besando la cara y las manos, y los pies. Y cul es la palabra de San Juan, nueve veces utilizada para describir el homenaje rendido al Misterioso rival de Dios? Es proskunein, arrodillarse delante y besar.

    Luego, observe el lugar en el que se rinde esta adoracin al Papa. El Templo de Dios. El principal Templo en Roma, La Iglesia de San Pedro. Observe la actitud del Papa cuando l la recibe. l se sienta. Observe el lugar sobre el que l se sienta. El Altar de Dios [n. de tr.: o por lo menos en el lugar que el mismo Papa seal como siendo el Altar de Dios].

    Tal es la inauguracin del Papa. l es puesto por los Cardenales sobre el Altar de Dios. All l se sienta como sobre un Trono. El Altar es su escabel; y los Cardenales se arrodillan ante l, y besan los pies que pisan en el Altar del Altsimo.

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    Volvamos ahora a San Juan. El Poder descrito por l es un Misterio, y es llamado la madre de las Abominaciones. Y la palabra Abominacin en la Escritura significa a menudo dolos; y, en las profecas de la Escritura, describe una forma especial de idolatra. La Abominacin de la desolacin, como hemos visto, prefigura el establecimiento de un objeto de adoracin idoltrica sobre el Altar en el Templo de Dios.

    Tal fue el dolo establecido por Antoco en el Templo judo. Y nuestro Seor describe la Abominacin de la desolacin como estando en el Lugar Santo. Y el Apstol San Pablo predice que la cada del Imperio romano sera seguida por el levantamiento de un poder que l llama MISTERIO, levantndose contra todo lo que se llama Dios, que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios-o sea llevado al santuario de Dios, y all puesto para sentarse- hacindose parecer Dios.

    6. Por consiguiente, surgen aqu las siguientes preguntas:

    No ha cumplido la Iglesia de Roma el Apocalipsis ante los ojos de los hombres, no ha proclamado ella, y no proclama ahora, su propia identidad con la Mujer infiel en el Apocalipsis, en cada eleccin de cada Pontfice, aun por el vestido exterior de escarlata, oro, piedras preciosas, y perlas, con que ella lo inviste entonces, y con el que lo exhibe luego a la Cristiandad y al mundo?

    No ha cumplido ella el Apocalipsis, y no proclama su propia identidad con esa Mujer infiel cuyo nombre es Misterio, Madre de las Abominaciones, pblicamente al comenzar cada Pontificado haciendo del Pontfice su propio dolo, alzndolo en las manos de sus Cardenales, y hacindole sentarse sobre el Altar de Dios, y arrodillndose ante l, y besando sus pies?

    Por su larga prctica en esta forma de Abominacin que ella llama "la Adoracin", no se ha identificado ella a s misma con el poder Apocalptico cuyo nombre es Misterio, y tambin con el "Misterio de Iniquidad", descrito por el Apstol San Pablo como entronizado en el Templo de Dios?

    Poniendo su Pontfice para ser adorado, como el Altsimo, en la presencia de Dios, sobre el Altar de Dios en la Iglesia de Dios -en su propia Iglesia principal en Roma, la de San Pedro- como Antoco Epfanes puso un dolo para ser adorado sobre el Altar en el Templo de Jerusalem, no hace ella al Papa de Roma ser igual al Rey de Babilonia cuyo orgullo y cada estn descriptos por Isaas, e igual a laAbominacin de la desolacin hablada por Daniel el Profeta, y por nuestro mismo Bendito Seor?

    7. Hagamos una pausa aqu , y resumamos lo que se ha dicho.

    O las demandas de la Iglesia de Roma son justas o no lo son.

    Si los son, -ella es infalible, y perenne. Ella es la Madre y Seora de las Iglesias. Su Pontfice es el Pastor Universal; el Centro de la Unidad; el Padre del Creyente; la Cabeza Suprema, y el Juez Espiritual de la Cristiandad, y (como l mismo afirma) es necesario para cada uno estar en comunin con l, y estar en sumisin a l. Fuera de su Comunin no hay salvacin.

    Luego, sostenemos en nuestra mano el Apocalipsis de San Juan, la Revelacin de Jesucristo (Apocalipsis 1: 1), la Voz del Espritu a las Iglesias (Apocalipsis 2: 7, 11, 17, etc.); la Historia proftica de la iglesia desde la edad Apostlica hasta el Da del Juicio.

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    En ste San Juan nos sita en Roma; l apunta a sus Siete Colinas (Apocalipsis 17: 9): l nos muestra la Ciudad entronizada sobre ellas: l nos detiene all, mientras revela para nosotros la historia del futuro de Roma, aun hasta su extincin total que l describe (Apocalipsis 18: 1-24).

    I. Si (como Roma afirma) Cristo ha instituido una supremaca espiritual, y una Autoridad Infalible que todos los hombres estn obligados a reconocer, y ante la que todos deben inclinarse, y con l