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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES NÚCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL” DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES COORDINACIÓN DE LA CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL Producción de un libro de cuentos para niños, basado en mitos y leyendas trujillanos como alternativa para el resguardo de valores culturales y promoción de hábitos de lectura. Trabajo de Grado presentado como requisito para obtener la Licenciatura en Comunicación Social Autor: Br. Briceño Albarrán Brigitt Karol C.I 19.103.701 Tutor: Dra. Carrillo Pimentel Margot

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

NÚCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL”

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

COORDINACIÓN DE LA CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Producción de un libro de cuentos para niños, basado en mitos y leyendas

trujillanos como alternativa para el resguardo de valores culturales y

promoción de hábitos de lectura.

Trabajo de Grado presentado como requisito para obtener la Licenciatura en

Comunicación Social

Autor: Br. Briceño Albarrán Brigitt Karol

C.I 19.103.701

Tutor: Dra. Carrillo Pimentel Margot

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

NÚCLEO UNIVERSITARIO “RAFAEL RANGEL”

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

COORDINACIÓN DE LA CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

PRODUCCIÓN DE UN LIBRO DE CUENTOS PARA NIÑOS, BASADO EN MITOS Y

LEYENDAS TRUJILLANOS COMO ALTERNATIVA PARA EL RESGUARDO DE

VALORES CULTURALES Y PROMOCIÓN DE HÁBITOS DE LECTURA.

Autor: Br. Briceño Albarrán Brigitt Karol

C.I 19.103.701

Tutor: Dra. Carrillo Pimentel Margot

RESUMEN

En el presente trabajo se estableció como objetivo producir un libro de cuentos para niños,

basado en mitos y leyendas trujillanos, que constituyera una alternativa para el resguardo de

valores culturales y promoción de hábitos de lectura. El aspecto metodológico se guió por la

modalidad de Proyecto Especial. Tras una experiencia de ensayo y error, cada cuento fue

escrito, leído, releído y reescrito varias veces hasta obtener textos ajustados a las exigencias

del proyecto. Cada texto fue escrito luego de un trabajo de investigación de los mitos y

leyendas trujillanas, entrevistas y recopilación de material referido al tema. Una vez concluido

el proceso de investigación, escritura, y revisión de los textos se procedió a la selección de

aquellos relatos que se consideraron mejor logrados desde el punto de vista de su contenido y

valor estético. El trabajo además incluyó algunas consideraciones en relación con su posible

publicación y difusión, de manera que el producto llegue así a cumplir con el objetivo de

difundir aspectos de la cultura y la tradición trujillanas.

Palabras clave: cuento, comunicación social, mito, leyenda, identidad cultural, lectura

ENERO, 2013

Índice

Dedicatoria…………………………...……………………………………………………4

Agradecimientos…………...……………………………………………………….……..5

Introducción……………………………………………………………………………….6

Capítulo I

El Problema

Planteamiento del Problema…………...…………………………………………..8

Justificación………………………………………………………………………12

Objetivos

Objetivo General………………………………………………………..…..……16

Objetivos Específicos……………………….……………………………....……16

Capítulo II.

Marco Teórico

Los cuentos…………………………………………………..………………..…17

La identidad cultural…………...…………………………………………...……21

Los mitos y leyendas…………………………………………….………………24

Capítulo III.

Metodología Aplicada

Tipo de Investigación……………………………………………..………….….36

Diseño de la Investigación………………………………………………………36

Fase Documental………………………………………………………….…......37

Fase de Campo………………...……………………………………….………..37

Fase de Organización y Selección…………………...……………..……………38

Fase de Escritura…………………………………………………..……………..38

Capítulo VI.

El Producto…....………………………………………………..........….39

La visita no deseada………………………………………...…..…..41

El fantasma bondadoso…………...………………...……..…..……44

Juan sin suerte………………………..……………..…..…….…….48

Carmela y sus pesadillas……………………………………..……..52

Damián y Susana……………………………………………...…….56

El juicio de Nicanor………………………...………..….…………..59

Lagartija y los momoyes……………………………………….……63

El deseo de Ramiro……………………..………………………...….65

El regreso del hijo perdido………………..……………..…………..70

¿Quién me escribirá?...........................................................................74

El susto de Pedro y Demetrio………………………………………..77

La Peña Arco Iris…………………………………………………….79

Factibilidad de Publicación……………………………………………………………….82

Conclusión……………………………………………...…….…………………………..85

Recomendaciones…………………………………………………………………….…..88

Bibliografía………………………...………………………….………………………….89

Anexos……………………………………………………………………………..……..93

Dedicatoria

A mis ángeles de la guarda. A mi padre, fuente de inspiración para alcanzar todas mis metas

¡Fuiste y eres mi orgullo! A mi abuela Jacinta, de cuya voz escuché las primeras historias

encantadas de este estado ¡Gracias por todo, abuelita!

Agradecimientos

A Dios todopoderoso por otorgarme salud, sabiduría y paciencia en el recorrido y

culminación de esta meta.

A la Universidad de los Andes, Núcleo Universitario Rafael Rangel, gran casa de

estudios, en la que considero me formé no sólo como profesional sino como ser

humano integral.

A mi madre, invaluable guía, gracias por acompañarme y apoyarme durante todo este

camino. Eres fiel ejemplo de una mujer luchadora.

A mi hermana, excelente consejera, apoyo e impulso en todo momento. Gracias por

todas tus ideas y por mi hermoso sobrino, el regalo que llegó a iluminar el final del

camino.

A la profesora Margoth Carrillo, por toda su ayuda y orientación, gracias por asumir

esta aventura conmigo y compartir todos sus conocimientos.

A la profesora Teresita Jiménez, de no ser por su incansable trabajo, el inicio,

desarrollo y culminación de esta meta no hubiese sido posible. ¡Gracias por todo! A

todos mis profesores por brindar educación de calidad.

A ese grupo de trujillanos que amablemente abrió su memoria y me narró las

maravillosas historias encantadas que inspiraron este trabajo. Gracias por deleitarme y

hacerme sentir orgullosa de mis raíces.

A mi abuela Rita, mis tíos, tías y primos, gracias por las palabras de aliento, la

preocupación y el ánimo brindado para el alcance de esta meta.

A Wladimir, gracias por la compañía, el cariño, los consejos, las ideas y el apoyo

incondicional.

A Duke, mi fiel amigo de cuatro patas, gracias por estar siempre para mí, gracias por

sacarme una sonrisa en todo momento.

A todos mis amigos y compañeros de clase, juntos compartimos alegrías, emociones,

rabias y decepciones. Este es el final de una meta y el inicio de una mucho más grande.

INTRODUCCIÓN

Los medios de comunicación son todas aquellas herramientas a través de las cuales un

mensaje llega a una audiencia o receptores determinados. El comunicador social es el

profesional formado para elaborar estos mensajes a partir de la utilización de ciertas técnicas

periodísticas, tomando en cuenta los requerimientos específicos del medio. No es igual escribir

para radio que para televisión y la elaboración de un mensaje audiovisual es muy diferente

cuando se hace para los medios impresos. Cuando se piensa en medios de comunicación

instantáneamente se piensa en la prensa, la radio, la televisión y el internet, quedando por

fuera otras maneras de comunicación importantes y poderosas como la publicidad, el cine y

los libros.

El presente trabajo tiene como finalidad la producción de un libro de cuentos para niños.

Los relatos estarán basados en mitos y leyendas del estado Trujillo, esto con el objetivo de

contribuir con el resguardo de los valores culturales de la región, a la vez que se favorece de

algún modo la promoción de los hábitos de lectura en los niños.

Para alcanzar esos objetivos se investigaron aspectos teóricos concernientes a los cuentos, a

los mitos y leyendas y a la identidad cultural. De igual modo se indagó acerca de los vínculos

entre el periodismo y la literatura. Para la escritura del libro se atendieron las opiniones de

diversos autores sobre las características del cuento para niños. Por otro lado, se realizó una

investigación bibliográfica y de campo para obtener información referente a los mitos y

leyendas más conocidos en el Estado Trujillo.

La experiencia de escritura de los cuentos para niños fue toda una aventura de ensayo y

error. Todo comenzó con la puesta en práctica de recursos periodísticos como la investigación

y la entrevista, luego se dejó volar la imaginación para crear historias llenas de fantasía y

creencias. La preocupación por el buen manejo del lenguaje fue un elemento presente durante

todo el trabajo.

El imaginario trujillano es todo un conjunto de costumbres, tradiciones y creencias que

intenta escenificarse, representarse, entre otras cosas, en cada uno de los cuentos escritos para

niños. Y es que las manifestaciones culturales del estado Trujillo, que van desde fiestas

religiosas como la búsqueda del niño, el baile de San Benito y la Muñeca de la Calenda, hasta

una deliciosa gastronomía que incluye el mojito trujillano y una variedad de dulces tradiciones

como el dulce de lechosa verde, el cabello de ángel, el dulce de higo y el churruchete, son

dignas de resaltar.

La estructura del trabajo se presenta en capítulos, los cuales se subdividen en: Capítulo I,

que consta del planteamiento y justificación del problema, así como del objetivo general. Aquí

también se definen los objetivos específicos que constituyen los pasos teóricos y prácticos que

se tomaron en cuenta para el logro del objetivo general.

Seguido está el Capítulo II, que constituye el marco metodológico que abarcó la

investigación en torno al problema planteado y sus bases teóricas como apoyo a la

investigación. Luego el Capítulo III, en el cual se conceptualizó el tipo, diseño y fases de la

investigación para realizar el producto. Por último en el Capítulo IV se presenta el trabajo

realizado.

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema

La lectura es una experiencia en la cual se produce un vínculo enriquecedor entre el texto y

el lector. Tradicionalmente, ha sido el sistema educativo el encargado de impulsar dicha

actividad; pero el entorno social actual demanda que estos planteamientos sean promovidos

también por otros sectores de la sociedad. Es aquí donde el rol del comunicador social pasa a

ser de suma importancia.

En estos tiempos, los medios de comunicación, la escuela y los padres están obligados a

participar en la formación de un lector capaz de confrontar, interpretar o disentir, pero por

sobre todo esto, capaz de disfrutar de la lectura.

Para que las audiencias puedan enfrentar, discutir, interpretar y transmitir informaciones,

noticias y conocimientos emitidos por los medios de comunicación, es necesario que estos

últimos lleguen a convertirse en un factor de animación y promoción de la lectura.

Los medios de comunicación podrían llegar a tener una incidencia importante en la

formación del lector, recurriendo a los inmensos recursos que estos poseen, que van desde la

sofisticación de la tecnología hasta el buen uso del lápiz y el papel. Lamentablemente los

medios no responden a tal compromiso en la actualidad. No es sólo cuestión de proporcionar

al lector o al escucha información y divertimento; es también pensar en sensibilizar y formar

espectadores con conciencia crítica y sensibilidad estética.

Muchas personas tienden a considerar que la simple decodificación de letras escritas o

impresas puede considerarse como lectura. Pero eso sería una simulación o lectura a medias.

Hay un proceso que va más allá de lo planteado: convertir la lectura en una experiencia

placentera, en una experiencia particular para cada lector, cuestión que no excluye y más bien

promueve la formación de un lector o receptor con capacidad crítica

Se tiende a relacionar el éxito profesional de las personas con la capacidad de comunicarse

e interpretar situaciones propias de su profesión, no en vano los organismos internacionales

incluyen los niveles de alfabetización como un factor para medir el índice de desarrollo de un

país; el rol de la lectura va más allá de la simple adquisición de conocimientos. La lectura

incide de un modo definitivo en la preparación y superación las personas. La lectura forma

parte de la vida.

Es lamentable y paradójico que hoy en día los medios de comunicación contribuyan con la

promoción de una cultura ajena a la lectura. En raros casos se incentiva a leer por placer o con

la conciencia de que los libros son fundamentales para el crecimiento personal y profesional.

Desde los medios de comunicación generalmente se transmite el mensaje de la lectura como

una actividad aburrida que se utiliza sólo como medio de obtención de información y

conocimiento, no se estimula a las personas a vivir y disfrutar el abanico de posibilidades que

ofrece la lectura, así como a experimentar una actividad que ofrece la posibilidad de promover

un pensamiento crítico.

Son preocupantes los bajos índices de lectura que hay en los niños y jóvenes venezolanos.

Freires entrevistada por Torres (2011) habla de esto:

Por mi experiencia he llegado a la conclusión de que en nuestro país el hábito

de lectura es inexistente. Acá a la gente no se le enseña el valor de la lectura,

sino que se le trata como una obligación. Hay gente que dirá que es lectora,

pero no lee más que los periódicos.

La historia y la cultura son aspectos de la vida del hombre, en la medida en que son parte

de lo que somos. En la actualidad los expertos relacionan la falta de sensibilidad lectora con la

pérdida de la identidad cultural. Si un ciudadano no está formado como lector, muy

difícilmente comprenda, viva y difunda los valores culturales de su región.

Por otra parte, la escasez de libros y lecturas apropiados, entre otros asuntos, conlleva al

desconocimiento y/o desinterés por las tradiciones culturales del país. Con el avance de la

tecnología el proceso de transculturización ha aumentado su ritmo en la última década.

Gracias a la televisión, el cine y el internet, las personas, en especial los niños, reciben gran

información de culturas extranjeras, sobretodo de la norteamericana. Cada día las costumbres

de otros países son adoptadas como nuestras.

Otro problema que afecta el resguardo de las tradiciones culturales del país, es la confusión

que existe entre periodismo cultural y periodismo de espectáculos. De acuerdo a las

investigaciones de Guanipa (2005) esta fusión se ha dado en los últimos tiempos, cuando las

páginas que se encargaban de distribuir información de las bellas artes, manifestaciones del

mundo académico como la filosofía y la historia y material del folklore y tradiciones, se

fusionaron a las informaciones de farándula y espectáculos.

La identidad cultural no es una realidad inamovible, por el contrario, ésta cambia con la

rapidez que la necesidad del entorno social amerite. Sin embargo, es necesario reafirmar

aquellas características que hacen único a un individuo y lo hacen sentir parte de un colectivo.

Los medios de comunicación resultan de una enorme ayuda en relación con la necesidad de

reafirmar y conservar aquellos aspectos que hacen del ser humano una particularidad y parte

de una comunidad.

Venezuela es un país muy rico en tradiciones orales y escritas. Cada estado cuenta con un

repertorio de mitos y leyendas que contienen la esencia misma de sus pobladores.

Lamentablemente, en el estado Trujillo, los jóvenes desconocen cada día más estos relatos

llenos de magia, religión, creencias y valores.

González y Peña (2003) sostienen que en el estado Trujillo el imaginario colectivo,

contenido en los mitos y leyendas, ha sido resguardado con celo por parte de los ancianos;

pero en la actualidad, debido a la arremetida de las grandes industrias de la información y del

entretenimiento, los jóvenes los consideran como cosas del pasado, alterando así el marco

referencial de su identidad. En el estado Trujillo, el material literario para promover y

mantener las tradiciones culturales escasea o es desaprovechado.

En relación con lo anteriormente expuesto, se plantea la siguiente interrogante: Como

comunicadores sociales, ¿es posible contribuir a la difusión de la tradición y las costumbres,

mediante la producción y difusión de textos que promuevan y den a conocer aspectos de

nuestra cultura regional?

Justificación

Según los planteamientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la

Ciencia y la Cultura (UNESCO, 1995), la comunicación social debe fomentar el mejoramiento

de los niveles económicos, políticos y culturales de la población. El comunicador social tiene

la responsabilidad de contribuir con la concientización de las comunidades así como aportar

ideas y experiencias tendentes a solventar los problemas de la sociedad, entre ellos, las escasas

oportunidades de experimentar con autenticidad la tradición y la historia. Entre los más

importantes recursos para ofrecer al lector la oportunidad de entrar en contacto con sus raíces

culturales de una manera original y espontánea, se encuentran los textos literarios.

Dados los vínculos entre la experiencia lectora y la formación en los valores de la identidad

cultural, es importante que un comunicador social formado en el área humanística contribuya

a promover cambios significativos que tengan que ver con esos aspectos. Los comunicadores

sociales, padres y educadores deben promover el uso de textos que despierten el interés de los

infantes y contribuyan a reafirmación de los valores culturales y la ética.

Para los niños, la lectura es de suma importancia en su formación como individuos;

además, éstos están en la edad propicia para inculcarles los hábitos que les serán útiles durante

toda su vida. El cuento resulta ser la herramienta ideal para iniciar a los más pequeños en el

mágico mundo de la literatura. El cuento permite a los niños ejercitar su imaginación, les

proporciona diversión y entretenimiento, y si son bien aprovechados contribuirán también a la

difusión de valores y tradiciones.

La idea de que el comunicador social sólo debe dedicarse a escribir noticias o hablar en

radio y televisión es incompleta, y hasta podría considerarse como irresponsable. La profesión,

desde hace ya algunos años, va más allá de esa dimensión periodística que muchos todavía

consideran como la única, el oficio del comunicador social acarrea una responsabilidad mayor

y un radio de acción mucho más amplio. En la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela (1999), en su artículo 101, se establece la obligación que tienen los medios de

comunicación de difundir y producir materiales culturales. Asimismo en la Ley de

Responsabilidad Social en Radio y Televisión (2005) se especifica que estos medios deben

divulgar productos dirigidos específicamente a los niños.

Parte de esa responsabilidad es promover la lectura en sus audiencias. Para que estos

receptores sean capaces de comprender, diferir y propagar los materiales que los medios

ofrecen es necesario que ellos posean un buen nivel de lectura. Respecto a esto, la

Universidad de los Andes, en su empeño por formar profesionales capacitados para enfrentar

las demandas de la sociedad y el mercado laboral, ofrece el título de Comunicador social para

el Desarrollo Humanístico, el cual focaliza su propósito curricular en la preparación de

comunicadores profesionales en el campo de la cultura, promotores de las actividades

artísticas, que contribuyan al disfrute de las mismas. Además de procurar el desarrollo

integral y armónico de todos los sectores sociales.

El comunicador social debe tener la habilidad de expresarse por medios orales y escritos,

debe poseer gran sensibilidad y sentido social y además requiere de un excelente manejo del

idioma. Estas cualidades hacen del profesional de la comunicación una persona con enormes

posibilidades de llegar a escribir buenos textos literarios. El caso de la española Rosa Montero

es uno de los ejemplos más conocidos de un periodista con éxito en el mundo literario. En

Venezuela hay una enorme tradición en este sentido, muchos de nuestros mejores escritores

han sido, también, cronistas, reporteros, columnistas. Algunos de los nombres más resaltantes

son Guillermo Meneses, Enrique Bernardo Núñez, Arturo Uslar Pietri y, más recientemente,

Milagros Socorro, Alberto Barrera, Ibelyse Pacheco y María Eugenia Lavoe, entre otros.

La literatura es una forma de expresión de la memoria, la tradición, la sensibilidad y las

costumbres, forma parte importante del acervo cultural de todos los pueblos. Si bien los

comunicadores sociales suelen ocuparse de estos asuntos por medio de la televisión, la radio,

la prensa y el internet, también están en la capacidad de hacerlo desde los libros y otros

medios.

La masividad de los medios de comunicación acarrea la responsabilidad de concientizar e

informar sobre las problemáticas sociales y culturales de la población. Y en el mejor de los

casos, deben crear herramientas que promuevan soluciones a dichos problemas. Por eso, el

presente trabajo busca abordar y, de alguna manera, contribuir a solventar una problemática

cultural de la cual el Comunicador Social puede ser parte de la solución. La producción de un

libro de cuentos para niños basado en mitos y leyendas trujillanas constituirá un producto

comunicacional de relevancia, el cual podrá ser aprovechado en el futuro para la creación de

materiales radiofónicos, televisivos y páginas web.

Este trabajo propone la producción de un libro de cuentos para niños en edad escolar,

basado en mitos y leyendas del estado Trujillo, que brinde una opción alternativa, que al

promover y resguardar los valores culturales de la región contribuya indirectamente con la

promoción de la lectura, como un componente esencial de la formación de la población

infantil. Tal iniciativa se enmarca, también, en la estrecha relación que, sobre todo en

Latinoamérica, ha existido entre el periodismo y la literatura.

El producto aspira servir como mediador entre los lectores muy jóvenes y la experiencia

con los valores y costumbres de la región que, como se decía, redunda en una excelente

experiencia de formación. A través de los cuentos basados en mitos y leyendas, se espera dar a

conocer, recordar, afianzar y resguardar las tradiciones culturales del estado Trujillo, y al

mismo tiempo propiciar una relación de pertenencia entre el texto y el lector; todo ello

acompañado de la intención de despertar el interés y el disfrute de los niños por la lectura, a la

vez que contribuir con el afianzamiento de la identidad cultural.

Entre las responsabilidades de los comunicadores sociales está promover la difusión de

elementos que ayuden a reforzar la identidad cultural de una región. La influencia masiva de la

profesión permite tener gran impacto en la población, situación que favorece la intención de

rescatar las manifestaciones culturales autóctonas.

Objetivos

Objetivo General:

Producir un libro de cuentos para niños, basado en mitos y leyendas trujillanos, que

constituya una alternativa para el resguardo de valores culturales y promoción de hábitos de

lectura.

Objetivos Específicos:

Indagar en la comunidad de ancianos trujillanos, a través de entrevistas

periodísticas, aquellos mitos y leyendas que forman parte de la tradición oral de la

región.

Analizar los mitos y leyendas recopilados para extraer algunos elementos de las

tradiciones trujillanas y mencionarlos en los textos a producir.

Adaptar algunos mitos y leyendas trujillanos al formato de cuento para niños.

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

Los cuentos

Como se mencionó anteriormente, grandes periodistas de la historia han tenido una

extraordinaria faceta como cuentistas. Esos hombres y mujeres que supieron adaptarse a las

rigurosas leyes del periodismo, atendiendo los preceptos de honestidad, inmediatez y claridad;

también fueron capaces de apegarse a las misteriosas leyes de narrativa literaria. Rivas (1997)

expone que el periodismo puede ser contado como una historia, que para el cuentista

periodista o el periodista cuentista la imaginación o la voluntad de estilo son las alas que dan

vuelo a ese valor, el autor expresa que un reportaje o una crónica puede ser un cuento,

“Paradójicamente, muchos profesores siguen cortando alas, matando al escritor que debe

anidar en cada periodista” (p. 65) expresa el autor.

La palabra cuento viene del latín compŭtus, que significa cálculo o cuento. Con el pasar de

los siglos, la palabra cálculo se acuño para hacer referencia a la enumeración de objetos, y la

palabra cuento a la enumeración de acciones, es decir, a la narración de historias.

En líneas generales el cuento es una narración caracterizada por la brevedad, por lo tanto

tiene limitación de personajes, acciones, ambiente y descripciones. Debe tener tensión

narrativa para atrapar al lector. Para Cortázar (1969) el cuento es un género literario, que no

posee leyes para su escritura, sólo constantes que dan estructura a este género. Añade que el

cuento debe tener significación, tensión e intensidad para mantener interesado al lector. En

palabras de Baquero Goyanes (1998):

El cuento es un preciso género literario que sirve para expresar un tipo esencial

de emoción, de signo muy semejante a la poética, pero que no siendo apropiado

para ser expuesto poéticamente, encarna en una forma narrativa próxima a la de

la novela, pero diferente de ella en técnica e intención. Se trata, pues, de un

género intermedio entre poesía y novela, apresador de un matiz semipoético,

seminovelesco, que sólo es expresable en las dimensiones del cuento. (p.144)

El cuento no debe tener menos significación que la novela, este sólo está más limitado en

espacio. Esto no quiere decir que el cuento sea superficial, pues la dificultad de un buen

cuentista está en ser profundo en pocas palabras. Un buen cuento debe ser preciso, seleccionar

muy bien una acción significativa que cree cierta tensión.

Baquero Goyanes expresaba que “en la creación de un cuento sólo hay tensión y no tregua.

Ahí radica precisamente el secreto de su poder de atracción sobre el lector” (p. 19). Un buen

cuentista tiene que ser un excelente narrador en principio, debe tener presente que todo texto

literario cumple una función específica. Esto permitirá que la obra no se confunda con otros

discursos narrativos.

El cuento se estructura en inicio, desarrollo y desenlace. El desarrollo es el que suele tener

una mayor extensión. La narración se puede hacer en primera o tercera persona. Se puede

hacer uso del diálogo y el monólogo, siempre y cuando éstos estén subordinados al núcleo

anecdótico del cuento. De igual forma, las descripciones no ocupan mucho espacio, suelen ser

parte imprescindible del argumento.

En lo referido a la clasificación del cuento, esta se puede realizar de muchas formas. Según

el destinatario pueden ser cuentos infantiles y cuentos para adultos. Según la temática pueden

ser de terror, suspenso, románticos, fantásticos, entre otros. Pero la categoría más utilizada es

la clasificación según el autor, estos pueden ser cuentos populares o tradicionales y cuentos

literarios (Salmerón, 2004).

Los cuentos tradicionales según Salmerón son todas aquellas narraciones pertenecientes al

folclore y legado popular anónimo, transmitidas generalmente de forma oral. Sin embargo, el

trabajo de antólogos, folcloristas, filólogos y de todas aquellas personas interesadas en el

estudio del cuento popular ha permitido la reescritura de esas obras y su posterior impresión.

También, vale la pena mencionar, que muchos de estos cuentos se han llevado al campo

audiovisual a través de series, dibujos animados y películas. La compañía Disney cuenta con

un gran repertorio de este tipo.

Los cuentos literarios, explica Salmerón, son todas aquellas narraciones o textos literarios

creados por un autor reconocido. Su forma de transmisión es generalmente escrita, aunque al

igual que los cuentos tradicionales, también se han propagado por el medio audiovisual.

Por otro lado, según las opiniones de expertos como Clark (2005), Román (1998), Cerrillo

y García Padrino (1990) lo principal al momento de escribir un cuento es tener una idea o

desarrollar un concepto. Un cuento para niños debe tener un comienzo atrayente, un desarrollo

apasionante y un final satisfactorio.

Cuando se escribe para niños se deben tener en cuenta los sentimientos y conflictos de los

lectores. Si bien en la literatura para adultos el autor goza de independencia, en la literatura

infantil el receptor constituye un elemento condicionante e impone al creador adaptaciones y

modificaciones.

Los escritores de cuentos para niños también deben preocuparse por interesar al adulto,

pues de estos dependen como intermediarios para que el infante adquiera y se entusiasme con

el libro.

Todos los autores coinciden, que el arte de escribir literatura es una actividad muy

personal, por tanto no pueden imponerse reglas formales para este oficio. De hecho, afirman

que no existen fórmulas rígidas para escribir cuentos para niños. Lo único en lo que insisten es

que deben ser lo más claro posible. Y para esto basta guiarse por ciertos consejos: Construir

frases con estructuras gramaticales básicas, utilizar frases directas en lugar de circunloquios,

emplear palabras concretas en vez de abstractas, utilizar verbos transitivos en forma activa,

encontrar el equilibrio entre usar un lenguaje que haga ver al niño como tonto y mostrar un

vocabulario entendible sólo para los adultos.

Además se debe crear un protagonista que tenga algún rasgo distintivo que llame la

atención de los niños, debe ser un personaje interesante y divertido, se debe pensar y sentir

como niño cuando se escribe, sacudir los pensamientos adultos y volver a la niñez, evitar el

error de pensar que con diminutivos se alcanzan el rasgo de cuento para niños, escribir para

infantes es mucho más complejo que eso y el excesivo afán pedagógico y las simplificaciones

excedidas pueden estropear una buena historia.

La identidad cultural

Los medios de comunicación han sido acusados frecuentemente como causantes de la

pérdida de los valores culturales. Para Hevia (1998) la influencia de los medios de

comunicación en la formación o deformación de valores en una sociedad es indudable, asegura

que no sólo a través de la transmisión de noticias se enfatizan ciertos valores culturales,

también se hace desde la publicidad y desde toda la programación en general.

Para comenzar, vale la pena establecer que cuando se habla de tradición se adopta la

definición del Diccionario de la Real Academia Española (2001), es decir, que se entenderá

como la transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc.,

hecha de generación en generación. Gómez Pellón (1999) expone la importancia que tiene la

tradición oral: “Durante la mayor parte del tiempo que el ser humano lleva sobre la Tierra, el

conocimiento se ha ido traspasando de unas generaciones a otras mediante la tradición oral

exclusivamente” (p.18).

La diferencia entre tradición y costumbre, según Herrejón Peredo (2010), radica en que la

tradición representa el acto de transmisión y la costumbre hace referencia al comportamiento,

al modo de hacer o actuar que se repite.

El asunto de la identidad cultural es complicado, a su alrededor se han formado diversos

debates. Hay teóricos que reconocen que es una realidad cambiante y otros pocos dudan de su

validez.

Es por ello que se adoptará el concepto de identidad cultural que la reconoce como aquellas

características, costumbres y valores que hacen a un individuo sentirse parte de un colectivo y

crear un sentido de pertenencia con un pueblo. Hall (1996) sostiene que las identidades nunca

se unifican, y que en tiempos de modernidad se fragmentan con mayor rapidez. Remarca que

las identidades nunca son singulares, por el contrario, son construidas de múltiples maneras a

través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo cruzadas y antagónicas. Están

sujetas a un constante proceso de cambio y transformación. Para Hall, la identidad es la

posición que un sujeto está obligado a tomar.

En lo referido a esta posición, la UNESCO (1982), expone que la identidad cultural de un

pueblo se renueva y enriquece en contacto con las tradiciones y valores de los demás.

Enfatizan que la cultura es diálogo, intercambio de ideas y experiencias, apreciación de otros

valores y tradiciones, se agota y muere en el aislamiento.

Se puede inferir que efectivamente la identidad cultural no es una realidad inamovible, esta

va cambiando a medida que las circunstancias y la población lo ameriten. Sin embargo, esto

no quiere decir que se permita la pérdida de las tradiciones por acoger costumbres de otros

lugares.

Si bien es un error considerar la identidad como algo homogéneo, pues no existen en la

civilización moderna grupos étnicos puros, es importante entender que los nuevos grupos

formados de la unión de las diferentes etnias y procesos migratorios, merecen gozar de su

propia etnicidad, y por consecuencia de su propia identidad.

Los avances tecnológicos han servido para mostrar en cada rincón las potencialidades de

todas las culturas. Pero hay una tendencia a mostrar unas más que otras, situación que

repercute en las costumbres que adoptan los jóvenes como propias, olvidándose totalmente de

sus tradiciones originarias causando que estas se pierdan. Por tanto, los comunicadores

sociales deben estar en la disposición de difundir y producir materiales escritos y

audiovisuales que fomenten el resguardo de los valores culturales.

Los mitos y leyendas

El mito y la leyenda son narraciones que se propagan de forma oral de generación en

generación. Son relatos que contienen la esencia misma de un pueblo, son la manifestación de

fe de un colectivo. En ellos participan seres o acontecimientos sobrenaturales. En ocasiones,

tienden a crearse confusiones en torno a si ciertas narraciones son mitos o son leyendas. Para

en principio aclarar esta duda, se toma al mito como aquél que se ocupa de los dioses y explica

eventos de la naturaleza. Y la leyenda es aquella en la que participan hombres que representan

arquetipos, este tipo de relatos no pretenden explicar nada, sólo narran un suceso. Según la

definición de Anderson Imbert (2007):

El mito está entre la religión y la ficción. Tiene la forma de una pregunta y una

respuesta. El hombre pregunta: “¿Qué significa la luz del día y la oscuridad de

la noche?”, y una voz anónima responde: “Que Dios puso al sol en medio del

cielo para que…, etc.” Es una narración que se ha dado muchas veces (mito, en

griego, significa “algo dicho”) para explicar, con la intervención de seres

misteriosos, el origen y sentido del universo. (p.33)

De igual forma, el autor plantea que:

La leyenda está entre la historia y la ficción. Nadie la da por cierta. Aun quienes

creen en ella no se atreven a probar su veracidad. Seleccionada por la memoria

de un pueblo, cobra autonomía literaria. A veces la fuente de una leyenda es un

cuento. Esto ocurre cuando la acción había exaltado a un personaje real o lo

había concebido como si fuera real, localizándolo en un lugar determinado y

envolviéndolo en una engañosa atmósfera histórica. Leyenda y cuento

concentran por igual los acontecimientos con tensión dramática; ambos tratan

de lo raro, de lo desacostumbrado, de lo que contraría las normas generales.

(p.33).

Dada la relación que Anderson Imbert hace entre la leyenda y el cuento, es oportuno

diferenciar el cuento de los mitos y las leyendas. El cuento por lo general se ubica en un

tiempo y un lugar indefinido o imaginario. En la mayoría de mitos y leyendas los sitios donde

ocurrió el acontecimiento central son reales o son zonas precisas. Por ejemplo, cuando se dice

que Blancanieves vivía en un reino muy lejano y cuando se expresa que El Silbón sale en los

llanos venezolanos.

A partir de un hecho real, que sufre una interpretación espontánea por parte de los

pobladores, se originan los mitos y leyendas, que por ser transmitidas de forma oral adquieren

varias versiones, esto según el toque o visión personal de quien los transmite.

Los mitos y las leyendas constituyen la sabiduría de un pueblo. Reflejan los deseos,

temores, ideales, anhelos y sueños de toda una población. Es por esto, que en el caso

venezolano muchas leyendas tienen que ver con lo religioso, espantos y demonios. Briceño de

González (citado por González y Peña, 2003) señala que:

Si algo identifica el folclore de la región es precisamente los “cuentos”,

creencias o leyendas que en esa región existen, máxime cuando se recurre al

principio de que la base del folclore está en la tradición oral de los pueblos. Una

expresión muy trujillana y extinguida dice: Todo se acaba, menos los cuentos.

(p.54).

En Venezuela el bagaje de mitos y leyendas es bastante interesante y refleja la cultura

propia de su gentilicio. En el estado Trujillo la leyenda más popular es la del Momoy. Los

momoyes son personajes de baja estatura, que podrían ser considerados como los duendes del

folclore trujillano. Franco (2007), señala que estos personajes son los inquietos duendes de los

Andes venezolanos, que no tienen más de cuarenta centímetros de estatura, usan bastones

hechos de ramas verdes, son ecologistas, bromistas y algunos tienen muy mal carácter.

También apunta que para ahuyentarlos basta con sólo ignorarlos.

Ocampo López (2006) dice que los momoyes son espíritus del agua, diminutos seres que

viven en el fondo de la tierra y salen en horas de la noche a realizar travesuras. Los describe

como pequeños hombres de largas barbas e inmensos sombreros. Plantea que son dioses

protectores de la agricultura.

En el diario El Tiempo fue publicado un artículo del cronista Juan de Dios Sánchez (2011),

titulado Leyendas: Eternos, queridos Momoyes trujillanos. En el texto se expresa:

Es el Trujillo de los momoyes, especie de pequeños duendes que moran en

nuestras cosas más sencillas y que están por supuesto, en las montañas, en los

cauces secos de algunos ríos, en el sembradío de flores, en el ritmo de los

bueyes. Ellos viven, a veces, en cuevas muy profundas de donde, de noche en

noche, de tarde en tarde, salen a hacer alguna travesura.

Por otro lado, en un texto publicado en el Diario de Los Andes, escrito por Ovidio Marín

Valenzuela (2009) titulado Momoy Mago, el escritor narra la vivencia de una mujer llamada

Rosa, que ve a un pequeño hombre vestido de liqui-liqui y sombrero, que muy alegre se monta

sobre un maguey que acondicionó con instrumentos naturales para que sirviera de carreta. La

mujer estaba sorprendida de ver aquella escena. Alguien que estaba cercano a ella le dijo que

ese era un momoy alegre que hacía eso todos los días.

En el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004- 2010, producido por el

Ministerio del Poder Popular para la Cultura se dice que, según los visitantes y pobladores del

sector conocido como Tucutucu, la conocida peña se encuentra habitada por duendes y seres

protectores de la naturaleza llamados momoyes o tucutucos:

Cuando se trazaba la carretera de Trujillo que va a La Concepción y comunica

con Valera, cuentan que los maquinistas al romper el peñasco vieron a los

duendes huir, quejándose por haberles destruido la entrada de su mundo. Según

los antiguos pobladores indígenas, la palabra tucu designa hombres pequeños o

de extremidades cortas (p.90).

Asimismo, en el estado Trujillo es muy popular el mito del Encanto, éste está relacionado

con hechos de la naturaleza, generalmente con fuertes precipitaciones o desbordes de ríos y

lagunas.

El artista popular trujillano Salvador Valero en su libro Leyendas y Cuentos (1991) narra

varias historias relacionadas con este mito. La más conocida es la mudanza del Encanto:

cuando hay una gran creciente se dice que el rey con toda su corte, animales y servidumbre se

mudo al lugar donde el agua perdió fuerza y se asentó.

De este mito Valero cuenta en su libro varias versiones, algunas de las más vistosas son:

La peña de los siete colores: En el camino que lleva para un lugar de Escuque,

que se llama La Zanadora, hay una peña que los habitantes de ese lugar le

tienen recelo porque creen que es encantada. Con frecuencia cambia de color.

En un solo día cambia del verde al rosado, rojizo y amarillo y afirman que

cuando se pone muy roja es señal de que el Encanto está bravo (p.20).

Las lagunas encantadas: Una vez, disque iban dos hombres a buscar un buey

que se les había extraviado, y en su busca llegaron cerca de una de esas lagunas,

y a uno de esos dos hombres se le ocurrió lanzar una gran piedra que cayó en la

mitad de ella. Esto bastó para empezar a oscurecerse el lugar y a agitarse el

agua y empezar a tronar y a llover. Entonces los dos hombres emprendieron una

gran carrera tirando hacia atrás sus sombreros, porque se dice que dejando el

sombrero, el Encanto se entretiene y ellos se pueden alejar sin peligro del lugar

encantado (p.20).

Los Encantados: … Sucedió, que un día mandaron a una diligencia a un

muchacho y se quedaron esperándolo porque misteriosamente desapareció sin

dejar rastro alguno. De esto pasaron muchos años, hasta un día en que su padre

trabajaba en un barbecho, cuando vio que se acercó un hombre que le dijo:

¿Usted no me conoce a mí? El padre le dijo que no. Entonces él le dijo: - Yo

soy su hijo Jesús, que fui encantado el día aquel que usted me mandó a hacerle

la diligencia. Ese día, me encontré en la quebrada un hombre extraño, y me dijo

que me fuera con él… Llegamos a la peña y me hizo entrar a la cueva que allí

hay, y fuimos pasando por grandes salas adornadas, con muchas cosas de puro

oro hasta llegar a un gran jardín lleno de muchos animales, árboles, flores y

muchachas muy bonitas. Y allí me quede hasta hoy, que con el permiso del

Encanto ya pude salir para venirlo a ver a usted y a mi madre (p.27).

En el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004- 2010, producido por el

Ministerio del Poder Popular para la Cultura está plasmado:

Los mitos y leyendas de encantos son creencias de la tradición oral que se han

mantenido entre los pobladores de Trujillo, que se refieren a la manifestación

de entidades sobrenaturales, que se hacen sentir en cualquier época del año y a

través de muchas formas. Se dice que las inundaciones que han ocurrido en la

entidad se debieron en algunas oportunidades a la molestia de los encantos por

alguna situación irregular en la comunidad. Esas molestias se pueden

manifestar a través de lluvias intensas, borrascas y vientos fuertes, lo que

impide el trabajo de los campesinos. Hay personas que comentan que cuando el

encanto está contento, sale el sol y cae una pequeña llovizna, lo que permite ver

un resplandeciente arcoiris. También se dice que específicamente en la Laguna

de Garay, vive un encanto, que se manifiesta en forma de gallina de oro con

muchos pollitos. Dicen que este encanto hace mucho tiempo no permitía

trabajar a las personas de la comunidad que sembraban cerca de la laguna, por

lo cual hicieron entrar a la laguna a una burra cargada de sal para tranquilizarlo

(p.92).

Por otra parte, si hay una leyenda que es muy conocida por todo el pueblo trujillano,

venezolano y latinoamericano es la de La Llorana. Salvador Valero apunta que es un personaje

sobrenatural y terrorífico que se oye y se ve durante todo el año. Cuenta que es el espíritu de

una mujer maldecida por Dios por asesinar a su hijo.

La versión de Franco es que se trata de una mujer española que tuvo varios hijos con un

indígena. Los hermanos de la dama, molestos por tal aberración, mataron a los bebés. La

mujer enloqueció y vagaba con su gran cabellera negra por los campos lamentándose por sus

hijos.

En el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004- 2010 se dice que:

Fábula que cuenta el episodio en el que una mujer fue presa de un arranque de

rabia tan fuerte, que le dio muerte a su hijo. Dicen que estaba moliendo café en

su casa, pero debía asistir al mismo tiempo a su hijo que lloraba

desesperadamente. La mujer tomó una piedra de moler y golpeó la cabeza del

niño, causándole la muerte. A causa de esto el mismo Dios la maldijo y la

condenó a vagar por las montañas y caminos solitarios, llorando mientras carga

el cuerpo de su hijo que también llora. Muchos habitantes de Trujillo aseguran

haberla escuchado, mientras que otros cuentan la historia para evitar que los

niños, jóvenes y adultos salgan en las noches. Salvador Valero, insigne artista

plástico nacido en Valera, daba fe de haberla visto y escuchado durante la

Cuaresma. Dicen que si alguien la ve, tendrá una muerte segura próximamente

(p.93).

Hay una leyenda venezolana que dice que los aborígenes utilizaban las cuevas como

pasadizos secretos para viajar por todo el territorio y huir de los españoles. En el portal web

Recorriendovenezuela.net se dice que los indígenas utilizaban las cuevas como pasadizos al

más allá. Si al depositar un cuerpo todo quedaba en silencio, el alma descansaba en paz; pero

si se producían ruidos el ánima estaba siendo juzgada.

De igual modo, en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004- 2010 se expresa

que:

La Peña de la Virgen está ubicada en el cerro Carmona, al oeste de la ciudad de

Trujillo. Se le llama de este modo porque la tradición oral dice que allí habita la

Virgen del Rosario para proteger la ciudad de Trujillo de una inundación. La

peña de la Virgen, dicen, es el sitio donde nace un río de leche, uno de sangre y

otro de agua, que atraviesan subterráneamente la ciudad de Trujillo y que la

amenazan de ser inundada. También se cree que esta Virgen sólo pueden verla

las personas inocentes (p.88).

En Venezuelatuya.com se expresa que en la zona aledaña al monumento de la Virgen de la

Paz, se encuentran unas cuevas que eran utilizadas por los indígenas para trasladarse por todo

el estado Trujillo, pero que los movimientos de las montañas andinas a lo largo de los años

han cerrado estos pasadizos.

Otra leyenda de nuestra región es aquella relacionada con las llamadas botijas o botijuelas,

esta historia, según Franco, consiste en un recipiente de barro lleno de monedas de oro del

siglo XIX, conocidas como morocotas, que fueron enterradas por una persona, que al morir no

puede descansar en paz hasta que el tesoro sea encontrado. Por otro lado, Salvador Valero

narra:

El oro que se volvió carbón: Una vez, dos hombres dizque estaban sacando

un entierro. Trabajaron largas horas haciendo la excavación y cuando ya tenían

fuera del hoyo la botijuela, uno de ellos pensó en darle mal destino al oro, o sea

a la parte de oro que le tocaba a él. Pues tal deseo fue fatal para ambos

hombres, porque en el momento que éste pensó mal, todo el oro de la botijuela

quedó convertido en carbón (p.72).

De igual modo, si hay alguna leyenda relacionada con las creencias de la población

trujillana es la de las apariciones o espantos, pues muchas leyendas trujillanas involucran la

aparición de fantasmas, se dice que sobretodo en edificios viejos, como hospitales o

conventos, a ciertas horas de la noche se ven presencias sobrenaturales. Franco plantea que las

apariciones son cualquier forma u objeto que siendo irreal se muestra antes las personas.

Recalca que estas pueden ser benéficas o malignas.

Salvador Valero afirma que en su pueblo las personas más longevas contaban, que en el

mes de noviembre a la medianoche aparecían filas de ánimas, cubiertas todas de blanco de

pies a cabeza, rezando el rosario.

Por otra parte, Luque (2009) expone en la página web monografías.com, que en el

municipio Carache existe la creencia de que los espantos se ven en la calle durante Semana

Santa. Referente a esta leyenda en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-

2010 cuentan la historia del jinete:

Otra de las historias tradicionales de espantos y aparecidos presentes en la

tradición oral trujillana es la que habla de El jinete, contada especialmente

durante la Semana Santa para asustar a la población y obligarla a quedarse en

sus casas. Se tiene entre las más comunes y representativas de estas historias la

de El jinete, de la que se dice que era un hombre montado sobre su caballo que

aparecía a todo galope entre las comunidades de San Jacinto, hacia el centro de

Trujillo. Cuentan que las personas que lo veían sólo lograban ver una figura

oscura que al pasar generaba una brisa fuerte y helada, que producía escalofríos

por todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Se veía pasar el espanto y

desaparecía a lo lejos (p.94).

Salvador Valero narra la leyenda de la abeja arriera en su libro, el artista expone que:

Esta abeja es de especie solitaria. En mi tierra solían llamarla la arriera o

arriero, por la costumbre de pasar cuando está amaneciendo. Sobre el paso de

esta abeja hay muchas creencias; pero las más no son de anuncios fatales. Hay

veces que creen que es carta que les va a llegar de familiares ausentes o alguna

visita de un amigo, o cualquier otra cosa (p.34).

El Salvaje es una leyenda, que según Rodríguez Arrieche (2010) en el blog

elsalvajedecarache.blogspot, está referida a una horrible criatura que huele, persigue y

secuestra a las mujeres embarazadas, se las lleva montaña arriba y comienza a lamerle los pies

hasta dejárselos tan pequeños que no pueden caminar. Luego espera a que el bebé nazca y se

lo come. Por su parte, en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004- 2010

establecen:

La leyenda del Salvaje ha permanecido por años en la comunidad de Las

Capellanías, donde sus pobladores dicen saber de la existencia de un salvaje —

en muchas zonas rurales era atribuido al oso frontino— que habita en las zonas

boscosas de la cordillera andina. Según ellos, este ser causaba temor a los

habitantes de la comunidad, sobre todo a las mujeres embarazadas. Comentan

las personas mayores que el salvaje salía principalmente en las tardes y las

noches, y se le aparecía especialmente a las mujeres embarazadas para raptarlas

y lamerles la planta del pie hasta causarles heridas que le impedían huír. De este

modo las mujeres debían permanecer con él hasta después del parto. Si bien ya

la gente no cree en la veracidad de esta historia, la sigue valorando por la carga

simbólica y cultural que representa (p.113).

Rodríguez Arrieche expone que esta leyenda se remonta a la época de los indígenas,

cuando estos huían a las montañas y se tropezaban con el oso frontino, al cual llamaban Joso o

Salvaje. Se decía que el oso se apareaba con las mujeres humanas y de allí nacía una extraña

criatura, mitad hombre mitad oso.

Esta leyenda se fue manteniendo en el tiempo hasta llegar a los campesinos, quienes

creyentes de la historia sacrificaban al oso, contribuyendo así a la extensión de la especie. En

la actualidad hay numerosos estudios y campañas al respecto, cuyo objetivo es preservar la

existencia del oso andino.

Otra leyenda llevada a lo escrito por Valero cuenta la historia del chiflón, un personaje

alargado, pálido, casi blanco, con una melena abundante, de ojos saltones. Dicha criatura

apoya una de sus manos sobre la boca para producir un terrible silbido. Aquella persona que lo

vea en medio de la noche morirá. Esta historia es conocida más comúnmente como el Silbón

en el resto de Venezuela.

Existe una leyenda muy relacionada con la geografía trujillana, en especial con la

hidrografía del municipio Carache, pues Luque expone en la página web monografías.com que

bañarse el 24 de Junio, día de San Juan Bautista, en el río Minumboc a las 4 de la mañana trae

buena suerte. Minumboc significaba para los indígenas timotocuicas “gran corriente”.

La fe religiosa del pueblo trujillano queda en evidencia con la leyenda del Hachero, en lo

referido a esta historia Valero expresa que se cuenta la desgracia de un leñador. Un hombre,

que haciendo caso omiso a las advertencias de su madre, se fue a trabajar en el bosque un

Viernes Santo, cuando dio el primer hachazo a un árbol, escuchó a una voz maldecirlo. Desde

entonces se dice que el alma del hachero anda penando por ahí y asesina a todo el que

encuentra.

CAPÍTULO III

METODOLOGÍA APLICADA

Tipo de Investigación

Partiendo de lo expresado en el Manual de Trabajo de Grado de Especialización y Maestría

y Tesis Doctórales de la UPEL (2006), se realizó un trabajo en la modalidad de Proyecto

Especial, estos son:

Trabajos que lleven a creaciones tangibles, susceptibles de ser utilizadas como

soluciones a problemas demostrados, o que respondan a necesidades e intereses

de tipo cultural. Se incluyen en esta categoría los trabajos de elaboración de

libros de texto y de materiales de apoyo educativo, el desarrollo de software,

prototipos y de productos tecnológicos en general, así como también los de

creación literaria y artística (p.14)

Diseño de la investigación

Para el logro de los objetivos propuestos, el diseño del trabajo especial de grado se hizo

conforme al diseño de campo, que según Arias (2006) es aquél en el que la recolección de

datos se realiza directamente de los sujetos investigados para obtener la información requerida

pero sin alterar las condiciones existentes.

En concreto para conseguir los relatos de los mitos y leyendas el instrumento utilizado fue

la entrevista no estructurada informal. Sabino (1992) la define como aquella entrevista cuya

estructura de preguntas y respuestas en muy libre y espontánea, se podría decir que es una

libre conversación sobre el tema de estudio.

Además se siguieron los pasos lógicos para la producción de un libro, los cuales involucran

una fase documental, fase de campo, fase de organización y selección del material y fase de

escritura y edición.

Fase Documental

Para poder producir el libro de cuentos para niños fue necesario revisar y estudiar la

documentación bibliográfica, hemerográfica y electrónica, referente los mitos y leyendas que

tiene la región trujillana. Los productos como noticias, artículos y reportajes que trataban de

estas narraciones fueron de gran importancia en esta etapa, pues resaltaron el trabajo

periodístico que se ha realizado en cuanto al tema de los mitos y leyendas trujillanas.

Como se expresó anteriormente, los mitos y las leyendas son narraciones generalmente

transmitidas de forma oral en la población. Sin embargo, el material bibliográfico,

hemerográfica y electrónico que tratan estos temas existe, no en gran cantidad, pero si hay una

diversidad de textos que recogen estas tradiciones regionales.

Fase de Campo

Dadas las características coloquiales que poseen los mitos y las leyendas, la realización de

entrevistas resultó ser el método más adecuado para obtener la información. Se eligieron a

personas de edad avanzada para ser entrevistadas, ya que según la investigación realizada son

los ancianos los que más conocen de la tradición oral.

La plaza Bolívar del municipio Trujillo y el Terminal de Pasajeros y la Plaza Bolívar del

municipio Valera fueron los lugares donde se llevaron a cabo las entrevistas, las cuales fueron

grabadas y posteriormente transcritas.

Fase de organización y selección

Una vez recopilado un número significativo de mitos y leyendas trujillanas se procedió a

ordenar todo el material recolectado. Una vez hecho esto, se seleccionó los relatos que

aportaban los recursos más valiosos a los cuentos para niños que se proponía escribir. El

criterio de selección estuvo basado principalmente en el juicio periodístico y literario de la

autora.

También se compararon las narraciones obtenidas por vía escrita con las conseguidas por

medio de entrevistas, para rescatar los valores de la cultura trujillana de ambas e incluirlas en

los cuentos a realizar.

Fase de escritura

El proceso de escritura de los cuentos fue una verdadera experiencia que se inició con la

lectura constante de todo tipo de literatura. En el área de la literatura infantil destacaron las

lecturas de Antonio Arráiz, Pedro Emilio Coll, Julio Garmendia, Laura Antillano y Mercedes

Franco, todos autores venezolanos; mientras que por la literatura infantil universal se leyeron

las historias de Hans Christian Andersen y Charles Perrault. A la hora de sentarse a escribir

surgió un trabajo de ensayo y error: cada historia fue escrita, leída, releída y reescrita al menos

cuatro veces, hasta llegar a obtener relatos que llenaron las expectativas planteadas desde el

comienzo del trabajo. El trabajo creativo intentó ser sencillo y espontáneo, pero no por ello

complejo. Las ideas de cómo incorporar los mitos y las leyendas trabajados de un modo

original y atractivo iban y venían: aparecieron algunas veces en una parada de autobús, en una

conversación, a la hora del almuerzo y hasta en los sueños.

CAPÍTULO IV

EL PRODUCTO

La producción de los cuentos se inició con la recopilación de un número significativo de

mitos y leyendas trujillanas. La investigación fue un proceso extenso y complicado, pues el

material sobre el tema no se encuentra fácilmente en las bibliografías electrónicas e impresas.

Luego se planteó que para recoger la tradición oral de la región trujillana no había mejor

herramienta que entrevistar a algunos de sus pobladores. Por ello se estableció contacto con

personas que afirmaron haber vivido en carne propia experiencias relacionadas con mitos y

leyendas, o que simplemente conocían o contaban historias que les fueron narradas por sus

antepasados o amigos.

Una vez obtenida la información se procedió a ordenar todo el material recolectado y se

seleccionaron aquellas historias que aportaban elementos valiosos para ser adaptados a los

relatos que se proponía contar. Por tanto, el criterio de selección atendió fundamentalmente

aquellos rasgos, aspiraciones y gustos del potencial lector, es decir, niños trujillanos y

venezolanos en edad escolar.

Algunos mitos y leyendas fueron omitidos por considerarse que su contenido podía no ser

adecuado para el grupo lector para quien fueron pensados los cuentos. Aquellos que fueron

incluidos incorporaron fundamentalmente las costumbres y creencias de los habitantes de la

región trujillana.

Una vez organizado y seleccionado el material, se inició el proceso creativo de escritura de

los cuentos. Es así como cada historia tiene como núcleo algún aspecto de conocidas

narraciones orales trujillanas. No obstante los personajes y las acciones intentan ser distintos y

originales.

Es importante resaltar que la realización de estos textos se entiende como un proceso que

apenas comienza: la escritura de un texto literario es siempre perfectible, por lo tanto nunca se

cierra, siempre queda abierta a posibles correcciones o cambios. Del otro lado quedarán los

lectores quienes desde sus experiencias personales darán a estas historias nuevos sentidos.

La visita no deseada

Cuento basado en la leyenda de las Brujas

En un pueblo llamado Motatán vivía un hombre llamado Jesús. Él vivía solo en una casa

grande. Por motivos de trabajo, su familia se había mudado a la gran ciudad.

La casa de Jesús, además de grande, era muy bonita. Tenía cuatro cuartos, dos salas, la

cocina, un baño y un patio fresco. En este último lugar el hombre criaba gallinas y tenía

algunos rosales sembrados; pero lo más vistoso era un enorme árbol de mango que estaba en

medio del patio.

Cuando Jesús, o Chuy, como le decían sus amigos más cercanos, recibía visitas, éstas se

sentaban a tomar jugo de piña a la sombra del gran árbol.

Una noche, en la madrugada, el cacareo incesante de las gallinas despertó a Jesús. Éste se

levantó de la cama con mucha prisa para ver qué pasaba, al salir al patio no vio nada, sólo a

los animales muy inquietos y nerviosos.

Pasó lo mismo las tres noches siguientes. Las gallinas estaban tan asustadas que no

volvieron a poner huevos. Jesús pensó que era alguna rata que las estaba espantado. Así que

decidió poner trampas por todo el patio, pero a la mañana siguiente ningún animal había caído

en ellas.

Un día el hombre se dispuso a arreglarse para ir a trabajar. Su sorpresa fue grande cuando

encontró todos los cordones de sus zapatos trenzados en diminutas clinejas. Jesús no entendía

qué pasaba. Para encontrar respuestas llamó a su madre por teléfono, y lo que ésta le dijo lo

dejó sin aliento:

– Eso es una bruja que se ha enamorado de ti Jesús.

Chuy pasó todo el día buscando soluciones. Un anciano, que era vecino suyo, le recomendó

dejar dos puñados de sal detrás de la puerta, con eso la bruja se alejaría.

Llegada la noche, Jesús no podía conciliar el sueño. De repente escuchó un fuerte ruido ¡La

bruja había llegado!, los puñados de sal no habían funcionado. El hombre se levantó en

silencio y por un huequito que tenía la puerta la vio en el patio: era una mujer muy fea,

regordeta, de ojos bizcos y cabello desgreñado. Tenía un vestido negro con delantal morado,

sus zapatos eran puntiagudos y tenía una escoba de paja. La bruja se apoyó en el árbol de

mango y pasó toda la noche murmurando. Justo antes del amanecer se fue.

Otra vez Jesús pasó todo el día buscando la forma de ahuyentar esa visita no deseada. Una

compañera de trabajo le dijo que debía poner un rosario en una de las ramas del árbol, así la

bruja no soportaría permanecer allí. Así lo hizo Chuy, pero en la madrugada la vieja volvió a

aparecer. Y esta vez, con sus poderes mágicos la mujer hizo una torre con todos los platos y

tazas que el hombre tenía en la cocina. El rosario no había funcionado tampoco.

Una vez más Jesús continuó buscando ayuda. Esta vez fue a visitar a la curandera del

pueblo, una viejecita muy sabia. Ella le dijo que debía poner unas tijeras abiertas en el

gallinero, que de esa forma la bruja ni se acercaría por ahí.

Así lo hizo Chuy. Estaba tan confiado en el consejo de la curandera que pudo dormir

plácidamente. A la mañana siguiente, encontró un corazón tallado en el árbol que decía Yo

amo a Jesús. Claramente la bruja había vuelto. Las tijeras tampoco habían funcionado.

Siguiendo otro consejo que leyó en un libro, Jesús colocó frente al árbol dos huesos de

pollo en forma de cruz. Ésta era su última esperanza. Pasó toda la noche esperando detrás de la

puerta. Finalmente, avanzada la noche, la bruja llegó. Los huesos de pollo tampoco habían

funcionado. La fea mujer descansó en el tallo del árbol de mango, dirigió su mirada a la casa y

dijo con voz lo suficientemente fuerte como para que Chuy escuchara:

– Hoy le voy a declarar mi amor a Jesús, y si me dice que no, me da un patatús.

Cuando la bruja dio un paso al frente, como para entrar en la casa, se tropezó con los

huesos. Al menos de algo sirvieron: la mujer se molestó, y en medio de insultos y groserías,

agarró su escoba y se fue.

Jesús estaba desesperado. Una vez más acudió a la curandera del pueblo, la sabia señora

escuchó con detenimiento todo lo ocurrido. Después de quedarse en silencio un momento dijo:

– Corta la mata de mango y la bruja nunca volverá.

Chuy no estaba muy seguro de hacerlo, después de todo ya había intentando muchas cosas

y ninguna había funcionado, pero decidió correr el riesgo. Buscó un hacha y derribó el gran

árbol. Esperó toda la noche detrás de la puerta, y esta vez la bruja no apareció. La tranquilidad

volvió a la casa.

Los vecinos de Chuy comentan que por las noches en lo alto del cielo se ve a la bruja

dando vueltas en busca de la casa de su amado. Como es bizca, sin el gran árbol que la oriente,

la pobre no distingue cuál es el patio al que quiere llegar.

El fantasma bondadoso

Cuento basado en la leyenda de las Apariciones

– Los viejitos de la plaza contaban, que aquí en Boconó, durante la Semana Santa se

podían ver los espantos en las calles.

– ¿Y eso es verdad papá?

– Pues yo no creía en eso; pero te voy a contar una historia que me hizo cambiar de

opinión:

Llegaba la Semana Santa: la gente venía a visitar a sus familias, las mamás y las abuelas

hacían los dulces de piña, higo, lechosa y cabello de ángel, también sazonaban el pescado

mientras los niños jugaban trompo, perinola y cantaban canciones.

Como yo era muy averiguador, me sentaba en la ventana a ver la gente pasar, caminaban

bien arregladitos a la misa. Un día de esos, si no recuerdo mal era jueves santo, me llevé un

gran susto.

Miraba yo por la ventana, cuando vi venir a un niño: tenía ropa vieja, parecía que vivía en

la época de Simón Bolívar. Caminaba despacio y tenía la mirada triste. Al rato de verlo, me di

cuenta de que era un fantasma.

– ¡No me cuentes más papá, me da miedo!

– Tranquilo hijo, te prometo que el cuento no te asustará.

Te sigo contando, en seguida que supe que era un fantasma, salí corriendo, me acosté en mi

cama y me tape con la cobija. De repente escuché que alguien me decía:

– ¡No seas tonto, no me tengas miedo! Ni que fuera el Silbón.

Con un miedo enorme mire por un huequito y vi al niño, estaba parado junto a mí con una

sonrisa picarona. Por alguna razón extraña me dio confianza y me senté a hablar con él.

– ¿Eres un espanto?

– Pues la gente dice que sí; pero yo no quiero asustar a nadie, sólo necesito un favor para

irme al cielo tranquilo.

– ¿Y yo te puedo ayudar?

El muchachito se rió y me dijo:

– ¿eres medio bobo verdad? Si no me pudieras ayudar ¿para qué estaría aquí? visitas no

me gusta hacer, prefiero jugar.

En eso entró mi mamá al cuarto y el fantasma se fue. Me quedé pensativo, salí a caminar

para ver si lo veía de nuevo. Fui a la iglesia, no estoy seguro, pero creo que había unos tres

espantos por ahí; pero el niño no. Fui a la plaza, y tampoco estaba, fui a la bodega del Sr.

Benito y cuando pregunté si lo habían visto, me sacaron corriendo a escobazos por mentiroso,

no me creyeron que había visto un fantasma.

Cuando iba por la casa de unos vecinos nuevos, que vivían como a siete cuadras de la mía,

oí que me hicieron: ¡Pss, pss, pss!, miré y el niño desde adentro me hacía señas de que entrara.

Yo no podía, si me llegaban a ver iban a pensar que estaba robando.

No le quedó más remedio que salir afuera conmigo. Me contó que hace muchos años él

había vivido en esa casa; que cuando tenía 8 años enfermó gravemente y murió. Me dijo que

su juguete más querido era un tren de madera hecho por su padrino, que los momentos más

divertidos de su vida habían sido con ese juguete. Con lo de su enfermedad, un día que se lo

llevaron al hospital, el tren cayó debajo de la cama y desde entonces permanecía ahí.

– Ese tren es muy valioso, haría feliz a cualquier niño y no quiero que se pierda debajo

de una cama. ¿Me harías el favor de dárselo a alguien que lo necesite? Así, yo podría

irme con papá Dios en paz –me dijo el fantasma.

Yo no me podía negar a tan bonito favor, así que toqué la puerta de la casa y le conté a la

dueña la historia.

– ¿Y te creyó papá?

– Pues al principio no, pero como le insistí tanto me dejó entrar al cuarto, y cuando me

metí debajo de la cama y saqué el tren, su cara de sorpresa fue enorme.

Con aquel hermoso juguete en mano salí a la calle a buscarle un nuevo dueño. Pasé otra

vez por la plaza y vi a un grupo de niños jugar muy felices, ninguno de ellos parecía

necesitarlo. Por un momento pensé en quedarme con el tren; pero eso hubiese sido muy

egoísta, yo tenía montones de cosas bonitas y divertidas.

Finalmente, en un parquecito me encontré con un muchachito jugando con tierra, me

acerqué y le dije:

– ¿Por qué juegas con eso? Tiene bichos raros que te pueden hacer daño.

– Es que no tengo nada más con qué jugar. Mis papás tienen dinero apenas para la

comida.

De inmediato supe que ése era el niño indicado para el tren, se lo di y no te imaginas la cara

de felicidad que puso. Vi al fantasma que a los lejos sonreía y se despedía, se fue feliz al cielo

y eso me hizo feliz a mí también.

– ¡Qué historia tan bonita papá! La verdad es que no me ha dado miedo. Vamos a

contársela a todos mientras nos comemos los dulces. Y apúrate que tenemos que ir al

viacrucis viviente.

Juan sin suerte

Cuento basado en la leyenda del Río Minumboc

Juan sin suerte era un hombre cuya vida era el relato de una serie de eventos

desafortunados. Desde que el pobre tenía once años, nada le salía bien: siempre le daban

regalos que no le gustaban; sus maestros olvidaban su existencia y lo colocaban como

inasistente a las clases, por eso quizás repitió tres veces el cuarto grado; y cuando las calles

estaban mojadas, era fijo que un carro pasara y lo salpicara completico de agua.

De adulto las cosas no cambiaron demasiado. Se enfermaba al menos una vez a la semana,

las novias no le duraban más de quince días, de todos los trabajos lo despedían, cuando llovía

su casa era la única que se inundaba y cuando fallaba la luz su televisor se le quemaba.

Una vez Juan caminaba en compañía del único amigo cercano que tenía, Don Sebastián, un

hombre valiente que no le daba ninguna importancia a la mala suerte. Ese día hacía un sol

radiante, las nubes tenían como forma de algodón y los pajaritos cantaban muy alegres.

Apenas Juan miró para arriba y celebró ese clima tan maravilloso, el sol se ocultó, las nubes se

pusieron negras y comenzó a caer un chaparrón. Los amigos apresuraron el paso, con la mala

suerte que les cayó un rayo. Don Sebastián por poco se muere y a Juan le dio un telele.

Este acontecimiento puso muy triste a Juan. Por su culpa, su amigo había quedado tan

tostado como una almendra. Para despejar su mente, decidió irse de paseo unos días. En el

camino se topó con una feria. Como de costumbre, en todos los concursos que participaba

perdía, incluso si él era el único jugador.

Más adelante, mientras se registraba en una posada, unos pillos le robaron una de sus

maletas. Para completar, le tocó la habitación más caliente del lugar y en la mañana, cuando el

pobre Juan se disponía a seguir su viaje, la policía lo confundió con un ladrón y se lo llevó a la

cárcel. Sólo después de cinco horas se percataron del malentendido y lo liberaron.

Tras tantos contratiempos Juan llegó a su destino, a la casa de su primo Felipe en Carache.

Para evitar accidentes, le dieron una habitación fuera de la casa.

A la hora de la comida, una muchacha de servicio le llevó los alimentos preparados y

servidos a Juan. A ella le daba mucha lástima la mala suerte de aquel hombre. Por eso lo miró

con ojos tiernos y le dijo:

– Espere tres días y yo le quito esa mala suerte.

A la mañana siguiente, al momento del desayuno, la muchacha tocó a la puerta de Juan:

– Aquí le traigo acema y café con leche. Tenga paciencia. En dos días yo le quito esa

mala suerte.

Esa tarde, cuando Juan caminaba por el campo, de la nada salió un burro. El animal

comenzó a rebuznar y patear, como si estuviera poseído por el diablo. ¿Y adivinen qué pasó?

El animal se le vino encima a Juan y lo mandó largo a largo por un sendero.

Al otro día, a la hora del almuerzo, la muchacha le llevó a Juan su comida:

– Aquí le traigo arroz con pollo. Y aquí tiene una pomada para que se la eche por donde

le pegó el burro. Mañana yo le quito esa mala suerte, no se preocupe.

A Juan le intrigaba lo que la joven le llevaba diciendo todos esos días. Pensaba que quizás

sólo quería darle ánimos y falsas esperanzas.

En la madrugada del 24 de junio, día de San Juan Bautista, no eran ni las tres de la

mañana, cuando tocaron la puerta:

– Señor Juan, ¡levántese! Vámonos a quitarle esa pava que tiene.

La muchacha de servicio se llevó a Juan, que estaba más dormido que despierto, rumbo al

río Minumboc. Una vez allí le dijo:

– Ahorita cuando sean las cuatro de la mañana en punto, usted se mete a bañar al río.

Juan no tenía nada que perder, aunque ciertamente le podía haber dado un resfriado.

Apenas metió el dedo gordo del pie en el agua, toda la piel se le erizó, igual a la de una

gallina. Respiró hondo y en el instante que entró al agua sintió una energía recorrer todo su

cuerpo. Sentía como que la mala suerte se la llevaba la corriente del río.

Feliz de la vida Juan agarró su equipaje rumbo al pueblo. En el camino entró a un

restaurante, al momento de pagar le dijeron que la comida le salía gratis por ser el cliente

número 1000. Volvió a pasar por la feria, pero esta vez se ganó todos los premios.

Al llegar a su casa, estaba tan contento que subió a reparar el techo, la lluvia no lo mojaría

más. Después, se puso su mejor traje y se fue a buscar trabajo. El dueño de la joyería lo

contrató enseguida como su asistente.

Lo siguiente que Juan hizo, fue mandar a buscar a la muchacha que había conocido en casa

de su primo. Se había enamorado de ella, así que le pidió matrimonio.

El hombre estaba tan contento que iba por las calles gritando: “¡Estoy curado, me trajo

buena suerte bañarme en el río Minumboc, el 24 de junio, día de San Juan Bautista, a las 4 de

la madrugada!

Unas comadres que lo vieron pasar se preguntaron con duda y picardía:

– ¿Será cierto que eso le trajo suerte?

Y como si se hubieran puesto de acuerdo, como respondiéndose a sí mismas, dijeron en

coro: – “vaya usted a saber…”.

Carmela y sus pesadillas

Cuento basado en la leyenda de El Salvaje

Carmela miraba por la ventana mientras con cariño sobaba su vientre, dentro de tan sólo dos

meses su primogénito llegaría a alegrar su vida y la de su esposo Manuel. Ya tenían todo

preparado para el nacimiento, la habitación y la ropa del bebé ya estaban listas.

El gran tamaño de la barriga de Carmela le dificultaba dormir por las noches, así que un día

decidió tomarse un té de hierbas que la ayudara a conseguir el sueño, y tuvo efecto pues se

quedó dormida profundamente.

A la mañana siguiente, Carmela sintió un cosquilleo en los pies y cuando abrió los ojos se

percató de que no estaba en su casa, pues estaba acostada sobre una cama hecha de hojas y

paja. Miró hacia abajo y vio a una extraña criatura que era mitad oso y mitad humano,

lamiéndole sus extremidades. La muchacha gritó con todas sus fuerzas, pero estaba internada

en lo más profundo del bosque, nadie podía oírla.

– ¡No te asustes mujer, yo sólo quiero ser tu amigo!— dijo la criatura.

– ¿Mi amigo? ¿y tú pretendes ser mi amigo robándome de mi casa y lamiéndome los

pies?, ¿qué no ves que estoy embarazada?

– Yo no te haré daño, sólo quiero algo de compañía, y como todo el mundo me teme por

mi aspecto, tengo que hacer amigos de esta forma. Me gusta que estés embarazada

porque así cuando nazca tu hijo tendré más compañía.

Por su condición Carmela no podía huir del lugar, así que entendió que su suerte estaba

atada al ser monstruoso que la acompañaba, le convenía llevarse bien con él.

– Como tienes la barriga tan grande apuesto a que no te puedes ver los pies ¿o me

equivoco?

– No te equivocas, por la posición en que estoy tendida me es imposible ver mi parte

inferior – dijo Carmela.

– Para que veas que no soy malo y que te voy a cuidar, siempre limpiaré tus pies, pero

como el agua que hay es sólo para calmar tu sed, voy a utilizar mi saliva para asearte.

Y fue así como la criatura continuó lamiendo los pies de Carmela, cosa que hacía con

frecuencia todos los días. Conforme pasaba el tiempo, la futura mamá se acostumbraba a su

inusual compañía. El monstruo era muy amable con ella, le llevaba gran cantidad de frutas a

diario y le contaba historias que la hacían reír. Incluso, una vez el mitad oso mitad hombre

apartó el pelaje de su cara para que la mujer pudiera ver sus grandes ojos color café.

Pese a que el extraño ya le resultaba agradable, Carmela tenía un plan: cuando naciera su

hijo, lo tomaría en sus brazos y escaparía cuando la criatura saliera en busca de comida.

Finalmente llegó el día del parto. Entre dolor, miedo y alegría la mujer dio a luz a un

saludable varón. Cuando Carmela se recuperó del gran esfuerzo que había hecho, quedó

horrorizada con lo que vio: sus pies no eran más grandes que los de su hijo recién nacido, de

tanto lamérselos la criatura se los había puesto chiquitos.

La mujer rompió en llanto pues se dio cuenta que más nunca podría ponerse en pie y

caminar, eso significaba que ella y su bebé estaban condenados a vivir con el monstruo para

siempre.

De repente, aquella criatura que durante un par de meses se mostró amigable y atenta se

convirtió en un terrible asesino: pues ante la mirada aterrada de Carmela se comió al recién

nacido.

– ¡Mi hijo no! – gritó con todas sus fuerzas la mujer.

– Tranquila Carmela, ¿qué te pasa? – le dijo su esposo Manuel. En ese momento la futura

madre se percató de que todo había sido una horrible pesadilla.

Tras reponerse de ese gran susto Carmela continuó haciendo su vida normal, seguía

mirando por la ventana y sobando su vientre con cariño. Para poder conciliar el sueño tenía

que seguir tomando té de hierbas. Y fue así como una noche la mujer tuvo otra extraña

pesadilla en la que ella se encontraba parada en medio del bosque, y al final de un matorral

podía divisar la sombra de la criatura de su sueño anterior.

– ¡Vete de aquí, déjame en paz! – exigió la mujer, pero el monstruo no respondía, sólo

caminaba lentamente. Cuando finalmente se acercó lo suficiente, Carmela se percató de que se

trataba de un simple oso, un gordo y peludo animal color negro, con manchas claras alrededor

de su cara, como si tuviera anteojos.

Carmela despertó de su sueño y pasó muchos años sin entender el significado de aquellas

pesadillas. Su bebé nació, fue un sano y bello varoncito.

Pasados cinco años, Carmela y Manuel fueron con su hijo a un zoológico, cuando llegaron

al lugar donde tenían un oso frontino quedaron sorprendidos pues el animal se paró en dos

patas y mirando fijamente a la mujer le dijo:

– Viste que yo no me como a los niños, soy un simple oso que se alimenta de frutas y

hojas.

En ese instante Carmela despertó de su nueva pesadilla, pero esta vez le encontró sentido a

sus sueños.

Damián y Susana

Cuento basado en las leyendas del Hachero y las cuevas de la Virgen de la Paz

La señora Rigoberta no tenía hijos, vivía sola en un pueblo llamado Pampanito con su

mascota Pepito, un loro muy parlanchín. Una Semana Santa la mujer recibió la visita de sus

dos sobrinos pequeños, Damián que tenía 10 años y Susana que acababa de cumplir 8.

Los dos niños pasaron muy aburridos el lunes, el martes y el miércoles santo en casa de su

tía, pues como Rigoberta era una mujer mayor no tenía juguetes ni nada entretenido para pasar

el rato.

El día jueves los niños continuaron curioseando por la casa en busca de algo divertido qué

hacer. En un baúl encontraron una larga cuerda, trozos de madera, clavos y un martillo.

– Mira Susana, con estos materiales podremos armar un columpio para jugar – dijo

emocionado Damián.

Los dos hermanos fueron contentos a pedirle permiso a su tía para realizar el juguete, pero

la respuesta que obtuvieron no fue la que esperaban:

– Hoy es Jueves Santo mis niños, hoy no se puede trabajar porque es pecado – contestó

Rigoberta.

– Esas son puras mentiras tía – replicó Susana.

– ¡Pues no señorita! A mí mi papá me contó que una vez un leñador se fue a trabajar un

Jueves Santo y cuando estaba en el bosque tumbando un árbol escuchó una voz que le decía

cosas feas. Y a ese hombre no lo volvieron a ver más nunca, y dicen por ahí que a veces se

escucha el ruido de un hacha y no hay nadie, ¡es el fantasma del leñador que viene a

espantar!

Susana sintió algo de miedo con la historia, pero Damián no hizo el más mínimo caso, así

que convenció a su hermana de llevarse al bosque las herramientas para construir allí el

columpio. Una vez que estuvieron en medio de los grandes árboles de bucare los niños se

pusieron a trabajar. Mientras la hermana juntaba las tablas, el niño las martillaba con mucho

cuidado.

De repente escucharon un ruido, ¡Chaz, chaz, chaz! ¡Era el sonido de un hacha!, los dos

hermanos echaron a correr tan rápido como pudieron, corrieron tanto que llegaron al pueblo de

Trujillo. Cuando se creyeron fuera de peligro se sentaron sobre una piedra a descansar.

– ¿Tú crees que lo que escuchamos fue ese hachero del que nos contó la tía Rigoberta? –

preguntó Susana.

– ¡No seas boba chica! Eso seguro era algún pájaro haciendo un nido o algún campesino

recolectando leña para preparar el pescado guisado y cocinar el coco para los dulces.

En ese preciso instante se volvió a escuchar ¡Chaz, chaz, chaz! ¡Era el sonido de un hacha!,

los niños volvieron a correr tanto como pudieron, esta vez subieron por una empinada

pendiente. Lamentablemente Damián se tropezó y se deslizó por un pequeño barranco.

– ¿Estás bien hermanito? – preguntó la niña muy preocupada.

– Sí, ven acá, descubrí algo.

Con cuidado Susana se escurrió hasta donde había caído su hermano. Una vez que

estuvieron juntos el niño le mostró un túnel oculto en medio de la montaña

– Vamos a escondernos aquí, así el fantasma del hachero no nos encontrará, dicen que los

espantos le tienen miedo a los lugares que están bajo tierra porque como ahí es que los

sepultan, a ellos no les gusta.

Una vez dentro del túnel los niños sintieron curiosidad por saber qué había dentro de las

cuevas, así que tomaron valor y fueron a explorar. Para su sorpresa era un pasadizo bastante

grande y se conectaba con otros túneles. Los hermanos siguieron el camino que se veía menos

oscuro. Durante el recorrido encontraron collares de conchas, vasijas de barro y flechas.

– Mira estas cosas Susana, parecen instrumentos de esos que utilizaban los indígenas en su

época, me pregunto si alguien sabe que esto existe.

Cuando al fin hallaron una puertecita, salieron y la luz del sol los cegó por un momento.

Para su sorpresa, se encontraron con la enorme figura de una mujer muy bonita que sonreía y

tenía posada en su mano una paloma. Los niños quedaron encantados por tan increíble visión,

se sentaron un rato a contemplar la bella señora. Lo que se encontraron al final del túnel,

llamó tanto su atención, que se olvidaron por completo del susto que los había llevado hasta

ahí. El ruido del hacha no volvió a escucharse hasta la siguiente Semana Santa, cuando otros

niños visitantes volvieron al bosque a provocar al temible hachero.

El juicio de Nicanor

Cuento basado en la leyenda del Momoy

En lo más profundo de la piedra de la Tucu tucu se apreció un día una enorme fila de

momoyes. Los hombrecitos se saludaban y se ponían al corriente de sus vidas.

– ¿Qué zona estás cuidando tú?—le preguntó Filomeno a Checame.

– Yo ando por los lados de La Ceiba, aguantando calorcito me tienen allá. Lo bueno es que

puedo nadar y contar historias con las truchas de vez en cuando.

Tantos momoyes reunidos por esa época tenía una razón: La entrega anual de cuentas ante

el momoy mayor. Éste era el momoy más viejo de todos, tan viejo era que no alcanzaban los

números para escribir su edad.

– ¡Este año hay uno de ustedes que cometió una falta grave! Los momoyes podemos hacer

bromas a los humanos, siempre y cuando éstos no salgan lastimados –dijo el momoy mayor.

– ¡Nicanor! da un paso al frente y cuéntales a todos lo que pasó.

Nicanor era un momoy muy amargado, era joven pues tan sólo tenía 130 años, su barba era

larga y negra y siempre le gustaba vestir de amarillo. Se puso frente a todos y exclamó:

– Yo, Nicanor, me declaro inocente de toda culpa.

– Echa el cuento, que eso lo decidiremos nosotros, gritó un momoy desde la audiencia.

– Está bien, les diré lo que pasó: un día me tocó cuidar la zona del parque Los Ilustres, y

quiero que conste en acta que yo no quería ir allí, pues siempre va mucha gente y me da

fastidio. A la sombra de un arbolito había una niña jugando muñecas, su mamá estaba en una

banca cercana hablando con una amiga. Yo quería jugarle una broma a la señora, quería

asustarla haciéndole pensar que se le había perdido la hija. Así que hablé con mi amigo el

conejo para que hiciera que la niña lo persiguiera parque arriba. Y para hacerles corto el

cuento, la muchachita pisó un hueco, se cayó, se raspó los codos, las rodillas y se le salieron

tres dientes. Fin de la historia, a mí no me parece tan grave. Me declaro inocente — dijo

Nicanor.

Hubo un gran silencio en la sala, los momoyes comenzaron a murmurar. Algunos veían con

rabia a Nicanor, otros con tristeza o con gracia. Nuevamente habló el momoy mayor:

– Escucho propuestas para el castigo de nuestro compañero.

Un momoy muy parrandero, al que le gustaba tomarse grandes barriles de cerveza, gritó:

– Yo opino que al señor Nicanor, aquí de cuerpo y sombrero presente, se le fue la mano.

Sugiero que lo mandemos a limpiar la cuenca del río Castán, ahí se va a entretener bastante

recogiendo colchones, latas y bolsas de chucherías. Es un trabajo feo, muy pero muy feo. Para

mí ese sería castigo suficiente.

Desde el medio de la sala, un momoy de avanzada edad, tendría unos 1470 años, pidió la

palabra y dijo:

– Yo sugiero que a tan terrible error se le castigue con una de las penas máximas: Cuidar

todos los sábados la flora y fauna de La Puerta.

– ¡NOOOOO!, suplicó Nicanor, yo no maté a la niña para que me castiguen así. En La

Puerta las personas se comportan muy mal, sólo toman cerveza, arrojan basura a la grama y al

río Momboy. Y ni qué les cuento de la molestia que le causan a los pajaritos, ardillas y perros

con el volumen de la música de los carros.

– Silencio Nicanor, que te podría ir peor – exclamó el momoy Casimiro, que estaba vestido

todo de negro— su aspecto daba miedo, tenía una barba negra muy larga y cicatrices en todas

sus manos- Lo que tú has hecho merece que seas enviado de por vida a trabajar en el relleno

sanitario de Jiménez. ¡Ahí sabrás lo que es bueno! Esos humanos no saben nada de nada, no

tienen ni la más mínima preocupación por lo que pasa a su alrededor. ¡Miren mis cicatrices!

Las tengo porque pasé unos 80 años trabajando en ese desastre. Yo llegue a ese lugar con la

ilusión de ayudar a conservar la naturaleza, pero todos los días se ponía peor: botellas partidas,

agujas, desechos tóxicos, papel, cartón y plástico iban mezclados en una misma bolsa. Es una

verdadera tristeza trabajar ahí. Ese sería un castigo ejemplar para Nicanor.

El momoy mayor, que sólo se había limitado a escuchar las opiniones de los demás, dijo:

– ¡Ya se cual será el escarmiento ideal para nuestro compañero!

Nicanor estaba muy nervioso, se quitaba y ponía el sombrero, sus manos sudaban. Deseaba

saber ya, cuál sería su próximo y negro destino.

– Para enmendar tu error, tendrás la misión de hacer de esa niña que lastimaste, una amante

de la naturaleza. Tu tarea será convertirla en una mujer de bien, que no contamine y respete

todo lo que nos rodea – sentenció el momoy mayor.

– Pero nosotros tenemos prohibido hablar con los humanos, interrumpió un momoy de

ojos azules y barba marrón.

– Es que ahí está la dificultad de la tarea de Nicanor. Tendrá que enseñarle a la niña sin

hablarle. Para eso deberá tocar su corazón y hallar el medio mágico de conectarse con ella. Y

antes de que se me olvide, el resentido de Casimiro deberá acompañarlo. Ambos necesitan la

alegría y bondad de esa niña para destruir la amargura que reina en sus almas, finalizó

diciendo el momoy mayor.

La audiencia entera se levantó y aplaudió el veredicto. La entrega de cuentas de los

momoyes continuó luego con normalidad: reportes de clima, información de animales

enfermos, recopilación de buenas acciones….

Lagartija y los momoyes

Cuento basado en la leyenda del Momoy

En un país, cuya silueta en los mapas era igual a la de un elefante cojo, había un pueblo

muy pequeño llamado Trujillo. En ese lugar vivía un niño muy flaquito al que todos llamaban

Lagartija, él era un aventurero de corazón, quería saberlo todo y no le tenía miedo a nada. Una

vez por andar de averiguador se cayó de un muro y se fracturó el brazo izquierdo. En otra

ocasión la señora Aurora, la maestra de catecismo, lo sacó a coscorrones de la iglesia por

preguntón.

Resulta ser que un día de noviembre en el pueblo de Lagartija de repente el cielo oscureció,

una gran nube de tristeza cubrió todo lugar. Los pájaros no cantaron alegres como siempre,

por el contrario volaron hacia el oeste del país. Los conejos, los perros, los ratones, los gatos,

los caballos, las vacas, todos los animales desaparecieron, la gente de las afueras de Trujillo

aseguraba que los habían visto huir a todos. Y para completar, todas las plantas murieron, sólo

quedaron los troncos de los árboles, no se veía ni una sola hoja o flor. Y el ánimo de los

trujillanos cambió, todos estaban tristes, sin ánimo alguno de hacer nada.

Todo aquello intrigó mucho a Lagartija, por lo que decidió, como de costumbre, ir a ver lo

que pasaba en el pueblo. Luego de pedir permiso a sus papás, preparó todo lo que necesitaba

para emprender una expedición: Así que tomó su morral, gorra, linterna, binoculares y agua y

dio inicio a lo que sería su nueva y gran aventura.

Lagartija no quería ir solito a investigar, por lo que fue a pedirle a Gonzalo que lo

acompañara, pero su amigo ni siquiera salió a atenderlo. Entonces fue a la casa de Arturo, pero

éste tenía tanto sueño que apenas le prestó atención. Y pasó lo mismo con Daniel, Omar y

Rafael, nadie estaba de ánimo para embarcarse en esa aventura.

A Lagartija no le quedó más remedio que ir solo. El niño decidió ir al lugar más alto y

cercano que tenía: Mesa de Gallardo. Desde ahí podría echar un vistazo a gran parte del

pueblo y buscar la causa del problema.

Después de caminar unas tres horas, casi llegando a la cima del lugar, Lagartija se

sorprendió frente a un árbol tan grande como un avión. El verde de las hojas y el rosado de las

flores estaban intactos, la belleza de aquella planta era inigualable. De la emoción, el niño

corrió y abrazó el tronco. Cuando lo hizo escuchó una voz que decía:

– ¡Apresúrate! Los demás nos están esperando, debemos viajar ligeros, no lleves mucha

ropa, con el peine de barba es suficiente.

El niño se agachó, y entre las raíces del árbol halló un agujero, se deslizó y encontró un

escondite secreto donde dos hombrecitos, de sombrero y largas barbas, estaban haciendo

maletas. Lagartija se frotaba los ojos con las manos, no podía creer aquello que estaba viendo.

Por un instante sintió temor y pensó en salir corriendo; pero como el valiente que era respiró

profundo y le habló a aquellos seres extraños:

– ¿Quiénes son ustedes?

– ¡Corre Filomeno! Nos descubrió un niño – gritó uno de los hombrecitos.

– No, por favor no se vayan. No les voy a hacer daño, tampoco le diré a nadie que los vi –

suplicó Lagartija – Yo sólo quiero descubrir por qué el ambiente ha cambiado tanto.

– ¡Está bien Lagartija! Por tu coraje y valentía te recompensaremos y te diremos la verdad

– ¿Cómo saben mi nombre?—interrumpió el niño boquiabierto.

– Lo sabemos porque somos seres mágicos, somos momoyes—respondió el más anciano de

los hombrecitos—hemos habitado estas tierras trujillanas desde el principio de los tiempos,

nos dedicamos a cuidar la naturaleza, los animales, y bueno, de vez en cuando, a jugarles una

que otra broma a los humanos.

– Pero nos hemos cansado de que ustedes no cuiden la naturaleza y nos vamos ¡Partimos a

otro lugar que está en peligro; pero que todavía podemos salvar!—dijo el otro momoy.

– ¿Se van?, ¿Es decir que la tierra ya no tiene salvación?, ¿Por eso es que ha llovido tanto y

mucha gente se ha quedado sin casa?—preguntó Lagartija a punto de echarse a llorar.

– La tierra tiene salvación, pero ya no está en nuestras manos ayudarla. Ya depende de que

ustedes las personas la rescaten y la cuiden. ¡Piénsalo y sabrás que hacer! Y disculpa, pero

ya nos vamos, nosotros nos marchamos al espacio sideral, vamos a recoger los satélites y

otras basuras que los seres humanos envían allá. ¡Mucha suerte Largartija! – finalizó

expresando el momoy más anciano.

Ambos momoyes tomaron su equipaje y se fueron al espacio utilizando las nubes como

escalera.

Después de superar aquella sorpresa, Lagartija bajó la montaña a toda prisa. Mientras lo

hacía pensaba en como rescatar la tierra, pero no se le ocurrió nada; así que decidió imitar en

todo lo que pudiera a los momoyes. Tomó prestado el sombrero grande de su papá, con el palo

de la escoba se hizo un bastón, con algodón se hizo una gran barba y sin miedo alguno a que

lo llamaran loco salió a caminar por todo el pueblo y regañar a todo el que viera ensuciando

las calles o pisando la grama.

Poco a poco los amigos de Lagartija se fueron animando y les gustó mucho lo que él estaba

haciendo, lo copiaron en todo por lo que la ciudad de Trujillo se llenó de niños vestidos de

momoyes. La gente del pueblo comenzó a recobrar el ánimo, nadie se atrevió más nunca a

tirar un papelito a la calle, así evitaban que los niños se molestaran y jugaran bromas en

venganza. Todos los animales regresaron y las plantas comenzaron a dar flores nuevamente.

La normalidad había vuelto.

En las noches de luna llena, cuando el cielo está más alumbrado que nunca, Largatija y sus

amigos se tienden en la grama, miran hacia arriba y ven a los momoyes limpiando el espacio

sideral.

El deseo de Ramiro

Cuento basado en la leyenda de las botijas

En un pueblo encantador, de agradable clima, hermosas montañas, pobladores gentiles y

cosechas de fresas por doquier, vivía Eugenia con sus dos hijos.

Los muchachos eran muy diferentes entre sí. Pablo, el mayor, era un romántico

empedernido, le encantaba leer libros de poesía para después recitarlos a sus enamoradas. Le

gustaba madrugar para irse al campo a ayudar a su mamá. Además, le encantaba brindarle

comida y bebida a sus amigos y familiares.

Ramiro, el hijo menor, era muy silencioso. Evitaba hablar demasiado con otras personas.

Lo único que le gustaba hacer era dormir y comer. Las pocas veces que llevaba dinero a la

casa, era producto de las peleas de gallos. Sólo a veces, y a regañadientes, ayudaba en las

labores del hogar.

Eugenia quería a sus hijos por igual, pero todas las noches rezaba por Ramiro, le

preocupaba su comportamiento.

Un día, en las ferias del pueblo, los dos hermanos disfrutaban juntos de los fuegos

artificiales que animaban el cielo. Pablo se deslumbraba ante aquellas estrellas multicolores.

El rojo le recordaba a los dulces labios de Amalia, la muchacha que había robado su corazón

hacía unas semanas. El color amarillo le hacía sentir el calorcito que le brindaban los rayos del

sol cada mañana. Y el azul le hacía rememorar los ojos de su madre, la mujer que tanto quería

y respetaba.

A Ramiro por su parte, los gritos de asombro de las personas le molestaban:

– Estos tontos parecen que nunca hubiesen visto fuegos artificiales– decía.

Los colores para él no significaban nada. Sólo deseaba poder disfrutar del espectáculo en

solitario.

Cuando los dos muchachos caminaban de regreso a su casa, el viejo José María los detuvo,

el señor estaba pasado de alcohol, muy borracho.

– Miren mis hijitos, les voy a contar un secreto que en mis 65 años no le he dicho a nadie.

Cerca de aquella piedra está enterrada una botija llena de morocotas. Era de un pirata que

nunca pudo volver a sacarla – les dijo.

Pablo y Ramiro se rieron y siguieron caminando. Pero, durante la noche, el menor no pudo

conciliar el sueño pensando en el tesoro. Al día siguiente, convenció a su hermano para que

fueran a desenterrar la botija. Pablo pensando en su futuro y en el bienestar de su madre

aceptó.

A eso de las cinco de la tarde los muchachos agarraron sus palas y una carretilla. Llegaron

al lugar indicado por José María y empezaron a cavar. Las horas pasaban, ya estaban

cansados. Cada cierto tiempo tomaban un descanso para airarse.

Cuando ya eran las 12 de la noche, Pablo quiso darse por vencido. Su cuerpo no resistía

más, pero Ramiro le dio ánimo y lo motivó a seguir cavando. Un rato después se distinguió

entre la tierra la arcilla oscura de la botija.

– Vamos a ser ricos – gritaron los hermanos.

Con mucho cuidado sacaron la botijuela del hoyo, ambos estaban emocionados al ver las

brillantes monedas de oro.

– Con la parte que me corresponde me encargaré de que mi madre nunca tenga que volver a

trabajar. También me voy a comprar una casita para irme a vivir con Amalia y tener

muchos hijos. Y además, quiero ayudar a la gente del pueblo, voy a donar bastantes libros a

la biblioteca de la escuela – pensó Pablo.

Ramiro, en medio de su codicia y egoísmo, pensó:

– Con mi parte voy a comprar todas las tierras del pueblo, todos tendrán que ser mis

esclavos y obedecer mis órdenes. No podrán volver a hablar más nunca o yo los castigaré.

En el instante que el chico pensó esto, todas las monedas se convirtieron en carbón.

Ambos se fueron desilusionados, Pablo lo superó pronto pues se propuso alcanzar sus metas

con trabajo y Ramiro siguió amargado por el resto de su vida.

El regreso del hijo perdido

Cuento basado en el mito de los Encantos

Se estaba celebrando en la hacienda Las Margaritas el bautizo del hijo del patrón. Los

empleados corrían de aquí para allá buscando leña, comida y bebida. A la señora de la casa se

le había pasado la mano con el número de invitados.

– Se nos acabaron las truchas, gritaban las cocineras.

Luis, que era el encargado de que no faltaran alimentos en la mesa, envió a su hijo Jesús a

pescar a la quebrada.

Pasaron las horas, las cocineras tuvieron que hervir un sancocho para reemplazar la falta

del pescado. Los invitados poco a poco empezaron a irse. Llegó la noche y Jesús no apareció.

– Ese condenado muchacho me va a oír cuando llegue –dijo Luis.

El joven siguió sin aparecer. Luis y su esposa ya preocupados, empezaron su búsqueda.

Llegaron a la quebrada y no encontraron rastro de su hijo. Fueron al pueblo y le preguntaron al

señor de la bodega:

– ¿Ha visto usted a nuestro hijo por aquí? Lo hemos buscado mucho, pero no está ni allá ni

acá.

–No lo he visto– respondió el bodeguero.

Llegaron a la cantina, con la esperanza de que el muchacho se hubiera emborrachado. Le

preguntaron al vendedor:

– ¿Ha visto usted a nuestro hijo por aquí? Lo hemos buscado mucho, pero no está ni allá ni

acá.

– No lo he visto– respondió el cantinero.

Fueron al ambulatorio, a ver si Jesús estaba herido. Le preguntaron a la enfermera:

– ¿Ha visto usted a nuestro hijo por aquí? Lo hemos buscado mucho, pero no está ni allá ni

acá.

– No, no lo he visto– respondió la mujer.

A Jesús parecía que se lo hubiera tragado la tierra. Nadie sabía de él. Por ningún lado había

rastro del muchacho. Su madre lloraba desconsolada todas las noches. Los años pasaron y

todos creyeron que el desaparecido había muerto.

Un buen día, Luis estaba trabajando en el barbecho de la hacienda. De repente, un hombre

se le acercó y le preguntó:

– ¿Me reconoces?

Luis negó con la cabeza.

– Soy tu hijo Jesús, dijo el muchacho que había estado perdido muchos años.

Las lágrimas bajaban por los rostros de ambos hombres. Luis abrazaba a su hijo como si no

fuera a soltarlo nunca.

– Vamos a ver a tu madre, ya verás que feliz va a estar.

La mujer reconoció al instante los ojos de su hijo perdido. La emoción fue tanta, que se

desmayó por unos minutos. Después de superar la alegría del retorno de Jesús, le preguntaron:

– ¿Y dónde has estado todos estos años?

Él procedió a contar: aquel día me encontré con un hombre extraño en la quebrada. Pero no

era un hombre, era un Encanto que me hechizó y me hizo seguirlo hasta una peña. Luego, me

hizo entrar en una cueva. En esa cueva había grandes salas muy adornadas, luces, cintas,

incienso y toda clase de instrumentos musicales embellecían el lugar. Había muchas cosas de

oro que me deslumbraron. Al pasar las salas se llegaba a un jardín lleno de animales, árboles,

flores y muchachas bonitas.

En el lugar siempre había música y festejos –continuó diciendo Jesús— las gallinas tenían

pollitos de oro. Los cachos de los bueyes eran de plata y el hocico de los puercos era del más

fino diamante. Las hermosas muchachas se la pasaban danzando todo el día, había una

llamada Vanessa que era la más bonita de todas; por las noches siempre hablábamos de cómo

el Encanto nos había llevado hasta ahí y de cómo nos gustaría volver con nuestra gente.

En aquel maravilloso lugar había pasado Jesús todos esos años. Pero su familia le hacía

mucha falta, la tristeza lo embargaba. Así que le pidió permiso al Encanto para regresar con

sus padres. Y como se lo solicitó tan amablemente éste se lo concedió inmediatamente.

Luego de volver con su familia los días pasaron pero Jesús no podía dejar de pensar en

Vanessa; así que volvió a pedirle al Encanto que la liberara para poder casarse con ella Y

como este ser mágico valoraba mucho a las personas que pedían las cosas amablemente, le

concedió la petición al muchacho.

Vanessa fue liberaba y luego de reencontrarse con su familia, contrajo matrimonio con

Jesús. La pareja nunca olvidó su experiencia y desde ese día persona que se encontraran, la

conocieran o no, le contaban su aventura, querían que todo el mundo supiera que los Encantos

de verdad existen y que no todos son malos como mucha gente cree.

¿Quién me escribirá?

Cuento basado en la leyenda de los Anuncios

Jacinta era una noble anciana que vivía en un lugar llamado Sábana de Mendoza. Ella tenía

una hija, pero no vivían juntas, pues la muchacha se había casado y se había ido a vivir a la

ciudad.

Una mañana, bien tempranito, Jacinta barría su porche. De repente, vio pasar una abeja

muy particular. ¡Era una abeja arriera!, un insecto raro o extraño por ser una especie solitaria.

Se creía que cuando esa abeja pasaba iba a llegar pronto la carta de un familiar o amigo.

– ¿Quién me escribirá? –se preguntó Jacinta emocionada.

– ¿Será mi hermano? Ojalá hace 5 años que no lo veo, se mudó tan lejos y está tan ocupado

que hemos perdido contacto.

Barrido el porche, la anciana entró a la cocina a prepararse unas arepas de maíz pelado con

queso y mantequilla. Mientras desgranaba las mazorcas, pensaba:

– ¿Quién me escribirá? ¿Será mi comadre Rosalinda para contarme que la vaca que le

vendí al fin está dando leche? Uhmm. ¡Ojalá! Ella necesita dinero en estos momentos.

Las arepas ya estaban en el budare. Cuando rayaba el queso Jacinta se decía:

– ¿Quién me escribirá?, ¿será el señor notario para informarme que me van a aumentar la

pensión? Uhmm. Eso sería muy bueno, así podría comprarme un boleto de autobús para ir a

visitar a mi hermana a La Ceiba.

El desayuno estuvo listo. Después de comerse dos arepas y tomarse una taza de café,

Jacinta le llevó la comida al señor Solomino. Era su vecino, un viejito malhumorado que vivía

solo. Tenía dos hermanos, que le pagaban una mensualidad a Jacinta para que le llevara al

viejo las tres comidas diariamente.

– Señor Solomino, sabe usted que hoy vi una abeja arriera. ¿Quién cree usted que me

escribirá? – dijo la anciana

– Pues ojalá y sean mis hermanos preguntándole por mí. Los ingratos esos no han venido a

verme en un año. Puro porque la última vez los regañé por cantar y los corrí de la casa –

respondió el amargado viejito.

Mientras limpiaba la cocina, Jacinta se decía:

– ¿Quién me escribirá?, ¿será el señor cura para decirme que lo ayude a recoger fondos

para la gente pobre? Uhmm. Eso como que lo hago yo así él no me lo pida. Hay mucha

gente necesitada en el pueblo. ¡Digame la señora Juana! Criando 5 muchachos ella sola,

¡Pobrecita!

La hora del almuerzo se acercaba, Jacinta montó la olla para hacer un caldo de gallina.

– ¿Quién me escribirá?, me alegraría que fuera mi ahijada Eduviges. Hace mucho tiempo

que no sé de ella ¿se habrá casado? Seguro que sí, era muy bonita la condenada y en todas

las fiestas los muchachos la sacaban a bailar.

Luego de almorzar, llevarle la comida al señor Solomino y lavar todos los platos, Jacinta se

sentó en la mecedora a descansar. Ya estaba agotada de tanto imaginar quién le podría escribir

una carta. Cerró los ojos y se quedó dormida.

¡Tun, tun, tun! Sonó la puerta. La anciana se despertó y apresuró a abrir. ¡Era su hija, que

veía a darle la noticia de que ella y su esposo tendrían un hijo! A Jacinta no le cabía la alegría

en el corazón. Y es que había olvidado, que el paso de la abeja arriera significaba también,

entre otras muchas cosas, la visita de un ser querido.

El susto de Pedro y Demetrio

Cuento basado en el mito de los Encantos

Pedro y Demetrio eran dos compadres que tenían juntos un sembradío de papa. Ambos

tenían sus casas a los extremos de la tierra cultivada. Pedro vivía en el extremo derecho y

Demetrio en el extremo izquierdo.

Ambos trabajaban por igual, sus esposas se llevaban muy bien entre ellas. A menudo,

hacían grandes fiestas para sus familiares, ofrecían colosales cantidades de comida y licor. Las

celebraciones duraban hasta el amanecer.

Una vez que el negocio de siembra de papa prosperó, los compadres decidieron comprar

vacas, ovejas, gallinas y bueyes. Los animales correteaban y pastaban en un terreno cercano

que los hombres habían comprado.

Un día, mientras hacían el conteo de cabezas rutinario, se dieron cuenta de que les faltaba

un buey. Y no era cualquiera, era el más grande y fuerte de todos los animales que tenían.

Pedro y Demetrio se apresuraron a buscarlo. El señor de los terrenos vecinos les dijo que lo

había visto pasar con dirección a la laguna.

El camino a la laguna era peligroso y oscuro. Los hombres fueron a sus casas a abrigarse,

buscar linternas y ponerse sus sombreros.

Después de mucho caminar llegaron al lugar. Miraron en todas las direcciones pero no

había ni rastros del buey. Demetrio se molestó tanto que tomó una piedra y la lanzó en la

mitad de la laguna. En el acto el agua empezó a agitarse, el cielo se oscureció y comenzó a

llover y a tronar con intensidad.

– ¡Corre Demetrio! ¡El Encanto de la Laguna se puso bravo! – dijo Pedro.

Los dos hombres empezaron a correr tan rápido como podían, tenían miedo de que el

Encanto les hiciera daño o los matara.

Había tanta neblina que no se podía ver por donde caminaban. Pedro tropezó con una

piedra y se lastimó el pie.

– ¿Qué hacemos compadre?, nos va a agarrar el Encanto, gritó desesperado Demetrio ¡No

grites! que eso lo hace poner más bravo – le reclamó Pedro.

La lluvia no paraba, Pedro iba recostado a Demetrio para poder correr.

– Tiremos los sombreros compadre – dijo Pedro – Dicen que dejando el sombrero el

Encanto se entretiene.

Así lo hicieron, y al cabo de unos segundos la tormento cesó, la niebla se disipó y salieron

los rayos del sol. Los dos compadres estaban tan asustados que nunca se atrevieron a hablar

con nadie de lo que les había pasado.

La Peña Arco iris

Cuento basado en el mito de los Encantos

En el pueblito de La Curadora, ubicado montaña arriba de Escuque, vivía una muchacha

muy bonita que tenía una larga y abundante cabellera negra. Su nombre era La y su apellido

Peña.

Un día la joven fue por un poco de agua a un riachuelo cercano, estando allí se percató de

que un pececito estaba atrapado dentro de una bolsa de plástico. La sintió pena y lo ayudó a

salir. En ese instante el pez se transformó en un anciano.

– Soy el Encanto de La Curadora – le dijo – Soy muy viejo ya. Voy a irme al mundo

mágico a descansar para siempre. Por tu buena acción has sido elegida como mi sucesora.

Mi gran tesoro de oro y plata, que está escondido bajo este río, ahora es tuyo. Tras haber

dicho estas palabras, el hombre desapareció.

La Peña se asustó mucho, empezó a llorar y a correr. A medida que corría su cabello se iba

haciendo más largo y más largo, además se tornaba color rosado.

En medio de un matorral, la muchacha no pudo correr más y se sentó a llorar

desconsoladamente. Un conejo se le acercó y la consoló:

– No llores niña bonita, mira que ahora todos los animales somos tus amigos y además

posees un gran tesoro de oro y plata.

La Peña se sintió aliviada por las palabras de su nuevo amigo. Su cabello fue volviéndose

negro nuevamente.

La joven abandonó todas sus posesiones en el pueblo y se mudó al riachuelo. Allí se podía

convertir en lo que ella quisiera. A veces tomaba forma de viento, en ocasiones de agua y otras

veces forma de piedra.

Un día, un vendedor ambulante decidió construir un ranchito cerca del río. Pasó el tiempo y

un carpintero hizo lo mismo. Después lo hizo el herrero, el zapatero, el panadero y así con el

transcurrir de unos meses se levantó todo un poblado en los dominios de La.

En ocasiones la muchacha se enfadaba, como por ejemplo el día en que no había agua y

todas las mujeres se fueron a lavar al río. Varios peces y sapos se enfermaron por culpa del

jabón.

Había días en los que La estaba feliz de tener compañía, como cuando las niñas sembraban

flores y los niños alimentaban a los peces con migas de pan.

Un día llegó al poblado un invento que estaba revolucionando al mundo. Las personas le

llamaban Radio. De él salían toda clase de ruidos que atormentaban la tranquilidad que le

gustaba a La Peña. Ella no sabía qué hacer, no podía abandonar el río porque debía cuidar su

tesoro, pero tampoco podía permanecer ahí, pues el bullicio que hacía el radio la perturbaba.

Su amiga la golondrina le dio un consejo:

– Sube a la peña que está al final del riachuelo. Desde allí podrás vigilar tu tesoro y no

escucharás los ruidos del pueblo.

Y así lo hizo la muchacha, subió a la parte más alta de la peña. Desde allí veía todo el

riachuelo y se podía observar todo lo que hacían las personas.

Con el paso de los años, la larga cabellera de La creció tanto que llegó al pie de la montaña.

Se confundía entre la tierra y el musgo.

Cuando las personas del pueblo le hacían algo malo al río, La se enfurecía y su cabello se

tornaba rojo. Cuando estaba tranquila se ponía azul, cuando estaba feliz se volvía amarillo,

cuando estaba pensativa cambiaba a verde, cuando estaba triste su cabello se ponía rosado,

cuando tenía sueño se volvía anaranjado y cuando tenía ganas de hablar con los animales se

tornaba morado.

Los habitantes del lugar comenzaron a tenerle recelo a la peña, creían que estaba encantada

por los cambios de color que sufría. Lo que no sabían era que La Peña vivía en la cima de la

montaña y que su cabello tomaba todos los colores del arco iris.

Desde aquella época hasta nuestros días ese cerro es conocido como La Peña Arco iris. Una

extraña y bonita coincidencia, ¿no creen?

FACTIBILIDAD DE PUBLICACIÓN

Los cuentos para niños que componen el libro “Cuentos y Recuentos del Trujillo

Encantado” representan un producto periodístico y literario realizado y asesorado por

especialistas en el tema. El libro ha sido concebido como una lectura para público infantil en

edad escolar que ofrezca a sus lectores placer o diversión, al mismo tiempo que la

oportunidad de conocer aspectos de la cultura y tradición trujillana.

La identidad de la región trujillana se define, entre otras cosas, por los modos particulares

de ser, pensar y actuar de su gente, la amabilidad, la alegría, la solidaridad y la fe religiosa.

Así mismo se caracteriza por poseer una historia rica en acontecimientos encantados y

legendarios: con la participación de personajes heroicos e ilustres, personas que definieron

nuestro pasado, gente con talento e imaginación. De tal manera, “Cuentos y Recuentos del

Trujillo Encantado” intenta representar de un modo espontáneo y sencillo las costumbres de

los campos y las creencias de su gente.

La identidad cultural posibilita la adquisición de un sentido de pertenencia. Si esto no

ocurre, será mucho más difícil que el ciudadano se involucre en la vida y los problemas de su

comunidad y trabaje en pro del desarrollo de la región.

Los libros de cuentos para niños cuya temática refiere la cultura y las tradiciones de una

región, además de procurar el resguardo de la memoria de una comunidad, promueven la

identidad cultural y constituyen una herramienta ideal para iniciar a la infancia en el hábito de

la lectura. Los cuentos que conforman “Cuentos y Recuentos del Trujillo Encantado” están

pensados para un público infantil, para el que la lectura resultará divertida y entretenida, a la

vez que ofrecerá la posibilidad de conocer e incorporarse al interesante mundo fantástico de la

cultura trujillana.

El objetivo es que estos cuentos lleguen a despertar la curiosidad del niño, para que

pregunten a los padres y abuelos sobre estos temas y así motivar la atención y escucha de un

mito o una leyenda con toda la riqueza que comporta la expresión oral.

Por todo lo recientemente expuesto se destaca la importancia que tendría la publicación de

“Cuentos y Recuentos del Trujillo Encantado”. Es factible pensar que las instituciones

comunicacionales, editoriales, educativas, gubernamentales y turísticas podrían llegar a

mostrarse realmente interesadas en su publicación.

Como principal empresa con posibilidad de publicar “Cuentos y Recuentos del Trujillo

Encantado” se podría considerar al Fondo Editorial Arturo Cardozo, creado el 14 de agosto del

año 2001 por el Gobierno Regional. Sus objetivos son la reedición de obras fundamentales de

historia trujillana y la difusión de la obra de creadores y temas trujillanos. Los recaudos para

publicar una obra bajo el Fondo Editorial Arturo Cardozo son relativamente sencillos. Sólo se

debe hacer entrega en la Coordinación Trujillana de Cultura de los textos en físico y digital,

poseer previamente el registro del trabajo y que el tema tenga alguna relación con el estado

Trujillo. Obviamente, todo el material presentado está supeditado a la decisión del comité

editorial.

Otra empresa que podría avalar la publicación del producto es la Fundación Editorial El

Perro y la Rana. Creada el 6 de febrero de 2006 por mandato del gobierno nacional, con la

finalidad de brindar la oportunidad de publicar obras a todos aquellos escritores, poetas y

artistas venezolanos que deseen expresarse. Su objetivo es la producción masiva de libros de

calidad y a bajo costo para difundir la literatura, la escritura y valorar el conocimiento

individual y colectivo de los usuarios en toda Venezuela. Los requerimientos para someter a

consideración la publicación de un texto bajo la Fundación Editorial El Perro y la Rana son:

Presentar una copia en físico del manuscrito y otra en disquete o disco compacto (CD), anexar

una fotocopia de la cédula de identidad del autor junto a una breve reseña bio-bibliográfica del

mismo, los libros de literatura infantil deben tener un mínimo de 30 cuartillas. Todo el

material presentado es leído y discutido en un Consejo de Editorial, integrado por lectores que

deciden cuáles obras serán publicadas.

También se puede considerar a la Editorial Eraké, una editorial privada que publica libros

para niños y jóvenes. Se creó en 1978 y su objetivo principal es hacer libros de calidad, asunto

relacionado directamente con la experiencia en bibliotecas públicas y escolares del Banco del

Libro, una institución venezolana conocida internacionalmente por su labor de promoción de

la lectura. El catálogo de Ekaré está formado por colecciones que comienzan con libros para

bebés hasta novelas para jóvenes. Para la recepción y publicación de textos la editorial exige

manuscritos enviados en formato pdf o documento de Word al correo electrónico

[email protected]. Dicho material deberá estar correctamente identificado con el

nombre, ciudad de residencia y números telefónicos del autor.

Monte Ávila Editores también constituye una opción para la publicación del libro. Esta

empresa fue inaugurada en 1968 y en casi 2.000 títulos editados se ve representada una sólida

obra intelectual de proyección continental. Esta editorial tiene como norte difundir las obras

escritas por todos los venezolanos, consagrados y noveles. Como paso inicial para la

publicación de un texto, la editorial sugiere que las obras pasen por un comité de lectores para

su aprobación, y el autor debe poner especial atención en las recomendaciones que se le haga.

El tipo de letra en que se deben consignar los documentos es Times New Roman, tamaño 12

puntos; y 14.5 puntos de interlineado. La editorial abre anualmente un concurso para escritores

inéditos, lo cual ha permitido a los escritores jóvenes la oportunidad de ser publicados por una

editorial de larga data y prestigio en el país y el continente latinoamericano.

Además de las editoriales mencionadas, otras alternativas para la publicación del libro son

los concursos literarios realizados por diversas instituciones u organismos a nivel nacional e

internacional, eventos que incluyen siempre la edición de los libros premiados.

CONCLUSIÓN

La escritura de los cuentos que integran la primera versión del libro “Cuentos y Recuentos

del Trujillo Encantado” fue toda una experiencia tanto periodística como literaria, que como

aspecto positivo arroja la posibilidad de difundir parte de la riqueza cultural de la región

trujillana y la intención de contribuir con la difusión de los valores culturales de la entidad, al

mismo tiempo que llega a contribuir con la promoción de los hábitos de lectura.

Las entrevistas realizadas a un grupo de ancianos trujillanos reflejó el mundo fantástico,

encantado y basto que brinda la tradición oral trujillana, demostrando así cómo los ritos y

costumbres de la región han sido transmitidos de generación en generación.

La relación entre periodismo y literatura constituyó un vínculo importante a lo largo de

toda la realización de este proyecto, desde la puesta en escena del buen manejo y uso del

lenguaje del comunicador social, hasta el seguimiento de la rutina para la revisión de noticias,

artículos y reportajes que abordaban el tema de los mitos y leyendas trujillanas.

En el libro “Cuentos y Recuentos del Trujillo Encantado” se incorporaron elementos de las

tradiciones trujillanas, los cuales se convirtieron en el tema principal de los textos producidos.

Por ejemplo, en la leyenda de las botijas se refleja la inexistencia de entidades bancarias hace

setenta años en la región andina y en la historia del Hachero se muestra el respeto que se tenía

por los días santos anteriormente.

Finalmente, se puede decir que la adaptación de mitos y leyendas al formato de cuentos

para niños constituye un primer producto periodístico de los muchos que pueden surgir de este

proyecto; puesto que a partir de él se podrán producir micros radiofónicos o programas

televisivos, proyectos que igualmente contribuirán con la promoción y conservación del

acervo cultural de la región.

RECOMENDACIONES

Como consecuencia del trabajo realizado nacieron una serie de recomendaciones que

pudieran ayudar a futuros trabajos enfocados a la producción de un libro de cuentos para niños

o bien para algún producto nuevo que se desglose del libro realizado. A continuación se

detallan las mismas:

- Continuar con la creación de productos que afiancen la estrecha relación que existe entre

periodismo y literatura.

- Se sugiere el formato de cuentos para niños para difundir entre la población infantil

informaciones referentes a las tradiciones culturales, ya que los cuentos son una herramienta

didáctica muy efectiva.

- De los cuentos realizados se pueden elaborar micros radiales y televisivos, es una manera

de aprovechar otros medios de comunicación y así ofrecerles variadas opciones a los niños.

- Se deben seguir difundiendo aspectos de las tradiciones culturales del estado y el país,

para así afianzar la identidad cultural en aras del progreso.

- El comunicador social no debe limitarse a trabajar con los medios tradicionales, por el

contrario debe experimentar todas las opciones que la historia y la tecnología le ofrezcan.

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Edición y prólogo de Pilar Almoina de Carrera.

ANEXOS

Entrevistas realizadas

Algunos elementos, historias y anécdotas mencionadas en los cuentos producidos fueron

obtenidos mediante las entrevistas realizadas durante la fase de campo. Los entrevistados

fueron los siguientes:

Gonzalo Hernández de 82 años de edad, oriundo del pueblo de Las Mesitas municipio

Carache y habitante desde hace 45 años del sector La Marchantica. Afirma haber presenciado

el desarrollo urbano de la ciudad de Valera.

Ana Molina, ama de casa de 71 años de edad, fue residente de los municipios Motatán y

Valera, y actualmente vive en el municipio San Rafael de Carvajal. Demostró ser muy

creyente de los mitos y leyendas

Pedro José de 71 años ha vivido toda su vida en el municipio Trujillo. Se describió a sí

mismo como una persona tranquila y sostuvo que a él nunca le habían ocurrido hechos

extraños, por eso se limitó a contar historias que le habían pasado a conocidos suyos.

José Valentín Ramírez de 75 años, nació en el municipio Boconó pero lleva 50 años

viviendo en Escuque. Señaló que en su juventud era un escéptico de las historias de espantos y

apariciones hasta que vivió una experiencia en carne propia.

Eloina Plaza de 48 años es nacida y criada en Isnotú. Es una mujer dedicada a las labores

del hogar, se confiesa una buena cocinera y dice que en diciembre sus hallacas son de las más

vendidas en su pueblo.

Domingo Bermúdez de 83 años de edad, nació en Sabana de Mendoza y ha sido residente

de los municipios Rafael Rangel y Valera. Demostró ser un hombre muy religioso y

respetuoso de esos temas.

Y para finalizar, el señor Eugenio Rivas de 82 años, nació en la parroquia La Puerta y

durante toda su vida se dedicó al cultivo de hortalizas. Expresó que por ser una persona de

campo tenía muchos cuentos por echar, pero que por su edad no los recordaba todos.

En la transcripción de los relatos se respetaron las expresiones de los entrevistados, no se

realizó ningún tipo de corrección gramatical o sintáctica para evitar perder la esencia coloquial

y oral de las historias.

A continuación se transcriben los mitos y leyendas narrados, desde experiencias propias o

vivencias ajenas, por este representativo grupo de trujillanos:

En cuanto al mito de Los Encantos se dice que “Había un encanto en una laguna en la Teta

de Niquitao, en el centro de laguna hay una rama negra que parece un mapa, bueno, y esa

laguna es tan encantada que uno va y le tira una piedra y al ratico está lloviendo. En esa laguna

se perdieron unos muchachitos en estos días, salió en el periódico, que se habían perdio tres

carajitos, se estuvieron 4 días perdios y los encontraron en una cueva. Y entonces ellos y que

dormían en la cuevita, tenían un celular pero nos les servía, y entonces uno dijo que se habían

quedao dormidos y que uno más grandecito se había quedado dispierto y entonces y que llegó

un hombre en una silla de ruedas y dizque le había conversao mucho, pero él no le entendía lo

que decía, ese fue un Encanto que le salió”. Informante: Gonzalo Hernández

“Una vez que íbanos el compadre Santiago y yo, íbanos llevando un toro y había dos

caminitos, uno por aquí y otro por allá, y estaba tan oscuro, había tanta niebla que nos

estuvimos todo el día perdios. Y más tarde llegamos por allá a una casa y salió una señora y

nos preguntó que pa donde ibanos. Y nos dijo: ¡Ay ustedes están bien perdios! Aja así nos

dijo. Ustedes tienen que quedarse pa que se vayan mañana, porque ustedes lo que están es

perdios y hoy es muy peligroso salir porque por aquí hay Encantos”. Informante: Gonzalo

Hernández

“Estaba carajito y me dijo el papá de la mujer mía que le fuera a llevar yo un ganao allá a

unos terrenos, y nos fuimos, la máma de la mujer mía me dio unas arepas y una panela y nos

fuimos. Estábamos comiendo la panela cuando, estábamos en un cerrito, cuando miramos

pa´llá y vimos una casa de tejas llena de ganao. Y entonces me dijo el difundo Edmundo:

¡Vámonos porque aquello que está allá es un Encanto! Era una casa de lo más bonita, como

una quinta, con un corral grandísimo y entonces había como unos animales echaos. Era un

encanto”. Informante: Gonzalo Hernández

“Más arriba de Niquitao y que había una casa, y entonces el esposo y la mujer y que se iban

a trabajar, y quedaban dos muchachos, una hembra y un varón, y entonces un día y que llegó

un viejo muy feo, y dijo que él quería que le desocuparan la casa, entonces bueno el muchacho

le dijo que él le decía al papá. Y en la tarde cuando llegaron le dijo, mire aquí vino un viejo

muy feo pero muy feo y me dijo que le desocupáramos la casa porque la necesitaba, y

entonces el papá dijo que no iban a desocupar la casa. Al otro día que se volvieron a ir a

trabajar y el muchacho y que dijo: Yo si me voy, ese viejo es muy feo. Y la muchacha se

quedó en la casa, cuando y que llegó el viejo y que le dijo: ¿Qué dijeron sus papais? Ellos

dijeron que no iban a desocupar la casa. Y el viejo y que se puso como un diablo y hizo una

laguna. Y entonces y que se ve a la muchacha en las flores del agua. Y allá está la laguna”

Informante: Gonzalo Hernández.

“Hace como cuarenta años eso caían unos madres aguaceros en La Puerta, llovía mucho,

así como llovió hace tiempito aquí. Entonces bueno, en la mañana las mujeres salían a barrer

la tierra y eso, y uno bajaba pa´bajo a quitar las piedras del camino. Entonces bueno, estaba la

señora Mercedes barriendo cuando llegó un señor vestido todito de blanco, y eso que había

tanta tierra, y el señor tenía la ropa blanquita sin nada de sucio. Entonces el señor le dijo a

Mercedes que él era un arcoíris y que se estaba mudando, que por eso llovía tanto, y le dijo

que él no había terminao de llegar a donde quería, que se prepararan porque iba a llover más.

Lo raro es que más nadie vio al señor sino puro Mercedes” Informante: Eugenio Rivas.

A continuación transcribimos las historias que tienen que ver con el tema de las Brujas, a

estos personajes femeninos se les atribuyen poderes malignos de encantamientos. Algunos

dicen que son mujeres con apariencia corriente, otros afirman que tienen rasgos propios de

animales como los perros, gatos, caballos y cerdos.

“Yo tenía como 10 años, como 10 11 años, y el dueño de la finca donde yo vivía tenía

caballos. Y esos caballos de noche eso era corriendo y corriendo. Y uno se asomaba afuera, y

uno no veía los caballos, pero el alboroto de las gallinas y los perros eso era toda la noche. Y

uno salía pa´ fuera y todo en calma, tanto los perros como las gallinas. Uno durmiendo y el

alboroto de esas gallinas cantando y uno salía pa fuera, ¡pero uno sólo no! Acompañado de

dos o tres, y todo quieto, todos los animales durmiendo. Y al otro día amanecía y estaban

todos los caballos ensopaitos y el pelo ese que les cae a ellos de lado, bueno eso era llenos de

clinejas que uno no las podía quitar ni pa´lante ni pa´tras, uno no podía desenredar eso, lo raro

era que en la tarde ya no tenían nada. Eso decían que era una bruja, y que ella misma los

enredaba y los desenredaba”. Informante: Ana Molina.

“Había una bruja que isque se murió en estos días, era mala mala. Había un hombre, que

ese y que era mozo de ella y la condenada lo perdió en la montaña, ese hombre más nunca se

volvió a ver por ahí. Y esa bruja y que se la pasaba por ahí de casa en casa, puro molestando.

A veces era que la agarraban con sal. Una vez le echaron un tiro a la mujer con sal, un tiro por

una pierna y eso no se le curó más, por eso decían que era una bruja. También decían que la

agarraban con mostaza y cruses y que esa mujer empezaba a llorar”. Informante: José Valentín

Ramírez.

“Mi compadre Venancio tenía antes una casa en Motatán, ¡Ay eso madre casa!, uno iba y

había un madre árbol que echa fresquito con las sojas. Bueno, un día mi compadre Venancio

de noche oyó un ruido ¡Saass! Y cuando se asomó era una bruja, eso y que era una bicha muy

fea, tenía la cara de caballo. Y bueno la bruja le hacía puras clinejitas en el pelo y él ni se daba

cuenta y hubo una noche que le hizo clinejas junto al pelo de la mujer del. En la mañana taban

los dos pegaos por la cabeza, la mujer se tuvo que trozar el pelo. Si” Informante: Pedro José.

Seguidamente transcribimos las historias de los Anuncios, estas leyendas contemplan que

la aparición de ciertos animales anuncian la muerte de una persona. La historia de la abeja

arriera aunque no anuncia defunciones, de igual modo entraría en este tipo de narraciones.

“Una vez había una fiesta en la casa de un tío, pero cuatro cuadras más allá había una casa

donde una señora estaba pariendo. Y esa señora cuando tuvo el último hijo los doctores le

habían dicho que ella no podía parir más, porque podía morirse no sé porqué, y resulta que ella

quedó embarazada y cuando fue a parir se murió, parió al niño que quedó vivo, pero ella se

murió. Y yo me acuerdo cuando dijo mi tío Juan que se había acabado la fiesta porque la

señora se había muerto. Y cuando eso, en esa época no se acostumbraba a velar los muertos

como ahorita, lo ponían en una mesa con una almohada y estirados, a todo el mundo lo

velaban así, tuviera o no tuviera plata. Bueno, y en la misma mesa le ponían las cuatro velas,

porque ponían el muerto en toda la mitad de la mesa y en la orilla de la mesa le ponían las

velas, cuando eso le hacían los cajones en la misma casa con tablas. Y bueno, como dos días

antes de morir la señora esa, estaba yo sentada y entró un pájaro negro, un pájaro negrito

negrito y yo me puse con una escoba, pues chama que estaba, a darle escobazos al pájaro pa

matarlo y de repente no lo vi más, no supe por donde salió. Y cuando eso decían que era el

espíritu de la muerte que había entrado, el pájaro estaba avisando que iba haber un muerto”.

Informante: Ana Molina

“Y allá en Motatán, antes de morir mi mamá, una bichita que le decían cholopa, me

empezó a pasar cerca, y esa bicha me zumbaba y me zumbaba, me pasaba por la cabeza

haciendo un sonido muy raro, me pasaba como tres o cuatro veces al día, hasta que me enteré

que mi mamá había muerto y no la vi más”. Informante: Ana Molina.

“A mí me han contado otras personas que han ido de noche por un camino, y que les salió

una cosa, como un pájaro volando dicen ellos, y que en el momento en que van a ver bien que

es, no ven nada, desapareció. Y cuando llegan a la casa resulta que se les murió un familiar”.

Informante: Pedro José.

A continuación se reproducen los relatos referentes a las Botijas o botijuelas: “Una vez mi

mamá estaba agarrando café, eso se ponían un canasto grande pa recojer café, y entonces ella

decía que cuando estaba agarrando las matas de café, vio así pa abajo una madre tinaja de

barro y ella la vio, y ella de una vez se paró a llamar a las otras mujeres, ella pensó que

seguramente era plata, pero a ella le dio miedo y se puso a llamar a las otras pa que fueran a

ver. Y cuando llegaron no encontraron nada, el muerto se había llevado la botija porque la

plata era pa mamá, el muerto se la puso, pero como ella llamó a las otras el muerto se la llevó.

Y cuando yo le dije a ella que por qué no la había agarrado, ella me dijo que no, porque eso

había que agarrar la plata enterrada y tirarla a un pozo de agua, porque eso tiene el frío del

muerto y si uno la agarraba así de una vez a uno lo mataba el frío del muerto”. Informante:

Ana Molina.

“Hace años, por donde ahorita queda la parada de Morón, por ese entonces no había

malandros, entonces me iba y venía yo caminando por todo eso en la noche. Y había un

hombre, que yo lo veía que se venía caminando del hospital por ahí pa abajo, era un hombre

blanco vestido todo de blanco y había a veces que parecía que brincaba del casino pa acá. Y

una noche venía yo pa la casa y había una piedra grandota, muy grande, y cuando yo llegué a

la casa estaba el hombre sentao en la piedra, yo no le tenía miedo ni le hacía caso, y entonces

una vez estaban haciendo un movimiento de tierra y el maquinista encontró un entierro, full de

plata. Pues resulta que el hombre de blanco era el ánima que quería que encontraran la botija”

Informante: Gonzalo Hernández.

De igual modo, copiamos las historias relacionadas con la leyenda de las Apariciones o

Ánimas en pena: “Cuando yo estaba pequeña, todo el mundo veía en una piedra gigante una

luz, que eso le daba la vuelta a la piedra, eso era una piedra gigantesca. Entonces todo el

mundo se decía que eso eran unas luciérnagas, pero una vez mi tío Ramón vio que en verdad,

cuando se acercó a mirarla, la luz se le paró. Y entonces se fue a las 12 de la noche, con un

cristo y un machete, se fue solito. Y entonces oyó la voz del muerto, que era el hermano de él,

y entonces le dijo: Hermano págueme una cuenta que yo deje con Fulano, que eso no me deja

estar tranquilo. Y cuando se pagó la cuenta la luz desapareció. Por eso digo yo que la persona

que mate a otra esa nunca tendrá descanso, esos estarán en el infierno penando”. Informante:

Ana Molina.

“En una finca por allá por el campo vivía una prima hermana mía, era una finca donde

tenían agricultura, tenían cuatro cinco obreros. La señora de la casa murió y el marido

también, quedaron puros los hijos, pero de los hijos no me acuerdo si vivían ahí o en otro

lugar, no sé. Entonces como se murió primero la señora y después el marido, quedó de

encargado de eso un hermano del hombre, del marido. Bueno resulta que de noche los obreros

no podían dormir, porque en el cuarto donde ellos dormían eso era una bulla, arrastraban

sillas, arrastraban camas, eso era madre alboroto de noche. Hasta que un hombre dijo que ahí

no dormía más, porque ahí debía haber algo raro, porque ahí espantaban. Y bueno, se fueron

todos a dormir a otro lado, por allá, había muchas casas cerca y todos dormían en hamacas. Y

entonces bueno, dijo el hermano del difunto, el que estaba encargado de la finca, que iban a

registrar toda la casa, haber que era lo que pasaba, porque esa bulla de noche no era normal.

Bueno entonces se pusieron a sacar todo, y a lo que voltiaron el colchón de la cama le vieron

una raja en toda la mitad del colchón, así como cuando le cosen el pezcueso a una gallina, y

bueno, cuando lo abrieron ¡Full de pura plata! Por eso era que los señores se murieron de

tuberculosis, porque guardaban la plata y no comían, comían tres veces al día pescao. El

hermano se cogió la plata, porque ya los otros dueños se habían muerto. Y lo cierto es que

sacaron el dinero y todo volvió a la paz, las almas estaban penando por eso. No ve que cuando

eso no habían bancos, la gente guardaba la plata donde podía. Eso fue como en el año 49 por

ahí”. Informante: Ana Molina.

“Aquí en el hospital de Valera y que a veces en las noches se ve deambular el fantasma de

una enfermera. Una vez estaba enfermo un sobrino, y mi hermana se quedó a cuidarlo. Y

bueno, ella estaba sentada en toda la puerta, estaba como entre dormida cuando y que la vio

pasar, una mujer pálida, vestida de enfermera, y que caminaba así como lento. Mi hermana

dice que ella se puso fría, que no se podía ni mover del susto. Y tengo una comadre que dice

que también la ha visto, en la parte de hospitalización de adultos y que sale. Esa sería una

enfermera que se murió ahí, quien sabe”. Informante: Domingo Bermúdez.

“Una vez estaba yo sentao en la mesa de mi casa, allá arriba. Entonces me estaba comiendo

un atolito que me había hecho mi mamá Agripina, estaba yo solo porque los demás habían

salio pa fuera hacer unos oficios. Porque antes así estuviera uno chiquito a uno lo ponían hacer

oficio, desde que estaba carajito yo sabía arriar ganao y limpiar bien limpiecitas las fresas, eso

no era como horita que los chinos puro viendo televisión y le contestan feo a los papás.

Entonces me estaba yo comiendo un atolito cuando veo pasar una cosa pal cuarto mío.

Entonces yo me pare y fui a ver que era y no había nada. Entonces seguí comiendo, cuando de

repente del baño salió una viejita, entonces me miró y me echó un risita y se fue. Entonces

cuando llegó mi mamá Agripina yo le conté y entonces ella me dijo que yo había visto el

espíritu de quien sabe que, que si la volvía a ver le preguntara que quería. Pero gracias a Dios

no se me apareció más nunca”. Informante: Eugenio Rivas.

“Estábamos una noche unos compadres míos y yo bebiéndonos unas cervecitas allá en la

plaza de Escuque, serían como las doce de la noche, ya era así de madrugada, cuando vimos

pasar a una mujer, una mujer de lo más bonita, con el pelo bien amarillo largote y los ojos

azulitos. Uno de los compadres míos, ese que es más salió le gritó un piropo, la mujer nos

miró y salió corriendo. Y otra noche iba yo subiendo pa arriba pa mi casa cuando la volví a

ver, pero cuando mire bien ya no estaba. Pues resulta que una noche los compadres la

volvieron a ver y se le pegaron atrás, susto macho pasaron cuando la mujer pasó pal

cementerio sin abrir las rejas. Resulta que ese es el fantasma de una mujer española que

mataron los indios, o la violaron yo no sé. Mucha gente la ha visto allá en Escuque”.

Informante: José Valentín Ramírez

“Una vez fui a una finca por allá en Monte Carmelo, era una finca recién compraita que

tenían unos señores. Y bueno estaba yo escarbando el maíz pa hacer las arepas cuando sentí un

frío, eso me recorrió todo el cuerpo, yo mire pa todos laos y no vi nada. Me persine y seguí

escarbando. Y bueno de la pared salió un hombre, ¡Uy me acuerdo y se me paran los pelos! El

hombre todo pálido con los ojos blancos y pasó de la cocina pa la sala. Yo salí corriendo y el

dueño de la finca me dijo que ahí salían muchos espantos, que antes de ellos haber comprado

eso ahí vivía un tipo que hacía brujería. Yo no sé si sería el mismo tipo que yo vi y andaría

penando por andar con brujerías. Por eso uno en esta vida siempre tiene que tener a Dios y la

Virgen presente”. Informante: Eloina Plaza.

“Cuando estaba yo pequeñita, me acuerdo que se murió un chinito de lombrices ¡Uy

hubiera usted visto como le salían por la nariz! Bueno entonces en el velorio la mamá del

chinito estaba muy triste, triste muy triste y entonces no quiso que le cantaran, puro que le

rezaran, ella dijo que estaba muy triste como pa andar oyendo canciones. Bueno y en plena

noche, ya bien tarde, los que quedaban ahí rezando dicen que vieron al chinito y que les dijo

que le cantaran, que pa él poderse ir al cielo le tenían que cantar. Sí. Y así hicieron”.

Informante: Eloina Plaza.

A continuación transcribimos narraciones referentes a la leyenda del Hachero: “En La

Lagunita, donde me crie, uno se levantaba de noche, de madrugada a orinar al patio, porque

uno orinaba era en el patio, y uno escuchaba a un leñador, al hachero, uno lo escuchaba

cortando leña. Eso fue un hombre que en Semana Santa se puso a cortar leña, y es malo

trabajar en Semana Santa, y bueno murió y quedó penando por eso”. Informante: Ana Molina.

Asimismo, escribimos las narraciones que trataron la leyenda del Chiflón: “Cuando uno va

caminando por el campo, así entre las montañas que va uno a cazar o a buscar matas pa los

remedios, uno a veces escucha que silban, tiene uno que ponerse a rezar y pegar la carrera, ese

es el chiflón que anda por ahí, dicen que entre más lejos se escuche más cerca está. Ese fue un

hombre que le dio una rabia y mató al papá”. Informante: José Valentín Ramírez.

“Yo escuchaba de noche al chiflón, se oía completico como hacía, eso nos daba más miedo

cuando lo escuchábamos. Ese fue un hijo que mató al papá, porque le había encargado asadura

pa él comer y como el papá le dijo que no había lo mató”. Informante:Ana Molina.

A continuación transcribimos historias de la Dientona, esta leyenda es muy parecida a la

de La Llorona, también se trata de una mujer de cabello negro y vestido blanco que atemoriza

y mata a sus víctimas. La diferencia es que ésta no se lamenta, parece una mujer normal hasta

que abre la boca y muestra unos enormes y letales dientes.

“Mi tío Humberto me contó una vez que iba caminando solo de noche por la calle, antes

cuando se podían hacer esas gracias que no lo robaban a uno, y el vio a una mujer muy bonita

que y que le picó el ojo. Entonces usted sabe como son los hombres, él se fue atrás, y la mujer

y que caminaba rápido, volteaba lo miraba y se reía. Entonces por allá y que llegaron a un

lugar muy oscuro y ella le hizo señas de que la abrazara. Pero gracias a Dios dice mi tío que él

se llevaba puesta una cadena de oro con un Cristo y la mujer y que no pudo abrazarlo,

entonces él se fue. Y al día siguiente y que amaneció muerto un hombre con puros mordiscos

en el cuello. A mi tío le dijeron, que tuviera cuidado con esa mujer, porque esa era una mujer

maldita que tenía unos madres dientes, que con esos mataba a los hombres sin vergüenza”.

Informante: Eloina Plaza.

Para finalizar reproducimos las narraciones orales que se obtuvieron referente al Diablo:

Varias leyendas surgen en torno a este demoniaco y mitológico personaje. Algunos le dicen

mandingas, el demonio, Lucifer, otros en señal de temor prefieren no nombrarlo.

“A veces se oía corriendo un caballo con un poco de latas atrás, pero decían que ese era el

que te conté (el diablo), eso era en los años 40”. Informante:Ana Molina.

“Cuando uno estaba carajito, en Semana Santa uno no hacia nadita, pero nada de nada, uno

ni se bañaba, porque decían que todo lo que uno hacía en Semana Santa alababa al diablo, que

uno puro tenía que rezar pa honrar a Dios. Entonces a uno no lo dejaban pero ni correr, y si

uno se portaba mal le dejaban ofrecida a uno una pela. Entonces le pegaban a uno pero

después de la Semana Santa, sí señor. No era como ahorita que la gente agarra los días santos

pa pura bebedera de miche”. Informante: Eugenio Rivas.

“Cuando yo estaba pequeño, me acuerdo que antes de dormir mi abuela se ponía a rezar el

rosario con nosotros. Y es que antes uno no salía si no cargaba una cruz o alguna estampita de

un santo. Bueno, justo antes de empezar Semana Santa mi abuela nos hacía la señal de la

Santa Cruz con agua bendita, porque decían que por esos días el diablo andaba en la tierra

buscando almas para tentarlas, así como tentó a Jesús sabe. Y uno de niño esos días si dormía

con miedo, yo a veces ni cerraba los ojos, puro me ponía a rezar. ¡Ah y otra cosa! Desde que

uno tenía como tres añitos le enseñaban cual era la mano para persignarse, porque si uno lo

hacía con la izquierda decían que uno le rezaba era al mandingas ese”. Informante: Domingo

Bermúdez.