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UNIVERSIDAD DE MURCIA DEPARTAMENTO DE PERSONALIDAD, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO PSICOLÓGICOS Estudio comparativo de la eficacia de dos programas dietéticos con apoyo psicológico y un programa dietético sin apoyo psicológico para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en la infancia y la adolescencia: implicaciones de la ansiedad, la depresión y la satisfacción con la imagen corporal D. Fabián Villalba Gil 2015

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UNIVERSIDAD DE MURCIA

DEPARTAMENTO DE PERSONALIDAD, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO PSICOLÓGICOS

Estudio comparativo de la eficacia de dos programas dietéticos con apoyo psicológico y un programa

dietético sin apoyo psicológico para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en la infancia y la adolescencia: implicaciones de la ansiedad, la

depresión y la satisfacción con la imagen corporal

D. Fabián Villalba Gil

2015

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UNIVERSIDAD DE MURCIA

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Departamento de Personalidad,

Evaluación y Tratamiento Psicológicos

Estudio comparativo de la eficacia de dos programas

dietéticos con apoyo psicológico y un programa

dietético sin apoyo psicológico para el tratamiento

del sobrepeso y la obesidad en la infancia y la

adolescencia: implicaciones de la ansiedad, la

depresión y la satisfacción con la imagen corporal

Tesis doctoral de:

Fabián Villalba Gil

Directores:

Dr. D. Juan Manuel Ortigosa Quiles

Dr. D. Antonio Riquelme Marín

Murcia 2015

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Índice

PRIMERA PARTE: MARCO TEÓRICO

1. Obesidad infantil y juvenil: relevancia y contextualización 21

2. Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad 27

2.1. Definición 27

2.2. Diagnostico 27

2.3. Clasificación 31

3. Complicaciones en la infancia y en la adolescencia 33

3.1. Complicaciones físicas 33

3.2. Complicaciones psicológicas 33

4. Datos epidemiológicos de la obesidad infantil y juvenil en España 37

5. Etiología de la obesidad 41

5.1 Causas de la obesidad infantil y juvenil 41

5.1.1 Causas sociales 49

5.2 Factores que dificultan y agravan la pérdida de peso 50

6. Estilo y calidad de vida en niños y adolescentes con

obesidad o sobrepeso 53

7. Aspectos psicológicos 57

7.1 Variables psicológicas más implicadas 57

7.2 Satisfacción con la Imagen corporal 61

7.3 Autoestima 64

7.4 Estado motivacional 64

7.5 Rasgos de personalidad 65

7.6 Déficits sociales 66

7.7 Creencias y mitos 67

7.8 Sobrepeso, obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria 69

7.9 Aproximación socio-antropológica 70

8. Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes 73

8.1 Medios preventivos 73

8.2 Ámbitos para la prevención 75

8.3 Medidas institucionales para la prevención 77

8.3.1 Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y

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Prevención de la Obesidad (NAOS) 77

8.3.2 Actuaciones de prevención y control del sobrepeso y obesidad

en la infancia y adolescencia en la Comunidad Valenciana 79

8.3.3 Plan Integral de obesidad infantil de Andalucía 80

8.3.4 Plan Integral para la Actividad Física y el Deporte 81

8.3.5 Libro Blanco de la Nutrición en España 81

9. Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes 83

9.1 Consideraciones para las intervenciones de pérdida de peso 83

9.2 Estrategia terapéutica de los programas de tratamiento 87

9.2.1 Evaluación clínica 89

9.2.2 Evaluación psicológica y socioeconómica 92

9.2.3 Evaluación dietética y nutricional. 92

9.2.4 Establecimiento de objetivos. 92

9.2.5 Actividad física. 94

9.2.6 Prescripción terapéutica 96

9.2.6.1 Pautas alimentarias 96

9.2.6.2 Hábitos de alimentación 98

9.2.6.3 Estrategias psicoeducativas 100

9.2.6.4 Componentes de la terapia cognitivo-conductual 104

9.2.6.5 Tratamiento farmacológico 109

9.2.6.6 Tratamiento quirúrgico 110

9.2.6.7 Habilidades terapéuticas 110

9.2.7 Plan de seguimiento 111

9.3 Prevención e intervención de los problemas relacionados con la

alimentación y el peso (PRAP) 114

10. Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso

infantil y juvenil 117

10.1 La importancia del componente psicológico. 117

10.2 Programas de intervención estructurados 119

10.3 Apoyo empírico a los programas de intervención. 122

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SEGUNDA PARTE: ESTUDIO EMPÍRICO

11 Objetivo e hipótesis de estudio 135

11.1 Objetivos 135

11.2 Hipótesis 136

12 Método 139

12.1 Participantes 139

12.2 Instrumentos de evaluación 142

12.2.1 Medidas antropométricas: Impedanciometro 142

12.2.2 Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo para Niños (STAIC) 142

12.2.3 Cuestionario Depresión y Autoestima para Niños (CDI) 143

12.2.4 Escala de Evaluación de la Imagen Corporal (EEIC) 146

12.3 Diseño experimental 147

12.4 Procedimiento 147

12.4.1 Fase de incorporación al estudio 148

12.4.2 Fase de tratamiento 148

12.4.2.1 Descripción de las sesiones 151

12.4.3 Fase de seguimiento 158

12.5 Momentos de evaluación 159

12.6 Análisis estadísticos 159

13 Resultados 161

13.1 Análisis de la composición de la muestra 161

13.2 Análisis de los grupos del IMC en el momento en las pretest 162

13.3 Eficacia de los programas en relación al IMC 163

13.4 Análisis de la influencia de las variables psicológicas

en la eficacia del tratamiento 166

13.5 Efecto de los programas de tratamiento sobre variables

psicológicas 170

13.5.1 Ansiedad estado (STAI-C) 170

13.5.2 Depresión (CDI) 173

13.5.2.1 Autoestima 176

13.5.2.2 Disforia 179

13.5.3 Insatisfacción con la imagen corporal 182

14 Discusión 187

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13

15 Conclusiones 197

16 Referencias bibliográficas 201

17 Anexos 225

Anexo 1. Consentimiento informado para participación en

ensayo clínico 227

Anexo 2. Muestra pantalla principal software LookinBody Basic® 228

Anexo 3. Cuestionario de Ansiedad estado-rasgo para Niños

(State-Trait anxiety Inventory for Children, STAIC) 229

Anexo 4. Cuestionario Depresión y Autoestima para niños

(Children’s Depression Inventory, CDI) 232

Anexo 5. Escala de Evaluación de la Imagen Corporal (EEIC) 236

Anexo 6. Modelo de dieta baja en hidratos de carbono de

absorción rápida 237

Anexo 7. Pauta de alimentación para dieta baja en hidratos de

carbono de absorción rápida 238

Anexo 8. Modelo de dieta baja en calorías 239

Anexo 9. Tabla de alimentos clasificados por índice glucémico 241

Anexo 10. Pautas de alimentación para Navidad 246

Anexo 11. Pautas de alimentación para Semana Santa 247

Anexo 12. Pautas de alimentación para agosto 248

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Índice de tablas

Tabla1. Puntos de corte del IMC para obesidad y sobrepeso 30

Tabla 2. Tipos de obesidad según diferentes criterios de clasificación 32

Tabla 3. Patología relacionada con la obesidad 34

Tabla 4. Factores ambientales invocados en la patogenia

de la obesidad infantil 42

Tabla 5. Estilos de vida asociados con la prevalencia

de la obesidad infantil en España 46

Tabla 6. Grados de evidencia para factores asociados a la obesidad 48

Tabla 7. Círculos viciosos de la obesidad que favorecen la continua

ganancia de peso y dificultan su pérdida 51

Tabla 8. Relaciones entre los hábitos que conforman el estilo

de vida obesogénico infantil 55

Tabla 9. Intervenciones recomendadas según el modelo de

motivación al cambio 88

Tabla 10. Ejercicio físico y gasto calórico 95

Tabla 11. Resumen de la composición de la muestra en edad y sexo 141

Tabla 12. Escala autoestima del CDI 144

Tabla 13. Escala disforia del CDI 145

Tabla 14. ANOVA de la edad cronológica en años 161

Tabla 15. Pruebas de chi-cuadrado respecto a la homogeneidad de la

distribución de sexo 161

Tabla 16. Índice de masa corporal en el Pretest 162

Tabla 17. ANOVA IMC Pretest 163

Tabla 18 Análisis de medidas repetidas del IMC en pretest-postest 163

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Tabla 19. Análisis de medidas repetidas del IMC en el seguimiento 165

Tabla 20. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de ansiedad rasgo 166

Tabla 21. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de depresión 167

Tabla 22. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de autoestima 168

Tabla 23. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta

las variables de grupo y los valores previos de disforia 168

Tabla 24. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta

las variables grupo y los valores previos de insatisfacción de la

imagen corporal 169

Tabla 25. Análisis de varianza sobre diferencias en la ansiedad estado

antes y después del tratamiento 170

Tabla 26. Análisis de varianza sobre diferencias en ansiedad estado

en el seguimiento 171

Tabla 27. Análisis de varianza sobre diferencias en depresión antes y

después del tratamiento 173

Tabla 28. Análisis de varianza sobre diferencias en depresión en el

seguimiento 174

Tabla 29. Análisis de varianza sobre diferencias en autoestima antes y

después del tratamiento 176

Tabla 30. Análisis de varianza sobre diferencias en autoestima en el

seguimiento 177

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Tabla 31. Análisis de varianza sobre diferencias en disforia antes y

después del tratamiento 179

Tabla 32. Análisis de varianza sobre diferencias en disforia en el

seguimiento 180

Tabla 33. Análisis de varianza sobre diferencias en insatisfacción con

la imagen corporal antes y después del tratamiento 182

Tabla 34. Análisis de varianza sobre diferencias en insatisfacción con

la imagen corporal en el seguimiento 183

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Índice de figuras

Figura 1. Composición de los grupos por sexo 140

Figura 2. Composición de los grupos por edad 141

Figura 3. Puntuaciones del IMC Pretest-Postest 164

Figura 4. Puntuaciones en IMC en el seguimiento 165

Figura 5. Puntuaciones de ansiedad estado Pretest-Postest 171

Figura 6. Puntuaciones en ansiedad estado en el seguimiento 172

Figura 7. Puntuaciones en depresión Pretest-Postest 174

Figura 8. Puntuaciones en depresión en el seguimiento 175

Figura 9. Puntuaciones en autoestima Pretest-Postest 177

Figura 10. Puntuaciones en autoestima en el seguimiento 178

Figura 11. Puntuaciones en disforia Pretest-Postest 180

Figura 12. Puntuaciones en disforia en el seguimiento 181

Figura 13. Puntuaciones en insatisfacción por la imagen

corporal Pretest-Postest 183

Figura 14. Puntuaciones en insatisfacción por la imagen

corporal en el seguimiento 184

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Definición de abreviaturas

AESAN: Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.

ALADINO: Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad.

CDI: Cuestionario Depresión Infantil.

CIE-10: Clasificación Internacional de Enfermedades.

CVRS: Calidad de Vida Relacionada con la Salud.

DE: Desviaciones Estándar

DSM-5: Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

ECA: Ensayo Clínico Aleatorizado

EEIC: Escala de Evaluación de la Imagen Corporal.

IMC: Índice de Masa Corporal.

IOTF: Internacional Obesity Task Force.

NICE: National Institute for Clinical Excellence.

OMS: Organización Mundial de la Salud.

PRAP: Problemas Relacionados con la Alimentación y el Peso.

SEEDO: Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.

STAIC: Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo para Niños.

TA: Trastorno por atracón.

TCA: Trastornos de la conducta alimentaria.

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PRIMERA PARTE: MARCO TEÓRICO

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OBESIDAD INFANTIL Y JUVENIL: RELEVANCIA Y CONTEXTUALIZACIÓN

La salud no es solo la ausencia de enfermedad sino también es “el estado

de bienestar físico, psicológico y social, y no solamente la ausencia de

afecciones o enfermedades de la persona y de la colectividad”. Esta es la

actual posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1946) con

respecto a la salud, un concepto ligado a la calidad de vida relacionada con la

salud del que percibe la persona.

La infancia y la adolescencia son etapas fundamentales en la formación del

ser humano para su crecimiento y desarrollo, en las cuales debe recibir una

correcta alimentación en cantidad, calidad, adecuación y armonía, además del

necesario afecto, estímulo y cuidado. La buena nutrición contribuye a evitar o

disminuir la incidencia de patologías agudas y crónicas, alcanzar el desarrollo

del potencial físico y mental y aportar reservas para circunstancias de esfuerzo

(Pérez, Sandoval y Schneider, 2008). Sin embargo, el cambio en el estilo de

vida y en los patrones de alimentación ha generado un aumento de la

prevalencia de la obesidad infantil.

La obesidad se ha convertido en el trastorno nutricional más frecuente en

los niños y adolescentes de los países desarrollados que conlleva importantes

consecuencias sociales, económicas, sanitarias y psicológicas.

A lo largo de las tres últimas décadas la obesidad infantil ha pasado a ser

un problema de salud cada vez más frecuente en los países industrializados,

hasta el punto que los especialistas en esta materia no dudan en afirmar que la

obesidad es, y continuará siendo en el futuro, uno de los mayores problemas

de la salud pública de nuestra sociedad.

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22

En la infancia y la adolescencia la obesidad es el motivo de consulta

médica más frecuente, siendo el trastorno metabólico más prevalente, así

como la principal enfermedad no declarable o no comunicable, pues algunos

casos los padres no son conscientes del exceso de peso en sus hijos, así lo

demuestra el hecho de que el pediatra, en numerosas ocasiones, diagnostica a

un niño o adolescente de sobrepeso u obesidad sin ser éste el motivo de la

consulta (Dalmau y Vitoria, 2004; Tojo y Leis, 2002).

Paradójicamente, en países como el nuestro nunca se ha tenido tanta

información sobre nutrición ni unos hábitos alimenticios tan poco saludables.

Para luchar contra la obesidad no basta con saber qué costumbres de

alimentación deben practicar nuestros hijos, hace falta sobre todo saber cómo

inculcarles tales hábitos (Amigo y Errasti, 2006).

La obesidad constituye uno de los principales estigmas sociales de gran

repercusión a nivel psicológico. Se puede decir que es un síndrome con alta

prevalencia de morbilidad psicológica pero no por ello se debe considerar un

trastorno psiquiátrico.

Desde una perspectiva psicológica, el sobrepeso y la obesidad infantil se

asocia a conductas alimentarias de riesgo, alteraciones de la imagen corporal y

creencias erróneas sobre su posible control (Amigo, Fernández, Rodríguez y

Rodríguez, 2005; Ballester y Guirado, 2003).

Actualmente la obesidad está considerada como uno de los problemas más

difíciles de resolver en la práctica clínica, de ahí la importancia de la

prevención. Los pilares fundamentales del tratamiento para conseguir una

pérdida de peso efectiva en niños y adolescentes son: la modificación de

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hábitos alimentarios, el aumento de la actividad física y el soporte emocional

(Yeste et al., 2008).

En el ámbito mundial, diversos organismos han considerado y dado

relevancia a este trastorno nutricional. De esta forma, OMS desde 1998

considera la obesidad una “epidemia global”, con una elevada frecuencia en los

países desarrollados y con un incremento importante en los países en vías de

desarrollo.

En el Informe sobre la Salud en el Mundo señala que “la obesidad está

asociada al 60% de las muertes producidas por enfermedades no contagiosas,

trastornos cardiovasculares, diabetes y cáncer principalmente” (OMS, 2002; p.

64).

Por su parte, en 2004, la 57ª Asamblea Mundial de la Salud declara la

obesidad como la epidemia del siglo XXI.

En el ámbito europeo, en el 2005 apareció el “Libro Blanco: Estrategia

europea sobre problemas de salud relacionados con la alimentación, el

sobrepeso y la obesidad” que tiene por objeto establecer un planteamiento

integrado de la UE para contribuir a reducir los problemas de salud

relacionados con la mala alimentación, el sobrepeso y la obesidad. Las

acciones expuestas en el Libro Blanco se engloban en cuatro aspectos

fundamentales:

Dirigirse al origen de los riesgos para la salud.

Estar destinadas a aplicarse en todos los ámbitos y deben implicar tanto

al sector privado como a la sociedad civil.

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Con participación de una amplia serie de agentes privados, como la

industria alimentaria y la sociedad civil, agentes locales, escuelas y las

organizaciones de comunidades locales.

Establecer el seguimiento sistemático de las mismas y que será un

elemento clave en los próximos años ya que permitirá la evaluación de

su eficacia.

En la Conferencia Ministerial Europea de la OMS contra la obesidad,

celebrada en Estambul en el año 2006, se redacta la Carta Europea Contra la

Obesidad“ con el fin de afrontar el creciente desafío que la epidemia de la

obesidad plantea para la salud las economías y el desarrollo”.

La Declaración de Viena sobre Nutrición y Enfermedades no Transmisibles

en el contexto de Salud 2020, es el nuevo marco político con el que los

estados miembros de la Organización Mundial de la Salud en la zona de

Europa se comprometen a prevenir y combatir el sobrepeso, la obesidad y la

desnutrición. (OMS, 2013). Los Ministros de Sanidad y representantes de los

estados miembros, junto con el Director Regional de la OMS de Europa,

expertos de la salud y representantes de la sociedad civil y organizaciones

intergubernamentales, se reunieron en Viena en julio de 2013 para hacer

frente a los desafíos planteados por la carga y la amenaza de las

enfermedades no transmisibles y reafirmar el compromiso con los marcos

europeos y mundiales existentes para hacer frente a importantes factores de

riesgo de una dieta poco saludable y de la inactividad física.

Esta declaración incluye sistemas de apoyo que fomenten la alimentación

saludable, que sean sostenibles asegurando la equidad, invertir en la

prevención de enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta control

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y apoyar el capital humano de un país y su economía. Esto requiere la

participación activa de todos los sectores y actores. Ofrece por tanto, opciones

de política para que los gobiernos consideren introducir la producción, el

consumo, la comercialización, la disponibilidad, el acceso, las medidas

económicas y la educación basada en las intervenciones, teniendo en cuenta

las dimensiones culturales de la nutrición.

En nuestro país, con el fin de invertir la tendencia creciente de la obesidad

se ha creado la Estrategia para la Nutrición, Actividad física y Prevención de la

Obesidad (NAOS), a través del Ministerio de Sanidad y Consumo, con los

objetivos de promover y difundir un programa que favorezca la alimentación

saludable y la actividad física en el ámbito escolar que lleven a frenar la

progresión de esta epidemia.

En definitiva, estamos ante un problema importante y de actualidad.

Importante porque afecta a la salud pública a nivel mundial, sobre todo en

países desarrollados, que está considerado como una verdadera epidemia y

que está generando una preocupación creciente, tanto en el ámbito científico

como institucional, como lo demuestra el también creciente número de

investigaciones y artículos científicos que está originando la obesidad. Y de

actualidad por la cantidad de información que está apareciendo hoy en día

sobre la obesidad y el sobrepeso en todos los medios de comunicación, con el

fin de hacerse eco del problema y concienciar a la sociedad de las dimensiones

de tal epidemia.

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

27

2. DEFINICIÓN, DIAGNOSTICO Y CLASIFICACIÓN DE LA OBESIDAD

2.1 Definición

La obesidad consiste en la acumulación de tejido graso en el organismo en

relación con otros componentes corporales y suele ser el resultado de un

balance energético positivo, en que la entrada de energía excede al gasto, todo

ello sin patologías que conduzcan a ella (Flatt, 1991; Chueca, Azcona y

Oyarzabal, 2002).

La obesidad y el sobrepeso se definen como “un exceso de peso y

volumen corporal, debido a una excesiva acumulación de grasa corporal y

puede significar un exceso para la salud en el momento en que se produce o

bien, en edades posteriores” (Ballabrida y Carrascosa, 2001; p. 559).

2.2 Diagnóstico

En el DSM-5 la obesidad no está clasificada como un trastorno psíquico,

aunque algunos autores consideraron la posibilidad de incluirla como un

desorden mental, no encontraron evidencias consistentes para mantener esta

propuesta (Marcus y Wildes, 2009).

En la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización

Mundial de la Salud (CIE-10), en el apartado de Trastornos mentales y del

comportamiento, dentro de la categoría de “Trastornos de la Ingestión de

alimentos” figura la “Hiperfagia asociada con otras alteraciones psicológicas”

(F50.4). Aquí incluye la ingesta excesiva como reacción a acontecimientos

estresantes, que supuestamente puede dar lugar a la obesidad y a que la

persona esté muy sensibilizada acerca de su aspecto y, como consecuencia,

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

28

desencadenar una falta de confianza en las relaciones interpersonales y/o

exagerar la valoración subjetiva de las dimensiones corporales.

En la CIE-10dentro de la categoría “Obesidad” aparece en el apartado

E660 “Obesidad debida a exceso de calorías”, donde se la considera como un

problema de nivel de peso por encima del peso ideal o deseable, usualmente

debido a la acumulación de grasa en el cuerpo. Los estándares de peso varían

con la edad, el sexo, el contexto cultural o racial. Para evaluar y diagnosticarla

plantea el IMC y adicionalmente la circunferencia de la cintura, porque la grasa

alrededor de la cintura se encuentra asociada a un mayor riesgo

cardiovascular.

Aunque existen varios métodos para valorar la cantidad de grasa del

organismo, en la actualidad la forma más comúnmente aceptada por los

especialistas es el Índice de Masa Corporal (IMC) o Índice de Quetelec, ya que

permite hacer un mejor pronóstico de los riesgos que para la salud puede

suponer el sobrepeso y la obesidad y que relacionan el peso de la persona con

su altura, mediante la fórmula:

En la actualidad, este indicador de la adiposidad es en el que se

fundamenta la definición de obesidad en todas las edades.

A partir de esta fórmula se ha establecido un baremo que pone en relación

distintos niveles vinculados con el peso y su riesgo para la salud, teniendo en

𝐼𝑀𝐶 = 𝑃𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑛 𝐾𝑔.

𝑇𝑎𝑙𝑙𝑎2 𝑒𝑛 𝑐𝑚.

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

29

cuenta la edad de la persona. Los niveles establecidos son los que a

continuación se detallan:

Normopeso: peso dentro de valores medianos o normales.

Sobrepeso: exceso de peso de cierta consideración.

Obesidad: exceso considerable de peso asociado a trastornos físicos y

que repercuten en la calidad de vida del individuo.

A lo largo de la infancia y la adolescencia los valores del IMC son muy

variables, ya que reflejan las fases del desarrollo del tejido adiposo. Además, el

IMC varía en relación con el sexo y el estadio puberal, por lo que es necesario

disponer de valores de referencia adecuados.

Para resolver esta circunstancia, desde 1999 un comité de la Internacional

Obesity Task Force (IOTF) adoptó los puntos de corte de IMC establecidos por

Cole, Bellizi, Flegal y Dietz (2000), elaborados mediante una proyección

matemática de los valores correspondientes a la definición de obesidad (IMC

>30 kg/m2) y sobrepeso (IMC>25 Kg/m2) de los 2 a los 18.

Es por ello que, a diferencia de la edad adulta, durante la infancia y la

adolescencia no hay un punto fijo de IMC, ya que refleja las diferentes fases de

desarrollo del tejido adiposo, por lo que es necesario comparar el IMC del niño

con unas tablas de referencia para la edad y el sexo (véase Tabla 1).

Actualmente se está valorando el empleo de otras medidas

antropométricas, como el perímetro abdominal, como indicador de la

distribución abdominal de la grasa, por presentar mayor fiabilidad en la

atribución de riesgos para la salud, sobre todo de tipo cardiovascular. Este

aspecto permanece insuficientemente demostrado en la edad pediátrica

(McCarthy, Ellis, Cole, 2003).

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

30

Tabla 1. Puntos de corte del IMC para obesidad y sobrepeso

Edad (años) Chicos Chicas Chicos Chicas

2 18,41 18,02 20,09 19,81

2,5 18,13 17,76 19,80 19,55

3 17,89 17,56 19,57 19,36

3,5 17,69 17,40 19,39 19,23

4 17,55 17,28 19,29 19,15

4,5 17,47 17,19 19,26 19,12

5 17,42 17,15 19,39 19,17

5,5 17,45 17,20 19,47 19,34

6 17,55 17,34 19,78 19,65

6,5 17,71 17,53 20,23 20,08

7 17,92 17,75 20,63 20,51

7,5 18,16 18,03 21,09 21,01

8 18,44 18,35 21,60 21,57

8,5 18,76 18,69 22,17 22,18

9 19,10 19,07 22,77 22,81

9,5 19,46 19,45 23,39 23,46

10 19,84 19,86 24 24,11

10,5 20,20 20,29 24,57 24,77

11 20,55 20,74 25,10 25,42

11,5 20,89 21,20 25,58 26,05

12 21,22 21,68 26,02 26,67

12,5 21,56 22,14 26,43 27,24

13 21,91 22,58 26,84 27,76

13,5 22,27 22,98 27,25 28,20

14 22,62 23,34 27,63 28,57

14,5 22,96 23,66 27,98 28,87

15 23,29 23,94 28,30 29,11

15,5 23,60 24,17 28,60 29,29

16 23,90 24,37 28,88 29,43

16,5 24,19 24,54 29,14 29,56

17 24,46 24,70 29,41 29,69

17,5 24,73 24,85 29,70 29,84

18 25 25 30 30

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

31

2.3 Clasificación

La clasificación de la obesidad atendiendo a diferentes criterios de

clasificación, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad

(SEEDO, 2012), aparece en la tabla 2.

El Committee on Nutrition American Academy Paediatric (1998) clasifica a

la obesidad en:

1. Obesidad nutricional, simple o exógena, cuya causa es una ingesta

excesiva de calorías y/o un gasto calórico reducido. Se corresponde al

95% de los casos de obesidad en estas edades.

2. Obesidad orgánica, intrínseca o endógena, en este caso, el exceso de

tejido graso es secundario a determinadas condiciones patológicas:

enfermedades genéticas, endocrinometabólicas, consumo de fármacos

(glucocorticoides, antihistamínicos, valproato o antidepresivos), las

cuales se aborda de forma específica. Representa el 5% restante de los

casos de obesidad infantojuvenil y cursa con clínica grave y muy precoz

(Bueno, Bueno y Sarriá, 2003).

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Definición, diagnóstico y clasificación de la obesidad

32

Tabla 2. Tipos de obesidad según diferentes criterios de clasificación.

CRITERIO TIPO

Índice de Masa Corporal Tipo I

Tipo II

Tipo III - Mórbida

Tipo IV – Extrema

Distribución corporal de la grasa Superior o androide

Inferior o ginoide

Etiológico Primario o esencial

Secundaria a:

Alteraciones hormonales

Genopatías

Medicamentos

Cambio de hábitos

Morbilidad asociada Simple

Complicada

Etapa de la vida en la que aparece Infantil

Juvenil

Del adulto

De edad avanzada

Gestacional

Perimenopáusica

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Complicaciones en la infancia y en la adolescencia

33

3. COMPLICACIONES EN LA INFANCIA Y EN LA ADOLESCENCIA

3.1 Complicaciones físicas

Las principales patologías relacionadas con la obesidad están recogidas en la

tabla 3, siendo la persistencia de la propia obesidad en la edad adulta la

consecuencia más significativa (Raimannt, 2011). Conforme pasan los años va

aumentando el riesgo a la obesidad en la edad adulta. Una investigación

mostró que si un niño tiene sobrepeso en edad preescolar, el 25 % de estos

niños mantenía sobrepeso en la etapa adulta (Gran y La Velle, 1985). El 50%

de los niños obesos a los 6 años lo son en la adultez y si se es obeso en la

adolescencia la cifra se incrementa al 80% (Whitaker, Wright, Pepe, Seidel y

Dietz, 1997; Guo y Chumlea, 1999).

3.2 Complicaciones psicológicas

La obesidad y el sobrepeso suele constituir un importante problema

psicosocial para niños y adolescentes. Desde el punto de vista psicológico se

observa una estigmatización o rechazo social por sus iguales, baja autoestima,

depresión, ansiedad, lo que puede conducir en algunos casos a fracaso

escolar, a trastornos de la conducta alimentaria. (Martínez, 2005), y problemas

de sociabilidad (Gómez y Marcos, 2006; Chueca Azcona y Oyazrzábal, 2002).

También pueden desarrollar una imagen corporal distorsionada y en algunos

casos estos problemas pueden persistir en la madurez(Edmunds, Waters, y

Elliott, 2001).

En un estudio realizado con niños entre 5 y 16 años se observó ansiedad

en el 55% de los casos y, en la mayoría de éstos, estaba presente el mismo

trastorno en la madre (Lazarevich y Rodríguez, 2003).

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Complicaciones en la infancia y en la adolescencia

34

Tabla 3. Patología relacionada con la obesidad(Adaptado de Martínez, 2005)

GRUPO DE

PATOLOGÍA CUADRO CONCRETO

Endocrino-

metabólico

Resistencia a la insulina

Diabetes tipo II

Síndrome metabólico

Aumento de riesgo diabetes tipo I

Dislipidemia

Hiperandrogenia (chicas)

Irregularidades menstruales

Síndrome de ovario poliquístico (SOP)

Pubertad adelantada, edad ósea adelantada

Pseudohipogenitalismo

Ginecomastia

Cardiovascular Hipertensión arterial

Cambios en la masa ventricular izquierda

Cambios en la íntima arterial, rigidez y depósitos

grasos

Muerte súbita

Psicológicos Disminución autoestima

Ansiedad

Depresión

Estigmatización, rechazo social

Fracaso escolar

Evolución a TCA

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Complicaciones en la infancia y en la adolescencia

35

Viene de la página anterior

Ortopédico y

traumatológico

Torsión tibial, piernas torcidas

Deslizamiento epifisario del fémur

Osteoartritis, sobrecarga de las articulaciones

Dolores de pies, pies planos

Talón doloroso en niños (Enfermedad de Sever)

Enfermedad de Phertes

Coxa vara

Escoliosis

Espondilolistesis

Traumatismo más frecuentes y de evolución más

torpe

Digestivo Colelitiasis

Esteatosis hepática no alcohólica, hígado graso

Estreñimiento

Reflujo gastroesofágico

Dermatológico Acantosis nigricans

Estrías

Erupciones por calor

Mayor severidad del acné

Intertrigo

Queratosis pilaris

Respiratorio Aumento de incidencia de infecciones respiratorias

Menor resistencia al ejercicio

Apnea del sueño

Síndrome de Pickwick

Asma (agravamiento por evolución), apnea

obstructiva

Neurológicos Síndrome pseudomotorcerebri o hipertensión

intracraneal aguda benigna

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Complicaciones en la infancia y en la adolescencia

36

Por su parte, los resultados de otra investigación realizada con niños y

adolescentes entre 5 y 17 años, refleja una alta frecuencia de ciertos trastornos

mentales en niños obesos y la presencia de psicopatologías en los padres y la

importancia de incluir en el tratamiento el componente psicológico para los

niños y adolescentes obesos que involucre a toda la familia. Es crucial mejorar

la dinámica familiar para aumentar la calidad de vida de los pacientes, reforzar

la motivación, trabajar en la prevención de recaídas y aumentar la probabilidad

de éxito terapéutico (Vila et al., 2004).

En una muestra de jóvenes adolescentes entre 15 y 21 años con obesidad

extrema, presentaron más trastornos afectivos, trastornos somatomorfos y

trastornos de alimentación, comparado con el grupo control con normopeso

(Britz et al., 2000). Resultados similares obtuvieron otros autores concluyendo

que los adolescentes con obesidad presentan más problemas psicológicos y

psiquiátricos que los no obesos (Reilly et al., 2003; Doyle, Grange, Goldschmidt

y Wilfley, 2007), aunque otros autores no encontraron relación entre el peso y

los trastornos mentales (Lamertz, Jacobi, Yassouridis, Arnold, y Henkel, 2002).

Por último, un estudio realizado en nuestro país concluye que a medida

que se incrementa el IMC aumentan los síntomas de ansiedad y aquellos

asociados a los trastornos de alimentación (Calderón, Forns y Varea, 2009).

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Datos epidemiológicos de la obesidad infantil y juvenil en España

37

4. DATOS EPIDEMIOLÓGICOS DE LA OBESIDAD INFANTIL Y JUVENIL EN

ESPAÑA

La IOTF ha estimado que la prevalencia global de sobrepeso infantil en

Europa es 24% (Lobstein, 2004). Con respecto a otros países, España tiene

una prevalencia intermedia de obesidad los datos más significativos de nuestro

país los aportan los estudios detallados a continuación.

El estudio Paidos, realizado en 1984 en diferentes zonas geográficas de

España, reveló una prevalencia global de la obesidad de un 4.9% de los niños

y niñas entre 6 y 15 años eran obesos.

El estudio RICARDIN, sobre los factores de riesgo en la infancia y la

adolescencia, llevado a cabo en el área mediterránea, mostró una prevalencia

entre un 16% y un 18% en niños y niñas respectivamente (Nogueroles, Ruiz y

Martínez, 1992).

Un estudio realizado en una comarca del sur de la Comunidad Valenciana

se halló una la prevalencia de sobrenutrición fue de 29%, repartido entre un

12.5% de sobrepeso y un 16.5% de obesidad (Pastor et al., 1999).

El estudio enKid desarrollado durante los años1998-2000, se centró en una

población de 2 a 24 años, donde se detectó obesidad en el 13.9%, y sobrepeso

de 12.4%, lo que hace un total de 26.3%. La obesidad era mayor en varones

(15.6 %) que en mujeres (12 %) y también el sobrepeso. Por edades, los niños

entre 6 y 13 años eran los que presentan niveles más altos de obesidad. Por

comunidades autónomas, Canarias y Andalucía presentaban las cifras más

altas mientras que Cataluña obtuvo las más baja. La zona de Levante situó la

prevalencia de sobrepeso y obesidad en 25.2 % y la obesidad en un 15 %.

Este estudio confirmó también que la obesidad es mayor en niveles

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Datos epidemiológicos de la obesidad infantil y juvenil en España

38

socioeconómicos y de estudios más bajos y entre los jóvenes que desayunan

mal o no lo hacen (Serra et al., 2003)

Del estudio anterior se concluye que las tendencias indican un incremento

de la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil y juvenil en las últimas

décadas, más marcado en varones y en edades prepuberales.

El estudio AVENA (Alimentación y Valoración del Estado Nutricional en

Adolescentes) los resultados obtenidos entre los años 2003 y 2006, muestran

la existencia de hábitos alimentarios inadecuados en un porcentaje

considerable de la población estudiada y una tendencia hacia el sedentarismo

(Wärnberget al., 2006).

Los datos de la Encuesta Nacional de Salud (2007) son contundentes. De

los menores entre 2 y 17 años el 9.13% padecen obesidad y sobrepeso 18.5%,

lo que da un total del 27.63%.

En el Estudio ALADINO (2011) de la Agencia Española de Seguridad

Alimentaria y Nutrición (AESAN) la prevalencia del sobrepeso fue del 26.2% y

de la obesidad del 19.1%.

En el 2012 se realizó un estudio en niños y adolescentes con edades

comprendidas de 8-17 años de edad obteniendo una prevalencia de sobrepeso

del 26.0% y de obesidad del 12.6%, siendo ligeramente superior en niños que

en niñas y muy superior en el grupo de 8-13 años, también se asoció con las

clases sociales o niveles de estudios inferiores, con independencia de los

criterios utilizados para definir la obesidad (Sánchez-Cruz, Jiménez-Monleón,

Fernández-Quesada y Sánchez, 2013).

En un estudio con una muestra de niños entre 8 y 13 años, extraída de 10

centros escolares públicos de 5 capitales españolas, se obtuvo una prevalencia

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Datos epidemiológicos de la obesidad infantil y juvenil en España

39

de sobrepeso del 15.9 %, mayor en las niñas con un 21.9 %, que en los niños

que fue del 10.1 %. En cuanto a la obesidad la prevalencia fue del 17.3 %,

siendo en este caso mayor el porcentaje en niños, el 24.5 %, que en las niñas

con un 9.7 %. Concluyendo que a pesar de las campañas para disminuir los

porcentajes, las cifras siguen siendo elevadas (De Piero, Rodríguez-Rodríguez,

González-Rodríguez y López-Sobaler, 2014)

En el mes de diciembre de 2014, la Agencia Española de Consumo,

Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) dependiente del Ministerio de

Sanidad, Servicios Sociales e igualdad dio a conocer los últimos resultados

del Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación, Actividad Física,

Desarrollo Infantil y Obesidad en España a través del Estudio ALADINO 2013

Este estudio sitúa la prevalencia del sobrepeso de los niños españoles en

el 24.6% y de la obesidad en el 18.4%.En comparación con los resultados

obtenidos en estudios anteriores se evidencia una disminución ligera del

porcentaje. En conjunto, los problemas de exceso de peso afectan actualmente

al 43% de los niños entre 7 y 8 años, según la estimación del Estudio Aladino

2013, lo que supone un descenso de 2.3 puntos porcentuales en relación con

la cifra alcanzada en el año 2011 (45.3%), siendo esta la primera disminución

observada desde el estudio Paidos del 1984 (Ortega et al., 2014).

El principal objetivo del Estudio ALADINO, enmarcado dentro de la

Estrategia Nutrición, Actividad Física, y Prevención de la Obesidad (NAOS) y

de la iniciativa europea COSI (Childhood Obesity Surveillance Initiative), es

realizar un seguimiento de la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso en los

niños de educación primaria e identificar los factores de riesgo asociados,

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Datos epidemiológicos de la obesidad infantil y juvenil en España

40

mediante una metodología común a la Región Europea que permita la

comparación entre los países participantes.

Los datos de este estudio se han extraído de una muestra de 3.426

sujetos, 1.689 niños y 1.744 niñas, entre 7 y 8 años, procedentes de 71 centros

escolares, repartidos por todo el territorio español. En referencia a las

diferencias en función del sexo y de la edad, los resultados muestran que si

bien los niños y niñas presentan una prevalencia similar en sobrepeso, la

obesidad es superior en los niños frente a las niñas. También se concluye que

tanto niños como niñas de 8 años tienen más problemas de sobrepeso y

obesidad que los de 7 años.

La OMS, en la Conferencia Ministerial Europea contra la Obesidad,

celebrada en Estambul en noviembre del 2006, aprobó la Carta Europea contra

la Obesidad donde se fijó como objetivo revertir la tendencia de la obesidad

antes del año 2015. Los resultados de la población española están en línea con

esta propuesta, ya que muestran una ligera mejoría de la prevalencia de

obesidad y sobrepeso infantojuvenil, algo que debe de seguir motivando a

especialistas e instituciones a seguir con el esfuerzo de revertir la tendencia de

esta epidemia, sobre todo desde la base, es decir, en niños y adolescentes.

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Etiología de la obesidad

41

5. ETIOLOGÍA DE LA OBESIDAD

5.1 Causas de la obesidad infantil y juvenil

Según la OMS (2002), las causas fundamentales por las que los niños y

adolescentes se vuelven obesos es el desequilibrio entre la ingesta calórica

y el gasto calórico; es decir, los dos factores fundamentales serían:

1. El cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de

alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con

escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.

2. El bajo gasto calórico, esa tendencia constatada a la disminución de

la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de

muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte

y la creciente urbanización.

Son muchos los estudios que han relacionado estos dos factores, como

ejemplo citar un estudio reciente llevado a cabo en la provincia de Alicante que

además de encontrar una alta prevalencia de obesidad y sobrepeso en

preadolescentes, con respecto a los hábitos de alimentación y ejercicio físico

encontraron que los niños y niñas con normopeso realizaban un mayor número

de comidas al día; lo que lleva a concluir que la toma de pocas comidas al día

se considera un factor de riesgo. Además los varones con normopeso suelen

comer más en el comedor escolar, algo considerado un factor protector de la

obesidad y el sobrepeso (Procter, Clarke, Ransley y Cade, 2008).

También se ha encontrado que los niños con normopeso realizan más

frecuentemente alguna actividad física que los que presentan obesidad o

sobrepeso, los cuales muestran una mayor frecuencia de ocio sedentario, con

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Etiología de la obesidad

42

más horas de este tipo de ocio en el caso de las niñas (Orgilés, Sanz, Piqueras

y Espada, 2014).

Sin embargo, las causas explicativas de la obesidad son múltiples y

complejas, fruto de la interacción entre eventos genéticos predisponentes y

ambientales-culturales precipitadores, relacionados, por un lado, con la

alimentación y la libre disponibilidad de alimentos, los hábitos alimentarios y un

estilo de vida sedentario, y por otro con los factores psicológicos y sociales

(Véase tabla 4)

Tabla 4. Factores ambientales invocados en la patogenia de la obesidad infantil

1. Alimentación excesiva

a. Prenatal

b. Neonatal

c. Infancia

2. Malnutrición materna (6 primeros meses gestación)

3. Estructura familiar

a. Hijo único

b. Hijo adoptado

c. Ultimo hijo de la fratría

d. Padres separados

e. Familia monoparental

f. Madre añosa (>35 años) al nacer el niño

g. Familia numerosa

4. Situación económica y social

a. Clase social baja (países desarrollados)

b. Clase social alta (países subdesarrollados)

c. Medio rural

5. Inactividad física, sedentarismo

6. Fácil accesibilidad al alimento

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Etiología de la obesidad

43

La obesidad sólo excepcionalmente se debe a factores unicausales como

la genética, es decir, la obesidad en los progenitores es un factor de riesgo

para el desarrollo de obesidad. Sin embargo, la rapidez del cambio de

prevalencia de la obesidad ocurrido en aproximadamente 25 años excluye la

genética como única causa, ya que el pool de genes responsable de la

susceptibilidad a la obesidad no puede variar en periodos de tiempo tan corto

(Barsh, Faroqui y O’Rahilly, 2000).

Como señala Carrascosa (2006), nuestro genotipo está concebido para

que nos adaptemos a períodos de carencia de nutrientes, sin embargo, todavía

no ha habido el tiempo suficiente para desarrollar los mecanismos

compensadores ante la abundancia actual, consecuentemente, las tasas de

prevalencia de sobrepeso y obesidad aumentan de forma considerable. Sería

paradójico que cuando se ha conseguido un mayor grado de desarrollo

económico y social, uno de nuestros legados a los adultos del mañana

consistiese en una mayor tasa de sobrepeso y obesidad, con el

correspondiente grado de morbilidad, mortalidad, por lo que por primera vez, la

esperanza de vida de una generación podrían ser inferiores a la de sus padres.

Cabe destacar por tanto el importante papel de los factores ambientales y

conductuales en el incremento de la obesidad en los últimos 30 años.

Si bien en estas edades existen preferencias por el consumo de comidas y

refrescos hipercalóricos que, unidas al sedentarismo, constituyen dos

importantes hábitos que llevan al aumento de la prevalencia de la obesidad en

la infancia y adolescencia, es muy simplista pensar que la obesidad se debe

sólo y exclusivamente a una alta ingesta en calórica y a una actividad física

deficiente. Los cambios demográficos y culturales, con el incremento de

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Etiología de la obesidad

44

familias monoparentales o la reducción del número de hermanos, han afectado

el comportamiento de los niños en múltiples aspectos, incluidos el

comportamiento alimentario y la actividad física. El esclarecimiento del papel y

las influencias de los factores demográficos es fundamental para desarrollar

estrategias preventivas efectivas y sostenibles (Serra et al., 2003).

Por su parte, Amigo y Errasti (2006) han identificado las nueve causas de

la obesidad infantil en nueve hábitos nutritivos de conducta inadecuados:

1) Comer viendo la televisión. Por dos razones, es una actividad

sedentaria, las personas que pasan más horas antes el televisor en

general tienen un IMC más alto, y otra por la asociación entre televisión

y comida.

2) Ausencia de horarios y picoteos entre horas. En el típico picoteo se

busca una gratificación inmediata y suele consistir en comida de sabores

potenciados de forma artificial y bebida con mucho azúcar, ambos de

alto contenido calórico y que resultan agradables al paladar del niño o

adolescente.

3) Comer solo. Suele estar asociado a comer rápido y con alimentos

preparados, precocinados, algo que hace aumentar la probabilidad de

que aparezca la sensación de hambre poco después, con el

subsiguiente picoteo.

4) Saltarse sistemáticamente el desayuno. Esta circunstancia se suele

compensar de manera amplia comiendo a media mañana de forma

rápida y con alimentos con las características de los propios del picoteo.

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Etiología de la obesidad

45

5) Comer únicamente lo que gusta. Puede llevar a una alimentación

limitada, poco variada, en contra de los que es recomendable desde el

punto de vista nutricional.

6) Dormir poco. Suele favorecer comer más y que estos alimentos sean

hipercalóricos. Además, se ha comprobado el dormir poco produce

cambios de los cambios principalmente en dos hormonas, la leptina y la

grelina, que están implicadas en las sensación de saciedad y en la de

apetito respectivamente.

7) Superar el aburrimiento comiendo. En este caso la comida se convierte

en una forma de entretenimiento, que puede llevar a establecer una

asociación peligrosa, ya que la sensación de placer dura el poco tiempo,

el que la comida está en la boca.

8) Calmar la ansiedad y la depresión comiendo. Ciertos estados

emocionales intensos (positivos o negativos) elevan al apetito.

9) Practicar un estilo de vida sedentario. La poca actividad física conduce a

descompensar el balance energético, es decir, la diferencia entre las

calorías que ingerimos y las que gastamos.

Los hábitos alimentarios de consumir comida rápida y no desayunar

aumentan durante la transición de la adolescencia al adulto, y se asocian al

aumento de peso durante este periodo (González y De la Rosa, 2007).

El estudio enKid identifica los estilos de vida, que figuran en la tabla 5, que

pueden actuar como factores de riesgo y que pueden estar asociados con la

prevalencia de obesidad infantil en España, comparando con el normopeso

(Aranceta, Pérez, Ribas y Serra, 2005).

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Etiología de la obesidad

46

Tabla 5. Estilos de vida asociados con la prevalencia de la obesidad

infantil en España

VARIABLES NORMOPESO OBESIDAD

Peso al nacer < 3,500 gr. > 3,500 gr.

Lactancia materna Si Ausencia

Ingesta de grasa < 35 % > 35 %

Consumo de bollería,

refrescos, embutidos

Moderado Alto

Consumo de frutas y

verduras

Adecuado Bajo

Actividad Moderada

(< 2 horas TV/día)

Sedentaria

(< 3 horas TV/día)

Práctica deportiva Habitual

(> 2 días/semana)

No

(<2 días/semana)

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Etiología de la obesidad

47

En el estudio ALADINO 2013 de acuerdo con los resultados hallados,

también ha identificado algunos factores de riesgo asociados a los problemas

de obesidad y sobrepeso infantil, relacionados entre ellos de forma significativa

(Ortega et al., 2014).

Dentro de los hábitos infantiles están:

El saltarse el desayuno, es decir, no desayunar a diario.

Disponer de televisión, video-juegos y/o DVD en la propia habitación.

Ver la televisión más de dos horas diarias.

Dormir menos horas de las necesarias.

Y entre los factores sociodemográficos se sitúan:

El hecho de que los padres sean fumadores (especialmente si fuman

ambos).

El bajo nivel de ingresos económicos de la familia.

El bajo nivel educativo de padres y madres.

Un grupo internacional de expertos de la OMS/FAO analizó los grados de

evidencia paravarios factores asociados a la obesidad, que se resumen en la

tabla 6 (OMS, 2003).

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Etiología de la obesidad

48

Tabla 6. Grados de evidencia para factores asociados a la obesidad

GRADO DE

EVIDENCIA

DISMINUCIÓN DEL

RIESGO DE ANSIEDAD

AUMENTO DEL RIESGO DE

ANSIEDAD

Convincente Actividad física regular.

Alta ingestión de fibra

dietética.

Estilo de vida sedentario.

Alta ingestión dietética de

energía.

Probable Ambientes en casa y

escuela que conducen a

elecciones de alimentos

saludables para el niño.

Lactancia materna.

Comercialización intensiva de

alimentos con alta densidad

energética de puntos de

venta de comida rápida.

Elevado consumo de bebidas

y zumos de fruta azucarados.

Condiciones

socioeconómicas adversas

(especialmente para mujeres

de países desarrollados).

Posible Alimentos con un bajo

índice glucémico

Tamaño grande de las

raciones.

Elevada frecuencia de

consumo de comidas

preparadas fuera del hogar

(países desarrollados).

Patrones alimentarios (p. ej.

dietas estrictas /

comportamientos periódicos

de compulsión).

Insuficiente Incremento de la frecuencia

de comidas.

Consumo de alcohol.

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Etiología de la obesidad

49

5.1.1 Causas sociales

La OMS (2002) reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad

infantil se debe también a cambios sociales. Si bien la obesidad infantil se

asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa actividad física,

no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino

también, cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas

en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente,

educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.

El problema es social y, por consiguiente, requiere un enfoque

poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias

culturales. Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes

no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen.

Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender algunas de las

consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por tanto, precisan de

una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.

Dentro del entorno social del niño y del adolescente se encuentran los

amigos y su influencia en el desarrollo de hábitos obesogénicos, sobre todo

en cuanto a la cantidad y tipo de alimentos que ingieren y a la actividad

física desarrollada. Es decir, los jóvenes pueden cambiar y sustituir algunos

comportamientos saludables por otros no saludables, influenciados por sus

amigos. En este sentido una revisión bibliográfica centrada en la obesidad y

el análisis de las redes sociales de los jóvenes obtuvo los siguientes

resultados (Arias, Marqués, Calvo, Sánchez, Quiroga y García, 2015):

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Etiología de la obesidad

50

1. Las relaciones influyen en los hábitos de los adolescentes.

2. La calidad y la cantidad de comida puede depender del tipo de red

social que rodea al adolescente. La cantidad varía dependiendo de si

la compañía es familiar o no, ya que se come menos en compañía no

familiar que si se hace solo, viendo televisión, escuchando música o

cualquier otra actividad.

3. El nivel de ejercicio físico que tiene un individuo se puede ver

influenciado por sus mejores amigos, por el grupo en general que le

rodea e incluso por los amigos de sus amigos.

5.2 Factores que dificultan y agravan la pérdida de peso

El propio sobrepeso genera una serie de efectos que de forma indirecta

ayudan a perpetuar y agravar tal exceso de peso. Swinburn y Egger (2004)

recogen estos efectos que, a pesar de no referirse expresamente a la obesidad

infantil y juvenil, es fácil comprobar que también tienen relevancia en los casos

de aparición y mantenimiento de este problema durante estas etapas del

desarrollo. Estos efectos indirectos pueden llevar a los círculos viciosos

recogidos en la tabla 7 (Amigo y Errasti, 2006).

Por tanto, para tratar la obesidad se hace imprescindible un abordaje

multidisciplinar, integral y coordinado, con la participación de un equipo

formado básicamente por pediatras endocrinos, psicólogos y nutricionistas.

Este enfoque debe considerar tanto la etiología como el mantenimiento de la

obesidad, las variables cognitivas (creencias), afectivas (manejo de estados

emocionales displacenteros) y ambientales (costumbres y hábitos familiares

principalmente) (Seijas y Feuchmenn, 1997).

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Etiología de la obesidad

51

Tabla 7. Círculos viciosos de la obesidad que favorecen la continua

ganancia de peso y dificultan su pérdida

LA OBESIDAD

FAVORECE:

LO CUALPROVOCA: LO CUAL HACE

AUMENTAR EL PESO

DEBIDO A:

Reducción del

movimiento

La necesidad de mayor

esfuerzo para realizar

cualquier actividad física

Reducción de los niveles

de actividad laboral,

recreativa y de ocio y los

desplazamientos activos

Problemas físicos Artrosis en la columna y

rodilla, apnea del sueño y

dificultad respiratoria

Dolor que restringe los

movimientos, sueño

diurno, cansancio y estrés

Alteraciones

emocionales

Baja autoestima, culpa,

ansiedad y depresión

Atracones, alivio al comer,

consumo excesivo de

alcohol, letargo,

medicaciones que

favorecen la ganancia de

peso

Dieta Prohibir alimentos y una

restricción permanente

insostenible

Respuesta metabólica del

organismo para frenar la

pérdida de peso violación

de dietas

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Estilo y calidad de vida en niños y adolescentes con obesidad o sobrepeso

53

6. ESTILO Y CALIDAD DE VIDA EN NIÑOS O ADOLESCENTES CON

OBESIDAD O SOBREPESO

La calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) se refiere a la forma en

que una persona percibe su actual estado de salud física y mental. Bajo este

concepto se recoge la dimensión física y la dimensión psicosocial. Este

parámetro se ha utilizado para medir los efectos de enfermedades crónicas y la

forma en que interfieren en la vida de la persona.

Para constatar la posible relación entre la obesidad y la CVRS, Hurtado-

Valenzuela y Álvarez- Hernández (2014) realizaron una investigación con niños

y adolescentes entre 8 y 15 años de edad, encontrando que la CVRS se halla

más deteriorada en los niños y adolescentes con obesidad, concretamente el

37.5 % de los obesos percibe su CVRS como “muy mala”, siendo la cifra más

alta de la muestra en comparación con los grupos controles, siendo estos

resultados consistentes con estudios anteriores (Tsiros et al., 2009; Pinhas-

Hamiel et al., 2005). La esfera psicosocial fue la más afectada, lo que influye de

modo particular la autoestima del menor y su relación con sus iguales.

En un estudio llevado a cabo en la provincia de Alicante con niños entre 8 y

12 años con obesidad o sobrepeso, a fin de analizar las diferencias en CVRS

en función de la categoría ponderal, los resultados hallados no indican

diferencias significativas entre las categorías ponderales en las dimensiones

física, psicológica y social de CVRS, por lo que se detecta una falta de

conciencia en los niños sobre el impacto de la obesidad en la calidad de vida,

lo que plantea la necesidad de intervenciones centradas en dicha salud

percibida desajustada (Piqueras, Orgilés, Espada y Carballo, 2012).

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Estilo y calidad de vida en niños y adolescentes con obesidad o sobrepeso

54

Los resultados de un reciente estudio llevado a cabo en una muestra de

escolares del sureste español indican que el estado nutricional se muestra

como un elemento diferenciador en el nivel de calidad de vida, y que este nivel

es superior en aquellos escolares con un estado nutricional de normopeso con

respecto a escolares con sobrepeso. Las conductas relacionadas con un estilo

de vida activo y saludable como el deporte, la alimentación equilibrada o

respetar las horas de sueño, tendrán beneficios sobre otros parámetros

biológicos de salud y favorecerán otros indicadores de calidad de vida y salud

mental (Gálvez et al., 2015).

Busto, Amigo, Herrero y Fernández (2006) proponen un modelo de

obesidad que relaciona la falta de sueño y el IMC, mediada esta relación por el

ocio sedentario. Poco después estos mismos autores sugieren un estilo de vida

obesogénico, que incluye aquellos hábitos de conducta que facilitan la

obesidad y el sobrepeso en la infancia. De esta forma, los hábitos que

conforman este estilo de vida y las relaciones que se establecen entre ellos,

facilitarían cada uno de ellos la emergencia del otro (Amigo, Busto y

Fernández, 2007) (Véase tabla 8).

Investigaciones posteriores ponen de manifiesto que la actividad física, el

ocio sedentario y la falta de sueño se relacionan significativamente con el

sobrepeso infantil de un modo complejo, estableciéndose entre ellas una red de

relaciones directas e indirectas que confluyen en el incremento del IMC.

Concretamente se encontró que la falta de sueño se relaciona de un modo

significativo e inversamente con el número total de horas de ocio sedentario

(TV, la consola y el ordenador).

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Estilo y calidad de vida en niños y adolescentes con obesidad o sobrepeso

55

Esto significa que los niños que duermen menos invierten esetiempo de

sueño en alguna de las formas de ocio sedentario, que es la variable que

predice de forma directa el IMC, por su bajo consumo energético del

organismo. De esta forma el control de peso en la infancia pasaría por

establecer una vida ordenada en el niño que controlara las horas de sueño

(Amigo, Busto, Herrero y Fernández, 2008; Busto, Amigo, Fernández y Herrero,

2009).

Tabla 8. Relaciones entre los hábitos que conforman el estilo de vida

obesogénico infantil

OCIO SEDENTARIO: ver la televisión, ordenador o consola

(Gasto calórico mínimo = incremento de peso)

FALTA DE HORAS DE SUEÑO

(Incremento del apetito y dificultad para sentirse saciado= incremento de peso)

EVITACIÓN DEL DESAYUNO

(Falta de energía y pequeño atracón a media mañana. Aprendizaje del gusto

por los alimentos más calóricos, ricos en grasas y azucares y a comer entre

horas = incremento de peso)

REDUCCIÓN DE LA ACTIVIDAD FÍSICA

Reducción del gasto calórico = incremento de peso)

ESTADOS EMOCIONALES NEGATIVOS: aburrimiento, o ansiedad

(Incremento del consumo de alimentos calóricos para calmar esos estados =

incremento de peso)

OCIO SEDENTARIO: ver la televisión, ordenador o consola

(Gasto calórico mínimo = incremento de peso)

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Estilo y calidad de vida en niños y adolescentes con obesidad o sobrepeso

56

Además, como mencionan estos mismos autores, la relación entre la falta

del sueño y el incremento también podría ser explicada por los desajustes

hormonales, a través de la leptina como responsable de avisar al cerebro del

estado de saciedad, y la grelina que estimula la sensación de apetito. Los

resultados de algunos estudios indican que la falta de sueño provoca en los

jóvenes un cambio en estas hormonas, lo que les produciría más apetito y más

dificultades para sentirse saciados, incrementándose el deseo de alimentos,

como dulces, galletas, patata sfritas o comidas saladas (Spiegel, et al., 2004;

Spiegel, Tasali, Penev y Van Cauter, 2004).

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Aspectos psicológicos

57

7. ASPECTOS PSICOLÓGICOS

7.1 Variables psicológicas más implicadas

Existen determinados aspectos psicológicos que parecen tener una

importante relevancia en la etiología y mantenimiento de la obesidad, si bien es

cierto que algunos autores consideran los factores psicológicos como

causantes de la obesidad, otros creen que es una consecuencia de la

discriminación social hacia el obeso, siendo difícil establecer esta diferencia

(Jiménez y Barjau, 1997; Chueca et al., 2002; Zametkin, Zoon, Klein Munson,

2004).

El aspecto psicológico es conveniente que sea considerado y tratado ya

que un trastorno psicológico puede condicionar muchas de las conductas que

tiene el niño o adolescente con respecto a la ingesta y la actividad física. La

baja autoestima, el mal rendimiento escolar, la baja sociabilidad, son factores

que se pueden asociar al aislamiento y a la ansiedad, determinando una menor

actividad física y una mayor ingesta (Burrows, 2000). Es decir, un IMC óptimo,

dentro de los parámetros saludable, junto a un estilo de vida activo, se asocia a

un bienestar psicológico (Rodríguez-Hernández, De la Cruz-Sánchez y

Martínez-Santos, 2011).

La familia y los aspectos psicológicos son importantes en la producción y

mantenimiento de la obesidad y pueden precipitar el consumo exagerado de

alimentos .En los niños, la ansiedad se presenta por diversos factores y puede

que encuentre en el comer la manera de reducirla, la cual para ellos es una

forma rápida y placentera de disminuir los síntomas de la ansiedad. Por tanto,

cabe la posibilidad de que si persiste la ansiedad el niño aumente de peso y

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Aspectos psicológicos

58

presente un ciclo en el cual la ansiedad lleva a la obesidad y ésta a la ansiedad

(Días-Encinas y Enriquez-Sandoval, 2007).

Aproximadamente a los seis años los niños con obesidad y sobrepeso ya

han captado el mensaje social de que “ser gordo es malo” y a partir de aquí son

más susceptibles a desarrollar algún tipo de problema psicosocial y que éste se

mantenga cuando sean adultos, donde el ajuste social, el compromiso con

alguna actividad, la dirección a tomar y la presencia de ansiedad son factores

que pueden verse afectados, debido principalmente a la baja autoestima

asociada a la depresión e ideas suicidas (Edmunds et al., 2001; Paxton, 2005).

Por otro lado, se observa que a medida que aumenta el IMC en niños y

adolescentes se agravan los problemas psicológicos y se incrementa la

inseguridad en sus relaciones sociales y la tendencia al autoaislamiento. En un

estudio encontraron que los adolescentes con obesidad grave muestran más

preocupación por su aspecto físico, por su entorno social, una mayor

sensibilidad corporal y más tensión subjetiva que los adolescentes con

sobrepeso u obesidad, además de diferenciarse significativamente del grupo

normopeso en un incremento en la inseguridad social y en las puntuaciones de

ansiedad-rasgo. (Calderón et al., 2009).

Tradicionalmente se ha relacionado la obesidad y el sobrepeso con la

depresión, la ansiedad, la baja autoestima y la insatisfacción corporal, aunque

no todos las investigaciones han encontrado esta relación en niños y

adolescentes, pero si una relación con factores biológicos como que los

padres, principalmente la madre, tenga exceso de peso, así como los factores

del tipo de dieta y la actividad física (Aguilar, Pérez, Díaz de León y Cobos-

Aguilar, 2011).

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Aspectos psicológicos

59

En el primer estudio de una muestra de niños con obesidad y sobrepeso en

nuestro país que aporta datos sobre el perfil psicopatológico, se encontraron

datos similares a los de otros países (Cebolla, Baños, Botella, Lurbe y Torró,

2011).

En esta investigación con respecto a la ansiedad, medida mediante el

STAI-C, el grupo de niños con obesidad y sobrepeso mostró niveles más altos

que el grupo de normopeso, que además apareció asociada positivamente con

la insatisfacción corporal y los síntomas depresivos, y asociada negativamente

con la autoestima global y la académica. El grupo de obesidad presentó

puntuaciones más bajas en autoestima global y académica. Esta última

contempla el nivel de aceptación y valor que el niño siente en su colegio, en

cuyo caso este bajo resultado se debe a la posible estigmatización o

discriminación que puede sufrir a través de burlas y otro tipo de bromas en este

entorno.

También hallaron que el grupo de obesidad también se mostró más

insatisfecho con su cuerpo en comparación con el grupo normopeso, siendo la

variable que mejor discrimina entre ambos grupos. Este dato está en línea con

investigaciones previas (Younf-Hyman et al.,2006), pero en el caso de esta

investigación, además indican que hay diferencia en cuanto a las partes del

cuerpo que fueron evaluadas, en concreto la parte baja del cuerpo (nalgas,

caderas, muslos y piernas) y la parte media (cintura y estómago) es decir,

aquellas más susceptibles de ganar volumen por acumulación de grasa.

En cuanto a la depresión, evaluada a través del CDI, los resultados no

indican diferencias significativas entre los dos grupos, aunque si se encontró

una relación significativa entre los síntomas depresivos e insatisfacción

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Aspectos psicológicos

60

corporal en el grupo normopeso, que no apareció en el grupo de obesidad y

sobrepeso. Los investigadores de este estudio explican este dato porque, una

vez que el niño esta obeso o con sobrepeso, la relación entre insatisfacción

corporal y depresión cambia, con lo que ésta no tendría una estructura lineal.

Otra explicación puede ser debida a los instrumentos utilizados en la

evaluación de la depresión no sean suficientemente sensible para captar la

estructura diferente que puede tener la insatisfacción corporal de los niños

obesos y no obesos.

En cualquier caso, si nos basamos en investigaciones previas en la

relación entre obesidad y depresión, los resultados son contradictorios.

Además, parece que esta relación puede ir en dos direcciones ya que algunos

estudios han encontrado que los niños diagnosticados de depresión tienen más

probabilidades de ser obesos cuando sean adultos (Goodman y Whitaker,

2002; Pine, Goldstein, Wolk y Weissman, 2001) y los resultados de otros

estudios señalan que la obesidad aumenta el riesgo de presentar depresión y a

su vez la depresión incrementa el riesgo para desarrollar obesidad (Lupino et

al., 2010).

En cuanto a las diferencias de género, tanto la depresión y la ansiedad

afectan más a las mujeres, algo que está relacionado con una mayor

preocupación por el peso que en los chicos, debido sobre todo a repercusiones

de tipo social, por alejarse de los valores estéticos establecidos en la sociedad

actual. De todos es conocida la imagen ideal, en cuanto al aspecto corporal,

que suelen aparecen en la publicidad, en series televisivas, películas y medios

de comunicación en general (Lobstein et al., 2004).

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Aspectos psicológicos

61

También se ha estudiado la posible relación entre ansiedad fisiológica y la

obesidad y el sobrepeso infantojuvenil, tal y como se halló en un estudio en el

que los niños obesos fueron más susceptibles a experimentar ansiedad que

aquellos con un IMC normal. Esta asociación se comprende cuando está

originada por la ansiedad fisiológica ya que puede ser confundida con el

hambre y el niño o el adolescente tratará de reducir tal ansiedad con comida,

tal y como señala Bruch (1973). Si bien es cierto que la ansiedad fisiológica no

es sinónima de hambre, la dificultad por parte del niño de reconocer este tipo

de ansiedad puede causar el comportamiento de comer en exceso. Por ello, es

importante enseñar a estos niños a expresar sus sentimientos y a distinguir

entre ansiedad, hambre y saciedad (Pompa y Meza, 2014).

7.2 Satisfacción con la Imagen corporal

La imagen corporal es un constructo psicológico que se refiere a cómo la

autopercepción de cuerpo/apariencia genera una representación mental,

compuesta por un esquema corporal perceptivo y las emociones, pensamientos

y conductas asociadas. Es útil para explicar aspectos de la personalidad, como

la autoestima o el autoconcepto, o para comprender ciertas patologías, cómo

los trastornos dismórficos y los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y

también para explicar la integración social de los adolescentes (Baile, 2003).

El concepto de “imagen” que una persona tiene sobre sí misma incluye:

El autoconcepto sobre la forma y el tamaño del propio cuerpo o imagen

perceptual.

Lo pensamientos o creencias sobre el propio cuerpo o imagen cognitiva.

Los sentimientos que genera la propia imagen o imagen emocional.

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Aspectos psicológicos

62

Las tres están relacionadas entre sí, de forma que si la percepción del

propio cuerpo es errónea o distorsionada, lo más probable es que lo sean

también los pensamientos y sentimientos sobre el cuerpo. Si bien es cierto que

la concepción de la imagen propia está muy influenciada por el contexto.

Con el objetivo de analizar si el sobrepeso y la obesidad afectan a la

percepción de la imagen corporal en la infancia se llevó a cabo un estudio

transversal, y a la vista de los resultados obtenidos los investigadores

concluyeron (Pallares y Baile, 2012):

El sobrepeso o la obesidad afecta a la percepción que tienen los niños

sobre su propio cuerpo y sobre el ideal de belleza actual: a mayor peso

mayor insatisfacción con respecto a los sentimientos que le genera su

cuerpo, mayor discrepancia con el tamaño y forma de su cuerpo y mayor

distancia con el modelo de delgadez asociado al de belleza.

Los niños presentan una mayor insatisfacción con su cuerpo, actitudinal,

perceptual y social que las niñas.

Parece claro que entre los 11 y 12 años van formando su imagen

corporal bajo la influencia del contexto social, dato muy a tener en

cuenta en la prevención de la obesidad infantil.

Para evaluar la relación entre el estatus de peso corporal y el

autoconcepto, en una investigación realizada en el sureste español con una

muestra compuesta de escolares entre 8 y 11 años, que se clasificaron según

su IMC en normopeso, sobrepeso y obesidad, y según su autoconcepto,

medido éste en seis dimensiones (intelectual, conductual, física, falta de

ansiedad, social y satisfacción vital). Los resultados sugieren que el estatus de

peso corporal es un factor diferenciador en el autoconcepto general. Se

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Aspectos psicológicos

63

encontraron asociaciones significativas entre el IMC y el intelectual, la

satisfacción vital, el autoconcepto (global, intelectual y físico), con puntuaciones

más elevadas para el grupo de normopeso en la escala de autoconcepto

general, Estos resultados están línea con la mayoría de investigaciones

anteriores (Galvéz et al., 2015).

Del mismo modo, en un estudio piloto con dos objetivos: por un lado,

determinar la relación entre la cantidad de grasa corporal y los principales

componentes de la condición física con el autoconcepto en los adolescentes; y

por otro lado, comprobar si personas obesas pero con buena forma física

(fenómeno conocido como fatbutfit) se asocian a un mejor autoconcepto.

(García-Sánchez, Burgueño-Menjibar, López-Blanco y Ortega, 2013).

Los principales resultados encontrados en esta investigación indican que la

grasa total y central se correlacionó negativamente con el autoconcepto físico,

mientras que la condición física (fuerza, velocidad-agilidad y capacidad

aeróbica) lo hizo positivamente. Una elevada masa grasa y poca velocidad-

agilidad se correlacionó con un peor autoconcepto social.

Los adolescentes con sobrepeso-obesidad pero en buena forma física

(fatbutfit) mostraron un mejor autoconcepto físico que aquellos con obesidad o

sobrepeso y no en buena forma física, y similares valores que adolescentes

normopeso en forma o no en forma. Los resultados confirman la paradoja

fatbutfit, el sobrepeso se asocia a un peor autoconcepto físico, pero si se tiene

una buena forma física los valores de autoconcepto se igualan a los de los

adolescentes con peso normal.

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Aspectos psicológicos

64

7.3 Autoestima

La autoestima parece ser un importante predictor de síntomas depresivos

entre los jóvenes, y sobre todo en el género femenino. Algunos autores

sugieren que la existencia de sobrepeso u obesidad se relaciona con una

menor autoestima, y en el caso de preadolescentes y adolescentes está más

acentuada, incluso a los 5 años ya empiezan a tener una preocupación por su

gordura que repercute de forma negativa en la percepción de su imagen,

habilidades atléticas y sociales y autoestima (Raimant, 2011).

Para analizar las relaciones existentes entre el índice de masa corporal,

sexo, aceptación a las clases de educación física y autoestima en una muestra

representativa adolescentes entre 14 y 16 años de Alicante, se diseñó un

estudio transversal. Sus principales hallazgos apuntan a que tanto el sexo

como el IMC y la aceptación a las clases de educación física tienen influencia

sobre la autoestima. El hecho de ser mujer, la poca aceptación a las clases de

esta asignatura y tener un IMC por encima del considerado como saludable,

está relacionado con unos valores significativamente inferiores de autoestima.

(Estévez et al., 2015).

7.4 Estado motivacional

Un aspecto psicológico menos estudiado que los anteriores es la influencia

de la obesidad y el sobrepeso en el estado motivacional de la persona. En este

sentido un estudió concluyó que la obesidad constituye un factor pronóstico

para la desmotivación en el adolescente. Es decir, los jóvenes obesos tienen

estados motivacionales más bajos que sus pares con IMC normal. En concreto

los datos reflejan que los adolescentes con sobrepeso y obesidad tienen

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Aspectos psicológicos

65

menos intereses personales, un nivel mayor de frustración, y cierta falta de

disciplina para el logro de metas. El grupo normopeso tuvo mejor puntuación en

cuanto conocimientos incidentales, aquellos que van más allá de lo académico,

y mostraron mayor inclinación a interpretar la realidad en su favor, es decir para

la consecución de sus propios intereses. (Aguilar, González, Padilla, Guisado y

Sánchez, 2012).

7.5 Rasgos de personalidad

Si bien se han hallado que ciertos aspectos psicológicos tienen relevancia

en la etiología y mantenimiento de la obesidad, existe cierta controversia con

respecto a un perfil de personalidad que caracterice a las personas con

obesidad. Hasta ahora la investigación en este aspecto se han centrada más

en la población adulta obesa.

Con el objetivo de identificar los rasgos distintivos de personalidad en

adolescentes con sobrepeso y obesidad una investigación reciente no asocio

un perfil de personalidad distintivo de los adolescentes obesos (Lancunza et al.,

2015). Sin embargo, el análisis descriptivo pone de manifiesto la tendencia a

percibirse con mayor extraversión, posiblemente con la finalidad de compensar

la estigmatización, y la presión social con comportamientos más sociales, para

así agradar a los demás y obtener la aprobación.

Sí que se encontraron diferencias significativas en Psicoticismo a favor de

los adolescentes del grupo con normopeso, lo que indica mayor agresividad,

hostilidad e insensibilidad en sus emociones y, por tanto, poca capacidad de

empatía, de ponerse en el lugar de sus iguales con obesidad o sobrepeso y así

comprender la vivencia discriminante que sienten por su aspecto.

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Aspectos psicológicos

66

7.6 Déficits sociales

En el área social se observa cierta discriminación y rechazo hacia los niños

y sobre todo los adolescentes obesos por parte de su entorno, producto de los

estereotipos negativos que actualmente existen hacia la obesidad y que le

puede producir ciertos déficits sociales que le llevan a tener mayores

dificultades para establecer relaciones con otras personas, especialmente con

las de su edad. La repercusión en el adolescente obeso de estas

circunstancias puede conducirle al desarrollo de problemas psicológicos como

los ya comentados.

Se ha constatado la dificultad en el proceso de maduración psicológica y en

la adaptación social, significativamente más elevada en los niños obesos y más

aún en niñas, debido a esa discriminación y rechazo que suelen sufrir por parte

de sus iguales, familiares y sociedad en general. Aunque no siempre el rechazo

social afecta al niño en su autoestima, se observa que la depresión, la

ansiedad y la preocupación de los padres por el peso e imagen de su hijo y la

propia cultura o etnia a la que pertenece, aumenta la vulnerabilidad del niño

obeso para desarrollar un trastorno psicológico (Duelo, Escribano y Muñoz,

2009).

Hay una serie de implicaciones sociales, para los niños y adolescentes con

sobrepeso y obesidad (Edmunds, 2008):

1. Tienen que aprender a sobrellevar su talla, es decir, aprender a vivir en

un cuerpo grande.

2. También tienen dificultades para comprar ropa apropiada a su edad y

que se les vea bien.

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Aspectos psicológicos

67

3. El bullying y la forma en que son puestos a prueba por sus compañeros

para resistir las burlas, en cuanto al grado de afectación, esta es la

implicación social más importante.

En coincidencia con otros estudios anteriores, en una investigación reciente

con el fin de identificar las habilidades sociales de adolescentes con obesidad y

sobrepeso, el análisis de los resultados mostró una tendencia a mostrar

habilidades sociales del estilo inhibido, con un mayor retraimiento y ansiedad

social en el momento de iniciar relaciones sociales con respecto al sus iguales

con normopeso. Sus comportamientos tienden a evitar el contacto social en

diversas situaciones (Lancuza et al., 2013).

También encontraron una influencia del contexto, según sea urbano o rural.

Los adolescentes pertenecientes a un ámbito rural mostraron un estilo inhibido

con puntuaciones altas en la escala Retraimiento Social. Sin embargo los

pertenecientes al medio urbano referían menor autocontrol, lo que les lleva a

un pobre control de sus impulsos y tendencias autoagresivas.

7.7 Creencias y mitos

Hay determinadas creencias, mitos o tópico sobre la obesidad infantil que

están extendidas en nuestra sociedad, que por ser erróneas pueden dificultar

una óptima intervención sobre el problema al predisponer a los padres a la

inacción o a una acción inadecuada. Entre estas creencias o mitos hay cinco

considerados muy comunes; conocerlos ayuda a su reformulación en aquellas

familias y/o pacientes con obesidad en que se detecten (Baile, 2002).

I. La obesidad es un problema de la falta de control. Esta creencia

culpabiliza al niño y su falta de control sobre lo que comen y sobre la

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Aspectos psicológicos

68

realización de una actividad física como los causantes. La obesidad es

multifactorial, con un amplio conjunto de factores, genéticos y

ambientales, que pueden llevan a su desarrollo.

II. El peso es el mejor indicador de la obesidad. Hay métodos más eficaces

que el simple peso del niño, el IMC es uno de los más utilizados en la

actualidad que tiene en cuenta el peso, la talla y la edad de la persona.

III. Los niños obesos “se estiran” en la adolescencia. Esta creencia puede

resultar especialmente limitante, ya que lleva a los padres a utilizarla

como excusa y no enfrentar el problema al pensar que se solucionará

sola, por el simple hecho de crecimiento de su hijo. Como ya se ha visto,

el riesgo a padecer obesidad en la edad adulta va aumentando conforme

pasan los años, debido a que es en la infancia el momento del desarrollo

cuando se crean los adipocitos y se instauran los hábitos de

alimentación y actividad física.

IV. Los niños que duermen poco y mal suelen ser delgados. Ya se ha

tratado anteriormente la relación entre dormir menos horas de las

recomendadas para cada edad y el sobrepeso u obesidad.

V. Los niños obesos son más felices. Los problemas psicológicos y

sociales que suelen acompañar a los niños que padecen este problema

no son precisamente aspectos caracterizados por proporcionar felicidad.

En algunos niños o adolescentes, esta creencia es un mecanismo de

defensa para tratar de compensar el rechazo social que suelen recibir

sobre todo de sus iguales, que conlleva un esfuerzo en aparentar

felicidad y simpatía.

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Aspectos psicológicos

69

7.8 Sobrepeso, obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria

La obesidad o el sobrepeso pueden ser condiciones preexistentes en

algunos casos de jóvenes que desarrollan trastornos de la conducta alimentaria

(TCA),tales como comer compulsivamente, tener episodios bulímicos, o hacer

dieta de forma crónica. A pesar de la preocupación al respecto, se han

encontrado escasas evidencias que apoyen una relación estrecha entre bulimia

o anorexia y obesidad. Sin embargo, existe el riesgo de que una insistencia

exclusiva en utilizar la dieta como forma de mantener el peso y la imagen

corporal, pueda contribuir al desarrollo de anorexia sobre todo en adolescentes

(Martínez et al., 2006).

En esta línea el principal hallazgo de un estudio encontró que a medida que

aumenta el IMC lo hace también los síntomas asociados a los TCA y los

síntomas de ansiedad (Calderón et al., 2009), o bien, como señala otra

investigación, un IMC alto representa un factor de riesgo para desarrollar TCA

junto a una baja autoestima y desear un cuerpo más delgado (Trujano, et al.,

2010).

En todo caso, se puede afirmar que los programas de adelgazamiento

cuando están controlados por profesionales de la salud, no aumentan el riesgo

a que aparezcan síntomas relacionados con los TCA (Butryn y Wadden, 2005).

La alteración de la conducta alimentaria más frecuente es el Trastorno por

Atracón (TA), con el objetivo de determinar la prevalencia de este trastorno, los

factores de riesgo y su asociación con la obesidad en adolescentes, se realizó

una investigación donde el TA resultó ser un factor de riesgo para la obesidad,

al encontrarse una mayor prevalencia de este problema en los adolescentes

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Aspectos psicológicos

70

que tenían TA que en aquellos jóvenes que no presentaban dicho trastorno

alimentario (Morales et al., 2014).

Un reciente estudio ha encontrado que en lo adolescentes con sobrepeso

existe mayor riesgo de sufrir TCA y ansiedad, concretamente el 18.6% pueden

desarrollar un TCA y el 22.5% algún problema relacionado con la ansiedad.

Para el caso de padecer obesidad el riesgo se incrementa al 26% en TCA y al

27.6% para el caso de la ansiedad. (Radilla et al., 2015).

Este es un resultado similar al hallado en otro estudio donde el sobrepeso

ha sido relacionado con 37% de los casos de TCA, especialmente e bulimia

nerviosa, lo que se traduce en que hasta el 25% de los adolescentes varones

inicien dietas hipocalóricas (Radilla et al., 2015).

7.9 Aproximación socio-antropológica

Con la finalidad de mejorar las estrategias de prevención y tratamiento, y

las percepciones sociales sobre la obesidad y el sobrepeso se realizó un

estudio piloto de tipo cualitativo en Valencia, con el objetivo de analizar los

marcos interpretativos de niños (10-12 años) y padres, sobre la obesidad y

estilo de vida, contando con la perspectiva tanto de los que presentaban algún

problema de peso como de los que no. Para ello los investigadores plantearon

una serie de cuestiones para que niños y padres por separado expresaran y

argumentaran su opinión (Navas, Palacios y Roca, 2015).

El estudio concluye que las percepciones de los niños sobre la obesidad y

el sobrepeso son estéticas y relacionadas con aspectos de su sociabilidad. Las

niñas lo relacionan con “barriga y piernas “, y los niños sólo con el abdomen.

En general hacían referencia a una apariencia física no deseable vinculada a

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Aspectos psicológicos

71

aspectos sociales como la falta de amigos y la consecuente soledad, la

incapacidad para determinados juego de carácter físico y deportes y actitudes

egoístas y de descontrol sobre la ingesta de comida, producto todo de la

discriminación y rechazo que suelen padecer los niños con obesidad.

Los padres mostraron una gran preocupación por los costes sociales de

integración y las consecuencias psicológicas que para sus hijos pueden

acarrear. Además perciben una clara separación entre el sobrepeso y la

obesidad, que no suelen vincular con sus hijos y que ven un problema de salud

más grave y lejano.

En cuanto a las diferencias de género, se observa que se están dejando de

lado ciertos estereotipos sexistas, a la par que surge una tendencia hacia la

homogeneidad en la visión y los efectos psicosociales del sobrepeso. Los niños

comienzan a tener en cuenta su apariencia física y las niñas empiezan a

valorar más el ser activas y dinámicas.

En cuanto a las creencias sobre las causas de la obesidad o sobrepeso, en

los padres predominó una concepción nutricional, principalmente por el

desbalance entre la ingesta y el gasto calórico.

De forma paralela, para los padres la solución al problema pasaba por una

dieta equilibrada, las cinco comidas al día y el consumo de frutas y verduras.

También se advierte un desconocimiento del papel de instituciones públicas no

sanitarias.

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

73

8. PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD EN NIÑOS Y EN ADOLESCENTES

8.1 Medios preventivos

El aspecto preventivo en la obesidad debe de adquirir gran relevancia

debido a que su tratamiento es complejo y difícil. Como señala Carrascosa

(2006) “tratar la obesidad es llegar tarde, el porcentaje de fracasos y recaídas

es elevado” (pp. 694). Este es un dato ampliamente reconocido y demostrado

en la gran cantidad de tratamientos y dietas por el que una persona obesa pasa

a lo largo de su vida.

La prevención debe de estar destinada y aplicarse sobre la población

general con una educación nutricional o dietética y una promoción de la

actividad física y sobre personas con riesgo aumentado, sobre todo aquellos

niños pertenecientes a familias con antecedentes de obesidad.

En esta línea Rodríguez-Hierro (2000) ha propuesto como medios

preventivos:

1. Evitar la obesidad durante la gestación y limitar la ganancia de peso de

la gestante a 10-12 Kg.

2. Prolongar la lactancia materna al menos hasta el primer año de vida.

3. Introducir tardíamente los alimentos sólidos y retrasar la introducción de

cereales.

4. Tener en cuenta la deceleración del crecimiento a los 18 meses de edad

para no exceder las demandas nutricionales decrecientes del niño.

5. Sumo cuidado en los hábitos nutricionales en el inicio de la pubertad,

cuando se produce un nuevo aumento del número de células grasas.

6. Evitar los alimentos muy dulces.

7. Aumentar la actividad física.

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

74

8. Controlar y vigilar frecuentemente del peso.

9. Mejorar la educación sanitaria de la población.

El sobrepeso y la obesidad en los niños tienden a continuar en la

adolescencia y en la etapa adulta (Albañil et al., 2011). A medida que aumenta

la edad del niño obeso el riesgo a padecer esta enfermedad en edades

posteriores se incrementa y esta predisposición es más evidente en varones,

obesos severos y aquellos casos con antecedentes paternos de obesidad. Los

niños obesos con más riesgo de acabar siendo adultos obesos son:

Aquellos en los que el rebrote del aumento de grasa corporal se produce

antes de los 6 años.

Los que tienen obesidad tipo androide (manzana).

Los que tienen familiares con patología asociada a la obesidad:

hipertensión, infarto precoz, hiperlipemia y diabetes mellitus tipo 2.

Styne (2001) afirmó que a obesidad en la adolescencia y la juventud,

constituye el factor predictivo más importante de obesidad durante la etapa

adulta. Por su parte, Bermúdez, Tejada y Granero (2004) han precisado que la

probabilidad de persistencia a los 12 y 13 años de la obesidad en la edad

adulta esta próxima al 75%, y al 96% a los 15-17 años. Sin embargo, otros

autores estimaron que una tercera parte de los niños obesos llegan a la edad

adulta con un peso normal, y un porcentaje similar será adulto con obesidad

(Vázquez, Román, Cilleruelo y González, 1997).

Una revisión sistemática concluyó que, en los estudios de buena calidad, el

riesgo de que los niños con sobrepeso sigan teniendo esta afección en la

adultez fue al menos dos veces mayor que en los niños con un IMC normal

(Singh, Mulder, Twisk, Van Mechelen y Chinapaw, 2008). Una vez constituida

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

75

la obesidad puede suponer una auténtica e irreversible hiperplasia del tejido

adiposo que haga muy difícil el tratamiento. Ante la incapacidad del tratamiento

en adultos para conservar la pérdida ponderal, la única forma segura de

abordar el problema es evitarlo.

Además, para facilitar la puesta en marcha de una prevención primaria,

sería conveniente disponer de algún método para identificar a los niños que

van a ser obesos, y sobre todo, a aquellos que lo seguirán siendo en la edad

adulta y que van a tener complicaciones debidas a su obesidad, para centrar

en ellos la prevención y el tratamiento. Como ya se ha mencionado, en

principio los niños con más riesgo de ser obesos son los que tienen padres

obesos, pero también aquellos en los que están presentes los factores

ambientales predisponentes conocidos.

Por el momento carecemos de los conocimientos necesarios para prevenir

la obesidad de manera eficaz. Parece conveniente sensibilizar a la opinión

pública y también a los sanitarios de que la obesidad grave puede llegar a ser

imposible de curar y que la identificación precoz de los niños obesos y su

correcto tratamiento puede al menos reducir la intensidad de este trastorno.

8.2 Ámbitos para la prevención

Según la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de

la Obesidad Infantojuvenil (Martos-Moreno et al., 2010) los cuatro ámbitos

donde aplicar la prevención de la obesidad infantil son:

1. Sanitario. Los pediatras y especialistas del cuidado y fomento de la

salud infantil y juvenil deben difundir tanto en su día a día como en los

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

76

medios de comunicación, las ventajas de unos hábitos nutricionales y de

estilo de vida que favorezcan la salud.

2. Escolar. es el lugar idóneo para insistir en el fomento de unos hábitos

adecuados, centrándose en la promoción de la actividad física y de la

alimentación sana. Para un buen funcionamiento de cualquier programa

de prevención, sería conveniente que se iniciase en las escuelas

mediante una campaña de salud pública, como algunos de los ya

aplicados en nuestro país.

También es deseable la supervisión de los menús de los comedores

escolares por expertos y la eliminación de máquinas expendedoras de

bebidas o alimentos hipercalóricos entre otras medidas de prevención.

3. Familiar: la involucración de todo entorno familiar del niño,

especialmente de los padres, es fundamental para la prevención del

problema de la obesidad. La cesta de la compra, el tiempo de

actividades sedentarias, el interés sobre el estado emocional del niño o

adolescente, es importante que este bajo el control y supervisión de los

padres.

4. Comunitario. mediante campañas que conciencien a la población en

general y que propongan medidas que favorezcan una adecuada

información sobre las causas que pueden llevar al sobrepeso y a la

obesidad.

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

77

8.3 Medidas institucionales para la prevención

8.3.1 Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la

Obesidad (NAOS)

Dentro del ámbito comunitario a través del Ministerio de Sanidad y

Consumo, y con el fin de invertir la tendencia creciente de esta patología, se ha

desarrollado la Estrategia para la Nutrición, Actividad física y Prevención de la

Obesidad (NAOS), con los objetivos de promover y difundir un programa que

favorezca la alimentación saludable y la actividad física en el ámbito escolar a

fin de frenar la progresión de esta epidemia.

La estrategia NAOS convierte a España en uno de los países a los que se

le atribuye mayor dinamismo al enfrentarse al complicado reto de revertir la

actual tendencia a la obesidad, por ello ha tenido varios reconocimientos

internacionales.

Dentro de la estrategia NAOS, desde junio de 2006 se recoge el programa

PERSEO, “Come sano y muévete”, que, como su nombre indica, promueve la

actividad física y la alimentación sana en la infancia, mediante un conjunto de

intervenciones sencillas en los centros escolares, actuando simultáneamente

en el comedor y en el entorno escolar para facilitar la elección de las opciones

más sanas. Este programa también está dirigido e implica a la familia, más

concretamente a los padres, con el objetivo de que éstos se conciencien de la

importancia que tiene para la salud de sus hijos estos dos factores. Otro

objetivo importante es el detectar precozmente la obesidad infantil y evitar que

progrese, realizando evaluaciones clínicas en el ámbito de la atención primaria.

Esta estrategia también se ha distinguido por movilizar a diversos sectores

de nuestra sociedad, y propiciar una cooperación intersectorial, incluyendo las

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

78

industrias de tipo alimentario, que han mantenido una actitud positiva con

respecto a esta estrategia, llegando a firmar un convenio que incluye ciertos

compromisos éticos (Lobo, 2007).

Para llevar adelante esta cooperación e involucrar a las empresas en esta

estrategia, se creó el código PAOS para la autorregulación de la publicidad de

alimentos dirigida a menores, promovido por la Federación Española de la

Alimentación y Bebidas (FIAB) y en vigor desde el 15 de septiembre de 2005.

Tiene el objetivo de disminuir la presión publicitaria sobre los menores y

plantea unas normas éticas, cuyo incumplimiento llevará a sanciones a las

empresas anunciantes.

El Código PAOS fue suscrito por las 35 empresas más representativas de

la industria de la alimentación, que viene a representar más del 70 % de la

inversión en publicidad de este sector. Además, a dicho código se han adherido

los principales medios de comunicación a nivel nacional.

Esta colaboración intersectorial ya estaba recogida en la Carta Europea

contra la Obesidad como estrategia fundamental a nivel nacional e

internacional, además de la responsabilidad de los medios de comunicación en

cuanto a facilitar información y educación adecuada que permita incrementar la

concienciación hacia este problema y apoyar las políticas de salud pública.

Todas estas actuaciones alcanzarán su objetivo si se mantienen a largo

plazo. La propia estrategia NAOS contempla una evaluación y seguimiento de

los resultados, a través del Observatorio de la Obesidad (Ballesteros, Dal-Re,

Pérez-Farinós y Villar, 2007).

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

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8.3.2 Actuaciones de prevención y control del sobrepeso y obesidad en la

infancia y adolescencia en la Comunidad Valenciana (2004)

Este es un programa avalado por la Sociedad Valenciana de Pediatría, que

aporta datos relacionados con la obesidad infantil como la dieta, la actividad

física y el sedentarismo en la población infantil centrados en esta comunidad,

con el fin de prevenir y controlar la obesidad infanto-juvenil, a través de una

serie de actuaciones específicas que se desprenden de los siguientes

objetivos:

1. Promover hábitos saludables de alimentación, actividad y ejercicio físico

en la infancia y adolescencia.

2. Prevenir el sobrepeso y obesidad en la infancia y adolescencia.

3. Detectar precozmente los factores de riesgo de sobrepeso y obesidad

en la infancia y adolescencia.

4. Detectar precozmente el sobrepeso y obesidad en la población infantil y

adolescente.

5. Intervenir adecuadamente ante el sobrepeso y la obesidad en los

niños/as y adolescentes.

6. Monitorizar la frecuencia de sobrepeso y obesidad y de sus factores de

riesgo en la población infantil y adolescente.

El Plan especifica una serie de actuaciones que deben de iniciarse de

manera temprana en la etapa prenatal para conseguir los objetivos propuestos

y que los beneficios del programa a corto, medio y largo plazo sean manifiestos

y duraderos (Alpera et al., 2004).

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

80

8.3.3 Plan integral de obesidad infantil de Andalucía (2007-2012)

Este plan que se encuadra dentro de las iniciativas de la Unión Europea

(EU Plataformon Diet Physical Activity and Health) y del Ministerio de Sanidad

a través de la estrategia NAOS, plantea hacer frente al problema a partir de la

promoción y la prevención y desde una perspectiva intersectorial y participativa,

abarcando a sectores más amplios de la vida pública, al entender que la

obesidad es la resultante de la interacción de múltiples factores individuales y

familiares y sociales, así como del entorno económico y cultural.

La finalidad de este Plan es disminuir las cifras de la prevalencia de la

obesidad infantil en esta comunidad. Además, tiene como objetivos generales:

1. Frenar la tendencia ascendente de las tasas de obesidad infantil de la

Comunidad Autónoma de Andalucía a corto plazo e invertirla a plazo

intermedio.

2. Mejorar la atención sanitaria de los niños con obesidad y sus familias

3. Disminuir la aparición de complicaciones y mejorar la calidad de vida de

las personas con obesidad.

Para lograr estos objetivos este plan considera y recoge el desarrollo una

serie de condiciones favorecedoras y establecer unas líneas de acción

(Martínez y el grupo Plan Integral obesidad infantil de Andalucía, 2006), como

sensibilizar a la población general sobre la necesidad de mantener un peso

adecuado en todas las edades, mediante el equilibrio entre una alimentación

saludable y la práctica de actividad física regular; promover en las familias

andaluzas la adquisición de conocimientos adecuados para la adopción de

hábitos saludables para el mantenimiento de un peso saludable; potenciar el

desarrollo de condiciones socio-ambientales facilitadoras de dichos hábitos;

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Prevención de la obesidad en niños y en adolescentes

81

involucrar activamente a las diferentes instituciones y agentes sociales para la

prevención de la obesidad infantil, avanzar en el diagnóstico precoz y

garantizar una atención sanitaria basada en la mejor evidencia científica

disponible, asegurando la continuidad asistencial como elemento de calidad

integral; promover la investigación; facilitar la formación profesional de todas

las personas potencialmente implicadas en la prevención y atención a la

obesidad infantil; y reorientar los servicios actualmente existentes.

8.3.4 El Plan Integral para la Actividad Física y el Deporte (Plan A+D)

Creado por el Consejo Superior de Deportes con el fin de garantizar al

conjunto de la población española el acceso universal a la práctica deportiva de

calidad, ayudando así a combatir el elevado nivel de sedentarismo y obesidad y

a promover hábitos de vida activos y saludables. El Plan tiene un alcance

previsto para el periodo 2010 a 2020.

8.3.5 Libro Blanco de la Nutrición en España

Como resultado del convenio entre la Agencia Española de Seguridad

Alimentaria y Nutrición (AESAN) y de la Fundación Española de la Nutrición

(FEN), se edita el Libro Blanco de la Nutrición en España (2013) que pretende

ser una “hoja de ruta” para una nutrición saludable en sus numerosas facetas y

considerarla como una ciencia multidisciplinar. El objetivo es constituirse en la

referencia en materia de nutrición en el ámbito académico y, de manera

prioritaria y pionera, para las diferentes administraciones con responsabilidad

en el diseño e implantación de políticas nutricionales y/o alimentarias.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

83

9. TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD ENNIÑOS Y EN ADOLESCENTES

9.1 Consideraciones para las intervenciones de pérdida de peso

El Consenso SEEDO 2007para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y

el establecimiento de criterios de intervención terapéutica, pretende poner las

bases para(Salas-Salvadó, Rubio, Barbany, Moreno y el Grupo Colaborativo de

la SEEDO, 2007):

a) Poder identificar fácilmente y evaluar al paciente que presenta

sobrepeso u obesidad.

b) Proporcionar al médico, al personal sanitario y a las instituciones de

salud pública unas pautas basadas en la evidencia para la evaluación y

tratamiento del sobrepeso y la obesidad.

c) Estimular a los proveedores y gestores de salud para que se

comprometan en el cuidado de los pacientes que presentan obesidad y

el coste que representa.

En cuanto al tratamiento de la obesidad, este mismo consenso propone

que los objetivos terapéuticos de la pérdida de peso estarán dirigidos a mejorar

o eliminar la comorbilidades asociadas a la obesidad y disminuir el impacto de

futuras complicaciones relacionadas con el exceso de peso, para lo que

propone unas pautas para el tratamiento:

1. Plan para el control de la alimentación.

2. Plan de actividad física.

3. Cambios en el estilo de vida.

4. Tratamiento psicológico y/o psiquiátrico.

5. Tratamiento farmacológico.

6. Tratamiento quirúrgico.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

84

El abordaje de la obesidad infantil y juvenil es particularmente difícil ya que

con cierta con frecuencia una enfermedad no tratada adecuadamente por:

1. La diversidad y complejidad de los mecanismos implicados.

2. La ausencia de un arsenal terapéutico eficaz.

3. La dificultad de mantener tratamientos a muy largo plazo que

desaniman a pacientes y terapeutas.

4. Lo complicado que resulta introducir y mantener cambiar estilo de

vida y determinados hábitos.

5. La importante repercusión psicológica y social del exceso de peso.

La correlación obesidad-morbilidad-mortalidad ha sido demostrada, se

sabe que un alto porcentaje de los adolescentes obesos siguen siéndolo en la

vida adulta y que uno de los factores que contribuyen al mal resultado del

tratamiento es la antigüedad de la obesidad. Por ello, el tratamiento y la

prevención eficaces de la obesidad deben iniciarse en la infancia, pero los

estudios indican que se identifican y se tratan menos del 20% de los niños

obesos (Denen, Hennesey y Markert, 1993).

El objetivo fundamental de los programas de reducción ponderal en niños

es llegar a un peso lo más cercano al peso ideal, con un IMC normal de

acuerdo a su edad, y conservar este peso dentro de unos parámetros

normales, sin efectos adversos que puedan afectar al crecimiento y al

desarrollo del niño, tanto físico como psicológico (Chueca et al., 2002; Dalmau,

Alonso, Gómez, Martínez y Sierra, 2007).

Para empezar a desarrollar una intervención es preciso evitar ciertos

errores como:

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

85

1. Un abordaje simplista. Hay que tener en cuenta que la obesidad es

una enfermedad compleja y multifactorial, por lo que es conveniente

llevar a cabo un abordaje multidisciplinar.

2. Un tratamiento dietético desequilibrado. Se debe de cubrir todas las

necesidades nutricionales, considerando el periodo de desarrollo en

que se encuentra el niño o adolescente

3. Una terapia farmacológica incorrecta. La administración de fármacos

solo es recomendable en un número muy bajo de personas.

No tener en cuenta estas consideraciones puede llevar a: agravar el riesgo

metabólico de los pacientes, a provocar desnutriciones proteicas y déficits en

micronutrientes, a una alteración en el crecimiento del niño, a desencadenar

trastornos del comportamiento alimentario, sobre todo en niñas y adolescentes,

a veces de mayor gravedad que el exceso de peso que se pretende corregir,

además de producir efectos psicológicos negativos, como una afectación en el

estado de ánimo, la autoestima y generar ansiedad, e incluso puede ser fuente

de conflictos en la familia.

Siguiendo a Schonfeld-Warden y Warden (1997) el programa de pérdida

ponderal ideal en niños obesos es aquel que:

1. Logra una pérdida de 500 g/semana,

2. No desacelera el crecimiento de la estatura.

3. Es metabólicamente inocuo.

4. Causa una sensación de hambre mínima.

5. Conserva la masa magra.

6. Reduce al máximo o elimina problemas psicológicos.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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Estos mismos autores recomiendan una serie de elementos que en todo

programa contra la obesidad en niños deben incluirse: cambios en la dieta,

incremento de la actividad, modificación del comportamiento, participación de

los padres y vigilancia.

Para alcanzar los objetivos propuestos hay que tener en cuenta tres

aspectos (Yeste et al., 2008):

1. Modificar el comportamiento alimentario mediante la reeducación

nutricional del niño y familia (modificación gradual de los hábitos

inadecuados de alimentación).

2. Remodelar hábitos de vida como el incremento de la actividad física,

muy arraigados en la familia con una implicación de los padres y uso

de estrategias psicoeducativas conductuales).

3. Soporte psicológico que dé respuestas a los aspectos psicológicos y

comorbilidades asociadas a la obesidad.

Al tratar con ese tipo de pacientes hay que tener en cuenta las

recomendaciones y guías que estén basadas en los conocimientos y la

experiencia existente en este campo, con cierta flexibilidad que permita al

especialista posicionarse de forma coherente ante el paciente obeso. Es

importante que el programa se dirija a aquellas familias y adolescentes bien

motivados, a aquellos pacientes con un profundo deseo de adelgazar o al

menos a aquellos niños que expresen su conformidad y cuenten con el

respaldo de la familia.

En esta línea, el Plan Integral de Obesidad Infantil de Andalucía propone

como requerimientos para iniciar el tratamiento, el diagnóstico de obesidad y

que la familia y el niño estén dispuestos a realizar los cambios que fuesen

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

87

necesarios en su estilo de vida, siguiendo el modelo de motivación al cambio,

donde las intervenciones se adaptarán en función del estadio en que se

encuentre la familia (véase tabla 9) (Martínez et al., 2006).

En conclusión, para desarrollar adecuadamente un programa se precisa de

tres elementos:

1. Una implicación y compromiso profundo del equipo terapéutico

(cualidades y habilidades del terapeuta).

2. Una motivación mantenida del paciente y de su familia.

3. También es deseable un sistema sanitario que lo permita (intensidad

y duración del tratamiento).

9.2 Estrategias terapéuticas de los programas de tratamiento

La adopción de conductas para un estilo de vida activo que favorezcan un

estado nutricional saludable puede tener benéficos sobre parámetros

biológicos, a la vez favorecer la mejora de otros indicadores de calidad de vida

y salud mental.

Por lo tanto, los programas orientados a introducir cambios en el estilo de

vida son los más adecuados para combatir la sobrenutrición en la infancia.

Estos cambios en las costumbres cotidianas del paciente y su familia son

elementos esenciales del programa de tratamiento, pero dada la dificultad que

entrañan, deben instaurarse de forma lenta y gradual.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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Tabla 9. Intervenciones recomendadas según el modelo de motivación

al cambio.

ESTADIO CARACTERISTICAS Y RECOMENDACIONES

Precontemplación No es consciente, niega o minimiza el problema.

Necesidades: animar a revaluar la conducta actual y a

autoexplorarse. No hacer nada. Proporcionar

información, personalizando los riesgos.

Contemplación Consciente del problema; ambivalente acerca del

cambio.

Necesidades: confrontación amble, información y

razones para el cambio, aclarar conceptos erróneos.

Preparación Ha decidido hacer cambios, planea hacerlo pronto o

está buscando información.

Necesidades: ayuda para identificar y superar los

obstáculos, ayuda para identificar los apoyos sociales,

ánimos para dar los primeros pasos.

Acción La acción está avanzando; han empezado los cambios

de actitudes y conductas.

Necesidades: herramientas y técnicas para alcanzar los

objetivos; refuerzos positivos; apoyo para afrontar las

dificultades y para mejorar los logros, focalizarse en los

objetivos a largo plazo.

Mantenimiento/

abandono

La actuación se ha mantenido durante 6 meses

(mantenimiento) o vuelve a los hábitos antiguos

(abandono).

Necesidades: herramientas para la auto-evaluación

para un mantenimiento exitoso, refuerzos positivos y

estímulos; manejo del estrés y uso de sistemas de

apoyo.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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Para elaborar una estrategia terapéutica integral de la obesidad es

importante que incluya (Vázquez, 1999):

1. Evaluación clínica.

2. Evaluación psicológica y socioeconómica.

3. Evaluación dietética y nutricional.

4. Establecimiento de objetivos.

5. Ejercicio físico.

6. Prescripción terapéutica adecuada.

7. Plan de seguimiento.

9.2.1 Evaluación clínica

Con el objetivo de recoger los datos necesarios para el diagnóstico y el

posterior tratamiento se llevara a cabo una valoración del niño o adolescente

para conocer las circunstancias sociofamiliares y personales implicadas en el

desarrollo de la obesidad o sobrepeso. Constará de los siguientes datos (Krebs

et al., 2007; August et al., 2008):

1. La historia personal que recoja el perfil de desarrollo.

2. Realizar una historia familiar incidiendo en los antecedentes familiares

de padres y hermanos y patologías asociadas como la hipertensión

arterial, diabetes tipo II, dislipidemia o patologías coronarias. También es

útil conocer el ambiente socio-económico y la dinámica familiar respecto

a la ingesta y a la actividad física.

3. La anamnesis ponderal mediante el estudio de la curva ponderal y del

árbol genealógico.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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4. El estilo de vida del niño, a través de la ingesta dietética, los hábitos

alimentarios y la actividad física.

5. Exploración física general, que debe incluir la medida de la presión

arterial.

6. Los datos antropométricos de peso y talla, que permitan calcular el IMC

para tipificar el peso corporal en obesidad y sobrepeso y medir la

circunferencia abdominal principalmente.

7. Valorar la predisposición al cambio, sobre todo en torno a la adquisición

de hábitos saludables, dietéticos y de ejercicio físico, tanto en el menor

como en su entorno familiar.

La evaluación clínica correcta del paciente obeso es necesaria para

responder a dos preguntas clave: ¿qué niños deben tratarse? y ¿qué objetivos

debemos marcarnos?

Hasta ahora, lo más común y recomendable para clasificar a los pacientes

es utilizar el IMC. La utilización del pliegue cutáneo tricipital no se utiliza de

forma habitual en el seguimiento de los obesos, ya que con frecuencia acuden

a la consulta de enfermería, donde es difícil su valoración. La utilización de

percentiles puede ser dificultosa y el valor z del peso o del IMC no puede

obtenerse por no seguir estas variables una distribución normal. Por ello es

más útil el uso del IMC% que nos cuantifica la obesidad del niño

independientemente de su edad y sexo, al valorar de forma adecuada la masa

grasa y la masa magra, y nos permite su seguimiento.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

91

Para hallarlo la fórmula es:

Según su IMC% los niños sobrenutridos se clasifican en:

Sobrepeso: >110-120

Obesidad leve: >120-140

Obesidad moderada: >140-160

Obesidad grave: >160-200

Obesidad mórbida: > 200

En los niños con sobrepeso es necesario iniciar medidas preventivas para

evitar la evolución a obesidad. El tratamiento está formalmente indicado en los

niños mayores de 2 años con obesidad, (Rodríguez-Hierro, 2000). Sin

embargo, al ser incluidos en un programa terapéutico para la obesidad se

clasificarán en dos grupos según el objetivo primario:

1) Debe programarse la pérdida de peso como objetivo inicial:

i. Los niños con obesidad grave (IMC% > 160), tengan o no

complicaciones de la obesidad.

ii. Los niños con obesidad moderada (IMC % > 120-160) si

presentan complicaciones derivadas de la obesidad como

afectación psicológica importante, patología ortopédica,

hipertensión arterial, hiperlipemia, etc.

2) Debe programarse un control/reducción de la tasa de ganancia de peso

como objetivo primario a conseguir en la mayoría de los casos.

𝐼𝑀𝐶%

=

𝑃𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑛 𝐾𝑔𝑇𝑎𝑙𝑙𝑎2

𝑃𝑒𝑠𝑜 (𝑃50)(𝑇𝑎𝑙𝑙𝑎2)

𝑥 1

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

92

9.2.2 Evaluación psicológica y socioeconómica

Debido a la importancia de los aspectos psicológicos en la obesidad es

necesario llevar a cabo una evaluación a través de cuestionarios y entrevistas

que permitan conocer y analizar aquellos aspectos que suelen estar

involucrados en esta problemática, el estado de ánimo, la autoestima, la

insatisfacción con su cuerpo, el rendimiento escolar, el nivel de sociabilidad o

aislamiento que pueden suelen llevar a comer más y al sedentarismo. Esta

evaluación nos permitirá prestar el adecuado apoyo psicológico tanto a

pacientes como a su familia.

9.2.3 Evaluación dietética y nutricional

Debe de realizarse en profundidad para que permita prevenir y evitar

trastornos de la conducta alimentaria subyacentes. Constará de:

Encuesta nutricional.

Cálculo de necesidades energéticas.

Hábitos alimentarios.

9.2.4 Establecimiento de objetivos

Si bien el objetivo es que la persona consiga un IMC lo más adecuado a su

edad, es necesario tener en cuenta otras metas para tratar la obesidad

(Chueca et al, 2002):

Mejorar los hábitos alimentarios, con una alimentación atractiva.

Incremento de la actividad física.

Pactar con el niño o adolescente la pérdida de peso.

Mantener la pérdida de peso.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

93

Preservar el gusto y la satisfacción por la comida.

Mejorar la calidad de vida.

Según estos mismos autores, hay que tener en cuenta unas medidas

básicas para el tratamiento:

Dieta con restricción energética.

Aumento de la actividad física

Apoyo familiar.

Aplicación de técnicas de modificación de conducta.

Reeducación nutricional.

Los objetivos ponderales deben ser realistas con un escalonamiento

adecuado de su cumplimiento, teniendo en cuenta que: existen límites

biológicos a la pérdida de peso, la restricción calórica severa altera el

crecimiento, produce malnutrición y puede conducir a trastornos de la conducta

alimentaria y que una pérdida de peso modesta en muchas ocasiones es capaz

de mejorar el pronóstico.

El objetivo del tratamiento será siempre a medio y largo plazo hay que

tener en cuenta que la mayor parte de los pacientes dejan de perder peso a

partir de 12-16 semanas después de una pérdida media de 5-10 % del peso

(Chueca et al., 2002). Si establecemos unos objetivos modestos pero

alcanzables serán más duraderos, como por ejemplo una pérdida ponderal de

10% o menos, tener un estilo de vida más sano, o incluso no incrementar de

peso, ya que el niño tenderá a crecer en estatura, y por tanto progresivamente

ira bajando su IMC.

En la práctica, el objetivo tiene que adaptarse a la severidad de la obesidad

y a la presencia o no de complicaciones. Cuando la obesidad es moderada, el

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

94

niño deberá someterse a un plan de adelgazamiento progresivo, o al menos de

mantenimiento del peso, hasta que con el crecimiento este deje de ser

excesivo. Cuando la obesidad es marcada, y en los adolescentes cuyo

crecimiento está próximo a terminar, es necesario plantearse ya en la fase

inicial del tratamiento la pérdida de peso, para pasar posteriormente a una fase

de mantenimiento que evite la vuelta a la situación inicial de obesidad. En el

caso de estos adolescentes los objetivos de reducción ponderal deberán ser

pactados con ellos.

En niños de corta edad con sobrepeso moderado, se puede alcanzar por

conservación del peso corporal porque el crecimiento futuro lo normalizará. En

los niños muy obesos, quizás sea más eficaz y alcanzable a corto plazo un plan

terapéutico más agresivo que incluya una pérdida ponderal escalonada.

La valoración de los resultados debe hacerse a largo plazo. Hablaremos de

curación si el IMC% es < 110%, mejoría si al menos disminuyó un 10% y

fracaso si era igual o superior al IMC% inicial (Moya, Juste y Planelles 1993).

9.2.5 Actividad física

La realización de ejercicio físico es un componente importante del

tratamiento de la obesidad, si bien este se ve dificultado por la falta de medios

adecuados para su práctica y por la propia dificultad, tanto física como

psicológica, que entraña la obesidad a la hora de realizar ejercicio físico.

Su importancia radica en la conservación de la masa magra y el

mantenimiento de la pérdida de peso. La actividad física más útil es aquella

que se practica regularmente y dura más de 45 minutos, ya que es en ese

tiempo cuando se movilizan ácidos grasos.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

95

El tiempo diario que el niño dedica a estar activo puede tener más

trascendencia en el control del peso que la actividad vigorosa programada. Por

tanto, el objetivo es convertir a niños inactivos en activos aunque sea mediante

pequeñas actividades incorporadas a la rutina vital, como acudir al colegio

andando, utilizar las escaleras en lugar de los ascensores, jugar en los

parques, potenciar los juegos colectivos, animarles a la práctica de algún

deporte que le resulte divertido, etc.

La tabla 10 recoge algunas actividades habituales y ejercicios físicos,

divididos en suave, moderado y fuerte, según el gasto calórico que produce en

quien lo practica (adaptado de Kischenbaum, Johnson y Stalonas, 1989).

Tabla10. Ejercicio físico y gasto calórico

Ejercicio suave

4 calorías por minuto

Ejercicio moderado

7 calorías por minuto

Ejercicio fuerte

10 calorías por minuto

- Bailar

- Ir en bicicleta (8 km/h.)

- Cuidar las plantas

- Jugar con la mascota

- Subir escaleras

- Tenis de mesa

- Golf

- Vóley

- Petanca

- Caminar (4 Km/h)

- Bailar (rápido)

- Ir en bicicleta (15

km/h.)

- Patinar

- Nadar (30 metros/min.)

- Subir escaleras

(rápido).

- Jardinería

- Bádminton

- Tenis

- Caminar (6 Km/h)

- Flexiones moderadas

- Saltar a la comba

- Ir en bicicleta (20

km/h.)

- Flexiones rápidas

Saltar (peldaños arriba y

abajo)

- Nadar (40 metros/min.)

- Carrera sostenida

- Fútbol, Balonmano,

Baloncesto y otros

deportes similares

- Frontón, squash

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

96

El aumento de la actividad física habitual no produce pérdida de peso a

corto plazo, pero resulta un complemento necesario de la dieta, sobre todo tras

la reducción inicial de peso. Dicho aumento previene una adaptación

metabólica a la dieta que interfiera en la pérdida sostenida de peso. Incluso

puede disminuir el apetito y se acompaña de una mejor selección de los

alimentos, además aumenta la capacidad funcional y produce sensación de

bienestar (Rössner, 1998). Se puede combinar con el aumento del ejercicio

cotidiano y programado, principalmente aeróbico, de forma atractiva

(actividades lúdicas, deportes de equipo), flexible y realista, siendo de gran

ayuda la implicación de los padres. Estos programas que disminuyen la

inactividad a la vez van a reducir el tiempo de televisión y videojuegos, por lo

que es conveniente que se recompense no solo el incremento de la actividad

sino también la reducción del tiempo dedicado a actividades sedentarias.

9.2.6 Prescripción terapéutica

9.2.6.1 Pautas alimentarias

Según decía el profesor Grande Covián “no hay magia negra que escape a

las leyes de la termodinámica”, por lo que la primera medida será la de hacer

una restricción calórica moderada y escalonada ya que es crucial el

aprendizaje de las bases de una alimentación equilibrada y de conductas

nutricionales correctas. La restricción calórica se situará entre el 20 y el 30 %

de las calorías necesarias para su edad y debe permitir el crecimiento del niño.

La reducción se hará fundamentalmente a partir de la grasa, que es el nutriente

de mayor densidad calórica y eficacia metabólica, cuyo consumo, junto a los

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

97

hidratos de carbono refinados, se constata como excesivo en los países

desarrollados (Figueroa-Colon, Von Almek y Franklin, 1993).

En general el aporte calórico teórico, para que produzca reducción de peso

debe multiplicarse por 0,7 (Moya et al, 1993). En ocasiones se requiere un

punto de partida numérico sobre el cual se puede ir aumentando o

disminuyendo la ingesta energética. Se calcula unas 20 Kcal/kg de peso ideal y

día (las necesidades de un adolescente son de unas 40 Kcal/día).

La dieta hipocalórica equilibrada incluye de 1.200 a 2.000 Kcal/día según la

edad del niño o un déficit de 30-40% de la ingestión usual. Con ella el niño

crece de manera normal y pierde 0,5 Kg. /semana. La dieta recomendada tiene

poca grasa (25-30 %), abundantes carbohidratos (50-55 %) y suficiente

proteína (20-25 %) para apoyar el crecimiento. Es conveniente en estos casos

entregar a la madre una dieta por raciones con tabla de equivalencias para

facilitar su cumplimiento. Esta dieta no supone riesgos y puede usarse incluso

en niños de 5 años de edad. Es importante facilitar información sobre la

pirámide de alimentos, intercambios alimentarios y tamaño de las raciones

(Williams, Botella y Carter, 1993).

El crecimiento a largo plazo no es afectado de manera negativa por la

restricción calórica moderada si se realiza bajo la supervisión apropiada

(Epstein, Valoski y McCurley, 1993), siendo necesario el control bimensual del

crecimiento.

Para el diseño de la dieta hipocalórica debe tenerse en cuenta algunas

recomendaciones (Giovannini y Scaglioni1992):

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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1. Las comidas deben ser variadas e inductoras de la saciedad. La

incorporación de fibra y masticar y comer lentamente ayudan en este

sentido.

2. Debe contener cantidades reducidas de grasas, y en menor proporción

de proteínas especialmente las de origen animal.

3. Incremento de carbohidratos de menor contenido en almidones, de

absorción lenta, pero sobre todo verduras y frutas.

4. Reducir drásticamente la ingesta de azúcares refinados.

9.2.6.2 Hábitos de alimentación

Hay una serie de hábitos que es conveniente erradicar ya que pueden

intervenir en el desarrollo de la sobrenutrición y que habría que detectar en la

evaluación para posteriormente modificarlos, para ello es de ayuda conocer sus

posibles causas y explicaciones.

Dalmau y Vitoria (2004) exponen las causas de estos hábitos

inadecuados:

El precio de los alimentos: las frutas y verduras frescas son más caras

proporcionalmente que otro tipo de comidas, y en algunos lugares su

compra es menos accesible y su elaboración culinaria exige mayor

dedicación, sobre todo frutas y legumbres.

Los alimentos rápidos: el poco tiempo actualmente de los padres para

sus hijos, la incorporación temprana de los niños al sistema escolar, la

mayor tecnificación del hogar y de las máquinas expendedoras de

comida en colegios, institutos, supermercados, etc. unido a la mayor

disponibilidad de dinero de los niños para comprar alimentos.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

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Mayor aporte calórico: los alimentos manufacturados (patatas fritas,

pizzas, hamburguesas, precocinados…) suelen presentar unas raciones

cada vez más generosos a un precio muy asequible.

Refuerzo de ciertos hábitos y tendencias en alimentación: mucho tiempo

ante el televisor y la influencia de la publicidad, proponiendo el consumo

de alimentos rápidos, la denominada fastfood, y bebidas refrescantes

con alto contenido en azúcar, explica como hasta un tercio de los niños y

adolescentes elijan los alimentos que van a comer y beber.

La modificación gradual los hábitos inadecuados de alimentación hacia un

estilo de alimentación saludable, equilibrado, lejos de prescripciones dietéticas

estrictas, pactada, individualizada, sin que el niño pase hambre y evitando el

hartazgo, promueve la motivación y colaboración de los pacientes y sus

familias.

Dentro de la distribución de las comidas a lo largo del día son

recomendables tres comidas principales y una o dos ligeras, fraccionando la

ingesta, horarios regulares de comidas, e intentar en el desayuno un aporte

proteico equilibrado. Eliminar totalmente el picoteo entre comidas, salvo beber

agua en caso de sed, evitando incluso el masticar chicle sin azúcar, para

romper el hábito de masticar y de búsqueda de nuevos alimentos (Martínez et

al., 2006).

Los platos deben llevarse a la mesa ya servidos, sin obligación de tomarlo

todo, salvo que esté rompiendo el equilibrio nutricional (por ejemplo, tomar

poco primer plato para tomar más cantidad del segundo). Es preferible evitar el

plato único por comida y hacer una pequeña pausa entre un plato y otro

(Martul, Rica y Grau 2002).

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

100

Los niños y los adolescentes obesos exhiben con frecuencia un estilo de

alimentación de lo que se denomina alta densidad, es decir, comen

rápidamente tomando grandes bocados y masticando poco. Las estrategias

conductuales de control de peso pretenden conseguir un estilo lento al comer y

potenciar la toma de conciencia del proceso de comer. Se debe masticar bien y

comer despacio, para ello ayuda dejar los cubiertos sobre la mesa entre

bocado y bocado. Siempre que sea posible es importante comer en compañía

ya que propicia poder mantener cierta conversación, sin tener la boca llena,

(algo que los padres han recomendado reiteradamente a sus hijos), sin discutir

ni hablar de cualquier tipo de problema y dedicando algún comentario positivo

al sabor de la comida. Para facilitar la conversación ayuda mucho realizar otro

tipo de actividades que no son las propias del momento de la comida. El

consumo de bocadillos, en particular los que contienen abundante grasa

aumenta cuando la persona mira la televisión, agravado por el uso de mandos

a distancia (Leung, Fagan y Cho, 1994).

9.2.6.3 Estrategias psicoeducativas

En todas las etapas evolutivas del ser humano una nutrición adecuada es

fundamental por dos motivos, crear unas bases biológicas sanas y por la

repercusión que puede tener en el desarrollo psicológico y social. Los

conocimientos, hábitos y actitudes hacia la alimentación se van adquiriendo

desde las primeras etapas de la vida y están estrechamente relacionados con

el desarrollo psicomotor y con el proceso de desarrollo y conformación de la

personalidad.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

101

Por ello, existe una estrecha relación entre psicología y nutrición, es decir,

entre una mala nutrición, ya sea por defecto o por exceso, y las alteraciones y

trastornos de tipo psicológico. Por tanto, la educación nutricional se convierte

en un importante recurso para la prevención, promoción y tratamiento, de

cualquier trastorno dentro del campo de la nutrición humana (Fuillerat, 2004).

Una herramienta importante para modificar y mejorar el comportamiento

consiste en la introducción progresiva de estrategias psicoeducativas (Israel,

Guile, Baker y Silverman, 1994).

La educación nutricional debe de estar orientada para los niños y sus

padres, para que así conozcan las características de algunos alimentos y los

componentes de una dieta sana. Se trata de una estrategia psicoeducativa que

permita que el paciente y su familia adquieran conocimientos teóricos y

prácticos sobre los alimentos y su relación con la salud.

La eficacia de la educación nutricional en el tratamiento de la obesidad

infantojuvenil ha quedado demostrada. La información personalizada y el

seguimiento intensivo a los pacientes y/o familias favorecen la aceptación y la

adhesión al tratamiento, especialmente en los pacientes más motivados, ya

que condiciona las normas conductuales imprescindibles para el control de la

obesidad (Dura, 2006).

En un estudio longitudinal a lo largo de dos años, con escolares entre 9 y

17 años de la provincia de Granada (España), que se articuló en tres fases, en

la primera se valoró el estado nutricional, en la segunda se implementó la

estrategia educativa que consistió en información sobre alimentación saludable

y una intervención para incrementar el ejercicio físico, y la tercera se valoró la

eficacia de esta intervención mediante el seguimiento de la evolución del IMC

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

102

de los participantes, se encontraron reducciones significativas en los dos

sexos, confirmándose la efectividad de esta intervención. Aparece un repunte

en este índice en las chicas entre trece y catorce años, que guarda relación con

el desarrollo del periodo prepuberal. Sin embargo desde los catorce años los

valores disminuyeron de forma considerable y progresiva en las chicas. Los

autores lo explican en una mayor adhesión a las recomendaciones de la

alimentación y del ejercicio físico (Aguilar et al., 2011).

La Pirámide de vida saludable, desarrollada específicamente para niños y

adolescentes, incluye mensajes fáciles de entender, formulados de manera

positiva (a excepción del tabaco y el alcohol) con imágenes divertidas

destinadas a esta población, con el objetivo de ayudar a mejorar la salud y

reducir los factores de riesgo en la edad adulta. Es de suponer que al seguir

estos consejos, niños y adolescentes mejoraran su salud y reducirán los

factores de riesgo. (González-Gross, Gómez-Lorente, Valtueña, Ortiz y

Meléndez 2008).

La utilidad como herramienta educacional efectiva para potenciar los

hábitos de alimentación sana, las actividades diarias y los hábitos de higiene y

salud ha quedado demostrada para aquellos niños que siguen sus consejos,

como lo demuestra un estudio que tras dos intervenciones educacionales

consiguieron modificaciones significativas de estos hábitos de salud a corto, o

largo plazo (Ruiz, Ruiz, Hernández, Álvarez y Saavedra, 2009).

Una implicación activa de los padres mejora los resultados terapéuticos, de

esta forma aumentan las probabilidades de conseguir una mayor pérdida

ponderal de peso y que esta perdure más en el tiempo. Es posible, aunque

puede resultar algo más complicado lograr una modificación en el estilo de vida

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

103

del niño si sus padres tienen sobrepeso u obesidad, aunque en el caso de

adolescentes obesos parece que la intervención sin implicar a la familia ofrece

mejores resultados (Martínez, 2005).

Son muchos los autores que afirman que el éxito del programa depende en

parte de que los padres, convertidos en coterapeutas, en informadores

entrenados, ya que pueden influir de forma positiva en los cambios en el

comportamiento del niño y del adolescente. Se les solicita que empleen

técnicas motivacionales positivas, como elogiar a sus hijos por el buen

cumplimiento, a usar contingencias de refuerzo social y juegos de actividad

como motivadores externos. Se les enseña la importancia del control de

estímulos y ambiental en la adquisición y mantenimiento de hábitos de vida

saludables. Muy importante es evitar a toda costa que la obesidad del niño o

adolescente se convierta en el centro de atención familiar, que genere

tensiones que dificulten la convivencia familiar (Israel et al., 1994).

Con el fin de comprobar la eficacia de incluir a los padres, se diseñó un

estudio en el que niños y adolescentes obesos fueron asignados a dos grupos

aleatoriamente; uno con intervención grupal conjuntamente con sus padres y el

otro con una intervención de carácter individual, sólo con los niños. Para ambos

grupos el programa se dirigió principalmente a implementar hábitos de

alimentación saludables. Después de los tres meses de duración del programa

los resultados evidenciaron una disminución significativa en el IMC de los niños

de ambos grupos. Sin embargo, tras un año de seguimiento, en los niños

pertenecientes a la intervención con sus padres, se seguía produciendo cierta

disminución de su IMC, pero en los niños de intervención individual no se

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

104

mantuvo la disminución, concluyendo los autores que el programa con la

participación de los padres es el más efectivo (Garipaqaoglu et al., 2009).

Por tanto, el entorno familiar desempeña un papel fundamental,

clínicamente significativo, actuando de moderador entre la actitud hacia la

comida, los hábitos relacionados con la alimentación, el peso y el desarrollo de

ciertas alteraciones psicológicas (Hagin, 2006).

9.2.6.4 Componentes de la terapia cognitivo conductual

La recomendación de incluir una intervención de tipo cognitivo-conductual,

especialmente para niños y jóvenes con obesidad o sobrepeso, ya sea

individual o grupal, de forma combinada, está extendida entre la gran mayoría

de especialistas.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de hábitos, en este caso los

relacionados con la salud y la alimentación, son adquiridos principalmente en la

infancia y quedan fijados de forma consistente, con lo que hay una tendencia a

reproducirlos a lo largo de nuestra vida. Su modificación requiere la puesta en

marcha de técnicas psicológicas propias de la terapia cognitivo-conductual.

A continuación se enumeran las estrategias habituales de este tipo de

intervención.

Generación del compromiso. Mediante hojas de balance los

adolescentes y los niños solos o conjuntamente con sus padres,

anotarán en estas hojas los pros y los contras acerca de su decisión de

participar en un programa de pérdida de peso. Además, también es un

recuso útil para incrementar la motivación de los niños y sus familias

(Kischenbaum et al., 1989).

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

105

Técnicas de autocontrol. La persona controlará su propia conducta

mediante la manipulación de antecedentes y consecuentes de su

conducta. Es necesario un análisis funcional de la conducta, mediante la

identificación de las variables externas e internas que controlen la

conducta y el establecimiento de relaciones funcionales entre esos

estímulos y la conducta problema (Saldaña y Rosell, 1988). Será

importante establecer una vigilancia o autovigilancia (según el caso

atendiendo a la edad de la persona), de aspectos relacionados

principalmente con la conducta alimentaria y la actividad física, ya que

facilita información y permite el autocontrol de las mismas al

proporcionar al niño y al adolescente obesos una información

sistemática de estas conductas, de sus logros y éxitos. Constituye el

primer cambio conductual necesario. Mejora la conciencia del alimento

consumido, el momento, la razón y el sitio en que se hizo, y los patrones

del exceso alimentario.

El control de estímulos. Se refiere a la relación entre la ingesta y el

momento en que se come en exceso, de forma descontrolada o fuera

del horario habitual de comida y las situaciones en que ésta se produce.

Consiste en identificar factores y situaciones que desencadenan

determinadas emociones, para de esta forma controlar el entorno que

estimula el consumo excesivo y así poder disminuir el número de estas

situaciones inapropiadas en las cuales la persona come, por lo que

resulta necesario romper la asociación entre estas situaciones y la

conducta de comer. Algunas de las estrategias para el control de

estímulos típicos para la conducta de sobreingestas para niños y

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

106

adolescentes son: limitar la conducta de comer a un solo espacio de la

casa, establecer un horario fijo para las comidas, eliminar distracciones

durante la comida (leer, ver la televisión, jugar, utilizar aparatos

electrónicos), establecer un periodo de tiempo fijo para comer, eliminar

los alimentos y bebidas de alto contenido calórico, no hablar sobre

problemas o discutir durante la comida (Saldaña y Rosell, 1988; Martul

et al., 2002).

Autorregistros diarios. Muy útiles para estos casos, dos de ellos

destacan por su importancia: de los alimentos que come con las

circunstancias bajo las cuales se produce la ingesta y de la actividad

física desarrollada, en contraposición a las horas de sedentarismo. En el

caso de los más pequeños, el registro se realiza por los padres o

persona a cargo del niño (Chueca et al., 2002; Salas-Salvadó et al.,

2007). Para ayudar a identificar estos pensamientos, emociones e

incluso situaciones en relación con posibles conductas de ingesta no

recomendada, se puede llevar un autorregistro que refleje las

situaciones donde aparece y pensamientos y sentimientos que aparecen

(López y Godoy, 1994).

Contratos conductuales. Se trata de acuerdos explícitos donde se

especifican las expectativas, planes y/o contingencias de conductas a

ser cambiadas. Por ejemplo, un objetivo alimentario diario, o de ejercicio

físico semanal y cumplimentar el diario de autorregistros. Se recomienda

que incidan en objetivos de cambio de hábitos, pero que no se incluyan

objetivos de pérdida de peso. Los pacientes, con ayuda del terapeuta,

redactarán su propio contrato, incluyendo objetivos modestos y

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

107

alcanzables que permitan reforzar cambios de comportamiento más que

recompensar las pérdidas de peso. La redacción del contrato incluye el

uso de refuerzos adecuados para cada edad, de forma contingente a la

consecución de los objetivos (Bermúdez, 2000; Chueca et al., 2002).

El refuerzo. Se aplican cuando se consiguen algunos de los objetivos

propuestos en el contrato conductual. Puede contemplar recompensas

de carácter material, como pequeños regalos, y no materiales como el

reconocimiento por parte de los miembros de la familia (Wadden y

Butryn, 2003).

Técnicas para el manejo de la ansiedad. La ansiedad que lleva al niño a

comer puede aparecer en determinadas circunstancias, para reducir

este estado es resulta apropiado instruirle en técnicas de control de la

activación, como la respiración controlada o la relajación (Saldaña y

Rosell, 1988; Kischenbaum et al., 1989).

Habilidades interpersonales. Permitirán un aumento de las relaciones

personales sobre todo con iguales para así evitar el aislamiento. Hay

que incluir técnicas de asertividad que ayuden a saber decir “no” a las

propuestas de cierto tipo de alimentos (hipercalóricos y refrescos

azucarados…) que le pueden llegar a través de amigos, de familiares y

de la publicidad, entre otros (García, Saldaña, Bach, Tomás y Bados,

1997).

Reestructuración cognitiva. Para modificar aquellos pensamientos,

creencias, sentimientos y emociones negativas que tiene acerca de sí

mismo y de su condición de obeso, por otros positivos que favorezcan

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

108

un cambio de conducta y de actitud, que ayude a mejorar la autoestima

y a aceptar la imagen corporal (Saldaña, 1998).

Resolución de problemas. Pueden aparecer tanto para el momento

perder como para el de mantener el peso. No es fácil anticipar aquellos

que pueden surgir en el futuro y facilitar a la persona una técnica

específica para enfrentarlos, además, cualquier técnica concreta puede

que no sea eficaz para solucionar otro nuevo problema. Por ello se

facilitará una estrategia de resolución de problemas general, basada en

un procedimiento para reconocer, evaluar y afrontar las situaciones de

alto riesgo y las dificultades que puedan surgir durante el tratamiento y el

mantenimiento de peso (García et al., 1997).

Cambios de actitud al comer. Hacia determinados tipo de comida,

aquellas que le gustan menos al niño y que por su valor nutricional es

importante que coma, es el ejemplo de las verduras, frutas, legumbres y

otros alimentos no muy atractivos para ellos, y respecto a la cantidad, es

decir, que coma menos sin que se sienta privado (Vázquez y López,

2001).También cambio hacia la práctica de una actividad física o

deportiva, que suele estar reducida debido a su imagen corporal, y, en

definitiva, un cambio de actitud ante cualquier circunstancia que

desmotive al niño a seguir con el tratamiento.

Para el tratamiento y prevención del sobrepeso y la obesidad en niños y

adolescentes la intervención de forma grupal con otros niños con la misma

problemática, se ha mostrado más efectiva que la individual (Zwiayer, 2000).

Esta diferencia es más patente cuando se realizan seguimientos a medio o

largo plazo, como así lo demuestra un estudio con preadolescentes y

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

109

adolescentes al comprobar que durante un año de seguimiento con terapia

individual un 60 % de los niños subieron en más de 5 kg. su peso, mientras que

con una terapia grupal sólo un 10%. Para ambos grupos en las sesiones se

comentaron temas nutricionales y formas de incrementar la actividad física.

También es importante tener en cuenta que la terapia grupal requiere de

menos recursos sanitarios y humanos, al ahorrar tiempo destinado a las

sesiones en comparación con una terapia individual, pudiéndose aumentar de

esta forma la frecuencia en visitas sin reducir la calidad de la intervención.

(Bonet et al., 2007).

9.2.6.5 Tratamiento farmacológico

Los niños no son candidatos al tratamiento farmacológico de la obesidad.

En los casos más graves (obesidad mórbida en adolescentes mayores con

complicaciones presentes) la elección de candidatos y el momento de iniciar el

mismo son objeto de controversias (Rodríguez-Hierro, 2000).

Actualmente se están recomendando principalmente dos fármacos:

El Orlistat para niños mayores de 12 años. Es un Inhibidor de las lipasas

gástricas y pancreáticas que reduce la absorción intestinal de grasa en

un 30%.

La sibutramina para adolescentes a partir de 16 años. Se trata de un

Inhibidor de la monoaminooxidasa que tiene acción noradrenérgica,

serotoninérgica y dopaminérgica. Disminuye el apetito y aumenta leve

del gasto calórico. Ha sido utilizado con éxito en adolescentes y adultos.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

110

En todo caso, los fármacos no se han de utilizar como terapia aislada por lo

que deben combinarse con una modificación en el estilo de vida (Dalmau et al.,

2007; Yeste et al., 2008).

9.2.6.6. Tratamiento quirúrgico

La cirugía para el abordaje de la obesidad en pediatría, a pesar de las

reticencias existentes, está siendo cada vez más utilizada para intervenir en

aquellos casos de adolescentes con obesidad grave, con un IMC > 40, con

importantes comorbilidades asociadas para su empleo.

Las diferentes formas de cirugía gastrointestinal que impiden una ingesta

abundante y disminuyen la absorción de nutrientes suponen una forma eficaz

de tratamiento de la obesidad, no exenta de efectos secundarios.

Por estos motivos la selección de pacientes como el seguimiento posterior

debe realizarse por un equipo multidisciplinar de especialistas. El seguimiento

nutricional debe mantenerse durante varios años, debido a que los posibles

efectos a largo plazo no poco conocidos (Dalmau et al., 2007; Yeste et al.,

2008).

9.2.6.7. Habilidades terapéuticas

Un aspecto a tener en cuenta es la relación entre el especialista y sus

pacientes, para ello resulta conveniente destacar los tres componentes que

propician una adecuada relación tanto con el niño o adolescente como con la

familia:

1. El establecimiento de un vínculo emocional positivo entre paciente y

terapeuta.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

111

2. Llegar a un consenso en lo referente a los objetivos del tratamiento.

3. El acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.

Es importante que el especialista que trate la obesidad infantil y juvenil

conozca los aspectos psicológicos y las repercusiones físicas, psicológicas y

sociales de esta enfermedad y las características de la etapa de desarrollo en

que se encuentra la persona. Al aplicar las técnicas conductuales se debe

mostrar un estilo democrático, poco autoritario y flexible, que favorezca la

percepción por parte del niño o del adolescente que ellos pueden decidir y

elegir sobre su comida y su ejercicio (Kischenbaum et al., 1989).

El desarrollo de habilidades y actitudes favorecedoras de una óptima

relación entre ambas partes, va a contribuir a lograr una mayor eficacia y

adherencia del tratamiento.

9.2.7. Plan de seguimiento

Actualmente se estima que sólo del 10 al 30 % de los pacientes consiguen

mantener un IMC% inferior al inicial al año de tratamiento y un alto porcentaje

de los adolescentes obesos siguen siéndolo en la vida adulta. En el

seguimiento durante 3 años de 81 niños y adolescentes obesos (IMC% > 120)

incluidos en un programa terapéutico para la obesidad por la Unidad de

Nutrición, Crecimiento y Metabolismo 52 niños (64%) abandonaron el

programa, casi la mitad lo hicieron tras la primera visita y de los 29 que

continuaron el programa fracasó en 12 (IMC% igual o superior al que tenían

cuando entraron en el programa), 11 niños presentaron mejoría (reducción

superior al 10 % del IMC%) y 6 curación (IMC% < 110% a los 3 años). Esto

supone un índice de curación del 7 % (Moya et al., 1993).

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

112

Sin embargo, el niño y el adolescente obeso no tratado tiende a volverse

cada vez más obeso y la aparición y severidad de las complicaciones

asociadas se relacionan directamente con el grado de obesidad. Por tanto,

conseguir cierto descenso o tan solo mantener el porcentaje de exceso de peso

corporal, aunque no se alcance un peso adecuado para la talla, ya supone un

éxito terapéutico por el efecto positivo del crecimiento.

Un plan de seguimiento estructurado es necesario ya que la obesidad está

considerada una enfermedad crónica, al menos mientras persistan las actuales

condiciones ambientales. Una vez conseguido los objetivos terapéuticos el

tratamiento entra en la importante fase de mantenimiento de los logros

conseguidos y prevención de posibles recaídas.

Para esta fase los objetivos son (Saldaña y Rosell, 1988):

Mantenimiento del peso perdido.

Consolidar el cambio en el estilo de vida.

Continuar practicando ejercicio físico (hay que seguir teniendo presente

el concepto de balance energético).

Alcanzar el peso meta.

Las técnicas que pueden ayudar a conseguir estos objetivos son:

Sesiones de apoyo.

El contacto por cualquier medio, personal, telefónico, etc.

El autorregistro continuo, sobre todo de peso y de la actividad física.

El autorreforzamiento.

El apoyo social por mantener un estilo de vida saludable. Este apoyo es

más eficaz cuando es sincero y proviene de las personas más allegadas.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

113

El tratamiento intensivo y prolongado, con controles de seguimiento

periódicos, aumenta considerablemente el éxito terapéutico, porque ayuda a

mantener hábitos de alimentación saludables, incrementa la cantidad de

ejercicio y facilita el empleo continuo de estrategias psicoeducativas

(Rodríguez-Hierro, 2000).

En esta fase de seguimiento el terapeuta ha de estar preparado para actuar

en determinadas situaciones como:

a) Fases de estancamiento: debidas a fenómenos adaptativos que se

superan aumentando el ejercicio físico o disminuyendo levemente el

aporte calórico hasta alcanzar el objetivo ponderal prefijado (5-10% peso

inicial).

b) Fracasos o recidivas: es importante abordarlo sin frustración y con

planteamientos razonables que reanuden las medidas recomendadas al

inicio y durante el tratamiento.

Para la prevención de las recaídas es útil insistir en algunas de las técnicas

ya mencionadas de solución de problemas, de manejo de la ansiedad y de

situaciones de riesgo, habilidades sociales y asertividad. Para empezar esta

parte del tratamiento hay que tener en cuenta algunos criterios que ayuden a

identificar el momento de su inicio (Saldaña y Rosell, 1998):

Si se ha alcanzado el objetivo de IMC propuesto.

Si han desaparecido o modificado los indicadores de salud que

podrían haber estado alterados al inicio del tratamiento.

Si la persona mantiene el contenido y patrones de su

alimentación y un nivel de actividad óptimo.

Si el apoyo familiar está consolidado.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

114

9.3 Prevención e intervención de los problemas relacionados con la

alimentación y el peso (PRAP)

Los PRAP engloban los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), las

conductas no saludables para controlar el peso, la insatisfacción corporal, el

sobrepeso y la obesidad. El desarrollo de aproximaciones integradas para la

prevención e intervención de los PRAP propone un cambio de paradigma a la

hora de prevenir y tratar estos problemas basado en las relaciones entre ellos y

los factores de riesgo comunes.

Un reciente trabajo expone los principales argumentosa favor de esta

aproximación integrada (Sánchez-Carracedo, López-Guimera, Fauquet y Punti,

2013):

1. La coexistencia de estos problemas y el progreso fácil de un

problema al otro en el curso del tiempo.

2. La identificación de factores de riesgo compartidos de los TCA y la

obesidad.

También apuntan dos consideraciones prácticas, por un lado, una posible

falta de coherencia en los mensajes transmitidos en los campos de la

prevención de la obesidad y de los trastornos de la conducta alimentaria y por

otro, la mayor eficiencia al implementar programas dirigidos a la prevención de

un amplio espectro de problemas relacionados con la alimentación y el peso en

vez de programas separados.

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Tratamiento de la obesidad en niños y en adolescentes

115

Con el fin de potenciar esta aproximación, estos autores concluyen:

a) Las investigaciones han detectado factores de riesgo compartidos a

través del espectro de problemas relacionados con la alimentación y

el peso.

b) Se han desarrollado algunos programas preventivos eficaces para

cubrir este amplio espectro de problemas. El interés por este enfoque

integrado está creciendo.

c) Dado que los programas de prevención de la obesidad en la

comunidad cuentan con suficientes recursos y con acceso a amplias

secciones de la población, es el momento ideal para que los

encargados de estos programas empiecen a considerar los posibles

beneficios de un enfoque integrado para la prevención. También

deben considerar la posibilidad de modificar estas estrategias o de

incorporar otros componentes y mediciones que contribuyan a

promover una imagen corporal saludable y positiva, aceptando la

diversidad de los tamaños corporales, disminuyendo las burlas

relacionadas con el peso y la apariencia, eliminando el estigma

asociado a la obesidad y erradicando las conductas no saludables

para controlar el peso.

d) Las diferencias y las similitudes interculturales indican que se

necesitan intervenciones integradas con componentes comunes y

también específicos para cada país.

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

117

10. PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN EN LA OBESIDAD Y EN EL

SOBREPESO INFANTIL Y JUVENIL

10.1 La importancia del componente psicológico

La obesidad es una enfermedad compleja y multifactorial por lo que se

sugiere la idoneidad de considerar como adecuado un abordaje

multidisciplinario, con el respaldo de la gran mayoría de las investigaciones

previas,

A pesar de la relevancia social y sanitaria de la obesidad, su tratamiento

constituye un gran desafío al no existir formas de terapia eficaz que permitan

disminuir de peso y, lo que es más importante, que las pérdidas de peso

alcanzadas por diferentes métodos se mantengan a medio y largo plazo.

Hasta hace unos años, la mayoría de los tratamientos iban dirigidos a

disminuir la ingesta calórica mediante el consejo dietético, sin embargo, en un

estudio realizado por Jonides, Buschbacher y Barlow (2002), con el objetivo de

identificar describir las evaluaciones psicológicas, emocionales y conductuales

de niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad, por medio de un

cuestionario a profesionales de la salud relacionados con este problema (203

pediatras, 444 dietistas y 293 enfermeras pediátricas) se les preguntó cuál era

la mejor forma de evaluación e intervención de la obesidad. En sus repuestas,

más del 75% determinaron como importante la intervención de un especialista

en salud mental y el involucramiento de los padres en este problema de salud.

Estos resultados no son de extrañar ya que una buena parte de la

comorbilidad de la obesidad infantil y juvenil son trastornos psicológicos. Como

ya se han mencionado, una baja autoestima, síntomas de ansiedad y de bajo

estado de ánimo, cierto deterioro en sus relaciones sociales debido a la

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

118

estigmatización de la enfermedad y el rechazo social, e incluso bajo

rendimiento que puede conducir al fracaso escolar.

En esta línea la terapia cognitivo-conductual es útil al tener un impacto

positivo en retardar la presentación de comorbilidades y en la disminución del

riesgo de complicaciones, además de considerarse la estrategia terapéutica

más resolutiva, en niños, adolescentes y adultos obesos (Perea-Martínez et al.,

2014).

Es por todo ello que en la actualidad, el componente psicológico se

contempla en la mayoría de programas para el tratamiento de la obesidad. Por

un lado, es importante para conseguir una mayor adherencia al tratamiento,

tanto en el paciente como en su familia, y por otro, es de incuestionable ayuda

para conseguir la implementación, adaptación y mantenimiento de los cambios

en el estilo de vida familiar, a medio y largo plazo, necesarios para conseguir

los objetivos terapéuticos propuestos en el programa.

También es cierto que gran parte de las actitudes psicológicas que van a

influir en el niño o adolescente obeso, son parte integrante de las medidas

dietéticas y de actividad física recomendada, y que el éxito de la combinación

de soporte psicológico, higiene dietética (modificación del comportamiento

alimentario) y ejercicio físico es mayor en niños y adolescentes que en adultos

(Martul et al., 2002).

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

119

10.2 Programas de intervención estructurados

Como ejemplo de programas estructurados para el tratamiento de la

obesidad infantojuvenil a continuación se detallan tres de ellos llevados a cabo

en España.

“Nens en moviment” (Niños en movimiento)

Es un programa integral, de carácter multidisciplinario (pediatría, nutrición y

psicología, dirigido a niños de 7 a 12 años con sobrepeso u obesidad y a su

entorno familiar. Centra la atención en la salud general del niño y no sólo en el

peso, por ello el objetivo principal del programa es realizar cambios sobre

aquellos estilos de vida, hábitos alimentarios y trastornos emocionales que

contribuyen a la ganancia de peso, con objetivos específicos para los niños y

para sus padres o familiares.

Promueve una alimentación normocalórica y equilibrada para de esta forma

normalizar progresivamente el IMC del niño, mediante la detención del

aumento exagerado de peso, permitiendo un crecimiento normal.

El programa es de carácter grupal, de 6 a 7 niños por grupo, utiliza técnicas

cognitivo-conductuales y está estructurado en torno a once sesiones

semanales dirigidas a los niños y a los padres o familiares por separado, y con

unos objetivos específicos para ambas intervenciones.

Para facilitar el desarrollo de las sesiones, el programa cuenta con un

material didáctico consistente en una serie de cuadernos (uno por cada

semana y tema a desarrollar) para los niños y otra para los padres o familiares.

El educador en obesidad infantil también cuenta con un cuaderno a modo de

guía que le ayudará a la correcta aplicación del programa.

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

120

Para la valoración de los resultados obtenidos se evaluaron de forma

periódica mediante una serie de variables:

a) Antropométricas: peso, talla, IMC y porcentaje de grasa corporal.

b) Dietéticas: calidad de su dieta en relación con la dieta mediterránea

c) Psicológicas: rasgos de ansiedad y depresivos.

Los resultados obtenidos con la aplicación del programa muestran en los

niños obesos un patrón de alimentación deficiente y unas tendencias ansiosas

y depresivas que mejoran con la aplicación del programa (Yeste et al., 2008).

Programa NEREU

NEREU es un programa de intervención multidisciplinar dirigido a niños y

a sus padres, con una duración de nueve meses y dividido en tres

intervenciones, coincidiendo con los trimestres de un curso escolar.

Para evaluar si el programa NEREU tiene un impacto favorable en la

actividad física, el sedentarismo y el IMC de los niños con sobrepeso u

obesidad, se realizó un estudio longitudinal prospectivo, con un programa que

consistió en actividad física con componentes conductuales, sesiones de

hábitos saludables para padres y estrategias de comportamiento para ambos.

Los participantes fueron niños poco activos y diagnosticados con sobrepeso u

obesidad según criterios de la IOTF.

El procedimiento del programa fue:

a) Ejercicio físico. La finalidad es aumentar la actividad física con un

componente de diversión durante la práctica, para ello las actividades de

cada sesión se realizaron en un ambiente agradable y no competitivo,

además de adaptarse a las particularidades de los niños.

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

121

b) Sesiones de asesoramiento sobre hábitos saludables para las familias.

c) Estrategias de comportamiento que incluían la participación de niños y

padres.

Al analizar las puntuaciones postest a los nueve meses, después de la

implementación del programa, en comparación con las puntuaciones pretest,

los resultados indicaron un cambio positivo hacia mayor práctica de actividad

física a intensidad moderada-alta, una disminución de las conductas

sedentarias según informaron los niños a través de un cuestionario. También

disminuyó la puntuación z del IMC de los niños y niñas participantes. Otro dato

positivo fue el elevado nivel de adherencia y el grado de satisfacción. (Serra-

Paya, Ensenyat y Blanco, 2014).

Programa THAO

Es un programa piloto de nacional, que se enmarca dentro de los

planteamientos de la estrategia NAOS, para la prevención de la obesidad

infantil a través de la promoción de hábitos saludables, dirigido a niños de

hasta 12 años y sus familiares. Se aplica a nivel comunitario, con acciones

continuadas durante 4 años e implica a todos los actores locales en contacto

con la población infantil.

El objetivo es inculcar en los niños y sus familias las motivaciones positivas

de los comportamientos saludables, para que estos se asuman de forma

permanente.

Para conseguirlo promueve una alimentación equilibrada, variada y

placentera, además de una actividad física regular, también estimula los

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

122

hábitos adecuados de descanso e interviene de manera trasversal sobre los

factores psicológicos, emocionales y la relación social y familiar.

La intervención está basada en tres componentes (Martínez, Beltrán,

Ávila, Cuadrado y Cuadrado, 2009):

1. Las acciones desarrolladas en el municipio.

2. El plan de evaluación, donde se mide y analiza el IMC de los niños

y los hábitos de alimentación y actividad física.

3. La comunicación permanente y amplia.

10.3 Apoyos empíricos a los programas de intervención

Los criterios para el éxito terapéutico del sobrepeso y la obesidad deben

contemplar no sólo la reducción de peso como producto final, sino un proceso

continuo con resultados positivos en la calidad de vida, un estilo de vida menos

sedentario, integrando activamente el ejercicio físico, una mayor aceptación de

la imagen corporal y un cambio de hábitos de alimentación junto con una

conciencia de enfermedad que conduzca a una evitación de las recaídas, tan

frecuente en este proceso, pero que no significan obligatoriamente un fracaso

absoluto del tratamiento (Seijas y Feuchtmann, 1997).

Para conocer la efectividad de los programas de intervención basados en la

actividad física y el control dietético sobre la obesidad y el sobrepeso

infantojuvenil, se realizó una revisión sistemática a partir de intervenciones

publicadas entre julio de 2006 y abril de 2012. Los resultados indican unos

efectos positivos en la reducción de peso y de IMC. Aunque gran parte de los

estudios selección fueron desarrollados con implicación familiar, los autores de

la revisión señalan que no observan evidencia de la efectividad de la

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

123

participación familiar en los 23 estudios analizados (Rocha, Martín-Matillas,

Carbonell-Baeza, Aparicio y Delgado-Fernández, 2014).

En esta línea, en otra revisión sistemática sobre la eficacia de la actividad

física en la reducción del sobrepeso y la obesidad de niños y adolescentes, el

principal resultado es que el programa más efectivo es el que combina

ejercicios aeróbicos y anaeróbicos. Un mínimo de 180 minutos a la semana, 3

sesiones de 60 minutos, con un ejercicio físico de intensidad moderada pueden

ser suficientes para diseñar un programa para este tipo de personas. Además,

cuando se combina con una dieta controlada y distribución de las comidas, se

potencian mutuamente y se obtienen mejores resultados. El rol de padres y

personas allegadas al niño o adolescente es fundamental para reforzar las

conductas positivas hacia el cambio de estilo de vida (Aguilar et al.,2014).

La Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el Tratamiento de la

Obesidad Infantojuvenil, editada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en

colaboración con el Ministerio de Sanidad y Política Social, y Martos-Moreno,

Argente, Buñuel, Tort y Alonso-Coello en nombre del “Grupo de trabajo de la

guía sobre la prevención y el tratamiento de la obesidad infantojuvenil” (2010),

para responder a la pregunta sobre cuál es la efectividad del tratamiento

psicológico en la pérdida o el mantenimiento de peso en la población infantil y

adolescente recomienda:

El tratamiento de apoyo psicológico, con terapia conductual o cognitivo-

conductual, para el sobrepeso y la obesidad en menores y adolescentes.

El empleo de terapia dirigida al estrés y otras técnicas psicológicas

(formulación de objetivos, automonitorización, etc.) para el tratamiento

de la obesidad en menores y adolescentes.

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

124

Incluir el tratamiento psicológico individual o grupal en los programas de

intervenciones combinadas para menores y adolescentes con obesidad.

Estas recomendaciones se desprenden de la evidencia encontrada en

varios ensayos clínicos aleatorizados (ECA) que muestran disminuciones

significativas en el IMC, consistentes en intervenciones psicológicas aisladas,

aunque la mayor parte de ella forman parte de un tratamiento combinado.

La efectividad de la terapia cognitivo conductual fue evaluado en un ECA

llevado a cabo en adolescentes con obesidad con diez sesiones semanales de

y cinco sesiones telefónicas quincenales. En comparación con el grupo control,

sin tratamiento, se encontró una disminución significativa en el IMC, la grasa

corporal y en el consumo de bebidas azucaradas. (Tsiros et al., 2008).

Un programa de tratamiento grupal, con promoción de un estilo de vida

sano y la implicación de la familia, cuya intervención consistió en 15 sesiones

de 90 minutos para padres e hijos por separado, aconsejaba una dieta sana,

ejercicio físico y técnicas conductuales, sin control específico del peso. A los

seis meses se observó una mejora en el cambio del peso para la talla en

comparación con el grupo de tratamiento habitual (Kalavainen, Korppi y

Nuutinen, 2007).

En otro con un programa de tratamiento grupal con adolescentes con

sobrepeso, se añadió al programa cognitivo-conductual de control de peso un

componente de mejora de la autoestima titulado “Adventure therapy”, dirigido a

aumentar ésta apoyándose en los compañeros, para promover el cambio que

permita desarrollar un mayor nivel de agilidad y coordinación física. A los 10

meses, el 35 % del grupo de tratamiento presentó pérdida de peso en

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

125

comparación con el 12 % del grupo control (Jelalian, Mehlenbeck, Lloyd-

Richardson, Birmaher y Wing, 2006).

Sin embargo, en una intervención conductual consistente en 8 consultas

con una dietista no se produjo cambios significativos en el IMC, pero se

observó un aumento de la actividad física y una disminución del sedentarismo

(Hughes et al., 2008).

Por su parte, la Guía de Práctica Clínica de NICE concluye que la terapia

conductual es más efectiva que el tratamiento convencional y puede tener

mejores resultados en menores y adolescentes de 6 a 16 años si los padres y

madres asumen la responsabilidad para un cambio de conducta en sus hijos.

Siguiendo con la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el

Tratamiento de la Obesidad y Sobrepeso en niños y adolescentes de 6 a 16

años, ésta recomienda aplicar un programa multidisciplinar combinando,

también llamado enfoque integral, necesario para incrementar las

probabilidades de éxito, tal y como se desprende de la bibliografía consultada.

Los componentes para elaborar el tratamiento son (Gómez y Marcos, 2006):

Dietético-nutricional.

Psicológico-psiquiátrico.

Actividad-condición física.

Familiar

Los ámbitos clínico y el familiar son los más apropiados para implementar

estas intervenciones combinadas.

En el ámbito clínico al comparar un programa con ejercicio físico,

modificación conductual y nutricional, en niños y adolescentes entre 9 y 16

años, se encontró una disminución significativa en el peso a los seis meses y al

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

126

año, en comparación con el grupo control que aumentó de peso, tras asistir a

una consulta cada 6 meses con consejo sobre dieta y ejercicio (Savoye et al.,

2007).

Otro estudio con escolares y adolescentes con obesidad, de 6 a 16 años,

valoró la intervención combinada que consistía en sesiones de educación

nutricional, una dieta hipocalórica y 2 horas a la semana de actividad física. A

los 3 meses los resultados dieron disminuciones en el IMC y en el porcentaje

de grasa, con un aumento en la actividad habitual, en comparación a un grupo

control de una consulta nutricional con promoción del ejercicio físico. Un año

después se mantuvieron los cambios (Nemet et al., 2005).

Varios estudios muestran también un aumento de la actividad física y una

mejoría en la dieta, pero no se observaron disminuciones significativas del IMC

(McCallum et al., 2007; De Mello, Luft y Meyer, 2004).

En nuestro país en un estudio antes-después, con un programa dirigido a

menores obesos de 6 a 12 años, con el objetivo de mejorar los hábitos

alimentarios, el estilo de vida y los trastornos emocionales, mediante 11

sesiones grupales de 90 minutos, con padres y niños por separado, logró que

en el 88,9 % de los niños disminuyera el IMC de forma significativa. También

consiguió que aumentara el consumo diario de fruta y verdura, que disminuyera

el de bollería y que y/o desayunaran. Las puntuaciones en las escalas de

ansiedad y depresión disminuyeron, así como el número de menores con

riesgo a presentar trastornos relacionados con estos dos aspectos psicológicos

(Gussinyer et al., 2008).

Ya en el ámbito escolar, dos ECA (Fullerton et al., 2007; Huang et al.,

2007)y un estudio de menor calidad (Graf et al., 2006)con intervenciones

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

127

combinadas de dieta, ejercicio físico y modificación conductual, mostraron

disminuciones moderadas a corto plazo en el IMC en niños y niñas de 10 a 13

años.

Tres revisiones sistemáticas concluyeron que las intervenciones

conductuales con implicación familiar, de al menos uno de los progenitores,

fueron más efectivas que los controles para la pérdida de peso (Young,

Northern, Lister, Drummond y O’Brien, 2007; McLean, Griffin, Toney y

Hardeman, 2003; Berry et al., 2004).

En otros cuatro ECA posteriores con este tipo de intervenciones

combinadas, muestran una disminución moderada del IMC a corto plazo en

niños y niñas de 6 a 13 años (Golley, Magarey, Baur, Steinbeck y Daniels,

2007; Shelton et al., 2007; Golan Kaufman y Shahar, 2006; Jiang, Xia, Greiner,

Lian y Rosenqvist, 2005).

Una revisión sistemática relacionada con la prevención y el tratamiento

concluye, entre otras cuestiones, que las modificaciones de hábitos con terapia

conductual es un componente imprescindible en el tratamiento del niño obeso,

que el apoyo familiar es necesario, aunque los niños responden mejor que sus

padres a los cambios de conducta (Alustiza y Aranceta, 2004).

Fuera de estos ámbitos, en un estudio piloto (controlado no aleatorizado)

con 30 menores, con una media de edad 13,5 años, que siguieron un programa

residencial de diez meses de duración, consistente en dieta, actividad física

regular y apoyo psicológico, consiguió una disminución significativa del peso y

del IMC y un aumento de la actividad física. Sin embargo, estas variables

volvieron a los niveles iniciales tres meses después de terminar el programa

(Deforche, De Bourdeaudhuij, Tanghe, Hills, y De Bode, 2004).

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

128

Un original estudio evaluó una intervención conductual-familiar en Internet,

57 chicas afroamericanas participaron en este programa interactivo, que

proponía una dieta sana y la actividad física frente a un programa de educación

sanitaria, más limitado y sin feedback. En ambos grupos, un miembro de la

familia debía tener un IMC>30 y participar en el grupo de intervención o en el

control. A los 6 meses se observaron disminuciones significativas en el

porcentaje de grasa de las chicas del grupo de tratamiento frente al grupo

control, y también en el peso de sus padres y madres. Sin embargo, estos

resultados no se mantuvieron en los dos años que duró la intervención.

Además, el uso de la página web disminuyó drásticamente a partir del sexto

mes del estudio (Williamson et al., 2006).

De la misma manera, la guía de NICE concluye que el tratamiento

conductual en combinación con ejercicio físico y dieta en programas

especializados de tratamiento de la obesidad, es efectivo para tratar a

personas de ambos sexos de 3 a 18 años con obesidad, aunque este resultado

puede ser más efectivo si los padres y las madres asumen cierta

responsabilidad en el cambio de conducta.

Con el objetivo de evaluar la eficacia de una variedad de tratamientos

diseñados para tratar la obesidad infantojuvenil, Luttikhuis et al. (2009) llevaron

a cabo una revisión sistemática. Incluyeron 64 ECAs, con una muestra total de

5230 participantes, que comparten objetivos generales similares, sin embargo,

hubo diferencias múltiples en cuanto al diseño del estudio (en particular las

comparaciones), la calidad (en particular el tamaño de la muestra y por lo tanto

el poder estadístico) y las medidas de resultado. Analizaron una amplia

variedad de enfoques conductuales que contienen terapia familiar, terapia

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

129

cognitivo-conductual, solución de problemas y programas conductuales con

componentes múltiples que incluyen una variedad de técnicas conductuales.

La mayoría de los estudios informaron de los efectos beneficiosos de la

intervención sobre la adiposidad desde el inicio al final de la intervención o

seguimiento, con lo que el desafío era evaluar qué intervención era más

efectiva que otra. Aunque aún no se pudo lograr este objetivo y había datos de

calidad relativamente limitados para determinar qué intervención es más

efectiva, se reconoce que varias estrategias son potencialmente útiles en

cuanto a la efectividad para tratar la obesidad infantil.

La importancia de un programa combinado dietético, conductual y de

actividad física ha sido destacada por varios de los estudios incluidos en esta

revisión (Epstein, Roemmich, Stein, Paluch y Kilanowski, 2005; Flodmark

Ohlsson, Ryden y Sveger, 1993; Golan et al., 2006; Golley et al., 2007; Hughes

et al., 2008; Jelalian et al., 2006; Johnston et al., 2007a; Johnston et al., 2007b;

Kalavainen et al., 2007; McCallum et al., 2007; Munsch et al., 2008; Saelens et

al., 2002; Savoye et al., 2007; Williamson et al., 2005). Las resultados de esta

revisión indican que las intervenciones del estilo de vida dirigidas a las familias

con un programa conductual que tienen el objetivo de cambiar los patrones de

pensamiento relacionados con la dieta y la actividad física, proporcionan una

reducción clínicamente significativa del sobrepeso en los niños y los

adolescentes en comparación con la atención estándar o la autoayuda a corto y

largo plazo. La participación de los padres se ha reconocido como un

componente muy importante de los programas conductuales, en particular en el

caso de los preadolescentes (Golan, Weizman, Apter y Fainaru, 1998; Golan et

al., 2006; Munsch et al., 2008).

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

130

Los metanálisis de Golley et al. (2007), Hughes et al. (2008) y Kalavainen

et al. (2007), con niños menores de 12 años, indicaron que las intervenciones

conductuales del estilo de vida dirigidas a la familia redujeron las puntuaciones

del IMC en mayor medida que la atención estándar a los seis meses de

seguimiento. El tamaño del efecto fue pequeño pero estadística y clínicamente

relevante. Sin embargo, el tamaño del efecto observado en el metanálisis a los

12 meses ya no fue significativo, aunque las disminuciones en el IMC

persistieron en los tres estudios agrupados.

Por su parte, en los adolescentes se observó un patrón similar, aunque con

un tamaño del efecto todavía mayor, dado que las intervenciones conductuales

se compararon con una condición de autoayuda (Johnston et al.2007a;

Johnston et al. 2007b; Savoye et al 2007; Williamson et al. 2005). El tamaño

del efecto siguió siendo significativo a los 12 meses después del inicio de la

intervención, lo que muestra que los efectos beneficiosos del programa

conductual persistieron a más largo plazo. También se observó que en los

metanálisis de los estudios que incluyeron fármacos, el orlistat y la sibutramina,

como complemento de una intervención del estilo de vida, se encontraron

mejoras significativas en la adiposidad en los adolescentes, aunque con

eventos adversos propios de estos fármacos.

En cuanto a la validez, de los estudios anteriores la mayoría de ellos

tenían tamaños de muestra pequeños, la posibilidad de sesgos de estudios

pequeños, tasas de abandono relativamente altas y mediciones de resultado

no ajustadas. Por tanto, sus resultados pueden ser no generalizables, debido

también a problemas de muestreo y a que la mayoría de las investigaciones

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

131

en este campo se realizaron en poblaciones caucásicas motivadas, de clase

media.

También se observó una tendencia positiva a abordar estas

intervenciones del estilo de vida o intervenciones farmacológicas en

poblaciones específicas (Munsch et al., 2008; Weintraub et al., 2008;

Williamson et al., 2005). El hecho de no abordar y medir los factores

psicológicos y sociales en estos estudios de intervención obstaculiza el

potencial para la efectividad de la intervención. Con excepción de los ensayos

de fármacos, los efectos adversos de las intervenciones se consideraron con

poca frecuencia, y también es limitado el informe de los resultados después

de un año.

En una revisión sistemática sobre las intervenciones multidisciplinares y

sus componentes para tratar la obesidad infantil se puede evidenciar la

efectividad de los tratamientos revisados. En la mayoría de los estudios se

avala el tratamiento multidisciplinar como método eficaz contra la obesidad, así

como que el tratamiento de cada uno de sus componentes por separado

presenta efectos favorables. Sin embargo, resulta muy difícil determinar el

método más efectivo, debido a la heterogeneidad de los estudios, al encontrar

distintas muestras, distintos rangos de edad y distintos periodos de duración de

los tratamientos (Méndez y Munguía, 2011).

Si bien los efectos de los tratamientos monocomponente son significativos

durante la fase de tratamiento, en la fase de seguimiento y posteriormente se

observa que los tratamientos multidisciplinares obtienen mejores resultados,

debido en gran medida a la intervención de los padres en el tratamiento, factor

que ha resulta imprescindible considerar según las últimas investigaciones.

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Programas de intervención en la obesidad y en el sobrepeso infantil y juvenil

132

Teniendo en cuenta que la obesidad es una enfermedad con numerosas

causas, es lógico pensar que el tratamiento tiene que ir enfocado a cada una

de sus causas.

En este sentido, y teniendo en cuenta la delicada situación actual que a

nivel económico nos encontramos en nuestra sociedad, adquiere especial

relevancia los costes que requieren estas intervenciones. Como se ha visto,

resulta evidente que para llevar a cabo un tratamiento multidisciplinar para el

sobrepeso y la obesidad infantojuvenil, es necesario cierto número de

especialistas (pediatra, dietista y psicólogo), con el coste económico que ello

conlleva. De ahí que sea necesario comparar si es más efectivo un

tratamiento que trate sobre menos componentes, pero en cambio sea menos

costoso, o si el tratamiento multidisciplinar resulta más eficiente debido a sus

importantes resultados con todos los costes que genera.

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133

SEGUNDA PARTE: ESTUDIO EMPÍRICO

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134

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Objetivo e hipótesis de estudio

135

11. OBJETIVOS E HIPÓTESIS DE ESTUDIO

11.1 Objetivos

Objetivo general:

Comparar la eficacia de dos programas multicomponentes, con dieta y

apoyo psicológico, y un programa monocomponente de sólo dieta, para el

tratamiento de la obesidad y el sobrepeso infanto-juvenil, con respecto a

variables antropométricas y psicológicas.

Objetivos específicos:

1. Analizar la eficacia comparada de dos programas de tratamiento

multicomponente con apoyo psicológico en relación a un programa

dietético monocomponente sin apoyo psicológico, con respecto al índice

de masa corporal (IMC).

2. Analizar la eficacia comparada de dos programas de tratamiento

multicomponente con apoyo psicológico en relación a un programa

dietético monocomponente, sin apoyo psicológico con respecto a las

variables psicológicas de ansiedad, depresión e insatisfacción con la

imagen corporal.

3. Estudiar las influencia de la ansiedad, la depresión y la insatisfacción

con la imagen corporal en la eficacia de los tres programas de

intervención.

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Objetivo e hipótesis de estudio

136

11.2 Hipótesis

De acuerdo con los objetivos del estudio se plantean las siguientes

hipótesis:

1. Los dos programas de tratamiento multicomponente (tipo de dieta y

apoyo psicológico) serán más eficaces en la mejora del valor

antropométrico IMC en la fase de tratamiento con respecto al programa

monocomponente de dieta.

2. Habrá diferencias entre los distintos programas de tratamiento en la fase

de seguimiento con respecto a la medida del IMC.

3. Las variables emocionales de ansiedad, depresión autoestima e

insatisfacción con la imagen corporal tendrán un papel modulador en la

eficacia de los programas de intervención con respecto al IMC.

4. Los dos programas de tratamiento multicomponente (dieta y apoyo

psicológico) serán más eficaces en la mejora de las variables

psicológicas (ansiedad, depresión e insatisfacción con la imagen

corporal) en la fase de tratamiento con respecto al programa

monocomponente de dieta.

5. Habrá diferencias entre los distintos programas de tratamiento en la fase

de seguimiento con respecto a las medidas de las variables psicológicas

(ansiedad, depresión e insatisfacción con la imagen corporal).

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Objetivo e hipótesis de estudio

137

6. Habrá diferencias en la eficacia entre de ambos programas

multicomponente en los valores antropométricos de IMC, a favor del

programa con dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida y

apoyo psicológico.

7. Habrá diferencias en la eficacia entre de ambos programas

multicomponente en la mejora de las variables psicológicas (ansiedad,

depresión e insatisfacción con la imagen corporal)a favor del programa

con dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida y apoyo

psicológico.

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138

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Método

139

12. MÉTODO

12.1 Participantes

La muestra estuvo compuesta por 104 niños y adolescentes con edades de

7 a 16 años, con una media de edad de 11.81 (DE= 2.15). En cuanto a la

composición por sexo participaron en el estudio un total de de 59 chicas, que

representaban el 56.7% y 45 chicos con el 43.3%

La selección de la muestra se realizó a través del Servicio de Pediatría del

Hospital General Universitario de Elche, con aquellos sujetos que tenían un

diagnóstico previo de sobrepeso u obesidad.

Se atendió a los siguientes criterios de inclusión:

a) Edad de 7 a 16 años.

b) Diagnóstico de sobrepeso u obesidad a través del IMC patológico de

sobrepeso: IMC > P85 y de obesidad: IMC > P95.

c) No presentar discapacidad mental.

d) Una predisposición óptima a colaborar en el programa, tanto por

parte de los participantes como de sus padres o tutores.

e) Aceptación voluntaria y firma del consentimiento informado de los

padres o tutores (véase anexo 1).

Los niños y adolescentes diagnosticados de obesidad o sobrepeso fueron

distribuidos aleatoriamente en uno de los siguientes tres grupos:

1. Programa multicomponente que consistió en una dieta con restricción de

hidratos de cargo de absorción rápida y con apoyo psicológico (GHP),

que estuvo compuesto por 37 sujetos, de los cuales 22 eran chicas que

representaban el 59.5% y 15 chicos que supuso el 40.5%. La una media

de edad de este grupo fue de 11.59 (DE= 1.89).

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Método

140

2. Programa multicomponente con una dieta baja en calorías y con apoyo

psicológico (GCP), compuesto por 36 sujetos, de los cuales 19 eran

chicas, que se correspondía con el 52.8%, y 17 chicos, el 47.2%. La

media de edad de este grupo fue de 11.89 (DE= 2.07).

3. Programa monocomponente con sólo dieta baja en hidratos de carbono

de absorción rápida (GD), compuesto por 31 sujetos, con 18 chicas, que

representaba el 58.1%, y 13 chicos, el 41.9%. La media de edad fue de

11.97 (DE= 2.15)

En la figuras 1 y 2 se muestran los gráficos de la composición de los

grupos en cuanto a sexo y edad respectivamente.

Figura 1. Composición de los grupos por sexo

59,5

52,8

58,1 56,7

40,5

47,2

41,9 43,3

0

10

20

30

40

50

60

70

GPH GPC GD Total muestra

Mujeres

Varones

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Método

141

Figura 2. Composición de los grupos por edad

Un resumen descriptivo de la muestra en cuanto a edad y sexo aparece en

la tabla 11.

Tabla 11. Resumen de la composición de la muestra en edad y sexo

GRUPO (sujetos) EDAD (media y desviación estándar)

SEXO (mujer o varón y porcentaje)

GPH: 37 11.59 (1.89) M: 22 (59.5%)

V: 15 (40.5%)

GPC: 36 11.89 (2.07) M: 19 (52.8%)

V: 17 (47.2%)

GD: 31 11.97 (2.55) M: 18 (58.1%)

V: 13 (41,9%)

Total Muestra: 104

11.81 (2.15) M: 59 (56.7%)

V: 45 (43.3%)

0

2

4

6

8

10

7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

GPH

GPC

GD

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Método

142

12.2 Instrumentos de evaluación

Para valorar las diferentes variables del estudio se utilizaron los

instrumentos que a continuación se detallan.

12.2.1 Medidas antropométricas: Impedanciometro (InBody-Balance® con el

software, Lookin Body Basic®)

Permite conocer la composición corporal al proporcionar el peso, la masa

muscular-esquelética, grasa corporal y el agua corporal total, y a la vez que un

diagnóstico del sobrepeso y la obesidad a través del IMC, el porcentaje de

grasa corporal, la relación cintura-cadera y el metabolismo basal (medido en

kilocalorías).

Este aparato, con apariencia similar a una báscula, realiza un recorrido por

todo el organismo con una corriente de bajo amperaje (el sujeto no percibe

nada), y traslada todos los datos a un ordenador al que está conectado, para

que por medio del software se puedan visualizar en la pantalla y guardar todos

los datos registrados en las diferentes mediciones de cada niño (anexo 2).

12.2.2. Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo para Niños (STAIC)

(Spielberger, Gorsuch, Lushene, 1973).

Esta prueba tiene como antecedente el State-Trait Anxiety Inventory (STAI)

(Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970). Como aquella, esta prueba también

consta de 20 preguntas en cada subescala, mediante los cuales el niño

expresa “cómo se siente en un momento determinado” (ansiedad estado) y

“cómo se siente en general” (ansiedad rasgo) (anexo 3).

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Método

143

Para este estudio se utilizó la escala A/E de la versión española de la

prueba publicada por TEA en 1990. La escala intenta apreciar estados

transitorios de ansiedad, es decir, aquellos sentimientos subjetivos de

aprensión, tensión y preocupación que fluctúan y varían en intensidad con el

tiempo (Seisdedos, 1990).La fiabilidad de las adaptación española calculada

con la prueba KR-20 de Kuder-Richardson es de 0.91.

El niño da su respuesta atendiendo a una escala de 3 puntos (1=nada,

2=algo, 3=mucho). La puntuación se obtiene del cálculo de la diferencia entre

las preguntas referidas a los aspectos “positivos” de la ansiedad y las

relacionadas con los aspectos “negativos” de ésta. A este resultado se le

añade una constante de 40 puntos. El rango de puntuación va de 20 a 60

puntos.

12.2.3 Cuestionario Depresión y Autoestima para Niños (CDI) (Kovacs,

1992).

Los síntomas de depresión fueron medidos con este inventario que tiene

como finalidad la evaluación de sintomatología depresiva, con un ámbito de

aplicación de 7 a 15 años. La última versión contiene 27 ítems cada uno de

ellos enunciados en tres frases que recogen la distinta intensidad o frecuencia

de la presencia de depresión en el niño o adolescente. El CDI evalúa dos

factores, disforia y autoestima negativa (a mayor puntuación menor autoestima)

cuyos ítems aparecen en las tablas 12 y 13, pueden ser contestados

directamente por los niños. Su consistencia interna calculada con el alfa de

Cronbach es de 0.81 (Del Barrio et al., 1999).

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Método

144

En la adaptación española (Del Barrio y Carrasco, 2004) para la extracción

de factores de la escala se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio. El

método de extracción utilizado fue el de componentes principales y rotación

oblicua Promax con Kaise. La prueba de adecuación muestral Keiser-Meyer-

Olkin (KMO=0.878) y el Test de Esfericidad de Barlett (Chi-cuadrado=

27945.936; g.l.= 351; p 0.001) mostraron valores adecuados (anexo 4).

Tabla 12. Escala autoestima del CDI

Nº Ítem Descripción

2 Nunca me saldrá nada bien

3 Todo lo hago mal

6 Estoy seguro de que me van a ocurrir cosas terribles

11 Las cosas me preocupan siempre

13 Me cuesta decidirme

14 Soy feo o fea

15 Siempre me cuesta ponerme a hacer los deberes

19 Siempre me preocupa el dolor y la enfermedad

23 Llevo muy mal las asignaturas que antes llevaba bien

24 Nunca podre ser tan bueno como otros niños

26 Nunca hago lo que me dicen

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Método

145

Tabla 13. Escala disforia del CDI

Nº Ítem Descripción

1 Estoy triste siempre

4 Nada me divierte

5 Soy malo siempre

7 Me odio

8 Todas las cosas malas son culpa mía

9 Quiero matarme

10 Tengo ganas de llorar todos los días

12 No quiero en absoluto estar con la gente

16 Todas las noches me cuesta dormirme

17 Estoy cansado siempre

18 La mayoría de los días no tengo ganas de comer

20 Nunca me siento solo

21 Nunca me divierto en el colegio

22 No tengo amigos

25 Nadie me quiere

27 Me peleo siempre

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Método

146

12.2.4 Escala de Evaluación de la Imagen Corporal (EEIC) (Gardner, Stark,

Jackson y Friedman, 1999).

Esta escala la forman 13 siluetas que representan contornos esquemáticos

de la figura humana, desprovistos de cualquier atributo de pelo, rostro, etc. Las

siluetas fueron elaboradas siguiendo las estadísticas del Centro Nacional de

Salud de Estados Unidos, de manera que la figura central representa la

mediana de la distribución de peso para la población de referencia.

Sobre esta figura la se realizaron modificaciones que incrementaban o

disminuían un 30% el volumen hasta construir seis siluetas a cada lado de la

silueta central que representaban un orden creciente de incremento de peso

del 5% en cada silueta del lado derecho y un orden decreciente del 5% de peso

en el lado izquierdo. Con ello se dispone un continuo de siluetas cuyos

extremos representan una figura extremadamente delgada y una figura obesa.

La escala permite la autovaloración del individuo de su actual percepción de

su cuerpo y la valoración de la figura que representa su ideal a alcanzar. La

diferencia entre ambas figuras, la deseada y la percibida, se corresponde al

grado de insatisfacción con su imagen corporal. A más discrepancia, mayor

insatisfacción corporal.

La figura central se pondera con valor 0, mientras que se asigna valores

negativos (de –1 a –6) para las figuras situadas a la izquierda de la figura

central y valores positivos (de +1 a +6) a las figuras ubicadas a la derecha.

El valor de la discrepancia entre imagen deseada y percibida se hallaría

mediante la resta del valor de la figura percibida y la figura deseada. Valores

positivos en la discrepancia deseada-percibida indican que el individuo desea

ganar peso y los valores negativos, perderlo.

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Método

147

La adaptación española de la escala de evaluación de la imagen corporal

fue realizado por Rodríguez, Beato, Rodríguez y Martínez-Sánchez (2003)

(Véase anexo 5).

12.3. Diseño experimental

Para esta investigación se empleó un diseño factorial mixto, con un factor

intersujetos (tipo de programa de intervención) y un factor intrasujetos (medidas

pre-intervención, medidas post-intervención y seguimiento).

12.4 Procedimiento

El programa multicomponente de intervención se diseñó teniendo en

cuenta la etiología multifactorial del sobrepeso y la obesidad infanto-juvenil y,

por tanto, es un programa multidisciplinar, con un enfoque médico, psicológico

y social (biopsicosocial) que se fundamentó en tres pilares básicos para el

tratamiento:

La alimentación: la dieta, la educación nutricional y los hábitos de

alimentación.

La promoción y el incremento de la actividad física, tanto deportiva

como cotidiana.

El soporte psicológico, con un enfoque cognitivo-conductual, para dar

respuesta a los factores psicosociales,

En base a estos tres pilares el equipo multidisciplinar encargado de

desarrollar el programa estuvo compuesto por dos pediatras endocrinos, la

enfermera nutricionista y el psicólogo.

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Método

148

A continuación se detallan las tres fases en que estuvo estructurado el

programa de intervención: reclutamiento, tratamiento y seguimiento.

12.4.1 Fase de incorporación al estudio.

En esta fase se inició con un estudio previo de valoración del estado

general a todos los sujetos, que permitió establecer un diagnóstico de

sobrepeso u obesidad. La evaluación estuvo compuesta de las siguientes

pruebas:

Antropometría: peso, talla para el cálculo del IMC y perímetro abdominal.

Analítica general básica y específica relacionada con la obesidad.

Valoración del entorno familiar, mediante una encuesta.

Encuesta dietética y de pautas de alimentación.

Realizada esta valoración se seleccionaron a los sujetos y se asignaron a

uno de los grupos de forma aleatoria.

12.4.2 Fase de tratamiento

Una vez formado los grupos se inició la fase de intervención citando a

todos los sujetos en el Hospital General Universitario de Elche, para asignarles

una de las dos dietas:

1. Baja en hidratos de carbono de absorción rápida, de baja carga

glucémica, repartidas en cinco comidas diarias: desayuno, almuerzo,

comida, merienda y cena (véase un modelo en el anexo 6 y 7)

2. Baja en calorías de 1.500 calorías al día, igualmente repartidas en

cinco comidas (véase un modelo en el anexo 8).

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Método

149

En ese mismo momento se dio una charla explicativa a todos, padres e

hijos, que estuvo dividida en dos partes:

1. La primera parte facilitada por el médico pediatra, con información

nutricional y que tuvo en cuenta el tipo de dieta asignada a ese

grupo.

2. La segunda parte ofrecida por el psicólogo, planteando el programa

a seguir que fue común a todos los niños y adolescentes del

programa multicomponente independientemente del tipo de dieta.

En esta misma sesión se aplicaron los cuestionarios correspondientes a las

variables psicológicas, CDI, STAI-C y EEIC, a todos los niños y adolescentes

por parte del psicólogo.

A partir de esos momentos, los niños del programa multicomponente

asistieron a las sesiones del programa de soporte psicológico cognitivo

conductual que fue implementado por el psicólogo y con el apoyo de la

enfermera nutricionista cuando la sesión lo requería.

Dichas sesiones fueron siempre en grupo y los sujetos estuvieron

acompañados por al menos uno de sus progenitores o tutores. La intervención

familiar y la involucración de todos los componentes del núcleo familiar es muy

importante y tiene repercusión en la eficacia del tratamiento a aplicar, ya que

los patrones familiares son muy influyentes sobre los hábitos de alimentación

de sus hijos (Epstein, 1996).

Las 12 sesiones se impartieron con carácter semanal, con una duración

entre 50 minutos y una hora cada. Los objetivos y temas a tratar en las

sesiones fueron: valorar y modificar hábitos alimenticios erróneos, promoción

de un estilo de vida saludable y de actividad física, cumplimiento de las

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Método

150

indicaciones dietéticas y fomentar y desarrollar un estado emocional adecuado

para cada edad.

Para lograr dichos objetivos se aplicaron una serie de técnicas cognitivas

y conductuales:

Control de estímulos.

Manejo de la contingencias,

Secuencia correcta de comer.

Control de la activación.

Manejo de emociones displacenteras.

Reestructuración de pensamientos erróneos.

Entrenamiento en asertividad.

La enfermera nutricionista fue la encargada de realizar los controles de

peso, IMC y perímetro abdominal, y de solucionar cualquier duda que, sobre

nutrición en general o dieta en particular, puedan tener los padres o tutores y

los niños.

Por su parte, los sujetos incluidos en el programa monocomponente

siguieron la atención e indicaciones habituales que el Servicio de Pediatría del

Hospital ofrece a estos pacientes. Se les proporcionó la dieta baja en hidratos

de carbono de absorción rápida, con las pautas pertinentes para llevarla a cabo

de forma adecuada. Fue la misma que para el grupo GPH (anexo 6). Además

procedieron a cumplimentar los mismos cuestionarios que a los dos grupos

multicomponente y se le tomaron las mismas medidas antropométricas y en los

mismos momentos.

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Método

151

12.4.2.1 Descripción de las sesiones

Las intervenciones a través de las sesiones fueron grupales y para la

formación de grupos se tuvieron en cuenta dos condiciones:

1. Equiparación por edad: hubo unos grupos formados con niños entre 7 y

11 años y otros con adolescentes entre 12 y 16 años.

2. El número de sujetos por grupo fue de un mínimo de 5 y un máximo de 8

para facilitar la participación y la implicación de todos los asistentes.

La primera sesión de tratamiento para los grupos multicomponente fue

llevada a cabo en el Hospital General Universitario de Elche y las siguientes

once sesiones de tratamiento junto con las de seguimiento se realizaron en las

instalaciones de la Fundación Salud Infantil de Elche.

Las sesiones de tratamiento fueron semanales y de acuerdo con el

programa establecido estaban determinadas por unos objetivos para cada una

de ellas. Para conseguirlos se desarrollaron una serie de actividades,

adaptadas para cada grupo de edad, la mayoría tuvieron un componente lúdico

que facilitase la asimilación y reflexión del tema tratado en cada una de las

doce sesiones que conforman el programa.

En el momento previo o posterior al inicio o final de cada sesión los padres

e hijos pudieron consultar con la enfermera y/o el psicólogo cualquier cuestión

o duda de carácter específico, que pudiese haberles surgido durante la

semana, ya que las dudas más generales se les proponía que la hicieran en la

sesión grupal.

Cada sesión empezaba por un breve repaso de la anterior con aclaración

de posibles dudas y la comprobación de sí se había realizado las actividades

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Método

152

para casa o la implementación de las recomendaciones y pautas que se

propusieron en cada sesión.

A continuación se detallan los objetivos y contenidos principales de cada

una de las sesiones que compusieron el programa de tratamiento.

1ª Sesión

Objetivo: Información nutricional y de los aspectos más importantes del

programa, realizar el primer momento de evaluación, pretest, y firma del

consentimiento informado por parte de los padres o tutores.

Para conseguir el objetivo de esta primera sesión les dio una charla

explicativa a los padres y a los niños por parte del pediatra para dar a conocer

la importancia de la nutrición, de los hábitos alimentarios y su influencia en la

salud nuestro organismo.

La nutricionista les facilitó a los participantes la dieta que habían de seguir

según al que habían sido asignados.

Al grupo GPH se les proporcionó una dieta basada en la reducción de

hidratos de carbono de absorción rápida y unas pautas a seguir, ya que era

una dieta más flexible y una información referente a la clasificación de los

alimentos por el índice de carga glucémica, como complemento a la

información nutricional que se facilitó (véase anexo 9).

El grupo GPC debía seguir una dieta de 1.500 calorías/día y se le dieron

indicaciones de cómo debían proceder para la elaboración de las diferentes

comidas, ya que esta dieta requería de un pesaje de la mayoría de alimentos

que debían comer en base a las calorías.

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Método

153

El psicólogo por su parte administró a los niños los cuestionarios CDI,

STAI-C y EEIC, que constituyó la medida pretest para las variables

psicológicas, además de explicar brevemente los objetivos y contenidos de las

sesiones y que asumieran el compromiso, tanto padres como hijos, de seguir

todos los puntos del programa.

2ª Sesión

Tuvo dos partes, una con los padres y otra con los niños.

Objetivo con los padres: la implicación activa de padres en el programa,

que asumieran la responsabilidad y el compromiso de implementar la dieta en

sus hijos y cuidar de que se lleven a buen término las pautas a seguir y las

recomendaciones que se dieron en las sesiones.

Objetivo con los niños y los adolescentes: que fuesen tomando confianza

con los responsables de implementar el programa, el psicólogo y nutricionista y

que conocieran al resto de integrantes de su grupo.

3ª Sesión

Objetivo: generar una mayor motivación y compromiso para seguir el

programa de forma óptima, principalmente al poner en práctica lo aprendido en

las sesiones y en potenciar la adherencia a la dieta.

Para ello, una vez que habían tomado la decisión de participar en el

programa, se propició que ellos mismos, padres e hijos, asumieran la

responsabilidad de participar en el programa, basándose en sus propias

motivaciones (de salud, estéticas y para el deporte, fueron las más frecuentes).

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Método

154

4ª Sesión

Objetivo: el manejo de contingencias, con la elección de los reforzadores

que se iban a emplear para premiar sobre todo el cumplimiento de la dieta, de

las pautas y recomendaciones ofrecidas para la mejora en los hábitos de

alimentación saludables, el incremento de la actividad física y la continuidad en

el programa.

Para la consecución de este fin los padres y sus hijos de forma conjunta y

consensuada elaboraron una lista de recompensas potenciales, tanto de tipo

material como no material.

5ª Sesión

Objetivo: conseguir en casa un adecuado control de estímulos, con el fin de

reducir la cantidad de estímulos que los niños asocian con el comer.

En este caso se facilitaron algunas recomendaciones, entre ellas:

Realizar 5 comidas diarias de acuerdo con nuestra dieta,

Eliminar las comidas extra fuera de estas 5 comidas.

Realiza las comidas cada día aproximadamente a la misma hora.

Determinar “la zona de comida” en casa (por ejemplo la cocina o el

comedor).

Eliminar todos los alimentos de aquellos lugares que no se considera la

zona de comida.

No realizar otras actividades mientras se come (ver la TV, utilizar el

teléfono móvil, leer, etc.).

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Método

155

6ª Sesión

Objetivo: modificar algunos hábitos en torno a la ingesta que no son

convenientes mantener.

Un ejemplo sería aprender a comer a un ritmo adecuado para de esta

manera reducir la cantidad de alimentos por ingesta. En este caso se les

enseño a establecer una secuencia de pasos que lleve a comer más lento y a

que el bocado sea de más baja densidad.

7ª Sesión

Objetivo: modificar los patrones de la actividad física en los participantes y,

a su vez, reducir el sedentarismo.

Para potenciar y aumentar el nivel de este componente tan importante en

cualquier programa de control de la obesidad se distinguieron dos tipos de

actividad no sedentaria:

1. La actividad física cotidiana. Se les ánimo a que añadieran pequeños

ejercicios en su vida diaria de forma habitual, como por ejemplo, subir

las escaleras en lugar de utilizar el ascensor, desplazarse caminando u

otras con carácter lúdico, como los juegos no sedentarios.

2. La actividad física programada. Para los casos de aquellos niños que no

realizaban la práctica de algún deporte de forma habitual (individual o en

equipo) se les animó a que eligieran algún tipo de modalidad deportiva

acorde a sus preferencias personales y a sus características físicas, con

el fin de que lo incorporaran a su estilo de vida mediante la práctica

periódica.

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Método

156

8ª Sesión

Objetivo: aprender a diferenciar aquello que puede ser un obstáculo para

conseguir el objetivo de reducción del IMC, y que además no resulta

conveniente para disfrutar de una buena salud y, lo que es más importante, que

aprendan alguna forma de rechazarlo, es decir, ayudarles a convertirse en

comensales asertivos.

Para ello se les aplicó un entrenamiento en asertividad, con el fin de que no

fuesen fácilmente influenciables por amigos, otros familiares e incluso por la

publicidad algunos los alimentos.

9ª Sesión

Objetivo: Aportar recursos para la reducir la ansiedad producida por el

deseo de comer.

Los asistentes tuvieron la oportunidad de practicar técnicas como la

respiración controlada y la relajación, para la reducir la ansiedad ante el

impulso de comer, sobre todo alimentos muy calóricos, y la intención de

saltarse la dieta. También se plantearon conductas alternativas que no llevaran

a comer fuera de lo recomendado en cada dieta, para así ayudar a afrontar la

tensión (como por ejemplo realizar actividades contrapuestas con comer).

10ª Sesión

Objetivo: proporcionar técnicas para tratar las creencias erróneas, los

pensamientos negativos y las excusas que pudieran interferir en un

seguimiento adecuado del programa, sobre todo en cuanto a la dieta y la

realización de ejercicio físico.

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Método

157

Para que pudieran superar estas cogniciones problemáticas se les planteo

algunas técnicas cognitivas como desarrollar pensamientos alternativos y

generar autoinstrucciones.

11ª Sesión

Objetivo: aumentar el autoconcepto de los participantes.

Para este importante objetivo, en línea con la sesión anterior, se potenció

los pensamientos positivos sobre sí mismo y el reconocimiento de sus propias

sus cualidades y actitudes positivas.

Para ayudar en este fin, a los padres se les sugirió que dieran

reconocimiento y felicitaran a su hijo por cualquiera de sus progresos

personales que va superando o consiguiendo, y no solo los referidos al

programa de tratamiento. Además se les propuso que lo hicieran extensivo al

resto de personas que se relacionan a menudo con los niños, como los amigos,

los abuelos y otros familiares.

12ª Sesión

Objetivo: Prevenir las recaídas

La enfermera nutricionista y el psicólogo procedieron a dar un breve repaso

y resumen de los aspectos clave de las sesiones para que tuvieran continuidad

en la fase siguiente y se prolongaran a largo plazo. Se aprovechó el momento

para felicitar y reconocer los avances obtenidos en todas las facetas del

programa. También se procedió a que los sujetos cumplimentaran los

cuestionarios CDI, STAI-C y EEIC y a tomar las correspondientes medidas

antropométricas, que permitieron evaluar y valorar el momento postest.

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Método

158

12.4.3 Fase de seguimiento

Una vez completado esta parte del programa correspondiente a las 12

sesiones, para los todos los participantes dio comienzo la fase de seguimiento

con tres momentos de evaluación, a los 3 meses, 6 meses y 9 meses de la

fecha en que finalizó la fase de tratamiento, con lo que la duración total del

programa fue de un año.

Las sesiones de seguimiento para los grupos multicomponente fueron

igualmente grupales y los niños o adolescentes asistieron acompañados de su

madre y/o padre. Los objetivos fueron repasar algunos puntos clave que se

vieron durante el tratamiento, que pudieran consultar cualquier cuestión o duda

que pudieran tener con la enfermera nutricionista o con el psicólogo y, para

finalizar, se llevó a cabo el momento de evaluación donde se realizaron las

correspondientes medidas antropométricas y se cumplimentaron los tres

cuestionarios.

Cuando durante la fase de seguimiento o bien en la fase de tratamiento se

producía uno de los tres periodos vacacionales, Navidad, Semana Santa o el

mes de agosto, a todos los participantes se les entregaba una hoja con las

pautas excepcionales a seguir, acordes a las características y particularidades

de cada periodo vacacional (véanse anexos 10, 11 y 12).

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Método

159

12.5 Momentos de evaluación

Durante la evaluación se realizaran las mediciones, con los instrumentos

de evaluación anteriormente señalados, periódicamente en los siguientes 5

momentos:

Pretest: para los grupos GPH y GPV en la primera sesión del programa

de tratamiento. Para el grupo GD en el momento de la prescripción de la

dieta en la consulta de pediatría.

Postest: para los grupos GPH y GPC en la última sesión del programa

cognitivo-conductual, sesión 12. Para el grupo GD a los tres meses

desde el inicio de la dieta equiparándose al tiempo de duración del

programa de tratamiento.

Seguimiento: tras el postest se realizó un seguimiento a 9 meses con

tres momentos de medida para los tres grupos: 3, 6 y 9 meses.

12.6 Análisis estadísticos

En el análisis de descripción de la muestra se ha utilizado los estadísticos

descriptivos de media y desviación típica y para la analizar la composición de

grupos según el sexo e intervalo de edad se ha empleado la prueba chi-

cuadrado de Pearsony la prueba F de Snedecor respectivamente.

Para el estudio comparativo de la eficacia de los 3 grupos y para

comprobar la continuidad de los resultados a través del factor tiempo se

emplearon sendos análisis de varianza factoriales con diseño de medidas

repetidas.

En la realización de los análisis estadísticos pertinentes se utilizó la versión

20 del paquete estadístico SPSS, (StatisticialPackagefor Social Sciences).

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Resultados

161

13. RESULTADOS

13.1. Análisis de la composición de la muestra

Para comprobar si la composición de los grupos es homogénea en cuanto

a la edad de los sujetos se realizó un ANOVA, sin que se encontraran

diferencias significativas (véase tabla 14).

Tabla 14. ANOVA de la edad cronológica en años

Suma de cuadrados gl

Media cuadrática F Sig.

Entre grupos 2.71 2 1.35 .29 .75

Dentro de grupos 473.44 101 4.69

Total 476.15 103

En cuanto al sexo de los sujetos para averiguar si la composición de los

grupos es homogénea se realizó una prueba de chi-cuadrado de Pearson.

Como puede apreciarse en la tabla 15, no hay diferencias significativas en la

distribución del género entre los distintos grupos (x2=.364; p>.83).

Tabla 15. Pruebas de chi-cuadrado respecto a la homogeneidad

de la distribución de sexo

Valor gl Sig. asintótica (2 caras)

Chi-cuadrado de Pearson .364a 2 .83

Razón de verosimilitud .363 2 .83

N de casos válidos 104

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Resultados

162

13.2 Análisis de los grupos del IMC en el momento pretest

En cuanto al IMC al inicio del tratamiento la media del grupo GPH fue de

29.72 (DE=3.62), la del grupo GPC fue de 31.05 (DE=4.28) y la del GD de

30.56 (DE=3.56).

La media de IMC del total de la muestra fue de 30.43, con una DE= 3.85

(véase tabla 16).

Tabla 16. Índice de masa corporal en el pretest

N Media

Desviación

estándar

Error

estándar

95% del intervalo

de confianza para

la media

Mínimo

Máxim

o

Límite

inferior

Límite

superior

GP

H 37 29.72 3.62 .59 28.51 30.93 22.55 37.85

GP

C 36 31.05 4.28 .71 29.60 32.50 24.23 44.99

GD 31 30.56 3.56 .63 29.25 31.87 25.30 37.40

Tota

l 104 30.43 3.85 .37 29.68 31.18 22.55 44.99

No se encontraron diferencias significativas entre los tres grupos con

respecto al IMC, según se concluye del ANOVA realizado y que se refleja en la

tabla 17.

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Resultados

163

Tabla 17. ANOVA IMC pretest

Suma de

cuadrados gl

Media

cuadrática F Sig.

Entre grupos 32.63 2 16.31 1.10 .33

Dentro de grupos 1496.60 101 14.82

Total 1529.23 103

13.3 Eficacia de los programas en relación al IMC

En relación a la eficacia de los tres programas con respecto al IMC se

encontraron diferencias significativas en los tres grupos entre el momento

pretest y postest, y estas diferencias están influidas por el grupo al que

pertenece (véase tabla 18).

Tabla 18 Análisis de medidas repetidas del IMC en pretest-postest

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 209.11 1 209.11 255.94 .00

TIEMPO *

GRUPO Pretest y

Postest

87.07 2 43.53 53.28 .00

Error (Tiempo) 82.52 101 .81

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Resultados

164

En el grupo GPH la puntuación antes del tratamiento fue de 29.73 y la de

después fue de 27.54, con una reducción de 2.19.

El grupo GPC partió de un IMC inicial de 31.05, el más alto de los tres

grupos, y fue el que más disminuyó en esta fase obteniendo un IMC de 26.92 al

final de la fase tratamiento, con lo que bajó 4.13.

En el grupo GD fue el que menos diferencias hubieron entre las

puntuaciones pretest que fue de 30.56 y postest de 28.99 del IMC, bajando

1.57 la puntuación del IMC en este periodo (véase figura 3).

Figura 3. Puntuaciones del IMC Pretest-Postest

En la fase de seguimiento aparecen diferencias significativas en función del

grupo al que pertenece [F (2, 68)= 20.28, P=.00)] (véase tabla 19).

De esta forma en el GPH la puntuación del IMC en un primer momento

sigue reduciéndose y en el GPC empieza a aumentar después de una leve

disminución a partir del tercer mes, para hacerlo de forma más evidente en la

26

27

28

29

30

31

32

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

165

última parte, de ahí la interacción que se puede observar en la figura 4. En el

GD al principio de la fase de seguimiento las puntuaciones del IMC empiezan a

aumentar hasta finalizar esta fase.

Tabla 19. Análisis de medidas repetidas del IMC en el seguimiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO .25 1 .26 .18 .67

TIEMPO *

GRUPOseguimie

nto

40.55 2 20.28 14.49 .00

Error (Tiempo) 95.17 68 1.40

Figura 4. Puntuaciones en IMC en el seguimiento

25

25,5

26

26,5

27

27,5

28

28,5

29

29,5

30

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

166

Las diferencias entre pretest y final del estudio (1 año) en el IMC fueron

muy similares en los grupos con apoyo psicológico, 3.63 para el GPH (pasó de

29.73 en el pretest a 26.1 al final) y 3.61 para el GPC (de 31.05 se redujo a

27.44). En el GD se redujo en 0.95 puntos (de 30.56 a 29.61).

13.4. Analisis de la influencia de las variables psicológicas en la eficacia

del tratamiento

Para averiguar si el nivel previo de ansiedad rasgo tomada como factor de

personalidad influyo en la eficacia del programa se realizó un análisis de

medidas repetidas entre las variables de cada grupo y los valores previos de

ansiedad rasgo, observándose por medio de la F de Snedecor que este factor

no influyó en la eficacia del programa, aunque si que se observaron diferencias

en las puntuaciones entre el pretest y el postest. Para averiguar este dato se

efectuó un análisis de medidas repetidas rasgo (veáse tabla 20).

Tabla 20. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de ansiedad rasgo

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 9.72 1 9.72 11.79 .00

TIEMPO * STAI-R

Pre .01 1 .01 .02 .90

TIEMPO * GRUPO 84.97 2 42.48 51.49 .00

Error (Tiempo) 82.50 100 .82

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Resultados

167

Por su parte, el nivel de previo de depresión medido por el CDI no influyó

en la eficacia del programa.

Sin embargo, sí que se observan diferencias entre el pretest y postest en la

medida de IMC debidas al tiempo y al grupo, por lo que realizó un análisis de

medidas repetidas. Este dato apareció por igual en las variables psicologícas

de autoestima, la disforia y la insatisfacción por la imagen corporal (veánse

tablas 21 a 24).

Tabla 21. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de depresión

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 37.92 1 37.92 45.96 .00

TIEMPO *

CDIPre

.00 1 .00 .00 .97

TIEMPO *

GRUPO

85.21 2 42.60 51.63 .00

Error(Tiempo) 82.52 100 .82

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Resultados

168

Tabla 22. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de autoestima

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 35.38 1 35.38 42.95 .00

TIEMPO *

AUTOESTIMA Pre .13 1 .13 .17 .68

TIEMPO * GRUPO 86.57 2 43.28 52.54 .00

Error (Tiempo) 82.38 100 .82

Tabla 23. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables de grupo y los valores previos de disforia

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 75.00 1 75.00 91.1 .00

TIEMPO *

DISFORIA Pre .20 1 .19 .24 .62

TIEMPO *

GRUPO 84.90 2 42.44 51.56 .00

Error (Tiempo) 82.32 100 .82

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Resultados

169

Tabla 24. Análisis de medidas repetidas en IMC, teniendo en cuenta las

variables grupo y los valores previos de insatisfacción con la imagen

corporal

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 17.99 1 17.99 21.95 .00

TIEMPO * IIC

Pre .55 1 .55 .67 .41

TIEMPO *

GRUPO 87.27 2 43.63 53.23 .00

Error (Tiempo) 81.96 100 .82

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Resultados

170

13.5 Efecto de los programas de tratamiento sobre variables psicológicas

13.5.1 Ansiedad estado (STAI-C)

En la ansiedad estado se encontraron diferencias significativas entre el

pretest y postest debidas al grupo de tratamiento [F (2,101)=28.27, p=.00] tal y

como aparece en la tabla 25.

Tabla 25. Análisis de varianza sobre diferencias en la ansiedad estado

antes y después del tratamiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 110.05 1 110.05 11.84 .00

TIEMPO *

GRUPO

525.46 2 262.73 28.27 .00

Error (Tiempo) 938.41 101 9.29

Como se observa en la figura 5, se produce una interacción entre los

grupos de tratamiento y el momento de medida, de modo que el GPH es el

grupo que más disminución experimenta la ansiedad estado, pasando de una

puntuación pretest de 30.68 a 25.76 en el postest con una mejora de 4.92

puntos.

El GPC que partió de una puntuación 30.65, muy similar al GPH, también

baja a 28.28 puntos, resultado de la diferencia entre 30.65 del pretest y 28.28

del postest.

Sin embargo en el GD la ansiedad de los sujetos se incrementa en 2.9

puntos de una puntuación en pretest de 27.39 a 30.29 en el postest (véase

figura 5).

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Resultados

171

Figura 5. Puntuaciones de ansiedad estado Pretest-Postest

En el seguimiento no aparecen diferencias significativas ni interacción en

los grupos (véase tabla 26).

Tabla 26. Análisis de varianza sobre diferencias en ansiedad estado en el

seguimiento

Origen

Tipo III de suma de

cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 7.08 1 7.08 1.12 .29

TIEMPO *

GRUPO

2.,65 2 11.32 1.79 .17

Error (Tiempo) 429.09 68 6.31

25

26

27

28

29

30

31

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

172

Sin embargo, al observar la figura 6 sí que se aprecia que el grupo GPH

sigue siendo en el que menos ansiedad manifiesta, a pesar de la disminución

del grupo GPC no llega a ponerse a ese nivel, teniendo en cuenta que en estos

dos grupos tuvieron una puntuación de ansiedad estado en el momento del

pretest muy similar.

Figura 6. Puntuaciones en ansiedad estado en el seguimiento

Si analizamos las puntuaciones pretest y la del final del estudio se observa

que fue el GPH en el que más redujo la ansiedad estado al pasar de 30,68 en

el pretest a 25.71 al año, obteniéndose una diferencia de 4.97 puntos.

El GPC disminuyó un punto menos, 3.92, al pasar de 30.65 a 26.73.

Mientras que si observamos el GD la ansiedad a lo largo del año se

incrementó levemente, de 27.39 pasó a 27.80, es decir, subió 0.41 puntos.

25

25,5

26

26,5

27

27,5

28

28,5

29

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

173

13.5.2 Depresión (CDI)

En las puntuaciones de la medida de depresión a través del CDI se dieron

diferencias significativas entre pretest y postest debidas al grupo de tratamiento

[F (2,101)=8.24, p=.00], tal y como aparece en la tabla 27.

Tabla 27. Análisis de varianza sobre diferencias en depresión antes y

después del tratamiento

Origen

Tipo III de suma de

cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 206.95 1 206.95 32.81 .00

TIEMPO *

GRUPO

103.96 2 51.98 8.24 .00

Error (Tiempo) 636.95 101 6.30

Como se puede observar en la figura 7 la depresión total también

disminuyó en los grupos GPH y el GPC, pero no lo hizo en el GD al pasar de

10.32 a 10.36, por lo que se mantuvo sin variación.

En el GPH desciende 2.73, pasando de 11.3 en el pretest a 8.57.

En el GPC baja a 3.31, por la diferencia entre la puntuación del pretest de

12.25 a 8.94 del postest.

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Resultados

174

Figura 7. Puntuaciones en depresión Pretest-Postest

En la depresión durante la fase de seguimiento aparecieron diferencias

significativas debidas al grupo [F (2, 68)= .3.38, p=.04] (véase tabla 28).

Tabla 28. Análisis de varianza sobre diferencias en depresión en el

seguimiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 13.55 1 13.55 2.35 .13

TIEMPO *

GRUPO

38.92 2 19.46 3.38 .04

Error (Tiempo) 391.61 68 5.76

8

8,5

9

9,5

10

10,5

11

11,5

12

12,5

13

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

175

En la fase de seguimiento el grupo GPC, se observa que la puntuación

después de un leve aumento continúa descendiendo, mientras que en el GPH

siguió disminuyendo.

Las puntuaciones de ambos grupos siguieron por debajo de la del grupo

GD, siendo el GPH el que se mostró con menos nivel de depresión (véase

figura 8).

Si tenemos en cuenta la progresión de la depresión a lo largo del año, fue

también el grupo GPH en el que más descendió esta puntuación con un total

de 5.14 al pasar de 11.3 en el pretest a 6.16 puntos en el final de seguimiento.

El GPC paso de 12.25 a 7.4, por lo que disminuyo 4.85 puntos.

El GD empeoró esta medida pasando de 10.32 a 12 puntos en este mismo

periodo.

Figura 8. Puntuaciones en depresión en el seguimiento

6

7

8

9

10

11

12

13

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

176

13.5.2.1 Autoestima

En el factor autoestima medido a través del CDI se produjeron diferencias

significativas entre las puntuaciones de pretest y postest debidas al grupo de

tratamiento [F (2,101)=4.43, p=.00]tal y como aparece en la tabla 29.

Tabla 29. Análisis de varianza sobre diferencias en autoestima antes y

después del tratamiento

Origen

Tipo III de suma de

cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO

100.51 1 100.51 35.19 .00

TIEMPO

*GRUPO

25.30 2 12.65 4.43 .01

Error (Tiempo) 288.46 101 2.85

Cabe recordar que en el cuestionario CDI se mide la autoestima negativa,

es decir, la disminución de la puntuación representaría una mejora en la

autoestima de la persona.

En este factor los tres grupos disminuyeron su puntuación entre el pretest y

el postest, tal y como se muestra en la figura 9, siendo el grupo GPC el que

más bajó 2.31, pasando de 7.92 a 5.61 entre antes y después del tratamiento.

El GPH pasó de una puntuación de 4.19 a 5.89 lo que supuso un descenso

de 1.3 puntos.

El grupo GD varió 0.58 puntos, de 6.93 a 6.35 en este mismo espacio de

tiempo.

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Resultados

177

Figura 9. Puntuaciones en autoestima Pretest-Postest

Durante el seguimiento se obtuvieron diferencias estadísticamente

significativas en el factor tiempo [F (2, 68)=3.60, p= .03] (Tabla 30).

Tabla 30. Análisis de varianza sobre diferencias en autoestima en el

seguimiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 1.59 1 1.59 .45 .50

TIEMPO *

GRUPO

25.43 2 12.72 3.60 .03

Error (Tiempo) 240.29 68 3.53

5

5,5

6

6,5

7

7,5

8

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

178

En autoestima el grupo GD mostró una tendencia a aumentar la puntuación

después de la evaluación a los 3 meses, y si se observa la evolución de todo el

periodo del estudio muestra que apenas hubo variación en esta variable, ya

que empezó en el pretest con una puntuación de 6.93 y puntuó con un 6.93 al

finalizar el programa.

Por su parte los grupos GPH y GPC hubo una tendencia a la baja

observada desde el inicio del tratamiento al final del seguimiento, lo que supuso

una mejora en la autoestima de los sujetos de estos grupos, con unas

diferencias 3.03 puntos en el GPH entre la puntuación de pretest de 7.19 y 4.16

al año y de 3.32 puntos en el GPC con 7.92 en el pretest y 4.6 al año (véase

Figura 10).

Figura 10. Puntuaciones en autoestima en el seguimiento

4

4,5

5

5,5

6

6,5

7

7,5

8

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

179

13.5.2.2 Disforia

En cuanto al otro factor medido por el CDI, la disforia, presentó igualmente

diferencias significativas entre las puntuaciones del pretest y las del postest

debidas al grupo de tratamiento [F(2,101)=6.96, p=.00], tal y como se puede

apreciar en la tabla 31.

El grupo GPH empezó con una puntuación en disforia de 4.11 y en el

postest consiguió 4.24, lo que representa una disminución de 1.44.

El GPC obtuvo un 4.31 en el pretest y pasó a 3.31, descendiendo un 1.

El GD incremento en 0.61 puntos al pasar de 3.39 a 4 puntos en el postest

(véase figura 11).

Tabla 31. Análisis de varianza sobre diferencias en disforia antes y

después del tratamiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 19.01 1 19.01 6.93 .01

TIEMPO *

GRUPO

38.22 2 19.11 6.96 .00

Error (Tiempo) 277.21 101 2.74

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Resultados

180

Figura 11. Puntuaciones en disforia Pretest-Postest

Las puntuaciones resultantes de la fase anterior se mantuvieron al no

encontrarse diferencias significativas debidas al grupo en la fase del

seguimiento (véase tabla 32).

Tabla 32. Análisis de varianza sobre diferencias en disforia en

seguimiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 6.67 1 6.67 3.76 .05

TIEMPO *

GRUPO

1.38 2 .69 .39 .68

Error (Tiempo) 120.73 68 1.77

2

2,5

3

3,5

4

4,5

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

181

Una vez más los resultados muestran que los grupos GPH y GPC

mantuvieron sus puntuaciones por debajo del grupo GD, a pesar de que en

esta variable partió de una puntuación pretest ligeramente inferior con respecto

a los dos anteriores

Las diferencia para el grupo GPH entre el inicio, 4.11, y final de estudio,

1.97, para el grupo GPH fue de 2.14.

En el GPC la diferencia fue de 1.8 pasando de 4.31 a 2.5.

En el GD aumento levemente pasando de 3.39 a 4.3, lo que supuso un

incremento de 0.91 puntos (véase figura 12).

Figura 12. Puntuaciones en disforia en el seguimiento

1,5

2

2,5

3

3,5

4

4,5

5

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

182

13.5.3 Insatisfacción con la imagen corporal (EEIC)

En esta variable psicológica se obtuvo una mejora en los tres grupos

(véase tabla 33), observándose diferencias significativas debidas al grupo de

tratamiento [F (2,101)=3.07, p=.05].

Aunque los tres grupos disminuyeron en insatisfacción entre el pretest y el

postest, en los grupos GPH y GPC esta disminución fue superior (véase figura

13).

En la fase de tratamiento el GPH varió su puntuación de 5.78 a 4.24,

bajando en 1.54.

El GPC disminuyó de 5.89 a 3.77 puntos, mostrando una diferencia positiva

de 2.12.

El GD por su parte experimento la menor disminución, 0.84 puntos, al

pasar de 6.52 a 5.68.

Tabla 33. Análisis de varianza sobre diferencias en insatisfacción con la

imagen corporal antes y después del tratamiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO 115.80 1 115.80 52.81 .00

TIEMPO

*GRUPO

13.49 2 6.74 3.07 .05

Error (Tiempo) 221.47 101 2.19

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Resultados

183

Figura 13. Puntuaciones en insatisfacción por la imagen corporal

Pretest-Postest

Durante el seguimiento se obtuvieron diferencias significativas en cuanto al

tipo de intervención [F (2, 68)=8.69, p=.00](véase tabla 34).

Tabla 34. Análisis de varianza sobre diferencias insatisfacción con la

imagen corporal en el seguimiento

Origen

Tipo III de suma

de cuadrados gl

Cuadrático

promedio F Sig.

TIEMPO .015 1 .01 .01 .91

TIEMPO *

GRUPO

19.26 2 9.63 8.69 .00

Error

(Tiempo)

75.37 68 1.11

3

3,5

4

4,5

5

5,5

6

6,5

7

Pre Pos

GPH

GPC

GD

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Resultados

184

En cuanto a la insatisfacción con la imagen corporal en el seguimiento se

produjo una interacción entre los grupos GPH y GPC. Aunque el primero llego

a esta fase con una puntuación superior a la del GPC, el grupo GPH continúo

la disminución iniciada en la fase anterior llegándose a situar que a partir de los

3 meses por debajo.

Por su parte el GD, después de haber bajado en su puntuación en la fase

anterior, en esta fase inició un incremento en su puntuación hasta el final de las

mediciones (véase figura 14).

Figura 14. Puntuaciones en insatisfacción por la imagen corporal en el

seguimiento

2

2,5

3

3,5

4

4,5

5

5,5

6

Pos 3 6 9

GPH

GPC

GD

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Resultados

185

El grupo GPH en insatisfacción por la imagen corporal mejoro entre la fase

de pretest donde obtuvo 5.78 y un 3.03 un año después, mostrando una

disminución de 2.75. El GPC obtuvo un 5.89 en el pretest y un 3.43 en la última

medición al cabo del año, obteniendo una mejora de 2.46 puntos.

Por último, el GD pasó de 6.52 en el pretest a 5.8 el final de estudio, lo que

supuso una disminución de 0.72, inferior a la de otros dos grupos.

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Discusión

187

14. DISCUSIÓN

La obesidad está considerada como una enfermedad crónica, compleja y

multifactorial que actualmente se ha convertido en es un importante problema

dietético y psicosocial.

Su inicio en la en la infancia o en la adolescencia es el producto de una

interacción genética y ambiental, siendo esta última la más importante. El

desequilibrio entre la excesiva cantidad ingerida y el bajo gasto energético

debido al sedentarismo, son los elementos más importante del componente

ambiental.

Si el tratamiento de la obesidad es complejo el aspecto preventivo y la

adherencia al tratamiento toma mayor importancia. Además, como señala

Gutiérrez-Fisac (1998) una buena parte de los niños obesos, sobre todo chicos,

no siguen un tratamiento, muchos de los que sí lo siguen no pierden peso y

que la mayoría de los que pierden peso lo vuelven a ganar.

Por tanto, la obesidad infantojuvenil precisa de un tratamiento integral y

multidisciplinario, que incluya una serie de especialistas, principalmente

pediatra, nutricionista y psicólogo, que permitan proporcionar a la persona

obesa una dieta adecuada a estas edades, la implementación de un estilo de

vida más saludable como el incremento de la actividad física, la modificación de

actitudes y comportamiento, tanto en el niño como en su familia y con un

control del estado físico y psicológico de paciente.

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Discusión

188

Esta ha sido la intención del presente estudio, al proponer, valorar y validar

un programa estructurado con un enfoque integral que no descuide ninguno de

los aspectos fundamentales mencionados en toda la literatura al respecto

existente hasta el día de hoy, proponiendo la intervención de tipo combinado

como la más efectiva.

En base a esta intención el objetivo principal de esta investigación fue

valorar la repercusión de tres programas con respecto al IMC y las variables

psicológicas de ansiedad, depresión e insatisfacción con la imagen corporal,

con componentes diferentes en cuanto al tratamiento de la obesidad infanto-

juvenil según el tipo en la dieta y la presencia a o no del apoyo psicológico

proporcionado por un especialista.

Para comprobar si el estudio consiguió su objetivo se plantearon una serie

hipótesis y se analizaron los resultados obtenidos a lo largo del desarrollo e

implementación de los tres programas.

La primera hipótesis que planteaba que los dos programas de tratamiento

multicomponente (tipo de dieta y soporte psicológico) con apoyo

multidisciplinar, serían más eficaces en la mejora del valor antropométrico del

IMC en la fase de tratamiento con respecto al programa monocomponente de

sólo dieta, mediante la atención del Servicios de Pediatría. Los resultados

obtenidos evidencian que en ambos grupos multicomponente GPH y GPC, el

IMC disminuyó de forma significativa, por tanto, se mostraron más eficaces en

la disminución del IMC con respecto al grupo monocomponente, que aunque

también disminuyó en los tres primeros meses, se mostró menos eficiente que

los anteriores.

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Discusión

189

Igualmente, en la fase de seguimiento los grupos GPH y GPC mostraron

mejores resultados con respecto al grupo GD, que a partir del tercer mes inicio

un incremento en la el IMC hasta situarse al final de esta fase en unos valores

similares a los que obtuvieron en la puntuación pretest. Esto puede evidenciar

que los efectos del programa de tratamiento, GPH y GPC, tuvieron cierta

continuidad en a lo largo del tiempo en la fase de seguimiento, algo que no

ocurrió en el grupo sólo dieta sin tratamiento con apoyo psicológico. Estos

datos están en línea con la segunda hipótesis que planteaba que habrá

diferencias entre los distintos programas de tratamiento en la fase de

seguimiento con respecto a la medida del IMC.

Son muchos los estudios previos que están en línea con estos resultados,

tal y como señala una revisión sistemática que se planteó el objetivo de evaluar

la eficacia de las intervenciones en obesidad y sobrepeso infantojuvenil. Para

ello se analizaron los datos obtenidos en 64 estudios controlados aleatorizados,

llegando los autores a la conclusión de que aunque varias estrategias son

potencialmente útiles, las intervenciones combinadas en comparación la

atención estándar o la autoayuda pueden producir una reducción clínicamente

significativa del sobrepeso y la obesidad en estos pacientes. El hecho de no

medir o abordar los factores psicológicos y sociales obstaculizaría el potencial

para la efectividad del tratamiento (Luttikhuis et al., 2009).

El consenso SEEDO (2007) ofrece una serie de pautas de tratamiento para

la obesidad y menciona que la psicoterapia conductual grupal intensiva

encaminada a producir cambios en el estilo de vida, ha demostrado claramente

su superioridad con respecto a las intervenciones que plantea una dieta,

fármacos y/o visitas periódicas en la práctica clínica (Salas-Salvadó, 2007).

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Discusión

190

También se ha señalado que el éxito de la combinación de soporte

psicológico más higiene dietética y actividad física es mayor en niños y

adolescentes que en adultos obesos. (Martul et al., 2002).

Algunos autores afirman que son poco los pacientes obesos que acuden

regularmente a las consultas de seguimiento (Fernández, 2005), en esta línea

otra revisión sistemática llevada a cabo por Méndez y Munguía (2011) concluye

que la mayoría de los estudios respaldan el tratamiento multidisciplinar como

un método eficaz contra la obesidad, aunque si bien los efectos de los

tratamientos monocomponente pueden ser significativos durante la fase de

tratamiento, en la fase de seguimiento y posteriormente se observa que los

tratamientos multidisciplinares obtienen mejores resultados, algo que también

quiso evidenciar el actual estudio al proponer la segunda hipótesis.

Por otro lado, la Guía de Práctica Clínica sobre la Prevención y el

Tratamiento de la Obesidad Infantojuvenil (2009), después de analizar

numerosos estudios con diferentes tipos de tratamiento, también encontró que

se obtienen mejores resultados en cuanto a la disminución del IMC y su

continuidad en el tiempo, en intervenciones combinadas que incluían algún tipo

de tratamiento psicológico.

La tercera hipótesis queda rechazada, ya que no se observa que las

variables emocionales de ansiedad, depresión autoestima y satisfacción con la

imagen corporal tengan un papel modulador en la eficacia de los programas de

intervención. Por tanto el programa se puede llevar a cabo con niños obesos

independientemente de que padezcan ansiedad (rasgo o estado), depresión o

estén decepcionados con su actual imagen corporal.

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Discusión

191

En este sentido no se han encontrado estudios que apoyen o rechacen

este resultado. Como tentativa de explicación a este resultado se plantea que

esta variables de forma previa no influyen de forma determinante, quizás por la

importancia que puede tener para los más jóvenes que padecen obesidad o

sobrepeso y sus padres, el poder disfrutar de un mejor estado de salud y de

una mejor imagen corporal, sobre todo en el caso de los adolescentes, debido

a los cánones estéticos actuales, a los que casi nadie es ajeno.

Por su parte, los padres son, o deben de ser, conocedores por un lado de

la elevada probabilidad de que sus hijos sigan siendo obesos en la edad adulta

y por otro lado la gran cantidad de complicaciones, tanto físicas como

psicológicas, que acarrea o que puede acarrearles a sus hijos.

Como ya se ha comentado, es importante que el programa se dirija a

familias con un grado óptimo de motivación y a aquellos pacientes que

manifiesten un fuerte deseo de adelgazar o al menos a aquellos niños que

expresen su conformidad y cuenten con el respaldo de la familia, ya que ha

quedado demostrado que las intervenciones son más efectivas si existe la

involucración de los padres y el entorno familiar del niño o adolescente obeso

(Lau, Douketis, Morrison, Hramiak, Sharma y Ur, 2007).

En cuanto a las variables psicológicas de ansiedad, depresión y grado de

insatisfacción con la imagen corporal, los resultados hallados apuntan a que los

dos programas de tratamiento GPH y GPC (dieta y apoyo psicológico)

mostraron ser más eficaces en la mejora de estas variables tanto en la fase de

tratamiento como en la de seguimiento, con respecto al programa de sólo dieta,

tal y como se proponía en las hipótesis cuarta y quinta.

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Discusión

192

Una investigación reciente manifestó la importancia de incluir en la

evaluación de la obesidad, la autoestima, la ansiedad y la satisfacción corporal

para valorar de qué forma afectan a la efectividad de los tratamientos de

pérdida de peso (Cebolla et al., 2011). Aunque no son muchos los estudios que

han tenido en cuenta estas variables, en el programa “Niños en movimiento”

obtuvieron una disminución de la ansiedad y la depresión, con un aumento

significativo de la autoestima, después de la aplicación del tratamiento a niños

con obesidad o sobrepeso y a sus padres, con una eficacia a corto y medio

plazo (Yeste et al., 2008).

Si observamos el comportamiento de la variable ansiedad a lo largo del

estudio, se comprueba que fue la variable psicológica que más mejoró en los

grupos GPH y GPC con respecto al grupo GD, y que esta mejora fue más

evidente en el grupo GPH.

Este dato ha sido la constante durante el progreso en el tiempo de los tres

grupos, es decir, si comprobamos la evolución de las variables psicológicas a

través de sus puntuaciones evidencian que los grupos GPH y GPC obtuvieron

mejores resultados en estas variables que el grupo GD, y además se da la

tendencia a que la mejora fue algo mejor en el grupo GPH. Este puede tener su

explicación en que la dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida es

más flexible y abierta, lo cual produciría un menor desgaste a lo largo del

tiempo a favor de este modelo de dieta.

En cuanto a la variable depresión en el presente estudio su disminución en

la puntuación viene apoyada por el factor autoestima, ya que fue éste el que

más mejoró a lo largo de la investigación con respecto al factor disforia, sobre

todo en los grupos GPH y GPC.

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Discusión

193

En referencia al grado de insatisfacción de la imagen corporal se observa

cierta similitud con la variable autoestima en cuanto a los resultados, siendo

similar su comportamiento en cuanto a la evolución a través de las diferentes

medidas. Tal y como señala Remesal (2008), el rechazo social de la obesidad y

su componente visible, que está relacionado directamente con la autoestima,

pueden determinar el grado de insatisfacción personal del niño obeso.

Con respecto al grado de insatisfacción con la imagen corporal en relación

en este caso con el IMC, al analizar conjuntamente sus graficas (figuras 2 y 3

con 12 y 13) se aprecia una progresión similar a lo largo de todo el estudio (un

año) en cuanto a las puntuaciones en ambas variables, es decir, a medida que

disminuyen o aumentan las puntuaciones de IMC también lo hacen las

puntuaciones del grado de insatisfacción con la imagen corporal en una

proporción similar, independientemente del grupo al cual el sujeto pertenece.

Este resultado está en consonancia con lo planteado por algunos autores

que respaldan la incidencia negativa que tiene un elevado IMC en el grado de

insatisfacción con la imagen corporal, a mayor IMC mayor grado de

insatisfacción, y como ésta puede mejorar en la medida que también disminuye

el IMC de los jóvenes obesos (Pallares et al., 2012; Casillas-Estrella, Montaño-

Castejón, Reyes-Velázquez, Bacardí-Gascón y Jiménez-Cruz, 2006).

En cuanto a la evolución del IMC los grupos GPH y GPC tuvieron una

eficacia muy similar si observamos las diferencias que hubo entre las medidas

pretest y la última medida, tomada un año después. Una revisión sistemática

encontró quelas dietas pobres en hidratos de carbono de absorción lenta con

índice glucémico bajo fueron tan efectivas como las dietas de bajo aporte

calórico para la pérdida de peso a corto plazo en niños y adolescentes, sin que

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Discusión

194

ningún estudio diera información sobre el control de peso a largo plazo

(Gibson, Peto, Warren y Dos Santos Silva, 2006). Esta es una conclusión

idéntica a la que también llegó otra revisión sistemática que incluyó también

estudios realizados en personas adultas y solamente un ECA en adolescentes

(Thomas, Elliott y Baur, 2007).

Por tanto, la sexta hipótesis que postulaba diferencias en la eficacia entre

de ambos programas multicomponente en los valores antropométricos de IMC,

a favor del programa de dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida,

no llega a ser respaldada de acuerdo a los resultados obtenidos.

Las variables psicológicas con respecto a los dos grupos multicomponente,

si se toma como referencia las puntuaciones postest y la obtenida después de

un año del final de programa, el GPH mostró una mayor disminución que el

GPC. Al observar los gráficos de seguimiento se aprecia que en el grupo GPH,

las puntuaciones de las variables ansiedad estado, depresión, incluyendo sus

dos factores autoestima y disforia, y la insatisfacción por la imagen corporal se

mantuvieron por debajo de las obtenidas por el grupo GPC.

Por tanto, hubieron diferencias en la eficacia entre de ambos programas

multicomponente en la mejora de las variables psicológicas a favor del

programa de dieta baja en hidrato de carbono de absorción rápida tal y como

proponía la séptima hipótesis planteada.

Si tenemos en cuenta los resultados obtenidos se puede afirmar que el

programa ha resultado efectivo al conseguir buena parte de los objetivos

marcados lo cual da pie a su posible aplicación práctica y a abrir nuevas líneas

de investigación que ayuden a especificar que componentes del programa son

los más eficaces y de cuales se podría prescindir.

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Discusión

195

Una vez comprobada su eficacia en las variables estudiadas este programa

puede ser útil como referencia para llevar a cabo intervenciones de la obesidad

y sobrepeso infantojuvenil que pretendan tener en cuentas aquellas variables

psicológica implicadas en el desarrollo y mantenimiento de la obesidad.

Además su carácter grupal hace que se optimicen recursos materiales y

humanos, e incluso se ha mostrado más efectiva que la individual y esta

diferencia es más clara si se tiene en cuenta los resultado de los seguimiento a

medio y largo plazo (Zwiayer, 2000).

Ante una patología tan complicada de tratar toma importancia el aspecto

preventivo. Algunos de los elementos que forma parte del programa también

puede ser utilizados para la prevención, como los que promueven e

implementan hábitos saludables y los que cuidan también la parte psicosocial

de la persona.

Las limitaciones del estudio se refieren al número de participantes, debido

al porcentaje tan elevado en la prevalencia de la obesidad y el sobrepeso, los

datos obtenidos podrían haber sido más significativos con más sujetos por

grupo.

También se planteó al principio la posibilidad de que hubiera un grupo

control, sin ningún tipo de tratamiento. Sin embargo, esta posibilidad se

descartó ya que suponía un dilema ético el dejar a los niños y a los

adolescentes sin ningún tipo de intervención que ayudara a resolver su

problema de obesidad o sobrepeso, durante el año que duró el estudio, más

aún teniendo en cuenta la edad de los participantes.

En investigaciones futuras sería interesante averiguar cuál de las técnicas y

de las recomendaciones que se propusieron a lo largo de las sesiones fueron

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Discusión

196

más efectivas y cuáles serían prescindibles, para de esta forma optimizar la

intervención y ceñirse a lo que realmente resulta efectivo en el tratamiento del

sobrepeso y la obesidad infantojuvenil.

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Conclusiones

197

15. CONCLUSIONES

1. De acuerdo con la hipótesis primera, los dos grupos multicomponente

(dieta más apoyo psicológico) mostraron mayores reducciones en las

puntuaciones IMC que el grupo monocomponente (solo dieta), en la fase

de tratamiento.

2. La segunda hipótesis se confirma al encontrarse diferencias entre los

distintos programas de tratamiento con respecto al IMC, ya que se

encontró una mayor reducción en el IMC en los grupos GPH y GPC con

respecto al GD en la fase de seguimiento.

3. La hipótesis tercera quedaría rebatida al no evidenciarse que las

variables emocionales de ansiedad, depresión autoestima y satisfacción

con la imagen corporal tuvieran un papel modulador en la eficacia de los

programas de intervención.

4. Con respecto a las hipótesis cuarta y quinta los grupos GPH y GPC

fueron más eficaces en la mejora de las variables psicológicas tanto en

la fase de tratamiento como en la de seguimiento.

5. Concretamente, los grupos GPH y GPC mostraron disminuciones en

ansiedad estado; sin embargo, en el grupo solo dieta aumentó el valor

en este variable de forma significativa en los tres primeros meses para

mantenerse sin variaciones significativas hasta la finalización del

estudio.

6. Dentro de la variable depresión, el factor autoestima mejoró en los

grupos GPH y GPC, mostrando mejoras de forma progresiva en cada

momento de evaluación. En el grupo GD sólo mejoró en la puntuación

postest para empeorar en las posteriores evaluaciones. En cuanto a la

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Conclusiones

198

disforia aunque se redujo menos que la autoestima, tuvo un

comportamiento similar en cuanto a los valores obtenidos, es decir, en

los grupos GPH y GPC fueron disminuyendo las puntuaciones a lo largo

del programa progresivamente. En este caso el grupo GD obtuvo

puntuaciones que fluctuaron entre pequeñas disminuciones y aumentos,

para finalizar con una puntuación similar que la obtenida en el pretest.

7. Los grupos GPH y GPC mejoraron sus puntuaciones con respecto al GD

en la mejora del grado de insatisfacción con respecto a la imagen

corporal.

8. Con respecto a la hipótesis sexta, si tenemos en cuenta el tipo de dieta,

baja en hidratos de carbono de absorción rápida del GPH, e hipocalórica

(1.500 calorías) del GPC de cada grupo multicomponente, al final de la

fase de tratamiento en el GPC se redujo más el IMC, pero al cabo de un

año, ambos grupos mostraron prácticamente la misma reducción total,

sin mostrar diferencias en cuanto al tipo de dieta.

9. La hipótesis séptima que dice que habrá diferencias en la eficacia entre

de ambos programas multicomponente en la mejora de las variables

psicológicas, en favor del programa del grupo GPH, se aprecia que

consiguió mayores disminuciones en la fase de tratamiento, a excepción

de la puntuación en insatisfacción que fue inferior pero similar a la del

grupo GPC, aunque en la fase de seguimiento el GPH mostró algo más

de disminución llegando a ser más positiva en la mejora total. En las

otras dos variables en la fase de seguimiento se mantuvo en los niveles

más bajos ya conseguidos en el tratamiento.

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Conclusiones

199

10. Por un lado, en el grupo GPH en la variable ansiedad se consiguieron

las mayores disminuciones en la fase de tratamiento, manteniéndose en

los niveles más bajos durante el seguimiento..

11. Por otro, la depresión mostró unos niveles más bajos en el GPH, aunque

con unos valores similares en el GPC, sobre todo en la fase de

seguimiento manteniéndose siempre por debajo del GPC. Los dos

factores que la componen (autoestima y disforia) también se

mantuvieron en niveles más bajos en el GPH, a partir del postest.

12. En la evolución de tres grupos con respecto al IMC y al grado de

insatisfacción de la imagen corporal se observa un progreso similar en

cuanto a las puntuaciones, es decir, a medida que disminuyen o

aumentan (como en el caso del GD) las puntuaciones de IMC lo hacen

las puntuaciones del grado de insatisfacción.

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200

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224

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225

17. ANEXOS

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226

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Anexos

227

Anexo 1. Consentimiento informado para participación en ensayo clínico

El que suscribe, en representación legal del menor de edad y paciente

_______________________________________________________________,

por la presente expresa su voluntad de participar en un ensayo clínico

consistente en comparar dos modalidades de dieta diferentes como tratamiento

de la obesidad y el sobrepeso, así como en colaborar con el seguimiento de su

caso llevado a cargo por un endocrino infantil, dietista y psicólogo. El tipo de

dieta y de soporte psicológico que llevar cada paciente se decidirá por azar, ya

que a priori no hay evidencias suficientes que demuestren que una/uno es

mejor que el otro, lo cual precisamente es lo que se desea poner de manifiesto

mediante el presente estudio.

Manifiesta el que suscribe, así mismo, haber sido informado

convenientemente por el Dr._______________________________________

de en qué va a consistir dicho tratamiento y el consiguiente seguimiento y

conocer que participa de forma voluntaria y que se puede abandonar dicho

ensayo clínico en el momento en que así lo desee.

Elche, a de de

Fdo. D./Dña. ____________________________________________________

DNI: _____________________En calidad de __________________________

del paciente: ____________________________________________________

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Anexos

228

Anexo 2. Muestra de la pantalla principal del software LookinBody Basic®

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Anexos

229

Anexo 3. Cuestionario de Ansiedad estado-rasgo para Niños

(State-Trait anxiety Inventory for Children, STAIC)

Autoevaluación E / R

Apellidos _______________________________ Nombre _________________

Edad ___________ Sexo (V-M) ______________ Fecha: _________________

INSTRUCCIONES

Primera parte

En la primera parte encontrarás unas frases usadas para decir algo de ti

mismo. Lee cada frase y señala la respuesta que diga mejor cómo te SIENTES

AHORA MISMO, en este momento. No hay respuestas buenas ni malas. No te

detengas demasiado en cada frase y contesta señalando la respuesta que diga

mejor cómo te encuentras AHORA.

Segunda parte

En la segunda parte encontrarás más frases usadas para decir algo de ti

mismo. Lee cada frase y señala la respuesta que diga mejor cómo te SIENTES

EN GENERAL, NO SÓLO en este momento. No hay respuestas buenas ni

malas. No te detengas demasiado en cada frase y contesta señalando la

respuesta que diga mejor cómo te encuentras GENERALMENTE.

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Anexos

230

PRIMERA PARTE

Nada Algo Mucho

1. Me siento calmado 1 2 3

2. Me encuentro inquieto 1 2 3

3. Me siento nervioso 1 2 3

4. Me encuentro descansado 1 2 3

5. Tengo miedo 1 2 3

6. Estoy relajado 1 2 3

7. Estoy preocupado 1 2 3

8. Me encuentro satisfecho 1 2 3

9. Me siento feliz 1 2 3

10. Me siento seguro 1 2 3

11. Me encuentro bien 1 2 3

12. Me siento molesto 1 2 3

13. Me siento agradablemente 1 2 3

14. Me encuentro atemorizado 1 2 3

15. Me encuentro confuso 1 2 3

16. Me siento animoso 1 2 3

17. Me asiento angustiado 1 2 3

18. Me encuentro alegre 1 2 3

19. Me encuentro contrariado 1 2 3

20. Me siento triste 1 2 3

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Anexos

231

SEGUNDA PARTE

Casi

nunca

A

veces

A

menudo

1. Me preocupa cometer errores 1 2 3

2. Siento ganas de llorar 1 2 3

3. Me siento desgraciado 1 2 3

4. Me cuesta tomar una decisión 1 2 3

5. Me cuesta enfrentarme a mis problemas 1 2 3

6. Me preocupo demasiado 1 2 3

7. Me encuentro molesto 1 2 3

8. Pensamientos sin importancia me vienen a la

cabeza y me molestan

1 2 3

9. Me preocupan las cosas del colegio 1 2 3

10. Me cuesta decidirme en lo que tengo que hacer 1 2 3

11. Noto que mi corazón late más rápido 1 2 3

12. Aunque no lo digo, tengo miedo 1 2 3

13. Me preocupo por cosas que pueden ocurrir 1 2 3

14. Me cuesta quedarme dormido por las noches 1 2 3

15. Tengo sensaciones extrañas en el estomago 1 2 3

16. Me preocupa lo que otro piensen de mí 1 2 3

17. Me influyen tanto os problemas que no puedo

olvidarlos durante un tiempo

1 2 3

18. Tomo las cosas demasiado en serio 1 2 3

19. Encuentro muchas dificultades en mi vida 1 2 3

20. Me siento menos feliz que los demás chicos 1 2 3

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Anexos

232

Anexo 4. Cuestionario Depresión y Autoestima para niños

(Children’s Depression Inventory, CDI)

Apellidos _______________________________ Nombre _________________

Edad ___________ Sexo (V-M) ______________ Fecha: _________________

INSTRUCCIONES

Los chicos y las chicas como tú tienen diferentes sentimientos e ideas. En

este cuestionario se recogen esos sentimientos e ideas agrupados. De cada

grupo, tienes que señalar una frase que sea LA QUE MEJOR DESCRIBA cómo

te has sentido durante las DOS ÚLTIMAS SEMANAS. Una vez que hayas

terminado con un grupo de frases, pasa a la siguiente.

No hay contestaciones correctas o incorrectas. Únicamente tienes que

señalar la frase que describa mejor CÓMO TE HAS ENCONTRADO

últimamente.

DE LAS TRES FRASES QUE COMPONEN CADA PREGUNTA ESCOGE

SÓLO UNA, LA QUE MÁS SE ACERQUE A CÓMO ERES O TE SIENTES

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Anexos

233

Marca con un aspa (X) el círculo de la frase que describa mejor cómo te has

encontrado últimamente.

1

Estoy triste de vez en cuando.

Estoy triste muchas veces.

Estoy triste siempre.

2

Nunca saldrá nada bien.

No estoy seguro de si las

cosas saldrán bien.

Las cosas me saldrán bien

3

Hago bien la mayoría de las

cosas.

Hago mal muchas cosas.

Todo lo hago mal.

4

Me divierten muchas cosas.

Me divierten algunas cosas.

Nada me divierte.

5

Soy malo siempre.

Soy malo muchas veces.

Soy malo algunas veces.

6

A veces pienso que me pueden

ocurrir cosas malas.

Me preocupa que me ocurran

cosas malas.

Estoy seguro de que van a ocurrir

cosas terribles.7

Me odio

No me gusta como soy

Me gusta como soy

8

Todas las cosas malas son

culpa mía.

Muchas cosas malas con culpa

mía.

Generalmente no tengo la

culpa de que ocurran cosas

malas.

9

No pienso en matarme.

Pienso en matarme pero no lo

haría.

Quiero matarme.

Continua

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Anexos

234

Continuación

10

Tengo ganas de llorar todos los

días.

Tengo ganas de llorar muchos

días.

Tengo ganas de llorar de vez

en cuando.

11

Las cosas me preocupan

siempre.

Las cosas me preocupan

muchas veces.

Las cosas me preocupan de

vez en cuando.

12

Me gusta estar con la gente.

Muy a menudo no me gusta

estar con la gente.

No quiero en absoluto estar

con la gente

13

No puedo decidirme.

Me cuesta decidirme.

Me decido fácilmente.

14

Tengo buen aspecto.

Algunas cosas de mi aspecto

no me gustan.

Soy feo o fea.

15

Siempre me cuesta ponerme a

hacer los deberes.

Muchas veces me cuesta

ponerme a hacer los deberes.

No me cuesta ponerme a hacer

los deberes.

16

Todas las noches me cuesta

dormirme.

Muchas veces me cuesta

dormirme.

Duermo muy bien.

17

Estoy cansado de vez en

cuando.

Estoy cansado muchos días.

Estoy cansado siempre.

18

La mayoría de los días no

tengo ganas de comer.

Muchos días no tengo ganas

de comer.

Como muy bien.

Continua

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Anexos

235

Continuación

19

No me preocupa el color ni la

enfermedad.

Muchas veces me preocupa el

color ni la enfermedad.

Siempre me preocupa el color

ni la enfermedad.

20

Nunca me siento solo.

Me siento solo muchas veces.

Me siento solo siempre.

21

Nunca me divierto en el

colegio.

Me divierto en el colegio sólo

de vez en cuando.

Me divierto en el colegio

muchas veces.

22

Tengo muchos amigos

Tengo algunos amigos

No tengo amigos

23

Mi trabajo en el colegio es

bueno.

Tengo algunos amigos

No tengo amigos.

24

Nunca podré ser tan bueno

como otros niños.

Si quiero, puedo ser tan bueno

como otros niños.

Soy tan bueno como otros

niños.

25

Nadie me quiere.

No estoy seguro de que

alguien me quiera.

Estoy seguro de que alguien

me quiere.

26

Generalmente hago lo que me

dicen.

Muchas veces no hago lo que

me dicen.

Nunca hago lo que me dicen.

27

Me llevo bien con la gente.

Me peleo muchas veces.

Me peleo siempre.

Fin de la prueba. Si has terminado

antes de tiempo repasa tus

contestaciones.

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Anexos

236

Anexo 5. Escala de Evaluación de la Imagen Corporal (EEIC)

Nombre y apellidos ____________________________________________________________ Fecha: _____/_________/______

1. Señala con una “P” la silueta que representa la percepción actual de tu imagen corporal.

2. Señala con una “D” la silueta que desearías tener.

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Anexos

237

Anexo 6. Modelo de dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+ jamón serrano

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+ kiwi, pera, plátano

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+ jamón york

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+manzana, mandarina, piña

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+lomo embuchado

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+kiwi, pera, plátano

Un vaso de leche entera o dos yogures naturales o griegos con sacarina+ pechuga de pavo

Fruta al gusto Fiambre variado Fruta al gusto Fiambre variado Fruta al gusto Fiambre variado

Fruta al gusto

Ensalada mixta+Guiso de ternera con verduritas+una pieza de fruta

Ensalada Murciana+Lentejas con verduras y taquitos de jamón+una pieza de fruta

Crema de verduras+bacalao con tomate y pimiento+ una pieza de fruta

Ensalada de asado+chuletas a la plancha con taquitos de queso+ una pieza de fruta

Menestra de verduras+Pollo asado con champiñones+ una pieza de fruta

Ensalada mixta+Guiso de sepia con atún+ una pieza de fruta + una pieza de fruta

Ensalada mixta+Potaje de garbanzos con bacalao+una pieza de fruta

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Dos yogures naturales o un vaso de leche con sacarina +fiambre o fruta al gusto

Tortilla a la francesa + fruta o yogurt

Hamburguesa de ternera+ fruta o yogurt

Pechuga de pollo con orégano y verduritas salteadas

Emperador con ajo y perejil+fruta o yogurt

Rueda de fiambres (Queso, jamón serrano, york, pavo, pollo relleno, etc.)

Revuelto de setas con ajetes + queso fresco + fruta o yogurt

Sepia a la plancha +ensalada mixta+fruta o yogurt

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Anexos

238

Anexo 7. Pauta de alimentación para dieta baja en hidratos de carbono de absorción rápida

Alimentos permitidos libremente sin límite de cantidad

- Carne de todo tipo, excepto rebozada o empanada.

- Pescado de todo tipo (más interesante el azul) excepto rebozado o empanado.

- Sepia y Calamar (no rebozados). - Mariscos. - Ahumados, marinados o en

salazón. - Huevos. - Frutas. - Verduras (de cualquier forma)

excepto patata. - Champiñones y setas. - Embutidos (mejor poco grasos

como jamón serrano, jamón cocido, cecina, lomo curado, etc.)

- Aceites vegetales crudos (mejor de oliva).

- Leche entera o semidesnatada, quesos de todo tipo y yogurt (natural o con sacarina).

- Frutos secos (solos o en ensaladas o con yogurt.

Alimentos a tomar con moderación

(1 vez por semana) - Legumbres.

- Arroz integral.

- Frutas muy dulces (siempre

enteras y nunca en zumo).

- Embutidos muy grasos

(salchichas, morcillas, salchichón,

butifarra, sobrasada, etc.).

- Mantequilla.

Alimentos PROHIBIDOS

- Pan.

- Cereales (incluidos los integrales).

- Bollería industrial o casera.

- Patata.

- Galletas.

- Pastas (incluidas las integrales).

- Bebidas dulces.

- Zumos (envasados o naturales).

- Azúcar.

- Margarinas o grasas

hidrogenadas artificialmente.

- Pizzas.

- Arroz no integral.

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Anexos

239

Anexo 8. Modelo de dieta de baja en calorías

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Anexos

240

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Anexos

241

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Anexos

242

Anexo 9. Tabla de alimentos ordenados por índice glucémico (IG)

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Anexos

243

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Anexos

244

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Anexos

245

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Anexos

246

Anexo 10. Pautas de alimentación para Navidad

Los únicos días festivos en los que se puede abusar un poco de las

comidas sin hacer hincapié en la dieta son: 24,25 y 31 de diciembre y 5

de enero.

La cena de Nochebuena y la comida de Navidad será libre, intentando

llevar la dieta correspondiente en las comidas previas, los desayunos,

almuerzos comidas y cenas no incluidas en los festivos.

Los turrones serán preferentemente los que aparecen como aptos para

diabéticos o sin azúcar añadido.

El día del roscón de Reyes podrás tomar un vaso de chocolate a ser

posible del que hay sin azúcar y un trozo de roscón (no medio roscón,

todo con moderación).

¡FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO A TODOS!

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Anexos

247

Anexo 11. Pautas de alimentación para Semana Santa

Se podrán tomar helados siempre que sean caseros o bien sin azúcar y

que no lleven barquillo o galleta.

En el caso de salir de vacaciones con la familia y se prevé una mayor

ingesta de alimentos en algunas comidas, se compensará con la comida

siguiente, siendo ésta más ligera, como por ejemplo: si nos pasamos en

la comida de medio día en la cena se compensa con una ensalada

completa, sin maíz ni patata.

Los días festivos, tales como el lunes de mona, solamente os podréis

saltar ese día y con moderación, llevando la dieta el resto de días.

¡FELIZ SEMANA SANTA A TODOS!

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Anexos

248

Anexo 12. Pautas de alimentación para agosto

Se podrán tomar helados siempre que sean caseros o bien sin azúcar y

que no lleven barquillo o galleta. Para las dietas bajas en calorías se

tendrán en cuenta las calorías que contiene cada helado y serán lo más

parecido al contenido calórico que lleve la comida a sustituir, es decir, se

podrá sustituir la merienda por un helado sin azúcar siempre y cuando

las calorías sean iguales o inferiores.

En el caso de salir de vacaciones con la familia y se prevé una mayor

ingesta de alimentos en algunas comidas, se compensará con la comida

siguiente, siendo ésta más ligera, como por ejemplo: si nos pasamos en

la comida de medio día en la cena se compensa con una ensalada

completa, sin maíz ni patata. En ningún caso se dejará de hacer la dieta.

En la dieta hipocalórica las cantidades de las comidas serán orientativas,

ya que más o menos sabéis las cantidades de comida que se pueden

tomar.

Los días que no se esté de vacaciones con la familia hay que mantener

la dieta tal cual la habéis llevado hasta ahora. Solamente os la saltaréis

un poco en el caso de salir fuera de casa de vacaciones y en algunas

comidas de forma excepcional, nunca en todas.

¡FELIZ VERANO A TODOS!