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Universidad para asesinos

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PETROSMÁRKARIS

Universidadparaasesinos

JaritosNº12

TraduccióndeErsiMarinaSamaráSpiliotopulu

TusquetsEditores

TítuloOriginal:SeminariafononTraductor:SamaráSpiliotopulu,ErsiMarina©2018,Márkaris,Petros©2018,TusquetsEditoresColección:AndanzasISBN:9788490666814Generadocon:QualityEbookv0.87Generadopor:AsA,03/04/2019

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TraduccióndelgriegodeErsiMarinaSamaráSpiliotopulu

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AVasilisPapavasiliu,aquiendebolaideadeestanovela,

yaJosefina,comosiempre

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Daßdagehörensoll,wasdaist,denen,diefüresgutsind.

Lascosasdebenperteneceraquienmejorpuedacuidarlas.BertoltBrecht,Elcírculodetizacaucasiano

(TraduccióndeMiguelSáenz)

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1

—Tasía,hija,teesperauncaminomuylargo.—¿Cuestaarriba?Kaliopiestudialatazaminuciosamente.—No, no veo ninguna cuesta. Sólo un camino largo y un poco difícil de

transitar,aunquealfinalveounaluz.Comounsolalamanecer.—Estoparecemásapropiadopara tuhijoquepara ti—lediceArguiróa

Tasíaconunasonrisa.—Mi hijo—le cuentaTasía aAdrianí—ha enviado el currículum a tres

universidades distintas para dar clases de biología. —Se santigua antes deproseguir—:Ojalátengasuerte.EncenderéuncirioalaVirgendeTinos.

EstaconversaciónsobreelfuturodeTasíaydesuhijoestáteniendolugarenunapensióndePápingos.

Resultaque,unbuendía,Adrianísedespertóconunarepentinayprofundanostalgia de sus raíces en Epiro. Como somos oriundos del mismo lugar, mecontagió el virus.Así nació el deseode regresar a nuestra patria chica.Desdeque nos marchamos de Epiro, solo hemos vuelto en dos ocasiones, ambasregadasde lágrimas.Laprimera, conmotivodel fallecimientode lamadredeAdrianí;ylasegunda,almorirmipadre.Katerinanosacompañólasdosveces,primerocuandoeraaúnunbebéyluegocuandoibaapreescolar.

EsafuelarazóndenuestroviajeaPápingos.AhorameencuentrosentadoenelcomedordelapensiónLaGranadaencompañíadecuatroseñoras,unadelascualesesmimujer.Hemosacabadodedesayunar,perolasdamashanpedidomáscafésgriegosparaque laseñoraKaliopi les leael futuroen losposos.Alotro ladode laventanaseextiendeel imponentepanoramadelmonteAstraka,donde de pequeños poníamos trampas para cazar pájaros, desde mirlos hastacodornices,oloquecayera.

Yo,sinembargo,observosorprendidocómoAdrianíparticipaydejaqueleleanelfuturo.Supongoquesehainiciadoenlacienciaadivinatoriagraciasalasotrastresseñoras,yaquenopudoheredarladesumadreenunaépocaenquelasmujeres se entretenían leyendo los posos, a ver si descubrían un rayo deesperanzaenelfondodelastazasdecaféqueiluminarasusvidas.Aunasí,nome atrevería a jurarlo, porque me paso los días en Jefatura y, durante miausencia,ellapodríairaqueleecharanlascartas,alasestudiosasdelospososdelcafé,sinqueyomeenteraradenada.

—¿Noves,porcasualidad,unedificiogrande?—preguntaTasíaaKaliopi.

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—¿Quétipodeedificio?—Launiversidaddemihijo,mujer.—Tasíaleexplicaloobvio.Kaliopiestudialospososdelatazameticulosamente.—Noveoningúnedificio,perosíamuchagenteconcentrada—concluye.—Será el departamento, que se reúne para decidir si le aceptan o no—

deduceTasía,yvuelveasantiguarse—.Ay,Virgencita...—Suturno,señoraAdrianí—diceKaliopi,ytomalatazademimujer,que

estababocaabajo.Decidoponerpiesenpolvorosa,porquenotengoganasdeconocerelfuturo

deAdrianí,que,contodaprobabilidad,tambiénmeconcerniráamí.—¿Usted no cree en los augurios del café, señor Jaritos? —pregunta

Arguiróalverquemelevantodelamesa.—Noquierosabernada,porsimeafecta—lecontestomientrasAdrianíme

miradesconcertada.Nosabe si echarme labroncapor laschorradasqueestoydiciendo,osirealmentecreequelalecturadelposopodríaafectarmedealgunamanera.

Salgodelcomedorantesdequemimujerpuedallegaraalgunaconclusión,y me detengo en la terraza, delante de la fachada de piedra de la pensión.RespiroprofundamentemientrasrecorroconlamiradalaextensiónarboladaquellegahastalacimadelAstraka.

Estamosamediadosdeseptiembre,perolatemperaturatodavíaessuave,almenos hasta la caída del sol. Al anochecer empieza a refrescar bastante y amenudotenemosquebuscarrefugioenunbaroenunrestaurante.Nomequejo,porque siempre hacemos vacaciones en septiembre. Nos resulta más fácilsoportar la canícula en Atenas que formar parte del éxodo masivo de losatenienses,queempiezayaamediadosdejulio.Aunqueoptáramosporiraunaisla remota, o incluso a lamontaña, tendríamos que padecer elmartirio de lasalida y de la entrada en Atenas, cuando la red nacional de carreteras seconvierteenunareddebarricadas,yAdrianínoparadegritar«¡Cuidado!»cadavezquepongoenmarchaelSeat.

ConocimosalatríadaqueformanArguiró,KaliopiyTasíaenlapensión.Lasdosprimerassonsolteronasjubiladas,ylatercera,Tasía,esviuda,tambiénjubilada.Siemprevandevacacionesjuntas.ConocieronaAdrianíenseguida,sepresentaron el primer día durante el desayuno, y el segundo día las cuatromujeres ya eran inseparables. Desde entonces hemos formado un quinteto yhacemosjuntostodaslasexcursiones.

Ahoranotengoganasdesaliracaminar.Además,nodescartoqueAdrianíya haya acordado una excursión con sus compinches, y que luegome eche labronca pormi ausencia injustificable.Me siento en una de las sillas de lona,

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miroelmonteAstrakaymeacuerdodemipadre,que,cuandoestabadebuenhumor,mecontabalasbatallasquesehabíanlibradoentornoaesamontañayalpicoGamiladurantelaGuerraCivil.

Unallamadaenelteléfonomóvilinterrumpemispensamientos.—¿Quétal,papá?¿Cómovatodo?—EsKaterina.—Estupendamente,hijamía.Hacebuentiempo, luceelsoly tumadreya

hahechoamistades.—¿Yatieneamigas?—seextrañaKaterina.—Tres señoras muy simpáticas que me han nombrado su chófer y guía

turísticodelazona.—Tehanpillado—dicemihijadesternillándosederisa.—¿YquétalenAtenas?—pregunto.—Comosiempreenseptiembre,cuandotodosvuelvenalredil—responde

ella,ynosdespedimosmandandosaludosanuestrosrespectivoscónyuges.Me estaba preguntando ya cuánto tiempo se requería para estudiar

minuciosamentelospososdeuncafé,cuandoAdrianíapareceenlaterraza.—¿Quéauguraelcafé?—quierosaber.Mimujermemiraconunasonrisapícara.—Nopiensodecírtelo.—¿Porquéno?¿Creesquesimelodicestetraerámalasuerte?—Esoesloquedicenlosquecreenenestascosas.Ytúnocreesenellas.De su expresión deduzco que le han dado una buena noticia, pero no

insisto,porqueséquehadecididocerrarseenbandaynovaacontármela.—Pero¿quéeseso?—suenaunavozdetrásdenosotros.Nosvolvemosy ahí está la tríada.Sehanquedadomirando fijamenteun

pájaroenormequeplaneacercadelasladerasdelAstraka.Alvirar,vemosquetieneellomoyelvientredecolorblanco,mientrasquelasalasylaspatassonrojas.Mantienelasalasinmóvilesydesciendelentamentehaciaunbarranco.Sideverdadesunpájaro,debedehabervenidodeotrocontinente.

—¿Seráunáguila?—preguntaKaliopi.—Pero¿quédices?¿Dóndesehavistounáguilaconalasrojas?Lacanción

habladeunáguilasinalas,peronadiehaoídohablardeunáguilaconalasrojas—lecontestaArguiró.

—Nosolotienelasalasrojas,sinoquellevagafas—intervieneTasía.—¿Cómoquellevagafas?—seextrañaAdrianí.—¿Novesquellevagafasnegras,comolasdelosaviadores?—¿Ysisetratadeunapersona?—sepreguntaKaliopi.—Esunapersonayesalemana—suenaunavozdetrásdenosotros.NosvolvemosyvemosaMaría,ladueñadelapensión,plantadadelantede

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lapuerta.—Son unos alemanes que están zumbados —explica—. Suben hasta la

cimadelAstrakaodelGamila,seponenalasyvuelan.MedijeronquetambiénvuelandesdelasladerasdelSmólikas,aunqueesoyonolohevisto.

—¡PorDiosbendito!...—comentaArguiró,ysesantigua.—Miradabajo,enelbarranco—nosindicaMaría.Miramosyvemosaunostiposqueestánagitandolosbrazos.—¿Yesosquéhacen?¿Teatro?—preguntaArguiró.—No,sonelpersonaldetierra.Lesayudanaponerseyaquitarselasalasy

elrestodelequipo—explicaMaría.—Estánlocos—concluyeTasía.—Nosésiestarán locos,peroparecequese lopasanbomba—interviene

Arguiró.—¿Nosacercamosparapoderverlosmejor?—proponeAdrianí.—¿NonostocabavisitarZagorihoy?—preguntaKaliopi.—Podemos ir mañana, Kaliopi—contesta Arguiró—. Zagori seguirá allí

mañana,peroestospodríanirsevolando.Sevuelventodasalavezysemequedanmirandoalacara.Estáclaroque

nopiensanirandandohastaelbarranco.—Enmarcha—digo,porunladoporquenoquierodecepcionarlas,y,por

otro,porqueyotambiénsientocuriosidadporverdecercaelespectáculodeesasavesextrañas.

—Abrigaosunpoco,queenelbarrancohacefrío—nosadvierteMaría.Entramostodosenlapensiónparabuscarunaschaquetasyunosjerséis,y

enunpardeminutosyaestamosdenuevoabajoynossubimosalSeat.

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2

El Seat avanza a trompicones por la pistamontañosa.A cada tumbo, lasseñoras sentadas en el asiento de atrás sueltan un grito contenido. A mí mepreocupaotra cosa:me temoque tendremosproblemasen el viajedevuelta aAtenas,queelSeatnosdejarátiradosyhabráquellevarloaltaller.

—¿Por qué no dejamos el coche aquí?—propongo—.Avanza comounatortugacaminodelcalvario.

Manifiestan suconformidadalunísonoyaparcoelSeat juntoaunárbol.Caminartampoconosresultafácil,porquelapistaestásembradadepiedrasyacadapasoseoyenquejasylamentos.Quétiemposaquellosenquepodíamosirdescalzosporlasrocasylospedruscos,piensoparamisadentros.ElúnicoquehasalidobeneficiadodetodoestoeselSeat.

—Ay,mispobrespies—gimeArguiró—.Volveréalapensiónhechapolvoymañananopodrénilevantarmedelacama.

—Yoyahedichoqueeramejor iraZagori,perovosotrasqueríaisveralholandéserrante—contestaKaliopi.

—¿Dequéholandéshablas?Sonalemanes, ¿nohasoído loquehadichoMaría?—preguntaAdrianí.

Kaliopiseechaareírmientraslasotrastreslamiranextrañadas.LlegamosalospiesdelAstrakaenelmomentoenquetocatierraelpájaro

deprocedenciaalemana.Peronoaterrizacomolospájarosolosaviones,no;seposadepie.Unapareja lo recibeenelbarrancoconaplausos.Cuandoel entevolador se quita las gafas, descubrimos que el zepelín es una mujer. Unacuarentonasonrientequehaceunareverenciaantesupúblico.

—¡Anda!¡Perosiesunamujer!—exclamaTasía,sorprendida.—Loquemefaltabaporver—comentaArguiró.—¿Yporquénohandevolarlasmujeres?—reaccionaKaliopi—.Queyo

sepa,notodoslospájarossonmachos.Todos nos echamos a reír. Los alemanes se vuelven y nos miran

sorprendidos.Lapareja,conexpresiónseria;lamujervoladora,conunasonrisa.—Vamos a darles la enhorabuena, no sea que quedemosmal—comenta

Tasía—.Aunquenos llamenvagos e inútiles, enhospitalidad a losgriegosnohayquiennosgane.

Nosacercamosalosalemanessonriendo.Ellosnosdevuelvenlasonrisa.—¡La felicito!—exclamaKaliopimirando a lamujer voladora con gran

admiración.

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—Danke—respondeella,yañadeeninglés—:Thankyou.De repente,Arguiró empieza ahablarles enalemán.Los tres le contestan

conentusiasmo.—¿Hablaalemán?—preguntaAdrianíaKaliopi.—Sí,estudióenelInstitutoGoethe.Nosabríadecirtesilohablabienono.

Segúnmiexperiencia,queestudiéfrancésenelInstitutoFrancés,yodiríaque,enelmejordeloscasos,lochapurrea.

Mecallouncomentariosobremiinglés,quetambiénesundesastre.Ymeconsuelapensarqueyo,almenos,nofuianingúninstitutoextranjero,sinoqueloaprendíenlaAcademiadePolicía,yluegomedoctoréenJefatura,hablandoconlosinmigrantes.

Arguiró interrumpe su conversación con los alemanes para contarnos dequéhanestadohablando.

—DicenquevienenaGreciatodoslosaños—nosexplica—.Sonungrupodeamigos.HoylosdemáshanidoavolardesdeelGamila.Lesgustaveniraquí,porqueelambienteesmásagradableylagentesefijaenellos.CuandovuelanenAlemania,nadielesprestaatención.

—¿Leshaspreguntadoenquétrabajan?—preguntaTasía.—Pues los tres son profesores universitarios. La chica enseña sociología.

Esedelaperilladaclasesdefilologíaalemanayaquelconelsombrerodepajaenseñaderecho.

—Ratonesdebibliotecaeninvierno,hormigasvoladorasenverano.Bonitacombinación—sentenciaKaliopi.

Nos acercamos de nuevo para despedirnos de ellos. Los dos hombresenseguida tienden las manos para estrechárnoslas, y me acuerdo de Uli, quenunca saluda sin dar la mano. La chica se limita a hacer un ademán con lacabezaynosdedicaunasonrisa.Seráporqueaúntienelasmanosmetidasenlasalas.

CuandollegamosalSeat,estamostanagotadosquenosquedamossentadosenelcocheuncuartodehorapararecuperarelaliento.Enelasientodeatrás,lasmujeressefrotanlospiesylasrodillassinparardesuspirarysoltandogemidosahogados.LaúnicaquepermanecequietaeimpávidaesAdrianí.

—Veoqueaúnpuedescaminarporlaspiedras—bromeo.—No puedo, pero echaba de menos los caminos de mi pueblo y estoy

disfrutando—responde,ysevuelvehaciasusamigas—:¿Osdaiscuentadeporquénonosentendemosconlosalemanes?—lespregunta.

Todoslamiramossorprendidos.—¿Porqué?—seextrañaArguiró.—Porqueellosvuelanalto,comolospájaros,ynosotrosnoszambullimos

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enlasprofundidades,comolospeces.Asínohayquienseentienda.Latríadasepartederisa.Yosoyelúnicoquesemuestraimpasible,porque

estoyacostumbradoalosaforismosdemimujer.—¡Quéchistetanbueno,Adrianí!—exclamaTasía.—¿Siempreestanocurrente?—mepreguntaArguiró.—Siempre, pero ahora que se encuentra en su patria chica, está aúnmás

inspirada—lerespondo.Las tres mujeres vuelven a reír mientras que Adrianí me fulmina con la

mirada.—Soisloscompañerosidealesparahacervacaciones.Sivuelvoaoírhablar

maldelapolicía,mepondréhechaunafiera—concluyeKaliopi.Arranco elmotor del Seat, satisfecho, ya queme ha tocado un trozo del

pasteldeloselogios.Eneltrayectodevueltaalpuebloconduzcodespacito,paraevitar zarandear amis pasajeras, pero también para proteger el Seat de dañosmayores.

Llegamosporfinalapensiónycorremostodosanuestrashabitacionesparadescansar.

—Eso de la patria chica ¿era necesario? —empieza Adrianí en cuantocerramoslapuerta.

—Pero¿esquenotecansasnunca?—preguntoanonadado—.Despuésdeestepalizón,¿aúntienesganasdediscutir?

—Siquieresquetedigalaverdad,yotambiénheperdidolacostumbre—confiesamimujer—.Puedequenogritaradedolor,pero teníaqueapretar losdientesynomeharesultadoagradable.Voyatomarunbañopararelajarme.

Espero a que lleguemi turno y, en cuanto terminamos de bañarnos, nosmetemosenlacamaynosquedamosprofundamentedormidos.

Alguienllamaalapuertayabrolosojos.—Señorcomisario,¿molesto?—preguntaunavozsusurrante.Melevantodeunsaltoymedirijoalapuerta.—No,acabamosdedespertarnos—susurroyotambiénparanodespertara

Adrianí.—¿Osquedáisenlapensión?—No,perodadnosmediahora.—Vale,osesperamosabajo.—¿Quiénes?—Suenalavozdemimujerdesdelacama.—Lapandilla.Preguntansipensamosquedarnosenlapensiónestanoche.—Claro que no. No hemos hecho tantos kilómetros para quedarnos aquí

encerrados.Veinteminutosmás tardebajamosalpequeñosalón,quepor lasmañanas

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hacelasvecesdecomedor.Apesardehabernossacadodelacama,somoslosprimeros en llegar. Pronto aparece Arguiró, y unos minutos después, Tasía yKaliopi.

Kaliopiproponeiracenaraotropueblo.—Alfinyalcabo,yapensábamosiraotraparteestamañana,antesdeque

nosdistrajeranlosalemanesvoladores.—Vale,pero¿adóndevamos?—preguntaTasía—.EnZagorihaymásde

cuarentapueblos.—QuelodecidaAdrianí,queconocelazona—proponeArguiró.—Os llevaréamipueblo,KatoPedinà—diceAdrianí,dándome la razón

conaquellodelapatriachica—.HayunviejopuenteenlagargantadeVikosyvalelapenaverlo.

—Os llevaríaencantadaenmicoche,peronoconozcoelcaminoy tengomiedodequenosperdamos—diceTasía—.Salvoquequieraconducirlousted,señorcomisario,quetambiénconocelazona.

TasíatieneunToyotareciénsalidodefábricaynomeapetecequemesubalatensiónpormiedoaabollárselo.

—Déjalo,vamosmejorconelmíoparaevitarpercances.Nadie se opone, así que volvemos a subir al Seat. Hagomentalmente la

señal de la cruz para que se ponga enmarcha sin problemas y, por suerte, elcochenomedecepciona.

—¿Pordóndevamos?—preguntoaAdrianí,queconocelazonamejorqueyo.

—PorlacarreteracomarcalquellevaaAnoPedinà—contestamimujer—.Eselcaminomáscorto.

Salgoa la carreteracomarcalquevadeAstragelonaEptalofou,giroa laizquierdayenfilolaqueconduceaAnoPedinà.Ladistanciapareceríamáscortasi la carretera permitiera conducir más deprisa, pero el asfaltado esmás biensimbólico y cada cincuentametros nos obliga a frenar y a avanzar a paso detortuga.

Al final, siguiendo las indicaciones deAdrianí, llegamos aMesokhori, laplazaprincipaldelpueblo.

—¿Qué iglesia es esta?—preguntaKaliopi, y señala una iglesia un pocomásabajo,enlínearectadesdedondenosencontramos.

—SanAtanasio—leinformaAdrianí.—¿Vamosaverla?—Yairemosmástarde.AhoravamosaverelpuentedeVikos,antesdeque

sehagadenoche.Aparco el Seat y echamos a caminar. Adrianí se pone en cabeza y los

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demáslaseguimosenfilaindia,comoungrupodepequeñosexploradores.Decirquevamosporunsenderoesmuchodecir.Vamosporuncaminode

cabrasllenodebaches.Llegamossinaliento,perolasvistasmerecenlapena.Setrata de un viejo puente de piedra. Nos detenemos en el centro y miramos anuestro alrededor. A diestra y siniestra se alzan los acantilados de Vikos,mientrasqueelcaucedeuntorrentesecopasapordebajodelpuente.

Las tres señorasadmiranelpanorama,yyo tambiénmequedoextasiado,porqueyanomeacordabadeaquello.Podríamospasarnoshorasdisfrutandodelasvistas,peroAdrianínosdevuelvealarealidad.

—Debemosregresar.Prontoseharádenocheynoveremosdóndeponemoslospies.

—Lade cosas que nos perdemos los que vivimos en las ciudades—diceKaliopi.

—Ylasquesepierdenlosquevivenenlospueblos...—replicaAdrianí.Enfilamos con cuidado el trayecto de vuelta, aunque ya nos hemos

acostumbradoynoscuestamenosavanzar.LasseñorasinsistenenverlaiglesiadeSanAtanasioantesdecenar.

Hagodelanecesidadvirtudylassigo,aunquearegañadientes,porquemiestómagoempiezaarugir.Porfortuna,nuestravisitaresultaforzosamentebreve,yaquelaiglesiaestáaoscurasynopermiteunaexploraciónafondo.

Un pocomás allá de la iglesia, enMesokhori, descubrimos una pequeñatabernadepiedra.

—¿Esaquídondecomíaisenverano?—preguntaTasíaaAdrianí.—Querida,nonossobrabaeldineroparacomerfuera—contestamimujer

secamente.Lanocheescálidayhayungrupodegentesentadoenla terraza.Kaliopi

proponequehagamoslomismo.—¿Ysiluegohacefrescoypasamosfrío?—sepreocupaArguiró.—No,enestaépocanoharáfrío.Conlaschaquetastendremossuficiente—

leaseguraAdrianí.Elgruposentadoenlaterrazasonlosdosalemanesylamujervoladoraque

hemosconocidoporlamañanaenelmonteAstraka.Losacompañaotrapareja,tambiéndealemanes.

Los del Astraka nos saludan con sonrisas y apretones demanos. Con laayudadeArguiró,nospresentantambiénalaotrapareja.

—Ellos también dan clases en la universidad —informa Arguirósucintamente.

Nossentamosalamesadealladoytodospedimostsípuro1menosAdrianí,queprefiereunacopadevinoblanco.

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—¡Tsípuro!—exclamanlosalemanes.AlzanlagarrafaquehayencimadesumesayempiezanahablarenalemánconArguiró.

—Desdequehanllegado,tomantsípurotodaslasnoches—traduceArguiró—.Leschifla.

Elcamarerotraelasensaladasylacarneasada.Elsilencioimperaenambasmesas, porque todos empezamos a comer afanosamente. De vez en cuandointercambiamosalgúncomentarioconlaayudadeArguiró,másquenadaparamantener las apariencias, hasta que el camarero nos trae otra garrafa deaguardiente.

—Nohemospedidomástsípuro—seextrañaTasía.—Invitalamesadeallado—explicaelcamarero.Losalemanesnossacandelaconfusiónalalzarsuscopas.—¡Salud!—nosdesean,todosauna.—Salud y muchas gracias —responde Arguiró—. No teníais por qué

invitarnos.Losalemanesempiezanahablaryellanostraduce.—Mañana vuelven a Alemania, porque tienen que incorporarse a la

universidad—nosdice—.Lostresempiezanlasclases,y lavoladorayelotroalemántienenqueretomarsusprogramasdeinvestigación.

—HanvenidoaGrecia,handisfrutadodelairelimpiodelasalturasyahoravolveránaescondersetrassuslibrosysusordenadores—diceTasía—.Adecirverdad,medanenvidia.Ojalámihijotuvieratantasuerte.

—¿Aquéterefieres?¿AsalirvolandodesdeelAstraka?—bromeaKaliopi.—Puesnomeimportaría.¡Andaquenosedivierten!Losalemanesselevantandelamesayvienenadespedirsedenosotros,y

empieza la habitual ceremonia de los apretones de mano y de losagradecimientosporlagarrafadetsípuro.

Luego nos saludan por última vez desde lejos y nosotros nos quedamossentadoshastaapurarelaguardiente.

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Terminamos de concretar la ruta antes de emprender el viaje de vuelta aAtenas.Adrianí insiste en que tenemos que dirigirnos a la pequeña ciudad deArta, para así salir luego en Río. Nosotros partimos primero, seguidos delToyotaconTasíaylasotrasdosseñorasabordo.

Laideaderegresar todos juntosfuedeKaliopi.Queríaseguirdisfrutandode sus compañeros de vacaciones cuando parásemos durante el trayecto devuelta.Poresopartimosporlamañana,paraquelasparadasseanmáslargassinqueestosupongallegaracasaamedianoche.

Hay mucho tráfico en la carretera comarcal y avanzamos poco a poco,aunque, de todas formas, habríamos idomuy despacio, puesto que la calzadaestállenadebachesyremiendos.

Enciendo la radio para relajarme un poco y me topo con uno de esosprogramas en que todos los amargados y resentidos llaman por teléfono paracontarlesuspenasallocutor.

—Ponmúsicaoapágala—gruñeAdrianí,irritada.DetrásdenosotrossuenaelclaxondelToyota.Miroenelespejoretrovisor

y veo aTasía haciéndome señas con lamano. Paro el coche en cuanto puedojuntoalarcén.ElToyotasemepegapordetrásyArguirósebajaparahablarconnosotros.

—TasíapreguntasientraremosenAgrinioatomaruncafé.—¿PorquévamosaentrarenAgrinioyperdertiempo?—preguntaAdrianí

—.SeguroqueencontraremosmásbaresenPatrás.SalvoqueprefiráisquenosdetengamosenlaautopistadeKorintoaAtenas.

—En la autopista seguro que nos detendremos para comer suvlakis2. Estradiciónnacional—diceArguiróriéndose.

La certeza de que comeremos suvlakisme pone de buen humor.Adrianíconocebienmidebilidadporlasbrochetas,aunqueellalasaborrece.Laúltimavez que comimos suvlakis en casa fue en 2004, cuando se jugó la final de laChampions. Los trajeron Fanis y Katerina para comerlos durante el partido.Adrianísepusohechaunafiera,peroFanisledijoque«unafinaldeChampionssinsuvlakisescomounpartidodefútbolsinpelota».Ymimujernosupoquécontestarle.

Piso el acelerador porque echo de menos ambas cosas: el café y lossuvlakis,quehacemesesquenopruebo.

Ponemos rumbo al puerto de Patrás, pero nos topamos con un control

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policial, con agentes registrando a personas y vehículos. Fuera del recintoportuario hay reunido un grupo de inmigrantes. Estánmirando los accesos alpuertoycharlanentresí.

Detengoelcocheenunodelosaccesosypreguntoaunodelosagentesquéestá pasando, por pura deformación profesional, porque en realidad ni meimportaniesasuntomío.

—Elpannuestrodecadadía,señorcomisario—respondeelagente—.Losinmigrantesintentanentrarenelpuertoparacolarseenalgúnbarco,lesdaigualadónde los lleve. Nosotros corremos de un lado al otro y no damos abasto.Tambiéntenemosqueregistrarloscamiones,porquemuchoscamioneroscobranalosinmigrantesparameterlesdeextranjisenunbarco.

Hacemosunaminirreuniónparaconsensuar enquébar tomarnosuncafé,peroKaliopiyTasíasemuestrantaxativas.

—No pienso tomarme un café con vistas a los inmigrantes —declaraKaliopi—.ApartirdemañanaveremosdesobraenAtenas.

—¿PorquénovamosaRío?Esmásbonito—proponeArguiró.NadieseoponeyponemosrumboaRío.—Menos mal que Kaliopi no sabe que los clientes de Katerina son

inmigrantes—mediceAdrianí.—Menosmalquenolohaleídoenelposodelcafé—apostilloriéndome.Mimujermelanzaunamiradatorva,peroyomealegrodehabermepodido

anticiparalasquejasconrespectoanuestrahija.Tardamos aproximadamente media hora en llegar a Río. Elegimos una

cafeteríajuntoalmar.Alasmesascontiguassesientangruposdeamigos.—Síseñor,aquíseestádemaravilla—exclamaTasíaconsatisfacción.Adrianípideunté,yomicafégriegodetodalavidaylastresseñorasoptan

poruncapuchino.—Vosotros,losdeHomicidios,¿tratáismuchoconlosinmigrantes?—me

preguntaArguiró.—¿Cómonovanatratarconellos?Sinohacenotracosaquematarseentre

sí—contestaKaliopienmilugar.—Hayinmigrantesqueasesinanyotrosquetrabajanparaganarseelpan—

respondovagamente,porquenotengoganasdetocareltemaenvísperasdemireincorporaciónaltrabajo.

—Siqueréismásinformaciónsobrelosinmigrantes,tenéisquehablarconmihija.Sonsuespecialidad—intervieneAdrianí.

—¿Porqué?¿Trabajaenunaoenegépararefugiados?—preguntaKaliopi.—No,tieneunbufetedeabogados—respondeAdrianísecamente,mientras

lasotraslamiranextrañadas.

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Me apresuro a intervenir, porque temo que nos vamos a meter en unberenjenal.

—Losinmigrantestienenmucharelaciónconlapolicía—explico—.Desdelassolicitudesdeasiloylospermisosderesidenciahastalospermisosdetrabajooparaabrirunnegocio,todoformapartedeunaburocraciabastantecompleja.

—Ya,pero¿tienendineroparapagar?—preguntaKaliopi.—Nomucho,perotienen.Lamayoríalleganconalgunosahorros.—¿Acasopaganlosnuestros?—intervieneArguiró—.Misobrinatieneun

pequeñocomercio,pregúntalecuántodineroledeben.—Cuandohedichoquenoquierotomarcaféconvistasalosinmigrantes,

esporquesemeencogeelcorazóncuandolosveo,noporquemedenasco—sejustificaKaliopi.

Todosnospercatamosdesuesfuerzopordesdecirseydamoslacalladaporrespuesta. Nos tomamos el café en silencio, Tasía y yomirando elmar y lasotrastresseñorasmirandolasmesasanuestroalrededor.

Dejamos atrás Río y emprendemos el camino hacia Korinto, pero pocoantesdellegaraEgionosencontramosconobrasenlacalzada.Solohandejadolibreunodelosdoscarrilesylacoladecochesalcanzalostreskilómetros.

—NollegaremosaAtenasnialanochecer—sequejaAdrianí.—Nohayotrocamino.Tardeotempranollegaremos.—Ya podrían haber enviado los vuestros a un guardia de tráfico—dice

lanzándomeunaindirecta.—LosmíossondelaJefaturadeSeguridaddeAtenas.Estosdeaquísonde

TráficodePatrásodeEgio.Osea,nosondelosmíos.Mimujernosabequéresponderyyomequedoconlararasatisfacciónde

haberladejadosinargumentos.Porsuerte,unpocomásalládeAkrataeltráficosedespejayempezamosa

circularamayorvelocidad.TardamosmásdedoshorasenllegaraKorinto.Nosmetemos en la autopista deKorinto a Atenas y respiro con alivio. En cuantovemosunasador,Tasíayyo tomamos lasalidaalmismotiempo,comosinoshubiéramospuestodeacuerdopreviamente.

—Yoinvito—anunciaKaliopiencuantonossentamos.—¿Porquétúynoyo?—pregunto.—Porque soy una solterona jubilada y pocas veces tengo la ocasión de

agasajar—mecontestalamujer.Pedimos una bandeja de suvlakis, dos ensaladas griegas y un plato de

patatas fritas. Personalmente, habría preferido un kebab con cebolla, salsatzatziki y todo lo demás, peromeparece unagrosería estar sorbiendo la salsamientraspegobocados al kebab, así quemecallo.Además,meencantahaber

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podidollevaraAdrianíamiterreno.Veoqueaprietalosdientesyponecaradepóquer.

Noslanzamosalacomidaconferocidadcomohacensiemprelosgriegos,cuyasexcursionesfueradelaciudadvansiempreacompañadasdeunataquedebulimia,aunquesolosetratedecomersuvlakisohamburguesas.

—No debemos perdernos la pista ahora que volvemos a Atenas —diceKaliopi—.Ha sidounplacer conoceros y nos lo hemospasadomuybien convosotros.

—Ya hemos quedado en llamarnos para vernos esta misma semana —puntualizaAdrianí.

Nomeda tiempode pensar cuándohanpodidoquedar porque intervieneTasía.

—Sí,peronosotrasqueremosvertambiénalcomisario.NoteolvidesdelastresGraciasahoraquevasavolvercontusmaleantes—mediceriéndose.

Nosdespedimosconpromesasmutuasdemantenerelcontactoy trasunaseriedeefusivosabrazosentreAdrianíylasotrastresmujeres.

Ya son las seis de la tarde cuando llegamos a la calle Aristokleus. Sinembargo, todavía nos queda mucho por hacer, ya que Adrianí ha llenado elmaleterodebolsasdeplástico.

—¿Quéestodoesto?—lepregunto.Ellaempiezaatocarlasbolsasunatrasotra,altiempoquemecuenta:—AquíhayhojaldredeEpiropara la tartadepuerrosdemañana.—Hace

una pausa para explicar—:Me acordé de las tartas demi infancia y pensé enempezarelotoñoconunadepuerros.AunquesoloseaparaqueZisisnosehagael listillo—añade,y seechaa reír.Luegocontinúa—:Aquíhayqueso feta,yaquí,quesodecabra.Esparalatarta.Ytambiénhayberenjenas.

—¿Berenjenas? —pregunto extrañado—. ¿Es que no hay berenjenas enAtenas?

—Lashay,peroyoquieroprepararberenjenasdeEpiro.—¿Asíquemañanacomeremosimam3conberenjenasdeEpiro?—No, mañana comeremos tarta de puerros. Invitaré a los chicos y a

Lambros.Personalmente,habríapreferidoelimam,peromecallo.Cargamosconlas

bolsasylasmetemosenelascensor.—Dejalasbolsasenlacocina—memandaAdrianí—.Yalascolocaréyo.Lasdejoyvoyaldormitorio.Elviajemehadejadoexhaustoymañaname

tocairaltrabajo.Necesitodormir.

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Mivueltaaltrabajodespuésdeunasvacacionessiemprevaacompañadadeimportantesaltibajosanímicos.Porque,porunlado,mesientodescansadoydebuenhumor,pero,porotro,noséquémeesperaymecorroelaansiedaddelainevitablerutinaquemeacecha.

Enestaocasión,lajornadaempiezaconmalpie.Llueveamaresylascallesestánatascadas.ConsigollegaralcrucedeAgiosSavvas,perometopoconunaccidente de tráfico.Una furgoneta ha embestido a unFiat pequeñoy el pasoestábloqueado.

Aparco el Seat en la esquina, en la propia avenida Alexandras, y entrocorriendoenlaJefaturaporlapuertaprincipal.LedigoalguardiaqueseocupedequemetanelSeatenelgarajeysuboalbar.

Me reciben Velidis, de Delitos Informáticos, y Zonarás, de AsuntosInternos.

—Felizinvierno.¿Quétallasvacaciones?—Muybien.EchabademenosEpiro.—Mealegro.Lástimaqueaterricesenmalmomento—diceZonarás.—Si lo dices por la lluvia, es un mal menor. Mientras no me tope con

problemaspeores...—Conproblemas,no.Conunasorpresa.—¿Quésorpresa?—pregunto,disponiéndomeaoírlopeor.—Guikassejubila—anunciaVelidis.Meloquedomirandoatónito.—Pero...¿letocabajubilarse?—preguntocuandoconsigorecuperarlavoz.—No,peroseacercaelfindesuservicioactivo.Lasúltimascrisisnohan

hechomásqueacelerarlo.«Esto me pasa por irme de vacaciones en septiembre», pienso. «Aquí

estallan crisis y yo descansando en Pápingos.» Sin embargo, no me importademasiado.Nocreoquesuponganingúncambiodramáticoquellegueaafectarmifuturoprofesional.

—¿Quién va a sustituirle?—pregunto a Velidis, ya que esto sí que mepreocupabastantemás.

—Todavíanosesabe.Debendeestarrumiándolo.—Por lo demás, la ley y el orden imperan en el territorio —interviene

Zonarás riéndose—.Siexceptuamos losmolotovquenos lanzancualbolasdenieve, los trolebuses que son incendiados como rastrojos en el campo y los

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gamberrosquejueganalratónyalgatoconlospolisenExarjia4.Esperaquecomentealgo,peroyosolopuedopensarenloquepasaráenel

futuro. Les dejo con un «ya hablaremos», y únicamente recupero el alientocuandollegoalaquintaplanta.

Noto que en mi interior los sentimientos y la curiosidad se disputan miatenciónconigualvehemencia.MiprimerimpulsoeshacersaberaGuikasqueestoyalcorrientedelanoticiayquemehafaltadotiempoparairaexpresarlemipesar.Afindecuentas,hemospasadomediavidajuntosysumarchanomedejaindiferente.Almismo tiempo,mecorroe lacuriosidadpor saberquién levaasustituir.

Stelamerecibeconunatenuesonrisa.—Bienvenido,señorcomisario.¿Quétallasvacaciones?—Muybien.Noshahechobuentiempoymehagustadomuchoregresara

milugardeorigen.Sinembargo,alvolvermeheencontradoalgunasnovedades.LajovensuspirayseñalaconunademánlapuertadeldespachodeGuikas.—Nosvaadejarpronto.Yasaberquévaaserdemí.Estoesloprimeroquenospreocupaatodoscuandosevaalguienconquien

teníasunarelaciónmásomenosbuena.Loprimeroquetepreguntasesadóndeirásaparar;ylosegundo,conquién.

—¿Estáensudespacho?—pregunto.—Sí,recogiendosuscosas.Dudo de que vaya a encontrármelo sumido en profundas reflexiones, así

que llamoa lapuertayentrosinesperaraqueme inviten.SiGuikaspretenderecogersusbártulos,onohaempezadotodavíaoyahaterminado,puestoqueeldespachoestáimpecable,listoparaserentregadoalpróximoocupante.Lomásseguro es que haya terminado ya, porque nunca guardaba documentos en sudespacho.Enseguidalosenviabaalosdepartamentospertinentes.

Guikas está de pie mirando por la ventana, sea por costumbre o porquequiere memorizar la vista para llevársela consigo. Se da la vuelta al oír quecierran la puerta. Por la expresión de su cara no se diría que la idea de lajubilaciónlepese.Másbienalcontrario,mededicaunadesusrarassonrisas.

—Es lo primero que me han dicho en cuanto he vuelto al trabajo —comento.

Sindejardesonreír,medice:—Siempre llegaelmomentodeponerelpuntofinal.Dentrodeunosdías

mividaprofesionalsehabráacabado.—Meinvitaasentarmeconungestodelamano, y él también se sienta tras el escritorio—. Igual que tú, todos vienen adespedirseconcaradeluto—continúa—.Yo,sinembargo,noestoytristenimesientoperdido.Esmás,yquequedeentrenosotros,hicealgunasllamadaspara

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acelerarlostrámitesdemijubilación.—¿Por qué?—pregunto extrañado.Meparece increíble queGuikas haya

queridoacelerarsuretiro.—Se ha cerrado un ciclo, Kostas. Sé muy bien que no puedo aspirar a

ningúnascensoyquemepasaríalosdospróximosañosatadoaesteescritorio.Además,ocurrióalgoquemeacabódeabrirlosojos.

—¿Quéocurrió?—Fui de pesca.Mimujer heredó de una hermana de sumadre una casa

juntoalmarenEretria.Durantelasvacacionesnosfuimoshastaallíparaversinecesitabareformas.Nuestraideainicialeraalquilarlaenveranoyquenosotrospudiéramosirapasarlosfinesdesemanaenprimaverayenotoño.Unamañana,mientrasestabasentadoenelbalcón,viaunospescadoresenelgolfodeEubea.Yderepentesentíeldeseodesalirapescar.Fuiaunatiendaquevendeaparejosde pesca y compré sedales y una caña. Pregunté qué cebos necesitaba y eldependientemeloexplicótodo.Aldíasiguientefuialaplayaytiréelsedalalmar. A partir de entonces no dejé de bajar una solamañana a la playa ymepasaba los días con la caña de pescar. Mi mujer se hacía cruces. Me habíaconvertidoenpescador,aunquetodavíanohabíasacadoniunmíseropececillo.Hastaqueundíaunlugareñoquehabíasalidoapasearsedetuvoamiladoymedijo: «La playa es para las personas, señor comisario.Los peces nadan en lasaguasprofundas.Ylasaguasprofundasestánlejos,maradentro.»—Secallayme mira, más que nada para ver si pensaba que se había vuelto loco. Miexpresión le convence de que le estoy escuchando con auténtico interés yprosigue—:Meenamorédelmarydelapesca,Kostas.Misueñoescomprarunfuerabordacuandomeliquidenlapensiónysalirapescarsiemprequepueda.Mimujer sigue haciéndose cruces, pero ahora para dar gracias aDios, porque heencontradounaocupaciónconlaquepasarmitiempolibreynoseréunestorboparaella.

Secalladenuevoysonríe.—Todoslospecesqueteníaquepescaryaloshepescadoenelcuerpode

policía.Nocreoquevayaapillaraningunomás.Talveztengaahoramássuerteenelmar.Telodirédeotramanera:mehepasadolavidaviendolospecesenlapeceraynoheconseguidonada.Alfinalmehedadocuentadequeesmásfácilirapescarlosyosolito.

Estoydelantedeunhombrerelajado,quesehaquitadounpesodeencima.IntentorecordarcuándofuelaúltimavezqueviaGuikassonriendosinpararynoloconsigo.Aunqueélestéfeliznavegandoensubarquita,yo,sinembargo,corroelpeligrodeperderelbarcoconloscambiosqueseavecinan.

—¿Tiene idea de quién le va a sustituir?—pregunto, esforzándome por

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ocultarmiansiedad.—Enestosmomentosnohaysustituto—contestaymemira—.Loquevoy

adecirteahoralotienesqueolvidarhastaquehayauncomunicadooficial.—Seloprometo—ledigoconelcorazónenunpuño.—Hasta que nombren a un sustituto, vas a ser tú quien asuma

extraoficialmente las funciones de subdirector de seguridad, ya que eres elmiembro con más antigüedad en servicio. Responderás directamente ante elsubcomandante. —Ve la conmoción en mi cara y considera imprescindibleinsistir en ello—: Y, lo dicho, tú no sabes nada. Aunque te daré un últimoconsejo. Si eres inteligente y, sobre todo, si no le llevas la contraria alsubcomandante,comosueleshacer,se teabre laposibilidaddeunascenso.—Enseguida se apresura a bajarme los humos—: No digo que vayas a llegar adirectordeseguridad,peropodríassalirdetuestancamiento.

Estoy convencido de que este plan lo ha urdido él. Todavía tiene loscontactosnecesariosparahaceralgoasí.

—Leagradezcolainformaciónytambiénlosconsejos—ledigo.—Lode la información, pase.En cuanto a los consejos, te los hedado a

montonesynuncamehashechocaso.—Noobstante,leagradezcolosconsejos—insisto,ymepongodepie.Guikastambiénselevantaymetiendelamano.—Lohemospasadobien juntos,Kostas—dice—.Aunqueamenudonos

pusiéramos de los nervios, al final siempre llegábamos a un acuerdo, porqueconfiábamoselunoenelotro.

Nolefalta razón,siexceptuamos loscasosenquesehacíaelmuertoportemoraquedarenevidencia,comoconelsubcomandanteanterior,queleteníaagobiado.

Enrealidad,paramílajubilacióndeGuikaseslaguindadelpastel.Antesdeirmedevacacionesyahubocambiosenmidepartamento.KulayPapadakisse casaron y Papadakis pidió el traslado al Departamento de Inmigración,porque,siendopareja,nopodíantrabajarjuntosenelmismodepartamento.Mimujer y yo fuimos a la boda, no como padrinos, sino como invitados, y nosmarchamosalfinaldelaceremonia.Nonosquedamosenlafiestaposterior.

Elsegundoenmarcharse fueVlasópulos.Pidióel trasladoa laPrefecturadePolicíadeJalkidaparapoderestarcercadesushijos,menoresdeedad,quevivencon lospadresdeél.Ensu lugarmemandaronadosnuevos:aZanasisAskalidis, que vino del Departamento de Narcóticos de Patrás, y a FotisDervísoglu,quememandóZonarásdesdeAsuntosInternos.

Askalidis carece de experiencia.Dervísoglu está licenciado enDerechoytienealgomásdeexperiencia.Elúnicoquehasalidobeneficiadodeloscambios

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esDermitzakis,que,traslapartidadeVlasópulos,sehizoconeltítulonooficialdemiembromásantiguodeldepartamento.

Entro en el despacho demis ayudantes y les pillo dándole al palique. Secallandeinmediatoyactoseguidomedanlabienvenidayseinteresanpormisvacaciones. Les ofrezco un breve informe sobre lo bien que lo he pasado enEpiro,ylespreguntosihahabidonovedadesdurantemiausencia.

—YasabrálodeGuikas—diceDermitzakis.—Porsupuesto.¿Algomás?—Lo bueno es que no hay nada más —me contesta—. Kula sigue

ocupándosedeInternet,ZanasisyFotissededicanarepasarviejosexpedientesparahacerseuna ideadecómotrabajamosaquí,yyo,personalmente,creoquenomepuedoquejar.ConlabuenanoticiadequeustedasumirálasfuncionesdeGuikas, aunque sea provisionalmente, y dada la calma que reina en eldepartamento...,podríadecirsequelatemporadahaempezadobien.

—Talvez losasesinosesténesperandoaqueacabemosdereorganizarnosparaempezaraactuarcuandoestemoslistos—seríeDervísoglu.

LosúnicosquenoabrenlabocasonKulayAskalidis.Elsegundosesienteintimidadoporsufaltadeexperiencia,ylaprimera,porelapadrinamientodelabodaquesetorcióporelcamino.

LedigoaDermitzakisquesepasepormidespachoencincominutosybajootravezalbarparatomarmeelcaféquehaquedadopendienteporculpadelanoticiadelajubilacióndeGuikas.

Cuandoentroenmidespacho,Dermitzakisyameestáesperando.—Puesto que dices que te aburres, te he encontrado una ocupación para

pasarelrato—ledigo.—Estupendo,dígamedequésetrata.—VasasereltutordeAskalidis.HavenidodePatrásyestácomopezfuera

del agua. Ahora tú eres el más veterano, te corresponde hacerte cargo de suformación. Si no, aprenderá a base de cometer errores y no daremos abastotratandodecorregirlos.

—Meencargarédeello,aunquenomeparecemuylisto.—Ninguno de nosotros era listo cuando llegó al servicio —le digo,

metiéndoleuncorte—.Todoshemosidoaprendiendoacuentagotas.Damos por acabada la conversación y le pido que haga pasar aKula.La

jovense sienta frenteamíconcara inexpresivaycon lamiradaclavadaenelsuelo.

—Escucha,Kula—empiezo,yvoydirectoalgrano—.No tienesporquésentirte intimidada cada vez que nos vemos porque tú y tu marido nospropusisteisserpadrinosdevuestrabodaylacosasemalogró.Lasituaciónse

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torció, yo caí en desgracia y no quería que vosotros me acompañarais en lacaída. Ahora el asunto ya se ha resuelto, por suerte para mí y también paravosotros.NiAdrianí ni yo os guardamos rencor a ninguno de los dos.No hacambiado nada.Así que quita esa cara de virgen asustada, porque ahora estáscasadaylodevirgennoselocreenadie.

Ellapermaneceindecisaporunmomentoyluegoselevantadeunsaltoyvieneaabrazarme.Sientosuslágrimasresbalarpormimejilla.

—Nosabelaalegríaquemeda—susurra—.Todoestetiempohasidouninfierno,porqueustedsiempremehaapoyadoyyoletratémuymal.CuandoselodigaaKostassevolverálocodealegría.

—Perfecto,yotambiénmealegrodehaberaclaradoelasunto—lecontesto,y lamandode vuelta a su despacho antes de que nos ahoguemos en lágrimasalmibaradas.

Nos encontramos en un periodo de transición y no sabemos a quiéntendremos mañana por encima de nosotros. Es mejor que el ambiente estétranquiloeneldepartamento.

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A las tres de la tarde ya he agotado todas las posibilidades de matar elaburrimiento.Hebajadotresvecesalbar,dosparatomaruncaféyunaúltimapara pedir un bocadillo.Me he sentado a una mesa y, mientras me comía elbocadillo,heescuchadodisimuladamentelasconversacionessobrelainminentejubilacióndeGuikas.

He vuelto a mi despacho decidido a comprar una baraja para jugar alsolitario,cuandosuenaelteléfono.

—Elsubcomandantequiereverleensudespachodentrodeunahora,señorcomisario.

—Gracias,allíestaré.Desde que el subcomandante anterior fuera trasladado a la Dirección de

CooperaciónInternacionaldelapolicíaherecuperadolapaz,porqueélmehabíacogido manía. Ocupó su lugar Pródromos Kapsidis, del Departamento deInmigración,esdecir,denuestrasaguasterritorialesynodelasinternacionales,comosupredecesor.Lasnoticiasque llegabande Inmigracióndescribíanaunhombredeperfilbajoaunqueeficienteycolaborador.

Aquella valoración demostró ser cierta, ya que, tras nuestro primerencuentro, que sirvió para conocernos, no hemos tenidomás contacto con él,paragransatisfacciónmíaperotambiéndeGuikas.

MientrasconduzcoelSeathacialacalleKatejaki,intentorecordarlabuenaimpresiónquemecausó,másquenadaparacalmarlaansiedad.Elagenteenlaantesalameindicaquepasedirectamentealdespacho.

Laprimera sorpresa son los convocados a la reunión.Ademásdel propiosubcomandante, están presentes Velidis, Zonarás y Karambetsos, el reciénnombrado jefe de la Brigada Antiterrorista. La sorpresa, sin embargo, resultaagradable, porque deduzco que el subcomandante va a anunciar mi ascensoprovisionalhastanuevaorden.

Kapsidisme saluda con un apretón demanos, y luego se levanta con un«vengan,señores»,paradirigirsealamesadereuniones.Sesientaalacabecerayelrestoocupamoslosasientoslaterales.

—Señores, como ustedes ya saben, su superior, el director de seguridadseñorNikolaosGuikas, se retiradel servicioporhabersolicitado la jubilación.Lesheconvocadoparacomunicarlesque todavíanosehanombradoaningúnsustituto.Mientras no lo haya, asumirá las funciones de director el comisarioKostasJaritos,porsereldemayorantigüedadenelservicio.

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Tresparesdeojosseclavandeinmediatoenmirostromientrasyopongocaradeasombro,pararesultarmásconvincente.

—Porlotanto,apartirdehoyinformarándetodoslosasuntosalcomisarioJaritos—concluyeelsubcomandante,yseponedepie.

Losdemáshacemoslopropio,ylostresparesdeojossiguenmirándome,peroentoncesyocambiolacaradeasombroporunatímidasonrisa.

Nos disponemos a despedirnos cuando el subcomandante se vuelve haciamí.

—Megustaríaquesequedaraunmomento,señorcomisario.Los otros tres se dirigen a la salida y yome siento en el sillón colocado

frentealescritoriodelsubcomandante.—QuieroquesepaqueelseñorGuikasnoha tenidomásquepalabrasde

elogio para usted —me dice el subcomandante después de tomar asiento éltambién.

Me gusta lo que oigo, aunque nome sorprende. Puede queGuikas y yohayamostenidonuestrasdiferencias,puedequeseguardaralasespaldascuandolascosasseponíanfeas,pero,decaraafuera,nuncahaescatimadoelogioshaciamipersona.

—Y no solo han sido los elogios del señor Guikas —prosigue elsubcomandante—.Sureputaciónenelcuerposuperaconcrecessucargoactual.

—Aveces,estascosassonproporcionalmenteinversas—respondotratandodedisimularmisatisfacción.

—Eslomáshabitual,pordesgracia—puntualizaél.Memiraunmomentoy continúa—: Le he pedido que se quedara para decirle que, mientras esté acargodeladirección,tendráplenalibertadparaactuarcomoconsidereoportuno.Yonovoyapedirlecuentassinohayunarazónconcreta.Ustedmismodecidirácuándoesprecisoinformarmeosinecesitamiopiniónsobrecualquierasunto.

Tengolasensacióndequemeestátomandoelpelo.TalvezseaporqueconsuantecesorsufrílostormentosdeJob.Encualquiercaso,prefieronohacermedemasiadas ilusiones para evitar sorpresas desagradables en el futuro, y melimitoadecir:

—Seloagradezco.Noobstante,yolemantendréinformado.Nosdamoslamanoymevoyconunasensacióndealivio.Durante el trayecto de vuelta a Jefatura intento ordenar cuáles seránmis

próximosmovimientos.Esprioritarioreunirmeconmiscolegas.Puedequemehaya convertido enunprimus inter pares, y que, a partir de ahora, será lo deprimusloquecontaráparaellos,esdecir,queyanoformopartedelrebaño,almenosdemomento.Porlotanto,tengoquedemostrarlesquesigosiendoparyquenomehesubidoalaparra.

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Encuantollegoamidespachollamoamisayudantesparacomunicarleslanoticia.Losdosnuevosmeescuchansinhacerningúncomentario,peroKulayDermitzakisnodisimulansualegría.

—¡Ojalállegueadirector!—exclamaKula.—Osea,tambiénnosotroshemossidoascendidos—aventuraDermitzakis,

medioenbromaymedioenserio.Intuyo que empezará a vacilar en Jefatura con el clásico «órdenes del

director»ymeapresuroacortarlelasalas.—Nadiehasidoascendido,Dermitzakis.Sencillamente,mehancargadoel

muerto.Mando a mis ayudantes de vuelta a sus despachos e intento decidir qué

lugar es elmás apropiadopara reunirme conZonarás,Velidis yKarambetsos.No quiero convocarlos en mi despacho, porque podrían interpretar mal misintencionesypensarquemehafaltado tiempoparaempezaraactuarcomosusuperior.SieldespachodeGuikasestuvieradisponible,lesreuniríaallí,yaquees el lugar donde nos hemos encontrado siempre, algo parecido a la viejapasteleríadeFlokas.PeroGuikasnosehaidotodavíadeJefatura.

Medevanolossesos,yfinalmenteconcluyoqueelmejorsitioeslasaladeinterrogatorios. Es el único lugar disponible que resulta neutro para todos losimplicados.LepidoaKulaquelosavise.Meapresuroaacudirelprimero,paraque no tengan que esperarme. Solo está Karambetsos, de la BrigadaAntiterrorista.ProntollegantambiénVelidisyZonarás.

—¿Noshastraídoaquíparainterrogarnos?—empiezaVelidis.—No.Osheconvocadoaquíporqueesunterrenoneutral,paranollamaros

amidespachoydarlaimpresióndequevoydejefe.Zonarásseechaareír.—Vamos, Kostas. Ni tú vas a interrogarnos ni nosotros vamos a

considerartenuestrosuperior,tepongascomotepongas.El ambiente se distiende y, como suele ocurrir, la distensión invita al

cotilleo,sobretodoenundíacomohoy,ricoenacontecimientos.—Guikas nome parece demasiado disgustado por tener que jubilarse—

comentaVelidis.—Siqueréissabermiopinión,paraélesunaliberación—respondeZonarás

—.Sabequehatocadotechoyquenovaasubirmás.Encuantosehaquitadodeencimalastensionesdelascenso,hadescubiertolasvirtudesdelalibertad.

—Él ha encontrado la libertad, y nosotros la tranquilidad—dice Velidisriéndose—.Nosévosotros,peroamímeteníafrito,porquenoentiendenadadeinformática.

Los tres se ríen al unísono. Solo yo permanezco serio, porque tengo el

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mismoproblemaynoestaríabienreírmedeGuikas.—¿Y quién nos asegura que el nuevo, cuando llegue, será mejor? —

preguntaKarambetsos.—Nadie.Si fueraKostas, almenos sabríamos conquiénnos las tenemos

quever—contestaVelidis.—No estés tan seguro de que conKostas estaríamos tranquilos—replica

Zonarás.—¿Porqué?¿Creesqueiríadesuperiorexigente?—pregunto.—¿SabescómotellamatodoelmundoenJefatura?—diceZonarás.—No.¿Cómo?—Elescarabajo.Jaritos«elEscarabajo».Karambetsossueltaunacarcajada.—FueloprimeroqueoícuandopiséJefatura.Podía esperarmecualquier cosa,peroquemehubieranpuestounmote,y

encimaeldeunbicho,jamássemehabríapasadoporlacabeza.—¿Porquémellamanescarabajo?—preguntoextrañado.—Porque lo rebuscas todo, no dejas piedra sin levantar. Si quieres

investigara fondo loscadáveresquepasanpor tusmanos,mepareceperfecto,perosiempiezasarebuscarentrenosotros,estamosapañados.Esverdadquealsubcomandanteanteriorpocolefaltóparaaplastartebajolasueladesuzapato,perolograstesalirindemne.

—Entre nosotros, el nuevo subcomandante no se parece en nada aDimitriadis—diceVelidis—.Pareceunhombretranquiloyconciliador.

Empiezanahablardelsubcomandante,peroyonopuedodejardepensarenlode«escarabajo».¿Cómoesposiblequedespuésdetantosañosenesteedificionomehayapercatadonuncadequemehabíanpuestounmote?Seguroquemisayudanteslosabenymelohanocultado.

Aprietolosdientesparaaguantarhastaqueponganfinasuchácharaysolovuelvoarespirarconnormalidadcuandollegoamidespacho.Llamoatodomiequipo, a los viejos y también a los nuevos. Si dependiera de mí, lesexpedientaríaatodossinexcepción.

Losque faltaban llegan con cara de preocupación, sin dudaporque creenquehasurgidoalgúnproblema.

—¿Ocurrealgo,señorcomisario?—preguntaDervísoglu.—¿Desdecuándomellaman«elEscarabajo»enJefaturamientrasyoestoy

enlainopia?—exijosaber.Es lo único que no esperaban oír e intercambian miradas de sorpresa e

incomodidad.Nadiediceestabocaesmía.—¿Por qué no me ha dicho nadie nada y he tenido que enterarme por

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Zonarás?Estoysegurodequevosotroslosabíaisydequetambiénmellamáisescarabajoamisespaldas.—Hagounapausa,porsialguienquiereabrirlaboca,peroamisayudantesseleshacomidolalenguaelgato—.¿Quésesuponequedebohacerahora?¿Dejardeserunescarabajoparaconvertirmeenunavíboraypicaratodoelmundo?

Kulasemueveinquietaensuasiento.Parecequequieredeciralgo,peronoacabadeatreverse.Losdemássevuelvenhaciaellaylamirancomosifuerasutabladesalvación.

—Losabíamos,señorcomisario,pero¿quépodíamosdecir?«¿Sabeusted?,le llamanescarabajo...»Es ciertoqueavecesnosotros también le llamábamosasí, pero en broma.—Calla ymemiramuy seria—:Yo, en su lugar, nomeenfadaría.Mesentiríaorgullosa.

—¿Orgullosaporqué?¿Acasohayescarabajosdignosdemención?—No,perodondeabundanlospaquidermos,unescarabajoesunraraavis,

señorcomisario.Todosseechanareír.Hagounesfuerzopormantenerelsemblanteserio,

peronoloconsigoytirolatoalla.

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Lanoticiademiascensoprovisionalhageneradooleadasdealegría.Esloquepasaconlasbuenasnoticias.Hacenqueteolvidesdequeeljúbilopuedeserpasajero,lomismoqueelascenso.

—Oye,papá,¿tambiéntesubiránelsueldo?—mepreguntaKaterina.—¿Hablasenserio?—intervieneAdrianí—.¿Yquéharáncuandovuelvaa

supuestoanterior?¿Selobajarán?—Tienesrazón,aunquelaesperanzaesloúltimoquesepierde—responde

mihija.—Nosécuándosepierdelaesperanza,Katerina—diceZisis—.Loquesé

es que la esperanza es como cuando se abre un resquicio en una puerta.A tupadre se leha abiertounapuerta.Tienequemeter el hombroparamantenerlaabierta.

—Mientrasnolacierrenotros...—eslaapostillaoptimistadeAdrianí.—Sidemuestraserimprescindible,nolacerrarán—lecontestaZisis,yse

vuelvehaciamí—:Túyalosabes,porelpuestoquehasocupadohastahoy.Notetocanporqueeresimprescindible.

Zisis defiende su teoría, pero yo estoy pensando en cosasmás prácticas.Puedeque,alfinal,lodelescarabajonoseatanmalo,porqueyasesabequelosescarabajossecuelanportodaslasrendijas.

Con esto termina la conversación y nos sentamos todos a la mesa. EsnuestraprimeracenafamiliarconZisis,FanisyKaterinadespuésdevolverdevacaciones.UliyMañaestánenAlemania,visitandoalospadresdelchico.

Adrianíhapreparadolacomidaqueveníaplaneandodesdelasvacaciones:latartadepuerrosconhojaldredeEpiroyquesodecabra.Losresultadosledanlarazón,yaquetodosestánentusiasmados,algoqueexpresanmáscongruñidosdeaprobaciónqueconpalabras.NisiquieraZisisescatimaelogios.

—¡Enhorabuena,Adrianí!Tutartaesdeliciosa.Mequitoelsombrero.A propósito de la tarta, empieza una conversación sobre las vacaciones.

Optopordejarlainiciativaamimujer,queseexplayahablandodenuestroviajeporEpiroydelastresmujeresqueconocimosallíyconlasquehicimostantasexcursiones.

—Vaya,asíquenosolovolvisteatupatriachica,sinoqueademáshicistenuevasamistades—lediceFanis.

—Sontresmujeresestupendasydisfrutamosdesucompañía,¿noescierto,Kostas?

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Ledoylarazónsindudarlo,peronodigonadadelospososdelcafé,porsimi comentario le pudiera sentar mal a Adrianí y echara a perder el buenambiente.

—Además, no solo conocimos a Kaliopi, Arguiró y Tasía, tambiénconocimosaunosalemanes—añademimujer.

—¿Aunosalemanes?—QuieresaberKaterina.—¿Oshicisteisamigosdeunosalemanes?SiseenteraUli,seentusiasmará

—diceFanisriéndose.—Unosalemanesquevolaban.—¿Cómoquevolaban?—sesorprendeKaterina.—Volaban,hijamía.Seponíanalasyvolaban.—TíoLambros,¿hasvistoalgunavezaalemanesvoladores?—Solo cuando nos bombardeaban con sus aviones —contesta Zisis—.

Quizásinclusoaalgunosqueselanzabanenparacaídas.Peroalemanesconalasnohevistonunca.

Mevienlaobligacióndeintervenirparaexplicarmejorelespectáculodecómo volaban, y terminé contándoles que estuvimos todos juntos tomandotsípuroenlatabernaporlanoche.

—Estoesloquenosdiferenciadelosalemanes—diceZisis.—¿Elqué?—seinteresaAdrianí.—Que nosotros, en el pueblo, preguntamos: ¿va a volar el burro?5, y en

Alemaniasonlosprofesoresuniversitarioslosquevuelan.ElcomentariodeZisisnoshacereírylaveladaterminaentrecarcajadas.—Ya sabes que Lambros tiene razón —dice Adrianí cuando ya se han

marchado los invitadosy ella ha empezado a recoger lamesa—.Si consiguesmantener abierto el resquicio, no se puede descartar que al final te den elascenso.Cualquiermandonuevocareceríadeexperienciayharía faltaponeraunveteranoasuladoparaquenometieralapata.—Entoncesparecedudarporun momento, como si algo le preocupara—. No lo digo porque un ascensosupondríamásdinero,Kostas.Túyalosabes.GraciasaDios,hemossuperadotodo tipo de dificultades. Lo digo por ti, para que tengas, por fin, elreconocimientoquetemereces.Y,siquieressabermiopinión,solotelodaráncuandonotenganmásremedio.

—¿SabescómomellamanenJefatura?—¿Cómo?—Escarabajo.Lapalabranopareciósorprenderlanimolestarla.Selimitóareflexionarun

momento.—Tienenrazón.Lomaloesquesoloeresunescarabajoeneltrabajo,yen

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lopersonalnoloeres.Recoge los platos para llevarlos a la cocinamientras yo pongo rumbo al

dormitorio. Antes de quedarme dormido pienso que, al final, mi primer díadespuésdelasvacacioneshatenidomásaltosquebajos.

Al día siguiente por la mañana me acompaña el mismo buen humormientras conduzco el Seat para ir a trabajar. Paso por el bar de Jefatura parapedirmicaféymicruasándecostumbreyluegosuboamidespacho.

Pospongolareuniónconmisayudantesparapodertomarmeelcaféenpaz,pero,comodecostumbre,eldeseodelosmortalesnocoincideconlosdesigniosde Dios. Apenas me dispongo a tomar el segundo trago cuando suena elteléfono.

—Señorcomisario,elsubcomandantequierehablarconusted—anuncialavozdeStela—.¿Lepaso?

—Porsupuesto—respondosolícito,mientraspordentromaldigomisuerte.—Buenosdías,señorcomisario.Herecibidounallamadauntantoextrañay

quisierasabersuopinión.MehallamadolaseñoraKlióRapsanis.¿LesuenadealgoelapellidodeRapsanis?

Reflexionouninstante.—¿NohayunministroqueseapellidaRapsanis?—Exacto. Kléarjos Rapsanis, ministro de Reordenación Administrativa.

KlióRapsanisessuhermana.Mehallamadoparacomunicarmequesuhermanoha sido halladomuerto en su domicilio. Se lo ha encontrado la empleada delhogarestamañanaylahallamado.Enunprimermomento,laseñoraRapsanihasupuestoquesuhermanohabíamuertodeunataquealcorazónyhallamadoaunmédico, amigo íntimode la familia, para que lo certificara.Elmédico, sinembargo,teníareservasylehaaconsejadoqueavisealapolicía.

—¿Nohadadoningunaexplicacióndeporquéteníareservas?—Ninguna en absoluto, solo le ha pedido que avise a la policía. Usted

comprenderáqueninosotrosnilafamiliaqueremosquelamuertedeRapsanissaltealasnoticias,sobretodoparaevitarquecadaperiodistaextraigasupropiaversióndelsuceso.Poresolehellamado,paraquemedigacómoleparecequedebemosmanejaresteasunto.

Piensounpocoantesderesponder.—¿Sabe usted si la hermana y el médico siguen en el domicilio de

Rapsanis?—Asíes,ytambiénlaempleadadelhogar.—Muybien.Esobvioquetodavíanohanavisadoalaescoltapersonaldel

ministro,porque,dehaberlohecho,noshabríanllamadoellos.Iréyosolopara

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hablarconelmédicoyconlaseñoraRapsanis.Demomento,novoyainformarniamispropiosayudantes.Primeroescucharéquétienequedecirmeelmédicoyluegoyaveremosquédecidimos.

—Excelenteidea.Seloharésaberdeinmediato.—¿TieneladireccióndeldomiciliodeRapsanis?—Sí, la he anotado. Es un piso en la calle Uranis, cerca de la plaza

Drosopulu.—Leruegoquecomuniquealahermanaqueenningúncasodebenentrar

los escoltas personales en el domicilio antes de queyo llegue.Les llamaré encuantomehayahechounaideadelasituación.

CuelgoelteléfonoyllamoaKula.—Tengoque salir un par de horas. Si hay alguna urgencia,me llamas al

móvil.Menosmal que no he comprado la baraja para jugar al solitario. Habría

tiradoeldinero.

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Elrecorridoescortoysencillo.DesdelaavenidaKifisiásentroenFilozeiyvoycontandomanzanashasta llegaralcrucecon lacalleUranis.ElbloquedepisosdondevivíaRapsanisdaalaplazaDrosopulu.

Losescoltasnoestánen lapuertayestomealiviabastante,yaqueasísereducenlasposibilidadesdeunafiltración.ElpisodeRapsanisseencuentraenlacuartaplanta,segúnmeinformaunavozfemeninacuandollamoaltimbre.

Abrelapuertaunacincuentonaconlosojoshinchadosdellorar.—Buenosdías,señorcomisario.SoyKlióRapsanis—murmura.—Buenos días.Le presentomis condolencias.Acabamosde tener noticia

deltristesucesoyhevenidoparaaveriguarquéhapasadoexactamente.—¿Pordóndequiereempezar?—Megustaríahablarprimeroconelmédico.Ellameconduceaunasaladeestarespaciosa.Enelsofáestásentadoun

sesentón que se presenta comoKostasArguirópulos,médico.Me acerco parasentarmefrenteaélperosemeadelantaymedice:

—Antesdequehablemosdemisdudasy sospechas,deberíaustedver elcadáver.

Se dirige al pasillo y le sigo de cerca. Aprovecho para echar una rápidamirada a la habitación contigua. Es un amplio despacho con las paredescubiertasdeestanteríasllenasdelibros.

Arguirópulosabrelapuertadeallado,quecorrespondealcuartodebaño.Seapartaparanoestorbarmealmirar.

Enelsuelo,delantedelatazadelváter,estáelcuerpodeunhombreobesoquellevagafasyluceunaperilla.Sugranvolumenocupatodoelespacioentreellavaboylabañera.Estáclaroqueibaavomitar,aunquesedesplomóantesdeterminar, ya quemedio vómito está en la taza y la otra mitad, en el suelo yencimadesuropa.

—¿Hapodidodeterminarlacausadelamuerte?¿Tiene,almenos,algunasospecha?—preguntoaArguirópulos.

Elmédicointentaordenarsuspensamientos.—Sisetrataradeunataquealcorazón,cabríandosposibilidades:obienle

habría dado tiempo de llamar por teléfono para pedir ayuda o habría caídofulminadodondeestuviera.Enconsecuencia,espocoprobablequehayamuertodeuninfarto.

—¿Puedetratarsedeunenvenenamiento?—pregunto.

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—Sí, pero no por ingestión de un alimento en mal estado. Losenvenenamientos de este tipo suelen dejar un margen de tiempo para que elpacienteacudaaunhospital.Conestoenmente,he investigadounpocomás.Vengaconmigo.

Lesigohastalacocina.Laempleadadelhogar,unacuarentona,selevantadelasillaynosdejasolos.

Arguirópulosvadirectoalaneveraylaabre.—Mire.En medio de la nevera hay una enorme tarta. Le falta una gran porción

triangular.Encimadelatartahayuncartelitoquellevaescritolosiguiente:ALMINISTRO KLÉARJOS RAPSANIS, POR SU TRABAJO INCANSABLE.UNOSADMIRADORESANÓNIMOS.

Hastayomedoycuentadequeeltextoestáimpreso.—Latartaha levantadoaúnmásmissospechasycreoqueseprecisauna

autopsia—diceArguirópulos.—Gracias,doctor—ledigo—.Hahechomuybienenavisarnos.Noquiero

retenerlepormástiempo.—Voy unmomento a ver aKlió, por si necesita algún tranquilizante—

contesta,ysaledelacocina.Veo que la empleada del hogar está esperando en el pasillo y le hago

ademánparaqueentre.—¿Cómotellamas?—VulaLukidu.—¿Cuántohacequetrabajasaquí?Lamujercalculamentalmente.—Desdehaceunosdiezuonceaños.—¿Cuándotrajeronlatarta?—pregunto.—Ayer,unpocoantesdeirme.Latrajounajoven.—¿Unachica?—Meextraña,yaquelosrepartidoressuelenserchicos.—Sí.Medijoquelatartaeraparaelministroysefue.—¿Melapuedesdescribir?—Noteníanadaenespecial.Llevabacasco,camisetaytejanos.—¿Losescoltasnolepreguntaronadóndeiba?—Nohayescoltas,señorcomisario.Elministronoqueríaagentesdelante

de su casa. Contaba con escolta cuando salía en el coche oficial y tambiéncuandovolvíaacasa,peroelagentenosequedaba.

—Aprimeravista,parecequealministrolegustabacomer—comentoconcuidado.

Lamujerechaunvistazoalapuertaybajalavoz.

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—Era insaciable, señor comisario, aunque los dulces eran su mayordebilidad. Le bastaba ver algo dulce para entrar en delirio. Imagínese que,cuando no le preparaba algún pastel, traía chocolatinas y se pasaba el díamordisqueándolas.

Osea,quelosqueleenviaronla tartaconocíansubulimiaysudebilidadporlosdulces.

InformoaLukidudequelaavisaremossihacefaltaqueprestedeclaraciónoficialenJefatura,ydequeyapuedeirseasucasa.

—Mequedo,porsilaseñoraKliómenecesita—contestaella,ysaledelacocina.

El médico tiene razón. Hay muchas probabilidades de que la muerte deRapsanissearesultadodeunaaccióncriminal,perosololaautopsianoslopuedeconfirmar. No obstante, mientras tanto podemos iniciar una investigaciónpreliminar,sobretodoparaempezararecogerpruebas.

Antesdedarelsiguientepaso,sinembargo,quierocubrirmelasespaldas.Llamoalsubcomandanteylehagouninformedetallado.

—Esdecir,nopodemosdescartarquesetratedeunasesinato—concluyeélcuandotermino.

—Nosolonopodemosdescartarlo,sinoquemeparecelomásprobable.—Nodebehacersepúblicohastaqueestemoscompletamenteseguros.—Deacuerdo,aunquenopodemosmantenerensecretoelfallecimientode

Rapsanis. Creo que debemos informar al ministro del Interior y que luego elGobiernodecidacómoquieretrataresteasunto.Siquedaentrenosotros,muchometemoqueelasuntopuedacomplicarsehagamosloquehagamos.

—Estoydeacuerdo,es lamejor solución—contestael subcomandante,yponemosfinalaconversación.

Klió Rapsanis y Arguirópulos se encuentran en el salón. Están hablandosentadosenelsofá.Mesientoenunsillónfrenteaellos.

—Me imagino que el doctor le habrá hablado de sus sospechas, que yocomparto—ledigoaKlióRapsanis.

—Sí,pero¿porquéquerríanmataraKléarjos?—preguntaella.—En primer lugar, aún no estamos seguros de que lo mataran. De

momento, se trata solodeunaposibilidadquenopodemosdescartar.Unavezpracticada laautopsia, tendremosuna imagenmásclarade losucedido.Por lotanto,laspreguntasquelevoyahacersoloserviránparainformarme,parapoderestarpreparadosencasodequelaautopsiaconfirmelopeor.

—En cualquier caso, le pido que sea breve—interviene elmédico—. Elestado anímico de la señora Rapsanis es muy delicado y no quisiera que seagravaratodavíamás.

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—¿Sabe si su hermano tenía enemigos? Me refiero a si había recibidoamenazas alguna vez, o a si había personas que le provocaran miedo oinseguridad.

—Mihermanoteníaunsoloenemigoyeseeralacomida,señorcomisario.Elúnicoenemigoaquiennopodíahacerfrenteerasubulimia.Tantosufamiliacomoyoluchábamosenvanoparaconvencerledequecomieramenos.Cadadospor tres recurría a dietistas, pero siempre desistía a las dos semanas, comomucho. Después comía todavía más, tal vez para reponer los kilos que habíaperdido.

—¿Aquésededicabaantesdeentrarenpolítica?—A la docencia —me dice Rapsanis—. Era profesor de filosofía del

derecho. Pero llegó un momento en que empezó a apasionarle la cuestiónpública y entró en la política. Fue elegido diputado y posteriormente fuenombradoministro.

NotengonadamásquepreguntarymemarchopensandocómounprofesordefilosofíadelderechoacabasiendoministrodeReordenaciónAdministrativa.No le doy demasiadas vueltas porque, aun siendo un escarabajo, también soylerdoenpolítica,algoqueGuikasmeharecriminadosiempre.

Llamo a Dermitzakis y le digo que venga con Kula, pero sin darexplicaciones a los novatos.Después llamo aDimitríu, de Identificación, y lepidolomismo:quesolovengaconayudantesdesutotalconfianza.

DejoparaelfinalaStavrópulos,delDepartamentoForense.—Nocreoqueseanecesarioquevengas—ledigodespuésdeexplicarlela

situación—.Mandaaunaambulanciaparaquerecojaelcadáver.Loúnicoquetepidoesquehagaslaautopsiaenseguida,porquesetratadeunapersonalidadpúblicaynoqueremosmeternosenlíos.

—Veo que te ha faltado tiempo para empezar a dar órdenes después deconvertirteenjefe—contestaél,cabreado.

Intentomantenerlacalma.—No te estoy dando órdenes. Solo te explico que se trata de un asunto

delicadoyqueelsubcomandantenoparadellamarmeporteléfono.—El Departamento Forense no responde ante la policía sino ante el

MinisteriodeJusticia—replicaStavrópulos,ymecuelga.Por suerte, nome da tiempo de montar en cólera, porque llegan Kula y

Dermitzakis.Lesdescribobrevementelasituación.—¿Quépodemoshacernosotros?—preguntaDermitzakis.—No mucho. Pediré permiso a la hermana para registrar la cocina y el

despachodeRapsanis,porsidamosconalgunaprueba.Lahermananoseopone,yKulayDermitzakisempiezanelregistroporel

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despacho.ProntoapareceDimitríucondosayudantes.Lellevoprimeroalbaño,para

queveaelcadáver.—Debiódepasarlomuymal—comentaél.Acontinuaciónleconduzcoalacocinaylemuestrolatartaenlanevera.—Tenemosquemandarlaenseguidaallaboratorioparaquelaanalicen—

diceDimitríu,yhaceunademánasusayudantesparaqueselalleven.—¿Quéopinas?—Lo mismo que usted. Tenemos que esperar a los resultados de la

autopsia,perotodoindicaquesetratadeenvenenamiento.Medirijoentoncesaldespachodelexministroparaversimisayudanteshan

descubiertoalgointeresante.—Papeles,librosynadamás—diceDermitzakis.—Salvoqueleinteresenlaschocolatinas—añadeKulaseñalandoelcajón

superiorderechodelescritorio.Meacercoyveoqueestállenodetabletasdechocolateydechocolatinas

detodotipo.—Las guardaba en el cajón derecho para poder meterles mano más

fácilmente—diceKula.El registro de la cocina tampoco da frutos. Solo nos queda esperar la

llegadadelaambulanciaforense,queaparecealcabodeunahora.EslamaneraquetieneStavrópulosdedecirmequenorecibeórdenesmías.

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Stavrópulos sehadesquitado retrasando la llegadade la ambulanciaynotira más de la cuerda. Realiza la autopsia enseguida y, al cabo de un par dehoras,mellamaporteléfono.

—Lo envenenaron con pesticida. Todavía no puedo darte detalles, perotodoindicaquelavíctimasemetióeldedoenlabocaparaprovocarseelvómito.Sinembargo,yaerademasiadotardeymurióenelcuartodebaño.

Ledoylasgraciasporlaceleridaddesuservicioycolgamos.Nomecabelamenordudadeque encontraremos el pesticida en la tarta.Esto complica lainvestigación, porque a saber quién la preparó y quién era la joven que se laentregóaRapsanis.

Dejo de lado mis reflexiones para informar al subcomandante, que meescuchasininterrumpirmeyalfinaldiceentonofatalista:

—En otras palabras, el caso se nos ha complicado. Habrá que averiguarquiénloasesinó.

—Si la víctima fueraun ciudadanomás, ynoun exministro, diría que lomató algunamujer por celos o por venganza, ya que el pesticida suele ser elmétodo preferido por las mujeres para matar. Rapsanis, sin embargo, nopertenecía a la categoría del común de los mortales. Por lo tanto, debemosempezaraindagaryestonuncaesfácilcuandohaypolíticosimplicados.

—¿Quéhacemosconlaprensa?—Lesugiero—contesto—que informemosalministerioyqueseanellos

losqueselocomuniquenalosmedios.—Tienerazón.Hablaréenseguidaconelcomandante.ElrápidoentendimientoconKapsidismesubelamoralylosánimos,peroa

partir de ahora las cosas dejarán de ser fáciles. Ahora nos enfrentamos a lapreguntamásdifícil:cómoiniciarlainvestigacióndeformadiscreta,sindejarenevidencia al subcomandante ni a los líderes políticos. Si esperamos hasta elcomunicado oficial del asesinato, podríamos perder un tiempo precioso.Además,lasinvestigacionesreservadassuelensermásfructíferas.MejorseguirdemomentoconlamismadiscreciónconlaquehemosidoalpisodeRapsanis.Luegoyaveremos.

LlamoporteléfonoaDimitríuparacoordinarnos.—Seme ha adelantado—me dice—. Estaba a punto de llamarle yo. El

venenoesunpesticidaquemetieronenlatarta.Lecuentomiplanysemuestraconforme.

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—Iré otra vez al piso con uno de mis ayudantes para buscar huellasdactilares.

DespuésllamoaDermitzakis.Lepongoaldíadelcasoyañado:—Nosotros nos mantendremos en silencio. El ministerio manejará este

asunto hasta nueva orden. En consecuencia, nos quedaremos al margen yactuaremoscontotaldiscreción.¿Aquiénmáspropondríasparaelcaso?

—A Dervísoglu. Viene de la Brigada Antiterrorista y sabe moverse condiscreción.

—Bien.Enestosmomentosnotienesentidohacernada.Yaheinterrogadoalahermanaya laempleadadelhogar,aunquenomuyafondo.Nopodemosinterrogar a losvecinosdel edificioni a losdelbarrio si antesnonosdan luzverde.

Elcompásdeesperanoseprolongademasiadoyalamediahorarecibolallamadadelsubcomandante.

—Elministroquierevernosensudespachodeinmediato.«Empezamosbien»,pienso.«Enmiprimercasocomodirectorenfunciones

estáninvolucradoslacúpuladelapolicíayelGobiernoalcompleto.AvercómomantengoabiertoelresquiciodelquehablabanZisisyAdrianícuandohastaelmismísimoescarabajocorrepeligrodemoriraplastado.»

Pongo los pensamientos negativos en cuarentena y salgo rumbo alministerio.Lamala suerte, sin embargo,mepersigue, porqueme topo conunatascoenlaavenidadelMediterráneo.MeenfadoconmigomismopornohaberpedidouncochepatrullaconsirenaenlugardecogerelSeat.Ahoraseguroquellegarétardeylosproblemasempezarándesdeel«Buenosdías».

Meconducenaunasalaconunaenormemesadereunionesrodeadadeunadecena de sillas. Dos de ellas están ocupadas por el comandante y elsubcomandante.Porsuerte,elministronohallegadotodavía.

Tras disculparmepor el retraso, intercambio apretonesdemanos conmissuperioresymesientofrenteaellos.Esperamosensilenciounosdiezminutoshasta que se abre la puerta en el fondo de la sala y aparece el ministro,acompañadodeuncuarentónquellevaunexpedientebajoelbrazo.Alministroloreconozcopor lasfotografíasquehevisto,peroelotro tiponomesuenadenada.Missuperioresdebendeconocerlo,puessesaludanconunasonrisa.

Elministronosdalosbuenosdíasyvadirectoalgrano.—Lesheconvocadoporquenosenfrentamosauncasotandelicadocomo

desagradable,querequiereactuarconsumocuidado.—Callaysevuelvehaciamí—:¿Nospuededecirenquépuntoseencuentralainvestigaciónycuálessonlosprimerosresultados?

LeinformodemiconversaciónconlahermanadeRapsanis,conelmédico

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y con la empleada del hogar, y concluyo con los datos que me hanproporcionadoStavrópulosyDimitríu.

—Osea,quesedescartalaposibilidaddeunaintoxicaciónalimentaria...—diceelministro,mirándomecomosiesperaraquehicieraunmilagro.

—Por desgracia, señor ministro, tanto la autopsia como los análisis dellaboratorioconfirmanquesetratadeunactocriminal.

Elministrosedacuentadequenohaytabladesalvaciónydecideecharanadar.

—Lo que les voy a decir ahora cuenta con la aprobación del primerministro—nosanuncia—.ElcomunicadooficialdelGobiernodiráquetodavíasedesconocenlascausasdelfallecimientodelministroKléarjosRapsanis,yqueseestánsiguiendotodaslaslíneasdeinvestigaciónposibles.

Los tresnosmiramosy, sindecirnosnada, estamosdeacuerdoenqueelministrointentaganartiempoenunasuntoquenotienevueltaatrás.Lacuestiónes quién de nosotros va a decírselo. Entonces dirigimos nuestras miradas alcomandante, que es el de mayor rango. Él ya sabe que su cargo conllevaobligaciones,peroestábuscandolamejormaneradedecírselo.

—Si esta es la decisión que se ha tomado, actuaremos en consecuencia,señor ministro —dice al final—. Pero, como ya le ha expuesto el comisarioJaritos, no cabe duda de que se trata de un asesinato. Los retrasos no van acambiarloshechos.

Eltipoqueacompañaalministrotomalapalabraporprimeravez.—Noesnuestraintenciónechartierrasobreelasunto,siesloquepiensan

—nosdice—.Peroenestosmomentoshaytemasdeunarelevanciaextremaenla agenda gubernamental y no queremos que queden relegados a un segundoplanoporquetodoslosmediosdecomunicaciónseestánocupandodelasesinatodeunministro.Encuantohayamossolucionadolostemascríticos,anunciaremosquelamuertedeKléarjosRapsanisfueresultadodeunactocriminal.

—Hasta entonces la policía no hará ninguna declaración sobre el casoRapsanis —añade el ministro—. Si aparecen los periodistas para hacerlespreguntas, los remitirán al señor Rodópulos, el encargado de prensa delMinisterio.

—¿Ylainvestigación?—preguntodesúbito,parasaberquéterrenopiso—.¿Seguimosadelante?

—Porsupuesto.Continúaabiertaentodoslossentidos,yestosignificaqueseguiráninvestigando.

—Esloquelesconvienetambiénaustedes—apostillaRodópulos.—¿Porqué?—lepregunto.—Porque podrán investigar tranquilamente, sin interferencias de los

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periodistas.Rodópulos es una de esas personas que te caen mal desde el primer

momento,perodeboreconocerquenolefaltarazón.—¿Quéhacemosconlahermanadelministro?—sigopreguntando.—Tambiénledaránlaversiónoficial—contestaRodópulossinvacilar.—Entonces no podemos entregar el cadáver a la familia. Se tiene que

quedarenelfrigorífico.—¿Porqué?—seextrañaelministro.—Porquelafamiliatienederechoasolicitarunacopiadelaautopsia.Yel

médicodelafamiliasedarácuentaenseguidadequesetratadeunasesinato.Dehecho,élfueelprimeroenalbergarsospechas.Élpusoenmarchaelmecanismo.

—Elcomisariotienerazón—intervieneelsubcomandante—.Nopodemosocultarlelaverdadalafamilia.

Se produce un silencio. Nadie abre la boca mientras yo agradezcomentalmentealsubcomandantehabermesalvadodelembrollo.

—Deacuerdo,yohablaréconKlióRapsanis—dicefinalmenteelministro,y se despide de nosotros con un gesto de la cabeza, acompañado de sucompinchedeprensa.

Anosotrossolonosquedadespedirnostambién.—EcharándemenosalseñorGuikas—mediceelcomandante.—Nosolocomosuperior,sinotambiénporquehemoscompartidomuchos

añosdeservicioynosconocemosbien—lecontesto.Despuésmevuelvohaciaelsubcomandante—:Lemantendréinformado—ledigo.

—No me cabe duda —responde él con una sonrisa—. Ya he podidoconstatarlo.

Así termina el encuentro y cada uno emprende su camino. Llamo por elmóvilaDermitzakisparaquesereúnaconmigoencasadeRapsanis,juntoconDimitríu.

Mepreguntosilahermanadelministroestarátodavíaenelpisoositendréqueiraverlaasucasa.

Porfortuna,lasuertetodavíanomehadadolaespaldadeltodo,porqueeltrayectoestádespejadoy,cuandollegoalacalleUranis,lahermanadelministrosigueenelpiso.

—Mehallamadoelministroymelohacontadotodo—diceencuantomeveentrarenlasaladeestar—.¿Quiénhapodidohaceresto?¿Quiénleodiabatanto?—Enseguidaseechaallorar—.PobreKléarjos,nosemerecíamorirasí.

—¿Podemos hablar ahora, o prefiere dejarlo para otromomento, cuandoestémástranquila?—pregunto.

—No,no,ahoraestábien.—Seenjugalaslágrimasyadoptaunaposición

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deexpectación.—Necesitoquemedéalgunosdatossobrelavidapersonaldesuhermano

—empiezo—.Yaveoquevivíasolo.¿Estabasolteroodivorciado?—Divorciado. Su exmujer vive en París con mi sobrino, que estudia

ingenieríacivil.—¿Sabesiestabanpeleadososieldivorciofue...,cómolodiría...,hostil?—No, nada de eso. Lida,mi cuñada, es diseñadora demoda y no podía

soportar la obesidad de mi hermano. Solía decir que ni siquiera aquel pintorcolombiano que se había hecho famoso gracias a sus retratos de bailarinasgordas aceptaría pintar a Kléarjos, porque le resultaría demasiado gordo. Seesforzómuchoenconvencerledequeadelgazara,pero,comoyalehedicho,amihermanoleresultabaimposiblecontrolarsubulimia.Alfinal,micuñadatirólatoallaypidióeldivorcio.Ledijoquenopodíaseguirviviendoconunhombreque,porunlado,ofendíasusentidodelaestéticay,porelotro,hacíatodoloquepodía para terminar cuanto antes en la tumba. El divorcio, sin embargo, fueamistoso.

Encualquiercaso,sinosponemospuntillosos,nofuelaobesidadloquelomandó a la tumba, sino la bulimia.Cualquier otroministro en su lugar habríamandadoalescoltallevarelpaquetealapolicíaparaqueloinspeccionaran.

DespuésdeloquemehacontadoKlióRapsanis,descartoquesuexmujertuvieraalgoqueverconelasesinato.Además,ellaresideenParísyesmuypocoprobablequecontrataraaunasesinoparamatarloconpesticida.

—¿Podría ser que tuviera cuentas pendientes desde la época en queenseñabaenlauniversidad?

—Tendrá que preguntarlo en el departamento al que pertenecía en laFacultad de Derecho, aunque ya le digo que lo único que podía resultarconflictivo de mi hermano era su gordura. Por lo demás, era un hombreextremadamenteamable.

Nosinterrumpeelsonidodeltimbre.LedigoaRapsanisquenotengomáspreguntas. En el recibidorme esperanDermitzakis conDervísoglu yDimitríuconsuayudante.Mandoalosmíosainspeccionarelbarrioporsilograndarconalgo, por pequeñoque sea, y le digo aDimitríu que empiece a buscar huellasdactilares.

Voyalacocinaparahaceralgunaspreguntasadicionalesalaempleadadelhogar.

—Antesmehasdichoquelatartalatrajounachica.¿Recuerdascuándofueexactamente?

—Norecuerdolahoraexacta,perofueaprimerahoradelatarde.—¿Quétedijo?

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—Queeraunregaloparaelministro.—¿Yasíselodijistetútambién?—Másomenos.Ledije:«Traigounregaloparausted,señorministro».—¿Quéhizoél?—Abrió la caja, vio la tarta y fue pitando a buscar una cuchara para

probarla.Nolodicecondesprecio,sinocontristeza.¿Losasesinosconocíanasíde

bienaRapsanis?Seguroquesabíanquese lanzaría sobre la tartaencuanto laviera.

Nome queda nada por hacer en el piso y tampoco creo que vaya a sernecesariovolver.MedespidodeKlióRapsanisybajoalacalle.

Dervísoglumeestáesperandojuntoalaentradaprincipal.—He encontrado a alguien a quien creo que debería interrogar, señor

comisario—medice.—Vamos.Nomellevamuylejos,solohastaelquioscoquehayenfrentedelbloquede

pisos.—Cuéntale al comisario lo que viste el otro día —dice Dervísoglu al

quiosquero.—Viaunachicaenciclomotorqueseparódelantedelapuertadeledificio.

Cogióunabolsadeplástico,llamóaltimbreyentróenelvestíbulo.—¿Recuerdasaquéhorafue?—Norecuerdolahora,perofueporlatarde.—¿Cómoibavestida?—Una chica con casco, vestida como visten todos los jóvenes: camiseta,

tejanos y zapatillas deportivas.Enmis tiempos nos reíamos de la juventud deMao,porqueibantodosvestidosigual.Ahoranuestrosjóveneshacenlomismo,perosinMao.

—Si llevaba casco, ¿cómo sabes que era una chica? —Le preguntaDervísoglu.

—Porsusformas.—¿Elciclomotoreradereparto?—No.Eraunciclomotorsinmás.Labolsadeplásticocolgabadelmanillar.DejoqueDervísogluyDermitzakissiganindagando,ymedispongoairme

cuando, de pronto, se me ocurre una idea. Recuerdo que Kléarjos Rapsanisenseñaba filosofíadelderecho.PuedequeKaterina,queesabogada, sepaalgodeél.

Lallamoalmóvil.—Dime,Katerina,¿tesuenadealgoelnombredeKléarjosRapsanis?

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—¿TerefieresaOliver?—preguntaella.—¿DequéOlivermehablas?—preguntoextrañado.—Vamos,papá.¿HasolvidadolascomediasdeHollywooddetustiempos?

Elgordoyelflaco.StanLaureleraelflacoyOliverHardy,elgordo.ARapsanisle llamabanOliverporqueeramuygordo.YoestudiéenSalónicaynole tuvecomoprofesor.Pero,siquieres,puedopreguntaraversiaveriguoalgo.

—Siteenterasdealgo,avísame.Puedequemeresulteútil.«Buenalahemosliado»,medigo.«Unescarabajopersiguiendoalasesino

deOliver.»

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MedispongoatomarelcaminodevueltaacasacuandomeinterrumpeunallamadadeGuikas.Nounallamadapersonal,paramásseñas,sinoatravésdesusecretaria.

—Elseñordirectorleesperaensudespacho.Alprincipiomecabreo,porquesiguetratándomecomoaunsubordinadoy

me contacta a través de su secretaria. Pero luegome lo piensomejor y hastaciertopuntolocomprendo.

Nodebedeserfácilasimilarlaideadelajubilación,medigo.Losoficialesdelejército,almenos, tienenel títulodemilitar retirado.Paranosotrosnohay«retirado»quevalga,sencillamentepasamosaserex.Pormuchoqueteseduzcaelsueñodelgranpescador,serásunexhastaeldíaenquetemueras.

Estos pensamientos me tranquilizan mientras vuelvo a Jefatura. Subodirectamentealaquintaplanta.

—Estáensudespacho—diceStela.—¿Vienetodoslosdías?—pregunto.—Sí,aunquesolounrato.Hacealgunasllamadasyseva.Noseocupade

ningúnasuntodetrabajo.Entro en el despacho y Guikas me recibe con esa sonrisa que luce

últimamentecomosifueraunamascarillaparalacontaminación.—Meheenteradodequeelministrooshaconvocadoenuna reunión—

diceencuantonossentamos.—Sí, por la muerte de Kléarjos Rapsanis, el ministro. —Le cuento

brevementeelcontenidodelareunión.—Amínomehanconvocado—diceGuikasconamargura.—Seguramente, el comandante no ha querido molestarle con reuniones

ahoraqueestáocupadoconsujubilación—lecontesto.Soyconscientedequemispalabrassuenanaconsuelobarato,peronosemeocurrequémásdecirle.

—Noesporeso.Simplemente,comoestoyapuntoderetirarme,hepasadoa otra categoría. A la de objetos olvidados —me comenta, confirmando missospechas—.Mepermitenveniraldespachoparausopersonalhastaqueacabeeltraslado.—Suspiraymemira—.Noresultafácil,Kostas.Aunqueteengañesatimismodiciéndotequetelibrasdelosproblemasynotienesqueenmerdartemás,enelfondosabesqueyasobrasyesotecorroepordentro.—Depronto,lecambialaexpresióndelacara—.Detodasformas,túyelsubcomandantehabéisreaccionadobien.Dejadqueelministrosaque lascastañasdel fuego.Enestos

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casos,haga loquehaga lapolicía, lediránquesehaequivocado.Puesquesehagan cargo ellos. —Calla y me mira—. Sigue así. Has encontrado en elsubcomandanteaunsuperiordialogante.Procuranohacerdelastuyasyecharlotodoaperder.—Derepente,seechaareír—.¿Quéteacabodedecir?Yaestoyotraveztratándotecomotusuperior.

—Notienequesermisuperiorparadarmeconsejos—lerespondo.Guikasseponedepiesatisfechoymetiendelamano.—Yahablaremos.Seguiréaquíunosdíasmás.Bajo al garaje comounabalapara coger elSeat yvolver a casa.Si paso

antesporeldespacho,seguroquemelíanconotrascosas.Adrianíestáplanchando.—Hayunmontónderopaacumuladadesdelasvacaciones—meexplica—.

Terminoya.Mesientoparahacerlecompañíahastaquetermine.Ellasigueplanchando,

pero,depronto,rompeelsilencio.—¿QuéteparecesiinvitamosacenaraTasía,KaliopiyArguiró?Sonmuy

simpáticas y nos lo pasamos bien con ellas.No veo por qué no podemos darcontinuidadanuestraamistad.

Medoycuentadequehaberhechoamistadeslehacefeliz.Hastaahorasuúnicacompañíaeralafamilia,conexcepcióndeZisis,MañayUli.Eslógicoquequieratenersuspropiasamigas.

—Claroquesí,lasinvitamoscuandotúquieras.Contenta,recogelatabladeplancharylaropayponelamesa.Quedatarta

depuerrosdeanoche.Adrianíprepara tambiénunaensaladade tomatesynossentamosacenar.Latartaestátandeliciosacomoayeryatacoconganas.Noheacabado demeterme el primer bocado en la boca cuandome interrumpe unallamadadeKaterina.

—Papá,¿estásviendolatele?—No,estoyviendolatartadepuerros.—Ponlateleenseguida.EstánhablandodeOliver.TardounossegundosenrelacionarelnombredeOliverconeldeRapsanis.—¿Quéestándiciendo?—Loinimaginable—contestamihija,ycuelgaelteléfono.Melevantodelamesayvoycorriendoaencendereltelevisor.Adrianíme

siguedecerca.—¿Quétehadadoderepente?—Seextraña—.¿Quiénhallamado?Enlugardecontestar,cojoelmandoadistancia.Sintonizolasnoticiasenel

momento en que la presentadora habla con un tal Stakatos, el director deinformativosdelcanal.

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—¿Cómohallegadoelcomunicadoanuestraemisora,señorStakatos?—Diríaquedeunamaneraprimitivao,siloprefiere,propiadelterrorismo

postdictadura6. Nuestro centro de comunicaciones ha recibido una llamadaanónima.Unavozhainformadoalaoperadoradequeenlacalle,delantedelaemisora, había un bolso con el comunicado reivindicando el asesinato delministroKléarjosRapsanis.Yomismoheidoarecogerelbolso.Elrestoyasehahechopúblico.

—Sinembargo,elcomunicadoestanatípico,pornodecirúnico,comoelpropioasesinato,¿noleparece,señorStakatos?

—Totalmente de acuerdo. En mi opinión, nos encontramos ante unperturbadoqueasesinóaKléarjosRapsanisy,aposteriori,pretendehacerpasarsucrimenporunactoterrorista.

—Demoslaoportunidadalostelespectadoresqueacabandesintonizarnosdeleerelcomunicado—dicelapresentadora.

Actoseguido,apareceelcomunicadoenpantalla.Ayer ejecutamos aKléarjosRapsanis por alta traición.KléarjosRapsanis

traicionóelsagradocometidodelosmaestros.Sacrificóasusalumnos,lesprivóde sus conocimientos para dedicarse a la política y asegurarse un sillón deministro. Y esto en una época en que nuestras universidades padecen gravesproblemas de financiación y no pueden convocar nuevas plazas docentes paracubrir lasmaterias necesarias.Operan con graves deficiencias de profesorado.Estaeslaaltatraiciónyestácastigadaconlapenacapital.

La muerte de Kléarjos Rapsanis va dedicada a la memoria de IoannisZeodorakópulos,profesordefilosofíaenlaUniversidadAristótelesdeSalónica,en la Universidad Nacional y Kapodistriaca de Atenas y en la UniversidadPanteion,desde1939hasta1967.IoannisZeodorakópulosnosolonoabandonójamás a sus alumnos, sino que siguió ofreciendo sus conocimientos inclusodespuésdeterminarsucarreraacadémicaatravésdelCentrodeInvestigacióndelaFilosofíaGriegade laAcademiadeAtenas,delque fue fundador,asícomodelanuariodelCentrodeFilosofía.¡Quedescanseenpaz!

El comunicado desaparece de la pantalla y, en lugar del director deinformativos,apareceunhombredelgadocongafasyperilla.

—Nos acompaña Nikolaos Borosis, profesor de derecho civil. Profesor,¿qué opina del asesinato de Kléarjos Rapsanis y del comunicado que hemosrecibidohoy?

—La muerte de Kléarjos ha sido un duro golpe para todos sus colegas,aunque, con el comunicado que acaban de proyectar en pantalla, al dolor seañadeunsentimientoderabia.¿Quiénessonesosautodenominados juecesquedeciden ejecutar a un profesor universitario por haber considerado que debía

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servir a su país desde una posición de ministro? Tengamos en cuenta que setratabadeuncambioderumboprovisional.Ibaavolveraladocenciaencuantoconcluyerasumandato.

—Estoes,precisamente,deloqueacusanasuscolegas,profesor:delusodelaspuertasgiratorias,comolasllamanlosquediscrepan.Dejanlauniversidadparaentrarenlapolíticay,sinosonreelegidosopierdenelsillóndeministro,regresanaladocencia.

—Cada uno sirve a su país desde el lugar que estima conveniente. Loimportanteesquehagabiensutrabajo.YeltrabajodeKléarjoseraimpecable,tanto ejerciendo de profesor como deministro. Espero que la policía consigadetenerprontoasusasesinos.

Elrestonomeinteresa.Medoycuentadequeelprofesorsigueelfamosoprincipioheleno:nohablesmaldetucasaporquesetecaeráencima.Claroqueeste principio es cualquier cosamenos científico, pero ¿a quién le importa laletrapequeña?

ApagolateleyllamoporteléfonoaDervísoglu.—Hola, Fotis. Querría hacerte una pregunta. Mientras estabas en la

Antiterrorista¿huboalgúnatentadoqueutilizarapesticidascomoarmaasesina?—No,señorcomisario.Nuestrosterroristasusanpistolasparamatar,como

mucho,algunabombadevezencuando.Nuncahanusadopesticidasytampococreoquelohagaelterrorismointernacional.

—Puesyapuedenaprenderunnuevométodo—lecontesto.Cuelgoel teléfono singanasde reírme.Séquenoshemos topadoconun

asesinatoatípicoylosasesinatosatípicossiempredandoloresdecabeza.—¿Mepuedesexplicarquéestápasando?—preguntaAdrianí.Lecuentolosucedidoyellamenealacabeza.—Losesfuerzosestánmuybien,peroaveceshacefaltaunpocodesuerte

—musita—.Ytú,maridomío,nolatienes.—¿Porquélodices?—Pensamosqueseabríaunpequeñoresquicio,pero tú tehas topadocon

ungordoquenocabeniporlapuerta.Decaminoaldormitorio,suenaelteléfono.—Elministronosesperamañanaalasnuevedelamañana,señorcomisario

—mecomunicaelsubcomandante.

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No hay peor desgracia que comenzar el día con una visita alministerio.RecorrolaavenidadelMediterráneopensandoenlaconversaciónquemeesperacon el ministro y en cómo debo afrontarla. Soy consciente de que no puedoesperarayudanidelcomandantenidelsubcomandante,ynoporquelesdéigualo porque estén dispuestos enmi contra, sino porque no tienen ni idea de losmuchosyvariadoshomicidiosquelagentecomete.

EnestosmomentosechodemenoslaproteccióndeGuikas,porqueélsabíasiemprecuándo teníaqueasumirelpapeldesocorrista.Misnuevossuperioresnosabensiquieracuándotocaponerseelflotador.

Entro de nuevo en la sala de la mesa enorme y las diez sillas. En estaocasión, soy el primero en llegar. En cuanto me siento se me ocurre —ay,demasiado tarde— que debería haber traído alguna carpeta conmigo. Nonecesariamente por su contenido, sino para subrayar la importancia de esteencuentro.

—¿Alguna novedad, señor comisario? —me pregunta enseguida elcomandante.

—Ninguna,exceptoelcomunicadoquetodosconocemos.—¿Cree que el asesinato de Rapsanis pudo ser un acto terrorista? —

preguntaelsubcomandante.—¿Un atentado con pesticida? Sería una primicia mundial —replica el

comandante.Nuestra conversación queda bruscamente interrumpida por la llegada del

ministro.Vienesolo.Sesientaalacabezadelamesayvadirectoalgrano.—Señores, el comunicado ha complicado las cosas. En primer lugar,

porque ya no podemos aplazar el anuncio oficial del asesinato de KléarjosRapsanisyestonoscreaproblemas.Y,ensegundolugar,porqueahorasurgelaposibilidaddeunatentadoterrorista.

—Sielasesinatofueunatentadoterroristaconpesticida,podemossentirnosorgullosos,señorministro—intervieneelcomandante—.Greciahabrávueltoaganarlamedallaalaingeniosidad.

—¿Cuálpodríaserelobjetivodeestasupuestaorganizaciónterrorista?—sepreguntaelsubcomandante—.¿Obligara todos losprofesoresuniversitariosque se han convertido en ministros a volver a la docencia, o aterrorizar aaquellos que piensan entrar en política? Los terroristas quieren destruir elsistema.Losprofesoresylosacadémicoslestraensincuidado.

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—¿Quéopinausted,señorcomisario?—mepreguntaelministro.—Estoy de acuerdo con mis superiores. A mí tampoco me convence la

versión del atentado terrorista. Sin embargo, tenemos un comunicado, y loscomunicados siempre están relacionados con actos terroristas. Yo propondríaque investiguemos el asesinato del ministro en colaboración con la BrigadaAntiterrorista,porsiacaso.

Lostresmanifiestanestarconformesconmipropuesta,yelministropasaalasiguientepregunta:

—¿Handadoalgúnresultadolaspesquisasdelapolicíahastaelmomento?—No, señorministro—respondo—.Nos hemos limitado a hablar con el

médicoquemanifestó las primeras sospechas, con la hermanade la víctimayconlaempleadadelhogar.Sihubiéramosampliadoelmarcodelainvestigación,habríamosprovocadosospechasyhabladuríasindeseadas.

—Seríacomountarconmantequillaelpandelosmediosdecomunicación—remataelcomandante.

—UnaprimeraconclusiónesquelosqueenviaronlatartaconocíanbienaRapsanisysudebilidadporlosdulces—prosigo.

—Undatomuyfácildeaveriguar—meinterrumpeelministroriéndose—.Losabía todoelmundo,desde suscolegasde launiversidadhastaelujierdelministerio.

—Elotrodatoquehemosaveriguadoesquelatartalaentregóunachicaenciclomotor.

—¿Unamujer?—seextrañaelministro.—Sí. En el momento de la entrega llevaba casco de motorista y ropa

unisex.—¿Nosconduceaalgoesto?—preguntaelcomandante.—Porunlado,podríaapoyarlaversióndelatentadoterrorista.Haymuchas

mujeres en las filas de los terroristas. Por otro lado, quizá no signifiquenada.Buscaronaunachicaconciclomotor, ledierondineroy laenviaronacasadeRapsanisconlatarta.

—En cualquier caso, ahora ya tienen las manos libres para investigar elasesinatodeKléarjosRapsanis.Laúnicacondiciónquesigueenpieafectaalasdeclaracionesalosmediosdecomunicación.Deestasnosocuparemosnosotrosenexclusiva.Ustedse limitaráa informaral señorRodópulosdelcursode lasinvestigaciones.

Mereprimoparanoexpresarlemigratitudydarleunbeso.Elministrosedespidedenosotros,ymientrassevaelcomandantenosconvocaasudespacho.

—Tenemos que coordinarnos para no liarla con Rodópulos —dice encuantonoshemossentado—.Élsequejarádequenoleinformamosatiempoo

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de que nuestra información es insuficiente, y no parará de ver problemas. Leconozcodesdeeldíaquepusoelpieenelministeriojuntoconelministro.

—Haremos una cadena —dice el subcomandante riéndose—. El señorcomisariomemantendrá informadoconstantemente.Loúnicoque lepediréesque sea más detallado en sus informes. Basándome en ellos, redactaré uncomunicado de prensa diario y se lo entregaré a Rodópulos. Si él decideampliarloconsuspropiasopinionesyestimaciones,laresponsabilidadserásuya.Yoguardarécopiasdelosinformesqueleentregue.—Despuéssedirigeamí—.Si el señor Rodópulos le pide más datos, dígale que los informes soncompetenciaexclusivadelsubcomandante.

—¡Muy bien, Pródromos! Es la solución ideal—exclama el comandanteentusiasmado.

Yo me limito a expresar discretamente mi agradecimiento mientras pordentro doy saltos de alegría por haberme librado de la presión del pelotónmediático.

Mientras me dirijo a Jefatura pienso que he pasado de los senderospedregosos del subcomandante anterior a la autopista del actual. PródromosKapsidis nome da consejos ni intenta abrirme los ojos a las intrigas quemerodean,comohacíaGuikas.Simplementemeguardalasespaldasparaquepuedahacermitrabajosininterferencias.

Llego ami territoriodemuybuenhumor.Pasoprimeropor la cantinay,armado con mi café y mi cruasán, me dirijo al despacho de Karambetsos.Prefierohacerleyounavisitaaconvocarleenmidespachoycrearunarelaciónsuperior-subordinadoquenocorresponde.

Alvermeentrarconelcaféyelcruasán,Karambetsosseechaareír.—Sisupieraque íbamosadesayunar juntos, te llevaríaaunacafeteríaen

Kifisiásdondehacenunastortillasconbeiconestupendas—medice.—Nohevenidoparadesayunarcontigo.Heempezadola jornadaconuna

reuniónconelministroynomehadadotiempodedesayunar—leexplico.Ledescribocontodoslosdetallesposibleselencuentroeneldespachodel

ministro.Karambetsosescuchaconatenciónyalfinalsonríe.—Sabes tan bien como yo que nunca se ha cometido en el mundo un

atentado terrorista con pesticidas. Los terroristas atacan con armas de fuego oconbombas.LasposibilidadesdequelamuertedeRapsanissedebaaunactoterroristasonnulas.

—Casinulas—lecorrijo.—¿Porquécasi?—seextrañaél.—Porelcomunicado.Esoexcluye,dehecho,unaseriedemóviles.Queda

descartado,porejemplo,queelasesinatofuerauncrimenpasionaloelresultado

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de desavenencias conyugales, igual que no se contempla que tuviera unamotivación económica ni de conflicto de intereses. El comunicado declara unmóvilmuyconcreto.

—Yaheleídoelcomunicado.Noquierocontrariarte,peronomecreoquelo mataran unos universitarios para disuadir a otros colegas de que dejen ladocenciaparameterseenpolítica.

—Oalrevés.Paraatemorizarlesparaquevuelvanalauniversidad.—Meparececogidoporlospelos—diceKarambetsos.—Lo está, pero aún no tenemos nada, y no podemos descartar ninguna

posibilidad. Nosotros intentaremos sacar algo en claro de su círculo máscercano.Me gustaría que tú te encargaras de investigar el comunicado, así almenossabremosquéseescondedetrásdeeso.Vosotrossoisespecialistaseneltema. Si nos encargamos nosotros, podríamosmeter la pata y causarmásmalquebien.

—Deacuerdo,nosencargaremosdeello.—Bien.Estaremosencontactoparaintercambiardatos.SalgodeldespachodeKarambetsosconmediocaféymediocruasán.Paso

por el despacho demis ayudantes y los convoco a una reunión para trazar unplandeacción.

—¿Pordóndeempezamos?—lespreguntoencuantosesientan.—Siquieremiopinión,porlauniversidad—respondeDermitzakis.—¿Porqué?—preguntaDervísoglu.—En primer lugar, porque el comunicado deja claro que el asesinato de

Rapsanis está relacionado con la universidad. Resulta lógico, por lo tanto,empezarporallí.Ensegundolugar,siempezamosporlospolíticos,nosabemossiquerránhablarconnosotrosnisinosvanadecirlaverdad.

—Vale, pero en la universidad, para poder avanzar, habrá que decidir aquién preguntar en primer lugar para obtener información. No podemos irllamandoalaspuertasaciegas—intervieneKula.

—Fotis,túestudiastederecho,¿noescierto?—preguntoaDervísoglu.—Sí,señor.—¿TuvisteaRapsanisdeprofesor?—Solo durante un semestre, señor comisario. Despuésme enteré de que

había pedido una excedencia de un año. No le volvimos a ver. Se metió enpolíticayenlassiguienteseleccionessalióelegidodiputado.

—Esdecir,pidiólaexcedenciayparticipóenlacampañaelectoralmientrascobrabadelauniversidad.Buentipo—diceDermitzakisentonodespectivo.

—¿Quiénlosustituyó?—preguntaKula.—Fenekidis,uninterino.

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—Talvezdebamosempezarporél—piensoenvozalta.—Hayalgomásquepodríamoshacerparalelamente—saltaAskalidispor

primeravez.—¿Elqué?—pregunto,curioso.—YopuedoiralaFacultaddeDerecho,sentarmeenlacafeteríayescuchar

lasconversaciones.Quizápillealgointeresante.—¿Estás loco,Zanos?—reaccionaDermitzakis—. ¿Meterte sin refuerzos

enlabocadellobo?Silosradicalesseenterandequeeresmadero,tedaránunbuenrepaso.

—SoydePatrás.Nuncahepuestoelpieen laFacultaddeDerechonienningunaotrafacultaddeAtenas.Nadiemereconocerá.Además,tengounamigoqueestáhaciendoeldoctoradoenderechodefamilia.Podríairconél.

Medoycuentadequedeboponerfinaladiscusión.—Estascosasnosehacen,Zanos,aunquetodosreconocemostuvalorytu

buena predisposición. Te llevaré conmigo cuando vayamos a la universidad,peroiráscomopolicía.

Mando aDervísoglu a buscar información sobre el profesor interinoparaque podamos localizarle.Yome dispongo a recurrir otra vez aKlióRapsanisparaqueme informesobreelcírculodeamistadesquesuhermano teníaen launiversidad.

AcabodedescolgarelauricularcuandoKulaentraenmidespacho.—Havenidounjovendeunosveinticincoaños.Quierehablarconusted.—¿Quiénes?—SolonRapsanis,elhijodeKléarjosRapsanis.

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Esunmuchachoaltoydelgadocomoun tacodebillar.Lleva la cara sinafeitar.Sedetieneaunpasodelapuertaysemequedamirando.

—¿Es usted Solon Rapsanis? —pregunto para sacarle del momentoembarazoso.

—Sí, soySolonRapsanis,hijodeKléarjosRapsanis—meresponde,yseacerca.

Leinvitoasentarseconungestodelamano.—¿Havenidoparaelentierrodesupadre?—He venido porqueme lo pidió la tíaKlió, la hermana demi padre—

explica,yañade—:Mehadichoquevinieraaverle,porsiquierepreguntarmesobremipadre.Solomantengoelcontactoconmitía.Rompílarelaciónconmipadre,yconmimadretambién.

Calla y espera a ver mi reacción, pero yo guardo silencio. ¿Qué voy adecirle?¿Queenmifamilianopasaundíasinquenohablemosporteléfonoconmihijayqueellaysumaridocenanconnosotrosunpardevecesporsemana?

Alverquenoreacciono,Rapsanishijoprosigue:—Selovoyacontaryoantesdequeustedmepregunte.Crecíenunhogar

enelquelamadrebrillabaporsuausencia,yaquesepasabaelsantodíaensuestudio. Y mi padre, cuando no estaba en la universidad, se encerraba horasenterasensudespacho.—Haceunapausaysonríe—.Perdón,estoúltimonoeraasíexactamente.Sepasabahorasenterasentresudespachoylacocina.Cuandomamávolvíaacasa,empezabanlosgritosylasdiscusiones.

—¿Porlacomida?—pregunto.—¿LatíaKlióyaselohacontado?Eseeraelúnicomotivodediscusión,y

mimadresiempreteníarazón.Sipapáhubierapodidomudarseaunrestauranteparapoderpasarseeldíacomiendo,lohabríahecho.Mamánosoportabaverlo.Esmuyrefinaday,porsuerte,enesomeparezcoaella.

—¿Cuándosesepararonsuspadres?—Cuando terminé el bachillerato. Es lo que esperaba mamá, a que

terminaraelbachillerato.Encuantomegraduéledijoapapáqueyanoqueríavivir con él y pidió el divorcio.Dejó los trámites enmanos de un abogado yenseguidanosmudamosaParís.MematriculéenlaUniversidaddeLyon,paraestar lejos de ambos. Papá enseñaba filosofía, mamá diseñaba prêt-à-porterconvencidadequeundía sería lanuevaPierreCardin,yyoestudié ingenieríacivilparanotenersiquierarelacionesprofesionalesconningunodeellos.

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—Por lo que me ha contado hasta el momento entiendo que no teníarelación alguna con su padre. No obstante, quisiera preguntarle si conoció enalguna ocasión a algún amigo o colega de él, alguien a quien tuviera en granestima.

Eljovenseencogedehombrosaltiempoquereflexiona.—Cuandoestabaenprimerodebachillerato,papámellevabaavecespara

queconocieraasusamigosdelauniversidad.Undíamepresentóaunprofesordederecho,unhombremayorquemipadreconelqueestabaentusiasmado.«Esunaeminencia»,repetíaunayotravez.«Unaeminencia.»

—¿Norecordarásunombre,porcasualidad?—pregunto,conlaesperanzadeencontraralgunapista.

SolonRapsanisrebuscaensumemoria.Alpococontesta:—Sí,sellamabaKardasis...ManolisKardasis.—Gracias,señorRapsanis.Hasidodegranayuda.El jovendeducequenuestraconversaciónha terminadoyseponedepie.

Antesdellegaralapuerta,sinembargo,sedetieneysevuelve.—Nohabríavenidosiquieraparaelentierrosinomelohubierapedidola

tía Klió—dice—.Mi tía es la única persona de la familia por la que sientoafecto. Todo lo demás lo detesto, incluidomi nombre. Fue idea de mi padrellamarme Solon7, porque quería que estudiara derecho. En la escuela viví uninfiernoporculpadeestenombre,tantoenprimariacomoensecundaria.Undíale pedí a una chica de mi clase si quería salir conmigo y ella me contestó:«Solon, lo siento, pero con este nombre te vas a quedar solo». Tampoco enFranciame vamejor. Todosme llaman «Solón... Solón...».Amíme suena asaumon, que significa «salmón» en francés, y me pone de los nervios. ¿SeimaginaloqueesllamarteSolonyacabarsiendounvulgarsalmón?

Abrelapuertaysalesindespedirse.—Unmomento—lellamo,ysedetieneenelumbral—.Demesunúmero

deteléfono,porsinecesitohablarconusteddenuevo.Medadosnúmeros,unodeGreciayotrodeFrancia.Luegometiendela

mano.—Disculpe,nisiquieramehedespedido.Cuandohablodemifamiliaseme

nublalamente.EncuantosemarchaRapsanishijo,llamoaKula.—Necesito que busques información sobre un tal Manolis Kardasis,

profesordederecho.Esurgente.Medispongoa terminarelcruasányelcafé,queyaestá frío,cuandome

interrumpeAskalidis.—YaséquemehadichoquenopuedoiralaFacultaddeDerecho,perose

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mehaocurridootracosa—anuncia.—¿Cuál?—Darme una vuelta por los bares que frecuentan los estudiantes, desde

KesarianíhastaExarjia.Allínadiemevaapreguntarquiénsoy.Soyunclientemás. Hasta podría ir acompañado de un íntimo amigo mío. Me limitaría aescucharloquesedicedelasesinatodeRapsanis.Quizásaverigüealgoútil.

—Buenaidea,adelante.Tefelicitoporhaberlopensado.Perotencuidado.Noparticipesenlasconversaciones.Escuchaloquesediceyventeainformar.Elrestoescosadelequipo.

AAskalidis se le ilumina la cara y se va satisfecho.Nosmandaron a unlistillodePatrásqueharesultadoserlistodeverdad,medigo.Actoseguido,meentraladepre.Lapolicíaesunserviciopúblicocomotodoslosdemás.Nadieveconbuenosojosalosqueechanmanodeiniciativaspropiasparadestacarentreelrebaño.Askalidiscorreelriesgodequedarseestancado,comomehapasadoamí.Así que debo protegerle.Meveo convirtiéndome enGuikas y esto nomegustanada.

Pronto aparece Kula con información sobre Manolis Kardasis. Haencontradohasta su listadeobraspublicadas, quenome interesa en absoluto.Medaelteléfonodesudespacho,quelohaconseguidodelasecretaría.Nohanqueridofacilitarlesunúmerodemóvil.

Llamoenseguidayunavozmecontesta:—Kardasis.—Profesor,soyelcomisarioJaritos.Estamosinvestigandoelasesinatode

sucolegaKléarjosRapsanisymegustaríaverle,siesposible.Sigueunsilencio.—¿MeestállamandoaJefaturaparadeclarar?—preguntafríamente.—No. Solo quisiera hacerle algunas preguntas referentes a la vida

académicadelprofesorRapsanis.—¿Puedevenirustedamidespacho?—Porsupuesto.LaavenidaAlexandrasestá atascada, aunque la situaciónmejoraunpoco

en la calle Ippokratus. Dejo el Seat en el garaje deAsklipiú yme dirijo a laFacultad de Derecho. En la secretaríame indican dónde está el despacho delprofesorKardasis.

Es un hombre bajito que ya lleva seis décadas sobre las espaldas. No ledebedefaltarmuchoparajubilarse.Seponedepieymetiendelamano.

—Leescucho.¿Quédeseasaber?—preguntaencuantomesiento.—Nos han informado de que le unía una estrecha amistad con Kléarjos

Rapsanis, y pensamos que usted podría facilitarnos algunos datos que nos

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podríanresultarútiles.Élmemiraysonríe.—Soyhombre de derechoy respeto la confidencialidad, señor comisario.

Séqueustedno tiene la obligaciónde revelar sus fuentesde información.Noobstante, si no forma parte del secreto de sumario, por pura curiosidad megustaríasaberquiénlehadichoqueeraamigodeKléarjosRapsanis.

—Noesningúnsecreto.Noslohadichosuhijo.Elprofesormenealacabeza.—Suhijo...¿Quéhasidodeesepobrechico?—Segúnnoshacontado,estudióingenieríacivilyviveenLyon.—Menosmal—diceKardasis,yrepite—:Menosmal.—Enseguidamuda

el gesto y continúa hablando—: Pasemos al tema que nos ocupa. Yo no fuiamigodeKléarjosRapsanis,señorcomisario.Eraélquiendeseabamiamistad.—Alvermiextrañeza,prosigue—:Sinduda,sabedelapasióndeKléarjosporlacomida.

—Sí.Melohancontadosuhermana,sumédicoysuhijo.—Loqueme imaginoqueno lehancontadoesqueRapsanisnoerasolo

insaciableconlacomida.Loeraconlauniversidad,conlosdistintosprogramasyconlospresupuestosdestinadosalainvestigación.Loúnicoqueleinteresabaera su proyección personal. Su obesidad hacía evidente su bulimia trófica. Labulimia profesional no se detecta por señales externas. Esa solo la conoce sucírculoacadémico.

—¿Creequefueesoloquelecondujoalapolítica?—pregunto.Élseechaareír.—Veo que lo ha entendido. Fue únicamente eso. Mantenía estrechas

relacionesconelpartido,quemástardelediounpuestodediputado.Entrabaysalíadelosdespachosyapoyabaatodosloscandidatosqueproponíalalíneadelpartido.EnlaseleccionesarectorvotabaafavordelcandidatofavorecidoporelGobierno.

—Por lo que me cuenta, parece lógico que tuviera enemigos en launiversidad—deduzco.

Kardasismemiraconunasonrisacondescendiente.—Los tenía, pero si piensaque su elección comodiputadoy suposterior

ascensoaministroalimentaroneseodio,estáequivocado.—¿Porqué?Kardasiscontinúasonriendo.—Porque interrumpió sus vínculos con la universidad mientras era

ministro,yaquellosupusounalivioparasuscolegas,queempezarona recibirmás subvenciones destinadas a la investigación gracias a que ya no tenían a

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Rapsaniscerca.¿Porquéasesinarle,sihabíaengordadosutrozodelpasteldelafinanciación?—Semejanteargumentonosemehabíaocurrido.Kardasissedacuenta de que me parece plausible y continúa—: Es más probable que se loquitarandeenmediosusoponentespolíticos.Rapsanisllegóinesperadamentealapolíticayprivóaalgunosdelsillónministerial.Porlotanto,eralógicoqueloodiaran. Si quiere mi opinión, el comunicado podría interpretarse desde esteángulo.

—¿Quéquieredecir?—lepregunto.—Elasesinooasesinosleacusandehabertraicionadolafuncióndocente.

Denohaberlohecho,algúnpolíticodecarreraseríaministroahoraenlugardeundonnadiecomoRapsanis.

Esta interpretación parece cogida por los pelos. Al mismo tiempo, sinembargo, suena lógico que aquellos que se libraron de su presencia en launiversidad no tuvieran razones para matarlo. Él solito les había cedido suespacio.

La conversación conKardasis nome ha aportado nada nuevo, aunque elprofesormehaofrecidounposiblemóvilqueabrelapuertaaotrosescenarios,sobretodoenelterrenopolítico,quehastaelmomentonohabíaconsideradoenabsoluto.

Sinnadamásquepreguntarle,melevanto.—Tienemiteléfono—añade—.Sinecesitaalgomás,puedellamarme.Medetengodelantedelapuerta.—¿Cree que debería hablar con algún otro académico? —pregunto a

Kardasis.Élseencogedehombros.—Puedehacerlo,perolerecomiendoquenosehagamuchasilusiones.No

seengañe, somosungremioyen losgremiosnadiehablamalde suscolegas,especialmentecuandounodeelloshasidovíctimadeunamuerteviolenta.Yonosirvocomoejemplo.Mejubilodentrodeunañoyestomeconvierteenunaexcepción. —Calla y reflexiona un poco—. Claro que está Seféroglu. Es elprofesorquedirigiólatesisdoctoraldeKléarjos.Seféroglutambiénleayudóasalirelegido.Pordesgracia,haceañosqueseretiró.Estájubiladoynosédóndevive.Intentaréaveriguarloylellamaré.

Ledoylasgraciasdenuevoymemarcho.PorelcaminointentoidearunamaneradeacercarmealentornopolíticodeRapsanis.Noresultanadasencilloyse tiene que hacer con el visto bueno del ministro, o me juego el cuello. Sisolicitoelpermisodelministro,sinembargo,seráélquiendecidaconquiéneshedehablar,yesonomeconvieneenabsoluto.

SiSotirópulosestuvieravivo,meresultaríafácilencontraruncabodelque

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tirar: él los tenía todos en el bolsillo. Intento pensar en un periodista deconfianzaentrelosqueentranysalendemidespachotrascadaasesinato,peronomedecido.Elministrohapuestocotoanuestroscontactosconlosmediosdecomunicación,ysiseenteraradequeheestadohablandoconperiodistasasusespaldas, no solo cerraré el famoso resquicio, sinoque lo sellaré con cementoarmado.

Seféroglu esmi única esperanza.Mañanapediré aKulaque lo busque, aversidescubrimosdóndevive,encasodequesigavivo.LasoluciónintermediaesFenekidis,elquesehizocargodelasclasesdeRapsaniscuandoestesaltóalapolítica.AunquetambiénFenekidispertenecealgremioalquealudíaKardasis.

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AlabrirlapuertadecasameencuentroconAdrianívestida,emperifolladaylistaparasalir.

—¿Quépasa?—preguntosorprendido—.¿Quiénnoshainvitadoacenar?¿EsquehanvueltoyaMañayUlideAlemania?

—Se nos ha adelantado —responde mi mujer con un tono de vozmisterioso.

—¿Quién?—La troupe de las vacaciones. Arguiró nos ha invitado a cenar para

recordarlosbuenosmomentosdenuestrasaventuras.Vale, pasamos buenos momentos juntos durante las vacaciones, no lo

niego,ymerecenserrecordados.Peroyovengodeunareuniónconelministro,deunencuentroconRapsanishijoydeotroconelprofesordederecho.Estoyhechopapilla.

—¿Nopodríamosaplazarlo?Nopuedoconmialma.—¡Oh,vamos!SeguroqueArguirósehapasadoeldíaenlacocina.¿Qué

vaahacercontodalacomidaunamujersola?¿Noslaenvíaacasaenuntáper,olareparteentrelasoenegés?

Podríaquejarmeporquenomehapreguntadoantesdeaceptarlainvitación,perosécuántodeseamantenerelcontactoconlastresGraciasypongopuntoenboca.

ElotroproblemaesqueArguiróviveenMarusiyeltrayectoeslargo.SubootravezalSeatdemalagana,estavezconAdrianíamilado,yenfilolacalleMijalakopuluhastalaavenidaReinaSofía.Noencontramosdificultadeshastaeliniciode laavenidaKifisiás,pero,desdeallíhastaelhospitalde laCruzRoja,nosquedamosatrapadosenunembotellamientoquecontinúahastadejaratráselpasopeatonalsubterráneoylasalidahaciaJalandri.Porsuerte,apartirdeallíeltráficosedespejay llegamossinmásproblemasa laesquinaconMitropóleos.ArguiróviveenlacalleSpirosLúis.

KaliopiyTasíayaestánallíynosrecibenconbesosyabrazos.—Vamosalamesa,queseenfríalacena—diceArguiró.Comoentrantes,hapreparadojudíassecasconachicoriasilvestre,pulpoal

vinagrey truchaahumada.Antesdeempezara cenar abreunabotelladevinoblancoyllenanuestrascopas.Despuésalzalasuya.

—Brindo por la salud de todos, y para que nuestras vacaciones terminensiempreconamistadesyrecuerdostanbonitos.

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Todos alzamos nuestras copas deseando que el brindis se haga realidad.Empezamosacomercongranapetitoyyodevorolaachicoriasilvestre,unademisdebilidades.

MientrascenamoshablamosdeEpiro,delapensióndondenosalojamosydelosalemanesvoladores.

Terminadoslosentrantes,Arguirónossirveelplatoprincipal,queesmeroconverdurasyespecias.LasdosinvitadasymiesposasueltanexclamacionesdeadmiraciónmientrasyomealegrodequelacocinadeArguiróseadistintadelademimujer.Asíquedadescartadalacompetitividadculinariaentrelasdos.

Caigoconapetitosobreelmero,porquehacemuchoquenocomopescado.Adrianí raras veces lo cocina. Llegan a mis oídos palabras sueltas de laconversación,peromeheentregadohasta talpuntoaldeleiteculinarioquenoprestolamenoratención.Hastaque,enunmomentodado,pillolaindirectadeKaliopi:

—Parecequealcomisarionoleinteresanuestraconversación.Nadamásoír la frase,veo lamiradadescalificadoradeAdrianíymedoy

cuentadequedebobuscarunaexcusa.—Laculpaesdetucocina—digoaArguiró—.Estátodotansabrosoque

mehedejadollevarporelplacerdecomer.—Esverdad—afirmaTasía—.Aunquemetemo,amigoKostas,quetienes

otrosasuntoscabeza.—¿Quéasuntos?—preguntoextrañado.—Elasesinatodelprofesor.¿Cómosellamaba?¿Kapsanis?—Rapsanis.Esuncasocomplicado,ciertamente,aunqueparanadapensaba

enello.—¿NoseráuncasoparecidoaldeEdipo?—preguntaArguiró.—¿Dequién?—quieresaberAdrianí.—Edipo. Era el rey de Tebas en la Antigüedad, el quemató a Layo, su

padre.¿Noseráotrocasodeparricidio?Edipo me suena de algo, Layo no me suena de nada, pero, sobre todo,

detestohablarde loscasosquemeatormentancuandoestoy fueradeservicio.Sinembargo,meesfuerzopornorebasarloslímitesdelaamabilidad.

—Esoquedadescartado.ElhijodeRapsanisviveenFranciayestabaallícuandoasesinaronasupadre.NorecuerdoporquéEdipomatóasupadre,peroSolonRapsanisnoteníarazónalgunaparamataralsuyo.Suspadressehabíandivorciadoyelchiconohablabaconsupadredesdequeterminóelbachillerato.Al margen de eso, es imposible que le mandara una tarta envenenada desdeFrancia.

—Si quieres mi opinión, Kostas, le mató una mujer —dice Kaliopi en

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mediodelaconversación.Yo estoy disfrutando de la comida y me da absolutamente igual si a

Rapsanislematóunamujer,unhombreounahurídelparaíso.Mecontengo,noobstante,yfinjointerés.

—¿Porquélodices?—Porquelospesticidassonarmasdemujer.¿Nohabrácaídovíctimadeun

desengañoamoroso?—¿Estásentuscabales,Kaliopi?—intervieneTasía—.¿Teimaginasaese

paquidermo causando un desengaño amoroso? Además, hay otra cosa quedebería tenerse en cuenta.Lasmujeres suelenmeter el pesticida en la tartadeSanFanurio8.¿LemandaronacasounatartadeSanFanurio?—mepregunta.

—No,eraunatartanormal.—¡A ver! —estalla Adrianí—. Arguiró nos ha preparado una cena

deliciosa,hemosdisfrutadodecadabocado,¿yahoraqueremosdepostre tartadeSanFanurioenvenenada?Sitantoosgusta,venidacasayosprepararéuna.Tengounarecetabuenísima,exentadepesticidas.

—Adrianítienerazón—diceArguiró—.Voyabuscarelpostre.—Perdona,Kostas—sedisculpaTasía—.Peroesquesientodebilidadpor

lashistoriaspoliciacas.—PuesvenidunanocheacenaryKostasoscontará tantascomoqueráis.

Osprepararétilayluegomeesconderéenlacocina,porqueamínomegustanesascosas.

LastresestallanencarcajadasmientrasArguiróhacesuapariciónconunabandejadebaklavá.

—Lohehechoyomisma—anuncia—.Esperoqueosguste.—Paraquenotequedesconlapreocupaciónypuedasdisfrutardelpostre

—ledigoaTasía—,quesepasque,demomento,nohahabidoningúnavanceenlasinvestigaciones.

—Gracias,Kostas.Ahorayapuedosaborearelbaklavá.VeoqueAdrianísesantigua,comohacecuandoestáasolasconmigopara

mostrarquesehaquedadoatónitaconmisnoticias.Elbaklavá,encualquiercaso,estábuenísimoynos lanzamos todossobre

nuestrosplatos.Terminada la cena, el estómago me pesa una tonelada. Espero treinta

minutosparaguardarlasapariencias,y,después,conlaexcusadequemetengoquelevantarmuytemprano,Adrianíyyonosmarchamostraslosabrazosylasdespedidasderigor.

—¿QuémoscalehabrápicadoaTasíaconesodequeleinteresantantoloscrímenes?—mepreguntamimujeryaenelcoche.

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—Ellahacelomismoquetú—lecontesto.—¿Aquéterefieres?—Aque se apalanca delante del televisor para ver series policiacas.Y si

tienelasuertedequeselepresentauncrimendeverdadjuntoconelpolicíaqueloinvestiga,lacuriosidadessuperiorasusfuerzas.Prefiere...,¿cómolollamanahora?...,ellive.ElasesinatodeRapsanisyelcomisarioJaritosinvestigandosoncomounrealityshow.

—Yo el reality show ya lo tengo en casa, pero no veo series policiacas.Prefiero las telenovelas románticasy las familiares.Tampocome interesan tuscasos,pormuylivequesean,comolosllamascontantoorgullo.

Llegamosacasay, antesdeacostarme,me tomosalde frutasporque, talcomotengoelestómago,mevaacostarconciliarelsueño.

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Sigo con la barriga hinchadaymepesa comounapiedra, así quedecidoprescindirdelcruasánylimitarmeauncaféparadesayunar.

Encuantomeasomoalpasillometopoconeltropeldereporterosquemeestánesperando.Mereprimoparanoestallarencarcajadasderegocijo.

—Habéisvenidoenvano—anuncio.—Nonosdigaquenotieneningunanoticiasobreelasesinatodelministro.—La oficina de prensa del Ministerio del Interior se hace cargo de los

comunicadossobrelamuertedeKléarjosRapsanis.—¿Yeso?¿Acasoelministerioseencargadeinvestigarelcaso?¡Nuestro

ministrotienedotesdesabuesoynosotrossinsaberlo!—replicaunaperiodistaenclenqueconironía.

—Nosotros investigamos y la oficina de prensa emite los comunicados.Estassonlasórdenesdelministro.

—No puede ser, algo tendrá que decirnos también usted—interviene labajitaconlasmediasrosa.

—Que habléis con el señor Rodópulos, el encargado de prensa delministerio.

Aprovechoeldesconciertogeneralparaentrarenmidespacho.LoprimeroqueveoesunanotaavisándomedequeKarambetsoshapreguntadopormí,ylellamoenseguida.

—¿Podemoshablar?—mepreguntaél.—Claro.—Voyahoramismo.Aviso también a Dervísoglu, ya que estuvo en la Brigada Antiterrorista

antesdelallegadadeKarambetsosypodríaresultarnosútil.Karambetsos irrumpe enmi despacho comunicado enmano.Al ver ami

ayudante,lesaludaconungestodelacabeza.—¿Asíquetúereselqueselaspiróantesdeasumiryoelmando?—seríe.—Yomismo—respondeDervísogluconunasonrisa.AhíterminalaconversaciónadosyKarambetsoscentrasuatenciónenmí.—Este comunicado no lo escribió ningún terrorista —asevera

categóricamente.—¿Porquéestástanseguro?—Porque carece de sesgo ideológico. No hay comunicado terrorista sin

declaracionesnimoralejasideológicas.Aunqueanosotrosnosparezcaridículo,

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para los terroristas fundamentar sus actos ideológicamente es una cuestión dehonor.

—Ytúcreesqueestecomunicadocarecedeello.—Esoes.Dicealgosobrelatraicióndelsagradocometidodeunmaestro,

sobreelabandonodeladocenciaentiemposdifíciles,perotodoestoseacercamásaunpredicadoreligiosoqueaunmanifiestoterrorista.

—¿Tú qué crees, Fotis?—pregunto a Dervísoglu—. Aquí puedes hablarcontotallibertad,estásenotrodepartamento.

—El comisarioKarambetsos tiene razón, aunqueme parece que hay otrainterpretaciónposible.

—¿Cuál es? Ilústranos y veremos—dice Karambetsos en tono un tantodespectivo.

—Los comunicados terroristas se refieren a crímenes cuyo autor no teníadiferenciaseconómicasnipersonalescon lavíctima.Elcrimensecometeparaenviarunmensaje.Nomemalinterpreten.NopretendodecirqueelasesinatodeRapsanis fue un acto terrorista. Solo digo que el comunicado, tal como estáredactado,tienecomoobjetivoaterrorizar.

—¿Quéhacemosentonces?—MepreguntaKarambetsos.Esevidentequepasa de Dervísoglu y solicita instrucciones directamente de su superiorprovisionalyatípico.

—Creo que todos coincidimos en un punto.Aunque no nos encontremosfrente a una organización terrorista de las de siempre, los autores igualmentepretenden aterrorizar, como dice Fotis. Nadie nos garantiza que mañana novayamos a encontrar una segunda víctima. Lo único que podemos hacer esmantener los ojos y los oídosbien abiertos, tantovosotros en laAntiterroristacomonosotrosenHomicidios.

—Deacuerdo—diceKarambetsos,yseponedepie.Echaaandarhacialapuertaperoselopiensamejor.

—¿Hacemosuntrueque?—mepregunta.—¿Quétipodetrueque?—Túmedasaestedeaquíyyotedoyaunodelosmíos.Sale del despacho sin esperar respuesta. La cara deDervísoglu tiene una

sonrisadeorejaaoreja.—Tefelicito—ledigo—.Muybuenrazonamiento.Medalasgraciasyseva.Parecequeelbaklavádeanochenofueelúnico

dulcecapazdealegrarme,puessaberquemehantocadoensuertedosayudanteseficientestambiénesunverdaderoplacer.

De repente, con lamiel todavía en los labios, semepasauna ideapor lacabeza. «Esto te sucede, Jaritos, porque en vez de limitarte a hacer tu trabajo

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pierdeseltiempoenreunionesconministrosysussecuaces»,medigo.EnseguidallamoporteléfonoaDimitríu.—¿Tomasteis fotografías de la tarta que envenenó a Rapsanis? —le

pregunto.—Porsupuesto.Talcomolaencontramosdentrodelaneverayluegootra

vezenellaboratorio.—¿Puedesenviarmeunacopiadigitaldelamásnítida?—Enseguidaselaenvío.Cuelgoelteléfonoyvoydirectoaldespachodemisayudantes.—DimitríunosvaaenviarunafotodelatartaqueenvenenóaRapsanis.En

cuanto llegue,quieroque recorráis todas laspastelerías,porsiaveriguamosencuáldeellascomprólatartaelasesino.Iréislostreshombres.Kulasequeda,porsilanecesito.

Vuelvo a mi despacho, me siento en la silla y respiro profundamente.Menosmalqueheactuadoatiempo,delocontrariosenosabriríatalagujeroenlainvestigaciónquenohabríamaneradetaparlo.Aunasí,mecuestaperdonarmeamímismopormitorpeza.

Afortunadamente,Kulainterrumpemiautocrítica,comodiríaZisis.—Havenidounprofesorquequierehablarconusted.—¿Hadichocómosellama?—Sí,Fenekidisoalgoparecido.Recuerdo de inmediato que es quien sustituyó aRapsanis cuando dejó la

universidadparadedicarsealapolítica.—Dilequepase.Fenekidis es mucho más joven que Rapsanis y que Kardasis. Debe de

rondarloscuarentaycinco,esaltoynoluceperilla,sinoquevabienafeitado,algo que desentona bastante hoy en día. Lleva traje sin corbata. En esto, almenos,vaacordeconlamoda.

—Buenosdías,señorcomisario.SoyMariosFenekidis—sepresenta.—ElseñorKardasismedijoquefueustedelprofesorquesehizocargode

lasclasesdeKléarjosRapsanis—ledigo.—Ya lo sé. El profesor ha tenido la amabilidad de ponerme al día. He

pensado que tarde o temprano usted querría hablar conmigo, y he preferidopresentarmevoluntariamente.

—¿Porqué?¿Creequetienealgourgenteosignificativoquecomunicarme?Elhombrenorespondeenseguida,noestásegurodecómoempezar.—Al profesorKardasis le falta poco para jubilarse, señor comisario.Yo,

por el contrario, tengo años de docencia por delante. No causaría buenaimpresiónsimevieranhablarconlapolicíadentrodelrecintouniversitario,ni

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siquieraenlosalrededores.Nomerefieroamiscolegas,sinoaciertosgruposdeestudiantes. Por eso he preferido venir a verle, para que parezca que me hallamadousted.

No hace falta ser un genio para entender a qué grupos de estudiantes serefiere.

—Tienerazón,queríahablarconustedymealegrodequehayavenido—lecontesto—.LasopinionesquehemosrecabadosobreKléarjosRapsanis,tantodesu familia como de sus allegados, son muy contradictorias. Usted estaba encontactoconéladiario.Megustaríaconocersuopinión.

—Él mismo era un nido de contradicciones, porque todo se le hacíapequeño—mediceFenekidis.

—¿Por suobesidad?—pregunto,puestoque loprimeroquemencionaronsusfamiliaresyamigosfuesubulimia.

—Porsuambición,señorcomisario—respondeFenekidis,confirmandoasílaspalabrasdeKardasis—.Nohabía lugar lobastantegrandeparacontener laambición de Kléarjos Rapsanis. A los demás profesores nos basta con lainvestigación y la enseñanza, pero para Kléarjos no eran suficientes. Launiversidad se le quedaba demasiado pequeña para sus ambiciones. —Reflexionaunmomentoysuspira—.Esuna lástima,porqueeraunacadémicoexcelenteensumateria.Susclasesestabansiemprellenas.Aél,sinembargo,nole interesaba la función docente, sino su proyección personal. Cedía losprogramas de investigación a su equipo.Amí también, para serle sincero. ÉldedicabasutiempoysusconocimientosaFacebook,aTwitteryalosartículosqueescribíapara laprensa, porqueestaba convencidodeque esa era lamejormaneradepromocionarse.

—¿Creequeesolecreóenemistadesyantipatíasensuámbitoprofesional?—Sí, aunqueélnoeraelúnico.Sonmuchos losquedesean la seguridad

que ofrece un puesto en la universidad, pero que luego se dedican a otrasocupacionesparaalcanzarlafama.Lamáscomúndetodaseslapolítica,yaesoprecisamentesededicóKléarjos.

—¿Sabesisolíatenerdesacuerdosodesavenenciasconsuscolegas?—No, era un hombre discreto. Solo una vez... —Hace una pausa para

ordenar sus pensamientos—. Lo recuerdo porque me impresionó. Fue justodespuésdeserelegidodiputado.Entréensudespachomientrasélhablabaporteléfonoenuntonoqueleeradeltodoajeno.«¡Déjameenpaz, tía, joder!¿Tecreesconderechoadarmeconsejosporqueunavezcruzamosdospalabras?»,oíqueledecíaaalguien,ydespuéslecolgó.Meacuerdoporquemesorprendiósuactitud.Nuncalehabíaoídohablarasí.

—¿Recuerdasimencionóelnombredesuinterlocutora?

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—No. En cuanto colgó el teléfono empezó a hablar del tema que nosconcerníasindarningunaexplicación.

Puede ser un dato importante y puede que no. Vete a saber después detantosaños.

—¿Lehablóalgunavezdepersonalidadespolíticasquefueran,ono,desuagrado?

Fenekidisreflexiona.—A quien mencionaba a menudo y con mucha simpatía era a Yannis

Anagnostidis, asesor del primerministro.Y el que le caía sumamentemal eraDionisisSjinás,diputadodelaoposición.

—¿Cree que su asesino podría pertenecer al entorno universitario? —preguntoconmuchotacto.

—Descartoporcompletoquehayasidootroprofesor—contestaFenekidiscategóricamente—.Quehayasidoalgúnestudiantefrustrado,queleodiabaporalguna razón...,me parece exagerado, pero no puedo descartarlo.—Hace unapausaymemira—:Siquieremiopinión,élselobuscó,señorcomisario.

—¿Aquéserefiere?—Aque sequitabadeenmedio sin contemplaciones a cualquieraque se

interpusieraenelcaminodesusambiciones.Hastaquealguiennoaguantómásy lomató.Elvenenoes típicode loscrímenespasionales,usted losabemejorqueyo.Encuantoalcomunicado,creoqueesunacortinadehumoparadesviarlainvestigaciónpolicial.

Tal vez tenga razón. Las explicaciones sencillas a menudo son las másconvincentes.Notengonadamásquepreguntaryleagradezcolavisita.

En cuanto se marcha, telefoneo a Velidis y le pido que investigue lascuentasdeFacebookydeTwitterdeRapsanis.

—Sobre todo,me interesan las personas con las que se comunicaba—leexplico—. Si encuentra alguna discusión o desavenencia con alguien enconcreto,quieroquemeinformedeinmediato.

—Mehasalegradoeldía,Kostas—diceVelidis,ymecuelgaelteléfono.PreguntoaKulasihalocalizadoladirecciónoelteléfonodeSeféroglu.—Hay un artículo sobre él en Wikipedia, pero no constan ni sus datos

personalesnidecontacto.—Sigue buscando ymira si tiene cuenta en Facebook o en Twitter—le

digo.—Yalohemirado,peronada—respondeella.Lo lógico sería interrogar a los dos políticos cuyos nombres me ha

facilitadoFenekidis,peronomeatrevoaprocedersinelvistobuenopreviodelministro.EstoyapuntodellamaralsubcomandantecuandoentraDervísogluen

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midespacho.—Askalidis yDermitzakis siguen buscando, pero yo he encontrado a un

pasteleroalquepreferiríaqueinterrogaraustedmismo.—¿Dóndeestá?—pregunto.—Lehellevadoalasaladeinterrogatorios.—Vamosparaallá.Sentadoenunasillahayuncincuentónquevisteunmonoblancoconuna

tazadecafédelante.—Yorgos,dilealcomisarioloquemedijisteamíenlapastelería.Elpasteleromemiraymedicecontonoterminante:—Estatartanoesdepastelería,escasera.Medejaatónito,ydoylasgraciasporhabertenido,aunquetarde,laideade

mandaramisayudantesarecorrerlaspasteleríasdelaciudad.—¿Cómolosabe?—lepregunto.ElpastelerosevuelvehaciaDervísoglu.—Sacalafoto.Askalidissacalafotodesubolsilloyladejaencimadelamesa,delantede

él.Elpastelerolagiraparaqueyopuedaverlamejor.—Comisario,mirelacoberturadenata,estotalmentedesigual.Ymirelas

fresas,losespaciosentreellasnosonuniformes.Ylabaseesdesupermercado.Vayaacualquierpasteleríayveráquelastartasdeingredientessimilarestienentodaselmismoaspecto.Estaescasera.

LedoylasgraciasylepidoaAskalidisqueletomelosdatos.Vuelvoamidespachoinmersoenmúltiplespensamientos.Alguienpreparó

latartaensucasa,lacargódepesticidaylamandócomoobsequioaRapsanis.¿SeríalamujerdelallamadatelefónicadelaquemehahabladoFenekidis?Esposible, pero a ver quién es el guapo que encuentra cabos sueltos después detantotiempo.Ahoraelcasosecomplica todavíamás,porqueelquepreparólatarta seguro que compró los ingredientes en tiendas distintas, para borrar sushuellas.

Llamo por teléfono al subcomandante para ponerle al corriente de losacontecimientos.Comodecostumbre,élescuchasininterrumpirme.

—Todoestoesmuydesagradable—concluye.—Losé.Cabelaposibilidaddequelatartalaprepararalamismajovenque

después la entregó en casa de Rapsanis. Con el casco demotorista y la ropaunisex, sabía que nos resultaría imposible identificarla. Estamos buscando aciegas y esto dificulta la investigación. En todo caso, me gustaría hablar conalgunospolíticos.

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—Damesusnombres.Ledoyeldelasesordelprimerministroyeldeldiputadodelaoposición,y

elsubcomandantemeaseguraquemecontestarácuantoantes.Enotrasépocas,en los tiempos de Guikas, habría ido a interrogarles sin pedir el permiso denadie. Pero tal como están las cosas, cumplo escrupulosamente con todas lasformalidades.Comotengomiedodecerrarelresquiciodelapuerta,hemetidoelescarabajoenuntarrodevidrio.Aunquetambiénpodríaserporqueaúnrecuerdoel calvario que pasé con el subcomandante anterior y prefiero cubrirme lasespaldas.

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Dermitzakis y Askalidis me informan de que ninguna pastelería hareconocidolatartacomopropia,ydequetodasaseguran,aunqueseadeformaindirecta,quedebiódeserdeconfeccióncasera.

—Si nome necesita, voy a darme un paseo por las cafeterías—me diceAskalidis.

Dermitzakisseloquedamirandoconacritud.—¿Desde cuándo salimos a tomar café en horario de servicio? —exige

saber.—Pregúntalealseñorcomisario—contestaAskalidis.Le doy luz verde e informo a Dermitzakis de la conversación que había

tenido con su compañero de trabajo sobre los bares que frecuentan losestudiantes.

Dermitzakismeescuchaconcaradedisgusto.—¿Ynodeberíasaberloyo?—preguntaalfinal.—Deberías estar al tanto, tienes razón.Semehaolvidado informartepor

culpadelasdichosasreuniones.Laculpaesmía.Sevademidespachocontentodehabervistoreconocidassusrazones.Me

contengo para no recordarle que, en nuestra primera conversación, me habíadicho que Askalidis no le parecía ningún genio, cosa que había quedadodesmentida.

EncuantoterminoconDermitzakis,letocaelturnoaVelidis.—Casi todo lo que hemos encontrado en Facebook son conversaciones,

consejos y respuestas a las preguntas de sus alumnos—me informa él—. EnTwitter,sinembargo,hemosencontradounconstantecrucedemensajesconuntalSjinás.Segúnparece,Rapsanisteníagravesdesacuerdospolíticosconél.Siquieres,venaecharunvistazoymeindicasloquetepuedaresultarútil,porquehaymuchomaterial.

Cuandoacudoasudespacho,meloencuentrosentadoantesuordenador.—Aquíestátodo—medice,ymecedesuasiento.ElchoqueentreRapsanisySjináspodríacalificarsedefrontal.Meremonto

al inicio de la discusión y descubro que lo que había empezado como unaconversaciónmuyamableacabósiendocasiunintercambiodeinsultos.Enunodelostuits,SjinásledecíaaRapsanis:«Hasentradoenpolítica.Hascumplidolailusión de tu vida. Pero pronto dejarán de llamarte Rapsanis para llamarteEngañanis.Porquevosotrossolosabéisengañaralagente».

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YRapsanis lecontestó:«¿Yquéhasestadohaciendo túenelParlamentotodosesosaños,Sjinás?Empezastecomoundiputadomediocreysiguessiendoun diputado mediocre. Votas siempre a quien te mandan y aplaudes lasintervenciones de tu líder. Esto es el Parlamento para ti: una función teatral,dondealfinalelespectadoraplaudealactorprotagonista».

Enotrointercambiodetuits,anterioraestey,talvezporeso,másamable,Sjinásdecía:«Sidabaslasclasesenlauniversidadconlamismamentalidadconlaqueactúasenpolítica,losientoportusalumnos».

Demomento,lostuitsqueheleídohastaahoramebastan.—EnvíaselosaKulaparaquelosimprima—digoaVelidis—.Envíaselos

también al subcomandante, aunque solodesde elmomento enque empiezan aseragresivos.Leerelrestoseríaunapérdidadetiempo.

—Ha llamado Stela—anuncia Kula en cuanto entro en mi despacho—.Guikasquiereverle.

Ahora que se ha jubilado, ya no le llaman «señor director», ni siquiera«señorGuikas».Ahoraes«Guikas»asecas.

SuboalaquintaplantaymeencuentroaStelaconlágrimasenlosojos.—Quiere despedirse de usted —me dice, y se muerde el labio para no

estallarensollozos.Guikasestádepiejuntoalamesadereuniones.Sudespachopareceunpiso

vacíoenesperadequepaselamujerdelalimpiezaantesdelallegadadelnuevoinquilino.Encimade lamesahayunabandejaconunabotelladeCoca-Colaydosdezumo,unodenaranjayotrodelimón.Asulado,trescajasdepasteleríaconpastasdulcesysaladasytrufasdechocolate,respectivamente.

—Yamehedespedidodelosdemás—dicemientrassemeacerca—.Tehedejadoenúltimolugar,porquemirelacióncontigoesdistinta.

Derepente,meabrazaymeestrechacontrasí.—Te echaré de menos, Kostas. Te echaré mucho de menos—murmura

emocionado.—Yo también le echaré de menos—mascullo, tratando de contener las

lágrimas.Nossoltamosynossentamosenlassillas.—Tómatealgoamododedespedida—meinvita.NomegustanlaCoca-Colaniloszumos,peromesirvounpocodezumo

denaranja.Guikasalzasuvasoybrindamos.—Venga,anuestrasalud—dice—.Lavidacontinúaparalosdos.—Hace

unapausa antes de proseguir—:El comandante quería organizar una fiesta dedespedida, pero me negué. Lo último que quiero es verlos desfilar a todosdelantedemíparaexpresar lomuchoquemeecharándemenos.Sémuybien

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quetodosestáncontentosdedeshacersedemí.Yyotampocoquierotenerquedecir lo bien que lo he pasado con ellos, cuando algunos no hacíanmás quesacarme de mis casillas. No me hace falta una fiesta hipócrita de despedida.Prefierodespedirmedetiydealgunoscolegasmásconlosquehecompartidoexperiencias,yretirarmesinhacerruido.

Tras tantos años de relación entre superior y subordinado, de prontodescubroalserhumanoquesellamaGuikas.¿Dóndesehabíametidotodoestetiempo?O,parasermásexacto,¿dóndeestabaescondido?

—Seguiremosencontacto,¿deacuerdo?—mepregunta.—Porsupuesto.Quedaremosparatomaruncaféyponernosaldía.Siempre

quenohayasalidoapescar—concluyoentonodebromapararelajarunpocoelambiente.

—Quieropedirtealgomás.—Dígame.—¿Puedes encontrar una solución para Stela? Está deprimida porque no

sabe adónde van a trasladarla. Esta mañana ha ido a encender una vela a laVirgenparaquenoletoqueunmaldestino.

—Meocuparédeltema—lecontesto,ynosponemosdepie.Nosdamosotroabrazoymevoy.FuerameencuentroaStelahundidaenla

desesperación.—Notepongasasí.Encontraremosunasolución—ledigo,yellamemira

sindecirnada.Encuantoentroenmidespachollamoporteléfonoalsubcomandante.—YatengolostuitsentreRapsanisyesediputado,peronopiensodárselos

al ministro —me dice—. Si los lee, podría asustarse y no autorizar lasconversaciones.

—Yosoloselosheenviadoparaquelosleaustedysehagaunaideadelasituación. No tiene por qué leerlos el ministro. ¿Puedo pedirle un favor? —preguntotrasunabrevepausa.

—Dependedeloquequierapedirme—seríeelsubcomandante.—LeruegoquenotrasladetodavíaalasecretariadelseñorGuikas.Quese

quede en Jefatura, como una especie de coordinadora entre Homicidios y losdemásdepartamentos.Sisehacecargounodelosmíos,perderéalmenosmediocolaborador,y, en estosmomentos, estamos faltosdepersonal, comoustedyasabe.

—Ningún problema. Que siga en su puesto provisionalmente y yarevisaremoselcasocuandoseaclarenlascosas.

Se inicia un compás de espera, porque debo aguardar, por un lado, elresultadodelaconversacióndelsubcomandanteconelministro,y,porelotro,

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losfrutosdelaspesquisasdeAskalidisenlosbares,aversihapescadoalgo.Lainacciónmeponedelosnervios,asíquellamoaStelaporteléfonoyle

pido que pase por mi despacho. La joven se sienta frente a mí en silencio,convencidadequeestáapuntoderecibirsusentenciacondenatoria,esdecir,elanunciodesutrasladoaundestinodesconocido.

—No pongas esa cara de funeral—le digo—.Demomento, seguirás enJefatura y te encargarás de coordinar las reuniones entre los diferentesdepartamentosde laDireccióndeSeguridad.YonosoyelnuevoGuikasenellugardelviejoGuikas,y túnoserásmisecretaria.Cumplirás las funcionesdecoordinadora. Las reuniones tendrán lugar, como siempre, en el despacho deGuikas,quealnoestarocupadonosvaa ir lamardebien.Enmiausencia, tecomunicarásconKula.Ahorabien,simañanadecidenreorganizarlaDireccióndeSeguridad,estonosoloteafectaráati,sinotambiénamíyatodoslosdemás.Demomento,sinembargo,estonoestáprevisto.

Sucaraseiluminaysucuerposeenderezaenlasilla,comosilehubieranquitadounpesodeencima.

—No sé cómo agradecérselo, señor comisario —dice con alivio—. Deverasquenolosé.

—Nome loagradezcasamí, sinoal subcomandante.Ladecisiónhasidosuya.—YatengoaunaKulaagradecidaeneldepartamento,nonecesitoaotra—.Vuelveatudespachoytranquilízate—concluyo.

Parece que la inacción sabe que nome cae bien, porque, nadamás salirStelademidespacho,apareceAskalidisporvíatelefónica.

—Señorcomisario,hetenidosuerteyheencontradoaunviejoalumnodeRapsanisqueestáhaciendosudoctoradoenAlemania.AceptahablarconusteddeRapsanis,peronoquiereiraJefatura.

—Ningún problema.Llévale a la cafetería que hay al final de la avenidaAlexandras.

—Bien.Estaremosallíendiezminutos.InformoaKulayaSteladeque,sillamaelsubcomandante,lediganquehe

salidopormotivosdetrabajo.LlegoalacafeteríaantesqueAskalidisypidouncafé.

AlpocoapareceAskalidisacompañadodeunjovenconperilla.—Le presento a Fedon Neófitos, señor comisario. Fedon fue alumno de

KléarjosRapsanisyahoraestáhaciendosudoctoradoenAlemania.—Teagradezcoquehayasaceptadocolaborar—ledigoaNeófitos.Eljovenseencogedehombros.—Lo consideromi debermoral. Se lo debo a él—responde, y añade—:

Aunque,apartirdeciertomomento,yanoselomerecía.

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—¿Porquéno?¿Quétehacepensarqueyanoselomerecía?—Ladecepción—contestaélsinvacilar—.Rapsaniseraungranprofesor.

Durantetodoslosañosquefuialumnosuyo,ydespués,cuandohicemitrabajofin de máster bajo su supervisión, jamás tuve motivos de queja. Después delmásterdecidíhacereldoctorado,tambiénbajoladireccióndeRapsanis.Pero,depronto,pasadountrimestre,todocambió.

—¿Porqué?—preguntaAskalidis.—Porquese lecontagióelvirusde lapolítica.Loabandonótodo, lepasó

susclasesaFenekidis,queerasuayudante,yempezóa frecuentar la sededelpartido,aasistiralasconcentracionesyaescribirartículos.Cadavezqueteníadificultades con el doctorado, yo le buscaba, y cuando por fin lograbalocalizarlo, él trataba de escabullirse. Aquello me decepcionó mucho, lo dejétodoymefuiaMaguncia.

—¿A qué crees que se debió aquel cambio tan repentino?—pregunto aNeófitos.

—Hedicho que fue repentino, pero no es cierto—se corrige el joven—.Todoempezóconunviejo alumnoque tambiénhabíahechoel doctoradoconRapsanis.Cuandoterminó,seapoltronóenunpuestodelpartido.Simepreguntade qué le servía el doctorado para ese puesto, le responderé que no lo sé.Rapsanis mantenía relaciones de amistad con él, y fue ese alumno quien leconvenciódequesemetieraenpolítica.Elexalumnoesahoraasesordelprimerministro. Quizá supiera cuál iba a ser su destino y por eso necesitaba eldoctorado—mecuentaNeófitos,yseechaareír.

Demodoqueeseeselasesordelprimerministroaquienquieroentrevistar.Ahora que conozco su relación con Kléarjos Rapsanis, me da absolutamenteigualquemeautoricenlaentrevistaono.YaséqueloúnicoquevoyaoírsonelogiosymáselogiosdeRapsanis.

—Le diré dos cosas más, señor comisario, para que sepa cuál es miposición.Laprimera:notengoningúninconvenienteenquealguienabandonelavida académica para hacer carrera política.Basta con que se dé de baja de launiversidadysedediquealapolítica,puestoqueestaactividadleatraemás.Pordesgracia,Rapsanisyotrosmuchosqueentranenpolíticaconservansupuestoen la universidad, por si acaso, y terminada su carrera política, vuelven a ladocencia.LasegundacosaesqueenMagunciadescubríquésignificaestarenunauniversidaddeverdad.Elprofesorquemesupervisaseencuentradisponiblelas veinticuatro horas del día. Le daré un ejemplo. En unmomento dadomeencallé en el trabajo. Quería comentar el problema conmi profesor, peromedaba corte molestarle, porque aquí no se tiene costumbre de hacer algo así.Cuando en una de nuestras reuniones programadas le conté el problema, me

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echóunabronca. «¿Porquénoviniste avermeome llamastepor teléfono encuanto topaste con esta dificultad?», exigió saber. «No quería molestarle, yesperéhasta eldíadenuestra reunión», le contesté.«Estoyaquípara ayudartecontusproblemasenelmomentomismoenquedeseescomentarlosconmigo.»Melodijoenuntonoquenoadmitíaobjeciones.

—¿CoincidisteenlafacultadconuntalSeféroglu?—¿Yannis Seféroglu? Era una leyenda en la facultad. El profesor que

siempreestuvodelladodesusalumnos.Imagínese:cuandolauniversidadtuvoproblemas de financiación y no podía convocar nuevas plazas de docentes,Seféroglu,queyaestabaretirado, ibaadarclasescomoprofesoremérito,paraquelosalumnospudieranseguirestudiando.

—¿Dóndeestáahora?—pregunto,conlaesperanzadeaclarareltema.—Tiene cáncer. Tuvo que someterse a terapias y se vio obligado a

abandonarlasclases.Nosédóndeestá.Estoexplicaporquénohemospodido localizarlo.El sonidodemimóvil

interrumpeenesemomentonuestraconversación.—DionisisSjináspodrárecibirleensudespachodentrodemediahora—

suenalavozdelsubcomandante—.LuegoestaráocupadoymañanahaysesiónenelParlamento.

—¿Dóndeestásudespacho?—EnelnúmerotreintaydosdelacalleYpsilandu,plantabaja.—Voyahoramismo.MelevantoytiendolamanoaNeófitos.—Perdona,peroeldeberme llama.Teagradezco la informaciónquenos

hasfacilitado.VuelvoapasoligeroaJefaturaparacogerelSeat.

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CaminodeYpsilandu,intentoponerenordenmispensamientosaltiempoquerepasotodalainformaciónquehemospodidorecabarhastaelmomento.

LavidafamiliardeRapsanissehabíadeshechomuchoantesdesudivorcio.Enesocoincidenlasopinionesdesuhermanaytambiéndesuhijo.Tantoenmicarreraprofesionalcomoenmividapersonal,pocasvecesmehabíatopadoconunhijoquedetestaratantoasusprogenitorescomoSolonRapsanisalossuyos.

Noobstante,noparecequeelasesinatodeRapsanisguarderelaciónconsusdesavenenciasfamiliares.TantolaexmujercomoelhijovivenenFranciadesdehacetiempo.MeresultaaltamenteimprobablequevinieranaGreciacincoañosdespués, comomínimo, de la ruptura de la familia para asesinar al padre o alexmarido.Podemosregistrarlaslistasdepasajerosdelaslíneasaéreas,aunqueestoyconvencidodequenoencontraremosnadadeinterés.Además,ladistanciaenfría las pasiones. Comome dijo el hijo de Rapsanis, él y sumadre habíanempezadounanuevavida.Silamujerhubieratenidolaintencióndematarasuex,lohabríahechotiempoatrás.

Quedan loscírculosuniversitarios.Tambiénaquícoincidendosopinionesdistintas, la de Fenekidis y la de Neófitos. Ambos ratifican que Rapsanis eramuy bueno en su labor docente. También coinciden en su decepción porqueabandonósucarrerauniversitariayasusalumnosparadedicarsealapolítica.Yaunque la decepción es un sentimiento muy afín a las ideas de traición y devenganza,aquí tambiénexistensólidosargumentosencontra.Neófitos lodejótodo y se fue a Maguncia. Él mismo afirma que está muy satisfecho con elcambio,asípues,¿porquérazónquerríaasesinaraRapsanis?Fenekidis,porsuparte, pormucho que se declare decepcionado, se benefició de la ausencia deRapsanis,ygraciasaellainiciósuascensoenelescalafónuniversitario.Porlotanto,éltampocoteníamotivosparaasesinarlo.

También existe una versión contraria, la de Manolis Kardasis, que noparecíatenerengranestimalalabordocentedeRapsanis.Ensusdeclaracionespusomásénfasisen lasmaquinacionesde sucolegayen lasantipatíasque sehabíaganadodentrode laFacultaddeDerecho.Estepodríaserelmóvildesuasesinato, aunque aKardasis le parezca poco probable.Almismo tiempo, sinembargo,me cuestamucho imaginar a un colega deRapsanis preparando unatartaenvenenadaparamatarlo.

Inmerso en estas reflexiones llego sin darme cuenta a la calleYpsilandu.Llamo al timbre del número 32, junto al que reza: DIONISIS SJINÁS -

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DIPUTADO.Abrelapuertaunacincuentonaenfundadaenunmodelitodecolornaranja.Mepresentoy,sinmásdilación,meconducealdespachodeSjinás.

DionisisSjinásparece tener lamismaedadqueRapsanis, pero, aparte deeso, los dos hombres no tienen nada en común. En contraste con el enormevolumen corporal de Rapsanis, Sjinás es, desde este punto de vista, lo quellamaríamos«uncanijo».Esbajito,menudoyvavestidocontrajeycorbatademarca,comosiquisieracompensarsuaspectoinsignificanteconelpreciodesuropa.

Seponedepieymetiendelamanoaltiempoquemeinvitaasentarmeenunsillónderespaldobajofrenteasuescritorio.

—El ministro me ha pedido que le reciba y hable con usted, señorcomisario —empieza a explicarme—. Sinceramente, no sé cómo puedocontribuir al esclarecimientodel asesinatodeKléarjosRapsanis, aunquenohequerido oponerme al deseo del ministro. Tal vez porque me gustaríacontrarrestarlaagresividaddemisintervencionesdentrodelParlamentoconunabuenadisposiciónacolaborarfueradelhemiciclo.

—Queríahablar conustedporquedispongode información según la cualustedconocíaaKléarjosRapsanis.

Eldiputadomeinterrumpeantesdequepuedacontinuar.—Cuandodicequenosconocíamos,¿sabeacuándoseremontamirelación

conKléarjos?Mepilladesprevenidoymeveoobligadoareconocerquenolosé.—Anuestrosañosdeestudiantes—aclaraél—.Entramosenlauniversidad

elmismo año y en lamisma facultad.Una vez terminada la carrera, él siguióestudiando, porque quería dedicarse a la docencia, y yo entré a trabajar en unbufetedeabogados,porquedeseabadedicarmealaabogacía.Porelcamino,fuiasesor legaldeun sindicatoobreroydesdeallí pasé a lapolítica.—Haceunapausa para pensar en cómo proseguir—. Debo decirle que mi relación conKléarjos nunca fue..., ¿cómo lo diría?..., cordial. Más bien todo lo contrario.Estábamos constantemente enfrentados. Kléarjos siempre tenía las de ganar,porque era un estudiante ejemplar. Yo, en cambio, era muy mediocre. Él noperdía ocasión para despreciarme y eso me exasperaba. Por otro lado, sededicaba a adular a los profesores, a hacerles la pelota, y procuraba sacar lasmáximasventajasacambio.

—¿Surelacióncontinuódespuésdeterminarlosestudios?—No.Sereanudócuandoéldecidióentrarenpolítica,yentoncesdescubrí

quenadahabíacambiadodesdelaépocaestudiantil.—¿Quéquieredecir?—Discutíamoscomoantes.Aunqueahoraerayoquienteníalasdeganar,

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porqueteníaexperienciaenpolíticamientrasqueéleraunnovato.Decidoponermiscartassobrelamesa.—Voy a serle sincero. Hemos leído sus discusiones con Rapsanis en

Twitter.Enrealidad,estaeslarazóndemivisita.Sjinásnopareceenfadado.Paramisorpresa,seechaareír.—¿Havistocómonosinsultábamos?—pregunta,yseponeserioderepente

—.¿Sabequémesacabarealmentedequicio?Enlauniversidadsiempresesalíaconlasuya.Seburlabademí,metratabacomosifuerauninútil.Ynosoloamí.Había conseguido hacer una carrera brillante, según me informaban viejoscompañerosdeclase.Paramí,porelcontrario, lapolíticasignificabamiúnicasalidadelamediocridad.Y,derepente,Rapsanisinvadiómiterreno.Enseguidapensé que tendría que soportar sus ofensas enmi propio terreno. La ideameresultabainsoportable.

—Mehandichoquefueunviejoalumnosuyoelqueleconvenciódequese dedicara a la política. ¿Lo conoce, por casualidad?—pregunto conmuchotacto.

—¿Se refiere a Anagnostidis? —Se echa a reír de nuevo—. ¡Vamos,comisario!¿CreequeAnagnostidisleconvencióporhaberllegadoaserasesordelprimerministro?No,larazónfueotra.

—¿Cuál?—Depronto,soytodooídos.—Elamor,señorcomisario.SeenamoródeunamujerenFacebook.Tardounmomentoenreponermedelasorpresa.—¿Sabedequiénsetrata?—lepregunto.—Por desgracia, desconozco quién se esconde tras el personaje virtual.

Ambos utilizaban seudónimos. Rapsanis se hacía llamar Stan no sé qué. ¿Lesuenadealgoesenombre?

—Supongo que es el flaco de las películas, ya que en la universidad lehabíancolgadoelmotedeOliverporculpadesuobesidad.—PordentrodoylasgraciasaKaterinaporhabermeabiertolosojos.

—Exactamente. Y su compañera aparecía como Lisístrata no sé cuántos.Imagínese,unhombretriunfador,conocidoenloscírculosacadémicosdentroyfueradeGrecia,perocompletamentesoloenlavida.Yasabráquesumujerysuhijoloabandonaron.Depronto,conoceenFacebookaunamujerqueloadmira,lo endiosaydeclara estar enamoradadeél.Esobastabaparaquecayera en latrampa, sobre todo, tratándose de alguien con la ambición desmesurada deRapsanis.

Nomelotrago.—¿Ustedcreequedecidióentrarenpolíticaporqueunamujerledeclarósu

amorenFacebook?

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Sjinásríeotravez.—¿EstáenFacebook,señorcomisario?—No.—Entonces,pordesgracia,nopuedecomprenderelamorenlostiemposdel

sexovirtual.Lisístratalepresionabacontinuamente.Ledecíaquelapolíticaerasuespacionatural,quesolohombrescomoRapsaniserancapacesdeelevarelniveldelapolíticagriegaydelimpiarlodegentecomoyo,losmediocres.Poreso no me creo que le convenciera Anagnostidis. Si Rapsanis se puso encontacto con él, pienso que lo hizo después de que le hubiera convencidoLisístrata.RapsanisnecesitabaqueAnagnostidis leabrieralapuertadeentradaenlapolítica.

Si la teoría deSjinás fuera cierta, se explicarían el pesticiday la tarta deconfeccióncasera.

Mepongodepie,porquenomequedanadaporpreguntarle.—Muchas gracias, señor Sjinás. Realmente ha sido de gran ayuda —le

digo.—Nosésielministrosealegrarádesaberloquelehecontado—responde

élconunasonrisa.No le contesto, porque yo tampoco sé si se alegrará.Ni siquiera sé si se

enterará,todavíanohetomadoningunadecisiónalrespecto.VuelvoaJefaturayrecuperoelalientoeneldespachodeVelidis.—Tengounamisiónurgenteparati—ledigo,yledoylosseudónimosde

Rapsanis y de su amante virtual—. Quiero que localices su correspondenciaonline, pero lo difícil no es esto. Es mucho más importante averiguar quépersonarealseescondetraselpersonajevirtual.—YleentregoelpapelitoconlasfalsasseñasdeLisístrata—.NopierdastiempoconStan,yaséquiénes.

—Estanoesunamisión,es todaunaadjudicacióndeobra—diceVelidisriéndose—.Veréloquepuedohacer,aunquepodríallevarsutiempo.

—Daigual,loimportanteesqueloconsigas.Medispongoabajaramidespacho,perocambiodeopiniónenelascensor.

Yabastadefatigasparahoy.Eshoradevolveracasa.

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En casa hay reunión de familiares y amigos. Además de Katerina y miyerno Fanis, han venidoMaña y Uli, recién llegados de Alemania, así comoZisis.

—¡Vaya sorpresa tan agradable! —exclamo encantado—. ¡Por fin, hacetiempoquenonosvemos!

—Perdona,perolosquehabíandesaparecidoeranMañayUli.Fanis,yoyeltíoLambrossiemprehemosestadoaquí—mecorrigeKaterina.

—¿QuétalenAlemania?—preguntaAdrianíaMaña.—Noséquédecirle,Adrianí.Eslaprimeravezquevoydevacacionesalas

montañasahacerexcursiones todoeldía.—SevuelvehaciaUli—:¿Cómosediceenalemán?

—Wandern—lerespondeUli.—Esoes.Vándern—confirmaMaña.—¿Quésignifica?—Seextrañamimujer.—Queechasaandarporlosmontes,lasladerasylosvalles.Peronocomo

hacemosnosotrosaquí,caminarunahoritaybasta.Nosalojábamosenunhotel,salíamosacaminarporlamañanaynovolvíamoshastalanoche,hechospolvo,claro está. Es decir, yo volvía hecha polvo, Uli estaba en la gloria—explicaMaña.

—¿Tambiénvolabais,Uli?—pregunto.Elchicomemiraestupefacto.—¿Quesivolábamos?Adrianí se encarga de contarle nuestro encuentro con los alemanes que

bajabanvolandodelmonteAstraka.Ulilaescuchayestallaencarcajadas.—Mehabríaencantadoestarconvosotros—afirma.—¿Porqué?¿Tehabríagustadovolar?—No,mehabríagustadovervuestras caras cuando los alemanesbajaban

batiendolasalas.—Teaseguroquenosquedamosdepiedra.Aunque,alfinal,resultaronser

muysimpáticos—concluyeAdrianí.—EsundeportequesepracticamuchoenAlemania—explicaUli.—¿Terefieresasubiralasmontañas,ponersealasylanzarsealvacío?—

preguntaFanis.—Soloosdigounacosa—intervieneMaña—.YahacetiempoqueUliyyo

somos pareja.Nos conocimos en la playa, entre chapuzón y chapuzón.Desde

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entonceshemosidodevacacionesjuntos,hemoshechoexcursiones.Estahasidola primera vez que le he visto en las montañas alemanas y, creedme, es unhombredistinto.

—¿Distintoporqué?—SesorprendeUli.—Porque te comportabas como un crío. Corrías de loma en loma. De

regresoenelhotel,yoteníaquepedircadanocheunapalanganaparameterlospiesenaguatibiaconsal,mientrastúestabasenelséptimocielo.

—Voyabuscarlacena.Hehechotomatesrellenos—anunciaAdrianí.Suenanexclamacionesdeentusiasmo,peroKaterinalecortaelpaso.—Un momento. Antes tenemos que anunciaros algo. —Abre el bolso y

sacaunabotelladevino,quenoparecegriego.—¿Quéesesto?—preguntaAdrianí.—Champánfrancés.Hoyestamosdecelebración.—¿Quécelebramos?—pregunto.KaterinasedirigeaFanis.—¿Selodicestú?—No.Lotienesqueanunciartú.Katerinasevuelveparamirarnos.—Estoyembarazada—anuncia.Por un instante, nos quedamos todos callados. Luego empiezan las

felicitaciones,lasenhorabuenasylosaplausos.Yosigocallado,porquetengounnudoenlagargantaquenomedejahablar,peroAdrianíselevantadeunsalto.

—¡Elcafé!—exclama—.¡Elposodecafédijolaverdad!—¿Dequécaféhablas?—preguntaKaterinamientras losdemás lamiran

sorprendidos.Todosexceptoyo.—¿Esodijoelcaféynomeloqueríasconfesar?—preguntoamimujer.—Noqueríaporqueeresunincréduloypodríasgafarlo—contestaella.—Mamá,¿leeslospososquequedandelcafé?—SesorprendeKaterina,y,

porprimeravez,laveosantiguarsecomohacesumadre.—Tupadreytúnocreéisenesascosas,pero,mirapordónde,haresultado

serverdad—respondeAdrianíentonotriunfal.—Pero a ver, querida suegra, ¿cómopudo el café anunciar la llegadadel

bebé?—lepreguntaFanis.—Por las marcas en el poso, lógicamente. ¿Cómo, si no? —contesta

Adrianí,sorprendidaporlaignoranciadesuyerno.—Menosmalquenofueuncafédoble,opodríahaberanunciadolallegada

demellizos—semofaFanis.—Yaospodéisburlar,túytumujer,peroelcaféacertó—insisteAdrianí.—¿Esniñooniña?—preguntaMaña.

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—Esunniño—lerespondeKaterina—.Losupimosayer.Adrianílamira.—¿Desdecuándosabesqueestásembarazada?—lepregunta.—Hoysecumplentresmeses.—¿Y lohasmantenido en secreto a tus padres durante tresmeses?—Mi

mujersevuelveenfadadahaciamí—.¡Mira,túquesiempredefiendesatuhijita!—Mamá, antes tenía que decidir sime lo quedaba. No quería daros una

alegríaqueacabaseenfrustración.—Nosabesloquemehacostadoconvencerla,Adrianí—diceFanis.—Fanis,hijo,teloagradezcoyteadmiro,porqueyaséquetengounahija

muy tozuda.—Callaymiraa suhijaya suyerno—.¿Cómo lo llamaréis?—pregunta—.Siesqueyalosabéis,claro.

—Ya lo sabemos —responde Katerina, y se dirige a Fanis—: Esto loanunciastú.

—Lambros—diceFanis—.SellamaráLambros.Seproduceun silencioprolongado,porqueesperábamosunnombrede la

familia, como es la costumbre. Después, sin embargo, todos empezamos aaplaudir.ElúnicoquenolohaceesZisis,quepermaneceinmóvilconlamiradafijaenunpuntoindeterminadodelantedeél.

—Quieroponerle tunombre,porqueestoyendeudacontigo, tíoLambros—diceKaterina.

Zisisalzalacabezalentamenteparamirarla.—¿Qué me debes, Katerina?—pregunta con voz entrecortada, como un

balbuceo.—¿Teacuerdasdecuandoqueríaemigraraotropaís?Túmedisuadistecon

aquella comida de campo de concentración, como en Makrónisos, que nospreparaste a Fanis y amí. Decidí quedarme,Maña y yo abrimos el bufete, yahora voy a tener un hijo. No pasa un solo día sin que te agradezca quemeimpidierasmarchar.Poresoestoyendeudacontigo.

Zisis no reacciona y los demás tampoco sabemos qué decir. Como decostumbre, es mi mujer la que aligera los ánimos. Abraza a Katerina y leestampaunsonorobesoenlamejilla.

—Noshasdadounagranalegría,hijamía—ledice—.¡Vamosasacarlascopasparabrindar!

Madreehija regresanconsietecopasenunabandeja.Fanisdescorchaelchampán con cuidado, para que el corcho no salga disparado.Luego llena lascopas.Cadaunocogelasuyaynosponemosdepie.

—¡Pornosotrosyporelquevendrá!—exclamaAdrianí—.¡AlasaluddenuestropequeñoLambros!

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Nosdisponemos a chocar las copas cuando, depronto,Zisis deja la suyaencimadelamesa.SeacercacorriendoaKaterinaylaabraza.

—Gracias,Katerina—murmura—.Nadiemeharegaladonuncanadaenlavida,nisiquieramispadres,queeranpobresdesolemnidad.Poresonoséquédecir.Niquéhacer.Perotedoylasgracias.Katerina,Fanis,osdoylasgracias.

SueltaaKaterinaysevadelasaladeestarcasialacarrera.—¿Quélepasa?—seextrañaUli.Melevantoparairtrasél,peroAdrianímeloimpide.—Déjale.Sehaemocionadoynopuedecontener las lágrimas.Noquiere

queloveamosllorar.EssuturnodeacercarseaKaterinaparaabrazarla,aellaytambiénaFanis.

Esperoaquetermineparahacerlopropio.—¿No te importa que no le pongamos tu nombre a nuestro hijo?—me

preguntaFanis.—¿Hablasenserio?—intervieneAdrianí—.HayunKostasencadacasa.

Lambros,encambio,esunnombremenoscomún.—Pródromos,comomisuegro,tampoconosentusiasmaba—diceKaterina.—Con los tiempos que corren, imagínate ir al colegio con semejante

nombre,menudocalvario—comentaMaña.—Lambros es un nombre bonito, aunque no entiendo qué tiene demalo

Pródromos—seextrañaUli.—Dime,Uli,¿cuálestunombrereal?—Ulrich.—Claro y te llaman Uli. ¿Cómo llamarían a Pródromos? Makis,

seguramente9.¿SabescuántosMakishayenGrecia?—Sí,tantoscomoUlisenAlemania—respondeelchico,queyadominael

griegoalaperfección.Zisis reaparece en medio de las carcajadas generales. Ha recuperado su

expresiónhabitual.Sedirigealamesayalzasucopa.—PorlallegadaalmundodeLambros—dice,ysevuelvehaciaKaterinay

Fanis—. Que tenga salud y que os llene de alegrías y de satisfacciones.Enseñadleaviviryapelearenelmundotalcomoes,ynocomolegustaríaquefuera.Pensadcuántotuvequesufriryohastaconseguiradaptarme.

Recibelosaplausosdetodos,yMañalediceaKaterinaquehayqueponercopaslimpiasparaelvino.LasjóvenessedirigenalacocinayAdrianílassigueparabuscarlacena.

Juntoconlostomatesrellenosnossirvequesofetaydosbandejasmásconpimientos y pepinillos envinagre.Nosdisponemos a lanzarnos sobrenuestrosplatoscuandomimujeralzasucopaynoscontenemos.

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—A la salud de nuestro nieto, Kostas—dice—. Hemos pasado tiemposbuenos y tiempos difíciles, aprietos y bonanzas, pero al final hemos salidoadelante.Prontoseremosabuelos.¿Quémásqueremos?

Alzomicopayotambiénybrindamos.Luegonoslanzamossobrenuestrosplatos.

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17

MientrasintentocontenerelentusiasmodeAdrianíporsureciénadquiridoestatus de abuela y sus ensoñaciones de un futuro color de rosa, suena elteléfono.

—Centrodeoperaciones,señorcomisario.NosacabandeinformardequesehaencontradouncadáverenelparquedeÁtica.

—¿Quiénoshaavisado?—Hasidounallamadaanónima.Unamujernoshadichoqueelcadáverde

untalArjontidisseencuentraenlasinmediacionesdelCentrodelaJuventud.Llamo enseguida a Dermitzakis para informarle. Le pido que avise al

forense y a Identificación, y que mande un coche patrulla para que pase arecogerme por casa. Luego llamo a Kula y le pido que busque en InternetinformaciónsobreeltalArjontidis.

Elcochepatrullallegauncuartodehoramástarde.ElconductorponeenmarchalasirenaysalealaavenidaKifisiásparaentrarenPsijikó.

LallamadadeKulamepilladentrodelcoche.—ApartedeunArjontidisfabricantedemuebles,elquepodríainteresarnos

es Aristotelis Arjontidis, profesor en la Facultad de Filosofía de Atenas ysecretariodeEstadodeEducación.

Fantástico.Yatenemosaunasegundavíctimadeprocedenciaacadémicaycon carrera política. El incremento del número de víctimas aumentaráinevitablemente las presiones de los políticos sobre la policía, y pronto nosestaremostirandodelospelos.

ElcochepatrullabajaporlacalleMusasysedetienedelantedelCentrodela Juventud. Estoy a punto de llamar a Dermitzakis para preguntarle si hanpodido localizar ya el cadáver, pero se me adelanta Dervísoglu, que, a todasluces,mehaestadoesperando.

—Venga,señorcomisario.EstádetrásdelCentrodelaJuventud.EncuantosalimosalcaminoqueseparaelCentrodelazonaarboladadel

parque, veo los coches patrulla y los curiosos allí reunidos. Dermitzakis harodeadoellugardelcrimenconunprecintorojo.

Lavíctimaesunhombrevestidoconchándal,queestátendidodebrucesenel suelo. Las heridas mortales saltan a la vista. Alguien le ha destrozado elcráneoconunobjetopesado.Lasangrelebañaelcuelloyllegahastaelchándal.Cuandolavíctimasehadesplomadoporculpadelgolpeenlacabeza,elagresorle ha clavado un cuchillo junto al omóplato izquierdo, justo a la altura del

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corazón.Elcuchillohadesaparecido,perolacuchilladaharasgadoelchándalylohateñidoderojo.

Lacaradelavíctimaseapoyadeladosobrelahierba.Veodereojoauncincuentónaltoydelgadocongafasyperilla.

Decidoprestarleatenciónmástarde,ymedirijoalpúblicoexpectante:—¿Algunodevosotrosconocíaalavíctima?—preguntoalaconcurrencia.—Todos lo conocíamos —contesta una mujer—. Es Aris Arjontidis,

secretariodeEstadodeEducación.—NosolosecretariodeEstado.Tambiéneraprofesoruniversitario—añade

unhombre.—Lo conocíamos porque venía a correr casi todas las mañanas. Era un

fanáticodeljogging—dicelamujer.—Nosabrá,porcasualidad,dóndevivía,¿verdad?—pregunto.—Si no me equivoco, en la calle Meletopulu, muy cerca del parque—

intervieneunajoven—.LoséporqueyovivoenTepeleníu,yamenudoveíaelcochepatrullacuandopasabaporMeletopulu.

«Elmismomododeoperar»,pienso.EnelcasodeRapsanis, losasesinosconocían su bulimia y atacaron aprovechando su punto débil. En el caso deArjontidis, conocían su afición a correr y le han tendido una emboscada. Sinduda,leseguíandesdehacíatiempoyhanesperadoelmomentooportunoparaatacarle.

LafurgonetadeIdentificaciónylaambulancialleganalavez.ElprimeroenbajaresDimitríu.

—¿Quéhay?—mepregunta.—Más de lo mismo. Solo que esta vez no lo han matado con tarta y

pesticida,sinoquehasidovíctimadeunaagresión.Dimitríu se aleja demi ladoy se acerca a la víctima.Sedetiene junto al

precintoyobservaelsuelo.Despuésvuelveotravezamilado.—Hay marcas de neumático junto al cuerpo. No pondría la mano en el

fuego,pero,aprimeravista,diríaquesondeunciclomotor.Ahorabien,siestoguardarelaciónconelcrimenono,melohadedecirusted.

—¿De un ciclomotor? —repito—. En el primer asesinato también hayimplicadounciclomotor.UnachicallevólatartaenvenenadaacasadeRapsanisenunciclomotor.

Dimitríumesueltalafamosamáxima:—Unacasualidadqueserepitedejadesercasualidad.VeollegarelcochedeStavrópulos,quebajaysenosacerca.—Aversiloadivino.¿Otroprofesoruniversitario?—Bingo,aunqueenestaocasiónsetratadeunaagresiónentodaregla.

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Stavrópulosseacercaalavíctima.Dimitríuempiezaadarinstruccionesasuequipo.Yoaprovechoparamandar aDervísogluyaDermitzakis a la calleMeletopulu.

—Averiguad dónde vivía Arjontidis exactamente y empezad a recabardatos. Sobre todo me interesa que localicéis a algún vecino que tenga porcostumbre pasear por el parque o cruzarlo, por si ha visto algo fuera de lonormal.Askalidissequedaconmigo,porsilonecesito.

Stavrópulos está agachado sobre la víctima. Ha sacado una lupa de sucartera y está examinando la espalda del cadáver.Al poco se levanta y semeacerca.

—Como siempre, te cuento mis primeras impresiones, que sonprovisionales.Primero le hangolpeado conunabarrademetal en la cabezayluego lehanclavadouncuchillo.Estasheridassonevidentesynocreoque laautopsia aporte nada distinto. Sin embargo, hay algomás, aunque solo es unaimpresión.Todavíanoestoyseguro.

—Noimporta.Laimpresióntambiénnospuedeayudar.—Enelchándalhayunashuellasquepodríansermarcasdeunneumático.

ElequipodeIdentificaciónesexpertoenestetipodecosas,pero,siquieresmiopinión,hanembestidoalavíctimapordetrásconunvehículo,estahaperdidoelequilibrioysehacaído.Después lahangolpeadoconlabarrametálicay lahanacuchillado.Elrestotelodirédespuésdelaautopsia.

—¿Puedescalcularlahoradelamuerte?Stavrópulosconsultasureloj.—Ahorasonlasdiezypico.Hadebidodemorirentrelassieteylasocho

delamañana.Lasangretodavíanosehacoaguladoenlasheridas.—Gracias,hassidodegranayuda.—Élsedisponeaordenarquetrasladen

elcadáveralaambulancia,cuandoledetengo—.Dameunpardeminutos.Busco a Dimitríu y le cuento las impresiones de Stavrópulos. Él llama

enseguida a uno de sus ayudantes y se acercan a la víctima. Empiezan aexaminarle la espalda, Dimitríu con una lupa y el ayudante palpando con lasmanos.Alpocorato,Dimitríuseendereza.

—Aprimeravista,elforensetienerazón.Alguienhaembestidoalavíctimaporlaespaldaconunamotoylahatiradoalsuelo.Paraquecaigadebruces,elmotorista ha debido de levantar la rueda y golpearle en las lumbares. Si lehubiera golpeado en las pantorrillas, lo más seguro es que hubiera caído deespaldas. No obstante, podremos confirmarlo cuando mandemos la ropa allaboratorio.

Indico a Stavrópulos que ya puede levantar el cadáver. Al ver que loscamilleroscolocanelcuerpodeArjontidisencimadelacamilla,losespectadores

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sedancuentadequeelshowhaterminado.Sedisponenadispersarse,perolosdetengo.

—¿Seencuentraentreustedeslapersonaquehadescubiertoelcadáveryhaavisadoa lapolicía?—pregunto—.Nosepreocupen,nosevanameterenunlío,sencillamentenosayudaríasabercómolohanencontrado.

Lagenteintercambiamiradashastaquelamujerquehahabladoprimerodaunpasoadelante.

—Hesidoyo—declara—.Nosuelopasarporaquí,peroqueríairalacalleKapernisiotisyelcaminomáscortoescruzandoelparque.Lohevistotiradoenelsueloyensangrentadoyhellamadoalapolicíaconelmóvil.

—Gracias. Le tomaremos los datos, es solo una formalidad, y luego sepuedemarchar.

LlamoaAskalidisparaqueletomelosdatos,ymedirijoalcochepatrullaquemehatraídohastaaquí.Elconductorpiensaquenosvamosysedisponeaarrancar elmotor.Le detengo y le pido que baje del coche.Quiero quedarmesoloparainformaralsubcomandante.

Élmeescuchasininterrumpirme.Cuandotermino,guardasilencio.—Tengo un problema con usted, señor comisario —dice al final. Me

preparopararecibirlahostiasinrechistar—.Meresultamuysimpáticoyapreciomuchonuestracolaboración.Perolasnoticiasquemedanomegustannada.

—Amí tampocomegustan—respondoaliviado—.Pordesgracia,esteesun caso muy lamentable y complicado, que se enreda todavía más por laimplicacióndepersonalidadespolíticas.

—Exacto.Poresomismonoséquédebohacer.¿Informoalministro?—Le sugiero que informe solo al comandante. Seguramente, podré darle

detalles más precisos cuando nos veamos, aunque no sé cuándo concluirá labúsquedadedatos.

—Leesperaré,sealahoraquesea.CuelgoyveoqueDermitzakismeestáesperandojuntoalcochepatrulla.—HemoslocalizadoalchicoqueseencargadelCentrodelaJuventud.Está

esperandoparahablarconusted.—¿HabéisaveriguadoalgodeArjontidis?—Sí,vivíasoloenunpisoenelnúmerocincodelacalleMeletopulu.Un

agentedelapolicíaseencargabadesuprotección,peronosehadadocuentadenada.Laempleadadelhogartambiénestáesperandoaqueustedlainterrogue.

El encargado del Centro es un joven que ronda los treinta y nos estáesperandoenlapuerta.

—Vengotodaslasmañanasyechounvistazoporlosalrededoresparaversitodoestáenorden.ÚltimamenteunamotorondabaelCentroyentrabaysalía

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delparque.Alverme,acelerabayseiba,siempreendireccionesdistintas.—¿Elmotoristaeraunhombreounamujer?—pregunto.—Eraunhombre,aunquenopodríaprecisarsuedad,porquellevabacasco.Fantástico. En el primer asesinato aparecía una mujer con casco, en el

segundo,unhombreconcasco.—¿Teacuerdasdelahora,másomenos?—preguntaDermitzakis.—Novengosiemprealamismahora.Unosdíasllegoalasocho,yotrosa

lasnueve.Normalmente,llegosobrelasnueve.—¿HabíasvistoalgunavezaArjontidis?—pregunto.—Muchas veces, aunque solo cuando volvía de correr. Él venía muy

temprano,antesdequeyoempezaramironda.—¿AquéhoraseabreelCentro?—preguntaDervísoglu.—Solo se abre cuando hay algún acto o alguna actividad escolar, si no

permanece cerrado. Amí me pagan solo por los días que abre. No obstante,vengo a hacer mi ronda todas las mañanas, por si pasa algún desaguisado yacaboperdiendomiúnicotrabajo.

LedejamosynosdirigimosalacalleMeletopulu.Elescoltasigueapostadodelantedelaentradadeledificio.

—¿Yatehasenteradodelosucedido?—lepregunto.—Melohandicholoscompañeros.—¿Noibasconélcuandosalíaacorrer?—No, porque él no quería, señor comisario. Me había dejado claro que

queríaestartotalmentesolo,parapodercentrarseensuspensamientos.—¿Hasvistoalgofueradelonormalúltimamente?—No.Larutinadetodoslosdías.—¿Tehasfijadoenalgúnciclomotorquepasaraporestacalle,pordelante

deledificio?Elescoltaseencogedehombros.—Poraquípasanmuchosciclomotores,igualqueportodaAtenas.—NoteestamospreguntandoporlosciclomotoresquecirculanporAtenas

—interviene Dermitzakis—. Queremos saber si te fijaste en un mismociclomotorquepasaraporestacalletodoslosdías.

—No, mis órdenes son detener e interrogar solo a los desconocidos quequierenentrareneledificio.

Lodoyporimposibleyentramosenelbloquedepisos.EsperonotenerlonuncaamiservicioenJefatura.

Subimosaláticoynosabrelaempleadadelhogar.—Cuandomehandichoquehamuerto,hepensadoqueseríaunataqueal

corazón,porculpadesumaníadesaliracorrer.Despuésmeheenteradodelo

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quelehanhecho.—Sesantiguayseechaallorar.—¿Hacemuchoquecuidabasdeél?—lepregunto.—Haráunosquinceaños.Desdequesemudóaestepiso.Suena el timbre de la puerta y la mujer va a abrir. Es Dimitríu con su

equipo.Mandoamisayudantesaregistrarlaviviendaymequedoasolasconlaempleadadelhogar.

—¿Arjontidisteníafamilia?—pregunto.—No. Era soltero y vivía aquí solo. Sus padres y su hermana viven en

Corfú.—¿Dabaclasesenlauniversidad?—Sí, en Atenas. Centraba sus estudios en las islas Jónicas, aunque no

sabríadecirleexactamenteporqué.—¿Recuerdas, por casualidad, cuál fue su reacción cuando le nombraron

secretariodeEstado?—Estabamuy orgulloso.Casi daba saltos de alegría, yme dijo: «Por fin

podré hacer algo positivo para poner orden en nuestro sistema educativo,María».

—¿Recibíavisitasencasa?—Jamás —responde María categóricamente—. El señor Arjontidis solía

decir que su casa era su refugio y su guarida, donde se aislaba para estudiar.Hastaconsusamigosquedabasiemprefueradecasa.Llevomuchosañosenestacasa,ynorecuerdoniunasolavezquetuviéramosinvitadosparacomerniparacenar.

Nomequedanadamásquepreguntarle,ydecidodarmeunavueltaporelpiso.MebastaecharunvistazoporencimaparaverqueMaríadicelaverdad.¿Cómoibaainvitarasusamigos?Elfallecidonisiquierateníaunasaladeestar.Losdosespaciosprincipales,contiguos,formanunenormedespacho,ytodaslasparedesestáncubiertasdeestanteríascargadasdelibros.Estosincontarlaspilasde libros amontonados en las esquinas.Apartedel sillóngiratorioquehaydelotroladodelescritorio,losúnicosasientosexistentescorrespondenaunsofádetresplazas.Hastaeltelevisorestáempotradoenunadelasestanterías.EsobvioqueArjontidisse limitabaagirarsusillónparaver la tele.Nonecesitomuchaimaginaciónparadeducirquecomíaenlacocina.

—Nada, señor comisario—me informaDermitzakis—.Aquí no haymásque libros, y los cajones del escritorio están llenos de papeles y documentos.Quedaporregistrarelordenadoryloscedés,peroestoescosadelaCientíficaydellaboratorio.

Entroen lahabitacióncontigua,que resulta ser eldormitorio.Dentrohayunacamaindividual,unsillónenlaesquinayunarmarioroperollenodetrajesy

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ropainterior.Novalelapenaperdermástiempoenelpiso.Serámejordarnosunpaseo

porelbarrio,porsiaveriguamosalgoútil.Sinembargo,nomehagodemasiadasilusiones.

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Por desgracia, la investigación del asesinato de Arjontidis resulta máscomplicadaquenuestraspesquisassobrelamuertedeRapsanis.Este,almenos,teníaunahermanayunhijoquenoshanayudadoahacernosunaideadecómoeraynoshanfacilitadovariosnombres.Conestosdatoshemosconseguidoabriralgunaspuertas y tirar adelante con la investigación.En cambio, la familia deArjontidis vive en Corfú, y dudo mucho de que pueda ofrecernos datos deinterés.

Las pesquisas puerta a puerta en la calle donde vivía Arjontidis no nosaportannada.Losvecinoscoincidenenqueeraunhombretranquilo,quevivíaencerradoensímismo.Susrelacionescon losvecinosno ibanmásalláde lossaludosderigor.

Claroquesiguesinrespuestalapreguntadecómounhombretanreservadopudo ascender hasta el puesto de secretario deEstado, cuando todo elmundosabe que en política no tienes nada que hacer si no cuentas con amigos,conocidos y contactos. En consecuencia, Arjontidis debía de moverse en uncírculoalmargendesuvidapersonal,uncírculoquetodavíanoconocemos.

Puesto que interrogar a sus colegas políticos y universitarios no daráresultadoalgunosinosabemospordóndeempezarniquépreguntar,tomounadecisiónarriesgada.LedigoaAskalidisquesepasemañanapor losbaresquefrecuentanlosestudiantesyquebusqueaalgunosqueesténdispuestosahablarconmigo. Parece más acertado saber de boca de los alumnos qué es lo quedebemospreguntarasusprofesores.Siemprequelosestudiantesaceptenhablarconmigo,claroestá.

Ahora son las cinco de la tarde y estoy en la avenida delMediterráneo,caminodelMinisterio del Interior.Mientras conduzco, intentoponer enordenmispensamientosparaestarencondicionesdedaralsubcomandanteuninformeprecisoyacordarconéllospasosaseguir.

Elsubcomandantemeestáesperandoensudespachoyseponedepieencuantocruzolapuerta.

—Vamos al despacho del comandante—me indica—. Él también quiereestarinformado.

—¿Estará también el ministro? —pregunto con cierta inquietud, ya quepreferiríanohablarconélantesdeacordarlasvíasdelainvestigaciónconmissuperiores.

—No, no se preocupe. El comandante y yo hemos acordado entregar al

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ministrouninformeporescrito,aunqueúnicamentedespuésdehablarconustedydecidirentrelostreslospasosaseguir.

Entramos en el despacho del comandante. No parece estar demasiadoentusiasmado de vernos, más bien todo lo contrario, y nos mira con cara deparienteafligidoantesdedecir:

—Señores, la situación es muy grave. No solo porque han asesinado apersonalidades públicas, sino porque todo el peso del Gobierno caerá sobrenuestras espaldas.—Se vuelve haciamí—. Soy consciente de que le afectaráespecialmente a usted, señor comisario. Por otro lado, usted es nuestra únicaesperanza, ya que solo un policía con su experiencia es capaz de desatar estenudogordiano.

En lugar de acompañarnos a lamesa de reuniones, se sienta detrás de suescritorio,ynosotroshacemoslopropioenlossillonesquehayfrenteaél.

Lesdetallo,puntoporpunto,todalainformaciónquehemospodidorecabarhastaelmomento,ylesexplicoporquéelcasodeArjontidisesmáscomplicadoqueeldeRapsanis.

—¿Quéesperaaveriguarcuandosedescubra la identidadde lamujerquepresionaba a Rapsanis para que entrara en política? —me pregunta elcomandante.

—Muchoynadaenabsoluto—contesto—.Esposibleque,efectivamente,esa mujer quisiera tenderle una trampa, aunque también cabe suponer que setrataba de un juego amoroso queRapsanis, estando tan solo en la vida, acabótomandoenserio.

—En otras palabras, estamos dando palos de ciego —dice elsubcomandante.

—Semehaocurridounaideaquepodríaresultarnosmuyútilperoqueesuntantoarriesgada,demodoquemegustaríaconocersuopiniónycontarconsuaprobación antes de ponerla en práctica —les digo. Mis superiores guardansilencioyesperanaquecontinúe—.Desdehacepoco,tengoamisórdenesaunagentenuevoymuyeficiente—comienzomiexplicación—.Élintrodujoenelcaso Rapsanis a un viejo amigo suyo que en la actualidad está haciendo eldoctoradoenAlemania.Eseamigoaportóinformaciónquenosresultómuyútil.Graciasaaquelencuentro,semehaocurridovolveramandaraAskalidis,asísellamaelagente,abuscarentrelosestudiantesaalgunosqueesténdispuestosahablarconlapolicía.Creoqueelcontactoconellosnospuedeaportardatosmuyrelevantes de cara, sobre todo, a nuestras conversaciones con los colegasuniversitarios de Arjontidis. Sin embargo, como ustedes saben muy bien, losestudiantes de las universidades griegas pueden ser cualquier cosa, desdeagitadores a miembros de sindicatos estudiantiles. Así que no puedo

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garantizarlesquemañananosalganahablarenpúblicooquenosubannuestrasconversaciones a Internet. Por eso he preferido informarles y solicitar supermiso.

Mientraslescuentotodoestonodoycréditoaloqueestánescuchandomisoídos.SiestecasosehubieraproducidoenlostiemposdeGuikas,habríahecholo queme hubiera salido de las narices sin pedir permiso a nadie. Ahora, encambio,meguardo lasespaldas.Nosoloporel famoso resquicioabierto, sinoporlareuniónfamiliardeanocheyporelbebéqueestádecamino.Noquieroqueminietocrezcaescuchandolahistoriadelabueloquecayóheroicamenteporamoralarte.

Elsubcomandantemeechaunchalecosalvavidas.—Hahechobienencomunicárnoslo,aunqueesteencuentroplanificadocon

los estudiantes se producirá dentro del marco de la investigación. Si mañanaalgunosde ellos sevande la lengua, diremosque el interrogatorio seprodujodentrodelamásabsolutalegalidad,comopartedelainvestigación.

—En nuestra conversación anterior todos, más o menos, coincidimos endescartar el atentado terrorista. ¿Sigue opinando lomismo?—me pregunta elcomandante.

—Enloqueserefierealsegundoasesinato,labarrametálicayelcuchillotampoco formanparte de las armas que suelen emplear los terroristas griegos.Estenuevocaso,noobstante,nosplanteaunproblema.

—¿Cuál?—preguntaelsubcomandante.—La existencia de una banda organizada. En el caso de Rapsanis, una

jovenqueibaenciclomotorconlacabezacubiertaconuncascoentrególatarta.En el caso de Arjontidis, aparece un hombre con casco y ciclomotor. Estacoincidencia significa que los asesinatos han sido perpetrados por una bandaorganizada, que cuenta con ejecutores y personal de apoyo. Es decir,formalmentenonosencontramosfrenteaungrupoterrorista,aunquesíanteunabandaorganizadaquesabecómoplanificaruncrimen.

—Estoy de acuerdo con usted, aunque no me tranquiliza nada—dice elcomandante.

—Hayalgomásque,pordesgracia,nolegustaráenabsoluto—concluyo.—¿Aquéserefiere?—Enamboscasos, losasesinosconocíanmuybiena lasvíctimasy todos

lospormenoresdesusvidaspersonales.SabíanqueRapsanisselanzaríasobrelatarta en cuanto la viera. El caso de Arjontidis es todavía más grave. Losagresores sabían que se trataba de un hombre solitario, sin un círculo deamistades,quedisfrutabasaliendoacorrersolotodaslasmañanas.Lesiguieronyesperaronelmomentomásconvenienteparagolpearle.Detodoellosededuce

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que nos encontramos frente a unos asesinos despiadados y muy bienorganizados.

Elcomandantesedisponearesponder,peroenesemomentoleinterrumpeelteléfono.

—Sí,señorministro.Porsupuesto,vamosahoramismo.—Quiere vernos enseguida —le informa al subcomandante antes de

volversehaciamí—.Esuna felizcoincidenciaqueestéustedaquí.Vengaconnosotros.

Para mí la coincidencia es cualquier cosa menos feliz, pero no puedonegarme.

Comodecostumbre,elministronosestáesperandoenlasaladereuniones.—Pero¿quéestápasando?—gritafueradesí—.¿Sedancuentadequecon

esta nueva víctima la opinión pública está alarmada y de que el Gobierno sehallaenunaposiciónmuydifícil?

—Somosconscientes,señorministro—contestaelcomandante.—¿Puedosaberenquépuntoseencuentranlasinvestigaciones?Dosparesdeojos sedirigenhaciamí.Al final,meveoobligadoahacer

exactamenteaquelloquequeríaevitar.Ofrezcoalministrouna imagengeneraldelasituaciónaunquesinentrarendetalles.

—Enotraspalabras,nohemosavanzadoniunpaso—comentaelministro.—Senecesitatiempopararesolveruncrimen,señorministro—interviene

elsubcomandante.—Y,mientrastanto,labandaseguiráasesinandoaprofesoresuniversitarios

yamiembrosdelGobiernosinquenosotrospodamoshacernadaparaimpedirlo.—Hayalgoqueustedpuedehacer,señorministro—ledigo.—¿Elqué?—Reforzar la escolta de losmiembros del Gobierno y recomendar a los

ministros que provienen del campo académico que no den ni un paso sin susescoltas personales. Kléarjos Rapsanis llegaba a su casa acompañado de suescoltapero, unavez allí, le despedía.AristotelisArjontidis tenía aun escoltaapostadoenlaentradadeledificio,peronopermitíaqueleacompañaracuandosalíaahacer joggingy lopagóconsuvida.Losministrosqueprovienende launiversidadnodebendesplazarsesinprotecciónytampocodebentocarnadaquellegueasucasaoasudespachoantesdequeloreviselapolicía.

—Tiene razón. Voy a encargarme de ello ahora mismo —me dice elministro—.Apartirdeahoranoseocuparádeningúnotrocasoquenoseanlosasesinatosdelosdosministros.

—Yalohago,señorministro—leaseguro.—Ha estado usted muy acertado —me dice el comandante, satisfecho,

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cuandosalimosdeldespachoministerial.Medespido demis superiores ymemarcho contento, porque también en

estaocasiónmehesabidocontenerynoheperdidoelcontroldelasituación.Subo al Seat y pongo rumbo a casa.Me encuentro el piso sumido en el

silencio.EltelevisorestáapagadoynoveoaAdrianíporningunaparte.Semeocurrequehapodido iravera las tresGraciasparaanunciarles la llegadadelretoño,cuandooigounruidoeneldormitorio.

Mimujer está agachada sobre un viejo baúl de sus padres, que solemosguardarenunrincóndelahabitacióncubiertoconunpañoquetieneunbordadodecorativo.Nuncahesabidoquéguardabaahí,peroahoraveoesparcidosporelsuelo telas bordadas, varios jerséis y unas fotografías enmarcadas, mientrasAdrianínodejadebuscar.

—¿Quéestáshaciendo?—preguntosorprendido.Ellalevantalacabezadelbaúlymemira.—AquíguardélaropadebebédeKaterina—meexplica—.Quierosacarla

paraecharleunvistazo,algunasprendaspodríanirlebienalniño.Me quedo atónito.No sé si echarme a reír o pensar quemimujer se ha

vueltoloca.—Adrianí, faltan seis meses para que abra los ojos al mundo—le digo

tratando demantener la calma—.No conocemos su estatura ni cuánto pesará.Además,Katerinaeraniña.

—Todoslosbebésvistenigual,seanniñosoniñas.Loúnicoquecambiaeselcolor.Quierosacarlaropa,separarla,lavarlayqueestélistaparalahabitacióndelniñocuandosecambiendecasa.

—¿Sevanacambiardecasa?¿Cuándotelohandicho?Adrianímemiracomosifueraunextraterrestre.—¿Has perdido el juicio? En el piso solo hay un dormitorio. ¿O es que

quieres que el niño no tenga su propia habitación? Cambiarán de casa. Nonecesitoquemelodiganparasaberlo.

Ellano,peroyosí,porquesoyunzoquete.Ladejocon suscosas sin interrumpirlamás,ybusco refugioenel salón,

frentealtelevisor.Talcomomeesperaba,elasesinatodeArjontidisacaparalasnoticias.ApareceRodópulos,quehasidoinvitadoalosestudiosdelatelevisión.Estáenlainopia,ysueltaunaristradevaguedadessobrelasinvestigacionesyelintensotrabajodelapolicía.Hastaquelapresentadoraseencuentraacorraladaporquenosabequémáspreguntarleyledapasaporte.

Adrianívieneasentarseamilado.—¿Hasterminadoderemoverlaropadebebé?—pregunto.Ellamemiraensilencio,yalfinaladmite:

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—Vale, ya sé que es una tontería. Perome siento tan feliz que ya buscoexcusasparaocuparmedeminieto.

—Notepreocupes,podrásocupartedeél todoel tiempoquequieras—latranquilizo—. Katerina tiene su trabajo y tú te harás cargo del bebé.Me veoalimentándomedesuvlakis.

—Oye,quenotedejarépasarhambre—reaccionaella,ofendida—.Talvezno tenga tiempoparapreparar tomates rellenos,perosiemprehabráverdurasopolloalhorno.

—¿Porquénovamosacenarahoraqueaúnhaytomatesrellenos?Apagamos el televisor y Adrianí sirve los tomates que han sobrado de

anoche.Cenamosensilencio,pensandoennuestronieto.

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Denuevoestánapelotonadosfrentealapuertademidespacho.Encuantoaparezco,seabalanzansobremí.

—Señor comisario, denos alguna información porque no damos pie conbola.Siseguimosasí,nosdespediránporinútiles—empiezalabajitademediasrosa.

—Venga,señorcomisario,quenosconocemosdesdehacemuchosañosysiemprehemostenidobuenasrelaciones—añadeeljovendelaeternacamiseta—.Ennombredeestasbuenas relaciones, lepedimosquenosdé informaciónsobrelosasesinatos.Ledamosnuestrapalabradequenorevelaremoslafuente.

Aceptoelargumentodelasbuenasrelacionesapesardelalataquesiempredan,peronomeapetecetenerproblemasconelministroniconladireccióndelapolicía,ymenosaúncuandonoshemosllevadotanbienhastaelmomento.

—Mi silencio nada tiene que ver con nuestras relaciones, sean buenas omalas, sino con las órdenes que he recibido de la dirección política delMinisterio —explico al pelotón—. Todos los comunicados relativos al casocorren a cargo del jefe de prensa del Ministerio, el señor Rodópulos. Fue elpropioministroquientomóestadecisión.Porlotanto,esaélaquientenéisquedirigiros.

—Pero¿esquenolevioanocheenla televisión?—vuelveaintervenir laenclenque—.Leentrevistaronpara lasnoticias,pero,enesencia,nodijonada,yafueraporquenosabíanadaoporquenoqueríarevelarnada.Eslapolicíalaquellevaacabolainvestigacióndelosdosasesinatos,demodoqueeslapolicíalaquetienelaobligacióndeinformarnos,ynoacabodeentendersusreservas,comisario.Podríainterpretarsecomoqueelrodilloburocráticosehallevadopordelantetambiénalapolicía.

Suscompañerossevuelvenalunísonoylafulminanconmiradasiracundas.—Nuestra Constitución garantiza únicamente la independencia de la

justicia—respondoa la enclenque—.Lapolicíano es independiente, obedecelasórdenesdeloslíderespolíticos.Siustedosuscolegastienenproblemasconestemétododeinformación,tendránquerecurriraldespachodelministropararesolverlos.

Dichoesto,entroenmidespacho,dejoelcruasánencimadelescritorioytomounsorbodecafé.Estoydisfrutandodelasituación.Despuésdehacérmelaspasar canutas durante años, ahora vienen a mendigar información apelando anuestra buena relación. Por otra parte, debo reconocer que Rodópulos es un

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inútil.Tardeotempranometerálapata,yentoncestendremosquecorrertodosataparelagujero.Nuestraúnicaesperanzaesquelosmediosdecomunicaciónsesublevenyexijanmayortransparencia.

LlamoaAskalidisy lemandoa recorrer lascafeteríasque frecuentan losestudiantes.

—Pero tenmuchocuidadoconquiénhablasy aquién eliges.Noolvidesqueestamosbajoestrictavigilanciaycaminamosporlacuerdafloja—concluyo.

—No se preocupe, no iré solo. Me acompañará un amigo que estápreparando sumáster en criminología. Es él quien elige a los estudiantes.—Hace una pequeña pausa antes de continuar con una sonrisa—: Aunquereconozcoqueno lohaceporamoralarte.Enel fondo,esperapoder llamaranuestrapuertasinecesitaayudaconsumáster.

En cuanto Askalidis sale de mi despacho llamo a Stela y le pido queconvoqueenseguidaaVelidisyaKarambetsosaunareunióneneldespachodeGuikas.

LlegoalaquintaplantaalmismotiempoqueVelidis.Karambetsosapareceunpocomástarde.Sedetieneenlapuerta,miraasualrededorynosdice:

—Chicos,aquífaltaalgo.—FaltaGuikasynadamás—lecontestaVelidis—.Pregúntanosanosotros,

quellevamosmástiempoenelservicioycolaboramosmuchomásconél.Espero hasta que se calmen las emociones por la ausencia de Guikas, y

empiezo con una descripción pormenorizada de las condiciones en las que seplanificóyseejecutóelasesinatodeArjontidis.

—¿Sigues pensando que no se trata de un grupo terrorista?—pregunto aKarambetsos.

—Losigopensando,aunquetengoalgunasdudas.—¿Porqué?—Porquesehaproducidounsegundoasesinato.Coincidocontigoenque

nosenfrentamosaunabandaorganizada,muybienorganizada,dehecho.Siseproducenmásasesinatos,sinembargo,muchometemoqueloslímitesentrelabanda organizada y el grupo terrorista quedarán muy desdibujados. A fin decuentas,labandaasesinaparaaterrorizaraaquellosprofesoresqueabandonanlauniversidad para dedicarse a la política. Lo dijo tu ayudante, Kostas, y tienerazón.Aunqueesverdadqueelmodusoperandinoeselpropiode losgruposterroristas,esto,ensí,noquieredecirnada.Puedequesí loseaenelpróximoasesinato.

—Entonces,¿quépropones?—Mandaré a mis hombres a darse una vuelta por los ambientes que

frecuentan quienes colaboran con los terroristas.No porque considere que los

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dosasesinatoshansidoobradelosterroristas,almenosdemomentonopiensotalcosa.Losquemásmeinteresansonlachicayelhombreconelciclomotor.Nopodemosdescartarqueestos síprovengande las filasdel terrorismo.Si alfinal resultaserasíy logramos localizarles, talvezencontremosalgunoscabossueltos.

—Tienes razón, muy inteligente por tu parte. —Me dirijo a Velidis—:¿Algunanovedad?—pregunto.

—Si tecuento lanovedad,vasadesternillartederisaoadartedecabezacontralapared—mecontesta.

—¿Porqué?—Hemos podido averiguar quién se esconde detrás del seudónimo de

Lisístrata. Es una tal Glykería Karambini, residente enKozani. Karambini notieneningunarelaciónconlapolítica,niconelParlamento,niconlospartidos.Sin embargo, tiene cuatro cuentas más en Facebook, todas con seudónimo.Además de Lisístrata, se hace llamar Antígona, Erató y Safo. Con apellidosfalsos, por supuesto. Esta señora se pasa la vida en Internet, donde establecerelacionesamorosas.Debodecirtequeparecemuymetódica.PrimerobuceaenInternetenbuscadeunfuturoamante,seenteradesuhistoriapersonal,desusactividades profesionales y de su situación familiar. Solo después establececontacto.

—¿FueasícomopillóaRapsanis?—Exacto. Averiguó que era profesor en la universidad, que estaba

divorciadoyquevivíasolo.Eralavíctimaideal.YRapsanisenseguidamordióelanzuelo.

—No solomordió el anzuelo, sinoque contrajo el virusde la política—diceKarambetsos—.Yahorasomosnosotrosquienestenemosquedesenredarlamadeja.

Sjinásdioenelblanco,pienso.Elamorenlostiemposdelsexovirtual.Encualquiercaso,paranosotrosestedescubrimientorepresentaunrevés.Glykeríanotienenadaqueverconlapolíticaniconlauniversidad.Sencillamente,esunamujerquehaencontradolamaneradesatisfacersuvicioy,además,deformasmuydiversas.

Elteléfonointerrumpemispensamientos,esStela.—Unodesuscolaboradoresquierehablarconusted.MelopasayoigolavozdeAskalidis.—Señorcomisario,tengoaungrupodeestudiantesqueaceptanhablarcon

usted.¿Adóndelosllevo?—AlmismositioquellevastealestudiantedeAlemania.Le digo a Karambetsos que pida a los de la Científica el ordenador de

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Arjontidisparapoderregistrarlo.—Espero que no aparezca ninguna relación amorosa mía—dice Velidis

riéndose.SalgoalaavenidaAlexandrasymedirijoalacafetería.BuscoaAskalidis

conlamiradayloveosentadoaunamesacontreschicasyunchico.—Nohanqueridosentarsefuera,porsialguienlosve—explicaAskalidis.—Mejorasí,estaremosmástranquilos.—Perdonelapregunta,pero¿cómodebemosdirigirnosausted?—pregunta

unadelaschicas.—LlamadmeseñorcomisariooseñorJaritos,loqueosparezcamejor.—Prefiero llamarle señor Jaritos. Lo de comisario se me atraganta —

contestaelchico.—¿Soistodosdelamismafacultad?—empiezo.—No.ZeanóyAnnaestudianderecho—explicaAskalidisseñalandoauna

joven rubiaconcoleta,queestá sentadaami lado,yaotra,depelocastañoycorto,sentadaenfrente—.NikosyLukíaestánenlaFacultaddeFilosofía.

Eljoventienelacabezarapada.Llevacintastrenzadasalrededordeambasmuñecas.Lamuchachaesmorenaytieneunamelenaquelellegaaloshombros.

—¿Yasabéisdequéquierohablarconvosotros?—Sí,Zanosnoslohaexplicado—respondeelchico.—¿Por dónde quiere que empecemos? —pregunta Zeanó, la que está

sentada ami lado—. ¿Por la universidad, que está para echarse a llorar?Haybasuraportodaspartes,empiezasaestudiarconunprofesor,haceslostrabajosque temanda, pero terminas el curso conotro.Cuandohay clases, de repentequedaninterrumpidasporquehayprotestasyseocupanlasaulas.Cuandoporfinse marchan todos, siempre faltan ordenadores. ¿Qué quiere que le digamos?¿Quéprofesoressonbuenosyquiénesno?Losqueacudenalasaulas,impartenclases, nos mandan hacer trabajos y nos dedican una parte de su tiempo sonbuenos.Lodemás,mejordejarloestar.

—Puede que tengas razón, pero nuestro trabajo es precisamente este,preguntar—lecontesto,ytodosseechanareír.

—Déjemequeseloexpliqueyloentenderáenseguida—seofreceNikos—.Losestudiantessedividenendoscategorías.Losquequierenestudiarylosquequierenteneruntítulo.

—¿Cuálesladiferencia?—preguntaAskalidis.—Los que van a por el título son de la vieja escuela, de cuando te

presentabasaunexamendeingreso,sacabasunanota,entrabasenunafacultad,terminabas la carrera y pasabas a trabajar en el sector público. Así tenías elfuturogarantizado.Estoyasehaacabado.Muchosdelosqueparticipanenlas

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protestasyocupanlasaulaspertenecenaestacategoría.Amediacarreraabrenlos ojos, se dan cuenta de que la licenciatura no les conduce a ningún sitio yempiezanarompercosasparadesfogarse.Quedalaotracategoría,ladelosquequierenestudiar,comonosotros.Tambiénnosotrosqueremoslicenciarnos,paraluegoseguirestudiandoenelextranjero,porsilogramosunfuturomejor.

Decidotirardelfreno,yaquelasituacióndelasuniversidadesnoesdemiincumbencia.

—Quierohacerosunapreguntamásconcreta.MegustaríasaberquéopináisdeAristotelisArjontidis.

Nikos y Lukía intercambian miradas, y al final es Lukía quien toma lapalabra.

—Mire, Arjontidis daba clases de literatura de las islas Jónicas. En susclases había siempre muchos estudiantes. Debo decir que nadie ha habladonuncamaldeArjontidis.Eraimpecableensutratocontodos.

—Soloque con algunos eramás impecableque conotros—añadeNikosconunasonrisapícara.

—¿Quiéneseranesosotros?—pregunto.—Losmiembros de las organizaciones estudiantiles. Sobre todo, los que

pertenecíanalpartidoqueacabónombrándolesecretariodeEstado.Añadiréalgomás a lo que le ha contado Lukía. Arjontidis no tenía amistades entre suscolegas.Su relaciónconelloserameramenteprofesional.Susamigoseran losestudiantes de las organizaciones. Salía con ellos y se relacionaba con ellos.Cuando le nombraron secretario deEstado deEducación, los de fuera por fincomprendimoseseamorporaquelsindicatoestudiantil.

—¿Teníaenemigosoadversariosenlafacultad?—Amínomeconsta—contestaLukíaentonocategórico—.Loúnicoque

sabemos es que, cuando había huelga o los estudiantes ocupaban las clases,algunosprofesores secabreabanyprotestaban,mientrasqueArjontidismirabaparaotroladoydisimulaba.

Ahorayasabemos,almenos,conquiénsecodeabaArjontidisyqueresultabastante improbable que su asesinato se debiera a rivalidades y odiosacadémicos. A ver quién es el guapo que descubre en estas circunstancias alasesino de un hombre que no tenía un círculo de amigos íntimos ni enemigosdentrodelauniversidad,yquemanteníabuenasrelacionesconsusalumnos.

—¿QuédiríaisvosotrosdeRapsanis?—preguntoalosotrosdos.—Másomenoslomismo—respondeZeanó—.Laúnicadiferenciaesque

Rapsanismanipulaba.Repartíalosmejorestrozosdelatartaalossuyos.Estolegenerómuchasantipatíasenelmundoacadémico.Noentrelosestudiantes,sinoentre los miembros del personal de investigación que pertenecían a su

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departamento.—¿Qué os pareció que dos de vuestros profesores abandonaran la

universidadparadedicarsealapolítica?—preguntoatodosengeneral.Loscuatrosemiran.Lukíaseencogedehombros.—Hubomuchos estudiantes que se enfadaron, no solo nosotros. Uno no

abandona launiversidadcuandoestá luchandopormantenersedepie.Porotraparte, ¿qué le voy a decir? El mundo universitario está tan deteriorado quealgunospiensanquehastalapolíticaesmejoropción.

Suenamimóvil.—¿HaleídoelcomunicadosobreelasesinatodeArjontidis?—oigoqueme

preguntalavozdelsubcomandante.—No,estoydeserviciofueradeJefatura.—Cuandololeallámemeyhablamos.Doylasgraciasaloscuatroestudiantes,dejoqueAskalidispaguelacuenta

ynosponemostodosdepie.—Chicos,perdonadpero tengoque irme—lesdigo—.Ennuestro trabajo

nuncasabescuándotecaerálatejaenlacabeza.

VuelvoaJefaturaatodaprisa.Kulayahaimpresoelcomunicadoylohadejadoencimademiescritorio.

Ayer ejecutamos a Aristotelis Arjontidis por alta traición. Igual queKléarjos Rapsanis, Arjontidis traicionó el sagrado cometido del Maestro.Sacrificóasusalumnosylesprivódesusconocimientosparaentrarenpolíticayser secretario de Estado. Ni siquiera ministro. SECRETARIO DE ESTADO.Queremos enviar un mensaje a todos los miembros del profesorado queabandonanloscentrosdeenseñanzasuperioryasusalumnosasusuerteporunsillón de ministro o de secretario de Estado. Que ninguno de ellos se sientaseguro.Nuestraira,nacidadesuingratitud,superarátodoslosobstáculos.

LamuertedeAristotelisArjontidisvadedicadaalamemoriadeGeorgiosTh.Zoras,profesordeliteraturagriegamedievalymodernaenlasuniversidadesdeAtenasydeRoma,asícomocofundadordelInstitutodeEstudiosHelénicosBizantinos y Modernos de Roma. Georgios Th. Zoras dedicó su vida a laenseñanza y a la investigación. Un profesor como Aristotelis Arjontidis, queenseñabaliteraturadelasislasJónicasynosupotomarejemplodeGeorgiosTh.Zoras, el estudioso por excelencia de esa materia, merece la pena de muertecomocastigo.

Encuantoterminodeleer,llamoaKula.—¿Dedóndehassacadoelcomunicado?—MehaavisadoStela.Lahanllamadodeldespachodelsubcomandante.

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LlamoaDermitzakisyaDervísoglu.—¿Habéisleídoelcomunicado?—pregunto.—Sí,comisario—contestanalunísono.—Quierosaberquéopináis.—Amíhayalgoquemellamalaatención—diceDervísoglu.—¿Qué?—Quelosasesinoshandeserpersonascultas.—¿Yesoporqué?—seextrañaDermitzakis.—Porque conocen a antiguos profesores, como Zeodorakópulos y ahora

Zoras.Yoestudiéenlauniversidadynuncahabíaoídohablardeellos.—Vamos, les basta con abrir un diccionario enciclopédico o buscar en

Wikipediaparaencontrarinformación—replicaDermitzakisentonodespectivo.—Has de saber qué o a quién buscas en el diccionario —le contesta

Dervísoglu—. Si no sabes quién era Zeodorakópulos o quién era Zoras, yapuedespasartedíasbuscandoeneldiccionarioquenolosencontrarás,porquenosabesquéestásbuscando.

—Hayalgomás—intervieneKula.—¿Dequésetrata?—pregunto,curioso.—Al menos algunos de los asesinos debieron de estudiar en Atenas. En

amboscasos,mencionanaprofesoresdelaUniversidaddeAtenas.NuncasehanreferidoaSalónica,porejemplo.

Lasobservacionesdeambossonmuyacertadas.—Osfelicito,chicos,tenéistodalarazón—lesdigo.Lesdoypasaporteparapoderllamaralsubcomandante.Losdossalendemi

despachoconunasonrisadeorejaaoreja,yDermitzakis,con lacolaentre laspatas.

Comunicoalsubcomandantelasobservacionesdemisayudantes.—Tienenrazón,pero¿cómoayudaestoalainvestigación?—mepregunta

él.—No ayuda de forma directa, pero ahora sabemos que algunos de los

asesinossonpersonascultasyqueestudiaronenAtenas.Por lo tanto, tenemosquecentrarlasinvestigacionesenlacapital.

—Deacuerdo, aunque esto aumenta las probabilidadesdeque se trate deatentados terroristas. La mayoría de los terroristas, al menos en Grecia, hanpasadoporlauniversidad.

Nosemehabíaocurridoesto.—Tienerazón—reconozco.—Hayotramalanoticia.—¿Cuál?—preguntomosqueado.

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—Apartirdeestemomento,ustedseencargarádeinformaralosmediosdecomunicación. Elministro por fin se ha dado cuenta de queRodópulos es unineptoyleperjudica.

Éramospocosypariólaabuela.

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Reflexiono sobre cuáles deben ser mis siguientes pasos tras leeratentamente el comunicado, y concluyo que la solución más sensata esKarambetsos. Le llamo por teléfono y le pido que se reúna conmigo en eldespachodeGuikas.

Mientras que los demás andamos perdidos por los espacios siderales, laúnicaqueestácontentaesStela,que,alverquesiguehabiendoidasyvenidaseneldespachodeGuikas,sientequesupuestodetrabajoestáasegurado.

Karambetsosyahaleídoelcomunicadoyahorameescuchaatentamente.—Tienes razón —afirma cuando concluyo—. Realmente, los datos que

ofreces apuntan a unos criminales de nivel. No se trata de una banda deinmigrantes ni de un grupo de vulgares extorsionistas. Y también elsubcomandante tiene razón cuando dice que una banda de asesinos cultos seacercamuchoalperfildeunaorganizaciónterrorista.

—¿Algunaidea?—Ideastengomuchas,aunquenoséhastaquépuntoseajustanalarealidad

—me contestaKarambetsos—.Seme ocurre una posibilidad, aunque bastanteremota. Si se confirma, tal vez podamos desenredar la madeja. Te lo dirémañana.

Ponemos fin a la reunión y bajo a la tercera planta. En cuanto salgo delascensormelleganunasvoces,ymedoycuentadeltrancequemeespera.

Estánconcentradosenelpasillo,delantedelapuertademidespacho.Merecibeunabanicodecarassonrientesconunaúnicaexcepción,ladelareporteraenclenque,aunqueestaeshoscaporconvicción.

—Como puede ver, lo hemos conseguido, señor comisario —anunciaMerikas,elquevinoasustituiraSotirópulos—.Me imaginoqueya lehabráninformado.

—Mehaninformado—respondo,yabrolapuertademidespachoparaquepuedanentrar.Sinosquedamosenelpasillo,nohabráquientrabajeentodalaplanta.

Ellosasaltanprimeroeldespacho,y,encuantocierrolapuerta,measaltanamí.

—¿Puedeofrecernosuninformedetalladodelasinvestigacionesdeambosasesinatos,señorcomisario?—empiezalabajitademediasrosa—.Hanpasadomuchos días y todavía no hemos conseguido tener una idea clara ni de loscrímenes,nidelasvíctimas,nidelasinvestigacionescorrespondientes.

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Leshagounadescripciónpormenorizadadelosdosasesinatosydelpuntoen que se encuentran demomento nuestras investigaciones. Lo único quemecallo es el nivel cultural de los agresores y su posible relación con elmundoterrorista.

—¿Creenqueelasesinoactuósoloenamboscasos?—preguntaMerikas.—No. Todos los indicios apuntan a que se trata de una organización

criminal.—¿Descartan la posibilidad de que los asesinos sean estudiantes? —

preguntaeljovendelacamiseta.—Noladescartamos,aunque,demomento,nohayindiciosdequesetrate

deestudiantes.—Enotraspalabras,nohanavanzadoniunpaso—observalaenclenque.De pronto, Lukidu, una cincuentona que me merece una consideración

especial porque Sotirópulos también la apreciaba, se vuelve cabreada hacia laenclenque.

—¿Puedeshacernosunfavor,Aretí?¿Quieresdejardehacertelalista?—Nome hago la lista, hago un reportaje. Y no tienes ningún derecho a

interferir en mi trabajo —responde la enclenque, cuyo nombre he oído porprimeravez.

—Noes un reportaje, es una crítica—le reprochaMerikas—.No eres lajefadelcomisarioparacriticarsutrabajo.

—Vamos, vamos..., me parece que ya hemos agotado el tema por hoy.Cuandovolváisanecesitarme,sabréisdóndeencontrarme—intervengoentonoconciliador,ylesabrolapuertaparaquesalganapelearseenelpasillo.

Unavezsolo,medoyunmargendetiempoparaordenarmispensamientos.Hemosavanzadoenelanálisisdelcaso,peroaúnnohemospodidoacercarnosalos culpables. Mi única esperanza es la ventanita que me ha abiertoKarambetsos.

Decidodarcarpetazoporhoyeirmeacasa.Puedequelainvestigaciónestéestancada, pero tengo a dos ayudantes nuevos muy listos y esto me sube lamoral.

Yaestoy en la calleMijalakopulu cuando,depronto,measaltauna idea.Hemosexaminadotodaslasposibilidades,hemosllegadoaalgunasconclusionesinteresantes, pero no se nos ha ocurrido comentar el caso deRapsanis con unpsicólogo.PuedequelasoledadseaexplicaciónsuficientedeporquécayótanfácilmenteenlatrampadelamujerdeKozani,sinembargo,unpsicólogotalveznosabravíasdeinvestigacióncuyaexistencianisiquierasospechamos.

LaúnicapsicólogaenlaqueconfíoesMaña.Cambioderumboy,enlugardeiracasa,medirijoalbufetedeabogadosqueKaterinaregentaconella.

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—¿Quierequeaviseasuhija,señorcomisario?—mepreguntalasecretariaenlarecepción.

—Luego.PrimeroquierohablarconMaña.Lajovenapareceenseguida.Memira,preocupada.—Hola.¿Ocurrealgo?—Sí.Necesitoelconsejodeunapsicóloga,sipuedesdedicarmeunrato.—Porsupuesto.Pase,yaheterminadoconlasconsultasdehoy.—Mecoge

del brazo y me conduce a su despacho—. Espero que no tenga problemaspsicológicosporculpadelnietoquesellamaráLambros—mediceriéndose.

—Demomentono.Loquetengoesuncasodeasesinatoquemeestádandoquebraderosdecabezaymegustaríaquemeilustraras.

—¿Serefierealosasesinatosdelosdosprofesores?—Exacto.—LecuentolahistoriadeRapsanisycómounamujerdeKozani

consiguió influir enélhastaelpuntodequesemetieraenpolítica—.¿Puedesexplicarmequéesloqueimpulsaaunprofesordereconocidoprestigioadejarsellevarporunamujerquenohavistoensuvida,hastaelextremodeabandonarsupuestoenlauniversidadparaabrazarunacarreraenlapolítica?

Mañareflexionaunpoco.—Intentaré explicárselo. No será fácil, ya que usted no está activo en

FacebooknienTwitter.Entremuchasotrascosas,Internetsehaconvertidoenunlugardeencuentrodepersonassolitarias.Enelpasado,unoibaalparque,sesentabaenunbancoyesperabaaquealguiensesentaraasuladoparaentablarconversación.O ibaauncaféyempezabaacharlarconelquesesentabaa lamesadeallado.Eralamaneradevencerlasoledady,amenudo,eraunaformadehacer nuevos amigos.Hoy endía ya no se va al parqueni al café.Uno sesienta ante el ordenador, le da al teclado y espera encontrar interlocutores enFacebook.—Haceunapausayespera,porsitengopreguntassobreeltema.Nolastengoycontinúa—:Hay,sinembargo,dosdiferenciasmuysignificativas.Mipadre, defensor de la dictadura militar, solía decir: «La cara es el espejo delalma».Aquínohaycaras,señorcomisario.Llegasatenerunmontóndeamigosperonoconocessuscaras.LaúnicaesperanzaesunencuentroenFacebook.Laotradiferencia tienequevercon lacomunicación.Enelbancoyenel café lacomunicación es oral. En Internet la comunicación se hace por escrito. Estosignifica que los que hacen amistades en Internet tienen un mínimo nivel deeducación.Pero lomás importante esque lapalabra escrita ejercemuchamásinfluencia que la palabra oral. El scripta manent, lo escrito queda, es unaexpresiónmuysabia,yloescritoquedaenInternet.Sihablamosconalguien,amenudo tenemos que esforzarnos en recordar qué nos dijo exactamente. EnInternetbastaconretrocederhastaelmensajeescritopararecuperarliteralmente

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loquesehadicho.—Denuevohaceunabrevepausa,meobservayprosigue—:Pasemosahoraalprofesorencuestión.Imparteclasesenlauniversidad,porlotanto,leseducelapalabraescrita,comoatodoslosprofesores.Silamujerquesepusoencontactoconéltieneciertoniveldeeducaciónyciertahabilidadenlaescritura, no le habrá sido nada difícil convencerlo. Lo segundo, que pordesgracianuncasabremos,eselgradodesoledadqueafligíaaesehombre.Nosabemoscuántolecostóeldivorcionielhechodehaberperdidotodocontactocon su hijo. Usted me lo ha descrito como una persona ambiciosa. Si a esoañadimos subulimia, que subraya el cariz insaciablede su carácter, entenderáqueeltrabajodelaseñoradeKozanidebiódesermuyfácil.

Callaymemira,esperandomireacción.—Gracias,Maña.Melohasdejadotodomuyclaro—ledigo—.Ahoraya

tengoelperfildeRapsanis.—TodavíanosésinecesitaréunperfildeArjontidis.SeabrelapuertayentraKaterina.—¡Enhorabuena! Vienes al bufete y pasas de tu hija embarazada—dice

riéndose.—La hija embarazada haría bien en no intentar sacar provecho de su

embarazo—reponeMaña.—¿Quéquerías?—mepreguntaKaterina.—QueMañameilustrara.Ylohahecho.—Si ves que se alquila algún piso de dos dormitorios por el barrio,

avísame.—¿Queréismudaros?—Obviamente.Cuandollegueelniñoyanocabremosencasa.Adrianí ha dado en el clavo.Otra vez.No se lo voy a decir, porqueme

echaráunodesussermonesempezandoporel«¿Quétedije?»,ynomeapetecenada.

Melaencuentroenlacocinadescargandolasbolsasdelacompra.—Esta noche disfrutarás de mis anchoas al horno—anuncia—.Mañana

habráotraveztomatesrellenosycositasvarias.—¿Yeso?—HeinvitadoacenaraKaliopi,ArguiróyTasía.MellamóArguirópara

quedar.Ledijequedentrodeunosmesesseremosabuelosysealegrómucho.Semeocurrióqueeraunaoportunidadparadevolverleselconvite.

Esperoaqueterminedecolocarlacompra,ydespuésmesientoalamesahastaquelleguenlasanchoas.

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política.f.1.Elarteolacienciadelagobernaciónoadministracióndelapolisy/odelEstado; laciencia relativaa laorganizaciónygestióndelEstado,tanto en lo referente a los asuntos internos como a los externos. «Se dedicaactivamentealapolítica;esunpolíticonato.»|2.LaformadedirigirlosasuntosdelEstado;elprogramaqueaplicaelgobiernoencadaunadesusfunciones.Lapolítica agraria/económica/educativa de un gobierno. La forma de afrontar yresolverlosproblemasderivadosdelarelacióndeunestadoconotrosestados,políticaexterior. |3.Laparticipaciónactivaenlavidapolíticadeunpaís:«Lapolíticafuesuruina». |4.Laaccióndelpolítico. |5.Manerahábildeactuarocomportarseendeterminadoasunto.

Nome parece probable que la señoraGlykería, deKozani, haya leído laentrada en el diccionario de Dimitrakos referente a qué es la política. Sinembargo,nomecabedudadequedebiódedecirleaRapsanislafrasequesirvecomoejemploenellibroyquetodosconocemos:eresunpolíticonato.

Aun si aceptamos que estemétodo sirvió para convencer a Rapsanis, nopodemosdecirlomismodeArjontidis.Meinclinohaciaotrainterpretaciónquepodemos considerar válida para los dos: que ambos hubieran leído la primeraacepcióndelaentradaenelDimitrakos:«Elarteolacienciadelagobernaciónoadministracióndelapolisy/odelEstado;lacienciarelativaalaorganizaciónygestión del Estado, tanto en lo referente a los asuntos internos como a losexternos».

Estaúltimainterpretaciónseadaptacomounguanteaambasvíctimas,yaquedebierondepensar:«Elderechoesunaciencia,lafilologíaesunacienciayla política también es una ciencia. En realidad, no cambiamos de territorio.Sencillamente,pasamosdeunacienciaaotra».

Maña me merece mucho respeto y confianza pero, evidentemente, ellatampoco ha leído el diccionario. De lo contrario, no se habría tomado tantasmolestias en analizar a fondo el caso de Rapsanis. Me habría remitidodirectamentealDimitrakos.

Encima demi escritorio se encuentra el informe forense del asesinato deArjontidis. Dejo a un lado el café con el cruasán para leerlo. StavrópulosconfirmaqueArjontidisfueasesinadoentornoalasochodelamañana.Elotrodato interesante incluido en el informe de la autopsia es que la muerte nosobrevino como resultado del golpe en la cabeza, sino de la cuchillada que leatravesóelcorazón.

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Sigoleyendoporsiaúnhaymásdatosrelevantespordescubrir,cuandomeinterrumpenlasvocesdeunamujerenelpasillo.

—Quiero que me digan cómo murió Aris10. ¡Soy su hermana y exijosaberlo!

Abrolapuertayveoaunamujerdecabelloblancorizado,queaprimeravista parece mayor que Arjontidis, gritándole a Kula, que se esfuerza portranquilizarla.

—Paseamidespacho,por favor—ledigo.Lamujeraparta lamiradadeKulaparafulminarmeconella—.SoyelcomisarioJaritos,yomismoledarélainformaciónquesolicita.

Lamujerentraenmidespacho.DespidoaKulaconunademánycierrolapuerta.Señalolasillaalamujerymesientofrenteaella.

—¿Puedopreguntarquiénesusted?—Soy Victoria Arjontidis, la hermana de Aris Arjontidis. Quiero saber

cómomuriómihermano.—Lepuedodecircómomuriósuhermano.Loqueaúnnopuedodecirlees

quiénlomató.Ledescribolosucedidoporencima,sinentrarendemasiadosdetalles,para

notrastornarlatodavíamás.—¿Y le mataron los que matan a profesores por haberse dedicado a la

política?—Asíes,aunquetodavíanosabemosquiénesson.¿Mepermitequelehaga

algunaspreguntasquepodríanfacilitarnuestrainvestigación?—Me puede preguntar lo que quiera, pero antes necesito aclarar algunas

cosas. Yo no tengo la formación que tenía Aris. Nuestros padres nos dejaronalgo a cada uno. AAris le pagaron los estudios y amíme dejaron la tiendafamiliarde recuerdos turísticos.Esdecir,queyodeestudiosno tengoni idea.CrecíenlaisladeCorfú,yesallídondevivoahora.RarasvecesvengoaAtenasdevisita.AArissololoveíacuandoveníaalaisladevacaciones.

—De nuestras investigaciones hemos deducido que su hermano era unapersonamás bien reservada.No tenía amigos íntimos ni dentro ni fuera de launiversidad,ysolomanteníarelacionesasiduasconalgunosestudiantes.

—Pero no se relacionaba con todos los estudiantes, sino únicamente conaquellosqueestabanmetidosenpolítica.Ariseraunapersonareservada,comousteddice,peroteníadospasiones:lafilologíaylapolítica.CuandomispadreslomandaronaItaliaaestudiar,allítambiénsemetióenpolítica.Ahorabien,nosécómosemetióniquéhizo,porqueyosolomeacuerdodelapolíticacuandotoca ir a votar. Mi hermano tenía un amigo italiano que vive en Grecia, unprofesordetraduccióneinterpretacióndelaUniversidadJónica.Élfuequienle

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enseñóitalianoaAris.—¿Sabesunombre,porcasualidad?—preguntoycruzolosdedosporque

lorecuerde.Lamujerpiensaunpoco.—Guido no sé qué..., no me acuerdo del apellido. —De repente, se le

ocurreunaidea.Sacasuteléfonomóvilymarcaunnúmero—.Lukás,perdonasitemolestoperoesurgente.¿TeacuerdasdecómosellamabaaquelprofesorqueenseñóitalianoaAris?—Mehaceseñasparaqueledéunpapelyunboli.Ellaescuchayanota—.Gracias,Lukás...Quélevamosahacer...Noquedaotraquetirarparadelante.—Cuelgael teléfonoymedaelpapel—.Esteeselnombre.GuidoPestoni.SéqueahoraviveenAtenas,aunquenotengosudirecciónnisuteléfono.Arismanteníalaamistadconél.Supongoquetendrásunúmeroenelmóvil.

—Gracias, señora Arjontidis. No quiero retenerla más. Ha sido de granayuda.

—¿CuándopodréllevarmeamihermanoaCorfúparaelentierro?—Hoy mismo, si así lo desea. La autopsia ha concluido. —Le doy el

teléfonodelDepartamentoForenseparaquesepongadirectamenteencontactoconellos.

EncuantosaledemidespachollamoaDimitríu.—¿HabéisregistradoelmóvildeArjontidis?—Todavíano.Nonosparecióurgente.—Porfavor,regístralotúdeinmediato.Quieroquebusqueselcontactode

unitaliano.—Lefacilitoelnombredelprofesordeinterpretaciónytraducción.Esta era la diferencia entre Rapsanis y Arjontidis. Rapsanis entró en la

políticaporvanaambición.AArjontidisleinteresabalapolíticadesdesusañosde estudiante en Italia y conservaba ese interés, alimentándolo a través de susamigosenlasorganizacionesestudiantiles.

Estoy sobre ascuas, pero, por suerte,Dimitríu no prolonga demasiadomiinquietud.Tardamenosdemediahoraenllamarmeporteléfono.

—¡Loheencontrado!—anuncia con tono triunfal, ymedaelnúmerodePestoni.

Llamo enseguida, rezando por que me responda. Afortunadamente, misruegossonatendidos.

—GuidoPestoni—suenasuvoz.Mepresentoyleexplicoporquénecesitohablarconél.—Conmuchogusto,puedevenirahoramismo.VivoenGlyfada.—Yme

daladireccióndesucasa.Llamo a Dermitzakis y le pido un coche patrulla, ya que con el Seat

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perderíamuchotiempoytengoprisapordemostrarquelainvestigaciónavanza,sobretodoalministro.

Por suerte, Pestoni vive en la calle Zemis, muy cerca de la avenidaPoseidón.Ordeno al conductor que ponga la sirena y que pise el acelerador afondo.Con lasirenaaullandoy loscocheshaciéndoseaun ladoparadejarnospasar,solotardamosuncuartodehoraenllegaraGlyfada.

Pestonivivealprincipiodelacalle.Meabrelapuertasumujer,unagriegaqueyaestáenlossetentayquemeconduceenseguidaaldespachodesumarido.

GuidoPestonidebedeseralgomayorquesumujer,aunqueesunhombrede porte erguido y todavía muy apuesto, a pesar de la edad. Se levanta pararecibirme.

—¿QuierequehablemosdeAris?—mepregunta,yseleescapaunsuspiro—. Estoy tan conmocionado que no sé si podré hablar de los temas que leinteresan,comisario.Demeunosminutos—dice,ysealejadesuescritorio.

Abrelapuertadelbalcóndeldespacho,quetienevistasalgolfoSarónico.Permaneceunratoinmóvil,deespaldasalahabitación.Sugriegoesimpecable,apenassepuededistinguirunleveacentoextranjerocuandohabla.

Finalmente,vuelveaentrareneldespacho,cierra labalconeraysesientatraselescritorio.

—Nací en Cerdeña y el mar siempre me tranquiliza. Por eso decidimosvivir en Glyfada. —De repente, parece recordar el propósito de mi visita—.¿Quédeseasaber?Leescucho.

—Segúnmehaninformado,Arjontidisfuealumnosuyoyaprendióitalianoconusted.

—Sí,escierto.EntoncesyoimpartíaclasesenelDepartamentodeLenguasExtranjeras. Arjontidis sematriculó para aprender italiano, porque quería ir aestudiar a Italia. No le interesaban las asignaturas de traducción ni deinterpretación.SupasióneranlospoetasynovelistasdelasislasJónicas.Llegóainsistir en que estudiáramos el italiano a través de los poemas que Solomós11escribió en esta lengua, imagínese.Entró en launiversidad a laprimera.PudohaberestudiadoenRoma,peroprefirióhacerloenPavía.

—¿Poralgunarazónenconcreto?—SolomóshabíaestudiadoenPavía.Queríahacersucarreraenlamisma

universidadqueelpoeta.—NoshandichoqueenItaliadesarrollóciertaactividadpolítica.Pestonireflexionaunmomentoantesdecontestar.—Arjontidiseraunjoven...¿Cómolediría?...Quenoteníaclaroquéhacer,

señorcomisario.Porunlado,eraunfanáticodesusestudios,especialmentedelaliteraturajónicaydelpoetaSolomós.Porotrolado,sinembargo,leencantabala

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actividad política. En la universidad ingresó en las filas de Lotta Continua.¿ConoceLottaContinua,comisario?

—No.Eslaprimeravezquelaoigonombrar.—Setratadeunaorganizaciónrevolucionariaqueensutiempotuvomucha

influenciaenlasuniversidades.LapolicíavigilabasusmovimientosyArjontidisera extranjero. Temí que lo obligaran a volver a Grecia y que tuviera queabandonar sus estudios. En cierta ocasión, cuando fue a Corfú a pasar lasvacaciones deNavidad,me puse en contacto con él para hablar del tema.Mecontestóqueno teníaporquépreocuparme,que tomabamuchasprecauciones.Al final, se volcó totalmente en los estudios, Lotta Continua empezó adesarticularseyArjontidisterminólacarreraehizosudoctoradoenItalia.

Todo esto explica el tipo de relación que Arjontidis mantenía con susalumnos.Losviejosamoresnoseolvidantanfácilmente.Sinembargo,almenosaprimeravista,noconsigovislumbrarunarelaciónentresuactividadpolíticaenItalia y su reciente asesinato. En cualquier caso, voy a tener que hablar conKarambetsos,aunqueanteshedeinformaralsubcomandante.

Doy las gracias a Pestoni y bajo a la calle. Busco un rincón tranquilo yllamoalsubcomandante.

—¿CreequelaactividadpolíticadeArjontidisenItaliapuedetenerqueverconsuasesinato?—mepreguntaélcuandoyaleheinformadodelasnovedades.

—Meparececogidoporlospelos.ARapsanisloasesinaronporlasmismasrazones,aunqueélnohabía tenidounaactividadpolítica similar.Noobstante,pedirélaopinióndeKarambetsos.

—Vuelvaallamarmedespuésdehablarconél—diceelsubcomandante.Subo al coche patrulla y llamo aKarambetsos. Le digo que han surgido

nuevosdatosyquemeespere.—Yotambiéntengounasorpresaparati—meanuncia.—Teescucho,esperoqueseaagradable.—Telacontarécuandollegues.¿Quésorpresasería,sino?Elconductorvuelveaponerenmarchalasirena.

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EncuantollegoamidespachollamoaKarambetsos.—Quedamosenlasaladeinterrogatorios—mediceél,jovial.—¿Qué se nos ha perdido en la sala de interrogatorios? ¿Nos vamos a

interrogarelunoalotro?—preguntoextrañado.—Conoceráslasorpresa—mecontesta.—No.Antes tienes que venir ami despacho, porque urge hablar de otro

asunto.Luegoyairemosjuntosalasaladeinterrogatorios.Karambetsossedacuentadequesetratadealgoimportanteynoinsiste.—Voyenseguida.Cuandoaparece,nadamássentarsepregunta:—¿Haynovedades?Lecuento con tododetalle losdatosquehe recopilado sobre la actividad

políticadeArjontidisenItaliadurantemiconversaciónconPestoni.EncuantopronuncioelnombreLottaContinua,Karambetsosseponedepiedeunsalto.

—¿LottaContinua?¡Esunaorganizaciónterrorista!—Pestoni me la ha descrito como una organización revolucionaria que

operabaenlasuniversidadesyenlasfábricas.—PestoniviveenGreciayesposiblequeestémal informado.Lapolicía

italianalaincluyeenlalistadeorganizacionesterroristas.Tengomisdudas,aunquereconozcoqueaquíelespecialistaesél.—¿Podemosponernosencontactoconlapolicíaitaliana?Asísabremossi

Arjontidisestabaenlalistadesospechososdelospolisitalianos.Karambetsosmemiraconunasonrisapícara.—Antesdehablarconlositalianos,tocalasorpresa—responde—.Veamos

primeroquénospuedecontaryluegohablamos.—Pero ¿se puede saber de qué demonios de sorpresa se trata?—estallo

indignado,porqueyametienehartocontantomisterio.—El demonio de sorpresa tiene nombre y apellido, y se llama Nikos

Kordonás. Hace años pertenecía a una organización terrorista de corte yconfecciónnacional.Lepillamosenelmomentoenqueibaacolocarunabombaenlosbajosdelcochedeunempresario.Trassudetencióncooperóconnosotrosy se benefició de una condena reducida. Hace tiempo que está en libertad,rechaza la lucha armada y sigue cooperando voluntariamente con la policía.Cuandolenecesito,siemprehagoquelodetengan,porcuestionesdeseguridad.Noquieroqueélpierdalavida,niquenosotrosperdamosanuestroconfidente.

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Nos dirigimos a la sala de interrogatorios, donde, al poco, un agente nostraeaKordonás.Esunhombrealtoconperilla,queyadebedehaberrebasadoloscuarentaaños.KarambetsosnospresentayKordonásselimitaapronunciarun«hola»desabrido.

—Nikos,necesitamosquenosalumbres—empiezaKarambetsos.—No estés tan seguro de que pueda hacerlo, a lo mejor estoy en las

tinieblas—contestaKordonás.—¿Te has enterado de los asesinatos de los dos profesores universitarios

quesededicaronalapolítica?—Claro.Tambiénleíloscomunicados.—¿Crees que los asesinatos pudieron ser obra de una organización

terrorista?Kordonáslomiraestupefacto.—Pero ¿qué estás diciendo, Karambetsos? ¿Tantos años en la brecha y

todavía no has aprendido nada? —exclama indignado—. ¿Desde cuándo losterroristasmatan a profesores por habersemetido en política? ¡Se la suda quedenclasesoqueentrenenelParlamento!Lasorganizaciones terroristas tienencomo objetivo combatir el sistema capitalista. Con los atentados pretendendemostrarqueesun sistemamuy frágilyque soncapacesdedesestabilizarlo.¿Has leído alguna vez un comunicado terrorista que hable de traición porquealguienhadejadodedarclasesyquerindahomenajeaviejosprofesoresporqueeran más consecuentes? Los comunicados terroristas tienen siempre una baseideológica.Esosdosqueheleídosuenanmásacastigodivino.

—Te lo preguntamos porque estamos seguros de que los asesinatos nofueronobradeunúnicoagresor,sinodeunabandaorganizada—leexplico.

Élmemiracondesprecio,comosifueraunserinferior.—Ahora ha conseguido sacarme de mis casillas hasta a mí, que estoy

arrepentido,comisario—espeta.—¿Porqué?—Karambetsosyalosabe,perose locuentotambiénausted,paraquese

entere.Llegóunmomentoenquemedicuentadequemataryponerbombasnotieneningúnsentido.Paguépormisaccionescumpliendocondenaenlacárcel.Cuandosalí,hiceuncursodemanipulacióndealimentosyahoratrabajoenunpuesto de comidas rápidas.Dicho esto, no puedo aceptar que cualquier bandaque campepor ahí sea unaorganización terrorista.En ese caso, las bandas deladronesdecoches, lasquevendendrogao lasqueentranen lascasasarobarseríantodasorganizacionesterroristas,yesomeofende,inclusoahoraquelohedejado.

—Vale,vale,esoyahaquedadoclaro—intervieneKarambetsosconánimo

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conciliador—.Quedadescartada laparticipacióndeunaorganización terroristaenlosasesinatos.Perohayalgomásparaloquetenecesitamos.

—Aver...—LasegundavíctimahabíaestudiadoenItalia.Hemossabidoque,cuando

estabaen launiversidad,serelacionabaconungrupoterroristaquese llamabaLottaContinua.

Kordonásdaunrespingo.—¡Perobueno!¡Notienesnilamásmínimaideadeloqueestásdiciendo!

—gritaaKarambetsos—.LottaContinuanoeraunaorganizaciónterrorista.Erauna organización de estudiantes e intelectuales como Adriano Sofri12.ComparadaconlasBrigadasRojas,LottaContinuaeraunaoenegé.

—Lapolicíaitalianalacatalogacomogrupoterrorista.—Mira, yo no tengo relaciones con la policía italiana. Me bastan y me

sobran las que tengo con la policía griega. Seguramente, la clasificaron comoterroristacuandodetuvieronaSofriporasesinato,conpruebasfalsificadas,porcierto,ylomandaronalacárcelconelmismorazonamientoconelquevosotrosconsideráishoyquecualquiergrupoorganizadopuedeserterrorista.

—Vale, Nikos. Nos ha quedado claro, muchas gracias —le diceKarambetsosamablemente.

Kordonássedirigeamí.—Busqueenotraparte,comisario—medice—.Losquemataronalosdos

profesoresquisieroncastigarlospordesertores.Paranadapretendíancastigaralsistema.

Abrelapuerta,sueltaunciaoyseva.—¿Aquéconclusiónhas llegadocomoexpertoenel tema?—preguntoa

Karambetsos.—Enprimerlugar,quieroaclararqueKordonáseslegalyqueconfíoenél.

De manera que nos quedamos con la banda y descartamos la organizaciónterrorista.

Estoyapuntodedecirle«algoesalgo»,cuandosuenamiteléfonomóvil.—Señor comisario, el ministro quiere vernos en su despacho dentro de

mediahora—anuncialavozdelsubcomandante.—Voyahoramismo.—CuelgoelmóvilyledigoaKarambetsos—:Tengo

queirme.Nosesperaelministro.—TehasconvertidoenlaréplicadeGuikas—contesta.Yomecabreo,yél

seechaareír.Cojo el Seat, porque he decidido ir directamente a casa después de la

reunión.Nohacefaltaseradivinoparasaberqueelencuentroconelministroseprolongaráhastatarde.EstanochevienenacenarconnosotroslastresGraciasy

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notengoganasdedarcabezadascuandonossentemosalamesa.Además,nomequedanadaporhacerenJefaturahastamañanaporlamañana.

Voy directo al despacho del subcomandante, porque tengo miedo detoparme con el ministro y prefiero evitar a toda costa cualquier conversaciónprivadaconél.

Todavía nonoshan convocado, demaneraque aprovecho la oportunidadparainformaralsubcomandantedemirecienteconversaciónconKordonás.

—Así que la posibilidad de un atentado terrorista queda definitivamentedescartada—dicemisuperiorcuandotermino.

—Karambetsosladescartayestoydeacuerdoconél.Nosvemosobligadosainterrumpirnuestraconversacióncuandonosavisan

dequeelministronosestáesperando.Nos lo encontramos sentado a la mesa de reuniones, acompañado del

comandante.—Quiero un informe detallado, porque estoy muy preocupado—dice el

ministro a modo de introducción—. Dos miembros del Gobierno han sidoasesinados, y tengo la impresión de que las investigaciones no avanzan enabsoluto.

—Enestafase,lasinvestigacionesavanzanpordescarte,señorministro—respondeelsubcomandante—.Asísevaestrechandoelcírculodesospechosos,cosaquenospermitecentrarnosenlosmásprobables.

—¿Yaquéconclusioneshanllegadohastaelmomento?—Hoy mismo hemos descartado del todo la posibilidad de un atentado

terrorista.Elseñorcomisarioseloexplicará.Empiezo por Kléarjos Rapsanis y su relación virtual con Glykería

Karambini.Alverqueelministronomehacepreguntas,continúoconelcasodeAristotelis Arjontidis, sus estudios universitarios y su implicación en LottaContinuacuandoestabaenItalia.Elministromeescuchaceñudoyensilencio.Resultafácildarsecuentadequemirelatonolecomplaceenabsoluto.

—Teniendo todo esto en cuenta, debemos descartar por completo laposibilidaddeunatentadoterrorista,señorministro—concluyo—.Elmóvildelosasesinatoses justoelque semencionaen loscomunicados.Porotraparte,también estamos seguros de que no nos encontramos ante un agresor aislado,sinoanteunaorganizacióncriminal.

—Loquemeacabadecontardemiscolegasfallecidosnodebetrascenderalos medios de comunicación, señor comisario. Sobre todo, la relación deArjontidis con esa organización terrorista en Italia. Se puede imaginar lasconsecuenciassiestosdatossefiltraranalaprensa.

—No se filtrarán, al menos no lo harán por mí, señor ministro. Sin

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embargo, estoshechos también se conocen fueradel ámbitode lapolicía.LosconocenuestroconfidenteyelamigoitalianodeArjontidis.Porloqueserefiereaestesegundo,puestoquenohahabladodeltemahastaahora,podemossuponerque tampoco loharáenel futuro.Pero¿quiénnosgarantizaquenohablaráelconfidente?

—DígaleaKarambetsosqueleamenace—eslacontundenterespuestadelministro—.¿Algunacosamás?

—Sí,señorministro—ledigo.—Leescucho.—Necesito supermisoparahablarconestudiantesqueseanmiembrosde

lasorganizacionesestudiantilessobresusrelacionesconArjontidis.—¿Loconsideranecesario?—preguntaelcomandante.—Arjontidiseraunhombremuyreservado.Nosenteramosporcasualidad

desuamistadconelprofesoritaliano,y,graciasaél,desusactividadespolíticasmientrasestudiabaenItalia.LosestudiantestalveznosofrezcanpistasnuevassinoscuentandequéhablabanconArjontidis.

—Preferiría que se viera con sus colegas—responde elministro—.Si seenteran en la universidad de que ha estado entrevistando a miembros de lasorganizacionesestudiantiles,podríamostenerproblemas.

—Nolefaltarazón—diceelcomandantecuandosalimosdeldespachodelministro.

—Noselovoyadiscutir,perocarecemosdefuentesdeinformaciónynosencontramosenunpuntomuerto.

—Inténteloconloscolegasuniversitarios.Quizásaquealgoenclaro.—Suspalabrassuenanmásaconsueloqueaconsejo.

Yaenelcoche, semeocurrequepodríavolverahablarconPestoni.Talvez Arjontidis le mencionó a algún profesor con el que mantenía buenasrelaciones.

Arrancoelmotorypongorumboacasa,sintiéndomeyaenlaantesaladelagotamiento.

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Lasmujeresmerecibencongritosdeentusiasmo.Unatrasotraselanzanamisbrazosymedanbesosacompañadosdecálidasfelicitaciones.

—¡Enhorabuena,queelniñoseafelizytengasalud!Después de tanta efusividad, nos sentamos en el salón para charlar, y

AdrianínopierdelaoportunidadparacolgarlamedallaaKaliopi.—Acertasteconelcafé,amigamía.¡Tefelicito!—ledice.—Quéva,fuepuracasualidad—respondeKaliopiconcondescendencia.—Nolehagascaso,esunacrac—intervieneTasía—.CuandoKaliopilee

elposodelcafé,nuncaseequivoca.Sébiendequétehablo.La conversación en torno a las habilidades adivinatorias deKaliopi es lo

últimoquequierooírenestosmomentos.Porsuerte,Arguirócambiadetemaycentrasuinterésenmí.

—Parecescansado,Kostas.—No es cansancio, pero nos hallamos en plena investigación de un caso

complicadoquemeponedelosnervios.—¿Esahistoriadelosdosprofesoresasesinados?—preguntaTasía.—Sí. Es una historiamuy enrevesada y no conseguimos encontrar ni un

cabosuelto.—¿Qué tal si lepidesaKaliopique te leael café?—proponeAdrianí—.

Quiénsabe,podríadescubrirquiéneselasesino.Las tresGraciasestallanencarcajadas,mientrasque, tras su intervención

exitosa,mimujersedirigealacocinaaporlacena.Pensándolobien,razónnolefalta.Sinocambialasituación,yameveorecurriendoaunaadivina.

—¿Deverdadnohabéishechoningúnprogreso?—mepreguntaTasía,quesiente debilidad por las historias policiacas y encuentra en mí a una fuenteacreditada.

—Los casos que se mueven dentro de un círculo social o profesionalcerrado siempre resultan difíciles de resolver—le explico—. Todo el mundoprotege a los suyos y suelta la información con cuentagotas. Lo único quesabemos seguro es que ambos asesinatos fueron perpetrados por una bandacriminal.

—Hemosllegadoaunpuntoenquecadadíaapareceunabandanueva—comenta Kaliopi—. Aunque es la primera vez que oigo hablar de unaorganizaciónquesededicaamataraprofesoresuniversitarios.

—MetemoqueoscostaráDiosyayudaencontraralosculpables—opina

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Arguiró.—Yalospillaremos.Lo importanteesquenohayanuevasvíctimasantes

dequelosidentifiquemos.—Dejadestetematanaburridoyvenidalamesa—nosllamaAdrianí,que

aparececonlacena—.Oshemosinvitadoparacelebrarunacontecimientofeliz,noparahablardecrímenes.

Me entran ganas de estamparle un beso, ya que no me resulta nadaagradablehablarcontercerosdeloscasosquemepreocupan,ymenosenundíacomohoy,quehasidoespecialmenteduro.Porotrolado,noquieromostrarmegroserocortandolaconversacióndecuajo.Maldigomiflaquezaeintentopensarenopcionesalternativasparacambiardetema.

Encuantonosreunimosentornoalamesaseoyengritosdeentusiasmo.—¡Bueno!Quedamos en que nos invitabas a cenar, no en que traerías la

cocinadelGranBretaña13atucasa—exclamaArguiró.—EnelGranBretañasepuedecomerdetodo,aquísoloencontraréisguisos

deverdurasalhorno—puntualizaAdrianí—.Notieneningúnsentidoprepararcarne asada cuando Atenas está llena de asadores y todos los restaurantes lasirvencomoprimerplato.

Lodelosasadoresesunaindirectaparamí,porquemegustanlossuvlakis.Recorro la mesa con la mirada mientras vamos ocupando nuestros asientos.Adrianí ha preparado tomates rellenos, tal como me había anunciado, perotambiénberenjenas imam. El primer plato consiste en remolacha con salsa deajos,acompañadasdecaballaahumada.

—Si no os gustan los tomates rellenos, podéis comer berenjenas imam oviceversa.Noospreocupéis,nomevoyaenfadar—declaramimujer.

—¿Hablas en serio? ¿Aqué griego no le gustan los tomates rellenos?—preguntaTasía.

—Nolohaspillado.Nosobligaráacomerambascosas,paraquedespuéstengamosqueponernosadietadurantedías—puntualizaKaliopi.

—Siempreexistelasolucióndelafiambrera—aclaraAdrianí.—Ya.Hemos venido a cenar y volveremos a casa con la comida bajo el

brazo—bromeaTasía.—Dime una cosa, ¿piensas alimentar a tu nieto a base de guisos de

verduras?¿Quieresqueseavegetariano?—preguntaArguiróamimujer.—Nocreas.Sisepareceasuabuelo,seráunasiduodelosasadores—zanja

Adrianí,remachandosuindirecta.Yomelimitoadesempeñarlassencillasfuncionesdelanfitrión.Descorcho

labotelladevinoyllenolascopas.Conlasexclamacionesde«salud»empiezanotravezlasenhorabuenasparalosabuelosylosbuenosdeseosparaelpequeño

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Lambros.—Yo también tengo algo bueno que anunciaros —dice Tasía cuando

termina la ronda de felicitaciones—. Mi hijo ha ganado un proyecto en laUniversidaddeBirmingham.Esuntrabajodedosañosy,silollevaacaboconéxito,tienemuchasprobabilidadesdequeleofrezcanunpuestodeprofesor.

—¡Bravo,enhorabuena!—exclamamostodosalunísono.—Seguroqueloconsigue.Zemisesunchicomuycompetenteytieneuna

buenaformación.Yaerahora,porquelohapasadofatal—diceKaliopi.Acontinuaciónsehaceunsilencio,duranteelcualsoloseoyeelsonidode

loscubiertos.—Tefelicito,Adrianí.Eresunagrancocinera.Tucomidaesunpoema—

diceArguiróalfinal.Tasíasemuestramásatrevida:—Deberías salir en la tele para enseñar a los telespectadores cómo es la

auténticacocinagriega.—No te hagas ilusiones, que ningún programa me aceptaría —contesta

Adrianí.—¿Porquéno?—preguntasorprendidaArguiró.—Porqueanadieleinteresalacocinagriegadenuestrasmadres.¿Noves

quesiemprehaycosas rarasen losmenús?Carneconsalsadenaranjaehigossecos,o judías conuvaspasasybergamota.Hedejadodever esosprogramasporquemequitanelapetito.

Todosnosechamosareír.—Puesestanochehemosengordadoalmenosdoskilos—afirmaKaliopi.—Vamos, mujer. ¿Crees que con un par de kilos de más seremos más

solteronas?—bromeaArguiró.Adrianí recibe los cumplidos en silencio, inclinada sobre su plato, como

siempre.Tasíahatraídoelpostre,unatartadechocolateconfresas.—Noséhacertartas,perolapasteleríadondelahecompradoesexcelente,

oslogarantizo—declara.Despuésde lacenanos sentamosacharlarunahoritamás,nodeasuntos

policiales, sinodecosas intrascendentes.Al finalde laveladanosdespedimosconabrazosyconlapromesadevolveravernosmuypronto.

VoyalcomedorparaayudaraAdrianíarecogerlamesa,peroellanomedeja.

—Veteadormir.Estáscansado,Arguiróteníarazón.Noesperoquemelodigaporsegundavez.—La comida ha sido excepcional esta noche —le digo—. Ha sido una

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sorpresainclusoparamí,quemetienesmalacostumbrado.—Gracias,Kostas—meresponde—.Esperoquetambiénlegusteatunieto

cuandopuedaprobarla.

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banda. f.1.Cadaunode losgruposdecontribuyentesen losqueestabandivididoslosciudadanosateniensesmásricosyalosqueestabaencomendadalasatisfacción de determinadas necesidades, o la consecución de objetivosmilitares concretos. | 2. Nombre de una unidad de la armada ateniense. | 3.Compañía,pandilla.|4.Claseescolar.|5.ClaseromanaduranteelgobiernodelcónsulServiusSulpicius.|6.Bandacriminal14.

Qué suerte tienes,Dimitrakos,denovivir ennuestraépoca,puesno soloconoceríasladecadenciadelapalabra«banda»degrupodeciudadanosricosoclases escolares a pandillas de todo pelaje, sino que serías testigo de ladegradacióndelapalabra«rico»hastaconvertirseensinónimodevacilóny,deahí,defantoche.

MientrasconduzcocaminodeJefaturanomepuedoquitareldiccionariodelacabeza.Ysolocuandollegoamidespachopuedocolocarlomentalmenteenlaestantería,porquemeurgellamaraPestoni.

—Hasalidoadarsupaseomatinal,señorcomisario—meinformasumujer—.Aestahorasalesiempreacaminarjuntoalaorilladelmar.

Cuelgoelteléfonodespuésderogarlequemellamecuandovuelvaacasa.Como no tengo nadamejor que hacer, llamo amis ayudantes para hacer

juntosun repasode la situación.QuieroponerlesaldíademisencuentrosconPestoni y con el ministro y, al mismo tiempo, aprovechar para ordenar mispensamientos.

—Todo esto está muy bien, señor comisario—dice Dermitzakis cuandotermino—.Tanto la charlacon losestudiantescomohaberpodidodescartar laparticipación de un grupo terrorista. Sin embargo, me parece que noavanzaremosniunpasosinohablamosantesconalgunoscolegasdeArjontidis.Aunque los estudiantes conozcan las relacionesde este con lasorganizacionesjuveniles, no saben nada de sus relaciones con los demás profesores. Por nohablardequenomefíoniunpelodelosestudiantes.

—¿Porquénotefíasdeellos?—preguntaAskalidis.—Porque la hostilidad entre los estudiantes y la policía es proverbial.

¿Quiénme asegura que nos han dicho la verdad y que no nos hanmentido apropósitoparadespistarnos?

—Estoy de acuerdo contigo en casi todo—le digo a Dermitzakis—.Noobstante,nopodemoscontactarconlosprofesoresaciegas.Hayqueencontraraalguienquenonoscuentesololoqueleconviene.Poresohevueltoallamara

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Pestoni,porqueera amigodeArjontidisypuedeque lehubieramencionadoaalgúnotroprofesorconelqueteníaamistad;enestecaso,empezaríamosporél.

Justo en este momento llama Pestoni. Ni que nos hubiéramos puesto deacuerdo.

—Mimujermehadichoquequierehablarconmigo.—Sí, señor Pestoni, necesito que nos ayude. Estamos buscando en la

universidad, entre los colegas de Arjontidis, a alguien que mantuviera unarelaciónmás estrecha con él. Como ustedes se conocían desde que él era unestudiante, he pensado que quizá le habló de algún profesor en concreto quedestacaraentresucírculodeconocidos.

Se produce un silencio.Al principio pienso que Pestoni intenta recordar,peromedoycuentademierrorencuantoempiezaahablar:

—Habíaalguien,aunquenoerauncompañerodetrabajo—diceconciertavacilación.

—¿Quién era? —pregunto, pensando otra vez en las organizacionesterroristas.

—Una de sus alumnas, que estudiaba el posgrado con él. Arjontidis mehablabaamenudodesurelaciónconella,aunquecreoqueniélmismosabíaquétipo de relaciónmantenían exactamente. ¿La relación entre un profesor y unaestudiantedeposgrado,unarelacióndeamistadounadeamor?Estoybastantesegurodequeniélmismolosabíaacienciacierta.

—¿Nosabrá,porcasualidad,elnombredeesaamiga?—Sí,sellamaPavlinaMenekidis.—Muchasgracias,señorPestoni.EncuantocuelgoelteléfonomevuelvohaciaKula.—TenemosquelocalizaraunatalPavlinaMenekidis.Arjontidismantenía

conellaunarelaciónpeculiar,ademásdequepor lovistoera laúnicapersonacon la que se relacionaba de manera un poco más estrecha. Quiero que laabordestú,yquelaconvenzasdequehableconnosotros.Silallamoyo,podríacerrarseenbanda.Serámásfácilqueseabraaotramujer.

Conestoterminalareuniónymiscolaboradoresvuelvenasusdespachos.Mepreparomentalmentepara afrontar el enervanteperiodode esperahasta elpróximoacontecimiento,pero,enestaocasión,noacierto.Melevantoparabajaralbarypedirotrocaféparamatareltiempocuandosuenaelteléfono.

—SoyelprofesorKardasis,señorcomisario.¿Recuerdaquelemencionéaunprofesoreméritoyquemedijoquequeríahablarconél?

—Claroquelorecuerdo.—ElseñorSeférogluaúnrecibequimioterapia,peroseencuentrabien.Le

he explicado la situación y ha aceptado hablar con usted. ¿Quiere apuntar su

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teléfono?Medaelnúmeroyloanoto.—Muchísimasgracias,señorKardasis.Hasidodegranayuda.—Esperemosquesaquealgoútildesuconversaciónconél.Marcoelnúmeroenseguidaymecontestaunavozfemenina.—QuisierahablarconelseñorSeféroglu.—¿Departedequién?—SoyelcomisarioJaritos,lellamodepartedelprofesorKardasis.—Espereunmomento,porfavor.Enseguidamellegaunavozmuybriosaalotroextremodelalínea.—Buenosdías,señorcomisario.ManolisKardasismedijoquelegustaría

reunirseconmigo.—Asíes,señorSeféroglu.¿Cuándoleiríabienquedar?—Megustaríaquevinieraahoraquemeencuentrobien,puesúltimamente

noestoysiempreasí.VivoenlacalleSpefsipu,enKolonaki.Medaelnúmeroyledigoquevoyenseguida.Por suerte, el trayecto desde la avenida Alexandras hasta Kolonaki está

despejadoynotardomuchoenllegar.ElprofesorSeférogluviveenunacasadeestilo neoclásico, de aquellas que pertenecían a la burguesía opulenta deKolonaki en el periodo de entreguerras, cuandomovía los hilos de la políticagriega.

Me abre la puerta una mujer de origen asiático, que me conduce a unahabitación a la izquierda de la entrada. A diferencia de los despachos deRapsanisydeArjontidis, este espequeñoy tieneunaúnica libreríadetrásdelescritorio.

Seférogluselevantapararecibirmeymetiendelamano.Debedetenermásdeochentaaños,esdemedianaestaturaydecomplexióndelgada.

—Siéntese,señorcomisario.¿Leapeteceuncafé?—No,gracias.Yahetomadodosestamañana.—Le he pedido que venga enseguida porque hace dos años que lucho

contrauncáncer.Ayermismoconcluíunnuevociclodequimioterapia.Nosésiseráelúltimo,pero loquesíséesquenotengoqueingresarenelhospital,almenosporuntiempo,yestomeponedebuenhumor.Enestahabitaciónmehehabilitado un estudio provisional, ya queme resulta difícil subir a la primeraplanta,dondeestámidespachodetodalavida.—Haceunapausayluegoentraenmateria—:Leescucho.¿Quéquieresaber?

—Mis preguntas guardan relación con la investigación que estamosllevando a cabo de los asesinatos de los profesores Kléarjos Rapsanis yAristotelisArjontidis.Comoustedyasabrá,losasesinosaleganhaberlesmatado

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porqueabandonaronladocenciaparadedicarsealapolítica.Cuandohabléconel profesor Kardasis,me dijo que usted no solo conocía a Kléarjos Rapsanis,sinoqueconoceafondolasituacióndelasuniversidadesgriegas.Suayudaseráinestimable, porque le confieso que todavía no hemos hecho ningún avancesignificativo.

Seférogluse tomasu tiempoparacontestar.Cuandoal finempieza,habladespacio,comosituvieraqueexplicaruncomplejoproblemamatemáticoaunodesusestudiantes.

—Heleídolosdoscomunicados,señorcomisario.Nohacefaltaqueledigaque rechazo de plano ambos asesinatos. Lo extraño y contradictorio de estasituaciónesque,mientrasquelosasesinatossonactosexecrables,lascausasqueaducenlosasesinosensuscomunicadossonlegítimasyseajustanperfectamentealarealidad.

—¿Quieredecirquelosasesinostienenrazón?—preguntoestupefacto.—Nodiría que tienen razón.Los asesinos nunca tienen razón, hasta aquí

estamosdeacuerdo.Afirmaría,noobstante,quelasrazonesqueinvocanensuscomunicados no carecen de fundamento. —Hace una pausa, por si tengopreguntasquehacer,yluegocontinúa—:Nuestrasuniversidadesseenfrentanaproblemasgravísimos,señorcomisario.Losmásacuciantessonloseconómicos.Se encuentran en una situación financiera tan lamentable que no puedenconvocar nuevas plazas de profesorado para cubrir las vacantes existentes.Conozco a profesores eméritos que siguen impartiendo clases para que losalumnosnopierdansusestudios.Esloquehacíayotambiénhastaqueenferméde cáncer. Por desgracia, ahora ya me resulta del todo imposible. Es decir,cuando las universidades se enfrentan a dificultades tan apremiantes, es unainmoralidadabandonarlasparadedicarsealapolítica.

—Tal como hicieron Rapsanis y Arjontidis —respondo para volver acentrareltema.

—No puedo decirle nada de Arjontidis. No le conocía en absoluto. ARapsanis, encambio, le conocíadesdequeera estudiante.Sudedicacióna losestudioseracasisagrada,yeraunalumnoextremadamenteinteligente.Suúnicoproblema era su gran voracidad. Se licenció conmatrícula de honor y fui yoquien leconvenciódequepermanecieraen launiversidad.Movícieloy tierrapara que le concedieran la primera plaza que se convocase.—Calla y da unsuspiro—.Pordesgracia,prontoempezaronlosproblemas.

—¿Aquéproblemasserefiere?—Lacreacióndecamarillasolaadhesiónalasyaexistentes.Ladivisiónde

sus alumnos entre afines y los de fuera. Todo esto forma parte del sistemaclientelarquesufrenuestropaís.Alprincipio,atribuísuactitudasupasiónpor

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abrirsecamino.Porsupuesto,yoeraconscientedequeestasmaniobrastambiéntenían lugar dentro de la universidad, de que formaban parte del sistemaclientelar.Sinembargo,cuandoRapsanisdejósuplazadocenteparaserelegidodiputado,medicuentadequeallíhabíaalgomás,unaespeciedeentrenamientoprevio,deprecalentamientoparasucarrerapolítica.

—Talvezustedpuedaexplicarmeloqueintentocomprenderynadiemehapodidoexplicarhastaelmomento.¿Cómoesposiblequeunapersonaquesehapasadolavidaenteraenlauniversidad,dedicadaasusclasesyalaerudición,lodejetodoplantado,esdecir,queecheaperdertodosesosesfuerzos,conelúnicopropósitodellegaraserministro?Silogroentendersumaneradepensar,quizápodamosdelimitarelcírculodeposiblessospechosos.

—Hahabladodeerudición.¿Dóndeestábuscandoalosculpables?¿Enloscírculosdeeruditos?

—Paraserlesincero,nosoloallí,aunquetambién.Seféroglumemiraconunasonrisa.—Los eruditos ya no existen, señor comisario. Solo existen los

intelectuales.—¿Cuál es la diferencia?—pregunto, porque el tema se me escapa por

completo.—Las personas eruditas son gente de biblioteca, de estudio y de trabajo

científico. Los intelectuales son especialistas en todo y expertos en nada. Loseruditos tienen conocimientos, los intelectuales tienen opiniones y les gustapublicitarlasalamenoroportunidad.Laexpresióndeunaopiniónsecaracterizapordoscosas,ambasdeorigensexual.

—¿Sexual?—repito, como si nopudiera creer loqueoigo. ¿Acaso sehapropuestoSeférogluvolvermeloco?

—Sí, comisario, sexual —confirma mi interlocutor—. La primeracaracterística es la lujuria analítica. Los intelectuales lo analizan todo porsistema.Padecenunaenfermedadparalaqueaúnnohaycura: laanalisitis.Lasegunda característica es el hedonismo de la autoescucha. Se oyen hablar a símismosyseerotizan.—Menealacabezaconexpresióntriste—.Loseruditosyanoexisten,señorcomisario,comoyanoexistenlosprofesoresuniversitarios.

—¿Noexistenlosprofesoresuniversitarios?—lepregunto,estupefacto,altiempoquemepreguntoamímismoconquiénheestadohablandotodosestosdías.

—No. Los profesores universitarios hoy en día son meros profesionales,podríanserinspectoresdeHacienda,banqueros,policíascomoustedomilitarescomo mi padre, no hay ninguna diferencia. Con los verdaderos profesoresuniversitariospasalomismoqueconloseruditosylosintelectualesdelosque

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hablábamosantes.Aquísecierraelcírculo.—Memirayparecedisfrutardemidesconcierto—.Soyconscientedeque,enunprimermomento,estoleconfundemásqueleayuda—medice—.Noesestamiintención.Lehehechotodaestaintroducción para explicarle que las personas que asesinaron a Rapsanis y aArjontidissongentedelpasado.

Enseguidalopillo,porqueintuyoque,porfin,estamosentrandoenmateria.—¿Gentedelpasado?¿Melopuedeexplicarmejor?—Gentedelauniversidaddeantaño,conprofesoresquenoerancomolos

deahora, sinodocentesdeverdade intelectualesconvocacióndeservicio.Enmi opinión, los asesinos han actuado así porque detestan a los profesoresuniversitarios actuales, los consideran traidores por haber abandonado ladocencia para pasarse a la política. En otras palabras, desean resucitar launiversidaddeantes.Vivenenotromundoyesemundoeselpasado.Nopierdael tiempo con los profesores y los estudiantes de ahora. Estos se hanacostumbradoalanuevarealidadylesparecenormal.Busqueenelpasado.—Respiraprofundamentey se apoyaenel respaldodel sillón—.Ahora le ruegoquepongamosfinaestaconversación.Mesientocansado.

Mepongodepiedeinmediato.—Profesor,leagradezcosusexplicacionesyeltiempoquemehadedicado.

Supuntodevistamehaabiertonuevasperspectivasynuevasvíaspor lasquecanalizarnuestrainvestigación.

—Ledeseobuenasuerte—medice,ynosdespedimos.Lamujerdeorigenasiáticomeestáesperandoalotroladodelapuertayme

acompañahastalasalida.Me monto en el Seat y me quedo sentado un rato, intentando poner en

orden todo lo que me ha dicho Seféroglu. Para empezar, es el único que hasabidointerpretarcorrectamente loscomunicados,conexcepcióndeKordonás,quedescartóenseguidalosatentadosterroristas.LaopinióndeSeférogluesquelos asesinos quieren castigar a aquellos a quienes consideran responsables deldeclive de las buenas universidades de antes. Por eso hacen referencia aprofesoresdeépocaspasadas.Loscriminalesnosonterroristas,sonnostálgicosdelpasado.

Laotracosaquemehadicho,quebusqueenelpasado, tambiénmeabrenuevasposibilidades.Soloqueestassonunapuertaqueseabrealcaos.Porque,¿dequépasadosetrataydóndehedebuscar?Meparecemuypocoprobablequeencontremosaviejosprofesoresqueasesinenconpesticidasyclavencuchillosenlaespaldadelosprofesoresquehanllegadoaserministros.

Ya hemos establecido que los asesinos son gente culta. La únicaexplicación razonable es que se trate de personas decepcionadas con sus

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estudios,quequierenvolveralosbuenosviejostiempos.CuandoporfinpongoelSeatenmarcha,tengolacabezacomounbombo.

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Durante todo el trayecto de vuelta intento encontrar pistas que meconduzcan al pasado. Está claro que en todas las investigaciones llega unmomentoenque tienesque remontarte alpasado, aunque,normalmente, sabesqué estás buscando y dónde debes buscarlo. En esta ocasión, sin embargo, escomotirarlosdadosycruzarlosdedosparaquesalgaunaparejadeseises.

Poco antes de llegar a Jefatura concluyo que el único procedimientorazonableseríasolicitardelasfacultadesdeDerechoydeFilosofíaellistadodeviejosprofesoresjubilados,porsiallíencontramosalgúnnombrequenospuedaayudaraavanzarcon respectoa la líneade investigaciónquemeha facilitadoSeféroglu.

LlamoenseguidaaDervísoglu,quetieneestudiosuniversitariosyestámásfamiliarizadoconlaburocracia.

—Quiero que redactes una lista de los profesores que en el pasadoimpartieronclasesenlasfacultadesdeDerechoydeFilosofía,yqueahorasoneméritos—ledigo.

—Deacuerdo,perovoyatenerquepasarmevariosdíasenlosarchivosdelas facultadesy en elMuseode laHistoriade laUniversidadpara repasar losregistros y los anuarios —me contesta Dervísoglu—. Además necesitaré unaorden,node lapolicía, sinodel juez,parapodermovermesinquemepongantrabas.

—Pediréalsubcomandantequelasolicitedelafiscalíaparanodemorarnoscontrámitesinnecesarios.

—¿Hastadóndedeboremontarme?Esunabuenapregunta,quenosepuederespondersinciertareflexión.No

hace falta retroceder hasta la época de los profesores que los asesinosmencionabanensuscomunicados.Lamayoríadeellosyahamuertoy,encasodequealgunosigaconvida,estarácondenadoalainmovilidadoaguardarcamaporculpadelaedad.

Lógicamente,deberíamosremontarnoshastalaépocaenquetuvolugarelgran vuelco de la ética universitaria. Sin embargo, no quiero molestar aSeférogludenuevo,puestoqueestáenfermoyagotadoporlostratamientosdequimioterapia.

—¿Quémeproponestú,quehaspasadopor launiversidad?—preguntoaDervísoglu.

—Señor comisario, yome entusiasmé cuando entré en la facultad, estaba

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encantado cada vez que aprobaba una asignatura, pero nunca fui más allá,porquenomeinteresaba.

Esunaexplicaciónlógica,perononosayudaenabsoluto.Derepente,meacuerdodequequedapendienteelcontactodeKulaconlaamigadeArjontidis.Si ya ha dado con ella, nos podría ayudar a arrojar nueva luz sobre lainvestigación.

—Deacuerdo.Tenemostiempoparapensarlohastaquelleguelaordendelfiscal—ledigoaDervísoglu.

ActoseguidollamoaKula.—¿QuéhaydelaamigadeArjontidis?¿Haspodidolocalizarla?—¿Menekidis?Lahelocalizadoenseguida,nohasidotandifícil.Daclases

enunaacademiaprivada.MehadichoquepuedeveniraJefaturaahablarconnosotros.

—Llámalaypregúntalesipuedevenirahora.Urgequehablemosconella.EncuantoKulasaledemidespacho, llamoalsubcomandantey lecuento

miconversaciónconSeféroglu.—¿Creequepuedetenerrazón?—mepreguntapensativo.—Nosétodavíasitienerazón,pero,yaqueestamosdandopalosdeciego,

noperdemosnadasiinvestigamostambiénestaposibilidad.—Acontinuaciónleexplicoporquéquieroacelerareltrámitedelaordendeljuez.

—Enseguidallamoalfiscal.Kula me informa de que Menekidis está de camino. Todavía no hemos

encontrado ningún cabo suelto, pero, al menos, nos hemos puesto enmovimiento.Algoesalgo.

Sigueunallamadadelsubcomandante,quemeanunciaquelaordenestarálistaenunahorayquepodemosirabuscarla.EnseguidaavisoaDervísoglu.

—¿Pordóndepiensasempezar?—lepregunto.—CreoqueporlaFacultaddeDerecho.Porqueallímeencuentrocomopez

enelagua,perotambiénporquelaprimeravíctimafueRapsanis.—Muestromiconformidadycolgamoselteléfono.

Al cabo de quince minutos aparece Kula acompañada de una joven querondalostreintaycinco.Delgada,morenaysinmaquillaje,peroconunencantoquesaltaalavista.

—Me han comunicado que quería verme en relación con el asesinato deArisArjontidis,señorcomisario—dice,ymetiendelamano.

—Sí,megustaríahacerlealgunaspreguntas,señoraMenekidis—respondo,ylainvitoasentarseconunademán.TambiénaKula.

—Siquierehacermepreguntas,seguroqueyalehanhabladodemirelaciónconAris.

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—Paraempezar,sabemosqueustedcursóunmásterbajolasupervisióndeArjontidis—semeadelantaKula.

Menekidislamiraconmediasonrisa.—Vamos. Ya saben que nuestra relación iba más allá del máster. —Se

vuelvehaciamí—:HaceyavariosañosquenohabíaningúncontactoentreArisyyo,comisario—medice—.Sinembargo, suasesinatomehaconmocionadotanto que estoy dispuesta a contestar a todas sus preguntas, por si así puedocontribuiradetenerasuasesino.

—Acabadedecirquesurelaciónibamásalládelmáster.¿Aquéserefiere?—pregunto.

—Yofui alumnadeArisArjontidis en launiversidad.Cuando terminéelposgrado,quisehacereldoctoradosobreelpoema«Pórfyras»deSolomós.Lepropuse dirigir mi tesis y él aceptó. —Hace una pausa para ordenar suspensamientos—.Ariseraunaautoridaden literaturade las islasJónicas, sobretodoenlaobradeSolomós,señorcomisario.EraapasionanteoírlehablardelapoesíadeSolomós.Losproblemasempezabanallídondeterminabalapoesía.

—¿Quéquieredecir?—ArisadmirabaaSolomóscomopoeta,perolodespreciabaporcompleto

comoserhumano.Sualcoholismoseleindigestaba,nosoportabalarelacióndelpoeta con su hermano, Dimitrios. En términos generales, su opinión deDionysios Solomós estaba dividida entre la admiración por el poeta y eldesprecioporelhombre.

—Todoestoquemecuenta esmuy interesante,peronoveoqué relaciónpuedetenerconsuasesinato—ledigo.

—No se precipite, señor comisario —me contesta la joven sinimpacientarse—.Cada vez que empezábamos a hablar de la vida personal deSolomós,terminábamoshablandodepolítica.ArisempezabaporlaaristocraciadeZákynthos,repasabalavidadeSolomósenItaliayterminabaconsuspropiosaños estudiantiles y con las organizaciones políticas italianas, el PartidoComunista de Italia, las Brigadas Rojas y Lotta Continua. Cuando cogía estederrotero,Arisperdíadevistalaciencia,seolvidabadeSolomósysolopensabaen las luchas sociales.—Haceunapausay concluye—:No sedaba cuentadeque,desdedeterminadopuntodevista,élmismoeraunaréplicadeSolomós.

—¿Puedeexplicarnosestoúltimo?—preguntaKula.—TalcomoadmirabaalpoetaydespreciabaalapersonadeSolomós,Aris

tambiéneraungrancientífico,perounpésimopolitólogo.Mientras escucho aMenekidis, mi mente vuelve involuntariamente a mi

conversación con Seféroglu y a su distinción entre los eruditos y losintelectuales.Arjontidisguardabasusaberenunestanteparahacerdisertaciones

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sobrepolítica.—Encualquiercaso,yomeenamorédelerudito—continúaMenekidis—.

Tuve la ingenuidadde creer que el hombre de letras y el amante vencerían alpolitólogo.—Mueve la cabeza, tal vezparaponer énfasis en su ingenuidad, yprosigue—: Me equivocaba. Todas y cada una de nuestras citas amorosasarrancabanconSolomós, tropezabanconlapolíticay,alfinal,Arismeofrecíasexo como quien se toma el postre en la cama.Nuncame preguntaba pormifamilia,nicómoestabayo,nisiteníaproblemas.

MiroaKulade reojoyveoqueestámirandoaMenekidisdesconcertada.Nolecabeenlacabezaloqueestáescuchando.Y,sisoysincero,amítampoco.

—Aquella situación insostenible seprolongódos años enteros—continúaMenekidis—. Hasta que conocí a un médico que era una persona normal.TrabajabaenelDepartamentodeCirugíadeunhospitalpúblicoydeseabateneruna relación normal conmigo. Cuando le dije a Aris que había iniciado otrarelaciónyquequeríaponer fina lanuestra,casinopudodisimularsualegría.Hasta me deseó mucha felicidad con mi nuevo novio. Mi decepción y miindignación fueron tales que presenté mi tesis doctoral tal como estaba,inacabada,sindedicarleniundíamásdetrabajo.Teníalasensacióndequevivíaenunarealidadvirtualynecesitabatocarconlospiesenlatierra.Mecaséconelmédico y solicité un puesto de profesora en la enseñanza media. Y mientrasespero a quemedestinen auna escuela, trabajo enuna academiaprivada.Sinembargo,parecequemeprecipité,porquemis frustracionesno terminaronconnuestraseparación.

—¿Noacabaron?—preguntaKula,máscomomujerquecomopolicía.—Mi gran decepción llegó cuando me enteré de que había entrado en

política y le habían nombrado secretario de Estado de Educación. Aris habíadefendidosiemprelasorganizacionesextraparlamentariasylasluchascallejeras.OdiabaelsistemaysentíadespreciohastaporelPartidoComunistadeItalia.Nomeexplicocómounhombreasípudoaceptar formarpartedel sistemay,paramás inri, del Gobierno. Todavía no me puedo quitar de la cabeza que meengañaradurantedosaños.Aúnnomeloexplico.

—¿Quénoseexplica?—preguntaKula.—Quecómounprofesoralquesusalumnosescuchabanfascinadoscuando

impartía clases sobre los poetas jónicos y Dionysios Solomós fue capaz deabandonar la enseñanza y lasmaterias que tanto amaba para ser secretario deEstado.Nicómoesposiblequeunhombreconconcienciapolítica,unactivistaantisistema,entreenestesistemayencimaacepteuncargogubernamental.Pormuchasvueltasqueledé,noencuentrounarespuestaconvincente.

Lajovencallaynosotrosesperamosaquerecobrelaserenidad.

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—Apesardetodo, lanoticiadesuasesinatomehadejadotrastornada—prosigueMenekidisalcabodeunrato—.ConindependenciadelaopiniónquememerecíaAris, había tenido una relación con él y nome ha resultado nadafácil aceptar que lo han matado. Por eso he venido en cuanto he sabido queustedesqueríanhablarconmigo.Esunaformadedarsalidaamisemociones.

«HavenidoparahablarnosdesurelaciónconArjontidisyquitarseunpesode encima», pienso. Sin embargo, no nos ha revelado nada que nos ayude aavanzar.

—¿Conocíaustedasusamigos?—pregunto.—Solo tenía un amigo, un profesor italiano que le había enseñado su

lengua.Aunque nuncame lo presentó.Aparte de él, todas sus amistades eranformales.Ariseraloquesesuelellamarunapersonareservada,señorcomisario.ImagínesequeloúnicoquelleguéasaberdesufamiliaeraquevivíanenCorfú.Nuncamehablabadesuspadresnidesuhermana.

—De acuerdo, pero para meterse en política y llegar a ser secretario deEstado debía de tener contactos y amistades. No se llega a ocupar un cargogubernamentalsintenercontactos—exponeKula,contodalarazón.

—Seguro que los tenía, pero los mantenía en secreto. Se lo diré de otramanera: Aris establecía relaciones bajo la lógica de la clandestinidad. Yo nosabíacuáleseransusamigosnidequéhablabaconellos,de lamismamaneraqueesosamigostampocosabíannadademí.Ahorabien,notengoniideadesiesatácticadeocultacióneraresultadodelasexperienciasvividasenItaliaydesusactividadespolíticasenelsenodeorganizacionesextraparlamentarias.

—¿Cuándotuvolugarelcambioenlasuniversidades?—pregunto.—¿Aquéserefiere?—Aenquémomentolosprofesoresquesededicabanencuerpoyalmaala

enseñanzadeprontosedejaronseducirporlapolítica.—Nosabríadecirle.Lascosasyaeranasícuandoyoentréen lafacultad.

Aris no era el único, había más. Por algunas conversaciones de las que fuitestigo, diría que las cosas fueron cambiando a lo largo de la década de losochenta.Aunquetampocopondríalamanoenelfuego.

Notengonadamásquepreguntarle,ydejoquesemarchetrasagradecerlesucolaboración.

—¿Quéopinas?—preguntoaKulacuandonosquedamossolos.—¿DeMenekidisodeArjontidis?—Empecemosporella.—Ensucaso, la cosaestáclara.Sedejódeslumbrarpor suprofesory se

enamoró de él. Luego llegó elmomento en que se dio cuenta de que aquellarelaciónnoconducíaaningunaparte,ehizoloqueharíalamayoría:entablóotra

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relaciónyvolvióalanormalidad.—¿YArjontidis?—Enestecaso,Menekidishaplanteadodosinterrogantes,amboslegítimos,

en mi opinión. ¿Podría haber estado Arjontidis más involucrado de lo quepensamosenelterrorismoenItaliay,comoresultado,tuvieraquevivirenunaespeciedeclandestinidadparaevitarproblemasconlapolicíaquesupondríanelfin de su carrera?Y, en segundo lugar: ¿cómopudo llegar a ser secretario deEstado sin amistades ni contactos personales? Usted ya sabe que esto esimposible.Enconsecuencia, tenía contactosy amistades, pero lasmantenía ensecreto.

—Coincido contigo en ambos análisis. Por lo tanto, lo primero quedebemoshaceresponernosencontactoconlapolicíaitalianaparaaveriguarsitienen más datos sobre las actividades políticas de Arjontidis en Italia. Losegundo será más complicado. Aunque lleguemos a descubrir cuáles eran lasamistadespolíticasqueloimpulsaronhastaelcargodesecretariodeEstadodeEducación, nos servirá de bien poco. Porque ha habido un asesinato y susamigosmantendránlabocacerradapormiedoaperjudicaralpartido.

Kula vuelve a su despacho y yo me veo obligado a darle la razón aSeféroglu por segunda vez. La única manera de lograr abrirnos camino serávolviendoalpasado.

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La llamada de Dervísoglu me pilla justo en el momento en que medispongoamarcharme.

—Nohetenidoqueesperarunahorasinotres,señorcomisario.Hepodidohablar con la secretaria de laFacultad deDerecho en el últimomomento.Mepreguntaquehastadóndehayqueremontarsebuscandoenlosarchivos.

Esto no se me había ocurrido. La secretaria tiene razón. No podemossolicitardatosaltuntúnysinprecisar.Tenemosquedefinirunafechadepartida.Elproblemaesqueyonosécuándopasamosdelaviejaépocauniversitariaalanueva y debería preguntar a algún experto.Menekidis nos ha dicho que a lolargodeladécadadelosochenta,perohabríaqueprecisarmás.

LasoluciónidealseríaSeféroglu,peronoquieromolestarleotravez.PodríallamaraFenekidis,aunquetendríaqueexplicarlemiencuentroconSeférogluyprefierodejarlocorrer.SolomequedaKardasis.Medoy tiempohastamañanaporlamañanaparapoderpensarlomejor.

—Dilesquelescontestaremosmañana—indicoaDervísoglu.Decidoquemijornadalaboralyahaterminadoymemarchoparacasa.CuandoenfilolaavenidaReinaSofía,meentranganasdehablarconZisis.

Siempre queme siento confuso, hablar con él me relaja, ymuchas vecesmeayudaaaclararmelasideas.

Sigobajandohasta laplazaSíntagma,para luegocoger lacalleSólonosyllegaraKypseliporMavromateon.

Zisisnoseencuentraensupuestojuntoalaentrada.—Lambrosestáenlacocinapreparandolacena,señorcomisario.¿Quiere

quelellame?—mepreguntaunamujermayorquemehareconocido.Noquiero interrumpir su trabajo, pero, ya que he venido,megustaría, al

menos,darlelasbuenasnoches.—Siesposible.Seráunmomento.Sino,pasaréotrodía.Zisisapareceenseguidaluciendoundelantaldecocinero.—¿VienesdirectodeJefatura?—pregunta.—Sí.Vengoaverteporquehacetiempoquenohablamos.—¿SabeAdrianíqueestásaquí?—No,iréacasaluego.—Llámalaentoncesydilequehasvenido,paraquenoteespere.Noséadóndequiereirapararyempiezoapreocuparme.—¿Ocurrealgo?—pregunto.

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—Estanochesoismisinvitados,paracelebrarlallegadademitocayo.—¿LadeLambros?—¿De quién si no? ¿Katerina y Fanis danmi nombre a su hijo y yo ni

siquieralosvoyainvitaracenar?Pero,comomipensiónestározandoellímiteentre la vida y la muerte, no puedo invitaros a un restaurante. Así que hedecididoinvitarosamicasa.Esterefugiodelossintechoahoraesmicasa.YaheavisadoaKaterina,aFanisyaAdrianí.

Mequedomirándoleanonadado.—¿Ytehasmetidoenlacocinaparahacerlacenatúmismo?—lepregunto

sorprendido.—Ya sabes queme divierte cocinar. Ahora llama de una vez a Adrianí,

porquetemeterálabroncaporhaberladejadoesperando.Sacoelmóvilparallamaramimujer,mientrasZisisvuelvealacocinapara

ocuparsedelacena.—EsteLambroshaconseguidoquemecaiganbienhastaloscomunistas—

anunciaAdrianíconentusiasmo—.¡Simelohubierandichohacetiempo,habríadichoqueestánlocos!

—¿Nohabrásvenidoparahablardealgoenconcreto?—mepreguntaZisis,quehavueltoasalirdelacocina.

—Sí,peronocorreprisa.Yahablaremosenotromomento.Zisissedirigealamujerquemeharecibido.—Anna, por favor, dile a Anguelikí que le eche un vistazo al pastel de

verdurasyquemellamesimenecesita.—Despuéssevuelvehaciamí—.Yomeheencargadodeprepararelpasteldeverdurasque tantoosgusta,yAnguelikíestáhaciendoelestofado.Suestofadode terneraesdelicioso.Leshepedidoalos otros que viven conmigo queme dejen usar la sala de recreo esta noche.Hacebuentiempo,ellospuedencenaralairelibreoensushabitaciones.Nohanpuesto ninguna objeción. Te lo digo para que no te sientas culpable pordesplazarles.—Callaymemiraconatención—.¿Tepreocupaalgo?

Mecogedelbrazoymeconducealasaladerecreodelaresidencia.Enelcentrodelasalahanpuestounamesaparacincocomensales.Nossentamosalamesadeallado.Empiezoacontarletodalahistoriadelosdosasesinatosydelasinvestigaciones que hemos podido llevar a cabo hasta el momento. Pongoespecial énfasis en lo queme ha contadoSeféroglu.Cuando termino,Zisis seechaareír.

—Quiero queme presentes a ese profesor—dice—.Ya era hora de queconocieraauntipodederechasconlasideasclaras,aunqueseaenmivejez.

—¿Cómosabesqueesdederechas?—lepreguntoextrañado.—¿Acasoconocesaalgúnhombredesuedadcuyopapifueramilitaryque

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noseadederechas?EscomosimedijerasqueconocesaalguienquepasóporMakrónisos o Ayios Stratis15, pero no es de izquierdas. —Se pone serio yreflexiona—.Desdeluego,yonotengolaexperienciadelprofesor,yaquesoloestudiéenlasuniversidadespopulares,perocreoquetienerazón.

—¿Había universidades populares cuando eras joven? —preguntosorprendido.

—Todosaquellosbarriosobreros,Asírmatos,Durguti,Kesarianí,Peristeri,Keratsini, eran nuestras universidades populares, las universidades de la vida.Allíestudiamosnosotros.

Depronto,leinterrumpeAnna,queseasomaalapuertadelacocinaylehace un ademán para que se acerque. Al poco, reaparece Lambros con unasonrisadesatisfacción.

—Lacenaestarálistaendiezminutos.Esperoquelostuyosnotarden,paraquenoseenfríe.

—¿PorquécreesqueSeféroglutienerazón?—Porquelosquecometenlosasesinatossonnostálgicosdelviejosistema

conservador que tenía las líneas de segregaciónperfectamente delimitadas.Enaquellaépocalosprofesoresdeuniversidaderanprofesoresdeuniversidad,yloszapateros remendones eran zapateros remendones. Hoy en día, un profesoruniversitario puede ser también ministro, y un futbolista puede salir elegidodiputado. Los viejos quieren restaurar el sistema de antes, nuestroscontemporáneossehanacomodadoalnuevo.

—O sea, me aconsejas que haga lo mismo que me dijo Seféroglu, queinvestigueentrelosviejosprofesoresysusalumnos.

—¿Por qué solo entre ellos? —Se extraña Zisis—. Puede tratarse decualquiera.Hastadeloscargosdirectivosdeloscentrosuniversitarios,queestánindignadosconelsistemaactual.

NuestraconversaciónquedainterrumpidaporlallegadadeFanis,KaterinayAdrianí.

—Lambros,mehasrobadolasorpresaqueleibaadaraKostas—lediceAdrianímientrasledaunabrazo.

Katerinaledaunacajadepastelería.—¿Quéesesto?—preguntaZisis.—LatartaquehemoscompradoparacelebrarlallegadadeLambros.Nola

tuya,ladelbebé—explicaKaterinariéndose.Zisissefijaenelvientredemihija.—¡Oye!¿Hacrecido?—Quéva,nohacrecido.Soloestádesarrollandocurvas—respondeFanis.

Katerinaleechaunamiradadefastidio,peromiyernoseechaareír.

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Zisis nos invita a sentarnos a lamesa que ya está puesta y acto seguidovuelvealacocina.Estáestresadoconlacena.Meacercoalapuertayechounvistazoalpasillo.Estávacío.Los sin techoya sehan retiradodiscretamenteasushabitaciones.

—Tengocuriosidadporverquénoshapreparado—diceAdrianí.—Cadalococonsutema—contestaKaterinariéndose.—Cocinaresunarte,nounalocura—aclaramimujerentonosevero.Katerinasiguetomándoleelpelo.—Túacallar,quesinollegaaserpormínoteinvitan.LadiscusiónentremadreehijaquedazanjadacuandoZisisentraenlasala

conelpasteldeverduras.—Lo he hecho porque sé que os gusta a todos. Luego vendrá el plato

principal.Fanishatraídodosbotellasdevinotinto.Descorchalaprimeraynosllena

lascopas.BrindamosporqueelembarazodeKaterinallegueabuentérminoyempezamosacenar.

—Lambros,yotambiénheintentadohacerlo,peronolellegaaltuyonialasueladeloszapatos—lediceAdrianí—.Dimecómolohaces,seguroquetienestrucosquenomequieresrevelar,porquetupasteldeverdurasesinsuperable.

—¿Preparastúelhojaldre?—lepreguntaZisis.—Quéva, compro lamasa preparada.Sólome faltaría tener quehacerla,

porsuerteyanovivimosenlaépocadenuestrasmadres.—Esqueyopreparoelhojaldre.Ahíestáladiferencia—afirmaZisis,yse

levantaparairabuscarelrestodelacena.Eslaprimeravezenlosanalesdelacocinaquealguiendejaamimujersin

argumentosenestostemas.Zisisregresaconunabandejadeverdurashervidas.—Esperad,estoessololaguarnición.Voyabuscarelsegundoplato—nos

advierte.El segundo plato es estofado de ternera, tal como me había anunciado.

Mientras tanto, Fanis ha descorchado la segunda botella de vino. En cuantosuenan las primeras alabanzas del estofado, Zisis nos dice: «Esperad unmomento»,selevantadelamesayvaalacocina.

Prontoreaparece,acompañadodeunaseñoramayorvestidadenegro.—Os presento a la señora Anguelikí —nos dice—. El estofado lo ha

preparadoella,noyo.LaseñoraAnguelikíaceptanuestroselogiosconunasonrisarecatada,nos

dalasgraciasyseretira.Cuandollegaelturnodelatarta,Zisisnosproponelosiguiente:

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—¿Osimportasinocomemoslatartaparaquepuedacompartirlaconmiscompañerosmañana?Noshancedido la salade recreoy sehan retiradoa sushabitacionesparanomolestarnos.Semerecen,almenos,untrozodetarta.

Su propuesta es aceptada por todos. Nos quedamos un rato más, hastaterminarelvino.LuegoAdrianíinsisteenayudaraZisisarecogerlamesa.

Justoentoncessemeocurrepreguntaramihija:—Katerina,túlosabrásmejorqueyo.¿Cuándocambiólasituaciónenlas

universidades?—¿Aquécambioterefieres?—Aesamaníadelosprofesoresdeabandonarladocenciaparadedicarsea

lapolítica.Katerina se encoge de hombros para indicar que no tiene lamenor idea.

PeroentoncesintervieneFanis.—Estoyasucedíaantes—meexplica—.¿Cuántosgobiernoshemostenido

conprofesoresqueocupabancargospolíticos?Ladiferenciaesqueentonceslosprofesores se quedaban en la política, es decir, ponían fin a su carrerauniversitaria.La situación actual, en laque losprofesores sebeneficiande laspuertas giratorias, es cosa de las últimas décadas. ¿Por qué lo preguntas? ¿Teinteresalapolíticaohacercarreraacadémica?—bromea.

Lecuentomiproblema,yélreflexionaalrespecto.—Yo investigaría a los profesores y a los alumnos que vivieron la

transición de una etapa a la otra. Son ellos los que no pueden adaptarse a lascondicionesactuales.

Nolefaltarazón,aunquetengolaimpresióndequeZisishadadomásenelblanco. ¿Por qué habrían de ser alumnos o profesores los asesinos y nomiembros de la administración universitaria que se sienten indignados con lasituaciónactual?

—¿Quétehaparecidoelestofado?—lepreguntoaAdrianíenelcaminodevueltaacasa.Intentoconsumotactonomencionarelpasteldeverduras.

—Buenísimo,muy sabroso—me responde ella sin vacilar—. ¿Sabes unacosa? Cuando veo a unamujer que cocina tan bien,me imagino de qué casaprovieneymeentranganasdegritar al verqueha acabadoenun centroparaindigentes.

Me callo, porque tiene razón. Mi mujer, sin embargo, no ha terminadotodavía.

—Tendréquedesempolvarlasartesdemimadre—dice.—¿Porqué?—preguntoentonoinocente,aunqueyaconozcolarespuesta.—Para preparar yomisma el hojaldre la próxima vez que haga pastel de

verduraseinvitaraLambrosaprobarlo.¡Solomefaltabaquemedenclasesde

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cocinaloscomunistas!Miro la avenida Evelpidon que se extiende delante de nosotros y piso el

acelerador para cruzar el paso subterráneo conteniendo la risa. Hay una cosasegura,yesqueLambrosnoshapuestodebuenhumor.

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ElcocheestáparadoenlacalleDemóstenes,unpocomásabajodeledificiodelaSeguridadSocialdeJalandri,enbateríajuntoaotrocoche.Elconductornotuvotiempodeterminarlamaniobradeaparcamientoantesdecaermuertosobreelvolante.

Ahorasonlasnuevedelamañana,perorecibimoselavisoalascuatrodelamadrugada.LacenaquenosofrecióZisisanocheenelrefugiodelossintechoterminócasiamedianoche.Cuando llegamosacasaynos fuimosadormiryaeracasilauna.Asíquemeencuentrodelantedelcochedelavíctimatrashaberdormidotreshorasescasas.

El vehículo es un Toyota Corolla y su conductor es Stellos Kostópulos,profesordelaFacultaddeCienciasEconómicas.Parecequeeraconocidoenelbarrio,puestoquelapersonaquenosavisónosfacilitótambiénsunombre.

La informaciónquehemospodido recabar trasunaprimera inspeccióndelasinmediacioneshabladeunprofesoruniversitarioquehabíaocupadoelcargodeministro deEconomía durante tres años.Tras la última crisis deGobierno,quetuvolugarhacetresmeses,perdiósucargoministerialyvolvióaocuparsupuestoacadémico.

KostópulosvivíaenlamismacalleDemóstenes,unpocomásalládellugardondelohanencontradomuerto.EstoyesperandolasprimerasconclusionesdeStavrópulossobrelasposiblescausasdelamuerte.Sihafallecidodeunsíncope,podremos ofrecer nuestras condolencias a la familia e irnos a casa. Pero si lamuertehasidoresultadodeunaaccióncriminal,vamosdemalenpeor.Porqueseríaunposibleindiciodequelosasesinosnomatansoloalosprofesoresquemigran al campo de la política, sino también a los que vuelven a los campusuniversitarioscuandofinalizasucarrerapolíticaprovisional.

VeoqueStavrópulosbajadelcochedelavíctimaysemeacerca.—Mucho me temo que nos encontramos ante una réplica del primer

asesinato—medice.—¿DeRapsanis?—No me acuerdo del nombre, me refiero a aquel que mataron con

pesticida.Segúnparece,aestelehandespachadoconcianuro.—¿Cómolosabes?—pregunto.—Tiene la americana ligeramente rasgada a la altura del omóplato

izquierdo.Comosilahubierarotoalintentarlibrarsedealgoquelemolestaba.Le he quitado la chaqueta y la camisa.Hayun poco de sangre en su espalda,

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como si le hubieran clavado una aguja. Al acercarme, he percibido un olor aalmendrasamargas.Nopuedoestarseguroalcienporcienantesderealizar laautopsia,perotengosospechasfundadas.

—¿Cuándomurió,másomenos?—Entrelamedianocheylas tresdelamadrugada.Podréprecisarlomejor

despuésdelaautopsia.Stavrópulossealejaparasupervisareltrasladodelcadáveralaambulancia.

Espera hasta que Dermitzakis termine de registrar el cuerpo de Kostópulos yluegoponesupropiococheenmarchaysealejasiguiendolaambulancia.

Veo que Dimitríu y uno de sus ayudantes están examinando la calzadadelantedelcocheymeacercoaellos.

—¿Habéisencontradoalgo?Dimitríuseenderezaparahablarconmigo.—Hay huellas de neumáticos que indican que las ruedas semovieron de

derecha a izquierda. Y las ruedas están giradas hacia la acera. Esto resultaextraño.Sielvehículohubieraestadoenmovimiento,habríacolisionadoconelqueyaestabaaparcado.Elcochedelavíctima,sinembargo,estabaparado.Solosemeocurreunaexplicación.

—¿Cuál?—Que el asesino apagó el motor antes de bajar del vehículo. Presa del

pánico, la víctima pensó que elmotor seguía enmarcha e intentó conducir elcoche.Hastaquecayómuertosobreelvolante.

Si la teoríadeDimitríuresultaacertada, losagresoresfuerondos.Unodeellosestabasentadoenelasientodeatrásyleclavólaagujadeunajeringaconveneno.Elotroseencontrabaalladodelconductoryfuequienapagóelmotorantesdebajardelcoche.

Laotraincógnitaessiseutilizótambiénenestecasounciclomotor,aunqueesto,seguramente,nuncalosabremos.Elciclomotorhabríaabandonadoellugardelcrimenmuchoantesdequeeltranseúnteencontraraelcadáveryavisaraalapolicía.

—Llevaremos el coche al laboratorio para analizarlo, aunque dudo queencontremoslashuellasdactilaresdelosasesinos.Estoysegurodequellevabanguantes.

Yanomequedanadamásquehaceraquí.Acompañadodemisayudantes,me dirijo a la casa de Kostópulos. Dejo a Dermitzakis que continúe solo elregistrodelazona,aunquenocreoquevayaadescubrirnadarelevante.Eradenoche,lohanasesinadoconunadosisdecianuro,nodeuntiro,ylosvecinosnosehabránenteradodenada.Unpocomásalláhayunquiosco,peroseguroqueestabacerradocuandoseprodujoelasesinato.

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MenosmalqueKulavieneconmigo.PodríasermeútilparainterrogaralamujerdeKostópulos.

Subimosalacuartaplantaynosabrelapuertaunamuchachajoven.—SoylahermanadeMona,lamujerdeStellos—sepresenta.MonaKostópulosestáhechaunovilloenelsofádelasaladeestarytiene

losojoscerrados.Nisiquierasedacuentadenuestrallegada.—Mona,eslapolicía.¿Puedeshablar?—lepreguntasuhermana.Mona Kostópulos abre los ojos hinchados por el llanto y nos mira.

Enseguida,Kulaseleacerca.—No queremos importunarla —le dice—. Si no puede hablar ahora,

volveremos en otro momento. Además, el señor comisario solo le hará laspreguntasnecesarias.

—Deacuerdo...—farfullalamujerdeKostópulos—.Sivaaserbreve...,deacuerdo...

—¿Cuándoycómolahanavisadodelosucedido,señoraKostópulos?—Dios mío... Dios mío... —farfulla la mujer de nuevo—. Estaba

durmiendocuandosonóeltimbredelapuerta.Corríasustadaypreguntéquiénera.Unavozmedijo:«Tienequebajarenseguidaalacalle.Esurgente».Supede inmediato que a Stellos le había pasado algo. Pensé que se trataba de unaccidentedetráfico.Nuncameimaginéque...

Se calla y empieza a sollozar. Su hermana no soporta verla así y salecorriendode lahabitación.LamujerdeKostópulosconsiguedominarunpocolosnerviosycontinúa:

—Lovidesplomadosobreelvolante.Estabasobreelvolante,conlosojosabiertosdeparenpar.—Sellevaambasmanosalacabezaysuspira.Despuéssevuelvehaciamí—.Dígame,¿lohanmatadoohamuertodeuninfarto?

—Enestosmomentosnoestamossegurosdelacausadelamuerte,aunquetenemos la obligación de considerar todas las posibilidades. ¿Recuerda a quéhoralaavisaron?

Ellaintentaconcentrarse.—Recuerdo que me acosté en torno a las doce, pero no sé cuánto rato

estuvedormida.Estosignificaqueelasesinatoseprodujodespuésdelamedianoche.—¿Sumarido tenía la costumbre de volver tan tarde a casa o había una

razónenconcreto?—pregunto.—Habíainvitadoacenaradosamigossuyos,profesoresenInglaterra.Me

pidióqueloacompañaraperoamímedolíalacabeza.Poresomequedéencasayélsaliósolo.—Derepente,sedacuentadelasconsecuenciasdesunegativayempiezaagritar—.¡Estonohabríapasadosihubieraidoconél!¡Diosmío,sile

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hubieraacompañado,habríapodidoevitarlo!Se echa a llorar de nuevo, meciendo el cuerpo en el sofá. Kula intenta

calmarla.—Tranquilícese, señoraKostópulos. ¿Cómo ibaa saber loque sucedería?

Además,sihasidounasesinato,losasesinoshabríanbuscadootraoportunidad.—¿Sabesisumaridohabíarecibidoamenazasúltimamente?—lepregunto

cuandologradominarunpocolosnervios.—No, nunca me habló de nada parecido. Es más, nunca había recibido

amenazascuandoeraministro,yesoqueenmuchasocasiones tuvoque tomarmedidasimpopulares.¿Porquéibaarecibirlasahoraquehabíavueltoaocuparsuviejopuestoenlauniversidad?

—¿Tienenhijos?—preguntaKula.—Doshijosvarones.YannisestudiaFilologíaenlaUniversidaddeIoánina

yDimitrisestáhaciendosuposgradoenCambridge.Ladejamosconsuhermanayconsudolor.Mientraslamujerseencuentre

enesteestado,nopodemosregistrareldespachodeKostópulosensudomicilio.Tendremosquevolverenotromomento.

—Seloagradeceríamuchosipudieralocalizarlallavedeldespachodesucuñadoymelaentregara—ledigoalahermana.

Ellasaledelaestanciayreaparecepocodespués.—Estácerradoconllave—medice—.HepreguntadoaMona,peromeha

dichoqueStellossiemprecerrabasudespachoconllave.Lacalleestádesierta.SoloquedanloscochesdeKostópulosydeDimitríu

consuscolaboradores.—Llevaremos el vehículo al taller. Ya hemos terminado aquí—me dice

Dimitríu.Lepidoqueespereunmomento,ymeacercoaDermitzakis.—¿HabéisencontradollavesenelcuerpodeKostópulos?—lepregunto.Él abre la caja en la que guardamos los objetos hallados en el lugar del

crimenymeenseñaun llavero.La llavedeldespachode lavíctimaestará,sinduda,entrelasdemás,ypodremosregistrarelespaciomásadelante.

Cuandonosdisponemosaabandonarelescenariodelcrimen,mefijoenuncincuentón que está observando nuestros movimientos desde la acera deenfrente.Alprincipionoledoyimportancia,peroeltiposenosacercaencuantovequesubimosalcochepatrulla.

—Vivo en la esquina de Demóstenes con Zenón. Pasaba por la calleDemóstenescuandoviuncocheaparcadomásomenosenestelugar.—SeñalaelpuntodondehabíaestadoaparcadoelcochedeKostópulos—.Losfarosdemicocheloiluminaron,yviqueKostópulosestabadentrocondosmujeres.

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—¿Sefijóenlamarcaporcasualidad?—LepreguntaDermitzakis.—Sinomeequivoco,eraunToyota,peronomepreguntenporelmodelo

—respondenuestrotestigo.—¿UstedconocíaaKostópulos?—lepregunto.Memiracomosifueraidiota.—Vayaunapregunta, lo conocía todo elmundodesdeque lo nombraron

ministro.—¿Recuerda a qué hora pasó usted por aquí,más omenos?—interviene

Kula.Elhombrepiensaunpoco.—Debiódesersobrelasonceymediadelanoche.—¿Lellamóalgolaatención?—Vuelvemiturnodepreguntas.—No.Estabansentadosdentrodelcocheyparecíaqueestabancharlando.—¿Podríadescribirnosalasmujeres?—Erandos,yaselohedicho.Loúnicodeloqueestoyseguroesqueno

eranjóvenes.Le tomamos los datos para citarlo en Jefatura y que pueda prestar

declaraciónynosponemosenmarcha.Laprimeraconclusión,lamásfácil,esquenofueelasesinoquienapagóel

motordelcochedeKostópulos.Seguramenteelmotoryaestabaapagadoylosocupantesestabanhablandoenelinterior.Kostópulosnodebióderecordarquehabíaapagadoelmotory,ensuconfusión,intentóenvanoponerelToyotaenmarcha.

Sinembargo, lomásrelevanteeseldatoqueacabamosdeconocer:habíadosmujeresdesconocidasconversandoconKostópulosdentrodelcoche.

LapresenciadeestasdosmujeresmeobligaaremontarmealasesinatodeRapsanis y el pesticida. Los pesticidas son el arma asesina predilecta de lasmujeres.Porotrolado,nopodemosestarsegurosdequefueranlasmujereslasque mataron a Kostópulos. Podría ser que el asesino esperara a que ellas sebajarandelcocheparaocuparsulugarymataralavíctima.Cabelaposibilidaddequelasasesinasfueranlasmujeres,peroessolounaposibilidadmás,conunelemento a su favor: la utilización del veneno. Todavía no podemos estarseguros.Loúnicoseguroesquedebemosinvestigar también la implicacióndelasdosdesconocidasenesteúltimocrimen.

Piensoquemisiguientepasoeshablarconlosprofesoresuniversitarios.—LoprimeroquehasdehacerencuantolleguemosaJefaturaesaveriguar

cómo se llama el decano de la Facultad de Ciencias Económicas—le digo aKula.

—Estoesfácil.Solotardaréunminuto.

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Desdeluego,estaeslapartefácil.LadifícilserálocalizaralasdosmujeresqueseencontrabanconKostópulosenelinteriordesucoche.

De repente, se me ocurre lo obvio. Si las dos desconocidas no son lasasesinas,esmuyposiblequeesténdispuestasaveniradeclararvoluntariamente.Sinolohacen,lasposibilidadesdequefueranellaslasqueacabaronconlavidadeKostópulosaumentansignificativamente.

Pienso en llamar al subcomandante para ponerle al día de losacontecimientos,perodecidoposponerlohastallegaraJefatura.

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Enfilo el pasillo que conduce a mi despacho, preparado para lo que meespera.Estánreunidosdelantedemipuertayhablantodosalavez,aunquesusconversaciones cesan bruscamente en cuanto me ven. Espero hasta que misayudanteshayanentradoensusdespachosantesdedarcomienzoalatandadepreguntasyrespuestas.

—Yahahabidountercerasesinato,señorcomisario—diceel jovendelacamiseta.

—¿Cree que el asesinato de StellosKostópulos es la continuación de losdosanteriores?—mepreguntaMerikas.

—Todavía es demasiadopronto para tener una idea clara del asunto—lecontesto—.Acabamosderecabarlosprimerosdatossobreesteúltimoasesinato.Desdeluego,hayelementosencomún,aunqueenestecasosehayainvertidoelcursodelosacontecimientos.Lavíctimanoesunacadémicoquesehapasadoalapolítica,sinounministroquehavueltoalauniversidad.Apesardetodo,aúnesdemasiadoprontoparasacarconclusionesdefinitivas.

—¿Esciertoloquenoshancontado?¿Lomataronconcianuro?—preguntalabajitademediasrosa.

—Aestodeberá responderelDepartamentoForense.Nosotros todavíanohemosrecibidolosresultadosdelaautopsia.

—En otras palabras, no hay nada especial que comunicar al público—comentaMerikas.

—Me disculpará, señor Merikas, pero en estos momentos nuestrapreocupación no es la información interesante que puedan incluir en suscrónicas,sinocómoavanzarennuestrainvestigacióndelostresasesinatos.

—¿Hahabidoavances?—preguntalaenclenque,que,hastaelmomento,sehalimitadoafulminarmeconsumiradaácida.

—Loshahabido,aunquetodavíanopodemoscomunicarlos,puestoquenohemosllegadoaningunaconclusión.

—Migajas—sentencialaenclenquecondesdén.No tengo ganas de discutir y pongo fin al encuentro. Observo cómo se

alejan pensativos, porque no han conseguido lo que pedíaMerikas: la noticiasensacionalistacapazdeaumentarlosíndicesdeaudiencia.

Me siento al escritorio y llamo por teléfono al subcomandante. Él meescucha sin interrumpirme, como hace siempre, y solo formula su preguntacuandoyaheterminado:

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—¿Cree que el asesinato de Kostópulos está relacionado con los dosanteriores?

—Puede que sí y puede que no. Kostópulos también era profesoruniversitario.Esteeselelementoencomúnconlosdosasesinatosprecedentes.Ladiferenciaestribaenelcaminoinversoquehabíaseguidolaterceravíctima.Alosdosprimeroslosasesinaronporhabersepasadoalapolítica.AKostópuloslomatarondespuésdevolvera lavidaacadémica.Encualquiercaso,haydoscuestionespendientesquepodríanayudarnosaesclarecerelcaso.

—¿Cuálesson?—Enprimer lugar, la sospechadel forensedequeaKostópulospudieron

matarloconuna inyeccióndecianuro.Deconfirmarse su sospecha, tendremosdos asesinatos por envenenamiento. El de Rapsanis con pesticida, y el deKostópulos concianuro.Estonopuede ser casual.En segundo lugar, tenemosque esperar a ver si hay un comunicado. Si lo hay, este habrá sido el tercerasesinato de la serie. Si no lo hay, lamuerte deKostópulos podría deberse aotrascausas.

—Parecequevabienencaminado.Informaréalcomandante.Estoy a punto de emprender un rápido asalto al bar cuando me detiene

Kula.—El decano de la Facultad de Ciencias Económicas se llama Zeódoros

Raptis.—Ymepasaunanotaconelnombreyelteléfono.Antes de llamar voy al bar para pedirmi café ymi cruasán de todos los

días.Elcaféparadespejarlacabeza,yelcruasánporqueunosohambrientonobaila,comodiceelrefrán,yamímeesperaunbailequenoesprecisamenteEllagodeloscisnes.

Encuantovuelvoamidespachomarcoelnúmerodeldecano.Contestasusecretaria,quienmepasaenseguidaconsujefe.

—Ya sé por qué me llama, señor comisario —me dice él tras laspresentacionesderigor.

—Urgequemereúnaconusted,señordecano—ledigosin rodeos—.Escrucialquehablemosparaelcursodelasinvestigaciones.

—Puedevenirahoramismo.Leesperaréenmidespacho.MepongoenmarchaconelSeat.Llegaríaantesconuncochepatrullayla

bendita sirena,pero temoquepuedahaberalguna sorpresadesagradable si losestudiantesvenque llega lapolicía.Por suerte,haypoco tráficoen laavenidaAlexandrasynotardoenllegaralauniversidad.

Lasecretariameconduceenseguidaaldespachodeldecano.Raptisesunhombrecalvo,queharebasadoyaloscincuentaycinco.Otrodesuscolegas,unprofesor conperilla,ocupaunode losasientosquehay frente al escritoriodel

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decano. Este se pone de pie para recibirme. Me presenta a su colega, elvicedecanoNikosDemertzís.

—Estamos todos sobrecogidos, señor comisario—dice el decano amododeintroducción—.HaceapenastresmesesqueStellosvolvióa launiversidad.Erauncientíficoextraordinarioyunprofesormuycompetente.SuausenciasehizonotardurantelostresañosquefueministrodeEconomía.

Leescucho,esperandoaqueterminenloselogiospertinentes,paraentrarenmateria.

—¿Tuvo la impresión últimamente de que Stellos Kostópulos estuvierapreocupado?—preguntoaRaptis—.¿Leconfesóaustedoaalgúnotrocolegaquerecibíaamenazas,telefónicasodecualquierotrotipo?

—Paranada.Estabamuycontentodehabervuelto a launiversidad.«Porfinvuelvoaestarenelsitioquemecorresponde»,medijoundía.

—¿CuálfuelareaccióndelosdemásprofesorescuandoKostópulosvolvióaladocenciatresañosdespués?

Estavez,Raptisnomecontesta,sinoquedirigelamiradaaDemertzís.—Lasreaccioneso,parasermáspreciso,lasemocionesfuerondiversasy

contradictorias —toma la palabra Demertzís—. Por un lado, los colegas sealegraron de contar con más personal docente. Nuestras universidades seencuentran en una situación muy difícil, señor comisario. Padecen gravesdeficiencias,tambiéndeprofesorado.Enestesentido,lavueltadeStellossupusounalivio.Esafue,precisamente,lareacciónfrenteaKostópulos:laalegríaporsu regreso. Subterráneamente, sin embargo, se produjo una corriente distinta,quesolosemanifestabaenvozbaja.

—¿Quétipodecorriente?—De indignación ante un compañero que abandona durante tres años su

puestoyasuscolegas,quesevenobligadosalucharparacubrirelvacíoqueélha dejado. El desertor disfruta de su cargo de ministro, y cuando lo pierde,vuelvealauniversidadcomosinohubierapasadonada.

—Yustedafirmaqueesaindignaciónnofueverbalizadapúblicamente...—Exacto,solosehablabadeelloenvozbaja.—Por lo tanto, usted descarta que su asesinato se haya debido a un odio

exacerbado o a un deseo de venganza por parte de personas vinculadas a launiversidad.

—¡Porsupuesto!¿Quéestáinsinuando?—exclamaRaptisconindignación.Intentotranquilizarle.—Nomemalinterprete.Pordesgracia,esmiobligaciónhacertodotipode

preguntas,algunasdesagradables.—Yo también lo descarto, igual que el señor decano —interviene

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Demertzísconmáscalma—.Aunquelediréotracosa,señorcomisario.—Leescucho.—Heleídoloscomunicadosdelosdosasesinatosprecedentes,ydebodecir

quelosasesinoscometenunagraninjusticia.—Noleentiendo—respondo,preguntándomeadóndequiereiraparar.—Losasesinoshandedicadoamboscrímenesaprofesoresdeotrotiempo.

Si fueran justos, se los dedicarían a los profesores actuales, que luchanabnegadamente por mantener las universidades en pie y trabajan hasta laextenuaciónparanodejaralosalumnossinclasesmientrasotrosloabandonantodoparasaborearlasmielesdelpoder.

Haceunapausa, talvezesperandoalgunarespuestapormiparte,peroyodesconozcoporcompletolasituacióndelasuniversidadesmásalládeloquenoshan revelado nuestras investigaciones hasta el momento, y no puedo teneropiniónpropia.

Alverquepermanezcocallado,Demertzíscontinúa:—Muchos de mis colegas aceptan puestos de profesor visitante en

universidadesextranjerasduranteunsemestre.¿Sabeporqué?—No.—Para poder respirar durante seis meses en una universidad bien

organizada, calmar suansiedady recobrar las fuerzasparaasípoder resistir lalucha cotidiana cuando vuelvan. Así pues, cuando detenga a los criminales,ademásdeacusarlosdeasesinato, le ruegoque lesdigaquehancometidounagraninjusticiaconlosprofesoresactuales,queestánmuycomprometidosconlasuniversidadesgriegas.

—Selodiré.Ledoymipalabra.Me despido de ellos y salgo al despacho de la secretaria. Quiero volver

cuantoantesalSeatparaponerenordenalgunasconclusionesquehesacadodemiconversaciónconRaptisyDemertzís,perolasecretariatieneotrosplanes.

—La señora Lukaku se ha enterado de que está usted aquí y quierecomentarle algo—me dice, y señala a unamujer que está sentada en la sillafrenteasuescritorio.

—Porsupuesto.Dígame.—Hace algunos días recibí una llamada telefónica almediodía. Una voz

femenina me preguntó si el profesor Stellos Kostópulos había vuelto ya a launiversidad y si había empezado a impartir clases. Le respondí que sí, que elprofesorKostópulosyadabaclasesdenuevoen launiversidad.Lepreguntéelmotivo de su llamada, yme dijo que quería hablar con él porque quería quedirigierasudoctorado,ymepidióqueledierasuhorariodeclases.Meparecióun poco extraño, ya que los estudiantes de posgrado que quieren hablar con

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algún profesor se pueden poner directamente en contacto con él durante elhorario de visita y no necesitan pasar por secretaría. Además, muchosestudiantesyaconocenalosprofesoresdelasclasesydeloscursosdeposgrado.

—¿Recuerdacuándorecibióesallamada?Piensaunmomentoycontesta:—Debiódeserhacetresdías.Meacuerdoporqueseestabacelebrandouna

reunión y en secretaría estábamos preparando un expediente que nos habíasolicitadoeldecano.

—¿Quélepareciólavoz?¿Eradeunamujerjovenodeunademásedad?—Diría que de una mujer joven, aunque, por supuesto, no puedo estar

segura.—¿Mepuededarelnúmerodelteléfonodesdeelqueserealizólallamada?Lasecretariamedaelnúmeroyyoloanoto.—Me alegro de que haya decidido comunicármelo —le digo—. Otra

personaensulugarnolehabríadadolamenorimportancia.Subo al Seat y me quedo sentado un rato, tratando de ordenar mis

pensamientos.Sinquerer,Demertzísha reforzadounade lasposibilidadesquehemosestadobarajandoalolargodelosúltimosdías.Losasesinosdedicansusaccionesalosviejosprofesores,noporindiferencia,sinoporquenoconocenalosnuevos.Matanalosprofesoresquepasanalapolítica,aunquesintenerunconocimiento directo de la situación actual de las universidades. Estaconstataciónrefuerzalaopinióndequedebemoscentrarnuestrasinvestigacionesenelpasado.

La otra información relevante es la llamada telefónica de la que me hahablado lamujer en secretaría. En primer lugar, porque la voz al teléfono erafemenina.Estedatoconcuerdacon lapresenciadedosmujeresenelcochedeKostópulos justo antes de su muerte. Resulta evidente que no llamaron a launiversidadparaaveriguarsielprofesorhabíaempezadoadarclases.Estoyalosabían.Encuantoaldoctorado,no fuemásqueunpretexto.Loque realmentedeseabansabereranloshorariosdeclasedeKostópulos,paraasípoderseguirloybuscarlaoportunidadparaactuar.

Pongo frenoamis reflexiones,porque topoconunenigmaquenopuedoresolver.EltestigopresencialdeclaróquelasdosmujeresquehabíaenelcochedeKostópulos no eran jóvenes. La empleada de secretaría, en cambio,me hadichoquelavozdelteléfonosonabajoven.Estosdatosnoconcuerdan.

Derepente,meacuerdodelachicaconcascodemotoristaquellevólatartaacasadeRapsanisenciclomotor.Nopodemosdescartarquelajovenportadoradelatartaylaquellamóalauniversidadseanlamismapersona.

Encuantollegoamidespacho,llamoaDervísoglu.

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—Elpuntodepartida es la décadade losochenta.Tienesque empezar abuscarapartirdeallí.Primeroinvestigasalpersonaldocente.Difícilmentenosaclararíamosconlosestudiantes.Cuandoterminesconlosprofesores,empiezasconelpersonaladministrativo.

Al poco de marcharse Dervísoglu me llama Stavrópulos, para confirmarquelamuertedeKostópulossedebióaunadosisdecianuro.

—Seloinyectaronenlaespaldayelvenenofuedirectoalcorazón.Llamoalsubcomandanteparaponerlealdía.—Elusodecianuronosremitealprimerasesinato,comoustedmuybien

meadelantó—comentaél.—Exacto.Después le informo de la llamada de la desconocida a la secretaría de la

universidad.—O sea que, de alguna manera, queda confirmada la presencia de dos

mujeres —dice el subcomandante, y continúa—: El comandante ya hainformado al ministro, aunque, según me ha comentado, este no ha parecidoinquietarsedemasiado.Comonohanasesinadoaunministroenactivo,sinoaunprofesor universitario, se inclina a pensar que esta última muerte no guardarelaciónconlasanteriores.

—Quizáseloparezca,peroseestánmultiplicandolosindiciosqueapuntanaello.

—Ya lo sé —contesta el subcomandante, y a continuación colgamos elteléfono.

Lepasoel teléfonode la secretariade launiversidadaDimitríuparaqueordeneun registro de las llamadas recibidas, aunqueno espero descubrir nadarelevante.Estoysegurodequeladesconocidallamódesdeunacabinatelefónica.

Loúnicoquenosquedaesesperaralnuevocomunicado.Megustaríaverlacaradelministrodespuésdeleerlo.

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Elcomunicadoapareceenlasnoticiasdeestamismatarde.ElprofesoruniversitarioyexministrodeEconomíaStellosKostópulosestá

muerto.Nosolocastigamosalosqueabandonanlauniversidadparaconvertirseenministros,sinoatodosaquellosqueconsideranquelauniversidadessucotoprivado, al que pueden regresar tranquilamente una vez terminadas susvacaciones en algún cargo gubernamental. Como era el caso de StellosKostópulos.Launiversidadnoesunaresidenciaprivadaniunapuertagiratoriaquepermitasalirporunladoparavolveraentrarporelotro.

LamuertedeKostópulosestádedicadaalamemoriadelprofesorXenofónZolotas. El profesor Zolotas trabajó al servicio de su ciencia primero en laUniversidad Aristóteles de Salónica y después en la Universidad Nacional yKapodistríaca de Atenas, un trabajo docente que acompañó de una rica obracientífica.Llegóaseruncientíficodeprestigiointernacional.XenofónZolotasnuncaabandonólauniversidad.Fueperseguidoporladictaduramilitaren1968,yfuelobastantehonradoparanovolver.Esdecir,paraéllauniversidadnoerasucotoprivadoniunapuertagiratoria.Eternaseasumemoria.

Mientras leía el comunicado, me imaginaba la cara del ministro y lasalarmasquesehabríanencendido.Porotraparte, tampocoyoestabapara tirarcohetes.Habríapreferidoqueno sehubieran confirmadomis sospechasyqueesteúltimoasesinatonotuvieranadaqueverconlosanteriores.

Nadamásterminarlalecturadelcomunicadomellamaelsubcomandante.—Sus temores se han confirmado —dice, como si me hubiera leído el

pensamiento.—Sí, aunque no me siento ni orgulloso ni satisfecho —le contesto

preocupado.—Nadie lo está, se lo aseguro, empezando por el propio ministro. Ha

abierto losojosdegolpea la realidadynoshaconvocadoauna reunióna lasdiezdelamañana.

—Tasía seguro que está sentada frente al televisor, disfrutando de unanuevaentregaenestecasopolicial—diceAdrianí,sentadaamiladoenelsofá.

No le contesto, porque lo últimoquemepreocupa en estosmomentos esTasíaylasotrasdosGracias.

Mimujer,sinembargo,estádehumorparahacerconfesionesycontinúa:—Respetotutrabajo,Kostas,perodetestoloscadáveresynoquierosaber

nadadeellos.

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—Vale,loentiendo,pero¿porquétantaanimadversión?—A ti los cadáveres te merecen un interés profesional, porque debes

detener a los asesinos. Amí, en cambio, me amargan el día, porque siemprepiensoenlosfunerales.

Son las nueve y media de la mañana y me dirijo a la avenida delMediterráneo.Voyrenegandoentredientes,porqueeltráficoaestashorasestáimposibleyenlacalleMijalakopulutodoslosvehículosestánparados,exceptolosciclomotores,queseescurrenentrenosotrosynossacandenuestrascasillas.

La llamada de Dimitríu me pilla al borde de un ataque de nervios. Loúltimoquequieroesllegartardealareuniónyqueelministroaprovecheparadescargarcontramítodalarabiaquelehageneradoelnuevoasesinato.

—Parecequequedaconfirmadalapresenciadelasmujeresenelcochedelavíctima—mediceDimitríu.

—¿Quéhabéisencontrado?—Uncabellodemujerenelrespaldodelasientodelcopiloto.Yalohemos

enviadoallaboratorio,aunquetodavíanomehandadolosresultados.Lellamaréencuantotenganoticias.

Es un dato que confirma la presencia de las mujeres en el Toyota deKostópulos. Corrobora la declaración del testigo presencial y la llamada a lasecretaría de la universidad. Sin duda, el análisis del cabello nos revelarátambiénlaedaddelamujer.

Llegoalministerioconcincominutosderetraso.Memandandirectoa lasalade reuniones,dondeyameesperaelministroconmisdossuperiores.Medisculpopormiretrasoporculpadeltráfico,yelministromedice:

—Estamostodosesperandoansiosossusnoticias,señorcomisario.Ofrezcouninformedetallado,sinomitirniocultarnada.—Dosdatosresultanespecialmenterelevantes—concluyo—.Elprimeroes

la confirmación del método empleado para matar. Pesticida en el caso deRapsanis, cianuro en el casodeKostópulos.El segundo es la presenciade lasdosmujeresenelcochedeKostópulos.

—¿Hastaquépunto lepareceprobableque losasesinosseanmujeres?—mepreguntaelsubcomandante.

—Elusodelvenenoesmáspropiodemujeres.ElasesinatodeArjontidis,en cambio, parece haber sido obra de un hombre. También es cierto que lapresencia de las dos mujeres en el coche de Kostópulos no demuestraautomáticamente que fueran ellas las asesinas. No podemos descartar laposibilidaddequefueranunassimplesconocidasyqueelasesinatotuvieralugardespués de que bajaran del coche. El vehículo estaba estacionado, y es casiseguroqueKostópulosnohabíapuestoelseguro.Segúnnoscontósumujer,la

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víctima no había recibido amenazas y, por lo tanto, no tenía nada que temer.Aunquehayunindiciomásquecentralassospechasenlasdosmujeres.

—¿Cuál?—preguntaelministro.—La llamada anónima a la secretaría de la universidad. Desde luego, la

mujerquerealizólallamadanoestabainteresadaenhacerundoctorado.LoquequeríaeraconocerloshorarioslectivosdeKostópulosparaasípoderseguirlo.Yhayalgomás:silasdosmujeresnotienennadaqueverconelasesinato,cabelaposibilidaddequesepresentenparadeclararvoluntariamente.

—Señorcomisario,hepasadopormuchosdepartamentosdelapolicíaantesde llegar a ocupar mi puesto actual. Sin embargo, nunca he estado en elDepartamentodeHomicidiosodeCrímenesContralaVida,comosellamaenlaactualidad. Doy gracias a Dios por haberme librado de eso —me dice elcomandante.

Nos reímos todos menos el ministro, que más bien parece a punto deecharseallorar.

Aúnestamosriéndonoscuandosuenamimóvil.—Señorcomisario,elcabelloesdeunamujerdeunossesentaañosdeedad

—anuncialavozdeDimitríu—.Todavíanosquedandetallesporconfirmar.Comunicolanovedadamissuperioresdeinmediato.—Bueno,algoesalgo.Hemosdadounpasitoadelante—diceelministro.Losdesesperadosseagarranaunclavoardiendo,diríaAdrianísileoyera.Alcontrarioqueelministro,yomeaferroaotra ideaquesemeacabade

ocurrir.Noobstante,demomentomelacallo,parapoderreflexionarasolas.Lareuniónllegaasufinconlamoraldelministrorelativamentemásalta.

El comandante se queda con él para despachar otros asuntos,mientras que elsubcomandanteyyosalimosdeldespacho.

—Guikasteníarazón—mediceélencuantonosencontramossolosenelpasillo.

—¿Enqué?—meextraño.—Antesderetirarse,medijoqueustedsabeinvestigarconlacabezaclaray

conunmétodosistemático,yteníarazón.«Estásauntrisdellamarmetambiénescarabajo»,piensoparamisadentros,

aunquememarchocomplacidoconelelogio.Comomínimo,tengolasensacióndequehepodidoempujarunpocolapuertaparaqueseagrandeelresquicio.

Ya dentro del Seat, retomo la idea quemeha estado obsesionando. Si lamujerenelcochedeKostópulos rondaba los sesenta,noestamoshablandodeprofesoras eméritas, sino de profesoras en activo. Lo mismo vale para elpersonaladministrativo.Seférogluseequivocóenestepunto,yyohemandadoaDervísogluquelleveacabounainvestigaciónquenonosconduciráanada.Sin

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embargo, no perdemos nada con indagar.Quizá por el camino descubramos aalgúnpersonajealquemerezcalapenainterrogar.

EncimademiescritoriomeesperanloslistadosdelasllamadastelefónicasdelosmóvilesdeRapsanisydeArjontidis.Segúnelinformequelosacompaña,casi todas iban dirigidas a colegas o a colaboradores en elMinisterio. No hasurgidoningúndatosospechosoquepoderaportaralainvestigación.

Convocoamisayudantesaunareunión,porsientretodosdamosconalgoque nos permita avanzar. Nadamás sentarnos, suena en el pasillo el jolgoriohabitualqueproducelamanadadeperiodistas.

—Sal y diles que en estosmomentos no hay nada que comunicar y quevuelvanmañanaporlamañana—lepidoaKula.

Enmediodelalborotoseoyengritosdeprotesta,peroremitenenseguidaynosdejanenpaz.

—¿Consideraprobadoquelosasesinosfuerondosmujeres?—mepreguntaAskalidisparacomenzar.

—Hay indiciosqueapuntanaestaposibilidad,pero solo son indicios.LoimportanteeslocalizaraesasdosseñorasytraerlasaJefaturaparainterrogarlas.

—Esto es como buscar una aguja en un pajar, señor comisario —diceDermitzakis—. Unamujer llamó a la secretaría de la universidad y pidió loshorariosdeKostópulos.Comoustedmismohadicho, seguroque llamódesdeuna cabina, de manera que será imposible localizarla. Dos mujeres estabansentadasenelcocheconKostópulos.Eramedianoche,untranseúntelasvioenlapenumbra,peroasaberquiéneseran.Unciclomotorestuvoimplicadoenlosdos primeros asesinatos.En el primero conducía una chica, en el segundo, unhombre. Ambos llevaban casco de motorista. No tenemos las matrículas, nosabemoselmodelo,notenemosdedóndetirar.¿Quieresabermiopinión?

—¿Para qué te he llamado si no? ¿Para que me recites la tabla demultiplicar?Claroquequierotuopinión.

—Losasesinosnosondelauniversidad.Sifuerancolegasdelasvíctimas,habríamosencontradoalgunaprueba,algúnindicio.Peronohemosencontradonada.Porlotanto,hacemosmalenseguirinvestigandoenlauniversidad.

—¿Ydóndenos sugieresque investiguemos? ¿En losministerios, porquefueronministros?—preguntaKula.

—No. Entre las organizaciones terroristas —contesta Dermitzakis, y sevuelve hacia mí—: Tenemos que vérnoslas con terroristas, señor comisario.Asesinan para aterrorizar el sistema. La política es parte del sistema, perotambién las universidades, que alimentan al sistema. Pásele a Karambetsos lainvestigacióndelcaso.Noesuntrabajoparanuestrodepartamento.

—Yabarajamoslaposibilidaddelatentadoterroristayladescartamos—le

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recuerdaAskalidis.—Porquemiramoselterrorismodesdeunaópticamuylimitada.Hoyendía

todosson terroristas,desde los follonerosquedestrozanbaresy terrazas,hastaISIS y el resto de los yihadistas que van sembrando Europa de cadáveres. Elterrorismoestádemoda,comolostatuajesqueseestampanchicosychicasensuscuerpos sindistinción.—Secallaymemira—.Noshemosquedadoen lainterpretación del terrorismo como lo conocemos en Grecia, señor comisario.Pero el terrorismo ha cambiado.Hoy en día los terroristas no solomatan conbombas y kaláshnikov, empiezan por darse el gusto de aterrorizar al prójimo.¿Cómo mataron a Arjontidis? Con un cuchillo. Piense en cuántos islamistasasesinanindiscriminadamenteconcuchillos.

Dermitzakis deja de hablar y nos mira a todos. Se hace un profundosilencio,porque suspalabrasnoshandadoquepensar.Él seda cuentay sacapecho.

—Loquedicestienefundamentoydebemosconsiderarloenserio—ledigo—.PropongoqueantesdescartemostodaslasposibilidadesdequelosasesinatosfueranplaneadosyejecutadosdesdedentrodelaUniversidad,yqueluegonoscentremosenelterrorismo.Asíevitaremoslasbroncasconelsubcomandanteyconelministro.

—Si se demuestra que los asesinatos fueron atentados terroristas, elministro dará una fiesta—diceKula—.Le estaremos sirviendo la solución enbandeja.

Seguimosreunidosunratoparatrazarnuevosplanesdeactuación.MandoaKulaahablarconlamujerdeKostópulosypreguntarlesitieneideadequiénespodríanser lasdosmujeresdesconocidas.OrdenoaDermitzakisyaAskalidisque vuelvan a la calle Demóstenes para que registren el barrio de nuevo einterroguen a los que entran a trabajar a primera hora de la mañana: losempleadosdelaoficinadelaSeguridadSocialyelquiosquero.

—¿NodeberíaspedirtutrasladoalaBrigadaAntiterrorista?—preguntoaDermitzakis, que sedispone a salir—.De tusplanteamientosdeduzcoque allíestaríasmáscómodo.

Élselopiensaunpoco.—Daigual—dicealfinal—.Meentiendobienconustedynotengoganas

depasarporotroperiododeadaptación.En cuanto me dejan solo, llamo por teléfono al vicedecano Demertzís.

PrimeroleinformodelallamadaanónimaydelasdosmujeresqueestabanenelcocheconKostópulos.

—Quisierapedirleunfavor—ledigodespués.—Usteddirá.

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—Necesitoqueorganiceunencuentroconelpersonaladministrativodelafacultad.Megustaríaaveriguarsihubootrosintentosdecomunicaciónalosquenoprestaronatención,comoseríalológico,porotraparte.

Demertzísreflexiona.—Demeunpocodetiempoparaqueveadóndeycuándopuedoorganizar

elencuentro.«Noseráelúnico»,pienso.Necesitarécelebrarencuentrossimilaresconel

personal administrativo de los ministerios de Rapsanis y Arjontidis. Estoresultarámásdifícil,yaquerequerirálaaprobacióndelministro.

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Demertzístardaenllamarmeyestoyenascuas.Porsuerte,mientrasesperovuelvenmisayudantesytengoalgodeloqueocuparmemientrastanto,aunquelacosechadeinformacionesnodaniparaunaperitivo.

La primera en aparecer es Kula, que viene con las manos vacías.MonaKostópulosnoteníaniideadelavidalaboraldesumarido,nienlafacultadnien elministerio.En consecuencia, no conocía a sus contactos ni con quién serelacionaba.

—¿Te ha dado la impresión de que no quería hablar? ¿De que intentabaocultaralgo?—lepregunto.

—No.Susexplicacioneshansidototalmenteconvincentes.Ellaesabogado,tienesupropiobufeteytrabajatodoeldía.Porlamañanaestáenlostribunalesyporlatardeatiendeasusclienteshastaúltimahora.Consumaridocoincidíaporla noche y sus conversaciones giraban en torno a los hijos, que habían sidocriadosporlosabuelos.Nohablabancasinuncadesutrabajo.

LavidadeMonaKostópulosnomeparecemuydistintadeladeKaterina,asíqueséquelehadicholaverdadaKula,deigualmaneraqueséqueanuestroLambroslocriaráAdrianí,yaquelospadresdeFanisnovivenenAtenas.

Laconclusiónevidenteesque,inclusosilasdosmujeresnoseencontraronconKostópulosporcasualidad,sinoqueloconocíandeltrabajoodecualquierotroámbito,lamujerdelavíctimanopodíasabernadadeellas.

Después llega el turno deDermitzakis y deAskalidis.Mis ayudantesmedescribenunenjambredepersonasde todosexoyedadqueentranysalendeledificiodelaSeguridadSocial.

—¿A quién quería que preguntásemos primero, señor comisario?—diceDermitzakis—. Si nos hubiéramos dirigido a los empleados del Centro, noshabrían mirado como si fuéramos extraterrestres. Por allí dentro circula unaverdadera marea humana. ¿Cómo iban a fijarse en dos mujeres que no sedistinguíanennadadelasdemás?

—El quiosquero nos ha dicho lomismo—añadeAskalidis—.Cuando lehemos preguntado, se ha quedado boquiabierto. «Pero ¿qué me estápreguntando?Poraquípasanmilesdepersonascadadía.¿Cómomeibaafijarenunpardemujeresque,porloquemedicen,noteníannadaespecial?»,noshadicho.CuandolehemospreguntadosialgunamujersehabíainteresadoensaberenquéedificiovivíaKostópulos,sehaparadoapensarunrato,yalfinalnosharespondidoquenorecordabanadaparecido.

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Lógico.¿Porquéibaaacordarse?Sinduda,lasdosdesconocidasyasabíandónde vivía Kostópulos. No tenían por qué preguntárselo al quiosquero. Pordesgracia, no tenemos ninguna fotografía, aunque solo fuera de una de ellas,parapasearlaporelbarrioyversialguienlareconocía.

Demertzísmellama,porfin,entornoalmediodía.Mepidedisculpasysejustificaalegandoquenoresultafácilcoordinaralpersonaladministrativo.

—Alfinal,lohearregladoparaquesereúnaconellosalastresymediadelatarde—medice—.Heescogidolasaladeactoscomolugardelareunión,asípodráverlosatodosjuntos.

—¿Esmuchopedirquevayaustedtambién?—lepregunto—.Supresenciafacilitarálacomunicación,puestoqueustedyalosconoce.

—Allíestaré,nosepreocupe—merespondeDemertzís—.Piensequeeslaprimeravezquevoyasertestigodeuninterrogatorio,lacosatendrásuinterés.

Consultomirelojyveoquetodavíasonlasdoceymediadelmediodía.Mepreguntoquépuedohacerparamatareltiempoy,derepente,medoycuentadeque hemos limitado nuestra investigación sobre las dosmujeres al entorno deKostópulos,porqueselasvioensucoche.Sinembargo,nohemospensadoeninvestigarsiesasmismasmujereshabíanestadoencontactoconRapsanis.

Nuestras pesquisas en el caso de Arjontidis serán, sin duda, máscomplicadas,porqueerauntipomuyreservado,ydehabersereunidoconellas,seguroquelohabríahechofueradelrecintouniversitario.

LedoyvueltasaconquiénpodríacontactarenlaFacultaddeDerecho,yalfinalconcluyoquelapersonaadecuadaesKardasis.Letelefoneoy,porsuerte,medicequeestálibreyquepuedoiraverloahoramismo.LeruegoqueavisetambiénaFenekidis,paraqueestépresenteenlareuniónsisehayadisponible.

Me pongo en marcha enseguida para no perder tiempo, porque necesitoterminarmi trabajo en laFacultaddeDerecho a tiempopara acudir desde allídirectamentealaFacultaddeCienciasEconómicas.EvitolaavenidaAlexandrasy voy por la avenidaReina Sofía, para entrar luego en la calle Sólonos y asíllegarantesalafacultad.HastaSólonoseltráficoespotable,peroluegometopocon un embotellamiento ymemaldigo amímismo por no haber escogido laavenida Panepistimíu. Dejo el Seat en el aparcamiento de la calle Asklipiú yentroenlaFacultaddeDerecho.

Kardasismeestáesperandoensudespacho,acompañadodeFenekidis.—Espero que sea importante, porque he cancelado y reprogramado una

claseparaverle—mediceesteúltimo.Empiezo con una exposición general del asesinato deKostópulos y de la

implicacióndelasdosmujeresqueseencontrabanensucochejustoantesdesufallecimiento.

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—No está confirmado que las dos desconocidas fueran las asesinas delprofesor, aunque hay muchas posibilidades de que lo sean —les explico—.Sobre todo, porque ambas víctimas murieron por culpa de un veneno yestadísticamenteelvenenoesunarmafemenina.Pero,aunquelosculpablesseanotros, es muy importante que localicemos a esas mujeres para poderinterrogarlas. Fueron las últimas en ver aKostópulos con vida y pudieron veralgoquenospodría resultarútil.Lootroquenecesitamosaveriguar es si esasdesconocidas también estuvieron en contacto con Kléarjos Rapsanis. ¿LesmencionóalgunavezRapsanisadosmujeresquenoformaranpartedelpersonaldocente?

Losdoshombresintercambianmiradas.—¿TehablóalgunavezKléarjosdemujeresque intentaranabordarle?—

preguntaKardasisaFenekidis—.Amínomedijonada,perotúloveíasadiario.Fenekidisreflexionaunpoco.—No.Norecuerdoquemehablaranuncademujeres—dicealfinal.—Lescontaréalgomás,quetalvezlesayudeahacermemoria.Leshablodelallamadadeladesconocidaasecretaríaydeldoctoradoque

supuestamentequeríahacerconKostópulos.KardasisyFenekidisseechanareíralmismotiempo.—Creoqueaciertaalsospecharquela llamadanoteníanadaquevercon

undoctorado,señorcomisario.—Deacuerdo.Detodasmaneras,¿podríanexplicarmeelprocesounpoco

mejor,paraqueacabedeentenderlo?—La mayoría de los estudiantes cursan un posgrado en la misma

universidad donde realizaron sus estudios, señor comisario —me explicaFenekidis—.Aquellosquehanconcluidosusestudiosdegradoydeposgradoydeseanhacereldoctoradoenotrauniversidad,bajolasupervisióndeunprofesorde su elección, tienen las siguientes opciones: o bien venir aquí y esperar alprofesor para poder verlo en su despacho en las horas en las que recibe a losalumnoso,sinoconsiguendarconél,llamarasecretaríaparasolicitarunacita.Enamboscasos,deberánacudiralahoraconcertada.Esimposiblequelamujerquellamóasecretaríadesconocieraelprocedimiento.

Estas palabrasme confirman que la desconocida no estaba interesada enhacerundoctorado,sinoenconocerloshorariosdetrabajodeKostópulos.

—Rapsanisteníamuybuenarelaciónconlagentequetrabajaensecretaría—prosigueFenekidis—.Amenudosalíaconmiembrosdelpersonalparatomarun café o para comer juntos. Esas relaciones le permitían ser el primero enenterarsedelasnovedadesquepodríaninteresarle.

—Si las dos desconocidas hubieran estado en el coche de Rapsanis, le

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podríamos indicarhaciadóndedirigir sus investigaciones—añadeKardasis—.Pero, aun suponiendo que Kostópulos mantenía relaciones amistosas con lasecretaría de la Facultad deCienciasEconómicas, y que aquellas dosmujereseran empleadas de la secretaría, es poco probable que conocieran también aRapsanis,quepertenecíaalaFacultaddeDerecho.

La única certeza que he sacado de nuestra conversación es que ladesconocidaquellamóporteléfononadateníaqueverconunatesisdoctoraly,muyposiblemente,tampococonlauniversidad.

Me sobra tiempo hasta mi encuentro con el personal de secretaría de laFacultaddeCienciasEconómicas.SacoelSeatdelaparcamientoypongorumboalaavenidaPatisíon.Llegobastanteantesdelahoraacordadaypreguntodóndeestáeldespachodelvicedecano.

Demertzísseencuentraensudespacho.—Esperemosunpocohastaqueesténtodosreunidos—proponeél.Alcabodeuncuartodehora,másomenos,nosdirigimosalasaladeactos

de la facultad.Elpersonaldesecretaríayaha tomadoasientoyestácharlandoentresí.Laconversaciónquedainterrumpidaconnuestrallegada.Demertzísmeconduce al estrado. Se sienta a mi lado y coge el micrófono para hacer unaintroducción.

—ElcomisarioJaritosquerríahacerlesalgunaspreguntasrelacionadasconla trágica pérdida del profesor Stellos Kostópulos. Todos queremos que sedetenga tanto a los culpables de su asesinato como a los de los otros dosprofesores. Por eso, tanto el comisario como yo mismo les pedimos sucolaboración.

A continuación me pasa el micrófono. En todos los años que llevo deserviciohevividodetodo,peroeslaprimeravezquehagouninterrogatorioconun micrófono. Nada más abrir la boca, sale de los altavoces un chillido.Demertzís se apresura a alejar elmicrófono demi boca.Empiezo a hablar, altiempoquemeesfuerzoporcontrolarlaansiedadquemeproduce,porunlado,elmicrófonoy,porelotro,noolvidarlaspreguntasqueteníapreparadas.

—Ayer,cuandovineaveralseñordecano,unacompañeradeustedesmeinformó de que había llamado una desconocida para saber los horarios delprofesor Kostópulos. Quería preguntarles si alguien más ha recibido algunallamadasimilar.

Losempleadosintercambianmiradasyalgunosseencogendehombros.Uncuarentónseponedepie.

—Loúnicoque recuerdo es que, hacemásomenosuna semana, alguienllamóypreguntóporladireccióndeldomiciliodelprofesorKostópulos.Cuandoquisesaberparaquélanecesitaba,mecontestóquequeríanenviarleunoslibros.

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Le di la dirección, aunque también le dije que podían enviar los libros a launiversidad.

—¿Eraunhombreounamujerlapersonaquellamó?—Unhombre.Laexplicaciónesfácil.Lamujerllamóconelpretextodehacerunatesis;y

elhombre,parapedirladirección.Elquiosqueroteníarazón.NohacíafaltaquenadielepreguntaraporeldomiciliodeKostópulos.Yalosabían.

—¿Sabesifinalmenteenviaronloslibrosalauniversidad?—No podemos saberlo —responde un sesentón—. Llegan tantos libros

cadadíapara losprofesoresqueresulta imposiblesabersiestánentreellos losdeltipoquellamóporteléfono.

—Yaquehablamosdellamadas,yotambiénrecibíunabastanterara—diceuna joven poniéndose de pie—. Un día llamó alguien para decirme que elMitsubishidelseñorKostópulosestabamalaparcadoeimpedíaelpaso.CuandolecontestéqueelseñorKostópulosnoconducíaunMitsubishi, lavoz insistió.Entonces le dije que el profesor Kostópulos no tenía un Mitsubishi, sino unToyotaCorolla,traslocualeltipomepidióperdónycolgóelteléfono.

—¿Tambiénunavozmasculina?—Sí,señor.—¿Cuándofueeso?¿Seacuerda?Lamuchachareflexionaunmomento.—Nolorecuerdoconexactitud,perodebiódeserhaceunasemana.Pregunto si alguien tiene algo más que decir o que añadir, y recibo el

silencio por respuesta. Les doy las gracias y pongo fin al interrogatorio pormicrófono.

LeagradezcoaDemertzíssuayuda,ycuandomedispongoamarcharme,élmeinvitaasudespacho.

—Sinceramente,tengocuriosidadporsaberaquéconclusioneshallegado,comisario—me comenta en cuanto nos sentamos—.Si puede decírmelas, porsupuesto—seapresuraaañadir.

—Essencillo—lecontesto—.EnelcasodeRapsanis,losasesinossabíanque era bulímicoy lemandaronuna tarta a su casa.En el casodeArjontidis,sabían que salía a correr a primera hora de la mañana y le tendieron unaemboscada. En el caso de Kostópulos no sabían nada y recurrieron a lasllamadas telefónicas para averiguar lo que necesitaban. Aún nos queda porinvestigarsiconocíanladireccióndelosdomiciliosdeRapsanisydeArjontidis,osiconsiguieronlosdatosconelmismoprocedimiento.Encualquiercaso,esteencuentrohasidomuyútilyseloagradezco.

MemontoenelSeatyvuelvoaJefatura.Llamoenseguidaamisayudantes

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ylesinformodemiconversaciónconlosempleadosdelaFacultaddeCienciasEconómicas.

—¿Cuálessonvuestrasconclusiones?—preguntoalfinal.—Que son pardillos y tienen miedo—afirma Dermitzakis—. Tienen un

ciclomotor, podrían haber seguido a sus víctimas.No lo hicieron pormiedo aquelesdescubrieran.Asíqueoptaronporlasllamadas,quesonmásseguras.

—Tienesrazón—ledigo,ymedirijoaAskalidis—:MañanaporlamañanairásalasecretaríadelaFacultaddeDerecho,ydespuésaladeFilosofía,paraaveriguarsitambiénallírecibieronllamadas.

Doyporconcluidalareuniónyllamoalsubcomandanteparainformarle.—Almenos ahora sabemos cómo procedieron los asesinos en el caso de

Kostópulos—dicecuandotermino.—Mañana sabremos si siguieronelmismoprocedimientoen loscasosde

Rapsanis y deArjontidis. Si no hubo llamadas, significa que ya sabían dóndevivían.

Misuperiorsemuestradeacuerdoycolgamos.Yanomequedanadamásquehacerporhoy,asíquepongorumboamicasa.

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Adrianíestásentadafrentealtelevisor,vestidayemperifollada.—¿Hasidodevisita?—pregunto.—No.Salimosacenar.—¿Quiéninvita?¿Lambrosotravez?—No,yloschicostampoco.HasidoTasía.Medijoquequeríainvitarnos,

perocomonoconfíaensusdotesdecocinera,iremosaunrestaurante.Yaempiezoaestarunpocohartodeestassalidasparacenar.Vuelvoacasa

exhaustoporelestrésdelajornadaypormiincapacidadderesolverelcasoquenosocupa,ylasolaideadeabandonarlapazdelhogarparairaunrestaurantemepareceuncalvario.

—¿Nopodríasirtúsola?—propongoamimujer—.DileaTasíaquemehallamadoelministroyquenoséaquéhoraterminarálareunión.

—Mediráquevengassealahoraquesea,queteesperaremos—respondeAdrianí—.Yesoseríapeor,porquecuantomástardellegues,másseprolongarálacena.

—¿Adóndevamos?—pregunto,viendoquenohaymaneradezafarme.Adrianíseechaareír.—Calla, que estás de suerte. Vamos a Karavitis, que estámuy cerca, en

Pangrati.Conozco el restaurantey respiro con alivio.Está realmentemuycercade

casa.Almenos,notendréquecruzarAtenasyacabarmolidodetantoconducir.Volvemos a subir al Seat, pero Pangrati es mi barrio y me conozco las

calles y las callejuelas al dedillo, así que llegamos a la taberna en un tiemporécord.

—Pues,mira,noha sidopara tanto, también songanasdequejarte—mediceAdrianí—.¡Sillevaselmapacallejeroimpresoenlacabeza!Ypensarquenuncatehandestinadoatráfico...

Es lamaneraque tienemimujerdeelogiarme,generalmenteenformadeprotestaodereprimenda.

Somos los primeros en llegar. Adrianí pregunta al camarero si hay unamesareservadaanombredeTasía.Esteseñalaunamesapuestaparacinco,nossentamosymimujerempiezaahablarmedesusconversacionestelefónicasconKaterina. La llama a diario para ver cómo va el embarazo y por si tienecomplicaciones.YameveoaKaterinaquejándoselapróximavezquehablemos,porqueestoyconvencidodequemimujerlatieneagobiada.

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Primero aparece Tasía, y cinco minutos más tarde llega Kaliopi conArguiró. Cumplimos con el ritual de los abrazos y los besos y, por fin, nossentamostodosalamesa.

—Perdonad que no os haya invitado a casa, pero soy un desastre en lacocina—sedisculpaTasía.

—Teagradecemoslainvitación,Tasía—respondeKaliopi—.Encuantoalacomida,noimportaquenosepascocinar.Tienesotrasvirtudes.

Elcamareroseacercaparapreguntarnosquéqueremoscenar.DejamosqueTasíaelija losprimerosplatos.Adrianíyyopedimoshamburguesas;KaliopiyTasía,chuletasdeternera,yArguiró,hígado.Cuandollegaelturnodelabebida,las señoras piden vino y yo me limito a una cerveza. Si tomo vino, con elcansancioquellevoencimamequedarédormidosobreelplato.

Comoesnatural,nuestroprimer temadeconversaciónesel embarazodemi hija. Adrianí nos ofrece una descripción detallada que resulta del todoinnecesaria,pueselembarazodeKaterinavavientoenpopaysepuederesumiren una frase: todo va bien y no hay complicaciones. Añadamos un «tocamadera», por si acaso. No debería quejarme, me digo a mí mismo.Me pasomediavidainformandoalsubcomandante,alcomandanteyalministro.Noestánadamalqueseamimujerquienseencargueahoradeponernosaldíamientrasyomelimitoaescuchar.

Mistemoresseconfirmancuandoterminamoselprimerplatoyelcamareronossirvelossegundos.

—Porcierto,Kostas,yahayuntercerasesinato,¿no?—mepreguntaTasía.—Mientras no logremos detener a los asesinos, mucho me temo que

tendremosuncuarto—lerespondo.—Pero¿quédemoniosleshadado?¿Porquélohacen?¿Estánlocos?—Sihasleídoloscomunicados,yasabrásporquélohacen.Ajuzgarporlo

quedicen,almenos,noparecenestar locosenabsoluto. Injustos, talvez,perolocosno.

—¿Porquéinjustos?—preguntaKaliopi.LestransmitolaopinióndeDemertzíssobrelosprofesoresquepermanecen

enlauniversidadyluchanpormantenerlaenpie.—El vicedecano opina que, más bien, deberían dedicárselos a los que

luchan hoy en día para defender las universidades, y no a los otros, los de laviejaguardia.

—Entrenosotros,razónnolefalta—comentaTasía.—Vamos, todo esto carece de importancia —interviene Arguiró—. La

cuestión es si hay pruebas, aunque sean indicios, que puedan conducir a losasesinos.

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LeshablodelasllamadasasecretaríaydelasdosmujeresenelcochedeKostópulos.

—¿Mujeres?—seextrañaKaliopi—.¿Creesquepuedenestarrelacionadasconelasesinato?

—Nonecesariamente.Podría tratarsededosconocidasquesebajarondelcocheantesdelcrimen.

—Lástimaqueeltestigonoleshicieraunafotoconsumóvil—diceTasía—.Silahubierahecho,podríaislocalizarlas.

—Lostranseúntesnosuelensacarelmóvilparafotografiaralospasajerosdeloscoches—lecontesto—.Salvoqueseaunodeesosjóvenesquevanporlacalleconelmóvilenalto,comosillevaranunparaguas.

EntoncesintervieneAdrianí.—Mihamburguesaestádeliciosa.Jugosaynadachamuscada.¿Qué tal lo

quehabéispedidovosotras?Me doy cuenta de que intenta poner fin a la conversación sobre los

asesinatos,porqueleponenerviosa.—Michuletatambiénestádeliciosa—diceKaliopi.Tasía es la única que no está del todo contenta, porque encuentra que el

hígadoestádemasiadohecho.Gracias a Adrianí, nuestra conversación se aleja de los asesinatos y las

investigaciones policiales y se centra en el hijo de Tasía y en lamudanza deKaterina.

—Mi hijo también semuda y tengo que ir a ayudarle con el traslado—anunciaTasía.

—TehasalidounviajeaInglaterra,nopuedesquejarte—contestaKaliopienbroma.

—Sí,peroparaabrircajasllenasdelibros,noparahacerturismo—insisteTasía.

—Quizádeberíamosdejardevernoshastaquetermineestahistoriadelosasesinatos—diceAdrianícuandosubimosalSeatparavolveracasa.

—¿Porquélodices?Atiteencantaquenosreunamos—ledigoextrañado.—Claro que me encanta, pero no soporto estar delante de un plato de

comidadeliciosayquemecorteelapetito lanecrofiliademisamigas.¿Sabesquédecíamimadre,queenpazdescanse?«Sientucasahaytiña,losmatasanoshacenpiña.»

—¿Yesoaquéviene?—preguntosorprendido.—La tiña en mi casa eres tú y tus investigaciones criminales. Y los

matasanos son las otras tres, que revolotean a tu alrededor para satisfacer suvicio.

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Meríoymimujermemiradereojo.—Vale,pues.Lapróximavezlesdirásquedebotrabajarporlanocheyque

prefieresesperarmeencasaparaqueencuentre lacenacalientecuandovuelva—ledigomuyenserio—.Hoyyatelohepedido,perotúnoquerías.

—Tienes razón, ha sido una estupidez—admitemimujer, y caigo en lacuenta de que es una de las rarísimas ocasiones en que reconoce que tengorazón.

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Hanllegadopuntualesalacita,comosuelenhacer.Asomoporelpasilloaprimerahoraylosencuentroalaexpectativa.

—Ayernosevitó,señorcomisario—sequejalabajitademediasrosa.—Noeramiintención.Simplemente,teníamosqueaclararalgunospuntos

yescucharalostestigos.Hoyestoyencondicionesdeofrecerosuninformemásdetallado.PuedoanunciarosoficialmentequeelasesinatodeStellosKostópulosseperpetróconunainyeccióndecianuro.

—¿Seloinyectarondentrodelcoche?—preguntaMerikasextrañado.Doyunpasomásyleshablodeladeclaracióndeltestigoquevioalasdos

mujeres sentadas dentro del coche de Kostópulos. También de la llamadatelefónica a la secretaría de la universidad, preguntando supuestamentepor undoctorado. Omito por completo las otras llamadas telefónicas y demás datosrecabadosdelinterrogatoriocolectivodelpersonaladministrativodelaFacultaddeCienciasEconómicas.

—¿Creequelasdosdesconocidassonlasasesinas?—preguntaeljovendelacamiseta.

—No lo podemos descartar, aunque tampoco estamos seguros —lecontesto,yleexplicolasrazones.

—En otras palabras, están dando palos de ciego —se inmiscuye laenclenque,queporprimeravezhablamuyenserio.

—Coincido con usted. Es un caso muy complicado —le contesto en elmismotono.

Los periodistas empiezan a retirarse, mientras que la enclenque no semuevedelsitio.

—¿Tieneunminuto,señorcomisario?—preguntacuandoelpasilloquedavacío.

«Québien,yahemosencontradoalasustitutadeSotirópulos»,medigo.Laperiodistaquepeorlecaíaocupasulugarysolicitaquelainformeenprivado,comohacíaél.

Abrolapuertademidespachoyladejopasar.Ellaaguardaeducadamenteaquelainviteasentarseyyoocupomiasientodetrásdelescritorio.Nodigonada,esperoqueseaellaquieninicielaconversación.

—Enprimer lugar, quisierapedirle perdónpormi comportamiento, señorcomisario.Soyconscientedequemuchasvecesmemuestrodesagradable.Noessuculpa,niyotengonadaencontradeusted.Laculpaesdeltrabajoquehago.

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—Perdonelapregunta,yaquenoesasuntomío,pero¿porquéeligióestetrabajo?

—No lo elegí, me vino impuesto por las circunstancias. En fin, es unahistoriapersonalynoestoyaquíparaaburrirleconmisproblemaspersonales.Lequeríadecirotracosa.

—Soytodooídos.—Heleídolostrescomunicadosrepetidasvecesyconmuchaatención.Lo

quemásmeimpresionasonlasdedicatoriasalamemoriadelostresprofesores.Resultaquelostresestánmuertos.

—Tiene razón, a nosotros también nos llama la atención este particular,peronohemospodidoencontrarunaexplicación.

—Yo estudié historia en Atenas e hice mi posgrado en Inglaterra, señorcomisario.Cuando leí loscomunicados,me recordaronalgodemisañosen launiversidadquehabíaolvidadoporcompleto.

—¿Dequésetrata?—Los grandes profesores no gozaban del respeto de sus colegas. Todos

ellos tenían que convivir a diario, colaboraban o se peleaban, a veces unos sealiabancontraotros...Elrespetonoteníacabidaenaquellascircunstancias.

—¿Dóndeteníacabida,entonces?¿Entrelosestudiantes?—Los estudiantes apreciabanmucho a los profesores que impartían bien

susclases,tambiénaaquellosqueseinteresabanenlosestudiosyenlostrabajosde sus alumnos. En cambio, detestaban a los profesores que daban clasesaburridasoquenovalorabandeverdadsusesfuerzos.—Haceunabrevepausayme mira—: El respeto provenía de cierta categoría de funcionariosadministrativos, señor comisario. Tanto en Grecia como en Inglaterra, habíafuncionariosdedirecciónquereverenciabanadeterminadosprofesores,comosifuerandiosesdelOlimpo.Cuandounodeellossedeteníaparahablarconellos,lorecibíancomoelmayorregaloposible.Esoesloquerecordécuandoleí loscomunicados,yqueríadecírselo.

—Ha hecho muy bien y se lo agradezco. Puedo asegurarle que hasta elmomentonadienoshabíahechoestaobservación,nidentrodelauniversidadnifueradeella.

—Cuandoestásmetidotodoslosdíasenlarutinaacadémica,estosdetallesse te escapan. Es a posteriori cuando te acuerdas de ellos.—Se levanta ymetiendelamano—.MellamoAretíSterguíu.Esperoquenomeguarderencorpormicomportamiento.

—Noleguardoningúnrencor.Alcontrario,leestoyagradecido,porqueloqueacabadedecirmenosabrenuevoscaminosdeinvestigación.

Sterguíumeregalasuprimerasonrisabondadosadesdequelaconozcoyse

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marcha.Este nuevo testimonio nos remite otra vez a las palabras de Seféroglu,

aunque,enestaocasión,con laaparicióndeun factorqueélnopodíahaberseimaginado, precisamente por las razones que acaba demencionar Sterguíu.Elproblemaahoraescómoconseguirlocalizarentreelpersonaladministrativodetantasfacultadesaaquellosquesientendebilidadporlosviejosprofesores.

Yesosinolvidarunelementoadicionalquedebemostenerencuenta.Losprofesores a los que hacen referencia los comunicados terminaron su carrerauniversitaria más o menos en la década de los sesenta. Los funcionariosadministrativosdeaquellaépocatendránahoraunosochentaonoventaañosdeedad.Nilanaturalezahumananilalógicamáselementalavalanquelosasesinossean funcionarios administrativos de aquellos años. Es decir, sigo vagandoperdidoporlosespaciossiderales.

SeabredegolpelapuertademidespachoyentraAskalidis.—Señorcomisario,hayunamanifestaciónenelcentrodeAtenas.—¿Y por qué me lo anuncias como si fuera lo nunca visto? No es la

primera vez ni será la última. Los accesos al centro se cierran día sí y díatambiénporculpadeconcentracionesdecienasistentesescasos.

—Estavezsonunosquinientos.—Vale.¿Hayalgoespecialquenospuedainteresar?—La convocan las asociaciones de estudiantes. Es una manifestación de

protestaporlosasesinatosdelostresprofesores.—¿Dóndeestánconcentrados?—DelantedelosPropileos.HancerradolaavenidaPanepistimíu,ytambién

ladelaAcademia.—Hashechobienenavisarme.Pideuncochepatrullayvamosaecharun

vistazo.Nomeinteresaelnúmerodeasistentesalamanifestaciónnilosdiscursos

deloscabecillas.Quierohacermeunaideadelambientequeimperaallíyversipuedoidentificar,aunqueseadesdelejos,aalgunapersonaquepuedaresultardeinterésparanuestrainvestigación.

Dejamos el coche patrulla detrás de la barrera policial en la avenidaPanepistimíuyhacemoselrestodelcaminoapie.

Cuandoyaestamoscerca,mepreguntosihavalidolapenadejareltrabajoparaveniraquí.ElnúmerodeasistentescoincideconlaestimacióndeAskalidis:unosquinientos.Handesplegadounascuantaspancartasyunjovenqueestáenloaltodelaescalinatahablasinseroído,porquelasconsignascoreadasatravésdelosmegáfonostapansuvoz.Lostranseúntesmiranconindiferenciaysiguensucamino.

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Maldigo para mis adentros la decisión de venir y perder mi tiempoinútilmente,cuandosuenaunavozdetrásdemí.

—Buenosdías,señorcomisario.Me vuelvo y veo a un calvo de baja estatura, trajeado y encorbatado. Se

poneamiladoymesonríe.—Ustednomeconoce,comisario,peroyoleviayerenlauniversidad.Me

llamo Kleon Rupakidis y soy profesor emérito de la Facultad de CienciasEconómicas. Cuando vino para reunirse con los funcionarios, yo tenía unseminario. Como terminó un poco antes del encuentro con usted, decidíquedarmeunratomás,porquemeinteresabaoírloqueallísedecía.

Mi humor cambia enseguida, porque ahora sé que no es un día perdido.PuedequeRupakidissea lapersonaqueesperabaencontrarparaavanzaren lainvestigación,siemprequepuedacontarmealgunascosasquenosresultenútiles.

—Soyasiduode lasmanifestacionesyde lasconcentracionesdeprotesta,¿sabe?—continúaRupakidis—.Nomedescribiríacomounapersonapolitizada,pero,desdequenotengocompromisosacadémicos,nosécómollenarmitiempolibre.Lasmanifestacionesmeofrecenunasalida.

—¿Porquéleparecentaninteresantes?—lepreguntosorprendido.—Hiceunaapuestaconmigomismo.Intentarencontrarunamanifestación

quenotengacarácterdeprotestanidedefensadederechosadquiridos,sinounafinalidadconstructiva.

—¿Quéquieredecir?—Por ejemplo, una concentraciónde protesta por la situación lamentable

denuestrasuniversidades.Unamanifestaciónpor losenormesproblemasde laenseñanza media que incluya también propuestas para su solución. Unaconcentración, en fin, que no se limite a reivindicar ni a defender derechosadquiridos. Cuando yo era estudiante, se organizaban manifestaciones paracambiar el régimen político, para derrocar el estado policial, para tener másdemocracia...En la actualidad, lasmarchasy lasmanifestaciones seorganizanpara que no cambie nada.Así que asisto y observo con la vana esperanza deencontrarunamarchaounaconcentraciónquereivindiqueunverdaderocambio.

No me da tiempo a responder porque, de repente, estalla un alborotoensordecedormientrasungrupodejóvenesconlacaracubiertairrumpendesdelacalleHipócratesylaavenidadelaAcademiagritandoytirandopiedras.

Losmanifestantessedispersanenseguidaycorrenabuscar refugio.UnosvanhacialacalleSinaparaesconderseenlaFacultaddeDerecho,yotros,hacialaplazaSíntagma.

—Losúnicosquenotienenderechosadquiridosquedefendersonestosquevanarmandofollón—mediceRupakidis—.Peroellosnoquierencambios,sino

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destrucción.Senosacercaunoficialdeuniforme.—Compañero,másvalequecojasaesteseñoryosmarchéis.Estopronto

seconvertiráenunabatallacampal.—¿Tiene tiempopara tomaruncaféenSíntagmaycharlarunpoco?—le

preguntoaRupakidis—.Despuéslellevaremosacasaconelcochepatrulla.—Deacuerdo,aunquenoesnecesarioquemeacompañenacasa.Bastacon

quemellevenhastalaestacióndeEvanguelismós.AllícogeréelmetroaPalini,dondevivo.TambiénpodríacogerloenlaplazaSíntagma,peromuchometemoquelaestaciónestécerradaporculpadelosdisturbios.

SubimosalcochepatrullaynosdirigimosaEvanguelismós.Buscamosuncaféenelparqueynossentamosaunamesa.LepresentoaAskalidisyentramosenmateria.

—Megustaríasaberquéopinadelosasesinatosdesuscolegas—ledigo.—Ya se lo he dicho. Como no queremos cambios, optamos por la

destrucción.—¿A qué se refiere?—pregunto, porque no entiendo adónde quiere ir a

parar.—Se lo explico. Alguien ha decidido matar a tres profesores porque

abandonaron la docencia universitaria para ocupar cargos ministeriales. Laabandonaron con la garantía de que, una vez concluido su servicio público,podríanvolverasuspuestosacadémicos.Estoquedómeridianamenteclaroenelcaso de Stellos Kostópulos. ¿Qué impide que las universidades, centros deenseñanza autónomos y autogestionados, cambien las normas para que losprofesores que asumen funciones de ministro no puedan volver luego a ladocencia? Entiéndame, señor comisario, no estoy hablando de permisos deexcedencia ni de la oportunidad de formar parte de un consejo deadministración,merefieroúnicamenteaaquellasactividadesquerequierenunainterrupción por tiempo indeterminado de las obligaciones académicas delprofesor. De haberse producido tal modificación de los estatutos, ningúnprofesor sacrificaría su puesto permanente en la universidad para serministroporuntiempolimitado.

—¿Cree que eso sería posible? —pregunta Askalidis, que le ha estadoescuchandoconmuchaatención.

—No,joven.Enteoría,síesposible,peroenlapráctica,pordesgracia,nosepuedehacer.Lo impiden los tejemanejesque tienen lugarenel senode lasuniversidades. Porquemuchos de aquellos que condenan a los profesores quepasan a ocupar un sillón de ministro no tendrían ningún inconveniente enocuparlo ellos también si se lo ofrecieran. Por lo tanto, la gran mayoría no

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apoyaría talmodificaciónde losestatutosuniversitarios.Poreso lehedichoalprincipio:comonoqueremosuncambio,caemosenladestrucciónytrescolegashanperdidoyalavida.

—Lohadicho,escierto,yleheescuchado,perohayalgoquenoentiendo.Seguroquehabráalgunos,porpocosquesean,quenoestándeacuerdoconestasituación.¿Porquénohansalidonuncaaprotestarenpúblico?

—Porqueestamospadeciendounagravedistorsión,señorcomisario,tantoenloqueserefierealasmanifestacionesendefensadelosderechosadquiridoscomoenloqueconciernealosagitadoresytambiénalasuniversidades.

—¿Quédistorsión?—Meextraño.—Hemosaceptadoloanormalcomonormal.Ahora empiezo a comprender mejor lo que me ha dicho Sterguíu esta

mañana.CuandounooyehablaraSeférogluoaRupakidis,resultaimposiblenosentirse fascinado por sus palabras y no quitarse el sombrero ante sudiscernimiento.

—Estamañanaunaperiodistamehacontadoalgoquepodríaserrelevanteparanuestra investigación,ymegustaríaconocersuopiniónal respecto,señorRupakidis.Lareporteramehadichoquelosautoresdeloscomunicadosdelostres asesinatos deben de ser personas que sienten un profundo respeto por losprofesoresdeantaño.Quedebíandesentirse felicesyorgullosasporelsimplehechodequeestossedetuvieranparahablarconellas.Poreso,ensuopinión,dedicanlosasesinatosaesosprofesores,todosyafallecidos.

EslaprimeravezqueRupakidisseechaareír.—Felicite a la periodista de mi parte —me dice—. Cuando entré en la

universidad como joven estudiante, viví esa situación de primera mano. Misprofesoresmetratabandesdeelprestigioquelesotorgabansuscátedrasyconlaautoridad que les conferían sus conocimientos. Nunca dejaban de marcar lasdistanciasquenosseparaban.Nolevoyadecirquemegustaba,porquenomegustabaenabsoluto.Pero,almismotiempo,cualquierelogiodesuparteeraparamí como maná caído del cielo. Así que puede imaginarse el júbilo de unfuncionarioadministrativocuandounodelosprofesoresdescendíaasunivelyledirigíalapalabra.—Secalla,memiraymesonríe—.Puedequeladistanciamáscortaentredospuntosseaenocasionesunacurva,señorcomisario,peroelcaminomáscortohaciaelrespetoessiempreladistancia.

Aquí termina la leccióndel profesor emérito al comisario depolicía y suayudante.Rupakidisselevantaysedespidedenosotros.

—En cuanto lleguemos a Jefatura, llama aDervísoglu y dile que vuelva.Quieroverosatodosenmidespacho—ledigoaAskalidis.

Yadentrodelcochepatrulladoylasgraciasporlasuertequehetenidohoy.

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Tanto Sterguíu comoRupakidisme han abierto los ojos yme han ayudado aabrirnuevaslíneasdeinvestigación.

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Están todos sentados a mi alrededor, atentos a lo que les cuento de misencuentrosconSterguíuyconRupakidis.Cuandoacabodehablar, seproduceunprolongadosilencio.

—¿Quépasa?¿Novaisadecirmequéopináis?—preguntoimpaciente.—¿Quéquierequeledigamos,señorcomisario?—Kulatomalapalabra—.

Soy la más veterana después de Dermitzakis, pero nunca he visto un lío tangrande.

—Siquieremiopinión, esodelpersonal administrativono se sostiene—diceDermitzakis—.Los funcionarios actuales entraron en servicio después deque se jubilaran los profesores homenajeados en los comunicados, y los deaquellaépocayadebenderondar losnoventa,comoustedmuybienhadicho.Además,noseolvidedeloquehadichoelprofesor.

—¿Elqué?—Losderechosadquiridos, señor comisario. ¿Porquédamospor sentado

que a todos los demás funcionarios solo les interesan sus derechos adquiridosmientras que los funcionarios de las universidades luchan por defender loscentrosdocentes?Estostambiénsonfuncionariospúblicos,piensanigualquelosprimerosytienenlasmismaspreocupaciones.

—Loquedicessuenamuyrazonable.¿Cuálestuvaloracióndelasunto?—Haydosposibilidades,señorcomisario.Enprimerlugar,quesetratede

viejos estudiantes que entraron en la universidad cuando aquellos profesorestodavía impartían clases y, muy posiblemente, los llegaron a conocer. Esosestudiantestendríanhoyunossetentaaños.Nolesresultaríacomplicadoutilizarvenenoparaasesinar.ClaroqueelcasodeArjontidisesmáscomplejo.Laotraposibilidad, que es la más convincente en mi opinión, es que los asesinatosfuerancometidosporprofesores todavíaenactivo,queconocierona losviejossiendoaúnestudiantes.

—Perdonad, pero a mí me parece que nos hemos estancado elaborandohipótesisquenotienennipiesnicabeza—intervieneDervísoglu.

—¿Porqué?—pregunto.—¿Estamos o no de acuerdo en que los asesinos son gente culta? —

prosigueDervísoglu.—Estamosdeacuerdo—contestamostodosauna.—Los tres profesores que mencionan los comunicados han dejado una

extensaobracientífica.¿Quiéndicequelosasesinosnohanleídosusobrasypor

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esolosadmirantanto?Poresodedicanloscrímenesasumemoria.Nos quedamos todos callados, porque no podemos argumentar nada en

contra. Su razonamiento es absolutamente impecable. Al ver que guardamossilencio,Dervísoglucontinúa.

—Estamañana,elprofesorlehahabladodelrespeto,señorcomisario.Yolehablarédelaadmiración.Almenosalgunosdelosasesinoshanleídolasobrasdelosviejosprofesoresylosadmiranporellas.Enmiopinión,lasdedicatoriasnosedebenalrespeto,sinoalaadmiración.

—¿Quéproponesquehagamos?—lepreguntaDermitzakis,muyatento.—Laspropuestasnosoncosamía,aunquevoyadecirosalgomás.Llevo

dosdíasbuscandoenlosarchivosdelpersonaladministrativodelaFacultaddeDerecho. Ante mis ojos han desfilado listas interminables de nombresmasculinosyfemeninos.¿Cómovamosalocalizar,enmediodeesaavalancha,algún nombre que nos pueda interesar? ¿A quién vamos a preguntar?CuandotermineconlaFacultaddeDerechoiréalasecretaríadeFilosofíaydespuésalaFacultad de Ciencias Económicas, donde encontraré el mismo revoltijo denombres.Perdonadqueoslodiga,porquetenéismuchamásexperienciaqueyo,perocreoqueestamosbuscandounaagujaenunpajar.

Dervísoglu ha dado en el clavo; eso es exactamente lo que estamoshaciendo. Al no tener prueba alguna, ni siquiera un simple indicio, estamosbuscandounaagujaenunpajar,confiandoenlasuerteparadarconalgoquenosllame la atención. Después, Dios dirá. Estoy de acuerdo con lo que ha dichoKula,esunodeloscasosmásdifícilesqueheinvestigadoentodosmisañosdeservicio.

—Fotistienerazón—digoamisayudantes—.Comonotenemospruebas,nosdedicamosahaceranálisisyadarpalosdeciego.Noshemosvistoatrapadosenunlaberintoyconfiamosenquenostoquelalotería.

—¿Nodeberíamosbuscarenotrolaberinto?—aventuraKula.Dermitzakislamirasorprendido.—¿Dónde?—EnInternetylasredessociales.Tambiénsonunlaberinto,peroallíhay

comentarios, conversaciones, la gente cuelga cosas... Quizás ese laberinto nosproporcionedatosmásrápidamente.

—Es verdad. De todas formas, vamos a ciegas. Enseguida hablaré conVelidisparaqueempieceainvestigar,averquésacamosdeallí.Mientrastanto,túsiguerepasandolosarchivos,porpesadoquesea—ledigoaDervísoglu.

Losmando a sus despachos y voy a hacerle una visita a Velidis.Me loencuentro conversando con un colega suyo. Enseguida lo despacha pararecibirme.

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—Por la expresiónde tu caradeduzcoque se trata de algourgente—medice.

Leinformocontododetalledelamarchadenuestrasinvestigacionesydelos puntos donde hemos encallado. Lo único seguro en este asunto es que noparodedarinformes.

—Acabasde complicarme lavida—me respondeVelidis—. Indícame, sipuedes, qué tiene prioridad en la investigación, o nos veo hundiéndonos en elcaos.

—Teaconsejaríaqueempiecesporelpersonaluniversitario:losprofesores,losestudiantesyelpersonaladministrativo.Estaes,enmiopinión,lafuentedeinformaciónmásaccesible.

—De acuerdo, aunque te advierto que el uso de seudónimos en las redessociales no es ninguna excepción. Por lo tanto, muchos de los queinvestiguemos,sobretodoenFacebook,puedequeescribanbajoseudónimo.

—Vale, pero si encontráis material pertinente, ¿podéis averiguar elverdaderonombredesuautor?

—Generalmente,sí.Sehadesermuylinceeninformáticaparaquesenosescape.

Acordadayalaestrategia,bajoamidespacho.Nadamássentarmesuenamimóvil.EsGuikas.

—¿Tienes tiempoparacharlarunpococon tuviejo superior jubilado?—pregunta—. No te voy a pedir que vengas a verme. Iré yo, nos podemosencontrarenunacafeteríacercadeJefaturayhablarunpoco.

No sé si tiene algo en concreto que contarme o, simplemente, añora sustiemposenactivoydeseatenernoticiasdeJefatura.Encualquiercaso,notengonadaurgentequehacerylepropongoquenosencontremosenuncaféalfinaldelaavenidaAlexandras.

Cuandollego,élyaestásentadoaunamesaalairelibreconuncafégriegodelante.Encuantomeve,seponedepie,medalamanoyapoyalaotraenmihombro.

—Teagradezcoquehayasvenido,Kostas.Nosabesloqueesvivirlejosdeldespacho,deltrabajoqueeratuvida,quedarseencasayverpasarlashoras.

—¿Quéhaydelapesca?—lepregunto.—Estamos a finales de septiembre y hace demasiado viento para salir a

pescar.Pescarconvientonoesparanovatos.Fuimosapasarunasemanaenlacasa del pueblo, pero por las noches ya refrescaba, mi mujer tenía frío yvolvimosalaciudad.

Se calla un momento mientras el camarero toma nota de lo que quierotomaryluegocontinúa:

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—No te he pedido que nos veamos solo para quejarme. También queríadartebuenasnoticias.MehallamadoKapsidis.

—¿Elsubcomandante?—Sí.Me ha dicho que he tenido a un oficialmuy competente ami lado

todos estos años. También me ha dicho que tienes dos cualidades muyimportantes:lamenteclarayunagranexperiencia.—Haceunapausayseríe—.Lehecontestadoque,denohabersidoasí,notehabríamantenidotantotiempoami lado,dejandoquehagas loque tesalede losmismísimosy teniendoquecorrertrasdetipararemediarlo.

—Teagradezcoqueme locuentes.Mealegraqueel subcomandanteestécontentoconmigo,aunquenocreoquemitrabajomerezcatantoselogios.

—Vamos,Kostas,déjatedefalsamodestia.Nosotrosyanosconocemos.—Noesporeso.Elcasoqueestamosinvestigandonoshaconducidoaun

callejónsinsalida.Onosencontramosanteunosgeniosdelcrimen,ohayalgoquesenosescapa.

Y,depronto,meveoresumiendoelcasodenuevo.Porunaparte,porqueesperoque,alrepetirunayotravezlamismahistoria,acabedescubriendoalgoque seme está escapando, y por otra, porque sé que a Guikas le complaceráescucharme,comoenlosviejostiempos.

Yasíes.Meescuchaconlamismaatenciónquecuandoeraeldirector.—Desdeluego,pareceuncasomuycomplejo.Aunquecreoquepasasalgo

poralto,Kostas.—¿Elqué?—preguntoansioso.—Hasolvidadoque,antesdelacrisis,lasmujeresenGreciasejubilabana

loscincuenta,ycuandoteníanhijosmenoresdeedad,aloscuarentaycinco.Asísehacíaenlosbancosytambiénenelsectorpúblico.

Me entran ganas de darme de cabeza contra la pared. ¿Cómo he podidopasarestoporalto?

—Yalove.Resultaquenosoyningúngenio.—Vamos. Siempre se nos escapa algo y las pasamos moradas hasta

encontrarlo.Poresotrabajamosenequipo.Aunquealgunosestemosjubilados—concluyeriéndose.

Nosquedamosunratomás,hastaquenosacabamosloscafésyGuikasdaporfinalizadossuslamentosdejubilado.

Vuelvo a Jefatura sin poder quitarme mi estupidez de la cabeza. Paraconsolarme,piensoqueloselogiosdelsubcomandanteconfirmanquenosoloheconseguidomantenerabiertoelresquiciodelapuerta,sinoquehecolocadounacuñaparaquenosepuedacerrar.

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Katerinanoshainvitadoacenarensucasa.Esunadeesasrarasocasionesenquemihijadecidemigraralacocina.Hastaahora,delalimpiezadelacasasehaestadoencargandoFanis,quevuelvedeltrabajoantesquemihijacuandonoestádeguardia,olahacenentrelosdoslosfinesdesemana.Encuantoalacomida,Faniscomeenelhospitalalmediodía,Katerinapicacualquiercosa,yporlanochesepreparanalgorápido,siemprequeAdrianínoleshayaprovistodefiambrerasllenasdemanjares.

—Como futura madre, debo acostumbrarme a cocinar, y será mejor queempieceapracticarya—mehabíadichoporteléfono,riéndose.

—Notehagaslaheroína.Tumadreteharálacomidaylosabesdesobra.—Claro,loharáparacompensarme,notedigo...—¿Paracompensarteporqué?—lepreguntoextrañado.—Pormartirizarme.Quesiheidoalginecólogo,quesitrabajodemasiado,

quesicomo,quesibebo;lehagouninformecompletoporteléfonodosvecesaldía.Ahoramemartirizaconelembarazo,mañanaloharáconelbebé.Mientrastanto,mecocinarásusexquisitecesamododecompensación.

Me río, porque sé que mi hija no exagera. El único método eficaz queconoceAdrianíparacombatirlaansiedadeslacocinaodarlamatraca.

Mientrasestoyrecogiendomiscosasparairacasamellamamimujer.—No pases a recogerme. Estoy con Tasía, Arguiró y Kaliopi e iré

directamenteacasadeKaterina.La soluciónmeconviene,yaquedesde laavenidaAlexandrasme resulta

másfácilirdirectamenteaNeoPsijikóquedarunrodeoporPangrati.Soyelprimeroenllegar,yFanismeabrelapuerta.—Katerina está en la cocina con Maña —anuncia con solemnidad—.

KaterinaestácocinandoyMañaleestáofreciendoayudapsicológica.EnelsalónestáUliconunacopadevino.Nossaludamosyvoyalacocina

parasaludartambiénamihija.Nolaveodesdelacenaenelrefugioparalossintechoydescubroquehaganadopesoyquesuvientrehacrecido.

—¿Yadapataditas?—bromeo.—Papá,sabesquemegustaverlospartidosdefútbol,peronopiensotraer

almundoaunfutbolista.LadejoenlacocinaconelapoyopsicológicodeMañayvuelvoalsalón.—Katerinamehadichoqueandáisliadosconuncasodifícil—mediceUli

cuandomesiento.

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Nuncahepodido entenderporqué, cuandonos reunimos la familiay losamigos, Fanis no tiene que hablar de sus pacientes, Katerina no tiene queexplicarnossusavatares judiciales,peroyosíquedebosatisfacer lacuriosidaddelaaudienciaconmisrelatospoliciales,yasetratedelastresGraciasodeUli.Porotrolado,elchicomecaeespecialmentesimpáticoynoquieroponerfinalaconversaciónbruscamente.

—Todosloscasossondifíciles—explico—.Ladiferenciaenestaocasiónesquenostocatrabajarenterrenosdesconocidos,yestocomplicalascosas.

—Uli,¿porquéledas la lataalcomisarioparaquetehabledeasesinatoscuando tienes noticiasmuchomás agradables que contarle?—preguntaMaña,quejustoenestemomentoentraenlasaladeestar.

—¿Haynoticiasagradables?—preguntaFanis.Ulidudauninstante,peroalfinaldecidedesembuchar.—Mehanencargadountrabajoimportante:administrarlapresenciaonline

deunagranempresaalemanaentodoslospaísesbalcánicos.—¡Bravo,Uli!¡Enhorabuena!—exclamamosFanisyyoalunísono.—Este verano estuvimos en Alemania con unos amigos de Uli —nos

explicaMaña—.Allíestabatambiénunaparejaconocidadeellos.Elhombreesdirector de una gran empresa.Cuando supo a qué se dedicaUli enGrecia, lepropusocolaborar,yhoyhanfirmadoelcontrato.

Mientras estamos dándole la enhorabuena suena el timbre de la puerta yapareceZisis.Comosiempre,novieneconlasmanosvacías.

—Escucha,tíoLambros—lediceFanis,quesehaacostumbradoallamarle«tíoLambros»graciasaKaterina—.Elpróximodetallitolotraeráscuandonazcatutocayo.Hastaentonces,nohacefaltaquenostraigasnadamás.

—Nogastessaliva—lecontesto—.Digasloquedigas,élseguirátrayendosusregalitos.ZisisysusregalossoncomolaPascuaylaCuaresma,siemprevanjuntos.

—Si no es nada—se justificaZisis—.Unas trufitas de chocolate para elpostre.

Katerinasaledelacocina.—¿Dóndeestámamá?—mepregunta.—Consusamigas.Notardaráenllegar.—Yaentiendo—dicemihijaentonoinsinuante,ymeguiñaelojo.Luego

ledaunbesoaZisisyvuelvealacocina.Zisis nos cuenta una historia increíble de un grecocanadiense que ha

irrumpidoporlamañanaenelrefugiobuscandoasuhermana.Lehabíaperdidolapistadesdequefallecieronsuspadres.HabíavenidoaGreciaparaencontrarlayllevárselaconsigodevueltaaCanadá.

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—PeroAglaía,lahermana,nohaquerido—continúaZisis—.Lehadicho:«Yannis,siquierescomprarmeunbilletedeidayvueltaparaquevayaaconoceratumujeryamissobrinos,loharéencantada.Si,además,puedesdarmealgodedineroparaquevivaunpocomejor,estaréendeudacontigo.Peroesterefugioesmicasa.Esdemasiadotarde,soydemasiadoviejaparaempezarunanuevavidaenCanadá».

—¿Se le ofreció tal oportunidad y la tiró por la borda? —se sorprendeMaña—.Tieneagallas.

—¿Cuántosañostiene?—preguntaFanisaZisis.—Noloséexactamente,unossetentaypico.—¿Quéesperabas?¿QuesefueraaCanadásinsaberni inglésnifrancés?

—preguntaFanisaMaña—.Seríacomohacervotodesilencio.Nopodríahablarsiquieraconsussobrinos.Comparadoconunavidaasí,elrefugioeselparaíso.

NopodemosseguirlaconversaciónporquellegaAdrianí.—Lasembarazadasprimero—sentencia,yvadirectaalacocinasinsaludar

anadie.Prontoreaparececonunagransonrisadesatisfacción.—Yaselenotalabarriga—dicecontenta,peroenseguidacaepresadela

preocupación—.¿Tantosañosinvitándonoscomomuchoauncafé,yahoraqueestáembarazadaledaporcocinarygastarenergía?

—Nolepasaránada—lerespondeFanis—.Alcontrario,esbuenoquesemueva.

—Que yo sepa, hijo mío, eres cardiólogo, no ginecólogo —le espetaAdrianí,sentenciosa.

—Sí, pero el ginecólogo es amigo mío desde la universidad y ya le heconsultado—diceFanis,zanjandoelasunto.

—Lástimahaberteconocidotarde,Adrianí—intervieneZisis.—Lomismodigo,Lambros,pero¿porqué?—Porquehabrías sidouna secretaria idealparaelpartido.Habrías sabido

imponerunadisciplinaférrea.—Yo no sé nada de partidos, Lambros. Lo único que conozco es la

disciplinadelapobreza.Zisisselevanta,laabrazaylaestrechacontrasí.—Tantos años en el partido, y es laprimeravezqueoigo esta frase—le

dice.Y aquí terminan las efusividades, porque aparecen Katerina, Maña y la

cena.—¡Vamos,todosalamesa!—exclamaKaterina.Nossentamosyexaminamoslosplatosconcuriosidad,aunquemiatención

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secentraenlareaccióndeAdrianíantelashabilidadesculinariasdesuhija.Hapreparadounsuflédeespinacasdeprimeroycarnedecerdoconespárragosdesegundo.

—Noaceptoelogiosporlaensalada.LahapreparadoMaña—anunciamihija.

Primero expresamos nuestros buenos deseos por el nieto que está decamino,despuésdeseamosaUlimuchasuerteensunuevotrabajoyluegonosocupamosdelsuflé,tanteandoalprincipio,devorándolodespués.

—Katerina,elsufléestádelicioso—exclamaMaña.Todosmanifestamosnuestraconformidadexceptomimujer.La observo de reojo. Está comiendo pausadamente, sin apresurarse,

analizandocadabocadoquesellevaalaboca.—¿Y?¿Quéteparece?—preguntaKaterina.Adrianídejadecomerylamira.—¿Dónde has aprendido a cocinar? De mí, desde luego que no, porque

cadavezquememetíaenlacocinatúsalíasdecasa.Noledicequelacenaessabrosa,sinoquelepreguntadóndehaaprendido

acocinar.ParaAdrianí,esoequivaleaunelogio.—Mamá,despierta.Hayinfinidaddelibrosconrecetasdecocina.—Sisupierascuántossufléshetenidoquecomerhastaqueestuvierasegura

dehacerlobien...—diceFanisamimujer.La conversación termina aquí, porque pasamos a la carne de cerdo con

espárragos, que es la segunda sorpresa culinaria de la velada. Hasta ahora heestadoorgullosodemihija la abogada, ahora tengoquequitarmeel sombrerotambiénantelacocinera.EstamostodosentusiasmadosmenosAdrianí,queotravezoptaporelmutismo.Empiezoatemerquelacomidanolegusta,cuandomimujerdejaeltenedorypreguntaasuhija:

—¿Medaráslareceta?Poruninstante,Katerinasequedaanonadada.Luegoempiezaagritar:—¡Chicos,ahora síqueacepto felicitaciones!Simamámepide la receta,

quieredecirquesécocinar.—¿Qué quieres que te diga, hija mía? Yo crecí en un pueblo donde las

mujeresdabanaluzconlaayudadelasparteras,ylaschicasaprendíanacocinardesusmadres.Hoylasparturientasdanaluzconlaayudadelostocólogosylosginecólogos,ylaschicasaprendenacocinarconunlibroderecetas.Elmundohacambiado,peroesdemasiadotardeparaqueyocambiemiformadepensar.

Katerinase levantadeunsalto,vacorriendohaciasumadrey leestampaunbesoenlamejilla.

—Quesí,quelacomidaestámuysabrosa—confirmaAdrianí—.Peroque

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nosetesubanloshumosporquetequedamuchoporaprender.—Detalpalo,talastilla—diceZisis.Es la primera vez que Adrianí le abre su corazón a su hija y, además,

delantedeterceros.«Fíjateenloqueescapazdeconseguirunnieto»,medigo.«Ypensar que todavía estamos en el periodo de gestación.»CuandoLambrosnazca,nosharábailaralritmoqueélmarqueyAdrianíencabezaráelbaile.

El resto de la velada transcurre entre bromas y risas. Para acompañar lastrufasdeZisis,Fanisnossirveunabebidaitalianaquesellamagrappa.

Ya es medianoche cuando nos levantamos de la mesa. Zisis viene connosotrosparaquelellevemosalrefugio.LascallesestánvacíasyllegamosentiemporécordaKypseli.LedamoslasbuenasnochesaZisisybajoalaavenidaPatisíonparairdeSíntagmaaPangrati.

—¿Has leído los posos del café con tus amigas?—bromeo conAdrianí,porqueestoydebuenhumor.

—Noheidoparaeso,sinoparaverlas.Túsiempretanbiendispuesto.Pero,yaquehemostomadocafé,lehemosechadounvistazoalposo.

—¿Quédecía?—QueaLambroslavidaledeparaunbuencamino,yesomehaalegrado

mucho.Después,Tasíahaestadotomándomeelpelo.—¿Porqué?¿Porelnieto?—No.HapropuestoqueKaliopi te leyeraelposoati también,aversi te

ayudabaaencontraralasesinodelosprofesores.Kaliopinohadichonada,peroTasíahacomentadodespués:«Aunque,¿paraquérecurriralcafé?Seenteraríademáscosashablandoconvosotras,quetrabajasteisenlauniversidad».

Frenoenseco.—¿Dóndetrabajaron?—Enlauniversidad.Aunquehacemuchosañosdeeso.ArrimoelSeatalaaceradePatisíon.—¿Túyalosabías?—pregunto.—¿Cómoibaasaberlo?Yaestabanjubiladascuandolasconocimos.—¿QuédijeroncuandoTasíamencionólauniversidad?—PueselcomentariodeKaliopifue:«Nosotrastrabajamosallíentiempos

inmemorables. ¿Qué podríamos contarle al comisario unas antiguallas comonosotras?».Yserio.Ahíseacabólaconversación.

Pisoelaceleradoryarrancodegolpe.—¿Tehasvueltoloco?—gritaAdrianí—.¡Haspasadoconelsemáforoen

rojo!¿Esqueintentasmatarnosantesdequepodamosabrazaranuestronieto?

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No he podido pegar ojo en toda la noche. Y Adrianí no ha dejado dequejarseporquenoparabadedarvueltasenlacamayladespertabacadadosportres.

Ahoraestoysentadoamiescritorio,devanándomelossesos.¿Meenfrentoaunacasualidaddiabólica?EsteveranoconocimosatresmujeresenPápingos,dos solteronas y una viuda. Pero, para ser amigos, ¿es necesario hablar de latrayectoriaprofesionalodelosestudiosquesetienen?Millonesdeestudiantes,tantochicoscomochicas,hanpasadoporlasuniversidadesgriegas,¿quéteníande particular esas tres señoras? Se limitaron a decirnos que estaban jubiladas,cosaqueeracierta.

Aquí surge el primer interrogante. ¿Por qué, después de los asesinatos,cuandobuscábamosdesesperadamenteuncabosueltoalqueagarrarnos,nomedijeronquehabían trabajadoen launiversidad?Vale,puedoaceptarquenoselesocurriera,comotampocoselesocurrióaotrosmilesdeantiguosestudiantes.

Pero aquí aparece el segundo interrogante, el que resulta verdaderamentecrucial.¿PorquétodosnuestrosencuentrosconlastresGraciashancoincididocon los asesinatos? Tras la muerte de Rapsanis nos llamó Arguiró. Tras elasesinatodeArjontidis,nosreunimosenmicasa,aunquefueraconelpretextodelnieto.Y,despuésdelasesinatodeKostópulos,Tasíanosinvitóacenar.Cadavez que nos hemos encontrado me han preguntado cómo iban lasinvestigaciones.¿Hasidocasualidad?Nopuedodescartarlo,aunquetampocomeconvence por completo, porque ha habido demasiadas casualidades. Nosconocimos, aunque fuera por azar, antes de los asesinatos, y hemos vuelto avernosdespuésdecadacrimen.Estoúltimonopuedesercasual.

Precisamenteporquenopuedosabersiescasualono,decidoinvestigarlo.Elproblemaesquenosépordóndeempezaratirardelhilo.NisiquieraconozcolosapellidosdelastresGracias.EnPápingossenospresentarondiciendo«soyArguiró»,«soyKaliopi»,«soyTasía»,y,apartirdeahí,hansido«señoratal»o«señoracual»,usandosusnombresdepila.

Claro que podría llamar a la pensión de Pápingos para averiguar susapellidos,perocorroelriesgodequeladueñalasavise,yyoprefieroempezarlainvestigación discretamente, porque, si me equivocara, no habría quienaguantaseaAdrianí,quemeacusaríadesospechardesuscamaradasdearmas,comodiríaZisis.

La otra solución sería pedir amimujer que las invite a casa para poder

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interrogar a las tres extraoficialmente. No obstante, descarto esta idea deinmediato.Loúnicoqueconseguiríaseríalevantarsospechasyqueempezaranarecelaryacubrirselasespaldas.Serámejorquesigansinsabernada.

Derepente,semeocurrellamaraAskalidis.LedoyladireccióndeArguiróylepidoquerepaselostimbresdelbloquedepisosdondevive,yqueanotesunombrecompleto.

EncuantosemarchaAskalidis,llamoaDervísoglu.—Nosigasbuscandoaciegas.Localizalosexpedientesdelasfuncionarias

cuyonombredepilaesArguiróyKaliopi.LuegollamoaDermitzakisyaKulaparaponerlesaldía.—Noséquépuedesurgirdeestanuevalíneadeinvestigación.Esposible

quenada.Sencillamente,mehemosqueadoporlasrazonesqueoshecontado.Derepente,Kulaestallaencarcajadas.—¿Sepuedesaberquéteparecetandivertido?—preguntoirritado.—Señorcomisario,hemosinvestigadoalosterroristas,hemosinvestigado

en Internet, hemos investigado a los profesores y hemos acabadomirando lostimbresdelascasas.

Dermitzakisempiezaareírconella,perolajovenseponeseriadegolpe.—¿Podríadescribirmealastresmujeres?—mepregunta.Selasdescribo.—Simedasupermiso,meplantarédelantedelbloquedepisosdondevive

Arguiró y, en cuanto vea a una de las tres, la seguiré y procuraré entablarconversaciónconella.Puedequesaquemosalgoenclaro.Sidamosporválidomirarlostimbres,tambiéndaremosporválidorecurriralcotilleo.

Meparecequenolefaltarazónyledoypermisoparaquelohaga.Detodasformas,enestosmomentosestoysiguiendomásmiinstintoquelaspruebasdelasquedispongo.

YahemosacabadocuandovuelveAskalidis.—LaseñorasellamaArguiróTerzidis—meinforma.Estoy a punto de llamar a Dervísoglu, pero me contengo. No podemos

perder el tiempo inútilmente. Pienso que antes debería llamar a Fenekidis o aKardasisparapreguntarlessiconocenalatalArguiróTerzidis.Alfinal,decidollamaraKardasis,porsereldemásantigüedad.

—Se encuentra dando clase, señor comisario.Estará disponible dentro deunahora—medicelasecretaria.

Mientras tanto, llamo a Velidis y le pido que mire si hay una ArguiróTerzidisenFacebookoenTwitter.

—¿Esunasospechosa?—mepregunta.—Todavíanolosé.Sololaestoyinvestigando.

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MedispongoallamartambiénaDervísoglu,peromedetieneunaideaquesoloMenekidis puede aclararme.ComoKulano está, voy al despachodemisayudantes.

—Tenemos que encontrar la declaración de una tal Menekidis—digo aDermitzakis—.Necesitosuteléfonoparahablarconella.

Dermitzakis localiza enseguida el expediente con la declaración de lamujer.Laleoporencimaydescubroquelosdosprofesoresquemencionanlosasesinos en los primeros dos comunicados, Zeodorakópulos y Zoras, dabanclasesenlaFacultaddeFilosofía.

NosésiaguantarélahorahastaquepuedallamaraKardasis.Porsuerte,alfinaldoyconél.

—Señor profesor, le pido disculpas por molestarle. ¿Se acuerda, porcasualidad, si pasó por la Facultad deDerecho una estudiante que se llamabaArguiróTerzidis?

Élreflexionaunpocoantesdecontestar.—No,norecuerdohabertenidoaunaalumnaconesenombre.Aunqueesto

no significa gran cosa.He tenido a tantos alumnosy alumnasque es del todoimposiblequerecuerdelosnombresdetodosellos.

—¿Pudo haber entre el personal administrativo alguien con ese nombre?Tendráque remontarsemuchoalpasado,porquenocreoque sehaya jubiladohacepoco.

—No, tampoco recuerdo a ninguna administrativa con ese nombre, nisiquieracreohaberlooídonunca.

Mepongoapensarenloqueacabadedecirme.AKardasis,porlomenos,nolesuenaelnombredeArguiró.YMenekidisdeclaróquelosdosprofesores,con excepción de Zolotas, impartían clases en la Facultad de Filosofía. Enconsecuencia,lomásprobableesqueestemosperdiendoeltiemporepasandolosregistrosdelaFacultaddeDerecho.HaymásposibilidadesdequelosasesinostuvieranqueverconlaFacultaddeFilosofía.

Llamo a Dervísoglu y le digo que vaya a la Facultad de Filosofía parabuscarallíelnombredeArguiró.Paraagilizarlabúsqueda,mandoaAskalidisparaqueleayude.

Depronto,medoycuentadequeheestadotanmetidoeneltrabajoquesemehaolvidadoinformaralsubcomandante.Lellamoenseguidaporteléfonoyempiezoacontarlelasnovedades,aunque,enestaocasión,mealegrodepoderhacerlo,porqueséquemijefedarábotesdealegríaporhaberpodidoavanzarunpoco,porfin.

Élmeescuchacomohacesiempre,sininterrumpirmeconpreguntas.—Meestádandoustedmuybuenasnoticias.Enhorabuena,comisario—me

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felicitaalfinal.—Nome felicite todavía.Primero, porque todo empezó con algoqueme

dijeronporcasualidad,ysegundo,porqueaúnnosésiestamossobrelapistadelosasesinos.

—Aunasí,creoquedebemosinformaralcomandante.Seme ocurre que si surgen novedades, ya sea a raíz de las pesquisas de

Kula o de los registros deDervísoglu, lomás probable es que tenga que salirescopeteado,ynomedarátiempoparainformesniparareuniones.

—En este caso, le ruego que lo hagamos ya, porque cuando reunamosnuevosdatos,nosésimeseráposibleausentarmedelainvestigación.

—Muybien.Vengaahora,leestaréesperando.SuboalSeatypongorumboalacalleKatejaki.Eslaprimeravezquehago

este trayectodebuenhumor, sinquemeatormente la ideade reunirmeconelcomandanteyelsubcomandante.Séqueloquevoyadecirlescrearáunclimadeeuforia, no porque hayamos obtenido ningún resultado concreto, sino porque,porfin,parecehaberseencendidounapequeñaluzenlaoscuridad,algoparecidoaunachispaenmediodelatormenta.

Esmediodía y haymucho tráfico en la avenida delMediterráneo. Tardomedia hora en llegar, pero no me preocupa en absoluto. La reunión ha sidoacordadaenelúltimominutoynosehafijadounahoraconcreta.

Voydirectoaldespachodelsubcomandante.Alverme,seponedepie.—Venga conmigo, el comandante está ansioso por saber cómo van las

cosas.Enefecto,loencontramoscaminandodeunladoparaotroensudespacho.

Nosconduceenseguidaalamesadereuniones,sesientaalacabeza,ynosotros,aamboslados.

—Ybien,señorcomisario.Esperooírsusbuenasnoticias—medice.—Nosésisonmuybuenas,pero,sinduda,es laprimeravezquenuestra

investigación parece encaminarse hacia un objetivo concreto —respondo,procurandorebajarunpocosusexpectativas.

Empiezoconunadescripcióndetalladadelospasosquehedadodesdequeobtuve la información de forma accidental hasta las últimas decisiones que sehantomado.

—Estonosignificaquehayamosencontradoalosculpables,pero,talcomoacabodeexplicarle,haydemasiadascasualidadesparanosospechar.

—¿Cómopiensaproceder?—mepreguntaelsubcomandante.—Enprimerlugar,tenemosqueconfirmarlarelacióndeesastresmujeres

conlauniversidad,esdecir,siformabanpartedelpersonaladministrativo.Siseconfirma, lasposibilidadesdequeesténimplicadasenlosasesinatosaumentan

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considerablemente.—Quisierahacerledospreguntas—intervieneelcomandante—.Enprimer

lugar,quélehacesospechartantodeellas.Afindecuentas,noesuncrimenquenohayanmencionadosurelaciónlaboralconlauniversidad.

—No es solo que no la mencionaran, comandante. Ellas se ocuparon dereunirseconmimujeryconmigodespuésdecadaasesinato.Procuraronobtenerinformaciónsobrelasinvestigacionesdeformaindirecta,sinrevelarquehabíantrabajado en la universidad. Esto último lo digo con reservas, hasta que seconfirme que, efectivamente, trabajaron allí. Si lo demostramos, resultaráextraño,sinodeltodosospechoso,nosoloelhechodehaberomitidorevelarmesu vinculación con el mundo académico, sino no haberme facilitado nombresconlosquecontactarenlauniversidadparapoderavanzarenla investigación.Aunque le repito: digo todo esto con reservas, puesto que todavía no hemospodidodemostrarsurelaciónconelentornouniversitario.

—Deacuerdo.Mi segundapregunta es:usted,que las conocedeprimeramano,¿lasconsideracapacesdecometerasesinatos?

—Pornormageneral, los crímenesquenosplanteanmayoresdificultadessonaquellosquecometenpersonasque,deentrada,nodanelperfildeposiblescriminales. Aparte de esto, los dos asesinatos cometidos con veneno podríanhabersidofácilmenteobrademujeres.LamuertedeArjontidisnosplanteaotrosproblemas, pero no olvidemos que contaban con dos cómplices, a los quetodavíanohemospodidoidentificar.

—Mehaconvencido—diceelcomandanteconsatisfacción—.Creoqueyapodemosinformaralministro.

—¿Puedopedirleunfavor?—Porsupuesto.—Noinformemosalministrotodavía.Esperemoshastaquehayaconcluido

lainvestigaciónpreliminar.Sinoseconfirmanlosdatosdelosquedisponemos,muchometemoquesesentiríafrustrado.

Elsubcomandanteacudeenmiayuda.—Estoydeacuerdoconelseñorcomisario.Nonosprecipitemos.Cerradoelacuerdo,vuelvoaponerrumboaJefatura.

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EstoysaboreandotodavíamiprimersorbodecafécuandoKulairrumpeenmidespachoconunasonrisadeorejaaoreja.

—KaliopiseapellidaZafiratosyviveenlacalleFokidosnúmeroonce,enAmbelókipi—anunciatriunfante.

—¡Bien hecho, Kula, enhorabuena! —la felicito—. ¿Cómo lo hasaveriguado?

—Hetenidodosgolpesdesuerte.PrimeromeheplantadoenlaacerafrentealbloquedepisosdondeviveArguiróTerzidis.Nosabíasiibaasalirnicuándo,pero, afortunadamente, ha aparecido en la entrada del edificio al cabo de unahora,más omenos. He visto que se dirigía a la parada del trolebús yme hesubido almismo que ella. Ha bajado enAmbelókipi y ha entrado en la calleFokidos,unpocomásalláde laparada.Mehedetenidoen la esquinay lahevistoentrarenunbloquedepisos.Heesperadounpocoyluegomeheacercadopara mirar los nombres que figuran junto a los timbres. He encontrado el deKaliopiZafiratos.HerepasadolostimbresporsihubieraotraKaliopimás,peroeralaúnica.

—Tefelicitodenuevo—ledigo,mientraspiensoquelasuertecomienzaasonreírnos.

Nopuedoevitarlatentacióndesospechar,aunqueestébastantecogidoporlospelos,queArguiróha idoacasadeKaliopiparahablarde laconversaciónquetuvieronayerconmimujer,ydelarevelaciónfortuitadequeellashabíantrabajado en la universidad. Esto excluiría, de hecho, a Tasía del grupo desospechosas, porque, de haber participado en el complot, no habría sacado eltema.

PrimerollamoaVelidisparadarleelnombrecompletodeKaliopi.Despuésdecido volver a recurrir a Kardasis, como fuente de información fehaciente,pero, también en estaocasión, su respuesta esnegativa.ElnombredeKaliopiZafiratosnoledicenada.

De repente,me acuerdodeKleonRupakidis.Cuandonos conocimos,medijoquehabía impartidounseminarioen laFacultaddeCienciasEconómicas.Esdecir,habíasidoprofesorenestecentrouniversitario.YohabíaatribuidoalaFacultad deCienciasEconómicas una importanciamenor, porque aZolotas leconoce el país entero y los otros dos profesores enseñaban en la Facultad deFilosofía.Noobstante,nomecuestanadaintentarlo.

—Necesitoqueencuentres el teléfonodeunprofesorque se llamaKleon

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RupakidisyviveenPalini—digoaKula.Ella tarda dosminutos en facilitarme el número y llamo aRupakidis. Él

mismocogeelteléfono.—SoyelcomisarioJaritos,señorprofesor—meidentifico.—¡Comisario Jaritos! ¿La sorpresa es agradable o desagradable? —me

preguntaél,riéndose.—Nilounonilootro.Solonecesitociertainformación.—Leescucho.—QueríapreguntarlesileresultafamiliarelnombredeKaliopiZafiratos.—¡Kaliopi! —exclama él—. Kaliopi era toda una institución en la

secretaríadelafacultad.—Seproduceunapausa,yluegomepreguntareceloso—:¿Quéhapasado?¿Tienequeverconlosasesinatos?

—No. Forma parte de la investigación, aunque preferiría contárselo enpersona,sitienetiempo.

—Unjubiladoquenotienetiemposeríaunaprimiciamundial.—Seríedenuevo—.Puedevenirahoramismosiquiere.

Me hubiera gustado queme acompañaraAskalidis, pero lo he enviado aayudar a Dervísoglu. No me queda más remedio que ir solo. Puede que seamejor así, porqueRupakidis se sentirámás cómodo si estamos solos. Para noperdertiempo,pidoquemepreparenuncochepatrulla.

AntesdesalirdeJefaturahabloconDimitríu.—Necesitoquemandesaunfotógrafoatomarfotosdedosmujeres.Élguardasilencioporunmomento.—¿Esloquemeimagino?—preguntadespués.—Todavía no lo sé. De momento, solo se trata de hacer algunas

comprobaciones.LeacompañaráKulaBólari,deJefatura,porqueellayaconocealasmujeresencuestión.

CuandoKulaentraluegoenmidespacholedigo:—IrásconunfotógrafodeIdentificaciónatomaralgunasfotosdeArguiró

TerzidisyKaliopiZafiratos.—Otravezdeplantónenlaacera—protestaellariéndose.Subo al coche patrulla y le indico al conductor que ponga enmarcha la

sirena. Hay tráfico en las calles, pero con la sirena el camino se despeja yllegamosaPalinienmediahora.

Rupakidisviveenunamansióndedosplantasrodeadadeunampliojardínmuybiencuidado.Llamoaltimbreylaverjaseabreautomáticamente.Antesdeque acabe de cruzar el jardín se abre la puerta de la mansión y el profesorapareceenelumbral.

—Tieneunjardínprecioso—ledigoalacercarme.

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—Elconsuelodeljubilado.Megarantizatreshorasdeocupacióndiaria.—Otrossededicanalapesca,comomiexdirector.—Ambossomosrehenesdelascondicionesclimatológicas.Sihaceviento,

nopuedessalirapescar,ysillueve,nopuedesocupartedeljardín.Entraencasayyolesigo.Meconduceaunasaladeestarespaciosa,llena

demueblesantiguos,espejosyunaconsola.Meinvitaasentarmeenunsillón,mientras que él se sienta frente a mí en el sofá. Me ofrece un café, pero lorechazoamablemente.

—Dígame,¿quépasaconKaliopiZafiratos?—mepreguntacuandoyanoshemosacomodado.

—Enestosmomentosnopasanada.Sencillamente,enelmarcodenuestrainvestigación, nos vemos obligados a examinar todas las posibilidades. Entreellas, al personal administrativo de los centros universitarios, tanto losfuncionariosactualescomolosmásantiguos.EnlosarchivosdelaFacultaddeCienciasEconómicas encontramos el nombre deZafiratos. Puesto que ya estájubilada, se me ocurrió preguntarle a usted si la conoce de la época en quetrabajabaensecretaría.

—Zafiratos era la jefa de secretaría.En ella se daba una combinación decualidades muy poco habitual: era extremadamente competente y, al mismotiempo, muy voluntariosa. Siempre que surgía un problema o un asuntocomplicado, íbamos corriendo a Zafiratos para que nos lo solucionara. Laprimera vez que nos vimos, comisario, hablamos del respeto que el personaladministrativosentíaporlosviejosprofesores.Puedoasegurarleque,enelcasode Zafiratos, aquel respeto era mutuo. No solo había aprecio por parte deZafiratos,sinoquetambiénlosprofesoreslaapreciabanaella.—Haceunapausaymemiraconatenciónantesdecontinuar—:AhoraqueleheexplicadoquiéneraKaliopiZafiratos,¿puedopreguntarporquélaestáinvestigando?

—No estamos investigando a Zafiratos específicamente. Tenemos queinterrogar a una serie de funcionarios de la administración universitaria. Esobvioquenopodemos interrogarlosa todos, asíque intentamosaveriguarconquiénesvalelapenahablarpararecabardatosquenospuedanserdeprovecho.

Parecequemiexplicaciónleconvence.—Zafiratosospuedecontarmuchascosas.Valelapenahablarconella.—¿Sabe,porcasualidad,enquéañosejubiló?Selopodemospreguntara

ellapero,silosabemosdeantemano,nosayudaráacentrarnosenlaspreguntasmáspertinentes.

Rupakidisintentarecordar.—Sinomeequivoco, fuede lasúltimasquese jubilarona loscincuenta,

poco antes de que cambiara la ley. Lo recuerdo porque yo también pasé a la

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categoríadeeméritopocodespués.—Una última pregunta. ¿Cómo era la relación de Zafiratos con los

profesoresmásjóvenes?Antesdecontestar,reflexionaunpoco.—Diríaquepuramenteformal.Ellasiempresemostrabaimpecable,pero,a

juzgarporsuexpresión,apostaríaaquenolesteníaunaespecialconsideración.Sudebilidaderanlosprofesoresviejos,comoyo—añaderiéndose.

—Muchas gracias, señor profesor.Meha proporcionado una informaciónmuyvaliosa.

—¿Love?Aveceslosencuentroscasualespuedenresultarproductivos—meresponde.

Seponedepiealmismotiempoqueyoymeacompañaalasalida.Vuelvoacruzareljardínysuboalcochepatrulla.

Los datos que me ha facilitado Rupakidis son realmente valiosos.ConfirmanlapredileccióndeKaliopiporlosprofesoresmásveteranosaltiempoquedemuestranquenoteníaengranestimaalosnuevos.

Elsegundodatoimportanteesque,almenosKaliopiZafiratos,nosejubilóen tiempos inmemoriales, como le dijo aAdrianí, sino hace pocomás de unadécada.

Estoy rumiando todo esto cuando llegamos a Jefatura, allíme espera unanueva sorpresa.Apenas he tenido tiempode sentarme enmi despacho cuandoaparecenDervísogluyAskalidis,ambosconunassonrisasquerivalizanconladeKuladeestamañana.

—La hemos encontrado, señor comisario —anuncia Dervísoglu conorgullo. Saca su bloc de notas y lee—: Se jubiló en 2005. Era la jefa desecretaríadelDepartamentodePsicología.

—Enhorabuena, chicos, habéis hecho un gran trabajo —les digo, y semarchansatisfechos.

DemodoquetenemosaunajefaenlaFacultaddeCienciasEconómicasyaotra en la Facultad de Filosofía. No hemos encontrado ningún vínculo con laFacultad deDerecho, y aquí nos quedan cabos sueltos que atar, puesto que elprimer asesinato fue de un profesor de Derecho. Podría investigar también aTasía, aunque no tendría sentido. Si estuvierametida en el ajo, no nos habríareveladodóndetrabajaronsusdosamigas.

Llamoalsubcomandanteparaquenomeechedemenos.Cuandoterminodeinformarle,nopuedeocultarsuentusiasmo.

—Nosoloestamosavanzando,sinoqueestamoscogiendocarrerilla—dice—.¿Creequedeberíamosinformaralcomandante?

—Sí,aunquelerogaríaqueseencargueusted.Noquierosalirdeldespacho,

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porqueestoyesperandolosresultadosdelfotógrafo.Elsubcomandantemanifiestasuconformidadycolgamoselteléfono.PocodespuésmellamaKula.—Ya tenemos las fotos de Kaliopi. Ahora estamos esperando a que

aparezcaArguiró.Considero innecesario quedarme pegado al teléfono y pongo rumbo ami

casa. Además, estoy convencido de que allí me estará esperando el siguienteinformedelajornada,yaqueanochecortélaconversaciónenelcocheparanoestropearelbuenhumorquenosdejólacenaencasadeKaterina,yestamañanahesalidocomounabalahaciaJefatura.

Adrianíestáplanchandoenlacocina.—¿Quieresuncafé?—mepregunta.—No.Mesentaréparahacertecompañía.—Hoyhepuestolacasapatasarriba—anunciamimujer.—¿Porqué?¿Quétehadado?—Estaba nerviosa. No sé qué te inquietó tanto anoche para arriesgarte a

tener un accidente, pero soy consciente de que tiene que ver con nuestrasamigas.

—Conlastres,no.Tasíaquedaalmargen.Adrianídejalaplanchaymemira.—DesdeeldíaenqueconocimosaArguiró,aKaliopiyaTasíamehevisto

implicada,sinquerer,enloscasosquellevas.Yasabesqueesalgoquedetesto.Anoche,sinembargo,tuvelasospechadequenosoloyoestoyimplicada,sinotambién mis amigas. Si ahora me dices que estoy equivocada, daré saltos dealegría.

—Yamegustaría,pero,pordesgracia,nopuedo.—¿Losmataronellas?—preguntaacongojada.—No te precipites, puede que no. Sencillamente, cuando descubrí que

ambashabíantrabajadoenlauniversidady,sinembargo,noslohabíanocultado,meentrólamoscaenlaoreja.

—Bueno,esopodríaserdeformaciónprofesional.Lastresestánjubiladasynoteníanporquécontarnoscuálerasuprofesiónantesderetirarse.

—No es exactamente así. Recuerda que después de cada asesinatoprocuraban encontrarse con nosotros y me acribillaban a preguntas. Miexperiencia profesional me dice que lo hacían para sonsacarme información.¿Paraquénecesitabanlainformaciónsinoteníannadaqueverconelcaso?Yluego,cuandoTasíarevelósuprofesión,nosmintieron.

—¿Cómoquenosmintieron?—Dijeronque sehabían jubiladoen tiempos inmemoriales.Puesbien, se

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jubilaronenelaño2005.InclusoesposiblequeKaliopilohicieramástarde.Mimujernodicenada.Selimitaaagarrarlaplanchayempiezaaplanchar

conempeño.Veoqueestásoliviantadaeintentotranquilizarla.—Sitesirvedeconsuelo—ledigo—,miposiciónesaúnmásdelicada.—¿Porqué?—Enmifuerointernorezoporquenuestrasamigasnotengannadaquever

conlosasesinatos.Pero,siesasí,volveréaencontrarmeenuncallejónsinsaliday no sabré cómo encontrar a los culpables de los tres crímenes. En otraspalabras,estoyentrelaespadaylapared.

Adrianídejalaplanchaotravezparamirarme.—¿Puedopedirteunfavor?—¿Cuál?—Queestanochesalgamosacenarfuera.Nosotrosdossolos.Simequedo

aquí,mevolveréloca.Atitepasóanocheynopudistepegarojo.Yollevotodoeldíadándolevueltasyestanocheserámiturno.

—¿Adóndetegustaríair?—¿QuétepareceLaPuertadelVino?Nosgustaalosdos.Notengonadaqueobjetar;encoche,Kesarianíestámuycercadecasa.La

nocheesagradableynossentamoseneljardín,detrásdelaiglesia.Intentoencontraruntemadeconversaciónquepuedainteresaramimujer,

paraqueapartelosmalospensamientosdesucabeza.Comoeslógico,acabamoshablando de nuestro nieto. Adrianí me habla de la ropa de bebé que, poco apoco,vaaempezaracomprar.Luegopasaaltemadelahabitacióndelniñoenelpisonuevo,queFanisyKaterinanohanencontradotodavía.

Cuandollegalaensaladaconlasalcachofasyelmarisco,ylosboqueronesmarinados, que le encantan,mimujer empieza a picar y se va tranquilizando.Procuromantener su copa llenadevinoparaquepueda relajarseydormir sinproblemas.

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Mipadre,queenpazdescanse,siempredecíaquelasmalasnoticiasllegancomounchaparrón,ylasbuenas,caenacuentagotas.Conlaprimeranoticiadeldíaempiezoapensarquehallegadoelmomentodedesmentirle.

Apenasllegoamidespacho,mellamaVelidis.—Hemos descubierto el seudónimo que usaba Arguiró Terzidis en

Facebook—anuncia.—¿Cuáles?—«Modista.»Haescritoparrafadasenterassobre los tresasesinatosensu

perfildeFacebook.Ahoramismoimprimoeltextoytelomando.Enturco,modistosediceterzi.Conozcolapalabraturca,porqueenEpiro,

mi tierra, ha sobrevivido gran parte del vocabulario turco de la época de AlíBajá.

Kulanohavenidoa Jefaturaestamañana,yeso significaque todavíanohanpodidofotografiaraKaliopi.Llamoamisotrostresayudantesylescuentomi conversación con Rupakidis. Por un lado, para llenar el tiempo muertodurantelaespera,yporotro,paramantenerarayamiansiedad.

—ConelRupakidisesenoshatocadolalotería—diceAskalidis.—Lasuertenoscayóencimacuandounadelasseñoraslehizoalamujer

delcomisarioaquelcomentariosobreeltrabajodelasotrasdos.Estapartidalaganaráelquetieneelcomodín—lerespondeDermitzakis.

Uno de los colaboradores de Velidis me trae impresos los artículos queArguiróhapublicadoenlasredes.SelospasoaDermitzakisyleexplicodequésetrata.

—Repartíoslos para ir más rápido. Solo me interesan los artículos y loscomentariosquetienenqueverconlosasesinatosdelostresprofesores.

Misayudantessellevanlascopiasimpresasyvuelvenasudespacho.Eselturno de Kula, que aparece cinco minutos más tarde, portadora de buenasnoticias.

—Yaestá,tambiénhemospodidofotografiaraKaliopi.Noshacostadounpoco,porquenosalíadecasa,peroahoraya lo tenemos.Elfotógrafoha idoaIdentificaciónparadescargarlasfotografías.

EnseguidallamoaDimitríu.—Hay una gran variedad de fotos—me dice—. De perfil, de cara y de

espaldas.Enestosmomentoslasestamoseditando.—¿Cuándo estarán listas para enseñárselas al testigo que vio a las dos

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mujeresenelcochedeKostópulos?—Enunpardehorascomomucho.Yaleavisaré.—Bien.Mandadmealgunasamítambién,paraincluirlasenelexpediente.—Le aconsejaría que cite al testigo en Identificación. Aquí tenemos los

mediostécnicosparaquepuedaverlasmejor.Sisolovelascopias,sutestimoniopodríaresultarmenosfiable,omañanapodríaretractarse.

EstoydeacuerdoyencargoelasuntoaDermitzakis.—Avisaal testigodeque irása recogerlodentrodeunpardehoraspara

llevarloa Identificación.Allí leenseñarán las fotosdeTerzidisydeZafiratos.Queremosquenosconfirmesi fueronellas lasdosmujeresa lasquevioenelcochedeKostópulos.Tútienesexperiencia,yasabráscómotratarlo.

—Nosepreocupe.Sisonellas,loconfirmaremos.Me cuesta dominar la impaciencia por dos razones distintas. En primer

lugar, porque intuyo que nos estamos acercando al final de la investigación yestomesatisface,pormuchoquelasculpablesseanpersonasqueconozcoyconlas que hemos compartido buenos ratos mi mujer y yo. En segundo lugar,precisamente porque no sé cómo se lo tomará Adrianí y me preocupa sureacción.

DermitzakisreaparecealcabodeunahoraparaanunciarqueellaboratoriodeIdentificaciónhaterminadosutrabajoyquevaabuscaraltestigo.

MiansiedadvaenaumentohastaqueleponefrenoAskalidis,queentraenmidespachoesgrimiendounodelostextosimpresosdeFacebook.

—Desdeluego,elperfildeTerzidisestáplagadodecomentariossobrelostres asesinatos, aunque también he encontrado una entrada que podría resultarabsolutoriaymegustaríaqueustedlaleyera,comisario.

Melaponedelanteylaleo:Puedeque los tresprofesoresa losque losasesinosdedicansuscrímenes

fuerandocentesilustresyconsagrados,peroyocreoqueseestácometiendounagran injusticia. Porque también hoy hay muchos profesores que luchan pormantenerlasuniversidadesenpie.Ellostambiénsemerecennuestroselogios,nosololosprofesoresantiguos.

Vuelvoaleerelcomentarioyluegomirolafechaenquefueescrito.Esdehacetresdías.MedirijoaAskalidis:

—Estecomentarionosólonolaabsuelve,comotúdices,sinoqueagravamissospechas.—LecuentolaconversaciónquetuveconDemertzísyloquemedijo sobre la lucha de los profesores actuales en defensa de la universidad—.Unanocheleshablédeestaconversaciónalastressospechosas—añado—.Eltextoqueacabasdeenseñarmefueescritodespués.

AAskalidisseleescapaunsilbidodesorpresa.

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—Asíquenosenfrentamosaunapersonasinescrúpulos—exclama—.SeapropiadeopinionesajenasylassubeaFacebook.

—¿Habéisencontradoalgomás?—pregunto.—Nada importante, excepto conversaciones con otros usuarios sobre el

deteriorodelasuniversidades.Pronto será innecesario conducir las investigaciones puerta a puerta, me

digo. Descubriremos a los asesinos leyendo lo que publican y comentan enFacebook.Kaliopiviveenotromundo,sigoreflexionando.¿Paraquénecesitasleer los posos del café cuando tienes Facebook?A los usuarios les obsesionahasta talpuntoeldeseode llamar la atención,quepronto lospropiosasesinossubiránfotosdesuscrímenesy,paracosecharelogios,dirán:«Miradloquehehecho». Entonces será el momento de presentar mi dimisión, porque yo deFacebooknotengoniideaymequedaréfueradejuego.

SeabrelapuertademidespachoyentraDermitzakis.—¿Ybien?—lepregunto.—Lasha identificado.Aunquedicequenopuedeestarseguroalcienpor

cien,yaquesololeechóunvistazoalcochedeKostópulos.—No importa. Encontramos un cabello en el asiento del copiloto. Podría

ayudarnosaconfirmarlaidentificación.¿Dóndeestáeltestigo?—Enlasaladeinterrogatorios.—Recuérdamesunombre.—SellamaKyriakosDimulis.—Venconmigo.AvisoaKulaparaqueacudaconsuordenador.Nostrasladamosalasaladeinterrogatorios.Llevolasfotografíasconmigo.

Kulayaestáallípreparandoelportátil.Meencuentroanteunhombrecalvo,deunoscincuentaaños.EstásentadoconuncafédelanteyobservaaKulamientrasellaseafanaparatenerlascosaslistas.

—¿Es usted Kyriakos Dimulis? —pregunto después de sentarme yotambién.

—Sí,señor.—Señor Dimulis, en el laboratorio de Identificación le han enseñado las

fotografíasdedosmujeres.—Sí,señor.—¿Reconoceaestasmujerescomolaspasajerasqueseencontrabanenel

cochedeKostópulos?Eltestigovacilaunmomento,comosiseloestuvierarepensando.—Mire,voya serle sinceroparaque luegonohayamalentendidos.Estoy

segurocasialcienporciendelamujerqueestabaenelasientodeatrás.Esla

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misma que la de la fotografía. Sobre la otra tengo algunas dudas, porqueocupabaelasientodelcopilotoyKostópulosmelatapabaparcialmente.

Lepongolasdosfotosdelante.—¿Cuáldelasdosibasentadaenelasientotrasero?Élvuelveaexaminarlasfotosconmuchaatención.—Esta—diceseñalandoaKaliopi—.Laotra,yaledigo,creoquesí,pero

noestoyseguro.—Gracias, señor Dimulis. Puede usted marcharse después de firmar su

declaración.Vuelvoamidespachoyllamoenseguidaalsubcomandante.—Necesitoqueintervengaparaconseguirdeinmediatoórdenesderegistro

de dos domicilios —le comunico, y le doy los nombres de Terzidis y deZafiratos.

—¿Quieredecirqueyaestá?—preguntaalborozado.—Tengo la sensación de que nos hallamos muy cerca del final, aunque

todavíanosquedanalgunoscabossueltos.—Lecuentotodoslosdetallesdelainvestigación—. Si le parece oportuno, ahora sí que podemos informar alministro.

—Hablaréconelcomandanteylellamaré.—Tenga en cuenta que solo disponemos de tiempo hasta que lleguen las

órdenesderegistro.Despuéstendremosqueactuarrápidamente.Elsubcomandantemellamacincominutosmástarde.—Le esperamos todos ansiosos —dice—. El ministro ha cancelado una

reuniónporqueconsideraquenuestrocasotieneprioridad.Vuelvo a poner rumbo a la calle Katejaki. Me siento como si fuera el

autobúsquecubre la líneaAlexandras-Katejaki.Encualquiercaso, llegoantesque el autobús, porque, exceptuando un pequeño embotellamiento en el pasosubterráneodelaavenidadelMediterráneo,elcaminoestádespejado.

Voydirecto al despachodel subcomandante.El personal yameconoceymedejapasarconunsimple«Buenosdías,comisario».

—El ministro está entusiasmado —son sus primeras palabras en cuantoentroeneldespacho—.Venga,nosestáesperando.

Todas las puertas que dan acceso al despacho delministro también estánabiertas. Vamos directos a la sala de reuniones, donde nos está esperando elcomandante.Pocodespuésaparecetambiénelministro.

—Cuéntemelasbuenasnoticias—dicealsentarse.Empiezo por mi primer encuentro con las tres Gracias y le ofrezco una

descripción detallada de todo lo sucedido hasta ahora y de por qué empecé asospechar de ellas. Termino con la declaración del testigo presencial y la

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identificaciónpositivadeKaliopi.—Eltestigonoestásegurodelamujerqueocupabaelasientodelcopiloto,

porqueKostópulosestabaenmedioyleimpedíaverlabien.—Oseaquelaidentificacióndeestapasajeranoestáconfirmada—diceel

ministro.—No, aunque yo no tengo la menor duda de que ambas amigas se

encontraban en el coche de Kostópulos. Además, Identificación encontró uncabelloenelrespaldodelasientodelcopiloto.LaidentidadsepuedeconfirmarconlaayudadelADN.

—Estoestámuybien—afirmaelministro, satisfecho—.Megustaríaquemeexplicaraquéesperadelosregistrosdomiciliariosquehasolicitado.

—En estos momentos aún no disponemos de las armas con las queperpetraron los tres asesinatos. Claro que no sería la primera vez que nolocalizamoselarmadeuncrimen.Muchosasesinosintentandeshacersedeella.Pero,siencontráramosalmenosunodelosvenenos,seríadegranayudadecaraalosinterrogatorios.

—Enestecaso,ydebidoa la inexperienciade lasasesinas, ¿esperaustedpoderencontrarlo?—mepreguntaelcomandante.

—Paraserlesincero,noesperoencontrarnilabarrametálicanielcuchilloqueutilizaronparaasesinaraArjontidis.Nodescarto,sinembargo,quepodamosencontrarelpesticidaoelcianuro,aunquesoloseanrestosenalgúnrecipientedelacasa.

—Ledeseoéxito—diceelministro,yseponedepie.Elcomandanteproponequepasemospor sudespacho,por sihan llegado

las órdenes de registro. Para mi gran regocijo, allí están, esperándonos. Lasrecojoymeretirohastanuevaorden.

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El personal al completo está reunido en mi despacho. Entrego aDermitzakislasórdenesderegistroylepidoaKulaqueaviseaIdentificación,paraqueesténpreparadosenelmomentoenquelesllamemos.

—QuieroquevayáisabuscaraArguiróTerzidisylaacompañéisaJefatura—lesordenoaDervísogluyaAskalidis.LuegomedirijoaDermitzakis—:Túve con un agente a casa de Zafiratos. Si os preguntan por qué hemos ido abuscarlas, decidles que necesitamos que respondan a algunas preguntasrelacionadasconlosasesinatosdelostresprofesores.Ambosllevaréisencimalacorrespondiente ordende registro.Si cualquiera de las dosmujeres se niega aacompañaros, enseñadle entonces la orden y decidle que hay que esperar alequipoquellevaráacaboelregistrodomiciliario.

Sedisponenasaliratodapastilla,perolesretengo.—Unmomento,aúnnoheterminado.Cuandolleguéisconlasdosmujeres,

empezadainterrogarlas.Siospreguntandóndeestáelcomisario,respondedquede los interrogatorios os encargáis vosotros. Mantenedme informado en todomomentoparaquesepacuándotengoqueintervenir.Noquierotomarelrelevohastaquesesientandescolocadas.

Sevanymedejansolo,peroenseguidaapareceKulaparainformarmedequeelequipodeIdentificaciónestálisto,esperandoaquelesdéluzverde.

Medispongoaentrarenuncompásdeespera,peroVelidismeloahorra.—TambiénhemosdescubiertoelseudónimodeZafiratos—medice.—¿Cuáles?—«Pitonisa.»Mepreguntodesdecuándolospososdelcaféseconsiderandélficos.—Ya que todos mis hombres están fuera, ¿qué te parece si subo y

repasamosjuntoslasentradasycomentariosenlared?—propongoaVelidis.—Lopreferiría.Siseloencargoaunodelosmíos,nosabráquébuscar.Enseguidasuboasudespacho.—Meinteresandosdetallesenparticular.Elrestonohacefaltaexaminarlo

demomento.LedoyprimerolafechaenqueArguiróescribióensucuentadeFacebook

sobre los profesores actuales, a quienes considera víctimas de una injusticia.Buscamos la misma fecha en el Facebook de Kaliopi, pero no hay ningunaentrada.

—Ahorahayquemirar otra fecha—ledigo, y le pidoquebusque el día

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siguiente al que Tasía le reveló involuntariamente a Adrianí la profesión quehabíanejercidolasotrasdos.

Velidis repasa el texto impreso y localiza la fecha. Lee el contenido porencimaymelopasa.

—Aquíhayunapreguntacuriosaquetalvezteinterese.Leo el punto queme señala Velidis. Kaliopi no solo hace una, sino dos

preguntas que hablan por sí mismas: «¿Esa tía no podría haberse callado laboca?¿Teníaquesoltardóndeestuvimostrabajando?».

—Esteesnuestrocomodín—anuncioaVelidis,recordandolaspalabrasdeDermitzakis.

—A mí también me ha llamado la atención, pero ¿a qué comodín terefieres?—seextrañaél.

Seloexplicoysueltaunacarcajada.—Nosésiseráuncomodín,pero,enmijerga,esosellamachiripa.Recojo los textos impresos y vuelvo ami despacho.Pido aKula queme

traigaunacopiadelacuentadeFacebookdeTerzidis.Buscoenlamismafechay en la siguiente, pero no hay respuesta alguna a las preguntas de Kaliopi.Evidentemente,Arguirófuemáslistaynoquisocontinuarconeltema.

AlpocoratollegaAskalidis.—Lashemosllevadoalasaladeinterrogatorios—mecomunica.—¿Sehanresistido?—Másqueresistirse,Terzidishaempezadoaprotestar.«¿Quéquierequele

diga? Yo no sé nada.» Y también: «El comisario es amigo mío, podríahabérmelo preguntado él mismo». Le hemos explicado que se trata de uninterrogatoriooficialqueestáalmargendecualquierrelaciónpersonal.Entoncesha agarrado su bolso y ha subido al coche patrulla con unos morros que lellegabanalsuelo.

—¿Habéismencionadoelmotivodelainvestigación?—No,nohahechofalta.—Bien, empezad el interrogatorio y mantenedme informado. Dile a

Dermitzakisquevenga.MiayudantemecuentaqueZafiratosnohapuestoningunaobjeciónyque

lehaseguidosinproblemas.—Tútienesmásexperiencia.Cuandocreasquehallegadoelmomentode

queintervenga,avísame.Ahora sí queme encuentro en un compás de espera. Quiero que las dos

amigas se cansen y pierdan los nervios antes de que yo haga mi aparición.Intentodecidir cuál es lamejormanerade empezar a interrogarlasyponer enorden las preguntas que les quiero hacer, porque, cuando hay relaciones

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personales de por medio, las cosas se complican y resulta más fácil cometererrores.

PasacasiunahoraantesdequevuelvaDermitzakis.—En realidad no estamos interrogándolas, sino que intentamos limar sus

resistencias—medice—.Lasdosestánfueradesí.Terzidisamenazaconirse.Ha llegado el momento de acudir a la sala de interrogatorios. Llevo

conmigolacopiaimpresadelacuentadeFacebookdeKaliopiquecontienelaspreguntasquelehizoaArguiró.

Ambas están sentadas muy juntas a un lado de la mesa. Frente a ellas,AskalidisconDervísogluy,alladodeestos,Kulaconsuordenadorportátil.

Alverme,Arguiróseponedepiedeunsalto.—¡Por fin te has dignado a honrarnos con tu presencia! —exclama

cabreada—.¿Eranecesariomandaratussubordinadosparaquenosintimiden?Me siento a la cabecera de la mesa y las miro sin contestar. Indico a

Askalidis y a Dervísoglu que ya no les necesito. Solo Dermitzakis se quedaconmigoenlasala.

Entoncesmedirijoalasdosmujeres.—Esteesuninterrogatoriooficialytienequecumplirtodoslosrequisitos

formales, puesto que será grabado —les explico con frialdad—. Enconsecuencia, yo me dirigiré a las señoras Zafiratos y Terzidis, y ustedes, alseñorcomisario.

Semiranatónitas.ParecequeArguiróquieredeciralgo,perosearrepiente.Decideesperarparaveradóndequieroiraparar.

—Laprimerapreguntatienequeverconalgoquenoentiendo.¿Porquénomedijeron,entodoeltiempoquenosconocemos,queantesdejubilarseambasformaban parte del personal administrativo de la universidad? Usted, señoraTerzidis,erajefadesecretaríadelDepartamentodePsicologíadelaFacultaddeFilosofía, yusted, señoraZafiratos, era jefade secretaríadelDepartamentodeEconomíadelaFacultaddeCienciasEconómicas.

ArguirónodejahablaraKaliopiyseapresuraacontestar:—Ni se nos pasó por la cabeza —me dice—. ¿Por qué íbamos a

mencionarlo?Nosotrasyanotenemosnadaqueverconlauniversidad.—Además,nosjubilamoshacemuchosaños—apostillaKaliopi.—Notantos.LaseñoraTerzidisse jubilóen2005,yusted,pocodespués.

Noconozcolafechaexactadesujubilaciónperomebastaráhacerunallamadatelefónicaparaaveriguarla.

Lasmujeresvuelvenaintercambiarmiradas.—Vale, pero tampoco nos jubilamos el año pasado. Han pasadomás de

diezaños—diceKaliopientonocondescendiente.

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—Unacosaeselañopasadoyotralosañosinmemorables,comoledijeronamimujer.Desdequeustedessejubilaronhanpasadounostreceaños.Esdecir,conocían al menos a dos de los profesores asesinados. A Arjontidis, de laFacultaddeFilosofía,yaKostópulos,de laFacultaddeCienciasEconómicas.Ustedes, sin embargo, se lo callaron, mientras que, de habérnoslo contado,podríanhabercontribuidoanuestrainvestigación.

—Nosotras no somos policías. Ni se nos pasó por la cabeza. Nuestrasdisculpas—diceArguiró.

—No son policías, pero ¿les parece casual que tras cada asesinato seprodujeraunencuentroentreustedesynosotrosduranteelcualmeacribillabanapreguntassobreelcursodelasinvestigaciones?

—Nosotras,no.FueAnguelidis—protestaKaliopi—.EsTasíaquienestáobsesionadaconlashistoriaspoliciacas.

—SihagocompareceralaseñoraAnguelidisyllevoacabointerrogatorioscruzados,estoysegurodequemediráque,valiéndosedealgúnpretexto,ustedesdoslaobligaronahacermelaspreguntasparaasípoderreunirinformación.

—Esoesmezquino—diceKaliopiconcaradeofendida.—¿Lahagocomparecer?—insisto.Esperounarespuesta,peroellascallan,asíquecontinúo:—Hayalgomás—digo,ypongodelantedeKaliopi lacopia impresadel

comentario quehabía dejado enFacebook.Ellamira el texto en silencio y yoempiezoaleerloenvozalta.

«¿Esa tía no podría haberse callado la boca? ¿Tenía que soltar dóndeestuvimostrabajando?»VeoconelrabillodelojoqueArguiróechaunamiradairacundaaKaliopi.

—Estas preguntas demuestran, más allá de toda duda, que ustedes noqueríanrevelarsuantiguolugardetrabajo.

Denuevoesperoaquerespondan,ydenuevomantienensilencio.—A laUnidad deDelitos Informáticos le ha resultado sencillo descubrir

quedetrásdelseudónimo«Pitonisa»—continúoconunasonrisa—seescondelaseñora Zafiratos, ya que se dedica a leer los posos del café. Y detrás de«Modista», la señora Terzidis, inspirándose en su apellido. Terzi significa«sastre»enturco.

Derepente,lasdossevienenabajo.Mantienenlavistafijaenlamesaynoseatrevenaalzar losojosparamirarme.DermitzakisyKula,porelcontrario,quesontestigosdelaescena,meechanunamiradacargadadeinsinuaciones.

—Pasemos a otra pregunta. ¿Conocía usted bien a Aristotelis Arjontidis,señoraTerzidis?

Arguirósealegradelcambiodetemayrecuperalasenergías.

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—Noleconocíabien,niyoninadie.CuandoyotrabajabaenlaFacultaddeFilosofía,élteníaeltítulodeprofesorasistente.Eraunhombreextremadamentereservado y muy formal. Mantenía las distancias con el resto del personaldocente,ytambiénconlosfuncionariosdeadministración.Comprenderáqueyotampocoteníaningunarelaciónespecialconél.

MevuelvohaciaKaliopi.—¿Y usted podría decirme cuál era su relación con el profesor Stellos

Kostópulos?—Larelaciónformaldeunafuncionariadeadministraciónconunprofesor

—contestaellasinvacilar.—En tal caso, ¿me pueden explicar qué hacían ambas en el coche de

Kostópuloslanochedelcrimen,pocoantesdesuasesinato?Me miran estupefactas. Estaban preparadas para afrontar todo lo demás

desde el momento en que a Tasía se le escapó su vínculo laboral con launiversidad.Loquenoesperabanesqueestuviéramosaltantodesuencuentroenelcochedelavíctima.

—Por desgracia para ustedes, mientras estaban en el vehículo deKostópulos otro vehículo pasó de largo.El conductor era vecino del profesor,reconocióelcocheyloiluminóconsusfaros.Vioalavíctimaencompañíadedosmujeres.Cuandoleenseñamoslasfotografías, lasreconocióaustedesdos.LaseñoraTerzidisocupabaelasientodelcopilotoy laseñoraZafiratosestabasentada detrás del conductor. Poco después, Kostópulos caía muerto por unainyeccióndecianuroquelepusieronenlaespalda.Apartedeeso,encontramosun cabello en el asiento del copiloto. Si tomamos unamuestra de su cabello,señora Terzidis, estamos convencidos de que el ADN coincidirá. Así pues,repito,¿puedendecirmequéhacíanenelcochedeKostópulos?

PrimerosaltaArguiró,lamáselocuentedelasdos.—Asíquesetratadeeso—comentaextrañada—.Lahijadeunaamigamía

quería hacer el doctorado con Kostópulos, y le rogué a Kaliopi que meacompañaraparahablarconél.

—¿EslamismajovenquellamóalasecretaríadelaFacultaddeCienciasEconómicasparaaveriguarloshorariosdeKostópulosporquequeríahablarconéldesudoctorado?

Ellaseencogedehombros.—Nolosé.Esposible.—Estamos perdiendo el tiempo inútilmente, señoras. No cabe la menor

duda de que la inyección de cianuro se la puso al señorKostópulos la señoraZafiratos, que iba sentada en el asiento trasero,mientras la señoraTerzidis lemantenía distraído hablándole de la supuesta hija de su amiga.Tampoco cabe

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dudadequeunadeustedespreparólatartaconpesticidaquemandóaKléarjosRapsanis. La bulimia de Rapsanis era proverbial, no solo en la Facultad deDerecho,sinoen launiversidadentera.Una jovenconcasco llevó la tartaa lacasadeRapsanisenciclomotor.¿EraellalaquequeríahacereldoctoradoconKostópulos?

—Pero ¿qué está diciendo?—gritaZafiratos—. ¿Cómo se le ha ocurridotodoesto?Esustedpeorquesusagentes.

—Dejemosdejugaralescondite,porquenotienesentido—lecontesto—.Es un hecho probado que ustedes contaron con algunos cómplices. En primerlugar, la joven que entregó la tarta aRapsanis y que llamópara averiguar loshorariosdeKostópulos;así,ustedessabríandóndeycuándoesperarle.Tambiénhubounjovenconcascoyciclomotor.Haytestigosquelovierondarvueltasporla zona donde murió Arjontidis poco antes de su asesinato. Ya sabemos queArjontidisrecibióprimeroungolpeporlaespaldaquelediounciclomotorconla rueda delantera. Cayó al suelo y fue entonces cuando le golpearon en lacabezayloapuñalaron.Nosedescartaqueeljovendelciclomotornofuerasolouncómplice,sinoelasesinodeArjontidis.

—¡Esto no son más que historias para no dormir! —exclama Arguiró,alterada.

—Seráfácilaveriguarsisolosetratadehistorias—intervieneDermitzakis—.Notenemosmásquecogersusteléfonosmóvilesyrepasarsuscontactosdeunoenuno.Encontraremostodaslasllamadasquehanhechoustedesytambiénaquiénselashanhecho.

—Añadiré algomás—retomo la palabra—.Tenemosórdenes de registrodesusviviendas.Nosllevaremossusordenadoresylosregistraremosafondo.

Sigue un profundo silencio. Arguiró y Kaliopi intercambian miradas.Finalmente,estaúltimasedirigeamí:

—¿Puedendejarnossolasunpardeminutos,señorcomisario?—Nolaspuedodejarcompletamentesolas.LaseñoraBólarisequedaráen

unrincóndelasala.Siustedeshablanbajito,nolasoirá.Hago señas a Dermitzakis para que salga conmigo de la sala de

interrogatorios,aunquenonosalejamosmucho.Nosquedamosesperandoalotroladodelapuerta.

—Eselcasomásalucinantequeheconocidoen todos losañosque llevotrabajandoconusted,señorcomisario—mediceDermitzakis—.Hevistoalosasesinosmás increíbles, pero dos jubiladas respetables que hayan asesinado atres profesores universitarios..., ni en mis peores sueños. Podemos sentirnosorgullosos,Greciavuelvearomperesquemas.

CincominutosmástardeseabrelapuertayKulaasomalacabeza.

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—Yapuedenentrar—dice.EncuantonossentamosArguirótomalapalabra.—Bien,hallegadoelmomentodeponerfinaestahistoria,señorcomisario

—me dice—. Cuando registre mi piso, verá que en el armario debajo delfregadero de la cocina hay una bolsa de lona. En su interior encontrarán losrestos del pesticida y del cianuro. También encontrarán la barrametálica y elcuchillo.Enlabarraestánmishuellasdactilares;yenelcuchillo,lasdeKaliopi.Losmatamosnosotrasdos.Nohayni cómplicesnimásasesinos.Si la señoraquiere redactar nuestra confesión, la firmaremos.Nos puede tomar las huellasdactilaresparacompararlas.

—¿Ylachicaqueentrególatarta?—preguntaDermitzakis.—Notengoniidea—diceKaliopi.—¿YelchicoconelciclomotorqueempujóaArjontidispordetrás?—No sé quién era, pero debió de pasar por allí casualmente—contesta

Arguiró—. Fui yo quien golpeó a Arjontidis con la barra, y cuando cayó alsuelo,Kaliopileclavóelcuchillo.

Me doy cuenta de que han decidido cargar con todas las culpas para noacusarasuscómplices.Losbuscaremos,peroserámuydifícilencontrarlos.Notenemos la matrícula del ciclomotor, ni siquiera el modelo. No se puededescartar quehayanborradoya los númerosde teléfonode susmóviles, pero,aun si no lo han hecho, se habrán puesto de acuerdo en cómo justificar lasllamadas.

MandoaDermitzakisatomarlashuellasdactilaresdeArguiróydeKaliopiyvuelvoamidespacho.

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Laesperameproduceungrandesasosiego.EstoyconvencidodequeenelregistrodomiciliariodaremosconlaspruebasdelasquenoshahabladoArguiró,perounacosaesestarseguro,yotramuydistintaqueteloconfirmendemaneraoficial.

Yacasiheperdidoelsentidodeltiempocuando,porfin,Dermitzakisentrasonrienteenmidespacho.

—Yaestá, lohemosencontrado todo.Elpesticida,elcianuro, labarradehierroyelcuchillo.EstabandondehadichoTerzidis,enelarmariodebajodelfregaderodelacocina,dentrodeunabolsadelona.Identificaciónsehallevadolaspruebasparaexaminarlashuellasdactilares.

—¿Dóndeestánellas?—Lashemosvueltoaconduciralasaladeinterrogatoriosparacompletar

susdeclaraciones.—Bien, que vaya tambiénKula. Esta vez las interrogaré yo solo.Quiero

conocer susmotivaciones, y creoque les resultarámás fácil sincerarse si solotratanconmigo.

Estánsentadasjuntas,cuchicheandoporlobajo.Devezencuandounadelas dos esboza una sonrisa. Las observo desde la puerta y no puedo evitarpreguntarmesisonconscientesdeloquelasespera,osilesdaigualydisfrutandelproceso.

Mesientofrenteaellas.—Ustedes han confesado, hemos encontrado las armas de los crímenes

donde nos han indicado, y esto pone fin a las formalidades. Ahora podemostenerunaconversaciónmáspersonal.—Mecallounmomentoyluegopregunto—:¿Porquélohicisteis,chicas?

No se esperaban el tono amistoso, ymemiran sorprendidas. Semiran yArguirópreguntaaKaliopi:

—¿Selocuentastúolohagoyo?—Cuéntaselotú.Arguirósedirigeamíentrerisas.—Laculpadetodolatienenlosalemanes—dice.—¿Otra vez los alemanes? —pregunto extrañado, al tiempo que no

entiendodedóndesacalasganasdereírse—.¿Quémaloshicieronlosalemanesparaquehayáismatadoatrespersonas?

—Notodoslosalemanes—puntualizaKaliopi—.Estamoshablandodelos

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alemanesquebajabanvolandodelacimadelAstraka.Melasquedomirando,atónito.Kulahalevantadolacabezadelapantalla

delordenadorynosobservaconojosdesorbitados.—Teloexplico,queridoKostas,paraqueloentiendas—mediceArguiró

—. ¿Te acuerdas de aquella mañana en Pápingos cuando vimos a un pájarohumanoplaneandosobreelAstraka?

—Claroquemeacuerdo.—¿Y te acuerdas de que aquella misma noche, cuando cenamos en la

tabernaconelgrupodealemanes,descubrimosquetodoselloseranprofesoresuniversitarios y que, según nos dijeron, tenían que volver a Alemania al díasiguienteparareincorporarseasuspuestosdetrabajo?

—Tambiénlorecuerdo.—Kaliopiyyocompartíamoshabitación.Aquellanoche,cuandovolvimos

alapensión,nospusimosahablar.Miralosprofesoresalemanes,decíamos.Enveranolescrecenalas,subenaunamontaña,desplieganlasalas,seconviertenenpájarosmecánicos y se lo pasanbomba.A los nuestros también les crecenalas, a la primera oportunidad abandonan sus clases y a los estudiantes, seconvierten en ministros mecánicos y vuelan hacia sus sillones. Los alemanesaterrizanenunaladerayluegovuelvenalauniversidad.Si,enlugardelaladera,hubiesenaterrizadosobreunsillóngubernamental,laspuertasdelauniversidadse les cerrarían para siempre. Los nuestros, en cambio, cuando termina sumandato,vuelanotravezalauniversidadyallísequedan,comosinohubierapasado nada. «¡Esto no pasaba en nuestros tiempos y tiene que acabar!», seindignó Kaliopi. «No te hagas ilusiones, amiga mía», le contesté. «Esto noterminará nunca por sí solo. Tendrían quemorir algunos para que el resto seasustarayatendieraarazones.Seríalaúnicamaneradeponerlefin.»Allíacabólaconversación.Comosabes,yovivoenunaplantabajaytengounpatiotraseroconplantasyflores.Siempreguardopesticidaencasa,paramatarlosinsectos.Al día siguiente de que volviéramos de vacaciones, Kaliopi y yo nosencontramosylecontémiplan.Prepararíaunabuenatarta,meteríapesticidaenlanatayselaenviaríaaRapsanis.Ellaalprincipiomedijoqueestabaloca,peroyo insistí en que no había otra manera de detener el mal y devolver lanormalidadalasuniversidades.Elrestoyalosabes,Kostas.

—Sí,pero¿porquéRapsanis?—lepregunto—.TúestabasenlaFacultadde Filosofía y Kaliopi, en la de Ciencias Económicas. ¿Por qué elegir aRapsanis?

—Pordosrazones.Enprimerlugar,todoelmundouniversitariosabíaqueRapsanis era un paquidermo insaciable. Por lo tanto, yo estaba convencida dequecaeríasobrelatartacomounaalimaña.Estafuelaprimerarazón.

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—¿Ylasegunda?—Ioannis Zeodorakópulos era una leyenda en la Facultad de Filosofía

cuandoyoeraaúnestudiante.Nolotuvecomoprofesor,peroasistíatresdesuscharlascuandoélyaeraemérito.EscucharlehablardePlatónfueunregalodelcielo.Undía,enunaconversaciónentreprofesores,oíaRapsanisdecirqueloquecontabaZeodorakópulosdePlatónpudoserválidoensustiempos,peroqueya estaba desfasado. Lo dijo con tanto desprecio queme repugnó.Una bestiaomnívorasemofabadeunaeminenciaenelcampodelasletrasydelafilosofía.PoresoquisededicarsumuertealamemoriadeZeodorakópulos.

—¿YArjontidis?—pregunto.—Arjontidis era un investigador brillante.Todos los estudiantes alababan

susclases,sobretodolasqueimpartíasobrelospoetasjónicos.MuchoscolegassuyosafirmabanquehabíavueltoacolocarlaenseñanzadeestaescuelaliterariaalniveldeGeorgiosTh.Zoras.Susclasessiempreestabanllenasyteníamuchosestudiantes de posgrado. Y este científico abandona la enseñanza, a losestudiantesyalosdoctorandosparaser¿qué?¡SecretariodeEstado!Nisiquieraministro, un vulgar secretario de Estado. Aunque debí haberme dado cuentaantes,cuandoveíaqueeraelniñomimadodelasorganizacionespolíticasenlauniversidad.SolomástardemeenterédesuactividadpolíticaenItalia.¿CómoesposibleestudiarenlamismauniversidadqueSolomósyFóskolosyrebajarseasersecretariodeEstado?EsperoqueelalmadeZorasseregocijaracuandolededicamoslamuertedeArjontidis.

Dentrodesulocura,susargumentosnocarecendelógicaymeconvencenhastaamí,quenuncahetenidonadaqueverconelmundouniversitario.

—De acuerdo, sus motivaciones son convincentes —le digo—, pero laejecucióndesusplanesnoestáclara.¿Cómopudierondosmujeresdesuedadtiraral sueloaunhombreatléticoyacuchillarle?No lopudieronhacer sinuncómplice.

—Te loexplicoparaque loentiendas,amigoKostas.Loesperamosenelparque. Cuando pasó delante de nosotras, le saludamos con una sonrisa. Encuantonosadelantó,corrídetrásdeélylegolpeéconlabarraenlacabeza.Élsedetuvo,aturdido,peronosecayóalsuelo.Volvíagolpearle,yentoncessí.Sedesplomó.Leasestéuntercergolpeparaestarsegura.ÉlyaestabainconscienteyentoncesKaliopileclavóelcuchilloenlaespalda,alaalturadelcorazón.

—¿Y el joven con el ciclomotor? ¿Dónde estaba exactamente?Encontramosrodadasdeciclomotorenellugardelcrimen.

—Nosédequéjovennidequéciclomotormehablas—respondeellaconentereza—.Nosotrasnovimosningúnciclomotor.Estábamossolasenelparque.

Hanacordadosuconfesiónparaprotegerasusdoscómplices.Nonosvana

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revelarnadamás.MedirijoaKaliopi.—¿A Kostópulos lo matasteis porque volvió a la universidad? —le

pregunto.—Exactamente.ComoyatehadichoArguiró,losalemanesaterrizanenla

faldadelamontañayvuelvenalauniversidad.Nuestrosprofesoresaterrizanenlos sillones ministeriales, donde les esperan unos buenos sueldos, y despuésvuelandenuevoasuscátedrasyvuelvenacobrarsussueldosdedocentes.Noessolo que abandonaran su vocación y a los estudiantes. Indignamás todavía lamezquindadde suplanteamiento: no tenemosnadaqueperder, la cátedray elsueldonosestaránesperando.

—¿CómopudisteisentrarenelcochedeKostópulos?—Vayapregunta—mecontestacondesdén—.Teníasunúmerodemóvil

desde mi época en la secretaría. Por aquel entonces Kostópulos era profesorsustituto. Lo llamé por teléfono y le pregunté si aceptaría hablar conmigo delhijodeunaamigamía.Mecontestóque teníaquecenarconunoscolegasquehabíanvenidodelextranjeroperoque,siquería,nospodíamosencontrarcercadesucasaparahablar.Añadióqueleresultaríaimposiblereunirseconmigoenlauniversidad,porquenodisponíanideunminutoentreclaseyclase.Asíqueleesperamos en la calle Demóstenes. Cuando llegó, le hice señas y subimos alcoche.LedijeaArguiróquesesentaraasuladoyqueempezaraahablarledelhijodeunaamigasuyaqueestudiabaenelLondonSchoolofEconomics,peroquenoseencontrabaagustoenLondresyqueríahacereldoctoradoenGrecia.Mientras hablaban, le puse la inyección. Nos bajamos enseguida del coche ysubimos a un taxi. —Hace una pausa, y añade con una sonrisa—: Nocontábamosconelvecino,peroenlavidanotodovienecomounoespera.

Notengonadamásquepreguntarles.Tampocotendríasentidoinsistireneltemadeloscómplices.Nolosdelatarán.Puestoqueyatenemoselpesticida,elcianuro y sus huellas dactilares en la barra de hierro y en el cuchillo, los tresasesinatosaparecencomoobradeellasexclusivamente.

—No hay nadamás que añadir—concluyo, yme pongo de pie—.Kularedactarávuestrasconfesionesparaquelasfirméis.Soloquierodecirosqueeslaprimeravezqueresuelvouncasoconelánimoapesadumbrado.

—No te lo tomes a pecho —dice Kaliopi—. Tampoco nosotras teguardamos rencor. Es un simple caso de conflicto de deberes. Nosotrascumplimosconnuestrodeber;ytú,coneltuyo.

—Peronosgustaríapedirteunfavor—mediceArguiró.—¿Quéfavor?—PiensoquemehablarándeAdrianí,peromeequivoco.—Queremosquenosmetanenlamismacárcel.

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Me las quedo mirando anonadado. Al ver mi desconcierto, Arguiró seapresuraaexplicarse:

—Somosdossolteronasjubiladas,Kostas.Sufrimoslasoledadporpartidadoble: lade lasolteríay lade la jubilación.Sinosmandana lamismacárcel,viviremos juntas y nos haremos compañía. Seguro que nos sentiremosmenossolasqueahora.Además,talvezpodamosayudaraotraspresas.PiensasoloeneléxitoquetendráKaliopileyendolospososdelcafé.

—De todas formas, hasta que se celebre el juicio estaréis en la cárcel demujeresdeKorydallos.Procuraréqueosmetanenelmismomódulo.

—¿Ydespuésdel juicio?—preguntaKaliopi—.Porquenonoscabedudadequenoscondenaránacadenaperpetua.

—Ladecisiónlecorrespondedespuésalsistemapenitenciario,quedependedelMinisteriodeJusticia,peroveréquépuedohacer.

Arguiróselevantaymeestampaunbesoenlamejilla.—Gracias, Kostas. Y pídele perdón a Adrianí de nuestra parte. Dile que

nosotraslaquerremossiempre.Estehasidoelinterrogatoriomásatípicoyanómaloquehehechoentoda

micarrera.Vuelvoamidespachoconsentimientosencontrados.Porunlado,mealegrodehaberpodidoresolveruncasotandifícil,pormuchoque,aposteriori,puedaparecer sencillo.Por el otro,me apena tener que enviar a prisión a dosmujeresa lasqueconozcoycon lasquehepasadobuenos ratos.Noobstante,meconsuelapensarque,dadosucarácter,seguroqueencontraránlamaneradepasarlobienenlacárcel.

Llamoalsubcomandanteparaanunciarlequeelcasoestácerrado.—Tenemoslasarmasdeloscrímenesylasconfesionesdelasculpables.—Mienhorabuena,señorcomisario.Informaréalcomandantedeinmediato

—mecontestaentusiasmado.Aloscincominutosmellama.—Elministroquiereoírlahistoriadeprimeramano.Lo último que quiero en estos momentos es poner rumbo al ministerio.

Podríapediruncochepatrulla,perodescartolaidea,yaquepiensoiracasaencuantoterminelareunión.

NosoycapazdequitarmeaKaliopiyaArguiródelacabeza,demodoquenomefijoeneltráficonieneltiempoquetardoenllegaralministerio.

Paramisorpresa,elsubcomandantemeesperaenlaentrada.—Venga,porqueelministroestáquenosepuedeaguantarmás—medice

riéndose.Eslaprimeravezqueelministroyelcomandantemeesperanamí.—Lefelicito—diceelcomandantealverme,ymeestrechalamano.

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—Estoyimpacienteporquemecuenteelfinalfeliz—declaraelministro.Me siento y ofrezco un informe completo de todas las novedades de la

jornada.Ellos no solome escuchan, sino que tengo la sensación de que estánembobadosconloquelescuento.

—Resumiendo,yapodemosanunciaralosmediosdecomunicaciónqueelcasoestácerrado—concluyeelministro.

—Así es, y creo que debería ser usted quien se lo comunique, señorministro. Se trata de los asesinatos de dos ministros en activo y de unexsecretario de Estado y, por tanto, me parece que el anuncio oficial lecorresponde a la cabeza visible de la dirección delMinisterio. Si después losperiodistas quieren más información, ya podrán dirigirse a mí. Mañana leenviaréuninformecompletoparaqueestéaltantodetodoslosdetalles.

—Me parece que el señor comisario tiene razón —me apoya elcomandante.

—Mi enhorabuena, señor comisario—dice elministro poniéndose de pie—.Valoromuchosutrabajo,yaquese tratabadeuncasoextraordinariamentecomplejo.

—¿Aquéhoratendréelinforme?—mepreguntaelsubcomandanteyaenelpasillo.

—Mañanaalasdiezdelamañanaestaréensudespacho.RecibounanuevatandadefelicitacionesymemontoenelSeat.Estoymuy

contentoconestasmanifestacionesdeentusiasmo,aunqueséquemeesperaunaveladadifícilconAdrianí.

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NomequedanfuerzasparalidiarconAdrianí.Siellapierdelosnerviosyempieza a gritar, no estoy seguro de poder responder con calma y darle lasexplicacionesnecesarias.

Enlosmomentosdifícilesesbuenopedirayuda.Enestecasoenconcreto,elúnicoquemepuedeayudaresZisis.Pasoporelrefugiodelossintechoparapedirlequemeacompañeacasa.Nossentamosaunamesaenlasaladerecreoylecuentotodalahistoria.Élescuchasininterrumpirme.Unadelascuriosidadesdeeste casoesque todoelmundomeescucha sin interrumpirme.No sé si sedebe al hechode tenermás experiencia y haber aprendido a contarmejor unahistoria,oalinterésintrínsecodelcaso.Seguramente,seráestoúltimo.

—Queríapedirtequevengasconmigo—ledigoalfinal—.Siestáspresentecuandolecuentetodo,talvezsecontroleynoestalle.

—Dameunminutoparaocuparmedealgunosdetallesynosvamos—meresponde.

Tardamosuncuartodehoraenllegaracasa.AdrianíledaaZisisunbesoalvuelo,peroestáansiosayenseguidasevuelvehaciamí.

—¿Cómohaido?¿Todobien?—mepreguntaentonoconspiratorio.—Nohacefaltahablarenclave.Lambrosyalosabetodo.Mimujersedirigealsalónensilencioynosotroslaseguimos.Ledescribo

con todo detalle mi encuentro con Arguiró y Kaliopi, callándome el epílogorelativoalacárcel.Adrianímeescuchasinmirarme.Mantienelamiradafijaenlapared,porencimadelapantalladeltelevisor.Cuandotermino,permaneceensilencioysindesviarlavista.MiroaZisispreocupado,peroélmehaceunaseñaparaqueespere.

PocodespuésAdrianísevuelveymemira.—¿Cómohanpodidosertancrueles—mepreguntaconvozapenasaudible

—, tan bestias? Se nos pegaron en la pensión, hicimos excursiones juntos,seguimosviéndonoscuandovolvimosaAtenas,fingieronsernuestrasamigas,ytodoesoporhipocresía,parapoderasesinarsiendouñaycarneconelcomisarioencargadodeloscasos.

—Cuandonosconocimos,noteníanningunaintencióndematar.Fueronlosalemaneslosquelesdieronlaidea,yateloheexplicado.

Memiracomosiestuvieradelantedeunlelo.—Kostas,eresunbuenpolicía,pero,comohombre,eresuningenuo—me

dice con condescendencia.De repente, eleva el tonode voz y estalla—: ¿Qué

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alemanesniquéniñomuerto?¿Tehascreídoelcuentoquetehansoltado?Loteníantodoplaneado,ybuscarontuamistaddesdeelprincipio.¿QuétienequeverTasíacontodoesto?

—Nada. Tasía fue una ingenua. Me hacía preguntas porque ellas se lopedían,ynosospechónada.Poresotedijodóndehabíantrabajadosusamigas.Siestuvierametidaenelajo,jamáslohabríahecho.

—Mañana llamaréaMaría, lade lapensión,paraquemedigasiellasyasabíanqueestaríamosallícuandoreservaronsushabitaciones.

EnestemomentointervieneZisis.—Adrianí, déjalo estar —le dice—. Son unas hipócritas, lo reconozco.

Tienestodoelderechodellamarlasbestias,esotambiénloacepto.Perodéjaloestarya.Alfinal,hancaídoenlatrampa.

—¡Noshan traicionado,Lambros!—contestamimujer fuera de sí—.Loquehanhechoesunatraición.

—¿Amíme hablas de traiciones?—le replica él con calma—.Me pasémediavidabuscandoatraidoresentremiscamaradas.Elmiedoalatraicióneselcaminomásseguroparavertraidoresportodaspartes.Alfinal,mirasatodostusamigosconrecelo.Pregúntameamí,quelosébien.—Haceunapausayluegocontinúa—: Te diré algo más. En nuestros tiempos, tanto vosotros comonosotros ejecutábamos a los traidores. Pero así murieron también muchosinocentes.Hoytusexamigasestándetenidasyseránjuzgadasporsuscrímenes.Si hay alguna traidora aquí, es la amiga que delató sus profesiones. Lastraicionadassonellas,notú.

MesientoagradecidoporlavaliosaayudadeZisis,pero,almismotiempo,mefelicitoporhabertenidolainspiracióndetraérmeloacasaconmigo.

—Puedoasegurartequenolespesaenabsolutolaideadeiralacárcel—digoaAdrianí.

Mimujersequedaconlabocaabiertamientraslecuentolaúltimapartedelinterrogatorio, cuando me han rogado que las envíe a la misma cárcel parahacersecompañíaypasarlobien.

—Arguirómehadicho:«SolopiensaeneléxitoquetendráKaliopileyendolospososdelcafé».

—Estánlocas—farfullaAdrianí—.Estánlocas,deberíanencerrarlasenelmanicomio.

—No estoy seguro de que en el manicomio estuvieran mejor que en lacárcel—lecontesto.

—Puedes llamarlas locas—interviene Zisis de nuevo—. Yo las llamaríapersonasconprincipios.Losprincipiosqueteníanenlavidalashanconducidoal precipicio. Por desgracia, los principios son así, Adrianí. Muchas veces te

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llevanaladesesperación,ydeallíaladestrucción.Derepente,Adrianíse levantadeunsalto.Suexpresiónhacambiadopor

completo.—Lambros,no tevayas.Voya lacocinaaprepararalgoycenaremos los

tresjuntos.—¿Vasacocinaraestashoras?—lepreguntoextrañado—.Mejor salir a

cenarfuera,¿no?—Tengounapiernadecabrito.Nomedatiempodepelarpatatas,perolo

haré con pasta de cebada y estará listo en una hora.Nos quedan guisantes deanoche.Vosotrosidacomprarunabotelladevino.

—Algunasvecesnoentiendoamimujer—leconfiesoaZisisporprimeravez—.¿Cómopuedeponerseacocinaraestashoras?

—Esaesladiferencia.—Diferencia...¿Quédiferencia?—Esas dos mujeres trabajadoras con principios mataron a tres personas

paradesquitarse.Tumujer,amadecasa,sedesquitaenlacocina.Ytútequejasenlugardedarlasgraciasporlasuertequetienes...

No, si yo doy las gracias, claro, pero confieso que a veces me saca dequicio.

notes

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Notasapiedepágina1TipodeaguardientequeseproduceenelnortedeGrecia.(N.delaT.)2Brochetasdecarneasada.(N.delaT.)3Recetatradicionalturcaqueformapartedelacocinagriegaytambiénde

ladelosBalcanes.Consisteenberenjenasasadasconsalsadetomateyespecias.(N.delaT.)

4 Exarjia es un barrio popular céntrico de Atenas, lugar de asiduasmanifestacionesanarquistasyantisistema.(N.delaT.)

5Frasedeunjuegoinfantil.(N.delaT.)6SerefierealadictaduramilitarquegobernóGreciade1967a1974.(N.de

laT.)7 Solon fue un estadista y legislador de la ciudad de Atenas en la

Antigüedad griega. Se lo considera uno de los Siete Sabios de Grecia yestableciólasbasesdelademocraciaateniense.(N.delaT.)

8 Tarta típica que se preparaba tradicionalmente para la fiesta de SanFanurio,quesecelebrael27deagosto,yentrecuyosingredientes,porelintensosabor,resultafácildisimularelveneno.(N.delaT.)

9 Makis sería una abreviación de Prodromakis, diminutivo cariñoso dePródromos.(N.delaT.)

10AriseseldiminutivodeAristotelis.(N.delaT.)11DionysiosSolomós, unode los poetas decimonónicosmás importantes

deGrecia.NacióenZákynthos,unadelasislasJónicas,ysupoema«HimnoalaLibertad»eslaletradelhimnonacionalgriego.(N.delaT.)

12Adriano Sofri, intelectual, periodista y escritor italiano. Líder deLottaContinuaenladécadadelossesenta.En1988locondenaronaveintidósañosdeprisiónporinstigarelasesinatodeunagentedepolicía.(N.delaT.)

13HoteldelujocercanoalParlamentogriego.(N.delaT.)14 Traducción literal aunque selectiva de las acepciones de la entrada

«banda» tal como aparecen en el original griego, ya que hay pocascorrespondenciasdesentidoconlasequivalentesenespañol.(N.delaT.)

15PequeñasislasdelmarEgeodonde,de1947a1974,ladictaduramilitar,pero también el régimen anterior de derechas, exiliaba a los opositores deizquierdas.(N.delaT.)

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TableofContentsPETROSMÁRKARIS12345678910111213141516171819202122232425262728293031323334

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