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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES “ANÁLISIS DE LA NULIDAD DEL MATRIMONIO EN EL DERECHO CANÓNICO” TESIS GUSTAVO ADOLFO GÓMEZ BARRIENTOS Carné: 11939-02 Guatemala, octubre de 2011 Campus Central

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UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

“ANÁLISIS DE LA NULIDAD DEL MATRIMONIO EN EL DERECHO CANÓNICO”

TESIS

GUSTAVO ADOLFO GÓMEZ BARRIENTOS Carné: 11939-02

Guatemala, octubre de 2011 Campus Central

UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

“ANÁLISIS DE LA NULIDAD DEL MATRIMONIO EN EL DERECHO CANÓNICO”

TESIS

Presentada al Consejo de Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la

Universidad Rafael Landívar

Por:

GUSTAVO ADOLFO GÓMEZ BARRIENTOS Carné: 11939-02

Al conferírsele el grado académico de:

LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES

Y los títulos profesionales de:

ABOGADO Y NOTARIO

Guatemala, octubre de 2011 Campus Central

RESPONSABILIDAD: El autor es la único responsable de los contenidos y conclusiones de la presente tesis.

LISTADO DE SIGLAS Y ABREVIATURAS

1-Cor. Primera Carta a los Corintios

a. artículo

c. canon

c.c. cánones

CE Conferencia Episcopal

CIC Codex Iuris Canonici en latín (Código de Derecho Canónico)

DC Dignitas Connubii (La dignidad del matrimonio – Instrucción que deben

observar los Tribunales Diocesanos e Interdiocesanos al tratar las causas

de nulidad del matrimonio)

Ibid. “Ibidem” (en el mismo lugar)

Gen. Génesis

GS Constitución gaudium et spes

Loc. cit. “Locus citato” (en el lugar citado)

LPCCDC Legislación particular complementaria del Código de Derecho Canónico

de la Conferencia Episcopal de Guatemala

Mt. Evangelio de San Mateo

Mc. Evangelio de San Marcos

Op. cit. “Opere citato” (en la obra citada)

ÍNDICE

Resumen ejecutivo

Introducción …………………………………………………………..………………….. i

Capítulo 1.

La institución del matrimonio…………………………………………………..……… 01

1.1. El matrimonio civil…..…………………………………………………..……… 01

1.1.1. Etimología……………………………………………………………….. 01

1.1.2. Concepto……..…………………………………………………..…...… 02

1.1.3. La institución sociológica del matrimonio civil…..…………………... 04

1.1.4. Sistemas matrimoniales.………………………………………..…...… 06

1.2. El matrimonio canónico………………………………………………………... 08

1.2.1. Concepto……………………………………………………………….... 08

1.2.2. Naturaleza..…………………………………………………..………..… 10

1.2.3. Fines……...…………………………………………………..………..… 11

1.2.4. Antecedentes. Breve historia de su origen como Sacramento

de la Iglesia..…………………………………………………………….... 11

1.2.5. Breve reseña del derecho canónico ………………………………....…. 12

a. Concepto, origen y evolución ………………………………………. 12 b. Características ……………………………………………………….. 14 c. Sistemática jurídica canónica ……………………………………….. 15

1.2.6. Legislación canónica referente al matrimonio………………………….. 15

1.2.7. Integración del Código de Derecho Canónico y ubicación

del matrimonio canónico ……………………………………………… 16

1.2.8. La forma del matrimonio canónico…………………………………….... 17

Capítulo 2.

La indisolubilidad del matrimonio canónico………………………………………….. 19

2.1. Fundamento de la indisolubilidad……………………………………………...… 19

a) Fundamento teológico …………………………………………………………. 19

b) Fundamento jurídico .………………………………………………………….. 22

2.2. Excepciones. La disolubilidad del matrimonio canónico .................................... 23

2.2.1. Privilegio Paulino………………………………………………………….... 25

a) Fundamento teológico ………………………………………………... 25

b) Fundamento jurídico ………………………………………………….. 26

2.2.2. Privilegio Petrino………………………………………………..………….. 27

a) Fundamento bíblico …………………………………………………… 27

b) Fundamento teológico ………………………………………………... 28

c) Fundamento jurídico ………………………………………………….. 28

2.3. Separación, nulidad, anulabilidad y convalidación del vínculo conyugal en

el derecho canónico…………………………………………………..……………… 30

2.3.1. Separación permaneciendo el vínculo ………………………………........ 30

2.3.2. Nulidad y anulabilidad ..……………………………………………………. 31

2.3.3. Convalidación del vínculo conyugal .…………………………………….. 32

Capítulo 3.

La nulidad del matrimonio canónico…………………………………….……………. 34

3.1. El consentimiento matrimonial……………………………………….…………... 35

3.1.1. Consentimiento como causa eficiente ...………………….……….…. 35

3.1.2. Consentimiento condicionado ……………..……………………........ 37

3.2. El contrato matrimonial………………………………………………………….... 38

3.3. La nulidad matrimonial y sus causas……………………………….…………… 39

3.3.1. Nulidad por vicios del consentimiento………………………………… 40

a. Incapacidad consensual……………………………………………… 41 i. Carencia de suficiente uso de razón ..…………………………… 42

ii. Discreción de juicio y defecto grave…………………………….… 43 iii. Incapacidad de asumir las obligaciones esenciales del

matrimonio por causa de naturaleza psíquica (incapacitas assumendi)……………………………………………... 44

b. Ignorancia……………………………………………………………… 45 c. Error…………………………………………………………………….. 46 d. Dolo…………………………………………………………………..…. 47 e. Simulación total o exclusión parcial…………………………………. 48 f. Violencia o miedo grave………………………………………………. 48

3.3.2. Nulidad por impedimentos……………………………………………….... 50

a. En atención a circunstancias biológicas de la persona…………………. 51

i. Edad………………………………………………………...………...… 51 ii. Impotencia antecedente y perpetua…………………………………. 51

b. Que surgen por relaciones jurídicas existentes con prohibición……….… 52

i. Impedimento por vínculo o ligamen.……………………………….... 53 ii. Impedimento de disparidad de cultos…...…………………...……… 53 iii. Impedimento por orden sagrado y por voto público y perpetuo

de castidad……………………………………………………………… 54

c. Impedimento posterior que surge por la comisión de un delito………..… 55

d. Impedimento que surge por relación de parentesco …..………………… 56

3.3.3. Nulidad por defecto en la forma…...……………………………………… 58

Capítulo 4.

Proceso de nulidad de matrimonio en el derecho canónico……………………….. 60

4.1. Consideraciones generales..……………………………………………….. 60

4.2. Los tribunales eclesiásticos……………………………………………….... 63

4.2.1 Juez y tribunal diocesano……………………………………………… 64

4.2.2 Tribunal interdiocesano o tribunal único de primera instancia…….. 64

4.2.3 Tribunal metropolitano o tribunal de segunda instancia………...… 64

4.2.4 Tribunal interdiocesano de apelación de segunda instancia………. 65

4.2.5 Tribunal de la Rota Romana…………………………………………… 65

4.2.6 Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica……………………….. 66

4.3. De los Tribunales Eclesiásticos competentes en las causas de nulidad

del matrimonio…………………………………………………........................ 66

4.4. Proceso contencioso ordinario de declaración de nulidad matrimonio

canónico………………………………………………………………………… 68

Capítulo 5.

Presentación, discusión y análisis de resultados…………………………………… 74

5.1. Sobre el capítulo primero.........……………………………………………… 74

5.2. Sobre el capítulo segundo…………………………………………………... 75

5.3. Sobre el capítulo tercero…………………………………………………….. 76

5.4. Sobre el capítulo cuarto….………………………………………………….. 78

Conclusiones………………………………………………………………………….… 84

Recomendaciones……………………………………………………………………… 85

Referencias……………………………………………………………………………… 86

Anexos…………………………………………………………………………………… 92

Anexo 1 “Entrevista dirigida a uno de los miembros del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guatemala”…………………………….……… 92

Anexo 2 “Entrevista dirigida Abogados canonistas, sacerdotes y/o laicos especialistas que han llevado o llevan actualmente casos ante el Tribunal Eclesiástico”…………………………….………………...… 93

Anexo 3 Tabulación de Resultados “Encuesta dirigida a estudiantes de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar, que han cursado la cátedra de Derecho Canónico”……….………………...… 94

Anexo 4 “Esquema del Proceso Contencioso Ordinario de Declaración de Nulidad del Matrimonio Canónico (Conforme el CIC y DC)”…………..… 95

Anexo 5 Esquema del Proceso Contencioso Ordinario Documental de Declaración de Nulidad del Matrimonio Canónico (Proceso Documental) 96

Anexo 6 Esquema de las Acciones de Impugnación de la Sentencia…...……… 97

 

 

RESUMEN EJECUTIVO

El matrimonio en Guatemala es regulado por dos sistemas jurídicos que son

de real importancia al nivel jurídico-social, una estructurada por el

ordenamiento jurídico que proviene del poder legislativo del Estado, y la otra

por la normativa canónica emitida por la Iglesia Católica, lo cual da como

resultado a lo que comúnmente se llama matrimonio civil y matrimonio

religioso o católico. Además ambos matrimonios forman parte del Derecho,

siendo el derecho canónico la que contemple y regule todo lo relativo al

matrimonio dentro del rito romano u occidental, revistiendo de la necesidad de

su conocimiento por ser Guatemala un país donde predomina la religión

católica.

Resalta a la vista, una situación de incomprensión latente cuando se es

del conocimiento que la Iglesia no acepta la ruptura matrimonial religiosa que

por delegación autorizan sus ministros, basándose en las Sagradas Escrituras.

Paralelamente, si bien es cierto, no existe la indisolubilidad del matrimonio, a

esta incomprensión se debe agregar el desconocimiento que algunas personas

tienen sobre la posibilidad de que su matrimonio como caso específico sea

objeto de investigación para llegar a una declaración de nulidad, o el caer en el

error de confundir las figuras de disolución y nulidad. Es por ello, que surge la

inquietud y a la vez necesidad de hacer un análisis sobre la nulidad del

matrimonio religioso que el Derecho Canónico regula en su normativa jurídica,

siendo los cánones y demás normativa universalmente aplicable no importando

donde se encuentre y por tanto, su conocimiento en la comunidad cristiana

católica, es necesario.

Por tanto, la siguiente investigación presenta como resultado el poner en

conocimiento, la naturaleza del matrimonio canónico, la temática de

indisolubilidad y nulidad matrimonial en el Derecho Canónico, así como una

breve disposición de las causales que contempla el CIC y por último la labor

que realizan los tribunales eclesiásticos durante el proceso de declaración de

nulidad matrimonial.

 

INTRODUCCIÓN

El presente documento de investigación tiene como objetivo proporcionar

una herramienta sencilla y de fácil entendimiento al lector sobre la temática de la

nulidad del matrimonio canónico y el proceso que debe de llevarse a cabo para su

declaración.

Como modalidad de trabajo de investigación se utilizó la monografía, por

tratarse de un análisis a una institución de importancia jurídico-social como lo es,

tanto en el derecho civil como en el derecho canónico. Para ello, se trazó como

objetivo general analizar sobre la nulidad del matrimonio en el derecho canónico, y

paralelamente como objetivos específicos: a) diferenciar entre los conceptos de

indisolubilidad y nulidad, encontrándose excepciones de disolución que

rígidamente contempla en situaciones especiales y siempre comprobables el CIC;

b) estudiar las causas que pueden originar la nulidad; c) desarrollar brevemente el

proceso contemplado para su declaración y el modo de actuar de las partes; y por

último, que la monografía sea un aporte para solidificar la figura jurídica del

matrimonio, y que sea un documento claro y sencillo.

Comúnmente se ha observado las distintas naturalezas jurídicas que en

ciertos países se le da al matrimonio civil, siendo está considerada en la mayoría

de los casos para algunos como un contrato y para otros como una institución,

siendo regulada y conocida para el caso de Guatemala como una institución

social. En cuanto al matrimonio canónico se refiere, este se celebra como un

segundo matrimonio que no reviste en un principio de mayor importancia, y por

tanto su conocimiento a plenitud no es tan esencial como lo podría ser el

matrimonio civil.

El problema surge cuando el matrimonio es fallido y se da la separación de

los cónyuges y en el peor de los casos el divorcio. Deseándose, el celebrar un

matrimonio canónico que desde ya se vuelve imposible para su celebración, por

haber acontecido uno anterior. Así, se ven personas que se han casado

civilmente dos o más veces, por los divorcios que han llevado ante los tribunales

ii 

de justicia, y que siguen acarreando un matrimonio religioso (el cual, quisiesen

revivir con la persona con que finalmente conviven) que muy posiblemente el

código de derecho canónico, y los tribunales eclesiásticos lo considere como un

acto anulable. La intención del presente trabajo además de lo establecido

anteriormente, es transmitir y concientizar la importancia del matrimonio canónico

y que la misma se celebre válidamente; y en caso específico fuere viciado el

consentimiento de alguna persona, esta encuentre una herramienta idónea a ser

utilizada para comprobar que el matrimonio por esa situación, no es catalogable

válido y por tanto su inexistencia debe ser declarada.

Para cumplir con los objetivos trazados y la pregunta de investigación que

encierra la interrogante de ¿Cómo se produce la nulidad del matrimonio

canónico?, se procedió a efectuarse un estudio doctrinario y normativo sobre la

institución, en específico la nulidad en tanto a los vicios, impedimentos e

inobservancia de los requisitos necesarios para la formalidad de la celebración; y

como aporte la perspectiva de los resultados obtenidos a través de las encuestas

elaboradas a personas que trabajan activamente en la Iglesia, así como el

conocimiento proporcionado por especialistas en la materia, a través de

entrevistas. Asimismo, se previó la dificultad que podría darse en cuanto a la

disponibilidad de tiempo de los entrevistados y encuestados se refiere. Como

aporte esencial para la fácil comprensión se elaboró en forma de esquemas el

proceso de declaración de nulidad matrimonial canónica y la impugnación de la

sentencia.

 

Capítulo 1

La institución del matrimonio

El presente capítulo se estructura en base a la figura del matrimonio en el

aspecto doctrinario jurídico civil y canonista. Por ello, se considera necesario

iniciar indagando el concepto, los elementos que encierran el matrimonio en

general como institución social y los principios doctrinarios relacionados a la

institución del matrimonio civil. Seguidamente procede a estudiar el matrimonio

canónico (eclesiástico), sus antecedentes, fines, y la normativa vigente positiva

según lo establecido por el código de derecho canónico.

1.1 El matrimonio civil.

1.1.1 Etimología.

El vocablo matrimonio tiene su origen, según Puig Peña1, en las voces latinas

matris o mater y munium (madre y carga), expresando el autor que no debe

admitirse para la institución la idea de que la carga o cuidado que se ha de

tener sobre sus hijos corresponda únicamente a la madre, pues bien, cierto

que sobresalta su cuidado y protección, “su apreciación no es absoluta, ya

que el padre sufre también, en otro orden de relaciones, los cuidados de la

casa”2, para lo cual, si bien es cierto que debe de existir y respetarse la

igualdad en los derechos, obligaciones y responsabilidades de ambos

cónyuges, la explicación al origen de esta concepción la vemos reflejada en

la época del matriarcado, pues es en ella la madre es la jefa de la casa

conyugal, aparte de esto, hoy en día, se podría dar una nueva interpretación,

pues a raíz de hogares desintegrados, es la madre quien vela por que no les

falte lo necesario a sus hijos, ante la negativa del cumplimiento en la

asistencia de alimentos por parte del padre.

                                                            1 Puig Peña, Federico. Compendio de Derecho Civil Español. Tomo V. Familia y Sucesiones. España. Ediciones Pirámide, SA. 3ª. Edición. 1976. Pág. 32. 2 Loc. cit. 

1  

1.1.2 Concepto.

El matrimonio es una figura jurídica, esencial, actual, siendo una etapa o fase

más en la vida del ser humano, la cual ha sido estudiada y enfocada por

tratadistas y legalistas en distintas maneras. Es así, como para algunos,

como Rojina Villegas3, Puig Peña4, Bonnecase5, el matrimonio es

considerado como una institución, para otros como Rugiero6, Heinrich

Lehmann7 y algunos tratadistas de Derecho natural, un negocio jurídico, o

simplemente “contractus civilis”, para otros, como Kant8 y Hegel9, una

relación o unión entre hombre y mujer reconocida por la ley, y desde el punto

de vista religioso, subrayado por la Iglesia Católica como una “cuestión

sobrenatural, institución divina, un sacramento”10.

Ante esto, Puig Peña11 hace una reseña de las apreciaciones que se

han visto en la historia, destacando la importancia para ciertos sectores,

como lo son los juristas, con el enfoque de la legalidad; psicólogos, con el

carácter fundamental de la permanencia; filósofos, con el ideal de la plenitud;

y religiosos que han introducido en base a la Sagrada Escritura, real

fundición de la unión por medio de una unidad superior.

Como institución jurídica es reconocida el matrimonio según Enrique

Medina12 estableciendo que en el Derecho moderno es considerado como

“una institución que tiene su origen en un acuerdo de voluntades libre entre

un hombre y una mujer púberes, manifestado de manera formal y pública,

que han decidido conformar una unión singular, permanente (aunque no

necesariamente indisoluble), excluyente en materia de relaciones sexuales,

que procura la procreación, si bien no hace de ello su propósito esencial, y                                                             3 Brañas, Alfonso.  Manual de Derecho Civil. Tomo I. Guatemala. Editora Estudiantil Fenix. 1996. Pág. 116. 4 Puig Peña, Federico. Pág. 32. 5 Ibid. Pág. 36. 6 Lehmann, Heinrich. Derecho de Familia. Volumen IV. España, Madrid. Editorial Revista de Derecho Privado. 1953. Pág. 44 7 Loc. cit. 8 Puig Peña, Federico. Op. cit. Pág. 32. 9 Loc. cit.  10 Lehmann, Heinrich. Op. cit. Pág. 44   11 Puig Peña, Federico. Op. cit. Pág. 33. 12 Medina  Pabón,  Juan  Enrique.   Derecho  civil. Derecho  de  familia.  Lecciones.  Colombia.  Editorial Universidad  del  Rosario. Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 2ª Edición. 2010. Pág. 54 

2  

es el origen de la familia reconocida por la estructura político-jurídica”. Este

autor agrega que siendo una institución jurídica tiende a tener una

clasificación conforme a las formas de conducta propias de los individuos,

pudiendo ser monogámico, poligámico o poliándrico.

Para Fernando Hinestroza citado por Naranjo Ochoa13 el matrimonio

“es una regulación jurídico social de las relaciones heterosexuales y de

educación de la prole, que se traduce en una unión de vida de hombre y

mujer, para convivir, procrear y ayudarse mutuamente”.

Según Heinrich Lehmann14 el matrimonio es “una unión contractual

entre marido y mujer jurídicamente reconocida y reglamentada, en orden a la

comunidad de vida indivisa y duradera”. Bajo esta misma línea, Ruggiero,

citado por Espín Cánovas15, manifiesta que el matrimonio es “un negocio

jurídico complejo formado mediante el concurso de la voluntad de los

particulares y la del Estado. Que no es un acto meramente privado, resulta

de la ineficacia del simple acuerdo de los esposos; que no es por acto

administrativo o un acto público, lo prueba la necesidad de que concurra el

acuerdo de los esposos con la declaración del funcionario público

representante del Estado”.

Para Calogero Gangi16, el matrimonio es “la unión legal del hombre con

la mujer para constituir una familia legítima y establecer una íntima e

indisoluble comunidad de vida para su recíproca asistencia física y espiritual,

para la satisfacción de sus necesidades sexuales y para la procreación,

crianza y educación de la prole…”.

De los conceptos anteriores se puede establecer que el matrimonio es

una institución que se fundamenta en la unión legítima entre un hombre y

una mujer, con el fin de dar vida y auxiliarse en común, procrear, educar y

formar dignamente a sus hijos, dando así origen al proyecto de familia.                                                             13 Naranjo Ochoa, Fabio. Derecho Civil, Personas y Familia. Colombia, Bogotá. Editorial Señal. 6ª Edición. 1994. Pág. 267. 14 Ibid., Pág. 43. 15 Espín Cánovas, Diego.  Derecho Civil Español. Volumen 4.  España, Madrid. Editorial Revista de Derecho Privado. 1956. Pág. 19. 16 Gangi, Calogero. Derecho Matrimonial. España, Madrid. Editorial Aguilar. 1960. Pág. 8. 

3  

1.1.3 La institución sociológica del matrimonio civil.

El matrimonio como una institución social, tiende a la protección y resguardo

de la familia; siendo un respaldo que acoge y da fruto a las relaciones inter

personales, convirtiéndose en un sello que asegura la descendencia

funcional en los hijos. La familia, como elemento íntimo del matrimonio es

catalogado como base fundamental del Estado, en donde la persona desde

muy temprana edad, absorbe elementos claves que le ayudarán mas tarde

en el desenvolvimiento de su vida a plenitud.

En ese orden de ideas se podría intuir que, la persona que ha crecido

en un ambiente familiar digno de respeto mutuo, valores, principios,

fraternidad, comprensión, obediencia, entre otros, llega a ser una persona

plena y de provecho a la sociedad, destacando lo aprendido en su primer

círculo o etapa familiar, y poniéndolo en práctica con quienes le rodean, en

cualquier ámbito de su vida personal. A su vez, una persona plena, adquiere

la decisión y potencialidad para planificar, desarrollar y ejecutar actos que

bien encaminados dan bienestar no solo personal, sino familiar y a la

comunidad por la que trabaja y sirve.

El papel de los miembros de la familia no es el idóneo, esto debido a

la problemática social evidente, ocasionado por los actos de violencia,

corrupción, irresponsabilidad y de intolerancia hacia el prójimo, que se viven

diariamente en los hogares, calles, centros recreativos, lugares de trabajo,

entre otros, que tienen su propia raíz en la no existencia del ejemplo de

valores y principios que dentro de la familia no son enseñados u absorbidos

implícitamente por el individuo. Mientras tanto, la búsqueda a la solución

para combatir la existencia de familias distorsionadas o mal fundamentadas,

se vuelve cada vez más difícil e inalcanzable por la indiferencia y el ya no

respeto a la vida, que ha crecido desmesuradamente, siendo como siempre

nuestro único propósito y fin último, el de vivir en una sociedad digna y

amante al respeto al Estado de Derecho y la paz.

4  

Por lo mismo, ante el constante avance de crear nuevas formas de vida

cada vez mas sencilla y rápida, es necesario frenar y pensar, sobre la razón

del existir y dignidad de la persona, y de las instituciones asistenciales como

lo son el matrimonio y la familia, y por consiguiente todo lo que encierra los

mismos, es decir, sus fines, derechos y obligaciones. Es así, como el

matrimonio llega a ser una etapa más en la vida de la persona, en la cual, se

experimentan una carga llena de cambios, retos y metas; resaltando que

entre las alegrías y tristezas, la carga en pareja es más liviana y llevadera si

se coopera mutuamente, como se expresaría en este sentido, el autor Hans

Hattenhauer17, “Los cónyuges entrados en años se cuidan mutuamente <<en

la prosperidad y en la pobreza>>, socorro recíproco que se afianza con el

paso del tiempo. Asistencia que reciben también de los hijos ya mayores.”.

Según estima Planiol, citado por Espín Cánovas18, “el matrimonio es

una institución, ya que <<los esposos deciden llevar una vida común,

constituir un hogar, crear una familia. Constituyen así un grupo para un

cierto fin, que es el carácter propio de la institución. Resulta así que las

voluntades individuales deben ceder ante el interés general de la familia que

ha sido creada>>”.

Es conveniente y necesario conocer la importancia del matrimonio, a

manera de dar credibilidad a la institución, y por ende, que sea una paso

consciente y seguro que ayude a fortalecer la familia, y así con el buen

ejemplo y la palabra sean las que muestren los fines y la razón de su ser,

recalcando siempre la igualdad de derechos y obligaciones de los cónyuges

en la vida familiar.

Según Hegel, citado por Hans Hattenhauer19, el matrimonio es

esencialmente una relación de ética, la cual, antes se contemplaba sólo

desde una perspectiva física, es decir, era reconocida erróneamente su

naturaleza y considerada únicamente a ser utilizada como una relación                                                             17 Hattenhauer, Hans.  Conceptos Fundamentales del Derecho Civil. España, Barcelona. Editorial Ariel, S.A., 1987. Pág. 132. 18 Espín Cánovas, Diego.  Op. cit., Pág. 18.  19 Lehmann, Heinrich. Op .cit.,  Pág. 146. 

5  

sexual, no contemplándose los otros fines que forman parte de su definición

nata. Asimismo, continúa este autor estableciendo que de igual forma es

reprobable el basar al matrimonio sólo en el amor, toda vez que éste es

sensibilidad, y que sería más ajustado definirlo como amor jurídicamente

moral, en cuya virtud desaparece lo efímero, lo caprichoso y lo puramente

subjetivo; y las consecuencias que se deducen consisten en el

reconocimiento como institución. Ante esto, concluye que el Estado solo

regula su actividad jurídica exterior, más no los sentimientos interiores del

individuo, por lo que, se convierte el matrimonio en un derecho elemental,

libre y autónomo que se ubica en relación con la libertad personal.

1.1.4 Sistemas matrimoniales.

En cuanto, a los sistemas matrimoniales en general, que se han suscitado

dentro de la historia, nos comenta Espín Canovas20, la necesidad e

independencia que deberá ser respetada para la Iglesia en cuanto regular el

matrimonio de su fieles y para el Estado, en cuanto el poder coercitivo sobre

sus ciudadanos. Partiendo de esta realidad, realiza la siguiente clasificación:

a) Sistema exclusivamente religioso.

En este sistema establece Espín Canovas21 que sobresale la época en la

cual, se manda a observar lo establecido en la sesión XXIV del Concilio de

Trento de 1563. Surge cuando se considera a la Iglesia como la única

competente para regular el matrimonio de sus fieles, por la cual, el Estado

impone como única forma de celebrar el matrimonio la que dicte la Iglesia.

Un ejemplo claro de este sistema es el conservado durante la

promulgación de la Real Cédula de Felipe II, la cual daba valor de ley a los

cánones del Concilio de Trento, los cuales, rigieron para España desde

1564 hasta la promulgación de la ley del matrimonio civil de 1870. En

cuanto a Francia, comenta el jurista italiano Calogero Gangi22, que “a

partir de 1556 el poder real había comenzado a dictar ordenanzas, edictos                                                             20 Espín Cánovas, Diego.  Op. cit., Págs. 20 y 21. 21 Loc. cit.  22 Gangi, Calogero. Op. cit. Págs. 11 y 12. 

6  

y declaraciones sobre cuestiones relativas al matrimonio, de forma que se

llegó gradualmente a formar la convicción de que sólo al Estado tocaba el

poder de regular el matrimonio, y que, por tanto, las normas canónicas

sólo podían tener vigor en tanto en cuanto eran recibidas, o sea

promulgadas por una ordenanza real. Y precisamente por esto algunas

importantes prescripciones del Concilio de Trento no llegaron a ser

aplicables sino sólo después que fueron aceptadas por la Ordenanza de

Blois de 1579”. Este sistema rigió hasta la entrada de la Revolución

Francesa, la cual sustrajo de la Iglesia la regulación del matrimonio,

considerando el mismo como un acto puramente civil.

b) Sistema exclusivamente civil o del matrimonio civil obligatorio.

Este sistema establece que es el Estado, el que tiene la competencia para

regular exclusivamente todo lo referente al matrimonio, señalando que es

ineficaz u desconocido otro matrimonio que se rija por su propia confesión

religiosa.

c) Sistema del matrimonio civil facultativo o de libre elección.

En este sistema, Espín Cánovas manifiesta que es el Estado el que deja al

libre albedrió a sus ciudadanos, la potestad de elegir la forma de la

celebración del matrimonio, ya sea conforme a lo ordenado por la Iglesia o

bien por lo establecido por el Estado.

d) Sistema del matrimonio civil subsidiario.

Bajo este sistema, se contemplan aquellos que no pertenecen a ninguna

confesión religiosa, por lo que, de forma subsidiaria, pueden contraer el

matrimonio civil.

7  

1.2 El matrimonio canónico.

1.2.1 Concepto.

Desde el derecho romano, se puede ir apreciando algunas nociones al termino

de matrimonio es así, como nos enfocamos en la establecida por Modestino

quien es citado por Calogero Gangi, “nuptiae sunt coniunctio maris et

foeminae et consortium omnis vitae, divini et humani iuris communicatio23” es

decir, que “el matrimonio es la unión del hombre y la mujer para toda la

vida y ser partícipes de la divina y humana ley de la comunión”. En esta

concepción podemos apreciar que para Modestino24 la unión debe de ir no

solo aceptada por la ley humana, sino complementada y reconocida por la

divina, pues se trata de un acontecimiento inmersa y consagrada para toda la

vida.

Según el canonista Knecht, citado por Espín Cánovas25 el matrimonio

canónico es “la unión legal, elevada por Cristo a sacramento, de un hombre y

una mujer para la comunidad de vida recíproca y perpetua, espiritual y

corporal”.

En la doctrina española se encuentran dos acepciones al término de

matrimonio, “el matrimonio in fieri y el matrimonio in facto esse, según la

terminología usual entre los canonistas”26, refiriéndose el primero al acto que

encierra los requisitos y solemnidades la celebración del matrimonio, y de esa

cuenta tenga validez jurídicamente esa comunidad recíproca de vida entre

hombre y mujer, y el segundo refiriéndose al vínculo duradero o estado

conyugal que nace.

                                                            23 Gangi, Calogero. Derecho Matrimonial. Op. cit. Pág. 7. 24 Herenio Modestino. (Se puede afirmar que vivió entre fines del s. II y la primera mitad del siglo III). Fue discípulo de Ulpiano, el último de los juristas clásicos, y el único entre ellos que escribió en griego. http://www.bibliojuridica.org/libros/3/1062/1.pdf        http://www.bibliojuridica.org/libros/3/1062/2.pdf Fecha de consulta: 17‐10‐2011. 25 Espín Cánovas, Diego. Op. cit. Pág. 35. 26 Espín Cánovas, Diego.  Op. cit. Pág. 14. 

8  

Según Cavigioli, citado por Espín Cánovas27 es “la sociedad, física y

espiritual, exclusiva e indisoluble, determinada por el consentimiento del varón

y de la mujer en orden a la procreación y educación de la prole, y elevado por

Cristo a la naturaleza del sacramento”.

Expone Puig Peña28, quien cita a Ferreres que el matrimonio según lo

definen los canonistas como “un sacramento de la nueva Ley, que confiere

gracia para santificar la legítima unión entre el varón y la mujer y para

engendrar píamente la prole y educarla santamente”. Esta definición que nos

proporciona Ferreres comparte elementos comunes del matrimonio civil, como

lo es la unión entre un varón y una mujer, la prosecución de sus fines, que

encierra la procreación y la educación, y tácitamente el ánimo de permanencia

y vivir juntos. Fuera de estos elementos, resaltan otros que no comparten la

legislación civilista, como es la concepción de sacramento, el cual derrama

Gracia que santifica la unión que Dios efectúa entre los contrayentes.

En el CIC de 1917 no existía una definición de matrimonio como tal, y

es hasta el CIC de 1983 donde se considera al matrimonio no solo como un

contrato consensual, para el cual el consentimiento solamente se requiere en

el acto de la celebración, sino como un sacramento indisoluble. Es así, como

observamos en el primer párrafo del c. 1055 del Código de Derecho Canónico

una definición del matrimonio, el cual lo considera como, “la alianza

matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de

toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a

la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la

dignidad de sacramento entre bautizados.”29.

En relación a este orden de ideas, Pedro Herrasti30 expone que el

matrimonio religioso o por la Iglesia, “es un Sacramento instituido por Nuestro

Señor Jesucristo que tiene tres características: Indisolubilidad, Fidelidad y                                                             27 Ibid. Pag. 35 28 Puig Peña, Federico. Op. cit. Pág. 47. 29 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta. Código de Derecho Canónico. Edición Anotada. España. 1983. Pág. 628. 30  La  Verdad  Católica.  R.P.  Pedro  Herrasti,  S.M.  ¡Solteros  otra  vez!  Folleto  EVC  No.175.  México. http://laverdadcatolica.org/SolterosOtraVez.htm. Consulta: 04.04.2011. 

9  

Fecundidad. Una pareja, por lo tanto, que va al matrimonio con otras ideas,

aunque se case en una Iglesia, no se casó "en Cristo", no se casó "por la

Iglesia"”. Como se observa el fondo de la institución va más allá que la

celebración del matrimonio, es decir, la ceremonia, siendo el matrimonio de

real importancia y complejidad.

De los conceptos anteriores hay que resaltar que los términos contrato,

alianza y consorcio, van encaminados a una misma línea, la cual no tiende a

contradecirse. Cuando se establece alianza, hay que tener en cuenta que

esta palabra es de orden teológico y bíblico, que hace alusión a una unión o

pacto, por decir, la alianza de Dios con su pueblo; en cuanto a contrato, se

trata más bien de un contrato sui generis, distinto de todo contrato, toda vez

que no es objeto de modificación la voluntad de los contrayentes, por lo tanto,

es un contrato en el cual no es posible su modificación, por la naturaleza

divina que encierra la institución según el Magisterio de la Iglesia; y por último,

consorcio, noción que según la Real Academia Española, se define como

unión o compañía de quienes viven juntos, principalmente los cónyuges

(consortium totius vitae).

1.2.2 Naturaleza.

El matrimonio canónico tiene su naturaleza en lo establecido por la Iglesia en

su Catecismo, y como ya hemos citado en el c. 1055 con anterioridad, en el

sentido de que “fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento

entre bautizados”. Asimismo, es importante tener presente las palabras de

Benedicto XVI quien señala que el matrimonio “no es una invención de la

Iglesia, sino una forma de vida que forma parte de la naturaleza humana

desde su misma creación”31. Por lo que se concluye que el matrimonio es de

naturaleza divina, una alianza reflejada en el amor conyugal, la cual va

                                                            31    Iuscanonicum.org.    Agencia  Zenit.  La  naturaleza  del  matrimonio  según  la  razón  natural.  España.  2006.   http://www.iuscanonicum.org/index.php/derecho‐matrimonial/37‐naturaleza‐del‐matrimonio‐canonico‐en‐general/291‐la‐naturaleza‐del‐matrimonio‐segun‐la‐razon‐natural.html. Fecha de consulta: 21‐05‐2011.  

10  

inmersa y tiene su origen desde la creación del hombre y la mujer, como

proyecto de Dios nuestro Creador. Asimismo, hay que agregar que el

matrimonio se funda en tres puntos importantes, siendo estas la fidelidad

mutua, la unión perpetua y la fecundidad.

1.2.3 Fines.

Como fines del matrimonio es necesario desglosar lo que ya hemos

contemplado anteriormente. El matrimonio como institución sacramental,

busca la permanencia y bienestar del hombre y la mujer en el amor que existe

en común y que los une entre sí. Es por ello, que se procura ante las

dificultades y problemáticas que pudiesen dar como pareja y en el hogar, a

cumplir y estar siempre firmes para el cumplimiento de los fines que busca el

matrimonio, siendo estos, la asistencia y/o ayuda recíproca, la procreación,

educación y alimentación de los hijos.

Por último, en el contexto del deber ser, es necesario reflexionar que

una familia asentada en valores y principios robustecidos por los padres, da

ha lugar no solo a fortalecer la institución sacramental del matrimonio, sino a

fortalecer y tener limpia la conexión entre, la mente y el corazón.

1.2.4 Antecedentes. Breve historia de su origen como Sacramento de la Iglesia.

La Iglesia ha sido fiel contempladora de varios pasajes bíblicos, que tienen

relación en al Antiguo Testamento y que se revalida en el Nuevo Testamento, de

ahí que en Génesis 2, 24, nos relata “y vendrán a ser los dos una sola carne”, y

en Mateo 19; 6 “De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto,

lo que Dios unió no lo separe el hombre”. Y lo complementa Pablo, en su carta

a Efesios 5; 31 y 32, “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para

unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo

digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia”. Contemplamos como San Pablo nos

11  

menciona el legado que ha dejado Cristo en el misterio sacramental del

matrimonio.

Es necesario no dejar de mencionar que es a partir de la baja edad

media, cuando empieza a reclamar la Iglesia católica todo lo relativo a

regulaciones matrimoniales, eliminándose el derecho secular en la materia.

Posteriormente, con la doctrina de los reformadores el estado inicia a

reglamentar el matrimonio, toda vez que se negaba la naturaleza sacramental

del matrimonio, conforme a lo que manifestaba Lutero32, en su reforma

protestante, respecto al matrimonio siendo para él, “una cosa exterior, temporal,

y como el vestido o el alimento, la casa o el campo, sometido a la autoridad del

mundo”.

1.2.5 Breve reseña del derecho canónico

a) Concepto, origen y evolución.

Previo a definir el derecho canónico es necesario establecer primeramente

que se denomina canon a la norma o regla que rige en la Iglesia.

Asimismo, es conveniente establecer que ha recibido también otras

denominaciones como derecho: “sagrado, divino, pontificio, eclesiástico33”.

El término eclesial surge del griego “Eklesia” que significa congregación o

asamblea, así lo establece la doctora Aguinaga Zumárraga34, que

proporciona las siguientes definiciones de derecho canónico: “el derecho

de la Iglesia que regula su organización interna y las relaciones entre todos

sus fieles. … un conjunto de normas jurídicas que rigen la vida de la Iglesia

pueblo de Dios: su organización, gobierno y relaciones entre todos sus

miembros, para la consecución del bien común espiritual de todos sus

fieles”.

                                                            32 Lehmann, Heinrich. Op .cit.,  Pág. 144. 33 Piñero Carrion, José Maria. La ley de la Iglesia.  Instituciones Canónicas. Editorial Atenas. España, Madrid. 1985. Pág. 34. 34 Aguinaga Zumárraga, Betty. Derecho de la Iglesia. Centro de publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.  Ecuador, Quito. 2006. Pág. 45. 

12  

Se constituye entonces que el derecho canónico es aquel conjunto de

normas jurídicas, principios y doctrinas que regulan las relaciones de la

Iglesia y sus miembros, las cuales, son creadas por el poder eclesial, para

la salvaguarda de derechos y obligaciones existentes entre los mismos.

El derecho canónico como derecho divino tiene su origen en las normas

que han sido dadas por Cristo, las cuales según Javier Hervada35, son

ordenadoras y valorativas de conductas, o que establecen vínculos y

situaciones dentro del Pueblo de Dios; y agrega estableciendo que las

normas “fueron dictadas históricamente por Cristo, verdadero hombre, con

potestad como tal, aunque en virtud de la unión hipostática. Y están vigentes

en la historia humana por la propia fuerza vinculante de la voluntad de

Cristo, porque, a través de los sacramentos y de la propia Iglesia en cuanto

sacramento de salvación, se hacen presentes y permanecen en la historia,

con toda su fuerza originaria, los elementos divinos que las constituyen”.

Esta autoridad de Cristo de dejar inmersamente mandatos y

constitución de instituciones sacramentales para el bien personal y

comunitario, han dado como resultado la redacción de lo que hoy se

denominan cánones, los cuales, llevan consigo como fin general la salvación

de las almas, siendo este un fin y ley suprema de la Iglesia Católica.

La delegación de poder atar y desatar concedido por Cristo a Pedro (y su

consiguiente sucesión a través del papado) y la transmisión de su mensaje,

se ve reflejado en la labor realizada por la Iglesia Católica, en cuando a la

creación de normas ordinarias por quienes tienen la autorización de hacerlo.

Ante esto es importante destacar como primeros antecedentes36, las

colecciones universales, el Didaché, conocido como la Doctrina de los doce

apóstoles el cual se remonta entre finales de los siglo I y II, también a los

cánones de los apóstoles, cánones conciliares, decretos del sumo pontífice,

                                                            35  Hervada,  Javier.  Introducción  al  estudio  del  derecho  canónico.  España:  EUNSA,  2009.  p  45. http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=10272173&ppg=45  Fecha de consulta: 20‐10‐2011. 

36 Piñero Carrion, José Maria. La ley de la Iglesia.  Op. Cit. Págs. 45 – 54. 

13  

los Decretos de Graciano, las recopilaciones gregorianas y bonifaciana,

constituciones clementinas, el Corpus Iuris Canonici, Regesta Romanorum

Pontificum, Regulae Cancellariae Apostolicae, decretos del Concilio de

Trento, y los Códigos de Derecho Canónico de 1917 y 1983.

b) Características.

Como características propias del Derecho Canónico se mencionan dos

clasificaciones doctrinales proporcionadas por dos autores distintos,

quienes se fundamentan en la naturaleza propia que posee el Derecho

Canónico. Para ello, se inicia con Piñero Carrion37 quien establece las

siguientes:

i) derecho distinto al derecho civil, por ser un derecho de orden

sobrenatural o divino;

ii) derecho científico, toda vez que es enmarcada como una ciencia

teológica;

iii) derecho subjetivo, porque tiene un acercamiento con la moral,

siendo difícil su concertación. Es considerado como un derecho

personal y a la vez eminentemente social, en la atención en que no

llega el individuo a ser pleno sino salva;

iv) derecho basado en la equidad y realismo; y

v) derecho no coercible físicamente, más si cuenta con una

coercitividad moral, social y espiritual.

Para Joaquín Calvo-Alvarez38 el derecho canónico se caracteriza por:

i) La universalidad, dada que no se radica únicamente a un solo

territorio o población de alguna nación, sin limitación alguna a la

raza, nacionalidad o lengua;

ii) La unidad, porque la Iglesia es solo una, que guarda una jerarquía

de potestad desde el Sumo Pontífice, hacia toda la Iglesia Católica;

                                                            37 Piñero Carrion, José Maria. La ley de la Iglesia.  Op. Cit. Pág. 42. 38 Calvo‐Alvarez,  Joaquin. Manual de Derecho Canónico. Ediciones Universidad de Navarra, S.A. España, Pamplona. 1991.   2ª Edición. Págs. 40, 41 y 42  

14  

y variedad, término que da noción a que sus miembros se

encuentran dispersos por el mundo;

iii) La Plenitud, toda vez que no existe autoridad superior, ni

ordenamiento superior que trasgreda sus normas, o al Sumo

Pontífice;

iv) La Elasticidad. Según este autor, la elasticidad se refiere al carácter

flexible del ordenamiento canónico, reflejado en la equidad,

dispensa, entre otros.

c) Sistemática Jurídica Canónica.

La Iglesia Católica desde sus inicios se ha regulado para su

funcionamiento mediante reglas comunes que han regido para las

comunidades, las cuales, han ido formando un cuerpo normativo disperso

en determinados instrumentos jurídicos, no sistematizados. Según

Aguinaga Zumárraga39 se debe al monje canonista camaldulense de

Bolonia, Graciano, quien en 1140 efectúa la primera recopilación

sistemática de las fuentes del derecho eclesiástico que regían en aquella

época, dando como resultado una síntesis de escritos que anteriormente

no tenían una relación entre sí, a lo que se le denomino el Decreto de

Graciano, siendo este el primer antecedente para el CIC.

1.2.6 Legislación canónica referente al matrimonio.

Para abordar la legislación canónica referente al matrimonio es importante

destacar sus orígenes siendo el primer antecedente que se encuentra, una

recopilación de leyes similitud a un código de derecho canónico, promulgado

por Benedicto XI en las fiestas de Pentecostés, el cual, expone Carlos Salinas

Araneda40 que integraba cinco colecciones, siendo: “el Decreto de Graciano

(1140), las Decretales de Gregorio IX (1234), el Liber Sextus de Bonifacio VIII

                                                            39 Aguinaga Zumárraga, Betty. Op. cit. Pág. 49. 40 Salinas Araneda, Carlos. La Codificación del Derecho Canónico de 1917. Chile, Valparaiso.2008. Revista de Derecho No. XXX. Pág. 314. http://www.scielo.cl/pdf/rdpucv/n30/art09.pdf Consulta: 21‐5‐2011 

15  

(1298); las Clementinas, una colección ordenada por el Papa Clemente V y

promulgada en 1317 por su sucesor, Juan XXII; las Extravagantes Comunes y

las Extravagantes de Juan XXII, colecciones menores elaboradas en el siglo

XVI por el jurista parisino Jean Chapius”.

Fue labor de Papa Pio X, el iniciar la redacción del Código de Derecho

Canónico, el cual fue elaborado en los años de 1904 a 1917. Es así como

nace el Corpus Iuris Canonici, el cual surge de la necesidad de integrar en un

solo código la normativa que desde hace muchos años ha venido rigiéndose

dentro de la Iglesia, y que para algunos resultaba difícil su acceso, como lo

establece Carlos Salinas41 “para tener todas las fuentes jurídicas era

necesario poseer el Corpus Iuris, el tridentino, los Bularios, que constan de

muchos tomos en folio y son incompletos y de difícil adquisición”.

Durante el papado de Juan Pablo II, ante la evidente necesidad de

revisar el Código de 1917 se convocó a una serie de sínodos con el objeto de

generar un nuevo código de derecho canónico. Es así, como se promulga el

25 de enero de 1983 el Codex Iuris Canonici, el cual, rige en la actualidad, y

que recientemente fue objeto de reformas a cinco cánones efectuadas por

Benedicto XVI, referentes a los sacramentos de la Orden y del Matrimonio.

1.2.7 Integración del Código de Derecho Canónico y ubicación del matrimonio

canónico.

El nuevo Código cuenta con siete libros, a saber, el primero “de las normas

generales”, el segundo “del Pueblo de Dios”, el tercero “de la función de

enseñar de la Iglesia”, el cuarto “de la función de santificar de la Iglesia”, el

quinto “de los bienes temporales de la Iglesia”, el sexto “de las sanciones en la

Iglesia” y el séptimo “de los procesos”.

Los cánones relativos al matrimonio canónico, se encuentran ubicados

en el libro IV, dentro la Parte I relativa a los Sacramentos, la cual, le                                                             41 Salinas Araneda, Carlos. Op. cit. Pág. 313. 

16  

corresponde al Sacramento del Matrimonio, el título VII; y en cuanto a los

procesos matrimoniales, las causas para declarar la nulidad de la sagrada

ordenación y de los modos de evitar los juicios, se encuentran distribuidos en

tres títulos de la Parte III, del libro VII. El título VII, cuenta con diez capítulos,

constituyendo un total de ciento once cánones relativos al matrimonio, que van

de los cánones 1055 al 1165, mientras que la parte III, cuenta con treinta y

siete cánones, que van del 1671 al 1707.

1.2.8 La forma del matrimonio canónico.

La forma del matrimonio canónico es un elemento esencial exigido por la

Iglesia, el cual se refiere a que la celebración del matrimonio debe de llevarse

a cabo, respetándose lo establecido por la Iglesia, conforme a sus cánones y

documentos apostólicos, en especial atención la exhortación apostólica

Familiaris Consortio, de Juan Pablo II, dirigido al Episcopado, Clero y fieles de

la Iglesia.

Es necesario resaltar tres puntos importantes en relación a la

celebración del matrimonio canónico. El primero, la decisión del hombre y la

mujer de unirse en matrimonio, debe ser un consentimiento real, libre y

emitido conscientemente, debido a que se adquiere responsabilidades

familiares y la exigencia de una participación activa en la Iglesia; como

segundo punto, que la pareja sea sincera y tenga inducción clara acerca de

estar libres de impedimentos para efectuar su celebración sin ningún

problema; y tercero, que el rito de la celebración se lleve a cabo con lo

ordenado por la Iglesia.

En cuanto a lo establecido en Familaris Consortio, es de reflexionar las

fases que deben llevarse a cabo previo, durante y posterior a la celebración

del matrimonio. Es así, como Juan Pablo II, exhorta a una preparación remota,

que nos hace viajar a través de los tiempos y recordar la infancia en el hogar,

aquella que va dirigida a la atención de los niños con el fin de que se

17  

descubran por sí mismos, y que con la ayuda de la familia y laicos

comprometidos, puedan enriquecer y fortalecer su formación espiritual; luego

a una preparación próxima, que consiste la participación activa del individuo

en el apostolado, grupos y comunidades que busquen el bienestar familiar;

seguidamente una preparación inmediata, es decir aquel curso y examen

prematrimonial obligatorio, con el fin de que conozcan e interioricen a

profundidad el sacramento del Matrimonio y de la Iglesia, el rito, la Gracia

concedida y las responsabilidades cristianas contraídas. Por último, con la

solemnidad en la celebración de la liturgia.

18  

CAPÍTULO 2.

La indisolubilidad del matrimonio canónico

El contenido de este capítulo pretende analizar la estructura jurídica y teológica

que fundamenta el matrimonio canónico, el cual se diferencia del civil, que

mientras este acepta la ruptura a través del divorcio civil, el matrimonio canónico

no es objeto de disolución. Este concepto, ha venido inmerso en la mentalidad

de las personas, al sustraer la idea vaga de que por ningún motivo una persona

puede contraer matrimonio, si a todas luces contrajo matrimonio por la Iglesia,

ignorándose, la existencia de razones debidamente fundadas, conocidos dentro

del Derecho Canónico como causales de nulidad, que en el próximo capítulo

profundizaremos. Por la confusión entre términos y el desconocimiento de los

cánones se busca con el desarrollo de este capítulo la comprensión general del

matrimonio no disoluble.

2.1. Fundamento de la indisolubilidad

a) Fundamento teológico.

En el transcurso de los años se ha observado como la Iglesia, ha venido

ratificando la verdad y el sentido que Cristo quiso entregar y dar a conocer con

el misterio del matrimonio: “una sola carne, un solo cuerpo, que no sea

separado por el hombre”. Esa revelación divina coincide en el antiguo

testamento con la voluntad del Creador, de la unión entre el hombre y la

mujer, pues no es bueno que el hombre este solo. Resulta para algunos

incomprensible que dentro del matrimonio canónico no se regule su

disolución, tratando de querer darle una solución similar a la contemplada por

el derecho civil, como lo es el divorcio.

19  

Para Pedro Garín42, la indisolubilidad es “aquella propiedad por la cual

el vínculo conyugal, nacido de la válida celebración del matrimonio, no puede

disolverse ni extinguirse, salvo por la muerte de uno de los cónyuges”.

La unidad indivisible y la indisolubilidad43 son elementos esenciales

inherentes al matrimonio canónico, toda vez, que tienen su origen en la

voluntad de Dios y la santificación de Jesucristo. Por ser una institución

sacramental con un significado latente en la vida del ser humano, que busca el

bienestar de todos los integrantes de la familia, no se debe de tomar a la

ligera, y no sujetarse a tal compromiso por motivos netamente sociales, es

decir, la fiesta, el dote, o simplemente por motivos de edad, en fin,

conveniencias personales propias, relacionadas por la apariencia física y/o

pecuniaria, o peor aún, por pasar por un trastorno o crisis temporal que lo

empuje a tomar esa decisión, sin saber la complejidad de la institución.

En el c. 1055 se establece que el matrimonio es una alianza constituida

en un consorcio de varón y mujer, y que fue elevada por Cristo Señor a la

dignidad de sacramento. En este consorcio se ve reflejado la buena intención

de buscar el bien no solo de los cónyuges, sino también de la prole, es decir,

el bien común44.

En cuanto a las líneas de argumentos que podrían mencionarse como

soporte a la indisolubilidad matrimonial, Bonet Alcón45, basado en el ideal del

proceso de cómo va surgiendo la relación entre el varón y la mujer, conforme

se señala en el Concilio Vaticano II, y en la GS, establece que son

fundamentos que dan origen a la indisolubilidad del matrimonio, el amor                                                             42 Garín Unonabarrenechea, Pedro Ma. Legislación de la Iglesia Católica. Universidad de Deusto Serie Teologia, Vol. 30. España. 1998. Página. 252. 43  C.  1056.:  “Las  propiedades  esenciales  del matrimonio  son  la  unidad  y  la  indisolubilidad,  que  en  el matrimonio  cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento”. 44  “Es  un  concepto  que  proviene  del  pensamiento  político  católico,  desarrollado  particularmente  por  la  Escolástica,  como elemento protagónico de su visión social, asentada en la solidaridad. Es el principio formador de la sociedad y el fin al cual esta debe tender en su dimensión natural‐temporal. Se distingue del bien individual y del bien público, que es el bien de todos en tanto que conjunto social. El bien común es el bien de los individuos en tanto que miembros de una comunidad política, o sea el conjunto de los valores que los individuos necesitan pero que solo pueden buscar y lograr en forma conjunta, en una relación social regida por la concordia”.   Arnoletto. Eduardo Jorge. Glosario de conceptos políticos usuales. Ed. Eumednet. 2007, texto completo en http://www.eumed.net/dices/listado.php?dic=3  45 Bonet Alcón, José. Elementos de Derecho Matrimonial Canónico. Editorial Facultad de Derecho Canónico “Santo toribio de Mogrovejo”. Argentina. 2000. Página. 30. 

20  

conyugal, el consentimiento matrimonial, la consumación del matrimonio, el

bienestar de los hijos, los esposos y la Sociedad, y en el orden sobrenatural,

la Fe. De estos argumentos hay que resaltar la importancia que tiene el amor

conyugal y la consumación del matrimonio, toda vez que ambos buscan y

exigen como fin, la garantía de convivir y respetarse para toda la vida.

Según este mismo autor, el amor conyugal es un amor espontaneo,

exclusivo, que busca la permanencia y la perpetuidad; el consentimiento

matrimonial, debe ser analizado en la promesa para toda la vida, que se

hacen el varón y la mujer con la bendición de Dios, de serle fiel el uno al otro,

en la salud y en la enfermedad, en lo próspero y en lo adverso, de auxiliarse y

protegerse mutuamente. En cuanto al acto conyugal, es decir, la consumación

del matrimonio, busca ser un sello sagrado de la expresión de un amor que

surge de un compromiso absolutamente indisoluble.

El bien que se quiere en los hijos, en el esposo amado y a la Sociedad

(justicia y paz anhelados por todos) es canalizado y enraizado en el

matrimonio. Es así, como existen factores determinantes como los son la

inseguridad de la relación, por desconfianza, la libertad irresponsable, la

infidelidad, la inmadurez de afrontar y buscar ayuda en momentos de crisis,

etc., los que buscan que exista desintegración familiar, logrando ocasionar

como elementos externos la violencia, en todas sus formas de darse, la

separación y/o el divorcio, y como elementos internos, los trastornos y

secuelas con la que conviven los hijos, el cual, se ve reflejado en la

desintegración de una sociedad corruptible, que no busca la prosperidad de la

nación y el bien común de la población, sino el gozo personal de unos pocos

líderes, líderes que a toda luz, observamos en los medios de comunicación,

vistiendo un manto de negatividad, ante la división, discordia e incluso

agresión verbal y odio que ponen de manifiesto entre sí.

En otro contexto, como culmen sagrado y sobrenatural que encierra el

matrimonio indisoluble, se encuentra el argumento de la Fe, el cual, nos

21  

recuerda la enseñanza de Jesucristo, al exponer que lo que Dios unió, el

hombre no lo separe (Mt. 19,6).

Surge pues, de la voluntad de Dios, como consta de su palabra, que

esa unión que nace no sea separada, relacionándolo con otro pensamiento, la

promesa de unión de Cristo y de su Iglesia, reflejada cuando se dirige a sus

once discípulos, tal y como lo narra San Marcos en su evangelio: “Me ha sido

dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos

los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del

Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo los que yo les he

encomendado a ustedes. Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del

mundo” (Mc. 28, 18 al 20).

b) Fundamento jurídico.

En cuanto al fundamento jurídico de la indisolubilidad matrimonial se

encuentra regulado en el c. 1059, al establecer que el matrimonio además de

regirse por el derecho divino, también se rige por el derecho canónico, aun

cuando se trate de un solo católico entre los contrayentes. Esta competencia

de regirse por ambos derechos, se extiende también a los aspectos del

derecho material y formal, es decir, a la determinación de la capacidad de las

personas o de la forma para la validez del contrato matrimonial46.

El Código de Derecho Canónico en el c. 1141, establece que: ”El

Matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder

humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte.” De este canon se

desprenden dos términos importantes, a saber: el primero, “rato”, el

Matrimonio canónico, debe llevarse a cabo a plenitud, es decir, que se haya

celebrado y que el mismo sea válido, por haberse cumplido a cabalidad los

requisitos de: capacidad de los contrayentes, la forma de la celebración y el

consentimiento, -destacando que el matrimonio debe ser entre bautizados; y

segundo, “consumado”, en otras palabras, que exista cópula o acto conyugal.

                                                            46   Benlloch  Poveda, Antonio.  Código  de Derecho  Canónico.  Edición Bilingüe,  fuentes  y  comentarios de  todos  los  cánones. Edicep, C.B. España, Valencia. 1993. 5ª Edición. Pág. 474 

22  

2.2. Excepciones. La disolubilidad del matrimonio canónico.

En base a lo regulado por el Código de Derecho Canónico, en el c.c. 1061,

primer párrafo, se le denomina matrimonio rato, aquel que siendo válido entre

bautizados, no ha sido consumado, es decir, de aquel que siendo válido

todavía no existe ningún elemento biológico o carnal de unión; y matrimonio

rato y consumado, aquel en el cual, es necesario que en los cónyuges se haya

realizado de modo humano el acto conyugal apto de por sí para engendrar la

prole, al que el matrimonio se ordena por su misma naturaleza y mediante el

cual los cónyuges se hacen una sola carne. Asimismo, se establece en el

mismo canon el matrimonio inválido o putativo, es decir el matrimonio no rato.

El c. 1141 como se expuso anteriormente, parte que el matrimonio rato

y consumado no puede ser disuelto por ninguna causa, ni por el Pontífice

Romano, es decir, de aquel matrimonio válidamente celebrado, de

consentimiento recíproco y en que no media vicio, ni impedimento, el cual se

ha complementado con el acto conyugal, posterior al matrimonio celebrado.

Este canon es también fundamento del matrimonio canónico y garantiza a su

vez los fines del mismo, dando vida a lo manifestado por el mismo Jesucristo,

“De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha

unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6).

Siguiendo el orden de ideas del autor Paolo Bianchi47, en la

indisolubilidad suelen distinguirse dos elementos, uno intrínseco y otro

extrínseco. El primero hace alusión “a los dos contrayentes que con su

consentimiento han dado vida al matrimonio, de manera que, una vez

ejercitada su voluntad para consentir, pierden toda posibilidad de disposición

                                                            47  Bianchi,  Paolo.  ¿Cuándo  es  nulo  el matrimonio?  Guía  práctica  de  causas  de  nulidad  para  el  asesoramiento  jurídico  de matrimonios  en  crisis.  España:  EUNSA,  2008.  Pág.  249.  http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id= 10268688&ppg=249 Consulta: 28‐05‐2011. 

23  

del vínculo constituido. En otras palabras, no pueden deshacerlo, rompiendo

el vínculo que les une. La permanencia de éste —desde un punto de vista

sustancial y, por tanto, también jurídico— es totalmente independiente de su

voluntad”, es decir, el matrimonio idóneo, infalible, que no puede ser disuelto

por voluntad de los contrayentes, y el segundo “se refiere al poder sobre el

vínculo que puede ejercer una autoridad distinta de la de los cónyuges que le

han dado vida”, es decir, que no puede ser disuelto el matrimonio, por ninguna

autoridad ajena al mismo.

Ahora bien, en la doctrina canónica la indisolubilidad responde a una

sub clasificación de sus elementos, a saber, absoluto y relativo. El primero

responde que el matrimonio no puede ser objeto de disolución en ningún caso

y por ninguna autoridad; mientras que el segundo, deja a la autoridad la

potestad de disolver el matrimonio en algunos casos específicos.

De esta cuenta, encontramos que el elemento intrínseco es absoluto,

mientras que en el elemento extrínseco, en atención a los cánones aparte de

ser absoluto (matrimonio rato y consumado), contempla la indisolubilidad

relativa, pues en determinados casos o circunstancias específicas la autoridad

puede disolverlos (matrimonio rato y no consumado, y los privilegios en favor

de la Fe: Pauliano y Petrino).

En relación a la celebración y la consumación del matrimonio, se refiere

Juan Pablo II, citado por Augusto Sarmiento48, que “la celebración del

matrimonio se distingue de su consumación hasta el punto de que, sin esta

consumación, el matrimonio no está todavía constituido en su plena realidad.

La constatación de que un matrimonio se ha contraído jurídicamente, pero no

se ha consumado (ratum-non consummatum), corresponde a la constatación

de que no se ha constituido plenamente como matrimonio. En efecto, las

palabras mismas “Te quiero a ti como esposa-esposo” se refieren no sólo a

                                                            48  Sarmiento,  Augusto.  El  matrimonio  cristiano.  España.  EUNSA.  3ª.  Edición.  2008.  Pág.  326  http://site.ebrary.com/lib/ elibrorafaellandivarsp/Doc?id=10268707&ppg=326 Consulta: 11‐06‐2011. 

24  

una realidad determinada, sino que pueden realizarse sólo a través de la

cópula conyugal”.

Entre las excepciones que contempla la Iglesia Católica para disolver un

matrimonio, encontramos lo que se denomina privilegios, que proviene del

latin privilegium, el cual según la DLE49, consiste “en una ventaja exclusiva o

especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada

circunstancia propia”. En el CIC se encuentran desarrolladas dos disciplinas

de privilegios, los cuales, han sido conocidos por la Iglesia Católica como

Privilegio Paulino y Privilegio Petrino, en atención a quienes se les atribuye su

desarrollo.

2.2.1 Privilegio paulino.

a) Fundamento teológico.

Este privilegio se le atribuye a San Pablo, de ahí el nombre paulino, su

fundamento bíblico se encuentra en la primera carta a los Corintios, capítulo

7, versículos del 12 al 16, en la cual, expone el tema del matrimonio y

divorcio, de la forma siguiente:

“A los demás les digo, como cosa mía y no del Señor: si algún hermano

tiene una esposa que no es creyente, pero acepta vivir con él, no la

despida. Del mismo modo, si alguna mujer tiene un esposo que sin

compartir su fe está conforme con vivir con ella, no se divorcie. Pues el

esposo no creyente es santificado por su esposa, y la esposa no

creyente es santificada por el marido que tiene fe… Pero si el esposo o

la esposa que no cree se quiere apartar, que se aparte. En tales casos

no hay obligación para el esposo o la esposa creyente. El Señor nos ha

llamado a la paz” (1-Cor 7, 12-16).

                                                            49 Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española.  22ª Edición. http://buscon.rae.es/draeI/ 

25  

Es así como se establece que el privilegio paulino es la excepción

que el Apóstol deja entredicho, cuando no existe una posibilidad de

convivencia en plena armonía. Siguiendo este orden de ideas es importante

hacer notar que San Pablo, no viene a modificar lo establecido por Cristo,

simplemente viene a confirmar la no disolución, aun cuando uno de ellos no

sea creyente (que no comparta su fe), refiriéndose, el Código de Derecho

Canónico a aquellas personas que no han recibido el sacramento del

bautismo. Por lo tanto, el Apóstol respeta lo ordenado y reafirma la

necesidad de que el hombre y la mujer se respeten y vivan mutuamente en

paz, en primer término, estableciendo también, la decisión voluntaria y

única para el no creyente de apartarse.

b) Fundamento jurídico.

Se complementa este privilegio con lo establecido en los c.c. 1143

al 1147 del CIC, en los cuales, se contemplan los casos de excepción de

disolución del matrimonio. El c. 1143 establece que “el matrimonio

contraído por dos personas no bautizadas se disuelve por el privilegio

paulino en favor de la fe de la parte que ha recibido el bautismo, por el

mismo hecho de que ésta contraiga un nuevo matrimonio, con tal de que la

parte no bautizada se separe”. Este c. complementa lo establecido por

Pablo, pues da el derecho al creyente, luego de que el no creyente quiere

apartarse, de que pueda disolver su matrimonio y contraer uno nuevo. En

sí, no es que se refleje la voluntad del Sumo Pontífice de disolver el

matrimonio anterior, simplemente el hecho de recibir el sacramento del

bautizo del no creyente y su posterior matrimonio en la Iglesia, hace que se

disuelva el anterior matrimonio celebrado fuera de la Iglesia, dándose

prioridad a la Fe sobre la indisolubilidad del matrimonio no sacramental.

Ante esto, y para tener mayor claridad, es necesario mencionar que

el Código de Derecho Canónico en el c. 1124 permite la celebración de

matrimonios mixtos con licencia expresa de la autoridad competente, es

decir, matrimonios de personas bautizadas una por la Iglesia Católica y otra

26  

adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no se halle en comunión

plena con la Iglesia Católica.

En ambas personas el sacramento del bautismo debe ser llevado a

cabo dentro de la Iglesia Católica, dejando entrever los casos de la persona

que ha pertenecido a la Iglesia, y que se ha separado y que acude a una

comunidad protestante, siempre que mantengan la profesión de fe en Cristo

y acepten la Biblia como palabra revelada por Dios.

El nuevo matrimonio a celebrarse haciendo uso del privilegio

pauliano, según Gianfrano Ghirlanda50, debe reunir tres condiciones para

que se considere válido:

a) Que una parte reciba el bautismo;

b) Que la parte no bautizada este separada de la que se bautiza; y

c) Que exista interpelación de la parte no bautizada sobre el ánimo de

querer recibir el bautismo, o por lo menos, cohabitar pacíficamente.

2.2.2 Privilegio Petrino.

El ordenamiento canónico entiende que el Romano Pontífice en asuntos

específicos es la autoridad encargada con única potestad para disolver el

vínculo matrimonial de los infieles no bautizados que deseen convertirse, y

que no quieran separarse. Deduciéndose que cualquier otra autoridad

distinta a ésta es absolutamente incompetente para disolver el vínculo

matrimonial.

a) Fundamento bíblico.

En los versículos 18-19 del capítulo 16 del evangelio de San Mateo, se

narra como Jesús edifica su Iglesia en Pedro, el otorgamiento que se le

                                                            50 Ghirlanda, Gianfranco. El derecho en la Iglesia ministerio de comunión. Compendio de derecho eclesial. Ediciones San Pablo. España, Madrid. 1992. Pág. 445 y 446. 

27  

concede al discípulo de las llaves del Reino de los Cielos y la potestad que

se le concede para atar y desatar en la tierra, mismo resultado que tendrá

en el cielo. Aun cuando se observa que esta disposición nace a un

mandato de autoridad y certeza concedida por Jesús a las Sagradas

Escrituras, en lo que se refiere a este privilegio, no es utilizado hasta el

siglo XVI, toda vez que solo se reconoce el privilegio pauliano.

Según Mariano López Alarcon51, el término de privilegio petrino es

utilizado por primera vez por el sacerdote jesuita Hürthj “para designar

dicho privilegio y se ha impuesto ya por el paralelismo que guarda con el

privilegio Paulino, en cuanto está fundado en la potestad de las llaves

concedida por Jesucristo a otro apóstol, a San Pedro”.

b) Fundamento teológico. (in favorem fidei)

En cuanto a la Fe se refiere, es necesario acudir a lo establecido por el c.

1150, el cual establece que: “En caso de duda, el privilegio de la fe goza del

favor del derecho”. Este canon se analiza en cuanto a favorecer la fe de la

persona convertida para poder contraer nuevas nupcias, por tanto,

conviene aclarar que este privilegio favorece al matrimonio y no a la

disolución, no obstante que dicha excepción solo lo puede hacer el Sumo

Pontifice en la potestad ministerial que posee.

c) Fundamento jurídico.

Como se ha podido observar la Iglesia contempla en los cánones la

disolución del matrimonio, como lo es la disolución por el privilegio paulino,

debiendo tener en mente que la disolución responde ante todo a un acto

anómalo, como lo es la falta del sacramento del bautismo, y en el privilegio

petrino, a un matrimonio no sacramental, por no existir el sacramento del

bautismo en el hombre y la mujer.

                                                            51  Lopez  Alarcon,  Mariano.  El  privilegio  Petrino.  Universidad  de  Murcia.  España.    Pág.  D‐20. http://revistas.um.es/analesumderecho/article/viewFile/103691/98641 Fecha de consulta: 03‐10‐2011 

28  

El c. 1148 establece el caso de la poligamia entre no bautizados

(poliginia en el caso del hombre que tiene varias mujeres, y poliandria, la

mujer que tiene varios esposos), dirigido aquella persona que

encontrándose en tal situación, decide ser bautizada en la Iglesia, para lo

cual, deberá de modificar su condición, quedándose con la primera mujer o

con una del resto (salvo le resulte duro permanecer con la primera), y

apartándose de la convivencia con las demás.

El c.1149 establece la posibilidad de un nuevo matrimonio con otra

persona católica, si la persona bautizada no puede restablecer la

cohabitación con su otro cónyuge por razón de cautiverio o persecución,

siempre y cuando no haya habido acto conyugal (cópula carnal) después de

haber sido bautizados.

Ante la posible confusión que puede darse entre la indisolubilidad del

matrimonio y la disolubilidad permitida en algunos casos por motivos justos

y a favor de la Fe, es necesario hacer las siguientes consideraciones:

a) La Iglesia contempla primordialmente la indisolución como elemento

esencial del matrimonio canónico, por lo cual, habiéndose cumplido los

requisitos establecidos, y formalmente consumado, ni el Romano

Pontífice puede disolverlo;

b) La Iglesia establece la disolución de aquellos matrimonios que

habiendo sido celebrados válidamente por la misma Iglesia, no han sido

consumados;

c) La Iglesia puede disolver aquellos matrimonios que no han sido

celebrados y autorizados por ella misma, siendo aquellos casos

específicos considerados como justos y a favor de la Fe, por ejemplo,

entre un bautizado no católico y un pagano, en el caso de que

cualquiera de los dos decida casarse con un católico, o en el caso de

un bautizado católico y no bautizado, si la parte católica desea contraer

nuevo matrimonio con un bautizado, sea católico o no.

29  

2.3. Separación, nulidad, anulabilidad y convalidación del vínculo conyugal en el

Derecho Canónico.

La convivencia conyugal es necesaria dentro del matrimonio para su correcto

funcionamiento. Cuando media una razón legítima que justifique la no

convivencia, el derecho contempla una justa solución para dicha problemática

que atenderá conforme al grado de divergencia entre los cónyuges, siempre

en búsqueda del bien común, siendo estas medidas, la separación

permaneciendo el vínculo, la nulidad y convalidación del vínculo conyugal.

2.3.1 Separación permaneciendo el vínculo

Para Augusto Sarmiento52, la separación conyugal es “la suspensión de los

derechos y deberes conyugales, o sea, la ruptura de la comunidad de vida y

convivencia conyugal, permaneciendo, sin embargo, el vínculo conyugal.”

Cabe recordar que la separación no disuelve el vínculo, que lo único que

afecta es la vida en común, por lo cual, existe impedimento para contraer un

nuevo matrimonio; importante a destacar toda vez que es un antecedente ante

el divorcio o a la nulidad por causa justificada.

Dentro del derecho canónico encontramos que la separación conyugal

puede ser perpetua o temporal. Siguiendo esta relación, el c. 1152

inmersamente manifiesta la causal de separación de forma perpetua, cuando

concede el derecho al cónyuge de romper la convivencia conyugal, por

adulterio, a no ser que lo haya consentido expresa o tácitamente. Ante esta

situación el cónyuge podrá acudir ante la autoridad eclesiástica competente

para ejercitar dicho derecho proponiendo la causa de separación en un plazo

de 6 meses, según lo establece el c.c. 1152 § 3.

Continuamente el c. 1153, contiene las causales de separación de

forma temporal, es decir aquella separación de momento, que dura

únicamente lo que dura la causa invocada. Es así, como se contemplan en el

                                                            52 Sarmiento, Augusto. Op .cit.,  Pág. 339. 

30  

primer párrafo las causales siguientes: a) que uno de los cónyuges ponga en

peligro espiritual o corporal al otro a los hijos (prole); b) hace dura la vida en

común; y c) propone un motivo legítimo para separarse.

2.3.2 Nulidad y Anulabilidad

El jurista español Manuel Ossorio53 señala que dentro la nulidad del

matrimonio “las posibilidades de anularlo o de considerarlo nulo se plantean,

en consecuencia, sólo en oportunidades que revisten verdadera gravedad…

Lafaille, Spota y Borda coinciden en líneas generales, en afirmar que, pese a

que la nulidad del matrimonio presenta características propias, derivadas de la

trascendencia de la institución que entra en juego, su régimen legal es muy

similar al previsto para la nulidad de los actos jurídicos en general”; y finaliza

definiendo que los matrimonios nulos son “actos jurídicos cuya nulidad

absoluta responde no sólo a un interés ético y moral de carácter privado, sino

también a razones fundamentales de orden público. Esto determina que sean

inconfirmables y que la acción a que dan lugar se considere imprescriptible”.

La nulidad es considerada como un acto jurídico ineficaz toda vez que

carece de las condiciones necesarias para su validez, sean ellas de fondo o

de forma. Para que se haga manifiesta dicha invalidez, es necesario que en el

matrimonio canónico no se haya contemplado uno de los requisitos para su

validez. Siendo estos: a) la ausencia de un impedimento, b) el consentimiento

y c) la observancia de la forma. Cuando falta uno de estos requisitos estamos

ante un matrimonio canónico inválido o nulo.

A simple vista se puede decir que dentro del derecho canónico es

común encontrar autores que constantemente utilizan los vocablos nulidad y

anulabilidad indistintamente. Mientras que en el derecho civil, la diferencia

existente es muy latente, siempre en atención al matrimonio y a la legislación

                                                            53 Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Argentina. Editorial Heliasta, S.R.L., Argentina. 1981. Pág. 376. 

31  

civil, pues de conformidad con la causa así se establecerá si procede su

nulidad o anulabilidad, y en base a sus causas, se determinarán sus efectos.

Para determinar si existe una diferencia entre la nulidad y anulabilidad

en el derecho canónico, es necesario estudiar estos términos jurídicos en el

derecho civil. Una de las diferencias que encontramos entre la nulidad y

anulabilidad del matrimonio civil, es que en la primera el acto no nace la vida

jurídica, es nulo de pleno derecho, el matrimonio nunca se dio, mientras que

en el segundo el matrimonio es válido y por tanto, ha nacido a la vida jurídica,

aun cuando media causal de impedimento; una segunda diferencia, la

encontramos en el momento jurídico para invocar la ineficacia del acto; es así

como, en la anulabilidad es necesario que el cónyuge no culpable manifieste

dentro del plazo legal que el acto es anulable, de lo contrario pasado el

tiempo, la ley convalida tácitamente el matrimonio volviéndose este válido,

mientras que en la nulidad la legislación no contempla ningún plazo, pudiendo

ser solicitado en cualquier momento. En ambos casos, es necesario que el

Juez lo decrete por ser el único competente. Por último, se determina como

diferencia las causales que sean invocados para solicitar el uno u otro término.

En cuanto al matrimonio canónico se refiere, la nulidad puede proceder

ya sea, por la existencia de un impedimento dirimente, es decir, circunstancias

personales de uno o ambos cónyuges que impiden se lleve el matrimonio

válidamente, por vicios del consentimiento, o por la inobservancia de la

formalidades que deben cumplirse.

2.3.3. Convalidación del vínculo conyugal

Ante la certeza de incurrir en una causal de nulidad, la Iglesia da como opción

al hombre y mujer a convalidar el matrimonio, siempre que exista el

consentimiento libre e intención de continuar una vida conyugal, basada en los

fines del matrimonio, y se subsane el defecto o vicio que ataca como nulo el

matrimonio. A “la aplicación del procedimiento que permite pasar de una

32  

situación de invalidez del matrimonio a otra de validez del mismo54”, se le

denomina Convalidación del Matrimonio Nulo, y esta puede ser, convalidada

de forma simple o por sanación de raíz.

La convalidación simple se da cuando se renueva el consentimiento por

una o por las dos partes, sin que exista necesidad de observar otra vez la

forma canónica (el procedimiento para la celebración del matrimonio).

Aclarando en este punto que la causal de nulidad debió haber sido un vicio al

consentimiento y no un defecto en la forma. Para que se conceda la

convalidación simple debe de haber cesado la causa de nulidad o se haya

obtenido dispensa del mismo, y dentro del CIC, lo ubicamos en los c.c. 1156 al

1160.

En cuanto a la subsanacion in radice (convalidación por sanación de

raíz), esta surge por un acto reconocimiento del matrimonio celebrado que

realiza la autoridad competente, sin que haya de renovarse el consentimiento,

teniendo efectos retroactivos. Para ello debe de existir la dispensa del

impedimento y voluntad de las partes de querer perseverar en la vida

conyugal. Esta clase de convalidación la encontramos en los c.c. 1161 al

1165.

                                                            54 Bianchi, Paolo. Op Cit. Pag. 226. Consulta: 11‐06‐2011.  

33  

Capítulo 3.

LA NULIDAD DEL MATRIMONIO CANÓNICO.

Sea comprendido en términos generales la diferencia entre los conceptos de

indisolubilidad y nulidad, y por tanto, se adentra en el presente capítulo a

profundizar en el estudio de la nulidad del matrimonio, tratando los subtemas del

consentimiento matrimonial, los impedimentos para contraer matrimonio y los

vicios del consentimiento, los cuales, conllevan a la declaración de nulidad del

matrimonio canónico.

Como punto de partida y previo a iniciar el presente capítulo, se considera

conveniente resaltar las palabras del Papa Juan Pablo II, en la publicación que

hiciere L´Osservatore Romano, el 6 de noviembre de 1998, citado por Bonet

Alcón, al expresar que: “La indisolubilidad del matrimonio es una enseñanza que

proviene de Cristo mismo, y los pastores y los agentes pastorales tienen como

primer deber ayudar a las parejas a superar cualquier dificultad que pueda surgir.

Remitir las causas matrimoniales al tribunal debería ser el último recurso. Hay

que ser prudentes al explicar a los fieles lo que significa una declaración de

nulidad, para evitar el peligro de que la consideren como un divorcio con nombre

diferente. El tribunal ejerce un ministerio de verdad: su finalidad es <<comprobar

si existen factores que por ley natural, divina o eclesiástica, invalidan el

matrimonio; y llegan a emanar una sentencia verdadera y justa sobre la

pretendida inexistencia del vínculo conyugal>>55”. Juan Pablo II, describe tres

elementos a destacar: 1) El deber que conlleva responsabilidad a los pastores y

sus agentes de la Iglesia, de orientar adecuadamente a las parejas (antes y

durante el matrimonio) alentándolos en situaciones de dificultad; 2) El empleo

correcto de la terminología de declaración de nulidad y divorcio, con el objetivo

de que no exista confusión, que coadyuve a una explicación prudente; y 3) Que

la emanación de una sentencia de nulidad matrimonial, sea el resultado de una

                                                            55 Bonet Alcón, José.  Op. Cit. Pag. 38. 

34  

investigación, en la cual, encaja en búsqueda de la verdad, los hechos y las

causales invocadas y que se encuentran reguladas por la CIC.

3.1. El consentimiento matrimonial.

El c.c. 1057 § 2, nos proporciona la siguiente definición del consentimiento

matrimonial, estableciendo que “es el acto de voluntad, por el cual el varón y

la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para

constituir el matrimonio”56. Asimismo, Pedro Lombardia y Juan Ignacio

Arrieta57, han resaltado que el consentimiento es un elemento esencial del

pacto conyugal y a su vez aquel que contiene su eficacia causal propiamente

dicha, esencial por los derechos personalísimos que conlleva el matrimonio,

toda vez que no puede ser exigido, ni coaccionado de ninguna forma, y en

dado caso, se hubiere dado algún vicio que lo haga nulo por derecho natural,

no podrá tenerse el reconocimiento del matrimonio como válido. Cuando

media la existencia de una promesa matrimonial ya sea esta unilateral o

bilateral58, debe de aclararse que no se puede exigir más que la eventual

reparación de los daños ocasionados, que conforme el a. 17.5 de la LPCCDC

deberá aplicarse lo establecido por el Código Civil guatemalteco.

Este acto de voluntad debe ser un acto libre, verdadero, deliberado y

que sobre todo refleje la intención interior en el mundo exterior, sin

condiciones, toda vez que de existir alguna condición, podría estar sujeta a

nulidad matrimonial por el consentimiento sometido a condición.

3.1.1 Consentimiento como causa eficiente.

Como se ha podido observar el consentimiento es la cuna donde reposan

los bienes y fines del matrimonio, producto que forma parte del nacimiento de

una comunidad entre el hombre y la mujer, siendo un acto externo de voluntad

libre, que incluye además un acto interno de pureza de conciencia, a                                                             56Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. Cit., Pág. 629. 57 Loc. cit. 58 Ghirlanda, Gianfranco. Op. cit. Pág. 407. 

35  

consecuencia del sentimiento y del proyecto de una sola vida que se desea

poner a trabajar como familia. Por ser el consentimiento un elemento que

emana de la propia voluntad del ser humano, no debe adolecer de defecto o

vicio alguno. Es por ello, que el consentimiento en el matrimonio, por lo

relevante de la institución y los efectos que produce, sea ejercido plenamente,

sin objeciones internas, ni sujeto a condición alguna, emitida pues, de una

declaración unilateral a través de un juicio sano.

Más allá del simple vocablo “consentimiento”, hay que profundizar en

una serie de condiciones ideales que la persona (mujer y hombre

competentes) debería de reunir para tomar una mejor decisión sobre sí mismo

y su pareja, previo a darse en matrimonio. A manera de formar sentido, se

enumeran a continuación los que deben ser tomados en cuenta:

a) Libertad. Acto decisorio de lo que se desea para sí mismo, el cual

debería de venir fortalecido a través de la confianza que solo se

gana y se mantiene con el transcurso del tiempo, y del pleno

reconocimiento del verdadero diálogo, en el cual no exista

manipulación, o tratar de convencer con mentiras de lo que se

aparenta ser y a la vez querer para la otra persona;

b) Capacidad de asumir los deberes esenciales del matrimonio.

Entrega total de su ser y promesa mutua de convivir con sus

virtudes y defectos conocidos o por conocerse (que no sean ocultos

y de peligro para el cónyuge);

c) Conciencia, de que el ser humano es susceptible de cambios, que

vienen con el transcurso del tiempo, por la madurez o inmadurez o

por el contacto con otras personas, y que a raíz de estos cambios es

necesario aprender a controlar sus deseos e impulsos, que lo

empujen a desvirtuar la naturaleza y fines del matrimonio; y por

d) Afectividad y estabilidad en los sentimientos, en el cual se incluye el

amor reciproco y autentico, que viene hacer el sello de garantía por

36  

Ante esto Bosch y Bañares59  manifiestan  que: “tanto la sensibilidad

humana como la voluntad están orientadas a lo bueno, pero lo hacen de dos

maneras distintas. Los sentimientos se despiertan ante lo que aparece como

bueno. La voluntad sólo se mueve ante aquello que se considera

verdaderamente bueno.”

En cuanto a lo establecido en el ordenamiento canonista, el no ignorar

por parte de los contrayentes, por lo menos de los elementos que integran la

definición de matrimonio, es suficiente para que pueda haber consentimiento

matrimonial, la cual, no se presume después de la pubertad (c.c. 1096).

3.1.2 El consentimiento condicionado.

Según Paolo Bianchi60, por condición se debe entender “la subordinación del

consentimiento a un hecho futuro e incierto del que se hace depender la

eficacia del consentimiento, ya sea suspendiendo su eficacia jurídica hasta

que se cumpla la condición, o intentando que cese su eficacia desde su

verificación”. La condición dentro del consentimiento matrimonial, es regulada

por el CIC, el cual, hace una clasificación en cuanto al tiempo en que se da la

condición (pasado, presente o futuro), de ahí parte si es válido o no un

matrimonio bajo condición.

La condición de futuro para contraer matrimonio válidamente no es

aceptable por el CIC (1102) mientras que si es contraído bajo condición de

pasado o de presente es válido o no, según se verifique o no aquello que es

objeto de la condición. En el c. 1012 (§ 2 y 3) se establece que válido el

                                                            59    Bañares,  Juan  Ignacio,  Bosch,  Jordi.  Consentimiento  matrimonial  e  inmadurez  afectiva:  actas  del  VI  simposio 

internacional  del  Instituto  Martín  de  Azpilcueta  (Pamplona  3‐5  de  noviembre  de  2004).  España.  2009.  Pág.  39. http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=10306849&ppg=39  Consulta: 11‐06‐2011 

60 Bianchi, Paolo. Op Cit. Pag. 201. Consulta: 11‐06‐2011.   

37  

matrimonio condicionado a hechos del pasado o presente, y que para ello

debe contarse con licencia escrita del Ordinario del lugar (obispo).

Eventualmente, se han producido algunos casos en los cuales el objeto

de los procesos de declaración de nulidad matrimonial, es alegar el

incumplimiento del cónyuge ante el acaecimiento de un hecho futuro e

incierto, por ejemplo, el haber prometido previo a la celebración del

matrimonio, por parte uno de los cónyuges a no vivir en la casa de los

suegros, y después no sé cumpla, a no asistir o no convertirse a la

denominación religiosa de sus padres distinta a la católica, si ha tenido o no

una determinada enfermedad, entre otros.

3.2. El contrato matrimonial

El contrato considerado como un acuerdo de voluntades, está compuesto por

tres elementos esenciales, a saber: a) el consentimiento; b) la capacidad; y c)

la causa o el objeto (forma). En el caso del matrimonio, la celebración del

contrato se escapa a toda formalidad que un contrato por escrito podría

requerir o exigir. Por lo que, tácitamente se establecen incluidos los

elementos esenciales anteriormente descritos dignos de todo contrato, al del

matrimonio, por lo que, ante el estudio de su nulidad éste se fundamentará en

cuanto así existe un vicio en el consentimiento (impedimentos), incapacidad

(psiquíca o física -edad), y la formalidad en la celebración del matrimonio.

Como complemento a lo anterior, la Constitución Sacrosantum

Concilium61, en el numeral 78 establece que el matrimonio habitualmente debe

celebrarse dentro de la misa (aunque deja claro la opción de celebrarse también

sin misa, bajo la observación ciertos requisitos). Los elementos exigibles para la

celebración del matrimonio canónico consisten en:

                                                            61  Constitución  Sacrosanctum  Concilium  Sobre  La  Sagrada  Liturgia.    http://www.vatican.va/archive/hist_ councils/ii_vatican_council/documents/vat‐ii_const_19631204_ sacrosanctum‐concilium_sp.html  Fecha: 17‐10‐2011 

38  

a) La declaración de consentimiento por cada una de las partes de contraer

matrimonio y la ratificación del sacerdote;

b) La bendición del anillo que el novio recibe de manos del sacerdote para

que lo coloque en la mano izquierda de la novia;

c) Unos versículos breves y una oración final de bendición nupcial.

Por su parte, en cuanto a la LPCCDC de la CE en el a. 17 se establece

la normativa que rige para Guatemala relativa al sacramento del matrimonio,

estructurándose de la siguiente manera: a) lineamientos generales en el a.

17.1 (matrimonio de extranjeros, trámites matrimoniales en otras diócesis,

examen de los contrayentes y proclamas, tiempo para la presentación y

examen de los contrayentes, documentación requerida, requisitos previos e

inmediatos, materia del examen, examen de testigos, compilación del

expediente matrimonial, información de la preparación del matrimonio,

responsables de la investigación pre-matrimonial, edad mínima para contraer

matrimonio); b) disposiciones específicas para la celebración del matrimonio

canónico, a. 17.2; c) disposiciones relativas a los matrimonios mixtos y por

disparidad de cultos, a. 17.3; d) disposiciones relativas a la dispensa de la

forma canónica, a.17.4; y e) disposición relativa sobre la promesa de

matrimonio, a. 17.5.

3.3. La nulidad matrimonial y sus causas.

Como se ha visto, la libertad del consentimiento es la causa eficaz en el

vínculo conyugal, reconocido como un acto jurídico trascendente, pero aun

cuando es considerado como elemento esencial o más decisivo para la

validez del pacto conyugal, hay que tener también presente, que cualquier

circunstancia anómala en los demás elementos del matrimonio, es susceptible

de una declaración de nulidad. Es por ello, que se tratará por separado

categóricamente las causas que podrían ser indicio a una declaración.

39  

La nulidad es tratada como una violación a los requisitos esenciales que

constituyen el matrimonio, sufriendo el contrato sacramental de un grado de

invalidez, que dependerá del caso en específico sujeto a la declaración de

nulidad per se o a la convalidación matrimonial.

Es necesario recalcar que la ineficacia en dicho contrato sui generis, en

primer término, puede ser invocado por cualquier persona, por cualquiera de

los contrayentes o por ambos.

En el primero de los casos se da cuando la violación, omisión o

ausencia de impedimento, es considerada de relevancia pública, como sucede

en la causal de impedimento por parentesco, o por haber contraído

anteriormente matrimonio; y en el segundo de los casos, por un interés

particular de los contrayentes, es decir cuando el acto de voluntad ha sido

afectado por error, dolo, violencia, simulación, miedo.

En el segundo caso, la nulidad no puede ser un asunto sometido a

decisión de los contrayentes o de terceros interesados, sino que debe ser

conocido, probado y resuelto por la autoridad competente, toda vez que es

necesaria una sentencia que la declare formalmente, pues el matrimonio goza

del favor del derecho, y ante la duda se ha de estar por la validez del mismo,

mientras no se pruebe lo contrario (c. 1059).

3.3.1. Nulidad por vicios del consentimiento.

Según Alfredo Gárate62 dentro del consentimiento matrimonial se debe de

entender por vicios “aquellas categorías jurídicas que impiden que el

consentimiento pueda desplegar toda su eficacia creadora del matrimonio”. El

vicio es una situación anómala que viene alterar la naturaleza y esencia del

matrimonio, el cual, una vez probado inválida el matrimonio.

                                                            62  García  Gárate,  Alfredo.  El  matrimonio  canónico  en  su  dimensión  sustantiva  y  procesal.  España.  2008.  Pág.  133. http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=10224074&ppg=133  Consulta: 18‐06‐2011. 

40  

Debemos recordar en todo momento que el matrimonio canónico es

pues, un contrato entre un varón y una mujer, el cual perfeccionado, adquiere

su naturaleza de sacramento.

a) Incapacidad consensual. (c.c. 1095)

El CIC en el c.c. 1095 establece como incapacidades para contraer

matrimonio tres situaciones específicas en relación a la incapacidad

consensual, siendo: “1º. Quienes carecen de suficiente uso de razón; 2º.

Quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio hacer de los

derechos y deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de

dar y aceptar; 3º. Quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del

matrimonio por causas de naturaleza psíquica”.

Estas incapacidades para contraer matrimonio manifiestan su esencia

en el acto interno lesionado por una enfermedad mental (de índole médica) o

producto de trastornos temporales o permanentes (de índole psiquiátrico), y

no tanto grado intelectual de la persona, es decir, la capacidad exigente e

idónea que debe tener el contrayente para manifestar externamente su

voluntad acorde al entendimiento, discernimiento, y comprensión total de los

derechos y obligaciones que nacen del matrimonio. Además, es necesario

que esa incapacidad consensual exista en el momento de su celebración, y

no sea anterior o posterior al mismo.

A manera de aclaración es importante señalar que, si bien es cierto,

estas situaciones pueden conducir también a la nulidad del acto, no son

catalogadas como impedimentos, toda vez que manifiestan anomalías

graves en la mente de la persona, y no de situaciones que surgen por

relaciones personales externas que señalan la inhabilidad legítima para el

contrayente (parentesco, rapto, edad, impotencia anterior y perpetua).

41  

i. Carencia de suficiente uso de razón. (c.c.1095 § 1º)

Según Lombardia y Arrieta63, las personas carentes de suficiente uso de

razón son aquellas personas afectadas “por una enfermedad mental -con

independencia de su índole congénita o adquirida, endógena o exógena, o

de su pretendida relevancia global o sólo matrimonial-, están privados, en

el momento de prestar el consentimiento, del uso expedito de sus

facultades intelectivas y volitivas imprescindibles para emitir un acto

humano”.

Del concepto anterior contemplamos dos posiciones, la primera,

aquellas personas afectadas por una enfermedad mental permanente o

temporal (esta última de lapsos continuos o altamente prolongados,

también denominada habitual) y la segunda aquellas personas que

padecen de una perturbación psíquica transitoria o momentánea, la cual

coadyuva a diferir en la libertad de declarar conscientemente del acto que

se está llevando a cabo. En esta última, la persona usualmente está en su

uso de razón y al momento de consentir carece del mismo.

Esta privación en el uso de razón originada por una perturbación

psíquica, debe provocar en la persona la pérdida del control en sí mismo,

el estar inconsciente de sus actos emitidos por su voluntad y de su

intelecto, y por lo tanto, no se consideran como actos humanos emitidos a

plenitud y con responsabilidad, constitúyase o no enfermedad mental

según opinión médica.

Los casos más comunes que encajan en esta situación son: la

drogadicción, alcoholismo, estado tóxico, esquizofrenia, embriaguez,

sonambulismo, hipnosis, ataque epiléptico, etc. Concluyéndose en este

apartado estableciendo que estando privado en el uso de razón, al no ser

dueños de sí mismo, no pueden ejercer plenamente sus derechos. A esto

último, hay que agregar que el CIC en su canon 99, establece la igualdad

                                                            63 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 655. 

42  

o equiparación a un infante (menor de 7 años) a quien carece

habitualmente de uso de razón.

ii. Discreción de juicio y defecto grave. (c.c.1095 § 2º)

Manifiestan Lombardia y Arrieta64 que “la discreción de juicio no se refiere

tanto a la riqueza cognoscitiva o percepción intelectual suficiente, cuanto a

aquel grado de madurez personal que permite al contrayente discernir

para comprometerse acerca de los derechos y deberes matrimoniales

esenciales”; y continúan indicando que “la expresión defecto grave hace

referencia a la discreción de juicio, que es un concepto jurídico. Por lo

tanto, no es la gravedad de la anomalía psíquica –concepto médico y

supuesto de hecho-, sino la gravedad del defecto de la discreción de juicio

la causa de la incapacidad consensual y de la nulidad del acto”.

Lo que resalta en esta incapacidad para prestar un consentimiento

válido que produzca a su vez la nulidad del acto, es la no existencia de

sensatez, discernimiento que conduzca a la plenitud de la persona, en

cuanto al profundo conocimiento de la institución del matrimonio, las

consecuencias y efectos que conlleva su declaración (consentimiento), y

no tanto, el coeficiente de la persona.

Por lo tanto, se debe recalcar que el cumplimiento del contrato

matrimonial requiere de su conocimiento a cabalidad y un grado de

madurez por parte los contrayentes, para que se vuelvan efectivos los

derechos y deberes esenciales del matrimonio que se han prometido

realizarse fiel y mutuamente; y la gravedad en el defecto del acto

psicológico.

                                                            64 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 656 

43  

iii. Incapacidad de asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por

causa de naturaleza psíquica. (incapacitas assumendi). (c.c.1095 § 3º)

Esta incapacidad del consentimiento, denota la existencia en la persona

de anomalías psíquicas, que vienen afectar la relación matrimonial por la

imposibilidad de asumir sus obligaciones matrimoniales, de las cuales, no

se sabe hasta la experimentación en la convivencia marital.

Expone Lombardia y Arrieta65, que dentro de la incapacidad de

asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causa de naturaleza

psíquica, ”el legislador acoge, como incapacidad consensual y causa de

nulidad, una serie compleja de anomalías psíquicas (entre las que

destacan los trastornos psicosexuales, si bien los supuestos fácticos no se

agotan en ellos) que afectan a la estructura personal del sujeto, quizás sin

privarle del suficiente uso de razón, ni impedirle directa y claramente su

discreción de juicio o discernimiento acerca del objeto del consentimiento,

aunque sí produciendo en él una imposibilidad psicopatológica de asumir,

haciéndose cargo en forma realmente comprometida y responsable, las

obligaciones esenciales del matrimonio”.

Como obligaciones esenciales del matrimonio se deben indicar las

siguientes: a) el acto conyugal o unión carnal; b) el auxilio mutuo y la

comunidad de vida y amor como resultado de la unión entre sí, la cual,

conlleva a la no separación conyugal, la generación de la prole, los bienes

mutuos; c) la educación de la prole en la comunidad conyugal.

De lo anterior, se debe señalar que la exigencia de estas

obligaciones va dirigida a ambos contrayentes, que las mismas deben ser

permanentes, continuas, exclusivas e irrenunciables. Además hay que

añadir, que el incumplimiento de estas obligaciones va relacionado

siempre con la voluntad interna de la persona, por lo que, la prueba dentro

del proceso debe aportar la existencia para cada caso concreto de la

                                                            65 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 657 

44  

causa de naturaleza psíquica. Uno de los casos que más presta atención

es la homosexualidad (cuando con el matrimonio, se trata de encubrir la

realidad sexual por conservar su estatus familiar o social), la psicosis,

fobias (sexuales, al embarazo o al cuidado de los hijos).

b. Ignorancia. (c.1096.)

Este canon en sí realza la necesidad de no ignorar la consistencia del

matrimonio, y sus fines, para que pueda haber consentimiento matrimonial.

De ahí que se desprende dos elementos que no deben de pasar

desapercibidos para los contrayentes:

1) Que se debe tener previo conocimiento que el matrimonio es un consorcio

entre un varón y una mujer, dando lugar la existencia de la sociedad

conyugal bilateral que nace de un contrato matrimonial, en la cual,

compartirán su vida personal, propondrán planes, proyectos y metas en

común; y

2) Que dicha comunidad conyugal debe de ir encaminada a la procreación de

los hijos mediante cierta cooperación sexual, pues es importante en el

matrimonio la descendencia haciéndose hincapié de la colaboración en el

contacto genitales, para lo cual no es necesario tener un conocimiento

amplio sobre la cópula.

Por último, se establece que es después de la infancia (a partir de los 7

años) donde la ignorancia ya no presume (el c. 97 § 2 establece que hay

presunción de que tiene uso de razón). Aunque en el caso del menor este

no tiene el pleno ejercicio de sus derechos, por lo que, para contraer

matrimonio deberá contar con la autorización de sus padres o tutores o del

Obispo diocesano, debiéndose mencionar que como veremos más adelante

debe de ser el varón mayor de 16 años y la mujer mayor de 14 años, de lo

contrario tienen impedimento.

45  

c. Error. (c.c. 1097 y 1099).

El error consiste en una falsa creencia, representación de un objeto, en la

cual, la persona efectúa un juicio fuera de toda realidad, es decir, existe una

falta percepción entre lo que ve, piensa o imagina y la realidad.

El Código establece varias clases de errores, a saber:

a) Error en Persona: El c. 1097 § 1, establece que el error acerca de la

persona hace inválido el matrimonio. Obviamente, si la identidad de la

persona es distinta a la conocida, estamos ante una distorsión de la

verdad sobre el aspecto físico del contrayente, como podría suceder en el

caso de gemelos (monocigóticos);

b) Error por una cualidad directa y principalmente pretendida en la

persona: El c. 1097 § 2 establece como primicia que no dirime el

matrimonio si se trata de justificar el error por una cualidad de la persona,

aun cuando sea objeto del contrato; dejando la salvedad de que esta

cualidad sea directa y principalmente pretendida. Sobre este punto afirma

Alfredo Gárate66 que esta excepción como vía extraordinaria que deja el

Código se debe de entender porque las cualidades “forman parte de su

personalidad y, en definitiva, sirven para identificarla”; y

c) Error en cuanto a las propiedades esenciales del matrimonio,

determinantes por la voluntad (error determinans): El c.1099 establece una

excepción por error en derecho, al contemplar que el error acerca de la

unidad, indisolubilidad o dignidad sacramental del matrimonio, no vicia el

consentimiento, con tal que no se determine el acto de voluntad del sujeto.

Esa determinación se debe a que el consentimiento es un acto de

voluntad y no cuestión del entendimiento del contrayente.

                                                            66 García Gárate, Alfredo. Op. Cit. Pág. 136 

46  

d. Dolo. (c.1098.)

Según Alfredo Gárate67 el dolo es: “todo engaño o maquinación que, por su

naturaleza, determine la voluntad matrimonial. Lo característico del dolo es

que da lugar a una voluntad artificial: quien inicialmente no quiere casarse,

decide finalmente hacerlo. Su voluntad no es real, no responde en su

formación a un verdadero proceso personal sino que es ficticia”.

En el c. 1098 se establece que el engaño es provocado por un tercero,

acerca de una cualidad del otro contrayente, lo cual lo diferencia a la causal

de error en cualidad determinante anteriormente establecido, siendo en esta

última el propio contrayente el que provoca esa falsa apariencia en su mente

de la realidad verdadera.

Para que encaje la figura del dolo como causal de nulidad matrimonial

es necesario que se relacionen ciertos elementos, para lo cual, se extrae a

continuación las ideas sustanciales que Lombardia y Arrieta68 proporcionan,

siendo que:

1. El sufrimiento del sujeto paciente del dolo recaiga sobre error en la

cualidad del otro contrayente;

2. El error en cualidad sea consecuencia directa de un engaño causado

intencional y conscientemente por un tercero, ya sea por una acción u

omisión;

3. El engaño intencionado sea perpetrado para conseguir del contrayente su

consentimiento; y

4. La gravedad de la cualidad del contrayente esté relacionada

objetivamente con la perturbación en el consorcio de vida conyugal, su

esencia, propiedades y fines.

                                                            67 García Gárate, Alfredo. Op. Cit. Pág. 139 68 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 661 

47  

Por último, la doctrina canónica establece que la causal de dolo en la

cualidad de la persona, afecta de manera directa el intelecto del contrayente

e indirectamente su voluntad, y que a su vez, se resalta la falta de libertad a

plenitud que se ocasiona a quien lo sufre.

e. Simulación total o exclusión parcial. (c.1101)

La simulación consiste en la manifestación externa contrario al acto de

voluntad interna (que se quiere o se desea). Esta simulación puede ser total

o parcial. En el primero de los casos se está ante el deseo interno del

contrayente de no querer contraer matrimonio, el cual no se refleja en el

momento de la celebración del matrimonio, toda vez que las palabras o

signos que se utilizan indican la aceptación del mismo, ante esto al no poder

conocer la voluntad interna del sujeto el c. 1101 § 1 lo presume. Mientras

que la simulación parcial, se refiere a la exclusión del matrimonio, o de un

elemento o propiedad esencial del mismo, ya sea por parte de uno o ambos

contrayentes por medio de un acto positivo, es decir, la idea de no tener una

relación sólida, la cual no se enfoque en la unidad o en la indisolubilidad (la

separación de cuerpos), por lo cual se contrae inválidamente, según lo

establece el mismo en el § 2.

f. Violencia o por miedo grave. (c.1103)

Para Paolo Bianchi69 la violencia física es “aquella acción de alguien que

materialmente constriñe la voluntad de otro para realizar algo no querido y

que representa un defecto completo del consentimiento, porque quien es así

violentado no tiene posibilidad alguna de oponerse.”

Según este autor este tipo de causal no es frecuente para que se

efectúe debe de existir violencia simultánea en la celebración no solo del otro

                                                            69 Bianchi, Paolo. Op Cit. Pag. 31. Consulta: 16‐06‐2011. 

48  

contrayente, sino del asistente, testigos y demás personas presentes en la

boda, o en su caso la existencia de complicidad de todos los presentes de la

violencia que recae en el consentimiento del contrayente.

El c. 1103 establece que es inválido el matrimonio contraído por

violencia o por miedo grave proveniente de una causa externa, incluso no

inferido a propósito, para librarse del cual alguien se vea obligado a elegir el

matrimonio.

Es importante resaltar para que se produzca violencia esta debe ser

exteriorizada físicamente, es decir, una fuerza externa, de lo contrario si

fuere psicológica o moral estamos ante un miedo grave, lo cual, no deja de

ser violencia también pero como causal debe estar relacionado por el

trastorno o consternación en la conducta del contrayente afectado. De ahí

que se defina al miedo grave como aquel estado emocional debilitado y

transgredido que sufre el contrayente a raíz de la conducta externa del otro

contrayente o de un tercero, infringiéndose así la libertad de emisión en el

consentimiento, ante las amenazas verbales graves que distorsiona la mente

del contrayente afectado.

El derecho a contraer matrimonio es un derecho que debe ser

ejercitado de la libre decisión de la persona, por lo cual, esta demás

mencionar que en dicha decisión cabría únicamente el sano y buen consejo

de terceros (familiares, amigos, sacerdote), mas no una imposición de lo que

le conviene o en el peor de los casos de lo que debe hacer, imponiéndose un

abuso de autoridad paternal o de confianza. El acto de voluntad interna

debe de coincidir con la exteriorización por medio del lenguaje oral o por

medio de señas y escrito.

Por otra parte, es necesario mencionar que el miedo también puede ser

producto interno del contrayente, sin que exista presión externa, el cual

puede devenir por un sentimiento de culpa y en busca de un matrimonio

reparador como es llamado en la doctrina. Y concluyendo este apartado, no

49  

olvidar que el miedo debe de catalogarse como grave, es decir, que exista la

posibilidad de que se produzcan las amenazas y que el temor se tal, que se

vea obligado el sujeto a emitir su consentimiento para contraer matrimonio.

3.3.2. Nulidad por impedimentos

Por impedimento debe entenderse aquellas situaciones especiales que

inhabilitan a una persona para realizar un determinado acto por encontrarse

comprendida en una de ellas.

Las causales establecidas en los cánones como impedimentos son

iguales a las reguladas en nuestro ordenamiento jurídico civilista. Aunque hay

que resaltar que el Derecho Canónico contempla algunas situaciones muy

propias de su rama. Es así como se observan impedimentos como el de

pública honestidad (c. 1093), disparidad de cultos (c. 1086), voto público y

perpetuo de castidad en un instituto religioso, (c. 1088), vínculo o ligamen (c.

1085).

Dentro de la clasificación de los impedimentos la doctrina civilista

establece que pueden ser impedientes o dirimentes. Los impedimentos

impedientes son aquellos que atacan la ilicitud del acto pero no su validez, en

ese sentido si la situación anómala contemplada como impedimento se diere,

el acto sería ilícito y válido. Ante ello el matrimonio subsiste y lo que cabe es

una sanción al funcionario celebrante y a las personas culpables, por ejemplo,

el matrimonio del menor de 18 años sin el consentimiento expreso de sus

padres, etc., causales establecidas en los artículos 89 y 90 del Código Civil

guatemalteco, Decreto-Ley 106. Mientras que los impedimentos dirimentes no

solo atacan la ilicitud del acto (la prohibición) sino que hacen ineficaz el

consentimiento dado, por lo que, el acto una vez probado se resolverá que él

mismo nunca nació a la vida jurídica. Gianfranco Ghirlanda70 expone que el

                                                            70 Ghirlanda, Gianfranco. Op. cit. Pág. 410. 

50  

impedimento dirimente es “una ley de derecho divino o humano, por el que

una persona, sobre la base de una circunstancia objetiva, resulta inhábil para

contraer válidamente matrimonio en general o un matrimonio en particular”

Ahora bien dentro del ordenamiento jurídico canónico vigente, se observa

una exclusión a las causales impedientes, toda vez que se mencionan

únicamente a los impedimentos dirimentes; aunque hay que señalar que para

algunos autores se contemplan tácitamente algunos casos de impedimentos

impedientes como lo es el matrimonio mixto, o la subsanación del

impedimento por medio de la convalidación matrimonial.

A continuación, se mencionarán las causales que se contemplan dentro

de los cánones como impedimentos.

a) En atención a circunstancia biológica de la persona.

i. Edad (16 años para el varón y 14 para la mujer. c. 1083)

La edad como ya se hizo mención en otros apartados es fundamental para

la toma de decisiones, partiendo que es el mayor de edad el que tiene el

pleno ejercicio de sus derechos (c. 98), adquiriendo esa mayoría a los 18

años (c. 97). Pero el menor de edad puede hacer uso a dispensa de

algunos derechos siempre y cuando estén representados por sus padres o

tutores (c. 98 § 2). A esto se complementa el límite de edad para contraer

matrimonio, a sabiendas de que no lo puede hacer el varón menor de 16

años y la mujer menor de 14 años. Asimismo, el c. 1081 § 2 regula que la

CE pueda establecer una edad mayor para la licitud de la celebración. Esta

regulación en cuanto a la edad tiene su razón de ser, por ser conscientes

de que exista una madurez biológica y psíquica entre varón y mujer.

51  

ii. Impedimento de impotencia antecedente y perpetua. (c. 1084)

Como impotencia se debe entender la imposibilidad del varón o mujer de

realizar la cópula o acto conyugal. En cuanto a esta causal es primordial

identificar cuando el contrayente adquiere la impotencia, aún cuando no sea

del conocimiento del él o del otro contrayente, es decir, si es una

enfermedad adquirida con anterioridad a la celebración del matrimonio, o si

la misma viene posteriormente.

El CIC establece como requisitos para que se dé la nulidad por medio

de esta causal, que la impotencia además de que sea anterior a la

celebración del matrimonio, sea perpetua y cierta. En el caso, de que fuere

posterior, no cabría nulidad, pero cabría la posibilidad de solicitar la

disolución del matrimonio rato no consumado.

En cuanto a la perpetuidad se refiere, la impotencia no debe de tener

cura por ningún medio posible; y en tanto a la certeza que debe existir,

pues si es dudoso, no podría hacerse uso de esta causal para impedir la

celebración del matrimonio, ni su nulidad después de la celebración.

Por último, es importante diferenciar la impotencia con la esterilidad,

pues mientras la primera consiste en una incapacidad para la cópula

conyugal, la segunda, ataca la fecundidad, es decir, la imposibilidad de la

procreación. No siendo considerada la esterilidad como una prohibición o

impedimento para el matrimonio, salvo que la situación encuadre dentro de

un dolo provocado por la cualidad del otro contrayente, más si es

considerada como causa de nulidad al tenor de lo que se contempla en el c.

1098 (error doloso).

52  

b) Que surgen por relaciones jurídicas existentes con prohibición

i. Impedimento de vínculo o ligamen. (c. 1085)

Esta clase de impedimento es uno de los más conocidos por la lógica que

encierra el mismo, el cual consiste en que mientras exista un matrimonio

válidamente celebrado uno de los contrayentes no puede contraer otro

matrimonio con otra persona, siendo no permitido sería celebrado

inválidamente. Agrega el c.c. 1085 que no sería válido el segundo presunto

matrimonio aun cuando no hubiere sido el primero consumado; o cuando

todavía no ha sido legítimamente declarada como nulo o disuelto el

matrimonio.

A diferencia de los matrimonios occidentales donde si es permitido en el

caso del hombre contraer varios matrimonios con distintas mujeres, el

cristianismo, se reserva un único matrimonio que tiene su fundamento

principal en el misterio de Cristo, como la unidad.

ii. Impedimento de disparidad de cultos. (c. 1086)

Como disparidad de cultos se entiende la divergencia existente entre dos

personas, una de ellas que ha sido integrante de la Iglesia por haber

recibido válidamente el sacramento del Bautismo, mientras que la otra no.

A esto hay que, mencionar que la invalidez del matrimonio por disparidad de

cultos se debe principalmente por la no aceptación de la Iglesia en la

condición de infiel que trae inmersa la parte no católica, por no compartir la

misma fe, y asimismo, por la falta de dispensa (licencia) de parte de la

Iglesia para la celebración del matrimonio.

En este último caso, la Iglesia acepta como ya se ha visto la dispensa

del matrimonio mixto, cuando hay un compromiso de cumplir con ciertas

condiciones contemplados en los c.c. 1125 y 1126, las cuales se resumen

en que la parte católica declare que evitará cualquier peligro de apartarse

de la fe que profesa, que los hijos sean bautizados y educados como

53  

manda la Iglesia, que estas promesas sean del reconocimiento consciente

de la parte no católica y la instrucción de ambas personas de los fines y

propiedades esenciales del matrimonio; por último que quede constancia de

las declaraciones y promesas anteriores por parte de la Conferencia

Episcopal.

Recientemente este canon ha sufrido una reforma en conjunto con los

c.c. 1117 y 1124 en cuanto a la supresión de la frase “y no se ha apartado

de ella por acto formal”, la cual  da a entender que aun cuando la parte

bautizada o recibida en el seno de la Iglesia Católica se haya apartado de la

misma por acto formal, continúa obligada a la normativa jurídica del

matrimonio canónico, y por lo tanto, el matrimonio continua siendo válido.

La duda del bautismo también es contemplada en el c. 1086, la cual,

ante no se pruebe la misma, goza del favor del derecho la validez del

matrimonio. A esto último, hay que traer a relación, que el bautismo se

recibe una única vez, y ante la duda del mismo, el CIC contempla en el c.

869 el bautismo bajo condición, el cual significa que ante la duda de si la

persona esta bautizada o si fue válidamente celebrado, el ministro deberá

emplear la fórmula de bautizar bajo la condición de no haber sido bautizado

con anterioridad.

iii. Impedimento por orden sagrado o por voto público perpetuo de castidad.

(c.c. 1087 y 1088.)

En el plano de la vocación del ser humano con el fin de vivir a plenitud, se

distinguen como sacramentos, el matrimonio y el orden. El matrimonio

creado como un instrumento más para la convivencia mutua entre hombre y

mujer, la cual tiene su origen de la palabra de Dios que en la creación nos

infiere que no es bueno que el hombre este solo (Gen. 2, 18); y en el lado

opuesto, el llamado a la vida religiosa y entrega total al servicio de los

demás, ya sea por haber nacido con ese don, o por mérito, esfuerzo,

54  

sacrifico y amor a Dios consagran su vida voluntariamente para la

construcción de su Reino.

Es por ello sin entrar más a detalle que son impedimentos latentes

para contraer matrimonio, el haber sido ordenado diácono o presbítero o

haber hecho voto público perpetuo de castidad en un instituto religioso. De

la misma manera, existen impedimentos para recibir el sacramento del

Orden, el no estar casado (c.c. 1037, 1041 4º, y 1042).

c) Impedimento posterior que surge por la comisión de un delito. (c.c. 1089 y 1090)

Estos cánones establecen que no se podrá celebrar matrimonio, cuando se

tenga conocimiento de que una persona haya cometido delito de rapto o

causare la muerte de una persona (homicidio y afines al mismo), y que la

comisión delictiva sea determinante para contraer un nuevo matrimonio.

Se da origen a estos impedimentos, por ejemplo, cuando el hombre

con miras de contraer matrimonio sustrae o retuviere a una mujer; así mismo,

cuando una persona atenta contra la vida de su cónyuge o del cónyuge de

otra persona, con el objetivo de contraer matrimonio nuevamente. Es

importante resaltar dos cosas en el caso del rapto, la primera que los

cánones no establecen edad de la mujer, y en segundo lugar, que se da

únicamente para la mujer raptada que a la fuerza es llevada, salvo que

después ella separada del raptor elija voluntariamente el matrimonio. Por lo

que, no entraría en este caso la fuga que haría la mujer con su novio de la

casa de los padres voluntariamente, como era el caso de la costumbre de los

pueblos (abuelos, e inclusive nuestros padres).

Por último el c. 1090 § 2 establece que “También atentan

inválidamente el matrimonio entre sí quienes, con una cooperación mutua,

física o moral causaron la muerte del cónyuge”; el cual, contempla también el

55  

caso de colaboración de los que pretenden contraer matrimonio, y que

confabulan en la planeación de la muerte del cónyuge de uno de ellos.

En cuanto al individuo que causare la muerte a su cónyuge, estamos

ante un delito contra la vida, contemplado en el art. 131 del Código Penal

guatemalteco, como “Parricidio” en la categoría de homicidio calificado. Y en

el caso de la persona que diere muerte al cónyuge de otra persona con

miras al matrimonio estamos ante el delito de “Asesinato”, que se establece

en el art. 132 del Código Penal, Decreto 17-73 del Congreso de la República

de Gautemala, por haber sido ejecutado para asegurar su resultado y

premeditación conocida.

d) Impedimento que surgen por relación de parentesco (c.c. 1089 y 1090).

El impedimento por parentesco es la clase de impedimento más conocida y

de fácil comprobar, pues será necesaria la documentación y, en su caso, los

testigos los que colaboren en el señalamiento de la veracidad del

parentesco.

El parentesco es la relación o unión que existe entre dos o más

personas, ya sea por un vínculo consanguíneo, matrimonial o que nace a

través de una adopción (conocido también como parentesco legal), y que

origina una serie de derechos y obligaciones para los mismos. Nuestra

legislación guatemalteca contempla esta figura jurídica en los artículos que

van del 190 al 198 del Código Civil.

Para determinar la existencia del parentesco entre dos o más

personas, nace el término de grado, el cual consiste en la distancia que hay

entre un pariente y otro hasta el tronco común de ambos individuos, que

coincide con una generación, línea, que consiste en la serie de grados o

generaciones que vienen de un ascendiente común.

56  

La línea puede ser recta, es decir la relación directa que asciende o

desciende de un pariente a otro y que comparten un tronco en común, y/o

colateral (llamada también transversal), aquella relación indirecta por no

descender un pariente de otro, pero que siempre proviene de un ascendiente

común. Por ejemplo, de la línea recta o directa ascendiente, el tatarabuelo,

bisabuelo, abuelo, padre, y en la línea recta o directa descendiente, el hijo,

nieto, bisnieto, tataranieto; y en la línea colateral, primos y tíos.

En cuanto se refiere al parentesco de consanguinidad, se sustraen

algunos aspectos importantes del c. 1091, siendo: a) la existencia de nulidad

matrimonial en línea recta, entre los ascendientes y descendientes, tanto

legítimos como naturales; b) la nulidad matrimonial en línea colateral, hasta

el cuarto grado (la figura de primos hermanos); y c) la dispensa que nunca se

da ante la duda sobre si las partes tienen parentesco consanguíneo en línea

recta o segundo en la línea colateral.

Otro impedimento por parentesco es el que nace de la adopción, es así,

como el c. 1094 establece que: “No pueden contraer válidamente matrimonio

entre sí quienes están unidos por parentesco legal proveniente de la adopción,

en línea recta o en segundo grado de línea colateral”. La cual desaparece

cuando se extingue la adopción, para ello, hay que estarse a lo contemplado

por la Ley de Adopciones, Decreto número 77-2007 del Congreso de la

República de Guatemala.

Para los casos de concubinato notorio o público, matrimonios inválidos,

el c. 1093 establece un impedimento denominado “de pública honestidad” el

cual surge: “del matrimonio inválido después de instaurada la vida en común,

o del concubinato notorio o público; y dirime el matrimonio en el primer grado

de línea recta entre el varón y las consanguíneas de la mujer, y viceversa”.

57  

3.3.3. Nulidad por defecto en la forma

Esta clase de nulidad consiste en la no contemplación de los requisitos en la

forma de la celebración y validación del matrimonio canónico, en la que se

atiende a los casos específicos, a saber: a) la celebración sin la asistencia del

Ordinario del lugar o en su caso otra persona delegada; y b) por la existencia de

un vicio en el mandato.

Para que un matrimonio canónico sea válido es necesario que se cumplan

con los siguientes requisitos: 1) que el mismo sea asistido por la autoridad

eclesiástica autorizada, pudiendo ser: a) el Ordinario del lugar, b) el párroco, c)

el sacerdote o diácono delegado por uno de ellos, y d) Laicos, (en el caso de

que no hayan sacerdotes o diáconos, siempre y cuando cuenten con la

autorización del Obispo diocesano, previo voto favorable de la Conferencia

Episcopal y obtenida licencia de la Santa Sede); 2) Ante la presencia de dos

testigos; 3) Comprobación del estado de libertad; 4) Observarse los ritos

prescritos en los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia o introducidos por

costumbre legítimas.

Posteriormente al matrimonio se exige las anotaciones cuanto antes en el

registro matrimonial y registros de bautismos donde se encuentran inscritos los

bautismos de los contrayentes, y se deberá anotar, los nombres de los

cónyuges, del asistente y testigos, y el lugar y fecha de la celebración.

Asimismo hay obligación del asistente de notificar al párroco del lugar donde se

administró el bautismo, para que se anote el matrimonio que se ha celebrado.

Se establece que para asistir a la celebración de un matrimonio, el

ministro, ya sea por razón de su oficio o por delegación ordinaria o

extraordinariamente (en el caso, de laicos autorizados para cualquier

matrimonio o para uno en específico, respectivamente), debe estar previamente

facultado y autorizado para llevar a cabo válidamente la misma, de lo contrario

estará actuando ilícitamente y por tanto un mandato viciado. De la misma

58  

manera, si el asistente no se percatar o no le consta el estado libre de los

contrayentes.

Por último, en caso extremo el c. 1116 establece una clase de dispensa

del matrimonio extraordinariamente, sin ministro asistente y con la simple

presencia de dos testigos, dándose este en el caso de peligro de muerte, o

cuando sin que exista peligro de muerte, se prevea prudentemente que esa

situación va a prolongarse durante un mes.

A manera de concluir este capítulo se establece que el contrato

matrimonial, si bien es cierto no se otorga con la formalidad de un contrato por

escrito (con sus cláusulas), cumple con los elementos necesarios y requeridos

por un contrato en general, y en consecuencia, al verse afectado por algún vicio

en el consentimiento, la existencia de un impedimento, o la inobservancia de la

forma canónica, es sujeto a una eventual declaración de nulidad del matrimonio.

Por lo que, habiéndose estudiado las causas que pueden ser invocadas para la

nulidad matrimonial es procedente se estudie el proceso que es necesario llevar

para su declaración formal.

59  

CAPÍTULO 4

PROCESO DE NULIDAD DE MATRIMONIO EN EL DERECHO CANÓNICO:

En el presente capítulo se estudiará lo referente a los tribunales jurisdiccionales

existentes en el derecho procesal canónico, así mismo, el proceso que se debe

de llevar a cabo en cuanto a la declaración de nulidad matrimonial canónico,

distribuido por etapas, tanto en el proceso contencioso ordinario como el

denominado proceso documental.

4.1. Consideraciones generales

La nulidad del matrimonio canónico es un derecho que la Iglesia Católica otorga

a aquella pareja de cónyuges, en la cual, se busca determinar a través de un

procedimiento de declaración, sobre la autenticidad del matrimonio, y por

consiguiente, determinar si existe o no un vínculo matrimonial válido, ya sea

porque media duda o incertidumbre en la forma en que se dieron las condiciones

establecidas como obligatorias en su momento para su existencia, o bien existe

la certeza de su nulidad por constar en un documento que justifique la veracidad

de la nulidad matrimonial.

De allí que sea importante valorar el estudio del derecho procesal

canónico y la conveniencia de interponer o no una demanda de nulidad del

matrimonio canónico. Cuestión que incumbe no sólo a los canonistas, sino más

específicamente al grupo de matrimonios donde la convivencia está en la

incertidumbre de si es prácticamente nula. Esta clase de conocimientos

específicos resultan no solo por lo interesante y apasionado que puede resultar

su estudio, sino porque en todo el orbe existen personas casadas en

concordancia con la Iglesia Católica. De allí que se haga beneficioso y

provechoso para el estudiante de Derecho su estudio a profundidad. La misma

iglesia como pionera de la búsqueda de la verdad debe promover este proceso

como solución en aquellos casos en que la vida conyugal es prácticamente nula,

muchos de sus feligreses sufre, y llevan en silencio una carga, que si se

estudiaran en específico los casos, podrían ser liberados de un tormento.

60  

Antonio Benlloch71 establece que el derecho procesal canónico es

“aquella parte del ordenamiento de la Iglesia, destinada a resolver las

controversias que, inevitablemente, pueden surgir en su seno”; sigue exponiendo

que los derechos y deberes del cristiano necesitan de la tutela y garantía, y

cuando existe conflicto y se considera privado del disfrute de los bienes que la

ley le otorga, sale a su encuentro el proceso.

                                                           

Según Pedro Lombardia y Juan Ignacio Arrieta72, el proceso canónico es

la “serie o sucesión de actos jurídico-formales, celebrados ante tribunal de

justicia, en virtud de pretensión –entendida como acto de reclamación- formulada

en forma como fumus boni iuris, por un sujeto frente a otro, y cuyos actos tienden

a obtener de modo vinculante la declaración o reconocimiento, la constitución

jurídica, o la imposición de conductas, en relación a materias y personas

sometidas al poder jurisdiccional de la Iglesia”.

Existen una gran cantidad de prejuicios que giran en torno al tema de la

nulidad del matrimonio. Los católicos en su mayoría suelen dejar por un lado la

nulidad del matrimonio católico y recurren a un juzgado de familia para

divorciarse, dando por sentado que existe dificultades a granel para poder anular

su matrimonio, arguyendo cuestiones como: el extenso tiempo que abarca el

proceso, solo para determinada clase social -por el costo del proceso, a parte de

la poca información que existe en el medio referente al tema, da motivo para que

muchos consideren imposible la nulidad de su matrimonio.

Hay que aclarar que no todos los abogados posee los conocimientos

necesarios para promover el inicio de dicho proceso, además de contar con

licencia para poder auxiliar en el trámite de declaración de nulidad matrimonial,

por lo que, es necesario que sea un abogado canonista, es decir, que cuente con

un Doctorado o Licenciatura en Derecho Canónico, o en su defecto que cuente

con autorización (del Obispo) para llevar la causa ante los tribunales

Eclesiásticos.

 71 Benlloch Poveda, Antonio. Op. cit. Pág. 619. 72 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 837 

61  

Según Guillermo Cabanellas73 el Abogado Canónico, es “aquel que, con la

autorización episcopal correspondiente, actúa ante el fuero eclesiástico.

Requiérese para tal ejercicio ser católico, no excomulgado, mayoría de edad,

buena fama y ser doctor o perito en Derecho Canónico. Existen habilitaciones

generales y otras para algunas causas, sobre todo las matrimoniales”.

Es preciso establecer primero que un divorcio se promueve ante juzgados

civiles y la nulidad del matrimonio católico ante los Tribunales Eclesiásticos.

Estos tribunales son colegiados, se componen de tres jueces, un defensor del

vínculo, promotor de justicia y un notario (como más adelante veremos).

Debemos considerar que es válido todo matrimonio celebrado mediante el rito

católico mediante sus representantes (sacerdotes) lo cual genera entre los

contrayentes un vínculo que los une hasta la muerte. De aquí surge la primicia

de que toda matrimonio se considera válido mientras no se demuestre lo

contrario, lo cual da lugar a tener que comprobar que este nunca existió (pues

existían causas que lo viciaban desde su inicio) para que se pueda declarar su

nulidad.

Un tribunal eclesiástico de primera instancia será el responsable de diluir

si da a lugar la declaración de nulidad de un matrimonio católico, y será un

Tribunal de Segunda Instancia, quien tendrá que confirmarla, sea por decreto o

por sentencia, ambos tribunales se componen de tres jueces, un defensor del

vínculo y un notario, y en algunos casos un promotor de justicia o fiscal.

Establecemos entonces que en este proceso de nulidad intervienen

mínimo seis Jueces, dos defensores del vínculo, dos notarios y por supuesto los

abogados de la causa.

En la admisión de esta causa no se requiere que los esposos estén de

acuerdo en pedir la nulidad; basta que uno de ellos presente su pretensión para

dar inicio al proceso. Las partes pueden actuar dentro del proceso de manera

                                                            73 Diccionario Enciclopedico de Derecho Usual. Volumen I. Argentina, Buenos Aires. Editorial Heliesta S.R.L.. 1986. 20ª. Edición. Pág. 36. 

62  

activa, lo cual no es obligatorio, ya que la nulidad podrá ser comprobada aun

estando en desacuerdo una de las partes, o bien a pesar de que nunca se

presentare a declarar a pesar de haber sido citado.

El proceso por su naturaleza requiere ser conducido con una absoluta

delicadeza y confidencialidad. Por lo que sólo los miembros del tribunal, los

abogados, promotor de justicia o fiscal, y las partes conocen la causa. Los

testigos sólo responden a las preguntas que se formulen a cada uno y no

conocen las preguntas y respuestas realizadas a los demás testigos o a las

partes. En un proceso de nulidad de matrimonio católico no suelen realizarse

actos simultáneos entre los esposos, de manera que lo más frecuente es que el

proceso termine sin que las partes hayan llegado a cruzarse ni a verse.

La duración de este proceso aproximadamente es de un año y medio, es

decir, doce meses para la primera instancia y seis meses para la segunda

instancia. Esto dependerá del número de causas que exista en cada Tribunal

Eclesiástico y del interés y el impulso que las partes le den. Cuando se eleva a

una tercera instancia, esto hace que estos procesos se prolonguen aún más.

De esta cuenta es conveniente que solo aconsejar a la parte demandante

presentar una demanda de nulidad de matrimonio cuando existan motivos claros

que hagan nulo dicho matrimonio. De lo contrario sería más prudente aconsejar

al asistido no iniciar este proceso para evitar falsas esperanzas y gastos

económicos. Por lo que esto debe de ser determinado en la primera entrevista.

4.2 Los tribunales eclesiásticos

Son aquellos tribunales creados por la Iglesia Católica y organizados, según

un sistema de jerarquías, cuya finalidad es dar garantía de la defensa de sus

fieles. Existen diferentes grados de jerarquía de los tribunales eclesiásticos,

estos se encuentran regulados por el derecho canónico. A saber:

63  

4.1.1 Juez y tribunal diocesano

El c. 1420 faculta y manda a que el obispo diocesano, designe un Vicario

judicial u Oficial con potestad ordinaria de juzgar. Este mismo canon en su

numeral 2 Constituye al Vicario Judicial y al Obispo de la Diócesis como un

solo tribunal. Según el c. 1421 el tribunal está obligado a nombrar jueces

diocesanos, con la condición que estos deben ser clérigos. El c. 1425, reza

que hay causas que se reservan a un tribunal colegiado (de tres jueces).

Siendo la causa que nos interesa la literal b) que se refiere al vínculo del

matrimonio.

4.2.2 Tribunal interdiocesano o tribunal único de primera instancia

El c. 1423 crea la figura del tribunal único de primera instancia, el cual

sustituye a los tribunales diocesanos, para esto los obispos de cada diócesis

se han puesto de acuerdo para la formación de dicho tribunal, medias vez la

Sede Apostólica haya aprobado dicha constitución, quedando todos los

obispos o bien el que ellos hayan designado con las potestades de un juez o

tribunal diocesano, dicho de otra manera aquellas potestades que de no

haberse formado el tribunal interdiocesano le corresponderían sobre su

tribunal. Este mismo canon en su numeral segundo faculta a estos tribunales

para que puedan constituirse en todos los procesos o bien solo para uno o

varios determinados.

4.2.3 Tribunal metropolitano o tribunal de segunda instancia

El tribunal metropolitano es un tribunal de segunda instancia, aunque en

algunas ocasiones podrá conocer en primera instancia, este tiene su sede en

la archidiócesis o arquidiócesis. En relación a la potestad estos tribunales

tienen las mismas que competen al Obispo diocesano sobre su tribunal,

según el c. 1439 § 3. El c. 1438 constituye al tribunal metropolitano como

64  

tribunal de apelación en segunda instancia de los procesos que proceden de

los tribunales de las diócesis que dependen de esta Arquidiócesis. En el § 2

que si la causa se conoció en un tribunal metropolitano como primera

instancia, esta deberá contar con un tribunal establecido y con aprobación de

la Sede Apostólica.

Cabe mencionar que en el caso de los tribunales interdiocesano o de

primera instancia, deberá establecerse un tribunal de segunda instancia, esto

lo hará la Conferencia Episcopal, media vez cuente con la aprobación de la

Sede Apostólica, pero esto no será necesario si las diócesis que componen

dicho tribunal pertenecen a la misma Arquidiócesis.

4.2.4 Tribunal interdiocesano de apelación de segunda instancia

En el c. 1439 § 1 y 2 los tribunales interdiocesanos tienen su origen de la

facultad de la Conferencia Episcopal, constituyéndose en uno o más

tribunales de segunda instancia, media vez la aprobación dela Sede

Apostólica, esto en razón de existan varias diócesis constituidas en un

tribunal diocesano pero que pertenezcan a diferentes Arquidiócesis,

facultando aun así a la CE de crearlo fuera de este caso.

4.2.5 Tribunal de la Rota Romana

Este tribunal está constituido por varios jueces (llamados Auditores), que

juzgan las causas en turnos. Su nombramiento para un proceso

determinado se hace por rotación, de allí que se le conozca con este

nombre al tribunal.

Este tribunal ordinario es constituido por el Supremo Pontífice con el

objeto de recibir apelaciones, esto al tenor del c. 1442. Asimismo, el c. 1444

en sus incisos § 1, 2 y 3, regulan la competencia de este tribunal, en el cual

se hace hincapié que este juzga en segunda instancia, dictándose

sentencias de tribunales ordinarios de primera instancia; también lo podrá

65  

hacer en calidad de tribunal de primera instancia en aquellas causas que han

sido previstas en el c. 1405 § 3; y en por último, puede dictar sentencia

denominándose como tercer o ulterior instancia, por causas juzgadas el

mismo órgano u otro tribunal, a acepción de aquellas que sean cosa juzgada.

La Constitución Apostólica Pastor Bonus en su a. 126 reza que el tribunal

“actúa como instancia superior, ordinariamente en grado de apelación, ante la

Sede Apostólica, con el fin de tutelar los derechos en la Iglesia, provee a la

unidad de la jurisprudencia y, a través de sus sentencias, sirve de ayuda a los

tribunales de grado inferior”74.

4.2.6 Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica

Este Tribunal encuentra su regulación en el c. 1445 § 1. Sus funciones son

más de carácter administrativo, resolver conflictos de competencia, las

causas contra los Auditores de la Rota Romana, por actos realizados durante

el ejercicio de sus funciones y de vigilancia de la correcta aplicación de

justicia, y si fuera necesario proceder contra abogados o procuradores

cuando fuera el caso. La Constitución Apostólica Pastor Bonus, en sus

artículos 122, 123 y 124 desarrollan de manera más explícita sus funciones.

4.3 De los Tribunales Eclesiásticos competentes en las causas de Nulidad del

Matrimonio

El derecho canónico encuadra el proceso de nulidad matrimonial dentro de

los procesos especiales. Pues por su naturaleza es preciso considerar

algunas características especiales, como lo sería el tribunal competente para

juzgar.

                                                            74  Constitución  Apostólica  Pastor  Bonus. De  S.S.  Juan  Pablo  II    sobre  la  curia  romana.  Vaticano.  Libreria  Editrice  Vaticana. http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_constitutions/documents/hf_jp‐ii_apc_19886028_pastor‐bonus_sp.html  Consulta: 14‐07‐2011 

66  

En Guatemala figuran dos tribunales eclesiásticos que conocen la

materia de nulidad matrimonial. El primero de ellos se encuentra ubicado en

la ciudad de Guatemala, el cual conoce en primera instancia el proceso de

declaración de nulidad matrimonial; el segundo tribunal tiene su sede en el

departamento de Quetzaltenango, el cual conoce en segunda instancia el

proceso el recurso de la Apelación, en cuanto a la confirmación del decreto

dictado por el primer tribunal.

Al tenor del c. 1673 se ha de considerar que para las causas de nulidad

de matrimonio no reservadas a la Sede Apostólica, son competentes:

1º El tribunal del lugar en que se celebró el matrimonio

2º El tribunal del lugar en que el demandado tiene su domicilio o

cuasidomicilio;

3º El tribunal del lugar en que tiene su domicilio la parte actora, con tal de

que ambas partes residan en el territorio de una misma Conferencia

Episcopal y dé su consentimiento el Vicario judicial del domicilio de la

parte demandada, habiendo oído a ésta;

4º El tribunal del lugar en que de hecho se han de recoger la mayor parte

de las pruebas, con tal de que lo consienta el Vicario judicial de la parte

demandada, previa consulta a ésta por si tiene alguna objeción.

El c. 1673 excluye de la obligatoriedad de juzgar algunas causas

previamente establecidas a los tribunales ordinarios por considerar que estas

son facultades preservadas a la Sede Apostólica. El c. 1405 enumera cuales

son estas facultades, y para nuestro estudio hemos de considerar únicamente

el inciso número 1 de este canon, que manifiesta que es exclusivo derecho del

Romano Pontífice juzgar causas de quienes ejercen la autoridad suprema de

un Estado.

67  

Pueden existir dentro del ordenamiento canónico tribunales con igual

competencia para juzgar un mismo asunto, pero se da la primicia a aquel que

primero citó al demandado, esto a manera de duda de un alegato futuro por

razón de competencia. El c. 1415 establece que por razón de la prevención,

cuando dos o más tribunales son igualmente competentes, tienen derecho a

juzgar la causa el que primero citó legítimamente al demandado.

Siempre en relación a la competencia, el c. 1512 § 2 manifiesta que: la

causa se hace propia de aquel juez o del tribunal ante el cual se ha entablado

la acción, con tal de que sean competentes. Este canon termina por definir a

quien corresponde juzgar en aquellos casos en que existan diferentes jueces

o tribunales con igualdad de competencia, haciéndola propia del juez o

tribunal sobre quien recayó la causa.

4.4 Proceso Contencioso Ordinario de Declaración de Nulidad Matrimonio

Canónico (ver: Anexos 3 y 4)

El CIC establece en el Libro VII ciertas clases de procesos a llevar ante un

juez o tribunal eclesiástico, de esta cuenta existe un juicio contencioso, el

cual, puede ser ordinario u oral. Así mismo, se contemplan procesos

especiales, los cuales según Lombardía y Arrieta75, “son juicios contenciosos

especiales por razón de la materia jurídica encausada”, en estos se

contemplan el proceso de nulidad del matrimonio y el proceso documental.

Seguidamente, se contemplan procesos contenciosos especiales de: a)

separación de cónyuges, permaneciendo al vínculo (c.c. 1692 al 1696); b)

dispensa del matrimonio rato y no consumado (c.c. 1697 al 1706); c) sobre la

muerte presunta del cónyuge (c. 1707); d) nulidad de la sagrada ordenación

(c.c. 1708 al 1712). Por último, el proceso penal (c.c. 1717 al 1731).

                                                            75 Lombardia, Pedro y Juan Ignacio Arrieta.  Op. cit., Pág. 903  

68  

Para determinar en qué clase de proceso se deberá llevar la causa de

nulidad matrimonial manifestada, dependerá de si se acompaña o no un

documento que acredite y pruebe la causal invocada. Es por ello, que se ha

contemplado un “proceso de declaración de nulidad del matrimonio” (Véase

ANEXOS 4 Y 6) para los casos en los que se impugna el matrimonio (no existe

documento justificativo de causal), y otro, denominado “proceso documental”

(Véase ANEXO 5). Este último, se asemeja para dar una idea, al proceso

ejecutivo en la vía de apremio, pues en este debe existir un documento eficaz en

el que se verifique a toda luz el impedimento que justifica el derecho de entablar

la demanda de nulidad matrimonial, y por lo consiguiente, el proceso es rápido y

no sujeto a una segunda sentencia (apelación), mientras que como se verá más

adelante en el proceso de declaración de nulidad del matrimonio común, deben

de recabarse pruebas, realizarse la apelación ante la Sala de Apelaciones del

Tribunal Eclesiástico.

En cuanto a la relación entre las normativas de la Instrucción de la

Dignitas Connubii y los cánones del Código de Derecho Canónico, es necesario

entender que el D.C. contempla una serie normativas sobre el proceso de

nulidad matrimonial, que viene a complementar y desarrollar el C.I.C., en otras

palabras, “se trata, más bien de una verdadera reordenación o reorganización de

esas normas para presentar el proceso de nulidad del matrimonio en una

secuencia única y continúa76”, por lo que, la norma general será observar lo

establecido en el D.C. en armonía con lo contenido en el C.I.C.77

Siguiendo las palabras de Benedicto XVI78, “el proceso canónico de nulidad del

matrimonio constituye esencialmente un instrumento para certificar la verdad

                                                            76 Depósito Académico Digital. Universidad de Navarra. González Ayesta, Juan. La Instrucción Dignitas Connubii y las categorías normativas del derecho vigente.  Pág. 759 http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/2937 Fecha de consulta: 22‐10‐2011 77 Refiriéndose el Papa Benedicto XVI a la Instrucción Dignitas Connubii: “La mayor contribución de esa Instrucción, que espero sea aplicada  íntegramente por  los agentes de  los  tribunales eclesiásticos,  consiste en  indicar en qué medida y de qué modo deben  aplicarse  en  las  causas  de  nulidad matrimonial  las  normas  contenidas  en  los  cánones  relativos  al  juicio  contencioso ordinario, cumpliendo las normas especiales dictadas para las causas sobre el estado de las personas y para las de bien público”. Depósito  Académico  Digital.  Universidad  de  Navarra.  Discurso  de  Benedicto  XVI  a  los  Prelados  Auditores,  Defensores  del Vínculo  y  Abogados  de  la  Rota  Romana,  28.I.2006.  Pág.  293.  http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/17223/1 /22385421.pdf Fecha de consulta: 22‐10‐2011.  78 Depósito Académico Digital. Universidad de Navarra. Discurso de Benedicto XVI a  los Prelados Auditores, Defensores del Vínculo y Abogados de la Rota Romana, 28.I.2006. Op. cit. Pág. 294.  

69  

sobre el vínculo conyugal. Por consiguiente, su finalidad constitutiva no es

complicar inútilmente la vida a los fieles, ni mucho menos fomentar su espíritu

contencioso, sino sólo prestar un servicio a la verdad. Por lo demás, la institución

del proceso en general no es, de por sí, un medio para satisfacer un interés

cualquiera, sino un instrumento cualificado para cumplir el deber de justicia de

dar a cada uno lo suyo… Así pues, todo sistema procesal debe tender a

garantizar la objetividad, la tempestividad y la eficacia de las decisiones de los

jueces”.

Ahora bien, en cuanto a las fases del proceso se refiere se ha establecido

para su comprensión en cinco.

La primera fase, denominada introductoria, se inicia acudiendo al tribunal

eclesiástico solicitando mediante escrito la demanda de nulidad matrimonial79,

pudiendo plantearse por cualquiera de los cónyuges o por ambos, quienes

reciben el nombre de parte actora, y en caso, hubiere discordia de parte del otro

cónyuge en la nulidad solicitada, recibirá el nombre de parte convenida; también

se contempla la figura del procurador, la cual es permitida en aquellos casos en

los que a uno de los cónyuges se le dificulte el acudir constantemente al tribunal

para constatar el seguimiento del procedimiento, por lo que, su función es la

representación. Hay que aclarar que en declaraciones los cónyuges están

obligados asistir para su diligenciamiento.

Dentro del proceso es importante señalar que la solicitud de la demanda

también puede ser iniciada por medio de la figura del promotor de justicia, el

cual, puede demandarla cuando la causa de nulidad ya esté divulgada y los

consortes no cumplen con poner en conocimiento la causal existente a la

autoridad eclesiástica.

El Tribunal Eclesiástico cuando examina80 la solicitud determina si dicha

demanda se encuentra apegada al derecho canónico, tanto en la forma como el

                                                            79 Ver c. 1574 CIC. 80 Ver c. 1676 y 1677 C.I.C. 

70  

fondo. En este punto, es importante señalar que siguiendo en línea con el

espíritu del matrimonio la Iglesia antes de aceptar la causa de nulidad, el Juez

instruyendo hará uso de medios pastorales para rescatar el matrimonio, a través

de la convalidación del matrimonio y el restablecimiento de la convivencia

conyugal.

Es prudente saber que el tribunal eclesiástico además de observar que se

lleve el proceso adecuadamente en todas sus fases, específicamente en el

diligenciamiento las declaraciones, peritajes de los especiales y demás pruebas,

y en general todo lo que es permisible conforme a los cánones del CIC y

artículos del DC, tendrá presente la esencia del matrimonio, y la búsqueda de la

verdad. Desde su inicio pues la conciliación será un tema a tratar y de ser

aceptada la moción del tribunal, la convalidación81 del matrimonio será la

sugerencia más acertada.

En cuanto a la notificación82 a la parte convenida de la solicitud de la parte

actora, esta busca que se tome una actitud procesal, y que la misma coadyuve

en la presentación de pruebas que diluciden la no existencia de nulidad

(contestación de la demanda) o en su caso, la aprobación de los hechos

reclamados y por tanto, el allanamiento a la solicitud. Por último, la duda83 sobre

si existe o no causal, se fija mediante lo denominado como fórmula de la duda,

en la que, se determinan que cánones servirán de fundamento para el proceso.

Habiéndose realizada la notificación del decreto de la fórmula de la duda, y las

partes no hubieren objetado, se ordenará la instrucción de la causa.

Finalizada la fase introductoria, viene la segunda fase denominada

instructoria84 o probatoria. En esta fase, se abre el periodo de pruebas

donde las partes pueden solicitar la práctica de todas las pruebas testimoniales,

documentales y periciales adecuadas. Por separado y en día diferentes se

escucha la declaración de las partes actora y convenida; ya agotado el periodo                                                             81 Ver c. 1676 C.I.C. 82 Ver c. 1677 § 1 C.I.C. 83 Ver c. 1677 § 2 C.I.C. 84 Ver c. 1678, 1679 y 1680 C.I.C. 

71  

de pruebas, se cierra este periodo teniéndose por precluido, es decir ya no

conocerá mas sobre las pruebas, salvo que se soliciten pruebas que no se

hubieren pedido con anterioridad y se presenten nuevas a solicitud del Juez, en

los casos que establece el c. 160085. Dentro de esta fase se destacan la prueba

documental, ya sean documentos eclesiásticos o privados, y la prueba pericial

(test psicológico, prueba caligráfica, etc.), por el valor de autenticidad que de por

sí aportan los medios de prueba.

Habiéndose dilucidado los medios de prueba aportados u obtenidos

durante esta fase, se ponen éstas a disposición de las partes para ser verificadas

las mismas dentro del tribunal (a lo que se le denomina la publicación de las

pruebas86).

Es importante resaltar que serán las partes las que habiendo verificado la

veracidad de las pruebas presenten ese escrito de defensa87 a través del

abogado rotal. Cuando se culmina todo lo referente a las pruebas, y las partes ya

no tienen más que presentar o alegar, el juez instructor procede hacer sus

conclusiones de la causa, mediante un decreto. Se establece además que el

defensor del vínculo presentará un escrito de observaciones (dictamen).

Finalizada esta etapa se inicia la tercera fase denominada discusoria88,

en la cual, las partes luego de revisar las pruebas, analizan sus propios

argumentos que le favorezcan, y de ser necesario a solicitud de parte (ya que es

opcional), podrán presentar sus argumentos y objetarán los mismos, mediante el

derecho a la réplica89.

En la fase resolutoria90, todo lo actuado se traslada a cada uno de los

tres jueces, quienes deberán examinar y estudiar todo el proceso, haciendo cada

uno su propia conclusión sobre la causa de nulidad; luego se fija fecha para

                                                            85 Ver c. 1600 C.I.C. 86 Ver c. 1598 C.I.C. 87  Ver c. 1601 y 1602  C.I.C. 88  Ver c. 1601 C.I.C. y a. 250 D.C. 89  Ver c. 1603 § 1 y 2 C.I.C. y a. 242 D.C.  90 Ver c.c. 1607 al 1609 C.I.C. y a. 246 al 248 D.C. 

72  

que el Tribunal de Primera Instancia analice y decida si existe o no nulidad

matrimonial.

En seguida, se procede a dictar sentencia en primera instancia, la cual, se

da por mayoría de votos o por unanimidad. Se destaca que se invoca el nombre

de Dios al iniciar la redacción de la sentencia, y luego se expone la integración

de todos los jueces que han participado, así como las partes, procurador,

abogados, promotor de justicia, defensor de vínculo. Se expone el hecho, las

conclusiones de las partes y la fórmula de la duda, la parte dispositiva y sus

fundamentos; y como toda sentencia debe de llevar los requisitos de lugar y

fecha, firma de los jueces y el notario, ésta debe de notificarse91 a las partes.

Por último, la fase remisoria92 consistente en la remisión de la causa al

Tribunal de Apelación, la cual se tramita de oficio dentro del plazo de 20 días a

partir de la publicación (notificación) de la sentencia. Remitido el expediente, las

partes pueden apelar esta sentencia, cuando les es perjudicial, o porque no está

suficientemente fundamentada la nulidad matrimonial. Para esto, el escrito debe

ser presentado en el tribunal de primera instancia, el cual eleva la sentencia al

tribunal de segunda instancia para que la confirme por decreto.

Para que se declare nulo un matrimonio canónico debe existir dos

decisiones en la misma línea. Por lo que si existiera desacuerdo en cualquiera de

las dos instancias anteriores se procede a elevarlo a una última y tercera instancia.

Esta se realiza ante la Sagrada Rota Romana de la Santa Sede, o en España ante

el Tribunal de la Rota Española, para que dé con lugar la nulidad o no anulabilidad

del matrimonio, de esta manera se logra obtener las dos decisiones precisas para

la declaración de nulidad del matrimonio canónico.

                                                            91 Ver c.c. 1611 y 1682 C.I.C. y a. 250 al 262 D.C. 92  Ver c.c. 1682, 1683, 1684 y 1685 C.I.C. y a. 263 al 268 D.C. 

73  

CAPÍTULO QUINTO

Presentación, discusión y análisis de resultados

Durante el desarrollo de los capítulos anteriores, se ha pretendido enfocar la

importancia del matrimonio como una fuente más que viene a fortalecer el

desarrollo integral de la persona, así como los efectos en el ámbito del derecho

canónico de su nulidad.

Para cumplir con el objetivo general de esta monografía consistente en

analizar la nulidad matrimonial en el derecho canónico, se trazaron seis objetivos

específicos que coadyuvaran al cumplimiento de aquél.

Como punto de partida, hay que mencionar que las personas hoy en día

comprenden un singular comportamiento en cuanto a todo lo que encierra la

figura del matrimonio canónico, refiriéndose a su dual naturaleza como contrato y

sacramento; ya sea por qué se desentiende su función, falta de información,

interés, voluntad, o simplemente se pasa por desapercibido de su verdadera

importancia, y se toma como un espectáculo familiar, placentero, a la ligera e

inconsciente. Es común escuchar a las personas decir que no procede de

ninguna manera la disolución del matrimonio otorgado por la Iglesia Católica, lo

cual es acertada, aun cuando la misma contempla la disolución para

determinadas situaciones. A esto se añade, la inclusión errónea de aquellos

casos que encierran actos nulos desde sus orígenes sean o no conocidos, y que

conllevan por tanto, a un matrimonio religioso susceptible de ser declarado nulo.

Ante este panorama, se visualizó el planteamiento del problema existente

ocasionado por la falta de conocimiento entre la población católica y la posible

comprensión errónea entre la indisolubilidad y la nulidad.

5.1. Sobre el capítulo primero

En el capítulo primero, como antecedente a la investigación se abordó la

importancia de la institución matrimonial, la cual reúne similares fines, derechos

y deberes, tanto en el derecho civil como en el derecho canónico, y que además

74  

contempla diferencias muy significativas pero de real trascendencia; como lo es

la naturaleza jurídica del matrimonio en ambas ramas del derecho, siendo en el

derecho civil el reconocimiento de la ley como una institución social (artículo 78

del Código Civil, Decreto Ley 106), y por el derecho canónico en su dual

naturaleza de contrato y sacramento. Aunque no viene al caso el tema por no

ser una investigación teológica, es conveniente destacar que la naturaleza

sacramental del matrimonio canónico es indiscutible y por tanto no susceptible

de nulidad o impugnación, por ser Fe y Doctrina de la Iglesia, y específicamente

por estar fundamentada en las Sagradas Escrituras.

El matrimonio canónico es por tanto, aquel contrato sui generis en el que un

hombre y una mujer que por Fe (misma que tiene su origen desde el bautismo),

consienten libremente en unir sus vidas, comprometiéndose al auxilio mutuo,

procreación y educación de sus hijos, de forma duradera e inseparable, gracia

santificante concedida por misterio de Cristo, sujetándose a todo lo establecido por

el ordenamiento jurídico constituido por el derecho canónico.

5.2. Sobre el capítulo segundo

En cuanto a la figura jurídica de la disolución matrimonial, hay que tener en

cuenta, que no es contemplada en el derecho canónico como una opción para

poner fin al matrimonio (por la investidura especial y única que encierra en cuanto

a lo contemplado en los evangelios), sin embargo, es susceptible de ser

considerada en algunos casos muy excepcionales (privilegios), en los cuales, el

matrimonio sigue siendo objeto de invalidez, por no haber cumplido con el objetivo

para el cual fue instituido.

Se determinó que usualmente se utiliza el vocablo “disolución” (en relación

al privilegio paulino) en los casos en que el matrimonio viste de toda formalidad, es

reconocido públicamente como tal, pero con la agravante de que posterior a su

formal celebración no se da la consumación. Para ello se debe recordar la máxima

del derecho “favor matrimonii”, es decir, que el matrimonio goza del favor del

derecho, y ante la duda se ha de presumir su validez, mientras no se pruebe lo

75  

contrario. Por cuanto a la figura de la disolución se establece que se emplea en el

derecho canónico cuando el matrimonio no ha sido consumado y a favor de la fe.

La indisolubilidad del matrimonio canónico, tal y como se planteó en el

capítulo segundo, tiene su fundamento en la unidad invisible e inseparable,

convirtiéndose así en una figura que desde el momento en que se origina es

inextinguible, salvo por la muerte. Es esa la proclama de fe y vivencia histórica que

por siglos se ha sostenido, se contempla y sigue drásticamente por todo aquel que

es fiel a la Palabra de Dios y forma su Iglesia.

En el derecho matrimonial canónico se regulan jurídicamente las figuras

que vienen a ser elementos de solución a los conflictos conyugales, que matizan

las causales de nulidad o que ayudan validar aquellas situaciones ya sean estas

ciertas o dudosas, en relación a la celebración del matrimonio. Estamos ante la

separación conyugal (perpetua o temporal), la declaración de nulidad o

convalidación del matrimonio.

5.3. Sobre el capítulo tercero

La noción de nulo nos conlleva a pensar que el acto jurídico en sí aun cuando se

exteriorice aparentemente el mismo, no produce ninguna consecuencia jurídica

por carecer de validez. Es así como se estableció en el tercer capítulo, que la

nulidad es un acto jurídico ineficaz toda vez que carece de las condiciones y

requisitos necesarios y exigibles, ya sean de fondo o forma.

Al centrarse en la nulidad del matrimonio canónico se debe partir

primordialmente de que es un contrato, segundo de que al ser un contrato debe

cumplir con los requisitos que se exigen para que su celebración sea válida y

produzca los efectos y consecuencias legales respectivas, tercero que el

contrato matrimonial no puede estar sujeta a condición, ni a plazo definido

estando en vida los cónyuges, y por último, por ser contrato que se conozca

claramente las cláusulas que encierran el mismo, para su fiel cumplimiento

(conocimiento de la naturaleza, fines, derechos y obligaciones que nacen).

76  

Su validez requiere por tanto que las partes (los contrayentes) conozcan a

plenitud lo que van a celebrar, y para ello se necesita la colaboración de ellos y

de la comunidad, para que el matrimonio al celebrarse inicie de la mejor forma

posible y no se dé pauta para que en el futuro puedan existir algún elemento que

llegue a ser enmarcado como causal de nulidad. Una de los comentarios

surgidos a raíz de una de las entrevistas efectuadas, fue la aportación de la

psicóloga entrevistada la cual determinó la verdadera importancia en la

participación activa de la comunidad pastoral en cuanto a las pláticas

prematrimoniales, llegándose a percibir que en la mayoría de los casos no

cumplen con su objetivo principal.

La ausencia de un impedimento, el consentimiento libre y consciente, y la

observancia de la forma, son la estructura fundamental del contrato matrimonial,

y cuando falta uno de estos elementos se puede solicitar su declaración de

nulidad, recordando que de no solicitarse, aún cuando sea nulo el acto, existe la

premisa del favor matrimonii. Según lo manifestado por uno de los entrevistados

(Véase ANEXO 2) una de las razones más comunes en general, es la inmadurez

afectiva y la personalidad múltiple, para ello, hay que evaluar el estado

psicológico y emocional en el momento de contraer el matrimonio, tomando en

cuenta el historial, es decir, su antecedente personal, el cual, tendrá que ver con la

dinámica familiar, su relación con los padres, demás familia, y su entorno,

determinándose si posee alguna enfermedad o trastorno psicológico,

contemplando también la máxima del campo de la psicología consistente en que

los patrones suelen repetirse.

Por ser un tema de las ciencias sociales, hay que indicar que el

matrimonio impulsa a la familia, la cual a su vez es necesaria como impulsadora

de valores y principios en sus integrantes. El matrimonio y la familia son

considerados por fe como proyectos divinos no creados por el hombre, como se

ha argumentado en su momento, pues tienen una razón de ser y existir en este

mundo.

77  

Para poder solicitar la nulidad matrimonial es necesario que se lleve a cabo

el proceso respectivo que en la práctica es llevado, con responsabilidad, seriedad,

delicadez y de forma minuciosa (por ser el matrimonio un sacramento), por un

tribunal eclesiástico colegiado y el tiempo a durar dependiendo de la complejidad

del caso en específico en la práctica puede variar entre un año y medio a dos

años y medio, tal y como se mencionó en el capítulo anterior.

5.4. Sobre el capítulo cuarto

Al elaborar el capítulo cuarto se determinó que el tribunal eclesiástico

guatemalteco está integrado por un Juez Presidente, un Juez Ponente y un Juez

Instructor. Y para su ejercicio el Juez además de ser sacerdote, debe contar con

buena fama y tener un Doctorado o una Licenciatura en Derecho Canónico, en fin,

especializado en la materia. Ante esto, hay que hacer la salvedad que la

conferencia episcopal tiene la facultad de permitir que solo un laico sea parte de

un tribunal eclesiástico, exigiéndose a los otros dos jueces el sacerdocio.

El presidente es el encargado presidir el tribunal y dirigir la causa

designando a los jueces, ponente e instructor. El Juez ponente es el encargado de

relatar o informar la causa al tribunal y transcribir en su momento la sentencia. Y

el Juez instructor o también llamado Auditor es el encargado de realizar la

instrucción de la causa, es decir, oír a las partes, testigos, peritos, y recibir en

general todos los documentos u actos instructorios.

La participación de los profesionales en este tipo de proceso es variada,

pues cuentan en primer orden con las entrevistas que son formuladas por los

mismos miembros del tribunal eclesiásticos (siendo especialistas en Derecho

Canónico), quienes medirán inicialmente a través de varios interrogatorios y su

experiencia el grado de certeza sobre la causal de nulidad matrimonial invocada,

interrogatorios que en algunos casos pueden durar varias horas.

Así mismo se determinó que existen otras figuras que colaboran

asesorando al tribunal con el objeto de esclarecer y en búsqueda de la verdad de

los hechos son el Defensor del vínculo y el promotor de Justicia. El primero de

78  

ellos defiende la causa, propone y expone aquellos argumentos que vaya en

contra o se opongan a la nulidad matrimonial pedida, procurando que no existan

cambios latentes que difieran del consentimiento de voluntad emitido en el

momento de la celebración del matrimonio, con lo que establecen en las

entrevistas, lo cual puede darse a fraude por haber llegado a un arreglo entre los

cónyuges, a su conveniencia, por lo tanto, no puede actuar a favor de la nulidad,

equilibrando así el trámite del proceso; y el segundo, encargado de impugnar la

nulidad de los autos o excepciones, es decir, específicamente defiende lo

normado en los cánones procesales y que estos sean adecuados a los hechos,

promoviendo y tutelando así el bien público.

Seguidamente los exámenes y estudios del caso concreto que debe realizar

el psicólogo, en cuanto a la pericia psicológica o psiquiátrica a realizarse a fin de

explorar la personalidad de los cónyuges. Para ello el psicólogo se auxilia de

pruebas psicométricas y psicológicas así como de los demás documentos que

obren en el expediente que les proporcione el Tribunal para que realice su

dictamen, el cual tendrá quince días para efectuarlo.

El auxilio del abogado rotal o canónico de las partes se encierra en

proporcionar su análisis en dictamen sobre el caso en específico y para ello podrá

tener acceso a las actas y demás documentos que obren en el expediente, ya sea

para consulta en la cancillería del Tribunal o dependiendo del caso, podrán

proporcionársele una copia de las actas.

El perfil del abogado canónico o rotal (Véase ANEXO 1) debe ser estudiado

por el Tribunal eclesiástico, previamente para la evaluación y posterior

autorización para trabajar en casos de nulidad matrimonial. Es prudente

considerar que el abogado debe ser católico, practicar y vivir en sintonía con la

Doctrina de la Iglesia en relación a todo lo que conlleva el sacramento del

matrimonio.

Otra persona que ayuda al proceso es el Notario Público, que da fe a los

actos que se llevan a cabo, por ejemplo, en cuanto al debate oral con el fin de

79  

levantar el acta acerca de los asuntos que se han discutidos y sus conclusiones,

en otro casos, ratificación del perito, autenticación de documentos. A este punto,

sería conveniente que el notario o actuario (a. 62 del DC) posea el título de Notario

Público, toda vez, que es requisito indispensable para ejercer la profesión,

además, la exigencia de que sea nombrado por el Obispo (c.c. 470), de fama

íntegra y por encima de toda sospecha (a. 63 del DC). Hay que aclarar que por

ser el derecho canónico un conjunto de normas jurídicas especiales, que poseen

su propia independencia, que no están sujetas al control de otro ordenamiento

jurídico, y que la fe para actuar en el proceso, en este caso es delegada por parte

de la Iglesia y no el Estado, pueden disponer los requisitos para que una persona

que se le denomine notario, pueda dar fe de los actos y hacer otras disposiciones,

asimilando la función y labor en el ejercicio del Notario Público que hace uso de

dar fe, potestad conferida por el Estado.

Cuando lo amerite, es necesario contar con el apoyo de algún peritaje

proporcionado por un Médico General o especializado, que colaborará en

dictaminar el estado de salud de alguno de los contrayentes, y emitir sus

conclusiones que ayuden a fundamentar la causal de impotencia antecedente y

perpetua.

Dentro de la investigación realizada, uno de los métodos a utilizar fue la

encuesta (Véase ANEXO 3). Se pretendió en su inicio captar la percepción y

comprensión de la nulidad matrimonial, sobre aquellas personas que han tenido

algún conocimiento sobre el tema, para lo cual se decidió formular ciertas

preguntas relacionadas al tema y proceder a encuestar a cierta clase de

personas. Para ello, se acudió a la Facultad de Teología de esta casa de

estudios, y en jornada sabatina, se concedió la oportunidad de encuestar a

estudiantes que ya cursaron la cátedra de Derecho Canónico, teniendo como

resultado a veinticinco encuestas (la mayoría de personas tienen cierta

participación activa en la Iglesia), la cual se expone a continuación y se clarifica

en el gráfico del apartado de Anexos.

80  

De la investigación de campo realizada, se puede verificar que la mayoría

de los encuestados que existe una necesidad de que el cristiano católico

profundice en el tema de la nulidad del matrimonio canónico. Este punto requiere

de un mayor interés no solo de la Iglesia, sino también del individuo. Más de

pensar del temor que se pueda arrojar por el conocimiento mal intencionado que

pudiera acontecer por la distorsión o confusión en el tema de nulidad y divorcio, es

prudente, que la comunicación entre Iglesia y sus súbitos sea más abierta y

certera, haciéndose hincapié, con responsabilidad y compromiso sobre el llamado

del hombre y mujer a formar un solo cuerpo dentro del matrimonio.

La declaración de nulidad es un instrumento que debe ser bien utilizado en

pro bienestar de la búsqueda de la verdad y la justicia. Por lo tanto, querer llamar

a la nulidad matrimonial una clase anormal de ruptura matrimonial (divorcio), sería

atentar desde la óptica cristiana católica. Asimismo, la buena fe en el

consentimiento en el uso al derecho de contraer matrimonio que todos poseen,

debe ser ante todo un requisito que debe ser contemplado en las pláticas

prematrimoniales.

En cuanto a la segunda y tercera preguntas de la encuesta, se trató de

indagar el conocimiento que tenían los participantes, pues siendo en gran parte

catequistas, religiosos (as), y demás personas que en cierta forma sirven dentro

de la Iglesia, aprovechando que en parte ellos tienen un contacto más directo y

cotidiano con los fieles, sobre su percepción sobre la divulgación y conocimiento

en la población sobre el tema. De la divulgación la mayoría se ha inclinado a que

es muy poca y en un porcentaje similar a responder regular y nula; sobre el

conocimiento de la población, la mayoría cree que es poca y nula. No cabría la

mínima duda, de que es probable que cierta clase de la población guatemalteca

tenga un leve conocimiento sobre la existencia de la declaración de nulidad, y que

en determinados casos se pueda declarar nulo un matrimonio; y que en la Iglesia

no admite el divorcio. Y que el resto de la población la desconozca por la

pasividad existente dentro de la Iglesia y la falta de interés de indagar y conocer

más sobre las enseñanzas y normas que ella emite.

81  

Ahora bien, que consecuencias traería el no conocer esta herramienta que

norma la Iglesia. Si se pondría en una balanza, por un lado el desconocimiento

del tema, y por el otro lado, su conocimiento, sería interesante saber cuál es

inclinaría más. Ambas poseen sus ventajas y desventajas, pero lo que si es cierto,

es que existen muchas familias distorsionadas y enfermizas que se van perdiendo

cada día, y en su conjunto, en vez de ser una fuente de colaboración para la

Sociedad, hacen que los problemas sociales incrementen y se aceleren, desde

muy temprana edad los niños y jóvenes vayan optando a estilos de vida sin

compromiso e irresponsablemente.

Una idea sobre algún caso real que se despertó desde los comienzos de la

investigación y que se quiso indagar fue, el abandono por parte algunas personas

que habían recibido el sacramento del Matrimonio en la Iglesia Católica y que por

un motivo determinado, se habían divorciado, estaban conviviendo ya con otra

persona, formado familia e inclusive con hijos legítimos, habiendo contraído

matrimonio civil-religioso dentro de una institución protestante. Para ello, se

preguntó si uno de los motivos del abandono de la Iglesia era por la falta de

información de la declaración de nulidad matrimonial, a lo cual, la mayoría

considera que no es un motivo. La percepción a estas respuestas son de ayuda,

pues implícitamente colaboran a ratificar que no necesariamente el abandono se

refiere al desconocimiento de la nulidad, y que existen otros factores que

colaboran a la separación de la Iglesia. A esta pregunta hay que relacionarla con

las preguntas de integración y desintegración de la familia, pues lo que se trata de

medir es el compromiso de la Iglesia en cuanto al seguimiento que debe de darse

a la familia, el matrimonio y su nulidad.

Por último, los resultados arrojan que la Iglesia debe ser más activa en

cuanto a la divulgación y el conocimiento de la nulidad y su trámite hacia los

feligreses, asimismo, la información de la existencia de un Tribunal Eclesiástico y

la labor que ellos realizan. Conocimiento que debe de asegurar que sea

comprendido a su cabalidad, por quienes, lo transmiten como quien lo recibe.

82  

Otro resultado favorable en cuanto a las entrevistas realizadas (Véase

ANEXO 2), fue el costo del proceso de declaración de nulidad. Es importante

resaltar que el mismo es un tanto elevado, por la participación de varios

profesionales, quienes reclaman sus honorarios y el trabajo minucioso que cada

caso amerita, aproximadamente puede oscilar unos veinte mil quetzales, por lo

que, atendiendo a la situación social que vive muchas familias, el costo si resulta

ser elevado y por tanto un motivo para que la gente se abstenga de iniciar el

proceso de declaración de nulidad matrimonial.

A esto, hay que mencionar que en algunos casos el Tribunal Eclesiástico

puede ordenar la gratuidad de algunas partes del proceso. Por lo que, es

conveniente facilitar el acceso al mismo, promover el conocimiento de la materia a

la población, y a los agentes de pastoral encargados de dar los cursos

prematrimoniales, exigirles el estudio a profundidad sobre el tema del matrimonio,

para que siendo válido el matrimonio, no sea susceptible en un futuro de nulidad.

Por otra parte, debiera de existir una divulgación más intensa por parte la

Iglesia, acerca del sacramento del matrimonio, específicamente el derecho de

contraer matrimonio libremente sin coacción y que la misma sea consentida sin

vicio alguno, y un seguimiento más cercano a las familias, y en base a esa línea,

dar a conocer entre la población sutilmente el tema de la nulidad matrimonial.

De esta forma se ha tratado de culminar brevemente con un análisis de la

nulidad del matrimonio en el Derecho Canónico, cumpliendo con el último objetivo

planteado el cual, correspondía a brindar un documento sencillo y de fácil lectura a

la población en general.

83  

CONCLUSIONES

1. El matrimonio canónico nace como proyecto divino y el verdadero sentido,

es la unión perpetúa del hombre y la mujer en santa comunión con Dios, en

este sentido la indisolubilidad no es contemplado toda vez que esa gracia

viene a sellar la unión libre, espontánea y consentida de ambos. Por tanto,

se constata que el matrimonio canónico siendo un contrato y a la vez

sacramento, no puede ser objeto de disolución, más si de una declaración

de nulidad si se hubiere celebrado inválidamente.

2. El CIC establece una serie de causales que pueden ser invocados para su

declaración de nulidad, siempre y cuando en el caso en específico sea

solicitado y comprobado por algún cónyuge, a parte de las otras pruebas

que el tribunal eclesiástico solicite con el afán de que se compruebe que no

exista fraude de nulidad.

3. La coercibilidad al matrimonio canónico lesiona la finalidad por la cual,

divinamente ha sido constituida, como humanamente ha sido contemplada

por atentar el consentimiento como elemento del contrato; por lo que, en

aquellos casos, en los cuales, existe un interés, conveniencia o necesidad

de uno de los contrayentes o de un tercero, el derecho canónico ha

contemplado causales de nulidad que pueden ayudar para el encaje jurídico

y fundamento para una solicitud de nulidad.

4. La falta de interés en el conocimiento de la nulidad matrimonial canónica, la

poca divulgación sobre el tema, y el costo del proceso son razones por la

cual un cónyuge sigue teniendo relación de unión con su pareja y la Iglesia,

aun cuando en verdad existe desunión por la separación de cuerpos o por

una sentencia civil; y en algunos casos, el resultado de una familia fuera del

matrimonio canónico.

5. La información y conocimiento del Matrimonio y su proceso de nulidad

canónica se refiere, deben ser temas tratados con verdadera importancia

en el desarrollo preparatorio y previo a contraer matrimonio, de tal manera,

que los cónyuges sepan realmente la institución y no existan menos

causales a invocarse durante un proceso futuro e incierto.

84  

RECOMENDACIONES

1. Poner en mayor conocimiento la existencia de la nulidad del matrimonio,

mediante talleres y seminarios por especialistas del tema, de forma

constante, que emane de la Conferencia Episcopal, hacia las parroquias e

iglesias que forman parte de la Iglesia Católica.

2. Que se concientice a los miembros de la Iglesia, tanto los pastores como a

los agentes pastorales sobre la importancia de transmitir constantemente a

los fieles, el verdadero significado del matrimonio canónico, y la información

necesaria que ayude al conocimiento de la declaración de nulidad y su

proceso, guardando celosamente a que este último sea claramente

diferenciado de la disolubilidad matrimonial.

3. Que se extiendan cursos, seminarios y/o talleres sobre la nulidad del

matrimonio canónico, y su proceso de declaración, con el fin de que la gente

tenga conocimientos sobre la existencia y del cómo proceder si en

determinado caso, se encajare a una causal de nulidad.

4. Para las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales, incluir en el pensum de

estudios, como curso optativo la cátedra derecho matrimonial canónico, para

ampliar el conocimiento sobre esta materia a los estudiantes del Derecho.

5. La gratuidad o bajo costo del proceso debe ser un punto esencial, el cual,

debería de darse con mayor constancia, siendo principal para aquellos casos

en los que previa investigación (trabajo social) y carta del párroco del lugar

del solicitante, basten para que el mismo sea proporcionado.

6. La colaboración gratuita o bajo cobro de honorarios para los profesionales

que participan durante el proceso, con el fin de que el costo no sea una

limitante al solicitante para no iniciar el proceso de nulidad matrimonial.

7. La creación de tribunales eclesiásticos en cada diócesis que constituyen las

Provincias Eclesiástica de Guatemala y de Los Altos, con el fin de tutelar el

derecho del cónyuge a un mejor acceso para la solicitud de declaración de

nulidad, y este pueda ser llevado dentro de la jurisdicción más cercana a su

domicilio.

85  

REFERENCIAS

a. Referencias bibliográficas:

Libros.

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13. Knecht, A. Derecho matrimonial católico. España. Madrid. Editorial,

Revista de Derecho Privado. 1932.

14. La Biblia, Latinoamericana. Ediciones paulinas, verbo divino. 78ª Edición.

15. López Velázquez, Axel Edgardo. Doctrina social de la iglesia.

Guatemala. Oficina de Pastoral Social del

Arzobispado de Guatemala, 2002.

16. Loring, Jorge, S.I. Para Salvarte. Enciclopedia del Católico del Siglo XXI.

Conforme al Catecismo Oficial de la Iglesia Católica. Edibesa. España,

Madrid. 58ª Edición. 2008

17. Medina Pabón, Juan Enrique. Derecho civil. Derecho de familia.

Lecciones. Colombia. Editorial Universidad del Rosario. Universidad

Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 2ª Edición. 2010.

18. Naranjo Ochoa, Fabio. Derecho Civil, Personas y Familia. Colombia,

Bogotá. Editorial Señal. 6ª Edición. 1994.

19. Piñero Carrion, José Maria. La ley de la Iglesia. Instituciones Canónicas.

Editorial Atenas. España, Madrid. 1985.

20. Puig Peña, Federico. Compendio de Derecho Civil Español. Tomo V.

Familia y Sucesiones. España. Ediciones Pirámide, SA. 1976.

Enciclopedias.

1. Enciclopedia Temática Mega Siglo XXI. Colombia. Editorial Norma, S.A.

2004.

87  

Diccionarios.

1. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Volumen I. Argentina, Buenos

Aires. Editorial Heliesta, S.R.L. 1986.

2. Diccionario Enciclopédico Espasa. España. Editorial Espasa Calpe, S.A. 1978.

3. Diccionario Jurídico Espasa. España. Editorial Espasa Calpe, S.A. 2001.

4. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. 22ª Edición.

http://buscon.rae.es/draeI/

5. Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales.

Argentina. Editorial Heliasta, S.R.L., Argentina. 1981.

b. Referencias normativas:

1. Código Civil guatemalteco, Decreto Ley 106 de la República de Guatemala.

2. Códigos de Derecho Canónico de 1983, con anotaciones por:

-Benlloch Poveda, Antonio. Código de Derecho Canónico. Edición

Bilingüe, fuentes y comentarios de todos los cánones. Edicep, C.B.

España, Valencia. 1993. 5ª Edición.

-Lombardia, Pedro y Arrieta, Juan Ignacio. Código de Derecho

Canónico. Edición Anotada. España. Ediciones Universidad de Navarra,

SA. 1983.

3. Código Penal, Decreto No. 17-73 del Congreso de la República de Guatemala

4. Constitución Política de la República de Guatemala.

5. Dignitas Connubbi (Instrucción que deben observar los Tribunales

Diocesanos e Interdiocesanos al tratar las causas de nulidad del

matrimonio).

88  

6. Ley de Adopciones, Decreto número 77-2007 del Congreso de la República

de Guatemala.

7. Legislación particular complementaria del Código de Derecho Canónico de

la Conferencia Episcopal de Guatemala

c. Referencias electrónicas:

1. Actas del VI simposio internacional del Instituto Martín de Azpilcueta

(Pamplona 3-5 de noviembre de 2004). Bañares, Juan Ignacio, Bosch,

Jordi. Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva: España. 2009.

http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id= 10306849&ppg=39

Fecha de consulta: 11-06-2011

2. Adame Goddard, Jorge. Herenio Modestino. Respuestas Libros I a XIX.

Universidad Autónoma de México. Ciudad de México. 1987.

http://www.bibliojuridica.org/libros/3/1062/1.pdf Fecha de consulta: 18-10-2011

3. Bianchi, Paolo. ¿Cuándo es nulo el matrimonio? Guía práctica de causas de

nulidad para el asesoramiento jurídico de matrimonios en crisis. España:

EUNSA, 2008. http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=

10268688&ppg=249 Fecha de consulta: 28-05-2011

4. Constitución Sacrosanctum Concilium Sobre La Sagrada Liturgia.

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat

-ii_const_19631204_ sacrosanctum-concilium_sp.html Fecha de consulta:

17-10-2011

5. Depósito Académico Digital. Universidad de Navarra. Discurso de Benedicto

XVI a los Prelados Auditores, Defensores del Vínculo y Abogados de la

Rota Romana, 28.I.2006. http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/

17223/1/22385421.pdf Fecha de consulta: 22-10-2011

89  

6. Depósito Académico Digital. Universidad de Navarra. González Ayesta,

Juan. La Instrucción Dignitas Connubii y las categorías normativas del

derecho vigente. http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/2937 Fecha

de consulta: 22-10-2011

7. Eduardo Jorge. Glosario de conceptos políticos usuales. Ed. Eumednet.

2007, texto completo en http://www.eumed.net/dices/listado.php?dic=3

Fecha de consulta: 18-10-2011

8. García Gárate, Alfredo. El matrimonio canónico en su dimensión sustantiva y

procesal. España. 2008. Pág. 133. http://site.ebrary.com/lib/elibro

rafaellandivarsp/Doc?id=10224074&ppg=133 Fecha de consulta: 18-06-2011.

9. Hervada, Javier. Introducción al estudio del derecho canónico. España:

EUNSA, 2009. p 45. http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=

10272173&ppg=45 Fecha de consulta: 20-10-2011

10. Iuscanonicum.org. Agencia Zenit. La naturaleza del matrimonio según la

razón natural. España. 2006. http://www.iuscanonicum.org/index.php/

derecho-matrimonial/37-naturaleza-del-matrimonio-canonico-en-general/

291-la-naturaleza-del-matrimonio-segun-la-razon-natural.html. Fecha de

consulta: 21-05-2011.

11. La Verdad Católica. R.P. Pedro Herrasti, S.M. ¡Solteros otra vez! Folleto

EVC No.175. México. http://laverdadcatolica.org/SolterosOtraVez.htm.

Fecha de consulta: 04-04-2011.

12. Libreria Editrice Vaticana. Constitución Apostólica Pastor Bonus. De S.S.

Juan Pablo II sobre la curia romana. Vaticano. http://www.vatican.va/

holy_father/john_paul_ii/apost_constitutions/documents/hf_jpii_apc_19886

28 _pastor-bonus_sp.html Fecha de consulta: 17-10-2011

90  

13. Lopez Alarcon, Mariano. El privilegio Petrino. Universidad de Murcia.

España.http://revistas.um.es/analesumderecho/article/viewFile/103691/9864

1 Fecha de consulta: 03-10-2011.

14. Salinas Araneda, Carlos. La Codificación del Derecho Canónico de 1917.

Chile, Valparaiso. 2008. Revista de Derecho No. XXX. http://www.scielo.cl/

pdf/rdpucv/n30/art09.pdf Fecha de consulta: 21-05-2011.

15. Sarmiento, Augusto. El matrimonio cristiano. España. EUNSA. 3ª. Edición.

2008.http://site.ebrary.com/lib/elibrorafaellandivarsp/Doc?id=10268707&ppg

=326 Fecha de consulta: 11-06-2011.

d. Otras Referencias:

i. Revistas.

- Lehmann, Heinrich. Derecho de Familia. Volumen IV. España, Madrid.

Editorial Revista de Derecho Privado. 1953.

- Pérez Tortosa, Francesc. Proceso y Nulidad Matrimonial Canónica.

Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad

Miguel Hernández de Elche. España. Volumen I. Número 6. 2010.

ii. Artículos.

- Martin Lutero. La agradecida estimación del estado matrimonial.

Transformado a formato digital por: Andres San Martin Arrizaga, 13 de

febrero de 2007.

91  

“ANEXOS”

ANEXO 1

Entrevista dirigida a uno de los miembros del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de Guatemala.

1. ¿Cuántas solicitudes de casos de nulidad de matrimonio ha conocido el Tribunal

Eclesiástico?

2. ¿De dichas solicitudes, cuantas se ha concedido y declarado la nulidad del

matrimonio?

3. ¿Qué clases sociales tienen mayor acceso a este tipo de proceso?

4. ¿Cuáles son los requisitos que se requieren para ejercer en Guatemala como

Abogado Rotal?

5. ¿Cuántos académicos existen en Guatemala, trabajando como Abogados

Rotales?

6. ¿Cuáles que son los motivos y causas que han motivado a los guatemaltecos a

solicitar la demanda de nulidad de su matrimonio ante el Tribunal Eclesiástico

de la Arquidiócesis de Guatemala?

7. ¿Por qué, cree usted, que existe un desconocimiento en la temática del proceso

de nulidad del matrimonio, en la comunidad guatemalteca católica?

8. ¿Cree usted, que es importante la divulgación o no divulgación del

procedimiento de nulidad del matrimonio canónico, y porque?

9. ¿Qué papel juega la Santa Sede en el desarrollo de los casos específicos

llevados ante los Tribunales Eclesiásticos de la Arquidiócesis de Guatemala?

10. ¿Se ha llevado algún caso guatemalteco ante tribunales eclesiásticos en la

Ciudad del Vaticano?

11. ¿Qué herramientas o criterios utiliza el Tribunal Eclesiástico para conceder la

nulidad del matrimonio?

92  

ANEXO 2

Entrevista dirigida Abogados canonistas, sacerdotes y/o laicos especialistas que han llevado o llevan actualmente casos ante el Tribunal Eclesiástico

1. ¿Cuál es la función del Abogado Rotal?

2. ¿Qué lineamientos debe contemplar el Abogado Rotal en la entrevista de la

parte, para establecer si procede o no la nulidad?

3. ¿Qué casos cree usted, que se dan con más frecuencia en Guatemala en la

celebración de los matrimonios religiosos y que eventualmente podrían ser

causales de nulidad del matrimonio?

4. ¿Cuál es la duración del proceso de nulidad del matrimonio?

5. ¿Qué preparación académica debe tener el Abogado Rotal para su ejercicio en

Guatemala?

6. ¿Cree usted, que existe gran o poca demanda de solicitudes de Nulidad de

Matrimonio? Y ¿Qué ventajas y/o desventajas traería su divulgación y

promoción, y el uso del proceso canónico?

7. ¿Cree usted, que el costo de este proceso o la falta de Abogados Rotales, son

razones por la cual las personas con inquietudes de la posible Nulidad del

Matrimonio Canónico, no acudan a solicitar su Nulidad?

 

 

 

93  

ANEXO 3

Tabulación de Resultados

Encuesta dirigida a estudiantes de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar, que han cursado la cátedra de Derecho Canónico.

0 5 10 15 20 25

Pregunta No. 10

Pregunta No. 9

Pregunta No. 8

Pregunta No. 7

Pregunta No. 6

Pregunta No. 5

Pregunta No. 4

Pregunta No. 3

Pregunta No. 2

Pregunta No. 1

Si / Bastante

No / Regular

Poca

Nula

1. ¿Considera importante el conocimiento de los cristianos de la declaración de nulidad del matrimonio canónico?

2. ¿Cuál es su percepción, sobre la divulgación en la población de la nulidad del matrimonio? 3. ¿Cuál es su percepción, sobre el conocimiento de la población de la nulidad del matrimonio? 4. ¿Considera usted, que en Guatemala uno de los motivos para una pareja cristiana católica de

abandonar la Iglesia Católica por instituciones protestantes, sea provocado por la falta de información de la nulidad del matrimonio canónico (susceptible de nulidad)?

5. ¿Considera usted, que existe en la población cristiana católica confusión con la indisolubilidad del matrimonio y la nulidad matrimonial?

6. ¿Cree usted, que el conocimiento de la indisolubilidad del matrimonio canónico entre la comunidad católica ha ocasionado en la mente del católico, la imposibilidad de volverse a casar por la Iglesia Católica?

7. ¿Cree usted que la Declaración de Nulidad de un matrimonio canónico puede favorecer a una nueva integración de la Familia con otro cónyuge?

8. ¿Cree usted que, si fuere de mayor conocimiento entre la comunidad católica sobre el proceso de Declaración de Nulidad del Matrimonio, favorecería más a la desintegración de la Familia?

9. ¿Considera usted que es correcta la labor de la Iglesia Católica, el no divulgar y no hacer de mayor conocimiento a los feligreses sobre la existencia de la nulidad del Matrimonio canónico y su trámite legal?

10. ¿Cree que la Iglesia debería de informar a la comunidad católica sobre la labor del Tribunal Eclesiástico en el Tema de Nulidad del Matrimonio?

94  

ANEXO 4

ESQUEMA DEL PROCESO CONTENCIOSO ORDINARIO DE DECLARACIÓN DE

NULIDAD DEL MATRIMONIO CANÓNICO (conforme el CIC y DC)

95  

ANEXO 5

ESQUEMA DEL PROCESO CONTENCIOSO ORDINARIO DOCUMENTAL DE

DECLARACIÓN DE NULIDAD DEL MATRIMONIO CANÓNICO (PROCESO DOCUMENTAL)

96  

ANEXO 6

ESQUEMA DE LAS ACCIONES DE IMPUGNACIÓN DE LA SENTENCIA

A continuación se presentan las acciones de impugnación que pueden recurrirse en contra de la sentencia de nulidad del matrimonio canónico.

97