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1 URGE POR NICARAGUA En cumplimiento del deber de ayudarnos unos a otros, ofrezco mis consideraciones personales sobre la situación gravísima que vive nuestra patria. Esta reflexión no va en contra de militantes de ninguna tendencia o de partido político en particular. Busca sólo señalar los errores y sugerir las soluciones, guardando el debido respeto para todos y todas los que piensen distinto, en el entendido de que podemos ser mejores cada día. Reconozco las acciones positivas que se están realizando en este país de parte del actual gobierno, las cuales deben ser multiplicadas y potenciadas para bien del país. Pero también hay acciones muy graves que urge advertirlas antes que el daño sea peor, ya que están lesionando gravemente la institucionalidad, la imagen de nuestro país ante el mundo, y lo más grave, están llevándonos a la ruina moral, la cual es la peor de las pobrezas y que causará muchísima más pobreza económica, educativa y ética. Hemos llegado a niveles de cinismo espeluznantes: ahora es “normal” mentir sin rubor de parte de ciertos políticos y funcionarios públicos, robar votos sin importar lo que digan, recetarse indemnizaciones en contra de ley expresa… todo con un solo objetivo: que mi “líder”, el de mi partido, continúe mandando. Esto es, sin más ni menos, la cúspide de la desvergüenza por ambición. Además de eso, se usa métodos equivocados, la violencia, para imponer sus criterios a quienes no piensan como ellos, lo cual pervierte todo buen deseo y acción que se pretenda defender, según lo que la Biblia y la doctrina cristiana nos iluminan: “Una intención buena (por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin no justifica los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio legítimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intención mala sobreañadida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno (como la limosna; cf Mt 6,2-4). (…) No está permitido hacer el mal para obtener un bien”. (Catecismo Iglesia Católica 1753 y 1756) (Las negritas son mías) Se debe advertir que la violencia sólo se justifica para defenderse de la represión de parte de quien ostenta el poder, que no es el caso presente, o en defensa de la vida del individuo o por la paz de un país en ineludible peligro, en donde no actuar llevaría a un mal mucho mayor. Pero mejor dejemos que estos pensamientos y reflexiones nos ayuden sentar cabeza: “La fuerza es el derecho de las bestias”, advertía Cicerón, (jurista, político, filósofo, escritor y orador romano, 106-43 a.C). El violento parece ser fuerte, pero es débil, pues se rebaja niveles de irracionalidad, la de no tener FUERZA DE RAZÓN y por eso recurre a la RAZÓN DE LA FUERZA para imponerse. No advierte que “En el ser débil está la verdadera miseria”, (J. Milton, poeta y ensayista inglés, 1608-1674), la debilidad de usar la violencia es el reflejo de un gran complejo de inferioridad, una real pobreza: la de NO TENER RAZÓN. Y esto lleva a la DESESPERACIÓN PARA IMPONER SUS CRITERIOS, poniendo en riesgo su vida y la de otros, recurriendo hasta al insulto, el epíteto y a la diatriba; y ya nos lo advirtió un famoso escritor suizo “Las injurias son los argumentos de los que no tienen razón”, (J. Rousseau, 1712-1778), y que “Nada más opuesto a la justicia que la violencia”, (T. Carlyle, historiador y ensayista inglés, 1795-1881), y que la violencia engendra violencia. Por si falta decirlo de otra manera, traigamos a la memoria aquel principio físico que reza que Toda acción genera una reacción, (la famosa tercera ley de Newton --1642-1727-- sobre la Gravitación Universal) o lo que es lo mismo: una causa tendrá sus consecuencias ineludibles. Esto es, aplicado a la realidad que aludimos, que hoy son unos los que agreden, pero mañana el papel puede revertirse. Recordemos las sentencias bíblicas: “Con la medida que midas serás medido”, (Mateo 7,2) “No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan”. (Tobías 4, 15) Ante tal realidad, los nicaragüenses de todas las tendencias tenemos el deber de buscar la solución ya que de todas las tendencias políticas hemos hecho cosas buenas por este país. ¿Por qué no las potenciamos al máximo dialogando sin intereses personales y de partido? Lo podemos hacer. Abandonemos esa falacia de que sólo lo de mi partido es todo bueno y lo de los otros todo es malo… Eso es fanatismo ciego y descarnado. Y el fanatismo nos lleva al salvajismo como el que vimos impasibles recientemente en nuestro país. Tengamos claro que si violamos los valores morales, éticos, cívicos, etc., nos destruimos nosotros mismos. Es necesario tener siempre presente lo que nos aconsejó el filósofo griego, Pitágoras (582- 507 a.C): “Ante todo, respetaos a vosotros mismos”. Quien no respeta las leyes, las ignora o las tuerce a su conveniencia, y tiene doble cara, no se respeta a sí mismo. En los últimos tres años, es conocido el caso de miles de empleados

URGE POR NICARAGUA

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Escrito breve que expresa mi opinión sobre la situación que enfrenta nuestro país

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URGE POR NICARAGUA En cumplimiento del deber de ayudarnos unos a otros, ofrezco mis consideraciones personales sobre la situación gravísima que vive nuestra patria. Esta reflexión no va en contra de militantes de ninguna tendencia o de partido político en particular. Busca sólo señalar los errores y sugerir las soluciones, guardando el debido respeto para todos y todas los que piensen distinto, en el entendido de que podemos ser mejores cada día. Reconozco las acciones positivas que se están realizando en este país de parte del actual gobierno, las cuales deben ser multiplicadas y potenciadas para bien del país. Pero también hay acciones muy graves que urge advertirlas antes que el daño sea peor, ya que están lesionando gravemente la institucionalidad, la imagen de nuestro país ante el mundo, y lo más grave, están llevándonos a la ruina moral, la cual es la peor de las pobrezas y que causará muchísima más pobreza económica, educativa y ética. Hemos llegado a niveles de cinismo espeluznantes: ahora es “normal” mentir sin rubor de parte de ciertos políticos y funcionarios públicos, robar votos sin importar lo que digan, recetarse indemnizaciones en contra de ley expresa… todo con un solo objetivo: que mi “líder”, el de mi partido, continúe mandando. Esto es, sin más ni menos, la cúspide de la desvergüenza por ambición. Además de eso, se usa métodos equivocados, la violencia, para imponer sus criterios a quienes no piensan como ellos, lo cual pervierte todo buen deseo y acción que se pretenda defender, según lo que la Biblia y la doctrina cristiana nos iluminan:

“Una intención buena (por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin no justifica los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio legítimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intención mala sobreañadida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno (como la limosna; cf Mt 6,2-4). (…) No está permitido hacer el mal para obtener un bien”. (Catecismo Iglesia Católica 1753 y 1756) (Las negritas son mías)

Se debe advertir que la violencia sólo se justifica para defenderse de la represión de parte de quien ostenta el poder, que no es el caso presente, o en defensa de la vida del individuo o por la paz de un país en ineludible peligro, en donde no actuar llevaría a un mal mucho mayor. Pero mejor dejemos que estos pensamientos y reflexiones nos ayuden sentar cabeza: “La fuerza es el derecho de las bestias”, advertía Cicerón, (jurista, político, filósofo, escritor y orador romano, 106-43 a.C). El violento parece ser fuerte, pero es débil, pues se rebaja niveles de irracionalidad, la de no tener FUERZA DE RAZÓN y por eso recurre a la RAZÓN DE LA FUERZA para imponerse. No advierte que

• “En el ser débil está la verdadera miseria”, (J. Milton, poeta y ensayista inglés, 1608-1674), la debilidad de usar la violencia es el reflejo de un gran complejo de inferioridad, una real pobreza: la de NO TENER RAZÓN. Y esto lleva a la DESESPERACIÓN PARA IMPONER SUS CRITERIOS, poniendo en riesgo su vida y la de otros, recurriendo hasta al insulto, el epíteto y a la diatriba; y ya nos lo advirtió un famoso escritor suizo

• “Las injurias son los argumentos de los que no tienen razón”, (J. Rousseau, 1712-1778), y que • “Nada más opuesto a la justicia que la violencia”, (T. Carlyle, historiador y ensayista inglés, 1795-1881), y que

la violencia engendra violencia. Por si falta decirlo de otra manera, traigamos a la memoria aquel principio físico que reza que

• Toda acción genera una reacción, (la famosa tercera ley de Newton --1642-1727-- sobre la Gravitación Universal) o lo que es lo mismo: una causa tendrá sus consecuencias ineludibles. Esto es, aplicado a la realidad que aludimos, que hoy son unos los que agreden, pero mañana el papel puede revertirse. Recordemos las sentencias bíblicas:

• “Con la medida que midas serás medido”, (Mateo 7,2) • “No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan”. (Tobías 4, 15)

Ante tal realidad, los nicaragüenses de todas las tendencias tenemos el deber de buscar la solución ya que de todas las tendencias políticas hemos hecho cosas buenas por este país. ¿Por qué no las potenciamos al máximo dialogando sin intereses personales y de partido? Lo podemos hacer. Abandonemos esa falacia de que sólo lo de mi partido es todo bueno y lo de los otros todo es malo… Eso es fanatismo ciego y descarnado. Y el fanatismo nos lleva al salvajismo como el que vimos impasibles recientemente en nuestro país. Tengamos claro que si violamos los valores morales, éticos, cívicos, etc., nos destruimos nosotros mismos. Es necesario tener siempre presente lo que nos aconsejó el filósofo griego, Pitágoras (582-507 a.C):

• “Ante todo, respetaos a vosotros mismos”. Quien no respeta las leyes, las ignora o las tuerce a su conveniencia, y tiene doble cara, no se respeta a sí mismo. En los últimos tres años, es conocido el caso de miles de empleados

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públicos despedidos sin las prestaciones sociales, violando la ley. Lo irónico es que quien viola la ley es el mismo que la aprobó siendo oposición. ¿Por qué siendo oposición la aprobó y ahora en el gobierno la ignora? Eso es doble cara, doble moral. Y no se respeta a sí mismo porque no respeta ni su misma palabra, no respeta a los demás, ni es justo. ¿Cómo puede pedir respeto quien no se respeta? Hace un tiempo oí a nuestro presidente exigir a un gobierno extranjero que respetara a Nicaragua, ¿con qué autoridad moral lo hace? Lo que nos hace respetables ante los demás, es que nuestras palabras estén respaldadas por nuestro ejemplo. Pero en este caso aludido, lo que se hace con la izquierda se borra con la derecha. Y este es apenas uno de los tantos casos de irrespeto a la ley en el actual gobierno (en todos los poderes del Estado, no sólo en el Ejecutivo). Sabemos que

• “El principio de la educación es predicar con el ejemplo”, (Turgot, economista y político francés, 1727-1781) o dicho de otra manera:

• “Las acciones son mucho más sinceras que las palabras”, (M. Scudèry, escritora francesa, 1606-1701). Las palabras se las lleva el viento, los hechos quedan. No podemos seguir siendo insensatos, recordemos que

• “Los malos ejemplos son más dañinos que los crímenes”, (Montesquieu, pensador francés, 1689-1755), como los que vimos y vemos con frecuencia por televisión o escuchamos por la radio de parte de algunos políticos. Y es que en cuanto a la generalidad de la actual clase política nicaragüense –salvo honrosas excepciones- se ha vuelto amoral. Y lo que está mal hay que cambiarlo, quitarlo –no por la violencia- para dar lugar a caras nuevas. Pero el que está arriba se aferra al poder “a troche y moche”, atropellando hasta a la Constitución, ¿qué más faltará que irrespete? Se cree un “mesías” que ha venido a redimir al pueblo –sólo los inmaduros e infantiles se creen los únicos en su casa y creen que el mundo gira a su alrededor- y que todo se debe cambiar a su gusto y antojo. Los presidentes son empleados del pueblo, no sus amos; son cumplidores de deberes, no dadores de dádivas, como nos hace creer la propaganda gubernamental que toda obra que ejecuta es un favor del partido en el poder. No es un favor, es una obligación. Con todo esto, estoy de acuerdo con que

• “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos a menudo y por las mismas razones” (B. Shaw, escritor irlandés, 1856-1950).

Por otro lado, lo contrario de lo señalado anteriormente, se demuestra con aquello de que

• “Todos obedecen con gusto cuando el que manda es justo”, (Rojas, 1470-1541). Además, hay absoluta certeza de que

• “La razón acabará por tener razón”, (D’Ambert, matemático y filósofo francés, 1717-1783). La violencia irracional no vencerá. Por eso, el que razona es paciente porque sabe que su objetivo se alcanzará tarde o temprano, con él o sin él, ya que

• “El bien puede resistir derrotas, el mal no”, como lo expresó muy bien el poeta, filósofo, músico, novelista y dramaturgo hindú Rabindranath Tagore (1861-1941).

Pongamos, pues, en práctica los mandamientos divinos

• “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos” (Mateo 7,12), o como nos lo recomienda el apóstol

• “Transformaos mediante la renovación de vuestra mente”. (Romanos 12,2). Todo lo cual se resume en el mandamiento más importante: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Juan 13,34).

Hermanos y hermanas que hacen algunos actos indebidos, no estoy condenándolos, estoy pidiéndoles que superemos los errores. Los antiguos romanos nos enseñaron que “errar es humano y reconocerlo es de sabios” y repararlo –añado yo- es doblemente sabio. Por tanto, es URGENTE que hagamos una rectificación. Tienen el derecho de protestar y defender sus puntos de vista, pero sin lesionar el de los demás ni dañar al país. Recordemos al prócer mexicano:

• “El respeto al derecho ajeno es la paz”, (B. Juárez, 1806-1872), también que • “ Todos somos iguales ante el deber moral”, (E. Kant, filósofo idealista germano, 1724-1804), y que • “La mayor victoria está en vencerse a sí mismo” (P. Calderón de la Barca, escritor y poeta español 1600-1681).

Hermanos/as nicaragüenses: ¿vamos a seguir destruyendo a nuestro país con actitudes irracionales para que los demás seres humanos del planeta nos vean, por la televisión, como bestias salvajes que sólo saben dar patadas y golpes a sus semejantes? ¡¡¡¡NO!!!!

Luis Antonio Masís Velásquez Licenciado en Psicopedagogía, Bluefields Indian & Caribbean University [email protected] 29 de mayo de 2010