Ursula Tesis Parque Eolico

Embed Size (px)

Citation preview

  • ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA

    INAH SEP

    Los claroscuros del desarrollo mexicano. Impacto social de los

    parques elicos en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca; entre el

    agravio y la resistencia.

    TESIS

    QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE:

    LICENCIADA EN

    Etnologa

    PRESENTA

    rsula Hortensia Hernndez Rodrguez

    DIRECTOR DE TESIS: Mtra. Adriana Lpez Mojardin

    MEXICO, D.F. 2010

  • iii

    NDICE Pg.

    AGRADECIMIENTOS

    INTRODUCCIN 1

    CAPTULO I. ELEMENTOS TERICOS

    Agravio, resistencia y accin colectiva 6

    El concepto de desarrollo en un contexto neoliberal 16

    CAPTULO II. LA REGIN

    El Istmo de Tehuantepec 24

    Istmo Sur- Istmo Oaxaqueo 26

    Breve recuento de los proyectos puestos en marcha en la regin 29

    El sistema ferroviario en el Istmo de Tehuantepec 32

    El sistema de riego Nmero 19 35

    Los deseos neoliberales: el Plan Puebla Panam (PPP) en el istmo mexicano 40

    Historia de Lucha 44

    La COCEI 48

    UCIZONI; movilizacin y gestin poltica 54

    CAPTULO III. DE LAS MARQUESANAS AL PROYECTO ELICO

    Breve historia de las Marquesanas 58

    El ejido La Venta 62

    El origen del viento 71

    El inicio de la comercializacin del viento; los proyectos y las empresas 73

    CAPITULO IV. RECONSTRUYENDO EXPERIENCIAS

    La situacin del ejido frente a la llegada de las empresas elicas 87

    La Venta I: La llegada de la Comisin Federal de Electricidad (CFE) 88

    Aos despus de La Venta I 92

    La Venta II; CFE, Iberdrola y Gamesa 99

    La Venta IV o Eurus; un poco de lo mismo pero con diferente cara 117

    CAPITULO V. LOS CAMINOS DE LA RESISTENCIA

    Los que no rentaron; los motivos 122

    El pago justo; construccin de un agravio y emergencia de una demanda 126

    El proceso de apropiacin de la informacin por parte de los ejidatarios 128

    La resistencia de bajo perfil; estrategias y rumores 134

    Las alianzas y la resistencia abierta; acciones que buscan irrumpir en la escena

    pblica

    140

    2006 ao de lucha y resistencia en Oaxaca; La Venta y su relacin con otros

  • iv

    movimientos estatales y nacionales. 144

    La presencia de La Venta y el grupo Solidario en acciones pblicas 150

    La lucha poltica al interior de La Venta 155

    El enfrentamiento; la rotacin de vehculos y la entrega de recursos 161

    Todos los obreros paramos!; los trabajadores de la obra y sus demandas 169

    A MANERA DE CONCLUSIN

    Siempre hemos estado luchando; los grandes logros de los ejidatarios de La Venta

    172

    Las palabras se las lleva el viento; lo que el proyecto deca ser y lo que es. Los

    deseos de los ejidatarios.

    177

    BIBLIOGRAFA

    184

  • v

  • 1

    INTRODUCCIN

    El siguiente trabajo busca alumbrar las experiencias, opiniones y sentires de quienes son

    impactados de manera directa con la instalacin del proyecto elico en el Istmo

    oaxaqueo. Las opiniones que ha generado dicho proyecto son diversas y muchas veces

    contradictoria; son historias de procesos complejos donde los costos y beneficios se

    entretejen junto con aspectos que reclaman un anlisis que nos acerque a lo complejo de

    una realidad local en un contexto de procesos globales. Este trabajo trata de escuchar

    las distintas voces, pero sobre todo las que no tienen cabida en los discursos

    gubernamentales, las que cuestionan la forma de operar de las empresas encargadas de

    la ejecucin del proyecto.

    La decisin de trabajar con este tema respondi a un inters por explorar un

    fenmeno social que de inicio se presenta como complejo debido en parte a la

    diversidad de los actores que intervienen, a las lgicas que se enfrentan y a los espacios

    en los que se mueve: local-global. Los motivos personales y logsticos tambin jugaron

    a favor de esta decisin.

    Muchos han sido los proyectos que desde los distintos niveles de gobierno se

    han implementado en el Istmo oaxaqueo. Hoy en da uno ms nos obliga a voltear la

    mirada a esta rica regin del pas: el proyecto elico. Las sociedades occidentales

    apegadas a un modelo de consumo reclaman un mnimo de produccin energtica

    para hacer posible el ritmo de vida actual, reclamo que no tarda en cobrar la factura al

    medio ambiente; ejemplo de esto es la creciente emisin de contaminantes y las

    consecuencias que esto acarrea. Surge entonces la necesidad impostergable de buscar

    alternativas como las llamadas energas renovables o energas limpias, y entre stas la

    energa elica se presenta como una de las mejores vas para obtener energa limpia.

    Considero que una energa limpia no es slo aquella que respeta a la naturaleza, sino

    aquella que con su puesta en marcha respeta a la naturaleza y los derechos de los sujetos

    que se ven implicados.

    Mxico inicia relativamente tarde la explotacin de sus recursos elicos, si se

    compara con pases como Estados Unidos de Norte Amrica o de Europa como Espaa,

    Alemania y Dinamarca. Es hasta 1994 cuando se instala en el ejido La Venta, municipio

    de Juchitn, Oaxaca, el primer parque elico de la regin, dicho parque est conformado

    por 7 aerogeneradores y hasta el da de hoy se encuentra en operacin. Estudios

  • 2

    anteriores a la instalacin de La Venta I dieron a conocer la gran riqueza elica con que

    cuenta el istmo oaxaqueo; se habla de factores de planta por arriba del 40%.

    No pas mucho tiempo para que a la regin comenzaran a llegar empresas, en su

    mayora extranjeras, con la intencin de explotar el tan codiciado recurso. Sin embargo,

    en su prisa por ocupar los mejores lugares y por instalar el mayor nmero de

    aerogeneradores, olvidaron, o as pretendieron hacerlo, que esta cintura de Amrica es

    habitada por pueblos que mucho tiene que decir sobre el destino de su tierra, y que no

    estn dispuestos a permanecer pasivos mientras un grupo de empresas y representantes

    gubernamentales se reparten los beneficios que la mercatilizacin del recurso elico

    deja.

    Este trabajo busca recuperar la voz de aquellos a quienes los promotores del proyecto

    elico intentaron dejar de lado, y que a contra corriente abren espacios para hacerse

    escuchar, para evidenciar lo que otros quisieron ocultar bajo el discurso de desarrollo.

    El primer anuncio de la importancia del sector privado en la instalacin de los

    proyectos elicos (muchos de los parques elicos son manejados en su totalidad por el

    sector privado: IBERDROLA, ACCIONA, CEMEX entre otras) y la forma de operar,

    fue sin duda la reforma al artculo 27 de la Constitucin, hecha a inicios de la dcada de

    los noventa y la posterior puesta en marcha de programas como el Programa de

    Certificacin de Derechos Ejidales y Comunales (PROCEDE) programa que bajo el

    discurso de brindar certidumbre jurdica, promueven la renta y venta de tierras ejidales

    al tiempo que abren de manera oficial la puerta al mercado de tierras ejidales, dejando a

    los dueos de las mismas slo con buenos deseos en esta nueva etapa de relacin con el

    mercado. En este contexto jurdico se comienza la siembra de aerogeneradores en

    parcelas del ejido La Venta.

    Para desgracia de los promotores (estatales o privados) de los grandes proyectos

    de desarrollo, pocas veces, por no decir ninguna, sus deseos se apegan a lo que

    conciben, tras sus escritorios, tecncratas. Las poblaciones que habitan los espacios

    fsicos donde se ponen en marcha dichos proyectos no esperan a tener permiso para

    tomar parte activa; cuestionan los proyectos, muchas veces los trasforman o incluso los

    impiden, minan su camino de mltiples maneras.

    Este trabajo apuesta a una lectura diferente de un proyecto que se promueve

    desde las cpulas gubernamentales como la panacea, recupera las voces de los locales,

    de aquellos que conviven da a da con el proyecto elico y que mucho tienen que decir

    y aportar sobre el destino de sus parcelas y su propio futuro.

  • 3

    La complejidad del proyecto elico y de las respuestas que los ejidatarios de La

    Venta dieron (y dan) obliga a la articulacin de diversos modelos tericos que permitan

    entender los datos recolectados en campo. La apuesta que se hace a las propuestas

    tericas de Melucci1, Scott

    2 y Moore

    3 responde a la importancia que estos autores dan a

    lo local como espacio de inicio y ejercicio de la resistencia. Se trabaja con el concepto

    de resistencia de bajo perfil propuesto por Scott y se retoma el de accin colectiva de

    Alberto Melucci, este ltimo para dar cuenta del sin nmero de acciones pblicas y

    abiertas que los ejidatarios de La Venta realizaron para manifestar su inconformidad y

    oposicin a prcticas de los representantes de las empresas y autoridades de distintos

    niveles, quienes a acomode lugar buscaron conseguir el nmero de parcelas necesarias

    para la ejecucin del proyecto elico en turno. El sentimiento de agravio se instala entre los ejidatarios y se alimenta por las

    cuestionadas prcticas de los promotores del proyecto, pero sobre todo se reafirma

    como descubrimiento fundamentalmente histrico. Todos los conceptos que se

    retomaron de los autores arriba citados resultaron tiles para analizar la complejidad de

    las respuestas que los ejidatarios de La Venta dieron al proyecto elico. A travs de la

    propuesta de Arturo Escobar4 se analiz uno de los principales argumentos de quienes

    promovieron y continan promoviendo el proyecto elico: el desarrollo como elemento

    justificador. La idea de desarrollo presente en los proyectos que se ejecutan en los mal

    llamados pases de tercer mundo o en vas de desarrollo, comienza a ser cuestionada, a

    ser polemizada, desde estos lugares comienzan a surgir voces que pugnan por su

    deconstruccin.

    Considero que el proyecto elico puesto en marcha, no slo en el ejido La

    Venta, sino en la regin del Istmo, es un ejemplo claro de las nuevas formas en las que

    opera el capitalismo, es la mercantilizacin de la naturaleza, pero es tambin una lucha

    desigual entre sujetos y empresas, entre lgicas distintas. Abordar estos proyectos que

    se definen como alternativos resulta no slo pertinente sino inaplazable, entre otros

    aspectos porque son precisamente estos proyectos los que exhiben las mayores

    contradicciones, porque se presentan como incuestionables, lo que muchas veces impide

    escuchar las voces de quienes desde la experiencia propia los objetan. Este trabajo busca

    1 Melucci Alberto, Accin colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de Mxico, Mxico, 1999.

    2 Scott C. James, Los dominados y el arte de la resistencia, ERA, Mxico 2000.

    3Moore Barrigton, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelin, UNAM, Mxico, 1989.

    4 Escobar Arturo, El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempornea,

    CEREC, ICAN, Bogota, 1999.

  • 4

    abonar elementos a la discusin de estos proyectos, pero sobre todo busca alumbrar lo

    que a su paso dejan, explora las distintas respuestas y la complejidad de las mismas, las

    redes que se crean, los procesos que permiten la construccin de una resistencia abierta

    y pblica o bien de bajo perfil.

    Las entrevistas formales e informales, as como la observacin participante,

    hicieron posible conocer de primera mano las experiencias de los ejidatarios

    inconformes, muchos de stos no con el proyecto en si, sino con la forma de operar de

    sus promotores. Los testimonios recogidos evidenciaron los negocios sucios de la

    energa limpia. Si bien los datos de campo se recogieron bsicamente durante 2008 y

    2009, la investigacin hemerogrfica se remonta a aos anteriores. La narracin que los

    ejidatarios hacen de sus primeras experiencias en La Venta I (1994), permiti

    reconstruir la forma de operar no slo de las empresas (muchas de stas espaolas) que

    se visibilizan a partir del 2000, sino de la Comisin Federal de Electricidad (CFE),

    encargada de llevar a buen trmino el primer parque elico que se instala en el ejido.

    Este trabajo encuentra su base y sustento etnogrfico en los testimonios que los

    ejidatarios y ejidatarias amablemente me compartieron y que dan cuenta de muchas de

    sus experiencias a partir de 1994, ao en que se instala el primer parque elico, en

    conversaciones entre ejidatarios que pude presenciar, en entrevistas que realic muchas

    de stas formales, en reuniones de ejidatarios y ejidatarias a las que me permitieron

    asistir, en una reunin entre mujeres habitantes del ejido y representantes de EURUS,

    en datos que pude recolectar durante horas y horas de pltica con los ejidatarios y

    ejidatarias de La Venta y en una amplia investigacin hemerogrfica. El saber qu tan

    pertinente resultaba hablar de resistencia al conocer la serie de respuestas que los

    ejidatarios y ejidatarias de La Venta daban al proyecto elico5 me llev a acercarme al

    ejido Juchiteco. Una vez ah y despus de varios meses de campo, pude entender lo

    amplio y complejo del concepto de resistencia en el contexto que observaba. Si bien es

    cierto que la hiptesis de que los ejidatarios y ejidatarias de La Venta resisten se

    mantuvo, sta comenz a tornarse ms fina, y preguntas como; a qu resisten?, cmo

    resisten?, quines resisten? por qu resisten? emergieron como producto de los datos

    recabados. En base a los datos obtenidos se puede sostener la hiptesis de que la

    inconformidad y, por ende, muchas de las acciones y discursos que los ejidatarios de La

    5 El 29 de abril de 2007 se llevo a cabo, en San Blas Atempa, Oaxaca la Segunda Asamblea de los

    pueblos del Istmo, pude asistir a dicha Asamblea y en ella conoc por primera vez las demandas de los

    ejidatarios de La Venta.

  • 5

    Venta despliegan para hacerla pblica, encuentra su origen sobre todo en las formas de

    actuar de los representantes de las empresas encargadas de llevar a cabo los parques

    elicos y de la propia CFE, bsicamente en la forma en la que se ejecutaron y ejecutan

    los proyectos. Al interior de La Venta existen ejidatarios que se han negado a dar en

    renta sus parcelas y que han emprendido una resistencia abierta y pblica, experiencia

    que se recupera en este trabajo, pero tambin existen ejidatarios que aunque firmaron

    los contratos de arrendamiento inician una resistencia de bajo perfil, muchas veces

    desde el anonimato y fuera de la mirada de los promotores del proyecto elico con la

    finalidad de minar el camino de las empresas. Son estas experiencias las que ms

    llamaron mi atencin ya que tras lo que en apariencia se puede leer como una

    aceptacin, existe una inconformidad que lejos de minimizarse se mantiene y agranda

    con el actuar turbio y ventajoso de los promotores del proyecto elico. En La Venta, la

    firma de un contrato de arrendamiento no implica la aceptacin del proyecto elico.

    Es importante mencionar que en muchos de los testimonios que aqu se citan se

    prefiri guardar el anonimato de las y los entrevistados sobre todo por cuestiones de

    seguridad de aquellos que amablemente accedieron a compartirnos sus experiencias.

  • 6

    CAPTULO I: ELEMENTOS TERICOS

    AGRAVIO, RESISTENCIA Y ACCIN COLECTIVA

    Son muchos los elementos que pueden caracterizar al ejido La Venta, pero uno en

    especial lo ha puesto bajo la mirada nacional e internacional: el viento. Recurso

    inagotable, fuente generadora de energa elctrica, es hoy por el hoy el codiciado oro de

    la regin. Quines deben beneficiarse de su explotacin y en qu grado? stas son

    algunas de las preguntas que emergen con la instalacin de los tan polmicos parques

    elicos, polmicos no por su fin remoto generacin de energa verde, sino por lo

    que bien podramos llamar sus nuevos fines: la mercantilizacin del recurso. Empresas

    nacionales e internacionales se han apresurado a servirse las ganancias que la

    explotacin del recurso elico deja, intentando pasar por alto a los habitantes de la

    regin; pobladores que hoy pelean por su derecho a opinar sobre el futuro de su

    territorio y sobre su propio futuro.

    Este captulo es la propuesta terica de varios autores para pensar y analizar la

    resistencia, es el lente que nos permite observar la diversidad de respuestas que los

    habitantes de La Venta dan al proyecto elico. Hablar de resistencia es hablar de un

    concepto complejo, dinmico, que mina el camino del poder. Las respuestas que los

    ejidatarios de La Venta dan al proyecto elico deja claro que nada puede ser como se

    planea en los escritorios tecncratas, que la realidad no se apega a patrones y deseos

    neoliberales, que es una construccin sobre la que todos aportan, que suele tomar

    caminos inesperados y que los pueblos del istmo oaxaqueo no estn dispuestos a

    cruzarse de brazos mientras otros, ajenos, llegan a transformar su cotidianeidad.

    En las siguientes lneas se abordan conceptos como el de resistencia de bajo

    perfil, accin colectiva y agravio. Tambin se examina la propuesta de Arturo Escobar

    sobre la decostruccin del concepto de desarrollo y por qu resulta inaplazable el uso de

    un concepto de desarrollo que emerja desde los pueblos.

    Se recurre a la propuesta de autores como James Scott, Alberto Melucci y

    Barrington Moore articulndose algunos de los conceptos que proponen con el fin de

    construir una perspectiva terica que permita orientar la investigacin, as como

    comprender las mltiples formas de inconformidad, movilizacin y negociacin a las

    que han recurrido los habitantes de La Venta como respuesta a la instalacin de los

  • 7

    parques elicos. La apuesta que se hace a las propuestas tericas que guan este trabajo

    responde en parte a la importancia que estos autores dan a la vida cotidiana, a lo local

    como espacio de inicio y ejercicio de la resistencia y de la organizacin. La vida

    cotidiana como lugar de sentido. Lo cotidiano cobra importancia al ser visto como

    espacio de interaccin en el cual se llegan a conformar identidades.

    Muchas y muy diversas son las formas de resistencia que los dominados

    emplean como medio de proteccin y defensa frente a las relaciones de poder bajo las

    que se encuentran. Este trabajo busca explorar, en un primer momento, las que por su

    naturaleza nos invitan a dudar de su existencia. Hablo de las formas de resistencia que

    James Scott seala como discursos ocultos,6 de aqu en adelante llamadas guiones

    ocultos.7

    La inconformidad que generan las condiciones en que se establecen y funcionan

    los parques elicos en el Istmo de Tehuantepec, alimenta mltiples formas de

    resistencia y aglutina alrededor de stas a diversos sujetos, integrantes o no de

    organizaciones formales, afectados o solamente simpatizantes de las demandas de

    quienes se asumen como afectados.

    De manera general, distinguir dos formas bajo las que se manifiesta la

    resistencia. Por un lado, la abierta y pblica que Melucci denomina accin colectiva y

    considera: resultado de intenciones, recursos y lmites, con una orientacin construida

    por medio de relaciones sociales dentro de un sistema de oportunidades y

    restricciones,8 y la resistencia de bajo perfil o infrapoltica de los desvalidos.

    La resistencia visible, vista como accin colectiva, debe ser leda como la

    conclusin de un proceso, como el resultado de una serie de intercambios, una accin

    visible tiene tras de s un entramado, la construccin de redes, responde en muchos

    casos a momentos coyunturales, en ella convergen individuos y grupos, organizaciones

    formales, simpatizantes (quienes pueden ser usuarios de los smbolos que la accin

    colectiva y el movimiento social producen).

    6Scott C. James, Los dominados y el arte de la resistencia, ERA, Mxico 2000.

    7 Definicin sealada por la Mtra. Adriana Lpez Mojardn, para enfatizar que se trata de una variada

    serie de prcticas, no slo discursivas en Coronado Malagn Marcela, Procesos de etnicidad de los

    zapotecos del Istmo de Tehuantepec: una relacin tridica entre la resistencia y la dominacin, Tesis de

    doctorado, ENAH, Mxico 2004. 8 Melucci Alberto, Accin colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de Mxico, Mxico, 1999,

    p. 43.

  • 8

    Las acciones de los ejidatarios de La Venta y Santo Domingo Ingenio9 son

    ejemplo de formas de resistencia abierta y pblica, actos que buscan hacer visible una

    inconformidad a travs de cierres de carreteras, marchas, mtines, etc., pero son tambin

    guiones ocultos. Se entender por guiones ocultos la conducta que el subordinado

    asume fuera de escena cuando no est al alcance de los detentadores de poder, a los que

    asume como los dominadores. Los guiones ocultos son acciones al igual que gestos y

    palabras, son actos que buscan develar una inconformidad, critican al poder. Su

    ejercicio por parte del dominado espera reparar en cierto grado el sentimiento de

    agravio, son puestos en marcha fuera de la mirada del dominador y encuentran tierra

    frtil entre los iguales, donde se reafirman en acto colectivo. James Scott define guiones

    ocultos como:

    Los rumores, el chisme, los cuentos populares, las canciones, los gestos, los

    chistes y el teatro formaran en su conjunto la infrapoltica de los desvalidos y su

    ejercicio ser entendido como guiones ocultos [] que sirven entre otras cosa,

    para que los desvalidos insinen sus crticas al poder al tiempo que se protegen

    en el anonimato o tras explicaciones inocentes de su conducta.10

    La resistencia de bajo perfil se construye con expresiones y prcticas, con

    acciones que buscan escapar de la visibilidad de quienes detentan el poder, mientras se

    ejerce, crea complicidad entre los iguales, lazos, redes. Son stas las bases por las que

    circula y que brindan la proteccin necesaria para su existencia.

    El rescatar lo que los dominados dicen y hacen fuera de escena, cuando saben

    que no estn bajo la observacin del dominado, rompe con la idea de la aparente

    conformidad, de aqu la importancia de ir ms all de la escena pblica, donde los

    actores desarrollan, cada uno, el papel que se espera de ellos, hasta que llegue el

    momento de una resistencia abierta, de la accin colectiva. Los dominados pueden

    expresar su inconformidad, la opinin que les merece un acto que asumen como injusto

    ya sea de forma abierta o bien a travs de guiones ocultos; en esta ltima forma, el

    discurso hostil al dominador circula entre quienes comparten el sentimiento de agravio,

    no irrumpe de manera abierta, porque se espera el momento propicio para hacerlo. Los

    guiones ocultos permiten la existencia de guiones pblicos, que funcionan como

    estrategia de proteccin, sostienen el supuesto orden social y es la cara visible para el

    9 Santo Domingo Ingenio es un municipio cercano al ejido La Venta y tambin ah como en otros

    municipios de la regin se tiene pensado instalar parques elicos. 10

    Scott, C. James. Los dominados y el arte de la resistencia, ERA, Mxico, 2000, p. 21.

  • 9

    resto de la sociedad. Para Scott los guiones pblicos son las relaciones explcitas entre

    los subordinados y los detentadores del poder.11

    Scott considera que para conocer el grado de simulacin que se emplea durante los

    guiones pblicos resulta necesario ponerse en comunicacin con el actor fuera de

    escena, esto es, alejado del contexto especfico de la relacin de poder.12 Para poder

    hablar de formas de resistencia, debemos partir de la existencia de relaciones de poder,

    mismas que se dan bajo distintas formas y a distintos niveles.

    Muchas veces los guiones pblicos son el resultado de una simulacin conocida

    y aceptada tanto por los dominados como por los dominadores. Al dominado le interesa

    realizar una buena actuacin, una buena simulacin de la aceptacin de la relacin de

    poder, para no poner en peligro su existencia. Cuanto ms amenazante sea el poder ms

    gruesa ser la mscara. Los dominadores por su parte prefieren la simulacin que ser

    vistos como tiranos.

    Los guiones pblicos se despliegan en una suerte de representacin teatral donde

    tanto los dominados como los dominadores estn obligados a hacer su mejor papel. A

    los primeros se les exige el grado de obediencia necesario para naturalizar al poder;

    los segundos, por su parte, estn dispuestos a dar concesiones a los dominados con tal

    de que la representacin sea creble. La representacin de un buen papel por parte de los

    dominados no implica la conformidad, la aceptacin de la relacin, en todo caso nos

    habla del nivel de la relacin de poder o de los arreglos que los actores hayan logrado

    antes de entrar a escena. La existencia de guiones pblicos no niega el ejercicio de

    guiones ocultos.

    Que el dominado prefiera materializar su inconformidad a travs de guiones

    ocultos o de la accin colectiva indica el grado de ejercicio del poder por parte del

    dominador, pero tambin nos habla de una evaluacin de oportunidades y restricciones

    por parte del dominado.

    La existencia de patrones de condena antecede tanto a la resistencia de bajo

    perfil como a la accin colectiva. Para que alguna de estas dos formas de resistencia sea

    posible es necesario un reconocimiento de la injusticia, del enemigo, una nueva

    percepcin del mal. La resistencia es respuesta (no solamente respuesta, es entramado,

    redes etc.) a un acto, a una relacin de poder que se vive como insoportable, como

    11

    Ibidem, p. 24 12

    Ibidem, p. 27

  • 10

    injusta. El reconocer la injusticia implica el uso de patrones de condena o la

    reformulacin de los mismos.

    Para quienes se encuentran en desventaja en una relacin de poder, romper con

    la autoridad moral que justifica o sustenta la relacin en la que se encuentran se presenta

    como una necesidad primordial. En este proceso de ruptura la reformulacin de patrones

    de condena juega un papel muy importante. Barrigton Moore distingue tres aspectos de

    este proceso:

    El primero es el que invierte las formas de solidaridad entre los oprimidos para

    ayudar al opresor []. El segundo aspecto del proceso es cultural en lugar de

    social: la creacin de patrones de condena para explicar y juzgar los

    sufrimientos actuales [] los seres humanos pueden aprender no slo a

    aceptar, sino incluso a elegir el dolor y el sufrimiento. Si bien siempre queda un

    sustrato biolgico de resistencia hacia las experiencias dolorosas como creo

    que sucede-, de todos modos es posible siempre sobreponerse a esas tendencias

    instintivas a travs de varias formas de condicionamiento. Como lo seal antes,

    esta capacidad humana para ignorar y aceptar el sufrimiento es esencial para

    la supervivencia humana y, por lo tanto, cualquier movimiento poltico contra la

    opresin tiene que desarrollar un nuevo diagnstico y un nuevo remedio para

    las formas de sufrimiento ya existentes. Adems tanto uno como el otro, el

    diagnstico y el remedio, tienen que llegar al punto en el que el sufrimiento sea

    moralmente condenado. Estos nuevos patrones morales de condena constituyen

    la identidad esencial de cualquier movimiento de oposicin [] Como parte de

    esta nueva identidad basada en una nueva percepcin del mal, se desarrolla una

    nueva definicin de los amigos y los enemigos.13

    La accin colectiva es una forma de resistir, pero es tambin parte de un proceso

    que involucra actores y momentos diferentes. La resistencia visible es siempre en algn

    momento resistencia de bajo perfil, no toda resistencia de bajo perfil desemboca en una

    accin colectiva. La irrupcin pblica de las inconformidades produce momentos de

    tensin que llegan incluso a la modificacin de la estructura del sistema. Una vez que se

    ha asaltado la escena pblica y que se exhiben las contradicciones del poder, se generan

    cambios de orden simblico que hacen muy difcil el volver atrs. La accin colectiva

    pensada como parte de la resistencia en el transcurso del tiempo (fenmeno de mayor

    13

    Moore Barrigton, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelin, UNAM, Mxico, 1989,

    p.95.

  • 11

    amplitud, un proceso), representa momentos de clmax, esto no niega la posibilidad de

    asumirla en s como una forma de resistencia que resume procesos colectivos.

    Los guiones ocultos alimentan la infrapoltica de los desvalidos, toda accin

    colectiva categora analtica que ser utilizada para hablar de la resistencia abierta y

    pblica, es acompaada de estos guiones.

    La utilizacin de guiones ocultos por los dominados implica necesariamente una

    red de complicidad de sus otros iguales. Implica el compartir un sentimiento de agravio,

    de injusticia. Si bien es cierto que en, muchos momentos, los actos que realizan los

    sujetos son actos individuales y annimos, es un requisito indispensable que exista la

    complicidad para que estos actos no sean descubiertos por los dominados y no slo esto,

    si no que muchos de stos necesitan el resguardo del grupo para poderse llevar a cabo.

    Son indispensables ciertas condiciones sociales dentro de los dominados para que los

    guiones ocultos se produzcan, tal es el caso del chisme y el rumor, donde es necesario

    que los sujetos lo comuniquen a otros para lograr que el objetivo se cumpla, como bien

    seala Michel Foucault la soledad es la condicin bsica de la sumisin total.14

    Podramos afirmar que los guiones ocultos tienen entre sus requisitos un estado de

    colectividad bsico y necesario para su ejercicio.

    En lo que respecta a la accin colectiva, Melucci la asume como un sistema de

    relaciones15 internas y externas, es considerada resultado de intenciones, recursos y

    lmites, con una orientacin construida por medio de relaciones sociales dentro de un

    sistema de oportunidades y restricciones.16

    En la resistencia de bajo perfil, como en la accin colectiva, la identidad

    colectiva y la construccin de redes al interior son elementos indispensables para

    poderse llevar a cabo. En el caso de la resistencia visible, las relaciones coyunturales

    que el colectivo pueda establecer al exterior, con otros grupos, se inscriben dentro del

    concepto de redes de movimientos. Este concepto incluye no slo las organizaciones

    formales, sino tambin la red de relaciones informales que conectan individuos y grupos

    clave a un rea ms extensa de participantes y usuarios de servicios y bienes culturales

    producidos por el movimiento.17

    14

    Foucault en Scott C. James, Los dominados y el arte de la resistencia, ERA, Mxico, 2000, p. 110. 15

    Melucci Alberto, Accin colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de Mxico, Mxico,

    1999, p. 36. 16

    Ibidem, p. 43. 17

    Ibidem, p. 73.

  • 12

    El triunfo de la accin colectiva no se limita slo a la obtencin de bienes

    materiales. El triunfo de un movimiento, de una accin colectiva reflejo de una

    inconformidad reflexionada, est en descubrir al poder, en hacer manifiesta su forma de

    actuar, en romper esa aparente tranquilidad social, el hacer visible al poder es un triunfo

    simblico.

    En el concepto de movimiento social utilizado por Melucci es retomado debido a

    su carcter simblico; para Melucci los movimientos son tanto vencedores como

    vencidos y as lo define:

    Son tanto vencedores como vencidos: porque el desafo afecta a los cdigos

    culturales, la mera existencia de un movimiento es un retroceso en los sistemas

    simblicos dominantes [] los movimientos ya no operan como personajes sino

    como signos. [] Operan como signos en el sentido de que traducen su accin

    en desafos simblicos que desequilibran los cdigos culturales dominantes, y

    revelan su irracionalidad y parcialidad, actuando en los niveles (de informacin

    y comunicacin) en los cuales tambin operan las nuevas formas del poder

    tecnocrtico.18

    El reconocimiento de la injusticia puede concebirse como un primer paso para la

    resistencia. La materializacin que el dominado hace del poder y de sus agentes, implica

    identificar al causante, la causa de la injusticia de la que se es objeto, se le pone nombre

    y rostro al enemigo. Se le arrebata al poder el privilegio de imponer un nico discurso,

    una sola verdad. El cuestionamiento que los dominados hacen de su condicin y por

    ende del poder de los dominadores, podra pensarse como un acto individual; sin

    embargo, este proceso no se agota en el individuo, es sin duda un producto social.

    Cuando un movimiento social se hace visible, cuando emerge la accin

    colectiva, se subvierte los cdigos que el poder hasta ese momento ha sostenido, se le

    cuestiona al poder la imposicin de verdades, se le contradice con la creacin de

    nuevas opciones. Un movimiento se presenta como una alternativa materializada en la

    accin, crea una nueva idea de lo que debiera ser y de esta manera se amplan las

    opciones, se rompe con la idea de un nico camino. El movimiento muestra los lados

    ocultos del discurso del poder. Al respecto Melucci afirma:

    Si en las sociedades de informacin el poder se ejerce mediante el control de los

    cdigos, de los sistemas organizadores del flujo informativo, el conflicto

    18

    Ibidem, p. 75 y 164.

  • 13

    antagonista radica en la capacidad de resistencia, pero todava ms en la

    capacidad de subvertir los cdigos dominantes [] El antagonismo de los

    movimientos tiene un carcter eminentemente comunicativo: ofrecen al resto de

    la sociedad otros cdigos simblicos que subvierten la lgica de aquellos que

    dominan en ella.19

    En el momento en que un movimiento irrumpe en la escena pblica cambia en

    cierto sentido los cdigos, con su slo actuar est diciendo algo diferente de lo que el

    poder dice, los movimientos hablan con su accin.

    Los movimientos son construcciones colectivas, la accin colectiva es

    construida gracias a una inversin organizativa. La unidad de un movimiento debiera

    ser entendida ms como la conclusin de un proceso que como un punto de partida. Un

    movimiento es la suma de sujetos heterogneos, es una construccin social.

    Cuando una inconformidad social irrumpe en la escena pblica, puede llegar a

    ser negociable. Quizs en esta etapa el colectivo pueda obtener algn tipo de bienes,

    conquistas que son fruto de la accin colectiva. No siempre lo que se obtiene, y que es

    en muchos casos la razn de la irrupcin pblica, es material. La restitucin de los

    agravios, de la dignidad, del sentimiento de autonoma, tambin motiva la resistencia

    abierta. El sentimiento que provoca la sensacin de haberse violentado el contrato social

    genera inconformidad en los sujetos implicados en dicho contrato.

    En la mayora de las sociedades estratificadas hay un contrato entre dominantes

    y dominados que establece derechos y obligaciones. stos no siempre estn escritos,

    pero se sobreentienden, no son definidos ni estables, no estn hechos de piedra, para

    conocerlos es necesario tocar los lmites de la obediencia y la desobediencia, es algo

    que se conoce en la prctica. Barrigton Moore considera que las obligaciones mutuas y

    lo lmites se manifiestan y descubren en la prueba constante que cada uno hace de las

    reacciones del otro.

    El agravio es un descubrimiento y el proceso de ese descubrimiento es

    fundamentalmente histrico,20 implica la ruptura de los patrones de condena que

    hacan aceptable una situacin que en un momento determinado se torna intolerable. La

    condena de una situacin tiene que ver con el contexto en el que se desarrolla, y es

    tambin resultado de redes de comunicacin y complicidad que la definen como injusta.

    19

    Ibidem, p.123. 20

    Moore Barrigton, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelin, UNAM, Mxico, 1989,

    p.28.

  • 14

    A la par de la accin colectiva como forma de resistencia, se genera al interior

    del grupo una serie de relaciones: simpatas, acuerdos, etc., indispensables para hacer

    posible la irrupcin pblica. En el momento en que se desafa al poder se crean las

    bases morales para justificar este acto, lo que implica la subversin de cdigos, la

    creacin de nuevos smbolos, se trata de lo que Melucci define como fenmenos

    colectivos: procesos en los cuales los actores producen significados, comunican,

    negocian y toman decisiones [] los actores son capaces de ir ms all de la lgica

    lineal de estmulo- respuesta.21

    Dos aspectos resultan importantes al momento de analizar la accin colectiva. El

    primero de ellos tiene que ver con su conformacin interna, ya que como se ha dicho

    la irrupcin pblica es resultado de un proceso colectivo. As pues las redes de

    reclutamiento responden a esta parte, son los lazos preexistentes, elementos que

    facilitan la resistencia abierta, la base que permite la ampliacin de la red de resistencia

    que llega a fortalecer la accin colectiva. En todos los grupos sociales se crean

    relaciones entre los sujetos. Estos procesos organizativos son fundamentales y son

    retomados en el momento en que una inconformidad irrumpe en la escena pblica.

    En su texto accin colectiva, vida cotidiana y democracia, Melucci seala la

    importancia de las redes de reclutamiento:

    Las redes de reclutamiento juegan un papel fundamental en el proceso de

    implicacin individual. Ningn proceso de movilizacin comienza en el vaco

    [] Las redes de relaciones ya presentes en la fbrica social facilitan los

    procesos de implicacin y reducen los costos de la inversin individual en la

    accin colectiva.22

    Al crear la accin colectiva redes hacia al exterior, se inscribe en un movimiento

    de mayor alcance que lleva a la conformacin de redes de movimientos, mismas que

    caracterizaran un segundo aspecto de la accin colectiva y que la inscriben por llamarlo

    de alguna manera en un nivel macro. Cuando me refiero a un movimiento de mayor

    alcance, hablo de la amplitud de las redes que involucran en muchos casos a sujetos y

    organizaciones, formales o no, que se adhieren de manera ms o menos estable a la

    accin colectiva. El potencial de movilizacin se refiere a las condiciones o situaciones

    21

    Melucci Alberto, Accin colectiva, vida cotidiana y democracia, El Colegio de Mxico, Mxico, 1999,

    p. 57. 22

    Ibidem, p. 62.

  • 15

    que permiten que individuos, grupos formales o informales simpaticen con una accin

    colectiva y se creen redes de movimientos; mucho de esto debido a la situacin que

    mantienen, pero al mismo tiempo nos habla de las caractersticas que hacen que la

    resistencia abierta encuentre eco en otros sectores de la poblacin, nos habla de la

    accin colectiva en s, que en una suerte de espejo se define a travs de los que en ella

    participan.

    Considero que la accin colectiva parte de la existencia de una identidad colectiva ya

    establecida ms no esttica, que se va reformulando en una suerte de dilogo con otros

    sujetos, redes informales u organizaciones formales todos heterogneos. Mientras

    camina en el tiempo, la accin colectiva va pasando por varios momentos que permiten

    la llegada de nuevos actores y la emergencia de nuevas etapas en la accin colectiva. La

    identidad colectiva debe de entenderse como la construccin de un sistema de accin, lo

    que implica definirse a s mismo y a su ambiente. Melucci considera que el proceso de

    construccin, adaptacin y mantenimiento de una identidad colectiva es siempre reflejo

    de dos aspectos importantes:

    La complejidad interna del actor (la pluralidad de orientaciones que le

    caracterizan) y las relaciones del actor con el ambiente (otros actores, las

    oportunidades y restricciones) [] Conforme se aproxima a formas ms

    institucionalizadas de accin social, la identidad puede cristalizarse en formas

    organizacionales, sistemas de reglas y relaciones de liderazgo.23

    Las redes sumergidas son canales por donde circula la informacin y los sujetos;

    son redes que si bien pueden estar siempre, se encuentran en una especie de letargo que

    es quebrantado por un momento especfico, un momento que puede ser coyuntural, es

    entonces cuando emergen. Melucci seala el momento en que este tipo de redes suelen

    emerger y las funciones que cumplen:

    Estas redes emergen solamente en relacin con problemas especficos y, aunque

    estn integrados por pequeos grupos separados, constituyen un circuito de

    intercambios sociales. Individuos y mensajes circulando a lo largo de la red, y

    algunas agencias (los ncleos profesionalizados) le proporcionan cierta unidad.

    La red sumergida cumple diversas funciones: a) permite la pertenencia a varios

    grupos; b) slo ocupa parte del tiempo que absorbe, y c) exige la involucracin

    personal y la solidaridad afectiva de los que pertenecen a ella.24

    23

    Ibidem, p. 66. 24

    Ibidem, p.127.

  • 16

    Las redes sumergidas explican la existencia de organizaciones, redes o sujetos

    que no pertenecen de manera formal al grupo pero que en momento determinado

    refuerzan la accin colectiva. Es al mismo tiempo una herramienta de los dominados,

    por la que circulan smbolos, informacin, y se preparan las acciones.

    Para que una accin colectiva tenga lugar no es indispensable una organizacin

    formal, pueden existir redes, individuos que se relacionan con otros y que no

    forzosamente estn constituidos en grupos formales, se genera una suerte de interaccin

    entre los grupos. Su auto definicin ser resultado del tiempo y de momentos

    determinantes para el colectivo.

    Los actores sociales prueban su capacidad de accin a travs de acciones que no

    los comprometan o con actos que no pongan al descubierto su identidad, actos que

    encuentren salida en excusas que aminoren su intencin. La resistencia de bajo perfil

    implica acercarse al lmite de las posibilidades, dejando abierta la opcin de volver atrs

    en caso de ser necesario.

    Los dominados estn constantemente tocando los lmites de la obediencia y, por

    su parte, los dominadores ponen a prueba los lmites del ejercicio de su poder. Ambos

    estn constantemente en los mrgenes de la dominacin y la obediencia, buscando,

    quizs, una reformulacin del contrato social.

    La creacin de patrones de condena no siempre lleva a una resistencia abierta, y

    siempre genera una inconformidad que suele expresarse de la manera que ms convenga

    a los dominados. Por otra parte, la eleccin de la accin colectiva o de los guiones

    ocultos no implica la anulacin de una u otra, pueden coexistir ambas e irse sucediendo

    dependiendo los mrgenes de accin de quienes las llevan a cabo. Un proceso de

    resistencia es una definicin de estrategias, implica la creacin de redes, necesita un

    entramado social que funciona como proteccin y que posibilita su existencia. Es

    tambin una sucesin en el tiempo donde hay momentos de confrontacin y de

    negociacin.

    EL CONCEPTO DE DESARROLLO EN UN CONTEXTO

    NEOLIBERAL

    Las formas de resistencia, presentes en el caso de La Venta y que se analizan en esta

    tesis, se refieren a un proyecto que el Estado y las empresas involucradas presentan

  • 17

    como una alternativa de desarrollo, por lo que resulta necesario problematizar el

    trmino mismo de desarrollo.

    Es comn escuchar sobre proyectos de desarrollo puestos en marcha en pases

    mal llamados subdesarrollados, en vas de desarrollo o del tercer mundo, proyectos que

    al menos discursivamente promueven mejores condiciones de vida para las poblaciones

    que habitan los territorios donde se ejecutan. Sin embargo, muchos de estos proyectos

    lejos de ser aceptados por los pobladores, generan inconformidades y en ocasiones

    agranda ms la brecha de desigualdad entre desarrollados y subdesarrollados, entre

    pobres y ricos.

    Ante esta estela de contradicciones, han surgido voces crticas que plantean la

    necesidad de replantearse el concepto de desarrollo, y la necesidad de ir ms all del

    concepto mismo, ante el evidente fracaso de su prctica.

    En este apartado se retoma la propuesta hecha por Arturo Escobar, al tiempo que

    se habla del neoliberalismo como discurso que se materializa en muchos pases con la

    implementacin de reformas estructurales y en general con una tendencia de restringir al

    Estado, privatizar la economa y abrir los mercados al exterior.25

    De aqu la importancia

    de hacer una breve mencin, en este caso, de la reforma al artculo 27 de la Constitucin

    mexicana, que impact de forma determinante la posesin colectiva de la tierra. Con la

    reforma al artculo 27 de la Constitucin se marca el fin de la distribucin agraria de

    tierras y se deja abierta la puerta a la privatizacin de ejidos y comunidades. La

    apropiacin del territorio nacional por corporaciones internacionales ser una

    caracterstica de esta nueva etapa. Si bien es cierto que con las reforma impulsada por

    Carlos Salinas el pas se conduce sin duda alguna bajo el modelo neoliberal, este

    camino empieza a dibujarse, como seala Vctor Bretn, desde el sexenio de Miguel de

    la Madrid;

    Con Miguel de la Madrid (1982- 1988) se empieza a materializar el modelo

    neoliberal del Estado, esto es, Mxico dio el paso de un modelo de desarrollo

    orientado al mercado interno, en base a la poltica de autosuficiencia

    alimentaria y de sustitucin de importaciones y a la intervencin del Estado en

    25

    Houtart Francois, Crisis del neoliberalismo y Recreacin de las Luchas de los Pueblos, Universidad

    Nacional de Colombia, Bogota, 2003, p. 18.

  • 18

    la economa, a otro orientado al mercado exterior, basado en el principio de

    ventajas comparativas y en la no intervencin del Estado.26

    La evidente desigualdad que ha generado el sistema capitalista en distintos

    pases del planeta, obligan a voltear la mirada hacia nuevas alternativas de vida, hacia

    una versin distinta de lo que puede ser el mundo. Las demandas de muchos

    movimientos sociales trascienden aspectos materiales y se inclinan hacia demandas que

    el concepto de desarrollo es incapaz de abarcar debido a la lgica materialista de la que

    surge. Muchos de los anhelos de quienes participan en los movimientos sociales se

    separan de esta lgica materialista, invitan a emprender luchas que muchos colocaran

    en el orden de la locura, del David y Goliat y que, sin embargo, son motores de luchas

    frreas.

    Cuestionar algunos proyectos, como en este caso el proyecto elico, y mirar ms

    all de sus buenas intenciones, nos permite iluminar aspectos que muchas veces se

    tratan de ocultar tras discursos desarrollistas. Resulta indispensable escuchar a quienes

    de manera directa se ven afectados por proyectos promovidos desde los distintos niveles

    de gobierno, o bien por proyectos que no se originan desde las necesidades propias de

    las comunidades donde se llevan a cabo. Prestar atencin a lo que los habitantes de

    estos territorios tiene que decir nos permite conocer que estela dejan a su paso.

    La problematizacin de conceptos como el de desarrollo resulta inaplazable

    frente a la demanda de comunidades por ser tomadas en cuenta, consultadas e

    informadas sobre los proyectos que en sus territorios se ponen en marcha, Arturo

    Escobar abona propuestas importantes en esta discusin definiendo el concepto de

    desarrollo, eje de muchos proyectos actualmente implementados en nuestro pas como:

    Construccin temporalmente ubicada que naca en la coyuntura de post guerra,

    agenciada por los Estados Unidos como una compleja empresa de intervencin

    en mltiples aspectos de la sociedad y la cultura de los pases, a partir del

    entonces llamado Tercer Mundo.27

    Arturo Escobar hace cuestionamientos al concepto mismo de desarrollo no

    porque considere que el problema se reduzca a cuestiones semnticas, sino, al contrario,

    porque considera que el concepto guarda en su naturaleza el origen del problema,

    26

    Solo de Zaldivar Vctor Bretn. Reforma Agraria, Revolucin Verde y crisis de la sociedad rural en el

    Mxico contemporneo, en Viola Andreu, Antropologa del desarrollo: Teoras y Estudios Etnogrficos

    en Amrica Latina, Pados, Barcelona, 2000. 27

    Escobar Arturo, El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempornea,

    CEREC, ICAN, Bogota, 1999, p. 12.

  • 19

    quines necesitan desarrollo y qu tipo de desarrollo. Al haber surgido en occidente el

    concepto de desarrollo, ste conserva parmetros de clasificacin caractersticos de sta

    sociedad: los subdesarrollados sern los otros, los diferentes, y la tarea ser llevarles la

    forma de vida occidental, ayudarlos en su desarrollo. Se parte entonces de descalificar

    las formas de vida del subdesarrollado, y con esto descalificar sus formas culturales; se

    les convierte en objetos del desarrollo. Replantearse el cmo queremos este nuevo

    desarrollo es una necesidad urgente.

    El concepto de desarrollo ha pasado por tres momentos importantes,

    correspondientes a tres orientaciones tericas contrastantes; teora de la modernizacin

    (alrededor de los aos 50 y 60), teora de la dependencia (entre los 60 y 70), y una

    aproximacin crtica al desarrollo en los 80 y 90. 28

    Estos tres momentos pueden ser

    clasificados segn el paradigma terico del que emergieron: teoras liberales, marxistas

    y post estructuralistas.

    La principal crtica que se hace al desarrollo desde el post estructuralismo va en

    el sentido de cuestionar los modos en que Asia, frica y Latinoamrica llegaron a ser

    definidos como subdesarrollados y, por consiguiente, necesitados de desarrollo29,

    ms que en proponer otra versin del desarrollo.

    Con los aos surgieron propuestas como otro desarrollo, desarrollo

    participativo, desarrollo socialista, pero la necesidad misma del desarrollo era

    incuestionable a lo que se tena que enfrentar era pues al desarrollo como una certeza en

    el imaginario social.30

    Cierto es que la pobreza es una realidad innegable, que la hambruna existe no

    slo en frica, sino en muchas partes de Latinoamrica y de otros continentes, pero al

    ver estas realidades como el punto de partida se deja de lado las causas y los causantes

    directos: proyectos, organismos, polticas, procesos histricos particulares. La pobreza

    es vista como punto de partida y no como un punto de llegada.

    El repensar este tipo de conceptos nos ayudar no slo a ampliar la manera de

    verlos, sino de enfrentarlos. El desarrollo parte de una idea construida de pobreza, de

    28

    Esta idea se encuentra ms desarrollada en el texto de Escobar, Arturo. El postdesarrollo como

    concepto y prctica social, en Mata, Daniel (Coord.).Polticas de economa, ambiente y sociedad en

    tiempos de globalizacin, Facultad de Ciencias Econmicas y Sociales, Universidad Central de

    Venezuela, 2005. 29

    Escobar Arturo, Ms all del tercer mundo. Globalizacin y diferencia, Instituto Colombiano de

    Antropologa e Historia, Bogota, 2005, p.18. 30

    Escobar Arturo. El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempornea,

    CEREC, ICAN, Bogota, 1999.

  • 20

    atraso, y esta manera no ha logrado acortar la brecha de desigualdades, sino, al

    contrario, en muchos casos la ha agrandado y vuelto ms compleja.

    El anlisis del concepto de desarrollo opera en dos sentido: por un lado, la

    profesionalizacin de problemas de desarrollo y la institucionalizacin del desarrollo.

    Es, al mismo tiempo, un rgimen de discurso y representacin, ambos travesados por el

    poder. Partimos de que el concepto de desarrollo es una construccin que necesita de

    toda una estructura institucional para ponerse en marcha. Una vez creado el concepto de

    desarrollo se despliega una serie de acciones (trabajos acadmicos, proyectos

    implementados en esta lgica etc.) que buscan anclarlo en el imaginario social.

    Las crticas al desarrollo se generan bsicamente en los escenarios de pobreza

    que a lo largo de los pases en vas de desarrollo se hacen visibles. La situacin que en

    los pases tercermundistas se viva y vive, anuncia segn Viola una verdadera crisis

    del modelo occidental de civilizacin [] en definitiva ya no se tratar de buscar un

    desarrollo alternativo sino una alternativa al desarrollo, o un post desarrollo. 31

    Frente a la intencin del capital de incluir a los otros, a los necesitados de

    desarrollo, en esta supuesta avalancha de bienestar que acompaa la aceptacin de su

    lgica, y que en la mayora de los casos implica dejar de lado sus formas de vida

    atrasadas y primitivas, los pueblos, los dominados, los aparentemente dbiles se

    revelan, reafirman su cultura, defienden sus territorios y su derecho ya no a la igualdad,

    sino a la diferencia. En pocas palabras, resisten.

    El capital busca su legitimidad bajo el discurso del desarrollo, que en apariencia

    podra interpretarse como el bien comn, pero que esconde la bsqueda de nuevos

    mercados, el deseo de alinear a nuevos sujetos y recursos en su lgica de mercado.

    Presenciamos un creciente inters por la conservacin de la naturaleza, sin duda

    necesario ante su evidente deterioro, pero tambin vemos la incursin del capital

    privado, de la lgica neoliberal en lugares y espacios que en el pasado resultaran

    inimaginables, con las consecuencias que lo acompaan: el despojo (en sus mltiples

    formas) de los recursos naturales con los que los pueblos (indgenas o campesinos) han

    convido durante aos e incluso siglos. Las formas en las que los sujetos se relacionan

    con su medio (en este caso natural) son diversas y en distintos grados, implican aspectos

    prcticos, pero tambin religiosos, son sistemas de creencias que configuran una cultura

    31

    Viola Andreu, Antropologa del desarrollo: Teoras y Estudios Etnogrficos en Amrica Latina, Ed.

    Pados, Barcelona, 2000.

  • 21

    en particular, son formas de vida. Su destruccin, su transformacin por parte del

    capital, implica no slo su mercantilizacin, repercute tambin en procesos culturales.

    El discurso del desarrollo se erige por los mismos principios del colonialismo;

    ha producido un aparato extremadamente eficiente para generar conocimiento acerca

    del tercer mundo y ejercer el poder sobre l.32

    A diferencia de estudios que sugeran que el poder Colonial es de posesin total

    del colonizador,33

    resulta necesario alumbrar las formas de resistencia del tercer

    mundo y las luchas que emprenden para a crear alternativas de ser y hacer.

    Algunos tericos consideran que es a partir de los aos setenta cuando podemos

    hablar del comienzo del perodo neoliberal. ste implica una serie de reformas

    institucionales a favor del mercado y de la privatizacin en oposicin a la intervencin

    del Estado como garante de los derechos sociales. El neoliberalismo es acompaado de

    una difusin de la ideologa del mercado, se rige por la idea de la libertada individual

    incompatible con la justicia social.

    El capital privado ha adquirido tal fuerza que le permite influir en el destino

    econmico y por ende social de muchos pases, reforzado por organismos

    internacionales que fungen como los guardianes de los intereses de grandes empresas.34

    Asistimos a la desnacionalizacin de los recursos naturales de muchos pases,

    debido a su dependencia con intereses extranjeros. Organismos internacionales como el

    Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional condicionan el prstamo de

    recursos econmicos a la implementacin de reformas estructurales. Esto permite que,

    en muchos casos, las empresas transnacionales tomen lugares activos en las economas

    nacionales.

    Los lmites de las empresas transnacionales comienzan a desdibujarse, y lejos de

    que se inicie una regulacin de las mismas, stas son cada da ms poderosas, se erigen

    como grandes bloques econmicos con el derecho de disponer sobre las poblaciones,

    sus recursos y su destino.

    El caso del pueblo boliviano es un ejemplo muy representativo del poder que

    han alcanzado las empresas transnacionales. El gobierno Boliviano decidi romper su

    contrato con el consorcio aguas del Tunari (con participacin de empresas espaolas

    32

    Escobar Arturo. El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempornea,

    CEREC, ICAN, Bogota, 1999, p. 42. 33

    Said W. Edgar, Orientalismo, Debate, Espaa, 2005. 34

    Houtart Francois, Crisis del neoliberalismo y Recreacin de las Luchas de los Pueblos, Universidad

    Nacional de Colombia, Bogota, 2003.

  • 22

    como Bechtel y Abengoa, entre otras), por lo que stas iniciaron una demanda ante un

    tribunal del Banco Mundial (CIADI). Bechtel demand al gobierno boliviano la

    cantidad 25 millones de dlares por la prdida de los beneficios que hubiera obtenido de

    haberse quedado en Cochabamba. Por su parte, Abengoa inici tambin una demanda

    contra el gobierno boliviano.

    David Harvey habla de la acumulacin por desposesin como elemento

    caracterstico del nuevo imperialismo, y lo define como el saqueo y el robo de los

    derechos de las personas.35Derechos de las personas sobre sus recursos naturales, pero

    tambin de sus derechos ganados en luchas pasadas (el derecho a una pensin pblica, a

    la sanidad, al bienestar).36

    Martin OConnor sugiere que el capital est adquiriendo una nueva modalidad

    en lo que denomina la fase ecolgica:

    Este nuevo proceso de capitalizacin de la naturaleza (ms profundo que el

    precedente) es efectuado a nivel de la representacin: aspectos que antes no

    eran capitalizados, ahora se convierten en internos al capital por medio de una

    conquista semitica [] es decir, el hecho de que todo (hasta los genes mismos)

    caen bajo la dictadura del cdigo de la produccin, de la visin econmica y de

    la ley del valor.37

    Estamos frente a lo que Harvey ha llamado mercantilizacin de la naturaleza,

    lo que conlleva siempre una desposesin. Harvey considera que la imposibilidad de

    acumular mediante la expansin continuada de la reproduccin ha sido compensada con

    un alza de los intentos de acumular mediante la desposesin.38

    La incursin del neoliberalismo en la naturaleza, lo que implica su

    mercantilizacin, dificulta cada vez ms el ejercicio de los derechos de los pueblos a

    decidir sobre el futuro de sus recursos y sobre los proyectos que se llevan a cabo en sus

    territorios. La lucha por la autonoma se torna cada da ms necesaria, como medio de

    restringir el poder al capital, pero tambin debido a esto, las reivindicaciones

    autonmicas son cada vez ms difciles de llevar a cabo, al menos con el

    reconocimiento de las instituciones oficiales.

    35

    David Harvey, El nuevo imperialismo, Madrid, Ed. Akal, 2004. 36

    Ibidem. 37

    Escobar Arturo, El Final del Salvaje. Naturaleza, cultura y poltica en la antropologa contempornea,

    CEREC, ICAN. Bogota, 1999 38

    David Harvey, El nuevo imperialismo, Madrid, Ed. Akal, 2004.

  • 23

    En Mxico el manejo de los recursos naturales, o bien el tener un participacin

    decisiva en dicho manejo, se ha convertido en un importante punto autonmico de los

    pueblos zapatistas y en general de varios pueblos indgenas del pas.

    Algunos de los documentos firmados en San Andrs por el gobierno y la

    delegacin del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional, hacen referencia a la

    problemtica surgida en cuanto al manejo de los recursos naturales: por lo que se

    refiere al desarrollo sustentable, la delegacin del EZLN considera insuficientes que el

    gobierno indemnice a los pueblos indgenas por daos causados en sus tierras y

    territorios, una vez ocasionado el dao. Es necesario desarrollar una poltica de

    verdadera sustentabilidad, que preserva las tierras, los territorios y recursos naturales de

    los pueblos indgenas, en suma, que contemple los costos sociales de los proyectos de

    desarrollo.39 Con esta postura el EZLN deja ver que autonoma implica el derecho a un

    territorio y por consiguiente derechos a la explotacin de los recursos que en ste se

    encuentren.

    39

    En Daz Marielle, Lucio Jacinto, Regulacin comunitaria de recursos naturales, autonoma y

    sustentabilidad: el caso de comunidades indgenas de la regin de Chilapa, Guerrero, ENAH,

    Mxico.Doc. 1 pronunciamiento conjunto que el gobierno federal y el EZLN enviarn a las instancias de debate y decisin nacional, pgina 5, en el subttulo principios de la nueva relacin, inciso2.

  • 24

    CAPTULO II: LA REGIN

    EL ISTMO DE TEHUANTEPEC

    Mucho se ha escrito y dicho sobre las caractersticas que hacen del istmo mexicano una

    regin de importancia, no solamente nacional, sino internacional. Hay quienes afirman

    que el Istmo es rico y codiciado sobre todo por su posicin geoestratgica.

    La importancia del Istmo de Tehuantepec reside, por un lado, en su posicin

    geogrfica; es un puente de conexin entre ambos ocanos (Pacfico y Atlntico). Con

    sus escasos 310 Km 40

    representa la franja ms angosta de la Repblica Mexicana: este

    estrecho de tierra figura junto con Nicaragua y Panam como una de las cinturas de

    Amrica.

    Su uso como paso interocenico se remonta a la poca precolombina. Lugar de

    paso de los aztecas hacia sus ricas posesiones del Xoconochco y el reino de Guatemala,

    Tehuantepec era mucho antes de la llegada de los europeos un importante centro

    religioso y comercial. Las rutas del comercio prehispnico se bifurcaban en Tochtepec.

    Una conduca hacia Anahuac Xicalango, en la costa sureste de Tehuantpec, en el

    Pacifico Sur.41

    Hay trabajos que se inclinan por resaltar la riqueza natural de la zona, y otros

    ms que afirman que el istmo resulta singularmente atractivo al modelo neoliberal y sus

    embajadores nacionales e internacionales (corporaciones o instituciones) debido a la

    combinacin de ambos factores (posicin estratgica y recursos naturales), as como a

    lo competitivo de la mano de obra. Guillermo Almeyra considera que:

    El negocio [] no reside slo en el transporte de mercancas sino en el plus

    econmico resultante de la explotacin de los recursos naturales y humanos del

    Istmo y del plus valor poltico que lograran al ligar mucho ms estrechamente

    a Mxico, mediante el control de una zona estratgica del pas con la economa

    hegemnica estadounidense.42

    40

    Reina Aoyama, Leticia.Coord, 1907-1986 Economa contra Sociedad, El Istmo de Tehuantepec.,

    Nueva Imagen, Mxico 1994, p.251. 41

    Toledo Alejandro, Geopoltica y Desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, Centro de Ecologa y

    Desarrollo, Mxico 1995, p.176. 42

    Almeyra, Guillermo. Alonso Romero, Rebeca. El Plan Puebla Panam en el Istmo de Tehuantepec.

    UACM. Mxico 2004, p. 53

  • 25

    El Istmo es una regin estratgica por el conjunto de elementos que en ella

    convergen. Para el presente trabajo, la riqueza y diversidad de sus recursos naturales

    jugaran un papel central. El viento, recurso natural no explotado, hasta hace unos aos

    se presenta como una rica fuente de recursos econmicos.

    Alejandro Toledo, en Geopoltica y Desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, hace

    un recuento histrico de la situacin econmica del istmo mexicano; destaca la

    importancia de productos como; la sal y el algodn, entre otros, para la economa de la

    regin:

    El Istmo Sur vivi los siglos de la colonia bajo el control absoluto de la iglesia y

    de los acumuladores insaciables de riquezas. Sus abundantes recursos mineros y

    agrcolas eran explotados a toda su capacidad. El algodn, el ndigo y la

    cochinilla se convirtieron en los pilares de la economa colonial. La caa de

    azcar aliment los trapiches e ingenios. El ganado mayor y menor empez a

    proliferar en las estancias de los valles y en las llanuras istmeas. A lo largo de

    los siglos XVII y XVIII y hasta principios del XIX, la cochinilla era la mayor

    fuente de ingresos en Oaxaca. La seda fue otro producto importante en el siglo

    XVI, hasta el punto de prohibirse la cra del gusano de seda para evitar la

    competencia con otras reas productoras de la corona espaola. La sal fue otra

    de las riquezas importantes del Istmo, y sus salinas de Juchitn, Salina Cruz y

    Huilotepec, se convirtieron en una de las principales fuentes de abasto de la

    colonia.43

    La regin del Istmo se caracteriza por una importante diversidad de recursos

    naturales, renovables y no renovables. En esta regin podemos ubicar yacimientos

    minerales y petroleros, bosques tropicales hmedos, semi-secos y templados,

    importantes cuerpos de agua, rica mezcla de flora y fauna entre otros, esto debido a que

    es un espacio de confluencia y entrecruzamiento de los reinos neotropical y nartico y

    de la imbricacin de las biotas de los golfos de Mxico y de Tehuantepec como Bassols

    lo seala:

    La regin stmica es una de las grandes reas de biodiversidad nacional y su

    riqueza se debe a que es un espacio de confluencia y entrecruzamiento de los

    reinos neotropical y nartico y de la imbricacin de las biotas de los golfos de

    Mxico y de Tehuantepec. Este entretejido bitico es delicado y frgil. De clima

    43

    Toledo Alejandro, Geopoltica y Desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, Centro de Ecologa y

    Desarrollo, Mxico 1995, p.197.

  • 26

    tropical, en el sur (Golfo de Tehuantepec) es sub- hmedo, seguido hacia el

    norte por una franja de seco, que luego cambia a hmedo en la vertiente del

    Golfo de Mxico.44

    En la regin del Istmo se encuentran reas especiales, ricas en diversidad de

    especies vegetales y animales como lo son los Chimalapas, El Ocote, Los Tuxtlas, el

    Uxpanapa y el bajo Mixe. En esta regin se encuentra alrededor del 30% de las reservas de

    agua dulce del pas.45

    ISTMO SUR ISTMO OAXAQUEO

    Alejandro Toledo nos presenta y analiza la regin del Istmo, resaltando principalmente sus

    caractersticas geogrficas y biolgicas, elementos, todos stos, que permiten diferencias

    entre un Istmo Norte, Centro y Sur. Otros autores optan por dividir al Istmo en Veracruzano

    y Oaxaqueo.

    Por estar ubicado el ejido La Venta en la parte correspondiente al Istmo Sur o Istmo

    Oaxaqueo, consideramos necesario rescatar algunos de los aspectos caractersticos de esta

    subregin y que la diferencian de las otras dos. Para ello retomamos aspectos ya sealados

    por Toledo:

    Fisiogrficamente, la regin del Istmo sur la integran hacia el norte-noroeste,

    las ltimas estribaciones de la Sierra Madre del Sur; y hacia el sur sureste,

    una amplia planicie costera que culmina con el gran complejo lagunar

    Superior- Inferior []La regin sur presenta singulares procesos atmosfricos y

    climticos caracterizados por vientos fuertes y huracanados la mayor parte del

    ao[] Situada en el extremo septentrional de la provincia Mesoamericana,

    dentro del dominio Neotropical, y en el rea nuclear de las Provincias Biticas

    Oaxaquenses y Pacifiquense, la subprovincia istmea es al mismo tiempo una

    barrera de dispersin, un corredor y un rea de refugio de multitud de especies

    de Mxico y Mesoamerica. Las floras del norte y sur del contiente americano se

    encuentran y se traslapan en esta regin. Es el punto clido xrico ms estable

    del territorio mexicano, con niveles antiguos, intermedios y recientes de

    endemismo. Bosques de pino-encino, bosque tropical caducifolio y

    44

    Bassols Batalla ngel, Recursos Naturales (climas, agua, suelo, vegetacin), Ed. Nuestro

    Tiempo, Mxico, 1972, p. 141. 45

    Chvez Gmez Maria Elena, Relacin Sociedad- Naturaleza en San Juan Guichicovi, Oaxaca. El caso

    de la Ganadera Bovina, Tesis de maestra, Instituto Tecnolgico de Oaxaca, 2005.

  • 27

    subcaducifolio, selva baja espinosa. Vegetacin de galera, pastizales halfilos,

    pastizales inducidos, matorrales, palmares y manglares, integran el manto

    vegetal de esta porcin del Istmo. Mamferos, aves, reptiles anfibios, suman una

    fauna diversa y rica en endemismos []La zona istmica comprende la cuenca

    baja del ro Tehuantepec, esto es, la parte de la cuenca B de la regin

    hidrolgica No. 22, prcticamente desde el sitio en el que se desvanece la Sierra

    Madre del Sur y permite su descarga hacia la costa (aproximadamente 825

    Km2); y 2. un conjunto de ros menores: Los perros (1081 Km2) , Chicapa (573

    km2), Niltepec (378 Km2), y Ostuta (1188 km), ubicados dentro de la cuenca A

    (Superior- Inferior), que nacen en el parteaguas de las Sierras de Oaxaca y

    Chiapas y descargan hacia el Pacifico, en el complejo lagunar Superior e

    Inferior. Se trata de un rea de aproximadamente 4045 Km2.46

    El Istmo oaxaqueo se ubica al este de Oaxaca. A este estado le corresponde la

    parte sur del Istmo de Tehuantepec y a Veracruz el resto.47

    El Estado de Oaxaca colinda al norte con Puebla y Veracruz; al este con

    Chiapas; al sur con el Ocano Pacfico y al oeste con Guerrero. Est dividido en 570

    municipios48

    y 8 regiones; Istmo, Papaloapan, La Caanada, Sierra Norte, Sierra Sur,

    Valles Centrales, La Mixteca y la Costa,49

    en estas regiones habitan 15 grupos tnicos.50

    Junto con el estado de Chiapas y Guerrero, Oaxaca es uno de los estados con mayor

    poblacin indgena en el pas.

    La regin del Istmo limita al norte con el distrito de Zacateperc Mixe y el estado

    de Veracruz, al sur con el Ocano Pacifico, al este con el estado de Chiapas y al oeste

    con los distritos de Pochutla y Yautepec.

    En esta regin viven mixes (en el municipio de Guichicovi), huaves (en los

    municipios de San Mateo del Mar, San Dionisio del Mar y San Francisco), chontales

    (conocidos como chontales de la costa) y zapotecos.

    46

    Toledo Alejandro, Geopoltica y Desarrollo en el Istmo de Tehuantepec, Centro de Ecologa y

    Desarrollo, Mxico 1995, p.157- 172. 47

    Leticia Reina Aoyama, Historia de los pueblos indgenas de Mxico. Caminos de luz y sombra.

    Historia indgena de Oaxaca en el siglo XIX, Ciesas CDI, Mxico, 2004. 48

    INEGI. Oaxaca. XII Censo General de Poblacin y Vivienda 2000. Resultados Preliminares. 49

    Esta divisin es la que realiz Irazoque para el Plan Oaxaca (1964- 1968) proyecto de las Naciones

    Unidas a travs de la FAO, es utilizada ya que es la que oficialmente se maneja.

    Leticia Reina Aoyama en Historia de los pueblos indgenas de Mxico; Caminos de Luz y Sombra habla

    de 16 grupos tnicos y 7 regiones. 50

    Diagnstico de los pueblos indgenas de Oaxaca: Identidad. En www.cdi.gob.mx.

  • 28

    La regin del Istmo oaxaqueo est integrada por un total de 41 municipios; de los

    cuales 22 le corresponden al distrito de Juchitn y 19 al de Tehuantepec.51

    Figura 1. Mapa del Estado de Oaxaca

    Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Oaxraca_fisico_regiones.png

    51

    Aviles Rancel, David Uriel. Los impactos de la aplicacin del Plan Puebla Panam (PPP) en el Istmo

    de Oaxaca. 2006. ENAH, tesis de Licenciatura.

  • 29

    Figura 2. Mapa de la regin del Istmo de Tehuantepec

    Fuente: http://www.oaxaca.gob.mx/

    BREVE RECUENTO DE PROYECTOS PUESTOS EN MARCHA EN

    LA REGIN

    Para los pobladores del Istmo, el enterarse a travs de rumores sobre los proyectos que

    se planean para la regin y que desde las cpulas gubernamentales se gestan y no ser

    consultados al respecto no es una experiencia nueva. A lo largo de la historia en el istmo

    mexicano se han implementado mltiples proyectos que buscaban (y en eso no ha

    habido un cambio significativo), aprovechar su posicin geoestratgica, explotar su

    riqueza natural o bien sacar ventaja de la poblacin instalada en la regin (pensada

    como mano de obra competitiva).

    Uno de los primeros registros que se tienen sobre la posibilidad de construir un

    paso interocenico en el istmo mexicano, corresponde a la Cuarta Carta de Relaciones

    de Hernn Corts, quien fascinado por la idea de abrir empresas productivas orientadas

    hacia el Pacifico, siguiendo las rutas comerciales indgenas, as como por el deseo de

  • 30

    dominar poltica y econmicamente los territorios conquistados, se qued en posesin

    de prcticamente todo el sur del Istmo.

    Pocos aos antes de que la Nueva Espaa alcanzara su independencia, el barn

    Alexander Von Humbolt se percata de la viabilidad de construir un canal interocenico

    en el Istmo de Tehuantepec, aprovechando los afluentes del ro Coatzacoalcos. Para tal

    efecto propuso la creacin de una comisin encargada de hacer trabajos de

    reconocimiento en la zona. Aos ms tarde las cortes espaolas expiden un decreto

    donde se propone la construccin de un canal a travs del Istmo de Tehuantepec. Dicho

    proyecto no se ejecut debido al inicio de la guerra de independencia.52

    En 1842 el presidente Antonio Lpez de Santa Ana firma un decreto a favor del

    espaol Jos de Garay para abrir una comunicacin por la ruta del istmo de

    Tehuantepec. De Garay especula con esta concesin que con el tiempo pasara a manos

    inglesas y luego a norteamericanas, tornndose un problema de ndole internacional.53

    De Garay vendera poco tiempo despus la concesin que se le haba otorgado a los

    ingleses Manning and Co., y stos la traspasaron al ciudadano americano Hargous. La

    concesin que Santa Ana dio a de Garay era por 50 aos, y en ella se le permita la

    construccin de una va en el Istmo de Tehuantepec por donde transitaran personas y

    mercancas. Con esta concesin tambin se le autorizaba la posesin sobre cualquier

    terreno baldo a 10 leguas de distancia de cada lado de la va, as como promover la

    colonizacin en 100 leguas a la redonda.54

    Cuando se discute el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, los americanos

    apelan a la concesin dada a uno de sus ciudadanos para exigir al gobierno mexicano

    derechos de trnsito por Tehuantepec. El gobierno mexicano responde que esta

    concesin haba caducado en virtud de que no se construy va alguna. Se da una nueva

    concesin, que es adquirida por M.A Sloo y CAI., pero la empresa no llega a ejecutar el

    permiso otorgado.

    En el tratado de la Mesilla, firmado por Santa Ana en 1853, a travs del ministro

    de relaciones exteriores Dez de Bonilla, se autoriza la construccin de un ferrocarril, el

    trnsito de personas y mercancas, as como de tropas estadounidenses por la zona

    stmica.

    52

    Zarate Toledo Mara Antonia, Desarrollo del Corredor del Istmo de Tehuantepec y su importancia

    estratgica para el mercado mundial, Tesis de Licenciatura, Facultad de Economa, UNAM 2003. 53

    Gonzles Ramrez Manuel, El codiciado Istmo de Tehuanpec, Mxico, Editorial Mexicano, 1973, p. 37. 54

    Brausseur Charles, Viaje por el istmo de Tehuantepec, FCE, Mxico, 1981.

  • 31

    Estos permisos estaban contenidos en el artculo VIII del Tratado y no es hasta el

    sexenio del presidente Lzaro Crdenas que se consigue su anulacin. Ante la

    posibilidad de que el gobierno estadounidense exigiera el cumplimiento de dicho

    Tratado, Crdenas encomienda al embajador ante el gobierno de Washington, Franciso

    Castillo, convencer al gobierno estadounidense para que renuncie a los derechos

    adquiridos con la firma del Tratado de la Mesilla.

    En 1857 la Compaa Luisiana de Tehuantepec, formada ese ao en Nueva

    Orleans, obtiene del gobierno mexicano un permiso para la apertura de la comunicacin

    interocenica por el istmo. Esta compaa se encargara de iniciar aos despus las

    obras de construccin de la va frrea, que sera inaugurada en 1849 despus de una

    serie de atrasos y traspasos de la concesin a cinco compaas diferentes55

    . Importantes

    figuras de la poltica estadounidense mantenan un inters econmico en dicha

    compaa. Tal es el caso de los senadores Slidell y Judah Benajamin; este ltimo llega a

    Mxico para firmar un contrato con Ignacio Comonfort, respaldado por el presidente de

    los Estados Unidos James Buchanan.

    El tratado McLane-Ocampo del 14 de diciembre de 1859, ratifica los acuerdos

    suscritos en el tratado de la Mesilla. Sin embargo, dicho acuerdo no es aprobado por el

    Senado de los Estados Unidos, debido en parte a conflictos polticos internos.

    Recordemos que Estados Unidos se encontraba en guerra civil. Nueva York y Nueva

    Orlens constituyeron el smbolo de la lucha entre Norte y Sur. Tehuantepec significaba

    una salida natural para Nueva Orlens con rumbo al oriente [] su adquisicin

    representaba conquistar la primaca sobre el puerto rival56. El senado norteamericano

    no aprueba el MacLane- Ocampo por considerar que no pona en claro las

    caractersticas y el alcance de la concesin que del ferrocarril del istmo se haba

    logrado.57

    La poca calidad en las obras de la va frrea (muchas de stas necesitan ser

    rehabilitadas), y la necesidad de terminales portuarias llevan en 1899 a la contratacin

    de la compaa Pearson and Sons de Londres. Esta compaa se encarg de la

    remodelacin de la va frrea y el reacondicionamiento de los puertos de Coatzacoalcos

    55

    Norma Martnez Laguna, Mara Teresa Snchez Salazar y Jos Mara Casado Izquierdo. Istmo de

    Tehuantepec: un espacio geoestratgico bajo la influencia de intereses nacionales y extranjeros. xitos y

    fracasos en la aplicacin de polticas de desarrollo industrial (1820- 2002), Boletn del Instituto de

    geografa, UNAM, Nm.40, 2002. www.igeograf.unam.mx 56

    Gonzles Ramrez Manuel. El codiciado Istmo de Tehuanpec, Mxico, Editorial Mexicano, 1973, p.

    118. 57

    Ibidem, p.119.

  • 32

    y Salina Cruz. Durante los trabajos de construccin se encuentran con algunas

    chapopoteras. La produccin petrolera que se obtuvo motiv que en 1907 se iniciara la

    construccin de una refinera en Minatitlan. 58

    Resulta evidente que durante el siglo XIX la regin ms estrecha del pas figur

    en el contexto internacional como una zona viable para la inversin, la regin prometa

    ser una zona de desarrollo econmico, se torn en un punto importante tanto para

    Mxico como para pases extranjeros, como es el caso de Estados Unidos e Inglaterra, y

    fue en ciertos momentos determinante para la conservacin de la soberana nacional.

    As pues al tiempo que la regin entraba en una dinmica econmica prometedora era

    celosamente protegida por el gobierno nacional.

    EL SISTEMA FERROVIARIO EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC

    La construccin del sistema ferroviario en el Istmo de Tehuantepec tuvo fuertes

    impactos para la regin. Alrededor de esta obra se fueron creando pueblos enteros y se

    reorganizaron rutas comerciales. Resulta imposible hablar de la historia de la regin sin

    mencionar la importancia que el ferrocarril tuvo. El sistema ferroviario fue sin duda uno

    de los grandes intentos por insertar al Istmo de Tehuantepec en un proyecto de

    comunicacin interocenica, se busc hacer de la regin Istmea la puerta del comercio

    mundial.

    Desde los inicios de la construccin del sistema ferroviario, intereses externos al

    pas se hicieron visibles con el objetivo de tener acceso y un cierto grado de control

    sobre este paso interocenico. Sin embargo, este inters, que decaera con los aos,

    debido al alto costo de su construccin, el inicio de la Revolucin Mexicana y la

    construccin del canal de Panam. Se puede hablar de tres momentos importantes en la

    historia y el rumbo del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec. El primero de ellos tiene

    que ver con su reacondicionamiento y la construccin de sus puertos terminales; un

    segundo momento es la etapa de apogeo del FCNT (Ferrocarril Nacional de

    Tehuantepec) que, en sus mejores momentos, lleg a estar dentro de los primeros ochos

    ferrocarriles ms importantes de Mxico. A este breve esplendor le sigui una etapa de

    crisis y colapso, debido en gran medida a aspectos polticos como la cada del rgimen

    58

    Norma Martnez Laguna, Mara Teresa Snchez Salazar y Jos Mara Casado Izquierdo. Istmo de

    Tehuantepec: un espacio geoestratgico bajo la influencia de intereses nacionales y extranjeros. xitos y

    fracasos en la aplicacin de polticas de desarrollo industrial (1820- 2002), Boletn del Instituto de

    geografa, UNAM, Nm.40. 2002. www.igeograf.unam.mx.

  • 33

    porfirista (1911- 1913), lo que generaliz una inestabilidad social y econmica en el

    pas. Sin embargo fue la construccin del Canal de Panam la que influy de manera

    decisiva en esta ltima etapa, que consiste en el declive del FCNT. En las dcadas

    siguientes esta crisis se agudiz, debido al abandono en que cay el puerto de Salina

    Cruz y por el ende el sistema ferroviario de la regin. En 1920 el ferrocarril transstmico

    se incorpora a los Nacionales de Mxico.

    El esplendor del FCNT estuvo ligado al increment en el arribo de embarcaciones en los

    puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, incremento que decreci con la entrada en

    operacin del Canal de Panam que es inaugurado en 1914.

    Con el inicio de operaciones del Canal, muchas embarcaciones que antes

    llegaban a los puertos del sureste mexicano siguieron de largo, provocando con ello el

    paulatino abandono de los puertos, lo que signific la prdida de empleos y la

    progresiva pauperizacin de los pueblos del Istmo que dependan en gran medida del

    sistema ferroviario, como bien lo seala Ruiz Cervantes: Las razones de peso estaban

    ms al sur: en la va canalera y sobre todo en la decisin de Estado Unidos de recibir

    cuanto antes ingresos para asegurar la recuperacin de las inversiones realizadas en la

    habilitacin de la ruta panamea.59 Lugares que haban crecido a la par del FCNT, se

    vieron habitados por gente desempleada y con necesidades bsicas que resultaban casi

    imposibles de cubrir.

    A lo largo de la Revolucin Mexicana, la lucha de facciones de la poca y el uso

    temporal del FCNT por huertistas o carrrancistas (1914), fue slo el pretexto para que la

    ausencia de barcos en el Puerto de Salina Cruz se hiciera ms profunda.

    Durante el periodo Carrancista y ante las insistencias de los directivos de

    Pearson, Ferrocarriles Mexicanos adquiere FCNT. De esta manera se da por terminado

    el contrato de explotacin del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec que el presidente

    Porfirio Daz haba convenido con la firma inglesa.

    El ltimo da del ao (1917), las comisiones unidas de Comunicaciones y de

    Crdito Pblico presentaron un dictamen favorable al proyecto de ley donde

    fijaron los trminos de una compensacin monetaria a la compaa inglesa: 3.5

    millones de pesos como indemnizacin por los perjuicios sufridos a

    consecuencia de los trastornos polticos y la incautacin de la lnea frrea y los

    59

    Ruiz Cervantes Jos, Promesas y Saldos de un proyecto hecho realidad (1907- 1940), p. 92, en Leticia

    Reina (coord.), Economa contra sociedad. El Istmo de Tehuantepec. 1907-1986, Nueva Imagen, Mxico,

    1994.

  • 34

    puertos terminales ms 4 millones de pesos [] por concepto de indemnizacin

    por renunciar a administrar y explotar las obras en su conjunto. 60

    El que Ferrocarriles Nacionales de Mxico se haya hecho cargo del FCNT, no

    mejor la situacin de este ltimo, ya que, como se seal con anterioridad, la crisis que

    lo llev al colapso fue generada en gran medida por la creacin del Canal de Panam y

    por los intereses que Estados Unidos tena en esta va de interconexin panamea.

    El funcionamiento de Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, una vez adquirido

    por Ferrocarriles Nacionales, fue declarado por esta ltima como improductivo, por lo

    que se dan una serie de medidas que buscan reducir al mximo los cost