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Valores profanos deI dia festivo Este titulo pue de extrafiar. Mas aûn, 10 normal es que extrafie a algu- nos lectores. La extrafieza tendrîa como justificaci6n la presencia de la palabra "profanos" junto a valores dei dia festivo. Parece que aûn no se ha logrado redimir este concepto de la mala prensa que ha tenido entre los cristianos. Incluso se ha hecho notar, con toda raz6n, que muchos de los que manifiestan su alegria por el rumbo que toma la "profanizaci6n" 0 "desacralizaci6n" deI mundo son los mis- mos que por otra parte proclaman la "consagraci6n" deI mundo. Es una prueba de que las ideas andan aûn muy confusas. Y de este equivoco no han escapado ni siquiera los mejores te6logos 1. Es quiza por esto (aunque sea por 10 que sea merece la pena resefiarlo aqui) por 10 que los te6logos no se han puesto de acuerdo sobre la desacra- lizaciôn de la vida, 0 la sacralizaciôn de la misma 2. y es también por esto por 10 que pretendemos introducirnos en nues- tro tema después de haber se:îialado 10 mas claramente posible 10 que entendemos con las palabras "sagrado" y "profano". Sôlo a partir de unos conceptos claros en la medida de 10 posible, se pueden entender los hombres y evitar equivocos perniciosos para todos. Dos categorias: sagrada, profana Quiza se puedan reducir a tres las tendencias manifestadas a 10 largo de este siglo a la hora de pensar las categorias de 10 sagrado y 10 profano. Para algunos, 10 sagrado y 10 profano son dos géneros de realidades dis- tintas y opuestas entre si. Hay una divisiôn de realidades, unas de las cua- 1 Véase C. J. GEFFRÉ, Desacralizaci6n y santificaci6n, en «Concilium» (1966, 3) 291.308) (nos interesan en este momento sobre todo las paginas 298-301). La acusaci6n de esta especie de equlvoco se imputa, incluso, a un te6logo como M. D. Chenu. 2 Te6logos especialmente clarividentes como CHENU (La Parole de Dieu. L'Evangile dans le temps. Paris, Cerf, 1964) y DANIÉLOU (L'Oraison problème politique. Paris, Fayard, 1965) nave- gan en estas diflcultades.

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Valores profanos deI dia festivo

Este titulo pue de extrafiar. Mas aûn, 10 normal es que extrafie a algu­nos lectores. La extrafieza tendrîa como justificaci6n la presencia de la palabra "profanos" junto a valores dei dia festivo.

Parece que aûn no se ha logrado redimir este concepto de la mala prensa que ha tenido entre los cristianos. Incluso se ha hecho notar, con toda raz6n, que muchos de los que manifiestan su alegria por el rumbo que toma la "profanizaci6n" 0 "desacralizaci6n" deI mundo son los mis­mos que por otra parte proclaman la "consagraci6n" deI mundo. Es una prueba de que las ideas andan aûn muy confusas. Y de este equivoco no han escapado ni siquiera los mejores te6logos 1.

Es quiza por esto (aunque sea por 10 que sea merece la pena resefiarlo aqui) por 10 que los te6logos no se han puesto de acuerdo sobre la desacra­lizaciôn de la vida, 0 la sacralizaciôn de la misma 2.

y es también por esto por 10 que pretendemos introducirnos en nues­tro tema después de haber se:îialado 10 mas claramente posible 10 que entendemos con las palabras "sagrado" y "profano". Sôlo a partir de unos conceptos claros en la medida de 10 posible, se pueden entender los hombres y evitar equivocos perniciosos para todos.

Dos categorias: sagrada, profana

Quiza se puedan reducir a tres las tendencias manifestadas a 10 largo de este siglo a la hora de pensar las categorias de 10 sagrado y 10 profano. Para algunos, 10 sagrado y 10 profano son dos géneros de realidades dis­tintas y opuestas entre si. Hay una divisiôn de realidades, unas de las cua-

1 Véase C. J. GEFFRÉ, Desacralizaci6n y santificaci6n, en «Concilium» (1966, 3) 291.308) (nos interesan en este momento sobre todo las paginas 298-301). La acusaci6n de esta especie de equlvoco se imputa, incluso, a un te6logo como M. D. Chenu.

2 Te6logos especialmente clarividentes como CHENU (La Parole de Dieu. L'Evangile dans le temps. Paris, Cerf, 1964) y DANIÉLOU (L'Oraison problème politique. Paris, Fayard, 1965) nave­gan en estas diflcultades.

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VALORES PROFANOS DEL DIA FESTIVO 63

les son sagradas y otras profanas. La oraci6n, la mortificaci6n, etc., por ejemplo, son sagradas. El descanso, la diversion, etc., son profanas. Uni­camente cuando 10 profano pierde sus caracteristicas intimas y propias, cuando deja de ser en su profundidad 10 que era, se convierte en sagrado, eIemento tipico deI hombre religioso. La tarea deI cristiano sena, en esta vision, la de transformar 10 profano en sagrado.

Esta escision "esquizofrénica" 3 data de primeros de siglo. No es mera invenci6n deI intelectual que especula sobre las diversas posibles explica­ciones de los términos. La experiencia religiosa ha constatado los pro ble­mas que ha puesto a la conciencia de los fieles esta consideracion que tuvo, sin duda, su influencia en la practica de la vida cristiana, encogiendo y amordazando tendencias normales en cualquier cristiana.

TaI concepcion parece sel' una manifestacion mas, entre otras muchas, de tantos dualismos como despedazaban al hombre. Aun quedan algunos resabios en personas y ambientes, ultimos reductos de anquilosamiento religioso. Pero, en realidad, esta superada. También aqui, unos trabajos serios han terminado imponiéndose 4.

Para otros, 10 sagrado y 10 profano se definen no como realidades, sino coma relaciones. No hay realidades sagradas y realidades profanas, sino relaciones sagradas y relaciones profanas. "La sagrado no es un objeto ni un conjunto de objetos deI mundo. No se limita a un espacio ni a un tiempo determinado. Es toda la vida deI hombre vivida en la pre­sencia de la realidad trascendente y como respuesta a ella" 5.

Es posible que ésta sea la tendencia dominante hoy dia 6. Con eno, sin negar la sacralidad, se ha ganado un campo inmenso para vivir la sa­grado, ya que cua1quier realidad, excepto el pecado, puede ser vivida en su relaciôn trascendente. S6lo 10 que queda fuera deI area de 10 trascen­dente, puede y debe sel' calificado de profano.

Por mas que se quiera alardear en esta conciencia de 10 sagrado y 10 profano, no parece se haya 10grado una superaci6n dualista, que negaria su propio campo a 10 profano, vivido en su profanidad.

Por eso quiza deban concebirse 10 sagrado y la profano como dos categorÎas realmente distintas. Una de ellas, la sagrada, lleva en su mis-

3 El apelativo es de L. MALDONADO, Secularizaci6n de la liturgia. Madrid, Marova, 1970, p. 150. 4 La teologia moderna ha trabajado con obsesi6n pOl' desarraigar esta visi6n dicot6mica

de la realidad. Los mejores te610gos de nuestro siglo han tenido que empezar pOl' afirmar la unidad sustancial dei compuesto humano y de su actividad. Puede verse un resumen en la excelente sintesis que de la teologia moderna realiza A. DE NICOLAS, Teologia dei progreso. Salamanca, Sigueme, 1972. Para una breve historia de 10 profano y 10, sagrado puede verse también L. MALDONADO, La antinomia de la sagrado y la profana, o. c., pp. 150·159 (también los capitulos anteriores).

5 J. DE Dras MARTIN VELASCO, Dimensi6n religiosa de la existencia humana, en ,<Pastoral misionera)), 4 (1968) 835.

6 Véase J. P. AUDET, Le sacré et la profane. Leur situation en christianisme, en «Nouvelle Revue Théologique)), 79 (1957) 32·61.

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mo interior una relacion transcendente, y por 10 tanto no se acercaria a ella la persona debidamente si no fuera para vivir esa transcendencia que pide la misma realidad por sel' elemento constitutivo de si misma. Otra, en cambio, la categoria profana, no estâ constituida pOl' una relacion transcendente. Todos sus elementos son limitados y deben vivirse en su limitacion, en su profanidad. Ca da cosa tiene su consistencia objetiva (dis­tinta en la oracion y en el deporte, por ejemplo), y es precisamente esa consistencia objetiva la que debe ser el fundamento de la vivencia y de la relacion, transcendente en unas e inmanente al mundo en otras.

A primera vista puede parecer que esta explicacion de 10 sagrado y 10 profana vuelve a las andadas, situândose de nuevo en una etapa que pa­reda superada y que habia martirizado a quienes se encontraban en con­tacto con realidades profanas. Nada mâs erroneo. El objetivo de esta ex­plicacion es respetar las cosas en su intimo ser, procurando no echar el mismo rasera a todo 10 existente. Las cosas profanas las deja en su pro­fanidad y no trata de sacralizarlas, buscando relaciones que, por mâs que se quie~a, siempre serân artificiales. Dios las ha querido profanas, y pro­fanas deben quedar.

Ahora debiera quedar claro nuestro proposito y el titulo: queremos decir que hay rea1idades 0 categorfas profanas, que son vivenciables en el dia festivo. Son realidades 0 categorias que nada tienen que ver di­rectamente 0 con objetos religiosos 0 con una perspectiva de transcen­dencia. Son realidades puramente humanas que llevan en si mismas una bondad que contribuye al perfeccionamiento de la criatura y han de vi­virse por si mismas, sin buscarlas otro apoyo, que resultaria artificial.

RECONOCIMIENTO DE LOS VALORES PROFANOS

Siempre a remolque

Una vez mâs hemos de reconocer honestamente que la religion ha ido a remolque de la sociologia y de la filosofia a la hora de descubrir, po­tenciar y educar los valores profanos -auténticos valores- deI dia fes­tivo. Es una deuda mâs, cuyos intereses resuItan muy altos a la hora de pagar. La Iglesia ha tardado en reconocer que el tiempo libre, con sus indudables ventajas humanas cuando se utilizan bien, era un valor que habia que estimar y vivir.

Incluso es posible que contribuyese a olvidar esos valores pOl' un de­seo excesivo de cultualizar el dia festivo y un afân desmedido de creaI' en el mundo una religion del trabajo. No interesa llenar estas pâginas de citas antiguas. Si interesa, no obstante, confesar que los primeros cristia­nos encontraron en el trabajo la prolongdcion de la Iglesia y que en los

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V ALORES PROF ANOS DEL DIA FEsnyo 65

primeros siglos el reposo (condici6n de un ocio humano) ni se exigia (hu­biera sido realmente incomprensible en un mundo que no descansaba) ni se alent6 cuando hubo entrado en lasociedad posterior. "En todo dia y a toda hora, dedicaos al trabajo cuando no estéis en la Iglesia" 7. San Be­nito mandaria que qllienes no pudiesen dedicarse a la Lectio divina los domingos, deberian emplearlo en trabajar. Asi se librarian de la ociosi­dad (confundian ocio con ociosidad) 8. Y san Cesâreo de Arlés procla­maria que "el dia deI Senor, los cristianos deben ocuparse solamente de Dios" 9.

Posteriormente la Iglesia ha reconocido y urgido el reposo festivo. Pero el tiempo libre, con sus valores, tm'daria en entrar en sus razones y finalidad. Eran otras las razones que le movian a defender el reposo. Las fundamentales eran el precepto deI Senor, el ejemplo de Yahvé qllien des­cans6 el séptimo dia, y el recuerdo vivido ya des de ahora del octavo dia o descanso perfecto deI cristiano en la eternidad. Y la finalidad inmedia­ta era dedicar ese dia al Senor en una mayor extensi6n temporal, em­pleado sobre todo en la celebraci6n de la Ellcaristia, la escucha de la palabra de Dios, y el rezo comunitario de las devociones cristianas. En esto si ha insistido la Iglesia. Incluso la vida cristianai ha 11egado a tener un respeto tan profundo al descanso, que puede afirmarse, como se ha hecho y se ha probado, que penetr6 en la Iglesia cat6lica una verdadera praxis judaizante, 11egândose al ridiculo que Cristo habia desvelado tan duramente en su tiempo 10. Cuajaba asi una concepci6n deI dia festivo que podemos 11amar sagrada 0 sacraUzada, en la que todo se subordina directa e inmediatamente a la piedad. El trabajo queda superado -sim­b6licamente pOl' un dia- por el descanso, y éste se ponia enteramente a disposici6n de la vida de pied ad celebrada en el recinto material de la Iglesia. Esta concepci6n ha dllrado varios siglos entre los cristianos 11.

El tiempo libre en su aspecto profano no se estimaba. Se preferia

7 Didascalia, cap. 13. Para todo 10 tocante al reposa dominical en la Iglesia primitiva pue de verse W. RORDoRF, El domingo. Historia deI dia de descanso y de cuita en los primeras sig los de la Iglesia cristiana. Madrid, Marova, 1971, pp. 155-ss. W. RORDoRF, Sabbat et dimanche dans l'Eglise anciènne. Neuchâtel, Delachaux et Niestlé, 1972 (contiene textos antiguos con notas aclaratorias, precedidos de una buena introducci6n y bibliograffa).

8 Escribe San Benito: «Asimismo, el domingo consagrense todos a la lectura, salvo los que tuvieren asignadas incumbencias particulares. Mas si hubiese alguno tan negligente y apa­tico que no quiere 0 pueda meditar 0 leer, séale impuesta alguna labor para que no esté ocioso. A los monjes enfermos 0 delicados encomiéndeseles una ocupaci6n u oficio tal, que ni estén ociosos, ni el peso deI trabajo los oprima y se vean precisados a abandonarlo» (Regla, 48, 22-24. Véase en San Benito, su vida y su regla. Madrid, BAC,1954, p. 569). Véase también San Jer6nimo, Epistula 10, 2, CEL, 55, 335.

9 Sermo 73, 4, Corpus christianorum, 103, P. 308. 10 Nos estamos aqui refiriendo a los siglos VI y siguientes. Cfr. J. DUVAL, La doctrine de

l'Eglise sur le travail dominical et son évolutions, en «La Maison Dieu», 83 (1965) 105-115 (interesan para este aspecto sobre todo las paginas 109_111).

11 Un buen resumen de la época de los Padres, escritores de la era carolingia y de la esco­lastica puede verse en J. GAILLARD, Dimanche, en «Dictionnaire de Spiritualité», 3, 954-964. AI autor no le interesa la conclusi6n que nosotros deducimos en el texto, pero se sigue de cuanto él dice.

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crear una "mîstica deI trabajo" 12. Tan dura era la postura de los cristia­nos que se han tenido que preguntar honradamente si no es verdad que los cristianos estân en contra del ocio (tiempo libre con el cometido que luego le asignaremos) 13.

La hora dei cambio

Afortunadamente las cosas van cambiando. Atm existen autores que, si no son contrarios a la nueva mentalidad, pecan de un siIencio que es dificilmente comprensible 14. Pero ya no es mayoria.

Empezaron las instituciones humanitarias, con la ONU a la cabeza, exi­giendo unas condiciones mas dignas para los trabajadores y el derecho aI descanso y aI ocio 15. Y este espiritu sa ha ido asimiIando, coma no podia ser por menos. Las mentalidades te6ricas deI cristianismo han empezado a cambiar (y seria fatal que no 10 hiciesen) 16. Empezando por los docu­mentos pontificios 17, siguiendo por los pastoraIistas 18, liturgistas 19 y espi­rituales 20, Quiza han sido estos 6Itimos los mas remisos en impulsar los

12 Cfr. J. CADET, Repos dominical et loisir humain, en «La Maison Dieu», 83 (1965), pp. 72·73. P. LAiN ENTRALGO prefiere hablaI' siempre de «religi6n dei trabajo», cfr. Ocio y trabajo. Madrid, «Revista de Occidente», 1960, pp. 13, 15, 16 ... Todavfa en 1960 pOdfa escribir el autor: «I.Acaso no vivimos todos dentro de una religi6n dei trabajo?» (p. 13). «La religi6n dei trabajo es uno de los rasgos mas definitorios y entranables dei mundo contemporaneQ) (p. 16). «No hay .(iuda: nuestra mas unanime religi6n es la dei trabajo» (p. 22). (Recomendamos este ensayo, con pagi­nas preciosas).

13 J. CADET, ib. 14 Pueden aun consultarse muchos Iibros de moral. Un poco de preocupaci6n pOl' estos temas

deja la impresi6n de que alin no se han asimilado. Quiero citar en esta nota el estudio de G. B. GUZZETTI, Problemi dei giorno dei Signore, en «La scuola cattolica», 89 (1961), 9-21; 205-213; 373-393. Un estudio tan largo y con titulo tan genérico hacia concebir las mejores esperanzas. Y sin embargo... todo se reduce a la celebraci6n liturgica de la Eucaristfa y al estudio de 10 que implica el trabajo servil.

15 El articulo 24 de la Declaraci6n Universal de los Derechos dei Hombre dice: «toda per­sona tiene derecho al descanso y al ocio, especialmente a una Iimitaci6n razonable de la du­raci6n dei trabajo y a vacaciones pagadas».

16 Creemos alin de actualidad, a pesar de haber sido escritas hace anos, estas palabras: «pour l'homme d'Aujourd'hui, le loisir est devenu une valeur ... Et s'il apparait que loisir est une authentique valeur pour l'homme d'aujourd'hui, il serait bien dommage qu'il en fut autremen pour les chrétiens, et, bien entendu, pour les prêtres ...

Ne faisons pas grise mine à la société contemporaine si eIle met en valeur le loisir. Non pas seulement parce que c'est une nécessité ... Mais surtout parce que, en définitive, notre réflexion nous conduit à voir dans le loisir une voie à l'homme de se retrouver davantage lui même» (J. CADET, 1. O., p. 81).

17 En este sentido pueden verse, ante todo, la Mater et Magistra, SC, 106 (aunque creemos que tiene poco que ver con estos valores), Carta dei Cardo Cicognani a Mons. Sauvage (cfr. «Ec­clesia, 24 (1965, 1) 633), Ootogessima adveniens.

18 No intentamos una bibliograffa espeoializada sobre este aspecto. Remitidos a R. DUFOUR, Spiritualité du week-end. Paris, Mame, 1968 (ya se ha presentado y enjuiciado esta obra en otro nllmero de esta revista. Cfr. Revista de Espiritualidad, 30 (1971) 278-279). En este libro puede verse una buena bibliograffa, tanto al pie de pagina como al final.

19 Repetimos 10 mismo de la nota anterior. Queremos solamente citaI' el n. 83 (1965) de la Revista Iiturgica «La Maison Dieu», toda ella dedicada al domingo, y en el que no estan ausentes los valores humanos. También citamos F. J. BASURCO, Valor antropol6gico dei do­mingo, en «Liturgia», 24 (1969) 337-350.

20 La elasticidad dei término espirltualidad dificulta la cita de estudios realizados en este campo. Si ahora, para entendernos, quisiéramos observaI' 10 que nuestras revistas de espiritua­Iidad han publicado sobre los valores profanos deI domingo (aunque sea con otro titulo, 10 cual aunque denote algo en contra de estas revistas puede librarles de la acusaci6n que me-

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valores profanos. De ahî que la constancia en estas pâginas de la asimila­ci6n de cuanto venimos diciendo y su defensa pueda ya ser un valor, pues aûn existen espirituales que posiblemente no 10 ven con buenos ojos.

El cambio fundamental, en el que mâs 0 menos todos concuerdan, queda expresado de una forma sencilla, clara y profunda en estas pala­bras: "El domingo es dia propicio para echar mana de un libro serio, para visitar a un amigo, convivir con mujer e hijos y darse un paseo con ellos, etc. Es el dia en que el padre puede tal vez oîr tranquilamente 10 que tienen que decirle su hijo y su hija, en que la mujer puede prestar atenci6n especial al marido ...

El domingo es mâs bien un dia en que unD se muestra mâs abierto y cultiva la atenci6n a los demâs, con un dinamismo muy otro que du­rante el resto de la semana, un dinamismo. marcado por el amor" 21.

Las razones de un cambio

Cuando penetramos en las razones que justifican, exigen y vivifican estos valores profanos del dia festivo, 0 algunos de ellos en particular, volvemos a tropezar con la piedra de separaci6n entre Iglesia y mundo.

Quienes primero, mâs y mejor lucharon y siguen luchando en favor de un descanso que fuera verdadero ocio encontraron sus razones al al­cance de la mano. Partîan y parten de la dignidad de la persona y de las necesidades deI hombre. El hombre no es, en ningûn momento, un ani­mal de carga 0 un objeto que pueda explotarse impunemente en cualquier estamento social. Todo hombre tiene sus exigencias humanas, necesita descanso, y necesita aprovechar el tiempo libre justo para enriquecerse, poco a poco, pero continua mente como persona particular y como miem­bro de una sociedad concreta en la que vive. Y parece que muchas de estas posibilidades, exigencias, etc., quedaban atrofiadas y negadas en las circunstancias en que los hombres han tenido que vivir durante siglos 21 ".

l'ecen las otras) quiza debiéramos quedarnos ûnicamente con el articulo de J. M. COLOMA, Va· lores espirituales deI tiempo libre, en «Teologia espirituah>, 7 (1963) 705-721 (cierto que no trata especificamente dei domingo, ni de sus valores profanos, pero veremos que estos valores pueden reducirse al tiempo libre bien aprovechado y que el tiempo libre, sin sel' exclusivo dei domingo, si encuentra en ese dia su momento especial).

Sobre los manuales de espiritualidad es preferible no hablar. Ha tratado ya estos puntos G. THILS, Santidad cristiana. Compendio de Teologia ascética. Salamanca, Slgueme, 1960, pp. 230-232.

21 Nuevo catecismo para adultos. Barcelona, Herder, 1969, p. 309. El texto esta redactado evidentemente pensando en los seglares. Vale, no obstante, para todos con las 16gicas acomo­daciones que imponen los ambientes.

21. «El tema dei tiempo libre 0 dei ocio [ ... J viene ya preocupando durante algunos anos a los estudiosos, que son quienes, primeramente se han dado cuenta de que se trata de una instituci6n postulada por una necesidad psicol6gica a satisjacer, si se quiere llegar a una plena y auténtica realizaci6n deI hombre» (J. RUIZ ANDRÉS, Aproximaci6n al tema deI tiempo libre, en «Estudios fiIos6ficos», 21 (1972) 615 (todo el estudio en pp. 614-643. Se trata de Ulla tesis de la que se pUblica la primera parte. Continuara publicandose en dicha revista. Los subraya-

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Habia muchas realidades, y desgraciadamente continua habiéndolas aun, que siendo patrimonio de la humanidad y deI hombre, no eran disfruta­das mâs que por unos cuantos.

Esta argumentaci6n me parece sencilla y profunda a la vez. Puede justificar unas medidas que se adoptan, y no es fâcil que tropiecen con serios argumentos contrarios.

Creo que la Iglesia no niega estas razones. Es mâs, se precia de se­guirIas y aporta fuerza a las mismas, deducidas de un fondo evangélico, aun no suficientemente explotado en su favor.

No obstante, ha querido superar esta argumentaci6n, que puede pa­recer exclusivamente naturalista, al no tener cuenta de la dignidad sobre­natural de la persona (otro dualismo que aun corre por nuestro mundo). Sobre todo los autores particulares caen con frecuencia, y no pocas veces ingenuamente, en esta fosa. Han querido que todo se explique y justifi­que como vivencia, reflejo y manifestaci6n deI sentido cristiano del do­mingo, que es conmemoraci6n de la salvaci6n 0 redenci6n. Si el hombre tiene que estar alegre, descansar enriqueciéndose, etc., es porque Cristo resucit6 y la resurrecci6n es el acto central· deI misterio pascual que nos redime. l,No pide esto alegria, descanso, ruptura con las tareas ordina­rias? Incluso ese mejor vestir, comer, arregIarse, etc., debe ser un reflejo de la alegria pascual 22. Es decir, se pretende hacer de esta vida un re­flejo, aunque pâlido, deI descanso eterno deI octava dîa, descanso que no serâ ociosidad, como algunos podrian pensar, sino actividad enriquece­dora y transformante. Si nosotros estamos redimidos, y vivimos en el pre­sente, aunque sea desdibujadamente, esa misma realidad futura, que en parte ya se ha hecho presente, tenemos que vivirIa y manifestarla, en esta incoaci6n eterna de la vida humana. Y nada mâs oportuno que hacerIo el domingo, conmemoraci6n de esa salvacion y dia especialmente adecua­do, ya que los restantes no nos 10 permiten tan significativamente al tener que dedicarnos a otros trabajos que vayan preparando, cada vez mâs, las condiciones de ese mundo futuro al que nos impulsa un presente con po­tencia y exigencias de futuro.

Creo que éste es el razonamiento' de la IgIesia y de los autores mo­dernos deI cristianismo cuando justifican, buscândoles un sentido, los va­lores profanos deI dia festivo: sel' reflejo de la vida eterna, ya incoada.

Ante estos argumentos se nos ocurre preguntar si no estamos de nue­vo sacralizando. l,No son suficientes los argumentos enunciados pOl' un sano humanismo a la hora de justificar esos valores profanos? Con ello

dos son mlos. Remito a estas paginas, que apenas he podido utilizal' pOl' condicionantes de tiempo, para comprobar muchas de nuestras aflrmaciones y para ver una panoramlca general deI tiempo libre en nuestra sociedad. Ahl se encontrara también alguna ficha bib!iograflca ulterior que aqul no utilizamos.

22 Creemos que cae en este defecto el !ibro de R. Dufour, como anotâbamos en la presen­taci6n deI mismo. Cfr. nota 18.

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no se quiere negar 23 el sentido religioso deI domingo, ni la vivencia deI mismo encarnada en unos actos concretos. Queremos decir, simplemente, que en un casa y en otro se trata de actos distintos y que los valores pro­fanos tienen justificacion en sî mismos, en la que significan en orden a la perfeccion individu al y social deI hombre. No hay porqué buscades justificacion cristiana mas atras, en un transfondo que se nos imagina un poco acomodaticio, aunque pudiera parecer muy real.

VALORES PROF ANOS DEL DOMINGO

Se aprecia una rara coincidencia cuando se enumeran los valores pro­fanos del domingo 0 deI dîa festivo 24. Solo la metodologîa parece cam­biar, cambio que no implica diferencias sensibles. Nosotros hablaremos deI tiempo libre, a del ocio, coma valor general, deI que se desprenden (0 que posibilita) otros varios mas particulares 25.

Ocio y dia festivo

Sin descanso a reposa no es posib1e el tiempo libre 0 el ocio, pero reposa y ocio son dos conceptos distintos. No todo descanso 0 reposo es ocio, aunque donde hay descanso puede haber ocio. Por 10 tanto, esta realidad no esta inexorablemente unida al descanso dominical 0 deI dîa festivo. Todos los dîas pueden gozarse unas horas de descanso y, por 10 tanto, todos los dîas son aptos para el ocio. En mas 0 en menas exten­sion, pero 10 son.

Las reflexiones, pues, que aquî se hacen no van destinadas al dîa fes­tivo por exclusion, sina por antonomasia. Es, sin duda, en estos dîas cuando los hombres gozan de mas descanso y pueden programar con mas detencion su ocio 26.

23 Estas paginas se han pensado en el conjunto dei presente numero, y se admite cuanto se qice en otras paginas. I,Valdra de algo decir que el mismo autor de estas Iineas proponia el articulo anterior con este tftulo: La celebraci6n eucarfstica centro de la vida dominical? Contra 10 que se quiere luchar es' contra el método, tan extendido, de justificar unos valores profanos (en el mejor de los sentidos) a base de argumentos de tipo sagrado. Creemos que son dos aspectos de un mundo personal, que hay que respetar.

24 A los estudios de Cadet, Basurco y Coloma, antes citados, puede afiadirse el de J. HOFF' NER, La ética dei tiempo libre, en «Orbis catholicus», 2 (1969, 2) 285-296.

25 La diversa metodologia difiere en que unos tratan el tiempo libre como unD de los valores dei dfa festivo, mientras para otros el tiempo libre es un presupuesto, que hace posi· bles los otros valores.

26 A pesaI' de que existan categorias de personas que no disfrutan quiza de mas tiempo libre en nuestros dfas que en tiempos anteriores (v. gr. los dirigentes de empresas), y ciertas circunstancias que limitan el tiempo deI ocio (v. gr. las horas extra y las distancias en las grandes ciudades), no parece exacto negar que el hombre de hoy dispone de mas tiempo libre que el de hace unos afios. No podemos estaI' de acuerdo con esta afirmaci6n: «en consecuencia, parece que la disminuci6n de la jornada de trabajo es mas efectiva para los trabajadores de las fabricas y oficinas, siendo mucha menor para el trabajo dei hogar y de la granja» (H. JANNE, Moral de trabajo, moral de ocio: un nuevo tipo humano en perspectiva, en «La civilizaci6n dei ociO). Madrid, Guadarrama, 1968, p. 25).

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La palabra ocio suena mal a los oidos de lengua castellana. No pOl' razones ideol6gicas, sino porque instintivamente se la piensa emparentada con la ociosidad, que, en la tradici6n cristiana, ha sido considerada, con toda raz6n, "madre de todos los vicios". En otras lenguas no existe este peligro, pues ambas palabras no se encuentran tan cercanas una de otra en las letras y sonidos 'no

Hoy, que se habla ya mucho de la civilizaci6n deI o cio, es preciso venGer esta dificultad. El mismo diccionario, pOl' otra parte, la ha ven­cido entendiendo pOl' ociosidad el "vicio de no trabajar" y pOl' ocio la "diversi6n u ocupaci6n reposada, para descanso de otras tareas". Efec­tivamente, esto parece sel' eI ocio, un término medio entre eI trabajo y el reposa. "Quien dice ocio, dice actividad, pero actividad libremente eIe­gida y libremente llevada a cabo; participa deI trabajo (convertido en obli­gatorio pOl' el compromiso social, profesional) par su caracter de activi­dad, pero se aparta deI mismo pOl' su caracter de libertad. POl' otra parte, participa deI reposo pOl' su caracter de libertad, de elecci6n, de iniciativa, "~oro se aparta deI mismo pOl' su car acter de actividad" 28. A este concepto de ocio queremos reducirnos aqui, procurando penetrar en él para ver su valor y sus valores.

Ocio y mismidad dei ser humano

El ocio no debe mirarse solo como punto de partida de otros valores, como condici6n sin la cual no tendrian lugar otras realidades considera­das como valores. El ocio, segun 10 hemos definido, supone en Sl mismo un valor deI que sera preciso tomar conciencia, porque enriquece al hom­bre. El ocio permite al hombre una experiencia necesaria, sin la cual no dada nunca con 10 mas intima de su dignidad de creatura de este mundo: la libertad y el dominio de si mismo.

El mundo deI ocio no puede separarse deI mundo concreto deI tra­bajo 29. Es un complemento deI mismo. De aM que 110 pueda percibirse la aportaci6n deI ocio a la perfecci6n deI hombre si no se tiene en cu enta eI tipo de trabajo con que éste se encuentra y sus incidencias sobre el sel' humano, sobre su sel' y sobre su estar en el mundo. Las encuestas han

27 Asi en francés las palabras oclo y oclosldad se expresan con las palabras lolslr-oislvlté; en Inglés lelsure.ldleness.

28 J. LALOUP, La civilizaoi6n deI ooio: lprogreso moral 0 decadencia de costumbres?, en «La clvilizacl6n dei ocIO), a. c., p. 54. «OcIO), en sUIDa, es la actlvldad no trabajosa ni utilitarla en que el alma humana logra su mas alta y especffica nobleza. atia mea, Ilamaba Ovidio a sus versos» (P. LAiN ENTRALGO, acio y trabajo, o. c.,. pp. 16-17.

29 Es clerto que se puede Ir mas alla, al estudlo meta/tsico dei oclo como complemento dei trabajo, no de un tlpo concreto de trabajo. No obstante, 10 creemos superfluo en estas paginas, y por eso renunclamos a ello.

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VALORES PROFANOS DEL DIA FESTIVO 71

demostrado que existen aficiones, realizadas durante el tiempo libre, que dependen deI tipo de trabajo que se practica 30.

AqUl no podemos descender a esa categorîa de personas, pues escri­bimos para un pûblico general, no para contadas profesiones. No ob stan­te, tampoco podemos prescindir deI principio enunciado, pues nuestro trabajo genérico, el trabajo de nuestros ruas deI siglo veinte, tiene un as caracterlsticas deI todo propias, que inciden sobre el hombre y sobre su tiempo libre.

Sin necesidad de apoyarnos en cifras concretas es evidente que una poblacion y trabajo agrîcola va de jan do paso aceleradamente a una civi­lizaci6n industrial. Incluso los reductos mas silenciosos y apartados se en­cuentran ya arropados por el ruido, la prisa y la precision. La maquina, de cualquier tipo que sea, ha impuesto una postergacion de la persona 31

y un tipo nuevo de hombre, el hombre no s610 atento y tenso, sino el hombre doblegado a las prisas y precisiones espeluznantes de la técnica 32.

El hombre se siente asi acomplejado pOl' mas que le digan que la técnica es obra deI hombre (la mayoria sabe que aunque sea obra deI hombre no es obra suya) deI hombre individu al, que es el que sufre eI problema y la tensi6n).

La observaci6n, fundamental, yale mas para eI hombre que para la mujer, y ha de tenerse en cuenta a la hora de explotar eI ocio. El trabajo deI hogar continûa considerandose muy cercano, en este aspecto, al tra­bajo agricola. Incluso los instrumentos eIectro-domésticos no estan con­cebidos como los industriales. La diferencia es muy notable 33. Cabe, no obstante, seîialar también que ya hoy, y sin duda mucho mas en el fu­turo, la mujer va equiparandose al hombre y las barreras, al fin y al cabo inexorablemente divisorias, se hacen ca da vez mas fragiles.

POl' eso, el primer valor deI tiempo libre, y puede sel' eI mas impor­tante pOl' tratarse de un niveI profundo de la persona, es el de compensar al hombre de una alienacion humana en la que le pone la voluntad, siem­pre algo tiranizante, de los demas, 0 eI impulso motor de las maquinas.

30 Cfr. H. JANNE, L. C., pp. 31-32. «Les conditions de travail du monde ouvrier influencent fortement celui-cl dans ses périodes de loisir». (E. TIMIADIS, Les migrants. Un défi aux Églises. Paris, Edit. S.O.S., 1971, P. 221).

31 Se admira hoy dia mas la obra de la maquina que la deI hombre. Quiza porque tiene caracter de grandiosidad y el hombre necesita salir de 10 ordinario de las cosas. S6lo los espiritus elegantes son capaces de admirar la belleza de un c6dice, de una miniatura, de una obra de lenceria, por ejemplo. La masa pretiere contemplar el prodigio y la maravilla de la técnica.

32 No puedo olvidar la impresi6n recibida en una clase de automatizaci6n de la informacion. La profesora, consciente de la brutalidad que decia, respondi6 asi a quien le preguntaba si en un cursillo intensivo podrfa aprender algo: «dejara de ser persona, se hara maquina, pero aprendera».

33 No es ni parecida la tension de un obrero que esta pendiente deI acompafiamiento de su acci6n a la acci6n de la maquina para que no pase un vehiculo 0 un instrumento sin la pieza que él tiene que colocar, que la calma de una ama de casa que pone a funcionar la lavadora y puede atender a otros quehaceres sin procuparse deI momento en que debe atender a la maquina. Lo hara cuando pueda. No hay peligro alguno.

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El ocio, tal como 10 hemos definido, le permite al hombre autodetermi­narse, ser él mismo en una actitud positiva de perfeccionamiento. Ese iPuedo hacer 10 que quiero! dentro siempre de una determinaci6n sensata le es necesario al hombre para ser tal. Incluso dentro de la misma vida religiosa, donde el concepto de obediencia no puede limitarse a la pasi­vidad de quien espera responder mecanicamente a las 6rdenes de una per­sona colocada mas arriba 34.

El hombre de hoy necesita de esta experiencia. Existen algunos fac­tores que pueden ahogarla en su mismo nacimiento. A la vez que asisti­mos al nacimiento de una sociedad deI ocio, asistimos también a una hui­da, mas 0 menos consciente, deI mismo. La sociedad de consumo convierte al hombre moderno en el hombre deI hacer para tener, en lugar de lle­varIe al ser. Es una tendencia facil y peligrosa, que desgasta al hombre en sus valores mas intimos 35.

Por eso, 10 primera es convencel'se de 10 contrario, de que nuestra primera afirmaci6n es la afirmaci6n dei ser, de la libertad. El hombre, en todos los estados de vida, debe tender a una siempre mayor libertad y a vivir en la libertad. Lo demas, es limitaci6n humana, que hay que trabajar por superar 36. De ahi que la experiencia de la propia libertad, unida a una autodeterminaci6n perfectiva, sea una de las experiencias mas hermosas. Y de ah! también la necesidad de percibir "cada vez mas que no se puede ser un hombre verdadero y completa sin una cierta dosis de ocio" 37 (que no es dosis s6lo de descanso 0 reposo, segun hemos visto). iCuanto queda por hacer en un mundo, tanto deillamado profano coma deI llamado sagrado, donde la mayor parte se aburre soberanamente en sus ratos de descanso, 0 se ve llevado por cualquier tipo de propaganda! (De eIlo hablaremos después.)

34 Participar en la construcci6n de la comunidad con la propia aportaci6n personal es un concepto de obediencia activa hoy totalmente admitido superando vie jas concepciones pasivas (cfr. GroVANNA DELLA' CROCE, Autorldad y obediencia responsables, en Revista de Espiritualidad, 31 (1972) 172·182.

35 «Ya sea disfrutando deI ocio 0 trabajando, la sociedad industrial tiende al tener en vez de al ser; produce agitaci6n en vez de vida; engendra distracciones en lugar de conciencia» (H. JANNE, L. c., p. 36).

36 Hay peligro de entender mal esta afirmaci6n, maxime cuando se piensa de cara a la vida religiosa, aunque podrfa extenderse el malentendido a todo tipo de sociedad. En principio, cree que el malentendido se debera a un falso y muy extendido concepto de libertad que durante siglos hemos venido padeciendo. Libertad no es autodeterminaciôn para hacer 10 que .uno quiere, encerrando en este objeto también el mal. Si esto fuera asf, Cristo, que no pOdia pecar, habrfa tenido menos libertad que cualquiel' otro hombre, cosa que honestamente nos negamos a admitir. La libertad es algo mucho mas interior. Implica tal perfecci6n de la pel" sona humana, y concretamente de la facultad de decisi6n, que teniendo ante si diversas reaIl· dades que elegir siempre elija la mejor y mas conveniente. En este sentido, también la pre· sencia deI superiol' que impone una acci6n al subdito debe tenerse como algo transitorio en la vida religiosa. No extrafiara esta afirmaci6n si pensamos que esto puede decirse de toda ley (<<POl' aquf no hay camino, pOl'gue para el justo no hay ley. El para si se es ley». San Juan d ela Cruz). Lo fundamental es no afirmar esta perfecci6n dei propio sel' 1I11Sta que, muy probadamente se vea que existe.

37 J. LALouP, L. c., p. 56.

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El domingo, dîa. familiar

Hablamos de familia no sôlo en el sentido natural deI término (familia carnal), sino en toda su extensiôn. También las familias espirituales tienen los principales problemas, y los valores mas genuinos, de la familia.

Hay un sentimiento general de que no se puede intimar con una per­sona si no se trata frecuente y profundamente con ella 38. Menos aun se puede formar parte activa de una comunidad (de cualquier tipo) sin co­nocerse, sin oîrse, sin escucharse y sin hablarse con calma. Si la presencia continua causa inevitablemente monotonîa y empobrecimiento (porque exi­ge de la persona renunciar a sel' ella misma para reducirse a una de las dimensiones de la persona humana, la abertura y atenciôn al otro) , una ausencia prolongada 0 una presencia frecuente no cultivada puede rom­pel' unos lazos que parecîan bien atados.

La actividad de nuestro tiempo y la distribuciôn deI trabajo (de cual­quier tipo de trabajo) no siempre permite esta convivencia. Y si somas mas sinceros y realistas diremos que la permite pocas veces. Con fre­cuencia, cuando uno llega a casa, termina de salir el otro. Hay matrimo­nios que no se ven ni a la hora de camer. Los hijos dependen de sus ho­l'arias de estudio y de trabajo, 0 de un contacta social que se ha hecho cada vez menos eludible, cuando no necesario. Lo cierto es que pocas veces se reunen los componentes de una familia.

y es mas infrecuente aun el tiempo que la famiIia puede reunirse en circunstancias deseables. Porque inc1uso el tiempo que materialmente po­drîa dedicarse a la intimidad familial' queda empobrecido por el cansan­cio. Ni unos ni otros tien en la fuerza suficiente para hablaI' 0 para escu­char. Los problemas serios no pueden afrontarse en esos momentos. Qui­zâ es preferible dedicar esos ratos a la evasiôn serena y aparentemente superficial, que también es necesaria, dejando para otro tiempo la con­sulta 0 el consejo de tipo mas seria.

En este aspecto, el domingo garantiza un espacio suficientemente lar­go para enfrentarse, con garantîa de éxito, a los problemas que pueda haber, 0 a ser mas activos en la creaciôn de la vida de comunidad. No siempre van a surgir problemas profundos. Ni es bueno que surjan con frecuencia. Pero siempre se pue den emplear unas energîas mas despiertas en algo tan fundamental camo es crear una atmôsfera de convivencia, que enriquece la experiencia de la existencia humana.

A pesar de que el domingo presente a todo tipo de famIlias otros pro­blemas -de los que hablamos a continuaciôn-, éste de la convivencia deberÎa estudiarse y estimarse sobre manera. Y parece necesario 11amar

38 TERESIA A MATRE DEI, Aun es posible la oraci6n, en Revista de Espiritualidad, 30 (1971) 65.

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la atenciôn sobre esta deficiencia. Porque no es sôlo el trabajo y los dis­tintos horarios los que estan minimizando una vida familiar, sino tam­bién otras realidades.

Las familias naturales han pasado de ser el marco cerrado en el que se desarrollaba ca si toda la existencia y los contactos personales a ser un lugar de encuentros fortuitos y necesarios (comida, descanso ... ). Los jô­venes, sobre todo, se sienten mas atraîdos por realidades extrafamiliares. Tiene mas rec1amos la sociedad que la familia. Sin apenas lucha, la so­ciedad ha vencido a la familia. Es comprensible, pero merece la pena vivir esta nueva situaciôn con madurez de juicio.

No parece conveniente ni un extremo ni el otro. Ni estar siempre pro­tegidos por los muros deI mismo edificio y el calar de las mismas per­sonas, ni estar siempre fuera de él 0 cambiando de interlocutores. La fa­milia ensena a no evadirse, a tomarse los problemas con seriedad. Cual­quier hombre normal se siente mas metido en ella que en la sociedad tan plural de nuestro tiempo. La familia educa mas a una convivencia p~ofunda.. De ahî la necesidad de vivir familiarmente quiza sobre todo cuando se va creciendo y cuando una tendencia en parte normal y en parte preocupante lleva mas a la separaciôn familial'.

Con ello no quere afirmarse un tipo de vivencia familial' en el que las personas no sepan moverse en otra atmôsfera. La salida y el contacto, inc1uso frecuente, con la sociedad es una verdadera necesidad. La familia tiene el peligro deI aislamiento. Supone instintivamente poner una barrera muy cerca de los ojos y no gozar de perspectiva. Hace egoîstas e insen­sibiliza frente a las necesidades y problemas deI prôjimo.

La soluciôn debe estar en un término medio, que lleve a la vida de sociedad la seriedad y profundidad de la vida de famiIia, y a la vida de familia la amplitud de los problemas y preocupaciones de la comunidad humana. Y en este sentido, el domingo 0 dîa festivo es inmejorable. Una larga sobremesa, u otro momento oportuno, permite e invita a poner en (Uego todos estos resortes de interés, profundizaciôn, respeto, compren­;iôn, intimidad y participaciôn.

Cuanto hemos dicho de la familia natural vale también de la familia religiosa. Es cierto que algunos horarios, pendientes con frecuencia de un pueblo cristiano al que hay que. servir, pueden crear dificultades. Pero, con todo, es preciso estudiar el modo de hacerlo compatible con una vida familial' mas intensa. Creemos que se puede. Lo mas difîcil de conseguir puede ser el convencimiento, porque hay no pocos religiosos que de tanto trabajar (par placer 0 porque las circunstancias les han cargado de tra­bajo) llega el domingo y 10 unico que saben hacer es ... trabajar 39. Eso

39 La frase es de J. CADET.

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cuando no son otros los argumentos que recomiendan una vida retirada y poco comunicativa con los hermanos 40.

La naturaleza, necesaria y creadora

No todos llegaremos a protagonizar extravagancias artîsticas que ma­nifiestan, en el fondo, una gran estima y captaciôn de 10 que encierra la naturaleza para el hombre 41. Los espîritus selectos, sensibilizados, han tenido una necesidad imperiosa qe entrar en contacto con la naturaleza. El mejor cristianismo tiene en esto una mas que envidiable tradiciôn. Des­de los antiguos padres deI yermo, pasando por los fundadores de ôrdenes religiosas, aquellos hombres buscaban para su residencia los parajes mas maravillosos. Es algo que atm admiramos y que admira todo el mundo. Incluso cuando la ley de la clausura impedîa un libre y caprichoso con­tacto con la natura1eza, los santos han querido para sus sûbditos buenos paisajes y vistas hermosas 42.

El hombre de hoy tiene mas necesidad de encontrarse frecuentemente con la naturaleza. Cada vez mas la poblaciôn es ciudadana, y "las ciu­dades modernas han privado demasiado a los organismos de estos elemen­tos [aire, agua, luz, calor deI sol, silencio] de los que tiene una necesidad incoercible" 43. Y hasta le secan la inspiraciôn y le hunden en la tierra. El hombre de nuestras ciudades apenas alcanza ya a ver el cielo, pierde constantemente la capacidad de admiraciôn. Esto se 10 puede dar el mar, la distancia, un pefiasco, el rîo que se oye correr ... Por eso la espiritua­lidad, no por romanticismo, ha vuelto a valorar este contacto y 10 reco­mienda como una preparaciôn para el contacto con Dios 44. Pero aunque

40 Ciertas determinaciones legales de la vida religiosa deben ser repènsadas segun este cri· terio. Estamos pensando ahora en dos de ellas. En unas leyes le! que la vida religiosa debe entregarse los d!as festivos mas a la oraci6n y recogimiento interior y exterior coma expiaci6n pOl' los pecados que esos dias se cometen. No tengo nada en contra de ese espiritu de caridad. Pero quiza pueda buscarse un término medio mas plausible. También es sabido que se destina el domingo como dia de retiro, sobre todo por parte de las religiosas. Y creo que se hace asi porque es el dia mas libre. Nada tenemos contra los d!as de retiro, pero quiza pudiesen organizarse de otra manera para que no entorpeciese algo tan importante de lograr como es la comunidad no s610 interna, sino también externa.

41 Me contaron que en cierta ocasi6n viajaba un artista en tren. En un cierto momento tir6 dei aparato de alarma y el tren se par6. Preguntado qué sucedia, respondi6: No hay derecho que estemos pasando pOl' un lugar tan hermoso y los viajeros continuen enfrascados en las paginas de un peri6dico. El hecho es muy significativo.

42 Esta nota podria alargarse mucho. Los santos han tenido un profundo sentido de la naturaleza incluso en 10 mas escondido de sus vidas. Queremos limitarnos a hacer una refe· rencia a Santa Teresa, quien habla asi a sus monjas de clausura: «Siempre. advierta que es menester vistas mas que estar en buen puesto, y huerta si pudieren» (Carta 309, 10. Cltamos pOl' Santa Teresa de Jesus. Obras completas. Edici6n manual... de Efrén M. D. Y O. Steggink. Madrid, BAC, 1972, p. 996). «En 10 que toca a esa casa [Sevilla] que les venden, mucha me la ha loado y en tener huerta y vlstas. Para nuestra manera de vivir es gran negocio» (Carta 314, 8, p. 1000). Otros textos pueden ver en V. 9, 5; C. 2, 9; F. 10, 3.

43 J. COMBLIN, i Teologia de la ciudad. Estella, Verbo Divino, 1972, p. 202 (Esta obra no ha sido propiamente traducida al espafiol, sino s610 extractada y condensada pOl' F. J. Calvo).

44 As! 10 aconseja, pOl' ejemplo, J. M. DECHANET, El camino dei silencio. Yoga cristiana. Bilbao, DDB, 1966.

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nad a mas fuese por esa necesidad de perfeccionamiento fîsico y humano, merecerîa la pena despertar el deseo de un contacto inmediato con la na­turaleza y facilitarlo.

Estas facilidades van creciendo rapidamente (todos creen ya haber caido en la conciencia de su necesidad). Las distancias se salvan mas fa­cilmente y se educa, en muy diversas maneras, para este encuentro. El domingo y dia festivo esta Hamado a mantener esta conciencia. Quienes disponen de una casa en el campo 0 algo parecido pueden vivir su inti­midad familiar en el contacto con la naturaleza. Los que aûn no disponen de este medio tendran que alternar ambas necesidades. Se puede conse­guir. Lo cielto es que no son suficientes un as vacaciones anuales para ese contacto con la naturaleza. Son muchos los dlas que median entre unas vacaciones y otras. Y el hombre necesita deI campo ca si continuamente.

Necesidad y placer de leer

Cualquier tipo de trabajo empobrece (aunque también enriquece. Es el primer aspecto el que hacemos resaltar). Tanto el trabajo manu al coma el trabajo intelectual. Durante nuestros dias de trabajo no tomamos con­ciencia de ello. Nos movemos en nuestro ambiente, con personas que tie­nen unas formas mentales, unas preocupaciones y hasta unos argumentos como los nuestros. Nos podria parecer que 10 sabemos todo. En cambio, cuando nos ponemos en contacto con otras personas, también cuItas coma nos suponemos nosotros, pero en campos distintos, caemos en la cuenta de nuestras limitaciones cultura:les. Los domingos y dias festivos se con­vierten aSI, antonomasticamente, en dias de penoso descubrimiento, el de una limitaciôn mas. Ha sido quiza en esos momentos en los que nos

"mos sentido ajenos a una conversaciôn de la que formamos material­mente parte, nos sentimos miedosos ante la posibilidad de que se descubra nuestra ignorancia.

Pero también es el dia que disponemos deI tiempo necesario para entrar en esos temas corrientes y u~uales, temas de cultura no especiali­zada y que es tan necesaria para nuestro perfeccionamiento intelectual y para nues1ra vida social. Cada vez hay menos dificultades para acercarse a este tipo de cultura 45 y es preciso aprovechar las ocasiones.

y no yale el domingo sôlo para este tipo de lecturas, en cierto modo empefiativas, aunque la preocupaciôn sea muy llevadera. El domingo ha de servir también para permitirse el placer de una lectura que nos recrea.

45 Aunque es verdad que los libros son cada vez mas caros, la extensi6n bibliotecografica es un hecho en los paises desarrollados. Los préstamos de libros y revistas de no pocas ins­tituciones y los esfuerzos progresivos de los estados en esta materia hacen que pueda dispo­nerse de muy buena literatura y libros culturales sin apenas gasto alguno. S610 se exige un cierto interés y preocupaci6n personal por no quedar al margen de estos adelantos.

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La lectura tiene una dimension recreativa, que es una verdadera embria­guez serena y duradera. No podemos perderla con la disculpa de quehace­res mas importantes. Podria ser aqui también vf<rdad que "el mucho que­hacer no deja vivir" (Zubiri). Y, ademas, como castigo merecido, nos empobreceriamos humanamente. Sobre esta lectura recreativa se han escri­to paginas sugestivas. Nuestra misma revista 10 hacia no hace mucho. A ella remitimos 46. Se aprueba asi, y se corrige si es menester, la hermosa frase deI Cateeismo holandés antes eitado: "el domingo es dia propicio para echar mano de un libro serio" 47. l,Por qué no, también, de un libro comieo?

La diversion, una necesidad

Para un elevado porcentaje de los hombres el dia "festivo" es un dia muy seiialado para la diversion. Inc1uso, en eierto sentido, los conceptos de diversion y fiesta son inseparables. Como el concepto de oeio 48. Aqui, para contradistinguirlo, queremos entender por diversion cualquier tipo de juego 0 espectaculo que proporeiona alegria y deleite 49. Y en este sentido, los domingos y di as festivos acaparan casi todo el mundo de la diversion en sus divers as manifestaciones 50.

No podemos negar, desgraciadamente, que ha existido, y existe atm, una deplorable literatura cristiana sobre las diversiones. Quiza por un afan de religiosidad y cristianizaeion explîcita de cualquier actividad y ac­to humano. Es verdad que se admitia el juego honesto e inc1uso la nece­sidad de la diversion 51, pero también 10 es que no se ha sabido entrar en la naturaleza intima deI espectaculo sin hacer antes una refereneia a la dimension cristiana de ultratumba de esa diversion 52, y que incluso la moral ha juzgado negativamente eiertos espectaculos pOl' estar desposei­dos de eiertos valores, valores cuy a falta puede ser preeisamente su pe-

46 Remitimos a las primeras paginas de Lectura cristiana y vida espiritual, en Revista de Ehpiritualidad, 31 (1972) 267·ss. PEDRO LAiN ENTRALGO, La aventura de leer. Madrid, Espasa· Calpe, 1964 (los dos estudios mas directamente relacionados con cuanto aqui nos interesa son: Notas para una teorfa de la lectura, pp. 197·213; El !ibro como fiesta, pp. 214·224.

47 Nuevo catecismo para adultos. Barcelona, Herder, 1969, p. 30.9. 48 Puede verse el !ibro de P. Lain Entralgo, Ocio y trabajo, ya citado. El primer ensayo

de este !iJ:iro tiene como tftulo ({El ocio y la fiesta en el pensamiento actual», PP. 11·45. 49 He aqui c6mo define el concepto de diversi6n V. Enrique y Taranc6n: ({bajo el nombre

de diversi6n entendemos, por tanto, todas aquellas cosas que son causa de solaz, de descanso, de alegria, de delelte» (Las diversiones a la luz de la Teologfa. Madrid, 1956, p. 22). Suponemos que las cuatro realidades se dan al mismo tiempo.

50 Estas manifestaciones pueden ir desde el futbol hasta el baUe, desde cualquier deporte a cualquier espectaculo de los que son corrientes en nuestro mundo. Hay ciertos actos que pueden asumir una doble dimensi6n. Asi ciertas peliculas U' obras de teatro pueden ser directamente doctrinales 0 culturales mientras otras pueden ser directamente recreativas 0 de evasi6n.

51 Lo ensena el mismo Santo Tomas, y todos, después, con él. Puede verse la Suma, 2·2, q. 168, a. 2,4.

52 Por ejemplo, al hablar de la danza. Puede verse el sentido ecatol6gico que H. Rahner ve encerrado en 10 mas profundo de la misma en Vom Sinn des Tanzen, en ({Geist und Leben», 38 (1965) 12. No entramos en la verdad 0 menos de estos sentidos. No parece, sin embargo, que sean éstos los mejores argumentos para vivir la danza.

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culiar valor y atractivo humano 53. Esto quiere decir que no los habiamos comprendido intimamente.

Instintivamente las cosas han ido cambiando. Casi como imperativos de unos contrastes circunstanciales y culturales que 10 pedian a gritos. Can­sados de vivir bajo el signo de los "tigres de la c6lera" 54, l "los pensadores y los poetas de nuestro tiempo parecen ventear de nuevo, a la vuelta de tantas "angustias lcierlcegordales", como tan graciosamente decia nuestro ludico y jovial Eugenio d'Ors, el tema nunca viejo de la vida festival" 55.

Los hombres sensibles, que saben percibir las realidades 0 signos de los tiempos, han dado también con este cambio significativo. Gracias a Dios, la teologia, aunque también aqui a remolque, se ha puesto a pensar en una teologia dei juego, mas '0 menos afortunada 56.

Los valores fundamentales de la diversi6n podrian resumirse, muy brevemente, en estas afirmaciones: "en él [talante festival] reina la espon­taneidad y vuelve a los rostros la risa ... Celebrar una fiesta propiamente dicha equivale a de jar atras todo 10 que en la existencia humana es his­t6rico y, por tanto, eI cuidado de existir, la Sarge de la analltica heideg­geriana: vivir es entonces un "puro vivir" en que el cuidado ha sido en­teramente sustituido por el gozo. Al talante festival pertenecen también la radical inutilidad y la no menos radical comunitariedad de la fiesta: ni el dia festivo es "util", en el sentido que esta palabra ha llegado a tener en nuestra sociedad, ni hay fiestas para un hombre solo" 57. A esto puede afiadirse, s6lo a titulo indicativo, que la diversi6n y el juego nos hacen

53 V. Enrique y Taranc6n habla dei baile (<sensual y provocativo» (P. 114), uen los que el espiritu esta ausente» (p. 113), Y considera camo tales ((todos esos bailes modernos -tan en baga en nuestros pueblos- que ni exigen casi ninguna preparaci6n, ni requieren especial habi· lidad, ni ocupan para nada la atenci6n de quienes los ejecutan» (O. O., p. 114). Pueden corn.. pararse estas razones con las citas que copiamos a continuaci6n en el texto y se vera cuales son los valores que otros encuentran en la diversi6n, uno de cuyos modos es el baile, sin duda alguna.

54 A. MORAO, Festa e humor, en uBroteria», 95 (1972) 395 (el autor cita a ((Kafka, Sartre, Beckett e outros cultores da seriedades tragica». uY el tema de la angustia, ~no es ahora unD de los que con mas frecuencia mueven las aimas y las plumas?» (P. LAIN ENTRALGO, Ocio y trabajo, O. o., p. 13).

55 P. LAiN ENTRALGO, Ocio y trabajo, O. c., PI 43. 56 En este sentido tenemos el citado libro de Taranc6n (insiste en sus primeras paginas

en la necesidad de una teologfa de la diversi6n). Aunque no intentamos dar una bibliografia sobre el tema, si pueden verse: P. HUIZINGA, Homo ludens. A Study of the Play. Element in Culture. Londres, Kegan Paul, 1949. H. RAHNER, Der spielend Mensch. Einsiedeln, Johannes Verlag, 1952. R. CAILLOIS, Les jeux et les hommes. Paris, Gallimard, 1958. J. MOLTMANN, Die ersten freigelessenen der Schopfung. München, Kaiser Verlag, 1971. H. Cox, Las fiestas de locos. Madrid, Taurus, 1972.

57 P. LAiN ENTRALGO, Ooio y trabajo, O. o., p. 28. Todos vemos expresadas en esas palabras muchos raciocinios que nosotros mismos nos hemos hecho a que hemos oido en nuestro derredol' cuando pensamos 0 hablamos de los espectaculos. Quiere esto decir que el sentido comun se ha ido inrponiendo, y que seria pernicioso oponerse sistematicamente a él movidos por prejuicios constantes. Esto mismo parece indicar cuanto se dice de la danza -una tipica diversi6n, y de las mas vituperadas- coma movimiento oiroular. Se ve en ello la expresi6n de una ausencia de futuro y de cul dada 0 preocupaci6n, que a veces es necesario en la vida terriblemente preocupante de la monotonia cotidiana. Véase el fino analisis de P. Lain Entralgo, después de examinar las teorias y analisis de la danza seglin O. Weininger, P. Valéry y E. Strauss, O. C., pp. 32-35.

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V ALORES PROF ANOS DEL DiA FESTIVO 79

recuperar una etapa tan humana, y tan evangélica, como la nmez, en la que el juego dirige un desarrollo humano deI nmo que nos falta a los adultos 58.

VIVIR EL DIA FESTIVO

De la ingenuidad a la realidad

Quiza sean necesarias estas breves lineas que siguen para que no se nos crea romanticos 0 algo peor. Se equivocaria quien pensase que nos alineamos con quienes todo la ven perfecto en la vida actual, concreta­mente con la vivencia profana deI domingo y dia festivo. No. Nuestros domingos y di as festivos son, con mucha frecuencia, una manifestaciôn mas de la poca altura que tiene nuestra sociedad. Ha sido suficiente que T.V.E. se haya acercado levemente a nuestras ciudades y nos muestre cômo celebran los di as festivos los espafioles para comprobar la pobreza que los preside 59. Y no es muy distinta la opiniôn que uno se forma cuan­do pasea por las calles de nuestras ciudades, frecuenta los espectaculos mas ordinarios y comunes, y observa la vida familiar.

Nosotros no podriamos afirmar que sociolôgicamente el domingo es para el hombre. Cierto que en otros tiempos tampoco la fue. Lutero ha escrito unas paginas terribles sobre las celebraciones festivas 60. Son pa­ginas de sana realismo, aunque quiza no tan sanas intenciones. Y en este mismo sentido nuestros moralistas, ascetas y predicadores han encontrado un indiscutible filôn para sus amargas diatribas. PensaI' 10 contrario seria estar ciegos 0 no comprender exactamente los valores deI hombre (por eso quisimos hablar antes de esos valores, que, ha podido constatarse, no son valores "pios").

y si esto sucede en la sociedad externa, mundana, tenemos que decir algo parecido de la sociedad religiosa y monacal. También parece darse en ella una celebraciôn bastante deficiente deI dia festivo. Por carta de menos, generalmente (que siempre es una carta mas pequefia), pero defi­ciente al fin y al cabo.

58 Sobre este aspecto puede verse P. CHAUCHARD, Travail et loisirs. Paris, Marne, 1967, pp. 100·ss. Lo creemos un aspecto importante, aunque no hemos podido detenernos en él. Queda solamente enunciado.

59 Cuando termim\bamos de escribir estas Ifneas la Televisiôn se ha hecho eco en uno de sus programas (Tres eran tres, 10·1·1973) de aquel famoso estribillo de una canci6n francesa: odio el domingo. El televidente pudo constatar la actitud de las tres j6venes ante la celebra· ci6n dei domingo.

'" Puede verse su escrito A la nobleza cristiana de la naci6n alemana. Cito M. LUTHER, Oeuvres. II. Genève, Labol' et Fides, 1966, pp. 128·129.

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80 J. M. CORDOBÉS

Educarse a vivir los va,zores profanos

Y, sin embargo, no podemos olvidar estos valores. Seria limitarse vo­luntariamente. Hay que recobrarlos en su integridad e intentar vivirlos, porque son buenos y necesarios para el hombre de todos los tiempos y, sobre todo, para el hombre de hoy. Alguien dijo, con aeierto, que sin ellos la huma nid ad se degrada 61.

El primer paso para recobrar estos valores se da cuando se logra el conveneimiento de que son valores y de que hay que recobrarlos. Tarea mas dura de 10 que pueda parecer. Estamos muy hechos a pensar y hablar de la religiôn dei traba,jo, y continuamos identificando instintivamente oeio con oeiosidad, tiempo libre con pereza. Incluso es posible que mu­chos llevemos demasiado metido en nosotros un concepto de soledad, de inconsciente recelo de los demas, de familiaridad (natural 0 espiritual), de mortificacion, de peligro y de austeridad que nos prohiba intentar un giro nuevo en nuestra existeneia. 0 puede set, también, que continue habiendo en la soeiedad, de cualquier tipa que sea esta sociedad, estruc­turas inhumanas, que, de hecho, impidan asimilar y poner en practica es­tos valores. Los que mandan continuan explotando a los que trabajan. Un obispo, hablando asu clero, ha tenido que escribir recientemente: "tenemos derecho, pOl' fin, como todos, a descansar un dîa pOl' semana, para reparar energîas espirituales y aumentarlas" 62.

SI segundo paso puede sel' el de saber distinguir diversas formas de encarnacion de esos valores (con tal de que la diferencia no sea negacion). Los valores que hemos enuneiado son universales, pero es evidente que no pueden vivirse en actos materialmente idénticos, validos para todos. Se ha exagen:do eso de que ciertas palabras en boca de un religioso son blasfemias, 0 de que eiertas aceiones estarîan fuera de lugar en una per­sona determinada, pero indudablemente en todo ello queda un fondo in­negable de sana verdad. También aquî se nos puede exigir un legîtimo pluralismo.

Tercer paso (espero que no sea la primera caîda). No empefiarse en sacralizar 10 profano. Es posible que llegue un dîa (por algunos habrîa llegado ya) en que aprobaremos el baile con tal de que sea suelto y con mûsica de iglesia. Seamos mas respetuosos con la accion de Dios. Dios ha hecho bien todas las cosas. Estamos cansados de oîr que hemos im­puesto a los seglares una espiritualidad monacal. Es cierto que la acusa­cion se ha convertido ya en topico y que no siempre es verdad. Pero en otros casos si 10 ha sido. Hay que estar alerta porque tenemos cierto pe-

61 A. MORAO, Festa e Humor, en <Œroteria», 95 (1972) 406. 62 Nos referimos a la carta pastoral de Mons. Delicado Baeza, obispo de Vigo-'Iüy. La cita

la hemos tomado directamente deI Boletfn informativo dei Boletin Ojicial. Arzobispado de Ma­drid-AlcaM, 15 de diciembre de 1972 (el Boletfn informativo no tiene paginaci6n).

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VALORES PROFANOS DEL DIA FESTIVO 81

ligro 63. R. Schutz, prior de Taizé, ha escrito a propôsito de la juventud que quiere "vivir su vida": "SerIa facil, en el clima en que vivimos en el Oeste, adoptar una actitud de puritanismo, procurando crear en los am­bientes cristianos una mala conciencia respecto a la vida de los sentidos. Esta pedagogia que ha tenido éxito con mentalidades infantiles, corre el peligro de sel' hoy contraproducente. Todo envaramiento, todo juicio ca­tegôrico conduciria a separarnos irremediablemente de la generaciôn jo­ven. El tinico método posible consiste en permanecer plenamente huma­no" 64. Aceptemos también aqui los pluralismos.

Cuarto paso: buscar estructuras de vida familial', social y religiosa en las que el nacimiento y vivencia de estos valores sean posibles. El hom­bre no es para los horarios y formas concretas de existencia, sino al revés. Lo que pudo sel' bueno y titil en otras circunstancias, puede no serIo aho­ra. Esto exigira salir de unos moldes para entrar en otr08. Y exigira una seria ascesis personal. Porque hay veces que estamos mejor fuera de casa que dentro, en la cama que dando un paseo, leyendo que conversando en tertulia fraternal ... Pensar que los valores profanos se consiguen sin una ascesis dura, es pura ilusiôn.

Quinto paso (aqui SI que es verdad que no hay quinto malo): vigilar nuestro ocio con todos sus valores. Generalmente los valores de que he­mos hablado son ambiguos. Un sentido realista de la vida nos ensena que de hecho el ocio esta cerca de la ociosidad, la diversiôn de la vulgaridad (y hasta de la degradaciôn), la conversaciôn familial' deI paternalismo y la molestia al otro. Hay que examinarse, pues, con frecuencia para saber integrar los val ores sin eseapar de nosotros mismos en un afan de des­control que pudiera sel' tan perjudicial, e incluso bastante mas, que la ausencia de dichos valores.

JosÉ MANUEL CORDOBÉS, ocd Triana, 9 Madrid-16

63 Quisiera matizar la afirmacl6n. Una intéraccl6n entre los laicos y los religiosos es nece· saria para comprender nuestras respectivas formas de vida. Es el P. Schillebeecl<x el que ha lIamado la atenci6n sobre el heoho de que la virginidad puede ayudar a comprender mejor el matrimonio (Cfr. E. SCHILLEBEECKX, El matrimonio, realidad terrena y misterio de salvaci6n. Salamanca, Slgueme, 1968, pp. 126·ss), a quien senalarii su transitoriedad (deberla decirse 10 mismo en sentido Inverso, hacienda ver el matrimonio a la virginidad su necesidad de encar· naci6n). No es de negar esta relaci6n de 10 que se trata en el texto, sino de admitir un sano pluralismo de acuerdo con la misi6n eclesial y mundana de las distintas personas.

64 R. SCHUTZ, Vivir en el hoy de Dios. Barcelona, Estela, 1969, p. 35.

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