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Nómadas (Col) ISSN: 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia Bengoa, Guillermo HORIZONTE VELLUDO: PAISAJE Y PODER EN LA PAMPA Nómadas (Col), núm. 22, abril, 2005, pp. 102-113 Universidad Central Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105116726009 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Nómadas (Col)

ISSN: 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

Bengoa, Guillermo

HORIZONTE VELLUDO: PAISAJE Y PODER EN LA PAMPA

Nómadas (Col), núm. 22, abril, 2005, pp. 102-113

Universidad Central

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105116726009

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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NÓMADAS102 BENGOA, G.: HORIZONTE VELLUDO: PAISAJE Y PODER EN LA PAMPA

* Arquitecto, profesor de Historia de la Arquitectura, Universidad Nacional de Mar delPlata y de Gestión Ambiental, Universidad Nacional del Centro. E-mail: [email protected]

La pampa no está de moda. No tiene el esplendoroso atractivo amazónico, ni despierta la inquietud de los ecologistas,pero bajo su tranquilo aspecto se esconden enormes y extrañas capacidades. En este trabajo veremos la singularidad dela pampa como ecosistema y las influencias que el paisaje genera en el hombre tomando como ejemplo un episodio de lallamada “Conquista del desierto”: la construcción de la Zanja Alsina, intento de controlar a los indígenas a través deuna invertida “muralla china”.

Palabras clave: pampa, paisaje, poder, desierto, percepción.

O pampa não está na moda. Não tem o esplendoroso atrativo amazônico, nem desperta a preocupação dos ecologistas,mas sob o seu tranqüilo aspecto se escondem enormes e estranhas capacidades. Neste trabalho veremos a singularidadedo pampa como ecossistema e as influências que a paisagem gera no homem, tendo como exemplo um episódio dachamada “Conquista do Deserto”: a construção da Vala Alsina, tentativa de controlar os indígenas através de uma“muralha chinesa” invertida.

Palavras-chave: pampa, paisagem, poder, deserto, percepção.

The pampa is not in fashion. It does not have the splendid attractiveness of the Amazon mor the worries of ecologists.But behind its calm aspect, strong contradictions lie. This paper will develop two aspects: the singularity of the pampa asan ecosystem and the influences that the landscape generates in its habitant. It takes as an example one episode from“the conquest of the desert”: the construction of the “Zanja Alsina”, an intent to control the native through a “reverseChinese Wall”.

Key words: pampa, landscape, power, desert, perception.

HORIZONTE VELLUDO:PAISAJE Y PODER

EN LA PAMPA

Guillermo Bengoa*

Al final, triunfa la pampa y ostenta su lisa y velluda frente, infinita, sin límites.D. F. Sarmiento, Facundo, civilización y barbarie, 1845.

ORIGINAL RECIBIDO: 15-XI-2004– ACEPTADO: 25-I-2005

PÁGS.: 102-113

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El estado de lanaturaleza

La pampa es una enorme pla-nicie herbácea de 500.000 km2,casi sin equivalentes en el mundo.Las temperaturas benignas, las llu-vias regulares durante todo el añoy el suelo con alto contenido demateria orgánica la hacen muyapta para el desarrollo humano, apesar de la ausencia de árboles, de-bida al denso manto de pasto queal sombrear las semillas impiden sudesarrollo. El ombú,en realidad una enor-me herbácea y no unárbol, procuraba has-ta hace menos de unsiglo el único y escasorefugio: “Aquí estás,ombú gigante / a la ori-lla del camino / indi-cando al peregrino / nosiga más adelante / enla llanura sin fin. / Túseñalas las barreras /que dividen el desier-to, / y oyes el vago con-cierto / que alzan lasauras ligeras / de lapampa en el confín”;decía B. Mitre en 1842.

A la llegada de los españolesal Río de la Plata, en 1516, estaregión tenía muy pocos habitan-tes, pero en menos de doscientosaños la población indígena au-mentó notablemente. Este fenó-meno, contradictorio con loocurrido en el resto de América,se debe posiblemente a que antesde la Conquista, esta era unaregión en donde las proteínas ani-males eran de dificultosa recolec-ción. Los grandes herbívorospleistocénicos (milodón, caballoamericano, megaterio, etc.) ha-

bían desaparecido hacía muchotiempo y los guanacos y llamas es-taban refugiados en la región se-rrana. La existencia de nichosecológicos vacíos para grandesherbívoros explica, según N.Gligo y J. Morello (1980: 112),“la explosiva multiplicación decaballos y burros salvajes y vacu-nos criollos en las pampas delcono sur. [...] Estos hatos salvajesde vacunos y de caballos crearonun ecosistema seminatural duran-te la conquista y la guerra contra

el indio, a los que se sumaron ade-más carniceros también introdu-cidos, como las jaurías de perrossalvajes. A los ochenta años de in-troducido el caballo cimarrón, elindio alcanzó una rápida y eficien-te cultura ecuestre, totalmenteadecuada a sus actividades gue-rreras”. Esta nueva relación y susconsecuencias sociales y territo-riales son remarcadas por A. Yun-que (1969: 20): “al saltar sobreel caballo en pelo y transformarseen uno de los grandes jinetes quehan visto las caballerías del mun-

do el indio también dio un saltode siglos. De un conquistado setransformó en un conquistador.Las distancias se le empequeñe-cieron”. L. V. Mansilla (1956: 71),quien convivió con los indiosranqueles a fines del siglo XIXdescribe la unión aborigen-caba-llo: “El indio vive sobre el caba-llo como el pescador en su barca;su elemento es la pampa, comoel elemento de aquél es el mar”.

Estos espacios vacíos permitie-ron la explosiva mul-tiplicación del ganado,que enriqueció elecosistema pampeanoa través de un mecanis-mo que A. Brailovsky(1991: 113) resumeasí: “La introduccióndel ganado significó unsúbito enriquecimientodel suelo pampeano.Sus deyecciones y susrestos reactivan el re-ciclado del nitrógeno yprovocan un desequi-librio ecológico demagnitud. El rápidoreciclado del nitróge-no causó un fenóme-no conocido como

rejuvenecimiento del ecosistema.[...] Estos cambios ecológicos impli-can la creación de nuevos nichos,es decir de nuevas oportunidadesde desarrollo para otras especies ani-males y vegetales”. En resumen, loscambios ecológicos que facilitaronla expansión de los ganados posi-bilitaron también la repoblación dela pampa por parte de tribus indí-genas, ya que era un inmenso ni-cho ecológico “incompleto”, aptopara recibir una enorme cantidadde grandes herbívoros que aprove-charan sus pastos.

Transhistorias, José Alejandro Restrepo, BLAA, 2001

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Opiniones de viajeros

A través de relatos de viajerosveremos algunas de las caracterís-ticas del paisaje pampeano: la in-mensidad, el silencio, el horizontecontinuo en los 360 grados, la au-sencia de planos perceptuales inter-medios, la carencia de alturas desdedonde observar, el aburrimientocausado por la monotonía del pai-saje. Utilizaremos como referenciaa Félix de Azara, un oficial geógra-fo español que en 1796 recorrió lafrontera sur y oeste del país; a Char-les Darwin, que en 1833 desembar-có en la desembocadura del RíoNegro y cabalgó desde Bahía Blan-ca hasta Santa Fe; y a William MacCann, un comerciante británicoque en 1848 realizó un recorridopor Argentina.

Dice Darwin, hablando de lamonotonía del paisaje (1921: 153):“Frecuentemente pasan inadver-tidas las grandes ventajas queproceden de las depresiones y ele-vaciones del suelo. Los dos raquíti-cos manantiales existentes en eltrayecto entre los ríos Negro y Co-lorado tenían su origen en insig-nificantes desigualdades de lallanura; a no ser por ellas no se hu-biera hallado ni una gota de agua”y también: “La uniformidad del co-lor da una extremada monotonía alpaisaje, pues el gris blanquecino delas rocas de cuarzo y el pardo suavede la agostada hierba del llano lodominan todo, sin una sola nota bri-llante”. El aburrimiento causadopor esta llanura continua es resal-tado por Mac Cann (1986: 69), alacercarse a las Sierras de Tandil, “Elpanorama de las colinas que se pre-sentaban más elevadas, nos parecióel más hermoso después de habercabalgado trescientas millas por lla-

nuras monótonas”. Darwin (1921:153) escribe: “La distancia desde laposta era de unas seis leguas, sobreuna llanura uniforme del mismocarácter que antes [...] El extrañoaspecto de esta montaña contrastacon el extenso mar de tierras que,tendiéndose en torno de ella, nosólo llega al pie mismo de sus la-deras, sino que separa las sierrasparalelas”. Luego racionaliza laabrumadora experiencia de inmen-sidad que le suministran los senti-dos: “Por espacio de muchas leguasal norte y al sur de San Nicolás yRosario el terreno es realmente lla-no. Todo cuanto los viajeros hanescrito sobre su perfecta horizon-talidad apenas puede tildarse deexagerado”. El naturalista nota laevolución de sus capacidades sen-soriales. Al volver a Uruguay lue-go de recorrer la pampa, escribe:“Advierto que ahora me parece estaregión muy distinta de cuando lavi por primera vez. Recuerdo queentonces la creí una llanura muyhorizontal, mas al presente, despuésde galopar por las pampas, no acier-to a explicarme qué razones tuve

para considerarla perfectamenteplana”. (1921: 205). Esa misma sen-sación transmite Mac Cann al co-menzar su viaje: “Cuando, despuésde levantados, salimos, quedé sor-prendido ante la llanura tan perfectaque se dilataba ante nosotros portodos lados, no se advertía en unaextensión inmensa la más leve on-dulación... todo el territorio, es unavasta llanura herbosa, o pradera, lamayor parte de la cual parece, a lavista, rasa”. (1986: 45).

La ausencia de referencias vi-suales, consecuencia de esta plani-cie absoluta y del despoblamientoarbóreo, apuntan a un necesariorefinamiento de los sentidos. Escri-be Mac Cann: “A medida queavanzábamos por esa extensión tansalvaje, sentíame impresionado porsu soledad y melancolía; ni rocas,ni ríos, ni una loma, ni un árbol al-teraban la monótona y mustia lla-nura, donde no se veía habitaciónhumana en varias millas a la redon-da [...] La belleza de la escena hu-biera sido completa de haberseacompañado con el rumor de las

Geografía de las plantas equinoxiales, A. von Humboldt, 1807

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hojas en un bosque, pero aquí nohay árboles que presten a las avesel abrigo de sus frondas” (1986:24). Los pocos árboles existentesson un hito en la llanura, recibien-do nombre propio como se obser-va en la siguiente nota de Azara(1973: 139): “nos sirvió de guía laIsla Postrera que habíamos demar-cado el día anterior. Así llaman aun grupo de árboles que está en elmismo paso del Salado y son losúnicos que vimos en todo el via-je”. También Darwin (1921: 153)lo hace notar, “nos fue imposibleprocurarnos un palo aguzado parasostener la carne sobre el fuego, he-cho con tallos y cañas de cardos”;e intenta una explicación racional:“Los terrenos en extremo llanoscomo las pampas rara vez son favo-rables al desenvolvimiento del ar-bolado. Tal vez la causa de ello estéen la fuerza de los vientos o en lanaturaleza del drenaje”.

La falta de árboles se manifies-ta en la carencia de madera comoleña y material de construcción y

en la ausencia de refugio. CuentaDarwin (1921:164): “Durante lanoche anterior habían caído piedrastan grandes como manzanas peque-ñas y extremadamente duras, ma-tando gran número de animalessalvajes. Uno de los hombres habíaencontrado muertos trece ciervos...otro de los soldados del destaca-mento trajo siete más. El pedriscomató además muchas aves más pe-queñas”.

En la selección de estas citaspretendimos rastrear cuatro con-ceptos básicos:

1) La pampa es un paisaje casiúnico en el mundo por suextensión, lo extremada-mente plano de su topogra-fía y la carencia de árboles.Por algo los españoles debie-ron bautizarlo con un nom-bre nuevo: “pampa” se tomódel quechua y significa“campo raso”. El término setransformó en un sustantivocomún, que define con cla-

ridad un paisaje con estascualidades.

2) Estas características influyenen las actividades humanasa nivel material ya queimplican la carencia de ma-dera para todo uso, la difi-cultad en crear límites y enestablecer redes de comuni-caciones, los problemas en elarreo de ganado. Dice J. Ra-mos (1992: 38): “Las carac-terísticas salientes de ríos yarroyos son sus cauces pan-tanosos y divagantes debidoal mínimo declive de la pla-nicie. Con anterioridad a laintroducción del alambradoesta característica fue valoradacomo ventajosa. Se aprove-chaban los cambios de direc-ción de los cursos de agua paraacorralar y controlar mejor elganado vacuno o caballadassometidas a rodeo”.

3) También influyen a nivelde las acciones y percep-ciones individuales de loshombres. La ausencia deelementos topográficos im-portantes obliga a un afina-miento de la percepciónque debe acostumbrarse adistinguir los objetos leja-nos. L. V. Mansilla (1956:151) expresa: “la mirada delos indios es como la de losgauchos. Descubren a in-mensas distancias, sin equi-vocarse jamás, los objetos,distinguiendo perfectamen-te si el polvo que asoma lolevantan animales alzados ojinetes que corren”. En lapampa no hay objetos inter-medios: está lo cercano y elhorizonte.José Alejandro Restrepo, serie América Equinoxial, 1992

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4) Y esa influencia a nivel indi-vidual termina transportán-dose de alguna manera a lasconductas colectivas, crean-do un espíritu individualistapero solidario, amante de lalibertad de los vastos hori-zontes pero dispuesto asometerse sin análisis a uncaudillo fuerte, opuesto alespíritu urbano que habíacomenzado en Europa a par-tir del Renacimiento. DiceR. Sánchez Sorondo (1987:130): “Para los caudillos, larevolución era dos veces laIndependencia: era el mitode la Independencia fecun-dado por el sentido prístinode la libertad americana fun-dida en esas igualdades cós-micas sin traducción jurídicaposible que despierta en elalma de la gente la solitariainmensidad del paisaje”.

Los mecanismosde apropiación

No turbaban la tierra elemental nipoblaciones ni otros signos humanos. Todoera vasto, pero al mismo tiempo era íntimoy de alguna manera, secreto. En el campodesaforado, a veces no había otra cosa queun toro. La soledad era perfecta y tal vez

hostil, y Dahlmann pudo sospechar queviajaba al pasado y no sólo al sur.

J.L. Borges, “El sur”, Obrascompletas, Tomo 1, p. 528.

Intentaremos ver si existe unarelación entre el paisaje y las for-mas de ejercer el poder. Esta hipó-tesis no implica un determinismogeográfico, sino buscar el desarrollode similares dispositivos de controlde poder ante similares condicio-nes naturales. ¿Cuáles son estos me-canismos que se dieron en la

pampa? Como paso previo, la cons-trucción del concepto de pampa,su homologación con la idea dedesierto. La concepción del conti-nente americano como un gran va-cío venía perfilándose desde laépoca de los conquistadores. “Elcontinente vacío debía quedar va-cío del todo. Así se constituyó estatendencia inédita de la mentalidadfundadora. Se fundaba sobre lanada. Sobre una naturaleza que sedesconocía, sobre una sociedad quese aniquilaba, sobre una culturaque se daba por inexistente. La ciu-dad era un reducto europeo enmedio de la nada” (J. L. Romero,1986: 67) La tendencia se acentúaen el siglo XIX. La Argentina de1870 necesitaba imperiosamenteampliar su territorio nacional, paralo cual era mejor suponer que elvasto y rico territorio de la pampaera en realidad un desierto sin due-ño, en el cual vagaban tribus deindios sin importancia que debíanser exterminados para poder repar-tir ese territorio virgen.

H. Alimonda y J. Ferguson(2001) destacan cómo se constru-ye un discurso coherente desde lasfotografías oficiales tomadas duran-te la campaña de Roca: “Las pano-rámicas con grandes profundidadesde campo fueron una elección de-liberada del fotógrafo con conse-cuencias directas sobre la totalidaddel registro. Significativamente, loque acaba por ser subrayado en to-das las fotos es una característicaprecisa de la percepción del espa-cio: el ‘vacío’ (horizontes muy dis-tantes, tierras sin límites, grandesespacios, etc.)”.

Se cimentan aquí muchos de losmitos fundacionales con que la“Generación del 80” inventó la

pampa: “el porvenir grandioso”,“los campos desiertos e inhabita-dos”, que esperan la llegada deeuropeos que los fecunden. La cons-trucción de ese concepto se veíafacilitada porque la pampa requie-re realmente una percepción espe-cial para captar sus cambios, susposibilidades, sus peligros. J. Ramosapunta (1992: 21): “podríamos de-cir que la idea del paisaje se dividesegún dos visiones: a) la del pue-blero, el porteño, los viajeros y cien-tíficos europeos [...] y b) la de lagente más arraigada a la tierra comoel indio, el gaucho y algunos lite-ratos localistas. Mientras los pri-meros –con una visión menospenetrante– tienden a sustentar unateoría de la monotonía, los se-gundos demuestran un finísimodesarrollo de su capacidad de per-cepción, diferenciando con preci-sión cada sitio, cada rastro, cadadistancia, cada cambio climático ocada sonido”.

Como dice A. E. Brailovsky(1991: 28), “El discurso oficial dela época apunta a describir una na-turaleza vacía, lista para ser pobla-da, eludiendo la contradicción delos términos: era necesario conquis-tarla, precisamente porque no eraun desierto”. Este reemplazo delconcepto de “pampa” por el de “de-sierto”, tanto como la “necesidad”para el país de disponer de esas tie-rras fue premeditada: así, J. A.Roca, quien llevaría adelante lacampaña contra los indios, encar-gó en 1878 al escritor EstanislaoZeballos la redacción de un libroque reseñara antecedentes históri-cos y geográficos de la región y quesalió a la luz bajo el título de Laconquista de 15.000 leguas y unacarta introductoria de Roca expo-niendo sus teorías para acabar con

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los indios. El libro tuvo un granéxito en la sociedad porteña, an-siosa de conseguir nuevas tierraspara sus negocios. H. Alimonda yJ. Ferguson (2001) comentan: “Laguerra contra los indios fue presen-tada por los intelectuales, políti-cos y militares de esta nuevageneración como una necesidadfatal. ‘Conquista del desierto’ quesupone, de hecho, la producciónfísica y simbólica de ese desierto,la eliminación material de los pue-blos que habitan en él, y tambiénla propia negación desu existencia”.

El segundo meca-nismo fue controlarlas fronteras sur y oestedel país. Pero en lapampa, el paisajeplano, inmenso, sin si-tios donde esconder-se –pero también sinatalayas desde dondevislumbrar al enemi-go, sin sitios privile-giados desde dondevigilar–, las posibilida-des de control se redu-cen. A la tradicionalcrueldad del europeocon el indio se sumóla imposibilidad de una tregua ba-sada en repartos de tierras, confi-namientos parciales o creación dereservas indígenas. No había posi-bilidad de encerrar a los aboríge-nes en un valle o tras una montaña.La pampa tenía límites muy lejanos:el río Negro, el río Colorado, la cor-dillera de los Andes. No hay espa-cio para una convivencia porque seoponían dos concepciones dife-rentes del espacio: la del Estado ar-gentino y la de los indígenas,circunstancia que acentuó la vio-lencia de la conquista. A. Ebelot

(1874: 123) un ingeniero francésque trabajó en la región, escribió:“En la pampa no se hacen prisione-ros. Son aplicadas con todo rigor alos indios las viejas leyes militaresespañolas para los bandidos yasaltantes de caminos. Ya es un ges-to de humanidad dispararles, enlugar de infligirles una muerte cruelcon golpes de lanza”.

Para el gobierno argentino, re-presentante de la racionalidad ca-pitalista europea, la pampa era un

recurso que había que poner enproducción inmediatamente. DiceR. Gaignard (1989: 331): “La con-quista del desierto se inscribe en elmarco de un conjunto de medidasque apuntan a crear un Estado ar-gentino equipado jurídicamente yque cubra con su autoridad el con-junto del espacio nacional, demodo de ofrecer a los inversoreseuropeos el estado de derecho y depaz que esperan”. En cambio, paralos indígenas la racionalidad con-sistía en mantener su modo nóma-de, que era una manera lógica para

aprovechar los escasos y cambian-tes recursos de la pampa; y desa-rrollar la percepción aguda de lacual ya hemos hablado: era nece-saria una sensibilidad adiestrada yun conocimiento profundo de laregión para mudar las tolderías,encontrar pastos adecuados o agua-das propicias.

El tercer mecanismo no fue unaconstrucción meramente cultural.Luego de “transformar” la pampa enuna tábula rasa, fue necesario inven-

tar redes que la recorrie-ran con un objetivo:concentrar en BuenosAires las materias pri-mas obtenidas, y desdeallí exportarlas. Dos deellas corrían juntas: laslíneas telegráficas y delferrocarril. Ambas concentro en BuenosAires, comenzaron ahilvanar los pueblos es-tablecidos alrededor delos fuertes. La tercerafue la red de alambradoque a partir de 1845,fecha en que el inglésR. Newton lo introdu-ce, se comienza a ex-pandir velozmente y

permitió reafirmar la propiedad so-bre la pampa.

Es de destacar la rapidez de ins-talación de la red ferroviaria: pasade 1.373 km en 1875 a 9179 kmen 1890, 16.600 km en 1900 y28.000 en 1910, de los cuales másde dos tercios están en la pampa.Dice Gaignard (1979: 292) “Losramales se multiplican de modoque no dejan ninguna explotaciónagrícola a más de 20 km de una es-tación; la malla se hace menos tu-pida en las zonas exclusivamente

José Alejandro Restrepo, “Paso del Quindío”, 1999

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pastoriles, por ejemplo en el sures-te y en el centro-sur de la provin-cia de Buenos Aires. Hacia el oestelas líneas van a morir en la estepa,junto a un campo de médanos ouna laguna, punta de rieles quemarca el límite de la zona donde laaridez impide el cultivo”. Estas re-des obedecían a las necesidades delcapital extranjero y condicionaronel desarrollo del país en general yde la pampa en particular. No im-portaba la preexistencia de la pam-pa ni sus sutiles diferenciaciones: lalógica era la extracción del grano yde la carne.

La pampa: ¿un espaciopanóptico?

Puede ser útil ver esta conquis-ta del espacio pampeano a la luz delas explicaciones de M. Foucaultsobre los dispositivos disciplinarios:“Es preciso anular los efectos de lasdistribuciones indecisas, la desapa-rición incontrolada de los indivi-duos, su circulación difusa, sucoagulación interminable y peligro-sa: táctica de antideserción, deantivagabundeo [...] se trata deestablecer las presencias y las au-sencias, de saber dónde y cómo en-contrar a los individuos, instaurarlas comunicaciones útiles, interrum-pir las que no lo son” (Foucault,1990: 147). Esto parece una des-cripción exacta de los objetivos dela Generación del 80 con respectoa la pampa.

(La historia argentina conocecomo Generación del 80 a loshombres que, durante las dos últi-mas décadas del siglo XIX, dirigie-ron el proceso político y social quellevó a organizar –bajo unas basespositivistas, centradas territorial-

mente en Buenos Aires y con lavista en el modelo europeo– el has-ta entonces desorganizado territo-rio argentino).

Pero aquí aparece el poder dellugar: mientras el modelo raciona-lista occidental tiene como metá-fora arquitectónica el panóptico deBentham, la pampa opone su pro-pio concepto de “panoptismo”: very ser visto de manera recíproca.Como lo describe Foucault (1990:203) “Conocido es el principio delpanóptico: en la periferia, una cons-trucción en forma de anillo, en elcentro, una torre con anchas ven-tanas que se abren en la cara inte-rior del anillo. La construcciónperiférica está dividida en celdas,cada una de las cuales atraviesatoda la anchura de la construcción.Basta situar un vigilante en la torrecentral y encerrar en cada celda aun loco, un condenado, un obreroo un escolar. Por el efecto de la con-traluz, se pueden percibir desde la

torre, recortándose perfectamentesobre la luz, las pequeñas siluetascautivas en la periferia”. La carac-terística de este dispositivo es la asi-metría entre ambas partes: desde elcentro se lo ve todo, pero desde laperiferia nunca se sabe si están con-trolando, con lo cual el individuoreproduce por su cuenta las coac-ciones del poder. El panóptico esun mecanismo perfecto y una me-táfora ideal de las nuevas formas desometimiento de la Ilustración.

Pero la pampa impide con sunaturaleza este tipo de dispositivos.La absoluta llaneza de su extensiónvuelve simétrica la relación entrever y ser visto. La única forma dever más lejos es elevarse sobre elnivel de tierra, y eso es lo que in-tentan hacer los dos bandos en pug-na. El indio lo hace parándose sobreel lomo de su caballo y confiandoen la agudeza de su visión. El hom-bre blanco lo hace edificando“mangrullos”, endebles debido a la

José Alejandro Restrepo, “Paso del Quindío”, 1999

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dificultad en conseguir troncos lar-gos para su construcción. Pero enambos casos se mantiene la sime-tría: a diferencia del panópticoideal o de otros escenarios ameri-canos en donde es posible encon-trar un sitio privilegiado para versin ser visto, en la pampa el preciode ver más es estar más expuesto.Se pierde así el efecto mayor delpanóptico: “inducir un estado cons-ciente y permanente de visibilidadque garantiza el funcionamiento au-tomático del poder. Hacer que lavigilancia sea permanente en susefectos, aunque sea discontinua ensu acción” (Foucault, 1990: 204).O dicho de otra manera: en la des-igual lucha entre indios y blancosla pampa introduce tal vez el úni-co mecanismo equitativo normali-zador: su llanura.

¿Es la pampa entonces un con-dicionante natural o un inventocultural para conquistar un territo-rio? Ambas cosas: la pampa como

paisaje obliga a determinadas res-puestas del Poder, representado porel naciente Estado argentino: losintentos de “forzarla” a cumplir fun-ciones que por su naturaleza nopuede realizar parecen condenadosal fracaso. Sin embargo, el poderpuede utilizar estas mismas carac-terísticas de la pampa para impo-ner su juego: si no hay posibilidadesde acotar al indio, hay que destruir-lo. La pampa alienta, así, el salva-jismo del poder: no hay refugiadosen esta guerra, sólo muertos, queni aparecen en las fotos o estadísti-cas. Y la muerte se hace algo coti-diano, como percibe Darwin (1921:223): “se derrama mucha sangrehumana, debiéndose atribuir comocausa principal a la costumbre deusar el cuchillo. Da pena ver lasmuchas vidas que se pierden porcuestiones de escasa monta”.

Tenemos entonces que las ha-bituales estratagemas territorialesdel poder (centralización, control

de los puertos, caminos y víasfluviales, aduanas, monumentosemblemáticos), no se pueden cons-tituir fácilmente en la pampa. Ve-remos qué alternativas impone elpaisaje pampeano.

La Zanja Alsina:un ejemplo

Para concluir con ese perpetuoenemigo y en conocimiento exacto que se

tenía del carácter natural y propio delindio, creíasele de resultado satisfactorio

[...] avasallarlos en una guerra sui generisen su especie, por no obedecer ni estarsujeta a ninguna regla... Las actuales

divisiones militares son suficientes pararechazarlos, combatirlos eficazmente y

seguirlos en persecuciones hasta lastolderías, infundiéndoles un terror

saludable y necesario para disminuir yquitarles poco a poco su manera de ser.

Eduardo Ramayón, soldado de laConquista del desierto, 1913.

Hacia 1870, la RepúblicaArgentina estaba en proceso deconsolidación como nación orga-nizada. La acción permanente delpoder público durante las tres pri-meras presidencias constituciona-les inició una era de cambiossustanciales en la estructura eco-nómica y social del país. La pues-ta en marcha del plan implícito enla Constitución Nacional de 1853implicaba poner en funcionamien-to un proyecto que requería afian-zar el ordenamiento interno ypromover determinados cambioseconómico-sociales. Es que des-pués de la Revolución de Mayo de1810, se había producido una re-gresión con respecto al orden dela organización colonial. El poderde la inmensa pampa aparecíanuevamente, como se le había pre-sentado a los conquistadores, tres-cientos años antes. Dice SánchezJosé Alejandro Restrepo, “Paso del Quindío”, 1999

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Sorondo (1987: 23) “Ninguna delas ciudades argentinas pudo sobre-ponerse a la reversión producidapor esa marea montaraz cuyo flujoincontenible anegaría el estilo devida asentado sobre las tradicio-nes comunales. En lugar de impo-ner la ciudad su imperio sobre lacampaña, sucedió al revés:la campaña impuso su nin-guna estructura –su meracoyuntura– a la ciudad”.

Entre los temas que elgobierno nacional debióatender hacia 1880 estabancontener la “amenaza de losindios”, que era constitutivoa la integridad del territorio,ya que el gobierno nacionalno tenía control sobre un ter-cio del actual mapa argenti-no. Dominar a cualquiercosto a los indios se convir-tió en una de las prioridadesdel período. Pero como entoda ejecución de políticaexisten matices, desde lomoderado a lo extremista,ejemplificados aquí por dospersonajes arquetípicos:Adolfo Alsina y Julio Argen-tino Roca.

Alsina fue ministro deGuerra de Avellaneda. En el año1875 se propone dominar unos10.000 km2 al oeste de Buenos Ai-res protegiéndolos de los malonespor un inmenso foso, la “ZanjaAlsina”. Su plan no es concluido,aunque se llegan a construir más detrescientos kilómetros, y es consi-derado un fracaso. Alsina muere deuna enfermedad agravada en lafrontera y lo sucede en el cargoRoca, ambicioso general que seríaluego presidente de la nación pordos períodos.

El pensamiento gradual deAlsina se puede vislumbrar en al-gunas de sus frases; dice en 1875:“Empezar por cubrir la línea del RíoNegro, dejando a la espalda el de-sierto, equivale a querer edificarreservando para lo último los ci-mientos. El Río Negro, pues, no

debe ser la primera, sino por el con-trario la línea final en esta cruzadacontra la barbarie, hasta conseguirque los moradores del desiertoacepten, por el rigor o por la tem-planza, los beneficios que la civili-zación les ofrece”. La idea de Alsinaes integrar al indio, no exterminar-lo: “El plan del Poder Ejecutivo escontra el desierto para poblarlo, yno contra el indio para destruirlo”.Para interpretar este episodio enfunción de nuestra tesis principal–cómo la pampa modifica las estra-

tegias de dominio y rechaza lasinapropiadas–, es importante teneren cuenta la desproporción entre elobjetivo y los recursos disponibles.Entiéndase lo desmesurado del es-fuerzo: se trataba de la construcciónde una defensa fija en el territorio,una inmensa línea que permitiera

delimitar, en el vacío pam-peano, dónde acababa la ci-vilización y comenzaba labarbarie. A falta de un lími-te natural, el objetivo eracrear una frontera artificial.

Alsina contrata a un in-geniero francés, AlfredoEbelot, quien proyecta unazanja protectora de 100 le-guas (más de 400 km) con-sistente en un foso de tresvaras (2,60 m) de boca pordos varas (1,73 m) de pro-fundidad y un parapeto decésped al lado interior devara y media (1,30 m) de al-tura. En 1877 no existía enArgentina ningún mediomecánico de excavación y eltrabajo, que comprometíaun movimiento de tierra de45.000 metros cúbicos porcada kilómetro de avance,debía hacerse a mano, en elmedio del desierto, donde

llevar las palas y picos era dificul-toso y se trabajaba con soldados ha-rapientos y mal alimentados.

¿Fue la Zanja un error estraté-gico, una locura personal de Alsina,una táctica efectiva mal ejecutadao en realidad funcionó, pero su éxitofue ocultado para favorecer méto-dos más violentos contra el abori-gen? Un poco de todo. La idea deuna defensa lineal en medio de lapampa parece descabellada. Las es-trategias de construcción de para-

“Musa paradisiaca”. Doctor Charles Saffray, 1869

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petos, fosos y murallas implican te-ner lugares claves, como pasos mon-tañosos, recodos de ríos, rodearciudades. Lo extraño es la construc-ción de una línea para prevenir lasinvasiones, que no sólo puede sersaltada, sino también rodeada. Elpoder del lugar se impone aquí alcontrol humano: en una intermina-ble planicie cartesiana la única lí-nea posible es la recta. Y casi rectosfueron los trescientos kilómetros dela Zanja Alsina.

¿Cuánto había de locura per-sonal? A veces la gente que llegaal poder consiguellevar adelanteplanes descabella-dos, pero que es-tán interpretandoel “espíritu de lostiempos”. Alsinabasó la construc-ción de la zanja enuna idea existente,más sentimentalque lógica, sobrela necesidad deprevenirse de al-guna manera delos ataques de losindios. Dice Alsi-na: “Contraje todami atención a combinar un planque permitiera ocupar de manerapermanente una nueva y avanza-da línea de frontera. Me proponíacon ello, no suprimir totalmentelas depredaciones de los bárbarossino hacer imposible las grandes in-vasiones y difícil las pequeñas”. Porotra parte, los intereses comercia-les –locales y europeos– estabanpresionando fuertemente para po-ner en producción toda la pampa,y no sólo la parte que podía que-dar habilitada tras la zanja. Dejaral indio vivo, aún tras una defensa

Río Colorado, en la Patagonia,pero en realidad en esta guerra casino hay batallas masivas: los indioshabían sido vencidos por las en-fermedades traídas por los cristia-nos y particularmente en ese año,diezmados y corridos por una in-tensa sequía. Roca tiene que lle-var a un periodista a su campañapara que adorne los hechos y “ga-nar” la Conquista del Desierto enlos diarios porteños. Así terminó,sin siquiera una evaluación de surendimiento, la historia de la Zan-ja Alsina.

Epílogo

Vista de lejos, laestación de servicio

parecía haber sidopróspera alguna vez, peroahora tenía nada más queun surtidor de gasoil para

los tractores y otro denafta súper por si pasaba

alguien en apuros. Elaceite que anunciaba la

propaganda hacía años queno se fabricaba más.

O. Soriano, “Unasombra ya pronto serás”,

1990.

Como se com-probará al llegar hasta aquí, eneste trabajo no existen pruebas ab-solutas ni certezas propias ni bi-bliográficas. Se podría decir quenuestra forma de pensarlo es simi-lar a la estructura geológica de lapampa: aluvional, en forma de len-tos sedimentos, compuesta de in-finitas capas cuya única conexiónaparente es el hecho de superpo-nerse. En este corte acumulativodel suelo pampeano se pueden leerlas explosiones de volcanes primi-tivos, los avances y retrocesos delmar sobre la tierra, la existencia y

eficiente, implicaba el riesgo deque un malón arrasara con todo.Y ciertos sectores políticos –repre-sentados por Roca– necesitabanuna campaña gloriosa aunque fue-ra falsa, demostrar que en una gue-rra agresiva el ejército nacionalhabía doblegado a un enemigomortífero y no que se había que-dado esperando tras una defensaneutra. Sin embargo, la lucha con-tra el indio no tenía nada de glo-riosa. Dice Alsina: “En lo que a mírespecta, confieso que me inspiratristeza la lucha cuerpo a cuerpoentre el cristiano y el indio. Uno

de los primeros con su coraza y ar-mado como lo está vencerá siem-pre, saliendo ileso, a diez de lossegundos, que nada tienen que losresguarde y con su chuza despre-ciable”. Pero esta táctica gradualfracasa. Alsina muere de una im-prevista enfermedad. La zanja, aldesaparecer su principal impulsor,es abandonada y queda inconclu-sa. Luego de la muerte de Alsina,Roca queda al frente del ministe-rio de Guerra y ejecuta la ferozcampaña que preconizaba, llevan-do las fronteras del país hasta el

Masacre en la zona bananera. Foto: Jesús Abad Colorado. 1996

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desaparición de extraordinariosanimales prehistóricos y en las úl-timas capas geológicas, leve comoun suspiro, las primeras puntas deflecha de los primitivos habitantesy poco después, algunos instru-mentos de labranza abandonados,campos en barbecho, fertilizantes.Una zanja larga y absurda cruza poralgún lado. Se podría seguir ha-blando de estos temas eternamen-te, recorriendo cada vez con mayorprofundidad las constantes de estepaisaje: la inmensidad, el silencio,el horizonte infinito. Dice Borges,en su cuento “El fin” (1944): “Hayuna hora de la tarde en que la lla-nura está por decir algo; nunca lodice o tal vez lo dice infinitamen-te y no lo entendemos o lo enten-demos pero es intraducible comouna música”. Hasta aquí hemosescuchado lo que dice el pasadode la región. Queda ver cómo lle-ga la pampa al siglo XXI.

En los millones de años en queestuvo poblada sólo por animales yen los diez mil años que estuvo po-blada por los aborígenes, la pampafue una vastísima llanura indiferen-ciada, con los 360 grados de hori-zonte libres al observador, sinárboles que pudieran perturbar lamirada, sin accidentes geográficosvisibles. Un tapete verde bajo el cie-lo. Ni siquiera el poderoso afáncivilizatorio del Imperio Españolpudo con ella. “Naturalmente, elprimer gran problema de la funda-ción de la ciudad argentina debióconsistir en la necesidad de saber,con previa certeza, dónde había queponerla, y qué había que hacer paraque luego prenda en esa tabula rasaselvática o pampeana en que ha idoa dar, cuando alcanza a estas regio-nes, la hazaña española... Pues acon-tece que al llegar a las llanuras

argentinas la conquista carece ya depuntos de referencia concretos y pre-cisos; en cierto modo, de pretexto yobjetivo visible” (Canal-Feijoo,1951).

La necesidad de expansión delcapitalismo del siglo XIX –habla-mos de sólo cien años atrás–, pusoen funciones y globalizó para do-minio de todo el planeta (y enri-quecimiento de unos pocos) losfrutos de la pampa. Y para eso ne-cesitó conquistarla, cruzarle redesmúltiples: la telaraña radial del fe-rrocarril, con sus estaciones prototí-picas repetidas a la vera de lospueblos; el telégrafo y sus enhies-tos postes importados de otras re-giones; el plano tejido de las rutasautomovilísticas y su acompaña-miento de surtidores y paradas; lacasi invisible urdimbre de los alam-bres de púa marcando los potreros;la parafernalia de silos, graneros,molinos y depósitos necesarios paraextraer el jugo de la tierra y con-centrarlo hasta llevarlo a la ciudad.Durante poco más de cien años, lapampa fue la civilización en Argen-tina y su exitoso modelo de explo-tación fue extrapolado hacia otrosterritorios del país. Aparentemen-te, la pampa indiferenciada habíadado paso a una estructura territo-rial firme, con un hilado lógico depueblos unidos según la racionali-dad de la explotación capitalista.

Nada es eterno. La salvaje re-conversión neoliberal iniciada conla hiperinflación de 1989 –que sig-nificó una brutal transferencia deingresos de los sectores asalariadosa las grandes empresas, y la destruc-ción de la resistencia social a loscambios–, tuvo como puntales laprivatización de todos los serviciospúblicos, entre ellos los ferrocarri-

les y las rutas: los ramales ferrovia-rios que no dieran estricta ganan-cia, fueron cerrados. Desmontadasy vendidas como fierro viejo susvías. Fue el tiro de gracia para lospueblos que durante casi un siglohabían vivido pendientes de la lle-gada del tren.

Las rutas que unían puntos im-portantes y, por lo tanto, eran ren-tables fueron también privatizadas.Los caminos principales se llenaronde puestos de peaje. El resto quedóhuérfano de mantenimiento y lospozos y baches se acumularon. Enpocos años esa red laboriosamentelabrada sobre el territorio pam-peano se desactivó, quedando unaspocas líneas troncales. La pampavuelve lentamente a ser una plani-cie indiferenciada. Paralelamente,las telecomunicaciones –tambiénprivatizadas– empiezan a ocupar unlugar preponderante: los avancesen comunicaciones han inventadoal “ciberespacio” como el sitio vir-tual en donde se realiza el intercam-bio informacional. Internet es yaparte de la vida de los privilegia-dos que puedan acceder a ella. Noson imprescindibles las redes físicas,ni los traslados materiales: una mí-nima antena o un delgado cable al-canzan. Nada más parecido a lapampa original que este espacio vir-tual: en él tampoco hay horizontescercanos, ni diferencias entre pun-tos. También aquí se necesita unapercepción especial para no perder-se entre la marea de información.

Parecería que, luego de un bre-ve interregno positivista en el cualla pampa perdió su indeterminaciónpara llenarse de signos y erizarse demolinos, montes de árboles impor-tados y silos, la llanura pampeanavuelve a verse homogénea. Una

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última comparación ilustra estaidea: los cambios en los precios delos alimentos han hecho que, de lavariada producción existente has-ta hace poco, se haya pasado a unsistema de virtual monocultivo, lasoja. “Un frágil desierto verde”, di-cen las entidades ecologistas quedenuncian los peligros de la pérdi-da de riqueza genética, ya que de-pende de las semillas y los insumosexternos, vendidos por un par demultinacionales de la agroindustria.Los poderosos herbicidas que se uti-lizan destruyen toda forma de vidaque no sea la soja, que tiene inclui-da artificialmente en su mensajegenético una clave para resistirlos.

Este comentario final no es apo-logético, sino meramente descrip-tivo: la red virtual descrita no esdemocrática, ya que se produce enun clima de gravísima exclusiónsocial, el más profundo en la histo-ria del país: nunca hubo tanta des-ocupación y la recesión profunda yal final la falta de pago de la deudaexterna fue el precio pagado por labaja inflación de la década del no-venta. La plantación masiva de sojatampoco es para paliar el hambrede la población argentina, sino paraexportar a lejanos mercados. Perolo cierto es que el ciberespacio tie-ne notorios parecidos con lo quefue la pampa hasta el siglo pasado.Tal vez sea necesario que unos via-jeros nos demuestren nuevamentenuestras propias singularidades, opodamos inventar otra vez una plé-yade de escritores que piensen elpaís. O tal vez afloren nuevos cau-dillos informáticos, como surgieronlos primeros caudillos de lo más pro-

fundo de la Argentina. Después detodo, hasta un día antes de que ocu-rriera, nadie preveía una revueltacomo la del Ejército Zapatista deChiapas, México, y su poderosaidea americanista.

Procurando con este leve apor-te contribuir a un cambio, se ter-mina de escribir este ensayo desdeMar del Plata, una ciudad costerade la pampa, con vista despejadahacia el oeste, el inmenso horizon-te de la llanura, el infinito. Es nue-vamente tarde y el sol se ocultatiñendo como siempre todo el cie-lo. Tras los siglos parece escuchar-se el silencio de los indios.

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