Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    1/166

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    2/166

    JULIO VERNE

    VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    3/166

    I

    El domingo 24 de mayo de 1863, mi to, el profesor Lidenbrock, regresprecipitadamente a su casa, situada en el nmero 19 de la Knig-strasse, una de las callesms antiguas del barrio viejo de Hamburgo.

    Marta, su excelente criada, se atemoriz de un modo extraordinario, creyendo que sehaba retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo.

    "Bueno" "pens para m", si mi to viene con hambre, se va a armar la de San Quintn;porque no creo que haya un hombre de menos paciencia.

    Tan temprano y ya est aqu el seor Lidenbrock! exclam la pobre Marta, llenade estupefaccin, entreabriendo la puerta del comedor.

    S, Marta; pero t no tienes la culpa de que la comida no est lista todava, porquean no son las dos. Acaba de dar la media en San Miguel.

    Y por qu ha venido tan pronto el seor Lidenbrock?El nos lo explicar, probablemente.Ah viene! Yo me escapo. Seor Axel, hgale entrar en razn.Y la excelente Marta se march presurosa a su laboratorio culinario, quedndome yo

    solo.Pero, como mi carcter tmido no es el ms a propsito para hacer entrar en razn al

    ms irascible de todos los catedrticos, me dispona a retirarme prudentemente a lapequea habitacin del piso alto que me serva de dormitorio, cuando gir sobre susgoznes la puerta de la calle, cruji la escalera de madera bajo el peso de sus piesfenomenales, y el dueo de la casa atraves el comedor, entrando presuroso en sudespacho, colocando, al pasar, el pesado bastn en un rincn, arrojando el mal cepillado

    sombrero encima de la mesa, y dicindome con tono imperioso:Ven, Axel!No haba tenido an tiempo material de moverme, cuando me grit el profesor con

    acento descompuesto:Pero, qu haces que no ests aqu ya?Y me precipit en el despacho de mi irascible maestro. Otto Lidenbrock no es mala

    persona, lo confieso ingenuamente; pero, como no cambie mucho, lo cual creoimprobable, morir siendo el ms original a impaciente de los hombres.

    Era profesor del Johannaeum, donde explicaba la ctedra de mineraloga,enfurecindose, por regla general, una o dos veces en cada clase. Y no porque lepreocupase el deseo de tener discpulos aplicados, ni el grado de atencin que stos

    prestasen a sus explicaciones, ni el xito que como consecuencia de ella, pudiesenobtener en sus estudios; semejantes detalles le tenan sin cuidado. Enseabasubjuntivamente, segn una expresin de la filosofa alemana; enseaba para l, y no paralos otros. Era un sabio egosta; un pozo de ciencia cuya polea rechinaba cuando de l sequera sacar algo. Era, en una palabra, un avaro.

    En Alemania hay algunos profesores de este gnero.Mi to no gozaba, por desgracia, de una gran facilidad de palabra, por lo menos cuando

    se expresaba en pblico, lo cual, para un orador, constituye un defecto lamentable. En sus

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    4/166

    explicaciones en el Johannaeum, se detena a lo mejor luchando con un recalcitrantevocablo que no quera salir de sus labios; con una de esas palabras que se resisten, sehinchan y acaban por ser expelidas bajo la forma de un taco, siendo ste el origen de suclera.

    Hay en mineraloga muchas denominaciones, semigriegas, semilatinas, difciles de

    pronunciar; nombres rudos que desollaran los labios de un poeta. No quiero hablar oralde esta ciencia; lejos de m profanacin semejante. Pero cuando se trata de lascristalizaciones rombodricas, de las resinas retinasflticas, de las selenitas, de lastungstitas, de los molibdatos de plomo, de los tunsatatos de magnesio y de los titanatos decirconio, bien se puede perdonar a la lengua ms expedita que tropiece y se haga un lo.

    En la ciudad era conocido de todos este bien disculpable defecto de mi to, que muchosdesahogados aprovechaban para burlarse de l, cosa que le exasperaba en extremo; y sufuror era causa de que arreciasen las risas, lo cual es de muy mal gusto hasta en la mismaAlemania. Y si bien es muy cierto que contaba siempre con gran nmero de oyentes en suaula, no lo es menos que la mayora de ellos iban slo a divertirse a costa del catedrtico.

    Como quiera que sea, no me cansar de repetir que mi to era un verdadero sabio. Aun

    cuando rompa muchas veces las muestras de minerales por tratarlos sin el debidocuidado, una al genio del gelogo la perspicacia del mineralogista. Con el martillo, elpunzn, la brjula, el soplete y el frasco de cido ntrico en las manos, no tena rival. Porsu modo de romperse, su aspecto y su dureza, por su fusibilidad y sonido, por su olor y susabor, clasificaba sin titubear un mineral cualquiera entre las seiscientas especies con queen la actualidad cuenta la ciencia.

    Por eso el nombre de Lidenbrock gozaba de gran predicamento en los gimnasios yasociaciones nacionales. Humphry Davy, de Humboldt y los capitanes Franklin y Sabineno dejaban de visitarle a su paso por Hamburgo. Becquerel, Ebejmen, Brewster, Dumas yMilne-Edwards solan consultarle las cuestiones ms palpitantes de la qumica. Estaciencia le era deudora de magnficos descubrimientos, y, en 1853, haba aparecido enLeipzig un Tratado de Cristalografa trascendental, por el profesor Otto Lidenbrock,obra en folio, ilustrada con numerosos grabados, que no lleg, sin embargo, a cubrir losgastos de su impresin.

    Adems de lo dicho era mi to conservador del museo mineralgico del seor Struve,embajador de Rusia, preciosa coleccin que gozaba de merecida y justa fama en Europa.

    Tal era el personaje que con tanta impaciencia me llamaba. Imaginaos un hombre alto,delgado, con una salud de hierro y un aspecto juvenil que le haca aparentar diez aosmenos de los cincuenta que contaba. Sus grandes ojos giraban sin cesar detrs de susamplias gafas; su larga y afilada nariz pareca una lmina de acero; los que le perseguancon sus burlas decan que estaba imanada y que atraa las limaduras de hierro. Calumniavil, sin embargo, pues slo atraa al tabaco, aunque en gran abundancia, dicho sea enhonor de la verdad.

    Cuando haya dicho que mi to caminaba a pasos matemticamente iguales, que medacada uno media toesa de longitud, y aadido que siempre lo haca con los puosslidamente apretados, seal de su impetuoso carcter, lo conocer lo bastante el lectorpara no desear su compaa.

    Viva en su modesta casita de Knig-strasse, en cuya construccin entraban por partesiguales la madera y el ladrillo, y que daba a uno de esos canales tortuosos que cruzan elbarrio ms antiguo de Hamburgo, felizmente respetado por el incendio de 1842.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    5/166

    Cierto que la tal casa estaba un poco inclinada y amenazaba con su vientre a lostransentes; que tena el techo cado sobre la oreja, como las gorras de los estudiantes deTugendbund; que la verticalidad de sus lneas no era lo ms perfecta; pero se mantenafirme gracias a un olmo secular y vigoroso en que se apoyaba la fachada, y que alcubrirse de hojas, llegada la primavera, la remozaba con un alegre verdor.

    Mi to, para profesor alemn, no dejaba de ser rico. La casa y cuanto encerraba, eran desu propiedad. En ella compartamos con l la vida su ahijada Graben, una jovencurlandesa de diez y siete aos de edad, la criada Marta y yo, que, en mi doble calidad dehurfano y sobrino, le ayudaba a preparar sus experimentos.

    Confieso que me dediqu con gran entusiasmo a las ciencias mineralgicas; por misvenas circulaba sangre de mineralogista y no me aburra, jams en compaa de misvaliosos pedruscos.

    En resumen, que viva feliz en la casita de la Knig-strasse, a pesar del carcterimpaciente de su propietario porque ste, independientemente de sus maneras brutales,me profesaba gran afecto. Pero su gran impaciencia no le permita aguardar, y trataba decaminar ms aprisa que la misma naturaleza.

    En abril, cuando plantaba en los potes de loza de su saln pies de reseda o deconvlvulos, iba todas las maanas a tirarles de las hojas para acelerar su crecimiento.Con tan original personaje, no tena ms remedio que obedecer ciegamente; y por eso

    acuda presuroso a su despacho.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    6/166

    II

    Era ste un verdadero museo. Todos los ejemplares del reino mineral se hallabanrotulados en l y ordenados del modo ms perfecto, con arreglo a las tres grandesdivisiones que los clasifican en inflamables, metlicos y litoideos.

    Cun familiares me eran aquellas chucheras de la ciencia mineralgica! Cuntasveces, en vez de irme a jugar con los muchachos de mi edad, me haba entretenido enquitar el polvo a aquellos grafitos, y antracitas, y hullas, y lignitos y turbas! Y losbetunes, y resinas, y sales orgnicas que era preciso preservar del menor tomo de polvo!Y aquellos metales, desde el hierro hasta el oro, cuyo valor relativo desapareca ante laigualdad absoluta de los ejemplares cientficos! Y todos aquellos pedruscos quehubiesen bastado para reconstruir la casa de la Knigstrasse, hasta con una buenahabitacin suplementaria en la que me habra yo instalado con toda comodidad!

    Pero cuando entr en el despacho, estaba bien ajeno de pensar en nada de esto; mi tosolo absorba mi mente por completo. Hallbase arrellanado en su gran butacn, forradode terciopelo de Utrecht, y tena entre sus manos un libro que contemplaba con profundaadmiracin.

    Qu libro! Qu libro! repeta sin cesar.Estas exclamaciones me recordaron que el profesor Lidenbrock era tambin biblimano

    en sus momentos de ocio; si bien no haba ningn libro que tuviese valor para l como nofuese inhallable o, al menos, ilegible.

    No ves? me dijo, no ves? Es un inestimable tesoro que he hallado esta maanaregistrando la tienda del judo Hevelius.

    Magnfico! exclam yo, con entusiasmo fingido.

    En efecto, a qu tanto entusiasmo por un viejo libro en cuarto, cuyas tapas y lomoparecan forrados de grosero cordobn, y de cuyas amarillentas hojas penda undescolorido registro?

    Sin embargo, no cesaban las admirativas exclamaciones del enjuto profesor.Vamos a ver deca, preguntndose y respondindose a s mismo, es un buen

    ejemplar? S, magnfico! Y qu encuadernacin! Se abre con facilidad? S; permaneceabierto por cualquier pgina que se le deje! Pero, se cierra bien? S, porque las cubiertasy las hojas forman un todo bien unido, sin separarse ni abrirse por ninguna parte! Y estelomo que se mantiene ileso despus de setecientos aos de existencia! Ah! he aqu unaencuadernacin capaz de envanecer a Bozerian, a Closs y aun hasta al mismo Purgold.

    Al expresarse de esta suerte, abra y cerraba mi to el feo y repugnante libraco; y yo, por

    pura frmula, pues no me interesaba lo ms mnimo:Cul es el ttulo de ese maravilloso volumen? le pregunt con un entusiasmodemasiado exagerado para que no fuese fingido.

    Esta obra respondi mi to animndose es el Heimskringla, de Snorri Sturluson,el famoso autor islands del siglo XII! Es la crnica de los prncipes noruegos quereinaron en Islandia!

    De veras! exclam yo, afectando un gran asombro; ser, sin duda, algunatraduccin alemana?

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    7/166

    Una traduccin! respondi el profesor indignado. Y qu habra de hacer yocon una traduccin? Para traducciones estamos! Es la obra original, en islands, esemagnfico idioma, sencillo y rico a la vez, que autoriza las ms variadas combinacionesgramaticales y numerosas modificaciones de palabras.

    Como el alemn insinu yo con acierto.

    S respondi mi to, encogindose de hombros; pero con la diferencia de que lalengua islandesa admite, como el griego, los tres gneros y declina los nombres propioscomo el latn.

    Ah! exclam yo con la curiosidad un tanto estimulada, y es bella laimpresin?

    Impresin! Pero cmo se te ocurre hablar de impresin, desdichado Axel? Buenofuera! Pero es que crees por ventura que se trata de un libro impreso? Se trata de unmanuscrito, ignorante, y de un manuscrito rnico nada menos!

    Rnico?S! Vas a decirme ahora que te explique lo que es esto?Me guardara bien de ello repliqu, con el acento de un hombre ofendido en su

    amor propio.Pero, quieras que no, mi to me ense cosas que no me interesaban lo ms mnimo.Las runas son unos caracteres de escritura usada en otro tiempo en Islandia, y, segn

    la tradicin, fueron inventados por el mismo Odn. Pero, qu haces, impo, que noadmiras estos caracteres salidos de la mente excelsa de un dios?

    Sin saber qu responder, iba ya a prosternarme, gnero de respuesta que debe agradar alos dioses tanto como a los reyes, porque tiene la ventaja de no ponerles en elcompromiso de tener que replicar, cuando un incidente imprevisto vino a dar a la con-versacin otro giro.

    Fue ste la aparicin de un pergamino grasiento que, deslizndose de entre las hojas dellibro, cay al suelo.

    Mi to se apresur a recogerlo con indecible avidez. Un antiguo documento, encerradotal vez desde tiempo inmemorial dentro de un libro viejo, no poda menos de tener para lun elevadsimo valor.

    Qu es esto?exclam emocionado.Y al mismo tiempo desplegaba cuidadosamente sobre la mesa un trozo de pergamino de

    unas cinco pulgadas de largo por tres de ancho, en el que haba trazados, en lneastransversales, unos caracteres mgicos.

    He aqu su facsmile exacto. Quiero dar a conocer al lector tan extravagantes signos,por haber sido ellos los que impulsaron al profesor Lidenbrock y a su sobrino aemprender la expedicin ms extraa del siglo XIX:

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    8/166

    El profesor examin atentamente, durante algunos instantes, esta serie de garabatos, yal fin dijo quitndose las gafas:

    Estos caracteres son rnicos, no me cabe duda alguna; son exactamente iguales a losdel manuscrito de Snorri Sturluson. Pero... qu significan?

    Como las runas me parecan una invencin de los sabios para embaucar a losignorantes, no sent que no lo entendiese mi to. As, al menos, me lo hizo suponer eltemblor de sus dedos que comenz a agitar de una manera convulsa.

    Sin embargo, es islands antiguo murmuraba entre dientes.El profesor Lidenbrock tena ms razn que nadie para saberlo; porque, si bien no

    posea correctamente las dos mil lenguas y los cuatro mil dialectos que se hablan en lasuperficie del globo, hablaba muchos de ellos y pasaba por ser un verdadero polglota.

    Al dar con esta dificultad, iba a dejarse llevar de su carcter violento, y ya vea yo veniruna escena desagradable, cuando dieron las dos en el reloj de la chimenea.

    En aquel mismo momento, abri Marta la puerta del despacho, diciendo:La sopa est servida.

    El diablo cargue con la sopa exclam furibundo mi to, y con la que la ha hechoy con los que se la coman!Marta se march asustada; yo sal detrs de ella, y, sin explicarme cmo, me encontr

    sentado a la mesa, en mi sitio de costumbre.Esper algunos instantes sin que el profesor viniera. Era la primera vez, que yo sepa,

    que faltaba a la solemnidad de la comida. Y qu comida, Dios mo! Sopas de perejil,tortilla de jamn con acederas y nuez moscada, solomillo de ternera con compota deciruelas, y, de postre, langostinos en dulce, y todo abundantemente regado con exquisitovino del Mosa.

    He aqu la apetitosa comida que se perdi mi to por un viejo papelucho. Yo, a fuer debuen sobrino, me cre en el deber de comer por los dos, y me atraqu de un modoasombroso.

    No he visto en los das de mi vida una cosa semejante! deca la buena Marta,mientras me serva la comida. Es la primera vez que el seor Lidenbrock falta a la mesa!

    No se concibe, en efecto.Esto parece presagio de un grave acontecimiento aadi la vieja criada,

    sacudiendo sentenciosamente la cabeza.Pero, a mi modo de ver, aquello lo que presagiaba era un escndalo horrible que iba a

    promover mi to tan pronto se percatase de que haba devorado su racin.Me estaba yo comiendo el ltimo langostino, cuando una voz estentrea me hizo volver

    a la realidad de la vida, y, de un salto, me traslad del comedor al despacho.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    9/166

    III

    Se trata sin duda alguna de un escrito numrico deca el profesor, frunciendo elentrecejo. Pero existe un secreto que tengo que descubrir, porque de lo contrario...Un gesto de iracundia termin su pensamiento.Sintate ah, y escribe aadi indicndome la mesa con el puo.Obedec con presteza.Ahora voy a dictarte las letras de nuestro alfabeto que corresponden a cada uno de

    estos caracteres islandeses. Veremos lo que resulta. Pero, por los clavos de Cristo, cuidade no equivocarte!

    l empez a dictarme y yo a escribir las letras, unas a continuacin de las otras,formando todas juntas la incomprensible sucesin de palabras siguientes:

    mm.rnlls esreuel seecJdesgtssmf unteief niedrkekt,samn atrateS Saodrrnerntnael nuaect rrilSaAtvaar .nxcrc ieaabsCcdrmi eeutul frantudt,iac oseibo kediiY

    Una vez terminado este trabajo me arrebat vivamente mi to el papel que acababa deescribir, y lo examin atentamente durante bastante tiempo.

    Qu quiere decir esto?repeta maquinalmente.

    No era yo ciertamente quien hubiera podido explicrselo, pero esta pregunta no ibadirigida a m, y por eso prosigui sin detenerse:Esto es lo que se llama un criptograma, en el cual el sentido se halla oculto bajo

    letras alteradas de intento, y que, combinadas de un modo conveniente, formaran unafrase inteligible. Y pensar que estos caracteres ocultan tal vez la explicacin, o laindicacin, cuando menos, de un gran descubrimiento!

    En mi concepto, aquello nada ocultaba; pero me guard muy bien de exteriorizar miopinin.

    El profesor tom entonces el libro y el pergamino, y lo compar uno con otro.Estos dos manuscritos no estn hechos por la misma mano dijo; el criptograma

    es posterior al libro, tengo de ello la evidencia. En efecto, la primera letra es una doble M

    que en vano buscaramos en el libro de Sturluson, porque no fue incorporada al alfabetoislands hasta el siglo XIV. Por consiguiente, entre el documento y el libro median por laparte ms corta dos siglos.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    10/166

    Esto me pareci muy lgico; no tratar de ocultarlo.Me inclino, pues, a pensar prosigui mi to, que alguno de los poseedores de

    este libro traz los misteriosos caracteres. Pero, quin demonios sera? No habraescrito su nombre en algn sitio?

    Mi to se levant las gafas, tom una poderosa lente y pas minuciosa revista a las

    primeras pginas del libro. Al dorso de la segunda, que haca de anteportada, descubriuna especie de mancha, que pareca un borrn de tinta; pero, examinada de cerca, sedistinguan en ella algunos caracteres borrosos. Mi to comprendi que all estaba la clavedel secreto, y ayudado de su lente, trabaj con tesn hasta que logr distinguir los carac-teres nicos que a continuacin transcribo, los cuales ley de corrido:

    Arne Saknussemm! grit en son de triunfo es un nombre! Un nombreislands, por ms seas! El de un sabio del siglo XVI! El de un alquimista clebre!

    Mir a mi to con cierta admiracin.Estos alquimistas prosigui, Avicena, Bacn, Lulio, Paracelso, eran los

    verdaderos, los nicos sabios de su poca. Hicieron descubrimientos realmenteasombrosos. Quin nos dice que este Saknussemm no ha ocultado bajo este ininteligible

    criptograma alguna sorprendente invencin? Tengo la seguridad de que as es.Y la viva imaginacin del catedrtico se exalt ante esta idea.Sin duda me atrev a responder; pero, qu inters poda tener este sabio en

    ocultar de ese modo su maravilloso descubrimiento?Qu inters? Lo s yo acaso? No hizo Galileo otro tanto cuando descubri a

    Saturno? Pero no tardaremos en saberlo, pues no he de darme reposo, ni he de ingeriralimento, ni he de cerrar los prpados en tanto no arranque el secreto que encierra estedocumento.

    Dios nos asista pens para mi capote.Ni t tampoco, Axel aadi.Menos mal pens yo, que he comido racin doble.Y adems prosigui mi to, es preciso averiguar en qu lengua est escrito el

    jeroglfico. Esto no ser difcil.Al or estas palabras, levant vivamente la cabeza. Mi to prosigui su soliloquio.No hay nada ms sencillo. Contiene este documento ciento treinta y dos letras, de las

    cuales, 53 son vocales, y 79, consonantes. Ahora bien, esta es la proporcin que, pocoms o menos, se observa en las palabras de las lenguas meridionales, en tanto que losidiomas del Norte son infinitamente ms ricos en consonantes. Se trata, pues, de unalengua meridional.

    La conclusin no poda ser ms justa y atinada.Pero, cul es esta lengua?Aqu era donde yo esperaba ver vacilar a mi sabio. a pesar de reconocer que era un

    profundo analizador.Saknussemm era un hombre instruido prosigui, y, al no escribir en su lengua

    nativa, es de suponer que eligiera preferentemente el idioma que estaba en boga entre losespritus cultos del siglo XVI, es decir, el latn. Si me engao, recurrir al espaol, alfrancs, al italiano, al griego o al hebreo. Pero los sabios del siglo mentado escriban. porlo general, en latn. Puedo, pues, con fundamento, asegurar a priori que esto est escritoen latn.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    11/166

    Yo di un salto en la silla. Mis recuerdos de latinista se sublevaron contra la suposicinde que aquella serie de palabras estrambticas pudiesen pertenecer a la dulce lengua deVirgilio.

    S. latn prosigui mi to; pero un latn confuso.En hora buena pens; si logras ponerlo en claro, te acreditars de listo.

    Examinmoslo bien aadi, cogiendo nuevamente la hoja que yo haba escrito.He aqu una serie de ciento treinta y dos letras que ante nuestros ojos se presentan en unaparente desorden. Hay palabras, como la primera, mm.rnlls, en que slo entranconsonantes; otras, por el contrario, en que abundan las vocales: la quinta, por ejemplo,unteief o la penltima, oseibo. Evidentemente, esta disposicin no ha sido combinada,sino que resulta matemticamente de la razn desconocida que ha presidido la sucesinde las letras. Me parece indudable que la frase primitiva fue escrita regularmente, yalterada despus con arreglo a una ley que es preciso descubrir. El que poseyera la clavede este enigma lo leera de corrido. Pero, cul es esta clave, Axel? La tienes porventura?

    Nada contest a esta pregunta, por una sencilla razn: mis ojos se hallaban fijos en un

    adorable retrato colgado de la pared: el retrato de Graben. La pupila de mi to seencontraba a la sazn en Altona, en casa de un pariente suyo, y su ausencia me tena muytriste; porque, ahora ya puedo confesarlo, la bella curlandesa y el sobrino del catedrticose amaban con toda la paciencia y toda la flema alemanas. Nos habamos dado palabra decasamiento sin que se enterase mi to, demasiado gelogo para comprender semejantessentimientos. Era Graben una encantadora muchacha, rubia, de ojos azules, de carcteralgo grave y espritu algo serio; mas no por eso me amaba menos. Por lo que a mrespecta, la adoraba, si es que este verbo existe en lengua tudesca. La imagen de mi lindacurlandesa se transport en un momento del mundo de las realidades a la regin de losrecuerdos y ensueos.

    Volva a ver a la fiel compaera de mis tareas y placeres; a la que todos los das meayudaba a ordenar los pedruscos de mi to, y los rotulaba conmigo. Graben era muyentendida en materia de mineraloga, y le gustaba profundizar las ms arduas cuestionesde la ciencia. Cun dulces horas habamos pasado estudiando los dos juntos, y concunta frecuencia haba envidiado la suerte de aquellos insensibles minerales queacariciaba ella con sus delicadas manos!

    En las horas de descanso, salamos los dos de paseo por las frondosas alamedas delAlster, y nos bamos al antiguo molino alquitranado que tan buen efecto produce en laextremidad del lago. Caminbamos cogidos de la mano, refirindole yo historietas queprovocaban su risa, y llegbamos de este modo hasta las orillas del Elba; y, despus dedespedirnos de los cisnes que nadaban entre los grandes nenfares blancos, volvamos enun vaporcito al desembarcadero.

    Aqu haba llegado en mis sueos, cuando mi to, descargando sobre la mesa un terriblepuetazo, me volvi a la realidad de una manera violenta.

    Veamos dijo: la primera idea que a cualquiera se le debe ocurrir para descifrarlas letras de una frase, se me antoja que debe ser el escribir verticalmente las palabras.

    No va descaminado pens yo.Es preciso ver el efecto que se obtiene de este procedimiento. Axel, escribe en ese

    papel una frase cualquiera; pero, en vez de disponer las letras unas a continuacin de

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    12/166

    otras, colcalas de arriba abajo, agrupadas de modo que formen cuatro o cinco columnasverticales.

    Comprend su intencin y escrib inmediatamente:

    T o b i a

    e r e s G ba o l i r ed , l m a n

    Bien dijo el profesor, sin leer lo que yo haba escrito; dispn ahora esas palabrasen una lnea horizontal. Obedec y obtuve la frase siguiente:

    Tobla eresGb aolire d,lnian

    Perfectamente! exclam mi to, arrebatndome el papel de las manos; esteescrito ya ha adquirido la fisonoma del viejo documento; las vocales se encuentran

    agrupadas, lo mismo que las consonantes, en el mayor desorden; hay hasta unamayscula y una coma en medio de las palabras, exactamente igual que en el pergaminode Saknussemm.

    Debo de confesar que estas observaciones me parecieron en extremo ingeniosas.Ahora bien prosigui mi to, dirigindose a m directamente, para leer la frase

    que acabas de escribir y que yo desconozco, me bastar tomar sucesivamente la primeraletra de cada palabra, despus la segunda, en seguida la tercera, y as sucesivamente.

    Y mi to, con gran sorpresa suya, y sobre todo ma, ley:

    Te: adoro, bellsima Graben.

    Qu significa esto? exclam el profesor.Sin darme cuenta de ello, haba cometido la imperdonable torpeza de escribir una frase

    tan comprometedora.Conque amas a Graben! eh? prosigui mi to con acento de verdadero tutor.S... No...balbuc desconcertado.De manera que amas a Graben prosigui maquinalmente. Bueno, dejemos

    esto ahora y apliquemos mi procedimiento al documento en cuestin.Abismado nuevamente mi to en su absorbente contemplacin, olvid de momento

    mis imprudentes palabras. Y digo imprudentes, porque la cabeza del sabio no podacomprender las cosas del corazn. Pero, afortunadamente, la cuestin del documentoabsorbi por completo su espritu.

    En el instante de realizar su experimento decisivo, los ojos del profesor Lidenbrocklanzaban chispas a travs de sus gafas; sus dedos temblaban al coger otra vez el viejopergamino; estaba emocionado de veras. Por ltimo, tosi fuertemente, y con voz grave ysolemne, nombrando una tras otra la primera letra de cada palabra, a continuacin lasegunda, y as todas las dems, me dict la serie siguiente:

    mmessunkaSenrA.icefdoK.segnittamurtnecertswrrette, rotaivxadua,ednecsedsadne

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    13/166

    IacartniiiluJsitatracSarbmutabiledmeilimeretarcsilucoYsleffenSnl

    Confieso que, al terminar, me hallaba emocionado. Aquellas letras, pronunciadas una auna, no tenan ningn sentido, y esper a que el profesor dejase escapar de sus labios

    alguna pomposa frase latina.Pero, quin lo hubiera dicho! Un violento puetazo hizo vacilar la mesa; salt la tinta yla pluma se me cay de las manos.

    Esto no puede serexclam mi to, frentico; esto no tiene sentido comn!Y, atravesando el despacho como un proyectil y bajando la escalera lo mismo que un

    alud, se engolf en la Knig-strasse, y huy a todo correr.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    14/166

    IV

    Se ha marchado? pregunt Marta, acudiendo presurosa al or el ruido del portazoque hizo retemblar la casa.Srespond, se ha marchado.Y su comida?No comer hoy en casa.Y su cena?No cenar tampoco.Qu me dice usted, seor Axel?No, Marta: ni l ni nosotros volveremos a comer. Mi to Lidenbrock ha resuelto

    ponernos a dieta hasta que haya descifrado un antiguo pergamino, lleno de garrapatas,que, a mi modo de ver, es del todo indescifrable.

    Pobres de nosotros, entonces! Vamos a perecer de inanicin!No me atrev a confesarle que, dada la testarudez de mi to, esa era, en efecto, la suerteque a todos nos esperaba.

    La crdula sirvienta, regres a su cocina sollozando.Cuando me qued solo, se me ocurri la idea de rselo a contar todo a Graben; mas,

    cmo salir de casa? Y si mi to volva y me llamaba, con objeto de reanudar aqueltrabajo logogrfico capaz de volver loco al viejo Egipto? Qu sucedera si yo no lecontestaba?

    Me pareci lo ms prudente quedarme. Precisamente, daba la casualidad de que unmineralogista de Besanzn acababa de remitirnos una coleccin de geodas silceas queera preciso clasificar. Puse manos a la obra, y escog, rotul y coloqu en su vitrina todas

    aquellas piedras huecas en cuyo interior se agitaban pequeos cristales.Pero en lo que menos pensaba era en lo que estaba haciendo: el viejo documento no seapartaba de mi mente. La cabeza me daba vueltas y me senta sobrecogido por una vagainquietud. Presenta una inminente catstrofe.

    Al cabo de una hora, las geodas estaban colocadas en su debido orden, y me dej caersobre la butaca de terciopelo de Utrecht, con los brazos colgando y la cabeza apoyada enel respaldo. Encend mi larga pipa de espuma, que representaba una nyadevoluptuosamente recostada, y me entretuve despus en observar cmo el humo ibaennegreciendo mi ninfa de un modo paulatino. De vez en cuando escuchaba paracerciorarme de si se oan pasos en la escalera, siempre con resultado negativo. Dndeestara mi to? Me lo imaginaba corriendo bajo los frondosos rboles de la calzada de

    Altona, gesticulando, golpeando las tapias con su pesado bastn, pisoteando las hierbas,decapitando los cardos a interrumpiendo el reposo de las solitarias cigeas.Volvera victorioso o derrotado? Triunfara del secreto o sera ste ms poderoso que

    l?Y mientras me diriga a m mismo estas preguntas, cog maquinalmente la hoja de papel

    en la cual se hallaba escrita la incomprensible serie de letras trazadas por mi mano,dicindome varias veces:

    Qu significa esto?

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    15/166

    Trat de agrupar las letras de manera que formasen palabras; pero en vano. Era intilreunirlas de dos, de tres, de cinco o de seis: de ninguna manera resultaban inteligibles.Sin embargo, not que las letras decimocuarta, decimoquinta y decimosexta formaban lapalabra inglesa ice, y las vigesimocuarta, vigsimo quinta y vigesimosexta la voz sirperteneciente al mismo idioma. Por ltimo, en el cuerpo del documento y en las lneas

    segunda y tercera, le tambin las palabras latinas rota, mutabile, ira, necyatra.Demonio! pens entonces. Estas ltimas palabras parecen dar la razn a mi toacerca de la lengua en que est redactado el documento. Adems, en la cuarta lnea veotambin la voz lucoque quiere decir bosque sagrado. Sin embargo, en la tercera se lee lapalabra tabiled, de estructura perfectamente hebrea, y en la ltima mer, arc y mere queson netamente francesas.

    Aquello era para volverse loco! Cuatro idiomas diversos en una frase absurda! Qurelacin poda existir entre las palabras hielo, seor clera, cruel, bosque sagrado,mudable, madre, arco y mar? Slo la primera y la ltima podan coordinarse fcilmente,pues nada tena de extrao que en un documento redactado en Islandia se hablase de unmar de hielo. Pero esto no bastaba, ni con mucho, para comprender el criptograma.

    Luchaba, pues, contra una dificultad insuperable; mi cerebro echaba fuego, mi vista seoscureca de tanto mirar el papel; las ciento treinta y dos letras parecan revolotear entorno mo como esas lgrimas de plata que vemos moverse en el aire alrededor de nuestracabeza cuando se nos agolpa en ella la sangre.

    Era vctima de una especie de alucinacin; me asfixiaba; senta necesidad de aire puro.Instintivamente, me abaniqu con la hoja de papel, cuyo anverso y reverso se presentabande este modo alternativamente a mi vista.

    Jzguese mi sorpresa cuando, en una de estas rpidas vueltas, en el momento de quedarel reverso ante mis ojos, cre ver aparecer palabras perfectamente latinas, como crteremy terrestre entre otras.

    Sbitamente se hizo la claridad en mi espritu: acababa de descubrir la clave delenigma. Para leer el documento no era ni siquiera preciso mirarlo al trasluz con hojavuelta del revs. No. Poda leerse de corrido tal como me haba sido dictado. Todas lasingeniosas suposiciones del profesor se realizaban; haba acertado la disposicin de lasletras y la lengua en que estaba redactado el documento. Haba faltado poco para que mito pudiese leer de cabo a rabo aquella frase latina, y este poco me lo acababa de revelar am la casualidad.

    No es difcil imaginar mi emocin. Mis ojos se turbaron y no poda servirme de ellos.Extend la hoja de papel sobre la mesa y slo me faltaba fijar la mirada en ella paraposeer el secreto.

    Por fin logr calmar mi agitacin. Resolv dar dos vueltas alrededor de la estancia paraapaciguar mis nervios, y me arrellan despus en el amplio butacn.

    Leamos me dije en seguida, despus de haber hecho una buena provisin de aire en

    mis pulmones.Me inclin sobre la mesa, puse un dedo sucesivamente sobre cada letra, y, sin titubear,

    sin detenerme un momento, pronunci en alta voz la frase entera. Qu inmensaestupefaccin y terror se apoderaron de m! Qued al principio como herido por un rayo.Cmo! Lo que yo acababa de leer se haba efectuado! Un hombre haba tenido lasuficiente audacia para penetrar...

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    16/166

    Ah! exclam dando un brinco; no, no; mi to jams lo sabr! No faltara mssino que tuviese noticia de semejante viaje! En seguida querra repetirlo sin que nadielograse detenerlo. Un gelogo tan exaltado, partira a pesar de todas las dificultades yobstculos, llevndome consigo, y no regresaramos jams; pero jams!

    Me encontraba en un estado de sobrexcitacin indescriptible.

    No, no; eso no ser dije con energa; y, puesto que puedo impedir que semejanteidea se le ocurra a mi tirano, lo evitar a todo trance. Dando vueltas a este documento,podra acontecer que descubriese la clave de una manera casual. Destruymoslo!

    Quedaban en la chimenea an rescoldos, y, apoderndome con mano febril no slo dela hoja de papel, sino tambin del pergamino de Saknussemm, iba ya a arrojarlo todo alfuego y a destruir de esta suerte tan peligroso secreto, cuando se abri la puerta deldespacho y apareci mi to en el umbral.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    17/166

    V

    Apenas me dio tiempo de dejar otra vez sobre la mesa el malhadado documento.El profesor Lidenbrock pareca en extremo preocupado. Su pensamiento dominante nole abandonaba un momento. Haba evidentemente escudriado y analizado el asuntoponiendo en juego, durante su paseo, todos los recursos de su imaginacin, y volvadispuesto a ensayar alguna combinacin nueva.

    En efecto, se sent en su butaca, y, con la pluma en la mano, empez a escribir ciertasfrmulas que recordaban los clculos algebraicos.

    Yo segua con la mirada su mano temblorosa, sin perder ni uno solo de susmovimientos. Qu resultado imprevisto iba a producirse de pronto? Me estremeca sinrazn, porque una vez encontrada la verdadera, la nica combinacin, todas las investi-gaciones deban forzosamente resultar infructuosas.

    Trabaj durante tres horas largas sin hablar, sin levantar la cabeza, borrando, volviendoa escribir, raspando, comenzando de nuevo mil veces.Bien saba yo que, si lograba coordinar estas letras de suerte que ocupasen todas las

    posiciones relativas posibles, acabara por encontrar la frase. Pero no ignoraba tampocoque con slo veinte letras se pueden formar dos quinquillones, cuatrocientos treinta y doscuatrillones, novecientos dos trillones, ocho mil ciento setenta y seis millones, seiscientascuarenta mil combinaciones.

    Ahora bien, como el documento constaba de ciento treinta y dos letras, y el nmero queexpresa el de frases distintas compuesta de ciento treinta y tres letras, tiene, por la partems corta, ciento treinta y tres cifras, cantidad que no puede enunciarse ni aun concebirsesiquiera, tena la seguridad de que, por este mtodo, no resolvera el problema.

    Entretanto, el tiempo pasaba, la noche se ech encima y cesaron los ruidos de la calle;mas mi to, abismado por completo en su tarea, no vea ni entenda absolutamente nada,ni aun siquiera a la buena Marta que entreabri la puerta y dijo:

    Cenar esta noche el seor?Marta tuvo que marcharse sin obtener ninguna respuesta. Por lo que respecta a m,

    despus de resistir durante mucho tiempo, me sent acometido por un sueo invencible, yme dorm en un extremo del sof, mientras mi to prosegua sus complicados clculos.

    Cuando me despert al da siguiente, el infatigable pen trabajaba todava. Sus ojosenrojecidos, su tez plida, sus cabellos desordenados por sus dedos febriles, sus pmulosamoratados delataban bien a las claras la lucha desesperada que contra lo imposible habasostenido, y las fatigas de espritu y la contencin cerebral que, durante muchas horas,

    haba experimentado.Si he de decir la verdad, me inspir compasin. A pesar de los numerosos motivos dequeja que crea tener contra l, me sent conmovido. Hallbase el infeliz tan absorbidopor su idea, que ni de encolerizarse se acordaba. Todas sus fuerzas vivas se hallabanreconcentradas en un solo punto, y como no hallaban salida por su evacuatorio ordinario,era muy de temer que su extraordinaria tensin le hiciese estallar de un momento a otro.

    Yo poda con un solo gesto aflojar el frreo tornillo que le comprima el crneo. Unasola palabra habra bastado, y no quise pronunciarla!

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    18/166

    Hallndome dotado de un corazn bondadoso, por qu callaba en tales circunstancias?Callaba en su propio inters.

    No, no repeta en mi interior; no hablar. Le conozco muy bien: se empeara enrepetir la excursin sin que nada ni nadie pudiese detenerle. Posee una imaginacinardorosa, y, por hacer lo que otros gelogos no han hecho, sera capaz de arriesgar su

    propia vida. Callar, por consiguiente; guardar eternamente el secreto de que lacasualidad me ha hecho dueo; revelrselo a l sera ocasionarle la muerte. Que loadivine si puede; no quiero el da de maana tener que reprocharme el haber sido causade su perdicin.

    Una vez adoptada esta resolucin, aguard cruzado de brazos. Pero no haba contadocon un incidente que hubo de sobrevenir algunas horas despus.

    Cuando Marta trat de salir de casa para trasladarse al mercado, encontr la puertacerrada y la llave no estaba en la cerradura. Quin la haba quitado?; evidentemente mito al regresar de su precipitada excursin.

    Lo haba hecho por descuido o con deliberada intencin? Quera someternos a losrigores del hambre? Esto me pareca un poco fuerte. Por qu razn habamos de ser

    Marta y yo vctimas de una situacin que no habamos creado? Entonces me acord de unprecedente que me llen de terror. Algunos aos atrs, en la poca en que trabajaba mi toen su gran clasificacin mineralgica, permaneci sin comer cuarenta y ocho horas y todasu familia tuvo que soportar esta dieta cientfica. Me acuerdo que en aquella ocasin sufrdolores de estmago que nada tenan de agradables para un joven dotado de un devoradorapetito.

    Me pareci que nos bamos a quedar sin almuerzo, como la noche anterior noshabamos quedado sin cena. Sin embargo, me arm de valor y resolv no ceder ante lasexigencias del hambre. Marta, en cambio, se lo tom muy en serio y se desesperaba lapobre. Por lo que a m respecta, la imposibilidad de salir de casa me preocupaba muchoms que la falta de comida, por razones que el lector adivinar fcilmente.

    Mi to trabajaba sin cesar; su imaginacin se perda en un ddalo de combinaciones.Viva fuera del mundo y verdaderamente apartado de las necesidades terrenas.

    A eso del medioda, el hambre me aguijone seriamente. Marta, como quien no quierela cosa, haba devorado la vspera las provisiones encerradas en la despensa; no quedaba,pues, nada en casa. Sin embargo, el pundonor me hizo aceptar la situacin sin protestas.

    Por fin sonaron las dos. Aquello se iba haciendo ridculamente intolerable, y empec aabrir los ojos a la realidad. Pens que yo exageraba la importancia del documento; que mito no le dara crdito: que slo vera en l una farsa; que, en el caso ms desfavorable,lograramos detenerle a su pesar; y, en fin, que era posible diese l mismo con la clavedel enigma, resultando en este caso infructuosos los sacrificios que supona miabstinencia.

    Estas razones, que con indignacin hubiera rechazado la vspera, me parecieronentonces excelentes; llegu hasta juzgar un absurdo el haber aguardado tanto tiempo, yresolv decir cuanto saba.

    Andaba, pues, buscando la manera de entablar conversacin, cuando se levant elcatedrtico, se cal su sombrero y se dispuso a salir.

    Horror! Marcharse de casa y dejarnos encerrados en ella...! Eso nunca!Tole dije de pronto.Pero l pareci no haberme odo.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    19/166

    To Lidenbrock repet, levantando la voz.Eh? respondi l como el que se despierta de sbito.Qu tenemos de la llave?Qu llave? La de la puerta?No, no; la del documento.

    El profesor me mir por encima de las gafas y debi observar sin duda algo extrao enmi fisonoma, pues me asi enrgicamente del brazo, y, sin poder hablar, me interrogcon la mirada.

    Sin embargo, jams pregunta alguna fue formulada en el mundo de un modo tanexpresivo.

    Yo mova la cabeza de arriba abajo.l sacuda la suya con una especi de conmiseracin, cual si estuviese hablando con un

    desequilibrado.Yo entonces hice un gesto ms afirmativo an.Sus ojos brillaron con extraordinario fulgor y adopt una actitud agresiva.Este mudo dilogo, en aquellas circunstancias, hubiera interesado al ms indiferente

    espectador.Si he de ser franco, no me atreva a hablar, temeroso de que mi to me ahogase entre susbrazos en los primeros transportes de jbilo. Pero me apremi de tal modo, que tuve queresponderle.

    Sle dije, esa clave... la casualidad ha querido...Qu dices? exclam con indescriptible emocin.Tome le dije, alargndole la hoja de papel por m escrita; lea usted.Pero esto no quiere decir nada respondi l, estrujando con rabia el papel entre sus

    dedos.Nada, en efecto, si se empieza a leer por el principio; pero si se comienza por el fin...No haba terminado la frase, cuando el profesor lanz un grito... Qu digo un grito?

    Un rugido! Una revelacin acababa de hacerse en su cerebro. Estaba transfigurado.Ah, ingenioso Saknussemm! exclam; con que habas escrito tu frase al

    revs?Y cogiendo la hoja de papel, ley todo el documento. con la vista turbada y la voz

    enronquecida de emocin, subiendo desde la ltima letra hasta la primera.Se hallaba concebido en estos trminos:

    In Sneffels Yoculis crterem kem delibatumbra Scartaris Julii intra calendas descende,audax viator, el terrestre centrum attinges.

    Kod feci. Ame Sahnussemm.

    Lo cual, se poda traducir as:

    Desciende al crterdel Yocul de Sneffels que la sombra del Scartaris acaricia antes

    de las calendas de Julio, audaz viajero, y llegars al centro de la tierra, como he llegadoyo.

    Arne Saknussemm.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    20/166

    Al leer esto, peg mi to un salto, cual si hubiese recibido de improviso la descarga deuna botella de Leyden. La audacia, la alegra y la conviccin le daban un aspectomagnfico. Iba y vena precipitadamente; se oprima la cabeza entre las manos; echaba arodar las sillas; amontonaba los libros: tiraba por alto, aunque en l parezca increble, susinestimables geodas: reparta a diestro y siniestro patadas y puetazos. Por fin, se

    calmaron sus nervios, y, agotadas sus energas, se desplom en la butaca.Qu hora es?me pregunt, despus de unos instantes de silencio.Las tresle respond.Las tres! Qu atrocidad! Estoy desfallecido de hambre. Vamos a comer ahora

    mismo. Despus...Despus qu...?Despus me preparars mi equipaje.Su equipaje? exclam.S; y el tuyo tambin respondi el despiadado catedrtico: entrando en el comedor.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    21/166

    VI

    Al escuchar estas palabras, un terrible escalofro me recorri todo el cuerpo. Mecontuve, sin embargo, y resolv ponerle buena cara. Slo argumentos cientficos podrandetener al profesor Lidenbrock, y haba muchos y muy poderosos que oponer a semejanteviaje. Ir al centro de la tierra! Qu locura! Pero me reserv mi dialctica para elmomento oportuno, y eso me ocup toda la comida.

    No hay para qu decir las imprecaciones de mi to al encontrarse la mesacompletamente vaca. Pero, una vez explicada la causa, devolvi la libertad a Marta, lacual corri presurosa al mercado y despleg tal actividad y diligencia que, una hora mstarde, mi apetito se hallaba satisfecho y me di exacta cuenta de la situacin.

    Durante la comida, dio muestras el profesor de cierta jovialidad, permitindose esoschistes de sabio, que no encierran peligro jams; y, terminados los postres, me hizo seas

    para que le siguiese a su despacho.Yo obedec sin chistar.Se sent l a un extremo de su mesa de escritorio y yo al otro.Axel me dijo, con una amabilidad muy poco frecuente en l: eres un muchacho

    ingenioso: me has prestado un servicio excelente cuando, cansado ya de luchar contra loimposible. iba a darme por vencido. No lo olvidar jams y participars de la gloria quevamos a conquistar.

    Bien pens; se halla de buen humor: ste es el momento oportuno para discutir estagloria.

    Ante todo prosigui mi to, te recomiendo el ms absoluto secreto, meentiendes? No faltan envidiosos en el mundo de los sabios, y hay machos que quisieran

    emprender este viaje, del cual, hasta nuestro regreso no tendrn noticia alguna.Cree usted le dijeque es tan grande el nmero de los audaces?Ya lo creo! Quin vacilara en conquistar una fama semejante? Si este documento

    llegara a conocerse, un ejrcito entero de gelogos se precipitara en pos de las huellas deArne Saknussemm.

    No opino yo lo mismo, to, pues nada prueba la autenticidad de ese documento.Qu dices! Pues, y el libro en que lo hemos encontrado?Bien: no niego que el mismo Saknussernm pueda haber escrito esas lneas; pero.

    hemos de creer por eso que l en persona haya realizado el viaje'? No puede ser eseviejo pergamino una superchera?

    Me arrepent, ya tarde, de haber aventurado esta ltima palabra; frunci el profesor su

    poblado entrecejo, y cre que haba malogrado el xito que esperaba obtener de aquellaconversacin. No fue as, por fortuna. Se esboz una especie de sonrisa en sus delgadoslabios, y me respondi:

    Eso ya lo veremos.Bien dije algo molesto; pero permtame formular una serie de objeciones

    relativas a ese documento.Habla, hijo mo. no me opongo. Te permito que expongas tu opinin con entera

    libertad. Ya no eres mi sobrino. Sino un colega. Habla, pues.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    22/166

    Ante todo, le agradecer que me diga qu quieren decir ese Yocul, ese Sneffels y eseScartars, de los que nunca o hablar en los das de mi vida.

    Pues, nada ms sencillo. Precisamente recib, no hace mucho, una carta de mi amigoPaterman, de Leipzig, que no ha podido llegar en fecha ms oportuna. Ve, y coge eltercer atlas del segundo estante de la librera grande, serie Z, tabla 4.

    Me levant, y, gracias a la gran precisin de sus indicaciones, di con el atlas en seguida.Lo abri mi to y dijo:

    He aqu el mapa de Handerson, uno de los mejores de Islandia, el cual creo que nosva a resolver todas las dificultades.

    Yo me inclin sobre el mapa.Fjate en esta isla llena toda de volcanes me dijo el profesor, y observa que

    todos llevan el nombre de Yocuj, palabra que significa en islands ventisquero. Debido ala elevada latitud que ocupa Islandia, la mayora de las erupciones se verifican a travs delas capas de hielo, siendo sta la causa de que se aplique el nombre de Yocul a todos los

    montes ignvomos de la isla.Conformes respond yo, mas, qu significa Sneffels?Cre que a esta pregunta no sabra qu responderme mi to: pero me equivoqu de

    medio a medio, pues me dijo:Sgueme por la costa occidental de la isla. Ves su capital, Reykiavik? Bien; pues

    remonta los innumerables fiordos de estas costas escarpadas por el mar, y detente unmomento debajo del grado 75 de latitud. Qu ves?

    Una especie de pennsula que semeja un hueso pelado y termina en una rtulaenorme.

    La comparacin es exacta, hijo mo; y ahora. dime, no ves nada sobre era rtula?Veo un monte que parece surgir del mar.Pues ese es el Sneffels.El Sneffels?S, una montaa de 5.000 pies de elevacin, una de las ms notables de la isla, y, a

    buen seguro, la ms clebre del mundo entero, si su crter conduce al centro del globo.Pero eso es imposible exclam, encogindome de hombros y rebelndome contra

    semejante hiptesis.Imposible! Y por qu?replic con tono severo el profesor Lidenbrock.Porque ere crter debe estar evidentemente obstruido por las lavas y las rocas

    candentes, y, por tanto...,Y si se trata de un crter apagado?Apagado?S. El nmero de los volcanes en actividad que hay en la superficie del globo no pasa

    en la actualidad de trescientos: pero existe una cantidad mucho mayor de volcanesapagados. El Sneffels figura entre estos ltimos, y no hay noticia en los fastos de lahistoria de que haya experimentado ms que una sola erupcin: la de 1219. A partir deesta fecha, sus rumores se han ido extinguiendo gradualmente, y ha dejado de figurarentre los volcanes activos.

    Ante estas afirmaciones no supe qu objetar, y trat de basar mis argumentos en lasotras oscuridades que contena el escrito.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    23/166

    Qu significa era palabra Seartaris le pregunt, y, qu tiene que ver todo esocon las calendas de julio?

    Tras algunos momentos de reflexin, que fueron para m un rayo de esperanza, merespondi en estos trminos:

    Lo que t llamas oscuridad resulta para m luz, pues me demuestra el ingenio

    desplegado por Saknussemm para precisar su descubrimiento. El Sneffels est formadopor varios crteres, y era preciso indicar cul de ellos era el que conduca al centro de latierra. Y, qu hizo el sabio islands? Advirti que en las proximidades de las calendas dejulio, es decir, en los ltimos das del mes de junio, uno de los picos de la montaa, elScartaris, proyectaba su sombra hasta la abertura del crter en cuestin, y consign en eldocumento este hecho. Es posible imaginar una indicacin ms exacta? Una vez quelleguemos a la cumbre del Sneffels, podemos titubear acerca del camino a seguirteniendo esta advertencia presente?

    Decididamente, mi to haba respondido a todo. Me convenc de que no habaposibilidad de atacarle en lo referente a las palabras del antiguo pergamino. Ces, pues,de seguirle por este lado: mas, como era preciso convencerle a toda costa, pas a hacerle

    otras objeciones de carcter cientfico, en mi concepto, ms graves.Bien dije, tengo que convenir en que la frase de Saknussemm es perfectamenteclara y no puede dejar duda alguna al espritu. Estoy conforme tambin en que eldocumento tiene todos los caracteres de una autenticidad perfecta. Ese sabio baj alfondo del Sneffels, vio la sombra del Scartaris acariciar los bordes del crter antes de lascalendas de julio y le ensearon las leyendas de su tiempo que aquel crter conduca alcentro del globo: hasta aqu, estamos conformes; pero admitir que l en persona fue alcentro de la tierra y que volvi de all sano y salvo, eso no; mil veces no!

    Y en qu fundas tu negativa? dijo mi to, con un tono singularmente burln.En que todas las teoras de la ciencia demuestran que la empresa es impracticable del

    todo.Todas las teoras dicen eso? replic el profesor, hacindose el inocente. Ah,

    picaras teoras! Cunto van a darnos que hacer!Aun comprendiendo que se burlaba de m, prosegu:Es un hecho por todos admitido que la temperatura aumenta un grado por cada

    setenta pies que se desciende en la corteza terrestre; y admitiendo que este aumento seaconstante, y siendo de 1.500 leguas la longitud del radio de la tierra, claro es que sedisfruta en su centro de una temperatura de dos millones de grados. As, pues, lasmaterias que existen en el interior de nuestro planeta se encuentran en estado gaseosoincandescente, porque los metales, el oro, el platino, las rocas ms duras, no resistensemejante calor. No tengo, pues, derecho a afirmar que es imposible penetrar en unmedio semejante?

    De modo, Axel, que es el calor lo que a ti te infunde respeto?Sin ningn gnero de duda. Con slo descender a una profundidad de diez leguas,

    habramos llegado al lmite de la corteza terrestre, porque ya la temperatura sera allsuperior a 300.

    Es que temes liquidarte?Mi terror no es infundado le contest algo mohno.Te digo replic el profesor, adoptando su aire magistral de costumbre, que ni t

    ni nadie sabe de manera cierta lo que ocurre dentro de nuestro globo, ya que apenas se

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    24/166

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    25/166

    Es ingeniosa la hiptesis! hube de exclamar sin querer.Hunfredo Davy me la demostr palpablemente aqu mismo mediante un experimento

    sencillo. Fabric una esfera metlica, en cuya composicin entraban principalmente losmetales mencionados poco ha, y que tena exactamente la forma de nuestro globo.Cuando se haca caer sobre su superficie un finsimo roco, se hinchaba aqulla, se

    oxidaba y formaba una pequea montaa, en cuya cumbre se abra momentos despus micrter. Sobrevena una erupcin y era tan grande el calor que sta comunicaba a la esfera,que se haca imposible el sostenerla en la mano.

    Si he de ser del todo franco, empezaban a convencerme los argumentos del profesor,cuya pasin y entusiasmo habituales les comunicaba mayor fuerza y valor.

    Ya ves. Axel aadi, que el estado del ncleo central ha suscitado muy diversashiptesis entre los mismos gelogos: no hay nada que demuestre la existencia de esecalor interior; a mi entender, no existe ni puede existir; pero ya lo comprobaremosnosotros. y, a semejanza de Arne Saknussemm, sabremos a qu atenernos sobre tandiscutida cuestin.

    S, s: ya lo veremos le contest, dejndome arrastrar por su entusiasmo; lo

    veremos, dado caso que se vea en aquellos apartados lugares.Y por qu no? No podremos contar para alumbrarnos con los fenmenoselctricos, y aun con la misma atmsfera, cuya propia presin puede hacerla luminosa enlas proximidades del centro de la tierra?

    En efecto respond, es muy posible.No posible, sino cierto replic triunfalmente mi to; pero silencio, me

    entiendes? Guarda el ms impenetrable sigilo acerca de todo esto, para que a nadie se leocurra la idea de descubrir, antes que nosotros, el centro de nuestro planeta.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    26/166

    VII

    Tal fue el inesperado final de aquella memorable sesin que hasta fiebre me produjo.Sal como aturdido del despacho de mi to, y, parecindome que no haba aire bastante enlas calles de Hamburgo para refrescarme, me dirig a las orillas del Elba, y me fuiderecho al sitio donde atraca la barca de vapor que pone en comunicacin la ciudad conel ferrocarril de Hamburgo.

    Estaba convencido de lo que acababa de or? No me haba dejado fascinar por elprofesor Lidenbrock? Deba tomar en serio su resolucin de bajar al centro del macizoterrestre? Acababa da escuchar las insensatas elucubraciones de un loco o lasdeducciones cientficas de un gran genio? En todo aquello, hasta dnde llegaba laverdad? Dnde comenzaba el error?

    Nadaba yo entre mil contradictorias hiptesis sin poder asirme a ninguna.

    Recordaba, sin embargo, que mi to me haba convencido, aun cuando ya comenzaba adecaer bastante mi entusiasmo. Hubiera preferido partir inmediatamente, sin tener tiempopara reflexionar. En aquellos momentos, no me hubiera faltado valor para preparar miequipaje.

    Es preciso, no obstante, confesar que una hora despus ces la sobrexcitacin porcompleto, se aplacaron mis nervios, y desde los profundos abismos de la tierra sub a susuperficie.

    Es absurdo! exclam. No tiene sentido comn! No es una proposicin formalque pueda hacerse a un muchacho sensato. No existe nada de eso. Todo ha sido una merapesadilla.

    Entretanto, haba caminado por las mrgenes del Elba, rodeando la ciudad; y, despus

    de rebasar el puerto, me encontr en el camino de Altona. Me guiaba un presentimiento,que bien pronto qued justificado, pues no tard en descubrir a mi querida Graben que,a pie, regresaba a Hamburgo.

    Graben! le grit desde lejos.La joven se detuvo turbada, sin duda por orse llamar de aquel modo en medio de una

    gran carretera. De un salto me puse a su lado.Axel! exclam sorprendida. Conque has venido a buscarme! Est bien,

    caballerito!Pero, al fijarse en mi rostro, le llam la atencin en seguida mi aire inquieto y

    preocupado.Qu tienes? me pregunt, tendindome la mano.

    En menos de dos segundos puse a mi novia al corriente de mi extraa situacin. Ella memir en silencio durante algunos instantes. Lata su corazn al unsono del mo? Loignoro; pero su mano no temblaba cual la ma.

    Caminamos en silencio unos cien pasos.Axel me dijo al fin.Qu, mi querida Graben?Qu viaje tan hermoso es el que vas a emprender!Tan inesperadas palabras me hicieron dar un salto.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    27/166

    S, Axel; y muy digno del sobrino de un sabio. Siempre es bueno para un hombre elhaberse distinguido por alguna gran empresa!

    Cmo, Graben! No tratas de disuadirme con objeto de que renuncie a semejanteexpedicin?

    No, mi querido Axel; por el contrario, os acompaara de buena gana si una pobre

    muchacha no hubiese de constituir para vosotros un constante estorbo.Pero lo dices de veras?Ya lo creo!Ah, mujeres! Corazones femeninos, incomprensibles siempre! Cuando no sois los

    seres ms tmidos de la tierra, sois los ms arrojados. La razn sobre vosotras no ejerce elmenor podero. Era posible que Graben me animase a tomar parte en tan descabelladaexpedicin, que fuese ella misma capaz de acometer, sin miedo, la aventura, que meincitase a ella, a pesar del cario que deca profesarme?

    Me hallaba desconcertado y, hasta, por qu no decirlo? senta cierto rubor.Veremos, Graben le dije, si piensas maana lo mismo.Maana, querido Axel, pensar lo mismo que hoy.

    Y cogidos de la mano, aunque sin despegar nuestros labios, reanudamos ambos lamarcha.Yo me hallaba quebrantado por las emociones del da.Despus de todo pensaba, las calendas de julio estn an lejos, y, de aqu a entonces,

    pueden ocurrir muchas cosas que hagan desistir a mi to de la mana de viajar por debajode la tierra.

    Era ya noche cerrada cuando llegamos a casa.Esperaba encontrarla tranquila, con mi to ya acostado, como era su costumbre, y con la

    buena Marta dndole al comedor el ltimo repaso antes de retirarse a la cama.Pero no haba contado con la impaciencia del profesor, a quien hall gritando y

    corriendo de un lado para otro, en medio de la porcin de mozos de cordel quedescargaban en la calle una multitud de objetos. Marta estaba atolondrada, sin saberadnde atender.

    Vamos, Axel: date prisa, por Dios! grit mi to, en cuanto me vio venir a lolejos. Y tu equipaje sin hacer, y mis papeles sin ordenar, y la llave de mi maleta sinaparecer y mis polainas sin llegar!

    Me qued estupefacto, me falt la voz para hablar, y a duras penas pude articular estaspalabras:

    Pero es que nos marchamos?S, criatura de Dios: y en lugar de estar aqu preparndolo todo, te vas de paseo.Pero partiremos tan pronto? repet con voz ahogada.S, pasado maana al amanecer.Incapaz de escucharle por ms tiempo, me refugi en mi habitacin.No era posible dudar: mi to haba empleado la tarde en adquirir una serie de objetos y

    utensilios necesarios para nuestro viaje: la calle estaba llena de escalas, de cuerdas connudos, de antorchas, de calabazas para lquidos, de grapas de hierro, de picos, debastones, de azadas y de otros objetos para cuyo transporte se precisaban por lo menosdiez hombres.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    28/166

    Pas una noche terrible. A la maana siguiente me llamaron muy temprano. Estabadecidido a no abrirle a nadie la puerta: pero, quin es capaz de resistir a los encantos deuna voz adorable que nos dice:

    No me quieres abrir, querido Axel?Sal de mi habitacin. Cre que mi aire abatido, mi palidez, mis ojos enrojecidos por el

    insomnio produciran sobre Graben un doloroso efecto y le hara cambiar de parecer:pero ella, por el contrario, me dijo:Ah, mi querido Axel! Veo que ests mucho mejor y que lo ha calmado la noche.Calmado! exclam yo.Y corr a mirarme al espejo.En efecto, no tena tan mala cara como me haba imaginado. Aquello no era creble.Axel me dijo Graben, he estado mucho tiempo hablando con mi tutor. Es un

    sabio arrojado, un hombre de gran valor, y no debes echar en olvido que su sangre correpor tus venas. Me ha dado a conocer sus proyectos, sus esperanzas, y el cmo y el porquespera alcanzar su objetivo. Y lo alcanzar, no hay duda. Ah, mi querido Axel! Quhermoso es consagrarse de ese modo al estudio de las ciencias Qu gloria tan inmensa

    aguarda al seor Lidenbrock, que se reflejar sobre su compaero! Cuando regreses sersun hombre, Axel: sers igual a tu to, con libertad de hablar, con libertad de obrar, conlibertad. en fin, de...

    La joven se ruboriz y no termin la frase. Sus palabras me reanimaron. No quera, sinembargo, creer, que nuestra partida era cierta. Hice entrar conmigo a Graben en eldespacho del profesor Lidenbrock, y dije a ste:

    To, est usted decidido, por fin, a que emprendamos la marcha?Cmo! Lo dudas an?No le dije, con objeto de no contrariarle: pero quisiera saber qu le induce a

    proceder con tal precipitacin.Toma! Qu ha de ser? El tiempo! El tiempo, que transcurre con una rapidez

    desesperante!Pero si estamos an a 26 de mayo, y hasta fines de junio...Crees, ignorante que es tan fcil trasladarse a Islandia? Si no te hubieses marchado

    como un necio, hubieras venido conmigo a la oficina de los seores Liffender yCompaa, donde habras visto que de Copenhague a Reykiavik no hay ms que unaexpedicin mensual, el 22 de cada mes; y que, si espersemos a la del 22 de junio,llegaramos demasiado tarde para ver la sombra del Scartaris acariciar el crter delSneffels: es precise llegar a Copenhague lo antes posible para buscar all un medio detransporte. Anda a hacer tu equipaje en seguida.

    No era posible objetar. Sub a mi habitacin, seguido de Graben, y ella fue la que seencarg de colocar en una maleta los objetos que precisaba para tan largo viaje, con lamisma tranquilidad que si se tratase de hacer una excursin a Lubeck o a Heligoland. Susmanos iban y venan sin precipitacin; conversaba con absoluta calma y me daba las msdiscretas razones a favor de nuestra expedicin. Me embelesaba y enfureca a intervalos.A veces trataba de enfadarme, pero ella aparentaba no advertirlo y prosegua su tarea contoda tranquilidad.

    A las cinco y media, se oy fuera el rodar de un carruaje, detenindose en nuestrapuerta un espacioso coche que haba de conducirnos a la estacin del ferrocarril deAltona. En un momento se llen con los bultos de mi to.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    29/166

    Y tu maleta? me dijo.Est lista le respond, con voz desfallecida.Pues bjala en seguida! No ves que vamos a perder el tren?Me pareci que no haba manera de luchar contra mi destino. Sub, pues, a mi cuarto, y

    cogiendo la maleta, la dej que se deslizase por los peldaos de la escalera, y baj detrs

    de ella.En aquel preciso momento, pona mi to, con toda solemnidad, las riendas de su casa enmanos de Graben, quien conservaba su calma habitual. Abraz a su tutor, pero no pudocontener una lgrima al rozar mi mejilla con sus dulcsimos labios.

    Graben! exclam yo.Vete tranquilo, Axel dijo ella. Ahora dejas a tu novia, pero, a la vuelta, hallars

    a tu mujer.Estrech entre mis brazos a Graben y fui a sentarme en el coche. Marta y mi

    prometida, desde el umbral de la puerta, nos enviaron un postrimer adis. Despus, losdos caballos, excitados por los silbidos del cochero, se lanzaron a galope por la carreterade Altona.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    30/166

    VIII

    De Altona, verdadero arrabal de Hamburgo, arranca el ferrocarril de Kiel que debaconducirnos a la costa de los Belt. En menos de veinte minutos penetramos en elterritorio de Holstein.

    Una vez todo listo y cerrada la maleta, bajamos al piso interior.Durante todo el da no haban cesado de llegar los abastecedores de instrumentos de

    fsica y de aparatos elctricos, y de armas y municiones. Marta no saba qu pensar detodo aquello.

    Es que se ha vuelto loco el seor? me pregunt, por fin.Yo le hice un ademn afirmativo.Y le lleva a usted consigo? Le repet el mismo signo.Y adnde?

    Entonces le indiqu con el dedo el centro de la tierra.Al stano? exclam la antigua criada.Nole contest yo, ms abajo todava.Lleg la noche. Yo no tena ya conciencia del tiempo transcurrido.Hasta maana temprano me dijo mi to; partiremos a las seis en punto.A las diez me dej caer en mi lecho como una masa inerte.Durante la noche, mis terrores me asaltaron de nuevo.La pas soando con precipicios enormes, presa de un espantoso delirio. Me senta

    vigorosamente asido por la mano del profesor, y precipitado y hundido en los abismos.Me vea caer al fondo de insondables precipicios con esa velocidad creciente que vanadquiriendo los cuerpos abandonados en el espacio. Mi vida no era otra cosa que una

    interminable cada.Me despert a las cinco rendido de emocin y de fatiga: me levant y baj al comedor.Mi to se hallaba ya sentado a la mesa y coma con devorador apetito. Lo contempl conun sentimiento de horror. Graben estaba all. No despegu mis labios ni me fue posiblecomer.

    A las seis y media, se detuvo el carruaje delante de la estacin. Los numerosos bultosde mi to, as como sus voluminosos artculos de viaje, fueron descargados, pesados,rotulados y cargados nuevamente en el furgn de equipajes, y, a las siete, nos hallbamossentados frente a frente en el mismo coche. Silb la locomotora y el convoy se puso enmovimiento. Ya estbamos en marcha.

    Iba resignado? An no. Sin embargo, el aire fresco de la maana, los detalles del

    camino, renovados rpidamente por la velocidad del tren, me distrajeron de mi granpreocupacin.La mente del profesor avanzaba ms aprisa que el convoy, cuya marcha se le antojaba

    lenta a su impaciencia. bamos en el coche los dos solos, pero sin dirigirnos la palabra.Mi to se registr los bolsillos y el saco de viaje con minuciosa atencin, y observ queno le faltaba ninguno de los mil requisitos que exiga la ejecucin de sus arriesgadosproyectos.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    31/166

    Pude ver, entre otras cosas, una hoja de papel, cuidadosamente doblada, que ostentabael membrete de la cancillera danesa, con la firma del seor Cristiensen, cnsul deDinamarca en Hamburgo y amigo del profesor. Esta carta deba facilitarnos, enCopenhague, la tarea de obtener recomendaciones para el gobernador de Islandia.

    Vi asimismo el famoso documento, cuidadosamente guardado en la ms oculta divisin

    de su cartera. Lo maldije desde el fondo de mi corazn y me dediqu otra vez acontemplar el paisaje. Constituan ste una extensa serie de llanuras sin inters,montonas, cenagosas y bastante frtiles: una campia en extremo favorable al tendidode una lnea frrea y que se prestaba de un modo maravilloso a esas rectas que son lasdelicias de las empresas explotadoras de los caminos de hierro.

    Pero esa monotona no lleg a fatigarme, porque, tres horas despus de nuestra partida,el tren se detena en Kiel, a dos pasos del mar.

    Como nuestros equipajes haban sido facturados hasta Copenhague, no tuvimos queocuparnos de ellos para nada. Esto no obstante, mi to no les quit la vista de encimamientras los trasbordaron al vapor, en cuyas bodegas desaparecieron.

    Mi to, en su precipitacin, haba calculado las horas de correspondencia del ferrocarril

    y del buque de un modo tan detestable, que tenamos que perder un da entero. El vaporEllenora no sala hasta la noche. Esta no prevista espera hizo que se apoderase delirascible viajero una fiebre de nueve horas, durante las cuales envi a todos los diablos alas administraciones de vapores y ferrocarriles, y a los Gobiernos que toleraban abusossemejantes. Yo tuve que hacer coro cuando la emprendi con el capitn del Ellenora, aquien quiso obligar a levar anclas y zarpar inmediatamente. El capitn lo envi a paseo.

    En Kiel, como en todas partes, es preciso buscar la manera de matar el tiempo. A fuerzade pasearnos por las verdes costas de la baha, en cuyo fondo se eleva la pequea ciudad;de recorrer los espesos bosques que le dan el aspecto de un nido colocado entre un grupode ramas; de admirar las quintas, provistas todas ellas de su caseta de baos de mar, y decorrer y aburrirnos, sonaron, por fin, las diez de la noche.

    Los penachos de humo del Ellenora se elevaban en la atmsfera; su cubierta retemblababajo los estertores de la caldera; estbamos a bordo, instalados en dos literas colocadas enla nica cmara que posea el vapor.

    A las dos y cuarto, larg el buque sus amarras y avanz rpidamente sobre las sombrasaguas del Gran Belt.

    La noche estaba oscura: la brisa soplaba fresca levantando imponente marejada;algunas luces de la costa se distinguan en medio de las tinieblas: ms tarde, no s qufaro nos envi sus destellos por encima de las olas. He aqu cuanto recuerdo de aquel pri-mer viaje.

    A las siete de la maana desembarcamos en Korsr, pequea ciudad situada en la costaoccidental, donde trasbordamos a otro ferrocarril que nos condujo a travs de un pas nomenos llano que las campias de Holstein.

    An faltaban tres horas de viaje para llegar a la capital de Dinamarca. Mi to no habapegado los ojos en toda la noche. Creo que, en su impaciencia, empujaba el vagn con lospies.

    Por fin, se descubri un brazo de mar.El Sund! exclam entusiasmado.Haba a nuestra izquierda un vasto edificio que pareca un hospital.Es un manicomio dijo uno de nuestros compaeros de viaje.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    32/166

    "Muy bien!" pens. "He aqu un establecimiento donde habremos de concluir nuestrosdas. Por muy grandes que sean sus dimensiones. no ser nunca lo suficientementeamplio para contener toda la inmensidad de la locura del profesor Lidenbrock".

    Por fin. a las diez de la maana, descendimos en Copenhague; los equipajes fueroncargados en un coche y conducidos con nosotros al hotel del Fnix, en Bred-Gade. En

    esto se invirti media hora, porque la estacin est situada fuera de la ciudad.Despus de asearse un poco y de cambiarse de traje, mi to me mand que le siguiese.El portero del hotel hablaba alemn e ingls; pero el profesor, en su calidad de polglota,le interrog en dinamarqus correcto, y en este mismo idioma le indic el otro lasituacin del Museo de Antigedades del Norte.

    El director de este curioso establecimiento, donde se hallan acumuladas tantas y talesmaravillas que permitiran reconstruir la historia del pas con sus viejas armas de piedra,sus cuencos y sus joyas, era el profesor Thomson, un verdadero sabio, amigo del cnsulde Hamburgo.

    Mi to llevaba para l una carta muy eficaz de recomendacin. Por regla general, lossabios no se acogen muy bien unos a otros; pero, en el caso actual, ocurri todo lo

    contrario. El seor Thomson, a fuer de hombre servicial, dispens una favorable acogidaal profesor Lidenbrock y hasta a su sobrino. No creo necesario decir que mi to tuvo buencuidado de no revelar su secreto al director del museo: desebamos, sencillamente, visitara Islandia en viaje de recreo, sin otro objeto que admirar las numerosas curiosidades queencierra.

    El seor Thomson se puso a nuestra disposicin por completo, y juntos recorrimos losmuelles buscando un buque que fuese a partir en breve.

    An abrigaba yo la esperanza de que en absoluto no hallsemos medio alguno detransporte; pero no fue as, por desgracia.

    Una pequea goleta danesa, la Valkyria, deba hacerse a la vela el 2 de Julio con rumboa Reykiavik. Su capitn, el seor Biarne, se encontraba a bordo. y su futuro pasajero leestrech la mano hasta casi estrujrsela en un transporte de jbilo. El viejo lobo de mar sesorprendi ante tan extempornea alegra, parecindole la cosa ms natural del mundo elir a Islandia, toda vez que aquel era su oficio. Pero como a mi to le pareca una cosasublime, el taimado del capitn aprovech su entusiasmo para cobrarnos el doble de loque el pasaje vala de ordinario. El profesor, sin embargo, pag sin regatear.

    Estad a bordo el martes, a las siete de la maana dijo el seor Biarne, despus deembolsarse una respetable suma.

    Dimos en seguida las gracias al seor Thomson por todas sus atenciones, y regresamosal hotel delFnix.

    Hasta ahora, todo nos sale bien deca el profesor; todo marcha a pedir de boca!Qu feliz casualidad el haber encontrado este buque que se dispone a partir! Ahoraalmorcemos, y vamos a visitar la ciudad.

    Nos trasladamos a Tongens-Nye-Torw, plaza irregular donde existe un cuerpo deguardia con dos inofensivos caones fijos que no asustan a nadie. Muy cerca, en elnmero 5, haba una restauracin francesa, establecimiento dirigido por un cocinerollamado Vincent, en el cual almorzamos por la mdica suma de cuatro marcos cada uno.

    Recorr despus la ciudad con el entusiasmo de un nio, seguido de mi to, que, aunquese dejaba arrastrar, no fij su atencin ni en el insignificante palacio real; ni en elhermoso puente del siglo XVII, tendido sobre el caudal, delante del Museo; ni en el

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    33/166

    inmenso cenotafio de Torwaldsen, donde se conservan las obras de este escultor, y cuyaspinturas murales son horribles: ni en el casi microscpico castillo de Rosenborg; ni en eladmirable edificio de la Bolsa, estilo Renacimiento; ni en su campanario, formado por lascolas entrelazados de cuatro dragones de bronca: ni en los grandes molinos instalados enlas murallas, cuyas dilatadas alas se hinchan, cual las velas de un buque al soplo de la

    brisa del mar.Qu deliciosos paseos habra dado con mi bella curlandesa por los muelles de aquelpuerto, donde dorman tranquilos navos y fragatas bajo sus rojas techumbres, junto a lasverdes orillas del estrecho, en medio de las espesas sombras entre las cuales se oculta laciudadela, cuyos caones asoman sus negras bocas a travs de las ramas de los sacos ysauces!

    Pero. ay, qu lejos estaba mi Graben! Y ni aun esperanzas tena de volver a verlajams.

    Sin embargo, aunque ninguno de estos deliciosos parajes llamaron la atencin de mi to,le caus viva impresin la vista de un campanario que se ergua en la isla de Amak, queforma parte del barrio SO de Copenhague.

    Marchamos por orden suya en direccin hacia l, nos embarcamos en un vaporcito quetransportaba pasajeros a travs de los canales, y, algunos momentos despus, atracarnosal muelle de Donck-Yard.

    Despus de atravesar algunas calles estrechas en donde los galeotes, con pantalonesamarillos y grises por partes iguales, trabajaban bajo la amenaza de la vara de lossotacmitres, llegamos delante de Vor-Frelsers-Kirk. Esta iglesia no ofreca nada notable:pero su campanario haba llamado la atencin del profesor porque, a partir de su base,una escalera exterior suba dando vueltas alrededor de su cuerpo central, desarrollndosesus espirales al aire libre.

    Subamos dijo mi to.No nos acometer el vrtigo? repliqu.Razn de ms; es preciso que nos habituemos a l.Sin embargo...Vamos, no perdamos tiempo insisti el profesor con ademn imperioso.Tuve que obedecer. Un guardia, que permaneca apostado en el otro lado de la calle,

    nos entreg una llave y comenz la ascensin.Mi to me preceda con paso lento. Yo le segua no sin cierto terror, porque se me sola

    ir la cabeza con facilidad deplorable. No me hallaba dotado del aplomo de las guilas nide la insensibilidad de sus nervios.

    Mientras marchamos por la hlice interior que formaba la escalera, todo fue bien; perodespus de haber subido ciento cincuenta peldaos, el aire me azot la cara: habamosllegado a la plataforma del campanario donde comenzaba la escalera area, que no tenams resguardo que una frgil barandilla, y cuyos escalones cada vez ms estrechos,parecan subir hasta lo infinito.

    Me es imposible subir! exclam medio aterrado.Pero, tan cobarde eres? Sube inmediatamente! me respondi el cruel profesor.No tuve ms remedio que seguirle, agarrndome a la barandilla con ansia. El viento me

    atolondraba; senta el campanario oscilar bajo sus rfagas; las piernas me flaqueaban; notard en subir de rodillas y acab por trepar arrastrndome y con los ojos cerrados; elvrtigo de las alturas se haba apoderado de m.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    34/166

    Por fin, con la ayuda de mi to, que tiraba de m, asindome por el cuello de lachaqueta, llegu cerca de la cpula.

    Mira me dijo mi verdugo, y fjate bien en todo; es preciso aprender a contemplarel abismo sin la menor emocin.

    Entonces abr los ojos y vi las casas como aplastadas por efecto de una terrible cada. en

    medio de la niebla producida por los humos de las chimeneas. Por encima de mi cabezapasaban desgarradas las nubes, y, por una ilusin ptica que inverta los movimientos. meparecan inmviles, en tanto que el campanario. la cpula y yo ramos arrastrados conuna velocidad vertiginosa. A lo lejos, se extenda por un lado la campia, tapizada de ver-dura y brillaba, por el otro, el azulado mar bajo un haz de rayos luminosos. El Sund sedescubra por la punta de Elsenor surcado por algunas velas blancas, que semejabangaviotas, y entre las brumas del Este se esbozaban apenas las ondulantes costas deSuecia. Toda esta inmensidad se arremolinaba confusamente ante mis ojos.

    Esto no obstante, tuve que ponerme de pie y pasear en derredor la mirada. Mi primeraleccin de vrtigo dur una hora. Cuando, al fin, me permitieron bajar y sentar mis piesen el slido piso de las calles, estaba desfallecido.

    Maana repetiremos la pruebame dijo el profesor.Y en efecto, durante cinco das tuve que repetir tan vertiginoso ejercicio, y, de grado opor fuerza, hice sensibles progresos en el arte de las altas contemplaciones.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    35/166

    IX

    Lleg el da de la marcha. La vspera, el seor Thomson, con su amabilidadacostumbrada, nos haba llevado cartas de recomendacin muy eficaces para el condeTrampe, gobernador de Islandia, el seor Pictursson, coadjutor del obispo, y el seorFinsen, alcalde de Reykiavik. En prueba de gratitud, mi to le prodig fuertes apretonesde manos con el mayor entusiasmo.

    El da 2, a las seis de la maana, nuestros inestimables equipajes se encontraban ya abordo de la Valkyria. El capitn nos condujo a unos camarotes exageradamente pequeos,instalados bajo una especie de puente.

    Tenemos buen viento? pregunt mi to.Inmejorable respondi el capitn Biarna. Brisa fresca del Sudeste. Vamos a salir

    del Sund con todo el aparejo largo y el viento entre el travs y la aleta.

    Algunos instantes despus, larg al velacho, el juanete, los foques y la cangreja, y,despus de largar las amarras, orient convenientemente el aparejo y penetr a toda velaen el estrecho. Una hora ms tarde, la capital de Dinamarca pareca sumergirse en laslejanas olas, y la Valkiria rozaba casi la costa de Elsenor. Efecto de la disposicin en quese encontraban mis nervios, crea ver la sombra de Hamlet errar sobre el legendarioterrado.

    Oh sublime insensato! pensaba yo; t aprobaras sin duda nuestra empresa!T nos seguiras tal vez ganoso de encontrar en el centro de la tierra una solucin a tududa sempiterna!

    Mas nada descubr sobre las antiguas murallas; el castillo es, adems, mucho msmoderno que el heroico prncipe de Dinamarca. Sirve en la actualidad de suntuoso

    alojamiento al portero de este estrecho del Sund, por el que pasan cada ao quince milbuques de todas las naciones.El castillo de Krongborg no tard en desaparecer entre la bruma, as como la torre de

    Helsinborg, que se eleva en la costa sueca, y la goleta se inclin ligeramente, impedidapor las brisas del Cattegat.

    La Valkyria era un buque muy velero, pero con esta clase de barcos nunca puedepredecirse lo que va a durar el viaje. Conduca a Reykiavik carbn, utensilios de cocina,loza, vestidos da lana y un cargamento de trigo; e iba tripulada por cinco lobos de mar,todos ellos daneses, que bastaban para maniobrar su aparejo.

    Cunto durar la travesa?pregunt mi to al capitn.Diez das, poco ms o menos respondi este ltimo, si a la altura de las Feroe no

    arrecia al Noroeste.Pero, suele usted experimentar retrasos considerables?No, seor Lidertbrock; no pase ningn cuidado, ya llegaremos.A eso del anochecer la goleta dobl el Cabo Skagen, que constituye el extremo

    septentrional de Dinamarca, cruz el Skager Rak, borde la costa meridional de Noruega,lamiendo al Cabo Lindness, y penetr en el mar del Norte.

    Dos das despus divisamos las costas de Escocia, reconocimos el promontorio dePeterhead, y arrumb la Valkiriaa las Faroe, pasando entre las Orcadas y las Shetland.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    36/166

    No tardaron las olas del Atlntico en azotar los costados de nuestra goleta; y como, almismo tiempo, tuvimos que navegar de vuelta y vuelta para avanzar hacia el Norte,venciendo la resistencia que el viento nos opona, nos cost gran trabajo el llegar a lasFeroe.

    El da 3 reconoci el capitn la isla Myganness, que es la ms oriental de este grupo, y,

    a partir de este momento, hizo rumbo al cabo Portland, situado en la costa meridional deIslandia.La travesa no ofreci ningn incidente notable. Soport bastante bien las inclemencias

    del mar; pero mi to se pas todo al viaje mareado, lo que, a ms de llenarle devergenza, contribuy a agriar ms todava su carcter.

    Esto no le permiti interrogar al capitn Biarne acerca de la cuestin del Sneffels, losmedios de comunicacin y la facilidad de los transportes, y tuvo que aplazar para msadelante todas estas investigaciones; se pas todo el viaje tendido en su camarote, cuyosmamparos crujan a cada cabezada del buque. Preciso es confesar que se tena muy bienmerecida su suerte.

    El da 11 montamos al cabo Portland, permitindonos la claridad del tiempo distinguir

    el Myrdals Yocul, que lo domina. Este cabo se halla formado por un enorme peasco, deescarpadas pendientes, que se alza aislado en la playa.La Valkyria, mantenindose a una distancia razonable de las costas, las fue barajando

    hacia el Oeste, navegando entre numerosas manadas de ballenas y tiburones. Notardamos en descubrir un inmenso peasco, horadado de parte a parte, a travs del cualpasaba enfurecido el espumoso mar. Los islotes de Westman parecieron surgir delOcano como rocas sembradas sobre la planicie lquido. A partir de este momento, lagoleta tom el rumbo de fuera para dar un respetable rodeo al cabo de Reykjaness, queforma el ngulo occidental de Islandia.

    La fuerte marejada no permita a mi to subir sobre cubierta con objeto de admiraraquellas costas bravas, azotadas y hendidas por los vientos y mares del Sudoeste.

    Cuarenta y ocho horas despus, sorteada una tempestad que oblig a la goleta a correr apalo seco, descubrimos por el Este la baliza de la punta Skagen, cuyos peligrososarrecifes se prolongan a gran distancia por debajo del mar. Subi a bordo un prcticoislands, y, tres horas ms tarde, fondeaba la Valkyria delante de Reykiavik, en la bahade Faxa.

    Entonces sali por fin el profesor de su camarote, algo plido y quebrantado, pero conel mismo entusiasmo de siempre y con la satisfaccin retratada en su semblante.

    Los habitantes de la ciudad, a quienes interesaba en extremo la llegada del buque, delque todos tenan algo que recoger, se agruparon en el muelle.

    Mi to se apresur a abandonar su presidio flotante, por no decir su hospital; pero, antesde dejar la cubierta de la goleta, me llev hasta la proa, y desde all, mostrndome con eldedo en la parte septentrional de la baha una elevada montaa, que remataba en dospicos un doble cono cubierto da nieves eternos, me dijo entusiasmado:

    El Sneffels! Ah tienes el Sneffels!Y despus de haberme recomendado con un gesto que guardase el ms impenetrable

    silencio, baj al bote que nos aguardaba. Yo le segu cabizbajo y nuestros pies notardaron en hollar el suelo de Islandia.

    De improviso, apareci un hombre de buena presencia, vestido de general. Sinembargo, no era ms que un sencillo magistrado, el gobernador de la isla, el seor barn

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    37/166

    de Trampe en persona. El profesor lo reconoci al instante. Le entreg las cartas que traade Copenhague, y se entabl entre ellos una corta conversacin en dans, en la cual notom parte, como era natural. Esta primera entrevista dio por resultado que el barn deTrampe se pusiese por completo a las rdenes del profesor Lidenbrock.

    El alcalde seor Finsen, no menos militar por su indumentaria que el gobernador, pero

    tan pacfico como ste, hubo de dispensar a mi to la ms favorable acogida.En cuanto al coadjutor, seor Pictursson, giraba a la sazn una visita pastoral a laregin septentrional de su dicesis, y tuvimos que renunciar, por lo pronto, al gusto deserle presentados. Pero, en cambio, trabamos conocimiento con un bellsimo sujeto, elseor Fridriksson, catedrtico de ciencias naturales de la escuela de Reykiavik, cuyoconcurso nos fue de inestimable valor. Este modesto sabio slo hablaba el islands y ellatn. Me ofreci sus servicios en el idioma de Horacio. y comprend en seguida queestbamos creados para comprendemos mutuamente. Y, en efecto, sta fue la nicapersona con quien pude conversar durante mi estancia en Islandia.

    Como ves, querido Axel hubo de decirme mi to, todo va como una seda: lo msdifcil ya lo tenemos hecho.

    Cmo lo ms difcil?exclam yo estupefacto.Pues claro: slo nos resta bajar!Mirado desde ese punto de vista, tiene usted mucha razn; mas supongo que, despus

    de bajar, tendremos que subir nuevamente.Bah! bah! Lo que es eso no me inquieta! Con que, manos a la obra, que no hay

    tiempo que perder. Me voy a la biblioteca. Tal vez se conserve en ella algn manuscritode Saknussemm que me gustara consultar.

    Entretanto, yo recorrer la ciudad. No piensa usted visitarla?Oh! eso me interesa muy poco. Las curiosidades de Islandia no se encuentran sobre

    su superficie, sino debajo de ella.Sal y ech a andar sin rumbo fijo.No habra sido fcil perderse en las dos calles de Reykiavik de suerte que no tuve

    necesidad de preguntar a nadie el camino lo cual, hecho por signos, expone las ms de lasveces a muchas equivocaciones.

    Se extiende la ciudad, en medio de dos colinas, sobre un terreno muy bajo y pantanoso.Una inmensa ola de lava la cubre por un lado y desciende hasta el mar en declive suave.Por el otro, se extiende la amplia baha de Faxa limitada por el Norte por el enormeventisquero del Sneffels, y en la que, a la sazn, no haba fondeado ms buque que laValkyria. De ordinario se hallan resguardados en ella los guardapescas ingleses y france-ses, pero entonces se hallaban prestando servicio en las costas orientales de la isla.

    La calle ms larga de Reykiavik es paralela a la playa, y en ella se hallan instalados losmercaderes y negociantes, en cabaas de madera, hechas de vigas rojas horizontalmentedispuestas; la otra calle, situada ms al Oeste corre hacia un pequeo lago, pasando entrela casa del obispo y las de otros personajes extraos al comercio.

    No tard en recorrer aquellas calles sombras y tristes. A veces entrevea una mancha decsped descolorido, que semejaba una vieja alfombra de lana, rada a consecuencia deluso, o algo que pareca un huerto cuyas raras legumbres, patatas, coles y lechugas, sloeran dignas de una mesa lililputiense. Algunos alheles enfermizos pugnaban tambin porrecibir algn rayo de sol.

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    38/166

  • 8/13/2019 Verne - Viaje Al Centro de La Tierra

    39/166

    X

    La mesa estaba servida, y el profesor Lidenbrock, cuyo estmago pareca un abismo sinfondo, efecto de la dieta que a bordo haba sufrido, devor con avidez. La comida, msdanesa que islandesa, nada tuvo de notable; pero nuestro anfitrin, ms islands quedans, me hizo recordar a los hroes de la antigua hospitalidad. Sin gnero alguno deduda, nos encontrbamos en su casa con ms libertad y c