13
Viaie intelectual Migraciones y desplazamientos en America Lati na (1 880- 1'91 5) Beatriz Colombi (/) o U I- 0::: U (/) o (/) Z w 73E ATR/ Z V /TE RBO ED/ TOR A

Viaje Intelectual _ Beatriz Colombi

Embed Size (px)

DESCRIPTION

fragmento

Citation preview

  • Viaie intelectual Migraciones y desplazamientos en America Latina (1 880-1'91 5)

    Beatriz Colombi

    (/) o U I0::: U (/) o

    ~ (/) Z w

    73E ATR/ Z V /TE R B O ED/ TOR A

  • Kropotkin y otros filantropismos , iria condiciona ndo la emergencia de Boedo hacia los an os ' 20 ." (Vinas 199 8: 187 )

    8 Sobre el intelect ual hispanoameri cano y el fin de siglo, vease David Vinas, L iteratura Argentina y politico (1996); Angel Rama, La ciudad letrada (1983); Carl os Real de Azua , "Modernismo e Ideologias" (1986); Julio Ramos, Desencu en tros d e la modernid ad en Ameri ca Latina (1989); Rafael Gutierrez Girardot , El intelectu al y la h is toria , (2001); Javier Lasarte V.Territor ies intelectuales. Pensam iento y Cultura en A merica Latina (2001).

    o La radicalidad de su posici6n Ie vale un distanciamiento con Dario hast a 191 0, aunq ue la rel aci6n siempre fue pr6xima , si nos guiamos por las nota s y corresponde ncia que inter cambiaron con frecuenci a en los ano s parisi nos y rnad r il enos. Veinte a fios mas tarde, en El dolor d e escribir , Ugarte reed it ara sus ide as r especto al modernismo, qu e vera como un movimiento imitativo, un past iche, una estetica de "deracines", muy lejos del arte nacion al y social al que aspiraba.

    10 Veas e Oscar Teran "E l primer ant iim perial ism o lati noarner icano" (1986). 11 Ci tado por Norberto Galasso. Manuel Ugarte: un argentin o "mald ito"

    (19 85: 56) . David Vin as piensa, por el con tr a r io, que Ugarte se r el aciona mas con Sarmiento y el an a lisi s decimonono de esta tensi6n norte sur, a la que tan 5610 anad e e l t6pico de la "balcanizaci6n" (Vinas 1998).

    12 La patri a grande comp ila artfcul os publicados durante las dos primeras decad as del s iglo.

    13 El "w ilsonismo" implic6 el enmas caramiento de un a polftica exterior expans ionista baj o lem as demag6gicos sobre la democracia y la uni6n de los pueblos .

    14 Las ca r t as a Faure, Loubet, presidentes de la republica, al Consejo de Min ist.ros. a la Just icia , al Senado, y a la propi a Franc ia, peticiones y manifiesto s qu e George Clemehceau publico en I:Aurore bajo el nombre de manifestes de s In t el lectuels, Vease Emil e Zola, Yo acu so. La verdad en mor cha (1 969 ).

    8. Parisiana. Viaje y neurosis

    El viaj e es una iniciaci6n en numerosos rituales , particularmente, en el de ser escritor. Mucho antes que la epoca que me ocupa y durante todo el si'glo XIX, Paris fue la estaci6n obligada del peregrinaje de distintas generaciones letradas y en algunos casos, el lugarde residencia permanente de exiliados 0 desterrados hispanoamericanos .' En el fin de siglo una constelaci6n de intelectuales poblaron las ciudades europeas como emigrantes, visitantes 0 refugiados politicos , confluyendo en su gran mayoria en Paris, consagrada como la capital artistica del momento. Entre los hispanoamericanos, la migraci6n se hace extensiva a los nuevos sectores especializados emergentes con la modernidad -periodistas, traductores, educadores, del egados culturales- quienes modificaran tanto la imagen del escritor como la percepci6n misma de Paris. Sin ser los mas reconocidos en los espacios de producci6n artistica, no son minoritarios en esta diaspora finisecular. Constituyen una colonia conformada por diplornaticos, cronistas , poetas, criticos, traductores , viaj eros ocasionales, desplazados, exiliados, j6venes promesas 0 novelistas establecidos."

    En una serie de tres articulos publicados en La Nacion, "Las letras hispanoamericanas en Paris", Dario sefiala la extensi6n

    184

  • e importancia de este nuevo fen6meno ("Yes digno de notar que gran parte de la elite de las letras de nuestras repiiblicas vive hoy en Paris"), y establece una cartografia de las figuras del escritor finisecular." Las funciones se superponen generando situaciones de doble pertenencia en este contingente, coino diplonuit ico -poeta 0 escritor-diarista, 10 que delata una gran heterogeneidad y hace evidente las contornos aun debil es de la profesionalizaci6n y la autonomia. El grupo mas numeroso esta formado por los cronistas de los grandes peri6dicos continentales 0 esparioles que constituyen la vanguardia de esta migracion (Enrique G6mez Carrillo, Manuel Ugarte, Amado Nerve, Ruben Dario, Luis Bonafoux) . Perotambien conforman este nucleo los nuevos poetas, prosistas y novelistas que adhieren a una estetica moderna y cosmopolita (Man uel Diaz Rodniguez, Amado Nervo, Franz Tamayo, Pedro Cesar Dominici, Angel Estrada, Guillermo Valencia), una vanguardia politica que despliega el activismo latinoamericanista desde el periodismo y las revistas (Cesa r Zumeta, Jose Marfa Vargas Vila, Manuel Ugarte , Rufino Blanco Fornbona), la nueva critica responsable de la difusi6n de los escritores del continente en las columnas de los diarios franceses (Jose Emilio Col l), ademas de traductores y numerosos secretarios y agregados a las. representaciones consulares. Pocos de estos escritores entrarcin en un "laberinto interlinguistico" (St ein er 2000), no obstante, establecieron una relaci6n distanciada con la propia lengua y cultura, rasgo constitutivo de la escritura viajera 0 desplazada .

    Los residentes parisinos traman amistades y rivalidades, intercarnbian influencias, procuran el cargo consular que completa los ingresos de la literatura 0 el periodismo, se hacen ofertas de trabajo, participan de proyectos editoriales, solicitan pr6logos , se recomiendan como traductores 0 se asocian en la direcci6n de revistas . La vida parisina impone lugares de reuni6n que operan como centros de solidaridad donde conjurar la dispersi6n

    186

    de la vida en la metr6polis. Frecuentan el medio periodistico y literario de la Rive droite , los grandes bares a la moda, el Napolitain 0 e1 Calisaya, los cafe literarios de la Rive gauche, el cafe Soufflet, el Vachette 0 el d'Harcourt (donde Darfo conoce a Verlaine). Uno de esos circuitos es el baile del Bullier "catedral del jolgorio estudiahtil en plena boga entonces" (Ugarte), que merece cr6nicas de Dario, Nervo y G6mez Carrillo, entre otros. Los sitios de encuentro se textualizan como cronotopos de estas historias particulares, que se interceptan estableciendo una red de toponimias comunes.' El cafe, sobre todo, es el centro de sociabilidad de los escritores. No es el caso de Enrique Larreta, quien segun l a sutil observaci6n de Dario, poseia la anomalfa de la riqueza. Su relata elige muy claramente otro ambito, el sa16n de madame Bulteau, la condesa Ana de Noailles, que por su sofisticaci6n remits mas 'il l espacio de los salones proustianos que al mundo de la emigraci6n hispanoamericana." Los editores fu eron otro punto de convergencia: "Cuantos escritores llegaron a Paris por entonces -Dario, Nerve, Carrillo- tuvieron que pasar por las horcas caudinas de Garnier. Y los que escaparon a Garnier cayeron, como Vargas Vila y Luis Urbina, bajo la ferula de la casa Bouret, mas hosca, menos pintoresca y con radio de acci6n mas reducido". (Manuel Ugarte 1951: 40). Traducen para Bouret, Michaud, Ollendorff, Garnier y en Espana, la frecuentaci6n de Ram6n Sopena 0 Francisco Sempere y Yagues, director de Mun. do Latino, es garantia de publicaci6n de la obra y paso seguro hacia la profesiirralizacion . Las revistas favorecen los proyectos compartidos y se publican en el eje Paris-Madrid, entre las mas importantes, Mundial Magazine (1911-1914) y Elegancias (19131914) dirigidas por Ruben Dario, La Revista de America (19121914) de Francisco Garcia Calder6n, La Revue Sud-americaine (1914) de Leopoldo Lugones, Ariel dirigida por Alej andro Sux; El Nuevo Mercurio (1907) y Cosm6polis (1919-20 ) a cargo de Enrique G6mez Carrillo.

    187

  • Entre los prot ocolos de soc ia bili dad, se destaca el enc uentro con los grandes escritores, a lgu no s instalados en el ca fe como Ver laine y, despues , Moreas, las figura s mas cit adas por to dos . Sy lvia Moll oy h a senala do que si la vis it a a Victor Hugo fu e la constante h asta los 80 - la qu e le prest a Groussac en 1883 quiz as cie r ra es te ciclo- , en el fin de sig lo, en cambio, la cita obligada se ra Rem y de Gou rmont, conside rado como el mas informado de to dos los esc ritores franceses sobre los t emas y autor es lat in oamer ican os. " La visita al escri tor de maxima autoridad 0 fam a es una variante de la au die nc ia con las gr a ndes person alidades - let r ados, sabios, cie ntificos, fil osofos- que es t able cfa el circ ui to del viaje letrad o. E l ri tu al , intermediado ahor a por el periodi co, empie za a r evest ir la forma de la iritero ieio.Dos libros de Gomez Ca r r illo de esta epoca r esp onden a es ta modalidad : Li ierat ura ext ranjera, estudios cosmopolitas (1894) y Almas y cerebros (1898 ). La mayorf a de los artfcu los son el resultado de un encue ntro person al donde, t ras la descr ipc ion fisica de los person aj es y su entorno, gabinete 0 cuarto de t rabajo, sigue un int erroga tori o "psicologico", con aires del test de Proust, matizado con consider a cion es y observaciones del cron is t a .

    Viaje y neurosis

    Pero Paris n o fue una supe r ficie uniforme si no un es pacio pl agado de es pejismos, simulacros y expectati vas negadas a s us vis itantes . Augusto de Armas en ca rn a mejor que ningun ot ro emig r ado la atraccion mal sana de Paris, pulsi on que a r ras a a escritores de los mas di versos or fgenes, como 10 con si gn a Darfo en Los raros: "Tenia por Paris esa pasi on n ost al gica qu e t antos h emos sen ti do, en todos los cuat ro puntos del mundo, esa p asio ri qu e hi zo dejar a Heine su Alemania, a Mor eas su Grecia, a

    188

    Parodi su Italia , a Stuart Merrill su Nuev a York ." (Dar to 1994: 185).Armas escribe sus R imes byzantines en fr ances sie ndo uno de los escasos poetas hispanoamericanos en lograr t al asim ilacion linguistica , no obstante, nunca consi gu e su a r raigo al medi o. La hist oria del poeta suicida, eficaz y opor t unamen te r eproducida , s e vuelve un r el a to ej empla r del mal fin al que puede inducir el trasplante. Paris como fracaso es tarnbie n el s ig na de ot ros viajer os . Juli an del Casal nunca logro t rasponer los Pirineos y r egreso a La H ab an a , empobrecido y casi en an drajos , en la bodega de un n avio de ca rga . Ot ro t anto Ie ocu r re a Hor ac io Quiroga , que r et orna con esa figura de dandy desarrapado que 10 a com pario el r est o de su vida . Paris 0 el su icidio son t ambi en las dos opciones del p r ot agoni s t a de Bohem ia sentimental de Gomez Car r ill o, que parece inspirarse en Au gu sto de Armas para con tar su h is tor! a : "Estaba loco y Paris era su rnanicomio. Despues de Paris , so lo una ciudad parecf al e h abitable : la inmens a, la obscura , la atrayente ciudad del su icidio." (Gomez Carrillo 1902: 12 ). Pero Gomez Car r illo est uvo lejos de id entifica rse con su person aj e, el joven e infeliz li t erato. Por el con t rari o, fu e el cronista del exito, el que a lcanzo la gran epoca de las ve la das de La Pl ume y se hi zo notor io por su fre cue n tacion con los famosos, "el meteco mas pari sino de Paris", segun Darto.

    Entre la asimil ac ion de Gomez Car r illo y el fr aca so de Augusto de Armas 0 Quiroga , se ubican los r efractarios como Dario, ''Y j arnas pude encontrarme si no extranje ro en t re esas gentes."? Segun Francisco Contreras , s u amigo y bi ografo, nunca se resigno al anonimat o parisino y preferia la fr ecuentaci6n de un pequ erio gr upo de hisp anoamericanos .Tuvo un es caso u ocasional contact o person al con escrito res fr anceses y so lo despues de cinco ari os de res id encia en Paris entrevis ta a Rem y Gourmont, quien se h ab ia manifes t ado elogiosamen te r especto a la edici6n de Prosas profanas , r egistrando es te enc uen t ro en un

    189

  • articulo compilado en Opiniones (1906). Paris ofrece pocas alternativas al extranjero. El fracaso, que en su punto mas extremo ll eva a la destrucci6n, el exit c, que supone ser un converso a su causa , 0 la r efracci6n, que depara el ghetto en la propia cu ltu r a. Dario, que fue un migrante por vocaci6n eligiendo como destino un peregrinaje continuo en busca de 10 nuevo, en Paris s e presenta como un suj eto diasp6rico, resistente a cualquier conc ilia ci6n con su nuevo aqui-ahora , como dira en la "E pisto la a la Senora de Lugones":

    Y me vo lvi a Paris . Me volvi al ene migo te r ri ble, cent ro de la neu ros is, ombligo de Ia locura , foco de todo surmenage , don de h ago bue na me nte mi pap el de sauv age en ce rra do en mi celda de la ru e Mari uau x . confiand o s610 en rni y resgu ardando el yo. (El ca nto erra n te )

    La ciudad pulsiona de modo tan intenso las expectativas del escr ito r com o para ser vivida como una patologfa . La analogia de Paris con la en fermeda d no es nueva, se encuentra ya en los Vici.j es de Sarmiento qu e habla de una "ciu da d enferma de fi ebre ce rebr a l". Asociaciones s im ila r es aparecen en G6mez Carrillo , que la llama "vor agin e" y "sirena fatal" en Bohemia sent im ental ; tarnbien Jose Fernandez, el personaje de De sobremesa de Jos e Asunci6n Silva , padece de "debilidad mental" en contacto con sus call es atiborradas y estrepitosas . La ciudad como perturbaci6n y mal forma parte de la constelaci6n de sentidos relacionados con el vicio, t6pico con el cual se construye discursivam ente la representaci6n urbana europea segun el cl asico trabaj o de Ca rl E . Schroske sobr e el tema. En Dario y otros esc r it ores se mantiene es t e imaginario epidernico (locu r a, surmenage, em br iaguez, intoxicaci6n, vicio). Pero la menci6n de la neurosis en el fr agmento del poema de Darto transcripto mas

    190

    arriba introduce otra posibilidad de lectura. En el poema, la libido se ha retirado de Paris para volverse, narcisista y, sobre todo, cautelosa, sobre el yo .

    En "Paris, la ciudad en el espejo. Declaraciones de amor de poetas y artistas a la 'capital del mundo''', Walter Benjamin explora la entrariable continuidad entre Paris y los libros :"Pa ris es un gran sal6n de biblioteca atravesado por el rio ." (Benjamin 1992: 73 ). Los libros inscriben a la ciudad en la literatura y a su vez dejan su leyenda en la toponimi a urbana, en un circuito de "cau t ivan tes argumentos" donde la ciudad se inventa como texto y el texto inventa a la ciudad. En el catalogo de 1a Biblioteca Imperial que recoge las referencias a Paris, Benjamin destaca una curiosidad, casi una exc entricidad: 1a mayoria de estos libros fueron escritos por ext r anj eros y son "declaraciones de amor a la capital del mundo'txlvlientras para Benjamin la relaci6n escritor-extranjero y ciudad-fetiche ti ene las connotaciones del "amor", para Roland Barthes es t a puede implicar como una neurosis de transferencia. En base a esta id ea, ya la lectura de los diarios de Stendhal , Barthes (t an interesado, como sabemos, en el genero") esboz6 una teoria de la literatura de viaj e en uno de sus ultirnos escritos: "No se con sigue nunca hablar de 10 que se ama" (Bart h es 1994: 347-357).

    Detengamonos por un momento en los relatos del viaje a Italia de Stendhal que motivan esta asociaci6n. A traves de su lectura, es posible comprobar que la doctrina del viajero frances , tanto en Roma, N apoles y Florencia (18 17) como en Paseos por Roma (1829 ), es una exten sion de su teoria del amor aplicada al espacio." El viajero stendhaliano exper imen t a el "fiechazo" ante la vision del obj eto turistico anhelado, estableciendo explicitamente esta equiva lencia, "E s algo parecido a 10 que en amor se llama flechazo" (St en dh al, 1955: 481 ). Padece, ademas, la duda, transita el extasis y la cristalizaci6n y hasta llega

    191

  • al desfallecimiento, experiencia propia del sujeto de la pasi6n amorosa. En Roma, par ejemplo, sospecha del amor que sentira par ella -fantasea-, comprueba la fascinaci6n que la ciudad ejerce sabre su espiritu -cristaliza-, titubea en dejarla par cierto tiempo -duda- y regresa can el mismo entusiasmo can que reencuentra a su amante.

    Respecto a esta di n amica entre el viajero y su espacio, Barthes dira que el viaje desencadena una actualizaci6n de deseos inconscientes sabre el objeto, detonando reacciones ernocionales, gratuitas, inmotivadas, extremas y, casi siempre, maniqueas: "Es sabido que Italia, para Stendhal, ha sido el objeto de un auten ti co transfert , y tarnbien es sabido que 10 que caracteriza al transfert es su gr atuidad: seinstaura sin un motivo aparente." (Barthes 1994: 348). Para Stendhalla patria, y par 10 tanto el Padre, se identifican can Francia, mientras que Italia se funde, de modo particular, can la madre y las mujeres . La enajenaci6n par Italia produce trastornos en el trans ito de la sensaci6n allenguaje, desembocando en el fracaso y la "afasia que nace del exceso de amor" (Barthes 1994: 355) . El proceso concluye en la incapacidad de narrar, "no se consigue hablar de 10 que se ama", 10 que origina frases hechas, interjecciones adrnirativas, superlativos y elise lexica . Stendhal s610 consigue expresar apropiadamente ese amor veinte arios mas tarde en La Co rtuja de Parma, "gr acias a una especie de a destiempo que form a parte de la retorcida 16gica del amor" , dice Barthes.

    Par su parte, Denis Porter en Haunted Journeys. Desire and Transgression in European Travel Writing (1991), al plantear una lectura psicoanalltica del viaje, sostiene tambien la idea de tr ansferencia:

    EI psi coanal isis tarnbien nos ayuda a entender la fuerza de la inversion que los individuos hacen en un pais u otro a tr aves de la teoria de la transferencia . Los deseos inconscientes, como Lacan fr ecuentemente nos recuerda, insisten en reproducirse en escenarios de nuestra vida adulta, que son retransfi

    192

    guraciones de escenarios fantasrnaticos tempranos. Asi , como sera evidente en los textos discutidos aqui, las decisiones concernientesa la fuga a el exilio de la tierra natal junto can la aceptacion 0 el rechazo de los paises a traves de los cuales se viaja, a menudo derivan de identificaciones que dependen menos de facto res objetivos que de proyecciones de prototipos tempranos en el espacio geografico. Las transferencias positivas a negativas que la gente hace en los paises son frecuentemente tan poderosas e irracionales como aquellas que se realizan sobre los individuos , Par otra parte, can los paises , como sugiere Freud en su clasico ensayo respecto a la gente (se refiere a "Observ aciones sabre el amor de transferencia") es virtualmente imposible distinguir en t re "amor de transferencia" y la cosa real. (Porter 1992: 11, la traducci6n es rnia ).

    La sensaci6n de familiaridad con un lugar, el deja vu, es como una vuelta al utero materna, ala calidez de una escena perdida. El escritor-viajero suele estar en presencia de un fantasma que en el pear de los casas puede llevarlo al mutismo -al desvanecimiento, al desmayo- y en el mejor, al ejercicio desenvuelto de la palabra -la narraci6n. La pasi6n par Paris para los extranjeros esta matizada par las mismas coristantes emotivas que Barthes descubre en Stendhal, a que Porter atribuye a esta experiencia, comprornetiendo tanto los destinos como los relatos que se producen sabre la ciudad. Los visitantes hispanoamericanos establecen una compleja red transferencial can Paris, proyectando sabre ella una geografia hecha de arraigadas fantasias . Paris es casi siempre una promesa de felicidad, la chasse au bonheur. Una expectativa de placer y plenitud, la parisina:

    Paris es embriagante como un alcohol ; hay personas refractarias a todas las alcoholicas intoxicaciones . Hay quienes hacen de Paris su vicio. Hablo del Paris que produce la ptxrisina, del Paris en que la existencia es uri arte y uri p lacer . Tal Paris embriaga de lejos . El chino, el japones, el negro . el ruso, el yanqui, el criollo, sufren su atraccion de la misma manera. EI paraiso, un verdadero paraiso artificial, se reconoce a la ll egada. (Dari a, "Paris y los escritores extranjeros", LN 12 de agosto de 1907)

    Pera de la atracci6n se pasa al padecimiento amoroso, como Jean Moreas -otro escritor migrante en la ciudad- que "pade

    193

  • cia gozosamente de parisitis", Las citas pueden multiplicarse: "Se padece fuera de Paris la enfermedad de Paris", "Es que hay una especie de brujeria en la villa divina e infernal que posee Y no suelta jamas", "A la verdad , Paris se infiltra en la sangre, penetra en el aspfritu, se convierte en necesidad."" (Dario, "De la necesidad de Paris", LN 30 de setiembre de 1910) . La lexicalizaci6n del amor para aludir a la neurosis del viajero no ofrece dudas y, como el flechazo stendhaliano, se expresa en un paradigma que explora todas las posibilidades de nornbrar sus efectos y consecuencias: parisitis, parisitui, parinizaci6n.

    Paris infligi6 la herida mas profunda al narcisismo del escritor hispanoamericano: el anonimato. En Cartas persas Montesquieu atribuye a un parisino la pregunta Gc6mo alguien puede ser persa?, Dario reescribe la ironia "GC6mo este hombre es extranjero Y sin embargo, tiene talento?" ("Paris y los escritores extranjeros"). La ret6rica del resentimiento invade la figuraci6n de un espacio uniformemente excluyente. "Paris no nos conoce en absoluto, como ya 10 he dicho otras veces", "A nosotros no nos ha tocado aun el memento" ("Las letras hispanoamericanas en Paris") 0 en Ugarte "Nosotros no eramos nada. Peor que nada. Nosotros eramos an6nimos 'rastas' (la palabra 'met s que' no habia nacido aun)" (Ugarte 1951: 28 ). Pedro Salinas llam6 a esta relaci6n tortuosa y despechada el "complejo de Parts"!' y el proceso de desencanto de Paris, del cual Dario fue el principal vocero, ha sido ampliamente analizado por Sylvia Molloy en La diffus ion de la litterature hispano.americaine en France au XX'sieele (1972).

    El viajero insiste en la satisfacci6n de una energia dinamica y oscura, esa fantasia de consagraci6n que el mundo parisino no Ie puede brindar. Con todo, Dario no incurre en la afasia stendhaliana, sino que responde con una representaci6n de la ciudad articulada sobre la desilusi6n que, si bien no consigue

    194

    romper el hechizo, al menos interpone la distancia. " Quiero decir: el t6pico del desengafio sirve para restafiar las heridas y devolver, en reciprocidad, una imagen transformada de la ciudad amada e inconquistable.

    La representaci6n estereotipada de Paris entre los hispanoamericanos genera un relato que podemos llamar del modo como Dario titulo uno de sus libros :Parisiana . Laparisiana de fin de siglo no puede prescindir de ciertos motivos, la bohemia, los estudiantes, las grisetas, Mimi, las aventuras amorosas, la garconniere , los libros viejos a orillas del.Sena, el cafe , e1 baile de Bullier.Y de cierta geografia urbana: Montmartre, el Barrio Latino, el bulevar, que tiene como antecedente las pautas de representaci6n de la ciudad dadas per las fisiologias de mediados de siglo. En "Le Flaneur" , Walter Benjamin sostiene que, hacia 1840, el gencro 'ae las fisiologias alcanza un gran desarrollo y divulgaci6n en Francia, siendo en un primer momento su objetivo los tipos urbanos, para desplazarse despues hacia la ciudad en sus distintas versiones: Parts la nuit, Paris atable, Paris dans l'eau, Paris acheval, Paris pittoresque, Paris marie (Benjamin 1980). Estas estampas sobreviven como palimpsestos de las versiones finiseculares, ya que todo relato parisino suele incluir los temas y escenas pautadas por esta agenda urbana establecida. Casi todos los escritores que se mueven en el eje Paris-Madrid escribieron su libro parisino, su parisiana 13 que afiade a la figuraci6n de la ciudad el t6pico de la nostalgia-decepci6n por los buenos tiempos idos . Leemos asi, en Dario:

    H ay un cabaret, a la manera de los de Montmartre, y e n donde cantan ca n cio n i s t as de los cabarets montmartreses ; s e llama el cabaret d es N octambules .Alii se nota un poco del pasado espirit u, un resto de la desaparecida ecuanirne al egria que se se ntia como una parte de la atmosfera del Ba rrio. Mas la ilusion desaparece pronto con la po se de algunos de los artistas, en el fondo mas aburguesados que los mismos burgueses a qu ienes divierten, y con la aparicicn de los susodichos caballeritos de veinticinco alfil eres y sus

    195

  • Mimis que s uefian Doucet, Paquin y Virot, Concluidos los mernorables lugares como.el cabaret de la Boheme, dir igido por un curioso tip o, Leo Selicore. Acabad os, eva por adcs , los cen trn s en que habia vardader o entus iasmo y arnor por la s cos as del arte y del pensamiento, como la antigua Plume, que reun ia en comidas que pr esidia siernpre un maestro, Verlaine, Zola , Leconte de Lisle, Ma llarrne , entre ct ros a toda la eli te de la joven lit.er at ura, de donde sa lieron un os cuantos que hoy son gloria y org ul lo de las letras francesas . Los cafes mism os han evo luc iona do , y no con ventaja . Aquel d 'Ha rcout que era uno de los puntos de reuni6n de intelectual es, de poet as , de a r tis t as , de estudiantes , se ha convertido hoy en un estab lecimiento de hete r6cli t a c1ientel a. (Dad o, "En el pais latino", LN 3 de febr er o de 1911).

    El fragmento es uno de los tantos textos sobre la desaparici6n del Paris dorado. La bohemia se ha olvidado, el Barrio Latino ha perdido su encanto , el Bullier no cuenta ya con su concurrencia, las damas y gentlemen sustituyen a las grisetas y estu diant es , la taverne del Pantheon no recibe mas a V~rlaine (no puede recibirlo, clare), el can -can ha sido olvidado por el cake walk , el "yanqu ismo" y "ult r amodern ismo" 10 invade todo, y hasta el cafe, ultimo basti6n de los escr ito r es , ha dejado de ser un lugar convocante . El proceso compromete al arte que se aburguesa, mercantiliza y vuelve complaciente. La nueva parisiana tiene un efecto corrosivo, socava el prestigio artistico de la ciudad, desdibuja su fantasma , perjudica sus bulevares, ernpafi a las rutilantes vidrieras. Paris es un mundo de signos sin correspondencia, un bosque sin secretas analogias . En los micro relatos parisinos de las cr6nicas de Dario, donde invariablemente cumple el rol de cicerone de un joven ingresante (es decir, como el responsable de la transmisi6n de una narraci6n sobre Paris para los nuevos escritores ), todos los si gnos naturalizados del "Paris eterno" son desarticulados. Paris ha cambiado y est a constataci6n rehistoriza el mito e insinua el gesto iconoclasta , el delenda est Paris.

    (,C6mo hablar de Paris? Para Sarmiento Paris fue un enigma que quiso develar a partir de distintos ingresos. Intent6

    196

    primero una taxonomfa y, ante la imposibilidad de seccionar a Paris para su analisis , fragment6 a los posibles observadores segun sus intereses: sabios, literatos, artistas 0 politicos. El enigma persisti6 en asociaciones que le evocaban la metamorfosis permanente -"pandemonium", "carnaleon", "laberinto", "torbellino"- y por 10tanto la imposibilidad de atrapar la silueta de su objeto .Apuro entonces otras entradas y est r ategias de conocimiento. Por sus calles (la flaneri e , en una asimilaci6n tanto fisica como linguistica.je (lane), por sus instituciones (Ia carnara de representantes , la entrevista a los hombres celebres, Guizot, Mackau, Thiers , San Martin ), por sus salones (Mme. Ta stu ), por sus placeres (pero Sarmiento nos priva de conocer al vi aj ero stendhaliano, "Omito otros detalles", dice ), por sus espacios p'opulares doride la sociedad se democratiza . Todos

    "'

    rodeos 0 perifrasis (lingtiisticos y peatonales) necesarios para hablar de la ciudad-mito que, finalmente , le destina el desengario. Sarmiento habia sacr aliza do su ent r a da a Francia comparando su ingreso con la emoci6n del nino que va a recibir la primera cornunion. Pero su viaje marca el inicio del desencanto del viajero, topico romantico que Sarmiento politiza, descubriendo que la Restauraci6n se desdobla: si en Francia impera la restauraci6n monarquica, en America 10 hace el Restaurador de las leyes . Sus dos caras, separadas por el oceano, lle van al absolutismo, el atraso y la barbarie . La matriz euforica del relato se invierte, perc Francia persiste como "foco" y "prisma", tamiz de toda percepcion americana . En el fin de si glo, Groussac, qu e no pudo ser profeta en su tierra, padece el anonimato en la terturlia de Victor Hugo, su maitre a. penser hasta los ochenta, esc enificando la frustraci6n del reconocimiento. En los escritores del novecientos la pregunta no sera como hablar de Paris, sino, en todo caso, que ha quedado de ese relato de Paris. Alfonso Reyes, que deja la ciudad con el estallido de la Primera Guerra , le escribe a Pedro Henriquez Urena desd e su residencia

    197

  • madrileria "Aqui asta el porvenir, no 10 dudes . Paris ha dejado de existir" (Reyes-Urena 1981: 168). Acaso fue necesaria esta delenda est Parts para curar la neurosis y reinventar el viaje y la ciudad para los futuros pasajeros .

    #

    Tour y desvio. Horacio Quiroga

    Creame, Ptiyro, yo fui a Paris s6lo por la bici cleta Horacia. Quiroga a Julio Payr6 14

    Todo viaje conjuga exploraci6n del. mllndo con autoexplo

    raci6n, mas aun cuando su escritura nace al resguardo de uri diario intimo. Horacio Quiroga sale ala busqueda de su propia imagen de escritor a partir de una practica consagratoria para los rituales del arte -el viaje a Paris . Este permite evadirse de la ley local , de la presi6n de 10 conocido, de la cultura del pe

    quefio mundo, para asomarse al vertigo del narcisismo, ala con templaci6n del rostro en un espejo, Yen una espiral de perdid a o ganancia irreversibles , al precio a pagar por la escritura. Quiroga no inaugura el viaje del fracaso -aunque el suyo 10 sea del modo mas ejemplar- pero desvia la erotizaci6n de Paris, como veremos, hacia nuevos objetos . El diario incluye el relato de algunos suefios durante la travesia en barco camino a Europa , uno de e110s es particularmente significativo para esta lee

    tura:

    En el boudoir me es t aba ri vist iendo de mujer para qu e no me conociera cierta person a de Montevideo. A un a indicacion de las mujeres me puse crema limon por toda la cara : pero no tenia habi to de ello , la distribuia mal, a polotones, de manera qu e mi cara iba tomando poco a poco la triste sonrisa de un clown enferrr.:: No me reconocia casi en aq uella expres ion de profundo desc, ali en to. como en esas ca ras livid as y quietas que se han reldo much o. Entro la . persona. "Por los ojos 10 con ocere ", dijo . Y me m ir a con deten cion. mu y de cerca, mi entras yo la dejaba hacer, sin fuerzas para nada. "Es Horacio", exclamo,

    198

    y se fue, y con ella tod os, y qu ede en la t ris t e realid ad de mi rid fcu la figura, de mi cara pintada, olvidado de todos .., (p,l OO)

    El suerio expresa el deseo de transformaci6n popia de la situaci6n del viaje, por su caracter de corte e inmersi6n en una nueva realidad que conlleva la sensaci6n de libertad emocional, pero tambien el temor a que el universo familiar dejado atras pueda aparecer e interrumpir esta fantasia de otredad.

    L~ centralidad del suerio es la propia imagen lc6mo me veo?, lc6mo soy vista?, lme reconocen?, lme reconozco? Como en el suefio, Quiroga se enmascara a 10 largo del viaje bajo diversos papeles -dandy, ciclista amateur, turista, bohemio, cronista. Si el m6vil del viaje no aparece nunca explicito en su relato -como observa acertadamente Rodriguez Monegal- es porque este reside en construir la mas importante de sus ficciones, la ficci6n de si mismo.

    La primera fantasia diurna en ~l Diario es el exito literario. Desde las primeras paginas se afianza la creencia en una fama futura que como una promesa sostiene la peri6dica anotaci6n: "Ademas, me han entrado unas aureolas de grandeza como tal vez nunca haya sentido. Me creo notable, muy notable, con un porvenir, sobretodo, de gloria rara. No gloria popular, conocida, ofrecida y desgajada, sino sutil, extraria, de Iagrima de vidrio . lSera? 0 no sera? Esperemos" (90). El diario es el confidente de la escritura, allf se anotan los logros y las impotencias, se ensayan fragmentos de Los Arrecifes de Coral y del euento "Sin raz6n perc cans ado", con el que obtiene el premio literario del

    .semanario LaAlborada a su regreso al Uruguay. Tambien aloj a suefios, listados, mapas, direcciones, textos cifrados, dialogcs 0 notas escuetas que pueden esbozar el cornienzo de un cuento . El diario mismo parece tener el objetivo de transformarse en novela (decadente-modernista) con su personaje viajero cosmopolita, dandy, opi6mano, atacado de patologfas nerviosas, en una

    199

  • trama que se mueve en el limite entre la historia clinica, la libreta de gastos y el relata de un naufrago: "Germina en mi cabeza -hace dias- la idea de hacer una novela . La dejo obrar, no animandorne, por ahora, a provocar un parto que creo sera prematuro. En Paris 0 en Buenos Aires, prohare ..."(90).1 5Todo viaje letrado es, finalmente, un Bildu.ngreise y el diario de Quiroga no desmiente este caracter, Los libros 10 acornparian en el barco, El extrano de Reyles, Fecundidad de Zola, Manon Lescaut del Abate Prevost, 0 Safo de Daudet y en los dias de la penuria parisina, lectura y escritura se vuelven las unicas certezas a las cuales aferrarse. Para el uiajero-clochard que finaliza el relato la unica aventura posible sera la compra de libros baratos en los puestos callejeros a orillas del Sena y su disfrute en los espacios publicos (y gratuitos) de la ciudad. I

    El dandismo aparece como el rasgo mas distintivo de la imagen de escritor buscada en el viaje." El viajero-dandy marca su singularidad . Sobre todo, procura distinguirse en esa pequefia sociedad del pasaje, "Todos equilibrados, vigorosos, estupidos" (92) . Para distanciarse de la vulgaridad de los otros viajeros busca detalles que impongan fronteras; por eso transforma su apariencia (como en el suefio) "Yo me dejo la barba que tiene medio centimetro, el pelo largo y el cuerpo flaco" (92), se inventa otra personalidad, "me llaman Bermudez: yo dije que me llamaba asi" (90),0 se entrega al desenfreno de polkas, valses y mazurkas, otro modo de desprenderse de 10 familiar y entregarse al desequilibrio de ser otro, "Bailo como un desesperado" (97).11 El dandy contcmplara su imagen en una superficie espejada en todo momento; en el puerto ("Hasta crei que la gente que llenaba el muelle me mirabafijamente , como a un predestinado", 85 ); en el barco (se pregunta si es visto como sonso, loco 0 feo); llegado a Paris ("La gente de Paris al verme mover el cuero cabelludo did que soy un poeta desterrado del

    200

    Polo", 114); en el velodrorno, cuando viste su camiseta del Club Ciclista Saltefio ("Les llama la atenci6n mi camiseta con C.C .S .", 121 ). La escopofilia propia del viajero se revierte sobre si mismo y, en lugar de espectador, se vuelve espectaculo. La pobreza es otra forma del dandismo . No solo se desprende de la bicicleta, la jaquette, la maquina kodak y los anteojos, sino que como un personaje de Escenas de la vida de bohemia de Murger, 0 uno de esos artistas desesperados y pateticos de los cuentos de Azul, registra en la libreta el camino de enajen aci on de vivir de prestado, que no deja de narrar con cierto deleite decadente. Las especulaciones, sumas y restas en el Diario recuerdan las tribulaciones de Lucien en las Ilusiones Perdidas de Balzac y tambien, como para este provinciano, el viaje a Paris ofrece una, prueba de descenso moral. Pero la pobreza es sobreactuada, es un mctivo de la vida de artista, un limite que el sujeto debe tocar para hacerse acreedor a una fracci6n de esa leyenda: "Heme un poco comediante, s610 para que me tengan lastima y no me dejen de dar de comer." (149). La miseria parisina relatada en el diario Ie entrega un personaje que interpretara con obstinacion, el dandy desmanado, imagen que proyectara a conductas, habitos y vestimentas en los espacios que aun Ie aguardan , la selva y la frontera. EI diario de viaje es un prolegornsno de ese borde de las formas civilizadas que se corporiz6 en la bancarrota, el ridiculo 0 el desafio a cualquier orden establecido.

    Paris ofrece multiples focos de atencion para el viajero-turista: la aventura de exponer la vida en el cruce de un boulevard, la novedad de la ilumiriacion nocturna intermitente, la Exposici6n de Paris, Notre Dame 0 el Louvre. Pero nada pulsiona mas su interes que el ciclismo: "Estey hace media hora en el Velodromo. En este momento toca una marcha la banda de musica . Estoy medio loco iQue recuerdo! Y luego los

    201

  • titanes que voy a ver, m e ponen ex cit .adis imo" (120) . Locura y excitaci6n (como en el baile en el barco), denotan la erotizacion de la experiencia en el Ve16dromo de Pare des Princes en desmedro de los monumentos y circuitos turtsticos establecidos. La importancia de este escenario se traduce en la descripci6n minuciosa de los corredores , en la notaci6n de sus evoluciones, kilometraj es y tiempos -registrados en horas , minutos, segundos y quintos de segundos en la libreta- que ocupa largos fragmentos del diario, como un texto cifrado de su mas s ecr et a misterio de Paris. El escenario contrapuesto es la visita al cafe Cyrano, donde conoce a G6mez Carrillo, el nexo entre los latinos y las traducciones de .la prest.igiosa editorial Garni er, garantfa de trabajo y permanencia en la ciudad. Visitar a Carrillo - duen o de la mesa del cafe, de las relaci6nes, de las presentaciones en el mundo literario- es una estaci6n del peregrinaje parisino , motivo del vi aje a esta capital que Quiroga revierte . A la excentricidad del "pr fn cipe de los cronistas" opone la su ya propia, transcribiendo en su diario el dialogo en que le pregunta al guatemalteco-parisino, insistente e inutilrnente, si habla guarani, con la ingenua intenci6n de provocar una confrontaci6n cosmopolitismo/americanismo. El relato r evela la aspiraci6n de Quiroga de en con t r a r un lugar, aunque sea de este modo tan polernico, entre e1 grupo de la migraci6n del 900 congregada en el Paris de la Exposici6n Internacional, y remeda a los grandes cronistas -Carrillo, Manuel Ugarte , Amado Nervo, Ruben Darfo- en las notas sobre el evento que publica en La Reforma de su ciudad natal. 18

    Pero las dos escenas en el ve16dromo y en el cafe Cyrano funcionan de modo complementario y antag6nico. En ambos esp acios , Quiroga no es un "as" sino un advenedizo que unicamente puede alardear de americanismo 0 exhibir la camiseta del club ciclista saltefio para hacerse notar por la "gente de Paris" 0 por los hispanoarnericanos del cafe . En el desplante a

    202

    G6mez Carrillo -sinecdoque degradada del modernismo- podemos leer el comienzo de una ruptura con un modela que, si bien apuntala sus inicios, termina superado par las nuevas tentativas que llevaran su literatura mas al la del esteticismo finisecular. Antes que por el tour letrado y estetico, Quiroga opta por el desvfo, superando "el deseo de Paris" (es decir, el deseo que Paris inculca en el visitante, e1 de pertenecer y ser aceptado) e impone su propia deseo e itinerario (las bicicletas, las carreras, el velodromo). Sarmiento eligi6 el hip6dromo y el baile, por ser espectaculos populares e igualitarios. Los modernistas se instalaron en el cafe y el Bullier, la sociabilidad literari a y la fiesta estudiantil de la bohemia. Quiroga encontr6 en el ve16dromo una nueva relaci6n entre vida y literatura. Su a leph parisino no fue la J.'.ou r Eiffel ni la sociedad de los escritores, como para la gran mayorfa de los visitantes del 900, sino el deporte , el cuerpo y la maquina, nuevos objetos que anticipan las elecciones de su obra futura." El viaje Ie permite dejar atras . la ilusi6n de la consagracj6n parisina y abrir un nuevo archivo de experiencias urbanas que ignoran tanto los misterios de Eugene Sue como las buhardillas de los artistas malditos. La descripci6n de la carrera para e1 periodico del Salto impone otra cadencia a la sintaxis:

    Hasta los diez ki lometres , el carnpeon am ericano fue adelante ; Taylor pa so , Elkes volvio a pasar, y, en un empuje, se desp eg6: Perd i6 400 metros. A los 20 kilometres. es taba otra vez junto a su riv al. Siguen cor r iendo j un tos ; pe ro a los 20 kil 6metros Taylor a su vez se de sp ega y falto del cor aje del s tayer yanquee, anda rezagado 1000 metros. Continuan en esta relaci6n hasta los 45 kilcmet ros , cuando se desinfla el neurnatico de Ia rnaquina de Elkes , que ti en e qu e .cambiar por ot ra . Tayl or a provech a , pero con todo queda siempre a medi a vue lta a tras,

    Su ena la campana, Taylor demarra poderosamente; mas ya Elkes ha liega do a los 60 minutes , haciendo 55 kilometres. America ha vencido a Europa por segunda vez en el medio fondo, y Elkes qu ed6 clasificado carnpeon del mundo. (183)

    203

  • El ritmo de la escritura remeda el de un speaker que sigue sin al iento las evoluciones de los cicli stas, dando cuenta millmetro a milimetro de sus ventajas, rezagos y despegues . En el pedal eo por ellaberintico Bois de Boulogne, Quiroga encuentra su ritmo y ritma sus acciones, que no obedecen mas a las pitag6ricas esferas celestes, sino a una nueva l6gica de los Itmites, del desequilibrio del cuerpo y de la locura del alma .

    204

    Notas

    I Sobre el tema, vease el imprescindible trabajo de David Vinas ("La mirada a Europa: del viaje colonial al viaje estetico"1964-1996) donde analiza los relatos de los viajeros argentinos a Europa articulados entre dos principios opuestos que reglaron este discurso en el siglo XIX, el saber y el placer, en la progresicn que va a de la contemplaci6n a la posesi6n del espacio europeo. Tarnbien Mary Louise Pratt ("La reinvencion de Europa: la autoafirmaci6n criolla" 1992) recorre la impronta de Humboldt en los viajeros americanos y analiza el viaje de los criollos a Europa (par t icularmente el de Sarmiento) como un hito en la representacion de la metropolis que sortea la "asimetrfa colonial". Entre las reflexiones recientes, Florian Nelle C'Paris, los Pasajes Atlanticos y el discurso de la im itacion" 1997 ) establece el impacto de Paris en la adopcion de distintos rnodelcs de intelectual, Crit6bal Pera tModernistas en Paris 1997) examina el mito de Paris entre los hispanoamericanos en el Siglo XIX y su reverso en los aries veinte con la eniergencia de la novela de la tierra, Francisca Noguerol ("De parisitis y rastacuerismo: Ruben Dario en Francia" 1998 ), las rnetaforas de Paris en los textos hispanoamericanos.

    2 Sobre el tema , vease Sylvia Molloy La diffusion de la litterature hispanoamerica ine en France au XX, siecle (1972), Christiane Seris "'Microcosmes dans la capitale' ou lhistorie de la colonie intellectuelle hispano-arnericaniane a Paris entre 1890 et 1914" (1989) YSusana Zanetti "Modernidad y religacion: una perspectiva continental (1880-1916)" (1994).

    3 La Naci6n, 16 y 26 de febrero, 10 de marzo de 1901. , Segun Bajtin en la novela geografica antigua, "el momento mismo del

    viaje, del camino, tiene un caracter real e introduce un centro organizador real , importante, en la serie temporal de dicha novel a" (Bajtin 1989: 237 ). El cronotopo del cam ino, uno de los topicos de la prosa ficcional primigenia, se vuelve un factor esencial en la escritura del desplazamiento, su principio 01'ganizador.

    5 Enrique Larreta era Ministro de Relaciones Exteriores de Roque Saenz Pena en Paris y rememora esta epoca en una Conferencia en el Jockey Club el 3 de mayo de 1939, reproducida en Obras completas, Madrid , Plenitud .

    G Fue traductor de La gl oria de Don Ramiro de Enrique Larreta. 7 Ruben Dario, "Paris y los escritcres extranjeros", La Nacion, 21 de agosto

    de 1907, 8 Son numerosos los textos sobre este tema, pero sobre todo tengo en cuen

    ta su relato de vieje al Japon, L'E mpire des signes (1970).

    205

  • o En p el amor , su 16gica del sentimiento amoroso, des corn pone la pasi6n en varios momentos escalonados y sucesivos: 1) la admiracion, 2 ) la fan tasia - "iQue gusto besarla 0 ser besado por ella"-, 3) la esperanza -el estudio de las perfecciones del objeto amado y la busqueda de "senales" de correspondencia 4) el nacimiento del amor -"experimentar placer viendo, tocando, sintiendo con todos los sentidos"-, 5) primera cristaliaacion - "Ia operacion del espiritu mediante la cual deduce de euanto se Ie presenta que el objeto amado tiene nuevas perfecciones"-, 6) la duda, l.me ama, amo? 7) segunda crist.alizacion del amor. (Stendhal 1955).

    \ 0 Todas tomadas de "De la necesidad de Paris", La Nacion , 30 de saptiembre de 1910 .

    II EI complejo de Paris es definido por Salinas tarnbien como una ralacion lib idinal de atracci6n "E sa atracci6n, compuesta de multiples y variados res

    plandores, que Paris ha estado ejerciendo mas de un siglo , sobre las moced a

    des de millares de artistas, desde Rusia a la Argentina." (S a li n as 1957 : 32).

    12 Adam as de los textos citados, "En el pais latino", La Naci6n, 3 de febrero de 1911, "En el Barrio Latino", La Naci6n, 4 de marzo de 1911, "Noches de Paris . EI Magazine Mundial", La Nacion, 23 de mayo de 1911, "BI deseo de Paris", La Naci6n, 6 de octubre de 1912.

    \ 3 Entre otros, Enrique Gomez Carrillo Sensaciones de Par is y de Madrid, Paris, Garnier (1899); Manuel Ugarte Paisajes parisienses , Paris, Librairiesimprimeries reun ies (1901) y Cronicas de Buleuar, Paris, Garnier (1903), Ruben Dario Peregrinaciones, Paris, Libreria de la Vda. de Ch.Bouret (1901 ) y Parisiana Madrid, Fernando Fe (1908), Ventura Garcia Calderon Frivolamente.. . (sensaciones parisienses), Paris, Garnier (1909). Amado Nervo El exod o y las [lores del camino, Obras completas, Volumen IV, Madrid, Biblioteca Nueva (1920); Jose Juan Tablada Los dias y las noches de Paris (1918), Emilio Bobadilla Buleuar arriba, bulevar abajo , Paris, Ollendorff (1912).

    I. Citado por Emir Rodriguez Monegal en Horacio Quiroga, El diario de uiaj e a Paris (1949: 54).

    15 Segun Rodriguez Monegal en el prclogo citado, los textos cifrados corresponden a la intencicn de escribir una novela.

    \ 0 Son numerosos los estudios sobre el tema del dandismo, aqui solo s efi a10 algunos de los textos fundamentales Yfundacionales en el analisis de este fenomeno, Charles Baudelaire "EI dandy" en El arte romcin tico, Obras, Madrid , Aguilar, 1963, pp. 687-689, Barbey d'Aurevilly, Du Dandysme et du George Brummell, Paris, Editions Payot y Rivages, 1997, Honore de Balzac, "T r a t ado de la vida elegante" , en Obras completas, tomo VI, Madrid, Aguilar, 1972, pp . 1049-1077 .

    11 Dice Barthes respecto al dandy: "De manera que el dandismo no es s610 una etica (sobr e la que se ha escrito mucho desde Baudelaire y Barbey) , sino' tambien una tecnica . La union de una y otra es 10que hace al dandi , y eviden

    206

    temente la segunda es garante de la primera, como en todas las filosofias asceticas (del tipo hindu, por ejernplo), donde una conducta fisica sirve de via para el ejercicio de un pensamiento; y como este pensamiento consiste aqui en una vis ion absolutamente singular de uno mismo, el dandi esta condenado a inventar incesantemente rasgos distintivos infinitamente nuevos: tan pronto se apoya en la riqueza para distanciarse de los pobres como busca 10 usado para distanciarse de los ricos: precisamente, la funci6n del "detalle" es perrnitir que el dandi rehuya la masa y no sea jarnas alcanzado por ella; su singularidad es absoluta en esencia, perc retenida en sustancia, pues nunca debe caer en 10 excentrico, que es una forma eminentemente imitable." (Ba rthes 2003: 405-6)

    \ 8 En la lista de pasajeros del viaje de regreso figura como "giorn a lis t a". \ 9 EI ciclismo es el primer es labon de la pasi6n de Quiroga por la velocidad ,

    luego vend ra la mote con la que recorre la ruta que une Buenos Aires y Rosa- ' rio . la aficion por la riautica y la busqueda del peligro en sus excursiones, aunque no sabe nadar, 0 la acrobacia aerea que describe en "Senaaciones de acrobacia aerea", en Horacio Quiroga (1993). Sobre la paaion tecnica en Quiroga vease Beatriz Sarlo "Horacio Q1,1.iroga y la hipotesis tecnico-cientlfica" (S a rl o, 1992: 21-42).

    207