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Vida Nueva México #40

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Previo a la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, el embajador de Brasil en México, Marcos Raposo Lopes, conversó con nuestro director sobre la expectativa del multitudinario encuentro.

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Page 1: Vida Nueva México #40

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No sorprende tanto la

actitud como las pala-

bras del embajador de

Brasil en México: hay un cli-

ma positivo en el interior del

gobierno de Dilma Rousseff.

Las multitudinarias protestas

sociales organizadas de manera

casi espontánea en semanas

pasadas significan un gran reto

para la administración vigente

pero también demuestran que

la población está resuelta a

no permitir gobiernos que no

dialoguen con ella. Sus jóve-

nes son herederos de la lucha

social y han reclamado que su

voz se escuche, se expresarán

lo mismo en la Copa Mundial

del Futbol, las Olimpiadas o la

próxima Jornada Mundial de

la Juventud en Río de Janeiro.

Brasil ha estado en la mira

del mundo, no sólo por los

eventos de gran calado que

estarán viviendo sino por las

manifestaciones públicas y sus

victorias que han despertado

a una sociedad aparentemente

conforme con los espectáculos,

¿cómo se entiende este fenó-

meno?

Brasil es más visible en el

mundo, sin duda por todo lo

que va a pasar pero también

por lo que se logró en el país

en los últimos 20 años y por

lo que ha sucedido en las últi-

mas semanas. Vemos con gran

éxito las manifestaciones de

la gente en la calle, la gente

participa, se queja y busca

solución a sus demandas. Su

las elecciones directas que se

pedían. Vimos a millones de

personas en las calles cuya

lucha significó la reconquista

de la democracia en Brasil.

Algunos años después, hubo

un movimiento semejante de

jóvenes que pedían el impea-

chment (juicio político) del

participación hace más viva la

democracia en el país. Pienso

que Brasil tuvo tres momentos

previos donde la juventud y

el pueblo fueron a la calle a

manifestar su reclamo. Hacia

1985, antes de la vuelta a la

democracia tuvimos el movi-

miento de las “Directas ya”,

“Que el mundo se contagie de la juventud participativa”

RAPOSO LOPESMarcos

EMBAJADOR DE BRASIL

FELIPE MONROY

Las multitudinarias protestas sociales organizadas de manera casi espontánea significan un reto para la administración de Dilma Rousseff

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presidente (contra Fernando

Collor de Mello, 1992) y lo

lograron, el presidente fue

juzgado de acuerdo con las ga-

rantías. Ahora los vemos nue-

vamente en la calle, pidiendo

cosas, arreglos generales en

el país. Eso es absolutamente

fantástico. La sociedad bra-

sileña está en un momento

especialmente feliz.

Sin embargo, las manifesta-

ciones traen otras situaciones.

El jueves 20 de junio marcha-

ron más de un millón de per-

sonas en Brasil, en diferentes

ciudades; tan sólo en Río de Ja-

neiro vimos una manifestación

de 300 mil personas, todas al

mismo tiempo en la calle, or-

denada y pacífica. El problema

es que, mezclados en todo ello

y aprovechando la vulnerabi-

lidad de seguridad, se dieron

complicaciones de seguridad

puntuales, hubo cuestiones

serias. Pero eso un mínimo

porcentaje y la situación es

la imagen. Sobre esto el señor

de la FIFA decía: “No sé qué

es lo que pasa. Yo ya vi cinco

veces ese semáforo destruido

por los manifestantes”, pero

era el mismo semáforo tomado

desde diferentes ángulos. En

todo caso, la repercusión inter-

nacional es importante. pero

es lo de menos La juventud

está en la calle, se queja de

lo que desea, con éxitos muy

inmediatos. Todo empezó con

el aumento del pasaje del bus

por una inflación residual.

pero detrás hay inflación. Sin

embargo, al final se logró que

no subiera. Luego, en la cáma-

ra de diputados se perdió la

enmienda constitucional que

era una de las peticiones de

esta gente. Los manifestantes

están hablando y el gobierno

está atendiendo. La presidenta

está recibiendo a grupos por-

que la realidad es que hay un

millón de personas manifes-

tándose en la calle y para esto

siempre hay dos soluciones:

o pones la policía para hacer

que se salgan de la calle o los

recibes para escucharlos y que

se salgan pacíficamente. El

gobierno optó por la segunda

hipótesis. Porque yo creo que

no hay brasileño en el exterior

que no tenga un joven o un

miembro de su familia que esté

participando en estas mani-

festaciones.

Hay un reclamo por el costo

de los eventos y el impacto que

puedan tener en la economía

del brasileño promedio…

El famoso 3.20 por 3 reales.

Eso es simbólico. Lo que su-

cede en Brasil es que algunos

con cierta edad recuerdan el

periodo de inflación terrible.

Nuestra inflación era una cosa

fantástica, llegamos a tener

una inflación del 40% al mes.

Ahora, por motivos económicos

locales y la crisis mundial, la

inflación despuntó un poco

este año, llegando al 6% al

año. En Brasil tenemos un

dicho: “gato escaldado tiene

miedo de agua fría”. Infla-

ción es inflación y a la gente

le preocupa. Es un miedo que

hay, ese 20 centavos signifi-

ca inflación. En 2013 vamos

a tener lo que algunos dicen

“una gran inflación” pero que

será semejante a una semana

de inflación en 1994. En fin,

esto ha provocado que la gente

se junte en grandes manifes-

taciones; y creo que mientras

permanezcan pacíficas son

perfectas y a lo mejor nos viene

bien como previo de la JMJ.

La miseria y la pobreza se nota, las favelas están al lado de los más ricos; por ello la desigualdad es más demandante

El Beato Juan Pablo II fue el gran iniciador de la

Jornada Mundial de la Juventud. Su carisma, y su

preocupación por los jóvenes nace de la experiencia

vivida en Polonia. Fue un sacerdote dedicado a los

jóvenes, y también fue un joven que convivió con los sacer-

dotes, religiosos y religiosas de su tiempo. Acompañar a los

jóvenes en este S.XXI es una tarea apasionante y compro-

metida. No se trata de evangelizar con la Palabra solamente

desde un salón parroquial o el aula de la escuela; se trata

de acompañar e integrar la Palabra en su mundo: la red, las

tecnologías, los mensajes de pocas palabras, y de fuerte

contenido. Los nostálgicos del pasado conciben los grupos

juveniles desde el coro parroquial, y las actividades extraor-

dinarias de la comunidad, son los conformistas, que tienen

la conversión personal, pastoral y comunitaria ausentes en

sus vidas. Hoy, el joven necesita escucha, atención, y nuestra

oración. Acompañar a los jóvenes es un don que uno recibe

cuando está con ellos, y una tarea imprescindible para el

futuro de una Iglesia que quiere más gestos que discursos.

Me cuesta comprender que las fotos más vendidas en las

agencias de noticias son aquellas que salen jóvenes tirando

piedras, encapuchados, atrapados por redes de explotación

de cualquier tipo. Esta juventud noticiosa la hemos construido

todos, a través de la indiferencia a sus problemas afectivos,

y también por no poner remedio a su fracaso en el proceso

educativo. Cuando trabajas con los jóvenes, aprendes. Su

lenguaje, su música, su manera de vestir nos aportan datos.

Los participantes de la JMJ interpelan con sus gestos, y lo

que para unos es testimonio vivo de una Iglesia que va

adquiriendo fuerza a través de una juventud convencida;

para otros, esta juventud católica, la califican de radical,

vacía y teledirigida, claro que, todo esto se hace desde un

sillón de oficina, para no comprometerse a vivir en un mundo

lleno de esperanza, y de responsabilidad. El documento de

Aparecida nos invita a un encuentro con Jesús profundo

que convierta nuestra espiritualidad en gestos de amor y de

paz. Y a este encuentro van los jóvenes, a querer hablar de

Él, desde diversas culturas, con distintas lenguas, a ofrecer

la mejor solución ante el vacío de vida, que existe entre

los jóvenes de su misma generación. La Jornada Mundial

de la Juventud es un don que tiene la Iglesia gracias a las

comunidades parroquiales, las misiones, las experiencias

fuertes de oración, la extraordinaria vida religiosa, los

movimientos laicales, y sobre todo gracias a Jesucristo

que sigue llamando al joven a no tener miedo, a demostrar

su Fe desde el convencimiento que es nuestro mejor argu-

mento. Los jóvenes son una tarea, no una moda pasajera.

Y si nos ocupamos más de ellos, la violencia disminuirá, y

la educación y la justicia aumentarán. Tarea de todos es

acompañarles para que descubran el don de ser discípulos

y misioneros, para que sean solidarios con las necesidades

de los que nada tienen, y sean jóvenes que conviertan sus

realidades, educando en el amor. Los jóvenes son un don y

una tarea; Río de Janeiro es una pequeña muestra de lo que

hay repartido por el mundo.

DON Y TAREA

FRAY JAVIER ACERODirector titular del Colegio Luis de León

▶ ▶

Page 3: Vida Nueva México #40

¿Por qué?

En los últimos gobiernos, 20

años prácticamente desde el fin

de la dictadura, se han venido

construyendo las bases sociales

y han venido mejorando. En

este momento se habla de Bra-

sil, de lo ha hecho bien pero no

ha hecho milagros económicos.

El gran acontecimiento suce-

dió en la parte social, se sacó

a 28 millones de personas del

hambre y 36 millones de po-

bres pasaron a clase media. Esa

gente ha visto un nuevo nivel

social y cuando les das algo, la

gente quiere más; en el acceso

a la educación quiere más. Esa

gente va a la calle ahora, pero

antes no podía.

Más que un desarrollo econó-

mico vimos más distribución

de la riqueza.

Lejos estamos de estar bien,

seguimos siendo uno de los paí-

ses más injustos; como gran

importador de granos pero con

gente con hambre.

Aún hay gente con muchas

necesidades, creo que cada

vez menos, y el problema es

encontrarlos y darle apoyo;

en ocasiones son invisibles

de tan miserables. Tuvimos

muchas críticas sobre estas

políticas sociales, nos decían

que parecían limosnas. El re-

clamo que nos hicieron fue el

famoso lema de mejor enseñar

a pescar que darles pescado; el

problema nuestro es que tenía-

mos 20 millones de habitantes

que ni siquiera tienen fuerza

de ir al río.

Enseñar a pescar al que no

tiene manera de llegar al río no

tiene sentido, de allí el progra-

ma de distribución de renta.

¿Qué hay de las zonas margi-

nadas como las favelas?

La miseria y la pobreza se

nota, las favelas están al lado

de los más ricos; por ello la des-

igualdad es más demandante.

Durante años en estas favelas

se dio un convivio en el que la

gente creía que estaba bien que

la labor del Estado no llegara.

La policía terminaba allí, a las

puertas de las favelas; pero

PBRO. MARIO ÁNGEL FLORES RAMOS Rector de la Universidad Pontificia de México

NO SE DEJEN ROBAR LA ESPERANZA

Hablar de la juventud no solo

significa una época definida

de la vida que oscila entre los

16 y 25 años de edad, sino la

etapa psicológica, mental y espiritual

en la que se debe alcanzar la identidad

personal que lleva a la madurez, lograr

la preparación suficiente para insertar-

se en la dinámica social y, no menos

importante, es el tiempo para tomar las

decisiones fundamentales que orientan

la vida para la plena realización. Las

condiciones actuales en el desarrollo

cultural y social han hecho más difícil

alcanzar estas metas por lo que es muy

común hablar de jóvenes que están al-

canzando su identidad, su preparación

y sus definiciones para la vida hasta

los treinta años o un poco más, con los

problemas que esto conlleva.

En todas las naciones del mundo se

implementan políticas públicas y

muchos organismos internacionales

participan en costosos programas para

facilitar la preparación y la inclusión

de los jóvenes en la sociedad, pero

los resultados están muy lejos de ser

positivos, agravándose el panorama

por la creciente influencia de ideolo-

gías deshumanizantes y de prácticas

negativas que favorecen los vicios. No

solo nos encontramos con la habitual

marginación de millones de jóvenes en

las sociedades más pobres, sino que

ahora son un problema mayor en las

naciones más desarrolladas no obs-

tante las grandes oportunidades de

preparación, ya que, al final, no hay

espacio para ellos en la sociedad. Los

jóvenes se han declarado “indignados”

por estas condiciones siendo protago-

nistas de distintos movimientos de

protesta y de cambio en el modelo

social y cultural, ya sea en Europa,

el Oriente, los países musulmanes o

Latinoamérica .

¿Qué sentido tiene ante todo esto la

próxima Jornada Mundial de Jóvenes

tampoco subía el Estado para

organizar hospitales, médicos,

luz eléctrica.

La policía subía una vez al

mes con armas, y autos blin-

dados, como para una guerra;

hay un lugar que se llama ‘La

Franja de Gaza’ eso evidencia el

nivel de violencia. En razón del

poder de los narcotraficantes

en las favelas, el Estado subía

de vez en vez, arrestaba a dos,

mataba a alguno y bajaba. La

idea es que no basta subir sólo

con policías.

La primera favela pacificada

fue Dona Marta; y la gente vio

cosas positivas: una, que le en-

cantó que el Estado se hiciera

presente, que no tuvieran que

refugiarse por orden de los nar-

cotraficantes.

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Es lo que querían: colegios,

centro de salud, limpieza, dre-

naje. Las primeras ocupaciones

eran un acto de guerra, se en-

traba, no se decía cuándo y se

hacía para arrestar a la gente.

Después se pensó que eso no

era lo correcto.

Había que ofrecer otras accio-

nes del Estado. Con todo, esta

atención y pacificación es aún

muy precaria porque hablamos

de lugares verdaderamente

abandonados.

Hay lugares tan ocultos, tan

escondidos que lo primero que

se debe hacer es que pase luz,

que entre aire.

Que llegue a esa gente que

está allí debajo, que no existe.

Y bueno, en todo esto es muy

importante el trabajo de las

iglesias; sin duda de la cató-

lica que sigue siendo la más

numerosa en el país; pero cada

vez más se ve la presencia de

las iglesias pentecostales y

evangélicas en este apoyo. Y

está bien porque Brasil es un

pueblo muy religioso.

La primera favela pacificada fue Dona Marta y la gente vio cosas positivas como que el Estado se hizo presente

▶ ▶

Page 4: Vida Nueva México #40

en Rio de Janeiro promovida por la

Iglesia católica? ¿Qué puede hacer el

papa Francisco ante estos inmensos

problemas que desbordan la capacidad

de las naciones más poderosas y del

conjunto de los organismos interna-

cionales? ¿Valdrá la pena convocar a

millones de jóvenes de todo el mundo

en medio de este ambiente de frus-

tración e impotencia? La respuesta

es sencilla y profunda, lo que puede

hacer la Iglesia y lo que pretende lo-

grar el Papa es acercar a los jóvenes

al Evangelio, a la Buena Noticia de

Jesucristo. No basta un enorme monu-

mento de Cristo como el que domina la

ciudad de Rio de Janeiro, es necesario

llevarlo al corazón para convertirlo en

el horizonte de madurez, preparación

y definición que nos lleve, en medio

de las preocupaciones inmediatas, al

sentido profundo de la vida: ¿Qué debo

hacer para alcanzar la vida eterna?, le

preguntó un joven a Jesús, “cumple los

mandamientos y, si quieres ser perfec-

to, toma tu cruz y sígueme” le contestó

el Maestro y Buen Pastor. Exactamente

lo que la sociedad actual no propor-

ciona a nadie y menos a los jóvenes:

buscar la realización como personas

comenzando por el principio básico

del bien: “ama a Dios y a tu prójimo”

y siguiendo con la exigencia plena en

la que Jesús es el camino, la verdad y

la vida. Se trata de llenar la juventud

de ideales para luchar por ellos a lo

largo de la vida y no solo de ideologías

para justificar la falta de exigencia y

compromiso. El papa Francisco ha

repetido en diversas ocasiones la im-

portancia de ser jóvenes, “nadando

contracorriente”, yendo sin miedo en

contra de las modas y los estereotipos

que aprisionan a muchos jóvenes con

modelos absurdos y destructivos: “no

se dejen robar la esperanza”, ha dicho

repetidamente, poniendo en guardia

contra las falsas propuestas del con-

sumismo egoísta y del hedonismo que

conduce a la decadencia.

El joven que se encuentra con Cris-

to es el que verdaderamente puede

transformar este mundo porque él

mismo ha quedado transformado por

su experiencia de Dios y ha abierto

sus horizontes con una mirada de

eternidad.

Funcionarios dijeron que

las manifestaciones podrían

comprometer el desarrollo de

la JMJ, ¿comparte la idea?

No. Mucho se habla de los

mega-eventos de Brasil (la

Copa Confederaciones, el Mun-

dial y las Olimpiadas) pero no

me cabe la menor duda que el

evento más grande, difícil y

complicado es la JMJ. Porque

se trata de la misma ciudad, el

acto central, la misma gente

en la misma Misa.

Eso sí que causa un reto

para la logística. Río tiene 12

millones de habitantes y en

uno de estos días de la visita

del Papa tendrá 1 500 000 de

visitantes.

Más del 10% de la población

añadida en un solo día.

Eso exige una estructura es-

pecial. Sin embargo, el turista

que va a las Olimpiadas o al

Mundial busca alojarse en un

hotel, ir a la playa, ir a centros

de entretenimiento.

En el caso de los peregrinos

o los jóvenes en la JMJ es mu-

cho más simple, van a acampar

o a ser recibidos en casas de

acogida.

El verdadero tema para 1 500

000 de personas es la logística.

¿De qué podrían contagiarse

los jóvenes del mundo de los

anfitriones brasileños?

Yo espero que se estén con-

tagiando de mucho civismo, de

ese despertar.

Sin embargo la juventud va

a la calle. En México estuvie-

ron los YoSoy132; en España,

los indignados; en Francia, los

llamados casseurs; en EU, the

occupy Wall-street.

En fin, la gente va a la ca-

lle, por situaciones y razones

diferentes.

En algunos lugares fueron

rechazados con violencia, en

otros derrocaron gobiernos por

la lucha democrática; en Brasil,

ni uno ni otro.

Estas manifestaciones su-

ceden en todo los lugares del

mundo y se dará cada vez más

por las redes sociales y las nue-

vas tecnologías.

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