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Villa Farnesina
Entre 1511 y 1519, Rafael realizó varias obras por encargo del banquero Agostino
Chigi. Se trataba de transformar la capilla de Santa María del Popolo en un mausoleo
familiar. Rafael diseñó aquí tanto la arquitectura como la decoración. Rafael tenía ya
listo el programa pictórico, incluida la imagen del altar, pero hubo que esperar un siglo
a que el maestro del barroco Gian Lorenzo Bernini concluyese la decoración de la
capilla.
La Villa Farnesina hoy se encuentra situada en el barrio romano del Trastevere. Villa
cuyo pasado se entrelaza definiendo una herencia como sólo es posible en Roma.
En el año 1517, poco después de concluir el trabajo en las estancias de Bibbiena, Rafael
obtuvo un nuevo encargo en la villa de Chigi, para quien ya había creado un fresco
titulado El triunfo de Galatea. Poco antes había diseñado también para Chigi un
pequeño edificio. Al igual que Bibbiena, el banquero deseaba una estancia especial en la
que se recuperase el espíritu de la Antigüedad. En esta ocasión le fue de gran ayuda a
Rafael la experiencia que tenía como arquitecto. La decoración la llevaron a cabo en
gran medida los colaboradores de su taller. La idea de base la diseñó Rafael a partir de
la función arquitectónica de la sala1.
El encargo especificaba que la gran galería de entrada que comunica el salón con la
naturaleza circundante debía ser decorada con escenas del mito de Amor y Psique. Para
solventar las particularidades de la estancia, Rafael concibió un espacio exterior en
forma de pérgola abierta a partir de la estructura techada adyacente al edificio. La
estructuración partió de los muros ya existentes, que fueron ricamente decorados con
guirnaldas. Rafael veía en la pérgola una estructura arquitectónica concreta, ya que los
dos grandes frescos del techo fingen ser tapices, reproducidos con tal precisión que son
visibles los puntos de amarre y la tensión de la tela.
Su nombre actual Villa Farnesina se debe a la familia Farnesio, en concreto al cardenal
Alejandro, nieto del Papa Pablo III. Este personaje compró la villa en 1580, planeando
unirla mediante un pasaje secreto con el Palacio Farnesio, la gran pertenencia familiar.
La villa estaba abandonada desde 1520, cuando murió su principal artífice, Agostino 1 Le Foll, Joséphine, Raphael, sa vie, son oeuvre, son temps. Edition Hazan, 2012
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Chigi , importante banquero sienés, que encargó a Baldesarre Peruzzzi su construcción,
en las afueras de Roma.
Rafael y sus colaboradores realizaron la mayoría de frescos: los más conocidos son la
Loggia de Psique y la Loggia de la Galatea. En ésta aflora la leyenda: cuenta con diez
lunetas (espacios semicirculares) en la parte alta de los muros; ocho lucen pinturas
de Sebastiano del Piombo, mientras que una novena ostenta una enorme cabeza en
grisalla, dibujada con potentes trazos que denotan gran conocimiento anatómico. Según
la tradición pertenece a Miguel Ángel Buonarroti, el cual, deseoso por ver lo que Rafael
estaba realizando, se coló un buen día haciéndose pasar por un vendedor ambulante.
Admirado ante el trabajo del rival, cogió un pedazo de carbón y ejecutó en pocos
minutos la cabeza. Cuando Rafael la vio, entendió que solo podía ser obra del florentino
y, a pesar de su enfado, pidió que nadie la tocara o borrase. Otras hipótesis sitúan a
Peruzzi como autor del boceto2.
El Palacio del Amor
Mientras que el piso noble de la Villa Farnesina está en manos de dos artistas sieneses,
Baldessarre Peruzzi y Sodoma, Agostino Chigi llama a Rafael para que realice la
decoración de su loggia que está justo al lado, junto a la sala en la que cinco años antes
él ha pintado “El Triunfo de Galatea”(1512). El tema elegido para sus nuevos frescos es
2 Eckart Knab, Raffaello-Disegni. Editio Mondadori
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una fábula antigua, descubierta recientemente que narra los amores contrariados de
Amor y Psiqué. La elección de este tema por el lugar que hace de acceso principal
arroja luz sobre el espíritu que ha precedido la concepción de la villa. Las descripciones
del Palacio del Amor en el texto de la leyenda evoca de manera llamativa la villa de
Agostino: los dos propietarios comparten el mismo gusto por las decoraciones fastuosas
de mármol y pórfido, las loggias pintadas con guirnaldas, de puttis y de figuras
mitológicas, por jardines plantados de especies raras.
Chigi cuenta entre sus emblemas un carcaj de flechas, que atribuye a un dios antiguo. El
Aretino, de quien Rafael solicitaba siempre su punto de vista, antes de desvelar sus
obras al público, podría haber intervenido en la elaboración de este programa epicúreo.
El Jardín de Psique (1517-1519) y Loggia de Psique.
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Agostino Chigi ordenó adornar su villa con el mito clásico de Amor y Psique. Amor se
enamoró de la hija del rey, pero debía mantener el incognito y la visitaba sólo de noche.
Tras diversas y esforzadas pruebas, Zeus concedió la inmortalidad a la joven y la
recompensó entregándola en matrimonio a Amor. El tema, poco usual, parece guardar
relación con la deseada boda entre Chigi y Francesca Ordeaschi, con la que éste tenía ya
cuatro hijos. El festejo tuvo lugar el 28 de agosto de 1519.
En el origen la Loggia di Psique estaba abierta al jardín y Rafael, siempre sensible al
cuadro de la obra, conocía este espacio como un entre-dos. Bien porque la loggia sea
indisociable de la arquitectura, él imagina la bóveda como una vasta pérgola que
prolonga de manera ilusionista el espacio exterior. Sobre campos de azules detalles en
medio de guirnaldas hinchadas de flores y frutos, se despliegan las figuras de la historia
de Psique3. En suma, dos tapicerías pintadas recordarán la feliz conclusión de la fábula
con la “Presentación de Psique a los dioses del Olimpo” seguido del “Banquete de los
dioses”(1519). Están dibujadas ciertas escenas importantes del relato que no han sido
representadas en el fresco. Y al no mostrar el Jardín de Psique, Rafael sugiere que es
precisamente el que despliega sus frondas perfumadas más allá de las grandes arcadas
de la loggia. Este himno al Amor es de circunstancia ya que el propietario de este lugar
se prepara para esposarse con la madre de sus hijos, Francesca Ordeaschi.
Rafael prepara una serie de bocetos para las figuras, pero conociendo desde el origen a
quién encomendará la ejecución de los asistentes que le acompañan en este trabajo:
Giovanni da Udine las guirnaldas y a Giulio Romano los dioses desnudos.
3 Erwin Mitsch, Raphael, Editio Hazan
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El ciclo de imágenes se reduce a los frescos del techo. Rafael escenificó una mirada a
un cielo azul esplendoroso, en el que moran figuras semidesnudas que en erótica imagen
de conjunto vuelan por los aires o se recuestan en las nubes. Ambos tapices narran
cómo primero los dioses decidieron someter a Psique a varias pruebas, y cómo luego,
con motivo de su entrada en el círculo de los inmortales, celebró un gran festín. Con
seguridad, ambas estampas acercan al visitante a la ambición cultural del edificio. Una
mujer virtuosa es el tema central del ciclo, pese al aura erótica que desprende el
conjunto.
De las Gracias se decía que un joven sólo podía reconocer los encantos de su amada en
presencia de ellas. Amor contempla a las Gracias y con su mano izquierda señala no a
Psique, sino hacia el espacio real de la loggia, donde se encuentran los Chigi. Así, la
escena se dirige a la señora de la casa. Las guirnaldas de Giovanni da Udine gustaron
tanto a León X que encargó a éste que decorase el primer piso del Palacio Vaticano con
motivos similares4.
4 GABUCCI, Ada. Roma. Grandes civilizaciones, Mondadori Electa, 2006
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Estudio para la composición octava de la Loggia de Psique (1517), una sanguina sobre
papel (Louvre).
Después de los trabajos para la Cámara del Incendio del Borgo Rafael privilegió la
sanguina en los estudios de figuras. Esta tiza roja, de una gran sutilidad en las
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gradaciones, es ideal para conferir a los cuerpos la calidad escultural que la pintura
busca, sobre todo en la imitación de la tonalidad de la carne. La silueta de Venus
muestra bien como el pintor trabaja y repasa el canon ideal de la estatuaria antigua a
partir del estudio del natural. Después de haber bocetado rápidamente a la pluma un
Concetto, es decir su idea del sujeto, Rafael ejecutó un estudio señalando que servirá de
modelo para el fresco. Los cuerpos de dos mujeres se imbrican y se despliegan de
manera de insertarse en la forma de un triángulo invertido que él sostiene entonces
sobre la posición de la pierna izquierda de Psique, como lo muestra la pintura acabada
en todos sus detalles. El delicado racimo de frutas que hace tornar el cuerpo de Venus y
transforma su ropaje en un mullido satén, revela una fineza de ejecución comparable a
la del punto de plata. En el número de pruebas que Venus inflige a Psique figura la
investigación de un fresco conteniendo el agua de Styx, el río subterráneo del Infierno.
La imagen muestra el retorno de Psique victoriosa y el desapasionamiento de Venus.
Para expresar la sorpresa de la diosa ante la hazaña sobrehumana de su futura bella niña,
Rafael retoma la pose que había atribuido a “San Pablo delante la aparición de Cristo”,
en la tapiseria, figurando la conversión del Apostol(1517). Él utiliza entonces su última
obra “La Transfiguración” (1520) y es el hijo que abre entonces sus brazos mientras
retiene la mirada del Señor invisible5.
Los enigmas de la Farnesina no terminan ahí. En torno al año 1880, durante
unas excavaciones para recuperar los márgenes del Tíber, salió a la luz una villa
romana bajo los jardines de la renacentista. Se conoce como ‘Casa de la Farnesina’ para
evitar los equívocos. En dichas excavaciones, las cuales fueron parciales por las
constantes inundaciones, se destruyó un pabellón cercano, diseñado por Rafael,
utilizado como caballeriza.
5 BIANCHI BANDINELLI, Ranuccio. Roma. L’arte romana nel centro del potere, BUR, 2007 (5ª ed.);
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El misterioso Seleucos dejó en esta pintura mural del segundo estilo avanzado su firma
clandestina.
La rica residencia se alzó en torno al año 25 a.C.. Fue el regalo de bodas de Julia Mayor,
hija de Octavio Augusto, y su segundo esposo Marco Vipsanio Agripa, amigo y
compañero de batallas de su padre. Vivieron en la villa poco tiempo, tras el cual,
mobiliario y otros ornamentos fueron trasladados. Mosaicos, pinturas murales y
bóvedas en estuco permanecieron hasta el siglo XIX, cuando fueron extraídos y
restaurados, exponiéndose hoy en el Palacio Máximo de las Termas, una de las cuatro
sedes del Museo Nacional Romano.
Los frescos evidencian el refinado gusto de la élite romana del momento: amaban tanto
el clasicismo como el arcaísmo griego, sobre todo el estilo severo. La pintura que
representa al dios Dioniso junto a su nodriza Ino muestra lo que se considera
como firma clandestina del autor: ‘Seleukos epoiei’ (Seleuco hizo), nombre que denota
procedencia alejandrina o de Asia Menor. Poco se sabe de su identidad, al igual que
sucede con el pintor de otras estancias de la villa; por su gran labor se relaciona
con Studius Ludius, un artista del periodo augusteo que Plinio consideró digno de
recoger en su Historia Natural6.
El Triunfo de Galatea, 1512, fresco de 295x225 cm.
Ovidio en “Las Metamorfosis”, opone la belleza de Galatea y su amoroso Acis a la
monstruosidad de Polifemo; que se venga de su rival bajo una montaña. La bella nereida
6 Stefano Cacciapaglia; Iconos, Imagen| Lincei.it; Markpic Photography.
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fue pretendida por Polifemo pero ella prefirió el amor del pastor Acis que fue aplastado
por el gigante bajo el peso de una roca. Galatea ha sido representada por Sanzio
siguiendo a Poliziano escapando, montada en una concha tirada por delfines, de las
flechas que lanzan los amorcillos. De hecho se cree que la Galatea de Rafael estaría
vinculada a un fresco cercano, el que representa a Polifemo realizado por Sebastiano
Piombo. Los versos de Poliziano describen como el agrio gigante Polifemo entona una
canción exaltando a Galatea, la hermosa ninfa del mar, y de como la vanidosa ninfa
cabalga sobre las olas en su carro mostrando su desprecio por la vulgar canción del
gigante mientras otras ninfas menores y diosecillos del mar se arremolinan en torno a
ella. Así Rafael representa a la nereida escapando del cíclope Polifemo quien
enamorado de la joven ninfa aplastó con una roca al amante de ésta, un hijo del dios
Pan. Galatea aparece sobre un tumultuoso mar donde ninfas y tritones caen presa de la
pasión debido a las flechas que le lanzan los amorcillos de la parte superior. La ninfa se
encuentra sobre una concha tirada por delfines intentando escapar de las garras del amor
pasional mientras se gira describiendo una perfecta línea serpentinata, para mirar al
único amorcillo que, situado en la parte superior izquierda, se esconde tras una nube.
Este pequeño cupido sería la representación del amor platónico, puro y espiritual que se
contrapone al amor carnal representado por el resto de los personajes.
La nereida está rodeada de ninfas y tritones que no pueden escapar de los dardos del
amor y se contagian de la sensualidad que envuelve al conjunto. Ella dirige su mirada
hacia el amorcillo que esconde sus flechas, simbolizando el amor platónico y la caridad
cristiana. La composición está presidida por el dinamismo del momento, creando Rafael
un espectacular movimiento hacia el exterior del que se contagian todos los personajes,
en variados escorzos. La propia Galatea se retuerce en un movimiento helicoidal
reforzado por los cabellos y el manto al viento. En este fresco Rafael hace una lectura
neoplatónica del mito transformando esta historia de amor en una imagen de la pasión
sublimada. Así Galatea se distingue de las parejas de Tritón y de Nereidas de su cortejo,
elevando su mirada hacia el cielo, hacia Cupido reprobador, que a diferencia de sus
acólitos retiene sus flechas.
En el ángulo opuesto, el delfín que abala el pulpo, es una imagen de la castidad
dominando la concupiscencia. Si bien la pintura retorna hacia un antiguo modelo muy
admirado, la “Leda” de Leonardo da Vinci, él modifica su fuente de manera de corregir
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el erotismo: así el brazo de Galatea viene a tapar sus senos, mientras que un paño oculta
una parte de su cuerpo desnudo y así de esta manera Galatea está más próxima a Santa
Caterina de Alejandría (1508) que de Leda, absorbida por su visión celeste, liberada de
instintos carnales, los cuales no resisten las criaturas de su cortejo. Ilustrando este sujeto
clásico, Rafael tiene la ambición de crear una obra que resucita la pintura desaparecida
de la Antigüedad. El color púrpura de la ropa, drapería, vestimenta, de Galatea, evoca
precisamente las tonalidades antiguas como se pueden ver en Pompeya. Los Tritones,
Nereidas y el curioso carro de ninfas, han sido estudiados en sarcófagos y descripciones
de la antigüedad. En contraste con esto el Putto recostado, o atravesado al delfín
recuerda al “Jesús niño” de su período florentino, donde el vivo movimiento traduce la
angustia y anuncio de la Crucifixión y marca el rechazo de la lascivia.
El clasicismo presente en la escena tanto en el colorido como en las figuras indica el
elevado conocimiento que Sanzio manifiesta en relación con las antigüedades romanas,
realzado por el empleo de una iluminación transparente y cristalina que exalta la belleza
de las potentes anatomías,
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En primer término destacan la figura de una ninfa que trata de liberarse de un centauro y
un pequeño amorcillo que toca delicadamente a uno de los delfines que empujan el
improvisado carro de Galatea. Mientras, en el fondo aparecen diversas figuras de
centauros, unos tocando instrumentos de viento y otros en una loca carrera intentando
raptar a las bellas ninfas marinas.
Rafael representa en esta obra un verdadero estudio anatómico en los cuerpos que
plasman un movimiento en acto sin igual; en cada uno de los personajes aparecen las
posturas más variadas sin perder la gracilidad y elegancia de la composición. Son
cuerpos que se torsionan y giran sin renunciar por ello a la naturalidad.
Destaca el magistral uso del color aplicado por el artista de Urbino, la capa roja que
cubre el cuerpo de Galatea es el punto focal de la composición y se contrapone con los
tonos azulados del mar.
Las Puestas en Escena de Rafael
Atendiendo a las bodas de Agostino Chigi que serían celebradas en el mes de octubre, la
finalización de la loggia de Psique sería desvelada y finalizada en los últimos días de
1518. Los muros tendrían sus ornamentos con los frescos, sin duda ilustrando las
aventuras terrestres y el descenso a los infiernos de la heroína mitológica que
completaría el ciclo celeste desarrollado en la parte superior. Sebastiano Serlio (1475-
1554/55), que estudió con Baldessarre Peruzzi, uno de los colaboradores de Rafael en el
cantero de la villa Farnesina, admirará en su tratado de Arquitectura la invención ligera
e ingeniosa de Rafael: “con sus festones y sus tinturas a través de las cuales se distingue
el cielo, la loggia da la ilusión de una estructura efímera engalanada o hecha para una
fiesta”. Una fiesta que la pintura haría durar eternamente. Rafael pasa, en este mismo
período, al registro visual de las decoraciones de teatro. Él conoce la premiere
escenográfica en perspectiva para la comedia de Ariosto (1474-1533), “I Suppositi”
puesta en escena durante el carnaval, en los Apartamentos del Papa, quien manifestaba
pasión por este tipo de diversión, pasión que fue notoriamente pública.
El Banquete de los dioses (1517-1519), fresco en Villa Farnesina; bóveda de la loggia
de Psique.
Transcrita en el primer siglo d.C por Apuleyo en una novela titulada El Asno de Oro, la
fábula de Psique es reencontrada en el Medio Evo, antes caída en el olvido. Las cartas
que gravitan en torno a los Medicis, en Florencia, la redescubren en una primera edición
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en diciembre de 1469. Esta historia de amor que termina bien encuentra una ilustración
en los cofres del matrimonio. En el contexto de la villa de Agostino Chigi, el tema se
impone, pero Rafael siempre fiel a la cultura de la antigüedad, encuentra el medio de
acentuar sus connotaciones nupciales en referencia a la tradición del “epitalamo”, la
poesía declamada en el curso de las bodas, en la Roma antigua. Señalando en estos
textos al modo de Catulo o Xénofon, la descripción de una obra de arte; toma lugar en el
corazón de sus versos.
Para la puesta en obra de citas o referencias arqueológicas, como la esa del banquete y
de citaciones de obras grecorromanas célebres, Rafael busca rivalizar con las creaciones
perdidas del arte textil de la Antigüedad y él diseña a Chigi en los emblemas que ornan
sus bordes, como el coleccionista avezado de piezas raras y preciosas. Al término de las
pruebas iniciáticas Psique gana por fin el Olimpo, donde su unión con Cupido es
celebrada. Las Horas, con alas de mariposa, Hércules y su maza, Baco coronado de
pámpanos, los dioses dispuestos en frisos son fácilmente identificables gracias a los
atributos bien visibles. Las guirnaldas lujuriantes de flores y de frutas que encuadran
toda la decoración, destilan su erótica simbólica para augurar a los propietarios del lugar
una unión feliz y fértil.