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1 ESTUDIANTES DE SEGUNDA: VIOLENCIA SIMBÓLICA, IDENTIDAD DETERIORADA Y ESCUELA. UN ACERCAMIENTO TEÓRICO Y EMPÍRICO. Eje temático: Investigación educativa Dr. A. Ulises Cerón Martínez 1 Mtro. Christian I. Ponce Crespo 2 AVANCES DE INVESTIGACIÓN RESUMEN Cuando los mismos objetos del mundo social producen diversos efectos, ¿qué los produce? Si estos objetos son una institución, un programa escolar, un curriculum, el grupo de profesores y los efectos son una valoración positiva o negativa, según sea imputado por la lógica profesoral sobre sus estudiantes, lo importante es detectar la construcción social de dichas valoraciones que se retraducen en una violencia social y simbólica. La violencia es más efectiva cuando no permite detectar en el violentado que es tratado como tal, asumiendo su condición como normal y hasta como si fuera natural, siendo su condición producto principalmente de situaciones independientes de su voluntad. Los estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), que tanto a nivel bachillerato como superior ingresan en el segundo periodo de admisión en el ciclo enero-junio, experimentan la violencia simbólica y social a través de la imputación de una identidad denigrada como alumnos 1 Lic. En sociología por la UNAM. Mtro. En Filosofía de la ciencia por la UAM. Dr. en Pedagogía por la UNAM. Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Investigaciones: Producción y reproducción de posicionamientos sociales inciertos en los estudiantes de la carrera de sociología de la FES Aragón (2007); Formación posgraduante en el área de Educación en el Estado de Hidalgo (2008); los cursos de formación y actualización impartidos por asesores pedagógicos a los y las profesoras de nivel preescolar en zonas urbanas de Pachuca, Hgo. Una propuesta de adecuación (2010). . 2 Lic. En sociología por la UAM. Mtro en Ciencia Política por el COLMEX. Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Formación posgraduante en el área de Educación en el Estado de Hidalgo (2008); los cursos de formación y actualización impartidos por asesores pedagógicos a los y las profesoras de nivel preescolar en zonas urbanas de Pachuca, Hgo. Una propuesta de adecuación (2010). .

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ESTUDIANTES DE SEGUNDA: VIOLENCIA SIMBÓLICA, IDENTIDAD

DETERIORADA Y ESCUELA.

UN ACERCAMIENTO TEÓRICO Y EMPÍRICO.

Eje temático: Investigación educativa

Dr. A. Ulises Cerón Martínez1

Mtro. Christian I. Ponce Crespo2

AVANCES DE INVESTIGACIÓN

RESUMEN

Cuando los mismos objetos del mundo social producen diversos efectos, ¿qué

los produce? Si estos objetos son una institución, un programa escolar, un

curriculum, el grupo de profesores y los efectos son una valoración positiva o

negativa, según sea imputado por la lógica profesoral sobre sus estudiantes, lo

importante es detectar la construcción social de dichas valoraciones que se

retraducen en una violencia social y simbólica. La violencia es más efectiva

cuando no permite detectar en el violentado que es tratado como tal,

asumiendo su condición como normal y hasta como si fuera natural, siendo su

condición producto principalmente de situaciones independientes de su

voluntad. Los estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

(UAEH), que tanto a nivel bachillerato como superior ingresan en el segundo

periodo de admisión en el ciclo enero-junio, experimentan la violencia simbólica

y social a través de la imputación de una identidad denigrada como “alumnos

1 Lic. En sociología por la UNAM. Mtro. En Filosofía de la ciencia por la UAM. Dr. en Pedagogía por la

UNAM. Profesor-investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Investigaciones: Producción y reproducción de posicionamientos sociales inciertos en los estudiantes de

la carrera de sociología de la FES Aragón (2007); Formación posgraduante en el área de Educación en el

Estado de Hidalgo (2008); los cursos de formación y actualización impartidos por asesores pedagógicos a

los y las profesoras de nivel preescolar en zonas urbanas de Pachuca, Hgo. Una propuesta de adecuación

(2010). .

2 Lic. En sociología por la UAM. Mtro en Ciencia Política por el COLMEX. Profesor-investigador de

tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Formación posgraduante en el área

de Educación en el Estado de Hidalgo (2008); los cursos de formación y actualización impartidos por

asesores pedagógicos a los y las profesoras de nivel preescolar en zonas urbanas de Pachuca, Hgo. Una

propuesta de adecuación (2010). .

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de segunda” en el doble sentido de segunda oportunidad y de segunda

categoría, de menor valía con respecto a quienes ingresan en el periodo julio-

diciembre. Presentamos los avances de investigación bajo la propuesta

bourdiana de La economía de las prácticas sociales.

PALABRAS CLAVE: Violencia simbólica, Estigmatización, Habitus, Prácticas

Sociales, Campo social.

ABSTRACT

When the same objects in the world produce different effects, what do produce

them? If these objects are an institution, a school program, a curriculum, the

group of professors, and the effects are a positive or negative valuation which

depends of the logical of school practices on the students, the goal is to detect

the social construction of these validations that are indeed social and symbolic

violence. The school violence is experienced in many ways, but that one you do

not allow in is the most effective to detect in the forced that is treated such as,

assuming your condition like “normal” and even as it were native, being your

condition product principally of external objective, independent situations of your

will. The students of the Universidad Autonoma del Estado de Hidalgo (UAEH),

than so much pre-university studies as superior enter to level in the second

period of admission in the cycle January-July, experience the symbolic and

social violence through the imputation of an identity denigrated like second-

class pupils in twice the amount felt of second opportunity and second-rate, of

minor value regarding those who they enter with a school uninterrupted

trajectory of the pre-university studies in the period July-December, a stigma

than, produced in the processes and the social external structures, it draws

itself up under the form of social structures, assuming the image than their it is

had like devalued, second-class students. This problem is approached with

Pierre Bourdieu’s theory The economy of the social practices.

Keywords: School violence; Stigma; Habitus; Social practices; social field.

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OBJETIVOS GENERALES

Se pretende reconstruir la lógica que incide en la producción y ejercicio de

violencia simbólica y social en los estudiantes de la carrera de Ciencias de la

Comunicación de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (en adelante

UAEH) que ingresan en el periodo enero-junio, pues haber “perdido” un

semestre o, sin haberlo perdido como tal, se han incorporado un semestre

después, por lo que son estigmatizados, denigrados social y simbólicamente,

sobre todo por el cuerpo profesoral que les forma y les conforma, y este

estigma termina por incorporarse en las disposiciones y prácticas de los

estudiantes, cuando hay factores externos que contribuyen al tardío ingreso a

los estudios universitarios.

LOS SUPUESTOS

Partimos de la idea de que cuando los agentes sociales alcanzan estudios

universitarios en el seno familiar con padres que no lo lograron en su momento

conlleva expectativas sociales y simbólicas muy particulares que terminan por

tener un alto costo social para los primeros, al grado de ser una carga cuando

se ignora de manera tácita el creciente problema de devaluación de diplomas y

títulos universitarios de manera más o menos generalizada, y más aún en las

ciencias sociales y humanas en el contexto de una sociedad dominada por las

lógicas de mercado tecnificado.

De la misma manera, podemos pensar en eso que Bourdieu llama “complicidad

ontológica” al ver cómo los mismos dispositivos sociales (en este caso, el

cuerpo profesoral) se actualizan de manera muy diferente al saberse frente a

un grupo que ingresa en el segundo periodo a la carrera de Ciencias de la

Educación que con los que lo logran en su primera oportunidad tras salir del

bachillerato y quedan en el periodo julio-diciembre.

En ambos casos, el imaginario social está presente, tanto por las expectativas

del ingreso a los estudios superiores por parte de los jóvenes que son pioneros

universitarios en su hogar en este rubro, como en el segundo caso donde los

profesores tienen esquemas de apreciación estigmatizada de los aspirantes a

la universidad que logran su ingreso por lo que es considerado una segunda

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oportunidad, pues la competencia para ingresar es menor en el periodo enero-

junio que en el periodo julio-diciembre, cuando la gran mayoría de los

egresados de bachillerato aspira ingresar al campo universitario. Lo que

metodológicamente se propone es conjugar ambas expectativas subjetivas con

aspectos objetivos que Bourdieu llama capitales (económico, social, cultural y

simbólico) en sus diversas formas a fin de analizar la constitución de cada

posición, así como las disposiciones vinculadas a ellas.

EL CONTEXTO. ESCUELA, VIOLENCIA SOCIAL Y SIMBÓLICA.

La UAEH funciona como un campo al producir y reproducir bienes socialmente

apreciados y espacios de formación profesional, esto es, como un espacio

estructurado de posiciones ocupadas por agentes (rector, directores de

institutos, administrativos, profesores de tiempo completo y por asignatura,

investigadores, alumnos) e institutos (ICSHU, ICBI, ICEA), donde se ponen en

juego intereses específicos y se dan relaciones de fuerza y lucha por la

legitimación de formas particulares de autoridad.

El Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (en adelante ICSHU) alberga

ocho licenciaturas (Derecho, Ciencias Políticas y Administración Pública,

Ciencias de la Educación , Ciencias de la, Comunicación, Enseñanza de la

Lengua Inglesa, Trabajo Social, Historia de México, Sociología), dos

especialidades (docencia, derecho penal), siete maestrías (Derecho Penal y

Ciencias Penales , Ciencias de la Educación , Estudios de Población, Historia

de México , Gobierno y Gestión Local y Ciencias Sociales) y dos doctorados

(Ciencias de la Educación y Ciencias Sociales), cuyas dinámicas internas y

externas operan como subsistemas de posiciones distintas.

La UAEH, y concretamente el ICSHu, puede ser vista como un espacio social

en el que se generan procesos de reproducción cultural, es decir, como

campos de producción cultural con una lógica y una dinámica homologable a

los campos sociales, En este sentido, la UAEH puede ser analizada como un

espacio social estructurador, y como ¨espacio estructurado de posiciones cuyas

propiedades dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse

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en forma independiente de las características de sus ocupantes ¨ (Bourdieu,

1990:135).

Al interior del ICSHu -como espacio socialmente construido- se asienta toda

una red de relaciones objetivas entre posiciones de fuerza que contiene dos

elementos importantes, a saber: a) la existencia de un capital común (la

capacidad para otorgar un título profesional, socialmente reconocido) o

específico (el título particular de cada área, así como las competencias

profesionales que serán valuables en campos como el educativo, el laboral,

etc.) y b) la lucha por su apropiación (ingresar o no a una carrera, y egresar con

o sin honores, etc.). El primero es importante toda vez que es el fundamento

del poder o de la autoridad específica, el segundo es todavía más importante

ya que es parte constitutiva de la propia estructura del campo, es decir, referido

como ¨un estado de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones

que intervienen en la lucha o de la distribución del capital específico que ha

sido acumulado durante luchas anteriores y que orientan las estrategias

ulteriores ¨(Bourdieu, 1990:136).

La estructura del ICSHu, entendida como un campo de lucha, supone en su

interior un ¨sistema de relaciones objetivas en el que las posiciones y las

tomas de posición se definen relacionalmente¨ (Bourdieu, 2002:156), entre

quienes detentan el capital y la de quienes aspiran a poseerlo, dentro de una

dinámica de complicidad objetiva entre posiciones, relaciones que pueden ser

analizadas mediante el ejercicio de la violencia simbólica. Siendo Hidalgo uno

de los Estados más pobres y atrasados en la República Mexicana, la posesión

legítima de un título universitario cumple todavía la función de título nobiliario al

ser un signo de distinción, de distancia entre el sujeto común del agente

investido con ese atuendo simbólico.

Para comprender las razones de la estigmatización de estos estudiantes por

parte de los profesores, conviene invitar al lector de las condiciones en las que

opera esta práctica. El área académica de ciencias de la educación (ARACED)

de la UAEH, se juega como un conjunto de subuniversos debido a su propia

estructuración. En efecto, al comprender los niveles de licenciatura,

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especialización, maestría y doctorado, hay más de una veintena de profesores

de tiempo completo que atienden al área, pero que en la práctica cada nivel

opera como un submundo con su propia lógica e interés particular, en

ocasiones incompatibles.

Para los profesores más veteranos, la mayor parte de su carga de trabajo

frente a grupo es en licenciatura y la especialización, en donde también son

responsables de funciones derivadas de su perfil PROMEP (Programa de

Mejoramiento del Profesorado). Los de más reciente ingreso, si tienen el grado

correspondiente, apoyan en Maestría y Doctorado, habiendo dedicación casi

exclusiva de algunos de ellos en algunas de las áreas.

A los docentes de recién ingreso y menos protegidos se les encomiendan las

tareas menos “dignas” que otros con mayor antigüedad no desean. Así, la

división social del trabajo profesional jerarquiza y distancia a los agentes

repartidos en esos espacios sociales. Los profesores antiguos que estaban

adscritos a la licenciatura son “liberados” de impartir clases en la licenciatura al

adquirir cargos de coordinación como reconocimiento a su buena disposición al

trabajo, pues no se paga más por asumir tal función, ya que implica más

trabajo por el mismo salario.

El Estado de Hidalgo, pese a la cercanía geográfica con el Distrito Federal, la

distancia cultural y de disposiciones sociales es como de cuarenta años atrás

por sus prácticas caciquiles y de veneración tlatoánica a los altos funcionarios

de la institución educativa y política, haciendo de cada evento académico un

parangón político que prepara a los funcionarios y activistas universitarios a la

farándula política (el último ex rector, al terminar su gestión en la universidad es

lanzado de lleno a la vida política por el PRI para ocupar un puesto político

como diputado, http://www.diariovialibre.com.mx/?p=15619 ). Los líderes

estudiantiles adoptan toda la hexis de los futuros tlatoanis a los que aspiran ser

y que la universidad prepara y legitima con sus prácticas de autoridad vertical y

culto idolátrico-despótico en los pequeños feudos escolares.

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Todo lo anterior es un breve marco contextual para remarcar al lector sobre las

prácticas de autoridad vertical que se ejercen en esta universidad. A manera de

criminales bajo libertad condicional, los profesores de asignatura de la

licenciatura están obligados a firmar su entrada y su salida de cada clase, so

pena de sufrir un descuento económico. Por contraste, el posgrado del

ARACED, con el tiempo ha “ganado” la libertad de tan estrictas prácticas,

teniendo su horario liberado, aunque la tendencia es llevar a todo el personal a

ese sistema carcelario. Esto produce dos mundos aparte en el ARACED, con

sus lógicas e intereses particulares: el de la licenciatura y el del posgrado. El

ambiente en la licenciatura es muy parecido al de los bachilleratos del Distrito

Federal, y los alumnos son tratados de esa forma.

Esta rigidez en las prácticas laborales en el contexto universitario es parte de la

rigidez que los profesores adscritos en la licenciatura en Ciencias de la

Educación manifiestan con sus estudiantes como efecto de ocupar una

posición socialmente agredida. De este modo, la violencia experimentada es a

la vez reproducida en sus prácticas al sancionar a los alumnos más

vulnerables, quienes por diversas razones entran en el segundo periodo que

apertura la UAEH a nivel bachillerato y licenciatura. Con Bourdieu (2005) se

puede considerar que las condiciones objetivas externas tienden a incorporarse

como condiciones subjetivas.

El sistema escolar universitario legitima por medio de la escuela y con la acción

docente, el ejercicio de la fuerza simbólica como un mecanismo de imposición

cultural, de tal manera que la acción pedagógica en el aula no es una práctica

aislada y descontextualizada en las relaciones pedagógicas profesor-alumno,

esto es, entre el que está predestinado institucionalmente para otorgar saberes,

el que se presupone los “domina” y los que fueron designados para recibirlos,

como un “dominado”, lo que supone posiciones especificas y diferenciadas. Lo

anterior se debe a que el profesor asume una posición específica con respecto

a los contenidos, las formas de evaluación, las maneras en que se establecen

las relaciones pedagógicas con los alumnos, las perspectivas de comprender y

explicar la realidad social.

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Este tipo de acción pedagógica dentro de los procesos educativos,

objetivamente es una violencia simbólica, ya que supone la transfiguración de

las relaciones de dominación en relaciones afectivas, y que se produce en

beneficio de quien lleva a cabo esa transformación, imponiendo un esquema

especifico de pensamiento, consiguiendo con ello, la conformación de un

capital de reconocimiento que le permite beneficios objetivos. Esto último

supone un capital simbólico, es decir, como una forma de valor de lo simbólico

que es percibido por agentes dotados de categorías de percepción y de

valoración que permiten conocerla y reconocerla, lo que hace simbólicamente

eficiente, como esa fuerza mágica y se constituye en una propiedad del valor

que responde a expectativas colectivas; socialmente construidas como las

creencias y que ejerce una especie de acción a distancia sin contacto físico; lo

que demuestra la dimensión de poder de esta forma de capital, que por tanto

es en sí misma, un base del ejercicio del poder simbólico (Bourdieu, 1997:166-

167).

Como bien afirma Bourdieu, este poder simbólico es en efecto este poder

invisible que sólo puede ejercerse con la complicidad de quienes no quieren

saber que lo sufren o que incluso lo ejercen. Las relaciones sociales

asimétricas entre cuerpo docente y cuerpo estudiantil tiende a ejercer de forma

velada este poder al grado de crear disposiciones lúdicas o de resignación en

quienes lo ejercen.

Este poder simbólico tiene como condición primordial, la instauración de

relaciones de comunicación pedagógicas que a su vez garanticen la imposición

e inculcación de un estilo culturalmente dominante. De ahí que los sistemas

simbólicos son instrumentos de conocimiento y comunicación que sólo pueden

ejercer un poder estructurador en tanto que son estructurados. La cultura

dominante (profesor) que une o que contribuye a la integración real de la clase

dominante3 (medio de comunicación) es también la cultura que separa

3 Esta relación entre dominantes y dominados había sido abordada previamente con Weber a través de las

relaciones de mandato y obediencia más o menos continuas en el tiempo, las cuales tiende a basarse no

solamente en fundamentos materiales o en la pura costumbre de obedecer que tienen los sometidos sino

también y principalmente en un especifico fundamento de legitimidad. De este poder legitimo que es

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(instrumento de distinción) y que legitima las distinciones obligando a todas las

culturas (alumnos) a definirse por su distancia respecto a la cultura dominante.

La violencia simbólica y más propiamente bajo la forma de poder simbólico es

la expresión lógica del entramado que se establece entre las relaciones

sociales, la escuela y la cultura para imponer un estilo y forma de vida por

medio de la relación pedagógica. El docente impone su propia concepción de

cultura a los alumnos, arbitraria, de tal manera que el sistema escolar

universitario legitima a través del ICSHu y de la acción docente, el ejercicio de

la fuerza simbólica como un mecanismo de imposición cultural.

No hay que olvidar que la condición para ejercer esta arbitrariedad cultural,

tiene como condición primordial, la instauración de relaciones de comunicación

pedagógicas que a su vez, garanticen la imposición e inculcación de un estilo

culturalmente dominante. El poder simbólico ejercido en el aula no se reduce

por definición a una imposición de la fuerza, al contario, facilita que las

relaciones pedagógicas sean el vehículo de la violencia simbólica, a través de

las cuales la acción pedagógica se coloca en una posición dominante,

mediante la autoridad pedagógica y que es legitimada por el sistema escolar.

La violencia simbólica en el subuniverso de la Licenciatura en Ciencias de la

Educación, no es ajena a los procesos educativos, ni ha estado ausente del

sistema escolar, al ser parte de la lógica de los campos sociales. Esta

investigación pretende contribuir a develar en parte la lógica de funcionamiento

de un complicado poder de imposición de significados por parte de la acción

pedagógica.

INSUMO TEÓRICO: LA ECONOMÍA DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES.

¿En qué difiere una investigación periodística de una científica? Estamos

convencidos que no sólo es por el público general al que se dirige la primera,

sino por otras características que también distancia a la primera con respecto a

la segunda, en cuanto a tratamiento y resultados. Una investigación

designado con la palabra autoridad, Weber individualizó tres tipos puros, es decir, 1. el poder legal, 2. el

poder tradicional y 3. el poder carismático.

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periodística posee una temática y un universo empírico dónde abordarla, y el

sociologismo espontaneísta que no es sino la creencia de que cualquiera

puede opinar sobre cualquier cosa, sin que necesariamente así sea (Bourdieu,

1984), y que es el insumo básico de ese tipo de investigaciones. Sin embargo,

la investigación que pretende ser científica debe añadir un lente óptico desde el

cuál abordar dicha temática. Nos referimos a la posesión de una cultura teórica

como insumo analítico capaz de dar orden lógico (desde la lógica científica) a

lo que los agentes sociales consideran como “lógico”, como “evidente” por ser

una lógica práctica. De ahí que expongamos al lector el insumo analítico del

cual parte esta investigación.

El trabajo sociológico de Pierre Bourdieu es una síntesis de lo mejor de la

producción intelectual en la segunda mitad del siglo veinte en occidente. De

Durkheim, representante de la visión analítica de la sociología francesa, adopta

la rigurosidad y la certeza que da a las investigaciones sociales el uso de

procesos objetivantes por medio de la estadística derivada de los registros

empíricos. La obra El suicidio (2007) es un ejemplo paradigmático de lo

mencionado. De Weber rescata la posibilidad heurística de los tipos ideales por

él propuestos, sobre todo cuando se trata de construir lo que Bourdieu

denominó las “clases teóricas”, producto de la construcción arbitraria del

investigador a fin de organizar y sistematizar la realidad empíricamente

observada, como lo hiciera Max Weber en Economía y sociedad (1992), o en

La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1994). El carácter crítico de

Marx es heredado y reconvertido por el sociólogo bearnés bajo la teoría de la

violencia simbólica, y superando al primero en su aportación sobre el concepto

de capital en la obra homónima (2002), y al que arrebata de su noción y

reduccionismo economicista de los marxistas ortodoxos para llevarlo a los

niveles de la superestructura ideológica, y lo transforma como herramienta de

análisis de las relaciones sociales, los bienes culturales y la dimensión

simbólica del prestigio y del honor, dando paso de manera novedosa a tres

tipos básicos de capitales de los que se derivan todos los demás que dominan

las diversas esferas de la vida social: capital social, capital cultural y capital

simbólico, respectivamente. De allí que no es de sorprender que Pierre

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Bourdieu sea el teórico de las ciencias sociales más citado en los trabajos

académicos hoy día.

Si a esto añadimos que su pensamiento (2005) es un serio e interesante

esfuerzo por superar falsas dicotomías entre lo teórico / empírico, macro /

micro, objetivo / subjetivo, estadístico / etnográfico, cualitativo / cuantitativo,

etc., pululantes en los espacios escolares y emanadas de mentes profesorales

que adoctrinan a las nuevas generaciones de estudiantes, se encontrará que

en su trabajo hay una propuesta alternativa que dirime esos falsos problemas y

que permite el desarrollo de la investigación social teórica y empíricamente

fundada.

Desde el trabajo de El oficio de sociólogo (2003), ya había una clara distinción

entre las diversas teorías parciales de lo social y la teoría del conocimiento

sociológico. Es decir, que en una época en la que la especialización de las

ciencias ha iniciado un movimiento hacia delante de manera irreversible

(Weber, 1999), cada disciplina tiende a producir “especialistas” en su interior,

haciendo en más de las veces que los mismos científicos no siempre puedan

llegar a comprenderse del todo por causa de los tecnicismos propios de cada

especialización. Por ejemplo, un especialista en sociología de las emociones

(Bericat, 2000) tendrá muy poco en común con un especialista en sociología

rural (Díaz, 2005), a no ser por los vínculos que da la formación inicial con los

aportes de los “padres fundadores” de la disciplina.

Con tres conceptos nodales, y reconvertibles entre sí, Bourdieu sustenta su

teoría de lo social: habitus, campo y capital (2002). Bajo la noción de habitus, el

sistema teórico de Bourdieu rescata la dimensión subjetiva de las experiencias

sociales encarnadas. El término ya era usado por Weber, Durkheim y Norbert

Elias (aún se puede encontrar en Aristóteles y Francis Bacon), pero en él habrá

un particular sentido. Lo social existe dos veces (Bourdieu, 2000): en las cosas

y en los cuerpos. Por lo tanto, el habitus será la historia social hecha cuerpo,

hexis, como diría Aristóteles. El cuerpo es el objeto más censurado en todas

las sociedades; en él quedan las cicatrices de las prácticas pedagógicas de

todas las experiencias sociales.

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Pero como producto de las condiciones objetivas que le originan, el habitus

tiene una estrecha vinculación con el espacio que le produce: a cada posición

ocupada en el espacio social le corresponden ciertas disposiciones. Aquí es

donde la noción de campo aparece como el intento bourdiano de rescatar las

condiciones sociales externas a las que están sujetos los agentes sociales.

Esos cuerpos biológicos socializados en su dimensión como habitus ocupan un

lugar en el mundo, en el espacio geométrico. Pero la existencia humana no

sólo es física sino es a la vez simbólica, por lo que hay una existencia social y

simbólica en el espacio social de esos habitus. Y de la manera que hay

relaciones en el espacio geométrico de cercanía, de lejanía o de homología, en

el espacio social hay mecanismos de valoración de las posiciones ocupadas,

de esas distancias, sobre todo las elaboradas por las posiciones dominantes

que tienden a imponer las valoraciones legítimas del mundo, aún sobre las

valoraciones de los ocupantes de las posiciones menos favorecidas.

Bourdieu ve a los campos sociales como mercados en los que producen,

ofertan, distribuyen, invierten, pierden o consumen los bienes circulantes. La

mayor o menor cantidad, y su estructura, tienden a conformar la posición a

ocupar. Cada posición social está hecha de lo que llama capitales, y esto hace

que la posición sea una estructura independiente de la visión y la opinión de

sus ocupantes. La lógica del mercado se impone a prácticamente todos los

campos sociales, por lo que el campo educativo no es la excepción. En un

momento crítico en que todo tiene que ser acreditado por instancias

socialmente facultadas para ello, desde los grados ostentantes por los

profesores universitarios, su adscripción o no a redes de investigación, su

pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), o el perfil deseable

del Programa del Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), etc., las

universidades y sus agentes corren tras los indicadores que les cataloga como

espacios educativos de prestigio, llegando a extremos cercanos al de la

prostitución, pues lo importante no es, por ejemplo, la contribución al campo

científico con las investigaciones y publicaciones, sino lo verdaderamente

relevante es la cantidad, cumplir con los indicadores institucionales. Con las

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funciones básicas del PROMEP (generación y aplicación del conocimiento,

docencia, tutorías y gestión) y la inclusión de cuatro programas el ARACED

(Licenciatura, Especialidad, Maestría y Doctorado), la veintena de profesores

de tiempo completo allí adscritos tiene que colaborar en ellos (se han

registrado casos de profesores que en un mismo semestre han sido adscritos a

los cuatro programas, además de realizar sus otras funciones).

Los campos también son sitios de lucha al ser sistemas de relaciones entre

posiciones diferentes, relaciones de distancia que implican a la vez jerarquía,

donde hay dominantes y dominados, herederos y recién llegados, y los que

luchan por mantener el orden existente a través de la ortodoxia o pensamiento

convergente, y otros que tratan de vulnerarlo por la heterodoxia o pensamiento

divergente.

Pero esta noción de campo como mercado y como sitio de lucha asume un

matiz menos duro cuando es visto como un espacio de juego donde cada

jugador no siente las relaciones de dominación como tales, sino que tiende a

disfrutar su participación en los juegos sociales por los envites allí producidos,

por las ganancias a alcanzar, juegos por los que se está dispuesto a dar la vida

de ser necesario, de invertir y arriesgar lo poseído a fin de ir por más.

Bajo esta perspectiva de los campos como espacio de juego, los participantes

suelen tener una distribución desigual del sentido del juego. Los mejor dotados

de este sentido son los que buscarán estrategias de conservación de lo

conseguido (o en su caso, de lo heredado), mientras que los menos dotados de

este sentido suelen ser presa de los otros. ¿Qué es lo que hace interesante a

un juego? El estar dotado de una apreciación y de una valoración por el propio

juego. Lo que convoca a los geómetras a reunirse no es lo mismo que convoca

a los filólogos. Este interés se manifiesta como lo que Bourdieu (1999) llama

illusio, como aquello que da sentido al juego. Quien carece de esta illusio

encontrará al campo ajeno y sus ofertas como algo vano, que no llama la

atención. Los productos y los envites de los espacios sociales como juegos

sólo se encuentran interesantes para quienes poseen los esquemas de

percepción y de apreciación de los mismos.

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Si en las relaciones sociales que se dan en los campos todo es valorable y

susceptible de entrar en una lógica de mercado sin reducirse a las prácticas

mercantiles, ni a los juegos y sus reglas explícitas, entonces es posible

justificar una teoría general de las prácticas sociales en donde los intercambios

mercantiles sólo son un caso particular entre los posibles intercambios

sociales.

INSUMOS TÉORICO-CONCEPTUALES.

Hay dos tipos básicos de violencia: física y simbólica. La primera es el recurso

más abierto y directo de quien se impone a otro contra su voluntad a fin de

someterle y mantenerle bajo control. Los sistemas totalitarios tienden a fundar

su orden en prácticas de violencia física. La cárcel como sanción, el asalto a

mano armada, entre otros actos, son claros ejemplos de ello. Por contraste, la

violencia simbólica es aquella que se ejerce sin percibirse como tal, pues se

impone por medio de lo que Bourdieu (2001) llama “el poder simbólico” que no

es sino

Un poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un orden

gnoseológico: el sentido inmediato del mundo (y, en particular, del mundo

social) supone lo que Durkheim llama el conformismo lógico, es decir “una

concepción homogénea del tiempo, del espacio, del número, de la causa,

que hace posible el acuerdo entre las inteligencias”.

Es este orden gnoseológico el que termina por estructurar las mentes y las

conciencias de los agentes sociales que ocupan los espacios sociales. Por ello,

las clasificaciones socialmente construidas producen seres que tienden a

ajustarse a las mismas, asumiendo lo que la categoría social enuncia, como

resultado de la lucha de enclasamientos sociales de la que son objeto. Así es

como los estudiantes de la carrera de Ciencias de la Educación de la UAEH

que ingresan en un segundo periodo, de segunda oportunidad, puedan sentirse

como alumnos de segunda categoría porque así son percibidos y tratados, no

porque necesariamente lo sean. Como se verá, no todos los estudiantes que

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ingresaron en el periodo enero-junio son de dos o más intentos, pues el 57 %

de ellos lo logró en su primera oportunidad, pero son igualmente sancionados

como el 43 % restante que sí lo son.

Las posiciones socialmente ocupadas por los agentes en los diversos campos

sociales tienden a producir ciertas disposiciones inherentes a tales sitios.

Siendo los habitus un sistema de disposiciones durables que persisten más allá

de la acción pedagógica de inculcación, ha de entenderse que el análisis

empírico de los habitus como tal es complejo por todas las dimensiones que

abarca: ethos, en su dimensión ética, pero diferente a ésta; aisthesis, en su

dimensión estética, socialmente producida pero subjetivamente experimentada;

hexis, o postura del cuerpo socialmente construido, y eidos o esquemas de

percepción, apreciación, de visión y división del mundo, según la síntesis hecha

por Gilberto Giménez sobre la propuesta bourdiana. Por ello, en este trabajo

optamos de manera más modesta hablar de disposiciones.

Una disposición es la acción potencial inscrita en el cuerpo biológico que ha

sido socializado bajo ciertas condiciones y que se actualiza como el curso

razonable a seguir, sin que necesariamente sea producto de la racionalidad

deliberada. En su estado de latencia, la disposición no es completamente

instintiva o reactiva, ni tampoco racional, calculadora, sino acción prerreflexiva,

preconsciente. La teoría del hábito en William James nos recuerda sobre el

gran desgaste de fuerza vital que tendría que invertir el cuerpo si cada vez que

realiza una acción tuviese que aplicarse con plena y total conciencia al

aprendizaje de la misma; esta inversión vital es sólo necesaria al principio de

cada nueva experiencia y es asimilada mecánicamente por el cuerpo mediante

el hábito. Ello explica el cansancio que se obtiene cuando se está en pleno

aprendizaje para manejar un auto, conducir una bicicleta, nadar, etc., pues

además del desgaste físico hay desgaste emocional. Si recordamos con

Bourdieu que el habitus no es hábito, pero lo comprende, asimismo la

disposición echa mano de la historia incorporada como el hábito, sin reducirse

a éste.

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El ajuste entre las posiciones objetivas y las disposiciones subjetivas es el caso

empírico más frecuente (Bourdieu, 2005). Un ajuste de este tipo produce

disposiciones lúdicas, las que no sólo permiten jugar el juego sino que lo hacen

jugar con placer. El encuentro entre un habitus y las condiciones objetivas

similares de las que es producto tiende a ser asimilado como natural, por eso

que Husserl llamaba la retención de la memoria, o sea, la experiencia pasada

que se actualiza en las condiciones presentes. Este tipo de disposición es lo

que permite sentir como “interesante” o “emocional” la participación en un

campo y no en otro; es lo que hace atractiva para un agente una reunión entre

geógrafos y no con filósofos, pues la disposición incorporada es de un habitus

de geógrafos, compartiendo los mismos gustos y disgustos de manera más o

menos homogénea.

Pero no hay que perder de vista que la sociedad y sus agentes son dinámicos,

cambiantes, por lo que no hay nada más ilusorio que pensar en acciones

mecánicas o en la homogeneidad total de los grupos y los agentes que los

constituyen, simplificando mecánicamente un fenómeno que es mucho más

complejo. De esta manera hay que reconocer que también pueden producirse

las disposiciones opuestas, las de un rechazo abierto a la posición ocupada,

esa visión herética que se niega a ser heredada por su propia herencia social.

Una disposición herética o de rechazo puede ser el producto de experiencias

del agente social asumidas emocionalmente negativas en el proceso de

constitución de las disposiciones más primitivas contra las condiciones que le

han producido. De esta manera, y contra la fórmula reduccionista y mecanicista

de la psicología que considera que infancia es destino, la visión disposicional

apuesta porque no siempre el hijo de un bebedor compulsivo de vino se vuelva

necesariamente borracho en la edad adulta. Si la experiencia en la niñez fue

amarga para el agente en proceso de socialización, es probable que tienda a

reprobar ese curso de acción posible, al grado del rechazo absoluto de la

misma. La sociedad mexicana de inicios del siglo XXI es protagonista de este

tipo de disposición al tener presente cómo las generaciones anteriores de

padres eran rígidas en las relaciones con los hijos de familia, asumiendo como

natural la pedagogía del castigo (“la letra con sangre entra”, según la pintura de

Goya), volcándose los modernos padres en agentes que, en general, temen

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ejercer la disciplina tal como la experimentaron; o bien tienden a rechazar las

condiciones limitantes para los hijos para darles “todo lo que ellos no tuvieron”

en su propia infancia. También puede verse en este tipo de disposiciones, en

este caso particular, una especie de “realización en el otro”, de tener hoy lo que

no se tuvo antes, de realizar a través de los hijos lo que no se pudo hacer

cuando niños.

Una tercera posibilidad disposicional es ejecutar una simulación lúdica o de

resignación que, para no sufrir los efectos de estar ubicado contra voluntad en

una posición considerada poco agradable por el agente que la ocupa, prefiere

contribuir a la producción de ideas, emociones y creencias subjetivas que le

permiten tolerar tales condiciones. La experiencia de la investigación teórica y

empírica con estudiantes de la carrera de sociología de la FES Aragón-UNAM

(Cerón, 2007) develó cómo quienes no habían elegido esta carrera como

primera opción sino que se les había impuesto contra su voluntad, sí habían

elegido su permanencia en ella, y uno de los efectos de esta “elección no

elegida” era pretender simular jugar el juego a grado tal de llegar ser

representantes de la carrera en redes estudiantiles con el fin de evadir los

efectos de la imposición de la carrera. En dicha investigación se permite ver

cómo este tipo de disposiciones tiende a producir de manera subjetiva la idea y

la creencia de “gusto” por algo que originalmente ni se pensaba pero, que al no

tener otras posibilidades electivas reales, es preferible pensar que se está

terminando por ver con gusto lo que en principio es una imposición. De este

modo, el agente se asegura una estrategia que le merma la pena y la

incomodidad de saberse violentado contra su voluntad.

Una disposición más que puede producirse es la ataráxica, referida por

Bourdieu como aquella en la que el agente, estando de facto en el campo,

siendo parte de él, no logra adquirir el sentido del juego social, ni de sus reglas,

por lo que puede ser indolente, indiferente en lo que allí ocurre, pues el mismo

sentido del juego está desigualmente repartido entre los agentes que de él

participan. Es como el perro de los bolos que cita en una conferencia: va tras el

bolo activamente, pero desconoce las reglas del juego, las recompensas, las

sanciones (Bourdieu, 2000b).

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Resumiendo, podemos entonces decir que hay disposiciones lúdicas,

heréticas, resignadas o ataráxicas que se producen en un mismo espacio

social en que los agentes están expuestos a las mismas condiciones objetivas.

Con esto en mente pretendemos rescatar la noción de sociedad como espacio

diferenciado en la obra de Bourdieu, que nos sirve de guía en esta

investigación.

Con estos insumos conceptuales se presentan los primeros avances de los

registros obtenidos que se pretende complementar con entrevistas a

informantes clave.

METODOLOGÍA EMPLEADA

El enfoque relacional propuesto por Pierre Bourdieu para la investigación social

pretende superar en la práctica las dicotomías excluyentes cuantitativo /

cualitativo, macro / micro, teoría / empiria, etc., por ser problemas escolares, de

mentes profesorales antes que científicas. Asimismo supone la vigilancia

epistemológica que asegura la cientificidad de la labor investigativa, así como

el cuestionamiento continuo sobre los instrumentos, tanto conceptuales como

de registro que usa el investigador para objetivar la realidad social.

Conviene recordar que los instrumentos de registro utilizados en la práctica

objetivante del científico social, no son neutros, pues son producidos, aplicados

y analizados socialmente. La creación del cuestionario, y de la investigación

original, surgió con la idea de detectar en qué medida los estudiantes de quinto

semestre de la Licenciatura en Ciencias de la Educación de la UAEH del

periodo enero-junio de 2010 habían elegido la carrera bajo la presión social de

“no perder el año” al no haber sido aceptados en la carrera buscada, o bien al

no ser ofertada ésta en el Estado de Hidalgo pues, a diferencia de los alumnos

del semestre anterior, mostraban una actitud que hacía más difícil trabajar con

ellos, según palabras que los alumnos recuperaban de sus profesores. Así es

como se procedió a registrar las propiedades objetivas inherentes a los

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estudiantes en cuestión, vinculadas a su trayectoria escolar (género,

escolaridad y ocupación de los padres, etc.).

La aplicación se del instrumento se realizó en función directa de aprovechar la

posición que como profesores titulares ocupamos con respecto a ellos. Primero

se hizo con un grupo, y en el siguiente periodo con otros tres grupos del

periodo julio-diciembre. Al ir cuestionando a cada alumno del periodo enero-

junio de manera particular se fue detectando que parte de sus actitudes de

apatía estaban fundadas en comentarios y actitudes de los propios profesores

que les denigraban como personas flojas, desunidas como grupo, y que incluso

no debían de estar en la carrera porque no eran idóneos para ella. Así es como

se abrió la veta de detectarles como de segunda categoría. Lo que seguía era

reconstruir las razones sociales de su situación comparándoles con una

muestra de tres grupos que ingresaron en el periodo julio-diciembre.

Lo que ahora se presenta son los avances de los registros sobre dos grupos,

uno del periodo enero-junio (en adelante E-J), y otro del periodo julio-diciembre

(en adelante J-D), aunque también se hará alusión de los hallazgos en los otros

grupos de estudio.

El grupo E-J contó con 29 alumnos en total, y el J-D con 31 alumnos en total, y

se exponen de forma descriptiva los hallazgos como primera aproximación a la

construcción del objeto empírico.

Lo primero que se puede comentar es que en el grupo E-J el 71.5 % de la

población es de género femenino, próximo al grupo J-D que presenta el 71%

de su población femenina, y el 29 % de hombres, lo que tiende a reforzar la

idea de que la formación vinculada a tareas educativas, en el contexto

mexicano del Estado de Hidalgo aún es más propio de mujeres que de

hombres, al menos en este caso particular. Si la mujer en Hidalgo es concebida

bajo esquemas tradicionales para su desenvolvimiento en el hogar, una salida

posible de casa es por razones laborales, donde sus disposiciones familiares

pueden ser reconvertidas como capitales ofertables en el campo laboral, como

puede ser la preparación de alimentos, el aseo de casas o el cuidado de niños.

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De ahí que el campo educativo sea un destino más probable para la mujer

hidalguense que estudia.

Se les preguntó si al momento de estar terminando los estudios de bachillerato

habían hecho su elección por la Licenciatura en Ciencias de la Educación,

o área afín a la educativa. El 75 % del total del grupo E-J había considerado

otras carreras distintas a la de adscripción actual. En el grupo J-D los

porcentajes varían. El 41.9 % declara haber pensado en la carrera. Un 41.9%

dice no haberla elegido, mientras que el 16.1% estaba indeciso. Casi el doble

de los alumnos de este último grupo eligió la carrera, lo que hace que su

disposición al juego escolar tienda a ser más lúdica que los del grupo E-J. Al

preguntar un poco más en corto sobre el asunto, hay casos de mujeres en los

que habrían optado por una ingeniería, lo que habría implicado salir de la

ciudad de Pachuca para ir a otra entidad, y se les coartó familiarmente esta

opción por el sólo hecho de ser mujeres, quienes terminaron “eligiendo” la

carrera sugerida por los padres.

Por otro lado, esta diferencia porcentual permite comprender que es más fácil

trabajar con un grupo que en su mayor parte haya elegido la carrera, que con

uno que no. Si sólo la cuarta parte del grupo E-J habría elegido la carrera, su

inclinación por ella se ha visto mermada por las tres cuartas partes que no la

eligieron como su primera opción profesional, lo que se manifiesta con las

mismas divisiones internas en este grupo. Conviene mencionar que

Los estudios superiores alcanzados por los padres de estos jóvenes del grupo

E-J oscila entre el 21.5 % en las madres, y 28.5 % en los padres, lo que les

vuelve pioneros escolares en estudios superiores con respecto a éstos en

más de un 70 %. Esto produce varios efectos, entre los que se puede nombrar

el de la idea de “logro escolar”, o el de “prestigio social”, que no son rubros

menores con respecto a la razón de apostar por el campo educativo por parte

de estos agentes sociales. En el grupo J-D el 38.2% de los padres tienen

estudios superiores, y el 22.6% de las madres los han alcanzado, lo que hace

que más del 60% de estos estudiantes sean pioneros universitarios.

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El 10 % de diferencia como pioneros universitarios entre estos dos grupos no

es muy significativa. Lo que sí es importante resaltar es que la mayor parte de

estos jóvenes son los primeros en cursar estudios universitarios con respecto a

sus padres, lo que en una doble dimensión les produce la sensación de un

logro que va más allá de lo alcanzado por sus progenitores (hay casos en que

ambos padres sólo tienen estudios de primaria). Si no se relativiza este rubro,

los agentes sociales podrían creer que han sido más capaces que sus padres,

o más afortunados que ellos, suponiendo que es logro personal, mérito propio,

cuando en realidad hay que balancearlo con respecto a la devaluación de

títulos y grados escolares en los últimos años. Un título universitario hace

veinte años (edad promedio de los estudiantes) tenía un valor mayor que el día

de hoy. No obstante, al ignorar este contexto, los agentes prefieren creer que

han alcanzado este logro, lo que además contribuye a producir el efecto de

“prestigio social” entre familiares y amigos. No obstante lo anterior, un rumbo a

seguir en la investigación es con respecto al alto grado de expectativas

socioprofesionales y laborales que los padres depositan en sus hijos

universitarios una vez finalizada la carrera, así como el impacto de estas

expectativas en ellos. Es pertinente hacer mención que según los estudios de

seguimiento de egresados de la UAEH, la mayor parte de ellos no se dedican a

aquello para lo que fueron formados, y que su principal empleador hasta hoy es

la misma universidad.

El lugar de nacimiento ocupado en la familia puede ser entendido como una

posición social llena de sentido. Ser hombre o mujer, el mayor o el menor entre

los hijos, etc., son factores sociales y simbólicos que contribuyen a la

producción de disposiciones específicas en los agentes sociales. De esta

manera, encontramos que el 44.8% de la muestra en el grupo E-J son hijos

menores y el 34.5 % son hijos mayores, a quienes les toca abrir camino y en

quienes la carga de expectación y de responsabilidad tiende a ser mayor que

con los otros hijos. En el grupo J-D el 41.9% son hijos menores, mientras que

el 29% son hijos mayores, el 25.8% son medianos y sólo uno (3.2%) sea hijo

único. Lo único que podemos destacar en este momento es la persistencia de

hijos menores que mayormente optan por esta carrera en proporciones

porcentuales similares (lo mismo ocurre con otro de los grupos analizados).

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El 57.1 % del grupo E-J tiene algún familiar o conocido vinculado al campo

de la educación, y en el grupo J-D el 64.5% lo tiene lo que devela la

potencialidad de mirar al campo educativo como una opción a la cual apostar

en los estudios superiores.

En el grupo E-J el 74.1 % declara haber elegido esta carrera “para no

perder” el año escolar, un factor que muestra la presión que socialmente se

ejerce para que las trayectorias escolares no se vean interrumpidas. Por

contraste, el 45.2% del grupo D-J declara haberlo hecho por esta causa. La

proporción diferencial incide en la idea de “elección propia”, por derecho propio,

como se dice coloquialmente, por “gusto” más que por presión social para no

perder la continuidad escolar. Véase el Cuadro 1 para una opción visual.

Cuadro 1

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Los intentos por ingresar al bachillerato (que es por concurso de selección

por medio de un examen) por el grupo E-J es de 1 en el 92.9%, mientras que

es del 100% en el grupo J-D. El 100% de los estudiantes de este último grupo

ingresó a la Licenciatura en su primer intento (que puede ser por “pase

automático” del bachillerato de la UAEH a la universidad, o por examen). En el

caso del grupo E-J el 57.1% lo logró al primer intento, 25% en su segundo

intento, 3.6% en su tercer intento, y 7.1% en su cuarto intento. El efecto

psicológico de no haber alcanzado el ingreso a la universidad es una

experiencia emocionalmente difícil de enfrentar, y el 43% del grupo E-J lleva ya

esta huella, difícil de borrar, sobre todo cuando los mismos profesores se

encargan de recordarles esta situación.

Bajo la intención original de detectar el problema de la presión social sobre los

estudiantes a que no “pierdan” la continuidad escolar del bachillerato a la

universidad, el primer cuestionario se aplicó a los estudiantes que ingresaron

en el periodo E-J a la universidad a finales del periodo escolar. Pero al trabajar

de manera conjunta quienes escribimos nos propusimos rescatar la noción de

violencia simbólica y se enfocó la aplicación del instrumento en esa dirección,

por lo que se hizo un ajuste de preguntas para la segunda aplicación en el

grupo J-D a principios del ciclo escolar.

Una de las nuevas cosas a indagar era la percepción de los estudiantes del

periodo J-D, “regulares” por definición, sobre los que ingresan el segundo

periodo, E-J. Con ello en mente se propuso añadir una pregunta de intención y

una de práctica, a fin de no confundir en el registro del instrumento una

declaración de intencionalidad con las probabilidades de acción de los agentes

(Bourdieu, 1984: 58). Esta técnica indagativa es muy útil para distinguir entre la

respuesta socialmente esperada y, por lo tanto, correcta, de aquellas

respuestas que comprometen con una práctica probable. En el caso de las

personas con discapacidad, es común detectar cómo las personas tienden a

responder con ideales de buena intención, diciendo que los discapacitados son

personas que merecen las mismas oportunidades que todos en todas las

esferas; pero si se les cuestiona si permitirían que sus hijos “normales”

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formalizaran una relación con miras matrimoniales con una persona

discapacitada, la respuesta tiende a ser negativa y hasta su hexis cambia.

En esta parte la investigación busca rescatar primero el enunciado de intención

por medio de la percepción (positiva, negativa o neutral) de los estudiantes

J-D sobre los aspirantes universitarios que no logran quedar en el primer

intento y después lo hacen en el segundo periodo y quedan. Así tenemos

que el 50% de los estudiantes tienen una idea positiva de quienes hacen

intentos posteriores al primero para su ingreso a la Licenciatura en Ciencias de

la Educación por considerarlo como un signo de perseverancia, de constancia

hacia la meta perseguida. El 23.3% de manera muy abierta poseen una idea

negativa de los mismos, por considerar que si no quedaron en su primer intento

es porque son gente no dedicada o no apta para la carrera. El 26.7% es neutral

o no sabe qué opinar al respecto.

El contraste con la pregunta de probabilidad de acción fue notorio. Se les

interrogó sobre la posibilidad de haber hecho ellos el intento de ingresar en

la universidad y no haber quedado, y cómo se sentirían de haber hecho

intentos subsecuentes. Sólo el 26.3% se mantuvo con una disposición

positiva (“lo habría seguido intentando pues es lo que quería”). El 63.3%

declaró una actitud negativa ante esa posibilidad (“Ni lo hubiera intentado de

nuevo”; “Me habría cambiado a otra carrera”; “Me hubiera dedicado a otra cosa,

como trabajar”). El 10% restante fue neutral al respecto o no sabe qué habría

hecho ni cómo se sentiría. Cualquiera que recuerde el pasaje de la Odisea de

Homero donde Ulises tensa su arco y hace pasar su flecha por el ojo de doce

hachas comprenderá que quien está habilitado para faenas de ese tipo (como

su protagonista) no debería tener mayor dificultad en lograrlo. Y es que los

estudiantes de este periodo son como el mítico héroe mencionado: sus

trayectorias escolares son rectas, limpias, y lograron el ingreso al bachillerato y

a la universidad al primer intento, por lo que en algunos, el sólo hecho de

pensar en que podrían no haberlo logrado es visto como una verdadera

tragedia por estos agentes escolares exitosos.

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RESULTADOS Y CONCLUSIONES.

La ventaja de abordar la apuesta teórica de Pierre Bourdieu, tal como se ha

intentado bosquejar, radica en que la perspectiva relacional por él practicada

abarca la relación entre conceptos teóricos entre sí y éstos con un universo

empírico particular. Los aspirantes a los estudios universitarios en la UAEH,

como todo agente social, requieren pagar una cuota de ingreso a la misma, en

este caso particular, el certificado de bachillerato, que no es sino capital cultural

institucionalizado. Por diversas razones, el certificado de bachillerato no

siempre se tiene a tiempo para el ingreso inmediato, pues hay sistemas de

bachillerato en Hidalgo que tienen algún desfase temporal respecto a los

tiempos de egreso. El costo social y simbólico de haber ingresado a la

universidad en el periodo E-J, considerado como un segundo periodo escolar,

inyecta una gran carga social en los estudiantes que incorporan los esquemas

clasificatorios de los docentes al ser tratados como “flojos”, “desunidos”, “poco

cooperativos”, etc., estigmas que terminan asumiendo en sus prácticas

cotidianas. Resta comparar las propiedades sociales de los alumnos para

sistematizar las diferencias objetivas entre ambos grupos de estudio, y vincular

las disposiciones detectadas al problema de la temporalidad.

Queremos remarcar que aunque no todos los estudiantes del periodo E-J han

fallado en su primer ingreso a la universidad (el 57 %), son igualmente

sancionados con los esquemas clasificantes de docentes que aplican el

estigma simbólico denigrado, devaluado a todo el que está en un grupo de

dicho periodo, lo cual es comprensible si se ha tenido el cuidado de

comprender a cada periodo escolar como una posición social. Es como una

casa habitación que siendo exactamente la misma en materiales, diseño,

acabados, etc., su valor, su apreciación depende en gran medida de la colonia

donde esté ubicada. De modo homólogo, la valoración escolar de estos

agentes sociales depende en gran medida del valor socialmente otorgado por

los esquemas mentales de los docentes que terminan por estructurar las

disposiciones de aquéllos en el contexto educativo de relaciones sociales

asimétricas.

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La construcción del objeto de estudio nos indica que se precisa de rescatar la

dimensión subjetiva de los diferentes actores, sobre todo con el papel de la

carga social de abrir brecha familiar al campo universitario con respecto a sus

padres, así como la manera de recibir al sanción los agentes que han

ingresado en su primer intento, aunque haya sido el periodo estigmatizado E-J.

Asimismo resta incluir el posicionamiento social de estos agentes tras concluir

la trayectoria escolar universitaria, así como sus propias expectativas

subjetivas sobre su futuro, siempre incierto, en líneas punteadas, es decir,

potenciales tras la formación profesional adquirida en la UAEH.

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