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85 Tomás Calleja Violencia y modelos sociales. Una visión humanista

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diciembre 2001©

Instituto Empresa y Humanismo

Universidad de NavarraISSN: 1139 - 8698

Depósito Legal: NA 638/87Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.

Diseño y producción: ENLACE Comunicación Multimedia

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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

Índice

Introducción ................................................................................... 5El Derecho y el Estado .................................................................. 6La sospecha de un fracaso ............................................................ 9La invasión de la política ............................................................ 12Las carencias de nuestro modelo social ................................... 14Valores y gobernabilidad ............................................................ 16El individualismo ......................................................................... 18El consumo .................................................................................. 20La tensión y el arco ..................................................................... 22Reinventar la democracia ........................................................... 24Conclusiones ................................................................................ 27Referencias bibliográficas ........................................................... 29

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Nota Biográfica

Tomás Calleja Canelas es Doctor Ingeniero Industrial (ETSII Madrid).Diplomado en Dirección de Empresas por el MIT. Diplomado en Direc-ción de Empresas por el IESE y Diplomado en Hidrología por laUNESCO. Ha sido Profesor Encargado de Curso en la Escuela TécnicaSuperior de Ingenieros Industriales de Madrid (5º Curso y Doctorado) yProfesor del Doctorado en Filosofía de la Acción Directiva en la Universi-dad de Navarra. Es profesor del Instituto Internacional de Dirección deEmpresas (INSIDE), de la Universidad de Deusto; de ESADE y del Insti-tuto Universitario Euroforum Escorial.

Ha trabajado treinta y siete años en el sector de la energía y ha desa-rrollado diversas funciones en Saltos del Sil, Iberduero e Iberdrola. Sus úl-timas posiciones, hasta recientemente, fueron las de Director General deDesarrollo Corporativo de Iberdrola, miembro del Comité de Direcciónde Iberdrola y miembro del Consejo de Administración de Iberdrola Inter-nacional y de Iberdrola Sistemas, S.A.

Es miembro del Centro de Desarrollo Estratégico de ESADE, miem-bro del Consejo del Club de Consejeros, miembro del Consejo de AcciónSocial Empresarial (ASE), miembro del Consejo Director del Club Espa-ñol de la Industria, Tecnología y Minería, miembro del Comité Españoldel Consejo Mundial de la Energía y miembro del Capítulo Español delClub de Roma.

Es miembro también del Consejo de Redacción de la Revista NuevaEmpresa y del Consejo de Redacción de la Revista Dirigentes, en la que esresponsable de la sección de management.

Es coautor de los libros La sociedad de la información, El humanismoen la empresa y En el umbral del tercer milenio, y autor de La Universidadcomo empresa: una revolución pendiente.

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Introducción

La violencia es hoy una realidadabundante en la cartografía de re-presentación de los comporta-mientos de las personas y, lo quees más preocupante, es un fenó-meno creciente que, de manerasno del todo comprensibles, alma-cena y expresa todo tipo de recha-zos a los esquemas y modelos es-tablecidos y concita reacciones in-convenientes que cabalgan desor-denadamente sobre el olvido y eldesprecio de los derechos y lasdignidades de las personas y desus organizaciones. La violenciaes, con alta probabilidad y adecua-damente entendida y clasificada,el problema más importante quetiene la humanidad hoy, y que ten-drá en su próximo y nebuloso futu-ro.

La violencia se puede estudiar ytratar desde diversos puntos devista y desde varias focalizacionesque tienen origen en los conteni-dos aplicables de las disciplinas yciencias al uso con ella relaciona-das. Pretendemos aquí hacer unasomera reflexión alrededor de unordenamiento que establezca lascoordenadas que puedan orientar-nos para establecer las posibles re-

laciones entre la violencia y losmodelos sociales y ayudarnos aproyectar esas relaciones sobreaquellas coordenadas, entendien-do por modelo social cada uno delos diferentes esquemas y estruc-turas de gobierno, organización yfuncionamiento de la sociedad co-mo conjunto ordenado y regulado,creado para servicio y beneficio desus componentes, agentes e insti-tuciones, en el pasado y en el pre-sente.

A lo largo de la historia de la hu-manidad han existido diversos mo-delos sociales, todos ellos configu-rados como materialización de as-piraciones y expectativas de laspersonas, dando cabida, en cadacaso, a la explotación práctica delos avances sociales y tecnológicosque facilitaban un mayor acceso alconfort y al desarrollo de las capa-cidades y las relaciones de las per-sonas y los colectivos. Pero su es-calonamiento y desarrollo en eltiempo han estado marcados porun largo y permanente camino ha-cia la libertad, y cada modelo so-cial instaurado ha venido facilitadoy activado por el rechazo del ante-rior. Cuando un modelo social se

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agotaba, después de haber instau-rado ciertos avances y solucionadociertos problemas, por incapaci-dad manifiesta de dar salida a nue-vas aspiraciones y solución a nue-vos problemas, aparecía el siguien-te modelo social con nuevos enfo-ques y planteamientos y, de mane-ra pacífica o violenta, se instalabaen una sociedad que lo recibía conesperanza e ilusión para afrontar,de nuevo, un futuro que siempreestaba delante y que nunca queríaesperar.

Cada uno de los modelos so-ciales que han existido en el pa-sado y en el presente ha estadobasado en una ficción que repre-sentaba la idea-núcleo que inspi-raba el modelo; esa ficción seinstalaba como norte de fes y deesperanzas y su instauración su-ponía, de alguna manera, una ga-

rantía de estabilidad y perma-nencia. Precisamente, la nieblade las dudas sobre la ficción quesoportó cada modelo social hasido el principio de su desapari-ción.

En cada modelo social instau-rado, cambiaban valores y princi-pios, costumbres y referencias,prejuicios y normas; cambiabanestilos, comportamientos, actitu-des y, sobre todo, cambiaban le-yes, derechos y estructuras de or-ganización y funcionamiento so-cial e institucional; se estrenabauna nueva era universal para unanueva etapa de un eterno viajehacia el horizonte de la libertad,el respeto, la dignidad, la rique-za, el bienestar y la solidaridad.En cada paso se han ido perfec-cionando el Derecho, las institu-ciones y las formas de gobierno.

El Derecho y el Estado

El desarrollo del Derecho ha si-do esencial en este proceso, por-que ha tratado de establecer, demanera progresiva y perfeccionada,las normas de entendimiento yconvivencia y las reglas de solucióny tratamiento de conflictos, avan-

zando siempre en positivo haciauna creciente garantía del respetosocial y de los derechos de las per-sonas y hacia unas estructuras ade-cuadas para su mantenimiento.

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El siglo XIX fue clave en la con-solidación del Derecho como refe-rencia de comportamientos y ac-tuaciones, ya que se materializó,en este campo tan importante, laesencia reglamentadora del espíri-tu que animó, en ese siglo, la ra-cionalización del conocimiento yde las normas de vida de las perso-nas y de la sociedad, en un entor-no que promocionaba las referen-cias al orden y la medida en todoslos ámbitos de la existencia de laspersonas y sus colectivos. En esaépoca se creía que la perfección dela reglamentación y del Derechonos acercaba al orden que estable-cía los límites de la felicidad posi-ble.

Simultáneamente, y en un pro-ceso de realimentación mutua, enlos dos últimos siglos se han idoconfigurando y se han desarrolladode manera práctica y exhaustiva laidea de Nación y la idea de Estado,hasta su realidad actual en sus di-versas manifestaciones y caracte-rísticas, que configuran las referen-cias políticas e institucionales denuestro vigente modelo social.

Merece la pena constatar quelos cambios de modelo social, tan-to los efectuados a través de movi-mientos revolucionarios como los

materializados por implantaciónpacífica de esquemas de perfeccio-namiento, han tenido, práctica-mente todos, como consecuenciaexperimentada, el aumento del po-der del Estado y el desarrolloendogámico de una creciente ad-ministración pública.

Es muy posible que ese creci-miento del Estado y de las admi-nistraciones públicas haya hechoque éstos sobrepasen el tamañoidóneo ya que, en ningun caso,han existido ideas sobre límites ytamaños adecuados a la funciónantes que aquellos crecimientoshayan tenido lugar. El hecho deque los diseños de Estado, Nacióny Administración no hayan defini-do mecanismos para establecer ta-maños razonables ha hecho posi-ble que ciertos esquemas e institu-ciones no hayan tenido otra posi-bilidad de modificación que el cre-cimiento y se haya hecho cada vezmás dificil su disminución.

Para el objeto de nuestro inte-rés es importante la idea de socie-dad civil y la consideración de queeste término ha ido adquiriendorelevancia de reivindicación a me-dida que el Estado se ha ido con-formando como una referencia cre-ciente a un todo indefinido, y co-

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mo una manifestación de destinoque configura el gobierno de esetodo. En las relaciones sociedadcivil-Estado encuentra su origenuna parte de los problemas socia-les actuales y ahí puede residir lacausa de una parte de los compor-tamientos violentos actuales.

El esquema productivo, la capa-cidad de creación de riqueza ybienestar, reside en las empresas,y éstas forman parte de la sociedadcivil; el Estado no forma parte delesquema productivo, pero es unentorno operativo que condicionala vida de las empresas de maneraimportante. La invasión del Estadoen el esquema productivo ha dadoresultados siempre negativos en laeconomía de los países, para laque la administración del Estadoes siempre un coste. En la realidadde estas consideraciones, que vi-ven y anidan en nuestro modelosocial, residen fuentes de compor-tamientos violentos no correcta-mente entendidos ni evaluados.

Podría ser útil ahora referirnos ala idea de que resulta contradicto-rio que existiendo las capacidadeshumanas y tecnológicas que hoydía forman parte del activo de lahumanidad, y pudiendo adminis-trar una tierra que contiene reser-

vas y posibilidades inmensas, ma-nifestemos una creciente incapaci-dad de entendimiento y coopera-ción que aumenta la distancia en-tre pobres y ricos, hagamos cabal-gar la guerra y la violencia porlugares y países a los que asolan yarrasan, mueran de sed y hambrepersonas en cantidades de ver-güenza y deterioremos el medioambiente en una aparente volun-tad imparable de hacer el mundoinhabitable. Todo esto es violen-cia, y asistimos impávidos, incapa-ces y distantes a su imperio, ocu-pados por un trabajo que nos ago-bia o desocupados por un desem-pleo que nos angustia. Los gran-des problemas de la humanidad,que no se resuelven, están claman-do por un nuevo modelo socialque sustituya a este que se agota,como se han agotado los anterio-res, que han desaparecido supera-dos, en cada caso, por el siguiente.

La violencia institucional, aque-lla que se genera y practica desdelas instituciones, por desconside-ración o por dejación, de maneraactiva y pasiva, por egoísmo o in-solidaridad y, en definitiva, por unaausencia de compromiso con laspersonas y su dignidad, podría seruna referencia de éxito o fracaso

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de los estados modernos y de losmodelos sociales que configuran ycondicionan, que implantan y queoperan. Mucha de la violencia con-tra-institucional nace de un inco-rrecto entendimiento y equilibriode los papeles del Estado y su in-fluencia en la vida de las personas.Se está demostrando que no es su-ficiente, para garantizar un orden,la fuerza de un Derecho cuya finali-dad sea exclusivamente la fuerzade un Estado, sin posibilidad deperfectible cuestionamiento.

La violencia institucional sólopuede practicarse desde institucio-nes fuertes y poderosas con perso-nas u organizaciones débiles o novertebradas. El equilibrio de pode-res desde el Estado hacia quieneslo deben sustentar y respetar esesencial para que aquél no esté enzona de desequilibrio como conse-cuencia del ejercicio de una autori-dad que resulta imposible cuestio-nar y equilibrar desde el sistema.

La sospecha de un fracaso

Una inevitable consideraciónrespecto al problema de la violen-cia en su realidad actual es su va-loración positiva desde ciertas po-siciones, aunque resulten parcia-les. Existe violencia en el ruido cre-ciente de las emisiones sónicas,diseñadas o no; existe violencia enlos lenguajes elásticos y desver-gonzados de los atrevimientosirrespetuosos; existe violencia ser-vida como espectáculo en los pro-ductos audiovisuales al uso; existeviolencia en los infinitos compor-tamientos fuera de toda norma,ley, condición, medida, referencia

positiva o valor compartido de res-peto y dignidad. Existe violenciacreciente, explosiva, expansiva ydañina que nos preocupa, angus-tia, agobia y que nos derrota todoslos días, y a la que ofrecemos unareacción personal y colectiva insu-ficiente, que se ha hecho costum-bre.

Este modelo social, nuestromodelo social occidental, está ge-nerando una nueva clase socialcreciente y sin clasificación ade-cuada: la de los marginados, la deaquellos que no pueden o no quie-ren integrarse en nuestro modelo

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social, que lo rechazan y que vivenen una constante práctica y mani-festación de ese rechazo, que leslleva frecuentemente a itinerariosvitales que conducen a comporta-mientos violentos, en las arenasoscuras y fangosas de esa violenciacreciente que nos preocupa, comohemos dicho, aunque todavía nosuficientemente.

La violencia es, incuestionable-mente, una característica de nues-tro tiempo, de nuestra época. Laviolencia es, aparente y contradic-toriamente, una parte del progresoy, probablemente por esto, es unaparte de nuestras noticias y essiempre y constantemente infor-mación elaborada, servida, asimi-lada y digerida que no nos apesa-dumbra, deprime y derrota en cali-dad y cantidad suficientes para op-timizar nuestra reacción, la reac-ción de una sociedad que se deba-te entre la conciencia temerosa dela violencia y su exaltación por to-dos y por nadie al mismo tiempo.Si recapacitásemos y determináse-mos cómo se percibe y cómo se va-lora la violencia en nuestro mode-lo social actual, probablementenos sorprenderíamos con el resul-tado del análisis.

Es evidente que nuestro actualmodelo social está fracasando an-te el problema de la violencia. He-mos instaurado el cambio políticocomo una referencia permanente,pero no cambiamos lo suficientecomo para hacer frente a la violen-cia. Hemos aprendido a hablar me-jor, pero la violencia tiene en nues-tra sociedad muchas más pregun-tas sin respuesta que afirmacionescon conocimiento.

La superficie de papel-prensadedicada a la violencia nos hacepensar en ella como base de nego-cio, que lo es en muchos otroscampos, como si estuviéramosconvencidos de que la violencia esuna parte importante de nuestramodernidad. De este modo, por lomenos para algunos, la violenciaparece ser una fuente de valor.

Realmente, la violencia ha sidoun medio utilizado para la evolu-ción, vía revolución, de los mode-los sociales, aunque siempre, o ca-si siempre, se ha considerado co-mo un medio a usar temporalmen-te y justificado por los fines. Ellonos lleva a las raíces, no siemprevaloradas y reconocidas, de las re-laciones entre violencia y progresoy a las extrapolaciones injustifica-bles de esta relación. En esta con-

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sideración, debemos reparar quela violencia siempre ha sido utili-zada por el juego político o estejuego aparecía como consecuenciadel uso de la violencia, soportadopor una voluntad aparentementecontroladora.

Si hiciéramos un estudio paradeterminar a cuántos da de comer,permite vivir, hace felices la violen-cia, nos encontraríamos con un re-sultado sorprendente y con unafuerza pro-violencia que los pacífi-cos de verdad han de vencer paraerradicarla de nuestra sociedad ypara construir el futuro modelo so-cial, el siguiente, sin violencia ocon mucha menos.

Es importante constatar que,hoy día, la fuerza pro-violencia pa-rece ser superior a la fuerza anti-violencia o, al menos, la fuerza an-ti-violencia no consigue colocar enparelelo todas las referencias y ac-ciones de los pacíficos en contrade la violencia. Ésa es una tenden-cia sospechosamente creciente enla sociedad actual y una realidadque anida en las democracias congobiernos débiles, ya que éstosson un producto frecuente denuestro modelo social.

Es digna de mención aquí laconstatación de los pobres resulta-dos que pueden exhibir las institu-ciones que tienen como misiónprincipal el mantenimiento del or-den. Tanto la Justicia como la poli-cía están ofreciendo a la sociedadcontinuos y evidentes resultadosde fracaso.

Desde la sospecha del fracasoque la sociedad actual, nuestromodelo social actual, está experi-mentando, es necesario pasar a laconciencia del fracaso, que será elúnico punto de partida para abor-dar su tratamiento con mayoresexpectativas de éxito. Entre la li-bertad mal repartida, la Justiciamal distribuida, la policía mal diri-gida, la política mal administrada,surge como producto una violenciamal entendida que asola geogra-fías, rompe sociedades, diluye es-peranzas y pone en las mentes lasdudas pertinentes sobre un siste-ma caro que no produce lo que de-be producir y que produce lo queno debe producir.

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La invasión de la política

El desarrollo de la idea de Es-tado, en su manifestación actualde configuración del Estado-Na-ción, o de la Nación-Estado, tienemucho que ver con la extensiónde la violencia, aunque parezcauna contradicción. La crecientepampolitización de las activida-des sociales y humanas no es, enabsoluto, ajena al crecimiento dela violencia. La violencia ha creci-do, en muchos casos, paralela-mente al alcance y a la interven-ción de las estructuras políticas,aunque ello pueda parecer unaextraña correlación.

Este proceso ha invertido, eninconcreta direccionalidad, la ten-dencia racionalizadora que alum-bró el siglo XIX y el desarrollo pa-ralelo del Derecho como destinode referencia universal. Ese desa-rrollo estuvo guiado por la convic-ción de que el Derecho, y su ejer-cicio independiente, es el entornoadecuado para garantizar el respe-to y evitar la violencia y, de hecho,en ese siglo se consiguieron avan-ces espectaculares y resultadosmuy positivos en su reducción.

La corriente en contra de laviolencia que se generó en el sigloXIX parece invertida en el siglo XXy convertida en un movimiento asu favor, que los estados moder-nos no demuestran ser capaces deentender ni, mucho menos, devolver a encauzar a su trayectoriacorrecta. La superación de la co-rriente actual de violencia puedenecesitar otro tipo de Estado, otroentendimiento del Estado, otropapel del Estado, y no parece des-cabellado afirmar respetuosamen-te que los estados actuales estánfracasando ante el problema de laviolencia.

La elevación del Derecho, co-mo referencia de actitudes y com-portamientos, experimentada enel siglo XIX, y el declive del Dere-cho que ha tenido lugar en el sigloXX y está teniendo lugar en la ac-tualidad como trayectoria social einstitucional, deben tener una ex-plicación sencilla. La aportaciónde los políticos a la anti-violenciaconstatada en el siglo XIX con-trasta con la aportación de los po-líticos a la violencia que está te-niendo lugar en el siglo XX. La ac-titud projurídica que se asentó en

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la sociedad civil en el siglo XIX hadegenerado en una generalizadaactitud anti-jurídica, desarrolladaen todos los ámbitos sociales ypolíticos en el siglo XX.

Habría que buscar la explica-ción en la exagerada utilización delDerecho como instrumento políti-co y en las repetidas connotacio-nes de las difíciles relaciones entrelo político y el Derecho, relacionespolítico-jurídicas, con la conse-cuencia de crecientes fracasos y fa-llos del Derecho y de sus profesio-nales, juristas y administradores,condicionados excesivamente porsu entorno político.

El ordenamiento jurídico que serealiza, en parte, dentro del Dere-cho y, en parte, fuera de él, ha dadopie a un intervencionismo estatalque está deteriorando el prestigiodel Derecho y de la Justicia comoreferencia generalizada, tentativa-mente universal. La contribucióndel Derecho y de la Justicia al trata-miento de la violencia está resul-tando un verdadero fracaso y unincomprensible sinsentido. En losúltimos años, esta experiencia hadeteriorado la imagen de la Justi-cia como referencia de garantíascontra el ejercicio de la violencia.Este desprestigio se está exten-

diendo a los cuerpos policiales, es-pecialmente en los casos de demo-cracias con gobiernos débiles.

La nacionalización del Derechoy, sobre todo, su politización hanconstruido artificialmente sus lími-tes. Sus barreras han impedido elcrecimiento estructurado de lamás importante referencia univer-sal de actitudes y comportamien-tos. El Derecho es, por vocación,grande y universal, y no puede, nodebe, depender de fronteras, cor-tarse por barreras inexplicables ymantener diferencias según refe-rencias políticas. El Derecho es detodos y para todos, y su construc-ción debe ser un área de espacios yrecorridos de entendimientos yconcreciones universales.

Muy probablemente, desde lasmejores intenciones y para losmás justificables objetivos, la po-lítica lo ha invadido casi todo.Esto está teniendo un alto costefiscal, social y humano y estáproduciendo una creciente esca-sez de libertad, que es una con-secuencia contradictoria con losfines pretendidos.

La política es necesaria, perodebe ejecutarse con buenos re-sultados, desde una inteligente

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discreción, como si fuera, de ver-dad, una atmósfera más que unejército de máquinas y herra-mientas.

Hay un exceso de política, quees el producto más significativo yexagerado de nuestro actual mo-delo social.

Las carencias de nuestro modelo social

A la vista de los resultados ob-tenidos hasta ahora, cabe pensarque puede no ser suficiente, parael tema que nos ocupa, mirar laviolencia únicamente desde nues-tro prisma, desde nuestro puntode vista que pertenece a la manerade mirar que nos hemos construi-do dentro y como parte de nuestromodelo social. A esta forma de mi-rar le falta una visión general, dehelicóptero, y por ello la experien-cia vivida con la violencia nos daderecho a pensar que no es sufi-ciente el acervo y las referencias denuestro modelo social actual paraabordar el problema de la violen-cia en el mundo. Continuar conese planteamiento va a significarmás fracaso y más decepción. Es-tamos ante otro tema que pone demanifiesto la urgencia de cambiarnuestro modelo social agotado yen vías de extinción. Los proble-mas de alcance mundial necesitanplanteamientos de alcance a la

misma escala, es decir, universa-les, y nuestro actual modelo socialno hace posibles esos plantea-mientos.

Los derechos de la tierra, losderechos de las generaciones futu-ras, los derechos del medio am-biente y los derechos de todos losseres humanos forman parte de uncolectivo que requiere un plantea-miento mundial, y el esquema ac-tual de rompecabezas de piezasNación-Estado no lo hace posible.El nuevo modelo social cambiaráel juego; abandonará el rompeca-bezas de imagen pre-establecida ypiezas limitadas por un “lego” crea-tivo y universal con muchas másposibilidades.

El actual y creciente cuestiona-miento de la idea de Estado, laprogresiva pérdida de significado yoperatividad de la idea de Nación,la invasión de estas dos referen-cias en la actividad social y econó-

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mica de personas y colectivos,están planteando una crisis insti-tucional y estructural, de alcanceuniversal, que puede expresarseen términos de una “crisis de le-yes”, y que se manifiesta comouna clara decadencia, al ser inca-paz no sólo de superar, sino tam-bién de afrontar intelectualmentelos más importantes problemasde la humanidad. La necesariareferencia a la universalidad delas personas, de las leyes y de losvalores sociales, dificultada porlas referencias locales al Estado-nación, impide el entendimientocorrecto de aquellos problemasasí como el planteamiento de susolución, y origina acciones vio-lentas en función del nivel de re-chazo y oposición.

La politización del Derecho hatenido como consecuencia que,en muchos entornos, la violenciatenga casi la misma fuerza que laley, y que derechos importantes,como los ya mencionados de laspersonas, de las generaciones fu-turas, de la tierra y de la atmósfe-ra, no estén definidos ni repre-sentados. La crisis de las leyesestá facilitada por la microniza-ción de leyes que deberían seruniversales. Parece que las ac-

tuales instancias políticas no re-conocen la universalidad de na-da.

En nuestro actual modelo so-cial, y en sus tendencias de desa-rrollo, la historia actúa como unfreno, en justificación de diferen-cias que deben superarse, y el fu-turo no se utiliza como norte deunión porque la confluencia a laque deberíamos dirigirnos es unaarena común universal de paz,respeto, dignidad y bienestar envez de una constelación de desti-nos distantes e irreconciliables.El Estado ha hecho y hace de lí-quido diluyente de valores de losque es sumidero indiscriminado,de forma que los nuevos valoresde nuestra esperanza deberán,quizá, sustituir a ninguno.

Esa ausencia de valores, esosdesequilibrios extraños de liber-tades, ese exceso de políticas yese defecto de sociedad civil es-tán haciendo de sumidero de co-sas necesarias y de fuente de co-sas no necesarias, en la que sur-gen y se alojan las principales ca-rencias de nuestro actual modelosocial. Es muy posible que esascarencias sean las fuentes de mu-chas de nuestras violencias y quemás que normas, leyes, policías y

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parlamentos multiplicados, nece-sitemos otro diseño de modelosocial donde las personas este-

mos más consideradas y con elque nos identifiquemos más ennúmero y en espíritu.

Valores y gobernabilidad

La referencia a los valores esotra coordenada ineludible, ha-blando de la relación entre violen-cia y modelos sociales. El valor, losvalores, son siempre referencia deactuaciones, fines y objetivos deperfeccionamiento social en su im-plantación, significación, exalta-ción y consecución. Los valores co-lectivos unen a las personas y po-nen en paralelo sus comporta-mientos, orientándolos hacia obje-tivos excelentes y comunes, com-par t idos en e l respeto yreconocimiento de los demás. Laausencia de valores colectivos dis-persa las actuaciones, diferencialos lenguajes y rompe las coopera-ciones. Sólo los valores colectivoscompartidos y practicados mantie-nen un feliz equilibrio de conviven-cia entre las referencias comunes ylas personales, salvando el indivi-dualismo para fines no egoístas yalejándolo de fines injustificablessocialmente. Vida, honor y amor;religión, ley, educación; virtudes,

raíces y relaciones sólo son positi-vos en cuanto compartidos, parti-cipados y practicados con los de-más, y con todos, desde la moral,la ética y el norte de un destino co-mún de riqueza y bienestar. La au-sencia de valores colectivos y sucreciente sustitución por referen-cias de Estado, como aglutinantede objetivos e intenciones, tieneconsecuencias negativas en loscomportamientos y es razón y prin-cipio de violencias.

¿Dónde están los valores denuestro modelo social actual? ¿Enqué sistema se guardan, cuidan ymultiplican las referencias de com-portamiento que hacen de la per-sona el norte de sueños, leyes, tra-bajos y actuaciones? La excelenciasólo es accesible cuando hay nortede valores y principios que moti-van a las personas a ser excelentes.

La ingobernabilidad experimen-tada y no reconocida no se expresaen términos de incapacidad, por-

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que es lógico experimentar la inca-pacidad de gobernar aquello queno debe gobernarse, aunque síprobablemente legislarse. Los es-quemas actuales de poder repre-sentan la base de un entendimien-to cada vez menos positivo delconcepto de Nación y, en la mismaproporción, el concepto de libertadse empobrece y los políticos se de-dican a proporcionar y agrandar lalibertad allí donde no se necesita.En consecuencia, la importanciade la cultura se diluye y la esperan-za de una sociedad culta, con unDerecho universal, se pierde en ladistancia de los tiempos.

Los modelos sociales se apoyany desarrollan esquemas políticos,económicos y sociales que resul-tan ser las manifestaciones másexpresas de sus ventajas e incon-venientes. Los esquemas políticos,económicos y sociales de los ac-tuales modelos son barómetros deexcelencia que debemos conocer yvalorar para contrastarlos con es-quemas más rentables, producti-vos e ilusionantes.

Los esquemas políticos que ins-trumentan los gobiernos radicalespractican mecanismos de violenciay estimulan simultáneamente di-versos tipos de violencia, en con-

traposición con los esquemas polí-ticos centroliberales, basados en elejercicio del individualismo positi-vo y en la solución de conflictossegún un Derecho de alcance uni-versal, desarrollado en un ambien-te social de creciente cultura yeducación. El poder equilibrado esbarómetro de excelencia de los es-quemas políticos.

Los esquemas económicos quemantienen realidades distantes einamovibles entre riqueza y pobre-za ofrecen un espectáculo inadmi-sible y estimulan comportamien-tos violentos por la incomprensiónde unas diferencias que no se re-ducen, dada la ausencia de esfuer-zos colectivos y personales. Eloportunismo y la especulación sonindicadores de la debilidad de losesquemas económicos.

Los esquemas sociales que es-tán inspirados en los nacionalis-mos de geografía corta, en contra-posición a un norte de universalis-mo cultural, social y económico,estimulan diferencias, aspiracio-nes y barreras y empujan a com-portamientos violentos de acuerdocon interpretaciones sin sentidode reconocimientos y respetos dehechos diferenciales que tienenmucho más pasado que futuro y

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mucho más conflicto improductivoque sentido de cooperación. Lavertebración de la sociedad civil yla ausencia de nacionalismos sonlos elementos de medida de la ex-celencia de los esquemas sociales.

Los marginados, esa clase so-cial conflictiva y problemática,nacen y crecen en los actualesentornos de estas tres referen-cias, y la violencia reside en esosentornos sin posibilidad aparen-te de mejora. He aquí la medidade un fracaso.

Resulta digno de consideraciónque un exceso de Estado, un exce-so de Nación y un exceso de polí-

tica estén derivando en un defectode gobernabilidad. Ello quiere de-cir que sus tamaños, ya antesmencionados, han sobrepasadohace tiempo el límite óptimo porencima del cual los resultadosson peores con dimensiones másrazonables y equilibradas.

La educación y la cultura sonmás importantes que la política ylas leyes, y la libertad y el respetoson más importantes que las nor-mas y la fiscalidad. Debemos em-pezar a cuestionar nuestros valoresy su referencia a elementos norma-tivos y coercitivos que no produ-cen los resultados esperados.

El individualismo

Todo ello tiene que ver con elejercicio, el facilitamiento y el de-sarrollo de los individualismos. Elindividualismo, condenado pormuchos esquemas políticos queno distinguen entre aquellos queproducen y aquellos que consu-men, es otra referencia social rela-cionada con la violencia. El indivi-dualismo centrífugo, el que se ex-pande hacia la sociedad, es positi-vo y solidario y resulta un compo-

nente necesario del liderazgo pro-duct ivo ; e l ind iv idual ismocentrípeto, el que se aloja en el en-simismamiento, es negativo e in-solidario y su proliferación es unamanifestación de egoísmo, que seestimula desde los pliegues ocul-tos de las deficiencias de nuestromodelo social.

Es claro que la política no estálejos de la violencia. Gobernar noes concretamente mandar, sino

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más bien servir, y no es evidente nigeneralizada la práctica actual ysuficiente de este entendimiento.Los valores existen cuando se ha-cen visibles, y sólo los líderes pue-den ofrecer esa visibilidad. El des-prestigio de lo político no es ajenoa la decepción generalizada de lasociedad civil acerca de la políticay de los políticos y al ejemplo ex-tendido de la cultura del "YOÍSMO"en el tratamiento de los problemasy de los conflictos en el ejerciciodel poder.

Ésta es otra visión de la diferen-cia entre el individualismo centrí-fugo y el individualismo centrí-peto, así como de la necesidad yconveniencia de estimular el pri-mero y de combatir el segundo,que es casi lo contrario de lo queocurre ahora, si observamos la di-ferencia del tratamiento dado a loslíderes soñadores, visionarios yutópicos y a los parásitos farsantesque se aprovechan de las eviden-tes debilidades del sistema.

El sacrificio indiscriminado delindividualismo como anti-valor so-cial, que ofreció el socialismo enbeneficio de una solidaridad, im-posible sin aquél, ha impedido lageneración de líderes necesarios yha facilitado la proliferación de

planteamientos indiscriminadosdel "YOÍSMO" como producto tipi-ficado de una clase política des-prestigiada universalmente.

Tanto la violencia institucionalcomo la contra-institucional, de re-chazo al Derecho y a su instrumen-tación desde plataformas políticascolectivas, así como la violencia lú-dica o lúbrica, como rechazo, per-sonal y desposeído de ideología, aun sistema que no se comparte ycon el que su practicante no seidentifica, están potenciadas enparte por un modelo actual que notiene en cuenta las aspiraciones delas personas ni ilumina la esperan-za de una sociedad mejor y másperfecta por la que merezca la pe-na trabajar. Todas las violenciasforman una especie de curvagranulométrico-social donde losespacios grandes y pequeños for-man un todo coherente que nece-sita, en parte, el mismo tipo de di-luyente: un nuevo modelo socialque supere las limitaciones del ac-tual, en decadencia.

El tratamiento equivocado delindividualismo que los modelosoccidentales europeos han practi-cado, ha traído como consecuen-cia una creciente moratoria de li-derazgo. Los líderes, los verdade-

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ros líderes, han dejado de fabricar-se hace tiempo en nuestro modelosocial en cantidad y calidad sufi-ciente y necesaria. Sin valores nohay líderes y sin líderes no hay va-lores. Es necesario recuperar laesencia positiva del individualis-

mo, y utilizarla para la generaciónde líderes verdaderos que constru-yan una sociedad más justa y másrica, más solidaria, una sociedadcapaz de crear y de hacer vivir elnuevo modelo social que alumbrenuestro futuro.

El consumo

Un aspecto importante de losmodelos sociales y muy indicativode su nivel de orientación de loscomportamientos es el consumo.El ser humano es un permanenteconsumidor, aunque las referen-cias oficiales al respecto hablansólo de una parte del consumo,que podemos denominar “consu-mo de tangibles”. El “consumo detangibles” ocupa las estadísticas yes objeto de las políticas económi-cas de los gobiernos, así como delas reglamentaciones legales y jurí-dicas que imponen límites y nor-mas y que defienden y protegenlos derechos de la comunidad y delconsumidor.

Pero el ser humano tambiénconsume libertad, conocimiento,información y amor; consume cul-tura, oportunidades, amistad y re-laciones; consume lo que pode-

mos denominar “intangibles”, demanera consciente e inconsciente,dirigida o soberana. El consumode imagen, prestigio, identidad ofama es parte de este “consumo deintangibles”.

Las personas de hoy, la socie-dad de hoy, consumen violencia;consumimos mucha violencia. Elcine, la televisión, la prensa, losmedios y todos sus usuarios con-sumen violencia en cantidades in-gentes, empaquetada en forma deinformación, de recreo, de diver-sión, de espectáculo y también enforma de protagonismo desviado ytorcido.

El violento, los violentos, con-sumen violencia, consumen dere-chos y dignidad de los demás y es-te consumo de violencia es cre-ciente, parece imparablemente

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creciente, y los mecanismos parasu control y reducción parecencondenados al fracaso.

¿Cuántos viven del consumo dela violencia? ¿Cuántos viven de laviolencia? Parece que muchos másde los que mueren por ella y tantosmás, en fuerza y representación,que los que se oponen a ella coninsuficiente reacción y pobre nivelde lucha.

Una persona culta, educada,equilibrada, consume intangiblesexcelsos y no aspira a consumirtangibles que no necesita; controlay optimiza su nivel de consumo.

Una persona no culta, no edu-cada, no equilibrada, consumetangibles que no necesita y consu-me intangibles obedeciendo a undirigismo externo del que no esconsciente; es conducida hacia untipo de consumo al que le obliga elambiente, la publicidad, las men-tes y los esquemas manipuladoresde los comportamientos.

Cuando los intangibles excel-sos, libertad, cultura, conocimien-to, información, etc., no son sufi-cientemente accesibles, el ser hu-mano, en su permanente actividadconsumidora, dirige su consumohacia tangibles accesibles e intan-

gibles dirigidos. El significado dela expresión “pan y circo” y los con-tenidos de los programas de radioy televisión y otros medios de co-municación son prueba evidentede la realidad de este aspecto.

Es necesario preconizar y desa-rrollar la excelencia en el consumo.Un consumo más selecto y menosdirigido. Ello se logra con el estí-mulo del consumo de intangiblesexcelsos y la valoración negativadel estímulo del consumo de tan-gibles vulgares. Educación y cultu-ra van a ser los elementos esencia-les de los nuevos equilibrios en laJusticia y la razón del consumo; elconsumo equilibrado y solidariodel nuevo modelo social en naci-miento.

La sociedad actual, la llamadasociedad de consumo, es tambiénun producto de los modelos socia-les actuales, de la masificación y lacolectivización y de la crecientepolitización de la vida de las perso-nas. En este sentido, la sociedadde consumo, tan criticada y des-prestigiada, es más un productodel Estado de Bienestar que de losliberalismos desconsiderados e in-solidarios, que cada vez lo son me-nos por el avance inevitable de laracionalidad.

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La tensión y el arco

Muchos tipos de violencia, mu-chas acciones violentas, nacen y seproducen porque el esquema insti-tucional crea altas tensiones quepreparan el ambiente y los cere-bros. Es como el arco que salta apartir de un nivel de tensión entrelos polos y que no salta con másdistancia o menos tensión. La so-lución, en este caso, no es tantoponer barreras aislantes de insufi-ciente masa entre los polos, sinoreducir el nivel de tensión entreellos. La crisis del Estado, de laNación, y la creciente dificultad degobernar están relacionados con latensión entre los polos Estado-so-ciedad civil.

La elevación de los niveles detensión social sigue un procesoque tiene siempre, al principio,una fase intelectual, al menos enlos países desarrollados, que esta-blece el marco de separación quehace después perceptible la dis-tancia conceptual a salvar. La ac-ción violenta, en su caso, respondea esa distancia y necesita un nivelde tensión social suficiente, o unentorno que la haga posible.

El arco de violencia salta comoel arco eléctrico entre dos polos.Es importante conocer el origen dela tensión y la relación entre ten-sión y distancia. Si somos capacesde establecer este diagnóstico yasumirlo con realismo y humil-dad, estaremos en condiciones deconocer las posibles soluciones ylos posibles tratamientos, de redu-cir los niveles de tensión que ha-cen saltar el arco y de aumentar lasdistancias que hacen más difícilese salto.

En este sentido, podríamos es-tablecer la identificación de “plata-formas de violencia”, en función decuya posición se facilitaría, poracercamiento, la formación del ar-co de violencia como materializa-ción de la acción violenta, indivi-dual o colectiva. Las “plataformasde violencia” son situaciones omecanismos de estimulación delarco mediante la disminución de ladistancia o el aumento de la ten-sión.

Los regímenes políticos extre-mos son “plataformas de violencia”que facilitan y estimulan las accio-nes violentas, como reacción a sus

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esquemas coercitivos, en contra-posición a los regímenes políticosliberales y centrados.

La pobreza generalizada, el pa-ro, la ignorancia y la incultura,siempre juntas y relacionadas, son“plataformas de violencia” que ori-ginan actos violentos, como reac-ción a sus injusticias y desconside-raciones, en contraposición a la ri-queza compartida, el empleo, elconocimiento y la cultura.

Los nacionalismos, en sus di-versas formas y en sus diferentesniveles de manifestación, son “pla-taformas de violencia” que orien-tan actos violentos, como conse-cuencia de su artificial voluntad di-ferenciadora, en contraposición aluniversalismo y las visiones quesuperan diferencias en beneficiode la capitalización de coinciden-cias.

Las ideas de confrontación,competencia, diferencia, estánmás cerca de la violencia que las decolaboración, cooperación, coinci-dencia. Las “plataformas de violen-cia” establecen y reducen las dis-tancias, y el arco de violencia saltacuando la distancia lo facilita, mu-chas veces estimulada por perso-nas ajenas o diferentes al estable-

cimiento y la gestión de las plata-formas. Es una variante sutil, perodigna de consideración, del dirigis-mo al que antes nos hemos referi-do.

La idea de diferencia, como ali-mentador del arco de violencia, esuna realidad frecuente y, además,su operación supone un esquemamental anticuado y superado, yaque las coincidencias son más pro-ductivas que las diferencias. De-beríamos tratar de establecer elprincipio de que para tener dere-cho a ser diferente se exija la de-mostración de que se es capaz deser igual, referencia que se sitúaantes y por encima de aquella otra.

El estímulo y la capitalizaciónde las diferencias son un coste in-justificado para cuyo soporte esnecesario dedicar una parte impor-tante de recursos que tendrían me-jor fin en un esquema que estimu-le y capitalice coincidencias.

Tanto la política, como los na-cionalismos, en sus productos mássignificados de Estado y Nación,se dedican insistentemente a crear,estimular y potenciar diferencias,que los hacen improductivos, anti-cuados y no aptos para el futuro ensus actuales versiones.

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En este sentido, deberíamos co-nocer cuáles son los estimuladores,o drivers, de la violencia y cuáles sonsus diluyentes, o barriers, para redu-cir y controlar los primeros y desa-rrollar y potenciar los segundos.Cualquier constructor de “platafor-mas de violencia” es evidentementeun driver a combatir. Cualquier inte-grador de personas y cualquier ins-talador de valores colectivos univer-sales es un barrier a apoyar.

El pasado no nos vale para loque queremos, aunque muchosrecurren a él y en muchos casos loinventan, para justificar lo injusti-ficable; el presente sólo vale paragenerar voluntad y compromiso, yel futuro es y debe ser el norte co-mún y universal al que debería-mos dirigirnos. Debemos susti-tuir ideologías por experiencia yacertar en las decisiones y en lostrabajos.

Reinventar la democracia

La persona debe volver a ser,otra vez, la nueva referencia, otravez el humanismo ausente. La dia-léctica libertad-servidumbre, quelleva consigo cualquier decisiónrespecto a un modelo social, deberesolverse a favor de un nuevo eimaginativo concepto de libertad.Sólo desde el foco de la personapuede aparecer la luz de la solu-ción.

La democracia es, en sí, un sis-tema social, una parte importantedel modelo social, una referenciade comportamientos, pero no esoperativa plenamente, no funcionarealmente, mientras no sea, de ver-dad, una cultura personal y colecti-

va de respeto y dignidad. La demo-cracia es más una actitud y uncomportamiento individual y co-lectivo que un sistema de gobier-no. Se ha hecho mucho por desa-rrollar la idea de democracia comosistema y se ha hecho mucho me-nos por desarrollar la idea de de-mocracia como cultura. Ésta es larazón por la que no hay ni dos de-mocracias iguales, ni dos Estadosiguales, y que lleva a la constata-ción del fracaso de lo político y delos sistemas actuales de gobierno.La idea de progreso no está tanto,no se hace tanto, en el sistema co-mo en la persona y, por eso, el pro-gresismo es un término y un con-

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cepto secuestrado por las clasespolíticas más desorientadas.

Tenemos suficientes experien-cias acumuladas para determinarlos aspectos positivos y negativosde las muchas democracias exis-tentes y de los muchos estados vi-vientes. La idea de un benchmarkingde las democracias y de los Esta-dos es pertinente a este respecto ynos daría información sobre lasmejores y las peores, sobre las quedebemos copiar y las que debe-mos mejorar. La reingeniería de losEstados nos llevaría a reinventar lademocracia, y ése es el nuevo des-tino de este principio del siglo XXI,nuevo puente a la esperanza queno deberíamos cerrar.

La mundialización de las rela-ciones, de las economías, de losesquemas y de los problemas, nosdebe orientar hacia un destino demundialidad creciente, con el de-sarrollo de instituciones de alcan-ce universal, con poder y autori-dad, y con la paulatina desapari-ción del actual concepto de nacióny de muchas concepciones no po-sitivas ni consideradas de los na-cionalismos. El nacionalismo estámas cerca de la violencia que eluniversalismo. La soberanía nacio-nal y los hechos diferenciales han

consumido recursos y vidas de ma-nera innecesaria y no productiva.El futuro no está en ellos sino en launiversalidad de las personas y delos sistemas.

Europa se debate entre un pro-yecto lejano de continente-Nacióny un galimatías disperso de cor-púsculos diferenciales en conti-nua lucha interna no productiva.Europa sólo puede ser un destinopositivo y un norte esperanzador sisu construcción representa y esta-blece una auténtica desnacionali-zación.

El desarrollo de los esquemasmilitares representa una coordena-da de proximidad a la violencia. Alirse diluyendo el concepto de Na-ción y agrandándose la idea demundo como sustituto y como en-torno de una humanidad solida-ria, desaparecerá poco a poco unafuente importante de violencia ensu realidad actual y aparecerá unafuente alternativa de recursos im-portantes para la solución de losactuales problemas de la humani-dad, de acuerdo con destinos másutópicos y rentables para los gran-des presupuestos de defensa y mi-litarización.

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Según los actuales principiosdel management, los ejércitos sonla materialización de la anti-em-presa, ya que representan esque-mas de aplicación de recursosimportantes cuyo objetivo es queno ocurra aquello para lo que es-tán preparados.

La simplificación de los es-quemas de gobierno, con un ali-geramiento progresivo de las ac-tuales instrumentaciones del Es-tado, debe abrir esperanzas a lainstauración de una sociedadculta y educada con un nivel sa-tisfactorio de participación-co-operación en gobiernos e institu-ciones. El peso del Estado y delas administraciones públicas noes ajeno a ciertas manifestacio-nes de la violencia. Una de lasnuevas medidas de la libertad,entendida como un recurso eco-nómico importante, será precisa-mente el coste del Estado y la fis-calidad.

En este sentido, la libertad y lafiscalidad son asuntos comple-mentarios: la fiscalidad es la li-bertad cedida por la sociedad ci-vil al Estado para que éste instru-mente la solidaridad, y la libertadresidual es lo que queda en po-der de la ciudadanía para hacer

frente a sus responsabilidades decontribución al esquema produc-tivo. Esta visión también estable-ce equilibrios en los actuales es-quemas de violencia, en este ca-so fiscal.

El Derecho puede, desde cier-tas perspectivas, interpretarsecomo una forma de violencia quesólo será positiva en tanto encuanto sea necesaria. En ese sen-tido, el Derecho, las normas, de-ben ser el instrumento de la fuer-za del poder legalmente consti-tuido, en contraposición a lafuerza de la violencia, que no seatiene a normas ni a Derecho.

Pero este punto de vista sóloes totalmente válido cuando laJusticia es independiente, lasnormas no sirven a los sistemaspolíticos y existe un consenso ge-neralizado de su necesidad y desu conveniente utilización. Encierto sentido, lo que diferencialas dos fuerzas mencionadas, po-der legal y poder ilegal, es su jus-tificación a través de las normas.Éstas se justifican mediante sucarácter lógico, universal y útil,con lo que los hechos diferencia-les que se manifiestan en ellasresultan de todo punto ilógicos einútiles. Sólo la integración pue-

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de superar los aspectos no posi-tivos de los hechos diferenciales,y sólo se alcanza el derecho a ser

diferente cuando se reconoce, sesabe y se practica el hecho de serigual, fundamentalmente.

Conclusiones

Ésta es la nueva visión que de-be presidir la simplificación y elabaratamiento de los esquemaspolíticos en beneficio de las perso-nas, de la sociedad y de la humani-dad entera.

La violencia está relacionadacon la violación y, a medida que seeleva su nivel de aplicación, au-menta la desproporción respectoal fin que la origina, admitiendo eneste intervalo la inexistencia delfin como un punto extremo. Unmapa de la violencia nos informade aspectos tan interesantes comosorprendentes y nos sitúa ante lanecesidad de la medida y su fre-cuente inexistencia en las accionesviolentas.

Para luchar contra la violenciapuede ser preciso recurrir a ella,con lo cual debemos enfrentarnosa la posible necesidad de estable-cer diferencias entre la violenciapositiva y la violencia negativa.

En la situación actual respectoa la violencia, las instituciones sedebaten entre una resignación noconfesada y una reacción no sufi-cientemente deseada y comparti-da; pero es fácil que la solución de-ba provenir de la configuración demodelos sociales más perfecciona-dos que den soluciones que naz-can de la experiencia del actualmodelo social, que se muestra in-capaz de abordar el problema conesperanza de éxito.

No todas las manifestacionesde la violencia están relacionadascon los modelos sociales, peromuchas sí y casi todas tienen algoque ver con el tema. Necesitamospensar y empezar a construir otromodelo social más esperanzadorpara las personas. El actual, nues-tro modelo social, ha valido, perose ha agotado y hoy se deforma enextrapolaciones inútiles que no va-len para lo que están concebidas.Necesitamos cuestionarnos máscosas para alumbrar soluciones vá-

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lidas a los problemas de la huma-nidad.

Es necesario que haya más so-ciedad civil, menos Estado, másmundo, menos Nación; es necesa-rio más Derecho universal y unasinstituciones, también universales,que lo potencien y garanticen.

En las raíces de muchas violen-cias, de muchas acciones violen-tas, están hoy las deficiencias ylas ausencias de nuestro modelosocial. Los marginados son, encierto modo, un ejército crecientey crecientemente violento, y la po-lítica es una fuente de violenciade todo tipo que, al menguar supeso, contribuirá también a dis-minuir aquélla. Nuestras institu-ciones actuales no pueden abor-dar los problemas de alcance uni-versal, que son fuente indiscutiblede acciones violentas.

Pensando en los futuros mode-los sociales más perfeccionados, yen los problemas a los que éstosdeberán dar una solución más ade-cuada que la actual, deberíamoshacer el ejercicio de establecer quécaracterísticas o configuracionesfacilitan la violencia, cuáles son ac-tualmente los estimuladores de laviolencia o los violence drivers. Sin

pretender la exhaustividad, parececlaro que la inexistencia de valorescolectivos universales, los nacio-nalismos, la pobreza y las ausen-cias o defectos del Derecho y laJusticia son actualmente activado-res de la violencia o facilitadoresde espacios para ella.

En cualquier caso y, por encimade ciertas limitaciones, se obser-van algunos comportamientos querequieren la aplicación estricta delDerecho y el ejercicio de la fuerzapara ser anulados. Éste es un cam-po difícil, pero su acceso intelec-tual sólo es posible después de unacuerdo universal sobre los verda-deros violence drivers y sobre el dise-ño de soluciones de violence barriersy tratamientos de alcance univer-sal. He aquí otro reto de los futu-ros modelos sociales.

¿Es posible un mundo sin vio-lencia? Es evidente que sí lo es ytambién es evidente que no esta-mos tratando de dirigirnos a él a lavelocidad que nuestros conoci-mientos actuales deberían hacerposible.

Es necesario seguir trabajandopor una nueva sociedad más per-fecta, más rica, más solidaria ymás pacífica; en definitiva, menos

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violenta. Podemos y debemos ha-cerlo y es una responsabilidad detodos. El futuro modelo social de-

be favorecer un aumento de la so-lidaridad y una ausencia de la vio-lencia.

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Nº 1 Aspecto financiero y aspecto humano de la Empresa

Vittorio Mathieu

Nº 2 La interpretación socialista del trabajo y el futuro de la Empresa

Leonardo Polo

Nº 3 La responsabilidad social del empresario

Enrique de Sendagorta

Nº 4 El sentido de los conflictos éticos originados por el entorno en el que opera la Empresa

Juan Antonio Pérez López

Nº 5 Empresa y Cultura

Fernando Fernández

Nº 6 Humanismo y Empresa

Cruz Martínez Esteruelas

Nº 7 Moralidad y eficiencia: líneas fundamentales de la ética económica

Peter Koslowski

Nº 8 La estrategia social de la empresa

Manuel Herrán Romero-Girón

Nº 9 El trabajo directivo y el trabajo operativo en la empresa

Carlos Llano

Nº 10 El altruísmo en la empresa

George Gilder

Nº 11 Ricos y pobres. Igualdad y desigualdad

Leonardo Polo

Nº 12 El utilitarismo en la ética empresarial

Joan Fontrodona

Nº 13 La empresa en la historia

Agustín González Enciso

Nº 14 La empresa entre la Economía y el Derecho

José Antonio Doral

Nº 15 La empresa ante la nueva complejidad

Alejandro Llano

Nº 16 Empresa y libertad

Jesús Arellano

Page 33: VIOLENCIA Y MODELOS SOCIALES. UNA VISIÓN HUMANISTAdadun.unav.edu/bitstream/10171/4472/1/85.pdfUNA VISIÓN HUMANISTA 6 Tomás Calleja agotaba, después de haber instau-rado ciertos

Nº 17 ¿Qué es el humanismo empresarial?

Rafael Alvira

Nº 18 El rendimiento social de la Empresa

Jose M. Basagoiti

Nº 19 Elementos configuradores de la actual valoración del trabajo

Tomás Melendo

Nº 20 Dirección y sistemas de mando

Manuel López Merino

Nº 21 La índole personal del trabajo humano

Tomás Melendo

Nº 22 La revolución social del management

Tomás Calleja

Nº 23 Indicadores de la madurez de la personalidad

Enrique Rojas

Nº 24 Empresa y sistemas de cooperación social

Ignacio Miralbell

Nº 25 Humanismo para la dirección

Miguel Bastons

Nº 26 Actualidad del humanismo empresarial

Alejandro Llano

Nº 27 Notas sobre la cultura empresarial

Rafael Gómez Pérez

Nº 28 La importancia de la dinámica política para el directivo

Manuel Alcaide Castro

Nº 29 El poder...¿Para qué?

Juan Antonio Pérez López

Nº 30 La empresa y el ambiente socio-político en el umbral del nuevo siglo

Daniel Bell

Nº 31 La gestión del cambio en la empresa

Juan A. Díaz Alvarez

Nº 32 Hacia un mundo más humano

Leonardo Polo

Nº 33 Estudio histórico sistemático del humanismo

Higinio Marín

Page 34: VIOLENCIA Y MODELOS SOCIALES. UNA VISIÓN HUMANISTAdadun.unav.edu/bitstream/10171/4472/1/85.pdfUNA VISIÓN HUMANISTA 6 Tomás Calleja agotaba, después de haber instau-rado ciertos

Nº 34 Humanismo estamental

Higinio Marín

Nº 35 Consideraciones sobre el activo humano de la empresa

Tomás Calleja

Nº 36 Ser el mejor. Hacer que otros también lo sean (Sólo para empresarios)

José María Ortiz

Nº 37 La Etica de la Sociedad de Consumo

Antonio Argandoña

Nº 38 Hacia una Economía Política Humanista

Ludwig Erhard

Nº 39 Las referencias sociales de la empresa

Tomás Calleja

Nº 40 Máximo Beneficio y Máxima Racionalidad

José María Ortiz

Nº 41 La inserción de la Persona en la Empresa

Armando Segura

Nº 42 Humanismo pericial

Higinio Marín

Nº 43 Dimensión humanista de la energía

Tomás Calleja

Nº 44 La empresa entre lo privado y lo público

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 45 Competitividad y cooperación como valores institucionales de la empresa

Santiago García Echevarría

Nº 46 Filosofía de la economía I- Metodología de la ciencia económica

Alejo J. Sison

Nº 47 La lógica del directivo: el control necesario y la confianza imposible

Pablo García Ruiz

Nº 48 La 'revolución' institucional de la empresa. El reto al directivo y a los recursos humanos

Santiago García Echevarría

Nº 49 Filosofía de la economía II- El ámbito austrogermánico

Alejo J. Sison

Page 35: VIOLENCIA Y MODELOS SOCIALES. UNA VISIÓN HUMANISTAdadun.unav.edu/bitstream/10171/4472/1/85.pdfUNA VISIÓN HUMANISTA 6 Tomás Calleja agotaba, después de haber instau-rado ciertos

Nº 50 Valores éticos de la empresa

Juan Cruz

Nº 51 La empresa virtuosa

José María Ortiz

Nº 52 Las decisiones en la empresa: cálculo y creatividad

Miguel Bastons

Nº 53 Filosofía de la Economía III. Los fundamentos antropológicos de la actividadeconómica

Alejo J. Sison

Nº 54 La familia: un imperativo para la empresa

Ramón Ibarra

Nº 55 Variaciones sobre una crisis

Tomás Calleja

Nº 56 Pobreza, productividad y precios

Paolo Savona

Nº 57 Lo común y lo específico de la crisis moral actual

Rafael Alvira

Nº 58 La ética empresarial: una aproximación al fenómeno

Manuel Guillén

Nº 59 La dimensión política de la economía

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 60 Sobre la cooperación competitiva

Ana Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 61 Organizaciones inteligentes en la sociedad del conocimiento

Alejandro Llano

Nº 62 La economía social de mercado de Ludwig Edhard y el futuro del estado de bienestar

Ana Fernández y Carmelo Lacaci

Nº 63 La persona humana en la empresa de fin de siglo

Carlos Llano

Nº 64 Estado, sociedad civil y empresa

Tomás Calleja

Nº 65 Sobre la confianza

Richard Brisebois

Page 36: VIOLENCIA Y MODELOS SOCIALES. UNA VISIÓN HUMANISTAdadun.unav.edu/bitstream/10171/4472/1/85.pdfUNA VISIÓN HUMANISTA 6 Tomás Calleja agotaba, después de haber instau-rado ciertos

Nº 66 El protagonismo social de la empresa

Tomás Calleja

Nº 67 Dimensiones estéticas de la empresa

Rafael Alvira

Nº 68 La empresa como realidad estética

Ana Fernández

Nº 69 De la estética a la ética de la comunicación interna

Iñaki Vélaz

Nº 70 La respuesta empresarial a una nueva dinámica del empleo: ¿Eficiencia económica versus eficiencia social en clave ética?

Santiago García Echevarría

Nº 71 La profesión: enclave ético de la moderna sociedad diferenciada

Fernando Múgica

Nº 72 El empresario servidor-líder

Enrique de Sendagorta

Nº 73 Peter Drucker (I): Hacia una biografía intelectual

Guido Stein

Nº 74 Peter Drucker (II): Sobre empresa y sociedad

Guido Stein

Nº 75 La narrativa anglo-americana de la propiedad

Alejo Sison

Nº 76 La empresa como sujeto de las relaciones internacionales

Javier Herrero

Nº 77 Clima y Cultura empresarial

Iñaki Vélaz

Nº 78 Valores burgueses y valores aristocráticos en el capitalismo moderno: Unareflexión histórica

Agustín González Enciso

Nº 79 Hacia una nueva teoría de la empresa

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 80 Los pliegues ocultos de las relaciones en la empresa

Tomás Calleja

Nº 81 La empresa entre el psicologismo y el conductismo

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Page 37: VIOLENCIA Y MODELOS SOCIALES. UNA VISIÓN HUMANISTAdadun.unav.edu/bitstream/10171/4472/1/85.pdfUNA VISIÓN HUMANISTA 6 Tomás Calleja agotaba, después de haber instau-rado ciertos

Nº 82 La Tercera Vía en Wilhelm Röpke

Jerónimo Molina Cano

Nº 83 Teorías de la empresa y crisis de la modernidad

Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

Nº 84 Adam Smith: interés particular y bien común

Raquel Lázaro Cantero

Serie en inglés:

Nº 9 Managerial work and operative work within enterprise

Carlos Llano

Nº 10 The altruism of enterprise

George Gilder

Nº 15 Business and the new complexity

Alejandro Llano

Nº 17 Enterprise and Humanism

Rafael Alvira

Nº 22 The social revolution of management

Tomás Calleja

Nº 30 The socio-political environment that enterprise may face

Daniel Bell