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Vísperas

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Poesía argentina contemporánea. Autora: María Cecilia Perna (poemas) y Alfonso Piantini (dibujos). Poesía lírica, femenina.

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VÍSPERAS

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© 2009, María Cecilia Perna (textos)© 2009, Alfonso Piantini (dibujos) © 2009, Zorra/Poesía

[email protected] www.zorrapoesia.blogspot.com

ISBN 978-987-22511-7-8

Hecho el depósito que indica la ley 11.723. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin previa autorizacion de la editorial o los autores

Perna, María Cecilia Vísperas / María Cecilia Perna ; ilustrado por Alfonso Piantini. - 1a ed. - Buenos Aires : Zorra Poesía, 2009. 65 p. ; 15x17 cm.

ISBN 978-987-22511-9-2

1. Poesía Argentina. I. Alfonso Piantini, ilus. II. Título CDD A861

Fecha de catalogación: 19/10/2009

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VÍSPERAS

María Cecilia Pernatextos

Alfonso Piantinidibujos

Zi! Colección Zorra Ilustrada

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Prólogo

Si la víspera es ese instante que antecede al día de fiesta, este prólogo re-sulta, de algún modo, la víspera a Vísperas. Juego de palabras que anticipa el acto de lectura de los poemas y, al mismo tiempo, exhibe la celebración puesta en escena por la voz que los habita.

Pero a Vísperas corresponde además una hora precisa: el crepúsculo de la tarde o el lapso en que la luz deja paso a la vacilación. Ambos significados – la celebración y el anochecer - aparecen entrelazados de tal forma que la ceremonia de la reunión con “lo otro” adquirirá matices diversos según la etapa del ciclo de la luz en que se halle. El orden de presentación de los poemas diseña un trayecto que va de una noche («Estoy en la raíz de la oscuridad», Golem) a otra («no hay otro / nombre más que el sólido cimiento / profundo / — de la noche», Bruce Wayne), pasando por la lucidez del mediodía (Noon). Y es precisamente esta iteración de la sombra en la alternancia de la luz lo que marca el acontecer de los personajes en su encuentro con lo otro.

El primer tramo – los cinco primeros poemas - es más breve y en él, la re-lación con la otredad tiene un lugar definido: el afuera; y una función primordial: la reproducción. A diferencia de la segunda etapa, en la cual la imagen de la partición - la parte del ser que se aleja transformándose en lo otro - es determi-nante. Si bien Noon constituiría el ápice evidente del ciclo, el poema siguiente, señala claramente el sentido (en tanto dirección y significado) del trayecto, pues el crescendo de la luz estalla en la voz plural y militante de Saula:

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«Esta es la realidad. Hemos por fin despertado y el polvo del suelo será por un instante — arena entre los dientes.»

Pasolini hablaba de una fulguración negativa, imaginaba la inversión del mito de Pablo: «Saulo creyente que cae del caballo y ya no cree más». Dicha ima-gen, que trasladó a Medea y luego retomó en Endoxa, se nos presenta en Vísperas de manera exacerbada porque la voz de Saula se erige como única alternativa en el desierto heredado de los signos. «Esta es la realidad

ya ninguna mentira permanece.»

Ahora bien, el hallazgo aquí es advertir que el proceso de inversión va más allá de la cita e implica además del cambio de género –patente en el nombre, pero también, como leeremos en otros poemas, en la adjetivación, en el uso de los artículos, en el encadenamiento de las frases, etc. -, la necesidad de instaurar una nueva tradición:

«— esta no es mi tradición. Y tengo miedo. » (Cataclismo)

Con excepción de Saula, los personajes que habitan Vísperas son seres que se saben heterogéneos e incompletos; seres cuya voz se yergue en el intervalo

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preciso del encuentro y desencuentro con lo otro. Lo otro es, a veces, amena-zante, pero siempre un signo de apertura para el ser. Y en este punto es ur-gente destacar la presencia de la corporalidad como espacio determinante de las relaciones. Así, los vínculos que entabla el sujeto con las diversas formas de la naturaleza o del mito están atrave-sados por actos como besar, devorar, cantar, rezar, hablar, matar, picar, penetrar, perforar, rodear, vestir, albergar y más… En las bellísimas descripciones de Vísperas perdura el recuerdo de lo sensorial; y la marca sobre el cuerpo del encuentro y la separación se revela en el devenir, finalmente, otro ser.

Hay una pulsión de la transformación –única reproducción viable - y hay una voz que la testimonia. Cuerpo y voz de un ser que no acepta sujeciones, que se revela ante esquemas previos y que funda una nueva concepción de lo natural en la ceremonia orgásmica de la fusión con lo otro.

Adentrémonos en Vísperas como quien se prepara para una celebración; tal vez en la lectura se nos revele algo nuevo de nosotros mismos.

Andrea Fernández

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VÍSPERAS

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Golem

Estoy en la raíz de la oscuridad.La caverna que me cubre, me ha cubiertoel cuerpo desde siempre — El cieloúnico y negro que conocí es un nudo abovedado por encima de mi nuca. Ha sido así desde todotiempo posible hasta hoy.Hoyes algo diferente — se filtra apenas una luz entre las rocas cuarteadas del techoun rayo blanco perfora la maciza superficie de mi cuerpo — por primera vezveo esto

hay una forma a pesar del frío y del dolor y de las ganas deformes de encontrar un peso sobre el propio oscuro peso

hay un color — nítido ahoramás allá del contorno que estas manos

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intentaron armar por muchos largos años — cartografía ciega que cortadelimita — la aspereza del talón del huecode la axila del pecho o el olorterrosode la palma dormida.

La materia del suelo de esta cueva es rojizaigual que la carne que ahora froto por debajo de la piel — Deseo horriblementereproducirme — la luzcalienta apenas y yo nada conocía de este sucio sentimiento.

No sé quién me escupió en este espacio muerto.No sé qué hay de mí además de esta estrellaque llevo tatuada en la frente — No la veo pero puedodelinearla al tacto.

Debo ser Dios mismo — debo

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intensamente ya reproducirme.

El agua gotea incesante en la caverna. Quiero un hijoy mis manos conocen perfectas los contornos de este cuerpo horrendo.

La luz puede ayudarme —el barroy mis manos lo construirán con mi forma idéntica — y a un tiempo tendrá eso que me quite para siempreestas ganas espantosasde volverme contra mí.

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Libélula

No vas a coserle la boca a mis chiquitoscomo a mí me regañastela juventud completa — libélula espantosa — te detesto

tu cuerpoconsumido esqueleto — y tu aguijón puntudono pueden hacer daño a mi carne yaque quiere estar vivafresca y rosa sobre el hueso — libélula inmundaoprobio de las parturientaspequeña enviada — de Satánasqueroso inmundo bicho de maldadconsumida como un muerto sobre tu osamentafalsa — y el escandaloso aleteo de tus alas sobre mi cabeza — fue música infernalnoche tras nochesoplando a mis oídosseduciéndome en las ansias destructoras contra mí — libélula asquerosate quierolejos de mi cuerpo y mis criaturas.

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Todo lo que espero es protegerde ahora en mása mis chiquitos — de tus alas deshonrosas de tu brazo eréctil de larvadevoradora de iguales— podredumbre hada transparente de corrupción y desgraciate detestote conjuro y te elimino para siemprelejos de míde la familia de mi carne— vergüenza y oprobio son tus palabras.

Te detesto — síasquerosísima libélulaya ningún susurrar — de tus promesas horrendaspodrá nunca hacerme daño.

¡Afuera! Libélula ¡Afuera!Tu flaco Aguijón — Gigantees todo una Mentira¡Falsa y Asquerosa! ¡Afuera!Tu Aguijón— Flaquísimoya no puede nunca máshacerme daño.

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El beso con el árbol

Completamente fuerade mí en un sueñosupe arrastrarme hasta la boca del árboldel tilo añejo —sus efectos sedantes me atraíanal centro umbroso donde el viejo tronco se erguía.

Para llegar — palpitante corazónen la garganta debí arrastrarme — la panza entre las floresdormiderasy múltiplos de ramas que se hilabanraspándome la espaldacaían desde el fondo de su cielo colgante — el tilome llamaba. Quería devorarme —Casi parecía una mujerenvuelto entre florcitas amarillas — pero no era. Sin duda yolo amabay en su antigua prepotencia— seductoraesperaba él de mí — me acaballara

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de colita a las raícesy le diera con las piernas una vueltarugosa al troncola aspereza — pasada de sus añosiba a subirse por mítrepándome — el árbolquería que yo lo besara —metiéndole mi cabecitaentera adentro de su boca — por finmi carne blandapasaría al corazón del troncorígido centroimpredecible.

Despuésno recuerdo nadaque hubiera realmente pasado — Ahoraescribo debajode un joven alerce.

Sus ramas recubren mi cabezaen reverencia curvada hasta el suelo me adoranun poco por delantese inclinan ante mí.

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Y detrás — justo a mi espalda el troncose ofrece suave ancho respaldo y firmesostén de amor — para mi cuerpo. Yosin embargo sigo en silencio y un poco atontada todavía por el sueñono me atrevo a girar de un solo golpey entregarle por completola boca que me pide.

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Chica-abeja

Con pequeños zumbidos en el airese pasea — el diario resquemor por la cuenca del oído.

No tengo alternativas, dijo —Era apenas diminutauna chicaabeja — el bulbo de la colaterciopelo amarillo repletísimo negro de odiosos fluidosveneno o bienmiel dulce que empalaga.

Deseaba picar — primero a las muchachitas rubias que miraban a los hombres tumbadas sobre el borde vallado del césped.

Deseaba matarlas a todas de pequeñas muertessaltar — sobre sus bocas perfectas

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Fácilmente seducirlas con su miel y perforarlesluego el rostro de ponzoñaen pequeñas galladuras de coraje amargo.— Inyectarlas.Hostilidad purade aguijones pequeños.

Para los hombres del césped — nada.Ni siquiera una palabra suave o venenosatan sólosu rostro diminuto embozado tras las alas transparenteslos ojos todos rojosinmensos de llorar. Para los hombres del césped— nada.

Para las pobres criaturitas rubiastumbadas al costadosobre el borde

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la brusquedad del deseo vuelto odio — profunda caverna hecha de mielesnegras.

Para ellas colosas bellezas de tan griegaperfecciónel líquido añejado del venenotraspasado a la cabeza — de mármolinútil — sombreadas por completo bajo el sol.

Para los hombres del césped — nadaapenas el vestidotransparente de las alascomo una novia frágilgigantes ojos rojos de llorar —chica-abeja a punto de quedar toda desnuda sola por completo en el espacio — abiertodel aire contra el cuerpo abandonado.

Ay abeja,pobrecita que no sabeque las bodas se hacen siempre sobre el césped

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una sobre otra — húmedo oloroso tierno espaciodonde los hombres se dejan caer pesados en sus cuerpossin la ropaduro quieto el golpede la palma poderosacerrada en un instante sobre el bulbo — de la abejalos dos en un dolor crispadosnegro amarillo y de repentetodo junto se deshace hasta acabar con el veneno —

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Nuberío

Vivo en una tierra — de aguay el cielo está hoy de golpe todo secopara dejar a mi hermano — partir.

Ay se va mi corazón — gemelodetrás de esta cortina — de agua que mi cuerpo llueve adentrode la piedra donde hemos completadola noche toda enterahablando.

No quiero que él me deje con el solque sale ya — despacioporque nunca otra vezvolveremos a encontrarnos debajo de estos cuerpos maquinalesque respiran.

“¿Ves todo ese — Nuberíoque veloz se arrepuja en la cabeza?”

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Yo amo más — y puedo llorar encima de mis manoshasta hacer una paredde aguay tapiar la puerta de esta grutadejándote adentro de la piedra conmigo. La montaña me es fiel y me protegepor el resto de la vida. —

Despuéscuando las nubes despejenvas a poder regresar a tu casapara ser de vuelta el hombre — que siempre has sido

igual mi corazónva a clavarse gemelo sobre el tuyo —adentro aquí en el hueco — felizde la montañacuando nada importe ya más que la luznaciente entre nosotros.

“Un mar — de infinitas diferencias nos separa”

Adentro de la roca es mío el privilegio.

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Yo amo más — pero en un rayo de sol solamente fuiste vos — el que pudo ver el mundo.

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Noon

La perpendicularidad de Dios sobre la tierradura nada más unos minutosjusto antes de la Nona — se hace su poder particularmente extraño:podría él a esa hora — de hechoperforarnos la cabeza con un rayo —

la Luzde su mirada ubicuase posa sobre el centro irracionalde nuestro cráneo — punto ciegodesde el cual se trazaríala línea primordial que nos traspasa el cuerpoa todosy directo hacia la tierra — por finnos destruiría — tal es la fuerza asoladorade sus ojos.

Su poderaumenta de tal forma al Mediodía

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que nosotrossomos apenitas sus reptiles erectos a la luzpequeñísimos monstruos hambrientos.

Es por tal motivo que debemos — después del Mediodíacantar en somnolencia un salmo diminuto de alabanzauna ofrenda mínima de voz — misericordiade animalito muertoapenas renacido en las palabras — que fue presa— perfumadosobre la mesa tendido a la cruel voracidad de nuestros dientes.

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Saula

La caída del Caballono fue tan estruendosa finalmente —Conformaremos ahoraun ejército de a pie.

Esta esla realidad. Hemos por findespertado y el polvo del sueloserá por un instante — arena entre los dientes.

No vamos a rendirnos, sin embargo.

El calor de la tierra contra la planta del pie nos resulta igualmente de provecho

somos fuertes. Nuestro cuerpogrande y poderosoes capaz de acompañarnosa través del completo desierto — y si el cuerpofallara — nos tendríamos aúnentre nosotras.

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Somos estapequeña multitud de carne blanday músculo de hierro.

No pedimos nunca más — la gracia de sus cómodos caballos.Deseamos usar las propias piernasdeseamos el polvo amarillo — debajo de los pies.

Somos hermosas — gigantes y estamos todas sucias.

Y si nadie jamás nos ofrecieraagua de beberbeberíamos igualla saliva en nuestras bocas. Esta es la realidad

ya ninguna mentira permanece.

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Somebody

Un cuerpo — abierto hace de piedrafunda el hogar firme — el cuerpo en tierrapara mí el cuerpo es de un hombre y su extremo — celeste debe de ser — tan fuertetan extremadamente claro y — fuerteque pueda intensamente desplegarse sobre sí hasta formar un tejido protector —vulnerable y sin embargoinquebrantablemente mágico tejido para túnicas de novia —

manos pesadas que vistenun cuerpo desnudoásperas —manos temblando al colocarla piedra en el centro de la casa — y todo sigue estandoa la misma altura — al piso.

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Sin cuerpo no hay hogar y solamenteparedes se simulan sobre pilares de agua.

Necesito bautizarme de amor otra vez por la nuca.Ahora no estoy muerta solamentevacía estoy — y en un extremoabierta.

No hay cuerpo que protejami espalda del rocíola noche — lentamente lavalos pies oscuros y yo no tengo techo — nadie ha cubierto jamás mi cabeza con sus manos.

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Cataclismo

Dejoviajar un corazón por las aguas heladas — Petrificado — como los árboles esos que una vezvivieron en preciosas selvas frías.

El frío se madura y la cenizatapó por un instante completamente el sol — esta no es mi tradición. Y tengo miedo.Desconozco las palabras del objeto que terminorecién de construir con la maderadura al tactode roca glaciar. Zumban en mi mente.Me obsesionanla quilla y la cabezaque puse por delante .

Somos horribles — mi máquina y yotransportamos este durocorazón congelado — mitad y mitadla carga se repartecamino de las aguas saladas hacia el Norte —

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Cataclismo

Dejoviajar un corazón por las aguas heladas — Petrificado — como los árboles esos que una vezvivieron en preciosas selvas frías.

El frío se madura y la cenizatapó por un instante completamente el sol — esta no es mi tradición. Y tengo miedo.Desconozco las palabras del objeto que terminorecién de construir con la maderadura al tactode roca glaciar. Zumban en mi mente.Me obsesionanla quilla y la cabezaque puse por delante .

Somos horribles — mi máquina y yotransportamos este durocorazón congelado — mitad y mitadla carga se repartecamino de las aguas saladas hacia el Norte —

El azul se cristalizaya nada me detiene — no sé qué espero de este viajeapartarme quizá solamentede este mundo de ceniza — debajo de mis piesdebajo de este solextinto —

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Vampir

¿Querré sobrevivir a este pelo rojo? ¿Querré hundirme — nuevamenteen los tímidos brazos de mi prometido?

Ahora — prefiero responder a los espasmosde este inexplicable ataque a la Charcot sobre mi cama —el escote inflado y los bordes del corpiño me lastiman. Estoyparada frente a todos — en cuatro patas. Tengola lengua en punta y río con los ojos.

El desconcertante — gesto timorato de sus rostrosme da risa y me asquea.

No voy a permitir que me penetren con su maléfica estaca. Soy yola que puede — clavárselos a todos, finalmente.

Podría — hacerme a cualquiera de estos mequetrefes

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que pululan como tontosa mi alrededor. A mi Arthur — prometidoal vaquero americano— mi doctoro incluso a la doncella — que abrazadaa la bandeja de platame mira del rincón con los ojos de ternera. Sin embargo,el que más me interesaahora es el doctor.

Sí, ¡regístreme doctor! — le traigo palabritasdel infiernole traigo un regadero de sangre blanca, de glóbulos que explotande Muerte —

“Era — la hora de elegir — y yono pude quedarme con todo— dejé que el monstruo me eligiera — y así anulé un actode voluntad— que Arthur me perdoneyo quería el sueño — cabalgado de llanura

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y la cura de su mano mágica de ciencia, doctor. Yo queríapertenecerles a todos — niña para siemprey mujer atrapada en una red — de voluptuosos apegos. ¿Para quéafrontar la realidad — externa de elegir si por adentropodía yo quedarme en cada uno?

Pero elegí — y el monstruo tomó mi sangre.Corté — los lazos del amorque me unían con el mundo. Ahoraestoy atrapada para siempreen su tiniebla oscura — everlasting love

en mi cuerpo y mi cabeza ¿Quién me obligóa decidir? ¿Quién me arrancóde mi amor verdaderopara echarme por fina este fétido mundo — de concubina donde nadie real puede amarme jamás — y el monstruoso

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irreal que yo amo — como una condenadano va a darme nunca eso que tanto — necesito?”

No tengo escapatoria — alguna.

Ok, Arthur, queridoponé la estaca fuerte — sobre el corazón— yo te elegí, después de tododa un golpe seco y por fin — atravesame.

No tengas miedo, mi amor no pienso hacerte daño — ya estoy bien dispuesta a recibiresa paz — que no deseo.

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Simurgh

Tenía una institutriz — de vuelopara poder conjurarlos vértigos extremos que me ataban — al piso.

Yo era pequeña. Dormíamos las dosen un valle de águilas — doradaspero una sola de ellas era mía.

Hembra y gigantemontaba yo su lomo. Su cuellode plumas diminutas y morenassuave al tacto — sostenía mi cara y mi cabeza — mis brazos lo rodeaban y el peso de mi cuerpose echaba todo entero sobre el de ella — tibia en mi panzalas piernasme encajaban perfectasdebajo de sus alas — rozaba mis rodillasel aleteo oscurode las plumas más firmes.

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La bestia sin embargo,era brusca.

Se azotaba en picadalevantándome la cola por demásy la cabeza se me iba de punta hacia el suelo. Después de ese vacíode repentela bruta se parabaen seco y ascendía en vertical — dejándome las piernascolgando por el aire— mis dedos le hacían doler — se sacudíay yo desesperadacreía morirme hasta llegar — a piedra firme.

Así transcurrieron los días.

Por fin —habló la institutriz — adentro de mi oído.

“La punta de los pies y las rodillasson una tenazadelicada — el ave tiene un ijar dulce que el empeine

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puede acariciar — nada se resiste a esa presión — rugosa.

El cuello, la mejilla y la narizacompasados —tienen que — por la nuca acariciarlatiernamenterespirando bien profundo el olorácido de plumasque hasta el fondo del abdomen inflamado va a expandirse apretando sutilmentela espina que la cruza.

Por último las manostrabajando con la punta de los dedos — desde el picodeben deslizarse lentamentehasta encajarse adentro de la escápula — donde los flancos comienzan,alinear hombro con hombroy abrirse de brazos en caricia frontalremontando las yemas hasta el borde

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del álula remotay perder así el dominio para siempreen el ritmo batientede las alas.”

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Juego en el Bosque

Espero en cuclillas — la salida al corazón del Lobo. Mis compañeras todas me abandonaron ya.

Tiempo atrás — acostumbrábamosimaginarlo desnudosu cuerpo pequeño de perrosalvaje y gris — el músculo fuertese movería en círculos seguroa nuestro alrededor. Él mismo haría la ronda. Para ostentar así su mandíbula monstruosa — imposible evitarla radiante fantasíade montárselo a pelo —el cuerpo hirsuto y la bocababea amenazante — la carne toda entera.

Pero éramos nosotrascriaturitas impedidas por completo a semejantefantasía.

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Así que cada tanto — preguntábamos al Lobo si estaba terminando de vestirse de hacerse a la costumbre de los hombres del pueblo:ellos síhabían aprendido — a tapar su santidadbajo las telas.

El Lobo — asomando a la espesurael ojo apenasafilado — respondía vagamentehasta asustarnos — cuánto más grande erasu domesticidadmayor era el peligro amenazante.

Jugábamos así. En el bosque yoy mis compañeras.

¿Pero cuál — entre todas estaba dispuesta a esperar — realmentepor el proceso del Lobo? — ¿Cuálde todas por finarriesgaría completa — la primera juventud

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mano a mano en una apuestacontra lo espeso del bosque?

Lentamente todas ellas partieron — a la cruel civilidaddel Pueblo. La piel les madurósobre el borde del ojo. Yo

no tengo espejo aquí. Vivo debajode los árboles y soycomo un pájaro durmiendo entre sus plumas —no tengo frío — y esperoel día en que un Lobo me devorecompletamente — desnudo.

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Dragón Blanco

Así — estirada en la maderahúmeda del muellecon el cuerpo enrojecido — el solme cubrió toda de escamas.Años esperando enamorarme — asídel ríobrotado de peces y de diosessuavesniños masculinos — protectoresque huelan como escamas.

Años — boca abajo en el muelle — la pierna colganteestirada hasta la puntade los pies en el agua — quebrando apenasla tensión en circulitosconcéntricos brillantesmis dedos aturdidos en el río. Pero del aguanada proviene

el Dragón baja volando de los cielossu rostrode perro y de anguilano asecha y desciende hasta mi nuca

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me roza apenas— serpiente de escamas calientesaterciopeladasu panza de fuego aplasta mi cintura y se levanta estoy obligada — a girar de espaldas sobre el muellede boca al cielo — veosubir un hilo de luz al infinitohasta perdersemi corazón — supo que era él y ahora se hundesilencioso en el limo.— Nada provienedel agua.

Los ojos se me nublan contra el cielorespiro y parpadeoy el río a mis espaldasse contamina de mí.

— Silenciode todo murmullo hasta que estallael muelle entre mis piernasy la cabeza blancaasoma desde abajo y se deslizaáspera de limo — húmeda de escamasel cuerpo es de una anguila

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me levanta — lejos de este muelle al cieloo en el agua —

desprendidame encuentro para siempreatada a la criatura que esperaba — los dioses masculinosde repentedisputan en mi cuerpo la batalla infinitadel río contra el cielo— me desarmanpero al míolo tengo entre los brazos y lo aprietoasí no se desunenlas piezas en el alma.

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Bruce Wayne

¿Quién va a reconocerme — aquí?

Los largosvestidos y la angustiade las copas tintineantes — se mezclan al murmullo de la sala

risas que se ahogan en gemidos de sorpresa — y miradas que reflejan esta antigua — platería.

Yono tengo rostro — sin mi antifaz soy para todos una pobre mujer invisible —no tengo nombre— excepto para aquél que permaneceescópico al fondo incrustado — como una piedra negra.

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Vengo para ser la mensajera de mi propia vozquebrada —

En otras circunstancias— podríaabrir mi corazón con la punta de la lenguamordiendo despacito hasta mostrarque adentro está vacíode secretos.

Pero me siento tan gris— en esta sala inmensatraigo ardiente de carbón un pájaro aleteando adentro de la boca —la cara — me hierve de palabrasnecesitosoltar este animal antes que incendie mi cuerpo y esta sala— y la mansión completa

“vengo a entregarme”

estoy por fin dispuestaal estímulo en la máquina de luzcámara oscura — de los sueños.

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Vengo para ser la mensajera de mi propia vozquebrada —

En otras circunstancias— podríaabrir mi corazón con la punta de la lenguamordiendo despacito hasta mostrarque adentro está vacíode secretos.

Pero me siento tan gris— en esta sala inmensatraigo ardiente de carbón un pájaro aleteando adentro de la boca —la cara — me hierve de palabrasnecesitosoltar este animal antes que incendie mi cuerpo y esta sala— y la mansión completa

“vengo a entregarme”

estoy por fin dispuestaal estímulo en la máquina de luzcámara oscura — de los sueños.

No quiero llorar esta vez por todo ese dolor — antiguo infligido en mi carne no quieroconsolarme tampoco en la descargafuriosadel cuerpo y la — revancha.

Pienso solamente en los grandes incendios — que asolaronúltimamente la ciudadhecha y deshechapor tus manos

— te conozco

oscuro fundador de espaciosnegros — yonecesito de una vezllegar a la otra punta — descubrirrápido — rápido el secreto

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por detrás de tu traje — de hombreno hay otro nombre más que el sólido cimientoprofundo— de la noche.

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Alfonso PiAntini. Nací en Buenos Aires en 1974, hijo de padres arquitectos, marcadores y escuadras fueron mis primeros juguetes.A los 19 años me tocó el servicio militar y el dibujar me salvó (a veces lite-ral-mente...cambiaba dibujos por salidas). El primer maestro que tuve fue mi tío, el gordo Fasulo, que me enseñó todo lo que sé sobre patafísica comiendo pizza de parados...luego pasé por los talleres de Roberto Páez, Jorge Demirjián y las tardes en el taller de Villa Crespo con Viviana Blanco y Leila Tschopp.Ahora soy arquitecto y participo en exposiciones individuales y colectivas en distintas instituciones y galerías de Buenos Aires y el interior del país.Vivo y trabajo en mi pequeño submarino del barrio de Montserrat.

MAríA CeCiliA PernA. Nací en Zárate, en 1979. Mi nombre familiar es María -tango con el cual también mi abuelo solía acunarme-. Tengo un papá ingeniero que siempre quiso ser cineasta y una mamá ama de casa que hubiera querido ser actriz; por eso siempre, después de la escuela, mi hermano iba guitarra y yo hacía danza y dibujo. Adoré bailar y dibujar, siempre fueron lo mismo para mí. Pero en un brote de rebeldía destructora, a los 13 años abandoné todo. Ahí empecé a escribir poe-sía. Fui a un colegio secundario comercial y religioso, del que no salí muy bien parada. Leí La Biblia con devoción furiosa -aún la amo-. Asistí a Puán regularmente y me diplomé de chica en Letras. Al filo de los 30, Puán me soltó la cabeza y mi cuerpo quiso bailar de vuelta. Ahora, como ya asumí que bailo, estoy retomando el dibujo de a poquito. En el 2003, publiqué La boca de Mercurio por Siesta y este año el Libro Chino en Gog y Magog. En 2006, saqué también una plaquetita “Zorra” que se llama Gebirge. Vivo hace 10 años en un departamentito amarillo de Palermo, y me paso el día enseñando español a los extranjeros.

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Otros títulos de editorial Zorra/Poesía

Colección Zi!

Every girl has a garden. Fiesta en un patio de Temperley –Noelia Rivero y Pablo Besse–

Mugriento en Seychelles –Derian Passaglia y Gustavo Derfler–

Colección Autores

Lengua Materna –Martín Loire–

Querer decir, querer pensar, querer valer. Literatura y trabajo social. –Autores varios–

Balcón con cactus –Paola Ferrari–

Donde el eco –Horacio Espasandin–

Más claro todo –Noelia Rivero–

De amor (dientes paredes arrugadas) –Susana Cella–

Cherokee y Sistema de Alucinaciones –César Bandin Ron–

Colección Edicionesx10

encontrá sus títulos en:www.zorrapoesia.blogspot.com

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Este libro se terminó de imprimir en Bibliográfikaen el mes de Octubre 2009