Vito Tanzi-Historia Fiscal de La Argentina

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  • ndicePrlogo 9

    Captulo IPern y la creacin del problema fiscal permanente 15

    Captulo IIEl golpe militar de 1976 y las misiones del FMI 29

    Captulo IIIInflacin, recaudacin impositiva y Efecto Tanzi 45

    Captulo IVEl gobierno de Alfonsn y la dcada perdida 61

    Captulo VLa primera administracin de Menem 79

    Captulo VIPronosticando una tormenta cuando el cielo est azul

    y el Sol brilla 99

    Captulo VIINo todo fue fiscal: una visita a la Patagonia 119

    Captulo VIIISe acerca una tormenta 137

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    Captulo IXEl fin de la fiesta menemista 161

    Captulo XLa Argentina, el FMI y el default de 2001 181

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    PrlogoA lo largo del siglo pasado, la Argentina atrajo con frecuencia

    la atencin del mundo. Su tamao (cinco veces la superficie deFrancia y nueve veces la de Italia), su belleza fsica (Puerto Iguaz,Bariloche y Patagonia), su cultura y su riqueza convirtieron aeste pas en un fuerte imn para muchos europeos que emigra-ban en busca de una vida mejor.

    Es difcil creer que en algn momento del siglo pasado laArgentina representaba el 7% de la exportacin mundial y lamitad del Producto Bruto Interno (PBI) de Hispanoamrica. Enotras palabras, que era un pas con un gran poder econmico.

    Para muchos, el sueo americano poda alcanzarse en laArgentina y no slo en los Estados Unidos. Millones emigraronhacia ese pas, especialmente, antes de la Primera Guerra Mun-dial y despus de la Segunda. El flujo continu hasta alrededorde 1950, cuando Juan Domingo Pern era Presidente de la Re-pblica y estaba en proceso de crear un Estado de Bienestar. Poresos aos, la Argentina era un pas rico y acogedor donde losinmigrantes no eran discriminados y podan vivir cmodamen-te, comer bien y esperar que sus hijos ascendieran en la escalasocial. El Estado de Bienestar de Pern posiblemente, el pri-mero en el mundo junto con el de Uruguay contribuy a au-mentar el encanto de la Argentina como un pas que contena atodos los que dejaban el Viejo Mundo. Luego, los europeos de-jaron de emigrar. Incluso, un par de dcadas ms tarde, algunos

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    regresaron a sus pases de origen. La Argentina comenz el sigloXX siendo uno de los pases ms ricos del mundo y lo concluycon mucha pobreza y con el estigma de haber experimentado lams grande cesacin de pagos de deuda externa (default) de lahistoria del mundo.

    Los economistas se interesan mucho por el desarrollo eco-nmico y hablan y escriben extensamente sobre este procesoque permite a los pases pobres convertirse en ricos. Extraa-mente, no hay una palabra exacta que describa el retroceso queexperiment la Argentina; el proceso a travs del cual se volviun pas pobre. Si esa palabra existiera (el trmino empobreci-miento se acerca mucho), describira lo que le ocurri al pas a lolargo del siglo XX y, especialmente, durante la segunda mitad deese siglo.

    Hoy en da existen buenos libros escritos por economistas ehistoriadores econmicos que, con la ayuda de muchas estadsti-cas, describen ese proceso de empobrecimiento progresivo. Peroel objetivo de este libro no es el de proporcionar una explicacintcnica de la declinacin econmica del pas, sino una descrip-cin de los cambios que observ que se produjeron en l a lolargo de casi medio siglo; en parte, mientras fui empleado deinstituciones internacionales y, especialmente, funcionario derango superior del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esaposicin privilegiada me permiti acceder a muchos de los fun-cionarios que tomaban decisiones econmicas y contactarme coneconomistas y ciudadanos comunes.

    A lo largo de ms de tres dcadas visit la Argentina, por lomenos, treinta veces y, en total, debo haber permanecido mu-chos meses corridos. Pude, de esa forma, observar polticas enproceso de desarrollo; ocasionalmente, participar en ese proce-so, y ser testigo de los resultados de las decisiones polticas, unaoportunidad raramente experimentada por los autores de obrasde economa.

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    Este libro no est escrito para especialistas, sino para el lectorcomn con algn inters en el pas y un mnimo conocimientode economa. Los lectores que hallaron interesante El malestar enla globalizacin, de Joseph Stiglitz (Santillana Ediciones Genera-les, julio de 2002), disfrutarn tambin de esta obra, que estescrita en un estilo simple que minimiza la utilizacin de lengua-je econmico especializado. Esto es as para mantener la frescu-ra de estas memorias y hacerlas accesibles a muchos lectores.Aquellos con inters en economa y asuntos fiscales encontrarnde particular inters la descripcin de los desarrollos fiscales.Pero este libro cubre ms que economa, as que quienes no ten-gan un conocimiento previo sobre esta disciplina podrn tam-bin disfrutar de l.

    Son muchas las historias que ayudarn a explicar hechos yque, espero, entretendrn, as como tambin informarn al lec-tor. Estas historias brindarn una visin intuitiva de lo que leocurri a este fascinante pas en la mitad del siglo pasado.

    No he dejado de mencionar, especialmente por los aconteci-mientos de los ltimos aos, la relacin entre el pas y el FMI,que ha sido noticia con frecuencia y fuertemente cuestionada enEl malestar en la globalizacin y en los recientes libros de PaulBlustein (And the Money Kept Rolling In (and Out), Public Affairs,2005) y de Ernesto Tenenbaum (Enemigos, Grupo Editorial Nor-ma, octubre de 2004). Este libro trata sobre esa relacin en algu-nos captulos y encuentra mucho para criticar acerca del rol quedesempe el FMI. De todos modos, los argumentos expuestosson diferentes a los de los autores mencionados.

    Se espera de los libros actuales que se ajusten a distintas cate-goras. Al mundo contemporneo le gusta clasificarlos tanto comoa los objetos. En consecuencia, hay libros que se ocupan de eco-noma, turismo, desarrollo cultural, poltica y arte culinario, en-tre otros temas. ste no se ajusta fcilmente a ninguna de esascategoras porque al tratarse, principalmente, de un libro de me-

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    morias describe hechos en los que particip en mis tantos viajesal pas; lugares que visit y personas que trat. Algunas de estasexperiencias de vida sern valoradas por quienes tengan un inte-rs particular en el pas, pero no tanto por los que estn interesa-dos nicamente en economa.

    Hay dos aspectos que han influenciado la narracin. El pri-mero es mi formacin profesional. El segundo es mi proceden-cia. El hecho de ser economista e italiano del sur la zona desdedonde muchos europeos emigraron a la Argentina, inevitable-mente, dio color a la narracin.

    Directa o indirectamente, fueron muchos los que contribu-yeron a la publicacin de este libro. Son numerosas las personasmencionadas en los diferentes captulos. Pero he resistido la ten-tacin, comn entre los escritores, de proveer una larga lista denombres. Dichas listas extensas parecen tener como principalobjetivo impresionar a los lectores. De todas formas, ciertas per-sonas no podan ser ignoradas.

    Estoy especialmente agradecido con cuatro amigos argenti-nos que han ledo cuidadosamente los primeros borradores, mehan aconsejado y, especialmente, corregido errores. Mi mayoragradecimiento a Alieto Guadagni, Humberto Petrei, MarioTeijeiro y, especialmente, a Carlos Silvani, quien me brind suvalioso tiempo. Ellos son economistas y letrados argentinos muyconocidos que han ocupado puestos relevantes en diferentes mo-mentos de la administracin del pas y/o en el sistema financie-ro. Debido a que no siempre he seguido sus consejos, no sonellos responsables de los errores y las opiniones expresadas. Soyestricta y nicamente responsable de todas las opiniones. Estoyagradecido tambin a Domingo Cavallo, Eduardo Cavallo, Eduar-do Borenztein, George Kopits y Axel Radics, quienes leyeronuna versin posterior del manuscrito y tambin me proporcio-naron valiosas sugerencias.

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    En una forma no tcnica e informal, el libro ha sido guiadopor una particular y original teora para explicar los desarrollosmacroeconmicos de la Argentina durante la segunda mitad delsiglo pasado. Esta teora ha justificado el ttulo original del libro,It was mostly fiscal, que indica que el problema de la Argentina fuemayormente fiscal. La teora a la que me refiero hace alusin a laexistencia de ciclos fiscales. En otras palabras, explica que fueronlos ciclos fiscales la fuerza propulsora que gener la desestabiliza-cin macroeconmica del pas. La verificacin de esta teora, aun-que informal e impresionista, necesit buenas estadsticas fisca-les recogidas a lo largo de cinco dcadas. Damin Bonari, directorde Anlisis de Gasto Pblico y Programas Sociales del Ministe-rio de Economa de la Nacin, fue muy amable en proporcio-narme las estadsticas oficiales e histricas con las que trabaj.Realmente, le estoy muy agradecido.

    Ms cerca de casa, debo agradecer al Banco Interamericanode Desarrollo (BID), que, durante gran parte del tiempo quedediqu al libro, me proporcion un espacio conveniente paratrabajar. Durante ese perodo, me desempeaba como consultoren esa institucin. Pero, de ninguna manera, el BID es responsa-ble por los puntos de vista expresados. Jesusa Hilario fue quien,paciente y competentemente, transcribi a mquina los diversosborradores. A ella va mi ms profundo aprecio. Finalmente, deboagradecer a mi esposa, Mara, por todas las veces que no salimosporque yo quera trabajar en el libro y por el espacio que mefacilit para escribir, principalmente, durante los fines de sema-na. Por los tiempos en que tuvo que vivir con un zombi quepareca estar totalmente absorbido por su trabajo y no mostrabainters alguno en contribuir con los trabajos de la casa.

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    Captulo I

    Pern y la creacindel problema fiscal permanente

    Con la excepcin de Italia, donde nac y pas los primeros 20aos de mi vida, y unos pocos y ocasionales perodos adiciona-les, y de los Estados Unidos, donde transcurri gran parte de mivida adulta profesional, no hay otro pas con el que me hayainvolucrado tanto y haya visitado tan a menudo como la Argen-tina. Lo he visto evolucionar desde el tiempo en que su ingresoper cpita era cercano al de Italia y representaba la mitad del in-greso per cpita de los Estados Unidos, hasta el momento en quecay hasta cerca de un tercio del ingreso per cpita de Italia yhasta un quinto del de los Estados Unidos. Indudablemente, estecambio caus un impacto no slo en el plano econmico, sinotambin en las condiciones psicolgicas de los argentinos. LaArgentina ha sufrido la misma experiencia de una familia ricaque luego se torna pobre. No debe ser fcil adaptarse a la nuevasituacin. Tal vez esto pueda explicar, en parte, por qu tieneuna poblacin con uno de los mayores ndices de psiclogos delmundo.

    Las cuatro dcadas pasadas han visto desarrollos polticos y eco-nmicos dramticos. El pas transit de gobiernos militares a ungobierno peronista, en 1973, a gobiernos militares, nuevamente,

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    que perduraron desde 1976 hasta 1983; y, luego, finalmente, otravez a gobiernos elegidos democrticamente. En consecuencia,el regreso a la democracia muestra que, polticamente, los cam-bios se hicieron en la direccin correcta, pero, desafortunada-mente, no puede decirse lo mismo en el frente econmico.

    Con la excepcin de la primera mitad de los 90, cuando laArgentina tuvo el ndice de crecimiento ms rpido de AmricaLatina, estas ltimas cuatro dcadas no fueron buenas. En 2004,el ingreso per cpita del pas no era mucho mayor que 40 aosantes, y en 2001 la Argentina declar la ms grande cesacin depagos de la historia del mundo, cuyas consecuencias a largo pla-zo son difciles de predecir.

    El desarrollo de los sucesos anteriormente mencionados essorprendente porque la Argentina no parecera ser un pas don-de estos hechos pudieran ocurrir. Tiene una poblacin que, ensu mayora, es de origen europeo y, adems, es rico en recursosnaturales. Afortunadamente, tampoco tiene conflictos racialesni religiosos. Tiene, en consecuencia, condiciones (recursos na-turales y capital humano) que indicaran que se trata de una eco-noma prspera. Los establecimientos educativos son suficien-temente buenos y la poblacin tiene una educacin superior enrelacin con los estndares latinoamericanos. En el siglo pasado,su nivel de educacin era aun superior al de los pases europeos.Su vida cultural ha sido y es rica. Por ejemplo, el Teatro Coln,construido a principios del siglo XX, es uno de los teatros msmaravillosos del mundo. Durante el primer tramo del siglo pasa-do, el Coln fue visitado regularmente por los ms famosos can-tantes de pera y directores musicales del momento.

    La Argentina genera arquitectos, cientficos, directores musi-cales, compositores, escritores y otras personalidades culturalesy cientficas que se tornan famosas a nivel mundial. Cinco de susciudadanos han ganado el Premio Nobel: dos de ellos en Medi-cina (1947 y 1984) y uno en Qumica (1970). Varios de sus eco-

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    nomistas han ocupado y ocupan puestos en universidades ame-ricanas prestigiosas. Al mismo tiempo, es un pas extenso, ben-decido por un buen clima y una fraccin de la tierra ms produc-tiva del mundo (la pampa hmeda); tiene una extensa costamartima y abundancia de recursos minerales, incluido el petr-leo. El porcentaje de recursos naturales es muy alto en compara-cin con la poblacin. Tiene tambin lugares extraordinariamentehermosos que tornan al pas en un destino atractivo para el tu-rismo. Un marciano que visitara la Tierra por primera vez con-cluira en poco tiempo que es uno de los pases ms ricos yexitosos. Claro que, en realidad, su conclusin sera correcta si elmarciano hubiera aterrizado un siglo atrs. Desafortunadamen-te, este es un caso en el que, por lo menos durante la ltimamitad del siglo pasado, los recursos no le han dado al pas unamejor posicin en el mundo. De alguna manera, la Argentina escomo un nio recin nacido con buenos genes que, tras un cre-cimiento rpido inicial, no alcanza a crecer en todo su potencial.

    Como se podr apreciar en los captulos posteriores, mi obje-tivo no es suministrar una organizada descripcin del desarrollodel pas, sino describir impresiones recogidas en mis viajes y expe-riencias personales. Espero que estas impresiones ayuden a forjaruna opinin sobre el pas y sobre los hechos ocurridos en l. Paraestas narraciones confo casi exclusivamente en mi memoria yen la informacin recogida durante mis viajes. He evitado basareste libro en investigaciones; en consecuencia, no hay notas alpie de pgina y hay pocas referencias a otras publicaciones.

    Visit la Argentina por primera vez en 1969. En ese tiempo,yo enseaba en la American University, en Washington, y traba-jaba como consultor para el Joint Tax Program, un programacreado por la Organizacin de Estados Americanos (OEA) yfinanciado juntamente por la OEA, el BID y las Naciones Uni-das. En 1969, el Joint Tax Program haba abierto un centro decapacitacin en Buenos Aires, llamado Centro Interamericano

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    de Estudios Tributarios (CIET). El objetivo del CIET era pro-porcionar cursos sobre sistemas tributarios a los que acudiranempleados de las administraciones tributarias de los pases deAmrica Latina. En esa poca, los bajos ndices de presintributaria eran considerados un gran obstculo para el crecimientoeconmico porque demoraban el presunto papel positivo quelos gobiernos podan jugar en el desarrollo de los pases.

    En 1969, el director del Joint Tax Program era un distinguidoabogado de Buenos Aires, Manuel Rapoport, un caballero alto,sofisticado y culto, casado con una igualmente atractiva y ele-gante dama. Esta pareja era tpica del nivel cultural que prevale-ca en la Argentina. Por alrededor de un siglo, la Argentina habasido un pas con un alto ingreso y un gran desarrollo cultural.Como dice un artculo reciente: En 1910, la Argentina era uno delos pases lderes en el mundo. Era uno de los ms importantes exportadoresde granos y carne. Su PIB representaba el 50% del de toda Hispanoamri-ca; clasificaba en dcimo lugar en la economa mundial, y registraba el 7%de la exportacin mundial. (Ver Jos Ignacio Garca Hamilton,Historical Reflections on the Splendor and Decline of Argentina,Calo Journal. Vol. 25 N 3, 2005, pg. 528). En 1913, su ingreso percpita era ms alto que el de Francia, dos veces ms que el de Italia ycasi cinco veces ms que el de Japn. (Ver A. Maizels, Industrial Growthand World Trade, Cambridge. Cambridge University Press, 1963).

    La Argentina fue un imn para los inmigrantes y sus ciudadanos sesentan particularmente cerca de la cultura europea porque sus ancestrosprovenan en su mayora de Europa. La Argentina se consideraba a smisma un pas europeo que por un accidente geogrfico haba termi-nado en el sur de Amrica Latina. En esa poca, no tena ningncomplejo de inferioridad frente a otros pases. Una ancdota gra-ciosa ilustraba esta actitud: cuando un argentino visitaba Roma ytrataba, con la ayuda de una gua telefnica, de localizar a al-guien, se sorprenda por la cantidad de apellidos argentinos re-gistrados. Rapoport se sorprendi en una visita a mi casa, en

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    Washington, de que yo no tuviera ningn disco de tango. Esto ledebe haber parecido una gran deficiencia en mi formacin cul-tural porque el tango ha caracterizado a la Argentina ms queninguna otra expresin cultural.

    Manuel Rapoport decidi que yo sera el primer profesor enla inauguracin de los cursos del CIET. El curso tratara la refor-ma impositiva y sera dictado en espaol. Hasta ese momento,durante cinco aos, yo haba estado trabajando como consultorpara el Joint Tax Program y haba aprendido suficiente espaolcomo para entender y ser entendido. Utilizaba una mezcla deitaliano y espaol.

    Ocho aos antes, alentado por el hecho de que estaba salien-do con Olga, una hermosa mujer cubana, haba concurrido comoestudiante a un curso de verano de espaol, el cual me habaproporcionado una base del idioma. Aun as, mi oratoria era li-mitada y me sent incmodo ante la idea de dar horas de clasesen espaol a quienes hablaban esa lengua. Rapoport no quiso ormis excusas y decidi que yo fuera el nico en ir a Buenos Airesa dictar el primer curso del CIET.

    En los 60, Buenos Aires era todava una de las ms grandes,ricas y bonitas ciudades del mundo. Su ingreso per cpita estabamuy por encima del que registraba el resto del pas. Todava re-cuerdo mi asombro por el tamao de la ciudad mientras el avinse preparaba para aterrizar en Ezeiza. Pareca interminable. Yohaba ido a Buenos Aires unos das antes del comienzo del cursopara prepararme y visitar la ciudad de la cual tanto haba odo.Encontr una ciudad espectacular. Estaba particularmente im-presionado por los grandes parques, las avenidas anchas, el esti-lo de los edificios, como el Palacio San Martn, sede Ceremonialde la Cancillera, y las inmensas reas de compras que no pare-can terminar. Recuerdo haberme sorprendido mucho cuandovi por primera vez a los paseadores de perros, hombres jvenesque, por un salario, paseaban a los perros de la gente acaudalada

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    por los parques de la ciudad. Por momentos, llevaban a ms deveinte perros en una correa. Esta era una actividad remuneradaque nunca hubiera imaginado que exista. Slo poda existir enuna sociedad opulenta.

    Recuerdo haber caminado por la famosa peatonal Florida consus tantos negocios, como la tienda Harrods, y sus tradicionalesconfiteras en las que tenan lugar reuniones culturales y sociales.Graham Greene escribi en su libro The Honorary Consul sobreuna de ellas, la confitera Richmond, a la que concurran las damaselegantes de Buenos Aires para comer profiteroles y pasar sustardes conversando sobre sus vidas y romances. Recuerdo loshermosos negocios de la avenida Santa Fe, los cines y restauran-tes de la calle Lavalle, y el Cementerio de Recoleta, ubicado enmedio de uno de los ms elegantes barrios de Buenos Aires. Enesa poca, el Cementerio de Recoleta aseguraba poseer la tierrams cara por metro cuadrado del mundo. En consecuencia, unotena que ser muy rico para ser sepultado all. Algunas zonas deBuenos Aires me recordaban a Pars y, en realidad, haban sidoconstruidas como un desafo a la Ciudad Luz. Los porteos (ha-bitantes vernculos de la ciudad de Buenos Aires) se referan aesas zonas como los rincones de Pars. Buenos Aires tambindesafiaba a Champs Elyses con la avenida 9 de Julio, que, segn seafirmaba, era ms ancha que el famoso Pars Boulevard, y tam-bin al Metro de Pars, con su nico y elegante subterrneo cons-truido en 1911. La lnea A del subterrneo de Buenos Aires, queiba desde Plaza de Mayo hasta Plaza Miserere, era una de las msrefinadas del mundo. El trabajo artstico en sus estaciones com-peta con el exhibido en el Metro de Pars.

    A fines de los 60, para cualquier visitante, Buenos Aires sevea mucho ms interesante que Washington, que, especialmen-te en ese momento a causa de las altas tasas de criminalidad ydisturbios, era una ciudad montona y vaca, sobre todo en su zonacntrica. Durante los fines de semana y las noches, Washington pa-

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    reca una ciudad fantasma donde haba sido lanzada una bombaneutrnica que destruye la poblacin sin hacer daos a las pro-piedades. Los edificios estaban ah, pero no haba gente. Porotro lado, Buenos Aires pareca una versin ms grande y rica delas ciudades del sur de Italia donde la vida no parece detenerse.Estaba llena de vida; era ruidosa y tena los colores, y hasta losaromas, de las ciudades italianas. Uno poda caminar a las dos dela madrugada y encontrar las calles llenas de gente. El aroma acaf tostado fresco y a carnes asadas se senta en todas partes.Qued maravillado con el tamao y el sabor del bife de chori-zo, el famoso bife argentino. Tambin tena el extrao senti-miento de estar en casa a pesar del tamao de la ciudad.

    En esa poca, el ingreso per cpita de la Argentina era aproxi-madamente igual al de Italia. Pero, mientras Italia estaba atrave-sando lo que se llam el milagro italiano, un perodo de creci-miento econmico rpido, el ndice de crecimiento de la Argentinadeclinaba. De todas maneras, a pesar del rpido ndice de creci-miento que experiment Italia, en los 60, el ingreso per cpita deBuenos Aires era todava ms alto que el de Mezzogiorno, la re-gin del sur de Italia donde nac y an vivan mis padres. Notena duda de que muchos italianos que haban emigrado a laArgentina tras la Segunda Guerra Mundial (algunos de mi pue-blo) haban hecho una buena eleccin. Se haban integrado to-talmente al nuevo pas. Senta que eran los nicos afortunados,comparados con los que se haban quedado en Italia o, tal vez,con los que haban marchado a las fras e impersonales ciudadesindustriales de los Estados Unidos. Pens que entenda por quaquellos que haban emigrado a la Argentina no haban vuelto aItalia, a diferencia de los que haban emigrado a los EstadosUnidos, que, tras acumular bienes, regresaron a su pas de origen.

    Cultural y climticamente, la Argentina o, mejor dicho, Bue-nos Aires se acercaba ms a Italia que los Estados Unidos. Unoiba a los Estados Unidos a ganar dinero y a la Argentina a vivir y

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    crear una nueva vida. Parafraseando el ttulo de un libro italiano(Laura Pariani, Quando Dio Ballava il Tango, Rizzoli, 2002), esaera la poca en la que Dios era argentino.

    Durante los das anteriores al comienzo del curso, me comuni-qu con un hermano de Florin Bade, un amigo personal de origenalemn que haba trabajado conmigo como economista en la OEA,en Washington. Florin insisti con que visitara a su hermano queviva en Buenos Aires. Lo llam y fui invitado un fin de semana a sucasa. Tuve que tomar un tren y luego un colectivo para llegarporque viva en las afueras de la ciudad. Este no era un proble-ma porque en esa poca la ciudad era segura y el transporte p-blico, bueno. Cuando llegu, por la tarde, me present a su espo-sa, y ambos me comentaron que otras personas iran a cenar esanoche. Bade me invit a volar sobre Buenos Aires en un peque-o avin de su propiedad, que estaba estacionado en unaeroparque cercano. Tuve as la oportunidad de contemplar laciudad desde la privilegiada perspectiva de un pequeo avinque poda volar a una baja altura sobre muchos lugares impor-tantes. Bade sealaba distintos puntos de referencia. Recuerdoque era un da claro y hermoso. Disfrut del vuelo aunque nuncaantes haba volado en un avin pequeo. Cuando regresamos ala casa, la esposa de Bade me cont que esa era la primera vezque su marido comandaba el avin luego de haberse quebradouna pierna unos meses antes en un aterrizaje no exitoso. No s sihabra aceptado la invitacin si ella me hubiera contado esa his-toria antes del vuelo, o si lo hubiera disfrutado tanto.

    A pesar de mi espaol limitado, el curso sali relativamentebien. Compens mi deficiencia en el lenguaje con mi conoci-miento sobre la materia. En esa poca, la mayora de los econo-mistas crea que los pases en desarrollo necesitaban seriamentems recaudacin impositiva para, a travs del financiamiento dela inversin pblica, promover el crecimiento. La inversin p-blica era vista como el motor del crecimiento. Es interesante

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    saber que, hoy en da, algunos economistas y muchos lderespolticos estn convencidos de que en Amrica Latina hay una enor-me falta de infraestructura y que ms inversin en ese sector produ-cir ms crecimiento. Sin embargo, hoy da prefieren financiaresa inversin a travs de prstamos aceptando la regla de oroque argumenta que el gasto de inversin se debera financiarcon prstamos y no debera ser parte del dficit fiscal. El ReinoUnido ha hecho popular esta posicin entre algunos grupos.

    Mis ctedras se focalizaban en la capacidad tributaria de unpas, explicando por qu una ms alta recaudacin impositivasera beneficiosa y, especialmente, en cmo recaudar ms. Enesa poca, la visin era que variables particulares como el ingre-so per cpita, la urbanizacin, la participacin de la agricultura enla economa y las exportaciones mineras determinaban el poten-cial del pas para elevar la recaudacin impositiva, lo que quieredecir que determinaban su capacidad tributaria. Se esperaba queun pas hiciera un esfuerzo para moverse ms cerca de su poten-cial. Como ocurrira a menudo en esos aos, en ese curso y enotros similares, conoc personas que ms tarde asumiran pues-tos importantes en los diferentes gobiernos.

    En 1969, la Argentina estaba bajo el gobierno militar de JuanCarlos Ongana. El Ministro de Economa de la provincia deBuenos Aires, la ms importante del pas, era Jos Mara DagninoPastore, un economista que haba estado en Harvard Universityen los primeros aos de la dcada del 60 cuando yo estudiabaall. Dagnino Pastore supo que yo estaba en Buenos Aires y elltimo da del curso me invit a cenar a su residencia oficial enLa Plata, una ciudad cercana a Buenos Aires donde funciona elgobierno provincial. Envi un auto a recogerme. Yo estaba con-tento de encontrarme con l y su esposa, y disfrut mucho de lacena. Tambin aprend acerca de la economa argentina y sobrelos arreglos fiscales entre el gobierno nacional y los poderososgobiernos provinciales. Me enter de que los gobiernos provin-

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    ciales y, especialmente el de la provincia de Buenos Aires, eranpolticamente muy importantes. Dagnino Pastore se convertiraen Ministro de Economa en 1969 y 1982.

    Camino al hotel, cerca de la Casa Rosada (la oficina presiden-cial), comenc a sentir dolores estomacales. Al llegar al hotel mesent realmente descompuesto. Record que ese da haba almor-zado en un restaurante italiano y haba ordenado sopa de pesca-do. Obviamente, el pescado no era fresco por lo que sufr unaintoxicacin. En todos mis aos de viaje por el mundo, este fueel peor caso de intoxicacin que padec. Era embarazoso paramis amigos argentinos que esto me ocurriera en Buenos Aires.Pas los siguientes dos das en el hotel, en cama, comiendo man-zanas crudas, arroz hervido y bebiendo mucho t para evitar ladeshidratacin. Hugo Gonzlez Cano, a quien haba conocidoen el CIET y se convertira en un buen amigo durante muchosaos, me ayud a contactar a un mdico y a comprar los medica-mentos. Gonzlez Cano estaba casado con Marina, una atractivadama de origen italiano. Ambos hablaban perfecto italiano comomuchos argentinos en esa poca. Este problema mdico arrui-n, en parte, mi primer viaje a Buenos Aires porque interrumpila actividad social.

    Entre 1969 y 1972, volv varias veces a Buenos Aires en visi-tas cortas, pero no tengo impresiones relevantes. En 1973, estu-ve ocupado como consultor en las misiones del Banco Mundialen Hait y Ecuador, y en una conferencia sobre impuestos enMxico, organizada por la OEA. Pas la mayor parte de 1974 enItalia. Me tom un ao sabtico con la ayuda de una beca deinvestigacin del Banco de Italia; en consecuencia, no visit laArgentina durante los turbulentos aos peronistas, entre 1973 ycomienzos de 1976. A mi regreso a Washington desde Italia, enagosto de 1974, renunci a mi puesto acadmico en la AmericanUniversity y me un al FMI como jefe de la Divisin de PolticaTributaria en el Departamento de Asuntos Fiscales. En 1981, fui

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    promovido a director del Departamento de Asuntos Fiscales,un puesto que ocupara hasta mi retiro del Fondo a fines de2000. Durante esos aos, el Departamento de Asuntos Fiscalesconcentraba, probablemente, la mayor cantidad de doctorados(PhDs) del mundo con especializacin en Finanzas Pblicas. ElDepartamento segua los desarrollos fiscales en los pases miem-bros del Fondo. A partir de mi incorporacin al FMI, interven-dra en la Argentina en varias oportunidades, con diferentes pro-psitos, a partir de 1976.

    El gobierno militar de Ongana fue sucedido por los gobier-nos de los generales Roberto Marcelo Levingston (1970-71) yAlejando Agustn Lanusse (1971-73). Este ltimo fue quien per-miti el restablecimiento de los partidos polticos, comprome-tindose a devolver la democracia al pas. En las elecciones demarzo de 1973 gan la frmula Cmpora-Solano Lima y HctorJ. Cmpora asumi la Presidencia. En septiembre de ese mismoao, Juan Domingo Pern fue elegido Presidente, luego de die-ciocho aos de exilio, y su esposa, Mara Estela Martnez de Pern,llamada Isabel, se convirti en Vicepresidenta. Pern e Isabelhaban vivido en Espaa hasta ese momento. Pern falleci enjulio de 1974 y fue sucedido en el poder por Isabel. Ella era sutercera esposa. Haban contrado matrimonio en Espaa en 1960.

    Pern haba sido Vicepresidente de la Argentina en 1945 yPresidente desde 1946 a 1955, cuando un golpe militar lo forza irse y a exiliarse en Paraguay, Panam y Espaa. Durante esosaos, Pern transform el pas. Es difcil entender los sucesosfuturos del pas sin comprender lo que ocurri durante ese pe-rodo. En esa transformacin, fue ayudado por su popular ycarismtica esposa, Eva Evita Duarte de Pern. Evita fue muypopular, especialmente entre las clases ms pobres, los desca-misados, aquellos sin camisas, que, cuando ella muri de cn-cer, el 26 de julio de 1952, y sus restos fueron embalsamados,aclamaron por su santificacin. En 1950, Evita fue probable-

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    mente la mujer ms poderosa del mundo. Un bigrafo escribi:[Evita] era el centro emocional del Peronismo y le proporcion un corazny un alma (ver la Introduccin de Joseph Page en el manuscrito,aparentemente escrito por Eva Pern en su lecho de muerte,titulado In My Own Words, Evita, pg. 18, New York, The New Press,1996). Ella fue un modelo perfecto para los futuros populistas.

    Pern haba sido influenciado por las polticas corporativasfascistas de Italia, donde haba sido agregado militar argentino du-rante el rgimen de Benito Mussolini, y por las polticas socialistasde Rusia. l y Evita crearon un movimiento poltico (el Movimien-to Peronista) que trat de absorber esas dos ideologas contrastantes.As, el Peronismo invocaba a ambos grupos, de derecha e izquierda.Con el tiempo, esto creara tensin dentro del Movimiento porquecada uno tratara de establecer su supremaca.

    En los nueve aos en que Pern fue Presidente utiliz losgrandes ingresos que el pas estaba obteniendo de la exporta-cin de productos agrcolas (en un momento en que esos pro-ductos tenan mucha demanda: durante y despus de la SegundaGuerra Mundial) para construir un Estado de Bienestar, conmuchos beneficios universales, y crear poderosas uniones de tra-bajadores controladas por el Gobierno en todas las industrias.Evita jug un papel importante en los gremios de los trabajado-res. En esa poca, el Estado de Bienestar argentino estaba msavanzado que el de los estados europeos, en cuanto a la partici-pacin del gasto pblico en el PBI y a su legislacin social.

    Entre 1940-1944 y 1945-1954, la participacin del gasto p-blico en el PBI se elev de alrededor de un 10% hasta cerca deun 30%. Ese era un nivel extremadamente alto para la poca,probablemente ms alto que el de ningn otro pas del mundo.A esto uno debera agregar el gasto social de la gigantesca Fun-dacin Eva Pern, que era financiado con recursos extra-presu-puestarios y no por espontneas contribuciones de trabajadoresy empresas. Este crecimiento en el gasto pblico era usado para

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    financiar pensiones, educacin, capacitacin, proyectos de vi-viendas pblicas, vacaciones, atencin mdica gratuita para lostrabajadores, das de licencia para las trabajadoras embarazadasy otros programas sociales.

    Para facilitar la obtencin de altas rentas econmicas de laexportacin de materias primas, Pern estableci un monopoliode exportacin, el Instituto Argentino de Promocin del Inter-cambio (IAPI), en el que sigui las prcticas de los pases socia-listas. El IAPI pagara a los productores de materias primas pre-cios muy por debajo de los que reciba por la venta de estosproductos en el exterior, dejando al Gobierno con un alto ingre-so fiscal, producto de impuestos de exportacin implcitos. Tam-bin vaci fondos de pensiones originalmente planeados parapagar pensiones futuras. Nacionaliz muchas empresas que es-taban en manos extranjeras, incluyendo el ferrocarril y el sistemade tranvas, que adquiri de propietarios britnicos. En el proce-so, enfrent grandes dficit fiscales, especialmente en los prime-ros aos. Sin embargo, la nacionalizacin de las empresas deservicios pblicos le dio acceso a muchos puestos de trabajo quepudo utilizar con propsitos polticos.

    La conexin del Peronismo con los gremios de trabajadores creuna red institucional que, en aos futuros, permiti al MovimientoPeronista controlar muchas actividades, incluyendo los programassociales y el acceso a los puestos de trabajo. El Peronismo perdura-ra como un movimiento poltico poderoso, con un apoyo masivodurante muchas dcadas. Para los gobiernos que se sucedieronse torn difcil cambiar sustancialmente el papel del Estado creadodurante el rgimen de Pern. La fragmentacin ideolgica del Mo-vimiento, especialmente entre 1973 y 1976, creara mayores dificul-tades porque algunos grupos, sobre todo los de la izquierda delPeronismo, se sentiran excluidos de las polticas llevadas a cabo enese momento por el Gobierno. En su visin, el Peronismo se ha-ba inclinado a la derecha, lejos del legado de Evita.

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    Las polticas del Estado de Bienestar crearon un problemadiferente y duradero. Promovieron un papel econmico del Es-tado y legislaron sobre l; era un conjunto de promesas implci-tas a los ciudadanos, que requera un enorme gasto pblico y,por consiguiente, un enorme ingreso pblico para evitar el dfi-cit fiscal. Tras la Segunda Guerra Mundial, el financiamiento delgasto pblico se facilit por las reservas acumuladas durante elconflicto y las amplias rentas de la exportacin de mercancas apesar de que estas ltimas no haban sido suficientes. Los go-biernos futuros no tendran esas rentas y se encontraran con unEstado de Bienestar que el pas no podra costear ms. Cuandoesto ocurre, y los pases son incapaces de cambiar polticamenteel papel del Estado constitucionalmente creado, generalmente,tratan de cortar administrativamente el gasto pblico o buscanmedios no permanentes y no ordinarios de financiamiento, in-cluyendo prstamos y la emisin de dinero. Esto crea situacio-nes en las que el gasto pblico tiende a exceder continuamenteel ingreso pblico ordinario. Entonces, el dficit fiscal se con-vierte en norma y la calidad de los servicios pblicos se deterio-ra, creando presiones constantes para ms gastos. En estas si-tuaciones, un pas es dejado con un ineficiente y desfinanciadoEstado de Bienestar y con dificultades macroeconmicas cons-tantes. Esto es lo que le ocurri en gran medida a la Argentina ycaracteriz el medio siglo posterior al primer gobierno de Pern.

    Esta situacin cre ciclos fiscales. En algunos perodos,gobiernos con mayor poder poltico y determinacin lograronacercar temporalmente el gasto y el ingreso pblico ordinario alequilibrio, pero ste no pudo mantenerse. Con el tiempo, serareemplazado por un amplio e insostenible dficit fiscal, el cualrequerira nuevamente grandes esfuerzos fiscales. Describirevidencias de estos ciclos en las dcadas que siguieron al primergobierno peronista.

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    Captulo II

    El golpe militar de 1976y las misiones del FMI

    Tras la muerte de Pern, en julio de 1974, su esposa Isabelasumi la Presidencia. Muchos peronistas que admiraban y res-petaban a Evita no podan aceptar a Isabel, a quien considera-ban la usurpadora del legtimo legado de la anterior PrimeraDama. Isabel no posea el carisma de Evita ni la relacin queesta ltima haba mantenido con los trabajadores y los pobres.Adems, el hecho de que Pern, tras su regreso de Espaa, sehubiera distanciado de la fraccin izquierdista del Peronismo si-tu a Isabel en una difcil situacin poltica: qued apresada enmedio de la disputa entre las facciones izquierdista y derechistadel peronismo. Los grupos terroristas se tornaron activos y lacrtica contra Isabel Pern se volvi ms fuerte.

    Los grupos terroristas que surgieron alrededor de 1970, aoen que asesinaron al ex Presidente, el general Pedro EugenioAramburu, se volvieron progresivamente ms desafiantes. Losdiarios ms importantes del pas publicaban artculos sobre ladebilidad de las instituciones del Estado en el enfrentamientocon los grupos terroristas Montoneros y Ejrcito Revoluciona-rio del Pueblo (ERP). Como una forma de debilitar a las fuerzasmilitares, Pern haba apoyado inicialmente a estos grupos, pero

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    ms tarde los rechaz. En marzo de 1973, los peronistasretomaron el poder. El presidente electo, Hctor J. Cmpora,haba llevado a varios militantes izquierdistas a su gobierno y esehecho forz a Pern a pedirle la renuncia, y a convocar a nuevaselecciones. En septiembre de ese ao, Pern fue elegido Presi-dente por una mayora de ms del 60%.

    En 1975, la Argentina tena dificultades polticas y econmi-cas. El ndice de inflacin haba aumentado 183% y el dficitfiscal haba alcanzado 14% del PBI. El Gobierno iba perdiendoel control sobre ambos frentes: poltico y econmico.

    Recuerdo haber ledo una historia sobre una joven que habapertenecido a una de estas organizaciones terroristas y que habasido capturada y encarcelada durante los gobiernos militares.Cuando los peronistas retornaron al poder, en 1973, liberaron alos supuestos prisioneros polticos, incluyendo a la joven (EstherNorma Arrostito). Inmediatamente despus de su liberacin, ellaescribi un artculo en una revista (La causa peronista) que se titu-laba Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cmo muriAramburu describiendo en detalle, y sin ninguna muestra de re-mordimiento, cmo haban asesinado al ex presidente Aramburu.

    Aramburu haba reemplazado, como presidente de facto, aEduardo Lonardi, quien gobern desde el 23 de septiembre de1955 hasta el 13 de noviembre del mismo ao. Despus de sumandato (1955-1958), Aramburu fue secuestrado y, finalmente,ejecutado por los terroristas, quienes tambin asesinaron al en-tonces presidente de Fiat Argentina, Oberdan Salustro, y a va-rios lderes de las organizaciones de trabajadores. Haban logra-do, adems, una extraordinaria recompensa de 55 millones dedlares por la liberacin de Jorge Born, un muy rico empresarioargentino. El secuestro de Salustro se produjo luego de que unade las secretarias de la administracin tributaria de entonces ro-bara una lista confidencial de los contribuyentes argentinos dems altos ingresos declarados. La lista haba sido robada del es-

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    critorio de Carlos Silvani, quien ms tarde se incorporara al FMIcomo funcionario y en los 90 asumira la direccin de la Admi-nistracin Federal de Ingresos Pblicos (AFIP). La periodistaMary Anastasia OGrady escribi en un artculo de The Wall StreetJournal (23 de julio de 2004; pgina A 13) que, entre mayo de1973 y marzo de 1976, cuando las fuerzas militares retornaron alpoder, se produjeron en el pas 5.079 atentados terroristas y 400asesinatos, de las cuales 100 fueron contra civiles. Ella bas suhistoria en un libro de Vicente Massot, titulado Matar o morir.

    Estos actos terroristas haban gestado el deseo de muchos ar-gentinos de un regreso a la estabilidad institucional. El deseo popu-lar, siempre presente, por la ley y el orden sera fundamental paraque se produjera en la Argentina el fcil golpe militar de marzode 1976. Este deseo popular tambin estuvo presente en Chileen el ms difcil golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Enambos casos, el concepto de justicia haba adquirido un signifi-cado diferente al de los perodos anteriores a los golpes milita-res. El concepto de justicia estaba ms relacionado con la per-cepcin que tenan quienes estaban a cargo de los gobiernos delo que consideraban justo que con el respeto a la doctrina legal.

    Los movimientos extremistas o revolucionarios frecuentemen-te han experimentado dificultades con las leyes existentes, a lascuales ven como injustas y protectoras de los intereses de losque estn en el poder y, as, tienden a impacientarse con las regu-laciones legales. Pero el quiebre de las leyes existentes crea amenudo las condiciones para reacciones encontradas porque, confrecuencia, las leyes son transgredidas en contra de los interesesde los ciudadanos comunes, generalmente menos radicalizados.

    A mediados de los 70, gobiernos militares tenan el controlde Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Per y Uruguay. As, en vistade la creciente situacin catica, pareca slo una cuestin detiempo que en la Argentina las Fuerzas Armadas volvieran alpoder. En esa poca, los diarios americanos se sorprendan del

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    desgano mostrado por los militares argentinos por tomar el go-bierno. Tras sus anteriores experiencias, no parecan muy ansio-sos por retornar al poder.

    Segn una fuente argentina, los militares habran sido infor-mados con anticipacin de que el gobierno de los Estados Uni-dos eventualmente reconocera un gobierno militar nuevo, eli-minando as un mayor obstculo para su retorno. (Ver, porejemplo, Mario Rapoport y colaboradores, Historia econmica, po-ltica y social de la Argentina (1880- 2000), Buenos Aires, EdicionesMacchi, Segunda edicin, 2000, p. 725).

    El golpe militar ocurri el 24 de marzo de 1976 y estaba co-mandado por una junta de gobierno integrada por Jorge RafaelVidela (Ejrcito), Emilio Eduardo Massera (Armada) y OrlandoAgosti (Fuerza Area). En ese momento, el ndice de inflacinhaba alcanzado el 1.000% anual, estimada sobre la base de lainflacin registrada durante los primeros meses del ao 1976. Laeconoma argentina estaba atravesando una enorme crisis, coninflacin alta y acelerada, desaparicin de reservas extranjeras enel Banco Central, dficit fiscal, desempleo en aumento y declina-cin de la produccin. Finalmente, durante el ao 1976, el ndi-ce de inflacin alcanzara el 444% anual. Entre 1970 y 1976 y,especialmente, luego de 1973, cuando los peronistas retornaronal poder, se produjo un gran desmejoramiento en el frente eco-nmico. La Junta Militar instal un equipo econmico compuestopor Jos Alfredo Martnez de Hoz, Juan Alemann y Adolfo Diz.Todos eran profesionales altamente competentes y serios. Adol-fo Diz, quien asumi como presidente del Banco Central, tenaun doctorado en Economa de University of Chicago. Inmedia-tamente, el nuevo equipo econmico se comunic con el FMIpara negociar un programa de asistencia financiera.

    A fines de mayo de 1976, una misin del FMI estuvo en Bue-nos Aires para intentar definir un programa econmico que se-ra elevado al Directorio Ejecutivo del Fondo y que, una vez

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    aprobado, comenzara a facilitar recursos financieros al pas. Estopermitira hacer cambios de polticas que, se esperaba, haranretornar la situacin econmica a la normalidad. El programarequera muchos cambios en las polticas del Gobierno y mu-chas misiones del FMI. Yo era parte de esas misiones negocia-doras y, a lo largo de los dos aos siguientes, fui muchas veces aBuenos Aires y pas muchas semanas all. Fui el nico miembrode las misiones que en esos dos aos no cambi. Por esa razn,me convert para los argentinos en un referente en mi especiali-dad. De alguna manera, fue una de las misiones ms complejasde las que particip en los aos que pas en el FMI.

    Las misiones eran tambin intelectualmente estimulantes por-que contribuan a la redaccin de documentos que hacan apor-tes significativos a la poltica econmica. A travs de lo que lue-go pas a llamarse Efecto Tanzi, estos documentos ampliaronnuestro entendimiento de cmo las economas funcionan enperodos de alta inflacin. El Efecto Tanzi se convirti, du-rante los perodos inflacionarios de los 80 y comienzo de los 90,en el ms citado de los efectos econmicos. Era a menudo men-cionado por la prensa y por ministros de pases que atravesabanuna inflacin severa. Tambin apareci en varios libros econ-micos. Describir ms adelante este efecto.

    En mayo de 1976, una misin del FMI, integrada por treseconomistas (entres los que me encontraba yo) y encabezadapor un americano, Jack Gunther, jefe de Divisin del Departa-mento del Hemisferio Occidental formalmente responsable dela negociacin de los programas financieros, lleg a BuenosAires para iniciar las negociaciones para el programa que el FMIacordara con el Gobierno. Recuerdo que durante las tres sema-nas que la primera misin pas en Buenos Aires el clima erahmedo, oscuro, ventoso y muy fro. Era un perodo del ao enque los das en el hemisferio Sur son ms cortos. Ese hecho,combinado con las constantes nubes bajas, hizo que Buenos Aires

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    me recordara a Helsinki en diciembre. Pero lo que hizo que esay las siguientes misiones fueran desalentadoras era que la Argen-tina estaba en el medio de una guerra civil con las fuerzas milita-res y policiales, por un lado, y los grupos terroristas, por el otro.Eso cre una atmsfera de terror y un sentimiento de peligroconstante que restringi nuestros movimientos y nos deprimi.

    En este perodo, Buenos Aires se vea muy diferente de comola vi en 1969, cuando estuve por primera vez, aunque slo ha-ban transcurrido siete aos. Pude apreciar cunto contribuyenel Sol y la atmsfera en la forma en que reaccionamos con res-pecto a un lugar. El cambio que observ se debi en parte alclima, en parte a la situacin poltica y en parte a la crisis econ-mica. Muchas personas pidiendo limosna haban aparecido enlas calles y el lugar pareca ms pobre y menos cuidado de lo querecordaba de visitas anteriores. Lo que los argentinos llamanvillas miseria, aglomeraciones urbanas de gente pobre, habancrecido alrededor de Buenos Aires.

    A nuestro arribo al aeropuerto internacional de Ezeiza fui-mos recibidos por representantes del Gobierno y por un ampliogrupo de individuos cargando armas que incluan ametrallado-ras. Pertenecan a la Polica Federal. Iban a ser nuestros custo-dios durante las dos semanas que estuvimos en Buenos Aires.Eran 24 los guardias asignados para protegernos de intentos deasesinato. Rotaban de modo tal que 8 de ellos estaban constan-temente con nosotros, da y noche. Durante el da, nos acompa-aban adonde furamos. Durante la noche, hacan guardia en elpasillo, fuera de las habitaciones del hotel Sheraton, donde noshospedbamos. Adems, ocupaban las habitaciones de los pisossuperiores e inferiores a las nuestras como precaucin contra lainstalacin de explosivos. Esta no pareca ser una precaucininnecesaria, ya que haba habido una explosin en el Sheratonunas pocas semanas antes de nuestro arribo.

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    Recuerdo que una noche, cuando retornbamos de nuestrasreuniones en el Ministerio de Economa, prximo a la Casa Ro-sada, al dirigirme a mi habitacin observ que la puerta estabaabierta y, al ingresar, encontr a uno de los policas inspeccio-nando. Cuando le pregunt qu estaba haciendo, me explic queestaba controlando si haba explosivos. Quera estar seguro deque durante el da nadie, incluyendo el personal del hotel, habacolocado ningn explosivo en la habitacin. La impresin quenos dio en ese momento fue que los custodios no confiaban ennadie, ni siquiera en los choferes de los automviles oficiales. Atal punto que nos pidieron que no les revelramos nuestra agen-da ni lugar de las reuniones.

    Cada vez que dejbamos el hotel por la maana ramos escolta-dos por patrulleros policiales que circulaban adelante y detrs denuestro automvil. Utilizaban intercomunicadores y cdigos denmeros para informar a la polica sobre nuestros movimientos.Decan, por ejemplo, el mvil tres est partiendo hacia el destinocinco o algo similar. Los automviles circulaban a menudo en di-reccin contraria mientras un oficial de la polica, sacando su cuer-po por la ventanilla, gritaba y haca gestos a los automovilistas quevenan en la direccin correcta para que se hicieran a un lado. Nun-ca pude comprender por qu hacan eso. Me convenc de queera mayor la probabilidad de que muriramos en un accidenteantes que furamos vctimas de un ataque terrorista.

    En ese tiempo, los miembros de la misin del Fondo poseanun vasto conocimiento de los sucesos econmicos argentinos,pero conocan poco de los acontecimientos sociales o polticos.Los funcionarios del FMI debamos atender cuestiones econ-micas y slo tratar con los gobiernos que conducan a un pas. Elhecho de que fueran gobiernos democrticos o de facto al FMIle resultaba irrelevante, y por ello los miembros de su personalno estbamos autorizados para interferir o volvernos entendi-dos en asuntos polticos. Por ejemplo, el Fondo no encontr

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    nada extrao en los acuerdos financieros que mantuvo con elgobierno de [Nicolae] Ceaucescu, en Rumania; o, aos ms tar-de, en los de [Joseph] Mobutu, en el Congo. Ambos tenan pro-gramas financieros con el Fondo como muchos otros dictado-res, incluyendo a [Ferdinand] Marcos, de Filipinas. Mientras queel gobierno estuviera firmemente en el poder, se esperaba que elFondo fuera indiferente a su naturaleza poltica. Es decir, quefuera polticamente neutral.

    Con esta concepcin del FMI, para los miembros, su perso-nal no tena incentivo alguno en tratar de interiorizarse sobre losacontecimientos polticos, excepto sobre aquellos que pudierantener consecuencias econmicas a corto plazo; por ejemplo, laaprobacin del presupuesto o la reforma tributaria. Gran partede lo que conocamos sobre los sucesos polticos de la Argenti-na provena de artculos periodsticos y, especialmente, de lo quenuestra custodia policial nos relataba. El hecho de que la custo-dia estuviera con nosotros todo el tiempo por varias semanas, yque algunos de sus miembros fueran de ascendencia italiana, yhasta hablaran un poco de italiano, signific que ellos fueranparticularmente abiertos conmigo. Me decan que Montoneroso el ERP, las dos organizaciones terroristas, tenan la intencinde interrumpir las actividades normales del pas y de crear caos.

    Debido a la importancia del FMI y de que estuviramos enBuenos Aires para ayudar al gobierno militar, nos convirti en elprincipal blanco de los terroristas. Por lo tanto, era necesariotomar precauciones extremas. Algunos de nuestros guardaespal-das, que tenan familiares en las fuerzas policiales o militares,nos contaron que algunos de ellos haban sido asesinados porterroristas. Hoy, con el beneficio de la informacin que se havuelto disponible, y con el conmovedor impacto de las pelculasy los libros que han marcado la naturaleza opresiva del rgimenmilitar, hay una tendencia a entender los sucesos de aquel pero-do como una guerra desatada por las fuerzas militares contra las

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    Historia fiscal de la Argentina: de Pern al FMI

    vctimas, aparentemente inocentes, que tenan ideas de izquier-da. Sin embargo, en esa poca, para nosotros y, probablemente,para nuestros guardaespaldas, pareca ms una guerra civil en lacual las atrocidades eran cometidas por ambos bandos, y era unaguerra civil que haba comenzado antes del golpe militar de mar-zo de 1976. Pero no hay duda de que, a causa de la posicin queocupbamos, tenamos una visin parcial de lo que ocurra. Notenamos conocimiento de las torturas, la desaparicin de perso-nas y otras atrocidades. Estas, probablemente, comenzaron o seintensificaron en los meses que siguieron al golpe militar.

    El hotel Sheraton de Buenos Aires est ubicado frente a unaamplia plaza en cuyo centro se encuentra la famosa Torre de losIngleses. Al otro lado de la plaza, est Retiro, la ms importanteestacin de trenes. El ferrocarril argentino fue construido porlos ingleses a fines del siglo XIX. En un acto de fervor naciona-lista, estupidez econmica y, tal vez, oportunismo poltico, Pernnacionaliz el ferrocarril pagando una enorme suma de dinero alos ingleses. Ese acto de patriotismo no fue seguramente un buennegocio, ya que la infraestructura estaba en la Argentina y nohaba necesidad de emplear dinero en adquirirla.

    La adquisicin del ferrocarril y de otras empresas haba per-mitido al gobierno peronista ubicar a muchos de suscorreligionarios en las empresas nacionalizadas. Le haba permi-tido controlar una de las ms importantes bases de la economa:el empleo. As, el empleo en el ferrocarril haba subidocrticamente y la productividad haba bajado crticamente. Mu-chos de los que trabajaban en l hicieron poco para que fueragenuinamente productivo.

    Cuando el ferrocarril fue privatizado, a comienzos de los 90,durante la era de [Carlos] Menem, el empleo en ese medio detransporte cay dramticamente y la productividad subi, peromuchas reas del pas dejaron de ser abastecidas por el ferroca-rril, produciendo mucho descontento. Algunos pequeos y dis-

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    tantes pueblos murieron literalmente en el proceso. Esto instalala pregunta obvia de si un gobierno tiene la responsabilidad demantener vivos a los pueblos que sin transporte pblicosubsidiado no son econmicamente viables. Las empresas p-blicas haban sido ineficientes, pero proveyeron algunos servi-cios y puestos de trabajo a la gente ms pobre. Muchos de losque haban trabajado en el ferrocarril y perdieron sus trabajosdurante la gestin de Menem no podan conseguir empleo. Estose deba a su limitada capacitacin, pero tambin a la creencia,que muchos compartan, de que haban desarrollado malos h-bitos porque nunca haban trabajado en un sentido real, por locual no iban a ser productivos en otros empleos. Dadas sus eda-des, se crea que sus malos hbitos no podan ser modificados.Durante la era de Menem, el desempleo se elevara a pesar delrpido crecimiento de la economa en los primeros aos de ladcada del 90. Las empresas pblicas haban sido parte de losmedios que el gobierno haba utilizado para crear un ineficientepero real sistema de proteccin social.

    En ese tiempo, el Sheraton estaba prcticamente vaco. Pormomentos, tena la sensacin de que los miembros de la misinramos slo invitados. El jefe de la misin, tal vez como un indi-cio de su preocupacin acerca de la seguridad, disfrutaba de to-das sus comidas en su habitacin y socializaba poco con los otrosintegrantes de la comitiva. Durante la mayor parte del tiempocomamos en la inmensa cafetera. Salir del hotel significaba es-cabullirse entre varios de nuestros guardaespaldas y lo hacamosmuy espordicamente. Generalmente, ramos los nicos clien-tes en el amplio comedor. Luego de unos das, notamos que unhombre, relativamente joven, haba comenzado a ir a la cafeteraalrededor de la misma hora y, a pesar de que la sala era espaciosay estaba vaca, se sentaba lo ms cerca posible de nuestra mesa.Nos empezamos a preocupar por su presencia. Dadas las pre-ocupaciones por el terrorismo y las noticias que leamos y oa-

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    mos, comentamos a nuestros escoltas policiales sobre la presen-cia del hombre joven. Al da siguiente, l no estaba all y nunca lovolvimos a ver. Las preguntas hechas a los guardaespaldas fue-ron respondidas vagamente.

    Debido a lo que le aos despus acerca de los desapareci-dos, gente que slo desapareca, no pude dejar de pensar en eljoven, sobre lo que le podra haber ocurrido. Tambin me sentun poco culpable. Aos ms tarde, me enter de que miles deargentinos haban desaparecido en ese perodo. Las organizacio-nes de Derechos Humanos estiman que hubo 30.000 detenidosdesaparecidos. Estos son nmeros muy grandes. Aparentemen-te, esta gente fue asesinada por fuerzas militares y paramilitares.Algunas mujeres embarazadas desparecieron tras dar a luz y susbebs fueron adoptados por sus ejecutores. Con el tiempo, algu-nos de estos nios creceran y descubriran que sus padres ha-ban sido los ejecutores, o fueron parte del grupo que haba or-denado la ejecucin de sus madres biolgicas. Esta triste realidadfue tratada por algunas pelculas como La historia oficial, quegan el Oscar. Durante lo que pas a llamarse guerra sucia, laEscuela de Mecnica de la Armada (ESMA) se convirti en uncampo de concentracin. En ese lugar se inaugur, recientemente,el Museo de la Memoria.

    Durante una de estas misiones, fuimos invitados por el Mi-nistro del Interior de entonces, quien controlaba las fuerzas deseguridad y la Polica Federal, a comer un fin de semana a su casalo que los argentinos llaman asado. Estbamos contentos dehacer algo diferente que nos alejara de la monotona de 15 horasde trabajo diario y movimientos altamente restringidos. Haba-mos comenzado a sentir claustrofobia. La maana del asadofuimos informados de que no se realizara y de que la invitacinhaba sido cancelada. Ms tarde supe, a travs de Ricardo Arriazu,un economista que haba formado parte del Directorio del FMI,representando a la Argentina, y era asesor de Aldolfo Diz, presi-

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    dente del Banco Central, que la cancelacin del asado se habadebido a asuntos de seguridad. Aparentemente, el gobierno ha-ba recibido informacin confiable de que estaba siendo planea-do un ataque a la misin. En ese momento, comenc a preocu-parme seriamente. Sent que, cuando un Ministro del Interior,que controla la fuerza policial, es incapaz de preservar la seguri-dad de un pequeo grupo en un evento social en su casa, lasituacin tena que ser realmente grave.

    En ese momento, no haba autopistas y el acceso que conec-taba el centro de Buenos Aires con el aeropuerto de Ezeiza eralimitado. El camino al aeropuerto pasaba por una de las reaspobres de la ciudad y se inundaba cada vez que llova, por lo quelos automviles tenan que moverse lentamente o, incluso, utili-zar caminos alternativos a travs de otras zonas pobres ysuperpobladas. Esto cre un importante problema de seguri-dad. Al trmino de la primera misin, existi la preocupacinsobre nuestro traslado desde el hotel Sheraton al aeropuerto deEzeiza. Por un momento, se discuti la posibilidad de trasladar-nos en helicptero. Sin embargo, cuando lleg el momento departir, nos dijeron que iramos con una fuerte escolta policial.

    Dejamos el hotel a la noche porque los vuelos a Miami oNueva York eran nocturnos. Una pequea escolta policial nosacompaaba. Viajbamos sin problemas hasta que en un puestode control del aeropuerto, que perteneca a la Fuerza Area, se lepidi a la escolta que parara. La polica que nos acompaabaexplic quienes ramos y solicit que nos permitieran continuar.Pero los militares del puesto de control le explicaron que slo alpersonal de la Fuerza Area se le permita portar armas en elaeropuerto y pidieron a la polica que dejara sus armas. La poli-ca se neg y, entonces, se desat una discusin. Ambos bandosestaban tan exaltados que yo tema que comenzaran a dispararseentre ellos. Este fue, definitivamente, un momento atemorizador.Estuvimos all por un tiempo considerable hasta que fueron

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    contactados militares de alto rango y as se le permiti a la poli-ca ingresar portando sus armas. Todava recuerdo el sentimien-to de libertad que experimentamos cuando el avin finalmentedespeg rumbo a Miami. Aplaudimos el despegue. Habamosvivido tres semanas de pesadilla.

    La misin retorn a Buenos Aires en la mitad del invierno ar-gentino. El trabajo tcnico fue lento y el gobierno estaba comen-zando a implementar algunas de las polticas que se considerabannecesarias. Estas polticas requeran una reduccin en la expansindel crdito, un incremento en la recaudacin, la reduccin del gastopblico, la eliminacin de incentivos tributarios, un mejor controldel gasto de las empresas pblicas y otras polticas similares. En esapoca, [Jos Alfredo] Martnez de Hoz, el Ministro de Economa,comenz a ser llamado Hood Robin. La razn era que Robin Hoodrobaba a los adinerados para ayudar a los pobres, mientras queHood Robin, como un encapuchado, robaba a los pobres paraayudar a los acaudalados. En realidad, el hombre estaba tratandoarduamente de traer estabilidad a la economa argentina.

    En ese tiempo, las empresas pblicas estaban atravesandograndes dficit que contribuan mucho a la enorme inequidadfiscal que estaba siendo financiada por la emisin de dinero, con-tribuyendo as a la inflacin. Fueron varias las causas del dficitde las empresas pblicas. Las ms importantes: (a) los bajos pre-cios controlados que cobraban a los clientes por sus servicios,precios que siempre se movan detrs de la inflacin; (b) el in-tento de proveer servicios (tales como transportes y electrici-dad) a lugares lejanos a pesar de los costos; (c) el amplio nmerode individuos que de forma abusiva utilizaban los servicios sinpagar siquiera las bajas tarifas; (d) el empleo excesivo en esasempresas y (e), tal vez, la corrupcin conectada con los sobre-precios que las empresas pagaban a los proveedores privados debienes y servicios. Los militares de alto rango estaban a cargo dealgunas de estas empresas y existan cuestionamientos sobre la

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    VITO TANZI

    transparencia de sus cuentas. En la Argentina, exista una espe-cie de complejo industrial militar compuesto por empresas p-blicas dirigidas por militares. Algunas fabricaban armas.

    En un gobierno militar, los civiles a cargo de la poltica eco-nmica tienen un poder limitado sobre los oficiales militares dealto rango. Lo que los economistas llaman problemas entre su-periores y empleados (principal-agent problems) se torna particu-larmente significativo. Estos problemas comienzan cuando losempleados no llevan a cabo las instrucciones que reciben de sussuperiores. En estas situaciones, se torna difcil determinar quines el superior y quin, el empleado. Entonces, los miembros delFondo nos encontramos con la situacin, inusual, de ser encar-gados por los administradores civiles de tratar de obtener de losmilitares informacin que ellos no podan obtener directamentesobre las finanzas de las empresas. Esto fue particularmenteimportante para la empresa pblica de petrleo Yacimiento Pe-trolferos Fiscales (YPF). YPF era tan enorme e importante quese estimaba que tena un presupuesto casi similar al nacional. Sinembargo, su presupuesto no era conocido. Debido a que las pe-troleras no necesitan contratar demasiados trabajadores y pue-den exportar parte de su produccin, se crea que YPF poseaun gran supervit que poda ayudar a financiar al gobierno.

    Los miembros de la misin decidimos que era esencial parael programa que el Fondo estaba negociando con la Argentinaacceder a las cuentas de YPF. De esa manera, comenzamos apresionar para obtener una cita con su presidente. Luego de va-rias llamadas telefnicas, finalmente acordamos una reunin conl. Preparamos el cuestionario y fuimos a la sede central de lapetrolera. All nos recibieron y acompaaron hasta una ampliasala donde esperamos. Estbamos contentos de que, finalmen-te, obtendramos la informacin, por lo que no nos importaba laespera. Luego de un tiempo, un amable seor entr en la sala ynosotros nos pusimos de pie para presentarnos ante el presidente

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