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93 VIVIENDA COLECTIVA EN JAPÓN: UNA APROXIMACIÓN Sergio Martín Blas La fascinación occidental por la casa contemporánea japonesa se ha apoyado en gran medida en las imágenes de exquisitas construcciones aisladas que oponen su singularidad y reducida dimensión al gigantismo informe de la metrópolis, o que se incorporan con armonía a un idílico paisaje natural. Precisión dimensional y constructiva, relación con el terreno y con el espacio exterior ajardinado, atención al detalle y estricta economía formal son algunos de los aspectos en los que se ha querido reconocer no sólo la continuidad de la tradición doméstica japonesa, sino también la convergencia con las aspiraciones de la arquitectura moderna internacional. Efectivamente, la investigación japonesa sobre la casa moderna encuentra en la vivienda aislada su campo de pruebas fundamental. Será esta la premisa aceptada implícitamente por aquella tradición de arquitectos que, frente a las más celebradas y aparatosas utopías metabolistas, reconocieron en la escala doméstica el terreno propicio para abordar la renovación de la disciplina. Tradición consolidada en torno al Instituto Tecnológico de Tokyo, cuya figura central fue el recientemente desaparecido Kazuo Shinohara (1925-2006), discípulo de Kiyoshi Seike, y que tiene sus más cualificados y directos herederos en los profesores Kazunari Sakamoto y Yoshiharu Tsukamoto (Atelier BOW-WOW). La vivienda aislada, por tanto, como argumento fundamental de la experiencia moderna japonesa. Lógicamente, pues en Japón, como en Holanda y en otros países, la peculiar inestabilidad del entorno físico ha producido una cultura que vincula la casa al terreno, y que se resiste a abandonar determinadas ventajas de esa condición. De ahí que, pese a que la industrialización y la consecuente inmigración rural venían produciendo problemas de hacinamiento e insalubridad semejantes a los de las grandes ciudades europeas desde finales del siglo XIX, las primeras experiencias significativas de vivienda colectiva en Japón se producen sólo después del terremoto de Kanto (1923), origen del incendio que arrasó casi completamente la ciudad de Tokyo. Se construyen entonces los llamados “apartamentos Dojunkai”; un primer salto hacia la resolución del problema habitacional a gran escala impulsado por la necesidad de reconstrucción y por las posibilidades antisísmicas del hormigón armado. La grave contradicción entre un modo de vida y de construcción de la casa basados en la refinada individualidad de las relaciones con el terreno y con la naturaleza, y las necesidades impuestas por los nuevos modos de producción, las nuevas técnicas, relaciones sociales y costumbres producidas por la congestión metropolitana, se hace evidente en aquellas primeras experiencias a gran escala. Contradicción que perdura en el segundo impulso de reconstrucción a partir del 1945, tras la Guerra Mundial. La activación en 1950 de una ley para la vivienda social y la fundación en 1955 de la primera agencia estatal de vivienda (Japan Housing Corporation) se enfrentaron entonces al peso de una tradición tipológica y constructiva que dificultaba la resolución del problema de la vivienda a gran escala con instrumentos modernos. Así, la investigación recaló de nuevo en la vivienda aislada con jardín. Kunio Maekawa, modelo de casa aislada prefabricada “Premos” nº7, 1946. Apartamentos sociales “Daikanyama”, promovidos por Dojunkai en Shibuya, Tokyo, 1927.

Vivienda Colectiva en Japón: una aproximación (Sergio Martín Blas, 2008)

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Artículo sobre arquitectura de vivienda colectiva en Japón, publicado en MARTÍN BLAS, Sergio; RUIZ CABRERO, Gabriel (Eds.), Casas en Japón, Mairea Libros, Madrid, 2008. ISBN: 978-84-936485-1-0

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VIVIENDA COLECTIVA EN JAPÓN: UNA APROXIMACIÓNSergio Martín Blas

La fascinación occidental por la casa contemporánea japonesa se ha

apoyado en gran medida en las imágenes de exquisitas construcciones

aisladas que oponen su singularidad y reducida dimensión al gigantismo

informe de la metrópolis, o que se incorporan con armonía a un idílico

paisaje natural. Precisión dimensional y constructiva, relación con el

terreno y con el espacio exterior ajardinado, atención al detalle y estricta

economía formal son algunos de los aspectos en los que se ha querido

reconocer no sólo la continuidad de la tradición doméstica japonesa,

sino también la convergencia con las aspiraciones de la arquitectura

moderna internacional.

Efectivamente, la investigación japonesa sobre la casa moderna

encuentra en la vivienda aislada su campo de pruebas fundamental.

Será esta la premisa aceptada implícitamente por aquella tradición

de arquitectos que, frente a las más celebradas y aparatosas utopías

metabolistas, reconocieron en la escala doméstica el terreno propicio

para abordar la renovación de la disciplina. Tradición consolidada

en torno al Instituto Tecnológico de Tokyo, cuya figura central fue el

recientemente desaparecido Kazuo Shinohara (1925-2006), discípulo

de Kiyoshi Seike, y que tiene sus más cualificados y directos herederos

en los profesores Kazunari Sakamoto y Yoshiharu Tsukamoto (Atelier

BOW-WOW).

La vivienda aislada, por tanto, como argumento fundamental de la

experiencia moderna japonesa. Lógicamente, pues en Japón, como

en Holanda y en otros países, la peculiar inestabilidad del entorno

físico ha producido una cultura que vincula la casa al terreno, y que

se resiste a abandonar determinadas ventajas de esa condición. De

ahí que, pese a que la industrialización y la consecuente inmigración

rural venían produciendo problemas de hacinamiento e insalubridad

semejantes a los de las grandes ciudades europeas desde finales del

siglo XIX, las primeras experiencias significativas de vivienda colectiva

en Japón se producen sólo después del terremoto de Kanto (1923),

origen del incendio que arrasó casi completamente la ciudad de Tokyo.

Se construyen entonces los llamados “apartamentos Dojunkai”; un

primer salto hacia la resolución del problema habitacional a gran escala

impulsado por la necesidad de reconstrucción y por las posibilidades

antisísmicas del hormigón armado.

La grave contradicción entre un modo de vida y de construcción de

la casa basados en la refinada individualidad de las relaciones con

el terreno y con la naturaleza, y las necesidades impuestas por los

nuevos modos de producción, las nuevas técnicas, relaciones sociales

y costumbres producidas por la congestión metropolitana, se hace

evidente en aquellas primeras experiencias a gran escala. Contradicción

que perdura en el segundo impulso de reconstrucción a partir del

1945, tras la Guerra Mundial. La activación en 1950 de una ley para la

vivienda social y la fundación en 1955 de la primera agencia estatal de

vivienda (Japan Housing Corporation) se enfrentaron entonces al peso

de una tradición tipológica y constructiva que dificultaba la resolución

del problema de la vivienda a gran escala con instrumentos modernos.

Así, la investigación recaló de nuevo en la vivienda aislada con jardín. Kunio Maekawa, modelo de casa aisladaprefabricada “Premos” nº7, 1946.

Apartamentos sociales “Daikanyama”,promovidos por Dojunkai en Shibuya,Tokyo, 1927.

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Arquitectos como Kenji Hirose y Kiyoshi Seike se concentraron en la

elaboración de modelos de vivienda unifamiliar a partir de elementos

prefabricados, susceptibles de ser producidos en serie, en la línea de

las Case Study californianas. También Kunio Maekawa participó en

el diseño de modelos para la producción industrial, y con sus casas

“Premos” sentó el más importante precedente del actual desarrollo del

negocio de la vivienda unifamiliar prefabricada en Japón, uno de los más

extendidos y sofisticados del mundo.

Sin embargo, la necesidad de construir vivienda social en la posguerra

impuso la generalización de los nuevos tipos. Ya en los 60, la agregación

de unidades residenciales formaba parte del imaginario metropolitano,

y la vivienda colectiva había producido un primer “icono” moderno,

reconocido internacionalmente: el bloque de 168 apartamentos

“Harumi” (1958), proyectado por Kunio Maekawa y construido en la

bahía de Tokyo por la Japan Housing Corporation.

El edificio, hoy desaparecido, se presentaba como una potentísima

“megaestructura” de 10 plantas en hormigón armado, cercana al lenguaje

de ascendencia tecnológica más tarde codificado por Kenzo Tange

y el grupo de los llamados “metabolistas”. En su ordenación interna,

sin embargo, el bloque proponía una singular síntesis. Por un lado, el

acceso a los apartamentos se produce a través de corredores o “calles”

elevadas que dan servicio a tres niveles distintos mediante escaleras

secundarias, al modo de la entonces celebrada Unidad de Habitación

de Le Corbusier, inspirada en los hallazgos realizados por Ginzburg

y otros arquitectos rusos en los años 20. Por otro lado, el interior de

las unidades incorpora directamente algunos elementos de la casa

tradicional. Los apartamentos, de dimensiones reducidas (entre 32 y 42

m2), se dividen en dos bandas: una de estancia, con el suelo elevado de

tatami, y otra de servicio con el suelo de madera, que contiene la cocina,

el baño, el comedor y el acceso. Particiones correderas (fusuma) sirven

para separar ambas zonas, y para subdividir la estancia-dormitorio.

Esta última cuenta con una amplia dotación de armarios para recoger

los futones y el resto del mobiliario, permitiendo una total liberación

del espacio. El interior se expande hacia el sur en una galería cubierta

exterior que reproduce el tema tradicional del engawa. El resultado

pone de manifiesto cómo, más allá de la referencia lingüística, la

tradición japonesa constituye para Maekawa un repertorio operativo

para flexibilizar el uso de la vivienda social de reducidas dimensiones.

Su experiencia tenía precedentes inmediatos: el uso del tatami en la

vivienda colectiva con estructura de hormigón se había producido ya

en los mencionados apartamentos “Dojunkai” del periodo entreguerras.

Con la misma fusión de elementos dispares, el bloque “Harumi” intenta

resolver la tensión entre “tradición”, “tecnología” y “vida moderna” a una

nueva escala. Escala que encontró su plena aplicación en el complejo de

4.500 viviendas Motomachi/Choojuen, proyectado por Masato Ootaka y

finalizado en 1977 en Hiroshima, una de las agrupaciones más densas

de vivienda colectiva de Japón, donde se adoptó el modelo híbrido de

los apartamentos “Harumi”.

Si la experiencia de Maekawa apuntaba a la posibilidad de recuperar

elementos de la tradición para articular la transición hacia los

nuevos tipos de vivienda colectiva, otras investigaciones insistirán,Kunio Maekawa, bloque de viviendasHarumi, Tokyo, 1958. Sección del edificio,interior y planta de una de las unidades.

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desde principios de los años 60, en llevar hasta sus últimas y más

autónomas consecuencias las implicaciones tecnológicas de la

congestión metropolitana. Será el grupo “metabolista” el que reclame

la integración de la vivienda en un nuevo concepto urbano dominado

por la comunicación, la movilidad y la flexibilidad del entorno físico. En

las visiones utópicas de Tange, Kurokawa, Kikutake e Isozaki, la casa se

convierte en una célula transportable conectada a las grandes redes de

infraestructura. La mayor parte de aquellas elucubraciones quedaron

lógicamente en el papel. Sólo la torre “Nakagin” (1972), proyectada

por Kisho Kurokawa y construida junto a una autopista elevada en

el barrio de Ginza, en Tokyo, pareció materializar aquella fusión de

vivienda y “tecnología”. El edificio fue pronto reconocido como una

aportación original al debate internacional. Su aspecto era el resultado

de la agregación de 140 cápsulas independientes conectadas a un doble

mástil central que concentraba los servicios y comunicaciones. Cada

cápsula, totalmente prefabricada, encierra un espacio de 2,3 X 3,8 X

2,1 m que puede funcionar como lugar de residencia o trabajo mínimo

para un individuo, con cuarto de aseo incluido. La unidad se relaciona

con el exterior mediante un único hueco de forma circular, y a través

de las más modernas dotaciones de comunicación del momento (radio,

teléfono, televisión), enfáticamente integradas en el diseño interior.

Algunas de las premisas de la torre “Nakagin” fueron pronto desmentidas:

la supuesta movilidad de las unidades suponía una generalización

de su sistema de soportes que no se verificó, como tampoco lo hizo

la producción industrial de las propias células, que por tanto nunca

llegaron a cambiar de posición. Sin embargo, el proyecto de Kurokawa

reconoce por primera vez algunos de los temas centrales de la vivienda

metropolitana en las décadas siguientes. En primer lugar, la reducción de

la vivienda colectiva a una suma de espacios individuales que incorporan

la mayor cantidad de comodidades y sistemas de comunicación en

un espacio mínimo. El dominio del espacio individual, desde el cual

el sujeto se comunica directamente con el exterior a través de la

indispensable parafernalia tecnológica, pone hoy en crisis el modelo

de casa familiar donde la mayor parte de la superficie se dedicaba a los

espacios comunes de estancia. Se trata de una tendencia extendida a la

práctica totalidad de las sociedades desarrolladas, y que ha dado lugar

a algunas de las más interesantes innovaciones recientes en la vivienda

colectiva japonesa, como se verá más adelante.

Por otro lado, la construcción de unidades espaciales independientes y

no especializadas desde el punto de vista funcional, que permiten por

tanto una máxima flexibilidad de uso, es otro de los temas de fondo

investigados actualmente, si bien con mayor realismo. Finalmente,

la torre “Nakagin” propone una especie de “refugio” mínimo para el

habitante de la metrópoli, anticipando un tópico contemporáneo: el

del nómada urbano que asume la dispersión de la mayor parte de las

rutinas tradicionalmente domésticas (comida, relaciones personales,

incluso descanso) en una ciudad fuertemente dotada y disponible las

24 horas.

Durante los años 90, y en el inicio del siglo XXI, la contradicción

mencionada entre la tradición residencial japonesa, y las nuevas

Kisho Kurokawa, Torre de cápsulas“Nakagin”, Tokyo, 1972.

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necesidades y escala urbanas, evoluciona hacia un nuevo escenario.

Por un lado, resulta indudable que los tipos de vivienda colectiva han

ganado importancia cuantitativa en la ciudad contemporánea, superando

aparentemente la preferencia cultural por la casa aislada. Por otro, la

alta cultura arquitectónica sigue insistiendo en la vivienda unifamiliar

como campo de innovación específico, y más fácilmente exportable

como “japonés”.

A pesar de esta dicotomía, la investigación sobre la vivienda colectiva en

Japón ha dado lugar a un conjunto de soluciones claramente innovadoras

en los últimos años. Además, precisamente al plantearse la necesidad

de mantener determinadas ventajas de la vivienda aislada, los proyectos

asumen con gran intensidad algunas de las exploraciones “modernas”

en la materia: relación con el exterior, diversidad entre las unidades,

variedad y flexibilidad en el espacio interior, etc. Pese a tratarse de un

terreno más fuertemente condicionado por normativas y convenciones

difícilmente extrapolables, estas experiencias merecen hoy un estudio

detallado que valore sus aportaciones y su posible continuidad histórica.

En este sentido, el presente escrito propone una aproximación previa,

que identifica determinados puntos de análisis. Por otro lado, se trata

aquí de valorar las mencionadas innovaciones en su propio contexto,

para lo que será útil observar algunas de las convenciones de la vivienda

colectiva en Japón. Para ello bastará el estudio de un ejemplo concreto:

las viviendas construidas por la Tokyo Metropolitan Housing Supply

Corporation (JKK), capaces de presentar en su versión más “banal” los

estándares dimensionales y distributivos de referencia en aquel país.

-Convenciones domésticas y estándares dimensionales.

JKKa es la agencia pública de vivienda que opera en el área metropolitana

de Tokyo, generalmente mediante actuaciones de escala mediana que

responden a la regulación oficial de los tipos residenciales. Dicha

regulación se basa en Japón en el sistema nLDK, donde n es el número

de habitaciones y LDK corresponde a Living, Dining y Kitchen. Así, por

ejemplo, una vivienda 2LDK contará con 2 habitaciones, salón, comedor

y cocina. Los estándares mínimos y recomendados vienen establecidos

para cada uno de esos tipos a nivel estatal (ver cuadro).

Un primer aspecto novedoso del marco normativo es que en Japón se

ha suprimido la obligatoriedad de incluir una pieza de estancia en la

casa, con lo que el comedor, que puede incluir la cocina, queda como

único espacio de encuentro para los miembros de la familia. JKK ha

construido viviendas con tres dormitorios y cocina-comedor (3DK) con

una superficie útil total de 59,84 m2, y la superficie mínima establecida

para ese tipo en Japón es de 50 m2. La normativa japonesa acepta de

ese modo la tendencia al crecimiento progresivo del espacio individual

en detrimento de los espacios para la reunión de la familia, permitiendo

que el espacio común y las estancias privadas tengan una superficie

semejante. Se trata de una diferencia notable respecto a los estándares

españoles. El mínimo VPO para tres dormitorios es de 60m2, pero la

obligatoriedad del salón obliga a la reducción drástica de las piezas de

dormitorio, lo que dificulta su uso, ya que el dormitorio se ha convertido

hoy en un lugar no sólo de descanso, sino también de estudio y recreo,

Planta de una vivienda 3DK de 60 m2,promovida por JKK en Setagaya-ku,Tokyo.

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donde el individuo tiende a pasar más tiempo.

Por otro lado, el estándar mínimo japonés para una vivienda con dos

estancias (dormitorio y comedor-cocina) es de 25 m2, muy por debajo

del español de VPO, que es de 40 m2, lo que se puede atribuir de

nuevo parcialmente a la obligatoriedad del salón en el último caso.

Sin embargo, en Japón existen estándares recomendados por la

normativa que incluyen la necesidad del estar y superan sensiblemente

las superficies establecidas por la regulación española, incluso las de

entidades como la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid. La

única excepción es la casa mínima de un dormitorio sin salón, donde

la superficie recomendada se eleva a 43 m2, un valor en todo caso

equivalente a los españoles.

Finalmente, las viviendas construidas por JKK sirven para presentar

algunas de las características más comunes de la vivienda social en

Japón:

- La mayor parte de las construcciones adoptan la distribución mediante

galerías de acceso. Un escalón separa el vestíbulo del las viviendas del

resto del interior, señalando el límite en el que se abandona el calzado

usado en el exterior.

- La circulación interior de la casa se produce a través de un corredor

de distribución, un pasillo cuya función es exclusivamente permitir el

acceso a las piezas garantizando su independencia de uso, lo que en

principio proviene de los modelos de vivienda occidentales.

- Los cuartos húmedos se sitúan frecuentemente en la banda central

de la construcción, sin iluminación natural y con medios de ventilación

forzada. El consumo de superficie de las estancias de aseo es notable.

El uso del llamado “washlet”, es decir, el inodoro que incorpora las

funciones del bidet, es generalizado en Japón, y suele ocupar un espacio

independiente. También lo hace el vaso para el baño por inmersión,

tradicionalmente no relacionado con el aseo, sino con la tonificación

y relajación corporal. Por otro lado, dos ingenios técnicos permiten

ocasionalmente el ahorro de espacios de servicio: el retrete que incorpora

un vaso de lavabo en la tapa de su cisterna, que permite además el

reciclaje del agua empleada, y el sistema de ventilación forzada con

aire caliente que convierte la bañera en tendedero-secadero de ropa.

La cocina, de reducidas dimensiones, está generalmente abierta al

comedor y a la estancia.

Cisterna del retrete con lavabo en la tapaque permite reciclar el agua empleada,esquema.

Esquema de ventilación forzada de airecaliente para emplear el espacio sobre labañera como tendedero de ropa.

Estándares mínimos y recomendados porel Gobierno en Japón. Fuente: A QuickLook at Housing in Japan, 4th ed., 1998,The Building Center of Japan, Tokyo.

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- Por último, en la vivienda quedan dos espacios que pueden considerarse

residuos de la casa tradicional. En primer lugar, la galería exterior cubierta

orientada al sur, ya convertida en terraza, que podría relacionarse con

el conocido “engawa”. En segundo lugar, en viviendas de más de un

dormitorio, uno de ellos se construye a la manera tradicional, con suelo

de tatami y puertas correderas. Esta última característica constituye

una convención generalizada en la vivienda moderna japonesa, que con

toda probabilidad proviene de los modelos del llamado estilo mixto, o

wayo-kongo, de principios del siglo XX. En él se integraban por primera

vez, en viviendas que asumían los usos occidentales, estancias al estilo

japonés curiosamente asociadas a las zonas de servicio o a la recepción

de invitados.

Investigaciones sobre la vivienda metropolitana.

Una vez presentadas algunas de las características de la casa colectiva

de promoción pública en Japón, a través de la labor “anónima” de JKK,

podremos valorar las innovaciones aportadas por otros ejemplos con

mayor ambición experimental. Se trata de actuaciones que proceden del

impulso que la construcción de vivienda colectiva experimentó en Japón

desde principios de los años 90, cuando las necesidades de renovación

del parque residencial y la evolución del mercado inmobiliario hicieron

de nuevo necesaria la activación de estrategias a gran escala.

En 1996, dichas estrategias fueron investigadas por Kazuyo Sejima

en sus “estudios sobre vivienda metropolitana”. Partiendo de una

densidad de 120 viviendas por hectárea y de un tipo único de vivienda

social de 70m2 y tres dormitorios (3DK), Sejima presenta un conjunto

de esquemas que responden a las combinaciones posibles entre dos

parámetros, altura y ocupación, proyectados en una misma superficie.

La edificación en dos plantas supondrá así una gran ocupación, mientras

que a medida que crece la altura el terreno se libera. En su aparente

simplicidad, la reflexión parece entroncar con una de las más conocidas

polémicas del Movimiento Moderno, la que opuso a la ciudad heredada

del siglo XIX, a los centros y ensanches con manzanas densamente

ocupadas que definen calles y plazas, el urbanismo de los grandes

“objetos” arquitectónicos, torres o bloques abiertos, que “flotan” en un

parque natural continuo. Mayor altura y menor ocupación para obtener

la misma densidad, pero con más luz, aire e higiene, tal fue la “receta”

prescrita por Le Corbusier, desde el Plan Voisin hasta la Unidad de

Habitación.

Sin embargo, el bloque en altura aparece en los estudios de Sejima

despojado de aquella retórica, y frente a la potencia escultórica de

la célebre Unité se propone, mediante determinadas estrategias de

proyecto, restar dureza al volumen, favorecer su permeabilidad y debilitar

su condición de “objeto” o “barrera” que domina el entorno. Dichas

estrategias insisten además en la transposición de algunas ventajas

de la casa suburbana aislada a la vivienda colectiva metropolitana. Le

Corbusier, en sus sucesivas elaboraciones del Inmueble Villa, o los

trabajos experimentales de Ginzburg y la OSA soviética en los años

20, mencionados antes a propósito del bloque Harumi de Maekawa,

exploraron ya las posibilidades de incorporar el jardín a la casa enUno de los 20 paneles que ilustraronel proyecto de la Ville Radieuse de LeCorbusier, 1930.

Kazuyo Sejima, Estudio sobre ViviendaMetropolitana, traza en planta de loscinco prototipos elaborados, 1996.

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altura, y de articular su sección para conseguir expansión y variedad en

el interior.

En el proyecto de Sejima, ambos recursos quedan integrados en un mismo

sistema, basado en la repetición de un módulo único que corresponde

a la que se considera unidad espacial básica: la habitación. Todas las

piezas de la casa, cocina-comedor con entrada, dormitorios, habitación

con tatami y jardín, adoptan la misma forma y dimensiones. Se ha

prescindido del salón, como corresponde al tipo propuesto (3DK), pero

se ha añadido el jardín-tendedero como una pieza equivalente al resto. A

la profundidad del módulo se suman las galerías de distribución exterior

e interior en ambos frentes para definir el espesor reducido del bloque.

Cada habitación puede funcionar con un acceso propio, y su combinación

en sección, aparentemente aleatoria, produce espacios a doble altura y

“maclas” entre las viviendas. Además, los jardines-tendedero introducen

un orden de “vacíos” que atraviesa el volumen. La isotropía y apertura

de la retícula genera de tal modo frentes variados y permeables, en los

que la repetición estricta de la celda contrasta con la flexibilidad de sus

combinaciones. El bloque que Sejima construyó en Motosu-gun, Gifu,

entre 1994 y 2000 se puede considerar origen o consecuencia de estos

principios, que sigue con total precisión. El edificio tiene una anchura

de 7,30 m, y la retícula corresponde a la estructura antisísmica de

pantallas y losas de hormigón armado, formando celdas de 2,80X2,80m

en sección. La flexibilidad en la agrupación de las distintas habitaciones

y su posible independencia permite que se adapten a las diferencias y

cambios en los modos de vida de sus ocupantes.

Tanto el bloque como el prototipo descritos asumen, en definitiva,

una interpretación de la vivienda colectiva como sistema formado por

habitaciones, no casas, en el que el individuo vendría a sustituir a la

familia como unidad básica. En este sentido, se pueden considerar

relacionados con la concepción del urbanita nómada e independiente,

que establece vínculos variables con otros individuos, formalizada en

la acumulación de cápsulas personales que se agregan con libertad

aparente sobre los soportes de la torre Nakagin. Y quizá pudiera

argumentarse la ascendencia metabolista de Sejima, que se remontaría

a Kiyonori Kikutake, maestro de Toyo Ito. Poco se ha ocupado la crítica

arquitectónica hasta ahora de explorar dicho camino, o el de la influencia

corbuseriana, frente a la complaciente insistencia en el “japonismo” y la

referencia tópica a la inmaterialidad de la era digital que la arquitecto se

ha encargado de explotar en sus dibujos. Por otro lado, basta recordar

el papel que la vocación tecnológica y el ascetismo de inspiración

“japonesa” tuvieron en la génesis de las vanguardias europeas para

disolver la contradicción entre estos enfoques.

Le Corbusier, elaboración del proyectopara los “Inmuebles Villa”, 1925.

Kazuyo Sejima, bloque de viviendas enMotosu-gun, Gifu, 1994-2000.

Toyo Ito, bloque de viviendas enShinonome, Tokyo, 1999-2003.

Kazuyo Sejima, Estudios sobre ViviendaMetropolitana, prototipo de bloque enaltura en Z, esquemas de tipos de vivienday sección de edificio, 1996.

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La descomposición del bloque.

En el edificio de Gifu, el énfasis en la “celda” es ajeno a la metáfora

orgánica que la identificara como “célula”. Además, la condición flexible

y acumulativa del proyecto no da lugar a un perímetro irregular,

como ocurría frecuentemente en las propuestas metabolistas o

estructuralistas. Al contrario, la forma del conjunto se reconoce como

problema específico, y se resuelve mediante un límite claro y preciso.

Por otro lado, la inclusión de celdas “vacías” y de dobles alturas en la

retícula no sólo pretende emular el contacto con el espacio abierto y la

expansión vertical del interior de la casa aislada. Se trata de elementos

intermedios de relación entre las escalas de la habitación y el bloque, y

de éste último con el paisaje urbano.

Sin señalar necesariamente en Sejima el origen inequívoco de las

estrategias mencionadas, se puede reconocer su influencia en otras

construcciones, como los bloques de vivienda que conforman la

“supermanzana” rodeada de torres y equipamientos denominada

“Shinonome Canal Court”b, en la bahía de Tokyo (iniciada en 1999). Se

trata de una de las experiencias de promoción pública más innovadoras

realizadas en los últimos años en Japón. Efectivamente, la retícula

cuadrada que se manifiesta en fachada y la inserción de vacíos a doble

altura aparece claramente en algunos de los edificios más interesantes

del complejo, como los proyectados por Riken Yamamoto y Toyo Ito para

vivienda social. Las grandes terrazas, de uso público o privado, sirven en

este caso para iluminar el corredor central de acceso, pues se trata de

bloques profundos con doble crujía de viviendas. En el proyectado por

Kengo Kuma, la retícula se sustituye por un delicado orden de bandas

horizontales acorde con las terrazas corridas que ocupan la fachada

exterior, pero también interrumpido por grandes paños acristalados

que se desarrollan en altura. Aparecen de nuevo, en todos estos casos,

elementos que articulan la diferencia de escala entre la vivienda y el

bloque, y que enfatizan la versatilidad de la retícula base. Esta flexibilidad

es también evidenciada en la variedad de tipos obtenidos en los edificios

de Yamamoto e Ito. Sin embargo, se ha mermado en ellos la claridad del

esquema interior de las casas de Sejima en Gifu. Incluso en el sistema

empleado por Toyo Ito, con dimensiones análogas al de Sejima (3x3 m

y profundidad de 6,30 para cada “celda”), se pierde la correspondencia

entre módulo espacial y retícula estructural, las “celdas” se subdividen

para resolver la distribución interior de un modo más convencional.

Por otro lado, la investigación en Shinonome se concentra en la

articulación de la gran escala. Y también aquí resulta interesante la

comparación. En el plan urbanístico de Arata Isozaki para Gifu, el bloque

de Sejima se une a otras tres piezas lineales en altura para liberar un

espacio interior dedicado a recreo y aparcamiento, formando en realidad

una gran manzana abierta. También en la pieza central de Shinonome

aparece la idea de la “supermanzana”, dividida en su caso en seis grandes

parcelas. Y los bloques ocupan de modo semejante el perímetro con una

altura constante de 47 m, formando pantallas que delimitan un espacio

interior. Sin embargo, ese interior es también ocupado por bloques de

menor altura, y por un basamento continuo de una planta donde se

sitúan los aparcamientos, equipamientos comunitarios y comercio de

barrio. Este basamento, horadado por patios y por una calle central de

Conjunto residencial “Kitagata HighTown”, construido en Motosu-gun, Gifu,sobre el plan urbanístico de Arata Isozaki.Incluye el bloque proyectado por KazuyoSejima a partir de 1994.

Kazuyo Sejima, bloque de viviendassociales en Motosu-gun, Gifu, 1994-2000.Plantas de dos tipos de vivienda.

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traza ondulada, introduce la escala humana en el espacio urbano, y su

cubierta proporciona amplias zonas ajardinadas y de recreo protegidas

del tráfico. A ese nivel se sitúan además, en la primera planta de los

bloques, oficinas profesionales, completando la mezcla de usos. La

eficacia de los servicios queda garantizada por la altísima densidad de

la actuación, que supera las 200 viviendas por hectárea, justificada por

su situación en una de las islas de la bahía, alejada del tejido residencial

consolidado.

La operación urbana trasciende en Shinonome la eventual calidad de

los edificios, que por otro lado es aceptable incluso en los proyectos

más banales. En el núcleo central de la actuación, la edificación se

fragmenta, como también lo hace el espacio libre, generando una

percepción continua, pero cambiante y variada, que favorece el

control de la escala y el confort de las viviendas. Fragmentación que

no resta potencia y visibilidad al complejo en la dimensión metropolitana.

La cuidadosa articulación de la gran escala en este proyecto presenta

un terreno de experimentación alejado de las más convencionales

utilizaciones de la vivienda colectiva en altura en Japón.

Efectivamente, en la estructura fragmentada de la ciudad japonesa,

donde predomina aún el tejido apretado de casas aisladas de dos o

tres plantas con elevada densidad, las acciones unitarias a mayor escala

se han interpretado frecuentemente como simples operaciones de

“saneamiento”, generando grandes piezas edificadas que liberan la mayor

cantidad de suelo posible. Además, en los últimos años la confianza en

la técnica parece vencer el impulso atávico del japonés a vivir cerca

del terreno. La vivienda en altura, e incluso el rascacielos de viviendas,

aparece así en un conjunto de intervenciones que “ponen orden” en

la desconcertante maraña espacial de las metrópolis japonesas. Luz,

ventilación, vistas, privacidad, el recuerdo del jardín en las terrazas y

amplios parques al pie de la edificación, superación del caos, unión de

esfuerzos y economía de medios, las ventajas de la edificación alta y

compacta son de sobra conocidas.

Sin embargo, y a pesar de todo ello, se ha seguido cuestionando la

validez, o al menos la bondad universal de estas estrategias. Con un

matiz fundamental, pues la nostalgia de fondo que frecuentemente

acompaña la resistencia al cambio ha pasado a un segundo plano frente

a la investigación de nuevos modelos. La pérdida de calidad del espacio

libre, no articulado, y su relación de simple contraste con la masa

edificada reducida a “objeto”, la rigidez y jerarquía de las relaciones

entre las partes, y la posición de dominio e indiferencia de las grandes

actuaciones respecto del entorno en que se insertan, se han señalado

de nuevo como claros inconvenientes. Pero además, a esos argumentos,

ya conocidos, se ha añadido una interpretación intencionada y operativa

de las características específicas del tejido residencial de baja altura

y alta densidad en la ciudad japonesa, orientada a la formulación de

alternativas para la vivienda contemporánea.

Así, desde principios de los años 90, un conjunto de proyectos se inspira,

de modo más o menos directo, en esa trama residencial “desordenada”,

y reconoce en ella un orden no aparente, basado en la fragmentación

del espacio libre y edificado, en su relación de equivalencia, en la

Shinonome Canal Court, Tokyo, maquetadel conjunto.

Toyo Ito, bloque de viviendas socialesen Shinonome Canal Court, 1999-2003.Planta de uno de los tipos de vivienda, conterraza y espacio anexo.

102

Kazunari Sakamoto, casas Egota, Tokyo,2002.

ambigüedad entre la figura y el fondo, entre el “objeto” y la “textura”,

en el debilitamiento de la jerarquía. Kazunari Sakamoto, aludiendo a

su proyecto “Common City Yoshida” (1991-92), afirmó ya la vitalidad

y libertad que subyace al caos de la ciudad oriental, y la posibilidad

de explorar estrategias que asuman la fragmentación y el desorden

aparente como condiciones específicas de una nueva vida colectiva. En

sus propias palabras, se trata de investigar “un espacio basado en la

apertura y la conectividad,más que en la perfección y el aislamiento”,

“un lugar en el que la figura se transforma en fondo, y parte del

fondo se convierte en figura (...), un tipo de espacio que no está

unificado por un orden o jerarquía fuertes”c.

En su proyecto para las casas “Egota”, en Tokyo (2002), Sakamoto

profundiza en estas hipótesis. En lugar de construir un único bloque

con las 13 viviendas demandadas por el programa, la edificación se

fragmenta en cuatro volúmenes independientes, con dimensiones

103

análogas aunque distintas, que ocupan el solar integrándose en el

contexto de casas aisladas de dos o tres plantas. Las viviendas tienen un

acceso propio desde el nivel del terreno, directo o a través de escaleras

exteriores particulares. Su interior se distribuye en dos niveles que

forman una L, lo que permite su apertura a las cuatro orientaciones.

La combinación de estas unidades se resuelve mediante una macla

volumétrica.

La vivienda colectiva asume así de nuevo sus viejas aspiraciones,

recuperando algunas de las ventajas específicas de la vivienda aislada,

pero renuncia a uno de sus fundamentos históricos: la economía

del bloque único. El resultado emula y codifica las características ya

mencionadas de la fábrica residencial de poca altura y alta densidad

en Tokyo: debilitamiento de la jerarquía, ambigüedad de las relaciones

entre las partes, variedad de espacios libres de dimensiones controladas,

continuidad y apertura de esos espacios. De las casas Egota se ha

ejecutado sólo una de las edificaciones. Pese a ello, el proyecto se

puede interpretar como el fragmento de un sistema abierto basado

en la manipulación de la escala de la vivienda colectiva, en la

descomposición del bloque edificado.

En el camino hacia la definición de ese nuevo sistema, avanzado por

Sakamoto, convergen otras investigaciones. Entre ellas, es necesario

reconocer a la Casa Moriyama de Tokyo (2002-2005), proyectada por

Ryue Nishizawa, el valor de haber encontrado la formalización más

radical e intensa de las estrategias mencionadas, convirtiéndose en uno

de los más emocionantes y merecidamente celebrados experimentos de

vivienda de los últimos años.

Conviene recordar que, pese a su denominación, la casa Moriyama es

en realidad un proyecto de vivienda colectiva, concretamente de seis

viviendas que ocupan un solar de 290 m2. Dos de estas viviendas

son habitadas por el propietario y por su madre, el resto se alquilan,

y pueden ser usadas conjuntamente, asociadas entre sí, o de forma

independiente. En el proyecto, la fragmentación se ha llevado al

extremo, hasta el punto que el número de edificaciones supera al deTheo van Doesburg, Composición XI,1918.

Ryue Nishizawa, casa Moriyama, Tokyo,2002-2005. Esquema del concepto defragmentación y planta.

Kazunari Sakamoto, Common CItyYoshida, 1991-92.

Ryue Nishizawa, casa Moriyama, Tokyo,2002-2005. Plano de situación.

104

viviendas. El bloque se descompone en once volúmenes aparentemente

independientes que se dispersan en el terreno. Cada volumen tiene

una traza y altura distintas, aunque todos ellos se perciben como una

unidad, gracias al tratamiento exterior blanco en el que se abren grandes

ventanas rectangulares. La enorme densidad (cercana a las 200 viv/ha,

con casas de dimensiones reducidas) se disuelve en la construcción de

un entorno variado y curiosamente apacible, dominado por el detalle,

basado en el delicado equilibrio entre espacios libres y edificados. A ojos

europeos, la operación de fragmentación y su resultado formal ofrecen

una curiosa síntesis: con su aire entre pintoresco y neoplasticista, la

casa Moriyama revela el vínculo original entre la modernidad europea y

aquel “japonismo” al que en definitiva los planteamientos de Nishizawa

no pueden considerarse ajenos.

También la socia de Nishizawa, Kazuyo Sejima, ha hecho algunas de

las más interesantes y conscientes aportaciones a esta investigación.

En los ya mencionados “estudios sobre vivienda metropolitana” de

1996, Sejima presentó un esquema que, empleando el mismo sistema

reticular de unidades espaciales que luego aplicaría en Gifu, se extendía

horizontalmente, creando una composición aparentemente uniforme y

aleatoria de volúmenes de dos plantas, en la que los patios, terrazas y

habitaciones tienen formas equivalentes.

Las viviendas Seijo en Tokyo (2005-07) de la misma arquitecto deben

considerarse, pese a su deuda lingüística con la casa Moriyama, una

evolución de aquel esquema. En ese caso, la construcción de 14 casas

se articula en 20 pequeñas edificaciones de entre una y tres alturas más

sótano, y de dimensiones parecidas en planta. Su independencia es en

gran medida ilusoria, pues algunos de estos módulos son adyacentes

entre sí, y se vinculan en el interior formando grupos. Las casas

ocupan los módulos sin atender a sus divisiones aparentes, es decir,

los volúmenes no se corresponden con las viviendas, como ocurría en

la casa Moriyama. Además, frente a la blancura de esta última, Sejima

emplea el ladrillo visto. No sin cierto humor, pues el ladrillo, material

de uso más frecuente en Europa, es en Japón un acabado muy caro y

exclusivo, y adecuado por tanto para la categoría de las viviendas Seijo,

con superficies excepcionales para los estándares de Tokyo (entre 90

y 120 m2). Con este proyecto, la investigación de la vivienda colectiva

basada en la fragmentación del volumen, baja altura y alta densidad

(100 viv/ha en el caso de las Seijo), se extiende a una dimensión en la

que aparece con evidencia su vocación urbana.

Sin embargo, es Kazunari Sakamoto el que de forma más clara ha

explorado las implicaciones del nuevo modelo a gran escala. En la

propuesta ganadora del concurso para la construcción de una colonia

experimental de viviendas en Munich, convocado con motivo del

aniversario de la Deutsche Werkbund (2004), Sakamoto desarrolla el

sistema espacial basado en las estrategias ya ensayadas en sus casas

Egota.

Las 400 viviendas se reparten en 42 edificios de distintas alturas que el

autor del plan denomina “unidades compactas reducidas”. La densidad

de 89 viv/ha, significativamente menor a las empleadas en Japón,Kazuyo Sejima, viviendas Seijo en Tokyo,2005-2007.

Kazuyo Sejima, Estudios sobre ViviendaMetropolitana, prototipo de viviendacolectiva con poca altura y altaocupación.

105

permite que estas unidades se separen, enfatizando la continuidad del

espacio libre, en el que se proyectan funciones públicas y privadas. En el

centro de la actuación, una serie de edificios de uso público se disponen

en torno a un patio, sin llegar a romper la homogeneidad del conjunto. A

propósito de este proyecto, Sakamoto ha hecho explícitos los beneficios

de la descomposición del bloque de viviendas: “Actualmente muchas

operaciones de desarrollo urbano proponen y construyen edificios a

gran escala, a menudo por razones económicas. Pero esas enormes

estructuras se integran con dificultad en la fábrica urbana, elevándose

a modo de torres o creando muros infranqueables en medio de la

ciudad, auténticas barreras. Es lo opuesto al tipo de permeabilidad que

propongo. En mi proyecto para la colonia de la Werkbund, el espacio

urbano y el espacio de las viviendas se entremezclan. Cada lugar

habitado está conectado a los otros, se abre a los otros y produce en la

gente una sensación de libertad y apertura (...) Se trata de un espacio

más suave, menos definido.”d

La propuesta de Atelier BOW-WOW (Momoyo Kaijima y Yoshiharu

Tsukamoto) para el mismo concurso confirma la convergencia actual

de las investigaciones japonesas en torno a la vivienda colectiva.

Además, con el proyecto de Munich, el modelo disperso inspirado en

las metrópolis orientales trasciende su origen y viaja a Europa, como

lo hicieron tantas otras ideas e imágenes del Japón, sin las cuales es

imposible comprender la historia de la arquitectura y el arte modernos

en occidente (basta pensar en Dresser, Wright o Mondriaan).

Este texto propone una aproximación a ese posible intercambio,

señalando un conjunto de experiencias innovadoras surgidas en los

últimos años. Proyectos que exploran, como se ha visto, las posibilidades

de la alta densidad residencial a través de dos líneas fundamentales de

investigación. Por un lado, la flexibilidad de la retícula espacial en altura

y la correspondencia módulo-habitación. Por otro, la fragmentación

Atelier BOW-WOW, propuesta del concursopara la colonia de la Deutsche Werkbunden Munich, 2004.

Kazunari Sakamoto, proyecto ganador del concurso para la colonia de viviendas de laDeutsche Werkbund en Munich, 2004.

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del bloque. Considerando la relación entre ambas líneas, en el fondo

cabe interpretar que la polémica sobre si la ciudad debe construirse

con casas aisladas (tradicionales) o vivienda colectiva (moderna), se

ha disuelto en Japón para alcanzar un entendimiento más profundo

del problema de la escala y la jerarquía en la relación entre espacio

libre y edificado. Evidentemente, la distancia previene ante cualquier

transposición directa. Sin embargo, no por ello cabe renunciar a una

síntesis productiva, a un intercambio que debe trascender la simple

moda para imponerse como estímulo hacia un progreso común.

Notas:

a www.to-kousya.or.jp

b Shinonome Canal Court ha sidopromovido por Urban Renaissance Agency.Urban Renaissance (www.ur-net.go.jp) esla agencia pública estatal establecida en2004, producto de la fusión de las diversasentidades en que se fue descomponiendoel primer organismo para la promociónde vivienda pública en Japón establecidoen 1955, la Japan Housing Corporation.De entre las múltiples actividadesdesarrolladas por UR, relacionadas conla promoción y gestión de vivienda, enlos últimos años ha sido destacada suparticipación en procesos de reformaurbana a gran escala.

c SAKAMOTO, Kazunari,SAKAMOTO, Kazunari, Architectureas a form of composition, 1994, enSakamoto, House: poetics of the ordinary,Tokyo, 2001.

d De la entrevista realizada a Sakamotopor Michaela Busenkell y Lisa Diedrich apropósito del proyecto para la WerkbundSiedlung en Munich. Publicado por laDeutsche Werkbund.

Cristopher Dresser, tetera diseñada paraJames Dixon & Sons, entre 1879 y 1882.Dresser viajó al Japón en 1877.