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DOSSIER Espacio y cultura 43 43 43 43 43 TRA TRA TRA TRA TRAYECT YECT YECT YECT YECTORIAS AÑO VII, NO. 1 ORIAS AÑO VII, NO. 1 ORIAS AÑO VII, NO. 1 ORIAS AÑO VII, NO. 1 ORIAS AÑO VII, NO. 17 7 7 7 7 ENERO-ABRIL 2005 A L E J A N D R O G A R C Í A G A R C Í A Vivienda, Vivienda, Vivienda, Vivienda, Vivienda, familia, familia, familia, familia, familia, iden iden iden iden identida tida tida tida tidad La casa como prolong La casa como prolong La casa como prolong La casa como prolong La casa como prolong ación ación ación ación ación de las relaciones humanas de las relaciones humanas de las relaciones humanas de las relaciones humanas de las relaciones humanas L a vivienda es una necesidad social en cual- quier parte del mundo actual; son pocas las comunidades estrictamente nómadas y aun ellos realizan ciertas formas de arquitectura efímera o se refugian en cuevas realizando adapta- ciones al espacio creado naturalmente. Este requeri- miento de producir u obtener una vivienda ocupa una parte central en la vida adulta y de hecho constituye uno de los principales retos en el desarrollo de la tra- dicional dinámica familiar en personas con escasos recursos económicos. Nuestro objetivo principal es reconocer al es- pacio doméstico como una prolongación de las rela- ciones humanas que ahí se presentan, intentar el abor- daje de la vinculación entre el microespacio social de la vivienda autoconstruida con el desarrollo de una identidad grupal, familiar en este caso. Pretendemos aquí estudiar las redes que funcionan para que se lo- gre la edificación de la casa entre los futuros habitan- tes y una red social de apoyo, como la manera en que las relaciones sociales de solidaridad llegan a mate- rializarse estéticamente ahí. Se trata de analizar las formas de expresión es- tética que se presentan en la casa como edificación, al tiempo que se busca vincular estas manifestaciones con la dinámica familiar específica que se desarrolla en ese hogar. No nos encontramos situados en la dis- cusión socio-económica de la vivienda, sin embargo, hemos recuperado del debate en este ámbito, aque- llos datos que nos parecieron relevantes en el tema de la cohesión y las formas de interacción familiar que constituyen, desde nuestro punto de vista, una parte fundamental de la identidad colectiva. El interés de las ciencias sociales por la identifi- cación sistemática de los procesos permanentes de expresión simbólica que generan la construcción y reconstrucción de identidades –representadas por vie- jos y nuevos actores sociales, manifiestas de una u otra manera por transformaciones en nuestra vida cotidia- na–, implica necesariamente el reconocimiento del ca- rácter diverso de las formas de interacción social, del carácter dialógico de las identidades grupales. Trabajar en la comprensión de los procesos de autoconstrucción de la vivienda significa penetrar en la complejidad de la vida cotidiana, en ese país de ori- gen de todos (Parret, 1987:32). El hombre es tam- bién su espacio, así que el análisis de las característi- cas estéticas de sus expresiones materiales busca identificar el esquema ético desde el cual se generan. Advertimos que este es un ensayo que preten- de reflexionar sobre la forma en que se ha discutido el tema de la autoconstrucción desde una perspecti-

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A L E J A N D R O G A R C Í A G A R C Í A

Vivienda,Vivienda,Vivienda,Vivienda,Vivienda, familia, familia, familia, familia, familia, iden iden iden iden identidatidatidatidatidadddddLa casa como prolongLa casa como prolongLa casa como prolongLa casa como prolongLa casa como prolongaciónaciónaciónaciónaciónde las relaciones humanasde las relaciones humanasde las relaciones humanasde las relaciones humanasde las relaciones humanas

L a vivienda es una necesidad social en cual-quier parte del mundo actual; son pocas lascomunidades estrictamente nómadas y aunellos realizan ciertas formas de arquitectura

efímera o se refugian en cuevas realizando adapta-ciones al espacio creado naturalmente. Este requeri-miento de producir u obtener una vivienda ocupa unaparte central en la vida adulta y de hecho constituyeuno de los principales retos en el desarrollo de la tra-dicional dinámica familiar en personas con escasosrecursos económicos.

Nuestro objetivo principal es reconocer al es-pacio doméstico como una prolongación de las rela-ciones humanas que ahí se presentan, intentar el abor-daje de la vinculación entre el microespacio social dela vivienda autoconstruida con el desarrollo de unaidentidad grupal, familiar en este caso. Pretendemosaquí estudiar las redes que funcionan para que se lo-gre la edificación de la casa entre los futuros habitan-tes y una red social de apoyo, como la manera en quelas relaciones sociales de solidaridad llegan a mate-rializarse estéticamente ahí.

Se trata de analizar las formas de expresión es-tética que se presentan en la casa como edificación, altiempo que se busca vincular estas manifestacionescon la dinámica familiar específica que se desarrolla

en ese hogar. No nos encontramos situados en la dis-cusión socio-económica de la vivienda, sin embargo,hemos recuperado del debate en este ámbito, aque-llos datos que nos parecieron relevantes en el tema dela cohesión y las formas de interacción familiar queconstituyen, desde nuestro punto de vista, una partefundamental de la identidad colectiva.

El interés de las ciencias sociales por la identifi-cación sistemática de los procesos permanentes deexpresión simbólica que generan la construcción yreconstrucción de identidades –representadas por vie-jos y nuevos actores sociales, manifiestas de una u otramanera por transformaciones en nuestra vida cotidia-na–, implica necesariamente el reconocimiento del ca-rácter diverso de las formas de interacción social, delcarácter dialógico de las identidades grupales.

Trabajar en la comprensión de los procesos deautoconstrucción de la vivienda significa penetrar enla complejidad de la vida cotidiana, en ese país de ori-gen de todos (Parret, 1987:32). El hombre es tam-bién su espacio, así que el análisis de las característi-cas estéticas de sus expresiones materiales buscaidentificar el esquema ético desde el cual se generan.

Advertimos que este es un ensayo que preten-de reflexionar sobre la forma en que se ha discutidoel tema de la autoconstrucción desde una perspecti-

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va antropológica de corte cualitativo, que más quetratar de demostrar o evidenciar, pretende actualizar eldebate en torno a un asunto de gran relevancia socialpara los países del primer y tercer mundos y acercarlas reflexiones académicas que son importantes paragenerar líneas de investigación en nuestros contextossociales específicos. Es importante señalar que la in-tención central es plantear el tema de la autocons-trucción desde una perspectiva teórica que busquecomprender la situación vivida por los autoconstruc-tores como actores sociales, sin discutir aquí la ma-nera como otros sectores de la sociedad perciben susbarrios y sus casas.

Hay que comentar un dato fundamental paracomprender a la autoconstrucción en términos defenómeno social en nuestro país y en América Lati-na: “aproximadamente el 60% de las viviendas en al-gunas metrópolis latinoamericanas son construidaspor el sector informal” (López, 2001: 143); en tantoque en México, “el, 70% de la población urbana delpaís se provee a sí misma de vivienda utilizando ma-teriales y procedimientos rudimentarios, sin asisten-cia técnica ni apoyo financiero” (Bazant, 1981:11;Sudra, 1981:33).

No tocaremos aquí el tema, pero parece haberconsenso entre los intelectuales citados, en cuanto aque “...la mayoría de los proyectos institucionales li-mita las posibilidades de aprovechamiento de muchosde los recursos usados en la autoconstrucción nor-mal (espontánea)” (Sudra, 1981:33), y de que haygraves limitaciones en los programas emprendidos eneste sentido hoy día en México (Bazant, 1981:86). Alparecer de estos autores, hay una total desconexiónentre las características “típicas” de los procesos au-toconstructivos familiares y los apoyos gubernamen-tales a la generación de vivienda, la edificación deconjuntos habitacionales o casas de interés social noha resuelto sino mínimamente el problema y si cons-tituyen hoy día espacios con problemas de hacina-miento y son altamente propicios para delitos y con-flictos entre vecinos.

TERRITTERRITTERRITTERRITTERRITORIO, VIVIENDORIO, VIVIENDORIO, VIVIENDORIO, VIVIENDORIO, VIVIENDA E IDENTIDA E IDENTIDA E IDENTIDA E IDENTIDA E IDENTIDADADADADAD

Según Lamure, desde un punto de vista estrictamen-te etológico, la tendencia a asegurarse un territorio esuna de las cualidades animales más antiguas del mun-do y por su parte, en ese mismo sentido, Otto Koenigafirma que la necesidad de posesión y autonomía estágenéticamente anclada en el hombre (Lamure, 1980:66). Por otra parte, históricamente es innegable queel hombre desde que adquiere una mínima capaci-dad organizativa se ha procurado a sí mismo su vi-vienda (Bazant, 1981: 69).

Conviene aquí destacar una postura de cortemás antropológico y por lo tanto más pertinente conel corte del trabajo que aquí se presenta. GilbertoGiménez define al territorio como “...un espacio deinscripción de la memoria colectiva, como soportematerial de la vida comunitaria y como referente sim-bólico de la identidad colectiva” (Chihu Amparán,2002:52) y que la definición del concepto puede apli-carse sin problema a la descripción de la vivienda,como territorio personal y al mismo tiempo del gru-po familiar, en un contexto social e histórico deter-

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4545454545TRATRATRATRATRAYECTYECTYECTYECTYECTORIAS AÑO VII, NO. 1ORIAS AÑO VII, NO. 1ORIAS AÑO VII, NO. 1ORIAS AÑO VII, NO. 1ORIAS AÑO VII, NO. 17 7 7 7 7 ENERO-ABRIL 2005

minados. Vinculado con los planteamientos anterio-res, Chihu Amparán señala que

...la identidad de los sujetos se constituye en parte por elarraigo a una localidad, a un territorio donde cotidiana-mente se realizan prácticas y costumbres, las cuales a suvez le adjudican a ese lugar su particular distinción...(Chihu Amaparán, 2002: 18,19).

Por tanto, entre identidad y vivienda –comoterritorio concreto– hay una relación directa. En re-sumen, el grupo familiar que construye su propio te-rritorio doméstico proyecta ahí su identidad, su ma-nera particular de ser en el mundo.

En toda casa la relación de las presencias ar-quitectónicas materializa un campo de valores, refe-rido en última instancia a los elementos específicosque delimitan el espacio: muros, techos, puertas, ven-tanas, piso, etc. Es a partir de estas formas de mate-rialización arquitectónica de la vivienda que se impo-ne un ritmo a las rutinas cotidianas, se las jerarquizay se las segmenta bajo criterios éticos y funcionalesdentro de un territorio creado, generando como con-secuencia un proceso simultáneo de construcción dela identidad de los sujetos de manera individual ygrupal, en su particular desarrollo histórico. Comoseñala De Certeau: hasta una anónima recámara dehotel dice mucho de su huésped temporal al cabo dealgunas horas (Certeau, Giard y Mayol, 1999: 147).

La vivienda es en sí una prolongación materialde las formas de vida familiar y da lugar a la expre-sión de los valores vinculados con las estrategias dearticulación entre lo público y lo privado, paradigmade hábitos recurrentes al interior de este grupo. Lacasa es la sede de la familia en la vida cotidiana y porlo tanto, se presenta la necesidad de materializar có-digos de costumbres y reglas de orden.

“El conjunto de repertorios interiorizados (re-presentaciones, valores, símbolos), a través de los cua-les los actores sociales (individuales y colectivos) de-marcan sus fronteras y se distinguen de los demás

actores en una situación” (Chihu, 2002: 38-39), sonformas de identidad grupal que a través del diseño yla construcción de su vivienda manifiestan su parti-cularidad como sitio, ante la comunidad que los ro-dea y para sí mismos, compartiendo un conjunto ele-gido de costumbres y ritos específicos, dotados de unsentido sólo comprendido a cabalidad por los partí-cipes de la interacción cotidiana.

Igualmente, creo que no puede hablarse de unaidentidad familiar sin hablar de las identidades de lossujetos que la conforman, su número, las circunstan-cias personales que contextualizan su desarrollo y quetendrán una influencia directa en el colectivo. Cuan-do hablamos de identidad familiar nos referimos aesa construcción grupal, que va más allá de la sumade las partes, que sitúa a un grupo familiar en uncontexto, generalmente el barrio, donde adquieren unpapel específico como colectivo.

Al interior de la casa, el tiempo y la vivencia delos hombres y las mujeres, de los adultos y los niños,es siempre un “estar con”, como lo plantea Luisa RuizMoreno, la interacción de los sujetos se figurativizaen la terceridad, en el espacio construido en manco-

En toda casa la relaciónde las presenciasarquitectónicasmaterializa un campode valores, referido enúltima instancia a loselementos específicos quedelimitan el espacio:muros, techos, puertas,ventanas, piso, etc.

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mún y este espacio es significante de un contenidoafectivo (Ruiz Moreno, 1996:11). Los apellidos quenombran al grupo familiar se convierten en esa casa,en su número externo, en su fachada, en sus colores,en la manera en la que el grupo asume los espacioscreados, lo que es visible y lo que es ocultable al visi-tante, lo que se abre a lo público y lo que está pertre-chado en lo privado.

Como regla, las viviendas autoconstruidas sonsingulares, frente a la serialización constructiva de lasviviendas en colonias de interés social, sin que estoquiera decir que no se construye también una identi-dad en estos grupos familiares, de hecho esta repeti-ción en la propuesta arquitectónica –más tempranoque tarde–, es alterada por los nuevos habitantes através de estrategias de apertura y clausura de puer-tas y ventanas, así como el replanteamiento de la orien-tación funcional de ciertos espacios de la casa recibi-da. Es fundamental señalar que toda transformacióndel espacio puede ser leída como significante; de he-cho, Hammad (1987) llega a plantear que las trans-formaciones del espacio y su regulación son necesa-rias para la propia transformación de los sujetos.

ALALALALALGUNAS POSTURAS TEÓRICGUNAS POSTURAS TEÓRICGUNAS POSTURAS TEÓRICGUNAS POSTURAS TEÓRICGUNAS POSTURAS TEÓRICASASASASAS

En este apartado deseamos abordar una discusión quenos parece vigente, acerca de la relevancia psicosocialde la participación directa del los miembros del gru-po familiar, de una u otra manera, en la construcciónde su vivienda. Iniciemos entonces con esta aún con-tundente hipótesis de Turner (1976:237):

Cuando los moradores controlan las decisiones capitalesy son libres de hacer sus contribuciones al diseño, la cons-trucción y la administración de su vivienda, tanto este pro-ceso como el medio ambiente creado estimulan el bienes-tar individual y social.

Argumenta que los beneficios no cuantificables de laacción autónoma son más difíciles de documentar.

El orgullo de lo logrado, el sentido de competencia ysatisfacción debidos a la acción personal directa, esun estado subjetivo no reducible a términos moneta-rios, hay un bienestar psicológico, un significadoexistencial profundo, generado a partir de crear algoúnico y de significado personal (Turner, 1976). Aun-que Turner también acepta que la dependencia es unaregla de la vida, “la dependencia se vuelve perjudicialcuando quienes tienen las necesidades no gozan deuna relación de reciprocidad con quienes los proveen”(Turner, 1976: 241).

Martha Schteingart, retoma críticamente lasposturas de Pradilla, Ward y Burgess contra las argu-mentaciones de Turner, además de plantear su pro-pia postura al respecto, en cuanto a las ventajas de laparticipación directa de las personas en el procesoautoconstructivo (Schteingart, 1981:51). Ella comen-ta –retomando los señalamientos de Ward en lo parti-cular– que estas críticas enfatizan el hecho de que elgrado de éxito que obtienen las experiencias de auto-construcción depende de una estructura socioeconó-mica más amplia (Schteingart, 1981: 54).

Burgess, citado por Schteingart, argumenta queen definitiva Turner “no toma en cuenta el conjuntode agentes sociales y de intereses que se mueven en elproceso de producción y circulación de la viviendaen el capitalismo...” (Schteingart, 1981:54). Desdemi punto de vista, las críticas son ciertas en un planomacro-social, pero se alejan de las connotaciones queefectivamente el concepto de autonomía puede al-canzar en los ámbitos de lo grupal, de lo psicosocial.Ahí donde las personas tienen nombre y apellido hay,en sus familias, un esfuerzo organizativo –como el dela autoconstrucción de su vivienda– que, largo o cor-to, exitoso o fracasado, implica necesariamente unproceso de interacción personal que genera una iden-tidad grupal ligada a los espacios construidos, a losporqués de los esfuerzos de los miembros de la fami-lia, ahí parece presentarse este grado de control y deejercicio de autonomía relativa, tal como la planteaTurner: “La autonomía, pues, entraña la capacidad

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de entrar en relaciones recíprocas, de ejercer el con-trol sobre las necesidades esenciales de la vida... Au-tonomía significa libertad de acción limitada por loscostos” (Turner, 1976:242). Hay una organizacióncohesionada para lograr sus fines y un reconocimientode la importancia de la colaboración; Sudra (1981:33) parece coincidir con él al menos al afirmar que“el grado de control que de este proceso ejerce la fami-lia, es más alto en este que en otros tipos de vivienda”.

Aunque efectivamente la autoconstrucción sig-nifica una prolongación de la jornada de trabajo y unsacrificio enorme de otras necesidades básicas(Schteingart, 1981: 56), las personas parecen ponerpor encima de lo anterior la “facultad de satisfaceruno mismo sus necesidades” (Turner, 1976: 242).

La edificación de la vivienda propia constituyeasí la generación de un tipo específico de confort deorden psicológico, ligado al sentimiento de seguridad eidentificación territorial y, al mismo tiempo, representauna propuesta que dialoga inevitablemente con algu-nos aspectos de la arquitectura académica, bajo cáno-nes improvisados y medios restringidos pero finalmenteeficaces para enfrentar los retos de lo cotidiano.

EL PREL PREL PREL PREL PROCESOOCESOOCESOOCESOOCESO

Independientemente de que cada vivienda suscitadeterminada gama de sensaciones formales,cromáticas, táctiles, térmicas, sonoras... percibidascomo estéticamente positivas en la medida en que ellascumplen con las exigencias de lo bello, según definaeste concepto la sociedad en cuestión (Pezeu-Massabuau, 1988:175), además de la forma de cons-trucción enmarcada por condicionamientos externos,especialmente las características legales de la tenen-cia de la tierra (Bazant, 1981:12), hay un conjunto deelecciones particulares, microgrupales, que dan pau-ta a una cierta organización y uso de los espaciosdomésticos, distribuidos de cierta manera los “hace-res”, las fronteras, que hablan de la naturaleza de lainteracción y el paradigma ético que las sustenta.

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Para hablar de identidad familiar –como seña-lábamos anteriormente–, hay que hablar de interac-ción grupal cotidiana, y en este sentido Bazant(1981:71) encuentra que “en los procesos autocons-tructivos de bajos ingresos, existe una correlación di-recta entre lo que la familia invierte en su vivienda yel grado de participación que tiene para construirla...A menores ingresos existe un factor de sustitución dedinero por esfuerzo personal...”. Como consecuen-cia, en los grupos sociales de escasos recursos las for-mas de interacción solidaria deben ser más frecuentesentre los miembros de la familia.

VENTVENTVENTVENTVENTAJAJAJAJAJAS ECONÓMICAS ECONÓMICAS ECONÓMICAS ECONÓMICAS ECONÓMICASASASASAS

La autoconstrucción representa el sistema más flexi-ble ante la fluctuante economía familiar, para teneruna vivienda adecuada a las siempre cambiantes ne-cesidades de la familia (Bazant, 1981:71). General-mente hay acuerdos de pago con los albañiles y con-tratistas locales, particularmente bien ajustados a la

economía de la familia (Sudra, 1981:49), que fun-cionan como uno de los factores más importantes parallevar a cabo este proceso.

Al parecer el máximo uso de todos los recursosse logra a través de mantener la alta flexibilidad yadaptabilidad del proceso (Sudra, 1981:50) y porsupuesto aminorar lo más posible la parte del valordel bien que ellos deben pagar monetariamente(Schteingart, 1981:59).

Es evidente que muchos de los recursos de losautoconstructores no son monetarios y una buenaparte de sus ingresos son irregulares, sin embargo esun hecho que autoconstructores con muy bajos re-cursos han logrado construir buenas casas (a vecescasas impresionantes) sin apoyo gubernamental(Sudra, 1981:35). Un ejemplo de los resultados en laaplicación de sus estrategias está en que

… los autoconstructores siguen ahorrando un 30% y has-ta un 50% del costo comercial de construcción, particu-larmente en obras de modificación, compostura y man-tenimiento (Sudra, 1981:32).

Hay que hacer la advertencia en el sentido deque el proceso de autoconstrucción “pura” es pocofrecuente y que contrariamente “es llevado en formacreciente y paulatina por los albañiles y contratistaslocales con el dueño manteniendo el papel de admi-nistrador” (Sudra, 1981:33). Por otro lado, general-mente,

Conforme aumentan los ingresos familiares (productodel aumento de miembros de la familia que aportan partede sus ingresos), hay mejores posibilidades de contrataralbañiles... En este momento, la participación directa dela familia dentro del proceso es prácticamente nula...(Bazant, 1981:72).

Al crecer los hijos (que generalmente no llegana estudiar hasta niveles superiores y por tanto comien-zan a trabajar desde muy jóvenes) aportan dinero para

Es evidente que muchosde los recursos de los

autoconstructores no sonmonetarios y una buenaparte de sus ingresos sonirregulares, sin embargo

es un hecho queautoconstructores con muybajos recursos han logrado

construir buenas casas(a veces casas impresionantes)

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la construcción de la vivienda constituyéndose en con-tribuyentes secundarios al ingreso familiar (Sudra,1981:43), además de participar como mano de obragratuita. También es frecuente en la zona norte deMéxico que uno de los hijos emigre como trabajadorindocumentado o bracero a Estados Unidos y quelos ahorros logrados se conviertan en el medio parapagar la compra del terreno o para financiar la cons-trucción de la casa o, al menos, una parte de ella...”(Ramírez Sáiz, 2003:64).

Como señala Sudra (1981: 44): “Para la eco-nomía local de los barrios pobres, la autoconstruc-ción está creando fuentes de empleos cada vez másespecializados...”, en ciertos momentos del procesoconstructivo se contratan grupos de trabajadores es-pecializados en ciertas tareas, personas que general-mente no se dedican a esta actividad sino los fines desemana, con un empleo con horario fijo durante lasemana: “poceros” para las zanjas, luego «paliadores»para “echar la placa” (techo de concreto).

Hay que señalar que muchas de las veces elaprovechamiento de los materiales –útiles para la cons-trucción– del propio lote es el factor económico másimportante en la primera etapa de la autoconstruc-ción (Sudra, 1981:41).

LAS REDES DE ALAS REDES DE ALAS REDES DE ALAS REDES DE ALAS REDES DE AYUDYUDYUDYUDYUDAAAAA

Coincido con Lamy, para quien trabajar a partir delas redes sociales es en cierta forma poner la miradaen la vida cotidiana, mirarla desde sus actores y susprácticas. Es examinar los intercambios (material ysimbólico) y los circuitos (Lamy, 2001:162). “La redsocial aparece como un concepto intermediario, es-tableciendo un puente entre los grandes factores so-ciales y los individuos” (Lamy, 2001:167).

Para Rapoport los dos grupos sociales impli-cados son el doméstico, relacionado con la sangre (lafamilia) y el grupo del pueblo (la comunidad); hom-bres, mujeres y niños, todos colaboran, lo que expre-sa la unidad familiar en términos económicos y so-

ciales (Rapoport, 1969:122). Las formas de cohesióndel grupo familiar autoconstructor de la periferia delas ciudades parecen derivarse en gran parte de unaherencia del mundo rural, aquí y en muchas otraspartes del mundo. Hassan Fathy explica así lo suce-dido en una aldea árabe:

Cuando hay que construir una nueva casa en la aldea, seespera que todo el mundo dé una mano... No se paganada. La única recompensa que espera la persona que sepasa un día entero en la construcción de la casa de suvecino es que su paisano haga lo mismo por él algún día(Fathy, 1982:69).

Por otra parte, retomando a Lemieux y Forsé,Lamy señala que las características principales de lasredes son que: están hechas de relaciones informalesu oficiosas, son una matriz social desarrollada infor-malmente; la coordinación se hace espacialmente porvecindad; no hay metacoordinación; la red social notiene ni centro ni frontera y que la especialización delos actores es menor (Lamy, 2001: 164-169). Hayque admitir sin embargo –nada de reduccionismos–,que el análisis de las redes sociales sobrepasa al espa-cio físico, que se inscribe más en un espacio social yque por tanto toda tentativa de unir los modelos derelaciones sociales en un medio geográfico particulares un ejercicio vano (H. Gans y R. Pahl en Lamy,2001: 176-177).

Hay que reconocer y hacer justicia a la partici-pación activa de la mujer en el proceso autoconstruc-tivo, que va necesariamente más allá del cuidado delos hijos y los trabajos de la casa. En una comunica-ción personal con el doctor González Alcalá –quientambién ha abordado el tema de la autoconstruccióndesde una perspectiva cualitativa–, reconocía el pa-pel central de la mujer, la esposa o la madre, durantetodo el proceso, colaborando literalmente de todaslas maneras posibles (incluso cargando materiales ohaciendo pozos cuando es necesario) y generandotodo el tiempo el entusiasmo grupal por el proyecto.

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Por supuesto –y esto hay que tenerlo presente–,que junto a estas formas de solidaridad familiar, estátambién la autoconstrucción realizada en muchosaspectos de manera directa por parte del jefe de lafamilia, como la instalación de tubería, del cableadoeléctrico, labores de pintura, etc., actividades que norequieren de la colaboración de otros.

La vivienda popular edificada a través de unproceso de autoconstrucción (apoyada generalmen-te por un “maistro” albañil), tiene la ventaja de per-mitir la incorporación de toda la mano de obra dis-ponible, incluyendo niños y ancianos. Por otro lado,la autoproducción de la vivienda se ha dado en lla-mar arquitectura progresiva, ya que “adecua su in-versión al esfuerzo propio sin deudas institucionalesni gravosas hipotecas. Además, este procedimientopermite las variaciones de la demanda familiar”(Lamy, 2001:172). Incluso, la necesaria relación oca-sional con los profesionales en la construcción de vi-viendas, con los arquitectos, se realiza en este mediosocial a partir de conocidos, de vecinos, de gente quede una u otra manera, a través de sus redes sociales se

vincula con alguno de ellos. El contacto con la arqui-tectura es puntual y tiene más la intención de obtenerun documento necesario para la tramitación de per-misos de construcción, que de efectivamente proyec-tar el aspecto final de la edificación.

Las capacidades específicas de cada uno de losmiembros de la familia extensa, sus oficios, son apro-vechados al máximo, las redes de solidaridad tienenun funcionamiento efectivo, que reduce casi al míni-mo el pago de mano de obra. Formas muy sólidas deapoyo mutuo como el compadrazgo y la participa-ción de familiares y amigos son elementos impres-cindibles para lograr la construcción.

CARACARACARACARACARACTERÍSTICCTERÍSTICCTERÍSTICCTERÍSTICCTERÍSTICAS DE LA VIVIENDAS DE LA VIVIENDAS DE LA VIVIENDAS DE LA VIVIENDAS DE LA VIVIENDAAAAA

La autoconstrucción de la vivienda es medio fértilpara hibridaciones donde se sintetizan mezclas y don-de la tendencia al bricolage total, al uso inesperado deartefactos o materiales constructivos tiene su lugar.La carga estilística singular de cada vivienda es lo quefinalmente permite constituir el tejido urbano que ge-nera el desarrollo de procesos de construcción de iden-tidad más amplios, concretados, por ejemplo, en la de-limitación de barrios, donde se cuenta con un sentidode mismidad compartido por un grupo territorial queencarna los mismos códigos, donde residen los idénti-cos a uno, los que comparten un pasado en común.

Si la identidad, como señala De Certeau, final-mente es la suma del «resultado de la identificaciónque nos atribuimos nosotros mismos y de la que nosimponen los demás» (Certeau, 1999: 47), podríamosdecir entonces que este doble nivel de construcciónde la identidad se aplica de una manera estricta a lavida familiar, especialmente en los primeros años deconstitución de los individuos, cuando hay un apegonecesario de los niños, antes de que crezcan y pier-dan ese mayor contacto con el espacio doméstico ylas interrelaciones que ahí se despliegan.

Por otra parte, la vivienda autoconstruida siem-pre es imperfecta (o, para ser más precisos, diríamos

La vivienda popular edificadaa través de un proceso de

autoconstrucción, tiene laventaja de permitir la

incorporación de toda lamano de obra disponible,

incluyendo niños y ancianos.La autoproducción de la

vivienda se ha dado en llamararquitectura progresiva.

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que es más imperfecta), pero asumiendo a la imper-fección como el ámbito estético-ético donde sin em-bargo se logra el apilamiento de los recuerdos hechosa mano, presencias cromáticas y texturas que tienenun sentido histórico profundo para quienes partici-paron en la construcción y que serán posteriormentereutilizadas y resemantizadas por las nuevas genera-ciones (Greimas, 1990:72). Son articulaciones de atri-butos o cualidades que caracterizan un espacio socialprivilegiado culturalmente: el interior de la casa, queno es producto de una planificación total y sí consti-tuye el producto de un esfuerzo compartido ataviadode los eventos afortunados o no de todo un grupofamiliar a través de largos períodos de tiempo. Estehecho permite que la edificación se convierta en unamicrosemiosfera (Lotman, 1991:13), donde coexistenmúltiples capas de significación, que se combinan en-tre sí y contienen relaciones de tipo simbólico para lassubsecuentes generaciones de habitantes-constructores.

La construcción de la casa implica al mismotiempo la constitución del llamado espacio sécurisant(Lamure, 1980:72-73), vinculado con la exigencia decontrol del territorio y las distancias interindividuales.Un espacio que presente tres particularidadesgeométricas sencillas: se debe permitir al individuoun dominio visual fácil del espacio; observar el des-plazamiento de los demás y ante determinados en-cuentros, debe facilitar la huida, la prohibición deacceso a los demás o el camuflaje. Además de estoslineamientos básicos para el control territorial, exis-ten la naturaleza de las relaciones interpersonales y elrecuerdo de situaciones anteriormente vividas comosécurisants.

Algunas de las estrategias que parecen ir en estesentido son, por ejemplo, que las posiciones preferi-das son las que miran hacia las puertas y que la cabe-cera de la cama ha de estar colocada contra una pa-red sin ventana por encima de ella. En cuanto a lavivienda como lugar para dormir y la importanciadel sueño, Lamure comenta: “Sabemos desde hacemucho que se suceden graves perturbaciones debi-

das a su privación y que desempeña un papel en larestauración de las capacidades intelectuales y el equi-librio psicológico” (Lamure, 1980:74-76).

Finalmente –y no menos importante en la lu-cha por construir una casa–, destaca el esfuerzo poracceder a la vida privada. En términos históricos hayque reconocer que la vida privada “no es una reali-dad natural que nos venga dada desde el origen delos tiempos, sino más bien una realidad histórica cons-truida de manera diferente por determinadas socie-dades. No hay una vida privada cuyos límites se en-cuentren definidos de una vez por todas... La historiade la vida privada comienza, pues, siendo la historiade sus fronteras” (Ariès y Duby, 1987:15). Es im-portante destacar, en este mismo sentido que, comoseñala Landowsky, hay el establecimiento de un dere-cho de mirada entre los habitantes al interior y exte-rior de la vivienda, para él “la cuestión de las relacio-nes entre lo ‘privado’ y lo ‘público’ se plantea, enamplia medida, en términos de «regímenes de visibi-lidad” (Landowsky, 1993:118).

LA RELALA RELALA RELALA RELALA RELACIÓN PRCIÓN PRCIÓN PRCIÓN PRCIÓN PROPIEDOPIEDOPIEDOPIEDOPIEDAD-SEGURIDAD-SEGURIDAD-SEGURIDAD-SEGURIDAD-SEGURIDADADADADAD

En una entrevista realizada por Raúl Eduardo López en eltrabajo que ahora citamos, una de las personas comentarespecto a este sacrificio económico y su relación con lainteriorización del valor real y principalmente afectivo vin-culado con la autoconstrucción de su vivienda:

Como dice mamá ustedes hasta que no sufran, hasta queno les cueste van a valorar... Y si es cierto, una cosa que tecuesta tienes que cuidarla (López, 2001:146).

Es innegable, como González Lobo (Universi-dad Nacional Autónoma de México, 1993:104) se-ñala, que “la autoproducción de las viviendas generauna arquitectura urbana con una cierta identidad quederiva en la condición de seguridad jurídica (ya queconstruyen en su terreno)”. Coincidiendo con estapostura se encuentra Sudra (1981:37) quien afirma

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que: “Entre todos los autoconstructores, la seguridadde tenencia es la prioridad número uno (con reticen-cia a cualquier tipo de hipoteca)”.

Mi esposo solo es el que construye poco a poco... Noso-tros dos levantamos todo, sí nosotros solos. Entonces sí escasa propia verdad (López, 2001: 145).

El comentario de la entrevistada es muy rele-vante pues se establece una relación directa entre elesfuerzo realizado directamente en el proceso auto-constructivo y el sentido de propiedad. Lo que se plan-tea es que la verdadera apropiación se logra partici-pando todos, enfrentando los sacrificios y trabajosnecesarios para “levantar” una casa.

Sudra (1981:34) cita entre otros medios o fac-tores no económicos de las familias de bajos recursosque realizan un proceso autoconstructivo, a la imagi-nación y a la capacidad de anticipar el cambio, inicia-tiva y espíritu emprendedor, determinación y esfuer-zo sostenido y tolerancia del grupo para los sacrificiosrequeridos por el curso de acción escogido.

La seguridad como valor-objetivo está presen-te incluso en el conocimiento profundo del habitanteacerca de las características de la construcción: tama-ño de las zapatas, número de varillas por columna,etc. En una confianza en la solidez de la construcciónbasada en el hecho de que ésta fue supervisada direc-tamente por ellos (frente a las formas de construc-ción en las casas de interés social, donde los compra-dores no pueden supervisar directamente laconstrucción, ni tomar decisiones en el proceso).

CERRANDO: LA MEMORIA FCERRANDO: LA MEMORIA FCERRANDO: LA MEMORIA FCERRANDO: LA MEMORIA FCERRANDO: LA MEMORIA FAMILIAR OAMILIAR OAMILIAR OAMILIAR OAMILIAR ODE LAS “HISTDE LAS “HISTDE LAS “HISTDE LAS “HISTDE LAS “HISTORIAS FUNDORIAS FUNDORIAS FUNDORIAS FUNDORIAS FUNDANTES”ANTES”ANTES”ANTES”ANTES”

Dice Tim Street-Porter que “la casa es la parte deuno que se abre, que cautiva con detalles que nuncadejan atrás el recuerdo” (Street-Porter, 1997:13). Dehecho, la rememoración y la anticipación poseen unaimportancia antropológica excepcional, porque parael ser humano, existir como tal, es esencialmente des-plegar su trayecto vital en el tiempo (Duch, 2002:123).

La casa se aleja de lo impersonal, pretende seruna invención, el marco de una vida única e irrepeti-ble donde la costumbre está siempre presente.

Para Halbwachs

...hay un vínculo entre el espacio social y la memoria co-lectiva: el cual se inscribe para dar lugar a la elaboraciónde un ‘proyecto’ a través de un conjunto de configuracio-nes (afectivo, estético, psicológico, etc.) y esto se inscribeperfectamente en el proyecto autoconstructivo de la casa,donde se ponen en juego las fuerzas de la familia comogrupo en un proceso costoso y penoso de largo plazo(Certeau, Giard y Mayol, 1999:148).

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Hay en cada parte de la casa, como consecuen-cia, capa tras capa de significación y cada una retienerecuerdos colectivos, la narración material de épo-cas, gustos, posibilidades económicas, todo singular-mente amalgamado. Por tal razón, algunos llegan aplantear que “Una casa debe ser construida por eldueño, ya que cada irregularidad y cada curva refle-jan su personalidad” (Fathy, 1982:67).

Resulta claro que la nostalgia también es unfactor muy importante en esta actividad de la memo-ria (Duch, 2002:123). Es evidente que, también, porejemplo, los eventos extraordinarios en el crecimien-to de la vida familiar (bodas, nacimientos, enferme-dades, etc.) impulsan de manera intensiva los proce-sos de construcción y aportan elementos a la historiae identidad familiar, constituyéndose algunas en his-torias “ejemplares” o “fundantes” del grupo y, con elpaso de los años, verdaderos mitos que “encuentransu sentido y valor en la repetición misma” (Eliade,1981:385).

Y dentro de este imaginario mundo la casa“grande” (la de los padres, la de los abuelos) evoca elpaso del tiempo a la vez que sigue abierta –como granrefugio materno–, a las nuevas generaciones, que deuna u otra manera regresan a buscarla como un sitiode afianzamiento, como una forma de encontrar unorden, el restablecimiento de las normas de vida bási-cas. Para Cuevas (2000:157): “La vivienda lleva porsí misma un lenguaje de un tiempo... símbologeneracional de una familia unida. Para los construc-tores de ella, la lucha y la perseverancia por lograralgo que anhelaban...”.

Resulta muy interesante la siguiente observa-ción de A. Leroi-Gourhan citado por Duch: “Si esverdad que la especie es la forma característica de laagrupación animal y la etnia de la agrupación huma-na, a cada cuerpo de tradiciones ha de corresponderuna forma de memoria particular” (2002:123). Esto,en el nivel microgrupal corresponde con la idea deque el colectivo familiar mantiene un cierto tipo dememoria común, grupal, ligada particularmente al

proceso de autoconstrucción de su vivienda, comohilo conductor de las diferentes circunstancias y de-cisiones asumidas por cada miembro a lo largo demuchos años (Duch, 2002:124).

La memoria colectiva es el sitio donde se ac-tualiza la identidad familiar y donde el crecimientode la casa, junto al de las personas, va creando untejido de relaciones entre individuos y espacios do-mésticos. La casa es arquetipo universal saturado dederivaciones existenciales y es patente, por ejemplo,en la constante presencia en los sueños de nuestrasviejas o actuales casas, presenciadas como atmósfe-ras fundantes de nuestra personalidad. Creo que enalguna medida la memoria de cada persona estaráfincada a los recuerdos de hechos sucedidos en eseespacio doméstico.

Citado por Duch (2002:131), Joan-Carles Mé-lich comenta por un lado que el tiempo humano nohace referencia a un sujeto aislado, solo, separado delos otros, el tiempo es la relación con los demás; porotro lado y en este mismo sentido Maurice Halbwachs,con sus trabajos sobre la memoria colectiva parte de labase de que el recordar es un asunto social que, ince-santemente, ha de ser contextualizado. Por otro lado,debe tenerse presente que el ser humano en condi-

La memoria colectivaes el sitio donde se actualizala identidad familiar ydonde el crecimiento de lacasa, junto al de laspersonas, va creando untejido de relaciones entreindividuos y espaciosdomésticos.

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ciones psicológicas normales, de manera inevitable,recuerda y anticipa a partir de la situación en que seencuentra en función de las cuestiones y retos que,concretamente, se le plantean en su secuencia tem-poral actual, el pasado “nunca se encuentra definiti-vamente clausurado” (Duch, 2002:130).

Hay también, naturalmente, una relación acti-va entre la casa imaginaria y la casa real: hay siempreuna imagen de la casa ausente, una imagen aceptadacomo referente imaginario que siempre será mejor quela real, tal vez, porque como dice Proust “todo paraí-so es necesariamente un paraíso perdido”. Lo quehace verdaderamente hermosa e inolvidable una casa,es invisible (Greimas, 1980: 170).

La familia mantiene una identidad que se re-nueva en la rememoración a lo largo del tiempo, quese basa en las mencionadas “historias fundantes”, en-tre las cuales seguramente estarán las generadas en ellargo proceso autoconstructivo. Insistimos, esta iden-tidad cambia, pero en alguna medida un sustrato esen-cial de ella permanece, la adecuación a las circuns-tancias es irremediable, pero las formas de vidaheredadas desde lo rural y replanteadas en la ciudad,reconstruyen estéticamente el paradigma ético quesubyace a la lucha diaria de ese grupo familiar espe-cífico. Ainsa (1996:34), en este sentido, plantea quela identidad es permanencia en el cambio, inevitable-mente en transformación; y la postura de Giménezparece coincidir al respecto, éste señala: “la identidadimplica la percepción de ser idéntico a sí mismo através del tiempo, del espacio y de la diversidad desituaciones, más que de permanencia habría que ha-blar de continuidad en el cambio” (Chihu, 2002:18-19; Ainsa, 1996:37).

La repetición en el grupo familiar de las histo-rias fundantes, entre ellas la del proceso autocons-tructivo de la vivienda, consigue afirmar permanen-temente la identidad de sus miembros y del colectivocomo tal, ante ellos mismos y ante su comunidad. Elrecuerdo de la obtención de una propiedad y la cons-trucción de la casa, es tierra fértil para reafirmar la

seguridad personal y familiar, para permitir a sus ocu-pantes ir al exterior dotados de la satisfacción de es-tar bajo su propio techo, de asumir una propiedad delos espacios que les da sentido y legitimidad.

A partir de lo analizado, podríamos concluirque la naturaleza de la identidad familiar, consecuen-cia del proceso autoconstructivo, está constituida porel cruce de los ejes diacrónico y sincrónico: por lahistoria y memoria colectiva del proceso y por la re-lación entre propiedad y seguridad como aspectos quedeterminan la solidaridad permanente en la interac-ción entre los miembros de la familia.

Ambos aspectos constituyen ámbitos para untrabajo más profundo; estas notas finales no hacensino abrir nuevas líneas de indagación, que permitanprofundizar en esta vinculación entre sujetos y espa-cios y generar así reflexiones que apoyen una tomade decisiones más acertada en las políticas relaciona-das con las necesidades de vivienda de las familiascon escasos recursos. El reconocimiento del poten-cial real de los grupos familiares no ha sido conside-rado en el diseño de estas políticas públicas y comoconsecuencia existe un evidente fenómeno de “des-ordenado” crecimiento urbano.

El acto autoconstructivo permite, por lo expues-to, cierta coherencia colectiva básica para lograr lapermanente superposición de representaciones, va-lores y creencias. La expresión material de la casarecoge –estando asentada siempre en el mismo sitio–el paso del tiempo, una disposición material quenunca está del todo acabada y nunca se sabe biena bien a qué fines específicos habrá de enfocarseen el futuro.

Aun bajo criterios externos impuestos, el juegode las exclusiones y las preferencias la manera de or-ganizar el espacio disponible y distribuir dentro de éllas diferentes funciones diarias, componen un “rela-to de vida” (Certeau, Giard y Mayol, 1999:147). “Esteorden físico ‘reúne’ –según el sentido que Bonnarddaba a este verbo– ciertos ‘valores’ según un sistemaintangible propio de cada cultura” (Pezeu Massabuau,

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1988:176). Este orden físico es también un ordenespiritual. La interacción mutua en la cual han co-existido durante siglos la institución familiar y las for-mas construidas para habitar.

Finalmente, señalemos que la comprensión deestos fenómenos grupales es indispensable para re-plantear las estrategias de lucha contra la pobreza,para reconocer los valores no económicos quesubyacen a las estrategias de supervivencia y colabo-rar efectivamente con las necesidades vividas por lasfamilias en los barrios populares, recuperando susexperiencias y haciendo honor a su esfuerzo y tenaci-dad permanentes.

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Recibido: julio de 2004Aceptado: octubre de 2004