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Vivir y convivir con la basura. Investigación etnográfica sobre las vivencias y
problemáticas de la comunidad aledaña al Relleno Sanitario de Doña Juana en
Bogotá
María Camila Ceballos Escobar
Trabajo de Grado para optar por el título de Comunicadora Social
Campo profesional Periodismo y Comunicación Organizacional
Director
Daniel Guillermo Valencia Nieto
Bogotá, D.C
2020
2
Resolución No. 13 de Junio de 1946 Artículo 23
La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en
sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral
católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien,
se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana
3
Bogotá D.C., 27 de mayo de 2020
MARISOL CANO BUSQUETS
Decana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
Estimada Decana
Reciba un cordial saludo de mi parte. Tengo la alegría de presentarle mi trabajo de grado
titulado “Vivir y convivir con la basura. Investigación etnográfica sobre las
vivencias y problemáticas de la comunidad aledaña al Relleno Sanitario de Doña
Juana en Bogotá” para optar por el título de Comunicadora Social con énfasis en periodismo
y comunicación organizacional. El trabajo es reflejo de los conocimientos y aprendizajes que
adquirí a lo largo de la carrera; encontrará una investigación periodística sobre la situación de
los vecinos al Relleno Sanitario, su historia y operación en la ciudad, además de un contenido
digital con las crónicas que dan cuenta de dicho análisis.
Espero sea de su interés, cumpla con todas las exigencias requeridas por la Pontificia
Universidad Javeriana para su aprobación, y que de clara muestra de los valores y aprendizajes
dados en el transcurso de la carrera.
Atentamente,
María Camila Ceballos Escobar
Estudiante
Comunicación Social
Periodismo y comunicación organizacional
4
Bogotá D.C., 27 de mayo de 2020
Profesora MARISOL CANO B.
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Presente
Estimada Marisol
Formalmente hago entrega del Trabajo de Grado de la estudiante de la Carrera de
Comunicación Social, María Camila Ceballos Escobar, identificada con la cédula de
ciudadanía N° 1032493233, el cual lleva por título: Vivir y convivir con la basura.
Investigación etnográfica sobre las vivencias y problemáticas de la comunidad
aledaña al Relleno Sanitario de Doña Juana en Bogotá.
El trabajo cumple con los requisitos teóricos y metodológicos suficientes para ser
aprobado por mi parte, como director del mismo, además de la suficiencia profesional junto con
la constancia y responsabilidad que María Camila Ceballos demostró a lo largo de todo el tiempo
que tomó el desarrollo de la investigación.
Cordialmente
Daniel Guillermo Valencia
Profesor
Departamento de Comunicación
5
Agradezco a mis padres y a mi familia, quienes con su apoyo y cariño me han permitido
llegar hasta aquí. También al acompañamiento constante de mi asesor, Daniel Guillermo
Valencia. Por último, a las comunidades de Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo que siempre me
acogieron y permitieron la culminación de este trabajo de grado. Gracias por su lucha.
6
Tabla de contenido
Introducción .............................................................................................................................. 7
Objetivos ..................................................................................................................................... 9
Objetivo General.................................................................................................................................. 9
Objetivos Específicos ......................................................................................................................... 9
Capítulo 1 .................................................................................................................................... 9
Marco Teórico ........................................................................................................................... 9
Salud Pública ........................................................................................................................................ 9
Medio Ambiente y Manejo de Residuos ................................................................................... 13
Política pública en Asistencia Sanitaria ................................................................................... 18
Marco Metodológico .............................................................................................................. 21
Tipo de Investigación. Etnográfica, de Carácter Analítico, Cualitativo ........................ 21
Corpus de la Investigación ............................................................................................................ 23
Delimitación ...................................................................................................................................... 23
Técnicas e Instrumentos ............................................................................................................... 24
Producto Final ................................................................................................................................... 24
Capítulo 2. Relatos de indiferencia: ser vecino de “La Juana” ................................ 25
Los Inicios de Doña Juana ............................................................................................................. 26
Ser Vecino de “La Juana” ................................................................................................................ 32
Mochuelo Resiste ............................................................................................................................. 39
¿Relleno sanitario o basurero a cielo abierto? ...................................................................... 46
Capítulo 3 .................................................................................................................................. 50
Conclusiones ............................................................................................................................ 50
Referencias Bibliográficas .................................................................................................. 53
7
Introducción
Relatos de indiferencia: ser vecino de "La Juana", es el título que lleva la versión digital
del resultado del presente trabajo de grado, cuya principal motivación fue el poder relatar la cara
más olvidada del basurero Doña Juana, la población aledaña al relleno. Esta comunidad es la
más afectada por los múltiples problemas que se desprenden de lo que ellos mismos denominan,
una catástrofe ambiental. Este trabajo parte de la base que estas personas merecen ser relatadas
y reconocidas, exaltando sus saberes, costumbres, y modos de vida.
A su vez, es importante resaltar la forma de resistencia que ha encontrado la comunidad
para hacerle frente a ese incómodo lugar que tienen como vecino, el cual les ha disminuido, en
buena medida, su calidad de vida. En las veredas de Mochuelo Alto, Mochuelo Bajo, Pasquilla,
Santa Bárbara, entre otras, habitan seres humanos campesinos, cuya tranquilidad ha sido
arrebatada, y sus formas productivas han sido cambiadas abruptamente por un agente externo
que, además, no les ha reparado el daño. Por este motivo, es fundamental darles voz a estas
personas que, ante todo, son dignas de respeto.
La recolección de la información para la construcción de los relatos, estuvo basada
principalmente en el encuentro con la gente a través del trabajo de campo, las entrevistas con
líderes de la comunidad, testimonios de profesores de la zona, de profesionales en el tema, y en
la observación del entorno en las veredas de la zona rural en Ciudad Bolívar. Se incluyen,
además, la búsqueda de archivos legales e históricos sobre la constitución y operación del
relleno, así como las reuniones con los funcionarios y administrativos de las alcaldías de Ciudad
Bolívar y Usme (principales localidades afectadas), con el fin de lograr un contraste de la
información.
El trabajo de grado, contiene 3 capítulos en el siguiente orden. La primera parte incluye
los objetivos del documento, el marco teórico con sus categorías referidas a la salud pública, el
medio ambiente en su manejo de residuos, y las políticas públicas asistencia sanitaria en la
ciudad de Bogotá. Luego continúa el marco metodológico que da cuenta del tipo y del corpus de
la investigación, la delimitación espacial y temporal, y las técnicas e instrumentos utilizados. El
segundo capítulo contiene las crónicas y relatos como producto periodístico, además de un link
que conlleva a su versión web, para una entrega en digital. Por último, el tercer capítulo habla
sobre los análisis y conclusiones que ha dejado la investigación.
8
Ahora bien, el principal aporte del presente trabajo al campo del periodismo, es resaltar
la búsqueda de la verdad, fomentar información relevante, y destacar una fidelidad a la
consciencia propia, afirmando de manera certera que esta es una problemática que debe ser
narrada, y que sus víctimas, merecen ser escuchadas. Así mismo, busca fomentar conciencia en
la ciudadanía sobre sus hábitos de consumo y la responsabilidad que cada uno tiene frente a la
separación, reutilización y reciclaje de las basuras desde su fuente principal de producción: los
hogares.
En cuanto a los estudios del medio ambiente, la presente investigación permite reevaluar
las tecnologías usadas para el adecuado funcionamiento de los rellenos sanitarios, de modo que
se ciñan a la ley ambiental y de esta manera tener un poco más de control sobre el proceso. La
degradación al ambiente, y en particular, la producida por Doña Juana, afecta las fuentes aéreas,
acuíferas, productivas de la tierra y por supuesto de sus habitantes cercanos.
Por último, es sensato reconocer lo que le puede hacer falta al presente trabajo de grado.
Teniendo en cuenta que la base del presente trabajo son los seres humanos, sería importante
hacer una investigación de mayor envergadura que incluya a personas que no necesariamente
vivan al lado del relleno, pero que de igual manera su labor u oficio tenga que ver con las
basuras (recicladores, limpia calles, conductores de camiones de basura, entre otros). Lo
anterior con el fin de tener una mirada más amplia sobre el manejo de las basuras en la capital.
Adicionalmente, sería importante añadir una sección que recoja ejemplos de hábitos de
tratamiento de las basuras en otras ciudades del mundo, que sean más limpios y sostenibles y,
de algún modo, se proponga promoverlos e implementarlos en Bogotá, haciendo una importante
fuerte campaña de educación a la ciudadanía sobre la manera adecuada de manejar los desechos
producidos por cada uno. Es fundamental que los testimonios de vida sean ejemplo, y que los
estudios en este campo sirvan para avanzar y no perder la consciencia ambiental que poco a
poco ha empezado a sembrarse en algunas personas de nuestra ciudad.
9
Objetivos
Objetivo General
- Identificar las vivencias cotidianas, acciones e iniciativas de la comunidad
aledaña al Relleno de Doña Juana para enfrentar los problemas generados por la basura.
Objetivos Específicos
- Identificar las principales afectaciones en materia de salud que puede estar
causando el Relleno de Doña Juana en las personas de los barrios vecinos al mismo.
- Identificar las acciones e iniciativas de las personas de la comunidad para
enfrentar los problemas alrededor del Botadero de Doña Juana.
- Identificar las dificultades medioambientales que el relleno sanitario pueda estar
causándole a las comunidades aledañas al mismo.
Capítulo 1
Marco Teórico
Para este trabajo de grado, las categorías que se desarrollarán son: en primer lugar, la
salud pública, seguida del medio ambiente desde la perspectiva del manejo de residuos, y por
último la política pública en asistencia sanitaria. Se establecen estas categorías con el fin de
profundizar y puntualizar la perspectiva en la que se abordará la investigación del presente
trabajo. Los principales autores que se citarán son: Gustavo Malagón Londoño, Álvaro Moncayo
Medina, José María Maya Mejía, Henrik Blum, Henry Sigerist, Isabel Herráez, Jerónimo López
Martínez, María Eladia Fernández, Luisa Rubio, y Sara Ojeda Benítez.
Salud Pública
La salud es una circunstancia humana, afecta en forma importante y permanente tanto a
los grupos de población en general como a cada uno de los seres en particular. Es necesario
10
entenderla desde un concepto amplio antes de puntualizar en la salud pública, que se analizará
más adelante. El concepto de salud fue definido en el preámbulo de la Constitución de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), como “un estado completo de bienestar físico, mental
y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS, 1946). Posteriormente
en el año de 1997 se definió que “la salud es una necesidad existencial básica del hombre”
(Maya, José, 2007, p. 1).
Ahora bien, en materia de salud pública es importante mencionar que esta ha
evolucionado de forma paralela a las necesidades de un individuo o grupo de personas
pertenecientes a una sociedad determinada en términos de promoción y prevención.
Históricamente, la salud en la Edad Media se caracterizó por el inicio de la implementación de
algunas normas de higiene personal y colectiva, como la limpieza continua de las calles, el
rápido enterramiento de cadáveres y la atención creciente al el bienestar del paciente. En la
actualidad existen los recursos tecnológicos, científicos y educativos que permiten identificar y
evitar en mayor medida los riesgos que puedan atentar contra la salud integral.
Según Gustavo Malagón Londoño (2002), médico Cirujano de la Pontificia Universidad
Javeriana, la salud pública puede entenderse como “un proceso dinámico en el que intervienen
la satisfacción de las necesidades fundamentales del hombre, las condiciones de su entorno
ecológico y su participación en el desarrollo cultural, productivo, científico y tecnológico” (p. 9).
Esto representa no solamente el compromiso de la propia persona y de la comunidad, sino
también una tarea decidida de los gobiernos, encargados de salvaguardar la salud y el bienestar
de la sociedad; ellos deben proveer los programas, normas, plazos y medios para proteger la
vida. Lo anterior se verá más adelante reflejado en la decadente situación de salud de las
personas ubicadas en sitios aledaños al Relleno de Doña Juana, pues la salud pública de la zona
del Mochuelo en muchos casos no habla del hombre libre de enfermedad. Malagón (2002)
retoma lo que debería ser correctamente el manejo de la salud pública, afirmando que el ser
humano que goza de buena salud debe ser “factor de producción y convivencia para el
mejoramiento de las condiciones personales y de la sociedad a la que pertenece” (p. 13).
El concepto de salud pública incorpora una importante actividad gubernamental y social,
multidisciplinaria por naturaleza, que se extiende a casi todos los aspectos de la sociedad. Según
el doctor Hibbert Winslow Hill (1920) salud pública es la “ciencia y arte de impedir la
enfermedad, prolongar la vida y fomentar la salud y eficiencia mediante el esfuerzo organizado
11
de la comunidad para que el individuo en particular y la comunidad en general se encuentren en
condiciones de gozar de su derecho natural a la salud y longevidad” (párr 5).
Con el fin de mejorar la salud de las poblaciones, se abre la necesidad de identificar y
caracterizar las funciones de la salud pública. Por lo anterior, el documento “La salud pública
para las Américas” (citado en Fundamentos de Salud Pública, tomo 1, 2002) adoptó once
funciones esenciales (pp. ix-x):
1. Seguimiento, evaluación y análisis de la situación en salud.
2. Vigilancia de la salud pública, investigación y control de riesgos y daños en salud
pública.
3. Promoción de la salud.
4. Participación de los ciudadanos en la salud.
5. Desarrollo de políticas y capacidad institucional de planificación y gestión en
materia de salud pública.
6. Fortalecimiento de la capacidad institucional de regulación y fiscalización en
materia de salud pública.
7. Evaluación y promoción del acceso equitativo a los servicios de salud necesarios.
8. Desarrollo de recursos humanos y capacitación en salud pública.
9. Garantía y mejoramiento de la calidad de los servicios de salud individuales y
colectivos.
10. Investigación en salud pública.
11. Reducción del impacto de las emergencias y desastres en la salud.
Lo anterior se ve reflejado en el estudio Delphi (OMS, 1997), conducido por la OMS y
elaborado por 145 expertos de diferentes países; este estudio recopila las funciones esenciales
que idealmente deberían ser la actividad prioritaria en este campo por parte de los gobiernos:
“prevención, vigilancia y control de enfermedades transmisibles, monitoreo de la situación de la
salud, promoción de la salud, protección del ambiente, salud ocupacional, legislación y
regulación en salud pública, gestión en salud pública, servicios específicos en salud pública,
atención para grupos vulnerables y población de alto riesgo”.
Ahora bien, es preciso nombrar a Henrik Blum (1971), profesor alemán en la temática de
administración en salud y planificación, quien planteó que la salud es el resultado de un gran
12
número de fuerzas o variables, las cuales él agrupa en cuatro categorías: el ambiente, las
circunstancias en las que vive el hombre y a las que debe adaptarse de la mejor manera posible
para estar sano; el comportamiento humano, es decir su estilo de vida, que involucra
tradiciones, creencias, valores y pautas de conducta fruto de la socialización, por ejemplo el
consumo de ciertos alimentos, el sedentarismo, el consumo de tabaco o sustancias psicoactivas,
entre otros; la herencia, referida a la capacidad de reacción del organismo según la interacción
de los genes y el ambiente, acumulados en la genética; por último, los servicios de salud, que
hablan de la disponibilidad, calidad y oportunidad de acceso de las personas a ellos. El efecto
sobre la salud y la calidad de vida depende del grado de desarrollo de las personas, y de las
posibilidades de acceso geográfico, cultural y económico. Según este planteamiento, las
condiciones referidas no solo a la salud, sino también al ambiente y al comportamiento de sus
habitantes no estarían siendo cumplidas para la población vecina al Relleno, incluyendo algunas
veredas como Mochuelo Alto y Bajo, Pasquilla y Santa Bárbara, tomando como referencia los
hechos históricos del basurero y las condiciones de vida de los vecinos, las cuales serán
analizadas en los siguientes capítulos.
Concatenado con lo anterior, dichas variables de la salud pública se relacionan en gran
medida con la llamada promoción de la salud, cuya función es reunir esfuerzos para la búsqueda
de condiciones saludables y propicias para el desarrollo. Según el historiador Henry Sigerist
(1945), la promoción consiste en la búsqueda de la salud más allá de la simple curación, y hacia
el año de 1945, casi al final de la Segunda Guerra Mundial, solicitó “condiciones de vida
decentes, buenas condiciones de trabajo, educación, cultura física y formas de esparcimiento y
descanso”. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifiesta que la promoción
de la salud “consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud
y ejercer un mayor control sobre la misma” (OMS, 1986).
De la misma manera, es fundamental completar la terminología con la prevención en la
salud, referida al “conjunto de actividades, intervenciones, y procedimientos dirigidos a la
protección específica de la población para evitar que los daños en la salud o las enfermedades
aparezcan, se prolonguen, ocasionen daños mayores o generen secuelas evitables” (Arredondo,
2002, p. 19). Lo anterior quiere decir que la prevención se enfoca en impedir el impacto físico en
el organismo del individuo, y si este es inevitable, en protegerlo de manera que el daño sea
menor y más corto el tiempo de su recuperación y readaptación a las actividades cotidianas. La
Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) también es un documento
13
influyente porque recalca la importancia de la relación entre salud y una vida armoniosa: “La
salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad, y
depende de la más amplia cooperación de la persona y de los Estados”.
En general, los esfuerzos para reformar el sector de la salud se han centrado
fundamentalmente en los cambios estructurales y financieros, en la organización de los sistemas
de salud y en el mejoramiento de la atención a las personas. Sin embargo, la salud pública ha
sido descuidada en varios sectores poblacionales, en especial los de estratos bajos o con
condiciones de difícil acceso. Para Malagón, existe una “falta de consenso sobre las funciones
esenciales que cumple e idealmente debe cumplir la salud pública” (Malagón, 2002, P.16), lo
cual descuida mayoritariamente a aquellos que se encuentran fuera de la urbe.
Posiblemente, el gran desafío que tienen las autoridades en el presente y en el futuro es
lograr el mejoramiento de las condiciones básicas para la salud, y disminuir los factores de
riesgo de enfermar, lo cual conlleva el más ambicioso programa de salud pública que, aunque
alto en términos económicos, es fundamental para lograr el ideal de una población sana,
satisfecha y productiva que así pueda acceder a la mejor convivencia y se convierta en factor de
desarrollo.
Medio Ambiente y Manejo de Residuos
En la evolución cultural e histórica de los hombres se han producido avances y retrocesos
en la forma de tratar los residuos que iban dejando en su quehacer cotidiano. Con la aparición
de las primeras sociedades urbanas, se crearon redes de alcantarillado y recolección de basuras,
actividades que según las épocas adquirieron mayor o menor desarrollo en función de sus
necesidades poblacionales. Aunque en poca medida, los hábitos de consumo de la población
empezaban a modificarse, y la acumulación de basuras, sobre todo en las áreas rurales, dejó
como consecuencia grandes epidemias y una calidad de vida insalubre. Posteriormente
aparecieron las sociedades industrializadas, caracterizadas por el gran aumento e innovación de
productos para el consumo, cuya importancia prevalecía sobre el tratamiento de los residuos
después de usarlos; la falta de conocimiento y atención después de la vida útil hacían cada vez
más difícil su tratamiento. Ahora bien, a pesar del inicio de toma de conciencia de las sociedades
modernas sobre la afectación al medio ambiente, la situación actual del manejo de los residuos
14
sólidos sigue teniendo un proceso incompleto, de altos costos y restringido al estudio de
expertos. En las sociedades actuales no existe todavía la rigurosidad educativa para la población
en términos medioambientales. Aunque esta temática ha empezado a tener cabida en el
mercado y en la conciencia de las personas, las bases formativas son escasas, lo cual atrasa el
proceso de aprovechamiento de los residuos y desechos.
El manejo de los residuos sólidos constituye a nivel mundial un problema para
las grandes ciudades. Factores como el crecimiento demográfico, la concentración de
población en las zonas urbanas, el desarrollo ineficaz del sector industrial y/o
empresarial, los cambios en patrones de consumo y las mejoras del nivel de vida, entre
otros, han incrementado la generación de residuos sólidos en pueblos y ciudades. (Ojeda
y Quintero, 2008, p. 3)
Las consecuencias de dichos factores se manifiestanen el caso Doña Juana, motivo de
estudio del presente trabajo.
Se entiende por residuo todo aquello que se genera como consecuencia no deseada de
una actividad humana y en general de cualquier ser vivo (Doménech, 1993; Tchobanoglous,
2007). La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dice que los
residuos son aquellas materias generadas en las actividades de producción y consumo que no
han alcanzado un valor económico en el contexto en el que son producidas. En otras
definiciones se suele entender residuo como todo material restante de un proceso de
fabricación, transformación, utilización, consumo o limpieza cuando su poseedor o productor lo
destina al abandono (MINAM, 1999).
Partiendo de lo anterior, es importante reconocer el papel creciente de la protección
ambiental como una de las tareas que empiezan a cobrar mayor relevancia en las sociedades
contemporáneas. Su objetivo es detener el progresivo deterioro del medio en el que vivimos,
consecuencia de un desarrollo veloz y a gran escala que busca sacar el mayor provecho de los
recursos naturales y ambientales.
Referente a la ciudad, es importante mencionar que por la concentración de su
población y la intensidad de sus actividades, sufre distintas molestias o incomodidades
que exigen medidas apropiadas para neutralizar el mal manejo de los recursos. El
15
escenario de la calle, indispensable para la constitución de las ciudades, necesita un
cuidado especial en lo que concierne a su limpieza y a la eliminación de residuos. Así,
será preciso eliminar varios tipos de residuos y sobre todo las basuras domésticas en la
vida diaria. (Rivera, 2003, p. 23).
Todo esto tiene como objetivo mejorar la calidad de vida del hombre. Sin embargo, para
el caso particular de Doña Juana, los vivientes que habitan en las zonas aledañas al relleno son
los principales afectados por el erróneo manejo de la recolección y disposición de las basuras.
Así pues, la excesiva generación de residuos ha roto el equilibrio entre la biósfera del
planeta y las actividades humanas. Los principales factores que han incrementado la
problemática de los residuos urbanos son el rápido crecimiento demográfico, la concentración
de la población en los centros urbanos, la utilización de bienes materiales de rápido
envejecimiento y el uso cada vez más generalizado de envases sin retorno, fabricados con
materiales no degradables (Leiva, 2000, párr. 14)
Siguiendo a Isabel Herráez, Jerónimo López, Luisa Rubio y María Eladia Fernández
(1989) en su libro Residuos Urbanos y Medio Ambiente.
La gestión de los residuos sólidos urbanos comprende las siguientes fases:
recogida, transporte y tratamiento. En cada una de ellas se producen impactos sobre el
medioambiente, aunque la de mayor incidencia por los daños muchas veces irreparables
que produce es la fase de tratamiento.
En la fase de recogida es frecuente el descuido por parte de los ciudadanos a la hora de
depositar sus residuos para que los servicios de limpieza puedan retirarlos, también es frecuente
el uso de recipientes inadecuados y el incumplimiento de horarios previamente establecidos.
Muchas veces los animales o vehículos rompen las bolsas de basura, con el consiguiente
esparcimiento de los residuos por la vía pública, dando así origen a fuentes de insalubridad.
La operación de recogida y transporte de los residuos supone una tarea muy compleja
pero esencial. Para que los residuos sólidos urbanos no produzcan daños al medio ambiente,
deben someterse al vertido controlado de compostaje o a la incineración, pero es alto el costo de
implementación de estos sistemas. Esta problemática se ve unida al déficit económico de
16
muchos botaderos en Colombia, lo cual ocasiona que un 30% de los residuos generados en el
país sean depositados de forma incontrolada, produciendo daños al suelo, a las aguas y a la
atmósfera.
Así como lo explican Alejandrina Sáez y Joheni Urdaneta (2014), en el caso de América
Latina y el Caribe:
Ha prevalecido el manejo de los residuos bajo el esquema de “recolección y
disposición final”, dejando rezagados el aprovechamiento, reciclaje y tratamiento de los
residuos, así como la disposición final sanitaria y ambientalmente adecuada. En muchos
países de la región se utilizan los vertederos y/o botaderos a cielo abierto sin las debidas
especificaciones técnicas; se continúa con la práctica de recolección sin clasificación y/o
separación de los desechos desde el origen, y existe un enorme número de personas
trabajando en las calles y en los vertederos, buscando sobrevivir del aprovechamiento de
materiales reciclables a pesar del riesgo a que exponen su salud e integridad física, unido
esto a la deficiencia en la administración tanto pública como privada del sector; estos son
aspectos que revelan la crisis que presenta en la región el manejo de residuos sólidos. (p.
123)
El manejo de estos residuos tiene una estrecha relación con la salud de la población; se
han presentado tres situaciones principales: la primera, referida a la transmisión de
enfermedades bacterianas y parasitarias tanto por agentes patógenos transferidos por los
residuos como por vectores que se alimentan y reproducen en los mismos; en segundo lugar, el
riesgo de lesiones e infecciones ocasionadas por objetos cortopunzantes que se encuentran en
los residuos, situación que pone en alto riesgo la salud de las personas que recuperan materiales
en los vertederos, y en tercer lugar, la contaminación ocasionada por la quema de residuos, la
cual afecta el sistema respiratorio de los individuos (Contreras, 2008, párr 5).
Otro de los entornos que afecta el manejo de los residuos es la relación con el
ambiente, la afectación de los residuos sobre la tierra, el agua y el aire. La colocación y
acumulación de residuos inutiliza las tierras para otros usos; además, representa un
riesgo para quienes viven cerca de los vertederos y acumulaciones de desechos, debido a
los gases que se originan durante el proceso de descomposición. Asímismo, se
contaminan las aguas con nitratos y metales pesados que se filtran a través de los
17
residuos; se contaminan las aguas de lluvia y las aguas superficiales; la acumulación
indiscriminada de residuos puede convertir el agua en no apta para el consumo humano
y el desarrollo de la vida acuática. La quema de residuos sólidos ocasiona deterioro del
aire, conjuntamente con los gases tóxicos generados por la quema de materiales
plásticos, así como el metano emanado por la descomposición de los residuos sólidos
(Contreras, 2008, pág 31).
La primera etapa del manejo de residuos sólidos es su generación. Está directamente
relacionada con las actividades que realiza el ser humano, el crecimiento poblacional, los
cambios en los patrones de consumo, el incremento de la actividad industrial y comercial y las
condiciones climáticas (Ojeda y Quintero, 2008; Ochoa, 2009). En la Cumbre de la Tierra
realizada en 1992 por la ONU en Río de Janeiro, se formularon cuatro áreas de programas
relacionadas con los residuos: (a) reducción al mínimo de los residuos, (b) aumento al máximo
de la reutilización y reciclado ecológico de los residuos, (c) promoción de la eliminación y el
tratamiento ecológicamente racional de los residuos y (d) ampliación del alcance de los servicios
que se ocupan de los desechos, con la finalidad de promover el desarrollo sostenible y
ecológicamente racional para el siglo XXI en todos los países (ONU, 1992).
En la actualidad, luego de una revisión en el 2002 en la Cumbre Mundial sobre el
Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, la propuesta sigue vigente a nivel mundial (ONU,
1992), pero se adiciona como meta el acceso al saneamiento básico para todos (OPS, 2005). A
nivel mundial, el incremento en el consumo de productos procesados ha elevado la tasa diaria de
generación de desechos por habitante (Ochoa, 2009, p. 125). En el caso latinoamericano, Ripoll
(2003) indicó que la tasa de generación en las últimas décadas se ha incrementado de 0,5 a 1Kg
por cada habitante al día, lo cual resulta inferior en un 25% a 50% a la tasa de generación de los
países industrializados (p. 125). Para 2005, la Organización Panamericana de la Salud (OPS)
reportó que la tasa media per cápita de residuos sólidos urbanos asciende a 0,91 Kg por cada
habitante al día para América Latina y el Caribe (p. 125).
Las etapas funcionales en el manejo de residuos sólidos que resultan críticas en lo
referente a la afectación del medio ambiente y la salud de los ciudadanos son: el proceso
de recolección que continúa sin cumplir con la frecuencia y cobertura requeridas para
satisfacer la demanda del servicio, y la disposición final de residuos, la cual se realiza
18
mayormente en vertederos a cielo abierto sin los controles sanitarios adecuados. (Sáez,
A; Urdaneta, J, 2014, p. 133)
Existen varios medios adecuados para combatir los impactos negativos que producen los
residuos urbanos en la ciudad. Sin embargo, se deduce que la gran mayoría de dichos impactos
se producen por falta de educación cívica o simplemente por cierta indiferencia de los
ciudadanos al actuar sobre un bien común.
Es preciso decir también que para los países de América Latina y el Caribe la
conservación del medio ambiente pasa a un segundo plano ante el alto número de
necesidades básicas que deben cubrir. Por esta razón, en la mayoría de estos países los
entes gubernamentales participan en la gestión de residuos sólidos realizando lo mínimo
requerido para el sistema y destinando muy pocos recursos financieros para el sector.
Esto trae como consecuencia que los procesos de recolección, tratamiento,
aprovechamiento y disposición final de residuos sólidos sean realizados con tecnologías
inadecuadas. (Sáez, A; Urdaneta, J, 2014, p. 133)
Las tasas de generación de residuos por cada habitante continúan en aumento,
reflejando la falta de conciencia de los ciudadanos sobre cómo influyen sus patrones de
consumo en el volumen de residuos generados. Se requiere voluntad por parte de los entes
gubernamentales para educar a sus pobladores, y de esta manera alcanzar una cultura del
manejo de los desechos.
Política pública en Asistencia Sanitaria
En el caso colombiano de la política pública en asistencia sanitaria en la década de los
60, la atención a los problemas de salud se constituía a través de cinco diferentes frentes: en
primer lugar, el servicio de salud para personas con alto poder adquisitivo se ofrecía en clínicas,
con apoyo de equipo médico privado y seguro privado; en segundo lugar, con el seguro
obligatorio se atendía a trabajadores asalariados de ambos sectores, privado y público; en tercer
lugar, las personas de ingresos bajos eran protegidas con estrategias basadas en la caridad, bajo
un concepto de carácter privado llamado “beneficencia”, o uno de carácter público llamado
“asistencia pública”; en cuarto lugar, a cargo del Estado se encontraban los mecanismos de
19
control a enfermedades o epidemias de alto impacto para la población, enmarcados dentro de la
“salud pública”; en quinto y último lugar, se consideraban como inferiores las prácticas médicas
populares de carácter no científico, pertenecientes a creencias culturales, las cuales eran
subvaloradas y legalmente rechazadas. Para Hernández (2000), así fue como los servicios de
salud constituían una organización social fragmentada con base en la dinámica del mercado o en
la capacidad de pago de las personas, con injerencia limitada del Estado. Quien tenía los medios,
pagaba. Quien no los tenía, pedía. En todo caso, predominaba el mercado (párr, 4).
Según el artículo El proceso sociopolítico de las reformas sanitarias en Colombia, el
sistema de salud, organizado jurídicamente en la década de los 70, fue el resultado de tensiones
y negociaciones complejas entre diferentes actores sociopolíticos de la sociedad colombiana, que
habían obtenido sólo parcialmente lo que cada uno pretendía. Aún así, grandes sectores de la
población habían quedado excluidos, y se había acumulado una enorme frustración en medio de
los intentos fallidos por ofrecer, por lo menos, servicios de atención médica para todos
(Hernández, 2000).
Posteriormente, en el año de 1994 Colombia se posicionó internacionalmente incluso
como ejemplo y modelo a seguir de los países pertenecientes a América Latina. La reforma a su
sistema de salud consistió en que por medio de la Ley 100 de 1993 se pasó de un Sistema
Nacional de Salud (SNS) a un Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS). En
palabras de Agudelo, Céspedes, Eslava, Hernández, Málaga y Restrepo, en su artículo Reforma
sanitaria, equidad y derecho a la salud en Colombia (2000), el modelo ha resultado atrayente
porque incorpora elementos centrales de la lógica del mercado de servicios en todo el sistema,
como la competencia y la libre elección del usuario, al tiempo que desarrolla mecanismos de
regulación, de solidaridad financiera entre ricos y pobres, y nuevas funciones de la función
pública estatal (párr. 1).
Los modelos de organización de los sistemas de salud no son simplemente
conocimientos aplicados; son el resultado de un proceso sociopolítico que realizan
cotidianamente las fuerzas organizadas de la sociedad, en medio de las tensiones entre la
dinámica internacional, la nacional y la local, entre lo estructural y lo coyuntural, lo que cambia
y lo que se resiste (Hernández, 2000, párr 2).
20
Esta ley fundamentalmente permitió que el sistema de salud en el país funcionara de la
siguiente manera: existe un régimen subsidiado por el Estado para las personas de escasos
recursos y también un régimen contributivo para personas con una condición socioeconómica
elevada. Los pertenecientes al contributivo se afilian a una EPS o Medicina Prepagada, donde
ceden una parte para su propio seguro y la otra para mantener al grupo subsidiado. Dicho
modelo parecería en principio efectivo; sin embargo, existen dos problemas de fondo: en primer
lugar, cuando se constituyó la ley se esperaba que la proporción fuera 70 contribuyentes con 30
subsidiados, pero la realidad es que esa relación oscila alrededor de 55-45 respectivamente. En
ese caso, es el Estado quien debe inyectar financieramente el modelo para mantenerlo en
funcionamiento. El otro problema es que las EPS y Prepagadas, debido a su carácter mixto,
reciben dinero de contribuyentes, además del dinero del Estado, por lo que se han convertido en
foco de corrupción.
El Estado se concentra en cuatro funciones principales: (1) "modulación" o "rectoría" del
sistema, en concertación con los actores del sistema en el Consejo Nacional de Seguridad Social
y los consejos territoriales que se establezcan; (2) subsidio a la demanda de los extremadamente
pobres, con el fin de vincularlos al mercado de aseguramiento; (3) vigilancia y control del
cumplimiento de las reglas definidas; (4) definición y manejo descentralizado de acciones de
"salud pública", es decir, aquellas dirigidas al control del problema de salud con altas
externalidades, tales como enfermedades de alto impacto, epidemias y desastres (Hernández,
2000, párr. 22). Sin embargo, como se evidenciará en el caso de Doña Juana, dichas funciones
estatales pertenecientes a la jurisdicción dictaminada en la Ley 100 escasamente se cumplen
para la población.
Es importante mencionar que seis años después de iniciado el desarrollo de este modelo,
la equidad en el acceso a los servicios de salud deja todavía mucho que desear. Con la inyección
financiera que por el modelo de dicha ley el Estado concede a las EPS o Prepagadas, el gasto en
salud aumenta y las coberturas no mejoran. Aunque los cálculos aún son imprecisos, se
reconoce un aumento del gasto total en salud que va del orden del 6 ó 7% del Producto Interior
Bruto (PIB) en 1990, al 10 ó 10,5% del PIB en 1999 (Málaga et al., 2000, párr. 23). Entre un 5 y
un 10% de la población se inscribe a la medicina prepagada, las personas pertenecientes a EPS
son alrededor del 50%; por ende, cerca del 40% de la población se encuentra en condiciones de
vulnerabilidad (Castel, 1997, párr 24).
21
Esto significa que el objetivo de que la salud en el país sea para todos todavía es lejana, y
la probabilidad de que se obtenga en el mediano plazo es casi nula. La caída progresiva en el
crecimiento económico, sobre todo en tiempos de Covid-19, sumada a la creciente tasa de
desempleo que supera el 20%, agrava aún más el panorama. Para Agudelo, 1999; Hernández,
2000; Rodríguez, 2000, esto quiere decir que solo unos pocos podrán afiliarse con base en su
relación laboral, mientras aumenta la cantidad de población que se verá obligada a acudir a la
competencia por el subsidio estatal o a su capacidad de pago en el momento de enfermar (párr
25).
Así pues, es posible afirmar que el sistema producto de la reforma de 1993 pretende ser
universal, equitativo, eficiente y de mejor calidad, pero aún no es posible hablar de éxitos claros
en ninguno de estos objetivos. El derecho a la salud en Colombia es considerado como un
problema de acceso individual a servicios de atención médica, en virtud de contratos
individuales sostenidos en relaciones de mercado más o menos reguladas, o de francas
estrategias de caridad pública consumada individualmente pero con intermediarios de dudosa
eficiencia. En resumen, la idea de la salud está erróneamente planteada como un servicio de
consumo individual que puede universalizarse por la vía del mercado. Sin embargo esta
suposición sostiene y enmarca las desigualdades de la población.
En suma, el reto no solo supone las consecuencias que derivan de la Ley 100 en el país,
sino además, sobre la base de dicho problema, la búsqueda constante del derecho universal a la
salud con nuevas formas de organizar los recursos y servicios a disposición. De esta manera, es
responsable humanizar la asistencia sanitaria como un acto de responsabilidad social y de
cultura institucional, en donde el paciente sume protagonismo y no solo se le garantice una
atención de calidad, sino también maneras de salvaguardar su dignidad como usuario de los
centros de atención.
Marco Metodológico
Tipo de Investigación. Etnográfica, de Carácter Analítico, Cualitativo
El método de investigación más adecuado para analizar los fenómenos sociales en los
alrededores del relleno de Doña Juana en Bogotá es el etnográfico. Fundamentalmente, consiste
en descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas, interacciones y comportamientos
22
que son observables. Incorpora lo que los participantes dicen, sus experiencias, actitudes,
creencias, pensamientos y reflexiones tal como son expresadas por ellos mismos y no como uno
los describe. (González y Hernández, 2003, p.2). Etimológicamente el término etnografía
proviene del griego “ethnos” (tribu, pueblo) y de “grapho” (yo escribo) y se utiliza para referirse
a la “descripción del modo de vida de un grupo de individuos” (Woods, 1987).
La descripción e interpretación de las acciones de Ia vida cotidiana de los individuos que
constituyen los barrios aledaños al relleno, la caracterización y observación de sus
particularidades, permite acercar al lector a la realidad de estas personas, desde una perspectiva
distinta a la gubernamental, que en muchos casos borra la humanidad de las prácticas
cotidianas, de los saberes y vivencias de esta población, cuyas principales afectaciones se deben
al abandono estatal.
Por su parte, la investigación cualitativa puede definirse como una actividad situada, que
ubica al observador en el mundo, implica un énfasis en las cualidades de los entes y en los
procesos y significados que no pueden examinarse o medirse experimentalmente. Los
investigadores cualitativos estudian las cosas en sus escenarios naturales, tratando de entender
o interpretar los fenómenos en función de los significados que las personas les dan. (Denzin y
Lincoln, 2012, p. 49)
Como en el caso de el presente trabajo de investigación, donde la observación y la
participación directa en las costumbres y vivencias de estas personas es clave en el desarrollo de
la investigación cualitativa. “Es además un campo interdisciplinario que entrecruza las
humanidades con las ciencias sociales y físicas”. (Denzin, Norman e Lincoln, Yvonna, 2012, p.
49). Así bien, es igualmente imprescindible para esta investigación, el conocimiento y aplicación
de otras disciplinas tales como la antropología, la ecología, la psicología, el periodismo, la
política, la sociología, las comunicaciones, con el propósito de realizar una investigación
integral.
23
Corpus de la Investigación
Barrios
Mochuelo Alto, Mochuelo Bajo, Pasquilla, Pasquillita, La Aurora, Santa Bárbara, San
Rafael, Las Mercedes.
Juntas de acción comunal y asociaciones
Barrio Mochuelo Bajo, Grupo FAMI (apoyo a la primera infancia ICBF), CGR Doña
Juana (Centro de Gerenciamiento de Residuos), grupo veedor del relleno sanitario, personas de
la comunidad capacitadas para la disposición de residuos sólidos y dar informes sobre el estado
del relleno, Asociación básica de Reciclaje SINEAMBORE, auspiciada por la UAESP (unidad
administrativa especial de servicios públicos), Hospital de Vista Hermosa, evento deportivo la
Copa Nacional de la Montaña, financiado por Anafalco y el IDRD.
Delimitación
Temporal
Tiempo de observación desde la constitución del relleno en el año de 1989 hasta la
actualidad.
Espacial
El Relleno de Doña Juana se encuentra ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar,
su superficie total es de 13.000,3 hectáreas (ha), de estas 3.329,8 a corresponden a suelo
urbano, otras 152,1 ha conforman suelo de expansión urbana y las restantes 9.608,4 ha
constituyen suelo rural. Ciudad Bolívar ocupa el tercer lugar entre las localidades con
mayor superficie dentro del Distrito Capital, luego de Sumapaz y Usme. El Relleno está
en la UPZ (Unidad de Planeamiento Zonal) de El Mochuelo, esta se encuentra en la parte
sur del área urbana y cuenta con una extensión de 316,7 hectáreas que son equivalentes
al 9,3% del total del área. (Secretaría Distrital de Planeación 2017).
El barrio el Mochuelo cuenta con 316.7 hectáreas, esto representa el 9,3% de la
población. Limita al norte con el barrio México y al Oriente con el río Tunjuelo; las UPZ
24
Tunjuelito y Danubio de las localidades Tunjuelito y Usme respectivamente; por el sur,
con el Relleno Sanitario y Comuneros y por el Occidente con las UPZ Lucero (autopista
al llano), el Tesoro y el suelo rural de Ciudad Bolívar se encuentra ubicada la empresa
CEMEX. (Salud Capital, 2014).
El Parque minero industrial de Mochuelo: Ubicado en el extremo urbano suroccidental
de Ciudad Bolívar hasta la vereda de Mochuelo Alto y el camino de Pasquilla. Esta zona abarca el
área destinada a la explotación y funcionamiento de minas de arena, recebo, piedra y arcilla y el
área de algunas plantas productoras de ladrillo las cuales se encuentran asociadas con
ANAFALCO, quien maneja la organización de todas las ladrilleras. (Salud Capital, 2014).
Técnicas e Instrumentos
Los métodos de recolección y análisis de datos para este trabajo de grado incluirán la
entrevista, observación, documentos legales, registros como infografías, ensayos o actas,
observación participante, análisis de archivos, fotografías, videos y estadísticas.
Producto Final
Para la consolidación del presente trabajo de grado se realiza el montaje en digital de 4
crónicas acompañadas de 15 ilustraciones que reflejan la problemática. Dichas historias recogen
el análisis periodístico, y responden a los objetivos planteados anteriormente.
25
Capítulo 2. Relatos de indiferencia: ser vecino de “La Juana”
“Todas las cosas están conectadas. Lo que le ocurre a la tierra le ocurre a los hijos
de la tierra… Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos. La
tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra” Jefe Indio
Seattle, 1854.
Historias: María Camila Ceballos Escobar
Ilustraciones: Daniela Prieto Ñáñez
Link para su visualización en digital:
https://spark.adobe.com/page/23oIKyzT3jQYc/
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Los Inicios de Doña Juana
Estas letras no serían posibles si “La Juana” no existiera, y para don Élver García eso
sería una dicha. Su “terruño”, como él le llama, era para que hoy en día fuera como antes: un
lugar próspero y tranquilo. Élver tiene 55 años; nació y se crió en la vereda de Mochuelo Alto,
donde es además líder de la comunidad. Las labores del campo las aprendió de su familia, y hoy
dedica sus días a pastorear el ganado y cultivar su tierra. “Recuerdo que aquí se respiraba
campo, pero ahora se respira es olor a basura”, me cuenta.
Antes de Doña Juana, subir a Mochuelo Bajo y Alto o a la vereda de Pasquilla era un
paseo de fin de semana para varios bogotanos. El Río Tunjuelo y la cercanía al Páramo de
Sumapaz hacían la visita mucho más atractiva. El agua de la zona bajaba limpia por las
27
montañas y se recopilaba en un acueducto comunal rudimentario que tenían los vecinos de la
zona. Evangelina Martínez recuerda su vida sin el relleno. “Uno cogía un camino y se iba seguro
de sí mismo porque nada pasaba, era todo sano y seguro por cualquier parte. Ahorita ya nadie
puede asomarse por allá”. Ella es otra líder de la comunidad, ha pasado sus 72 años de vida en la
vereda de Mochuelo Alto.
Hacia finales de los ochenta, las veredas de la zona permanecían en el paisaje de lo rural.
Mal contadas, había 30 casas campesinas cuya principal actividad productiva era la agricultura.
“Aquí no teníamos acceso a transporte; había un bus, del tamaño de una cajita de fósforos, que
pasaba 2 ó 3 veces en el día”, cuenta Helbert Ruiz, líder de Mochuelo Bajo. El 1 de noviembre de
1988 el Relleno Sanitario de Doña Juana llegó a la zona con la promesa de mejorar la vida de los
Mochuelunos. “Nos convencieron porque nos metieron el cuento que La Juana iba a ser un
parque ecológico, reconocido a nivel mundial; que íbamos a tener inversiones y apoyos sociales.
Pero lo que nos esperaba era otra cosa.” cuenta Élver.
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La apertura de Doña Juana es el resultado de una catástrofe ambiental en Bogotá. Hacia
1920, el manejo de basuras en la capital se hacía en hornos crematorios. Se incineraban los
desechos para mantener la ciudad limpia y libre de enfermedades. Por la década de 1950 se
pensó que los residuos serían mejor aprovechados si se usaban como abono para los cultivos;
esta idea funcionó en un comienzo, pero los malos manejos y la falta de planeación terminaron
en la apertura de dos botaderos a cielo abierto: el de El Cortijo (en lo que hoy es la autopista a
Medellín) y otro en Gibraltar (Patio Bonito). En ese momento, Bogotá producía 2.000 toneladas
diarias de residuos. “Supuestamente se iban a llevar la basura allá y comprimirla en cubos
grandes; aquí en Mochuelo esos cubos se iban a arrumar sin lixiviados (líquidos de la basura);
estos se iban a quedar en las plantas. Pero comenzaron a botar acá la basura”, cuenta Benjamín
González, otro líder campesino de la zona.
Este basurero que hoy llaman Doña Juana era un desastre anunciado, pero solo se le
vino a prestar atención cuando el de El Cortijo ocupó su capacidad máxima, teniendo que ser
cerrado, mientras que las comunidades aledañas al de Gibraltar se organizaron para no dejar
entrar más carros recolectores de basura. La capital, que en ese entonces era de mediana
capacidad, entró en crisis para evitar que la ciudad se llenara de bolsas de desechos. Como
solución, se pensó hacer tres rellenos sanitarios, al norte, al sur y en el occidente, los cuales
estarían complementados con tres plantas de transferencia: una, en la vieja estación de
ferrocarril de Usaquén; otra, antes de llegar al Salto del Tequendama, y la última, cerca de
Corabastos. Con el aumento de la crisis no hubo tiempo para dicha construcción, por lo que la
Corporación Autónoma Regional (CAR) contrató al ingeniero manizaleño con estudios en el
tratamiento de las basuras, Héctor Collazos Peñaloza. Decidieron, entonces, que el terreno
montañoso de Doña Juana, con más de 600 hectáreas, era el lugar indicado para contener las
basuras de toda la ciudad. Sin embargo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
advirtió en su momento que el área adquirida para el relleno era técnicamente inferior por las
condiciones desfavorables a nivel hidrológico, el terreno inestable y la topografía desigual. A
pesar de esto, la construcción inició.
La adecuación de La Juana incluyó construcciones que, aunque innovadoras para ese
momento, han resultado insuficientes. Pro Santana, el primer contratista del proyecto, instaló
una veleta en forma de hélice, encargada de captar los gases y malos olores que se desprendían
de los desechos, además de unos filtros que recogían los lixiviados o líquidos de la basura para
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su tratamiento en unas plantas especiales. En ese entonces, dos mil toneladas de basura
llegaban diariamente al relleno, y dichos equipos solo alcanzaban para un poco más de mil
toneladas al día. La falta de planeación y los malos manejos dejaron enormes cantidades de
basura sin ningún tratamiento, que día a día se acumulaban. Este lugar empezaba a convertirse
más en un basurero a cielo abierto que en un relleno sanitario. “Los contratistas insisten en que
lo que hicieron fue una obra de ingeniería; pero qué obra va a ser eso. Desde el comienzo
calcularon mal; lo que hay ya no alcanza, y los jodidos somos nosotros”, dice don Benjamín.
No habían pasado 10 años del funcionamiento del basurero, cuando en septiembre de
1997 las consecuencias de esa enorme acumulación desembocaron en el derrumbe más grande
de la historia de Doña Juana. Más de un millón doscientas mil toneladas de basura se volcaron
directamente sobre el cauce del río Tunjuelo, afectando el acueducto de la zona y los barrios de
las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Tunjuelito. Al aire libre quedaron expuestos toda clase
de residuos tóxicos, desde tejidos de piel, sangre y órganos, hasta químicos como plomo y
mercurio. “Esa montaña se nos vino encima, nos cambió la vida. Yo me sentía viviendo en la
inmundicia. Cuánto hace que yo salía a correr con mis hijos por todo ese paisaje. La Juana nos
quitó la felicidad”, cuenta doña Evangelina.
Según la Defensoría del Pueblo, se estima que al menos 30.000 personas de 900 barrios
y veredas resultaron afectadas, y el Distrito tuvo que responder por demandas e
indemnizaciones. En 2016 este asunto debió haberse resuelto completamente, pero al día de
hoy, 23 años después del derrumbe, hay personas que siguen reclamando que les reparen los
daños; muchos de ellos aún no obtienen respuesta o reparación alguna. “Qué se puede esperar,
si desde que Doña Juana comenzó a funcionar no fue sino hasta el 2000, 12 años después,
cuando se le dio la primera licencia ambiental al proyecto”, afirma Helbert Ruiz.
30
Desde entonces, los vecinos del basurero han tenido que afrontar otros dos derrumbes.
En octubre de 2015, 750 mil toneladas de desechos se vinieron abajo, en el interior de la zona de
compactación del basurero. Y el otro ocurrió el 28 de abril de este año, cuando 600 mil
toneladas de basura fueron a dar al río Tunjuelito, en pleno coronavirus. Para doña Evangelina
Martínez, hablar de la historia de La Juana es hablar de una historia que nunca debió suceder:
“Por un lado la situación de la pandemia, con miedo de salir hasta a mercar, y luego pasa esto
del derrumbe; se nos dobló el problema. A la gente de acá nadie nos considera. Por todo lado,
están tratando de atentar contra la vida de uno; eso no es justo. Doña Juana es un monstruo”.
Para tristeza de los mochuelunos, La Juana todavía no tiene los días contados. Aunque la
licencia ambiental estuvo estipulada hasta el 2022, la alcaldía de Peñalosa firmó un contrato en
2018 donde avala la ampliación de la licencia del relleno por 37 años más. Supuestamente,
quieren hacer optimizaciones en el interior del basurero para alargar su vida útil; sin embargo,
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esas construcciones que iban a quedar listas para iniciar en 2019, hasta la fecha no han
comenzado. Ellos aseguran que Bogotá no tiene otro lugar dónde botar basura, pero la realidad
es que los procesos de aprovechamiento de los residuos dentro del relleno no superan el 4%,
cuando la norma exige mínimo el 20%.
La inoperancia del gobierno y de los contratistas, sumada a la reducida cultura de las
basuras en Bogotá y en los otros 7 municipios que trasladan su basura a La Juana, hacen que
esta montaña se colme no solo de desechos, sino también de problemas estructurales,
ambientales, sociales y de salubridad, en especial para la comunidad de campesinos de las zonas
aledañas al basurero, quienes mientras tanto luchan con las uñas para salvaguardar su propia
vida y la de sus familias.
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Ser Vecino de “La Juana”
Andrea Celis pasaba las mañanas en la cocina de su restaurante, preparando la comida
con la que recibiría a sus clientes a la hora del almuerzo. Un domingo, estaba desgranando
arveja para una sopa de arroz; ese día estaba haciendo más cantidad de lo usual, pues las ventas
aumentaban los fines de semana. Para añadir las arvejas a la preparación, tenía que abrir la tapa
de la olla con fuerza, asegurándose de levantar viento y así espantar a la enorme cantidad de
moscas que volaban alrededor. Que se colara una sola era una tragedia, pues todo lo que estaba
en la olla podía echarse a perder. De todas maneras, usar la tapa como abanico no siempre era
suficiente. Muchas veces Andrea tuvo que botar comida que ni siquiera había alcanzado a llegar
a la mesa: “Uno iba caminando con el plato servido en la mano y llegaban moscas a pararse en
él; de una vez había que devolverse a la cocina a tratar de sacar uno bueno”, comenta Andrea.
Se acercaba el mediodía y los comensales empezaban a aparecer. Por desgracia muchos
de ellos solo llegaban hasta la puerta: “Los clientes veían esas mesas llenas de moscas, hacían
cara de asco y se iban. No era fácil llevar un plato limpio a la mesa", dice Andrea. Aunque ella las
espantara y aseara paredes, pisos y mesas con desinfectante varias veces en el día, había moscas
por todos lados. “Hubo una temporada terrible. Usted llegaba, se sentaba, y con una mano coma
y con la otra espante los moscos”, cuenta Andrea.
El restaurante y piqueteadero “El Zorro” está ubicado a escasos 300 metros del Relleno
Sanitario de Doña Juana, en la vereda de Mochuelo Alto, zona rural de la localidad de Ciudad
Bolívar. Andrea tenía 20 años cuando lo inauguró en compañía de su esposo, esperando que
fuera su sustento y el de su hija. En los ocho años que lo tuvo abierto, mantenerlo fue toda una
hazaña, y por la situación de las moscas, las ventas, poco a poco, fueron mermando. En los días
de lluvia o de mucho sol, los animales producidos por el basurero aumentaban. Además de las
moscas y de los fuertes olores, Andrea tenía que cuidarse de los gusanos, las ratas y las babosas
que estropeaban el mercado y espantaban a los clientes, así como de los perros ferales o
callejeros que al alimentarse de los restos de basura en descomposición atacaban y enfermaban
el ganado de los campesinos.
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“La gente que llegaba lo miraba a uno raro, como si uno tuviera la culpa, cuando CGR La
Juana son los culpables de que estemos así”. El Centro de Gerenciamiento de Residuos (CGR)
son los operadores actuales del relleno; están encargados de manejar y disponer los residuos.
Por lo tanto, es a ellos a quienes les cabe toda responsabilidad de las penurias que viven los
campesinos de ese sector, y es al CGR al que le corresponde reparar los daños que les genera la
operación del basurero. Para los vecinos, la CGR no ha hecho correctamente la tarea: “Nos
daban unos platos con cintas, que recibíamos por decencia, pero no los colocábamos. Si los
clientes, así no más, no entraban, imagínese con platos llenos de moscas colgando del techo”
comenta Andrea.
Esos platos amarillos tienen un olor por el que los bichos se sienten atraídos y se quedan
pegados. En cada plato pueden quedar pegadas unas 400 moscas; pero en las temporadas
cuando las plagas aumentan, diariamente llegan millones de moscas que los platos no alcanzan
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a contener. Según Patricia Pinzón, funcionaria del relleno, la montaña se fumiga todos los días,
pero estos bichos se están volviendo inmunes al insecticida y el problema se les está saliendo de
las manos.
“Supuestamente, el operador hace una inversión a la comunidad, pero eso es falso.
Engañan al pueblo; acá no hay proyectos de impacto; gastan plata innecesaria en invernaderos
(lugar cerrado y adaptado para cultivar), que les sirven a muy pocas personas”, cuenta don
Benjamín, líder de Mochuelo Bajo. La Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos
(UAESP) tiene a cargo la administración del servicio de aseo en Bogotá, y también es
responsable de reparar a esta población. Los vecinos de la zona incluso le han dado ideas más
sencillas que un invernadero, que son a la vez más beneficiosas para la comunidad, pues este
lugar debido a sus altos costos y manejos técnicos, es mucho más complicado de mantener que
la tierra misma, que los campesinos conocen muy bien. “Ya varias veces les hemos dicho que
patrocinen la compra de las semillas, de un potrero bueno que tenga agua y que la verdura se le
pueda entregar a la gente casi regalada. O hacer un trueque en el que los campesinos lleven
botellas plásticas limpias y se les cambian por lechugas”, opina don Benjamín, líder de
Mochuelo Bajo.
Cuando las basuras se descomponen, sueltan un líquido tóxico conocido como lixiviado.
La administración del relleno trata de darle manejo a estas aguas con una planta de tratamiento
que existe dentro del basurero. Su capacidad de recogida es de 15 litros por segundo, pero la
cantidad de basura es tal que se están produciendo más de 25 litros por segundo. Los lixiviados
que no alcanzan a ser recogidos penetran las raíces de la montaña y se esparcen por toda la
tierra fértil que encuentran en su curso, contaminando en su acueducto, que sigue siendo
comunal, las aguas limpias que bajan desde el páramo, buscando el cauce del río Tunjuelito y
después, camino hacia el río Magdalena.
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Este es otro de los sufrimientos de los campesinos de El Mochuelo, quienes sobreviven
principalmente de su actividad agrícola. Cuando los lixiviados alcanzan las parcelas de los
campesinos, acaban con la fertilidad de sus cultivos: “Muchos de nosotros vendemos lo que
producimos en plazas de mercado, pero con esta situación el cultivo se ha bajado muchísimo”,
comenta Élver, campesino del sector. Los lixiviados, incluso después de pasar por las plantas de
tratamiento para luego ser vertidos en el río Tunjuelo, superan el nivel de toxicidad permitido
por las autoridades ambientales. Se encuentran químicos como cromo, cadmio, níquel y cloruro,
que además de ser cancerígenos pueden afectar los sistemas nervioso y respiratorio.
Las consecuencias para la población por este basurero a cielo abierto, que hacen llamar
relleno sanitario, no son solo a través de la tierra, sino también del aire: “La Juana ha sido muy
perjudicial para nuestra salud; mi esposo estuvo hospitalizado de los pulmones, el año pasado,
más de un mes. Le toca mantenerse adentro y con tapabocas; hay días, cuando amanece, que es
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horroroso el olor. Pero uno: ¿para dónde más agarra?”, se pregunta Evangelina Martínez, quien
ha pasado sus 72 años de vida en el Mochuelo.
De los desechos orgánicos aéreos se desprende el biogás, cuya composición casi al 90%
es de metano; aunque hay un lugar de tratamiento para este gas, no es suficiente; el que alcanza
a ser recogido se quema para convertirse en CO2 o también se transfiere a Codensa. Pero el que
queda por fuera, que es la mayoría, afecta a la población, dejando a su paso focos de
enfermedades respiratorias para los vecinos de Mochuelo. “Muy seguido, faltan niños al colegio
por problemas respiratorios, vómito y mareos. Toca andar con tapabocas”, afirma Yesid Álvarez,
profesor del Colegio Distrital Mochuelo Alto. Según Fabián Méndez, médico epidemiológico,
otro motivo por el que la calidad del aire en la zona sea tan baja es el de las altas concentraciones
de benceno, un gas que inflama los bronquios y produce alteraciones en el ritmo cardiaco,
superando la norma ambiental en un 75%.
Por vivir al lado del basurero más grande de Colombia, además de olores nauseabundos,
enfermedades y otras injusticias, también se sufre de estigmatización social: “A mí me han
preguntado: ‘¿Tú dónde vives?’ En Mochuelo, respondo. ‘Ah; al lado del basurero ese, ¿usted
cómo aguanta?’. A uno no lo juzgan por lo que sabe, sino por de dónde viene. Pero eso es parte
de la falta de cultura de muchas personas en Bogotá, que creen que por vivir en Cedritos o en
Rosales, eso les hace mejor o peor que otra persona. Nadie debería estigmatizar a Ciudad
Bolívar. Esta zona rural es muy bonita y segura”, afirma Helbert Ruiz, líder de Mochuelo Bajo.
Desde la llegada del basurero, los habitantes de la zona han cambiado sus concepciones
de vida y de pensamiento; se sienten agredidos y traicionados: “Aquí no hay una política de
Estado que realmente ayude a hacer inversión social de impacto en la comunidad. ¿Por qué a
nosotros nos llega este problema y tenemos que pagar por esta forma que tiene la ciudad de
organizar sus basuras?” se cuestiona Benjamín.
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En los inicios de La Juana, los grandes dueños de las tierras vendieron sus fincas a los
encargados del proyecto para disponer de los desechos, pero en cambio los campesinos,
pequeños agricultores que vivían allí, tuvieron que irse a la ciudad; a ellos nadie les preguntó ni
se preocupó por su vida lejos del trabajo de la tierra. “Hubo un desplazamiento forzado y eso
genera una pérdida enorme de identidad. Identidad no es: ¿quién soy y para dónde voy?, sino
que me quitaron de mi espacio donde yo tenía mi vecino y mi vecina. Cultivábamos, nos
prestábamos el toro, el burro, la yegua y el caballo; pero de eso nadie ha hablado”, cuenta el
profesor Yesid, quien ha estado presente en los procesos de la comunidad desde hace 27 años.
Sin embargo, la afectación a la autoestima no viene únicamente de personas externas,
sino muchas veces también de los mismos habitantes de la zona. El profesor Yesid cuenta:
“Existen cinco Juntas de Acción Comunal en Mochuelo Bajo y no pueden dialogar entre ellas
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porque han generado una envidia y un egocentrismo por la situación que los afecta; los niveles
de inconformismo van en aumento. Están completamente desarticulados.”
Desde la ventana de la casa de Andrea se ve cómo el cielo se oscurece poco a poco y
prontamente los cerros empiezan a estar cubiertos de nubes. Una leve llovizna se esparce por los
cultivos de papa, arveja, yuca, cebolla y cilantro de más de diez mil campesinos que le dan vida a
esa tierra. Hoy, el campo tranquilo y alejado del apuro de la ciudad es parte del pasado, pues
ahora conviven con un vecino injusto e indiferente. “No queremos esto más, cada uno de los
niños, niñas, adultos y mayores que habitan estas veredas merecen respeto, pues su tranquilidad
ya fue usurpada y su pueblo arrebatado”, afirma el profesor Yesid.
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Mochuelo Resiste
Una mañana de noviembre, el sol calentaba el pavimento de la cancha de fútbol del
Colegio Mochuelo Alto; por la vía principal se veía más movimiento de lo normal. Varios
campesinos de veredas aledañas como Santa Bárbara, Pasquilla, Las Mercedes, Mochuelo Alto y
Bajo, caminaban con sus ponchos y sombreros hacia el colegio, para cumplir la cita de la
inauguración de la Semana Cultural Campesina. Mientras entraban los primeros invitados,
algunas personas terminaban de adecuar el escenario para acoger a las 17 agrupaciones
musicales, de danza y oralidad que se presentarían alrededor de la semana. La celebración
permitía un momento grato de reencuentro entre sus habitantes fuera de las actividades de la
tierra. A la espera del inicio de la jornada, los campesinos charlaban, mientras sostenían entre
sus manos vasos llenos de avena tibia.
“Yo no quisiera ni ver, cómo acaban nuestros pueblos; de estas hermosas veredas no
quedará ni un recuerdo. Por culpa de las acciones de unos pocos del gobierno, al pobre
campesinado le tocó salir corriendo; para hoy en día ver lo que era un paraíso, convertido en
basuras y lleno de desperdicios”
Así rezan los versos de “Los problemas de mi región”, resonando esa mañana a través de
los enormes parlantes ubicados a los costados del escenario. Esta es una de las canciones más
importantes de la agrupación El Carrangaso; hace 14 años se dedican a hacer música típica como
carranga o merengue, con letras que hablan del diario vivir de los campesinos en la zona rural,
de sus ancestros y costumbres, y por supuesto, le cantan a la nostalgia del pasado, antes que el
relleno apareciera en su región. Los niños que iniciaron la agrupación, hoy tienen alrededor de
25 años; sus letras las han perfeccionado haciendo crítica social y exigiéndole al gobierno
mejores condiciones de vida, que aún no les han sido dadas. La cultura es una de las formas que
en esta zona de Bogotá encuentran para hacerle frente a las injusticias, consolar las tristezas,
avivar los anhelos y exigir mínimas condiciones de dignidad.
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Muestras culturales como la Semana Cultural Campesina, se llevan a cabo desde hace 15
años, lideradas por el profesor Yesid Álvarez, quien lleva 27 años dando clases en el Colegio
Mochuelo Alto. Aunque no reside en la zona, ha seguido de cerca cada muestra de reivindicación
que tienen estas personas: “Aquí se logra generar una resistencia cultural porque se teje una
forma de relacionamiento, de tener activa la creación simbólica que es lo que hace el arte en el
ser humano. A través del arte se mantiene viva la memoria, generando la identidad que a este
pueblo tanto se le ha arrebatado”.
De la canción “Recuerdo de nuestros abuelos”, compuesta por El Carrangaso en 2011, se
extrae: “A mis abuelos dedico mis canciones, porque de ellos nace esta inspiración. Y esto tan
lindo, se acabó hace algún tiempo, cuando el relleno comenzó a desplazar de su terruño al pobre
campesino; de las veredas le ha tocado marchar. Por eso ahora, nuestras generaciones, estas
41
costumbres hay que recuperar; para vivir como antes los abuelos, pero el gobierno nos quiere
desplazar”.
Hace 15 años, el impacto cultural de estas agrupaciones fue tal, que comenzó a darle a la
comunidad otro motivo de lucha conjunta, otra forma de entender su realidad y de reflejarse
ante los demás. “Cuando ellos se dieron cuenta que podían hacer grupos como La Revolución de
la Alpargata, Los Auténticos de Mochuelo, El Carrangaso, o como Don Ramón y su Conjunto,
salieron a flote sus habilidades creativas y compositoras; ese fue un proceso muy bonito”,
comenta el profesor Yesid. La Semana Cultural Campesina ha surgido gracias al interés y la
disposición de la comunidad, pues el Estado no ha sido garante de este proyecto cultural. Los
campesinos no han recibido respuesta a las peticiones de apoyo en procesos claves para la
consolidación de las agrupaciones como las escuelas de formación artística.
Además del sentido cultural, la resistencia de la comunidad se expresa con el apego a su
territorio. “En esta tierra seguimos viviendo porque nosotros la hemos defendido y la hemos
trabajado, porque es nuestro terruño, aquí nos criamos y aquí nos vamos a quedar”, son las
palabras de Don Élver García. Su casa de paredes rojas está a escasos metros del relleno, y
también se ha visto muy afectado por la problemática. Él ha sido uno de los grandes referentes
de lucha en la comunidad; sobre todo porque se resiste a vender su tierra, y es el mensaje que ha
tratado de imprimirle a sus vecinos. “Élver le ha despertado amor por la tierra a todas las
personas de las veredas; él es consciente que si sacan a los campesinos de acá es peor, porque
van a estar sin saber qué hacer en la ciudad”, afirma don Benjamín.
Que los campesinos decidan vender sus parcelas, significa que va a haber más espacio
para botar basura; esto es lo que finalmente pretende la administración al ampliar el relleno y
seguir posponiendo el problema de fondo: el mal manejo de los desechos en este lugar,
incorrectamente auto denominado relleno sanitario. “El sistema quiere desaparecerlos porque
es más fácil reubicar a todas estas personas en unos apartamentos, cuando esa tierra se necesita
para depositar basura, porque es la manera más fácil de invertir platas con las políticas de
turno”, comenta el profesor Yesid.
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En los versos de la canción Nostalgia para mi pueblo, de El Carrangaso se expresa mejor
esa encrucijada: “Nosotros los campesinos, nos criaron aquí en el campo, trabajando al azadón
todos los días en el agro. Lo hermoso de mi tierra hoy ya se está terminando, y le digo yo a la
gente que el campo se está acabando. Brindemos hoy al campo, aquí todo nuestro amor, para
que todos los días, vivamos siempre mejor. El campo que es muy precioso y es bueno pa’l
campesino, donde padres y amigos la pasamos reunidos. No me gustó la ciudad, ni calles, ni
humo, ni ruidos, prefiero escuchar las aves, y el verde de mis cultivos”.
Solo en la vereda de Mochuelo Alto, residen alrededor de 5.000 personas, según cálculos
de los vecinos de la zona, y entre ellos mismos reconocen que la desarticulación de la comunidad
se ha incrementado con el tiempo. Al aumentar la peligrosidad del relleno, estas personas
desarrollan miedos y envidias entre sus pares. “Por el relleno, nosotros nos hemos desunido
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mucho, pero las veces que nos hemos juntado demostramos que somos fuertes”. La unidad a la
que Don Élver se refiere, habla de un tipo de resistencia más comunitaria. Para la época de la
alcaldía de Peñalosa, crearon una red que se llamó Unidos por Mochuelo, y gracias a ella, se
organizaron haciendo protestas con el fin de hacer cumplir el derecho de permanecer con sus
tierras, y exigiendo el cierre definitivo del basurero. “Hicimos bulla. Para ese tiempo nos
reunimos más de 2.500 personas en la cancha del colegio, porque iban a expropiar las tierras de
muchas personas. Eso llegaron medios de televisión y de todo; ahí tuvimos la oportunidad de
expresarle al que nos viera que nosotros no íbamos a vender nada”, cuenta Don Benjamín. Para
esa época se pensó en hacer un basurero en Nemocón, y los de Mochuelo se fueron a advertirles
que no lo permitieran, pues con el ejemplo de su situación, ya era más que suficiente.
Los líderes de la zona recuerdan con alegría los frutos para la comunidad que fueron
resultando de Unidos por Mochuelo. Ellos comenzaron a reunirse cada vez más para presionar a
la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos UAESP, dueña de la licencia del
basurero, exigiéndole directamente mejora en sus condiciones de vida. “Una vez nos fuimos
varios abajo, a la entrada del basurero a hacer paros; no dejamos entrar los camiones de basura
y retrasamos la operación”. No pasó mucho tiempo hasta que el Esmad, con su imponente
vestimenta apareció; pero no iba solo, policías con tanquetas lo acompañaban. Para parar los
camiones se metieron dentro del relleno, uno de ellos se subió al techo de una retroexcavadora,
mientras los demás hacían un cordón humano alrededor. “Nosotros les gritábamos: si se
acercan vamos a incendiar el buldócer, y si eso se enciende el basurero explota”. “Pero claro que
no íbamos a incendiar nada, porque o si no nos matábamos a nosotros mismos”, recuerda entre
risas Don Benjamín. Al fin y al cabo, su intención era defender sus derechos: a la tranquilidad, a
la salud y al buen ambiente. “Nos dieron palo y logramos que llegara la prensa, pero no volvimos
a repetir esa gracia porque nos dimos cuenta que no valía la pena mandar a campesinos
trabajadores a pelear”. Así como ellos, las comunidades artísticas han salido también a los
enfrentamientos con la fuerza pública.
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Por su parte, las personas de Mochuelo Bajo, son los que residen más cerca de la zona
urbana; algunos son campesinos, pero la mayoría son trabajadores y comerciantes. Los olores,
plagas y enfermedades que genera el basurero también los afecta diariamente. Como pueblo, su
cuota de resistencia es distinta a la de Mochuelo Alto. “Acá lo que la gente ha logrado hacer es
buscar una manera de prepararse y estudiar para poder mejorar. Aunque no haya ingenieros ni
arquitectos, muchos tienen un gran conocimiento que les permite sentarse con un ingeniero del
relleno a hablar tranquilamente de ese tipo de temas”, cuenta Helbert Ruiz, líder de Mochuelo
Bajo. Dichos conocimientos los han adquirido en lugares como el Colegio Rural José Celestino
Mutis, construido por el Distrito como compensación por el derrumbe de 1997.
A través de la academia, los habitantes de esta zona han construido un archivo de
focalización del territorio, para después acudir a lugares como la Personería o la Consejería de
45
Bogotá a luchar por sus derechos con argumentos y conocimiento en leyes, derechos de petición,
demandas o radicado de documentos. Gracias a eso le han logrado imponer multas al relleno y
también han conseguido la construcción del alcantarillado para la zona, con un estudio hecho
por los mismos habitantes. Sin embargo, lo que los ha motivado a prepararse no es solamente la
problemática de La Juana, sino también el mejorar su propia calidad de vida: “Aquí hay una
población campesina, pero es muy diferente a la que había hace 20 años, porque los hijos de los
campesinos, con base en lo que han sufrido, han decidido prepararse y avanzar; buscar formas
de vida distinta a la que les ha tocado para ellos y su familia”, comenta Helbert.
Resistir en Mochuelo, es exigir lo mínimo: salud, trabajo, dignidad y un ambiente seguro
para llevar una vida decente. “Nosotros no somos solo tierra a la que le pueden echar basura; no
somos solamente una comunidad rezagada y violentada. Somos seres en constante lucha” afirma
Don Benjamín. Las montañas de basura que colindan con sus hogares, cultivos, negocios o
lugares de estudio, no son un impedimento para buscar la lucha colectiva, y encontrar maneras
de seguir resistiendo.
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¿Relleno sanitario o basurero a cielo abierto?
Por la puerta principal del “Relleno Sanitario de Doña Juana”, pasan camiones cargados
de basura cada dos minutos. Allí se reciben los residuos que producen Bogotá y otros 7
municipios: Cáqueza, Choachí, Chipaque, Fosca, Gutiérrez, Une y Ubaque. Una vez adentro, las
volquetas son ubicadas en unas básculas que verifican la cantidad de desechos. En total, suman
un poco más de 6.000 toneladas diarias de basura, que en otros términos equivaldrían
proporcionalmente al peso de 45 ballenas azules. Deben recorrer dos kilómetros de vía cuesta
arriba, hasta llegar a la “zona de optimización”. Una vez allí, estarán sobre una montaña
conformada exclusivamente por desperdicios apilados, que alcanza los 50 metros de altura.
Mientras los camiones llegan, hay personas en tierra que les indican la zona de parqueo para el
posterior descargue de los residuos sobre la tierra. Momentos después, las máquinas
trituradoras pasarán sobre las bolsas para abrirlas y desmenuzar su contenido. Luego,
mezclarán los desperdicios con arcilla, en un intento por catapultarlos. Como toque final, al
resultado del proceso le esparcirán cal, esperando que esta mezcla polvorienta ayude a
disminuir la proliferación de moscas.
A pesar de la rutinaria labor que a simple vista, pareciera no tener problema, es tal la
cantidad de residuos, que esta operación termina siendo insuficiente. Gran parte de los desechos
que llegan a La Juana no pasan por el proceso anteriormente descrito; el mal manejo hace que
las más de 600 hectáreas de tierra, se queden cortas y las fallas, como las basuras, se acumulan
una sobre otra a gran velocidad. Las consecuencias e irregularidades de Doña Juana sobre el
control de los desechos, hacen que este lugar no deba ser denominado relleno sanitario, sino
más bien un basurero a cielo abierto.
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Según consideraciones del Banco Mundial, “un relleno sanitario establecido
adecuadamente, es el mejor método para recibir y tratar una gran cantidad de residuos sin
atentar contra la salud pública. Además, posibilita el reciclaje y minimiza los riesgos para el
ambiente, reduciendo los desechos a su volumen mínimo. Un relleno sanitario propende porque
surjan nuevos empleos en el manejo de residuos, y también permite recuperar y dar valor a
terrenos que se consideraban improductivos y marginales” (Banco Mundial, 2017). El mal
llamado Relleno Sanitario de Doña Juana, no cumple con dichas características; allí existe una
amenaza constante contra la salud de los habitantes que colindan con el relleno. Las
enfermedades gástricas, respiratorias y cutáneas causadas por los gases contaminantes, se
suman a la proliferación de moscas, roedores y daños al medio ambiente. Llamar a esta
montaña, relleno sanitario, es como tapar el sol con un dedo, es desconocer el problema
estructural, ambiental y de salud pública más grande de la capital colombiana.
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No hay que ir más lejos, los 3 derrumbes que ha tenido este basurero durante sus 32
años confirman su pésimo funcionamiento. El más reciente de ellos apareció a las 7:40 de la
noche del 28 de abril de este año. Debido a la mala compactación de los residuos, se generó una
fisura en la parte alta del relleno que deslizó sesenta mil toneladas de basura, equivalentes
aproximadamente a10 días de recolección, disposición y acumulación de los desechos. Cinco
localidades de Bogotá, sintieron el olor y esto sumado al momento del aislamiento obligatorio
por la pandemia del coronavirus en el mundo, incrementa significativamente la proliferación de
plagas y los problemas respiratorios, elevando los focos de contagio en especial para los adultos
mayores y niños de la zona del Mochuelo, con sus hogares a menos de 200 metros del desastre.
“Cuando haya sol ahí si que va a ver el mosquero, esa vaina no se va a hacer esperar, y encima
con esta pandemia imagínese” cuenta Doña Evangelina Martínez.
Sumado a esto, se encuentra la indiferencia y la falta de cultura ciudadana de las
personas que habitan en la urbanidad. Un bogotano, produce aproximadamente 1 kilo de basura
al día. Si en promedio viviera 80 años, en toda su vida alcanzaría a producir 29.200 kilogramos,
equivalentes al peso de un transmilenio y medio desocupado. “La agresión a este territorio y a
las personas campesinas que viven cerca de aquí, muchas personas no la conocen, y menos
alguien que no sepa a dónde van a parar las basuras. En Bogotá hay gente, jóvenes y adultos que
no saben lo que es Doña Juana, solamente se preocupan porque una bolsa salga por el shut”,
comenta el profesor Yesid.
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Muchos de los residuos que acabaron en Doña Juana, pudieron ser reciclados y
posteriormente reutilizados. Una sola botella plástica o de vidrio por persona, limpia y seca,
separada adecuadamente sin mezclarla con otro tipo de desechos, marcaría una enorme
diferencia sobre lo que recibe el basurero. Es necesario que desde la ciudad, la conciencia
aumente, la educación ambiental sea una prioridad institucional, y el control normativo se
implemente, dándole a la ciudadanía incentivos que permitan volver las prácticas amigables con
el ambiente, parte de nuestra vida cotidiana. En especial, cuando existen millones de bogotanos,
campesinos trabajadores adyacentes al basurero, luchando por su dignidad y su vida. En
definitiva, ellos son injustamente los más perjudicados, pero a la vez los menos responsables de
esta enorme catástrofe ambiental.
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Capítulo 3
Conclusiones
Las problemáticas que envuelven al Relleno Sanitario de Doña Juana (RSDJ) son el
resultado de dinámicas políticas, culturales, económicas y sociales, interdependientes entre sí e
históricamente configuradas. La primera licencia ambiental del relleno en el año 2000 (12 años
después de iniciado su funcionamiento) junto con sus modificatorias en años posteriores; en el
papel, es una de las más completas leyes ambientales que tiene América Latina, posicionando a
Colombia como líder en manejo ambiental. Sin embargo, al momento de aplicarlas, dichas
normas no se cumplen. Muchos de los límites impuestos a La Juana en términos de manejo de
desechos, lixiviados y gases, sobrepasan dichas licencias en un promedio de más del 35%.
En este punto, este “relleno sanitario”, no es apto para darle manejo a las más de 6500
toneladas de desechos que llegan diariamente, por lo que es preciso denominarlo, más bien, un
basurero a cielo abierto. Un relleno sanitario, debidamente constituido, genera un impacto
positivo en el ambiente, y no afecta la salud; es un método definitivo para recibir y disponer una
gran cantidad de residuos sólidos, reduciendo además su superficie y volumen al mínimo. Por el
contrario, en Doña Juana, el tratamiento que se les da a las basuras es muy escaso.
Las construcciones iniciales para el manejo de los residuos acuíferos (lixiviados) y aéreos
(biogás), hoy en día no son suficientes, y ponen en riesgo, como ya se ha evidenciado, la salud y
el medio ambiente. Por ende, este lugar se debería denominar más bien un basurero a cielo
abierto, pues no cumple con las características expuestas y explicadas detalladamente en el texto
denominado: ¿Relleno sanitario o basurero a cielo abierto?, que hace parte de la presente
investigación.
Por otro lado, es pertinente concluir que las consecuencias de la contaminación,
causadas por el incumplimiento de las mencionadas políticas ambientales, tienen una estrecha
relación con la reproducción de la desigualdad social en la zona. Estas personas sobreviven
gracias a su trabajo como agricultores de la tierra, actividades heredadas de sus padres y
abuelos. El fenómeno de La Juana se tomó estas veredas sin previo aviso; llegó de golpe. Los
campesinos no supieron a lo que se enfrentaban, pues este proyecto fue contado como algo
beneficioso para ellos. La comunidad, que eran un reducido número de habitantes, en ese
51
entonces, no tuvo las herramientas ni el tiempo para actuar frente a esta situación que en
principio no parecía perjudicial.
Sin embargo, las nefastas consecuencias para los campesinos comenzaron a sentirse a
medida que población fue ampliándose y se fueron aumentando sus actividades productivas.
Desde ese momento se ha generado una especie de dependencia del relleno, en el sentido que la
comunidad no tiene más para dónde ir. Tampoco van a vender su tierra para llenarla de basura,
porque, para muchos, es lo único que tienen; además, la única actividad productiva que conocen
es la agrícola, sin posibilidad de desarrollo en otro espacio, mucho menos en la ciudad. Los
campesinos han experimentado un fenómeno de espera constante, de promesas incumplidas;
les ha sido tan atropellada su vida, que por mera dignidad no van a salir de allí hasta que los
reparen, aunque esto no se incluya dentro de las prioridades de los funcionarios del relleno.
Adicionalmente, esa comunidad rural es vulnerable frente al orden social y económico de
la ciudad, sobre todo al encontrarse en un espacio periférico. La Juana genera un área marginal
a partir de la estigmatización de los residentes de esta zona; la contaminación, sin duda, resalta
la condición negativa de un territorio campesino y agropecuario; posiblemente sea este otro
argumento del gobierno para disponer las basuras fuera de la urbe. Los campesinos de
Mochuelo Alto y Mochuelo Bajo, no tienen autonomía cultural o productiva sobre sus tierras,
que además les corresponde por ser dueños de las mismas. Pero quienes disponen de sus suelos
y de su suerte, como si fueran dueños o amos, son el gobierno central, el gobierno distrital, los
contratistas y los dueños del proyecto, quienes nunca han asumido la responsabilidad por el
daño que continuamente les causan a estos habitantes.
Es importante resaltar que el atropello hacia los campesinos ha desencadenado en una
desarticulación profunda entre su misma comunidad. Los patrones de desconfianza y envidia
entre ellos mismos son debido a la situación particular de cada uno. Al ser un terreno tan
amplio, existen personas cuyas casas están ubicadas más cerca al relleno, por lo que su
afectación es mayor; por el contrario, las más casas más retiradas de este, cuentan con una
situación levemente más favorable. Adicional a esto, hay campesinos que efectivamente han
vendido sus tierras, acercando más la basura hacia aquellos que se han resistido a vender. Con la
poca productividad, el precio de los víveres tiende a subir, y ya no es tan sencillo prestarle al
vecino la vaca o el caballo. Las dinámicas que se realizaban antes con normalidad y en confianza,
hoy son diferentes.
52
Sin embargo, los campesinos de la zona rural de Ciudad Bolívar, tienen una forma
particular de resistir. El enorme y peligroso vecino que los separa, también les ha servido de
motivación para unirse. La comunidad es consciente de la importancia de los saberes que se han
cultivado en la herencia campesina de sus ancestros, por lo que continuar con los legados de los
antepasados se convierte en una forma de forjarse conjuntamente.
Las canciones inéditas, que relatan sus sentimientos y tragedias, son una manera de
exaltar la identidad que, aunque a veces parece nublada, les permite expresarse y reivindicarse
como pueblo. Así mismo, la educación formal, en otras áreas del conocimiento, y fuera de la
actividad con la tierra, surge de la importancia de tomar las riendas del futuro de sus veredas; es
lo que conduce, a varios de ellos, a luchar por sus derechos frente a una necesidad y una
amenaza que los mantiene unidos.
Defenderse en este contexto, demanda actividades que tal vez para otra persona, en otras
zonas de Bogotá, no estén fuera de lo común, pero que para estos habitantes constituyen el
corazón de la resistencia. Sus modos de vida han sido cambiados, no por voluntad propia; sus
derechos fundamentales y su calidad de vida son atentados. Por eso, la mejor forma de hacerle
frente a esta problemática no es luchar por más, sino por lo mínimo, lo básico, lo honorable y
digno para cualquier ser humano.
Ahora bien, es importante reconocer, que, aunque las costumbres en torno al manejo de
las basuras en la capital han mejorado, estas siguen siendo mediocres. En muchas familias
bogotanas, el lapso de las basuras termina cuando salen de la casa y son depositadas en el shut.
Hay un enorme desconocimiento, generalizado, sobre el viaje de las basuras hasta Doña Juana
y, por supuesto, de la situación que enfrentan los vecinos de la zona rural. La situación
contribuye a profundizar las desigualdades sociales: la comunidad aledaña al basurero La Juana
enfrenta pésimas condiciones de vida, para que nosotros, el resto de habitantes la ciudad, de
manera indolente e inconsciente, estemos bien, y tengamos una ciudad limpia, con condiciones
“favorables” para vivir.
Por último, como conclusión final, es importante reconocer que al presente trabajo de
grado le quedan aspectos que podrían verse complementados con otras investigaciones, en
distintas áreas del conocimiento además del enfoque periodístico. Urge que el reconocimiento
53
de las vivencias y dolencias, de la comunidad rural de El Mochuelo, impulsen la acción en ciertas
iniciativas ambientales y sociales para mejorar la calidad de vida de estas personas e
implementar en la ciudad, modos de consumo más consecuentes con esta problemática.
Las investigaciones de este tipo merecen una continuación para evaluar la situación de
muchos otros botaderos de basura en el país, que, como Doña Juana, presentan fallas
estructurales profundas y difíciles de corregir. Una mirada macro, sobre las basuras en
Colombia, sería un proyecto ambiental importante; seguramente contribuiría a contrarrestar el
enorme daño que causamos al planeta con nuestras formas de vida, obsesionadas por el
consumo, y con nuestra poca conciencia ambiental. Es hora de un cambio.
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