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11 resumen abstract carlos montes arévalo Magíster en Artes Pontificia Universidad Católica de Chile La presencia de una estética –e incluso, una ética- de lo marginal o lo periférico, instalada en diversos espacios sociales y en diferentes estratos socioeconómicos, da cuenta del profundo cambio que experimenta la sociedad chilena contemporánea, en donde la hibridación de lo local y lo global, su- mado a las mecánicas de una sociedad de consumo, resultan en un ciudadano que se construye de un modo desconocido, hasta ahora. El siguiente escrito formula una reflexión sobre este nuevo ethos que se inserta en las dinámicas sociales y de qué modo, altera o alcanza al resto de los actores presentes en el espacio urbano actual. palabras claves: ethos, periferia, flaite, urbanidad, sociedad, mass media. e presence of an aesthetic –and even an ethic– of the outlying, set in several social areas as well as socioeconomic stratum, gives an account of the deep change that the contemporary Chilean society feels, where the hybridization between local and global world, added to mechanics in a consumer society, result in a citizen that builds himself in an unknown way, up to now. e following text formulate a reflection on the new ethos is inserting in the social dynamic and in what way changes or reaches the rest of the present players in the current urban space. key words: ethos, outlying, flaite, politeness, society, mass media. Voces del rincón: acercamiento a la configuración de un nuevo ethos Voices from the corner: an approach to the creation of a new ethos Cátedra de Artes N° 6 (2009): 11-24 • ISSN 0718-2759 © Facultad de Artes • Pontificia Universidad Católica de Chile

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resumen

abstract

carlos montes arévaloMagíster en Artes

Pontifi cia Universidad Católica de Chile

La presencia de una estética –e incluso, una ética- de lo marginal o lo periférico, instalada en diversos espacios sociales y en diferentes estratos socioeconómicos, da cuenta del profundo cambio que experimenta la sociedad chilena contemporánea, en donde la hibridación de lo local y lo global, su-mado a las mecánicas de una sociedad de consumo, resultan en un ciudadano que se construye de un modo desconocido, hasta ahora. El siguiente escrito formula una refl exión sobre este nuevo ethos que se inserta en las dinámicas sociales y de qué modo, altera o alcanza al resto de los actores presentes en el espacio urbano actual.

palabras claves: ethos, periferia, fl aite, urbanidad, sociedad, mass media.

Th e presence of an aesthetic –and even an ethic– of the outlying, set in several social areas as well as socioeconomic stratum, gives an account of the deep change that the contemporary Chilean society feels, where the hybridization between local and global world, added to mechanics in a consumer society, result in a citizen that builds himself in an unknown way, up to now.Th e following text formulate a refl ection on the new ethos is inserting in the social dynamic and in what way changes or reaches the rest of the present players in the current urban space.

key words: ethos, outlying, fl aite, politeness, society, mass media.

Voces del rincón: acercamiento a la confi guraciónde un nuevo ethos

Voices from the corner: an approach to the creationof a new ethos

Cátedra de Artes N° 6 (2009): 11-24 • ISSN 0718-2759

© Facultad de Artes • Pontifi cia Universidad Católica de Chile

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Introducción

Vivir en el Chile del 2008 plantea diversos colores y señales que, en comparación con las escenas que conserva mi memoria de hace veinticinco años (vale señalar que me encumbro en los 31 años), el escenario actual se me hace más indefi nible, más difuso en el asunto de las convivencias y más complejo en el cotidiano acto de vivir.

Frente a lo anterior, podrían aparecer muchísimas voces que señalen y apunten a variables que no estoy considerando: el momento político que se vivía durante esos años –con un Pinochet instalado arteramente y a empeñones en el escaño presidencial, con un régimen especialmente oscuro y represivo y con una fresca imagen del crítico momento económico vivido años previos-; mi infancia vivida en Lota1, es decir en la periferia de la periferia, considerando a Santiago centro del universo chileno y, por lo mismo, realidad diferente a los ritmos y escenarios provincianos; y fi nalmente la dimensión de la realidad que se aprecia desde los ojos de niño, evidentemente, distinta a la doliente y concreta visión de un adulto.

Sin embargo, creo reconocer en los tiempos actuales un gesto, una im-pronta en la construcción societal. Nelly Richard (1994: 54) señala que «el paso de la política como antagonismo (la dramatización del confl icto regido por la mecánica del enfrentamiento dictatorial) a la política como transacción (la democracia de los acuerdos con su fórmula del pacto y su tecnicismo de la negociación) no podía sino traer paradojas y desconciertos». Y es esta dinámica de la transacción, de los mecanismos propios del negocio, que manifi esta una nueva disposición de todos los componentes de la sociedad. Uno de ellos se refi ere a los paradigmas del cómo ser y el cómo validarse en el imaginario social actual.

Durante el transcurrir de los años, la imagen respecto a lo que se tenía como ideal de hombre en la sociedades occidentales fue cambiando perma-nentemente: alguna vez lo fue el hombre profundamente religioso y de eterna devoción a Dios; en otros momentos lo fue el ser librepensador y afanoso en la búsqueda por el desarrollo absoluto de sus capacidades intelectuales y espirituales; otros tiempos presentaron al hombre intuitivo, apegado a las experiencias sensoriales, ajustado a la imagen del fl aneur, movedizo y sibarita. Lo que tal vez sea común a todos los momentos históricos anteriores es el hecho de que en ninguno de esos tiempos se confi guraba como un ideal humano la imagen del ser periférico (referido a la ausencia de normas cívicas de convivencia), del hombre con un actuar vulgar o lindando lo decadente, desprolijo en su hablar y con un inexistente afán por el saber formal. Es la

1 Comuna costera ubicada en la VIII Región del Bío Bío –a más de 500 kilómetros de Santiago de Chile-. Su historia refi ere, principalmente, a sus yacimientos car-boníferos, a sus importantes movimientos políticos y sindicales y a su alta tasa de cesantía, como consecuencia del cierre de las minas el año 1997.

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aparición de este nuevo ideario del cómo ser validado en la sociedad actual, lo que impulsa la realización de este trabajo de refl exión, intentando develar sus posibles orígenes y, sobre todo, registrando sus maneras de manifestarse en algunos espacios y momentos específi cos, en el escenario contemporáneo.

Mi experiencia como docente en el sistema educacional chileno en la actualidad, sumada a las imágenes vividas como estudiante de enseñanza media hace algunos años, se convierten en un punto privilegiado para apreciar los cambios e infl exiones que se presentan en los sujetos que, fi nalmente, serán los actores principales de la sociedad actual y la que está en ciernes: los jóvenes. En defi nitiva, son ellos el sujeto observado para la refl exión y los que a través de señales como su vestimenta, su lenguaje o la carga emocional con que construyen sus relaciones sociales, se presentan como el síntoma de este nuevo tiempo que acá observo, críticamente.

Vale aclarar que la manera de nominar a esta actitud de la cual refl exiono ha sido de tremenda difi cultad, puesto que en el juego de las rotulaciones, caer en sesgos o prejuicios es un riesgo permanente. Por eso, toda la terminología utilizada y que aluda a este objeto de estudio –popular, marginal, periférico, fl aite, vulgar–, contará con la explicación pertinente si la refl exión lo amerita. En caso contrario, entiéndase como la alusión a la denominación que hago de este nuevo espíritu que se activa en nuestra sociedad actual.

Por último, considero necesario explicitar el hecho de que el análisis lo manifi esto desde una posición crítica e inmersa en espacios en donde se pueden vislumbrar las actitudes descritas. Sin embargo, no es objetivo de este trabajo la valoración fundamental e ideológica de lo estudiado, sino por el contrario, plantear desde mi parcialidad –por el simple hecho de ser un individuo pensante, sensible y con voluntad– hechos que me inquietan y que me merecen toda la atención.

Imagen 1. El pati o de un colegio de Maipú. Lugar habitual de encuentros sociales y de construcción de identi dad de los jóvenes.

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Escena I: Cuando lo marginal se sienta en la fi la del medio

Mi actitud para enfrentar la clase ese día con los muchachos del Primero Medio A, abundaba en positividad y relajo. Generalmente los ritmos de vida de un profesor de enseñanza media trascienden el espacio escolar, por lo que la extensión del trabajo docente al ámbito del hogar es muy frecuente y se entenderá muchas veces incómoda. Sin embargo, la clase exige un activa performance, que además de involucrar la porción de contenidos y habilidades a desarrollar durante la sesión, exige establecer una fundamental conexión entre lo tratado en la clase y el complejo espacio íntimo del adolescente. El punto es que a esa clase, llegaba con un ánimo óptimo para iniciar la jornada. Todo lo anterior termina cuando frente a la retroalimentación de lo visto en la clase anterior, se le consulta a un estudiante acerca de un contenido visto y él, con exceso de arrogancia e indolencia, afi rma: «¡No hay mano, profe!2». El comentario se corona con risotadas durante algunos segundos. Luego, mi insistencia en rectifi car lo oído, la repetición del desdeñoso comentario, la irritación del profesor y la visita del estudiante a la Inspectoría del colegio.

Es en esa actitud pequeña, pero rebosante en desafío, que se empieza a develar con cierto detalle el fenómeno que pretendo presentar en este escrito. Ese espíritu que se aquilata y ronda en los habitantes, tanto de los centros como de las periferias, respecto al cómo ser en sociedad y que dista de alguna especie de ethos clásico o fundacional y se torna en un espasmo de lo que este momento histórico está haciendo de quienes lo vivencian.

Podríamos empezar diciendo que comentarios vertidos como en la escena planteada anteriormente, manifi estan un trazo rescatado de lugares de carác-ter callejero o popular situados en espacios que, históricamente, pretenden entregar nuevas competencias y opciones de comportamiento a jóvenes que se verán enfrentados a los rigores de la vida adulta. Sin embargo, la instalación del imaginario popular como mecanismo de validación social en nuestra época actual es un proceso que se delinea claramente, y que todavía no ter-mina de decantar. Como señala Jesús Martín-Barbero (2002):

La invocación al pueblo legitima el poder de la burguesía en la exacta medida en que esa invocación articula su exclusión de la cultura, esto es, la identifi cación de lo popular con lo inculto, entonces, lo popular se confi guraría, así, como la identidad refl eja de lo constituido, no por lo que es sino por lo que le falta (Martín-Barbero, 2002: 49).

Y a partir de esa conceptualización original de cómo se instala lo popular en las mecánicas sociales, con ese espíritu intrínseco de carencia, es que las

2 El comentario es de uso común en ambientes carcelarios o lumpenescos y, en este caso, signifi ca que el alumno no tiene intención de responder nada, que no existe voluntad por responder la pregunta del profesor.

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fi guraciones de lo marginal se empiezan a apropiar de los escenarios que le fueron negados durante mucho tiempo.

Acotando más este intento por fi gurar los espacios de lo marginal en los centros, creo pertinente aludir a una confi guración teórica que propone Walter Benjamín (citado por Martín-Barbero, 2002) acerca de lo popular en donde cruza la cultura de la taberna con la experiencia de la multitud. Gracias a lo anterior es posible construir una imagen sobre lo que intento evidenciar y que conjuga las variables periferia (y esa carencia casi ontológica) y masa (como escenario perfecto para desarrollarse, nutrirse y desprenderse en el resto), como los componentes imprescindibles para la expresión de este fenómeno actualmente.

Cuando el estudiante responde la pregunta del profesor de manera au-tomática, con un término carcelario y en un tono altivo, aun cuando está en una sala de clase3, empieza a construir de manera irrefrenable un modelo de comportamiento que se acomoda a esa realidad atenta y perceptiva –que es el aula de clases–, donde se están construyendo los gustos, los modos de operar y relacionarse con el distinto, con el similar. Eludir la responsabilidad de responder o estar atento a una clase, diluyendo aquel deber en una suerte de espectacularización de lo marginal en la que el joven valida su ignorancia acerca de lo preguntado resituando el desafío y planteándolo como un duelo de choros4, es una pista de cómo este espíritu de lo periférico se manifi esta como un acto válido de solucionar confl ictos, encarar responsabilidades o simplemente, ganar espacios dentro de la vitrina social doméstica.

Desplazando este asunto a la dimensión de los medios masivos de comu-nicación, existe una conexión clara, según John B. Th ompson, respecto a una nueva confi guración del yo en conexión con el profuso universo de lo mediá-tico, pues éste señala que la idea del sujeto contemporáneo concebido como un nuevo tipo de esquizofrénico -refl exión planteada por Jean Baudrillard-, abundante en confusiones por la exacerbación de la estimulación mediática, no es tan extrema ni demencial, sino que este enfrentamiento se gradúa confi riéndole al hombre de este tiempo un nuevo espacio de construcción de su identidad, ya no exclusivamente desde el escenario del contacto físico, sino desde la posibilidad de la no-presencialidad, sumando a la confi guración de su yo experiencias lejanas o distantes que, si son incorporadas de manera refl exiva por el sujeto, la naturaleza de éstas se transformarían e incorpora-

3 Colegio particular subvencionado –es decir, que pertenece a un sostenedor o fi gura particular y recibe, además, recursos del Estado– de la comuna de Maipú –Región Metropolitana-, de nivel socioeconómico medio bajo y que en sus resultados Simce –sistema de medición de la calidad de la educación– superan levemente el promedio nacional y comunal en Lenguaje y Comunicación y Matemática.

4 Choro es un termino popular, y la acepción que corresponde aquí es la de desa-fi ante, prepotente o altanero.

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rían al espectro íntimo de este individuo (Th ompson, 1998). Los medios de comunicación, por lo tanto, suministrarían estas experiencias a las personas, y la claridad o confusión de éstas al construir su ética o sus componentes identitarios dependerían de cómo fueron asimiladas o encaradas aquellas dosis experienciales. Quizás, en la domesticidad de un adolescente, la batería de imágenes, sonidos y conceptos que le son entregados por su cotidiano mediatizado son aprehendidas sin la refl exión necesaria, sin la calma que dan los años.

Ahora bien, si seguimos ahondando en el análisis de este caso, y nos detenemos en el develamiento que hace el muchacho frente a sus compa-ñeros, de su desconocimiento o falta de voluntad, a través del gesto violento de desafi ar la autoridad del profesor, pero no en términos de una rebeldía atendible –asumiendo la histórica polaridad educador vs. estudiante– o simplemente, por deshacerse del compromiso adquirido –sin su voluntad, claro está–, sino que manipulando el momento con códigos que pareciera, se hacen más comunes y menos ajenos a la construcción ética que desarrollan los jóvenes. Entonces, nos enfrentamos a una suerte de remozada capacidad de asombro, la que permite la entrada de este nuevo espíritu callejero en los espacios tradicionales de formación de individuos, enquistándose a los discursos, reformulando modos de aceptación entre pares y redefi niendo, incluso, los nortes que persiguen y movilizan a los adolescentes.

Frente a lo anterior, es necesario destacar que el tipo de respuestas, la actitud corporal, lingüística y performativa ante el acto comunicativo y el modo de encarar las relaciones con los sujetos responsables de ellos y con sus pares, poco o poco pareciera ir adoptando este tono marginal y combativo. Las realidades socioeconómicas, que tal vez en otros tiempos hubiesen sido una variable trascendental para afi rmar que en ciertos espacios no ocurre este fenómeno, permiten permear códigos y señales de modo transversal a una población tan fragmentada como tan integrada socialmente. Frente a lo anterior planteo el ejemplo de un colegio privado, ubicado en la comuna de Providencia, donde la mensualidad hasta el año 2007 era de unos $120.000, aproximadamente, versus los $20.000 que exige por concepto de cuota mensual el colegio de Maipú anteriormente aludido. Desde mi experiencia laboral en ambos colegios, y considerando diferencias importantes como el nivel educacional alcanzado por los padres y/o apoderados, los modos y formas de construir los espacios de convivencia parecieran estar atravesados por un mismo glosario, un mismo referente fundado en la calle, en Internet y en la televisión, en la comodidad de lo soez, en una imbricada combinación de adultez violenta con infantil fragilidad.

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Imagen 2. Rayado a un kiosco de diarios, cercano a un colegio de Maipú. La idea de perpetuarse, a través de un lenguaje marginal y, a veces, violento.

Imagen 3. Estudiantes de enseñanza media de un colegio de Maipú. Por acto natural, la pose adoptada ante la fotografí a automáti camente

recuerda a ademanes pandilleros o gangstas, extraídos de películaso videos del género.

Muestras de que en el imaginario social aparezcan rótulos como fl aite o chorizo, refi riéndose a las personas que detentan un estilo lumpenesco, un modo que roza lo delictivo y arrabalero –antiguamente conocidos como choros, pungas o cumas-, y que sin ser precisamente delincuentes adopten el gesto explican que ese modo dejó de generar esa sensación de alteridad radical que alguna vez hubo. Incluso, que en este panorama aparezcan los

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cuicos picaos a fl aites, personas propias de un nivel socioeconómico alto que asimilan e incorporan la batería de gestos, expresiones, indumentarias y actitudes características de la marginalidad como un modo de validación o como una suerte de estilo, es síntoma de que el fenómeno en refl exión no es exclusivo de ciertos estratos o grupos de personas.

La pregunta, entonces, es ¿cómo se explica esta transformación en el um-bral de tolerancia de los individuos en la actualidad, que validan la instalación de este espíritu –otrora condenado y circunscrito a la cárcel, la periferia o el ghetto- dentro de un espacio social estándar, normado y que además sea validado por sus participantes?

Guillermo Sunkel (2005) señala que los medios de comunicación no se presentan como simples veedores de la situación actual latinoamericana, sino que constituyen actores de importancia que mediatizan los confl ictos y las violencias. Entonces, ya empezamos a confi gurar esta nueva señalética procedimental, en que a través de la construcción que establecen los medios, los individuos comienzan a saborear los escenarios que antes le eran nega-dos o que sencillamente ignoraban. Es importante señalar que, además, los medios han sido los encargados de confi gurar las potentes marcas del joven popular en la actualidad. La antropóloga mexicana, Rossana Reguillo, señala al respecto:

Así, ser joven equivale a ser peligroso, drogadicto o marihuanero y violento.

Se recurre también a la descripción de ciertos rasgos raciales o de apa-riencia: «dos peligrosos sujetos jóvenes de aspecto cholo», «el asaltante con el cabello largo y aspecto indígena». Entonces, ser un joven de los barrios periféricos o de los sectores marginales es ser violento, vago, ladrón, drogadicto, malviviente y asesino (Sunkel, 2005: 41).

Enfrentados a esta confi guración mediática que se percibe en la sociedad actual, llegamos al siguiente hito en la refl exión que presenta una doble faz: la compleja naturaleza de este espíritu marginal que se alza mediáticamente como El rostro de los problemas sociales actuales, pero su profunda y con-tundente arremetida en el imaginario social doméstico como una manera razonable y validada de comunicarse, comportarse, convivir y conectarse con los intereses individuales y los de los demás sujetos.

ESCENA II: CUANDO LO MARGINAL GANA EN RATING

Entre telenovela y telenovela, en el horario de la tarde, durante el momento de la franja publicitaria aparece la siguiente producción: un perro, con un reconocible aspecto a quiltro5, es el encargado de publicitar la imagen de una

5 Palabra proveniente del mapudungún, que se utiliza para nombrar a los perros callejeros o que carecen de pedigree .

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distribuidora de gas licuado. Con un jingle, construido sobre la base musi-cal de la popular cumbia Saca la mano, Antonio, y un estribillo memorable –cámbiate al amarillo, el amarillo está cerquita-, este perro interpreta esta can-ción con un marcado tono fi estero y una pronunciación propia del registro de habla popular. El discurso apoyado en términos como Puro calors u ¡Oh, my Gars! (sic), es emitido por este animal con un espíritu de cercanía, que involucra a todos los consumidores de este servicio, indistintamente quien sea el responsable de adquirirlo. El personaje en este spot –que es sólo parte de una campaña de radio, televisión y prensa y que lleva dos años aproxima-damente- asegura que a pesar del racionamiento energético, la empresa de gas puede aprovisionarnos de este servicio por mucho tiempo.

Imagen 4. Campaña publicitaria de la distribuidora de gas. El perro, de aspecto claramente callejero, es protagonista de todos los avisos

de la campaña, como señal de transversalización de lo populara gran parte de la sociedad.

La imagen a reproducir no acaba en esto, ya que, tras el avance en un par de horas, la parrilla programática de la televisión abierta nacional presenta un programa, autodenominado espacio familiar de entretención, que dentro de sus dinámicas presenta concursos de trivia y de otras categorías –entiéndase reventar globos entre dos sujetos o identifi car, con ojos vendados, algún objeto o ser vivo (desde ranas hasta alacranes)-. Todo lo anterior se corona con bailes de moda –sobre todo reggaetón, pieza fundamental para efectos de mi refl exión-, a cargo de modelos de ambos sexos, quienes con vestimentas muy sugerentes y escasas performan intensas y provocadoras coreografías, cargadas de sexualidad y erotismo.

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Imagen 5. Programa juvenil de la tarde de un canal de la televisión abierta.El uso del cuerpo como recurso para captar público y como medio

de entretención familiar.

Frente a los momentos reproducidos anteriormente se reconocen dos hitos en un mismo camino. El primero, que refi ere a la introducción amable y cercana de todo el imaginario popular y que, como ya se ha señalado, ha ido ocupando un lugar importante dentro de las mecánicas sociales. Tal vez, un modo general de justifi car esta nueva entrada de lo popular en las dimensiones más tradicionales de la sociedad, podríamos remitirla a que tras la sensación de fragmentación y desamparo que se alza en este periodo histórico –es mentado aquél clima de inseguridad que inunda a la población latinoamericana actual-, el hombre busca nuevos horizontes y expectativas. Marshall Berman (1995), respondiendo a Perry Anderson, señala que:

Cuando las personas nos encontramos frente a la desaparición de ho-rizontes conocidos, abrimos nuevos horizontes. Cuando perdemos la ilusión en ciertas de nuestras esperanzas, descubrimos o creamos nuevas visiones que inspiran nuevas esperanzas. Es así como nuestra especie ha sobrevivido a tanta tristeza y ruindad a lo largo de los tiempos. Si la hu-manidad hubiera aceptado desahucios a priori de la historia, hace tiempo que nuestra historia se habría acabado (Berman, 1995: 115).

Es en este asumir la fragilidad propia, en la imposibilidad de la tras-cendencia absoluta y la fi nitud de nuestra naturaleza, y más todavía en el escenario contemporáneo que los individuos buscan modos de reinvención, de reestructuración de sus idearios, y tal vez,por esa razón, sumado a la fun-damental cuota que agregan los mass media, es que este abanico de guiños

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capturados de lo popular empiezan a integrarse a los modelos ofi ciales del cómo ser.

Por lo mismo se sugiere este primer momento en la segunda escena, en que una empresa distribuidora de gas se vale de un concepto que se instala y que se asimila de modo mucho más natural y masivo en este tiempo, como lo es el concepto de lo popular. Hasta ese momento, el fl ujo de integración de estas características a la ofi cialidad está mediado por los medios de co-municación y por un número importante de personas que se adscribe a esta especie de estética. El concepto de guachaca6, sin ir más lejos, es muestra clara de cómo, progresivamente, retazos del imaginario callejero se van integrando a los discursos concebidos en los centros. Eso sí, estas pistas populares son, hasta ese punto, selectivas, pasteurizadas por el tratamiento mediático, donde el quiltro del comercial, con su tono simpático y tan cercano al ciudadano común, articula un mensaje que integra y construye un área cercana a este ciudadano, invitándolo, haciéndolo protagonista. Lo mismo con la idea de lo guachaca, en donde no aparece el alcoholismo sino el borrachito simpático o en que el consumir lo típicamente popular sólo se concibe como un acto performático, como un movimiento pensado como un estilo y no como un hacer propio, original.

Hasta este punto, la explicación del cómo ingresa y se ofi cializa este imaginario en los diferentes espacios societales, explica ese primer momento de la segunda escena sugerida. Ahora bien, al focalizar la mirada en el trazo fi nal de la escena en cuestión, la higienización de los elementos propios de este grupo es menor, porque el fi n aparente –específi camente de los medios de comunicación- es provocar y fracturar esta suerte de ethos en construcción permanente. Señalaba que el reggaetón, como puntal de este nuevo modelo social, se presentaba no sólo como un estilo musical, sino como un para-digma estético y de comportamiento. Desde las vestimentas, constituidas por prendas anchas que sean de alguna marca de moda, muchos accesorios, estos últimos conocidos como bling bling (que en rigor son muchos colgantes y joyas de oro, principalmente)7 , hasta la profusa imaginería del machismo como vía de conducción de las relaciones sociales –especialmente, las que se establecen entre géneros-, hacen de la aparición de este nuevo nicho un fenómeno sumamente complejo de abordar debido a su marcada naturaleza sincrética. La integración natural que se provoca entre el mundo importado –y reacondicionado- del reggaetón en los paisajes nacionales y el importante grupo de personas que vive esta dimensión de lo popular –de modo inherente o por cuestión de actitud-, genera en este espíritu, al que me he referido a lo largo de este texto, una especie de acoplamiento perfecto con algunos modos y elementos particulares de su esfera axiológica:

6 Sinónimo de popular, con un marcado tono bonachón.7 Todas las características mencionadas son heredadas de la estética Hip Hop.

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La provocación como una mecánica permanente de validación, sobre • todo, con gestos arteros o simplemente invasivos. El modo de operar a través de esta nueva coordenada se ajusta a guiños que contiene el imaginario reggaetonero, es decir, el gesto violento como camino para la obtención de logros, la fi gura femenina como objeto y cómo ser en pos del constructo masculino, por nombrar algunas características.

La validación del dinero como única manera de alcanzar poder, es-• tatus y validación social. Esto se completa, además, con la idea de la obtención del dinero fácil, donde se minimiza el histórico valor del trabajo como único y elevado camino para el desarrollo del hombre. Cuando Savater (2002) afi rma que el dinero sería uno de los pocos elementos –junto a los derechos humanos- que tiene un alcance universal, ya que éste es la función social por excelencia; además de que el dinero es lo único que no vale, salvo cuando se está con los demás, simplemente está dando la nota justa respecto a cuál es la actual confi guración del poder adquisitivo y cómo este espíritu marginal lo asume y lo convierte en pulsión permanente.

El teórico Zhongshu Tan afi rma que la sociedad actual funda sus • principios en el valor del cambio y el mercado, y además le otorga a la mercancía una importancia trascendental, incluso, con la corrosión sufi ciente como para transformar la moral o la estética de algún sujeto (Tan, 1987). De ahí se explica que el consumo de bienes y servicios haya aumentado en Chile de manera transversal a todas las capas sociales, y que el objeto de consumo –recordar que hace algún tiempo se desató una locura en las grandes casas comerciales por la obtención de un teléfono móvil de última generación- sea una ideal permanente en el individuo de esta época.

Se confi gura, además, un nuevo corolario extensivo a todo orden de • cosas, ya que en la eliminación de conceptos como la responsabilidad, el desarrollo de las capacidades del ser como medio de supervivencia y como desarrollo íntimo del hombre o en la imagen del costo de la vida, se implanta una suerte de modus operandi, en que el individuo que adopta esta actitud se manifi esta a través de la abulia, lo impasible y la apreciación de la realidad como un desafío menor o simple.

Cuando se sugiere que lo marginal sube el rating, se intenta, entonces, condensar en una idea la sensación que provoca la irrupción de este imagi-nario en los distintos lugares del universo cotidiano y cómo esta corriente de acción y de captación de la realidad va delineándose de manera más clara y

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más cercana para muchos sujetos que viven y protagonizan las dimensiones del escenario nacional actual.

Conclusión

Embarcarse en un análisis de sólo una pequeña fracción de la cultura dentro del escenario actual, ya contiene bastante de riesgo y de avezado. Desde la difi cultad de defi nir y circunscribirse a un momento histórico en la actualidad, hasta hacer líneas de investigación sin que, frente al importante universo de autores y teóricos, el objeto de estudio se desmarque y fi nalmente no sea abordado de manera sensata. Reconozco en mi experiencia personal durante la investigación, momentos en que el concepto a investigar se transmutaba o sencillamente me resultaba inapreciable para ponerlo en el escenario de la observación crítica. Los caminos para llegar a su entendimiento y con-fi guración, también fueron momentos de tensión y confl icto. Sin embargo, reconozco en el ejercicio de la refl exión un espacio de infl exión en el que me permitía el juego más experimental, donde procurando mantener ciertas distancias –evitar, principalmente, caer en movimientos prejuiciosos o sec-tarios-, podía revelar mi visión crítica y empírica de lo estudiado y formular, aunque sea, un microscópico nicho de refl exión y crítica.

Ahora bien, la teorización acerca de nuevas formas de validación o de este nuevo espíritu que se yergue en distintos lugares del imaginario social actual, exige muchísimo más tiempo y trabajo, hecho que en el contexto original de este trabajo –el curso Identidad Cultural en Chile y América Latina, del programa de Magíster en Artes- no alcanza a ser abordado como se quisiera. Desde el instante en que se inscribe como un trabajo ensayístico, el juego refl exivo es quizá mucho más seductor, puesto que, en el caso de este traba-jo, la confi guración de escenas como sitios de trabajo y observación posibilita una apreciación, tal vez más transparente y original porque de momento en que se siguen algunas huellas –escogidas porque en mi interioridad me signifi caron y se me alzaron como manifestaciones dignas de ser pensadas- es porque la naturaleza de éstas tiene la determinación del instinto o de la parcialidad crítica.

Las nuevas coordenadas que se establecen como lugares del sentido común, sobre todo en la visión de los jóvenes chilenos, hacen inferir distintas causales de este nuevo escenario: una nueva confi guración del concepto de familia y todo lo que ello implica; la relación íntima y permanente que tienen los sujetos –especialmente, los adolescentes- con el colosal escenario que sig-nifi ca Internet y su inacabables fl ujos de información; el rol que le ha sido otorgado al grupo etáreo joven de la sociedad, convirtiéndolo en un nicho que consume, decide, transforma y que es considerado como un sujeto activo dentro de esta sociedad de mercado.

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Carlos Montes Arévalo

Aunque este trabajo se plantea, sencillamente, como un gesto que indica un fenómeno que se aparece y confi gura en distintas áreas de la convivencia social, es necesario decir que aquellas voces del rincón, que aquellos retazos de los escenarios periféricos y que por mucho tiempo quedaron recluidos por no estar contenidos dentro de los discursos y momentos ofi ciales, vienen a instalarse y vienen a quedarse y, con encono o no, llegaron para hacerse escuchar por aquellos oídos que alguna vez –probablemente- se hicieron los sordos.

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