228

Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin
Page 2: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Cuando Jesús de Nazaret agonizaba en lacruz, el volcryn pasó al año luz de sumuerte, se dirigía al espacio. Cuando lasGuerras de Fuego aparecieron sobre laTierra, el volcryn navegó junto al viejoPoseidón sobre mares vírgenes sinnombre. Cuando los viajes sideraleshubieran transformado a las nacionesFederales de la Tierra en ImperioFederal, el volcryn se había movido hacialos Bordes del Espacio Hrangan.

Los hrangans nunca lo supieron. Comonosotros, eran criaturas de mundos menosbrillantes y circulares alrededor de susesparcidos soles, con poco interés y

Page 3: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

escaso conocimiento de las cosas que semovían entre sus golfos.

Page 4: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

George R. R. MartinVoladores nocturnos

ePUB v1.0Halfinito 12.04.12

Page 5: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin
Page 6: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Título del original inglés: NigthflyersAño de publicación: 1985.Tema: Ciencia ficción, relato.

Page 7: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Voladores nocturnos

Cuando Jesús de Nazaret agonizaba en lacruz, el volcryn pasó al año luz de sumuerte, se dirigía al espacio. Cuando lasGuerras de Fuego aparecieron sobre laTierra, el volcryn navegó junto al viejoPoseidón sobre mares vírgenes sinnombre. Cuando los viajes sideraleshubieran transformado a las nacionesFederales de la Tierra en ImperioFederal, el volcryn se había movido hacialos Bordes del Espacio Hrangan. Loshrangans nunca lo supieron. Comonosotros, eran criaturas de mundos menosbrillantes y circulares alrededor de sus

Page 8: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

esparcidos soles, con poco interés yescaso conocimiento de las cosas que semovían entre sus golfos.

La guerra flameó durante mil años y elvolcryn la atravesó. Oculto e intacto,seguro en un lugar en donde el fuegojamás llegaría. Después, el ImperioFederal fue despedazado y nulificado, ylos hrangans desaparecieron en laobscuridad del Colapso, la mismaobscuridad enfrentada por el volcryn.

Cuando Kleronomas sacó su navefuera de Avalón, el volcryn llegó durantesus primeros diez años luz. Kleronomasencontró muchas cosas, pero no elvolcryn. Ni entonces, ni a su regreso aAvalón, mucho tiempo después.

Page 9: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Cuando yo tenía tres años,Kleronomas era polvo, distante y muertocomo Jesús de Nazaret y el volcryn pasócerca de Daronne. Aquella temporadatodos los sensililes de Crey se tornaronraros y sólo se sentaban a contemplar lasestrellas con ojos parpadeantes yluminosos.

Cuando fui adulto, el volcryn habíanavegado más allá de Tara, lejos delalcance hasta de Crey, hacia el espacio.

Y ahora estoy viejo y el volcrynpronto taladrará el Velo de Temptercolgante como negra bruma entre lasestrellas. Y nosotros seguimos, seguimos.A través de los golfos obscuros dondenadie ya, a través del vacío y del silencio

Page 10: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

que sigue y sigue, mi Volador Nocturno yyo seguimos la persecución.

Desde la hora en que el VoladorNocturno entró a la ruta sideral, RoydEris observaba a sus pasajeros.

Nueve de ellos habían abordado enlos muelles orbitales más arriba deAvalón; cinco mujeres y cuatro hombres,cada uno escolares académicos, conantecedentes tan diversos como susrespectivos campos de estudios. Sinembargo, para Royd, parecían iguales, sevestían iguales, hasta se oían iguales. EnAvalón, el más cosmopolita de losmundos, habían llegado a ser como unosolo en su búsqueda de conocimientos.

E l Volador Nocturno era una nave

Page 11: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

comercial, no de lujo. Ofrecía una cabinadoble y otra sencilla del tamaño de unclóset. Los demás académicos dormían enespecie de hamacas en loscompartimentos de carga, junto a losinstrumentos y a los sistemas decomputación de abordo. Cuando ociaban,podían recorrer dos pequeños pasillos,biblioteca, cocina; el otro caracoleabahacia los compartimentos de carga.Últimamente no importaba en dondeestuvieran. Incluso en los sanitarios, Roydtenía ojos y oídos.

Royd vigilaba siempre todo.Conceptos como el derecho de

privacidad no figuraban en su diccionario,no así en el de sus pasajeros, si éstos

Page 12: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

supieran de sus actividades, más él seaseguró de mantenerlos en su ignorancia.

Los compartimentos de Royd, tresespaciosas cámaras más adelante delcuarto de esparcimiento de los pasajeros,estaban sellados y herméticamentecerrados; nunca salía de ahí. Para susacompañantes, él era tan sólo una voz sincuerpo sobre los altavoces, la cualhablaba largamente como espectroholográfico a la hora de comer. Sufantasma era un joven flexible de ojospálidos y cabello blanco, vestido en ropasapasteladas, moda de hacía 20 años y conel desconcertante hábito de no mirar a losojos de sus interlocutores, pero despuésde algunos días los académicos se

Page 13: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

acostumbraban a ello. El hológrafocaminaba tan sólo por la estancia,siempre.

Pero Royd en secreto ysilenciosamente, vivía en todas partes yconocía los pequeños secretos de todos.

La cibernética prefería hablar con suscomputadoras que con los humanos.

El xenobiólogo era confiable,argumentador y un bebedor solitario.

El físico era un hipocondriaco dado alas depresiones negras, el cual empeoróen los confines del Volador Nocturno.

Royd los observaba trabajar, comer,dormir y copular; escuchaba sin cansarsesus diálogos. En una semana, ninguno delos nueve le parecían ser los mismos.

Page 14: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Cada uno era extraño y único.Luego de dos semanas de viaje, dos

de los pasajeros llegaron a ocupar más suatención. El no omitía a ninguno, losobservaba a todos, pero ahora enfocabaespecialmente su interés hacia KarolyD'Branin y Melantha Jhirl.

—Más que otra cosa, deseo saber elporqué de todos ellos —le dijo KarolyD'Branin una falsa noche dos semanasdespués de haber dejado Avalón. Elhomínico fantasma de Royd se sentó juntoa Karoly D'Branin en la obscura estancia,y observándolo beber chocolate agri-dulce. Todos los demás dormían. Los díasy las noches pierden sentido en una naveinterestelar, pero el Volador Nocturno

Page 15: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

mantenía sus ciclos usuales, y la mayoríade los pasajeros lo seguían. Sólo KarolyD'Branin, administrador gerencialmantenía su propio y solitario tiempo.

—El sí condicional de ellos esimportante, Karoly —replicó Royd. Suvoz se escuchaba con claridad en losaltoparlantes empotrados en los muros—.¿Está seguro de la existencia de estosextraños?

—Puedo asegurarlo —replicó KarolyD'Branin—, eso es suficiente. Si todos losdemás estuviesen convencidoshubiéramos venido en platillos deinvestigación y no en Volador Nocturno—tomaba su chocolate con un suspiro desatisfacción—. ¿Conoces el Nor-Talush,

Page 16: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Royd?El nombre le era desconocido, pero

tan sólo le tomó un momento consultar consu biblioteca computadora —unaextranjera en el otro lado del espaciohumano, más allá de los mundos Findü yel Damush. Posible leyenda.

Karoly D'Branin exteriorizó una risita.—Tu biblioteca es o bsoleta. Debesactualizarla cuando regreses a Avalón. Noson leyendas, no, son realidades a pesarde su lejanía. Poseemos ciertainformación acerca del Nor-Talush, yestamos convencidos de su existencia,aunque ni tú ni yo, lleguemos a conocer aalguno. Fueron el principio de todo.

—Alimentaba cierta información

Page 17: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

dentro de las computadoras, un paqueterecientemente llegado de Dam Tullian,después de 20 años de transitar. Ciertaparte era referente al folklore de Nor-Talush. Yo no tenía idea cuanto tiempo sellevaría llevar todo eso a Dam Tullian, nipor cuál ruta, pero era un materialfascinante. ¿Sabías que en primer gradofue xenomitología?

—No lo sabía —dijo Royd—,continúa por favor.

—La historia de volcryn descansabaentre los mitos de Nor-Talush. Measombró; una raza de Sentiensmoviéndose hacia el misterioso origen enla corteza de la galaxia, para navegarhacia los bordes galácticos, mientras

Page 18: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

mantenía el cuerpo siempre hacia lasprofundidades siderales y no hacia lascaídas planetarias, rara vez ocurridasdentro del primer año luz de una estrella.¡Y hacer todo aquello sin una ruta sideraly en naves en movimiento mínimocomparado con la velocidad de la luz!¡Ese detalle me obsesiona! ¡Piensan quétan antiguas serán esas naves!

—Viejas —concordó Royd—,Karoly, tú dijiste naves. ¿Hay más de una?

—Por supuesto —dijo D'Branin— deacuerdo al Nor-Talush, primeroaparecieron una o dos, en las orillas másinternas de su esfera comercial, perodespués aparecieron más. Cientos deellas, solitarias, con movimiento propio,

Page 19: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

siempre hacia el espacio. La dirección erala misma. Durante quince mil añosrecorrieron las estrellas del Nor-Talush ycomenzaron a alejarse. La leyenda diceque la última nave volcryn desaparecióhace tres mil años.

—18.000 años —dijo Royd—. ¿Sontus Nor-Talush tan antiguos?

D'Branin sonrió. —Uno tanto comolos viajeros interestelares. De acuerdo asus propias historias, el Nor-Talush hasido civilizado sólo la mitad de esetiempo. Eso me detuvo por un buen rato.E l volcryn me parecía sólo una claraleyenda. Una maravillosa y verdaderaleyenda, nada más.

—Últimamente, sin embargo, no podía

Page 20: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

dejar de pensar en ello. En mis tiemposlibres investigaba, comparaba con otrascosmologías extrañas para ver si esteparticular mito era afín con la de otrasrazas fuera del Nor-Talush. Pensé en laposibilidad de escribir una tesis. Fue unainvestigación fructífera.

—Mis descubrimientos me azoraron.Nada de los hrangans, o de sus clasesesclavas, pero tenía sentido. Seencontraban fuera del espació humano, elvolcryn no podría haberlos alcanzado,sino hasta después de haber pasado através de nuestra propia esfera. Sinembargo, la historia del volcryn seencontraba por doquier. Los Findü latenían. Los Damoosh la aceptaban como

Page 21: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

verdadera y los Damoosh como ustedsabe, son la raza más antigua enexistencia, y una historia muy similar secuenta entre los gethsoids del Aath. Hiceun chequeo de lo poco que se sabe encuanto a un futuro crecimiento de la raza,aún más allá de Nor-Talush. Tambiéntenían la historia de volcryn.

—La leyenda de las leyendas —surgirió Royd—. La ancha boca delespectro se tornó en una sonrisa.

—Exacto, exacto —acordó D'Branin—. En ese punto llamé a los expertos,especialistas del Instituto para el Estudiode la Inteligencia no-humana.Investigamos por dos años. Todo estabaahí, en los archivos y bibliotecas de la

Page 22: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Academia. Nadie antes había indagadosobre el asunto.

—El volcryn ha estado en movimientoa través de la mayor parte de la historiahumana, desde antes del despertar de losvuelos espaciales. Mientras nosotrostorcemos el material del espacio mismopara burlar la relatividad, ellos hanestado conduciendo sus inmensas naves através del corazón de nuestra discutidacivilización, más allá de nuestros máspopulosos mundos, a velocidadesmajestuosas y moderadas de la subluz, enpos del borde y la obscuridad entre lasgalaxias. ¡Maravilloso, Royd,maravilloso!

—¡Maravilloso! —asintió Royd.

Page 23: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Karoly D'Branin bajó su tazón dechocolate y se inclinó hacia adelante enbusca de la proyección de Royd, pero sumano atravesó un haz de luz cuando tratóde aferrarse del antebrazo de sucompañero. Pareció desconcertado unosinstantes, antes de comenzar a reírse de símismo. —Ah, como mi volcryn . Mesobre entusiasmas, Royd. Estoy tan cercaahora. Han girado en mi mente por más deuna década, y en menos de un mes lostendré. Entonces, entonces, si tan sólopudiera entablar comunicación. Si tansólo mi gente pudiera alcanzarlos,entonces sabré por fin el porqué.

El fantasma de Royd Eris, amo delVolador Nocturno , le sonrió y lo miró

Page 24: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

con sus calmados y perdidos ojos.Los pasajeros se inquietan pronto

cuando van en una nave en movimiento,sobre todo en una tan pequeña y rala comoésta. Durante la segunda semana, lasespeculaciones nacieron. Royd escuchaba.

—¿Quién es este Royd Eris enrealidad? —se quejaba el xenobiólogouna noche cuando cuatro de ellos jugabancartas—. ¿Por qué nunca sale? ¿Cuál es elpropósito de su encierro?

—Pregúntaselo a él —sugirió ellingüista. Nadie lo hizo.

Cuando no platicaba con KarolyD'Branin, Royd observaba a MelanthaJhirl. Ella estaba bastante observable,joven, saludable, activa, Melantha Jhirl

Page 25: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

tenía una vibración a su alrededor,intocable para los demás. Era grande entodos sentidos; su cabeza superaba a la decualquier otro a bordo, en cuanto atamaño; de constitución amplia, defrondoso busto, largas piernas, fuerte,sólida bajo aquella piel negra y brillantecomo el carbón. Sus apetitos eran iguales.Comía el doble que cualquiera de suscolegas. Bebía pesadamente y al parecerno se embriagaba, hacía ejerciciosdurante cuatro horas diarias con ayuda delequipo traído por ella y colocado en unosde los compartimentos de carga. Hacia latercera ya había copulado con los cuatrohombres a bordo y con dos mujeres.Incluso en la cama era activa, agotaba a

Page 26: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

todos sus compañeros. Royd la observabacon sumo interés.

—Soy una modelo superada —le dijouna vez mientras trabajaba sobre lasbarras paralelas, el sudor resplandecíasobre su piel desnuda, con el cabellorecogido con una malla.

—¿Mejorada? —no pudo mandar sufantasma holográfico hacia aquel lugarpero Melantha lo había llamado con elcomunicador mientras ejercitaba, sinsaber que de todos modos él hubieraestado allí.

Hizo una pausa en su rutina, y empezóa levantarse apoyada en sus fuertesbrazos, una y otra vez. —Alterada,capitán —dijo. Le había dado por

Page 27: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

llamarlo así— nací en Prometeus entre laÉlite hija de dos hechiceros genéticos.Superada, capitán. Requiero el doble dela energía utilizada por usted pero laconsumo toda. Un metabolismo máseficiente, un cuerpo más fuerte y durable.Mi gente ha cometido terribles errores ensu intento por rediseñar radicalmente alos menores, pero en las pequeñasmejoras actúan bien.

Terminó sus ejercicios conmovimientos rápidos y fáciles, silenciosahasta que hubo terminado. Entonces,empezó a respirar profundamente, cruzólos brazos, ladeó la cabeza y sonrió. —Ahora conoce la historia de mi vida,capitán, no sé si desea escuchar la parte

Page 28: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

acerca de mi defección a Avalón, miextraordinaria labor en la antropologíano-humana, y mi tumultuosa y apasionadavida amorosa.

—Quizás en otra ocasión —dijo Roydcortésmente.

—Bueno —Melantha Jhirl contestó.Arrebató una toalla y comenzó a secarseel sudor del cuerpo—, me gustaríaescuchar la historia de su vida. Entre mismodestos atributos poseo una curiosidadinsaciable. ¿Quién es usted en realidad,capitán?

—Alguien tan perfecto como usted —replicó Royd— debería de estar encondiciones para adivinarlo.

Melantha rió, y arrojó la toalla contra

Page 29: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el aparato comunicador.Para aquel entonces todos trataban de

adivinar cuando Royd no los escuchaba.Les encantaban los rumores.

—Nos habla, pero no podemos verlo—dijo el cibernético— esta nave no tienetripulación, aparentemente todo esautomático a excepción de él. ¿Por qué nolo es del todo?

—Apostaría que Royd Eris es tan sóloun sofisticado sistema de computación, talvez una inteligencia Artificial. Incluso unprograma modesto puede sobre llevar unaconversación ciega sin que se distinga deun humano.

El telépata era algo frágil y joven,nervioso, sensitivo, de cabello lacio y

Page 30: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ojos azules y acuosos. Vio a KarolyD'Branin en su cabina, y ambossostuvieron una conversación privada. —Lo siento —dijo con cierta excitación—algo anda mal, Karoly, muy mal.Comienzo a tener miedo.

D'Branin se quedó perplejo. —¿Tú,asustado? No lo entiendo, amigo mío.¿Miedo de qué?

El joven meneó la cabeza. —No lo sé,sin embargo está allí, lo siento. Karoly,me estoy dando cuenta de algo. Tú sabesque soy competente, lo soy, por eso meescogiste. Primera clase, probado, yrepito que tengo miedo. Siento el temor.Algo peligroso existe. Algo volátil… yextraño.

Page 31: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Mi volcryn ? —dijo D'Branin.—No, no, imposible, estamos en

marcha, ellos se encuentran a años luz dedistancias. —La risa del telépata era dedesesperación—. Mi capacidad no llega atanto, Karoly, ha escuchado de Grey, perotan sólo soy un humano. No, esto escercano. A bordo.

—¿Uno de nosotros?—Tal vez —dijo el telépata—, aún lo

ignoro.D'Branin puso paternalmente su mano

sobre el hombro del joven. —Teagradezco que hayas recurrido a mí, perono puedo actuar, si no tienes algo másdefinido. Tu presentimiento puedeachacarse a tu cansancio. Todos hemos

Page 32: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

estado bajo una gran tensión. Lainactividad puede ser abrumadora.

—Esto es real —insistió el telépata ysalió de allí en paz.

Después D'Branin acudió hacia lapsíquica, quien descansaba en su camastrorodeada de medicinas, aquejada dedolores. —Es interesante —dijo cuandooyó el relato de D'Branin—. Yo tambiénhe sentido algo, una especie de amenazamuy vaga, difusa. Creí que era cosa mía,este encierro, esta aburrición, el cómo mesiento. Mis estados de ánimo a veces metraicionan. ¿Dijo él algo más específ ico?

—No.—Me esforzaré e investigaré, lo

analizaré a él y a los otros, tal vez logre

Page 33: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

algo. Sin embargo, si esto es real, él debesaberlo primero. El es un uno y yosolamente soy un tres.

D'Branin asintió. Más tarde, mientrasel resto dormía, se preparó un chocolate yplaticó con Royd a través de la falsanoche. Nunca le mencionó al telépata.

—¿Han notado las vestimentas delhológrafo? —El xenobiólogo lescomentaba a los demás— estuvieron demoda hace una década cuando menos. Nocreo que realmente se vea así. ¿Qué tal siestá deforme o enfermo o avergonzado yno desea ser visto tal y como es? Tal vezpadezca alguna enfermedad. La Plaga

Page 34: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Lenta puede actuar terriblemente sobreuna persona, y le toma décadas enmatarla, además de otros contagios; lanueva lepra, la Enfermedad Langamen.Tal vez Royd se haya impuesto unacuarentena. Piénsenlo.

Durante la quinta semana de viaje,Melanita Jhirl movió su peón a la sextacasilla, Royd comprendió la jugada y sesupo vencido. Era su octava y consecutivaderrota frente a ella. Melantha seencontraba sentada con las piernascruzadas sobre el piso del salón de estar,el ajedrecista se encontraba frente a ellasobre una pantalla, en un recibidorobscuro. Reía mientras movía las figuras.—No te sientas mal Royd, soy una modelo

Page 35: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

superada. Siempre tres movimientosadelante.

—Yo debería empatar, según micomputadora —le contestó—, nunca sesabe. —Su fantasma holográfico sematerializó de pronto, parado frente aella, sonriente.

—Lo sabría en tres jugadas —dijoMelantha Jhirl—, inténtalo. —Se adelantóy atravesó su proyección rumbo a lacocina, en donde encontró cerveza—.¿Cuándo va a rendirse y me permitirávisitarlo, capitán, tras su muro? —lepreguntó por el intercomunicador. Senegaba a tratar al fantasma como algo real—. ¿No se siente solitario ahí?¿Sexualmente frustrado? ¿Con

Page 36: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

claustrofobia?—He vivido en el Volador Nocturno

toda mi vida, Melantha —dijo Royd. Suproyección ignorada, se apagó—. Si yopadeciese claustrofobia, frustraciónsexual o soledad, me hubiera resultadoimposible lograrlo. Esto debe ser obviopara ti, una modelo superada.

Bebió un sorbo de cerveza y sonriómelosamente. Aún descubriré su velo,capitán —le advirtió.

—Magnífico —le dijo él—, mientrastanto cuéntame más mentiras acerca de tuvida.

—¿Han escuchado hablar de Júpiter?—La xenotécnica le preguntó a los demás.Estaba ebria, acurrucada en su camastro

Page 37: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

en el compartimento de carga.—Tiene algo en común con la Tierra

—dijo uno de los lingüistas—, el mismosistema mítico originó ambos nombres,según creo.

—Júpiter —anunció la xenotécnica envoz alta— es un gigantesco gas en elmismo sistema solar de la Vieja Tierra.Yo no lo sabía. ¿Y ustedes? Estaban apunto de explorarlo cuando descubrieronla ruta sideral, hace mucho tiempo.Después de eso, nadie se interesaba engigantes gaseosos. Tan sólo se deslizabanpor las rutas en busca de mundoshabitables, los poblaban, ignoraban loscometas, los meteoros y los gigantesgaseosos. Hay otra estrella a pocos años

Page 38: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

luz de distancia y tiene más planetashabitables. Había quienes creían en laposible vida en esos júpiters. ¿Está claro?

El xenobiólogo se veía molesto. —Sihay vida inteligente en los gigantesgaseosos, nadie estaría interesado enabandonarlos. Hemos conocido muchasespecies sensibles, originarias de planetassimilares a la Tierra y la mayoría de ellasrespiran oxígeno. ¿Sugieres acaso que elvolcryn proviene de un gigante gaseoso?

La xenotécnica se sentó y sonrió. —No el volcryn, ¡Royd Eris! Rómpanle elcráneo y observarán el metano y laamonia brotar agitó sensualmente su manoen el aire mientras reía irónicamente.

Page 39: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Lo humedecí —le dijo la Psíquica aKaroly D'Branin durante la sexta semana—. Psionine. —Aminorará sureceptividad por unos cuantos días y tengomás si lo llegara a necesitar.

D'Branin lo miró con cierto espanto.—Hemos hablado varias veces, él y yo.Vi como cada vez aumentaba su temorpero nunca me contó el porqué. ¿Tuvisteque anularlo así?

El psíquico se encogió de hombros.—Bordeaba lo irracional. No debiste dehaber contratado a un telépata de primeraclase, D'Branin. Demasiado inestable.

—Debemos comunicarnos con unaraza extraña. Te recuerdo que no es tarea

Page 40: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

fácil. Los volcryn son tal vez másextraños que cualquier sensible conocidopor nosotros. Por eso mismo necesitamoscapacidades de primera clase.

—Glub —dijo ella—, tal vez usted noposea capacidad alguna, según lacondición de su clase. La mitad deltiempo él está catatónico y la otra mitadmuerto de miedo. Insiste en que estamosen un peligro físico y real, pero ignora suscausas y su procedencia. Lo peor del casoes que yo no sé si es realmente algo opadecer un agudo ataque de paranoia.Aunque sí tiene algunos síntomas de ello.Entre otras cosas, se siente observado.Tal vez su condición esté desligada denosotros, del volcryn y de su talento. No

Page 41: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

puedo estar segura de este punto.—¿Y su propio talento? —le preguntó

D'Branin—, usted es una empática.Ella le sonrió maliciosamente. —

Entonces, sabremos que la amenaza por élpresentida, era real.

La falsa noche llegó, el halo de Roydse materializó mientras Karoly D'Braninpensaba junto a su taza de chocolate. —Karoly —dijo la aparición—, ¿seríaposible empatar en la computadora suequipo a bordo con el sistema de minave? Esas historias del volcryn mefascinan y me encantaría estudiarlasmientras repaso.

—Claro. —D'Branin le contestódistraídamente—. Ya es tiempo de activar

Page 42: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

nuestro sistema, por si acaso. Pronto nossaldremos de la ruta.

—Pronto —asintió Royd—,aproximadamente dentro de 70 horas apartir de este momento.

Durante la comida del siguiente día, laproyección de Royd no apareció. Losacadémicos comían intranquilos,esperaban la materialización de suanfitrión en cualquier momento, en ellugar acostumbrado para unirse a laplática. Sus esperanzas aún no serealizaban cuando fue servido elchocolate, el té y el café.

—Al parecer nuestro capitán está

Page 43: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ocupado —observó Melantha Jhirl,mientras se recargaba contra el respaldode su silla y olía su copa de brandy.

—Pronto saldremos de curso —dijoKaroly D'Branin—, debemos hacerciertos preparativos.

Los demás cambiaban miradas. Losque estaban presentes, aunque el joventelépata parecía perdido en lascompulsiones de su mundo interior. Elxenobiólogo rompió el silencio. —El nocome. Es tan sólo un maldito hológrafo.¿Qué importa si come o no? Da igual.¿Qué sabe usted acerca de este misteriosohombre?

D'Branin lo miró confundido. —¿Saber, amigo mío? ¿Acaso hay algo

Page 44: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

digno de saber acerca de él?—De seguro usted habrá notado que él

nunca sale a jugar con nosotros —dijo lalingüista con sequedad—, antes de queusted arrendara su nave, ¿sabía alguno deustedes su rareza?

—Me encantaría conocer la respuesta—dijo su pareja—; una gran cantidad detráfico viene y va en Avalón. ¿Por quéescogió a Eris? ¿Qué referencias teníaacerca de él?

D'Branin vaciló. —¿Preferencias?Muy pocas, lo admito. Hablé con algunosoficiales del puerto y con compañías deviajes, y ninguno de ellos conocía a Royd.No había hecho nada fuera de Avalón.

—¿De dónde es? —preguntaron los

Page 45: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

lingüistas al unísono—. Se miraron entreellos y la mujer continuó. —Lo hemosescuchado. No tiene acento discernible ysu idiosincrasia no es suficiente paraconocer sus orígenes. Díganos, ¿de dóndeviene el Volador Nocturno?

—Lo ignoro —admitió vacilanteD'Branin—, nunca se me ocurriópreguntárselo.

Los miembros de su equipo deinvestigación intercambiaron miradas concierta incredulidad. —¿Nunca pensó enpreguntárselo? —la xenotécnica dijo—.¿Cómo seleccionó entonces esta nave?

—Estaba disponible. El asesoradministrativo aprobó mi proyecto y measignó el personal, pero no podían pagar

Page 46: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

una nave académica. Cuestiones delpresupuesto. —Todos lo miraban.

—D'Branin se refiere —interrumpióla psíquica—, a la complacencia sentidapor la academia respecto a sus estudiosde xenomitos, la leyenda deldescubrimiento del volcryn, y a la nomenos entusiasta idea de probar laexistencia del mismo. Le otorgaron unpequeño presupuesto para mantenerloalegre y productivo sabiendo laimproductividad de esta pequeña misión,por lo cual le asignaron trabajadores nonecesarios para Avalón —miró a cadauno de los presentes— a excepción deD'Branin, ninguno de nosotros es unejemplo escolar.

Page 47: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Puedes hablar por ti misma —dijoMelantha Jhirl— por mi parte yo fuivoluntaria para esta misión.

—No discutiré —dijo la psíquica—.Si usted escogió esta nave fue por ser lamás barata. ¿No es así D'Branin?

—Algunas de las naves disponibles nisiquiera consideraron mi proposición —dijo D'Branin—, suena un poco raro,deberíamos admitirlo. Muchos capitanesde naves al parecer se sentíansupersticiosos y temerosos de salirse dela ruta en el espacio sideral. Royd Erisaceptó mi proposición y su nave estaba encondiciones de partir de inmediato.

—Por eso lo hicimos —dijo lalingüista—, de otra forma el volcryn se

Page 48: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

hubiera escapado. Solo habían pasado poresta área durante diez mil años, más omenos —dijo en forma sarcástica.

Alguien rió. D'Branin se encontrabaperplejo. —Amigos, sin duda pude haberpospuesto la partida. Admito mis ansiaspor localizar mi volcryn, por preguntarlessobre aquello que me ha obsesionado, pordescubrir el por qué de ellos, peroademás debo admitir que un retraso nohubiera constituido una desgracia. ¿Porqué? Royd es un anfitrión gracioso, unpiloto experimentado. Además nos hatratado bien.

—Se ha convertido en un enigma —dijo alguien.

—¿Qué oculta? —preguntó otra voz.

Page 49: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha Jhirl rió. Todos la miraron.—El capitán Royd es perfecto, un hombreextraño para una extraña misión. ¿Acasono les gustan los misterios? Volamos aaños-luz para interceptar una extraña ehipotética nave en la corteza de la galaxia,la cual ha sido lanzada al espacio desdemucho antes de las guerras humanas, ytodos ustedes se sienten molestos por nopoder contar las verrugas en la nariz deRoyd —bebió un poco de brandy— mimadre tenía razón —dijo—, los normalesson anormales.

—Melantha tiene razón —dijo KarolyD'Branin en voz baja—. Las fobias y laneurosis de Royd son asuntos de él,mientras no nos la imponga.

Page 50: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Me haces sentir incómodo —alguien se quejó débilmente.

—Tan sólo sabemos —dijo laxenotécnica—, que viajamos con uncriminal o un loco.

—Júpiter —murmuró alguien—. Laxenotécnica se sonrojó, y una especie deburla recorrió la larga mesa.

Pero el joven telépata de desteñidoscabellos abrió los ojos y los miró a todosnerviosa y salvajemente: Un extraño —dijo.

La psíquica maldijo. —El efecto de ladroga está por terminar —le dijorápidamente a D'Branin—, iré a mi cuartoy traeré un poco más.

Los demás se veían confundidos;

Page 51: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

D'Branin había mantenido en secreto sucondición telepática.

—¿Qué droga? —Le preguntó laxenotécnica—. ¿Qué pasa?

—Peligro —murmuró el telépata, elcual miraba ahora a la cibernética, latomó del antebrazo con mano temblorosa—. Estamos en peligro, lo leo. Algoextraño. Nocivo.

La psíquica se puso de pie. —El noestá bien —le anunció a los demás—, hedebido inyectarle psionine, para tratar decontrolar sus desvaríos . Iré por más. —Se dirigió hacia la puerta.

—Espera —le dijo Melantha Jhirl—,inyéctale esferón.

—No me digas lo que tengo que hacer,

Page 52: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

mujer.—Lo siento —dijo Melantha—, estoy

un paso adelante de ti. El esferón podríaexorcizarle sus desvaríos.

—Sí, pero…—Además podría permitirle enfocar y

detectar las amenazas que lo acosan.—Conozco las características del

esferón —dijo la psíquica con firmeza.Melantha sonrió sobre el borde de su

copa. —Estoy segura de ello —dijo—,escúchenme. Todos están ansiososrespecto a Royd, al parecer. No puedensoportar el ignorar sus secretos.Sospechan de él como si fuera uncriminal. Ese tipo de temores no nosayudará a trabajar en equipo. Terminemos

Page 53: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

con ellos. Es muy fácil —señaló—. Aquíse encuentra un telépata de primera clase.Estimulen su poder con esferón y serácapaz de recitarnos la historia de la vidadel capitán hasta aburrirnos. Mientrastanto, vencerán sus demonios personales.

—Nos observaba, —dijo el telépataen voz baja.

—Karoly —dijo el xenobiólogo—,esto ha ido ya demasiado lejos. Muchosde nosotros estamos nerviosos, y estechico está aterrado. Debemos descubrir elmisterio de Royd Eris. Melantha tienerazón.

D'Branin estaba turbado. —Notenemos derecho.

—Es necesario —dijo la cibernética.

Page 54: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Los ojos de D'Branin chocaron conlos de la psíquica. Hágalo —le dijo—,inyéctele el esferón.

—¡El me va a matar! —gritó eltelépata y se puso de pie de un salto.Cuando la cibernética trató de calmarlocon una mano sobre el brazo, éste learrojó una taza de café a la cara. Entretres de ellos lo sujetaron.

—De prisa —ordenó uno de ellos,mientras el joven luchaba.

La psíquica se estremeció yrápidamente se alejó del salón.

Royd los observaba.Al volver la psíquica, subieron al

telépata sobre la mesa y lo obligaron aacostarse, separando su cabello para

Page 55: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

descubrir las arterias de su cuello.El fantasma de Royd se materializó en

su silla vacía al pie de la larga mesa. —Deténgase —dijo calmadamente—. Esono es necesario.

La psíquica se congeló al deslizar unaampolleta dentro de la jeringa, y laxenotécnica se sorprendió visiblemente ysoltó uno de los brazos del telépata. Elcautivo no intentó liberarse. Descansabasobre la mesa, respiraba pesadamente, supavor le impedía moverse y clavó suspálidos ojos azules vidriosamente sobrela proyección de Royd.

Melantha Jhirl levantó su copa de vinoy saludó: —¡Bu! —dijo—, se perdió de lacena, capitán.

Page 56: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Royd —dijo Karoly D'Branin—, losiento.

El fantasma veía sin consistenciahacia el lejano muro: —suéltenlo —dijola voz de los intercomunicadores—, lescontaré mi gran secreto, si tanto lesintimida mi privacidad.

—Nos ha estado observando —dijo lalingüista.

—Díganos entonces —exclamó lasuspicaz xenotécnica—, ¿qué es usted?

—Me agradaron sus impresionessobre los gigantes gaseosos —dijo Royd—. Con cierta tristeza, les digo que laverdad es menos dramática. Soy unordinario Homo-Sapiens, de entrada,mediana edad, 68 años, si les gusta la

Page 57: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

precisión. El hológrafo que ustedes venera el verdadero Royd Eris, el de algunosaños atrás. He envejecido.

—¿An? —La cara de la cibernéticaenrojeció aún más por los efectos del cafécaliente—. ¿Entonces por qué tantomisterio?

—Comenzaré por mi madre —respondió Royd—. El Volador Nocturnoera originalmente suya, fue construidabajo sus diseños en los astilleros de navesen Newholme. Mi madre era unacomerciante libre, muy buena. Amasó unafortuna gracias a su voluntad para aceptarcualquier extraña consigna y volar fuerade las rutas comerciales, para llevar sucarga durante un mes, un año o dos, más

Page 58: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

allá de lo acostumbrado. Tales accionesson más riesgosas pero más benéficas,comparadas con las del correo espacial.Jamás le preocupó su estancia en elespacio ni su regreso a casa, ni el de sutripulación. Sus naves eran su hogar. Raravez visitaba el mismo planeta dos veces;evitaba hacerlo.

—¡Aventurera! —dijo Melantha.—No —exclamó Royd—,

sociopática. A mi madre no le agradaba lagente. En lo más mínimo. Soñaba conprescindir de tripulación. Cuando fueserica se encargaría de ello. El resultado fuee l Volador Nocturno . Luego deabordarlo en Newholme, jamás tocó aotro ser humano de nuevo, ni caminó

Page 59: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

sobre la superficie de ningún planeta.Realizó sus negocios desde suscompartimentos, los cuales ahora mepertenecen. Estaba loca, pero su vida fuemuy interesante, incluso después deaquello ¡Qué mundos vio Karoly! ¡Lascosas que pudo haberte contado! ¡Se tehubiera roto el corazón! Sin embargo,destruyó todas sus notas, por temor de queotros pudieran usar o gozar de susexperiencias después de su muerte. Asíera ella.

—¿Y tú? —dijo la xenotécnica.—Yo no debería llamarla madre —

continuó Royd—. Después de treinta añosde volar sola en esta nave, se aburrió. Yotenía que ser su compañero y amante. Ella

Page 60: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

me podía moldear hasta ser una diversiónperfecta. No tenía paciencia con los niñosni el deseo de criarme. Cuando yo erasólo un embrión, me metieron en un tanquede nutrición. La computadora fue mimaestra. Sería liberado al llegar a lapubertad, en la cual sería una compañíamás adecuada, según ella.

—Su muerte, pocos meses después deeso, arruinó su plan. Ella habíaprogramado la nave para tal eventualidad.Salió de curso y dejó de funcionar, siguióal garete por el espacio interestelar poronce años mientras la computadora meconvertía en un ser humano. Así fue comoheredé el Volador Nocturno . Cuando fuiliberado, me llevó algunos años descifrar

Page 61: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

las operaciones de la nave y mis propiosorígenes.

—Fascinante —dijo D'Branin.—Sí —dijo la lingüista—, pero no

explica el porqué se mantiene ustedaislado.

—Ah, seguro que sí lo explica —dijoMelantha Jhirl—. Capitán, quizás deberíaexplicar más detalladamente a losmodelos menos superiores.

—Mi madre odiaba a los planetas —dijo Royd—, odiaba lo apestoso, la mugrey las bacterias, la irregularidad del clima,ver a otras personas. Creó para nosotrosun ambiente inmaculado, tan esterilizadocomo le fuera posible lograrlo. Tambiénle desagradaba la gravedad. Estaba

Page 62: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

acostumbrada a la ingravidez y laprefería. Bajo estas condiciones nací y mecrié.

—Mi cuerpo carece de inmunidadesnaturales contra cualquier cosa. Elcontacto con cualquiera de ustedesprobablemente me mataría y conseguridad me haría sentirme muy enfermo.Mis músculos están débiles, atrofiados.La gravedad del Volador Nocturno segenera para su confort, no para el mío. Esuna agonía. Me encuentro sentado en unasilla flotante, la cual soporta mi peso. Aúnme duele, y mis órganos internos sufren aveces algún daño. Por esa razón casinunca acepto pasajeros.

—¿Compartes entonces la opinión de

Page 63: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

tu madre acerca de la humanidad? —lepreguntó la psíquica.

—No, me gusta la gente. Acepto micondición pero no la escogí. Experimentola vida humana como puedo,vicariamente, entre mis infrecuentespasajeros. Cuando sucede, procuro beberlo más que puedo de sus vidas.

—Si mantuviera su nave bajoingravidez todo el tiempo podría tenerusted más pasajeros —le sugirió elxenobiólogo.

—Es verdad —dijo Royd cortésmente—, sin embargo, la mayoría de la genteprefiere no viajar con un capitán que nousa reja de gravedad. Una caída libre losincomoda y enferma. Además, puedo

Page 64: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

mezclarme con mis invitados, lo sé, si memantengo en mi silla y uso un trajeaislante del ambiente. Así lo he hecho.Eso aminora mi participación en vez deincrementarla. Me convierto en unaespecie de monstruo, en una tara, a la cualhay que tratar con cierta indiferencia y adistancia. Prefiero el aislamiento. Cuandome atrevo, estudio a mis extrañospasajeros.

—¿Extraños? —le preguntó laconfundida xenotécnica.

—Para mí todos ustedes son extraños—respondió Royd. El silencio se apoderóde la nave.

—Siento que esto haya sucedido,amigo mío —le dijo Karoly D'Branin al

Page 65: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

fantasma.—Lo siento —dijo la psíquica.

Frunció el ceño y comenzó a llenar lajeringa con esferón—. Bueno, es bastanteclaro ¿Pero será verdad? Aún no tenemospruebas, tan sólo un relato. El hológrafopudo haber dicho provenir de Júpiter, unacomputadora o el espectro de un criminalde guerra.

Avanzó hacia donde el joven telépatadescansaba. —El aún necesitatratamiento, y nosotros necesitamosconfirmación. No me importa vivir en estaansiedad, cuando podemos terminarla deuna vez por todas—. Con sus manos buscóuna arteria en la cabeza del paciente yapuntó la jeringa.

Page 66: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¡No! —dijo firmemente la voz en elintercomunicador—. ¡Alto! ¡Es una orden!Esta es mi nave. Deténgase.

La jeringa siseó con sonoridad, yahabía una marca rojiza sobre el cuello deltelépata.

Se levantó y quedó medio sentado,recargado sobre sus codos, la psíquica sele acercó. —Ahora —le dijo ella en sumejor tono profesional—, enfoca a Royd.Puedes hacerlo, te conocemos esa virtud.Espera un instante, el esperón lo hará todopor ti.

Los pálidos y azules ojos del telépatase nublaron. —No está lo suficientementecerca —murmuró—, uno, soy uno,probado. Ustedes conocen mis virtudes,

Page 67: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

eso es bueno, pero debo acercarme más.Ella lo rodeó con un brazo, le hizo una

caricia, lo coaxionó. —El esperón te daráalcance. Siéntelo, siente como tefortalece. ¿Lo sientes? Todo se aclara,¿no es así? Recuerda el peligro,recuérdalo, encuéntralo. Mira más allá delmuro y cuéntanos. Cuéntanos acerca deRoyd. ¿Nos dijo la verdad? Dínoslo. Eresbueno, lo sabemos, puedes contárnoslo —las frases parecían una especie deencantamiento.

El se zafó de aquel brazo y se sentó.—Puedo sentirlo —dijo. Sus ojos depronto se aclararon—. Algo… me duelela cabeza… tengo miedo.

—No te asustes —le dijo la psíquica

Page 68: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—, el esperón no te provocará jaqueca,por el contrario. No temas nada —leacarició el entrecejo—, cuéntanos quéves.

El telépata miró al fantasma de Royd,con ojos aterrados e infantiles, y pasó sulengua sobre su labio inferior.

¡De pronto su cráneo explotó!

Tres horas después los sobrevivientesse reunieron para comentar los hechos.

En la histeria y la confusión, MelanthaJhirl asumió el mando. Daba órdenes,hacía a un lado su copa de brandy, dirigíatodo como si hubiera nacido para ello.Los demás parecían encantados en

Page 69: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

complacerla. Tres de ellos tomaron unasábana y envolvieron con ella el cuerpodecapitado del joven telépata y loarrojaron en la parte posterior de la nave.Otros dos, por órdenes de Melantha,buscaron agua y trapo y comenzaron alimpiar la estancia. No consiguieronmucho. Al limpiar la sangre de la mesa, lacibernética de pronto amenazó convomitar violentamente. Karoly D'Branin,aún sentado y aturdido por los sucesos, selevantó, le arrebató el trapoensangrentado y la condujo hacia sucabina.

Melantha Jhirl ayudaba a la psíquica,quien había estado junto al telépata almorir, una astilla ósea le había penetrado

Page 70: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

en la piel justo abajo del ojo derecho.Estaba cubierta de sangre, de pedazos decarne, de hueso y sesos y entrado enshock. Melantha le removió la astilla, laaseó, la condujo a su cabina y la puso adormir tras de inyectarle una de suspropias drogas.

Y, después de un tiempo, reunió a losdemás, en el compartimiento de carga másgrande, en donde dormían tres de ellos.Siete de los ocho sobrevivientes fueron.La psíquica aún dormía, pero lacibernética se había ya recuperado, alparecer. Se sentó sobre el piso con laspiernas cruzadas, sus facciones se veíanpálidas y enjutas, en espera de laspalabras de Melantha.

Page 71: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Karoly D'Branin fue el primero entomar la palabra. —No entiendo —dijo—, no entiendo lo sucedido. ¿Quépudo…?

—Royd lo mató, eso es todo —dijo laxenotécnica con amargura—. Su secretose vio amenazado, y el tan sólo… tan sólolo hizo explotar.

—No puedo creer eso —dijo KarolyD'Branin angustiado—. No puedo. Royd yyo hemos platicado muchas nochesmientras ustedes duermen. Es un serbondadoso, inquisitivo y sensitivo. Es unsoñador. Entiende lo del volcryn . Noharía algo semejante.

—Su hológrafo se desvaneciórápidamente cuando sucedió —dijo la

Page 72: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

lingüista—, y desde entonces no ha dichonada, como habrán notado.

—Tampoco lo ha hecho ninguno deustedes —dijo Melantha Jhirl—. No séqué pensar, pero mi impulso es apoyar aKaroly. No tenemos ninguna prueba paraculpar al capitán.

La xenotécnica exclamó en voz alta:—Pruebas.

—De hecho —continuó Melantha—,no estoy segura de culpar a nadie. Todosucedió después de haberle suministradoel esperón. ¿Podría haber sido unacápsula defectuosa?

—¡Vaya defecto! —murmuró lalingüista.

El xenobiólogo frunció el ceño. —

Page 73: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Este no es mi campo, pero conozco laextremada potencia del esperón, cuyosefectos físicos son iguales a los psiónicos.La causa de su muerte fue tal vez supropio talento, estimulado con la droga.Además de hacerle estallar su poderprincipal, su sensibilidad telepática, elesperón pudo haberle aflorado otrostalentos psíquicos latentes en él.

—¿Cómo cuáles? —preguntó alguien.—El bio-central, la telekinesis.Melantha Jhirl se encontraba frente a

él. —Aumentó la presión de su cráneo, yla sangre de su cuerpo se concentró en elcerebro. La presión de aire de su cabezadescendió simultáneamente al utilizar tekepara inducir un corto vacío. Piénsenlo.

Page 74: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Todos lo pensaron, pero a ninguno leagradó tal teoría.

—Pudo haber sido auto inducido —dijo Karoly D'Branin.

—O tal vez un extraño talento pudohaber tornado sus poderes en su contra —dijo la xenotécnica con terquedad.

—Ningún telépata humano tiene eltalento para controlar a alguien más, encuerpo, mente y alma, ni siquiera duranteun instante.

—Exactamente —dijo la xenotécnica—, ningún telépata humano.

—¿La gente de los gigantes gaseosos?—la cibernética hablaba en tono burlón.

La xenotécnica la recorrió de arribaabajo con la mirada. —Podríamos hablar

Page 75: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

de sensibilidades Crey o de vampiros dealmas Githyanki; podríamos nombrarmedia docena, pero no es necesario, tansólo te mencionaré uno. Una MenteHrangan.

Era un pensamiento inquietante. Todosguardaron silencio y se movían con ciertaintranquilidad, pensaban en el vasto,inimaginable poder de una Mente Hranganoculta en las cabinas del comando delVolador Nocturno , Melantha Jhirlrompió el hechizo: —Eso es ridículo —dijo—, piensa en lo que dices, si no esmucho pedir. Aparentemente ustedes sonxenologistas, la mayoría, expertos enlenguas extranjeras, psicología, biología,tecnología. Demuéstrenlo y actúen como

Page 76: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

tales. Estuvimos en guerra con la ViejaHranga durante mil años, pero nuncalogramos comunicarnos con una MenteHrangan. Si Royd Eris es uno de ellos,han superado sin duda sus capacidades deconversión através de los siglos desde elColapso.

La xenotécnica se sonrojó. —Tienesrazón —musitó—, estoy nerviosa.

—Amigos —dijo Karoly D'Branin—,no debemos alarmarnos ni ser presas de lahisteria. Ha sucedido una cosa terrible.Uno de nuestros colegas ha muerto, eignoramos la causa. Hasta entonces, tansólo nos resta continuar. Este no esmomento de actuar irracionalmente encontra de inocentes. Tal vez, cuando

Page 77: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

regresemos a Avalón, una investigaciónaclarará lo sucedido. El cadáver estáseguro ¿no es así?

—Lo depositamos en la cámara deaire de la cabina de control —dijo lalingüista—, el vacío lo conservará.

—Y puede ser examinado de regreso—dijo D'Branin, satisfecho.

—Debemos volver de inmediato —dijo la xenotécnica—. Díganle a Erisnuestras intenciones.

D'Branin parecía azorado. —¡Pero…!¿Y el volcryn? Una semana más y losconoceremos, si mis cálculos soncorrectos. El regreso nos tomaría seissemanas. Bien valdría la pena posponerlouna semana adicional.

Page 78: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

La xenotécnica seguía con suterquedad. —Ha muerto un hombre. Antesde fallecer, habló acerca de extraños y depeligros. Tal vez nosotros estamostambién en peligro. Tal vez estos volcrynsean la causa, e incluso su poder es máspotente que una Mente Hrangan. ¿Vamos acorrer el riesgo? ¿Para qué? Sus fuentespueden ser ficticias, exageradas eincorrectas, sus interpretaciones ycomputaciones también, o tal vez elloshan cambiado su curso. El volcryn puedeno estar siquiera a años luz de dondenosotros abandonemos la ruta.

—Ah —dijo Melanita Jhirl—. Yaentiendo. Entonces no debemos ir porqueellos no van a estar allí, y además pueden

Page 79: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ser peligrosos.D'Branin sonrió y la lingüista lanzó

una carcajada. —¡No le veo la gracia! —dijo la xenotécnica y se abstuvo dediscutir.

—No —continuó Melantha—. Elpeligro no aumentará en formasignificativa cuando abandonémos la rutaen busca del volcryn. Debemos hacerlo detodas formas, para reprogramar. Además,hemos estado en pos del volcryn durantelargo tiempo y admito mi curiosidad —miró a cada uno y ninguno replicó—.Bien, continuaremos entonces.

—¿Y qué haremos con Royd? —preguntó D'Branin.

—Tratemos al capitán como antes, si

Page 80: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

es posible —dijo Melantha con decisión—, abramos las líneas para el diálogo.Probablemente él está tan aturdido por losucedido como nosotros, y teme que locreamos culpable, con intenciones delastimarlo, o algo así, razonaremos con él.Si nadie lo desea yo hablaré con él —nohubo voluntarios—. De acuerdo, pero elresto debe actuar normalmente.

—Además —dijo D'Branin—,debemos continuar con nuestrospreparativos. Nuestros instrumentossensoriales deben estar listos para cuandoabandonemos la ruta y reingresemos alespacio normal, nuestra computadoradebe funcionar a la perfección.

—Está lista —dijo la cibernética—,

Page 81: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

la arreglé en la mañana como me loindicaron —una especie de miradapensativa asomaba en sus ojos, peroD'Branin no lo notó. Este comenzó adiscutir con los lingüistas algunospreliminares y la plática pronto se centróen el volcryn, y poco a poco el temor delgrupo quedó en el olvido.

Royd escuchaba. Estaba contento.

La mujer regresó sola a la estancia.Alguien había apagado las luces. —

¿Capitán? —dijo, y él se apareció, pálido,sombrío, sus ojos miraban hacia el vacío.Sus ropas, peliculescas y anacrónicas,eran un cúmulo de sombras blanquecinas

Page 82: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

y azules—. ¿Escuchó, capitán?La voz del hombre en el

intercomunicador tenía un cierto tono desorpresa. —Sí. Veo y escucho todo en miVolador Nocturno Melantha. No sólo enla estancia. No sólo cuando losintercomunicadores y las pantallas estánencendidos. ¿Desde cuándo lo sabes?

—¿Desde cuándo? —ella rió—.Desde que alabaste la solución delGigante Gaseoso al misterio Roidiano.

—Estaba bajo tensión. Nunca anteshabía cometido un error.

—Le creo. Capitán —dijo ella—, noimporta. Soy la modelo superada,¿recuerda? Lo adiviné desde hace variassemanas.

Page 83: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Royd guardó silencio unos instantes.De pronto: ¿No me tienes confianza?

—Eso hago. ¿Aún no se siente seguro?La aparición se estremeció

fantasmagóricamente. —Me alegra saberque ni tú ni Karoly piensan en mí como elasesino de ese hombre.

Ella sonrió. Sus ojos seacostumbraban a la obscuridad de lahabitación. Bajo el resplandor delhológrafo, ella podía ver la mesa endonde todo había sucedido. Allí estabanlas manchas obscuras sobre la partesuperior. Sangre. Escuchó un leve goteo ytembló. —No me gusta este lugar.

—Si deseas irte podemos platicar enotro lugar.

Page 84: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—No —dijo ella—, me quedaré.Royd, si yo te lo pidiera, ¿dejarías demirarnos y escucharnos, a excepción deeste lugar? Los otros se sentirán mejor,estoy segura.

—Ellos no saben.—Lo harán. Dijiste algo acerca de los

gigantes gaseosos y todos lo escucharon.Tal vez alguno de ellos ya se dio cuenta.

—Si yo aceptara tu proposición,¿cómo sabrías si en verdad lo hago?

—Confío en ti.Hubo un silencio. El espectro se veía

pensativo. —De acuerdo. Tan sólo veré yescucharé aquí.

—Te creo.—¿Creíste mi historia? —le preguntó

Page 85: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Royd.—Ah, una extraña y maravillosa

historia, capitán: Si fue mentiraintercambiaremos mentiras cuandoquieras. Lo haces bien. Si es verdad,entonces eres un hombre extraño ymaravilloso.

—Es verdad —dijo el fantasma envoz baja—. Melantha… —Su voz dudó.

—Sí.—Te vi hacer el amor.—Ella sonrió. Ah —dijo—, soy buena

para éso.—No lo sé —dijo Royd—, pero sí

eres digna de ser observada. Hubo unsilencio. Ella intentaba escuchar el goteo.Sí —dijo la mujer al fin.

Page 86: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Si?—Sí, Royd, probablemente copularía

contigo si eso fuera posible.—¿Cómo adivinaste mi pensamiento?—Soy una modelo superada —dijo

ella—, y no una telépata. Tuspensamientos eran obvios. Ya te lo hedicho, te llevo una delantera de tresjugadas.

Royd meditó aquellas palabra s largotiempo, ahora estoy seguro —dijo.

—Excelente —dijo Melantha Jhirl—.Ahora asegúrame a mí.

—¿Acerca de?—¡De lo sucedido aquí! Royd no

contestó.—Sabes algo, creo —dijo Melantha

Page 87: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—, nos dijiste tu secreto con tal de evitaresa inyección de esperón. Y cuando tusecreto fue profanado, nos ordenastedetenernos, ¿por qué?

—El esperón es una droga peligrosa—dijo Royd.

—Más que eso, capitán, —dijoMelantha—. ¿Qué lo mató?

—Yo no.—¿Uno de nosotros? ¿El volcryn ?

Royd no dijo nada.—¿Hay algún extraño a bordo,

capitán? —le preguntó—. ¿Es eso?Silencio.

—¿Estamos en peligro? ¿Estoy yo enpeligro, Capitán? No tengo miedo. ¿Mehace eso ser una tonta?

Page 88: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—La gente me agrada —dijo Royd alfin—, cuando puedo soportarlos, me gustatener pasajeros. Los observo, sí. No es tanterrible. En especial me agradais tú yKaroly. No teman nada. No permitiré quenada les suceda.

—¿Qué podría pasar? —preguntóMelantha—. Roy no contestó.

—¿Y qué hay respecto a los otros,Royd? ¿Los cuidarás a ellos también o tansólo a Karoly y a mí? Silencio.

—No estás muy platicador esta noche—observó Melantha.

—Estoy tenso —se escuchó su voz—,vete a dormir Melantha Jhirl. Ya hemosplaticado demasiado.

—De acuerdo capitán. —Le sonrió al

Page 89: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

fantasma con una mano en alto—. La deéste intentó estrechársela. Una tibia pielobscura, y un pálido resplandor sefundieron. Melantha abandonó el cuarto.Una vez en el corredor, bajo la seguridadde la luz, comenzó a temblar.

Cayó la falsa medianoche. Habíancesado las pláticas, las pesadillas sehabía desvanecido ya. Los académicosdormían, incluso Karoly D'Branin, cuyoapetito por el chocolate fue sofocado porlos recuerdos.

En la obscuridad del inmensocompartimento de carga, colgaban treshamacas, en dos de ellas, los durmientes

Page 90: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

roncaban suavemente. La cibernéticaocupaba la tercera, despierta. Pensaba. Selevantó, caminó de puntillas, se puso suoverol y sus botas y despertó a laxenotécnica. —Ven —le murmuró—.Ambas subieron al corredor, mientrasMelantha se quedaba en el cuarto con sussueños.

—¿Qué demonios te pasa? —Murmuró la xenotécnica—. Se encontrabasemivestida, desarreglada y adormilada.

—Hay una forma de comprobar laveracidad de la historia de Royd. AMelantha no le va a gustar. ¿Meacompañas?

—¿Qué? —El interés se apoderó desu rostro.

Page 91: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Ven —dijo la cibernética.Uno de los tres compartimentos de

carga, el más pequeño, había sidoconvertido en el cuarto de lacomputadora. Entraron calladamente;estaba vacío. El sistema estaba encendidopero aletargado. Corrientes lumínicascorrían sedosamente por los cristalinoscanales de las rejillas del data, se unían yseparaban una y otra vez; ríos de líneasvertiginosas se cruzaban sobre un fondonegro. La cámara se encontraba a medialuz, el único sonido captable era un bajozumbido. La cibernética comenzó apresionar llaves, girar rondanas, y aencauzar las silenciosas corrientes de luz.Lentamente la máquina cobraba vida.

Page 92: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Qué estás haciendo? —preguntó laxenotécnica.

—Karoly me dio instrucciones deemparejar nuestro sistema con el de lanave —dijo la cibernética, sin dejar demaniobrar la máquina—. Royd deseabaestudiar datos del volcryn. Bien, pues yolo hice. ¿Entiendes ahora?

La xenotécnica se veía ávida. —Losdos sistemas están emparejados.

—Exacto. Royd puede saber lo delvolcryn, y nosotros, acerca de él. —Frunció el ceño—, ojalá y supiera másacerca del equipo de Volador Nocturno ,pero creo saber lo suficiente. Este sistemapedido por D'Branin es muy sofisticado.

—¿Puedes controlarlo?

Page 93: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Controlarlo? —La cibernética seveía confundida—. ¿Acaso bebiste?

—No, en verdad. Utiliza tu sistema yapodérate del control de la nave,sorprende a Eris, revoca sus órdenes yhaz que el Volador Nocturno responda alas nuestras.

—Tal vez —la cibernética dudó—,podría intentarlo, pero ¿para qué?

—Por si acaso. No usaríamos toda lacapacidad, sólo si fuera necesario, unaemergencia o algo así.

La cibernética se encogió de hombros.—Emergencias y gigantes gaseosos. Sólodeseo tranquilizarme con respecto a Royd.

Se movió hacia un panel deinstrucciones, en donde media docena de

Page 94: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

pantallas de un metro cuadrado rodeabanuna consola, y encendió una de ellas.Grandes dedos rozaban los controlesholográficos, los cuales aparecían ydesaparecían al contacto, el tablerocambiaba de forma incluso cuando ella loutilizaba. Una serie de caracteresempezaron a cruzar por la pantalla,centellas rojas encasquetadas en vidriosasy negras profundidades. La cibernéticaobservaba, y finalmente las congeló. —Aquí —dijo—. Aquí está mi respuestasobre el equipo. Olvida tu idea decontrolar, a menos que tu gente de losgigantes gaseosos nos ayudaran. ElVolador Nocturno es más grande y máslisto que el pequeño sistema que tenemos

Page 95: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

aquí. Tiene sentido, pensándolo bien. Lanave es absolutamente automática aexcepción de Royd—. Silbó y conpalabras suaves de ánimo buscó laprogramación—. Parece, sin embargo,que sí existe un Royd. Las configuracionesestán todas mal para una nave robot.Maldición, hubiera apostado cualquiercosa. —Las señales empezaron a aparecerde nuevo, la cibernética las observaba—.Aquí hay puntos alimenticios, quizás nosrevelen algo. —Con un dedo oprimió, y lapantalla volvió a congelarse.

—Nada especial —dijo condesilusión la xenotécnica.

—Dispositivo estándar de desechos.Reciclaje de agua. Proceso alimenticio,

Page 96: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

con suplementos de proteínas y vitaminasen almacenes. —Empezó a silbar—.Tanques con musgo de Renny y neopastopara consumir el CO2. Un ciclo deoxígeno, entonces. No hay metano niamoniaco. Lástima.

—Busca el sexo en la computadora.La cibernética sonrió. —¿Lo has

intentado alguna vez? —Sus dedos sevolvieron a mover—. ¿Qué más debobuscar? Dame algunas ideas.

—Checa los puntos sobre tanques denutrición, el equipo y esas cosas.Encuentra la historia de la vida de Royd.La de su madre. Echa una ojeada a sunegocio, a todo ese comercio. —Su vozcomenzó a excitarse y tomó a la

Page 97: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

cibernética por el hombro—. ¡Un troncode la nave! ¡Debe de haber alguno!¡Encuéntralo!

—De acuerdo. —Silbó alegrementemientras manejaba los controles. Lapantalla instructiva comenzó de pronto aparpadear frente a ella. Sonreía—.Seguridad —dijo. Sus dedos se veíanborrosos. Tan rápido como habíaaparecido, el parpadeante campo rojodesapareció—. Nada como asegurarsecontra lo desconocido y de los hombres.

En el corredor, un sonido de alarmalas puso en alerta. Maldición —dijo lacibernética—, despertará a todos, —volteó de pronto cuando la mano de laxenotécnica le tocó la espalda, la

Page 98: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

apretaba, y la lastimaba.Una gris cortina de acero bajó

silenciosa y obstaculizó cualquier salidahacia el pasillo. —¿Qué?… —dijo lacibernética.

—Es un sello de emergencia, —exclamó la xenotécnica con voz mortal,conocía de naves—. Se cierra algo va aser descargado hacia el vacío.

Ambas miraron la inmensa cerraduraen curva exterior de aire sobre suscabezas. La cerradura interior seencontraba casi abierta por completo yellas observaban el embone y el sello dela puerta partirse, y su diámetro, ahora demedio metro, resbaloso y más allá elbrillo cegador de la nada.

Page 99: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¡Oh! —dijo la cibernética. Ya nosilbaba.

Las alarmas se escuchaban pordoquier. Los pasajeros comenzaron ainquietarse. Melantha Jhirl salió de sucabina desnuda, preocupada, alerta,rumbo al pasillo. Karoly D'Branin sesentó con pesadez. La psíquica murmuróincoherencias, adormilada aún. Elxenobiólogo rompió en llanto alarmado.

A lo lejos se oyó un crujir metálico, yla nave sufrió un violentoestremecimiento, el cual tiró a loslingüistas de sus hamacas, mientrasMelantha Jhirl cayó al suelo.

En el cuarto de Control de VoladorNocturno, se encontraba una habitación

Page 100: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

esférica de blancos y lisos muros, y unapequeña esfera —una consola de control— se encontraba suspendida en el centro.Los muros estaban siempre rasos cuandola nave se encontraba en viaje; elresplandor del espacio era insoportable.

El cuarto ahora se encontrabaobscuro, un holóscopo cobrada vida,había estrellas blancas y frías pordoquier, puntitos de gélida brillantez, laflotante esfera de control era el únicoobjeto de forma definida en aquelsimulado mar nocturno.

El Volador Nocturno se había salidode curso.

Page 101: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha Jhirl se levantó de nuevo yapretó el botón de un intercomunicador.Las alarmas aún ululaban y era difícilescuchar. —¿Qué pasa, capitán? —gritó.

—Lo ignoro —contestó Royd—, estoytratando de averiguarlo. Reúna a losdemás allí.

Ella obedeció y sólo cuandoestuvieron todos reunidos, ella regresó asu cabina para vestirse. Melanthaencontró únicamente a seis de ellos. Lapsíquica, aún inconsciente, hubo de sercargada. La xenotécnica y la cibernéticano aparecían por ningún lado. Los demásse veían intranquilos al ver aquel bloqueoen el compartimento de carga número 3.

El intercomunicador cobró vida

Page 102: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

cuando las alarmas quedaron afónicas. —Hemos regresado al espacio normal —seescuchó la voz de Royd—. Sin embargo,la nave está dañada. El compartimentonúmero 3, el cuarto computador, fueprofanado mientras volábamos. Además,desgarrado por el flujo. Automáticamentela computadora nos desvió de curso, sino, las fuerzas de manejo pudieron haberdestruido mi nave.

—Royd —dijo Karoly D'Branin—.Dos miembros de mi equipo están…

—Al parecer su computadora seencontraba encendida cuando elcompartimento fue violado —dijo Roydcon cierto tacto—, tan sólo podemosasumir que han muerto. No puedo estar,

Page 103: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

seguro de ello. A petición de Melantha, hedesactivado la mayoría de mis ojos yoídos, y solo actúan en la estancia. Ignorolo sucedido. Esta es una nave pequeña,Karoly, y si ellas no están contigo,debemos pensar lo peor —hizo una pausa—, si les sirve de consuelo, murieronrápidamente y sin dolor.

Los dos lingüistas intercambiaron unalarga y significativa mirada. El rostro delxenobiólogo se enrojeció de furia, ycomenzó a mascullar algo. Melantha Jhirlle tapó la boca firmemente. —¿Sabemoscómo sucedió, capitán?

—Sí —la respuesta fue reluctante.El xenobiólogo descubrió la pista y

Melantha retiró su mano y lo dejó

Page 104: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

respirar. —¿Royd? —interrogó anhelante.—Parece insano, Melantha, pero al

parecer tus colegas abrieron elcompartimento de carga. Tal vez nodeliberadamente claro. Aparentementeutilizaban el sistema de interfase paraapoderarse de los controles de la nave.

—Ya veo —dijo Melantha—, unaterrible desgracia.

—Así es —acordó Royd— tal vezmás terrible de lo que piensas. Aún deboevaluar los daños de mi nave.

—No lo detendremos capitán, cumplacon sus deberes —dijo Melantha—.Todos nos encontramos muyimpresionados, y es difícil platicar ahora.Investigue las condiciones de su nave.

Page 105: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Continuaremos con nuestra discusión en lamañana ¿de acuerdo?

—De acuerdo.Melantha apagó el interruptor.

Oficialmente Royd no podía escucharlosahora.

Karoly D'Branin meneó su grande ehirsuta cabeza. Los lingüistas se sentaronjunto al otro, con las manos entrelazadas.La psíquica aún dormía. Tan sólo elxenobiólogo la miraba. —¿Le cree? —lepreguntó rudamente.

—No lo sé, pero los otros trescompartimentos pueden ser desocupadoscomo lo fue el número 3. Cambiaré mihamaca a una cabina. Le sugiero aaquellos del compartimento número 2

Page 106: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

hagan lo mismo.—Es una buena idea —dijo la

lingüista—, cabremos todos.No será muy cómodo, pero no pienso

dormir el sueño de los ángeles en ningúncompartimento nuevo.

—Deberíamos además sacar nuestrostrajes del almacén y tenerlos a la mano —sugirió su compañero.

—Si así lo desean —dijo Melantha—,podemos abrir todas las cerradurassimultáneamente. Royd no puedeculparnos por tomar precauciones —sonrió tristemente—, después de hoy, noshemos ganado el derecho de actuarirracionalmente.

—No es hora de hacer chistes malos

Page 107: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha —dijo furioso el xenobiólogo—, hay tres muertos, un cuartoposiblemente en coma y el resto denosotros en peligro.

—Aun no tenemos idea de qué diablospasa —apuntó.

—¿Royd Eris nos está matando? —Gritó él, mientras se golpeaba la palma dela mano con el puño cerrado paraenfatizar su frase—. Ignoro quién o qué esy dudo de la veracidad de su historia, yademás no me importa. Tal vez sea unaMente Hrangan, o el ángel vengador delvolcryn, o la segunda venida deJesucristo. No importa. ¡Nos estámatando!

—Como comprenderás —dijo

Page 108: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha con gentileza—, no sabemos concerteza si el capitán cumplirá su palabra.Podría escucharnos y observarnos en esteinstante, si así lo quisiese. No lo creo. Elme lo prometió y yo le creo, aunque tansólo tenga su palabra. Sin embargo, ustedno confía en Royd, y por lo tanto, no esaconsejable, desde su punto de vista,decir esas cosas —sonrió.

El xenobiólogo guardó silencio.—Eso quiere decir entonces que ha

desaparecido la computadora —dijoKaroly D'Branin en voz baja antes de queMelantha continuara.

Ella asintió. —Me temo que sí.El se puso de pie tambaleante. —

Tengo una pequeña unidad en mi cabina

Page 109: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—dijo—, un modelo de pulsera, quizáspueda servirnos. Tengo que obtener losdatos de Royd, saber donde hemos dejadoel curso. El volcryn. —Se alejóarrastrando los pies por el pasillo ydesapareció al entrar a su cabina.

—Imagínense lo aturdido queestuviera si todos hubiéramos muerto —dijo la lingüística con amargura—. De serasí no tendría a nadie para ayudarlo abuscar el volcryn.

—Déjenlo ir —dijo Melantha—. Estátan lastimado como cualquiera denosotros, incluso tal vez más. Disfraza sutristeza. Sus obsesiones son su defensa.

—¿Y la nuestra?—Ah —dijo Melantha—, la

Page 110: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

paciencia, tal vez. Los que murieronintentaron aclarar el secreto de Royd.Nosotros no lo hemos intentado. Sólo nossentamos a discutir sus muertes.

—¿No encuentra eso sospechoso?—Mucho —dijo Melantha Jhirl—.

Hasta tengo un método para probar missospechas. Uno de nosotros puede aúnhacer otro intento para saber si nuestrocapitán nos ha dicho la verdad. Si quienlo hace muere, sabremos —se paróabruptamente—… Perdónenme, sinembargo, si no soy yo quien lo intente.Pero no se detengan por mí, si estánurgidos por hacerlo. Yo anotaré losresultados con sumo interés. Hastaentonces, me retiro del área de carga a

Page 111: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

dormir.—Arrogante hija de perra —observó

el lingüista al alejarse Melantha.—¿Creen que él nos esté escuchando?

—preguntó el xenobiólogo en voz baja.—Hasta la médula de cada palabra —

dijo la lingüista al ponerse de pie. Todoshicieron lo mismo—. Movamos nuestrascasas y llevemos a ésta —indicó con elpulgar a la psíquica—, de nuevo a la caja.—Su compañero asintió.

—¿Y no vamos a hacer nada? —Preguntó el xenobiólogo—. ¿Hacerplanes? ¿Defensas?

La lingüista le dirigió una desanimadamirada, y se llevó a su compañero haciaotra dirección.

Page 112: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Melantha? ¿Karoly?Ella despertó al instante, alerta por el

susurro de su nombre y se sentó en suangosto camastro. Junto a ella, KarolyD'Branin gemía suavemente y se volteó,con un bostezo.

—¿Royd? —preguntó ella—. ¿Yaamaneció?

—Sí —respondió la voz desde losmuros—. Estamos a la deriva en elespacio interestelar a tres años luz de laestrella más cercana. Bajo estascondiciones, ¿qué importancia tiene unamanecer?

Melantha rió. —Discútelo con Karoly,

Page 113: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

cuando se levante. Royd, ¿dijiste a laderiva? ¿Qué tan mal…?

—Es serio, pero no peligroso. Elcompartimento 3 está en ruinas, cuelga demi nave como un cascarón metálico roto,pero el daño fue controlado. Los controlesestán intactos, y las computadoras delVolador Nocturno al parecer noresintieron la destrucción de la suya. Temíque esto sucediera. El trauma de la muerteelectrónica.

—¿Cómo? ¿Royd? —dijo D'Branin.—Te contaré después Karoly —dijo

Melantha—. Royd, estás muy serio.¿Acaso hay algo más?

—Me preocupa nuestro vuelo deregreso, Melantha. Cuando tome de nuevo

Page 114: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el curso, el flujo actuará sobre ciertaspartes de la nave y éstas tal vez noresistan. El sello aéreo del compartimentonúmero 3 merece una preocupación muyespecial. No sé si pueda soportar latensión. Si explota, la nave entera separtirá en dos. Mis motores se perderánen el vacío, y el resto…

—Comprendo. ¿Podemos hacer algo?—Sí, las áreas expuestas serían

fáciles de reforzar. La cubierta exteriorfue armada para soportar cualquier fuerza.Podríamos montarla, y sería un escudo losuficientemente protector. Una granporción de la cubierta se aflojó cuandolas cerraduras se abrieron, pero aún estáallí, a uno o dos kilómetros… y

Page 115: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

podríamos recogerlas.Karoly D'Branin había ya despertado

por completo. —Mi equipo posee cuatrotrineos de vacío. Podemosproporcionártelos.

—De acuerdo, Karoly, pero ésa no esmi principal preocupación. Mi nave escapaz de auto repararse dentro de ciertoslímites, pero esta situación se haexcedido. Lo haré yo mismo.

—¿Usted? —dijo D'Branin—, amigomío, usted dijo… esto es, con sus manos,y sus debilidades… ¿No podemosayudarlo?

—Mi invalidez aparece únicamente encampos gravitacionales, Karoly. En laingravidez me siento en mi elemento y

Page 116: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

será momentáneamente, trataré además deunir mis fuerzas para lograrlo. Usted memal interpreta. Soy apto para el trabajo.Tengo mis propias herramientas, y mipropio trineo espacial.

—Creo saber cuál es su preocupación—dijo Melantha.

—Me da gusto —dijo Royd—,entonces, tal vez puedas responder a mipregunta. Si emerjo de la seguridad demis cámaras… ¿podrías mantener a tusamigos calmados y sin intenciones dematarme?

Karoly D'Branin estaba azorado. —Royd, Royd, somos escolares, nosoldados ni criminales, nosotros no…somos humanos ¿Cómo puede pensar así?

Page 117: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Humanos —repitió Royd— extrañospara mí, sospechan de mí. No me mientasKaroly.

El administrador balbuceó. Melanthale tomó la mano y lo calló. —Royd —ledijo ella—, yo no te mentiría. Estarías enpeligro, y eso me agradaría, pues al salirharías felices a los demás. Serían capacesde comprobar la veracidad de tuspalabras.

—Así es —dijo Royd—, pero, ¿seríaeso suficiente para anular sus sospechas?Ellos creen que yo maté a sus amigos. ¿Ono es así?

—Algunos, tal vez. La mitad lo cree,la otra lo teme. Están asustados. Capitán.Yo misma lo estoy.

Page 118: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—No más que yo.—Estaría menos asustada si supiera

qué sucedió realmente ¿Lo sabe usted?Silencio.

—Royd, sí…—Intenté detener la inyección de

esperón —dijo—, pude haber salvado alos otros dos, si los hubiese visto, oescuchado. Pero tú me obligaste a apagarmis monitores, Melantha. No puedoayudar aquello que no veo —meditación—. Me sentiría más seguro si pudierausarlos de nuevo. Estoy sordo y ciego. Esfrustrante. No puedo ayudar a nadie así.

—Enciéndelos de nuevo, entonces —dijo de pronto Melantha—. Meequivoqué. No lo entendía. Ahora lo

Page 119: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

comprendo.—¿Qué comprendes? —le preguntó

Karoly D'Branin.—Tú no entiendes —dijo Royd—. No

finjas, Melantha Jhirl ¡No lo hagas! —Lacalmada voz del intercomunicador se oíaaguda de emoción.

—¿Qué? —Dijo Karoly—, Melantha,no comprendo.

Los ojos de ella estaban pensativos.—Yo tampoco —dijo—, yo tampococomprendo, Karoly. —Le dio un besoleve—. Royd —continuó—, yo piensoque debes hacer esta reparación, porencima de las promesas que podamoshacerte. No arriesgarás tu nave por pensarreentrar al curso en estas condiciones. La

Page 120: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

otra única alternativa es seguir a la derivahasta que todos muramos. ¿Qué podemosperder?

—Yo tengo una opción —dijo Roydcon seriedad mortal—. Podría matarlos atodos ustedes, si esa fuera la única formade salvar mi nave.

—Podrías hacer la prueba —dijoMelantha.

—No hablemos más de muerte —dijoD'Branin.

—Tienes razón, Karoly —dijo Royd—, no deseo matar a nadie pero deboprotegerme.

—Lo estarás —dijo Melantha—,Karoly puede mandar a los otros arescatar los fragmentos de la cubierta. Yo

Page 121: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

permaneceré a tu lado, te ayudaré; eltrabajo se hará tres veces más rápido.

Royd se mostraba cortés. —Porexperiencia. La mayoría de los límitesplanetarios son lentos y cansados en lano-gravedad. Sería más eficiente sitrabajara solo.

—Yo no lo haría. Soy una modelosuperada, recuérdelo Capitán. Tan buenaen la caída libre como en la cama,ayudaré —contestó ella.

—Como desees. En breves instantesvoy a apagar la rejilla de la gravedad.Karoly, prepara a los tuyos. Aborda tutrineo y alístate. Propulsaré el VoladorNocturno en tres horas, después dehaberme recuperado de los dolores de su

Page 122: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

gravedad. Quiero ver a todos fuera de lanave cuando yo me vaya.

Fue como si un vasto animal hubieramordido al universo.

Melantha Jhirl esperó en su trineocerca del Volador Nocturno . Miraba alas estrellas. Afuera no era tan diferentede las profundidades del espaciointerestelar. Las estrellas estaban frías,puntos gélidos de luz; sobrias, austeras,más frías e insolentes que los mismossoles creados para danzar y titilar en unaatmósfera. La ausencia de un horizonte lerecordó en dónde se encontraba: En lospuntos intermedios, en donde el hombre

Page 123: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

no se detiene, en donde las naves volcrynimpiden lo ancestral. Intentó observar alsol de Avalón, pero no sabía por dóndebuscarlo. Las configuraciones le parecíanextrañas, y no tenía idea de la orientación.Atrás, adelante, arriba, abajo, los campossiderales se alargaban infinitamente. Miróhacia abajo cerca de su trineo y delVolador Nocturno , en espera de ver másestrellas y la mordida la golpeó casi confuerza física.

Melantha luchó con una vertigosa ola.Se encontraba suspendida sobre una simaespacial, un abismo infinito en eluniverso, negro, basto, sin estrellas.

Vacío.Ella lo recordó de pronto: El Velo de

Page 124: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Tempter. Tan sólo una nube de gasobscuro, polución galáctica queobscurecía la luz de las estrellas delFringe. Pero en esta cercanía, se veíainmensa, aterradora. Tuvo que desviar sumirada cuando empezó a sentir como sicayera. Era un golfo entre ella y lacubierta plateada de la nave, un golfo apunto de engullirlos.

Melantha tocó uno de los controles desu trineo y comenzó a girar a su alrededory el Velo quedó azulado. Eso la ayudó dealguna manera. Se concentró en elVolador Nocturno . Era el objeto másgrande en su universo, iluminado,desaprovechado; tres pequeños huevosuno junto a otro, dos inmensas esferas y en

Page 125: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ángulos rectos, millares de tubos enconexión. Uno de los huevos seencontraba atrapado ahora, y le daba a lanave un desbalanceo grotesco.

Melantha podía ver los demás trineosangulares contra la obscuridad, en buscade los fragmentos perdidos de la cubierta,para luego traerlas de regreso. El grupode lingüistas trabajaba en equipo, comosiempre, a bordo de un trineo. Elxenobiólogo estaba solo. Karoly D'Branintenía un pasajero silencioso; la psíquica,drogada, dormida dentro de su traje. Roydhabía insistido en la total evacuación dela nave, y hubiese tomado algún tiempo elreintegrar a la conciencia a la psíquica.

Mientras sus colegas trabajaban,

Page 126: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha Jhirl esperaba a Royd Eris, yplaticaba con los demás ocasionalmente,cuando éstos llegaban o partían de nuevo.Los dos lingüistas, desacostumbrados a laingravidez se quejaban en demasía.Karoly trataba de calmarlos. Elxenobiólogo trabaja en silencio, sindiscutir. Había sido vehemente en suoposición a salir hacia el espacio, peroMelantha y Karoly habían logradoconvencerlo. Melantha lo observabaahora: una estática figura vestida denegro, rígida y erecta frente los controlesde su trineo.

Al fin se dilató el cerrojo aéreocircular de la esfera mayor del VoladorNocturno, Royd Eris emergió. Ella lo vio

Page 127: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

acercarse, mientras trataba de darleforma. Ahora encontraba muchas. Sugentil, culta y formal voz a veces lerecordaba la de los obscurosaristocráticos de su nativa Prometheus,los hechiceros que jugaban con los geneshumanos. En otros tiempos la ingenuidaddel capitán la hacía pensar en él como enun joven inexperto. Su fantasma se veíadelgado y cansado, y era supuesta yconsiderablemente más viejo que aquellapálida sombra, pero Melantha descubriólas dificultades de escuchar la plática deun anciano.

El trineo de Royd era el más grandede todos, de forma distinta, un inmensoplatillo oval con ocho agarraderas, como

Page 128: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

las patas de una araña mecánica, y elcañón de una pistola de rayos láser seencontraba al frente. El traje de Royd erararo también, mucho más abultado queaquellos de la Academia, con una bolsaentre las cuchillas del cuello, como sifuera una especie de acumulador deenergía, de radiantes aletas y casco.

Y cuando al fin él se encontró losuficientemente cerca de Melantha, estavio tan sólo un rostro. Blanco, muyblanco, esa fue la impresiónpredominante; un cabello blanco muycorto, una incipiente barba blancaalrededor de las afiladas líneas de lamandíbula, cejas casi invisibles bajo lascuales se movían unos ojos azules. Su piel

Page 129: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

era pálida y sin arrugas, apenas rosadapor el tiempo.

Royd se ve agotado, pensó Melantha.Y tal vez algo asustado.

Royd detuvo su trineo frente al deMelantha, entre las torcidas ruinas delcompartimiento número 3, para supervisarlos daños, las piezas de desperdicioflotantes, las cuales habían sido carne,sangre, cristal, metal y plástico. Ahora eradifícil de distinguir, todo aquellomezclado, quemado, y congelado junto. —Debemos trabajar arduamente, Melantha—dijo él.

—Hablemos primero —contestó ella.Se acercó a él aún más, pero la distanciaera enorme, la anchura de los dos trineos

Page 130: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

los mantenía apartados. Melantharetrocedió y giró completamente por locual Royd colgaba hacia abajo en sumundo y ella hacia arriba en el de él.Comenzó de nuevo a moverse hacia él,con su trineo directamente sobre-bajo elsuyo. Sus enguantadas manos seestrecharon, se rozaron, y se separaron.Melantha ajusto su altitud, sus cascos setocaron.

—A mí no —comenzó a decir Roydcon cierta inseguridad.

—Apaga tu comunicador —le ordenóella—, el sonido atravesará los cascos.

—No me gusta esto, Melantha —dijoél—, esto es demasiado obvio. Peligroso.

—No hay otra salida, Royd, lo sé.

Page 131: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Sí, ya lo sabía. Tus tres jugadasadelante, Melantha. Recuerdo tu forma dejugar ajedrez. Sin embargo eres mássegura cuando finges ignorancia.

—Lo entiendo, Capitán. Hay otrascosas de las cuales no estoy tan segura.¿Podemos hablar sobre ello?

—No me pidas eso. Sólo obedece misórdenes. Estás en peligro, todos lo están,pero yo puedo protegerlos. Cuanto menossepan, podré protegerlos más. —Suexpresión se veía sombría a través de suvisor.

Ella vio los ojos hacia abajo de él. —Su nave nos está matando, Capitán. Esosospecho, al menos. No usted. La nave. Locual no tiene sentido. Usted controla el

Page 132: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Volador Nocturno . ¿Cómo es quefunciona independientemente? ¿Y porqué? ¿Por qué motivo? ¿Cómo fuecometido ese asesinato psiónico? Nopuede ser la nave. No puede ser otra cosatampoco. Ayúdeme Capitán.

El parpadeó; una especie de angustiaapareció tras sus ojos. —Nunca debíhaber aceptado la propuesta de Karoly.No con un telépata entre ustedes. Erapeligroso. Pero yo deseaba ver al volcryn.

—Tú ya entiendes demasiado,Melantha, no puedo decirte más. La naveno se encuentra bien, y eso es lo único quenecesitas saber. No es muy seguropresionarla demasiado. Sin embargo,

Page 133: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

mientras yo esté en los controles, tú y tuscolegas peligran poco. Confía en mí.

—La confianza es un lazo entre dos —dijo Melantha con firmeza.

Royd levantó la cabeza y la apartó desí, luego volvió a conectar sucomunicador. —Ya basta de chismes —anunció cortante—. Tenemosreparaciones pendientes. Ven. Quiero verqué tan superada estás.

En la soledad de su casco, MelanthaJhirl maldijo en voz baja.

El xenobiólogo miró a Royd Erisemerger sobre su gran trineo, vio cuandoMelantha Jhirl se le aproximó; vio cuando

Page 134: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

giró por completo para unir sus visores.Apenas pudo contener su rabia. De algúnmodo estos dos eran cómplices en esto,Royd y Melantha y posiblemente tambiénel viejo D'Branin, pensó acremente. Ellalo había protegido desde el principio,cuando hubieran podido actuar juntos paradetenerlo, averiguar quién o qué era. Yahora habían muerto tres, y Melanthapendía cabeza-abajo con su cara oprimidaa la de él como en un beso de amantes.

Desconectó su comunicador y maldijo.Los demás no se divisaban, seencontraban en pos de fragmentosaveriados. Royd y Melantha estabanfascinados el uno con el otro y la naveabandonada y vulnerable. Esta era su

Page 135: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

oportunidad. Con razón Eris habíainsistido que todos le precedieran hacia elvacío; fuera, aislado de los controles delVolador Nocturno, era sólo un hombre, yun hombre débil, además.

Mientras sonreía fría y duramente, elxenobiólogo dirigió su trineocircularmente para desaparecer dentro delinmenso buche de la cabina de piloto. Susluces centellaban, arrollaba luminososrayos a cada lado de los cerradoscilindros, los inmensos motores quedoblaban todo en el tiempo del espacio,empotrados en marañas de metal y cristal.Todo estaba abierto al vacío. Era mejorasí; la atmósfera corroe y destruye.

Bajó el trineo, descendió de él, se

Page 136: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

dirigió al cerrojo de aire. Esta era la partemás difícil pensó. El cuerpo decapitadodel joven telépata estaba trabado apenas auna abrazadera inmensa, como unguardián grisáceo junto a la puerta. Elxenobiólogo tenía que fijar la mirada en élmientras esperaba el ciclaje del cerrojo.Cuando desviaba la mirada,incomprensiblemente volvían al punto departida. El cuerpo se veía casi natural,como si nunca hubiese llevado unacabeza. El xenobiólogo trató de recordarel rostro del joven, sin lograrlo, peroentonces se abrió la puerta y agradecidorelegó tal pensamiento y entró.

Estaba solo en el Volador Nocturno.

Page 137: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Era hombre cauto. No se quitó el traje,aunque sí el casco y se soltó la telametálica sobre la cabeza y ésta cayófláccida a su espalda a modo decapuchón. Podría acomodársela confacilidad en caso necesario. En elcompartimento de carga número 4, endonde habían almacenado su equipo, elxenobiólogo encontró lo que buscaba; unportátil láser cortante, cargado y listopara usarse. De potencia baja, peroserviría.

Lento y torpe en la ingravidez, seimpulsó por el pasillo hasta la obscuraestancia.

Hacía frío dentro de ella, lo sentía en

Page 138: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

sus mejillas. Trató de ignorarlo. Se aferróa la puerta para empujarse a través delcuarto, flotaba por encima de los muebles,los cuales estaban fijos en su lugar.

Mientras flotaba hacia su objetivo,algo mojado y frío tocó su cara. Lo asustó,pero desapareció antes de saber lo queera.

Cuando volvió a suceder, lo atrapó yde pronto se sintió enfermo. Lo habíaolvidado. Aún nadie había aseado laestancia… los restos aún estaban ahí,flotando. Sangre, carne, fragmentos dehueso y masa encefálica lo rodeaban.

Llegó hasta la pared opuesta, sedetuvo con sus brazos, descendió hastadonde quería ir. El mamparo. El muro. No

Page 139: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

había ninguna puerta, pero el metal nosería demasiado grueso. Más allá estabanlos controles, el acceso a la computadora,la seguridad, el poder. El xenobiólogo nose consideraba un hombre vengativo. Nointentaba hacerle mal a Royd Eris, noestaba en sus manos juzgarle. Tomaría elcontrol del Volador Nocturno , advertiríaa Eris y se aseguraría de mantenerlosellado en su traje. Los llevaría a todos deregreso sin más misterios, sin másasesinatos, sin más muertes. Dos árbitrosde la Academia escucharían su historia yjuzgarían a Eris, decidirían lo bueno y lomalo de la situación, culpa o inocencia,los pasos a seguir.

El cortante láser emitió un haz de luz

Page 140: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

plateada. El xenobiólogo sonrió y loaplicó a la mampara. Era un trabajo lento,pero él tenía paciencia. No, no lo habríanextrañado todavía. Y si así fuerapensarían que estaba sobre su trineo, trasuna horda salvaje. Las reparaciones deEris tomarían horas, tal vez días. Elbrillante rayo despedía nubes de humo alcontacto con el metal. Trabajaba condiligencia.

Algo se movía en la periferia de suvista, un pequeño parpadeo, difícil denotar. Un pedazo de cerebro flotante,pensó. Un fragmento de hueso, unsanguinolento pedazo de carne, aún concabello. Cosas horribles, más nopreocupantes. El era un biólogo, estaba

Page 141: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

acostumbrado a la sangre, a los sesos y ala carne viva. Peor aún, había disecado amuchos extraños con anterioridad.

De nuevo el movimiento atrajo sumirada. Sin quererlo, lo miró coninsistencia. Deseaba no verlo, pero dealguna manera, aunque intentaba ignorar altelépata decapitado en la cerradura deaire, miró.

Era un ojo.El xenobiólogo tembló, y el láser se le

resbaló hacia un lado, por lo cual, hubode dirigirlo con cierta dificultad hacia elcanal inicial de tiro. Su corazón se agitó.Trató de calmarse. Sus temores eraninfundados. No había nadie, y si Roydregresara… bueno, tenía el láser y su

Page 142: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

traje, por si volaba alguna cerradura deaire.

Miró el ojo de nuevo, para desvanecersu temor. Tan sólo era un ojo, el del joventelépata, intacto, sanguinolento, perointacto, el mismo ojo azul, acuoso que elchico tenía en vida. Nada sobrenatural. Unpedazo de carne muerta, el cual flotaba enla estancia entre otros pedazos similares.Alguien debió de haber limpiado el lugar,pensó con enojo. Era indecente eincivilizado dejarlo así.

El ojo no se movía. Los otrosfragmentos grisáceos flotaban en lacorriente, pero el ojo estaba estático. Fijoen él. Observaba.

Se automaldijo y se concentró en el

Page 143: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

láser, en su trabajo. Había quemado todauna línea sobre la mampara de casi unmetro. Comenzó a hacer otro corte a losángulos derechos.

El ojo observabadesapasionadamente. El xenobiólogo nopodía soportar aquella situación. Una desus manos quedó en libertad, agarró el ojoy lo arrojó con fuerza. Perdió el balance.Cayó de espaldas y el láser se leresbalaba, sus brazos parecían alas dealgún ave pesada y absurda. Finalmente seapoyó en uno de los filos de la mesa y sedetuvo.

El láser pendía en el centro del cuarto,aún disparaba, y giraba. Eso no teníasentido. No tenía porqué funcionar. Tal

Page 144: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

vez se habría trabado, pensó. Columnasde humo se levantaban al simple contactodel rayo.

Con cierto temor, el xenobiólogo mirócómo el láser giraba hacia él.

Se levantó, se recargó contra la mesay se apartó de la línea de fuego.

El láser giraba con suavidad.Se estrelló contra un muro, gemía de

dolor, rebotó del piso, pateó. El lásergiraba con más rapidez. Se elevó y seaferró a un rebote del techo. El haz girópero no lo suficientemente rápido. Loagarraría mientras disparaba en otradirección.

Se acercó, lo alcanzó, y vio el ojo.Colgaba justo arriba del láser.

Page 145: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Observaba.El xenobiólogo lanzó un sonido

gutural apenas perceptible y su manodudó, no por mucho, pero sí lo suficiente,y el rayo plateado apareció.

Una tibia luz, una cálida caricia leatravesó el cuello.

Una hora después alguien preguntó porél. Karoly D'Branin al notar su ausencia,comenzó a llamarlo en voz alta. No huborespuesta. Lo notificó a los demás.

Royd Eris terminó de armar elplatillo, de montarlo y regresó. MelanthaJhirl podía ver las líneas alrededor de suendurecida boca. Los ojos de Royd

Page 146: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

estaban alertas.Fue entonces cuando comenzó el

griterío.Un agudo grito, doloroso, pavoroso,

seguido de un lloriqueo angustioso. Todoslo escucharon. Provenía de la red decomunicación.

—Es él —dijo la lingüista.—Está herido —agregó su compañero

—, necesita ayuda. ¿Acaso no loescuchan?

—¿Dónde?—La nave, debemos regresar a ella —

dijo la lingüista.—¡No! Les advertí —dijo Royd.—Vamos a investigar —continuó la

lingüista. Su compañero saltó el

Page 147: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

fragmento remolcado, el cual se alejóhacia la nada. Su trineo quedó de frente alVolador Nocturno.

—Deténganse —dijo Royd—,regresaré a mis cámaras y observarédesde ahí, por favor. Permanezcan aquímientras tanto.

—Váyase al diablo —le dijo ellingüista por el circuito abierto.

—Royd, amigo mío ¿Qué quieredecir? —dijo Karoly D'Branin— su trineose movía en pos del de los lingüistas, unpoco más alejado. Está herido, tal vez deseriedad. Debemos ayudarlo.

—No —dijo Royd—, detente Karoly.Si tu colega regresó a la nave solo, hamuerto.

Page 148: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Cómo puede ustedes saberlo? —Preguntó la lingüista—. ¿Usted lo planeóasí? ¿Acaso puso trampas?

—Escúchenme. No pueden ayudarloya. Sólo yo pude haberlo hecho, pero nome escuchó. Confíen en mí. Deténganse.

En la distancia, el trineo de D'Branindisminuyó su velocidad. No así el de loslingüistas. —Ya lo hemos escuchadodemasiado —dijo la mujer, la cual hubode gritar para ser escuchada en aquelagónico punto del universo—. Melantha,mantén a Eris allí. Iremos con precaucióny descubriremos lo que pasa en el interiorde la nave, pero no podemos dejarle elacceso libre a los controles de su nave.¿Quedó claro?

Page 149: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha Jhirl dudó. Aquellos sonidosde terror y agonía le golpeaban los oídos;así era difícil pensar.

Royd giró su trineo y quedó frente aella. Melantha sentía el peso de aquellamirada. —Deténganlos, Melantha; Karoly,ordénenselo. No saben que hacen —suvoz se encontraba al borde de ladesesperación.

En su rostro, Melantha vio decisión.—Trata de llegar primero, Royd. Actúasegún tus principios, yo intentaréinterceptarlos.

Royd intentó responder, peroMelantha ya había partido. Su trineo cruzóel área de trabajo, aún congestionada confragmentos de la cubierta y otros

Page 150: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

elementos, y aceleró bruscamente en sucarrera hacia la zaga del VoladorNocturno.

Pero aun cuando Melantha seacercaba, tan rápido como podía sabíaque era tarde. Los lingüistas ya estabandemasiado cerca y eran mucho másveloces que ella.

—¡No lo hagan! —les dijo con tonoautoritario—, la nave no guardaseguridad, ¡maldita sea!

—¡Perra! —fue la única respuesta.El trineo de Karoly los seguía en

vano. —Amigos, deben detenerse, porfavor, se los ruego, pongámonos deacuerdo. Los eternos lloriqueos fueron laúnica respuesta.

Page 151: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Soy su superior —les dijo—. Lesordeno esperar afuera. ¿Me escuchan? Esuna orden, invoco a la autoridad de laAcademia. Por favor, amigos escúchenme.

Melantha vio como los lingüistasdesaparecían por el inmenso túnel delcuarto de manejo.

Un instante después detuvo su trineojunto a la expectante boca negra, y sepreguntaba si debía seguirlos hasta elinterior del Volador Nocturno . Podríainterceptarlos antes de abrir la cerradurade aire.

La voz de Royd, grave, a contrapuntoa su pregunta, chillante y silenciosa,contestó: —Quédate Melantha Jhirl. Noprosigas.

Page 152: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha miró a sus espaldas. Eltrineo de Royd se acercaba. —¿Quéhaces? —Preguntó ella—, Royd, usa tupropia cerradura. Debes regresar alinterior.

—No, Melantha, la nave no meresponderá. La cerradura central no sedilatará. No entren ni tú ni Karoly a lanave mientras yo no pueda afianzarme enlos controles.

Melantha Jhirl miró hacia el cuarto demanejo , por donde habían desaparecidolos lingüistas.

—¿Qué les…?—Pídeles que regresen, Melantha. Tal

vez aún estén a tiempo, si logranescucharte.

Page 153: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha y Karoly D'Branin lointentaron. Suplicaron, gimieron en unatorcida sinfonía, pero los lingüistasseguían allí.

—Han cortado su comunicador —dijoMelantha con furia—, no deseanescucharnos. ¡Oh! ese… ese sonido.

Los trineos de Royd y de KarolyD'Branin la alcanzaron al mismo tiempo.—No entiendo lo que pasa —dijo Karoly.

—Es muy simple, Karoly —contestóRoyd—, me mantienen afuera hasta…hasta que mi madre termine con ellos.

Los lingüistas abandonaron sus trineosjunto al del xenobiólogo y penetraron através de la cerradura de aire conpremura, miraron de reojo al decapitado

Page 154: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

portero.Dentro se quitaron sus cascos. —Aún

los escucho —dijo el hombre.La mujer asintió. —El sonido

proviene de la estancia. Démonos prisa.Se abrieron camino por el corredor en

menos de un minuto. Los sonidos sehacían más fuertes y cercanos. —Allí estáél —dijo la mujer al llegar frente a lapuerta de la cámara.

—Sí, pero, ¿estará solo? Necesitamosun arma —dijo su compañero—. ¿Y si…Royd nos ha mentido? Hay alguien más abordo. Necesitamos defendernos.

La mujer no esperó. Somos dos ¡Ven!—Entraron en la estancia.

Estaba obscuro. Una escasa luz

Page 155: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

lograba filtrarse por debajo de la puerta.Los ojos de la mujer comenzaron aajustarse. —¿Dónde estás? —gritóconfusa—. La estancia se veía vacía, talvez por el efecto de la luz.

—Rastrea el sonido —le sugirió elhombre, mientras se paraba junto a lapuerta, y miraba a su alrededor. Un minutodespués comenzó a sentir cómo descendíasobre el muro; trataba de aferrarse con lasmanos.

La mujer, impaciente, se impulsó através del cuarto, buscaba. Rozó el murode la cocina y la idea de armas le acaricióla mente. Sabía dónde se encontraban losutensilios. —¡Aquí! —dijo—. Tengo uncuchillo, eso te ha de sorprender —lo

Page 156: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ondeó y lo dirigió hacia una flotanteburbuja de sangre, tan grande como supuño, la cual explotó en cientos deglóbulos.

—¡Oh, Dios mío! —dijo el hombrecon su voz gruesa y temerosa.

—¿Qué? —preguntó ella—, ¿loencontraste? ¿Acaso está? —Intentaballegar a la puerta, regresando por elmismo muro—. ¡Sal de aquí! —le advirtió—. ¡Apúrate!

—¿Por qué? —temblaba.—He encontrado la fuente —dijo él

—. Los gritos, el llanto, ¡Vamos!—¿Qué?El murmuró: —Fue la parrilla ¿Acaso

no lo ves? ¡Proviene del comunicador! —

Page 157: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el hombre llegó a la puerta, no la esperó,desapareció por el corredor.

Ella se aferró y se dispuso a seguirlo.Los sonidos cesaron. Simplemente: se

apagaron.Ella pateó, flotó hacia la puerta, con

el cuchillo en la mano.Algo obscuro emergió debajo de la

mesa del comedor y le bloqueó el camino.Lo miró claramente un instante delineadocontra la luz proveniente del corredor.Era el xenobiólogo en su traje de vacío,sin su casco. Traía algo en sus manos y loapuntó frente a ella. Era un láser, unsimple láser cortante.

La mujer comenzó a moverse hacia él.Intentó detenerse, sin conseguirlo.

Page 158: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Cuando estuvo cerca, le vio unasegunda boca abajo de la barbilla quesonreía, además de gotear sangre,mientras se movía.

El hombre corrió despavorido por elcorredor y se golpeaba contra las paredes.El pánico y la ingravidez lo hacíanparecer inadaptado. Miraba de reojohacia atrás, con la esperanza de ver a suamada aparecer, temeroso de lo que ellapudiera ver en aquel lugar.

Después de mucho tiempo, lacerradura de aire se abrió. Mientrasesperaba, el hombre temblaba y su pulsose aletargaba. Con mucho esfuerzo logrócalmarse. Una vez dentro de la cámara,con la puerta interior sellada entre él y la

Page 159: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

estancia, se sintió seguro.De pronto no pudo recordar el porqué

de su terror.Se sentía avergonzado: había huido, la

había abandonado ¿por qué? ¿Qué lohabía asustado tanto? ¿Una estanciavacía? ¿Los ruidos del intercomunicador?Porque eso significaba que el xenobiólogoestaba vivo en algún lugar de la nave,agónico.

Con resolución, buscó y desactivó elciclo de la cerradura de aire, para luegoprender la reversa. El aire en vez de salir,comenzó a ingresar dentro de la cámara.

El hombre, meneó la cabeza. Ellajamás olvidaría su acción. Intentaríaregresar y disculparse. Eso tal vez

Page 160: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

serviría de algo.Mientras la puerta interior se abría,

sintió una nueva ola de terror, uninstantáneo aguijoneo de miedo cuando sepreguntó qué podía haber emergido de laestancia para esperarlo en los corredoresdel Volador Nocturno .

Cuando salió, la mujer lo esperaba.El no veía ni furia ni desdén en

aquellos calmados rasgos. Se le acercó eintentó disculparse. —No entiendo porqué yo me…

Con un lánguido movimiento la manode la mujer salió de detrás de su cuerpo.Aún traía el cuchillo. Fue entonces cuandoél notó el agujero quemado en su traje,justo entre los senos.

Page 161: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Tu madre? —dijo Melantha Jhirlcon cierta incredulidad mientras amboscolgaban sobre la nave, en la inmensidad.

—Ella puede escuchar nuestraspláticas —contestó Royd—, pero eso yano tiene sentido ahora. Tu amigo debehaber hecho algo muy estúpido,amenazador. Ahora ella ha decididomatarlos a todos ustedes.

—Ella… ella… ¿qué quieres decir?—la voz de D'Branin parecía confundida—. Royd, Royd no querrás decir que tumadre aún vive. ¿Cómo es posible simurió antes de nacer tú?

—Así fue, Karoly —dijo Royd—. No

Page 162: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

les he mentido.—No —dijo Melantha—, no lo creo,

pero no nos contaste toda la verdad,tampoco.

Royd asintió. —Mi madre está muerta,pero su… fantasma aún vive, y anima minave… tal vez sería mejor si dijese «sunave». Mi control es muy relativo.

—Royd —dijo D'Branin—, mivolcryn es más real que cualquierfantasma —su voz era amable.

—Tampoco yo creo en fantasmas —dijo Melantha Jhirl mientras fruncía elceño.

—Llámenlo como quieran —dijoRoyd—, mi opinión y terminología son tanbuenos como cualquiera. La realidad es

Page 163: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

irrevocable. Mi madre, o alguna parte deella, vive en el Volador Nocturno ,intentará matarlos a todos. No es laprimera vez.

—Royd, sus palabras no tienensentido —dijo D'Branin—, yo…

—Karoly, deja al Capitán explicar lasituación.

—Bien, así es —dijo Royd—. ElVolador Nocturno es una naveultramoderna, automatizada,autoreparante, grande. Así debía ser, puesmi madre deseaba suprimir tripulantes.Fue construida en Newholme comorecordarán. Nunca he estado allí, peroentiendo que su tecnología es muysofisticada. En Avalón no hubiera sido

Page 164: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

posible construir una nave semejante, metemo. Pocos mundos pudieron haberlohecho.

—Al grano, Capitán.—Bien, el punto son las

computadoras, Melantha. Debían de serextraordinarias, lo son, créanme. Sonesencialmente de cristal, su data conrejilla laser y otros complementos nomenos sorprendentes.

—¿Trata usted de decirnos que elVolador Nocturno es una InteligenciaArtificial?

—No, no a mi forma de ver, pero síalgo muy próximo a ello. Mi madre poseíauna capacidad de personalidad impresa.Dotó al cristal central con sus recuerdos,

Page 165: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

deseos, ansias, amores y odios. Por ellole confió mi educación a la computadora,¿ven? Como me hubiera educado ellamisma, si hubiera tenido la paciencia. Laprogramó además para otros fines.

—¿Y no puede usted reprogramarla?—preguntó Karoly.

Una especie de desesperación seapoderó de la voz de Royd.

—Lo he intentado Karoly, pero meveo impotente en cuestión de sistemas, ylos programas son muy complicados, lasmáquinas muy sofisticadas. Cuando menosen tres ocasiones he erradicado a mimadre, pero siempre aparece de nuevo. Esun fantasma programado y no puedodeshacerme de ella. Va y viene a su libre

Page 166: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

albedrío. Es un fantasma, ¿acaso no loven? sus recuerdos y su personalidadestán inmiscuidos en los programas de lanave, y yo no puede deshacerme de ellasin dejar el sistema intacto. Eso medejaría indefenso. No podríareprogramarme, y sin las computadoras lanave fallaría, tendría que abandonarla yeso me mataría.

—Debió de habérnoslo contado antes—dijo Karoly D'Branin—, en Avalónexisten muchos cibernéticos muycapacitados. Podíamos haberlo ayudadoen forma experta.

—Karoly, he tenido ayuda experta. Endos ocasiones traje a bordo a dosespecialistas de sistemas. El primero me

Page 167: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

dijo exactamente lo que yo acabo dedecirles; resultaría imposible el no dañartodo el sistema. La segunda había sidoentrenada en Newholme. Había unaposibilidad… pero mi madre lo mató.

—Aún omite usted algo —dijoMelantha Jhirl—. Entiendo cómo puede sucibernético fantasma abrir y cerrar lascerraduras de aire, así como arreglarotros accidentes similares. Pero ¿cómoexplica usted la muerte de nuestrotelépata?

—En esto último debo cargar con laculpa —contestó Royd—. Mi soledad mecondujo a un grave error. Pensé que talvez podría resguardarlos, incluso con untelépata entre ustedes. No he tenido

Page 168: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

problemas con otros viajeros. Losobservo constantemente y los aconsejo norealizar actos peligrosos. Si mi madreinterfiere o intenta hacerlo la contramandodirectamente desde el cuarto de controles.Generalmente eso resulta. No siempre.Antes de ustedes ya había matado en cincoocasiones, los primeros tres murieroncuando yo era muy joven. Fue así comoaprendí acerca de ella. La primera remesaincluía también a un telépata.

—Debí habérmelo imaginado, Karoly.Mi hambre de vivir los ha condenado amuerte. Sobreestimé mis propiashabilidades y subestimé el temor de mimadre a la exposición. Ataca cuando seve amenazada y los telépatas siempre han

Page 169: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

sido una amenaza. Ellos la sienten. Unaextraña y maligna presencia, algo fresco,hostil e inhumano.

—Es cierto —dijo Karoly D'Branin—. Eso fue lo que él dijo—. Algoextraño, aseguraba.

—Sin duda se siente extraña hacia untelépata habituado a los contornosfamiliares de las mentes orgánicas. Sucerebro no es humano. Es tan sólo uncomplejo de recuerdos cristalinos, unadiabólica red de programas herméticos,una mezcla de circuitos y espíritu.Comprendo el porqué se siente extraña.

—Aun no nos explica como unprograma computado pudo hacer explotarel cerebro de un hombre —dijo Melantha

Page 170: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

pacientemente.—¿Alguna vez has sostenido una joya

susurrante? —le preguntó Royd.—Sí —replicó ella. Incluso había

poseído una; un obscuro cristal azul,pleno de recuerdos de sus satisfaccionesparticulares acerca del acto del amor.Había sido fabricado en Avalón, sussentimientos se encontraban impresosdentro, y durante más de un año, ella tansólo debía tocarlo para sentirse bien.Finalmente se desvaneció yposteriormente la perdió.

—Entonces comprendes que el poderpsiónico puede ser almacenado —dijoRoyd—, la corteza central de mi sistemade computación es de cristal. Tal vez mi

Page 171: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

madre dejó su impresión al morir.—Tan sólo el esperón puede cincelar

esta joya —dijo Royd—, ni tú, Melantha.Jamás me preguntaron el porqué el odiode mi madre hacia la gente. Nació dotada.En Avalón hubiese sido de la primeraclase, aprobada, entrenada y honrada. Sutalento se nutría y fructificaba. Hubierasido muy famosa, incluso más fuerte quelos de la primera clase, pero tal vez fuedespués de su muerte que adquirió talpoder, ligada como lo ha estado alVolador Nocturno.

—El punto es discutible. Ella no nacióen Avalón. En su mundo natal, sushabilidades eran vistas como un curso,algo extraño y digno de temor. La curaron

Page 172: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

de ello, por medio de drogas choqueseléctricos e hipnosis. Cuando trataba deusar su talento se enfermabaviolentamente. Jamás perdió el poder, porsupuesto, sólo la habilidad dé usarlo conefectividad, de controlarlo. Le recordabasus partes erráticas, suprimidas, fuente desu pena y dolor. Media década de curainstitucional casi la vuelve loca. Ahoracomprendo su odio hacia la gente.

—¿Cuál era su talento? ¿La telepatía?—No, tal vez alguna habilidad

rudimentaria. Leí que todos los talentospsíquicos poseen habilidades latentes enadición a su fuerza desarrollada. Pero mimadre no podía leer la mente. Poseíacierta empatía , aunque su cura la torció

Page 173: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

curiosamente y sus emociones laenfermaban. Su mayor fuerza, el talentoaquel que le destruyeron al cabo de cincoaños, era la telekinesis.

Melantha Jhirl exclamó. —Ahoracomprendo su odio por la gravedad. Latelekinesis bajo la ingravidez es…

—Así es —concluyó Royd—. Elmantener el Volador Nocturno bajo lagravedad me tortura, pero limita a mimadre.

Quedaron en silencio. Cada cualmiraba hacia el obscuro cilindro delcuarto de mando. Karoly D'Branin semovía con lentitud en su trineo. —No hanvuelto —dijo.

—Tal vez ya han muerto —dijo Royd.

Page 174: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿Qué haremos amigo mío?Debemos planear algo. No podemosesperar aquí por siempre.

—Lo primero es, ¿qué debo hacer yo?—Preguntó Royd—, he habladolibremente, como lo habrán visto.Merecían saberlo. Hemos pasado el puntoen donde la ignorancia era protectora.Ahora las cosas han ido demasiado lejos,obviamente. Ha habido muchas muertes yustedes las han atestiguado todas. Mimadre no les permitirá regresar a Avalóncon vida.

—Es cierto —dijo Melantha—, pero¿qué hará ella respecto a usted? ¿Seencuentra su propio status en duda,Capitán?

Page 175: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—El meollo del asunto —admitióRoyd—, es ése. Aún me llevas tresjugadas de delantera, Melantha. Mepregunto si eso será suficiente. Tuoponente se encuentra a cuatromovimientos adelante, y ya se ha comidola mayoría de tus peones. El jaque mate esinminente, me temo.

—No si logro persuadir al rey de mioponente a rendirse.

Vio como Royd le sonreía. —Posiblemente ella me mataría a mítambién si me quedara con ustedes.

Karoly D'Branin dijo lentamente: —Pero ¿Qué otra cosa podría usted…?

—Mi trineo posee un láser. No así elsuyo. Podría matarlos a ambos en este

Page 176: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

instante y lograr mi inmediata aceptaciónal Volador Nocturno.

Tres metros separaban a los trineos, ylos ojos de Melatha se encontraron conlos de Royd. Sus manos descansabansobre los controles. —Podría intentarlo,Capitán. Recuerde, no es fácil matar a unamodelo superada.

—No podría matarte, Melantha Jhirl—dijo Royd con seriedad—. He vivido68 años y no los he vivido del todo. Estoycansado y tú cuentas unas excelentesmentiras. Si perdemos, moriremos todosjuntos. Si ganamos, de todos modosmoriré, cuando destruyan el VoladorNocturno. No podré vivir en un hospitalorbital para deformes, yo preferiría morir.

Page 177: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Le construiremos una nueva nave.Capitán —dijo Melantha.

—Mentirosa —contestó Royd en tonofestivo—, no importa. Mi vida nosignifica tanto. No me asusta la muerte. Siganamos debes contarme acerca de tuvolcryn, Karoly. Tú Melantha, debesdarme la revancha en ajedrez y…

—¿Y hacer el amor con usted? —concretó ella sonriente.

—Si fueras tan amable. Nunca heacariciado a nadie. Mi madre murió antesde mi nacimiento —se encogió dehombros—. Bueno, ella ha escuchadonuestros planes. No tiene caso hacerlos.Ahora la cerradura de control no meadmitirá, pues está cerrada directamente

Page 178: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

por la computadora de la nave. Debemosseguir a tus colegas dentro del cuarto demanejo y entrar por la cerradura manual,esto es, aprovechar todas lasoportunidades. Si puedo llegar a lasconsolas y restaurar la gravedad, talvez…

Un leve quejido lo interrumpió.Por un instante Melantha pensó que el

Volador Nocturno gemía frente a ellos denuevo y le sorprendió que intentara lamisma estúpida táctica por segundaocasión. Surgió otro gemido y tras deltrineo de Karoly el olvidado cuartosobreviviente luchaba contra loseslabones que la hacían caer. D'Branin seapresuró a liberarla, y la psíquica intentó

Page 179: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

levantarse y casi flotó sobre el trineo,pero la mano de Karoly tomó la suya y labajó.

—¿Se encuentra bien? —le preguntó—. ¿Me escucha? ¿Siente dolor?

Apresada bajo un visor transparente,unos inmensos y asustados ojos pasaronde Karoly a Melantha, hasta Royd y luegohacia el maltrecho Volador Nocturno .Melantha se preguntaba si la mujer estabaloca y comenzó a prevenir a D'Branin,cuando la psíquica habló de súbito.

—¡El volcryn! ¡El volcryn! ¡Oh!, ¡Elvolcryn!, —fueron sus palabras.

Alrededor de la boca del cuarto demanejo, el anillo de máquinas nuclearesdestelló levemente. Melantha Jhirl

Page 180: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

escuchó a Royd respirar con furia. Loscontroles propulsores de su trineosufrieron un violento giro. —Apurémonos—dijo ella—, el Volador Nocturno seprepara a partir.

A un tercio de distancia de la cámaradel cuarto de manejo Royd se colocófrente a ella, rígido y amenazante en sunegra y abultada armadura. Uno junto aotro navegaron más allá de las cilíndricasrutas siderales y del matrimoniocibernético; más allá, tenuementeiluminado, se encontraba la cerradura deaire principal y su horrido centinela.

—Cuando alcancemos la cerradura,

Page 181: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

salten a mi trineo. Deseo permanecerarmado y montado y la cámara no essuficiente para dos trineos.

Melantha Jhirl miró hacia atrás. —Karoly, ¿dónde estás?

—Estoy afuera Melantha, no puedoentrar, discúlpenme.

—Pero debemos permanecer juntos —dijo ella.

—No —contestó D'Branin—, nopuedo correr el riesgo, no ahora. Seríatrágico e inútil, Melantha, estar tan cercay fracasar. No me importa la muerte, perodebo verlos primero, después de todosestos años —su voz era firme y calmada.

—Karoly, mi madre va a mover lanave, ¿no lo entiendes? Te perderás.

Page 182: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Esperaré. Mi volcryn se acerca, loesperaré.

No había tiempo para másconversación, pues la cerradura de aire seencontraba casi sobre ellos. Ambostrineos se detuvieron y Royd comenzó elciclo mientras Melantha se movía hacia laparte posterior del inmenso y oval trineo.Cuando la puerta exterior se encontrófrente a ellos, se introdujeron.

—Cuando se abra la puerta interior,comenzará. La mayoría del mobiliarioestá fijo, pero los objetos de ustedes no loestán. Mi madre los utilizará como armas.Cuídate de las puertas, de las cerradurasde aire, de cualquier equipo atado a lacomputadora del Volador Nocturno . Es

Page 183: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

por demás decirte y advertirte que no tedesabroches el traje.

—De acuerdo —contestó ella.Royd comenzó a manejar el trineo

lentamente, y sus deslizadores producíanun sonido metálico al tocar el piso de lacámara.

La puerta interior se abrió y Roydactivó los propulsores. Dentro seencontraban los lingüistas. Ambosnadaban en una sangrienta neblina. Elhombre había sido cercenado desde elestómago hasta la garganta y sus intestinosse movían como un nido de pálidas yfuriosas serpientes. La mujer aún seaferraba al cuchillo. Flotaban juntos conuna gracia jamás tenida en vida.

Page 184: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Royd levantó los deslizadores y losestrelló de lado. El hombre muerto seestrelló contra la mampara y dejó unaamplia y mojada huella y más intestinoscomenzaron a salirse. La mujer perdió elcontrol sobre el cuchillo. Royd aceleró através del pasillo, entre aquella nube desangre.

—Te cubriré las espaldas —dijoMelantha mientras se volteaba. Amboscadáveres se encontraban a sus espaldas.El cuchillo flotaba en el aire. Melanthavolteó para decirle a Royd que seencontraba bien cuando de pronto la filosahoja comenzó a perseguirlos, como sialguna fuerza invisible la dirigiera.

—¡Cuidado! —gritó ella.

Page 185: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

El trineo se impulsó salvajementehacia un lado. El cuchillo pasó a un metrode ellos.

Pero no cayó. Se enfiló de nuevohacia ellos.

—La puerta es demasiado angosta —dijo Royd—. Abandonaremos el trineo,Melantha. —Incluso al hablar chocaron:dirigió el trineo directamente dentro delmarco de la puerta, y de súbito el impactolos lanzó.

Durante un momento Melantha flotócon cierta gracia por el corredor, mientrastrataba de balancearse. El cuchillooscilaba amenazante frente a ella, le rasgóel traje y el hombro. Sintió un dolorintenso y una cálida emanación de sangre.

Page 186: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¡Maldición! —gritó—. El cuchilloapareció de nuevo y esparcía gotas rojaspor doquier.

En un movimiento Melantha lo agarró.Masculló algo y liberó al cuchillo de

la fuerza que lo controlaba.Royd había recuperado los controles

del trineo e intentaba manipularlo. Másallá, en la semi obscuridad de la estancia,Melantha vio la obscura forma de uncuerpo semihumano flotar.

—¡Royd! —le advirtió, cuando depronto la cosa aquella activó su láser. Elhaz le pegó a Royd en el pecho.

El se aferró a su propia arma defuego. El láser de un trineo redujo acenizas el arma del xenobiólogo y le

Page 187: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

quemó el brazo derecho y el pecho. Elpulsante tiro pendía en el aire, e hizohumear la mampara del bar.

Royd hizo algunos ajustes y comenzó ahoradar el muro.

—Cruzaremos dentro de cincominutos a lo mucho —dijo.

—¿Te encuentras bien? —le preguntóMelantha.

—Me encuentro ileso. Melantha. Mitraje es más resistente que el de ustedes ysu láser era un juguete de poca potencia.

Melantha miró hacia atrás, conatención.

Los lingüistas se impulsaban haciaella, a ambos lados del pasillo, como paraatacarla de dos distintos ángulos.

Page 188: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Flexionó sus músculos. Su hombro latíadonde había sido cortado. Fuera de eso sesentía fuerte, casi con osadía. —Ahívienen los cadáveres —le dijo a Royd—,voy a enfrentarlos.

—¿Es eso aconsejable? —preguntó él—. Son dos.

—Soy una modelo superada y ellosestán muertos. —Salió del trineo y flotóhacia el hombre. Este levantó sus manospara bloquearla. De un manotazo,Melantha se las apartó. Le dobló un brazoy lo escuchó tronar, le enterró el cuchilloen la garganta antes de comprender loinútil de su acción. El hombre continuabacon su acoso. De su boca emergieron unosgrotescos colmillos.

Page 189: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha extrajo la hoja, lo agarró ycon toda su fuerza lo arrojó fuera delcorredor. El cuerpo se tambaleó, giró ydesapareció tras la niebla de su propiasangre.

Melantha voló en dirección opuesta.Las manos de la mujer, la rodearon

por detrás.Unas afiladas uñas trataban de rasgar

la mascarilla hasta sangrar. Sobre elplástico quedaron manchas de sangre.

Melantha giró y encaró a su atacante,la tomó de un brazo y la aventó con todassus fuerzas contra su compañero de lucha.

—He terminado —dijo Royd.Melantha lo miró. Un humeante metro

cuadrado había sido cortado. Royd apagó

Page 190: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el láser, asió los dos lados del marco y seimpulsó al interior.

Una penetrante ola sonora le estalló enlos oídos a Melantha. Se dobló en agonía.Sacó su lengua y apagó el comunicador;apareció un bendito silencio.

Llovía en el bar. Utensilios de cocina,vasos, platos, pedazos de cuerposhumanos eran lanzados por todo el cuarto,sin lastimar a Royd. Melantha —ansiosapor seguirlo— retrocedió indefensa.Aquella lluvia de muerte hubieraatravesado su frágil traje y la hubieradespedazado, Royd desapareció tras elmuro de la sección secreta de la nave.Melantha se encontraba sola.

E l Volador Nocturno , bramó, y una

Page 191: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

súbita aceleración le proporcionó brevesemejanza gravitacional. Melantha fuearrojada hacia un lado. Su hombrolastimado golpeó dolorosamente contra eltrineo.

Todas las puertas del pasillocomenzaron a abrirse.

Los lingüistas avanzaban de nuevohacia ella.

El Volador Nocturno era una distantey titilante estrella de máquinas nucleares.La obscuridad y el frío lo envolvieron,abajo se encontraba la infinita soledad delVelo de Tempter, pero Karoly D'Braninno sentía miedo. Se sentía extrañamente

Page 192: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

transformado. La nada estaba latente depromesas.

—Ya vienen —murmuró Karoly—, lopresiento, a pesar de no ser psíquico. Lahistoria Crey debe ser así, incluso a años-luz pueden ser presentidos. Maravilloso.

La psíquica parecía muy pequeña. —E l volcryn —murmuró—. No puederedituarnos ningún bien, me duele. Lanave se ha ido. D'Branin me duele lacabeza. —Hizo un pequeño ruidotemeroso—. Eso dijo el chico justodespués de ser inyectado, antes de… yasabes. Mencionó su jaqueca.

—Calma, amiga. No tengas miedo. Yoestoy contigo. Espera. ¡Seremos testigosde algo grandioso! Sólo piensa en ello.

Page 193: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Puedo sentirlos —dijo la psíquica.D'Branin estaba ansioso. —Dime…

tenemos un trineo. Vayamos a suencuentro. Guíame.

—Sí, sí.

Retornó la gravedad: en un parpadeo,el universo recobró su normalidad.

Melantha cayó sobre la cubierta, giróy se levantó con agilidad felina.

Aquellos objetos flotantes que salíande las puertas abiertas del corredorcomenzaron a caer ruidosamente.

La sangre se había transformado enuna gruesa capa sobre el piso.

Ambos cadáveres cayeron, inmóviles.

Page 194: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Royd le habló. Su voz provenía de losintercomunicadores de los muros, y no delde su traje. —Lo logré.

—Ya lo noté.—Me encuentro en la consola central

principal. Logré restaurar la gravedadmanualmente, y estoy cortando lasposibles funciones de la computadora.Aún no estamos a salvo. Ella intentarálocalizarme. Lucho contra sus mandatos afuerza bruta. No puedo arriesgarme aomitir ningún detalle, ni perder miatención, eso significaría… Melantha. ¿Terasgaron el traje?

—Sí, a la altura del hombro.—Ponte otro de inmediato. El conteo

programado mantendrá las puertas

Page 195: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

cerradas pero no debemos arriesgarnos.Melantha corría por el corredor hacia

los compartimientos de carga en donde seencontraban almacenados los trajes.

—Cuando te hayas cambiado —continuó Royd—, arroja los cadáveres enla unidad de conversión masiva.Encontrarás el cerrojo apropiado junto alcuarto de manejo, a la izquierda de lacerradura principal. Echa además todosaquellos objetos no indispensables.

—Como ¿cuchillos?—Así es.—¿Es aún la telekinesis una amenaza,

Capitán?—Mi madre se debilita con los

campos de gravedad. Debe luchar contra

Page 196: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

ello. Aun favorecida por el poder delVolador Nocturno sólo puede mover unobjeto a la vez y únicamente dispone deuna fracción de la fuerza levitante bajocondiciones ingrávidas. Pero el poder aúnestá ahí; recuérdalo. Además tal vezencuentre la forma de rodearme y logrecortarme la gravedad de nuevo. Desdeaquí puedo restaurarla al instante. Y noquiero ningún arma por allí.

Melantha llegó al área de carga. Sequitó su traje y se puso otro en un tiemporécord. Recogió su antiguo traje, variosinstrumentos y los arrojó dentro de lacámara de conversión. Luego prestóatención a los cadáveres. El hombre nosignificaba problemas. La mujer reptaba

Page 197: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

por el corredor tras ella cuando Melanthaarrojó a su compañero dentro de lacámara; ella presentó cierta resistencia alllegar su turno, un triste recordatorio deque los poderes del Volador Nocturnoaún no desaparecían. Melantha fácilmenteganó la pelea.

El cadáver del xenobiólogo no habíasido tan problemático, y mientraslimpiaba la estancia, un cuchillo decocina se dirigía hacia su cabezalentamente. Melantha lo agarró y loagregó a la pila dentro del cuarto deconversión.

Trabajaba en la segunda cabina,llevaba consigo las abandonadas drogasde la psíquica y la jeringa, cuando

Page 198: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

escuchó el grito de Royd.Un instante después, una gigantesca

mano invisible se aferró a su pecho y lalanzó sobre el suelo.

Algo se movía junto a las estrellas.D'Branin apenas podía verlo, sin

detalle. Sin embargo, ahí estaba, sin lugara dudas, alguna forma vasta, la cualbloqueaba cierta sección del panoramaestrellado. Se acercaba a ellosirremediablemente.

Deseó haber tenido ahí su equipo, eltelépata, sus expertos y sus instrumentos.

Presionó con más fuerza lospropulsores.

Page 199: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Clavada al piso, lastimada, MelanthaJhirl activó dificultosamente elintercomunicador de su traje. Debía decomunicarse con Royd. —¿Estás ahí?¿Qué sucede? —la presión era terrible, yempeoraba. Apenas podía moverse.

Surgió una dolorosa respuesta… —vencieron… me… me duele hablar. Roydhablaba con esfuerzo—. Ella…Telekinesis… marca… hacia arriba…dos… tres… tres… más alto… derecha…aquí… en… el… tablero… todo…sólo… debo… regresarlo… voy a…

Silencio. Melantha se encontraba alborde de la desesperación cuando de

Page 200: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

nuevo se escuchó la voz de Royd. Unapalabra: —no puedo…

Melantha sentía como si su pechosoportara tres veces su peso. No podíaimaginarse la agonía de Royd. Royd, paraquien la mínima presencia de gravedad leresultaba dolorosa y peligrosa. Aunque eldisco se encontrara a su alcance,Melantha sabía que la débil musculaturade Royd le impediría alcanzarlo.

—¿Porqué? —Comenzó a hablar conmás libertad que Royd.

—¿Por qué prendería la…gravedad… eso también la debilita aella?, ¿no es así?

—… sí… pero en un tiempo… hora…minuto… mi… corazón… estallará… y…

Page 201: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

entonces… tú sola… ella… apagará lagravedad… te matará.

Dolorosamente, Melantha estiró subrazo y se arrastró hacia el corredor. —Royd… aguanta… ahí voy… —Searrastró de nuevo. Traía consigo lasdrogas de la psíquica. Dejó su carga y lahizo a un lado, reconsideró. En vez deello abrió la tapa.

Las ampolletas se encontrabanetiquetadas limpiamente. Comenzó abuscar adrenalina o sintastima. Cualquiercosa capaz de restaurar las fuerzasnecesarias para llegar hasta Royd.Encontró varios estimulantes y seleccionóel más potente, introdujo el líquido en lajeringa con torpeza, su agonía disminuyó

Page 202: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

al ver la provisión de esperón.Melantha no sabía el porqué de su

duda. El esperón era tan solo una drogapsiónica entre la media docena delestuche, pero algo le molestó al verlo,recordó algo confuso. Intentabaaveriguarlo cuando escuchó el ruido.

—Royd —dijo—. Tu madre… ¿Podrámover… no podría mover nada…telekinesis… a este nivel de gravedad?…¿Podría?…

—Tal vez… si… concentra… todosu… poder… ¿Por qué?

—Algo o alguien comienza a entrarpor la cerradura de aire.

Page 203: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

La nave volcryn llenó el universo.—No es realmente una nave, no como

yo me la imaginaba —decía KarolyD'Branin. Su traje de diseño Académico,tenía una especie de grabadora, y élgrababa sus comentarios para laposteridad, extrañamente seguro de suinminente muerte—, es difícil calcular eltamaño. Inmenso. Sólo poseo micomputadora de brazalete, sininstrumentos, no puedo precisardimensiones, pero yo diría, cienkilómetros, tal vez 300 de anchura. No esuna masa sólida. Es delicada y distamucho de nuestra noción de naves. Es…¡ah! hermosa —es de cristal y tul, convida propia en sus tenues luces, una

Page 204: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

especie de vasta nave de intrincadoaspecto de telaraña— me recuerda unpoco a las embarcaciones de velas deestrellas que solían usarse, en los díasanteriores a las rutas, pero esta grandiosaconstrucción no es sólida, no puede seroperada por medio de luz. De ningunamanera es una nave, en realidad. Estácompletamente abierta al vacío, no tienecabinas selladas ni esferas de soportesvitales, no veo nada de esto, a menos quemi alcance visual no llegue a tanto, perono, no lo creo… es demasiado abierta,demasiado frágil. Avanza con mucharapidez. Hubiera deseado el instrumentalpara medir su velocidad, pero meconformo con haberla visto. Voy a dirigir

Page 205: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

nuestro trineo hacia sus ángulos rectos.Para no obstruir su camino, aunque nopuedo asegurar lograrlo. Se mueve muchomás rápidamente que nosotros. No a lavelocidad de la luz, no, mucho menos queeso, pero aún con más velocidad que elVolador Nocturno con sus motoresnucleares, diría yo. Es sólo unasuposición.

—Las naves volcryn carecen demedios visibles de propulsión. Es más —me preguntó cómo— quizás sí sea unavela-luz, impulsada por láser hacemilenios y hoy rota y podrida por algunacatástrofe inimaginable… pero no, esdemasiado simétrica, demasiado bella, sutejido finísimo, sus grandiosos y

Page 206: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

resplandecientes velos cerca del nexo, subelleza toda.

—Debo describirla, debo detallarmás, lo sé. Es difícil estoy muy excitado.Es inmensa, kilómetros de largo como yahe dicho. Si, tiene forma hexagonal. Losnexos, el centro, son áreas brillantes,pobladas de pequeñas zonas obscuras, loscuales parecen sólidos, los iluminadosson traslúcidos. Puedo ver las estrellasdel otro lado, aunque algo descoloridas,girados hacia lo morado. Velos, así losllamo, de los nexos y los velos partenocho inmensas espuelas protectoras, sinespacios simétricos, por lo cual eloctágono no es perfecto. ¡Oh!, ahora loveo mejor, una de las espuelas no está

Page 207: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

derecha, gira lentamente, los velos correnentre una y otra espuela, una y otra vez, yhay además unos modelos extraños, no estan simple como una telaraña, no sientoorden en todo esto, el significado espera aser descubierto.

—Hay luces. ¿Ya lo habíamencionado? Son más brillantesalrededor del nexo central, los demás sontenues violetas. Alguna radiación visible,no mucha. Me gustaría tomar una lecturaultravioleta de la nave, pero carezco delinstrumental. Las luces se mueven. Losvelos se agitan, y las luces correnconstantemente por las espuelas, a distintavelocidad y, a veces, otras luces puedenverse al atravesar las redes sobre los

Page 208: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

patrones. Ignoro el origen de las luces o siemanan de dentro o fuera de la nave.

—Los mitos del volcryn, esto no seasemeja mucho a la leyenda. Sin embargo,ahora recuerdo un reporte del Nortalushen donde se dice que las naves volcryneran inmensas, y lo tomé como unaexageración. Y las luces. El volcrynsiempre ha sido relacionado con luces,pero esos reportes eran tan vagos que talvez no hubiera significado nada, odescrito un sistema de propulsión láser,sino simple iluminación exterior. No pudecomprenderlo. ¡Ah!, qué misterios. Lanave se encuentra demasiado alejada demí para detallarla con más exactitud. Talvez el área obscura sea una cápsula, una

Page 209: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

nave.El volcryn debe estar dentro. Ojalá mi

equipo estuviese conmigo, mi telépata erade primera clase, pudimos haber hechocontacto, comunicarnos con ellos. ¡Lascosas que hubiéramos aprendido! ¡Lascosas que hubiésemos visto! Para darseuna idea de lo ancestral de esta nave, deesta raza, ¿durante cuánto tiempo hannavegado sin rumbo? ¡Me llena deadmiración!… La comunicación hubierasido un regalo, imposible, ellos son tanextraños.

—¡D'Branin! —Dijo la psíquica envoz baja—, ¿no lo siente? KarolyD'Branin miró a su compañera como si lohiciera por primera vez.

Page 210: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—¿No los sientes? Eres un tercergrado, ¿no los sientes? ¿Con fuerza?

—Hace mucho —dijo la psíquica—hace mucho.

—¿Puedes proyectar? háblales.¿Dónde están? ¿En el área central?

—Sí —contestó ella. Rió. Su risa erahistérica y D'Branin hubo de recordar sugrave enfermedad—. Si, en el centro,D'Branin. De allí provienen los impulsos,pero tú estás equivocado. No es uno deellos. Tus leyendas son una mentira,mentira; no me sorprendería si fuéramoslos primeros en ver el volcryn , en ser losprimeros en acercarnos tanto. Y además,esos extraños tuyos, tan sólo sintieron,profunda y distantemente, sintieron algo

Page 211: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

de la naturaleza del volcryn, en sussueños, visiones, e inventaron el resto.Naves y guerras, y una raza de viajeroseternos, eso es todo… todo.

—¿Qué quieres decir, amiga mía? —Preguntó Karoly—. No tiene sentido, noentiendo.

—No —dijo la psíquica con vozgentil—. No lo entiendes. No puedessentirlo como yo. Es tan claro ahora. Estodebe sentir un número uno. Alguienrepleto de esperón.

—¿Qué sientes, qué?—No es ellos Karoly —dijo la

psíquica—. Es un «eso», vivo, Karoly, sinmente, te lo aseguro.

—¿Sin mente? —Preguntó Karoly—.

Page 212: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

No, debes estar equivocada, no leescorrectamente. Acepto que se trata de unacriatura solitaria, un viajero interestelar,pero ¿sin mente? Tú lo sentiste, su mente,sus emanaciones telepáticas. Tal vez suspensamientos son demasiado extraños yno los puedes…

—Tal vez —admitió la psíquica—,pero lo que leo no es tan terrible niextraño. Es animal. Sus pensamientos sonlentos, obscuros y extraños, duros, leves.El cerebro debe ser inmenso, te logarantizo, pero no puede estar dedicado alpensamiento consciente.

—¿Qué quieres decir?—El sistema de propulsión, D'Branin.

¿Acaso no lo sientes? ¿Las pulsaciones?

Page 213: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Amenazan volarme la tapa de los sesos.¿Acaso no adivinas qué es lo que conducetu maldito volcryn a través de la galaxia?¿Por qué evitan pozos de gravedad?¿Acaso no adivinas cómo se mueve?

—No —dijo D'Branin, pero en sunegativa, apareció un leve rasgo decomprensión y volvió a mirar lainmensidad del volcryn de lucesmovedizas, de velos agitados, mientrasseguía y seguía, a través de años-luz,años, siglos, eones.

Cuando volvió a mirarla, tan sólomurmuró una palabra: —Telekinesis—.El silencio llenó su mundo.

Ella asintió.

Page 214: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Melantha Jhirl luchó para lograrinyectarse en una arteria. La jeringa siseóy la droga comenzó a fluir en suorganismo. Se recostó para reunir fuerzas,para intentar pensar. Esperón. ¿Por quéera tan importante? Había matado altelépata tras hacerlo víctima de suspropias habilidades, triplicó su poder y suvulnerabilidad. Psique. Todo se basaba eneso.

La puerta interna de la cerradura deaire se abrió. El cadáver decapitadoemergió.

Se movía con espasmos y arrastrabalos pies sin levantarlos del piso.Oscilaba, semi encorvado por el peso. El

Page 215: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

arrastre era crudo y súbito; alguna fuerzaextraña literalmente le manipulaba laspiernas. Se movía con lentitud, con losrígidos brazos pegados al cuerpo.

Sin embargo se movía.Melantha hizo acopio de fuerza y

comenzó a arrastrarse lejos de allí, sinperderlo de vista.

Sus pensamientos giraban en busca dela solución, del jaque mate de aquel juegode ajedrez… nada.

El cadáver se movía con más rapidezque ella.

Melantha intentó levantarse y sólologró arrodillarse, su corazón latía confuerza. Sobre una rodilla, ahora. Intentó unsupremo esfuerzo para ponerse de pie,

Page 216: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

levantar la imposible carga sobre sushombros. Ella era fuerte, una modelosuperada.

Cuando recargó todo su peso sobreuna pierna, sus músculos no lo resistieron.Se derrumbó torpemente y cuando cayósintió como si lo hubiera hecho desde unedificio. Escuchó un agudo ¡zas!, y unapunzada de agonía le recorrió el brazoutilizado para amortiguar la caída. Setragó las lágrimas y se ahogó en su propiogrito.

El cadáver se encontraba a mediopasillo. Caminaba sobre dos piernasrotas. Eso carecía ya de importancia.

—Melantha… te escuché… ¿Erestú… Melantha?

Page 217: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

—Calla —le murmuró a Royd. Nopodía desperdiciar su aliento en pláticas.

Sólo tenía un brazo sano: Utilizó lasdisciplinas aprendidas por ella misma ysoportó el dolor. Pateó débilmente, susbotas intentaban alejarse, y se ayudabacon su brazo bueno.

El cadáver amenazaba.Se arrastró a través del umbral de la

estancia, y se abrió camino bajo los restosdel trineo, «tal vez esto lo mantengaocupado», pensó.

Se encontraba un metro a susespaldas.

En la oscuridad de la estancia endonde todo aquello había comenzado,Melantha Jhirl perdió todo contacto con

Page 218: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

sus fuerzas.Su cuerpo se estremeció, y sufrió un

colapso sobre la húmeda alfombra,comprendió su imposibilidad paracontinuar.

En la puerta, el cadáver se detuvo conrigidez. El trineo comenzó a mecerse. Depronto, tras el choque de metal contrametal, comenzó a retroceder, lentamente,ya no era un obstáculo.

Psique. Melantha rompió en llanto.Vanamente imploraba por poderespsíquicos, un arma capaz de aplastaraquel cadáver manipulado que la acosaba.Era una modelo superada, pero no losuficiente. Sus padres le habían dadotodos los dones genéticos posibles, pero

Page 219: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el psique era algo desconocido por ellos.El gen era una rareza astronómica,recreativa y… Y de pronto le llegó.

—¿Royd? —Gritó—. ¡El disco…!¡Telekinéalo! La respuesta fueproblemática. —No… puedo… madre…puede… yo no.

—No tu madre —dijo elladesesperada—, tú siempre… dices…madre. Me olvidé… no tu madre…escucha… eres un clon… los mismosgenes… tú lo tienes también, ese poder.

—No —dijo él—, nunca… debeser… eslabonado sexualmente.

—¡No! No es así. Yo sé… acerca degenética… inviértelo. El trineo saltó untercio de metro. El paso estaba libre. El

Page 220: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

cadáver avanza.—… Trato —dijo Royd—. Nada…

no puedo.—Ella te curó —dijo Melantha

acremente—, mejor que… ella…curada… prenatal… pero es tan sólo…supresión… ¡tú puedes!

—Yo no sé… cómo…El cadáver se detuvo frente a ella.

Unas pálidas manos comenzaron a temblarcon espasmos. Comenzaron a erguirse.

Melantha maldijo, lloró y cerró supuño vanamente.

Fue entonces cuando la gravedaddesapareció. A lo lejos escuchó el gritode Royd y después el silencio.

El cadáver se ladeaba torpemente en

Page 221: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

el aire y sus manos parecían de trapo.Melantha al girar por la ingravitación, seaprestó a defenderse del furioso ataque.

El cuerpo se quedó inmóvil. Flotabamuerto y quieto. Melantha se acercó hastaél y lo empujó. Vio cómo salía del cuarto.

—¿Royd? —preguntó conincertidumbre.

No hubo respuesta.De un tirón cruzó el boquete y entró en

la cámara central.Ahí estaba Royd Eris, amo del

Volador Nocturno boca arriba. Estabamuerto. Su corazón no había soportado.

Sin embargo, el disco de la rejillagravitacional se encontraba en cero.

Page 222: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Yo he tenido el alma cristalina deVolador Nocturno en mis manos.

Es profunda, roja y multifacética,larga como mi mano, gélida. En susprofundidades plateadas, titilan dospequeñas luces con fiereza y a vecesparecen girar.

Me he arrastrado por las consolas, hecaminado por sinuosidades entreguardianes y cibernéticos, sin dañar nada,además he puesto mis rudas manos sobreaquel grandioso cristal, en donde ellavive.

No soy capaz de olvidarlo.El fantasma de Royd me ha pedido no

hacerlo.

Page 223: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Anoche ambos platicamos acerca deaquello una vez más, entre copas debrandy, frente a un tablero de ajedrez, enla estancia. Royd no puede beber, claro, yme envía a su espectro, sonriente, el cualme indica su siguiente jugada.

En mil ocasiones me ha ofrecidoregresarme a Avalón, o a cualquier otromundo, si tan sólo pudiera yo salir ycompletar las reparaciones abandonadashace tantos años, capaces de lograr eldeslizamiento del Volador Nocturno porla ruta interestelar.

En mil ocasiones me he negado.El es ahora más fuerte, sin duda

alguna. Sus genes son los mismos. Suspoderes son los mismos. Cuando

Page 224: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

agonizaba encontró la fuerza capaz deimpresionar el gran cristal. La nave vivecon los dos, y con frecuencia pelean. Aveces ella lo supera y el VoladorNocturno realiza cosas erráticas,extrañas. La gravedad aparece ydesaparece. Al dormir se me enrollan lascobijas en la garganta. Los objetos vuelanpor doquier.

Últimamente esto sucede con menosfrecuencia. Y cuando sucede, Royd ladetiene o yo estando juntos, el VoladorNocturno es nuestro.

Royd reclama su fuerza a solas, diceno necesitarme para controlarla. Aún legano nueve de cada diez partidos deajedrez.

Page 225: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

Aún hay otras consideraciones.Nuestro trabajo, por ejemplo. Karolyestaría orgulloso de nosotros.

El volcryn pronto entrará en la neblinadel Velo de Tempter, lo seguimos decerca. Estudiamos, grabamos y hacemosaquello que nos hubiera encomendado elviejo D’Branin. Todo está en lacomputadora. Además está grabado yescrito, por si la computadora fueseeliminada. Será muy interesante ver comoel volcryn ingresa al velo. La materia estan densa allí, en comparación con ladelgada capa de hidrógeno sideral endonde la criatura se ha alimentado porinfinitos eons.

Hemos intentado comunicarnos, sin

Page 226: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

lograrlo, dudo de su sensibilidad.Últimamente Royd ha intentado imitar

sus modos, al reunir todas sus energías enun intento por mover el VoladorNocturno por telekinesis. Algunas vecessu madre lo ayuda. Hasta ahora hanfallado, pero lo intentarán una y otra vez.

El trabajo continúa, es importante,aunque no dentro del campo para el cualfue entrenada en Avalón. Nuestrosresultados serán conocidos por lahumanidad, lo sabemos. Royd y yo lohemos discutido. Antes de morir, destruiréel cristal central y vaciaré lascomputadoras, y pondré el pilotoautomático rumbo a algún mundohabitado. Puedo hacerlo, lo sé. Poseo

Page 227: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

todo el tiempo necesario, y soy unamodelo superada.

No consideraré la otra opción, aunquesignifica mucho para mí, y Royd me lasugiere una y otra vez. Sin duda terminarélas reparaciones. Tal vez Royd puedacontrolar la nave sin mí, y continuar eltrabajo. Pero eso no es importante.

Cuando finalmente lo toqué, porprimera y única vez, su cuerpo estaba aúntibio. Pero él ya no estaba. No sintió micaricia. No pude cumplir aquellapromesa.

Pero habré de cumplir ésta.Jamás lo dejaré solo con ella.Jamás.

Page 228: Voladores Nocturnos - George R. R. Martin

FIN.