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vu' LA BATALLA DE IQUIQUE [La ültima batalla de la Guerra de la Independencia sudamericana tuvo lugar en 1824. Desde entonces se desarrollaron los palses sudamericanos, lenta pero seguramente, hasta ilegar a ser boy dia naciones dignas del nombre. Sobre todo la Argentina, el Brasil, y Chile - las naciones ilamadas del "A.B.C." - se ban levantado s a un alto puesto. En ellas reina la paz y el orden; hace tin cuarto de siglo que no ban tenido ni revoluciones iii guerras de ningün género. El perlodo de desarrollo, sin embargo, era por todos los patses sudamericanos una etapa sangrienta, senalada no sólo por revoluciones dentro de cada uno de ellos, sino también por guerras so extranjeras. De éstas la más importante era la ilamada del Pacifico, entre Chile de un lado y ci Peru y Bolivia del otro (1879-1883). Antes de 1879 pertenecian al Peru las provincias de Tacna, Arica, y TarapacA, y a Bolivia la de Antofagasta, comprendidas las cuatro entre los paralelos iS y 25 de lat.itud sur. En este territorio ex- ' ploradores chilenos haWaii descubierto grancles yacimientos de guano, est.iércol de a yes marinas sumamente fertilizante, y de salitre, que se emplea no sólo como fertilizador sino también para labricar la pólvora.. Una vez conocidas estas riquezas, los gobier- nos del Peru y de Bolivia comenzaron a sostener sus derechos pro- 20 pietarios. Trataron de echar de las susodichas provincias a todos los industriales cliilenos que las hablan poblado y que estaban explotandolas. Chile vino a la defensa de sus naturales, declarando Ia. guerra a! Peru y a Bolivia en 1879. En este afio salió una escua- (Ira chilena de Valparaiso para sorprender a la escuadra peruana, 25 que estaba a la sa.zón en el Callao, puerto principal del Peru. Camino de este puerto dejé en Iquique, para bloquear!a, dos viejas corbetas de madera, ya gastadas por el uso: la Esmeralda, al mando del capitán Arturo Prat, y la Covadonga, al de su segundo, el capitán Condell. En Iquique quedó también un trasporte, el 3o Lamar. El resto de la escuadra siguió hacia el norte. Pero al inismo tiempo habla salido del Callao la escuadra peruana, con 187

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LA BATALLA DE IQUIQUE

[La ültima batalla de la Guerra de la Independencia sudamericanatuvo lugar en 1824. Desde entonces se desarrollaron los palsessudamericanos, lenta pero seguramente, hasta ilegar a ser boy dianaciones dignas del nombre. Sobre todo la Argentina, el Brasil,y Chile - las naciones ilamadas del "A.B.C." - se ban levantado sa un alto puesto. En ellas reina la paz y el orden; hace tin cuartode siglo que no ban tenido ni revoluciones iii guerras de ningüngénero. El perlodo de desarrollo, sin embargo, era por todos lospatses sudamericanos una etapa sangrienta, senalada no sólo porrevoluciones dentro de cada uno de ellos, sino también por guerras soextranjeras. De éstas la más importante era la ilamada del Pacifico,entre Chile de un lado y ci Peru y Bolivia del otro (1879-1883).Antes de 1879 pertenecian al Peru las provincias de Tacna, Arica,y TarapacA, y a Bolivia la de Antofagasta, comprendidas las cuatroentre los paralelos iS y 25 de lat.itud sur. En este territorio ex- 'ploradores chilenos haWaii descubierto grancles yacimientos deguano, est.iércol de ayes marinas sumamente fertilizante, y desalitre, que se emplea no sólo como fertilizador sino también paralabricar la pólvora.. Una vez conocidas estas riquezas, los gobier-nos del Peru y de Bolivia comenzaron a sostener sus derechos pro- 20

pietarios. Trataron de echar de las susodichas provincias a todoslos industriales cliilenos que las hablan poblado y que estabanexplotandolas. Chile vino a la defensa de sus naturales, declarandoIa. guerra a! Peru y a Bolivia en 1879. En este afio salió una escua-(Ira chilena de Valparaiso para sorprender a la escuadra peruana, 25

que estaba a la sa.zón en el Callao, puerto principal del Peru.Camino de este puerto dejé en Iquique, para bloquear!a, dos viejascorbetas de madera, ya gastadas por el uso: la Esmeralda, almando del capitán Arturo Prat, y la Covadonga, al de su segundo,el capitán Condell. En Iquique quedó también un trasporte, el 3oLamar. El resto de la escuadra siguió hacia el norte. Pero alinismo tiempo habla salido del Callao la escuadra peruana, con

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dirección at stir. Los buques chilenos no La encontraron en elamino. Fué asi como Los dos mis poderosos acora.zados del Peril,el Huáscar y la Independencia, a cargo del comandante del priniero,ci almirante Miguel Gnu, ilegaron frente a la bahIa de Iquique,

s encontrando alE a aquetlos tres barcos chilenos que bloqueaban elpuerto. Entonces tuvo lugar el combate naval Ramada de [qui-que, que cuenta el capftulo presente. - Está sacado de las obrasde Benjamin Vicuna Mackenna, politico e historiador chileno,nacido en Santiago en t8x, muerto en z886. Era tin escritor muy

to fecundo; cuando murió, ilevaba publicados 86 gruesos volümenesy 52 folletos. Las páginas que se leerán a continuación se escri-bieron a los pocos meses de La batalla, antes de la terminación dela guerra.]

PABDEABA apenas la tenue lu.z de la alborada tropical sobreIS los cenicientos lomajes I de la costa de Iquique," y velase ya a

Los oficiales y marinerfa de los buques chilenos que sostenianci bloqueo de aquel puerto, ocupados en la acostumbradatarea del diana y matinal aseo de sus puentes. Hallábase todosumido en la más profunda calma. La mar, la ciudad, el

2ovento, el paisaje, Ia Luz perezosa, todo dormIa. Era ci cuartodel alba, que los castellanos conquistadores de Chile ilamabancon propiedad "el cuarto de la modorra." Divisábase comauna sombra en medio de la bahIa la Esmeraida, silenciosocentinela de la rada y de la playa enmudecidas, ardiendo

25 apenas uno que otro farol en la ribera, y scuchándose como'TOda la costa del nate de Chile es una cadena de montanas polvorientas,

cuya altuia media es de unos mil metros, y casi no hay playas entre la base dela muratla montaosa y ci océano. En esta costa sin iluvia se hallan muypocas dudades, y las que hay estin apabutladas entre los montes pardos y lacosta roquefla. Pero estas ciudades, a pesar de su situadón poco cémoda, yde su aspecto desagradabic, son lugares niuy iinportantes, por ser los puertospor donde se exporta ci salitre proporcionado por las salitreras que yacen ernieIs cadena de la costa y la gran cordillera de Jos Andes.

'En 1879 ciudad del Peni; ahora ciudad chilena, capital de la provincia deTarapacL. Hoy dia cuenta unos 40,000 habitantes. - Por Jos lugares hnpor-tantes mencionados en este capitulo, véanse el mapa frontispicio y Jos mapasde lag pLgrnas 24 y ioó.

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ecos salidos del sepulcro, los gritos sordos de los centinelasen la facción:—" Alerta!"— "j Alerts!"—" jAlerta! " -La capitana chilena tenfa su proa a! norte, (inico indiciode peligro y de bataila. Mantenlase el trasporte Lamarsobre Sn máquina mar afuera, y la Covadonga, siempre desguardia, en la boca del puerto, amarrada en muchas brazas asu anclote.

Reinaba a bordo de los tres barcos chilenos la mIs completaquietud. El grueso de la escuadra' hacla rumbo poderoso,casi irresistible, hacia el abrigo en que se ocultaba entre to

cafiones la flota contraria. Qué podia temerse? 2 !Eraverosimil una sorpresa cuando ibamos nosotros a sorprender?El comandante Prat que mandaba en jefe la escuadrilla debloqueo, habia venido en la prima noche precedente en suchalupa a bordo de la Covadonga, y paseándose familiarmente issobre la cubierta de la cafionera con su segundo y amigo deinfancia el capitAn Condell, hablale manifestado ilimitadaconñanza en la situación.

Sin embargo, sea celo militar, sea vago presentimiento, es-pina invisible del alma que recibe antes que el çido los avisos ao

del destino, ambos capitanes se preocuparon en su charla decolocar cada uno en la proa de sus buques un cauón auxiliarde que aquella parte vital carecia. Convinieron por esto enempezar la tarea a la mañana siguiente, y con esto se separarona las ocho y media de la noche del martes 20 de mayo. Por esa 25

misma prevision instintiva y misteriosa que es al hombre loque el viento a la nube, la nube al huracin, y el grito ronco delas ayes arremolinadas a las catistrofes del ockano, hablanse

'Se refiere a los buques que segufan hasta ci Callao pars sorprender a isescuadra peruana, que se suponfa estaba ailS.

2 Quiere decir el autor que al parecer no habla nada que temer en la bahiade Iquique, puesto que pot presunción la escuadra peruana estaba lejos.

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en la vispera notado, especialmente a bordo de la Covadonga,escenas inusitadas. A las oraciones el teniente Orella, conpermiso de su jefe, habla reunido al pie de la toldilla de proade la goleta a la marinerfa y exhortàdola, por la primera vez

sdurante la cainpana, a cumplir honrosamente su deber en elcombate.

Por qué hacla a su gente el joven oficial aquella inesperadaprevención? Inütil es tratar de levantar el velo del arcano.Un pobre despensero de la Esmeralda ilamado Tomás Rueda,

io natural de Quillota,' habia escrito asimismo a una tia suyaresidente en aquella ciudad estas palabras tres dias antes delcombate: - "Yo ad quedo a Dios gracias bueno, esperandosólo por momentos la escuadra peruana." Qulén se lo habladicho? Otra vez el misterio.

* * *

is Habia tocado la guardia del amanecer (de las cuatro a lasocho de la mañana) al teniente don Manuel Joaquin Ordlia y a!guardia-marina don Miguel Sans, muchacho despierto dediez y nueve aftos de edad este ültimo, natural de Santiago.Conversaban tranquilamente Jos dos jóvenes oficiales en la

20toldilla de popa de la Covadonga cuando el guardia-marinaSans, mirando sübitamente hacia el forte, creyó descubriralgo extraflo sobre ci promontorio rocalloso quc cierra ethorizonte por aquel rumbo, ocho o diez milla; al norte deIquique, sitio que lien en los mapas el nombre de Punta de

25 Piedras. " Mire mi teniente," exciamó el joven guardia-marina, como sorprendido de una maravilla natural y scM-lando al horizonte con su brazo. "Parecen aquéllos dospenachos que se levantan tras de la punta. Serin humos defogatas de tierra?" Cogió en el instante su anteojo el jefe de

'Ciudad chulena cerca de Valparaiso.

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la guardia, y rnirandQ tin breve espacio, dijo a su compafierocon cierto sobresalto: - "No, son humos de buques." Yenel acto el teniente Orella dió orden a su más joven compaUero,corriese a despertar al comandante.

No tuvo dificultad ci diligente guardia-marina en ilenar su scomisión. Los jefes de buques duermen en la mar, como elaguila sobre ci nido que cobija, con los ojos abiertos y lasalas extendidas. De un salto, el impetuoso y juvenil' capitánCondell estuvo en el piso de su cámara y de otro salto en lacubierta. Entretanto, mientras ceflfase el (iltimo la casaca so

y la espada, habla dado orden al guardia-marina Sans de hacertocar zafarran ho de combate; por manera que cuando ilegabael capitSu a su puesto, que era un pequeno puente a proa de lachimenea, ya la gente salla por todas las escotillas, restregkn-dose los ojos y estirando los brazos para alcanzar sus fusiles isy sus yataganes de abordaje. El clarmn no cesó de tocar Snpausada martha de a las anna:, hasta que el ültimo grumetelleg6 al sitio que le estaba senalado. Eran las seis y mediade la mañana.

No ta.rdó largo tiempo el joven comandante de la Covadongaen darse cuenta de que iba a habérselas con buques sospechosos.No le era dable irnaginarse ciertamente que pudieran aquéllosser enemigos, a causa de la bruma y la distancia. Pero con-forme a su deber, hizo disparar un cafionazo de alarma yaviso a su consorte, y ordenando avivar los fuegos en Ia ma-2squina, dió impLvidamente la voz de adelantarse a reconocer.Mas no habia hecho rumbo la caflonera chilena por más deun cuarto de hora, cuando su comandante conoció con certi-

'A Is sazén teniA Condefl 36 aftos. Durante Is Guerra del Pacffico estehéroe logró set contralmirante. Era hombre de corazAn y de nobles y generosossentimientos, y todavia se recuerda su nombre como unode los orgulios de lamarina chilena. Murio en 1887.

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dumbre que los buques que ilegaban a toda mLquina delnorte, eran enemigos. Los dos humos se habian convertidoen dos gigantes: eran el monitor Huáscar y la I ragata Inde-pendencia. En ci acto mandó el capitán Condell virar hacia

$ ci fondeadero para dar aviso a la Esmeralda.Venla ésta avanzándose lentamente mar afuera porque no

obedecla su miquina sino at impulso de una caidera, y ésta ilenade parches y de grietas. La otra, at zafarse de su ancladero,donde segün la exacta y pintoresca expresión de su segundo

zo jefe el teniente Uribe, tenla "echadas ralces," rompiósc por lacentésima vex y en ésta sin posible remedio. El andar de lacorbeta quedó reducido, por fatalidad, a dos milas: la marchade una lancha de cargulo en la rada, de una carreta en sendapolvorosa. Eran ]as siete de la mañana cuando los dos barcos

is chilenos se acercaron. El so!, que en ese dia sale en nuestralatitud a las seis y cincuenta y tres minutos, coloraba yaligeramente, entre vistosos arreboles, el perfil de las âridascolinas de la costa, y daba caza a las brumas del océano que enesos parajes son el veto matinal de las aguas sumergidas en

20 perenne quietud. No perturbaba la superficie del marplomizo, ni un sopio de viento, que en esa zona tarda como lavida y la luz en aparecer.

Hacia ci sur y en cuanto la vista abarcaba, el horizontevefase claro, pero incoloro y frfo. Al contrarlo, hacia el norte,

25 negros nubarrones entoldaban el mar y la tierra, adelanttndosesobre su fondo tétrico y oscuro, como los penachos de los cata-falcos, los humos blanquecinos de las naves enemigas. Depropésito los capitanes de éstas quemaban profusamente sucarbon inglés para aumentar su marcha y enganar at adver-

o sarlo, ocultando entre la densidad de la humareda sus bienconocidas formas. Todo su temor, la ünica preocupación delos comandantes de los acorazados peruanos, era que los débiles

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y sorprendidos barcos de Chile no se les escaparan, siquierapor una hora, haciendo rumbo a! sur. Tan segura y tancómoda pareclales su presa.

La segunda division naval peruana habla salido a Las ochode La noche del 20 de mayo del puerto de Arica,' distante ssetenta millas de Pisagua2 y ciento nueve del de Iquique, có-modo itinerario de diez horas. El cauteloso comandanteGrau,3 jefe de aquélLa, resolviO penetrar a las dos y media dela mañana al fondeadero de Pisagua, a tomar lenguas. Y allia esa hora, con asombro yr regocijo, supo que su expediciOn ibaa ser coronada per el éxito. EL comandante militar de aquellaplaza puso, en efecto, en sus manos un telegrama del prefectode Iquique, fechado el dia de la vispera (mayo i en queconfirmaha el hecho, a la verdad increlbie, de haber sido aban-donadas a Sn suerte Las dos mSs débiles naves chilenas en isaquellas aguas.

Dos horas tardO el comandante Grau en aquel reconoci-iniento, y a las cuatro de la mañana volviO a continuar a todamáquina su rumbo, reuniéndose a su consorte que se hablaaguantado sobre La punta de Pisagua. A Las seis aparecian,en consecuencia, sus humos, por La parte posterior de la Puntade Piedras, y fué éste el instante en que quedaron descubiertos.Desde esa posiciOn, el Huâscar adelantOse con el miximum desu celeridad hacia el sudoeste, como para encerrar a los buqueschilenos dentro del puerto, ganando aquél su boca; al paso 25

que La Indep;ndencia, gobernando deliberadamente con

'Ahora ciudad chilena, de unos 5,000 habitantes.2 Ahora ciudad chilena, de unos 4,000 habitantes.

El almirante Miguel Grau tenfa a la sazón 4! afios. Era buen soldado yhombre generoso. MurlA a los pocos meses de la batalla de Iquique, en elconibate naval de Angamos, punta a unos 400 kilOmetros al sur de Iquique,donde el Huáscar luchA heroicamente, pero en vano, con fuerzas chilenas muysttperiores.

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mayor lentitud, cefilase a la costa pan cerrarles el carninohacia el north.

Cuando los dos acorazados peruanos completaban desahoga-damente su maniobra de circunvalación a la entrada del puerto

$ de Iquique, eran las ocho en ptmto de La mañana. A esamisma hora el trasporte Lamar, avisado por seftales de ponersea todo trance a salvo, emprendla su fuga al sur, siendo duranteun momento perseguido, como presa de codicia, pore! Huáscar.El buque fugitivo izó al escapar bandera norteamericana, y a

to esta legitima estratagema de guerra debi6 probablemente susalvación del Huáscar. Cuando regresaba el (iltimo de suinfructuosa caza desde el sur, la Independenda, adelantSndose• toda máquina per el norte, cerraba completamente la salida• los dos buques chilenos. Era aquello lo que nuestros cam-

's pesinos Haman pintorescamente un corral de buifres.

* * *

. Qué ocurria entretanto a bordo de la noble capitana deChile en la dltima hora de su gloriosa carrera? Al disparo delcanôn de alarma de su compaftera de guardia, el capitán dela Esmeralda, siempre sereno y vigilante, habla mandadoponer su buque en son de combate desamarrándose acelerada-mente del fondeadero. Débiles, si alguna, eran las esperan.zasdel encuentro que a esa hora diseflâbase claramente en elhorizonte. Pero el comandante de la corbeta, dotado, acasosin saberlo él mismo hasta aquel supreme mcgnento, de una

2S alma grande, de una voluntad sublime, de un pecho deno-dado contra todos los peligros y todos los infortunios, aunaquéllos que caen come por sorpresa del cielo, dió las órdenesque la situación militar exigla, con una calma y composturaque despertó durable admiración en el Lnimo de sus subalter-

so nos. Todos los que en ese dia combatieron a su lado, están

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acordes en que la condición dominante de espiritu que res-plandeclO en ci rostro, en la actitud, en la pupila, y en lavoz del héroe fué la de twa duke y acentuada serenidad, -tipo y naturaleza de muchos heroes conocidos.

Mas moviase apenas ci viejo esquife de su sitio habitual desvigla en la vecindad de los muelles de Iquique, cuando un sordoéstallido anunclé a bordo una catástrofe. La decrépita navehabia perdido pot completo una de sus calderas, es deS, uno desus brazos. Pero, qué importaba eso - Quedábale todaviala pujanza necesaria para combatir con una aodilla en tierra, to

como los atietas de La antigua arena, y a.si, sin potencia motriz,con cañones convertidos en juguetes de saión en presencia delcalibre enemigo, desencuadernada, rota, casi inmóvil, peroflera y gloriosa esperarla a su adversario.

HáIIase situado ci puerto y ciudad de Iquique, cuyo nombre ien aimark' significarfa - " Por qué duennes? ", en ci fondosur de la abierta pero tranquila rada que I ué testigo de lahazafia de más levantada memoria alIT consumada por chiienos.Propiamente forma ci puerto y sirvele de abrigo por su frenteima isla rocallosa en cuya extremidad norte álzase ci faro que la 2*

aiunibra. Conforme a una meiancólica y antigua tradicion deproscripción religiosa, existe también alIT entre las brefiasci cementerio de los protestantes, no poco nunierosos en Iqui-que. Separada pot un estrecho canalizo, inaccesible a buquesde mediano porte y que en las bajas mareas suele quedar por 25

completo enjuto, yace la ciudad, capital rica y activa deldepartainento de Tarapacá, cuyos tesoros, desparramados en

'Después de los araucanos (véase arriba, ptgina 114, nota), Lis razas in-digenas mis notables de la costa sudamericana del oeste, son los quichuas delPeth, y los aimards de Bolivia y del norte de Chile. Dice Bryce (La Americadel Suit, págtha 358 de la traducción al castellano por Guillermo Rivera) que"relativamente pocos de estos indios, probablemente menos de una quintaparte, pueden hablar espanoL"

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vasto y árido desierto, hanie dado opulenta vida desde haceun cuarto de siglo. En 1875 entraron a ese puerto en de-zuanda de salitre 533 vapores y 476 buques de vela. Supoblación propia es sélo de seis a ocho n-dl almas; pero en

s realidad es el centro vivo de una comarca de veinte o treintamil trabajadores, que antes de la guerra eran en su mayornümero chilenos!

En vista de esta disposidón del teatro del combate y susadyacencias, el capitân Prat formó desde el primer momento su

io plan de gloriosa eimpasible resistencia. Huir Ic era imposible.Y acaso en los adentros de su alma, teinplada para lo sublime,cupo como una compensación del trance terrible en que ajenaculpa le colocara, aquel pensamiento de batirse hasta la muerteen un palenque que Dios y la fortuna le cerraban por corn-

ispleto. Su resolution, perfectamente militar y acertada, fuépor tanto guardar sus fondos para evitar que el Huáscaratacase su buque de menor calado con su formidable espolOnsubmarino, y al propio tiempo colocarse entre ci agresor y laciudad para que los proyectiles del áltimo fuesen a herir supropia gente.

Con el propOsito de comunicar sus Ordenes a su consorteadelantSbase la Esmeralda hacia la boca del puerto, segdnantes dijimos, sin cuidarse en lo menor su impivido coman-dante del accidente de su maquinaria, que para cualquiera otro

as corazon que no fuese el suyo habit sido el pretexto o laocasion legitima de oportuno rendirniento. Adelantábase enconsecuencia la vieja quilla con todo su aparejo, menoi losmasteleros de juanete que trata calados, con el gallardete rojodel mando superior en su palo mayor y dos banderolas chilenas,

jo una en el pico de mesana, cayendo sobre la popa, yr Ia otra enlo alto del palo de este nombre. Como los caballeros sin

'VSse arriba, página 188, nota 2.

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te,nor y sin reproche que no entraban al campo sino con susmãs ricas armaduras, asi la almiranta de Chile iba a su dltimalid con sus mejores galas.

Salióle al encuentro la Covadonga, con más parco aparato,pues tenla sus dos masteleros calados, el bauprés entrado, sus scofas enfundadas con parapetos de coyes para los tiradores, ysus palos reales cubiertos de senales. Tenia a su servicio, comola Esmeralda, una sola caldera. La otra estaba obstntida.Los buques chilenos iban a batirse, cotno David, sélo con lamano de La honda. to

Encontráronse a niedio camino los dos buques, frente a laisla, y alli sus comandantes pusiéronse at habla, a distancia de"tin cable y medio" (ciento cincuenta metros). "Tenemos alHuáscar y a la Independencia encima," dijole acentuadamentecon la bocina el capitán COndell a su jefe y amigo. Contestóleiéste por signos, preguntándole si habia ahnorzado la gente, loque le fué respondido afirmativamente. Hizo entonces senalesel impertérrito mow I de reforzar las cargas en Jos cañones,que era lo que cumplia ordenar después del sustento de Josartilleros. V dejando acercarse un tanto mâs a la Covadonga,dijo de viva voz al comandante de la ültima estas palabras, quecomo Las de Nelson en Trafalgar, 2 pasarán intactas a la posted-dad en esta parte de los mares: "I Seguir mis aguas, guardarsus fond.os, coda cud a su puesto, y cumplir con su deberl"

El capitin Condell encontrO todavia una palabra feliz y 2$

casi retozona para responder a su querido jefe, usando unaexpresión sencilla y a la vez heroica del aula y la marina.

'Es dedr, el capitAn Prat. Nació en 1848, y pot eso tenfa a la sazón 31

afios.'Se reere a Las palabras "England expects that every man will do his duty,"

conthgna del ilustre almirante inglés en la batalla de Trafalgar, que ganó enxBoS sobre las flotas reunidas de Franda y de Espana. Murió en esta mismabatalla.

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Empunando por ültima vet la bocina, el joven capitán gritó:"All right)"

No habta terminado todavia este diálogo breve y animoso,cuando el Huiscar se atravesaba a la distancia de dos mil

s metros (media legua), y echando abajo su falsa amura, mos-traba desnuda a los débiles barcos de Chile su inexpugnabletone. En esta actitud el comandante Grau izh su insigniay, conforme a Ia costunibre de guerra de esta nación, tincolosal pabellón. Inntediatamente Ianzó su printer disparo de

to a 300. Era ése el saludo de honor antes de la implacableacometida. Fué el proyectil a caer, como si hubiera sidocalculado par ojo certero como una perentoria notificación,entre los dos buques chilenos at habla, y at rebotar en el aguasaludLronle las dos entusiasmadas tripulaciones con un hurrah

zs unisono y simultáneo. A su vez, la confusa griterfa de lapoblación y del ejército apinados en La playa y ansiososespectadores del combate, hizo eco al sordo proyectil y ala aclamación de los bravos. Eran las ocho y media de lamañana, y la batalla naval iba a comenzar con sus terribles y

20 grandiosas peripecias. En consecuencia, los dos buqueschilenos desde ese momento diriglanse con todo el iinpulso desu máquina al fondo del puerto como a una sepultura. Hu-biérase dicho que antes de desaparecer deseaban tener partestigo a todo un pueblo de la inrnensidad de su valor y de Ta

25 mnlensidad de su sacrificio.

* * *

Mediante los varios movimientos estratégicos que hemosdescrito, perfectamente acertados par imo y otro conten-diente, la Covadonga, al ceder el paso a la capitana paraseguir sus aguas, habla quedado a retaguardia y por lo mismo

o más cercana al HuAscar. EligiOla éste, en consecuencia,

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como blanco para sus terribles aunque poco certeros dis-paros. La débil caflonera, sin preocuparse pot esto, con-tinuaba avanzando haS el interior de la bahia, barajando laisla en la mayor proximidad posible como para protegerse consus arrecif es. Pero esta misma circunstancia, acortSndole el. scampo para virar, evitó por una providencial fortuna que en-trase al puerto donde tenfa ya preparada carnicera fosa. Lago!eta retrocediô valerosamente en esa emergencia, y comoesos quiltros de poco cuerpo que nuestros cazadores de leonessuelen echar sobre Ia fiera para enredar sus garras y cogerla, el 10

barquichuelo hizo frente a! coloso de fierro y rompió el fuegocomo de igual a igual. El printer disparo de la goleta contrael monitor fué lanzado con bizarra petulancia de niho pot elguardia-marina Eduardo Valenzuela, quien, habiendo recibidoel mando de los tres pequenos caflones de cubierta, quiso at- tscanzar el honor de la primacla, ya que no era posible reconocerel merito de su mira. La printera bala de Ia Covadongaquedó corta en mLs de dos tercios de su itinerario.

Eran en este preciso momento las nueve de la maflana, y laIndependencia, Ilegando con su enorme mole al campo del aocombate, tomaba su posición pot la popa y costado de babordel Huáscar. Hiciéronse visibles en ese instante algunasseflales del monitor, nave almirante, e inmediatamente et corn-bate cambió de aspecto, como si hubiera intervenido unasübita mutaciOn de decoraciones bajo la mano de invisible 25

tramoyista. La Independencia se adelantó hacia el sur,pasando por La proa del monitor que se aguantó un instante, yen demanda de Ia goleta chilena, relevando as1 a su consorte desu punto de ataque. El Huâscar, a su torno, lanzóse hacia elpuerto como para tenérselas a solas con la desvalida Esmeralda. soAprovechóse de este cambio de posiciones con una habilidaddigna de la mayor alabanza el comandante Condell, y cifiendo

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los arrecifes y rompientes de la Ma, que en su costado sudoesteson Lsperos y violentos, comenzó a deslizarse furtivamentehacia el sur. Era la ültima y (mica esperanza de salvación quele senalaba el dedo de manifiesto destino.

* * *

s Dejémosla ahora y penetremos en la bahia en demanda dela solitaria Esmeralda. Lo ültimo que los tripulantes de Iafugitiva goleta han divisado de ella al doblar la isla de Iquique,ha sido una especie de luminosa explosion que de lejos pare-dOles un incendlo. Fué éste el primer origen del rumor y lacreencia de que el heroico buque habla volado, noticia quellegO a la capital como un reflejo de llamas luminosas en lamedia noche del 24 de mayo. Lo que habla acontecido eraünicamente que la Esmeralda respondla al primer saludo delHuá.scar, disparando sobre él toda su bateria de babor a un

is mismo tiempo. Acababa en ese momento la talinada corbetade tomar su ültima posiciOn, conforme a las miras de simpleprecaución y defensa de su hábil y sereno comandante; estoes, interponiéndose entre el caserfo y la tone del Huáscar,como si pensara que el pulso de sus artilJeros temblaria aldisparar en el rumbo de Los suyos y de sus hogares. SuposiciOn exacta era a 300 metros de Ia playa arenosa, frentepor frente a la estación y muelle del ferrocarril, en la extremi-dad norte de la poblaciOn y de la rada.

En esa situaciOn, el comandante Prat, que ni durante un25 solo minuto habla desamparado su puesto en el castillo de

popa de la Esmeralda, hizo tocar reunion a la gente de labaterla para pronunciarle la ültima y ardorosa exhortaciOn delcombate. Hallábase rodeado el joven héroc de la guardiamilitar del buque, compuesta de un pelotOn de artilleros de

o marina armados de rifles, al mando del joven oficial don José

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LA BATALLA DE IQUIQU.E 201

Antonio Hurtado y del bravo sargento Aldea que alli pereciO.Cuando estuvieron todos al alcance de su voz, con ceo sereno,vibrante, henchido de los latidos de su alma, ci denodado jefedirigió a su gente las palabras que todos ban recordado conmra fideidad de memoria después de su inmortal hazafla: s

" Muchachos! La contienda es desigual. Nunca se haarriado nuestra bandera ante el eneinigo Espero pues queésta no sea la ocasi6n de hacerlo. Mientras yo esté vivo, esabandera flameará en su lugar, y os aseguro que si muero, misoficiales sabrSn cumplir con su deber." En seguida, descu-iobriendo su noble frente y agitando la gorra en el aire, gritO contodos los suyos: - "(Viva Chile!"

En aquel mismo acto conmovedor y solemne todos corrierona sus puestos, y como para hacer ceo con ci bronce al mag-nánimo adaM, los artilleros dispararon a la vez todas sus piezas issobrc el Huáscar que ya se acercaba a tiro. Era esa salva ciadiOs supremo que los tripulantes de la Covadonga hablanescuchado al perderse de vista, y quc dos hablan tornado potla explosion de la Santa Barbara' dc su capitana. En esosmismos monientos el Huáscar se detenla recelosamente ensu camino hacia el fondeadero y paralizaba sus tardlos y maldispuestos disparos de a 300 libras. Por término medio, esebuque no puede disparar sino cada din minutos, sicndo éstasu mayor desventaja respecto de nuestros acorazados. Quéhabla acontecido entretanto? Una simple peripecia de la?$encarnizada contienda. El capitán del puerto de Iquique, donSalomé Porras, cmbarcóse bizarramente con ci oficiai peruanoLoaizo en una lancha, y vino a comunicar al comandanteGrau que, en la direcciOn a que le arrastraba la posiciOn estra-

I El paraje clestinado en las embarcadones para custodiar la polvorallama la Sank Bdrbara por Is imagen de Santa flrbara, patrona de los arti-lieros, pie generalmente estA colocada en este lugar.

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tégica de la Esmeralda, iba a encontrar una red de torpedos,to que explicaba La rara obstinacion en defenderse del buquechileno.

Eran las nueve y cuarenta, y el combate duraba ya una horns sin que la corbeta chilena hubiese recibido et más leve dano.

El Huiscar se mantenla entretanto indeciso, y apenas acertabaa disparar pot elevacion una que otra bomba, de temor deofender at atolondrado gentlo que bullia en tierra, espedal-mente en La vecindad de la estación del ferrocarril. Pero una

zo ominosa circunstancia no tardó en abrirle camino para ilevarsu espolon at seno del esquife que, hasta ese momento, oporilaa sus proyectiLes impSvida y casi victoriosa resistencia.

El general Buendla, comandante en jefe del ejército peniano,nos ha contado, en efecto, enun parternilitarque hace contraste

IS por su ponderación con los sobrios boletines del comandanteGrau, cómo desde que comenzó la Lucha desproporcionada,Mw traer a la playa cuatro piezas de campafta, y cémo amansalva e inmediatamente rompió ci I uego a metralla sobrelos heroicos chilenos que ailS peleaban "como leones," aM-diendo que descle ese momento quedaron encerrados dentrode un circulo de luego. "En efecto," dice un bien informadoy teal testigo de vista, "las cuatro piezas de a nueve empezarona hacer un fuego pronto y certero, at cual contestó la corbetacon una andanada y con tiros de fusilerla tan sostenidos,

25 que pareclan los de dos ejércitos numcrosos que se baten en-carnizadamente." Cuándo, en qué combate naval vióse igualejemplo de denodada y sublime resistencia por parte de unaembarcación condenada a perecer sin humana ni posible sat-vación?

o Al cchar de ver, entretanto, ci comandante Prat que por laproximidad de tierra y la violencia del combate en esa direc-dón, comeuzaban a caer sobre sus piezas los artilleros de la

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bateria de estribor, dió la voz de Adelant.e hi mdquina . y elbuque comenzó a moverse hacia el noroeste. Era eso precisa-mente to que pretendlan los comandantes enemigos para noestrellarse con La finaginaria linea de torpedos. Viré enconsecuencia el Huáscar hacia tierra para interponerse entre sla playa y la corbeta, y como si hubiera querido hacerle sentirantes que su espolón ci peso de sus caftones, le acertó al moverseuna bomba que penetró por el camarote del segundo coman-dante Uribe y fué a salir por el departaniento de la botica,hadendo at salir un agujero de más de un metro de cavidad. ioEra éste el primer proyectll que herla, después de dos horas, ciflanco de la Esmeralda. Desde ese momento ci combatememorable de Iquique asumla su tercera faz. El Huáscarapagaba, se puede decir, los fuegos de su tone, y de curefia seconvertla en proyectil. Iba a comenar el combate de ariete, zque los modernos civilizadores ban copiado de las galerasgriegas, queriendo dar a entender que todavia esa destrucciónsorda y horrible es un nuevo progreso, una nueva redenciónpara la humanidad en marcha.

Acercábase aceleradamente et desenlace del terrible drama 2O

de Iquique. La Esmeralda, herida de muerte, y corno esossoldados heroicos y febriles que por momentos revuélcanseentre sus sangrientos vendajes y por momentos se adormecenprorrumpiendo en palabras de fantástico deirio, volvia aquedar inmóvil depués de sus violentos esfuerzos por cambiar 2$

de posición. Than ya corridas dos largas horas de combate yla tension del heroismo habfa alcanzado su maximum en todoslos nobles pechos que tripulaban el histOrico barco. Elejemplo del capitán Prat, sereno, dutce, casi risueflo, inmOvilcomo la estatua del deber resignado e indOmito, ilevaba atiento soa todos sus subaiternos. Todos querlan pelear como él,sucumbir a su lado, sumergirse con 61 en el sitio que el honor y

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la ordenanza tenlan senalado a cada uno. Jamás el destinovengador haM a reunido encima de un frkgil cobertor de maderatin nümero seinejante de elegidos; porque hubiera podidohdecirse con justicia que ninguno de aquellos doscientos tn-

spulantes desdecla de sus compafleros, fuera bajo el honrosogalén de los superiores, fuera bajo la tosca jerga de infelizmarinero. Si la Esmeralda por tantos titulos era un barcoglorioso, su tripulación era una verdadera legion de inmortales.

En ninguno puso espanto La primera acometida del Huáscarni la ültima. Duefto del rumbo el poderoso monitor, y per-suadido su jefe que iba a tenérselas con un puftado de corazonesestoicos, resolvióse a ultimarlos, ya que por ningün mediosenlale dable rendirlos. A la distancia de doscientos o tres-cientos metros esca.sos y con la velocidad de ocho millas que

asrecomiendan los modernos tâcticos de la guerra maritima,lanzO el comandante Grau su buque a manera de silenciosoy pesado proyectil sobre el costado de babor, que era el quepresentaba su adversario a su espolOn, teniendo, como lamantuvo todo el tiempo, su proa al norte.

so Eran las once y media de la mañana. El sol iluminaba todoslos horizontes, y parecla teftir con los colores de la fiesta laciudad enloquedda de alegnia y la bahia sembrada de despojos.El duelo duraba ya tres horas y media desde el primer disparodel campo de batalla y cerca de seis horas desde que los clarines

25 de los barcos chilenos despertaran a la gente llamkndola a lapelea. Entraba ésta en su perlodo dedsivo, esto es, cuandobuques y hombres iban a batirse borda con borda, pecho conpecho, brazo con brazo. El drama sangriento daba paso a laepopeya sublime.

* * *

3. Va hemos dicho que, irritado el comandante del monitorenemigo por su poca fortuna para rendir a su adversario,

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hablase decidido, despues de cuatro horas de fuego, a atacarloy partirio con su irresistible cspolón de acero sumergido a forde agua en su proa. El capitán Grau tome para esto conacierto y serenidad todas las medidas técnicas del terrible caso.Pero ci capitán Prat, cuyo rostro ni cuya alma no hablanspadecido una sola aiteracion durante ci horrible y ya endemasfa prolôngado combatc sin salida, vió venir el choquesin in.mutarse, y dando la senal a Los timoneles de perfilar cibuque sobre su agresor para redbirlo de soslayo, Ic aguardóespada en mano en su puesto de combate. Hemos recordado,con el testimonio constante de cuantos le vieron, que el capitinPrat mantuvo desde el primer anuncio de la apariciOn delenemigo una plácida e inalterable compostura, especie deimpasibilidad de bronce que un3 débil sonrisa ilunainaba alampos. Y por esta disposición de su ánimo y por la carencia isabsoluta de órdenes y de preparativos previos para el abordaje,hay razón suficiente para creer desapasionada y justicieramenteque, antes del momento del choque, no habla golpeado a sualma heroica el inipulso irresistible que lo lanzó sobre elpuente enentigo. Para lo que 61 habfa tornado medidas eficaces 2o

de acuerdo con su segundo, era para echar su buque a piqueen la áitiina emergencia.

Hizose tal vez esa resolución paso lentamente, como otrosgrandes movimientos de la voluntad, en el corazón del coman-dante de la Esmeralda, desde que A6 venir sobre su nave la 25

mole negra del monitor enemigo levantando su hinchado iomosobre ci agua a rnanera de enlurecido cetLceo. Pero no contóci héroe chileno iii con la ligereza de la retirada en ci ataqueiii con la detonaciOn espantosa que produjeron los dos caflonesdel Huá.scar al ser disparados a toca-penoles sobre su buque. soTestigos que presenciaban aquel horrible duelo desde labahia, sélo sintieron después del estampido de los caflones del

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monitor ci crujir de los maderos y ci esparcimiento en frag-mentos de la arboladura de su adversarlo, pareciéndoles que lavieja corbeta habla saltado entera en mil astillas. Era ésta lasegunda visiOn del postrer heroismo, después de la que hirio la

s retina de los tripulantes de la Covadonga a! doblar Ia isla.'La Esmeralda paredO, en efecto, haber volado dos veces antesde irse a pique.

Habla volado entret.anto ci capitin junto con Los frag-mentos de su buque? No. Firme en su sitia, dominándolo

ictodo con mirada serena, dueno por completo de si mismo y de !asituación, juzgó el joven capitán ilegado ci instante supremo,y dando el grito de guerra de los antiguos heroes de mar -IA1 abordaje, muchaciws! - saltO ágii yr terrible, espada enmano, desde ci casdilo de popa de la Esmeralda sabre el castillo

is de proa del agresor dc hierro. Acero por acero, él querla de-volver al monstruo brutal yr silencioso su terrible espolonazo.

* * *

Lo que desde ese momento aconteció sabre la cubierta delmonitor peruano, es todavia un misterio de sus crueles yr ufanostripulantes. Fué tan rápido y vehemente ci ademán del

20 capitán chileno al abordar, que del grupo ya diezmado de losartilleros de marina que le rodeaban, sOlo alcanzó a seguirle unbravo sargento segundo, natural de Chillán, 2 donde habta sidococinero en un hotel. Y éste, testigo (snico no tachado deparcialidad, no pudo deponer su testintonio ante La posteridad

25 yr La patria sabre el sublime sacrificio de su jefe, porquecayó acribillado de balas yr pronunciando palabras incohe-rentes que sOlo oyeron sus exterminadores. Su nombre eraJuan de Dios Aldea.

'Véase arriba, pAgina 200, renglon 6 y siguientes.'Ciudad chilena a unos 400 kilóxnetros al sur de Santiago.

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El Ultimo fin del capitan de la Esineralda ha sido contadohasta aqui de intl maneras diferentes, pero todas dignas desu preclaro nombre. Quién le divisara pklido y centellantedirigirse a la tone del comandante del HuLscar y dispararsobre ella su revólver. Quién da testimonio de baberle visto S

matar cuerpo a cuerpo en el castillo del monitor al oficial debanderas Jorje Velarde, que alll murió en su puesto como bravo.Viéronle otros caer derribado por fiero golpe de hacha asestadopot la espalda. Y alguien, pot (zJtiino, atestigua que fué unabala vulgar salida de una troneta de hierro la que le hiriózoen la frente y destrozole ci cráneo causSndole instantáneamuerte. Pero aun sobre su sublime agonla, si la tuvo, hansehecho versiones 1nthna que revelan cuán empapados de suheroismo quedaron sus propios inmoladores. Hay quienesafirman que, moribundo en la cámara del comandante Grau,15no quiso soltar la espada sino tronchândole los dedos, y otrosafladen que recobrada un instante su razón y preguntado potsu noble vencedor si tenfa alguna conftdencia de corazónque legarle para los suyos, preguntó solo pot su buque, y alsaber que se Jo habi a tragado el mar con sus colores izados aen los topes, iluminése su páiido semblante con una expresióndivina, y espiró.

Pero encuéntranse todavia todos esos episodios conio envuel-tos en el humo denso del combate, y no es dable a la historiaacogerlos como definitivos. Hay evidentemente un misterio 25

por esciarecer en aquellas (altimas escenas de la vida delhéroe, escenas horribles y a la vez sublimes.

Ha ilegado entretanto hasta nosotros como (anico testimoniofehaciente una carta Intima y noble del comandante del buquesobre cuya cubierta, "al pie del torreón," cayó ci denodado 3o

capitI.n de Chile, y como esa carta resume dignamente laadrniracion y el respeto que el mártir inspiró al émulo feliz

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y digno de él, vamos a reproducirla, por una concesión especial,Integramente en seguida. La carta del comandante Graua la viuda del capitán Prat dice como sigue:

MONITOR HUA5CAX.

DIoNfsaa son: PISAGUA, junlo 2 de 1879.

Un sagrado deber me autoriza a diriginne a Ud., y siento profundamenteque esta carLa, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentard dolor que boy justamente debe dominarla.

En el combate naval del 21 del próximo pasalo, que tuvo lugar en lasaguas de Iquique, entre las naves perâanas y chilenas, su digno y valerosoesposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de Ia Es-meralda, W, como Ud. no lo ignorará ya, victima de su temerario arrojoen defensa y gloria de la bandera de su patri,.

is Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento yacompañSndolaen su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para Ud.inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las quefiguran en La lista adjunta.' Elias le servirin indudablemente de algünpequeno consuelo en medio de su gran desgracia, y por eso me he antici-pado a remitirselas.

Reiterândole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la opor-tunidad para ofrecerle mis servidos, consideraciones, y respeto, con queme suscribo de TJd., sefiora, muy afectisimo seguro servidor,

MIGUEL Git4w.

25 Asi encontró término temprano en la for de sus dias la vidamás pura, más amada, y más completa pie la mano de laposteridad justiciera inscribirá en nuestros anales del mar enla presente guerra. En el mar de Chile, en el vasto Pacifico,en todo 4 universo civilizado y capaz de darse cuenta de la

30 grandeza de la virtud, el nombre del capitán Prat seth unemblema, una memoria, una gloriñcación justa y perenne delheroismo consagrado por la muerte. Y por esto abrigamos

'Hoy dia tienen la mayor parte de estas prendas puesto honorable en Losmuseos históricos de Chile.

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la creencia de que el capitkn Prat es y seth durante los siglosla, mks alta y mks pura gloria de nuestras epopeyas del mar.'Otros podrkn hacer tanto como él y tat vez con mayor fortunay nombradla. Pero inks que to que él hizo en las aguas deIquique no seth. dado a mortal alguno. Para consumar hazanassuperior a la del ültimo capitán de la Esmeralda, se necesitapertenecer a la raza ya extinguida y a la tradición divina de lossemi-dioses.

Entretanto, honrado su cadaver per sus propios inmotadorescon ef respeto debido al infortunio y a la gloria, fué desem-barcado aquella noche en I4uique, y vetado su cuerpo entrecristianos, diéronle piadosa seputtura.

* * *

Mientras todo to que Ilevamos narrado sucedia con laceteridad del rayo, y mientras desatracaba et Huáscar su hocicode hierro del roto costado de la corbeta chilena con una destreza is

que honra altamente la pericia profesional de su comapdanteen este género especial de combates maritimos, tenian tugar abordo del buqüe agreclido y lacerado las escenas mks extra-ordinarias de sublime y taimado sufrimiento, de resignacióninquebrantable, y de invencible resotución en et propósitode no arriar La bandera querida que para et hombre de honorvale siempre mil veces inks que la vida. La arenga denodadadel capitkn Prat at comenzar et combate: - "iMuchachosiIN.o arriêis ía bandera I" - golpeaba en el timpano de todoslos oldos, estaba viva en todos los corazones dilatados por aquel 25

ejemplo sin segundo. Muchos le hablan visto caer, y desde

'El lector debe acordarse de que esto se escribi6 a Los pocos meses de lafecha de Ia batalla. Pen Ia predicciAn de Vicufa Mackenna resulté verdadera.Roy ills es el 21 de mayo fiesta nacional. En aquel dia Los chilenos bonrancads afto La inemoria del héroe de Iquique con discursos y desfiles patrioticos.

P

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ese momento decisivo, que fué la verdadera crisis del combate,la orden del jefe habla pasado a set su testasnento, y su buquela tumba de los que Ic hablan seguido o no habian todaviamuerto con él y como él.

s HallIbase en el instante de la catástrofe el teniente Uribe,segundo del buque, y como tal, encargado de recorrerlo entodas direcciones, presidiendo a sus diversos servicios, en elcastillo o toldeta de proa, cuando pot entre el hwno y el estragode la metralla, vió desaparecer a! jefe heroico sobre el puente

todelmonitor, que otra vez se alejaba con su gloriosa presa. Y enel acto, sofocando su corazón de hermano y de amigo con susdos manos, encaminóse resignado y animoso a cumplir sudeber en el sitio que la muerte habla desocupado en el extremoopuesto del buque. Al hacer aquella travesla, corta pero es-

xpantosa, necesitó ci joven marino abrirse paso por entremontones de cadáveres mutilados por las descargas a bocade jarro del enemigo, y hubo de vadear su camino por lasangre, empapando sus pies en los charcos humeantes de losque con hondos clatnores agonizaban. "Nadie cafa herido,"

20 dice el capitkn Uribe en una carta a uno de sus deudos, "todoseran horriblemente mutilados y a los pocos minutos la sangrecorria pot la cubierta. . . . Pero nuestra gente no desmayabani abandonaba sus cañones." "A cada momento," afiadiaotro de los oficiales del buque, pintLndose a si propio el horror

2sindeclble de aquel espectáculo, "se encontraban piemas ybrazos que no se sabia de quiénes eran. . .

Todo era, empero, en vano; la bandera flotaba gallarda ala brisa del mediodla. ! Qué linportaba entonces todo lo queacontecla al pie del má.stil que le sustentaba? Cada cadaver

o era un soporte mâs anadido a la defensa, un fragmento pal-pitante que servia al parapeto de los cañones. Jaznás viéraseiii igual, iii más sublime encarnizatniento. Entretanto el

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bravo comandante del Huá.scar, movido su pecho a clemenSpor tant.a y tan porfiada heroicidad, sujeta La brida a sumonstruo invulnerable e impone largo rato silencio a sitscaflones y a su gente. "Por un momento el Huiscar panS susfuegos," cuenta el capitán Uribe en una carta de familia, "como sdándonos tiempo para reflexionar y rendirnos. . •' Perooh, no! todo ardid serf a iMtil, toda piedad rehusada. j La

bandera! 1 La bandera! era el grito de todos los corazones,y al caer en grupos Los Inditos defensores de la gloria de Chile,fijaban en sus pliegues la agonizante pupila y morlan sonriendo.

Entretanto, militarmente considerado, el combate estabaen lo material terminado. Lo que quedaba por cumplirseera simplemente la carnicerla de los que no reciben cuartel.Y a esta suerte estaban sometidos de antemano todos los.nimos con levantado, tenaz, invencible, imponderable es-is

I uerzo. Para el peruano, la Esmeralda no podia set ya unavictoria ni una presa; para el chileno era solo una insignia, unnombre, una página de la historia. Y por ella iban todos amorir con el magninimo corazón Reno de gozo. Distinta yrnás fogosa pasiOn penetraba también a esas horas en revueltotorbellino de llamas por entre Las grietas de aquellos pechosde bronce que el plomo enemigo desgarraba - "La pérdidadel comandante," exciama uno de los oficiales de aqudlla corn-pacta falange de lidiadores antiguos, "produjo en la tripulaciOnuna impresiOn profunda. La idea de la venganza se apoderO de25todos, y cada uno quiso ser mt héroe para imitar su ejemplo."i Especticulo sublime! Quedaban todavia a bordo den exis-tendas intactas, y todas ellas vefanse suspendidas pot la cuerdade un mastelero sobre los abismos y la muerte. Pero ci capitánPrat estaba all, con su ültima voz de mando, con su sereno, 3o

convencido, inxnortal mandato - "J no os rindLis!" - y todosobedeclan al muerto glorioso como si le vieran todavia de

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pie en lo alto del alcizar. Aduenóse con mayor intensidad queen los otros, aquel sentimiento del ejemplo en un ohcial quequiso seguir a sit jefe hasta mis ailS de la tumba: en el tenienteSerrano.

$ Desde que viera a sit capitmn caer sin poderle seguir, forméen su pecho Ia resolución de ir a rescatar su cadaver cayendomoribundo sobre 61 para cubrirlo: Hay en la empresa deloficial Serrano algo de tan inusitadamente grande y valerosoque por un moniento colócase el subalterno a la altura de sit

zo superior en gloria. El sabe que el enemigo es invulnerable;61 ha visto cómo el plomo bana la cubierta del monstruo,saliendo de antros y de hodcos invisibles; 61 conoce demasiadoque la muerte esti. all "al pie del torreón." Pero no vadila encumplir su destino. Ha ido de caflén en caflén diciendo adiós a

3 su manera a sits amigos, y todavia, al marchar a irrevocable sa-crificio, ha encontrado una palabra festiva que retrata su genialviveza. Todo 10 que ha dicho al ültimo oficial pie encuentraa su paso, es esta frase de soldado áznericano: -panero: estamos fregados." Y en ese instante, viendo ilegarpor segunda vez al HuSscar con sit espolén en ristre, agrupasobre la, borda una cuadrilla de bravos resueltos a morir como61, y al sentir el sordo empuje del choque que penetra en lasentrafias de la corbeta chilena, saltan todos al abordaje porel hueco a que daba acceso la proa del monitor al sepultarse en

25 el flanco despedazado del ya inerme y casi inmóvil buque. "Yolos vi," dice un testigo de su hazana, "cuando avanzaban por elcastillo del Huiscar, y acercSndose a la, tone. Al pie de éstarecibió el teniente Serrano un balazo que lo tendió en la cubierta,alcanzando a decir a los que tenla a! lado: - 'i Yo muero!

30 Pero no hay que rendirse, muchachos!'"Fué ése el momento en que el teniente Arellano de la guarni-

ción del buque, se presentó por la primera vez sobre cubierta,

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con sits soldados de marina que los habitantes del Callao de-nominan Los insitres, ignoramos pot qué analogias. "Arriba,

mis buitres," exclamó el oficial peruano, y saliendo por lasbien guardadas escotillas del monitor, a medida que éste sealejaba, mataronlos a todos como nuestros campesinos matan sa los buitres. Fué de esa manera, verdaderamente dignade adrniración entre soldados, como acabó sus dias el valerosocapitSn que habla ido a la guerra con el presentirniento de unfinal desastre, pero alegre, chistoso, comunicativo, y hastaretozón en la postrera hora de su prueba. Tenla el teniente toSerrano una de esas fisonomlas y aposturas ilanas y enérgicas,que cuando se las divisa en cualquier sitio, se dice uno in-voluntariamente a si mismo: "jAW va un soldado !" Demediana estatura, ancha espalda, y complexion muscular, erael tipo simpâtico de todos los hombres de guerra; la huella isfrancesa no estaba del todo borrada en su bizarra estructura.Tenemos sobre nuestra mesa un retrato suyo, sacado pot lamáquina hace cuatro meses en ConcepciOn, y La figura parecedestacarse del papel albuminado como si quisiera "saltar alabordaje," tat es su natural energia. No se experimenta pot 20

esto la menor extrafieza al notar pie sus propios enemigos hayanescrito el glorioso epitaflo del teniente Serrano conesta frase,que todos los hombres de guerra y de mar sabrán comprenderen su lacOnico y heroico significado: - "Este oficial muriO alpie del torreOn." 25

* * *

El sacrificio, pocas veces visto en la historia de las guerras,del teniente Serrano, porque fué ofrenda cierta y voluntaria aLa muerte y a la amistad acendrada, habria parecido el (iltimolance de aquella agonia indecible y desesperada que durabaya cuatro largas horas. Pero aun quedaba La (iltima y más es-sopantosa jornada del espantoso drama: ci hundimiento.

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Cuando el monitor peruano, compietamente invulnerable, enrazén de los proyectiles de su adversario, asesto su segundo yterrible espolonazo a la mutilada corbeta, casi en el centro desu mIquina, por ci lado de estribor, quedó la Altima material-

s mente fuera de combate. Sus fuegos se apagaron, la mSquinadejó de funcionar, y lo que era aun más grave y decisivo, inun-dose por complete ci paflol de municiones, ahogándose comodentro de una cueva de hierro los bravos que alli servIan.Pero cuando el hombre, a semejanza de la fiera, resuelve pelear

to hasta morir, de todo lo que su mane alcanza hace una amade agresiOn. Era algo verdaderamente grande y doloroso,ver aquellos artilleros que se batfan sin descanso desde elalba hasta el cenit de un sol tropical, buscar a tientas entrelos muertos y los heridos algün cartucho rezagado, una bala

is suelta en las junturas de las tablas, una espoleta rota, que ilevara la boca ennegrecida y candente de los cafiones. La resolu-don de todos era la misma, inmutable, sombria como La acep-taciOn de la muerte, helada come la losa del sepulcro - norendirse!

SubiO a cubierta empapado de sudor, desfigurado per elhollin, agotado por el cansancio, ci primer i.ngeniero Hyat,animoso americano del norte. Y este noble oficial diO cuentaal capitán tJribe de que la máquina habla cesado de moverse.'! Qué linporta? - i No nos rendimos!" era la expresión que

25 animaba todos los semblantes, La articuiación que se ida enla contracciOn de todos los labios crispados por la cOlera. Alretirarse a su puesto el ingeniero Hyat, traidora bomba LequitO la vida. Vinieron en seguida el condestable y el tenienteSanchez a participar al capitán Uribe que la Santa Barbara

3° estaba inundada y que ya no habla sino unos cuantos frag-mentos de cartuchos manchados de sangre sobre la cubierta." Qué iinporta otra vez? - 1 No nos rendimos I" "Me crucé

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LA BATALLA DE IQUIQUE 215

de brazos," dice ci heroico mozo que heredé el puesto y el almadel capitin Prat, "y esperé que se cumpliera nuestro destino."

Podria por ventura hacer otra cosa ni mis alta un semi-diosantiguo?

Las bajas de la corbeta pasaban a esa hora (las doce y media adel dia) de más de cien plazas. Pero quedaba todavia a loscaftones ima ültima e incompleta remuda de artilleros, yéstos para hacer ronzar las piezas, apartaban antes los cadi-veres de los que hablan perecido y estorbaban el manejo delmontaje. Y donde hablan caldo los cabos de canon, entrabana relcvarlos los ninos sublimes, que la vieja nodriza de la marinade Chile amamantaba todavia a sus senos de bronce. No hasido por esto antojadizo encomlo el que hemos hecho de lagente de la Esmeralda, cuando aseguribamos que toda ellaera una legiOn de escogidos. Con tales hombres salvO Chile isaquel luctuoso dia intacta e inmaculada su fama.

Encolerizado a la larga ci comandante del Huáscar poraquella resistencia que a él pareclale insensata, continuabaarrojando casi a tiro de pistola una verdadera granizada deproyectiles crueles sobre el despedazado pontOn, que unaespecie de milagro mantenla a flote. Y hicese preciso de-clarar aqui que tal procedimiento no era ni humano, ni militar,mucho menos heroico segün se ha dicho por algunos. Era, alcontrarfo, el empecinamiento innecesario de una carnicerfabrutal, que sOlo pone de manifiesto la fiebre que engendra la 2$

batalla aun en los inimos mejor dispuestos.Serla gratuita injuria decir ante la historia que el coman-

dante del Hüiscar no era un bravo. No. Pero la ira de laresistencia, semejante al humo que vomitan las bocas de fuego,ofusca la claridad del espiritu en el fragor del combate y Jo 3o

extravia. Porque a la verdad, to que habria cumplido a un'narino del temple y de la fama del comandante Grau, habria

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sido abordar el inerte y desarbolado madero en que fiotabantodavla como sobre una balsa sin gobierno un pufiado deheroes, y asi habria devuelto, bizarria por bizarria, heroismopot heroIsmo, la gloriosa visita que a su puente hidera en Ia

s primera hon el capitán Pat. Entretanto, caãonear como tinblanco ñjado en tin andote el fragmento de tin buque, delcual no queda sino la bandera y un grupo de "leones" (comoellos los ilamaron) y de moribundos, puede set conforme a lasbrutales leyes de la guerra, pew de seguro que la levantada

to hidalgula del comandante peruano debio sufrir punzantemortiñcacion al verse asi convertido en simple nthquina dematanza.

Alistâbase, en consecuencia, en medio de su incesante fuego,el monitor enemigo pan emprender su tercera y decisiva arre-

i 5 metida, enderezando su proa al heroico madero y cargandosus dos caftones para el golpe de gracia que debla disparar,conforme a ordenanza, sobre la victima calda. Y los quedesde La cubierta ya solitaria del buque chileno vetanle venir,afirman sin jactancia, que le esperaban casi como una reden-clan de largo, amargo, infinito martirio. Y asI deberia ser loverdadero, porque cuando se ha visto morir sucesivamenteal jefe, al amigo, al compañero de todos los dias, al bravosubalterno, al clarIn que ha tocado la ültima diana al pie delbronce, y cruje bajo nuestras plantas, como el andamio de tinsacrificio irremisible, aquel fragmento de la patria que hasido confiado a nuestra guarda y fué largos afios venturosohogar de alegre juventud, la vida a.sexnéjase a la cadena quenos ata al poste de insoportable cautiverio, y lo que el almaanhela es el reposo después de la agonla, la redención en p05

3odelmartirio. A su VCZ, los maquinistas del buque, los mayor-domos y mozos de cSmara, los pocos grumetes y timonelesque el plomo habla respetado todavia, se preparaban para el

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LA BA TALLA DE JQtJIQUE 217

ditlino trance con una serenidad de ánimo que para todos, enaquel dia memorable, fué pareja.

Cuando el Huáscar liegaba por tercera vez a enterrar en elflanco ya medio sumergido de la corbeta su ültima ymás ferozdent,ellada, aquellos desgraciados se hablan agrupado en lassala de armas, no teniendo ya puesto alguno en el combate,y se ocupaban en desnudarse pan salvarse a nado; de suerteque at ilegar el monitor a su costado y disparar su penültimabomba, penetré ésta por el centro del buque y de un solo golpequite la vida a veinte y tres individuos, pereciendo tres maqui-nistas, dos aprendices de mecânico, casi todos los ninos ygrumetes del buque alil refugiados, y diez infelices heridos quehablan recibido del sereno cirujano Guzmán su primer vendaje.Fué a la verdad tan horrible la matanza total de los proyecilesenemigos, que de los treinta y dos soldados de la guarnición ismilitar, perecieron veinte y seis, conforme at rol del buque.Dc la servidumbre, cuyo nümtro ilegaba a ocho, escapó unosolo con vida: el mayordomo Manuel Meneses. De los nueveempleados de Ia mSquina sobrevivio otro: el aprendiz mectnicoVargas. De los diez y ocho grumetes escaparon los ilamados 20

Concha, Alvarez, y Vargas, y del servicio de depósito para lasbajas, entre veintiuno, perecieron quince. En conjunto sesalvaron sólo los que, at sumergirse el buque, se hallaban to-davia comptetamente ilesos, en ntmero de cuarenta y seisentre ciento noventa y dos. Todos los heridos perecieron. 25

El nümero exacto de las victimas fué de ciento cuarentay seis.

No necesitó gran esfuerzo el comandante Grau para con-Sumar su ültima proeza.. At redbir la cuchitlada del monitoren sus entraflas, la corbeta invencible incinóse por su proa, so

y comenzó a sumergirse, de modo que to que quedó visible de'istos fueron recogidos par el 1-Tuáscar.

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su estructura hasta ci postrer momento, fué su palo de mesanaa popa, en cuyo pico fiotaba ilesa y majestuosa La insigniade la patria. "Lo ültimo que se surnergió," dicen los quepresenciaron desde la pobiación la terrible y vengadoracatástrofe, "fué la bandera chilena." Y Otto como paracompletar el grandioso cuadro, anade desde La playa: "Alhundirse la Esmeralda, un cahón de popa por el lado deestribor hizo el (ii Limo disparo, dando la tripulación vivasa Chile."

go "Eran las doce y diez minutos," exciama uno de Los vence-.dores. "Lo (aLtimo que desaparece bajo las aguas es el pabellénchileno. No se oye el más leve grito iii clamor alguno desocorro. Todo permanece tétrico, inudo, pavoroso; iiisiquiera resuenan los vitores con que en Los campos de batalla

is se saluda el triunfo. . A todos nos tiene anonadados elhonor de aquella escena." Y otto, que también ha visto con-sumarse la sin igual y jamás vista hecatombe, exclama en elasombro: "Después de la catLstrofe que apago los gritos deentusiasmo con que desde el principio eran saludados los tirosdcl Huá.scar pot el pueblo y el ejército, siguió el estupor ysilencio de todos. . .

! Pot qué? " Tremendos misterios del corazón humano ! ",aflade el narrador enemigo. Ak no! Tributo mudo, silen-cioso, irresistible del corazén del hombre fué ese estupor

asofrecido en involuntario homenaje a la grandeza del sacrificio,- of renda arrancada al alma pot el respeto innato que todoslos seres sienten por la superioridad de la gloria, aun entreenemigos. El pueblo peruano creyó establecer ailS, en lasaguas de Iquique, con un monitor ,de hierro, la ley de su

so fuerza y el predominio de una victoria. Pero Lo que alcanzóde hecho fué levantar la fama y la tradición del valor chilenoa Ia dma de un verdadero apoteosis. La desaparicion de la

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Esmeralda en las aguas de Iquique se contará eternamenteentre las leyendas heroicas de todos los pueblos guerreros dela tierra.'

1 Para completar Is descripdon de la batalia de Iquique, aadimos un pA-rrafo de Is cotta HUbris sic Chile pot ci chileno Luis Galdames: "El tremendoduelo pie se habla librada en Is rada de Iquique no era todo el combate. Unpoco mis a] sur se habla desenlazado tamblén Is singular contienda entre isIndependencia y Is Covadonga. Las fuertas de estos adversarios cnn misdespropordonadas todavia pie las de Los otros. Inferior a Is Esmeralda erala Covadonga, y superior al HuAscar La Independencia. Sin embargo, a lamisma horn en que ci mis poderoso hundfa al ails debit baja el mar en Iquique,el mis debil hundla en Punta Gruesa, a tin paso del puerto, al mis poderoso.En efecto, La Independencia haMs perseguido hacia el stir, con sus formidablescafiones, a la Covadonga, que, aflegada a la costa, se bath en retirada. Alaba de mis de ties hans de lucha, la Independencia hahia arremetido a sucontraria coma pars deshacerla con su espol6n; pero ésta, como nave pequeftay de poco calado, se habla detenido en tins mar sumamente baja, entre losarrecifes de Punta Gruesa. Al pretender caer sabre ella, la Independendahabla tocado ci fonda, hundido su proa y luego caldo de costado, varandosecompletamente. Entonces la Covadonga, avanzando wine ella, is hablacanoneado hasta rendirla. Solo Is pronta venida del Huáscar pudo im-pedir que su tripulaciOn se entregase prisionera. La Covadonga escapO en-tonces, perseguida por ci poderoso buque de Grau; pero, como éste abandonarapronto su persecuci6n, temeroso de encontrarse con alguna escuadrilla chilena,logró ella ir a guarecerse y a reparar sus averlas en ci puerto de Antofagasta."- La Guerra del Padflco duro hasta fines de 1883, terminando en favor deChile, que se quedO con las provincias par las aisles habla peleado. Sin em-bargo, la cuestiOn ilamada de Tacna y Aries es todavla grave problema. Potci tratado de Ancón (pueblo situado al norte de Lima), firmado al fin de Laguerra en 188, Chile convino en que al cabo de diez aflos un plebiscito de loshabitantes de aquellas provindas decidirla a cull de los dos palses pertenecerfandefinitivamente, y ci pals que con eRas se quedara, pagarla al afro diez millonesde pesos. Pero nunca se ban lievado a cabo las provisiones de este tratado.A pesar de las muchas negociaciones que dade entonces han mediado entreLos dos pal ses, las provincias en cuestion estin todavia, y a cierto que siempreestarin, incorporadas al territorio de Chile. Y no a de extraOar que los chile-nos no quieran perderlas, pot set con su salitre ci soporte principal de Is haciendade la repáblica. Dice Bryce que "en los treinta aflos desde x88o hasta xçogel Tesoro chileno recibi6 cerca de $412,000,000 pot derechos de cxportaci6n desalit&'

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FOR ORAL AND WRITTEN WORK

I

(Based on page 187, line I to page 193, Use j, induding footnotes.)

(a) x. CuSnto tiempo hace que no han tenido revoluciones las nacionesliamadas del "A.B.C."? 2. 4Entre qué palses ocurrió La guerra delPacffico? 3. Cull fué Ia causa de esta guerra? .. CuIntos buquesse dejaron en Iquique pan el bloqüeo? S. A dénde se dirigió elresto de La escuad.ra chilena? 6. 4Q4 clase de costa tiene Chile a!forte? 7. C6mo se ilaman los buques que sostenfan el bloqueo deIquique? 8. 4Qui descubrió sübitamente el guardia-marina Sans?g. Qué dijo el teniente después de mirar al horizonte? to. 4Qui6nera ci comandante de la Covadonga? it. j CuIndo conoci6 con arti-dumbre que los buques eran enemigos? 12. jPor qué vir6 la Con-donp hacia el fondeatlero?

(ii) The War of the Pacific, between Chile on one side and Peru andBolivia on the other, lasted (dun,) from 1879 until 1883. In the firstyear of the war, the Chilean fleet left Valparaiso in order to surprise thePeruvian squadron at Callao. On the way to Callao, in the port of Iqui-que, they left two old boats, the Esmeralda and the Covadonga. Onemorning, two young officers were conversing quietly on the deck of theCovadonga, when looking toward the north they saw approaching twohostile boats, the monitor Huáscar and the frigate Independencia. Thetwo Chilean boats were much weaker than their adversaries.

UI

(Based on page 193, line 4 to page rg", line zo, including footnotes.)

(a) i. j Qui6n era ci comandante Grau? 2. , Cómo supo que lasdos rnás débiles naves chilenas se encontraban en Iquique? 3 . 4 Porqué se adelantó el HuAscar hacia el sudoeste? 4. Qué hacfa entretanto la Independencia? 5. . Cónio se avisó al Lamar de ponerse asalvo? 6. eFui perseguido el Lamar durante su fuga? 7 . 4A quédebió probablemente su salvación? 8. . Cull de las naves chilenas erala capitana? 9. Qué catistrofe tuvo lugar a bordo de la Esineralda?io. Por qué era imposible huir? it. 4Por qué se coloco ci capitInPrat entre el HuSscar y la ciudad? 12. , Cuântas caideras tenla a suservicio Ia Covadonga?

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EXERCISES 221

(li) Commander Gnu of the Second Peruvian Naval Division hadbeen notified by telegram that the two weakest ships in the Chilean navyLad been abandoned to their fate in the harbor of Iquique. After rejoin-ing his consort he continued his course at full speed, and the next dayat six o'clock they appeared at the entrance of the harbor of Iquique.It was impossible for the Chilean boats to flee. Captain Prat of theEsmeralda ordered his squadron to keep in shoal water so as to preventthe Huâscar from attacking with her ram. So that the Peruvian projec-tiles might wound the people on the wharf, he took up his position be-tween the hostile boats and the city.

In(Based on page 197, line ii to page 202, line 3, including footnotes.)

(a) i. Donde fué a caere! primer proyectil del HuIscar? 2. C6molo saludaron las tripulaciones de la Eszneralda y la Covadonga?s• .iQuiénes eran los espectadores de la batalia? 4. j Qué hora eracuando La batalla iba a comeozar? S. Cull de los dos buqucs estabamis cercano a! Hulscar? 6. ZSe preocupaba la Covadonga por losdisparos del HuAscar? '. En demanda de qué se adelantó la Inde-pendencia hacia el sur? g. 4 Qué dijo ci capitin Prat a su tripulaci6n?9. .Qué gritaron ellos? io. j Era verdad que la Esmeralda babla volado?ix. Qué fué lo que se habla tornado por la explosión de Ia Santa Barbara?12. JC6mo se explicaban los peruanos La obstinaciôn del buque chileno?

(b) At half past eight in the morning the naval battle was going to begin.The two Chilean boats advanced toward the inner part of the bay. Butthe Covadonga passed so close to one of the islands that it was impossiblefor her to tack. This providential circumstance prevented her fromentering the harbor. If she had entered, she would have had no hope ofdeliverance. The Esmeralda remained alone in the bay. Captain Prathad his crew called together and addressed to them his last words "Thecontest is one-sided. Our colon have never been struck before the enemy.I hope this is not the time for doing it. Long live Chile !"

Iv(Based on page 202, line 4 to page 206, line ió, including footnotes.)

(a) x. 4Durante La primera hora cuinto daM habla recibido Ia corbetachilena? 2. e Por qué teni a ci HuAscar que disparar sus bombas por

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devaci6n? 3. Por qué tuvo ci capitin Prat que mover gi buque?

4. 4Eraestolo que pretendlan los enemigos? S. Qué hiZOeJEUISCaren consecuencia? 6. C6mo fué herida la Esmeralda? 7. Seacercaba el desenlace del drama? 8. Qué horn era cuando ci iluiscardi6 su primer espolonazo? ç. e Por qué estaba irrit.ado el comandantedel HuIscar? zo. iQu6sehddi6eicapitAnPratalostimonelesviendovenir ci choque? xi. .Qué medida hat$a tornado ci capitán chilenodeacuerdo con susegundo? 12. 4Quéhizoelcapitin Prat enelins-tate supremo?

(b) Already the battle had lasted an hour, without the Chilean sloop'sreceiving the slightest damage. The monitor could not fire many shellsat her because of the crowd on the shore near the railroad station. Butfour field-guns were dragged to the beach, and they opened fire on theChilean heroes. This circumstance made Captain Peat change his posi-tion. This was exactly what the enemy wanted. Consequently theHuáscar placed herself between the sloop and the shore. CommanderGrau decided to attack the Esmeralda with his ram. Captain Prat, athis post, saw the shock coming and at the supreme moment, with swordin hand, he jumped to the forecastle of the HuAscar.

V

(Based on page 206, inK 17 to page 210, inK :6, including footnotes.)

(a) i. Cuântos alcanzaron a seguir al capitán Prat? 2. Por quénoes posible saber exactamente ci fin del capitSn? 3. Tenemos alflntestimonio fehaciente? 4. A quién fué dirigida Is carta del coman-dante Gnu? S. Dónde estin boy dl a Is mayor parte de las prendasenviadas por ci comandante Grau? 6. Honran todavla los chilenos Iamemoria del béroe de Iquique? 7. j En qué dia del año? 8. Sepodri hacer mis de lo que él hizo? ç. 4D6nde se dió sepultura a sucadaver? xc. J CuS1 fué la invencible resolución de la tripulación deIa Esmeralda? xi. Dónde se hallaba ci teniente Uribe en el momentode la catAstrofe? 12. Calan muchos heridos?

(b) What happened when the Chilean captain boarded the monitor, isstill a mystery. The only man who was able to follow him cannot givehis testimony, because he fell riddled with bullets. Consequently Prat'sdeath is related in many different ways. Meanwhile many of his men had

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EXERCISES 223

seen him fall, and his last speech was alive in all their hearts: "Boys, don'tstrike the colors!" They did not leave their guns even though the deckwas flowing with blood. Many of them were horribly mutilated, but theywere all firm in their resolution to do their duty.

VT

(Based on page 210, line 27 to page 215, line 26, including footnotes.)

(a) x. Flotaba todavia la bandera? 2. 4Estaba el combateterininado todavi a? 3. Qué quedaba por cumplirse? 4. Per quéno podia ser una presa la Esmeralda? S. Qué impresión produjoen La uipulación la pérthda del comandante? 6. 4 Qué idea se apoderóde todos? '. Quiso cada uno imitar su ejemplo? 8. Qué resolu-thón se formó en el pecho dcl teniente Serrano? g. Hay algo de gran-diose en la ernpresa de éste? to. j Qué hizo el teniente Serrano al scntirel segundo choque del Huiscar? ii. Cull fué la filtima jornada delespantoso drama? 12. eEra humano el procedimiento del cornan-dante del HuMcar?

(ii) Although the battle was practically over, the Chilean flag stillwaved in the breeze. As the men fell, they fixed their eyes on it and diedsmiling. Lieutenant Serrano formed the resolution of imitating CaptainPrat's example. Seeing the Huiscar coming for the second time, he wentfrom gun to gun, taking leave of his friends. When he felt the impulseof the shock, he and a group of brave men like him jumped aboard.They were all killed on the deck. There still remained several gunnerson board the Chilean sloop, who were waiting for the last act of thedrama to be accomplished.

VII

(Based on page 215, line 27 to page 219, line 3, including footnotes.)

(a) i. 4 Cuântas veces enterró el HuAscar su espolón en el flanco de laEsineralda? 2. 4C6mo pensaban salvarse los maquinistas y mozosdel buque? 3. Lograron escapar con la vida? 4 . ! Cull fué elnCimero exacto de las victimas de esta batalla? 5. Qué quedé visiblebasta el ültimo momento? 6. Qué fué lo Altimo que se sumergió?

Dónde se desenlazó el combate entre la Covadonga y Is Indepen-dencia? 8. eEran desproporcionadas también las fuerza.s de estos

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advenarios? 9. CuAl de lo; dos buques salió victorioso en este corn-bate? io. iW impidi6 que la tripulación de la Independencia seentregase prisionera? ix. ,Hasta cuAndo duró La guerra del Pacifico?12. Cuuleslacuesti6nUamadade Tacna yArica?

(b) The Peruvian monitor was preparing-to undertake her last attackand, coming alongside her victim, she shot off another shell which killedtwenty-thee person Now the sloop began to sink, but up to the lastminute the flag was seen waving from the mizzen-peak. At the same hourthat the iron monitor of Peru was sinking the Esmeralda, the Covadongawas engaged in battle with the frigate Indcpendencia, which had pursuedher toward the south. The Peruvian boat was much superior, but wasconquered by the Covadonga, and her crew would have surrendered if theHuAscar had not quickly arrived.