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REP, DE COSTA RICA Octubre de 1934 AMEAICA CENTRAL

NUMEROtO

Revista mensual Eclesiástica de la Arquidiócesis de San José de Costa Rica

Directo !"': Redactores:

Presbo. Lic. Carlos Meneses B. Todos los sacerdotes de la Arquidl6cesis que

quieran mandar 110 ■ trabajo• a ta Direccl6n .

Toda colaboraci6o deberá !'emitirse antea

Administración: Palacio Arzobispal. San José del 15 de cada me~.

~ ==--W==~ Contenido:

Al Excelentísimo Señor Arzobispo en su Onomástico . . Nuevo privilegio para el Cabildo Metropolitano de San

José de Costa Rica . . . Eugenio Cardenal Pacelli. Pius PP. XI . .... . Eugenius Cardenalis Pacelli. Edicto del Episcopado de Costa Rica, con motivo del

Decreto de la Nunciatura Pontificia sobre la supre­sión de tres días festivos . . . . . . . . . . . . .

Sección Catequística . . . . . . . Tomás Ruiz del Rey. El Montanismo. Su Historia, su Doctrina y su condena.

P. Matías Cornelio Rojas. Por los sacerdotes difuntos . . . . . Rito para la celebración de los jubileos de los matrimonios . Ritus celebrandi Nuptias Jubilaeas . . . . . . La Vida Litúrgica, fuente de la Vida interior, y por tanto,

de Apostolado . . . . . . . . Por j. B. Chautard. Periodismo y Radiodifusión . . P. Carlos Meneses B. Sacra Paenitentiaria Apostolica ...... .. . .. . Pontificia Commissio , . . . . . . . . .. . Por los que son arrebatados por una muerte repentina.

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Bendecidas por S. S. PIO XI y por el Episcopado de España y América

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Bendición de S. S. PIO XI. al Editor: -¡

.SECRETARIA DE ESTÁDO 1

DE ~U Sl\~TIB1ÁD

1 v MA

Palacio del Vaticano, 6 de Julio de 1930.

samente preparado con el nobilísimo deseo de ofrecer a los fieles una lectura de los LIBROS SANTOS, siempre más accesible y provechosa, han resultado una cosa ver­daderamente agradable al SANTO PADRE, que se complace con tal iniciativa, y de corazón la BENDICE augurándola digna de los más copiosos frutos.

Me permito unir mis personales felicitaciones, juntamente con las más vivas gracias por los ejemplares coh que me obsequió, y mientras a11.guro para Ud. toda clase de bendiciones del Señor, tengo el placer de declararme con especial estima~ ción de Ud . affmo. servidor,

# · 2 2 3 3 ' E. CARDENAL PACELLI.

'lt.J u DE VENTA EN LA

LIBRERI A LEHMANN & Co. SAN JOSE, C. R.

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REP. DE...COSTA RICA Octubre de 1934 AMERICI', CENTRAL

Revista mensual Eclesiástica de la Arquidiócesis de San José de Costa Rica

Director:

Pre1bo. Lic. Carlos Meneae ■ B.

A.dmlni1tracl6n: Palacio Arzobispal, San José

Redacto rea: Todos loa sacerdotes di:: la Arquldl6ceaia que quieran mandar su■ trabajo• a la Direccl6n . Toda colaboración deberá remitirse ante■

del 15 de cada mea.

A I Excelentísimo Señor Arzobispo en su Onomástico

Mudhas Misas se han celebrado durante el mes de octubre por el Excmo. Señor Arzobispo Dr. don Rafael Ot6n Castro con ocasión de su onomástico; muchas oraciones de sus fieles hijos han llegado al cielo por su salud y por el mejor acierto en su ardua y dificil misión de Pastor de la grey costarricense. Pocos como El necesitan tanto en nuestra patria del favor divino por ser muy grandes sus responsabilidades ante Dios, ante sus ovejas y ante sus corderos. A I felicitar con toda sinceridad al Excmo. Pastor en el día del glorioso Arcángel San Rafael EL MENSAJERO DEL CLERO eleva también sus oraciones a Dios por la dicha personal de Monseñor Castro y por los frutos espirituales de su divino Apostolado.

..

646 EL MENSAJERO DEL CLERO

Nuevo privilegio para el Cabildo Metropolitano de San José de Costa Rica

(Traducción del Breve Pontificio)

Pío Papa XI

Para Perpetua Memoria. Nuestro Venerable Hermano el Arzobispo de San José de Costa Rica nos recomienda la soli­citud que se nos ha hecho para que por nuestra benignidad distingamos con algunas insignias especiales, a los Canónigos del Cabildo de la Iglesia Catedral Metropolitana de San José de Costa Rica. Nos, siguiendo los ejemplos de nuestros ante­cesores, cuando se ha presentado la oportunidad, hemos acos­tumbrado distinguir a los Cabildos de las Iglesias Catedrales que hay en el Orbe Católico, con privilegios especiales en lo que hace a sus vestidos e insignias, a fin de que sean tenidos por el pueblo en la mayor reverencia posible; por lo cual accedemos a la solicitud mencionada. Por esto mismo, oído el parecer de nuestro amado Hijo el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, concedemos y otorgamos perpetuamente por nuestra .autdridad apostólica y en virtud de las presentes Letras, observando lo que es de ley, que los Canónigos presentes y · futuros de la Catedral Metropolitana de San José de Costa Rica, lícita y válidamente puedan llevar la sotana negra t.alar . con los fila­mentos o cordo ne s, ojales y botones de color morado, sin que nada obste para esto en contrario. Benignamente concedemos esto, prescribiendo que las presentes Letras siempre queden y permanezcan firmes, válidas y eficaces; que surtan y obtengan sus efectos plenos e íntegros; que gocen de esta concesión plenamente los actuales Canónigos y los futuros de la Catedral de San José de Costa Rica; que así se debe j_uzgar y definir rectamente; y que desde ahora se debe tener por nulo cualquier acto en contrario sobre este privilegio, por cualquier persona o autoridad que consciente o ignorantemente se atreviere a proceder en contra. Dado en Roma junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el 12 de Julio de 1934, décimo tercero de Nuestro Pontificado.

EUGENIO CARDENAL PACELLI, Secretario de Estndo,

EL MENSAJERO DEL CLERO 647

Pius PP. XI

AD PERPETUA.M REI MEMORIAM.-Venerabilis Frater Archiepiscopus S. Josephi de Costarica Nobis commendat pre­ces, quibus rogati sumus ut nonnulla insignia Canonicis Capi­tuli templi Cathedralis Metropolitani Sancti Josephi de Costarica de benignitate Nostra largiri dignemur. Nos autem, qui, Dece­ssorum Nostrorum insistentes vestigiis, quae in Orbe Catholico sunt ecclesiarum Cathedralium Capitula ea, data opportunitate, consuevimus peculiaribus vestium insigniumque privilegiis lo­cupleta're, ut ea populares, qua majore fieri potest, reverentia colant, memoratis votis annuendum censemus. Quapropter con­latis consiliis cum Dilecto Filio N ostro Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinali Sacrorum Rituum Congr_egationis Praefecto, Apostolica N ostra auctoritate, praesentium Litterarum vi, per­petuumque in modum concedimus ac largimur ut Capituli Cathedralis Metropolitani S. Josephi de Costarica Canonici praesentes ac futuri vestem talarem nigram cum filamentis, globulis et ocellis violacei colorís gestare, servatis servandis, licite possint ac va leant. Contrariis non obstantibus quibuslibet. Haec benigne indulgemus, decernentes praesentes Litteras fir­mas, validas arque efficaces semper exstare ac permanere; suosque plenos arque íntegros effectus sortiri et obtinere; enun-. ciatisque Canonicis in Capitulum Cathedralis templi S. Josephi de Costarica nunc et in posterum adlectis plenissime suffragari; siegue rite judicandum esse ac definiendum; irritumque ex nunc et inane fieri siquidquam secus, super bis, a quovis, auctoritate qualibet, scienter sive ignoranter contigerit attentari. Datum Romae, apud Sanctum Petrum, sub anulo Piscaroris, die XII mensis Julii, anni MCMXXXIV, Pontificatus Nostri decimo tertio.

EUGENIUS CARDENALIS PACELLI, a Secretis Status.

Locus sigilli.

648 EL MENSAJEt<O bEL CLERÓ

Edicto

del Episcopado de Costa Rica, con motivo del Decreto de la Nunciatura Pontificia sobre la supresión de tres

días festivos

NOS EL DR. RAFAEL OTON CASTRO Y JIMENEZ, Arzobispo de San José de Costa Rica;

NOS EL DR. ANTONIO DEL CARMEN MONESTEL, Obispo de Alajuela;

y el

PRESBITERO FRANCISCO ACOSTA, C. M., Pro-Vicario Apostólico de Limón.

Al Venerable Cabildo Metropolitano, al Venerable Clero secular y regular, a todos nuestros amados fieles:

Hacemos saber que con fecha -diecisiete de Octubre del presente año hemos recibido el documento que a la letra dice:

NUNCIATURA APOSTOLICA N. Prot. 2276

NOS

CARLOS CHIARLO,

ARZOBISPO TITULAR DE AMIDA, NUNCIO APOSTOLICO EN COSTA RICA, NICARAGUA Y PANAMA

en virtud de las facultades especialísimas que nos han sido concedidas por el Santo Padre y las instrucciones propias del caso; atendiendo al deseo del Episcopado de esta Provincia Eclesiástica de Costa Rica y a la solicitud del Gobierno Civil de esta República, hemos venido en decretar y decretamos que desde esta fecha y por un

~L MENSAJERO DEL CLERÓ 649

quinquenio las Fiestas de Epifanía, Ascensión y Todos los Santos se trasladen, en cuanto a su solemnidad ex­terior, para el domingo inmediato siguiente, permane­ciendo firme la obligación de celebrar el oficio y Misa de las fiestas mencionadas, en los días asignados por el Calendario. No obstante cualesquiera disposiciones con­trarias.

Dado en el Palacio de la Nunciatura Apostólica de San José de Costa Rica, a diecisiete de Octubre de mil novecientos treinta y cuatro.

t CARLO CHIARLO. (Hay un sello)

Carolus Chiarlo, Archiepiscopus Amidenus

SAC. EMILIO GUIDI

AGREGADO

Con profundo respeto, filial gratitud y cariño, acatamos el importante Decreto del Sumo Pontífice y de su digno Representante en esta República.

En consecuencia, los días festivos que han de guardarse, desde ahora y durante el próximo quinquenio, son los siguientes:

1. Todos los Domingos; 2. Enero 1.0 -Fiesta de la Circuncisión; 3. Marzo 19.-Fiesta de San José; 4. Fiesta del Santísimo Corpus Christi; 5. Junio 29.-Fiesta de San Pedro y San Pablo; 6. Agos_to 15.-Asunción de la Santísima Virgen; 7. Diciembre 8.-Fiesta de la Inmaculada Concepción; 8. Diciembre 25.-Fiesta de Navidad.

En estos días todos los fieles están obligados: 1.º) a asistir a la Santa Misa; 2. 0 ) a abstenerse de trabajar.

Es oportuno, Venerablc;s Hermanos y amados fieles, en cumplimiento de nuestro deber pastoral haceros breves adver­tencias acerca de la doble obligación a que nos hemos referido.

UNIVERSIDAD DE COSTA RICA Centro de Investigaciones

Historicas de América Central ~-'-fl.M

CENTRO DE OOCUMENTACION

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1 8 MAR 2ü J

650 EL MENSAIERO DEL éLEIW

l. La Iglesia Católica no podía imponer a sus hijos ac o más digno de la grandeza y majestad de Dios, nada. tan agra­dable a la Trinidad Beatísima, ni tan meritorio y provechoso para el hombre que desea cumplir con la obligación de adorar a la Divinidad y santificar las fiestas, como el de asistir al Santo Sacrificio de la Misa, el cual por su excelencia suprema vale más que todos los que puedan ofrecerse en la tierra. Muy doloroso es por esto, considerar que muchos católicos con pretextos fútiles y por motivos de intereses puramente tempo­rales y aun de pasatiempos y diversiones, ofenden a Dios, dejando de asistir a la Santa Misa y privándose así de los beneficios que su valor infinito les promete y asegura.

II. Dios, que de todos los días de la semana tan sólo se b,a reservado uno para que sea consagrado en su honor y a su culto, y esto para que el hombre en él mire también por los intereses eternos de su alma y se procure el alimento del espíritu, ha queriqo que en él cese todo trabajo servil, para que nada venga a frustrar sus bondadosos designios; pero, triste es decirlo: son sus favores misericordiosos convertidos en ocasiones de pecado y en armas que la malicia e ingratitud de los hombres esgrimen contra su amoroso corazón.

La Iglesia, madre siempre piadosa que tanto se interesa así por la suerte espiritual y eterna de sus hijos, como por su prosperidad en el tiempo, ordena sus leyes para la seguridad de aquella, sin desatender ésta; y considerando la flaqueza humana, hoy más que nunca explotada por los sembradores de ideas disolventes; y puesto que del descanso impuesto en algunas festividades eclesiásticas podía abusarse como de oca­sión de pecado y de falso argumento contra el anhelo jamás desmentido de velar por el alivio del obrero y del meneste­roso y de impulsar todo progreso, con tal que no . sea obstáculo para el fin último que es llevarnos a Dios, ha tenido a bien por el reciente Decreto, reducir el número de los días fe~tivos de institución eclesiástica, dejando a los fieles en libertad para asistir o no asistir a la Misa en los días suprimidos, pudiendo trabajar en ellos como en los demás días de la semana. ·

Os exhortamos, amados fie)es, a guardar con piadosa solicitud los días santos del Señor. Santificad las fiestas con la asistencia a la Santa Misa y la abstenración de los trabajos

' EL MENSAJERO DEL CLERO 651

serviles. Recordad que tenéis un alma que salvar y un Dios a quien todos debemos el culto de nuestro reconocimiento, de nuestro servicio y de nuestro amor.

No omitimos manifestar a nuestros sacerdotes que en virtud de un indulto de la Santa Sede, en los días suprimidos quedan dispensados de la aplicación de la Missa pro Populo.

* :.'< *

El presente Edicto se promulgará en « EL MENSAJERO DEL CLERO• y en los órganos católicos de publicidad. Los señores Párrocos y Rectores de Iglesias lo comunicarán y explicarán sus disposiciones a todos los fieles.

Dado en la ciudad de San José de Costa Rica, a los · veintiún días de Octubre de mil novecientos treinta y cuatro.

RAFAEL ÜTÓN, Arzob ispo de Sa n José de Costa Rica ,

ANTONIO DEL CARMEN, Obispo de A!a)uela.

Sección Catequística

FRANCISCO AcoSTA, Pro-Vicario Apostólico d~ Limón.

Ideas prácticas sobre organizac100 y sostenimiento de una catequesis ·

VI

ECONOMIA CATEQUISTICA

Al hablar en el _párrafo anterior de las cualidades que ha de tener un buen sistema de premios, señalábamos la de ser económico, y allí quedó dicho cuantot eníamos que decir.

Pero hoy nos vamos a ocupar de la manera de arbitrar recursos, pues el sostenimiento de un buen catecismo, por mu_y

I

652 EL MENSAJERO DEL CLERO

economtco que sea su sistema de premios, necesita de algunos recursos, y, además, porque no sólo son los premios, sino las fiestas catequísticas que conviene organizar, los elementos o materiales pedagógicos imprescindibles y otra porción de gas­tos que hay que subveni~

Cuando dijimos de los catecismos en parroquias pobres y la manera de sostenerlos sin recursos o con muy pocos es

' to excepcional, aunque desgraciadamente sea lo más general, por eso les dedicamos un artículo aparte.

No cabe duda que el ingenio, la bondad y buenas cuali­dades del párroco catequista hacen amena e interesante la ca­tequesis, y truecan en los niños, de modo insuperable, el inte­rés material en espiritual. Acuden éstos a la doctrina por hábito, por amor, por obligación y hasta por un santo temor. Esta es la fuente principal de economía. Cuantos mejores dotes posea el catequista, menos recursos materiales necesita. ( Las prodigalidades, por otra parte, en las obras de celo, son causa de excesivo apego a lo materia y de menosprecio de lo espiritual. Conviene, pues, no acostumbrar a los niños a tener excesivo interés por el premio, sino en estimular en ellos el deseo de instruirse, de aprender a ser buenos, de dar gusto al señor cura, a quien veneran como a padre. Así y todo es imprescindible gastar algo en premios, ver con qué medios se cuenta para todos los gastos, y esto obliga al buen párroco a planear un presupuesto.

Para hacer un presupuesto catequístico hay que tener en cuenta: primero, los gastos: los ordinarios y los extraordinarios, los imprescindibles, los menos urgentes y los de lujo; y se­gundo, los ingresos: ordinarios y extraordinarios.

Hay gastos ordinarios que son de lujo y se puede pres­cindir de ellos; en cambio hay gastos extraordinarios, que sólo ocurren una vez, como la adquisición de vales, bancos, carteles, etc.; pero son imprescindibles.

Lo primero que hemos de tener en cuenta al hacer el presupuesto catequístico son los gastos imprescindibles, ya sean extraordinarios ya ordinarios.

Conviene advertir aquí que el presupuesto ordinario del bazar oscila entre una y dos pesetas al año por cada niño. Pero puede disminuir hasta en un 50 por 100, por las buenas

EL MENSAJERO DEL CLERO 653

cualidades y atractivo del catequista, por saber interesar a los niños por los objetos que cuestan poco y por el acierto en comprar los objetos con mayor economía. En cambio, puede aumentar por los defectos contrarios.

Los ingresos ordinarios son: las subscripciones en favor del catecismo; lo que se recoja todos los meses en el cepillo del catecismo, que no debe faltar nunca en sitio visible de la Iglesia, y las colectas mensuales o en determinadas fiestas. Los extraordinarios son: rifas, tómbolas, veladas, etcétera.

U na catequesis bien organizada, tanto como de un buen director, necesita de un administrador ordenado, un tesorero, en fin, que lleve cuenta de todos los ingresos y gastos, el cual puede ser muy bien el encargado, al mismo tiempo, del bazar. Puede serlo, y casi siempre conviene que lo. sea, una señora o señorita, dispuesta y hábil para llevar al detalle los libros, cuidarse del bazar y de su reposición. Esto no quiere decir que el director todo lo descuide en ella; ya hablaremos de lo que al director le incumbe en todas las cosas y dependencias del catecismo. Pero si se tiene la suerte de tener un buen ad­ministrador, tesorero o como se le quiera llamar, él sostendrá siempre el catecismo con holgura. Cuando no se tiene esa suerte, ha de ser el mismo párroco quien se cuide de todo.

VII

PEDAGOGIA CATEQUISTA

El enunciado de este párrafo implica toda una asignatura, arte o ciencia de enseñar el catecismo. Hay muchos libros es­critos sobre esta materia, como hay también revistas que vul­garizan la ciencia pedagógica, y necesitaría llenar muchas pá­ginas de la revista si fuera a ocuparme aquí con la extensión debida a la complejidad de los distintos asuntos que abarca. Pero no me propongo en estas cuartillas otra cosa que sugerir a nuestros compañeros en el sacerdocio algunas ideas práctica·s de lo que pudiera llamar mi librillo, ya que yo también he tenido que dirigir catecismos, algunos de ellos de más de 700 niños.

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654 EL MENSAJERO DEL CLElW

Atento, pues, a lo mío, sin despreciar lo ajeno y sin pre­tender, como dije al principio, dogmatizar sobre la materia, me permito indicar algunas ideas, aunque desprovistas de ese or­den y fundamento científico que les dan los maestros.

A dos puntos reduzco yo toda la pedagogía catequística: saber lo que hay que enseñar a los niños, y cómo se les ha de enseñar. Respecto de lo primero, ya dije bastante al hablar de los programas y materias que ha de abarcar la enseñanza del catecismo.

Por lo que hace a cómo se ha de enseñar a los niños, que es lo que se llama Didáctica de la pedagogía, es muy cierto 1

que «cada maestrillo tiene su librillo »; y bien está que los maestros señalen principios y determinen reglas didácticas, pero todo es inútil si el catequista o director no se asimila estos principios y reglas, haciéndose con sus propias cualidades el maestrillo que tenga su método propio, dispuesto siempre a rectificar conforme a las lecciones que le dé la experiencia.

Si el enseñar, según dicen · todos los pedagogos, no es otra cosa que hacer aprender, aquél enseñará mejor que haga aprender más. Claro está que conviene tener siempre presente las reglas o normas que la pedagogía catequística señala para sacar estos resultados prácticos, porque ellas son hijas del es­tudio y de la experiencia, y porque por muy maestrillo que uno se sienta, nunca será tanto que no necesite de la expe­riencia de otros. Por eso juzgo interesante publicar aquí las normas generales de la enseñanza, que en sus Lecciones Cate­quísticas apunta el doctor García Tuñón. Son los siguientes:

1.° Conocer muy a fondo lo que se ha de enseñar.

2. 0 No proceder a la explicación sin conseguir antes la atención.

3.0 Acomodar el lenguaje y procedimientos a la capacidad de los niños.

4. 0 Partir de lo ya conocido.

5.0 Despertar y mantener la actividad de las facultades del discípulo.

6.0 Hacer repetir las líneas generales de la lección.

EL . MENSAJERO DEL CLERO 655

7.0 No fiarse de sí mismos y acudir a los maestros, mo­delos en el arte de enseñar.

Estas normas son tan claras y comprensivas que no nece­sitan explicación.

En conformidad con ellas me permito aconsejar a todo catequista, por muy sabio que se crea, que vaya siemere pre­parado, que sepa lo que ha de enseñar aquel día y lo que les ha de decir y cómo. Por falta de preparación se divaga mucho, se pierde el tiempo y los niños no aprenden. Los catequistas mal preparados hacen poca labor.

Es de suma importancia la norma segunda: no proceder a la explicación sin conseguir antes la atención. ¡Como que es perder el tiempo! Ya puede llevar muy bien preparada la lec­ción; si los niños están distraídos, molestos, inquietos o preo­cupados con algo no atienden, y no atendiendo es sermón per­dido. El buen catequista tiene muchos recursos para conseguir la atención de los niños. Téngalos, cómodamente, vigilados para que no enreden, y empiece por hacerles interesante la expli­cación, a veces con una anécdota; otras, con un diálogo fuer­temente sentido y lleno de gracia; otras, excitando su curiosidad o amor propio con alguna alabanza a los que son listos y lo aprenden en seguida; para conservar la atención entable algún diálogo, hágales repetir lo explicado; ;emplee siempre un len­guaje acomodado a sus cualidades, haciéndose comprensible, y verá cómo los niños le entienden, y le atienden y hasta le quieren.

Hemos solicitado autorización para publicar aquí modelos de pláticas y sermoncitos para los niños, de algunos maestros ya experimentados en el oficio, que suponemos será del agrado de nuestros suscriptores.

T. Rmz DEL REY ( De Revista Eclesiástica.)

La predicación rutinaria y seca, la predicación que no hace sino dar vueltas al rededor de una parábola bíblica, los comentarios esclavizados a ideas teóricas, no pueden ser agradables. El Predicador que, atenido a la faci lidad de dicción, sube a la sagrada cátedra sin un plan meditado, falla mucho, se alarga demasiado, dice poco y cansa a los fieles.

656 EL MENSAj ERó DEL CLERO

El Montanismo Su Historia, su Doct1·ina y su Condena

Conferencia del 12 de Setiembre de 1934 Dictada por el Pbro. Dr. Matías C. Rojas .

A mediados del siglo II, apareció en Pepuza de Frigia, un hombre que después de haber sido sacerdote de Cibeles, se había convertido al Cristianismo, y que instigado por sus pro­pias e innovadoras ideas, resultó llamándose Profeta y diciendo ser el enviado de Dios para abrir una nueva era en la Iglesia, y elevar a su perfección la religión y la moral cristianas. Este hombre era Montano: ¿Cuál era su ideología? Montano afirmaba que Dios no había enseñado todo, en materia de religión a los hombres, y que esa enseñanza había tenido diferentes etapas; la primera había sido la de los primeros patriarcas, la segunda la de la ley de Moisés, más amplia que la primera, y la tercera, la del tiempo de Jesu-Cristo, quien prometió a los apóstoles enviar el Espíritu Santo, que en verdad había venido ya en Pentecostés, pero que según decía Montano, debía de enviarles también un Paráclito, quien enseñaría todas las verdades, y que él era ese Paráclito, es decir, Montano, o sea, un instrumento del mismo Espíritu Santo para enseñar a los hombres, lo que no sabían todavía.

De temperamento exaltado, de ideas originales sin control ni freno, de celo religioso pero no contenido en su zona propia y natural; mal instruido en lo que atañe a la Constitución de la Iglesia, y propenso a la epilepsia, creyó en sus accesos de alucinada fantasía, que· el mismo Dios lo inspiraba para per­feccionar la cristiana moral, y en sus actitudes extáticas, de especie morbosa, o de influencia di abólica, pretendía profetizar y enseñar nuevas ideas a los fieles, creyendo haber recibido sólo él la plenitud del Espíritu Santo. La novedad inspira interés y dos mujeres principales, Maximilia y Priscila se le agregaron como discípulas, imitaron sus éxtasis de índole extraña y se dedicaron a profetizar, como si fueran los últimos profetas, que pronto llegaría para el mundo, aquel famoso reino milenario de Cristo del que habla San Juan en su Apocalipsis; que ese reino

ÉL MÉ:NSAJERO DÉL CLERO 657

habría de tener su capital en Pepuza, ciudad que por eso mismo llamaban ellos Jerusalén y que ellas eran destinadas a perfec­cionar la Religión de Cristo por medio de una nueva revelación.

La ignorancia religiosa, lo halagador del tema, ante tantas persecuciones sufridas, y el hecho de no variar el Montanismo a lo menos en apariencia, y al empezar a propagarse, lo conte­nido en el Símbolo, todo eso fue quizás un aliciente para en­gañar a muchos, y atraer partidarios a sus novadoras ideas. Para poder conseguir la perfección adecuada a la llegada del reino de Cristo, Montano enseñaba una austeridad obligatoria, y un rigorismo exorbitante repecto de ayunos y mortificaciones, y más allá de lo ordenado por el juicio sabio, prudente y maternal de la Iglesia.

Montano enseñaba la austeridad, y Tertuliano tan amante de ella, cayó en el engaño haciéndose Montanista, pero es sabido, que además de su pretendida misión, Montano, en algunos sacramentos, sostenía doctrinas que contrariaban la doctrina profesada y puesta en uso tradicional desde el principio y en todo tiempo en la Iglesia, regida por el Vicario de Cristo. ¿Cómo cayó en esa fosa Tertuliano? Se dirigió por su propio criterio en esa materia, sin la guiadora autoridad, instituída por Dios, del Supremo Magisterio de la Iglesia, y cayó en el erróneo prejuicio de que Montano podría tener o tenía, misión refor­madora del Cristianismo, enseñando nuevas verdades, y de all í resultó acomodando su juicio a las nuevas ideas, como tantos otros que las siguieron. ¿Y qué pensaba la Iglesia? Falso era todo eso ante el juicio de la Iglesia Pastoral y Docente y de los escritores católicos, aunque la Iglesia Docente se mantuvo por un tiempo en la expectativa, como suele hacer para infor­marse mejor y sin prejuicio, para documentarse bien y proceder conforme a la verdadera doctrina.

¿Cuál era la disciplina austera del Montanismo y la doc­trina que profesaba?

U na vida más rigurosa debía servir de preparación para llegar la Iglesia a su edad viril y de perfección, y por eso mandaba a sus sectarios:

1.0 Que debían abstenerse de segundas nupcias, pues eran prohibidas por él como una infamia.

658 EL MENSAJERO 1DEL CLERÓ

2.0 Que debían ayunar una triple cuaresma en el año, y en dos semanas abstenerse de carne y sólo tomar alimentos secos.

3.0 Que no debían esquivar la persecución, pues cada cual tenía la obligación de presentarse para sufrir el martirio. Estos eran medios de perfección para prepararse a la tercera edad de la Iglesia, pero todo eso era erróneo en el sen.tido católico, ya que San Pablo en su l.ª a los Corintios v. 7., textualmente dice: «La mujer está ligada a la ley en el tiempo en que vive su marido, y si el marido muriese, queda libre; cásese con quien quiera, con tal que sea según el Señor». En efecto, los Santos Padres lo mismo aseveran, la Iglesia Católica así siempre lo ha practicado1 Eugenio IV declara lícitas las segundas nupcias si no hay impedimentos; en ellas se da la esencia del Sacra­mento; el matrimonio no imprime carácter, y bien puede rei­terarse, una vez que se disuelva su vínculo por el fallecimiento del cónyuge.

En cuanto al ayuno de los Montanistas, hay que decir que se oponían al uso que mantuvo la Iglesia desde el principio, pues los apóstoles no pusieron más que una sola cuaresma: La Madre Iglesia sabe bien hasta dónde debe llegar en sus leyes de ayuno y de abstinencia, y como madre compasiva, tiene trazada su norma para obligar o no obligar, según edad y diferentes circunstancias de los católicos.

Ordenaba también el Montanismo, a sus sectarios, el no evadir la persecución, pues el martirio era para ellos obliga­torio, mas la máxima del Cristianismo deducida de su moral, siempre había sido, no .ser temerarios ni tentar a Dios, expo­niéndose de propósito al martirio, a fin de evitar el peligro de negar la fe, de provocar la persecución y dar ocasión de co­meter homicidio a los paganos, salvo caso de ser descubiertos o de ser interrogados en juicio acerca de la creencia cristiana.

En cuanto al Sacramento del Orden, se ha escrito de Montano que admitía el Sacerdocio en las mujeres, y hasta el mismo episcopado, contradiciendo en ello la doctrina y práctica de la Iglesia, basada en la voluntad de Cristo, manifestada por el Apóstol Pablo en su epístola l.ª a los Corintios, en la l.ª de Timoteo, y en la dirigida a los de Efeso, y fundada también en la tradición, pues desde Cristo hasta la fecha presente, nunca ese caso ha tenido lugar en la Iglesia.

EL MENSAJERO DEL CLERO 659

Se debe decir también que respecto del Sacramento de la Penitencia, el nombre de Montano quedó famoso entre los teólogos, que señalan a menudo su herejía respecto de la po­testad de las llaves, ya que negaba a la Iglesia la potestad de perdonar los pecados de idolatría, de homicidio y el adulterio. Sobre este punto, cabe afirmar que las palabras de Cristo en cuanto al poder de las llaves, no hacen excepción de ningún pecado, por enorme que fuere, pues Jesu-Cristo dijo a los apóstoles, como se ve por San Juan, Capítulo 20: «Los peca­dos de aquellos que perdonáreis, les serán perdonados, y los que retuviéreis, les serán retenidos». Eso lo dijo Cristo a sus apóstoles y sucesores de ellos, ya que la Iglesia habría de durar con su fin santificador hasta el final de los siglos.

Esas palabras las entendieron los apóstoles y por medio de ellos la Iglesia primitiva en el mismo sentido general y sin excepción en que hoy lo profesa la Iglesia, y así en las Actas, C. XIX, v. 18 se afirma que muchos de los creyentes o fieles, venían a confesar y declarar todo lo malo que habían hecho.

Citar podría también a Orígenes, San Cipriano y Lactancio, San Basilio, San · Atanasio y Paciano, pero baste mencionar a San Ambrosio que en su libro I.0 de Penitencia, refiriéndose en el Cap. 2.0 a las palabras de Cristo, escribe que «Dios que prometió a todos la Misericordia, dió a sus sacerdotes licencia de perdonar sin ninguna excepción. No hace distinción alguna». Es por eso que el Tridentino, hablando de esas palabras del Evangelio de San Juan, ha declarado en el Cap. I.0 de su sesión XIV, que «en ese hecho y en esas palabras tan claras, el uná­nime acuerdo de los Santos Padres, siempre entendió la potestad de perdonar los pecados y reconciliar a los fieles que pecaran después del bautismo». ¿Quién no ve que también habla el Tridentino en sentido general sin hacer excepción de pecado alguno por enorme que fuere? Algunos teólogos afirman que Montano y Novaciano negaban rotundamente el Sacramento penitencial, pero muchos 'Otros entre quienes se encuentra Gaspar Guenin, aseveran que Montanistas y Novacianos no negaban la potestad de las llaves, pero que estaba su error en negarle a la Iglesia el poder absolutivo sobre los pecados más importantes y graves, juicio. que se funda por lo que atañe al

.¡

1 660 EL MENSAJERO D E L CLERO

Montanismo en lo mismo q ue dice Tertuliano después de haber abrazado la secta. En realidad, Tertuliano, en el libro de « Pu­dicitia», al hablar de los pecados contra Dios, divide esos pe­cados en perdonables e imperdonables, y en el Capítulo 9.0 del mismo libro califica de imperdonables a los de mayor gravedad y criminales, entre los cuales hace mención de la idolatría, del homicidio y del adulterio, como también de la blasfemia y vio­lación del templo divino, llamando perdonables a todos los otros que se cometen todos los días y que no pertenecen a los de mayor gravedad y que fuesen criminales.

Si hubiere que elegir entre las dos sentencias, sería más lógico estar con la segunda, precisamente por que es el mismo Tertuliano el que lo afirma, pues en el caso concreto es de gran autoridad por el hecho mismo de haber adoptado el Montanismo. Pues bien: Si Jesu-Cristo, al conceder a la Iglesia el poder de las llaves, le hubiera excluido los pecados enormes y criminales según la mente Montanista, es natural que la Iglesia entera en unión con su Jefe Supremo y visible, no podía haber entendido y practicado su recibido poder, en el opuesto sentido al de la voluntad divina, pues Jesu-Cristo había prometido estar con ella hasta el fin de los siglos, y por lo mismo la Iglesia no podía errar respecto de la causa final de su institución divina y tanto más, cuanto que esa misma Iglesia no podía dejar de ser regida por Pedro en el principio de ella y más adelante, por los sucesores de Pedro, a quienes Cristo concedió la cua- , lidad fundamental de no poder errar en materia de fe. Pues bien: la Iglesia ha mantenido siempre esa práccica, desde el principio, de perdonar los pecados todos al verdadero peni-tente, y si ha llegado con el mis mo poder de las llaves a reservar la jurisdicción sobre algunos pecados, eso no es para no perdonarlos, mas sí para diferir el perdón hasta cumplirse en lo posible, las condiciones que impone, no en perjuicio del penitente, pero sí para medicina individual y bien social y para absolver con el mayor provecho de los culpables. La Iglesia ha practicado ese poder desde el principio, como lo prueba San Juan, el cual según afirma Eusebio, reconcilió con Dios por la penitencia sacramental a un verdadero bandido, culpable de muchos homicidios, y lo prueba también hasta la misma herejía, pues Tertuliano censuraba con vehemencia al Papa

EL MENSAJERO DEL CLERO 661

Zeferino porque absolvía pecados de adulterio y fornicación, diciendo que la Iglesia por la indulgencia de Zeferino, se convertía en un asilo de fornicarios y de adúlteros y que eso proporcionaba un incentivo del mismo pecado.

Refutaba Tertuliano a los católicos, cuando ellos en defensa de la potestad general de las llaves, aducían como argumento que la Iglesia tenía que imitar a su Divino fundador, quien perdonaba los delitos de los mayores pecadores, lo que de­muestra que la Iglesia ejercitaba su poder respecto de todo pecado, no sólo en el fuero penitencial, externo y público, tratándose de pecados enormes y públicos, sino sobre todo en el fuero de la conciencia, al que debían ordenarse, como a su fin, las penitencias públicas que reparaban ante la Iglesia el escándalo y constataban la enmienda, y bajo ese concepto San C ipriano dice que el pretexto que tomaron los Novacianos para su cisma, fue que la Iglesia perdonaba a los caídos en idolatría, después de haber hecho la penitencia, negando que la Iglesia tuviera poder de perdonar ese crimen. Como herejes posteriores a Montano, han sostenido que la absolución de la Iglesia en los primeros siglos, después de haber hecho las penitencias públicas, no era la remisiva de la culpa, sino de la excomunión que afectaba los crímenes principales y públicos, podría citar sobre eso mismo a San Irineo y a San Cipriano y a la misma Iglesia Romana, que en su carta a la Iglesia Africana, refiriéndose a los caídos en idolatría, manifiesta su voluntad de que se admitan a la reconciliación, si amenazare el peligro de muerte y dieren señal de verdadera penitencia, y por último hay la colección de Cánones llamados Apostólicos, que es antiquísima, y que en su Canon 51, del libro contra los herejes, Cap. 13 y No. s, textualmente dice «Si algún Obispo o Presbítero no recibiere al que hiciere penitencia del pecado, sea depuesto, porque causa repugnancia a Jesu-Crisro, quien dijo que hay gozo en el Cielo por el pecador que hace peni­tencia». Todo eso constara que la Iglesia de ese tiempo de cruenta persecución, difería la absolución de algunos pecados enormes y criminales que fueran públicos, para resarcir el público escándalo y mejor remedio del penitente, pero· que . siempre estuvo lista y solícita en acudir con su materno per-

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662 EL MENSAJERO DEL CLERO

dón, apenas conocía que la necesidad del caso concreto lo demandaba.

Cabe aquí decir, que en ese tiempo estableció la Iglesia penitencias públicas que precedieran a ·1a reconciliación, y no para todo pecado, mas sí para algunos como el homicidio y también la idolatría y el adulterio, pues San Cipriano, al men­cionar la penitencia pública, se refiere a dichos pecados, mas hay que notar que todos aquellos que no habían pecado pú­blicamente, según San Cipriano y San Agustín, · no estaban obligados a hacer la penitencia pública, pudiendo hacerla si así lo pedían, siendo del caso citar lo que dice San Agustín sobre ese punto en su sermón 82 «Sunt homines adulteri in domo sua: in secreto pecant: aliquando nobis produntur ab uxoribus suis, plerunque zelantibus. Nos non prodimus palam, sed in secreto arguimus. Ubi contingit malum, ibi moriatur malum» lo cual está de acuerdo también con los Cánones de aquellos Concilios, y con lo que otros Santos Padres escriben. De lo dicho anteriormente se infiere que el pecado puramente privado, no era objeto obligatorio de penitencia pública, aunque fuera de los enormes y criminales, como Alejandro Natal, con Luis Morino y varios otros habían afirmado, y que las públicas penitencia!S por pecados atroces que tanto alarmaban al Monta­nismo, no tenían como fin exclusivo reconciliar ante la Iglesia al pecador en el fuero externo, como dicen los protestantes, mas iban ordenadas a la reforma del delincuente en cuanto a la culpa y en relación con la penitencia sacramental, lo cual es asunto de la conciencia.

Hemos hablado de la doctrina de Montano, mas hay un punto que no se debe omitir por ser como la base del Mon­tanismo. Montano falsamente afirmaba que el Espíritu Santo y el Paráclito eran dos entidades realmente distintas; que había venido el Espíritu Santo, pero no había venido el Paráclito y que él precisamente era el Paráclito, o Profeta para llevar a perfección el Reino de Dios por medio de una nueva revela­ción. El Evangelio no distingue entre Espíritu Santo y Paráclito, pero Montano inventaba a su modo y distinguía cuando Dios no distingue, y en su religiosa manía, pretendió que era el enviado de Dios para llevar la religión a su edad viri_l y per­fecta, pues decía que el Reino de Dios tuvo su infantil edad

EL MENSAJERO OEL CLERO 663

antes de Cristo, su adolescencia con Jesús y los apóstoles, y que en su tiempo llegaba a . su edad perfecta, con la nueva misión que tenía de perfeccionar el Cristianismo.

¿Podrá darse una obra más perfecta que esa crtsttana religión que el mismo Dios ha fundado, después de haberla preparado con esmero y prefigurado y vaticinado en cuarenta siglos que la han precedido? Desde la primera edad del mundo, comenzó la revelación que fue haciéndose más explícita con Moisés, y todavía más con los profetas, y debía llegar a su apogeo con Jesu-Cristo, verdadera Alfa y Omega del género humano, y sol meridiano y brillantísimo que debía venir des­pués de la aurora de los patriarcas y de la mañana de la ley Mosaica. Ese Dios humanado nos reveló muchas cosas de los misterios, culto divino, sacramentos y del magisterio infalible e inapelable de ta Iglesia, y con Jesu-Cristo y sus apóstoles, quedó terminado y clausurado el depósito de las verdades que Dios revelara para toda la vida de la Iglesia. La plenitud de la verdad está en Jesu-Cristo, y El mismo dijo a sus apóstoles, como se lee en el Capítulo 23 de San Mateo, que preciarse no deben de ser llamados Maestros, pues El es su solo Maestro. En verdad, Jesu-Cristo les ordenó que enseñaran a todas las gentes y prometió estar con ellos hasta el fin de los siglos. Luego prometió que habría de estar con el Supremo Magisterio de su Iglesia por El instituido, para enseñar a todos los hom­bres de todas las razas lo que ya les había revelado y todo aquello que se ha de saber y practicar para salvarse y perfec­cionarse. «Sed perfectos», ha dicho Cristo, «como mi Padre celestial es perfecto». ¿Y cómo podremos serlo, si el Cristia­nismo que el mismo Dios ha fundado, no contuviera en sí mismo los requisitos para lograr la sociedad y el individuo la perfección que el mismo Dios recomienda?

La Iglesia tiene el fin de enseñar y santificar a las almas, y por eso mismo, todo aquello que saber debía para efectuar en todo tiempo su fin, tenía que recibirlo de Cristo, su funda­dor y del Espíritu Santo que el mismo Jesús prometió mandar a sus apóstoles para enseñarles toda verdad: esa promesa era verdad que debía realizarse, y esa verdad, tuvo su cumplimiento en el famoso día de Pentecostés, como sabemos por la Sagrada Escritura, cumpliéndose aquellas palabras del mismo Jesu-Cristo:

664 EL MENSAJERO DEL C LERO

«Todas las cosas que escuch"é de mi Padre, las he dado a co­nocer a vosotros ».

El Colegio Apostólico, tenie ndo a Ped ro por cabeza, como Iglesia docente, recib ió el Espíri tu Santo, que según la palabra divina, debía enseñarles toda verdad, como se lee en el Cap. XIV de Sa n Juan; luego, todas aquell as ve rdades reveladas que debía poseer la verdadera Iglesi a Cristiana de todos los siglos para su fin docente y santificador, recibidas fueron por los apóstoles que debían ser hasta la muerte de ellos, el órgano viviente de la verdad revelada, y nada dijeron ellos de ninguna nueva revelación de fe católica, que debiera venir después de la muerte de ellos en el tiempo futuro. El mismo San Pablo, verdadero Apóstol hecho por Cristo, dirigiéndose a Timoteo, en su epístola 1.ª le dice « Guarda el depósito; evita toda no­vedad profana y las disputas que suscita una falsa ciencia,, y en su epístola 1.ª a los Gálatas, fulmina su anatema contra todo aquel que les predicare, aunque fuese un Angel del Cielo, un Evangelio distinto del que habíales anunciado. La Iglesia verda­dera de Cristo, que es la Católica, es indefectible; es columna y fundamento de la verdad, y con la muerte de todos los após­toles, completada ya la Divina Revelación, ya no hay que esperar una nueva economía religiosa de mayor perfección, y así lo sostuvieron los Santos Padres contra Montanistas y Maniqueos, y con sabia razón el inmortal Pío IX, reprobó en el Sílabo la proposición que dice: « La Divina revelación es imperfecta y

·sujeta por tanto al continuo e indefinido progreso, que corres-ponda al progreso de la razón humana» .

""Después de los apóstoles, no puede haber incremento en la Divina Revelación depositada en la Escritura Sagrada y la Tradición, pero el Supremo Magisterio de la Iglesia puede definir que tal o cual doctrina es revelada, o que tal o cual doctrina es conforme o disconforme a lo revelado. No puede variar la Iglesia en su Divina Constitución y Doctrina, pero puede haber adelanto en la mayor y mejor explicación e ilus­tración de sus verdades, y dejando los dogmas inalterables, puede haber ad elanto en el método instructivo y difusivo, en frecuencia de culto y sacramentos, y en reforma individual y social de costumbres, en celo sacerdotal, en cristiana piedad y en el privado o público ejercicio de las virtudes para el bien

EL MENSAJERO DEL CLERO 665

individual y social, mas todo eso dimana del gran tesoro de las verdades ya reveladas, del ministerio pastoral que en su seno abriga la Iglesia, de su antigua y santa doctrina, del ejemplo de Jesu-Cristo y de los Santos, y del celo y fervor de los fieles, pero ese celo y ese fervor han de vivir y de actuar dentro de la órbita de la doctrina que profesa la Iglesia, y esa órbita sagrada fué delineada ya por la Divina Mente, sin ir más allá del tiempo de Nuestro Señor Jesu-Cristo y de los apóstoles.

Volviendo a tratar de Montano, debo decir que su doctrina, no siendo la de la Iglesia, tenía que ser combatida por los Obis­pos y católicos, y condenada por fin por el Magisterio infalible y supremo de la Iglesia. Los Montanistas se extendieron por la Frigia, poniendo su capital en Pepuza, ciudad que llamaban ellos Jerusalén, porque había de ser el centro de ese reino milenario, cuya próxima venida esperaban después de tantas persecuciones, y pasaron también a Constantinopla y al Africa. Al principio se les miró con alguna cautela para estudiarlos mejor, mas en vista de sus nuevas doctrinas y desórdenes, de todas partes se levantaron contra ellos, las numerosas iglesias con sus Obispos, como asegura Eusebio, y tuvieron severos y doctos impugnadores como Astenio, Urbano, Apolinar, y el apologista católico Milciades; siendo finalmente condenados tanto ellos como su fundador por el Concilio de Hierápolis, y dela­tados al Romano Pontífice San Sotero, quien dió confirmación a su sentencia, quedando señalado con su anatema y fuera ya de la Iglesia Católica, el heresiarca Montano y todos sus par­tidarios, sentencia que fue renovada después por el Romano Pontífice Eleuterio. ¿Qué proceder tuvo Montano? Pudo ha­berse sometido, como se sabe de tantos otros, pero quiso ser pertinaz prosiguiendo en sus erradas ideas, y parece que en uno de sus accesos de epilepsia, se diera la muerte en unión de Maximilia. Tal es el fin que tuvo ese heresiarca del siglo segundo, después de haber turbado la paz de la Iglesia: fue de los muchos que el Demonio suscitara para apartar a los fieles de su centro verdadero, que es la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, logrando arrastrar en ese movimiento al escritor insigne Tertuliano, quien había sido una lumbrera tan pode­rosa en la sociedad cristiana. ¿Qué prueba todo esto? Que el Montanismo, y los herejes anteriores, como Judaizantes y Ebio-

..

666 EL MENSAJERO DEL CLERO

nitas, Nicolaitas y Nazarenos, Gnósticos y Maniqueos, y tantos otros que después de Montano vinieron, como Novacianos y Arrianos, Mace_donio, Nestorio, Eutiques, y Pelagio y todos los otros que en otros siglos hasta Lutero y después de Lutero, han sostenido doctrinas que la Iglesia Católica ha rechazado, todo eso es obra del juicio particular y falible de los hombres, que si en las cosas humanas incurre en tantos errores, porque puede engañarse, con mayor motivo tendrá que errar cuando regido por la sola razón pretendiere ser juez sobre las cosas divinas. La Religión es de un plano muy elevado y sus arcanos pertenecen a Dios que es la Verdad esencial, y en toda oscu­ridad y divergencia de ideas en la Divina Palabra, el verdadero sentido no depende del juicio privado y falible de cada cual, sino de la mente misma de Dios, pues sólo Dios es autor de su misma palabra. Dios no puede errar, y Jesu-Cristo, Dios verdadero, ha dejado en el mundo, para seguridad de su Igle­sia, que ha de vivir, según su palabra, en posesión de la verdad hasta el fin de los_ siglos, una autoridad infalible que sin peligro de engaño, y conforme a la Divina Mente, enseñe a todos los hombres la verdadera religión y la verdadera moral. Esa auto­ridad es la que tiene, por Divina Voluntad, el Romano Pontífice, sucesor del Primer Vicario de Cristo que fué San Pedro, y tiene también esa autoridad, en la indicada materia, el conjunto de los Obispos de toda la Iglesia, cada vez que se congregan, presididos en alguna forma por el Romano Pontífice, para juzgar sobre religión y moral, y dictan el juicio o disposi­ciones en la materia. Lo acordado pues por el Concilio U ni­versal en ese respecto, lleva el sello divino de la verdad, por la palabra misma de Cristo, siempre que sea confirmado por el Sumo Pontífice, el cual es sucesor de San Pedro, y verdadero lugarteniente del Divino Salvador sobre la tierra. He dicho.

MATÍAS CORNELIO ROJAS, Presbítero.

San José, 12 de Setiembre de 1934.

Diez minutos de oración atenta y reposada calman el furor de la más violenta tentación. Diez minutos de paz ante el Sagrario, Inundan el alma de la dulcedumbre del Amor Divino.

1

EL MENSAJERO DEL CLERO

Por los sacerdotes dij untos

Muy respetuosamente se recuerda a los señores

sacerdotes ofrecer el santo sacrificio de la Misa,

caando les sea posible durante el mes de .Noviem­

bre por sus cohermanos difuntos.

Rito para la celebración de los jubileos

de los matrimonios

667

Con alguna frecuencia sucede que al celebrar los matri­

monios sus jubileos, popularmente llamados « Bodas de Plata», y

«Bodas de Oro» los sacerdotes no encuentran en el Ritual Ro­

mano alguna rúbrica o ceremonial apropiado al acto. Para co­

modidad de los señores curas párrocos y demás sacerdotes de

la Arquidiócesis el Excmo. Sr. Arzobispo se ha dignado apro­

bar el "Ritus celebrandi Nuptias jubilaeas" tomado del Ri­

tual de la Arquidiócesis de Friburgo, que es como sigue en

la página 668 de este número del Mensajero del Clero. "Se

inserta una hoja con el Rito aprobado, para que cada uno de

los señores sacerdotes se sirva de ella llegando el caso.

668 EL MENSAJERO DEL CLERO

Ritos celebraodi Nuptias Jubilaeas Si conjuges post quinquaginta annos in Matrimonio

/audabiliter peractos, nuptialem consensum cum solemnitate quadam et cum publica gratiarum actione repetere volunt, die et hora statuta cum liberis et posteris et iis, qui solemnitati interesse voluerint, in Ecclesia compareant.

2. Parochus superpelliceo et stola albi colorís indutus, primo vel e sacro suggestu vel a suppedaneo Altaris, conve­nientem habebit sermonem vel adhortationem (simulque, si quae litterae gratulatoriae ab Ordinario transmissae fuerint, eas recitabit). Tune conjuges accedunt ad Altare ibique a Parocho his verbis interrogantur, primo ambo simul, deinde maritus, et pastea uxor:

Párroco: Es vuestra voluntad mutua el renovar al pie del altar la promesa formal que os habéis dado hace (veinti­cinco o cincuenta) años, el día de vuestro matrimonio?

Esposo: Sí. Párroco: Os prometéis conservar hasta la muerte vuestro

amor y fidelidad conyugal? Esposa: Sí. Párroco: En señal de estas promesas daos la mano de­

recha. Dei11de Sacerdos junctis conjugum manibus dexteris stolam

imponit et dicit:

Benedictio Dei omnipoténtis Patris ~, et Fílii, et Spíritus sancti descéndat super vos, et máneat semper. .iji. Amén.

3. Remota stola dicat super conjuges ante Altare genu­jlexos:

Antiph.: Ecce sic benedicétur horno, qui timet Dóminum. Beati omnes, qui timent Dóminum, ~• qui ámbulant in viis

ejus. Labóres mánuum tuárum quia manducábis: * beátus es,

et bene tibi erit. Uxor tua sicut vitis abúndans '' in latéribus domus ture. Fílii tui sicut novéllre olivárum, •~ in circúitu mensre ture. Ecce sic benedicétur horno, '' qui timet Dóminum.

EL MENSAJERO DEL CLERO 669

Benedícat tibi Dóminus ex Sion: * et vídeas bona Jerú-salem ómnibus diébus vitre ture.

Et vídeas fílios filiórum tuórum, ~• pacem super Israel. Glória Patri. Sicut erat. Repetitur Antiph.: Ecce sic benedicétur horno, qui timet

Dóminum. Postea Parochus dicit: Kyrie eléison. Christe eléison. Kyrie eléison. Pater noster.

secreto.

JI. ~t ne nos indúcas in tentatiónem. :ij!. Sed líbera nos a malo. Y/. Confirma hoc Deus, quod operatus es in nobis. ij. A templo sancto tuo quod est in Jerúsalem. YI. Salvos fac servos tuos. :ij!. Deus meus sperántes in te. Y/. Exaúdiat vos Dóminus de coelo sancto suo. :ij!. Prótegat vos nomen Dei Jacob. Y/. Mitte eis, Dómine, auxilium de sancto. :ij!. Et de Sion tuére eos. Y/. Dómine exaúdi oratiónem meam. :ij!. Et clamor meus ad te véniat. Y/. Dóminus vobíscum. :ij!. Et cum spíritu tuo.

ÜRÉMUS

Quaésumus omnípotens Deus, instttuta providentire ture pio favóre comitare, et quos legítima societáte connexísti, longaéva pace custodi.

Súscipe, Dómine, preces nostras cum gratiárum actiónibus et prresta, ut, quos exaudíre et incólumes serváre dignátus es, ab omni in pósterum adversitáte custódias.

Omnípotens sempitérne Deus, réspice propítius super hos fámulos cuos, ad templum sanctum tuum pro grauarum actióne lretos accedéntes, et prresta, ut post hanc vitamad retérnre beatitúdinis gaúdia (cum prole sua) perveníre me­reántur. Per Christum Dóminum nostrum. :ij!. Amén.

4. Tune aspergat conjuges aqua benedicta, nihil dícens. Postea celebratur Missa de die, vel, si per rubricas licet, votiva privata de Ss. Trinitate vel de B. Maria Virgine, minime vero Missa pro sponso et sponsa.

670 EL MENSAJERO DEL CLERO

La Vida Litúrgica, fuente de la Vida interior, y por tanto, del Apostolado

Por mi Misa, mi Breviario y mis otras funciones litúr­gicas, yo quiero, como Miembro o Embajador de la Iglesia unirme más y más a su Vida, y mediante esto revestirme lo más que pueda de Jesús y de Jesús crucificado, sobre todo si soy Ministro suyo.

1.- ¿Qué es la Liturgia?

Oh Jesús, sois Vos a quien yo adoro como al Centro de la Liturgia. Sois Vos quien dais la unidad a esta Liturgia, a quien yo puedo definir del siguiente modo: «Culto público, social, oficial que la- Iglesia rinde a Dios». O bien: El Conjunto de los medios que la Iglesia ha consignado sobre todo en la Misa, Ritual y Breviario, y de los cuales se sirve para expresar su Religi ón hacia la adorable Trinidad, como también para instruir y santificar las almas.

Es en el Seno mismo de la Adorable Trinidad que tú, al~a mía, debes contemplar la Eterna Liturgia por la que las tres Personas se cantan mutuamente la Vida divina y la San­tidad infini ta, en ese himno inefable de la generación del Verbo y de la procesión del Espíritu Santo. «Sicut eral in principio ..• »

Dios ha querido ser alabado fuera de El. Crea los ángeles y el cielo resuena en sus aclamaciones de «Sanctus, Sanctus, Sanctus ». Crea el mundo visible y éste pone de manifiesto su poder: «Coeli enarrant gloriam Dei.»

Adán aparece y comienza en nombre de la creación el himno de la alabanza, eco de la Eterna Liturgia. Abel, Noe, Melquisedec, Abraham, Moisés, el Pueblo de Dios, David y todos los Santos de la Ley antigua la cantan a porfía. La Pas­cua israelítica, los sacrificios y holocaustos, el solemne culto tributado a Jeová en su Templo le dan forma oficial. Himno,

EL MENSAJERO DEL CLERO 671

sin embargo, imperfecto, y sobre todo después de la caída del bombre: «Non est speciosa laus in ore peccatoris. (1).

Vos solo, Jesús mío, sois el himno perfecto, por ser la verdadera gloria del Padre. No hay quien pueda glorificar dig­namente a vuestro Padre, sino es por Vos (2

). « Perlpsum. et cum Ipso, et in ipso est tibi Deo Patri . .. omnis honor et gloria». Vos sois el lazo de unión entre la liturgia de la tierra y la li­turgia del Cielo, a la cual asociáis de un modo más directo a vuestros escogidos. Vuestra encarnación unió de una manera sustancial y viviente la humanidad y la creación toda entera a la Liturgia divina. Es un Dios ahora el que alaba a Dios. Ala­banza plena y perfecta que tiene su apogeo en el Sacrificio del Calvario.

Antes de dejar este mundo, instituísteis, divino Salvador el sacrificio de la nueva Ley para renovar incesantemente vues­tra inmolación. También instituísteis los Sacramentos a fin de comunicar a las almas vuestra Vida.

Pero dejásteis a vuestra Iglesia el cuidado de acompañar este Sacrificio y estos Sacramentos con Símbolos, ceremonias, exhortaciones, súplicas, etc ... a fin de así pueda ella honrar más y más el misterio de la Redención, facilitar a sus hijos la inteligencia y el socorro conveniente para aprovecharse bien de él, y excitar en sus almas un respetuoso temor.

A esta misma iglesia confiásteis, Vos, la misión de conti­nuar hasta la consumación de los siglos la oración y la ala­banza que vuestro divino Corazón hacía subir incensantemente hacia vuestro Padre durante vuestra vida mortal, y que conti­núa aún ofreciéndole de un modo permanente, ya en el Taber­náculo, ya entre los esplendores de la gloria celestial.

Con amor de Esposa que os profesa y con solicitud de Madre que vuestro Corazón depositó en ella para con nosotros, la Iglesia viene desempeñando este doble oficio. Así es como se han podido formar esas admirables colecciones donde se encierran todos los tesoros de la Liturgia.

(!) La alabanza no es excelente en la boca del pecador. (Eccli., XV, 9). (2) Por El, con El y en El se os rinde todo honor y gloria, oh Dios

·Padre. (Canon de la misa).

672 EL MENSAJERO DEL CLERU

Desde entoces la Iglesia une en sus alabanzas a las que los ángeles y los escogidos del Señor tributan a Dios en el cielo. Ella se ensaya así en lo que ha de constituir su ocupa­ción por toda la eternidad.

Unidas a la del Hombre-Dios, esta alabanza y esta ora­c1on de la Iglesia se divinizan, y la Liturgia de la Tierra se funde con la de las Jerarquías celestiales en el corazón de Je­sús, para hacer eco a la eterna Alabanza que procede del Cen­tro del amor infinito, que es la Santísima Trinidad.

11. - ¿0.ué es la Vida litúrgica?

Señor, las leyes de vuestra Iglesia no exigen de mí estricta­mente otra cosa que la fiel observancia de los ritos y la pro­nunciación exacta de las palabras.

Pero, sin duda ninguna, Vos deseáis que mi buena vo­luntad os ofrezca algo más que eso. Vos queréis que mi es­píritu y corazón se aprovechen de las riquezas que se hallan ocultas en la Liturgia para unirse más íntimamente primero a vuestra Iglesia y después a Vos lo más estrechamente posible.

Animado por el ejemplo de vuestros más fieles servido­res, quiero, bondadosísimo Maestro, apresurarme a sentar en el rico festín al que me convida la Iglesia, seguro de encon­trar en el Oficio divino, en las fórmulas, ceremonias, colectas, epístolas, evangelios, etc., que acompañan al santo Sacrificio de la Misa y la administración de los -Sacramentos, un alimento así sano como abundante para el acrecentamiento de mi vida interior.

Algunas reflexiones sobre el pensamiento principal que une los elementos litúrgicos y sobre los frutos por los que se reconocerán mis progresos, me preservarán de la ilusión.

"' * *

Cada uno de los ritos sagrados puede ser comparado a una piedra preciosa. Pero cual sea el valor y el esplendor de los que se practican en la Misa y en el Oficio, se compren-

EL MENSAJERO DEL CLERO 673

derá algún tanto examinando el maravilloso conjunto de todos ellos que componen el Ciclo litúrgico (1).

Viviendo todo un período bajo la influencia de un Mis­terio, alimentada por lo que la Escritura y la Tradición con­tienen de más instructivo y afectivo sobre esta materia, y orien­tada constantemente hacia un mismo orden de ideas, mi alma debe necesariamente experimentar la influencia de una tal aten­ción, y hallar en los sentimientos que la Iglesia le sugiere un alimento tan sustancial como sabroso para aprovecharse de la gracia especial que Dios otorga a cada período y a cada fiesta de este Ciclo.

El Misterio, no solamente me penetra como una verdad abstracta que puede asimilarse por la meditación, sino que ade­más se apodera de todo mi sér poniendo en juego hasta las fa­cultades sensibles para mover mi corazón y determinar mi vo­luntad. Ya no es un simple recuerdo de lo pasado ni un simple aniversario; es un hecho que tiene el carácter de un aconteci­miento presente, del que la Iglesia se hace una aplicación actual y del que participa ella realmente.

En el tiempo de Navidad, por ejemplo, celebrando desde el altar el advenimiento del divino infante, mi alma puede de­cir: « Hodie Christus na tus est, hodie Salvador apparuit, hodie in terra canunt angeli» ... (2

).

En cada uno de los períodos del Ciclo litúrgico, el Misal y el Breviario me descubren un nuevo rayo del amor de Aquel que es simultáneamente nuestro Rey, Doctor, Medicina, Conso­lador, Salvador y Amigo. Sobre el altar, del mismo modo que en Belén, en Nazaret o junto a las orillas del Lago de Tibe-

(1) La Iglesia, inspirada por Dios e intruída por los santos Apóstoles, ha dispuesto de tal suerte el año, que se encuentra en él juntamente con la vida, misterios, predicación y doctrina de Jesucristo, el verdadero fruto de tódo ello en las admirab les virtudes de sus servidores y en los ejemplos de sus santos, y además un misterioso resumen del Antiguo y Nuevo Tes­tamento y de toda la historia eclesiástica. De aquí que todas las estaciones o épocas son fructuosas para los cristianos; todo se halla lleno de Jesucristo ... En esta variedad, que toda tiende a la unidad tan recomendada por el di­vino Maestro encuentra el alma piadosa e inocente medio de celestiales consuelos, un alimento sólido y un perpetuo renovamiento de su fervor. (Bossuet, Orac. fin de María Teresa de Ant.)

(2) Hoy, Cristo ha nacido, hoy el Salvador ha aparecido; hoy cantan los ángeles sobre la tierra. (Oficio de Navidad).

'174 EL ,MENSAJERO DEL CLERO

niades, Jesús se muestra Luz, Amabilidad, Ternura, Misericordia; pero sobre todo se da a conocer con el amor personificado, pona¡ue es el sufrimiento personificado, el Agonizante de Get­-sernaní y el Redentor del Calvario.

De este modo la liturgia da a la Vida eucarística la más ,oornple1ta dilatación. Y vuestra Encarnación, que tanto - nos ha ,ace,rcado a Dios, oh Jesús, mostrándosenos visible en Vos, con­,tinúa prestándonos el mismo servicio en cada uno de los rn.is­-terios que celebramos. Por tanto, oh mi amado Jesús, gracfas a la Liturgia yo participo de la Vida de la Iglesia y de la Vuestra. Con ella asisto cada año a todos los ,misterios de Vuestra Vida, oculta, pública, paciente y gloriosa, »' con ella participo de todos sus frutos.

Aaemás, las fiestas periódicas de Nuestra Señora y de los Santos que tan fielmente imitaron vuestra Vida interior, con presentar sus ejemplos ante mis ojos, me comunican abundancia de luces y fuerzas para reproducir en mí vuestras virtudes e inculcar en el alma de los fieles el espíritu de vuestro E vangelio.

¿Cómo podría yo realizar en mi Apostolado los deseos de Pío X? ¿Cómo podrían los fieles, valiéndose de mi ayuda, errt-rar en participación activa de los Santos Misterios y de la . ·G.ración pública y solemne de la Iglesia, lo cual, según enseña rel -dicho Papa, es la fuente principal e indispensable del ver­dadero espíritu crisrano (1), si yo mismo, que trato tan de cerca con los tesoros de la Liturgia, apenas me doy cuenta de sus ,prodigiosas maravillas?

Para establecer mayor unidad en mi vida espiritual y unirme más y más a la vida de la Iglesia, procuraré entablar la may,or conexión posible entre la Liturgia y mis otros ejercicios de piedad. Por ejemplo, escogeré con preferencia puntos de meditación que guarden reJaci-ón con el período o la fiesta del Ciclo litúrgico; en mis visitas al Santísimo Sacramento me com­placeré en entretenerme, según el tiempo del año, con Jesús Infante y aaolescente, con Jesús paciente, con Jesús glorioso, ,co.n Jesús viviente en su Iglesia, etcétera. Y siguiendo este mismo plan de espiritualidad litúrgica, procuraré igualmente ·que m1s 'lecturas privadas versen sobre el misterio 'O la vida ·del santo -coTrespondiente al día.

(1) Motu proprio de Pío X, de 22 de noviembre de 1903.

Por !J. . B. CHAUTARD

EL MENSAJERO DEL CLERO 6i75

Periodismo y Radiodifusión

Hace mucho años que un grupo de católicos decididos capi­taneados por sacerdotes de temple férreo y combativo viene luchando en Costa Rica por establecer un diario defensor de nuestros intereses religiosos y propulsor de toda obra de bien social que tienda al mejoramiento de las costumbres y al man­tenimiento de la fe. Vanos todos esos esfuerzos. El individuo de la ciudad, único amante de la lectura, prefiere la suscrición del diario de intereses generales que le hable de todo, de teatros, de modas, de crímenes, de política, de intrigas etc., y el individuo del campo, único a quien podríamos convencer de la necesidad de un diario católico para defensa de la Iglesia y de sus instituciones, no ama la lectura y cree que es perdid'o el dinero que paga por un periódico. El diario católico no puede servir los manjares de sensacionalismo con que se ali­menta el lector urbano ni puede ni debe anunciar toda clase. de espectáculos públicos ni defender todas las causas del ciu­dadnno. En tales circunstancias es imposible competir con los diarios en los que tiene cabida el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo moral y lo perverso. Los señores Presbíteros don Rosendo de J. Valenciano, uno de los mejores abanderados que tenemos en las lides del periodismo católico, el Dr. don Víctor Sanabria y don Rafael Cascante V., podrían contarnos sus esfuer­zos y sus luchas, sus pérdidas monetarias y sus desilusiones cuando han intentado hacer algo en este campo estéril del dia­rismo religioso. Seglares como don Luis Cartín, mártir invicto en esta lucha, don Jorge Sáurez, don Macabeo Vargas y última­mente los señores don Guillermo Angulo, don Cristóbal Bo­nilla y don Enrique Molina h. quienes se debaten en la mi­seria para sustener LA EPOCA, todos ellos también podrán hablarnos de sus sinsabores y de sus desencantos.

Sabemos perfectamente que los señores Párrocos están ayudando para obtener suscriciones en favor de LA EPOCA y es tanta la incomprensión de nuestros católicos que llegan hasta enojarse cuando se les habla de este asunto.

Sin abandonar esta causa noble del periodismo católico debemos ahora poner nuestras esperanzas en otro campo que

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676 EL MENSAJERO DEL CLERO

princ1p1a a llamar la atenc10n del mundo civilizado, qu1za sea por la novedad, quizá por la natural evolución de los sistemas y los medios de vida a que nos lleva el modernismo. Lo cierto es que EL RADIO está por sustituir hasta el mismo periodismo. En nuestra parroquia donde apenas si hemos podido colocar

· veinticinco suscriciones de LA EPOCA hemos recogido con muy poco trabajo cerca de (//; 500.00 en acciones de (j; 10.00 cada una para la RADIO EMISORA CATOLICA; y conste que estamos empeñados en la construcción del Templo parroquial y en otras muchas actividades que requierem cuantiosas sumas de dinero. Con los cinco de los pobres hacemos todo eso y con esos cincos triunfaremos ya que los dólares de los ricos están muy tranquilos en los bancos y en sus cafetales. Hemos hablado de la RADIOEMISORA CATOLICA sin entrar en detalles de esta empresa. EL ECO CATOLICO se ha ocu­pado repetidas veces de este asunto. La idea se abre campo; camina velozmente a la realidad. El M. J. Señor Canónigo Dr. Borge, iniciador del movimiento proradiodifusora católica y el suscrito han tomado a su cargo la propaganda activa de esta emp resa. De acuerdo con los señores Curas visitaremos sus parroquias, dictaremos conferencias relacionadas con el tópico de nuestra actividad y con los males sociales que apartan al hombre de Dios y de la Iglesia, según los temas que de ante­mano tengan a bien designarnos.

Dos parroquias nos han abierto el campo: primero fue Desamparados y después Heredía, en ambas hemos triunfado. Rogamos a nuestros compañeros ayudarnos en esta lucha. No buscamos en ella honores ni medros personales. Buscamos la gloría de Dios, la defensa de la Ig lesia y el bien de nuestros prójimos.

CARLOS MENESES B. Pbro.

El Breviario rezado a t iempo es una delicia; el Breviario rezado a última hora, de prisa y sin 2teación, es la carga más insoportable.

EL MENSAJERO DEL CLERO 677

Sacra Paenitentiaria A postolica

QUAEDAM SANCTAE CRUCIS INVOCATIO ATQUE SEQUENTIA «STABAT

MATER)) INDULGENTIIS AUGENTUR.

DECRETUM

Appropinquante festo Exaltationis S. Crucis, cuius unde­vicies saeculare mysterium, prius fuit singulari pietate tantisque solemnibus caeremoniis durante Anno Sacro in Alma Urbe commemoratum, atque m,aximo spiritus fervore in universo cat­holico Orbe adhuc celebrandum manet, Ssmus D. N. Pius Pp. XI, magna sollicitudine affectus ut omnes sui filii, anno iubilari perdurante salutares Redemptionis fructus copiosius sint per­cepturi, postquam in Anni Sancti decursu indulgentiis ditavit non modo precatiunculam, gratos ob beneficium Redemptionis animi sensus exprimentem (Adoramus Te, Christe ... 1

), sed etiam aliam, dulce Lignum Crucis salutantem (O Crux, ave, spes unica 2

), benigne disposuit, ut ex eodem thesauro, unde huiusmodi spirituales favores permanant, aquam salutarem hau­riant fideles, qui 1am saepe ad infinitam Crucis potentiam con­fugiunt, ut toe inimicorum impecus et insidias superare valeant, iaculacoriam scilicet precem recitando: « Per signum Crucis, de inimicis nostris libera nos, Deus noster».

Quapropter in audientia die 6 Iulii vertentis anni infras­cripco Cardinali Paenitentiario Maiori concessa, idem Summus Pontifex decrevit partialem trium annorum indulgentiam ac­quiri posse, quoties fideles devore et saltem animo contrito praefatam precatiunculam recitaverint, arque plenariam indul­gentiam suetis conditionibus, semel in mease, si singulis diebus, durante mense, .eamdem recitationem peregerint.

1 Acta Ap. Sedis, vol. XXVI, pag. 108. 2 Ibídem, pag. 244.

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678 EL MENSAJERO DEL CLERO

Quemadmodum vero Crucis memoria separari nequit ab ineffabilium dolorum recordatione, qui dulcissimum Beatae Virginis Cor iuxta Crucem transfixerunt, ita idem Supremus Pontifex iubet ut hoc anno, in toto terrarum Orbe specialiter designato ad ~ommemorandam generis humani Redemptionem, peculiares amplioresque spirituales favores singulis fidelibus concedantur, qui s ingulari ea, qua decet, pietate gratique animi sensibus, suae amantissimae Matris gemitus recolant, recitando valde simplices, et amore plenas invocationes, quae continentur in sequentia «Stabat Mater dolorosa», prout sacra Liturgia easdem fidelibus proponit, non tantum ut eius doloribus com­patiantur, sed praecipue etiam ut ad deflenda propria peccata, veram equidem ineffabilium paenarum causam, impellantur.

!taque in supra dicta audientia- Sanctiras Sua non modo partialem indulgentiam, praefatae sequentiae iam adnexam, au­gere dignata est ad septem annos quoties devote recitetur, verum etiam decrevit ut partialis indulgentia quingentorum dierum concedatur recitationi unicae strophae eiusdem sequen­tiae «Sancta Mater, istud agas ... », quam simpliciores quoque fideles apprime sciunt quamque saepius, in iubilaribus visita­tionibus tam elapsi quam praesentis anni, coram imagine Vir­ginis recitarunt vel recitaturi sunt; plenaria autem, semel in mense, suetis conditionibus non modo integrae sequientiae, verum etiam huic simplici strophae, si singulis diebus, durante mense, alterutra ad arbitrium recitatio peragatur ad recolendam talium dolorum memoriam ea pietate, quae in animo revera contrito nunquam deesse potest.

"\

Praesenti in perpetuum valituro absque ulla Apostolicarum Litterarum in forma brevi expeditione et contrariis quibuslibet minime obstantibus.

Datum Romae, ex Aedibus S. Paenitentiariae, die 1 Au­gusti 1934.

L. Card. LAURI, Paenitentiarius Maior.

L.~ s. l. Teodori, Secretarias.

ÉL MENSAJERO DEL CLERO 679

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INDULGENTIIS AUGETUR «DIES PRO MISSIONIBUS»

DECRETUM

lndeficiens semperque maius Missionum incrementum ínter infideles Summo Pontifici Pio XI maxime cordi est, qui vehe­menter exopt!ft, ut per universum terrarum orbem Christi regnum provehatur, ac praesertim apud dissitas et inaccessas regiones illas, ad guas evangelica lux nondum pervenit.

ldcirco lpse, de animarum salute valde sollicitus, usque ab anno 1926, per decretum S. Rituum Congregationis, die 14 Aprilis editum, 1 omnibus et singulis christifidelibus peculiarem diem, qui quidem Dies pro Missionibus appellaretur, indicare voluit in paene ultima Dominica mensis Octobris quotannis et perpetuo celebrandum.

Huiusmodi festum eo spectavit, ut laudabile inceptum illud increbresceret, quod Propagandam Missionariam vocant, scilicet quo melius ac facilius, per opportunas instructiones, dignosce­retur Opus Propagationis Fidei, simulque cum materialis ac necessarius obolus colligeretur tum pretiosior orationis fructus percipi posset. ldem Summus Pontifex singulis. fidelibus, eo die ad sacram Mensam accedentibus et pro conversione infide­lium exorantibus, plenariam indulgentiam concedere dignabatur.

Quum autem non omnibus facile sir, eodem die indicato, Pane Eucharistico recreari, idem Ssmus D. N. Pius divina Providentia Pp. XI, volens aliquo modo cunctis favere, in audientia infrascripto Cardinali Paenitentiario Maiori die 20 lulii vertentis anni concessa, benigne indulsit, ut ii omnes, qui saltem corde contrito ac devote interfuerint alicui e sacris functionibus, eo die celebrari consuetis, et pro infidelium con­versione oraverint, partialem septem annorum indulgentiam lucrari valeant. Prae·senti in per¡;,etuum valituro absque ulla Apostolicarum Litterarum in forma brevi expeditione et con­trariis quibuslibet non obstantibus.

1 Acta Ap. Sedis, vol. XIX, pag. 23.

Datum Romae, ex Aedibus S. Paenitentiariae, die 30 Augusti 1934.

L. Card. LAURI, Paenitentiarius Maior. L.~ s.

l. Teodori, Secretarius.

680 EL MENSAJERO DEL CLERO

Pontificia Commissio

Ad Codicis Canones Authentice lnterpretandos

I

RESPONSA AD PROPOSITA DUBIA

Emi Patres Pontificiae Commissionis ad Codicis canones authentice interpretandos, propositis in plenario coetu quae se­quuntuu dubiis, responderi mandarunt ut infra ad singula:

DE PRIVILEGIIS S. R. E. CARDINALIUM

D. l. An, ad normam canonis 236 §. 1 et 2, S. R. E. Car dinalis, ex ordini diaconali transiens per optionem ad ordinem presbyteralem decennio nomdum expleto, locum obtineat ante Cardinales presbyteros, qui post ipsum creati sunt.

II. An, vi canonis 239 § 1 n. 12, 13 et 24, S. R. E. Car­dinales in Bacilicis patriarchalibus U rbis uti possint baculo pastorali, benedicere populo more Episcoporum, et concedere indulgentias ducentorum dierum.

R. Ad l. Affirmative. Ad II. Negative.

Datum Romae, e Civitate Vaticana, d. 20 mensis Maii anuo 1934.

P. Card. GASPARRI, Praesses.

L. ~ s. l. Bruno, Secretarius.

11

RESPONSA AD PROPOSIT A DUBIA

Emi Patres Pontificiae Commissionis ad Codicis canones authentice interpretandos, propositis in plenario coetu quae se­quuntur dubiis, responderi mandarunt ut infra ad singula:

EL MENSAJÉRÓ DEL CLERÓ

1,-DE SECTAE ATHEISTICAE ADSCRIPTIS

D. An ad normam Codicis iuris canonici, qui sectae atheisticae adscripti sunt vel fuerunt, hebendi sint quoad omnes iuris effectus etiam in ordine ad sacram ordinationem et ma­trimonium, ad instar eorum qui sectae acatholicae adhaerent vel adhaesesunt.

R. Affirmative.

11.-DE ELECTIONE ABBATISSAE

D. Utrum verbum praeesse, de quo in canone 506 § 2 et interpretatione diei 24 Novembris 1920, intelligendum sit de praesidentia honoris, an iurisdictionis.

R. Negative ad primam partem, affirmative ad secundam.

III.-DE RELIGIOSiS DIMISSIS

D. l. An declaratio facti, de qua in canone 646 § 2. re­quiratur ad hoc ut Religiosu.s ipso facto habendus sit tanquam leg_itime dimissus.

11. An praescriptum canonis 672 § 1 extendatur edam ad Religiosos ipso facto dimissos ad normam canonis 646.

R. Ad l. Negative. Ad 11. Negative.

IV.-DE CONFESSIONE NAVIGANTIUM

D. An sub nomine Ordinarii, de quo in c·anone 883 S 1, veniant etiam Superiores maiores Religionis clericalis exemptae.

R. Negative.

Datum Romae, e Civitate Vaticana, die 30 mensis Iulii anno 1934.

P. Card. GASPARRI, Praeses. ' L.~ s.

l. Brumo, Secretarius.

(Oct. Ap Sedis - Vol. XXVI - 1.0 Set. 1934).

EL MENSAJERO DEL CLERO

Por los que son arrebatados por una muerte repentina

Una historia de todos los días

Casi no se pasa día en que ·no nos llegue noticia a I gu na de persona arrebatada inesperadamente alrededor nuestro por la muer­te, la cual Jesucristo compara a un ladrón nocturno que atisba el momento en que más descuidada está su victima para caer sobre ella.

Hoy se nos cuenta de uno que cayó muerto de un ataque del cerebro, o corazón o que fué encontrado muerto en su cama! Mañana de otro que yendo de viaje encontró la muerte en un acci­dente, o en su trabajo pereció aplastado o destrozado por una má­quina. Esto sin contar los estados anormales de guerras y revolu­ciones: y las grandes catástrofes como terremotos y ciclones donde las víctimas llegan a centenares o millares.

Y lo que parecería raro: aún en enfermos graves y ya des­ahuciados podemos hallar víctimas de muerte repentina, cuando ésta sobreviene con tal violencia que antes de lo que podía es­perarse 1 es impide tomar aquellas providencias y recibir aque­llos auxilios espirituales con que contaban para su última hora.

INCERTIDUMBRES Y TEMORES

Siempre que un caso de éstos ocurra, toda persona cuya fe no está del todo muerta, instintivamente se pregunta: ¿Qué suer­te le habrá tocado a tal persona ante el Tribunal de Dios? Y este pensamiento le causará tanto mayor temor y angustia por la muerte de aquel prójimo, cuanta mayor necesidad parecía haber tenido de prepararse con tiempo para el día de la cuenta haciendo una sincera y dolorosa confesión de su vida.

RAZONES PARA TEMER

Y no son infundados tales temores, sobre todo cuando tal per­sona no ha pasado primero por una enfermedad grave que le haga atender que ya se acerca la hora de decirle adiós a todas las cria­turas y de buscar el único Bien que sólo perdura y nunca se pierde.

A esta falta de preparación hay que añadir en muchos casos de muerte violenta la falta de sacramentos. Pues una preparación imperfecta para la muerte puede completarse con la gracia del

EL MENSAJERO DEL CLERO 683

sacramento, Como si una persona se arrepiente de su mala vida pasada sólo por motivo de haber merecido las penas del infierno y la pérdida de los goces del cielo: tal dolor no bastaría para restituirla a la gracia de Dios si no se le juntara la absolución del Sacerdote o el sacramento de la extremaunción. Pues en el caso de faltar el sacramento sería necesario que tal dolor de los pecados se fundara en motivos más elevados de amor a Dios: o como dice el Catecismo, sería necesario que hubiera contrición perfecta.

LO QUE HAY QUE ESPERAR

Sin embargo no aún en estos casos se ha de desesperar ni pensar que tal contrición perfecta sea una cosa sumamente difícil y aún moralmente imposible. Una prueba de su relativa facilidad es que en el Antiguo Testamento era el único medio que existía para perdonar los pecados.

Mas esta facilidad depende en mucho de las disposiciones hahituales de cada hombre.

Es evidente, por ejemplo, que tal acto de contrición perfecto o de puro amor a Dios será más fácil en un Cristiano que a menudo hace recuerdos de los beneficios divinos y por ellos acostumbra dar gracias diariamente a Dios; que en un cristiano frío e indiferente a quien tales pensamientos resultan molestos y fasti­diosos y que casi nunca se detiene en ninguna consideración relativa a sus deberes y obligaciones para con Dios. Estos cristianos indiferentes y peor aún aquellos que ya pasan de la indiferencia e incredulidad, son comparables, dice un autor, cuando quieren hacer un acto de amor a Dios, a relojes desde hace tiempo parados, y ya hasta herrumbrados en sus engranajes, que aún cuando se les da cuerda y se les quiere hacer caminar, no caminan.

En cambio un alma que habitualmente hace actos de fe y caridad y vive una vida religiosa, viene a ser semejante a una cerilla o fósforo pronto a inflamarse a la primera chispa de la gracia: Para prorrumpir en un acto de amor a Dios: que sea su sal­vación. Así cuenta el P. Faber en su «Todo por Jesús» que se lo hizo ver Dios Nuestro Señor a una alma santa, a propósito de un príncipe que murió en un duelo, y a pesar de esto alcanzó la gracia de su salvación en el último momento con gran asombro del demonio que contaba con aquella presa segura.

684 EL MENSAJERO DEL CLERO

CONCL,USION

Hemos procurado exponer hasta aquí los inmensos peligros que encontrarán para su salvación muchos de los que mueren re­pentinamente; pero sin ol vidar que la gracia de Dios necesita sólo un instante para ganar y rendir un corazón, como lo vemos en Saulo con vertido repentinamente un Pablo. Sin embargo tales triunfos de la gracia son milagros que no habremos de creer que Dios los esté prodigando a cada paso: y milagros que muchas veces sólo se alcanzarán dtspués de muchas oraciones y sacrificios.

Animémonos, pues, a no mezquinarlos en este mes con un fin de tanta utilidad para el prójimo y gloria para Dios; pero acor­démonos de pedir al Corazón Sagrado de Jesús que antes que esas conversiones milagrosas a la hora de la muerte haga que todos los cristianos conformándose con sus recomendaciones de estar pre­parados y en vela siempre se encuentren listos a comparecer ante su Divino acatamiento.

Para eso que estén siempre prontos a servirse de los reme­dios de los Santos Sacramentos tan pronto como los necesiten y que a falta de ellos por lo menos acostumbren hacer fervorosos actos de contrición y amor de Dios.

Que· siempre que ocurra un caso de accidente mortal haya quien acuda a sugerir al enfermo tales actos: y no haya descuido en llamar al Sacerdote pensando que tal persona está ya muerta, pues la muerte real no siempre corresponde a las apariencias de la muerte y talvez en aquel cuerpo que no da ya señales de v ida está todavía un alma sosteniendo el último combate y que sin la gracia del Sacramento se perderá para siempre.

Estas peticiones las habrá de aceptar complacido el Sagrado Corazón de Jesús, aquel Dios de quien dice San Pablo que no quiere que NADIE se pierda, y mediante ellas muchos se habrán de librar de aquella gran desgracia por la que la Iglesia clama en sus letanías: •A subitánea et improvisa morte libera nos Dómine» . De una muerte repentina e improvisa, líbranos Señor.

ÜSCAR JOSÉ TREJOS, Pbro.

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