Warman Arturo Los Campesinos Hijos Predilectos Del Regimen MB

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    A r t u r o

    L O S C A M P E S I N O S

    h i j o s p r e d i l e c t o s d e l r g i m e n

    E D I T O R I A LNU E S T R O TIEMPO, S. A.

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    Coleccin: Los grandes problemas national/s

    Derechos reservados conforme a la ley

    Editorial Nuestro Tiempo, S. A.

    Avenida Universidad 771-103 yDelegacin Benito JurezCdigo Postal 03100Mxico, D.F.

    ISBN 968-427-035-6

    Primera edicin, 1972Segunda edicin, 1973Tercera edicin, 1974

    Cuarta edicin, 1975Quinta edicin, 1976Sexta edicin, 1977Sptima edicin, 1979Octava edicin, 1980

    Novena edicin , 1981Dcima edicin, 1982Decimaprimera edicin, 1983Decimasegunda edicin, 1985

    Decimatercera edicin, 1988

    Impreso y hecho en MxicoPrinted and made in mexico

    N D I C E

    Presentacin

    Introduccin

    LA TRISTE HISTORIA DE UN DISTRITO DF. RIEGO

    I I

    MS SOBRE TIERRAS DE RIEGO

    I I I

    N EOLAT IF U N DIS M O

    I V

    EL CREDITO

    VLOS SISTEMAS AGRCOLAS

    V I

    EL CONTROL SOCIAL

    V I I

    EL PROTAGONISTA

    V I I I

    NO TA BIBL IOGR FIC A

    A MANERA DE POSDATA

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    PRESENTACIN

    Puede decirse que cada da aumenta el conocimiento de losproblemas del campo. Son evidentes los avances que las ciencia

    han logrado durante las ltimas dcadas, con nuevas tcnicas y en-foques en la investigacin. En Mxico, sin embargo, en la masacreciente de estudios del medio rural y de otros aspectos socialeshay una posicin genrica: los conocimientos se adquieren por y

    para la clase dominante, y pese a los logros alcanzados sobretodo el refinamiento tcnico sus limitaciones son obvias, bien por

    prejuicios o por intereses de clase.

    Ante el agravamiento de los problemas campesinos la burguesaha acentuado la bsqueda de soluciones. Cada da resuenan ms ennuestros odos las inquietudes de los tecncratas: se ha descuidadoel campo, hay que industrializarlo; la explosin demogrfica es lacausante del subempleo rural, hay que introducir la planeacin

    familiar; slo elevando la productividad se resolvern los proble-mas rurales y as sucesivamente.

    En s ya es una limitacin el que haya muy pocos estudios en

    donde el investigador se pone al lado y se compenetra de los pro-blemas de los explotados. Y tal hecho se ve agravado por el excesode generalizacin y el insuficiente rigor de dichos estudios. Quizel aspecto ms positivo del presente trabajo es el de tratar de su-

    perar esas fallas.

    El tecnocratismo emprico y elemental que viene invadiendo lainvestigacin ha arrastrado inconscientemente a muchos investiga-dores, incluso a algunos a quienes no faltan sagacidad y honradez

    profesional, a posiciones en donde la poblacin, el pueblo, la gentecomo quiera llamrsele slo es parte de un marco de referen-cia: el acervo de recursos productivos; los "recursos" humanos, el"capital" humano como parte del capital y as sucesivamente. Sufuncin no slo es relegada a un plano secundario, sino que ade-ms y ello es an ms aberrante el pueblo es considerado comoun ente pasivo, como una masa ignorante incapaz de conocer las

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    cansas complejas y profundas de los problemas que lo aquejan y alque un grupo de "superdotados" en todas (as especializaciones dela ciencia llevar al cumplimiento de su destino. Un pueblo al que

    se le darn recetas sabiamente cocinadas en los laboratorios y ga-binetes, y que sern divulgadas a travs de los medios de manipu-lacin de la opinin pblica, a fin de que las masas asimilen las

    elaboraciones de los tecncratas.En suma, el tecnocratismo no es ms que despotismo intelec-

    tual, emanado de una posicin de clase explotadora, con caracte-

    rsticas tcnicas aparentemente neutrales y supuestamente enraiza-das en planteamientos cientficos.En el trabajo que ahora se ofrece a los lectores es otro el en-

    foque: no es el "sector agrcola" el que se investiga, en el que-lapoblacin campesina forme parte junto a otros "parmetros" y"variables"; antes al contrario: son los campesinos el centro de laatencin del investigador. En torno a ellos se hacen girar los pro-blemas agrcolas, y no al revs. Aqu se analiza cmo los fenmenosque genera el capitalismo del subdesarrollo inciden dramtica-mente sobre los campesinos.

    Tanto por su formacin profesional como por sus inquietudessociales, el autor considera a los campesinos mexicanos en su ca-lidad de protagonistas principales de la tragedia que para ellos esla realidad socio poltica en que viven.

    EDITORIAL NUESTRO TIEMPO

    INTRODUCCION

    La crisis en el campo es un elemento constante en la historia deMxico. Aparentemente nos hemos acostumbrado a vivir con ella.

    Tambin parecera que los campesinos se han habituado a tenerslo aos malos y otros peores. Sin emba rgo, peridi cament e lastensiones en el campo se agudizan y dada la naturaleza bsica-mente agraria del pas, se convierten en crisis nacionales. Algunas

    pueden ser con trolada s, pe ro otr as veces el pro blema generado enel campo ha alcanzado magnitudes revolucionarias que alteran laevolucin total de la sociedad.

    A partir de 1970, cuando asciende el nuevo rgimen, se hanhecho aparentes los fermentos de una movilizacin campesina enMxico. Sus sntomas ms evidentes son las marchas organizadassobre la ciudad de Mxico, que han sido reprimidas por las fuerzasmilitares sin derramamiento de sangre hasta el momento. Tam-bin se coment am pl iamente la ocu pacin del depart am en toagrario por un grupo de campesinos. Mucho menos conocidos peroms importantes son los numerosos casos de ocupacin de lastierras de los latifundios legalmente disimulados. Algunas de estasacciones se han resuelto en represiones sangrientas ejercidas porlas autoridades locales. Por otra parte, la inquietud en el campoest produciendo reacciones sorprendentes como las donacionesde tierras acumuladas por viejos polticos y la avalancha de de-claraciones por los voceros del gobierno.

    En esta simiente de movilizacin juegan muchos factores encombinacin. El bsico es el incremento de los niveles de ex-plotacin qu e res ponde a muchas causas: la expl osin demogr ficaejerciendo presin sobre un territorio limitado y poco apto parael desarrollo agrcola, el deterioro constante de los precios de losproducto s agr co las , proceso qu e se ac en t a por mecanismos deintermediacin cada vez mayores y ms caros, el crecimiento can-ceroso del neolatifundismo capitalizado y mecanizado que ocupa

    las mejores tierras con el beneplcito de las autoridades, y mu-chos ms, que procuro detallar en el ensayo. Esta situacin motiva

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    que la mayora de los campesinos del pas no puedan subsistircomo cultivadores y se vean obligados a vender su trabajo en unmercado saturado de oferta de mano de obra. Las nuevas modali-dades en el trabajo no corresponden a los sistemas de organizacinanteriores y los campesinos no han logrado crear nuevas y mejoresbases de accin y sol idaridad. Por ot ra par te, los mecanismos decontrol y represin, anquilosados por la corrupcin, tampoco res-ponden a la nueva situacin y se deter ioran visib lemente. LaCNC puede an reunir a miles de campesinos para aplaudir a unfuncionario, pero no puede impedir las invasiones de tierras. El

    campesino tiene un nuevo margen de libertad pero carece deorganizacin y de programas.

    Este margen de accin independiente tiene que ver con lallamada apertur a democrtica. El nuevo rgimen se enfr ent igraves tensiones in ternas y a la perspectiva de una_, crisis inter -nacional de enormes proporciones, que se fermentaban en un climade miedo y desencanto poltico en las clases medias. Tambinaparecieron simientes de una oposicin violenta por parte de losestudiantes y algunos intelectuales. La superacin de la crisis en elgobierno requiri de captar el apoyo de los apticos y la adhe-sin de los opositores. Tuvo que intentar que los participantesen el movimiento de 1968 se convirtieran en su ms firme apoyo.Para ellos haba satisfactores, prebendas y cononjas en el sectorestatal, que con su ingreso inici una nueva etapa de expansin.Tambin fue necesario abrir canales de expresin y de participacinque la brutal represin haba cerrado. Fue necesario escuchar,dialogar, suspenderla represin.

    En la apertura se estn colando sin invitacin los campesinos.Vieron la posibilidad de plantear viejas demandas y moverse porcuenta propia sin atVaer la represin en su forma ms severa.Su aparente tranquilidad no era ms que el nombre oficial de lasujecin por la violencia. La irrupcin an tmida y desarticulada,altera, o amenaza con hacerlo, el sutil equilibrio conseguido,sobre todo al considerar que el poder pblico no tiene satisfacto-res para ellos. Sus demandas no tienen solucin previsible dentrode los lmites del sistema.

    La principal, demanda campesina, reparto de tierras, ya fuesatisfecha. La reforma agraria no tiene ms perspectivas. Si se apli-caran estrictamente los lmites a H oropiedad que las leyes sealan

    INTRODUCCIN 11

    podran dotarse a menos del diez por ciento de los que piden tie-rras. Si se hiciera una reforma enrgica de la actual legislacin,podra satis facerse la de manda ter ritori al de apenas la sexta pa rtede los campesinos que tienen derecho a ser beneficiados. Con estasproporciones , el reparto no soluciona el problem a ter ritori al de loscampesinos y en cambio puede agudizar el problema poltico. Adi-cionalmente se originara un problema de mayor envergadura: elreparto producira la desarticulacin y el descenso de la produccinagrcola destinada a la exportacin y al consumo interno preferen-cial, que es la que se fundamenta y beneficia de la mala distribucin

    de la tierra. El "desarrollo" del pas no puede permitirse esa pr-dida sin poner en peligro su existencia. Parece claro que en lasactuales circunstancias el reparto agrario radical no puede con-siderarse una alternativa para el Estado. Seguirn repartindosetierras como paliativo, como medida poltica y medio de controldel campesinado. Pero hasta las tierras marginales que puedenrepartirse, como los cerros, desiertos y selvas, corren el riesgo deagotarse. Habr que dotar el mar, como de hecho empieza ahacerse.

    De algunos sexenios para ac se habla de la reforma agrarijintegral. De hecho, de una reforma agrcola, del aumento en laiproduc tiv idad como solucin del problema agrario en el campo.1La nueva ley de reforma agraria culmina ese deseo. Bastante selha invertido en realizarlo a travs de obras y programas pblicos!La productividad, en efecto, ha aumentado, pero slo para quieneJtienen recursos en abundancia. Ha fortalecido el neolatifundio Jempobrecido al minifundista que con l compite. La reforma agrcolla, el nio mimado de los programas internacionales de ayuda Ilos pases subdesarrollados, ha sido uno de los factores deterministes del distanciamiento social y econmico en el campo, y por llmismo, de la inquietud poltica. La razn es c'ara: el campesina,por su posicin est ructu ral , por su condicin de explotado, no con-serva los excedentes del aumento en su productividad sino questos se transfieren a manos del explotador. Sin modificar esteacomodo, la reforma agrcola acelera el proceso de despojo delcampesino, radicaliza la injusticia y la violencia. Pero otra vezel "desarrollo" no puede renunciar a un incremento constante enel volumen de los productos agrcolas que exporta, por su condi-cin de dependiente, o que consume en sus sectores privilegiados,

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    primados en la est ructu ra interna, que demandan el crecimientode la revolucin verde, del neolatifundio, y han propiciado unanueva ley para expandirlo. Seguir triunfante la reforma agrariaintegral pregonando su propsito eminentemente social.

    La principal ilusin para solucionar el problema campesino sefinc en el desarrollo de la industria. En los ltimos cincuenta aos,los gobiernos de la Revolucin se dedicaron a perseguir este ideala cualquier precio. Se crea que la expansin industrial de jaravacos los campos. Nada de eso sucedi ni parece posible que

    suceda. Se fundaron industrias condenadas al enanismo y a ladependencia, se adoptaron tecnologas de alta concentracin decapital y poco uso del trabajo, se dej como botn de las empresasindustriales un mercado i nterno dbil y limitado donde sloJos campesinos producan. stos fueron y son saqueados, cercadospor una red de intermediarios que trasladan el exceden te del cam-po en benefic io del sector indust ria l y financ iero. Pero la pobla-cin industrial no creci, representa menos de la quinta parte dela poblacin activa. En cambio, la industria tiene una capacidadinstalada que duplica la capacidad de consumo y que permaneceociosa. La industria, sobre sus actuales bases, ha fracasado comoalternativa para Mxico, que en lo fundamental sigue siendo unpas agrario . Por cada obrero industrial existen un poco ms detres campesinos y para stos la industria no tiene cupo.

    Ni siquiera lo tiene pa ra el sector de los "marginados urba-

    nos", como se les llama, resultado de una emigracin del campoa las ciudades. ste es un sector de desocupados, improductivo, quevive en la miseria y al borde de la insurreccin. La industria nosolucion el problema del campo, que se hace ms agudo cadavez, y cre el de los marginados. La expansin potencial de laindustria es limitada y requiere de capital y no de mano de obra.La continuacin, ya declarada, de la poltica industrialista requieredel excedente del campo y de la miseria urbana, del sacrificio delos sectores mayoritarios del pas.

    Obviamente, la renuncia a la industrializacin no es concebibleen trminos del gobierno, principal promotor y rector de la polticade desarrollo, ni de sus afiliados. El campesino deber seguir pa-gando por ella sin goce de sus beneficios.

    Atado a la industrializacin, Incapacitado para una reformaagraria radical y sustentando una reforma agrcola discriminatoria,

    INTRODUCCIN 13

    el gobierno y el sistema desarrollista no tienen perspectivas para elcampesino, no pueden ofrecerle alternativas. Tampoco pueden

    renunciar al aporte campesino, a su excedente, sobre todo si lacrisis internacional los obliga a depender de los recursos internos

    p ar a fi na nc ia r el cr ec im ie nt o.La entrada de los campesinos como fuerza autnoma en la

    arena poltica pone en riesgo la apertura, porque para sus de-mandas no hay soluciones. Pero la apertura no puede reprimir alos campesinos sin negarse a s misma. Por eso se ha tratado decontrola r al campes inado a travs de mltiple s medidas: la con-

    cesin de las demandas locales que no implican altos costos polti-cos, el fortalecimiento de la organizacin campesina oficial y suapar ent e radicalizacin verbal, con la esperanza de que canalice

    la movilizacin, la instauracin de programas de desarrollo agrco-la, la canalizacin de crditos, la esperanza de una nueva legis-

    lacin, la reanimacin de la poltica indigenista, en fin, el usode todas las medidas que hagan del campesino un sector manipu-

    lable e incondicional.Aparentemente estas medidas no han tenido el xito deseado

    y la agitacin en el campo no muestra signos de domesticarse o

    cesar. Aunque tampoco parece haberse iniciado un proceso de ar-

    ticulacin que sea capaz de convertir la agitacin local en una

    organizacin ms amplia y eficaz. Esto plantea la otra cara delpr ob le ma : si el go bi er no ca re ce de al te rn at iv as par a el ca mp es i-

    nado ningn otro sector o marco ideolgico ha podido aportarlas,

    ni los mismos campesinos ni los grupos opositores.A la acci n med iat iza dor a del gob ierno s e opon e el silencio

    o declaraciones voluntariosas y solemnes de que un proceso revo-

    lucionario solucionar espontneamente el problema del campo.Estas declaraciones caen en el vaco. Todo se le ha prometido y

    reiterado al campesino en nombre de la Revolucin y del progreso.Se le ha m ani pul ado en trm inos de los intereses de otro s secto-

    res. Se les ha declarado hijos predilectos de la patria, y en su

    nombre han sido sacrificados.

    Junio. 1972

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    I

    LA TRISTE HISTORIA DEUN DISTRITO DE RIEGO

    En el istmo de Tehuantepcc se localiza el distrito nacional deriego No. 19.

    Sobre el cauce del ro Tehuantepec, un ejrcito de obreros yde maquinaria pesada levant una hermosa represa hoy llamadaBenito Jurez. Una segunda columna construy canales de distri-bucin, puentes y canales de desage. Comand la tarea una em-

    presa contratista. La Secretara de Recursos Hidrulicos promo-vi la construccin y se encarga de administrar el uso del agua en

    beneficio de los cami>esinos y del pas.Con una inversin mnima de cuatrocientos cincuenta millones

    de pesos, la magnfica obra fue terminada, inaugurada y lo demsen el ao de 1964.

    El distrito de riego fue planeado y hecho para regar cincuentamil hectreas. Cuatro aos despus de inaugurado slo se regabanun poco menos de veinte mil; de stas, cerca de quince mil hec-treas en la vega del ro se regaban desde antes de la concepcinde la flamante obra de infraestructura. En realidad, en cuatroaos menos de cinco mil hectreas se haban incorporado al re-gado.

    De esas veinte mil hectreas, casi diecisis mil estaban sem-bradas de maz, cultivo que por poco productivo se ha querido

    desterrar de las tierras irrigadas. Pero ese maz realmente se sem-braba y cultivaba como de temporal y el agua de la presa sloservia para dar un ocasional riego de auxilio cuando las lluvias seretrasaban. Estrictamente hablando esa superficie no poda ser con-siderada como de riego.

    Para colmo, el rendimiento promedio en el cultivo del mazera de ochocientos kilogramos por hectrea, simple y sencilla-

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    mente menos de lo que se obtiene en las zonas temporaleras delresto del pas.

    De hecho, el campesino segua mirando al cielo cuando a unospasos estaba vacio y un tanto ar ru inado un moderno canal deriego. Los cincuenta mil pesos que ei gobierno federal haba in-vertido en cada parcelario se estaban desperdiciando.

    Se admiti la existencia de un problema grave.Los primeros anlisis demostraron que el problema era com-

    plicado, pero que desde el punt o de vista tcnico poda plantear-

    se la existencia de cuatro factores limitantes: el fsico, el legal, elinstitucional y el humano.

    La limitante fsica es el viento, que de octubre a marzo pasadel Ocano Pacfico al Golfo de Mxico a travs del istmo. Sobreel distrito sopla ligeramente recio: ha llegado a alcanzar veloci-dades de doscientos kilmetros por hora. Cuando est fuerte llegaa voltear a grandes camiones que cruzan por la carretera Paname-ricana. Curiosamente lo hace en un lugar que desde hace muchotiempo se llama La Ventosa. El viento tira tambin los cultivos,los acama. Poco puede sembrarse en esa zona: un maz pequeo,chaparro, llamado zapalote, que los nativos cultivan desde siemprey al que el viento nada le hace; eso y cultivos rastreros o muybajos como el ajonjol . Hasta stos resi enten los efectos del vien toy sufren de mala polinizacin, consecuentemente tienen bajos ren-

    dimientos. Estos cultivos, casi nativos, estaban adaptados al me-dio rido, de tal forma que el zapalote no mejora sensiblementecon el riego y el ajonjol no slo no se beneficia sino que se en-ferma: le salen hongos.

    Resulta un poco turbador que los tcnicos que realizaron elestudio de programacin de cultivos no hayan considerado algotan obvio en la zona como sus aires y hayan propuesto el cultivodel algodn que es de los que menos resisten al viento. El casoes que nadie sabe qu se puede y debe sembrar.

    Acaso algo hubiera podido remediar la investigacin agrcola,pero esto tampoco se le ocur ri opor tunamente a nad ie y los cincoo seis aos que tom la construccin de la obra fueron lamenta-blemente desaprovechados. Dos aos despus de inaugurado eldistrito se estableci un campo experimental de segunda catego-ra, pobre en dinero y en tcnicos. stos eran tenaces y estaban

    abocados a una gran tarea, tan grande que no se rebajaban a in-

    UN DISTRITO DE RIEGO 17

    cluir al humilde zapalote en sus programas de investigacin. No.Ensayaban hbridos modernos, altos, robustos y enhiestos.

    Otros experimentos se han hecho a costa de los campesinos,pero ese es otr o, cuen to.

    Tampoco se pens en las cortinas rompevientos pese a que losantiguos cultivos de la vega del ro estaban cobijados por rbolesfrutales, de buen rendimiento por cierto.

    El riego no tena aplicacin. Pfero las obras fueron costosas,por eso el agua tiene precio; si no la compran no hay ingresos

    pa ra el dis tri to de riego; sin ingresos no es posible paga r unabuena conservacin, y sin sta las nuevas obras se deterioran yenvejecen prematuramente. En un futuro prximo ser necesariootorgar un contrato para la rehabilitacin del distrito.

    La limitante fsica es severa pero no es la nica. Otra limita-cin es la legal, obviamente compleja, que se refiere a la tenenciade la tierra. Antes de las obras, toda la tierra, excepto mil hect-reas, eran en teora de propiedad comunal. En la prctica, sususufructuarios haban ocupado de hecho parcelas individuales dediferente extensin que tericamente no podan vender pero querentaban o hasta traspasaban como de su absoluta propiedad.

    Por la construccin del distrito de riego toda la tierra se ex-propi a favor de la nac in , despus se dis tribuy de acuerdo conla modalidad ejidal en un vago intento de lograr un reparto msequitativo. Esto provoc agitacin, sobre todo entre quienes ocu-pa ba n las mayores extensiones. Casual men te eran la misma genteque ocupaba los puestos de representacin popular en la zona,adems de ser los dueos de negocios, los prestamistas y acapara-dores. Eran, y lo demostraron, el nico grupo de presin y la ejer-cieron. Usardn de todo recurso posible y puede que hasta inven-taran alguno. Incluso lograron movilizar en su campaa a losms necesitados. Se pidi, suplic, exigi y acaso coludi a lasautoridades para que respetaran el viejo estado de cosas. Bene-volentemente stas cedieron. El 7 de marzo de 1967 una resolu-cin presidencial converta en pequea propiedad irrestricta aveintisiete mil seiscientos setenta y cinco hectreas ejidales queantes de 1964 haban sido comunales, superficie que significabams de la mitad del rea irrigable.

    El reconocimiento de los antiguos lmites dio posesin del dis-

    trito a ocho mil quinientos agricultores, esto es, un poco menos

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    de seis hectreas, en promedio, a cada uno. Pero, de hecho, lasdos terceras partes de los campesinos tienen parcelas de menos detres hectreas, mientras que doscientas gentes tienen ms de veintehectreas cada una, y de stas diez con ms de cincuenta y cuan-do menos cuatro con ms de cien.

    Adems, nadie tiene ttulo de propiedad o uso, ni propietariosni comuneros. Todos ocupan sus tierras de hecho y establecen suslimites por tradicin. Pero resulta que hay leyes y a veces la bu-rocracia es escrupulosa. Los mismos que slo han deslindado ape-

    nas la mitad del distrito, sin titularla todava, y que han dejadola otra mitad exactamente como estaba, sin ningn papel, descu-bre n que no pueden intervenir por fa lt a de documentos. Aqu ,obviamente, ya entramos en el terreno de la tercera limitante:las instituciones.

    Sin ttulos, los dueos de la tierra no pueden ser sujetos decrdito, ni oficial ni privado, y para beneficiarlos con la distri-buc in del agua alguien tuvo que cer rar los ojos de la ley quetambin esto prohibe. Los campesinos no son poseedoras legalesde su tierra y esto impide o dificulta el movimiento de las ins-tituciones encargadas de promover el desarrollo en el campo.

    Incidentalmente, esta situacin ha producido un sentimientode inseguridad en los campesinos a quienes no se garantiza la po-sesin de la tierra, por lo que, consecuentemente, no quieren in-vertir en ella ms capital o esfuerzo que el necesario para que d

    preca ria men te la prxima cosecha. Esto tiene mucho que ver consu carcter y lleva a plantear la cuarta imitante: los recursoshumanos.

    Hay casi cien mil habitantes en la zona, cerca de treinta yseis por kilmetro cuadrado, densidad promedio ms alta que lanacional. De esta poblacin, slo el treinta y seis por ciento seconsidera como econmicamente activa, aunque algunos de ellostrabajen ms de noventa das al ao. De los activos, las tres cuar-tas partes, o cerca de veinticinco mil, obtienen todo su ingresode la agricultura. El salario real en el campo no llega a diez pe-sos por da y el ingreso anual no llega a tres mil pesos por fami-lia. Ms de la mitad de los adultos son analfabetos. Hay insalu-

    bridad y sucede que la mayora ab ruma dora de los poblado resson indios, tan indios que muchos de ellos slo hablan el zapote-co. Adems de que no se les entiende, se dice que son raros, des-

    UN DISTRITO DE RIEGO 19

    confiados, taimados, avariciosos y dados a la acumulacin enfer-miza de oro hasta en los dientes, que son viciosos. Los mestizoscuentan, entre trago y trago, que en la zona el consumo de cer-veza es el ms alto del pas; que los indios son perezosos y fieste-ros, que hacen celebraciones (las "velas") que duran varios dasy de las que hay varias en un mes; que mientras dichas celebra-ciones duren nadie trabaja ni por doble salario, que nadie ofrecepor cierto .

    Son, ms que nada, conservadores y reacios al progreso. Se les

    podr a hablar por hor as y siguen sem bra ndo maz y ajon jo l consu yunta y un prehistrico arado de madera. Insisten en que elagua la da Dios y no el gobierno; siembran cuando se les antojay rechazan la tcnica cientfica; desconfan de los tractores y pre-fieren sus toscas carretas; no pagan impuestos; rehusan unirse enexplotaciones modernas y tecnificadas, manejadas con criterio em-presa ria l; rehuyen el crdi to como si fuera insp irado por demonios;compran oro en lugar de depositar en bancos, hasta para vacu-narlos hay que corretearlos.

    A veces son divertidos. Cantan, bailan, visten y beben comodioses. Las mujeres son guapas y frondosas. Comen cosas extra-ordinarias en las fiestas. Tambin entonces son generosos y abier-tos. Tienen una alta dosis de bohemia y hasta de existencialismo.

    Pero no son aptos para el desarrollo moderno.Se ha dictaminado ya varias veces sobre la problemtica del

    distrito de riego No. 19 en Tehuantepec. El diagnstico es cadada ms preciso y tcnicamente elaborado, incluso se ha llegadoa la programacin con mquinas computadoras. Pero algo pasay ao con ao la situacin se perpe ta cuando no se agra va: elviento azota, la ley y las instituciones padecen esclerosis, los indiossiguen sindolo y los tcnicos tienen sus limitaciones.

    I I

    Los zapotecos saban perfectamente que su problema era el agua.No en balde y durante muchos aos la haban estado pid iendo.Saban que el precario equilibrio, pero equilibrio al fin, que habanlogrado con el medio hostil se estaba desintegrando. Cada daeran ms y tenan menos. El maz, su zapalote, ao con a o ren-

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    da lo misino o acaso un poco menos y eran ms los que coman.Cada da necesitaban nuevas cosas o ms dinero por las mismasque se hacan ms caras. Hab an introducido nuevos cultivoscomo el ajonjol para obtener dinero, pero ni as alcanzaba. Si

    bien la crisis no llegaba a extremos dramticos no por eso dejabade existir.

    En cambio, las vegas del ro Tehuantepec que disponan deregado se haban convertido en huertos productivos. Los frutalesque cobijaban al maz para protegerlo del viento, que azota conmenos fuerza en la vega, dejaban ms dinero que el zapalote oel ajonjol. Por cierto que una buena parte de la tierra de vegaestaba ocupada por mestizos y blancos que haban despojado alas comunidades zapotecas, y los pocos que quedaron, lograbansubsistir, gracias al agua, en parcelas de menos de una hectrea.Confiaban en que agua, trabajo y tiempo permitiran extenderlos huertos y aumentar en cilos los rendimientos de sus viejos cul-tivos o emprender oros nuevos.

    Pidieron una presa. Varias veces vinieron ingenieros. Se hicie-ron proyectos y promesas polticas, pero pasaban los aos y nada.Con frecuencia salan comisiones a la capital del estado y de larepblica y volvan con la misma promesa reiterada. La gentelleg a cansarse. Se volvi escptica.

    De improviso, volvieron los ingenieros. Se desataron los rumo-res y se cre la expectacin; algunos hasta cruzaron apuestas.

    Para sorpresa aun de los mismos ganadores llegaron mquinas yobreros y se inici la construccin de la presa. Los zapotecos pen-saron que era la respuesta a sus viajas demandas. Unos cuantoshasta tuvieron la suerte de colocarse como peones en la cons-truccin.

    sta progresaba rpida y eficientemente. Paralelamente cre-can los rumores, uno especialmente perturbador: que los zapo-tecos seran desalojados y sus tierras repartidas. Ello lo creyerony tenan buenas razones para hacerlo: as haban perdido las tie-rras de la vega. Los rumores no fueron desmentidos. Nadie sabanada. Surgi el rencor y el miedo.

    Al terminarse las obras sus peores temores parecieron confir-marse: un decreto presidencial expropiaba la tierra para hacerlaejidal. Las comunidades que haban sobrevivido" cuatrocientos aosfueron borradas de un plumazo. Los rumores se intensificaron y

    UN DISTRITO DE RIEGO 21

    se adornaron con detalles: polticos y gente de Veracruz ocupa-ran la tierra y ellos seran movidos a la sierra; no iba a empezarel gobierno a gastar millones y millones en los indios. Los ricoscomerciantes y propietarios confirmaban y propalaban las noti-cias mientras el Departamento Agrario alegaba no saber nada yestar a la espera de rdenes superiores.

    Los ricos ofrecieron una bandera y una alianza: la tierra enpropiedad a sus ocupantes , nada de ejidos, pro pie dad irrest rict a.Se unieron el tiburn y las sardinas. Fueron y vinieron comisio-

    nes, se cruzaron oficios y realizaron actos de masas. Los zapotecossaban perfectamente que competan por un premio menor, peroera el nico que para ellos se ofreca; la crema del pastel tenadueo de antemano.

    Otro decreto presidencial les dio el triunfo: Sus pocas y ven-tosas tierras ya eran enajenables, fuera por compra o sobre todopor embargo; era n al fin bot n de prestam istas y usureros. Par acolmo no haba, no hay, ttulos de propiedad, por lo que sustierras siguen sujetas al embute, la denuncia o cualquier otro co-rrupto procedimiento leguleyo. Slo los proteje la terca perma-nencia, la ocupacin, la liga con la tierra por el trabajo. Tam-

    bin para ellos hay problemas insti tucionales.

    Siguieron produciendo como antes, o casi todos lo hicieron.Otros fueron convertidos en sujetos de crdito y experimentacinagrcola. Y este es el cuento prometido.

    Las autoridades concluyeron que las cosas no marchaban, quela inversin no redituaba, y buscaron soluciones. Como la inver-sin en la construccin del distrito haba sido financiada en uncincuenta por ciento con crditos del exterior, surgi la inquietudbancar ia y bancaria fue la solucin. Se orden la intervencin dedos instituciones nacionales de crdito agrcola para lograr el des-arrollo del rea irrigable.

    Antiguas oficinas que vivan amodorradas fueron reorganiza-das, limpiadas y hasta repintadas; tambin se inauguraron mo-dernas y funcionales oficinas donde no existan. Nadie acudi aellas. Con un poco de azoro se revisaron posiciones y se delinela nueva tctica: la promocin. sta fue agresiva: se ofreci p-blicamente el crdito por la radio, en asambleas y has ta en pl-ticas a nivel personal.

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    Ni a este moderno reclamo respondieron los zapotecos y susbuenas razones te nan : sus tie rras est aban amenaza das y cualquierdeuda poda significar su prdida. Resultaba por dems sospecho-so que ofrecieran crdito sin ms garanta que una tierra sin ti-tular. Conocan el truco desde mucho antes y lo rechazaron.

    Pero en algunos pudo ms la necesidad o la tentacin. Pidie-ron el crdito ofrecido para sus siembras de maz y ajonjol. Fue-ron rechazados. No haba dinero para cultivos de ese tipo, setrataba de desarrollo; adems, sus parcelas eran pequeas y

    estaban aisladas, no permitan la tecnificacin y el buen manejoque demanda la agricultura moderna.Los zapotecos no obtuvieron prstamos, pero los propietarios

    de extensiones medias o ms bien grandes, sobre todo los ausen-tistas, s eran sujetos del crdito de desarrollo oficial. Lo obtu-vieron, lo manejaron y todava lo estarn debiendo.

    Tambin los ms pobres y acorralados tuvieron que acogersea las demandas crediticias. Su historia es ejemplar:

    Tras muchos esfuerzos se organizaron grupos solidarios conaquellos que pudieron reunir un solo bloque de tierras de buentamao. Con muchas dudas, los tcnicos bancarios decidieronsembrar arroz y los grupos firmaron su conformidad. En la zonano haba maquinaria pero el activo banco la consigui. Se con-trat a maquiladores. Estos hicieron el barbecho, el rastreo y lanivelacin; sembraron y fertilizaron, trazaron curvas de nivel ycultivaron; segaron, trillaron y hasta encostalaron. El banco lespag y los grupos solidarios ace pta ron ese pago com o deuda. Loscampesinos slo hicieron el chapeo con machete, el riego con

    pa la y cui dar on los sembrados del ataque de los pjaros a gri tosy sombrerazos. Hicieron de peones y recibieron el salario mnimoque ellos mismos se comprometan a pagar con su cosecha. To-das las decisiones, absolutamente todas, fueron tomadas por losempleados de la institucin y sin que los campesinos intervinie-ran en ella. Simplemente recibieron rdenes y firmaron comodeudores.

    El arroz pareca desarrollarse bien. Tanto as que pudo invi-tarse a muy altos funcionarios. stos aprobaron y repartieronabrazos a los tcnicos y funcionarios locales; a los campesinos sim-plemente los saluda ron de mano. Irrespet uosamente, las plantas

    UN DISTRITO DE RIEGO 23

    no cumplieron su promesa y llegada la cosecha ya se presumala catstrofe...

    Los campesinos se enteraron de que por cada hectrea sembra-da se haban endeudado por tres mil pesos y de que la produccinvala cuando mucho la mitad, esto es, que la otra mitad la que-daba n a deber Deban el precio de un costoso experimento.

    Tampoco el banco estaba muy tranquilo. Ahora saba que sehaban cometido graves errores, como la fecha de siembra y lavariedad de semilla usada. Pero no eran aqullos la causa de su

    angustia sino la recuperacin del crdito otorgado. Obviamente,los socios no tenan con qu pagar el saldo insoluto; adems,tampoco queran hacerlo. Tras largas y penosas discusiones en-contraron la solucin: redocumentarian la deuda para incorpo-rarla como parte del financiamiento de un proyecto ganadero alargo plazo.

    Tamp oco esta vez los campesinos tuvieron opcin: o perdanla tierra por falta de pago o aceptaban el nuevo proyecto. Seencadenaron al plan ganadero sabiendo que en la zona no habaexperiencia en esa actividad. Con plena conciencia se alquilaroncomo conejillos de indias, se encomendaron a Dios y con su ayu-da se hizo claridad sobre su nueva situacin: haban perdido dehecho la tierra, eran peones asalariados de una institucin na-cional.

    Por eso se huye del crdito oficial como del mismsimo demo-

    mo: ambos han dejado un fuerte olor a azufre. Cuando siembramaz, el campesino no tiene ningn costo en efectivo. Aporta susemilla que ha separado de la cosecha anterior, sus animales,aperos y su trabajo. El maz es un cultivo seguro, de poco riegoy probado ms all de toda duda: por varios siglos. No es unasiembra espectacular, pero en los peores aos da para comer yguardar semilla. En los aos normales, los ochocientos kilogra-mos de maz que se obtienen por hectrea, adems de las doscarretas de zacate, llegan a valer novecientos pesos; si la mitadse come an deja unos buenos pesos en dinero. Con el distrito deriego la cosecha es an ms segura. Con un solo riego de auxi-lio, que cuesta quince pesos por hectrea, se soporta la peor se-qua. Como es obvio, el zapalote es un cultivo primitivo, tiene

    poca densidad econmica y no sirve al progreso y al desar rollo.

    Con ajonj ol es otra cosa: se siembra par a obtener dinero.

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    Con ajonjol plantado, cualquier campesino puede dirigirse a unprestam ista y obten er dinero pa ra salir de apuros: comprar me-dicinas, casar a sus hijos, hacer una "vela", pagar una deuda msvieja o simplemente comer entre cosecha y cosecha. Las condicio-nes son justas y equitativas: por cada peso recibido en prstamoel productor entrega un kilogramo de ajonjol al levantar la co-secha. En los aos malos, el ajonjol vale dos mil quinientos pesosla tonelada, o sea, el ciento cincuenta por ciento de inters ennoventa o ciento veinte das. Eso t, el prstamo se obtiene r-

    pidamente, sin fi rm ar papeles, com promet iendo slo el honor, elnombre y la posibilidad de sobrevivir con prstamos en el futuro.Pero el ajonjol tampoco es un cultivo de desarrollo, y en la re-gin es de temporal, luego no interesa a la banca nacional.

    As haba logrado sobrevivir el campesino zapoteco. Cada dapeo r, pero con cier ta independencia al fin y al cabo. Se habanmantenido costumbres, no por viejas sino por funcionales, que nohan sido sustituidas con ventajas. En buenas pocas hasta unadorno de oro se poda comprar, no por avaricia sino por expe-riencia: el papel baja de valor, y sa no es teora zapoteca sinoeconmica. Cierto que el oro tiene un valor de prestigio agre-gado, justo como los relojes y los autos de los funcionarios. Sebebe cerveza, ent re otras razones, porque no alcanza para whisky.Tambin por el calor y por gusto. La proteccin de que gozanlos expendedores no se la dan los zapotecos sino las autoridades.Adems, la industria cervecera se ha convertido en promotoradel folklore stmico: en cualquier fiesta ella pone la banda demsica, la marimba o el tocadiscos y entrega la bebida a domici-lio y fra; slo cobra el consumo. Los planificadores industrialesno objetaran esta promocin, tampoco lo hacen los zapotecos,por qu habran de hacerlo? No se les ha podido ofrecer otrarespuesta que el cielo y de all nadie ha vuelto...

    III

    Triste h'storia en efecto. Tal vez los vientos cesen o la investiga-cin encuentre cultivos redituables adoptados a la zona. Acaso lasinstituciones revivan y acten certera y eficientemente, al fin decuentas no es ms remoto que el que los vientos paren. Tal vezsea necesario desalojar a los zapotecos, Algo tendr que suceder.

    UN DISTRITO DE RIEGO 25

    Mientras tanto la situacin parece esttica, aunque todos sa-ben que se precipi ta cuesta abajo. El valor de la produccin deldistrito en 1967 fue de cerca de veinticinco millones de pesos; msde la mitad se debe al maz criollo o zapalote. Para una inver-sin de cuatrocientos cincuenta millones de pesos se hizo un p-simo negocio desde cualquier punto de vista. La comedia de erro-res no lo explica satisfactoriamente. ,

    Los equvocos pueden derivarse de otro problema: el distritode riego No. 19 no fue construido para beneficio de los campe-

    sinos; ellos fueron el pretexto, la fachada, la razn social esgri-mida para atender problemas emanados de otro mbito: la socie-dad industrial, el Mxico moderno. En ese sector, la construccindel distrito cumpli eficazmente su tarea.

    Diversas presiones se ejercieron favoreciendo la magna obrade irrigacin. La nica que realmente no cont fue la de los cam-

    pesinos.

    Se ha insistido en el importante papel que juega la industriade la construccin en nuestro desarrollo. sta, en efecto, ha cre-cido. Los contratistas, reproducindose como conejos pero cre-ciendo como elefantes, desempean un papel vital como grupode presin. Han creado una especie de monstruo que tiene queser alimentado. Entre ms come ms crece y aumenta su apetito;ha alcanzado un tamao tal que si se frenara causara enormesgrietas en la endeble estructura industrial del pas. Siderurgia,

    maquinaria, cemento, transportes y hasta obreros sufriran si estosucediera. Huelga decir que esta criatura se sustenta bsicamentede las obras pblicas: las demanda, las condiciona y en buena

    part e las decide. Cua trocientos cincue nta millones de pesos no sonun bocado menor. Luego, la planeacin, diseo y construccin deldistrito de riego se hizo, en parte, atendiendo a los intereses de laindustria de la construccin.

    Tambin la burocracia presion en el mismo sentido. Por su-puesto, fue toma da en cuenta. Su inte rs fund amen ta l y perma-nente era el de clase: el incremento constante de su poder me-diante el dominio creciente sobre la actividad econmica. La buro-cracia o el sector pblico tambin est sometida a demandas decrecimiento y presiones de permanencia que slo el manejo de lainversin pblica permiten atender.

    La burocracia tambin presion por razoivs secundarias aun-

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    que ms aparentes, concretas y a corto plazo. Existe una relacincorrupta entre burcratas y contratistas. Ante ciertas circunstan-cias son casi una y la misma cosa. El que no es socio recibe comi-siones o embutes o algo. El botn era apetitoso y suculento, habasuficiente para muchos.

    Pero las razones ms poderosas para decidir una obra comosta son de carcter nacional, esto es, envuelven los intereses detodos los sectores afiliados al desarrollo de tipo industrial. En-tonces responden juntos, indisolublemente unidos, empresas y sin-dicatos, mercaderes y consumidores, todos acordes, bajo el coman-do y direccin del gobierno, juez y parte, lder y rbitro.

    La devaluacin del peso se concibe como un desastre par atodos y nuestra balanza comercial es deficitaria. Ao con ao ven-demos al exterior menos de lo que compramos y hay que mante-ner estable cuando menos una reserva de divisas. Contamos ade-ms con las divisas que aporta el turismo, aunque su saldo fa-vorable es cada da menor en virtud de las peregrinacionesmasivas de devotos consumidores a Texas y a Los Angeles. Detodas formas el turismo no es, ni con mucho, suficiente. Luegotenemos la importacin de capitales amigos que tambin dejaunas migajas, aunque nadie sabe o dice cul es su proporcin conla exportacin de utilidades y el pago de tecnologa. An as se-guimos en desventaja y tenemos que recurrir al crdito externocomo fuente de divisas.

    Las obras hidrulicas son uno de los rubros de inversin pre-feridos por los organismos internacionales de crdito que ofrecenlos plazos ms largos y las ms bajas tasas de inters en sus prs-tamos. A ellos se recurre con ms frecuencia de lo que se creepa ra salvar crisis de tipo monetario. Es ms , se les ma ne ja bsica-mente con este fin. Claro que esto tiene un lmite, que est mscercano cada da.

    La necesidad de divisas es una fuerte presin para emprenderla construccin de magnas obras de irrigacin. Tehuantepec fuefinanciado en un cincuenta por ciento por un banco internacio-nal. Veinte millones de dlares cuando menos son razones demucho peso.

    Tal vez alguien pens vagamente en que la construccin dela obra responda a la necesidad de impulsar una agricultura co-mercial, tecnificada, dedicada a productos exportables, ya que

    UN DISTRITO DE RIEGO 27

    stos constituyen el ms fuerte captulo en las ventas al exterior,y decidi que el distrito producira nada menos que algodn, peroen este caso particular nadie volvi a acordarse de ello.

    Las presiones para construir la presa Benito Jurez se ejercie-ron en un terreno poltico, desde el nivel internacional hasta ellocal y puramente demaggico. En el terreno poltico y sirviendoa sus fines se tom la decisin.

    Los campesinos estuvieron y estn al margen de las decisionespol ticas y de los sectores que en ella pa rt ic ipan ; slo fueron elfactor de recursos humanos de un proyecto emanado de los inte-reses de la sociedad industrial. Nunca se les pregunt qu querano necesitaban. Se les traz una meta, un deber ser en aras de!desarrollo. Se decidi por ellos pero en funcin de otros.

    En este marco se cumpli y se explica la comedia de erroresque slo viene a enfatizar, a dramatizar, el abismo existente entrecampesinos y sociedad industrial.

    Lo ms curioso es que en algn momento alguien deber pa-gar por los platos rotos, y que tarde o temprano lo harn loscampanos.

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    I I

    MAS SOBRE TIERRAS

    DE RIEGO

    De acuerdo con las posibilidades de la tecnologa contemporneade ac de este lado, ocho millones de hectreas del territorionacional son irrigables mediante el aprovechamiento de las co-rrientes superficiales y subterrneas. Para 1970, algo ms de cua-tro millones de hectreas ya estaban recibiendo los beneficios delriego.

    De stas, setecientas mil se regaban desde tiempo atrs, antesde 1926, fecha en que se inici la poltica nacional de irrigacin.Ochocientas mil se deben a los esfuerzos privados o corporadosde los agricultores, o sea que tampoco importan. Pero dos millo-nes de hectreas son el logro neto de los gobiernos revoluciona-rios. Para que no quepa duda ah estn las placas que lo certifi-can en letras bien visibles.

    Las tierras revolucionarias, a las que me refiero en este cap-tulo, se concentran en el norte del pas, muy especialmente enel noroeste. Para ser administradas se han dividido en ciento cin-cuenta distritos nacionales de riego. Esta superficie est ocupadapor unos doscientos set enta mil agr icu lto res . Doscie ntos mil deellos poseen predios de menos de cinco hectreas; cincuenta miltienen entre cinco y veinte, y slo el resto disfruta de superficiesmayores.

    En su conjunto, y en relacin con el resto del pas, stas sontierras benditas, no slo por el agua sino tambin por las mlti-

    ples ate nciones que rec iben de sus pro mot ore s gub ernam entales.Se fomentan y administran por una secretara de Estado especfi-ca, que dispone de mucho ms que el doble de presupuesto quela secretara a cargo de la agricultura nacional. Ms de la mitaddel crdi to oficial al c ampo se destina a los distritos de riego,

    MS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 29

    Consecuentemente, ms de las dos terceras partes del emprende1

    dor crdito bancario privado a la agricultura se cobija en lasmismas zonas. La extensin y la investigacin agrcola se destinancasi ntegramente al servicio de las tierras irrigadas, y estos ser-vicios son pagados por la secretara pobre, la de Agricultura. Tam-bin ella paga la pro duc cin de semillas me jo ra das que se consu-men sobre todo en los distritos de riego. Ms an, la misma Se-cretara de Agricultura prepara, y paga por ello, a los agrnomos,que estn formados para servir a la agricultura irrigada y tecni-ficada. Como si esto fuera poco, algunos productos de los distritosnacionales de riego gozan de subsidios y precios preferenc ia les.

    En las reas nacionalmente irrigadas hay caminos, ferrocarri-les, energa elctrica y otros servicios; hay maquinaria agrcola,industria y comercio; se pagan salarios e impuestos, y hasta seimporta mano de obra de regiones pobres y superpobladas. Sevive algo vagamente parecido a la prosperidad.

    Las copiosas atenciones se justifican plenamente. Casi ochomil millones de pesos se producen cada ao en esas tierras; laagricultura del resto del pas apenas produce treinta mil millonesde pesos (datos de 1966, altamente improbables perp al fin sig-nificativos). Cada hectrea cosechada en un distrito de riego pro-duce ms de tres mil quinientos pesos anuales, contra dos mil

    pesos en el res to. En esas tierr as se cu lt iva casi todo el alg od n,que es nuestro principal producto de exportacin, la caa, el

    tomate, el trigo y el meln, que tambin significan divisas. Enfin, nuestra loada autosuficiencia agrcola, nombre oficial para elsubconsumo, se debe en muc ho a los distritos de riego.

    Todo esto est muy bien, aunque hay, por supuesto, algunosproblemillas.

    Por ejemplo, cada ao quinientas mil hectreas nacionalmenteirriga das no cosechan na da : el veinte por ciento, ni ms ni me-nos. Como la inversin se hizo sobre la superficie total, el valorde la produccin debera computarse igual. As, cada hectreairrigada producira slo dos mil ochocientos pesos, cifra que noimpresiona a nadie. Si consideramos el costo creciente de las obrasde irrigacin se habla de hasta de veinte mil pesos por hectreaen algunas obras, este rendimiento es ms bien desolador, yesto sin considerar las inversiones y subidios directos o indirectos.Y hay muchos, muchos problemas ms. Pero stos son los natura-

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    les, los de un pas pobre o semicolonial, son fases o etapas deldesarrollo.

    Pero hay otro problema que no debera serlo o acaso lo seanecesariamente. De este esplndido crecimiento se ha desterradoal campesino tradicional. Los ocupantes de superficies menores enlos distritos de riego han sido marginados de la danza de los mi-llones, aunque no lo hayan sido sus recursos. Aventurando nme-ros, puede considerarse a los doscientos mil poseedores de menosde cinco hectreas como campesinos tradicionales. Y de alguna

    manera, ellos han sido sacrificados.

    I I

    Por ejemplo, los yaquis de Sonora

    A travs de una autntica epopeya, los yaquis lograron no slosobrevivir, lo que ya es hazaa despus de una guerra contra elporfiri ato , sino obtener el reconocimiento de sus derechos sobrepa rt e de la tie rra que ancestralmente les pertenci. Un a pequeaporcin de su ya reduci do ter rit orio qued comprendida dentrodel proyecto de una gran obra de riego. Consecuentemente, otravez trataron de despojarlos y otra vez tuvieron que luchar. Lostiempos haban cambiado. A la revolucin no se le hace frente

    con armas sino con terquedad, oficios y comisiones y una buenapal anc a, en este caso la del gra n pa tr ia rca: el ta ta general. Sinepopeya esta vez, lograron conservar su posesin dentro del dis-trito de riego. As, cuando en 1951 inici su operacin el distritonacional de riego No. 41, una pequea parte del rea irrigadacorresponda al terreno de la tribu yaqui.

    Ya que se haban quedado era cosa de ayudarles. No se podadejar improductiva esa tierra que tanto haba costado. Adems,la redencin de un grupo con tanto prestigio, mitificado en losdiscursos oficiales, podra utilizarse de alguna manera.

    Pero los yaquis no tenan ms que la tierra y su fuerza detrabajo, insuficientes para propiciar el surgimiento de una agri-cultura moderna. Para redimirlos se comision a una institucinbancari a ofi c:al, que aportara el capital a travs del crdito y latecnologa y la administracin como asistencia tcnica.

    MAS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 31

    Fueron, pues, administrados. La historia de siempre: el bancodecidi qu sembrar, dnde, cundo; con quin contratar maqui-las, porque se trataba de mecanizar; a quin comprar los insumoscomo fertilizantes e insecticidas y hasta a quines contratar comopeones pa ra las labores manuales. Ni estos ltimos fueron yaquispor orgullosos, soberbios y levant iscos. .. Casualmente , las mismasvirtudes que en los discursos les ensalzan.

    A los yaquis no les gust la tutela. Primero quisieron sembrarlo que ellos necesitaban y saban cultivar, sobre todo maz. No los

    dejaron. Les sembraron algodn y trigo, productivos pero no di-rectamente comestibles y tcnicamente distintos en su cultivo. Lue-go procuraron intervenir en la administracin. Fueron drstica-mente rechazados. Faltaba ms: un yaqui supervisando a uningeniero. Apenas para peones estaban buenos. Los yaquis noquisieron; no lo haban hecho para otros que pagaban mejoressalarios y no lo haran por una miseria en su propia tierra.

    Protestaron. Alguien se habr acordado de su proverbial re-beld a y acall la agi tacin repar tie ndo liberalmente mezquinosadelantos a cuenta de las futuras utilidades.

    A partir de entonces la historia se repite o, en lenguaje oficial,el procedimiento se ha institucionalizado. Cada yaqui con dere-chos sobre la tierra de la tribu cobra peridicamente ana miseriapor no hacer nada. En trminos estrictos reciben una renta cen-tavera por su tierra que el banco maneja a su gusto y sin obs-tculos. El evidente incremento econmico en las tierras benefi-ciadas con el riego no alcanz a sus ocupantes. El aumento en laproduccin se reparte, con diversos gra dos de equidad, entre pro-veedores de insumos, maquileros, empleados de la institucinbancar ia y has ta peones o proleta rios rura les.

    El yaqui no vive mejor que antes, puede que peor aunque lecueste un poco menos de trabajo. Pero ha pagado un precio enor-me por ello. Desde hace mucho, tal vez desde la poca prehisp-nica, los yaquis haban elaborado una rica tradicin agrcola.Eran magnficos cultivadores de vega. Tanto as, que bajo eldominio jesuta abastecan de cereales a todo el noroeste, hastalas Californias. Este saber agrcola complejo y depurado ha sidodestruido. La generacin que tiene treinta aos no sabe trabajarla tierra, nunca lo ha hecho. Los viejos en la inactividad olvidan

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    pronto. Los yaquis han pasado a ser una reserva, y una reserva-cin, de mano de obra no especializada.

    Pero hacen esplndidas fiestas. La msera renta les deja tiem-po libre. Hasta consiguen un tra ctor del banco pa ra llevar lasreses que sern sacrificadas en comidas ceremoniales. Se han vol-cado sobre la vida ritual. Mantienen sus autoridades tradiciona-les: la comunilla, el pueblo mayor, las rdenes penitentes y losmaestros de la iglesia. stos conservan el respeto de su gente yla autoridad que les otorga un continente grave y solemne. Deci-

    den sobre todo menos la tierra y de sta viven.En alguna oscura oficina, un conjunto de burcratas ejerce elpoder real de decisin sobre la produccin agrcola , mientras queba jo una en ramada el gobierno de los yaquis discute el dest inode su pueblo.

    III

    La administracin de la tierra por parte de los bancos oficialesno es una prctica discriminatoria, esto es, que no slo se aplicaa los grupos indgenas sino a sectores ms amplios como el cam-pesinado tradic ional cua ndo ocupa tierras aptas pa ra la imp lan -tacin de cultivos comerciales.

    Pero nuestra democracia es autntica, de tal forma que laadministracin de las tierras no es un monopolio de Estado, la prac-tican tambin las empresas privadas y hasta los particulares.

    Por ejemplo, las empresas algodoneras. No son muchas, diez odoce de primera importancia y otras tantas de segunda clase, lamayora de ellas extranjeras (norteamericanas o japonesas), aun-que tambin las hay nacionales y hata de funcionarios pblicos, ydesde el ao de 1969 una de las ms importantes es estatal, todascompitiendo en un rgimen de feroz libre competencia. Ser poreso que al campesino no le importa mucho quin es el dueo, yaque todos lo tratan igual.

    El algodn en Mxico es bsicamente un cultivo de regadoaunq ue tamb in se da en algunas zonas temporaleras. Su calidades magnfica y tiene buena aceptacin en los mercados interna-

    MAS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 33

    cionales, acaso porque se pizca a mano por campesino# de zonasno privilegiadas por el riego.

    Otros campesinos poseen tierras de riego y las empresas tienenque negociar con elle. Las empresas escogen a sus clientes conrigor: slo acepta n a los ricos empresa rios solventes y a los pe-queos y dciles. El resto queda para la banca oficial.

    A los clientes seleccionados, las empresas les venden la semi-llas, los fertilizantes y los insecticidas y contratan a su nombre lasfumigaciones areas y hasta la pizca, todo a crdito, claro est.A los que consideran ms aptos y con tierras de buen tamao lesdejan un margen de decisin y les prestan dinero en efectivo paraque contraten libremente las maquilas y la mano de obra. A losms limitados, los menores por supuesto, les hacen todo, desdelas labores mecanizadas hasta las labores manuales, siguiendo lasrecomendaciones de los tcnicos de la propia empresa; los costosde estas operaciones se les anotan como deudas.

    Las empresas son utilitarias. Cobran un alto inters sobre suinversin. Por el volumen de compra consiguen buenos descuentosen los insumos, muchos de ellos producidos por empresas filiales,

    pe ro los venden a sus clientes a precios comerciales . Cobr an tam-bin , y mucho, por la administracin y la asesor a tcnica. Elcrdito por s mismo es ya un buen negocio.

    Pero mejor an es si el crdito se da, como dicen los econo-mistas, atado. Por contrato, el receptor del prstamo se obliga a

    vender al prestamista. Aqu no hay escape posible. El gobierno, atravs de la Secretara de Agricultura, expide los certificados detrnsito del algodn que aseguran que cada oveja vuelva a suredil. Adems, las empresas consideran poco tico comprar algo-dn habilitado por un colega y se ayudan mutuamente. Valgauna aclaracin: los bancos oficiales no son colegas de las empre-sas y su algodn se considera como de mercado libre.

    Las empresas saben comprar, se es su negocio. Aunque existeuna reglamentacin que obliga a las empresas a comprar el pro-ducto ya despepitado y a precios corrientes de mercado, siemprehay modo de superar estas limitaciones. Primero caen los ms ahor-cados o necesitados, a los que violando la ley se les compra elalgodn en hueso sin despepitar, al precio que se dejan. Los quese libran de vender en hueso, caen en la calidad del algodn des-pep itado que es deter minada por clas ificadores independientes y

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    con fe pblica sancionada por el gobierno. Pero los clasificadoresno tienen ms trabajo que el que las empresas ofrecen y todos seinteresan por conservarlo. La dif erencia entr la calidad real y laclasificada es un beneficio para la empresa con una tajada parael clasificador. Los campesinos vuelven a caer en el peso. Claroque la bscula es un instrumento de precisin, objetivo y exacto,adems, comprobado y certificado por las autoridades. Sin em-bargo, no se puede cer tif ica r al basculero, que es un empleado dela empresa. Un buen basculero gana ms de cien mil pesos al

    ao. Ser bueno es subir al gerente en la bscula y preguntarle:Cunto quiere usted pesar, seor?

    Lindo negocio y muy respetable. Un gran empresario trata susasuntos a alto nivel: de secretario de Estado para arriba. Algnempresario ni siquiera tena que tocar para obtener audiencia,

    pues era l que estaba adentro.Ser porque Mxico produce dos millones y medio de pacas

    de algodn cada ao. Cada una vale unos mil quinientos pesos,lo que significa tres mil setecientos cincuenta millones de pesos.Slo el veinte por ciento de la produccin cuenta con crditooficial. Los otros tres mil millones los manejan las empresas pri-vadas. Son todopoderosas: con el crdito logran control sobre laproduccin, con la propiedad de las plantas despepitadoras con-trolan el mercado interno y como filiales de empresas internacio-nales monopolizan el mercado externo. Plasta los bancos oficialesse ven obligados a vender a las empresas como intermediarias ha-cia el exterior. Y suceden cosas raras como que el algodn me-xicano, pese a su gran calidad, tiene precios internos menores queel algodn norteamericano pero mayores en el mercado externo,y cuidado con preguntar por la diferencia.

    Es que el algodn, pese a nuestra pujante industria, es elprincipal producto de exportacin. Eso significa divisas, estabili-dad, desarrollo, Alianza para el Progreso, Revolucin mexicanaejemplo para el mundo.

    Tambin significa, cmo no, tecnificacin, mecanizacin y altaproduc tiv idad agr cola, en fi n, re form a ag ra ri a integr al. El cam-pesino que recibe una renta mise rable por su tie rra productora dealgodn, tanto as que se ve obligado a vender su trabajo comopen para malvivi r, tiene, ing rato, algunas du da s al respecto .

    MS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 35

    IV

    Y qu decir de la caa de azcar?

    Cultivo clsico de plantacin, la caa de azcar requiere de irri-gacin en la mayor parte del pas. Para competir internacional-mente necesita una administracin eficaz, definitivamente centra-lizada.

    Hay un amo, el ingenio, que simplemente se hace cargo de

    todo, desde la siembra hasta la refinacin. El campesino que po-see tierras escogidas para la siembra de caa, firma un contratoy vuelve dieciocho meses despus por su liquidacin. Simplementeentrega la tierra, o suavemente, la arrienda. Si tiene mucha suertese contrata como pen de campo del ingenio o hasta como obre-ro. Si no, a ver cmo se las arregla. Es un cultivo altamentetecnificado que se maneja con criterio de magnitud y eficiencia yno de caridad.

    Esto se encubre bajo una complejsima ficcin legal. El cam-pesino slo est recibiendo el crdito ofi cial pa ra el cult ivo decaa y el ingenio slo es el agente de una financiera del gobierno

    pa ra oto rgar y supervisar tcnicame nte el crdito. El ingenio selimita a procesar industrialmente la caa por cuenta del campe-sino, pero es agente del gobierno, de otra dependencia por cier-to, en la compra del producto terminado. Por ltimo el ingenioes otra vez agente de un organismo que proporciona los serviciosde cultivo y la asistencia tcnica. El amo, amparado en una mon-taa de contratos, subcontratos, cartas poder y dems papeles tim-brados, result a ser una entidad prct ica mente inexistente, casi me-tafsica.

    Esta maraa no slo oculta el poder absoluto del ingenio, sinoque le permite no invertir capital propio y negociar con recursos

    pbl icos, au nq ue la mayora de las empre sas sean privadas. Elingenio no arriesga, est hecho para ganar.

    Vamos, ni siquiera hace falta el acuerdo de los campesinospara que se siembre caa en su tie rra .

    En el estado de Morelos, por ejemplo, la caa deja menos alcampesino que el arroz, por lo que nadie quiere sembrarla. Peroall, y llamndose nada menos que Emiliano Zapata, estaba un

    gran ingenio oficial disfrazado de cooperativa. Este orgullo revo-

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    36 LOS CAMPESINOS

    lucionario requera de abasto, y requerir significa a fuerzas. Cuan-do fall el convencimiento, la demagogia, el cohecho y la ame-naza, se oblig a los campesinos a entregar su tierra para la siembrade caa con la presencia del ejrcito mexicano. Hermosas, grandesmquinas penetraron los linderos resguardados por soldados quereciban el homenaje de los campesinos, hijos predilectos de laRevolucin.

    Pero el nombre del ingenio no result gratuito. Alguien habrrecordado que por algo similar se levant el caudillo del sur en1910. Haba que tomar medidas preventivas, y asesinaron a Ja-

    ramilk).El ingenio quebr por dificultades financieras. Fue rehabili-

    tado a un enorme costo y necesita de abasto constante.El azcar es producto de exportacin. Est adems sujeto a

    cuotas con precios preferenciales en los Estados Unidos. A partirde cierta molesta revolucin en el Caribe, se ha convertido en unimportante vehculo para la adquisicin de divisas. El azcar esde inters nacional y por ello no se admiten caprichos personales.Adems intervienen otros factores: obreros, sindicatos, cooperati-vas de transporte, capitales, empresas financieras, consumo popu-lar, influencias polticas, proveedores de maquinaria y sacrosantoscompromisos internacionales.

    Tal vez eso explique por qu la cuenca del Papaloapan estdesierta. sta fue la primera obra hidrulica sujeta a una planea-cin integral. Para comenzar tuvo que desalojarse a unos cuantosmiles de indios que ocupaban el vaso de la presa; se les hizo aun ladito, a la montaa. Se hizo la presa. Se rectific el cauce delro, uno de los ms caudalosos del pas. Tericamente qued librede inundaciones una enorme extensin de magnfica tierra. Seelectrific. Se dise un complejo caminero con una carreteracentral, hoy casi siempre vaca y bastante mal conservada. Se pla-ne comunicacin ferroviaria y fluvial. Se disearon parques in-dustriales que nunca se materializaron. Se fund el corazn urbanodel complejo, modestamente llamado Ciudad Alemn. Se le hi-cieron amplias avenidas con camelln central que casi nadie re-corre. Hasta detalles estticos se incluyeron: al principio de lacarretera central se edific un arco triunfal con una leyenda quedice: "La Puerta del Papaloapan".

    Tambin se distribuy la tierra con amplio criterio social. Re-

    MAS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 37

    cibieron buenas dotaciones gran nmero de polticos, recomenda-dos, parientes del primo de no se quin, en fin, aquellos que porser artificiales se llamaron agricultores nylon. Se dice que tambinalgunos de loe pobladores originales recibieron dotaciones dentrode la cuenca.

    Todo esto cost dinero. Parece que mucho ms de mil millo-nes de pesos de entonces. Luego, se entreg todo esto al gran in-genio San Cristbal para el cultivo de caa.

    Ni siquie ra hu bo necesidad de des lindar las parcelas ent rega-das. Sus poseedores firmaron contratos que los alejan de la tierrapor un a re nt a o liquidacin peridica. Su presencia no er a sloinnecesaria sino ms bien estorbosa desde el punto de vista delingenio, no porque fueran polticos, parientes o recomendados quenunca haban trabajado la tierra, tambin estorbaran si fuerancampesinos. Dada la enorme magnitud, la empresa necesita rea-lizar sus planes, casi totalmente mecanizados, con gran precisin.Necesita el con tro l mximo sobre los fac tores que inte rvienen enel complejo proceso de elaborar azcar. No puede permitirse fallashumanas ni problemas sociales. Por eso, la nica labor que de-pende exclusivamente del tr abaj o humano, la zafra, se realiza congente de fuera, ms barata, desorganizada y sin derechos posiblessobre las tierras caeras.

    Pocas veces se ha dado a un particular, el socio mayoritariodel ingenio, un regalo ms esplndido. Ahora resulta que el pobre

    deba dinero al gobierno y que el ingenio est viejo, herrumbroso,tcnicamente obsoleto. La inundacin de 1969, tcnicamente im-posible, lo coloc al borde de la qui ebra. El Estado volvi a inter-venir; compr la empresa slo por setecientos millones de pesos.

    Parecera que el dueo y sus socios, debieron ser, cuandomenos, ineptos. No lo eran, no lo son. Fundaron y poseen un sanocomplejo de empresas financieras que absorbe y reproduce las uti-lidades extradas de la cuenca, invinindolas en otros sectores msdesarrollados de actividad. As dejaron que se descapitalizara elingenio. Acaso percibieron el deterioro del negocio campesino. Porsu maldad fueron regaados pblicamente por el Presidente.

    Mientras tanto, la cuenca del Papaloapan vegeta suavementeentre dulces aromas tropicales. No importa, es el desarrollo indus-trial. Adems, San Cristbal es el ingenio ms grande del mundo.

    !:*> que no impidi el estallido de la crisis en la industria azu-

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    carera. Se habla de ineficiencia y corrupcin. Se requiere de unarestructuracin profunda. El primer paso ha do dado: para sal-var a la industria y a sus propietarios y suspender el subsidio deque gozaban, se elev el precio interno del azcar para consumopopular .

    V

    La poltica de irrigacin sigue firme hacia adelante. Se abrennuevas tierras al cultivo de riego. Se inauguran obras cada vezmayores o ms complejas. Se les bautiza con nombres sonoroscuando no patriticos.

    Han Chac, dios maya de la lluvia, en el sur del estado deYucatn. Proyecto de riego por bombeo para cinco mil hectreas.Mil trescientos indios mayas beneficiados con tres hectreas cadauno, o lea, en medidas locales, setenta y cinco mecates de cuatro-cientos metros cuadrados cada uno. Propsito: liberar al indio dela ancentral esclavitud henequera.

    Se porforaron pozos profundos y se construy una red de ca-nales. Como en Yucatn no hay tierra sino piedra calcrea, plan-tar es algo difcil y complejo. Se abrieron agujeros en la piedra,

    pocetas las llaman , a pu nt a de pico y barreta y a veces hasta condinamita. Esta gran maceta se rellena de polvo y tierra y en ella

    se siembra. Este trabajo, como siempre, se hizo por cuenta de loscampesinos y con crdito oficial. Tambin recibieron como crditolos arbolitos de naranjo que los redimirn.

    Al poco tiempo se descubrieron los errores. Todo el trabajoliaba sido intil. Toda la inversin se haba perdido. El PlanChac haba fracasado.

    Result que el agua que reparta n los costosos canales no re-gaba sino que se absorba por la piedra esponjosa hasta volver asu origen: el manto o corriente subterrnea. Cierto que se estabaexperimentando, que nunca antes en el mundo se haba intentadoempresa semejante, entre otras circunstancias porque no haytierra como la de la pennsula de Yucatn. Son stos al fin loscostos de la experiencia.

    Pero eso no fue todo. De los arbolitos de naranjo sembradosms de la mitad no prendieron. No hubo para ello justificacin

    MS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 39

    experim enta l: los injer tos estaban mal hechos pese a la vigilanciatcnica especializada. De los naranjos que s prendieron muchosmurieron por falta de agua, pero otros sobrevivieron para darnuevas sorpresas: la variedad de fruto era corriente, de malacalidad, apta cuando mucho para el consumo local aunque sehaba previsto, y cost, para que fuera de las mejores del mundo.

    Pero todo tiene su lado positivo. Muchos agradecieron quems de las tres cuartas partes de los naranjos no llegaran a pro-ducir. El mercado internacional no era favorable: exceso de ofer-

    tas. Adems la produccin del Chac coincidi con la de Monte-morelos, en Tamaulipas, con un volumen mucho mayor, de mejorcalidad y precios mucho ms bajos, que satur el mercado na-cional. Cuando los predios sobrevivientes ofrecieron sus pocos fru-tos de baja calidad, la ciudad de Mrida, nico mercado posible,fue prcticamente inundada por ellos. El precio se vino por lossuelos. En los peores momentos result incosteable recoger losfrutos que simplemente se pudrieron al pie del rbol.

    Se inici la segunda etapa del Plan Chac.Para el problema ms grave, la absorcin del agua, la tcnica

    mode rna ofreci pronta respuesta: el riego por aspersin. Hoy seabren nuevos canales en la piedra para enterrar los tubos al ladode los flamantes canales de concreto abiertos para la primeraetapa.

    Tambin se analiz con rigor tcnico el peligro de poner todos

    los huevos en un a canasta y desarrollar un solo cultivo. Se for-mul un nuevo plan de cultivos sin riesgo posible: se dedicarancuatro mecates a la ganadera, cuatro a las aves de corral, Cuatroa maz y otro tanto para habitacin y granja, doce mecates a tresvariedades de hortalizas, etctera, esto es, un huevo en cada ca-nasta. Este proyecto mereci aprobacin tib'a del banco internacio-nal que financia la mitad de los costos del proyecto. Hay quien yacalcula el monto de un nuevo prstamo para el financiamientoexterno de la tercera etapa del Han Chac.

    A propsito de los campesinos mayas. Estn endeudados msall de toda posibilidad real de pago. Por ello estn encadenadosa los nuevos des-gnios y experimentos de tcnicos y planificadores.No tienen poder de dec idir sobre su fu turo , per o tam poco lo tu-vieron antes. Nunca hubo dilogo con ellos. Nunca se les explicnada y se presumi su incapacidad de opinar. Simplemente los

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    movieron por un sueldo que deberan pagar ms tarde. Ellos te-

    nan que comer y no tuvieron opcin posible.

    VI

    En cualquier publicacin estadstica nos dicen que la Revolucinha puesto bajo irrigacin moderna dos millones y medio de hec-treas. Un poco ms adelante se dice que en los distritos nacio-nales de riego se cosecharon dos millones de hectreas. No seexplica la diferencia.

    Hay que especular sobre lo que pasa con las quinientas milhectreas que ao tras ao no cosechan nada.

    Tal vez unas cien mil o hasta doscientas mil si se quiere, nocosechan nada por falta de agua. Aunque en los ltimos aos seha dicho que las presas estn llenas, es posible que el almacena-miento sea insuficiente para atender a toda la superficie. Son co-sas que pasan hasta en los pases ms adelantados. Lo que tal vezno suceda en ellos es que quienes se quedan sin regar sean siemprelos ms pequeos, los ms necesitados, como aqu sucede.

    No puede dejar se sin agua al algodn o al azcar por muchasrazones: son cultivos con una inversin de capital que no puede

    perderse; esa inversin la real izan empresas poderosas; el produc-to es materia prima para industrias que no pueden parar y que

    significan mucho para la economa nacional en su conjunto. To-das estas razones y muchas ms se traducen en presiones a travsde grupos organizados e incrustados dentro del sistema polticonacional. Estos grupos son los representados en las juntas direc-tivas de los distritos de riego, donde se decide la distribucin delagua y el plan de cultivo con criterios de prioridad econmica ypol tica.

    Si falta agua no se siembra ningn cultivo de subsistencia.Estos tienen poca inversin, no son materias primas ni producendivisas, ni sus cultivadores tienen representacin o peso poltico.Son campesinos tradicionales, esto es, materia inerte y reacia aldesarrollo.

    Otras cien mil hectreas sin cosechar pueden atribuirse causascsmicas: trombas, granizo, heladas, plagas, acame, lluvias to-rrenciales e inundaciones. Son fenmenos que tambin afectan a

    MAS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 41

    los pases rico. Pero aqu resulta que los meteoros inciden prefe-rentemente sobre los campesinos tradicionales que carecen de losrecursos y del complejo de intereses que protege a la agriculturaempresarial. Ellos no tienen seguro agrcola o carecen de los me-dios para lograr que se aplique justamente. Tampoco pueden

    pagar la inversin que les permita con trola r tcnic amente algunossiniestros como las plagas o piara prevenirse de otros, como de lasheladas.

    An as, quedan como doscientas mil hectreas improductivas.Esto puede deberse a muchas razones. Las tierras pueden estardesniveladas y ser por eso impropias para el riego. Les puede fal-tar drenaje o le sobran piedras. Pueden tener salitre o ser demala calidad. Pueden estar simplemente enmontadas o agrestes.Pueden tener confusa su situacin legal. Son las tierras que tienen

    problemas.Con la tcnica moderna casi todos estos problemas pueden

    solucionarse con inversin de capital. Los poseedores de esas pro-blemticas superfi cies son campesinos tradicionales , que ent reotras cosas se caracterizan por la falta de capital. Si no lo fueran,sus problemas se habr an resuelto de alguna ma nera, bien f uer apor inversin propia o por la absorcin de crditos pbl icos oprivados.

    Es el sector pblico el que debiera atender con sus recursoseste problema. Con un criterio puramente econmico resulta una

    inversin atractiva. Aventurando nmeros, podra sugerirse queel costo de incorjiorar cada hectrea al riego no alcanzaran losquince o veinte mil pesos que cuesta hacerlo en un distrito nuevo.Tal vez con el mismo costo de un distrito de cuarenta mil hect-reas podran rehabilitarse cien o ciento cincuenta mil hectreas. Pe-ro esto no se hace y en cambio se construyen obras nuevas, algunasde ellas hasta en zonas no pobladas, que lgicamente aumentan sucosto con el traslado de la poblacin. Esto parece un tanto irra-cional.

    Empero, no lo es tanto. En primer lugar, las tericas doscientasmil hectreas estn dispersas por todo el pas. Adems, por lavariedad de sus problemas requieren de inversiones de muy distintandole y carcter. La inversin en ellas sera obligatoriamente frag-mentada. Sera de hecho una multitud de inversiones minsculas.Esto, aunque pudiera tener un sentido econmico, lo que es dudoso

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    desde el punto de vista de! sector oficial, carece del ms elementalsentido poltico.

    La inversin pblica se traduce en poder poltico por su mag-nitud y el centralismo con que se le maneja. Rehabilitar doscientasmil hectreas dispersas implica atomizar la magnitud y la respon-sabilidad entre infinidad de funcionarios menores. En estas condi-ciones, la obra no puede ser contratada haca arriba, esto es, concrditos externos, ni hacia abajo, para beneficiar a un contratistapoderoso lleno de contactos e influenc ias. Esto impl ica, adicio-

    nalmente, que la utilidad no se concentra, no se capitaliza conintensidad y revierte en poco beneficio para el sector industrial.Hay tambin otro factor importante. Las tierras problemticas

    se forman por varios miles de parcelas de pequeo tamao y queadems tienen dueo. Por su mismo tamao y el carcter de susposeedores, no hay garant a, ni siquiera mucha s posibilidades, deque se conviertan en empresas agrcolas rentables dedicadas a losproductos comerciales. Por otra pa rte, son tie rras que no se puedenrepartir racionalmente entre agricultores capaces y mejor si sonprimos, compadres o recomendados del seor. No son objeto de re-forma agraria.

    Lo que se podra obtener es mejorar el ingreso de unos cuantosmiles de campesinos tradicionales, incapaces de agruparse y ejercerpresin. Y eso no se llama pol tica agr ari a sino beneficencia .

    VII

    No est hecha la miel pa ra el hocico de los bur ros ni la pol tica deirrigacin para beneficio del campesino tradicional.

    Desde 1926, en que el presidente Calles inaugur la polticarevolucionaria de irrigacin, sta ha sido uno de los renglones msimportantes de la inversin del Estado. Como tal, tiene diversasmotivaciones y mltiples efectos en el terreno de la economa y dela poltica.

    Actualmente, la construccin hidrulica persigue primordial-mente la obtencin de financiamientos externos a largo plazo yba jo inters. Este objetivo tiene que ver con el raquit ismo denuestro humilde peso que se disfraza de moneda fuerte y pode-rosa.

    MAS SOBRE TIERRAS DE RIEGO 43

    Parte del mismo objetivo es lograr que las reas irrigadas cul-tiven productos exportables algodn, caa y jitomate, de talforma que produzcan divisas para pagar el prstamo original yotros rezagados de tiempo anteriores.

    Puede decirse que la principal motivacin en la construccinde obras hidrulicas tiene que ver con nuestra condicin de sub-desarrollados o dependientes, caracterizada por la necesidad deimportar objetos manufacturados, aunque se les llame bienesde capital, tecnologa y hasta capital y que vendamos en cambiomaterias primas o productos agropecuarios sin elaborar. Compra-mos o pagamos beneficios a precio de oro y vendemos a cambiode cuentas de cristal.

    Si se suman las ventas al exterior de productos agrcolas y elingreso de divisas por prstamos destinados a la irrigacin, puedeafirmarse que la agricultura de riego es, con mucho, la principalactividad productora de divisas.

    En cierto sentido esta situacin se deriva de la dependenciadel pas respecto a las potencias imperialistas. Pero el sector me-xicano afiliado al industrialismo no tiene madera de mrtir. Noslo no paga precio por la dependencia sino qu se las arreglapara ganar mucho dinero . Para pagar al imperia lismo estn loscampesinos.

    El sector industrial de Mxico se ha convertido si no en socios en agente de las potencias industriales. Alrededor de las rea-,

    ciones de dependencia con el exterior se ha conformado un sub-sistema local que trata de reproducir en pequea escala la condi-cin de! poderos y su dominio sobre los dependientes. Asi, paraconstruir las magnas obras de irrigacin se han formado las em-presas contratis tas privadas que han cop iado e impuesto los m-todos constructivos que se utilizan en los pases ricos: muchamaquinaria, mucho capital y tcnica, todo importado. Este cuerpoextrao, en tanto depende de la importacin, la llamada industriade la construccin, ha llegado a convertirse en uno de los pilares deldesarrollo mexicano. Si se quiere seguir creciendo como hasta aho-ra, esta industria ha de ser fortalecida, protegida e impulsada aobtener mayores ganancias.

    Por otra parte, para hacer producir las tierras irrigadas apar tir de la construccin de grandes obras, se lia propiciado elsurgimiento de empresas agrcolas de tipo capitalista que casi siem-

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    pre son de propiedad pr iv ada. Est as empre sas tambin recurre na un modelo de produccin externo,.que necesita de grandes ex-tensiones de tierra, concentracin de capital y uso intensivo demaquinaria para obtener enormes ganancias aunque los rendi-mient os fsicos por unid ad de superfici e sean relati vamen te bajos.Estas empresas disfrutan de manera directa de los beneficios dela irrigacin.

    Pero los beneficios privados que obtienen contratistas y empre-sarios de las obras de irrigacin se derivan de otra fuerza: la delEstado. La poltica de irrigacin es una creacin de la Revolucin

    mexicana. Por ley es la nacin, representada por el Estado, laduea original de todas las tierras y aguas. Es el gobierno el quedecide qu obras deben construirse y con qu mtodo. Es el quefinancia la construccin o consigue el crdito para hacerlo. ElEstado promueve y apoya la formacin de las empresas contra-tistas privadas. El gobierno expropia la tierra que ser irrigaday la vuelve a repartir. Tambin decide la forma de propiciar eldesarrollo agrcola y de ah surge el empresario. Las empresas soncriaturas del Estado y se cobijan a su sombra. El gobierno es lacabeza, el lder y el grupo ms poderoso del sector afiliado al in-dustrialismo y por ello es el principal agente de la dependenciaexterna.

    El gobierno es el dueo del pastel y reparte los trozos entresus afiliados y en su propio beneficio. Por medio de la inversin

    pblic a se asegu ra la dependen cia de industriales , finan ciero s, con-

    tratistas, obreros, empresarios agrcolas y dems. Esta dependen-cia se paga con fidelidad sin lmites, incondicional. Se aprietanfilas, se denuncia a los traidores, se forma un bloque monoltico.Dentro valen los coda/os, las divergencias y hasta las peleas mien-tras nadie salga de las filas.

    Los campesinos no estn en la formacin. Guando quedanincluidos en las obras de irrigacin tienen que pagar por el des-arrollo. Tienen que entregar sus tierras a las empresas para quesean sabiamente administadas. Para que sus tierras den gananciaa la empresa deben aportar su fuerza de trabajo. Adems tienenque callarse y dar las gracias, ya que todo se ha hecho en sunombre y beneficio. No en balde son los hijos predilectos de la

    pa tr ia .

    I I I

    NEOLATIFUNDISMO

    Somos un pas con un agro reformado. Nuestra condicin actualsera inexplicable sin ese proceso reformista.

    La reforma agraria mexicana es un proceso muy complejo quepu ed e y deb e analizarse desde var ias perspectivas .

    Primera: la de su motivacin.Se han reseado ampliamente los errores del liberalismo y del

    porf ir ia to , sobre tod o en ma te ri a agra ria, que se agregaron a con-flictos acumulados en la poca colonial. Por estas condiciones, laRevolucin de 1910 fue en muchos de sus planteamientos y algu-nos de sus sectores, un movimiento campesino. Un botn de mues-tra: Emiliano Zapata y el ejrcito rebelde del sur. Los campesinosarmados y combatiendo fueron un definitivo grupo de presin enla Revolucin mexicana.

    Los reformadores sociales, los intelectuales de clase media que

    influidos por las ideas anarquistas deseaban un mundo ms justo,tambin se constituyeron en un importante grupo de presin.Razones ideolgicas y tcticas los movilizaron en apoyo de algunasdemandas campesinas. En este movimiento participaron Flores Ma-gn, Cabrera, Jara, Magaa, Mjica, Soto y Gama, en fin, los yasabidos.

    Estos grupos lograron imponer el reparto agrario o lo hicieronellos mismos cuando todava se peleaba. Esto no fue una conce-sin demaggica, sino el triunfo de una demanda real y poltica-mente efectiva, cimentada en una ideologa y respaldada por unafuerza armada.

    Segunda: la de su legislacin.El movimiento campesino demand una reforma agraria ra-

    dical. Concibi la tierra como una fuente de subsistencia y nocomo un capital productivo. Su programa era bsicamente pol-

    tico y social. Pedan que el dominio territorial quedara en las

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    comunidades, en los pueblos, como autoridades soberanas. Quelas tierras se sustrajeran del mercado, que no fueran enajenablesni ernbargables. Pedan permanecer domo hombres libres, dueosde trabajo y de la tierra. Queran seguir siendo campesinos.

    Pero ellos no eran los nicos, ni siquiera eran los triunfadores.Otros revolucionarios tambin pensaban en la reforma agraria.Para ellos era un programa econmico que complementaba elcamino de la modernizacin. Conceban la tierra como el susten-to de una empresa individual que produjera capital y crecimien-to. Pedan que la tierra se conservara como objeto de propiedad

    privada. Queran que el campesino de ja ra la bar bar ie, que secivilizara comprando y vendiendo.No hubo ganador aparente y surgi una legislacin agrari a

    dual. Por un lado asienta el derecho del campesino a la tierrapa ra obtener su subsistencia a travs del ejido y de la com unidadcomo formas corporadas de tenencia de una superficie territorialque no se puede vender, rentar o embargar. Por otra parte aceptala propiedad privada de la tierra, aunque con limitaciones, comoel fundamento de una empresa particular en el marco de unasociedad capitalista. Los dos modos de tenencia, los dos ideales,deban coexistir.

    Tercera: la de sus primeros efectos.stos se sintieron muy pronto y fueron espontneos y destruc-

    tivos. El modo anterior de tenencia y de produccin dominante,la gran hacienda, fue totalmente desorganizado y en algunos

    casos hasta fsicamente destruido por el movimiento armado. Aveces, los grandes latifundios fueron repartidos por las mismascomunidades a travs de comisiones agrarias locales.

    Pero la desorganizacin de la hacienda no aniquil a los ha-cendados como grupo de presin. Se trasladaron a las ciudades ydistrajeron su ocio dedicndose a los negocios y la poltica. Laaristocracia terrateniente del porfirismo persisti. Tuvo paciencia.Hoy se ha confundido con la nueva aristocracia, la revoluciona-ria, en el grupo en el poder.

    Cuarta: la de su institucionalizacin.Acabado el tiroteo, o disminuido sensiblemente cuando menos,

    en los aos veinte, la Revolucin se hizo institucin y gobierno. Unainstitucin pobre y en bancarrota que gobierna un pas desarti-culado, con su proceso productivo aniquilado y presionado finan-

    NEOLAT1FUND1SMO 47

    ciera y polticamente desde el exterior. En esas circunstancias lasdemandas campesinas dejaron de ser prioritarias. Para entonceslos lderes campesinos, como Zapata, ya haban sido asesinados ylos idelogos radicales haban sido desterrados o incorporados ala maquinaria del poder.

    La problemtica econmica adquiri urgente primaca. Se bus-caron los caminos ms cortos para resolverla, lo que hoy llama-mos la ruta crtica. Se inici tmidamente, a travs de la recons-truccin, la futura marcha hacia el desarrollo econmico.

    Esto afect a la reforma agraria. El primer paso fue preservar

    las unidades agrcolas productivas, cualquiera que fuera su exten-sin territorial. Era necesario reinstalar la seguridad en el cam-po. El general y presidente Calles proscribi los repartos espon-tneos de la tierra y quit a las comunidades la facultad parahacerlos. Desde entonces la realizacin del reparto, y con ellatoda la reforma agraria, pas de las manos de los campesinos alas "del gobierno, que la maneja ra en su propio beneficio y en eldel sector que representa. As perdieron los campesinos su msimportante batalla.

    Para obtener la seguridad plena se tom entonces otra medidapolt ica : entregar el usufr ucto de! eji do en parcelas individualesper manentes. Con ello se quit