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CRÓNICAS PELANDESAS -Nocturnia- Pelayo Lana Ediciones Pelayo

pelaganso.files.wordpress.com  · Web viewCRÓNICAS PELANDESAS-Nocturnia-Pelayo Lana. Ediciones Pelayo. Índice. PRÓLOGO4. Segunda parte: la Celda del Crepúsculo7. CAPÍTULO 1

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CRÓNICAS PELANDESAS

-Nocturnia-

Pelayo Lana

Ediciones Pelayo

Índice

PRÓLOGO4Segunda parte: la Celda del Crepúsculo7CAPÍTULO 1 Respuestas8CAPÍTULO 2 Primera parada: Króndica13CAPÍTULO 3 El sector Scylla23CAPÍTULO 4 El sector Charib36CAPÍTULO 5 El asalto a la ciudadela48CAPÍTULO 6 Todos a por Nueve72

PRÓLOGO

-¿Me puede alguien explicar que demonios está pasando? -inquirió Carlos- ¡Tenemos tanto al Delta como al Alfa en terreno y hace casi medio día que no sabemos nada de ellos!

-No sabemos absolutamente nada, no hay contacto acústico ni visual con ellos, ¡Ni siquiera tenemos sus posiciones! -le respondió un agente de la ASP- su última señal de radar fue dada en las inmediaciones de Station Square… Luego se levantó esa maldita niebla en el valle en el que estaban y su holo quedó neutralizado. Por lo que sé, los efectos de la niebla no duran para siempre, pero cuando se pasaron debían estar en una zona fuera de cobertura, como un túnel, y no recibimos nada…

-¡Señor! -gritó alguien desde la sala de vigilancia- ¡Tenemos contacto visual!

-¡En pantalla, rápido! -le dijo Carlos.

Y ahí se veía el santuario, las mortíferas columnas verdes de láser todavía estaban derribando los últimas naves. Vieron la pelea de los soldados Nocturnus contra los dos equipos, como su jefe conseguía el Bastón Celestial, luego el arma de Steel, que entraba en acción, y finalmente la onda expansiva del hechizo de su jefe, que desde fuera se veía como una atronadora y terrorífica explosión cegadoramente blanca. La cámara se bamboleó un instante, pero se recuperó rápidamente. Y después, asistieron, estupefactos, a la caída de la isleta volante, que sin el Bastón se venía abajo, con los dos equipos encima. Al impactar en el suelo, provocó tales temblores que la cámara se cayó de dónde estuviera y no pudieron ver más.

-Esto es una grabación -le dijo a Carlos el agente-. Esto aconteció realmente hace cosa de unos minutos.

-¿Y a qué esperamos? -urgió Carlos- ¡Vamos a por ellos!

-Señor, espero que recuerde que no andamos sobrados de efectivos precisamente…

-¿Me tomas el pelo? -Carlos se giró repentinamente, asustando al agente- ¿En un momento cómo éste? Ya sé que no contamos con naves, pero tenemos infantería ¿No? Comandos, me refiero. Y podemos pedir ayuda al ejército ¿No?

-Cuatrocientos veintisiete pelandeses, comandante -dijo solamente el agente- ¿No se acuerda?

No hizo falta que dijese más. Cuatrocientos veintisiete. Esa era la cifra de bajas entre comandos y soldados que se había cobrado la batalla del santuario cuando habían sufrido ese ataque relámpago. Y recordaba perfectamente que su última comando se había ido a Station Square. Y él mismo había firmado la orden sin darle tiempo a protestar. Le soltó un puñetazo a la mesa ¡Sería canalla! Y ahora no disponía de efectivos para rescatarla.

Claro, que había que considerar otros puntos de vista, quizás pudiese rescatarse ella misma y a sus compañeros… O quizás no quedase nada que rescatar.

Se sacudió la cabeza con fuerza, para quitarse esos pensamientos de su mente, no podía ser, simplemente no podía ser… Cuando sus comandos salieran del hospital, quizás pudiera mandarlos a buscar… y además, ahora que los Nocturnus se habían ido de la isla, con un poco de suerte, Pelayo retiraría a sus soldados de las barricadas que protegían las ciudades… Sí, eso era. Habían salido de situaciones peores y quizás pudiesen arreglárselas…

-¡Comandante! -gritó uno de los agentes- ¡Fuertes señales de energía provinentes de Station Square!

-Pero hay algo raro -sugirió Gary- ¡Se trata de anti-materia! Si no fuera porque es imposible, diría que es un agujero negro… pero no puede ser…

-¡Señor! -gritó otro agente, en la esquina- ¡Las mismas señales de energía negativa sobre Aufulgluch!

-¡Igualmente en la zona este, sobre el Pantano Infernal!

-¡Otro agujero detectado sobre el puente de Merina!

-¡Tres focos de la misma energía sobre Koopachópolis!

-¡Dos más sobre la costa noroeste!

-¿Pero qué demonios está pasando aquí? -preguntó Carlos, al aire.

-¡Se detecta uno en las proximidades de Navivilla!

-¿Quiere alguien explicarme que está pasando? -repitió Carlos.

-No estoy seguro -se dirigió a él Gary- pero la tenemos liada, seguro. De momento, estos cuerpos no tienen mucho poder de atracción, pero van creciendo… No quiero ni imaginarme lo que pasará si se fusionan…

-¡Nuevo objetivo sobre SunState!

-¿Los pelandeses de a pie lo han detectado?

-Por suerte, hoy hay nublado, y los agujeros han aparecido sobre las nubes, así que de momento han pasado desapercibidos…

-¡Nuevo objetivo sobre la cordillera pelandesa! ¡Justo en el centro de la isla, y…! ¡Y éste es más grande… es enorme!

-Estamos en una situación de las gordas -terminó Gary- propongo evacuar la isla y reutilizar las viejas Villas-Burbuja[footnoteRef:0]… [0: Pequeñas poblaciones bajo el mar pensadas para si la vida en la superficie se volviese imposible. Deben su nombre a que los edificios están protegidos por una semiesfera de cristal.]

-¡Señor! -gritó otro agente, que venía corriendo.

-¿Dónde ha sido esta vez? -le preguntó Carlos sin rodeos.

-No se trata de otro agujero negro… sino de que un miembro del equipo Delta intenta contactar con nosotros…

-¿Quéééééé? -le dijo Carlos- ¡En pantalla, rápido!

Apareció una imagen de Sparks. No era estable ni de lejos debido a la proximidad de la anti-materia y parecía que había un fuerte viento que levantaba cosas pequeñas.

-¿ASP? -preguntó. Casi no se le entendía por las interferencias- ¿Me reciben?

-¡Te recibimos! -le respondió el oficial de comunicaciones de turno-. Aunque no alto y claro precisamente…

-¡Primero llamo para que sepáis que estamos todos bien y que no nos ha pasado nada…! y para deciros que vamos a salir en busca de los Nocturnus. Contamos con una aliada nueva que nos proporcionará la manera de llegar hasta su dimensión…

-¿Una nueva aliada? -preguntó Carlos- ¿De quién se trata?

-Pues de la comandante Shade, de los Nocturnus, que…

-¡¿CÓMO?! -estalló Carlos- ¿Me estáis diciendo que os habéis aliado con una Nocturnus? ¿Habéis perdido la chaveta?

-De eso nada -respondió Sparks, con calma-. Shade fue atacada por Nueve al cuestionar sus planes, y él se marchó sin esperarla, dejándola aquí. No tengo ni idea de cómo será su código de honor, pero por cómo ha reaccionado Shade al enterarse de lo ocurrido, considera que Nueve ha roto el trato y quiere devolverle la pelota.

-Espero que sepas lo que haces… porque ya me contarás cómo piensas llegar hasta su dimensión…

-Shade dice que puede arreglar eso, pero para ello necesita una nave… y que tenga un motor potente. Steel y yo estamos montando una pequeña lanzadera que podremos usar para llegar hasta su dimensión.

-Recibido, y te repito que espero que sepas lo que haces… cambio y corto.

-Corto y cierro.

La inestable imagen de Sparks desapareció.

-Nuevamente repito que espero que sepan lo que hacen -dijo Carlos mientras se dirigía, cabizbajo, a su despacho.

Segunda parte: la Celda del Crepúsculo

CAPÍTULO 1Respuestas

Jamás habían conocido a alguien tan silenciosa como Shade. Y eso que conociendo a Leeg, que te hacía pegar un bote cada vez que te hablaba a la espalda. Pero lo de Shade era un caso especial, porque se movía en silencio, comía en silencio, trabajaba en silencio, e incluso hablaba en un susurro casi inaudible si estaba tranquila. Eso sí, si estaba enfadada, sus furiosos gritos se oían a un kilómetro de distancia, cosa que siempre le pasaba cuando hablaba de Nueve. Con todo, casi no hablaba si podía evitarlo, y si la pregunta lo permitía, respondía con gestos rápidos y se iba antes de que te pudieras empanar siquiera. Únicamente se mostraba comunicativa en presencia de Trest, con el que se volvía extrañamente amable. De todas maneras, incluso con Trest delante, tenías que sacarle la información con sacacorchos. Hablar de sí misma no le atraía, hablar de su dimensión la hacía sentirse nostálgica y hablar de Nueve la enfurecía. Aún, así, había prometido que podía modificar una nave para hacer que pudieran volver a su dimensión, y en ello estaban.

Usando las piezas de las viejas naves de Steel, estaban construyendo una lanzadera con capacidad para todos, la cual se encargaría Shade de modificar cuando estuviese lista.

Hasta que ocurrió. Shade estaba subida a un andamio, remachando unos tornillos con un taladro especial, y Larry, sobre la plataforma, debajo del todo, repasando la pintura ignífuga de la lanzadera. Larry se dio cuenta justo a tiempo, y se apartó de la trayectoria del objeto. El taladro que sostenía Shade se estrelló contra el suelo con gran estrépito.

-¡Eh! ¡Cuidado, que casi me das! -gritó Larry hacia el andamio que tenía dos plantas hacia arriba, pero se calló al ver a Shade. Estaba encogida sobre sí misma y parecía que le dolía algo. Y también parecía que se iba a caer. Bueno… no es que lo pareciera, es que lo hizo. Se cayó sobre Larry, que no se había movido por la sorpresa, y eso le costó un buen castañazo. Shade no tenía buen aspecto en absoluto y eso no era ninguna novedad. Llevaba varios días así y cada vez que le preguntabas qué le pasaba, negaba rápidamente con la cabeza y seguía a lo suyo. Pero esta vez había ido más lejos que nunca, porque hasta ahora no se había caído de ningún sitio.

Cuando Shade se recuperó, en su habitación (dormían todos en un edificio semiderruido en el centro de Station Square) estaba al menos la mitad del grupo, esperando pacientemente. Trest fue el primero en darse cuenta que se había despertado.

-Y ahora, si no es molestia -le dijo- nos vas a contar de una vez lo que te pasa.

Shade se vio sin salida. Bajó la cabeza.

-Es nuestra dimensión. La Celda del Crepúsculo, así la llamamos. Crepúsculo porque nunca amanece allí, ya que no tenemos soles alrededor de nuestra tierra y Celda, porque una vez que entras, salir no es nada fácil.

-Perdona, pero no te sigo -le dijo Tailor.

-Esto -retiró un poco las sábanas de su cama y se palmeó el cinturón- es un rasgador de dimensiones, coloquialmente hablando. El poder de la celda impide que la abandones, pero la tecnología supera todos los obstáculos. Cuando el cinturón se activa crea una burbuja dimensional a tu alrededor, y es como estar en la Celda del Crepúsculo, aunque en realidad puedes estar dónde te dé la gana. Aunque por desgracia, nada es perfecto. Con el tiempo, las burbujas se desgastan y hay que volver. Yo ya llevo mucho tiempo aquí y mi burbuja debe de estar a punto de quedar inutilizada.

-¿Y qué pasará si eso ocurre? -preguntó Sparks.

-Nunca le ha pasado a nadie -contestó Shade- cuando tu burbuja se gasta, empiezas a sentirte mal, y entonces es cuando hay que volver, para recargarlas. Nadie ha llevado tan al límite su burbuja como yo en estos momentos y no quiero imaginarme lo que pasará si se le agota la batería… Por eso necesitamos tanta energía. Estamos a punto de encontrar la manera de abandonar esa maldita dimensión definitivamente y no vamos a dejarla escapar. Por fin íbamos a poder volver a Pelandia… o eso nos dijo Nueve. No dijo nada de destruir, pero por desgracia he sido la única que se ha dado cuenta. Y a estas altura me habrá declarado, como poco, persona “non grata” en Nocturnia. Como se me ocurra volver por las buenas, estoy acabada.

-¿Nocturnia? -preguntó Riu, extrañado- viene de Nocturnus, eso está claro, pero ¿qué demonios es?

-Nocturnus es el gentilicio de Nocturnia, así como pelandés es el de Pelandia. En realidad estamos hablando del planetoide Nocturnia, que si te fijas en un mapa viejo, la verás en el noroeste de la isla pelandesa. Antes era una gran ciudad pelandesa, la más grande después de la capital Koopachópolis, que, por cierto, por aquel entonces se llamaba Alcurnia. Ten en cuenta que estamos hablando de tiempos de los Maurders. En los mapas de ahora ya no sale.

-¿Y qué ocurrió? ¿Y como una ciudad puede convertirse en un planetoide?

-En realidad lo llamamos planetoide por no llamarla directamente roca estúpida. Tiene más o menos la misma forma que tenía el santuario de las joyas cuando estaba volando. Parece una roca arrancada de cuajo del lugar al que pertenecía, que por cierto, lo es, solo que en vez de tener un santuario tiene encima toda una ciudad de diez mil habitantes. La Celda del Crepúsculo está llena de islotes flotantes parecidos, algunos de los cuales tienen la suerte de tener pequeñas estrellas orbitando a su alrededor. Nocturnia no tuvo esa suerte. En esos islotes habitan todo tipo de habitantes, subrazas pelandesas con un tremendo diaformismo respecto a los pelandeses actuales. En Nocturnia los llamamos semipelandeses. Los Nocturnus nos hemos erguido como especie dominante y hemos conquistado todos los islotes. Ahora vivimos todos bajo una aparente paz. La Celda no es una dimensión natural, es artificial. Fue creada para encerrar en ella a las razas más peligrosas. El clan Nocturnus fue considerado peligroso por el resto de los pelandeses Maurders, y nos enviaron allí; y algo semejante les pasó a el resto de los habitantes de por allí.

-¡Un momento! -saltó Sparks- hay un ligero anacronismo en tu historia. Los tiempos de los Maurders fueron hace casi quinientos años. El resto de la población Maurder se extinguió. La única excepción se encuentra ante mí -Trest bufó- y en todo caso durará unos treinta o cuarenta años más. Los Maurders de Pelandia se han extinguido prácticamente y eso que eran millones. Los Nocturnus eran solo diez mil y además os habéis metido en guerras. Deberíais haberos extinguido hace la tira y todavía seguís presentando batalla. ¿Me lo puedes explicar, ahora que tienes el día parlanchín?

-Es que el tiempo en la Celda del Crepúsculo no pasa como aquí. Cien años aquí pueden pasar como un segundo allí y viceversa. El tiempo de allí es completamente irregular comparado con el de aquí y avanza a tirones. Pero para terminar de tocar las narices, allí, una vez llegas a la edad adulta, no envejeces más. Efectivamente, el meternos en guerras nos ha mermado la población, pero como no puedes morir de viejo, la población no desciende y aumenta poco a poco. Ahora somos alrededor de siete mil y pico. Sin embargo, los emperadores se suceden porque se llevan por delante los unos a los otros. Nueve, como su nombre indica, es el noveno. Yo tengo la manía de contar el tiempo por mi reloj (que espero que funcione bien) y ya llevo cumplidos alrededor de cuatro milenios.

-Espera, espera… -dijo Tailor- ¿Shade tiene cuatro mil años?

Ahora sí que había reaccionado Trest, aunque fuera abriendo mucho los ojos de la sorpresa. Leeg le dio un codazo y le susurró algo, sonriente. Trest frunció el ceño y le hizo un gesto despectivo.

-¿Y si tan poderoso es Nueve como lo pintan? -inquirió Trest.

-No habéis ni arañado la superficie de su poder. A ese no le tose nadie, aunque se me ha ocurrido una manera de acabar con él.

-¿Cómo?

-Como todo el mundo, tiene un punto débil. Y es que se apoya mucho en sus súbditos. Los Nocturnus dependemos de el resto de las subrazas para poder sustentarnos. Están sometidos y no están nada contentos. Nuestro ejército es demasiado poderoso como para que nos puedan hacer frente, pero está todo incandescente. Ninguno de las colonias semipelandesas sabe lo que hace la otra. Nueve tuvo la precaución de aislarlas a fin de que no se produjera un levantamiento generalizado. Pero bastará una chispa para prender la rebelión. Si volvemos todas las colonias en su contra, ni los siete mil Nocturnus lograrán aplacar su furia.

-No lo aprecias mucho, ¿No? -preguntó Trest, con una sonrisa.

-Antes sí, pero ya no -le respondió. Empezaba a ponerse roja y elevaba el tono- me utilizó y me engañó. Creía que por fin volvíamos a casa, pero si Pelandia está destruida… pues ya no será la casa que recordaba. Y no es por nada, pero esa lanzadera hay que terminarla a la voz de ya, o no sobreviviré para deciros como llegar a la maldita Celda del Crepúsculo.

Se miraron entre sí sin decir nada, pero al final acabaron saliendo de la habitación. Trest iba el último, y cuando iba a cerrar la puerta detrás de sí se volvió y abrió la boca para decir algo, pero al final negó con la cabeza y se fue dando un portazo.

Steel había previsto que a la lanzadera todavía le quedaban unas semanas de construcción, pero lograron terminarla en tres días. El miedo es sin duda el mejor combustible, aunque fuera el miedo de que Shade no pudiera decirles como llegar a su dimensión. Al final les quedó una lanzadera de diez plazas con un pequeño espacio habitable y un puente de mando equipado con la mejor tecnología de Sparks y Steel. Las naves de guerra pelandesas no tenían nada que envidiar a esa lanzadera, que casi ni iba armada. Hasta las naves de apoyo militares pequeñas podrían barrerla de su camino en un suspiro, pero en tan poco tiempo de construcción no se podía pedir más. Cuando Shade logró levantarse de la cama se dirigió al motor de la nave. Pulsó un botón de la hebilla de su cinturón y esta se abrió. Dentro había seis placas plateadas, colocadas ordenadamente. Cuatro de ellas se habían quemado y echaban humo, y una brillaba mucho, pero la sexta estaba más o menos normal.

-Esto es el motor del rasgador de dimensiones -les explicó Shade- las placas plateadas es lo que las hace funcionar. La que brilla es la que se está usando ahora, pero a menos que fuerces mucho la burbuja, las placas no llegan a quemarse, y eso es lo que me preocupa.

Shade extrajo la placa que no estaba siendo usada, pero el hecho de hacerlo ya hizo que se sintiera peor. Aún así logró colocarla en el motor de la lanzadera.

-Ya está -dijo solamente- después tuvo que apoyarse en la lanzadera para no caerse.

Se montaron en la nave. Shade se derrumbó en su asiento, el del copiloto, y no dijo nada más. Sparks revisaba los últimos detalles desde fuera y Steel abrió las puertas del hangar.

-La autonomía de vuelo es ilimitada -le explicó Steel a Sparks-, le he puesto un reactor de plasma, y se regenera por sí mismo. De todas formas, sería aconsejable que no la forzases demasiado, por si acaso. Le he puesto, también por si acaso, un cañón doble láser y un disparador de torpedos de plasma. La munición de ambas proviene del reactor de la nave, así que si te ves obligado a disparar muchas veces, verás que la nave se irá quedando poco a poco sin energía, pero no pasará nada si lo dejas recargarse. Ten en cuenta que la nave cuenta con escudos, pero están desactivados por defecto. Si los activas, consumirán el plasma poco a poco. También has de tener en cuenta que cuanto menos plasma quede, más tardará en regenerarse. Y si lo agotas, ya no podrás disponer de más. Por si acaso, he incluido un sistema que minimiza el consumo de la nave cuando queda poco plasma y, otra vez por si acaso, otro sistema que anula toda acción de la nave cuando el plasma está a punto de terminarse. Puede desactivarse pulsando un botón rojo muy grande que está cubierto para que no se toque por accidente; pero en todo caso no es aconsejable.

-¡Menuda cantidad de por si acasos! -dijo Sparks- ¡Esto ya parece una maleta de vacaciones[footnoteRef:1]! Estate tranquilo, que lo tendré en cuenta. ¿Has pensado cómo llamar la lanzadera? [1: Sparks se refiere a que, metiendo esto “por si acaso” y lo otro “por si acaso”, acabas llenando toda la maleta y luego todo es peso adicional cuando te vas de vacaciones.]

-¿Qué te parece Cyclone? -propuso Steel-. Su único punto fuerte será su velocidad y aeromanejabilidad, y el nombre le viene al dedo.

-Me parece bien -respondió Sparks.

-Ah, por cierto -añadió Steel- traedme algún recuerdo de Nocturnia, que no estaría mal por vuestra parte…

-¡Cómo! -reaccionó Sparks- ¿Tú no vienes?

-En estos viajes interdimensionales nunca se sabe… -le respondió Steel- y necesitaréis a alguien aquí para cuando queráis volver. ¿O no?

-No sé… es posible que no podamos comunicarnos contigo o que no sepas cómo hacernos volver…

-En ese caso os deseo una buena estancia en la Celda del Crepúsculo -Steel sonrió- no os preocupéis, pues si yo no logro haceros volver, a diferencia mía, vosotros tenéis infinito tiempo para lograrlo.

-Y en todo caso -oyeron que decía Tailor desde el puente, pues se había dejado el comunicador encendido y Tailor lo había oído todo- no me gusta dejarte solo aquí con tus robots y con Pelandia tan debilitada…

-¡Vamos, por favor, vaya asco de confianza! -se indignó Steel- mírame, soy un pobre pelandés viejo que no tiene ya suficientes robots para tomar Pelandia, y aunque lo tuviese, no quedan joyas sagradas ni Bastón Celestial que pueda robar. El resto de las reliquias pelandesas me importan un comino, sinceramente.

-No me fío, no me fío… -dijo Tailor, pero Sparks ya subía y tomaba los mandos, así que Tailor se tuvo que guardar los comentarios.

Sparks inclinó los mandos hacia delante y la lanzadera salió disparada por la abertura del hangar.

-¿Y ahora que hacemos, Shade? -preguntó Sparks.

Shade levantó con mucho esfuerzo el brazo y señaló el agujero negro.

-Dirígete a él y salta al hiperespacio[footnoteRef:2]. La placa que he puesto en los motores se activará automáticamente, y al atravesar el agujero negro aparecerás en la Celda del Crepúsculo. [2: Poner los motores al máximo. En las naves pelandesas eso significa ponerse a velocidad luz.]

-¿Estás segura? -Sparks dudaba.

-¡NO, SPARKS, NO ESTOY SEGURA! -le espetó Shade- solo al 70%, ¿Contento? Pero si la lógica no me falla, todo lo que atraviese ese agujero y no se desintegre debería aparecer en la Celda.

-Esta bien -accedió Sparks, y cogió el comunicador- ¡Tripulación! ¡Prepararos para un hipersalto[footnoteRef:3]! -cambió la frecuencia del comunicador- Steel, dile hasta pronto de nuestra parte a Carlos y los demás, ¿Quieres? [3: Saltar al hiperespacio.]

-Por supuesto -le respondió.

Desde la posición de Steel, vio como la nave se dirigía hacia el agujero negro y luego, tras un destello, se convertía en un borrón que desaparecía al entrar en contacto con el agujero negro.

-Adiós, chavales, adiós… je je je… -se rió Steel mientras se frotaba las manos.

CAPÍTULO 2Primera parada: Króndica

La nave salió del hiperespacio dando un frenazo brusco. Sparks y Shade lo aguantaron bien, pero un estruendo en la cabina les indicó que alguien se había caído. Una serie de palabras malsonantes les hicieron saber que había sido Riu. Sparks, riéndose, se dio la vuelta y miró al exterior. Estaban en el espacio. O eso parecía, porque solo había un par de estrellas de su alrededor y otro tanto de planetoides. Sparks contó seis planetoides, de los cuales dos tenían una enana blanca orbitando a su alrededor. El hipersalto había consumido la mitad del plasma.

-¿Es esta la Celda del Crepúsculo, Shade? -le preguntó Sparks.

Shade no decía nada. Pero luego abrió los ojos exhibiendo una sonrisa.

-Sí, definitivamente -inspiró hondo. Pulsó un botón de la hebilla del cinturón y se desprendió el rasgador de dimensiones. Shade lo lanzó por encima de su cabeza. Luego miró los planetoides que tenía delante- Króndica, N’argallen, Zeoh, Voxinia Alfa, Voxinia Beta y Nocturnia -enumeró- ¿A cual crees que deberíamos ir primero?

-¿Cuál queda más cerca? -le preguntó- el hipersalto ha dejado el plasma a la mitad y no quiero arriesgarme.

-Króndica, hogar de los Kron.

-¡Pues para Króndica vamos! -dijo Sparks, mientras pulsaba un par de botones.

-¿Y por qué no atacamos directamente Nocturnia? -dijo una voz a sus espaldas. Sparks pegó un bote, pero Shade ni se inmutó. Leeg había entrado en la cabina de mando con su sigilo habitual.

-Porque, de momento, es inexpugnable -le respondió Shade- tiene un escudo permanente a su alrededor que destruye todo lo que toca. Y, por si fuera poco, tiene una flota en formación de anillo que bloquea el planetoide completamente. Ríete tú de las naves que sitiaron Pelandia, eran carne de cañón. Incluso el crucero insignia que volasteis en pedazos. Deberías ver el destructor de Nueve, la nave más poderosa de la armada. Normalmente no está en la falange, pero si asomamos la nariz, saldrá a recibirnos. De momento hay que unificar las colonias en su contra, y seguro que encontramos la manera de entrar.

-Bueno, he calculado un tiempo aproximado de llegada en tres cuartos de hora, y he puesto el piloto automático, así que mejor nos vamos a la sala común.

-¿Qué nos puedes contar de los Kron, Shade? -preguntó Tailor.

-Son semipelandeses mineros, y un poco rebeldes. Son los que peor aguantaron la invasión. Son increíblemente resistentes, porque su cuerpo está formado por rocas, aunque tienen facciones de pelandés normales. Eso sí, por lo menos nos doblan en altura. Su especialidad es la industria metalúrgica y geóloga, y hemos sabido aprovecharnos de los recursos de ese planetoide. Nuestras armas y armaduras provienen de ahí, incluso algunas de nuestras naves.

-¿Y cómo son las relaciones de los Nocturnus allí? -preguntó Larry, ladeando la cabeza.

-Tensas, muy tensas -le respondió Shade- nos limitamos a tolerarnos, pero nunca debe patrullar ningún Nocturnus solo. Van siempre en escuadrillas de cuatro, porque llevamos siete Nocturnus desaparecidos. Y no es la primera vez que hay algún altercado, de hecho, Króndica ostenta el record de enfrentamientos entre la población local y nuestras tropas tras la conquista; y con diferencia. Creo que será el planetoide más fácil de sublevar, aunque, en contraste, la presencia de Nocturnia allí es muy fuerte. Habrá que andarse con ojo.

Una serie de pitidos sonaron en la sala de mando. Sparks se volvió.

-Quedan menos de cinco minutos para entrar en la órbita de Króndica, así que voy a tomar los mandos. Espero que haya superficie suficiente para aterrizar, porque no podemos hacer eso en un hangar Nocturnus.

Króndica tenía una enana blanca como estrella. Shade decía que los Nocturnus la llamaban Elvinia, pero la población Kron la llamaba Nymeria, y era considerada una diosa por los locales. El planetoide tenía apariencia de desierto, salvo porque tenía montañas de roca, y parecía hiperpoblada. La mayoría de los edificios parecían fábricas y echaban humo. El Cyclone atravesó la atmósfera sin problemas, y se dirigió a la explanada que Sparks había divisado para aterrizar, cuando la lanzadera fue alcanzada en el ala por un láser de color rojo. Sparks perdió el control y la lanzadera entró en barrena mientras caía.

En una montaña, medio escondido, estaba el cañón anti-aéreo que les había alcanzado, todavía humeante, y a su lado, dos Kron sonrientes.

-¡Otra nave Nocturnus derribada para la lista! -le dijo el artillero al compañero, la mar de contento él.

-¡Salve Nymeria! -le respondió el otro, mientras dibujaba un garabato de una nave en el costado del cañón y lo tachaba.

El Cyclone se estrelló en la explanada y se quedó echando humo. La escotilla se abrió y Larry salió tosiendo. Le siguieron Leeg, Trest, Riu, Tailor, Alfa 73, Shade y Sparks. ¿En serio te creías que el impacto habría dado por terminada la historia? Que poco me conoces. Los pelandeses pueden con eso, y más.

-Esto me llevará tiempo repararlo -dijo Sparks, examinando la nave desde fuera- el ala izquierda ya estaba freída por el disparo, pero el Cyclone ha caído de lado y la ha aplastado, pero en contraste, el ala derecha no ha sufrido daños. Los motores están fuera de uso por el trompazo, aunque, por suerte, el reactor de plasma aún funciona, y todavía podemos hacer volar la cápsula de emergencia, pero es evidente que no iríamos a ningún lugar con ella…

A sus espaldas retumbaron fuertes pisadas. Cuando se dieron la vuelta, un Kron se les acercaba. Como había dicho Shade, medía dos veces y pico más que Larry, el más alto. Completamente formado por piedras, era de color marrón anaranjado; tenía más o menos la forma de un pelandés, aunque la cara no lo recordaba más que vagamente. Pero tenía un aire serio que daba miedo, aunque lo que más miedo daba era una enorme maza de metal negro que llevaba en la mano.

-O, genial, supervivientes -dijo con una voz grave-. Odio los supervivientes, solo dan problemas. Ese idiota de Krecktennamn podría haber apuntado mejor… pero yo voy a zanjar este asunto enseguida.

Golpeó con la maza en el suelo, creando grietas. El grupo se dispuso en formación de combate. El Kron, por mucho que impusiese, era lento de narices y era posible anticipar sus movimientos. Eso sí, compensaba esa lentitud con una tremenda fuerza, y como te dé, olvídate. Tailor lo flanqueó aprovechando su lentitud y le sacudió un mandoble directo a la espalda. Y, ante su sorpresa, rebotó produciendo una nota de gong francamente desagradable. Menuda sorpresa, y casi se queda en el sitio por su culpa, porque el Kron se giró y su mandoble le pasó pegadísimo.

-¡Te lo dije, son muy resistentes! -gritó Shade, a su derecha.

Pues sí que debían de ser resistentes, porque la hoja de su espada estaba forjada con uno de los mejores materiales pelandeses, y no la aguantaba ni el acero.

-¡Desapareced, malditos Nocturnus! -gritó el Kron, enfurecido.

-¿Nocturnus? -dijo Riu- ¿Nos ha llamado Nocturnus? Nunca me había sentido tan insultado, oye.

-Cree que somos Nocturnus… ¿Y por qué? -preguntó Sparks.

-Creo que es a causa mía -comentó Shade mientras evitaba otra embestida.

-¡Quieto, Kron! -gritó Leeg- ¡Que no somos Nocturnus!

El Kron se detuvo.

-¿Ah, no? -preguntó- ¿Entonces, qué sois?

-Pelandeses -dijo Tailor, y entonces se dio cuenta de que no sonaba muy convincente- de Pelandia. También nos atacaron los Nocturnus.

El Kron no parecía muy convencido, pero al final bajó el arma.

-Pues entonces debéis ir a hablar con Krocktenn, el delegado. Él dirá que hacer con vosotros.

-¿Quién? -preguntó Larry.

Shade contuvo el aliento. Los Kron eran orgullosos como ellos solos. Si es tal Krocktenn era alguien importante, y Larry no lo conocía, podían considerarlo una falta de respeto. La verdad era que alguien tenía que enseñar a Larry a callarse un poco lo que pensaba. El Kron hizo una mueca, pero al final dijo:

-El jefe clandestino de los Kron, por mucho que digan los Nocturnus. Todo lo que atañe a los rebeldes Kron lo decide él ¡Nymeria lo proteja!

-¿Y por qué no paráis de mencionar a esa tal Nymeria? ¿Tan importante es?

Shade se dio un tortazo en la frente. Definitivamente, Larry tenía que aprender a cerrar el pico. El Kron hizo un gesto raro, pero no dijo nada. Larry iba a añadir algo más, pero Trest lo silenció de un codazo en las costillas. Y que Larry diera gracias a ese codazo, porque si llega a decir algo más, ella le iba a golpear en otra parte, a ver si así callaba.

El Kron los condujo por la ciudad evitando las patrullas Nocturnus, con una maestría digna de un veterano rebelde. Los Nocturnus de allí imponían más que los de Pelandia, con sus uniformes cepillados y sus brillantes armas. Eso sí, nunca iban en grupos menores de cinco, y de vez en cuando lanzaban miradas nerviosas a su alrededor, como si temiesen una emboscada. Tailor también vio droides con el emblema Nocturnus[footnoteRef:4], que no tenían nada que envidiar a los drones de Steel. Iba a preguntarle a Shade al respecto, pero el Kron les mandó guardar silencio. Al final, en la periferia de la ciudad, el Kron les señaló una tubería vacía y reventada. Al grupo les llevó un rato entender que el cuartel general rebelde estaba ahí dentro, aunque al final entraron. La tubería tenía el tamaño aproximado de un oleoducto, y aunque ellos entraban de sobra, el Kron iba un poco justo. Vale, era un buen lugar para esconderse, pero no para ocultar una base entera con todos los rebeldes, y menos aún si eran Krones. Pero cuando se empezaba a preguntar si el Kron no les estaba tomando el pelo, la tubería se abrió para dar paso a una enorme sala. Sparks contó siete Krones en la sala, y también había una puerta que daba a otra sala. El Kron se dirigió a ella. [4: No lo mencioné en el primer libro, pero por si a alguien le interesa, es un círculo azul oscuro y azul claro por dentro. En el centro hay un punto negro rodeado por estrellas blancas.]

-Esperadme aquí, voy a hablar con Krocktenn. Espero que seáis educados en su presencia, si no, Nymeria os libre.

Parecía que Larry iba comentar algo más sobre Nymeria, pero se le echaron prácticamente todos encima para que no dijese una palabra.

Al cabo de unos diez minutos, el Kron volvió a asomar.

-El delegado Krocktenn os espera -dijo solamente.

Krocktenn era un Kron un poco más bajo de la media, pero imponía. Era un poco más ancho de hombros que la mayoría y las tonalidades de sus rocas parecían un poco más oscuras de lo normal. Pareció sorprendido de la cantidad de invitados que tenía, pero no dijo nada. Sin embargo, cuando entró Shade, que iba la última, saltó de su asiento.

-¿Qué hace ESTA aquí? -preguntó con su grave voz.

-Iba con los pelandeses, o como se llamen… -respondió el Kron.

-¡Si te creías que me ibas a engañar tan fácilmente es que estás perdiendo facultades! -Krocktenn cogió su maza, que tenía forma de martillo pilón- ¡Te voy a convertir en pizza, maldita Nocturnus!

-¡Nononono! -dijo Trest a toda prisa- ¡Ya no sirve a Nueve, en serio!

Krocktenn detuvo el ataque a un palmo del objetivo.

-¿Me tomas por idiota, pequeño? -le preguntó- ¿Cómo va a haber dejado a Nueve su más leal lugarteniente? Seguro que lleva escondido en algún sitio un transmisor y está atrayendo hacia aquí a un pelotón de Nocturnus, ¡no me extrañaría nada!

-¡En serio, confía en nosotros! -gritó Riu.

-LA MAURDER DICE LA VERDAD -añadió Alfa 73- SUGIERO HACERLE CASO.

-Bueno, quizás me haya precipitado… -Krocktenn bajó el arma.

Lo que ocurrió después no se sabía si debería tomarse como una mala pasada de la fortuna, o una tomadura de pelo en toda regla, pero admito que lo he hecho simplemente para que el lector no deje el libro a medias.

-¡Los Nocturnus! ¡Los Nocturnus! -entró gritando un Kron- ¡Han descubierto el escondite! ¡Los tenemos encima!

-¿Con que ya no sirve a Nueve, eh? -Krocktenn tenía una cara que parecía dispuesto a aplastar a Shade ahí mismo, pero se contuvo- primero los Nocturnus, luego trataré contigo -se giró- ¡Guerreros! ¡Si intenta abandonar el cuartel sin que nos demos cuenta, trituradla sin miramientos!

-Shade, no fastidies… -dijo Trest cuando hubieron salido.

-¡Te juro que no tengo nada que ver! -le respondió- este ataque debe de ser casual… ¡Y menudo momento! ¡Ni hecho aposta!

-Posiblemente lo sea… quién sabe. Vamos a ver qué pasa.

Los Kron habían cerrado una puerta blindada sobre la abertura de la tubería. Se habían repartido un total de veinte Krones detrás de barricadas, con mazas y martillos a punto. El resto del grupo se repartió por los huecos libres entre las barricadas y esperaron. Alguno le echó alguna mala mirada a Shade, pero nadie dijo nada. Esperaron un rato, y de golpe, en la puerta blindada apareció una señal roja que derretía el metal, y se movía en círculo hasta completar un redondel incandescente alrededor de la puerta. Sabían lo que iba a pasar, pues la mayoría habían pasado un abordaje de una nave espacial y eso era tres cuartos de lo mismo. Cuando el círculo se completó, desapareció el punto rojo y el redondel incandescente empezó a enfriarse. Típico. Aguanta unos tensos instantes para que crean que te has ido o que no te atreves a entrar, para luego ¡ZAS! Revienta la puerta y sorpréndelos a todos. Y por eso a nadie le sorprendió que la puerta tardase un poco en abrirse, pero cuando lo hizo, salió disparada con una brutalidad tremenda y destrozó una de las barricadas. Entre el humo entró un escuadrón de cincuenta Nocturnus y un oficial. Sí que debían ser duros de pelar los Kron, que tenían que enviar tantos soldados para asegurarse una victoria. Y después fue el caos. El fuego cruzado era tan tremendo y volaba en tantas direcciones que disparases adonde disparases, fijo que le dabas a alguien; pelandés de Pelandia, pelandés de Nocturnia o Kron. Los pelandeses destacaban en el uso de armas de fuego que no tenían los Krones, aunque tampoco se quedaban cortos en el cuerpo a cuerpo. Eso sí, los Krones, aunque lentos, podías darles todo lo que quisieras, porque si no les disparabas rayos aturdidores no caían. Y, también, cada mandoble suyo significaba un Nocturnus fuera de combate. Tailor comprobó con satisfacción como las espadas y cuchillas de los Nocturnus rebotaban y se partían cuando intentaban golpear con ellas a los Kron. Shade no tardó en cansarse de estar detrás de la barricada, y saltó la barricada para enfrentarse a los Nocturnus cara a cara. Se dirigió de cabeza contra el oficial, que acababa de quitarse a un Kron de encima. Se giró y reconoció a Shade. Pero en vez de atacarla se quedó paralizado.

-¿Comandante? -acertó a decir, tembloroso- ¿Qué…?

No pudo decir nada más, porque Shade le cruzó la cara de un puñetazo. Y los treinta Nocturnus que todavía quedaban en pie se giraron y la reconocieron. Pero al igual que el oficial, se quedaron de piedra. Ocasión que aprovecharon los Kron para quitarse de encima a veinte Nocturnus más. Los diez que quedaban escaparon en una caótica y desesperada retirada.

-Realmente te he calificado mal -dijo a Shade Krocktenn- parece que de verdad te has pasado al otro bando… -contó con los dedos- derribaste a siete de tus hermanos juramentados y tu distracción nos permitió barrer a veinte más. Creo que realmente me puedo fiar de ti.

-¿Eso quiere decir que también se fiará de nosotros? -preguntó Sparks por lo bajini a Leeg.

-Posiblemente -le respondió esta.

Tailor pasó a explicarle por qué estaban allí y lo de las siete joyas y el Bastón.

-Puede que podamos ayudarnos mutuamente con eso -respondió Krocktenn- los Nocturnus controlan nuestras fábricas y con ellas producen armas, armaduras y naves para su ejército. Esas fábricas son el mayor enclave Nocturnus, y si las reconquistamos podremos echar a los Nocturnus de aquí.

-No veo en qué nos beneficia a nosotros eso -comentó Larry.

-Primero, os quitáis de en medio a casi un centenar de Nocturnus que causarán baja en el censo de Nocturnia. Segundo, sin la presencia Nocturnus, podéis dar este planetoide como sublevado contra Nueve. Y tercero, hace unos días trajeron un paquete para la fábrica. Emitía fuertes destellos rojos y desde que lo instalaron, las fábricas funcionan a toda potencia. Tiene toda la pinta de ser una de vuestras joyas sagradas.

-El rubí -dijo Riu- si los brillos eran rojos debe de ser el rubí sagrado.

-¿Y por qué no la tomáis vosotros? -preguntó Sparks, mirando por encima de su gafas.

-Por que tiene un escudo deflector a su alrededor que no permite el paso más que a los Nocturnus.

-¿Sabes? Me estoy empezando a cansar de los Nocturnus y sus malditos escudos de invisibilidad y de deflección… -dijo Sparks- ¿Qué será lo próximo? ¿Escudos de ilusionismo?

-¿Y entonces cómo vamos a pasar nosotros? -preguntó Trest-. Si es así, solo Shade podrá pasar el escudo…

-Hay una parte que no cubre el escudo, que es la entrada de los materiales metálicos. Ya hemos intentado entrar nosotros por ahí -se adelantó a la intervención de Sparks-, pero la entrada de la cinta transportadora es muy estrecha y los Kron somos demasiado grandes. Sin embargo, un pelandés sí que podría colarse por ahí…

-¿Me vas a decir qué plan se te ha pasado por la cabeza a Krocktenn y a ti? -le preguntó Trest a Tailor.

-Pues sencillo -le respondió este- la entrada siempre tiene algún centinela, pero antes de que entremos, los Kron rebeldes harán que explote un enclave Nocturnus con una bomba de plasma. Será suficiente para que al menos la mitad de los centinelas de la fábrica abandonen sus puestos para ir a ayudar. Así mismo, el enclave que van a hacer volar por los aires es el que suministra energía a la central, así que por un momento las cámaras se desactivarán cuando dejen de recibir la electricidad, que será algo así como treinta segundos después de la explosión, cuando se colapse el sistema. Tendremos un minuto más o menos para llevarnos el rubí antes de que los Nocturnus se recuperen de la sorpresa y activen la back-up.

-¿Y si pierden la energía no se debería desactivar el escudo, y los Kron podrían entrar? -sugirió Leeg.

-No seas tonta, Leeg -le respondió Tailor-. Los Nocturnus pueden ser pelandeses menos evolucionados… -Shade hizo una mueca desagradable- pero no por ello son menos inteligentes que nosotros. El escudo es lo más importante de la central, así que tendrá una fuente especial. Aunque volemos la back-up, el escudo seguirá funcionando, pues posiblemente reciba la energía del propio rubí…

-Espera, espera… -le interrumpió Trest- ¿Ese es tu fantástico plan? ¿Acercarnos en silencio, armar todo el jaleo posible en otra parte para distraerlos, arañar su ultra-sistema de seguridad por unos momentos, e intentar entrar por la puerta si que nos vean?

-Básicamente -le respondió Tailor.

-Ah… ¡Brillante! ¡Vamos allá!

Junto a la entrada había un centinela, como habían previsto, y llevaba un arma semejante a un M4 colgada y cruzada del cuello, aunque por experiencia, ese arma dispararía cualquier cosa menos balas de M4. Parecía aburrido y le sacaba brillo al arma.

La explosión no se hizo esperar, y el resplandor se percibió desde ahí. Saltó una alarma, y vio como varios Nocturnus salían desde el patio de debajo y salían por la puerta principal. El centinela dejó el arma a un lado y se asomó al precipicio para ver mejor, fatal error. Larry se le aproximó por detrás, con la clara intención de empujarle y descontar otro Nocturnus de la lista.

No vio al otro centinela.

Pero él si que le vio.

Estaba sentado detrás de una roca que lo tapaba, y por eso nadie le había visto. Llevaba un fusil corto con un cargador azulado, y cuando se dio cuenta de quién se le acercaba a su compañero, se levantó y apuntó a Larry.

-¡Larry, al suelo! -gritó Tailor.

Larry había aprendido de la peor manera que jamás se debe desobedecer a esa orden, y menos aún si la daba alguien que tenía una mejor visión de la situación. Larry se lanzó al suelo, justo cuando el primer centinela se daba la vuelta al oír el grito, y el segundo apretaba el gatillo.

Sí, todos sabemos lo que va a pasar, pero de todas maneras lo contaré.

El disparo del segundo centinela, un tremendo torrente de láser azul, pasó pegadísimo a Larry, pero no le dio. El láser siguió su camino e impactó contra el primer centinela. Por un momento, el Nocturnus puso cara de sorpresa, pero luego cayó hacia atrás y desapareció por el precipicio. El otro soldado soltó una maldición y tiró del cerrojo del fusil para cargarlo otra vez, pero en vez de apuntar a Larry, disparó una ráfaga azulada contra el grupo. Mal hecho, porque Larry se levantó y noqueó al segundo centinela por la espalda.

-¿Me apunto un Nocturnus o dos? -preguntó Larry al ponerse en pie.

-Apúntate uno y medio -le respondió Tailor.

Dentro, era un caos. Nocturnus civiles y militares corrían en todas direcciones, gritando cosas en ese dialecto pelandés diferente al habitual. No podían asomarse mientras las cámaras siguieran funcionando, pero no tardarían en desactivarse. Shade les tradujo lo que decían.

-Dicen que sin energía, se va ir todo al garete, y que conecten la back-up antes de que sea demasiado…

No le dio tiempo a terminar, porque las luces se apagaron de golpe con un zumbido estático. Se activaron un par de luces de emergencia, pero eso no evitó que cundiera el pánico.

-¡Ahora o nunca! -gritó Riu.

-¿Y qué haremos si nos reconocen? -preguntó Leeg mientras corrían a sala de máquinas.

-En la oscuridad, todos los gatos son pardos -le dijo Sparks. Las luces de emergencia no son lo suficiente potentes como para que nos distingan, así que pareceremos Nocturnus que corren en busca de refugio.

Llegaron a la sala de máquinas, donde, efectivamente, estaba el rubí. Había dos guardias Nocturnus vigilando, pero con las luces de emergencia no les distinguieron, y Shade les dijo en su dialecto que había que llevarse el rubí a otro lugar más seguro, así que no pusieron pegas cuando lo cogieron.

Cuando iban a mitad de camino a la superficie, la energía de entró en funcionamiento y los pasillos se iluminaron en luz roja, pero no había Nocturnus que los pudiesen identificar en ese pasillo. Cuando salieron fuera, el escudo seguía activado.

-¡Maldita sea! -dijo Trest- ¿Qué hay que hacer para que ese maldito escudo deje de funcionar?

-Pues desactivarlo -dijo Shade-. Venid. Si esta base se construyó con sentido común, los controles deberían estar por aquí…

Encontraron los controles, pero estaban vigilados por uno de los droides Nocturnus. Ahora que podían verlo más de cerca, vieron que era dorado, con el emblema Nocturnus en la coraza delantera. Recordaba vagamente a un pelandés, pero en la cara no tenía boca, y los ojos eran completamente de azul cristal, sin pupilas, párpados o blanco. Tenía un adorno muy raro en la cabeza, como una corona. Tailor pensó que sería un oficial droide, pero recordó que todos los drones que había visto lo llevaban, así que debía ser normal. Le preguntó a Shade por ellos.

-Son Gizoids. Droides creados por los Nocturnus para el combate, pero son todo lo contrario a los robots de Steel, porque estos imitan a los seres vivos en todo lo posible. Se mueven como tales, hablan como nosotros, y, lo mejor de todo, aprenden de nosotros.

-¿Disculpa? -saltó Sparks-. Ningún droide puede hacer eso. Ni los mejores.

-Pues los Gizoids pueden. Tienen un chip que hace que memoricen lo que ven, y por ello, cuando más antiguos son, más saben. Lo imitan todo. Desde conocimientos que hayan leído o escuchado hasta tácticas de combate de rivales que hayan derrotado. Son iguales que nosotros en casi todo. Y -dijo riéndose- posiblemente sean los únicos drones que van a la escuela. Pero otro detalle que hay que tener en cuenta es que tienen una especie de conciencia real, por lo que pueden razonar y deducir.

-Menudo pasote -dijo Sparks-. Cuando acabemos esta rebelión, quiero uno para mí.

-Si tienen conciencia real, ¿No se les puede engañar? -preguntó Riu.

-Sí, pero no como a los ordenadores, que pones un programa tapadera y ya está. A estos los tienes que engañar como seres pelandeses que pretenden ser. Observa y aprende -dijo antes de salir al descubierto.

Tailor quiso impedírselo, pero no pudo. Además, el Gizoid ya la había visto. Pensó que la iba a atacar, pero en vez de eso, hizo una pequeña inclinación.

Empezaron a hablar en el dialecto Nocturnus, pero ya lo había oído tantas veces que empezaba a acostumbrarse a él.

-Divinos los circuitos oculares que la ven, comandante… -empezó a decir el Gizoid. Shade tenía razón, no había acento robótico en lo que decía.

-Menos coba, Erlmeld -le respondió Shade.

¿Los Gizoids tenían también nombres propios? No le hizo falta preguntarse como sabía Shade como se llamaba, porque su nombre venía escrito bajo el escudo Nocturnus.

-Disculpe, comandante -el Gizoid parecía avergonzado, aunque fue más por el gesto involuntario que hizo que por el tono de voz-. ¿Qué le trae por aquí?

-Situaciones políticas. El “Nona Destructis[footnoteRef:5]” viene hacia aquí, así que hay que bajar el escudo para que pueda aterrizar. [5: El destructor de Nueve.]

-Comandante, sabe perfectamente que no es necesario, porque la nave puede aterrizar aunque el escudo no se desactive, porque como nave Nocturnus que es, puede atravesar el escudo y…

-¡¡NO DISCUTA LAS ÓRDENES, GIZOID, Y BAJE EL (soltó una expresión en el dialecto Nocturnus completamente intraducible al pelandés, pero sin duda muy malsonante) ESCUDO DE INMEDIATO!! -el tono se Shade se elevó tanto que se hizo oír por encima de las alarmas y sirenas que aún sonaban. Cualquier Nocturnus al que le hubieran dicho eso se habría encogido y acongojado como un cobarde, pero el Gizoid no dio muestras de asustarse. De todas maneras, se quedó rígido.

-Ahora mismo, comandante -respondió únicamente.

Se dirigió al panel con la intención de desactivar el escudo, pero se detuvo.

-Comandante, estoy recibiendo un mensaje. Igual le interesa oírlo -dijo el Gizoid.

-Adelante -le respondió Shade.

Se desplegó una mini antena de la parte posterior de la cabeza del Gizoid.

-“A TODOS LOS NOCTURNUS QUE RECIBAN ESTE MENSAJE, LA COMANDANTE SHADE, LUGARTENIENTE Y MANO DERECHA MÍA, SE HA REBELADO Y ES UNA TRAIDORA. RONDA POR LA COLONIA KRÓNDICA, CON LA INTENCIÓN DE DESACTIVAR EL ESCUDO DE LAS FACTORÍAS Y HACER QUE CAIGA EN MANOS DE LOS KRON. DETENEDLA A TODA COSTA. SIN PIEDAD.

FIRMADO, LORD NUEVE.” -recitó el Gizoid.

Casi no se dieron cuenta de lo que ocurrió, pero la verdad es que fue muy rápido. Tan pronto como el Gizoid terminó el mensaje, desplegó de dios sabe donde una cuchilla semicircular en la mano derecha, de la muñeca izquierda se desplegó el cañón de un bláster y el Gizoid adoptó una posición de combate en cero coma. Pero no había terminado de colocarse, cuando la espada de Shade entró por la parte delantera de la coraza del Gizoid y salió por detrás. Erlmeld se quedó un segundo tieso, y luego se derrumbó con un estruendo metálico, echando chispas.

-¿Lo has…? -preguntó Riu, tembloroso.

-Es un robot, no un pelandés -dijo Shade-. Desactivemos este maldito escudo de una vez.

Le dio un puñetazo al botón rojo que sobresalía de los controles del escudo, y con un zumbido, se desactivó.

Salieron corriendo de allí, porque los Kron empezaban a entrar. Los Nocturnus abrieron fuego contra ellos desde barricadas y ventanas, pero estaban en una proporción de uno a cinco en ventaja hacia los Krones. Y además, los láseres no les hacían nada a los Kron. Los Nocturnus no se rendían, pero estaban perdidos.

-¡Refuerzos! ¡Necesitamos refuerzos!

-¡Oficial abatido, rápido!

-¡Aaaaaaaargh, un médico!

-¡Retirada! ¡Retirada! ¡Replegaos!

-¡Socorroooooo!

-¿Qué hacemos? ¡¿QUÉ HACEMOS?!

-¡Ayuda, por favor!

Todo esto lo gritaron los Nocturnus. De los Kron no salieron más que gritos de victoria. La batalla duró un par de minutos más, hasta que los Nocturnus consiguieron alcanzar sus naves de transporte y huir.

-Gracias a vosotros, los pelandeses de Pelandia, los Kron hemos recuperado nuestro territorio y os estamos agradecidos. No lo habríamos logrado solos. Aquí siempre seréis bienvenidos -les dijo Krocktenn mientras subían a la lanzadera. Se quedó al frente de sus firmes tropas hasta que la nave se perdió de vista.

-¿Cuál será nuestro próximo destino? -preguntó Trest.

-Le he aplicado el rubí sagrado a los motores, así que ahora podemos ir más lejos. ¿Qué nos recomiendas, Shade?

-¿Qué os parece N’argallen? -les preguntó-. Queda cerca y es el lugar más seguro al que podemos ir. Porque los N’argal están demasiado ocupados con sus asuntos para sernos hostiles, aunque será difícil ponerlos en contra de Nueve, porque van, simplemente, a su bola. Ya están demasiado ocupados con sus propias guerras.

-¿Cómo son los N’argal? -preguntó Leeg.

-Extraños, muy extraños… -le respondió-. Son seres verdes y viscosos que se alimentan de energía en estado puro. Pueden ser amables cuando quieren, pero más vale no provocarles. Sus relaciones con los Nocturnus son neutrales; no tienen nada que nos pueda interesar, ni nosotros necesitamos proporcionarles protección o favores de ningún tipo. Pero lo que es más raro es su manera de reproducirse. Por bipartición[footnoteRef:6], los únicos de toda la Celda del Crepúsculo que no se reproducen por el método tradicional, ya sabes de que hablo… [6: Que de un cuerpo viejo, se divida en dos cuerpos jóvenes.]

-¿…Y, cuando has dicho que están demasiado ocupados con sus guerras, a qué te referías? -intervino Trest, en un desesperado intento de cambiar de tema.

-N’argallen está situada en el sector Scylla, que comprende Króndica, N’argallen y Zeoh. Los dos últimos están en guerra. Los Zoah, habitantes de Zeoh, quieren invadir N’argallen desde hace milenios, pero nunca lo consiguen, a pesar de que son más avanzados que los N’argal. Pero con lo que nunca cuentan hasta que es demasiado tarde es de que los N’argal se alimentan de energía, y los Zoah son energía pura.

-Ya nos contarás más luego… -la cortó Sparks- ¡Rumbo a N’argallen!

CAPÍTULO 3El sector Scylla

La colonia N’argallen ya se vislumbraba a lo lejos. Tenía un extraño brillo verdoso, y es que no tenía estrellas, ni satélite alguno. Trest le preguntó al respecto.

-N’argallen no tiene nada que de luz, así que se ilumina por sí sola -le respondió Shade- la luz que ves se produce por pigmeos verdes en toda la superficie del planetoide. Los N’argal son igual: brillan en la oscuridad.

Sparks se acercó con cuidado. La vez anterior los habían derribado nada más pasar la atmósfera, y no quería que volviera a pasar. Pero no pasó, y se dirigió a una explanada verde brillante. Aunque cuando se posó, le pareció que no estaba aterrizando como debía. Como el Cyclone no dio muestras de hundirse ni nada parecido, no le dio importancia.

Salieron al exterior por la escotilla superior, porque la de la derecha no se abría. Leeg salió la primera, ansiosa por respirar aire fresco. Salió, se deslizó hacia la derecha, y se oyó un ruido asqueroso, seguido por un grito de Leeg.

La explanada verde en la que había aterrizado era pigmento líquido, aunque tan espeso que era imposible hundirse en él. Pero era igualmente asqueroso, aunque Leeg se había llevado la peor parte, porque había aterrizado de morros en la explanada sin saber lo que era, y estaba enterrada hasta la cintura, soltando improperios. Sparks dictaminó que la escotilla derecha no se abrió porque estaba medio tapada por el pigmento.

Los N’argal se acercaban, curiosos. De cintura para arriba eran igual que un pelandés, salvo porque eran verdes y tenían antenas. De cintura para abajo, eran como un ciempiés, salvo que con seis patas y no cien. Algunos les preguntó qué hacían ahí, y les respondieron lo mejor que pudieron. Su dialecto estaba a medio camino entre el pelandés Nocturnus y el común, aunque con un par de palabras propias y un acento seseante. Otros se acercaron al Cyclone, y al tocarlo se volvieron de color azul celeste.

-¿Qué demonios están haciendo? -preguntó Tailor.

-Se alimentan de la energía del Cyclone -le respondió Shade-. Entiéndelo, es que es mucha más de la que están acostumbrados a ver.

-¿Quééééééééé? -saltó Sparks- ¡El plasma! ¡Si lo agotan, no volverá a regenerarse! ¡Hay que detenerlos!

-Tranquilo, Sparks -dijo Shade, con calma. De todas formas, le cogió por el cuello de la camisa cuando vio que sacaba la pistola eléctrica-. Recuerda que son seres inteligentes, y conocen todos los tipos de energía. No consumirán todo el plasma si saben que eso hará que se queden sin esa fuente de alimento. De todas formas, les avisaré…

-No sssse preocupe -le dijo el N’argal al que transmitió el aviso-. Ssssi vemossss que la nave entrega cada vez menossss energía, la dejaremossss repossssar para que el plassssma no sssse agote. No nossss gusssstaría quedarnossss ssssin essssta energía tan ssssuculenta…

-No me gusta nada ese tono seseante que tienen… -dijo Riu-. Parecen serpientes…

-No te extrañe… -le dijo Shade-. Tienen lengua bípeda[footnoteRef:7], no se si te fijaste… [7: Lengua de serpiente. Plana y fina, escindida en dos al final.]

-¿Y con quién hablamos para sublevar este planetoide? -preguntó Larry al aire.

-Con la reina -respondió Shade- a lo alto de esa cueva, por favor…

La reina tenía la altura de dos N’argales, uno encima de otro. A pesar de ser una mujer, no se apreciaba contorno femenino ni nada por el estilo. Y si no lo recordaba mal, ninguno de los N’argal tenía distinción de macho o hembra. Por lo demás, la reina tenía una corona verde fluorescente encima de la cabeza, y un cetro en la mano izquierda.

-Veo que habéissss llegado aquí, espíassss Zoah -les dijo.

-¿Qué nos ha llamado? -preguntó Tailor.

-¿Cree que somos Zoah? -preguntó Leeg- ¿Hay algún parecido entre nosotros y los Zoah, Shade?

-No más que entre otras especies. Un par de rasgos, nada más.

-¿Entonces?

-¡El Cyclone! -Shade se dio un tortazo en la cara- ¡Debí de haberlo supuesto! Los Zoah son los únicos que tienen naves sin contar a los Nocturnus. Y los emisarios de Nocturnia no suelen venir por aquí…

-¡¡Queréissss dejar de confabular entre vosotrossss, malditossss Zoah!! -saltó la reina- ¡Decidme de una vez qué queréissss u os tiro al lago verde!

-Pues… -dijo Riu- ¿No hará visto por casualidad su majestad una joya sagrada… una especie de piedra de colores transparente, que brilla mucho...?

-¿Te refieressss al arma de Lord Nueve?

-O, no. Mal empezamos -dijo Trest por lo bajini.

-¿Cómo que “el arma de Lord Nueve”? -preguntó Tailor.

-Essssta -la reina revolvió con algo que había detrás del trono y extrajo algo envuelto en papel estraza que emitía brillos anaranjados.

-ANÁLISIS DE ONDAS ELECTROMAGNÉTICAS COMPLETADO -zumbó Alfa 73-. CONFIRMO CON UN 95% DE FIABILIDAD DE QUE SE TRATA DEL ÁMBAR SAGRADO.

-Essssta preciossssidad nossss la entregó Lord Nueve para protegernossss de los Zoah. Essss capaz de liquidar naves y guerrerossss a disssstancia, algo que nossss viene de perlassss -la volvió a guardar-. Y ahora entiendo porqué tenéissss tanto interéssss en ella. A los Zoah no lessss interessssa que la tengamossss y quieren robarla… ¡Puessss no ossss lo permitiré!

-¡Por última vez, no somos Zoah! -saltó Larry- ¿Cómo tenemos que demostrarlo?

La reina se lo pensó un momento, al final dijo:

-Sssse me ocurre una idea. Id a Zeoh y robad su arma secreta. Nossss hemos enterado de que tienen un arma capaz de liquidar a todossss los N’argal de un golpe. Puede sssser un farol, pero no dormiré tranquila hassssta que esté destruida. Ssssi lo hacéissss bien, ossss conssssideraré aliadossss y ossss entregaré essssta piedra brillante que tanto ossss interessssa… ¿Trato hecho?

-De todas formas teníamos que ir a Zeoh tarde o temprano, así que nos viene bien, ¿No? -comentó Riu.

-Está bien -terminó Tailor-. Nos vamos.

-¡Ah, no! -se negó Leeg- ¡No pienso entrar en el Cyclone después de que hayan estado ahí esos bichos!

-No tenemos más naves, Leeg -intervino Sparks-. Y si no, puedes quedarte aquí, con los N’argal…

-¿Qué? ¿En el planeta de la baba verde? -Leeg se movió tan rápido que nadie la vio, y cuando quisieron darse cuenta, ya estaba dentro del Cyclone- ¿A qué esperamos? ¡Vamos!

-Mejor aún que Carlos… -comentó Trest.

-¡Vale, tenemos un problema…! -dijo Sparks, al llegar a el puente de mando-. Podemos irnos, pero los N’argal han bloqueado la dirección, y aunque no queramos, iremos directos a Zeoh…

-Míralos, qué listos -dijo Shade.

-Pues nada, yo le doy, y que sea lo que Dios quiera -dijo Sparks, pulsando el botón de arranque.

La lanzadera se movió sola, y despegó hacia el planetoide Zeoh.

-Cuéntanos algo sobre los Zoah, Shade -pidió Larry.

-Son una sociedad muy jerárquica, que se dividen en varias clases sociales, con derechos y libertades muy marcados para cada uno. Sin embargo, a los Zoah les gusta la disciplina y no lo consideran una dictadura, sino que les parece justo y aceptable. La diferencia principal está entre ciudadanos y no ciudadanos. Evidentemente, los ciudadanos tienen muchos más derechos y libertades que los que no lo son, pero cualquiera puede ser ciudadano si supera un test de ciudadanía y paga una tasa mensual por el título. Y luego está por encima una clase social guerrera, que son considerados nobles entre los Zoah. Para pertenecer a esa clase tienes que entrar en el ejército, y solo aceptan ciudadanos. También hay otras clases sociales más arriba, pero no me las sé. Y en vez de rey, tienen general. Aunque el título no es hereditario, sino que se vota (nuevamente solo de ciudadanos para arriba) cada diez años. Como dije antes, los Zoah son energía pura y dura con cuerpo, así que brillan de manera azulada, y sus armas utilizan como batería la energía propia del individuo. Son los más avanzados tecnológicamente de la Celda del Crepúsculo sin contar a los Nocturnus, y por eso quizás nos llevamos tan bien. Hay una fuerte presencia Nocturnus allí, pero solo porque somos aliados. No me extrañaría hasta encontrarnos con Gizoids…

-No es por nada… -comentó Sparks- Pero decías que eran tremendos, y a ese tal Ermeld te lo quitaste de encima sin problemas…

-Eso era porque era un novato y además lo pillé desprevenido. Porque Gizoids hay de todas clases. El que me llevé por delante era un Gizoid de serie I, los más básicos. Luego están los de serie II, o centuriones Gizoid, que tienen hasta escudos. Y luego…

-¿Luego qué? -inquirió Sparks.

-Luego… luego están los de serie III, o maestros Gizoid. Solo hay dos, y están bautizados con los nombres de los sectores de la Celda: Scylla y Charib. Francamente, los odio. Son unos engreídos y prepotentes, pero como sirven bien a los Nocturnus, nadie se queja. Espero no tener que encontrármelos otra vez, porque son poderosos a no más poder.

-¿Cómo sometió Nueve a los Zoah? -preguntó Tailor.

-Solo hay una manera de doblegar al general de los Zoah, y es ganándole en un combate singular. Nueve lo hizo, y Raxoss se vio obligado a satisfacer su deseo: la anexión de Zeoh a el imperio de Nocturnia.

-¿Raxoss es el general de los Zoah?

-Salta a la vista. Y creo que todavía sigue gobernando, porque es un tipo muy carismático y lleva muy bien la colonia. No para de ganar una elección tras otra. Podemos obligarle a que nos entregue el arma secreta y que se pase al bando rebelde si le derrotamos también.

-¡Cuatro minutos para la órbita de Zeoh! -dijo Sparks- ¡Voy a tomar los mandos!

La colonia era un poco más grande que las demás, y despedía un brillo azulado artificial. No tenía estrella, pero los Zoah lo habían solucionado con luces propias, como las de las ciudades modernas. Y a diferencia de otras colonias (con la excepción de Nocturnia) tenía naves civiles y militares a su alrededor. Pero de todas maneras, los dejaron pasar. Sparks tuvo muchos problemas para aterrizar la nave, puesto que no había casi sitio. Al final encontró una explanada dedicada al despegue y aterrizaje de naves Zoah. Pero tan pronto como aterrizaron, un halo de luz azulada rodeó la nave. Sparks soltó un puñetazo en el salpicadero.

-¡Vamos de mal a peor! -dijo- ¡Un campo de retención! Nuestra nave no despegará hasta que lo digan los Zoah.

-Pues lo llevamos crudo -susurró Leeg por lo bajo.

-Un par de soldados nos esperan abajo… -comentó Tailor mientras se asomaba por una escotilla-. Mejor, como que bajamos…

Los Zoah eran completamente de azul brillante, como les había previsto Shade. Pero era como si la piel transparentara y se viese un brillo intermitente de luz trémula bajo sus ropas azul marino. Los soldados llevaban una gran espada azulada en la mano, y en la otra, un escudo transparente de energía, como no, también azul. Los edificios eran de color azul oscuro y desprendían una luz que hacía que el cielo se tiñese también de azul. Toda lo colonia Zoah era un enorme pastel de diferentes tonos de azul. En esta ocasión no fue nada difícil entender lo que decían los Zoah, puesto que hablaban Nocturnus común.

-Un aterrizaje no autorizado en la plataforma 43-decía uno de los soldados-. No es algo inusual, pero me ha llamado la atención que ni es una nave Zoah ni una Nocturnus. Y eso que somos los únicos que tenemos naves aquí… voy a echar un vistazo.

Cuando vio quien bajaba de la nave, se le iluminó la cara.

-¡Vaya, vaya, vaya! -dijo muy alegre- ¡Pelandeses de Pelandia! ¡Enemigos públicos número uno! ¡Y con ellos… -Shade asomó de detrás de Trest y al Zoah se le ensanchó aún más la sonrisa- la traidora que tanto busca Lord Nueve! ¡Hoy debe de ser mi día de suerte!

-Supongo que lo dices porque piensas que nos vas a atrapar… -dijo Riu.

-¡Pues claro que os voy a atrapar! ¡Nada gana a un Zoah!

Soltó un tremendo mandoble hacia el suelo y abrió un par de grietas en él. Luego se lanzó como un poseso hacia ellos. Tailor había estimado que sería como enfrentarse a los Kron, porque con tanta armadura, tanta espada y tanto escudo no se podría mover tan deprisa. Sin embargo, fue todo lo contrario. La armadura no parecía pesar nada, y era elástica, lo cual le permitía libertad de movimientos; pero eso sí, ya podías darle, porque los espadazos y disparos rebotaban. Y tres cuartos de lo mismo ocurría con el escudo. Al final, entre todos, lograron reducirlo y desarmarlo, pero solo era uno. No querían pensar lo que ocurriría si se tenían que enfrentar a una escuadrilla entera.

-¿Dónde demonios está el palacio de Raxoss? -preguntó Larry, angustiado.

Y como para no estarlo. Llevaban más de una hora dando vueltas a la colonia evitando a las patrullas como podían, tanto Nocturnus como Zoah.

-¿Y yo que sé? -dijo Shade- Nunca vine a esta colonia, porque el Nocturnus encargado de ella era otro. Supongo que estará en el centro de la colonia, pero los edificios son tan altos que es casi imposible distinguir de lejos las torres del palacio, aunque si las viese, podría identificarlas. Y para terminar de jorobar el asunto, las patrullas aumentan según se va uno acercando al centro. Sin duda, está ahí, pero ya me dirás como vamos a llegar.

-¿Qué tal por aquí? -le dijo Tailor por detrás. Había abierto una alcantarilla-. Por aquí fijo que no hay soldados ni cámaras, y -dijo cuando vio la cara que ponía Leeg- parecen mucho más limpias que las de Pelandia… que ya es decir.

Salieron en una plaza del centro de la colonia, y ante ellos se alzaba, imponente, el palacio de Raxoss, con una altura impresionante. No había patrullas en la plaza, pero conociendo a los Nocturnus, esa situación solo se mantendría unos segundos, hasta que alguna de las patrullas doblase la esquina. Y eso ocurrió. Una escuadrilla de cinco Nocturnus y un Zoah aparecieron a la izquierda de ellos, patrullando tranquilamente, hasta que les vieron. Y se acabó la tranquilidad.

-¡Son ellos! -gritó el oficial- ¡Abrid fuego!

Una tormenta de balas cayó sobre ellos mientras huían desesperados. De vez en cuando pasaba un rayo potente azulado proveniente del arma del Zoah. Gracias a dios que no tenían puntería. Casi habían alcanzado la otra esquina cuando Trest soltó un grito. Le habían dado en la pierna, pero parecía que se estaba helando. Por la esquina apareció un Nocturnus atraído por los disparos que portaba una M118B[footnoteRef:8]. Pero iba solo y había aparecido demasiado cerca de ellos. Shade se lo quitó de un puñetazo y disparó hacia los Nocturnus de su izquierda. Tal fue la ráfaga que soltó la ametralladora de Shade, que los Nocturnus se vieron obligados a retroceder. Pero seguían llegando más y más soldados de todas partes y no tardaron en verse rodeados. El fuego cruzado iba y venía en todas direcciones, y cada vez era más difícil que recularan. Los más osados se acercaban con armas cuerpo a cuerpo, aunque por el momento eran rechazados. No podría determinarse con exactitud cuantos cargadores gastaron entre los Nocturnus y los pelandeses, pero seguro que si en vez de gastarlos, los hubieran vendido, se habrían forrado. [8: Ametralladora pesada portátil de modelo pelandés. Calibre 50mm, de bastante alcance y precisión aceptable.]

Cuando ya creían que estaban perdidos, se abrió bajo ellos una escotilla y un civil Zoah apareció por ella. Larry se dispuso a devolverlo abajo con una sobredosis de plomo, pero Shade lo detuvo.

-¡Milken! -le dijo- ¿Qué haces aquí?

-Sacarte las castañas del fuego, como siempre -le respondió-. ¡Por aquí, rápido!

Bajaron por la escotilla a toda prisa, porque al dejar de disparar, los Nocturnus y Zoah se lanzaban al asalto de la diminuta resistencia que quedaba. Cerraron la puerta justo cuando el Nocturnus más avanzado saltaba e intentaba colarse también, con la malsana intención de usar una cuchilla semicircular que llevaba en la mano, pero un gratificante estruendo confirmó que se había estrellado contra la escotilla. Antes de que pudiesen decir nada, el tal Milken les indicó que le siguieran.

-No tardarán en dejar de maldecir y tratarán de volar la escotilla, así que mejor estemos lejos cuando eso ocurra.

Les guió por una serie de túneles. Al cabo de un rato, se oyó una explosión a sus espaldas, y el suelo retumbó, sin embargo, el Zoah permanecía tranquilo.

-Estos túneles son un laberinto. Ni los Zoah los conocen bien, así que no nos encontrarán. Pero no os preocupéis, que yo sí los conozco.

-¿A nadie le importa mi pierna? -dijo Trest, desde detrás. Iba arrastrándola, que estaba prácticamente congelada.

-Cuando lleguemos -le aseguró Milken.

El Zoah les condujo a través de los túneles hasta llegar a un punto determinado.

-Aquí. Ahora me ocuparé de vuestro amigo, que se le está poniendo un color ceniciento que no me gusta nada.

Sacó un arma Zoah.

-¡OYE, OYE, OYE! -saltó Shade-. Si prefieres rematarlo, sería más caritativo dejar que los Nocturnus lo encontrasen… o tirarlo desde aquí… hay una considerable altura hasta el fondo.

-Tranquila, que solo pienso descongelarle la pierna. Al fuego se le combate con fuego, aunque sea el primero fuego congelador y el segundo fuego ardiente. Je je je… un arma congeladora le ha helado la pierna, así que se la voy a descongelar con un lanzallamas Zoah. Solo espero que no me pase con la dosis…

El arma soltó una llama azulada que empezó a derretir el hielo de la pierna de Trest, mientras él sugería por lo bajo dónde podía guardarse los Zoah sus llamitas azuladas.

-¿De qué conoces a Milken, Shade? -preguntó Riu.

-Un viejo amigo de Zeoh, al que salvé de que el tribunal Nocturnus lo condenara por un robo que él no cometió, hace algo así como cinco años. Me está eternamente agradecido por ello, aunque yo solo intervine con un par de frases bien elegidas. Vale -dijo al ver la cara que ponía Milken-, por aquel entonces, cualquier Nocturnus que no fuera Nueve se tomaba muy en serio todo lo que yo dijese, pero no hay para tanto…

Trest dio un aullido y empezó a dar saltitos por toda la sala mientras intentaba apagar las llamas azules que se le habían prendido en la pernera del pantalón, e impregnando la sala con olor a grill.

-Y esto, amigos -dijo Milken-, es lo que pasa si uno se distrae haciendo algo tan importante…

-Te damos las gracias, Milken, en serio -dijo Tailor.

-Sí, nos has sido de toda utilidad -añadió Leeg.

-Sí, claro… -refunfuñó Trest, cuyo pantalón todavía desprendía humo.

-Si salís por aquí daréis con el palacio de Raxoss, y con suerte solo os encontraréis con los guardias del palacio, y os dejarán pasar cuando les digáis lo del desafío contra Raxoss. Mucha suerte.

Salieron por la escotilla. Daba a una plaza con un par de Zoah civiles que no les hicieron mucho caso. Y frente a ellos, una enorme estructura que debía de ser el palacio de Raxoss. El palacio recordaba vagamente a la Sagrada Familia de los humanos, con la diferencia de que era de diferentes tonos azulados y tenía más de veinte torres. Se acercaron a ellos. Al verlos, los Zoah bajaron sus lanzas y parecían a punto de dar la alarma, hasta que Shade intervino.

-¡Alto! ¡Exigimos un duelo con Raxoss! ¡Tenéis que dejarnos pasar!

Los guardias se miraron sorprendidos, y de golpe se echaron a reír a la vez.

-¿Qué has dicho, que es tan gracioso? -le preguntó Larry por lo bajo a Shade.

-¡Y yo qué sé! -respondió- ¡Malditos Zoah! ¿Qué pasa?

Uno de los Zoah logró responder entre carcajadas.

-¡Vosotros… vosotros… un duelo… ¡JAJAJA! No podéis… un duelo… no me lo puedo creer… ¡JAJAJA! Para… para eso hay… hay… hay que ser ciu… ¡JAJAJA! ciud… ¡JAJAJA! ¡Ciudadanos! ¡¡HAAAAA, JUA JUAAA!!

-¿Ciudadanos? -dijo Larry.

-¿Ciudadanos? -dijo Riu.

-¿Ciudadanos? -dijo Leeg.

-¡Ciudadanos! -dijo Shade- ¡Lo había olvidado! ¡El derecho al duelo es uno de los que se te confiere con el título de ciudadano!

-¿Y Nueve? -saltó Tailor- ¡El se enfrentó a Raxoss sin ser ciudadano!

-¡Estábamos en medio de una guerra! -le respondió Shade- ¡A nadie le importó!

-¡Eso! -dijo el otro guardia, mientras se secaba las lágrimas- ¡Y ahora os vamos a enchironar!

-Vale, así pues pasamos al plan B -dijo Tailor, solemnemente.

-¿El plan B? -dijo Trest- ¿Y cual es?

-Lo acordé antes con Alfa 73 -le explicó-. Alfa, ¿Te importa?

-¡ME ENCANTA EL PLAN B! -dijo Alfa 73 antes de soltar una andanada de láseres, balas, granadas, cohetes, misiles, detonadores térmicos, TNT, Nitroglicerina, ácido, y todo lo que te puedas imaginar. Quedó patente para esta crónica como a los Zoah se les cambió la cara de chiste a una de espanto justo antes del impacto. Aún así, les dio tiempo a poner sus escudos por delante. Como todos podéis adivinar, no les sirvió de nada. El primer impacto destrozó el escudo y el segundo la armadura. Y cuando se despejó el humo, se vio a un Zoah a seis metros a la izquierda, y el otro estampado en la pared. Todavía se movían, pero no parecían tener muchas ganas de plantar batalla otra vez. Las puertas del palacio se abrieron solas, y se cerraron tras ellos. Eso habría escamado a cualquiera, pero a esas alturas, la verdad es que les daba un poco igual. Lograron esquivar a los Zoah civiles y militares que pululaban por allí hasta que llegaron a una sala de seguridad del edificio. A todos les pareció lo más lógico que el arma secreta se guardase allí mientras no se usase, debido a la gran cantidad de cámaras y patrullas que había allí. Entraron allí, y la vieron.

¿A que no adivináis lo que era?

Venga, intentadlo.

¿Nada? Pues ahí va.

El Cuarzo Amarillo sagrado.

No estaban seguros, pero Alfa 73 lo confirmó, como siempre, con el 95% acostumbrado de posibilidad. Aún no salían de su sorpresa.

-¿Pero…? ¿Pero qué hace aquí otra de las joyas sagradas? -balbuceó Larry.

-Pues si está aquí, es que Nueve se lo ha dado a los Zoah -dijo Leeg.

¿Pero, por qué? -soltó Trest-. ¿El Ámbar Sagrado de los N’argal no había sido también entregado por Nueve? ¿Qué hace otra igual en el territorio de sus más acérrimos enemigos?

-¡Claro! -gritó Shade de repente- ¡Nueve es rematadamente astuto! Creo que es una de las pocas cosas buenas que se pueden decir de él… No le interesa que ninguna de las subespecies se vuelva contra él, así que les regaló a cada bando un arma patentísima para que siguiesen con su guerra. ¡Y encima tendrán que estarle agradecidos! Pero claro, que al darnos cuenta, se le descubrió el pastel. Ahora solo hay que decirle a cada bando que Nueve les ha engañado y los dos se volverán y le plantarán cara…

-¡SON ELLOS! -se oyó detrás de el grupo- ¡PRENDEDLOS!

Tan ensimismados estaban con el descubrimiento que no se habían dado cuenta de dónde estaban. En la puerta había cinco Zoah y siete Nocturnus, con Gizoids y todo. Uno de los Zoah parecía más importante que el resto y se adelantó.

-Soldados -dijo-, poned vuestras armas en modalidad aturdidora. Los quiero vivos. A Raxoss le encantará esto…

-¡PUES NO ME ENCANTA, MIRA! -gritó alguien por detrás de los Nocturnus.

Los soldados se apartaron. A excepción del que había dado la orden, que se había quedado patidifuso. Un Zoah todavía más imponente que el anterior apareció por la puerta. Llevaba una capa azul y una especie de imitación de una corona (por supuesto, azul) en la cabeza, aunque no parecía muy a gusto con ella. Una espada en el cinto y un escudo plegado delataban su categoría de guerrero. No hacía falta que nadie les dijese que era Raxoss, el general Zoah.

-¡Mi señor! -dijo el Zoah anterior- ¡Creía que había dado órdenes de capturarlos!

-Mal crees, Teclam, los guardias de el portón me han informado de que buscan un desafío, y pienso concedérselo.

-¡Pero si no son ciudadanos! -replicó Teclam.

-Nueve tampoco lo era, y accedí. Y me derrotó. No ser ciudadano no quiere decir que no sea digno de combatir conmigo. Alguien tendrá que eliminar esa vieja norma estúpida…

-Señor, las tradiciones… -empezó Teclam.

-¡ME IMPORTAN TRES PIMIENTOS LAS TRADICIONES! -rugió Raxoss- ¡Aquí, el general regente soy yo, y nadie me discute las órdenes has que haya un nuevo general! ¡¿ESTÁ CLARO?!

Daba la sensación de que Teclam se iba encogiendo a cada palabra que decía Raxoss, hasta convertirse en una mancha diminuta. Pero logró articular:

-Sí, mi señor…

Entraron en una sala bastante más grande. Había una serie de asientos alrededor de una plataforma formando una especie de ring de combate. Los Zoah que los habían acompañado se sentaron en las gradas, con cara de interés. Sin embargo, los Nocturnus de la patrulla habían puesto cara rara, y se habían ido. Tailor todavía oyó a uno decir: .

Ante la sorpresa de todos, Raxoss también se sentó en las gradas. Antes de que nadie pudiera decir nada, replicó:

-Que haya dado la cara por vosotros no significa que os considere ya rivales dignos. Si queréis combatir contra mí, debéis derrotar a mi acólito.

Éste entró por la otra puerta. Y el grupo vio que se trataba de Teclam.

-¡Por fin! -dijo este- ¡Mi gran oportunidad!

Se había puesto una armadura de combate, y portaba una lanza corta en la mano derecha, y un escudo desplegado en la izquierda. Pero es que además le acompañaban tres soldados Zoah más.

-Uno para cada dos -susurró Sparks.

-Genial… -respondió Trest, tan bajo como él- ¿Podré repetir?

-Quizás… ¿Pero qué pasará si repiten ellos?

Los cuatro Zoah entraron en el ruedo y se pusieron cara a los ocho pelandeses. Tailor pensaba frenéticamente. A ver, a ver… ¿Cómo les derrotamos? Ocho casi no valieron para uno solo, y ahora tenemos cuatro, uno de los cuales es el segundo mejor de toda Zeoh. ¿Qué hacemos?

Un Zoah le dio un golpe a un gong, y ya no le dio tiempo a pensar en nada más. Se dividieron como pudieron. Sparks y Leeg contra uno de los soldados, Shade y Trest contra otro, Riu y Larry contra el último. Tailor se vio frente a frente contra Teclam con Alfa 73. Éste no era de mucha utilidad, porque se había quedado sin munición tras el improvisado plan B de Tailor. Solo podía atacar con las garras, que aunque efectivas, estaban ante clara desventaja frente al Zoah. Tailor no hacía más que esquivar ataques y pararlos, intentando buscar un hueco en la guardia de su oponente. Pero no había manera. La lanza le permitía atacar un poco más lejos que Tailor con su espada y Alfa con sus garras, y el escudo bloqueaba el ataque de uno mientras atacaba al otro. Le hachó un vistazo a los demás. A Trest y Shade les iba bien, coordinando sus ataques como un solo pelandés, hacían pasar auténticos apuros al Zoah. A Larry y Riu no les iba tan bien. Larry usaba una daga corta, pero Riu no tenía armas blancas, y dar puñetazos no le servía de mucho. A Leeg y Sparks les iba un poco mejor, pero el estilo de lucha de los comandos de la ASP se quedaba obsoleto ante el estilo del Zoah, y Sparks también lo estaba pasando mal, pues la principal ventaja de su daga era que era electrificada, y la armadura elástica del Zoah, como todo plástico, no transmitía la electricidad.

-¡AL SUELO, SEÑOR! -gritó Alfa 73.

Tailor tuvo el sentido común de hacerle caso, pero un poco a la desesperada. Un rayo azulado le pasó pegado y le chamuscó la pernera del pantalón. Teclam le había lanzado un rayo con la lanza, cosa que parecía imposible, pero se fijó que en la parte trasera de la lanza era en realidad un rifle Zoah.

-¡Trampa! -gritó Tailor- ¿A qué vino eso?

-Vino a lo que vino -le respondió Teclam- aquí se puede usar el armamento que se quiera…

-¡¿AH, SÍ?! -saltaron todos los pelandeses. Se habían creído que era otro “combate clásico” de esos, y que solo estaban permitidas las armas blancas. Pero, tras eso, se encargaron de que Teclam se arrepintiese de haber dicho esas palabras.

Shade extrajo la pistola, Larry sacó el M16, Leeg el bláster, Sparks la pistola eléctrica, Riu su rifle, y Alfa 73 utilizó la poca munición que le quedaba.

Tres minutos más tarde, ni uno solo de los Zoah se podía tener en pie. Teclam, como cabía imaginarse, había sido el que más había aguantado, pero no le sirvió de nada. Raxoss se levantó de su asiento, sonriente.

-Bien, ¡Muy bien! -dijo-. Llevaos a estos cuatro a la enfermería, y que vuelvan lo antes posible. Y vosotros, pelandeses, habéis demostrado estar a la altura, y acepto el desafío con mucho gusto. Pero….

-¿Pero? -preguntó Sparks.

-Como veis, yo soy uno y siempre peleo solo, mientras que vosotros sois ocho. Elegid a uno y que se enfrente a mí. Y esta vez sí que será a espada.

Se fueron a elegir al que se enfrentaría a Raxoss. Tras diez minutos, estaban como al principio: los ocho hablaban a la vez y ninguno daba su brazo a torcer. Se contradecían continuamente. Algunos se proponían a sí mismos, otros votaban a quién le parecía mejor, y cuando recontaban, todo el mundo se había levado un voto. Tailor, mientras tanto, pensaba cómo deshacer la madeja. Si iba a ser a espada, eso descartaba a Sparks, Leeg, Riu y a Larry como candidatos. Alfa tampoco valía, porque él iba con garras, y podía ser demasiado lento. ¿Quién más? Le quedaban Trest y Shade, los dos muy buenos con la espada, pero los dos flaqueaban en algún sentido si no combatían en pareja. Shade no tenía la fuerza de Trest, pero éste no contaba con la destreza de ella. Lo que no tenía uno, lo compensaba el otro. Y solo podía ser uno. Descartados. Y eso le dejaba…

Maldita sea.

-¡Basta! -no le hicieron caso- ¡¡HE DICHO BASTA!!

Se volvieron, Larry todavía tenía la mano en alto de la sugerencia que acababa de hacer, y había pillado a Leeg y a Sparks en una buena discusión.

-He valorado todos los aspectos, y desgraciadamente, el único que reúne todos los atributos necesarios soy yo.

Y se cubrió con los brazos, esperando una réplica a gritos de las que hacen temblar las paredes. Pero no, siguieron callados, hasta que, uno a uno, asintieron.

Le entregaron a Tailor una armadura pequeña azul celeste para cubrirse, y un escudo Zoah. Pero incluso estando plegado, era más grande que él, y no le servía, así que lo dejó a un lado. Al verlo, Raxoss también dejó de lado el suyo.

Usaron otra vez el mismo ring. Tailor intentó buscar un punto débil en la armadura de su rival, pero no había nada. Cosa que, por cierto, no se podía decir de la suya. Los pelandeses eran más pequeños que los Zoah, y ni la más pequeña de las armaduras le habría valido a Tailor. Tuvieron que retocarle una, pero de una manera un poco chapucera, y la armadura no le cubría ni los hombros ni de las rodillas para abajo. Shade le había chivado que las armaduras Zoah tenían un diseño similar a la piel de los Kron, así que atacar a lo loco no valdría. ¿Y, entonces, por dónde demonios atacaba él?

Sonó el gong.

Raxoss se movió más rápido de lo que habría cabido esperar de alguien de su tamaño. Descargó su azulada espada sobre el pavimento y provocó unas ondas electrificadas a su alrededor. se dijo .

¿Y entonces? No podía esquivar sus ataques indefinidamente y con su armadura no podía moverse demasiado deprisa, además de que pesaba de narices. ¿Cómo demonios se las arregló Nueve para derrotarlo hace unos años? A saber. Con el báculo que tenía podría haber desintegrado la armadura de Raxoss, o haber usado cualquier otra artimaña. Pues tendría que intentar quitarle la armadura, como fuese, porque parecía diferente a las demás, quizás porque fuese laminada[footnoteRef:9] en vez de lisa. Un momento… ¿Laminada? ¿No le había dicho Leeg hace unos meses cómo se podía luchar contra armaduras de ese estilo? Esquivó otro golpe. Solo había que buscar un punto exacto, golpear fuerte y… se desmenuzaría. Así que calculó el punto. Raxoss se movía mucho, y aunque fue fácil encontrar el punto, no lo fue atizarle justo ahí. Pero lo logró. Un potente sonido de metal distorsionado invadió la sala y las láminas de metal se desprendieron con un estruendo metálico. [9: El metal, en vez de ser una sola capa, son varias láminas superpuestas, lo que le confiere una mayor resistencia y elasticidad.]

-¡Serás…! -empezó Raxoss, pero se había despistado. Tailor logró darle con la empuñadura de la espada en la cabeza, y otro golpe en el estómago lo dejó doblado en el suelo, jadeante.

El árbitro Zoah, tras un instante de indecisión, empezó a contar.

-Este… uno… dos… tres… -decía.

-¡Calla, imbécil! -le saltó Raxoss- ¡Da de una vez el K.O.! ¡A mi edad ya no me voy a poder levantar otra vez!

-Pues… entonces, victoria del pelandés por K.O.

Al final, entre dos soldados, lograron levantar a Raxoss y sentarlo en las gradas.

-Mis felicitaciones, pequeño -dijo éste-. Has ganado, y por ello te confiero un deseo. Lo que quieras.

-Queremos vuestra arma secreta -saltó Larry-. Ya sabes, el cuarzo amarillo sagrado…

-¿Ese cristal tan bonito de color amarillo? -preguntó Raxoss. Tailor asintió- Pues es una lástima, pero las reglas son las reglas -se giró hacia uno de los soldados- Gibbs, trae el brillante -el soldado asintió y salió por la puerta izquierda- y tu, Teclam, ya sabes lo que tienes que hacer.

Éste asintió. Salió por la puerta derecha acompañado por una escuadra de Zoah.

-Y a vosotros, os tengo que dar las gracias -terminó Raxoss.

-¿Y eso? -preguntó cautelosamente Riu.

-Porque por fin puedo hacer lo que llevo planeando desde hace años.

-¿El qué?

-Dar el único golpe de estado que fue planeado por el propio dirigente de toda la historia. Aunque parezcamos la raza semipelandesa más contenta con los Nocturnus, en realidad los odiamos. Pero no podíamos hacer nada, así que esperamos. Solo necesitábamos que alguien me retase y me venciese, para dar la orden. Teclam está avisando ahora a todos los Zoah militares de toda Zeoh, y va a comenzar el plan. Asomaos al balcón.

Así lo hicieron, y esperaron. Desde ahí veían toda la metrópoli de los Zoah.